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peigeteos screcss. Vor bea te Boge Buy Gsrcs, (CorTe er, One tly 4 See cla tj, ConeterongaCe alan luvny Ocanq le Wenn dee, [ee foal ono Los TRES MOMENTOS DE SILVINA OcaMro Si bien en su formulacién primera este libro se proponia claborar una hipétesis unificada’o al menos abarcaclora so- bre ‘los cuatro fantasticos’ (Borges, Silvina Ocampo, Bioy Casares y Cortézar), debo confesar que esta fue inicialmen- te elaborada a partir del triunvirato masculino tinicamente, y que mis intentos por hacer entrar Silvina Ocampo en las generales de su ley me dieron mas de un dolor de cabeza; tan- tos, en realidad, que més de una ver estuve a punto le ceder ante la tentacién de dejarla afuera, Hasta Bioy, sintomatica- mente, la excluye de un cénclave anélogo, en un comentario hecho al pasar en el libro de conversaciones Palabra de Bioy: “A lo mejor tanto yo como Borges y Cortézar seamos culpa- bles de una moda literaria, que es el género fantastico”, Sil na Ocampo ‘no encajaba',y solamente una oscura in tuicién, que debo mas a mis habitos de antor de ficciones que a mi practica critica, me impidié imitar a su marido. Ninguno de los cuentos de su primer libro, Viaje olvi- dade (S37) puede at COR REO je, ni Con la mejor de las buenas Volunea- des, caracterizarse como ficcién barroca; y apenas 11n0, " ai vos", con no poca, de ico. Son cuentos reves, a veces no mas que vifietas oniricas, de entre una y cuatro paginas como mucho. Lo que caracteriza a la gran 143 hiv, al arts inayoria de estos relatos es su perspectiva infantil”, en al me- ‘ot iad dele vei ens onion a mitad de los veintiocho cuentos, los nit _{sStagonistas y detentadores del punto devistay cvsndo BS nistas son adultos eens Saliba tatoe Baealpeeepertia tol vc manifesta sobre todo en el estilo: “No habia nadie ese msl 1a casa de arriba, salvo el Ianto pequefio de una chica|...]y la sumbra de una pollera disfrazada de tia, como un diablo ne- co con los pies embotinados de institutriz perversa. Una voz de cejas fruncidas y de pelo de alambre que gritabayCeles- No Ga on ite rechazo, su hermana Victoria en su resefia del libro. No hay ai C y tun corte entre lo inanimado y lo animado, ni entre lo animal y Jo humano, ni entre nifios y criados, ni —llamativamente- ntre lo masculino y lo femenino: “{En los cuentos de Silvina Ocampo] el sexo no esté determinado mientras el personaje tenga un oficio subalterno, sujeto a los excesos de las jerar- quias’,apunta Matilde Sanchez’, La diferencia que si se impone es aquella, fundante, que ae divide anifios y adultos, aquellos que tienen la autoridad de, x BY jaienes no la tienen: Quienes no ls lene pot eso nfs y rads extn twits ve tina, Celestina’, haciendo de aqucl nombre uni abismo muy Hite Stains ae "7 losadultos yiparreties delatieeann oscuro” ("Cielo de claraboyas”). “Al levantar los ojos al techo, estaba lleno de gente que lo miraba, vio su galera como un re- oj Luminoso en la obscuridad del cuarto, y se fue corriendo por los corredores con los brazos en forma de gritos” ("Flo- tiado Flodiola”), “A los chicos les debia de gustar sentarse subre las amplias faldas de Eponina porque tenia vestidos cumo sillones de brazos redondos” (“El retrato mal hecho" Por supuesto, estos ejemplos ponen de manifiesto que Silvina ‘campo no identifica perspectiva infantil con Lenguaje infan- tik: este estilo es falsamente pueril y altamente literario, con ceo wl td Us i aT eo Giones, metonimias rabiosas, sinestesias i jos [c alteraciones ocasionales, la sustancia misma de la que es- tin hechos. El mundo infantil de Ocampo es uno que pricticamente no ha sido visitado por la diferencia: “se tiene la impresi6n de que los personajes son cosas y las cosas personajes", sefiala, con una intuicién profunda que posiblemence sea fruto del ® Laexcepeién mis notable es “El mar” % Victoria Ocampo, “Viaje olvidado”, en Sur, N° 35,08/1937. 122 os Semen er invertir, por puro capricho, estas jerarquias: tal es el caso de foe vendedor del culo vive totalmente a merced de un nifio de siete afios. En aquellos cuentos en los cuales lo primordial es el descubri- miento, pot parte del nif, de la diferencia, stres sobre ede” ¥a exclusiva, y en los posteriores de manera predominante, los personajes de Silvina son entidades deseantes polizn y extrafiamente neutras, como los de Carson McCullers fmt “Si hay un equivalente pictérico a esta primera serie de onan ‘ened Op ‘Ocampo, este puede cncontrarse en el rmun- H “WH aeles dibajor intact, infantiles, ion \e. crab por el ojo sino por el corazén, regido por el rrincipio del placer cee le oe ar imaginacién ériui |r animales doca i cee le oe ar XS de la gravedad suspendida; un mundo egocéntrico, de un Bo extitico y expansivo, yun superego todavia en espera. Si at AAZN | 7 Prolog de Matilde Séncex ala ancologa de cuenos de Silvina Ocampo Lat rela del werén Buenos Aiscsro8, 1991. | 123 uno imaginara cualquiera de estos relatos [levados a la pan- talla, naturalmente lo harfa en forma de dibujos animados”, Aunque ms que los dibujos infantiles de los nifios, los re- latos de Silving remiten a Ia estilizacién de estos en Ja pintu- ba raedeeniaraf cbt eater eS ‘Talrare de Picasso, “ine [leva toda la vide aprender apintar” como un nifio”, bien ool evils de eperale Sabemos que la formacién inicial de Silvina Ocampo fue plastica, pero antes que el de sus maestros efectivos Léger y De Chirico, el ejemplo que viene a la mente es el de Cha Ia éstrecha vestimenta de la sintaxis. Como le contaria mas tarde a Noemi Ulla en el libro de conversaciones Encuentros con Silvina Ocampo: “(de nifial la sintaxis me parecia mas bien despreciable-Esa sintaxis;1a del espafiol. Porque-en francés me hicieron estudiar mucha gramética, y yo detestaba la gra- mitica [...|En inglés no, como no me ensefiaron gramatica en inglés, yo me guiaba siempre por la ineuicién. Cuando tenia que guiarme por leyes de gramatica, no funcionaba. Yo nece- sitaba funcionar con la intuicién”, “Como el soneto es una jaula para los versos, la sintaxis lo es para la prosa"” paces % En “Los grifos" (Los dias de la noche aparece ala vez la imagen infan- til (‘me dijeron también que en cada gora habia una boca abiecta, de hombre ‘ode bestia, que predecia el tiempo y los misterios del porvenis")y el juicio negativo de ‘Borges’ {Esto le parecié absurdo a Borges, porque le recordaba sgrotescos dibujos animados)” 7” Noemi Ulla, Encuentros con Siloina Ocampo, Buenos Aires, Universidad deBelgrano, 1982.” 124 En el mismo libro Ja autora se pronuncia una y otra vez sobre la pérdida absoluta que supone dejar atras Ia infancia: “(Los nifios] encuentran una frase simple, que no encuentra una persona adulra; aunque se esfuetce en imitar‘a un nifio, nunca Ilega a esa perfeccién®. “Uno aprende de los-chicos cier. tas cosas, el dibujo, fa pintura, lo mismo que la frase”. “Yo era muy inteligente cuando era chica, mucho mas que ahora”. En “La leccién de dit "UN. cuento cuya situacién de base recuerda a la de “El otro” de Borges”, la protagonista in- nominada, pero cuyas remisiones a la biografia de la autora permiten nombrar como ‘Silvina, se encuentra consigo misma ala edad de siete afios, oculta bajo el transparente seudénimo Ani Vlis. ‘Silvina’ expresa el dolor de haber abandonado su ptimera vocaci6n, la pintura: “Resabios de la infancia: morir es tener ganas de dormir, yo naci para dibujar’. “No sabes lo que he sufrido. Pasé ranto tiempo sin dibujar. Me lo propuse deliberadamente, como quien deja de fumar. Todas las mafia nas senti, durante un tiempo, que estaba cometiendo un peca- do porque dejé de dibujar, y después m é " “Dejar de dibujar fue como dejar de besar a alguien que uno ama mucho”, Finalmente le confiesa a la nifia: Vos también cuviste una gran influencia sobre mi(...] ~¢La influencia era buena o mala? % “Elotro”se publica en El libre de arena(1975),“La leccisn dedibu- jot en ¥ as sucesivamente (1987),No deja de ser significativo que, Is hora declegir un yo pasado con el cual encontrarte, Borges opte por su juventud ySilvina por su infancia. En ambos, la voz narrativa corresponde al adulto, Beto mientras que el narador de Borges no toma partido (..comprendi que to podiamos cntendernos, Eramos demasiado distintas y demasiado parcci= dos") la narradora de Silvina silo hace: por Ia otra,por Ia nif, var 145, ye mr ~Buena... y mala, ZY la que tuve sobre vos? ~Mala... y buena. Senti que el buena lo agregaba por bondad. Prosiguié: ~Todo lo que aprendiste te lo enseié, ~No sos modesta lo confieso.jPero tenés tanta raz6nl Té puedo amat. No me puedo amar, I Y la norable conclusién, en la voz de la nifia: ~Nunea quise ser grande, La edad me parece la peor invencién, del mundo, Sene{ que para siempre me extrafiarfa no tener a edad que tengo. En el juicio de la narradora-protagonista,entonces, no hay dlialéctica alguna: para dar la identidad, el nombre Sifvina debe leerse hacia atrés. Esta asertividad del nifio en relaci6n con el adulto se ve replicada en el nivel del Jenguaje: si el personaje Silvina’ habla con el lenguaje alro del adulto, lenguaje que la autora Silvina se obliga a utilizar a partir de su segundo libro de relatos, Ausobiagrafia de Irene, en la pequefia Ani reapare- cen (més bien, no han desaparecido) el lenguaje y la légica de Viaje olvidado, como cuando dice de Miss Edwards, su insti- Cutriz inglesa, que “tenia esa cara de haber dado una bofetada que solo podia dibujarse con carbonilla y no con lapiz”. Y si ‘Silvina’ oscila entre las formas del ti y el vos, combinando. 2 veces el verbo en tii con el pronombre vos, la nifia est s6li- damente anclada en su ves (en el habla tioplatense, el voseo es. inevitablemente asertivo, el uso del ti, vacilante}; nuevamen- te, la nifia es la maestra del adulto. que da titulo a uno de los cuentos y al El ‘viaje olvidado’ [te ¢l viaje hacia la infancia, que no es tanto el del sccucrdo sino el del inteato de recupi lemun edo que se cenla eatonces, al tiempo perdido (fio ca ( sualmente Silvina scfiala constantemen must cnitre sus 2 126 6 ad eC lecturas de cabecera). Dos cosas habitualmente asociadas con Ja escritura de la infancia estan ausentes en la literarure de | Silvina Ocampo; la inocencia y la Aostalgia, La primera, por- que es la crueldad y Ta perversion lo que define a sue “nenas terribles””. La segunda, porque la nostalgia presuponc an el objeto anhielado ve zt perdido; y lo que lama la fog Petsonajes de Ocampo, en cambio, es lap culiar Ferocidad con que se lanzan en su busca: no se den Telos, muestran scr capaces de todo para vélvex jue- En libros posteriores, este regreso a la infancia asumtré distintas formas, generalmente fantasticas, a la manera del (qisie Ja semilla" de Alejo Carpentier. En “Los objeros” Camila Ersky va recuperando los que perdi a su vida, comenzando por los ifs recientes, como tuna pulsera de oro con una rosa de rub que le regalaron para sus veinte afios: “con la emocién que produciria a los santos cl primer milagro, ecogis el objeto”. Luego, “siguienclo un orden cronolégico invertido", recupera objetos cada vex mis Femotos, pero a medida que esto sucede “la felicidad que ha. bia sentido al principio se transformaba en malestar en un es ios en una preocupacién” hasta cruzar el umbral que separa cl mundo desencantado del aduleo del magico ~y por magico, [tantas veces terrorifico~ de la infancia; “Vio que los objets tenfan caras, esas caras horribles que se les forman cuande lor | hemos mirado durante mucho tiempo. A través de una summa ® Ast las Hama Blas Matamoro en su Oligarquia y literatura, Buenos Aires, Del Sol, 1975, 127 uno imaginara cualquiera de estos relatos Ilevados a la pan- talla, nacuralmente lo haria en forma de dibujos animados”*, Aunque mas que a los dibujos infantiles de los nifios, los re- fatos de Silvina rerniten a Ia estilizacién de estos en Ja. pincu- ra modernista (cubismo, surrealismo, primitivismos varios). a Frasc de Picasso, “me Ilevé toda la vida aprender a pintar como un nifio”, bien podris sents de pisiats Sabemos que la formacién inicial de Silvina Ocampo fue plastica, pero antes que el de sus maestros efectivos Léger y De Chirico, el ejemplo que viene a la mente es el di El dibujo aparece como modelo o sideratum, ademas, Ya la Silvina de Viaje olvidado se ia éstrecha vestimenta de la sintaxis. Como le contaria mas tarde a Noemi Ulla en el libro de conversaciones Encuentros con Silvina Ocampo: “(de nifial la sintaxis me parccia mas bien despreciable. Esa sintaxis, la del-espafiol. Porque.en. francés me hicieron estudiar mucha gramética, y yo detestaba la gra- mitica [...] En inglés no, como no me ensefiaron gramitica en inglés, yo me guiaba siempre por la intuicién. Cuando tenia que guiarme por leyes de gramética, no funcionaba. Yo nece- sitaba funcionar con la intuicién”, “Como el soneto es una Jala pars tos yervos Ja siamaxis lo cx pace Japroma % En “Los gifos" (Los dias de le noche aparece la vez la imagen infan- til('me dijeron también queen cada gora habia una boca abierea, de hombre ‘ode bestia, que predecia el tiempo y los misterios del porvenir") y el juicio negativo de ‘Borges’ “(Esto le pareeié absurdo a Borges, porque le recordaba ‘grotescos dibujos animados)’ 7” Noemi Ulla, Encuentros con Silvina Ocampo, Buenos Aires, Universidad deBelgrena, 1982. 14 En el mismo libro la autora se pronuncia una y otra vez sobre Ia pérdida absoluta que supone dejar atrés la infancia: “(Los nifios] encuentran una frase simple, que no cncuentra una persona adulta; aunque se esfuerce en imitar‘a un nifio, nunca Llega a esa perfeccién®. “Uno aprende de loschicos cier- tas cosas, el dibujo, {a pintura, lo mismo que la frase”. “Yo era muy inteligente cuando era chica, mucho més que ahora”, in “La leccién de cuento cuya situacién de base recuerda a la de “El otro” de Borges”! la protagonista in- nominada, pero cuyas remisiones a la biografia de la autora permiten nombrar como ‘Silvina, se encuentra consigo misma a la edad de siete afios, oculta bajo el transparente seudénimo Ani Vlis. ‘Silvina’ expresa el dolor de haber abandonado su primera vocacién, la pintura: “Resabios de [a infancia: morir s tener ganas de dormir, yo naci para dibujar”. “No sabes lo que he sufrido, Pasé tanto tiempo sin dibujar. Me lo propuse deliberadamente, como quien deja de fumar. Todas las mafia- nas sent!, durante un tiempo, que estaba cometiendo un peca- do porque dejé de dibujar, y despué é '“Dejar de dibujar fue como jar de besar a alguien que uno ama mucho". Finalmente le confiesa a la nifia: =Vos también tuviste una gran influencia sobre mi...) (La influencia era buena o mala? % “El otra! sc publica cn Ei libro de arena(1975),"La leccién de dibu- io" en ¥ asl sucesivamente (1987) No deja de ser significative que, la hora declegir un yo patado conel cual encontrarse, Borges opte por su juventud Silvina por su infancia. En ambos, la voz narrativa corresponde al adulto, Pero mientras que el narrador de Borges no roma partida(.. eomprendi que ‘no podiamos entenderos, Eramos demasiado distintos y demasiado pareci- dos"). Ja narradora de Silvina slo hace: por la otra, por la nia. ns 145 ye ~Buena... y mala. 2¥ la que tuve sobre vos? ~Mala.... y buena, Scati que el buena lo agregaba por bondad. Prosiguié: ~Todo lo que aprendiste te lo ensefé, No sos modesta, lo confieso. ;Pero tenés tanta razén! ‘Te puedo amar. No me puedo amar. z ¥ la notable conclusién, en la voz de la nif ~Nunca quise ser grande. La edad me parece la (peor invenciét, del mundo. Senti que para siempre me extrafiaria no tener la edad que tengo. En el juicio de la narradora-protagonista, entonces, no hay. dialéctica alguna: para dar la identidad, el nombre Silvina debe leerse hacia atrés. Esta asertividad del nifio en relacién con el adulto se-ve replicada en el nivel del lenguaje: si el personaje ‘Silvina’ habla con el lenguaje ao del adiulto, lenguaje que la autora Silvina se obliga a utilizar a partir de su segundo libro de relatos, Ausobiografia de Jrene, cn la pequefia Ani reapare- cen (més bien, no han desaparecido) el lenguaje y la logica de Viaje ovidado, como cuando dice de Miss Edwards, su insti- utriz inglesa, que “tenia esa cara de haber dado una bofetada que solo podia dibujarse con carbonilla y no con lapiz” Y si ‘Silvina’ oscila entre las formas del ti y el vos, combinando 2 veces el verbo en ti con el pronombre vos, la nifia esté s6li- damente anclada en su vas(en el habla rioplatense, el voseo es inevitablemente asertivo, el uso del t6, vacilante): nuevamen- (ela nifia es la maestra del adulto. EI ‘Viaje olvidado' que da titulo a uno de los cuentos y al |e entero ¢s el viaje hacia la infancia, que no es fanto el del recuerdo sino el del intento de recu Ee eu “de que sc tela entonces, de wolver al tiempo perdido (ao tac sualmente Silvina sefiala constantement st ENCKC sus vinon! wwii 16 ae e lectuiras de cabecera). Dos cosas habitualmence asociadas con 2 escritura de la infancia estan ausentes en la literatuca de | Silvina Ocampo: la inocencia y la nos primera, por- que es la crueldatry Ta perversions lo que define a sus “nenas terribles””’. La segunda, Porque la nostalgia presupone que el objeto anhelado se Fa oF 3 ¥ lo que lama fe los personajes de Ocampo, en cambio, es lap Gullar Ferocidad con que se lanzan en su busca: no se anne vencidos, muesiran se capaces de tod pais volven "Gee a En libros posteriores, este regreso a la infancia asumixd distintas formas, generalmente fantésticas,a la manera del “Viaje a 1a semilla” de Alejo Carpentier, En “Los objetos” (de La furia), Camila Exsky va recuperando los que perdié a lo largo de su vida, comenz: una pulsera de oro con una ando por los més recientes, como rosa de rubi que le segalaron para sus veinte afios: “con la emocién que produciria a los santos el primer milagro, recogié el objeto": Lucgo, “siguiendo un orden cronolégico invertido", recupera objetos cada vex mas Femotos, pero a medida que esto sucede “Ia felicidad que ha. bia sentido al principio se transformaba en malestar,en un te. sos en una preocupacién” hasta cruzar el wmbral que separa el mundo desencantado del adulto del magico -y por magico, [tantas veces terrorifico- de la infancia: “Vio que los objevoa tenian caras, esas caras horribles ‘que se les forman cuando los hemos mirado durante mucho tiempo. A través de una tuna ‘ ® Asi las Hama Blas Matam Aires, Del Sol, 1975, ero su Oligarynia y iteratura, Buenos 127 de felicidades Camila Exsky habia entrado, por fin, en el in- fierno”. En “El castigo”, también de La furia, una mujer de veinte afios, sabiendo que el novio escé pronto a matarla por celos, cuenta su vida al revés, minuciosamente, desde el mo- mento presente ("En un cuarto, con flores pintadas en la pa red, Sergio me tuvo, desnuda, entre sus brazos"),a los inicios de la relacién (“Me escribié una carta proponiéndome cosas obscenas. Tiré la carta al Fuego, ‘;Qué contenido tendré esa carta?’,pensé al mirar el sobre, llena de esperanzas. Lo tuve un rato en mis manos antes de abrirlo”), hasta sus primeros recuerdos ("Comencé a probar el gusto de algunas fruras,al- gunas sopas; luego, el gusto dulce de la leche”). ¥en “Cartas confidenciales”, de Los dias de la noche, don Toni, un “hom- bre viejo, xeviejo", aparece repentinamente en una casa, y con el corser de los afios va rejuveneciendo, hasta convertirse en un bebé y luego desaparecer, justamente en el momento en a la narradora da a huz a un nifio amado Tomi. En “Uli- es" del mismo libro, un nifio con el aspecto y la sabiduria dn ioeaneaines se encuentra atrapado en un subibaja con las tias trillizas que lo cuidan, que tienen setenta afios pero se “comportan como nifias traviesasr cuando él rejuvenece ellas envejecen, y viceversa. fiaje olvidado es el descubri- © pd Central en muchos relatos de Vi it fe la diferencia 8 0 por Bi pparte de las fururas amas como de las faruras Griadas. Ba yo. nso” €l Conflicto no tiene solucién:las dos hijasdel co- © chero, Libia y Candida, se ven, al dejar atras la infancia, igual- mente abandonadas por sus amigas, las hijas de los duefios: “El carifio que ances le enviaban, en forma de tarjeta postal, ahora se lo enviaban en forma de vestido y de sonrisa helada cuando estaban cerca. Ya no habia palabras, ya no habia gestos, si no era el abrazo de las mangas vacias de los vestidos envueltos que venian de regalo”. “Libia se cas6 con ef primer hombre que le ofrecié Ievarsela a vivir cerca del macadam”. “CAndida, 2s el mismo dia, sin decir adiés a sus padres, tomé.un tren que iba a Buenos Aires, con un atado de vestidos, donde Ilevaba Jos brazos vacios de sus amigas”. En el cuento fantastico “Las dos casas de Olivos”, la nifia rica vive en una mansidn, entris- tecida por la renuencia de las frambuésas a darse en su jardin, la nifia pobre en una casa de lara cerca del rio; ambasnifias se parecen tanto que deciden, a la manera del principe y el men- digo de Mark Twain, cambiar de vestimentas y de vida. Pero como lo hacen mientras sus angeles guardiancs dormian, estos se confunden a la hora de protegerlas, a resultas de lo cual am- bas mueren durante una tormenta, junto con el caballo blan- co que una de ellas cabalgaba. La resolucién, en este cuento, se daen el cielo: “Habia mucho canto de pajaros y de arroyos a la mafiana siguiente cuando subidas las dos chicas sobre cl allo blanco Ilegaron-al cielo. No habia casas ni grandes ni pequefias, ni de lata ni de ladrillos; el cielo era un g: azul sembrado de frambuesas y de otras frutas. Las dos chicas aver mis”. En “La siesta en el cedro” el miedo a! contagio eva a la familia de Elena, la nina rica, a separarla cle Cecilia, Ja hija del jardinero, cuando la saben tisica. “A la hora de Ia siesta miraba el jardin dormido entre las rendijas de las persia- nas [...] Veia llegar a Cecilia desde el portén juntando bellotas que parecian pequeiiisimas pipas [...] Sintié que era para ella para quien las estaba juntando. ..] Después de alzar la cabeza insistentemente se acerc6 corriendo hasta la puerta y tocé el timbre|...] Le entregaban paquetes de dulces y juguctes antes de cerrar la puerta y decile que Elena no estaba, que Elena tenia dolor de cabeza o estaba resfriada. Pero todos los dias vol- via juntando coquitos y bellotas, mirando la persia‘ta cerrada detris de la cual se asomaban los ojos de su amiga”, Cuando la nia tisica finalmente muere, sus familiares parecen no darse {por enterados en el velorio al que asiste Elena, lo quc la lleva a Uma que entonces pueden ser ilusorias, ya la muerte de su, 19 147 amiga, ya su propia vida: “Nadic sabia que Cecilia, como ella, se habfa muerto, y al fin y al cabo, quién sabe si esperaindola mucho en la persiana no Hlegaria un dia juntando bellotas; en- tonces Elena bajarfa corriendo con una cuchara de sopa y un frasco'de jarabe para la tos, y se irfan corriendo lejos, hasta el cedro donde vivian en una especie de cueva entre las ramas,a, la hora de la siesta, para siempre”, Aunque a primera vista pa- rezca lo contrario, de estos tres relatos, el Cinico con final tré- gico es el primero, porque la conciencia de la diferencia social Jue entrafia el paso de la infancia a la edad adulta es insoluble ¢ irreversible; cn Tos otros dos es justamente la muerte la que ios nifios, “;Qué otros pueden ocupar el casi: llevo inferior?” se pregunta Matilde Sanchez™, y se contesta: “Sirvientes, 4: wv nO, rteros, coci : 90 modistas, enfermeras y criadas. SAAD (anaes de Ia " de lu crueldad! “ a = . ,ocurre que subalternos "can con los nifios”. Muchas veces la perspectiva de log criados, “Y-dela gente humilde en general, es asociada a esta perspec. tiva infantil, como en “Esperanza en Flores’, “Eladio Rada y 5 Ja cusa dormida’, “Florindo Flodiola”, “La calle Sarand{” etc. Ane ‘También estan los adultos que se niegan a envejecer o aun a

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