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SOCIOLOGIA M2

La cultura en el discurso común

¿a qué fase de la autonomización de la cultura nos referimos? En este caso, observaremos


una descripción precisa en cuanto a la etnografía.

La etnografía es una técnica de investigación social que estudia de manera sistemática la


cultura de los diversos grupos humanos. Esta técnica de investigación consiste en observar
las prácticas culturales de los grupos sociales y poder participar en ellos para así poder
contrastar lo que la gente dice y lo que hace.

FASES DE LA AUTONOMIZACION DE LA CULTURA

CODIFICACION: se establecen las clases sociales.

INSTITUCIONALIZCION: se crean instituciones político-administrativas que unifican y


centralizan la cultura.

MERCANTILIZACION: se subordinan los bienes de la cultura a la lógica del valor del cambio.
Se genera crecimiento económico.

CULTURA. LA CULTURA EN EL DISCURSO COMÚN 

¿Por qué problematizar la cultura desde la sociología?

¿Podría pensarse una sociedad sin cultura? Claramente, la respuesta es no. La cultura
posibilita la integración de una sociedad.  No se podría explicar el mantenimiento del orden
social si no fuera a partir del concepto de cultura. 

Los padres de la sociología se han referido a alguno de sus componentes para explicar
cuestiones centrales tales como la solidaridad social, la cohesión, la anomia, la acción social
o la reproducción de la desigualdad.

En el caso del marxismo se plantea la relación entre la estructura y la superestructura, en


donde esta última – compuesta por los elementos ideológicos de una sociedad– está
condicionada por las relaciones presentes en un modo de producción dado, de tal forma
que la posición social de los individuos define su conciencia. 

En el caso de Durkheim (1989), nos hemos referido a elementos culturales cuando hablamos
del nivel de integración y regulación social que mantiene la cohesión social, según lo
planteado en la obra El suicidio. Coherentemente con esta mirada, el paradigma
funcionalista observa la cultura en su función de consolidar las pautas de conductas que son
necesarias para el mantenimiento de esta sociedad. 

En el caso de Weber (2012), desarrollamos la explicación ofrecida por él mismo acerca del
espíritu del capitalismo y su relación con la esfera cultural religiosa, es decir, la ética
protestante. Debe resaltarse el papel atribuido por Weber a las ideas, los valores y las
creencias, como motor de cambio. A raíz de esto es que sus explicaciones de la modernidad
se refieren a una nueva forma de ver el mundo, ya no basada en los valores tradicionales,
sino en la racionalidad. Incluso, al explicar el poder y la dominación, Weber insiste en la
cultura como constructo explicativo, ya que, de acuerdo con su propuesta, son las creencias
las que legitiman el ejercicio del poder. 

La cultura ha sido problematizada desde los orígenes de la sociología y se ha recurrido a ella


para analizar y explicar el comportamiento de los individuos en sociedad. La cultura se
ofrece como un recurso polisémico con el cual se pretende explicar mucho más de aquello
que define.

Cultura. La cultura en el discurso común 

El concepto de cultura puede resultar amplio y difuso. Dentro de él se incluyen nociones


tales como ideología, mentalidad, representaciones sociales, imaginario social, doxa y
hegemonía. Además, se hace referencia a que una persona puede tener mucha (o poca)
cultura, como si la cultura se asociará a cierto nivel de instrucción, sabiduría, buenas
costumbres o moral.

La palabra cultura se asocia a una acción (cultivar) y a un estado (cultivado), lo cual, en


última instancia, nos remite a la idea de un sujeto poseedor de cultura, o de ciertos objetos
que serían parte de esta. 

Durante el siglo XVIII la cultura estaba asociada a un ideal de vida colectiva. Desde esta
acepción, la cultura se constituía en ciertos rasgos histórico-sociales que caracterizaban a
una nación y garantizaban la identidad colectiva de los pueblos. En el transcurso del siglo
XVIII, la cultura se “autonomiza”, es decir, se desprende de sus funciones y se convierte en
un campo autónomo. Mientras que, en las sociedades preindustriales las actividades
culturales se desarrollaban como continuación de la vida cotidiana y tenían una función
específica –religiosa, práctica, ceremonial, etcétera–, en las sociedades modernas la cultura
aparece desligada de sus funciones, como un hecho per se. 

La cultura puede concebirse como un fenómeno exclusivamente humano, caracterizado por


ser sistémico, transmisible, acumulable o simbólico. Además, está constituida por todos los
objetos materiales y no materiales creados por el hombre en tanto sujeto histórico
(lenguaje, creencias, usos, costumbres, normas, valores, símbolos) la cultura se hereda,
transforma y construye a través del tiempo. El factor cultural cobra un valor relevante para
comprender la evolución de las sociedades y su grado de cohesión.

El sentido del gusto

Bourdieu (2010) intenta desmitificar la idea acerca de que el gusto es un acto individual. Se
propone comprender la relación entre lo económico y lo simbólico a partir de las relaciones
de clase, pero también tiene en cuenta otras formas de poder que contribuyen a la
diferenciación social. Es decir, no solo el nivel socioeconómico del individuo define la
diferenciación entre clases, sino también la escuela a la que asiste, los lugares donde
vacaciona, las cosas que consume, etcétera. La cultura es una dimensión propia de la
existencia humana que habrá de definir las preferencias de lo “propio” y la contraposición
con lo “ajeno”.

Según Bourdieu ningún gusto es un acto individual, ni existe la creación intelectual libre. No
existe la “genialidad” del artista o del escritor, sino que toda creación está relacionada a la
producción simbólica de una época histórica. Esto implica que los criterios que definen una
obra artística como buena o bella son finalmente sociales y dependen del momento
histórico y el espacio en el cual se desarrollan.

Al mismo tiempo, el gusto, construido socialmente e incorporado como una segunda


naturaleza, configura una predisposición a que algo guste o no, predisposición que luego
desarrollaremos bajo el concepto de habitus.

La estadística revela que el acceso a las obras culturales es el privilegio de la clase culta.
Dado que nada es más accesible que un museo y que los obstáculos económicos apreciables
en otros ámbitos son allí escasos, al parecer se justificaría invocar la desigualdad natural de
las “necesidades culturales”.

Bourdieu evidencia que en las clases menos instruidas hay una cierta resistencia, quizás
inspirada en un sentimiento de ineptitud o de incomodidad, a visitar museos, es decir,
lugares lejanos a su cotidianeidad. De esta manera, relaciona el gusto más con la disposición
del sujeto (que depende especialmente de la posición que ocupa) que con experiencias de
naturaleza individual 

LA CODIFICACIÓN DE LA CULTURA

El objetivo de esta etapa era fijar y jerarquizar valores culturales. Así, se definen estratos,
igual que en el caso de las clases sociales, que de manera completamente jerárquica poseen
los bienes culturales considerados “válidos”. 

La cultura se homologa con las bellas artes  y representa el conjunto valorado como “de
buen gusto”, distinguido, legítimo, artístico. En un segundo nivel, se ubica la cultura
tolerada, es decir, las manifestaciones artísticas que aun sin considerarse elementos de
distinción se incorporan a la sociedad. Por último la cultura marginal incluye elementos no
tolerados o no incluidos bajo el rótulo de cultural.

LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA CULTURA

La segunda fase se da a partir de 1900, época en la cual se observa un esfuerzo por parte del
Estado para lograr el control y la gestión global de la cultura, para lo cual diseña
instituciones político-administrativas que le permitan unificar y centralizar la cultura. “en
esta fase se consolida la escuela liberal definida como educación nacional obligatoria y
gratuita; aparecen los ministerios de la cultura como nueva extensión de los aparatos de
Estado.
MERCANTILIZACIÓN DE LA CULTURA

En esta fase se observa la subordinación masiva de los bienes culturales a la lógica del valor
de cambio. La cultura se valora como factor de crecimiento económico y es convertida en
mercancía, es decir, se somete a la ley de maximización de beneficios.

LA CULTURA EN LA TRADICIÓN MARXISTA


Vamos a analizar el rol de la ideología y la posibilidad de su difusión masiva.

La tradición marxista tiende a homologar la cultura a la ideología, y la ubica en el nivel


superestructural.

 Frase de Althusser : “La ideología representa la relación imaginaria de los individuos con sus
condiciones reales de existencia”.

Los aportes de Lenin a la comprensión de la cultura

Lenin plantea la determinación de la cultura por factores extraculturales (las condiciones


materiales de existencia) y se introduce la relación dominación-subordinación en la esfera
de la cultura. En referencia a la cultura nacional, se distingue entre la cultura dominante,
propia de la burguesía; la cultura dominada, característica del campesinado tradicional; y
elementos de la cultura democrática socialista, propia del proletariado.  

Para Lenin, una cultura era superior a otra en la medida en que permitía una mayor
liberación de la servidumbre de la naturaleza. Su aporte fundamental consistió en plantear
la relación de dominación, que mencionamos anteriormente, en el terreno de la cultura.

IDEOLOGÍA, ESTRUCTURA Y MATERIAL IDEOLÓGICO EN ANTONIO GRAMSCI

Antonio Gramsci fue un pensador clave en la historia de la teoría marxista, porque fue uno
de los primeros que, en el marco de dicha corriente teórica, puso un fuerte acento en los
fenómenos ideales, sin dejar de lado el materialismo. Particularmente, se enfocó en la
superestructura, y observó los mecanismos por los cuales el capitalismo es legitimado. La
pregunta que Gramsci se hizo en el siglo XX fue ¿cómo opera la superestructura para
sostener el orden capitalista? Para dar respuesta a este interrogante, desarrolló dos
conceptos a los que llamó funciones de la superestructura: la sociedad política y la sociedad
civil. Según él, la sociedad política está constituida por el Estado, aunque no hace referencia
a los gobernantes, sino al Estado como fuerza, único autorizado a usar la violencia legítima
(ejército, policía, etc.). Gramsci entendía que, si la ley en una sociedad capitalista era el
reflejo de la estructura, de las relaciones entre privilegiados y no privilegiados, entonces el
Estado detentaba la violencia con el fin de mantener el orden capitalista establecido. Esta
acción del Estado fue llamada por Gramsci función de coerción. Desde la postura
gramsciana, la necesidad de detentar la violencia por parte del Estado da cuenta de la
injusticia del sistema capitalista.  

El concepto de sociedad civil, Gramsci incluye los fenómenos puramente ideológicos que
tienen lugar en instituciones tales como las escuelas, las bibliotecas, iglesia, etcétera, y que
ejercen la función de consenso. Gramsci entiende que la lucha contra el capitalismo ya no
pasa por la lucha contra la sociedad política, sino con la sociedad civil. El logro de consenso
por parte de la sociedad civil posibilita la hegemonía, entendida como un vínculo de
dominación aceptada, como una concepción del mundo compartida, como una modalidad
de poder, como la capacidad de dirección basada en el consenso cultural. Cultura e
ideología configuran, entonces, el instrumento privilegiado de la hegemonía, por la cual una
clase social logra el reconocimiento de su concepción del mundo. La cultura entendida de
este modo posee una eficacia integradora y unificadora. Por esta vía, la cultura determina la
identidad colectiva de los actores histórico-sociales.

Gramsci toma el concepto de hegemonía del propio Lenin, pero lo explica en términos de
una especie de atracción que se da entre los intelectuales de las distintas clases y genera, de
este modo, un bloque ideológico. De esta forma, los intelectuales de las clases
fundamentales captan, mediante un proceso de transformismo, a los intelectuales que
representan a las clases subalternas. La posición de la clase subalterna o dominante
determina, según Gramsci, una gradación de niveles jerarquizados en el ámbito de la
cultura. Para Gramsci, la revolución se debe pensar a partir de la superestructura. Esta es la
diferencia fundamental con Marx.  

Mientras Marx realiza su teoría objetivista, centrada en la base material o estructura de las


sociedades; Gramsci ofrece una mirada centrada en el componente inmaterial, entendido
como el factor ideológico o cultural situado en aquello que había de denominar
como superestructura. 

Mientras la sociedad política es el espacio consagrado a ejercer el control y conducción del


bloque histórico, a través de la coerción o el consenso. La sociedad civil acoge a todas
aquellas instituciones que habrán de elaborar la cultura expresada en sus distintos niveles
jerarquizadas o refinadas progresivamente como el sentido común, el folclore, la religión y
la ideología.

La hegemonía se entiende como una supremacía capaz de convencer a sus subordinados, de


manera tal que conciban al mundo social como único, e incluso deseable en términos de
prosperidad y garantías de las condiciones de reproducción de la vida.

Mientras que Gramsci propone su esquema interpretativo en torno a la construcción de


hegemonía, ofrece una salida a este cerrojo sociológico, a través de una lucha hegemónica
expresada bajo la figura de posiciones, prolongada en una verdadera batalla cultural a
través de los medios; o bien, una manera directa y frontal, definida como guerra de
movimientos.
RAYMOND WILLIAMS Y LOS ESTUDIOS CULTURALES

Desde el punto de vista de Raymond Williams, el motor del cambio social está relacionado
con la acción orientada por valores.  Se refiriere a la hegemonía en términos de “una cultura
en el más estricto sentido, pero también entendida como vívida dominación y subordinación
de clases particulares. Los modos de vida de las clases subalternas, son un aspecto decisivo
para entender las relaciones sociales.  Por lo tanto, la comprensión de cualquier relación
social implica previamente la comprensión de la cultura en la cual tiene lugar. Esto nos
permite hablar de una sociología de la cultura.

LOS ESTUDIOS CULTURALES LATINOAMERICANOS

Catherine Walsh, referente clave de esta perspectiva de pensamiento, se plantea por qué
resulta necesario hablar de la construcción o articulación de un campo y proyecto
intelectual denominado “estudios culturales”. La respuesta es que los ejes sobre los que se
sostiene este campo están vinculados a la necesidad de pensar la producción simbólica en
relación a la reproducción de las desigualdades. En torno a ello, los estudios culturales son
un espacio, un marco teórico, crítico, pero también político, para dicha reflexión. 

Para sintetizar, diremos que el enfoque de los estudios culturales se caracteriza por:

 plantear estudios “no eurocéntricos”;


 dar importancia al análisis histórico local; 
 estimar los valores asociados con las realizaciones tecnológicas y su relación con
otros valores.

LA CONCEPCIÓN SIMBÓLICA DE LA CULTURA

Bourdieu y sus colaboradores analizan, con la rigurosidad de la sociología empírica, las


diversas formas de explotación, dominación y exclusión que operan dentro del capitalismo
contemporáneo.

El estructural constructivismo

Bourdieu se autodefine como estructuralista constructivista, ya que su análisis se basa en la


afirmación de que existe una relación dialéctica entre objetivismo (la sociedad que
estructura al hombre) y subjetivismo (el hombre que hace a la sociedad).

En el caso del constructivismo social, considera que se caracteriza por tres rasgos
fundamentales:

1. supera los conceptos dicotómicos.


2. existe el esfuerzo por aprehender las realidades sociales como construcciones
históricas y cotidianas de actores individuales y colectivos, construcciones que
tienden a sustraerse a la voluntad clara y al control de estos mismos actores.
3. destaca que las realidades sociales son resultado de un proceso de construcción
histórica que el principio de la acción social se da entre las formas objetivadas (reglas
e instituciones) y las formas subjetivadas (representaciones, formas de sensibilidad)
de la realidad social.

Campo social y su configuración interna

Qué entiende Bourdieu por espacio social. El autor parte de su postura relacional y afirma
que existen espacios de interacción y diferenciación social a los cuales llama campo social.

Bourdieu define, entonces, que cada uno de los campos cuenta con dos elementos
constitutivos:

1- La presencia de un capital denominado simbólico, con el cual se recrea la capacidad


o poder de significar los objetos y del reconocimiento o prestigio social.
2- La lucha entre los agentes del campo, por la apropiación y el control de dicho capital
simbólico.

Agentes sociales y su trayectoria

Se trata de ciertas propiedades que parecen inherentes a la persona misma del agente,
como la autoridad, el prestigio, la reputación, el crédito, la fama, la notoriedad, la
honorabilidad, el buen gusto, etcétera. Así entendido, el capital simbólico es el poder de
significar los objetos y las personas, no es más que el Capital Económico, Cultural o Social en
cuanto conocido y reconocido. 

El habitus

El concepto de habitus, a diferencia del de hábito, puede considerarse como una totalidad
de acciones y disposiciones. Es la estructura hecha cuerpo y el cuerpo que recrea la
estructura.

La lucha por el capital simbólico

Campo y habitus son dos de los elementos centrales de esta teoría, que denotan la
dimensión objetiva y subjetiva, respectivamente.

La teoría de las representaciones sociales: Serge Moscovici

Las representaciones sociales pueden entenderse como un conocimiento instalado en el


sentido común, que es un conocimiento práctico, ya que está presente en las decisiones y
actitudes de las personas hacia la realidad circundante.

las cosas materiales llegan a ser importantes realmente para las personas –incluso al punto
de condicionar su acción– cuando se han convertido en ideas o creencias.

CULTURA es la organización social del sentido interiorizado por los sujetos y objetivado en
formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente
estructurados.
socialización primaria y es trascendental para la constitución de la personalidad del
individuo.  

La socialización se comprende como el proceso “a través del cual un individuo aprende


normas, valores, actitudes y comportamientos ‘adecuados’ y así, consecuentemente, pasa a
ser miembro de un grupo, una sociedad o una cultura”

Socialización primaria: es la primera que vive el sujeto como realidad objetiva. Durante su
niñez elabora la realidad presentada, así como los mediatizadores (es decir, los otros
significantes), y recrea el mundo que habrá de internalizar en su conciencia de manera
duradera.

Socialización secundaria: es la internalización por parte del sujeto de submundos


institucionales o basados sobre instituciones, asumiendo nuevos roles y sus normas
apropiadas. Este proceso surge como resultado de una división del trabajo y de la
distribución social del conocimiento dentro de una sociedad determinada.

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