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Metodología de la enseñanza
de la filosofía
Una didáctica para la enseñanza media
Presentación............................................................................................... 17
Prólogo....................................................................................................... 23
La filosofía en los “tiempos hipermodernos”.......................................... 26
La filosofía en la escuela........................................................................ 30
Enseñanza de la filosofía y tácticas de resistencia.................................... 33
7
Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos:
posibilidades didácticas...................................................................................79
Educar no es “cuestión de método”....................................................... 80
La clase de filosofía como “taller de conceptos”...................................... 84
Enseñanza de la filosofía, una pedagogía del concepto:
los cuatro pasos didácticos..................................................................... 87
Dos ejemplos didácticos........................................................................ 90
Un “método regresivo” para la enseñanza de la filosofía......................... 98
Pistas para un “método regresivo” en la enseñanza de la filosofía.......... 101
Pensamiento y emancipación: tener derecho a los propios problemas.. 105
Epílogo..................................................................................................... 137
Filosofía, paciencia del concepto y resistencia
a los tiempos hipermodernos............................................................... 138
Filosofía en la escuela: desafíos............................................................ 140
Bibliografía............................................................................................... 145
Referencias de los textos del autor ya publicados que sirvieron de base
(total o parcialmente) para este libro..................................................... 145
Referencias bibliográficas...................................................................... 146
8
Para Cedric Gallo, que al enseñarme que
“las ideas son cosas que quedan volando en su cabeza”
me hizo ver la filosofía y el pensamiento de otra manera
El pensamiento nunca es virgen: no dejamos de caminar sobre las
huellas que, aunque a veces nos desvían, la mayoría de las veces nos
guían. […] No es verdad que los caminos del pensamiento no lleven
a ningún lugar. Pero adonde nos llevan, de eso sólo sabemos al final,
cuando no hay más caminos.
En los últimos veinte años, diversas circunstancias hicieron que en varios países
de Latinoamérica, pero muy en especial en Argentina, Brasil y Uruguay, se ge-
neraran espacios académicos e institucionales de revalorización o refundación
del campo de la enseñanza de la filosofía. Se fue abandonando el lugar al que se
la había reducido tradicionalmente, como un aditamento menor de la filosofía
que no tenía estatura conceptual como para ser pensada filosóficamente por
los filósofos, y que sólo adquiría alguna identidad cuando asimilaba conceptos
o estrategias de la didáctica general.
En este período de intensa actividad de jornadas, congresos, seminarios y
múltiples producciones escritas, la enseñanza de la filosofía comenzó a ser un
ámbito de genuino interés para la reflexión filosófica. Pensar filosóficamente la
enseñanza de la filosofía, el aprendizaje filosófico, el sentido de la transmisión
y la creación en filosofía, comenzaron a ser temas recurrentes en los encuentros
académicos y en la producción escrita. Por su parte, la didáctica de la filosofía
dejó de ser la simple yuxtaposición de conocimientos filosóficos adquiridos
por un lado (en los cursos tradicionales de filosofía) y técnicas de enseñanza
por otro (en los cursos tradicionales de didáctica) para constituirse como un
importante espacio de pensamiento e innovación. Hoy día, ya es usual hablar
de una didáctica filosófica de la filosofía.
13
Alejandro Cerletti
14
Prólogo a la edición en español
15
Presentación
Militar es actuar. Poco importan las palabras, lo que interesa son
los actos. Es fácil hablar, sobre todo en países donde las fuerzas
materiales dependen cada vez más de las maquinas técnicas
y del desarrollo de las ciencias.
17
Presentación
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Presentación
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Presentación
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Prólogo
En Ecce Homo: Como alguém se torna o que é [Ecce Homo: Cómo se llega a ser lo
que se es], obra de 1888, Nietzsche hizo una especie de autobiografía intelectual,
presentando un balance de su vida y de sus escritos. Sobre el ejercicio de la
filosofía escribió en el Prólogo, § 3, que: “[…] filosofía tal como hasta ahora la
entendí y la viví, es la vida voluntaria en el hielo y en las cumbres; la búsqueda
de todo lo que es extraño y cuestionable en la existencia, de todo lo que la
moral hasta ahora prohibió” (Nietzsche, 1995: 18). Dicho de otra manera, la
filosofía es un ejercicio de y en soledad.
En este contexto, debemos preguntar: ¿la filosofía, ese ejercicio de soledad,
es “enseñable”? ¿Es “aprendible”? ¿Es transmisible, hecho un virus, que pasa de
un individuo a otro, o incluso de un individuo a muchos otros? ¿O nos debemos
resignar a admitir que la filosofía no se transmite, no se enseña, no se aprende?
Pretendo, en este libro, discutir esas cuestiones y sus implicaciones. Me gusta
decirles a mis alumnos que, varios años atrás, fui picado por el “mosquito de la
filosofía”; y que aquellos que también lo fueron difícilmente conseguirán librarse
de esa especie de enfermedad, para la cual todavía no se inventó el remedio…
Estoy, pues, convencido de que es posible enseñar filosofía, y también de que es
posible aprender filosofía. De que es posible socializar ese ejercicio de soledad.
23
Prólogo
***
Cuando pensamos sobre la enseñanza de la filosofía en la educación bá-
sica, la primera referencia son los dispositivos legales. Sabemos que la Ley de
Directrices y Bases de la Educación (Ley Nº 9394/96) dispone una perspectiva
instrumental para la filosofía en la enseñanza media: ofrecer los “conocimientos
filosóficos necesarios para el ejercicio de la ciudadanía” (art. 36, 1°, inciso iii).
En una dirección un tanto diferente, aunque se basen en el dispositivo legal y lo
problematicen, los Parámetros Curriculares Nacionales para la Enseñanza Media
apuntan a la filosofía como un dominio crítico de la cultura occidental. Esto
resulta evidente cuando el documento expone las “competencias y habilidades
a ser desarrolladas en Filosofía”:
• “leer textos filosóficos de modo significativo”;
• “leer, de modo filosófico, textos de diferente estructuras y registros”;
• “elaborar por escrito lo que fue apropiado de modo reflexivo”;
• “debatir, tomando posición, defendiéndola argumentativamente y
cambiando de posición frente a argumentos más consistentes”;
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
1
Me refiero a las Orientaciones Educacionales Complementarias a los Parámetros Curriculares
Nacionales –pcn+– (Brasil-mec/semt, 2002) y a las Orientaciones Curriculares para la Enseñanza
Media –ocem– (Brasil-mec/seb, 2006).
2
Por ejemplo, en su Protrepticus, en el cual invita a un rey al ejercicio de la filosofía, el
filósofo escribió: “Por consiguiente, entre los pensamientos, los dignos de elección debido a
la contemplación pura son más honrosos y superiores aquellos que son útiles a otras cosas.
Pero las contemplaciones son honrosas en sí mismas y, entre ellas, es el saber de la inteligencia
el que es digno de elección, en cuanto los pensamientos relativos a la sabiduría son honrosos
gracias a las acciones [que surgen de ellas]. Por lo tanto, lo bueno y honroso están en las
actividades contemplativas referentes al saber, y con certeza no, repitamos, en cualquier actividad
contemplativa” (Aristóteles 2001, p. 157). Páginas adelante, leemos: “Efectivamente, entre las
cosas sin las cuales es imposible vivir, aquellas que amamos por otras cosas deben ser llamadas
como cosas necesarias y causas auxiliares, al tiempo que aquellas que amamos por sí mismas,
cuando realmente nada más de ellas saldría, es preciso llamarlas cosas soberanamente buenas.
[…] Es, por lo tanto, del todo ridículo procurar en toda cosa algo más allá de la cosa en sí, o sea,
un lucro, y preguntar: ‘¿Pues entonces, qué lucramos con esto?’, ‘¿Qué utilidad tiene?’. Porque
realmente, repetimos esto, un individuo que actúa así no se parece en nada a aquel que sabe lo
que es bello y bueno, tampoco con aquel que hace la distinción entre causa y causa auxiliar”
(Aristóteles, 2001, pp. 160-161).
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Prólogo
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Prólogo
para su ejercicio, las ideas que nos escapan; todo esto nos aproxima al caos, que
nos asusta. Y es para huir del caos que nos agarramos a las opiniones; ellas nos
ofrecen una protección contra el caos. Si sabemos algo sobre cualquier cosa,
si podemos opinar sobre algún asunto en las investigaciones on-line, tenemos
la impresión de que estamos bajo control, de que conseguimos salir del caos.
Pero la opinión es una carnada; nuestra fuga del caos es solo aparente.
Una vez más, vale recordar a los filósofos franceses: “La lucha con el caos sólo
es el instrumento de una lucha más profunda contra la opinión, pues es de
la opinión que viene la desgracia de los hombres” (Deleuze y Guattari, 1992:
265). Deleuze y Guattari afirman que no es posible vencer al caos, es necesario
aprender a vivir con él, sacando de él potencialidades para el pensamiento. Las
tres potencias que atraviesan al caos son el arte, la ciencia y la filosofía. A este
tema volveremos más adelante.
Practicar la filosofía, enseñar el ejercicio filosófico en nuestros días es, pues,
una segunda resistencia: la resistencia contra la opinión, que anuncia poner
orden en el mundo. El ejercicio filosófico es así un ejercicio de desestabiliza-
ción, de salida de la falsa seguridad en la opinión y de caer en el caos del no
pensamiento para, pensando, producir equilibrios posibles, siempre inestables,
siempre dinámicos.
***
Algunas cuestiones se imponen: ¿cómo producir resistencia mediante la
enseñanza de la filosofía? ¿Cómo resistir a la aceleración de los tiempos mo-
dernos y al imperio de la opinión?
Para tratar esta problemática, pienso que es necesario realizar un disloca-
miento de la perspectiva de análisis. De modo general, las investigaciones y
las prácticas en torno a la enseñanza de la filosofía en Brasil, desde la década
de 1990 (sobre todo en su segunda mitad), han estado centradas en una “gran
educación”, en una “educación mayor”. Para potenciar la resistencia es necesario,
pienso, explorar la problemática de la enseñanza de la filosofía en el contexto
de una “educación menor”.
Una explicación previa necesaria. Al hablar de “educación menor”, estoy
realizando un desplazamiento conceptual en relación al juego “literatura mayor”
y “literatura menor”, que Deleuze y Guattari inventaron para analizar la obra
de Franz Kafka. Mi intención es la de promover un juego conceptual entre
una “educación mayor” y una “educación menor”, tratando de la enseñanza
de la filosofía en este segundo ámbito, puesto que la producción hasta aquí se
ha restringido al primer ámbito.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
En Kafka: Por uma literatura menor [Kafka: Por una literatura menor], publi-
cado en Francia en 1975, tres años después de O anti-Édipo [El Anti Edipo], su
primera obra conjunta, Deleuze y Guattari analizaron la obra de Kafka como una
literatura de resistencia. Para ello, crearon los conceptos de “literatura mayor”,
aquella producida en una lengua establecida, según los patrones culturales de
un pueblo o nación, y de “literatura menor”, aquella –como la de Kafka– pro-
ducida en el contexto de una lengua mayor, establecida, pero que la subvierte,
crea en ella líneas de fuga, hace de ella trincheras de resistencia, de minoridad.
Recordemos que Kafka era un judío checo que escribía en alemán, dada la
dominación prusiana en su región. La obra de Kafka es una subversión y una
resistencia a la literatura alemana; en otras palabras, una “literatura menor”.
¿Cómo pensar la relación mayor/menor en el ámbito de la educación?4
Si una educación mayor es aquella del ámbito de las políticas de enseñanza
gestadas en los ministerios y secretarías, la de los grandes proyectos, la de los
macro-planeamientos, una educación menor es aquella que se practica en las
aulas, entre las cuatro paredes, en el ámbito de lo pequeño, como resistencia,
como producción de algo que se posiciona más allá y más acá de las grandes
políticas. Así como una literatura menor se instala como parásito en el contexto
de una lengua establecida, alimentándose de ella para generar resistencia, una
educación menor se instala en el interior de un espacio escolar producido y
dirigido por la educación mayor, pero como un virus, ofreciendo resistencia y
carcomiendo por dentro a esa educación mayor.
Una educación menor es un emprendimiento de militancia. Vale recordar
que un importante filósofo político de la actualidad, Antonio Negri, ha afirmado
que este es un tiempo de militantes, más que de profetas.5 Los grandes actores
en la política, hoy, no son los de la macropolítica, los profetas que anuncian el
porvenir, sino los de la micropolítica, los militantes que producen el presente
y posibilitan el futuro. Así, la educación menor es fruto de la acción militante
de los profesores en el aula, que actúan a escondidas, sin grandes alardes, pero
muchas veces producen algo ni siquiera sospechado por las “grandes políticas”,
a pesar de ellas y más allá de ellas.
Pienso que, en el caso de la enseñanza de la filosofía, es tiempo de preo-
cuparnos menos en justificarla, afirmando la necesidad de su presencia, para
dedicarnos más a una intensa militancia en nuestras propias aulas, que pueda
producir efectos importantes. “Escribir como un perro que hace su pozo, un
4
Desarrollé esa cuestión en algunos artículos y en el libro Deleuze & a educação (Gallo, 2008).
5
Véase Antonio Negri y Michael Hardt, Império [Imperio]; o Antonio Negri, Exílio [Exilio].
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Prólogo
La filosofía en la escuela
La presencia de la filosofía en la escuela no es un emprendimiento tranquilo.
Son muchos los obstáculos a ser superados para que esa presencia sea posible;
sobre todo porque, cuando una institución opta por incluir filosofía en su
currículo o cuando una política educativa establece la inclusión de la filosofía
en los diseños curriculares, esto se hace en nombre de una cierta filosofía y en
nombre de ciertas intenciones para con la filosofía. Para decirlo de otra mane-
ra, cuando está en la escuela, la filosofía allí está para atender a determinados
intereses, para cumplir una necesidad “ideológica”. Como, por ejemplo, en
el caso brasileño contemporáneo, que explicita sus intenciones en la Ley de
Directrices y Bases de la Educación Nacional. Como ya vimos, no es cualquier
filosofía, por lo tanto, la que la ley determina que esté presente en las escuelas
de enseñanza media.
En este contexto de una educación mayor, generalmente lo que vemos es
una filosofía descontextualizada de la vida y de lo cotidiano. O es una filosofía
volcada a la erudición o al “ejercicio de la ciudadanía”, por ejemplo. Conocemos
la dura crítica que Nietzsche dirigió a la enseñanza enciclopédica de la historia
de la filosofía en las escuelas medias y en las universidades alemanas en su época,
pero nunca está demás recordarla:
Y al final de cuentas, ¿qué les importa a nuestros jóvenes la historia de la
filosofía? ¿Deben ser desanimados de tener opiniones, frente a la cantidad
confusa de todas las que existen? ¿Se les deberá enseñar a entonar cantos
jubilosos por todo lo que hemos construido? ¿Deben tal vez aprender a
odiar y a despreciar la filosofía? Se podría pensar en esta última alterna-
tiva, cuando se sabe cómo, en ocasión de sus exámenes de filosofía, los
estudiantes se martirizan para imprimir en sus pobres cerebros las ideas
más locas y absurdas del espíritu humano junto con las más grandiosas
y más difíciles de captar. La única crítica de una filosofía que es posible
y que más allá de eso es también la única que demuestra algo, es decir,
aquella que consiste en experimentar la posibilidad de vivir de acuerdo
con ella, esta filosofía jamás se enseñó en las universidades: siempre se
enseñó sólo la crítica de las palabras a las palabras. Y ahora, imagínese una
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
31
Prólogo
6
André Comte-Sponville es uno de los autores de Porque não somos nietzscheanos [Por qué no
somos nietzscheanos], obra que reúne una generación de filósofos franceses que optan por la
filosofía clásica en detrimento de Nietzsche y de los nietzscheanos franceses, como Klossowski,
Deleuze, Foucault y Derrida, para citar solo los más importantes.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
7
Véase “Post-Scriptum sobre as sociedades de controle” [“Post-Scriptum sobre las sociedades
de control”], en Conversações [Conversaciones] (Deleuze, 1992).
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Prólogo
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
supervisión, por más que, como un padre delante de su hijo pequeño que juega
con un cuchillo, estemos preocupados con esto y temamos perder el control.
Pero es exactamente de eso de lo que se trata: perder el control. En vez de
que seamos un engranaje más en la gran máquina de control en que se convirtió
la sociedad contemporánea, actuando como vectores de la educación mayor
y contribuyendo en la producción de ciudadanos, individuos masificados y
listos para ser controlados, aunque aparentemente vivan en libertad y en el
régimen de los derechos democráticos, podemos invertir en la autonomía, en
la singularización, en la fuga a cualquier control.
¿A dónde nos lleva esto? No hay cómo saberlo de antemano; así como
aprender, enseñar no está sujeto a un control absoluto. Podemos planear, hacer
previsiones, indicar caminos. Pero, a dónde llegaremos efectivamente, solo lo
sabremos en la llegada, y justamente ahí reside el placer de la aventura filosófica.
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Capítulo 1.
Las múltiples interpretaciones
de la filosofía y su enseñanza
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Capítulo 1. Las múltiples interpretaciones de la filosofía y su enseñanza
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
movimientos por la redemocratización del país, el acento en esta argumentación fue puesto en la
supuesta criticidad de la filosofía y su potencial en la formación de ciudadanos para una sociedad
democrática. Este argumento parece haber sido asimilado por el gobierno brasileño, al figurar en
la ldb que los jóvenes estudiantes de la enseñanza media deberían demostrar los conocimientos
de filosofía “necesarios al ejercicio de la ciudadanía”. Repara, también, en documentos como
los pcn, los pcn+, las Ocem, en sus capítulos sobre esta disciplina. Recorre tales documentos de
política pública desde la perspectiva de la gubernamentalidad, explicitando la instrumentación
de la filosofía para la formación de jóvenes según aquello que se entiende como una sociedad
democrática moderna.
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Capítulo 1. Las múltiples interpretaciones de la filosofía y su enseñanza
está bien definido. El inconveniente que cabe preguntar es por qué no se define,
o se circunscribe, claramente el problema” (Ferrater Mora, 2001, t. ii: 1044).
Para la problemática de la enseñanza de la filosofía, ante esa diversidad,
pienso que solo hay una posibilidad plausible: escoger una perspectiva de
filosofía que permita un trabajo coherente en el aula. La no elección clara de
una perspectiva filosófica puede llevar a un peligroso eclecticismo, en el cual se
juntan las más diversas perspectivas y no se acaba llegando a ningún resultado
o, lo que puede ser todavía peor, a un “Frankenstein” mal cosido.
El procedimiento de la elección, a su vez, trae incorporados al menos dos
riesgos graves: el de caer en el dogmatismo, al profesar que solo esa perspectiva
adoptada es, de hecho, filosofía; y el de caer en el relativismo, al afirmar que,
en filosofía, “todo vale”. Pienso que el profesor debe, de forma sincera y leal,
afirmar a los alumnos la perspectiva de filosofía que él adopta, dejando claro
que se trata de una perspectiva y no de la perspectiva. Al margen de eso, es
más que saludable llamar siempre la atención sobre la diversidad de la filosofía.
La filosofía es, posiblemente, el campo de saber más plurívoco y, por lo
tanto, abierto a y susceptible de muchos equívocos. No se puede hablar de
“filosofía” de forma general, sin decir de qué filosofía hablamos. De la misma
manera, no se puede hablar de “enseñar filosofía”, como si se tratase de algo
general y universal. Enunciando de otra forma lo que fue afirmado antes,
hablar de enseñar filosofía es hablar de enseñar una determinada filosofía, o
de enseñarla a partir de una determinada perspectiva. Fernando Savater, en su
libro As perguntas da vida [Las preguntas de la vida], destaca cuatro cosas que
un profesor de filosofía no puede esconder a sus alumnos, y la primera de ellas
menciona justamente esta cuestión. Él escribió que:
[…] no existe “la” filosofía, sino “las” filosofías y, sobre todo, el filosofar;
“La filosofía no es un largo río tranquilo, en el que cada uno puede pescar
su verdad. Es un mar en el cual mil olas se enfrentan, en el que mil co-
rrientes se oponen, se encuentran, a veces se mezclan, se separan, vuelven
a encontrarse, se oponen de nuevo… cada uno lo navega como puede, y
es esto lo que llamamos filosofar” [Comte-Sponville y Ferry, La sagesse des
modernes]. Hay una perspectiva filosófica (frente a la perspectiva científica o
artística), pero afortunadamente ella es multifacética (Savater, 2001: 209).
Ahora bien, si son múltiples las filosofías, si son variados los estilos del
filosofar, múltiples y variadas son también las perspectivas de enseñar la filosofía
y el filosofar. Así, cuando tratamos la enseñanza de la filosofía es necesario que
tomemos una posición, que nos coloquemos en el campo de una determinada
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
La “enseñabilidad” de la filosofía
Volviendo al tema que traté en el “Prólogo” de este libro –la afirmación, basada
en Nietzsche, de que la filosofía es un ejercicio de soledad–, se impone entonces
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Capítulo 1. Las múltiples interpretaciones de la filosofía y su enseñanza
11
Me refiero a As perguntas da vida [Las preguntas de la vida], publicado en octubre de 2001 por
Martins Fontens, traducción del original publicado en Barcelona en 1999. Se trata de una obra
centrada justamente en los alumnos adolescentes de la enseñanza media española.
12
Bachillerato: la enseñanza media española.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
posible enseñar a filosofar como búsqueda de respuestas cada vez mejores para
los problemas con los cuales nos enfrentamos. Y más que eso: si la educación
se pretende humanizadora, ella no puede prescindir de la filosofía. La pregunta
que surge entonces pasa a ser: ¿cómo enseñar a los jóvenes a filosofar?
La perspectiva de Savater es que la enseñanza a los jóvenes del proceso de
filosofar debe hacerse por medio de grandes temas, como la muerte, la libertad,
el tiempo, la belleza, la convivencia, para citar solo algunos, que deben ser
tratados problemáticamente. Para decirlo de otra forma, estos temas deben
ser tratados como problemas filosóficos, que enfrentamos cotidianamente, y
que vienen recibiendo diferentes formulaciones a lo largo de la historia. Así,
al mismo tiempo en que los jóvenes son llevados a pensar sobre estos proble-
mas –que en mayor o menor medida todos experimentamos, en diferentes
momentos de la vida–, también toman contacto con diferentes filósofos que,
en las más diversas épocas, se incomodaron con esos mismos problemas y
procuraron construir formas de abordarlos, las cuales, si no nos dan una
respuesta definitiva, nos ayudan a comprenderlos mejor, así como a nuestro
mundo y a nosotros mismos.
En otro texto, producido en 1995 (y publicado en portugués en 2000), el
mismo autor ya había lanzado algunas pinceladas sobre el tema, planteando
la siempre polémica cuestión de cómo enseñar filosofía. Savater rescata las
diversas críticas producidas a lo largo de la historia (recordemos a Montaigne,
Schopenhauer, Nietzsche, para citar solo algunos) a una filosofía sistematizada
en las escuelas y por las escuelas, que saca de ella toda su fuerza y potencial
creativo, reinstalando la cuestión de la enseñanza de la filosofía volcada o hacia
el acto de filosofar, o hacia el contenido de la filosofía.
La dificultad de enseñar filosofía es que esta disciplina consiste más en una
actitud intelectual que en un conjunto bien establecido de conocimientos,
cada uno de los cuales podría ser separado, sin disminución de su fuerza
asertiva, del nombre de su descubridor. Por esto, la vía pedagógica más
evidente, casi irremediable, pasa por el estudio de cada una de las grandes
figuras del tarot filosófico (como quien dice, sus Arcanos Mayores) pues
la conmemoración de tales ejemplos de la filosofía en marcha –cuando es
bien hecha– es lo más estimulante para el alumno y terreno más seguro
para el profesor […]. La recomendación kantiana de que no se debe en-
señar filosofía sino a filosofar condensa en un lema la dificultad, pero no
la resuelve. Lo distintivo del filósofo no es arengar a las masas ni siquiera
adoctrinar grupos de estudio, sino comunicar lo individualmente pensado
a un interlocutor también único e irrepetible (Savater, 2000: 31).
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Capítulo 1. Las múltiples interpretaciones de la filosofía y su enseñanza
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Me estoy refiriendo a la posición defendida en el texto escrito con Walter Kohan, “Crítica
de alguns lugares-comuns ao se pensar a filosofia no ensino médio”, publicado en el libro que
también organizamos conjuntamente en 2000, Filosofia no ensino médio (Vozes).
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
De la “aprendibilidad” de la filosofía
Muy bien. Si nos pusimos de acuerdo con el hecho de que la filosofía es “ense-
ñable”, debemos ahora preguntar si ella es “aprendible”. Pido disculpas por los
neologismos (sobre todo “aprendibilidad” y “aprendible”), que no suenan muy
bien y causan cierto malestar. Pero es justamente por eso que los utilizo. Pienso
que estamos demasiado acomodados al hecho de que algo que es enseñado es
aprendido. Pero esto no sucede necesariamente. La pedagogía inclusive acuñó
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Capítulo 1. Las múltiples interpretaciones de la filosofía y su enseñanza
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 1. Las múltiples interpretaciones de la filosofía y su enseñanza
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
mestre ignorante [El maestro ignorante], libro en el que analiza la experiencia de François Jacotot
y desarrolla la noción de aprendizaje como emancipación, contra el embrutecimiento de la
enseñanza explicativa.
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Capítulo 1. Las múltiples interpretaciones de la filosofía y su enseñanza
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Capítulo 2.
La filosofía como creación de conceptos
Una didáctica general, un “arte de enseñar todo a todos”, no puede dar cuen-
ta de enseñar filosofía, de aprender filosofía. Filosóficamente, lo aprendido
de la filosofía está más allá de cualquier método, que significa control. En
el proceso de enseñanza, la filosofía se nos escapa… Y, sin embargo, pienso
que debemos dedicarnos a esa aventura que es la enseñanza de la filosofía. Sí,
aventura, pues sabemos cuándo y de dónde salimos, pero no sabemos cuándo,
adonde o incluso si llegaremos.
La enseñanza de la filosofía no puede ser abarcada por una didáctica general,
no puede ser tratada únicamente como una cuestión pedagógica, porque hay
algo específico en la filosofía. Hay algo que hace que la filosofía sea filosofía
–y no ciencia, religión u opinión–, y es ese algo lo que hace que la enseñanza
de la filosofía carezca también de un tratamiento filosófico, de una didáctica
específica, más allá de toda y cualquier cuestión estrictamente pedagógica.
De la especificidad de la filosofía
Podemos considerar que son tres las principales características de la filosofía:
51
Capítulo 2. La filosofía como creación de conceptos
52
Metodología de la enseñanza de la filosofía
que pensaban por figuras. Pero, en el caso de estos primeros filósofos, se trata
de un pensamiento con dirección: el concepto es siempre creado a partir de un
problema o de un conjunto de problemas.
Para decirlo brevemente, el concepto es, pues, una forma racional de
articular un problema o problemas, expresando una visión coherente de lo
vivido. No es abstracto ni trascendente, sino inmanente, puesto que se basa
necesariamente en problemas experimentados.
El concepto nunca es dado de antemano, sino que siempre es creado. Su
etimología está en la propia noción de concepción: dar vida, traer a la luz.
Concebimos (hacemos) conceptos como concebimos (hacemos) hijos…
El hecho de que el concepto brote de problemas, de buscar articularlos, es
lo que hace de la filosofía esta “obra abierta”, puesto que los conceptos nunca
son conclusivos, sino que continúan cargando en sí los problemas que le die-
ron origen, además de contribuir al surgimiento de nuevos problemas. Ya en
Diferença e repetição [Diferencia y repetición] (cuya primera edición francesa es
de 1969), Deleuze destacaba la importancia del problema en la filosofía, en el
pensamiento; el concepto aparecerá de forma fuerte en O que é a filosofia? [¿Qué
es la filosofía?] (1992), aunque él ya lo desatacara en sus primeros escritos.17
Esa persistencia del problema en el pensamiento es bien resaltada por Deleuze:
Un problema no existe fuera de sus soluciones. Sino que, en vez de desapa-
recer, él insiste y persiste en las soluciones que lo recubren. Un problema
se determina al mismo tiempo en que es resuelto; pero su determinación
no se confunde con la solución: los dos elementos difieren por naturaleza,
y la determinación es como la génesis de la solución concomitante […].
El problema es al mismo tiempo trascendente e inmanente en relación a
sus soluciones. Trascendente, porque consiste en un sistema de vínculos
ideales o de relaciones diferenciales entre elementos genéticos. Inmanente,
porque esos vínculos o relaciones se encarnan en las correlaciones actuales
que no se asemejan a ellas y que son definidas por el campo de solución
(Deleuze, 2006a: 267).
Persistencia del problema. Gracia y desgracia de la filosofía, que hace de
ella una actividad perpetua, quién sabe infinita, de creación de conceptos para
Deleuze inicia el artículo “Bergson, 1859-1941”, escrito para una compilación organizada por
17
Merleau-Ponty titulada Les philosophes célèbres, publicada en 1956, con la siguiente afirmación:
“Un gran filósofo es aquel que crea nuevos conceptos: estos conceptos traspasan las dualidades del
pensamiento ordinario y, al mismo tiempo, dan a las cosas una verdad nueva, una distribución
nueva, un recorte extraordinario” (Deleuze, 2006b, p. 33). Es exactamente esta formulación la
que sería retomada, trabajada y desarrollada en el libro publicado en 1991, en Francia.
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Capítulo 2. La filosofía como creación de conceptos
echar luz sobre problemas que siempre reaparecen, en un eterno juego de claro/
oscuro que hace de la vida lo que ella es.
Si asumimos esa perspectiva de que lo específico (la “identidad”) de la
filosofía está en el acto de la creación de conceptos y que éstos, a su vez, se
refieren a problemas, la discusión y la práctica de la enseñanza de la filosofía
deberán, necesariamente, pasar por el concepto y por el problema, claves para
esa discusión y esa práctica.
Si el aprendizaje es el hiato entre saber y no saber, en filosofía el aprendi-
zaje es el hiato entre el no filósofo y el filósofo. El profesor de filosofía es aquel
personaje que, siendo filósofo (en el sentido simple de alguien que ejercita la
filosofía), debe hacerse no filósofo para, en el contacto con los alumnos, (re)
descubrir el acto filosófico, en la medida en que ellos, alumnos, lo descubren.
Deleuze y Guattari (1992: 143) escribieron que: “El filósofo debe tornarse no-
filósofo, para que la no-filosofía se torne la tierra y el pueblo de la filosofía […].
¿Tornarse extranjero a sí mismo, y a su propia lengua y nación, no es lo propio
del filósofo y de la filosofía, su ‘estilo’, lo que se llama un galimatías filosófico?”.
Expresándolo de otra manera: es preciso que el profesor se presente no
como “aquel que sabe”, sino como aquel que está abierto para descubrir,
para posibilitar el juego del aprendizaje. Buscar el lenguaje de los alumnos,
identificarse con ellos, sin volverse uno más de ellos, sentir y pensar con ellos,
para que el acto filosófico se dé. Hacerse extranjero a sí mismo: ¿no sería eso
respirar el aire helado de las cumbres, como diría Nietzsche? La aventura de
la enseñanza de la filosofía ¿no sería, ella misma, la posibilidad viva de un
renacer constante de la filosofía?
La clase de filosofía, pienso, necesita ser vista como un “taller de
conceptos”. No es una sala de museo, como he dicho antes, en la cual se
contemplan conceptos creados hace mucho tiempo y que son vistos como
meras curiosidades, sino un lugar de trabajo donde los conceptos sean he-
rramientas manipulables, como un laboratorio donde se hacen experiencias
y experimentaciones con los conceptos. De esta forma, tendremos en el aula a
la filosofía como una actividad, como un proceso, y no como un producto.
Conceptos a ser creados, recreados, retomados, renovados, en lugar de con-
ceptos siempre-ya presentes a ser decorados para la próxima prueba. Una vez
más quedémonos con Deleuze y Guattari (1992: 143), cuando afirman que
“pensar es experimentar, pero la experimentación es siempre lo que se está
haciendo, lo nuevo, lo notable, lo interesante, que sustituyen la apariencia
de verdad y que son más exigentes que ella”.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 2. La filosofía como creación de conceptos
de la actividad filosófica, que pueda ser extensible a todas las filosofías, por más
diversas y distintas que sean. En ese emprendimiento, terminan también por
intentar demostrar que determinadas “definiciones” de filosofía no presentan,
de hecho, su especificidad.
La filosofía no es contemplación, como durante mucho tiempo –por ins-
piración sobre todo platónica– se juzgó, pues la contemplación, aunque sea
dinámica, no es creativa, consiste en la visión de la cosa misma, tomada como
preexistente e independiente del propio acto de contemplar, y nada tiene que ver
con la creación de conceptos. Ella tampoco es comunicación, y ahí se dirige una
crítica a dos figuras emblemáticas de la filosofía contemporánea: a Habermas,
con su propuesta de una “razón comunicativa”, y a Rorty y el neopragmatismo,
quienes proponen una “conversación democrática”. Porque la comunicación
puede aspirar solo al consenso, pero nunca al concepto; y el concepto, muchas
veces, es más disenso que consenso. Y, finalmente, la filosofía no es reflexión,
simplemente porque la reflexión no es específica de la actividad filosófica: es
posible que cualquiera (y no solo el filósofo) reflexione sobre cualquier cosa.
Siendo tan común entre nosotros comprender la filosofía como una forma
específica de reflexión sobre determinados problemas, la crítica deleuziana es
radical, pues afirma que la filosofía puede reflexionar, pero no es esto lo que
hace de ella filosofía y no cualquier otra cosa.
No podemos identificar la filosofía con ninguna de esas tres actitudes porque
ninguna de ellas es específica de la filosofía, “la contemplación, la reflexión, la
comunicación no son disciplinas, sino máquinas de construir Universales en
todas las disciplinas” (Deleuze y Guattari, 1992: 15). Por otro lado, es propio
de la filosofía crear conceptos que permitan la contemplación, la reflexión y la
comunicación, sin los cuales ellas no podrían existir.
Si la filosofía gana densidad e identidad como una empresa de creación con-
ceptual, entonces se viene abajo y pierde sentido la cuestión siempre discutida
de la utilidad de la filosofía, o incluso el anuncio reincidente de su muerte, de
su superación. Deleuze escribió que:
La filosofía consiste siempre en inventar conceptos. Nunca me han preocu-
pado la superación de la metafísica o la muerte de la filosofía. La filosofía
tiene una función que permanece plenamente actual, crear conceptos.
Nadie puede hacer eso en lugar de ella. Ciertamente, la filosofía siempre
tuvo sus rivales, desde los “rivales” de Platón hasta el bufón de Zaratustra.
Hoy es la informática, la comunicación, la promoción comercial que se
apropian de los términos “concepto” y “creativo”, y estos “conceptuadores”
56
Metodología de la enseñanza de la filosofía
forman una raza de atrevidos que hacen del acto de vender el supremo
pensamiento capitalista, el cogito de la mercancía. La filosofía se siente
pequeña ante tales potencias, pero si llega a morir, por lo menos será de
risa (Deleuze, 1992: 170).
Otra crítica interesante es aquella que Deleuze y Guattari dirigen a la
discusión. Estamos acostumbrados a ver a la filosofía como una forma de
debate, de discusión, fieles al agonismo griego en los propios orígenes de la
filosofía. Pero ellos van a mostrar que, en la perspectiva de la filosofía como
creación de conceptos, la discusión hasta puede proporcionar elementos para la
creación de nuevos conceptos, pero no es en ella, en la discusión, que consiste
la actividad filosófica.
Es por eso que el filósofo encuentra muy poco placer en discutir. Todo
filósofo huye, cuando escucha la frase: vamos a discutir un poco. Las
discusiones son buenas para las mesas redondas, pero es sobre otra mesa
que la filosofía juega sus datos cifrados […]. La filosofía tiene horror a la
discusión. Ella tiene otras cosas por hacer. El debate le es insoportable,
no porque ella esté excesivamente segura de sí misma: al contrario, son
sus incertezas las que la arrastran hacia otros caminos más solitarios. Sin
embargo, ¿Sócrates no hacía de la filosofía una libre discusión de hombres
libres? ¿No es el auge de la sociabilidad griega como conversación entre
amigos? De hecho, Sócrates volvió toda discusión imposible, tanto sobre
la forma corta de un agon de preguntas y respuestas, cuanto sobre la forma
larga de una rivalidad de discursos. Él hizo del amigo el amigo exclusivo
del concepto, y del concepto el implacable monólogo que elimina, uno a
uno, todos los rivales (Deleuze y Guattari, 1992: 41-42).
Destaqué aquí de la obra de Deleuze y Guattari algunos puntos que me
parecen básicos para elaborar algunas consideraciones sobre el ejercicio de la
enseñanza de la filosofía como una actividad con conceptos y, quién sabe, de
creación de conceptos.
El primero de estos aspectos se refiere a la crítica sobre las formas que
normalmente asumen las clases de filosofía en nuestras escuelas. No son pocas
las metodologías de enseñanza de la filosofía que, remitiéndonos a Sócrates y
a la mayéutica, defienden y definen las clases de filosofía como clases fundadas
en el diálogo. En este diálogo, cada uno expone su opinión y se procura cons-
truir determinados consensos sobre los asuntos en discusión. Pero si tomamos
la figura clásica de Sócrates, como alguien que hace nacer la verdad, que de
hecho ya residiría en cada uno, ¿serán las clases de filosofía experiencias en las
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Capítulo 2. La filosofía como creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
solo reitero que, desde la perspectiva deleuziana, ninguna reflexión es, por sí
sola, filosófica, y, por lo tanto, no sería solo por el hecho de ejercitar la reflexión
en el aula que estaríamos produciendo una clase de filosofía.
De esta forma, me parece que lo fundamental, para las clases de filoso-
fía, es tomar la filosofía como una actividad, lo que nos llevaría más allá del
clásico debate entre Kant y Hegel: ¿se enseña la filosofía (esto es, contenido) o
el filosofar (esto es, proceso)? Trabajar la filosofía como actividad nos remite a
una dimensión en la que el proceso no se separa del producto; uno solo puede
ser tomado con el otro y por el otro. Siendo así, concebir la clase de filosofía
como un diálogo, debate o, incluso, como reflexión (todos solo procesos) no
garantiza su especificidad, su “identidad” filosófica. Falta algo. Falta justamente
aquello que Deleuze y Guattari van a identificar como concepto, que es proceso
y producto al mismo tiempo.
Bien, si estamos trabajando aquí con la propuesta de Deleuze y Guattari
de concebir a la filosofía como actividad de creación conceptual y de que las
clases de filosofía en la enseñanza media estén, por lo tanto, centradas en el
concepto, es necesario aclarar qué es el concepto.
En primer lugar, vale la pena repetir que, para estos autores, solo la filosofía
produce conceptos. La ciencia no opera con conceptos, sino con lo que ellos
llaman “prospectos”, percepciones de lo real que ella expresa en proposiciones
o funciones; el arte, por su parte, lidia con “perceptos” y “afectos”, que son
expresados en las obras (sean plásticas, literarias, musicales, etc.). De esta forma,
no tendría sentido hablar de “conceptos artísticos” o “conceptos científicos”, en
la misma medida que la expresión “concepto filosófico” sería una redundancia.
Como hay una relación intrínseca entre estas tres formas de experimentar el
mundo y producir saberes, cada una según sus propias características, la filo-
sofía bebe de las artes y las ciencias para producir conceptos y puede producir
conceptos para ellas. Pero la producción de conceptos es una actividad filosófica
y los conceptos son siempre objetos de la filosofía.
Frédéric Cossutta, al referirse al concepto, escribió que:
Pero es precisamente el concepto el que constituye el intermedio entre la imagen
y la forma, entre lo vivido y lo abstracto. La filosofía hace usos variados del
concepto, pero no hay filosofía que no se refiera a él, si es necesario tra-
bajando sus límites, en el camino de la abstracción universalizante (ver el
proyecto leibniziano de una característica universal). Pero, si la abstracción
está vacía de sentido, o si la imagen y el yo se exponen fuera de cualquier
forma, la filosofía seguramente anuncia su propia muerte […]. Si la filo-
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Capítulo 2. La filosofía como creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
18
La conferencia fue proferida en la Fundación Europea para los Trabajos con Imagen y Sonido
(Femis), la principal escuela francesa de cine, el 17 de marzo de 1987. Titulada “Qu’est-ce que
l’acte de création?” (¿Qué es el acto de creación?), fue filmada y está disponible en formato digital
en la edición en dvd del documental de Pierre-André Boutang y Claire Parnet, L’abécédaire de
Gilles Deleuze. La transcripción completa solo sería publicada en 1998, en la revista Trafic, N°
27. El texto fue publicado en el segundo volumen de la edición de textos y entrevistas de Deleuze
organizado por David Lapoujade, Deux régimes de fous, todavía sin traducción en Brasil.
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Capítulo 2. La filosofía como creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
Lo que reafirma, en otro nivel de argumentación, las relaciones entre filosofía y enseñanza que
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Capítulo 3.
Problema y concepto: problematización
y enseñanza de la filosofía
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Capítulo 3. Problema y concepto: problematización y enseñanza de la filosofía
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 3. Problema y concepto: problematización y enseñanza de la filosofía
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
Así, un problema nunca tiene su solución dada, sino que ella depende de
cómo se agencien las singularidades que lo componen. Como multiplicidad, el
problema es un agenciamiento, y puede ser articulado de innumerables formas.
El problema es resultado de esos encuentros y agenciamientos que se dan por
las semejanzas de las singularidades y, a su vez, también produce sus posibles
soluciones mediante tales encuentros y semejanzas.
Con este abordaje, Deleuze procura liberar al problema de un carácter sub-
jetivo y de algo que es superado por la solución en el proceso de construcción
del conocimiento. Para Deleuze, el problema es objetivo, es una experiencia
sensible, como ya afirmamos. Retomemos otra vez un fragmento de Lógica do
sentido [Lógica del sentido], en el que esto es explicitado:
Debemos, así, romper con un largo hábito de pensamiento que nos hace
considerar lo problemático como una categoría subjetiva de nuestro cono-
cimiento, un momento empírico que marcaría solamente la imperfección
de nuestra conducta, la triste necesidad en la que nos encontramos de no
saber de antemano y que desaparecería con el saber adquirido. El problema
puede ser tapado muy bien por las soluciones, pero no por eso deja de
subsistir en la Idea que lo refiere a sus condiciones y organiza la génesis de
las propias soluciones. Sin esta Idea las soluciones no tendrían sentido. Lo
problemático es al mismo tiempo una categoría objetiva de conocimiento
y un género de ser perfectamente objetivo (Deleuze, 1998: 57).
Expresándolo de otra manera, no podemos tomar al problema como un
“falso problema”, como algo artificial, que utilizamos como instrumento para
la construcción del pensamiento. No podemos transformar el problema en
método, en metodología, como etapa a ser superada. O el problema es obje-
tivo, esto es, fruto de la experiencia, o no es problema. Y si no es problema,
no es agenciador de experiencias de pensamiento. Ahí reside, como dice John
Rajchman, el empirismo de Deleuze.20
Tentativas pedagógicas procuran obtener la participación de alumnos,
incluso muy jóvenes, en la confección de problemas, en su constitución,
en su posición como problemas. Incluso más, todo el mundo “reconoce”
en cierto modo que lo más importante son los problemas. Pero no basta
reconocerlo de hecho, como si el problema fuese tan sólo un movimiento
20
Según Rajchman, Deleuze, en su primer libro, sobre la filosofía de Hume (Empirisme et
subjectivité, 1953), reacciona contra una tentación de sus contemporáneos franceses de reinstalar
la trascendencia, procurando retomar las bases del empirismo para el pensamiento. Véase Deleuze
un mapa, especialmente el Capítulo ii, Experimentación.
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Capítulo 3. Problema y concepto: problematización y enseñanza de la filosofía
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Deleuze, en Diferença e repetição [Diferencia y repetición], recurre a Artaud para identificar
pensamiento y creación, cuando este afirma que el problema, para él, no es cómo “orientar”
su pensamiento, sino llegar a pensar algo. Y aclara: “[Artaud] sabe que pensar no es innato,
sino que debe ser engendrado en el pensamiento. Sabe que el problema no es dirigir, ni aplicar
metódicamente un pensamiento preexistente por naturaleza y de derecho, sino hacer que nazca
aquello que todavía no existe […]. Pensar es crear, no hay otra creación, pero crear es, sobre
todo, engendrar “pensar” en el pensamiento. He ahí por qué Artaud opone, en el pensamiento, la
genitalidad al innatismo, incluso, igualmente, a la reminiscencia, estableciendo, así, el principio
de un empirismo trascendental” (2006a, p. 213).
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
Extraño marcar paso y círculo vicioso por los cuales el filósofo pretende
llevar la verdad de las soluciones a los problemas, pero, aun permaneciendo
prisionero de la imagen dogmática, remite la verdad de los problemas a la
posibilidad de sus soluciones. Lo que se pierde es la característica interna
del problema como tal, el elemento imperativo interior que decide, antes
22
Fracasaron según el punto de vista asumido en este texto, de tomar al problema como
movilizador de un pensamiento original, creativo. Si las tomamos en sus propias bases, la de
hacer una “reconstrucción” de los procesos de producción de conocimiento (lo que Deleuze llama
“rememoración”), ellas pueden afirmar su propio éxito. La máquina conceptual deleuziana, por
lo tanto, nos ofrece los instrumentos para poner esto en cuestión.
71
Capítulo 3. Problema y concepto: problematización y enseñanza de la filosofía
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
Sobre la idea de ortodoxia como sustento y perpetuación de la doxa, véase Diferença e repetição
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Capítulo 3. Problema y concepto: problematización y enseñanza de la filosofía
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 3. Problema y concepto: problematización y enseñanza de la filosofía
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También Rajchman indica la pista de una posible relación del empirismo de Deleuze con
Feyerabend, cuando señala que “parecería entonces que hay afinidades entre la obra de Deleuze
y el ‘empirismo’ de Feyerabend, con su proliferación en la ciencia de programas no unificados e
inconmensurables” (Rajchman, 2004, pp. 24-25).
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 3. Problema y concepto: problematización y enseñanza de la filosofía
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Capítulo 4.
Enseñanza de la filosofía y creación de
conceptos: posibilidades didácticas
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
poco mejor la cuestión del método, de las metodologías en los procesos educati-
vos, antes de entrar en las cuestiones de la clase de filosofía propiamente dicha.
El profesor encontrará, en cada una de las exposiciones en torno a los pasos
didácticos, algunas ejemplificaciones de trabajo, simplemente como forma de
aclarar los puntos que serán trabajados en cada una de ellas.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
rebalsa, es una línea de fuga, colocándose a menudo por fuera de los horizontes
definidos por una metodología. Ahí está la posibilidad viva del pensamiento,
de su ejercicio, de su experiencia.25
Aprender es un misterio, fruto de encuentros azarosos. El aprendizaje es del
orden del acontecimiento, de aquello que no puede ser controlado, medido,
circunscripto. Podemos construir todos los esfuerzos para enseñar y controlar
qué y cómo alguien aprende, con el auxilio de métodos, políticas públicas, coer-
ciones, pruebas y exámenes. Pero el aprender se escapa, el aprendiz reflexiona y
encuentra otros caminos, diferentes. El aprendiz piensa, produce, aprende, más
allá y a pesar de todos los métodos. Pero no olvidemos: por más que sea una
reflexión y una fuga, hay una disciplina, un adiestramiento del aprendizaje, sin
el cual él no es siquiera posible. Pero esa disciplina de pensamiento es construida
por el propio aprendiz, en el acto mismo de pensar.
Este aprendizaje como acontecimiento, dice Deleuze, acontece movilizado
por problemas, que son dados por los signos. El problema es la objetividad –un
obstáculo a ser superado– que moviliza los juegos simbólicos subjetivos que
denominamos aprender.
El ejemplo dado por Deleuze es el de aprender a nadar, que es el enfren-
tamiento del problema de la relación de nuestro cuerpo con el agua. Alguien
solo aprende a nadar cuando entra, él mismo, aprendiz, en contacto con los
signos del agua, y en la heterogeneidad de esa relación consigue producir el
resultado deseado, que es el acto de nadar. No se trata de hacer como el pro-
fesor, sino de hacer con él. Lanzarse al agua, con él, pero relacionándose con
el agua, descubriendo sus signos y construyendo su propia relación. En otras
palabras, no se aprende por imitación, sino inventando su propia manera de
relacionarse con los signos. Las implicaciones de eso para la enseñanza y el
aprendizaje de la filosofía son innumerables y procuraremos desarrollar algunas
de ellas más adelante. Por ahora, quedémonos en este paralelismo: así como
aprender a nadar no es hacer como, lo mismo puede ser dicho de aprender
a pensar. No aprendemos a pensar imitando a otro –un profesor de filosofía,
por ejemplo–, sino inventando nuestra propia manera de relacionarnos con
los signos del pensamiento.
Una observación importante: tanto Rancière como Deleuze realizan
la crítica a una relación pedagógica de dependencia, en la cual el aprendiz
depende del maestro. Pero ni uno ni otro prescinden del maestro. Rancière
25
Retomamos aquí aquello que ya fue tratado, de forma más extensa, en el capítulo sobre la
“aprendibilidad” de la filosofía, complementando aspectos que no fueron desarrollados allí.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
Capítulo 5.
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
misma forma en que un joven necesita, para que su formación sea completa y
no solo un “entrenamiento” para una profesión o incluso para el mundo, tener
acceso al universo de producción de saberes de las más diferentes disciplinas
científicas como forma de conocer y comprender el mundo, precisa también
tener acceso al universo de producción artística y de producción filosófica. Y
no solo para componer un repertorio cultural amplio, como afirman algunos;
ese repertorio es importante, pero no suficiente. Si el mundo está compuesto
por la diversidad, es necesario que las diferentes perspectivas sean conocidas
(o, al menos, que se tome contacto con ellas).
Para el pensamiento, pienso –como dicen Deleuze y Guattari– que la tríada
ciencia-arte-filosofía compone un mosaico referencial importante; cualquier
formación que prescinda de una o más de ellas estará necesariamente incom-
pleta. Ahora bien, los currículos escolares brasileños están poblados por las
disciplinas científicas, con su abordaje prospectivo, y hay también experiencias
con la llamada “educación artística”, garantizando un abordaje afectivo. Con
el acceso a la filosofía, se permite también una perspectiva conceptual del
mundo. Y, con estas tres posibilidades de pensamiento, el joven estudiante
puede tener una formación completa y compleja, que le permita pensar el
mundo y construir su vida.
En esta perspectiva, la clase de filosofía gana sentidos muy interesantes al
ser tomada como un “taller de conceptos”. Si la metodología de trabajo se dará
utilizando las herramientas del diálogo, del debate, de la reflexión, etc., es una
discusión posterior; lo fundamental es que la clase garantice el contacto de los
jóvenes con el instrumental conceptual. Llegamos aquí a la cuestión crucial:
¿ese contacto con el instrumental conceptual significa que cada alumno nece-
sitará, de hecho, construir, crear conceptos? O, en otras palabras: ¿cada alumno
deberá ser un filósofo, en la clase de filosofía? En cierta medida, pienso que sí.
Explico. Me parece obvio, dadas todas las limitaciones que se encuentran
en este nivel de enseñanza, y dado que la filosofía es más un área de saber
articulada con las demás en torno a una formación general, que no se puede
afirmar como objetivo de enseñanza de la filosofía en la educación media hacer
que los alumnos sean o se conviertan en filósofos, en el sentido estricto del
término. Así como no puede ser tomado en serio el objetivo de que se con-
viertan en matemáticos, biólogos o cualquier otra cosa. Pero allí, en aquellos
momentos de la clase de filosofía, cada uno necesita ser un poco filósofo. Si la
filosofía consiste en una actividad, y aún más, en una actividad creadora, ella
no puede contar con la pasividad de los estudiantes y meramente desplegar
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
cosa que se adquiere por el ejercicio ni una cosa que se aprende, sino
algo que adviene a los hombres por naturaleza o de alguna otra manera?
(Platón, 2001: 19).
El desarrollo del diálogo, como sus conclusiones, son bastantes conocidos
por los profesores de filosofía y no me voy a detener en ellos; lo que nos interesa
aquí es solo la imbricación de la pregunta ética con el enseñar y el aprender en
filosofía. Pasemos entonces al primer “ensayo”.
Ensayo de clase Nº 1: ¿Es posible decidir a priori?
El objetivo de este conjunto de clases, que el profesor podrá organizar de
acuerdo con la carga horaria de que dispone y la realidad de su escuela, es el de
introducir la temática ética, a partir de un problema de enunciación simple,
pero muy complejo: la posibilidad de decidir (esto es, ser capaz de valorar)
antes de realizar una acción.
Para la etapa de sensibilización, propongo al profesor iniciar con la película
Minority report.27 Son posibles varias estrategias, que dependen de la realidad
y de las condiciones de la escuela. Se puede solicitar que los alumnos vean la
película antes, en casa. Se puede organizar una reunión para ver la película
colectivamente, en la escuela, fuera del horario de clases. Se puede proyectar
la película durante la propia clase, fraccionándola según los tiempos de clase
disponibles. Una alternativa para no ver toda la película, que es larga, sería
pasar solo las dos primeras escenas, que tienen una duración aproximada de
15 minutos –por lo tanto, algo viable en el contexto de una clase–. Esas dos
escenas iniciales dan el contexto de la historia e instalan la problemática que
despertará el interés de los estudiantes. Encontramos en Wikipedia la siguiente
descripción de la película:
La película acontece en Washington en el año 2054. La división pre-crimen
consiguió acabar con los asesinatos, en ese sector de la policía el futuro es
visualizado anticipadamente por paranormales, los precogs, y el culpado
es condenado antes de que el crimen sea cometido. Los tres precogs sólo
trabajan juntos y fluctúan conectados en un tanque de fluido nutriente.
Cuando ellos tienen una visión, el nombre de la víctima aparece escrito en
una pequeña esfera, y en otra esfera está el nombre del culpado. También
surgen imágenes del crimen y la hora exacta en que acontecerá. Estos datos
son facilitados a una élite de policías, que intentan descubrir en dónde será
el asesinato, pero hay un dilema: si alguien es apresado antes de cometer
Minority report: A nova lei, dirigida por Steven Spielberg, Dream Works Pictures, 2002, 148
27
minutos. Disponible en dvd en Brasil por 20th Century Fox Home Entertainment.
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
el crimen ¿puede esta persona ser acusada de asesinato, puesto que lo que
motivó su encarcelamiento nunca aconteció?
Fuente: http://pt.wikipedia.org/wiki/Minority_Report_(filme)
Se trata del cuento “O relatório da minoria”, escrito en 1956. En Brasil, el libro fue publicado
28
con el título Minority Report: A nova lei. Río de Janeiro: Record, 2002.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
difíciles. Pueden ser leídos individualmente, fuera del aula, y el profesor re-
tomar la lectura en el aula. Se puede dividir a la clase en grupos y cada grupo
leer uno de los textos, presentando después al resto de la clase sus puntos
principales. En fin, no importa la estrategia de lectura que el profesor adopte;
lo importante es que ella se adapte al grupo específico y funcione bien. Y
que se cumpla el doble objetivo de conocer el texto del filósofo (ejercitando
la capacidad de lectura de textos filosóficos) y de encontrar aportes teóricos-
conceptuales para pensar la problemática propuesta.
Llegamos, entonces, a la etapa final del proceso, la de la conceptualización.
Lo que se espera, aquí, es que los estudiantes enfrenten el problema propuesto
al inicio, esto es: ¿Cómo decidimos cómo actuar? ¿Podemos cambiar nuestras
decisiones y nuestras acciones? O, incluso, ¿cómo pautamos nuestro comporta-
miento? Es importante que se inicie retomando la película, la problematización
realizada en aquel momento, a fin de evaluar si alguno de esos filósofos ofrece el
soporte conceptual necesario para pensar el problema lanzado. Pienso que es una
estrategia bastante interesante promover debates al respecto con los alumnos.
En caso de que el estudio de los textos haya sido hecho en grupos, puede ser
productivo retomar lo trabajado en los grupos para evaluar la pertinencia del
instrumental conceptual de cada filósofo estudiado para la cuestión, organizando
la defensa de cada perspectiva teórica y tal vez también su refutación. Repito,
porque nunca está de más: cada profesor debe encontrar el tono adecuado, las
estrategias válidas para cada realidad, para cada grupo.
Lo esencial, en esa etapa final del proceso, es que los estudiantes efectivamente
manejen los conceptos como herramientas, aplicándolos a la problemática en
cuestión. En esta etapa, si el estudiante fue capaz de aplicar el concepto de un
determinado filosofo para pensar el problema en cuestión, eso significa que él está
conceptualizando. Él no necesita crear un nuevo concepto. Basta con apropiarse
de conceptos ya creados. Pero eso no significa que no pueda acontecer que uno
o varios alumnos sean capaces de conceptualizar por sí mismos, construyendo
nuevos conceptos para enfrentar el problema de otras maneras. Una vez más: un
concepto elaborado, creado por un alumno, no necesita poseer la “grandeza” que
lo hará durar siglos. Basta que sea apropiado para pensar el problema en cuestión.
Ensayo de clase Nº 2: La corrupción en la vida cotidiana y en la política
En este segundo “ensayo de clase”, continuaremos en el terreno de la ética.
Pero, ahora, con una discusión más práctica y más cotidiana: la cuestión de la
corrupción y de los valores, ya sea en el ejercicio de la política, o en el ámbito de
la vida cotidiana. La intención es la de problematizar nuestras propias acciones.
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
Es evidente que la letra, por sí sola, es bien provocadora; pero sugiero que
el profesor se esfuerce por posibilitar que los estudiantes oigan la música, cierta-
mente bastante diferente del gusto medio. La experiencia de oír Tom Zé puede
llevar a otras diversas problematizaciones. Pero el interrogante aquí es puesto
por la letra: ¿será la mentira inherente al ser humano? ¿Mentimos siempre?
¿En qué condiciones? ¿Es correcto mentir? ¿Qué posición defiende la canción?
Después de la canción, propongo pasar a un recurso audiovisual, el docu-
mental Ética: Alguém viu por aí? [Ética: ¿Alguien vio por ahí?], producido por
la TV Cultura, de San Pablo. El programa fue producido en 1991, después del
impeachment del presidente Fernando Collor de Melo y todo el impacto que
causó en el país, con la discusión sobre la ética en la política. El documental
busca mostrar que en las más diversas situaciones cotidianas, como publicitar
un auto para vender, encontramos intentos de distorsión, como modo de
obtener alguna ventaja. En el site de la TV Cultura encontramos la siguiente
descripción del programa:
El documental trata desde los “pequeños fraudes”, como hurtos en super-
mercados, maniobras de revendedores, cuidadores de autos y la falta de
respeto a la señalización de tránsito, hasta problemas más agudos de nuestra
sociedad, como la ética médica, la corrupción y la morosidad del poder
judicial. El programa muestra también aspectos curiosos como el código
de ética de los presos en las cárceles, donde los violadores, justicieros y ex
policías son discriminados y alejados. Todo eso es hilvanado por testimonios
de la población y profesionales como el filósofo José Arthur Giannotti; la
[Defecto 1: El gen], de Tom Zé y Pedro Braz, del cd Com defeito de fabricação [Con defecto
29
96
Metodología de la enseñanza de la filosofía
Fuente: http://www.tvcultura.com.br/especialcultura/?sid=480
30
De todos esos textos, Danilo Marcondes ofrece recortes interesantes para uso didáctico, en
el ya citado Textos básicos de ética.
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
Son retomadas aquí las cuestiones desarrolladas en el apartado “El problema como motor del
31
pensamiento”, del Capítulo 3, con el objetivo de reafirmar algunos puntos, como así también
complementar y profundizar más ciertos aspectos.
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
32
Se trata de “Problema”, de Paulo Miklos, Arnaldo Antunes y Liminha, grabada por los Titãs
en el cd Sacos Plásticos, en 2009. La letra es la siguiente:
Problema todo mundo tem / Quem não tem problema não é ninguém
Problema todo mundo tem / Cada um cuida do seu e tudo bem
Problema todo mundo tem / Tem até quem vê problema onde não tem
Problema todo mundo tem / Cada qual com o problema que lhe convém
Quem não tem invente / Pegue de algum parente
Mastigue pedra para ter dor de dente / Escreva uma carta para o presidente
Arranje um problema para ser mais decente / Se você quiser eu te dou um de presente
Invente o seu problema / Não sei que lá / Não sei o que cê vai falar… / (não gostou?).
33
Un trabajo bastante abarcador y profundo sobre las filosofías y las pedagogías del problema
puede ser encontrado en la obra de Michel Fabre, Philosophie et pédagogie du problème. Investigador
del campo problemático en la educación, en esa obra se dedica a identificar diferentes nociones de
una filosofía del problema y del posible uso pedagógico de ellas, pasando por Dewey, Bachelard,
Deleuze y Meyer. Como vimos antes, por lo tanto, para Deleuze, una “pedagogía del problema”
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
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En Brasil, la TV Escola posee los derechos de exhibición de ese programa y lo transmite
periódicamente, con el sonido original francés y con subtítulos en portugués. Es imposible
encontrar en sites de Internet la transcripción de la entrevista, en portugués. En Argentina, fue
transmitido por Canal Encuentro, y está disponible en You Tube con subtítulos en español.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
[…] Una cosa que es sólo lo que ella es. Es lo que Platón quiso decir cuando
dice: “Sólo la Justicia es justa”. Porque sólo la Justicia no es otra cosa más
allá que justa. La gente ve que, en el fondo, es muy simple. Claro que
Platón no reparó sólo en eso, sino que su punto de partida fue: “Supongan
tales entidades que sean sólo lo que ellas son, las llamaríamos Ideas”. Por
lo tanto, creó un verdadero concepto, este concepto no existía antes. La
idea de cosa pura. Es la pureza la que define a la idea. ¿Pero por qué eso
parece abstracto? ¿Por qué? ¡Si nos entregamos a la lectura de Platón es
ahí que todo se torna tan concreto! Él no dice eso por casualidad, no creó
este concepto de Idea por casualidad. Él se encuentra en una determinada
situación en que, pase lo que pase, en una situación muy concreta, lo que
sea que suceda o se dé, hay pretendientes. Hay personas que dicen: “para
tal cosa, yo soy el mejor”. Por ejemplo, él da una definición de lo político.
Y dice: “La primera definición del político, como punto de partida, sería
el pastor de los hombres”. Es aquél que cuida a los hombres. Pero, ahí,
llega mucha gente diciendo: “entonces, yo soy el político. Yo soy el pastor
de los hombres”. O sea, el comerciante puede haber dicho eso, el pastor
que alimenta, el médico que trata, todos ellos pueden decir: “Yo soy el
verdadero pastor”. En otras palabras, hay rivales. Ahora, está comenzando
a quedar más concreto. Yo digo: un filósofo crea conceptos. Por ejemplo, la
Idea, la cosa en tanto que pura. El lector no entiende bien de qué se trata,
ni la necesidad de crear un concepto así. Pero si continúa o reflexiona sobre
la lectura, percibe que es por el siguiente motivo: hay una serie de rivales
que pretenden esta cosa, son pretendientes y el problema platónico no
tiene nada que ver con lo que es la Idea –de lo contrario, sería abstracto–,
sino que es cómo seleccionar los pretendientes, cómo descubrir en medio
de los pretendientes cuál de ellos es el bueno. Y es la Idea, la cosa en su
estado puro, que permitirá esta selección y seleccionará aquel que más
se aproxima. Esto nos permite avanzar un poco, pues yo diría que todo
concepto –por ejemplo, el de Idea– remite a un problema. En este caso, el
problema es cómo seleccionar los pretendientes. Cuando se hace filosofía
de forma abstracta, no se percibe el problema. Pero cuando se alcanza el
problema, ¿por qué no es dicho por el filósofo? Él está bien presente en su
obra, está exhibido, de cierta forma. No se puede hacer todo de una vez.
El filósofo ya expuso los conceptos que está creando. Él no puede, además
de eso, exponer los problemas de sus conceptos… o, por lo menos, sólo se
pueden encontrar estos problemas a través de los conceptos que creó. Y si
no encontró el problema al cual responde un concepto, todo es abstracto.
Si encontró el problema, todo se torna concreto. ¡Es por eso que, en Platón,
están constantemente estos pretendientes, estos rivales! Está quedando
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
cada vez más obvio. ¿Por qué eso ocurre en la ciudad griega? ¿Por qué fue
Platón quien inventó este problema? El problema es cómo seleccionar los
pretendientes y el concepto… la filosofía es eso: problema y concepto.
El concepto es la Idea, que debería dar los medios para seleccionar los
pretendientes […]. (Deleuze, en Boutang, 2004, H come histoire de la
philosopie [H, como historia de la filosofía]).
Toda la abstracción de la filosofía platónica, toda esa noción etérea de Idea,
de Mundo de las Ideas, gana una concreción absoluta cuando confrontamos
el concepto de Idea con el problema de los pretendientes. Ante un proble-
ma objetivo, la necesidad de la elección de lo mejor, de lo más apropiado
dentro de un conjunto de rivales que disputan, Platón inventa un concepto
que permite hacer la distinción y fundamentar la elección. La filosofía no es
una abstracción diletante, la creación de un mundo ideal, sino el trabajo del
pensamiento que nos permite enfrentar problemas objetivos, concretos y, si
no solucionarlos, por lo menos formularlos racionalmente, a fin de poder
construir soluciones posteriormente.
El mismo procedimiento que Deleuze aplica a Platón, de modo tan claro,
podemos aplicarlo a Descartes, a Kant o a cualquier otro filósofo. Y ahí están
las pistas para un “método regresivo” en la enseñanza de la filosofía:
1. escoger un texto o una parte de un texto de un filósofo;
2. leer ese texto con los estudiantes;
3. mostrar el concepto propuesto por el filósofo allí;
4. investigar el problema o los problemas que movieron al filósofo a crear
tal concepto.
Deliberadamente, no estoy diciendo aquí “cómo hacer”, pues eso sería im-
poner el chaleco de fuerza de un método cerrado. Las pistas indicadas tienen la
pretensión de abrir caminos posibles para una exploración del pensamiento, y
no la de definir los protocolos estrictos del pensar correcto. Hay algunas cosas
a las cuales no podemos renunciar: el contacto con los textos de los propios
filósofos, la lectura de esos textos, la búsqueda de los conceptos creados por los
filósofos y presentes en el texto; la investigación en torno al campo problemático
que hace brotar aquellos conceptos. Cómo hará eso, en qué orden, con qué
estrategias, si utilizando o no trabajos de grupo, si realizando o no búsquedas
bibliográficas o por Internet, etc., queda a criterio de cada profesor, en el am-
biente en el que trabaja y con las condiciones que dispone.
104
Metodología de la enseñanza de la filosofía
Pienso que este “método regresivo”, que parte del concepto creado para
exhibir el problema que lo motivó, tiene el potencial de mostrar a los estu-
diantes el proceso del filosofar, el carácter concreto de la filosofía y la forma de
trabajo del filósofo. No se trata, aquí, de invitar al estudiante a “hacer como”
el filósofo, sino de procurar despertarlo a la posibilidad de ese hacer filosófico
y lanzar una invitación para “hacer con”.
En suma, una enseñanza de la filosofía que vaya del concepto al problema
es una forma de ejercitar aquello que, páginas atrás, llamábamos, con Rancière,
la “transmisión del sentimiento de ignorancia”. El filósofo piensa no porque
sabe, sino porque ignora. La experiencia del problema moviliza en el filósofo
el sentimiento de ignorancia que lo lleva a investigar, a buscar y a crear los
conceptos. Enseñar filosofía de modo activo, invitando al aprendizaje, sería,
por lo tanto, más que transmitir la sabiduría filosófica –los conceptos creados–,
transmitir el sentimiento de ignorancia y la vivencia de los problemas como
movilizadores e impulsores del pensamiento.
Véase Deleuze 2006a, p. 228, especialmente el fragmento ya citado aquí en el apartado “El
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Capítulo 4. Enseñanza de la filosofía y creación de conceptos
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En Mil platôs [Mil mesetas], en el ensayo “20 de novembro de 1023 – Postulados da lingüística”
[“20 de noviembre de 1923–Postulados de la lingüística”], Deleuze y Guattari afirman que
la profesora, cuando en-seña, no transmite una información, sino que emite una palabra de
orden. La enseñanza oficial es esa máquina poderosa de producir un horizonte restringido para
la producción de signos. Y es en uno de los ensayos de Crítica e clínica [Crítica y clínica] que
Deleuze afirma que tartamudear en la lengua es inventar un nuevo estilo, producir un uso menor
de la lengua, y ahí está la creatividad en la literatura.
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Capítulo 5.
Más allá de la explicación: el profesor
y el aprendizaje activo de la filosofía
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Capítulo 5. Más allá de la explicación
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todo enseguida. Ese era el desprecio por la filosofía: algo que se memoriza para
pasar un examen y olvidar enseguida.
En el Brasil de nuestros días, este es el desafío: como no tenemos un cu-
rrículo definido para la filosofía, la apertura es muy grande, y los desafíos son
enormes. Uno de los riesgos es justamente que caigamos en una enseñanza
enciclopédica, como aquella criticada por Nietzsche más de cien años atrás…Y
no es un riesgo tan pequeño: algunas universidades han introducido pruebas de
filosofía en sus exámenes de ingreso con un programa que abarca prácticamente
toda su historia. De ahí a que en las escuelas de enseñanza media definan un
currículo para la disciplina de filosofía que sea un panorama histórico a ser
desarrollado en uno o dos años hay apenas un paso. Y pienso que una ense-
ñanza enciclopédica como esta tendría muy poco para decir al joven brasileño,
y podría llevarlo a un desprecio por la filosofía.
En el apartado “La defensa de una enseñanza activa”, en el Capítulo 1, fue
presentada la crítica de Rancière a los profesores de filosofía franceses, en varios
puntos semejante a la crítica de Nietzsche. Recordemos incluso que, según el
filósofo francés, podemos hablar de tres tipos de maestros: el “explicador”, el
“libro abierto” y el “ignorante”, siendo este último su apuesta. Si hay un riesgo
mortal en la enseñanza enciclopédica de filosofía (Nietzsche), hay también,
pues, un riesgo de muerte en su enseñanza explicativa (Rancière). Pensar la
formación del profesor de filosofía para la educación media requiere, pues,
que le posibilitemos a ese profesor ocupar, en la institución escolar, el punto
de inversión de la autoridad del saber de la que habla Rancière, por el ejercicio
del principio de ignorancia, propio a la actividad filosófica.
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Capítulo 5. Más allá de la explicación
Las Directrices Curriculares para las Carreras de Grado en Filosofía fueron aprobadas por el
39
Consejo Nacional de Educación y publicadas oficialmente en 2002. Cf. cne. Resolución cne/
ces 12/2002. Diário Oficial da União, Brasilia, 9 de abril de 2002. Sección 1, p. 33. El texto
completo está disponible en el sitio del mec en Internet (www.mec.gov.br).
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Capítulo 5. Más allá de la explicación
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Cf. Nietzsche 2003, p. 57.
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2000), Douailler defendió que todo filosofar es un nuevo comienzo, posible solo
por la superación del maestro. Cita como ejemplo a Platón, que solo comienza
efectivamente a filosofar después de la muerte de Sócrates, como esfuerzo de
llevar adelante el legado del maestro, pero produciendo un nuevo comienzo,
una nueva filosofía.41
Sigamos al menos parte de su argumentación:
La enseñanza de la filosofía, más que un prolongamiento sapiencial es-
pecifico, es un poder de comienzo. Es lo que se puede, entre otras cosas,
descifrar del prólogo del Fedón: ante la cuestión de un continuar después
de Sócrates, la reafirmación, para efectuar la continuación, de un comienzo
de Platón. La discontinuidad física de la filosofía (muerte de hombres,
pérdida de manuscritos, destrucción de escuelas, olvido de los contextos,
etc.) no se supera solamente por la renovación de las disciplinas, el archivo
de los escritos, la defensa de las instituciones, el perfeccionamiento de los
paradigmas explicativos, sino por una serie discontinua de re-comienzos
que el acto de enseñar produce en particular en el día a día (Douailler,
2003: 28).
El profesor de filosofía, entonces, hace la mediación de una primera relación
con la filosofía, que instaura un nuevo comienzo, para salir de escena y dejar
que los alumnos sigan sus propios caminos. Sin Sócrates, Platón no se habría
iniciado en filosofía; pero sin la desaparición (muerte) de Sócrates, Platón no
habría hecho el movimiento de un nuevo comienzo, produciendo, él mismo,
filosofía. El profesor de filosofía es aquel personaje que, al mismo tiempo, sabe
e ignora; con eso, no explica, sino que media la relación de los alumnos con los
conceptos, saliendo de escena en seguida para que tal relación sea desarrollada
por todos y cada uno.
***
Después de enfrentar estos interrogantes, aunque introductoria y sucinta-
mente, presento, de forma esquemática, los requisitos que considero importantes
en la formación inicial del profesor de filosofía:
1. dominio amplio y crítico de la historia de la filosofía, con visión al
mismo tiempo panorámica y profunda;
41
El texto de la conferencia de Douailler, titulado “A filosofia que começa: Desafios para o ensino
da filosofia no próximo milênio” [“La filosofía que comienza: Desafíos para la enseñanza de la
filosofía en el próximo milenio”], fue publicado en Gallo, Cornelli e Danelon (orgs.), 2003.
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
en los diferentes estados brasileños, lo que vemos es una curiosa repetición. Los
temas, asuntos, problemas, filósofos trabajados en las aulas de enseñanza media
son espantosamente parecidos.43 La situación se repite cuando observamos los
libros didácticos producidos en el país: siempre “más de lo mismo”…44
Y eso tiende a agravarse. Contamos con experiencias de algunas impor-
tantes universidades que establecieron pruebas de filosofía en sus exámenes de
ingreso; otras tantas anunciaron para los próximos años la inclusión de pruebas
de filosofía en sus concursos de ingreso de estudiantes. En los casos que ya se
ejecuta ¿qué hemos visto? Una inversión tan curiosa como –a mi modo de
ver– desastrosa: como no hay un “currículo oficial” de filosofía en el cual las
universidades puedan basar sus pruebas, es la universidad la que define un pro-
grama para la prueba que, en poco tiempo, se termina volviendo el “currículo
oficial” de filosofía, al menos en la región de cobertura de aquella institución.
Hay una tendencia, por lo tanto, de que poco a poco se cristalice un
“currículo” de filosofía para la enseñanza media, conforme las universidades
incluyan pruebas de filosofía en sus concursos de ingreso y en la medida en que
el programa de tales pruebas sea asimilado por las escuelas como aquello que
debe ser enseñado en filosofía. Y lo que hemos visto es que las universidades,
al definir los programas de filosofía para sus pruebas en los ingresos, tienden a
presentar un panorama general de la historia de la filosofía, privilegiando temas
tendientes a la filosofía política y a la ética (en un esfuerzo para definir aque-
llos “contenidos necesarios al ejercicio de la ciudadanía”), adoptando algunos
autores referenciales que, en general, son los clásicos antiguos y modernos y,
entre los contemporáneos, aquellos filósofos que son objeto de estudio de los
profesores de aquella institución. Podemos decir, pues, que esos contenidos
acaban constituyéndose como un “compendio de historia de la filosofía”.
Imposible no acordarnos, aquí, de la crítica que Nietzsche realizó a la ense-
ñanza de la filosofía en la Alemania de su tiempo, tanto en la educación media
como en las universidades: en la medida en que el Estado ya no necesitaba de la
filosofía para legitimarse, se trataba, a su modo de ver, de mantener las disciplinas
filosóficas negligentemente, solo como apariencia, sin mayor compromiso. Y
más aún: esa negligencia en relación a la enseñanza de la filosofía no significaría,
según el filósofo alemán, más que una forma velada, pero efectiva, de promover
el desprecio por la filosofía. ¿Y cómo se daba eso? ¡Por la reproducción! Según
44
Volveremos al tema de los libros didácticos de filosofía en el próximo capítulo, “Recursos
didácticos en el aula de filosofía”.
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pues uno permanecerá siendo el que explica, y el otro el que asimila la explicación.
Pero si el profesor de filosofía entra en la piel del “maestro ignorante”, como sugirió
Douailler, entonces ya no se trata de explicar, repetir. Se trata de hacer el movi-
miento, de promover un nuevo comienzo, de instaurar la filosofía como proceso,
como construcción. En ese contexto, el profesor de filosofía es un emancipador,
alguien que, como Prometeo, lleva al fuego a los hombres tornándolos creativos,
en lugar de mantenerlos rehenes de los dioses. Pero, para eso, es necesario que el
profesor de filosofía pueda hacer el ejercicio de “olvido de sí mismo”.45
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Capítulo 5. Más allá de la explicación
Nietzsche escribió:
El niño es inocencia y olvido, un comenzar de nuevo, un juego, una rueda
que gira por sí misma, un primer movimiento, un sagrado decir que sí.
Sí, mis hermanos, para el juego de la creación es necesario un sagrado decir
que sí; ahora el espíritu quiere su propio querer, aquel que se perdiera en el
mundo conquista su propio mundo (Nietzsche, 1998a: 93).
Pienso que es este uno de los principales desafíos que se les presenta hoy a
las actividades de Práctica de Enseñanza de la Filosofía, a la producción en torno
a la didáctica de la filosofía. Necesitamos escapar de las cadenas del método de
la explicación, que nos lleva a ser reproductores, así como nos lleva a formar
profesores de filosofía también reproductores de lo mismo, manteniendo ese
círculo vicioso que no transforma nada, que solo enseña, quien sabe, aquello
que el mismo Nietzsche llamó “desprecio por la filosofía”.
De camellos que somos, de explicadores que somos, necesitamos del coraje
del león para negar todo eso, para decir: ¡No! ¡Basta! ¡Basta de explicación! Por
lo tanto, incluso más que eso, necesitamos de la inocencia y del olvido del niño.
Necesitamos volvernos niños, si quisiéramos ser vectores de un nuevo comienzo.
Necesitamos ser maestros ignorantes, emanciparnos a nosotros y propiciar la
emancipación de nuestros alumnos; así formaremos nuevos maestros ignorantes,
que a su vez, serán también vectores de nuevos comienzos. Maestros ignorantes,
necesitamos tener el coraje de abrirnos a la superación y al olvido, más allá de
todo y cualquier juego narcisista. Solo a ese precio podemos jugar el juego de
la emancipación, el único juego que vuelve posible la filosofía. El único juego
que puede, de nuevo, hacer posible la filosofía entre nosotros.
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Recursos didácticos en la clase de filosofía
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Capítulo 6. Recursos didácticos en la clase de filosofía
esas obras podrían servir de apoyo al trabajo del profesor, pero ninguna de ellas
daría cuenta, de modo exclusivo, de cómo posibilitar tal trabajo.
Hay que destacar una obra diferente, lanzada en 2009, después de la rea-
lización de ese relevamiento. Se trata del libro ABeCedário de creação filosófica
[ABeCedario de creación filosófica], organizado por Walter Omar Kohan e Ingrid
Müller Xavier, publicado por Autêntica. La propuesta no es la de ser un libro
propiamente didáctico, sino algo más próximo a aquello que se propone aquí:
un conjunto de textos que son pretextos para que el profesor promueva, con
los alumnos, “experimentaciones en el pensamiento”. Son treinta y tres textos
cortos, escritos por diversos autores, brasileños y latinoamericanos, además de
una portuguesa y un italiano. Los textos se basan en palabras cotidianas, sin
mayor “tradición filosófica” y están organizados en orden alfabético, a modo
de un abecedario. Vemos entonces que se descubren palabras como “dedo”,
“cabellos”, “torre”, “abuelo”, “nudo”, solo para citar algunas, con las cuales se
construyen textos que son una invitación al pensamiento, un diálogo con la
filosofía. Un bello punto de trabajo en clases de filosofía, que puede posibilitar
numerosos puntos de llegada.
Componiendo el arsenal
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
El libro ganó el premio Jabuti en 1998 a Mejor Libro Didáctico y está actualmente en su
48
20ª edición.
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Capítulo 6. Recursos didácticos en la clase de filosofía
Sugiero dos fuentes principales para el acceso a los textos. Por un lado, los
dos libros organizados por Danilo Marcondes ya citados aquí: Textos básicos
de filosofia y Textos básicos de ética. Por otro, dos volúmenes organizados por
Vinícius de Figueiredo: Seis filósofos na sala de aula [Seis filósofos en el aula] (Para
leer: Platón, Maquiavelo, Descartes, Voltaire, Kant, Sartre) y Filósofos na sala
de aula [Filósofos en el aula] –vol. 2– (para leer: Los sofistas, Hobbes, Pascal,
Marx, Nietzsche, Freud). Evidentemente, hay muchas otras fuentes, como las
diversas ediciones de la colección Los Pensadores (Abril Cultural y después
Nova Cultural), entre otras; las citadas aquí, por su parte, ofrecen fragmentos
de los textos de los filósofos, de forma más accesible (por el tamaño del texto)
al estudiante de enseñanza media.
Muchas veces los profesores se preocupan si sus alumnos tienen condiciones
para leer un texto filosófico, un texto clásico. El problema es que nosotros que-
remos, de antemano, que ellos hagan la lectura que nosotros mismos hacemos,
una lectura de especialistas. Y, reafirmo, no es ese el objetivo de la filosofía en
la enseñanza media. Lo que necesitamos es posibilitarles que lean, creer en
su capacidad de leer y de pensar sobre lo que leen. Una vez más, me resulta
interesante recordar a Deleuze, cuando afirma, en Diálogos, que necesitaríamos
quebrar la reverencia que le tenemos al libro, tratándolo como a un cd: no se
trata de comprender, sino de que guste o no guste. Un texto, como una can-
ción, nos toca o no nos toca, nos afecta positivamente o negativamente. Y lo
importante es que ese afectar provoque un pensamiento.49 Para decirlo de otro
modo: en la clase de filosofía leemos un texto filosófico no para interpretarlo o
entenderlo, en sentido cartesiano, sino para que nos haga pensar. Pensar con él,
pensar contra él, pensar a pesar de él. Pero pensar, fundamentalmente pensar.
Permítanme recordar una iniciativa interesante: una obra publicada en
Francia, lamentablemente no traducida en Brasil. Una artista plástica francesa,
Jacqueline Duhême, amiga de Deleuze, decidió tomar frases de él y con ellas
hacer un libro infantil. Escogió algunas frases, especialmente de O que é a
filosofia [¿Qué es la filosofía?] y Diálogos, y pintó una imagen a partir de cada
una de las ideas allí expuestas. El resultado fue el libro L’oiseau philosophie:
Duhême dessine Deleuze [El Pájaro filosofía: Duhême dibuja Deleuze]. La idea
subyacente al libro es aquella expresada por Deleuze de que es necesaria una
comprensión no filosófica de la filosofía para que ella se pueda constituir.50
Acerca del libro, él comentó:
49
Véase Diálogos (Deleuze y Parnet 1998, pp. 11-12).
50
Al respecto, véase O que é a filosofia [¿Qué es la filosofía?] (Deleuze y Guattari 1992, p. 279).
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Metodología de la enseñanza de la filosofía
Fragmento de una carta enviada por Deleuze a Jacqueline Dhuême, citada por Martine Laffon
51
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Epílogo
Desde que existe filosofía, se ríe de la filosofía. Los casos en la historia y las
anécdotas filosóficas no son pocas. ¿Pero será solo risa lo que provoca la filosofía?
¿Será la filosofía socialmente inocua? ¿O corremos riesgos cuando nos ponemos
a pensar? En suma, en términos de educación: ¿llevamos a nuestros alumnos
a un lugar peligroso, cuando los invitamos a nuestro “taller de conceptos”?
Deleuze y Guattari sospechan que sí, pues afirman que “pensar suscita la
indiferencia general. Y no es falso decir que es un ejercicio peligroso. Solamente
cuando los peligros se vuelven evidentes la indiferencia cesa, pero ellos per-
manecen frecuentemente ocultos, poco perceptibles, inherentes a la empresa”
(Deleuze y Guattari, 1992: 58). En ese aspecto, la filosofía es doblemente peli-
grosa, pues es un peligro del que no se tiene conciencia, a no ser en condiciones
especiales, cuando él se muestra.
Por otro lado, también podemos decir que la filosofía tiene un potencial
revolucionario, o un “devenir-revolución”, aunque este tipo de afirmación parezca
“fuera de moda”. No son pocos los ejemplos en la historia de filósofos reaccio-
narios y conservadores; incluso, aunque no sean comúnmente los filósofos los
dirigentes de un proceso revolucionario, ellos muchas veces son su detonante,
dado que la filosofía es inmanente y que se constituye en diagnóstico del presente.
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Epílogo
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Epílogo
“yo creo…”, “yo creo…” que para el concepto y su elaboración creativa. Más
allá de los filósofos franceses, sin embargo, podemos ver en la propia discusión
un ejercicio de paciencia. Si nos fuera posible discutir pacientemente, podemos
contar con la oportunidad de tener un panorama que permita la creación de
conceptos interesantes. Si la discusión por sí misma no crea el concepto –cier-
tamente está lejos de eso–, en contrapartida puede darnos elementos para ello,
si nos permitimos paciencia.
No se hace filosofía sin la “paciencia del concepto”. Y tal paciencia, ni hace
falta argumentar, no es ejercitada en nuestros “tiempos hipermodernos”, que
caracterizamos en el inicio de este libro. Al contrario, somos llevados –en todas
las áreas y también en la educación– a buscar la rapidez, los flujos acelerados. La
fluidez de las opiniones está en sintonía con nuestro tiempo; pero la paciencia
del concepto no. La paciencia del concepto implica un rechazo a este tiempo, en
un ejercicio de extemporaneidad, de resistencia, de producción de la diferencia.
La resistencia, por lo tanto, no puede ser ingenua. No se trata de negar
aquello que vivimos, aquello que nos tocó vivir. La resistencia brota, justamen-
te, de una vívida percepción de este tiempo y de las trampas que él nos pone.
Y solo podemos vencerlo, desarmar las trampas, si lo conocemos de cerca. La
impugnación de este tiempo, por lo tanto, pasa por un necesario conocimiento
de sus mecanismos. El ejercicio filosófico en los tiempos hipermodernos, el
ejercicio de la paciencia del concepto es, así, un doble ejercicio: la vivencia de
los flujos acelerados, la vivencia de las satisfacciones inmediatas para, desde
dentro de esos mismos flujos, ejercitar la paciencia del concepto, el rechazo a
la aceleración, la resistencia a la opinión, la vida del pensamiento.
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Epílogo
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