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CORPUS “LA PROVINCIANA”

Qué bonita muchachita / esbelta como una palma / qué bonita, si supiera / que la quiero con el
alma.

Triste está mi corazón, / triste está y no sé qué tiene, / pero más triste estará / el que a mí triste
me tiene.

Princesita, princesita / la del semblante celeste, / no la dejo de querer / aunque la vida me cueste.

Sus ojazos son violetas, / y su boquita un clavel, / son dos rosas sus mejillas / acabadas de coger.

Duros y crueles martirios / sólo encuentra en quien ama / y aquel que amando no sufre / no sabe
amar con el alma. Págs. 91 y 92.

Y ahora vamos a ver, / potrico de linda estampa / si resulta ser lo mismo / en la plaza que en la
pampa. Pág. 121

“¡Divina desgarradura / del alma! ¡Lento morir / de dolor! / ¡Bendita tu quemadura / que me ha
enseñado a sufrir / por amor!” Pág. 196

Cuando se vaya a lavar, / a la quebrada o al río, / báñese bien los piecitos / para cuando le hagan
fío.

Qué mansa que corre el agua / por debajo de la palmera, / si así de mansita fuera / la fierita de mi
suegra.

De la peña sale el agua, / de la leña, los carbones, / de la puerta de la iglesia / salen las
obligaciones.

Un traguito de aguardiente / revuelto con agua fría, / y un besito de tu boca, / me mantienen todo
el día.

Yo tenía mis amorcitos, / al pie de una mata de haba, / su mamá me los topó, / ¡Ah ladrona vieja
brava!

Yo tenía mis amorcitos / guardaditos en botella, / mi madre me los quitó, / creyendo que eran los
d’ella.

En el árbol del amor / hasta el cogollo subí, / pero fui tan desgraciada / que ni una flor cogí.

Déjelo que se te vaya / que no se te perderá / que si los celos lo llevan / el amor lo volverá.

Un suspiro rompe el alma / y una lágrima la tierra, / y es porque en ese pecho / una ingratitud se
encierra.
No llorés ojos bonitos, / mira por lo que llorás, / no lloraba yo por eso, / ni me acordaría jamás.

Juntico a la mata ‘e rosa / y al pie de la mata ‘e pino, / anoche, que estaba sola, / mijito, ¿porqué
no vino?

Pajarillo, pajarillo, / del copete colorado; / qué tenés que preguntarme / lo que no es de tu
cuidado.

Siento que me lleva el agua, / siento que me está llevando / siento que el amor que tengo, / otra
me lo está quitando.

Anoche yo me soñé / que dos negros me mataban, / los negros eran tus ojos, / que halagüeños me
miraban.

En esto del matrimonio / la cosa es pa’ divertir: unos bregando a entrar / y otros bregando a salir.

Por aquí me estoy entrando / como raíz de caña dulce, / la mujer es la que pierde, / el hombre
‘onde quiera luce.

El anillo que me diste / era de poco valor, / me dijiste que era de oro, / cachaco sonsacador.

Ojos negros y serenos / que de ellos me enamoré, / que si pasare trabajos, / al fin que mi gusto
fue.

Mis amores son del campo / y yo vivo en la ciudá, / amores que van y vienen / no tienen seguridá.

Esa luna y ese sol / son testigos de mi amor, / pero ella me despreció, / creyendo al otro mejor.
Págs. 209, 210, 211 y 212

Qué bonitas hay algunas, / pero todas con su dueño, / y el pobrecito de mí / con mirarlas me
consuelo.

Qué bonito por aquí, / yo jamás había venido, / más valía no haberte visto, / pa’ no haberte
conocido.

Cachaquito, yo te ruego, / no te vayas a enojar, / que somos forasteras / que venimos a pasiar.

Una vez en unas fiestas, / y en Somondoco una vez, / me puse a cantar alegre / en honor de una
mujer.

Qué bonitas que se ponen / las fiestas en Somondoco, / con ciertas forasteritas / que me vuelven
casi. Págs. 226 y 227

Aquí me siento a cantar / en esta piedra llanita, / a ver si puedo sacar / de todas la más bonita.

Por aquí me estoy entrando / como raíz de caña brava; / la mujer es la que pierde, / el hombre no
pierde nada.

Camine p’acá mi hijita, / camine que sí la quiero, / camine que sí le doy / la cinta pa’ su sombrero.

Qué bonita florecita, / florecita de magué; de querer es lo que sirva, / lo que no sirva pa’ qué…
Mi chatica se enojó / y está llorando en el patio, / solamente porque dije: / fuera de vos tengo
cuatro.

Pensarás que por tu amor / me derrito como cera; / que otros mejores que vos / me ruegan que
yo los quiera.

Ya salió la luna al alto / con campanillas de plata; / ya se va mi amor con otro / y eso es lo que a mí
me mata.

Agua clara y cristalina / la que corre por el caño; / al que lo quiero lo quiero, / al que no, lo
desengaño.

El camino pa’ mi casa / lo tengo que emparejar, / para que crucen mis suegros / y la niña en
particular.

Mirá lo que me topé / por andar recatadita: / un hombre guapo y de bien, / pero es para í solita.

Te profeso un gran cariño / y una gran veneración / por la carita que hiciste / cuando me dijiste
adiós.

Acordate que pusiste / tu mano sobre la mía, / acordate que dijiste / que jamás la olvidaría.

Ojos de novia serrana, / qué lindo mirar tenés; / si me has de olvidar mañana, / olvídame de una
vez.

¿Cómo querés que la ortiga / viva con la mejorana; / cómo querés que te olvide / de la noche a la
mañana?

Ya viene rayando el día / y el viento todo lo agita; / ya se va llegando la hora / de dejarte a ti solita.

Hasta aquí vinimos juntos / gozando de amor los dos, / hora serán los desmayos / cuando me
digás adiós.

Mujercita de mi vida / la que habita en mi vergel, / no te quiero por bonita / sino por mujer de
bien.

Yo soy la que corto y coso / y al caño voy a lavar, / yo, la que cocino / y me pongo a trabajar.

Sí fue cierto que la quise / y en el alma la adoré; mas, como la vi con otro, / al momento la dejé.

La rosa de mi jardín / entre piedras no florece / para un desagradecido / un buen desprecio


merece.

No te subas tan arriba / prensa de poco valer, / porque del árbol más alto / la flor he visto caer.

La mujer que no se tenga / como conviene a su estado, / mejor le estaría la muerte / que le venga
de contado.

No más que caramelito / me da la vida mía, / no le hace caramelito / que pueda ser que algún
día…

Yo de casarme será / con mozo de condición, / que tenga amor al trabajo / y sea hombre de
corazón.
Vente conmigo, chinita, / vente y vivimos los dos; / yo te prometo quererte / con todo mi corazón.

Muchas cosas me has decío, / más yo no te creigo na’; / cuando te cases conmigo, / eso sí será
verda’.

Mire, niña, no se case, / goce de su mocedá’, / mire que las que se casan / hasta la jucha les da.

Madrúgate a levantar / a regar tus amapolas, / carilimpio sinvergüenza, / cariñosito con todas.

Arriba china bonita / a tomar a la cascada, / vamos a tenr un gusto / antes de que sea casada.

De mi tierra he venido / dicen que buscando amores; / en mi tierra también tengo / jardín si
quisiera flores.

Qué haremos vidita mía / con tánto que nos queremos, 7 casarnos es imposible / y olvidarnos, no
podemos.

Ciertos hombres en lo falsos / se parecen al demonio; / para poder engañarnos / nos ofrecen
matrimonio.

Si querés tener un gusto / no te hagas de rogar; / lo que se hizo para el hombre / no lo deben
mezquinar.

Solamente que dormida / me picara el alacrán; / pues no despierta no han podido, / no han
podido ni podrán. Págs. 231, 232, 233, 234 y 235

Pa' Semana Santa en Tunja, / pa' Corpus en Bogotá; / y pa' muchachas bonitas / Somondoco y
Guayatá.

Por esta calle a lo largo, / tengo tengo de pasiarme un un poco; / vagabundo a lo Siavita / pícaro a
lo Somondoco.

Adiós Tibirita y Manta, / adiós Guateque querido; / más valía no haberte visto,/ ni haberte
conocido.

Mi chatica es muy bonita, / parece vara de premio; / todo el mundo la enamora / yo solito soy su
dueño.

Aquel pajarito cruel / que canta en el limón verde, / le ha de llegar el día / de estar triste y yo
alegre.

Corazón de pura piedra, / alma de palo mortiño, / ¿cómo quieres que te quiera / si no me mostras
cariño?

Muchas veces es soñado / con las pampas argentinas, / allí donde las mujeres / son tan guapas y
tan lindas.

Arriba, señores músicos, / a tocar a lo divino, / quiero bailar una pieza / con el mocito que vino.

Las mujeres son bonitas, / pero cuando están bailando, / que rebullen su colita / como chivito
mamando.
En la venta estaba yo / con ánimo displicente, / cuando te vi de venir, / el sol, resplandeciente.

Desde aquí te estoy mirando / parecés la soledad, / para verte y no gozarte / mal de corazón me
da.

Desde aquí te estoy mirando / asomada tu balcón; / tú despides claridad / como si fueras el sol.

Encendé tu lucecita / y apagá tu luminaria / y acabáme de decir / que me quede o que me vaya.

Adiós, casita cuadrada, / cuadrada de cuatro esquinas; / adiós niñita del alma, / manojo de
clavellinas.

Palomita, palomita, / paloma de palomar, / que una paloma como ella / es la que quiero
encontrar.

Esos ojitos negros / y esa tu rosada boca / en esa cara tan linda / es lo que a mí me provoca.

En el sol tengo mi nombre / y en la luna mi apellido, / y en el marco d'este pueblo, / tengo mi


amor escondido.

En tus ojos azules, / esos que me están mirando, / agáchalos un poquito, / mira que me están
matando.

En tus ojazos negros, / como que tienen veneno, / si los miro me hacen daño, / si no me miran me
muero.

La vela en el candelero / se consume por arder; / así se consume el hombre / cuando se quiere a
una mujer.

La que va a ser mi mujer / yo la tengo ya escogida: / ojos negros, pelo crespo / muy guapa y muy
sencilla.

Cuando yo te vi venir / le dije a mi corazón: / esa trigueña va a ser / mi dicha o mi perdición.

Señora, mi señorita, / présteme su pañolón / que el sereno de la noche / me traspasa el corazón.

A la raíz de un pino tierno / una paloma encontré, / la cogí de sus alitas, / su piquito le besé.

Las chinas valletenzanas / se pueden querer sin asco; / en lo limpias y bonitas / son radiantes
como un astro.

Las mocitas de mi tierra / se bañan con lima dulce, / es su perfume mejor, / también es el que más
seduce.

Cuando dos se quieren bien / y se encuentran en la plaza, / el hombre se disimula / la mujer se


agacha y pasa.

Qué bonita mi tierrruca / el querer de mis quereres; si los hombres fueran buenos / fueran santas
las mujeres.

Yo soy hijo de esta tierra, / y a mi tierra me prendí; / no tengo padre, ni madre, / ni quién se duela
de mí.
Este torrente de cantos / no se termina jamás, / con tal que esos ojazos / me volvieran a mirar.

Y mil y mil cantaré / sin peligro de agotar / la poesía d'esta tierra / que también es un cantar.

Tan alta que va la luna / que abajo mira serena, / ¡ay!, quien pudiera cantar / las noches de luna
llena.

Qué bonita noche clara / y qué triste mi canción; / y qué amargo es el amor / que endulza mi
corazón.

Los higos y los duraznos / en el árbol se maduran; / los ojitos que se quieren / en silencio se
saludan. Págs. 236, 237, 238, 239, 240 y 241.

Ese bicho me gustó / cuando lo vi caminar; / cuánto vale, mi señor, / que se lo quiero comprar.

Yo no he montao a caballo, / pero quisiera montar / en ese hermoso alazán / de suave y garboso
andar.

Compañero, compañero, / no me vaya a regañar / que estoy un poyito yanero / y acabado de


yegar.

El hombre que tiene plata / brinca pa'lante no más; / y yo como no la tengo brinco pa'lante y
p'atrás.

Unos ojos me miraron / por la lucha que gane, / después tuve la derrota / y la estrella se me fue.
Pág. 249

Tengo que subir, tengo que subir, / la loma de Cabrera, / y llegar a Somondoco a besar a mi
morena. Pág. 275

Yo vengo de allá abajo, / dionde llaman el Zarzal, / vengo de ver a mi negra / más bonita que un
rosal.

Yo vengo de allá abajo / dionde llaman el Zarzal; / un amigo me acompaña, / mi caballito alazán.

Fuerza, fuerza caballito, / que tenemos que vencer, / si esta carrera me ganas, / mucho más te he
de querer.

Cómo viene de sudando / el caballito alazán, / como si le echaran agua / al pobrecito animal.

Ambos vienen encendidos, / el caballo y el chalán, / el uno por color, / y el otro por liberal. Págs.
277 y 278

Decíabas que me queríabas / y te hacías la indijerente, / chinita, no sias así, / no seas tan
puenteramente. Pág. 280
Caballito de mi vida, / noble amigo y compañero, / cuando todos te abandonen, / ven a mí que yo
te quiero.

Al hombre cruel y malvado / con su caballo de silla, / no hay para qué preguntar / el trato con su
familia. Pág. 283

Aquí está mi corazón, / volvélo cien mil pedazos, / pero la condición / que he de morir en tus
brazos.

Desde aquí te estoy mirando, / como flor en un retiro, / no te puedo dar un beso, / ahí te mando
un suspiro.

Fumando mi cigarrillo / una chispa me quemó, / la chispa será la bella / que a mi corazón llegó.

Yo quería una mujercita, / pero otro me la quitó; / él quizás no la quiera tanto, / tanto y mucho
como yo...

Esta calle está mojada / como si hubiera llovido, / las lágrimas de un amante / que anda por ahí
perdido.

Mujeres habrá bonitas, / pero no como la mía, / que parece un solecito / cuando brilla al
mediodía.

El tiple que me acompaña / tiene boca y sabe hablar, / sólo le faltan los ojos / para ayudarme a
llorar.

Una vez en unas fiestas, / y en Somondoco una vez, / repartimos leña y palo / por una linda
mujer...

Dígame, señor banquero, / cuánta plata es menester / pa comprar una casita, / junto con una
mujer...

Ya no soy como antes era, / hoy soy un hombre mejor; / unos ojos me miraron / y me ha
transformado el amor...

Aquí no masito, allá / vive quién me hace sufrir, / ¡cómo me pongo de triste / cuando se tarda en
salir!

Las mujeres de mi tierra / no saben ni dar un beso; / me dan ganas de enseñarles / y decirles cómo
es eso.

Si te vas pal otro lado, / a mi morena, / que, como yo no puedo ir, / le toca que ella venga.

La mujer para bonita / tres cosas ha de tener: / buena cara, buen pierna / y una buena estatura
también.

Si me esperas esta tarde / al otro lao del vallao, / apenitas yo salte, / ahí sos, camisón rosao.

Allá te mandé una carta / léela en soledad, / que lo que en ella te digo / es la purita verdad.
Juramento tengo echado / por la cruz de Jesucristo / que si este Señor me ayuda, / de seguro la
conquisto.

En la puerta desta casa / me tienen tirado anzuelo, / me despido y digo adiós, / voy a salir y no
puedo.

Esta noche, cosa rica, / vamos a bailer un tres, / pero hágalo suavecito / porque es de primera vez.

Entre dos primas hermanas / tengo mi amor compartido: / a la una la quiero más / y a la otra no la
olvido.

Una trigueña me quiere / y también una monita; / no sé por cuál decidirme, / ¡ah Santa Lucía
bendita!

A su mamá ya le dije, / tu papá no me atrevo, / dígale usted, mijita, / que si quiere ser mi suegro.

Yo soy aquel pajarito / que en el agua tengo el nido, / me estoy muriendo de sed / con ser que en
el agua vivo.

Aquí nomasito vive / quien a mí me quita el sueño, / no me canso de pensarla / y quererla con
empeño.

Qué linda mata de rosa / la que nace por la playa; / qué bonita muchachita, / lástima que yo me
vaya.

Trigueñita de mi vida, / me olvides, que te quiero, / mañana me voy de aquí / pero muy prontico
vuelvo...

Mañana te vas de aquí / a ganar mucho dinero, / no me olvides, cielo mío / que llena de amor te
espero...

Ya me voy, ya me despido / de tu sala y corredor, / y de vos no me despido / porque me falta


valor.

Lucero de la mañana, / claridad de todo el día / ¿cómo te vas y me dejas / sumida en esta agonía?

Ya será la despedida, / mi querido Lucerito, / dame un besito, mi vida, / que me voy triste y solito.

La luna ya va saliendo / y el lucero no parece, / quédate con Dios, mi vida, yo me voy, porque
amanece. Págs. 293, 294, 295, 296 y 297.

Cuando a mí me despreciaban, / con amargura decía, / meditando en la venganza, / mañana será


otro día.

Debajo de un considero, / me puse a considerar, / qué pocos amigos tiene / quien tiene poco qué
dar.

Con penas y desengaños / me he alimentado yo, / pero tengo la esperanza / de una vida mejor...

El día que pueda vengar / los ultrajes recibidos, / será el día más bonito / de los que tengo
vividos...
Una cosa me hace falta: / mucha fuerza de voluntad, / para hacer lo que yo quiero, / y así
poderme vengar...

De ver llorar a mi chata / casito me vuelvo loco, / creyendo que era por mí, / entonces era por
otro.

La maldita de mi suegra / no me tiene voluntá; / un rayo le caiga encima, / la partiera por mitá.

Sí porque me voy, me vengo / me dicen que estoy jalao, / yo soy como el toro bravo: / le envisto a
lo colorao.

En el monte de las pavas / parece que está lloviendo; / cómo me vas a negar / si mis ojos taban
viendo.

El perder una bonita / no es perder una gran cosa: / es como si se perdiera / una linda mariposa.

Decís que no me querés, / yo por eso no me enojo, / porque tengo otra estrenando, / si querés te
doy remojo.

Dicen que me van a echar / un veneno entre la sopa; / más no dejo de quererla / hasta ver en lo
que topa.

Cuando dieron la noticia / de que ya no me querías, / hasta el perro de la casa / me miraba y se


reía.

Más vale querer un perro, / que querer una mujer, / que el perro es agradecido / cuando le dan de
comer.

Esta noche no ha salido / el ave que siempre sale, / esta noche que tenía / mi revólver pa tirarle.

Bendiga Dios a mi suegra / y la corone de avispas; / cuando le pedí la china, / brincaba y echaba
chispas.

Todas las mujeres tienen / lo que tienen todas ellas, / por más princesas que sean, / por más ricas
y más bellas.

Dice ella que no me quiere, / porque tiene uno mejor, / que así sea, Virgen Santa, / quizás lo
permita Dios...

Decís que no me querés, / eso a mí me importa poco; jabón es que me hace falta / que mugre
ondequiera topo.

No hay cosa que más me guste, /ni que más risa me dé, / que ver a otro trabajando / en tierras
que yo dejé.

Esa bella está sufriendo / y es de puro enamorada; / la que muere por su gusto, / más que la
entierren parada.

Déjala que se enamore / que ese no es mal de morir, / que el hambre la hará comer / y el sueño la
hará dormir.
Por lo pobre me desprecias, / con un rico toparás; / cuando el rico te desprecie, / del del pobre te
acordarás.

Pensarás que por tu amor / me enfermo y me echo a cama, / eso no, vidita mía, / porque el otro
está que clama.

Yo puedo montar un potro, / domarlo como quiera yo, / me gusta toriar un toro, / pero a ciertas
mujeres, no.

Negro es el anochecer, / negro es no tener fortuna, / pero más negro es querer / sin esperanza
ninguna.

No te pongas tan arriba, / prenda de mucho valor, / porque el árbol más alto / el viento tumba la
flor.

No seas tan orgullosa, / mujer de rara belleza, / que las más bonitas reinas / se han muerto de
tristeza.

El amor que dejó perder, / no lo volverá a encontrar, / y una cosita le encargo / que no le vaya a
pesar...

El mundo da muchas vueltas / y hay que saber entender / que nunca tiene perdón / el desprecio
de una mujer...

He de ver lo que consigue / la que a mí me desprecio; / ayer me despreciaba ella, / hoy la


desprecio yo. Págs. 297, 298, 299, 300 y 301

“¡Hay, infeliz de la que nace hermosa!

¡Ay, infeliz de la que nace fea!” Pág. 337.

Dizque son los antioqueños / los primeros en el verso / yo les echo un boyacense, / que les diga
cómo es eso...

Toda la noche estuviera / cantando en esta ventana, / si tuviera la esperanza, / de ablandarle un


poco el alma...

Me puse a toriar un toro, / lo torié por la mitá, / el toro estaba en Arauca / y yo, en la Trinidá.

Yo soy Fulano de Tal, / tengo armas en la cintura, / y el que se meta conmigo, / mídase la
sepultura.

Me dicen que porque canto, / tengo el corazón alegre, / yo soy como el risueñor, / que si no canta,
se muere.

Cante, cante compañero, / no le tenga miedo a nadie / que en la copa del sombrero / llevo a la
Virgen del Carmen.

Yo tenía mi chinitica / y el cura me la quitó, / el cura manda en su iglesia / y en mi chinitica, yo.


En el cielo no se roza / ni se siembra platanal; / los godos no van al cielo / porque Dios es liberal.

Dios es muy conservador, / no me lo podrás negar, / y si yo no te convenzo, / el mundo te va a


probar...

Repartámonos a Dios / para dejar de litigar: / conservador en la tierra / y en el cielo liberal...

No me casaré con viuda / sino con una soltera, / porque mula que otro amansa / algún resabio le
queda.

La mujer ha de tener / un hijito por lo menos, / y no le parezca raro / pues los hombres no
podemos.

Subiendo la cuesta arriba / un tejo de oro perdí; / cuando volví de pabajo / con el mismo tejo-dí.

Siempre que a mí me preguntan / que cuál será mi mujer, / yo sin vacilar contesto, / la que se deje
querer...

Casate me dijo el cura / con una mujer de trinta; / yo me topé dos de quince / que me trajo mejor
cuenta.

En el centro de la plaza / se ha formado una laguna, / donde nadan los casados, / sin esperanza
ninguna.

Nunca te cases con tonta, / tan sólo por la moneda, / la moneda se acaba / en cambio la tonta
queda.

El hombre para ser hombre / ha de tener por docenas: / tres casadas, tres solteras, tres blancas y
tres morenas.

El amor de las mujeres / es como el de las gallinas, / que cuando les falta el gallo / a cualquier
pollo se arriman.

Dame lo que yo te pido / que no te pido la vida, / de las narices pa abajo / de la quijada pa arriba.

Esta noche voy a verte / desde ahora te lo aviso, / si la puerta es chirriadora, / échale jabón al
quicio.

Por esta calle me voy / y por la otra doy la vuelta; la mujer que a mí me quiera, / téngame la
puerta abierta.

Señores y señoritas / tenéis que hacer distinción: / Hay mujeres que son hombres / y hombres que
no lo son.

Mamita no me regañe, / su merced también lo hacía, / salirse por la ventana / cuando mi taita
venía.

Todas las solteras dicen / ¡ay, Dios! y quién se casara, / viviera con su marido / pasara las que
pasara...

Ya sabés, vidita mía, / ya sabés que somos pobres, / ya sabés que las mujeres, / no se pasan sin los
hombres.
El hombre que se enamora / de una mujer de teatro, / es como el que tiene hambre / y come
bicarbonato.

La mujer que se enamora / del primer desconocido, / prueba con ello de sobra / carecer de buen
sentido...

A los hijos de mi tierra / les viene de todo un poco: / músico, chalán, poeta, / médico, rujían y
loco...

Hay veces que yo me canso / pisando un solo lugar / y muy lejos quisiera irme / pa nunca más
tornar...

Son cinco los animales / indomables, a saber: / la hiena, el güibo, la cebra, / la culebra y la mujer.

La primera la hizo Dios / y se tiró al pobre Adán, / sí así fue la que hizo Él / las otras, ¿cómo serán?

Yo me voy para las fiestas / pero es con la condición: / que no me echen a la cárcel / ni me vengan
con sermón.

En las afueras de Tunja / mataron un estudiante, / porque engañaba a las niñas, / haciéndose el
ignorante.

El valor de mi enemigo / es valor tan de lo jiero / que cuando se topa solo / él mismo se tiene
miedo.

Mi chatica se enojó / por un beso que le di, / que me lo dé ella a yo, / a ver si se enoja mi.

¿Cómo querés que una vela / alumbre dos aposentos? / ¿Cómo querés que yo tenga / dos
corazones contentos?

Si la vela se te apaga / no la vuelvas a encender; /si tú chata se te enoja / no la vuelvas a querer.

El perder una bonita / no es perder una gran joya, / es como si perdiera / de la jáquima la argolla.

Del frente de esta casa / no me sacaran jamás, / aunque digan que me odian / pero yo soy
pertinaz...

El amor que dura un año / olvidarlo no hay razón, / porque el amor también echa / raíces en el
corazón.

Abejas y golondrinas / sufren de ti mil agravios, / porque no pueden beber / el almíbar de tus
labios.

Me llaman el vagabundo / porque amanezco en la calle, / amanezca o no amanezca / eso no le


importa a nadie.

Era tanta mi tristeza / y tan honda mi pasión, / que chillando repetía / ¡ah, hijuelita corazón!

Maldita sea mi suerte / y la hora yo maldigo / cuando me echaron al mundo / sin consultarlo
conmigo... Págs. 364, 365, 366, 367, 368,369 y 370.
Trapichito, trapichito, / molé tu caña morada, / molela a media noche, / molela a la madrugada.

Cuando me agarra el dolor, / y pienso en mi suerte mala, / mi llanto forma chorrito, / como el que
forma la caña.

No puedo hacer otra cosa / que quejarme por ahora, / como se queja el trapiche / cuando se aleja
la aurora.

Acérquese compadrito, / hágase pa la enramada, / quiero alegrarle la vida / con con una buena
tonada.

Ya se va la madrugada, / ya se va la bella aurora; / las penas que yo padezco / el trapiche me las


llora...

La panela para dulce / ha de ser azucarada; / la mujer para bonita / ha de ser alta y delgada.

La mujer que quiere mucho / amanece trasnochada / y camina muy sin ganas, como buey de
madrugada.

De mi tierra me corrieron / por una maldita maña, / por haber chupado miel, / sin haber sembrado
caña.

Aquí me siento a cantar, / silbar y moler cañita, / a ver si puedo sacar / de todas la más bonita.

Qué es rolliza mocetona / de boquita colorada, / que le sudan las narices / cómo a buey de
madrugada.

La cocinera se esmera / en cocinar con primor, / porque tiene la esperanza / de atrapar un


moledor.

En el centro de la tierra / suspirita un alacrán / y en el suspiro decía / qué se harían con el "puntal".

Estando en una molienda / yo trabajo de como cómo, / arepa, yuca, cuajada / y plátanos en el
hondo.

Allá viene el chiquerero, / allá viene la cargacaña. / Date prisa, buen hornero, / si quieres dormir
mañana.

No me regañe patrón, / soy más güeno que la miel, / pero zapateo como ella / si me llegan a
ofender.

En la puerta e la parrilla / suspira una mariposa, / y en el suspiro decía; camína conmigo, hermosa.

Yo tenía mi yunta e bueyes / el negro y el colorado, / me los hicieron vender, / ¡chupe, por
enamorado!

La boca de mi negrita / es más dulce que la miel, / y me muriera de pena / si la llegara a perder.

Con tiple y con alfondoque, / coplas del indio José / nacido y criado en Guateque, / que le dedico a
su merced. Págs. 384, 384 y 386.

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