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TEMA 6.

MEDIDAS Y ACTUACIONES PREVENTIVAS

I. LA ACCIÓN PREVENTIVA: MODELOS TEÓRICOS DE ORGANIZACIÓN Y GESTIÓN.


II. EL MARCO LEGAL: PRINCIPIOS DE LA ACCIÓN PREVENTIVA. III. EN ESPECIAL,
EL PRINCIPIO DE INTEGRACIÓN PREVENTIVA. IV. EVALUACIÓN DE RIESGOS
LABORALES. V. LA PLANIFICACIÓN DE LA ACTIVIDAD PREVENTIVA. VI.
ACONDICIONAMIENTO DE LOCALES Y LUGARES DE TRABAJO. VII. RIESGO GRAVE
E INMINENTE. VIII. MEDIDAS DE EMERGENCIA Y PRIMEROS AUXILIOS. IX.
OBLIGACIONES DE DOCUMENTACIÓN. X. EL MODELO SIMPLIFICADO PARA
PYMES. XI. ACTIVIDADES CON RIESGO ESPECIAL: MINAS, CONSTRUCCIÓN,
TRABAJO EN EL MAR Y OTROS. XII. AGENTES DE ESPECIAL RIESGO: QUÍMICOS,
BIOLÓGICOS, ELÉCTRICOS Y OTROS. XIII. PREVENCIÓN PARA GRUPOS DE
TRABAJADORES ESPECIALMENTE SENSIBLES AL RIESGO: EMBARAZO,
MATERNIDAD Y LACTANCIA. TRABAJADORES MENORES. TRABAJADORES
TEMPORALES. TRABAJADORES DISCAPACITADOS Y ESPECIALMENTE SENSIBLES
AL RIESGO. XIV. LA AUDITORÍA PREVENTIVA.

I. LA ACCIÓN PREVENTIVA: MODELOS TEÓRICOS DE


ORGANIZACIÓN Y GESTIÓN
Aunque existen multitud de ellos son dos los modelos teóricos básicos y tradicionales de
organización y gestión de la prevención: el Control Total de Pérdidas (F. Bird) y el
modelo Dupont.
1. EL CONTROL TOTAL DE PÉRDIDAS
El Control Total de Pérdidas iniciado por Frank E. Bird en 1969, fue desarrollado por el
International Loss Control Institute (ILCI) de Georgia (USA) en 1974, siendo introducido
en España por la Asociación para la Prevención de Accidentes (APA) a partir de 1975.
Hay que decir, en primer lugar, que, a pesar de su importante influencia en la gestión de
la seguridad y salud en las empresas de todo el mundo, en la actualidad las empresas están
optando por implantar otros sistemas o modelos inspirados en las normas de gestión de la
calidad ISO (internacional), UNE (española), o las británicas OSHA (Occupational Safety
and Health Administration) o BSI (British Standards Intitution).
El Control Total de Pérdidas es un conjunto de herramientas de gestión al servicio de la
Gerencia, cuyo principio fundamental es que la gestión preventiva debe priorizar el
control sobre las causas últimas de los daños o causas básicas y no debe priorizarse la
actuación sobre los resultados, los efectos generados o las causas inmediatas.
La estrategia del Control Total de Pérdidas se basa en un enfoque que intenta abarcar el
estudio de todas las pérdidas, por todos los conceptos que se producen en una
organización, englobando a la prevención de accidentes en su totalidad como un tipo de
pérdida específica, y efectuando el control, no sólo de las lesiones y enfermedades
profesionales, sino también de los daños a las máquinas e instalaciones, los materiales,
los daños al medio ambiente, la seguridad del producto, etc.

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Las metas y objetivos fundamentales del Control Total de Pérdidas, en cuanto a la
reducción de la siniestralidad (tales como lesiones y enfermedades en el trabajo y fuera
de él; incendios y explosiones; daños a la propiedad en general; robos, absentismo, etc.),
son las siguientes (Bird y Germain, 1990), inspirados en los principios de la
Administración de H. Fayol, son los siguientes:
1. Liderazgo y gestión
2. Inspecciones y mantenimiento preventivo
3. Análisis de tareas críticas
4. Investigación de accidentes para detectar causas últimas y básicas
5. Preparación emergencias
6. Formación y entrenamiento personal
7. Evaluación del sistema
8. Gerencia del cambio
9. Comunicación interpersonal y grupal
La dificultad principal que se le atribuye es la excesiva complejidad administrativa, lo
que hace difícil su implantación en organizaciones de poca estructura organizativa. Se
trata de utilizar en la organización metodologías que permitan minimizar los riesgos o
bien mantenerlos en estado potencial dentro de unos estándares aceptables, mediante unas
acciones llevadas a cabo a través de la estructura de gestión de la organización.
Finalmente hay que subrayar que el Control Total de Pérdidas no dispone del elemento
de gestión primordial según la LPRL, la evaluación de riesgos, base de toda la
planificación preventiva según la Ley. No obstante, hay quien opina que la evaluación de
riesgos podría considerarse incluida en el elemento de gestión número 3 sobre
inspecciones planeadas de riesgos, estudio de puntos críticos y sus inspecciones.
*Pirámide de accidentalidad (Heinrich) de F. Bird.

2.2. EL MODELO DUPONT


DuPont, fundada en 1802, es una de las mayores organizaciones químicas del mundo,
ocupa a más de 130.000 trabajadores, y cuenta con más de 200 fábricas en todo el mundo,
25 de ellas en Europa.
El principio fundamental de DuPont es que todo accidente se puede prevenir, y si sucede
algo es porque se ha producido un fallo en la gestión. El resultado de este planteamiento
desemboca en que no se venderá ningún producto de la compañía que no se pueda
fabricar, utilizar y eliminar de forma segura.

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Para el personal de la organización, la seguridad se convierte en el principio rector de
cualquier decisión. En todos los centros de la organización se hacen reuniones regulares
sobre prevención de riesgos, incluso integrando a miembros de la comunidad vecina a la
fábrica para que tome parte en las discusiones sobre seguridad. Es más, la seguridad para
DuPont «es un buen negocio» (Biblioteca Cinco Días, 1996): La Seguridad no sólo
permite reducir los elevados costes asociados a los accidentes de trabajo, sino que aporta
beneficios suplementarios, en la calidad de los productos y en la moral de los trabajadores.
A continuación, vamos a enumerar los «10 principios de la seguridad DuPont» sobre los
que se asientan los planes de actuación en seguridad y salud laboral de esta organización:
1. Se pueden prevenir todos los accidentes y todas las enfermedades
profesionales (esto no es un objetivo teórico, sino que se considera realista).
2. La dirección de la empresa es directamente responsable de la prevención de
lesiones y enfermedades profesionales, siéndolo cada nivel de mando frente a los
inmediatamente superior e inferior.
3. La seguridad es una condición intrínseca ligada al trabajo; cada empleado
debe asumir su responsabilidad de trabajar con seguridad.
4. La formación y el adiestramiento constituyen un elemento esencial para la
existencia de puestos de trabajo seguros. (La concienciación respecto a la
seguridad en el trabajo no se produce espontáneamente, sino que la dirección debe
enseñar, motivar y sostener el conocimiento del empleado en materia de
seguridad, para eliminar las lesiones).
5. En la empresa deben realizarse auditorías de seguridad.
6. Deben corregirse con urgencia todas las deficiencias observadas, sea mediante
modificación de los equipos e instalaciones, sea mediante el cambio de los
métodos de trabajo, sea mediante la mejora en el adiestramiento de los empleados
impulsando el comportamiento seguro.
7. Es esencial investigar todas las operaciones inseguras y todos los incidentes
capaces de haber producido lesiones, y lógicamente todos los accidentes con
lesión.
8. La seguridad fuera del trabajo es tan importante como la seguridad en el
trabajo.
9. El orden y la limpieza son fundamentales.
10. Las personas son el elemento clave para el éxito de todo programa de
seguridad e higiene en el trabajo (la responsabilidad de la dirección debe ser
complementada por las sugerencias de los empleados y por su implicación activa
en el mantenimiento de los puestos de trabajo seguros).
Aunque pudiera parecer una mera declaración de principios, las empresas que aplican el
modelo DuPont lo siguen muy estrictamente e incluyen en su política de personal
sanciones, de manera que la seguridad se convierte en condición de empleo. Por otro lado,
puesto que la mayor parte de las lesiones se deben a actos y conductas de las personas y
no a las condiciones físicas ni a los equipos, el enfoque de DuPont se centra en la
seguridad basada en la conducta, y por lo tanto, la formación adquiere un papel
fundamental.

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II. EL MARCO LEGAL: PRINCIPIOS DE LA ACCIÓN
PREVENTIVA
Los principios de la acción preventiva se hayan consagrados en el art. 15.1 LPRL y sin
un gran rigor expositivo, en la secuencia de la acción, la ley contempla los siguientes:
a) Evitar los riesgos
b) Evaluar los riesgos que no se puedan evitar
c) Combatir los riesgos en origen
d) Adaptar el trabajo a la persona, en particular en lo que respecta a la concepción de los
puestos de trabajo, así como a la elección de los equipos y los métodos de trabajo y de
producción, con miras, en particular, a atenuar el trabajo monótono y repetitivo y a reducir
los efectos del mismo en la salud
e) Tener en cuenta la evolución de la técnica
f) Sustituir lo peligroso por lo que entrañe poco o ningún riesgo
g) Planificar la prevención, buscando un conjunto coherente que integre en ella la técnica,
la organización del trabajo, las condiciones de trabajo, las relaciones sociales y la
influencia de los factores ambientales en el trabajo.
h) Adoptar las medidas que antepongan la protección colectiva a la individual
[consecuencia del c)]
i) Dar las debidas instrucciones a los trabajadores

III. EN ESPECIAL, EL PRINCIPIO DE INTEGRACIÓN


PREVENTIVA
Que la eficacia de la prevención está condicionada a su integración en la organización
general de la empresa era ya cosa bien conocida a principios de la década de los años
setenta, cuando se creó el Instituto Nacional (entonces denominado “Plan Nacional”) y
se aprobó la Ordenanza General de Seguridad e Higiene en el Trabajo. Sin embargo, no
existía base legal en la que apoyarse para exigir tal integración. Hubo que esperar hasta
1997, con el Reglamento de los Servicios de Prevención, para que la integración tuviera
sustento legal. El artículo 1 del Reglamento estableció que “La prevención de riesgos
laborales, como actuación a desarrollar en el seno de la empresa, deberá integrarse en
el conjunto de sus actividades y decisiones... La integración de la prevención en todos
los niveles jerárquicos de la empresa implica la atribución a todos ellos y la asunción
por éstos de la obligación de incluir la prevención de riesgos en cualquier actividad que
realicen u ordenen y en todas las decisiones que adopten”.
Sin embargo, esta disposición tuvo un bajo impacto; en general, la prevención seguía
considerándose, en la práctica, como una actividad que podía subcontratarse en su
totalidad con un Servicio de prevención ajeno o delegarse en el Servicio de prevención
propio, y que era externa a la organización productiva y se dirigía exclusivamente al

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cumplimiento de determinados requisitos de carácter documental. En el camino hacia la
integración, el siguiente paso lo constituyó la promulgación de la Ley 54/2003, de
Reforma del Marco Normativo de Prevención de Riesgos Laborales, entre cuyos
objetivos se encuentra, precisamente, el reforzamiento de dicha integración. La necesidad
de actuar en tal sentido fue unánimemente reconocida en los acuerdos alcanzados a finales
de 2002, en la Mesa de Diálogo Social en materia de prevención de riesgos laborales, que
fueron posteriormente refrendados por la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el
Trabajo.
La Ley de Reforma introduce la integración en varios artículos de la modificada Ley de
Prevención de Riesgos Laborales. La modificación más importante a este respecto se
concreta en el apartado 1º del nuevo artículo 16 de dicha Ley, en el que se establece que
“La prevención de los riesgos laborales debe integrarse en el sistema general de gestión
de la empresa, tanto en el conjunto de sus actividades como en todos los niveles
jerárquicos de ésta, a través de la implantación y aplicación de un plan de prevención
de riesgos laborales...”. Finalmente, la modificación del Reglamento de los Servicios de
Prevención llevada a cabo por la aprobación del RD 604/2006, de 19 de mayo, ha
precisado el papel que estos Servicios (en particular los “ajenos”) deben jugar en relación
con la integración. Así, en el artículo 19.2 se indica que los Servicios de prevención
ajenos deben “contribuir a la efectividad de la integración de las actividades preventivas
a ellas encomendadas en el conjunto de actividades de la empresa…” y en el (nuevo)
apartado c) del artículo 20.1 del Reglamento se establece que “cuando la empresa
concierte actividades preventivas con un Servicio de prevención ajeno, el concierto
incluirá obligatoriamente (en relación con las actividades concertadas) la valoración de
la integración de la prevención en el Sistema general de gestión de la empresa, mediante
la implantación, aplicación y seguimiento de un plan de prevención de riesgos
laborales”. Complementariamente, se modifican asimismo los artículos 35 y 36 para
incluir la “promoción de la integración” en las funciones de nivel básico e intermedio.
Cabe añadir, por último, que algunas de las medidas contempladas en la Estrategia
Española de Seguridad y Salud en el Trabajo (2007 – 2012) y, en particular, las dirigidas
a mejorar la calidad de las actuaciones de los Servicios de prevención, contribuirán,
indirecta pero significativamente, a la mejora de la integración.
INTEGRACIÓN DE LA PREVENCIÓN EN UNA ACTIVIDAD
El artículo 1 RSP establece de forma explícita la obligación de integrar la prevención en
el conjunto de actividades de la empresa y a este respecto precisa que la integración debe
“proyectarse en los procesos técnicos, en la organización del trabajo y en las condiciones
en que éste se preste”. Tanto en su conjunto como individualmente, estas actividades
deben ser gestionadas y de esto se ocupa el Sistema de gestión de la empresa. Por ello,
integrar la prevención en el Sistema de gestión de la empresa - sea cual sea su estructura
organizativa- implica integrar la prevención en la gestión (y realización) de todas las
actividades desarrolladas por ésta (en la medida en que puedan repercutir, directa o
indirectamente, sobre la seguridad y salud de los trabajadores). Se considerará que la
prevención se ha integrado en la gestión y realización de una actividad si su
procedimiento de ejecución se ha fijado y se aplica respetando los “requisitos
preventivos” exigibles (y no sólo los productivos) y si las personas que intervienen en su

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gestión y ejecución disponen de la formación e información necesarias para el
desempeño de sus funciones. A este respecto cabe precisar que:
- Los requisitos preventivos pueden afectar, según el caso, a la forma de realizar el trabajo,
a los equipos empleados, al entorno de la actividad y, en general, a cualquier condición
del trabajo o del trabajador que pueda tener una repercusión significativa sobre su
seguridad o salud, o sobre las de otros trabajadores.
- Debe formarse e informarse no sólo a los trabajadores que ejecutan una determinada
actividad, sino también a las personas que intervienen en la gestión de la misma, cuyas
decisiones u omisiones van a condicionar, por tanto, la seguridad de aquéllos. Es
importante, en particular, que el “directo responsable” de cualquier actividad
potencialmente peligrosa esté capacitado para tomar decisiones correctas (al menos,
desde el punto de vista preventivo) - incluida, en su caso, la decisión de consultar a su
superior jerárquico o al Servicio de prevención - frente a circunstancias no contempladas
en las directrices o en el procedimiento de ejecución de la actividad.
- Las directrices y los procedimientos para la realización de una actividad, así como la
formación e información de los trabajadores, deben resultar de la colaboración entre las
unidades encargadas de su gestión (ya que conocen los objetivos y requisitos
productivos) y el Servicio de prevención (por su conocimiento de los “requisitos
preventivos” aplicables) . Además, la información y asesoramiento del Servicio de
prevención al responsable inmediato de la gestión de una actividad pueden ser necesarios
para que éste la dirija (incorporando la prevención en sus criterios de decisión) y controle
correctamente.
INTEGRACIÓN DE LA PREVENCIÓN EN EL SISTEMA DE GESTIÓN DE LA
EMPRESA
En general, la integración de la prevención en el Sistema de gestión de una empresa no
tiene por qué suponer una modificación sustantiva de su estructura organizativa, más allá
de la creación –en su caso- de un Servicio de prevención “propio”. Como principio
general, la integración de la prevención en el Sistema de gestión implica que cualquier
actividad es objeto de una única gestión (no hay una gestión de su parte productiva y otra
de la preventiva) de la cual es básicamente responsable una unidad determinada (a uno u
otro nivel jerárquico), aunque para desarrollar sus funciones necesite, en mayor o menor
grado, la colaboración del Servicio de prevención. Es en este único Sistema de gestión
donde se deben resolver los posibles conflictos entre los condicionantes preventivos y
productivos. La mayoría de las empresas tienen un sistema de gestión (formalizado o no)
con una estructura organizativa más o menos piramidal. A menudo, en la estructura
se reflejan las distintas áreas de actuación o funciones empresariales: Producción,
Administración, Recursos humanos, etc. Por otra parte, en la definición de las funciones
de una unidad organizativa concreta, cualquiera que sea el área de actuación empresarial
en la que se sitúe, pueden distinguirse dos tipos de actividades: actividades de ejecución
y actividades de gestión (es decir, de planificación, organización o control de las
actividades “ejecutadas”), y la importancia de la gestión crece con el nivel jerárquico
de la unidad. El artículo 1 del RSP establece explícitamente la obligación de integrar
la prevención en todos los niveles jerárquicos de la empresa. Analizar la integración de
la prevención en unidades directamente responsables del desarrollo de una determinada

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actividad resulta relativamente sencillo, atendiendo a los criterios dados en el apartado
anterior (en relación con el procedimiento de ejecución y la formación del personal
que interviene en su gestión o realización). De ello se tratará posteriormente con mayor
detalle, cuando se aborde el concepto de “grado mínimo” de integración de la
prevención en una unidad organizativa. Sin embargo, este tipo de análisis no resulta
factible en determinadas áreas de actuación y sobre todo, en los niveles jerárquicos
superiores, a pesar de que es en éstos –por su capacidad de decisión- desde donde debe
partir la integración. Cualquiera que sea el área de actuación y el nivel jerárquico de una
unidad del Sistema de gestión, se considerará que la prevención está integrada en la
misma si sus funciones se han fijado y desempeñan teniendo en cuenta (además de las
consideraciones productivas) los objetivos y principios preventivos. A este respecto el
artículo 1 del RSP resulta muy claro al “explicar” que la integración de la prevención
en todos los niveles jerárquicos de la empresa implica “la atribución a todos ellos y la
asunción por éstos de la obligación de incluir la prevención de riesgos en cualquier
actividad que realicen u ordenen y en todas las decisiones que adopten”. La integración
de la prevención en la Dirección de la empresa por ser el vértice de la estructura
jerárquica- resulta de especial importancia. En esencia, se trata de que la Dirección asuma
su responsabilidad general en materia de prevención y actúe en consecuencia haciendo
asumir las suyas a los componentes del siguiente escalón jerárquico de la empresa, para
que éstos hagan lo propio.
NECESIDAD DE INTEGRACIÓN DE LA PREVENCIÓN
La necesidad de integración de la prevención en una unidad cualquiera del Sistema de
gestión tiene que valorarse teniendo en cuenta la naturaleza de las funciones que tiene
atribuidas y su nivel jerárquico. Para identificar las unidades en las que es más necesario
integrar la prevención hay que tener en cuenta que los riesgos dependen básicamente, por
una parte, de las condiciones de trabajo (de las características de los lugares, instalaciones,
ambiente, equipos y procedimientos de trabajo) y, por otra parte, de las “condiciones del
trabajador” (de sus características personales y sus conocimientos). Las funciones de
cualquier unidad que intervenga en la determinación de dichas condiciones deben
revisarse y, en su caso, redefinirse, para integrar la prevención. La necesidad de
integración será tanto mayor cuanto mayor sea la posible repercusión de la actuación de
la unidad sobre la seguridad y salud de los trabajadores. La necesidad de la integración
puede ser muy variable, según las funciones de la Unidad de que se trate; en algunos casos
la integración es prácticamente imprescindible (como en el mantenimiento de equipos
potencialmente peligrosos, por ejemplo); en otros puede ser algo secundario. La pregunta
clave para valorar cuán necesaria es la integración en una determinada Unidad es la
siguiente: ¿En qué medida sus acciones (incluidas las decisiones) u omisiones pueden
afectar la seguridad y salud de los trabajadores? A medida que se asciende en la escala
jerárquica la integración se hace más necesaria pero, a la vez, se va reduciendo a “velar”
para que el inferior jerárquico conozca y asuma la necesidad de integración y cumpla las
exigencias establecidas al respecto. Así, por ejemplo, la función esencial del mando o
supervisor de una actividad peligrosa es la de velar para que el trabajador sepa realizar
dicha actividad de manera segura y la de controlar que se ejecuta correctamente; la del
inmediato superior puede ser, por ejemplo, la de establecer su procedimiento de ejecución
y controlar que se supervisa adecuadamente; a niveles jerárquicos superiores, el cometido
preventivo esencial pasa a ser el de practicar, promover y velar para que se tenga en
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cuenta el “deber de prevención” en todas las actividades y decisiones, facilitando los
medios para que ello sea posible. En cualquier caso, no debe olvidarse que si un
determinado nivel jerárquico asume la integración y da ejemplo de ello, los niveles
inferiores acabarán asumiéndola, pero lo contrario no es cierto: difícilmente se asumirá
la integración en un determinado nivel si es rechazada o menospreciada a un nivel
jerárquicamente superior.
GRADO Y “GRADO MÍNIMO” DE INTEGRACIÓN DE LA PREVENCIÓN
Es importante no confundir la (mayor o menor) necesidad de integración de la prevención
en una unidad de la estructura organizativa con el grado de integración de la prevención
en dicha unidad, que debe entenderse como el grado de autonomía que tiene para
desarrollar sus funciones sin tener que pedir la colaboración del Servicio de prevención.
Establecidas las directrices (en su caso) y el procedimiento para la ejecución de una
actividad, las funciones de la unidad sobre la que se centra la gestión de la misma
consisten, esencialmente, en la dirección y control de su ejecución. En este contexto, el
grado de integración de la prevención en una unidad puede oscilar, básicamente,
entre los extremos siguientes:- La unidad comunica/consulta con el Servicio de
prevención cualquier circunstancia o decisión que pueda tener repercusiones
preventivas. Aparte de ello, se limita a controlar que al ejecutarse la actividad se cumplen
determinados requisitos preventivos previamente establecidos y fácilmente verificables.-
La unidad dirige y controla la actividad con plena autonomía (sin separar sus aspectos
productivos y preventivos), sin perjuicio de que pueda solicitar ocasionalmente al
Servicio de prevención el asesoramiento que necesite. Para disfrutar de este elevado grado
de autonomía es necesario que las personas que dirijan la unidad en cuestión dispongan
de los conocimientos y, en particular, de los criterios preventivos necesarios para que
puedan reaccionar correctamente frente a los cambios o sucesos que se vayan
produciendo, sin tener que recurrir – salvo excepciones – al asesoramiento del Servicio
de prevención. Como regla general de “mínimos”, la integración de la prevención en la
unidad directamente encargada de la gestión de una determinada actividad debería incluir:
 El control de la correcta ejecución de la misma. La ejecución es correcta si se
cumple el procedimiento establecido (en el que se ha integrado la prevención) no
sólo en cuanto a la forma en que se desarrolla el trabajo sino también, en su caso,
en cuanto a los requisitos que deben satisfacer las condiciones del trabajo y las
del trabajador. El control debe incluir la identificación de los incidentes (con
relevancia preventiva) producidos. Si un incidente se produce por un
incumplimiento del procedimiento, dicho incumplimiento debe ser corregido en
el seno de la unidad; en caso contrario, será necesario revisar el procedimiento,
en colaboración, si es necesario, con el Servicio de prevención.
 La comunicación al Servicio de prevención (directamente o a través del
superior jerárquico) de cualquier previsión o cambio (por ejemplo, de la
adquisición de un equipo o la modificación sustancial de un lugar de trabajo),
incidente u otra circunstancia que deba consultársele o necesite conocer para el
correcto desempeño de sus funciones (por ejemplo, para revisar la evaluación).
Es conveniente que tanto los principales tipos de circunstancias a comunicar al
Servicio de prevención, como los canales para hacerlo, estén previamente
definidos. Resulta fundamental percatarse de que la actuación del Servicio de

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prevención depende en gran medida de la calidad de la información que recibe (de
las distintas unidades organizativas) de la empresa y de la rapidez de la
transmisión. Obviamente, un Servicio de prevención no puede asesorar
eficazmente respecto a decisiones que se toman y hacen efectivas sin consulta
previa; no resulta extraño, por ejemplo, que un técnico del Servicio se entere, con
ocasión de una visita a la empresa, de que se ha adquirido un nuevo equipo o
se ha contratado temporalmente a un trabajador. De igual forma, un Servicio de
prevención no puede actuar eficazmente si desconoce o conoce tardíamente los
cambios o sucesos peligrosos que se producen y que podrían exigir una revisión
de la evaluación de los riesgos y, en su caso, la adopción de medidas preventivas
de corrección o control.
En resumen:
- La integración de la prevención en el Sistema general de gestión de la empresa supone
la integración de la prevención en el conjunto de actividades que éste gestiona y (por
tanto) en sus distintas unidades y niveles jerárquicos (su estructura organizativa). Es en
el seno de este (único) Sistema donde deben resolverse los posibles conflictos entre
condicionantes preventivos y productivos.
- Se entenderá que la prevención está integrada:
- en un nivel jerárquico/unidad organizativa del Sistema, si sus funciones se
han fijado y desempeñan teniendo en cuenta (además de las consideraciones
productivas) los objetivos y principios preventivos;
- en una actividad concreta, si su procedimiento de ejecución se ha fijado y
se aplica respetando los “requisitos preventivos” exigibles (y no sólo los
productivos) y las personas que intervienen en su gestión/ ejecución disponen de
la formación e información necesarias.
- La necesidad de integración de la prevención en una unidad es muy variable
dependiendo de la posible repercusión de sus acciones u omisiones sobre la seguridad y
salud de los trabajadores. Por ejemplo: es mucho más importante integrar la prevención
en un “Departamento de compras” (que adquiere productos que utilizan los trabajadores)
que en un “Departamento de ventas”.
- El grado de integración de la prevención en una unidad organizativa puede entenderse
como el grado de autonomía que tiene para desarrollar sus funciones sin requerir la
colaboración del Servicio de prevención. En un “Departamento de compras”, por
ejemplo, puede existir un procedimiento que incluya los requisitos preventivos necesarios
para comprar un determinado tipo de equipo sin recurrir al Servicio de prevención o,
simplemente, puede consultarse sistemáticamente a dicho Servicio antes de efectuar cada
compra (mínima integración posible).
- Como regla general de “mínimos”, la integración de la prevención en la unidad
encargada de gestionar una determinada actividad debería incluir el control de su
correcta ejecución y la comunicación al Servicio de prevención (directamente o a través
de un superior jerárquico) de cualquier previsión, cambio o incidente que deba serle
consultado o del que deba estar informado. La ejecución se considera “correcta” cuando

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se cumple el procedimiento establecido (en el que se ha integrado la prevención) no sólo
en cuanto a la forma en que se desarrolla el trabajo sino también, en su caso, en cuanto a
los requisitos que deben satisfacer las condiciones del trabajo y las del trabajador.

IV.- EVALUACIÓN DE RIESGOS


El empresario debe aplicar las medidas de protección eficaz (art. 14 LPRL) de
conformidad con una serie de principios generales inspiradores de la propia acción
preventiva. De entre ellos, el artículo 15.1.b) LPRL incluye la evaluación de los riesgos
que no se puedan evitar. Se trata de una obligación del empresario de carácter general en
cualquier dimensión productiva o titularidad empresarial cuya actividad sea susceptible
de producir riesgos laborales. A través de la evaluación, se analizan los potenciales
riesgos que genera la realización del trabajo productivo con el fin de obtener información
ajustada y precisa que permita adoptar las medidas necesarias para combatir los riesgos.
La LPRL remite a la normativa reglamentaria de desarrollo de la evaluación de riesgos
[art. 6.1.d)], obligación que constituye un elemento clave de toda la actividad preventiva,
incluida la organización que debe llevar a cabo dicha gestión, que soporta toda la política
preventiva en la empresa. En efecto, el RSP regula dentro de su capítulo II la evaluación
de riesgos (arts. 3 a 7) en sus distintos aspectos e incluye algunos relacionados también
con la gestión de riesgos, en la medida en que la frontera entre la una y la otra no es en la
práctica clara y diáfana. En la elaboración de las estrategias para determinar los posibles
peligros y controlar los riesgos deben participar y ser consultadas todas las personas
presentes en el lugar de trabajo: empresario, directivos, trabajadores y sus representantes.
A) Concepto y contenido
El RSP define la evaluación de riesgos en su artículo 3 como «el proceso dirigido a
estimar la magnitud de aquellos riesgos que no hayan podido evitarse, obteniendo la
información necesaria para que el empresario esté en condiciones de tomar una decisión
apropiada sobre la necesidad de adoptar medidas preventivas y, en su caso, sobre el tipo
de medidas que deben adoptarse». Esta definición reglamentaria no contiene los
elementos integradores o definitorios de la evaluación de riesgos y, sobre todo, repara en
la finalidad atribuida a la evaluación de riesgos, es decir, la norma reglamentaria se
preocupa más de poner de relieve para qué es la evaluación de los riesgos que de indicar
qué es.
La evaluación riesgos se apoya en una serie de datos que se van identificando en distintas
fases. El artículo 2.2 RSP distingue entre la identificación de riesgos y la evaluación de
riesgos. Sin embargo, ello no significa que estas fases sean algo distinto, puesto que la
evaluación de riesgos toma en consideración el proceso previo identificativo que es
necesario para la obtención de toda la información que posteriormente debe evaluarse.
Además, el artículo 4.1.a) RSP regula el contenido general de la evaluación, de forma que
el empresario está obligado a tomar en consideración todas las condiciones de trabajo en
un sentido muy amplio.
Pero la evaluación de riesgos no se detiene sólo en estas dos fases, la identificación de los
riesgos debe ir seguida también de la de todos los trabajadores afectados por los riesgos

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que previamente se han determinado, si bien dicha identificación se limita únicamente a
la interacción de los riesgos derivados del puesto de trabajo y a «la posibilidad de que el
trabajador que lo ocupe o vaya a ocuparlo sea especialmente sensible, por sus
características personales o estado biológico conocido, a alguna de dichas condiciones»
[art. 4.1.b) RSP]. Sólo una vez que se han identificado los riesgos y los trabajadores
afectados se estará en condiciones de iniciar la fase para analizar qué riesgos pueden
evitarse o eliminarse, como establece el artículo 5.1 RPS.
En resumen, atendiendo a un criterio material, la evaluación de riesgos es un proceso
plurifásico de identificación y valoración de los riesgos y de identificación de los
trabajadores afectados por dichos riesgos para determinar las medidas concretas que
deben de adoptarse con la finalidad de eliminar, neutralizar o reducir los riesgos
puestos de manifiesto en la propia evaluación.
El proceso de evaluación de riesgos se compone de las siguientes etapas:

• Análisis del riesgo, mediante el cual se:


o Identifica el peligro
o Se estima el riesgo, valorando conjuntamente la probabilidad y las consecuencias de
que se materialice el peligro.
El Análisis del riesgo proporcionará de qué orden de magnitud es el riesgo.

• Valoración del riesgo, con el valor del riesgo obtenido, y comparándolo con el valor
del riesgo tolerable, se emite un juicio sobre la tolerabilidad del riesgo en cuestión. (riesgo
Si de la Evaluación del riesgo se deduce que el riesgo es no tolerable, hay que Controlar
el riesgo.

Niveles de
riesgo
Consecuencias
Ligeramente Dañino (D) Extremadamente
dañino (LD) dañino (ED)
Baja (B) Riesgo trivial Riesgo Riesgo
(T) tolerable (TO) moderado (MO)
Probabilidad Media (M) Riesgo Riesgo Riesgo
tolerable (TO) moderado importante (I)
(MO)
Alta (A) Riesgo Riesgo Riesgo
moderado importante (I) intolerable IN)
(MO)

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Riesgo Acción y temporización
Trivial (T) No se requiere acción específica
Tolerable (TO) No se necesita mejorar la acción preventiva. Sin
embargo, se deben considerar soluciones más
rentables o mejoras que no supongan una carga
económica importante.
Se requieren comprobaciones periódicas para
asegurar que se mantiene la eficacia de las
medidas de control.
Moderado (M) Se deben hacer esfuerzos para reducir el riesgo,
determinando las inversiones precisas. Las
medidas para reducir el riesgo deben
implantarse en un período determinado.
Cuando el riesgo moderado esta asociado con
consecuencias extremadamente dañinas, se
precisará una acción posterior para establecer,
con más precisión, la probabilidad de daño como
base para determinar la necesidad de mejora de
las medidas de control.
Importante (I) No debe comenzarse el trabajo hasta que se
haya reducido el riesgo. Puede que se precisen
recursos considerables para controlar el riesgo.
Cuando el riesgo corresponda a un trabajo que
se está realizando, debe remediarse el problema
en un tiempo inferior al de los riesgos
moderados.
Intolerable (IN) No debe comenzar ni continuar el trabajo hasta
que se reduzca el riesgo. Si no es posible reducir
el riesgo, incluso con recursos ilimitados, debe
prohibirse el trabajo.

Al proceso conjunto de Evaluación del riesgo y Control del riesgo se le suele denominar
Gestión del riesgo.

De otro lado, el artículo 4 RSP regula el «contenido general de la evaluación», lo que


parece dar entrada a la existencia de otros contenidos particulares o específicos. La
diferencia entre lo general y lo particular está presente en el artículo 16 LPRL que
establece la obligación del empresario de realizar la evaluación «con carácter general» a
partir de determinadas circunstancias, reservando a la normativa sobre protección ante
riesgos específicos y actividades de especial peligrosidad ese otro contenido más
particular de la constatación de una actividad productiva peligrosa.
Esta distinción se traduce en la existencia de una evaluación de carácter general orientada
a la evaluación de riesgos genéricos propios de toda actividad empresarial, aquéllos que
son inherentes al acondicionamiento de los lugares de trabajo, la actividad productiva, los
métodos de trabajo y producción, la elección de equipos de trabajo y demás productos,
sustancias o preparados que intervienen en el proceso productivo. Evaluación genérica
que se complementa con la evaluación orientada a la determinación de aquellos riesgos
particulares o propios de cada puesto de trabajo o función y a los que están expuestos los
trabajadores, así como aquella otra evaluación de carácter específico, cuando la actividad
productiva esté sujeta al ámbito de aplicación de una normativa específica sobre un
determinado riesgo para identificar y cuantificar los riesgos existentes.
Hay pues, una evaluación objetiva de los riesgos derivados del puesto de trabajo que se
complementa con una evaluación subjetiva centrada en la persona del trabajador para
determinar la interacción entre puesto de trabajo y trabajador.

12
B) Los procedimientos de evaluación
El establecimiento normativo de procedimientos para la evaluación de riesgos,
normalización y metodologías y guías de actuación está sujeto por la LPRL al
correspondiente desarrollo reglamentario [art. 6.1.d)] que se ha materializado en el
artículo 5 RSP. La norma parte de la dificultad que plantea la fijación de un procedimiento
para la evaluación de los riesgos, tanto por la heterogeneidad de la actividad laboral, como
por la falta de normas fijas y únicas para realizar la evaluación. No obstante, regula con
precisión los procedimientos de evaluación de riesgos estableciendo cómo ha de llevarse
a cabo dicha evaluación.
Dos núcleos temáticos hay que resaltar de la regulación del procedimiento de evaluación:
por un lado, la llamada a la participación de empresarios y trabajadores en la evaluación
de riesgos; por otro, los aspectos técnicos dominan la evaluación, tanto por lo que se
refiere a la determinación y cuantificación de los riesgos objetivos (los derivados de las
condiciones de trabajo), como a la determinación de los riesgos subjetivos o evaluación
de la salud de los trabajadores.
Por lo que se refiere a la participación, se distinguen los planos individual y colectivo. A
nivel individual, los propios trabajadores suelen ser los que mejor conocen los riesgos
habituales de su puesto de trabajo, de ahí que el artículo 5.1 RSP obligue a tener en cuenta
la información recibida de los trabajadores.
Este deber se complementa con el derecho que tiene todo trabajador a efectuar propuestas
para mejorar los niveles de protección en la empresa (art. 18.2 LPRL) que deberán
tomarse en consideración por los órganos de valuadores. Cierra esta participación la
obligación empresarial de consultar a los propios trabajadores, En ausencia de
representantes, el procedimiento de evaluación a utilizar (art. 3.2 RSP). A nivel colectivo,
también existe esta misma obligación de consulta previa.
El segundo núcleo temático sobre quiere que reparar es el relativo a los aspectos
procedimentales propiamente dichos, que se proyectan, de un lado, sobre la evaluación
de los riesgos existentes, y, de otro, sobre evaluación de la salud del trabajador.
Este ámbito referido a los procedimientos de evaluación estar dominado por un técnico,
si bien del RSP se desprenden varios requisitos que pueden reducirse a dos: seguridad en
la elección de procedimiento y confianza en los resultados.
El RSP distingue, por un lado, el procedimiento establecido en la normativa específica de
aplicación (art. 5.2) y, por otro, los criterios procedimentales de valoración de carácter
técnico recogidos en otros instrumentos (art. 5.3).
Por normativa específica de aplicación hay que entender todas aquellas normas que
regulan la protección contra riesgos específicos y que establecen los métodos para
análisis, tiempos de muestreos y demás controles ambientales, o suministran los criterios
o factores de riesgos a evaluar. Ejemplos de los procedimientos de evaluación
establecidos en normas existen en el ámbito de la protección de los trabajadores contra
riesgos específicos: ruido, amianto, humo metálico, PVC, radiaciones ionizantes.
Dentro de estos procedimientos normativizados, hay que distinguir entre lo que
podríamos denominar procedimientos de evaluación completos, que incluyen los criterios

13
para proceder a dicha evaluación, y procedimientos de evaluación incompletos, que
requieren una interpretación a partir de otros criterios técnicos no contemplados en la
norma.
El problema de cómo realizar la correspondiente valoración de los riesgos se plantea en
aquellas actividades empresariales para las que no existe un procedimiento de evaluación
o éste resulta incompleto. La normativa preventiva a adoptar una solución garantista: que
los criterios procedimentales de valoración de carácter técnico proporcionen confianza
sobre su resultado, y, en caso de duda, deberán adoptarse las medidas preventivas más
favorables desde el punto de vista de la prevención (art. 5.2 RSP). No obstante, la norma
reglamentaria jerarquizará los métodos o criterios procedimentales de valoración de
carácter técnico o en función del sujeto que remite, estableciendo dos niveles.
En primer lugar, los métodos o criterios contenidos en:
 Normas UNE
 Guías del instituto nacional de seguridad e higiene
 Guías del instituto nacional de silicosis
 Protocolos y guías del ministerio de sanidad y consumo
 Protocolos y guías de instituciones competentes de las comunidades autónomas
 Normas internacionales
Todos estos instrumentos son elaborados o aceptados por órganos administrativos con
competencias en materia preventiva y tienen un carácter principal y preferente su
aplicación.
En un segundo nivel se sitúan los métodos y criterios contenidos en:
 Guías de entidades de reconocido prestigio en la materia
 Métodos o criterios profesionales.
Que deben cumplir los siguientes requisitos: que estén descritos documentalmente, que
sean más favorables desde el punto de vista de la prevención y que proporcione un nivel
de confianza equivalente. Además, los criterios por los métodos establecidos en estos
últimos instrumentos tienen un carácter subsidiario, de forma que su aplicación sólo será
posible en ausencia de los establecidos en un primer nivel.
C) La evaluación inicial, las sucesivas y la revisión de la evaluación
El RSP, igual que la LPRL, distinguir, por un lado, una evaluación inicial de otras
evaluaciones sucesivas o de actualización, que deben realizarse a partir de esa primera
evaluación o de las evaluaciones posteriores, y, por otro, la revisión de la evaluación de
riesgos. Mientras que la evaluación inicial y las sucesivas evaluaciones están reguladas
en el artículo 4 RSP, que se regirá por el contenido general de la evaluación, el artículo 6
de esta norma regula el momento en que debe revisarse la evolución de riesgos.
La evaluación inicial debe realizarse con carácter previo al inicio de la actividad
empresarial para determinar los riesgos que puede generar el proceso productivo que va
desarrollarse.
Por otra parte, por lo que se refiere a la evaluación o evaluaciones sucesivas para
actualizar la evaluación inicial u otras posteriores, debe realizarse cuando se produzca un

14
cambio en las condiciones de trabajo, en la elección de nuevos equipos de trabajo,
introducción de nuevas tecnologías, modificación en el acondicionamiento de los lugares,
introducción de sustancias y preparados químicos y demás materias o productos
utilizados en proceso productivo que puedan tener repercusiones sobre la seguridad y
salud y cuando se incorpore un trabajador a un puesto de trabajo o función para determinar
la interacción y los riesgos a que puede estar sujeto. La obligación surge, pues, en el
mismo momento en que se produce el cambio y valorar así los riesgos producidos por
dicha modificación.
En relación con la evaluación de riesgos se establecen dos especialidades: una relativa la
maternidad, de modo que elaboración inicial deberá valorar, en los términos del artículo
26 LPRL, los riesgos existentes para las trabajadoras embarazadas o con hijos lactantes,
aunque en el momento de la evaluación no haya trabajadoras en estas circunstancias, así
como determinar la relación de puestos de trabajo exentos de riesgos a los que puedan ser
destinadas estas trabajadoras. La segunda especialidad viene referida a la protección de
los trabajadores menores, de forma que el empresario debe evaluarse entre los riesgos
derivados de los puestos de trabajo que vayan a ocupar los menores, evaluación que ha
de hacerse antes de su incorporación y previamente a cualquier modificación de sus
condiciones de trabajo, evaluación que se realizará conforme a lo establecido en el
artículo 27 LPRL.
Distinta de evaluación inicial y sus actualizaciones sucesivas es la revisión de la
evaluación, distinguiendo el Reglamento entre una revisión preceptiva, cuando concurren
determinadas circunstancias, y una revisión periódica también obligatoria.
El artículo 6 RSP, siguiendo lo dispuesto en el artículo 16 LPRL, establece la obligación
de revisar la correspondiente evaluación. La diferencia entre la actualización o
evaluaciones sucesivas y la revisión de la evaluación reside en sus distintos efectos. La
actualización es un proceso para evaluar los riesgos y adoptar, a partir de dicha
valoración, las medidas preventivas necesarias para evitar que se produzcan daños para
la seguridad y salud de los trabajadores. En cambio, la revisión se dirigió a poner de
relieve la inadecuación o insuficiencia de las medidas adoptadas, ya sea por el transcurso
del tiempo, o por acontecimientos excepcionales.
La revisión de la evaluación deberá efectuarse en los siguientes casos (art. 6.1 RSP):
 Cuando así venga establecida en una norma
 Con ocasión de daños para la salud de los trabajadores
 Cuando la vigilancia de la salud, de manifiesto que las actividades preventivas
pueden ser inadecuadas o insuficientes
 Cuando se manifiesten esos mismos defectos con ocasión de la prestación de los
controles periódicos
También se revisará la evaluación periódicamente cuando se establezca por acuerdo entre
empresario los representantes de los trabajadores, teniendo en cuenta el deterioro sufrido
por los distintos elementos que integran el proceso productivo debido al transcurso del
tiempo (art. 6.2 RSP).

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D) Documentación de la evaluación de riesgos
El artículo 7 RSP regula los aspectos formales relativos a la documentación de la
evolución de riesgos, desarrollando en este punto el artículo 23 de la LPRL que establece
la obligación de elaborar y conservar a disposición de la autoridad laboral la
documentación relativa a la evaluación de riesgos, aspectos que la norma reglamentaria
concreta.
 La documentación de la evolución de riesgos incluirá los siguientes datos:
 La identificación del puesto de trabajo
 El riesgo o riesgos existentes y la relación de trabajadores afectados
 El resultado de elaboración y las medidas preventivas que procedan
 La referencia de los criterios y procedimientos de evaluación y de los métodos de
medición, análisis o ensayos utilizados
La obligación documental surge cuando la evaluación de riesgos ponga de manifiesto la
necesidad de adoptar alguna medida preventiva. Sin embargo, sería conveniente que el
empresario documentara la evaluación realizada aunque de la misma no se derive la
necesidad medida adicional alguna.

PLAN DE PREVENCIÓN
La nueva redacción del artículo 16.1 de la LPRL realizada por la Ley 54/2003 establece
la obligación de integrar la prevención de riesgos laborales en el sistema General de
gestión de la empresa, tanto en el conjunto de sus actividades como en todos los niveles
jerárquicos de ésta, a través de la implantación y aplicación de un plan de prevención de
riesgos laborales, que deberá incluir los siguientes aspectos de la prevención:
 Estructura organizativa
 Responsabilidades
 Funciones, prácticas, procedimientos, procesos y recursos necesarios para realizar
la acción de prevención de riesgos en la empresa.
Los instrumentos esenciales para la gestión y aplicación del plan de prevención de
riesgos, que podrán ser llevados a cabo por fases de forma programada, son (art. 16.2
LPRL en redacción de la Ley 54/2003):
 La evaluación de riesgos laborales
 La planificación de la actividad preventiva
Por su parte, el artículo 2.1 RSP define el plan de prevención de riesgos laborales como
«la herramienta a través de la cual se integra la actividad preventiva de la empresa en
su sistema General de gestión y se establece su política de prevención de riesgos
laborales».
El plan de prevención de riesgos laborales debe ser aprobado por la dirección de la
empresa, asumido por toda su estructura organizativa, en particular por todos sus niveles
jerárquicos, y conocido por todos sus trabajadores.
2. El plan de prevención de riesgos laborales habrá de reflejarse en un documento que se
conservará a disposición de la autoridad laboral, de las autoridades sanitarias y de los
representantes de los trabajadores, e incluirá, con amplitud adecuada a la misión y
características de la empresa, los siguientes elementos:
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a) La identificación de la empresa, de su actividad productiva, el número y
características de los centros de trabajo y el número de trabajadores y sus
características con relevancia en la prevención de riesgos laborales.
b) La estructura organizativa de la empresa, identificando las funciones y
responsabilidades que asume cada uno de sus niveles jerárquicos y los respectivos
cauces de comunicación entre ellos, en relación con la prevención de riego
laborales.
c) La organización de la producción en cuanto a la identificación de los distintos
procesos técnicos y las prácticas y los procedimientos organizativos existentes en
la empresa, en relación con la prevención de riesgos laborales.
d) La organización de la prevención en la empresa, indicando la modalidad
preventiva elegida y los órganos de representación existentes.
e) La política, los objetivos y metas que en materia preventiva pretende alcanzar la
empresa, así como los recursos humanos, técnicos, materiales y económicos de
los que se va a disponer al efecto.
3. Los instrumentos esenciales para la gestión y aplicación del plan de prevención de
riesgos laborales son la evaluación de riesgos y la planificación de la actividad preventiva,
que el empresario deberá realizar en la forma que se determina en el artículo 16 de la ley
31/1995, de 8 de noviembre, de prevención de riesgos laborales y en los artículos
siguientes de la presente disposición.
4. Las empresas de hasta 50 trabajadores que no desarrollen actividades del anexo I
podrán reflejar en un único documento el plan de prevención de riesgos laborales, la
evaluación de riesgos y la planificación de la actividad preventiva.
Este documento será de extensión reducida y fácil comprensión, deberá estar plenamente
adaptado a la actividad y tamaño de la empresa y establecerá las medidas operativas
pertinentes para realizar la integración de la prevención en la actividad de la empresa, los
puestos de trabajo con riesgo y las medidas concretas para evitarlos o reducirlos,
jerarquizadas en función del nivel de riesgos, así como el plazo para su ejecución.

V. LA PLANIFICACIÓN DE LA ACTIVIDAD PREVENTIVA


Concepto
De conformidad con lo establecido en el artículo 16.2.b) de la Ley 31/95 de Prevención
de Riesgos Laborales (según su nueva redacción establecida por la Ley 54/2003 de
Reforma del Marco Normativo): «Si los resultados de la evaluación pusieran de
manifiesto situaciones de riesgo, el empresario realizará aquellas actividades
preventivas necesarias para eliminar, reducir o controlar tales riesgos. Dichas
actividades serán objeto de planificación por el empresario, incluyendo para cada
actividad preventiva el plazo para llevarla a cabo, la designación de responsables y los
recursos humanos y materiales necesarios para su ejecución.»
A continuación, se añade un segundo párrafo, que dice: «El empresario deberá
asegurarse de la efectiva ejecución de las actividades preventivas incluidas en la
planificación, efectuando para ello un seguimiento continuo de la misma.»
Se entiende, por tanto, por planificación de la prevención la sistematización de un
conjunto de actuaciones preventivas que deberán desarrollarse en un tiempo determinado

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según un orden de prioridades previamente dispuesto con el fin de evitar los accidentes e
incidentes o reducir el alcance de sus efectos.
Los elementos sustantivos de esta definición se pueden concretar en:
 Estructuración de las actuaciones.
 Temporalidad.
 Orden de prioridades
 Su finalidad es evitar accidentes e incidentes.
Objeto
El objetivo de toda planificación de la prevención es necesariamente la eliminación de
los riesgos o la atenuación de sus efectos. Desde una óptica de resultados, esta
planificación persigue la reducción de los índices de frecuencia, de gravedad y de
incidencia de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.
En una planificación de medidas de prevención deben constar las actuaciones preventivas
de un determinado período (normalmente tienen una vigencia anual); unas se referirán a
las medidas correctoras planificadas como consecuencia de la evaluación de riesgos; otras
habrán sido ya previstas anteriormente, conforme al Plan de Prevención de la Empresa, y
serán incorporadas en la parte que corresponda en la planificación anual o periódica, y
otras tendrán su origen simplemente en decisiones empresariales, bien sea como
consecuencia de un proceso de negociación, como, por ejemplo, la realización de
reconocimientos médicos periódicos previstos para un periodo determinado en los
convenios colectivos; bien sea por iniciativa de la propia dirección de la empresa, o por
sugerencia o recomendación del servicio de prevención, como puede ser la impartición
de un curso de prevención a un determinado número de trabajadores, o que pertenezcan
a un área determinada, bien porque se hayan detectado determinadas prácticas inseguras,
defectos de formación o porque se hayan introducido nuevas tecnologías, por ejemplo.
Estructura
En general, la estructura de las planificaciones y programas de prevención anuales o
periódicos contemplan idénticos apartados: acciones programadas, responsable de las
medidas, fecha inicial y fecha final de cada acción, y recursos económicos asignados.
Toda planificación anual de acciones preventivas debe tener una estructura; la que se
propone y es objeto de desarrollo contiene las siguientes líneas maestras:
A) Relación e identificación de acciones preventivas programadas como consecuencia de
las magnitudes o variables constituidas por:
 La evaluación de los riesgos y realización de inspecciones periódicas.
 La investigación de accidentes e incidentes.
 La exigencia de adoptar medidas de protección colectiva.
 La formación e información necesaria.
 El establecimiento o complemento de normas y procedimientos de trabajo.
 La adopción de medidas de emergencia.
 La coordinación de actividades empresariales.
 La adopción de medidas de vigilancia de la salud.
 La adopción de equipos de protección individual.
B) La prioridad de cada medida (en función del riesgo a evitar o controlar y su
calificación).
C) El responsable de la ejecución de la medida.
D) La fecha inicial y final (todas las medidas planificadas deben someterse a un
calendario).
E) Los recursos económicos asignados.

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Por último, como resumen, hay que tener en cuenta que si la evaluación de los riesgos es
la condición previa para el desarrollo de la planificación de la actividad preventiva, los
planes de prevención periódicos o anuales son su exponente más importante.
Por otro lado, la puesta en práctica de una medida correctora de forma individualizada e
independiente no es eficaz; es necesario por ello su incorporación a una planificación o
programa de prevención en el que de una forma sistematizada se ejecuten las acciones
preventivas mediante un orden de prioridades y con una temporalidad determinada.
Este modelo de planificación de acciones preventivas propuesto es indicativo pues su
adaptación a las características de la empresa o entidad requiere su concreción en datos
y, en ocasiones, su ampliación o reducción.
1.1. Acciones programadas
Las acciones programadas han de versar sobre un conjunto de magnitudes que encierran
factores de riesgo, teniendo en cuenta que cada una de ellas deberá ser objeto del
correspondiente tratamiento y seguimiento, que incluyan: la persona responsable, la fecha
inicial y final de acuerdo al orden de prioridades establecido, y el coste presupuestado de
la medida correctora.
1.1.1. Magnitudes o variables
Desde el punto de vista de su contenido genérico el plan se estructura en nueve variables
o magnitudes en las que se enmarcan todas y cada una de las posibles acciones
preventivas.
Este conjunto de magnitudes o variables constituido por la evaluación de los riesgos,
investigación de accidentes e incidentes, protecciones colectivas, formación e
información, normas y procedimientos de trabajo, medidas de emergencia, coordinación
de actividades empresariales, vigilancia de la salud y equipos de protección individual
responden a las obligaciones específicas de la empresa, desarrolladas en el capítulo III de
la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Todas las medidas correctoras o preventivas ya procedan de la aplicación de las técnicas
analíticas o de otras decisiones empresariales, son reconducibles a una de las magnitudes
o variables en los que se divida el Plan de Prevención.
Por ello, la medida correctora es susceptible de dos tratamientos: uno, individual y
particular, y otro, en cuanto parte integrante del Plan de Prevención.
Para conocer perfectamente el contenido de un plan es conveniente desarrollar
doctrinalmente cada una de estas magnitudes conforme a la normativa vigente.
A) Evaluación de riesgos e inspecciones periódicas
La evaluación de riesgos es una obligación empresarial de carácter fundamental, puesto
que conforme a sus resultados se planifica la actividad preventiva.
Por consiguiente, en cualquier planificación o programa de prevención es necesario
establecer el calendario de evaluaciones, ya se trate de reevaluaciones de las inicialmente
ya realizadas, bien sean periódicas o simplemente nuevas y puntuales.
Vinculado a lo anterior se debe establecer un programa de inspecciones o revisiones
periódicas. De hecho, el artículo 16.2.a) de la LPRL prevé la realización de controles
periódicos de las condiciones de trabajo y de la actividad de los trabajadores, siempre que
los resultados de la evaluación de riesgos lo hagan necesario.
B) Investigación de accidentes e incidentes
La propuesta de investigar todos los accidentes, aun los leves, y todos los incidentes ha
de constar en toda planificación de prevención. Y ello porque es necesario conocer las
causas de los accidentes para aplicar las medidas correctoras. Por lo tanto, en todo
programa de prevención conviene consignar:
 La metodología a seguir en la investigación de los accidentes.

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 Las causas inmediatas y las básicas de los accidentes e incidentes que deben hacerse
constar en el correspondiente informe.
 El tratamiento estadístico de la siniestralidad mediante el cálculo de índices de
frecuencia, gravedad, incidencia, comparación con los resultados publicados del
sector de la actividad.
C) Protecciones colectivas
Se entiende por protección colectiva la actuación técnica destinada a proteger a los
trabajadores; como tal se consideran los resguardos, los dispositivos de seguridad o, en
general, todo aquel medio material que protege contra algún riesgo, exceptuando los de
uso o empleo personal. Las protecciones colectivas, como medidas de prevención
integrantes de una planificación preventiva, pueden afectar a la seguridad en el trabajo, a
la higiene industrial y a la ergonomía y psicosociología aplicada, y, de una forma más
concreta, a los factores de riesgo inherentes a los lugares de trabajo en sentido estricto, a
la señalización, pantallas de visualización, aparatos a presión, máquinas y equipos de
trabajo, instalaciones eléctricas, sustancias y preparados químicos peligrosos, protección
frente a los riesgos físicos, químicos o biológicos, carga física, carga mental, etc.
Algunos de estos sectores de acción preventiva han sido objeto de desarrollo específico a
través de la correspondiente norma reglamentaria en cumplimiento de lo establecido en
el artículo 6 de la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales.
Conviene conocer las normas reglamentarias aprobadas hasta el momento por cuanto
presuponen una actualización técnica de las normas de seguridad y salud laboral
aplicables; incluyen tanto las medidas de protección colectiva como de carácter
individual, y al mismo tiempo tales normas significan la transposición al derecho interno
español de las correspondientes Directivas europeas armonizadoras.
D) Formación, información, consulta y participación de los trabajadores
La planificación de la actividad preventiva debe contener las medidas a llevar a cabo, en
el período que se trate, por los empresarios en relación con materias tales como la
formación, la información, la consulta y participación de los trabajadores en
cumplimiento de lo dispuesto en los artículos 18 y 19 y de la LPRL.
D.1. Formación
Una de las obligaciones primordiales del empresario es garantizar que cada trabajador
reciba una formación teórica y práctica, suficiente y adecuada. La formación debe
impartirse en el momento de la contratación y periódicamente cuando se produzcan
modificaciones en las condiciones de trabajo por la compra de nuevos equipos o la
introducción de nuevas tecnologías. Preferentemente, se proporcionará en la jornada de
trabajo a través de medios propios o ajenos concertados y versará sobre todos los aspectos
que concurren en el puesto de trabajo. En la programación se harán constar los cursos y
jornadas a realizar por áreas de trabajo y/o grupos profesionales, especificando el coste y
consignando la fecha y persona responsable.
D.2. Información
La programación también debe prever la información o informaciones que el empresario
ha de proporcionar a los trabajadores en relación con los riesgos que se hayan detectado
en la empresa y respecto a las medidas de protección y prevención que deben adoptarse
para controlar factores de riesgo, así como las medidas de emergencia que deban
adoptarse en materia de primeros auxilios, lucha contra incendios y evacuación de los
trabajadores. La información a través de folletos, carteles o simplemente oral ha de tener
como destinatarios a los representantes de los trabajadores y a éstos individualmente
considerados. Todas las fórmulas de información deben quedar previstas en los
programas y planificaciones de la actividad preventiva.

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D.3. Consulta y participación
La acción empresarial, a través de la planificación de acciones preventivas de seguridad
y salud laboral, requiere el cumplimiento de los deberes empresariales de consulta y
participación de los trabajadores, que se llevará a cabo a través de los órganos de
representación especializada, es decir, de los delegados de Prevención y, en su caso, de
los Comités de Seguridad y Salud.
Es conveniente que en la planificación de la actividad preventiva se normalice el cauce
de comunicación con los representantes de los trabajadores a efecto de consignar las
reuniones, sus fechas y contenidos.
E) Normas y procedimientos de trabajo
Las normas y procedimientos de trabajo son instrumentos básicos de la puesta en práctica
de cualquier política de prevención. Por ello, cada cierto período de tiempo los
responsables de la empresa deben programar qué normas de seguridad han de ser
elaboradas y qué procedimientos de trabajo han de ser diseñados para que el trabajador
opere de una forma segura.
Se entiende por normas de seguridad las directrices, de contenido no jurídico, que afectan
al comportamiento de los trabajadores y que tienen el fin de evitar lesiones e incidentes
mediante el control de los riesgos. Para que una norma de seguridad emanada de la
dirección pueda ser eficaz y ser llevada a la práctica tiene que ser necesaria, clara, breve
y concreta, posible, actual, aceptada y exigible; algunas de estas directrices serán
generales y otras específicas; en la elaboración de todas ellas deben participar los
trabajadores afectados y sus representantes.
Un procedimiento de trabajo o práctica operativa consiste en la normalización del
desarrollo de un determinado trabajo o actividad de acuerdo a las pautas e indicaciones
estándares en función de factores tan importantes como la seguridad, la calidad y la
productividad. Para su realización se puede dividir en estas fases: identificación del
trabajo u operación, división del trabajo en tareas, definición y enumeración de los
riesgos, y determinación de las medidas y controles tendentes a la eliminación o
atenuación de tales riesgos.
F) Medidas de emergencia
Las medidas de emergencia representan un capítulo importante en algunos tipos de
industria. El artículo 20 de la LPRL establece obligaciones al empresario para proteger a
los trabajadores de los riesgos ocasionados por incendios, explosiones, inundaciones,
escapes de gas, etc. Estas obligaciones, cuyo ejercicio ha de ser programado, se concretan
en el análisis de las posibles situaciones de emergencia, en la adopción de las medidas
necesarias en materia de primeros auxilios, lucha contra incendios y evacuación de
trabajadores, en la designación de quienes deben poner en práctica tales medidas, en la
dotación del material adecuado, en la formación de los trabajadores asignados y en el
establecimiento de las necesarias relaciones con servicios externos. Todas las medidas
que se adopten en estas materias deben incluirse en la planificación preventiva anual.
G) Coordinación de actividades empresariales
Los planes y programas periódicos de seguridad deben plasmar, en acciones concretas, el
resultado del cumplimiento de las obligaciones de coordinación y vigilancia a las que se
refiere el artículo 24 de la LPRL. Éste impone a los empresarios que desarrollan
simultáneamente actividades en un mismo centro de trabajo, bien ostenten el carácter de
titular del centro de trabajo o el de contratistas o subcontratistas, una serie de obligaciones
y responsabilidades, algunas de ellas con carácter solidario como las que afectan a la
empresa principal respecto a las contratistas y subcontratistas, tal y como se prevé en el
artículo 42.2 de la propia Ley.
Las acciones preventivas deben versar sobre cuestiones tan importantes como:

21
 El nombramiento del coordinador de prevención de la empresa principal, en los casos
en que se establezca.
 Los nombramientos de coordinadores de prevención de las empresas contratistas.
 Determinar las reuniones a realizar y su frecuencia.
 El destino de un local o lugar para realizar tales reuniones.
 La adopción de acuerdos sobre prevención de riesgos laborales que den lugar a
medidas preventivas en todas y cada una de las empresas.
 La extensión de las correspondientes actas de las reuniones realizadas.
En este apartado nos remitimos al análisis que efectuamos de esta materia en el capítulo
correspondiente.
H) Vigilancia de la salud
La vigilancia de la salud, en cuanto obligación empresarial, está desarrollada en el artículo
22 de la LPRL en los siguientes términos: «El empresario garantizará a los trabajadores
a su servicio la vigilancia periódica de su estado de salud en función de los riesgos
inherentes al trabajo.»
Esta obligación se traduce en una de sus manifestaciones en la realización de
reconocimientos médicos periódicos; éstos se programan anualmente mediante su
inclusión en la planificación preventiva de acuerdo con las previsiones establecidas por
la normativa específica de cada riesgo, las indicaciones de los Servicios de Prevención
que tienen asumida en la empresa la vigilancia de la salud, o simplemente porque esté
establecido en los correspondientes convenios colectivos. La planificación de estos
reconocimientos deberá distinguir su tipología y frecuencia, los colectivos de trabajadores
afectados en función de los riesgos específicos de los puestos, el servicio de prevención
propio o ajeno que los va a realizar y su coste estimado.
Los reconocimientos se clasifican en: iniciales, con ocasión del ingreso del trabajador en
la empresa; por cambio de tareas, trabajos prolongados; periódicos, que se realizan cada
cierto tiempo previamente determinado por la normativa vigente o por acuerdo entre
empresa y trabajadores, y post-ocupacionales, que se realizan después de extinguida la
relación laboral (por ejemplo, en caso de exposición a agentes cancerígenos). También
deberán constar en la planificación y en los programas de prevención otras acciones de
medicina laboral, tales como las consultas, los dictámenes, las investigaciones de carácter
epidemiológico en relación con determinados riesgos específicos, las campañas, las
sugerencias, la coordinación con otras áreas de los Servicios de Prevención, así como la
elaboración y sistemática de los circuitos de confidencialidad de los informes, y
conclusiones de los reconocimientos médicos.
I) Equipos de protección individual
Conocido el principio general de acción preventiva, que consiste en la anteposición de la
protección colectiva respecto a la protección individual, el artículo 17 de la LPRL aborda
la definición y características de los equipos de protección individual o EPI´s.
Se entiende por equipo de protección individual cualquier equipo destinado a ser llevado
o sujetado por el trabajador para que le proteja de uno o varios riesgos que puedan
amenazar su seguridad o su salud en el trabajo, así como cualquier complemento o
accesorio destinado a tal fin.
El equipo de protección individual deberá ser apropiado a los riesgos de los que haya de
protegerse, responderá a las condiciones existentes en el lugar de trabajo y a las exigencias
ergonómicas y de salud del trabajador, y se adecuará al portador tras los necesarios
ajustes.
De acuerdo con los resultados de la evaluación de los riesgos, el empresario debe
planificar e incluir en los programas de prevención anuales los EPI’s que se van a
necesitar para proteger a los trabajadores de cada puesto de trabajo de los distintos riesgos

22
que puedan incidir en las diversas partes del cuerpo: cabeza, tronco, miembros inferiores
y superiores, anotando su coste y operarios afectados. Dentro del programa de desarrollo
reglamentario previsto en el artículo 6 de la LPRL, el Real Decreto 773/97, de 30 de
mayo, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la utilización por los
trabajadores de equipos de protección individual, constituye el cuerpo normativo en la
materia, cumpliendo con ello el mandato de la Comunidad Europea relativo a la
transposición de la Directiva 89/656/CEE, e incluye como Anexo IV la Comunicación de
la Comisión relativa a la valoración desde el punto de vista de la seguridad de dichos
equipos con vistas a su elección y utilización.
1.1.2. Acciones preventivas y su planificación
El contenido específico de la planificación de prevención de carácter anual o periódica
está formado por las acciones preventivas. Éstas pueden afectar, de una parte, a la
seguridad, higiene, ergonomía, medicina laboral, y de otra, a los distintos factores de
riesgo. Por ello, las actuaciones preventivas previstas durante la vigencia de la
planificación/programación anual han de hacerse constar una a una en la magnitud o
variable que corresponda, ya provenga de los resultados de la evaluación de los riesgos o
de las decisiones de la dirección de la empresa; su secuencia y enumeración ordinal
permite dar cabida a cuantas realmente sean necesarias.
Ciertos datos han de consignarse de forma expresa:
 Identificación de la medida.
 Proceso productivo, maquinaria, equipos de trabajo o instalación o ámbito al
 que afecte.
 Sección, departamento y zona de trabajo.
 Requisitos que deben contener las medidas correctoras o acciones preventivas.
En la ejecución de las acciones preventivas integrantes de una planificación de la
prevención es necesario consignar el responsable, la fecha inicial-final, recursos
económicos, es decir, los mismos datos referidos a la medida correctora contemplada
individualmente. Se repiten estos apartados porque, en este caso, adquieren perfiles
especiales derivados de la propia estructura y filosofía del Plan de Prevención.
1.2. Prioridades
A cada una de las acciones preventivas hay que asignarles una prioridad en función de la
entidad de los riesgos que se pretende controlar, las dotaciones presupuestarias, el número
de trabajadores afectados por la medida a adoptar, etc.
El nivel de prioridad debe fijarse de acuerdo con criterios objetivos. Un método que
parece aceptable consiste en atribuir a la medida correctora un nivel de prioridad que
puede ir de 1 a 4, entendiendo que el 4 significa poca o nula prioridad, y el 1, máxima
prioridad, pasando por los escalones intermedios 2 y 3.
En el método simplificado de evaluación de riesgos, elaborado por el Instituto Nacional
de Seguridad e Higiene en el Trabajo, la calificación y clasificación de los riesgos en
distintas categorías es la que determina directamente la prioridad de las medidas de
control a adoptar, estableciéndose a estos efectos la siguiente clasificación: riesgos
triviales, riesgos tolerables, riesgos moderados, riesgos importantes y riesgos
intolerables, en función de la probabilidad de que un riesgo pueda materializarse y según
las posibles consecuencias esperadas desde el punto de vista del daño.
La prioridad en la adopción de cada medida debe estar, por tanto, directamente
determinada por el carácter y entidad de los riesgos a controlar o reducir.
1.3. Responsables
La dirección de la empresa debe designar un responsable o responsables para cada acción
preventiva, pudiendo en ocasiones afectar a todo un equipo.

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Hay que recordar que si se tratara de una medida correctora resultado de una inspección
de condiciones de trabajo, de una investigación de accidentes o de una evaluación de los
riesgos el responsable, hay que determinarlo cuando aquélla fue objeto de un tratamiento
individualizado. Para que esta medida correctora sea parte integrante de una planificación
debe integrarse necesariamente en un programa de prevención.
Siguiendo con el responsable de la acción correctora, a él le corresponde la ejecución de
la medida a aplicar en función del riesgo del que hay que proteger y el impulso constante
de los trabajos para ajustarse a los tiempos previstos.
1.4. Fecha inicial-final
En cada una de las acciones preventivas hay que fijar una fecha inicial de ejecución, que
se hará constar en la planificación o programas cuando aquélla sea solamente un proyecto
o una iniciativa. La fecha final es meramente estimativa, y se consignará de forma exacta
cuando finalice la ejecución. Se recuerda que las fechas de ejecución de la medida
correctora o preventiva dependen de la prioridad que se le haya atribuido en función de
la magnitud del riesgo, de la probabilidad de su materialización y del número de
trabajadores expuestos.
El sometimiento al calendario previsto es de suma importancia si se quiere que las
medidas se lleven a cabo con eficacia, lejos de cualquier acción descontrolada, imprevista
y confusa.
1.5. Coste presupuestado
La ejecución de las medidas correctoras o preventivas tiene un coste. Éste debe ser objeto
de una previsión antes de proceder a la ejecución; entonces se llama coste presupuestado.
Determinar el coste previsto de cada medida correctora o preventiva es una exigencia de
la planificación. En consonancia con ello, la gerencia debe proponer la correspondiente
dotación presupuestaria que sirva para dar cobertura a cuantas acciones se necesiten para
ejecutar dichas medidas correctoras o preventivas. Ahora bien, la planificación anual al
ser un conjunto integrado contempla, a su vez, la suma de los costes parciales previstos,
que son en el fondo los costes de prevención.
Ciertamente, el fin de la prevención de riesgos es social más que económico, es decir, el
fin último es preservar la integridad física de los trabajadores, pero el empresario deberá
actuar teniendo en cuenta igualmente la vertiente económica. De ahí que el presupuesto
inherente a la prevención de riesgos laborales es un componente más del presupuesto
global; en este caso del previsto. Lo mismo que el Departamento de Contabilidad de la
empresa lleva un control de todos los ingresos y gastos, es conveniente que en los planes
y programas preventivos anuales se lleve un control no sólo de las previsiones de los
costes de las medidas, sino que se consideren los costes reales cuando se ejecutan, sus
desviaciones, su justificación y causas, así como los costes evitados.
1.6. Coste real
El coste real es el coste final de la medida correctora o prevista: se llega a su conocimiento
cuando ha finalizado totalmente la ejecución de la misma. Los costes reales han de ser
fijados para cada una de las medidas correctoras; ello sin perjuicio de la necesidad de
proceder al sumatorio de todos ellos para hallar el presupuesto real global que ha de ser
integrado a su debido tiempo en el presupuesto real de la empresa como una partida más,
pero importante, a sabiendas de que los efectos beneficiosos de la aplicación de las citadas
medidas van a ser, sin duda, muy superiores a los costes de la accidentalidad que se
hubieran producido en caso contrario. A continuación, se adjunta un modelo de
planificación de actividades preventivas en el que se incluyen los diferentes aspectos que
contempla el artículo 8 del Reglamento de los Servicios de Prevención.

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