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Desde el punto de vista de Freud, los sueños tienen como función la realización simbólica
del deseo y por tanto la disminución de la presión de los contenidos inconscientes sobre la vida del
sujeto. Como consecuencia de la represión, que también está presente en el sueño aunque en menor
medida que en la vigilia, el sujeto no puede soñar explícitamente con lo que realmente le interesa
sino que lo enmascara. Por tanto, en la vida onírica se presenta una historia o sueño construido a
partir del auténtico sentido del sueño. A la historia soñada se le da el nombre del "contenido
manifiesto" y al significado de dicha historia "contenido latente". Esta construcción no es
totalmente arbitraria o desordenada, sino que, en términos generales, sigue unas pautas comunes a
todos los individuos. Los mecanismos de elaboración onírica son las distintas formas de
construcción del material onírico que el soñador percibe –del contenido manifiesto-. Los
mecanismos de elaboración onírica más importantes son la simbolización, el desplazamiento y
la condensación. El descubrimiento y comprensión de los mecanismos de elaboración onírica es
fundamental para el psicoanálisis puesto que nos ofrecen las claves para el acceso al inconsciente de
los pacientes.
Contenido latente: Desde el punto de vista psicoanalítico es preciso distinguir en los sueños
el contenido manifiesto, o sucesos que el sujeto vive en el sueño, del contenido latente, o
significado verdadero del sueño. El contenido manifiesto está situado en el nivel del símbolo y el
contenido latente en el del significado. El contenido latente (Freud a veces dice "ideas latentes") es
la verdadera experiencia -deseos, vivencias- que motiva el sueño y el objeto de interés del terapeuta
en la terapia psicoanalítica
Contenido manifiesto: El contenido manifiesto de los sueños es la historia o sucesos que el
sujeto vive en el sueño.
Represión
Freud indica en varios lugares que el psicoanálisis es fundamentalmente una teoría de la
represión. Su estudio le llevó a Freud a postular la existencia de lo inconsciente y a comprender los
trastornos histéricos. La represión es el mecanismo de defensa más importante; por él experiencias
y apetitos que el sujeto considera inaceptables y que no consigue integrar adecuadamente en su
personalidad se proyectan o empujan hacia las zonas inconscientes de la mente. La eficacia de la
represión puede ser tal que el sujeto ignore lo que ha reprimido pero también que ha reprimido. De
ahí que el terapeuta deba luchar para que el paciente sea consciente también de su responsabilidad
en la represión. La represión no anula la energía psíquica reprimida; ésta pugnará por manifestarse
en la vida del sujeto, bien en los sueños, los "lapsus linguae", o los actos fallidos, bien de modo más
espectacular o traumático produciendo trastornos orgánicos o somatizaciones.