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Autor: Derick Escorche Profesoras: Dra.

Sonia Viso
C.I. V-22.047.668 Dra. Lourdes Pérez

El Derecho Internacional Humanitario y su relación con la


Antropología Forense

La antropología forense es una subdisciplina de la antropología biológica o


física y, como parte de esta disciplina, estudia la diversidad humana a nivel
biológico, pero en su vertiente de aplicación práctica utiliza estos conocimientos
para encontrar las diferencias, establecer individualidades y, en definitiva,
identificar personas. También contribuye a detectar los signos traumáticos que
pueden llevar a establecer la causa y circunstancias de la muerte .

En el Estado español, la antropología forense sólo es reconocida a nivel


legal, si es ejercida por un médico forense. De hecho su formación docente ha
estado y sigue estando vinculada a la medicina forense. En otros países, como
Portugal o Estados Unidos, la antropología forense tiene una entidad propia, tanto
a nivel de enseñanza, como profesional. De todas maneras, en la actualidad, el
avance de la ciencia en general hacia la interdisciplinariedad nos encamina hacia
una colaboración estrecha entre todos los ámbitos del saber. Por tanto, la
antropología forense está a medio camino entre la antropología física y la
medicina forense; sin embargo, este encuadre no estaría completo si no añadimos
aquí el universo del derecho.

Teniendo en cuenta sus relaciones con otras ciencias, la antropología


forense puede contribuir tanto a la identificación de una persona viva o de un
cadáver relativamente reciente, como auxiliar a la historia mediante la
identificación de personajes de la antigüedad. Pero sin quedarnos tan cerca, ni
alejarnos tanto en el tiempo, tenemos sobre la mesa un problema grave en el que
la antropología forense puede ser de inestimable ayuda: las desapariciones
forzadas. A nivel internacional, la ONU tiene un Grupo de Trabajo sobre
Desapariciones Forzadas o Involuntarias (Working Group on Enforced or
Involuntary Disappearances). Es el más antiguo de los "Procedimientos Especiales
de la Comisión de Derechos Humanos" instituidos por los diversos órganos de
Naciones Unidas, encargado expresamente desde 1980 del examen y vigilancia
en nombre de la comunidad internacional de las desapariciones forzadas a nivel
mundial, así como de informar pública y regularmente del estado de esta cuestión.
Más tarde, en 1996, se constituyó la Comisión Internacional sobre Personas
Desaparecidas (ICMP) fundada para apoyar el Acuerdo de Paz de Dayton que
puso fin al conflicto en Bosnia-Herzegovina. Además de su trabajo en los países
de la ex-Yugoslavia, la ICMP está implicada en la ayuda a gobiernos y otras
instituciones en varias partes del mundo a afrontar cuestiones sociales y políticas
relativas a las personas desaparecidas, estableciendo métodos de identificación
efectivos tras un conflicto armado o un desastre natural. En diversos países
existen equipos con funciones similares, entre los que destaca el Equipo Argentino
de Antropología Forense (EAAF).

Volviendo la vista hacia nuestro país, existen casos en los que la


antropología forense cumple también ese papel entre la justicia y la historia: son
las fosas de la Guerra Civil. En este sentido, la llamada ley de la Memoria histórica
(Ley 52/2007, de 26 de diciembre) y la ley catalana (Llei 10/2009, de 30 de juny)
sobre la localización y la identificación de las personas desaparecidas durante la
Guerra Civil y la dictadura franquista, pone en evidencia la necesidad de la
intervención de la antropología forense en este tema.

Antropología Forense en Latinoamérica enmarcado en el aspecto del


Derecho Internacional Humanitario
La Antropología Forense se ajusta a Latinoamérica, ya que se ha
desarrollado una ola de violaciones en contra de los derechos humanos,
cometiendo un sinfín de delitos como las desapariciones forzosas, que son
maneras de intimidación y castigo hacia las familias de las regiones, las cuales
después tienen que ser investigadas y resueltas por medio de esta disciplina.
Los países donde más es utilizada esta ciencia son: Chile, Guatemala,
Argentina, Uruguay, México, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Brasil, Honduras
y Colombia, ya que además de la violencia que sufren a diario, también han
sufrido de conflictos internos y gobiernos que han causado diversidad de muertes
desde los años 60, que a partir de esos años ha venido desarrollándose por la
presencia de las guerras y luego por la ola de criminalidad vigente en cada país.
El colombiano José Vicente Rodríguez Cuenca, en el año 2001 en México
realizo una ponencia en la cual redefinió lo que es Antropología Física y Forense
en el contexto de Latinoamérica en comparación de lo que sucede en Europa y
Estados Unidos, de allí en adelante la Antropología Forense ha ido siendo más
utilizada con base a los estándares establecidos para Latinoamérica.

A modo de referencia, mencionamos el conflicto armado que Colombia ha


vivido en las últimas décadas, estuvo vinculado a diversas dinámicas que
marcaron la historia del país. La lucha insurgente, contrainsurgente y el
narcotráfico han generado los marcos contextuales para que diferentes actores
armados contribuyeran a violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho
Internacional Humanitario. Anudado a esta problemática, el surgimiento de grupos
de autodefensa, agravaron el conflicto armado, lo cual trajo como consecuencia no
solo un aumento de muertes violentas, sino también la sistematización de la
desaparición forzada y sus consecuencias nocivas tanto en la desintegración del
tejido social de las poblaciones colombianas, como en el daño psicológico
generado en cada uno de los individuos afectados en cada sector poblacional
(Monsalve, T. & Isaza, J. 2011).

En este panorama desolador, ha existido la necesidad por esclarecer la


verdad de los hechos, así como lograr justicia y reparación para las víctimas,
entendidas estas no solo como aquellos que han muerto de manera violenta o han
sido sometidos a desaparición forzada, sino también a sus familiares y allegados a
quienes estos fenómenos violentos han afectado directamente. Para tal fin, la
aplicación de los conocimientos y técnicas de la Antropología, a través de sus
diferentes campos o disciplinas, han aportado elementos clave para la
administración de justicia y la reparación a las víctimas en el marco del
postconflicto colombiano.

Podemos observar de manera detenida la aplicación de cada una de las


disciplinas antropológicas en el contexto forense. Por un lado, el campo de la
Antropología Social ha ofrecido técnicas para la recolección de datos, su análisis e
interpretación de la información contextual de los hechos, así como la recolección
de información ante mortem de las víctimas mediante la aplicación de entrevistas
a familiares y testigos, además del uso de material bibliográfico para la
interpretación contextual. Adicionalmente, participa en la construcción de la
memoria histórica al aportar en el proceso de reparación del tejido social y la
generación de conciencia colectiva para garantizar la no repetición de actos
violentos en el futuro.

Por otro lado, la arqueología, mediante la aplicación de sus técnicas de


excavación, registro y recuperación de evidencias, han aportado en los proceso de
recuperación no solo de los cadáveres de las víctimas directas, sino también otros
elementos materiales probatorios y evidencias físicas de toda índole (prendas,
accesorios personales, ojivas/vainillas de proyectiles, armas, etc.,) información
tanto de las víctimas como de los victimarios que ayudan al esclarecimiento de los
hechos dentro de investigaciones específicas.

Finalmente, pero no menos importante, la Antropología física han


contribuido mediante la aplicación de los conocimientos en osteología humana, la
paleopatología, el análisis de traumas y la tafonomía, en el análisis de cadáveres
esqueletizado sometidos a necropsias medico legales. Específicamente, estos
conocimientos buscan apoyar en proceso tales como la individualización de
estructuras óseas, la determinación del perfil biológico, el reconocimiento de
rasgos individualizantes (alteraciones ante mortem), la distinción de la
temporalidad de las alteraciones (peri mortem vs post mortem) y el análisis de las
lesiones relacionadas con la causa y manera de muerte. Es importante tener en
cuenta que en la realización de estas necropsias a cadáveres esqueletizado, el
antropólogo hace parte de un equipo interdisciplinario donde confluye también la
medicina forense, la odontología y la genética.
En Latinoamérica desde hace varios años se han comenzado a difundir el
trabajo de equipos especializados en Antropología forense y a construirse textos
que aporten experiencias locales importantes, conocimiento que ha influenciado
para el desarrollo de la Antropología Forense, la cual ha sido pieza fundamental
en todos los procesos judiciales, así como en la conformación de equipos
interdisciplinarios En el contexto Venezolano, estos equipos no solo se encuentran
en entidades como el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses
(SENAMECF), sino también en entidad tal como El Cuerpo Internacional de la
Cruz Roja (CICR). Dichas entidades deben mantener una distribución articulada
de sus respectivas labores, puesto que todas participan de un mismo proceso
continuo que desemboca en la identificación de un individuo y el esclarecimiento
de las circunstancias de su muerte, además de mantener un diálogo con los
sectores poblacionales afectados, esto con el objetivo de llevar acabo un
esclarecimiento efectivo de los hechos sometidos a proceso judiciales, así como
una reparación integral a las víctimas.

A modo de cierre de este primer apartado, la Antropología Forense en


Venezuela se ha desarrollado con un particular recorrido, esto, respondiendo a las
necesidades y requerimientos del sistema penal venezolano pero también a la
configuración académica y profesional de la disciplina. En este sentido su
versatilidad, se inició con la aplicación de los conocimientos teóricos, métodos y
técnicas derivadas de la Antropología Física y Biológica principalmente
osteológicos (morfología, osteometría, auxología, biomecánica, paleopatología y
tafonomía), seguido del somatológico que con el tiempo y el progreso de la misma,
ha incorporado cada vez más a la Arqueología y a la Antropología Cultural, lo que
ha generado una visión más amplia de la práctica antropológica forense en el país.
Con esta abertura de compás disciplinar, también se han incrementado el
número y tipología de experticias antropológicas forenses, contando en el
momento con nueve tipo de estudios diferentes, donde intervienen los
antropólogos: de naturaleza y origen, anatomo-antropológicos, identificación
antropológica, comparativos de caracteres físico-morfológicos y antropométricos,
destreza manual, maduración biológica, informes socio-antropológicos y análisis,
verificación e identificación de voz con fines forenses, sin embargo, con estos dos
últimos estudios continúa la discusión sobre su ubicación y los protocolos que
deben seguirse para su realización.
Particularmente, en los siete primeros estudios, guardan una relación
directa con la Antropología Física y Biológica, pues, los análisis son más
detallados, mejorándose e innovando en nuevas técnicas y métodos que permitan
alcanzar las metas del proceso de individualización e identificación de personas,
tanto muertas como vivas, incorporando descripciones y comparaciones más
acuciosas y sostenidas por el rigor científico y la objetividad de toda ciencia.
Trazabilidad del Cadáver
En este segundo apartado, abarcaremos de forma ejemplificada, la
trazabilidad o bien, el manejo del cadáver en el caso de la situación viviente
derivada del Covid-19.

A) Manejo De Cadáveres Infectados Por Covid-19:

Basado en lo establecido por el SENAMECF y en concordancia con las revisiones


realizadas (Guía de la Sociedad Española de Patología SEAP, Normas de la OMS
sobre el manejo de cadáveres), se plantean medidas generales que desglosan en
orden cronológico los cuidados a tener en cuenta por parte de la institución y
personal relacionado a todos los procesos desde el momento de la muerte hasta
la disposición final del cadáver.

Se realizan las siguientes recomendaciones:


• Permitir a los familiares despedirse del difunto, los familiares deben estar
provistos con una bata y tapa bocas quirúrgicos, evitando que entren en contacto
directo con el cadáver ni ninguno de los enseres donde se encontraba el mismo.
Al finalizar normas de lavado de manos y colocación del material descartable en
los sitios para tal fin, al salir de la habitación.

•El cadáver deberá mantenerse íntegro y se deberá´ limitar al máximo su


manipulación. Especial atención al movilizar o amortajar el cadáver evitando
contacto directo con fluidos o heces y utilizando en todo momento máscaras de
filtración N95 como mínimo (nunca tapabocas), asociado a la capacidad del
cuerpo de expeler aerosoles por vía aérea aún tras la muerte.

•Se deben tener en cuenta los principios de precaución y dignidad humana al


momento de manipular el cadáver.

•Las personas designadas (en número suficiente) que participen en el traslado del
cadáver deberán tener la preparación requerida para minimizar los riesgos y se les
debe garantizar el equipo de protección individual (EPP) similar a lo establecido
para el personal sanitario que atiende a casos sospechosos o confirmados de
infección por COVID19.

•Dentro de la habitación, realizar taponamiento de los orificios con algodón


impregnado en solución de hipoclorito de sodio al 0.5%. Colocar etiquetas de
identificación correspondientes. El cadáver se deberá´ envolver en su totalidad sin
retirar catéteres, sondas o tubos que puedan contener los fluidos del cadáver, en
tela anti fluido o sabana. Pasar el cadáver a la primera bolsa para traslado, con la
sabana o tela antifluido que cubre la cama donde fue atendido el paciente.

•El cadáver debe ser puesto en bolsa sanitaria estanca (hermética, resistente a
gases y goteo)(algunos países sugieren doble bolsa), biodegradable e
impermeable, la cual deberá ser rociada previamente con desinfectante de tipo
hospitalario o solución de hipoclorito de sodio, que contenga 5000 ppm de cloro
activo (dilución 1:10 de lejía por 40 o 50 grs/ltr preparada recientemente). Se debe
rociar con desinfectante de alto nivel el interior de la bolsa previo al cierre de la
bolsa. Igualmente, tras el cierre de la misma y se debe desinfectar el exterior de la
misma.

•Una vez en la bolsa, se puede trasladar al depósito mortuorio o colocar en ataúd


con características técnicas de impermeabilidad y que resista a la presión de los
gases en su interior (estanco).

•En el área donde ocurrió´ el deceso, una vez retirado el cadáver se debe realizar
la limpieza y desinfección terminal de toda la zona y elementos (cama, equipos de
la cabecera, colchonetas, puertas, cerraduras, ventanas, baño), incluyendo todos
los Elementos de Protección Personal (EPP) que sean reutilizables. No aplica en
ningún caso para las protecciones de vía aérea (máscaras) que deben desecharse
inmediatamente tras su uso, incluye los filtros con 72 horas de utilidad de las
máscaras reutilizables.

•Entregado el cadáver en la morgue se procede a la limpieza y desinfección de la


camilla, se retira el EPP, lo descarta en bolsa para desechos bioinfecciosos y
realiza higiene de manos. Colocar la bolsa con el cadáver en la camilla de
transporte y proceder a retirar el EPP antes de salir del área, descartar en envase
de desechos bioinfecciosos y realizar higiene de manos.

•La movilización interna del cadáver deberá´ realizarse siguiendo la ruta


establecida por la instalación de salud, garantizando las condiciones de
bioseguridad sin poner en riesgo la comunidad hospitalaria, pacientes, familiares y
usuarios.

•Colocar la bolsa con el cadáver en las neveras o cámaras mortuorias refrigeradas


a una temperatura de 2 a 4° hasta que el cuerpo sea retirado.
•Brindar la atención médica en caso de que ocurra un accidente de trabajo con
ocasión de la manipulación del cadáver.

•El cadáver únicamente podrá´ salir de las instalaciones del prestador de servicios
de salud, cumpliendo con la documentación para garantizar la cremación o
inhumación segura de este.

•Deberá utilizarse un nuevo equipo para atender a otro cadáver.

•El traslado a la funeraria debe ser informado a las autoridades sanitarias.

•Dada la situación actual donde carecemos de kit diagnósticos, es prudente que


estas recomendaciones de manejo de cadáveres sean aplicadas en todos los
fallecidos que se produzcan en las instalaciones del centro de salud durante el
periodo de Pandemia.

B) EQUIPO APROPIADO/USO CORRECTO PARA TODO EL PERSONAL


DEL SERVICIO DE ANATOMIA PATOLÓGICA Y PERSONAL
RELACIONADO CON EL MANEJO DE MUESTRAS BIOLOGICAS Y EN
MANEJO DE CADÁVERES.

•Utilizar Mascarillas médicas N95 ya que es un nivel de riesgo FFP2 (Filtering


Face Piece 2) según normas de ECDC (EUROPEAN CENTER FOR DISEASE
PREVENTION AND CONTROL).

•Protegerse los ojos (con lentes de seguridad) y la cara (con una pantalla facial)
para evitar que se contaminen las mucosas.
•Bata de manga larga limpia y no estéril.

•Utilizar DOBLE guantes


•Después del manejo de las muestras, deberá quitarse todo el equipo y
deshacerse de él y lavarse las manos siguiendo las directrices de la higiene de
manos.

•Los pulmones, vías respiratorias y otros órganos, pueden ser reservorio de virus,
por lo que el principal riesgo consiste en los procedimientos que generen micro
partículas aerosoles, por lo que no se recomienda empleo de motosierras o
limpieza a presión de intestinos.

•No se realizarán autopsias.

•No se realizaran procedimientos de corte congelado en ningún paciente con


sospecha clínica o epidemiológica o confirmado covid-19.

•No se debe realizar centrifugación o citocentrifugación de especimenes


citológicos o hematológicos.

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