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1. QUE ES ANTROPOLOGÍA FORENSE?

La antropología forense es una especialidad de la antropología que apoya el proceso


de investigación judicial de las muertes en sus diferentes etapas: (1) Investigación
Previa, (2) Instrucción y (3) Juicio (ver Cap. Nº II), iniciando desde el análisis-apoyo a
la solución de la problemática de las personas reportadas como desaparecidas,
participando en la búsqueda y recuperación de cadáveres abandonados a campo
abierto o inhumados en fosas clandestinas y finalmente realizando el diagnóstico
forense de los llamados casos complejos

Para el caso colombiano, la antropología forense se ha nutrido ampliamente de las


investigaciones de antropólogos y otros científicos “sociales” dedicados a analizar el
fenómeno de la violencia contemporánea, la problemática de la desaparición forzada,
y la incidencia de estos sobre la situación actual de los derechos humanos (DH) y del
derecho internacional humanitario (DIH). Dichas investigaciones permiten al
antropólogo forense contextualizar su especialidad con la áspera realidad social
colombiana y además interpretar la forma como actúan o pueden llegar a actuar los
diferentes agentes generadores de violencia; lo cual le permite planear fórmulas
preventivas de comportamientos criminales, facilitar la ubicación de enterramientos
clandestinos, y de otro lado brindar apoyo psicológico a los familiares de las
personas reportadas como desaparecidas, entre otras.

En el aspecto relacionado con la búsqueda de enterramientos humanos clandestinos,


la antropología forense utiliza los conocimientos de la arqueología tradicional, pero
esta vez dentro del contexto forense, acudiendo a novedosas técnicas, instrumentos
y procedimientos, y con un objetivo totalmente diferente; ya que el análisis de las

Cadáveres en avanzado estado de descomposición, desmembración, esqueletización, carbonización


y partes humanas aisladas del resto del cuerpo, este término será utilizado ampliamente a lo largo del
texto.
!
evidencias físicas rescatadas durante excavaciones arqueológicas de tipo histórico
constituyen un aporte para la ciencia, la academia, y en general para ampliar el
conocimiento sobre comportamientos culturales de poblaciones pretéritas; en cambio
la arqueología forense se enmarca dentro de una problemática social
contemporánea, por lo que los resultados de sus excavaciones y procedimientos de
campo constituyen un aporte para orientar la investigación judicial de las muertes.

En lo referente al estudio forense de los casos integrados por cadáveres complejos,


la antropología forense divide sus objetivos en dos grandes bloques: (1) aplicando
fundamentos de antropología física o biológica que le permiten diagnosticar el
cadáver en lo referente a factores ontogénicos, tales como la determinación de su
sexo, filiación racial, edad biológica, talla y características óseas particulares, entre
otros; datos orientados a confirmar, descartar u orientar la identificación del cadáver
a partir del estudio de sus estructuras óseas, (2) en el segundo bloque de objetivos el
antropólogo forense utiliza los conocimientos aprendidos de la anatomía humana,
medicina, patología, osteopatología, radiología, anatomía patológica ósea, ortopedia,
traumatología ósea, balística, histotecnología, tafonomía, demografía, entre otros, los
cuales están orientados a establecer factores relacionados con el deceso de la
persona: causa y manera de muerte, tiempo transcurrido desde la muerte, búsqueda
y documentación de lesiones, herramienta(s) con las que fueron infligidas las
lesiones y el momento en que fueron causadas (antes, durante o después de la
muerte), patologías óseas presentes en el cadáver, cotejo de lesiones patrón
presentes en el cadáver vs. características físicas del arma incautada a un sindicado
(con el fin de confirmar o descartar que dicha arma ocasionó las lesiones), estado de
salud-enfermedad, entre otras; esta información suministrada por las estructuras
óseas del cadáver al antropólogo forense pueden llegar a constituirse bien como
pistas para las autoridades durante el proceso de investigación judicial, o como
pruebas durante la etapa del Juicio a un sindicado.

Es claro que la antropología forense es una especialidad de la antropología, no


obstante, algunos antropólogos físicos han querido “encasillarla” como rama que
!
depende exclusivamente de la antropología física y minimizándola al extremo de
hacerla ver solamente como cuarteta básica de identificación y reconstrucción facial.

Como se mostró anteriormente, la antropología física contribuye desde nuestra


propia experiencia posiblemente al 50% del diagnóstico que realiza el antropólogo
forense a un cadáver, es decir, a aspectos puramente ontogénicos; afirmar lo
contrario es quizás desconocer radicalmente que el otro 50% de nuestra especialidad
se ha aprendido principalmente de la medicina, patología y otras disciplinas de
ciencias de la salud, las cuales indudablemente imprimen también el carácter forense
al diagnóstico de un cadáver en el contexto médico-legal.

Lo anterior se podría ejemplificar con la realidad científica mexicana, país que ha


sido pionero y que se encuentra indudablemente a la cabeza de los estudios
latinoamericanos en antropología física, pero que han adolecido de programas
académicos sólidos de antropología forense que complementen la formación
biológica (Chavarro P. 2002 y González T. Ph.D. (2004), comunicación personal).

Con lo anterior no pretendemos minimizar el gran aporte de la antropología biológica


a la antropología forense, hecho que tampoco nos hace coincidir con la tesis que
deja entrever a la antropología forense como “.........una especialidad de la Medicina
Forense......” (Prieto,2001:5).

Estas observaciones unilaterales de nuestra parte, naturalmente deben ser


discutidas en otro espacio, pero finalmente reafirman que el conocimiento de la
antropología forense, es de tipo holístico y de abordaje multidisciplinario, sin lo cual
sería prácticamente imposible apoyar la investigación judicial de las muertes, no
debemos olvidar que el término forense proviene del latín “forum”, término que
hace referencia al acto de discusión de varias personas -expertas- acerca de
una temática particular para obtener la búsqueda de la verdad y acuñado
inicialmente por la medicina para referir la discusión médicolegal que intenta aclarar

!
con la aplicación del método científico los hechos que rodearon la muerte de una
persona.

1.1 ALGUNAS INTERPRETACIONES SOBRE LA DEFINICIÓN DE


ANTROPOLOGÍA FORENSE

Como se vio anteriormente, la antropología forense es una disciplina que apoya


desde su conocimiento la investigación médicolegal de las muertes, iniciando desde
el adecuado manejo de la escena del crimen y rescate del cadáver, hasta realizar su
diagnóstico en el laboratorio de antropología o en la sala de necropsias, todo ello
orientado a “contribuir a la correcta administración de justicia para resolver los casos
de homicidio y garantizar la aplicación de la ley: castigar al culpable o responsable de
una muerte y proteger al inocente” (Morales, 2001:21).

Ya expuesta la participación de la antropología forense en el contexto forense, resta


por mencionar que una de las pretensiones de este modesto texto es lograr que el
lector de otras disciplinas y en especial las autoridades con funciones de policía
judicial comprendan que el objetivo de la antropología forense no está centrado
solamente en “identificar cadáveres NN”, pues como ya se comento, ello constituye
quizás solo el cincuenta por ciento de su trabajo; el porcentaje restante de sus
objetivos se centra en diagnosticar y documentar diferentes hallazgos en la escena
del crimen y en el mismo cadáver para aportar evidencias físicas (pistas y pruebas)
útiles para la etapa investigativa y probatoria de un Proceso.

Considerando la variabilidad biológica que por excelencia resalta nuestra disciplina,


mostramos algunos conceptos etimológicos expresados por colegas de diferentes
latitudes con respecto a los objetivos y bondades de la antropología forense :

“La identificación de restos esqueletizados sin identificar o en otras circunstancias es


importante por razones legales y humanitarias. La antropología Forense es la

Memorias 14th Annual Forensic Anthropology Course – Washington (2001).


!
aplicación de técnicas estandarizadas de la Antropología Física para llevar a cabo
tales identificaciones y para ayudar en la detección del crimen. El conocimiento del
esqueleto humano y la capacidad para reconstruir la naturaleza biológica de los
individuos vivos a partir del esqueleto, o aún de solo partes de este capacita al
antropólogo para trabajar con restos recientes, tanto como material arqueológico
prehistórico. Lo anterior involucra la acumulación objetiva, compleja y sofisticada de
datos físicos aceptables como evidencias en una corte de justicia" - Forensic
Sciences Foundation, Inc., 1978 -

“La Antropología Forense es esa rama de la Antropología Física, que para propósitos
forenses trabaja con restos mas o menos esqueletizados, que se conozca o que se
sospeche que son humanos”. - T.D. Stewart, 1979 -

“La Antropología Forense es la rama aplicada de la Antropología Física que tiene que
ver con la identificación de restos humanos en un contexto legal. La Antropología
Forense se centra en el análisis de restos irreconocibles, con miras a identificar los
decesos y formular opiniones respecto a las circunstancias que rodearon la muerte”.
K.J. Reichs, 1986

“En años recientes en tanto la investigación de la escena del crimen ha sido mas
compleja y sofisticada, así mismo la labor de los antropólogos forenses. Los
Antropólogos forenses asisten a los especialistas legales y médicos para identificar
restos humanos conocidos o que se cree que correspondan a humanos. La ciencia
de la antropología forense incluye excavación arqueológica, examen de cabello,
insectos, materiales vegetales y huellas, determinación de tiempo transcurrido de
muerte, reconstrucción facial, superposición fotográfica, detección de variantes
anatómicas y el análisis de tratamientos médicos y lesiones sufridas durante su vida”
- R.W. Mann and D.H. Ubelaker, 1991 -

1.2 ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA Y SU RELACION CON LA ANTROPOLOGÍA


FORENSE

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El interés del Hombre por conocer las características físicas internas y externas de
sus semejantes es casi innato y siempre ha estado allí. En su “Manual de
Antropología Física”, Juan Comas muestra un compendio histórico de personajes
famosos que realizaron descripciones acerca de la variabilidad física del ser humano
y su lugar en la naturaleza; por ejemplo menciona que Aristóteles representa un
avance de veinte siglos en este tipo de conocimiento, ya que dice que “el cerebro del
hombre es mucho mayor que el del resto de los animales, proporcionalmente a la
masa del cuerpo”, también que “el brazo de los monos es corto en relación con el
antebrazo, y lo mismo en el muslo respecto a la pierna”; esta última característica
diferencial, menciona Comas, fue reconocida como exacta dos mil años más tarde
por E. Tyson, Ch. White y Bufón (Comas, 1966:21).

La Antropología Biológica o Física (especialidad de la Antropología) fue aceptada


oficialmente como disciplina científica solo a mediados del siglo XIX y ha sido la
responsable de estudiar los orígenes, evolución y consecuente variabilidad biológica
(filogenética y ontogénica) de las poblaciones humanas a partir de la interpretación
de estructuras óseas humanas fosilizadas y esqueletizadas de nuestros antepasados
mas remotos y contemporáneos.

Los estudios y comparaciones a nivel poblacional que ha realizado la antropología


biológica desde sus inicios continúan actualmente en todo el mundo y mantienen
dentro de su objetivo principal interpretar la variabilidad física de la especie humana,
para ello acude al análisis métrico, morfológico y estadístico, tanto en cadáveres
esqueletizados, como en personas vivas.

Desde comienzos del siglo XIX gran cantidad de científicos y otras investigadores se
interesaron en realizar mediciones sobre cadáveres y personas vivas, también se
practicaron estudios de carácter morfométrico sobre cráneos y esqueletos
(craneometría y osteometría respectivamente). Algunos de estos estudios iniciales
estuvieron influenciados por tintes racistas y lamentablemente utilizados como

!
parámetros para establecer diferencias a nivel social , no obstante, cabe agregar que
dichos estudios constituyeron el punto de partida de las actuales mediciones
osteomorfométricas y somatométricas, las cuales han tenido importantes
aplicaciones en diferentes campos científicos y sociales del devenir humano
contemporáneo, un ejemplo claro de ello es su utilización en la antropología forense
y en el campo de la criminalística.

La variabilidad física humana que estudia la antropología biológica apoya en varios


aspectos los estudios que realiza la antropología forense; pues le permite interpretar
desde esa óptica aspectos de tipo ontogénico de una de las principales evidencias
biológicas cuestionadas durante el proceso de la investigación judicial de las
muertes: los cadáveres y restos humanos no identificados.

Para el caso de Colombia, desde el año 1999 el grupo de antropología forense del IN
MLCF ha venido realizando investigaciones en antropología física de tipo poblacional
a nivel osteométrico y odontométrico con muestras provenientes de población
colombiana de morgue; dichos estudios se unen a los trabajos reportados en este
campo en el país (impulsados en su mayoría por el laboratorio de antropología
biológica de la Universidad Nacional y Asociación Colombiana de Antropología
Forense) para construir los estándares métricos de nuestra población y para conocer
más acerca de nuestra variabilidad biológica.

La mayoría de las investigaciones mencionadas han recibido el apoyo por parte de


las Divisiones de Investigación Científica y Tanatología Forense del INMLCF y han
sido impulsadas tácitamente por los criterios científicos internacionales que
recomiendan que las fórmulas y estándares osteométricos y dentales utilizados para
estudiar un cadáver deben provenir de la misma población a la que este pertenece.

Para quienes deseen profundizar sobre el tema recomendamos leer la excelente obra del
recientemente fallecido Stephen Jay Gould, “La Falsa Medida del Hombre” Editorial Crítica, Colección
Drakontos, 1997, Barcelona - España
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1.3 HISTORIA DE LA ANTROPOLOGÍA FORENSE

1.3.1 ANTROPOLOGÍA FORENSE EN NORTEAMÉRICA

Thompson (1982) distinguió tres períodos en el desarrollo de la antropología forense:


antes de 1939, de 1939 a 1972 y después de 1972. La antropología forense tiene sus
raíces principalmente en las ciencias anatómicas.
Antes de 1939, los departamentos de anatomía eran los principales contribuyentes
enfocados a aplicar una metodología para entender la variación ósea humana
usando colecciones de cadáveres de edad, sexo, ancestro racial y estatura
conocidos. En esta época los antropólogos físicos y anatomistas fueron consultados
por las agencias gubernamentales para estudiar restos óseos. Thomas Dwight
(1843-1911) de la Universidad de Harvard, H. H. Wilder (1864-1928) del Colegio
Smith en Massachussets y George Dorsey (1869-1931) del museo Columbia en
Chicago, estaban entre aquellos antropólogos interesados en los aspectos forenses
de la antropología (Stewart 1979). Durante este período Ernest Hooton (1887-1954)
de la Universidad de Harvard y Alex Hrdlicka (1869-1943) expresaron su interés en
este campo.

Entre las contribuciones hechas por Hrdlicka estuvo la fundación de la Asociación


Americana de Antropólogos Físicos en 1930 y del American Journal of Physical
Anthropology en 1918. Hrdlicka también fue consultado por las agencias
gubernamentales, incluyendo el FBI, sobre un número amplio de casos de restos
óseos (Ubelaker, 1999 a, 1999 b). Hooton publicó después “Aspectos Medico
Legales de la Antropología Física” en el cual describe el prospecto de nuevos

Tomado de Grisbaum & Ubelaker (2001:2-4), traducción no literal


!
métodos en el campo de la antropología física en el contexto forense,
indudablemente por causa o debido a la falta de atención a este campo.

En 1939, Wilton Marion Krogman publicó “A Guide to the Identification of Human


Skeletal Material” en el Boletín Gubernamental del FBI, marcando el comienzo del
segundo período de la antropología forense. Esta publicación representó la mayor
contribución hecha por un antropólogo entrenado en la materia del área de la
identificación ósea humana con propósitos medicolegales. La publicación de
Krogman permitió a la comunidad forense, como a los antropólogos físicos utilizar
esta disciplina en contextos forenses (Stewart 1979).

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, varios antropólogos físicos fueron


consultados en la identificación de casos de cadáveres resultantes de dicha guerra.
Entre los antropólogos que hicieron su aporte están L. Shapiro, del Museo de Historia
Natural Americana en New York, F.E. Randall de la Oficina del Cuartel General del
Ejercito de los Estados Unidos y Charles E. Snow, de la Universidad de Kentucky. La
guía de Krogman llegó a ser un manual utilizado por los antropólogos en los
procesos de identificación. En 1947 se estableció un laboratorio central para este
propósito en Hawai, el cual fue dirigido por Charles E. Snow. No mucho tiempo atrás,
a principio de 1940, T.D. Stewart comenzó consultorías rutinarias con el FBI para
casos forenses (Ubelaker, 1990). Esta relación iniciada por Hrdlicka, representó una
fase temprana de una larga relación de colaboración entre el FBI y el Instituto
Smithsoniano en antropología forense.

El conflicto coreano marcó la segunda mayor contribución en la identificación de


personas muertas durante la guerra, cuando Stewart, Ellis Kerley y Charles Warren
del Laboratorio de Identificación del Ejercito de los Estados Unidos participaron en
Kokura, Japón aportando su experiencia en este campo. Los antropólogos también
fueron “reclutados” para investigar cambios esqueletales indicativos de edad en los
casos de cadáveres americanos.

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En 1962, Krogman escribió The Human Skeleton in Forensic Medicine, el primer libro
sobre antropología forense (revisado y adaptado por Krogman & Iscan, 1986), este
texto es una compilación de técnicas e historias de caso de la identificación de restos
humanos, en el texto Krogman muestra métodos para determinar la edad, ancestro y
estatura, al igual que características individualizantes y técnicas de reconstrucción
facial sobre el cráneo; esta importante publicación fue el resultado de las
investigaciones de una gran cantidad de antropólogos físicos y otros científicos en el
campo forense. Este texto ha sido descrito como “el mejor, o uno de los mejores
textos sobre antropología forense” (Iscan,1988:205).

Un momento de transformación viene en 1972, en esta época, la Academia


Americana de Ciencias Forenses (AAFS) establece la Sección de Antropología
Forense. La academia en sí misma fue incorporada en 1950 “para promover la
educación y la investigación en ciencias forenses, mejorando el estudio, la práctica,
elevando los estándares y avances para la causa de las ciencias forenses;
promoviendo la comunicación interdisciplinaria...” (AAFS:xii).

La sección de antropología física de la AAFS comenzó con 14 miembros en 1972 y


creció tremendamente desde entonces, contando con 237 miembros en 1988
(Academia Americana de Ciencias Forenses, 1988). Con la formación de la nueva
sección, se le dio la oportunidad a los antropólogos forenses de presentar
documentos antropológicos y se les brindo un espacio para intercambiar ideas y
opiniones. El incremento en la comunicación entre los antropólogos forenses dio
como resultado un gran incremento de las investigaciones en esta área.

Coincidiendo con el desarrollo de la nueva sección de antropología física de la


AAFS, se dio un incremento en el numero de textos sobre antropología forense. En
1979, Stewart publico Essentials of Forensic Anthropology. El periodo después de
1972 marco un surgimiento de los escritos realizados por antropólogos para otros
antropólogos, e igualmente importantes, para otros científicos y miembros de la
Justicia.
!
La literatura actual en antropología forense tiene un amplio rango de temas y
problemas de investigación. Los antropólogos no solamente se limitan a realizar
investigaciones que implican estimación de la edad, sexo, estatura o ancestro racial,
que fue lo predominante durante el surgimiento de la disciplina. Aunque una gran
cantidad de investigadores aun conducen estos trabajos para mejorar y probar las
técnicas, la mayoría de los antropólogos han ido mucho mas lejos. (Galloway et al.,
1993)

Aunque el área de la antropología forense ha experimentado un tremendo


crecimiento durante las ultimas décadas, existe una limitada información respecto a
los cambios históricos y avances en el campo.

La universidad de Tennessee esta actualmente reuniendo información de casos en


una base de datos a lo largo de la nación; lo cual se esta llevando a cabo con la
cooperación de los antropólogos forenses locales, recolectando información sobre
esos casos, por ejemplo, rangos de edad, ancestro, sexo, manera de muerte, grado
de descomposición localización de los restos óseos descubiertos. (Moore-Jansen y
Jantz, 1989)

Marks (1995) condujo un estudio de 22 años de análisis en la Universidad de


Tennessee. Su trabajo discutió la distribución general de casos sobre el período de
tiempo revisado, haciendo énfasis en la distribución y demografía de dichos casos.

Gracias a la representación nacional de antropología forense, el número de


antropólogos forenses en los Estados Unidos se ha incrementado en los últimos
años, lo cual sugiere que muchas agencias gubernamentales están requiriendo su
experiencia en casos que impliquen restos óseos. Esto también sugiere sin embargo
que el uso de esos antropólogos a nivel regional podría reducir el número de casos
que están siendo enviados por el FBI al Instituto Smithsoniano.

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Como el número de antropólogos forenses se ha incrementado, así mismo sucede
con la vinculación de diversos científicos asociados a los casos forenses. La
estandarización de las colecciones ha recibido mucha atención (Moore-Jansen y
Jantz, 1990), dándole un especial énfasis un amplio número de factores que están
siendo registrados.

En general el desarrollo histórico de la antropología forense en los Estados Unidos


ha estado estrechamente vinculado a las actividades de antropología física y forense
del Instituto Smithsoniano en la ciudad de Washington.

Otros antropólogos que no se pueden dejar de mencionar son Lawrence Ángel y


Douglas Ubelaker, quienes han sido consultores del Instituto Smithsoniano para el
FBI y otras agencias gubernamentales norteamericanas, así mismo cabe resaltar que
D. Ubelaker ha continuado realizando investigaciones no solo en el campo de la
antropología forense, sino también en lo relacionado con las actividades
arqueológicas y de antropología física en poblaciones prehispánicas y coloniales,
especialmente en el Perú.

1.3.2 ANTROPOLOGÍA FORENSE EN LATINOAMÉRICA

Los orígenes de la antropología forense en Latinoamérica se encuentran


estrechamente ligados al conflicto generado por los excesos de algunos gobiernos y
dictaduras, los cuales generaron la tortura, desaparición y muerte de las personas
que se oponían a sus políticas; ejemplos recientes de esta situación lo constituyen
países como Argentina, Guatemala, Honduras y El Salvador, entre otros; en los
cuales se presentan cifras asombrosas de personas asesinadas y abandonadas en
fosas comunes clandestinas.

Entidades internacionales encargadas de proteger y hacer cumplir los Derechos


Humanos se interesaron por esta situación, lo que conllevo a que se crearan grupos
multidisciplinarios que lideraran investigaciones conducentes a rescatar y analizar los
!
cuerpos de las personas desaparecidas por algunos gobiernos; el propósito de estas
investigaciones no se enfocaba solamente a rescatar e identificar los cuerpos para
entregarlos a sus familiares, también se buscaba encontrar evidencias físicas en los
cuerpos para ser presentadas como pruebas que permitieran juzgar y castigar a los
autores de estos crímenes.

Durante el año 2003 se conformó la Asociación Latinoamericana de Antropología


Forense (ALAF), entidad de carácter internacional que busca unificar criterios
científicos propios de esta disciplina, adicionalmente esta organización se encuentra
diseñando los parámetros que permitirán acreditar a los antropólogos forenses de
Latinoamérica. En la primera reunión participaron reconocidos antropólogos forenses
de Argentina, México, Guatemala, Venezuela y Colombia.

1.3.3 ARGENTINA

A nivel latinoamericano el primer grupo de expertos conformado para realizar las


labores mencionadas anteriormente fue el Equipo Argentino de Antropología Forense
(EAAF), institución legalmente reconocida, no gubernamental e independiente, que
desde 1984 ha trabajado en la aplicación de las ciencias forenses, en especial la
Antropología Forense, en investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos
cometidas en la Argentina y en otras partes del mundo.

Desde el punto de vista científico, la tarea principal del EAAF consiste en la


investigación, la exhumación arqueológica de restos óseos inhumados en fosas
comunes e individuales y el análisis del material recuperado tendiente a lograr
identificaciones positivas de las víctimas y determinar su causa y manera de muerte.
Al mismo tiempo, un aspecto central del trabajo es la relación con los familiares de
las victimas, así como con testigos de los hechos, que permiten incorporar la
temática de la Memoria y la Reconstrucción Histórica del pasado, dándole a una
tarea aparentemente solo científica un componente humanitario.

!
Desde 1986 los miembros del EAAF han realizado viajes a diferentes partes del
mundo para conducir investigaciones de casos, dictar seminarios y conferencias, con
el objeto de difundir la importancia de las ciencias forenses en la comprobación
científica de violaciones a los derechos humanos. Como parte de esta actividad un
énfasis muy grande ha sido dado a la tarea de formar equipos similares de expertos
en Antropología Forense en cada uno de los lugares visitados.

El incremento de actividades internacionales del EAAF es considerado esencial,


particularmente a nivel regional, donde la documentación científica de abusos a los
derechos humanos para propósitos legales e históricos es una creciente necesidad
en las nuevas democracias.

La información general sobre el Equipo Argentino de Antropología Forense fue


amablemente suministrada al autor del texto por el Dr. Luis Fondebrider, uno de los
miembros fundadores de este valioso equipo (comunicación personal vía e-mail,
2003).

1.3.4 GUATEMALA

Antecedentes

El número de desapariciones forzadas en Guatemala durante las últimas cuatro


décadas es mayor que en cualquier otro país Latinoamericano. Desde 1960, cuando
empezó el conflicto interno en Guatemala, se denunciaron aproximadamente 45.000
desapariciones en un país con una población actual de diez millones. La mayoría de
estas personas "desaparecieron" de aldeas campesinas entre 1978 y 1986, durante
la campaña de contrainsurgencia contra los grupos guerrilleros dirigida por los
gobiernos militares de los Generales Lucas García (1978-1982), Ríos Montt (1982-
1983) y Mejía Vítores (1983-1986).

En http:www.eaaf.org.ar/guatemala.htm
!
Estas desapariciones fueron un intento de eliminar cualquier apoyo que la guerrilla
pudiera encontrar en los campesinos indígenas y ladinos, así como terminar con
cualquier disidencia organizada o no. Por ejemplo: "en la llamada campaña Victoria
82, miles de campesinos guatemaltecos fueron asesinados, cientos de aldeas
destruidas y cerca de un millón de personas se refugiaron". (Americas Watch, 1986)
"Miles de guatemaltecos emigraron a México o fueron relocalizados forzosamente
por el Ejército en otras partes del país". (Amnesty International, 1981).

Las organizaciones denunciadas como principales responsables de estos asesinatos


y desapariciones incluyen al Ejército Guatemalteco, grupos paramilitares y a las
"patrullas de auto-defensa civil", conocidas como PACs. Las PACs se iniciaron en
1982 durante el gobierno del General Ríos Montt, quien intentó usarlas para
mantener el orden en el campo. Las PACs son organizaciones a nivel de las aldeas
de todas las áreas rurales de Guatemala, consisten en servicio obligatorio por parte
de los campesinos, sin paga o remuneración, bajo el control del oficial militar local.

Los miembros de las PACs patrullan sus propias aldeas y a veces participan de
secuestros y/o asesinatos. Están armados con machetes, palos y viejos rifles
provistos por el ejército. Las PACs son una parte importante de la estrategia de
contrainsurgencia. Quien se opone a participar en ellas pone su vida en riesgo, son
identificados como "subversivos" y a veces desaparecen o son asesinados. Según el
Ministro de Defensa de Guatemala, en 1993 537.000 aldeanos sirvieron en las PACs.

Guatemala ha tenido gobiernos democráticos desde 1986, aunque la situación de los


derechos humanos ha mejorado durante este período, sigue siendo crítica. En su
informe de 1993, Mónica Pinto, Relatora Especial de Naciones Unidas manifiesta que
el gobierno "debe exigirle al ejército que desarme a las PAC en las zonas donde el
Ombudsman para los Derechos Humanos y la justicia han probado abusos". En su
último informe sobre Guatemala, Human Rights Watch/América manifiesta: "El
Ombudsman para los Derechos Humanos ha llamado repetidamente al ejército para
que desarme a los abusivos patrulleros civiles. Es alarmante, por ejemplo, que el
!
General Miranda Trejo, (Comandante de la Zona Militar 22 de Playa Grande, en el
Departamento de El Quiché), no considera que las amenazas de muerte,
detenciones ilegales y otras violaciones a la ley y abusos serios, justifiquen
desarmar a las PACs, desestimó el tema diciendo que las patrullas civiles podrían
ser negociadas en el contexto de los acuerdos de paz...." (todavía en 1996), "los
patrulleros responsables por el crecimiento de la lista de violaciones a los derechos
humanos permanecen y mantienen su estatus como agentes armados bajo
responsabilidad sólo del ejército". (Americas Watch, 1996).

En 1990, el gobierno de Guatemala comenzó, con la mediación de Naciones Unidas,


negociaciones de paz con la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca),
una coalición de grupos guerrilleros. El 23 de junio de 1994, en Oslo, las partes
acordaron, entre otros puntos, que una comisión especial investigadora sería
formada para investigar las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante
los 30 años de guerra civil. Desde 1994, una Misión de observadores de derechos
humanos de Naciones Unidas (MINUGUA) se estableció en el país, distribuyendo
observadores de derechos humanos a lo largo de toda Guatemala. MINUGUA esta
formada por aproximadamente 400 personas provenientes de 37 países, de las
cuales 220 son personal civil, 47 policías y 17 militares. Hay 120 guatemaltecos
trabajando para MINUGUA en las áreas de soporte administrativo y logístico.

El 6 de mayo, el gobierno del Presidente Álvaro Arzú Irigoyen y la URNG firmaron un


acuerdo socioeconómico y agrario, resolviendo los temas discutidos durante todo el
año. La paz se firmó finalmente el 30 de diciembre de 1996, terminando con 36 años
de guerra civil. El 16 de diciembre con el acuerdo de ambos lados, La Asamblea
Nacional Guatemalteca aprobó una ley de amnistía que, según muchos grupos de
derechos humanos, eximiría a soldados y guerrilleros de acusaciones por asesinatos,
secuestros y torturas cometidas durante la guerra civil.

EL TRABAJO FORENSE EN GUATEMALA

!
Muchas de las personas que habían sido secuestradas o desaparecidas en
Guatemala fueron asesinadas y enterradas en fosas comunes clandestinas en el
campo. En muchas ocasiones, organizaciones de derechos humanos locales e
internacionales denunciaron la existencia de estas fosas clandestinas y pidieron la
investigación completa a través de una Comisión Especial Investigadora sobre la
desaparición de personas.

En 1991, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) empezó a trabajar en


Guatemala a pedido de organizaciones de derechos humanos locales GAM y
CONAVIGUA. El EAAF participó en misiones forenses durante 1991, 1992 y 1993
exhumando restos de personas desaparecidas en Chontala, Quiché (1991) y San
José Pachoa Lemoa, Quiché (1992). Algunas de estas misiones fueron parcialmente
financiadas por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (Washington
D.C., USA) y Médicos por los Derechos Humanos (Boston, USA). En cada misión, se
trabajó como expertos forenses para el juez local a cargo de la investigación del
caso.

Debido al gran número de casos que requieren investigación, las organizaciones de


derechos humanos han demandado repetidamente que se forme y entrene un equipo
forense local para realizar exhumaciones y análisis de restos humanos. Según
declararon en un comunicado conjunto en 1992: "La paz no llegará a Guatemala
mientras que los restos de nuestros familiares masacrados continúen enterrados en
cementerios clandestinos y no podamos darles cristiana sepultura. No queremos que
nuestros muertos sean abandonados en los barrancos.... por esta razón continuamos
demandando la formación de equipos forenses que continúen con las
exhumaciones." (Conclusiones de la Segunda Conferencia por la Paz y los Derechos
Humanos, 1992).

En 1992, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH) y la Asociación


Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) financiaron un seminario de
entrenamiento de seis semanas en Guatemala para antropólogos locales que
!
quisieran formar un equipo no gubernamental de antropología forense. Se dictó
también un seminario más corto para jueces, abogados, organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales que pudieran aplicar la antropología forense
en la investigación de violaciones a los derechos humanos. Los miembros del EAAF
fueron invitados entre los expertos internacionales que condujeron este seminario.

Un miembro del EAAF, financiado por la AAAS, retornó en 1993 para intercambiar
experiencias con el equipo local recientemente formado, Equipo Guatemalteco de
Antropología Forense (EGAF). El EGAF es una organización no gubernamental
actualmente formada por 9 miembros, que conducen trabajos de antropología
forense en el campo de los derechos humanos en Guatemala y otros países

1.3.5 ANTROPOLOGÍA FORENSE EN COLOMBIA

Al hablar sobre los orígenes de la antropología forense en Colombia, no podemos


dejar de mencionar los trabajos pioneros en los que se acudió a la aplicación de la
técnica arqueológica y a la antropología biológica dentro de un contexto histórico.

La primera investigación que se pueda asociar en nuestro país a la antropología


forense estuvo realmente enmarcada dentro de un contexto histórico, este fue el
rescate de una gran cantidad cadáveres esqueletizados durante en el año 1957 en
Santa Fe de Bogotá; dicha excavación se llevó a cabo en el Convento de Santa Inés,
sector céntrico de la actual capital colombiana.

Esta investigación se realizó debido a la inminente ampliación de la actual carrera


décima (una de las principales arterias de la capital), la cual comprometía patrimonio
religioso, arquitectónico y biológico humano; pues fue la ultima morada de próceres y
científicos de la época, entre los que se contaba a Don José Celestino Mutis, Director
de la Real Expedición Botánica.

!
Gracias al interés de varios arqueólogos y al entonces director de la Academia
Colombiana de Historia, Gregorio Hernández de Alba, se diseñó un proyecto que
tenia como objetivo general rescatar los personajes que se encontraban en las
tumbas del convento, pues de no ser así se corría el riesgo de que este patrimonio
religioso, biológico y cultural desapareciera por siempre.

El objetivo principal de este proyecto se enfocaba a rescatar e identificar el cadáver


del Sabio Mutis, aplicando la técnica arqueológica (equivalente en nuestros días a un
adecuado manejo de la escena) y a un concienzudo estudio bioantropológico,
clasificando los individuos recuperados de acuerdo a marcadores biológicos tales
como: sexo, edad y estatura.

Las excavaciones iniciaron en febrero de 1957 y se extendieron por algunos meses,


se excavaron 141 fosas, algunas de ellas constituidas por osarios hasta con 20
personas, como fue el caso de la tumba N° 132. La mayor parte de esqueletos
estaba constituida por cuerpos de monjas, lo cual se dedujo a partir de la morfología
ósea de los cuerpos y a las prendas con que fueron inhumadas; también se
encontraron restos óseos correspondientes a personas que no tenían nada que ver
con la comunidad religiosa, especialmente niños, cuyos restos no se encontraron
muy bien conservados en razón a su fragilidad y a la acción de fenómenos
tafonómicos (especialmente agentes físicos, químicos y físicos que componen el
suelo del sitio).

Finalmente en la tumba Nº 21 se encontraron los restos de un individuo adulto, con


1.80 m. de estatura y con una edad aproximada de sesenta años, rasgos biológicos
que concordaban con las características físicas del Sabio Mutis, adicionalmente se
encontraron prendas y efectos personales que apoyaban esta hipótesis; finalmente el
Dr. Duque Gómez, coordinador de la excavación concluyó que los restos
correspondían a este ilustre personaje.

Esta investigación fue precedida por proyectos similares que se desarrollaron en


años siguientes, la mayoría con el objetivo de rescatar necrópolis prehispánicas en

!
territorio colombiano; a este respecto, posiblemente el grupo humano prehispánico
que mas ha sido estudiado en nuestro país desde la perspectiva de la antropología
biológica ha sido el Muisca, quienes habitaron especialmente el altiplano
cundiboyacense. Gracias a estos estudios se han propuesto diferentes hipótesis
sobre sus orígenes, pautas de asentamiento, patrones funerarios, patologías
predominantes, entre otras; las investigaciones en esta última población han sido
lideradas por los departamentos de antropología de la Universidad Nacional y
Universidad de Los Andes.

De otro lado se puede decir que el primer contacto que tuvo la antropología biológica
con el contexto forense en nuestro país fue hacia el año 1985, cuando se reportó el
hallazgo de unos cadáveres esqueletizados en la “Cueva de la Trementina”,
municipio de Becerril, departamento del Cesar (norte de Colombia).

Ante este hallazgo funerario, la Procuraduría General de la Nación solicito a la


Universidad Nacional concepto científico para determinar el origen de estos cuerpos,
su sexo, edad, talla y otros elementos que permitieran determinar su procedencia
étnica; además se requería determinar si dichos cuerpos eran de origen prehispánico
o actual.

El estudio de los cuerpos fue realizado por el Dr. Gonzalo Correal Urrego, experto
antropólogo físico y actualmente profesor emérito de la Universidad Nacional de
Colombia, también participaron en el informe final el Dr. Luis Alberto Pilonieta,
médico del Instituto Nacional de Medicina Legal y el Dr. José N. González, juez de
instrucción de Valledupar (Correal:1985:89)

El Dr. Correal concluyó en su estudio que “...los restos de la cueva de la Trementina,


muestran el carácter de entierro secundario de procedencia Yuko (Motilón). No se
excluye la posibilidad de que el lapso de los enterramientos se remonte a tiempos
precolombinos, dada la presencia de cráneos con deformación artificial...” (op.
cit:105-106).

!
El anterior fue el primer caso oficial en que las autoridades solicitaron un concepto
científico sobre unos cadáveres desde la óptica de la antropología biológica y que
dados sus resultados vendría a tratarse de un caso “no forense”, sin embargo, el
hecho de que los interrogantes fueran planteados dentro de un contexto judicial
hacen que ese dictamen de antropología biológica se convirtiera indudablemente en
el primer dictamen de antropología forense realizado en nuestro país.

Cabe resaltar que además del Dr. Correal, también existían en el país varios
antropólogos de la “vieja escuela”, expertos en el análisis de restos óseos humanos;
entre ellos no podemos dejar de mencionar al Dr. Jorge Eliécer Silva Célis, otro
pionero de los estudios de antropología física en nuestro país, fundador del Museo
Arqueológico de Sogamoso (Colombia), lugar que alberga una de las colecciones
óseas de referencia más importantes de la población prehispánica Muisca.
Otro antecedente que podríamos vincular a los inicios de la antropología forense,
fueron las clases impartidas por abogados en la facultad de Derecho de la
Universidad Nacional hacia la década de los cuarenta, donde se discutían a nivel
académico los planteamientos de la Escuela Lombrosiana sobre la relación existente
entre la morfología craneal - cerebral y algunas conductas delictivas, hipótesis por
cierto ya reevaluadas.

Hacia el año 1987 en el departamento de antropología de la Universidad Nacional se


comienza a impartir la cátedra de antropología biológica, la cual generó años más
tarde la creación de cátedras como Dieta Salud y Demografía, Osteología Humana y
más recientemente la cátedra de Antropología Forense, situación académica que se
presentó de manera simultánea con la Universidad de Los Andes en la ciudad de
Bogotá.

Desde comienzos de la década de los años noventa, varios expertos internacionales


(España, Inglaterra, Estados Unidos, Argentina) en el área de paleopatología,
reconstrucción facial tridimensional y antropología forense participaron en diferentes
!
eventos académicos cuyo objetivo era impartir sus conocimientos a los funcionarios
estatales responsables de la investigación de las muertes en nuestro país, con el
ánimo de mejorar los procedimientos en esta área.

En el año 1990 el Instituto Nacional de Medicina Legal, con sede en Bogotá D.C.
implementó el primer laboratorio de Antropología Forense en el país, cuyas funciones
eran atender el estudio de casos de su área a nivel nacional y con el fin de apoyar
las necropsias medico legales de casos complejos.

A raíz de la creación de la Fiscalía General de la Nación en 1991, se crearon dos


laboratorios de antropología forense en el país, los cuales se ubicaron en Cali y
Bogotá, cifra que fue creciendo con el pasar de los años y dadas las necesidades del
país en este ámbito.

En el año 1995 se crea la Especialización en Antropología Forense en la Universidad


Nacional en Bogotá, programa académico que acoge a abogados, odontólogos,
biólogos, psicólogos, médicos psiquiatras, entre otros; su objetivo ha sido mostrar la
participación de la antropología forense en la investigación de las muertes y su
metodología de trabajo interdisciplinario.

Actualmente es latente la necesidad de crear un programa académico en


antropología forense dirigido exclusivamente a antropólogos con alguna formación
en antropología biológica y especialmente con experiencia en el campo forense; los
objetivos de este programa estarían orientados a mejorar su perfil como
investigadores científicos en el área y tácitamente optimizar la calidad científico-
pericial del antropólogo forense en Colombia.

Otro antecedente importante de la antropología forense en Colombia se dio durante


el año 1998, cuando la Fiscalía General de la Nación con el apoyo del Equipo
Argentino de Antropología Forense (EAAF) y de la Universidad Nacional de
Colombia, realizaron una excavación arqueológica en la ciudad de Bogotá con el
!
objetivo de rescatar e identificar los cadáveres de algunas de las personas que
fueron asesinadas durante la toma a mano armada del Palacio de Justicia por parte
de un grupo de extrema izquierda a finales de 1985.

Esta excavación se dio debido a que una vez culminaron los fatídicos hechos en el
año 1985, los cadáveres y restos humanos (la mayoría carbonizados) necropsiados
no lograron ser identificados positivamente, por lo que fueron posteriormente
inhumados en una fosa común del Cementerio del Sur en la ciudad de Bogotá.

Casi 13 años después se realiza la mencionada excavación arqueológica, en la cual


se recuperaron 121 esqueletos, entre los que se contaban cerca de un centenar de
adultos y 31 fetos, también se encontraron restos de individuos neonatos, mortinatos
y partes humanas correspondientes a desechos hospitalarios (Rodríguez 2001:7), lo
cual indicaba que muchos de estos cadáveres no correspondían a los hechos del
año 1985. No obstante, a pesar de los diferentes estudios realizados a los cadáveres
por parte de la Fiscalía y del Laboratorio de Antropología Biológica de la Universidad
Nacional, solamente ha sido posible identificar una sola persona por cotejos de DNA
(op. cit.:7), actualmente estos restos se conservan bajo cadena de custodia en el
laboratorio de antropología biológica de la mencionada universidad y son utilizados
para practicas docentes.

Hacia el año 1998, uno de los antropólogos forenses del Instituto de Medicina Legal
fue el primer colombiano invitado por las Naciones Unidas a participar en las labores
de búsqueda, exhumación y análisis de los cientos de personas que fueron
asesinadas en la antigua Yugoslavia; posteriormente algunos antropólogos de la
Universidad Nacional, médicos, odontólogos y técnicos balísticos del Instituto de
Medicina Legal y de la Fiscalía han sido invitados a apoyar estas labores
humanitarias, que a su vez tienen como objetivo principal la búsqueda de evidencias
físicas y pruebas que permitan a tribunales internacionales juzgar a los criminales
responsables de violaciones al DIH en esa área del mundo.

!
De otro lado, a partir del año 1999 el laboratorio de antropología forense del Instituto
de Medicina Legal emprendió investigaciones a nivel poblacional en el campo de la
antropología física, especialmente a nivel osteométrico, odontométrico y
somatométrico con muestras extraídas de cadáveres ingresados a la sala de
necropsias. El objetivo de estos estudios ha estado enfocado a intentar establecer
los estándares osteométricos y odontométricos de la población colombiana,
necesarios para optimizar el proceso de identificación de cadáveres clasificados
como NN.

En el año 2000 se conforma la Asociación Colombiana de Antropología Forense


(ACAF), entidad no gubernamental de vocación científica y humanitaria, integrada
por antropólogos, médicos, odontólogos forenses, profesionales en morfología,
Derecho e Informática; también cuentan con la membresía de profesionales de las
mismas áreas en Europa, Norteamérica y Latinoamérica.

Esta entidad busca incrementar el estudio, investigación, desarrollo y actualización


de la antropología forense y demás disciplinas que apoyan la administración de
justicia; también se encuentran dentro de sus objetivos principales apoyar los
proyectos de investigación tendientes a establecer estándares métricos y
morfológicos de la población colombiana, lo cual se está llevando a cabo con la
conformación y análisis de una colección ósea de referencia integrada por individuos
esqueletizados identificados plenamente.

Desde la óptica humanitaria, la ACAF ofrece apoyo a la comunidad en el sentido de


atender solicitudes de búsqueda y rescate de cadáveres en cualquier sitio del país,
de igual manera cuenta con un equipo científico idóneo y con amplia experiencia
para llevar a cabo peritajes tendientes a lograr la identificación positiva de cadáveres
clasificados como NN cuando las autoridades o familiares de personas
desaparecidas así lo soliciten.

!
La ACAF es la única entidad no gubernamental que fue nombrada por el Consejo
Superior de la Judicatura durante el año 2002 como Perito Auxiliar de la Justicia en el
área de antropología forense y criminalística a nivel nacional.

En el año 2003 entidades estatales encomendaron a la ACAF la misión de encontrar


los cadáveres de las personas fallecidas e inhumadas en una fosa común durante los
hechos violentos del 9 de abril de 1948, más conocido como “El Bogotazo”; según
menciona Sosa (2003:142:21), “..será la excavación mas grande en su tipo que se
haya realizado en el país”.

A pesar de que la antropología forense es una especialidad reciente en Colombia, ha


logrado poco a poco darse a conocer con las demás disciplinas en un proceso
académico - científico que muestra el amplio apoyo que esta puede prestar a la
resolución de problemáticas como la desaparición forzada y la violación de los
Derechos Humanos.

La cátedra de antropología forense ha sido incorporada recientemente al pensum del


40% de las facultades de medicina y odontología del país, tanto a nivel de pregrado,
como de postgrado; eventualmente algunas facultades de Derecho solicitan
entrenamiento teórico en este campo; hecho que permite que muchos de estos
profesionales que se desempeñarán en un futuro como funcionarios judiciales
conozcan el apoyo que pueden obtener de ella en los diferentes Procesos, pues “...
aún cuando gran parte de los miembros de los organismos encargados de la
investigación criminal e identificación en nuestro país tienen conocimiento sobre la
existencia de laboratorios de antropología forense, son frecuentes las situaciones en
que los funcionarios judiciales no tienen claro el servicio que puede prestar un
antropólogo forense, o peor aún, que su participación sea tenida en cuenta como un
procedimiento más incluido en el Proceso.” (Patiño, 1998:118).

Actualmente (año 2004) laboran cuatro antropólogos forenses con la Fiscalía


General de la Nación y dos con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses,

!
estos últimos apoyados por una profesional médica, cifra de peritos por cierto mínima
si se tiene en cuenta la gran cantidad de cadáveres correspondientes a casos
complejos que son reportados a nivel nacional por las diferentes autoridades y que
no pueden ser apoyados en su totalidad por los actuales antropólogos forenses.
Lo anterior lamentablemente genera que gran cantidad de estos cuerpos sean
inhumados en fosas estatales sin lograr su identificación positiva, o por lo menos con
elementos que permitan orientarla; lo que tácitamente genera impunidad en estos
crímenes y lo cual va en detrimento de la investigación médico-legal de las muertes y
de la misma sociedad.

Lo planteado justifica la urgente necesidad de ampliar la planta de profesionales en


esta disciplina, como mínimo cuatro por cada capital de departamento; de no cambiar
esta situación, es posible que la investigación médico-legal de las muertes violentas
y las continuas infracciones a los derechos humanos en nuestro país en este
contexto continúen y que muchos de los victimarios continúen logrando sus objetivos:
torturar, asesinar y desaparecer a sus víctimas.

En Colombia los antropólogos forenses que se desempeñan como peritos estatales


en esta área del saber no han recibido un entrenamiento formal y acreditación que
permita su ejercicio; en lo referente a aspectos académicos del pregrado
universitario, solamente cuentan con dos o tres cátedras relacionadas con
antropología biológica que ofrecen los departamentos de antropología de la
Universidad de los Andes y la Universidad Nacional en Bogotá desde el año 1987.
Hasta el momento se han dedicado a laborar en el área forense pero su
entrenamiento como tal deriva principalmente de la propia experiencia, del desarrollo
de diferentes investigaciones científicas en población colombiana, participación en
cursos en el exterior, del aprendizaje autodidacta con la lectura de publicaciones
científicas extranjeras, del contacto permanente con médicos, patólogos y
odontólogos en la sala de necropsias y de las relaciones académicas con colegas en
el exterior.

!
De otro lado, vale la pena resaltar que es desde entidades estatales colombianas
que la antropología forense ha logrado alcanzar su actual grado de desarrollo, evento
que se dio de manera un tanto diferente en los países demás países
latinoamericanos.

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