Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
SABE A
DULCE
De Hasam Díaz
Para Anthar, que intenta comprender el mundo, igual que todos nosotros
2
PERSONAJES
ELENA
AMARU
LUZ
CECILIA
JORGE
CHOCORANCH
I.
ELENA: Y aquí estoy, en una central camionera que nunca había visto en mi vida. Huele
a chís de borracho y hay basura a mi alrededor. Un lugar bien feo. Hace ratito vi una
cucaracha que se paseaba por las piernas de una señora, y ella estaba risa y risa y ni en
cuenta que la cucaracha se le metía entre los tacones. Don Jorge, o al menos eso dice la
plaquita que tiene en su camisa, lleva en su cachucha el letrero de SEGURIDAD. Él me
agarró de la mano desde que bajé del camión, me preguntó mi nombre y me pidió mis
papeles. Quesque necesito un permiso para viajar solita, unos papeles muy raros, digo
yo. Luego me dejó sentada en una banca, junto con la Juana y mi petaca que tiene dos
agujeros. La verdad, me da pena mi maleta, porque se me alcanzan a ver hasta los
calzones. Me refiero a los que se salen de la maleta, no seas mal pensada Juana.
Parece que le caigo bien a Don Jorge, a pesar de que tiene cara como de burro enojado,
es amigable, hasta me ofreció un café. No gracias, Don Jorge pero el café no es para las
niñas, luego me empiezan a temblar las piernas. Él se echó a reír cuando le dije eso,
quién sabe por qué.
Nunca había viajado tan lejos y menos sola. Al principio venía muy emocionada pero
luego de esperar y esperar en este lugar, ya no tanto. Pasaron diez minutos, quince,
treinta, una hora, cuatro, quizá hasta un día o dos. Ya no supe. No se me da eso de
contar el tiempo, siempre quiero que se haga todo rápido y al instante. Como cuando me
bajé por la barranca para llegar más temprano a comer, me raspé toda la pierna, pero
valió la pena comerme esos tacos de frijol. ¿Te acuerdas Juana?, ¿verdad que las tortillas
que hace mi mamá parecen sábanas?
Pero bueno no tengo de otra, me tengo que esperar hasta que llegue mi tía. Se llama
Amaru. Ella tiene que venir por mí. “La sangre llama a la sangre”, dijo mi mamá. Quién
3
sabe qué me quiso decir con eso. Que luego luego la reconocería por su cara. Todo fue
tan rápido. Ojalá no me vaya a equivocar de persona.
Ya no sé si mirar el reloj de la sala de espera, o patear mi petaca, o hablar con la Juana
que siempre es bien callada, quiere que le explique qué es lo que está sucediendo y luego
ella me da consejos.
Y de pronto, en la entrada de la sala de espera, me veo a mi misma pero con más años.
Con el mismo color de piel, la boca ancha, los ojos grandes como de uva. Mira Juana.
AMARU: ¿Elena?
ELENA: ¿Amaru?
AMARU: Sí.
JORGE: Oiga. ¿La niña es su hija?
ELENA: Ella no es mi mamá, Don Jorge.
AMARU: No, no lo soy.
JORGE: ¿Entonces?
AMARU: Soy su familiar, vine a recogerla.
JORGE: Su identificación, por favor.
AMARU: ¿Qué cree? Que olvidé mi cartera en mi trabajo, ahí venían mis identificaciones.
ELENA: ¿ Eres mi tía?
AMARU: No, bueno, sí.
JORGE: ¿Es, o no es?
AMARU: Es que es complicado de explicar.
JORGE: Más complicado para ella por esperarla tres horas.
ELENA: Si yo tuviera una hermana mayor, sería como tú.
AMARU: Que no soy tu tía.
ELENA: Ya no entendí.
JORGE: No se puede llevar a la niña sin identificación. Y menos si no es su familiar.
AMARU: Mire, señor.
ELENA: Se llama, Don Jorge. Así le gusta que le digan, ¿verdad?
Jorge asiente
4
AMARU: Gracias por el tip, Elena. Mire, Don Jorge. Vengo corriendo del trabajo. No me
podía salir antes. Tengo muchas personas a mi cargo. Supongo que si usted tuviera una
gran responsabilidad en su trabajo, sabría que no se puede dejarlo para llegar más
temprano por una niña. Y por si fuera poco, el tráfico es un asco y esa no es mi culpa. Así
que le pido, Don Jorge, que me de a la niña porque llevo prisa. Tengo muchas cosas que
hacer.
JORGE: No.
AMARU: No nos estamos entendiendo.
JORGE: La que no entiende es usted, señorita.
AMARU: ¿No nos podemos arreglar de otra manera?
JORGE: ¿Está sobornándome por una niña? Vamos a seguridad.
ELENA: ¿Qué es sobornar?
AMARU: No me toque. Ahorita no, niña.
JORGE: Si no me acompaña, llamaré a mis compañeros por radio.
AMARU: Pues haga lo que quiera porque yo no me voy a mover de aquí, hasta que me
vaya con la niña.
JORGE: Si no se calma, vamos a tener que arrestarla.
ELENA: Tía.
AMARU: Quiero ver que lo haga.
ELENA: Tía.
JORGE: ¡Cálmese!
AMARU: ¡Cálmese usted!
ELENA: ¡TÍA!
AMARU: ¿¿QUÉ??
JORGE: Tenemos un R-50 con un 12. Repito tenemos un R-50 con un 12.
ELENA: Le debes una disculpa a Don Jorge y a mi también, por llegar tarde.
AMARU: Esto es una discusión de adultos.
ELENA: Tía, ya me quiero ir, estoy muy cansada del viaje. Por favor, hazlo.
5
Elena jala a Jorge a un rincón, le habla al oído y después regresan con Amaru.
JORGE: Todo está en orden, señorita Amaru. Puede retirarse. Es más, discúlpeme. Es
que… no sabía.
AMARU: ¿Qué le dijo?
JORGE: Está bien, señorita. Puede llevarse a la niña. Entiendo perfectamente. Un primo
de un amigo ha pasado por la misma situación.
AMARU: ¿?
ELENA: Vámonos Juana.
JORGE: Somos seres humanos y a veces nos pasan esas cosas. Que tengan buen día,
señorita.
AMARU: ¿Cómo?
ELENA: Nada, ya nos podemos ir tía. Adiós, Don Jorge. Nos vemos pronto, nomás que
acaben las vacaciones y aquí nos veremos.
6
ELENA: Le dije que tienes gusanos en la cola y que por eso te pones bien loca, que te
llegan a la cabeza y te hacen odiar a todo mundo. Que es una enfermedad muy delicada y
penosa pero que ya estás en tratamiento con el doctor y que pronto te ibas a aliviar.
A lo lejos.
JORGE: Adiós, Elena. Nos vemos ahora que acaben las vacaciones.
ELENA: Sí, Don Jorge, nos veremos pronto. Dile también adiós, Juana.
II.
ELENA: Subimos a un carro rojo muy elegante. Pasamos por puentes y más puentes,
altísimos. Después, un mar de coches que pitaban. Piiip, piiip. Unos señores se decían
groserías, de esas que mi má dice cuando se enoja mucho conmigo, ni siquiera las puedo
decir pero empiezan con la letra Pe. La Juana ya se iba a volver a loca de tanto gritadero.
Llegamos a una casota con muchos pisos, nomas de ver hacia arriba me mareaba. Luego
subimos a una cosa rara que le dicen elevador. Entramos por una puerta con el número
403.
AMARU: Bienvenida a mi casa.
ELENA: Oye tía, ¿por qué huele tan feo Ciudad Esmogópolis?
AMARU: No huele feo.
ELENA: Pues ya te acostumbraste, porque sí, huele re feo. La Juana ya hasta puso cara
de fuchi, mira. Lo bueno es que nomás venimos de vacaciones.
AMARU: Sí… sólo las vacaciones. Está padre el departamento, ¿no?
ELENA: Está chiquito, ¿a poco cabes?. ¿No tienes jardín?
AMARU: No, pero tengo este palo de Brasil. Me salió carísimo y es elegante, ¿no crees?
ELENA: Ah, está bonito el tronquito… (Mira a todos lados junto con la Juana) y, ¿qué
guardas aquí en este cajón?
7
A Nube
AMARU: ¡No, Nube! ¡No! (Nube enseña los colmillos y se sube al librero) Es que no le
gustan los niños… y las personas en general.
ELENA: Mi má, dice que los animales son el espejo de sus dueños. Qué raro…
AMARU: Dices que no me gusta estar con las personas.
ELENA: …Nube está bien gorda y tú no, ¿eso que significará?
8
AMARU: Ah, a eso te referías. No pues no sé, desde que la adopté hace cinco años ya
estaba así. Y nos acoplamos perfectamente, es buena compañera ¿verdad, Nube?
Nube maúlla
ELENA: Tal vez Nube está gorda porque le rellenaron de algodón para que pudiera flotar
en el cielo.
AMARU: Es una buena explicación.
ELENA: No se parece nada a Alcarajo, él sí que es un deportista, corre mucho de un lado
a otro y siempre anda ladre y ladre. Le encanta meterse en los estanques de agua y
llenarse de lodo. Yo creo que él y yo, somos un espejo. Lástima que no me lo pude traer,
todo fue tan rápido.
AMARU: ¿Quién?
ELENA: Alcarajo. Mi perro.
AMARU: Ah, qué caray, ¿y por qué se llama así?
ELENA: Es que desde chiquito Alcarajo, quién sabe cómo, se pasaba hasta la cocina y
se robaba las tortillas, pero una vez si se pasó de tueste, se llevó toda la olla con
albóndigas, mi mamá se puso a correr por la calle como loca diciendo: ¡Te me vas
alcarajo!, ¡Te me vas ahoritita mismo alcarajo!. Y desde ahí, se le quedó el nombre. Él es
feliz, a pesar de que mi mamá lo anda correteando. Alcarajo es un perro güero de rancho
y siempre trae una sonrisa en el hocico. No se parece nada a Nube.
ELENA: Oye tía, me pregunta la Juana, que por qué no te has casado.
AMARU: Prefiero que me digas Amaru. Me haces sentir vieja diciéndome tía.
ELENA: Bueno, ¿por qué no te has casado, Amaru?
AMARU: Porque tengo mucho trabajo, no tengo tiempo de andar buscando a alguien.
ELENA: ¿Y tienes novio?
AMARU: Tampoco.
ELENA: ¿Y no te da miedo quedarte viejita y sola en Ciudad Esmogópolis?
AMARU: No. O más bien, no lo había pensado así.
ELENA: Ah, ¿y qué haces en tus ratos libres?
9
Pausa
10
Pausa
11
AMARU: ¡NO!
Amaru se levanta y avienta a Nube, la cámara cae sobre ella, salvando la cámara y
maúlla de dolor. Amaru agarra la cámara.
AMARU: ¿Te puedo pedir un favor? No agarres mis cosas porque son delicadas. Este es
un regalo que me hizo mi papá.
ELENA: Perdón. ¿Ves, Juana lo que provocas? Tú curiosidad va a matar al gato, bueno,
a Nube. Amaru, es que quería ver la cámara. Oye, y esa cámara, ¿todavía sirve?.
AMARU: Sí. ¿Por?
ELENA: Es que un día me gustaría grabar cosas de El Aguacate. Hay muchos lugares
bonitos, como el arroyo que pasa por el camino estrecho, o el amanecer naranja naranja,
las casitas con teja que llegan a la placita. Tiene muchos lugares que quedarían bien
bonitos retratados. Si un día me agarro de valor hasta me iría a grabar el pozo. Con que
pudiera grabar un día por lo menos. Es que mira, ahorita sólo me pude traer de allá esta
foto de mi familia, apenas me veo yo; los demás salen borrosos.
Amaru ve la foto.
Nube maúlla.
ELENA: ¿Podemos hablar por teléfono con mi mamá? Quiero decirle que la extraño.
AMARU: ¿Ya la extrañas?
ELENA: Un poquito.
12
AMARU: Acabas de llegar, Elena. Además, tenemos que esperar a que ella hable, ya ves
que marca desde el teléfono de la tienda. Hablará pronto.
ELENA: Buh, eso no me hace sentir mejor.
AMARU: Bueno, ya. A dormir. Agarra tus cosas y al cuarto.
ELENA: Pero nunca he dormido sola, siempre duermo en el cuarto de mi má.
AMARU: Será sólo un par de semanas.
ELENA: ¿Me puedo quedar a dormir contigo?
AMARU: No creo.
ELENA: Pero…
AMARU: Si quieres te dejo la puerta abierta.
ELENA: Nomás el día de hoy…
AMARU: Ya estoy cansada. Buenas noches.
Amaru se acerca a Elena e intenta hacerle una caricia en el cabello pero su mano es
torpe, así que desiste en el intento. Amaru se va y Nube la gata rechoncha y negra
camina detrás de ella con un caminar cadencioso.
ELENA: Me dejaron sola en esa caja de zapatos. Me metí a la cama y me acurruqué con
la Juana, pensando en mi má, Alcarajo y El Aguacate.
Todo es temporal, estas son sólo vacaciones, me repito. Así pasé la primer noche en
Ciudad Esmogópolis, con la luz prendida y sin poder dormir.
III.
ELENA: Pasaron algunos días y Amaru no sabía que hacer conmigo, me dejaba un ratote
en su departamento mientras ella se iba a trabajar, me ponía la tele para que le cambiara
a los chorrocientos mil canales que tenía en su pantallota. Me aburría, yo mejor jugaba
con la Juana, a las traís, a la matatena, a las escondidillas. Intentamos agarrar a Nube,
pero nomas no se dejaba, se subía a todos los muebles y me enseñaba los dientes. De
plano no le caigo nada bien.
13
Cuando llegaba Amaru, estaba cansada y ni decía palabras, preguntaba si había llamado
mi má, pero no, nadie llamaba al teléfono de la casa.
Elena se sube a una silla y desde ahí mira la Ciudad Esmogópolis, la silueta de sus
edificios y una que otra luz de ambulancia. Se queda absorta tratando de comprender su
nuevo panorama. Amaru se da cuenta que la cámara Super 8 no está en su lugar.
14
ELENA: Nos subimos a un tren naranja, que llevaba cientos de personas amontonadas
como pescados apretados. Era raro, las puertas se abrían y cerraban solitas sin importar
que aplastaran las cabezas de las señoras que llegaban corriendo. Monstruos deformes
que vendían música, pelotas de goma y hasta ganchos para la ropa. Los niños van
dormidos sobre el pecho de sus mamás que sudan la gota gorda agarrándose de un
tubo. Nos bajamos con el sonido de un pitido, mientras Amaru empujaba una yunta de
bueyes que se ponían en las puertas, hasta que por fin pudimos salir.
Llegamos al parque, está bien raro.
AMARU: Este parque tiene una burbuja que lo cubre por completo, por eso se llama así:
Parque Burbu, para proteger a los niños del aire contaminado.
ELENA: En El Aguacate cuando respiras, se siente tan fresco que hasta se te enfrían los
pulmones de un solo jalón.
AMARU: Pues aquí es diferente. Seguro que todos estos juegos no los encuentras en El
Aguacate.
ELENA: Amaru me dejó en lugar donde había toboganes, castillos, pero todo era de
plástico, hasta los árboles eran así, me di cuenta cuando me intenté trepar a uno y se
salió una rama completa. Amaru para variar me dejó sola, le marcaron por teléfono y ella
se esfumó como fantasma, hasta que alguien le tocó el hombro.
CECILIA: Disculpe, podría decirle a su hija, que no la esté espantando con sus historias.
Ya hizo llorar a mi Vanessa.
AMARU: Son niñas. Juegan. Y si me permite, estoy en una llamada importante. (Al
teléfono) No Ramón, tiene que ser carismático el actor, que le baile bien en el traje de
Chocoranch.
CECILIA: Le estoy pidiendo de favor que su niña deje de molestar a mi niña.
AMARU: Señora, déjelas. (Al teléfono) Pues claro que tiene que ser flaco el actor para
que quepa en la botarga, ¿te tengo que explicar tu trabajo?
15
CECILIA: No respondo por lo que vaya le vaya hacer a su hija, si sigue haciendo eso.
Amaru al teléfono.
AMARU: Permíteme Ramón, es que una señora me está molestando, ahorita vemos lo
del casting. (Cuelga) A ver señora, qué quiere.
CECILIA: Me llamo, Cecilia.
AMARU: Amaru, mucho gusto. (Amaru le da la mano a Cecilia, ella no le corresponde)
Bueno, Cecilia, ¿qué es tan importante que no lo puede arreglar usted?
CECILIA: Su hija, dice que es peligroso jugar a las escondidillas, porque si lo hacen y las
encuentran se las pueden llevar y ya no las van a volver a ver. ¿Qué niña podría tener
una mente tan perversa?
AMARU: Bueno, primero, no es mi hija, es mi sobrina. Y segundo, está jugando,
JUGANDO.
CECILIA: No, no, pero esto es diferente.
AMARU: ¿Y para ti Cecilia, qué es diferente?
CECILIA: Dice su hija, que unas personas malas que se llaman la Maraña, que están en
todas partes, que ellos se las van a llevar y nunca más las van a regresar. Y que después
nos van a llevar a los adultos y nunca más sabrán de nosotros. Ya hizo que todos los
niños lloraran y se fueran corriendo con sus papás. Además, esta es una ciudad es muy
segura no tiene porque andar una niña inyectando el miedo.
AMARU: ¿Qué le digo? A Elena le gusta inventar historias.
CECILIA: Pues sus historias están muy torcidas, no sé de dónde saca esas cosas. Así
que le pido que se la lleve a su casa y la lleve a psiquiatra.
AMARU: El Parque Burbu es enorme, si su hija no quiere jugar con ella que no lo haga y
ya. Problema resuelto.
CECILIA: No sea tonta, debe atender a la niña. No está bien de la cabecita.
AMARU: Pues más tonta está su hija por hacerle caso. Y si me disculpa, ya me tengo que
ir, tengo trabajo que hacer.
16
CECILIA: Oiga.
AMARU: A ver, espérame tantito, que otra vez me están molestando.
CECILIA: Y para la próxima, espero que se preocupe un poquito por la educación de sus
familiares.
Cecilia se va.
AMARU: ¡Loca! Te marco en un rato Ramón, tengo que arreglar una cosa. ¡Elena, ven!
ELENA: ¡Amaru! ¡Amaru!, ¿qué te dijo esa señora?
AMARU: ¿Por qué andas espantando a los demás niños?
ELENA: Pero no los estoy espantando, les estoy ayudando.
AMARU: No está padre decir mentiras Elena, y menos a los demás niños. los haces
llorar.
ELENA: Pero no hice nada malo.
AMARU: ¡Ya basta!
ELENA: Yo no dije ninguna mentira.
AMARU: ¡Entiende! Mira lo que provocan tus historias, ya me dieron una cachetada.
ELENA: No te preocupes Amaru, que yo también le di una cachetada a Vanessa.
AMARU: ¿Estás loca?
ELENA: Es que dice mi mamá, que cuando la gente no quiere entender, a veces hay que
darle una zangoloteada. Es decir, una cachetada.
AMARU: Vas a hacer que me muera de un paro cardíaco.
ELENA: No Amaru, yo no quiero que te mueras, prefiero que me cuides.
AMARU: Ya vámonos, antes de que otra mamá me venga a reclamar.
Amaru se va alejando.
17
IV.
18
LUZ: Nomás las vacaciones cuídala, en lo que la cosa se tranquiliza. Dicen que van a
mandar hartos policías al Aguacate, tal vez hasta el ejército. Nos dijeron que todo va a
estar bien, y que los van a controlar, pero por si las moscas, no puedo arriesgar a Elena,
por favor. (Pausa) ¿Puedes Amaru?
AMARU: Está bien tía Luz, me hago cargo de ella. Sólo que no voy a poder quedármela
más tiempo que las vacaciones tía. Me voy por primera vez a grabar un comercial al
extrajnero. Y no puedo llevármela.
LUZ: Te juro que esto se va a controlar antes de que acaben las vacaciones.
AMARU: Espero que aguantemos ese rato.
LUZ: Ella es bien portada, ¿qué no?
AMARU: He tenido algunos problemas con ella.
LUZ: ¿Qué hizo, mija?
AMARU: Hizo que un policía pensara que estaba enferma y loca. Ha estado agarrando
mis cosas y molesta a Nube.
LUZ: Qué extraño nombre para tu hija.
AMARU: Es mi gata, tía.
LUZ: Ah.
AMARU: Y por si fuera poco, hizo que una señora me cacheteara en Parque Burbu.
LUZ: Ay, Dios. Esa niña.
AMARU: No sé qué hacer con ella.
LUZ: Aguanta un ratito mija.
AMARU: Me enloquece Elena. Y ahorita no puedo descuidar mi trabajo, tengo un contrato
muy importante, el más grande que he tenido.
LUZ: A veces hay cosas más importantes que el trabajo, mija. Te necesito y Elena
también, somos de la misma sangre. Es solo temporal. Esto que está pasando en El
Aguacate, quiera Dios que se acabe pronto. Y ya no te molestaré más.
AMARU: Está bien, tía. ¿Le habló a Elena para que platiques con ella?
LUZ: Es mejor que no Amaru, siento que me voy a poner a chillar y no quiero que se
preocupe por mí.
AMARU: Dice que te extraña mucho.
LUZ: Yo también. Es mejor así, que sólo sepa que las cosas van mejor por aquí y que
muy pronto regresará. Dile que la quiero mucho, por favor, que Alcarajo está bien y que
también la extraña mucho, se la pasa aullando todas las noches por ella.
AMARU: Yo le digo tía.
19
LUZ: Ya tengo que colgar, no está bueno estar mucho en el teléfono, es peligroso.
AMARU: Sí tía, cuídate mucho, espero tu llamada.
LUZ: Adiós, mija.
AMARU: Ven Nube. (La acaricia) Vamos a tener que aguantar un poco más de lo
esperado. No nos va a ir mal, pensemos que es momento para ayudar a la familia. Y que
muy pronto regresaremos a la normalidad. Solas, tú y yo. Creo que empezamos con el pie
izquierdo con Elena, pero ya sé que podemos hacer.
V.
ELENA: Amaru me despertó bien temprano, ni siquiera había salido el sol, no había nada
de ruido, ni de coches ni de gente gritando, sólo una ambulancia que sonaba a lo lejos.
Sus ojos eran amables, hasta Nube se le acercó a Juana para que le acariciara la
cabecita.
AMARU: Ven, vamos. Te voy a llevar a mi trabajo.
ELENA: ¿EN SERIO?, ¿también puede ir la Juana?
AMARU: Sí. ¿Te gusta la idea?
ELENA: Mucho.
AMARU: Entonces, báñate y nos vamos.
ELENA: Pero si me bañé ayer.
AMARU: Y trabajé también ayer y también lo tengo que hacer hoy, no seas mugrosita.
Vamos a un set. Báñate.
ELENA: Está bien, Amaru.
AMARU: Por cierto… habló mi tía Luz.
ELENA: ¿Por qué no me la pasaste?
AMARU: Es que ya estabas dormida.
ELENA: Me hubieras despertado ¿Qué te dijo?
20
AMARU: Primero preguntó por ti, que cómo estabas, que si estabas comiendo bien, que
si sí hacías caso a lo que yo te decía.
ELENA: ¿Le dijiste la verdad?
AMARU: Le dije que nos estábamos acostumbrando.
ELENA: ¿ Y qué más?
AMARU: Que te quería y que te extrañaba mucho, que después hablaría contigo. Que las
cosas van mejorando en El aguacate y que tienes que disfrutar tus vacaciones.
ELENA: ¿Me lo juras?
Pausa.
AMARU: Sí.
ELENA: Qué bueno. Entonces voy a regresar pronto. ¿Te dijo algo más?
AMARU: Que Alcarajo, está bien y que también te extraña, que aúlla en las noches por ti.
ELENA: Yo también lo extraño.
AMARU: Ya falta poco para regresar, no te preocupes. Mira. Te tengo un regalito. Toma.
Elena la abre.
21
VI.
ELENA: Después de bañarme, nos fuimos en el coche. Llegamos a un cuarto verde, con
muchos focos blancos, que me deslumbraban. Lo primero que hizo Amaru fue gritar
porque no estaban listas las cámaras y se fue corriendo. Muchas personas caminaban de
un lado a otro, preocupados. Sentado en una silla de tela, a un lado mío, había un joven
con botarga como un rollo café gigante y arribita un sombrero de vaquero.
CHOCORANCH: ¡Hola! ¿También vas a salir en el comercial? No me habían dicho que
ibas a estar.
ELENA: Me quedé callada, me daba pena hablar con una botarga.
CHOCORANCH: Ah, entonces era una sorpresa. No me gustan estas cosas, siempre me
cambian la movida. No me digas, ¿también te van a vestir de Chocoranch? ¿vas a ser mi
hija Chocorancherita?
ELENA: Sólo sonreí.
CHOCORROL: ¿No me vas a decir? Bueno. ¿Y también vas a salir con esa muñeca?
22
Se tapa la boca
CHOCORANCH: Ah, mira, qué bueno que me avisan que voy a grabar con una muñeca.
ELENA: Me llamo Elena.
CHOCORANCH: Hola Elena, no me tengas miedo, esto es un disfraz. Yo me llamo…
bueno, no, no importa mi nombre, nadie se acuerda de cómo me llamo, me ubican como
el Chocoranch y ya.
ELENA: Hola Chocoranch.
CHOCORANCH: ¿Qué haces aquí?
ELENA: Amaru es mi tía.
CHOCORANCH: No, pues estás bien parada. De seguro te van a meter a hacer
comerciales, luego serás la directora de casting, o tendrás tu propia productora de
comerciales, y vas a hacer sentir mal a todos los actores con los que trabajes.
ELENA: No, yo no quiero eso. Yo nomás vengo de vacaciones. Yo quiero ser veterinaria
y tener mis animalitos y cuidarlos en El Aguacate, caminar por los campos, ir a las fiestas
del pueblo y tener mi propia casita. Junto con mi mamá, la Juana y Alcarajo, mi perro.
CHOCORANCH: ¿Así de simple es lo que quieres?
ELENA: Sí, ¿y tú que quieres?
CHOCORANCH: La verdad yo quería ser un actor famoso. Pero esto es lo más que he
logrado, ¿tú crees? Y eso que estudié en la mejor escuela de teatro, era el mejor de mi
generación. Hasta me dijeron que era la promesa mexicana de actuación como el Gael, y
no, pues no. Aquí me tienes, vestido como Chocoranch “el chocolate sabroso del rancho”,
porque no tengo ni para pagar la renta, no me quedó de otra más que venderme para
comerciales. Este país esta mal, muy mal. Qué bueno que te regresas a tu pueblo, por
como lo cuentas, está bien bonito el lugar.
ELENA: Sí, el Aguacate está en las faldas del cerro del Diablo, hay muchos árboles y
campos donde siembran maíz, para llegar es un camino largo de tierra roja, también hay
muchos, muchos árboles de aguacates del tamaño de una pelota. Cuando es invierno,
amanece con niebla, y si te subes al cerro del Diablo es como si estuvieras en el cielo,
viendo desde arriba el horizonte. También tiene una placita con una iglesia y en medio de
la plaza una fuente. Está bien bonito, la verdad.
CHOCORANCH: Pues un día, tienes que invitarme.
23
ELENA: Claro que sí, sobre todo cuando es la fiesta del pueblo, se dan unas corundas
rellenas de frijoles, o de queso, también, si quieres un pollo entero, hay muchas botellas
de mezcal, unas tortillas grandes como sábanas que hace mi mamá. Un pastel gigante
como de cinco pisos que le ofrecen a todos, y al final, hay baile, todo mundo baila.
CHOCORANCH: Ya me dieron muchas ganas de conocer el Aguacate, aquí no puedes
encontrar nada parecido.
ELENA: Vas a tener que esperar un rato.
CHOCORANCH: ¿Por qué?
ELENA: Es que ya vi que aquí, no les gusta la verdad.
CHOCORRANCH: A mi me puedes contar.
ELENA: Lo que pasa es que…
AMARU: Bien, por fin, vamos a comenzar. Todos a sus posiciones.
CHOCORANCH Si quieres, ahorita me platicas.
AMARU: Chocoranch a tu lugar. Elena, quédate ahí sentada. Por favor, silencio. Claqueta
lista. ¡Un poco de maquillaje para el Chocoranch! ¡Silencio! Prevenidos, cinco, cuatro,
dos… ¡Acción!
AMARU: ¡Corte! ¡Corte! ¿Qué estás haciendo Elena, no hagas ruido, necesitamos
silencio y por favor quédate en tu asiento!
ELENA: Sí, Amaru.
AMARU: Una vez más. Cinco, cuatro, tres, dos… ¡Acción!
24
Elena no puede contenerse de la risa y se para, saca su cámara, toma una foto y sale el
flash. El Chocorrol que está bailando, se deslumbra, se va hacia el frente y tropieza con la
cámara que lo filma, salen chispas y se arruina el set.
CHOCORANCH: Gracias Elena, si nos dan otro día de grabación, me van a pagar el
doble. Voy a poder pagar la renta y llevar a mi novia a algún lugar lindo.
ELENA: Gracias.
AMARU: Esto nos costará un día más, ¡un día más!. Estamos fritos. ¡Lleven la cámara
con los técnicos para que esté lista para mañana!
ELENA: Mira la cámara Juana, la foto otra vez salió borrosa, creo que ni eso puedo hacer
bien, detener unos segundos el tiempo para poder ver las cosas claras, no puedo.
VII.
AMARU: Abrí los ojos sin que sonara la alarma. Me levanté, me puse las pantuflas y salí
de mi cuarto. Qué extraño silencio. Miré la cama de Nube y no había rastro de ella, tal vez
está escondida en el clóset, pensé. Toqué la puerta. ¿Elena? (Pausa) ¿Elena? No
contestó, así que me metí a su cuarto. (Pausa) Elena no estaba, ni la Juana. Como si
nadie hubiera estado nunca en este lugar. Ni siquiera la foto borrosa de su familia que
puso sobre la pared. ¡Elena! ¿dónde estás?. Nada. ¡Elena, no estés jugando que ya me
tengo que ir a grabar! Ninguna respuesta. ¿Dónde estará? Creo que está jugando a las
escondidillas.
25
Me preparo un café, y miro por la ventana. Una ola de niebla rodea el edificio. ¿Niebla
sobre la ciudad? Se supone que es verano. Tanto fastidiar con la capa de ozono,
seguramente.
¿Elena? ¡Ya vámonos!
Agarro la taza de café. ¿Dónde estará esa niña? Nomás me hace perder el tiempo.
Apenas mis labios tocan el café y me quemo. Tiro la taza sobre mis pies. ¡Ay! ¡Qué
babosa soy! Y el líquido se desparrama sobre el piso.
¿Elena? ¡Deja de jugar y ven!
Silencio y más silencio. De pronto, la niebla empieza a ponerse espesa sobre las
ventanas y hace que se oscurezca el departamento.
¡No sé que estás haciendo Elena, pero ya estuvo bueno de bromas!
A lo lejos, se escucha murmullo de personas. Algo pasó, sé que algo pasó. Las voces se
van haciendo cada vez más grandes. ¿Un accidente? ¿Estás bien, Elena? Intento abrir la
puerta, pero está cerrada con seguro, no puedo salir y no están las llaves.
¿Qué pasa? ¿Me escuchan? ¿Oigan, me escuchan? Pero las voces no me responden
¡No puedo salir y no sé dónde está la niña! Golpeo la puerta. ¡Ayuda!
Las voces se hacen cada vez más cercanas, gritando como volcán. Luego, en un
destello, abren la puerta, tronando los vidrios, se escucha el correr de muchas personas
por las escaleras de emergencia, un ejército de pies pesados que se acercan al
departamento. No sé qué hacer.
¡Ora sí te vamos a llevar! ¡Ya te cargó la que te trajo! ¡Eso te pasa por meterte en lo que
no te importa! ¡Ora sí nos vas a conocer! Dicen las voces.
Elena, ¿dónde estás? ¡vámonos! ¡es la Maraña! Susurro en los rincones del
departamento. Y nadie contesta, ni Elena, la Juana o Nube.
Intento salir por la ventana, pero no la puedo abrir, la niebla empuja el cristal, parece que
lo espeso de aire gris quiere entrar.
Y ellos llegan, ya no hacen ruido. Están afuera, alcanzo a ver su sombra por debajo de la
puerta. Mis pies tiemblan y corro a mi cuarto, me escondo debajo de la cama. Trato de
controlarme pero no puedo, mi respiración es agitada. No quiero que me encuentren.
Suena un golpe brusco. Entraron al departamento, están adentro, me van a llevar, me
quieren llevar y no sé a dónde. Se escuchan muchos pasos caminando por la cocina y la
sala, quiero gritar pero no puedo. ¿Dónde está Elena?, ¿dónde está?
26
Se mueve la manija del cuarto, lento y suave. Ya no sé qué hacer, no sé a dónde me van
a llevar. Murmullos, suenan murmullos que dicen: ahí está. Adentro del cuarto. Debajo de
la cama. Es nuestra la niña y la tía, por fin la encontramos y nos la vamos a llevar.
Las manos temblando, sudando de frío, los dedos torcidos y la boca seca. Y se abre la
puerta de un solo golpe, la niebla entra como una explosión a mi ojos.
Amaru grita
VIII.
27
28
ELENA: Perdón.
AMARU: Yo sé que no es tu culpa. Y sé que todo lo que está pasando en tu pueblo
tampoco, me da mucha tristeza, pero cuando hablé con tu mamá dijo que las cosas
pronto estarían mejor. Y yo le dije que no podía estar mucho tiempo contigo. Porque
tengo que grabar ese comercial y no lo puedo dejar. Elena, necesito que regreses al
Aguacate.
ELENA: Está bien.
AMARU: Quiero que entiendas, que no es que no me importes o que te odie o algo así.
Quiero que eso te quede claro. Además, dices que ya quieres ver a tu mamá, y Alcarajo y
que extrañas estar en el Aguacate, ¿no?
ELENA: Sí, lo extraño.
AMARU: Ahí está, es lo mejor para las dos. ¿No quiere la Juana también eso?
ELENA: La Juana dice que prefieres deshacerte de nosotras dos y que no nos quieres.
AMARU: Bueno, es natural, cuando sean más grandes las dos entenderán por lo que
estoy pasando.
ELENA: La Juana dice que eres mala.
AMARU: No, no es eso, entiende.
ELENA: Que te vale lo que nos pasa a nosotros y lo que está pasando en el Aguacate.
No te importa otra cosa, más que lo que te pasa a ti y sólo a ti en tu mundo solitario.
AMARU: Eso no es cierto.
ELENA: Está bien, ya nos vamos a regresar las dos.
AMARU: ¿Por qué no quieres entender?
ELENA: ¿Podemos regresar a la casa? Esta pagoda no sirve para ahuyentar los malos
espíritus. Ya no me siento bien aquí.
AMARU: Sí, podemos hacerlo.
29
IX.
30
LUZ: No puedo.
AMARU: Es mejor que te vengas, antes de que te quieran hacer algo.
LUZ: Que lo hagan.
AMARU: Perdón tía, pero no seas tonta. No pongas en riesgo tu vida.
LUZ: No voy a dejar que se queden con mi casa.
AMARU: Son cosas materiales, vente para acá.
LUZ: Es mi historia la que quieren quitarme, todo lo que somos y hemos construido,
desde mis abuelos, y los abuelos de mis abuelos, y eso Amaru, jamás, jamás tenemos
que dejar que se lo lleven. Antes de hacerlo tendrán que pasar por mí.
AMARU: ¿Y Elena?
LUZ: Tienes que cuidarla, por lo mientras. Es cuestión de aguantar mija. Si esto es lo más
feo ya la libramos. Es por el bien de Elena.
AMARU: Tía, no puedo ni conmigo mismo, no voy a poder con Elena.
LUZ: Cuando la vida nos lo pide, podemos resistir hasta un huracán. No sé cómo pero las
cosas van a estar bien, voy a hablar con ellos, tienen que entender. Sólo te pido que sigas
cuidando a Elena.
AMARU: No tía, no hagas eso.
ABUELA: Ya me tengo que ir. No es seguro que te hable por teléfono, luego te pueden ir
a buscar a ti. Adiós.
X.
31
AMARU: Apágala.
Elena la apaga.
32
Silencio.
Amaru sale.
ELENA: ¿Qué hacemos Juana? No podemos dejar a mi mamá así nomas, tenemos que ir
por ella. ¿Pero, cómo? No tengo ni un centavo. ¿Y si vendemos la cámara que me
regalaron? (Pausa) Tienes razón, nadie nos la va a querer comprar. (Pausa) ¿Qué?
¡Claro! ¡Cómo no lo había pensado, eres muy inteligente!
AMARU: Elena, estaba pensando que si…
33
XI.
ELENA: Abrí los ojos y no escuché ningún ruido. Me puse mis tenis y salí muy despacio
del cuarto. Uf, Amaru ya se había ido y ni me di cuenta. Hasta me dejó el desayuno
preparado, pero no había tiempo que perder, tenía que llegar al Aguacate lo más pronto
posible.
Agarré el dinero que había en su cajón. Yo sé que no está bien robar, ya me lo ha dicho
mi má, pero esto es una ACCIÓN DESESPERADA. Agarré mi petaca con ropa, la foto de
mi familia, a la Juana y la cámara.
Me salí y fui hasta el tren urbano. Leí un plano que estaba en la pared. Tardé en
entenderle, pero al final fue muy fácil saber hasta dónde tenía que llegar. Me mezclé entre
un mar de gente sudada, y tortugas que llevan música en la espalda. Así que agarré bien
fuerte a la Juana de la mano para que no se me fuera a perder. Entre empujones y
baches de piernas, llegué a la estación. Corrí afuera de los torniquetes y de repente ya
estaba de la central camionera. A lo lejos, que veo a Jorge, parecía que me estaba
esperando.
34
AMARU: Le voy a decir la verdad Don Jorge, pero no puede decir nada porque es muy
peligroso. (Susurra) Es que me voy a enfrentar contra unas personas muy malas. Tan
malas que sólo le voy a decir una vez su nombre: La Maraña. Ellos controlan el pueblo y
muchos otros, y se quieren llevar a mi mamá y de seguro también Alcarajo, tengo que ir
por ellos.
JORGE: ¿En serio?
ELENA: Sí. No mentiría sobre eso.
JORGE: Eres una niña muy valiente.
ELENA: No sé si soy valiente, solo sé que tengo que ir a ayudar.
JORGE: Ah, pues muy bien. Apúrale por que el camión que va directito al Aguacate está
a punto de salir. Pero Ciudad Esmogópolis te espera, ¿eh?.
ELENA: Don Jorge, tengo un problema, no sé si me pueda ayudar.
JORGE: ¿Qué pasó?
ELENA: Es que fíjese que no completo, para el camión. Me alcanza para mi pasaje, pero
me falta el de la Juana.
JORGE: Oye Elena, una niña no debe andar cargando eso, ¿de dónde sacaste tanto
dinero?
ELENA: Ammm… mi tía me daba dinero los domingos…
JORGE: No se veía muy caritativa tu tía qué digamos.
ELENA: Es que soy buena ahorrando, siempre hago mi cochinito. ¿No me cree?
JORGE: ¿Sabes que vamos a hacer? Vamos a dejar pasar a la Juana por esta ocasión,
pero sólo por esta ocasión, porque es urgente. Ve y compra tu boleto.
ELENA: Corrí a la ventanilla que apenas alcanzaba y compré el boleto, me dijo la señorita
que le corriera porque ya estaban a punto de salir el camión. Antes de subir mire hacia
atrás y Don Jorge se me quedó viendo.
ELENA: ¿Puedo pedirle algo?
JORGE: Sí.
ELENA: ¿Puedo darle un beso en la cachete? Es que usted me recuerda mucho a
alguien, pero nomas no me acuerdo, y me dan muchas ganas de despedirme de usted.
JORGE: Claro, Elena.
35
XII.
ELENA: Montaña, montaña, montaña y uno que otro lago. El camión va rápido por la
carretera. Intento acomodarme en el asiento, pero estoy tan nerviosa que no puedo
dormir. Mejor me quedo pegada a la ventana y veo mi reflejo espiando las rayas blancas
de la carretera. El tiempo de regreso al Aguacate es mucho más rápido que el de ida. Y
cuando menos me lo espero el chofer nos grita: ¡El Aguacate!
Me bajé corriendo con mis cosas.
¡Ya llegamos Juana! ¡Ya llegamos! ¡Viajamos en un pestañeo!
Me fui corriendo por la calle que da directo a la placita principal, donde está la fuente y los
portales de color rojo y blanco alrededor. Y cuál es mi sorpresa que no veo a nadie, ni la
señora Meche la del mole, o el ciego que toca el tololoche. La iglesia está cerrada y las
puertas de las casas también. Pero eso sí, había una niebla que se hacía cada vez más
espesa recorriendo las calles. Ni modo, me sigo corriendo hasta llegar a la casa, que está
hasta el final de la calle, justo donde empieza el cerro del Diablo.
¡Ya llegué, má! ¡Ya llegué!
Nada.
¿Dónde estás, má?
Nada.
ELENA: Te extrañé tanto Alcarajo. No sabes todo lo que he visto. Estuve con mi tía
Amaru que es igualita a mí pero en grande, es famosa porque hace comerciales. ¿Y qué
crees?
Alcarajo le ladra.
36
Tiene una gata gorda y negra como una albóndiga. No se parecía nada a ti, ella se la
pasaba acostada todo el rato ronroneando y luego me sacaba los dientes. Y eso era lo de
menos, no te imaginas cómo es la ciudad. Es un monstruo con brazos de árbol gris, hay
tanta gente que ni siquiera se miran a los ojos, es muy feo Alcarajo.
Alcarajo vuelve a ladrar y agarra con su hocico la fotografía que tiene entre sus manos
Elena.
Sale Alcarajo con la foto y entra junto con Luz con la fotografía en manos.
37
La niebla hace que poco a poco Luz y Alcarajo se vayan perdiendo hasta quedar sola
Elena.
ELENA: ¡Mamá! Hace mucho frío aquí, no quiero quedarme sola. ¡Mamá! ¡No quiero que
me lleven!
XIII.
AMARU: ¡Elena! ¡Elena!
38
39
le hacía una sonrisa como la mía, y que esa sonrisa sabía a dulce. Ella quería darme un
regalo que me durara toda la vida. Por eso me nombró así. Porque mi nombre sabe a
dulce y nadie podrá borrarme ese sabor. Elena
XIV.
ELENA: Pasaron los años y el Aguacate, mi pueblo, mi origen, ese lugar de donde yo
vengo, desapareció. Nunca volví a ver mi má, Alcarajo, los recuerdos de mi papá, mis
amigos, mi escuela, esa puerta que da hacia el cielo en el comienzo del invierno. Todas
las personas que yo conocía del Aguacate. Todo desapareció. Nos borraron del mapa. Y
yo no pude hacer nada. Es como si hubieran borrado las líneas de mis manos. Me
convertí en un pedazo de hoja blanca. Pero quedó una última marca en mí: Amaru. Ella
se hizo cargo de mí y de Juana. Vivimos muchos años juntas, aprendimos que el abismo
que nos distanciaba, se unió con un puente de cariño. Vivimos en el mismo hogar hasta
que tuve que buscar mi propio camino, uno donde mi única arma era una cámara
fotográfica para ver lo que el mundo estaba por enseñarme.
Decidí compartir con una imagen, aquellas historias que tal vez no son hermosas pero
que necesitan ser recordadas. Presioné el botón una y otra vez en otros países y otros
continentes, para captar esos rostros tristes que vivieron situaciones parecidas a la mía.
Darles otra luz, dibujar con fracciones de segundos, lo que siempre hará hervir mi sangre.
Quiero que las personas puedan ver a través de mis ojos, todo ese pasado que muchas
veces preferimos cerrar los ojos.
40
Elena agarra su cámara fotográfica enfocando la lente al público, pulsa el botón que
descarga el flash hasta llegar al oscuro.