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ELENA

SABE A
DULCE
De Hasam Díaz

El que se va se lleva su memoria,


Su modo de ser río, de ser aire,
De ser adiós y nunca…
Rosario Castellanos

Para Anthar, que intenta comprender el mundo, igual que todos nosotros
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PERSONAJES
ELENA
AMARU
LUZ
CECILIA
JORGE
CHOCORANCH

I.

ELENA: Y aquí estoy, en una central camionera que nunca había visto en mi vida. Huele
a chís de borracho y hay basura a mi alrededor. Un lugar bien feo. Hace ratito vi una
cucaracha que se paseaba por las piernas de una señora, y ella estaba risa y risa y ni en
cuenta que la cucaracha se le metía entre los tacones. Don Jorge, o al menos eso dice la
plaquita que tiene en su camisa, lleva en su cachucha el letrero de SEGURIDAD. Él me
agarró de la mano desde que bajé del camión, me preguntó mi nombre y me pidió mis
papeles. Quesque necesito un permiso para viajar solita, unos papeles muy raros, digo
yo. Luego me dejó sentada en una banca, junto con la Juana y mi petaca que tiene dos
agujeros. La verdad, me da pena mi maleta, porque se me alcanzan a ver hasta los
calzones. Me refiero a los que se salen de la maleta, no seas mal pensada Juana.
Parece que le caigo bien a Don Jorge, a pesar de que tiene cara como de burro enojado,
es amigable, hasta me ofreció un café. No gracias, Don Jorge pero el café no es para las
niñas, luego me empiezan a temblar las piernas. Él se echó a reír cuando le dije eso,
quién sabe por qué.
Nunca había viajado tan lejos y menos sola. Al principio venía muy emocionada pero
luego de esperar y esperar en este lugar, ya no tanto. Pasaron diez minutos, quince,
treinta, una hora, cuatro, quizá hasta un día o dos. Ya no supe. No se me da eso de
contar el tiempo, siempre quiero que se haga todo rápido y al instante. Como cuando me
bajé por la barranca para llegar más temprano a comer, me raspé toda la pierna, pero
valió la pena comerme esos tacos de frijol. ¿Te acuerdas Juana?, ¿verdad que las tortillas
que hace mi mamá parecen sábanas?
Pero bueno no tengo de otra, me tengo que esperar hasta que llegue mi tía. Se llama
Amaru. Ella tiene que venir por mí. “La sangre llama a la sangre”, dijo mi mamá. Quién

 
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sabe qué me quiso decir con eso. Que luego luego la reconocería por su cara. Todo fue
tan rápido. Ojalá no me vaya a equivocar de persona.
Ya no sé si mirar el reloj de la sala de espera, o patear mi petaca, o hablar con la Juana
que siempre es bien callada, quiere que le explique qué es lo que está sucediendo y luego
ella me da consejos.
Y de pronto, en la entrada de la sala de espera, me veo a mi misma pero con más años.
Con el mismo color de piel, la boca ancha, los ojos grandes como de uva. Mira Juana.
AMARU: ¿Elena?
ELENA: ¿Amaru?
AMARU: Sí.
JORGE: Oiga. ¿La niña es su hija?
ELENA: Ella no es mi mamá, Don Jorge.
AMARU: No, no lo soy.
JORGE: ¿Entonces?
AMARU: Soy su familiar, vine a recogerla.
JORGE: Su identificación, por favor.

Amaru busca en su bolsa. No encuentra su cartera.

AMARU: ¿Qué cree? Que olvidé mi cartera en mi trabajo, ahí venían mis identificaciones.
ELENA: ¿ Eres mi tía?
AMARU: No, bueno, sí.
JORGE: ¿Es, o no es?
AMARU: Es que es complicado de explicar.
JORGE: Más complicado para ella por esperarla tres horas.
ELENA: Si yo tuviera una hermana mayor, sería como tú.
AMARU: Que no soy tu tía.
ELENA: Ya no entendí.
JORGE: No se puede llevar a la niña sin identificación. Y menos si no es su familiar.
AMARU: Mire, señor.
ELENA: Se llama, Don Jorge. Así le gusta que le digan, ¿verdad?

Jorge asiente

 
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AMARU: Gracias por el tip, Elena. Mire, Don Jorge. Vengo corriendo del trabajo. No me
podía salir antes. Tengo muchas personas a mi cargo. Supongo que si usted tuviera una
gran responsabilidad en su trabajo, sabría que no se puede dejarlo para llegar más
temprano por una niña. Y por si fuera poco, el tráfico es un asco y esa no es mi culpa. Así
que le pido, Don Jorge, que me de a la niña porque llevo prisa. Tengo muchas cosas que
hacer.
JORGE: No.
AMARU: No nos estamos entendiendo.
JORGE: La que no entiende es usted, señorita.
AMARU: ¿No nos podemos arreglar de otra manera?
JORGE: ¿Está sobornándome por una niña? Vamos a seguridad.
ELENA: ¿Qué es sobornar?
AMARU: No me toque. Ahorita no, niña.
JORGE: Si no me acompaña, llamaré a mis compañeros por radio.
AMARU: Pues haga lo que quiera porque yo no me voy a mover de aquí, hasta que me
vaya con la niña.
JORGE: Si no se calma, vamos a tener que arrestarla.
ELENA: Tía.
AMARU: Quiero ver que lo haga.
ELENA: Tía.
JORGE: ¡Cálmese!
AMARU: ¡Cálmese usted!

Amaru le da una cachetada a Jorge

ELENA: ¡TÍA!
AMARU: ¿¿QUÉ??

Jorge toma el radio.

JORGE: Tenemos un R-50 con un 12. Repito tenemos un R-50 con un 12.
ELENA: Le debes una disculpa a Don Jorge y a mi también, por llegar tarde.
AMARU: Esto es una discusión de adultos.
ELENA: Tía, ya me quiero ir, estoy muy cansada del viaje. Por favor, hazlo.

 
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AMARU: Sólo eso me faltaba, que fueras berrinchuda.


JORGE: Un R-50 con un 12, respondan.
ELENA: Don Jorge…
JORGE: Voy Elena, tengo que arreglar esto. (Al radio) Respondan.
ELENA: ¿Le puedo pedir un favor?
JORGE: ¿Qué?
ELENA: Es que es un secreto y no se lo puedo decir así nomas. Es muy importante, de
verdad.
AMARU: ¿Qué haces, niña?
JORGE: Dime.

Elena jala a Jorge a un rincón, le habla al oído y después regresan con Amaru.

JORGE: Todo está en orden, señorita Amaru. Puede retirarse. Es más, discúlpeme. Es
que… no sabía.
AMARU: ¿Qué le dijo?
JORGE: Está bien, señorita. Puede llevarse a la niña. Entiendo perfectamente. Un primo
de un amigo ha pasado por la misma situación.
AMARU: ¿?
ELENA: Vámonos Juana.
JORGE: Somos seres humanos y a veces nos pasan esas cosas. Que tengan buen día,
señorita.
AMARU: ¿Cómo?
ELENA: Nada, ya nos podemos ir tía. Adiós, Don Jorge. Nos vemos pronto, nomás que
acaben las vacaciones y aquí nos veremos.

Van saliendo Elena y Amaru.

AMARU: ¿Qué le dijiste?


ELENA: Lo que le dijo mi mamá a la maestra en la escuela para que no me expulsaran.
AMARU: ¿Qué?
ELENA: Que estabas enferma.
AMARU: ¿De qué? Pero si no estoy enferma de nada.

 
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ELENA: Le dije que tienes gusanos en la cola y que por eso te pones bien loca, que te
llegan a la cabeza y te hacen odiar a todo mundo. Que es una enfermedad muy delicada y
penosa pero que ya estás en tratamiento con el doctor y que pronto te ibas a aliviar.

A lo lejos.

JORGE: Adiós, Elena. Nos vemos ahora que acaben las vacaciones.
ELENA: Sí, Don Jorge, nos veremos pronto. Dile también adiós, Juana.

La Juana le dice adiós y se van.

II.

ELENA: Subimos a un carro rojo muy elegante. Pasamos por puentes y más puentes,
altísimos. Después, un mar de coches que pitaban. Piiip, piiip. Unos señores se decían
groserías, de esas que mi má dice cuando se enoja mucho conmigo, ni siquiera las puedo
decir pero empiezan con la letra Pe. La Juana ya se iba a volver a loca de tanto gritadero.
Llegamos a una casota con muchos pisos, nomas de ver hacia arriba me mareaba. Luego
subimos a una cosa rara que le dicen elevador. Entramos por una puerta con el número
403.
AMARU: Bienvenida a mi casa.
ELENA: Oye tía, ¿por qué huele tan feo Ciudad Esmogópolis?
AMARU: No huele feo.
ELENA: Pues ya te acostumbraste, porque sí, huele re feo. La Juana ya hasta puso cara
de fuchi, mira. Lo bueno es que nomás venimos de vacaciones.
AMARU: Sí… sólo las vacaciones. Está padre el departamento, ¿no?
ELENA: Está chiquito, ¿a poco cabes?. ¿No tienes jardín?
AMARU: No, pero tengo este palo de Brasil. Me salió carísimo y es elegante, ¿no crees?
ELENA: Ah, está bonito el tronquito… (Mira a todos lados junto con la Juana) y, ¿qué
guardas aquí en este cajón?

Elena abre el cajón.

 
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ELENA: ¡Tienes un montón de billetes tía!


AMARU: No, deja ahí. Ese dinero es para emergencias.
ELENA: ¿Dinero para emergencias?, ¿eso, qué es?
AMARU: Es cuando algo inesperado sucede, y necesito resolverlo inmediatamente con
dinero. Solucionar una ACCIÓN DESESPERADA, ¿me explico?
ELENA: No entendí, pero está bien. (Cierra el cajón)
AMARU: Te pido que no vayas a agarrar mi dinero, por favor.
ELENA: Sí tía. ¿Vives sola?
AMARU: No, aquí también vive Nube.
ELENA: ¿Así se llama tu hija?, Que extraño nombre tía, yo no le pondría así a mi hija.
AMARU: No, así se llama mi gata. Mira ahí está.

Aparece Nube, una gata rechoncha de color negro.

AMARU: Ven Nube.


ELENA: ¡Está bien gorda! ¿ya viste, Juana? Parece una albóndiga negra con ojitos de
aceituna.

Elena la toma entre sus brazos.

AMARU: ¡No Elena, déjala!

Nube se incomoda maúlla y afila sus garras a Elena.

ELENA: Ay, me dejó toda arañada tía.

A Nube

AMARU: ¡No, Nube! ¡No! (Nube enseña los colmillos y se sube al librero) Es que no le
gustan los niños… y las personas en general.
ELENA: Mi má, dice que los animales son el espejo de sus dueños. Qué raro…
AMARU: Dices que no me gusta estar con las personas.
ELENA: …Nube está bien gorda y tú no, ¿eso que significará?

 
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AMARU: Ah, a eso te referías. No pues no sé, desde que la adopté hace cinco años ya
estaba así. Y nos acoplamos perfectamente, es buena compañera ¿verdad, Nube?

Nube maúlla

ELENA: Tal vez Nube está gorda porque le rellenaron de algodón para que pudiera flotar
en el cielo.
AMARU: Es una buena explicación.
ELENA: No se parece nada a Alcarajo, él sí que es un deportista, corre mucho de un lado
a otro y siempre anda ladre y ladre. Le encanta meterse en los estanques de agua y
llenarse de lodo. Yo creo que él y yo, somos un espejo. Lástima que no me lo pude traer,
todo fue tan rápido.
AMARU: ¿Quién?
ELENA: Alcarajo. Mi perro.
AMARU: Ah, qué caray, ¿y por qué se llama así?
ELENA: Es que desde chiquito Alcarajo, quién sabe cómo, se pasaba hasta la cocina y
se robaba las tortillas, pero una vez si se pasó de tueste, se llevó toda la olla con
albóndigas, mi mamá se puso a correr por la calle como loca diciendo: ¡Te me vas
alcarajo!, ¡Te me vas ahoritita mismo alcarajo!. Y desde ahí, se le quedó el nombre. Él es
feliz, a pesar de que mi mamá lo anda correteando. Alcarajo es un perro güero de rancho
y siempre trae una sonrisa en el hocico. No se parece nada a Nube.

Nube muestra los dientes en señal de desprecio, Elena la intenta alcanzar y se va


corriendo entre la sala, hasta llegar a los brazos de Amaru.

ELENA: Oye tía, me pregunta la Juana, que por qué no te has casado.
AMARU: Prefiero que me digas Amaru. Me haces sentir vieja diciéndome tía.
ELENA: Bueno, ¿por qué no te has casado, Amaru?
AMARU: Porque tengo mucho trabajo, no tengo tiempo de andar buscando a alguien.
ELENA: ¿Y tienes novio?
AMARU: Tampoco.
ELENA: ¿Y no te da miedo quedarte viejita y sola en Ciudad Esmogópolis?
AMARU: No. O más bien, no lo había pensado así.
ELENA: Ah, ¿y qué haces en tus ratos libres?

 
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AMARU: No tengo ratos libres. Solo trabajo.


ELENA: ¿ Y en que trabajas?
AMARU: Dirijo comerciales.
ELENA: Ah.
AMARU: ¿Está padre, no?

Pausa

ELENA: ¿Eso qué es?


AMARU: Pues todo lo que sucede entre programa y programa en la televisión. Las papas
fritas, los refrescos, los dulces, esas cosas que se venden en la tele son comerciales yo
las dirijo. Sí tienes tele, ¿no?
ELENA: Nosotros no. Pero en la tienda tienen una chiquita, muy de vez en cuando la he
llegado a ver.
AMARU: En esa tele se proyectan comerciales además de programas. Y yo soy la mejor
directora de comerciales. Soy una excelente vendedora.
ELENA: ¿Y siempre quisiste vender cosas?
AMARU: En realidad estudié cine, al principio quería contar historias.
ELENA: Ah, bueno, entonces te fue mejor, no cuentas historias, las vendes.
AMARU: Algo así. Es que haciendo comerciales puedo vivir bien.
ELENA: Es cierto, en el Aguacate, entre más dinero tienes, eres más feliz y más
poderoso.
AMARU: Ah, sí, ¿y por qué?
ELENA: Porque entonces los demás te tienen miedo.
AMARU: ¿De dónde sacas esas cosas, Elena?
ELENA: Es que de repente, cerca del pueblo, veíamos camionetas más padres que la
tuya tía. Perdón, Amaru. Veíamos camionetas con los cristales oscuros, pasaban muy
lentos por las casas y todo mundo les tiene miedo, porque ellos tienen dinero y poder.
Supongo que ellos han de ser muy felices.
AMARU: Espérate, ¿de qué hablas?
ELENA: ¡Ay!, no debí decir eso.

Elena se cubre la boca con las manos.

 
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AMARU: ¿Por qué no me quieres decir?


ELENA: Es que no se debe hablar de ellos.
AMARU: ¿Quién?
ELENA: No, no.
AMARU: Dime, por qué.
ELENA: ¿Sabes por qué estoy aquí, Amaru?
AMARU: Porque tu mamá me pidió cuidarte estas vacaciones, quería que salieras del
Aguacate un rato, para que conocieras Ciudad Esmogópolis.
ELENA: No Amaru, no. Es porque nos están buscando. A mí y a la Juana.

Pausa

AMARU: Ay, Elena. Tienes una imaginación bien grande.


ELENA: Es en serio.
AMARU: ¿Y quienes son, o qué?
ELENA: Voy a decirte su nombre, pero no lo vayas a repetir (Le susurra al oído) Les
dicen LA MARAÑA.
AMARU: ¿De dónde sacas tantas historias? Deberías dedicarte al cine.
ELENA: No me creas entonces. De todos modos, nada más que pasen las vacaciones
me voy a regresar, en lo que se pasa lo más fuerte. Es nomas un ratito pá prevenir, dijo
mi má y yo le creo cuando dice esas cosas.
AMARU: Sí, sólo es un ratito el que vienes. Y cuando regreses al Aguacate tendrás más
historias que contar y que no sean tan aterradoras. Mira, agarra tus cosas y ponlas en ese
cuarto que es ahí donde te vas a quedar.
ELENA: Sí, sí. (silencio) Oh, Amaru ¿qué es eso?
AMARU: Es una cámara Súper 8, sirve para grabar, como lo que veías en la tele de la
tiendita. Era de mi papá, me la regaló hace muchos años.

Elena se sube a la silla e intenta agarra la cámara Súper 8.

ELENA: ¿Con eso grabas tus comerciales?

Elena agarra la cámara, la observa

 
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ELENA: Está bien bonita.

Se le resbala de las manos.

AMARU: ¡NO!

Amaru se levanta y avienta a Nube, la cámara cae sobre ella, salvando la cámara y
maúlla de dolor. Amaru agarra la cámara.

AMARU: ¿Te puedo pedir un favor? No agarres mis cosas porque son delicadas. Este es
un regalo que me hizo mi papá.
ELENA: Perdón. ¿Ves, Juana lo que provocas? Tú curiosidad va a matar al gato, bueno,
a Nube. Amaru, es que quería ver la cámara. Oye, y esa cámara, ¿todavía sirve?.
AMARU: Sí. ¿Por?
ELENA: Es que un día me gustaría grabar cosas de El Aguacate. Hay muchos lugares
bonitos, como el arroyo que pasa por el camino estrecho, o el amanecer naranja naranja,
las casitas con teja que llegan a la placita. Tiene muchos lugares que quedarían bien
bonitos retratados. Si un día me agarro de valor hasta me iría a grabar el pozo. Con que
pudiera grabar un día por lo menos. Es que mira, ahorita sólo me pude traer de allá esta
foto de mi familia, apenas me veo yo; los demás salen borrosos.

Amaru ve la foto.

AMARU: Tienes razón, sólo te ves tú, qué raro.

Nube maúlla.

ELENA: Creo que Nube me odia.

Nube brinca al teléfono de la casa.

ELENA: ¿Podemos hablar por teléfono con mi mamá? Quiero decirle que la extraño.
AMARU: ¿Ya la extrañas?
ELENA: Un poquito.

 
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AMARU: Acabas de llegar, Elena. Además, tenemos que esperar a que ella hable, ya ves
que marca desde el teléfono de la tienda. Hablará pronto.
ELENA: Buh, eso no me hace sentir mejor.
AMARU: Bueno, ya. A dormir. Agarra tus cosas y al cuarto.
ELENA: Pero nunca he dormido sola, siempre duermo en el cuarto de mi má.
AMARU: Será sólo un par de semanas.
ELENA: ¿Me puedo quedar a dormir contigo?
AMARU: No creo.
ELENA: Pero…
AMARU: Si quieres te dejo la puerta abierta.
ELENA: Nomás el día de hoy…
AMARU: Ya estoy cansada. Buenas noches.

Amaru se acerca a Elena e intenta hacerle una caricia en el cabello pero su mano es
torpe, así que desiste en el intento. Amaru se va y Nube la gata rechoncha y negra
camina detrás de ella con un caminar cadencioso.

ELENA: Me dejaron sola en esa caja de zapatos. Me metí a la cama y me acurruqué con
la Juana, pensando en mi má, Alcarajo y El Aguacate.
Todo es temporal, estas son sólo vacaciones, me repito. Así pasé la primer noche en
Ciudad Esmogópolis, con la luz prendida y sin poder dormir.

III.

ELENA: Pasaron algunos días y Amaru no sabía que hacer conmigo, me dejaba un ratote
en su departamento mientras ella se iba a trabajar, me ponía la tele para que le cambiara
a los chorrocientos mil canales que tenía en su pantallota. Me aburría, yo mejor jugaba
con la Juana, a las traís, a la matatena, a las escondidillas. Intentamos agarrar a Nube,
pero nomas no se dejaba, se subía a todos los muebles y me enseñaba los dientes. De
plano no le caigo nada bien.

 
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Cuando llegaba Amaru, estaba cansada y ni decía palabras, preguntaba si había llamado
mi má, pero no, nadie llamaba al teléfono de la casa.

Elena se sube a una silla y desde ahí mira la Ciudad Esmogópolis, la silueta de sus
edificios y una que otra luz de ambulancia. Se queda absorta tratando de comprender su
nuevo panorama. Amaru se da cuenta que la cámara Super 8 no está en su lugar.

AMARU: Elena, Elena.

Elena no hace caso.

AMARU: Hazme caso, ¿agarraste la cámara Súper 8?


ELENA: No me acuerdo.
AMARU: ¿Cómo que no te acuerdas? ¿La agarraste o no?
ELENA: Un poquito.
AMARU: No Elena, ya te dije que no quiero que agarres mis cosas, y menos la cámara.
Es muy delicada y no quiero que me la descompongas.
ELENA: Ya entendí, Amaru.
AMARU: Además, ¿para qué la quieres si no la sabes usar?
ELENA: ¿Me enseñas a usarla? Ándale, te prometo que no la descompongo.
AMARU: Bueno, luego vemos…
ELENA: Amaru, ¿podemos salir? Me siento como león enjaulado.
AMARU: Es que no te puedo llevar a donde trabajo, no es para niños.
ELENA: Ándale, ¿sí?
AMARU: Tengo unas horas libres, pero es que estoy muy cansada.
ELENA: Un ratito nomás.
AMARU: No sé a dónde.
ELENA: Un lugar donde haya árboles y pasto.
AMARU: ¿Un parque?
ELENA: ¡¡Sí!!
AMARU: Ya sé dónde.
ELENA: ¿Nos vamos en tu carro?
AMARU: Ahorita no, nos vamos ir en el tren, porque no vamos a encontrar un lugar para
estacionarse.

 
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ELENA: ¿En tren?


AMARU: Sí, un tren urbano que cruza la ciudad como las venas de nuestro cuerpo.

Un tren cruza la escena y cientos de personas se aglomeran tratando de entrar a los


vagones.

ELENA: Nos subimos a un tren naranja, que llevaba cientos de personas amontonadas
como pescados apretados. Era raro, las puertas se abrían y cerraban solitas sin importar
que aplastaran las cabezas de las señoras que llegaban corriendo. Monstruos deformes
que vendían música, pelotas de goma y hasta ganchos para la ropa. Los niños van
dormidos sobre el pecho de sus mamás que sudan la gota gorda agarrándose de un
tubo. Nos bajamos con el sonido de un pitido, mientras Amaru empujaba una yunta de
bueyes que se ponían en las puertas, hasta que por fin pudimos salir.
Llegamos al parque, está bien raro.
AMARU: Este parque tiene una burbuja que lo cubre por completo, por eso se llama así:
Parque Burbu, para proteger a los niños del aire contaminado.
ELENA: En El Aguacate cuando respiras, se siente tan fresco que hasta se te enfrían los
pulmones de un solo jalón.
AMARU: Pues aquí es diferente. Seguro que todos estos juegos no los encuentras en El
Aguacate.
ELENA: Amaru me dejó en lugar donde había toboganes, castillos, pero todo era de
plástico, hasta los árboles eran así, me di cuenta cuando me intenté trepar a uno y se
salió una rama completa. Amaru para variar me dejó sola, le marcaron por teléfono y ella
se esfumó como fantasma, hasta que alguien le tocó el hombro.
CECILIA: Disculpe, podría decirle a su hija, que no la esté espantando con sus historias.
Ya hizo llorar a mi Vanessa.
AMARU: Son niñas. Juegan. Y si me permite, estoy en una llamada importante. (Al
teléfono) No Ramón, tiene que ser carismático el actor, que le baile bien en el traje de
Chocoranch.
CECILIA: Le estoy pidiendo de favor que su niña deje de molestar a mi niña.
AMARU: Señora, déjelas. (Al teléfono) Pues claro que tiene que ser flaco el actor para
que quepa en la botarga, ¿te tengo que explicar tu trabajo?

Amaru sigue hablando por el teléfono.

 
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CECILIA: No respondo por lo que vaya le vaya hacer a su hija, si sigue haciendo eso.

Amaru al teléfono.

AMARU: Permíteme Ramón, es que una señora me está molestando, ahorita vemos lo
del casting. (Cuelga) A ver señora, qué quiere.
CECILIA: Me llamo, Cecilia.
AMARU: Amaru, mucho gusto. (Amaru le da la mano a Cecilia, ella no le corresponde)
Bueno, Cecilia, ¿qué es tan importante que no lo puede arreglar usted?
CECILIA: Su hija, dice que es peligroso jugar a las escondidillas, porque si lo hacen y las
encuentran se las pueden llevar y ya no las van a volver a ver. ¿Qué niña podría tener
una mente tan perversa?
AMARU: Bueno, primero, no es mi hija, es mi sobrina. Y segundo, está jugando,
JUGANDO.
CECILIA: No, no, pero esto es diferente.
AMARU: ¿Y para ti Cecilia, qué es diferente?
CECILIA: Dice su hija, que unas personas malas que se llaman la Maraña, que están en
todas partes, que ellos se las van a llevar y nunca más las van a regresar. Y que después
nos van a llevar a los adultos y nunca más sabrán de nosotros. Ya hizo que todos los
niños lloraran y se fueran corriendo con sus papás. Además, esta es una ciudad es muy
segura no tiene porque andar una niña inyectando el miedo.
AMARU: ¿Qué le digo? A Elena le gusta inventar historias.
CECILIA: Pues sus historias están muy torcidas, no sé de dónde saca esas cosas. Así
que le pido que se la lleve a su casa y la lleve a psiquiatra.
AMARU: El Parque Burbu es enorme, si su hija no quiere jugar con ella que no lo haga y
ya. Problema resuelto.
CECILIA: No sea tonta, debe atender a la niña. No está bien de la cabecita.
AMARU: Pues más tonta está su hija por hacerle caso. Y si me disculpa, ya me tengo que
ir, tengo trabajo que hacer.

Amaru se voltea y saca su celular y marca.

AMARU: ¿Ramón? ¿En qué estábamos?

 
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CECILIA: Oiga.
AMARU: A ver, espérame tantito, que otra vez me están molestando.

Amaru voltea y Cecilia le da una cachetada en seco.

CECILIA: Y para la próxima, espero que se preocupe un poquito por la educación de sus
familiares.

Cecilia se va.

AMARU: ¡Loca! Te marco en un rato Ramón, tengo que arreglar una cosa. ¡Elena, ven!
ELENA: ¡Amaru! ¡Amaru!, ¿qué te dijo esa señora?
AMARU: ¿Por qué andas espantando a los demás niños?
ELENA: Pero no los estoy espantando, les estoy ayudando.
AMARU: No está padre decir mentiras Elena, y menos a los demás niños. los haces
llorar.
ELENA: Pero no hice nada malo.
AMARU: ¡Ya basta!
ELENA: Yo no dije ninguna mentira.
AMARU: ¡Entiende! Mira lo que provocan tus historias, ya me dieron una cachetada.
ELENA: No te preocupes Amaru, que yo también le di una cachetada a Vanessa.
AMARU: ¿Estás loca?
ELENA: Es que dice mi mamá, que cuando la gente no quiere entender, a veces hay que
darle una zangoloteada. Es decir, una cachetada.
AMARU: Vas a hacer que me muera de un paro cardíaco.
ELENA: No Amaru, yo no quiero que te mueras, prefiero que me cuides.
AMARU: Ya vámonos, antes de que otra mamá me venga a reclamar.

Amaru se va alejando.

ELENA: ¿Ves, Juana? La gente de aquí no le gusta escuchar la verdad.


AMARU: Córrele, ya vámonos.

Se van las dos.

 
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IV.

AMARU: Tía Luz, ¿por qué me hablas hasta ahorita?


LUZ: Mija, es que las cosas aquí en El Aguacate… pues no están muy bien que digamos.
AMARU: Me dijiste que querías que Elena viniera de paseo, para que conociera la
ciudad.
LUZ: Pues sí, también era para eso.
AMARU: ¿También?
LUZ: Mija, están pasando muchas cosas feas por aquí. No te puedo decir mucho.
AMARU: ¿Tiene que ver con la Maraña?
LUZ: SHHHH….
AMARU: ¿Qué pasa?
LUZ: Ten cuidado.
AMARU: ¿Con qué?
LUZ: No los nombres, dicen que también pueden escuchar las llamadas telefónicas…
¿cómo sabes de ellos?
AMARU: Elena me lo dijo. Pensé que lo estaba inventado.
LUZ: Ojalá fueran puras historias, mija.
AMARU: Tía, ¿por qué no me dijiste antes? Es muy peligroso que la hayas mandado así.
LUZ: Si te decía, no ibas a recibir a Elenita.
AMARU: Pero estás segura tía, ¿tú los has visto? Yo no había escuchado sobre ellos, ni
en los noticieros.
LUZ: Fueron apareciendo de a poco. Primero cobraban por trabajar nuestras tierras, nos
asustaban con que nos las iban a quitar si no pagábamos con unos buenos billetes,
después pedían dinero por tener animalitos, casi nos cobran hasta por respirar. No sé en
qué momento pasó, pero ahora nos están desapareciendo. Y lo más terrible mija, se
están llevando a nuestros niños. Por eso tuve que sacar a Elena de aquí, así de rápido,
nomás de pensar lo que le podría pasar, se me tuerce el pescuezo. Quiero que la cuides
un rato Amaru. Sálvala de la Maraña. Se que no nos hemos visto desde hace muchos
años, pero no tenía otro remedio, más que hablarte a ti. Y estoy muy agradecida que la
hayas aceptado.
AMARU: Tía…

 
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LUZ: Nomás las vacaciones cuídala, en lo que la cosa se tranquiliza. Dicen que van a
mandar hartos policías al Aguacate, tal vez hasta el ejército. Nos dijeron que todo va a
estar bien, y que los van a controlar, pero por si las moscas, no puedo arriesgar a Elena,
por favor. (Pausa) ¿Puedes Amaru?
AMARU: Está bien tía Luz, me hago cargo de ella. Sólo que no voy a poder quedármela
más tiempo que las vacaciones tía. Me voy por primera vez a grabar un comercial al
extrajnero. Y no puedo llevármela.
LUZ: Te juro que esto se va a controlar antes de que acaben las vacaciones.
AMARU: Espero que aguantemos ese rato.
LUZ: Ella es bien portada, ¿qué no?
AMARU: He tenido algunos problemas con ella.
LUZ: ¿Qué hizo, mija?
AMARU: Hizo que un policía pensara que estaba enferma y loca. Ha estado agarrando
mis cosas y molesta a Nube.
LUZ: Qué extraño nombre para tu hija.
AMARU: Es mi gata, tía.
LUZ: Ah.
AMARU: Y por si fuera poco, hizo que una señora me cacheteara en Parque Burbu.
LUZ: Ay, Dios. Esa niña.
AMARU: No sé qué hacer con ella.
LUZ: Aguanta un ratito mija.
AMARU: Me enloquece Elena. Y ahorita no puedo descuidar mi trabajo, tengo un contrato
muy importante, el más grande que he tenido.
LUZ: A veces hay cosas más importantes que el trabajo, mija. Te necesito y Elena
también, somos de la misma sangre. Es solo temporal. Esto que está pasando en El
Aguacate, quiera Dios que se acabe pronto. Y ya no te molestaré más.
AMARU: Está bien, tía. ¿Le habló a Elena para que platiques con ella?
LUZ: Es mejor que no Amaru, siento que me voy a poner a chillar y no quiero que se
preocupe por mí.
AMARU: Dice que te extraña mucho.
LUZ: Yo también. Es mejor así, que sólo sepa que las cosas van mejor por aquí y que
muy pronto regresará. Dile que la quiero mucho, por favor, que Alcarajo está bien y que
también la extraña mucho, se la pasa aullando todas las noches por ella.
AMARU: Yo le digo tía.

 
  19  

LUZ: Ya tengo que colgar, no está bueno estar mucho en el teléfono, es peligroso.
AMARU: Sí tía, cuídate mucho, espero tu llamada.
LUZ: Adiós, mija.

Amaru cuelga. Nube aparece maullando.

AMARU: Ven Nube. (La acaricia) Vamos a tener que aguantar un poco más de lo
esperado. No nos va a ir mal, pensemos que es momento para ayudar a la familia. Y que
muy pronto regresaremos a la normalidad. Solas, tú y yo. Creo que empezamos con el pie
izquierdo con Elena, pero ya sé que podemos hacer.

V.

ELENA: Amaru me despertó bien temprano, ni siquiera había salido el sol, no había nada
de ruido, ni de coches ni de gente gritando, sólo una ambulancia que sonaba a lo lejos.
Sus ojos eran amables, hasta Nube se le acercó a Juana para que le acariciara la
cabecita.
AMARU: Ven, vamos. Te voy a llevar a mi trabajo.
ELENA: ¿EN SERIO?, ¿también puede ir la Juana?
AMARU: Sí. ¿Te gusta la idea?
ELENA: Mucho.
AMARU: Entonces, báñate y nos vamos.
ELENA: Pero si me bañé ayer.
AMARU: Y trabajé también ayer y también lo tengo que hacer hoy, no seas mugrosita.
Vamos a un set. Báñate.
ELENA: Está bien, Amaru.
AMARU: Por cierto… habló mi tía Luz.
ELENA: ¿Por qué no me la pasaste?
AMARU: Es que ya estabas dormida.
ELENA: Me hubieras despertado ¿Qué te dijo?

 
  20  

AMARU: Primero preguntó por ti, que cómo estabas, que si estabas comiendo bien, que
si sí hacías caso a lo que yo te decía.
ELENA: ¿Le dijiste la verdad?
AMARU: Le dije que nos estábamos acostumbrando.
ELENA: ¿ Y qué más?
AMARU: Que te quería y que te extrañaba mucho, que después hablaría contigo. Que las
cosas van mejorando en El aguacate y que tienes que disfrutar tus vacaciones.
ELENA: ¿Me lo juras?

Pausa.

AMARU: Sí.
ELENA: Qué bueno. Entonces voy a regresar pronto. ¿Te dijo algo más?
AMARU: Que Alcarajo, está bien y que también te extraña, que aúlla en las noches por ti.
ELENA: Yo también lo extraño.
AMARU: Ya falta poco para regresar, no te preocupes. Mira. Te tengo un regalito. Toma.

Amaru le da una caja.

ELENA: ¿Qué es?


AMARU: Ábrelo.

Elena la abre.

ELENA: ¡Una cámara!


AMARU: No es como la que me regaló mi papá. De hecho es una cámara fotográfica
digital. Mira, aquí apachurras el botón y aquí puedes ver en la pantalla lo que tomaste.
ELENA: ¿Es para mí?
AMARU: ¿Pues para quién más puede ser señorita? (pausa) ¿por qué lloras?
ELENA: Es que no me habían regalo algo tan bonito desde que me dieron a la Juana.
AMARU: Bueno, es para ti, disfrútalo. Toma tu primer foto.
ELENA: A ver…

Elena acomoda la cámara, Amaru le da pena acercársele.

 
  21  

ELENA: Ven, quiero que salgamos juntas.

Toma la foto y sale el flash.

AMARU: Veamos cómo salió la foto. Apachúrrale aquí y luego aquí.


ELENA: Salió borrosa.
AMARU: Es que nos acercamos mucho a la cámara. Toma otra.

Elena de nuevo presiona el botón, sale el flash.

ELENA: No Amaru, salimos otra vez feas.


AMARU: Entonces bórralas.
ELENA: ¿Podemos tomarnos otra?
AMARU: No, ya te tienes que bañar.
ELENA: Pero la cámara.
AMARU: Ha de tener alguna configuración rara, luego la checamos.

VI.

ELENA: Después de bañarme, nos fuimos en el coche. Llegamos a un cuarto verde, con
muchos focos blancos, que me deslumbraban. Lo primero que hizo Amaru fue gritar
porque no estaban listas las cámaras y se fue corriendo. Muchas personas caminaban de
un lado a otro, preocupados. Sentado en una silla de tela, a un lado mío, había un joven
con botarga como un rollo café gigante y arribita un sombrero de vaquero.
CHOCORANCH: ¡Hola! ¿También vas a salir en el comercial? No me habían dicho que
ibas a estar.
ELENA: Me quedé callada, me daba pena hablar con una botarga.
CHOCORANCH: Ah, entonces era una sorpresa. No me gustan estas cosas, siempre me
cambian la movida. No me digas, ¿también te van a vestir de Chocoranch? ¿vas a ser mi
hija Chocorancherita?
ELENA: Sólo sonreí.
CHOCORROL: ¿No me vas a decir? Bueno. ¿Y también vas a salir con esa muñeca?

 
  22  

ELENA: Se llama Juana.

Se tapa la boca

CHOCORANCH: Ah, mira, qué bueno que me avisan que voy a grabar con una muñeca.
ELENA: Me llamo Elena.
CHOCORANCH: Hola Elena, no me tengas miedo, esto es un disfraz. Yo me llamo…
bueno, no, no importa mi nombre, nadie se acuerda de cómo me llamo, me ubican como
el Chocoranch y ya.
ELENA: Hola Chocoranch.
CHOCORANCH: ¿Qué haces aquí?
ELENA: Amaru es mi tía.
CHOCORANCH: No, pues estás bien parada. De seguro te van a meter a hacer
comerciales, luego serás la directora de casting, o tendrás tu propia productora de
comerciales, y vas a hacer sentir mal a todos los actores con los que trabajes.
ELENA: No, yo no quiero eso. Yo nomás vengo de vacaciones. Yo quiero ser veterinaria
y tener mis animalitos y cuidarlos en El Aguacate, caminar por los campos, ir a las fiestas
del pueblo y tener mi propia casita. Junto con mi mamá, la Juana y Alcarajo, mi perro.
CHOCORANCH: ¿Así de simple es lo que quieres?
ELENA: Sí, ¿y tú que quieres?
CHOCORANCH: La verdad yo quería ser un actor famoso. Pero esto es lo más que he
logrado, ¿tú crees? Y eso que estudié en la mejor escuela de teatro, era el mejor de mi
generación. Hasta me dijeron que era la promesa mexicana de actuación como el Gael, y
no, pues no. Aquí me tienes, vestido como Chocoranch “el chocolate sabroso del rancho”,
porque no tengo ni para pagar la renta, no me quedó de otra más que venderme para
comerciales. Este país esta mal, muy mal. Qué bueno que te regresas a tu pueblo, por
como lo cuentas, está bien bonito el lugar.
ELENA: Sí, el Aguacate está en las faldas del cerro del Diablo, hay muchos árboles y
campos donde siembran maíz, para llegar es un camino largo de tierra roja, también hay
muchos, muchos árboles de aguacates del tamaño de una pelota. Cuando es invierno,
amanece con niebla, y si te subes al cerro del Diablo es como si estuvieras en el cielo,
viendo desde arriba el horizonte. También tiene una placita con una iglesia y en medio de
la plaza una fuente. Está bien bonito, la verdad.
CHOCORANCH: Pues un día, tienes que invitarme.

 
  23  

ELENA: Claro que sí, sobre todo cuando es la fiesta del pueblo, se dan unas corundas
rellenas de frijoles, o de queso, también, si quieres un pollo entero, hay muchas botellas
de mezcal, unas tortillas grandes como sábanas que hace mi mamá. Un pastel gigante
como de cinco pisos que le ofrecen a todos, y al final, hay baile, todo mundo baila.
CHOCORANCH: Ya me dieron muchas ganas de conocer el Aguacate, aquí no puedes
encontrar nada parecido.
ELENA: Vas a tener que esperar un rato.
CHOCORANCH: ¿Por qué?
ELENA: Es que ya vi que aquí, no les gusta la verdad.
CHOCORRANCH: A mi me puedes contar.
ELENA: Lo que pasa es que…
AMARU: Bien, por fin, vamos a comenzar. Todos a sus posiciones.
CHOCORANCH Si quieres, ahorita me platicas.

Camarógrafos, iluminadores, técnicos y maquillistas se ponen en su posición.

AMARU: Chocoranch a tu lugar. Elena, quédate ahí sentada. Por favor, silencio. Claqueta
lista. ¡Un poco de maquillaje para el Chocoranch! ¡Silencio! Prevenidos, cinco, cuatro,
dos… ¡Acción!

Entra la música de banjo y el Chocoranch, comienza a bailar.

CHOCORANCH: Yo soy Chocoranch, el chocolate más ranchero de este pueblo ¡Yijaa!

Elena se ríe y se para de su asiento, tapa a Amaru de su visión.

AMARU: ¡Corte! ¡Corte! ¿Qué estás haciendo Elena, no hagas ruido, necesitamos
silencio y por favor quédate en tu asiento!
ELENA: Sí, Amaru.
AMARU: Una vez más. Cinco, cuatro, tres, dos… ¡Acción!

Entra de nuevo la música de banjo, el Chocoranch comienza a baila de nuevo.

CHOCORANCH: Yo soy Chocoranch, el chocolate más ranchero de este pueblo ¡Yijaa!

 
  24  

Elena no puede contenerse de la risa y se para, saca su cámara, toma una foto y sale el
flash. El Chocorrol que está bailando, se deslumbra, se va hacia el frente y tropieza con la
cámara que lo filma, salen chispas y se arruina el set.

AMARU: ¡Qué estás haciendo niña! ¡Arruinaste la cámara!


ELENA: Perdón, yo no quise.
AMARU: ¿Sabes lo que cuesta el equipo? ¿La renta del lugar? ¿El traer a todas estas
personas? ¿Lo sabes?
ELENA: No. Perdón Amaru. Perdóname Chocoranch.

El Chocoranch se acerca Elena y le dice en secreto.

CHOCORANCH: Gracias Elena, si nos dan otro día de grabación, me van a pagar el
doble. Voy a poder pagar la renta y llevar a mi novia a algún lugar lindo.
ELENA: Gracias.
AMARU: Esto nos costará un día más, ¡un día más!. Estamos fritos. ¡Lleven la cámara
con los técnicos para que esté lista para mañana!
ELENA: Mira la cámara Juana, la foto otra vez salió borrosa, creo que ni eso puedo hacer
bien, detener unos segundos el tiempo para poder ver las cosas claras, no puedo.

VII.

AMARU: Abrí los ojos sin que sonara la alarma. Me levanté, me puse las pantuflas y salí
de mi cuarto. Qué extraño silencio. Miré la cama de Nube y no había rastro de ella, tal vez
está escondida en el clóset, pensé. Toqué la puerta. ¿Elena? (Pausa) ¿Elena? No
contestó, así que me metí a su cuarto. (Pausa) Elena no estaba, ni la Juana. Como si
nadie hubiera estado nunca en este lugar. Ni siquiera la foto borrosa de su familia que
puso sobre la pared. ¡Elena! ¿dónde estás?. Nada. ¡Elena, no estés jugando que ya me
tengo que ir a grabar! Ninguna respuesta. ¿Dónde estará? Creo que está jugando a las
escondidillas.

 
  25  

Me preparo un café, y miro por la ventana. Una ola de niebla rodea el edificio. ¿Niebla
sobre la ciudad? Se supone que es verano. Tanto fastidiar con la capa de ozono,
seguramente.
¿Elena? ¡Ya vámonos!
Agarro la taza de café. ¿Dónde estará esa niña? Nomás me hace perder el tiempo.
Apenas mis labios tocan el café y me quemo. Tiro la taza sobre mis pies. ¡Ay! ¡Qué
babosa soy! Y el líquido se desparrama sobre el piso.
¿Elena? ¡Deja de jugar y ven!
Silencio y más silencio. De pronto, la niebla empieza a ponerse espesa sobre las
ventanas y hace que se oscurezca el departamento.
¡No sé que estás haciendo Elena, pero ya estuvo bueno de bromas!
A lo lejos, se escucha murmullo de personas. Algo pasó, sé que algo pasó. Las voces se
van haciendo cada vez más grandes. ¿Un accidente? ¿Estás bien, Elena? Intento abrir la
puerta, pero está cerrada con seguro, no puedo salir y no están las llaves.
¿Qué pasa? ¿Me escuchan? ¿Oigan, me escuchan? Pero las voces no me responden
¡No puedo salir y no sé dónde está la niña! Golpeo la puerta. ¡Ayuda!
Las voces se hacen cada vez más cercanas, gritando como volcán. Luego, en un
destello, abren la puerta, tronando los vidrios, se escucha el correr de muchas personas
por las escaleras de emergencia, un ejército de pies pesados que se acercan al
departamento. No sé qué hacer.
¡Ora sí te vamos a llevar! ¡Ya te cargó la que te trajo! ¡Eso te pasa por meterte en lo que
no te importa! ¡Ora sí nos vas a conocer! Dicen las voces.
Elena, ¿dónde estás? ¡vámonos! ¡es la Maraña! Susurro en los rincones del
departamento. Y nadie contesta, ni Elena, la Juana o Nube.
Intento salir por la ventana, pero no la puedo abrir, la niebla empuja el cristal, parece que
lo espeso de aire gris quiere entrar.
Y ellos llegan, ya no hacen ruido. Están afuera, alcanzo a ver su sombra por debajo de la
puerta. Mis pies tiemblan y corro a mi cuarto, me escondo debajo de la cama. Trato de
controlarme pero no puedo, mi respiración es agitada. No quiero que me encuentren.
Suena un golpe brusco. Entraron al departamento, están adentro, me van a llevar, me
quieren llevar y no sé a dónde. Se escuchan muchos pasos caminando por la cocina y la
sala, quiero gritar pero no puedo. ¿Dónde está Elena?, ¿dónde está?

 
  26  

Se mueve la manija del cuarto, lento y suave. Ya no sé qué hacer, no sé a dónde me van
a llevar. Murmullos, suenan murmullos que dicen: ahí está. Adentro del cuarto. Debajo de
la cama. Es nuestra la niña y la tía, por fin la encontramos y nos la vamos a llevar.
Las manos temblando, sudando de frío, los dedos torcidos y la boca seca. Y se abre la
puerta de un solo golpe, la niebla entra como una explosión a mi ojos.

Amaru grita

Abro los ojos. Me despierto.


Nube está sobre su cama, dormida, ronroneando.

VIII.

Elena y Amaru en el Jardín Yoshi Ohira, al fondo un pequeño estanque.

ELENA: ¿También está hecho de plástico como el Parque Burbu?


AMARU: No, de hecho éste es el último jardín que es natural en Esmogópolis.
ELENA: ¿Cómo se llama?
AMARU: Ahí dice, en esa placa: Yoshi Ohira
ELENA: ¿Así es Japón?, ¿es así como este jardín, Amaru?
AMARU: Me imagino que sí.
ELENA: ¿Puedo tomarle una foto a ese arco?
AMARU: Se llama: Pagoda.
ELENA: ¿Puedo tomarle una foto a la Pagoda?
AMARU: Se supone que la pagoda es un lugar sagrado que aleja a los malos espíritus.
Por eso vengo aquí, para despejar un poco mi mente. Me gusta ver cómo se refleja la
pagoda sobre el estanque.
ELENA: En el Aguacate, del otro lado del cerro del Diablo hay un pozo gigante creo que
se parece a esto.
AMARU: Ha de ser lindo ir ahí.
ELENA: Está prohibido, yo sólo he pasado por ahí. Cuenta la leyenda que los que van a
ese pozo desaparecen en el fondo de la Tierra. Yo pienso que los de Maraña se llevan a
las personas ahí para desaparecerlas.

 
  27  

AMARU: Se necesita más que un pozo para desaparecer a un pueblo.

Elena le toma una foto.

ELENA: Mira. La foto está fea.


AMARU: No, en realidad no, esa te quedó muy bien. ¿Por qué te gusta tomar fotos?
ELENA: No sé, me gusta poder quedarme con instantes. (Elena sonríe y Amaru también)
¿Alguna vez has ido a Japón?
AMARU: No. Nunca he salido del país.
ELENA: ¿Por?
AMARU: Primero porque no tenía dinero para viajar cuando era estudiante, y después
porque tengo tanto trabajo, que no tengo tiempo para hacerlo. Nunca me detengo.
ELENA: Si yo tuviera tu dinero, viajaría mucho, y tendría muchos animales.
AMARU: Tienes razón. Pero ya estoy por hacer mi viaje al extranjero, para grabar el
comercial de un refresco, va estar muy padre, y quiero ir para allá.
ELENA: ¿Por qué me trajiste aquí?
AMARU: Aquí me acuerdo de cuando era niña. Mi papá me traía aquí a jugar. Este
estanque me tranquiliza. Quiero sentir un poco de tranquilidad. Me siento muy alterada
últimamente.
ELENA: ¿Dónde están tus papás?.
AMARU: Mi mamá se murió cuando yo nací, y mi papá que es el tío de tu papá, y que
hace mucho que no lo veo, él se hizo cargo de mí, pero luego, cuando crecí, él hizo su
propia vida. No soy huérfana, pero parece que lo soy. Me quedé sola.
ELENA: ¿Y no los extrañas?
AMARU: No, ¿cómo voy extrañar algo que nunca estuvo ahí?
ELENA: No me imagino no extrañar a mi mamá.
AMARU: ¿Y tu papá, lo extrañas?
ELENA: Dice mi mamá que se fue al otro lado, cuando yo era muy chiquita, yo ni me
acuerdo de él. Creo que nuestras historias se parecen un poco.
AMARU: Elena…
ELENA: ¿Me odias?
AMARU: Nuestro encuentro no ha sido muy afortunado que digamos.
ELENA: No entiendo.
AMARU: Que no me ha ido nada bien desde que llegaste.

 
  28  

ELENA: Perdón.
AMARU: Yo sé que no es tu culpa. Y sé que todo lo que está pasando en tu pueblo
tampoco, me da mucha tristeza, pero cuando hablé con tu mamá dijo que las cosas
pronto estarían mejor. Y yo le dije que no podía estar mucho tiempo contigo. Porque
tengo que grabar ese comercial y no lo puedo dejar. Elena, necesito que regreses al
Aguacate.
ELENA: Está bien.
AMARU: Quiero que entiendas, que no es que no me importes o que te odie o algo así.
Quiero que eso te quede claro. Además, dices que ya quieres ver a tu mamá, y Alcarajo y
que extrañas estar en el Aguacate, ¿no?
ELENA: Sí, lo extraño.
AMARU: Ahí está, es lo mejor para las dos. ¿No quiere la Juana también eso?
ELENA: La Juana dice que prefieres deshacerte de nosotras dos y que no nos quieres.
AMARU: Bueno, es natural, cuando sean más grandes las dos entenderán por lo que
estoy pasando.
ELENA: La Juana dice que eres mala.
AMARU: No, no es eso, entiende.
ELENA: Que te vale lo que nos pasa a nosotros y lo que está pasando en el Aguacate.
No te importa otra cosa, más que lo que te pasa a ti y sólo a ti en tu mundo solitario.
AMARU: Eso no es cierto.
ELENA: Está bien, ya nos vamos a regresar las dos.
AMARU: ¿Por qué no quieres entender?
ELENA: ¿Podemos regresar a la casa? Esta pagoda no sirve para ahuyentar los malos
espíritus. Ya no me siento bien aquí.
AMARU: Sí, podemos hacerlo.

 
  29  

IX.

AMARU: Qué bueno que me marcas, tía Luz.


LUZ: Mija.
AMARU: ¡Tía ya no puedo! Estoy poniendo en riesgo mi trabajo. Sueño cosas muy feas,
ya no aguanto. Además, ella también ya se quiere regresar, en cuanto pueda la voy a
llevar a la terminal de autobuses.
LUZ: Mija, escúchame.
AMARU: ¿Qué?
LUZ: Tengo poco tiempo.
AMARU: ¿Estás bien?
LUZ: Las cosas se han puesto peor de lo que imaginaba.
AMARU: No me digas eso.
LUZ: Vinieron a buscarme los de la Maraña. Querían dinero y luego que les diera la casa
y todos mis animalitos. También buscaban a Elena.
AMARU: ¿Y qué hiciste?
LUZ: Les di una cachetada.
AMARU: ¿Por qué hiciste eso?
LUZ: Porque no tienen el derecho de quitarnos nuestras cosas así nomás. Y menos
llevarse a Elena. Todo lo que tengo me ha costado mucho trabajo, para que se lo lleven
de un tajo.
AMARU: Pero no debiste hacer eso.
LUZ: No me iba a quedar callada.
AMARU: Ve con la policía tía. Que ellos te protejan.
LUZ: Uy, mija ellos son los que están más metidos en esto. Todo mundo es parte de
ellos, están haciendo que nos borren del mapa. Son como serpientes que se comen su
propia cola.
AMARU: Entonces, ¿qué va a pasar?
LUZ: No sé. Lo único que me dijeron después de que le di la cachetada, que yo tenía
muchas agallas, pero que para la próxima si no les daba lo que ellos querían, que me
atuviera a las consecuencias. Mi esperanza es que vean que lo que tengo no les va a
servir de nada.
AMARU: Vente para la ciudad, toma un camión ahorita mismo.

 
  30  

LUZ: No puedo.
AMARU: Es mejor que te vengas, antes de que te quieran hacer algo.
LUZ: Que lo hagan.
AMARU: Perdón tía, pero no seas tonta. No pongas en riesgo tu vida.
LUZ: No voy a dejar que se queden con mi casa.
AMARU: Son cosas materiales, vente para acá.
LUZ: Es mi historia la que quieren quitarme, todo lo que somos y hemos construido,
desde mis abuelos, y los abuelos de mis abuelos, y eso Amaru, jamás, jamás tenemos
que dejar que se lo lleven. Antes de hacerlo tendrán que pasar por mí.
AMARU: ¿Y Elena?
LUZ: Tienes que cuidarla, por lo mientras. Es cuestión de aguantar mija. Si esto es lo más
feo ya la libramos. Es por el bien de Elena.
AMARU: Tía, no puedo ni conmigo mismo, no voy a poder con Elena.
LUZ: Cuando la vida nos lo pide, podemos resistir hasta un huracán. No sé cómo pero las
cosas van a estar bien, voy a hablar con ellos, tienen que entender. Sólo te pido que sigas
cuidando a Elena.
AMARU: No tía, no hagas eso.
ABUELA: Ya me tengo que ir. No es seguro que te hable por teléfono, luego te pueden ir
a buscar a ti. Adiós.

X.

LOCUTOR: Y en otras noticias, el presidente de la República, en su tercer informe de


gobierno, anuncia con gran orgullo que el país ha llegado a niveles de crecimiento positivo
en la estabilidad social que nunca se habían visto en la historia. Y que el futuro, pinta un
horizonte maravilloso para los niños en temas como la educación, la seguridad y la
economía. Por eso es que Ciudad Esmogópolis es un ejemplo para el interior de la
República y la humanidad.

AMARU: Apaga la tele, por favor.


ELENA: Pero la estamos viendo la Juana y yo…

 
  31  

AMARU: Apágala.

Elena la apaga.

ELENA: ¿Ya nos vamos a la central?


AMARU: No, tengo que hablar contigo.
ELENA: No, yo no quiero, pregúntale a la Juana si ella quiere.
AMARU: Es en serio.
ELENA: Yo también lo digo en serio. La Juana tampoco quiere hablar contigo.
AMARU: Hace un rato hablé con tu mamá.
ELENA: ¿Y por qué no me la pasaste?
AMARU: Tenía mucha prisa.
ELENA: No importa, me hubieras avisado.
AMARU: Hay un cambio de planes, Elena.
ELENA: ¿Cuáles?
AMARU: Te vas a quedar más tiempo conmigo.
ELENA: ¡NO!
AMARU: No te estoy preguntando.
ELENA: ¡No quiero! ¡No quiero estar en tu casa, con tu gata gorda ni contigo!
AMARU: Escúchame, tu mamá me dijo que las cosas se pusieron más feas en el
Aguacate.
ELENA: ¿Qué pasó?
AMARU: La fueron a buscar a ella.
ELENA: ¿QUÉ?
AMARU: Y también te estaban buscando a ti.
ELENA: ¡Tenemos que ir por mi má! ¡Vamos a la central!
AMARU: No podemos ir.
ELENA: Quiero ir por mi mamá.
AMARU: Es muy peligroso, entiende.
ELENA: Te da miedo, que es otra cosa.
AMARU: No seas grosera.
ELENA: Y tú no seas cobarde.
AMARU: Entiendo que estés enojada, pero así no vamos a solucionar las cosas.
ELENA: Dile que se venga con nosotros. Tú tienes mucho dinero.

 
  32  

AMARU: No quiere venir, no quiere ponerte en riesgo.


ELENA: ¿Y qué vamos a hacer?
AMARU: Esperar a que las cosas se calmen.
ELENA: Ella nos necesita, todos nos necesitan en el Aguacate. Mi má me dijo que
siempre iba a estar conmigo, no la voy a dejar ahora.
AMARU: No, Elena. No podemos hacer nada.
ELENA: Entonces yo voy.
AMARU: ¡No seas tonta niña!

Silencio.

AMARU: Perdón, no quise decir eso.


ELENA: Vete.
AMARU: Elena…
ELENA: ¡Vete de mi cuarto!
AMARU: Mira, vamos a hacer una cosa. Es mejor que te duermas, mañana tengo que
salir temprano a grabar. Te puedes quedar a dormir el tiempo que quieras y te dejo el
desayuno. Y cuando regrese, hablamos y vemos qué podemos hacer ¿sí? Vamos a
ayudar a tu mamá, no sé cómo, pero haremos algo.
ELENA: …
AMARU: ¿Sí?, por lo menos veme.
ELENA: …
AMARU: ¿Ni la Juana quiere contestarme?
ELENA: …
AMARU: ¿No? Bueno, descansa Elena, mañana platicamos.

Amaru sale.

ELENA: ¿Qué hacemos Juana? No podemos dejar a mi mamá así nomas, tenemos que ir
por ella. ¿Pero, cómo? No tengo ni un centavo. ¿Y si vendemos la cámara que me
regalaron? (Pausa) Tienes razón, nadie nos la va a querer comprar. (Pausa) ¿Qué?
¡Claro! ¡Cómo no lo había pensado, eres muy inteligente!
AMARU: Elena, estaba pensando que si…

 
  33  

Elena se hace la dormida.

AMARU: ¿Ya te dormiste?, perdón. Descansa.

XI.

ELENA: Abrí los ojos y no escuché ningún ruido. Me puse mis tenis y salí muy despacio
del cuarto. Uf, Amaru ya se había ido y ni me di cuenta. Hasta me dejó el desayuno
preparado, pero no había tiempo que perder, tenía que llegar al Aguacate lo más pronto
posible.
Agarré el dinero que había en su cajón. Yo sé que no está bien robar, ya me lo ha dicho
mi má, pero esto es una ACCIÓN DESESPERADA. Agarré mi petaca con ropa, la foto de
mi familia, a la Juana y la cámara.
Me salí y fui hasta el tren urbano. Leí un plano que estaba en la pared. Tardé en
entenderle, pero al final fue muy fácil saber hasta dónde tenía que llegar. Me mezclé entre
un mar de gente sudada, y tortugas que llevan música en la espalda. Así que agarré bien
fuerte a la Juana de la mano para que no se me fuera a perder. Entre empujones y
baches de piernas, llegué a la estación. Corrí afuera de los torniquetes y de repente ya
estaba de la central camionera. A lo lejos, que veo a Jorge, parecía que me estaba
esperando.

JORGE: Te estaba esperando, Elena.


ELENA: ¿De veras?
JORGE: ¿Pues no dijiste que regresarías en cuanto terminaran las vacaciones?
ELENA: Sí, es cierto.
JORGE: ¿Y tu tía?
ELENA: No pudo venir, es que tenía mucho trabajo y me dijo que me viniera sola. Pero
me dio la bendición y toda la cosa. Ya le quité un peso de encima. Ella ya quería que me
regresara…
JORGE: Eso está muy raro, Elena.
ELENA: Es que tengo que ayudar a mi mamá, Alcarajo y a todo el mundo del Aguacate.
No hay tiempo qué perder.
JORGE: ¿Pero por qué?

 
  34  

AMARU: Le voy a decir la verdad Don Jorge, pero no puede decir nada porque es muy
peligroso. (Susurra) Es que me voy a enfrentar contra unas personas muy malas. Tan
malas que sólo le voy a decir una vez su nombre: La Maraña. Ellos controlan el pueblo y
muchos otros, y se quieren llevar a mi mamá y de seguro también Alcarajo, tengo que ir
por ellos.
JORGE: ¿En serio?
ELENA: Sí. No mentiría sobre eso.
JORGE: Eres una niña muy valiente.
ELENA: No sé si soy valiente, solo sé que tengo que ir a ayudar.
JORGE: Ah, pues muy bien. Apúrale por que el camión que va directito al Aguacate está
a punto de salir. Pero Ciudad Esmogópolis te espera, ¿eh?.
ELENA: Don Jorge, tengo un problema, no sé si me pueda ayudar.
JORGE: ¿Qué pasó?
ELENA: Es que fíjese que no completo, para el camión. Me alcanza para mi pasaje, pero
me falta el de la Juana.
JORGE: Oye Elena, una niña no debe andar cargando eso, ¿de dónde sacaste tanto
dinero?
ELENA: Ammm… mi tía me daba dinero los domingos…
JORGE: No se veía muy caritativa tu tía qué digamos.
ELENA: Es que soy buena ahorrando, siempre hago mi cochinito. ¿No me cree?
JORGE: ¿Sabes que vamos a hacer? Vamos a dejar pasar a la Juana por esta ocasión,
pero sólo por esta ocasión, porque es urgente. Ve y compra tu boleto.
ELENA: Corrí a la ventanilla que apenas alcanzaba y compré el boleto, me dijo la señorita
que le corriera porque ya estaban a punto de salir el camión. Antes de subir mire hacia
atrás y Don Jorge se me quedó viendo.
ELENA: ¿Puedo pedirle algo?
JORGE: Sí.
ELENA: ¿Puedo darle un beso en la cachete? Es que usted me recuerda mucho a
alguien, pero nomas no me acuerdo, y me dan muchas ganas de despedirme de usted.
JORGE: Claro, Elena.

Elena le toma del rostro y le da un beso en la mejilla.

ELENA: Nos vemos, Don Jorge.

 
  35  

JORGE: Cuídate, hija.

XII.

ELENA: Montaña, montaña, montaña y uno que otro lago. El camión va rápido por la
carretera. Intento acomodarme en el asiento, pero estoy tan nerviosa que no puedo
dormir. Mejor me quedo pegada a la ventana y veo mi reflejo espiando las rayas blancas
de la carretera. El tiempo de regreso al Aguacate es mucho más rápido que el de ida. Y
cuando menos me lo espero el chofer nos grita: ¡El Aguacate!
Me bajé corriendo con mis cosas.
¡Ya llegamos Juana! ¡Ya llegamos! ¡Viajamos en un pestañeo!
Me fui corriendo por la calle que da directo a la placita principal, donde está la fuente y los
portales de color rojo y blanco alrededor. Y cuál es mi sorpresa que no veo a nadie, ni la
señora Meche la del mole, o el ciego que toca el tololoche. La iglesia está cerrada y las
puertas de las casas también. Pero eso sí, había una niebla que se hacía cada vez más
espesa recorriendo las calles. Ni modo, me sigo corriendo hasta llegar a la casa, que está
hasta el final de la calle, justo donde empieza el cerro del Diablo.
¡Ya llegué, má! ¡Ya llegué!
Nada.
¿Dónde estás, má?
Nada.

Se escuchan ladridos a lo lejos.

ELENA: ¿Alcarajo? ¿Alcarajo? ¡Ven!

Alcarajo, un perro güero de rancho y vivaracho, aparece ladrando y lamiendo a Elena.

ELENA: Te extrañé tanto Alcarajo. No sabes todo lo que he visto. Estuve con mi tía
Amaru que es igualita a mí pero en grande, es famosa porque hace comerciales. ¿Y qué
crees?

Alcarajo le ladra.

 
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Tiene una gata gorda y negra como una albóndiga. No se parecía nada a ti, ella se la
pasaba acostada todo el rato ronroneando y luego me sacaba los dientes. Y eso era lo de
menos, no te imaginas cómo es la ciudad. Es un monstruo con brazos de árbol gris, hay
tanta gente que ni siquiera se miran a los ojos, es muy feo Alcarajo.

Alcarajo vuelve a ladrar y agarra con su hocico la fotografía que tiene entre sus manos
Elena.

ELENA: ¿A dónde te la llevas? ¡No lo vayas a romper! ¡Eso no es comida Alcarajo!

Sale Alcarajo con la foto y entra junto con Luz con la fotografía en manos.

LUZ: ¿Y sí te portas bien?


ELENA: ¡MAMÁ! Sabía que estabas bien, lo sabía, a ti no te puede pasar nada.
LUZ: Me da mucho gusto verte hija.
ELENA: Te extrañaba muchísimo.
LUZ: Yo también. Contéstame la pregunta, ¿te portas bien con Amaru?
ELENA: Mmm… creo que me odia.
LUZ: O no sabe qué hacer cuando están juntas.
ELENA: Pero eso ya no importa má, ahora estoy aquí y estamos juntas. Nunca me voy a
ir.
LUZ: ¿Ya viste tu foto?
ELENA: Ya no está borrosa. ¿Cómo le hiciste?
LUZ: Es el recuerdo de tu familia con toda claridad.
ELENA: ¿Él es mi papá?
LUZ: Sí.
ELENA: Se parece mucho a Don Jorge. ¿Qué raro no?
LUZ: Cuídala, éste es tu regalo. Quiero que nos recuerdes siempre, porque somos tu raíz.
Así como los árboles que necesitan una buena raíz, así tú necesitas saber que vienes de
aquí y que pase lo que pase, aunque un huracán haya pasado por nosotros, tus pies
seguirán caminando.
ELENA: Me estás espantando.
LUZ: No queda mucho tiempo. Estarás bien con Amaru, ella también te necesita.

 
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ELENA: No má, yo me voy a quedar aquí contigo en el Aguacate.


LUZ: Este lugar ya no es para ti. Ni para nadie más, aquí nos han hecho fantasmas. Te
quiero siempre hija. Vas a estar bien, muchas cosas buenas te esperan.
ELENA: No, aquí me quedo.
LUZ: Mi niña, la niebla se está haciendo espesa, es hora de irse.
ELENA: Ésta es mi casa.
LUZ: Donde está tu corazón está tu casa, y tu corazón tiene que viajar lejos para que lata
muy fuerte.
ELENA: No me dejes. Dijiste que siempre ibas a estar conmigo. ¿Por qué me mentiste?
LUZ: No mentí, estaré contigo de manera diferente, acompañándote en la sangre.
¿Recuerdas por qué te llamas Elena?
ELENA: Sí, mamá.
LUZ: Pues con ese recuerdo me quiero ir. Y tú tampoco lo sueltes nunca.
Adiós, Elena.

La niebla hace que poco a poco Luz y Alcarajo se vayan perdiendo hasta quedar sola
Elena.

ELENA: ¡Mamá! Hace mucho frío aquí, no quiero quedarme sola. ¡Mamá! ¡No quiero que
me lleven!

La niebla envuelve todo el escenario, hasta desaparecer a Elena.

XIII.
AMARU: ¡Elena! ¡Elena!

Elena despierta, está en su cama.

ELENA: ¡Tengo que regresar!


AMARU: Soñaste feo Elena. Yo también tuve uno muy malo, otra vez soñé que me
querían desaparecer.

 
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ELENA: En el mío estaba con mi mamá, Alcarajo, en el Aguacate.


AMARU: ¿Qué soñaste?
ELENA: Me decía que tenía que quedarme contigo, que ya no podía regresar.
AMARU: Tal vez ese sueño tiene algo de razón.
ELENA: Yo no quiero quedarme. Es muy fea la ciudad Esmogópolis.
AMARU: Depende de cómo la veas, no es lo más lindo del mundo pero por ahora puede
ser una opción. Sé que no he sido la mejor contigo, pero es que también ha sido muy
difícil para mí. No me esperaba todos estos cambios.
ELENA: Ni yo. No puedo quedarme, tú te tienes que ir.
AMARU: Hay cosas más importantes qué atender.
ELENA: ¿Ayudar a una niña?
AMARU: Tú necesitas quedarte y yo necesito que te quedes. Los viajes pueden esperar.
ELENA: Eso fue lo que me dijo mi má.
AMARU: La verdad es que cuando adopté a Nube, al principio tuvimos muchos
problemas, pero luego nos fue muy bien a las dos. Es raro, nuestra familia parecía que se
hacía fantasma, y ahora tiene un nuevo respiro con nosotras dos juntas.¿Te suena muy
mal?
ELENA: No.
AMARU: ¿Sabes que he estado pensando?
ELENA: ¿Qué?
AMARU: Que quiero hacer cine, y contar historias, hacer eso que en verdad sueño. ¿Y tú
quieres seguir siendo una veterinaria?
ELENA: No sé qué quiero ser.
AMARU: Yo digo, que estás muy cerca de lo que quieres ser.

Amaru señala la cámara.

ELENA: ¿Te gusta tu nombre Amaru?


AMARU: No mucho, pero no tengo otra opción, es el único que tengo. ¿Y tú?
ELENA: Sí, mucho.
AMARU: ¿Por qué?
ELENA: Por que cuando nací, mi mamá dice que yo tenía una gran sonrisa, la más
grande del mundo. Así que pensó en ponerme un nombre que le hiciera sentí lo mismo
que mi sonrisa, y se acordó del nombre de Elena, porque cada vez que lo pronunciaba se

 
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le hacía una sonrisa como la mía, y que esa sonrisa sabía a dulce. Ella quería darme un
regalo que me durara toda la vida. Por eso me nombró así. Porque mi nombre sabe a
dulce y nadie podrá borrarme ese sabor. Elena

Amaru mira la foto.

AMARU. Qué hermosa foto la de tu familia.


ELENA: Sí, la voy a guardar siempre.

XIV.

ELENA: Pasaron los años y el Aguacate, mi pueblo, mi origen, ese lugar de donde yo
vengo, desapareció. Nunca volví a ver mi má, Alcarajo, los recuerdos de mi papá, mis
amigos, mi escuela, esa puerta que da hacia el cielo en el comienzo del invierno. Todas
las personas que yo conocía del Aguacate. Todo desapareció. Nos borraron del mapa. Y
yo no pude hacer nada. Es como si hubieran borrado las líneas de mis manos. Me
convertí en un pedazo de hoja blanca. Pero quedó una última marca en mí: Amaru. Ella
se hizo cargo de mí y de Juana. Vivimos muchos años juntas, aprendimos que el abismo
que nos distanciaba, se unió con un puente de cariño. Vivimos en el mismo hogar hasta
que tuve que buscar mi propio camino, uno donde mi única arma era una cámara
fotográfica para ver lo que el mundo estaba por enseñarme.
Decidí compartir con una imagen, aquellas historias que tal vez no son hermosas pero
que necesitan ser recordadas. Presioné el botón una y otra vez en otros países y otros
continentes, para captar esos rostros tristes que vivieron situaciones parecidas a la mía.
Darles otra luz, dibujar con fracciones de segundos, lo que siempre hará hervir mi sangre.
Quiero que las personas puedan ver a través de mis ojos, todo ese pasado que muchas
veces preferimos cerrar los ojos.

Elena sonríe pinta una sonrisa franca.

 
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Por eso soy fotógrafa, para no olvidar.

Elena agarra su cámara fotográfica enfocando la lente al público, pulsa el botón que
descarga el flash hasta llegar al oscuro.

 
 

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