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A Big Little Secret

Jenna Rose

Traducción de Fans para Fans, sin fines de lucro


Traducción no oficial, puede presentar errores
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Sinopsis

¿Qué pasa si el que se fue vuelve?


¿Y qué pasa si hay algo que no sabe?
Hace un año, Abby cometió un gran error. Dejó que un
hombre irresistible la llevara a su casa para pasar una noche
increíble que, estaba segura, los llevaría a pasar el resto de sus
vidas juntos. Se equivocó.
Jason se levantó y desapareció sin dejar rastro. Sin una
nota, sin un número, sin llamadas, dejando a Abby sola para
criar a su hijo sin su padre. Ahora, un año después, Jason está
de vuelta con una gran disculpa y una historia aún más grande
sobre dónde ha estado durante el último año. Se ve mejor que
nunca y Abby lo encuentra casi imposible de resistir...
Pero Abby no se dejará convencer tan fácilmente. Jason ya
ha demostrado que puede desaparecer en cualquier momento,
y sabiendo lo que es crecer con un padre ausente, Abby no va
a permitir que un hombre poco fiable entre en la vida de su hijo.
Pero Jason está decidido a demostrar su valía a Abby. Se
fue porque tenía que hacerlo. Pensó en ella todas las noches y
sabe que es la elegida. Ahora sólo tiene que hacerla entender.

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Capítulo 1

Abby

Hace un año

—Ahí está él otra vez —susurra Cheryl mientras me empuja


con una bandeja para la mesa ocho.
—¡Cállate! —susurro de vuelta mientras cierro la caja
registradora y agacho la cabeza para dejar que mi pelo se
derrame sobre mi cara. Me estoy sonrojando y no quiero que
Cheryl (o él) lo vea.
Siempre me sonrojo cuando él entra, y siempre agacho la
cabeza o me voy a la parte de atrás y espero a que se me pase
antes de acercarme a su mesa para atenderlo. Siempre se sienta
en la misma cabina del fondo del local (la que está junto a la
foto de Marilyn Monroe) con el aspecto de un modelo masculino
clásico de los años cincuenta.
Lleva el pelo oscuro perfecto con raya al lado y peinado
hacia atrás, tiene unos bíceps abultados que amenazan con

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salirse de su ajustada camiseta blanca y unos vaqueros azules
que parecen llevar años con él.
Tiene un aspecto juvenil y, sinceramente, sería casi una
especie de chico lindo si no fuera por la rudeza de su rostro y
su forma de comportarse. Se nota que es el tipo de hombre que
no ha crecido con mucho y que se ha valido por sí mismo desde
joven.
Viene todos los jueves y viernes, y cada vez me gusta más.
Nunca se lo he confesado al resto del personal, pero todos lo
saben, especialmente Cheryl, que ha empezado a burlarse de
mí cada vez que trabaja, que casualmente son todos los días
que yo estoy.
—Te está mirando —me dice.
—¡Mira esos brazos!
—¿Crees que tiene un six-pack ahí debajo?
—¡Apuesto a que tiene una polla enorme!
Yo protesto y actúo como si estuviera horrorizada por las
cosas que dice, pero la verdad es que he tenido cada uno de
esos pensamientos y algunos más.
¿Y cómo no los tendría?
Es un hombre de ensueño, con aspecto de modelo, con una
pierna cruzada y el brazo extendido sobre el respaldo de la
cabina como si fuera el dueño del lugar. Esta noche lleva una
chaqueta de cuero negra y, aunque intento no hacerlo, me
cruzo con su mirada cuando entra.

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—Hola, Abby —dice con un tono que hace que se me
derritan las entrañas.
—H-Hey, Jason —balbuceo como si estuviera en la escuela
primaria.
Llena de mariposas, me giro rápidamente, vuelvo a entrar
en la cocina y me apoyo en la pared.
Mi corazón ya está acelerado y puedo sentir el rubor en mis
mejillas.
—Jesús... —murmuro para mis adentros.
—¿Está tu novio aquí? —grazna Chuck desde detrás de la
parrilla.
—¡No es mi novio, Chuck!
—No, es su marido —comenta Pauly, el cocinero en línea.
—Todavía no veo un anillo —se ríe Chuck.
—Pónganse a trabajar, ustedes dos —respondo, cerrando
los ojos mientras espero que se me pase el rubor.
No sé por qué es tan importante parecer serena cuando me
acerque a su mesa. Jason no es tonto; tiene que saber que estoy
terriblemente enamorada de él. Estoy segura de que la mayoría
de las chicas con las que se cruza a diario lo están. Es uno de
esos tipos a los que las mujeres se lanzan.
Pero hay algo misterioso en él que no puedo identificar.
Todo lo que sé es que lo hace aún más atractivo, como si tuviera
un secreto que oculta al mundo, un secreto que yo quiero
descubrir.

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—¡Mesa ocho! —grita Cheryl cuando vuelve a irrumpir en
la cocina.
—¡Lo sé! —gruño.
La mesa ocho es la mesa final, su mesa. No importa si a
veces hay alguien más sentado allí; es de Jason.
Mi enamoramiento por él empezó de forma muy pequeña,
como cuando estás en el patio de recreo y ves a un chico lindo
y sientes esa sensación extraña en el estómago. Pero ha crecido
rápidamente.
Todas las noches entra, se sienta y pide lo mismo: un zumo
de naranja, una tortilla de huevos revueltos y una tortita de
arándanos con una guarnición de bacon.
—¿Desayuno para cenar? —me burlé la primera vez que
pidió.
—No hay mal momento para desayunar —respondió,
mostrando una sonrisa que me hizo temblar las rodillas.
Aquella noche casi le doy mi número en el reverso de su
cuenta, y aunque quiero considerarme una de esas chicas
capaces de hacerlo, no lo soy. Me acobardé y recuerdo que
pensé mientras lo veía irse: Bueno, la has cagado, Abby. No
volverás a verlo.
Pero me equivocaba. Vino el jueves siguiente, ocupó su
mismo lugar y pidió lo mismo.
—No hay mal momento para desayunar —le sonreí
mientras tomaba su pedido.
—¿Sabes que estaba pensando lo mismo? —se burló.

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Volví a decirme que le daría mi número, pero de nuevo me
acobardé y lo dejé marchar, preguntándome por qué no me
había invitado a salir.
Aquella noche iba muy bonita, con el pelo recogido en un
moño y un divertido pañuelo rosa alrededor de la frente.
Llevaba un delantal con flores y una falda, y Cheryl me dijo que
estaba segura de que me estaba mirando, pero aun así pagó la
cuenta y se fue (aunque me dejó diez dólares de propina).
—Probablemente esté casado —me comentó Cheryl.
—Eso es peor —le contesté.
—¿Cómo es eso peor? Eso significa que quiere estar contigo,
pero ya le ha puesto un anillo a otra.
—Ew, no quiero que ‘quiera estar’ conmigo —le respondí. —
Quiero... ¡gustarle!
—Y lo haces —me dijo Cheryl. —Ningún hombre actúa así
con una chica que no le gusta.
—¿Actuar de qué manera? —le dije miserablemente,
apoyándome sobre un cartón de leche. —¿Dar buenas propinas
y sonrisas?
—Chuck, ¿le gusta ella?
—¿A quién le gusta quién? —preguntó Chuck desde la
parrilla.
—La mesa ocho —respondió ella. —¿Le gusta...?
—Oh, sí —se burló. —Quiere tirársela.
Todo lo que pude hacer fue gemir.

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Me parece bien que todo el personal piense que le gusto, y
no puedo deshacerme de las mariposas que me invaden cada
vez que él entra por la puerta y se sienta, pero cada vez me
resulta más difícil atenderlo. Quiero que ocurra algo, cualquier
cosa, y si no ocurre... bueno, ya he pensado en pedirle a Cheryl
que me cubra cuando llegue, sólo para no tener que pasar por
más rechazos.
Esta noche es la última, pienso mientras me preparo para
ir a su mesa. Si no me invita a salir esta noche, se lo pasaré a
Cheryl.
Respiro hondo, me miro el pelo en el cristal de la nevera y
vuelvo a salir a la parte delantera de la cafetería para el que
podría terminar siendo mi último encuentro con Jason.

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Capítulo 2

Abby

—¿No hay mal momento para desayunar? —le pregunto


mientras me acerco a su mesa. Esta noche tiene un aspecto
diferente, incluso más rudo que de costumbre, como si hubiera
estado despierto durante tres noches seguidas.
Lleva el pelo revuelto, de esa manera tan sexy de 'recién
levantado de la cama', y su camiseta blanca habitual está
estropeada como si acabara de estar en una pelea, y su
chaqueta de cuero tiene un rasgón en la manga.
Pero sus ojos verdes son tan brillantes como de costumbre,
y su sonrisa es igual de encantadora, y cuando levanta la vista
hacia mí, me doy cuenta de que pasárselo a Cheryl va a ser más
fácil de decir que de hacer.
—Sabes, creo que voy a cambiar las cosas esta noche —
responde, para mi sorpresa.
—¿Oh?
—¿Cómo está el Reuben? —pregunta.
—Si soy honesta —respondo. —No muy bueno.

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—Hmmm —frunce el ceño, echando un vistazo al menú que
no se ha molestado en mirar en semanas. —¿Qué tal una buena
hamburguesa con queso a la antigua? ¿Están buenas?
—¡Son geniales! —digo. Creo que estoy sonriendo, pero
debo de estar mirándolo raro, porque vuelve a fruncir el ceño.
—¿Qué? —pregunto, a punto de volver a sonrojarme.
—Me estás mirando como si tuviera dos cabezas —
responde.
—¡Oh! —tartamudeo. —Uhm, ¡supongo que no estoy
acostumbrada a que pidas algo diferente a lo habitual! Lo
siento... ¡Iré a conseguirla para ti!
Me doy la vuelta y me alejo de su mesa como si hiciera
power walking, atravesando las puertas giratorias y entrando
en la cocina.
—¡Hamburguesa con queso! —le grito a Chuck.
—¿Qué dijiste? —pregunta Cheryl. —¿No ha pedido el
desayuno?
—No quiere desayunar —respondo, con el corazón
acelerado. —Quería un Rueben, pero le dije que los Reubens no
son tan buenos...
—¡¿Qué?! —gruñe Chuck.
—Y luego pidió una hamburguesa con queso, así que sí...
una hamburguesa con queso.
Chuck frunce el ceño. —¿Y cómo la quiere? ¿Qué quiere en
ella?
Mierda.

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—Yo... me olvidé de preguntar —digo con un suspiro.
—Tiene el bichito del amor —se burla Cheryl, pellizcando
mi trasero al pasar. —Denle un respiro, muchachos.
—¡Basta! —me quejo. —Yo... ya vuelvo. Voy a preguntarle.
Revisando mi pelo de nuevo, me dirijo de nuevo al frente de
la tienda y vuelvo a la mesa de Jason para encontrarlo
esperándome como si hubiera estado esperando que volviera.
—Yo...¿sí? —pregunto torpemente.
—Término medio —sonríe. —Con lechuga, tomate y cebolla.
Sin condón... quiero decir, condimentos.
Me rio con ganas, me sonrojo y me tapo la boca con una
mano, totalmente avergonzada. Pero Jason se limita a reírse.
—No fue tan gracioso —responde. —Humor adolescente,
como mucho. Pero me alegro de que te haya gustado.
—A veces resoplo cuando me rio... es desagradable.
—Es bonito —dice rápidamente.
¡¿Bonito?! ¿Acaba de referirse a mí como bonito?
Literalmente no puedo pensar en una vez que un chico me
haya llamado bonita en mi cara. Tenía cero suerte en la
secundaria y mi vida era tan miserable allí que, de hecho,
abandoné la escuela cuando tenía dieciséis años y comencé a
vivir por mi cuenta.
Un chico llamado Daryl, que luego supe que estaba
enamorado de mí, empezó a rumorear que me había acostado
con él detrás de las gradas y luego compartió fotos (que no eran
mías) en Internet, presumiendo de ello ante todo el mundo. Mi

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reputación quedó arruinada. Ningún chico quería salir conmigo
y ninguna chica quería ser mi amiga.
Así que escuchar a un hombre, por no hablar de uno tan
magnífico como Jason, referirse a mí como bonita... bueno,
digamos que estoy fuera de mí.
—No lo es, pero gracias —logro decir. —Iré a poner en
marcha tu hamburguesa.
Todo mi cuerpo está caliente mientras me alejo (de nuevo)
de Jason, segura de que todos los demás clientes del local me
están mirando y viendo lo torpe que soy, e irrumpo en la cocina
como un caballo que irrumpe en un granero.
—¡Lechuga, tomate y cebolla! —suelto. —¡Término medio y
sin condón!
—¿Sin condón? —ruge Chuck. —¿Qué dices?
—Sí, así es como le gusta —se carcajea Pauly.
—Como si tú lo supieras, polla flácida —replica Cheryl,
acercándose a mi lado. —Pero en serio, ¿qué?
—¡Sin condimentos! —digo, corrigiéndome a mí misma.
—Eso tiene más sentido —se ríe Chuck. —¿Esto es para tu
marido?
—¡No es mi marido, pero sí!
—Es un nuevo día —responde mientras pone la
hamburguesa.
—En serio —susurra Cheryl. —¿Qué está pasando? ¿Crees
que está perdiendo la cabeza?

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—Quizá —me encojo de hombros. —¡Tal vez también me
invite a salir! O no.
—No digas eso —dice Cheryl. —Nunca se sabe. Y si no, es
su mala suerte de todos modos.
—¡Oh, claro! —me burlo. —¡El Sr. Ensueño me está
perdiendo a mí, la torpe virgen de diecinueve años que resopla
cuando se ríe!
—¿Te refieres a ese dulce y apretado coño de diecinueve
años? —dice Cheryl, dándome un codazo en el costado.
—Oh Dios —gimo, poniendo una mano sobre mi cara. —
Incluso pensar en eso sólo...
—¿Te vuelve loca? —sugiere.
Asiento con la cabeza. Debo confesar que he pensado en
ello más de una vez: cómo sería 'estar con' Jason... cómo serían
esos grandes bíceps sin estar ocultos por esa camiseta blanca
y cómo sería el resto de su cuerpo por debajo.
Si su cuerpo se corresponde con su cara, no hay mujer en
la Tierra capaz de resistirse a él.
—¡Orden! —grita Chuck. —¡Mesa ocho!
Mis ojos se abren rápidamente. ¿Realmente he estado
soñando despierta durante el tiempo que Chuck ha tardado en
preparar la hamburguesa? Supongo que sí.
—Despierta, dormilona —se ríe mientras me tiende el plato.
Frunzo el ceño, lo agarro y vuelvo a salir al frente.
Jason me mira desde el momento en que atravieso la puerta
y no deja de mirarme mientras me acerco a su mesa.

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—Una hamburguesa con queso a la antigua —le digo
mientras dejo su plato. Me doy la vuelta para irme pero algo me
detiene. Miro hacia atrás y veo la mano de Jason rodeando mi
muñeca. Su agarre es firme, irrompible, pero al mismo tiempo
suave.
—Come conmigo —dice suavemente.
—¿Comer... contigo? —respondo.
—¿Cuándo es tu descanso?
—Tengo un descanso de quince minutos cada dos horas...
—¿Ya te has tomado el tuyo esta noche?
—No —respondo.
—Bien, entonces —sonríe. —Siéntate y come conmigo.
Mi corazón revolotea en mi pecho y mi cuerpo comienza a
sentir un cosquilleo. El toque de Jason es electrizante, algo con
lo que he estado soñando y que ahora está sucediendo. Miro
hacia atrás por encima de mi hombro y veo a Cheryl
asomándose por la parte de atrás hacia mí. Me hace ese gesto
apenas perceptible que se le da tan bien.
Me giro hacia Jason. Sus ojos son intensos, fieros pero de
alguna manera amistosos. No hay manera de que pueda decir
que no. Así que sonrio.
—Me encantaría.

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Capítulo 3

Jason

Ha sido una semana larga y un día aún más largo, pero las
cosas por fin están mejorando. Esta tarde he dado un gran paso
en el caso. A un pequeño punk a quien he estado vendiendo
durante los últimos cuatro meses, finalmente se le ha soltado
la boca y ha dejado escapar un nombre.
Winston.
Esa es su 'conexión H'. H. Heroína. Unos punks de Boston
han empezado a pasar la droga a través de New Hampshire
durante el último año y finalmente ha empezado a llegar a
Portsmouth.
Hacen vender a los niños, se aprovechan de las madres
solteras que apenas se mantienen a flote y destruyen vidas.
Como miembro de la Policía Estatal de New Hampshire, y como
hijo de una familia que fue destruida por las drogas, he luchado
para conseguir el trabajo encubierto, y como provengo de una
ciudad de cuello azul y ese era el tipo de persona que
necesitaban para este trabajo, lo he conseguido.

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Resulta que esta cafetería es un punto de encuentro para
el tráfico de drogas de bajo nivel, y así es como terminé aquí en
primer lugar. No en el interior, por supuesto, sino en la parte
trasera del estacionamiento que se comparte con el bar irlandés
de al lado.
Empecé a traficar con hierba, a tomar nombres y a grabar
vídeos con mi cámara oculta. No buscamos arrestos de bajo
nivel; se trata sobre todo de aprovechar la oportunidad para
llegar al gran hombre. Ahora que tengo un nombre, tengo algo
con lo que trabajar, y después de pasar meses de incógnito y
sentir que la investigación no iba a llegar a ninguna parte, por
fin siento que el final está a la vista.
Así que he venido a mi lugar favorito para ver a mi chica
favorita y celebrarlo. Y también tengo algo especial en mente
para esta noche.
—¿Cómo está la hamburguesa? —me pregunta Abby desde
el otro lado de la cabina. Es estúpidamente sexy, con su pelo
castaño rizado y sus grandes e inocentes ojos marrones. Es más
alta que la mayoría de las chicas, y tiene unas piernas
hermosas y suaves que me imagino abriéndose alrededor de mi
cabeza y atrayéndome hacia ella.
Parece una flor delicada, y la he sorprendido sonrojándose
ante mí más de un puñado de veces, pero sabe cuidar de sí
misma. No conozco toda su historia, y más de una vez he tenido
la tentación de investigar sus antecedentes, pero he decidido

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que eso sería un poco demasiado acosador. Además, me gusta
un poco de misterio en mis mujeres. Al fin y al cabo, soy policía.
A los treinta y un años, me he convencido de que la 'mujer
adecuada' no está ahí fuera. Después de una serie de relaciones
fallidas, me parecía que estaba destinado a estar solo. Pero
cuando miré a Abby, pensé que tal vez todo eso podría cambiar;
tal vez ésta fuera la chica para mí.
Ni siquiera la conoces, me dije a mí mismo después de la
tercera noche de verla y dejar que mi mente divagara. Pero, por
otra parte, soy detective de la policía y eso significa que tengo
un don para evaluar a la gente, y mi instinto me decía que ésta
era una chica con la que podría ser muy feliz.
Oh, y mi polla estuvo de acuerdo conmigo.
Cada vez que entro a este lugar tengo por lo menos una
media erección. Por lo menos.
Tengo que apretar mis piernas antes de salir cada noche
para no estar completamente duro al salir por la puerta. Ver a
Abby caminar con sus cortas faldas de chica de comedor de los
años 50 me calienta la sangre.
La parte trasera tiene volantes y lleva el delantal atado por
encima de las caderas, pero puedo decir que tiene un jodido
buen culo debajo. Lo miro rebotar cada vez que se aleja de mi
mesa, deseando que no lleve ese enorme y pesado delantal para
poder ver sus tetas. Si están al nivel de su culo, entonces es
una chica muy bien dotada.

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—¿Jason? —pregunta. Me doy cuenta de que me he
quedado en blanco con su última pregunta.
—¿Hmm?
—La hamburguesa —repite. —¿Cómo está?
—Oh, está muy bien —respondo. —¿Quieres un poco?
—No, gracias —sonríe. —Estoy cuidando mi figura.
—Chicas —me rio, sacudiendo la cabeza.
—¿Qué? —balbucea ella.
—Nunca están contentas consigo mismas. Incluso cuando
ya son perfectas.
Abby no estaba realmente moviéndose, pero se congela al
escuchar eso. No quería decirlo; se me ha escapado. Un desliz
freudiano, supongo.
Pero a la mierda, pienso. Ahora está ahí fuera.
Tiene que saber que le he echado el ojo. No he sido
exactamente sutil al respecto. Si no estuviera de encubierto,
habría salido con ella la primera noche que nos conocimos. Pero
en mi trabajo, involucrarse con una chica es peligroso, no sólo
para mí, sino para ella. Pero como el caso acaba de tener una
pausa y parece que pronto podré volver a tener una vida
normal, me dije que a la mierda. ¿Por qué esperar más?
—Abby —digo. —¿Cuándo te liberas?
—¿Cuándo...?
—Te liberas —repito.
Libérate, y luego yo te liberaré a ti, preciosa, pienso.
—Oh, ummm... las once.

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—De acuerdo, ahora mismo son las diez y media —digo,
echando un vistazo a mi teléfono. —¿Por qué no vas a decirle a
Cheryl que te tomarás tu descanso ahora, que ficharás
temprano, y tú y yo nos vamos de aquí?
—¿Irnos de aquí? —repite en voz baja. —¿Irnos de aquí a
dónde...?
—¡Hey, Cheryl! —llamo mientras sale de la parte de atrás,
desde donde nos ha estado espiando.
—¡Oh! Uh, ¿sí?
—¿Te parece bien que secuestre a tu amiga aquí? —
pregunto. —Está tomándose su descanso, ¿puedes dejarla salir
unos minutos antes?
Abby se gira para mirar a su amiga como si quisiera decir
algo, pero Cheryl agita la mano y sonríe como si no hubiera
nada que le gustara más.
—¡Por supuesto! ¡Pásenlo bien las dos! Solo tráela de vuelta
en una pieza!
—No prometo nada —sonrio. Abby se gira hacia mí, con las
mejillas rojas como tomates cherry.
—Yo...
—Vamos —le digo, dando el último bocado a mi
hamburguesa. —Vamos.
Me pongo en pie, dejo un billete de veinte en la mesa, agarro
a Abby de la mano y la pongo en pie. Mido 1, 90, y por la altura
de ella frente a mí, supongo que mide por lo menos 1, 70. Mi
polla se hincha en mis vaqueros al sentir el calor de su mano

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en la mía. Es pequeña y delicada, pero dura y firme: la mano de
una trabajadora.
—¿Adónde vamos? —pregunta.
—Mi moto está en la puerta —respondo mientras tiro de
ella, guiando el camino.
—De acuerdo, pero luego ¿a dónde vamos? —pregunta.
—Ya lo verás —le digo mientras empujo la puerta para
abrirla. —Ya lo verás.

20
Capítulo 4

Abby

¡Esto es una locura! pienso mientras Jason atraviesa la


ciudad a toda velocidad, con un brazo en el volante, con aspecto
de modelo.
¿De verdad acabo de salir de la cafetería con un tipo al que
apenas conozco? Sí. Lo he hecho.
Pero eso no es correcto; si lo conozco. Lo he esperado
durante meses. Y qué si no hemos intercambiado historias o si
todavía no sé... nada... de él...
Me ha invitado a salir, y eso es suficiente...
...por ahora.
—Nunca antes he estado en la parte trasera de una moto
—digo.
—Sólo mantén tus brazos alrededor de mí —dice con una
sonrisa. —Y agárrate fuerte.
El aire cálido del verano sopla a través de mi pelo mientras
nos alejamos a toda velocidad de la cafetería. Por suerte, llevo
el pelo atado o se me habría revuelto por todos lados.

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El corazón me late con fuerza en el pecho como el ritmo de
una vieja canción de rock. Con él con su chaqueta de cuero y
su camiseta blanca y yo con mi traje de camarera, todo parece
sacado de un sueño, y Jason es absolutamente de ensueño.
Toma una curva más allá del puente y entra en la carretera
que bordea el rio. Es una noche preciosa; la luna está en lo alto
del cielo y él no tarda en llegar a una pequeña casa junto a los
muelles, donde el club de regatas da clases a los niños antes de
que tengan edad para salir al mar.
Entra en el pequeño estacionamiento de tierra, estaciona y
apaga el motor. Miro a mi alrededor durante un minuto. ¿Acaso
ésta es su idea de una cita romántica? ¿Estacionar en la
sombra como una pareja de adolescentes?
—No te preocupes —sonríe. —Mi casa está justo ahí.
Señala por la ventana una modesta cabaña junto al agua.
Está recubierta de tejas de cedro y parece que ha estado allí
durante cien años, pero que recientemente ha sido arreglada
para convertirse en algo encantador.
—¿Te apetece un té? —me pregunta mientras se baja de la
moto.
—Claro —respondo mientras lo sigo. —Un té suena...
agradable.
Me toma la mano como un caballero. El corazón me da un
vuelco mientras caminamos, con el único sonido del crujido de
nuestras pisadas sobre la grava y las olas golpeando
suavemente la orilla.

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—¿Aquí es donde vives? —le pregunto mientras abre la
puerta.
—Por ahora —responde. —Es una historia un poco larga.
El interior de la cabaña es tan modesto como el exterior: un
sencillo sofá de madera templada y cálidos cojines anaranjados
se encuentra en el centro del salón. Hay una bonita mesa de
centro, un televisor de pantalla plana, una pequeña silla y una
sencilla cocina en la pared más alejada, y una única puerta que
da acceso a lo que debe haber sido el dormitorio y el baño.
—No es mucho —dice, cerrando la puerta detrás de mí.
—Me gusta...
Las palabras apenas han salido de mi boca cuando Jason
se gira hacia mí y aplasta sus labios contra los míos. Mi cuerpo
cobra vida cuando me presiona contra la puerta y me agarra
por la cintura.
Puedo oler el cuero de su chaqueta y el leve aroma de su
sudor, como si hubiera estado trabajando todo el día. Cada
centímetro de mi piel lo desea. Mi cuerpo se estremece mientras
me besa y presiona su lengua en mi boca como si estuviera
dispuesto a devorarme por completo. El astuto y misterioso
Jason se ha transformado y lo único que queda es un deseo
puro que siento en lo más profundo de mi ser.
Apenas puedo creer lo que está sucediendo. Claro que
conozco a Jason desde hace tiempo, pero no lo conozco de
verdad, y sin embargo aquí estoy, besándome con él en su

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cabaña junto al rio, lista y dispuesta a dejar que me haga lo que
quiera.
Quiero que me tome, que me muestre sus deseos y me haga
suya, que me muestre quién es por la forma en que me toma.
Quiero someterme a él y mostrarle lo buena que puedo ser para
él.
Lo deseo. Quiero conocerlo de todas las maneras posibles.
—Esta falda —susurra, sus labios tocando suavemente los
míos. —Cada vez que te veo con ella, me hace preguntarme qué
escondes debajo.
Sus palabras encienden un fuego en mi interior. Jadeo
cuando sus ojos feroces y hambrientos bajan por mi cuerpo
hasta su mano mientras traza una línea desde mi rodilla,
subiendo por la parte interior de mi muslo, hasta el dobladillo
de la falda.
Se me escapa el aliento. Mi cuerpo se tensa con
anticipación y un escalofrio me recorre.
Nunca antes me había sucedido nada parecido. Diablos,
esto es lo más que he besado a un hombre en mi vida. Debería
querer tomarme las cosas con calma, decirle que necesito un
minuto...
...pero todo lo que quiero es que continúe.
Más...
Sus dedos desaparecen bajo el dobladillo de mi falda. Su
otra mano sujeta mi pecho a través de la camiseta.
—Sin sujetador —susurra.

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Es cierto. No llevo ninguno. Mi delantal de trabajo hace un
buen trabajo para mantenerme cubierta de los clientes, y me
resulta más cómodo.
Jason encuentra mi pezón y lo aprieta suavemente, pero yo
vuelvo a jadear, arqueo la espalda y presiono mi cuerpo contra
el suyo.
Sus dedos suben por el interior de mi muslo. Trago saliva
mientras nos miramos fijamente, con el calor de su mirada
clavada en mí mientras sube su mano y finalmente encuentra
lo que busca.
—Jason... —gimo, mi voz es apenas un susurro cuando sus
dedos tocan mi montículo, apenas oculto tras la fina tela de mis
bragas.
—Ya estás muy mojada —gruñe. —Tan sexy.
—Yo... —empiezo a hablar, pero entonces Jason hace algo
que lo imposibilita.
Introduce un solo dedo en mi ropa interior y la aparta, para
luego trazar la línea de mi coño con otro.
Eso es todo.
Mis piernas se debilitan y me desplomo sobre él. Me
sostiene con el otro brazo y, sin dudarlo, desliza un dedo dentro
de mí.
—¡Jason! —lloro, apretando mis brazos alrededor de su
cuello.
Gimoteo mientras hunde un nudillo... y luego otro. Siento
que se me pone la piel de gallina y mi cuerpo vuelve a temblar.

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Su presencia es abrumadora y mi cuerpo arde de calor cuando
él enrosca su dedo, provocando una oleada de sensaciones por
todo mi cuerpo.
—No sabes cuánto tiempo he esperado esto —me dice.
Oh, wow... ¡él estaba esperando!
Mi corazón florece cuando desliza otro dedo en su interior.
Vuelvo a gemir y comienzo a mover mis caderas contra él. Su
aliento es cálido mientras me besa el cuello y desliza su otra
mano por mi espalda, me levanta la falda de nuevo y me agarra
el culo con un agarre firme y dominante.
—Qué buen culo —gruñe.
Sus elogios hacen que mi cabeza dé vueltas. Me siento la
chica más importante, especial y hermosa del mundo, y
mientras él mueve sus dedos de forma experta, siento un calor
creciendo en lo más profundo de mi ser y luego fluyendo a
través de mis brazos y piernas.
Gimo con fuerza, con la respiración acelerada en el pecho y
los latidos del corazón golpeando con fuerza en mis oídos. Ya
estoy cerca, pero mientras Jason me acerca cada vez más al
límite, una repentina vacilación crece en mi interior.
N-No puedo, pienso.
Nunca me he corrido delante de nadie, ni con nadie.
Siempre ha sido algo que he hecho en la intimidad de mi propia
habitación, en mi propia cama, con mis propios dedos. No estoy
segura de estar preparada para conseguirlo con Jason.

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Pero él debe haber leído mi mente de alguna manera, ya
que me susurra suavemente al oído: —Está bien, preciosa.
Córrete para mí. Te tengo. Te tengo...
Y eso es todo lo que hace falta.
Sus dedos se enroscan dentro de mí de nuevo, golpeando
ese punto que me hace temblar. Mi mandíbula se abre y mis
ojos se cierran. Siento que aprieto sus dedos y Jason gruñe en
señal de aprobación.
Le encanta...
Lo único que puedo hacer es aferrarme a él mientras me
recupero de la experiencia más increíble de mi vida. No sé
cuánto tiempo pasa, pero cuando por fin consigo recuperar el
aliento, abro los ojos y veo a Jason mirándome fijamente.
—Yo... wow... —balbuceo.
—¿Estás bien? —sonríe.
—Creo que sí —respondo mientras me quita el pañuelo de
la cabeza y me suelta el pelo. —Sólo... dame un segundo para
recuperarme.
—Lo siento, preciosa —contesta Jason, atrayéndome a sus
brazos con tal rapidez que casi grito. —Pero no puedo hacer eso.
Tengo mucho más reservado para ti.

27
Capítulo 5

Jason

Finalmente, pienso mientras tiro la chaqueta a un lado y


me quito la camiseta. He estado esperando este momento
durante mucho tiempo, y ahora que por fin ha llegado, es mejor
de lo que jamás podría haber imaginado.
Abby...
Mi sangre corre por mis venas como el fuego mientras me
incorporo y la miro fijamente. Mis dos dedos están pegajosos y
resbaladizos con sus jugos y su falda se ha levantado lo
suficiente como para ofrecerme una vista perfecta. Pero ahora
necesito ver el resto de ella.
Mis vaqueros están a punto de reventar, así que me bajo la
bragueta y saco rápidamente mi polla. Estoy duro como una
piedra y los ojos de Abby casi se salen de sus órbitas cuando la
ve.
—Jason...
—Lo sé, preciosa —le digo mientras envuelvo la punta con
la palma de la mano, esparciendo el pre-semen por el tronco

28
mientras empiezo a acariciarlo. —Es grande, realmente grande,
y es toda para ti.
—Pero... yo nunca...
—Lo sé —le aseguro. —Y no me gustaría que fuera de otra
manera. Ahora quítate la camiseta para mí.
Ella vacila. Veo la inocencia en sus ojos, la incómoda
timidez que desaparecerá con el tiempo. Probablemente piensa
que es algo malo, pero todo lo que hace es hacerme sentir más
atraído por ella. Voy a tomarla, a reclamarla, a hacerla mía y a
mostrarle todo un nuevo mundo de éxtasis que ni siquiera
podría imaginar.
—Vamos, preciosa —le digo. —Déjame ver ese hermoso
cuerpo tuyo. No me hagas esperar ahora.
Sus ojos se clavan en los míos. Está pensando de nuevo,
tratando de superar su timidez, pero sólo tarda unos segundos
en hacer lo que le pido.
Lentamente, agarra el dobladillo de su camiseta con ambas
manos y tira de ella. Se desliza hacia arriba, dejando al
descubierto sus caderas y su vientre plano. Mi polla palpita
cuando su camiseta se levanta, dejando al descubierto las
curvas de sus pechos, y luego los pezones, como pequeñas y
dulces gominolas rosas en las que quiero envolver mis labios.
—Increíble —digo mientras se quita la camiseta. Levanta
las caderas del sofá y se dispone a quitarse la falda, pero yo la
detengo presionando sobre sus caderas.
—No. Deja la falda puesta.

29
Un destello de excitación brilla en sus ojos. Quiero sentir
su boca en mí, pero estoy demasiado excitado para esperar.
Después de meses de verla moverse por la cafetería, después de
preguntarme cómo se sentiría, cómo olería, cómo sabría... tengo
que tenerla.
Me inclino sobre ella con los pantalones caídos alrededor
de mis muslos y presiono mi dura polla entre los húmedos,
desnudos y ansiosos labios de su coño. Se me cruza un
pensamiento.
—Te rasuras...
—Me depilo —responde ella. —Cheryl y yo vamos...
—¿Por qué? —le pregunto. Se queda mirando como si no
entendiera la pregunta. —¿Para quién te depilas?
—¡Oh! —responde rápidamente. —Para nadie, sólo es una
cosa que hacemos Cheryl y yo. No lo sé.
Me quedo mirándola un momento, intentando averiguar si
me está diciendo la verdad, pero mi detector de mentiras interno
me dice inmediatamente que sí y la tensión de mi pecho se
calma.
—Bien —le digo. —¿Así que esto es mío? ¿Nadie ha tenido
esto más que yo?
—Nadie —susurra ella.
—Abre las piernas para mí —le digo. —Bien abiertas.
El rubor de Abby hace que me duela la polla. Sus pechos
se agitan mientras se abre para mí. Me deleito con su hermoso,

30
brillante y rosado coño. Hay tantas cosas que quiero hacer con
ella, pero en este momento quiero reclamarla.
Es mía. Entonces me doy cuenta de que siempre lo ha sido,
desde el momento en que la vi por primera vez. Ahora estoy a
punto de hacerlo oficial.
Me inclino sobre ella, juntando nuestros cuerpos y dejando
que mis labios se apoyen en los suyos. Sus pechos son suaves
y cálidos contra mi pecho. Me rodea el cuello con un brazo,
como si quisiera prepararse para lo que va a suceder.
—No te preocupes, preciosa —le aseguro. —Puedes confiar
en mí. ¿Confías en mí?
Abby no responde. Se limita a asentir con la cabeza, con
sus ojos inocentes abiertos y llenos de aceptación.
—Bien.
Me posiciono y presiono hacia delante lentamente hasta
que siento que sus labios se extienden alrededor de la punta
hinchada de mi polla.
—Respira hondo —le digo.
Ambos gritamos cuando entro en ella. Las estrechas
paredes de su coño virgen se estiran alrededor de mi polla y me
aprietan como un puño. Gruño mientras las sensaciones me
recorren y, sin dudarlo, le doy cada uno de mis gruesos 23
centímetros.
—¡Jason! —grita ella. Su mano se aferra a mi espalda
mientras toco fondo dentro de ella, empujando profundamente

31
hasta que mis pelotas presionan contra su pequeño y lindo
culo, que está resbaladizo con sus jugos.
—Ahora eres mía —gruño. —Y de nadie más.
—¡Sí!
Empiezo a moverme dentro de ella, dándole largas, lentas y
deliberadas embestidas para que se acostumbre a mí. Estoy
absoluta y jodidamente fascinado, y envuelvo mis labios
alrededor de los suyos y la beso como si fuéramos viejos
amantes.
Ella gime a medida que mi beso se vuelve más y más
hambriento, mientras mis manos exploran su cuerpo a medida
que empujo dentro de ella, sintiendo sus curvas, sus pechos,
sus caderas, y luego finalmente ahuecando su culo mientras la
pongo de lado.
Me pasa una pierna por encima de la cadera, dándome más
libertad para explorar su cuerpo. Acaricio la curva de su
espalda, subo la mano hasta su cuello y vuelvo a bajar hasta
su culo.
Estoy hambriento... muriendo de hambre por ella. No
puedo tener suficiente de ella.
Separo sus mejillas y utilizo cuidadosamente mi dedo
corazón para acariciar su culo. Ella responde introduciendo su
lengua en mi boca con avidez. Puede que sea inexperta e
inocente, pero ya no es tímida.
Mis pelotas están tensas y sé que hay una gran carga
hinchándose dentro de ellas. El apretado agujerito de Abby

32
sujeta mi polla con tanta fuerza que sé que no voy a durar
mucho. Mi mano se desliza por su cuerpo y ella gime mientras
la agarro por el cuello y aumento la velocidad.
—Te sientes increíble, preciosa —le digo. —Te he deseado
durante mucho tiempo.
—¡Yo también! —susurra ella.
Está completamente empapada, y sus jugos se derraman
por mi polla y mis pelotas hasta llegar a mis muslos. Me siento
como un cavernícola, un animal salvaje abrumado por la lujuria
y el deseo de reproducirse, y eso es exactamente lo que voy a
hacer.

33
Capítulo 6

Abby

Siento los latidos de mi propio corazón contra el pecho


fuerte y ancho de Jason. Sus manos me sujetan como si le
perteneciera, explorando mi cuerpo, incluso partes que nunca
esperé que un hombre me tocara. Me gusta; me hace sentir viva
de una manera que nunca había experimentado.
Gimo cuando miro hacia abajo, entre nuestros cuerpos, y
veo la acción. Es increíble; apenas puedo creer que una polla
tan enorme entre y salga de mí de esa manera. Lo que es aún
más sorprendente es la facilidad con la que he confiado en él.
Estar sola me ha enseñado una muy importante lección: no
confiar nunca en nadie, al menos no de inmediato. Mi madre
era una maltratadora y mi padre nunca estaba presente, y
cuando lo estaba, era aterrador. Con un pasado así, a veces me
he preguntado si sería capaz de dejar entrar a un hombre en mi
vida.
Pero entonces llegó Jason... y todo cambió.

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Ahora estoy aquí, envuelta en su cálido abrazo mientras me
quita la inocencia y explora cada centímetro de mi cuerpo con
sus manos. Nunca antes me había sentido así, y mientras él
empuja dentro de mí, aumentando el ritmo, siento que mi
cuerpo empieza a temblar.
Un resplandor dorado comienza a expandirse dentro de mí.
Un gemido escapa de mis labios mientras me aferro a él como
si me aferrara a la vida. Su polla se hincha, de alguna manera
creciendo aún más dentro de mí, estirándome aún más.
Al principio me dolió un poco, y todavía lo siento un poco,
pero no es nada comparado con el placer que se está
apoderando de mí. Él gruñe contra mí mientras arrastra sus
labios por mi mandíbula hasta mi cuello y me besa. Echo la
cabeza hacia atrás mientras mi orgasmo aumenta en mi
interior, amenazando con abrumarme por completo.
Oh, Dios... pienso. ¡Este va a ser uno grande!
Mi cuerpo se retuerce contra su toque. Mi coño se aferra a
su polla, y justo cuando estoy a punto de correrme, grito.
—¡Me corro!
—Yo también —gruñe.
Sus palabras deberían asustarme, deberían hacerme
retroceder o apartarme de él. No estoy tomando anticonceptivos
y no estamos usando un condón.
Pero, en cambio, escuchar eso tiene el efecto contrario en
mí.

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Aprieto mi pierna con más fuerza sobre su cuerpo,
asegurándome de que esté lo más profundo posible dentro de
mí, y cuando explota en mi interior, me corro con tanta fuerza
que incluso pienso que podría desmayarme.
—J-Jason... —es lo único que puedo gemir mientras mi
cuerpo se estremece con un placer tan increíble que olvido mi
nombre, olvido dónde estoy, olvido todo excepto a Jason.
Siento su semen caliente dentro de mí, llenándome.
Oh, Dios mío.
Entierro mi cara en su cuello y me abrazo a él mientras mi
cuerpo se convulsiona y Jason me llena el coño con su semen
caliente. Él gime, su cuerpo en tensión contra el mío mientras
la sensación más increíble que jamás he sentido me recorre y
me aferro al hombre más hermoso, sexy e increíble que jamás
he conocido.
—Joder... —gruñe.
—Lo secundo —logro susurrar después de unos segundos.
Me quedo allí jadeando, sintiendo sus músculos tensos y su
cálido aliento contra mi cuello. Me muevo un poco y siento el
calor de su semen cuando empieza a salir de mí.
—Jason —susurro.
—¿Sí, preciosa?
—Yo... yo no tomo anticonceptivos.
No parece que sea necesario decirlo, pero lo digo de todos
modos. Él debe haber tenido la sospecha de que ese podría ser
el caso. Después de todo, ni siquiera me preguntó ni se molestó

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en ponerse un condón. Por un segundo me pongo nerviosa ante
la posibilidad de que tenga una mala reacción o se enoje
conmigo por no haberle advertido, pero Jason se aparta
ligeramente y lo que veo en sus ojos es la reacción
completamente opuesta.
—Bien —me dice. —Ahora no hay duda de que eres mía.
Sólo mía.
Nunca he sido más feliz. He encontrado al hombre de mis
sueños -un hombre al que realmente puedo abrirme y
entregarme- y no sólo no me asusta el hecho de haberlo dejado
correrse dentro de mí, sino que estoy excitada.
Pero no debería haberlo estado.
Debería haberme dado cuenta de que sólo era una chica
tonta que se había dejado llevar por el momento y había
permitido que un hombre apuesto y encantador se abriera paso
en mi vida y me engañara para hacer algo completamente
irresponsable.
Porque después de esa noche, no volví a ver a Jason.

37
Capítulo 7

Abby

Un año después

—¿Dónde está? —vuelvo a refunfuñar mientras intento


desesperadamente arreglar el nido de abejas que es mi pelo. Ya
son las 5:47 y tengo que estar en el trabajo a las 6:00. El
restaurante está a ocho minutos en coche, por lo que el tiempo
es limitado. Si Cheryl no llega en los próximos cinco minutos...
bueno, digamos que voy a tener problemas.
He llegado tarde tres veces esta semana y una cuarta
significa que Diana, la dueña, va a empezar a perder la
paciencia conmigo. El hecho de ser madre soltera me da cierta
flexibilidad, pero su paciencia se está agotando.
Finalmente me rindo con mi pelo y me lo recojo en el mejor
moño que consigo. No he podido ducharme ni anoche ni esta
mañana, ya que Kevin ha necesitado toda mi atención.

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Por suerte, está durmiendo en su moisés, con un aspecto
de lo más tranquilo. Todo eso puede cambiar en un instante,
por supuesto.
—Vamos, Cheryl —refunfuño en voz baja, pero justo
cuando levanto mi teléfono, éste zumba con un mensaje de
texto.
¡Déjame entrar!
—Gracias a Dios.
Salgo del cuarto de baño caminando como un ninja,
atravieso el dormitorio, entro en el salón y me dirijo a la puerta
principal, que abro de un tirón para encontrar a Cheryl de pie,
con un aspecto estupendo.
Perra, pienso con envidia.
—¡Perdón! —dice ella, en voz demasiado alta. No importa
cuántas veces le pida que vigile a Kevin por mí, siempre se
olvida de cuál es el nivel de volumen apropiado.
—¡Shhh! —le recuerdo, poniéndome un dedo en los labios.
—¡Ah, sí! —responde en voz baja. —¡Perdón por el retraso!
Tom quería... bueno, me quitó más tiempo del que esperaba,
digámoslo así.
Me sonríe. Tom es su nuevo novio desde hace dos meses.
Todavía están en esa 'fase de luna de miel' de las relaciones en
las que no es posible apartar las manos el uno del otro, así que
puedo adivinar qué estaban haciendo para que ella llegara
tarde.

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Imagínalo, pienso. Yo conocí al hombre de mis sueños, tuve
sexo una vez, y luego nunca más.
—Kevin está dormido —le digo.
—Gracias a Dios —responde al entrar.
—Ya sabes el resto. Lo mismo de siempre. Volveré justo
después de medianoche. Si hay una emergencia...
—Te llamo o llamo a la cafetería si no puedo localizarte por
alguna razón —contesta ella, completando el mismo discurso
que le doy cada vez que viene a ayudarme. —Y si alguien intenta
entrar y secuestrarlo, utilizaré cualquiera de los cuchillos de la
cocina y lo protegeré con mi vida.
Suelto uno de esos suspiros felices de 'lo necesitaba' que
sólo Cheryl puede provocarme y, aunque ya voy tarde, la rodeo
con mis brazos, cierro los ojos y me inclino para recibir un
abrazo que necesito desesperadamente.
—Ah, mamá oso —me arrulla, acariciando mi nuca. —Todo
irá bien.
—Eso es fácil de decir para ti —digo, asegurándome de no
ponerme toda llorosa antes del trabajo. Ya he sido bastante
emocional durante mi embarazo, pero las cosas se han vuelto
mucho peores. Desde que llegó Kevin, las cosas más
insignificantes me hacen estallar y lo siguiente que sé es que
las lágrimas corren por mis mejillas.
—Haz tu turno, mamá oso —dice Cheryl. —Y tu bebé estará
aquí para verte cuando llegues a casa.

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—Gracias, Cheryl —digo con un suspiro. —Si tan sólo su
padre también estuviera.
—Que se joda ese tipo —resopla. —Maldito bastardo. No lo
queremos aquí.
Sonrio. Tiene razón, por supuesto; Jason cortó y huyó
cuando más importaba, pero eso no hace que sea más fácil para
mí aceptar que ahora soy una madre soltera y que mi hijo va a
crecer sin un padre.
—Nos vemos cuando vuelva —le digo. Me acerco al moisés
donde duerme mi hijo y le doy un delicado beso en sus suaves
y rosadas mejillas, asegurándome de no despertarlo. Parece tan
tranquilo mientras está acostado, y cada vez que lo miro me
encuentro con la esperanza de que su vida sea igual de
tranquila.
—Saluda a Chucky de mi parte —dice Cheryl cuando salgo.
—¡Oh, lo haré!
Cierro la puerta detrás de mí y me dirijo al coche. Es una
tarde fresca de octubre y me subo el cuello de la chaqueta
contra el viento. Las hojas vuelan y se dispersan alrededor de
mis pies y miro la luna, fría en el cielo, preguntándome hacia
dónde se dirige mi vida.
Después de despertarme sola aquella noche en la cabaña
de Jason, sin rastro de él ni nota ni nada, pensé que tal vez
había habido un error, o tal vez me estaba haciendo una broma
sólo para molestarme.

41
Recuerdo que pensé tal vez ha salido a desayunar, mientras
buscaba una bata y bailaba por la cabaña, todavía excitada por
lo que habíamos hecho la noche anterior.
Ya no soy virgen... pensé con alegría. Había encontrado al
hombre de mis sueños y me había entregado a él. Y había sido
perfecto.
Pero Jason no volvió. Así que me duché y me refresqué,
queriendo estar lo mejor posible para él. Esperé, y esperé, y
esperé un poco más. Cuando llegó el almuerzo, empecé a
preocuparme, y cuando se puso el sol y llegó la hora de volver
al trabajo, empecé a estar realmente preocupada.
—¿Alguien ha visto a Jason? —les pregunté a los chicos en
la cocina.
—¿Mesa ocho? —preguntó Chuck. —No desde anoche.
Vendrá esta noche, me dije. Está ocupado con su trabajo.
Pero la noche llegó y se fue sin ninguna señal de él. Incluso
pasé por su cabaña de camino a casa para ver si estaba allí -
quizá no había podido llegar al restaurante por alguna razón-,
pero todas las luces estaban apagadas y su moto no estaba. De
hecho, parecía que no había vuelto en todo el día.
Intenté decirme que no debía preocuparme. Intenté decirme
a mí misma que sólo era parte de su trabajo y que había tenido
que ausentarse un día, o incluso unos días, pero que volvería.
Llegaría a mi apartamento en su motocicleta (sin duda
utilizando sus contactos con la policía para averiguar dónde
vivía), llamaría a mi puerta, se disculparía, me estrecharía entre

42
sus brazos y me haría el amor. Nos acostaríamos juntos en la
cama y hablaríamos toda la noche hasta quedarnos dormidos
juntos.
Pero nada de eso ocurrió. Lo que realmente ocurrió fue que
no volví a ver a Jason, pero su pequeño bebé creció y creció en
mi vientre. Hice todos los turnos que pude para ganar el
máximo dinero posible, me tomé dos semanas y media de
descanso antes de volver a trabajar a tiempo parcial y me pasé
noche tras noche llorando hasta quedarme dormida.
Kevin es una bendición. Él es mi vida ahora. ¿Pero su padre
Jason? Él ha sido el mayor error de mi vida.
Me estoy limpiando las lágrimas de los ojos cuando entro
en el estacionamiento trasero detrás de la cafetería. Ni siquiera
me molesto en mirarme en el espejo. Me veo como una mierda.
He llegado a aceptar que ahora siempre voy a parecer una
mierda. Tomo mi bolso y me dirijo al interior.
—Ahí está ella —dice Pauly desde el mostrador donde está
pelando patatas. Por alguna razón, tiene una enorme sonrisa
en la cara. Casi no quiero preguntar por qué, ya que eso
supondría entablar una conversación con él, pero tiene esa
mirada que me dice que si no le pregunto qué pasa, se va a
decepcionar.
—¿Qué pasa, Pauly? —pregunto mientras agarro mi
delantal y me lo pongo. —Parece que has ganado la lotería o que
por fin has engañado a una chica para gustarle.

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—Oh, no estoy sonriendo por mí, Abby —se ríe. —Estoy
sonriendo por ti.
—He estado llorando —asiento. —Me alegro de que mi
desgracia te haga feliz.
—¡No es eso! —responde, sonando insultado. —Venga ya.
—¿Entonces qué, Pauly? Realmente no tengo tiempo para
juegos.
—Está aquí —sonríe.
—¿Quién está aquí?
—Él —responde, entrecerrando los ojos y señalando con la
cabeza hacia el frente del local.
El corazón me da un vuelco en el pecho y me quedo inmóvil.
¿Está diciendo lo que creo que está diciendo?
—Sí —asiente. —Mesa ocho.
—No puede ser...
—¿No me crees? —pregunta. —Adelante. Míralo tú misma.
Apenas me atrevo a moverme. Mis piernas son como dos
pilares de hormigón que no quieren escucharme. Pauly me
ayuda poniéndose detrás de mí y empujándome hacia delante.
Rodeo las cocinas hasta la puerta que lleva a la parte
delantera del local y me asomo a través de la pequeña ventana
circular...
...y allí está él, sentado en su mesa habitual con una
camiseta blanca y su chaqueta de cuero, con un brazo
extendido sobre el respaldo del banco como si no hubiera
pasado nada.

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—Jason... —susurro. —Ha vuelto.
De ninguna jodida manera.

45
Capítulo 8

Abby

De repente, mis piernas vuelven a funcionar. Me doy la


vuelta y me alejo lo más rápido posible, desatando mi delantal
mientras avanzo. Nunca he sentido tanto pánico en mi vida.
—Whoa, whoa, whoa, ¿a dónde vas? —pregunta Pauly
mientras me sigue.
—A casa —respondo. —Puedes decirle a Diana que he dicho
eso.
—Pero tu chico está aquí —dice Pauly.
Correcto. ¡Como si no me hubiera dado cuenta!
—No es mi chico, Pauly.
Me quito el delantal y lo vuelvo a meter en el bolso.
—Espera... pensé que estarías emocionada por esto —dice,
rascándose la cabeza. —Llevas meses llorando por el tipo...
—¡Exactamente! —exploto mientras las lágrimas caen de
mis ojos. —¡Me dejó sin explicaciones, Pauly! Tengo a su jodido
bebé en casa y yo... ¡no puedo verlo ahora mismo!

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Alguien debería haberme preparado para esto. ¿Quién? No
sé quién, pero alguien. De todas formas, ¿qué está haciendo
aquí, sentado como si no hubiera pasado nada entre nosotros
hace un año?
Tiene que saber que todavía trabajo aquí, o quizás espera
que lo haga y por eso está aquí. Seguro que no está aquí por la
comida.
Entonces, ¿por qué no pedirle a uno de los chicos mi
número o algo así? ¿Por qué no pudo haber aparecido una
noche en la que Cheryl estuviera trabajando para que al menos
ella pudiera advertirme de que estaba de vuelta en la ciudad?
¿Por qué?
—Me voy de aquí —le digo a Pauly mientras abro la puerta
de un empujón y salgo.
El aire frio de la noche de repente ya no es tan frio, ya que
mi sangre está ardiendo y mi cuerpo está en llamas. Mi corazón
está a punto de salirse de mi pecho. Me tiemblan las manos
mientras me dirijo a mi coche y, al intentar abrir la puerta, se
me caen las llaves en un charco.
—¡Mierda! —maldigo mientras las vuelvo a agarrar, las
sacudo y las meto en la cerradura.
—¡Abby, espera! —me llama Pauly, pero yo no voy a
esperar. Estoy enojada, estoy alterada, pero sobre todo, estoy
herida.
Un año entero, pienso mientras meto la marcha atrás y
retrocedo. ¿Y entonces él aparece de la nada?

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Pongo el coche en marcha y lo piso. La suciedad, el barro y
las piedras salen despedidas mientras los neumáticos rechinan.
Casi derrapo al pasar por el costado de la cafetería, y justo
cuando estoy a punto de salir a la calle, la veo.
La moto de Jason, estacionada al frente.
¿Cómo no la vi antes?
Mis manos se aprietan sobre el volante hasta que mis
nudillos se ponen blancos y mis dedos comienzan a hormiguear
mientras miro aquella cosa, instantáneamente llevada de vuelta
a esa noche cuando atravesamos el pueblo a toda velocidad y él
me llevó a su cabaña.
La noche que cambió mi vida...
—A la mierda —gruño para mis adentros mientras vuelvo a
pisar el acelerador.
No la arrollo, pero sí que la choco. Golpeo el neumático,
haciendo que se deslice y caiga sobre la grava del
estacionamiento. Puede que sea una actitud infantil, pero
seguro que no es peor que abandonar a alguien y dejar que críe
a tu bebé por su cuenta.
Quiero gritar mientras vuelvo a casa a toda velocidad.
También me dan ganas de volver a la cafetería y quedarme fuera
señalando su motocicleta y burlándome de él, o entrar y darle
una bofetada.
Cheryl se levanta del sofá cuando entro, con una mirada de
sorpresa.

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—¿Qué haces aquí? —susurra, levantándose y acercándose
rápidamente a mi lado. Ve las lágrimas en mi cara y me agarra
la mano. —¡Oh, cariño! ¿Qué pasa?
—Él... —empiezo a decir, pero un sollozo me hace ahogarme
y me cubro la cara con las manos.
—Vamos —dice Cheryl en voz baja, poniendo un brazo
alrededor de mí. —Vamos a hablar fuera.
Me lleva al exterior y al tronco caído en el borde del terreno.
Tomo asiento junto a ella y me apoyo en su hombro. La imagen
de Jason sentado en su mesa habitual como si nada hubiera
pasado pasa por mi mente, haciendo que mi corazón vuelva a
golpear el interior de mi pecho. No puedo evitar preguntarme si
eso es lo que se siente cuando usan esas paletas en el hospital
y gritan: —¡Despejen!
—Jason ha vuelto —digo finalmente. Cheryl tarda unos
segundos en responder.
—¿En serio?
Asiento con la cabeza.
—Wow... —contesta ella. No es frecuente que Cheryl se
quede sin palabras, pero ésta es una de ellas, aparentemente.
—Sentado en su mesa habitual —continúo, limpiándome la
nariz con el dorso de la mano. —Pauly estaba todo
entusiasmado -pensó que yo estaría entusiasmada por verlo o
algo así- como si todo fuera normal y bueno de nuevo.
—¡Como si lo fuera! —se mofa Cheryl. —¿Qué cree ese hijo
de puta que está haciendo?

49
—No lo sé —respondo. —Pero casi me da un ataque al
corazón cuando lo vi. Tuve que salir de allí. Y... ¿sabes lo que
hice?
—¿Qué?
—Choqué su motocicleta al salir —respondo.
—¿Arrollaste su motocicleta?
—No. Sólo golpeé la rueda trasera y la hice caer.
Estoy a punto de reírme, pero estoy demasiado disgustada.
Me comporté como una niña, pero toda la situación era
demasiado para manejarla.
—Eh, se lo merecía —dice Cheryl, dándome una palmadita
en la nuca. —Al menos ahora no podrá seguirte a casa...
La voz de Cheryl se interrumpe y levanta la cabeza como si
estuviera escuchando algo. Me limpio la nariz de nuevo y me
incorporo, también escuchando.
—¿Qué ocurre? —pregunto.
—Yo... ¿oyes eso? —pregunta.
Inclino la cabeza hacia un lado. Al principio sólo escucho el
sonido del viento y el generador del vecino, pero luego escucho
lo que Cheryl dijo.
Un motor, y no cualquier motor, sino el de una motocicleta.
—No —digo con incredulidad mientras el ruido se hace más
cercano. —¡No puede ser!

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Capítulo 9

Jason

¿Cuánto tiempo más va a tardar? pienso mientras me siento


en mi cabina a esperar. Es jueves por la noche, y los chicos me
han asegurado que Abby estaría trabajando. Pauly, el cocinero
de línea, me ha visto entrar y se ha acercado a mí. Quería saber
todo, pero si alguien va a recibir la historia, será Abby. Ella la
escuchará primero.
—Llegará a las seis —me dijo. —¿Quieres algo de comida
mientras esperas?
—Sólo un ginger ale, gracias.
Lo bebo a sorbos mientras espero sentado. Ha pasado un
año entero, pero parece que fue ayer cuando la tuve en mis
brazos en mi cabaña junto al agua. Todavía puedo cerrar los
ojos y recordar cómo olía, cómo se sentía en mis manos, cómo
sabía contra mis labios y mi lengua...
Hay tantas cosas que quiero decirle. Las he repetido
infinidad de veces y sé que, diga lo que diga, se va a sentir
herida y disgustada. Tiene todo el derecho a estarlo. De hecho,

51
me sentiré insultado si no lo está, porque eso significaría que
realmente no se preocupa por mí, y yo sí me preocupo por ella.
Dejarla fue mi mayor pesar.
Pero no había nada que pudieras hacer.
Eso era lo que me decía cada noche que estaba lejos de ella.
Pero eso no aliviaba el dolor, la nostalgia que sentía en mi
corazón cada vez que pensaba en ella. Era como si me hubieran
dado una muestra de cómo podría ser mi vida perfecta y luego
me la hubieran arrebatado de inmediato.
—Vamos, Abby —susurro mientras mastico el hielo de mi
vaso. —¿Dónde estás?
—Hey, hombre, ¿es tu motocicleta la que está afuera? —
dice un skater desde la puerta de la cafetería.
—Sí, es mía —respondo. —¿Por qué?
—¡Una chica acaba de golpearla con su coche!
—¿Qué?
Me pongo de pie de un salto y salgo corriendo para
encontrar mi motocicleta tirada en el estacionamiento.
—¿Quién la ha golpeado? —exclamo. El skater señala
inmediatamente la carretera que conduce a la ciudad. Salgo
corriendo a la calle justo a tiempo para ver cómo el coche de
Abby gira a la izquierda y se pierde de vista.
—Mierda...
Mi corazón se hunde. Mi plan ha fracasado.
He vuelto a Portsmouth para verla, para disculparme por
haber estado fuera todo este tiempo y para rogarle que me

52
perdone, pero obviamente uno de los chicos de atrás me ha visto
y le ha avisado de que estoy aquí.
—Has hecho enojar a alguien —se ríe el skater. —Menos
mal que no la arrolló.
—Gracias, amigo —digo mientras rápidamente levanto mi
moto y me subo. —Te lo agradezco.
—Buena suerte, hombre. Pero yo en tu lugar me
mantendría alejado de esa.
—Eso es lo último que voy a hacer —replico mientras
enciendo el motor y aprieto el acelerador.
La moto se desliza por la grava. Entonces la rueda se
bloquea y me precipito a la carretera, acelerando en la dirección
en la que Abby se ha ido.
Tengo que encontrarla. Tengo que verla y explicarle todo.
No puedo dejar que sufra más de lo que ya ha sufrido.
El semáforo está en rojo, pero lo cruzo a toda velocidad y
tomo la izquierda que ella ha tomado, sigo la carretera por una
pendiente y una curva, y veo sus faros cuando gira a la derecha.
—¡Mierda! —gruño mientras acelero. Con suerte, esta
noche no habrá controles de velocidad. Si los hay, va a haber
una persecución a gran velocidad porque no hay manera de que
me detenga hasta que la encuentre.
Me paso el segundo semáforo, pero la carretera está vacía.
Los faros de Abby no se ven por ninguna parte. Acelero y voy a
noventa en una zona de cincuenta, con los ojos buscando su
coche en cada entrada que paso.

53
Tal vez lo ha apagado, pienso.
Freno y tiro del manillar en la siguiente curva que me lleva
a un barrio tranquilo con un callejón sin salida. No parece el
tipo de barrio de Abby, y su coche tampoco está allí, así que giro
la moto de nuevo a la carretera principal por la que he venido.
¿Por dónde, maldita sea?
Mi corazón late como un tambor. En el cuerpo, se me
conoce como uno de los tipos que mantienen la calma bajo
presión, pero ésta es la peor situación en la que me he visto
envuelto. Sé que si pierdo a Abby ahora, puede que nunca la
vuelva a encontrar.
¿Podría incluso dejar de trabajar en la cafetería para evitar
verme? No lo creo, pero no voy a arriesgarme y dejar que se me
escape. Tengo que encontrarla.
No tiene sentido volver atrás, así que giro por la carretera y
sigo en la dirección que he tomado, buscando cualquier señal
de por dónde podría haber ido.
Las casas se suceden una tras otra. Paso por una
gasolinera cerrada y una vieja granja sin rastro de ella. No es
una zona de la ciudad que conozca bien, pero no voy a dar la
vuelta y volver a casa.
La carretera toma una curva descendente sobre un
pequeño puente que atraviesa un arroyo, luego sube una colina
y da otra vuelta, y es entonces cuando lo veo: El coche de Abby
estacionado en una entrada junto a un pequeño edificio de
apartamentos.

54
Te encontré.

55
Capítulo 10

Abby

—Vamos —dice Cheryl, tomándome rápidamente del brazo


cuando el sonido de la moto se acerca. —Vamos a meterte
dentro.
—¿Él... me ha seguido? —digo, más para mí que para
Cheryl, mientras nos levantamos y nos dirigimos al interior. El
sonido del motor se acerca cada vez más y veo que los faros
brillan en las ramas de los árboles mientras Cheryl me hace
pasar por la puerta.
—¡Quédate ahí! —me sisea. —Yo me ocuparé de él.
Antes de que pueda responder, cierra la puerta y sale al
estacionamiento justo cuando Jason llega con su moto.
Me pongo una mano en el pecho en un intento de calmar
mi corazón cuando vuelvo a mirarlo. Está magnífico, lo que me
enfurece aún más. A pesar de que me ha traicionado, de que
me ha dejado sola durante un año sin ninguna explicación, no
puedo evitar que mi cuerpo reaccione ante él.

56
Observo a través de la ventana cómo Cheryl le levanta la
mano y él frena la moto hasta detenerse frente a ella. Él le dice
algo...
—¿Dónde está ella? —Eso es lo que parece.
Cheryl sacude la cabeza y se cruza de brazos como una
madre desaprobadora. Le está diciendo algo, pero de espaldas
a mí, no puedo saber qué. Sea lo que sea, a Jason no le gusta.
Niega con la cabeza y empieza a hablar rápidamente,
demasiado rápido para que yo pueda leer sus labios. Entiendo
una palabra aquí y otra allá: no, atrás, dile, esta noche.
Pero Cheryl no va a tolerar nada de eso. Se limita a negar
con la cabeza, y cuando Jason empieza a exaltarse, señala
detrás de él hacia la carretera, obviamente diciéndole que se
vaya.
El corazón me da un golpe en el pecho. Sacudo las manos
a los lados como si eso fuera a hacer algo para librarme de la
terrible ansiedad que se ha apoderado de mí. Todavía no puedo
creer que realmente sea él quien está ahí fuera.
Miro detrás de mí a Kevin, el hijo de Jason, profundamente
dormido sin tener ni idea de que su padre perdido hace tiempo
está ahí fuera. Por otra parte, Kevin ni siquiera sabe que tiene
un padre. Es sólo un bebé y, por lo que a mí respecta, nunca
sabrá quién es su padre.
En primer lugar, no espero volver a ver a Jason, y si lo hago,
ciertamente no voy a presentarle a su hijo a un hombre que
podría levantarse e irse en cualquier momento. Eso sería

57
simplemente cruel. Después de haber vivido con un padre
básicamente ausente, nunca le haría pasar a mi hijo por algo
similar.
Vuelvo a mirar al exterior. Jason aún no se ha ido y parece
que está a punto de empujar a Cheryl y entrar en mi
apartamento. Apoya su moto en el soporte y hace un gesto para
señalar unas marcas de arañazos que, sin duda, se produjeron
cuando la derribé.
Casi me siento mal por eso... casi.
Trata de pasar por delante de Cheryl, pero ella se pone
delante de él y levanta las manos como si fuera un agente de
policía.
—¡No! —grita ella, lo suficientemente alto como para que yo
la escuche a través del cristal. —¡Vete a casa!
Jason da un paso atrás, frustrado, y luego se lleva las
manos a la boca y grita: —¡Abby! Abby, ¿puedes salir un
momento?
Creo que me va a dar un ataque al corazón.
¡Mierda! ¿Qué hago?
No es sólo que quiera castigar a Jason por haberse ido tanto
tiempo, es que no confío en mí misma cuando estoy cerca de él.
A pesar de estar furiosa, de sentirme más traicionada y enojada
de lo que me he sentido en meses, sigo estando
desesperadamente excitada por él y por lo sexy que es. No es
justo.
Si salgo ahí fuera, no puedo decir lo que podría pasar.

58
—¡Vete a casa, Jason! —se queja Cheryl. —¡No te lo voy a
repetir! ¡Vete a casa o llamaré a la policía!
Mierda, pienso. Por mucho que quiera que Jason se vaya,
no quiero que la policía se involucre. Eso sería demasiado. No
es como si Jason fuera a irrumpir aquí y hacerme daño o
secuestrarme o algo así. Lo conozco lo suficientemente bien
como para saber eso.
¿No es así?
—¡Abby! —llama de nuevo. —¿Puedes venir aquí, por favor?
Vuelvo a mirar detrás de mí a Kevin, durmiendo
profundamente como el angelito que es. Incluso si no voy a
permitir que Jason se involucre en su vida, ¿no le debo al menos
saber por qué su padre lo abandonó?
Cuando sea mayor me lo preguntará, naturalmente. Ya
puedo oír las preguntas que llegarán cuando tenga la edad
suficiente para preguntar por él, y no quiero ser una de esas
madres que le mienten a su hijo.
Vuelvo a mirar por la ventana. Esta vez Jason mira más
allá de Cheryl y parece que está dispuesto a decir simplemente
al infierno con ella y apartarla de su camino. Las cosas se están
calentando y yo no estoy dispuesta a seguir escondida en el
apartamento.
Bien, pienso mientras abro la puerta. Cinco minutos. Le
daré cinco minutos.
Y con una profunda respiración, salgo al exterior.

59
Capítulo 11

Jason

Ahí está ella...


El mundo entero parece cambiar cuando la puerta se abre
y Abby sale. Tan hermosa como siempre...
—Te lo digo ahora mismo —ladra Cheryl. —Si no te vas a la
mierda fuera de aquí...
—Está bien, Cheryl —dice Abby mientras se acerca a
nosotras. —Yo me encargo desde aquí.
Cheryl se da la vuelta para mirar a su amiga. Intenta
susurrar, pero aún así puedo entender las palabras: —¿Estás
segura?
—Estoy segura.
Cheryl me mira con desconfianza por encima del hombro,
como si yo fuera un asesino o algo así.
—No te preocupes, Cheryl. No la mataré ni nada parecido.
—Hazlo y yo te mataré a ti, señor —contesta ella. Con otro
ceño fruncido, se aleja de mí y se dirige de nuevo al

60
apartamento, pasando por delante de Abby en el camino y
dándole un toque reconfortante en el hombro.
Desde luego que no estoy enojado con ella; comprendo que
sólo estaba haciendo lo que hacen los buenos amigos y que
estaba cuidando a su amiga, y dado todo lo que ha sucedido,
tiene todas las razones del mundo para sospechar de mí.
Pero todo se arreglará cuando consiga explicarme.
Al menos, eso es lo que espero.
Abby luce como una diosa. Su pelo castaño rizado le cae
por los hombros y le cuelga justo por encima de los pechos. Aun
lleva su ropa de trabajo (menos el delantal), con el mismo
aspecto que el último día que estuvimos juntos.
Siento una punzada en el pecho cuando pienso en aquella
noche, siempre lo hago. Pero el pasado no se puede cambiar. Lo
único que puedo hacer es explicarme y esperar que Abby me
perdone.
—Hey, tú —digo con una sonrisa.
—Mira quién es —responde ella en un tono que es cualquier
cosa menos amistoso. Es una batalla mantener mis ojos en los
suyos. Quiero recorrer su cuerpo y disfrutar de su belleza. Ya
era bastante difícil retroceder cuando la veía cada semana, pero
después de haber estado lejos de ella durante todo un año, es
casi imposible no tomarla en mis brazos y desnudarla.
Pero ahora no es el momento para eso. Ahora es el momento
de las disculpas y las explicaciones.

61
—Estaba en la cafetería —le digo. —Te esperé, pero
supongo que ya lo sabes.
Abby no contesta; sólo se cruza de brazos y tuerce los labios
hacia mí como si no fuera a decir nada hasta escuchar lo que
quiere oír de mí.
Pero no puedo decirlo directamente. No sé ni por dónde
empezar, así que empiezo con una broma.
—No te voy a demandar por los daños en mi moto —sonrio.
—Estoy seguro de que fue un accidente.
Espero que al menos se ría, pero mi idea es totalmente
errónea. Abby resopla, echa la cabeza hacia atrás, se da la
vuelta y empieza a caminar hacia su apartamento.
—¡Espera, espera, espera! —digo rápidamente. Me agarro a
su muñeca, pero en el momento en que mis dedos tocan su piel,
se da la vuelta como si estuviera dispuesta a pegarme en la
cara.
—¡No me toques! —grita. —¡Jamás me toques sin mi
permiso!
—¡Está bien, está bien! —respondo, dando un gran paso
atrás y levantando las manos. —No era mi intención. Lo siento.
Lo siento.
Abby exhala un profundo suspiro y se pone una mano en
la frente.
—¿Lo sientes, Jason? ¿Sí? ¿Qué es lo que sientes?
Está luchando contra las lágrimas. Mi corazón se rompe
por dentro.

62
—Abby, yo...
—¿Sientes haberme encantado con esa estúpida y jodida
sonrisa tuya? —sugiere con un movimiento de la mano en mi
dirección. —¿Sientes haberme invitado a salir y haberme
subido a la parte trasera de tu moto, haberme llevado a tu casa
y hablarme dulcemente para quitarme la ropa?
—Abby, yo no estaba...
—¿Sientes haberme quitado la jodida virginidad y luego
haberte ido sin decir nada? ¿Sin una nota? ¿Sin un número
para localizarte? ¿Qué es lo que sientes, Jason? Porque
realmente me gustaría saberlo.
—Todo —respondo inmediatamente.
Mi respuesta parece tomarla desprevenida. ¿Acaso
esperaba una pelea de mi parte? Seguramente tiene que saber
que no soy ese tipo de persona...
...¿verdad?
Doy un paso adelante, pero Abby retrocede.
—Lo siento por todo, Abby —le digo.
—Oh —vuelve a mofarse. —¿Todo?
Sé a qué se refiere y me maldigo por no haber sido más
cuidadoso con mis palabras.
—No todo —digo lentamente. —No siento el haber pasado
la noche juntos. Abby... fue la noche más increíble de mi vida.
No pasa un día sin que piense en ella.

63
—¿De verdad? —se ríe ella. —¿Y crees que eso te hace
especial? ¿Crees que no pienso todos los días en que me
abandonaste?
—Estoy seguro de que lo haces —admito. —Y lo siento
mucho por eso, pero... había razones por las que tenía que irme.
—Ohhh, ¡había razones! —exclama ella, lanzando las
manos al aire. —¿Razones, Jason? Bueno, pues escuchemos
esas razones. Soy toda oídos.
Aquí vamos, pienso mientras respiro profundamente.
—Abby. Soy policía —digo
Abby se ríe. —¿Policía? ¿Tú? ¿Con esa moto y esa chaqueta
de cuero?
—Me llamo Jason Strong —le digo. —Soy policía encubierto
de la policía estatal de New Hampshire. Lo he sido desde antes
de conocernos.
Abby se muerde el labio mientras me mira, reflexionando
sobre lo que acabo de decirle. Después de un segundo, levanta
las cejas.
—De acuerdo, bien. Eres policía, Jason. ¿Y qué?
—Estaba trabajando en un caso cuando nos conocimos —
le digo. —Alguien había estado trayendo heroína de Boston a
Portsmouth y fui de incógnito para averiguar quién era. Resulta
que el estacionamiento de la cafetería era un lugar para la venta
de drogas de bajo nivel, y por eso estaba allí con tanta
frecuencia. Me hice pasar por un traficante de hierba para
poder abrirme camino en la escena y obtener información. El

64
día que nos reunimos, por fin había conseguido un nombre con
el que podíamos seguir adelante.
—¿Un nombre con el que podían seguir adelante? —
pregunta de Abby. —¿Qué significa eso?
—El nombre del tipo que traía la droga desde Boston —
contesto. —Sally Mulvano. Puede que hayas oído hablar de él.
Su nombre salió en las noticias hace unas semanas.
Abby niega con la cabeza.
—Bueno, era un capo de allí, y gracias a mi trabajo
encubierto, lo atrapamos. Por fin lo tenemos, Abby.
Doy un paso adelante, y esta vez Abby no retrocede.
Prácticamente puedo ver los engranajes de su mente
trabajando. No se esperaba una explicación tan completa;
¿realmente pensaba que yo era tan imbécil?
—De acuerdo —dice lentamente. —Y nada de esto explica
por qué me dejaste como lo hiciste.
—No tenía otra opción —respondo. —Me dirigía a Boston
para infiltrarme en la organización de Sal. Tenía que cortar
todos los lazos con todos los que conocía cuando me fuera. Si
había alguna posibilidad de que se enteraran de ti -de que había
alguien en mi vida que realmente me importaba- podrían
haberlo utilizado en mi contra si las cosas se torcían. No estaba
dispuesto a arriesgarme.
Me acerco un paso más a ella -mi princesa-, la preciosa
chica que he echado de menos desde aquella noche en mi
cabaña. Estoy lo suficientemente cerca como para sentir el calor

65
de su cuerpo. Su aroma llega a mi nariz, haciéndome recordar
la última y única vez que la tuve en mis brazos.
Me duele el cuerpo por ella. Lo único que deseo es abrazarla
y decirle todo lo que siento. Pero no puedo, no todavía. Ella
necesita tiempo. Todavía lo está procesando y sé que lo único
que puedo hacer ahora es esperar y rezar para que acepte mi
explicación.
—¿Abby? —pregunto lentamente.
No me responde. Se da la vuelta y mira hacia el
apartamento. Por un segundo, creo que Cheryl va a salir
nuevamente y empezará a gritar. Pero después de un largo
momento, Abby se gira hacia mí.
Por favor, princesa. Por favor, entiende...
—¿Y ahora? —pregunta. —¿Sigues siendo policía?
—Sigo siendo policía —contesto. Abby asiente.
—De acuerdo —responde. —Lo entiendo.
Un enorme peso se me quita del pecho. Respiro
profundamente, sintiendo un alivio instantáneo del estrés que
se había ido acumulando durante el largo año que he estado
alejado de ella. Sonrio y levanto los brazos para abrazarla, pero
Abby da un gran paso atrás y me aparta la mano de un
manotazo.
—¿Qué? —pregunto, sorprendido. —¿Qué pasa? Pensé que
habías dicho que lo entendías.
—Sí —afirma. —Lo entiendo, pero eso no significa que vaya
a dejar que vuelvas a mi vida, Jason.

66
Mi corazón se retuerce. Busco en su rostro la
vulnerabilidad, las señales de que tal vez sólo está bromeando
conmigo, pero no encuentro ninguna. No está bromeando;
habla en serio.
—Te agradezco que hayas venido a contarme esto —dice
ella. —Estoy segura... estoy segura de que esto ha sido duro
para ti también, pero no hay manera de que vuelva a empezar
algo contigo.
—Abby...
—No voy a empezar una vida con un hombre que ya está
casado con su trabajo, Jason —responde ella. —Tengo... tengo
mis razones. Ahora, si me disculpas.
Antes de que pueda responder, Abby se da la vuelta y se
aleja de mí. Quiero llamarla mientras abre la puerta del
apartamento y entra, pero ¿qué se supone que debo decir? Ya
le he dicho todo lo que podía. Le he expuesto todo, le he dado
mi explicación y ella la ha aceptado.
Pero eso no ha cambiado nada.
Lo único que puedo hacer es ver cómo desaparece dentro y
cierra la puerta tras de sí. He estado fuera durante un año,
sufriendo durante todos esos meses mientras estaba lejos de
ella, he vuelto para reclamarla y he fracasado.
Ella ya no te quiere, Jason. Se acabó.

67
Capítulo 12

Abby

Siento el corazón en los pies cuando vuelvo a entrar en el


apartamento y cierro la puerta tras de mí. Me desplomo contra
ella, cierro los ojos y respiro profundamente mientras intento
procesar todo lo que acaba de suceder.
Soy consciente de que Cheryl está en algún lugar cerca de
mí, y la escucho abrir la boca para decir algo, pero ve el estado
en el que me encuentro y se calla por un momento, para
acercarse y rodearme con un brazo.
Un policía encubierto, pienso. Es la mejor explicación que
podría haber esperado, pero también una razón perfecta para
no poder aceptar a Jason de nuevo en mi vida. Si ha
desaparecido durante un año, podría volver a hacerlo, y de
ninguna manera voy a permitir que mi hijo crezca con un padre
que puede desaparecer de la nada sin ninguna explicación, o
peor aún, que puede morir en el cumplimiento del deber.
¿Investigando a los capos de la droga en Boston?
¿Haciéndose pasar por un traficante de drogas? Seguramente

68
sabía que si me contaba todo eso de antemano, nunca me
habría involucrado con él...
...¿verdad?
Pero lo hecho, hecho está; eso ya no se puede cambiar. Lo
único que puedo hacer es mirar hacia adelante y tomar
decisiones sobre lo que es mejor para mí y para mi hijo.
—¿Cómo te fue? —pregunta Cheryl finalmente.
—Ugh, bien —refunfuño. —Resulta que Jason es un policía
encubierto -o lo era, supongo- del Departamento de Policía del
Estado de New Hampshire y ha estado en Boston durante el
último año ¡desarticulando una red de tráfico de heroína!
—Ja, ja —dice Cheryl con sarcasmo. —Muy buena. Pero en
serio.
—No, es en serio —respondo, abriendo finalmente los ojos.
—Eso es lo que me dijo.
—¿Y le creíste? —pregunta.
Me encojo de hombros. —Todo lo que dijo tenía sentido para
mí. Incluso sabía el nombre de un mafioso de Boston al que
atrapó. Dijo que no podía arriesgar mi seguridad
involucrándome.
—Hmmm... —reflexiona Cheryl. Y eso es todo. No dice nada
más. La miro y veo que está pensando para sí misma con una
mano en la barbilla.
—¿Qué? —le pregunto. —¿No te lo crees?
—No, en realidad sí —responde. —Es... un poco caliente en
realidad.

69
—¿Qué? —respondo, apartándome de ella con
incredulidad. —¿Un poco caliente?
—¡Sí! Quiero decir que tu hombre es un gran, duro,
caliente, super-amante en la lucha contra las drogas.
—Bien, en primer lugar —respondo. —No es 'mi hombre'.
En segundo lugar, no será mi hombre.
—¡¿Por qué no?!
—¿Estás bromeando? —pregunto yo. —¿Dejarlo volver a mi
vida y a la de Kevin después de que se levantó y se fue por un
año completo? ¿Qué impedirá que lo haga de nuevo? ¿O incluso
durante más tiempo?
Cheryl asiente lentamente, como si estuviera procesando lo
que he dicho pero no supiera si está de acuerdo o no. Pero,
como haría cualquier buena amiga en una situación así, me
sonríe y me dice: —Lo entiendo. Estás cuidando a tu hijo. ¿Vas
a... por lo menos a hablarle de él?
—No —contesto rápidamente.
—Eso fue rápido.
—Sólo causaría más problemas —le digo. —Él no es
confiable, Cheryl. Eso es evidente. Y hasta que no me
demuestre lo contrario, no necesita saber lo de Kevin. No voy a
introducir en su vida a un hombre que sólo va a terminar
abandonándolo un día.
Un pequeño gorjeo proviene del moisés y me acerco
rápidamente para ver a mi hijo estirándose y bostezando
mientras se despierta.

70
—Oh, bebé —lo arrullo mientras lo levanto y lo sostengo en
mis brazos.
Mi pequeño paquete de alegría...
Es tan suave y cálido, y aunque nada ha salido como había
planeado con él y su padre, no puedo hacer otra cosa que
sonreír mientras lo miro fijamente, con el corazón lleno de
amor, mientras empieza a alimentarse.
—Es tan inocente, Cheryl —digo en voz baja. —No sabe
nada de lo horrible que puede ser el mundo, y quiero que siga
siendo así.
Cheryl se acerca por detrás de mí y me pone una mano en
el hombro.
—No puedes protegerlo para siempre, Abbs. Algún día
querrá saber quién es su padre.
—Lo sé —contesto mientras Kevin envuelve su mano
alrededor de mi dedo meñique y aprieta, haciendo que mis ojos
se humedezcan. —Pero prefiero tener una conversación con él
cuando sea lo suficientemente mayor para entenderlo que traer
a su vida a un hombre del que ninguno de los dos puede
depender, porque por mucho que odie admitirlo, así es Jason.

71
Capítulo 13

Jason

No vuelvo a casa de inmediato; simplemente sigo


conduciendo fuera de la ciudad hacia el medio de la nada, a
toda velocidad en mi moto mientras atravieso las carreteras
secundarias hasta que estoy rodeado de bosques.
Mi plan ha fracasado total y completamente. No sé qué
esperaba realmente: que Abby aceptara todo lo que le dijera,
que perdonara y olvidara, y que me recibiera de nuevo en su
vida con los brazos abiertos...
Estúpido...
Estoy enojado, no sólo conmigo mismo, sino con todo en mi
vida, especialmente con el cuerpo de policía.
El hecho de ir de encubierto ha arruinado mis
oportunidades con ella. La ilusión de que podría marcar la
diferencia limpiando las calles y manteniendo a los niños
alejados de las drogas. Claro, logré encerrar a Sally, pero ¿qué
pasará después? Otro jefe lo sustituirá y tendremos que pasar
otro año para acabar con él, algún otro pobre tipo que quiera

72
formar una familia pero que no pueda a causa de lo que el
trabajo espera de él.
Abby... pienso mientras aprieto el acelerador y acelero la
moto más allá de los cien kilómetros.
Los árboles parpadean como si fueran diapositivas y el aire
fresco de octubre me enfría la cara mientras me alejo a toda
velocidad, sintiéndome más solo que nunca.
Tengo que pensar en algo, pero ¿qué? ¿Qué puedo decirle
que no le haya dicho ya? Ella no confía en mí. Tengo que
demostrarle que soy de confianza, pero ¿cómo voy a hacerlo si
la primera noche que pasamos juntos terminó con mi
desaparición durante un año?
Tomo un giro a la derecha al azar en una calle bordeada de
ramas colgantes y suelto el acelerador. Finalmente, el bosque
se abre y me encuentro pasando a toda velocidad por delante
de una granja. Hay vacas a mi derecha y campos abiertos a mi
izquierda. Por alguna razón las cosas me resultan familiares, y
entonces recuerdo que ya he estado aquí antes.
La granja Harris, pienso.
Una vez pasé por delante de ella de camino a...
¡La tienda de Harry!
Harry Greene. Es un carpintero cuyo trabajo me interesaba
mucho cuando estaba terminando la escuela secundaria. Mi
padre era un carpintero aficionado y, antes de fallecer, empezó
a enseñarme cosas básicas y terminamos construyendo un par
de cajas pequeñas y, finalmente, una mesa de centro.

73
Fui aprendiz de Harry después de la escuela y me volví
bastante bueno. Terminamos construyendo una silla moderna
danesa para la que Harry iba a mandar a hacer unos cojines.
—Tienes mucha habilidad, Jason —recuerdo que me dijo
mi padre. Pero después de su muerte, dejé de dedicarme a ello.
Después de eso me uní a la policía y no he levantado una sierra
o un cincel desde entonces.
Eso fue hace más de diez años...
Unas cuantas vueltas más tarde y me encuentro frente a la
tienda de Harry, pero en lugar de ver el mismo granero rojo,
fuerte y robusto, con un letrero en la fachada, como esperaba,
me encuentro con un edificio viejo y demacrado, un cascarón
de lo que alguna vez fue.
El letrero ha desaparecido, la camioneta de Harry está allí,
pero parece que ha pasado por una guerra y ha vuelto, y las
piezas que solía exponer en su escaparate han desaparecido,
quedando sólo una silla vieja e inacabada.
Entro en el estacionamiento de tierra y apago la moto.
Muchas cosas han cambiado, pienso mientras me bajo y me
acerco al granero y miro dentro.
Todo está como lo recuerdo -la sierra de mesa, la
cepilladora, la fresadora y los dos bancos de trabajo-, pero todo
parece descuidado, como si Harry no hubiera estado allí desde
hace meses, o incluso años.
Me doy la vuelta, rascándome la cabeza, y miro hacia su
casa, que está a unos metros de distancia. Hay una sola luz

74
encendida en el salón, así que me acerco a la puerta y llamo. Al
cabo de un momento, la puerta se desbloquea y se abre para
dejar ver a un Harry cansado y con barba que parece estar de
camino a la cama.
—Hola, Harry —sonrio.
—¿Jason? —pregunta, mirándome como si hubiera visto
un fantasma. —¿Eres tú, amigo?
—¿Qué, no me reconoces?
—¡Debo estar viendo un fantasma! —se ríe mientras me
rodea con sus brazos. Harry abraza como un maldito oso, con
tanta fuerza que tienes que ponerte firme como si estuvieras a
punto de entrar en el ring con Mike Tyson.
—¿Cómo demonios estás, chico?
—Bien, Harry. Estoy bien —miento. —¿Cómo estás tú?
Finalmente me suelta y se aparta, mirándome como un
padre que no ha visto a su hijo en años.
—Yo... bueno, he estado mejor —admite. —Pasa, pasa.
Harry me hace pasar al interior y cierra la puerta detrás de
mí. La casa está un poco fría; tiene la calefacción apagada y sólo
utiliza la estufa de leña en el salón, donde nos sentamos en
sillas enfrentadas.
Harry tiene unos 60 años. No ha querido decirme
exactamente su edad. No me importa. Sea cual sea su edad,
está en muy buena forma. El tipo tiene manos de gigante y
brazos que pondrían celoso a un veinteañero. Siempre lo he
envidiado y le he dicho que quería ser como él cuando fuera

75
mayor, pero por alguna razón, esta noche parece un poco
decaído, como si la vida lo hubiera desgastado.
—Harry —digo lentamente. —¿Qué... qué ha pasado con el
local? He visto que tu cartel ha desaparecido.
—Tuve que cerrar la tienda —responde. Lo dice como si
fuera algo normal, pero yo sé que le duele. El negocio era el
sueño de su vida. Había invertido todo en él.
—¿Por qué, Harry? Quiero decir, la tienda lo era todo para
ti.
—Sara murió hace ocho meses —dice. Mi corazón se
desploma. Sara había sido la novia de Harry desde el instituto.
Se casaron cuando ambos tenían diecinueve años y
construyeron una vida juntos. Sin embargo, nunca pudieron
tener hijos.
—Lo siento mucho, Harry —digo. Sé que es mejor no pedir
detalles. Si Harry quisiera compartirlos, lo haría.
—Fue duro —admite. —Las cosas se me fueron de las
manos, perdí unos cuantos encargos, mi reputación se vino
abajo...
Agarra el atizador, abre la estufa de leña y aviva el fuego.
El resplandor anaranjado ilumina sus arrugas, y aunque su
rostro se muestra estoico, le duele por dentro.
—Lamento escuchar eso, Harry.
—Eh, así es la vida —responde. —Pero basta de hablar de
mí. ¿Dónde diablos has estado?

76
Vuelvo a contar todo, como lo hice con Abby, y para cuando
termino, me doy cuenta de que solo somos dos hombres
compartiendo historias entre sí sobre cómo nuestras vidas no
han resultado como queríamos.
—Entonces, ¿qué vas a hacer? —pregunta Harry.
—¿Qué puedo hacer? —Me encojo de hombros. —Ella no
quiere volver a verme. Dice que estoy 'casado con mi trabajo'.
—Se imagina que te pueden llamar un año más y la dejarás
colgada —contesta Harry. —Es difícil tener hijos en una
situación así. Ella no tiene hijos, ¿verdad?
—Oh, no —me rio. —Quiero decir, nosotros sí... ya sabes...
pero creo que ella lo habría mencionado.
Harry asiente, cierra la estufa de leña y deja el atizador a
un lado.
—Bueno, amigo. ¿Y si tuvieras un trabajo diferente?
—¿Qué quieres decir? —pregunto. —Soy policía estatal.
Esto es lo que hago. Es lo único que se me da bien.
Harry me mira por un momento. No puedo decir si se
compadece de mí o trata de entender algo.
—¿Qué vas a hacer esta noche? —pregunta.
—Mierda, no sé —me encojo de hombros. —¿Subir a la
moto y dar vueltas hasta el amanecer?
—¿Por qué no te quedas aquí? —sugiere. —Tengo una
habitación libre en la parte de atrás. Puedes ayudarme a limpiar
la tienda mañana.

77
—¿Ayudarte a limpiar? —sonrio. —¿Es una forma amable
de pedirme que venga a trabajar gratis para ti?
—Ayudar a un viejo —se ríe.
—¿Viejo? ¿Qué viejo? ¿Tú? —me rio. —No me hagas reír.

78
Capítulo 14

Jason

Me despierto con la luz del sol entrando por las persianas


de la habitación trasera de Harry. Acepté su oferta y me quedé
por la noche. Era mejor que volver a casa. No puedo
enfrentarme a la cabaña -no solo- no todavía. Soñaba con que
Abby volviera allí conmigo, y ahora que eso no es una opción...
Me pregunto qué estará haciendo ahora mismo: ¿se habrá
levantado ya o seguirá durmiendo? ¿Pensó en mí anoche
después de que me fuera, o ya lo ha superado?
No puede ser, pienso.
Aunque no esté dispuesta a volver a tener una relación
conmigo, eso no significa que no siga sintiendo algo por mí. No
es posible. Tengo que creer en mi corazón que tanto como yo la
he echado de menos durante el último año, ella también me ha
echado de menos.
Aquella noche que pasamos juntos... no fue sólo un ligue o
una aventura de una noche; hubo algo mucho más profundo
entre nosotros y ambos lo notamos. Diablos, ¡incluso me corrí

79
dentro de ella! Ambos sabíamos las consecuencias y seguimos
adelante.
Las cosas seguramente serían diferentes ahora si se
hubiera quedado embarazada.
—Ah, joder —refunfuño mientras me estiro y me pongo en
pie. La casa está fría y rápidamente me pongo la chaqueta y me
dirijo a la cocina. Harry no está allí, pero hay una cafetera
recién preparada, así que me sirvo una taza y me dirijo a la
tienda.
Harry ha abierto de par en par las puertas correderas de la
fachada y en el interior hay un montón de basura en el suelo.
Está trabajando en la limpieza de uno de sus bancos de trabajo
y está tirando chatarra vieja en la pila cuando entro.
—Déjame algo que hacer —bromeo mientras bebo un sorbo
de café.
—Agarra una escoba —responde, señalando una que está
apoyada en la pared a mi lado.
—Déjame terminar esto primero —le digo mientras observo
la tienda.
Está más o menos como la recuerdo, pero con mucho más
desorden, por supuesto. Se necesita mucho para mantener
limpio un taller; hay que ocuparse del polvo, los restos de
madera y las virutas, las herramientas que hay que controlar,
la suciedad que hay que mantener alejada del suelo, todo tipo
de latas de barniz y goma laca y diferentes acabados que hay
que organizar, y está claro que Harry ha dejado que el lugar se

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degenere lentamente con el tiempo hasta llegar al estado en que
se encuentra ahora. No es que el lugar sea una ruina, pero sin
duda necesita un poco de amor y cuidado.
Termino mi café, agarro la escoba y saco la mayor parte del
desorden del suelo y lo pongo en una pila junto a la entrada.
Luego me encargo de limpiar el otro banco, organizar los
cinceles y colgar las sierras, apilar las latas de barniz en sus
estantes (que también hay que limpiar), y para cuando termino,
ya es casi la hora de comer.
—¿Sigues haciendo esos sándwiches de pavo que solías
hacer, Harry? —le pregunto.
—Claro —responde él. —¿Por qué no entras en la casa y
sacas la carne de la nevera y el pan y yo voy enseguida?
Mientras atravieso el terreno de vuelta a la casa, no puedo
evitar pensar en la hamburguesa con queso que pedí esa noche
en el restaurante, la noche en que mi vida cambió.
—¿Cómo está el Reuben? —le pregunté.
—Si soy honesta, no muy bueno —eso fue lo que me dijo.
Pedí la hamburguesa con queso, pero realmente no me
interesaba demasiado la comida. Tenía otras cosas en mente
esa noche...
...igual que ahora.
Tengo hambre, pero un sándwich de pavo no va a saciarme.
La necesito a ella, y no sólo por ahora, sino por el resto de mi
vida.

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No puedo evitar sentir que hay algo más que podría haber
hecho anoche, algo que podría haber dicho para hacerla
cambiar de opinión sobre mí, o algo que podría hacer ahora
para que se dé cuenta de que haría cualquier cosa por tenerla.
¿Pero qué? Ya he dicho todo lo que podía decir.
Estoy rebuscando en la nevera cuando Harry entra detrás
de mí.
—Ayúdame con esto, ¿quieres? —me pregunta. Me doy la
vuelta y veo que trae una silla a través de la puerta, una silla
con cojines de color amarillo mostaza. Una chispa de
reconocimiento me golpea como un ladrillo en el cerebro y
rápidamente me acerco a él y lo ayudo a levantarla y llevarla a
la sala de estar y dejarla junto al fuego.
—¿Es esa...?
—Seguro que lo es —dice Harry con una sonrisa. —Pensé
que querrías verla. No estaba terminada la última vez que te vi.
Me quedo boquiabierto.
Él la guardó...
Es una silla que Harry y yo construimos juntos. Bueno, en
realidad prácticamente la construí yo mismo como mi primer
proyecto en solitario. Harry me ayudó a revisar los diseños
iniciales y se aseguró de que no estropeara nada, pero
básicamente es mi silla. Como él no se dedica a la tapicería,
mandó a buscar los cojines, pero terminé marchándome antes
de que llegaran.

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Pero ahora está todo junto, y sin ser nada modesto, tengo
que decir que quedó muy bien.
—¡La has guardado!
—Por supuesto que sí —se ríe Harry. —¿Qué creías que iba
a hacer? ¿Cortarla para hacer leña?
Es una silla baja, moderna, con un asiento inclinado y
cuatro patas cilíndricas finas. Está construida con madera de
teca, lo que la hace bastante cara. Los cojines encajan
perfectamente y, cuando me siento, también son cómodos.
—Pensé que la habías vendido —respondo.
—No podría haberlo hecho —replica Harry. —No tu primer
trabajo.
Recorro la pieza con las manos, rememorando cada corte,
cada golpe de sierra, cada junta, y las horas que invertí en lijarla
y en el acabado.
—Me había olvidado de lo bien que había quedado —digo
con una sonrisa, sintiéndome de nuevo un niño.
—¿Por qué? —preguntaba Harry. —Tienes talento.
Algo se remueve dentro de mí. Una idea surge en mi mente,
comenzando como una chispa y luego transformándose en una
suave llama. Entonces, lentamente, una sonrisa se dibuja en
mis labios.
Lo tengo, pienso. Sé cómo hacerla mía de nuevo...

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Capítulo 15

Abby

Hiciste lo correcto. Lo hiciste.


No puedo ni contar las veces que me he dicho eso anoche
antes de poder dormirme, o esta mañana después de
despertarme y cuidar de Kevin, o todo el día de hoy mientras
estaba en casa.
Echar a Jason, decirle que no podía estar con él, ha sido lo
más duro que he tenido que hacer, no más duro que estar
alejada de él durante el último año, pero eso fue culpa suya, no
mía.
El mero hecho de verlo de nuevo reavivó esos viejos
sentimientos aún más de lo que había previsto cuando lo vi
llegar a la entrada, y el hecho de que tuviera una explicación de
por qué me abandonó, y una muy buena, hizo que las cosas
fueran aún más difíciles.
En cierto modo, casi desearía que hubiera terminado
siendo un auténtico imbécil y que hubiera vuelto y me hubiera
dicho que sólo pretendía tener una aventura de una noche y

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que ahora que había vuelto sólo quería tener más sexo.
Entonces podría simplemente haberlo mandado a la mierda y
haberle cerrado mi corazón.
Pero ahora, por mucho que lo intente, no puedo hacer otra
cosa que pensar en él.
He intentado ver Netflix, pasear por el patio trasero con
Kevin, escuchar podcasts, e incluso le he enviado un mensaje
de texto a Cheryl para pedirle que venga a casa, pero hoy está
trabajando doble. Así que me he pasado todo el día en casa
intentando no pensar en Jason.
No me malinterpreten; amo a mi pequeño, pero a los tres
meses no es un gran conversador. Prácticamente se limita a
dormir, comer, hacer caca y llorar, lo que deja mucho tiempo
para que mi mente vague...
...mucho tiempo para pensar en Jason.
—Mamá se está volviendo loca —le susurro a Kevin, al que
acabo de acostar. —¡Loca, loca, loca!
Y vaya si es verdad.
Me acerco a la ventana por la que debe de ser la
quincuagésima vez en el día, sólo para mirar la entrada y ver si
Jason está entrando en el estacionamiento con su moto.
No sé por qué espero verlo. Quizá sólo quiero verlo por
razones egoístas, por lo magnífico que es y por lo que me hace
sentir, o quizá quiero que aparezca como un héroe de película
y me dé una nueva explicación capaz de cambiarme la vida

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sobre cómo va a compensar todo y cómo podemos estar juntos
ahora.
Pero sé que eso no va a suceder. No podría suceder. Tengo
que aceptar que las cosas son como serán a partir de ahora,
pero esta vez, cuando me acerco a la ventana, algo es diferente
-algo importante-.
Jason está en el estacionamiento con su motocicleta.
¿Cómo no lo escuché llegar? pienso mientras mi corazón
empieza a dar saltos de alegría. ¿Tal vez se acercó cuando yo
estaba en el baño limpiando a Kevin? En cualquier caso, no
importa; lo que importa es que está aquí.
—No cedas, Abby —me digo a mí misma mientras dejo a
Kevin en su moisés. —Mantente firme. No importa lo que él
diga.
He tomado una decisión y eso es todo. Tuve que tomar la
decisión correcta para mí y para mi hijo, y no voy a echarme
atrás.
Jason se baja de la moto y empieza a subir por el camino
de entrada, pero yo salgo rápidamente a su encuentro en la
puerta principal.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jason? —lo increpo.
Dios, es magnífico.
Me sonríe y levanta las manos como si supiera que ya estoy
a la defensiva.
—Quería decirte algo, Abby.

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—No deberías estar aquí —respondo. —Ya he dicho todo lo
que tenía que decir.
—Lo entiendo —contesta, deteniéndose frente a mí. —Y lo
respeto. Pero algo ha cambiado y necesito que lo sepas.
—¿Oh? ¿Y qué es eso?
No cedas, Abby. No cedas.
—Hoy he dejado el cuerpo.
Me congelo. Sus palabras tardan su tiempo en ser
procesadas. Al principio, ni siquiera estoy segura de haberlo
escuchado bien y le pido que lo repita.
—He dejado el cuerpo —dice de nuevo. —Hoy mismo. He
terminado. Soy libre. Se terminaron los trabajos de encubierto
de un año, se terminaron los abandonos. Ahora puedo estar
aquí. Puedo ser tuyo y tú puedes ser mía.
Me estoy derritiendo.
Joder...
—Pero... ¿qué quieres decir? —tartamudeo. —
¿Simplemente te levantaste y renunciaste? ¿Así de fácil?
—Así de fácil —sonríe, haciendo que me derrita aún más.
Me hormiguean las manos y las aprieto en la espalda mientras
los nervios empiezan a dominarme. Es como si volviera a estar
en la cafetería aquella noche en la que me invitó a salir.
—Pero... no entiendo...
—Voy a hacer muebles —dice Jason, acercándose a mí. No
retrocedo.
—¿Muebles?

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—Así es —responde. —Era un hobby mío antes de ir de
encubierto. Hoy he ido a visitar a mi viejo amigo Harry. Voy a
ayudarlo a poner en marcha su tienda de nuevo y a trabajar a
tiempo completo como carpintero y fabricante de muebles.
¿Habla en serio?
El corazón me late a mil por hora. Quiero arrojarme a sus
brazos y romper a llorar, pero todavía lo estoy procesando.
—Harry... —murmuro. —Entonces... ¿vas a hacer mesas o
algo así?
—Y sillas —sonríe. Estira la mano, agarra mi brazo derecho
y tira de él hacia delante, luego toma mi mano entre las suyas...
y yo se lo permito.
—Tengo una de las sillas que hice en casa de Harry, la
primera, en realidad —dice. —Si quieres, podemos ir allí y te la
mostraré, sólo para que sepas que no te estoy engañando.
—No creo que me estés engañando —digo rápidamente. —
Es sólo que... esto es mucho para asimilar tan de repente.
—Abby —dice Jason, acercándome, tan cerca que lo único
en lo que puedo pensar es en la última vez que me abrazó, en
la forma en que sus labios se sentían contra los míos, y en lo
mucho que me sentía en casa cuando estaba con él. —Abby, te
prometo que esto es real —dice con una voz tan cálida que
podría derretir los glaciares. —He dejado ese trabajo por ti. No
quiero nada más que estar contigo. No hay nada en este mundo
que no haría por ti y necesito que lo sepas.

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Sus palabras me recorren como las más cálidas olas de
alegría, sólo superadas por la alegría que sentí cuando tuve a
Kevin en mis brazos por primera vez.
Dile, Abby...
—Dejarte fue lo más difícil que tuve que hacer, preciosa —
dice. —Y nunca lo volveré a hacer.
Es mi turno de hablar, pero no puedo. Sus palabras, su
mano sobre la mía y su mirada me tienen cautivada. Nunca me
he sentido tan impotente en mi vida.
Siento que las lágrimas comienzan a brotar y quiero correr,
pero también quiero arrojarme a sus brazos al mismo tiempo.
No sé qué hacer; lo único que sé es que lo quiero.
—De acuerdo —susurro finalmente.
—¿De acuerdo? —repite él.
—De acuerdo —asiento, sonriendo mientras las lágrimas se
derraman de mis ojos.
Lo siguiente que sé es que los labios de Jason están
presionando contra los míos, sus manos están alrededor de mi
cintura y me sostiene mientras nos besamos. El mundo entero
parece brillar mientras nos abrazamos, y mi cabeza está en las
nubes y me siento como si estuviera a punto de volar al espacio
hasta que él me pone de nuevo en el suelo y presiona su frente
contra la mía.
Díselo, Abby... tienes que hacerlo ahora.
—Jason —susurro.
—¿Sí, preciosa?

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—T-tengo que decirte algo.
—De acuerdo —responde.
—En realidad, ¿por qué no entras? —sugiero. —Y te lo
muestro.

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Epilogo

Abby

Dos años después

Jadeo, con el corazón palpitando en mi pecho mientras


Jason desliza su lengua por mi coño húmedo y rodea con sus
labios mi clítoris palpitante. Miro el musculoso torso de mi
marido, que está tendido en la cama entre mis piernas con las
manos en mis muslos, abriéndome de par en par para poder
comerme.
—¡Dios mío, cariño! —jadeo mientras sus labios hacen su
magia. Jason sabe exactamente cómo volverme loca y me chupa
el clítoris como un hombre hambriento. Su gemido vibra a
través de mí, acercándome más y más al límite hacia el que ya
me estaba dirigiendo después de que me provocara con sus
dedos durante lo que pareció una eternidad antes de apartarse
y negarme una liberación completa.
Forma parte de su nueva estrategia, que consiste en
llevarme tan cerca del límite para luego apartarse y darme un

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respiro antes de volver a empezar. Es casi imposible de
soportar, pero hace que mis orgasmos sean mucho más
intensos. Hace dos noches terminé llorando después de uno.
—Lo haces tan bien... —gimo mientras su lengua acaricia
mi punto dulce. Mis manos se aferran a las sábanas y al
edredón mientras me acerco cada vez más.
Mi cuerpo se estremece. Jason está desnudo en la cama,
con su magnífico físico a la vista. Después de trabajar en la
tienda con Harry, sólo se ha puesto en mejor forma de lo que ya
estaba, y ahora parece que está listo para posar para una
revista de fitness o subirse al escenario en sunga con la piel
aceitada para las fotos.
Se mueve un poco hacia un lado y puedo ver su dura polla
asomando entre sus piernas. Su lengua vuelve a girar en torno
a mi clítoris y yo exploto.
—¡Me corro! —grito mientras mi clímax me recorre,
empezando por los dedos de los pies. Mis piernas se levantan
de la cama mientras mi cuerpo se retuerce. Mis caderas suben
a continuación, pero Jason me sujeta con sus fuertes manos y
yo me inclino hacia delante y envuelvo mis brazos alrededor de
su cabeza mientras él baja su lengua y me deja montar la ola
hasta que me desplomo en la cama, jadeando y riendo.
—Me encanta hacer que te corras —gruñe entre mis
piernas, mirándome con esos preciosos y brillantes ojos verdes
que nunca dejan de hacer que me derrita por dentro.

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—Y me encanta que a ti te encante —le digo, estirando la
mano y recorriendo sus hombros con las yemas de los dedos.
—Ahora déjame devolverte el favor.
Jason se sube encima de mí y presiona la punta de su polla
contra mi coño, pero yo me incorporo y lo empujo sobre sus
hombros, haciéndolo caer de espaldas. Me mira con sorpresa;
nunca lo hemos hecho de esta manera.
Jason es un hombre dominante, que controla todo, y me
encanta cuando está sobre mí y me rodea con sus brazos y me
folla sin parar, pero por alguna razón, esta noche quiero
montarlo.
—¿Qué se te ha metido en la cabeza? —sonríe mientras lo
monto, me inclino hacia atrás y le agarro la polla por la base.
—Tú —susurro mientras lo coloco donde debe ir y me
siento.
Ambos gemimos cuando mi coño se traga su polla. No
espero; lo tomo completamente y acepto cada centímetro,
sintiendo su corona hinchada en lo más profundo de mi vientre.
Jason mueve sus manos por mi cuerpo, empezando por mis
caderas y deslizándose por mi cintura hasta mis pechos. Los
aprieta cuando empiezo a moverme, haciendo girar mis
caderas, provocando que mi sensible clítoris presione la base
de sus marcados abdominales.
—Jooooder —gimo mientras un escalofrio me recorre. —
Eres tan grande.

93
—Estás muy apretada —responde él mientras empieza a
empujar hacia arriba.
Echo la cabeza hacia atrás y abro la boca mientras lo
monto, pensando en lo afortunada que soy.
Jason cumplió su promesa: dejó el cuerpo y aceptó un
trabajo con Harry, que lo convirtió en copropietario del negocio.
Son un gran equipo, y en poco tiempo tuvieron piezas para
exponer, presencia en Internet y una lista de clientes acudiendo
a ellos con proyectos personalizados para realizar.
Empezaron de forma relativamente modesta, pero se están
adentrando en la élite de Portsmouth, que es obviamente donde
está el dinero, y si siguen como hasta ahora, en menos de un
año estarán arrasando.
Le mostré a Kevin esa noche que vino. Pensé que se enojaría
al menos un poco conmigo por ocultarle el hecho de que tenía
un hijo, pero lo comprendió, tomó a su bebé en brazos y lo miró
con tanto amor que supe que ya no tenía nada de qué
preocuparme.
Dejé de trabajar a tiempo completo en la cafetería, dejamos
mi apartamento y nos mudamos a su cabaña junto al rio, donde
habíamos pasado nuestra primera noche juntos. Él y Harry se
pasaron una semana arreglándola, rehaciendo los armarios de
la cocina, y la primera silla que construyeron juntos está ahora
en nuestro salón junto a un sofá que terminaron unas semanas
después.

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Es mucho más bonito que comprar una basura de una gran
tienda y montarla. Éstas son piezas reales, hechas a mano por
mi marido para nuestra casa.
Jason me propuso matrimonio seis meses después y cuatro
meses después nos casamos. Cheryl y Harry estuvieron allí, y
la madre de Jason, a la que adoro profundamente. Ella no
puede tener suficiente de Kevin. Se alegró de que Jason hubiera
dejado el cuerpo, ya que siempre se había preocupado por él, y
ahora la vemos varias veces a la semana.
Todo es perfecto. La vida de casada es genial, ser madre es
genial, y también lo es estar con el hombre de mis sueños.
Gimoteo cuando Jason me acaricia el trasero mientras
empiezo a moverme más rápido sobre él. Su polla entra y sale
de mí y sus pelotas chocan contra mi culo mientras apoyo un
brazo en su pecho. Con el otro, sostengo su mano y la llevo a
mi boca, luego cierro mis labios alrededor de su dedo índice y
lo chupo como si estuviera chupando su polla.
—Mierda, nena —se queja. Eso siempre lo vuelve loco y lo
acerca al límite, y eso es lo que quiero ahora; quiero su semen
dentro de mí.
—¿Mmmhmmm? —gimoteo como una chica sacada de una
película porno.
Me balanceo hacia adelante y hacia atrás sobre su dura
polla, sintiendo que estoy cerca de nuevo. No hace falta mucho
con Jason; su polla es tan increíble que regularmente me corro
tres veces cada vez que tenemos sexo. El miércoles, de hecho,

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tuve que decirle que se diera prisa en correrse porque sabía que
si me excitaba más, no iba a ser capaz de ir a trabajar al día
siguiente, ni de ocuparme de Kevin.
Llegó a la época de los 'terribles dos', pero en realidad Kevin
no es tan terrible. Camina bastante bien y empieza a hablar
como un ser humano más o menos normal, pero es fácil llevarlo
a la cama y no hace nada que me haga temer que termine
matándose a sí mismo.
Así que eso es bueno.
Cada día se parece más a su padre, lo que significa que me
espera un gran problema cuando llegue a la adolescencia y
todas las chicas del colegio estén detrás de él.
—Estoy cerca, cariño —susurra Jason.
Lo miro y me trago su dedo mientras su polla se hincha
dentro de mí. Está a punto de estallar y yo estoy justo detrás de
él.
Me presiono contra él, apretando mi coño mientras me
muevo cada vez más deprisa, llevándolo al límite conmigo.
—¡Así de fácil! —gruñe. —¡Me corro!
Su polla se sacude dentro de mí y siento sus pelotas
presionando contra mi culo mientras toca fondo y se libera.
Eso es todo lo que necesito para llegar al límite. Me aferro
a su pecho con los dedos y cierro los ojos mientras mi cuerpo
se estremece y otro orgasmo se apodera de mí. Es como una ola
de luz dorada que cae a mi alrededor mientras él se corre dentro

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de mí, llenándome con sus cálidos chorros mientras los dos
gemimos juntos.
Finalmente, me desplomo sobre él, con los pechos de
ambos agitados por el éxtasis compartido.
—Te amo jodidamente tanto —dice Jason mientras se ríe
un poco. Puedo sentir su enorme carga saliendo de mí.
—Y yo te amo —le respondo, rodeando su cuello con un
brazo y acercando su cara a la mía.
Hoy tiene un poco de barba y sonríe cuando me roza la
mejilla antes de que nuestros labios se encuentren. Hoy ha
trabajado mucho y no se ha duchado antes de que tuviéramos
sexo, lo que me encanta porque puedo olerlo.
Me pone tan cachonda oler su sudor, la madera de la
tienda, el poco producto que se pone en el pelo cada día. Son
los olores que lo señalan como mi hombre y sólo mi hombre.
Qué viaje, pienso, y no sólo el que he disfrutado encima de
él. Desde la primera vez que nos conocimos, pasando por el año
que estuvo fuera, hasta los dos que hemos pasado juntos desde
entonces, no ha sido nada que pudiera haber imaginado para
mí, pero ahora estoy en el mejor lugar en el que he estado en
mi vida.
—¿Seguro que lo dices en serio? —bromeo. —¿Seguro que
no quieres marcharte y volver a Boston para ir de encubierto
otra vez?
—Créeme, nena —se ríe. —Nunca quise dejarte en primer
lugar, y nunca, jamás lo haré de nuevo.

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Vuelvo a besar a mi marido, recuesto mi cabeza en su pecho
y cierro los ojos.
—¿Te estás quedando dormida? —me pregunta unos
segundos después.
—Mmmm, tal vez —respondo mientras el sueño empieza a
apoderarse de mí.
—¿Aquí mismo? ¿Encima de mí?
—¿Tienes algún otro lugar en el que prefieras que lo haga?
—respondo.
—Absolutamente no —dice, acariciando mi pelo. —Siempre
te querré aquí mismo.

Fin

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