Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
The Kingpin's Angel - B.J. Mann
The Kingpin's Angel - B.J. Mann
B.J. Mann
1
Sinopsis
El capo...
El ángel...
2
Capítulo 1
Aria
Yo, aparentemente.
3
necesarias para mantenerme fuera de las calles durante unas
cuantas noches más.
4
media ignorando lo que mi madre y su último novio hacían en
nuestro pequeño apartamento de Brooklyn.
5
Dios, sólo mirar en su dirección hace que mi cuerpo se
estremezca. Y sí, también me hace sentir segura. Lo cual es
extraño teniendo en cuenta el peligro que corro y el hecho de
que aún no he visto la cara de este misterioso desconocido.
Mi sombra.
Mi protector.
6
***
Matteo
7
Pero una sola mirada a la chica de las curvas que
desafiaban la geometría y la voz que condenaría a los santos al
pecado, y supe que era un millón de veces más de problemas.
Para mí.
¿Por qué?
8
Por lo general, se trataba de una pistola apuntada a mi
cara por un insolente advenedizo que no sabía nada mejor o
un enemigo desesperado y envejecido que intentaba salir en
un incendio de gloria. Hoy en día, muy pocos se atreven a hacer
ese tipo de movimientos.
9
Por eso no estoy ni mucho menos preparado para
descargar esa lata de gusanos a Giovanni.
Pronto.
10
Mis despiadados métodos para mantener el poder se
habían hecho legendarios mucho antes de que le pasara el
relevo a mi hermano menor.
11
Por eso Aria no se ha puesto nerviosa y ha vuelto a huir
como lo ha hecho en varios estados, escurriéndose
astutamente entre los dedos de nuestros hombres antes de que
pudieran atraparla.
12
Vuelvo mi atención al escenario.
Aria se ha ido.
Joder.
13
Hay voces provenientes de ahí atrás, así que me dirijo
hacia allí, y luego voy más despacio cuando oigo una risita y
me doy cuenta de que mi chica no está en peligro inmediato.
Jesús.
—¡Oye! He dicho...
14
Mira el dinero y siento el hedor de su avaricia en mi piel.
15
Reprimo una sonrisa diabólica al pensar en lo que
pensaría mi hermano pequeño si se enterara de cómo estoy
dejando que este stronzo me hable. Probablemente se mearía
de risa antes de morir de la impresión.
16
Mi diosa está tan fascinada como yo por nuestro primer
encuentro.
17
Calma tu jodida mierda, stronzo.
18
Sus ojos se abren de par en par al oír el cariñoso apelativo
y me dan ganas de clavarla en la pared y penetrarla mientras
lo repito una y otra vez.
19
Por Dios, ¿qué hace una chica como ella en un lugar como
éste?
20
Me mira fijamente hasta que entiende que no voy a añadir
nada más. Entonces asiente con la cabeza. —No te quedaste lo
suficiente para que te diera las gracias.
21
Así como sé que es sólo cuestión de tiempo antes de que
ponga sus ojos brillantes en Aria.
22
Capítulo 2
Aria
Y sus manos.
23
Pero su voz fue lo que hizo que el ejército de mariposas se
disparara en mi vientre. Palpitaba con autoridad y promesas
sucias incluso cuando sólo hablaba de que le gustaban mis
canciones.
Sé que soy una estúpida por dejar que eso me llene de una
excitación tan vertiginosa, pero no puedo evitarlo.
24
El miedo y el pánico han sido mis compañeros durante
tanto tiempo que se siente bien dejar que otra emoción se haga
cargo por un rato.
Bien, tal vez sea bueno que esté atrás. Porque esos
minutos en la sala de descanso han sido... un revuelo en el
estómago. En el mejor sentido. Nunca había reaccionado así
ante un hombre.
25
Mis bragas se humedecieron en el momento en que entró
en la habitación de atrás, y ver esas manos fuertes y capaces
agarrar la silla y sentarse a horcajadas de esa manera hizo que
se me derritieran todos los huesos del cuerpo.
26
Los demás le siguen en un prolongado aplauso, y el alivio
estalla en mí. Apenas puedo dejar de sonreír mientras termino
las siguientes seis canciones que me llevan al final de mi turno.
***
Matteo
27
esfuerzo que me cuesta no arrancar unos cuantos ojos por
mirar lo que es mío.
—Estoy lista.
28
—Bien.
Y yo decido.
29
Salimos del bar y no puedo evitarlo. Necesito tocarla. Ver
si su piel es tan suave y sedosa como parece.
Le tiendo la mano.
30
Pero cuando intento dirigirla desde la puerta hacia donde
estoy estacionado, ella tira de mi mano. —Espera.
31
En algún lugar de esta ciudad hay dos personas con
huesos rotos que no habían tenido previsto cuando salieron de
casa esa mañana, y no me arrepiento de nada.
Cristo.
32
La ayudo a sentarse en el asiento del copiloto, y mi polla
se hincha insoportablemente cuando me regala un vistazo a
sus magníficas piernas, y luego se ruboriza de nuevo cuando
me descubre apreciándolas.
Así que conduzco hasta que veo una cadena de pubs que
me resulta familiar. Es bastante elegante y hay asientos con
vistas al mar. Pero cuando estaciono, ella se muerde los labios
y toca nerviosamente los flecos de su bolso barato.
—¿Qué pasa?
33
—No creo que esté vestida para este lugar. Todo el mundo
se ve elegante y... —Se encoge de hombros y se mira a sí
misma. —Sin lentejuelas —termina con una risa de
autodesprecio.
De mí.
34
Su mirada se desliza hacia mi rostro y se aleja. —¿Si digo
que no...?
35
La otra mujer ha subido un peldaño más en mi libro. —
¿Hace eso todas las noches?
36
Ella se remueve en su asiento y la cautela aparece en sus
ojos. —Es un trabajo. Y no tengo que defender mis decisiones
ante ti —dice.
37
aumenta con mi contacto y su respiración se vuelve un poco
irregular.
***
Quince minutos más tarde, giro en una tranquila calle de
La Jolla.
38
Por el rabillo del ojo veo los dos todoterrenos con mis
guardaespaldas estacionados en la calle, pero ni siquiera
reparo en ellos cuando estaciono frente a las puertas.
39
Estoy abriendo las amplias puertas del patio cuando
vuelve.
Se me revuelve el estómago.
40
Yo heredé el puesto a la tierna edad de veintidós años,
después de que mi padre fuera abatido en un negocio que salió
mal. Y a pesar de haber cedido el día a día del negocio familiar
a Giovanni hace un año, sigo siendo el primogénito y, por lo
tanto, el jefe de la famigghia, lo que significa que sigo llevando
la mayor parte de la carga y la responsabilidad del liderazgo.
41
Un error de novato por parte de mi hermano. A ello se
sumó el hecho de que Aria se escabullera de él y de nuestros
hombres en las semanas posteriores, un hecho que tiene a
todos los implicados en el trato poniéndose nerviosos.
42
—Algo así.
Mierda.
43
Mi ángel.
44
Capítulo 3
Aria
45
nos conociéramos oficialmente me asegura que no quiere
hacerme ningún daño.
Definitivamente no.
46
que deshacerme del mío tarde o temprano -más pronto de lo
que esperaba en Miami- y todo lo que lleva mi verdadera
identidad está escondido en mi habitación de motel.
—¿Vienes?
47
Las tomo y lo sigo hasta el inmenso patio.
48
Para mitigarlo, respondo. Porque cuanto más rápido calme
mi curiosidad, más rápido llegaremos a lo bueno.
49
Cuando se da la vuelta y me hace bajar el último escalón
hacia la playa, desestimo los pequeños recelos y me dejo llevar
por la corriente. Lo que implica ver cómo enciende las
lámparas y las coloca a unos metros de donde extiende la
manta.
Ni él tampoco.
50
Diablos, parece tan congelado como yo.
—Come.
En esos labios.
51
—No mucho. Un par de semanas.
52
Me esfuerzo por no ponerme nerviosa y asiento con la
cabeza. —La verdad es que no voy a quedarme en California
mucho tiempo.
53
Tomo unos cuantos bocados más, luchando por llenar el
silencio que sigue. —Esto está muy bueno.
54
Mi corazón se tambalea al pensar que el reloj está
contando rápidamente en esta... lo que sea que haya sido esto.
¿Una cita?
Difícilmente.
55
El calor se dispara tan alto y tan caliente que siento que
me estoy quemando por dentro.
Más húmedas.
—¿C-cuál es ese?
56
Mi mirada recorre su magnífico rostro, baja por su
garganta hasta los anchos hombros. Luego, más abajo aún,
pasando por su cinturón.
—Yo... Yo...
57
Las imágenes de ser llevada a la cama y criada por este
hombre pasan calientes y necesitadas por mi cerebro. —Sí. Sé
que es... una locura, pero... sí.
Se ríe.
58
Sus labios se ciernen sobre los míos en ese momento, su
aliento bañando mi cara y sus ojos disparando rayos láser de
intención hacia los míos, provocando temblores de placer por
todo mi cuerpo.
Que me tome.
59
—Porque sé que un beso es todo lo que voy a necesitar
para perder la jodida cabeza.
60
Capítulo 4
Aria
61
Su mano me rodea la garganta y, al instante, me baja a la
manta. Su gran cuerpo se cierne sobre el mío y yo gimoteo.
Hasta ahora.
62
Hasta que este magnífico desconocido me miró fijamente
en la oscuridad hace cinco días y me mojé incluso antes de
saber qué aspecto tenía.
63
pasa su lengua por la pequeña hendidura que hay en el centro
de mis labios.
Vuelvo a estremecerme.
64
Hay algo tan... sucio pero increíblemente excitante en oírlo
dirigirse a sí mismo como 'papá'.
65
—Yo... no es mi intención —me siento obligada a
responder.
No quiero hacerlo.
Totalmente.
Sin reservas.
66
—Maldito infierno. El olor de ese coño...
Quiero... más.
—Levántate.
67
Se me saltan las lágrimas de sólo pensar en que se me
prive de ello. De esto.
68
Luego me entierra las manos en el pelo y gruñe como un
animal mientras vuelve a devorar mi boca.
Santa mierda.
69
Su torso es un compuesto apetitoso de un paquete de seis,
piel bronceada, surcos y planos duros que me muero por
explorar. Si pudiera moverme.
¿Y si... y si no cabe?
70
¿O me duele demasiado?
71
Sigue frotándome mientras suelta esas palabras calientes
y sucias, y la combinación de contacto y discurso hace que me
moje más entre los muslos.
¿Me gustaría?
72
Él va a poner ese monstruo enorme dentro de mí de
cualquier manera. Entonces, ¿lo quiero rápido y terminado,
como quitar una tirita, o lento?
Entonces parpadea.
—¡Respóndeme!
73
Durante interminables segundos, el único sonido en la
habitación es su pesada respiración y el subir y bajar de su
pecho.
—¿Adónde vamos?
Pero una mirada cruza sus ojos, una mirada feroz pero
comprensiva que hace que mi pecho se apriete. Eso me hace
pensar que quizás no estoy siendo tonta después de todo.
74
—No, no lo eres. Yo tampoco tenía idea, ¿recuerdas? Ni
idea del tesoro que iba a encontrar cuando entré en ese bar de
mierda aquella primera vez. Podría haber estado en cualquier
otro lugar del país. Que los dos estuviéramos en el mismo lugar
al mismo tiempo... No tienes ni idea de lo agradecido que estoy
de que así fuera.
El hambre ha vuelto.
75
afortunado que soy por haberte encontrado. Lo privilegiado
que soy por ser el primero.
76
Su dedo me sube la barbilla y me mira profundamente a
los ojos. Tan profundamente que no me pierdo la necesidad
furiosa que hay en sus ojos.
Y lo abrazo.
77
Capítulo 5
Aria
78
—Brazos arriba, piernas abiertas —me ordena, con la voz
ronca hasta la incoherencia.
79
Pero su polla es aún más grande de lo que pensaba, un
grueso tronco que se acerca a su ombligo. Apenas aparto la
vista de él para ver cómo se quita los bóxers antes de que
merodee por la cama, con los ojos clavados en mí.
80
La punta de su polla es de color púrpura intenso y gotea
un líquido claro.
81
Oh, Dios. Oh, Dios, oh, Dios, oh, Dios.
—No.
82
Me provoca y atormenta durante varios segundos mientras
se coloca entre mis muslos. Me abre más las piernas, hasta
que mis rodillas están completamente dobladas.
83
—Lo hago —respondo solemnemente. —Lo quiero.
Se deja caer sobre los codos y funde sus labios con los
míos en un beso profundo y áspero que me roba el último
aliento.
84
—Mantén esos hermosos ojos en mí. Papá necesita ver el
momento en que su ángel se convierte en mujer. El momento
en que reclama lo que es suyo.
85
El sudor le cubre la frente y el labio superior y jadea, su
control pendiendo de un hilo. Pero en un instante más, empuja
y yo ardo, ardo, ardo.
86
Con cada apretón siento los latidos de mi corazón
retumbar en mis oídos y palpitar entre mis piernas, mi canal
agitándose alrededor de su enorme circunferencia.
Y se siente... sublime.
87
Más que nada, estoy fascinada por la polla que se apodera
de mi coño, golpeando un pequeño punto que me hace ver las
estrellas con cada embestida.
88
Cada centímetro sensible de mi cuerpo se sumerge en el
éxtasis y soy consciente de que estoy sollozando por su
intensidad. Esclava de cada convulsión. Al igual que soy
consciente de que el grueso órgano incrustado en mí no deja
de acariciar ese punto. No deja de prolongar mi clímax.
89
Capítulo 6
Matteo
90
Me estoy volviendo loco sólo de pensar en cuándo podré
follarla de nuevo, y aún no he eyaculado.
Oh, mierda.
91
Siento que me engroso dentro de ella y chilla.
Y yo la sigo.
92
Y cuando me derrumbo sobre ella, la única razón que me
impide derramar cada intención posesiva que tengo planeada
para ella es porque no quiero asustarla.
Soy siciliano.
La familia lo es todo.
93
¿Por qué esperar?
94
Luego, con una sonrisa macabra, envío el mensaje que me
moría por enviar desde que esa basura de Barry intentó
prostituir a mi ángel.
95
—Estar despierto no significa estar disponible. —No
cuando podría estar arriba, explorando cada magnífico
centímetro del cuerpo de Aria. —¿Qué quieres, Gio?
96
—¿Se? —respondo en siciliano, la familiaridad de nuestra
lengua paterna se desliza fácilmente en nuestro discurso.
97
Por eso ha tardado tanto en llegar a este rango en la
famigghia. Un rango que inmediatamente puso en riesgo al no
hacer su debida diligencia en una reunión.
98
de mantenerse alejada de las cámaras de seguridad desde que
la vimos en San Diego la semana pasada. Pero... hizo algo no
muy inteligente.
¿Lo ha apagado?
99
Pero lo más importante es que está apagado.
Mi ángel inteligente.
100
Y mi respuesta es fácil. —No es posible, hermano. Este es
tu desastre. Límpialo tú.
—¿Y Gio?
—¿Sí?
Pero cada vez más, temo que no decir la verdad sobre Aria
se vuelva en mi contra, a lo grande.
Miro la hora.
Un día.
101
Me tomaré el día con ella, formularé la mejor manera de
dar la noticia.
Mañana, me sinceraré.
***
Es un plan sólido con el que me duermo en segundos.
102
zapatos en una mano mientras intenta abrir la puerta
principal.
103
Así de cerca puedo oler su dulce aroma, al igual que ella
puede oler las feromonas que están bombeando dentro de mí.
Joder, no.
104
—No. Tal vez. —Da un suave suspiro y se encoge de
hombros. —Nunca antes he hecho esto. No conozco la etiqueta.
105
—Dije que iba a ser tu primero y tu último. ¿Qué crees que
significaba eso?
Golpe.
Golpe.
Dios, es impresionante.
106
Mi pecho late con fuego primario y estoy dispuesto a
destrozar el mundo por ella.
Golpe.
El escozor del azote hace que sus ojos brillen aún más. —
¿Te arrepientes de haber intentado marcharte?
107
Sus fosas nasales se agitan delicadamente y asiente. —Sí,
papi.
108
Capítulo 7
Aria
109
Como mi corazón.
—Te dejé dormir —dice con una voz profunda y sexy que
barre mis pensamientos caóticos. —Te veías tan
increíblemente hermosa. Y tu cuerpo se sentía tan suave. Tan
cálido. Necesitaba follarte pero no podía soportar despertarte.
Así que te dejé dormir. Pero luego tuviste que ir a hacer algo
travieso como correr, ¿no?
110
Su sabor en mi lengua no se parece a nada que haya
conocido antes y me siento impotente ante otra cosa que me
empuja bajo el poder de este hombre.
Oh, Dios...
111
La deliciosa presión y su grosor hacen que las lágrimas
corran por mis mejillas mientras mi cabeza se balancea. —
Hmmhmm.
—Soy tuya.
112
circunferencia y mis reflejos nauseosos amenazan con
agobiarme.
Tal vez.
113
sin experiencia. La mayoría prefiere olvidar su desfloración y
pasar a mejores experiencias.
Así que, ¿por qué no hacer que esto dure un poco más?
No.
Entonces me iré.
114
Sus dedos se aprietan dolorosamente en mi pelo, pero me
encanta el ardor. Me produce escalofríos.
—Hmm.
115
Y entonces siento sus manos en el borde de mi vestido un
segundo antes de que un fuerte desgarro atraviese la
habitación.
116
No termina follándome, pero me come, provocando tres
orgasmos alucinantes en mi cuerpo antes de volver a
estrecharme entre sus brazos.
Tal vez.
Sólo un poco.
***
Me despierto con el sublime olor a café y a productos
horneados.
Anoche en el bar.
117
Cantando para él.
118
Me río, mi alma se siente ligera y maravillosa incluso
cuando mi corazón late fuertemente por lo profundamente que
me estoy enamorando de este tipo.
119
Allí, saca de la percha una camisa blanca impoluta. Es
mucho más grande que yo y los puños me cuelgan de los
dedos.
120
Algo siniestro, decidido e inamovible, como un nubarrón,
que hace que se me revuelva la barriga.
121
Estoy cayendo en lo más profundo.
122
Su sonrisa se amplía. —¿Ah, sí? Me aseguraré de
transmitir los cumplidos a mi profesor.
—Mi madre.
Pero...
123
Ya he compartido tanto con este hombre de hombros
anchos y rostro pecaminosamente hermoso; este hombre que
se ocupa tranquilamente de los imbéciles y desafía al mundo a
desafiarlo.
124
—En fin, ¿qué hay de ti? —murmuro, mi postura relajada
permite que su erección se instale más profundamente entre
mis muslos.
125
A casa.
126
Me apresuro a añadir: —Pero si pudiera ir al extranjero,
probablemente también iría a Europa. Me encanta la idea de
conocer tantas culturas en un mismo continente, ¿sabes?
—Sí.
Mi puerto en la tormenta.
127
Capítulo 8
Matteo
128
Esta dosis de locura sublime comenzó en la mesa del
desayuno.
Los lugares a los que la llevaré una vez que sea mi esposa.
129
Su canal tiene espasmos en respuesta a mi charla sucia,
y no puedo respirar. No puedo pensar en lo intensamente
erótico que es esto.
130
—Mírate. Tan jodidamente impresionante. Me dejas
boquiabierto, ángel. —Le lamo los labios, deslizo mi lengua
dentro para saborear su necesidad, incluso mientras la mía
aumenta a proporciones insanas. —Dios, no quiero que esto
termine. Pero me necesitas, ¿verdad? Necesitas que te ayude.
¿Que haga brotar esa flor apretada?
131
Cuando vuelvo en sí minutos después, estoy envuelto en
ella.
132
Su sonrisa vuelve a brillar. —No pasa nada. Yo siento lo
mismo por ti.
—¿Ah sí?
133
Cuando baja, todavía con mi camisa, tengo dudas sobre la
sorpresa. Aun así, observo su cara mientras abre la gran caja
que le he dejado sobre la mesa de centro.
134
No puedo pasar otra noche sin admitir lo que le estoy
ocultando.
Jesucristo.
135
—¿Qué estás buscando? —pregunto lo más
despreocupadamente que puedo, teniendo en cuenta el nudo
que tengo en la garganta.
Frunzo el ceño.
136
Puedo adivinar lo que está pensando y, por una vez en mi
vida, quiero alejar el mundo exterior. Quiero encerrarnos en
este momento para siempre.
Tan confiada.
137
Mierda, tal vez no ha sido la mejor idea.
138
Ella me mira por encima del hombro y me recompensa con
una de esas magníficas sonrisas. —Estoy perfecta. Esto es
perfecto. Gracias, Matt.
139
Sigo elaborando y desechando frases en mi cabeza
después de que nos metemos en la ducha exterior del patio
inferior para quitarnos la sal y la arena.
Mi mandíbula se aprieta.
Y ella es...
Tomo un respiro.
Ella es mía.
140
En el infierno o en el agua, no voy a dejarla ir. —¿Qué
pasó?
Esta chica.
Porque lo es.
141
Aprieto los dientes durante un minuto, pero no hay forma
de salir de esto. No cuando es tan importante. —Escucha, no
tienes que tener miedo. Ya no.
Ella jadea.
¡Joooooder!
142
Capítulo 9
Matteo
143
Todos, excepto mi hermano, se acobardan ante mi rugido
enfurecido.
Miedda.
Miedda.
¡Miedda!
144
Se queda con la boca abierta. —¿Matteo? ¿Tú eres M-
Matteo...F-Frenelli? ¿El c-capo de la mafia neoyorquina? Oh,
Dios, ¿y é-él es tu hermano? —Las palabras salen temblorosas
de sus labios.
Demonios, sí.
¿Me importa?
145
Miro su pelo engominado y su traje de rayas y sacudo la
cabeza.
146
Me ciño más la toalla y agarro la camisa que se ha quitado
para ponerse el bañador y se la pongo sobre los hombros, sin
detenerme hasta que todos los botones están abrochados.
147
antes de volver a encarar a su enemigo. —Pero da igual.
Vamos, haz lo que quieras.
148
Me acerco lentamente a ella, con los brazos extendidos en
una postura tranquilizadora. —Vamos a hablar de esto, Aria.
Con calma.
149
El grito de Aria atraviesa el aire antes de caer como un
saco de piedras.
Mi corazón se detiene.
150
cuerpo tembloroso, mientras jadeo para respirar. Mientras la
reviso frenéticamente.
¡Joder!
151
Ha puesto una distancia saludable entre nosotros, con la
cabeza inclinada hacia atrás mientras se limpia la nariz rota
con un pañuelo impoluto ahora mojado de sangre.
Grita de dolor.
152
—¿Qué demonios crees que he intentado decirte desde que
entraste en mi casa? —vuelvo a rugir. —Sin invitación, debo
añadir.
153
La comprensión finalmente aparece en sus ojos. —¿Harías
eso? Por un pedazo de...
Vuelve a gritar.
Y se desmaya.
154
***
—¿Estás hablando en serio? ¿Sobre ella? —carraspea Gio
nasalmente.
Bien.
155
Me mira. —¿Quieres decir después de que me mintieras en
la cara anoche?
—Pero...
156
Abre la boca, como si tuviera algo más que decir, pero la
mirada que le dirijo lo convence de que hay que aprovechar la
oportunidad.
157
Capítulo 10
Aria
Su hermano...
Oh, Dios.
158
Soy una inservible, demasiado confiada y torpe idiota.
Y no sólo me rendí.
159
Sólo estoy un piso más arriba. Si consigo llegar a la
terraza, tal vez pueda descender por el lateral de la casa y llegar
a la playa.
Entonces podré...
160
levantaras y te fueras. Dejándome atrás. —Se detiene y veo que
lo atraviesa un escalofrío. —Por suerte para nosotros, he
llegado a unas cuantas decisiones inamovibles mientras tú
dormías.
Nosotros.
161
Creer que era amable, encantador y considerado fue lo que
me trajo aquí en primer lugar.
162
En el pequeño charco de luz que ilumina la habitación, veo
que su cara se contrae de horror. —¡Jesús! No, no lo harán. No
cuando saben que tienen que pasar por encima de mí —gruñe.
—Y definitivamente no si quieren vivir para ver su próximo
amanecer. Me viste casi matar a mi propio hermano por
atreverse a apuntarte con un arma. Sé que sospechas lo que
les hice a esos imbéciles del bar que intentaron acercarse a ti.
¿Qué crees que le voy a hacer a un maldito cualquiera que se
atreva a lastimar aunque sea un pelo de tu cabeza ahora que
eres mía?
Apoya las manos en las caderas, sus ojos son rayos láser
implacables. Su pose es relajada, pero no dejo que me engañe.
163
demasiado asustada para admitir cuánto lo haces. O tal vez
crees que la respuesta correcta es sentirte como una tonta por
haber bajado la guardia. Pero, cariño, no necesitas sentirte así.
Tu instinto te ha dicho que confíes en mí porque nunca te haría
daño.
164
Se arrastra una mano por la cara, y parece que todas las
criaturas del infierno lo están torturando en este momento.
Cuando habla, las palabras salen a rastras de una garganta
ronca y desgarrada.
165
La resolución concreta en su voz es humilde. Y
estimulante.
—Matteo...
166
Cuando me giro hacia Matteo, un músculo salta en su
mandíbula y su expresión es ferozmente implacable. —Por
supuesto que no. No vas a volver a ese lugar.
—Sí.
167
—¿Cuando ese imbécil trató de venderte por unos cientos
de dólares? Joder, no, no lo lamento.
Se acabó.
168
la nariz a Gio- me siento más inclinada a creer que su mafia
no vendrá a por mí.
Se acabó.
169
como había planeado. Sólo quería un día perfecto e
inmejorable contigo.
170
sobrevivir a pesar de toda la mierda que te han echado. Puedes
sobrevivir a cualquier cosa.
171
Se ha acercado a mí todo el tiempo que ha estado
hablando. Y ahora se abalanza, sus manos bajo mi trasero
impulsando mi cuerpo hacia el suyo.
172
Me alejo con un suspiro. —¿Una bola de demolición? No lo
has hecho.
—¿Angel?
—¿Hmm?
—¿Adónde me llevas?
173
—No vamos a dejar esta cama hasta que estés total y
completamente criada, ángel. Cuando nos pongamos delante
del cura para hacer nuestros votos, estarás embarazada.
174
Directo a los brazos de mi salvador.
Mi para siempre.
175
Epilogo
Aria
Cuatro años después - Sicilia
176
Estoy un poco mal de la cabeza por reproducir ese
momento una y otra vez en mi cabeza, normalmente cuando
veo a mi marido cruzar la habitación hacia mí.
O conduciendo un coche.
O comiendo el desayuno.
Pero lo hago.
177
Pero de vez en cuando, como ahora, cuando lo espío
mientras se reúne con un grupo de gánsteres de aspecto duro
que no paran de asentir con la cabeza ante él, queda claro
quién es el jefe. Quién dirige realmente la famigghia Frenelli.
Todo. Mío.
178
Sin embargo, no me rindo.
—¿Angel?
179
contrato musical con un importante sello discográfico. Desde
entonces, mis pies no han tocado el suelo.
—No, no es eso.
—Tampoco es eso.
180
Sus dedos peinan mi cabello, el movimiento es un poco
agitado. —Lo sé. Te he visto. Te veías tan jodidamente hermosa
que mi concentración se fue a la mierda.
181
Él ve lo empapadas que están cuando caen al suelo y
gruñe. Se agarra con una mano la dura barra que hay detrás
de su bragueta y se lame los labios.
182
—Tú... ordenándome que me arrodille y te chupe la polla
mientras estás con tu traje. Luego me pones de rodillas y me
reproduces.
183
Lentamente, me arrodillo y bombeo su polla, mi mano
luchando por rodear su circunferencia mientras lo miro. —Me
vas a amar, papá. Tanto como yo te amo a ti.
—Ya está hecho, amuri miu —jura con fuerza. —Ya está
hecho.
Fin
184