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Murano

Murano es una isla de la laguna Véneta, en el noreste de Italia, en la región del Véneto. Se


encuentra aproximadamente a 1 kilómetro de la ciudad de Venecia y es famosa por su artesanía
del vidrio, particularmente por sus lámparas, vasos, copas y adornos. Alberga 6000 habitantes
aproximadamente.

Está compuesta por siete islas más pequeñas divididas por canales y ríos, pero comunicadas entre
sí mediante puentes. Se la conoce en todo el mundo por la citada producción de vidrio artístico
artesanal (soplado). Gracias a la artesanía de la isla, ésta goza de un gran flujo turístico. El vidrio
muranés es habitualmente objeto de imitación, pero la calidad de la misma es en comparación
escasa.

En el islote de Murano, lleno de casas renacentistas y con su característico faro blanco, la


producción de objetos de cristal se mantiene como la más alta expresión de trabajo refinado de
numerosas dinastías de maestros vidrieros que se han transmitido el arte de transformar la arena
con el fuego y el aire, en el más estricto secreto de su isla. Se dice, de hecho, que la tradición de
objetos de cristal se remonta al antiguo Egipto y que llegó a los romanos para adornar las casas
nobles, pero que tuvieron que pasar aún muchos siglos antes de que, gracias a la influencia árabe
y asiática, se desarrollase un arte propiamente dicho. Lo cual sucedió en Venecia cuando, para
prevenir los incendios en tierra firme causados por el proceso de elaboración del vidrio, Murano
fue elegida fábrica “flotante”.

Siendo el proceso de creación del cristal muy complejo y económicamente relevante, los vidrieros
fueron autorizados a llevar espada y gozar de algunas inmunidades, pero no fueron nunca
autorizados a dejar a República precisamente para no difundir los secretos de su arte.

Durante siglos, los vidrieros de Murano mantendrán un estrecho monopolio de la calidad y el


proceso de producción del cristal, millefiori, cristallino, esmaltado, lechoso, etc., hasta llegar a
descubrir de nuevo los antiguos cristales romanos, las actuales murrinas.

Murano sigue siendo sede de laboratorios artesanales donde los artistas trabajan el cristal para la
comercialización en masa, así como para hacer obras originales y únicas, especialmente las
imitaciones de las piedras preciosas. Con el tiempo, muchas de las tiendas y talleres históricos se
han convertido en marcas internacionales como Salviati, Barovier & Toso, FerroMurano, Berengo
Studio en cuyas fábricas los artesanos siguen usando las antiguas técnicas a la hora de realizar
lámparas y murrinas, otro símbolo del made in Italy, con una marca tutelada que garantiza la
calidad y el origen.

Hoy en día los turistas que visitan los talleres de los grandes maestros del cristal de Murano que
ayudaron a Picasso, Fontana y Chagall a crear sus obras de cristal, no pueden por menos de
comprar las maravillosas lámparas, vasos, joyas, jarrones, delicados e impalpables o gruesos como
el mármol, blancos como la porcelana o decoradas en frío, para participar de la antigua tradición,
antes de ir al Palacio Giustinian para admirar las obras expuestas en el Museo del Vidrio, que muy
a menudo recibe las donaciones de los mismos
Historia[editar]

Murano fue fundada por los romanos y, desde el siglo VI, habitada por gentes procedentes
de Altino y Oderzo. En un principio, la isla prosperó como puerto pesquero y gracias a la
producción de sal. Asimismo, era un centro de comercio. Con el puerto controlaban la isla
de Sant’Erasmo, de vital importancia por su producción agrícola. Desde el siglo XI, la
ciudad empezó a caer en declive debido a que muchos habitantes se mudaron
a Dorsoduro (barrio de Venecia). Tenían un gran ayuntamiento, como el de Venecia, pero
desde el asladar los vidrieros a Murano sirvió a la Serenísima República para controlar mejor
el gremio, celosa de un arte que le había hecho famosa en todo el mundo. Los maestros
vidrieros estaban obligados a vivir en la isla y no podían dejar la capital véneta sin un permiso
especial emitido por el Dogo veneciano. Sin embargo, muchos lograron escapar, exportando a
países extranjeros sus famosas técnicas. La más importante crisis que golpeó la industria local
fue la sufrida en el siglo XV, cuando Bohemia comenzó a producir vidrio artístico, quizá
inspirados en los vidrieros vénetos de Murano. Venecia —como estado— salió adelante con el
comienzo de la fabricación de lámparas de araña, fama que ha llegado a nuestros días.
Solo los maestros vidrieros, incluso aquellos que no pertenecían a la clase nobiliaria, podían
esposarse con los patricios. La Serenísima República emitió un decreto por el que declaraba
ciudadanos muraneses sólo a aquellos que hubiesen nacido dentro del término municipal de
la isla y hubiesen comprado un edificio en esta ciudad/isla.
En 1602, el podestà Barbàrigo ordenó la confección del Libro de Oro. Para estar inscrito en él
hacía falta tener el consentimiento del dogo de Venecia, algo que no era simple ni inmediato.
Aquel que no resultaba inscrito, no podía desempeñar allí el oficio de vidriero ni participaba en
los consejos comunales. Tampoco disfrutaba del resto de ventajas y derechos de los que
gozaban los ciudadanos muraneses.
En el siglo XV, la ciudad se hizo popular como lugar de vacaciones de los venecianos y se
construyó un palacio, pero esta moda terminó por pasar. El campo de la isla era conocido por
sus árboles frutales y sus hermosos jardines hasta el siglo XIX, cuando empezaron a
construirse las últimas casas.

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