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ARISTÓ TELES (384-322 a. C.

1. Marco histórico, sociocultural y filosófico

1.1.Marco histórico

La Grecia del s. IV a. C. es el escenario de la decadencia de la polis y la progresiva


implantación de la hegemonía macedonia. El dominio de Esparta sobre el resto de las ciudades
griegas con el que que comenzara el siglo daría paso al de Tebas en la derrota de Leuctra (371).
Pero también el dominio tebano habría de durar poco tiempo: tras la muerte del general
Epaminondas en la batalla de Mantinea (362) Tebas quedó tan debilitada como el resto de las
polis de la Grecia Central , por lo que ninguna pudo alzarse contra el avance de Macedonia. De
este modo, podemos afirmar que los principales acontecimientos históricos que sucedieron
durante la vida de Aristóteles fueron la ascensión al trono de Filipo II de Macedonia, ambicioso
y hábil gobernante que alcanzaría la hegemoía sobre toda Grecia y, tras su muerte, la creación
de un vasto imperio por su hijo, Alejandro Magno1.

El imperio de Alejandro supondría la total liquidación del modo de vida democrático


que caracterizó a algunas de las principales polis de la época clásica. Supuso también el fin del
imperio persa y el inicio de la civilización helenística, la cual fusiona lo griego y lo bárbaro bajo
los ideales de la paideia –civilización- helénica, en el seno de estructuras políticas que
convertían a los individuos en súbditos de comunidades mucho más amplias. En efecto, el
antiguo ciudadano de la polis vio cómo su participación en los asuntos públios se convertía en
algo aleatorio y apenas necesario. Pero, a fin de cuentas, la polis que defendería Aristóteles
hasta el final de sus días como ideal político había entrado en crisis mucho antes: la propuesta
utópica de la República de Platón ya era un denodado e idealista empeño por salvar la ciudad-
estado. Ésta habría de quedar definitivamente desfasada, superada por la realidad política,
durante la vida de Aristóteles. La koiné diálectos, la lengua griega común del imperio, serviría
de vehículo a la expansión del espíritu griego y de su cultura, que dominarían en el mundo
civilizado durante casi tres siglos.

Aristóteles nació en el año 384 en Estagira, al norte del mar Egeo, ciudad que había
sido fundada por los jonios de Andros y Calcis. Su padre, Nicómaco, procedente de Andros, era
médico y amigo de Amintas III, el rey de Macedonia, cuya corte estaba en Pella. La familia
materna de Aristóteles, originaria de Calcis, también estaba ligada a la profesión médica. La
influencia de la circunstancia familiar –la ascendencia griega y la dedicación a la medicina- se
trasluce en la inspiración y en los intereses científicos del estagirita.

A los 17 años Aristóteles se trasladó a Atenas e ingresó como discípulo en la Academia


de Platón, donde permanecería hasta la muerte del maestro, acaecida en 347 a. C. De ahí que
1?
Alejandro extendió su imperio por la Hélade, Egipto, Anatolia, Oriente Próximo y Asia Central hasta los ríos Indo
y Oxus.

1
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las líneas fundamentales de la filosofía de Aristóteles sean platónicas, si bien, siendo un


estudiante destacado y de inteligencia fuera de lo común, habría de criticar la doctrina
platónica y forzar su evolución.

Tras la muerte de Platón, Aristóteles abandona la Academia –a cuyo frente había


quedado Espeusipo, sobrino del maestro- y se va de Atenas. Es probable que su marcha tuviera
que ver con las circunstancias políticas: en 349 a. C. el ejército de Filipo II saqueó Olinto, aliada
de Atenas y la última ciudad de Calcídica que le quedaba por dominar; se completaba así el
dominio macedonio sobre el Egeo2. Esto habría exacerbado los sentimientos antimacedonios
en Atenas hasta tal punto que Aristóteles habría decidido marchase a Assos

En Assos gobernaba el tirano Hermias, que había sido protector de destacados


miembros de la Academia platónica, y allí Aristóteles habría de llevar a cabo una importante
tarea de investigación y docencia en la que tuvo un destacado papel Teofrasto, el futuro
sucesor del maestro al frente del Liceo3. Durante su estancia en Assos Aristóteles se casó con la
hija adoptiva de Hermias, Pitias, de la que enviudaría pronto, pero con la que tuvo una hija.
Aristóteles se unió después a Herpilis –probablemente, su ama- con la que tuvo un hijo al que
el estagirita dedicaría una de sus obras de ética más importantes: “Ética a Nicómaco”.

Tras el asesinato de Hermias en 345 a. C., Aristóteles se trasladó a Mitilene, en la isla de


Lesbos, donde continuaría con su actividad intelectual hasta 343 a. C., año en que acudió a la
corte macedonia para hacerse cargo de la tutoría del hijo de Filipo II, Alejandro, que entonces
tenía 13 años. Probablemente Hermias tuviera que ver con que la elección de Filipo II recayera
en Aristóteles. Éste aceptó, además de por los vínculos de familia y amistades que le unían con
la corte de Pella, porque -platónico al fin- concedía suma importancia a la educación de los
futuros gobernantes. Sin embargo, pronto los ideales políticos del discípulo se revelarían
opuestos a los del maestro: mientras Alejandro Magno creaba un vasto imperio y eliminaba
para siempre las estructuras político-administrativas griegas tradicionales, Aristóteles
mantenía el ideal de la pequeña ciudad-estado.

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La guerra entre Atenas y Macedonia había comenzado en 357 a. C., dos años después de la ascensión al trono
de Filipo II, cuandco éste, ambicionando la expansión del reino de Macedonia hacia el sur, asedió Anfipolis y Pidna.
En el 352 a. C. Demóstenes, excepcional político y orador ateniense, ya describía a Filipo como el mayor enemigo
de Atenas, peor incluso que la amenaza persa.

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El Liceo fue la escuela que fundó Aristóteles cuando regresó a Atenas en el año 335 a. C. Se ubicó en un
santurario que poseía un gimnasio público en sus jardines y un paseo porticado, el peripatos, donde Aristóteles
daba sus clases, de ahí que los aristotélicos fueran también conocidos como los “peripatéticos”.

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En 338 a. C. tuvo lugar la batalla de Queronea, en la que Filipo se proclamó vencedor 4. Como
resultado de este triunfo se constituyó la Liga panhelénica: las ciudades griegas se aliaron con
Macedonia en calidad de estados tributarios, pero conservando su independendcia. Filipo, gran
admirador de la cultura helena, no quiso destruir a los griegos sino tan sólo someterlos.

En 336 Filipo fue asesinado y Alejandro subió al trono. El año siguiente, en el 335 a. C., cuando
contaba 49 años de edad, Aristóteles regresó a Atenas para fundar el Liceo, un nuevo centro de
investigación y enseñanza. Alejandro, superando la obra de su padre, cruzó a Asia Menor (334)
y comenzó la conquista del Imperio persa, que estaba en manos de Darío III. Se proponía
fundar un imperio mundial. Pero en el 323 a. C., Alejandro Magno murió en circunstancias
poco claras y su obra quedó inconclusa5. El odio a los macedonios rebrotó en Atenas y
Aristóteles, al parecer amenazado con un proceso de impiedad por su Himno a Hermias, hubo
de abandonar la ciudad apresuradamente y refugiarse en Calcis (Eubea), donde moriría de
enfermedad en 322 a. C.

1.2.Marco sociocultural

Para los griegos de la época clásica el hombre vive esencialmente como tal y alcanza su
plenitud en la comunidad política a la que pertenece y gracias a ella. La polis griega era una
comunidad de reducidas dimensiones en territorio y en población. Para Aristóteles es “la forma
suprema de comunidad”. De hecho, hasta finales del s. IV los griegos no rebasaron ni en la
práctica ni en la teoría el marco reducido de la pequeña ciudad- estado.

La población de la polis se repartía en tres cateorías de habitantes: los ciudadanos, los


habitantes libres carentes de ciudadanía y los esclavos. En muchas polis los ciudadanos
constituían entre un séptimo y un octavo de la población total. Los metecos, residentes libres
no ciudadanos, como era el propio Aristóteles en Atenas, carecían de los derechos políticos
aunque tenían obligaciones, como pagar un impuesto de residencia. No podían adquirir ni
4
Los ejércitos de Tebas y Atenas, ciudades rivales, se unieron para enfrentarse a Filipo II de Macedonia en la
batalla de Queronea. Se cumplía así la voluntad de Demóstenes y sus seguidores, que habían defendido la
necesidad de combatir a los macedonios. Aunque en principio la batalla se desarrollaba a favor de los griegos,
Filipo, asistido por su hijo Alejandro que tenía 18 años y estaba al frente de 1800 jinetes, terminó venciendo. Sin
embargo Filipo, hábil político, además de extraordinario estratega, no impuso un trato humillante a los vencidos .

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A la muerte de Alejandro su imperio no estaba consolidado. El poder pasó a su hermanastro deficiente, Filipo III
Arrideo y su hijo póstumo Alejandro IV. Pero en realidad el poder estaba en manos de sus generales, los diádocos
(sucesores) que se repartieron su imperio en reinos. Llegaron a ser los más destacados el Egipto de los Ptolomeos,
el Imperio Seléucida y la Macedonia de los antigónidas.

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poseer tierra -salvo excepciones-, pero gozaban de libertad y seguridad jurídicas en el ejercicio
de sus actividades y profesiones.

La mayoría de la población tenía que trabajar para vivir –el pequeño artesano o
agricultor trabajaba duramente, en el mejor de los casos, ayudado por algún esclavo-. Había
esclavos privados y públicos; estos últimos o bien desempeñaban puestos auxiliares en la
administración o eran alquilados a la industria privada -en Atenas, especialmente la minera-.
Por lo general, recibían buen trato –excepto en las minas-, pues eran un bien valioso.

Ser ciudadano era participar en el gobierno de la polis, en sus instituciones y en la


defensa de la ciudad. Se era ciudadano en la medida en que se estaba dispuesto y en
condiciones de defender la ciudad con las armas. Aristóteles así lo afirma: “la politeia
(ciudadanía) ha de estar integrada solamente por aquellos que poseen armas”. Y defender la
ciudad era tambén defender su forma de vida propia, cuya expresión eran la constitución y las
leyes, las cuales despertaban profundos sentimientos de respeto en los ciudadanos. En
definitiva, los ciudadanos se identificaban con su ciudad, pues aquella era entendida como la
propia comunidad de los ciudadanos.

Salvo en Esparta, la educación en las ciudades griegas era privada, aunque ya durante el
periodo helenístico, algunas ciudades-estado establecieron escuelas públicas. Solamente las
familias adineradas podían contratar un maestro. Los niños varones aprendían a leer, escribir y
citar la literatura, cantar y tocar un instrumento musical. También se entrenaban como
soldados. Estudiaban para convertirse en buenos ciudadanos. Las niñas también aprendían a
leer, escribir y hacer la aritmética elemental para dirigir el hogar. Casi nunca recibían ninguna
educación después de la niñez. En cambio en Atenas, algunos jóvenes de familias ricas
ampliaban su cultura estudiando ciencias, música, artes, oratoria e, incluso, filosofía, ya fuera
siguiendo las enseñanzas de algún maestro famoso o integrándose en centros como la
Academia platónica o el Liceo aristotélico, los centros culturales más importantes de la época.

En cuanto al desarrollo económico, en el s. IV a. C., Grecia todavía tenía la economía


más avanzada del mundo, como demuestra el salario diario que, de media, percibía un
trabajador griego: en términos de trigo era cercano a 12 kg diarios, más de tres veces que el
de un trabajador egipcio.

Durante el s. IV se produjo una renovación de la cultura. En la escultura destacaron


Scopas, Praxíteles y Lisipo. El primero es el autor de la Ménade danzando; sus estatuas
presentan una expresividad que se aleja de la serenidad característica de las del s. V. Por su
parte Lisipo, creador de un nuevo canon de belleza, más estilizada, fue el escultor oficial de
Alejandro Magno, a quien acompañó en numerosas campañas.

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En el campo de la oratoria Isócrates y Demóstenes –este último, autor de las famosas


“Filípicas” y de las “Olínticas”- fueron las figuras más representativas. Ambos pretendieron la
unificación de Grecia para hacer frente a Macedonia y recuperar el esplendor perdido.

Jenofonte fue el más destacado representante de la historiografía de la época.


Continuador de la rigurosa obra de Tucídides, se caracteriza por aportar mucha información
geográfica y etnográfica.

1.3.Marco filosófico

Durante el siglo IV existen centros filosóficos como las escuelas pitagóricas, la Academia
platónica y la escuela de Aristóteles, el Liceo, además de las escuelas socráticas: cínicos,
cirenaicos y megáricos. Pero con el reinado de Alejandro Magno y el de sus sucesores, al
quedar la ciudad-estado englobada en un conjunto más amplio, el individuo, como vimos,
pierde su antiguo marco de referencia, la polis, y se encuentra a la deriva. Se le hace necesario
contar con una guía que le oriente en su vida, inmersa ahora en una gran sociedad. De este
modo, el cosmopolitismo, con su ideal de ciudadanía universal, y el individualismo pasan a
primer plano y la filosofía toma una orientación predominantemente ética y práctica, se
centrará en la búsqueda de la felicidad. El escepticismo, el epicureísmo y el estoicismo serán las
escuelas principales del periodo helenístico.

El fundador del escepticismo fue Pirrón, nacido en Elis (el Peloponeso) hacia el 360 a. C.
Consideraba que la percepción sensorial no proporciona un conocimiento real de las cosas
mismas y no podemos ir más allá de las apariencias. Y éstas son tan vagas y contradictorias que
nunca alcanzamos seguridad. Nuestra actitud en el mundo debe ser suspender el juicio. Si en
realidad no podemos saber si algo es un mal o un bien, debemos permanecer serenos ante lo
que suceda. Y así encontraremos la felicidad, que consiste en la ataraxia (imperturbabilidad de
ánimo).

Epicuro, nacido en Samos hacia el 341 a. C., fundó su escuela –la escuela epicúrea o
epicureísmo- en un jardín que compró en Atenas. Dividía la filosofía en lógica, física y etica y
consideraba que las dos primeras estaban subordinadas a la última. La función de la física debía
ser liberar a los hombres del temor, pues impide alcanzar la felicidad. Y el atomismo es la
concepción más adecuada para ello, ya que reduce todo lo que existe a átomos y vacío.
También el alma es material y se disuelve con la muerte (no hay lugar, pues, para temer a la
muerte o a los castigos de ultratumba). La felicidad es concebida como placer que, para Epicuro
es, en realidad, ausencia de dolor. La ataraxia es el estado ideal, lo que busca el sabio.

El fundador de la escuela estoica fue Zenón de Citio, nacido en Chipre en 332 a. C.


Impartía sus enseñanzas en un pórtico pintado (stoa poikile) y de ahí procede el nombre. El
estoicismo pervivió durante siglos y arraigó entre los romanos –Séneca y el emperador Marco
Aurelio fueron ilustres estoicos- hasta que el cristianismo logró imponerse. Pero su influencia
resurgió en los siglos XVI y XVII y la encontramos en pensadores tan importantes como
Montaigne y Descartes, y en escritores de la talla de Quevedo. Los estoicos eran deterministas

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-todo lo que sucede, sucede necesariamente, no hay azar- y consideraban que la libertad
consiste en la posibilidad de aceptar que todo está regido por el destino, la razón universal.
También dividían la filosofía en física, lógica y moral. Esta última intenta guiar la conducta para
alcanzar la felicidad, que se encuentra en la aceptación del destino con ánimo sereno: apatheia.

2. La realidad

2.1. El ser o existencia: lo común a todos los entes

Platón, como Parménides, redujo el movimiento y el cambio a mera apariencia y pensó


el ser, la realidad, fuera del tiempo y del movimiento. Considerando que la esencia de las
cosas, su ser, está en un mundo trascendente y que el mundo sensible no es la verdadera
realidad, no se ocupó del estudio de la naturaleza. Pero para Aristóteles la única realidad que
existe es la physis (naturaleza). Así la reflexión sobre la naturaleza recupera su lugar central en
el pensamiento. Pues el estagirita quiere hacer inteligible la experiencia, quiere dar cuenta de
los fenómenos y de los seres físicos. Y ocurre que el movimiento y el cambio son hechos
innegables, como lo son la multiplicidad y diversidad del ser, de lo que existe.

Además, para Aristóteles la filosofía es un saber de tipo científico y el filósofo es quien


posee la ciencia de lo universal -pues quien conoce lo universal conoce todos los casos
particulares que caen bajo lo universal, afirma-, por lo que no renunciará a buscar la unidad
del ser e investigará sus primeros principios y causas. Y así, el estudio de la naturaleza, la
ciencia física, le conducirá a la investigación de lo que está “detrás” (metá) o “más allá” de las
cosas físicas (tá physiká). Para Aristóteles la Filosofía es Metafísica porque se ocupa de estudiar
las causas últimas de la realidad, las cuales están más allá del mundo físico. Y por influencia de
Aristòteles la filosofía será considerada sobre todo metafísica hasta Kant.

Aristóteles parte de la evidencia empírica, de la experiencia. Y lo que sabemos por


experiencia es que en la realidad hay individuos de distintos tipos, hay entes, cosas que existen
(entes matemáticos, físicos, naturales, artificiales…) Pero, buscando lo universal, afirmará que
todos los entes coinciden en algo: existen, son. Y, además, son individuos. Por eso, para
Aristóteles, todo lo que existe es substancia, es decir, subsiste –existe- por sí mismo. La
realidad está constituida por substancias, no por esencias como consideraba Platón.

Además, para Aristóteles la característica distintiva de lo real es el movimiento, por lo


que será necesario hacerlo inteligible, explicarlo.

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La generación y la corrupción (cambios) los considerará como clases fundamentales de


movimiento que afectan a los seres vivos, las sustancias orgánicas, que son para el estagirita las
entidades modelo.

Para explicar la generación y la corrupción, Aristóteles se sirve de la teoría hylemórfica


de la sustancia y de la distinción entre potencia y acto. La teoría de las cuatro causas -
material, formal, eficiente y final-, servirá para explicar los fenómenos y dar cuenta de la
existencia de todos los entes.

2.2. La teoría hylemórfica de la sustancia:

En el sistema de Aristóteles la materia (hylé) y la forma (morphé) son principios


explicativos de la generación y de la corrupción de las sustancias. Y la entidad existente, el
individuo concreto (Sócrates o este árbol, por ejemplo) es la sustancia primera. La sustancia
segunda es el género (por ejemplo, animal) y la especie (caballo), que son algo real, pero no
existen independientemente de los individuos. El objeto de la ciencia es la sustancia segunda,
pues las especies subsisten mientras que los individuos concretos desaparecen, nacen y mueren.

Pero Aristóteles señala que el ser se dice de muchas maneras y, partiendo desde esta
reflexión, descubrirá un sistema categorial en el que se articulan lenguaje, pensamiento y
realidad. Así, considerará que la sustancia primera es el ser y los modos de ser son accidentes.
Son los géneros supremos del ser o categorías: la sustancia (primera) y sus accidentes:
cantidad (de un metro de largo), cualidad (blanco), relación (mayor), lugar (en el Liceo), tiempo
(ayer), posición (sentado), estado (vestido), acción (quema) y pasión (es quemado). Las
categorías o géneros supremos del ser permiten clasificar todo lo que existe y comprender los
diversos modos en que hablamos del ser.

La sustancia primera es un compuesto de materia y forma. Por ejemplo: en una esfera


de bronce tenemos la materia de la que está hecha, el bronce, y una forma, la forma esférica.
La producción de una esfera o de cualquier otra cosa consiste en informar (dar forma) una
materia, así surge una sustancia. La forma es la esencia de la sustancia y es lo que tiene en
común toda la especie, por lo que tiene carácter supraindividual. La materia, en cambio, es el
sustrato de la sustancia, lo que permanece a través de los cambios y es lo que individualiza a
los seres: Calias y Sócrates son lo mismo por la especie y se distinguen por la materia que
conforma a cada uno de ellos. Materia y forma son inseparables: ni existe forma sin materia ni
materia sin forma6. Platón había situado las esencias o formas en un mundo aparte, el mundo
inteligible. Aristóteles las restituye a las cosas; están unidas a la materia.

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Aristóteles distingue entre la materia próxima, la que constituye a un individuo concreto –por ejemplo, la carne y
los huesos de Sócrates- y la materia primera, que es indeterminada pero que podemos distinguir sólo
intelectualmente ya que, como hemos dicho, no hay materia sin forma y, de este modo, toda materia real –por
ejemplo, una masa de bronce sin modelar- es sustancia, tiene forma.

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Como hemos visto, la forma es la esencia, lo que determina lo que algo es, y es también
la naturaleza de cada cosa. Y la naturaleza, según Aristóteles, es el principio inmanente y la
causa del movimiento y del reposo de toda cosa natural. Por su propia naturaleza los seres
naturales no son estáticos sino que están en devenir, en continuo proceso de realización.

2.3. El movimiento: el paso de la potencia al acto

Con los conceptos de ser y no-ser Parménides no pudo hacer inteligible el movimiento o
cambio. Con la distinción “ser en potencia” y “ser en acto” Aristóteles lo hará inteligible.

Aristóteles entiende por movimiento cualquier clase de cambio. Así, distingue entre
cambio sustancial y cambio accidental. Cambio sustancial son la generación y la corrupción. El
cambio accidental puede ser cuantitativo (aumento/disminución), cualitativo (alteración) y
locativo (traslación). Y todo cambio, según Aristóteles, se efectúa del ser en potencia al ser
en acto.

El ser en potencia es aquello que un ser no es pero que podría llegar a ser. Por ejemplo,
una semilla no es un árbol pero puede llegar a serlo. La semilla es, pues, árbol en potencia. Y
cuando se desarrolle del todo y llegue a ser efectivamente un árbol, la potencia se habrá
actualizado. En todo ser “lo que ya es ese ser es el acto 7.

La materia está en potencia (pasiva) de la forma. Y la forma es lo que actualiza la


materia, la perfecciona y confiere al ser su potencia activa para obrar.

Para explicar cualquier cambio es necesario utilizar tres principios: el sujeto que
cambia, la forma y la privación de la forma. El sujeto que cambia pasa de la privación a la
posesión de una forma. Por eso Aristóteles dice que el movimiento no es ni acto ni potencia,
sino una especie de “acto incompleto”: es la actualización de lo que está en potencia mientras
todavía no está en acto. Cuando la potencia está acutalizada cesa el movimiento. Pero, en
definitiva, todo cambia desde el ser en potencia al ser en acto.

2.4.Las cuatro causas: la explicación científica de los seres físicos

Las cuatro causas que distingue Aristóteles son la causa material (la materia), la causa
formal (la forma, esencia o naturaleza), la causa eficiente (lo que da inicio al movimiento o
cambio) y la causa final (la finalidad de una cosa, aquello que tiende a realizar). Por ejemplo, en
una estatua de bronce, la causa material es el bronce del que está hecha la estatua, la causa

7
La potencia (dynamis) puede ser activa o pasiva. La potencia activa es el poder o facultad de producir una acción
o un efecto; se encuentra en el agente. La potencia pasiva es la posibilidad de pasar de un estado a otro o de
recibir la accón de una potencia activa; se encuentra en el que recibe la acción, el paciente.

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formal es la forma de la estatua, la causa eficiente es el escultor y la causa final es adornar un


templo.

Aristóteles considera que las cuatro causas son necesarias para dar una explicación
científica completa de la realidad. Pero tienen primacía la causa formal (la esencia) y la causa
final (el bien al que cada cosa tiende, su fin o telos), pues la esencia, como hemos visto, es lo
que determina lo que algo es. En el caso de los seres naturales, su esencia es su naturaleza y
ésta determina su movimiento hacia su plenitud, su fin, pues la concepción aristotélica de la
naturaleza es teleológica, es decir, Aristóteles considera que en la naturaleza todo tiende a un
fin que le es propio.

3. El conocimiento

Platón afirmaba que el conocimiento versa sobre lo universal y, por ello, consideraba
que el conocimiento sensible, al ser conocimiento de lo particular, era de segundo orden, no
era verdadero conocimiento.

Para Aristóteles el conocimiento es de lo universal y necesario. Es decir, además de


darse en todos los casos, el conocimiento ha de cumplir con la condición de que lo que se
conoce no pueda ser de otra manera y que sus objetos sean necesarios. Por ejemplo, el mundo
físico es necesario –considera Aristóteles- porque existe desde siempre y no puede no ser. Por
lo tanto, los principios de la ciencia de la naturaleza son necesarios.

Aristóteles distingue distintos grados de conocimiento:

1 Experiencia (empeiría). Es el conocimiento sensible. Se adquiere a través de las sensaciones


que obtienen los sentidos y que organiza la memoria. No es conocimiento científico, pues es
conocimiento de lo particular. Pero, al ser el primero, el más inmediato, es el más claro para los
seres humanos. Lo comparten algunos animales.

2. Conocimiento intelectual. Es el conocimiento de lo universal. Es exclusivo del ser humano,


pues es dado a través del intelecto, el nous.8

8
Dentro del conocimiento intelectual Aristóteles distingue: Tekhne: superior a la experiencia,
es conocimiento de lo universal pero no necesario y es el propio de las ciencias de la
producción; Phrónesis : es el conocimiento acerca de las acciones humanas, propio de las
ciencias prácticas; es también conocimiento de lo universal pero no necesario ; Episteme: es un
conocimiento acerca de lo universal y necesario, funciona demostrativamente, por lo que parte
de principios-; Nous: el nous o inteligencia es lo que nos permite conocer en una intuición
intelectual los principios, ya sean estos válidos para una sola ciencia (tesis) o generales
(axiomas) como el principio de no contradicción; Sophía: es la forma plena de saber; conocidos
los principios, se demuestra cómo se derivan a partir de ellos, de modo necesario, todas las
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Aristóteles señala que los sentidos son facultades de conocimiento que requieren la
presencia de un objeto sensible, que es siempre una cosa individual, y que actualiza la
capacidad de sentir. El entendimiento es la facultad que piensa lo universal, las esencias. Para
que el entendimiento pase de la potencia al acto de pensar, ha de partir de la sensación y
acumulando experiencias gracias a la memoria, llega a la esencia universal común por un
proceso de inducción9. Para ello interviene la imaginación (phantasia), que es la facultad que
media entre la sensación y el pensamiento pues, en opinión de Aristóteles, el entendimiento
no puede actuar sin imágenes.

Para Aristóteles la ciencia es conocimiento de lo universal y necesario y procede por


demostración, por lo que es conocimiento por las causas. Es el conocimiento de lo verdadero y
cierto.

Aristóteles inventó el silogismo, un procedimiento demostrativo que parte de lo


universal (un principio general) y establece una conclusión que se sigue necesariamente del
punto de partida. Consta de tres términos: mayor, medio y menor. El valor demostrativo
reside en la inclusión de unos términos en otros. Por ejemplo: Todos los hombres son mortales,
Sócrates es hombre, por lo tanto, Sócrates es mortal.

La demostración es una clase de silogismo que parte de principios evidentes e


indemostrables (ya sean axiomas o sean tesis). Es el procedimiento científico fundamental.
Parte de principios obtenidos por inducción (que puede ser una intuición) y conduce a una
conclusión necesaria. El término medio explica la causa de la conclusión.

verdades de una ciencia, los teoremas-.

9
La inducción es un proceso de generalización que parte de la observación o la enumeración de
una serie de casos particulares y establece un enunciado universal acerca de una clase de
objetos. Aristóteles pone el ejemplo de la observación de varios casos de animales sin hiel (la
mula, el caballo, el ser humano, etc.). Todos ellos viven muchos años. La generalización a la que
llega es que los animales sin hiel son longevos.

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4. El ser humano

Para Aristóteles el ser humano, como todo ser vivo, es una sustancia natural: la unión
del cuerpo, que es sustrato (hypokeimenon), materia (hyle), potencia, y el alma (psyché), que
es la esencia o forma, el acto y el fin. Esta unión de alma y cuerpo no es accidental, como
pensaba Platón, sino sustancial.

A ser el alma principio y causa de la vida, es lo que actualiza la vida en potencia de un cuerpo
que, sin alma, sería sólo materia. Por lo tanto, todos los seres vivos tienen alma y de ella
dependen todas las operaciones y facultades vitales. En tanto principio vital, los vegetales
tienen alma vegetativa, que es el principio de las funciones de nutrición, crecimiento y
reproducción. Los animales tienen alma sensitiva que, además de ser el principio de las
funciones vegetativas, es principio del conocimiento sensitivo, del apetito que sigue a dicho
conocimiento y de la facultad locomotriz. Y los seres humanos tienen alma intelectiva (racional)
que, además de ser el principio de las funciones vegetativas y sensitivas, es principio del
conocimiento racional y de la voluntad libre.

Como el alma es el principio vital, muere con el cuerpo. Sin embargo, Aristóteles aplica
la teoría de la potencia y el acto al alma intelectiva y dice que la intelección es el acto común de
la inteligencia y de lo inteligible. Lo que hace pasar la potencia de la inteligencia y lo inteligible
al acto común de intelección es un principio intelectual en acto (pues lo que está en potencia
no pasa a acto más que a través de la acción de algo que ya está en acto). Deja así lugar para
diversas interpretaciones10.

El alma, principio y causa del movimiento, como hemos dicho, es forma específica
(eidos), además de ser causa final. En tanto causa final, señala la perfección específica de lo
que algo es por naturaleza y su fin último. En los seres humanos ese fin último, el bien
supremo, es lo que llamamos felicidad pues, aunque hay muchos bienes distintos, la felicidad
es el único que se busca por sí mismo y nunca por otra cosa.

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Desde este afirmación de Aristóteles Teofrasto iniciará una tradición que se extiende a lo
largo de la Edad Media árabe y latina según la cual se distingue entre un intelecto agente (en
acto) y un intelecto paciente (o en potencia). La identidad del intelecto agente será objeto de
debate: podría tratarse del intelecto individual en lo que tiene de trascendente (interpretación
de Tomás de Aquino), podría tratarse de Dios (Alejandro de Afrodisia) o podría tratarse de la
unidad de la razón, igualmente extendida en todos los hombres (Averroes).

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El problema es determinar en qué consiste la felicidad, pues para unos es la gloria, para
otros la sabiduría, para otros el placer… Para Aristóteles, la felicidad es actividad, no consiste
en ser sino en hacer, pues el bien de cada ser es acto, la actualización de su potencialidad y,
como hemos visto, la felicidad es el bien supremo. Como vimos, el acto de cada ser es el más
conforme a su esencia, por lo que en el caso del hombre, ser racional, su acto, su bien, será la
vida contemplativa que, además de ser su propio fin, no necesita de cosas exteriores.

Sin embargo, Aristóteles admite que la vida contemplativa está por encima de la
condición humana y que el hombre, suponiendo que llegue a ella, vivirá “no en cuanto hombre,
sino en cuanto que exista algo de divino en él”. De este modo, aunque afirma que el hombre
feliz es aquel que, como un dios, “no necesita de nada ni de nadie”, se muestra sensible al
sentimiento popular de lo trágico de la vida y admite que la felicidad depende de condiciones
sobre las que el individuo no tiene poder: realizar la vida hasta su término, pues “la felicidad y
la dicha no son obra de un solo día ni de un breve espacio de tiempo”y poseer bienes
corporales –salud e integridad- y exteriores –riqueza, buena reputación, poder-, pues, en su
opinión “no se es completamente feliz si se tiene un aspecto lamentable, si se es de humilde
extracción o si se vive solo y sin hijos”. Pero nos anima al coraje, pues añade que el hombre
virtuoso es aquel que saca partido de las circunstancias para actuar siempre con la mayor
nobleza posible, semejante a un buen general que utiliza en la guerra las fuerzas de que
dispone del modo más eficaz. Es decir, nos invita a contentarnos en la vida utilizando aquello
que tenemos del mejor modo posible.

Aristóteles define la felicidad como “la actividad del alma dirigida por la virtud”. Y, si
bien rebate a quienes consideraban el placer como el bien soberano, no considera el placer
como algo contrario o ajeno a la vida virtuosa. En opinión de Aristóteles, el placer acompaña a
la felicidad legítimamente, pues las acciones virtuosas son agradables por sí mismas y el
hombre virtuoso encuentra placer al obrar con virtud.

Aristóteles define la virtud como una “disposición selectiva que consiste en un término
medio relativo a nosotros, determinado por la razón tal y como decidiría una persona
prudente”. La prudencia, una virtud dianoética11, se convierte en la virtud ética de la cual
depende toda acción virtuosa, pues de la prudencia depende el hallazgo del término medio en
cada caso concreto. La virtud es hábito, dice Aristóteles, se adquiere con la práctica, realizando
acciones virtuosas de modo constante. Pero, además, depende de la educación, la cual es, en
último término, tarea del Estado.

11
El ser humano se caracteríza por sus funciones intelectuales, las cuales dependen del alma racional. Pero
comparte con los demás animales las funciones sensitivas. Éstas son el origen de sus apetitos. Desde esta
perspectiva, Aristóteles distingue entre virtudes éticas y dianoéticas. Éstas últimas son el arte, la prudencia, la
ciencia, la intelección y la sabiduría. Es decir, coinciden con los grados de conocimiento intelectual, pues la
disposición permanente hacia la actividad intelectual es, a decir de Aristóteles, una forma de virtud. Las virtudes
éticas (templanza, valentía, etc.) consisten en la moderación de los apetitos por la razón. El intelecto será lo que
imponga la actuació justa, la que realiza el justo término medio entre dos extremos viciosos, uno defecto y otro
por exceso: por ejemplo, el valor está entre la cobardía y la temeridad.

1
ARISTÓ TELES (384-322 a. C.)

En “Ética a Nicómaco” Aristóteles afirma que el bien es deseable cuando interesa a un


solo individuo pero que “se reviste de un carácter más bello y más divino cuando interesa a un
pueblo y a un Estado entero”, por lo que la ética conduce a la política y se subordina a ella.

5. La sociedad

Para Aristóteles, ya que el individuo aislado no se basta a sí mismo, debe ser referido a
la totalidad. De este modo, el estado es anterior, por naturaleza, al individuo, como el todo es
anterior a cada una de las partes. La prioridad del Estado se basa en el hecho de que sólo él
puede bastarse a sí mismo. Pero se trata de una autarquía ética y humana, lo cual justifica su
existencia: sólo en el Estado el individuo puede alcanzar el bien al que tiende por naturaleza, su
perfección, el bien y la justicia. Y esto es así por naturaleza, pues ésta “no hace nada en vano y
el hombre es el único animal dotado de palabra”. En efecto, el hecho de que el hombre esté
por naturaleza dotado de palabra pone de relieve que puede tener relaciones de utilidad y
justicia con sus semejantes y que, por lo tanto, sólo puede acceder a la humanidad verdadera
dentro del marco del estado. Es decir, la capacidad de hablar revela que el ser humano es el
animal político (o comunitario) por excelencia y que la humanidad necesita del Estado para
realizarse.

Aristóteles, a diferencia de Platón, considera que es necesario distinguir entre la mejor


constitución en absoluto y la mejor constitución posible dadas las circunstancias, pues esta
última es la que la política real y concreta deberá llevar a la práctica atendiendo a aspectos
como la geografía y la historia. La política es una ciencia empírica. Y desde esta consideración,
si bien Aristóteles recoge la clasificación de los sofistas según la cual la tiranía, la oligarquía y la
democracia son las formas degeneradas de la monarquía, la aristocracia y el gobierno
constitucional12, no otorga la primacía a ninguna forma de gobierno y defiende una política
sustentada en las clases medias y dirigida por los mejores. Adaptarse a la naturaleza concreta
de los seres humanos y a otras circunstancias determinadas parecería ser en el ámbito político
como en el ético, lo mejor, la actuación prudente. Aristóteles no superó la polis como marco de
referencia de su reflexión política y consideró absurdo el universalismo de Alejandro Magno.

6. Dios

Aristóteles divide el mundo físico en dos zonas, la zona sublunar –el plano físico
terrestre- y la zona supralunar –el plano físico celeste. Las sustancias de esta última zona, las
sustancias celestes, son las esferas y los astros, que son sustancias móviles, pero tienen un
único movimiento: el movimiento local circular. Están constituidas por materia inteligible: el
éter. Por la perfecta regularidad, circularidad y eternidad de su movimiento, Aristóteles las
considera “lo visible entre las cosas divinas”.

12
La monarquía, la aristocracia y el gobierno constitucional serían formas de gobierno justas, pues buscarían el
bien común y los mejores y más virtuosos llevarían el gobierno.

1
ARISTÓ TELES (384-322 a. C.)

Los móviles del mundo sublunar no poseen el movimiento en acto, por lo que es
necesaria una causa motriz en acto de sus movimientos y, así, con respecto a los móviles del
mundo sublunar, Aristóteles plantea el principio “Todo lo que se mueve es movido por algo”.
Pero el propio motor, en virtud de este principio, recibe su movimiento de otro motor. Y
Aristóteles considera que es necesario detenerse en la concatenación de las causas. Por esta
razón plantea la existencia de un Primer Motor Inmóvil.

En el libro Lambdade la Metafísica Aristóteles afirma que este Primer Motor es


incorpóreo, inextenso y separado de aquello que él mueve. No mueve por contacto, como los
motores del mundo sublunar, sino que según una analogía tomada de la experiencia
psicológica, Aristóteles afirma que mueve como algo deseable, como mueve el objeto de amor.
Es decir, mueve como causa final, no tiene ninguna acción eficiente sobre el mundo. El Motor
Inmóvil es acto puro, pensamiento que se piensa a sí mismo.

El Dios de Aristóteles es hasta tal punto trascendente que el único predicado que se
puede atribuir correctamente a Dios es la Esencia. Es por esto que se ha dicho que Aristóteles
es el precursor de la teología negativa según la cual el hombre puede hablar de Dios
únicamente mediante negaciones.

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