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Secuencia: 4

Sesión :2
La Planchada
 San Luis Potosí
El antiguo Hospital se encontraba entre los barrios de El Montecillo y de San
Sebastián, cerca del costado sur del Templo de San José.

Cuentan que entró a formar parte del personal una enfermera llamada Eulalia, de
buena presencia, quien desde el principio dio muestras de profesionalismo y
diligencia; por lo tanto, se ganó la simpatía y el aprecio del personal médico y
administrativo.

Eulalia repartía su tiempo entre su trabajo en el hospital y en atender a su familia,


que consistía en su madre y dos hermanos menores. Llevaba una vida tranquila,
sosegada y, al mismo tiempo, activa; nada perturbaba el horizonte de esta eficaz
mujer.

Años después se inauguraba un flamante hospital con el nombre de Hospital


Central Dr. Morones Prieto, y a este hospital pasó la mayor parte del personal del
antiguo Hospital Civil; entre el que se encontraba Eulalia. A este mismo lugar llegó
a hacer sus prácticas profesionales un doctor de nombre Joaquín, quien al poco
tiempo de conocer a Eulalia la hizo su novia. Duraron un tiempo así y, como todo
marchaba bien, Joaquín le propuso matrimonio a la inocente enfermera, ella
aceptando. Sólo como condición el joven doctor le pidió que lo esperara seis
meses porque tenía que tomar un curso de medicina en Monterrey.

Pasó el tiempo y, cuando estaba por cumplirse el lapso, Eulalia, con la ilusión de
que pronto se casaría compró el vestido de novia, Al mismo tiempo, en el hospital
hubo un baile y cuando le preguntaron a Eulalia si asistiría, ella dijo que no porque
no estaba su novio Joaquín. Uno de los doctores le dijo que estaba equivocada,
porque Joaquín se había marchado a Monterrey a casarse.

Tal noticia derrumbó a Eulalia, cambiándola por completo. Trataba de mala gana a
los pacientes, no les daba sus medicinas y se dice que muchos murieron por sus
negligencias. Transcurrió el tiempo y la enfermera, tras una penosa enfermedad.
Murió en el mismo hospital donde trabajaba.

Se cuenta que desde entonces en este hospital se aparece una enfermera


pulcramente vestida de blanco y que, de vez en cuando, atiende pacientes.

Una mañana, entró una de las nuevas enfermeras al cuarto de un paciente y lo


saludó:

-¿Cómo está? ¿Cómo pasó la noche?


-Bien, gracias a Dios y gracias también a la enfermera que pasó en la noche a
inyectarme.

La enfermera muy extrañada le preguntó quién lo había inyectado, a lo que el


paciente le contestó:

-Una enfermera vestida de largo, con su ropa bien almidonada.

Aun cuando la nueva enfermera sabía que no podía ser, nada dijo al paciente.

A la hora de comer, le comentó esto a una de las enfermeras que más tiempo
llevaban trabajando en el hospital, quien le contó la historia de la enfermera
Eulalia.

-Seguramente es “La Planchada”; le decimos así porque siempre anda muy


almidonada, con la bata bien planchada, jamás se le arruga, ni se le ensucia. También
se aparece en los pasillos y se introduce en los cuartos de los pacientes, varias de las
enfermeras y de los doctores la hemos visto.

Hoy en día, en el Hospital Central ya se han acostumbrado a ver deambular por


los pasillos, o saber que ha entrado en los cuartos de algunos pacientes, a una
enfermera con su vestido largo blanco, impecable y almidonado. Incluso, nadie
duda que alguna vez haya asistido como ayudante en las operaciones que los
nuevos médicos practican en el quirófano, pues fue precisamente en la sala de
operaciones en donde Eulalia empezó su trabajo de enfermería.

NOTA: Se dice que la Planchada es una leyenda del Distrito Federal, pero esto es
mentira ya que los primeros registros vienen de San Luis Potosí, por lo que se
sospecha de un plagio mal adaptado.

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