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Se comenta con gran temor el misterioso caso en el que en una fría y solitaria
madrugada del mes de Noviembre de hace ya mucho tiempo en nuestra ciudad,
algo verdaderamente terrorífico le aconteció a un chofer de taxi.
Sucedió que el Sr. Morales, quien venía manejando su taxi al norte de la ciudad
y justo al pasar por fuera del Panteón del Saucito sintió un ligero escalofrío al
percatarse de una extraña presencia que le hacía la parada desde los antiguos
arcos de dicho lugar.
El taxista se detuvo mientras distinguía que era una dama vestida de negro quien
sin quitarle la mirada de encima, se iba aproximando al coche.
Al subir la dama al carro de sitio, el Sr. Morales pudo ver claramente una gran
tristeza reflejada en sus ojos así como también al escuchar esa ronca y seca voz
que le pedía la llevase a cierto templo.
La mujer descendió del taxi y caminó lentamente hasta las puertas del templo,
se arrodilló y rezó rápidamente no sin antes santiguarse y volver de nuevo al
taxi.
El Sr. Morales muy seguro le preguntó que a donde la llevaría dado a la peligrosa
hora que era ya y al contestarle la dama enlutada que ahora irían a la Parroquia
de San Miguelito, el chofer la llevó algo asombrado y la esperó por corto tiempo.
De nuevo ella le dijo al chofer con esa ronca y seca voz que ya solo le quedaba ir
a rezar a las puertas del Templo del Señor del Saucito para cumplir con una
manda que no pudo cumplir anteriormente y así fue, pues hizo lo mismo y regresó
al carro de alquiler.
Al subirse esta mujer, le pidió de favor dejarla de nuevo en los antiguos arcos
que están por fuera del panteón del Saucito, mismo lugar donde la recogió.
El Sr. Morales tomó tanto el sobre como la medalla de oro de mala gana ya que
no le pareció correcta la manera de proceder de la pasajera y al voltear de nuevo
a la parte trasera del taxi, el chofer se percató que estaba completamente solo
pues ya no estaba la misteriosa dama.
En seguida pudo ver a lo lejos que la dama enlutada se perdía entre los arcos del
panteón para desaparecer entre la espesa neblina del fúnebre lugar.
El chofer pensó que ya por lo cansado que estaba no pudo escuchar el cerrar de
la portezuela del vehículo y arrancó muy nervioso y confundido.
Y así fue pues al tocar en cierto despacho, pudo entrar e informarle al hermano
acerca de lo ocurrido.
Lamentablemente el chofer del taxi murió poco después de haberse dado cuenta
que se topó cara a cara con la mismísima muerte.
Se dice por ahí que murió víctima de una extraña enfermedad a la que nuestros
antepasados llamaban espanto.
¿¿Se atrevería a pasar a las tres de la madrugada por fuera de aquel antiguo
panteón??