Está en la página 1de 3

LA DAMA ENLUTADA

Se comenta con gran temor el misterioso caso en el que en una fría y solitaria
madrugada del mes de Noviembre de hace ya mucho tiempo en nuestra ciudad,
algo verdaderamente terrorífico le aconteció a un chofer de taxi.

Sucedió que el Sr. Morales, quien venía manejando su taxi al norte de la ciudad
y justo al pasar por fuera del Panteón del Saucito sintió un ligero escalofrío al
percatarse de una extraña presencia que le hacía la parada desde los antiguos
arcos de dicho lugar.

El taxista se detuvo mientras distinguía que era una dama vestida de negro quien
sin quitarle la mirada de encima, se iba aproximando al coche.

Al subir la dama al carro de sitio, el Sr. Morales pudo ver claramente una gran
tristeza reflejada en sus ojos así como también al escuchar esa ronca y seca voz
que le pedía la llevase a cierto templo.

Inmediatamente el chofer le dijo que por ser las tres de la madrugada, ya el


templo estaría cerrado pero la misteriosa mujer insistió diciendo que solo se
arrodillaría unos minutos para rezar por fuera de las puertas.

Y así fue como ambos personajes llegaron en medio de la completa oscuridad al


Templo de Sn. Francisco.

La mujer descendió del taxi y caminó lentamente hasta las puertas del templo,
se arrodilló y rezó rápidamente no sin antes santiguarse y volver de nuevo al
taxi.

El Sr. Morales muy seguro le preguntó que a donde la llevaría dado a la peligrosa
hora que era ya y al contestarle la dama enlutada que ahora irían a la Parroquia
de San Miguelito, el chofer la llevó algo asombrado y la esperó por corto tiempo.

Y así fueron recorriendo otras cuatro iglesias más, en donde la misteriosa y


pálida mujer se bajaba del carro y caminaba muy lento hasta arrodillarse y rezar
por fuera de las distintas puertas de cada una.

De nuevo ella le dijo al chofer con esa ronca y seca voz que ya solo le quedaba ir
a rezar a las puertas del Templo del Señor del Saucito para cumplir con una
manda que no pudo cumplir anteriormente y así fue, pues hizo lo mismo y regresó
al carro de alquiler.

Al subirse esta mujer, le pidió de favor dejarla de nuevo en los antiguos arcos
que están por fuera del panteón del Saucito, mismo lugar donde la recogió.

Al taxista le pareció extraño no llevarla a alguna casa sino al camposanto ya que


no era común dejar a alguien a esas horas y aún más estando obviamente cerrado.

Al momento de llegar al panteón, la singular mujer lo observaba con una fría


mirada mientras le daba un sobre cerrado y a parte una medalla de oro pues no
traía dinero para pagarle pero le dijo que fuera a cobrarle a su hermano a la
dirección escrita en dicho sobre que segundos antes la mujer le había dado en
sus temblorosas manos.

El Sr. Morales tomó tanto el sobre como la medalla de oro de mala gana ya que
no le pareció correcta la manera de proceder de la pasajera y al voltear de nuevo
a la parte trasera del taxi, el chofer se percató que estaba completamente solo
pues ya no estaba la misteriosa dama.

En seguida pudo ver a lo lejos que la dama enlutada se perdía entre los arcos del
panteón para desaparecer entre la espesa neblina del fúnebre lugar.

El chofer pensó que ya por lo cansado que estaba no pudo escuchar el cerrar de
la portezuela del vehículo y arrancó muy nervioso y confundido.

A la mañana siguiente, el taxista al mirar la antigua medalla de oro se dio cuenta


que ésta llevaba inscrito en la parte posterior el nombre de Socorro y en seguida
se dispuso a ir a buscar al hermano de la misteriosa mujer quien le aseguró era
un licenciado.

Y así fue pues al tocar en cierto despacho, pudo entrar e informarle al hermano
acerca de lo ocurrido.

El hermano quedó impávido al escucharlo y al ver la medalla de oro le dijo que


efectivamente era la misma medalla de su hermana mayor.

De inmediato le pagó con cierto recelo al taxista confesándose que su hermana


Socorro había muerto meses antes sin haber cumplido una manda pues falleció
repentinamente habiendo quedado ésta pendiente.
Se dice que el taxista al oír lo que el licenciado le decía sintió un gran terror al
recordar esa voz de ultratumba así como la funesta mirada de aquella mujer y
salió corriendo sin aceptar el pago.

Lamentablemente el chofer del taxi murió poco después de haberse dado cuenta
que se topó cara a cara con la mismísima muerte.

Se dice por ahí que murió víctima de una extraña enfermedad a la que nuestros
antepasados llamaban espanto.

Y usted, mi estimado lector…

¿¿Escuchó acerca de la dama enlutada??

¿¿Sabía que la misma visitó siete templos en esa misma ocasión??

¿¿Se atrevería a pasar a las tres de la madrugada por fuera de aquel antiguo
panteón??

También podría gustarte