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Instituto de Investigación y Capacitación en Desarrollo Infantil, Huaxyacac

Técnica:
El Principio de Premack

Ámbito de Su uso más común es para incrementar

aplicación: (reforzar) aquellas conductas deseables

de baja ocurrencia: incrementar el

tiempo de trabajo en clase, potenciar el

aprendizaje de una materia concreta o,

también, reducir conductas disruptivas

en clase cuando éstas no son de

excesiva gravedad.

Edad: Puede aplicarse en todas las edades

cambiando las formas y los refuerzos.

Tanto en Educación Ordinaria como en

la Especial.

Puntos Es una técnica poco intrusiva en la que

fuertes: es el niño el que tiene el propio control

de las consecuencias. Es decir, si

efectua la conducta que le solicitamos

tendrá contingentemente a su

disposición la situación reforzante.

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Limitaciones: Para que funcione es necesario

conocer cuales son las conductas más

reforzantes para cada niño. Su

aplicación en grupo puede ser

complicada debido a que las áreas de

interés de cada alumno pueden variar.

Vamos a explicar un poco mejor el principio. Lo que hizo Premack es observar


en una situación experimental las opciones naturales que los niños preferían
al ofrecérseles dos opciones. La primera era jugar a maquinitas (en aquel
entonces jugar al pinball, hoy podría ser cualquier tipo de juego al ordenador)
y la segunda comer golosinas o “chuches”.

En los niños que prefirieron jugar al pinball se estableció que esa era la
respuesta reforzante, igualmente para los que prefirieron las golosinas,
mientras que la otra opción pasaría a ser una conducta menos probable o
apetecible en una situación de libre elección.

Pero lo realmente interesante es que Premack verificó experimentalmente que


podíamos utilizar la conducta más probable (la que le gusta al niño) para
reforzar la ocurrencia de la menos deseada o probable.

Aplicación
Para no extendernos en más consideraciones técnicas, lo que se deduce a
efectos prácticos es que, si sabemos cuales son las actividades que más le
gustan al niño, podemos utilizar éstas para reforzar la presencia de otras que
le son menos agradables. Por ejemplo: imaginemos un niño que le encanta
dibujar en clase pero no soporta las matemáticas. En ese caso lo que
podemos hacer es darle la oportunidad al niño de que efectúe su actividad
preferida por más tiempo (actividad reforzante) contingentemente a aumentar
el tiempo dedicado a las matemáticas (actividad menos preferida).

También podemos supeditar el tiempo dedicado actividades lúdicas diversas


(las de su agrado) al compromiso de aumentar progresivamente el tiempo a
ciertas materias o actividades que no le gustan tanto o presenta problemas.

Otros ejemplos aplicados:

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➔ Después de realizar un número determinado de operaciones


matemáticas (conducta de baja frecuencia) puede dedicar un tiempo
establecido a una actividad muy habitual en él (dibujar, pintar,
plastilina).
➔ Después de permanecer atento y efectuar una actividad de Lectura
durante el tiempo establecido (conducta baja frecuencia), a
continuación puede dedicar un tiempo a trabajar con recortables
(conducta de alta frecuencia o reforzador de actividad).

Hay que tener en cuenta que la diferencia fundamental con otras técnicas
operantes (refuerzo, coste de la respuesta, etc...) es que aquí el reforzador no
es un objeto, ficha, premio o cualquier otro elemento primario sino una
conducta de alta probabilidad de ocurrencia en un individuo concreto
(dibujar, pintar, jugar en el ordenador, etc...). Igualmente el objetivo del cambio
es una conducta de baja probabilidad de ocurrencia pero que deseamos que
aumente (estudiar, no levantarse de la mesa en la escuela, obediencia,
atención, etc...).

Orientaciones generales:

La técnica puede adaptarse a diferentes edades y tomar diferentes formas,


preferentemente y, según nivel del niño, a partir de los 7 u 8 años. Es una
técnica básicamente de aplicación individual ya que dependemos de las
preferencias naturales del niño, pero puede también aplicarse colectivamente
ya que hay actividades que son del gusto de la mayoría de jóvenes (deportes,
ordenadores, etc...).

Hay que ser creativos en su aplicación y el secreto está en encontrar la


conducta de alta frecuencia que nos sirva como reforzador adecuado en
cada caso.

En algunos casos, suele funcionar muy bien apoyarse con registros o gráficos
visuales (especialmente en el ámbito de la educación especial) en donde el
niño pueda ver que tiene a su disposición la actividad reforzante.
Igual como ocurre en la aplicación de otras técnicas, es necesario
asegurarnos que el niño consiga algunos pequeños logros al principio para
que no se nos desmotive.

A nivel de grupo señalar que, tras la planificación previa, podemos mejorar


aspectos del funcionamiento del mismo dentro del aula. A tal efecto puede
crearse un registro colectivo donde la consecución de los objetivos marcados

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comporte beneficios para el grupo en forma de tiempo libre extra, cambios a


actividades más gratificantes (aumentar tiempo de juego), o mejorar
colectivamente la nota con un plus pactado con anterioridad.
Las posibilidades son muchas y sólo dependen de la imaginación de las
personas que la aplican y las limitaciones o posibilidades del grupo o escuela.
Con el tiempo, se espera que las nuevas conductas que han tenido que ser
reforzadas al principio con actividades gratificantes, vayan progresivamente
consolidándose y finalmente no necesiten ya del refuerzo inicial para seguir
en el repertorio del niño.

En definitiva, podemos aplicar el Principio de Premack para aumentar la


motivación hacia el trabajo pero también para fomentar aspectos de la
relación entre iguales, mejorar la cohesión del grupo o mejorar la
conflictividad en o entre alumnos concretos.

Caso práctico
Juan es un niño de 12 años que presenta episodios recurrentes de
desobediencia hacia su maestra con dificultades para centrar la atención y
alterando el buen funcionamiento de la clase. Lo que más le gusta es jugar en
el ordenador, en especial, los juegos de competición de coches. La única
ocasión que tiene de hacerlo en la escuela es en la hora semanal que tienen
de informática. No obstante, el tiempo de juego libre es sólo de unos 10
minutos ya que en el resto del tiempo se efectúan actividades programadas.

En este caso, aparte de otras medidas, se le planteó a Juan la posibilidad de


poder jugar hasta 20 minutos. No obstante, se le advirtió que si sus conductas
en clase continuaban este tiempo podría reducirse a 0.

Juan está acostumbrado a ser castigado y es consciente que sus problemas


conductuales le imposibilitan, de entrada, conseguir cualquier recompensa
mediante el sistema de fichas convencional al que no responde bien.
Es por ello que se pensó en utilizar el Principio de Premack combinado con el
coste de la respuesta.

De esta forma, se le comentó a Juan que el refuerzo estaba disponible (20'


juego ordenador en clase informática). Dependía de él para conservar ese
tiempo. El mensaje que se lanzaba al niño había cambiado. Ya no se trataba
de castigarlo si no era obediente (es el maestro quien toma la iniciativa como
ejecutor del estímulo punitivo), sino de hacerle ver que, de entrada, ya dispone
del reforzador (un tiempo adicional en su actividad favorita), sólo tenía que
esforzarse en no ser desobediente para disfrutarla (el peso recae sobre el
propio individuo que toma el control sobre las consecuencias).

Detalles de la intervención efectuada:

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Para concretar la actuación, se creó un registro con una barra que representa
que los 20 minutos de juego estaban disponibles al comenzar la semana (el
lunes). A medida que Juan efectuaba las conductas no deseadas esa barra
iba creciendo restándole el tiempo disponible. Es decir, Juan consume tiempo
de su juego favorito paralelamente a la aparición de las conductas negativas
(coste de la respuesta).

Antes de poner en marcha la intervención:

1) Se pactaron las conductas susceptibles de penalización para que no


hubiera discrepancias o dudas. Es decir, se especificó al niño de forma
concreta cuáles eran las conductas que consideramos desobedientes
(levantarse de la mesa en el aula cuando se está trabajando, negarse a
trabajar, etc...).

2) Se seleccionaron las conductas más molestas o persistentes para


actuar sobre ellas. No conviene actuar sobre muchas manifestaciones
conductuales a la vez. Una vez se produce la mejora sobre el objetivo
planteado pueden incorporarse otras conductas progresivamente para
su control o modificación.

El registro se formalizó y estaba disponible para ser visto cada vez que se le
restaba tiempo. Suele ser más eficaz que el niño visualice directamente sobre
un gráfico el estado de la situación que se lo expliquemos sólo con palabras.

Recordar que uno de los factores claves del éxito de esta técnica es que el
niño tiene directamente el control sobre las consecuencias de su conducta. Es
decir, ya tiene el premio de entrada, pero deberá ser capaz de controlar su
conducta para no perderlo. Ello lo hace más atractivo y diferente del castigo
clásico.

Juan siguió con malas conductas la primera semana de implantación del


registro, mejoró en la segunda y en la tercera consiguió disponer de todo el
tiempo de juego.

Apuntes finales
Al introducir estas técnicas lo que estamos haciendo es producir en el niño un
aprendizaje conductual nuevo e incompatible con su forma de proceder
actual. El mensaje que debe interiorizar no es: “si me porto mal me castigan”
sino: “si hago las cosas mejor me puedo beneficiar de ciertos privilegios y
pasármelo mejor.”

Como se ha visto en el caso práctico, las diferentes técnicas conductuales,


aplicadas a niños, no deben entenderse como estrategias estancas y rígidas

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sino como un conjunto de herramientas que pueden combinarse de diferentes


formas para adaptarlas a las peculiaridades de cada niño y/o situación.

Insistir en que cada alumno es un mundo y hay que buscar el punto


adecuado para cada uno de ellos. En algunos casos, en especial, en aquellos
que el trastorno de la conducta obedezca a causas multifactoriales como la
pertenencia a grupos marginales, de alto riesgo o factores genéticos, esta
técnica puede ser, por sí sólo ineficaz, dado que no existe la motivación
concreta hacia algo en particular. Puede que necesitemos
complementariamente otras actuaciones.

Finalmente señalar que hay que valorar cómo debemos aplicar la técnica
dentro del aula, es decir, estamos proporcionando un premio a un niño en
concreto para que intensifique ciertas conductas positivas. La duda puede
plantearse en el sentido de qué hacemos con el resto del grupo que ya está
funcionando bien. Una solución es extender los premios a todo el grupo o que
Juan efectúe la actividad en momentos concretos fuera del grupo. Todo esto
debe ser planificado según las circunstancias.

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