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No habemos nadaPor su parte, Isabel Cristhina Bettín, psicóloga especializada en niños

y adolescentes señala que “para hablar con un niño hay que ‘conectarse’ con él,
acercarse de forma cariñosa y empática, de tal manera que sienta el interés y la
cercanía del adulto”. Entonces, ¿cómo lograr esa conexión emocional de la que
hablan las expertas? A continuación, varias pautas:
 
El lenguaje corporal también “habla”
 
Los psicólogos infantiles y de familia coinciden en que es esencial ponerse al nivel del
niño de manera tal que se logre el contacto visual frente a frente y no de arriba abajo,
como ocurre cuando los adultos se quedan de pie. “Cuando les hablamos desde
nuestra altura ejercemos un poder físico que genera distancia”, sostiene Bettín. En
lugar de ello, los expertos recomiendan sentarse a su lado o agacharse para estar a
su altura y así crear proximidad y confianza. Tampoco se recomienda señalar a los
niños con el dedo sino más bien tomarlos de la mano de forma suave y cariñosa.
 
A su vez, la funcionaria del ICBF señala la importancia de comprender que los niños
no solo se expresan de forma verbal y que los padres deben estar atentos a sus
conductas. “Los papás debemos ser unos muy buenos detectives para identificar lo
que los niños nos quieren decir, para poder resolver, mediante el diálogo, cualquier
tipo de conflicto”, añade León.

Captar su atención, el primer paso


 
La mejor forma de iniciar la conversación es acudir a preguntas que le demuestren al
niño o a la niña que él o ella es importante. Andrea León, recomienda tener presentes
cuáles son los intereses de los niños y con base en ellos iniciar el diálogo: si el niño
está jugando podemos hacer preguntas como “¿a qué estás jugando?, ¿de qué se
trata ese programa de tv?, o ¿cómo se llaman esos personajes?”. La apertura del
diálogo también puede partir de preguntas relacionadas con su realidad cotidiana
como “cuéntame ¿qué fue lo que más te gustó del colegio hoy?, ¿qué te hizo poner
bravo? o ¿qué hiciste hoy con tus amigos?”. Ahora bien, en caso de que la niña o el
niño esté distraído, la doctora León aconseja lograr el contacto visual a través del
contacto físico suave.
 
Escucha activa y retroalimentación constructiva
 
“No podemos escuchar a un niño y seguir mirando el celular o lavando los platos. Los
niños necesitan que los escuchemos de forma activa, empática y verdadera”, aclara
Bettín. Una posición similar la tiene Annie de Acevedo, psicóloga y educadora experta
en crianza, quien sostiene que, toda vez que los niños empiezan a contar sus
experiencias, los padres deben demostrar un interés real en el relato. Esto se logra
validando sus sentimientos a través de expresiones empáticas como, “me alegra
mucho lo que me cuentas” o, “entiendo que estés triste”, y haciendo, a su vez,
preguntas tipo “¿cómo te sentiste en ese momento?”,” ¿cómo lo podrías hacer mejor
la próxima vez?”, etc.
 
Ahora bien, en caso de que se requiera hacer una retroalimentación, esta debe ser
constructiva ayudándole al niño a encontrar la manera de resolver el conflicto y
evitando a toda costa los señalamientos y los juicios de valor. “No debemos juzgar a
los niños. Si ellos se sienten criticados abandonan inmediatamente la comunicación”,
advierte Acevedo.
 
De igual forma, Andrea León, del ICBF, advierte que los padres no deben corregir sus
hijos a través del maltrato físico o la violencia verbal porque, en lugar de una
comunicación asertiva “lo que estarán promoviendo en el corazón de los niños es ira y
sentimientos que implican un costo emocional alto para ser tramitados”.

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