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Evidentemente la Universidad de Antioquia ha sido hogar.

Recuerdo la primera vez que la


pisé y que me recibió con una caída al suelo. Me dije a mí misma: gracias por la bienvenida.
Hace 5 años yo era otra y agradezco profundamente que mi mirada haya visto tantas cosas y
que se haya transformado. Gracias a toda persona que se cruzó en el camino incluso para
recordarme la forma en la que no quiero mirar.

Aprendimos quizá que no lo aprendimos todo y que buscaremos otros horizontes sin olvidar
dónde comenzamos. Porque jamás vamos a olvidar los pasillos, ni las risas, ni los llantos, ni
los textos, ni los poemas, ni los artículos, ni los reportajes, ni los proyectos, ni las películas.
Ni el deseo de querer escribir, editar, traducir, comunicar y hacer cine. No olvidaremos que
también quisimos irnos, que nos enojamos, que nos sentíamos insuficientes o quizá perdidas
y perdidos. Lo importante es que hoy nos hemos encontrado y que llevaremos a cada esquina
el amor que se siente por esta Universidad. Que nos dio tanto, que nos enseñó tanto. Porque
le juro a mi abuelo que está acá, que nunca, nunca tiré una piedra. Pero sí aprendí a
comprender tu miedo. Y qué claro que soy revolucionaria pero no lo podría ser sin mis
compañeras y compañeros que aún hoy sueñan querer quedarse para vivir una Colombia
menos injusta.

El coincidir en este espacio le permitió a mi corazón viajar a un resguardo indígena en Andes,


a Nariño y a través de historias, al Chocó. Quizá de otra forma no hubiera sucedido. Y por
eso hoy pienso que todo un territorio se está abrazando aquí para podernos llamar, Filólogas,
Filólogos, Comunicadoras y Comunicadores Audiovisuales y Multimediales,
Comunicadoras, Comunicadores, Periodistas, Comunicadores Sociales- Periodistas y
Magísteres en Comunicaciones.

Claramente también debo mencionar todas las veces que estas paredes y árboles vieron
nuestros corazones romperse. O quizá romperselo a alguien. O las pérdidas de las amigas y
amigos que no pudieron regresar porque su tarea en nuestras vidas era decir hola y adiós. O
las clases de los profes que nos iluminaban los ojitos y que nos repetiremos una y otra vez en
nuestras mentes, el tinto que aprendimos a amar después de una larga noche de trabajo, las
amistades que se hacían en un día y no volvían a repetirse. Las veces en las que el sonido de
las papas ya era parte del paisaje. - Por fa, ni se les ocurra tirarlas en este momento. -
Porque no solo somos carne ni textos académicos también somos emociones y experiencias y
eso nos recordará que jamás nos podremos desligar de nuestra humanidad.
Nos deseo a todas y todos constante cambio, que podamos seguir cuestionándonos y buscar la
luz para que cada una de nuestras profesiones se transforme no porque no hayan sido
suficientes, sino porque es necesario exigirles evolución.

Gracias al Bloque 12 por habernos recibido con los brazos abiertos. Desde hoy solo
podremos llevar su calor a cada trabajo, proyecto, texto e historia que nos encontremos en la
vida.

- Isabella Palacio Mesa, Comunicación Audiovisual y Multimedial

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