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Breve Análisis de la Pobreza en América Latina

La pobreza es un tema central tanto en la agenda social como en la agenda


política de los países de América Latina. Esto ha provocado que el tema se
ubique en el centro de la visión social tanto del Estado como de instituciones
financieras internacionales.

La importancia de la pobreza y sus repercusiones en los discursos, las


políticas y los programas gubernamentales han contribuido a generar
numerosos estudios a escala latinoamericana. Las publicaciones sobre esta
temática se han desplegado durante las últimas tres décadas y han producido
un verdadero campo de batalla que se despliega en tres terrenos: el de los
discursos que compiten por ganar una posición hegemónica dentro del
escenario académico; el de las teorías y conceptos que los investigadores
eligen o proponen para realizar estudios empíricos, y el de la toma de
decisiones por parte de funcionarios de agencias internacionales o estatales
dedicados a diseñar, llevar a cabo o evaluar políticas sociales.

Ante la persistencia de la pobreza, los marcos normativos propuestos por las


instituciones financieras internacionales han sufrido importantes
transformaciones. El cambio más importante ha sido la tendencia a incorporar
elementos que flexibilizan el economicismo y el reduccionismo que continúa
como núcleo del paradigma.En este contexto, se ha subrayado de manera
creciente el papel central de los "activos" económicos, sociales y culturales
de los pobres para permitirles hacer frente a las constantes crisis económicas
y las catástrofes naturales y familiares.

Otro tema que ha sido ampliamente abordado es el de la governance,


dimensión que subraya la necesidad de desarrollar mecanismos de
intermediación entre sociedad civil y Estado, para favorecer la participación
social y la descentralización política y encaminarlos a lograr un "buen
gobierno".

Un grupo cada vez mayor de autores latinoamericanos reconoce que la


pobreza es resultado de pautas estructurales de distribución de la riqueza y el
ingreso. Esto ha llevado a tomar en consideración no sólo a los individuos
tradicionalmente excluidos del mercado de trabajo debido a viejos patrones
socioculturales (Sojo, 2001; Sojo y Gacitúa, 2000), sino a quienes enfrentan
situaciones de precariedad laboral y bajos salarios, porque a los problemas
de informalidad, subempleo y desempleo se ha sumado un tema muy
importante: en muchos casos el trabajo formal, especialmente cuando se
trata de trabajo no calificado, no es ya garantía suficiente para superar la
pobreza

El análisis de la pobreza ha tendido a incorporar a numerosas categorías que


dan cuenta de las bases estructurales de la pobreza y la desigualdad en la
región, como:
La pobreza estructural.
Los nuevos pobres.
La exclusión social y laboral.
El empobrecimiento.

Los países de América Latina y el Caribe enfrentan diversos desafíos entre


ellos esta el principal que es la Pandemia (Covid-19), la cual ha evidenciado y
exacerbado las grandes brechas estructurales de la región y, en la actualidad,
“se vive un momento de elevada incertidumbre, en el que aún no están
delineadas ni la forma ni la velocidad de la salida de la crisis” (CEPAL, 2020h,
pág. 13).

Los efectos de la pandemia sobre las condiciones de vida de la población se


potencian con el paulatino aumento de la pobreza y la pobreza extrema y el
enlentecimiento del ritmo de disminución de la desigualdad observados en el
quinquenio previo a la crisis del coronavirus. Pese a los avances alcanzados
en lo que respecta a la reducción de la pobreza y la desigualdad y la
expansión de los estratos de ingreso medio entre los años 2002 y 2014,
antes de la pandemia, el progreso económico y social de la región ya
mostraba señales claras de estancamiento, y crecía el descontento de la
población. En América Latina, el porcentaje de pobreza extrema había
aumentado del 7,8% al 11,3% de la población y la pobreza, del 27,8% al
30,5%.
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de Banco de
Datos de Encuestas de Hogares (BADEHOG)

Vulnerabilidad de los estratos de ingresos medios

En América Latina y el Caribe, el 81% de la población vive en localidades


clasificadas como urbanas, de acuerdo con las definiciones nacionales, lo
que la convierte en la región en desarrollo más urbanizada del mundo
(Naciones Unidas, 2019a). En los países de la región existen barreras
significativas al acceso a los servicios de salud, así como limitaciones en lo
que respecta a la disponibilidad de recursos humanos (OPS, 2017) y de
infraestructura de salud.

Debido a la pandemia, y pese las medidas de protección social de


emergencia que se han adoptado para frenarla, la pobreza y la pobreza
extrema alcanzarán niveles que no se han observado en los últimos 12 y 20
años, respectivamente, y la mayoría de los países experimentarán un
deterioro distributivo. En 2020, se proyecta que la tasa de pobreza extrema
se situaría en un 12,5% y la tasa de pobreza alcanzaría el 33,7%. Ello
supondría que el total de personas pobres ascendería a 209 millones a
finales de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior. De ese
total, 78 millones de personas se encontrarían en situación de pobreza
extrema, 8 millones más que en 2019.

América Latina (18 países): población según estratos de ingreso per cápita,
2019 y 2020 (En porcentajes)
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de Banco de
Datos de Encuestas de Hogares (BADEHOG). Cifras ajustadas a las proyecciones de población del
Word Population Prospects, versión 2019, y estimaciones de evolución de la pobreza de países cuyas
mediciones no están disponibles para los años indicados.

Incremento de la pobreza y la pobreza extrema y factores asociados

El aumento de los niveles de pobreza y pobreza extrema sería todavía mayor


si no se hubieran implementado medidas para transferir ingresos de
emergencia a los hogares. Las proyecciones que consideran solamente el
impacto de la pandemia sobre el empleo y los ingresos laborales muestran
que la tasa de pobreza en 2020 habría aumentado 6,7 puntos porcentuales,
alcanzando al 37,2% del total de la población, al tiempo que el 15,8% se
encontraría en situación de pobreza extrema, un incremento de 4,4 puntos
porcentuales.

Los países de la región se siguen caracterizando por una gran


heterogeneidad en los niveles de pobreza y pobreza extrema. De acuerdo
con las últimas estimaciones de la CEPAL para 14 países, con datos hasta
2019, se reconocen al menos tres grupos de países. Un primer grupo,
conformado por Chile y el Uruguay, presenta niveles de pobreza bajos, en
torno al 10% o inferiores, y de pobreza extrema por debajo del 2%. Un
segundo grupo de países, de niveles de pobreza medios, presenta tasas de
pobreza en torno al 20% y de pobreza extrema de alrededor del 5%.
Conforman este segundo grupo la Argentina, el Brasil, Costa Rica, el
Ecuador, Panamá, el Perú, la República Dominicana y El Salvador. Por
último, es posible distinguir un tercer grupo de países con niveles de pobreza
más elevados, en los que la tasa de pobreza iguala o supera el 30% y la tasa
de pobreza extrema se sitúa por encima del 10% (Estado Plurinacional de
Bolivia, Colombia, México y Honduras).

América Latina (15 países): tasa de pobreza extrema y tasa de pobreza,


2019a (En porcentajes)
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de
Banco de Datos de Encuestas de Hogares (BADEHOG).

Respecto al efecto de la pandemia sobre la distribución del ingreso de los


hogares, un primer factor que debe considerarse es la pérdida de ingresos
laborales debido a la interrupción del empleo. Un segundo factor es la
disminución de los ingresos laborales de quienes han mantenido su empleo
durante la pandemia. La importante reducción de la demanda y de las
posibilidades de desempeñar las tareas habituales de su ocupación habrían
redundado en una contracción del 15% del ingreso laboral promedio por
ocupado.

En la mayoría de los países de la región, los gobiernos han implementado


distintos programas destinados a mitigar los efectos de la pandemia y la
contracción de la actividad económica en los ingresos de los hogares. Estos
incluyen programas de protección del empleo mediante subsidios a la
nómina, programas preexistentes de protección social contributiva y
programas de protección social no contributiva. Por lo tanto, en la proyección
de las tasas de pobreza y pobreza extrema para 2020 se tienen en cuenta
tanto la disminución del ingreso de los hogares como la compensación parcial
mediante los aportes extraordinarios realizados por el Estado.

Lenta reducción de la desigualdad del ingreso

La desigualdad social en América Latina es resultado de una compleja matriz


de determinantes, que refleja la heterogeneidad estructural de sus sistemas
productivos y se sostiene en la cultura del privilegio, perpetuada por arreglos
institucionales públicos y privados que la favorecen o son insuficientes para
reducir significativamente las brechas. La desigualdad se expresa en diversas
dimensiones, como ingresos y recursos productivos, trabajo y empleo,
educación, salud, vivienda y servicios básicos, tecnologías de la información
y las comunicaciones, seguridad alimentaria, protección social, posibilidades
de vivir una vida libre de violencia, participación y agencia, entre otras
(CEPAL, 2019).
Las brechas en el ingreso de la población se resumen habitualmente
mediante índices de desigualdad, como el índice de Gini, que toma un valor
de 0 para representar la ausencia de desigualdad y de 1 para denotar la
desigualdad máxima. De acuerdo con este indicador, la desigualdad del
ingreso medida con las encuestas de hogares disminuyó significativamente
entre 2002 y 2014 en los 15 países analizados, a un ritmo del 1,1% anual. Si
bien esta tendencia se mantuvo entre 2014 y 2019, el ritmo de disminución
de la desigualdad se redujo considerablemente, a un 0,5% anual.

América Latina (15 países): índice de desigualdad de Gini, 2002-2019a

Se requiere profundizar en numerosos campos tomando como referencia al


paradigma universalista que lentamente ha ampliado su influencia a escala
regional, entre ellos los mencionados por Barba, Ivo, Valencia y Ziccardi
(2005):

• El problema de la generación de empleo de calidad y de amplias


oportunidades de ingreso.

• La construcción de derechos sociales mínimos para todos, para eliminar la


pobreza.

• Enfoques multidimensionales que aborden la pobreza y las políticas


sociales desde la articulación de las esferas económicas, políticas y sociales.

• Otros que incorporen diversas dimensiones como los procesos de


acumulación, legitimidad y generación de ciudadanía social en el marco de la
globalización y que sean capaces de dar cuenta de la heterogeneidad
regional.76

• Enfoques comparativos que den cuenta de la gran heterogeneidad


regional.77
• Estudios históricos que permitan reconstruir la génesis de la cuestión social
y su relación con las diversas ideas dominantes en torno a la pobreza en las
diferentes sociedades latinoamericanas.78

• Enfoques cualitativos que estudien las transformaciones de los hogares en


América Latina, su relación con las actividades productivas y sus prácticas de
sobrevivencia.

• Estudios sobre el envejecimiento y la vulnerabilidad de los hogares con


ancianos; estudios sobre la vulnerabilidad de los hogares y la precariedad
laboral de hogares encabezados por mujeres.

• Estudios institucionales para analizar la construcción de las instituciones de


bienestar, desde los procesos de creación, incorporación o cobertura y
normas y mecanismos de inclusión y exclusión asistencial.

-(2020h), Construir un nuevo futuro: una recuperación transformadora con


igualdad y sostenibilidad (LC/SES.38/3-P/Rev.1), Santiago.
-(2019a), World Urbanization Prospects: The 2018 Revision
(ST/ESA/SER.A/420), Nueva York.
-OPS (Organización Panamericana de la Salud) (2017), Salud en las
Américas+, edición del 2017. Resumen: panorama regional y perfiles de país,
Washington, D.C.
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