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EL OBIGEN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

GARISMA FUNDACIONAL
Y
GÉNESIS HISTÓRICA
B I B L I O T H E C A
I N S T I T U T I H I S T O E I 0 I
VOLUMEN XXV

ANTONIO JIMÉNEZ OÑATE

El OBIGEIÍ i LA COMPASTáI M
(MISMA FUSDACIOSAL
Y
GÉNESIS HISTÓRICA

ROMA
I N S T I T U T U M H I S T O R I C U M S. I.
VIA D E I PENITENZIERI 20
1966
ANTONIO JIMÉNEZ OÑATE S. I.

EL ORIGEN
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
GARISMA FUNDACIONAL
Y
GÉNESIS HISTÓRICA

ROMA
INSTITUTUM HISTORICUM S. I.
VIA DEI PENITENZIERI, 20
1966
IMPRIMÍ POTEST

Romas, die £0 .decemfcria 19M5

PAULUS DEZZA S. I.
Delegatus Generalis
pro dom. rom. interprov.

IMPRIMA T UR

Tiferni Tiberini, die 11 jan. 1968

Can. Theol. JOSEPHUS MALVESTITI


Revisor Eccl.

CITTA DI CASTELLO TIPOGRAFÍA UNIONE ARTI GRAFICHE 1966


ÍNDICE GENEBAL

BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . FÁG. XI
SIGLAS Y ABREVIATURAS . . . . . . D XVII

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . O 1

PARTE PRIMERA
ESTUDIO HISTÓRICO

CAPÍTULO I. L A « PRENOCIÓN DE LA COMPAÑÍA » EN MAN-


RESA . . . . . . . . . . VÍá. 11

1. Primeros testimonios sobre la inspiración de la-


Compañía » 12
2. « Lo h a dicho el Papa » . . . . . » 13
3. Lo que saben Laínez y Polanco de la sobrenatu-
ralidad de la Compañía. . . . . » 14
4. En la intimidad mística de Ignacio de Loyola . » 17
5. El último testigo ocular » 23
6. El primer historiador de la Compañía . . . » 26
7. Una vida del Beato Cayetano de Thiene » 29
8. El Padre Rho : valor excepcional de su obra para
la historia de la sentencia prenocionista . . » 31
9. Naturalenza teológica de la «prenoción » . . » 33
10. Síntesis y conclusión a la sentencia prenocio-
nista . . . . . . . . . 38

CAPÍTULO II. Los ANTIPREXOCIONISTAS . . . » 41

1. Primeras inquietudes genéricas . . . » 42


2. Castaldo y los primeros ataques a la «preno-
ción de la Compañía » . . . . . » 45
3. La disputa Creixell-Van Ortroy . . . . » 53
4. La escisión en dos grupos entre los jesuítas . » 61
VIII ÍNDICE GENERAL

5. Génesis sintética de la sentencia antiprenocio-


nista . . . . . . . PÁG. 72

CAPÍTULO III. CRÍTICA DE LAS DIVERSAS TENDENCIAS


HISTÓRICAS . . . . . . . . . 75

1. Juicio de la sentencia preuocionista tradicional » 75


2. Observaciones a la sentencia antiprenocionista » 77
3. Crítica de la posición moderada prenocionista » 79
4. Crítica de la sentencia del P . Silos . . . » 81
5. Posición final '.'"'» 83

PARTE SEGUNDA
E S T U D I O TEOLÓGICO Y E S P I R I T U A L

CAPÍTULO I. NATURALEZA TEOLÓGICA, CONTENIDO OBJE-


TIVO v EFECTOS D E LA « ILUSTRACIÓN EXIMIA » . PÁG. 81

1. Metodología , . » 81
2. La histórica Visión del Cardoner : Problema de
su fijación cronológica . . . . . . 88
3. Narración «concordada» del momento de la
Ilustración misma. ¿ Oración ordinaria, o con-
templación infusa ? . . . . . . » 90
4. E t a p a s de la oración infusa : Gracias extraordi-
narias que las suelen acompañar '. . . » 92
5. La « Ilustración Eximia » catalogada como visión
intelectual . . . . . . . . 94
6. Diversas categorías de visión intelectual . . » 96
7. Primera especie de visión intelectual . . . » 97
8. La «visio Dei in calígine » . . . . . » 100
9. La «admiranda manifestatio Dei» . . . » 102
10. La Eximia Ilustración, visión intelectual, en
Dios, de todas las cosas . . . . . . 105
11. El Libro de los Ejercicios, confirmación intrín-
seca de la naturaleza teológica de la Visión . » 109

CAPÍTULO I I . PUESTO D E LA VISIÓN DEL CARDONER EN EL


ITINERARIO EVOLUTIVO ESPIRITUAL D E S. IGNACIO » 119

1. Metodología » 119
2. De Loyola a Manresa : Rudimentarias orienta-
ciones ascéticas y vida de penitencia solitaria » 120
ÍNDICE GENERAL IX

3 . La etapa mística de Manresa, en relación con la


vida anterior espiritual de Iñigo de Loyola . PÁG 1 2 4
4. De apóstol laico solitario, a vocación societaria
sacerdotal . . . . . . . » 129
5. En las fuentes del ideal sacerdotal y societario
de San Ignacio. El voto de peregrinar . . » 133
6. Oscuridad y claridades de la estancia de Ignacio
en Venecia . . . . . . . . 137
7. R o m a , o la luz plena respecto a su vocación de
fundador de una Orden Nueva » 147

CAPÍTULO CONCLUSIVO. RELACIÓN ENTRE LA VISIÓN DEL


CABDONER Y EL INSTITUTO DE LA COMPAÑÍA . » 157

1. Certeza histórica de la relación establecida por


el Fundador de la Compañía. . . . » 157
2. Explicaciones verdaderas, pero parciales a la
relación que establecía Ignacio de Loyola . » 158
3. Nuestra manera de pensar . . . . » 161
4. La vocación específica de Ignacio fue intrínseca-
mente evolutiva, por voluntad divina . » 163
5. El «institutum Ignatii » pasa a Orden Religiosa
Nueva, siguiendo inmutable en su esencia . » 165
6. Confirmación y síntesis final . . . » 169

A P É N D I C E . RELACIÓN ENTRE EL ORIGEN SOBRENATURAL


Y LA MUTABILIDAD HISTÓRICA DE LA COMPAÑÍA D E
JESÚS . . . . . . . . » 175

1. El mismo objeto, pero diferente punto de vista » 175


2 . De las tres «teorías » sobre el origen sobrena-
tural resultan tres maneras diferentes de m u t a -
bilidad . » 176
3 . La teoría de la «prenoción » y la inmutabilidad
de la Compañía . . . . . . . 177
4. La « antiprenoción » y la «lógica » discontinui-
dad objetiva . . . . . . . . 178
5. La manera «teológico-espiritual» y sus dos posi-
bles repercusiones en la mutabilidad histórica de
la Compañía . . . . . . . . 182

ÍNDICE ONOMÁSTICO . . . . . . . . 191


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MONUMENTA HISTÓRICA SOCIETATIS IESU

MONUMENTA IGNATIANA
a
— Series I . S. Ignatii Epistolae el Instructiones.
a
— Series 2 . Exercitia el eorum Directoría.
a
— Series 3 . Conslilutioncs et Regulae Societatis lesu.
a
— Series 4 . Scripta de S. Ignatio.
Fontes Narrativi de S. Ignatio et de Societatis lesu
initiis.
Vol. I. Narraliones scriptae ante annum 1557,
R o m a , 1943.
Vol. II. Narrationes scriptae annis 1557-1574.
R o m a , 1951.
Vol. III. Narraliones scriptae ab anno 1574
ad initium saeculi XVII. Roma, 1960.
XIV BIBLIOGRAFÍA

Vol. IV. Vita Ignatii Loyolae, Aucíore Petro


de Ribadeneyra. Textus latinus et hispanus cum cen-
suris. Romae, 1 9 6 5 .
— Epistolae et Monumento: P. Hieronymi Nadal, 5 vol.
— Monumenta Ribadeneirae, 2 vol.
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A
ac denuo editum cura x\ugustini Arndt, S. I., ex 3 editione
operis editi Coloniae MDCXVII).
— Histórica Disputalio de S. Ignatio de Lojola Societatis Jesu
Fundatore, et de B. Cajetano Thieneo, Institutore Ordinis
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MANUSCRITOS
(En el Archivo de la casa Generalacia de los Teatinos : Piazza
Vidoni, 6 , R o m a , Sant'Andrea della Valle)
XVI BIBLIOGRAFÍA

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P. U. Polverino, C. R.
— Infolio n. 256 : Lettere originali riguardo alia causa contro il
P. Rho.
— Infolio n. 257 : De Monaco contro Rho.
¡— Infolio n. 258 : Ruscio contro Rho [Nota : Ruscio es pseudó-
nimo de De Bellis].
— Infolio n. 259 : De Bellis contro Rho.
— Infolio n. 260 : Minutas de Sesiones.
SIGLAS Y ABREVIATURAS

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Societatis Iesu. tiana, Series Prima, Sancli
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Bruxelles, 1882 ss. nes, I - X I I .
A R S I = Archivum Romanum FN = Monumento Ignatiana, Se­
Societatis Iesu. ries Quarta ; Fontes Narrativi
CASTALDO Certamen = Pacü'icum de Sancto Ignatio et de So­
Certamen, seu in R. P . Julii cietatis Iesu initiis, I-IV.
Negroni Genuensis, Societatis MN = Epistolae et Monumen­
Jesu Presbyteri, opusculum po- ta Patris Hieronymi Nadal,
s t h u m u m [ . . . ] Animadver­ I-V.
siones, Surrenti, 1637. Mon. Rib. = Monumenta Ri~
CASTALDO, Epist = De Beati Ca- badeneirae, I - I I .
jetani Thienaei cum B. Ignatio ORLANDINI, Hist. = Historiae So­
Loiola consuetudine : deque cietatis Iesu, Pars Prima, Ro­
hujus in Clericorum Regu- mae, 1615, a P a t r e Nicolao
larium Ordinem propensione, Orlandini scripta.
Epístola. RAM = Revue d'Ascétique et
Est Ign. = Estudios Ignacianos, de Mystique, Toulouse 1920 ss.
I-II, Roma, 1957 : contienen RHO, Inierrogationes = Ad lo.
los trabajos del P. Pedro Le- Bapt Castaldvm, interroga-
t u r i a sobre San Ignacio. tiones apologeticae, Lvgdvni,
MHSI = Monumenta Histórica 1641.
Societatis Iesu. SCADUTO, Storia = Storia della
MI, Const. = Monumenta Igna- Compagnia di Gesü in Italia,
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tiana, Series Tertia, Consíitu- vol. 3 , L'epoca di Giacomo
tiones et Regulae Societatis Iesu, Laínez, Roma, 1964.
I-IV.
INTRODUCCIÓN

« ¿ Tenemos que a d m i t i r u n a revela-


ción e x p r e s a de lo que había de ser
la futura Compañía, c o n c r e t a m e n t e en
Manresa ?.
E n las f u e n t e s históricas parece ha-
ber afirmaciones contradictorias ».
(A. M. D E A L D A J I A , S. I . , en Comen-
tario manuscrito a las Constituciones, Co-
mentario al Proemio, p á g . 7).

E s tradición común a casi t o d a s las grandes Ordenes Religiosas


que Dios reveló la Regla peculiar a cada una de ellas; y que sus
F u n d a d o r e s , al legislar, no lo hicieron por cuenta propria sino
como instrumentos inspirados por Dios, que los utilizó para m a n i -
festar a cada Familia Religiosa la manera específica de vida con
que el Señor quiso ser servido por cada una en la Iglesia.
Ésta tradición, no pocas veces, se r e m o n t a en el tiempo hasta
ciertas afirmaciones hechas por el F u n d a d o r m i e n t r a s vivía.
De San Francisco de Asís, por ejemplo, escribe San R u e n a -
v e n t u r a que se retiró a un m o n t e solitario, impulsado por el
Espíritu, cuando t r a t ó de dar a su Orden forma definitiva. Allí,
en la oración y en el a y u n o escribió la Regla de los Frailes Menores
a t e n t o t a n sólo a lo que el Espíritu Santo le dictaba.
U n a vez vuelto a sus compañeros, p a r a animarles al cumpli-
miento de la Constitución, les decía: « q u e él no había escrito
allí n a d a por cuenta p r o p r i a ; sino que había m a n d a d o escribir
t o d a s y cada una de las cosas como le habían sido a él divinamente
l
reveladas » .

1
San B u e n a v e n t u r a , d e s p u é s de narrar el m o d o con que San F r a n c i s c o
de A s í s redactó su R e g l a , t e r m i n a c o n e s t a s p a l a b r a s : « A d cuius [ R e g u l a e ]
o b s e r v a n t i a m Fratres ferventer i n d u c e n s , dicebat, se nihil ibi posuisse secun-
d a n ! i n d u s t r i a m propriam, sed o m n i a sic scribi fecisse, s i c u t sibi fuerant d i v i -

1 — El origen de la Compañía de Jesús.


2 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Y no parece que pueda decirse que ésta es m a n e r a de pensar


propria de la r e m o t a y legendaria E d a d Media.
Más próximo a nosotros en el tiempo, San Pablo de la Cruz
2
escribe en su Diario que al i n t e n t a r hacer Regla definitiva para
los Pasionistas, t u v o que sostener una fuerte lucha con el espiritu
del Mal. Luego, c o n t i n ú a :

« Ma siccome era un pezzo che ero ispiralo da Dio, e poi m i era o r d i n a t o ,


mi sonó m e s s o né pin né m e n o colla grazia di D i o all'opera; e sappiano che
q u a n d o s c r i v e v o , scrivevo t a n t o p r e s t o , c o m e v i fosse uno in cattredra a det-
l a r m i ; mi s e n t i v ó venire le parole dal cüore. Or ho scrilto qucsto, accio si sappi
3
che tulto qucsto é particolarc ispirazione di Dio » .

E s t a s palabras, al parecer, son claras; pero la dificultad se


presenta cuando queremos dar con el significado exacto de ellas:
¿se puede saber el m o m e n t o y el modo exactos con que Dios in-
terviene en el nacimiento da una nueva Familia Religiosa en
la Iglesia ?
Nosotros, dejando a p a r t e las demás Ordenes, queremos limitar
este trabajo a p r e g u n t a r n o s sobre el modo de la intervención de
Dios en el origen de la Compañía de Jesús, donde la investigación
tropieza con dificultades especialmente serias.
E n efecto, Ignacio de Loyola, hombre sobrio y ponderado en
sus palabras, afirma repetidas veces en las Constituciones que la
4
Compañía no es simple fruto de su inteligencia h u m a n a ; sino
obra de la poderosa m a n o de Dios que la trajo, con su intervención,
5
a la existencia .
Y hablando del m o m e n t o y modo con que Dios intervino en
el nacimiento de la Compañía, el mismo Ignacio, y a General de
los jesuítas en R o m a , afirmaba repetidas veces que la Orden
N u e v a que él gobernaba, que en t a n t a s n o r m a s había roto con
la manera tradicional de Vida Religiosa*, tenía su explicación

n i t u s revelata », V é a s e S. Bonaventurac Opera Omnia, v o l . V I I I , o p u s c u l u m


X X I I I , c. IV, pág. 510.
2
Diario di S. Paolo delta Croce, con introduzione e c o m m e n t i del P.
S t a n l s l a o deU'Addolorala, seconda edizione, T o r i n o - R o m a , 1929.
3
Son palabras que San P a b l o de la Cruz escribe al final de su R e g l a ,
en D i c i e m b r e de 1 7 2 0 : V é a s e el Diario c i t a d o , en las p á g s . 113-114.
4
Constituciones de la Compañía de Jesús, Décima Parte, n° 8 1 2 .
5
Constituciones de la Compañía de Jesús, Proemio a las Constituciones,
1
n 134 y Décima Parte, n° 8 1 2 .
8
El m i s m o Concilio de T r e n t o , a n t e estas i n n o v a c i o n e s que San Ignacio
INTRODUCCIÓN 3

última en una g r a n d e Ilustración que Dios le concedió a orillas


del Cardoner, en los primeros tiempos de su conversión, en Man-
resa '.
E s t a s dos series de afirmaciones son claras, históricamente
ciertas. P e r o al p r e g u n t a r n o s por el significado exacto de ellas es
cuando se nos plantea el verdadero problema. Las fuentes histó-
ricas más primitivas y genuinas parecen tener afirmaciones con-
tradictorias al querer explicar el sentido concreto de las expre-
siones genéricas de Ignacio de Loyola.
P a r a Goncalves da Cámara, por ejemplo, en el Memorial, es
claro que nuestro fundador quería decir con estas p a l a b r a s que
en Manresa Dios le reveló m u c h a s de las n o r m a s que él legisló
para la Orden que fundó en R o m a , t a l como el que sus novicios
tuviesen la prueba de peregrinar, o el que sus religiosos estuviesen
8
libres de llevar hábito especial y asi otras cosas parecidas . E n
cambio, cuando transcribe la ilustración del Cardoner que Ignacio
le dicta en sus memorias autobiográficas, no hace referencia alguna
9
a la Compañía ; al contrario, nos presenta al «peregrino» dispues-
to a embarcar para Tierra Santa, con el propósito de permanecer

allí d u r a n t e t o d a su vida, entregado a un apostolado i n d i v i d u a l .
Los textos de N a d a l tienen t a m b i é n una curiosa ambigüedad.
Mientras en el año 1557, en sus Anotaciones al Examen, afirma
que la visión del Cardoner está a la base de todo el I n s t i t u t o de
u
la Compañía , unos años m á s t a r d e nos dice t a x a t i v a m e n t e que
en París Ignacio ignoraba t o d a v í a que sería fundador de Orden
12
Religiosa ; pero en sus pláticas de Colonia, en 1567, vuelve a

i n t r o d u j o en la m a n e r a de V i d a R e l i g i o s a tradicional, al tratar de la reforma


de los R e g u l a r e s , se sentirá o b l i g a d o , en cierta m a n e r a , a hacer e x c e p c i ó n
de la « Religio Clericorum S o c i e t a t i s Iesu », que n a c i d a a i m p u l s o s de u n a
n u e v a c o n c e p c i ó n de la práctica de los tres Consejos, t i e n e sus e s t a t u t o s
especiales a p r o b a d o s por la Sede A p o s t ó l i c a : V é a s e Conc Trid, Sess XXV,
Decrelitm de Regularibus, c. 16.
7
Véase FN, I, 610, en donde lo refiere en su Memorial G o n c a l v e s da
Cámara. — T a m b i é n n o s lo t r a n s m i t e repetidas v e c e s N a d a l : v é a s e , entre
otras c i t a s , en FN, II, 6 y 1 5 2 - 1 5 3 ; t a m b i é n en MN, V, 6 1 1 - 0 1 2 .
• FN, I, 6 0 9 - 6 1 0 .
' FU, I, 4 0 4 - 4 0 6 .
1 0
FX, I, 4 2 2 - 4 2 6 .
11
MN, V, 165.
12
Léanse sus palabras t e x t u a l e s en los Diálogos que escribe entre 1562-
1 5 6 5 : MN, V, 5 2 7 - 5 3 0 . — La cita e x a c t a e s t á en el Diálogo II, MX, V, 6 2 5 - 6 2 6 .
I EL ORIGEN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

afirmar que «parece cierto que en la Ilustración E x i m i a recibió


13
Ignacio el conocimiento anticipado de t o d a la Compañía » .
Según una tradición que se r e m o n t a a las primeras generaciones
de jesuítas, Ignacio, a la vuelta de Palestina, mientras estudiaba
gramática latina en Barcelona, no quiso a d m i t i r como compañero
a un tal Rodés, pero le profetizó que un hijo suyo, a n d a n d o el
14
tiempo, entraría en la Orden Religiosa que él fundaría .
Si, dejadas las tradiciones, queremos saber algo del tiempo
de estudios en París, c o n s t a t a m o s ' t a m b i é n afirmaciones contra-
dictorias en testimonios de primera categoría:
Polanco nos dirá que ni Ignacio ni los compañeros que se le
unieron en la Universidad pensaban por entonces en nada que
tuviera relación con la fundación de la Compañía: «A lo que
ellos entonces parece tenían m á s especial inclinación, era a pasar
en Jerusalem, y después predicar, si hubiese lugar, a los infieles,
15
o morir por la fe de Jesucristo e n t r e e l l o s » .
E n cambio, Ribadeneira, historiador ponderado, y profundo
conocedor de las cosas del Loyola, escribe que una de las veces
que d u r a n t e el t i e m p o de estudios en París fue a los Países Rajos
a mendigar, profetizó a uno de los mercaderes españoles que
fundaría un colegio de la Compañía en Medina del Campo, su
16
ciudad .

13
FN, II, 4 0 0 .
1 4
La tradición corría sobre todo en las C o m u n i d a d e s de la a n t i g u a P r o -
v i n c i a de A r a g ó n , de d o n d e era el P. R o d é s : el d o c u m e n t o c o m p l e t o puede
verse en J U A N R U Ó , S . I., Inierrugaliones Apologeticae, pág. 1 0 0 : lo escribe
bajo j u r a m e n t o el s e p t u a g e n a r i o Padre F. Caspe, en Febrero de 1 6 4 1 .
45
FX, I, 1 8 5 .
H e aquí, transcrito a la letra, el curioso d o c u m e n t o de R i b a d e n e i r a :
« E s t a n d o en F l a n d e s , d o n d e y v a de París a pedir l i m o s n a para su s u s t e n t o
( c o m o se dixo arriba) c o m i e n d o un día en A m b e r s c o n a l g u n o s mercaderes
que ie auían c o m b i d a d o , puso los ojos en u n o dellos, que e s t a u a algo a p a i t a d o ,
y era m o c o , y se l l a m a u a Pedro Quadrado, natural de Medina del Campo.
C o m e n c ó l e a mirar, y díxole, que se l l e g a s s e más cerca, porque a u i e n d o de
ser tan bienhechor de la R e l i g i ó n de la Compañía de lesús, era bien que desde
luego se c o m u n i c a s s e n , y t u u i e s s e n h e r m a n d a d entre sí: y que supiesse que
tenía, m u c h o que agradecer a D i o s , pues se quería seruir del, haziéndole
fundador de un Colegio de la Compañía (siendo e s t o t a n t o a n t e s que ella se
fundasse). Y assí fue, porque de allí a m u c h o s años Pedro Quadrado, y doña
F r a n c i s c a Manjón su muger, fundaron el Colegio que la Compañía tiene en
Medina del Campo ». La cita e s t á t o m a d a de la Vida a b r e v i a d a de San Ignacio,
INTRODUCCIÓN 5

F i n a l m e n t e , cuando el proyecto de viaje a Tierra Santa fra-


casa, y ellos se concentran en R o m a , a u n paso de que el g r u p o
se convierta en la Orden de Jesuítas, las fuentes históricas siguen
con las mismas divergencias.
Laínez, íntimo del «peregrino » desde París, escribe que «no
sabiendo que h a c e r » , Ignacio, en 1539, m a n d a a todos los compa-
ñeros que hagan oración p a r a que Dios les indique la dirección
que han de t o m a r
P o r el contrario, N a d a l insiste en que la idea de que el g r u p o
fraguaría en Orden Religiosa era « u n a persuasión que Ignacio y
I S
todos tenían ya desde t i e m p o a t r á s » .
E s t a enorme divergencia en las fuentes históricas, que sólo en
síntesis acabamos de insinuar, explica que los autores antiguos y
modernos, al querer explicar las alusiones genéricas de Ignacio de
Loyola, se h a y a n dividido desde el principio h a s t a ahora en mil
sentencias diversas.
Con razón dice el P . Mugo R a h n e r que «es una cuestión discu-
tidísima el saber si en la Visión del Cardoner le fueron revelados
a Ignacio los rasgos esenciales de la Compañía »
Así, pues, estas frases últimas contienen el objeto preciso de
la tesis que nos va a ocupar. Creemos que, de una m a n e r a concreta
y definitiva, podría expresarse en la siguiente fórmula:
¿ Qué quería decir el Fundador de la Compañía al aludir a un
«negocio» que pasó por él en Manresa como a explicación última
de las novedades que él introdujo en la Vida Religiosa, ;/ que el Papa
Paulo III aprobó, cuando en 1540, confirmó en Roma la nueva
orden de Jesuítas ?
Sin duda, quería decir que a la base de la nueva orden estaba
una intervención de Dios extraordinaria.
Pero, ¿ cómo ha de entenderse esta excepcional interven-
ción de la gracia que le hizo capaz de ser fundador de la
Compañía ?
Un elemental orden de trabajo nos exige dividir la investi-

que R i b a d e n e i r a a ñ a d i ó al final del Flos Sancionan: edición de 1601, p . 8 4 4 ;


edición de 1609, p . 3 5 . D e e s t a s ediciones v é a s e FN, IV, 43-44. Sobre la p i e -
dicción de San Ignacio, ibid. p . 6 2 2 .
17
FN, TI, 1 3 2 - 1 3 3 .
»• FN, I I , 9 3 .
1 8
H . R A H N E R , S. I . , Ignatius von Logóla und das gcschichlliche Werden
seiner Frommigkeit. Graz-Salzburg-Wien, 1947, p á g . 94.
6 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

gación en dos p a r t e s bien d i s t i n t a s : u n a primera, histórica; la


segunda p r o p r i a m e n t e teológica m á s directa.
E n la P r i m e r a P a r t e estudiaremos las diversas corrientes de
opinión, — su génesis y su t r a y e c t o r i a histórica —, en que los
a u t o r e s se han a g r u p a d o , según la posición que han t o m a d o p a r a
explicar la intervención de Dios en la Compañía, a n t e la diver-
gencia de fuentes históricas.
A m a n e r a de conclusión de esta P a r t e Histórica, haremos u n a
breve crítica de las «interpretaciones dadas h a s t a hoy » a la alu-
sión genérica de Ignacio de Loyola.
De aquí pasaremos a una Segunda P a r t e , en que pensamos
a b o r d a r d i r e c t a m e n t e el t e m a :
Fijada la Visión del Cardoner como el «negocio » al que el
F u n d a d o r hacía alusión en R o m a , empezaremos por estudiarla en
sí m i s m a : su naturaleza teológica, su contenido objetivo, los efectos
espirituales que dejó en el a l m a de Ignacio de Loyola.
Luego, en un segundo tiempo, nos ocuparemos de estudiar la
situación «relativa » del Cardoner en la vida espiritual del fundador
de la Compañía; es decir: su significado dentro del conjunto de
evolución interior espiritual del penitente de Manresa. T o m a n d o
como p u n t o de p a r t i d a la herida de P a m p l o n a , y como p u n t o final
la fundación de la Compañía de Jesús en R o m a , ¿ qué puesto ocupa
en la totalidad de su itinerario espiritual la Ilustración E x i m i a ?
U n a vez dueños de estos datos previos indispensables, pasa-
remos a exponer, en un Capítulo conclusivo, qué quería decir
San Ignacio, según pensamos, cuando aludía en R o m a a la Vi-
sión del Cardoner como a m o m e n t o clave de su vida, que expli-
caba «lo nuevo » del I n s t i t u t o de la Compañía.
Veremos que el final de la tesis nos lleva, casi con sorpresa
nuestra, a conclusiones s u m a m e n t e sugestivas.
E n efecto, caeremos en la cuenta de que al pensar en la inter-
vención de Dios en el nacimiento de la Compañía, las t r e s soluciones
fundamentales que se han i n t e n t a d o no son sino aplicaciones al
caso concreto de la Orden Nueva, de t r e s m a n e r a s diversas de
pensar sobre el modo con que Dios interviene en el nacimiento
de t o d a grande corriente espiritual que se a l u m b r a en el seno
de la Iglesia.
Veremos, además, que el modo con que esta intervención de
Dios sea concebida está a la base y en relación í n t i m a con la fija-
ción atemporal o la mutabilidad histórica, no sólo de la Compañía
sino de cualquier «nuevo carisma» en la Iglesia.
INTRODUCCIÓN 7

Finalmente, antes de cerrar esta introducción, parece conveniente


hacer algunas observaciones sobre el uso de las fuentes escritas.
E n la m a y o r p a r t e de la obra vamos a utilizar escritos que
narran hechos, que están a la base del nacimiento de la Compañía:
por consiguiente, como n o r m a general, son «fuentes históricas ».
Pero en su manejo no se puede olvidar, sin exponerse a inter-
pretaciones peligrosas, ni el carácter del a u t o r que escribió tales
obras, ni las circunstancias que le movieron a escribirlas.
No es lo mismo, por ejemplo, afrontar la Carta de Laínez, que
el Memorial de Goncalves da Cámara o los Diálogos de J e r ó n i m o
Nadal.
E s verdad que las t r e s obras tienen base fundamental histó-
rica. Pero no es menos cierto que t a n t o en la psicología de los
escritores como en la finalidad con que cada uno de los t r e s escribe,
encontramos notables diferencias:
Laínez es u n castellano sobrio que escribe en líneas generales
las cosas que recuerda de la vida del Loyola: se t r a t a de r e d a c t a r
20
un borrador p a r a a y u d a r a Polanco en su t a r e a c o p i l a d o r a .
Goncalves da Cámara, por el contrario, es el colaborador de
Ignacio en la obra de gobierno de u n a Comunidad concreta, a t e n t o
a pasar a su «diario » de Ministro el hecho o la confidencia, — que
provoca c u a n t a s veces puede —, instigado por el deseo casi in-
saciable de descubrir el pensamiento y las motivaciones últimas
21
del F u n d a d o r de la Compañía .
E n c u a n t o a los Diálogos de Nadal, él mismo nos dice que son
22
una obra de polémica y de defensa , en la que la p a r t e histórica,
que ciertamente existe, no es m u c h a s veces sino base y ocasión
p a r a el c o n t r a a t a q u e o p a r a la reflexión teológica.
Polanco escribe con manifesta intención histórica: sabe lo que
pueden significar los testimonios escritos de los primeros tiempos
23
p a r a las generaciones venideras de jesuítas . Pero más discreto
que Goncalves da Cámara, se resigna a que Ignacio tenga en

2 0
A s í lo dice él en la i n t r o d u c c i ó n de su Carta: v é a s e FN, I, 70.
3 1
Las p á g i n a s de su Memorial que v a n de FN, I, 6 0 3 a FN, I, 616 p u e d e n
servir de prueba de esta c o n t i n u a curiosidad de G o n c a l v e s da Cámara p o r a n o t a r
los d e t a l l e s en la m a n e r a de pensar y de actuar del F u n d a d o r de la Compañía.
2 2
« R e s t a v a finir le e x h o r t a t i o n i et dialogi pro S o c i e t a t e contra haereticos
et Cano, e t c »: E s frase de u n a carta s u y a , que p u e d e verse en MN, I I I , 735.
2 3
V é a s e en FN, I, 151-153 c ó m o se e x p r e s a él m i s m o al m a n i f e s t a r n o s
sus i n t e n c i o n e s en recopilar datos sobre los primeros t i e m p o s de la Compañía.
8 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

secreto sus intimidades místicas, a pesar de lo que el conocimiento


a4
de ellas le interesaría . P r i v a d o de las confidencias, recurre a
fuentes m e d i a t a s , a las que se atiene con fidelidad, a u n q u e ello
S5
le obligue a veces a m a n t e n e r posiciones erradas .
A propósito de Jerónimo Nadal, ya hemos hecho una breve
alusión arriba. Pero queremos t e r m i n a r haciendo u n a advertencia
m á s general sobre el uso de su riquísima producción literaria.
Casi todos sus escritos t r a t a n de asuntos relacionados con los
primeros tiempos de la Orden, y con el I n s t i t u t o de los J e s u í t a s :
Cartas, Pláticas de Comunidad, T r a t a d o s Apologéticos, Diálogos
y Controversias, van todos dirigidos a aclarar o a defender la
as
m a n e r a de ser y las Constituciones de la Compañía .
E s t a misma variedad de obras le hace prodigar en mil sitios
diferentes, y con mil matizaciones distintas, afirmaciones que se
refieren al nacimiento de la Orden nueva.
Pero la misma diversa finalidad de sus obras literarias nos
obliga a afrontarlas con cierta cautela: es indispensable, antes
de utilizar una afirmación suya, saber «el género literario » en
que está escrita: no tiene el mismo valor una afirmación hecha en
un documento histórico sobre el origen de la Compañía, que otra
que se halle m á s bien en un contexto exhortativo, o en un m o -
m e n t o en que predomina la reflexión teológica.
Digamos que esta variedad de «géneros literarios»: el exhorta-
tivo, el histórico, el teológico, el de defensa o apología, explica, según
creemos, ciertas afirmaciones de la obra literaria de Nadal, a
primera vista, contradictorias.
Y conste que escribimos «ciertas afirmaciones » con t o d a in-
tención; pues pensamos que otras sólo tienen explicación en la
doble vertiente de sus escritos, — historia que acaba en teolo-
gía —, que analizaremos sucesivamente en la P r i m e r a y Segunda
P a r t e de la tesis que nos ocupa.

24
FN, I, 1 6 3 .
2 5
V é a s e , por e j e m p l o , en FN, II, 5 3 3 c ó m o , por seguir a Laínez, en q u i e n
se inspira, defiende q u e Ignacio, a c a b a d o su año de e s t a n c i a en Manresa,
e m p i e z a i m m e d i a t a m e n t e sus e s t u d i o s de g r a m á t i c a en B a r c e l o n a , a n t e s de
embarcar para Tierra S a n t a : la m i s m a p o s i c i ó n que h a b í a defendido Laínez
en su Carta, en FN, I, 8 4 - 8 6 .
2 6
Para d a t o s bio-bibliográficos y escritos espirituales de J e r ó n i m o N a d a l ,
v é a s e J. F. GILMONT, S. I., Les écrits spiriluels des premiers Jésuiles, c. X V I I I ,
págs. 232-249.
PARTE PRIMERA

ESTUDIO HISTÓRICO

SOLUCIONES DADAS HASTA AHORA A LA RELACIÓN


ENTRE LA COMPAÑÍA Y LA « ILUSTRACIÓN EXIMIA »
CAPITULO PRIMERO

« C'a é t é , p e n d a n t des siécles, une opi-


n i ó n c o m m u n e d a n s la C o m p a g n i e de
J é s u s que, des Manrése en 1522, Ignace
de L o y o l a apprit, par r é v é l a t i o n di-
v i n e , sa v o c a t i o n de f o n d a t e u r e t la
structure m é m c de l'Ordre qu'il d e v a l t
fonder >> (P. D U D O X , S. L , Saint Ignace
de Logóla, p á g . 622).

LA « P R E N O C I Ó N » D E LA C O M P A Ñ Í A E N M A N R E S A

Al empezar el capítulo, debemos explicar antes de n a d a un


término del t í t u l o : « prenoción ».
«Prenocionistas » se ha dado en llamar, cuando se t r a t a de
la intervención de Dios en la fundación de la Compañía, a aquellos
autores que defienden que ésta fue inspirada a San Ignacio en la
Visión del Cardoner; según ellos, allí t u v o el fundador una « n o -
ción p r e v i a » de las e s t r u c t u r a s fundamentales de la Orden que
luego había de fundar en R o m a .
Digamos, pues, que según la frase del P a d r e Dudon, citada
en la p o r t a d a del capítulo, los escritores que le han precedido
creían que Dios era el a u t o r principal de la Compañía. Y al t r a t a r
de f u n d a m e n t a r esta afirmación, los jesuítas d a b a n como razón,
1
— umversalmente a d m i t i d a h a s t a el final del siglo pasado —
el hecho de su revelación a San Ignacio en Manresa, j u n t o con la
llamada a ser fundador de ella.
Dejemos para m á s t a r d e el aclarar h a s t a qué p u n t o fue uni-

1
P A U L D U D O N , S. I., Saint Ignace de Loyola, P a r i s , 1934, en la p á g i n a
622. — La e x h u m a c i ó n de los d o c u m e n t o s p r i m i t i v o s de la Compañía a q u e
el autor h a c e referencia, e m p e z ó con la p u b l i c a c i ó n en Madrid, el año 1894,
del p r i m e r v o l u m e n de Monumenta Histórica Societatis Iesu.
12 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

versalmente a d m i t i d a esta idea de la « prenoción » de la Compañía.


P o r ahora v a m o s a t o m a r l a como marco que encuadre metodoló-
gicamente el p r i m e r capítulo de esta P a r t e Primera. Vamos a
p r e g u n t a r n o s en él, cuándo y cómo nace la idea de que la Com-
pañía es obra de Dios con una intervención extraordinaria. Cómo
surge, crece y cristaliza. Qué a r g u m e n t o s se a p o r t a n y en cuál
de ellos se concretiza, al hacerse u n á n i m e afirmación de todos
los jesuítas.

1. — Primeros testimonios sobre la inspiración de la Compañía.

H a b l a n d o de la sobrcnaturalidad de la Orden Nueva, la primera


afirmación escrita que ha quedado a disposición de las generaciones
que vendrían, nos la da el grupo de diez compañeros que se reu-
2
nieron en R o m a a deliberar en 1539 sobre el futuro de sus vidas .
Al preguntarse si la corporación apostólica y de ideales que
hasta ahora tenían quedaría disuelta con la separación próxima
cuando fueran enviados a diversos ministerios por el P a p a , respon-
den con u n a n i m i d a d :

« T á n d e m diffiniuimus p a r t e m affirmatiuam, seiliect, quod, p o s t q u a m


c l c m c n t i s s i m u s ac p i e n t i s s i m u s D o m i n u s d i g n a l u s fucrat n o s , i l a infirmos
et t a m e x diuersis regionibus et moribus n a l o s , tnuicem uniré et congregare,
3
q u o d non d e b e r e m u s D e i u n i o n c m e l c o n g r e g a l i o n e m seindere » .

La afirmación es modesta, pero está claramente insinuada: en


el sentir de los diez, sólo la intervención de Dios explica la t o t a l
unión de estos sacerdotes estudiantes de procedencia, ambiente
social y nacionalidades t a n diversas. No se debía deshacer aquello
q u e sólo con la intervención de Dios se explicaba, y que por ello
era obra y « congregación » suya. E s t a unión era fruto de una
intervención de Dios en sus vidas, cuando estudiaban Filosofía
y Teología en la Universidad de París.
Sabemos que las deliberaciones del 1539 a que acabamos de
aludir dieron como resultado la relación del p r i m e r boceto del
4
I n s t i t u t o de la Compañía . P u e s bien, este escrito nos dice que la

a
N o s referimos al d o c u m e n t o que se ha U l u l a d o Deliberado Primorum
I'alrum y que p u e d e leerse c o m p l e t o en MI, Consl, I, 1-7.
3
MI, Consl, I, 3.
4
E s t á e d i t a d o en MI, Consl, I, 1 4 - 2 1 ; se titula Prima Societatis Jesu Insti-
tuli Summa.
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » E N MANRESA 13

idea de que la pequeña agrupación apostólica era obra de Dios no


la habían formulado en las reuniones incidentalmente y de pasada.
Lo ponen de manifiesto t a n t o el proemio como la conclusión del
documento que redactaron para someterlo a la aprobación de
Paulo I I I :

« Cuín e x p l u r i u m sermone saepe i n t e l l e x i s s e m u s v o s s p o n t e p a u p e r e s


Christi Sacerdotes e diuersis m u n d i regionibus in v n u m c o n u e n i s s e et Spiritu
5
Soneto, ut credimus, impeliente, in hanc v n a m v o l u n t a t e m conspirasse » .

El Pontífice hace suyas estas palabras en la aprobación oral,


y en la conclusión les e x h o r t a a seguir adelante hacia la m e t a
6
a donde «el Espíritu Santo les g u í a » . La idea pasará, con una
pequeña v a r i a n t e , al primer documento oficial firmado por el
P a p a en 1540 '. Tres años después, cuando el Pontífice concede
ampliar sin límites el número de profesos en la Orden N u e v a de
8
jesuiLas , nos encontramos la idea r e d a c t a d a en la misma forma:
La expresión de que la naciente Compañía era obra de Dios no
era una fórmula piadosa, sino una convicción profunda, y arraigada
en el alma de los diez primeros jesuítas.

2. — « Lo ha dicho el Papa ».

El que el R o m a n o Pontífice en sus entrevistas a d m i t i e r a la


idea del documento como suya fue para aquellos hombres como
un nuevo motivo que les confirmaba en su manera de pensar
sobre la naciente Compañía. Nos consta, por ejemplo, que San
Ignacio, en 1546, recurre con gusto a él para defenderse de las
presiones del Archiduque F e r n a n d o que quería hacer a J a y o obispo
de Trieste. No es propio de nuestra m a n e r a de vivir, responde el
fundador de los jesuítas. No parece conveniente introducir la
aceptación de dignidades eclesiásticas en un I n s t i t u t o que las
excluía cuando el P a p a lo admitió como obra de Dios con estas
p a l a b r a s : « p r o u t pie creditur, afflati Spiritu Soneto »\
Julio I I I , en la fórmula definitiva de 1550, introduce una
pequeña v a r i a n t e : quita el inciso « v t pie c r e d i t u r » y deja la frase

1
MI, Const, I, 15.
« MI, Const, 1, 21.
• Mi, Const, I, 2).
» MI, Const, I, 82.
» MI, Epp, I, 450-453.
11 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

escueta afirmativa de que el fundador y sus compañeros estaban


10
«inspirados por el Espíritu Santo » al hacer la Compañía .
E s t e pequeño cambio le dará a J e r ó n i m o Nadal ocasión para
un comentario gozoso en las pláticas de Coimbra en 1561:

« El otro que quiero tractar es sobre a q u e l l o de la bula de P a u l o 3", que


al principio dize: « Spiritu Sancto i n s p i r a d , ut pie creditur»; y d e s p u é s a ñ a d e ,
o
Spiritu S a n c t o inspirati, s i m p l i c i t e r et a s s e r t i v e ; y aun J u l i o 3 así lo dize,
sin más a ñ a d i r ; y con e s t o confirman simpliciter la Compañía. D e m o d o que
al principio puso « u t pie creditur »; pero al cabo no dize e s t o , mas simpliciter
11
aproeva el spiritu de la Compañía, d e s p u é s de la p r o e v a t o m a d a delta » .

Comentario al que se s u m a r á Suárez más t a r d e cuando escriba


su famoso T r a t a d o sobre la Compañía; cree que la partícula
restrictiva del «pie c r e d i t u r » desapareció de la última fórmula,
l2
la de Julio I I I , con toda advertencia y no por casualidad .
A p a r t i r de entonces, los autores jesuítas usarán regularmente
la expresión, que queda consagrada como razón fuerte para pensar
13
en la sobrenaturalidad de la Compañía: Así lo ha dicho al P a p a .

3. — Lo que saben Laínez y Polanco de la sobrenaturalidad de


la Compañía.

Diego Laínez viene de Alcalá a París, ya profesor de Filosofía,


« p a r t i m u t litteris d a r e t operam, p a r t i m ut Ignatium conveniret,
de quo m u l t a Compluti a u d i e r a t » A p a r t i r de sus contactos en

i" MI, Consta 1, 37-1.


11
FN; II, 159.
12
E R A N C I S C U S S U A R E Z , S. I., Tractatus de Religione Societatis Jesu, curis
R. P. Pauli Guéau de R e v e r s e a u x , B r u x e l l i s - P a r i s i i s , M D C C C L V I I I , lib. 1".
c. 4", sec. IV, pág. 27.
1 2
Conviene notar aquí u n a diferencia en la m a n e r a de hablar de los
autores al aducir en su favor las palabras del R o m a n o P o n t í f i c e : m i e n t r a s
unos las traen c o m o a r g u m e n t o para creer que la C o m p a ñ í a e s t á « i n s p i r a d a »,
c o m o ha dicho el P a p a ; otros a d u c e n su « a p r o b a c i ó n » para demostrar a los
que a t a c a n a los j e s u í t a s que la Orden es « b u e n a », p u e s t o que la Sede A p o s -
t ó l i c a , que no p u e d e errar en la aprobación de u n a Orden R e l i g i o s a , la ha
a d m i t i d o en la Iglesia. Sobre los diversos pareceres de aquella época en lo
referente a la inerrancia del P a p a en la aprobación de las Ordenes R e l i g i o s a s ,
v é a s e C A N D I D O P o z o , La teoría del progreso dogmático en los teólogos de la Escuela
de Salamanca, Madrid 1959, p á g s . 147-156.
1 1
FN, I I , 565.
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » E N MANRESA 15

París, queda íntimo de Ignacio y compañero inseparable de t o d a


15
la vida .
E s testigo interesante, además, por ser el primero que, a ruegos
16
de Polanco, i n t e n t a una pequeña biografía del Loyola .
P u e s bien, su testimonio es e x t r a ñ o por la notable sobriedad
con que habla de la intervención e x t r a o r d i n a r i a de Dios en el
nacimiento de la Orden de los jesuítas. Y no es que ignore la vida
17
excepcional de dones místicos del compañero de Universidad ;
pero sólo de una m a n e r a vaga y general ve en ellos relación con
la fundación de la Compañía.
E s cierto que afirma que la imposición del n o m b r e de « Com-
pañía de Jesús » se debe a la visión sobrenatural que Ignacio t u v o
1 8
cuando se acercaba j u n t o con él y con F a b r o a R o m a ; pero a
19
pesar de conocer la visión del Cardoner , que más t a r d e veremos
convertida en argumento-clave, Laínez no la relaciona con n a d a
que se refiera d i r e c t a m e n t e al I n s t i t u t o ; a no ser que en una de
las pláticas que en 1559 t u v o a la Comunidad de R o m a , ya General
de los jesuítas, se quiera ver una alusión indirecta al t e m a de
Manresa-Compañía: allí dice que Ignacio quería hacerse cartujo,
y que orientaba los primeros fervores de su conversión hacia una
vida eremítica; luego c o n t i n ú a : « Ma cognoscendo che era chiamato
2
per l'aiuto delle anime cominció a congregare compagni . . . » " .
Pero el que sintiera esta vocación en un m o m e n t o d e t e r m i n a d o
como es la visión del Cardoner y que allí sintiera deseos de reunir
compañeros no parece que quede expresado en la frase misma.

Pasemos ya a interrogar a J u a n Alonso de Polanco, — «scrip-


tor apostolicus» de la Curia R o m a n a —, pescado por Laínez
en 1 5 4 1 ; es, desde 1547, el colaborador íntimo de los t r e s p r i m e -
ros Generales de los jesuítas
Sobre la intervención de Dios en la fundación de la Compañía,

1 5
Para d e t e n i d a s í n t e s i s biográfica v é a s e S C A D U T O , Sloria, c. 1», sec. 1»,
págs. 123-1C5.
FX, I, 5 4 - 5 5 .
17
FX, I, 111).
" FN, II. 133.
FN, I, 8 0 .
»» FN, II, 135. V é a s e la m i s m a idea u n o s párrafos d e s p u é s en las p á g s 137
a 138.
R e s u m e b i e n su v i d a S C A D U T O , 1, c , libro II, c. l ° , s e c . I I , p á g s . 180-188.
16 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

nos ha dejado testimonios preciosos; y a en el prólogo de su


primer escrito sobre los orígenes de los jesuítas nos dice la razón
íntima de su interés en dejar informadas a las generaciones veni-
deras: « J u z g a b a asimismo, que se viese no ser ésta efecto de la
invención o industria h u m a n a , sino de la divina providencia, que
a su santa Iglesia en todos tiempos ha socorrido y socorre con
nuevas a y u d a s » ' * .
Años después, en 1564, en una información sobre los jesuítas,
persiste su p e n s a m i e n t o :

« H a s t a aquí he dicho del i n s t i t u t o de la Compañía. Aora, para explicar


lo que siento del, que es ser u n a grande y m u y p r o v e c h o s a i n v e n c i ó n del Spi-
ritu S a n c t o , que en n u e s t r o s días ha querido a y u d a r c o n ella las necesidades
23
de su Yglesia, diré los m o t i v o s que t e n g o . . . » .

Y pasa seguidamente a e n u m e r a r las razones en que se funda


p a r a creer que la Compañía sea obra de la intervención de Dios
p a r a socorrer a su Iglesia:
— El haber sido t a n r e p e t i d a m e n t e a p r o b a d a por la Sede
Apostólica, que tiene asistencia de Dios p a r a no errar en cosas
de t a n t a i m p o r t a n c i a
— El haberla aprobado el Concilio de Trento, que es «testi-
25
monio t a m b i é n irrefragable de que ésta sea obra de Dios » .
— El haber venido en t i e m p o en que L u t e r o ha renegado de
la fe, que es señal que la Providencia la suscita y la envía como
26
ejército de soldados que defiendan a la I g l e s i a .
Estos son los motivos en que su opinión se funda.
Se nos ocurre una p r e g u n t a : ¿ creía Polanco que el nacimiento
de la Compañía tenía relación con la maravillosa vida mística
de Ignacio de Loyola ?
P o r sus escritos sabemos que conocía m u y bien la riqueza de
gracias extraordinarias con que Dios regalaba a nuestro fundador.
Pero al hacer referencia a ella en sus escritos, g u a r d a un discreto
silencio sobre si estaba relacionada o no con la Orden N u e v a ;
no afirma nada, ni niega nada. Sin duda su perspicacia intuía algo
sobre el t e m a ; pero el tacto y la prudencia de colaborador subor-

- FX, I , 1 5 2 .
23
FX, I I , 305.
" F.W II, 305 306. Véase la m i s m a idea en FX, I, 206.
25
FN, II, 306.
" FX, II, 307. E l m i s m o p e n s a m i e n t o repite en FX, II, 5 2 2 - 5 2 3 .
P. I. C. I - LA « PRENOCIÓN » E N MANRESA 17

dinado, le hacían no forzar p u e r t a s que encontraba cerradas; se


queda a n t e ellas con una simple afirmación de su sospecha:

« Otras cosas que la b o n d a d d i v i n a y sapiencia obraba m a r a v i l l o s a m e n t e


en su á n i m a (que se p i e n s a sean rarísimos y e x c e l e n t e s d o n e s s u y o s ) , no h a
querido h a s t a aquí comunicarlas a n a d i e , d i c i e n d o q u e , si a D i o s p l u g u i e s e
que t a l e s cosas se c o m u n i c a s e n c o n otros, o se escribiesen, que él m i s m o l a s
escribiría; pero las que aquí se escribirán.'supiéronse del m i s m o , según a a l g u n a s
personas de la Compañía, por c o n s u e l o y a y u d a d e l l a s , se le ofrecía decirlas »".

N a d a l , m á s impetuoso que Polanco, no dejaba pasar o p o r t u -


nidad que se le ofreciera de insistir a Ignacio p a r a que revelara
su vida í n t i m a ; le d a b a como razón que esto era v e r d a r d e r a m e n t e
28
fundar la Compañía .

4. — En la intimidad mística de Ignacio de Loyola.

El silencio pertinaz del F u n d a d o r se va a r o m p e r a n t e Gon-


galves da Cámara, jesuíta de la primera generación de la Provincia
29
portuguesa .
Venido a R o m a p a r a informar al General de los asuntos de su
30
Provincia , después de unos meses en la casa Profesa, acude a
San Ignacio con una consulta espiritual; a c a b a d a ésta, Ignacio,
impulsado por una fuerte moción interna, decide confiarle sus
3l
Memorias autobiográficas .
De esta m a n e r a t a n sencilla queda Cámara hecho «secretario
32
del corazón » , y redactor de lo que se ha llamado, con razón,
la autobiografía del fundador de la Compañía.
Contra lo que podía esperarse m á s n a t u r a l m e n t e , no es en
estas memorias en donde Cámara ha dejado el testimonio que v a
a entusiasmar a las posteriores generaciones de jesuítas, sino en
el Memorial.

37
FN, I, 1 6 3 .
2 8
MN, V, 2 6 4 - 2 6 6 . V é a s e t a m b i é n FN, I , 3 5 4 - 3 5 9 .
2 9
F R A N C I S C O R O D R I G U E S , S. I . , Historia da Companlda de Jesús, na
Assisténcia de Portugal, P o r t o 1 9 3 1 , T o m I , v o l . I I , c. I I I , págs. 68-90, escribe
sobre v i d a y persona de Cámara.
3 0
FN, I , 530.
3 1
FN, I , 350.
3 2
« E t cordis e t i a m secretarais factus » v é a s e la cita en R R O , Inlerroga-
tiones, X , p á g . 178.

2 — El origen de la Compañía de Jesúa.


18 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

E s este escrito una especie de Diario que llevaba el jesuíta


portugués cuando a y u d a b a a Ignacio como Ministro en el go-
33
bierno de la Comunidad de R o m a . E n él iba a n o t a n d o «as cousas
34
de alguma importancia que nosso P a d r e dizia, fazia ou ordenava » .
El 17 de enero de 1555 anota unas p r e g u n t a s y unas respuestas
que vamos a transcribir íntegras por su importancia con relación
a nuestro t e m a ; t e n g a m o s en cuenta al leerlas, lo que anota Cámara
sobre ellas: que nos da no sólo las ideas, sino las palabras formales
35
de San Ignacio de Loyola :

<« P r e g u n t é al Padre q u é m o t i v o h a b í a t e n i d o para n o tener h á b i t o . —


R. Y o al principio a n d a b a en p e n i t e n c i a s , y traía h á b i t o diferente: los jueces
m e han m a n d a d o que m e v i s t i e s e a lo ordinario y c o m ú n : y o t o m é de aquí e s t a
d e v o c i ó n ; p u e s me lo m a n d a n , lo quiero así hacer; porque el hábito poco importa.
« Quál fué el m o t i v o de n o tener coro. — R. Y o p e n s a b a q u e , si n o t u v i é -
s e m o s coro, t o d o el m u n d o sabría que e s t á b a m o s ociosos, q u a n d o no nos v i e s e n
a p r o v e c h a r a las á n i m a s ; y así, esto n o s sería espuela para querellas apro-
vechar. Y por la m i s m a razón nosotros q u i s i m o s v i v i r e m [sic] pobreza para
m á s poder aprovechar las á n i m a s , sin e m b a r a c e s de negociar rentas, y t e n i e n d o
t a m b i é n e s t a espuela.
P r e g ú n t e l e el m o t i v o de las peregrinaciones. — R. P o r q u e en mí m i s m o
había e x p e r i m e n t a d o q u á n t o a p r o v e c h a b a , y porque me h a b í a bien h a l l a d o
en ello. D e s p u é s , v i e n d o que enferman [. . .] habernos m o d e r a d o y d e x a d o a
discreción de los superiores. Y a e s t a s cosas t o d a s se responderá con un negocio
3 S
que p a s ó por mí en Manresa » .

Las últimas palabras debieron de dejar intrigado al ánimo


curioso del confidente.
E n marzo de 1555, es decir, unos dos meses después de la
escena copiada más arriba, Ignacio reanuda sus memorias a u t o -
3 7
biográficas ; Cámara recibe asombrado la gran confidencia de
38
la Ilustración del C a r d o n e r , e identifica aquella gran visión
con «el negocio » a que había hecho Ignacio alusión para explicar
algunas novedades de las que había introducido en los jesuítas.

3 3
E d i t a d o en FN, I, c o m o M o n u m e n t o 13°, o c u p a de p á g . 508 a 752
con i n t r o d u c c i ó n y s u p l e m e n t o s .
3 4
FN, I, 5 3 1 .
3 5
« A reposta desta p e r g u n t a e das que se seguem até o § décimo
q u a r t o i n c l u s i v e sao p a l a v r a s formáis de N . P. » FN, I, 609.
3 t
FN, I, 6 0 9 - 6 1 0 .
37
FN, I, 3 5 8 y 3 2 7 - 3 3 0 .
3 3
FN, I, 4 0 4 - 4 0 6 .
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN )) EN MANRESA 19

Que las cosas sean así, y no conjetura nuestra, lo p r u e b a el


mismo Cámara cuando, y a de nuevo en su Provincia, completa las
notas que había t o m a d o en español con unas observaciones en
39
lengua portuguesa . Al llegar a la palabra española «negocio »,
comenta:

«Con un negocio».

« Era e s t e n e g o c e o h u m a grande i l l u s t r a c á o do e n t e n d i m e n t o , e m a qual


n o s s o Senhor e m Manresa m a n i f e s t o u a N . P. e s t a s e outras m u i t a s colisas
das que ordenou na C o m p a n h i a . E t o c o u - m e aqui nella, porque m e t i n h a y a
4
p r o m e t i d o de me contar l a r g a m e n t e t o d o o processo de sua v i d a » ° .

Así, pues, este nuevo motivo para creer que la Compañía es


obra extraordinaria de la gracia, surge de la alusión que Ignacio
hace a Manresa, pero en una concretización progresiva de tres
etapas:
Primero hace Ignacio la alusión a cierto m o m e n t o de Manresa.
E n segundo lugar, n a r r a la Ilustración del Cardoner, y Cámara
identifica el tal «negocio » con ella.
Y en último lugar, el confidente y a vuelto a P o r t u g a l , deja
testimonio escrito de esta identificación que había hecho, con la
observación particular de que la explicación de ciertas novedades
del I n s t i t u t o estaba en el Cardoner porque allí había recibido
Ignacio revelación expresa de ellas, y de otras muchas.

Parece este el m o m e n t o más adecuado p a r a t r a t a r uno de los


aspectos de la obra literaria de J e r ó n i m o N a d a l , en relación con
el origen sobrenatural de la Compañía.
San Ignacio lo a d m i t e en el noviciado en 1545, y lo forma él
41
mismo ; de tal manera le ve asimilar el espíritu de la Orden Nueva
que, cuando tiene que promulgar las Constituciones por E u r o p a ,
a ninguno cree t a n p r e p a r a d o para sustituirle como al jesuíta
4a
de Mallorca .

»» Véase FN, I, 5 0 0 , 5 3 2 .
40
FN, I, G09-G10.
1 1 r
Para u n a biografía v é a s e M. N I C O L A U , S. I., Jerónimo A orrfa/,pags. 15-70
" « í n t e r t o t t a m q u e e g r e g i o s v i r o s , qui t u n e t e m p o r i s in u n i v e r s a S o c i e
t a t e florebant, n e m i n e m P. N a d a l superiorem v e l a e q u a l e m d u x e r i t I g n a t i u s
cui suas v i c e s in r e g e n d a S o c i e t a t e , in C o n s t i t u t i o n i h u s per E u r o p a m p r o m u l -
g a n d o c o m m i t t e r e p o s s e t »: MN, I, p á g . V I I .
20 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

De su compleja obra literaria pasemos a e x a m i n a r la co-


rriente de afirmaciones sobre nuestro t e m a , que pudiéramos llamar
histórica heredada acerca de la Orden N u e v a como obra extraordi-
naria de la gracia.
Siguiendo los pasos de su infatigable itinerario por E u r o p a ,
le oímos en 1553-1551 afirmar en sus pláticas de E s p a ñ a : La insti-
tución de la Compañía es sólo obra de Dios; a u n q u e su aprobación
venga del P a p a , por ser condición indispensable para la existencia
jurídica de cualquier Orden Religiosa " .
E n otro párrafo pasa de la afirmación a la justificación o
motivación de su creencia: nos dice que en 1539, cuando los com-
pañeros, j u n t o con Ignacio, presentan a Paulo III el primer esquema
45
del Instituto , el Pontífice, alborozado, e x c l a m a : «Spiritus Dei
est hic ». E s t a frase, que desde entonces se t r a n s m i t í a e n t r e los
jesuítas como motivo para creer en la sobrenaturalidad de la
Compañía, sólo a p a r t i r de N a d a l pasa a ser testimonio escrito
con estas p a l a b r a s :

« N o t a n d u m e t i a m ad D e i gloriam q u o d , offerentibus P. I g n a t i o et a l u s
P a t r i b u s formara e a m v i v e n d i quae e s t in bulla c o n f i r m a n d a m , d i x i t P a u l u s
tertius: «Spiritus Dei est hic». Erat h i c vir p r u d e n t i s s i m u s , p r a e t e r q u u m
q u o d in tali loco c o n s t i t u t o d i v i n a gratia a s s i s t e b a t »

W Para lista de los escritos espirituales de N a d a l , v é a s e M. N I C O L A U , S.I.,


Jerónimo Nadal, p á g s . 74-132.
4 4
« N o t a n d u m S o c i e t a t i s i n s t i t u t i o n e m esse a solo D e o , a p p r o b a t i o n e m
antera a Pontífice, sine cuius a u c t o r i t a t e n u ü a p o t e s t esse religio. Sedes a u t e m
A p o s t ó l i c a in t a l i b u s , sequens u s i t a t a m formara iudicandi, errare non p o t e s t »,
MN, V, 4 9 .
4 5
Parece que las palabras del R o m a n o P o n t í f i c e fueron p r o n u n c i a d a s
en 1539 c u a n d o le p r e s e n t a r o n la P r i m e r a F ó r m u l a . E s t a es la s e n t e n c i a de
Leturia en Est. Ign. I, p á g . 2 5 3 , y así parece deducirse de los otros s i t i o s donde
da la c i t a N a d a l : v é a s e FN, II, 9 5 y 1 4 5 ; MN, V , 2 4 6 e t c .
46
MN, V, 4 9 . — E s t a e x c l a m a c i ó n del Pontífice que N a d a l cita por pri-
mera vez, a partir de él se hará clásica entre los j e s u í t a s , pero con una p e q u e ñ a
v a r i a n t e en la e x p r e s i ó n m i s m a : « Digitus D e i e s t h i c » en v e z de «Spiritus
D e i est hic ». R e s p e c t o al autor del c a m b i o en la e x p r e s i ó n , los E d i t o r e s de
M H S I , en M I , FN, I, 312 n o t a 3 3 , la a t r i b u y e n a R i b a d e n e i r a c u a n d o hizo
la edición e s p a ñ o l a de la Vida de San Ignacio de L o y o l a . Siguen en e s t a
o p i n i ó n a los E d i t o r e s de M o n u m e n t a H i s t ó r i c a : Leturia en Est. Ign. I,
2 5 3 , n o t a 47 y p o s t e r i o r m e n t e Miguel N i c o l a u en MN, V , 4 9 , n o t a 7".
E n realidad h a y que decir que P o l a n c o , años a n t e s de que aparaciera la
obra de R i b a d e n e i r a , usa y a la fórmula « q u o d Digitus D e i est hic » en la carta
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » E N MANRESA 21

Creemos que el pensamiento queda claro: el Nadal de 1551


cree ciertamente en la intervención e x t r a o r d i n a r i a de Dios en la
fundación de la Compañía; y como motivo, da la frase del P a p a ,
que debe ser a d m i t i d a sea por proceder de un h o m b r e que
m e s u r a b a con prudencia lo que decía, sea sobre todo, por
estar, como Pontífice, asistido de una protección especial de
Dios.
A p a r t i r de 1557 Nadal seguirá creyendo en la intervención
extraordinaria de la gracia con respecto al nacimiento de la Com-
pañía. Seguirá dando los motivos que hasta ahora tenía p a r a
sostener esta opinión; pero como razón de preferencia, gozosa e
17
insistentemente s u b r a y a d a , dará la Ilustración Eximia.
Demos, por ejemplo la cita de lo que escribe en sus Anotaciones
al Examen p a r a el ingreso en la Compañía. Cuando en 1557 p r e -
tende esplicar las exigencias nuevas de esta m a n e r a de Vida Reli-
giosa, observa:

« H o r u m vero omnium, ut totius instituti, rationem reddebat Pater


I g n a t i u s i l l u s t r a t i o n e m i l l a m c x i m i a m m e n t í s suae, q u a m singulari D e i b e n i -
g n i t a t e a c m a g n o d i v i n a e g r a l i a e privilegio accepit ad initia suae c o n v e r s i o n i s
Manresae, q u o d o p p i d u m e s t in Tarraconensi H i s p a n i a »

E n unas notas compendiadas de las pláticas de Colonia, leemos


una expresión que tiene un fuerte sabor « prenocionista », a pesar
de la época tardía, — fue en 1567 — en que t u v o estas alocu-
ciones domésticas:

« H i c de sacello D . Pauli ad f l u m e n , ubi fuit supra se l e v a t u s , ita u t a p e -


rirentur sibi o m n i a rerum principia. In q u o r a p t u v i d e t u r t o t i u s S o c i e t a t i s
c o g n i t i o n e m accepisse, quia s o l e b a t dicere: — E g o m e refero ad M a n i e s a m — ,
q u a n d o querebatur quare h o c a u t i l l u d ita i n s t i t u e r e t »

A n t e esta nueva motivación que N a d a l empieza a usar a parta-


de 1557, y que antes ignoraba, la p r e g u n t a viene casi forzada:

q u e escribe en 1556 para anunciar la m u e r t e de Ignacio de L o y o l a : v é a s e


FN, I, 768. Y el m i s m o Garibay, e n 1 5 7 1 , a n t e s d e q u e apareciera la Vida de
I g n a c i o escrita por R i b a d e n e i r a v u e l v e a usar la e x p r e s i ó n « Digitus Dei est
h i c » en su «Compendio Historial . . . » refiriéndola a la Escritura E x . 8 , 1 9 :
V é a s e FN, II, 458.
4 7
V é a n s e entre o t r a s MN, V, 1 6 4 - 1 6 5 ; 2 7 6 - 2 7 7 ; 6 1 1 - 6 1 2 ; 7 8 2 - 7 8 3 , etc.
4 8
MN, V , 165.
4 9
FN, II, 406.
22 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

¿de dónde supo el promulgador de las Constituciones esta relación


que existía entre las cosas de la Compañía y la Visión de Ignacio
a las afueras de Manresa ?
Vamos a dar un dato que quizás nos ponga en la p i s t a : sabemos
50
que en el otoño de 1555 sale de R o m a con Cámara y Ribadeneira .
Y otro dato interesante es que el confidente de las Memorias de
Ignacio acababa de oir la narración del F u n d a d o r de la Compa-
11
ñía unos días a n t e s de su p a r t i d a .
¿Resultará arriesgado pensar que Cámara, en el camino de
R o m a a Genova, y en su estancia allí, hizo partícipe de sus con-
fidencias a Nadal, que era el h o m b r e que m á s había forzado a
5 2
Ignacio a relatar su vida ? . Y e n t r e estas confidencias, ¿no le
comunicaría al hombre que iba a promulgar las Constituciones y
a visitar a la naciente Compañía de toda E u r o p a la alusión que
Ignacio le había hecho el 17 de febrero a un «negocio » de Manresa
como a explicación última de ellas, y la identificación ulterior de
este «negocio » con la Ilustración E x i m i a ?
E s t a fue sin duda la fuente en donde N a d a l bebió la relación
que existía entre el Cardoner y la Compañía, que le serviría como
dato precioso de reflexión teológica al t r a t a r de profundizar en
la espiritualidad de la Orden N u e v a .
¿De dónde, si no, iba a saber que la narración de la visión del
63
Cardoner se le hizo a Cámara en 1555 ? . Así se explicaría, t a m -
bién, que Nadal sólo empezara a usar esta relación como argumento
para afirmar que la Compañía está inspirada a Ignacio de Loyola,
a p a r t i r de 1557.
Además, la semejanza de expresión, que se hace p a t e n t e con
sólo leer la referencia de Cámara y compararla con la cita última
de Nadal, parece estar indicando por sí misma el origen común
de las dos noticias.
L a mente de Nadal parece q u e d a r c l a r a : él cree que la Com-
pañía es obra extraordinaria de la gracia; para p r o b a r su creencia,
da motivación en una doble línea: cuando habla a los de fuera, o
en documentos de tipo oficial, da m á s bien razones de tipo e x t e r n o ;
argumentos que están a la vista de los fieles y de los jefes de la
Iglesia. Razones o argumentos que resume en uno de los escritos

" MN, II, 40 y III, 851.


»; FN, I, 502-504.
» MN, V, 266.
3 3
FN, II, 152.
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » EN MANRESA 23

finales de su v i d a : Su defensa del I n s t i t u t o , contra la imposición


del coro, y contra la obligación de a d m i t i r a profesión solemne a
54
todos los miembros de la Compañía .
Xo se deben i n m u t a r unas normas que está sobrenaturalmente
comunicadas al fundador, como lo p r u e b a :
— El haber sido a p r o b a d a la Orden por la Sede Apostólica
y por el Concilio de T r e n t o .
— Las palabras de Paulo I I I al conocer la P r i m e r a F ó r m u l a .
— Su rápida propagación por t o d a la Iglesia.
— La unánime aprobación de los fieles, y la rabia con que
es perseguida por los enemigos de la Religión Católica.
— Los frutos de santidad y de martirio con que ya cuenta
55
la Compañía .
Pero hay una razón que no aduce aquí, y que utiliza con pre-
ferencia cuando habla a «los de c a s a » ; es un «secreto de fa-
milia »: la referencia que Ignacio hacía al Cardoner en su t r a t o
íntimo con los jesuítas el querer explicar las cosas de la Orden.
Nadal la usará, primero como una noticia histórica heredada, pero
veremos que luego ta va matizando a medida que reflexiona so-
68
bre ella .

57
5. — El último testigo orillar .

P a r a los que conocen, a u n q u e sólo sea a grandes rasgos, los


primeros tiempos de la Orden en R o m a , no hace falta justificar
el valor testimonial que tienen las afirmaciones de R i b a d e n e i r a :

8 1
SACCHINI, Hist. Soc, p a í s I I I , L i b . V I I I , u n . 11 y s s .
55
MN, IV, 166 y s s .
M a
E n el Capítulo c o n c l u s i v o de la I I P a r l e d a m o s el a s p e c t o q u e N a d a l
t i e n e de reflexión teológica sobre la relación entre Cardoner e I n s t i t u t o de la
Compañía.
5 7
O m i t i m o s autores que h a b l a n cu s e n t i d o prenocionista, p o i q u e no
t r a t a m o s aquí de hacer un recorrido c o m p l e t o de t o d o s los escritores de la
C o m p a ñ í a que t i e n e n e s t a s e n t e n c i a , s i n o de buscar los p a s o s c l a v e s por los
q u e llegó a fraguar é s t a en c o n c i e n c i a c o l e c t i v a entre los j e s u í t a s . Para los que
d e s e e n v e r qué p i e n s a n autores t a n r e p r e s e n t a t i v o s de e s t a é p o c a , c o m o San
Pedro Canisio y Gagliardi, por e j e m p l o , v é a n s e B E A T I P E T R I C A N I S I I , S. I.
Exhortationes Domesticae, R u r a e m u n d a e , 1876, en p á g s . 3 a 6, 2 5 7 , 2 6 0 etc.
a f i r m a c i o n e s claras sobre el a s p e c t o p r e n o c i o n i s t a ; lo m i s m o p u e d e verse en
A Q U I L E S G A G L I A R D I , S. I., De plena cognitione Instituti, ad P a t r e s e t Fratres
S o c i e t a t i s l e s u , e d i l i o t e r t i a , B r u g i s , 1882, p á g s . 1, 5, 98, etc.
21 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

58
son de sobra conocidas sus t r a v e s u r a s de muchacho , y la curiosa
58
predilección del fundador por el revoltoso paje toledano .
60
Investigador escrupuloso de la vida de Iñigo , se gloriaba
en su ancianidad de ser de los pocos que podían decir al escribir
la vida del f u n d a d o r : «Vi, díjome, díjele »
Tres datos i m p o r t a n t e s , sobre todo el último, v a a a p o r t a r a
nuestro t e m a del origen s o b r e n a t u r a l de los jesuítas:
62
El primero, en su Acta Patris Nostri Ignatii . Refiere que
el 19 de marzo de 1554, cuando a c o m p a ñ a b a a San Ignacio por
la Ciudad E t e r n a , e n t r a r o n en la Iglesia de San José a hacer una
visita. El Loyola se siente elevado por el canto solemne y el órgano
que suena. A la salida comenta con Ribadeneira que si se dejara
llevar por su devoción pondría coro a los jesuítas. Pero que Dios
le había dado a conocer que se quería servir de la Compañía en
63
otras cosas .
E s t e mismo año, nos dice Ribadeneira, disputaba el P a d r e
Olave con Marcelo II, que todavía era Cardenal, sobre el no admitir
dignidades en la Compañía. El P a d r e le daba razones p a r a defender
la posición de los jesuítas, y el Cardenal no acababa de verlas
con suficiente fuerza probativa. Entonces, como último argumento,
Olave recurre a la a u t o r i d a d de Ignacio de Loyola, y Marcelo
Cervini contesta: « A o r a me rindo, P a d r e Olave; porque a u n q u e
la razón m e parece que es en mi favor, t o d a v í a m á s peso tiene
la auctoridad del P . Ignacio; pues es de creer que nuestro Señor
a u n h o m b r e que eligió para p l a n t a r una Compañía como ésta
64
[. . .] le h a y a [. . .] revelado el modo con que ella le ha de servir » .
P e r o hay una tercera aportación que se suma como nuevo
motivo que en el futuro iba a tener excepcional importancia p a r a
creer que Dios intervino de una m a n e r a extraordinaria en la fun-

5 8
Mon. Rib., I, 7.
6 9
Mon. Rib., I, 13-15.
8 0
V é a s e el prólogo de la edición c a s t e l l a n a de su Vida de San Ignacio
de Loyola, FN, IV, 63-77.
6 1 e e
< Si a N . P . no paresciere que lo q u e m e dizen que h a z e el P . Maffeo
es m á s a p r o p ó s i t o , q u e sí deue de s e r ; a u n q u e m u c h o i m p o r t a para q u e la
uerdad de la historia se crea, el poder dezir: ui, oy, d í x o m e , d í x e l e », Mon.
Rib., I, 797 ; FN, IV, 35.
6 2
Para el t i e m p o de redacción de las Acia v é a s e , FN, I I , 320.
8 3
FN, I I , 3 3 7 .
" FN, I I , 3 5 3 .
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » E N MANRESA 25

dación de la Orden de jesuítas. L a escena se refiere al tiempo en


que Ignacio escribía las Constituciones en R o m a . Tenía j u n t o a sí
a Laínez, con quien consultaba m u c h a s cosas.
H e aquí transcrito el diálogo, con el comentario de R i b a d e -
neira, que pasó a ser famoso entre los j e s u í t a s :
e
« Solía a l g u n a s v e c e s p e d i r N u e s t r o P a d r e al P . M.° L a y n e z si creya
q u e los s a n c t o s q u e a v í a n f u n d a d o religiones y scripto reglas dellas h u v i e s -
sen t e n i d o en t o d a s las cosas particular l u m b r e y r e v e l a c i ó n de N . Señor, o
e
si a l g u n a s d e x a v a a la p r u d e n c i a n a t u r a l . Y c o m o el P . M." L a y n e z r e s -
p o n d i e s s e q u e creya q u e , a u n q u e en las cosas e s s e n c i a l e s y de m a y o r i m p o r -
t a n c i a N . Señor les c o m u n i c a s s e y i n f u n d i e s s e su gracia particular, en las
d e m á s d e x a v a obrar a la n a t u r a l e z a ; dezía N . P a d r e : — A s s í m e paresce t a m -
b i é n a mí. — D e lo q u a l saco q u e , a u n q u e en a l g u n a s cosas n o t e n í a N . P a d r e
6 5
r e v e l a c i ó n de D i o s , en m u c h a s de las C o n s t i t u c i o n e s la t e n í a » .

6S
A u n q u e Ribadeneira sigue escribiendo h a s t a 1610 , y a muchos
años a n t e s su m a n e r a de pensar acerca de nuestro t e m a había
quedado estabilizada. Se podría resumir en estas palabras de u n
escrito suyo de 1578, en el que quiere refutar la tendencia a elegir
u n General español distinto del de R o m a , p a r a la Compañía de
E s p a ñ a : « E l instituto de la Compañía [. . .] no es inuención de
hombres sino instituto de Dios [. . . ] . Las Constituciones de la
e
Compañía fueron dadas de Dios a nuestro P . Ignacio, y a lo
6
menos en las cosas sustanciales t u u o l u m b r e del Cielo » ' .
Como motivos p a r a fundar su creencia, de N a d a l acepta R i -
6 8
badeneira los de tipo m á s bien e x t e r n o ; es verdad que acepta
la intervención extraordinaria de Dios, pero no la relaciona con el
Cardoner sino m á s bien con la escena entre Laínez e Ignacio en
R o m a , que pasa a la historia como último argumento fuerte en favor
de u n a revelación del I n s t i t u t o hecha al hombre que debía fundarlo

6 5
H e m o s t r a n s c r i t o el diálogo de su Collectanea de 1567, q u e es el primer
d o c u m e n t o escrito c r o n o l ó g i c a m e n t e : v é a s e FN, I I , 4 1 5 . — Pero R i b a d e -
neira, en el resto de sus escritos d u r a n t e su v i d a repetirá la escena v a r i a s v e c e s
V é a s e , por e j e m p l o , Vida de San Ignacio de Loyola, FN., IV, 7 4 1 ; De Ra'
tione Inslituli Societalis Jesu, p á g s . 3 8 3 - 3 8 4 .
6 6
Su ú l t i m a obra es Tratado del Gobierno de Nuestro Bienaventurado
Padre, para los Superiores de la Compañía, e d i t a d o en FN, I I I , 6 0 8 - 6 3 4 ,
" Mon. Rib., II, 3 0 5 - 3 0 6 .
0 8
P a r a v e r u n r e s u m e n y c o m p e n d i o de t o d o s e s t o s m o t i v o s e x t e r n o s
e s i n t e r e s a n t e leer el c a p i t u l o X I I I del libro V , de su Vida de San Ignacio
de Loyola, FN, IV, 901-931.
20 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

6. — El primer historiador oficial de la Compañía.

El noble florentino Orlandini, llamado a R o m a p o r Aqua-


viva, es el primero q u e escribe Historia de la nueva Orden de
6 9
jesuítas .
E n su obra h a y unos párrafos q u e vamos a citar, y que testi-
monian sobre nuestro tema.
E l primero se refiere al tiempo en q u e S a n Ignacio queda solo
7
para escribir las C o n s t i t u c i o n e s " ; el F u n d a d o r , viéndose en so-
ledad, y con u n a tarea en las manos t a n sobre sus fuerzas, acude,
a Dios en petición de a y u d a , y Dios le responde con u n cúmulo
desbordante de luz y de gracias:

« Quo tempe-re m e n s eius a D e o m i r u m i n inoduin i l l u s t r a t a , s u a u i t a l e


q u a d a m spiritus t o t a v n d i q u e p e r f u n d e b a t u r , hauriens a Patre l u m i n u m ,
q u a e m o x suae disciplinae a l u m n i s c o n s i g n a r e t , e t v e l u t i d i c t a t a q u a e d a m
de rebus s i n g u l i s , q u i b u s h a e c i n s t i l u t a c o n t i n e n t u r ; e x c i p i e n s ; v t m i r u m
videri n o n d e b e a t , si cuius in a n i m o s p e e i e m operis v n i v e r s i D i u i n u s Archi-
t e c t u s affinxerat, is t a m e x c e l i e n s R e l i g i o n i s i n s t i t u t u m , f o r m a m q u e descrip-
s e r i t : v t affirmarc veré p o s s e t , n o n s u u m i l l u d i n u e n t u m e s s e , s e d eius, q u i
7 1
sibi i n m o n t e c o m m o n s t r a s s e t e x e m p l u m » .

Si subimos hacia arriba en el tiempo, recorriendo la vida del


fundador de la Compañía, Orlandini piensa q u e a n t e s de escribir
las Constituciones, cuando estudiaba en París, « i a m t u m fuisse
certum Ignatio, e t scilicet reuelatum Diuinitus, fore u t religiosum
72
coetum ipse fundaret» . D e otra m a n e r a no se podría explicar
— dice el historiador — la profecía q u e Ignacio hizo en Flandes
3
a Cuadrado ' .
P e r o remontándonos m á s arriba, Orlandini nos v a a decir
que en Manresa está la raíz del conocimiento sobrenatural de la

6 0
SACOHINI, c u a n d o e d i t a l a obra p o s t u m a histórica de Orlandini, la
h a c e preceder de un prólogo c o n u n a b r e v e biografía del fallecido j e s u í t a ,
y c o n u n a s o b s e r v a c i o n e s sobre el valor histórico de s u s e s c r i t o s : v é a s e e n
N . O R L A N D I N I , Hisloriac Societatis lesu, Pars P r i m a , R o m a e , 1615, en p r ó l o g o .
7 0
MI, Const, I, 3 4 . — Coduri, que había sido señalado para que redactara
las C o n s t i t u c i o n e s j u n t o c o n I g n a c i o , muere a los pocos m e s e s : M I , Const,
I, L V I .
7 1
ORLANDINI, Hisl., l i b . 2°, n. 116.
» ORLANDINI, Hist., l i b . 1», n. 66.
7 3
En la I n t r o d u c c i ó n , n o t a 16* e s t á transcrita l a r g a m e n t e e s t a profecía.
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » E N MANRESA 27

Compañía, que Ignacio conoció antes de fundar los jesuítas. Sus


palabras son:

« Vcruní inter E c s t a s e s v n a a n t e o m n e s octidui spatio m e m o r a b i l i s fuit.


In c o m p l e t o r i o e n i m S a b b a t i a u o c a t u s a s e n s i b u s , c u m o c t o ipsos dies, i t a
quasi e x a n i m i s iacuisset [. . . ] . Quo t e m p o r e pia e s t , ac probabilis conicctura,
v t i o l i m G e n t i u m D o c t o r triduo illo [. . .] ita I g n a t i o h u i u s m i n i m a e Societa-
, 4
t i s , quasi fabricam et e x e n i p l a r o s t e n s u n í • .

E s de sumo interés en este m o m e n t o saber si Orlandini nos


dice algo de la fuente en que ha aprendido esta noticia. La razón
del interés se entenderá enseguida:
H a s t a ahora sabíamos que los primeros jesuítas se habían
r e m o n t a d o h a s t a Manresa en busca del origen sobrenatural de la
Compañía. P e r o Cámara, y t r a s él, Nadal, a t r i b u y e n la «preno-
ción » a la Ilustración E x i m i a del Cardoner, sin n o m b r a r siquiera
el r a p t o de ocho días Pero acabamos de oír a Orlandini que la
tal prenoción no la recibió Ignacio en el Cardoner sino en el r a p t o
que le sorprendió en una capillita del mismo Manresa cuando oía
Completas, y que le t u v o enajenado u n a semana.
¿ E s t a m o s a n t e una tradición distinta respecto al sitio de la
prenoción, o es una fuente única'?
Dejemos al mismo Orlandini decirnos de dónde t o m a él la
noticia, y luego sacaremos la consecuencia de sus mismas p a l a b r a s :

« Quod i p s u m [el q u e t u v o Ignacio r e v e l a c i ó n e x p r e s a de la C o m p a ñ í a ]


e i u s d e m e x ore p l a n i u s c u m vna cum Ludouico Consaluio [. . .] de Societate
dissereret, inleUectum est. N a m c u m m u l t a e t v a r i a inter sese de h u i u s v i t a e
r a t i o n i b u s , i n s t i t u t i s q u e conferrent [, . .] ad e x t r e m u m r a t i o n u m o m n i u m
s u m m a m ad v n u m illud r e t u l i t Manresae s e c e s s u m : in quo perspicuas h o r u m
o m n i u m , e t aliorum a D e o i m p r e s s a s , et quasi c o n s í g n a l a s in a n i m o s u o n o t i o -
7 S
n e s , et i n t e l l i g c n t i a s a c c e p e r a t » .

7 4
O R L A N D I N I , Hist., Pars P r i m a , l i b . 1°, n. 2 8 .
7 5
Ú l t i m a m e n t e , V a n Ortroy h a n e g a d o la h i s t o r i c i d a d del rapto de o c h o
d í a s ; él cree q u e n o t i e n e que v e r n a d a e s t a e n a j e n a c i ó n de s e n t i d o s c o n u n a
gracia m í s t i c a ; se t r a t a de un a t a q u e e p i l é p t i c o que dura una s e m a n a : v é a s e
An Bol, 2 7 (1908) 408. — Sin e m b a r g o parece que la n a t u r a l e z a de v e r d a d e r o
r a p t o e s t á afirmada por t e s t i m o n i o s de suficiente fuerza h i s t ó r i c a : R i b a d e -
neira e n , FN, II, 3 2 6 - 3 2 7 ; en su Vida de San Ignacio, FN, IV, 1 2 9 ; en u n a
carta de 1593, Mon. Rib., II, p á g s 1 7 0 - 1 7 1 . Y P o l a n c o en, FN, I I , 5 2 9 : v é a n s e
en la n o t a 4 5 de e s t a m i s m a p á g i n a , los t e s t i g o s oculares que lo t r a n s m i t i e r o n
a Ribadeneira.
O R L A N D I N I , Hist., l i b . 10, n. 6 5 - 6 6 .
28 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

L a manera de razonar es bien sencilla, y no parece que tenga


inconsecuencia alguna: H e m o s visto que Cámara se refiere cla-
r a m e n t e y sin lugar a duda al Cardoner y a la ilustración E x i m i a
como sitio y m o m e n t o a que San Ignacio aludía; en él, según el
mismo Cámara se dio la «prenoción» de la Compañía. Ahora
bien, el historiador Orlandini nos dice expresamente que su fuente
de información es Cámara en el coloquio que t u v o con el F u n d a d o r
de los jesuítas. Luego la consecuencia es clara: Orlandini entendió
bien la idea del confidente, pero se equivocó al localizarla.
E s t a consecuencia se hace t a n t o m á s n a t u r a l cuanto que sabe-
m o s por Polanco que así como de la visión del Cardoner hizo San
Ignacio confidencias frecuentes, por el contrario, del famoso r a p t o
de ocho días guardó un secreto cerrado d u r a n t e t o d a su vida. Oirá
el secretario que convivió con él largos años, que el penitente de
Manresa « nihil quod sciamus cuipiam dixit» de este r a p t o mien-
t r a s oía Completas " .
La obra de Orlandini se había preparado con esmero: Se ha-
bían pedido a la Compañía t o d a s las noticias que pudieran con-
78
tribuir a escribirla ; se había dado a examinar, una vez escrita,
79
a los Asistentes ; y finalmente, se había distribuido, sin duda,
80
a t o d a s las Provincias .
Con la difusión de este primer volumen de la Historia Univer-
sal de la Orden, la idea de que la Compañía está inspirada a Ignacio
en los primeros años de su conversión, va a hacerse conciencia
universal entre los jesuítas.
P e r o respecto al lugar y al momento de la inspiración, la t r a -
dición se escinde en dos r a m a s : p a r t e de los jesuitas q u e d a r á n
con lo que sabían antes de que la Historia saliera a luz, es decir,

77
FN, II, 529.
7 8
V é a s e la d o c u m e n t a c i ó n m a n u s c r i t a en A R S I , en la s e c c i ó n Hist. Soc,
127, V , V I : Epp. NN. v o l . 113, p á g . 200. — T a m b i é n en A R S I , en Inslil, 76,
ff 2 7 0 - 2 8 0 y Rom 2 0 5 , ff 170-180.
7 9
V é a s e el v o l u m e n de A R S I t i t u l a d o Responsa Generalium Societatis
Iesu, en la p a l a b r a « H i s t o r i a » n. 7.
8 0
V é a s e en A R S I , la sec. Instil 1 2 : es u n libro m a n u s c r i t o sobre el I n s t i -
t u t o q u e escribió el j e s u í t a a l e m á n Widmann, en 1649. E n las p á g i n a s 8-9
c i t a a Orlandini c o n la frase « u t dicit H i s t o r i c u s »: de lo cual parece deducirse
q u e para e s t a s fechas su H i s t o r i a n o solo e s t a b a en m a n o s de los j e s u i t a s de
las P r o v i n c i a s , s i n o q u e su obra les era familiar, y b a s t a b a para darse a e n t e n -
der c o n aludir «al H i s t o r i a d o r de la C o m p a ñ í a ».
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » EN MANRESA 29

la localizarán en el Cardoner, según había comunicado ('amara,


y sobre todo N a d a l en sus pláticas por Comunidades t a n variadas.
Otros, sin embargo, siguiendo a Orlandini, la localizarán en el
81
famoso r a p t o de ocho días en Manresa misma .
E s t a doble afirmación: conciencia universal de la prenoción de
la Compañía, y diversidad de opinión respecto al lugar en que
hay que localizarla, no es conjetura nuestra. Nos lo v a a demostrar
plenamente u n incidente de principios del siglo X V I I entre Tea-
tinos y J e s u í t a s .

7. — Una vida de San Cayetano de Thiene.


82
El teatino J u a n B a u t i s t a Castaldo . publica en 1612 una
biografía de su F u n d a d o r . E n un pasaje de ella cuenta que Ignacio,
d u r a n t e su estancia en Venecia, mientras esperaba a los compa-
ñeros que venían de París para embarcar hacia Tierra Santa, pidió
83
a San Cayetano el ingreso en la Orden T e a t i n a .
Dirá Castaldo m á s t a r d e que al dar la noticia se fundaba en
una cierta tradición que existía en algunos ambientes de los Clé-
84
rigos Regulares Teatinos por esa época .
Pero ni el escritor teatino, — ni nosotros con él, si hemos de
ser sinceros — contábamos con que a esa cierta tradición t e a t i n a
iba a oponer u n no t a n r o t u n d o y enérgico la tradición de la « pre-
noción » de la Compañía, que para estas fechas estaba profunda y
umversalmente arraigada entre los jesuítas.
Dejando para el siguiente capítulo la acalorada disputa a la
85
que este pasaje inicial dio lugar , sólo citaremos aquí algunas
de las protestas de la Compañía, que se fundan principalmente en
un argumento para refutar la idea t e a t i n a : E s absurdo que Ignacio
pidiera la e n t r a d a en los teatinos cuando y a tenía revelado de

8 1
Así L A N C I C I O en su libro De Praestantia Instituti Societatis lesu, Cra-
c o v i a e , 1 8 9 0 , p á g . 2 2 . — L o m i s m o dicen varios que t e s t i f i c a n en R u ó , Inter-
rogationes, X , p á g s . 171 y 175. — F R A N C I S C O G A U C I A , en Virtudes y milagros
de S. Ignacio da Loyola, tercera e d i c , B a r c e l o n a , 1 8 9 0 , p á g . 68.
8 2
V é a s e u n r e s u m e n de su v i d a y sus escritos en V E Z Z O S I , — Scrittori,
a
I parte, pág. 244 y ss.
8 3
G . B . CASTALDO, Vita del B. Gaetano Tiene, Modena, M.DC.XII,
p á g s . 28 a 2 9 .
8 4
G . B . C A S T A L D O , Certamen Pacificum, A n i m a d v e r s i o I I , p á g s . 16 s s .
8 5 a
V é a s e Cap. S e g u n d o , Parte I .
30 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Dios mucho antes, que estaba llamado a fundar la Orden de los


jesuítas.
E n t r e las respuestas, la de Nigronio es la p r i m e r a :

« N e c vero imprudens praetermitto praedictlonem quam lo. Baptista


Castaldus Clerlcus regularis p r o d ü s s e scribit e x ore Caietani T h i c n a e i funda-
toris suae r e l i g i o n i s ; quia n u l l a m h a b e t p r o b a t i o n i s s p e c i e m , nec res nostras
fulcire d e b e o r a t i o n i b u s , quae c o n v i n c i p o s s i n t falsitatis [. . .] P r a e s e r t i m
c u m m u l t o a n t e h a e c t é m p o r a d i v i n i t u s ipsi B . I g n a t i o r e v e l a t u m fuerit reli-
giosi c o e t u s , q u i S o c i e t a s l e s u diceretur, e u m fore i n s t i t u t o r e m ac d u c e m ,
q u e m a d m o d u m P e t r u s R i b a d e n e i r a e t N i c o l a u s Orlandinus f i r m i s s i m i s e t
8
c o n i e c t u r i s e t r a t i o n i b u s p r o b a n t » ".

87
P a r a Sarchini , que escribe poco después, la narración de
8S
Castaldo es « plañe noua et inopinata » . Se cree en obligación de
refutarla por el peligro que corre de q u e d a r destruida la autoridad
80
de ciertos hechos antiguos e inconmovibles .
¿ Cuáles son estas «historias inconmovibles» a que Sacchini
se refiere'? Sin duda la tradición de la prenoción de la Compañía:
« H a e c vero omnia ex eo magnopere confirmantur, quod i a m
pridem gemís disciplinae haud modice diuersum B . P a t e r medi-
t a b a t u r ; et inde usque a Manresano secessu collustrata diuinitus
9
m e n t e Societatis speciem c o m p r e h e n d e r a t » ".

"* I . N I G R O N I U S , Regulae Commvnes Societatis Iesv, Commentariis Asee-


a
ticis illustratae. L a I e d i c i ó n de la obra h a b í a aparecido en Milán e n 1 6 1 3 ,
a a
y n o l l e v a b a r e f u t a c i ó n a l g u n a c o n t r a C a s t a l d o ; sólo las e d i c i o n e s 2 y 3
aparecidas e n Colonia en 1616 y 1617 i n c l u y e n la refutación c i t a d a . N o s o t r o s
para la cita, h e m o s u t i l i z a d o la del Padre Arndl, S . L, aparecida en Cracovia
a
en 1 9 1 3 , q u e es c o p i a de la 3 edíc. aparecida en Colonia. — L a c i t a que d a m o s
e s t á e n el T o m o I , p a r t e I I I , p á g s . 2 3 5 - 2 3 7 .
8 7
E n c a r g a d o de editar la obra p o s t u m a de Orlandini y de seguir la H i s t o -
ria de l a C o m p a ñ í a : V é a s e e n A R S I , Epp. NN, v o l . 9 6 , folio 1 7 2 , e n donde
al p r i n c i p i o del a ñ o 1 6 0 4 se alegran de q u e h a y a sido n o m b r a d o c o m o H i s t o r i a -
dor de la C o m p a ñ í a .
8 8
N . O R L A N D I N I , Historiae Societatis Jesu pars prima, Antverpiae,
M . D C . X X en las p á g i n a s q u e p u s o a n t e s del prólogo, q u e faltan e n la edi-
c i ó n de 1 6 1 5 , y q u e t i e n e n c o m o t í t u l o : « Cuins sil auctoritatis quod
in B. Caietani Thienaei vita de B. Ignatio traditur; de las cuatro hojas
q u e o c u p a n u m e r a d a s así: —- —— ——
( 1 \- ~ j - 4, la frase está en la
h o j a + + 1.
s
* Véase el anteprólogo en la obra c i t a d a , en la m i s m a p á g . -f--f- 1.
8 0
O R L A N D I N I , Ilist., a n t e p r ó l o g o de S A C C H I N I , p á g . -(--f- 2 v .
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » E N MANRESA 31

Después de citar como testigos de esta tradición a Laínez,


Cámara, Nadal, a c a b a :

«Quibus e x Historiis extra omnem controuersiam posilis, ralio talis


efficitur: c o n f i t e t u r I g n a t i u s , quae a d R e l i g i o n u m n a t u r a m p e r t i n e n t , ea
F u n d a t o r e s a D e o praediscere; i g i t u r et se p r a e d i d i c i s s e ab e o d e m fatetur.
A t q u i s u o r u m i n s t i t u t o r u m r a t i o n e m in M a n r e s a n u m refert s e c e s s u m , igitur
m u l t o a n t e , h o c e s t a n n i s fere q u i n d e c i m , q u a m regulares S . X i c o l a i Clericos
, 1
c o g n o v i s s c t , d i u i n i t u s i n s t i t u t a illa didicerat » .

8. — El Padre Rho: valor excepcional de su obra paro: la historia


de la sentencia prenocionista.

El último q u e publica escritos en la controversia con los Clé-


92
rigos Regulares es el jesuíta J u a n R h o . Sus Interrogationes son
u n documento clave para el capítulo q u e nos ocupa.
E n primer lugar, por lo que él piensa de la opinión de Castaldo:
no se puede admitir de ninguna m a n e r a ; San Ignacio, al pedir
el ingreso en la Orden Teatina, hubiera sido infiel a Dios q u e le
había revelado no sólo la c o n t e x t u r a de la Orden Jesuítica q u e
él estaba llamado a fundar sino incluso el nombre q u e debia
93
llevar ésta .
P e r o el principal valor de la obra lo constituye la Interrogatio
X: E n ella dedica veinte largas páginas a a p o r t a r testimonios de
jesuitas q u e opinan sobre las ideas de Castaldo y sobre la preno-
ción de la Orden Jesuítica '".
Son testimonios jurados, venidos a R o m a , desde t o d a s las
partes del m u n d o en donde a mediados del siglo X V I I estaba
extendida la Compañía: E s p a ñ a , E u r o p a central, Italia, América,
95
Sicilia, etc. .
Son testimonios firmados por los principales hombres de go-
96
bierno y de ciencia: E l P a d r e General Mucio V i t e l l e s c h i ; el

0 1
O R L A N D I N I , Hist., anteprólogo de S A C C H I N I , p á g . -f- - | - 2 v .
92
. I O A N N I S R H O , S . I . , Ad lo. llapt. Castaldum, Interrogationes Apolo-
getieae L u g d v n i , M . D C . X I . I .
9 3
R H O , Interrogationes, X , 146.
9 1
L o s d o c u m e n t o s a q u e h a c e m o s referencia e s t á n en la Interrogatio X,
pág. 161-183.
9 5
R u ó , Interrogationes: Véase, págs. 161-183.
9 6
R H O , Interrogationes, pág. 161.
32 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

9 7 98
Asistente de E s p a ñ a ; Profesores de T e o l o g í a ; Rectores, Visi-
tadores, Maestros de Novicios de las diversas Provincias
Son testimonios de P a d r e s ancianos, casi todos entre los se-
t e n t a y los ochenta años, que han vivido largos años como jesui-
tas, y que t r a n s m i t e n la tradición: así lo oyeron a P a d r e s an-
100
cianos de la primera generación de la C o m p a ñ í a ; e incluso
algunos e m p a l m a n con las palabras que oyeron a Ignacio de
101
Loyola .
U n a s veces son documentos personales, pero que dan la creencia
102
de su P r o v i n c i a . O t r a s son testimonios de Comunidades en
1 0 3
bloque, como el de la casa profesa de Ñ a p ó l e s ; o de Provincias
en bloque por las que firman el Provincial y los principales supe-
104
riores de la Provincia, como es el caso de S i c i l i a .
Pero si venimos a analizar, a u n q u e sólo sea enumerándolas,
las razones en que fundan esta creencia, el P a d r e Caspe, antiguo
Prepósito de Valencia, aduce la profecía que oía contar al P . Rodés
105
que su padre decía haberle hecho San Ignacio en Barcelona .
Varios de ellos, como fundamento de su idea t r a e n la otra pre-
dicción que el estudiante mendigo hizo en Amberes a Pedro Cua-
drado sobre la fundación que haría de un Colegio de jesuitas en
106
Medina del Campo .
El resto de los testigos, es decir, la totalidad moral de los docu-
mentos, que son m á s de cuarenta, al querer señalar el tiempo
en que San Ignacio entendió de Dios los elementos esenciales de
la Compañía, dan la expresión genérica « m u c h o antes de que la
fundara », o «en los primeros tiempos de su conversión », y son
m á s de veinte los que concretando dicen: «en Manresa hacia el
tiempo en que hizo los Ejercicios i) " . 1 7

Sólo algunos de ellos, se a v e n t u r a n , precisando a colocar la

9 7
R H O , Interrogationes, pág. 161.
9 9
R H O , Interrogationes, X , p á g s . 1 6 2 , 165, 176.
9 9
R H O , Interrogationes, X , p á g s . 165, 1 7 4 , e t c . etc.
1 0 0
R H O , Interrogationes, X , p á g s . 161 a 176.
1 0 1
R H O , Interrogationes, X , págs. 177-183.
1 0 2
V é a s e R H O , Interrogationes, págs. 174.
1 0 8
R H O , Interrogationes, X , p á g . 176.
1 0 4
R H O , Interrogationes, X , p á g . 163.
ios v é a s e R H O , Interrogationes, X , p á g . 166.
1 9 8
R H O , Interrogationes, X , pág. 168, 170, 173.
1 0 7
Sobre t o d o en las Interrogationes de R H O , p á g s . 161-177.
P. I, C. I - LA « P R E N O C I Ó N » EN MANRESA 33

revelación en el éxtasis de ocho días, y esto lo saben, según dicen,


o por la tradición o ¡ por haberlo leído en la Historia de la Com-
10S
pañía ! .
Al referirse a la prenoción le dan un sentido e x a c t o : Ignacio,
ya en Manresa, se sintió llamado por Dios a ser fundador de la
Compañía, y recibió del mismo Dios los rasgos esenciales que
Dios quería que esta Orden tuviera. Uno de ellos dirá que nuestro
fundador recibió de Dios «el I n s t i t u t o , las Constituciones y las
1 0 s
Reglas como el antiguo Pacomio recibió de un ángel su Regla » .
¿ R a z o n e s que dan para p r o b a r l a ? : Ninguna intrínseca. Sólo
ésta, repetida hasta la saciedad: así lo han recibido de los P a d r e s
antiguos, y así lo creen sin necesidad de investigación alguna.
El P a d r e Mudara, jesuíta español de la Provincia Toledana,
nos resumirá el sentir y el razonar de la Compañía c u a n d o
hablada de la revelación que Ignacio t u v o de ella en M a n r e s a :

« E t declaro ita e a m r e u e l a t i o n e m v b i c u m q u e habitara, fuisse c r e d i t a m ,


u t c e r t i t u d i n c p e n i t u s i m m e m o r i a l i sibi praescripserit fidem [. . .] O m n e s
h u i u s P r o v i n c i a e in ea f u i m u s , v t in re q u a d a m a u t e u i d e n t i propter t e s t i -
m o n i a m a i o r u m , aut i n d u b i t a t a propter o m n i u m a s s e n s u m , ac v e l u t i sacra
n o
propter utrumque » .

Dejemos al P a d r e Francisco Aguado que, desde el Colegio


Imperial de Madrid, concluya esta larga serie de testimonios, con
una frase que, como hemos visto, a mediados del siglo X V I I esta-
ban dispuestos a firmar todos los hijos de la Compañía. La inspi-
ración del I n s t i t u t o de la Orden en Manresa la reciben:

« . . . v t e x e m p t a m ab o m n i t e r g i u e r s a t i o n e , n e c i n d i g e n t e m t e s t i m o n i a
observari, s e d v e l u t in fide P a r e n t u m , aut p o t i u s in ipsa v e r i t a t e , s a n c t a m ,
s t a t a m a t q u e i n c o n c u s s a m . Si d u b i t a n d a m p u t a r e m u s v n q u a m , m i l l e h i n c
u l
inde ebullirent testimonia facillimo negotio colligenda » .

9. — Naturaleza teológica de la «prenoción ».

La seguridad con que el P a d r e Aguado afirma que de las mil


p a r t e s a donde se preguntase llegarían testimonios a favor de

1 0 8
R u ó , Interrogationes, X , p á g s . 1 7 1 , 175.
1 0 9
R H O , Interrogationes, X , pág. 172.
1 1 0
V é a s e el t e s t i m o n i o c o m p l e t o de Mudara en RHO, Interrogationes,
p á g s . 175-176.
1 1 1
R H O , Interrogationes, X , pág. 174.

3 — El origen de la Compañía de Jeaúa.


34 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

la prenoción de la Compañía, nos a h o r r a trabajo, y nos m u e s t r a


una cosa cierta: que la idea de la inspiración del I n s t i t u t o en el
año de Manresa, era a mediados del siglo X V I I u n a tradición
gozosa y definitivamente arraigada entre los jesuítas.
P e r o antes de cerrar el capítulo, y p a r a completarlo, es preciso
que tratemos un último p u n t o : ¿ se p r e g u n t a r o n por el modo con
que esta « p r e n o c i ó n » fue d a d a '? Dicho de otra m a n e r a , ¿ cómo
hablan los prenocionistas de la naturaleza teológica de esta gracia
en que San Ignacio, según dicen, vio d i s t i n t a m e n t e la Orden que
él estaba llamado a fundar en la Iglesia ?
Los primeros que relacionan la Compañía con Manresa, a
p a r t i r de la referencia del Loyola, sólo dan afirmaciones de paso,
sin plantearse directamente el p r o b l e m a :
Cámara, refiriéndose al Cardoner, al relacionarlo con el Insti-
t u t o dirá que allí en aquel m o m e n t o t u v o Ignacio « h u m a grande
illustracao do e n t e n d i m e n t o » en que Dios le mostró cosas distintas
l i a
de la Compañía .
Nadal, que viene t r a s Cámara, a u n q u e habla con m á s precisión
técnica, parece que tampoco se plantea reflejamente la p r e g u n t a :
113
Éxtasis o rapto llamará al m o m e n t o de la Ilustración E x i m i a .
Orlandini, en cambio, nos habla de la naturaleza de la pre-
noción de una manera b a s t a n t e original: E s t a «inspiración » de
la Compañía, la hizo Dios a Ignacio en dos e t a p a s : en Manresa,
en el «éxtasis » de ocho días, Dios Arquitecto grava en la mente de
114
Ignacio la imagen global del I n s t i t u t o ; luego en R o m a , en una
segunda etapa, m i e n t r a s escribe las Constituciones, le i n u n d a de
una luz tortísima, sumergido en la cual, copia como «al dictado »
l M
cada una de las n o r m a s particulares de las Constituciones mismas .
Pero Suárez es, sin lugar a duda, el primero que se plantea
u e
reflejamente el problema. E n su obra clásica sobre la Compañía ,
dedica todo un capítulo, — el capítulo cuarto del libro primero —,

112
FN, I, 6 1 0 .
113
FN, II, 239.
1 1 1
ORLANDINI, Hist., l i b . 1°, n. 2 8 .
1 1 5
ORLANDINI, Hist., l i b . 2°, n. 116.
1 1 8
E l T r a t a d o q u e dedica a la C o m p a ñ í a , y al e s t u d i o de su I n s t i t u t o
es, en el orden de su obra « de R e l i g i o n e », que e m p r e n d e i n s t a d o por el Padre
A q u a v i v a , el T r a t a d o X , o sea, el 1° de la parte c u a r t a de su obra c o m p l e t a .
Para detalles sobre su obra v é a s e : C. SO.MMERVOGEL, Biblioiheque de la Com-
pagnie de Jésus, V I I , 1669-1671 y 1 6 7 8 - 1 6 7 9 .
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN )) E N MANRESA 35

al problema que nos ocupa. El título mismo de la sección c u a r t a


nos da una afirmación p r i m e r a : « Spiritum S a n c t u m fuisse princi-
palem a u c t o r e m huius religionis »
Sobre el modo que t u v o el Espíritu Santo p a r a hacer la Com-
pañía, en una primera afirmación dice que sin d u d a fue «ilumi-
,18
nando y excitando a Ignacio con un especial instinto divino » .
T r a t a n d o , luego, de concretar la naturaleza de este «especial
instinto » dice que no se t r a t a de una moción común de la gracia
a hacer algo b u e n o : ésta la tuvieron sin duda, Ignacio y sus com-
p a ñ e r o s ; pero no basta p a r a ellos, porque con ella hubieran estado
expuestos a error, como está expuesto cualquier cristiano en la
119
ejecución de sus buenos deseos .
H a b l a luego de otro especial instinto o especial moción «ex
singulari aliqua revelatione a u t extraordinaria motione a u t di-
rectione infallibili, qualis dari solet prophetis a u t sacris scripto-
12
ribus » ° .
Suárez se queda ilusionado con que este pudiera ser el modo
con que fue inspirado a Ignacio el I n s t i t u t o ; pero su prudencia
de teólogo le hace no decidirse a a p o y a r l o :

« v e r e n d u m t a m c n ne sit n i m i a e t n o n sufficienter p r o b a t a : n a m inde


sequeretur o m n i a quae in h o c i n s t i t u t o c o n t i n e n t u r o m n i n o esse certa et
1 2 1
infallibilia; quod dicendum non e s t » .

P o r fin, un poco m á s adelante se decide por la respuesta: El


instituto de la Compañía depende del líspíritu Santo no como
dependen de su inspiración las ordinarias obras meritorias, que no
excluye el error en la realización, a pesar de la buena v o l u n t a d
subjetiva.
T a m p o c o se puede h a b l a r de una «inspiración » en el sentido
bíblico de la palabra.
Se t r a t a , pues, de una especial providencia con que el Espíritu
Santo guía y protege a su Iglesia; en el fin, y en los medios esen-
ciales que para conseguir ese fin tiene la Compañía, Dios asistió

1 1 7
F. S U A R E Z , S. I., De Religione Societatis Iesu, l i b . 1°, c. IV, sec. IV.
1 1 8
« Quod sane non aliter fecit d i v i n a S a p i e n t i a , q u a m I g n a t i u m speeiali
i n s t i n c t u suo ¡ I l u m i n a n d o , et ad t a n t u m o p u s e x c i t a n d o et m o v e n d o » F.
S U A R E Z , De Religione Societatis Iesu, l i b . 1", c. IV, sec. IV, n. 45.
1 1 2
F. S U A R E Z , De Religione Societatis Iesu, lib. 1°, c. IV, sec. X .
F. S U A R E Z , De Religione Societatis Iesu, lib. 1°, c. IV, sec. X .
1 2 1
F. S U A R E Z , De Religione Societatis Iesu, lib. 1°, c. IV, sec. X .
36 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

a Ignacio con una dirección especialísima que le hizo no errar


en lo que convenía.
Suárez t e r m i n a con unas p a l a b r a s , en las que late t o d a una
tradición de la Orden, en sentido prenocionista:

« Quod si q u i s pie credat d i r e c t i o n e m h a n c per e x p r e s s a m r e v e l a t i o n e m


saepe f a c t a m esse, nihil fortasse a v e r i t a t e d e v i a r e t , u t e x historia v i t a e eius
m
[ I g n a t i i ] intelligi p o t e s t » .

La p u e r t a a cuyo u m b r a l se queda el teólogo de G r a n a d a , va


a ser franqueada a u d a z m e n t e por el jesuíta lituano Nicolás Lanci-
123
cio . De las numerosas veces que escribió sobre los orígenes de
la Compañía, por el m o m e n t o sólo nos interesa la t i t u l a d a « De
124
praestantia Instituti Societatis lesu» ; y esto, por dos m o t i v o s :
E s su obra m á s completa, y en ella, según confesión propia, sigue
las líneas generales del pensamiento de Suárez sobre la Compañía,
1 > 5
y avanza unos pasos m á s .
P a r a Lancicio la gran iluminación que Ignacio t u v o de las cosas
de la Compañía fue en Manresa en su primer año de convertido;
allí fue iluminado sobre su vocación de fundador, y sobre ele-
126
mentos esenciales, y no esenciales, de la futura Orden Religiosa .
Que allí se le revelasen elementos esenciales de la Compañía,
lo deduce Lancicio del diálogo que t u v o Ignacio con Laínez, y
l 2 7
que cuenta Ribadeneira .
Que allí le fueran t a m b i é n manifestadas cosas que no eran
esenciales a la Compañía, como el no tener coro, o el peregrinar, lo
128
deduce de la conversación de Ignacio con Cámara .
E n el capítulo V I I de su «De Praestantia» nos ha dejado
Lancicio una lista bien curiosa de los detalles a los que según
él, llegó probablemente la revelación m a n r e s a n a , y que son pro-
pios pero no esenciales a la institución jesuítica: los votos de

1 2 2 u
F. SUAREZ, De Religione Societatis lesu, l i b . l , c. IV, sec. X I I I .
1 2 3
Para su b r e v e biografía y su fecunda p r o d u c c i ó n sobre la C o m p a ñ í a
v é a s e FN, I I I , 6 4 3 - 7 2 1 .
1 2 4
X. L A N C I C I U S , De Praestantia Instituti Societatis lesa, Cracoviae, 1 8 9 0 .
1 2 5
L A N C I C I U S , De Praestantia Instituti, lib. 1 ° , c. IV, pág. 7 1 .
1 2 0
L A N C I C I U S , De Praestantia Instituti, lib. 1 ° , c. I, p á g s . 2 2 y 3 0 ; c. IV,
pág. 8 2 .
1 2 7
L A N C I C I U S , De Praestantia Instituti, lib. 1 ° , c. I, p á g . 2 .
1 2 3 o
L A N C I C I U S , De Praestantia Instituti, lib. I , p á g . 3 ; v é a s e t a m b i é n ,
FN, I, 609-610.
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN )) E N MANRESA 37

devoción antes del bienio de noviciado; el que p u e d a n ser a d m i -


tidos candidatos en la categoría de indiferentes para hacer el
noviciado en ella; la distinción de diversas clases o categorías
129
de jesuitas, etc. etc. .
E s t a enumeración, que y a en sí resulta un poco llamativa por
lo detallada, llama m á s la atención cuando Lancicio nos habla
de la naturaleza teológica de aquella gracia de Manresa: Quiere
demostrar que a San Ignacio se le dio todo esto en detalle, en u n a
« revelación profética de la suprema categoría y del supremo grado,
13
hablando con t o d a propiedad teológica » ".
H a b l a n d o con propiedad teológica, — nos dice —, esta reve-
lación no es simple «instinto del Espíritu Santo ». E s t e simple
instinto puede tenerse sin conciencia refleja. No es este el caso
p a r a San Ignacio. El fundador de la Compañía conoce el Insti-
t u t o por revelación, y al mismo tiempo tiene conciencia refleja
de que Dios es el que se lo revela, que es la característica propia
m
de la revelación profética .
El entusiasmo del jesuíta lituano, una vez en camino, no co-
noce t é r m i n o : no es una gracia producida en la imaginación externa
I32
o en la fantasía interna, sino p u r a y estrictamente i n t e l e c t u a l ,
en que Dios, sin mediación de criatura alguna, toca directamente
133
las facultades intelectivas del F u n d a d o r de la Compañía .
Lancicio es consciente de dar un paso que Suarez no se
atrevió a d a r : a d m i t i r que el conocimiento del I n s t i t u t o se le
dio a Ignacio en una revelación estricta y específicamente
134
profética .
Al a d m i t i r esta naturaleza teológica p a r a la gracia de Manresa,
debe aceptar sus consecuencias: la certeza e infalibilidad que el

1 2 9
L A N C I C I U S , De Praeslantia Inslituti, Libro I, c. V I I , p á g s . 141 ss.
1 3 0
L A N C I C I U S , De Praeslantia Instiluli, lib. 1°, p á g s . 1-2.
1 3 1
E n el De Praestantia, p á g . 3 5 y 3 6 : para comprobar q u e su p e n s a -
m i e n t o es e x a c t a m e n t e e s t e , confrontar la c i t a q u e h a c e de la S e c u n d a S e c u n d a c
de S a n t o T o m á s , en la c u e s t i ó n 173, en art. 4.
1 3 2
« Scilicet r e v e l a t i o n e mere i n t e l l e c t u a l i , sine a d m i n i c u l o p h a n t a s i a e
et s e n s u u m »: De Praeslantia, Lib. I, c. I I I , p á g . 57.
1 3 3
« I n s t i t u l u m S o c i e t a t i s esse S. Ignatio r e v e l a t u m et c o n f i n n a l u m
non per a n g e l o s [. . .] sed per S a n t i s s i m a e T r i n i t a t i s Personas »: De Praes-
lantia, L i b . I, c. V, p á g . 9 1 .
1 3 1
« Objicies q u i n t o : P. Suárcz non dicit ita clare u l i a nobis d i c t u m
est, res I n s t i t u t i esse r e v e í a l a s S. Ignatio », De Praeslantia, Lib. I, c. IV
pág. 71.
38 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

jesuíta de G r a n a d a se negaba a a c e p t a r p a r a t o d a s las cosas de


la Orden jesuítica que le son propias.
La «prenoción » de la Compañía cobra así, con la obra de
Nicolás Lancicio, su expresión y cumbre m á s álgida.

10. — Síntesis y conclusión a la sentencia preiwcionista.

Parece oportuno detenernos en este m o m e n t o , volver la m i r a d a


a t r á s , y t r a t a r de encerrar el capítulo en una mirada sintética.
Creemos que se puede hacer en tres etapas que nos llevarán a
una reflexión final.
Al hablar de la intervención de Dios en el nacimiento de la
Compañía, p a r t i m o s de la convicción del reducido grupo de sa-
cerdotes que en 1539, en R o m a , se deciden por continuar a per-
petuidad la unión que han tenido hasta ahora, por la sencilla razón
de que destruirla sería destruir la obra que Dios comenzó en ellos
cuando estudiaban en la Universidad de Paris. Meses después nos
encontramos con que el P a p a recibe y acepta el grupo perpetuo
como Orden Nueva, que es «vocación » d a d a e inspirada por el
Espíritu Santo que les impulsa. « E l Espíritu de Dios» estaba
en la recién p r o y e c t a d a Compañía.
E n un m o m e n t o posterior de esta primera etapa, Laínez y
Polanco, apoyados en la confirmación de la Sede Apostólica y en
la aprobación del Concilio de T r e n t o , que no pueden e r r a r en
materias de t a n t a trascendencia para la Iglesia, dirán que la
Orden de los jesuitas es « una grande y m u y provechosa invención
del E s p í r i t u Santo ».
La segunda etapa se abre en 1555, con la confidencia de Ignacio
a C á m a r a : alude a Manresa como a explicación última de las
innovaciones que la Compañía introducía en la Vida Religiosa.
Con ello, el número de motivos p a r a creer en la inspiración de
la Orden al F u n d a d o r , se a u m e n t a en uno más, que se r e m o n t a
a los principios de la conversión del Loyola.
P e r o Nadal, que hasta ahora había desconocido este motivo,
y que había utilizado más bien otros de tipo de a u t o r i d a d externa,
enterado de la confidencia a Cámara, la va a s e m b r a r gozoso por
t o d a E u r o p a , con la matización y concretización que le había dado
el jesuíta p o r t u g u é s : allí vio Ignacio muchas cosas de las que luego
ordenó en la Compañía.
E n este estado de cosas, Ribadeneira a p o r t a r á por vez primera
la p r e g u n t a de Ignacio a Laínez mientras escribía las Constitucio-
P. I, C. I - LA « PRENOCIÓN » E N MANRESA 39

nes en R o m a . Al sumarse el fundador al pensamiento de Laínez,


parece confesar implícitamente que Dios le había revelado al
menos lo sustancial de las Constituciones que hacía; los jesuítas,
que y a c o n t a b a n por este t i e m p o con la anterior confidencia de
Ignacio a Cámara, no pudieron menos de confirmarse, con esta
nueva confidencia, en la interpretación que el confidente y N a d a l
habían dado a la referencia a la Ilustración Eximia.
Orlandini, con su Historia, no hace sino codificar una tradición
ya b a s t a n t e extendida por Nadal e n t r e los jesuitas, y acaba de
arraigarla, por la difusión que su obra t u v o en t o d a s las « P r o -
vincias » de jesuitas. P e r o crea al mismo tiempo confusión sobre
el m o m e n t o de la prenoción, al señalar, separándose de Cámara
a quien hace referencia, el r a p t o de ocho días como tiempo en que
la revelación de la Compañía fue hecha a Ignacio de Loyola.
La m o m e n t á n e a turbación que el libro de Castaldo trajo a la
tradición, fue un documento providencial p a r a hacernos c o n s t a t a r
qué extensión y profundidad había alcanzado a estas alturas la
sentencia pr«ínocionista. Los testimonios que e n t r e 1640 y 1641
llegan de todas las p a r t e s del m u n d o a R o m a nos dicen que saben
por tradición:
— Que Ignacio en los primeros tiempos de su conversión, en
Manresa, supo de Dios que iba a ser fundador de la Compañía.
— Que Dios le manifestó desde entonces la estructura esencial
que tendría la Orden Religiosa futura.
La tercera e t a p a comienza sólo cuando la convicción de la
prenoción se ha hecho profunda c í n t i m a : entonces pasan a pre-
guntarse reflejamente sobre la naturaleza de la gracia en que
esta visión anticipada fue concedida. Suarez se queda en una asis-
tencia extraordinaria y especialísima que Dios concede a Ignacio
para que no y e r r e en cosa de t a n t a importancia para la Iglesia. Y
Lancicio, yendo más lejos, dará por cierta una revelación profética
estricta, por un influjo directo de las Divinas Personas en la in-
teligencia de Ignacio en Manresa.
E s t a es, en e t a p a s sintéticas, la motivación que los jesuitas
d a b a n para creer a la Compañía obra de la intervención extraordi-
naria de la gracia.
Ahora, hagamos una reflexión que es de capital i m p o r t a n c i a :
E s fundamental distinguir e n t r e la idea de que la Compañía es
fruto de u n a intervención extraordinaria de la gracia, y la idea
de la «prenoción de la Compañía ».
La convicción de que la Orden N u e v a de jesuitas es, de alguna
40 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

manera, fruto de la intervención de Dios en su Iglesia, por u n a


acción que cae fuera de la Providencia ordinaria, surge arrolladura
y espontánea, al calor de una motivación variadísima, en la m e n t e
de los que asistieron como espectadores o como actores al naci-
miento de la Compañía.
La idea de la «prenoción » es fruto de la preponderancia que
toma uno de los episodios múltiples de la motivación, al que Cámara
orienta en una interpretación determinada, que a t r a v é s de Nadal
y Orlandini se t r a n s m i t e a la Compañía.
¿ Qué pensar de la preponderancia que la alusión al Cardoner,
i n t e r p r e t a d a así, t o m a e n t r e motivación t a n variada ?.
Digamos por ahora sólo e s t o : que la p o s t u r a que a d o p t a el
confidente es, en cierto modo, legítima. E s una de las interpreta-
ciones posibles de las palabras genéricas de Ignacio de Loyola.
CAPITULO SEGUNDO

« D a n s I'état a c t u e l des recherches,


t o u t e f o i s , les a r g u m e n t s qui [ . . ] f a v o -
r i s e n t [la p r é n o t i o n ] se h e u r t e n t á des
faits t r o p bien é t a b l i s pour gagner n o -
t r e a d h e s i ó n ».
( R . C A N T I N , S. I., Sciences Ecclé-
siastiques, 7 [1955] 49).

LOS ANTIPRENOCIONISTAS

L a corriente de opinión que en el pasado capítulo acabamos


de estudiar, a t r a v é s de una evolución lenta, sitúa el origen sobre-
n a t u r a l de la Compañia en Manresa; y sobre el modo de esta
intervención de Dios extraordinaria, da u n a interpretación pre-
cisa y d e t e r m i n a d a : para hacerlo así, se a p o y a en ciertos t e x t o s
que encuentra en las fuentes históricas.
Pero hemos de hacer n o t a r una cosa, en la que a estas alturas
habrá caído y a probablemente el lector en la c u e n t a : que al fun-
d a m e n t a r su posición, estos autores, — intencionadamente o no —,
h a n hecho u n a verdadera selección de testimonios.
E n efecto, dejando en la p e n u m b r a ciertas afirmaciones histó-
ricas de importancia, han mirado las fuentes bajo un aspecto parcial;
y, a t i n a d a m e n t e o no, h a n llegado a la sentencia « prenocionista ».
V a m o s a aducir ahora, en el capítulo que nos ocupa, las ob-
jeciones que a lo largo de cuatro siglos se h a n puesto contra este
modo de interpretar la intervención extraordinaria de Dios en los
orígenes de la Compañía.
Al hacerlo, excluimos a los enemigos de la Iglesia o de los jesuítas
que h a n visto en la Orden de Ignacio un adversario temible a sus
ambiciones, y que, desde el principio, h a n t r a t a d o de c a l u m n i a r l a ' .

1
Así, por e j e m p l o , Pasquier, a b o g a d o de la Sorbona en su su pleito contra
l a C o m p a ñ í a , en su f a m o s o discurso p i e n s a q u e la Orden N u e v a n a c i ó de u n
42 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

La razón de la exclusión de estos testimonios es obvia: estos


a t a q u e s , nacidos de la pasión, pierden todo valor como fuente de
información histórica.
Aquí nos interesa presentar a aquellos autores que, desde
dentro o de fuera de la Compañía, con positiva buena voluntad,
tienen sus reservas contra la intervención extraordinaria de Dios,
entendida, sobre todo, de la m a n e r a concreta prenocionista.
2
No fue a comienzos del siglo X X , como parece decir D u d o n ,
con la exhumación de los primeros documentos escritos sobre la
Compañía, cuando sufrió la primera crisis la sentencia « t r a d i -
cional ».
Veremos que en realidad, tres siglos a n t e s de la disputa entre
jusuitas, el teatino Castaldo, desde fuera de la Compañía, y a había
puesto de manifiesto, en una acalorada disputa, las principales
dificultades contra la sentencia prenocionista.

1. — Primeras inquietudes genéricas.

A pesar del extraordinario t a c t o con que el jefe de grupo y el


General de la Compañía le t r a t a b a , el inquieto Nicolás de Boba-
dilla nunca llegó a entenderse del todo bien con Ignacio de Loyola \
El puede ser el primer «testigo » que se siente molesto y que
manifiesta su desacuerdo: el a m b i e n t e de sobrenaturalismo con
que algunos primeros jesuitas rodean la figura del P a d r e Maestro
Ignacio le parece excesivo. E n uno de sus momentos de mal
4
h u m o r , irritado contra Laínez, N a d a l y Polanco, después de la
5
m u e r t e del F u n d a d o r , escribe a Paulo I V :

« E t da q u e s t e tre persone n a s c o n o tul ti li disordini in c a s a ; perché


v o g l i o n o che t u t t e le cose del P. M. I g n a t i o siano c o m o r e v e l l a t i o n e dello
Spirilo s a n t o . Certo era p r u d e n t e , ma a n c h e era h o m o et h a v e v a proprie
6
o p p i n i o n i , c o m o sa V. S l á •> .

grupo de perversos hipócritas que con m a n e j o s de m a l a ley lograron del P a p a


en R o m a la aprobación « d e la n u e v a s e c t a » ; FN, I I I , 8 1 4 .
2
P . D U D O N , S . I . , Saint Ignace de Loyola, Paris 1 9 3 4 , p á g . (¡22.
3
V é a s e S C A D U T O , Sloria, p á g . 33-39.
1
N o s referimos a los diversos Memoriales que hizo llegar a la Curia R o -
m a n a , y al m i s m o P a p a , en q u e p r o p u g n a b a una reforma de la Compañía
6
MN, I V , 104 y 121 s s .
• MN, IV, 733.
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 43

La Historia nos dice que la acusación contra estas tres grandes


figuras de la primera Compañía era injusta; pero a t r a v é s del
desenfado de Bobadilla se entreve una cierta reacción juiciosa:
todo grande movimiento espiritual, en sus comienzos, tiene peligro
de acentuar en exceso la tendencia iluminista; y de este peligro
no estaba exenta la Compañía.
De las Constituciones, que por el Diario Espiritual y por la
confidencia hecha a ('amara las sabemos escritas por Ignacio
dentro de un ambiente de dones místicos excepcional, Bobadilla
opina que son u n laberinto e n m a r a r a d o de normas que ni Supe-
riores ni subditos entenderán j a m á s , y que contienen determina-
8
ciones que la Sede Apostólica no se avendrá a aprobar nunca .
La alusión a ciertas personas que querían ver en t o d a s las
cosas del Loyola revelación del Espíritu Santo, iba, como dijimos,
contra la t e r n a Laínez-Polanco-Xadal; pero parece que la piedra
iba principalmente dirigida contra Xadal, que en su cargo de pro-
mulgar las Constituciones, como hemos visto, no escatimaba el
recurso a la intervención extraordinaria de Dios en la fundación
de la Compañía. Digamos que tal recurso era legítimo, con tal
de no exagerar la nota, puesto que Ignacio mismo lo había usado
para responder a los que le p r e g u n t a b a n . P o r otra p a r t e , tenía
la notable ventaja de acentuar la importancia del Xuevo I n s t i t u t o
a n t e las comunidades de jóvenes jesuitas de la naciente Compañía,
a quienes X a d a l casi siempre hablaba.
Que la frase de Bobadilla fuera principalmente contra X a d a l ,
a
parece deducirse de u n párrafo conservado en su 2 plática de
Alcalá de Henares, tenida en la visita de 1561. Vamos a citar
sus mismas palabras, y se verá cómo suenan a respuesta, a defensa:

« Y aunque yo no soi amigo de buscar misterios y hazer milagros de las co-


sas; pero, h a b l a n d o de u n a t a l persona, [se refiere a Ignacio de L o y o l a ] a
q u i e n D i o s n u e s t r o Señor eligió por fundador de u n a religión, t o d a s e s t a s c o -
sas son d i g n a s de consideración p a r t i c u l t a r »*.

P e r o estas pequeñas desavenencias domésticas suscitadas por


la inquietud o la ambición de ciertos jesuitas no t u r b a r o n especial-
m e n t e la paz de la C o m p a ñ í a : todos conocían bien la b o n d a d
fundamental, y el h u m o r de Bobadilla, cabeza de este pequeño

' FX, I, 502-506.


8
MX, IV, 101.
0
MN, V, 269, cf. FX, II, 184.
11 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

grupo, que quedó pacificado sin que la crisis llegara a revestir


10
especial trascendencia .
Más grave fue, sin duda, la oleada de inquietud que levantó
en los primeros jesuítas la intervención de la Sede Apostólica en
la m a n e r a específica de vivir en la Compañía.
El P a p a Pío V, en el año 1571, impuso a la Orden la obligación
del coro en las casas Profesas que tuvieran Iglesia pública, y
redujo las diferentes «clases» de jesuítas a una única: debían
hacer profesión solemne todos los admitidos definitivamente en
u
la Compañía .
E s t a intervención creaba una situación delicada. Se t r a t a b a
de la abolición de dos aspectos del I n s t i t u t o que los jesuitas creían
« específicos» de su m a n e r a nueva de entender la Vida Religiosa.
N a d a l nos da el estado de ánimo que esta decisión del Pontífice
produjo en la Compañía. E n 1572, fallecido Pío V, presenta el
jesuíta de Mallorca a Gregorio X I I I su Tracíatus de Professionc
12
et Choro con las razones por las que él cree que Su Santidad
debería anular las reformas impuestas por su predecesor a los
jesuítas. R a z o n a así su petición:
H a s t a ahora los Religiosos de la Orden N u e v a vivían en paz,
sirviendo a Dios en un Instituto que creían inspirado por Dios
a Ignacio de Loyola, y aprobado como tal por la Sede Apostólica,
que no puede errar en estas decisiones que t o m a para el bien de
la Iglesia
Pero después de unos primeros años de marcha, la misma Igle-
sia interviene, y corrige y cambia este modo de v i d a ; esta inter-
vención de la Autoridad suscita u n a grave inquietud y descon-
fianza en todos los jesuitas respecto a la bondad de ese nuevo
modo de entender la Vida Religiosa. L a razón de esta inquietud
es bien sencilla:

1,1
La historia de las turbaciones acaecidas cu el interior de la Compañía
a la m u e r t e del F u n d a d o r e s t á b i e n r e s u m i d a en S C A D U T O , Sloria, lib. I , c. I I ,
p á g s . 31-47.
1 1
Y a h a b í a i n t e n t a d o a n t e s P a u l o I V , en 1 5 5 8 ; para e s t e i n t e n t o de
reforma y para el de Pío V v é a s e A . A S T R A I N , S . I . , Historia de la Compañía
de Jesús en la Asistencia de España, v o l . I I , lib. 1° c. I I ; l i b . 2°, c. V I I I .
" MN, I V , 165-185. P o s t e r i o r m e n t e ha sido descubierta u n a s e g u n d a p a r l e
de e s t e escrito por el P. IGNACIO G O R D O N , S . I . , que da c u e n t a de él en Perió-
dica de re Morali, Canónica, Litúrgica, 48 (1959) 417-442 y 52 (1963) 175-210.
13
MN, I V , 166.
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 45

i N a r a nullus est qui non dicat: ' Cui c r e d i d i m u s ? q u a a u e t o r i t a t c hoc


facimus [ . . . ] ? N o n fuit igitur spiritu D e i d u c t u s I g n a t i u s , d u m h a e c pro-
p o n e r e t ecclesiac; alii onines pontífices et c o n c i l i u m m i n u s a t t e n t e de nostris
rebus t r a c t a r u n t ' . Sequitur m a g n a a n i m o r u m p e r l u r b a t i o » " .

N a d a l sigue diciendo que al hablar así no piensa en un posible


peligro imaginario a que esté expuesta la Compañía. Se t r a t a de
un estado ya actual en que están los jesuitas:

« H a e c ita l o q u i m u r , D . I l l m e , s u m m o c u m a n i m i nostri doiore, non q u o d


h a e c t a n t u m t i m e a m u s , sed q u o d ca i a m s i m u s e x p e r l i . P o s t q u a m e n i m illa
m u t a t a s u n t dúo rcrum capita, s c i m u s , s c i m u s primarios P a t r e s , et q u i b u s
i n c u m b i t m a g n a S o c i e t a t i s g u b c r n a l i o , et a q u i b u s prima ministeria geruntur,
15
ita esse in i n s t i t u t o d e b i l i t a t o s , ut de re t o t a inceperint m e t u e r e » .

Sin duda hay algo de retórica y de amplificación en las pala-


bras de Nadal. No olvidemos los breves párrafos que dedicamos
a sus diferentes géneros literarios. Aquí estamos a n t e un escrilo
que t r a t a de inducir al Pontífice a anular una decisión que se
ha t o m a d o y a respecto a los jesuitas, y a Nadal le parecería, sin
duda, un medio legítimo presentar con t o d a la viveza posible los
inconvenientes que la decisión acarreaba. Pero en medio de toda
la retórica que se quiera, una cosa queda clara: que los jesuitas
entonces pasaron m o m e n t á n e a m e n t e por una situación de inse-
guridad respecto a la creencia de una inspiración del I n s t i t u t o
a Ignacio de Loyola, puesto que la Sede Apostólica no seguía
manteniendo su aprobación a dos normas que ellos creían esen-
ciales al modo de vida de la Compañía.

2 . — disidido, y los primeros ataques a la «prenoción » de la


Compañía.

De estas inquietudes genéricas damos un salto de casi medio


siglo para pasar a la primera gran t o r m e n t a que sacudió la idea
de que la Compañía estaba inspirada específicamente a Ignacio
en el año que pasó retirado en Manresa.
Recordemos las palabras que J u a n B a u t i s t a Castaldo, religioso
Teatino, escribió en la vida de San Cayetano de Thiene: según
este biógrafo, Ignacio pidió al F u n d a d o r de los Teatinos el ser

11
MN, IV, 171.
15
MN, IV, 171.
46 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

admitido en su Orden cuando en 1536 esperaba en Venecia a que


16
sus compañeros vinieran de la Sorbona .
A propósito de este pasaje comenta Vezzosi:

« Chi non averebbe creduto che q u e s t o l u o g o del Castaldo esser d o v e s s e


ne' t e m p i posteriori registrato ne' fasti de' t a n t i pregi della Compagnia di Gesü,
c o m e u n t e s t i m o n i o profetico, r i s p e t t o s o e glorioso per essa ? [. . .] E puré,
l 7
t a n t ' é . Q u a n t o fallace e l'uomo nel daré il g i u s t o valore alie cose » .

Vezzosi, en sus últimas frases u n poco dolidas, se refiere, sin


duda, a la reacción universal que el pasaje suscitó en la Compañía:
q u e d a n citadas las enérgicas defensas de Nigronio, Sacchini, y
R h o que llama en su a y u d a testimonial a toda la Orden
18
Jesuítica .
Pero ahora, al hacer a u n q u e sólo sea esquemáticamente, el
guión de los hechos históricos, nos interesa sobre todo fijarnos
en las razones por las que Castaldo y los teatinos se negaban a
admitir que la prenoción de la Compañía fuera obstáculo a la
petición de Ignacio de Loyola, que en el pasaje se pretendía.
Ellos d i r á n : no h u b o tal «prenoción» de la Compañía, como
quieren los jesuitas: y t r a e r á n razones históricas como prueba.
Veamos, por sus pasos, la historia:
Como dijimos, cuatro años t a r d ó la Compañía en reaccionar
contra el pasaje de Castaldo; Nigronio, en su refutación de 1616
decía que la tal petición de Ignacio de Loyola a San Cayetano,
era a b s u r d a : porque significaba infidelidad a los compañeros que
esperaba, a los que había citado en Venecia p a r a embarcarse para
Tierra Santa. Ni San Cayetano pudo hacer a Ignacio la profecía
de que sería fundador de una Orden m á s activa que la Teatina,
pues con ella no le podía a p o r t a r n a d a nuevo al Loyola, que sabía
19
todo desde M a n r e s a .
L a disputa empezó propiamente con la respuesta de Castaldo
20
a Nigronio, en forma de carta breve en 16 1 8 . E n ella v a refu-

»« G. B . C A S T A L D O , Vita del B. Gaelano Tiene fondatore della Religione


de' Chierici Regolari, M o d e n a , M . D C . X I I , p á g s . 2 8 - 2 9 .
1 7
VEZZOSI, Scriltori, pág. 251;
1 3
V é a s e la P a r l e Primera, Cap. 1".
1 9
I . NiGRONius, S. I . , Regulae Commvncs Societatis leso, Commentarijs
A s c e t i c i s i l l u s t r a t a e , opus r e v i s u m ac d e n u o e d i t u m cura A . A r n d t , S. I . , e x
3» ed. operis editi Coloniae M D C X V I 1 , Cracoviae, 1 9 1 3 , p á g s . 2 3 5 - 2 4 0 .
2 0
G . B . C A S T A L D O , De Beali Caietani Thicnaei cum B. Ignatio Loiolo
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 17

t a n d o cada una de las razones del j e s u í t a : Vuestro historiador


Orlandini — le dice — afirma que Ignacio en 1536 no tenía in-
tención de hacer Orden alguna, sino de ir a Jesusalén y a n d a r
21
predicando en castidad y pobreza, para ganar a las almas .
Luego c o n t i n ú a : «Ultimo loco et illud inspiciendum est an
B. Ignatio ante hunc a n n u m 36. r e u e l a t u m sit Societatis Iesu
22
í'uturum se esse p a r e n t e m » .
Nigronio se apoya en una cierta profecía que cita Ribadeneira,
23
y en Orlandini, historiador de la Compañía . Pero yo — responde
Castaldo —, por m á s que he leído con atención la edición castellana
de la biografía de Ignacio escrita por Ribadeneira, no he encon-
24
t r a d o por ninguna p a r t e la tal profecía .
Si venimos a Orlandini — continúa Castaldo —, la profecía
25
que quiere que Ignacio hiciera en Amberes a Cuadrado , en 1528
ó a lo m á s en 1530, no es digna de crédito: no se explica que
desde entonces la tuviera Ignacio callada a los compañeros que
se le h a b í a n unido en la Universidad. Y no se me arguya con la
modestia del Loyola, diciendo que ocultaba los dones de Dios
por humildad, pues don extraordinario de Dios fue la visión de
la Storta, y bien claro les habló de ella apenas Dios había aca-
26
bado de comunicársela .
F i n a l m e n t e , «reuelationem h a n c non accepisse Ignatium satis
p r o b a t longissima de Religione condenda discussio habita in Vi-
27
centino conventu » , como dice el mismo Orlandini en su Historia.
Así, pues, para Castaldo en esta primera refutación, la tradición
de la Compañía revelada en Manresa a Ignacio de Loyola no es
razón que se pueda traer contra su petición de ingreso en las
Orden T e a t i n a : esta tradición no está históricamente fundada, pues
las profecías no a d m i t e n crédito; Ignacio el año 36 tenía intención
de peregrinar a Jerusalén y no de fundar; y las largas discusiones

consuetudine : deque hujus in Clericorum R e g u l a r i u m Ordinem propensione,


E p í s t o l a ad Cornitem Marcum T h i e n a e u m , V i c e n t i a e , 1018.
2 1
CASTALDO, Epist., p á g . 12.
22
C A S T A L D O , Epist., pág. 13.
2 3
C A S T A L D O , Epist., p á g . 13.
2 4
C A S T A L D O , Epist., págs. 1 3 4 4 .
2 5
Véase la transcripción que h e m o s hecho de ella en la Introducción,
n o t a 10.
2 3
C A S T A L D O , Epist., pág. 15.
2 7
C A S T A L D O , Epist., p á g s . 15-16.
18 EL ORIGEN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

que precedieron a la fundación de la Compañía prueban que Ignacio


h a s t a entonces no tenía ninguna idea clara de adonde iba.
La disputa estaba y a entablada. Dos años después, en 1(520
salió, como queda visto, la defensa de Sacchini en el anteprólogo
28
de la Historia de la Compañía . De las razones del teatino hay
una que le hace especial fuerza al jesuíta: las largas disputas poco
antes de fundar la Orden tienen su peso contra la sentencia pre-
nocionista rígida, y Castaldo las usa con fuerza.
A n t e esta objeción, Sacchini se aferra a la posición adquirida
por los jesuitas que le parece fundada en una tradición cuya verdad
29
está fuera de t o d a c o n t r o v e r s i a ; pero va a i n t e n t a r dar una
explicación de la relación entre Cardoner y el I n s t i t u t o de la
Compañía, que abrirá, con un adelanto de cientos de años, el
camino que la mayoría de los autores prenocionistas del siglo X X
t o m a r á n a n t e la crisis moderna de esta sentencia.
H a b l a n d o del conocimiento sobrenatural de su vocación de
fundador, que Ignacio conoció desde Manresa, la comenta con
unas palabras que oiremos enseguida repetir a los jesuitas de
nuestros días:

« Cu¡ rationi nihil e q u i d e m opponi p o s s e v i d e o , nisi quis subtiliter canille-


tur, quoddam Societatis rudimentum, non ipsam Socielalem, nec Reliqiosi Ordinis
eondendi consilium eo lempore Ignatii mentí insedisse ; at illud certe e u i d e n t e r
concluditur, iam t u m p r i m a illins s e m i n a , et praecipua i n s t i t u í a , ad quae et
sibi et sociis, quos colligeret, v i t a m a c c o m m o d a n d a m duceret, a n i m o c o m -
3
prehensa h a b u i s s e » ".

Son notables las matizaciones y restricciones que la oposición


de Castaldo obligó a hacer a Sacchini en la sentencia prenocionista:
no supo Ignacio en Manresa la estructura de la Compañía como
Orden N u e v a ; sólo se vio llamado a reunir compañeros y a compro-
meterse con ellos a una manera de v i d a : predicación del evangelio,
en grupo, en pobreza apostólica.
Castaldo calla a n t e esta primera respuesta que parecía sensata.
H a y unos años de paz, y la disputa parecía a c a b a d a .

2 8
A l estudiar la posición de Sacchini en Parte P r i m e r a , Cap. 1", h e m o s
t r a t a d o d e t e n i d a m e n t e de ella.
2 9
« Quibus e x Historiis extra o m n c m c o n t o u e r s i a m p o s i t i s [. . .] ratio
t a l i s efficitur»: V é a s e t o d a la a r g u m e n t a c i ó n en O R L A N D I N I , Hist., ante-
prólogo, p á g s . + -f- 1 1- -p- 2 v .
8 0
ORLANDINI, Hist., a n t e p r ó l o g o , p á g . -\- -\- 2 v .
P. I, C. II - LOS ANTÍPR.ENOCIONISTAS 49

P e r o a la m u e r t e de Nigronio, encuentran entre sus a p u n t e s


un manuscrito inédito, en que el fallecido jesuita refutaba la c a r t a
de Castaldo, p u n t o por p u n t o , de una manera, literariamente, u n
poco despiadada. Los jesuitas caen en la tentación de editarla
31
como obra p o s t u m a .
E l teatino, herido por esta nueva incitación a la controversia,
que no parecía necesaria, prepara y publica primero en 1635, y
luego con mejor edición en 1637 su famoso Certamen Paci-
32
ficum .
T a n t o el estilo del libro del teatino como la respuesta de R h o
por p a r t e de los jesuitas, son inmoderadas en la forma; en p a r t e
son excusables, porque están escritas en los m o m e n t o s en que la
controversia había llegado a su irritación m á x i m a . Lo que había
empezado por nada, se convertía ahora en u n enfrentamiento y
en u n enjuiciamiento m u t u o de las dos Ordenes, en presencia de
partidarios y adversarios de teatinos y jesuitas.
A nosotros nos interesa ahora u n p u n t o m u y concreto: sus
renovadas objeciones a la interpretación prenocionista del Cardo-
ner. H e aquí sus ideas:
Nigronio dice en su obra p o s t u m a que Ignacio, después de
m u c h a s dudas, había rechazado desde Barcelona el ingreso en
33
una Orden Religiosa . Pero si dudó en Barcelona, ¿ por qué no
iba a d u d a r de nuevo en Venecia, y no pudo acudir a San Cayetano
34
p a r a saber de él la v o l u n t a d de Dios en esa indecisión suya ? .
Además, dice Nigronio, Ignacio pensaba en Venecia que la
Orden de los Teatinos no iba a durar por m u c h o tiempo en la
35
Iglesia. Y si pensaba así, no iba a pedir su ingreso en ella .
E s t o , responde Castaldo, no supone dificultad de especial impor-
tancia, pues Ignacio no pensaba en Venecia en fundar Orden
perpetua, sino pasar a Jerusalén para gastar su vida en servicio
de las almas. Lo que iba a hacer en Tierra Santa, lo podía hacer
en la Orden teatina, y a que por poco que pensara Ignacio que

3 1
I . N Í G R O N I U S , S. I . , Histórica disputatio de S. Ignalio-Loiola et de
B. Caietano Thienaeo, o p u s c v l u m p o s t h v m v m , Coloniae, M . D C . X X X .
3 2
J. B a p t . C A S T A L D O , Pacificum Certamen, seu in R . P. J u l i i Negroni
Oenucnsis S o c i e t a t i s J e s u Presbyteri, o p u s c u l u m p o s t h u m u m [. . .] A n i m a d -
v e r s i o n e s , Messanae, 1035.
3 3
1. N I G R O N I U S , Histórica disputatio, sec. 17, n. 02.
'** C A S T A L D O , Certamen, I X , 73-74.
3 1
I . X I G R O M U S , Histórica disputatio, .sec. 17, n. 6 2 .

4 — El origen de la Compañía de Jesús.


50 E L ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

iba a durar esta Orden Religiosa, siempre duraría m á s q u e la vida


36
del Loyola .
Pero hemos visto que la principal razón q u e aduce Nigronio
contra el pasaje de Castaldo es el q u e Ignacio había recibido y a
en Manresa la ilustración sobrenatural de q u e u n día fundaría
37
una nueva Orden Apostólica .
A esta objeción responde t a m b i é n el t e a t i n o con especial
energía:

« [ . . . ] n i h i l o m i n u s , a c si nihil de h o c d i u i n i t u s accepisset, ea p r i m o t e m -
pore m o l i e b a t u r , quae illi o m n i n o a d u e r s a b a n t u r ; s t a t u e r a t n a m q [ u e ] H i e r o -
s o l y m a m pergere, a t q u e in ea c h ú t a t e , nihil de S o c i e t a t e in p o s t e r i t a t e m eri-
s s
g e n d a decernens, a d e x t r e m u m v s q [ u e ] v i t a e , a n i m a s D e o parere » .

Pero dejadas todas estas cosas a u n lado, prosigue Castaldo,


no acabo de ver por qué t a l petición de ingreso en los teatinos
iba a suponer inconstancia en Ignacio: no tenía nada fijo decidido
por entonces de fundar Orden Religiosa. « E t nihilominus, n¡7¡z'Z
sérius objicitur, nihil tam frequenler auditur, hoc semper profértür
39
in médium: Religio, quarn fundandam conceperai» .
Desde su carta de 1618, Castaldo se aferra en t o d a s sus
respuestas a la misma idea: q u e Orlandini m u e s t r a a Ignacio y a
sus compañeros el año 1539 en R o m a llenos de d u d a s sobre la
trayectoria q u e t o m a r í a n : « A D D U B I T A R E VEHEMENTER
C O E P E R U N T » . Y después de resaltar las palabras del Historia-
dor copiándolas en letras mayúsculas, c o m e n t a : Ignacio, h a s t a el
1539, lo m á s q u e concedo es q u e pensara en u n pequeño grupo
apostólico que acabaría con ellos, cuando ellos murieran. Y luego
concluye, como poniendo u n epitafio sepulcral sobre la «preno-
ción », q u e cree q u e con sus a t a q u e s quedará p a r a siempre rele-
gada al olvido y e n t e r r a d a :

«Quibus profecto e u a n e s c u n t , quae Sanctum Ignatium praecogitasse,


t o t i e s se iactans p r o t u l i t X i g r o n u s , q u e m t a m e n I g n a t i u m ad finem v s q [ u e ]

3 3
« N a m q u o d eo t e m p o r e m e d i t a b a t u r , n o n erat p e r p e t u u m in p o s t e -
r i t a t e m p r o p a g a n d u m ; s e d p r ó x i m o s adiuvare Ierosolymis d e g e n s , q u o a d
v i t a s u p p e t e r e t , quod o m n e s scriptores vestri concordissime t r a d u n t . X o s t r u m
v e r o Ordinem n o n duraturum q u o a d ipse v i v e r e t , n u m q u a m credere p o t e r a t :
et h o c s a t i s i l l i e r a t » : C A S T A L D O , Certamen, I X , 75.
a
' I. X i G R O N i r s , Histórica disputatio, sec. 1 7 , n. 6 1 .
3 3
CASTALDO, Certamen, IX, 72.
3 3
CASTALDO, Certamen, X, 91.
P. I, C. II - LOS ANTIPR.ENOCIONISTAS 51

anni t r i g e s i m i n o n i d u b i u m a t q [ u e ] a n c i p i t e m describit Orlandinus. Itaque


4 0
i a m concidit q u i d q u i d sine f u n d a m e n t o super arenam aedificavit N i g r o n u s » .

Lo que m á s dolía a los jesuitas en los a t a q u e s de la Orden


teatina era, sin duda, el peligro en que ponían la tradición de la
prenoción de la Compañía en Manresa. Se ve clarísimo por unas
palabras de R h o en su respuesta de 1641:

« N u l l u s in h a c t o t a controuersia locus est, in q u o Castaldus se confi-


d e n t i u s i a c t e t . Quasi v e r o d e m u m t r i u m p h a u e r i t . Ó m n i b u s igitur viribus
c o n n i x u s , q u i d q u i d v s q u a m inuenire p o t u i t nostra in H i s t o r i a , q u o d ad e a m
c o n u e l l e n d a m faceré o p i n a t u s credidit, diligenter corrasit, et p e n s i t a u i t , ac
n e cui ea p o s s i n t latere, grandioribus litteris curauit i m p r i m e n d a , qua ego
41
in re h o m i n i s t u m a e q u i t a t e m , t u m i u d i c i u m acrius v a l d e requiro » .

A estas objeciones de Castaldo, los jesuitas d a r á n una res-


puesta : la « p r e n o c i ó n » de la Compañía es una tradición arrai-
gada en la Compañía y se fundan en testimonios de las conversa-
ciones de Ignacio con Cámara y Laínez, que están fuera de t o d a
duda.
A u n q u e la respuesta de R h o en 1641 es el último escrito que
ve la luz pública en esta controversia, la historia de la disputa
se prolonga algo más allá, y parece conveniente que demos cuenta
breve de ella, valiéndonos de la documentación manuscrita que
nos queda.
Las respuestas y c o n t r a a t a q u e s de teatinos y jesuitas fueron
encendiendo los ánimos; los libros de Castaldo y de R h o se con-
virtieron en un buen negocio para los mercaderes que los c o m p r a b a n
en Venecia y los difundían por el centro de E u r o p a y por otras
42
partes de la cristiandad .
Dice u n escritor teatino t r a t a n d o del escándalo que estas de-
savenencias causaban en el pueblo cristiano: «el r u m o r de la
disputa llegó, por Alepo y por las Indias Orientales, h a s t a el
13
Asia » .
E m p e z a r o n a llegar quejas desde las misiones de Asia a la
Congregación de P r o p a g a n d a F i d e ; el Cardenal Albornoz, en 1643,

4 J
CASTALDO, Certamen, X, 94-95.
4 1
RHO, Interrogationes, X, 145.
R H O , Interrogationes, pág. -\—|—\- 3 de la Introducción.
4 3
« R i m b o n b ó il rumor del contrasto sino nell'Asia per A l e p p o , e per le
Indie Orientali »: V E Z Z O S I , Scrittori, 2 5 3 .
52 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

cree oportuno pasar las denuncias a la Congregación del índice,


y ésta, después de revisarlos, incluye en el índice de libros prohibidos
el Certamen Pacifieum de Castaldo y las Interrogationes de R h o **.
La intervención llegó apenas a t i e m p o : el teatino P . De Rellis
y a tenía un grueso volumen de respuesta a R h o p a r a darlo a la
4 5
i m p r e n t a ; le llaman a R o m a . Detienen la publicación de la
obra. Y la Santa Sede decide que la disputa se resuelva a n t e u n
tribunal especial, sin dar m á s publicidad a las cosas.
Así empiezan los llamados «Congressi» en 1645. Del 17 de
agosto a 26 de octubre aparecen a n t e el tribunal R h o y De
Bellis como representantes de teatinos y jesuitas, para p r o b a r sus
46
posiciones r e s p e c t i v a s . E l P . R h o no asiste a la ú l t i m a ; la Sa-
grada Congregación del índice da un Decreto que firma Inocencio
X en 1646, en que m a n d a a los Generales de las dos Ordenes que
en el t é r m i n o de un año presenten sus d e m a n d a s a la S a n t a Sede
47
para que ella decida .
El P . General de los jesuitas invita a los teatinos a una solución
pacífica: Se hará una fiesta delante de los alumnos del Colegio
R o m a n o con una serie de trabajos literarios entre los que ocupará
lugar central un panegírico de San Cayetano, y de la Orden Teatina.
P e r o las cosas e s t a b a n demasiado tensas para que pudieran ser
arregladas en un día; el General de los teatinos no acepta, y De
4S
Rellis presenta el informe oficial que la Santa Sede proponía .
Pero la t o r m e n t a estaba p r á c t i c a m e n t e calmada. A p a r t e de
un pequeño incidente a que dio lugar la publicación del primer
49
volumen de la Historia de la Orden T e a t i n a , y u n a t a r d í a res-

4 4
VEZZOSI, Scrittori, 253-254.
4 5
T a n t o el borrador del m a n u s c r i t o c o m o la copia preparada para darla
a la i m p r e n t a se hallan en el A r c h i v o de la Casa Generalicia de los T e a t i n o s :
S a n t ' A n d r e a de la Valle, Piazza V i d o n i , 6, R o m a . E l borrador t i e n e el t í t u l o
De Bellis contra Rho, y e s t á a r c h i v a d o c o m o infolio n. 259. L a copia p r e p a -
rada para la i m p r e n t a está a r c h i v a d a c o m o infolio n. 258 y aparece c o n el
n o m b r e de Ruscio que es el p s e u d ó n i m o de D e B e l l i s para que no apareciera
s u v e r d a d e r o n o m b r e en la obra impresa.
4 6
Las a c t a s de las sesiones e s t á n en el A r c h i v o de la Casa Generalicia
de los T e a t i n o s , P i a z z a Vidoni, 6, R o m a . Copiadas por el P. P o l v e r i n o y archi-
v a d a s c o m o infolio n" 255.
4 7
V E Z Z O S I , Scrittori, 2 5 5 .
4 8
VEzzosi,^Scri7íorí, 2 5 5 .
i, " J. S I L O S , Ilistoriarum Clericorum Regularium, pars prior, liber q u a r t u s ,
pág. 136.
P. I, C. II - LOS AXTIPRENOCIONISTAS 5.'5

5
puesta de los Bolandistas por p a r t e de la Compañía \ no se volvió
a la disputa. L a larga discusión de casi u n siglo había dejado a
51
los de fuera y a los d e casa sin ganas d e volver sobre el t e m a .

3. — La disputa Creixrfl-Van Ortroy.

Castaldo, en el calor de la disputa había tocado p u n t o s neurál-


gicos en la vida de Ignacio, q u e eran dificultades n a d a desprecia-
bles contra la inspiración de la Compañía en Manresa t a l y como
quería la sentencia tradicional prenocionista. Pero los jesuitas
c o n t a b a n con u n a tradición de familia tortísima, como respuesta.
Xo es e x t r a ñ o que en los dos siglos que pasan, la sentencia de
Castaldo pierda resonancia, y de las d o s posiciones, acabe la d e
los teatinos por quedar prácticamente relegada. E n la Compañía,
52
u n a vez hecha la calma, prevalece la sentencia antigua .

50
Acta Sanctorum. J u l . V I I , 448-453; Aug. II, 252-253.
5 1
H a b í a e m p e z a d o e n 1612, y a c a b ó p r á c t i c a m e n t e c o n la c o n d e n a de
los libros d e Castaldo y d e R h o e n 1 6 9 3 : VEZZOSI, Scrittori, 2 5 6 .
5 2
A c a b a d a la d i s p u t a de Castaldo y R h o , entre los escritores j e s u i t a s
se sigue m a n t e n i e n d o la prenoción rígida de la C o m p a ñ í a en Manresa. Sería
largo e innecesario hacer u n a l i s t a c o m p l e t a de los autores prenocionistas
d e s d e e n t o n c e s h a s t a el c o m i e n z o de la n u e v a d i s p u t a en 1 8 9 1 . Creemos q u e
bastará dar al lector algunos de los n o m b r e s m á s significativos entre e l l o s :
P . D A N I E L B A R T O L I , S. I., Vita de S. Ignatio, L i v r o I, n? 1 4 . — P . F R A N C I S C O
G A R C Í A , S. I., Vida, virtudes y milagros de San Ignacio de Loyola, Fundador de
a
la Compañía de desús, 3 e d i c , B a r c e l o n a , 1890, p á g s . 67-68. — J E A N P Í E N , e n
1731 e n Acia Sanctorum Julii, v o l . V I I , § X X X I V .
D e 1773 a 1 8 1 4 , suprimida p o r C l e m e n t e X I V la Compañía h a y u n a
a u s e n c i a t e m p o r a l de autores q u e escriban sobre ella.
D e n t r o del período de la Compañía restaurada, los autores q u e v u e l v e n
a tratar de la v i d a de S a n Ignacio o del I n s t i t u t o , v u e l v e n a defender la sen-
t e n c i a de Orden « i n s p i r a d a » por D i o s al F u n d a d o r de e l l a : P . M O N T R O U S I E R ,
De Instituto Societatis Iesu, c. I , p á g s . 7-8; c. V , p á g . 3 8 s . ; y p á g . 2 9 8 . C R E -
T I N E A U - J O L I , Historia religiosa, política y literaria de la Compañía de Jesús,
B a r c e l o n a , 1 8 5 3 , t o m o I , c a p . I. — P . COSTA R O S S E T T I , De Spiritu Societatis
Jesu, Friburgi, H e r d e i , M D C C C L X X X V I I I , defiende inspiración c l a r a m e n t e
a
en P a r t e I», s e c . I I . — A . O S W A L D , S. I . , Commenlarium in decem partes
Conslilulionum, D e s c l e é de B r o u w e r 1 8 9 2 : v é a s e s u c o m e n t a r i o al P r o e m i o
en e l c a p í t u l o I. P o r este t i e m p o t r a b a j a b a el P . A s t r a i n en su Historia; su
m a n e r a de p e n s a r sobre la prenoción preferimos exponerla en el cuerpo de
la t e s i s , y dar por concluida así la l i s t a de « prenocionistas » h a s t a el c o m i e n z o
de la d i s p u t a .
51 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

A finales del siglo X I X y principios del X X , — que es cuando


v a a surgir la crisis definitiva de la prenoción —, la Compañía,
en su conjunto moral, había vuelto a ser «prenocionista». El
P a d r e Astrain, que escribe la Historia de la Compañía de Jesús
53
en la Asistencia de España , puede servirnos, con su sentencia,
de tipo representativo de ese tiempo sobre la m a n e r a de
pensar de los jesuitas acerca del origen sobrenatural de la
Compañía.
El P a d r e Astrain se p r e g u n t a : ¿ E s cierto que Dios reveló a
San Ignacio la idea fundamental y los elementos esenciales de la
C o m p a ñ í a ? Y responde: Sí, es cierto que Dios le comunicó todo
ello; y no en una gracia ordinaria, sino en una «revelación pro-
p i a m e n t e t a l » , en donde le dio a conocer el « i n s t i t u t o » de la
54
C o m p a ñ í a . Laínez, Francisco Javier, Polanco, Cámara, N a d a l
son testimonios inexpugnables de tal posición de los jesuitas. Si
leemos el testimonio de Cámara en el Memorial, — dice —, «creo
que no será temerario deducir, que no hay p u n t o alguno de im-
portancia en nuestras Constituciones sobre el cual no recibiera
Ignacio o revelación especial, o por lo menos algún signo sobre-
55
n a t u r a l de la aprobación divina » .
P e r o , ¿ cuándo y dónde le fue revelada al F u n d a d o r esta t r a z a
esencial de la Compañía ? Los testimonios de Laínez, Javier, P o -
lanco, Mercurián . . . son para Astrain compatibles con una inspi-
56
ración paulatina, sucesiva y lenta ; pero p a r a él, Cámara y N a d a l
no dejan lugar a opción a l g u n a : la revelación de lo sustancial
del I n s t i t u t o fue en el Cardoner, y toda de un golpe, repentina.
A Jerusalén sale ya con la idea de fundar la Compañía, pero no
p a r a fundarla allá; esta idea para Astrain es «inadmisible y pe-
regrina »
Si, cuando vuelve a Barcelona, tiene por unos m o m e n t o s la
idea de e n t r a r en un convento, esto no significa que h a y a a b a n -

5 3
A . ASTRAIN, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de
España, T o m o I, San Ignacio tic Loyola, Madrid, 1902. Trata d e t e n i d a m e n t e
n u e s t r o t e m a al que dedica t o d o el capítulo V I I del Libro Primero. A s t r a i n
parece ignorar la recensión de los b o l a n d i s l a s de 1894, pues no alude en t o d o
el c a p í t u l o a ellos.
8 4
A . ASTRAIN, Historia de la Compañía, Tomo I, p á g . 108.
6 5
A . A S T R A I N , Historia de la Compañía, T o m o 1, p á g . 111.
*•• A . A S T R A I N , Historia de la Compañía, Tomo 1, pág. 112.
5 7
A . A S T R A I N , Historia de la Compañía, T o m o I, pág. 112.
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 55

donado su plan, sino que quiere valerse de esos hombres p a r a


58
infundirles su espíritu y hacer con ellos una Orden N u e v a .
P a r a Astrain, el que Ignacio, sabiendo que iba a fundar u n a
Orden, no dijera n a d a a los compañeros, no tiene especial dificul-
t a d : si les hubiera dicho algo de la Orden, hubieran pensado todos
que se t r a t a b a de Orden según Regla Antigua, y le h u b i e r a n
59
entorpecido su p l a n ; por eso prefirió e s p e r a r .
E s verdad que Laínez y Polanco afirman que el grupo no
pensaba en Orden Religiosa h a s t a 1539. Pero el F u n d a d o r , afirma
Astrain, no se incluye en el grupo, sino que lo excluyen del pen-
60
samiento de los demás compañeros, al hablar de esta m a n e r a .
Pero las dificultades de Castaldo seguían l a t e n t e s ; los jesuitas,
p a r a acallarlas, habían opuesto el a r g u m e n t o de tradición, sin
poder directamente refutarlas. La edición de los documentos m a -
61
nuscritos sobre los primeros tiempos de la Compañía v a a hacer
que vuelvan a surgir a la superficie, y otra vez se va a entablar
la disputa. Ahora no va a ser entre jesuitas que defienden, y con-
tradictores que a t a c a n desde fuera. Los contendientes v a n a ser
el belga Francisco Van Ortroy y el español J u a n Creixell, los dos
62
de la Compañía . Ellos van a formar en torno suyo dos grupos,
que estarán f u n d a m e n t a l m e n t e en pro o en contra de la prenoción,
a u n q u e cada cual, como veremos, matizará con algún rasgo especial,
dentro del grupo, su sentencia.
P e r o vengamos y a al primer episodio:
Al hacer la recensión del primer volumen de Monumenta His-
63
t rica Societatis Iesu , los bolandistas creen un acierto el haber
empezado la colección con el manuscrito de Polanco De Vita

5 8
A. A S T R A I N , Historia ¡le la Compañía, lomo I, pág. 113.
5 8
A. A S T R A I N , Historia fie la Compañía, T o m o 1, p á g . 115.
6 0
A . A S T R A I N , Historia de la Compañía, T o m o 1, p á g s . 121 s s .
Contra e s t a manera de pensar de Astrain, Polanco subraya que ni los
c o m p a ñ e r o s ni Ignacio traían i n t e n c i ó n de fundar Orden c u a n d o v i n i e r o n
a I t a l i a : Véase FN, I, 300.
8 1
N o s referimos a la Colección Monumenta Histórica Societatis Iesu que
e m p i e z a en Madrid e d i t a d a por jesuitas españoles a partir de 1 8 9 4 , V é a s e
F E R N A N D E Z - Z A P I C O y L E T U R I A , S. I., Cincuentenario de MHSI, lSSi-1944,
en A H S 1 , 13 (1944) p á g s . 1-61.
8 2
V a n Ortroy era desde 1894 del e q u i p o de redacción de Analecta Bollan-
diana. J u a n Creixell era j e s u í t a c a t a l á n especialista en a s u n t o s relacionados
c o n la e s t a n c i a de San Ignacio en Cataluña.
8 8
Anal. Bol., 13 (1894) 303-304.
56 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Sancti Ignatii et Societatis Jesu initiis; el autor de la reseña, ob-


serva cómo Polanco en su obra habla de las dudas de Ignacio
a la vuelta de Palestina a Barcelona, las indecisiones de París,
y la falta de intención de hacer Orden Religiosa, cuando el treinta
y ocho vienen a R o m a . Luego concluye:

« A i n s i , il sera i n t é r e s s a n t de rapprocher les divers p a s s a g e s qui, dans


c e t t e n o t i c e , se r a p p o r t e n t á la fondation de la Compagnie de J é s u s ; c'est,
m e parait-il, le sur m o y e n d'avoir 1'opiniop de Polanco sur l'époque á laquelle
ce plan a été c o n c u et réalisé »"'.

Luego concluye que, según Polanco, ni Ignacio ni los compa-


ñeros, antes de 1538 pensaron en hacer Congregación alguna Reli-
giosa; y que al decidirse en R o m a , no fue idea de Ignacio sólo,
65
sino del grupo en conjunto .
r 6
E l primer contendiente había saltado al campo ' . Sin embargo,
la controversia va a t a r d a r t o d a v í a catorce años en entablarse.
Cuando Creixell, en 1907 publica su libro sobre el período de
67
la vida de Ignacio desde 1523 a 1528 , defiende, respecto a la
inspiración de la Compañía al fundador, la opinión que h a s t a
ahora había sido tradicional entre los jesuitas. A p o y a d o principal-
m e n t e en el pasaje de Cámara en su Memorial, dice que Ignacio
conoció desde Manresa que sería fundador de una Orden N u e v a ,
que contaría entre sus características la de no estar obligada a
coro ni usar especial h á b i t o . Y que si San Ignacio fue a Jerusalén
con intención de quedarse allí, era porque llevaba intención de
fundarla en Tierra Santa, a u n q u e a historiadores t a n serios como
68
Astrain les parezca esta u n a idea p e r e g r i n a .
L a segunda posición, como vemos, está y a t o m a d a . Sólo al
hacer Van Ortroy la recensión del libro de Creixell, se entabla la
disputa formal.
Dice el bolandista: H a y que cribar afirmaciones de tiempos

64
Anal. Bol., 13 (1891) 3 0 3 .
»' Anal. Bol., 13 (1894) 3 0 4 .
e
« E l P. D u d o n , (Saint Ignace de Loyola, París, 1934, p á g . 622) a t r a s a
las objeciones contra la prenoción a 1 9 0 8 ; pero en realidad, en e s t a p r i m e r a
b r e v e r e c e n s i ó n de 1894 y a e s t a b a n e x p u e s t a s las c a u t e l a s con que había de
considerarse a la sentencia prenocionista.
6 7
J U A N C R E I X E L L , S. I . , San Ignacio en Barcelona. Reseña histórica
de la vida del santo en el quinquenio de 1523 a 1328, Barcelona, 1907.
6 8
J . C R E I X E L L , San Ignacio en Barcelona, p á g s . 62-65.
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 57

antiguos, y no aceptarlas como infalibles sólo porque haga tres


siglos que vienen corriendo. Creixell sostiene la opinión de la
prenoción. Pero, « c e t t e thése ne repose sur aucun fondement
solide et v a á l'encontre des déclarations catégoriques de Polanco
6 9
(cfr. Anal. Boíl., X I I I , 303-304) et de L a y n e z » .
N a t u r a l m e n t e , Creixell estaba al t a n t o de los juicios que se
d a b a n de su obra. Leyó la recensión que V a n Ortroy le hacía. L e
censuraba de sostener una posición sin poseer argumentos sufi-
cientemente sólidos para probarla. L a acusación hirió su sensi-
bilidad de historiador, y su afecto por las cosas de Ignacio de
Loyola.
¿ E s que Cámara, Nadal, Lancicio, Luis de la P a l m a y Mer-
70
curian no son testigos suficientes para cualquier j e s u í t a ? . E n
cuanto a las profecías a Rodés y a Cuadrado, son dos historiadores
de primera fila como Gabriel Alvarez y J u a n de Bolando los que
71
se refieren a ellas con afirmaciones categóricas .
E n cuanto a los testimonios de Laínez y Polanco que se aducen
en la recensión, no v a n contra la idea de la prenoción de ninguna
m a n e r a : la traducción latina deficiente del original castellano es
72
lo q u e ha dado pie a equivocarse a Van Ortroy .
P a r a Creixell, con la llegada del grupo a R o m a la revelación
hecha a Ignacio de una futura Compañía tenía y a su cumpli-
miento. El P a p a era el único superior de ellos, a quien tenían
73
hecho voto de obediencia . El 1539 sólo a ñ a d e a la Compañía
la perpetuidad y la obediencia a uno de entre ellos que los go-
M
bernase en nombre del P a p a .
El artículo acaba con dos consejos innecesarios, que no debie-
ron de a g r a d a r n a d a al jesuíta belga: no se debe confundir el
75
I n s t i t u t o de la Compañía con la Compañía m i s m a ; además, a

6 9
Anal. Bol., X X V I (1907) 4 8 7 - 4 9 3 .
7 0
Cuando el P. Creixell se refiere a L u i s de la P a l m a y Mercurián, pro-
p i a m e n t e se refiere a un único t e s t i m o n i o . L u i s de la P a l m a o y ó al P. Gil
González que confesaba haber oído a Mercurián que decía haber oído a San
Ignacio que en el ejercicio de las D o s B a n d e r a s le había p u e s t o D i o s delante
la traza de la C o m p a ñ í a : V é a s e P . L u i s D E L A P A L M A , Camino Espiritual,
L. V. c. 2, n» 1. Cfr., FN. III, 098, 710.
71
Razón y Fe, 20 (1908) 2 2 1 .
72
Razón y Fe, 2 0 (1908) 2 2 0 - 2 2 1 .
73
Razón y Fe, 20 (1908) 219.
71
Razón y Fe, 2 0 (1908) 2 1 9 - 2 2 0 .
75
Razón y Fe, 2 0 (1908) 219-220.
58 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

los q u e quieren hacer algo serio sobre S a n Ignacio de Loyola les


es indispensable aprender bien el castellano y el catalán, pues
sin poder llegar a manejar con facilidad los originales, se exponen
7G
a equivocaciones lamentables como la de V a n Ortroy .
La respuesta de V a n Ortroy, esta vez a fondo, no se hizo
esperar. E n Anatecta Bollandiana dedica u n largo artículo a d a r
d e t e n i d a m e n t e su pensamiento
7 8
E l artículo de Creixell parece al jesuíta belga « p l u t ó t vif» .
Pero m i pensamiento, dice V a n Ortroy, e s :
— Que San Ignacio pasó en Manresa unos primeros meses de
purificación moral y de vida ascética; a ello siguió u n a época de
manifestaciones extraordinarias de la gracia, entre las q u e la Vi-
sión del Cardoner ejerció en el curso de su vida u n a influencia
7 9
preponderante .
— Allí estructuró, además, el núcleo central de los Ejercicios
Espirituales: principios fundamentales ascéticos y meditaciones
s o
esenciales .
Luego pasa a preguntarse en qué sentido todo aquello se rela-
ciona con el origen de la Compañía. Y responde:
— L a primera etapa de cuatro meses m á s bien áridos, le a y u d ó
a crearse u n fondo de ascetismo experimental q u e le sería m á s
t a r d e u n a a y u d a preciosa para comprender y cumplir su misión
81
de fundador de Orden Religiosa .
— El Cardoner operó en Ignacio una maravillosa transformación
interior: le dio el don de discernimiento de espíritus para la pro-
pia dirección y la dirección de los otros. Pero sobre todo, los Ejerci-
cios, « ce remarquable code de la vie intérieure, t o u t comme la
m é t a m o r p h o s e accomplie dans les facultes d'Iñigo, sont en partie
le fruit de la grande révélation q u i ¡Ilumina son a m e , tandis
82
qu'il était assis sur la berge d u Cardoner» .
E n u n párrafo de su artículo, al final, cita u n o de las frases
de la carta de Ribadeneira al R e c t o r del colegio de jesuitas de

76
Razón u Fe, 2 0 ( 1 9 0 8 ) 2 2 2 .
7 7
F. V A N O R T H O Y , S. I., Manrisc et les origines de la Compagnie de Jésus.,
Anal. Bol., 2 7 (1908) 393-418.
78
Anal. Bol., 2 7 ( 1 9 0 8 ) 3 9 9 .
7 8
Anal. Bol., 2 7 (1908) 393-395.
8 0
Anal. Bol., 2 7 ( 1 9 0 8 ) 3 9 7 .
81
Anal. Bol., 2 7 ( 1 9 0 8 ) 3 9 3 .
82
Anal. Bol., 2 7 ( 1 9 0 8 ) 3 9 8 .
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIOXISTAS 59

83
S a l a m a n c a , que resume su pensamiento definitivo sobre la
relación entre Cardoner y Compañía de J e s ú s :

« . . . a u n q u e en a q u e l l o s principios él [Ignacio] no sabía lo q u e el S e -


ñor d i s p o n í a hazer del, sabíalo D i o s , y y v a l e d i s p o n i e n d o para hazerle f u n -
dador de la C o m p a ñ í a , y gran Patriarca de su Yglesia, y y v a l e d a n d o u n o
de los m e d i o s c o n que h a b í a de j u n t a r y a m a s s a r su m i s m a Compañía »
84
[los E j e r c i c i o s ! .

Así, p u e s : Dios prepara a Ignacio con una vida interior intensa,


e incluso con gracias extraordinarias; del conjunto, él estructura
el Libro de los Ejercicios. Así, en Manresa Dios ha formado al « ar-
quitecto » de que habla N a d a l y le ha dado el i n s t r u m e n t o para
edificar. Incluso ha podido imaginar en ese año de soledad cómo
debería ser una Orden Religiosa Apostólica ideal para aquellas
85
circunstancias históricas por las que la Iglesia atravesaba . Pero
Ignacio sale de Manresa ignorando la Compañía de Jesús concreta
y su futura misión de fundador de ella.
E s t e es el pensamiento de Van Ortroy. Lo dice él m u y bien
en un párrafo en que comenta la cita que hemos dado de Riba-
deneira : «Ce langage noble et mesuré de Ribadeneira explique
avec infiniment de justesse sous quel r a p p o r t Manrése p e u t étre
86
considérée commc le berceau de la Compagnie de J é s u s » .
El jesuíta belga rechaza la tesis de Creixell porque se apoya
en argumentos que no tienen consistencia histórica:
— El r a p t o de ocho días a que se refiere el jesuita catalán,
no es tal, sino un a t a q u e de catalcpsia, provocado por la extrema
8
debilidad a que le redujeron las excesivas penitencias \
— Ignacio remitió a Cámara al Cardoner para explicar ciertas
cosas de la Compañía; pero nunca dijo que allí sintiera reflejamente
la vocación a fundarla. Se puede, incluso, conceder que llegara
a imaginarla como la concepción ideal de la vida de Consejos
Evangélicos para su época. P e r o t o d o esto pudo darse en Manresa,
, s
sin que Dios le revelara n a d a de su futuro a Ignacio de Loyola .
— L a s dudas y perplejidades que a t o r m e n t a r o n a Ignacio m u -

8 3
FN, I I I , 598-601.
81
Anal. Bol., 27 (1908) 412 ; v é a s e FN; III¡ 598-600.
85
Anal. Bol., 27 (1908) 403.
86
Anal. Bol., 27 (1908) 412.
87
Anal. Bol., 27 (1908) 409.
8 8
Anal. Bol., 27 (1908) 403.
60 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

chas veces respecto a su futuro, son el obstáculo principal para


sostener la posición tradicional: El deseo de establecerse en J e r u -
salén a perpetuidad, y las dudas en que se halla envuelto a n t e la
8 9
n e g a t i v a ; el nuevo interrogante en que se plantea qué ha
de hacer, u n a vez acabados los estudios en Barcelona; y el ser
a b a n d o n a d o en P a r í s por algunos compañeros aburridos de las
9 0
incertidumbres de Loyola ; algunas carias de Ignacio desde Ve-
necia en las que confiesa él mismo que ignora lo que en el futuro
0 1
va a disponer Dios de su v i d a ; las deliberaciones del 1539 p a r a
ver hacia dónde orientan lo que h a s t a ahora ha sido g r u p o : si
a la disolución o a la perpetuidad, son para el bolandista dificulta-
92
des graves a la sentencia prenocionista rígida .
Así, pues, concluye V a n Ortroy, parece u n resultado incontes-
table de la sana crítica histórica que Ignacio vivió d u r a n t e largos
años después de su conversión, en la ignorancia de su vocación
providencial de fundador de Orden N u e v a Religiosa. Creer que
Ignacio en 1522 y a sabía la trayectoria general que iba a seguir
su existencia, es hacer, de zonas y hechos de su vida, insolubles
93
enigmas .
A n t e el silencio que Creixell guardó d u r a n t e largos años, pa-
recía que las cosas iban a quedar así. Pero en 1922 publica una
obra en dos volúmenes con un estudio exhaustivo de los hechos
91
ignacianos relacionados con Cataluña . E n el tomo I, dedica el
c. X I a la «prenoción de la Compañía », con alusiones al último
artículo del b a l a n d i s t a :
— E n Manresa, «Ignacio t u v o noticia sobrenatural del Insti-
t u t o de la Compañía de J e s ú s » ; son t a n t o s los testimonios de
la tradición a favor de esta sentencia, que el fundador de los bo-
landos, gran historiador, apoyándola, escribió « i t a omnes a senio-
9 S
ribus semper audivimus » .
— L a frase de N a d a l «quasi in spiritu q u o d a m sapientae

«• Anal. Bol., 27 (1908) 404.


o" Anal. Bol., 27 (1908) 404.
91
Anal. Bol., 27 (1908) 405.
82
Anal. Bol., 27 (1908) 406-407.
Anal. Bol., 27 (1908) 418.
84
3. C R E I X E L L , .San Ignacio de Loyola. Estudio crítico y documentado
de los hechos ignacianos relacionados con Monserral Manresa y Bercelona, Bar-
celona, 1922.
8 5
J . C R E I X E L L , San Ignacio de Loyola. Estudio crítico, I, p á g s 1 7 2 - 1 7 3 .
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 61

architectonico » (Scholia, in p a r t e m VI, c. I I I , pág. 13;")) no sig-


nifica sólo que el arquitecto estaba preparado, como quiere V a n
Ortroy, sino que Dios le había puesto y a delante de los ojos el
edificio que le llamaba a construir "°.
Pero los argumentos de Van Ortroy habían hecho i m p a c t o :
Creixell retrocede a n t e ellos para refugiarse en una sentencia pre-
nocionista mitigada:
— Ignacio conocía el edificio que estaba llamado a construir,
pero ignoraba cómo, cuándo ni dónde lo construiría, ni si había
de ser Orden Religiosa o si había de ser un grupo de hombres dedi-
97
cados al apostolado espiritual sin dependencia mutua ni jerarquía .
— Vio la Compañía como grupo de varones apostólicos, bajo
Cristo Cabeza, que irían a predicar a Palestina a m a n e r a de re-
encarnación en la Historia, de los tiempos de la Iglesia P r i m i t i v a :
es la Compañía que fraguó en M o n t m a r t r e .
— H a s t a 1539 no vio a la Compañía como Orden Nueva, con
votos religiosos, con Constituciones, y con obediencia a uno dentro
s s
de la Orden misma .
A partir de esta fecha, sólo dos veces volverá a aludir Creixell
de pasada a Van O r t r o y : una en 1915 para refutar su teoría del
a t a q u e epiléptico para explicar la enajenación de Ignacio de Loyola
99
d u r a n t e ocho días ; y otra unos años después, cuando en 1919
vuelve al t e m a de la prenoción y lo localiza, corrigiéndose de su
1U0
posición de 1922, otra vez en el r a p t o de ocho días .

4 . — La escisión en dos grupos entre los autores jesuitas.

Con el problema planteado por la disputa Creixell-Van Ortroy,


los jesuitas que escriben sobre la Compañía desde principios de
siglo se sienten obligados a opinar sobre «el prenocionismo ». E s t o
les hace t o m a r posición del lado del español o del belga, sin que
ello signifique propiamente que sean « sus pedísecuos ».
Así, en la corriente prenocionista que v a m o s a estudiar, j u n t o

5 8
Véase Anal Bol, 2 7 ( 1 9 0 8 ) 4 0 3 .
U7
. 1 . C R E I X E L L , San Ignacio de Loyola. Estudio crítico, I, p á g s . 1 7 4 - 1 7 5 .
8 8
J . C R E I X E L L , San Ignacio de Loyola. Estadio crítico, I, pág. 1 7 5 .
**• J . CREIXELI., San Ignacio de Logóla Caballero de Cristo Rey y Señor Uní-,
versal, B a i c e l o n a , 1 9 4 5 , p á g . 4 .
1 0 0
J . C R E I X E L L , San Ignacio de Loyola, ¿ tuvo revelación en Manresa de
¡a Compañía de Jesús 1, Barcelona, 1 9 4 9 .
62 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

a Creixell, hombre chapado a la antigua, que a n t e los a r g u m e n t o s


históricos a b a n d o n a de mal humor la prenoción tradicional rígida,
veremos a Casanovas, a Arroyo o a I.eturia, por ejemplo. T e m p e -
r a m e n t a l m e n t e opuestos a Creixell, son psicólogos o historiadores
que a b o r d a n el t e m a con método científico serio. Pero a u n q u e
lleguen a encontrarse sin argumentos probativos, — pensamos en
L e t u r i a en concreto —, el respeto a la tradición de siglos les hará
quedarse en una prenoción moderada, sin dar el paso último.
H e c h a esta advertencia preliminar, vengamos y a al estudio
de los autores más representativos de este moderado prenocionismo.
P o r orden cronológico, el primero que se adhiere a la sentencia
101
prenocionista contra Van Ortroy es Xonell en 1917 . E n su t r a -
bajo defiende una revelación específica e inmediata de Dios en la
ll12
Ilustración Eximia y no en el r a p t o de ocho días .
Casanovas es el tercer autor jesuíta catalán que se decide del
lado moderado prenocionista, con matices propios en su senten-
103
cia . P a r a él, la gracia más extraordinaria que recibió Ignacio
no fue la del Cardoner sino el r a p t o de ocho días, del que j a m á s
104
dijo a nadie nada . liste éxtasis, j u n t o con la Ilustración a orillas
del río, tiene relación con la Compañía, como el fundador declaró
1 0
a Cámara, a Nadal y a Ribadeneira \ Allí conoció Ignacio que
106
estaba llamado a fundarla, y los elementos esenciales de ella .
11,7
Las objeciones de Van Ortroy no suponen dificultad, si se
tiene en cuenta el alcance de la prenoción m i s m a : allí en el Car-
doner no se sintió llamado a fundar Orden Religiosa estable; este
aspecto es accidental y no le pasó a Ignacio por la cabeza h a s t a
l M
1539 . En Manresa entendió que estaba llamado a formar u n
grupo de personas enamoradas de Jesucristo que predicasen en
, 0 9
pobreza por el m u n d o a imitación del colegio apostólico . Supo,

1 0 1
X O N E L L , S . I., La Eximia Ilustración del Cardoner origen de la Compa-
ñía de Jesús, Manresa, 1 9 1 7 .
ioa N O N E L L , S . I., La Eximia Ilustración . . ., pág. 1 7 .
1 0 3
1. C A S A N O V A S , S . I., Sant Ignasi de Loyola, Barcelona 1 9 2 2 .
1 0 4
1. C A S A N O V A S . Sant Ignasi, p á g . 1 1 0 .
1 0 5
I. CÁSANOSLAS, Sant Ignasi, págs. 1 1 1 - 1 1 3 .
1 M
1. C A S A N O V A S , Sant Ignasi, p á g . 1 1 4 .
1 0 7
A u n q u e nunca h a b l a d i r e c t a m e n t e de él, pero e v i d e n t e m e n t e en la
a r g u m e n t a c i ó n se e s t á defendiendo contra las objeciones del b o l a n d i s t a , que
no podía ignorar d e s p u é s de los escritos de Creixell y X o n e l l .
1 Q í
I. C A S A N O V A S , Sant Ignasi, pág. 2 6 1 .
10
" I. C A S A N O V A S , Sant Ignasi, p á g s . 2 0 3 - 2 6 4 .
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 63

además, que este apostolado lo debían ejercer bajo obediencia;


pero calló esta idea hasta ver claro cuándo debía manifestarla:
1 0
en 1539, en R o m a , vio llegada la h o r a ' . Las deliberaciones no
son sino la ocasión que se le ofrecerá a Ignacio para imponer de-
m
finitivamente su ideal y fundar la Compañía .
E n 1911 estudia el P . Quera la relación del libro de los Ejercicios
con la fundación de la Compañía Habla así del comportamiento
que Dios t u v o con Ignacio:

« Y D i o s no le l l e v ó c i e g a m e n t e , sino q u e en su retiro de Manresa, [ . . .]


le fue d e l i n e a n d o los trazos principales de su plan, aquel ideal de a p o s t o l a d o
con la i m i l a c i ó n perfecta de Cristo, ideal que había de ser c o m o el n ú c l e o , del
113
cual había de brotar un día la C o m p a ñ í a de J e s ú s í .

P a r a Quera, este, ideal apostólico, desde el comienzo, no fue


personal sino societario: en las meditaciones del Rey y de las
B a n d e r a s concibió la idea de grupo apostólico que fraguará un día
u l
en la Orden N u e v a de Jesuitas .
Al P a d r e José Arroyo pertenece el último trabajo amplio que
conocemos sobre la controversia Creixell-Van Ortroy
E s claro, — nos dice — que el grupo de estudiantes reunidos
en t o r n o a Ignacio en París tenía deseos de dedicarse a la perfec-
ción y a la predicación de la palabra divina en pobreza. Tenían,
además, el propósito de hacer todo ello en grupo, que podía ser
a u m e n t a d o con aquellos que quisieran sumarse a su modo de
11C
vida . E s cierto también, históricamente, que este deseo de per-
fección y de apostolado prendió de Ignacio en los otros del gru-
n
po ~.
Luego, el mismo P a d r e se plantea con claridad la pregunta
que nos interesa : « ¿ E s a idea [de t r a b a j a r apostólicamente en

1 1 0
I . C A S A N O V A S , Sant Ignasi, págs. 2 6 4 - 2 6 6 .
1 , 1
1. C A S A N O V A S , Sant Ignasi, pág. 267.
1 1 2
M A N U E L Q U E R A , S. I . , Los Ejercicios Espirituales y el origen de la
Compañía de Jesús, Barcelona, 1941.
1 1 3
M. Q U E R A , /.OS Ejercicios Es¡>irituales y el origen. . . . p á g . 6.
1 1 4
M . Q U E R A , LOS Ejercicios Espirituales y el origen . . . c. V . , pág. 45-71.
1 1 5
J O S É A R R O Y O , S. I . , Enfoque histórico del origen sobrenatural de la Com-
pagñía de Jesús. E x p o s i c i ó n y análisis de una controversia. Manuscrito de
5 3 p á g i n a s , t o d a v í a i n é d i t o , Granada, 1953.
l l
* J. A R R O Y O , Enfoque histórico, pág. 32.
1 1 7
J. A R R O Y O , Enfoque histórico, p á g . 3 2 .
61 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

grupo], había b r o t a d o en la m e n t e de Ignacio, por experiencia


personal de su primera conversión, incubada en un t e m p e r a m e n t o
ardiente y hecho para m a n d a r e influir, a u n q u e alentada por el
espíritu de Dios, o había sido « depositada» por revelación del
11S
Cielo en sus líneas concretas »? .
Su respuesta es: No se puede m a n t e n e r una prenoción de la
Compañía tal y como la quisieron los antiguos, siguiendo a L a n -
cicio; son demasiado contundentes los testimonios históricos que
revelan en Ignacio ausencia de determinaciones concretas.
Pero según testimonios de Laínez, Cámara y Polanco, el con-
tenido mínimo que puede darse a la Ilustración del Cardoner, es
el de haberle sido dado allí a San Ignacio por modo sobrenatural
el pensamiento de «dedicarse a una misión apostólica, en compa-
ñía de otros, por cualquier p a r t e que fuese del m u n d o , a imitación
U J
de Jesucristo, para gloria de Dios» ' .
Estudiemos por último al P a d r e Leturia, que queda del lado
de Creixell, pero de una m a n e r a un t a n t o curiosa:
12
E s t á perfectamente enterado de la disputa ° . E n un artículo
profundo que dedica a estudiar las diversas etapas por las que
m
ha pasado la redacción del Libro de los Ejercicios , opina que
en Manresa, a la luz de las gracias sobrenaturales extraordina-
rias, las meditaciones del R e y Temporal y de las B a n d e r a s que
h a s t a ahora habían tenido en el alma de Ignacio una resonancia
de imitación personal ascética en soledad, cambian en una direc-
122
ción de imitación de dimensiones apostólica .
Respecto al ideal de apostolado societario, c o n t i n ú a : no t e n e -
mos ningún documento probativo de que Ignacio saliera con él
desde Manresa; pero sin duda salió y a con esa idea del año de sole-
dad, puesto que a su vuelta de Palestina, la empieza a realizar
en Barcelona, sin que h a y a tenido, desde que salió para Tierra
Santa, experiencias nuevas espirituales profundas que estén a la
123
raíz de esa nueva m a n e r a de apostolado en compañía . « T o d o

"* J . A R R O Y O , Enfoque histórico, pág. 3 3 .


J . A R R O Y O , Enfoque histórico, págs. 34 y 38-39.
» • P . L E T U R I A , Esl. Ign, I I , p á g . 18, nota 60.
1J1
P E D R O L E T U R I A , S . [., Génesis de los Ejercicios de Son Ignacio y su
influjo en la fundación de la Compañía de Jesús. Publicado por primera v e z en
A H S I , ltl (1941) 16-59, reeditado en Estudios Ignacianos, v o l I I , págs. 3-55.
L
- P. LETURIA, Est. Ign, I, pág. 185.
P. LETURIA, Est. Ign, I I , pág. 17.
P. I, C. I I - LOS ANTIPREXOCIOXISTAS 65

inclina a creer — nos dice —, que Ignacio no quiso ponerlo en


práctica h a s t a visitar la Tierra Santa, a la que deseaba ir m á s
bien solo. Tal vez era su designio comenzar a reclutarlos luego
allí mismo entre los fervientes romeros que todos los años la visi-
m
taban » .
E s t o s esbozos societarios llevaban en sí a la fundación de la
Compañía; pero Ignacio camina a la m e t a sin conciencia refleja
de dar los pasos preparatorios hacia la fundación de u n a Orden
125
Nueva .

Pasemos ahora a examinar las sentencias de los escritores q u e


se alinean en torno al antiprenocionista V a n Ortroy.
126
P a r a Tacchi V e n t u r i , la idea de la prenoción ha fraguado
entre los jesuitas a p a r t i r de Bartoli, es decir a partir de la segunda
1 2 7
m i t a d del siglo X V I I . P e r o esta idea es ajena a la m e n t e de San
Ignacio que en sus Memorias sólo dice que t u v o deseos de ir a
Tierra S a n t a y de reunir compañeros para dedicarse allí a predi-
128
car la palabra divina . E s t e deseo de hacer grupo, para Tacchi
Venturi, no viene a Ignacio por intervención o manifestación sobre-
natural, sino que nace del interior de u n t e m p e r a m e n t o hecho
1 2
p a r a m a n d a r \ Según él, así piensan t a m b i é n Laínez, Boba-
dilla, Polanco, R i b a d e n e i r a : que h a s t a su venida a R o m a en 1539,
13
la Compañía fue ignorada como Orden por el fundador de ella ° .
L a confidencia de Ignacio a Cámara, cuando le relaciona el
I n s t i t u t o con Manresa, sólo significa, según el P a d r e Tacchi Ven-
turi, que el F u n d a d o r cayó en la cuenta en R o m a que Dios, y a
desde ese año de soledad le iba indirectamente preparando, con

1 2 4
P. L E T U R I A , Est. Ign, pág. II, 17.
1 2 5
« Los p a s o s de Ignacio l l e v a b a n de hecho en sí y en los designios de
T
la P r o v i d e n c i a a la f u n d a c i ó n de la \ u e v a Oí den, pero Ignacio no los d a b a
con la idea c o n s c i e n t e y el deseo rectilíneo de fundarla »: v é a s e Est. Ign, II,
pág. 1 9 .
isa P i T A C C H I V E N T U R I , S . L , Storia delta Compagnia di Gesü in Italia,
E T R O

parte p r i m a , 2 v o l s , seconda edizione n o t e v o l m e n t e migliorata, R o m a , MCMI..


1 2 7
B A R T O L I , S . L , Della vita e dell'Istituto di S. Ignazio fondatore della
Compagnia di Gesú, libri c i n q u e , R o m a 1 6 5 0 .
1 2 8
TACCHI V E N T U R I , Storia della Compagnia, v o l . II, parte I, pág. 1 8 3 .
E n la a r g u m e n t a c i ó n sigue a V a n Ortroy a u n q u e aporta algún d a t o n u e v o
a los del b o l a n d i s t a : v. gr. MI, Epp, V , 2 5 9 .
1 2 6
T A C C H I V E N T U R I , Storia della Compagnia, v o l . II, parte I, pág. 1 8 3 .
1 3 0
TACCHI V E N T U R I , Storia della Compagnia, v o l . II, parte I . p á g s . 1 8 5 - 1 8 9 .

5 — El origen de Ja Compañía de Jesús.


66 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

su luz y sus gracias, y con las comunicaciones sobrenaturales, para


hacerle capaz de estructurar en R o m a el I n s t i t u t o de la Compa-
ñía. E n t r e estas gracias, él reconocía al Cardoner como especial-
m e n t e útil cuando Dios le comunicó su vocación de fundador,
m
que d u r a n t e t a n t o s años le había tenido oculta .
132
El P . Antonio Iluonder, si seguimos orden c r o n o l ó g i c o ,
es el segundo de los que en conjunto se s u m a n al grupo de Van Or-
troy.
Cree que desde Mercurián h a s t a Creixell se ha defendido la
prenoción en sentido riguroso; pero ni el mismo Ignacio ni sus bió-
grafos m á s famosos h a n dicho n a d a sobre una misión clara por
133
cumplir que el fundador conociera desde Manresa . A esta ciu-
dad se le puede llamar cuna de la Compañía en cuanto que allí
le daba Dios gracias extraordinarias que le p r e p a r a b a n indirec-
134
t a m e n t e a f u n d a r l a ; y en cuanto que allí le iluminó para que
escribiera el Libro de los Ejercicios que son la base de la espirituali-
13S
dad ignaciana .
Respecto al ideal societario, lo m á s que se podría conceder
es que allí, al calor de las meditaciones del R e y y de las Banderas,
se le ocurriera a San Ignacio la idea de ofrecer a su Rey un escua-
drón de soldados-apóstoles, y que esperase la ocasión de poner
13e
este deseo por obra . A u n q u e esto lo da por « verosímil», no
se queda claramente del lado de la prenoción m o d e r a d a ; por el
conjunto de su pensamiento, queda m á s bien del lado de los an-
tiprenocionistas.
Pasemos ahora al P a d r e Dudon, que en su biografía del Loyola
1S7
manifiesta varias veces su opinión sobre nuestro t e m a .
Piensa así sobre los diversos m o m e n t o s claves en la vida de
San Ignacio:

1 3 1 A
TACCHI V E N T U R I , Storia della Compagnia, v o l . II, p. I , págs. 1 9 3 - 1 9 4 .
1 3 2
El P. H u o n d e r muere en 1926, y deja su obra sobre San Ignacio casi
a c a b a d a , pero i n é d i t a . P u b l i c a d a en a l e m á n en 1930. N o s o t r o s en las citas
h a c e m o s referencia a la traducción i t a l i a n a : A N T O N I O H U O N D E R , S. I., Ignazio
di Layóla, t r a d u z i o n e del P. Celestino Testore, Torino, 1935.
1 3 3
H U O N D E R , Ignazio di Loyola, Parte II, c. I, págs. 95-98.
1 3 4
H U O N D E R , Ignazio di Loyola, Parte I I , c. I , p á g . 95.
1 3 3
H U O N D E R , Ignazio di Loyola, Parte II, c. I , p á g . 95.
1 3 3
H U O N D E R , Ignazio di Loyola, P a r t e I I , c. I , pág. 101.
1 3 7
P A U L D U D O N , S. I . , Saint Ignace de Loyola, Paris, 1934. E l t e m a lo
t r a t a r e p e t i d a s v e c e s de p a s o y m á s d e t e n i d a m e n t e en el A p é n d i c e X del final
de la obra.
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS (¡7

— De la Ilustración del Cardoner salió el penitente transfor-


m a d o de tal modo que, según propia confesión, no se conocía
a sí mismo. E n sus Memorias nos dice « el peregrino » que esta
transformación se operó en u n triple c a m p o : inteligencia de las
verdades de la fe, de las normas de ascética, y de « cosas de le-
13S
tras » .
E s t e paso repentino a una esfera de conocimiento m á s alta le
hace capaz de escribir el Libro de los Ejercicios. Pero su destino
139
de fundador queda oculto a su inteligencia .
P a s a n d o a Barcelona, el P a d r e D u d o n cree que Dios le dio
allí conocimiento profético de ciertas cosas; pero entre estas no
e n t r a b a el preanuncio de su vocación de P a d r e de una N u e v a
Orden Religiosa. Si reúne compañeros a su vuelta de Palestina,
es porque el deseo de apostolado que ha llevado allí se le enciende
mucho más, y le m u e v e a rodearse de otros que c o m p a r t a n su
14
ideal ° .
París sólo nos da esto: deseo de unir apostolado con la prác-
tica de los Consejos Evangélicos sin entrar en Orden Religiosa
M 1 142
a l g u n a . P a s a n a Venecia sin pensar en fundación alguna .
Respecto a la «prenoción», para él es claro que con la publi-
cación de los documentos referentes a los primeros tiempos de
la Compañía, tal tradición se hace insostenible en buena crítica
143
histórica .
Cuanto a los testimonios en que la tradición antigua se apoya,
escribe: E s verdad que Nadal afirma la prenoción de la Compa-
ñía. Pero Nadal depende de Cámara, y Cámara depende de Ignacio
de Loyola a quien interpreta mal. Al relacionar el Cardoner con
la Orden que nació en R o m a « Ignace a simplement voulu diré:
en ce sens qu'il fut alors rendu capable de faire un j o u r la Compa-
144
gnie» .
Si nos preguntamos qué entiende D u d o n por este « h a b e r
hecho capaz Dios a Ignacio para fundar la Compañía», nos dice
en un apéndice al final de su o b r a : Nadal, hablando una vez del

1 3 8
DUDON, Saint Ignace de Loyola, L . I, c. 4", págs. 89-90.
1 3 8
DUDON, Saint Ignace de Loyola, L. I, c. 4", págs. 89-90.
1 4 8
DunoN, Saint Ignace de Loyola, L. II, c. 6 ° , p á g s . 1 3 6 - 1 3 7 .
1 4 1 a
DUDON, Saint Ignace de Loyola, L. II, c. 9 , p á g s . 2 1 1 .
1 4 5
DUDON, Saint Ignace, de Loyola, L . IV, c. 1 6 » , p á g s . 3 4 5 - 3 4 6 .
1 4 3
DUDON, Saint Ignace de Loyola, pág. 6 2 2 .
1 4 4
DUDON, Saint Ignace de Loyola,. pág. 6 2 5 .
68 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

143
Cardoner dice que allí, «in spiritu q u o d a m sapientiae archi-
tectonico» recibió Ignacio la Compañía. E s t a le parece a D u d o n la
sola expresión feliz que explica lo que el fundador quería decir al
relacionar la Ilustración E x i m i a con el I n s t i t u t o de los J e s u i t a s :
Le dio capacidad de arquitectar, sin darle los planos del edificio
14
que más t a r d e construiría °.
Unos diez años m á s t a r d e , H u g o R a h n e r publica un sugestivo
147
estudio sobre la génesis de los Ejercicios Espirituales .
L a Visión del Cardoner, — nos dice —, es la culminación
cronológico-mística de la época de gracias extraordinarias de Man-
resa. Ella es clave en la vida de Ignacio de Loyola, porque a ma-
nera de «golpe de varita mágica » hace que los conocimientos
objetivos dados al « peregrino» en las anteriores gracias místicas
cobren unidad armónica integrados orgánicamente alrededor de
1 4 s
« una luz nueva » .
El Libro de los Ejercicios, fruto de esa visión intelectual, nos
dice el núcleo alrededor del cual las verdades se hicieron u n i d a d :
Dios, Reino de Cristo, que Ignacio vio que era su Iglesia, trabajo
por Jesucristo en las almas, bajo obediencia, son las tres caracte-
rísticas que a c o m p a ñ a r á n al peregrino desde Manresa para todo
149
el resto de su vida .
Dos cualidades h a n caracterizado siempre a los « h o m b r e s
de Iglesia » que precedieron a Ignacio y de los cuales él será u n a
encarnación a h o r a :
— U n «discernimiento de espíritus» en épocas en que el con-
fusionismo hacía difícil distinguir «el bien y el m a l » que vivían
mezclados en el seno de la Iglesia.
— Y un trabajo infatigable bajo la J e r a r q u í a por el bien de
las almas, a las que aconsejan una asimilación a Cristo crucificado
y una obediencia incondicional a la A u t o r i d a d : tales fueron, a
lo largo de la historia, Ignacio de Antioquía, San Basilio, San
15
Benito, San Agustín y t a n t o s m á s ° .
Así, en el siglo X V I , cuando lo verdadero y lo falso perviven

145
Scholia in Const., p. V I , c. III, p á g s . 134-135.
1 4 6
D U D O N , Saint Ignace de Loyola, pág. 625.
1 4 7
H . R A H N E R , Ignatius von Logóla und das geschichtliche Werden seiner
Frommigkeit,, Graz-Salzburg-Wien, 1947.
1 4 8
H . R A H N E R , Ignatius von Loyola . . . p á g . 5 6 .
1 4 3
H . R A H N E R , Ibid. p á g . 59.
1 5 0
H . R A H N E R , Ibid. p á g s . 62-79.
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 69

m
mezclados y amenazan la vida a u t é n t i c a de la Esposa de Cristo ,
la Providencia da a Ignacio de Loyola la «vivencia de discerni-
miento de espíritus» que él luego formula en los Ejercicios como
principio universal.
E l verá la historia de la Iglesia, y la historia de cada alma en
particular como «la lucha entre dos espíritus», de los cuales «el
b u e n o » empuja a asemejarse a Jesús y a someter t o d a vivencia
152
y todo trabajo personal a la J e r a r q u í a .
Ignacio, después del Cardoner pasará a ser para su tiempo «el
hombre de Iglesia» que Dios envía: y a desde Manresa se dedica
153
a un apostolado intenso en el que utiliza el Libro de los Ejerci-
cios como R arma » . 154

También, desde esos primeros m o m e n t o s de tarea apostólica,


155
llena su pensamiento el deseo de verse rodeado de c o m p a ñ e r o s ;
y entiende a d e m á s las líneas fundamentales en que estructurará
ese grupo apostólico que será después la Compañía
Al estructurar la N u e v a Orden en R o m a t r a s l a d a r á a sus Cons-
tituciones el mismo ideal de los Ejercicios: a y u d a de las almas
sin ninguna limitación en la t a r e a , sino la impuesta por la imita-
ción de Cristo y de su Cruz bajo obediencia
Tal vez se nos pregunte por qué colocamos en el a n t i p r e n o -
cionismo a u n a u t o r que en los dos últimos párrafos aparece t a n
claro defensor de la « prenoción moderada ».
L a respuesta es sencilla: porque a pesar de ello, el conjunto de
su pensiamiento está claramente en la línea de «sabiduría arqui-
tectónica » de D u d o n sobre la que avanza y m a t i z a en un aspecto
de preparación subjetivo-dinámica no objetiva; así, a pesar de su
« prenoción », es u n paso intermedio entre D u d o n y el a u t o r
con el que vamos a cerrar este grupo antiprenocionista.
E l último estudio notable sobre el significado del Cardoner lo
15S
debemos al jesuíta filipino Leonardo Silos . H e aquí en síntesis,
su p e n s a m i e n t o :

1 5 1
H . R A H N E R , Ibid. p á g . 79.
1 5 2
H . R A H N E R , Ibid. p á g s , 63-66.
1 5 3
H . R A H N E R , Ibid. p á g s . 59-60.
1 5 4
H . R A H N E R , Ibid. pág. 89.
1 5 6
H . R A H N E R , Ibid. p á g s . 60, 6 1 , 9 4 .
1 5 8
H . R A H N E R , Ibid. p á g s . 97-98.
1 5 1
H . R A H N E R , Ibid. págs. 102-105.
1 5 8
L E O N A R D O R . S I L O S , S . L , Cardoner in the Life of Saint-Ignatius of
Loyola, A H S I , 3 3 (1964) 3 - 4 3 .
70 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Cámara, Laínez-Polanco y X a d a l coinciden en dar a la Visión


159
del Cardoner u n puesto central en la vida de Ignacio . Así, debe-
mos, como ellos, estudiar la Ilustración E x i m i a en el contexto
de la vida del F u n d a d o r , si queremos llegar a comprender t a n t o
su significado absoluto como su relación con el I n s t i t u t o de la
Compañía.
P a r a Silos, Ignacio enfoca su narración autobiográfica haciendo
al Cardoner p u n t o central de ella; en este sentido Dios, que le venía
enseñando, como un maestro a un niño, desde Loyola, le reserva
16
para esta Visión la lección m á s decisiva ° . Kl «peregrino » nos v a
haciendo ver cómo h a s t a el Cardoner ha sido enseñado, pero sólo
ha logrado a p r e n d e r las lecciones a m e d i a s : incapaz de valerse por
sí mismo en escrúpulos y dudas, busca dirección espiritual que no
161
acaba de solucionarle sus problemas . E n la Ilustración, Dios le
da el principio de discernimiento de espíritus, que le hace acabar
162
de comprender lo que está pasando por su alma . Desde este
m o m e n t o , en posesión refleja de este principio, lo convertitá en
norma de acción para su v i d a ; la vanagloria desaparece, y y a no
busca a otros para ser dirigido, sino para ofrecerles su dirección
163
e s p i r i t u a l . E s verdad que «el peregrino » seguirá teniendo luz
progresiva a partir de Manresa, pero esto significará para él, sólo
despliegue de las virtualidades que ese principio que y a posee
164
encierra .
Luego pasa a analizar la Carta de Laínez y el Sumario y la
165
Vita Ignatii de P o l a n c o ; j u n t o s , por la interdependencia m u t u a .
El Cardoner ocupa en ambos escritores un lugar central, el
1 6 6
« t u r n i n g p o i n t » en la vida de Ignacio de L o y o l a ; antes igno-
raba todo lo referente a la vida interior, y aquí pasa de repente
a un elevado conocimiento de ella.
E s t a idea de Laínez, que Polanco hereda, explica en a m b o s
la distorsión psicológica y cronológica con que n a r r a n la vida del
penitente de Manresa: todos los sucesos que significan ignorancia

1 59
L. SILOS, Cardoner in the . . . , AHSI, 33 (1904) 6.
160
L. SILOS, Cardoner in the . . .. AHSI, 33 (19Ü4) 9.
161
L. SILOS, Cardoner in the . . . , AHSI, 33 (1964) 11.
162
L. SILOS, Cardoner in the . . ,, A H S I , 33 (1964) 12-13.
103
L. SILOS, Cardoner in the . . .. AHSI, 33 (1964) 12-13.
Ifil
L. SILOS, Cardoner in the . . ., AHSI, 33 (1964) 15.
165
L. S I L O S , Cardoner in the . . ., AHSI, 33 (1964) 16-27.
Ifis
L. S I L O S , Cardoner in the . . ., AHSI, 33 (1964) 17.
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 71

de las cosas del espíritu quedan descritos antes de la Visión; y los


que suponen nuevas ilustraciones espirituales o variedad de espí­
ritus, v a n después, como efecto de u n a fuerte vida interior y a
1 6
comenzada ' .
P e r o la trasposición cronológico-psicológica q u e l a í n e z y P o ­
lanco hacen, se explican por el mensaje que sacan de la narración
que oyen a Ignacio de Loyola. A m b o s c a p t a n bien este significado
del Cardoner, q u e en lo esencial describen con rasgos idénticos a
los de la Autobiografía.
Según ambos escritores, p o r medio de la Iluminación del Car­
doner, Dios da a Ignacio la comprensión refleja del principio q u e
desde Loyola estaba a la base de todas sus experiencias. E s a lec­
ción debía permanecer como única en su vida, en cuanto q u e le
proveyó de u n a norma q u e había de ser en adelante la orienta­
ción fundamental y específica de su espiritualidad: buscar y hallar
la voluntad divina. Antes del Cardoner se consideraba ignorante;
a partir de la Visión cayó en la cuenta reflejamente de que estaba
en el camino recto, y q u e ese principio de discernimiento q u e uni­
ficaba sus experiencias anteriores, le era para el futuro la regla
1 6 8
válida para guiar t o d a s las acciones de su existencia .
Al i n t e n t a r analizar la compleja producción literaria de X a ­
dal, se oscurece algo la línea de pensamiento del P a d r e Silos; cree­
mos que ésta es, en síntesis, su m a n e r a de razonar:
N a d a l a t r i b u y e a veces la vocación apostólica de Ignacio al
Cardoner; otras la atribuye a las meditaciones de las B a n d e r a s
169
y del R e y T e m p o r a l . D e aquí no podemos concluir q u e Nadal
piense q u e a m b a s meditaciones salieron de la Ilustración E x i ­
m i a : no sabemos q u e él lo h a y a afirmado n u n c a ; Manareo dice
que Ignacio y a las hacía antes de ir a Manresa; estaban en el a m ­
biente de la época, se a c o m o d a b a n al t e m p e r a m e n t o de Ignacio
17
y se hallaban en las lecturas q u e él había hecho desde Loyola ° .
Así, pues, a u n q u e N a d a l dijera q u e estas meditaciones salen del
Cardoner, se t r a t a r í a de una simplificación parecida a la de Laínez,
y a estudiada.
P o r otra parte, N a d a l habla del Cardoner y de la gracia de la
vocación de u n a m a n e r a sintética m u y parecida: del Cardoner

1 9 7
L , S I L O S , Cardoner in Ihe . . . , A H S I , 33 (1964) 25-26.
1 6 8
L . SILOS, Cardoner in ihe . . ., A H S I , 3 3 (1964) 27.
'•• L . S I L O S , Cardoner in Ihe . . ., A H S I , 33 (1964) 34.
1 7 0
L . SILOS, Cardoner in the. . . . , A H S I , 33 (1964) 34-35.
72 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

dirá, por ejemplo, que «se puede pensar que fue u n don de sabi-
duría e inteligencia »; de la gracia de la vocación, « q u e ella em-
m
bebe a nuestro espíritu de cierto don de sabiduría . . . » .
Con estos datos, el P a d r e Silos concluye así : Como X a d a l
dice alguna otra vez que Ignacio recibió su vocación en Loyola,
parece que su pensamiento sería: L a vocación que desde Loyola
traía inconsciente y vivida con experiencia directa, después de
recibir en el Cardoner el principio de discernimiento de espíritus,
se hace clara y refleja: a la luz de ese discernimiento ve que las
consolaciones que siente en el R e y y B a n d e r a s significan p a r a él
l72
una vocación a p o s t ó l i c a .
E l contenido objetivo de la Visión del Cardoner es visión de la
Trinidad, como trinitaria es t o d a la espiritualidad ignaciana.
P e r o a la base de ella está el principio de discernimiento. Con él
i m i t a b a a Cristo que en su vida apostólica busca siempre la volun-
t a d del P a d r e en cada m o m e n t o . El principio de discernimiento
viene a ser así el eje clave del ideal, o mejor el ideal mismo de Igna-
173
cio de Loyola .
L a antigua tradición de la «prenoción» no es cierta: allí en el
Cardoner no recibió Ignacio la noticia sobrenatural de su vocación
de fundador de la Compañía. Ignacio al referirse al Cardoner quiso
decir que allí aprendió de Dios el principio de discernimiento que
le hizo capaz de encontrar su vocación apostólica, y de e s t r u c t u r a r a
17
su luz las Constituciones de la Compañía *.

5 . — Génesis sintética de la sentencia aniiprenocionista.

Al final de este Segundo Capítulo, y antes de dar el juicio sobre


las diversas posiciones históricas que se han t o m a d o para explicar
el binomio Cardoner-Compañía, hagamos un breve compendio de
la corriente antiprenocionista.
L a oposición a la « prenoción» tiene su prehistoria en las desen-
fadadas frases de Bobadilla contra los que veían en la vida del
F u n d a d o r intervenciones entraordinarias de Dios, que a él le
parecían excesivas.
L a intervención de Pío V, que cambia varias instituciones

1 7 1
L. SILOS, Cardoner in the. . . ., AHSI, 33 (1964) 35-36.
1 7 2
L. SILOS, Cardoner in the. . . ., AHSI, 33 (1964) 37.
1 7 3
L. SILOS, Cardoner in the. . . ., AHSI, 33 (1964) 40-42.
1 7 4
L. SILOS, Cardoner in the . . ., AHSI, 33 (1964) 38-39.
P. I, C. II - LOS ANTIPRENOCIONISTAS 73

consideradas en la N u e v a Orden como fundamentales, y por con-


siguiente « como inspiradas»', siembra la alarma en la Compañía
que esta vez se inquieta m á s profunda y concretamente acerca de
la sobrenaturalidad de su estructura fundamental.
Pero sólo con Castaldo y la larga disputa entre los jesuitas y
la Orden Teatina, empiezan los a t a q u e s formales a la «prenoción »
y la defensa de lo que había fraguado en el seno de la familia igna-
ciana como un legado querido, heredado de las primeras genera-
ciones de jesuitas. E n el calor de la pelea, el teatino no dejará de
p r e g u n t a r : ¿ c ó m o se compagina u n a «revelación de la Compa-
ñía » en Manresa con la conducta ulterior del fundador de ella
que v a solo a Jerusalén para quedarse allá, duda sobre lo que ha
de hacer cuando vuelve a Barcelona, desea de nuevo embarcarse
para predicar en grupo de por vida en Tierra Santa la palabra di-
vina, y en 1539, empieza las deliberaciones en R o m a j u n t o con los
compañeros porque no sabían cómo quería Dios que orientaran
el futuro de sus vidas ? Los puntos neurálgicos contra la sentencia
rígida prenocionista estaban tocados antes de 1640.
Será Sacchini el que, a n t e estas objeciones serias, intente el
primero una revisión de la sentencia antigua, y dé un primer paso
a t r á s h a s t a entender por prenoción sólo una inspiración a ser
jefe de un grupo de hombres con vocación apostólica p a r a predi-
car a fieles e infieles en Tierra S a n t a ; sin que esto suponga que Igna-
cio viera en Manresa perpetuidad de Orden Religiosa en el sentido
jurídico de las palabras.
L a intervención de la Autoridad Eclesiástica hace que la tor-
m e n t a quede en calma, y en los dos largos siglos de silencio, renace
en la Compañía la sentencia a n t i g u a : a principios de siglo, como
nos mostró el P . Astrain, la Compañía había vuelto a ser prenocio-
nista.
E s entonces cuando los bolandistas, apoyados en documentos
históricos que pasan por primera vez de los manuscritos a la im-
prenta, renuevan la discusión, esta vez entre los jesuítas.
Las objeciones de Castaldo, que habían sido enterradas sin
respuesta directa, sólo con echarles el peso de la « t r a d i c i ó n » en-
cima, surgen ahora en m a y o r número y con m a y o r fuerza: la ida
de Ignacio a Jerusalén con propósito de quedar allí de por v i d a ; la
incertidumbre a la vuelta con u n tiempo de dudas sobre si entrar
en u n a Orden Religiosa; el ser a b a n d o n a d o por algunos de sus
compañeros en París, porque no sufren la vaguedad de planes del
Loyola en la capital francesa; la ignorancia sobre el futuro que
74 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

muestra en algunas de sus cartas personales desde Venecia; sus du-


das en R o m a : este conjunto de datos históricos lleva a V a n Ortroy,
y con él a un buen grupo de escritores jesuitas a admitir entre Car-
doner y Compañía sólo una relación de preparación providencial
indirecta: Dios le capacita remota y subjetivamente, y le va ha-
ciendo capaz para que pueda cumplir bien la vocación de funda-
dor que le dará a conocer un día. Sólo el último de ellos, el P .
Silos, — a quien Mugo R a h n e r prepara el camino —, aun negán-
dose a admitir cualquier clase de prenoción, pretenderá ver en la
alusión que Ignacio hacía a Manresa para explicar la Compañía,
algo m á s que la referencia a una mera preparación r e m o t a : él
quería decir, que alli le dio Dios, en la Visión, el principio de
discernimiento que, como centro y esencia de su espiritualidad le
hizo descubrir su vocación apostólica y fundar la Compañía a
la luz de esa misma regla de conducta.
A n t e las objeciones de V a n Ortroy, Creixell y los prenocionistas,
en u n primer m o m e n t o reaccionan con la defensa de la posición
tradicional. Pero los argumentos de los contrarios acaban por
hacerles ceder terreno, y se retiran, como t é r m i n o general que
creen más defendible, a una llamada s o b r e n a t u r a l en Manresa, no
a fundar la Orden Nueva de J e s u i t a s sino a u n a vocación de jefe
de grupo con características apostólicas. Las circunstancias le
hicieron que eso que vio en el Cardoner como simple grupo de após-
toles sin ulterior concretización alguna, lo a c a b a r a convirtiendo
en R o m a , en «la Compañía de J e s ú s » a las órdenes del P a p a .
CAPITULO TERCERO

CRITICA DE LAS DIVERSAS TENDENCIAS HISTÓRICAS

AI final de este penoso recorrido entre la m a r a ñ a de t a n t a s


sentencias, creemos que queda claro u n doble hecho: que a la
alusión que hace Ignacio a sus primeros tiempos de convertido de
Manresa para dar razón del I n s t i t u t o de la Compañía, se s u m a n
afirmaciones de sus confidentes y de sus íntimos colaboradores, a
primera vista contradictorias. Y en segundo lugar, que los a u t o -
res, al t r a t a r de explicar esta referencia genérica del funda-
dor, haciendo resaltar ciertos textos y dejando otros en la pe-
n u m b r a , se han escindido fundamentalmente en dos corrientes
distintas.
La primera de ellas, la m á s antigua, pretende ver en las pala-
bras de San Ignacio una alusión a una revelación expresa de la
Orden que él debía fundar, o al menos un llamamiento a ser jefe
de grupo apostólico que acabará en la fundación de la Compa-
ñía. L a otra sólo ve en la confidencia, una alusión de Ignacio
al tiempo que fue p a r a él preparación providencial r e m o t a e in-
directa, o a lo m á s una preparación i n s t r u m e n t a l subjetiva, que
le llevó a encontrar su vocación, y a estructurar la Orden jesuí-
tica, cuando vio en R o m a que debía fundarla.
Parece conveniente dar ahora nuestra m a n e r a de pensar sobre
estas diversas corrientes de explicación, surgidas a t r a v é s de cuatro
largos siglos de historia. Sólo la insatisfacción a n t e ellas, justi-
ficará una Segunda P a r t e en la tesis que nos ocupa.

1. —• Juicio de la sentencia prenocionista tradicional.

Recordemos que la «prenoción » rígida se ha entendido de


dos m a n e r a s diversas: en el sentido de revelación a Ignacio de
la e s t r u c t u r a fundamental de la Orden N u e v a ; y en el sentido de
Lancicio: una revelación profética estricta de todos los elementos
propios, substanciales o no, de la Compañía.
76 E L ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

¿ Qué decir de ella ? : Que en cierto modo, se explica en los


primeros jesuitas. Vivieron los primeros tiempos del « n u e v o
carisma ». Veían a su fundador sumergido en una vida de dones
místicos en R o m a . Y por otra parte, no poseían, como nosotros,
una visión panorámica del conjunto de documentos históricos que
h a b l a b a n de las diversas etapas fundacionales de la Orden que
acababa de nacer en R o m a . E r a , en cierta manera, n a t u r a l que la
alusión genérica de Ignacio, en este conjunto de circunstancias,
les lanzara en una dirección prenocionista.
Pero la verdad escueta parece esta: que aquella dirección que
fraguó en una tradición t a n concreta, hoy día, a la luz de los do-
cumentos que poseemos, se hace insostenible: la prenoción « t r a -
dicional », se hace incompatible con afirmaciones formales de los
primeros y m á s íntimos compañaros de Ignacio, y con los mismos
escritos del fundador de la Compañía.
Se ha intendado objetar con dos pretendidas profecías: la
de Rodés en Barcelona, y la que hizo el «peregrino » en Flandes
a P e d r o Cuadrado cuando mendigaba. Pero la de Bodes llega
1
h a s t a nosotros por cuarta persona ; y la de Cuadrado, además
2
de saberse por tercera persona , tiene el inconveniente de que se
refería a la predicción de la fundación de un colegio, y parece estar
en contradicción con una confidencia que Ignacio hace a C á m a r a :
le dice que esta idea de fundar colegios la t u v o primero Laínez,
una vez fundada la Compañía, y que él m á s bien tenía escrúpulo
3
en admitirla .
Pero sobre todo la poca fuerza de ellas aparece clara cuando
tropezamos con afirmaciones categóricas que nos dicen: La incerti-
d u m b r e y la falta de m e t a concreta de Ignacio y del grupo de estu-
4
diantes que se s u m a n a él en P a r í s ; la falta de intención de
5
hacer «Congregación» alguna cuando pasan a I t a l i a ; y final-
m e n t e , las dudas con que comienzan las deliberaciones del 1539

1
E f e c t i v a m e n t e , la noticia nos llega de u n Padre J e s u í t a que o y ó decir
al Padre R o d é s que su padre le c o n t a b a que Ignacio le había profetizado en
B a r c e l o n a : v é a s e R u ó , Interrogationes, X , 166.
2
E n efecto, la noticia e s : D e los Padres del colegio de Medina que
h a b í a n oído al fundador Pedro Cuadrado que Ignacio le había dicho en A m b e -
res . . .: V é a s e I n t r o d u c c i ó n , n o t a 16.
3 FN, I, 610.
4
FN, II, 566.
5
FN, I, 110 y 190.
P. I, C. III - CRÍTICA D E LAS TENDENCIAS HISTÓRICAS 77

6
en R o m a . Todo ello, si algo significa, es la carencia total de inten-
ción sobre fundar la Compañía.
Algunos han querido resolver el problema que estos textos
plantean a la prenoción, distinguiendo entre el grupo, que igno-
r a b a la meta, e Ignacio, jefe, que la sabía, pero que calló hasta
1539 en que creyó llegado el m o m e n t o de manifestarla.
Pero a esto se responde que la distinción j a m á s se encuentra
en las fuentes históricas primitivas, y es, por consiguiente, gra-
t u i t a . Más a ú n : U n a vez nos habla Polanco haciendo distinción
entre Ignacio y el grupo, pero es para subrayar expresamente que
ni él ni sus compañeros tenían intención de fundar cuando pa-
saron a Italia. Y en las cartas del Loyola desde Venecia, es él
mismo el que confiesa que ignora lo que Dios querrá en ade-
8
lante de su vida . Finalmente, de R o m a sabemos que el jefe de
grupo, « n o sabiendo qué hacer» en 1539, m a n d ó a todos insistir
9
en la oración a ver si Dios les iluminaba .
P o r lo demás, no parece necesario seguir dando razones contra
la « prenoción rígida »: hemos visto que hoy día se ha a b a n d o -
nado como indefendible, para quedarse en la posición de « pre-
noción m o d e r a d a » de que hablaremos enseguida.

2. — Observaciones a la sentencia antiprenocionista.

Sus representantes principales coinciden en estas líneas gené-


ricas: E s verdad que Ignacio relacionaba sus tiempos de Manresa
con la fundación de la Compañía. Pero con esto sólo se t r a t a b a
de reconocer, cuando reflexiona sobre su vida pasada, que aquel
año de retiro, de oración y de penitencia supuso para él una pre-
paración providencial para lo que, ignorado p o r él, Dios le pre-
p a r a b a en la vida. El fundador reconoce que Dios, al darle fuer-
zas y perseverancia para la primera época de vida ascética, al inun-
darle de gracias extraordinarias, entre las que el Cardoner ocupa
la cumbre m á s alta, al iluminarle para que escribiera el Libro
de los Ejercicios, o haciéndole entender el principio de discerni-
miento de espíritus como n o r m a de vida espiritual, Dios le iba
preparando de una m a n e r a remota e indirecta como arquitecto

6
FN, I, 2 0 4 - 2 0 5 y FN, II, 5 9 2 .
• FN, 1, 300.
8
MI, Epp, I, 96 y 106.
8
FN, II, 1 3 2 .
78 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

a p t o para concebir los planos de la Compañía y para construirla,


llegado el m o m e n t o , en R o m a .
Digamos que esta nueva corriente de interpretación tiene un
gran valor f u n d a m e n t a l : el haberse atrevido a afrontar por primera
vez entre los jesuitas una tradición t a n arraigada y t a n querida a
la Compañía, para examinar h a s t a qué p u n t o eran sólidos los
fundamentos en que se a p o y a b a .
Pero hemos de decir nuestro pensamiento completo: Creemos
que, en su afán de autenticidad, al restringir la sentencia prenocio-
nista exagerada, e i n t e n t a r una nueva explicación de la relación
que une al Cardoner con el I n s t i t u t o de la Compañía, estos a u t o -
res, han t o m a d o un b u e n camino pero no h a n llegado a la pleni-
t u d de la verdad histórica. A nuestro parecer, la sola relación
de preparación remota e indirecta, es cierta, pero es insuficiente
para explicar la repetida alusión del fundador al Cardoner, preci-
samente como a m o m e n t o que explicaba la « n u e v a » Compañía.
Si, a modo del que llega victorioso a la m e t a , el fundador quería
referirse en R o m a al comienzo de la carrera, debía haber vuelto
m á s a t r á s la mirada, a la convalecencia de Loyola: es t a n impor-
t a n t e aquel período que algunos autores a pesar de la referencia
de Ignacio al Cardoner, han llamado a la casa solariega la cuna
10
de la Compañía .
Ni es probable que el fundador, con la alusión, quisiera referirse
t a n sólo a una de las m u c h a s gracias místicas, la m a y o r si se quiere,
con que Dios le había m a d u r a d o en luz y en experiencia espiritual
que le hicieron capaz de ser fundador, un día. Gracias extraordi-
narias se le concedieron y a desde la casa-torre de Loyola. Y sin lle-
11
gar t a n lejos en el recuerdo, la alusión a la Storta hubiera sido
aptísima: no olvidemos que en el Diario Espiritual Ignacio ve
una relación profunda entre ella y la Orden que estructura en
12
R o m a . ¿ Por qué, entonces, se refirió a Manresa ?.
Algunos creeen que aludió allí como a sitio en donde escribió
el Libro de los Ejercicios: al fin, era el instrumento de que se había
valido para hacer el grupo que m á s t a r d e convirtió en Orden Reli-
giosa.
De acuerdo en que los Ejercicios salieron del Cardoner y de
Manresa, en su estructura fundamental. También admitimos gus-

" FN, II, 2 3 5 : Véase el artículo del P. Calveras en A H S I , 2 5 (195G) 33-35.


11
MN, V. 4 9 0 .
1 2
M I , Const, I, 1 0 4 .
P. I, C. III - CRÍTICA D E LAS TENDENCIAS HISTÓRICAS 79

tosos la trascendencia que el método t u v o como instrumento apos-


tólico de Ignacio, y como fuente de vida espiritual para la naciente
Compañía de la Ciudad E t e r n a . Pero corno melado, es universal,
e Ignacio no lo ignoraba. Ahí pueden encontrar su fuente de espi-
ritualidad no sólo el jesuita sino el seglar, y cualquier vocación
contemplativa. ¿, P o r qué iba a aludir a ellos como a razón espe-
cifica de lo propio y nuevo de la Compañía ?
E n resumen, nos parece que la relación remota e indirecta del
Cardoner y de Manresa como preparación para fundar la Compañía,
es cierta; pero parece que sólo ella, entendida de la m a n e r a que se
quiera, no explica satisfactoriamente el que San Ignacio viera allí
la razón última de lo nuevo del I n s t i t u t o de los J e s u i t a s .

3. — Critica de la posición moderada prenocionista.

Recordemos que a n t e los a t a q u e s de V a n Ortroy los preno-


cionistas a b a n d o n a r o n la posición antigua, para defender que Ig-
nacio quiso decir a Cámara t a n sólo que a orillas del Cardoner
recibió de Dios la misión de ser jefe de grupo apostólico que
predicase en pobreza la palabra divina. El veía entonces en l i o -
rna, y a General de la Compañía, que aquel grupo había sido como
el primer boceto de donde la Providencia había sacado la Orden
que ahora gobernaba.
A primera vista, esta parece una sentencia equilibrada que está
invitando a su aceptación, como término medio entre los dos
extremos que no acabamos de aceptar.
Digamos que, a nuestro parecer, el sumarse a ella o rechazarla
depende en último término de saber hasta qué p u n t o Ignacio salió
de aquel año de soledad con idea societaria para el apostolado.
H a y un único testimonio de Polanco que da cierta esperanza
de poder probar que el «peregrino » salió de Manresa con la idea
de hacer grupo de compañeros. El secretario, al hablarnos en su
Vita Ignatii de los primeros que se le unen a la vuelta de Jerusalén
en Rarcelona, c o m e n t a : « X a m u t diximus, ad próximos ad virtu-
t e m et per se et per alias inflammandos ac iuvandos iam ab initio
1 4
propensus e r a t » .
Lo delicado de este t e x t o es que Polanco remite a lo que ha
escrito anteriormente, al decirnos que Ignacio y a tenía estos deseos

" FN, I, 609-610.


" FN, II, 544.
80 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

societarios apostólicos desde el comienzo. Ahora bien, si se lee


todo lo que precede detenidamente, se ve claro que siempre que
se habla de trabajo apostólico, se t r a t a sólo de un apostolado ejer-
citado personalmente, sin que pueda encontrarse la m á s mínima
15
alusión a grupo ninguno de tipo apostólico .
Si acudimos en busca de luz a la Autobiografía, nos encontra-
mos con una declaración expresa sobre las intenciones que el pere-
grino tenía al ir a Tierra S a n t a : « Su firme propósito era quedarse
en Hierusalem, visitando siempre aquellos lugares santos; y t a m -
16
bién tenía propósito, ultra desta devoción, de a y u d a r las ánimas» .
A n t e estas fuentes que, leídas con objetividad, m á s bien indi-
can deseo de apostolado personal; a n t e esta ausencia de pruebas
de un ideal societario manresano, la única posibilidad que restaría
sería discurrir de esta m a n e r a : Ignacio se sintió llamado en Man-
resa a hacer grupo apostólico; pero, sea porque quiso ir solo a J e r u -
salén, como hemos visto que piensa Leturia, sea por la rapidez con
que organizó el viaje, aunque llevaba estos deseos, sólo lo i pudo po-
ner en práctica a su vuelta a Barcelona, cuando empieza tranquilo
sus estudios. E s t o explicaría, además, el t e x t o de P o l a n c o : Y a
tenía deseos desde el principio, pero ni Manresa, ni Jerusalén
le dejaron oportunidad de llevarlos a efecto.
Pero un t e x t o paralelo del Sumario parece que q u i t a toda posi-
bilidad a esta conjetura: H a b l a de la vuelta de Ignacio, cuando
se instala en Barcelona : «comenzó dzsde allí a tener deseos de jun-
tar algunas personas a su compañía, para seguir el diseño que él
desde entonces tenía de a y u d a r a reformar las faltas que en el
1 7
divino servicio veía » . Así, pues, según el t e x t o , no se t r a t a de
poner en práctica un antiguo propósito. Se t r a t a del nocimiento
de un deseo que pasa enseguida a la obra.
E n resumen: a pesar de todos los esfuerzos para la defensa de
la prenoción moderada, parece claro que no hay ninguna razón de
peso que pueda dar base sólida a la teoría del nacimiento de la idea
societaria en Manresa. E s m á s : la Autobiografía leída con obje-
tividad, y entendida a la luz del pensamiento t o t a l de Polanco,
inclina a creer que a pesar de que las meditaciones del B e y y B a n -
deras sean de origen manresano tal y como están en los Ejercicios,
Ignacio se sintió allí atraído a sumarse de m a n e r a personal a la

1 6
Véase, por ejemplo, FN, II, 5 2 7 , 529 y 5 3 2 - 5 3 3 .
» FN, I, 4 2 2 .
" FN, I, 170.
P. I, C. III - CRÍTICA D E LAS TENDENCIAS HISTÓRICAS 81

empresa apostólica ; y que t a n t o la idea como la ejecución de grupo


nace en Barcelona a la vuelta de la peregrinación a Tierra S a n t a .
El P . Hugo R a h n e r , como « prenocionista » quedaría juzgado
en esta sentencia; y como precursor del P . Silos, queda incluido,
— m u t a t i s m u t a n d i s —, en la crítica de la «teoría del discerni-
miento » con q u e acabamos estas conclusiones a la P a r t e P r i m e r a .
P o r lo demás, en el Capítulo Conclusivo de la P a r t e Segunda
creemos q u e se entenderán mejor las observaciones específicas
que tenemos q u e hacer a su teoría.

4. — Crítica de la sentencia del Padre Silos.

El P a d r e Silos, q u e hemos visto q u e no a d m i t e ninguna clase


de prenoción, t a m p o c o parece satisfecho con la m e r a relación,
entre Cardoner y Compañía, de preparación r e m o t a e indirecta.
P o r ello busca en su artículo algo q u e tenga relación íntima v i -
tal con la espiritualidad de Ignacio y con el I n s t i t u t o de la Com-
pañía. Y cree encontrarlo en el principio de discreción de espíritus
que allí recibió reflejamente Ignacio, q u e unificó t o d a s sus viven-
cias anteriores y le fue ideal único constante, d u r a n t e el resto de
su existencia, para encontrar su vocación y e s t r u c t u r a r a su luz
la Orden Nueva.
Digamos, sin restricciones, q u e el planteamiento de la cues-
tión es profundo y a t i n a d o : Ciertamente el contenido de la
Ilustración Eximia, y su relación con el I n s t i t u t o de la Compañía
no puede ser plenamente entendido sino encuadrado en el iti-
nerario t o t a l de Ignacio de Loyola.
Pero en el análisis nos parece que se fuerzan no pocas veces
los textos, al quererles dar una interpretación determinada.
Así, p o r ejemplo, al estudiar la Autobiografía, y hacer al Car-
doner centro de ella, se dice la verdad al pretender q u e Ignacio
antes de la Visión discernía los espíritus sin plenitud total y q u e
después se encontró m á s m a d u r o en esta línea. Pero el citar FN,
1 8 1 9
I, 392 como busca de dirección espiritual; y FN, I, 108 como
busca de almas para dirigirlas, creemos que es interpretar en con-
t e x t o de discernimiento de espíritus unos textos q u e obviamente,
y sin teoría preconcebida, significan deseo de conversación espiri-

1 8
L . S I L O S , Cardoner in Ihe Life of Saint Ignatius of Loyola, AHSI, (1904),
p á g . 1 1 en n o t a 4 4 .
1 9
L. SILOS, Cardoner in the . . . , A H S I , 3 3 ( 1 9 6 4 ) , pág. 1 2 , nota 4 8 .

6 — El origen de la Compañía de Jesús.


82 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

tual, aceptada en el primer caso, y buscada en el segundo, propio


de u n alma en los fervores de su primera vida espiritual.
E n cuanto a decir que Ignacio, a partir del Cardoner, no sienta
m á s la necesidad de dirección espiritual ni tenga miedo a la v a n a -
gloria, parece simplificar en exceso las cosas: sólo unas páginas
después de su narración del Cardoner nos dirá Ignacio mismo q u e
en Barcelona no acierta a v e r cuál es la v o l u n t a d de Dios sobre sí
respecto al modo cómo ha de peregrinar, y que en la d u d a tiene que
acudir en busca de otro q u e le a y u d e a e n c o n t r a r sobre sí esta
2 0
divina voluntad . Respecto a la vanagloria, el mismo « peregrino »
confiesa a Cámara que en Barcelona, después del Cardoner, no se
atrevía a decir que peregrinaba a Jerusalén por t e m o r de ella, y que
21
esta tentación le molestó los dos primeros años de su vida espiritual .
E n el análisis de Laínez-Polanco, prescindamos de la dislo-
cación cronológica, q u e es probable, pero q u e puede admitir t a m -
bién interpretación distinta. Pero a u n suponiendo esta teoría
como cierta, para p r o b a r q u e Ignacio y a tenía deseo de aposto-
lado antes del Cardoner y que lo ejercitaba, no parece que se pueda
citar u n t e x t o que Polanco, en FN, I, 163-164, coloca no sólo bas-
tante posterior al Cardoner, sino posterior a las meditaciones de
Ejercicios q u e son sin duda, en Polanco y en todos los autores,
22
posteriores a la gracia de la Ilustración E x i m i a . Además, al darle
23
a ésta sólo el carácter unificador de las anteriores experiencias ,
creemos sinceramente q u e empobrece en exceso la riqueza de con-
tenido q u e Laínez, Polanco e Ignacio de Loyola ponen en la Vi-
sión del Cardoner.
E n cuanto al análisis de la compleja literatura de N a d a l , p a -
rece q u e el P a d r e Silos cuando t r a t a de la « gracia particular de
la C o m p a ñ í a » n o hace suficiente distinción de géneros litera-
rios, — indispensable para una razonable utilización de su compleja
producción literaria —. Al pretender iluminar textos de clara n a -
turaleza histórica con otros de tipo m á s bien exhortativo o en
25
que predomina la reflexión teológica , acaba por d a r como pen-

50
FX, I, 4 1 0 .
1
- FX, I, 4 1 2 y 350.
2 2
L . SILOS, Cardoner in the . . . , A H S I , 3 3 (1904), 2 0 en nota 9 3 .
2 3
L . SILOS, Cardoner in the..., AHSI 3 3 (1904), 27.
2 4
L . SILOS, Cardoner in the...., AHSI, 3 3 (1964), 27-38.
2 5
L . S I L O S , Cardoner in the. . ., A H S I , 3 3 ( 1 9 6 4 ) : N o s referimos sobre
t o d o al análisis de las págs. 2 8 - 3 2 .
P. I, C. III - CRÍTICA D E LAS TENDENCIAS HISTÓRICAS 83

26
Sarniento total de Nadal lo que es sólo una p a r t e , a u n q u e profunda,
de la «gracia t o t a l de la vocación a la Compañía», que como ve-
remos, en la m e n t e del promulgador de las Constituciones, es m u -
cho m á s compleja y m á s rica.
E n resumen, del artículo de Silos diríamos: Es u n gran aná-
lisis de lo que supone el principio de discernimiento de espíritus
en la vida de Ignacio y en la «gracia particular de la Compañía »,
pero no estamos de acuerdo en ponerlo como eje primero y como
ideal único que del Cardoner sacó el fundador de la Compañía,
y que este fuera su pensamiento al aludir a la Visión en R o m a y
relacionarla con el I n s t i t u t o que había e s t r u c t u r a d o para la Or-
den Nueva.

5 . — Posición final.

Digamos, a n t e s de pasar al estudio directo del problema, que


el resultado de esta P r i m e r a P a r t e Histórica, no es negativo, ni
m u c h o menos, como pudiera parecer a primera vista. Ella nos
ha aportado datos claves que dan sentido al t e m a , y hacen posible
una ulterior profundización en la materia.
E n primer lugar, y como base, se nos ha dicho que Ignacio
establecía entre el I n s t i t u t o y la Visión del Cardoner una relación,
en alguna manera, como de efecto a causa.
Si las diversas t e n t a t i v a s de explicitación de esta alusión gené-
rica, a nuestro parecer, no acaban de dar razón completa, que
justifique plenamente esta alusión del F u n d a d o r de la Compañía,
no por eso se deben considerar inútiles.
L a «prenoción», en cualquiera de los sentidos analizados,
encierra la preciosa verdad de ver la intervención extraordinaria
de Dios en el nacimiento de todo « n u e v o carisma» que surge en
la Iglesia. Y el mismo hacerse insostenible la figura histórica en
que fragua, resulta útil en cuanto que estimula nuevos caminos
de búsqueda.
L a nueva solución de ver en la alusión de Ignacio una refe-
rencia a la relación de preparación r e m o t a e indirecta, es cierta:
pero en cuanto que se presenta como solución total, sin a v a n z a r
más, no parece plenamente satisfactoria.

M
« Le principe de d l s c e r n e m e n t u e v i e n t clone c o n c r é t e m e n t l'idéal m é m e
d'Ignace »: A H S I , 33 ( 1 9 0 4 ) , 4 3 .
EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Sin embargo, t a m b i é n es cierto que a p o r t a dos cosas: descu-


bre «la pista » y explora grandes trozos de camino.
Nos arriesgamos en esta Segunda P a r t e a una ulterior pro-
fundización del tema, fundados en dos hechos que nos a n i m a n :
el encontrar textos básicos en los antiguos; y en los autores m o -
dernos, insinuada una dirección concreta bien deterninada.
E n efecto, al abordar la tesis en su doble aspecto teológico y
espiritual, acabaremos por hacer un doble descubrimiento.
Primero, que a d e m á s de los textos que dieron origen a las
dos corrientes fundamentales y a examinadas, existen en las fuen-
tes históricas otros testimonios de Ignacio, de Laínez, de Orlan-
dini, de N a d a l etc. que fundamentan otra corriente tercera m á s
profunda.
Y en segundo lugar: que las circunstancias hicieron que fra-
guaran primero las dos corrientes extremas, y relegaron a la pe-
n u m b r a textos ricos en reflexión teológica. Pero que autores t a n
modernos como Leturia, Calveras, Cantin, etc. sacándolos a la
luz y apoyados en ellos h a n m a r c a d o y a la nueva trayectoria
que nos interesa.
PARTE S E G U N D A

ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL

LA VISION DEL CARDONER

Su NATURALEZA TEOLÓGICA.
SU PUESTO RELATIVO EN LA VIDA D E S A N IGNACIO D E LOYOLA.
Su FUNCIÓN CAUSAL DEL INSTITUTO D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS.
CAPITULO PRIMERO

I E s t a n d o una v e z en oración se m e
representó [ . . .] sin v e r cosa formada
[ . . ,| con t o d a claridad, c ó m o se v e n
en D i o s t o d a s las cosas, y c ó m o las
t i e n e t o d a s en sí [. . . ] .
D i g a m o s ser la D i v i n i d a d c o m o un
m u y claro d i a m a n t e m u y m a y o r que
todo el m u n d o [. . . ] .
Cosa e s p a n t o s a m e fue en t a n breve
espacio v e r t a n t a s cosas j u n t a s aquí en
e s t e claro d i a m a n t e [. . . ] .
Saber escrivir esto y o no lo sé, m a s
q u e d ó m u y i m p r i m i d o en m i a l m a , y
es u n a de las grandes mercedes q u e él
• Señor m e ha h e c h o » (STA. T E R E S A ,
Vicia, 4 0 , 9 y 10).

NATURALEZA TEOLÓGICA, CONTENIDO OBJETIVO Y


E F E C T O S D E LA « I L U S T R A C I Ó N EXIMIA»

1. — Metodología.

Hecho el inventario de las diversas interpretaciones del Car-


doner, y al reflexionar sobre él, nos tropezamos con u n dato cu-
rioso: Los autores, para decirnos lo que esta gracia fue en sí misma,
h a n seguido una trayectoria indirecta. H a n t o m a d o como punto
de partida la relación que Ignacio establecía entre ella y el Insti-
t u t o de la Compañía; luego, instalados en esta relación, y desde,
ella, pretenden deducir la naturaleza y el contenido de la Visión.
Xosotros, en esta Segunda P a r t e , vamos a orientarnos en direc-
ción contraria. Al i n t e n t a r precisar la cualidad teológica de esta
gracia mística, vamos a empezar por abordarla en sí misma, sin
pensar, por el m o m e n t o , en ulterior relación alguna con n a d a que
se refiera a la Orden Jesuítica.
88 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

N u e s t r a preocupación, en el capítulo, será doble: De una p a r t e ,


atenderemos a las narraciones que nos hablan de la Visión del Car-
doner escueta. P e r o al mismo tiempo, a la luz de la doctrina .sobre
la oración mística y las gracias extraordinarias que la acompañan,
procuraremos determinar « su especie teológica ». ¿ Se puede « ca-
talogar » con seguridad la Ilustración E x i m i a ? Y suponiendo que
se pueda, ¿ h a s t a qué p u n t o sus características concretas, compara-
das con las de la «especie», coinciden, varían, o cobran matiza-
ciones «individuantes » propias ?

2. — La histórica Visión del Cardoner: Problema de su fijación


cronológica.

Si la autenticidad del r a p t o de ocho días que Ignacio parece


1
haber tenido en Manresa, se ha n e g a d o ; la verdad histórica de
la Visión del Cardoner, j a m á s , que sepamos nosotros, ha sido puesta
2
en duda. Los testimonios de Laínez y Polanco , y sobre todo la
3
relación autobiográfica del « peregrino » a Goncálves da Cámara
son tres pilares inamovibles en que se afirma; a n t e ellos se estrella
la m á s exigente crítica histórica.
Pero otra cosa diferente sucede cuando queremos fijar, dentro
del período de Manresa, el tiempo en que t u v o lugar esta expe-
riencia mística.
Cierto que fue posterior a la primera etapa en que predomina
la calma, el estado de alma gozoso y la perseverancia en la vida
4
ascética . Pero al querer precisar más, vienen las divergencias.
P a r a Laínez y Polanco, la Ilustración llega repentina e insó-
lita, inmediata a estos cuatro meses tranquilos \ Ella es causa y
comienzo de una etapa intensa de vida espiritual en la que se su-

1
F. V A N O R T R O Y , An Bol, 27 (1908) 409. V é a s e la defensa que hace Ma-
nuel Quera, S . I., en su a i l í c u l o El rapto de San Ignacio en Manresa, Rev.
de E s p i r i t u a l i d a d , 15 (1956) 2 7 - 4 4 .
2
L a í n e z : FN, I, 8 0 ; y P o l a n c o en d e p e n d e n c i a de Laínez, v é a s e FX,
I, 1 6 0 - 1 6 1 .
• FN, I, 4 0 1 .
4
Laínez y P o l a n c o s e ñ a l a n a e s t e período cuatro m e s e s e x a c t o s : FN,
I , 80 y 1 6 0 ; G o n c á l v e s da Cámara en FN, I , 3 9 0 - 3 9 2 y N a d a l en FN, I I , 66
son m á s genéricos.
5
L a í n e z : « Al cabo de cuatro m e s e s , repentinamente, si bien m e recuerdo »;
P o l a n c o : « A l cabo de cuatro m e s e s d e s p u é s de su c o n v e r s i ó n [ . . .] súbita y
insólitamente ...» FN, I , 160-161.
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 89

ceden variedad de espíritus, escrúpulos y gracias extraordinarias.


Las meditaciones fundamentales del Libro de los Ejercicios son
6
el resultado escrito de esta segunda etapa m a n r e s a n a .
P o r el contrario, la Autobiografía pondrá inmediato y posterior
a ese primer período de paz u n tiempo de altibajos de consolación
y desolación, de escrúpulos y angustias que desembocan en una
etapa en que Dios t o m a claramente la iniciativa p a r a enseñar a
Iñigo como u n maestro enseña a un niño en la escuela. L a visión
del Cardoner será el m o m e n t o cumbre de esta enseñanza '.
Cada una de las dos posiciones tiene sus pros y sus c o n t r a s :
L a s memorias autobiográficas tienen la ventaja de dar una
explicación m á s armoniosa en la evolución espiritual del penitente
«peregrino» que pasa por etapas ascendentes progresivas. Pero
el inconveniente de la Autobiografía es que en la narración de
las gracias místicas de esta época no pretende hacer cronología
sino, m á s bien, ordenación numérica: « Y algo de esto se puede ver
s
por los cinco puntos siguientes» . Ignacio coloca la Visión del Car-
doner en quinto y último lugar, porque p a r a él, de los cinco, es el
ejemplo más alto del magisterio directo que Dios ejerció por este
tiempo sobre su alma.
Laínez y Polanco tienen en contra el hacer pasar a Ignacio
bruscamente, y sin evolución lenta interior ni psicológica, desde
casi u n a infancia espiritual a la m á s subida experiencia mistica.
P e r o críticamente tienen a su favor la intención manifiesta de
hacer cronología. N a r r a d a la Visión, Polanco por ejemplo, t a n t o
en su Sumario como en la Vita Ignatii, insistirá en que «desde
este tiempo comenzó con la l u m b r e recibida» a conocerse m á s
9
i n t i m a m e n t e , a sentir tentaciones, escrúpulos y angustias .
Digamos que es problable que la contradicción sea m á s apa-
r e n t e que real. Goncalves da Cámara al escribir las confidencias
de Ignacio puede tener razón cuando antepone u n a primera etapa
10
con altibajos de luz y tinieblas . E s t o no impide que después de
la Ilustración, y a en plena claridad mística, se diera en Iñigo la
u
n u e v a etapa de profundización espiritual de que Polanco habla .

' FN, I, 163 y FN, II, 527.


' FN, I, 3 9 2 - 4 0 6 .
8
Léase l o d o el c o n j u n t o de FN, I, 400 a 404 y se verá claro el « s i s t e m a »
de narración, y n o la idea de cronología.
8
FN, I, 161 y FN, II, 527.
1 0
Léase en su c o n j u n t o FN, I, 392-400.
1 1
FN, I I , 527.
90 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

E s t a trayectoria general es compatible, a nuestro parecer, con que


Laínez-Polanco, o Goncálves da Cámara t r a s t r u e q u e n ciertos epi-
sodios en el plan general de narración.
Xo parece posible precisar m á s sin arriesgarse a conjeturas
poco fundadas. Ni tampoco nos es indispensable llegar en este
p u n t o a una claridad t o t a l ; p a r a el estudio que nos ocupa nos
b a s t a saber, como dice el P . de Guibert, que el conjunto de estos
números de la Autobiografía nos describe la época en que Dios
pasa a Ignacio de u n a oración ordinaria a la contemplación infusa;
y que la Visión del Cardoner, a n t e s o después, es uno de los m o -
I2
m e n t o s cumbres de esta n u e v a vida mística .

3. — Narración «concordada » del momento de la Ilustración


misma. ¿ Oración ordinaria, o contemplación infusa ?

H a y dificultad en señalar el sitio exacto en que t u v o lugar la


I l u m i n a c i ó n P e r o todos los autores coinciden en ponerla, si-
guiendo la Autobiografía, a las afueras de Manresa, en los alrede-
dores de la ciudad m i s m a :
« U n a v e z iba por su d e v o c i ó n a u n a iglesia, que e s t a b a poco más de una
m i l l a de Manresa, que creo y o que se l l a m a sant P a b l o , y el c a m i n o v a j u n t o
al río; y y e n d o así en sus d e v o c i o n e s , se s e n t ó un poco con la cara hacia el río,
14
el q u a l iba h o n d o » .

Teniendo como base la descripción que Goncálves da Cámara


ha dejado en las Acta y utilizando las matizaciones que las di-
versas descripciones primitivas a p o r t a n al relato « oficial», t r a n s -
cribamos ya, a m a n e r a de « concordia», la narración completa
del m o m e n t o de la Visión m i s m a :
1 6 17
« Y e s t a n d o allí s e n t a d o , [ r e p e n t i m a n t e n t e ] [y i n s ó l i t a m e n t e ] se le
e m p e c a r o n abrir los ojos del e n t e n d i m i e n t o ; y no q u e v i e s e a l g u n a v i s i ó n ,

12
J. D E G U I B E R T , S . I., Mastique iqnatienne. A propas tía « Journal Spi-
riluel » de S. Ignace de Loyola, R A M , 19 (1938) 11-15.
1 3 a
V é a s e FN, I, 404 n o t a 2 3 y t a m b i é n MI, Scripta, II, 557.
11
FN, I, 4 0 4 .
>» FN, I , 4 0 1 - 4 0 6 .
1 6
E n t r e [paréntesis cuadrados] c i t a m o s las palabras o frases que inseri-
mos en la narración « oficial » de G o n c á l v e s da Cámara, y que la « c o m p l e t a n »
o la e x p l i c a n o m a t i z a n de alguna m a n e r a . E s t a primera palabra es de Lalnez
en FN, I, 80.
1 7
Palabra de P o l a n c o en FN, I, 160.
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 91

sino e n t e n d i e n d o y c o n o c i e n d o m u c h a s cosas, t a n t o de cosas espirituales, c o m o


de cosas de la fe y de l e t r a s ; y e s t o con u n a ilustración t a n grande, que le
parecían todas las cosas n u e v a s [de m a n e r a que c o m e n z ó a v e r con otros ojos
t o d a s las cosas] '*, Y no se p u e d e declarar los particulares que e n t e n d i ó e n t o n -
ces, a u n q u e fueron m u c h o s , sino que recibió una grande claridad en el e n t e n d i -
miento. Y e s t o f u e e n t a n t a m a n e r a d e q u e d a r con el
e n t e n d i m i e n t o ilustrado, que le p á r e s e l a como si
fuese otro hombre, y tuviese otro intelecto que te-
n í a a n t e s " ; de m a n e r a que en t o d o el discurso de su v i d a , h a s t a p a s a d o s
s e s e n t a y dos a ñ o s , c o l i g i e n d o t o d a s q u a n t a s a y u d a s h a y a t e n i d o de D i o s , y
t o d a s q u a n t a s cosas ha sabido, a u n q u e las a y u n t e t o d a s en u n o , n o le parece
haber alcanzado t a n t o c o m o de a q u e l l a v e z sola.
[ Y [comenzó] a discernir y probar los espíritus buenos y m a l o s , y a gustar
las cosas del Señor, y a comunicarlas al p r ó x i m o en s i m p l i c i d a d y caridad,
20
según que del las rescebía] . [Y ansí le q u e d ó una a c t u a c i ó n de c o n t e m p l a -
ción y unión con D i o s , que sentía d e v o c i ó n en t o d a s cosas y en todas partes mui
, 1
fácilmente] .

A n t e esta descripción conjunta, casi es superfluo p r u g u n t a r s e


sobre la naturaleza de esta gracia.
No es, sin duda, un m o m e n t o de luz o de consolación fuerte,
dentro de su vida espiritual ordinaria. Ninguno de los autores
que han t r a t a d o de ella d u d a en llamarla extraordinaria en el sen-
sentido técnico que al hablar de gracias espirituales tiene la pa-
labra. Dios, en su visita, se presenta « repentinamente » " ; y « sú-
2a
bita e insólitamente » , Ignacio, en u n estado pasivo, es « especial-
2 4
m e n t e a y u d a d o , informado y ilustrado » ; y todo esto, por un pri-
26
vilegio y especial intervención de Dios .
Todos estos rasgos coinciden con los que la Teología Espiritual
considera específicos de la oración infusa. E n ella, el hombre es

1 8
F r a s e de Laínez en su narración de FN, I, 8 0 .
1 9
Escribimos con s u b r a y a d o p u n t e a d o las palabras que se
e n c u e n t r a n escritas al margen de la narración por G o n c a l v e s da Cámara, p u e s
no s a b e m o s si son palabras que o y ó a Ignacio o un c o m e n t a r i o no oficial que
él h a c e : FN, I, 4 0 4 - 4 0 6 .
2 9
Frase de Laínez c o m o c o m e n t a r i o en FN, I, 80.
2 1 a
Comentario de Nadal c u a n d o narra la V i s i o n en su plática 3 de Coimbra
en 1561: FN, II, 153.
22
FN, I, 8 0 .
" FN, I, 160.
24
FN, I, 80.
25
MN, V , 165.
92 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

llamado g r a t u i t a m e n t e a un conocimiento y a u n amor experi-


m e n t a l de Dios, que se hace presente al alma. L a criatura acepta
esta presencia sin raciocinio ni esfuerzo alguno, en un estado de
receptividad total, con u n amor y una m i r a d a simple e intuitiva
26
que la dejan s u m a m e n t e enriquecida .
Pero esta contemplación infusa, dentro de ser siempre gratuita,
a d m i t e grados de m a y o r o menor intensidad. Parece, por ello,
necesario dar en líneas generales la sucesión de estas etapas de
profundidad; antes de poder « c a t a l o g a r » en alguna de ellas a la
« Ilustración E x i m i a » nos es indispensable saber c u á n t a s y cuáles
son, cuál es lo esencial y lo accidental en cada u n a .

4 . — Etapas de la oración infusa: Gracias extraordinarias que


las suelen acompañar.

Los autores hablan de modo diverso, al t r a t a r de los grados


a7
de la oración extraordinaria . A partir de Santa Teresa, lo m á s
2 8
normal es seguir la división que ella da en las Moradas :
AI principio de la vida mística el alma pasa por una época de
2 9
« q u i e t u d » . De ahí Dios la lleva a una ulterior etapa unitiva,
30 ,1
que puede ser imperfecta , o extática . E s t a invasión de la Di-
vinidad culmina en un último estadio de unión habitual trasforma-
32
tiva o « matrimonio e s p i r i t u a l » .

2 6
J . D E G U I B E R T , S . I., Theologia Spiritualis *, Q u a e s t i o V I I , Sec I,
De natura contempla!ionis infusae, n n 3 8 2 y 3 8 3 .
" Para breve c o m p e n d i o histórico p u e d e verse, entre otros a J . D E G U I -
1
B E R T , Theologia Spiritualis- , n. 4 1 1 - 4 1 1 .
2 8
S A N T A T E R E S A D E J E S Ú S , Obras completas, B A C , Madrid, 1962.
2 9
E n e s t a e t a p a D i o s t o m a p o s e s i ó n de la v o l u n t a d pero no i n v a d e el
e n t e n d i m i e n t o ni la m e m o r i a : V é a s e S A N T A T E R E S A , Obras Completas, BAC,
Madrid, 1962 p á g s . 363-372 en las Cuartas Moradas.
3 0
E n ella D i o s «liga» las p o t e n c i a s espirituales del alma, pero por breve
t i e m p o y sin i n v a s i ó n total: v é a s e S A N T A T E R E S A , Obras Completas, B A C , Ma-
drid, 1962, en Moradas Quintas, p á g s . 3 7 3 - 3 8 4 .
3 1
E s u n a i n v a s i ó n total de la m e m o r i a e n t e n d i m i e n t o y v o l u n t a d h a s t a
t a l p u n t o que la fuerza de ese c o n o c i m i e n t o y de ese amor infuso deja en d e s -
control y en desuso de los s e n t i d o s e x t e r n o s ; v é a s e S A N T A T E R E S A , Obras
Completas, B A C , Madrid, 1962, Moradas Sextas, p á g s . 3 8 5 - 4 1 8 .
3 2
V é a s e S A N T A T E R E S A , Obras Completas, B A C , Madrid, 1962, Séptimas
Moradas, págs. 4 1 9 - 4 3 1 .
E n t i e m p o s r e l a t i v a m e n t e r e c i e n t e s A . STOLZ, O. S . B . , en Theologie der
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 93

E n cualquiera de estos diversos grados es preciso distinguir


la substancia de la contemplación misma, y lo que es accidental
en ella.
La experiencia de Dios presente al que queda adherida la volun-
tad se suele tener por la esencia misma de la contemplación in-
fusa; y por consiguiente, nunca falta: « F i j a Dios a sí mesmo en
lo interior de aquel alma, de m a n e r a que cuando t o r n a en sí, en
ninguna manera pueda d u d a r que estuvo en Dios, y Dios en
33
ella» .
A este conocimiento y amor a c o m p a ñ a n otros fenómenos extra-
ordinarios que, sin ser esenciales, casi siempre son provocados por
34
esta presencia privilegiada de Dios en el alma .
E n t r e estos fenómenos accidentales, el éxtasis y el rapto son
los dos m á s llamativos para los que contemplan desde fuera al
místico. En ambos las potencias espirituales del alma están t a n
« cogidas» por Dios, que la persona pierde la actividad de las fa-
35
cultades inferiores sensitivas, y queda « enajenada » .
Además de estos fenómenos extraordinarios suelen a c o m p a ñ a r
a la contemplación infusa locuciones y visiones con las que Dios
pretende enseñar al alma.
E n cuanto a las palabras : suelen llamarse « exteriores », « i m a -
ginativas » o «intelectuales» según sean percibidas por el oído
corporal externo, o se dejen oir en el sentido interno imaginativo,
o sean infundidas por Dios sin imagen alguna, directamente al
alma.
Cosa similar se puede decir de las visiones: son visiones exte-
riores o corporales las que los ojos c a p t a n ; se llaman visiones ima-
ginativas cuando, sin objeto exterior, son provocadas en la imagi-
nación interna o fantasía. Las visiones intelectuales son aquellas

Mystik, R e g e n s b u r g , 1 9 3 ( 5 , págs. 1 7 5 s s . h a p r o t e s t a d o contra e s t a división de


las v i v e n c i a s m í s t i c a s , según la repercusión psicológica en u n a o en otra p o -
t e n c i a del a l m a . A su m a n e r a de pensar se s u m a B . J I M É N E Z D U Q U E , 'Feo-
logia de la Mística, B A C , Madrid, 1 9 6 3 , c. 1 6 , p á g s . 4 6 3 - 4 8 1 . A STOLZ respondió
primero el P . G A B R I E L D E S A N T A M A R Í A M A G D A L E N A , índole psicológica della
teología spiritaale, R i v i s t a di Filosofía N e o - s c o l a s t i c a , 3 2 ( 1 9 4 0 ) 3 1 - 4 2 ; v é a s e
t a m b i é n I . COLOSIO, O . P . , índole psicológica della teología Spirituate, en V i .
Crist., 1 2 (1940) 91-97.
3 3
S A N T A T E R E S A , Moradas Quintas, c. 1", n. 9 .
3 4
J . D E G U I B E R T , Theologia Spiritualis, n. 4 3 7 .
3 5
J . D E G U I B E R T , Theologia Spiritualis, n. 4 3 8 .
1)1 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

en que sin ayuda ninguna de tipo sensible externo o interno, Dios


3e
hace « v e r » en sí misma al alma u n a v e r d a d o una persona .
Con esta división esquemática delante, ¿ en cuál de las gracias
místicas extraordinarias podría «catalogarse » la Ilustración E x i -
mia » ?

5. — La «Ilustración Eximia» catalogada como visión in-


telectual.

N a d a l , alguna de las m u c h a s veces que habla de la Visión del


Cardoner, la llama éxtasis; luego se corrige, y dice que prefiere
37
llamarla rapto .
Parece que esta sustitución no era incidental sino intencionada;
años m á s t a r d e , olvidando la palabra « éxtasis », se queda con sola
3S
la p a l a b r a rapto p a r a calificarla .
Substancialmente, los dos fenómenos son idénticos; la diferencia
es m e r a m e n t e accidental, de intensidad diversa:

« E s t ergo r a p t a s , v t ad c o n t e n i p l a t i o n e m p e r t l n e t , non qnidern ille m e n t í s


e x c e s s u s , quo m e n s s u a v i t e r intra se collígitur, et ab usu s e n s u u m abducitur,
sed Ule, q u o per v i o l e n t i a m q u a m d a m a sensibilibus a v e l l i t u r et ad diuinorum
i n s p e c t i o n e m et a m o r e m eleuatur »

Pero, sea en r a p t o o sea en éxtasis, ¿es seguro que Ignacio


fue privado de los sentidos en el m o m e n t o de la Ilustración
Eximia ?
P o r la naturaleza interna de la gracia misma, el aspecto de
fuerte iluminación interior que los autores le dan, inclinaría a pensar
40
en u n a privación de los s e n t i d o s .
Sin embargo, no es menos cierto que la Teología Espiritual
a d m i t e sin dificultad que esta fuerte gracia interior infusa puede
invadir al alma, sobre todo en los grados últimos de experiencia

3
« Para la clasificación seguimos a A . P O U L A I N , S. I., Des gráces d'oraison,
p. 4», 4 3 , c. 20, n. 1 al 14.
3 7
» Súbita m e n t í s éxtasi, vel p o t i u s rapta correptus e s t » : v é a s e MN, V, 6 1 1 .
s s
« H i c de sacedlo I). P a u l i ad f l a m e n , ubi fuit supra se l e v a t u s [...•] In
quo rapta e t c »: v é a s e MN, V, 7 8 2 .
3 S
A L V A R E Z D E P A Z , De inquisitione pacis, L. V, p. III, c. I X , p á g . 1427.
4
" « E s t ergo e c s t a s i s e l e u a t i o m e n t í s in D e u m c u m a b s t r a c t i o n e a sensibus
exterioribus, ex magnitudine ipsius elevationis procedens »: v é a s e A L V . D E P A Z
De inquisitione pacis, L. V, p . I I I , p á g . 1 4 2 3 .
P. I I , C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 95

mística, dejándola al mismo tiempo, en el uso externo de los sen-


41
tidos, dueña total de sí misma .
E n el caso concreto de Ignacio de Loyola, es verdad que
X a d a l usa en dos ocasiones las palabras « é x t a s i s » y « r a p t o » !
pero nunca dice expresamente que esto le hiciese perder el uso de
los sentidos. Las palabras que usa, « correptus» y « supra se leva-
t u s » a c e n t ú a n m á s bien el aspecto positivo de luz e x t r a n o r m a l
que nos recuerda el pasaje en que San Pablo nos habla de su arre-
42
bato al tercer cielo , y la gracia mística que Santa Teresa describe
43
como « vuelo del espíritu » a otro « m u n d o de conocimiento » .
Como, por otra p a r t e , los testigos restantes prescinden de esa
enajenación, y algunos elementos que en el ulterior análisis en-
contraremos son m á s propios de visión intelectual « sin desmayo
místico », nosotros nos inclinamos a pensar que San Ignacio gozó
de ella en el control de sus sentidos, a u n q u e n a t u r a l m e n t e , sumer-
gido con atención t o t a l en la visión de su entendimiento.
Pero los autores, sin excepción, concretan todo su esfuerzo en
describir esta excepcional gracia mística con rasgos que son todos
4 4
positivos: es una «invisible iluminación m e n t a l » que deja al
4 i
alma con una profunda «ilustración interior » . Si a esto sumamos
el que Ignacio excluye positivamente t o d a imagen sensible externa,
y subraya que las m u c h a s cosas que allí vio, las vio con «los ojos
del entendimiento » l l e g a m o s a una conclusión indiscutible y
cierta: el « peregrino », a orillas del Cardoner fue puesto por Dios
en u n estado privilegiado de oración infusa, en el que se la conce-
dió la gracia de visión p u r a m e n t e intelectual.
De ella nos dicen los místicos que es «la m á s grande gracia
47 4 8
mística » , y el « m á s alto grado de oración » .

4 1 4
Véase . 1 . D E G U I B E R T , Theologia Spiritualis , n. 3 8 4 .
4 !
2 Cor, 12, 1-4.
4 3
S A N T A T E R E S A , Moradas Sextas, C. 5 : n. 1 y 7 .
44
FN, II, 6.
45
FN, I, 80.
4 3
« Y n o que viese alguna v i s i ó n sino e n t e n d i e n d o y c o n o c i e n d o m u c h a s
cosas «: FN, I, 4 0 4 .
4 7
« V i s i o n u m sen r e u e l a t i o n u m praecipua est i n t e l l e c t u a l i s , quae o m n i n o
spiritualis est, et non in sensu exteriori, non in p h a n t a s i a , scu i m a g i n a t i o n e ,
sed in solo i n t e l l e c t u perficitur »: V é a s e A L V . D E P A Z , De inguisilione pacis,
L. V, p . III, c. X I I , p á g . 1445.
4 3
«... son t o q u e s sustanciales de divina unión entre el a l m a y D i o s ; en
u n o de los cuales, por ser éste el m á s alto grado de oración que h a y , recibe el
96 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

E s t a última frase la escribe San J u a n de la Cruz porque, según


él, la división q u e hemos señalado entre la esencia de la oración
mística y «las gracias accidentales q u e la a c o m p a ñ a n » , no se
daría en las últimas e t a p a s : la visión intelectual no seria «gracia
extraordinaria acompañante accidental», sino la oración infusa en
su esencia m i s m a :

« Y e s t a s a l t a s n o t i c i a s n o las p u e d e t e n e r s i n o e l a l m a que llega a unión


de D i o s , porque ellas mismas son la misma unión; porque c o n s i s t e el tenerlas
en c i e r t o t o q u e q u e se h a c e del a l m a e n l a D i v i n i d a d »*•.

Sea lo que fuere de esta opinión, u n a cosa es cierta: q u e si las


visiones intelectuales no son una m i s m a cosa con la oración infusa,
en sus últimos grados la a c o m p a ñ a n sin falta; y q u e donde nos
encontremos con visión intelectual, estamos a n t e u n o de los m o -
m e n t o s cumbres de contemplación.

ü. — Diversas categorías de visión intelectual.

Cabe p r e g u n t a r aquí, — y es lo q u e principalmente nos in-


teresa —, si la expresión « visión intelectual» d a a entender u n
concepto preciso, o es m á s bien una expresión genérica que incluye
en sí cierta diversidad específica.
L a razón de nuestro interés es sencilla: Se t r a t a de v e r si u n a
vez fijada la gracia del Cardoner como visión intelectual podemos
quedarnos satisfechos, o p o r el contrario hemos de seguir buscando
un puesto q u e nos permita « c a t a l o g a r l a » de u n a manera m á s
determinada.
Pues bien, al hablar de «visión intelectual» es común a los
autores de Teología Mística diferenciar especies dentro de ella.
Pero la norma q u e siguen p a r a hacer la división en etapas, no
es fija, y se toma con cierta variabilidad:
San J u a n de la Cruz, por ejemplo, nos habla de dos clases de
visión intelectual, según q u e el objeto de ellas sea alguna v e r d a d
creada, o la misma Divinidad. Pero en las visiones de la Esencia
50
Divina no insiste explícitamente en hacer « categorías d i v e r s a s » .

a l m a m a y o r bien que en t o d o el resto»: S A N J U A N D E L A CRUZ, Noche Oscura,


Libro I I , c. 2 3 , n. 1 1 .
4 9
S A N J U A N D E L A C R U Z , Subida, L . I I , c. 2 0 , n. 5 .
I 0
S A N J U A N D E L A C R U Z , Subida, L . I I , c. 2 6 , n. 3 .
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 97

E n cambio, Poulain, dentro de la visión intelectual de Dios,


admitirá expresamente diferentes categorías, atendiendo a la cla-
ridad diversa con que esta Divinidad se hace presente a la inteli-
51
gencia h u m a n a ,
Nos parece que la división de cuatro categorías, o cuatro espe-
cies diversas progresivas de visión intelectual respeta en sus líneas
fundamentales la división explícita o implícita de los grandes t r a -
52
tadistas de Teología Mística .
E n la primera clase el vidente es enseñado sobre alguna verdad
creada, o sobre algún a t r i b u t o en que se le m u e s t r a parcialmente
algún « aspecto » de la Esencia Divina.
Las tres últimas «especies» t e n d r á n por objeto la visión de
Dios; y sólo se diversificarán por «la diferente claridad o m o d o »
con que esta Divinidad se presenta al alma.
Vamos a estudiar esta división, y a analizar cada una de las
diversas maneras, con una intención m u y concreta: ver si alguna
de ellas, y cuál, concuerda en sus rasgos fundamentales con las
descripciones que del Cardoner nos h a n llegado.

7. — Primera especie de visión intelectual.

Dos aspectos diferentes la caracterizan:


— la variedad de objetos que se pueden hacer presentes en ella,
— y la individualidad con que se manifiestan al alma.
T r a t e m o s de explicarnos:
Sin que les acompañe imagen sensible alguna, pueden hacerse

5 1 a
A . P O U L A I N , Des gráces d'oraison, P a r t e I I I , c. 18, sec. 2 , nn. 23-28.
" l i n el e s t u d i o que sigue v a m o s a hacer uso, sobre t o d o , de S a n t a Teresa,
de San J u a n de la Cruz y del P. A l v a r e z de P a z .
A pesar de ser a u t o r e s que escriben en t i e m p o posterior a Ignacio de h o -
yóla, su u t i l i z a c i ó n para dar luz sobre las experiencias m í s t i c a s del F u n d a d o r
de la C o m p a ñ í a es c i e n t í f i c a m e n t e l e g í t i m a . E s claro que Teresa de J e s ú s y
.luán de la Cruz, c u a n d o dan doctrina sobre gracias m í s t i c a s , no lo hacen in-
fluenciados por los escritos del I.oyola, s i n o que h a b l a n por experiencia propia.
E n c u a n t o a Alvarez de Paz, él nos dice que conoció ciertos « m a n u s c r i t o s » en
que se narran experiencias extraordinarias de oración de « nuestro Padre Igna-
cio» : pero las raras a l u s i o n e s que hace a ellos siempre sen ejemplo que confirma la
doctrina e x p u e s t a con anterioridad, y nunca los u t i l i z a c o m o fuente de donde
deduzca sus teorías. Véase, por e j e m p l o , De inquisitione pacis, p. I I I , L. V,
c. X I I , 1451 y c. X I V , 1462.

7 — E l origen de la Compañia l e Jesús.


98 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

presentes al alma en esta visión Cristo, alguno de los Santos, los


53
A ngeles o la misma Virgen .
T a m b i é n , y siempre de un modo inmediato, sin imagen sen-
sible externa ni en la fantasía, Dios puede instruir al alma directa-
m e n t e en esta gracia sobre alguno de sus múltiples atributos di-
vinos, sobre n o r m a s de acción útiles al que goza de esta contempla-
ción infusa, o sobre alguna de las verdades reveladas:

« H a c ergo v i s i o n e i n l e l l e c t u a l i v i d e t u r Christus D o m i n u s ab a n i m a c o n -
t e m p l a n t e , et b e a t a Virgo Maria, et aliquis e x S a n c t i s , et Á n g e l u s c u s t o s v e l
alius, et hoc sine ulla i m a g i n e corporali. V i d e n t u r e t i a m m u l t a e v e r i t a t e s , ad
fidem e t ad m o r e s p e r t i n e n t e s , q u i b u s h o m o de c o g n o s c e n d i s et a g e n d i s in-
H
struitur » .

¿ E s clasificable la Ilustración del Cardoner en esta primera


etapa de Visión Intelectual ?
E l que p u e d a n ser objeto de estas visiones verdades de fe,
atributos divinos, o la instrucción directa recibida de Dios acerca
de normas de acción útiles a la persona que contempla, da cierta
semejanza con la narración en que Ignacio nos cuenta haber cono-
55
cido « m u c h a s cosas » .
P e r o a pesar de esta primera apariencia, nos inclinamos a creer
que no es catalogable dentro de esta primera categoría. Y esto,
por dos razones diferentes:
E n primer lugar, ni « el peregrino » ni descripción alguna de la
Ilustración E x i m i a h a b l a n de que el objeto de esta visión fuera
Cristo o la Virgen o los Santos, o Persona alguna Divina en par-
ticular.
Pero sobre todo, porque si es verdad que Ignacio afirma que
conoció « m u c h a s cosas», ellas se presentan a su inteligencia de un
modo t o t a l m e n t e diverso a la m a n e r a de presentarse el objeto en
esta visión intelectual: El nos dice que en una sola visión conoció
« e n bloque», a u n q u e distintas, m á s cosas que en todo el resto de
su v i d a ; por el contrario, los autores insisten en que en esta pri-
m e r a m a n e r a de enseñar Dios al alma, le presenta las verdades

5 3
Los e s t a d o s m í s t i c o s de S a n t a Teresa son e s p e c i a l m e n t e ricos en estas
v i s i o n e s i n t e l e c t u a l e s de p e r s o n a s : v é a s e entre otros casos Aloradas Sextas, 5,
8 y 8, 5 y 6.
5 4
A L V A R E Z D E PAZ, De inquisitione paeis, L. V, p . I I I , c. X I I , p á g . 1447.
V é a s e t a m b i é n S A N T A T E R E S A , Vida, caps. 7 y 27.
5 5
FN, I , 4 0 4 .
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 99

una a una, ilustrándola sobre cada una en particular en cada vi-


sita d i s t i n t a :

« S e c u n d o a n i m a non s o l u m D e u m intra se i n u e n i t , sed s e c u n d u m a l i q u a m


perfectionem v e l p r o p r i e t a t e m a l t i s s i m a q u a d a m n o t i t i a i l l u m i n t e l l i g i t . Quae
non s e m p e r u n a e s t , sed i u x t a m u l t i p l i c e m D e i perfectionem m u l t i p l e x e s t
et varia. N u n c e n i m D e u s apparet ut sapientia, n u n c ut b o n i t a s , n u n c ut p o -
t e n t i a , n u n c ut iustitia, n u n c ut misericordia, et sic de a l u s perfectionibus.
Modo apparet ut Pater, modo ut Filius, m o d o ut Spirilus s a n c t u s . E t Ule qui
e s t i m p a r t i b i ü s , q u a s i per partes se d o n a t , et s e c u n d u m varias perfectiones
se a n i m a e m a n i f e s t a t » '*'.

La idea de «manifestación por p a r t e s » aparecerá enseguida


t o d a v í a m á s clara al contraponer esta clase de visión a otra espe-
cie de manifestación m á s subida.
Parece cierto que en este grado de visiones intelectuales deben
ser catalogadas m u c h a s de las gracias extraordinarias que San
Ignacio cuenta haber recibido en Manresa: Visión intelectual
de la H u m a n i d a d de Cristo el ser enseñado sobre la verdad de
58
Dios C r e a d o r ; el ver con los «ojos interiores» la verdad de la
59
Presencia Real de Jesucristo en el Sacramento etc.
Pero el describirnos separada de éstas la gracia del Cardoner,
y los mismos rasgos y « e n t o n a c i ó n » t a n diversa con que t a n t o
el peregrino como los demás testigos la n a r r a n , están indicando
con certeza que no la consideran de igual especie que las otras sino
en categoría superior, distinta.
Dios, que se manifiesta en sí mismo es el objeto que señalan
a las tres últimas clases de visión intelectual:

«Verum q u a t e n u s visio intellectualis circa d i u i n i t a t e m versatur, tres p o s t r e -


mos gradus c o n t e m p l a t i o n i s c o n s t i t u i t , de q u i b u s in s e q u e n t i b u s d i c e m u s »

De estos tres grados sólo t r a t a r e m o s despacio el primero y el


segundo, pues del supremo apenas podemos decir nada.
Los místicos suelen llamar al último grado de contemplación
61
« visión clara, intuitiva y facial de Dios » .

A L V A R E Z D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V , p. I , c. I X , p á g . 1 2 9 0 .
FN, I, 402-404.
58
FN, I , 4 0 2 .
5
» FN, I , 4 0 2 .
8 0
A L V A R E Z D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V , p . I I I , c. X I I , p á g . 1 4 4 7 .
8 1
A L V A R E Z D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V , p . I I I , c. X V , p á g . 1 4 6 3 .
100 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

62 63
San Agustín , y Santo T o m á s la d a n como posible en esta
vida, y afirman que a Moisés y a San Pablo, como a casos de excep-
ción les fue concedida •*.
Sin embargo, si hemos de creer al P . Alvarez de P a z , los P a d r e s
de la Iglesia y la m a y o r p a r t e de los Doctores de ella « constante!
65
negant claram Dei visionem mortali homini soleré c o n c e d í » . Y
un escritor t a n experimentado como el Doctor Místico San J u a n
C6
de la Cruz, la cree propia y exclusiva de la vida eterna .
A n t e este común sentir, nadie e x t r a ñ a r á que, al t r a t a r de cata-
logar la gracia del Cardoner con cierta seguridad, renunciamos a
clasificarla en esta « especie » de visión intelectual.

8. — La «visto Dei in calígine».

E s el primero de los grados de visión intelectual en que el objeto


de conocimiento es Dios.
E n él Dios se hace realmente presente a la inteligencia, pero
« videtur quasi in calígine et in q u a d a m obscuritate »
El que Dios se haga presente al alma de esta m a n e r a no se
debe, n a t u r a l m e n t e , a que en El h a y a sombra o tiniebla alguna.
Al parecer el alma, a n t e la fuerza y la luz plena con que irrumpe en
ella la Divinidad, queda como deslumbrada y cegada por la majes-
tad misma de la Esencia Divina, en su ser de criatura débil e
68
imperfecta .
1.a inteligencia y el amor de la persona que contempla se sien-
ten sumergidos y presentes realmente a la Inmensidad Divina,
pero no en claridad; como se sentiría sumergido y presente al

S A N A G U S T Í N , Epístola 147, P L , 3 3 , G10-611.


6 3 e
S A N T O T O M A S , II", II" , q. 175, a 3-5.
3 4
Los pasajes de Escritura que a d u c e n son N u m 12, 6-8 y 2 Cor 12, 2-4.
6 3
« N o s a u t e m quid dicennis ? Profecto, a n t i q u i s Ecclesiae P a t r i b u s et
m u l t i t u d i n i scholasticorum D o c t o r u m adbaerere m a l u m u s , qui c o n s t a n t e r
negant, claram D e i v i s i o n e m mortali h o m i n i etc »: A L V . DF. P A Z , De inquisi-
lione pacis, L. V., p. I I I , c. X V , p á g . 1467.
3 3
« El décimo y ú l t i m o grado de e s t a escala secreta de amor hace al alma
asimilarse t o t a l m e n t e a D i o s , por razón de la clara visión de D i o s que luego
posee i n m e d i a t a m e n t e el a l m a , que, h a b i e n d o llegado en esta vida al nono
grado, sale de la carne »; S A N J U A N D E LA CRUZ, Noche Oscura, L. II, c. 2 0 n. 5.
6 7
A L V A R E Z D E P A Z , De inquisitione pacis, L. V, p . III, c. X I I I , p á g . 1 4 5 3 .
8 8
S A N J U A N D E L A C R U Z , Noche Oscura, L. II, c. 5, n. 3, 5 y 6. . .
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 101

bosque y a la m o n t a ñ a el que, llegado a la cumbre, fuese invadido


9
por la niebla que le envuelve a' el y a las cosas en p e n u m b r a " .
De tal m a n e r a es esta visión que, a u n q u e en detalle no vea
nada, pero de una m a n e r a real y cierta puede decir que se siente
sumergido en Ella, y que ve y tiene una experiencia directa de la
Divinidad:

« Igitur non v i d e n d o v i d e t , ct videndO non v i d e t ; quia v e l u t q u a m d a m


o b s c u r i t a t e m , et q u a m d a m n e b u l a m o m n e m l u c e m c o n t c g c n t e m a p p r e h e n d i t .
U n d e n o n v i d e t , quia obscuritas n o n v i d e t u r ; et v i d e t , q u i a i m m e n s a l u x ,
! 0
quasi t e n e b r i s cooperta conspicitur » .

Si reflexionamos un m o m e n t o , n o t a m o s que ni esta subida


etapa de contemplación concuerda, en sus características, con la
Ilustración Eximia.
Según nos dicen los testigos, e Ignacio mismo en la Autobio-
grafía, «allí vio j u n t o s y de una mirada m á s detalles particulares
71
que en todo el resto de su vida entera » .
E s t o parece opuesto a ese « estar Dios presente en oscuridad sin
entender particularidad alguna » que es lo que especifica esta clase
72
de visión según nos dice San J u a n de la Cruz en su Noche Oscura .
Antes de pasar al análisis de la segunda especie de visión in-
telectual de la Divinidad, conviene que nos ocupemos un m o m e n t o
de una « v a r i a n t e » de esta primera.
Como decimos, en este tipo de visión el objeto es la Esencia Di-
vina entendida y a m a d a en la tiniebla de la luz extática deslumbra-
dora; pero a veces, Dios, aprovechando que entre ésta y la siguiente
« morada » « no hay p u e r t a cerrada », concede al alma que se dilate
su m i r a d a intelectual y vea como de paso, por un breve instante,
las cosas particulares que en su Inmensidad Divina se encierran
¿ F u e esta « variante » la que se concedió a Ignacio de Loyola '?
P o r el contenido objetivo y por los efectos de la Visión del Car-

6!>
Ver la hermosa c o m p a r a c i ó n cu A L V A R E Z D E P A Z , De inquisitione pacis,
L. V, p. I I I , c. X I I I , 1455.
7 0
A L V A R E Z D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V. p. I I I , c. X I I I , pág. 1454.
71
FX, I, 4 0 4 .
72
S A N J U A N D E LA C R U Z , Noche Oscura, L . I I , c. 1 1 , n. 1.
73
« Que esta y la postrera [Morada] se pudieran juntar bien, porque de
la u n a a la otra no h a y p u e r t a cerrada; porque h a y cosas en la postrera que
no se h a n m a n i f e s t a d o a los que aún no han l l e g a d o a ella, m e pareció divi-
dirlas » S A N T A T E R E S A , Moradas Sextas, c. 4, n. 4 .
102 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

doner veremos que no habría gran dificultad en admitirla: S a n t a


Teresa nos dice que entre ésta y la última etapa apenas hay dife-
,4
rencia alguna .
Sin embargo, la dificultad viene de la diferencia de « mecanismo »
con que las dos visiones se desarrollan: en ésta, Dios pone primero
al alma en estado extático, y de ahí le hace pasar por un breve
i n s t a n t e a la contemplación, en Dios, de las cosas " . Mientras que
en el Cardoner, Ignacio nos dice que t u v o plena conciencia de que
se le empezó a elevar el entendimiento, y de que permaneció « d u -
76
r a n t e largo rato » en este estado de contemplación intelectual .

9. — La « admiranda manifestatio Dei».

L a característica primera de esta etapa última pudiéramos decir


que es n e g a t i v a : no a d m i t e éxtasis ni r a p t o ; las visiones intelec-
tuales se dan aquí al mismo tiempo que el individuo queda en
pleno dominio de sus facultades imaginativas y sentidos exterio-
res " .
La preparación que necesita el alma para estas visiones se ha
entendido de dos maneras diversas:
Los más antiguos hablan de una luz infusa, superior a la simple
luz de la fe y al don de Sabiduría. Con ella Dios prepara subjeti-
v a m e n t e al alma a la visión m á s excepcional que puede conce-
78
derse en esta vida . A esta luz el mismo Dios añade una imagen
de Sí perfectisima con que el alma queda i n m e d i a t a m e n t e prepa-
r a d a y capaz de la visión intelectual de la Divinidad " .
Los más modernos entienden de otra m a n e r a la esencia de la
contemplación infusa: ésta consistiría en que Dios concede al

7 4
« Que é s t a y la postrera se pudieran j u n t a r bien » . . . S A N T A T E R E S A ,
Moradas Scxlas, c. 4, n. 4.
75
« y a u n q u e c u a n d o e s t á así el a l m a en ésíasi n o d e v e siempre el Señor
querer que v e a e s t o s secretos, porque e s t á tan e m b e v i d a en gozarle que le
b a s t a t a n gran bien, algunas veces gusla que se descmbeva y de presto vea lo que
e s t á en aquel a p o s e n t o »: S A N T A T E R E S A , Moradas Sextas, c. 4, n. 8.
76
FN, I , 4 0 6 .
7 7
« N o n a d m i t t i t s e c u m [hic gradus c o n t e m p l a t i o n i s ] ecstascs et r a p t u s ,
a u t r a r i s s i m e ; quia a n i m a , facta capacior, m u l t o maiora recipit, et t a m e n
u s u m s e n s u u m non relinquit »: A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V , p . I I I ,
c. X I V , p á g . 1461.
7 8
A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V , e. 111, c. X I V , págs. 1458-1459.
7 9
A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V , p. I I I , c. X I V , p á g . 1459-1460.
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 103

alma, sobrenatural y g r a t u i t a m e n t e , una conciencia refleja de los do-


nes sobrenaturales con que está adornada. E n esos dones, como en un
espejo, el alma «toca » y « alcanza a Dios que está presente en ella.
E n este sentido, esa «imagen n u e v a » especial que dicen los
antiguos que Dios infunde, no sería sino la misma alma que a estas
alturas, convertida en imagen perfecta de la Trinidad, al tener
conciencia refleja de sí, ve la Esencia Divina, en sus profundida-
8
des « o c e á n i c a s » " .
Pero pasando a hablar del objeto, ¿ qué ve en definitiva aquí
el a l m a ?
S1
Ve a Dios, no de una manera intuitiva y f a c i a l , pero sí en
una imagen de perfección y profundidades insospechadas:

« Sic aniniac in hoc c o n t c m p l a t i o n i s gradu i m m i t i t u r q u a e d a m perfectis-


s i m a , e t supra o m n e m c a p t u m n o s t r u m , pulcherrima n o t i t i a , et v c l u t i i m a g o
Dei, n o n q u i d e m ab ipsa c o n s i d e r a t i o n i b u s et discursibus elaborata, sed su-
bito Dei ipsius v i r t u t e e t m i s e r a t i o n c infusa. Qua, supernaturali m o d o , in
i n t i m i s recessibus suis clarissime cognoscit, et quasi v i d e t perspicácius, q u a m
si oculis corporcis l u c e m corpoream v i d e r e t »

Imagen que no se forma en los sentidos ni en la fantasía: es


m
intelectual, espiritual y simplicisima . Y sin embargo no es « con-
fusa » sino distinta; en ella:

« D c u s t a m mirabili m o d o a n i m a e objicitur, u t u n o a s p e c l u quasi t o t u s


84
distincte v i d e a l u r » .

Pero al « v e r a Dios », objeto principal, el alma se hace partí-


cipe de una ciencia inefable y casi indefinida: « p o r q u e se ve el
alma en un p u n t o t a n sabia, y t a n declarado el misterio de la San-
tísima Trinidad, y de otras cosas muy subidas, que no hay teólogo
8 5
con quien no se atreviese a disputar . . . » .

*" Para diversidad de s e n t e n c i a s y a r g u m e n t o s con que se prueba é s t a ,


v é a s e J . D E G U I B E K T , Theologia Spiritualis, Q u a e s t i o V I I , Sec I , D e natura con-
t e m p l a t i o n i s infusae, n. 3 8 1 - 4 1 0 y 4 3 7 - 4 4 2 .
8 1
« Q u i a s u p p o n i m u s ut certum et i n d u b i t a t u m D e u m bic Intuitive non
videri »: A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, I,. V , p. I I I , c. X I V , pág. 1 4 0 0 .
8 2
A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, I.. V , p. I I I , c. X I V , pág. 1 4 6 0 .
8 3
A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, I.. V , p. I I I , c. X I V , p á g . 1 4 6 1 .
" A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, I.. V , p. I, Apparatus I I . c. I X ,
pág. 129(1.
8 5
SANTA TERESA, Vida, c. 27, n. 7 y 9.
104 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

A propósito de la inteligencia del misterio de la Trinidad, escribe


el P . Alvarez de P a z en u n a formulación m á s teológica:

« V i d e t , i n q u a m D e u m , u t u n u m , c t u t t r i n u m , et q u o m o d o P a t c r g e -
nerat aeternaliter e t invariabiliter F i l i u m : e t P a t e r e t Filius spirant, u t u n u m
i d e m q u e p r i n c i p i u m , S p i r i t u m S a n c t u m , e t q u o d h a e t r e s personae s u n t u n a
8 é
natura, u n a q u e s u b s t a n t i a ; e t q u o d s u n t i n i n f i n i t u m s í m i l e s e t aequales » .

E n u n plano ulterior de amplitud, el alma es enseñada, en esta


única mirada, sobre las obras de Dios « a d e x t r a » : su creación,
8 7
su redención y santificación del alma . E s lo q u e Santa Teresa
8 1
comentará como entender « grandísimas verdades de esta Verdad »
E s t a n rica en contenido objetivo esta visión q u e los autores,
como cansados de enumerar, recurren a expresiones generales
p a r a no alargar la lista de verdades sobre las que aquí es enseñada
el a l m a : « H a e c igitur omnia, et multa alia simul et uno intuitu in
8 9
Deo v i d e t » .
San J u a n de la Cruz llamará a esto « conocer por Dios a las co-
sas »; m i e n t r a s que en aquellos a quienes no se les concede este pri-
vilegio el proceso normal de conocimiento es inverso: ascienden por
las cosas al conocimiento del Creador. Y acaba por resumir su pen-
samiento en u n concepto general: ve el alma en esta visión las
9 0
raíces del existir y del vivir de todas las cosas en Dios .
Los efectos q u e deja esta visión de la Divinidad son admirables:
el alma, pasada la gracia mística se e n c u e n t r a :

« c o m o u n o q u e s i n deprender ni h a v e r t r a v a j a d o n a d a para saber leer ni


t a m p o c o h u v i e s c e s t u d i a d o nada, hallase t o d a la ciencia sabida y a en sí, s i n
saber c ó m o ni d ó n d e , p u e s a u n n u n c a h a v í a t r a v a j a d o , a u n para deprender
1
el a b e c é * .

E s t e « m o m e n t o de sabiduría» la deja m á s enriquecida q u e si


9 2
por su propio esfuerzo hubiera estudiado toda la vida ; y vuelve

8 6
A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V, p . I I I , c. X I V , p á g . 1 4 6 0 .
8 7
« e t v i d e t q u o m o d o o m n i a creata ab illis t a m q u a m ab u n o Creatore
p r o c e d a n t , e t q u o m o d o i p s a m a n i m a m i n h a b i t a n t »: v é a s e A L V . D E P A Z , L .
V, p . I I I , c. X I V , pág. 1460.
8 8
SANTA TERESA, Vida, c. 40, n. 4.
8 9
A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V, p . I I I , c. X I V , p á g . 1 4 6 0 .
9 0
SAN JUAN D E L A C R U Z , Llama, c. 4 , n. 5.
9 1
S A N T A T E R E S A , Vicia, c. 2 7 , n. 8.
9 2
A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, L . V, p . I I I , c. I, p á g . 1390.
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 105

al m u n d o de las cosas como quien habiendo estado en una mansión


93
de luz bajara a sepultarse en una m a z m o r r a oscura .
E n cuanto a la voluntad pasa una cosa parecida: en el éxtasis
volvia con ganas de morir, por las ansias de estar en la patria
95
eterna Ahora, m u e r t a a todo egoísmo , olvidada de sí y dejadas
todas sus cosas en las manos de Dios, sólo tiene un deseo: sufrir y
hacer algo por ganar a las a l m a s :

« D e s i d c r i u m eius non e s t iam desidcrium hinc c m i g r a n d i , quia s e i p s a m


et s u u m e m o l u m e n t u m non quacrit, sed pro Christo m u l l a et ardua agendi et
9 6
patiendi » .

Santa Teresa es quien mejor ha expresado estos efectos de la


suprema ilustración intelectual:

«parece y a n o e s , ni q u e n í a ser en nada, n a d a ; si no es para c u a n d o e n -


t i e n d e que p u e d e h a v e r por su p a r t e algo en que acreciente u n p u n t o la gloria
97
y honra de D i o s , que por e s t o pornía m u y de b u e n a gana su v i d a » .

10. — La Eximia Ilustración, visión intelectual, en Dios, de.


todas las cosas.

El anális que acabamos de hacer pretendía acabar en la formu-


lación de una ulterior p r e g u n t a : ¿ es clasificable la visión del Car-
doner dentro de este tipo específico de visión intelectual ?
Intentemos la comparación de características, atentos a las
descripciones m á s fidedignas que nos han llegado de la gracia que
recibió Ignacio a las afueras de Manresa.
La narración «oficial» de la Autobiografía apenas especifica
el objeto que se presentó a la m e n t e de Ignacio de Loyola: la frase
« entendiendo y conociendo m u c h a s cosas, t a n t o de cosas espiri-
9S
tuales, como de cosas de la fe y de letras » es la m á s concreta .
E n cuanto a las «cosas de letras», los místicos nos dirán que,
en efecto, en esta visión intelectual, sin perder el alma la ciencia
que h a adquirido por el esfuerzo de su propia inteligencia, recibe

9 3
S A N T A T E R E S A , Moradas Sextas, c. 5, n. 7.
9 4
S A N T A T E R E S A , Moradas Sextas, c. 6, n. 1.
'•"> S A N T A T E R E S A , Moradas Séptimas, c. 3 , n. 1.
9 9
A L V . D E P A Z , De inquisitione pacis, L. V, c. I I I , c. X I V , p á g . 1462.
9 7
S A N T A T E R E S A , Moradas Séptimas, c. 3 , n. 1.
98
FN, I, 4 0 4 .
106 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

además un conocimiento infundido sobrenaturalmente, de las ver-


dades h u m a n a s ; esta nueva ciencia, al lado de la que el alma poseía
es para la inteligencia como la luz del pleno sol de mediodía junto
a una pequeña lamparilla; en adelante, a u n q u e seguirá encendida
esta pequeña lámpara, el alma juzgará de las cosas a la claridad
9S
de la otra luz suprema .
Aquí es también, y principalmente, enseñada el alma sobre
«los demás artículos de nuestra fe católica», y sobre los misterios
1 0 0
de « Dios en sí» o sea sobre su vida Trinitaria ; ello equivale a
la frase genérica « cosas de fe » que San Ignacio narra.
Las « cosas espirituales » de Goncálves da Cámara en sus Acta
no son sino la inteligencia de la « ciencia secreta de Dios » o «Teo-
logía Mística» de que habla san J u a n de la Cruz; con ello indica
que el místico es iluminado sobre las consecuencias espirituales
i n i
que armónicamente se deducen de esas verdades dogmáticas .
Pero este triple a p a r t a d o « cosas espirituales, de fe y de letras »
es un intento de especificar que v a encerrado entre u n a frase gene-
ral que precede, — « entendiendo [. . .] m u c h a s cosas — y las pala-
102
bras todavía m á s universales «le parecían todas las cosas n u e v a s » .
E s t a sobriedad de la narración, sin duda tiene algo que ver con
103
el t e m p e r a m e n t o n a t u r a l m e n t e reservado de Ignacio , y con la
humildad del hombre de Dios que prefiere tener ocultos los dones
104
y gracias recibidos de su m a n o .
P e r o hay una razón más profunda de esta moderación en el
narrar, que es una confirmación magnífica de la naturaleza teoló-
gica de esta gracia. E n efecto, además de las causas de carácter
o de modestia, él nos dice que los detalles que vio fueron muchos,
pero que «no se pueden declarar los particulares».
L a frase es exacta, y tiene una e x t r a ñ a y a d m i r a b l e coinci-
dencia con lo que los místicos enseñan acerca de esta clase de vi-
sión intelectual s u p r e m a :

« Que, por c u a n t o es pura c o n t e m p l a c i ó n , v e claro el a l m a que no hay


cómo poder decir algo de ello, si no fuese algunos términos generales que la a b u n -

S A N J U A N D E L A CRUZ, Cántico Espiritual, c. 2 6 , n. 13, 14, 15 y sobre


t o d o el 16.
1 0 0
S A N J U A N D E LA C R U Z , Subida, L. I I , c. 2 7 , n. 1.
1 0 1
S A N J U A N D E L A CRUZ, Cántico Espiritual, c. 2 7 , n. 5.
102
FX, I, 4 0 4 .
1 0 3
« u t erat in suis rebus c o n n n u n i c a n d i s diffieilis »: FN, I I , 5 2 7 .
1 0 4
« a m i g o de esconder los d o n e s de D i o s secretos »: FN, I, 768.
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO V ESPIRITUAL 107

dancia del d e l e i t e y bien que allí sintieron les hace decir a las a l m a s p o r quien
p a s a ; m a s n o para que e n ellos se p u e d a acabar de e n t e n d e r lo que allí el a l m a
1 0 3
gustó y sintió » .

Xadal, comentando como teólogo, es quien m á s m a t i z a lo q u e


san Ignacio llama « t o d a s las cosas»:
Í M
E n aquel m o m e n t o se le dio luz para entender « t o d a verdad » ,
y quedaron al descubierto ante su inteligencia atónita « l a e n t r a ñ a
10 10
e s e n c i a l » ' , « l a razón de ser y la causa de todas las cosas » " .
Todo ello no es sino la admirable descripción de un caso con-
creto dentro de la naturaleza teológica q u e los místicos d a n como
específica de esta gracia intelectual s u p r e m a : Dios, que habita
en el centro del alma, se comunica de sustancia a sustancia, y
en esta visión de su Esencia, la inteligencia ve, en esa Verdad, todas
1 0 9
las verdades como en u n a m i r a d a global a la vez q u e distinta ;
el alma después de esta gracia se queda «sin saber escribirla »
pero con la impresión imborrable y profunda de q u e « e s u n a de
las grandes mercedes que el Señor m e h a hecho, y de las q u e m á s
n o
me h a n hecho confundir y avergonzar » .
Tal vez ocurra aquí una dificultad: si el objeto de esta visión es
la Divinidad, y sólo en ella, el resto de las verdades todas, ¿ cómo
« el peregrino» y las demás narraciones callan siempre el que Ignacio
viera aquí la Esencia Divina ?.
U n a sola cita de s a n J u a n de la Cruz nos v a a dejar bien acla-
r a d a la d u d a :

« E s t a s noticias d i v i n a s que son acerca de D i o s , n u n c a son de cosas par-


ticulares, por c u a n t o s o n acerca del S u m o P r i n c i p i o ; y , por eso, no se pueden
decir en particular, si no fuese en alguna manera alguna verdad de cosa menos
que Dios, que juntamente se echase de ver allí; mas aquellas no, en ninguna ma-
l u
nera » .

1 0 3
S A N J U A N D E L A C R U Z , Subida, L . I I , c. 2 6 , n. 3 .
« a d o m n e m v e r i t a t c m i n t e l l i g e n d a m »: MN, V , 2 7 7 .
l
" « i t a u t aperirentur sibi o m n i a rerum p r i n c i p i a » : MN, V , 7 8 2 .
11,8
« quasi rerum o m n i u m ibi sive rationes sive causas v i d i s s e t »: MN,
V, 612.
1 0 9 a
S A N J U A N D E L A C R U Z , Llama, c. 4 , n. o.
"« SANTA TERESA, Vida, c. 4 0 , n. 9 y 10.
1 1 1
S A N J U A N D E L A CRUZ, Subida, L . I I , c. 2 6 , n. 5. V é a s e t a m b i é n lo
que dice e n Cántico Espiritual, c. 2 0 - 2 1 , n. 1 5 : « Y es t a n poco lo que habernos
dicho de lo q u e aquí pasa y lo q u e se p u e d e decir con palabras, q u e siempre
se diría lo m e n o s que e n el a l m a que a este dichoso e s t a d o llega pasa ».
108 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Las frases « n o se puede decir n a d a del objeto principal cono-


cido » sino « en términos generales » sólo alguna cosa de lo que allí
se vio, ¿ no son expresiones que califican e x a c t a m e n t e la narración
de la Autobiografía ?.
Los efectos que la Ilustración E x i m i a deja en el alma de Iñigo
son una nueva y fortísima confirmación de que la Visión del Car-
doner es específicamente clasificable dentro de esta gracia inte-
lectual suprema.
El mismo nos dirá que, pasada la visión «le parecían todas las
cosas n u e v a s » y que se sentía como si fuera otro hombre con otra
112
inteligencia distinta ; los otros testimonios añaden que «empezó a
113 114
discernir espíritus» , y que veía « con otros ojos t o d a s las cosas» .
Y acudiendo al « control» de los efectos que en la inteligencia
produce esta clase de gracias, San J u a n de la Cruz nos dirá que con
1 1 5
ellas el vidente « se renueva en un nuevo h o m b r e » y Santa Te-
resa, de manera m á s poética escribirá la misma idea: el alma sale
116
de la visión como el « a v e fénix» renacida nueva de sus cenizas .
E n breves p a l a b r a s : a Ignacio se le había concedido tal conoci-
miento infuso de Dios, del universo, de las verdades reveladas, que
le dejaron como dueño de las verdades todas que ahora se manifesta-
117
ban a su inteligencia en perfecta dependencia y unidad orgánica .
La visita excepcional de Dios no sólo t u v o repercusión en la
inteligencia. Si hemos de creer a los testimonios, la gracia des-
bordó al mismo tiempo sobre su v o l u n t a d : todo él quedó en u n
118 119
estado de sencillez y de humildad honda y s o b r e n a t u r a l ;
129
con un gusto intenso de las cosas divinas y un hábito de contem-
plación y unión con Dios que le hacía sentir la presencia íntima
121
divina en todo sitio y ocupación externa . E s t e estado interno
espiritual se traslució al exterior: a partir de entonces, — escri-

1 1 2
FA7, I, 101-106.
113
FN, I, 8 0 y 1 6 1 ; MX, V, 6 1 2 .
4
" FN, I, 8 0 .
1 1 5
S A N J U A N D E LA CRUZ, Cántico Espiritual, c. 2 6 , n. 1 3 a 1 6 .
1 1 6
SANTA TERESA, Vida, c. 3 9 , n. 23.
1 1 7
J . N A D A L , Scholia in Constitutioncs, in p a r t e m V I , c. III, págs. 1 3 4 - 1 3 5 .
118
FN, I, 8 0 .
1 1 8
N a d a l , escribiendo sobre la gracia del Cardoner d i c e : « H o c d o n u m
s e m p e r m a g n i f c c i t I g n a t i u s , de hoc v e h e m e n t e m a n i m i m o d e s l i a m a t q u e hu-
m i l i t a t e m c o n c a e p i t »: MX, V, 6 1 2 .
120
FN, I, 161.
121
FN, II, 153.
P. I I , C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 109

birán sus íntimos —, su rostro quedó como b a ñ a d o en alegría y


122
suave luminosidad e s p i r i t u a l .
Finalmente, como característica de este tipo de visión inte-
lectual, todos los místicos insisten en señalar el celo de las a l m a s :
el alma, pasada esta gracia, queda con u n único deseo: sufrir, t r a -
123
bajar por la salvación de las almas . Y s u b r a y a n expresamente
este efecto como contrapuesto a los deseos de morir q u e el éxtasis
124
o el r a p t o dejan .
Digamos que la Visión del Cardoner cuenta con una riqueza tes-
timonial impresionante que nos habla de esta última característica.
Nos dirán que la Ilustración E x i m i a encendió en Ignacio u n a h o -
125
guera repentina de amor al p r ó j i m o ; y que desde entonces empezó
126 1 2 7
a a y u d a r a los demás con la predicación de la palabra divina .
Así llegamos a la conclusión de q u e Laínez, a pesar de ser el
primero q u e escribe sobre la gracia del Cardoner, y dentro de su
sobriedad habitual, nos d a con precisión teológica asombrosa todo
lo q u e p a r a el alma de Ignacio supuso la Visión: «fue ilustrado
interiormente [ . . .] de m a n e r a q u e empezó a v e r con otros ojos
todas las cosas [ . . ,J y a gustar las cosas del Señor, y a comu-
1 2 8
nicarlas al próximo en simplicidad y caridad » .

11. — El Libro de los Ejercicios, confirmación intrínseca de la


naturaleza teológica de la Visión.

Los autores antiguos y modernos opinan con unanimidad que


Ignacio practicó y escribió los Ejercicios en sus líneas fundamentales
1 2 9
d u r a n t e el año de retiro en Manresa .

22
»MN, V, 6 1 2 .
1 2 3
Véase SANTA T E R E S A , Moradas Séptimas, c. I I I , n. 2 - 4 ; y A L V . D E P A Z ,
De inquisitione pacis, L. V, p . III, p á g . 1462.
1 3 4
S A N T A T E R E S A , Moradas Sextas, c. 6, n. 1.
1 2 5
« r e p e n t i n a q u a e d a m el c o c l e s t i s l u x illi exnrta fuit [ . . .1 a t q u e di-
v i n a e c o g n i t i o n i s l a n t o l u m i n e i l l u s t r a t u s , u t in t e r t i u m c o e l u m raptus ibique
arcana D e i v e r b a q u o d a m m o d o a u d i v i s s e videretur. T a n t a i t e m in p r ó x i m o s
chántate súbito exarsil ut in illorum s a l u t e m o m n e m operam a t q u e laborero,
non sine m á x i m o fructu e t a d m i r a t i o n e , collocaret ». FN, I I , 2 8 8 .
1 2 8
« Iam inde c o e p i t o p e r a m i u v a n d i s a n i m a b u s i m p a i t i r i »: FN, II, C6.
1 2 7
« E t docuit q u i d e m doctrinara c h r i s t i a n a m s t a t i m post ¡ l l u s l r a l i o -
n e m ». MN, V , 783.
i 2 S
M I , FN, I. 8 0 .
2 S
i E n t r e los a n t i g u o s c i t a m o s , p o r e j e m p l o , a Laínez en FN, I, 8 2 y a
110 el origen d e la compañía d e jesús

¿ Pero se refieren a antes, o a después de la Ilustración ?


E x c e p t o una de las veces en que no tiene intención de hacer
1 3
cronología \ N a d a l siempre n a r r a la Ilustración en primer tér-
m
mino, y luego a ñ a d e que «por aquel tiempo» recibe en la oración ,
l32
y escribe las Meditaciones de los Ejercicios .
Polanco, m a t i z a n d o a N a d a l , nos dirá que este « p o r enton-
ces » no es mera sucesión literaria de la narración, sino verdadero
orden de prioridad y posterioridad cronológica. Y que esta crono-
logía incluye en sí una verdadera dependencia como de efecto
a causa. N a r r a d a la Ilustración, c o m e n t a :

« Ab hoc tempore in m a i o r c m ac profundiorem sui c o g n i t i o n c m irigrcssus


e s t [ . . . ] ; et [ . . .] ea quae in s p i r i t u a l i u m E x e r c i t i o r u m libro contincnlu'r,
1 3 3
p r i m o faceré ipse, d e i n d e observare et in scripta redigere » .

La Ilustración E x i m i a fue el comienzo de la experiencia espi-


ritual en nueva etapa de profundidad: de ella nace, primero, la
práctica de las Meditaciones claves, que luego Ignacio redacta en
134
m é t o d o que es el Libro con que a y u d a a las almas .
N a d a de extraño tiene, a n t e estos documentos, que los escri-
tores modernos sostengan t a m b i é n esta relación entre Cardoner
1 3 5
y Libro de los Ejercicios: para Hugo R a h n e r , para I.etu-

P o l a n c o en FN, l, 1 0 3 ; a N a d a l en varios s i t i o s : FN, II, 190-191 y MN, V,


277; a Garibay en FN, II, 454 ; a R i b a d e n e i r a en FN, I I I , 600. E n t r e los
modernos a D U D O N en el apéndice 11 de su obra Saint Ignace de Loyola,
París, 1934, a L E T U R I A en Est. Ign., II, 14 ; a I P A R R A G U I R R E , en Obras Com-
pletas de san Ignacio de Loyola, B A C , ¡Madrid, 1963, p á g s . 175 y 181-183.
1 3 0
V é a s e su plática s e g u n d a de Alcalá en 1 5 6 1 , en la p á g . 190 de FN, II,
donde aparece claro por el c o n t e x t o que N a d a l e s t á h a c i e n d o sistema para
acomodar la v i d a de Ignacio a las etapas de formación de los jóvenes jesuítas.
1 3 1
V é a s e las palabras que siguen en MN, V, 0 1 3 a la narración de la
IIlustración E x i m i a : « Per i d e m h o c t e m p u s accepit per o r a t i o n e m illas m e d i -
t a t i o n e s quas isti P a t r e s E x e r c i t i a Spiritualia appellare solent « . . .
1 3 2
« T u n e q u i d e m t e m p o r i s conscripsit E x e r c i t i a » : MN, V, 782.
1 3 3
FN, II, 527 y 5 3 2 - 5 3 3 . Para V a l t r i n o , FN, III, 365 Ignacio baja de
Monserrat a Manresa para anotar los « e j e r c i c i o s » ; Polanco conoce que ha
h e c h o retiro en Monserrat y que se ha dedicado a m e d i t a c i o n e s a n t e s de la
Ilustración en Manresa; pero su idea es clara: para él n i n g u n a de las dos eta-
p a s c o n s t i t u y e n los « Ejercicios de San Ignacio »: que sólo r e s u l t a n como
Método a partir y posteriores a la E x i m i a « Visión ».
134
FN, II, 527.
1 3 5
H. RAHNER, Ignatius von Loyola . . . pág. 54.
P. I I , C. I - E S T U D I O TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 111

13 137
ria % para Iparraguirre esta posterioridad e influencia significan
una auténtica dependencia causal.
E s t e testimonio histórico t a n unánime, ¿ es cierto, o no '.'
E l examen interno del Libro nos puede servir de control. De
haber esta dependencia « causal» es preciso que su contenido teo-
lógico y espiritual, al menos en sus líneas fundamentales, corres-
ponda al núcleo íntimo que hemos constatado en la Visión.
Pues bien: es maravilloso comprobar esta prodigiosa iden-
tidad. El Libro ignaciano, en su conjunto, no es sino la formula-
ción sencilla de los profundos misterios de nuestra Fe, que la luz
de la m á s subida oración infusa ha hecho vivencia espiritual.
El Principio y F u n d a m e n t o , en su formulación en términos
1 3 8
de Escuela, es posterior a Manresa ; pero en su esencia í n t i m a : —
vocación sobrenatural del hombre, el universo como medio, res-
I39
puesta de la criatura a Dios Salvador — , es síntesis y resultado
140
de una profunda vivencia interior s o b r e n a t u r a l que tiene, sin
duda, todas las características de la época mística manresana.
Su coronamiento, la Contemplación para alcanzar amor, en
que Ignacio hace pasar a n t e el contemplativo a las criaturas como
don, como presencia, como acción y como reflejo participado de
141
la Esencia de Dios , ¿ no recuerda las frases con que los místi-
cos nos hablan del supremo grado de contemplación infusa ?.

« Y, a u n q u e es v e r d a d que echa allí de v e r el a l m a que e s t a s cosas son


d i s t i n t a s de D i o s , en c u a n t o t i e n e n ser criado, y las v e en él con su fuerza,
raíz y vigor, es t a n t o lo que conoce ser D i o s en su ser con infinita e m i -
nencia t o d a s e s t a s cosas, que las conoce mejor en su ser que en las mismas
42
cosas »> .

Pero San J u a n de la Cruz nos dice que el objeto m á s profundo


sobre el que Dios enseña al alma en esta visión es sobre:

136
Est. Ign., II, p á g s 13 a 15.
1 3 7
I. IPARRAGUIRRF., Obras Completas de San Ignacio de Logóla, BAC,
Madrid, 1 9 6 3 . V é a s e en las págs. 181-182 de la Introducción al Libro de los
Ejercicios.
1 3 8
L E T U R I A , Est. Ign., II, págs 2 2 - 2 3 .
1 3 3
V é a s e Libro de los Ejercicios, n. 2 3 .
1 4 0
I. I P A R R A G U I R R E , Obras Completas de Sas Ignacio de Loyola, BAC,
Madrid, 1963, en las p á g s . 183-184.
1 4 1
V é a s e Libro de los Ejercicios, n. 2 3 0 a 237.
1 4 2
SAN JUAN DE LA C R U Z , Llama, c. 4, n. 5.
112 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

«los subidos y a l t o s y profundos m i s t e r i o s de sabiduría de D i o s q u e h a y


en Cristo sobre l a u n i ó n h i p o s t á t i e a de l a n a t u r a l e z a h u m a n a c o n el V e r b o
d i v i n o , y e n la respondencia que. h a y a é s t a de l a u n i ó n de l o s h o m b r e s e n
D i o s , y e n l a s c o n v e n i e n c i a s de j u s t i c i a y misericordia de D i o s sobre la salud
1 4 3
del género h u m a n o e n m a n i f e s t a c i ó n de s u s juicios » .

E l núcleo central de los Ejercicios se h a llamado « el misterio


144
P a s c u a l » en términos sugestivos m o d e r n o s ; o si se prefiere en
otros términos, el conjunto orgánico de los «misterios de la sabi-
duría de Dios q u e h a y en Cristo», dicho con la profunda expre-
sión de S a n J u a n de la Cruz.
El Verbo hecho carne, q u e con su vida, su cruz, su resurrec-
ción en « respondencia » redime, eleva, glorifica al género h u m a n e ,
al que hace su Iglesia, Cuerpo de E l que es su Cabeza.
El Cristo de los Ejercicios es el «Cristo justicia de D i o s » ; el
Cristo R e y Temporal, B a n d e r a s , Tres Grados de H u m i l d a d q u e
no es otro que el Cristo E n c a r n a d o en quien Dios llama y u n e a sí
al « género h u m a n o ».
El Cristo «justicia de Dios» con quien el P a d r e nos h a unido
1 4 5
en la sepultura, en la resurrección y en la definitiva glorificación .
E s t a es, sin duda, la misteriosa «respondencia» de q u e nos
habla San J u a n de la Cruz. A la luz Trinitaria del Cardoner Ignacio
entendió « l a unión hipostátiea de la naturaleza h u m a n a con el
Verbo » de Dios; y a esa misma luz vio en la Esencia Divina q u e
todas las verdades de Creación, Redención, Santificación del m u n d o
no eran sino u n a «respondencia» orgánica gigante q u e derivaba
del Misterio del Verbo cuando se encarnaba.
H e m o s llegado con esto a u n p u n t o delicado de interpretación:
Se t r a t a de v e r si Ignacio h a dado a este núcleo de sus Ejercicios,
— R e y Temporal, Encarnación, R a n d e r a s — , u n significado de
imitación ascética de Cristo, t a l y como podría inclinar a creer el

1 4 3
SAN JUAN D E L A C R U Z , Cántico Espiritual, c. 3 7 , n. 2 - 3 .
1 4 4
V é a s e I . I P A R R A G U I R R E , S. I . , El Misterio Pascual JJ tos Ejercicios
de San Ignacio, Sal Terrae, 5 3 (1965) 145-154.
1 4 3
« Consepulti e n i m s u m u s cuín i l l o p e r b a p t i s n i u m in m o r t e m , u t q u o
m o d o Christus surrexit a m o r t u i s p e r gloriam P a t r i s , i t a e t n o s in n o v i t a t e
v i t a e a m b u l e m u s »: Rom., 6, 4 - 5 .
« D e u s a u t e m , q u i d i v e s e s t in misericordia, propter n i m i a m caritatem
s u a m q u a d i l e x i t n o s , e t c u m e s s e m u s mortui p e c c a t i s , c o n v i v i f i c a v i t n o s
in Christo, cuius gratia estis s a l v a t i , e t c o n r e s u s c i t a v i t e t consedere fecit
in c a e l e s t i b u s i n Christo l e s u »: Ephes, 2, 4-6.
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 113

146
ofrecerse a pasar injurias, afrentas, d o l o r ; o si m á s bien piensa
en una llamada de Cristo a la vida apostólica activa, como indica el
1 4 7
tono de conquista guerrera, de reyes, estandartes, « enemigos » .
Pensamos que ninguno de los dos significados está incluido en
este núcleo í n t i m o : Se t r a t a sin duda de algo m u c h o m á s univer-
sal y m á s profundo.
Ignacio ha visto que la E n c a r n a c i ó n de Cristo no es sino la
1 4 8
llamada de Dios en Cristo al m u n d o universo ; y que el aceptar
esta llamada « en Cristo » lleva consigo un estiló de « sabiduría de
Dios » que no es sino un estado de desprendimiento, de humildad
149
y de cruz .
P a r a nosotros, el R e y T e m p o r a l y las R a n d e r a s no son sino
parábolas profundas que simbolizan esta vocación de Dios en
Cristo E n c a r n a d o al m u n d o universo, y la disposición interior
que esta llamada exige p a r a ser aceptada en los diversos grados
de plenitud.
De suyo, en esos símbolos, esa llamada universal está vacía
de todo contenido vocacional concrelo, pues es claro que el método
orgánico del Libro ignaciano es universal, y por ello, a p t o p a r a
cualquier clase o especie de incorporación a Cristo.
El ejercitante que ha hecho esta oblación genérica a Cristo así
15ü
aceptado , en u n estadio ulterior pasa por la Vida de Cristo: In-
fancia, episodio en el templo, trabajo oculto, predicación de após-
tol. Sólo entonces vendrá esa concretización vocacional: a la luz
del discernimiento Dios dirá a cada uno en qué aspecto de imita-
ción encarnacional le quiere incorporar a El en Cristo W.

1 4 6
Véase. Libro de los Ejercicios, n. 9 8 .
1 4 7
V é a s e Libro de los Ejercicios, n. 95.
1 4 8
V é a s e en la E p í s t o l a a los E f e s i o s , los versículos 3-14 del capítulo
primero, la profunda s í n t e s i s que san P a b l o h a c e del Misterio de Cristo: en
E l n o s eligió el Padre a n t e s de la creación del u n i v e r s o para santificarnos,
para darnos la a d o p c i ó n de hijos, e t c . ; se c o m p r e n d e r á que el Libro de los
Ejercicios, leído a e s t a luz, n o c o n t i e n e sino las v i v e n c i a s m í s t i c a s de esos
Misterios h o n d o s , c e n t r o del c r i s t i a n i s m o .
1 4 8
« Nam quia in D e i s a p i e n t i a non c o g n o v i t m u n d u s per sapientiam
D e u m : p l a c u i t D e o per s t u l t i t i a m p r a e d i c a t i o n i s salvos faceré credentes . . .
Nos autem praedicamus Christum crucifixum . . . Christum Dei virtutem
et D e i s a p i e n t i a m »: V é a s e 1 Cor, 1, 2 1 - 2 4 .
iso v é a s e Libro de los Ejercicios, n. 98.
1 3 1
V é a s e en el n. 135 del Libro de los Ejercicios el l'reámbulo para consi-
derar estados de profundo c o n t e n i d o espiritual y dogmático.

8 — El origen de la Compañía de Jesús.


114 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Vamos a ocuparnos finalmente de u n a p r e g u n t a que esta


interpretación puede suscitar a algunos:
Si este contenido central viene del Cardoner, y decimos que
de suyo no implica matiz concreto vocacional, ¿ cómo se explican
los testimonios que aseguran que Ignacio se sintió Humado a un
152 u
seguimiento apostólico de Cristo en la Visión , en las Banderas '\
U4
y en la meditación del Reino'} .
E s precisamente la respuesta a esta dificultad la que puede
acabar de completar nuestro pensamiento, que exponemos en
tres pasos progresivos:
Digamos, en primer lugar, que esta « h a m b r e de almas », como
hemos visto, es un efecto inseparable de la naturaleza teológica
de las visiones de este tipo. P o r consiguiente, Ignacio quedó encen-
dido en celo apostólico por el mero hecho de haber recibido este
155
estado místico privilegiado . Pero, a la luz de « discernimiento »
en que quedó sumido, él vio perfectamente que debía prescindir
de este efecto personal de celo apostólico cuando t r a t a de for-
m u l a r la inteligencia que Dios le dio en esta experiencia mística
de que « El llamaba en Cristo al universo ».
E n segundo lugar cabe preguntarse a qué se debe la orien-
tación activa de este celo apostólico; de sus directrices ascéticas
primeras m á s bien hubiera podido esperarse una orientación
de inmolación contemplativa redentora del universo.
La razón de este segundo aspecto activo de su celo hay que
buscarla, a nuestro parecer, a la luz conjunta de la psicología
y de la mística. Xos explicamos:
Sabemos que los psicólogos hablan de diversos tipos de tem-

FN, I, 80; FN, II, 00 y 288; MN, V, 783.


1 5 3
Asi N a d a l en MN, V, 4 0 : V é a s e el c o m e n t a r i o de D a l m a s e s en Man-
resa, 2 0 (1948)311-320. T a m b i é n el P. Luis de la P a l m a escribe en R H O ,
Interrogationes, X , p á g . 1 8 0 haberlo oido al P. Gil González c o m o p r o v e n i e n t e
de Ignacio por el P. Mercuriano.
1 3 4
E n R H O , Interrogationes, X , p á g s . 1 7 9 y 1 8 1 los P a d r e s Carvalho y
Cazorla lo escriben c o m o t e s t i g o s de la tradición.
1 5 3
El P. Leonardo Silos en A H S I , 3 3 ( 1 9 0 4 ) 3 7 cree que Ignacio, a la
luz de d i s c e r n i m i e n t o que le q u e d ó de la V i s i ó n del Cardoner e n t e n d i ó que
las consolaciones que sentía en las m e d i t a c i o n e s del R e y y B a n d e r a s signi-
ficaban para él l l a m a d a a u n a v i d a a p o s t ó l i c a .
Como se v e , no es e x a c t a e s t a m a n e r a de p e n s a r : la naturaleza misma
de e s t a v i s i ó n l l e v a en sí el dejar con celo de a l m a s al v i d e n t e en el mismo
instante que la e x p e r i m e n t a .
P. I I , C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 115

peramento, según la proporción en q u e entren en cada u n o los


15s
diversos componentes caractereológicos . L a teología espiritual
nos dirá, por otro lado, q u e las gracias místicas, al ejercer su
influjo premíente en u n a u otra facultad, según el carácter diverso
del individuo concreto, orientan todo su dinamismo espiritual en
1 5 7
u n determinado sentido .
Si aplicamos estos dos principios al caso concreto de San
Ignacio, el resultado es claro: « t e m p e r a m e n t o inflamable p o r
naturaleza », Iñigo « a t r a v é s de las ideas percibe valores encar-
nables en la vida, traducibles en actos; que por ende, conjugándose
con la dinamicidad de su t e m p e r a m e n t o , actúan como resorte ope-
1 5 8
rativo » . Así, la luz mística del Cardoner, al encenderle en amor
al prójimo, hace saltar el resorte de sus facultades ejecutivo-
prácticas q u e se ponen en m a r c h a p o r u n camino de servicio
1 5 9
activo .
Pero queda u n a última interrogante a propósito del celo
apostólico de Ignacio: ¿ por qué lo orienta a u n a a y u d a del pró-
jimo prevalentemente en el ministerio de predicación del mensaje
cristiano?
A nuestro parecer este aspecto encuentra su explicación en
dos últimos tipos de datos q u e nos acaban de hacer comprender
todo lo que la Visión del Cardoner fue para Ignacio.
En efecto, es verdad q u e R e y y Banderas, como símbolos uni-
versales que son, están vacíos de todo matiz vocacional concreto.
P e r o no se puede negar q u e Ignacio subraya en ellos ron predi-
lección los rasgos dinámicos de seguimiento activo: E l R e y llama

1 5 8
E l t i p o de i n v e s t i g a c i ó n q u e n o s o c u p a n o a d m i t e q u e n o s d e t e n g a m o s
en el e s t u d i o de los diversos t i p o s t e m p e r a m e n t a l e s . R e m i t i m o s para ello a
los conocidos libros de R. L E S E N N E , E . K R E T S C H M E R , y sobre t o d o a W . I I .
S H E L D O N , Las Variedades del Temperamento, t r a d u c c i ó n e s p a ñ o l a del original
A
i n g l é s en Editorial P a i d o s , B u e n o s A i r e s , 1960 .
1 5 7
A . R O L D A N , S . 1., en Introducción a la Ascética Diferencial, Razón
y F e , Madrid, 1 9 6 2 , ha e s t u d i a d o la influencia del carácter e n la v i d a espiri-
tual normal.
A. S A U D R E A U , en Les Degris de la vie spirituelle, París-Angers, 1 9 3 5 ,
v o l . I I , c. X X X I I e s t u d i a la diversa repercusión de la oración infusa extraor-
dinaria y de las gracias m í s t i c a s q u e la a c o m p a ñ a n , según la diversa tipología
de l a s personas q u e t i e n e n e s t a s v i v e n c i a s m í s t i c a s .
1 5 8
M. I R I A R T E , S . L , La personalidad de Ignacio vista en sus valoraciones,
Razón y Fe, 153 (1956)23-44.
1 5 8
Véase lo que escribe J . D E GUIBERT en R A M , 1 9 ( 1 9 3 8 ) 1 1 3 - 1 4 0 .
116 E L ORIGEN D E LA COMPAÑÍA DE JESÚS

6 0
a «vigilar», a «ofrecerse con El al t r a b a j o » ' ; «escoge t a n t a s
personas, apóstoles, discípulos, etc. » para que le ayuden a esparcir
I6
por el m u n d o su mensaje evangélico ' .
Pero a esto añadamos, sobre iodo, que los testimonios histó-
ricos que hablan de que Ignacio sintió en aquella gracia mística
la vocación apostólica, no se refieren a una llamada a un aposto-
lado genérico; al contrario: T a n t o al hablar de los afectos de la
102 163 l M
Visión , como al hablar del Rey T e m p o r a l y de las Banderas ,
se refieren siempre a una llamada específica de Ignacio orientada
a ayudar a las almas en un contacto directo en que entra en juego
la predicación del mensaje evangélico.
A la luz de este doble tipo de d a t o s : contextura literaria de
los símbolos ignacianos, y sobre todo, unanimidad de testimonios
históricos, concluímos: Ignacio, al entrar en el torrente de luz y
de amor místicos de la Visión, — y al e s t r u c t u r a r luego su conte-
nido en símbolos, como ulterior despliegue de un m o m e n t o ú n i c o — ,
entendió que «Cristo E n c a r n a d o era la llamada del P a d r e al uni-
verso m u n d o »; pero al mismo tiempo, en un « primer modo de elec-
1,E
ción », como Mateo y como Pablo , .SÍ' sintió incorporado por Dios
a Cristo como colaborador incondicional; llamado a una imitación de
su aspecto encarnacional concreto de Apóstol del Padre; de Predicador
de la Buena Nueva en estado de desprendimiento y de humildad.
E n aquel m o m e n t o , y desde entonces a perpetuidad, Ignacio
se siente incorporado a Cristo, por Dios, compañero de « t a n t a s
166
personas, apóstoles, d i s c í p u l o s » que envía por el m u n d o a
esparcir su doctrina, en un Reino que está en lucha contra el
«anti-reino» y contra el « m o r t a l enemigo» del universo, que
167
quiere a los hombres debajo de su bandera .

leo v é a s e Libro de los Ejercicios, n. 95 y 9 6 .


1 6 1
Véase Libro de los Ejercicios, n. 145.
162
FN, I, 8 0 ; FN, II, 66 y 2 8 8 ; MN, V, 783.
1 6 3
Véanse los t e s t i m o n i o s c i t a d o s m á s arriba; se e n c u e n t r a n en P. R H O ,
Interrogationes, X : en p á g . 179 lo afirma el P. Carvalho, c o m o p r o v e n i e n t e
del P. Gil González; y en la p á g . 1 8 1 , el P. Cazorla c o m o de San Ignacio a
través de los primeros compañeros.
1 6 4
V é a s e la n o t a 153.
1 6 5
Véase Libro de Ejercicios, n. 175.
i6« Véase Libro de Ejercicios, n. 145.
1 6 7
Véase el c o n j u n t o de la m e d i t a c i ó n con los dos c a m p o s simbólicos
de profundas resonancias bíblicas, d o g m á t i c a s , y espirituales, en Libro de
los Ejercicios, del n ú m e r o 130 al n ú m e r o 148.
P. II, C. I - ESTUDIO TEOLÓGICO Y ESPIRITUAL 117

Creemos con esto acabado el estudio que pudiéramos llamar


« a b s o l u t o » de la Ilustración E x i m i a :
P a s a d a por el « control» del análisis teológico y místico de
sus elementos, la Visión del Cardoner se presenta como una ala-
cia mística intelectual de categoría suprema.
— E s un conocimiento infuso en que Ignacio entiende las
verdades t o d a s en la Esencia Divina, Suprema Verdad que es
raíz y fuente de ellas.
— E s t a Visión le deja sumergido en una inteligencia nueva,
infusa, armónica de las verdades de orden n a t u r a l ; de todos los
dogmas de la fe en su concatenación orgánica revelada; y de las
consecuencias que en orden espiritual ellos suponen para el alma.
— Al mismo tempo Dios, en esa corriente mística gigante,
a r r e b a t a su voluntad, y la incorpora al misterio de Cristo, en el
aspecto de imitación apostólica en estado de desprendimiento y
de humildad.
P e r o antes de a b o r d a r el problema de la relación entre el Car-
doner y el I n s t i t u t o de la Compañía, nos queda un último paso
por d a r :
E n el capítulo que sigue es preciso que estudiemos su puesto
relativo en la vida de Ignacio de Loyola.
E n otras p a l a b r a s : a la luz del comportamiento anterior a la
Visión y posterior a ella, ¿ hasta qué p u n t o en el Cardoner cambia,
queda fija, o movible la orientación interior espiritual del fundador
de la Compañía ?
Sólo a la luz de una panorámica tal de su trayectoria íntima
podremos saber si hemos de corregir, añadiendo o quitando, nues-
tro juicio acerca del contenido objetivo que hemos señalado a
la Ilustración Eximia.
Muy al contrario, veremos que el estudio de «la posición rela-
tiva » de esta Visión en la vida espiritual de Ignacio de Loyola
es u n a clara confirmación a lo que acabamos de decir sobre su
naturaleza teológica; y una nueva luz que nos acabará de capa-
citar para entender con plenitud la relación que media entre el
Cardoner y el I n s t i t u t o de la Compañía.
CAPITULO SEGUNDO

« . . . la gráce du Cardoner m a r q u e
dans l'expérience spirituelle d'Ignace le
t o u r n a n t qui decide de r o r i e n t a t i o n de
sa v i e » ( R . C A N T I N , S. I., Sciences Ecclé-
siasliques, 7 (1955) 24.
« Iam inde c e p i t o p e r a m i u v a n d i s ani-
m a b u s i m p a r ü r i , q u o d lili p r o p o s i t u m
fuit et p e r p e t u u m et ü r m i s s i m u m » ( N A -
D A L , FN, II, 66).

PUESTO DE LA VISION DEL CARDONER


EN EL ITINERARIO EVOLUTIVO ESPIRITUAL DE SAN
IGNACIO

1. — Metodología.

No pretendemos hacer una «biografía»; ni t a m p o c o a b o r d a r


la trayectoria espiritual del fundador de la Compañía con una
«idea preconcebida», para hacerla «encajar» en ella.
Nuestro plan ahora es, a la vez, m á s sencillo y m á s delicado
que todo eso:
Se t r a t a de ver cuáles son las etapas en la maduración espiri-
t u a l de Ignacio de Loyola; de entender qué lugar relativo ocupan
en este progreso espiritual las experiencias místicas de Manresa;
y sobre todo, de detectar la motivación profunda que está a la
base y es causa de cada una de esas épocas espirituales progresivas.
P a r a eso vamos a a b o r d a r el capítulo con un m é t o d o de inves-
tigación que nosotros llamaríamos de « biografía-espiritual».
A c o m p a ñ a r e m o s al «peregrino » desde el m o m e n t o en que le
hieren en P a m p l o n a h a s t a la fundación de la Compañía de J e s ú s
en R o m a , atentos sólo a los datos de su vida que señalen estas
e t a p a s sucesivas, y que hablen de la motivación que está a la base
de ellas.
120 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

La finalidad es bien concreta: queremos, sin esquemas precon-


cebidos, que las fuentes históricas por sí mismas nos hagan ver
si el Cardoner es m a d u r a c i ó n o r u p t u r a de la trayectoria primera
espiritual de Ignacio de Loyola; y h a s t a qué p u n t o esa etapa de
experiencias místicas fija o condiciona definitivamente el itinerario
ulterior del fundador de la Compañía.

2. — De Loyola a Manresa: rudimentarias orientaciones ascé-


ticas, y vida de penitencia solitaria.

Ignacio, por naturaleza era noble, sincero y generoso vivió en


2
u n ambiente de respeto a las cosas de fe ; pero esas mismas cuali-
dades h u m a n a s , dejadas crecer sin suficiente control, le hicieron
altanero, de costumbres ligeras, pendenciero *.
E s t e es el boceto en que coinciden todos los escritores con el
mismo Ignacio, al i n t e n t a r un juicio sintético de sí en el m o m e n t o
en que fue herido en P a m p l o n a , en la defensa desesperada del
Castillo.
Que la fe c o n t a r a en su vida, y que él tuviera conciencia de
que su situación con Dios no estaba en regla nos lo dice implícito
en el hecho sencillo de querer confesarse con u n compañero, a
falta de sacerdote, antes de emprender el combate con las fuerzas
4
a t a c a n t e s francesas .
R o t a la pierna, y t r u n c a d a por el m o m e n t o su carrera de a r m a s ,
5
entra en la casa solariega de Loyola . Su enfermedad se agrava,
6
y el 24 de J u n i o le aconsejan que reciba los últimos S a c r a m e n t o s .
Pero la noche del 29, cuando h u m a n a m e n t e todas las esperanzas
estaban perdidas, su estado de salud hace crisis, y la mejoría
7
empieza .
Su situación espiritual en estos m o m e n t o s es la del simple
cristiano vulgar a quien la amenaza de la m u e r t e próxima h a

1
FN, I, 70, 1 5 1 - 1 5 6 ; FN, III, 3 3 9 - 3 4 0 .
2
FN, I, 154 y FN, I I I , 3 4 0 .
3
FN, I, 1 5 4 ; FN, I I I , 3 3 9 .
1
V é a s e , FN, I, 3 6 4 con la n o t a 4».
5
FN, I, 3 6 6 .
6
FN, I, 3 6 6 - 3 6 8 . E s curioso a d v e r t i r la c o i n c i d e n c i a : e x a c t a m e n t e 16
años d e s p u é s , en la m i s m a fecha Ignacio recibe en V e n e c i a la Ordenación
S a c e r d o t a l : MI, Scripta, 543-545.
' FN, I, 368.
P. II, C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 121

puesto en gracia, pero sin quitarle sus ensueños e ilusiones m u n -


8
danas que siguen íntegras : lo p r u e b a n las despiadadas curas a
que se somete para poder calzar con elegancia las b o t a s ; la litera-
t u r a profana que pide para alimentar su fantasía en los ratos de
convalecencia; las ensoñaciones caballerescas de propia invención
9
con que q u e m a el tiempo, a falta de lectura .
E n este estado psicológico de espera dolorosa a n t e el porvenir
y de quietud forzada, empieza la obra de la gracia: lee a ratos en
los libros de piedad que las mujeres de la familia poseían, y cae
en su alma generosa la semilla buena de las acciones heroicas de
1 0
los santos ; pero al querer germinar es barrida por el viento fuerte
de largas fantasías amorosas y caballerescas Treinta años m á s
t a r d e , y a maestro consumado en las cosas de espíritu, describirá
I2
Ignacio estas primeras luchas con rasgos que emocionan .
L a constatación de « espíritus » que se disputan su alma es para
13
el convaleciente u n a revelación a s o m b r o s a : la reflexión sobre
el pasado le m u e s t r a su vida m a n c h a d a , y le enciende en deseos
11
de hacer p e n i t e n c i a ; un elemental «discernimiento» ha hecho
15
que en la lucha, la balanza empiece a inclinarse del lado de Dios :
es el comienzo de la victoria.
Pero, sin experiencia en la vida espiritual va a t o m a r como
n o r m a de su tarea ascética la imitación e x t e r n a de austeridades
extremas, narradas en la Vita Christi y en el Flos Sanctorum:
11
superará a los santos en soledad, disciplinas, ayunos .
La vida de Cristo del Cartujano está ungida por el amor ar-
diente a la H u m a n i d a d del R e d e n t o r y la admiración incondicio-
nal por la Tierra Santa. Al calor de su lectura Ignacio concibe
la irrevocable decisión de hacerse peregrino, en m a r c h a hacia la
18
Tierra del Salvador .

8
FN, i, 369.
• FN, I, 3 6 8 - 3 7 0 .
10
FX, I, 370.
11
FX, I, 370.
12
FN, I, 3 7 0 - 3 7 2 .
13
FX, I, 3 7 2 - 3 7 4 .
1 1
FX, I, 3 7 4 .
" FX, I, 3 7 4 .
18
FX, I, 3 8 2 .
17
FX, I, 3 7 2 .
1 8
E s cierto q u e Ignacio, según confiesa él m i s m o , t i e n e en L o y o l a la
idea de peregrinar, que repite a n t e s de llegar a Manresa o a B a r c e l o n a h a s t a
122 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

L a salida de Loyola es un prólogo admirable a su vida de hé-


roe de la s a n t i d a d : la r u p t u r a con los lazos familiares de la casa
l9
solariega , la cancelación de todo compromiso con la casa del
20
D u q u e de Nájera , la compra del sayal de peregrino y la vela
a n t e N u e s t r a Señora de Monserrat son las primeras magníficas
21
hazañas de este quijote de la pobreza y de la humillación .
P e r o hagamos refleja en este momenLo nuestra finalidad: bus-
camos en la biografía de Ignacio sólo los datos que sirvan p a r a
detectar etapas espirituales de su vida interior.
P u e s bien, el plan con que sale de la casa-torre no deja lugar
a duda sobre su ideal primero de santidad:
L a idea clave y central era « q u e siempre viviese en peni-
22
tencia » .
P a r a ello empezaría por peregrinar a Jerusalén, «con t a n t a s
disciplinas y t a n t a s abstinencias, q u a n t a s un ánimo generoso,
encendido de Dios, suele desear h a c e r » . A la vuelta entraría en
la Cartuja « sin decir quién era, p a r a que en menos le tuviesen, y
2 3
allí nunca comer sino y e r b a s » .
Monserrat era en el primitivo plan de Ignacio sólo un breve
24
alto en el camino para Tierra S a n t a .
¿ Qué razones t u v o para, — después de una detenida confe-
2 6
sión general — , retroceder al cercano pueblo de Manresa y re-
t a r d a r su primer proyecto con un prolongado retiro de casi u n
26
año de soledad? . E n sus memorias autobiográficas él alude a

la s a c i e d a d : FN, I, 3 7 2 , 3 7 4 , 3 7 6 . . . ; en e s t e p u n t o se e q u i v o c a n Laínez
y N a d a l que creen que se le ocurre en Manresa: FN, I, 86 y FN, II, 1 5 1 ; t a m -
bién se e q u i v o c a P o l a n c o en su Sumario, c u a n d o pone el n a c i m i e n t o de la
idea en B a r c e l o n a : FN, I, 1 6 6 ; m á s tarde, en su Vita Ignatii se corregirá
y la pondrá a c e r t a d a m e n t e en L o y o l a : FN, II, 519. N o es claro de dónde sacó
Ignacio su primera idea de la peregrinación a Tierra S a n t a . Parece lo m á s
o b v i o que se la sugiriera la lectura del Cartujano: A l sostener e s t a o p i n i ó n ,
s e g u i m o s la s e n t e n c i a de Leturia, que parece que razona bien su p o s i c i ó n en
Est. Ign., I, 181-200.
" FN, I, 3 7 8 .
2n
FN, I, 3 8 0 .
21
FN, I, 3 8 1 - 3 8 8 .
22
FN, I, 376.
23
FN, I, de las páginas 374 a la 378 en la Autobiografía.
21
FN, I, 3 8 1 - 3 8 6 .
2 3
E s t a confesión dura e x a c t a m e n t e tres d í a s : FN, I, 3 8 6 .
26 a
. FN, i, 80 con n o t a 1 6 ; y FN, I, 408.
P. I I , C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 123

un deseo de pasar « en un hospital algunos días » para t o m a r nota


2 7
de las ideas espirituales que por entonces le impresionaban ; pero
silencia, sin duda, alguna razón más profunda, a raíz de la cual es
probable que esté el consejo de su confesor, a quien el « peregrino »
28
descubrió su propósito de peregrinar .
El modo de vida que comienza en Manresa nos dice claramente
que el cambio y el atraso de itinerario no suponía de ninguna m a -
nera cambio de r u m b o en su trayectoria espiritual:
Asistencia a Vísperas y a Misa todos los días y confesión y
2 9
comunión s e m a n a l ; vida de humillación y de privaciones entre
30
los pobres del h o s p i t a l .
Pero sobre todo, los alrededores solitarios del monasterio be-
nedictino, y las grutas a las afueras de Manresa le ofrecían la m á s
a p t a oportunidad para las largas horas de oración y las intensas
penitencias de vida casi anacorética que él desde Loyola proyec-
t a b a ».

27
FN, I, 3 8 8 .
2 8
Los E d i t o r e s de MI, en FN, I, 3 8 8 , n o t a 15» p i e n s a n que la p e s t e que
se h a b í a declarado en B a r c e l o n a hizo a Ignacio interrumpir por entonces
la peregrinación. E l P. Leturia, c u a n d o e m p e z a b a a i n v e s t i g a r sobre la v i d a
de Ignacio de L o y o l a , p e n s ó que el retraso se debía a que e s t a n d o Adriano V I
por e n t o n c e s en E s p a ñ a no podía Ignacio o b t e n e r en R o m a el p e r m i s o n e c e -
a
sario para peregrinar a Tierra S a n t a : Est. Ign., I, 183 con n o t a 5 ; así, se le
hacía i n ú t i l por e n t o n c e s proseguir el v i a j e . Pero a la luz de i n v e s t i g a c i o n e s
p o s t e r i o r e s c a m b i ó su m a n e r a de p e n s a r : Ignacio, aconsejado por Chanones,
su confesor en Monserrat, decide f u n d a m e n t a r su incipiente v i d a espiritual
c o n u n largo período de p e n i t e n c i a y de oración s i s t e m á t i c a , a n t e s de c o n t i -
nuar su a p e n a s iniciada peregrinación a Tierra S a n t a : v é a s e el r a z o n a m i e n t o
de e s t a s e n t e n c i a , en Est. Ign., I, 139-148 y su r e s u m e n en ese m i s m o e s t u d i o
en pág. 177.
29
FN, I, 3 9 0 , 3 9 6 - 3 9 8 .
30
FN, I, 3 8 8 .
3 1
E s m u y d e b a t i d a la c u e s t i ó n de si Ignacio v i v i ó solitario d u r a n t e u n
largo período en u n a c u e v a retirada de Monserrat sin tener c o n t a c t o con Man-
resa. La h i s t o r i a de la d i s p u t a entre los a u t o r e s , y el análisis crítico de los
t e x t o s e s t á n m a g i s t r a l m e n t e h e c h o s por Leturia en su largo trabajo: ¡¿Hizo
san Ignacio en Monserrat o en Manresa vida solitaria'!: v é a s e el artículo en
Estudios Ignacianos, I, 113-178. A pesar de la refutación del P. Quera en
Manresa, 24 (1952) 165-176, c r e e m o s que las razones de Leturia siguen siendo
v á l i d a s . Ú l t i m a m e n t e ha v u e l t o a tratar el a s u n t o el P. D a l m a s e s en Obras
Completas de San Ignacio de Loyola, B A C (1963) p á g . 9 8 : en u n a larga n o t a ,
a la luz de n u e v o s d a t o s , y en la m i s m a línea de Leturia, llega a parecidas
124 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

El mismo Ignacio de I.oyóla nos ha dejado un documento im-


presionante de esta v i d a de «imitación de los P a d r e s del Desierto »
3 2
sin tasa ni m e d i d a : se m a n t i e n e p a r c a m e n t e del pan que men-
33
diga de puerta en p u e r t a ; se deja crecer cabellos y uñas en una
M
vida casi selvática , se entrega a siete largas horas de meditacio-
35
nes metódicas .
I.aínez nos dice, que este primer período de ascesis e x t r e m a
36
duró cuatro meses, y que estragó p a r a siempre la salud del Loyola .

3. — La etapa mística de Manresa, en relación con la vida ante-


rior espiritual de Iñigo de Logóla.

Pero este período ascético, en que se m a n t i e n e « en un mesmo


estado interior, con una igualdad grande de alegría, sin tener nin-
gún conocimiento de cosas interiores espirituales » d e s e m b o c a
en u n a segunda etapa de desaliento, de falsas consolaciones, de
tentación y t e m p e s t a d de escrúpulos, que el «peregrino », n a d a
propenso a la exageración, describe con los rasgos m á s sombríos
3S
de la noche m á s cerrada de espíritu .
Y a este período intermedio sigue uno final, en que Dios, h a s t a
ahora entre bastidores, va a t o m a r « descaradamente » la iniciativa
39
en la educación espiritual de aquel alma ciega .
Como quien da lección a u n niño, Dios hace pasar a n t e los
ojos asombrados de Ignacio el misterio de la .Santísima Trinidad,
la Creación, la Eucaristía, la Encarnación, a la vez que le deja

c o n c l u s i o n e s , pero m á s m a t i z a d a s : Ignacio bajó de Monserrat a Manresa en


la m i s m a m a ñ a n a del 25 de m a r z o ; eso no q u i t a q u e d u r a n t e su p e r m a n e n c i a
e n el p u e b l o , hiciera de t i e m p o en t i e m p o alguna v i s i t a aislada al Santuario
de N u e s t r a Señora.
3 2
« P e n d a n t que t o n le p e n s o i t , il s'advise de lire les v i e s des P e r e s , sur
le p a t r ó n d e s q u e l l c s il l u y prit opinión de former t o u t e la teheur de sa v i e »:
N o s lo t r a n s m i t e Pasquicr c o m o recibido de B r o e t , que lo o y ó de I g n a c i o :
V é a s e FN, I I I , 809. — N a d a l dice que quería i m i t a r a S. Onofre y a otros
S a n t o s : v é a s e MN, V, 2 7 0 con n o t a crítica 20».
3 3
FN, I, 3 8 8 .
34
FN, I, 390.
36
FN, I, 3 9 8 .
36
FN, I, 78.
»' FN, I, 390.
3 8
V é a s e el c o n j u n t o de FN, I, 3 9 0 - 3 9 8 .
3 9
FN, I, 3 8 2 .
P. II, C. II - ITINERARIO DE S. IGNACIO 125

como gravados a fuego la verdad y el consuelo de cada uno de los


4 0
grandes misterios de la fe en su alma ; en esta época el « pere-
grino » pasa a ser « paciente de las cosas divinas » en una etapa
4l
de contemplación infusa mística .
E s t e magisterio divino culmina en la gran lección del Cardoner,
4 2
que los autores califican de « eximia » : Ignacio dirá de ella que ahí
43
le hizo Dios aprender más que en todo el resto de su vida j u n t o .
Queda ya largamente analizado lo que fue la Visión en sí mis-
m a : la amplitud y la profundidad de su contenido objetivo, y
su poderosa fuerza de unificación sintética de las verdades t o d a s .
Ahora, fieles al objetivo que nos hemos propuesto al principio
del capítulo, debemos preguntarnos sobre la frase de la A u t o -
biografía en que se nos dice que la visión cambió a Ignacio en otro
44
hombre nuevo .
¿ Qué es lo que queda y qué es lo que cambia con relación al
« hombre» que ha sido hasta ahora el peregrino? ¿ E s t a m o s ver-
d a d e r a m e n t e ante una nueva etapa espiritual de Iñigo ?
El cambio de su « corriente vital interna » es el rasgo más contro-
lable, y llamativo.
Nos explicamos:
El intenso deseo de buscar siempre lo que fuera del m a y o r agrado
divino había prendido y a desde los tiempos de convalecencia en
45
la casa-torre . Pero, al calor de sus lecturas ascéticas había orien-
t a d o esa corriente vital interna a una imitación de los héroes del
4,i
desierto y de la penitencia . La única duda que aflorará a veces
en su alma fervorosa de neoconverso será entre elegir vida de pe-
nitente solitario, o vida de penitencia cenobítica
Pero a partir de la visión, y comenzado desde ella, Ignacio da
u n giro de ciento ochenta grados a esta trayectoria interior espi-
4S
r i t u a l : se decide a la vida apostólica .

4 0
FX, I, 8 2 . — D e e s t e período dice N a d a l : « Omnia mysteria fidei
i n t e l l e x i t , et s i n g ó l a ferc vidit », en MN; V, 782.
4 1
FX, I, 163.
42 a
FX, II, 66 con nota crítica 13 .
4 3
FN, I, 4 0 4 .
44
FN, I, 4 0 4 - 4 0 0 .
45
FN, II, 5 y MX, V, 38-39.
4 6
FN, III, 809.
4 1
Véase FX, I, 3 7 2 - 3 7 8 ; v é a s e t a m b i é n Leturia en Est. Ign., I, 9 7 - 1 1 1 .
4 8
V é a n s e entre otros pasajes FX, I, 8 0 y 1 6 3 ; FX, II, 66, 2 8 8 , 3 0 8 ,
3 9 7 , 4 0 6 ; FN, I I I , 10.
126 E L ORIGEN DE LA. COMPAÑÍA D E JESÚS

Conviene, en este m o m e n t o , que no h a y a equívoco en nues-


tro modo de pensar: no queremos decir que su vida anterior estu-
viese t o t a l m e n t e carente de influencia en las almas, pues él mismo
cuenta la impresión que en los de casa había causado su cambio
de v i d a : « Y el tiempo que con los de casa conversaba, todo lo
g a s t a b a en cosas de Dios, con lo qual hacía provecho en sus al-
49
mas » .
P e r o es indudable que este apostolado es m á s bien fruto espi-
ritual en los que ven su fervor y su ejemplo, que un propósito cons-
ciente en él de dedicación a ese tipo de vida. May una prueba pal-
maria : el hecho de que una este « apostolado » a un deseo intenso
de informarse de las diversas reglas de la Cartuja, con la intención
de entrar en una de ellas p a r a permanencer en penitencia y en
5U
soledad toda la vida .
Más duda podían suscitar sus actividades en bien de las almas
en la primera etapa ascética de Manresa: él es quien nos dice que
en esta época, « u l t r a de sus siete horas de oración se ocupaba en
a y u d a r algunas almas »
Pero una cosa es clara: que todos los textos que hablan de esta
acción apostólica anterior a la Visión, se refieren sin excepción
a un apostolado ejercitado en favor de los que le vienen a buscar,
sin que aparezca jamás que él tome la iniciativa: se t r a t a de « con-
versar » a los que « deseaban conversarle » por la estima en que
5 2 53
le t e n i a n ; de a y u d a r a los que «le venían a b u s c a r » , según él
mismo indica.
Y Polanco, que acentúa más que ninguno este apostolado an-
terior a la Visión, cuando se refiere a toda la época anterior a ella
nos habla en el mismo sentido de pasividad:

« l a m q u i d e m , a suae conversionis i n i t i o , e t i a m ante praedictam illain


m e n t í s eius i l l u s t r a t i o n e m , ut ipse f e r v e b a t D e i amore ac v i r t u t u m quae ad
p e r f e c t i o n e m c h r i s l i a n a e v i t a e í a c i u n t , ita et alios qui ad ipsum accedebant
M
cohortari et inflammare ad v i r t u t e m ac D e i s e r v i t i u m solitus erat » .

" FN, I, 376.


" FN, I, 378.
51
FN, I, 398.
2
- F.V, I, 3 9 2 .
5 3
F.V, I, 398.
5 4
F.V, II, 527. — Conviene a d v e r t i r aquí que e s t e c a m b i o de p a s i v i d a d
en u n a a c t i v i d a d a p o s t ó l i c a , en que él se a d e l a n t a a buscar a las a l m a s , lo
a t r i b u y e n otros t e s t i m o n i o s , Surio, por e j e m p l o , m á s en general al año de
P. II, C. II - ITINERARIO DE S. IGNACIO 127

Sólo a partir de la Ilustración pierde esta pasividad: acuciado


por el « h a m b r e de almas » que la visita de Dios le deja, se entrega
a una insaciable tarea apostólica. Su nueva actitud se podría re-
sumir en esta sencilla frase de N a d a l a propósito de la Ilustración
E x i m i a : Ex hac porro, in desiderium quoddarn et inclinationem
insatiabilem adiuvandi proximum devenit, ut non solum sibi, sed
et aliis etiam prodesse studeret •».
Las fuentes históricas nos dicen que la « nueva inteligencia »,
que la Visión le deja, la emplea toda en reestructurar su vida, con-
forme a la nueva orientación apostólica.
A raíz del cambio de esa corriente interior espiritual, y en de-
pendencia precisamente de ese t r a t o de las almas, :« dexó aquellos
5e 5?
extremos que antes tenía » , disminuyó el rigor de las penitencias ,
3S
y « y a se cortaba las uñas y los cabellos » .

e s t a n c i a en Manresa: v é a s e FN, II, 3 9 7 ; Soriano, en c a m b i o , n o s h a b l a del


t i e m p o en que el peregrino hace los « Ejercicios » c u a n d o pasa por las m e d i -
t a c i o n e s de la P a s i ó n : FN, II, 4 3 1 ; y N a d a l habla a l g u n a v e z del c o m i e n z o
de celo c u a n d o Ignacio hace las m e d i t a c i o n e s de Segunda S e m a n a : FN, II,
190. N o n e g a m o s que Ignacio h a y a p o d i d o sentir celo en t o d o s e s t o s diversos
m o m e n t o s ; pero a la luz del c o n j u n t o de d o c u m e n t o s históricos y t e o l ó g i c o s
queda p r o b a d o que et origen h a y que remontarlo sin duda alguna al m o m e n t o
de la V i s i ó n del Cardoner: de ella c o m o de í u e n t e dimanaron los ulteriores
d e s p l i e g u e s de e s t a v o c a c i ó n inicial a p o s t ó l i c a , que a t r a v é s de los diversos
m o m e n t o s de Ejercicios se confirmaba y e x p l i c i t a b a . Tal sería el s e n t i d o de
e s t a s afirmaciones m á s genéricas.
" FN, If, 6.
5 8
E l que la Autobiografía cuente e s t e c a m b i o en el m o d o de tratar su
persona al c o n t a c t o con las a l m a s , antes de narrar la ilustración Eximia, no
parece suponer dificultad especial, por tres razones d i s t i n t a s :
a
I . Ignacio e s t á h a b l a n d o aquí sin i n t e n c i ó n especial de hacer crono-
logía; quiere contar cinco ejemplos que m u e s t r e n c ó m o D i o s le e n s e ñ a b a : FN,
I, 400, de los cuales pone el tercero este c a m b i o en su v i d a externa, j u n t o con
otras cosas que D i o s le e n s e ñ a b a : FN, I, 4 0 2 .
a
2 . A d e m á s , al aludir al t i e m p o en que hizo e s t e c a m b i o h a b l a de un
m o d o general, « d e l año que e s t u v o en M a n r e s a * : FN, I, 4 0 2 .
a
3 . Y sobre t o d o , el que este c a m b i o de t r a t o en su persona lo haga
« d e s p u é s que e m p e c ó a ser consolado de D i o s » parece estar i n d i c a n d o que
n o se t r a t a del a p o s t o l a d o que hacía en los cuatro primeros m e s e s de p e n i -
t e n c i a , c u a n d o « v e n í a n a buscarle las a l m a s » sino que se refiere al a p o s t o l a d o
de su época m í s t i c a , en plena v o c a c i ó n n u e v a : FN, I, 4 0 2 .
57
FN, II, 66 y MN, V, 6 1 4 .
5 8
FN, I, 4 0 2 .
128 E L ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

U n segundo elemento que reestructura a la luz de esta nueva


dimensión apostólica es la peregrinación a Tierra Santa.
69
La idea del viaje persiste . Pero la finalidad es d i s t i n t a : « Y
e
la mesma peregrinación enderecava para a y u d a del p r ó x i m o » " .
Ya no piensa m á s en volver a la Cartuja: se quedará para siempre
en Jerusalén visitando los Lugares Santos y dedicado a una t a r e a
apostólica " .
Y finalmente la síntesis de la gran Visión queda hecha, — al
verterla en el Libro de los Ejercicios — a r m a apostólica, que será
en adelante su i n s t r u m e n t o , su m é t o d o de trabajo en su insacia-
62
ble deseo de a y u d a r a las almas .
E n breves p a l a b r a s : «el celo de almas» no es u n efecto más,
ni siquiera el más i m p o r t a n t e , de esta gracia extraordinaria con
que culmina su época mística de Manresa: es sencillamente el cen-
t r o de gravedad sobre el que se apoya t o d a su vida espiritual.
Aldederor de este centro y gravitando sobre él se hacen unidad t o -
dos los demás efectos de la gran Visión, que sirven para dar naci-
miento a una nueva vida de estructura diversa, a una orientación
espiritual de características distintas.
No sin razón los autores contemporáneos, a la luz de esta nueva
estructura, y de acuerdo con los documentos históricos m á s primi-
tivos, h a n visto en el Cardoner el origen de una « completa rege-
63
neración i n t e r i o r » ; y ven en ella «el hecho clave que decide
6 4
la orientación de su v i d a » , «la causa mistica de la nueva orien-
65 66
tación e s p i r i t u a l » , « nueva vocación » el m o m e n t o en que se
le da una nueva vocación que será desde entonces «firmísima y
6 7
perpetua » .
Al principio del año 1523 sale de Manresa hacia Tierra Santa.
E n Venecia se arma de cartas de recomendación que le faciliten

" FN, I, 86 y 408-412.


«» MN, V, 276.
61
FN, I, 422.
6 2
F.V, II, 527.
3 3
P. LETURIA, Est. Ign., II, 14.
6 4
R . G A N T I N , S . L , L' Illumination du Cardoner, Sciences E e c l é s i a s l i q u e s ,
7 (1955) 24.
6 3
R . S I L O S , The Cardoner in the Life of Saint Ignatius, AHSI, 3 3 (1964) 4 .
3 3
P. L E T U R I A , Est. Ign., I, 184.
;
• « q u o d illi p r o p o s i t u m [ a d i u v a n d i a n i m a s ] i u i t et p e r p e t u u m e t fir-
m i s s i m u m »: FN, II, 6 6 .
P. II, C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 129

su plan al llegar a Jerusalén para con las A u t o r i d a d e s Eclesiás-


C8
ticas . D u r a n t e la navegación hará apostolado, aun a riesgo
69
de perder su vida .
Desde el primer instante, el contacto con la Tierra de Jesús
,0
le inunda de consuelos y de gracias extraordinarias , que le con-
firman m á s en su decisión p r i m e r a : se quedará para siempre de
apóstol laico solitario en Tierra Santa
Sólo el recurso supremo : la amenaza de la excomunión, t u v o
fuerza para arrancarle de Palestina. E s t o significaba que Dios
72
no quería para él el ideal que él se había t r a z a d o para su vida .
Pero, ¿ dónde estaba la voluntad de Dios ahora ?

4. — De apóstol laico solitario, a vocación societaria sacerdotal.

Y abordamos con esto lo que pudiéramos llamar la tercera


etapa evolutiva espiritual de Ignacio de Loyola.
P a r a proceder con cierto m é t o d o vamos a dividir el estudio de
esta nueva etapa en dos fases distintas: en este a p a r t a d o v a m o s
a contentarnos con seguir a Iñigo desde su vuelta de Palestina
hasta la Universidad de París, como observándole desde fuera
sin que nos vea, y señalando de su actitud externa sólo los rasgos
que puedan ser indicio de evolución interna.
Dejamos para el siguiente a p a r t a d o el abordar su intimidad
espiritual, para descubrir la raíz última y la motivación que está
a la base de esta etapa societaria sacerdotal.
P a r a los primeros biógrafos del Loyola, — y para nosotros
que gozamos de cuatro siglos de perspectiva histórica —, la tra^
yectoria biográfica de Ignacio es enormemente clara y providencial:
73
Dios le llamaba otra vez a Occidente porque le quería emplear
74
en cosas de « m á s universal servicio suyo» .
P e r o «el peregrino » quedó desconcertado: a p a r t i r del Cardo-

" F.V, I, 4 2 2 - 4 2 1 .
8 9
F.V, [, 4 1 2 , 4 1 4 , 4 2 0 .
7 0
« et t a n t o c u m g u s t u ac spiritualis consolationis s c n s u afíiciebatur,
u t q u o d prius c o g i t a v e r a t , tune m u l t o certius c o n s t i t u e r e t , ibi scilicet manere »:
FN, II, 538.
71
FN, I, 4 2 4 .
72
MN, V, 2 7 8 .
73
FN, II, 397.
71
FN, I, 168.

9 — El origen de la Compañía de Jesús.


130 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA DE JESÚS

ner, Jerusalén era su m e t a última, y fuera de éste, ningún otro


plan había pasado por su cabeza.
« Quid agendum » ?: esta es la pregunta que su espíritu en oscu-
ridad se formula una y mil veces mientras navega de vuelta para
Venecia; « y al fin se inclinaba m á s a estudiar algún t i e m p o
p a r a poder a y u d a r a las ánimas, y se determinaba ir a B a r c e -
lona »
Resulta s u m a m e n t e sugestivo ver a este « cruzado espiritual»,
a los treinta y t a n t o s años, sentado entre chiquillos en un banco
de escuela dedicado con toda atención a corear declinaciones lati-
76
nas : Algo profundo ha pasado en su alma, que nos resignamos
a ignorar por ahora.
J u n t o con la decisión de estudiar surge en la m e n t e de Ignacio
otra pregunta casi simultánea: ¿ qué haría después de haber estu-
77
diado ? .
1.a disyuntiva que antes se presentaba, entre el cartujo o el
anacoreta, ya no aparece m á s : ahora duda entre apostolado en u n a
, 8
Orden Religiosa, o apostolado bajo su propia iniciativa .
Pero la e n t r a d a en un convento suponía una actividad apostó-
lica precaria y m á s bien indirecta; por ello se decide a un servicio
de las almas, conservando su independencia personal.
Y aquí nos encontramos con otra nueva matización en la vida
apostólico-espiritual de Ignacio de Loyola. Oigamos a Polanco
cómo la explica:

« Comenzó desde allí a t e n e r d e s e o s de j u n t a r algunas personas a su


c o m p a ñ í a , para seguir el d i s e ñ o que él desde e n t o n c e s t e n í a de a y u d a r a re-
formar las faltas que en el d i v i n o servicio v e í a »

80
E n t r e los que hicieron Ejercicios , se decidieron a seguir a
Ignacio e imitar su modo de vida los estudiantes Calixto, Cáceres
81
y Arteaga .
Ignacio pasa por las Universidades de E s p a ñ a teniendo for-
m a d o j u n t o a sí este pequeño grupo inicial: los tres estudiantes

-'- FN, I, 430 y FN, II, 68.


7
« FN, 1, 430.
77
FN, I, 4 6 2 .
78
FN, I, 462 y, FN, II, 137-138, 5 4 1 .
78
FN, I, 170.
88
FN, III, 3 8 8 .
81
FN, I, 170-171.
P. II, C . II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 131

de Barcelona que le siguen a Alcalá y J u a n Beinalde que se les


82
suma apenas llegan .
8 3
El p r o g r a m a es común :1a misma pobre m a n e r a de v i v i r ;
84
el mismo ideal de sacerdocio como m e t a final ; una misma ilu-
85
sión apostólica, en que san Ignacio precede y los demás cola-
88
boran .
El grupo se someterá cuando los de la Inquisición les m a n d e n
8 7
no usar una misma m a n e r a de vestido ; m á s t a r d e Iñigo, y a Ge-
neral de la Compañía, dirá c o m e n t a n d o este episodio: al fin, «el
88
hábito poco importa » . Pero al querer «taparles la p u e r t a para
89
aprovechar a las á n i m a s » el grupo cambia la Universidad de
90
Alcalá por Salamanca . De allí Ignacio, a n t e un nuevo i n t e n t o
91
de « cerrarle la boca » que deja sin sentido sus estudios y su vida
92
t o d a , p a r t e p a r a Francia .
E l estudiante peregrino abrigaba además la ilusión de que la
lengua e x t r a ñ a amordazara su celo, y le hiciera avanzar en sus
93
estudios de una manera m á s seria .
Pero la sed de almas podía sobre él: en la primera redada pesca
a Castro, Amador y Peralta, que «se determinaron de dejar el m u n -
do y seguir el instituto de Iñigo » Gouvea ha expresado mejor
que nadie el « peligro » que la « g a r r a apostólica» del estudiante
español suponía para la Universidad m á s famosa de E u r o p a : le
amenaza con azotarle públicamente por « seductor de los escolares »,
si vuelve a verlo t r a t a r con los universitarios del colegio de S a n t a
95
Bárbara .
A Ignacio se le hizo p a t e n t e que el apostolado a fondo traía
complicaciones incompatibles con una dedicación seria a la Filo-

82
FN, I, 171: con nota 11", y FN, II, 5 4 4 .
8 8
FN, II, 246.
4
• FN, 1, 172.
85
FX, l, 110.
- FN, I, 172.
87
FX, I, I I 4 .
88
FX. I, 609.
" FN, I, 450.
88
FN, I, 4 5 0 - 1 5 2 .
81
FX, I, 400.
" FX, II, 430.
84
FX, I, 177.
84
FX, l, 17'J.
88
FX, I, 4 6 8 .
132 EL ORIGEN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

sofía y a la Teología. Así, pues, acabado el año y medio de H u m a n i -


9I!
dades , interrumpe el apostolado de Ejercicios y se cambia al
97
Colegio de Santa B á r b a r a . D u r a n t e estos años t r a t a r á sólo de
conservar a los compañeros y a ganados, y de despertar a cierta
98
vida de piedad a F a b r o y a J a v i e r que le t r a t a n en intimidad .
P e r o al fin de sus estudios de Filosofía, Ignacio ve en torno
a él un grupo de estudiantes idealmente dispuestos para Ejerci-
cios, y comienza en intensidad las t a n d a s
De la elección de estado, algunos estudiantes salen para los
10
conventos de cartujos, franciscanos y dominicos ° . P e r o otros
1 0 1
se agrupan en torno a él, y le toman como maestro y como modelo :
F a b r o y Javier, sus dos primeros compañeros en el Colegio
1 2 1 0 3
de Santa B á r b a r a " ; Simón Rodrigues, de P o r t u g a l , que le
traerá m á s t a r d e t a n t o s quebraderos de cabeza; Laínez y Sal-
104
merón, que desde E s p a ñ a eran inseparables c o m p a ñ e r o s ; Bo-
106
badilla, que llega a París como estudiante pobre c a s t e l l a n o ;
1 0 6
poco antes de que Ignacio volviera a E s p a ñ a se les une J a y o ;
y, partido el Loyola, Broet y Coduri completarán el grupo hasta
1 0 7
diez, después de unos Ejercicios dados por F a b r o .
E s t e p u ñ a d o de hombres sale de la elección de estado dispuesto
10S
a seguir «el modo de vivir» del estudiante vasco . Modo de
vivir que sólo tiene clara una directriz espiritual clave: dejar
todo, y dedicarse al apostolado sacerdotal, donde sea m á s del
l
agrado divino " .
Ciertas expresiones de los primeros compañeros que hablan

»« F.V, I, 177.
«• FX, I, 3 2 .
•» F.V, I, 4 7 1 - 1 7 6 .
" FN, I, 183.
1 0 0
F.V, I, 1 8 3 .
1 0 1
F.V, I, 183.
1 0 2
F.V, I, 3 2 - 3 3 .
1 0 3
F.V, I I I , 14.
11,4
FX, I, 182.
1 0 í
F.V, III, 16.
106
FX, III, 18 con la n o t a crítica 25".
1
"' F.V, I, 183. - R o d r i g u e s , en su p e q u e ñ a autobiografía es el que
m á s detalles nos ha dejado de la s u c e s i v a incorporación de t o d o s los del g r u p o :
F.V. III, 10-18.
10
« FX, I, 1 8 3 .
P. II, C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 133

de estos tiempos de París como del m o m e n t o en que el grupo hace


el « primer boceto de la Compañía », podrían inducirnos a creer
que había pasado por su cabeza la idea de que aquello pudiera
110
acabar en Orden Religiosa .
Pero la idea debe ser rechazada como a r b i t r a r i a : documentos
m U 2 113
expresos y clarísimos de N a d a l , de Laínez , de Polanco
y de otros más, afirman de manera categórica que entonces aquel
grupo de estudiantes no pensaba en n a d a que se pareciera.
E s t e parece el m o m e n t o de pasar, t r a s haber acompañado a
Ignacio de Barcelona a París, a p r e g u n t a r n o s por las causas p r o -
fundas de su nueva c o n d u c t a :
¿ Cuándo y por qué se le ocurrió a Ignacio ser sacerdote ? ¿ Qué
le movió a rodearse de compañeros y qué pretendía hacer con
aquel grupo apostólico ? ¿ A raíz de qué m o m e n t o fraguó el voto
Jerosolimitano ?.

5 . — En las fuentes del ideal sacerdotal y societario de San Igna-


cio. El voto de peregrinar.

May que remontarse hasta el tiempo de su primera vuelta de


Tierra S a n t a para encontrar la motivación que está a la base del
paso de apóstol laico solitario a apostolado sacerdotal en grupo.
Sobre el m o m e n t o en que decide estudiar, nos informa él mis-
m o : fue a su vuelta de Jerusalén, después de una primera época
de dudas, cuando se decidió a empezar el latín en Barcelona.
La razón de esta decisión t a m b i é n queda clara: es la aspiración
a un apostolado m á s completo; él ha visto que sin el sacerdocio
el camino hacia un alma queda m u c h a s veces t r u n c a d o en el m o -
m e n t o m á s propicio:

« Y así, tornado en E s p a ñ a , c o m o n o t a b a que el n o tener letras a d q u i s i t a s


d a v a c s t o r v o al poder aprovechar a t a n t a s personas, c o m o él d e s e a v a , de-
1 1 4
t e r m i n ó estudiar y c o m e n c ó l o en Barcelona » .

T a m b i é n sabemos por Polanco el tiempo exacto en que la


idea de reunir compañeros surge en la m e n t e del peregrino: fue

"» FN, III, 2 1 .


1 1 1
MN, V, 625.
112
FN, I, lio.
"> FN, I, 190.
1 1 1
P o l a n c o : FN, II, 3 0 8 .
134 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

al poco de empezar sus estudios de g r a m á t i c a en Barcelona, cuando


115
vuelve de Tierra S a n t a .
P e r o el p r e g u n t a r s e sobre la motivación de este paso a aposto-
lado societario es un t a n t o delicado: el carácter de San Ignacio,
hecho para m a n d a r , podría inducirnos a creer esta decisión fruto
de u n a causa p u r a m e n t e h u m a n a y t e m p e r a m e n t a l .
Sin embargo, como motivo clave de esa etapa nueva, encontra-
mos ú n i c a m e n t e la idea de m a y o r fecundidad apostólica: « S u s
deseos fueron siempre buscar cómo m á s enplearse en servicio de
Dios; y así vio que a solas no podía hazer t a n t o fructo; y por eso
buscó compañeros» « para que no se acabase con él todo lo
que Dios le avía comunicado »
Pero, a nuestro parecer, a la raíz de este deseo de m a y o r fecun-
didad apostólica personal y societaria, hay otra motivación m u -
cho m á s h o n d a que queremos i n t e n t a r explicar:
Apenas llega a Venecia, desde Tierra Santa, p a r t e para E s p a ñ a ;
y en el camino de F e r r a r a a Genova nos dice que «él tenía por
costumbre de hablar, a qualquiera persona que fuese, por vos,
«teniendo esta devoción, que así hablaba Cristo y los apóstoles»
1 1 S
etc. .
Consta de su paso por las Universidades de E s p a ñ a que la m a -
nera de vivir que tenían él y sus compañeros suscita en el pue-
blo cristiano el recuerdo de Cristo y de los Apóstoles: así el Su-
perior de los Dominicos de Salamanca se m u e v e a enterarse con
detalles de la vida del grupo, porque ha oído que « a n d a n predi-
1 1 9
cando a la apostólica » .
R o t o t e m p o r a l m e n t e el contacto con el grupo, el « peregrino »
lleva a P a r í s ese recuerdo y esa añoranza de J e s ú s y del Colegio
Apostólico. Al buscar ser criado de estudiantes o de algún
maestro, t r a t a de suplir este ideal palestinense de un modo in-
genioso :

« hacía e s t a consideración consigo y p r o p ó s i t o , en el qual h a l l a b a c o n s o -


lación, i m a g i n a n d o que el maestro sería Cristo, y a u n o de los escolares pornía
n o m b r e S. Pedro, y a otro S. J u a n , y así a cada u n o de los a p ó s t o l e s ; y q u a n d o

116
FN, I, 170.
MN, V, 284.
1 1 7
FN, II, 155-156
"» FN, I, 432.
119
FN, I, 452.
P. I I , C. II - ITINERARIO DE S. IGNACIO 135

m e m a n d a r e el m a e s t r o pensaré que ine m a n d a Cristo, y q u a n d o m e mandare


,3
otro, pensaré que m e m a n d a S. Pedro » ° .

Dos citas más, y estaremos en la motivación última de esta


etapa evolutiva del « peregrino ».
Son preciosas en este m o m e n t o las frases de Polanco cuando
nos habla de la formación del primer g r u p o ; quería Iñigo:

« j u n t a r a l g u n a s personas a su c o m p a ñ í a para seguir el diseño que él


desde e n t o n c e s t e n í a de a y u d a r a reformar las f a l l a s que en el divino servi-
m
cio v e í a , y que fuesen como unas trómpelas de Jesucristo » .

Sin duda «el hablar de tú, como hablaban los Apóstoles y


Cristo »; y el «imaginar que el maestro es Cristo » y que los Esco-
lares son el Colegio Apostólico tiene cierta afinidad con querer
reunir compañeros que fueran como « trompetas de Jesucristo ».
Pero esta sospecha de que la nueva situación sacerdotal y
societaria de Ignacio tenga relación con las intensas vivencias
espirituales que él ha tenido en Palestina queda confirmada por
un documento que es decisivo:
Pasquier, que hereda « de la boca de B r o e t » , compañero de
22
Ignacio en París, los datos históricos , nos dice que al calor de la
«leyenda d o r a d a » Iñigo se decidió a imitar a Jesucristo. Y que
« a u n q u e en los principios no sabía una palabra de latín, se pro-
123
metía llegar a saberlo con el tiempo » .
Luego continúa en su francés arcaico:

« Or, d'autant qu'il a v o i t e n t e n d u que les Apotres avoient esté les pre-
mieres trompeltes de nolrc Evañgile, m e s m e s a v o i e n t a d m i n i s t r é le sainct Sacrc-
m e n t de c o m m u n i o n , qui d e v o i t estre d e v a n e é par c e l u y de penitencié et Con-
fession, il voulut aussi que luy el les siens peusscnl administrer ees deux sacre-
1 M
mentz et e v a n g e l i s e r par t o u t le m o n d e nostre R e l i g i ó n Chrestienne » .

Así, pues, el recuardo constante que acompaña al « peregrino »


desde su vuelta de Palestina culmina en la cita de Pasquier.

,2
" FN, I, 466. — La m i s m a idea se e n c u e n t r a en la Vito escrita por
P o l a n c o : FN, II, 556.
1 2 1
FN, I, 170.
122
FN, 111, 8 0 9 en d o n d e dice el t e x t o : « II [Ignace] s'acoste de q u e l -
q u e s - u n s et entre autres de Maistre Pasquier B r o u é s , de la bouche duquel j'ay
apris le commancement de ceste hisloire . . . » Ver t a m b i é n FN, III, 814.
FN, I I I , 816.
1 2 1
FN, I I I , 816.
136 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Casi con las mismas palabras que Polanco usa para explicar
el nacimiento del grupo apostólico en Barcelona, se nos dice que
Ignacio, al darse cuenta de que los Apóstoles han sido las primeras
t r o m p e t a s del Evangelio y que h a n administrado la penitencia
y la comunión, decide para sí y para los suyos un mismo modo de
vida apostólica: confesarán, d a r á n la comunión y predicarán por
el universo.
Apoyados en este conjunto de testimonios, pensamos que el paso
de apóstol laico solitario a apostolado sacerdotal en grupo lo dio Igna-
cio a la vuelta de Jerusalén, al calor y a la luz de las excepcionales
experiencias espirituales que tuvo al contacto con la patria de Jesu-
cristo.
Y con esto nos parece haber llegado además, a la raíz y a la
motivación profunda del voto Jerosolimitano.
Cuando Ignacio da los líjercicios por separado, en París, a
sus compañeros, ha visto que en todos, sin que el uno supiera del
otro, ha prendido esta ilusión de peregrinar a la Tierra de Jesu-
125
cristo .
Así, cuando el ideal de dedicarse en pobreza, como sacerdotes,
m
al apostolado, queda fijado con voto , el alma de Iñigo inflamada
en el a m o r a Jesucristo, a su Tierra, y a sus Doce Primeros com-
pañeros, cree ver el camino de la v o l u n t a d de Dios a b i e r t o : hará
voto de volver a Palestina con los suyos y quedará predicando a
los infieles en la cuna del cristianismo, en una renovación en el
tiempo, del Colegio Apostólico.
P a r í s es, por consiguiente, el período en que «el modo de vi-
12
vir de I ñ i g o » ' , que desde el Cardoner se ha hecho específico del
«peregrino», pasa a ser lo que los autores, desde Barcelona a Ve-
128
necia, l l a m a r á n el « I n s t i t u t u m I g n a t i i » , es decir, el ideal in-
terior de una agrupación apostólica que en M o n t m a r t r e fija con
voto su decisión de dedicarse en pobreza a una t a r e a sacerdotal.
E n cuanto a la m e t a externa, la idea de t r a b a j a r a las órdenes
directas del P a p a ha prendido en el grupo nueva, y con vitalidad,
a u n q u e con una v a r i a n t e p e q u e ñ a :

1 2 5
F.V, I I I , 1 6 y FN, II, 8 2 . — E n L E T U R I A , Est. Ign., I, 1 8 7 , se p u e d e n
v e r e j e m p l o s de otras personas ajenas al grupo que fueron m o v i d a s por el
t r a t o de Ignacio a peregrinar a Tierra S a n t a .
126
FN, I, 102 y 184.
127
FN, I, 189.
1 2 8
FN, I, 1 8 3 y 1 9 4 ; FN, II, 5 4 4 .
P. II, C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 137

P a r a algunos de ellos, el plan ideal es Palestina de por v i d a :


sólo si este proyecto, por cualquier causa, no se puede realizar,
volverán a ponerse a las órdenes del P a p a . E n cambio, para otros
parece que el plan ideal era una visita t e m p o r a l a Tierra Santa,
para volver después a R o m a a ponerse de por vida a las órdenes
129
del Vicario de Cristo en la Tierra .
Tras «larga disputa », — longam post disputationem —, llegan
a una fórmula de compromiso final: el ideal de Palestina y el de
R o m a permanecen, pero condicionados al r u m b o que t o m e n los
13
acontecimientos, y a una ulterior deliberación conjunta ° .
Sólo cuando q u e d a n fijos el ideal interior del grupo y la m e t a
e x t e r n a futura, accede Ignacio al deseo de los médicos y de los
compañeros, y p a r t e p a r a E s p a ñ a a reparar su salud resque-
m
brajada .

6. — Oscuridad y claridades de la estancia de. Ignacio en Venecia.


132
E n el mes de Enero de 1536 lo encontramos ya en Venecia :
allí había quedado citado en París con sus compañeros, p a r a em-
, 3 3
barcar en 15.37 hacia Jerusalén « t a m q u a m ductor eorum » .
El período de Venecia a R o m a es uno de los m á s oscuros en
la evolución interior espiritual de Ignacio de Loyola.
Raste recordar aquí que, mientras unos testimonios nos mues-
134
t r a n a estas alturas a un Iñigo dispuesto a fundar la Compañía ,
otros nos aseguran que, cuando la peregrinación se hace imposible,
todos bajan a R o m a sin pensar en hacer Orden ni Congregación
alguna W.
Así, pues, es difícil en medio de esta m a r a ñ a de textos a b o r d a r

1 2 9
N o c o n s t a con claridad q u i é n e s perlenccian a cada una de las t e n -
d e n c i a s : I g n a c i o y Laínez parece que eran partidarios de quedar para s i e m p r e
e n P a l e s t i n a : FN, I, 1 1 0 - 1 1 2 y F.V, I, 4 8 0 y FX, II, 3 1 0 . — E n c a m b i o , Fabro
en sus escritos s i e m p r e da por s u p u e s t a , sin m á s , la v u e l t a d e f i n i t i v a a R o m a
a ponerse a l a s órdenes del Vicario de Cristo en la Tierra: FX, I, 3 6 - 3 7 , 4 2 .
1 3 9
R o d r i g u e s es q u i e n c o n m á s m a t i c e s ha descrito e s t o s m o m e n t o s de
t e n s i ó n e n t r e las diversas t e n d e n c i a s : v é a s e FX, III, 2 0 a 2 4 ; véase también
FX, I, 185.
1 3 1
FX, III, 28.
1 3 2
V é a s e FX, I, 1 8 8 y MI, Epp., I, 9 3 - 9 4 .
1 3 3
FN, III, 326.
1 3 1
NADAL, FX, II, 259.
1 3 3
POLANCO, FX, I, 204.
138 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

este nuevo paso interior evolutivo; queremos decir: llegar a saber


por que medios, cuándo, y hasta qué p u n t o cayó en la cuenta
Ignacio que el voto de peregrinar a Jerusalén lo convertía Dios
« en otros votos mejores y m á s fructuosos de peregrinar hacia la
fundación de una Orden Religiosa Nueva », como m á s tarde dirá
136
expresivamente Bobadilla .
Y aquí se impone otra vez ir con paso lento si no queremos
hacer ('teoría» sin fundamento sólido:
lis preciso a c o m p a ñ a r a Ignacio d u r a n t e su estancia en Venecia,
primero solo, luego en los preparativos de la peregrinación con
sus recién llegados compañeros, y por fin en los primeros tiempos
de espera, roto el primer plan de « peregrinar».
Dejando en la p e n u m b r a los demás datos históricos, sólo hare-
mos resaltar los datos biográficos que nos puedan dar luz directa o
indirecta sobre el modo con que Dios hace pasar a Ignacio de esta
etapa interior de ilusión por renovar el Colegio Apostólico en Tierra
Santa <d conocimiento de su vocación espiritual de fundador de una
Orden Religiosa.
Empecemos por el año de espera solitaria en Venecia.
E l «peregrino » une el estudio intenso al apostolado de conver-
saciones espirituales y de Ejercicios: él mismo nos dice que para
Cuaresma del 37 piensa tener acabados los estudios teológicos,
m
que su m a r c h a de París había dejado interrumpidos , y que
gana para el grupo al sacerdote español Diego de Hoces, que en
1:18
una de las t a n d a s se decide a « seguir la vida del peregrino » .
Respecto a su estado interior en este año, es curiosamente
e x t r a ñ a la completa oscuridad espiritual que invade su alma en
lo que se refiere al futuro de su vida. A Cazador, su gran bienhe-

1 3 6
« considerando come in q u e s l o giorno li primi Padri della nostra
Compagnia f a s c e m o v o t o di andaré in H i e r u s a l e m , in Monte Martire, apresso
di Pariggi, il quale v o t o la d i v i n a p r o v i d e n t i a , quae e s t a v v i s s u s m u l t a , lo
c o i n m u t ó in altri v o t i migliori et piii fructuosi di pellegrinatione in religione . . . »
FN, III, 3 2 0 - 3 2 1 .
137
Epp\, I, 93-99. — E n MI, Scripta, II, 2-3 e s t á el d o c u m e n t o en q u e
el profesorado de la F a c u l t a d de Teología de París justifica que Ignacio había
cursado allí año y m e d i o de Teología: es decir, desde octubre de 1533 h a s t a
abril de 1535 que s a l i ó para E s p a ñ a .
1 3 8
F.V, I, 108 y 4 9 0 - 4 9 2 . — Los h e r m a n o s D i e g o y E s t e b a n de E g u í a
t a m b i é n eran e n t o n c e s afectos a I g n a c i o : F.V, I, 1 8 9 ; pero sólo años d e s p u é s
serán incorporados a la Compañía u n a v e z f u n d a d a : FN, I, 108 a 110 con la
n o t a crítica 3.
P. II, C. II - ITINERARIO DE S. IGNACIO 139

chor de Barcelona, que en una carta le dice cuánto le echa de menos


en E s p a ñ a , le responde en febrero del 36 que, acabados los estu-
dios, volverá entre ellos, para recorrer, como predicador evangé-
lico, todo el Reino '•>". Y cuatro meses después, respondiendo por
caria a unas consultas espirituales que le hace Teresa Rajadella,
deja para cuando pueda hacerlo de palabra, en E s p a ñ a , una
14
instrucción m á s pormenorizada ".
Pero siempre acaba con la misma idea de indeterminación
respecto al futuro: así será si el Señor no me quiere fuera de
E s p a ñ a « en cosas m á s afrentosas y trabajosas, de lo cual no estoy
141
cierto, de lo uno ni de lo otro » .
H a y u n segundo d a t o interesante de este año de soledad que,
a u n q u e externo, sin duda t u v o repercusión en el interior de Ignacio
de Loyola: Consta con certeza que allí t u v o t r a t o íntimo con
142
D o n J u a n P e d r o Carafa , cofundador j u n t o con san Cayetano
de Thiene de los Clérigos Regulares Teatinos, y superior de ellos
143
en Venecia por aquel tiempo .
U n a carta que dirige a Carafa por entonces, en que con libertad
144
apostólica, que al teatino pareció excesiva , le da su opinión
sobre el modo de gobierno y sobre los ministerios apostólicos que
convienen a sus Religiosos, muestra que Ignacio había reflexionado
145
y había conocido a fondo el género de vida del Xuevo I n s t i t u t o .
Pero este conocimiento y esta intimidad con ellos no parece

.MI, Epp., I, 95-96.


1 1 0
MI, Epp., I, 106.
1 1 1
MI, Epp., I, 9 6 .
»« FN, II, 575.
1 4 3
D . P a i v a de A n d r a d e r e s u m e m u y bien el origen de los T e a t i n o s y
la ocasión con que llegaron a V e n e c i a , y la diferencia entre las dos Ordenes
R e l i g i o s a s que al principio los s i m p l e s fieles c o n f u n d í a n : v é a s e FN, 11, 292-295.
1 4 4
D e s d e e n t o n c e s se crea u n a cierta t e n s i ó n entre a m b o s : FN, II, 575,
que se c o n v i e r t e en temor de parte de Ignacio c u a n d o es creado Cardenal
Carafa: FN, I, -192 y FN, II, 4 4 1 . N u e v o s i n c i d e n t e s complicarán la s i t u a c i ó n :
a
FN, II, 496 con n o t a crítica 2 4 ; e s t o inducirá al fundador de la Compañía
a pedir oraciones para que, siendo igual gloria de D i o s , no salga elegido Papa
Carafa: FN, I, 712.
145
FN, II, 575. — V é a s e el t e x t o de la carta que dirigió en MI, Epp.,
I, 1 1 4 - 1 1 8 : en la n o t a histórica prueban los E d i t o r e s de M o n u m e n t a H i s t ó r i c a
S. I. q u e a u n q u e el d o c u m e n t o no tenga d e s t i n a t a r i o la carta iba dirigida a
Carafa. Ú l t i m a m e n t e lo negó Mons. P a s c h i n i ; pero D a l m a s e s refutó sus ra-
z o n e s en A H S I , 21 (1952) 157-160.
110 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

146
que llegara, como quiere Castaldo , hasta el p u n t o de pedir a
San Cayetano el ser admitido entre ellos: una carta que a finales
de abril de 1537 escribe al confesor de la Reina de Francia, en que
le ruega que se interese por el viaje a Venecia de los compañeros,
m u e s t r a a las claras que Ignacio, a pesar del conocimiento de los
Nuevos Religiosos Clérigos, y en oscuridad interior sobre su futuro,
147
«en tiempo de desolación no hizo m u d a n z a » , y se m a n t e n í a
148
firme y fiel al voto Jerosolimitano .
149
Con la llegada de los compañeros a Venecia pasamos a una
segunda etapa en que se disipan las tinieblas y el grupo se siente,
1511
inundado de un nuevo gozo : el cumplimiento de su deseo de
1 5 1
« pasar a Jerusalén para predicar y morir entre infieles » estaba
ahora casi al alcance de la m a n o .
E n este a m b i e n t e de optimismo hacen en Cuaresma el viaje
a R o m a para pedir la Rendición y el permiso de peregrinar, al
152
P a p a . De esta visita las fuentes históricas hacen notar tres cosas
que impresionaron a los peregrinos: la liberalidad sorprendente
del Pontífice, de los Cardenales y de los oficiales de la Curia; la
facilidad con que concede las Ordenes Sagradas a los que no son
sacerdotes del g r u p o ; y sobre todo, «la especial alegría del Vicario
15S
de Cristo» cuando les recibe y se entera de sus propósitos .

1 4 8
V é a s e G. B . C A S T A L D O , Vita del B. Gaelano Tiene, Modena, 1612,
p á g s . 2 8 - 2 9 . — Los dos libros principales que r e s u m e n las razones a favor de
Castaldo s o n : De Beati Caietani Thienaei cum B. Ignatio Loiola consuctudine . ..
Epístola ad Comilem Marcum Thienaeum, V i c e n t i a e , 1 6 1 8 ; y su f a m o s o Cer-
tamen Pacificurn, Surrenti, 1637. D e parte de los j e s u i t a s refutaron las ideas
de Castaldo, primero N i g r o n i o en su Histórica Disputatio, Colonia, 1 6 3 0 ; y
luego R h o en sus Interrogationes . . ., L u g d u n i , 1 6 4 1 .
1 4 7
V é a s e el Libro de los Ejercicios en n. 3 1 8 .
1 4 8
MI, Epp., I, 110.
1 4 3
Lo c o n v e n i d o era salir de París el 25 de E n e r o de 1 5 3 7 : FN, I, 1 0 2 ;
las c i r c u n s t a n c i a s les obligaron a salir a n t e s , el 15 de n o v i e m b r e de 1 5 3 6 :
7
EA , I, 3 9 . Llegaron a V e n e c i a el 8 de enero de 1 5 3 7 : FN, I, 108 y 4 9 2 .
1 3 0
FN, I, 4 0 .
1 3 1
FN, I, 3 0 0 .
152
FN, I, 4 0 - 4 1 : E s i n t e r e s a n t e v e r en la relación de R o d r i g u e s (F.V,
I I I , 56) la m o t i v a c i ó n de e s t a ida a R o m a . N o era la mera o b t e n c i ó n del per-
m i s o de peregrinar. E r a algo m u c h o m á s profundo y espiritual: « E l e n i m
eius f a c ú l t a t e et. b e n e d i c t i o n e impétrala, suis rebus maiori cura maiorique
p r o v i d e n t i a a p o t e n t i s s i m o D e o p r o s p e c l u m iri sibi socü omnino persuaserant ».
1 3 3
FN, I, 114-116.
P. I I , C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 141

E r a , en cierto modo, n a t u r a l que causara impresión especial


a los estudiantes llegados de París el contacto con un hombre a
quien tenían t a n estrechamente ligadas sus vidas, como a una de
las dos posibilidades futuras
P o r q u e su permanencia definitiva en Tierra S a n t a era posi­
ble, pero problemática, como lo indica claro el modo con que el
permiso para peregrinar está concedido:

« . . . ut Sanctum Sepulchrum dominicum Jherosolimitanum, et alia pia


loca ultramarina huiusmodi sibi et d u o d e c i m sociis suis s i m i l i d e v o t i o n e c u m
eo sociari v o l e n t i b u s , visitare, e t i b i d e m i n aliquo loco pió permanere, stare,
133
et guando sibi plaeueril, rediré » .

Pero a la vuelta ilusionada de R o m a , en pleno entusiasmo


156
de los preparativos para n a v e g a r , les sorprende la noticia: por
haber roto Venecia con los Turcos, ningún barco saldría por en­
1 5
tonces con peregrinos para Tierra S a n t a ' .
Y con esto entramos en la tercera fase de la estancia en Venecia,
de Ignacio y el g r u p o : tiempo de indecisión y de espera.
E n primavera o verano salían para Palestina « naves pere­
1 6 8
g r i n a s » : se imponía, fracasado el primer intento, esperar la
segunda oportunidad para septiembre próximo.
Los no sacerdotes aprovechan la espera para recibir el sacer­
15 J
docio ' . El resto del tiempo lo dedican a los hospitales, como
habían hecho desde su llegada a Venecia h a s t a cuaresma, entre­
gados al servicio de pobres y enfermos y al apostolado espiritual
10
directo " . E n julio se deciden a no a t r a s a r más sus primeras
misas.
Como piensan prepararse a fondo p a r a ellas, y las excesivas
161
ocupaciones externas no les d e j a n , deciden retirarse por grupos
a la soledad en las cercanías de Venecia: «Dispersi sumus per

1 5 4
FN, I, 480.
153
FN, I, 4 0 - 4 1 . E l d o c u m e n t o e s t á en Monumenta Fabri, I, 9 - 1 1 .
1 3 6
E n V e n e c i a a s i s t e n a la procesión del Corpus con otros peregrinos que
t a m b i é n esperan n a v e : FN, I I I , 3 2 6 ; luego se dedican a preparativos m á s
c o n c r e t o s : FN, I, 1 1 0 - 1 1 8 y FN, II, 2 9 0 .
137
FN, II, 290.
1 3 8 A
P . LETURIA, Est. Ign., I , 2 0 9 , n o t a crítica 3 1 .
4 3 8
MI, Epp., I, 118-122 y FN, I, 118.
1 6 0
FN, I, 118 y FN, III, 56.
1 6 1
FN, I, 118.
142 EL ORIGEN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

diversa loca, volentes tribus mensibus solitarie vivere, ab ómnibus


182
alus e x p e d i t i » .
De nuevo el recuerdo de los tiempos evangélicos y del co-
mienzo del apostolado de .Jesucristo, cuando ellos v a n a empezar
su nueva etapa de vida apostólica sacerdotal : empiezan por
1C3
cuarenta días de oración t¡ de soledad . Luego, como una riada
del Espíritu que desciende a los hombres, en u n mismo día, a
u n a misma hora, bajan a las diversas plazas de la ciudad . . .

« gridando prima forte, et e n l a m a n d o la g e n t e con la berretta. Con q u e s t e


prediche si fecé m o l t o rumore n e l l a c i t t á , et m o l t e persone si m o s s e r o c o n
1 6 4
devotione » .

E n septiembre, rotas y a oficialmente las relaciones entre T u r -


165
quía y Venecia , q u e d a b a perdida la esperanza de peregrinar,
por lo menos hasta la siguiente primavera.
Como ellos habían llegado a Venecia en enero, ¿ podían y a
dar por cumplido en el enero próximo «el año de espera» a que
166
el voto les obligaba '? Así pensaban algunos de ellos . Pero había
una dificultad: al formular el voto de M o n t m a r t r e ellos h a b í a n
pensado más bien, al parecer, en u n plazo de espera de primavera
167
a primavera , y la salida a d e l a n t a d a de París se les había pre-
sentado inesperada.
Se imponía una deliberación conjunta.
E n esta situación se reúnen todos j u n t o a Ignacio, Laínez y
Fabro que estaban en Vicencia, « u t quid de profectione Hieroso-
16S
l y m i t a n a agendum esset, d e l i b e r a r e n t » .
La conclusión fue u n á n i m e : a partir de entonces debían esperar
169
u n año para que la obligación de peregrinar d e s a p a r e c i e r a .

1 8 2
F.V, i, 4 1 .
1 8 3
« In q u e s t o m o d o passorno 40 di, n o n a t t e n d e n d o ad altro che ad
orationi >>: FX, I, 4 9 4 .
184
FN, I, 4 9 1 .
1 8 3
La ruptura oficial v i n o el 13 de s e p t i e m b r e : Ver L. P A S T O R , Historia
de los Papas, vol. X I , págs. 244-245.
18
'' « finito l'anno » . . . : FX, I, 4 9 6 ; « anno quo e x v o t o t e n e b a n t u r trans-
acto »: F.V, II, 582.
1 < ;
MI, Epp., I, 1 1 8 - 1 2 2 : L E T U R I A , en Est. Ign., I, 201-221 t i e n e un
d e t a l l a d o e s t u d i o de la c u e s t i ó n ; sobre t o d o , v é a s e p á g s . 2 0 8 - 2 0 9 .
1 8 8
F.V, II, 5 8 2 .
1 6 3 a
R o d r i g u e s e n FN, I I I , p á g . 82 con n o t a 5 p a r e c e contar el año a
P. I I , C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 143

Hasta entonces lo mejor era repartirse por las ciudades donde


estaban las más famosas Universidades de Italia en apostolado
sacerdotal, por ver si Dios movía a algunos de los estudiantes a
17
unirse a « su modo de vida » ° .
Pero antes de separarse se plantean una última p r e g u n t a :
saben que su predicación conmueve a las ciudades, y que las gentes,
al verles proceder de una misma manera, les p r e g u n t a n si perte-
necen a alguna sociedad concreta. ¿ Qué se debe responder ?
Ignacio se a d e l a n t a : puesto que sólo Jesucristo era su única
Cabeza, y el amor a El y el deseo de t r a b a j a r por su gloria era el
único lazo que por entonces les unía, podían llamarse la «com-
pañía de J e s ú s »
I.a propuesta les encontró a todos de acuerdo, más que
1
nunca ".
Dejemos al grupo que, se r e p a r t a por Italia; y antes de pasar
a la última etapa de R o m a , quedémonos nosotros reflexionando
unos m o m e n t o s : ¿ Qué repercusión ha tenido en el ideal del grupo
y en Ignacio esta compleja situación de espera en Venecia, y
este m o m e n t á n e o fracaso en el ideal de Palestina ?
Abordemos, en primer lugar, una cuestión un t a n t o delicada:
¿ influyó en la situación interior de Ignacio, y repercutió en el
grupo de que él era jefe, el profundo conocimiento que sabemos
que t u v o en Venecia de la primera Orden de Clérigos Regulares
a p r o b a d a por R o m a ?
H a y tres clases de datos sugestivos que vamos a exponer con
objetividad:
E n primer lugar, resulta s u m a m e n t e curiosa la comparación
de la carta que sabemos que dirige a Carafa, con la lista de minis-

partir de la reunión de V i c e n c i a ; en c a m b i o en p á g . 92 más bien parece que


indica que la espera dura h a s t a p r i m a v e r a .
»'» F.V, I, 120.
1 7 1
A propósito del n o m b r e « Compañía de J e s ú s », Polanco dice una
v e z e x p r e s a m e n t e que Ignacio lo propuso y que los c o m p a ñ e r o s lo a c e p t a r o n :
F.V, II, 5 0 4 ; pero poco d e s p u é s , en F.V, II, 596 dice que « e s v e r o s í m i l » que
Ignacio lo propusiera, y fuera a c e p t a d o por los d e m á s . E n c u a n t o que Ignacio
supiera el nombre de « Compañía de J e s ú s » por r e v e l a c i ó n : en F.V, II, 504,
r
P o l a n c o dice que pviede creerse « con t o d a certeza »; pero m á s tarde, en F A ,
II, 597 dice que Ignacio n u n c a dijo a nadie que le hubiera sido revelado,
a u n q u e p u e d e creerse con v e r o s i m i l i t u d . Sobre el origen del nombre Compañía
T
de J e s ú s , v é a s e la o p i n i ó n de San Pedro Canisio eu FA , IV, 946-947.
172
FN, 1, 2 0 4 . ,.
144 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

terios en que Ignacio ocupa al grupo en estos m o m e n t o s de for-


zada espera: en el documento aconsejaba al Superior Teatino que
ocupara a los suyos, si quería conservar la Orden que él gober-
naba, en mendigar el sustento, en obras corporales de caridad,
en a y u d a r a entierros, en predicar gratis la palabra divina, y en
173
decir misas sin exigir r e c o m p e n s a : Son exactamente las mismas
ocupaciones que él tendrá con los suyos desde el momento en que
174
llegan de París: viven de lo que mendigan , sirven en los hospi-
1 7 5
tales, entierran, y se dedican con intensidad a predicaciones
176
y a confesar .
U n segundo grupo de datos se refiere a la obediencia a uno de
ellos en que se empiezan a ejercitar por primera vez en Venecia:
al principio, en t u r n o de superior por semana, cuando v a n a R o m a
a pedir permiso para peregrinar, y cuando se p r e p a r a n a las pri-
177
meras misas . Más t a r d e , prolongarán el tiempo a turnos de mes
78
en R o m a , hasta que elijan a Ignacio General .
P o r último, un tercer dato curioso es la influencia de la t e r m i -
nología de las Constituciones Teatinas en las de la Compañía
cuando Ignacio estructura en R o m a su grupo como Orden R e -
179
ligiosa .
¿ Significa esto que en Venecia hubieran y a renunciado a su
ideal Jerosolimitano, e i n t e n t a r a n nuevos caminos ?
De ningún modo.
El estado de ánimo con que p a r t e n de Vicencia es bien claro:
a u n q u e algunos de ellos d a b a n por p r á c t i c a m e n t e cancelado el
18
ensueño de Tierra Santa ° , la mayoría pensaba que pronto pasaría
el peligro de guerra: « quia turca non potest vivere sine Venetiis

1 7 3
MI, Epp., I. 114-118.
171
FX, III, 62-64.
175
FX, III, 5 6 : R e s u l t a i n t e r e s a n t e leer primero la carta dirigida a
Carafa: MI, Epp., I, 114-118, y luego, a su luz, y c o m p a r á n d o l a , leer e s t a
p á g i n a de R o d r i g u e s en que se n o s h a b l a de las o c u p a c i o n e s del grupo e n
Venecia.
178
FN, I, 110.
1 7 7
FN, II, 441 y FN, III, 86.
1 7 8
FN, III, 86.
i " Ver el interesante artículo de V E N Y B A L L E S T E R , C. R., San Ignacio
de Logóla y el Papa Teatino Paulo IV, R e g n u m D e i , (1948) 115-120.
1 8 0
J a y o y B o b a d i l l a rechazan la l i m o s n a que les ofrecen para el viaje
« c u m h a e c profectio [. . .] c e s s a s s e t . . . » y esto en el t i e m p o de espera en que
se d i s t r i b u y e n por las U n i v e r s i d a d e s de Italia: FN, II, 5 8 4 .
P. I I , C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 1 I")

181
nec e contra » . P o r ello, el conjunto del grupo p a r t e para las
l 8 2
Universidades «con ánimo t o d a v í a de pasar a H i e r u s a l e m » .
E n cuanto a Ignacio de Loyola, el estado de ánimo es un
t a n t o complejo.
A partir de la ordenación sacerdotal, una asombrosa claridad
interior irrumpe en su a l m a ; después de la larga tregua de los
estudios, las gracias místicas vuelven en tal abundancia que él
183
mismo dirá que le recuerdan los tiempos de Manresa .
P e r o la intensa luz interior va curiosamente unida a una oscu-
ridad total de horizontes respecto al futuro que le espera: a fines
de julio de 1537 responde a una invitación de volver a E s p a ñ a
que con gusto lo haría si no se hallase en Italia « v o l u n t a r i a m e n t e
a t a d o » en un asunto de gran i m p o r t a n c i a : está decidido a esperar
u n año embarcación para Tierra Santa, aunque no sabe a punto
184
fijo lo que va a resultar del futuro de su vida .
Sin embargo, hay un dato cierto que m u e s t r a que el Loyola
m a n t e n í a por entonces, más que ninguno, la esperanza de pasar
a P a l e s t i n a : su decisión de a t r a s a r por un año la primera Misa,
cuando los compañeros, perdida la esperanza de celebrarla en los
185
Santos Lugares , la dicen en Vicencia. El explica a Goncálves
da Cámara que quería pasar un año « pidiendo a la Señora que
1 8 0
lo pusiera con su H i j o » ; pero Laínez habla a Ribadeneira de
1 8 7
una «razón oculta » que tenía Ignacio, que sin duda no era
otra que la esperanza de poderla celebrar en la tierra de Jesu-
188
cristo .
Así, pues, ¿ qué alcance tienen Venecia y Vicencia para él, y

181
FN, III, 3 2 6 .
18
- FN, I, 194.
1 8 8
FN, I, 491-496.
1 8 4
MI, Epp., I, 119.
185
Eabri Monumento, I, 5 0 7 : en él aparece una frase de Fabro que tiene,
sin d u d a este s e n t i d o de añoranza de un sueño irrealizado: «ora por Jerusalén
c o n e s p e r a n z a de que por fin, alguna vez p u e d a celebrar allí él o a l g u n o de
la C o m p a ñ í a .
188
FN, 1, 496.
1 8 7
Que Ignacio t e n í a una razón « o c u l t a » para atrasar la primera Misa
lo dice Laínez a R i b a d e n e i r a cuando éste le p r e g u n t a por el m o t i v o que Iñigo
había tenido para atrasarla: Véase Acta Sanetorum Iulii, V I I , n. 2 6 3 , p á g . 4 5 9 .
1 8 8
E s t a es la m a n e r a de pensar de L E T U R I A en su e s t u d i o : La primera
Misa de San Ignaeio de Loyola y sus relaciones con la fundación de la Compañía:
Est. Ign., I, 2 2 3 - 2 3 5 . — Su a r g u m e n t a c i ó n nos parece clara y c o n v i n c e n t e .

10 — El origen de la Compañía de Jesús.


146 EL ORIGEN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

para el grupo de sacerdotes que se ha formado en torno suyo ?.


Tiene el significado de fecundación evolutiva espiritual en un
cuádruple sentido:
— Allí, con la Ordenación Sacerdotal, alcanzan la m e t a de sus
estudios; y a partir de entonces, el apostolado se hace m á s inme-
diato, m á s directo y m á s completo.
— Allí conocen a una Orden de Religiosos que no son «frailes »,
sino que son sólo « sacerdotes » como ellos: esto les hace a v e n t u r a r s e
a practicar la clase de ministerios que creen aptos para tal tipo
de I n s t i t u t o de Religiosos Clérigos; sin que ello quiera significar
por el m o m e n t o sino vislumbres imprecisas, y puros tanteos fe-
cundativos.
— Allí t o m a n por primera vez nombre social, que intensifica
los lazos de cohesión interna en el grupo.
— Allí, finalmente, el fracaso, al menos temporal, de la pere-
grinación a Tierra Santa, y el que el P a p a llame a tres de ellos
1S9
a R o m a , hace que pase a primer plano y cobre m a y o r fuerza
el posible ideal de t r a b a j a r por la Iglesia a las órdenes directas del
Vicario de Cristo en la tierra.
Precisamente cuando los demás se dispersan por Italia, e
Ignacio se acerca con Laínez y F a b r o a la Ciudad E t e r n a , en u n a
19ü
capilla j u n t o al camino, a donde se ha retirado a orar en soledad ,
recibe una gracia extraordinaria que le confirma en el nuevo
r u m b o que Dios les m a r c a : .Jesucristo Cabeza, que aparece con
191
la Cruz, les acepta para que le sirvan , y les p r o m e t e que les
192
será propicio en R o m a .

1 8 9
F.V, I, 41 y II, 8 5 : Leturia sospecha que el D o c t o r Ortíz fue el
que i n t e r v i n o para e s t a l l a m a d a : véase Est. Ign., I, 206 y ss.
1 9 0
La localización de la Visión falla en los d o c u m e n t o s p r i m i t i v o s . Según
a
F.V, II, n o t a 1 9 de la p á g . 133-134 era y a tradición de la Compañía en
1631 el localizarla en la capilla de L a Storta a unos 17 k i l ó m e t r o s de R o m a .
1 9 1
F.V, II, 1 3 3 : Laínez narra e s t e episodio en u n a m a n e r a que parece
indicar que el m o m e n t o en que le p r o m e t e D i o s que les será propicio en R o m a
va separado del m o m e n t o de la v i s i ó n p r o p i a m e n t e d i c h o , p u e s narrado el
primer episodio, a ñ a d e : « poi, un altra v o l t a e t c . » : FA", II, 133. Sin d u d a ,
si son dos m o m e n t o s p e r t e n e c e n , complementándose, a un m i s m o conjunto
de gracia m í s t i c a ; a u n q u e tal vez p u e d e t a m b i é n interpretarse c o m o de dos
veces que Ignacio c u e n t a la misma gracia: U n a en que i n s i s t e que e n t e n d i ó que
D i o s les seria propicio en R o m a ; y otra, « p o i » , en que c o n t á n d o l e la misma
gracia le añade los d e t a l l e s de la repercusión imaginativa.
1 9 2
« E g o ero v o b i s R o m a e p r o p i t i u s »: FN, II, 133.
P. II, C. II - ITINERARIO DE S. IGNACIO 147

Ignacio está cierto, desde entonces, que Dios le une al Hijo


19;!
como s i e r v o , pero de nuevo q u e d a en oscuridad respecto al
modo concreto de este servicio: ¿ tal vez les crucificarán como
194
a Cristo ? .

7. — Roma, o la luz plena respecto a su vocación de fundador de


una Orden Nueva.

A pesar de que Ignacio, al aproximarse al término del viaje


195
a la Ciudad E t e r n a «ve todas las v e n t a n a s cerradas » , el reci-
1 8 6
bimiento que les hace el Doctor Ortiz no puede ser m á s acogedor ;
luego, les introduce al R o m a n o Pontífice, a quien sin d u d a el
«peregrino » manifestaría la situación de espera en que el grupo
estaba, hasta ver si había nave para Tierra Santa.
El P a p a quería en R o m a a F a b r o y a Laínez para ocuparlos
197
aquel curso en las cátedras de Teología y de Escritura .
Iñigo se dedica a actividades apostólicas diversas: de prefe-
rencia da Ejercicios a sujetos aptos para ser llamados por Dios
198
al grupo que formaban .
Años m á s tarde, cuando dicte sus memorias a Goncalves da
Cámara narrará estas primeras ocupaciones de R o m a como admi
rado de su febril actividad: « e t dava exercitii spirituali a diversi
in u n medesimo t e m p o ; delli quali uno stava a Santa Maria Mag-
1 9 B
giore, il altro a P o n t e Sixto » .
H a n pasado seis meses, y llega la P a s c u a : puesto que la
20
guerra entre turcos y venecianos se intensifica ", la obligación de
2Ü1
esperar embarcación para peregrinar, cesa .
Ignacio concentra a los compañeros en la Ciudad E t e r n a .
¿ Con qué intención los llama ?. Algunas fuentes históricas

1 8 3
F.V, I, 4 9 6 - 4 9 8 .
194
FN, II, 133.
1 9 3
F.V, I, 498.
1 9 3
« Cum auk'iii R o m a m p e r v e n i s s e n t , h u m a n i t e r a d m o d u m a doctore
Ortyz f u e r u n t e x c e p t i . . . P o s t e a i n t r o d u x i t illos ad P a u l u m t e r t i u m Pon-
tificem »: F.V, II, 442.
1 9 7
F.V, II, 5 8 4 .
1 9 8
F.V, I, 196.
1 9 9
F.V, I, 500.
2 0 0
F.V. III, 100-102.
3 8 1
FN, III, 100.
148 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

presuponen en él a estas alturas la intención expresa de fundar Or-


202
den Religiosa .
Pero la totalidad moral de las fuentes niegan expresamente
esta determinación clara. Polanco las resume en estas p a l a b r a s :

« Cum R o m a e hoc armo 1538, ineunte veré, nostri c o n v e n e r u n t , nondum


in animo proposuerant congrcgaüonem aliquam perpetuam sea religionem
instituere, sed seipsos et alios, si quos D o m i n u s ipsis a d i u n x i s s e t , d i v i n i s obse-
quiis ad animarum auxilium impenderé, postquam Hierosolymas transiré
2 3
non potuerant » " .

Rodrigues parece ser quien con m á s exactitud y m á s matiza-


ción da el estado de ánimo de todos, en aquellas circunstancias;
escribe que vienen « Summo Pontifici omnes simul suarum r e r u m ,
u t s t a t u e r a n t , rationem reddituri, deque aliis rebus suo proposito
2 0 i
ac suis rationibus conducentibus inter sese t r a c t a t u r i » .
L a noticia es exactísima: en efecto, pasada la oportunidad
del viaje a Tierra Santa, el voto de M o n t m a r t r e se había convertido
205
a u t o m á t i c a m e n t e en obligación de presentarse al P a p a .
Al llegar todos los compañeros a R o m a , el P a p a estaba en
2 M
Niza , y se hacía imposible la oblación inmediata.
Alquilada una casa m á s amplia, se trasladan todos de las
207
afueras al interior de la Ciudad , y obtenida la licencia del Legado
p a r a t r a b a j a r como predicadores apostólicos «en cualquier p a r t e
2
de la T i e r r a » * empiezan sus ministerios en R o m a « a n t e q u a m
2 0
sui [propositi] Pontificem M á x i m u m facerent c e r t i o r e m » \
L a libertad evangélica con que descubren los errores doctri-
nales de un predicador agustino que gozaba de grandes protecto-
210
res en la Curia levanta contra ellos tal t e m p e s t a d que ígna-

2 0 2
FN, II, 4 4 3 .
203
FN, II, 5 9 2 .
201
FN, I I I , 102.
208
FN, III, 2 2 .
3 0 6
E s t a b a a u s e n t e desde el 2 1 de marzo, y v u e l v e a R o m a el 2 4 de
J u l i o : V é a s e L. P A S T O R , Historia de los Papas, v e r s i ó n de la Cuarta E d i c i ó n
a l e m a n a , por el P. R u i z A m a d o , S. I., B a r c e l o n a , 1 9 1 1 , v o l . X I , p á g s . 2 5 1 -
2 6 1 ; v é a s e t a m b i é n el v o l . X I I , pág. 2 3 y ss.
207
FN, I I I , 102 y FN, II, 109.
2 0 3
MI, Scripta, I, 5 4 8 .
238
FN, III, 102.
2 1 0
La p r e v e n c i ó n c o n t r a el grupo e x i s t í a y a desde que llegados a la
Ciudad fueron a pedir licencias, s e g ú n se narra en FN, I, 8. — A h o r a , con el
P. II, C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 149

ció, n a d a propenso a exagerar, escribe: « d u r a n t e ocho meses en-


teros hemos pasado la m á s recia contradicción o persecución que
2 1 1
j a m á s h a y a m o s pasado en esta v i d a » .
D u r a n t e todo este tiempo, el soldado vasco lanza a la defensiva
2 1 2
todos los resortes divinos y humanos con que c u e n t a ; los ca-
lumniadores ceden, y quieren que las cosas queden en paz, sin
dar al juicio sentencia final.
Pero Iñigo no era hombre que se c o n t e n t a b a con victorias a
m e d i a s : contra el parecer de amigos y compañeros, con una deci-
sión que recuerda los viejos tiempos de la defensa del castillo de
P a m p l o n a , recurre al P a p a , primero por medio de una amistad,
cuando el Pontífice está en R o m a de vuelta de Niza; y luego,
213
yendo personalmente a Frascati a su residencia veraniega , hasta
214
que en octubre obtiene declaración pública oficial de su inocencia .
E s t e m o m e n t o de fama total a n t e el pueblo y ante la J e r a r q u í a
es el que aprovecha para presentarse con el grupo al Vicario de
215
Cristo para hacer su oblación gozosa : « para que él, como pastor
21S
universal los distribuyera por todas partes de la Tierra » .
Pero detengamos por un m o m e n t o el hilo de la historia.
Rodrigues, cuando escribe que en primavera llegan a R o m a
para ofrecerse al P a p a , añade que vienen t a m b i é n «inter se t r a c -
t a t u r i de alus rebus suo proposito ac suis rationibus conducen-
2 1
tibus » \
Y N a d a l , refiriéndose a la sentencia absolutoria, d a d a después
de la gran persecución de R o m a , la llama «previa aprobación de
2 1 8
la Compañía » .

i n c i d e n t e del predicador v i e r o n que se les ofrecía o p o r t u n i d a d m á s « p o p u l a r »


para la c a l u m n i a : FX, II, 261.
2 1 1
FX, I, 6.
212
FN, I, 8-11.
213
EN, I, 9-10 y 5 0 2 .
2 1 1
MI, Scripta, I, 6 2 7 - 6 2 9 .
2 1 3 a
E n FN, I, 42 con n o t a crítica 4 2 : F a b r o escribe que se p r e s e n t a n
d e s p u é s de haber t e n i d o sentencia favorable en la persecución de Roma;
c o m o en MI, Epp., I, 132, el 2 3 de n o v i e m b r e se da y a la oblación por hecha,
resulta que ella t u v o q u e t e n e r lugar entre el 18 en que se da la sentencia,
y el 23 de n o v i e m b r e , en que Ignacio escribe la carta. H a s t a e n t o n c e s , en plena
persecución, y sin f a m a t o t a l a n t e el p u e b l o no creyeron o p o r t u n o hacerla.
216
FN, I, 4 2 .
217
FX, I I I , 102.
2 1 8
FX, II, 91 y MX, V, 44.
150 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

A n t e estas dos frases, la p r e g u n t a se impone por sí m i s m a :


¿ H a s t a qué p u n t o las palabras genéricas de Rodrigues, y las
m á s concretas de X a d a l presuponen en esta época «la inclina-
2 1 9
ción » de Ignacio o de los compañeros a transformar el grupo
en Orden Religiosa ?
Tres documentos preciosos de finales de 1538 nos v a n a dar
mejor que ninguna otra cosa la situación interior del grupo y de
Ignacio, unos meses antes de la famosa «Deliberatio P r i m o r u m
P a t r u m ».
— Sabemos que desde finales de septiembre, cuando el P a p a
ha vuelto de Frascati a R o m a , a c o s t u m b r a b a a llamar cada quince
días a algunos del grupo p a r a oírles, después de comer, en disputas
22
teológicas ° .
Bobadilla nos dice que en una de estas disputas de otoño,
— más bien a n t e s de la oblación en cumplimiento del voto de
221
Montmartre — a n t e la extrañeza del P a p a por el deseo que
m u e s t r a el grupo de pasar a Tierra Santa, empiezan a plan-
tearse el problema de transformar su « c o m p a ñ í a » en Orden
Religiosa.
Citemos las palabras del Pontífice con la observación a d j u n t a :

« Quid t a n t o p e r e cupitis iré H i e r o s o l i m a m ? B o n a e t vera Hierosolima


e s t Italia, si c u p i t i s faceré fructum in E c c l e s i a D e i . — Quae v e r b a c u m retu-
l i s s e n t d o m i a l u s sociis, c o g i l a r u n t de religione i n s t i t u e n d a , n a m u s q u e ad
i l l u d t e m p u s s e m p e r h a b u e r u n t in corde ct in ore implcrc v o t u m h i e r o s o l i m i t a -
2 2 2
n u m peregrinationis illorum » .

— E l segundo documento es de Ignacio que escribe a mediados


de diciembre a Isabel Roser desde R o m a : desde hace meses, — le
dice —, hay cuatro o cinco que quieren incorporarse a la Com-
p a ñ í a ; pero nosotros no nos atrevemos a admitirlos porque nos
acusan de querer hacer religión sin autoridad apostólica. Las
cosas están en una fase decisiva. Todavía no estamos juntos, pero
estamos dispuestos a planlearnos el problema, que esperamos se

2 1 2
FN, II, 260.
2 2 0
F.V, I, 10.
2 2 1
Se p u e d e deducir porque c u a n d o el P a p a p r o n u n c i a las palabras q u e
d a m o s en la cita, dice B o b a d i l l a que t o d a v í a p e n s a b a n en peregrinar. E l P.
Leturia, en Est. Ign., I, 216 se i n c l i n a a poner la escena a finales de agosto
o en s e p t i e m b r e en q u e c i e r t a m e n t e no e s t a b a t o d a v í a la oblación h e c h a
2 2 2
FiV, III, 327.
P. II, C. II - ITINERARIO D E S. IGNACIO 151

resolverá de modo que todo sea para m á s servicio y alabanza


223
divina .
— Debió de ser después de esta carta, a finales de 1538, o a
comienzos de 1539 cuando algunos de los compañeros, aprove-
chando una de sus entrevistas con el Pontífice, le hablaron de la
imposibilidad de atender, por falta de número, a las infinitas
peticiones de ministerios que los fieles les hacían.
Luego, con una diplomacia que calcula hasta el milímetro la
situación y las circunstancias, le hablan de varios sacerdotes de
gran virtud que quieren sumarse a la Compañía; y por fin, le piden
que les conceda facultad para incorporarles a su agrupación apos-
tólica.

« P o n t i f e x , a e q u u m id et sibi g r a l u m videri r e s p o n d i t , a t q u e idcirco s u a m


ómnibus benediclionem se benigne impertiré, ñeque posse non multum
h u i u s m o d i re d e l e c t a n . N u l l u m Patres diploma expediendum curarunt; et
qaia nonáum Pontifici máximo quid animis molirenlur aperuerant, antequam
sui propositl eum facerent ccrtiorem, nonnulla prius quae necessaria erará [. . .]
224
mullo diligentius medilari voluerunl » .

Reflexionemos ahora, en síntesis, sobre la situación del grupo


y de Ignacio, y luego, hagamos la p r e g u n t a :
Iñigo, después de haber conocido en Venecia a los Teatinos,
empieza a ejercitarse con los suyos en unos ministerios que él
ha recomendado a Carafa como propios de una Orden Religiosa
de Clérigos; y desde allí les empieza a entrenar en la obediencia
a uno de ellos que ahora ha intensificado en R o m a .
Ahora escribe que les acusan en los medios curiales de querer
hacer « congregación sin autoridad apostólica ». Y al poco, pide
permiso al P a p a para la incorporación de un grupo de sacerdotes
a la Compañía.
Así, pues, ¿ qué es «eso » a lo que andan dando vueltas en la
cabeza por este tiempo, y que todavía no manifiestan al Pontífice
cuando piden la incorporación de los primeros sacerdotes, porque
quieren tratarlo más despacio en una reunión previa antes de hacer
Bula ?
La respuesta se impone por sí m i s m a con evidencia:
Creemos que al cerrarse definitivamente las puertas de J e r u -
salén, meses antes de las deliberaciones del 39, el jefe y el grupo

2 2 3
V é a n s e las palabras e x a c t a s de Ignacio en FN, I, 13.
2 2 1
FN, III, 108.
152 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

en su mayoría, d a b a n por b a s t a n t e probable que su asociación


fraguara en Orden Religiosa N u e v a .
Sin duda esto nos quería decir N a d a l cuando a propósito de las
deliberaciones de 1539 escribe: « erat vero í«/7i olim et P a t r i et
ómnibus persuasum d a n d a m operam u t perpetua foret cogre-
225
gatio » .
E n este estado de ánimo interior, veamos cuáles fueron las
circunstancias externas que provocaron en el grupo y en el jefe
de ellos el último paso en la lenta m a r c h a evolutiva en el conoci-
miento de su vocación espiritual definitiva.
226
Desde que el P a p a había aceptado gozoso el ofrecimiento ,
la gran ilusión de los diez era el verse esparcidos cuanto antes
227
por el universo t r a b a j a n d o a las órdenes de la Sede Apostólica .
Pero esta situación p l a n t e a b a al grupo el problema m á s deli-
cado que se les habia presentado h a s t a a h o r a : ¿ Qué relación
existiría entre ellos cuando estuvieran por el m u n d o t r a b a j a n d o
a las órdenes del P a p a ?
L a respuesta no era t a n fácil: antes de darla se imponía
u n a confrontación de pareceres p a r a ver qué solución d a b a la
mayoría.
E n las reuniones previas, la tendencia espiritual apareció desde
el primer m o m e n t o unánime y clara: « e r a t q u e una omnium nos-
t r u m et communis mens et voluntas, querere scilicet Dei bene-
placitam ac perfectam v o l u n t a t e m i u x t a scopum vocationis
2 2 s
nostrae» .
Pero como años a t r á s en París, a propósito del alcance del
voto de peregrinar, al preguntarse ahora por el medio concreto
p a r a realizar este deseo unánime, se hallaron divididas las sen-
229
tencias .
«II P a d r e comandó che per questo negotio si facesse oratione,
23
non sapendo che si f a r e » ° .
L a observación, como escrita por Laínez, testigo ocular y actor
en las deliberaciones, es e x t r a o r d i n a r i a m e n t e exacta.

225 JJ 9 3 — £ ; [ n 0 r o p a j e a t r i b u y e e s t a i n t e n c i ó n a sólo Ignacio:


a S

FN, II, 169 y MN, V, 246.


226
FN, I, 4 2 .
2 2 7
MI, Const., I, 1-2.
2 2 8
MI, Const., I, 2.
2 2 8
MI, Const., I, 2.
2 3 0
FN, II, 1 3 2 .
P. II, C. II - ITINERARIO DE S. IGNACIO 153

E n primer lugar, porque indica quién va a ser el presidente


de ellas.
L a s reuniones se tenían en un ambiente de fraternidad. Pero
en realidad, como jefe, implícitamente, siempre, y ahora más que
m
nunca, todos reconocían a Ignacio . Si hemos de ser objetivos,
de él dependía f u n d a m e n t a l m e n t e el que el grupo se inclinase a
una p a r t e o a otra.
P e r o esta situación de jefe era precisamente la que le dejaba
a Ignacio « sin saber qué hacerse ».
La razón era sencillísima: se sentía como en medio de dos
fuerzas contrarias; cualquiera de los dos polos a que se inclinase
podía acarrear al grupo consecuencias fatales, decisivas.
— Quedarse libres unos de otros, en la sola dependencia del
232
P a p a , significaba «Dei unionem et congregationem scindere» :
es decir, atomizar y, en breve tiempo desintegrar la vocación
apostólica que la voluntad de Dios había hecho societaria.
— P e r o al pensar que el grupo fraguara en «congregación
p e r p e t u a » era inevitable plantearse el problema de autoridad entre
ellos p a r a admitir, despedir y otras mil cosas: esto significaba prác-
ticamente proponer a la Santa Sede el deseo de Orden Religiosa.
Ahora bien, como la Iglesia en aquellos tiempos era enemiga
233
de t o d a fundación nueva , « quizás les obligaría el Pontífice a
234
vivir bajo una regla antigua » . Pero este ingreso en una Orden

2 3 1
Que Ignacio fue s i e m p r e jefe de ellos es una v e r d a d que se i m p o n e
c o m o e v i d e n t e a t o d o el que h a y a seguido la t r a y e c t o r i a del c a p í t u l o . Por
e l l o L a í n e z , t e s t i g o presencial, lo da por s u p u e s t o , sin p r e t e n d e r probarlo
t a m b i é n en e s t o s m o m e n t o s d e c i s i v o s : él es el que « duda »; él es el que manda
q u e se h a g a oración: FN, II, 132. — R o d r i g u e s , que no p u e d e ser t a c h a d o
de « d e m a s i a d o p a r t i d i s t a » del L o y o l a , escribe unas palabras que resumen
el p e n s a m i e n t o del grupo, y que en e s t o s m o m e n t o s t o d o s harían s u y a s : « Qucni
[Ignatium] ut pluribus ac difficilioribus exagitatum laboribus, in mullís
d e n i q u e t e n t a t u m , semper rcliqui socii tanquam parentem coluerunl, tanquam
ducem sequuti sunt »: FN, I I I , 10.
2 3 2
MI, Consl., I, 3 .
2 3 3
E s conocida la resistencia que en los m e d i o s curiales de R o m a encontró
la aprobación de la Compañía c o m o Orden Religiosa N u e v a , y la actividad
h u m a n a y sobrenatural d e s p l e g a d a por Ignacio e n t o n c e s para que el Car-
denal Guidiccioni cediera: v é a s e para detalles, el d e t e n i d o e s t u d i o que d e -
dica a e s t e t e m a TACCIII V E N T U R I , en su Storia della Compagnia di Gesú in
Italia, v o l II, P a r t e I, c. X , p á g s . 2 7 8 - 2 9 7 .
2 3 4
MI, Consl., I, 6.
154 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Monacal suponía p a r a el grupo una dificultad t o d a v í a mucho m á s


grave que la primera:
Se les q u i t a b a toda posibilidad de apostolado:

« quo fieret, vt cum non ita daretur opportunilas et locus operandi circa
salutem animarum, cui unicac rei, p o s t nostri i p s o r u m curam, intendimus,
frustrarentur omnia desideria nostra, iudicio n o s t r o , D o m i n o D c o nostro ac-
2 3 5
cepta » .

E n esta difícil situación, a n t e dos elementos que son voluntad


de Dios, pero difícilmente conciliables en una fórmula: apostolado
— en sociedad, San Ignacio encontró una solución única: « comandó
che per questo negotio si facesse oratione » con una intención
m u y concreta:

« ut nihil p e n i t u s e x propio nostro spiritu et c a p i t e asseramus, sed s o l u m ,


quidquid id sit, quod D o m i n u s inspiraverit, et Sedes A p o s t ó l i c a confirmaverit
a3
et probaverit » '.

E n las reuniones, la primera pregunta, «si continuar la unión


a p e r p e t u i d a d » , encontró respuesta r á p i d a :
Mirando al bien de cada uno y del grupo, y a la eficacia
apostólica sentían con unanimidad que era v o l u n t a d de Dios la
2
constitución de congregación p e r p e t u a " .
Pero al t r a t a r de dar al grupo perpetuo el modo concreto de
estabilidad, el horizonte no se presentaba t a n risueño: las primeras
noches de reunión les dejaron con pareceres divididos, en oscu-
2 3 S
ridad t o t a l .

2 3 5
M í , Const, I, 6. — A p r o p ó s i t o de Ignacio y del grupo de c o m p a -
ñeros de París, escribe P o l a n c o : « Y es de considerar y tener por m a r a v i l l a
grande, que ni el P. Iñigo, ni los dichos c o m p a ñ e r o s , con estar t a n d e t e r m i -
n a d o s de emplearse c u a n t o fuese posible en servicio de D i o s , no se aplicaron
a n i n g u n a religión »: FN, I, 184-185. Parece éste el m o m e n t o a p r o p ó s i t o
para m a t i z a r la c i t a de P o l a n c o : el m i e d o que el grupo t i e n e a ser incorporado
a u n a regla m o n a c a l sin v i d a a p o s t ó l i c a e s t á d i c i e n d o claro que no era
«maravilla grande » el que e n t o n c e s en París no se decidieran por Orden
R e l i g i o s a A n t i g u a ; la « v i v e n c i a » de perfección en v i d a a p o s t ó l i c a b a s t a b a ,
s i n especial P r o v i d e n c i a , para apartarles t o d a idea de V i d a R e l i g i o s a tra-
dicional.
2 3 6
MI, Const., I, 3-4.
2 3 7
MI, Const., I, 3.
2 3 8
MI, Const., I, 4.
P. II, C. II - ITINERARIO DE S. IGNACIO 155

Ni es de e x t r a ñ a r : se t r a t a b a n a d a menos que de ver si esta


vocación apostólica que había fraguado en societaria, debía, por
v o l u n t a d de Dios, como etapa ulterior evolutiva, convertirse en
Orden Religiosa: se t r a t a b a de una verdadera « elección de estado »
en el sentido pleno de la palabra.
Así, pues, no había otro camino que afrontarlo en ambiente
de « segunda semana », con razones en pro y en contra, con retiro
239
a la oración prolongada para encontrar la v o l u n t a d divina .
Se suceden las sesiones: v a n pasando l e n t a m e n t e los motivos
en contra, las ventajas, las razones a favor, sobrenaturales y
humanas.
L a situación m a d u r a l e n t a m e n t e ; viene la luz de arriba y las
nubes se rasgan:

« t á n d e m , D o m i n o p r e s t a n t e a u x i l i u m , n o n per p l u r i u m v o c u m senten
t i a s , sed nullo prorsus d i s s i d e n t e , c o n c l u s i m u s : n o b i s e x p e d i e n t i u s esse et
magis necessarium, prestare obedientiam alicui ex nostris, ut m e l i u s et
exactius prima nostra desideria, i m p l e n d i per o m n i a divinam voluntatem,
24
e x e q u i p o s s i m u s , et u t t u t i u s c o n s e r v e t u r Socictas » ° .

Pero faltaba una condición indispensable p a r a que sus deci-


siones t u v i e r a n valor: «la confirmación y aprobación de la Sede
Apostólica », a la que ellos habían propuesto presentar « t o d o lo
2 U
que Dios les inspirara » .
¿ Cómo recibiría el Pontífice sus deseos de practicar en comu-
nidad los Tres Consejos E v a n g é l i c o s ? ¿ L e s permitiría vivirlos
« según el modo propio que Dios les inspiraba», o les incorporaría
a una Orden Religiosa y a existente en la Iglesia ?
Al recibir al Cardenal Contarini que le presentó la F ó r m u l a ,
el Vicario de Cristo manifestó gozoso que « el Espíritu de Dios
242
estaba en ella» ; y «la concedió t o d a , h a b l a n d o cosas en gran
loa de la Compañía, y como con un espíritu profético, diciendo que
esta congregación había de reformar la Iglesia, y otras cosas, que
243
d e m o s t r a b a n gran esperanza « . . . .
Cuando Ignacio supo la respuesta del P a p a , en su alma se
hizo la luz completa: « n o n sine magnis vigiliis, orationibus et

2 3 8
M I , Const., I, 5.
-"' M I , Const., I, 7.
2 , 1
M I , Const., I, 3 - 1
242
MN, V, 49.
243
FN, I, 206.
156 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

244
laboribus mentís et corporis premissis » , había p o r fin compren-
dido con luz clara de pleno día su vocación espiritual definitiva:
la de ser, j u n t o al Vicario de Cristo en Homa, p a d r e y fundador
de una N u e v a Familia Religiosa.
Así, pues, cuando se quiere sintetizar en una imagen la « si-
tuación relativa del Cardoner» en el conjunto de la evolución
espiritual total del fundador de los jesuitas, a nuestro parecer,
no se puede definir como el m o m e n t o en que Dios le entrega unos
planos, — por rudimentarios que se quieran —, y le intima la
orden de construcción de un edificio a largos años de distancia.
A la luz de su biografía espiritual íntima nosotros compara-
ríamos al Cardoner con el m o m e n t o en que nace en el alma de
Ignacio un nuevo manantial, sin que se le dé la m e t a donde acabará
ni se le señale r u t a alguna.
El caminará empujado por esa corriente vital que le a r r a s t r a :
pero a manera de río que se abre paso por vez primera entre mon-
t a ñ a s , no pocas veces, a n t e un m u r o de rocas que le cierra la
marcha, el « peregrino » t e n d r á que girar sobre sí en busca de
nueva salida; el desconcierto m o m e n t á n e o de este cambio de
trayectoria, se convierte a los pocos pasos en admiración al ver
que lo que él creía pérdida de «pista », le ha abierto inesperada-
m e n t e un nuevo trayecto del mismo camino con horizontes m á s
amplios y m a y o r profundidad de caudal, que acaba, encauzado y
aceptado por la J e r a r q u i a , en una nueva corriente que revitaliza
en el tiempo la vida siempre perenne de la Iglesia.

2 4 1
MI, Const., I, 7.
CAPITULO CONCLUSIVO

« Aquí e n t e n d i ó su fin y a q u e l l o a
que t o d o se debía aplicar y t e n e r por
escopo en t o d a s sus obras, que es el que
t i e n e ahora la C o m p a ñ í a » ( N A D A L , FN,
I, 3 0 7 ) .

R E L A C I Ó N E N T R E LA V I S I O N D E L C A R D O N E R

E L I N S T I T U T O D E LA COMPAÑÍA

1 . — Certeza histórica de la relación establecida por el Fundador


de la Compañía.

Ignacio, y a General de la Compañía de Jesús en R o m a , rela-


cionaba el I n s t i t u t o de la Orden N u e v a con la gracia mística
que se le concedió a orillas del Cardoner, al principio de su con-
versión en el año de soledad y de retiro de Manresa.
E s cierta históricamente esta relación establecida por Ignacio
de Loyola, y toda explicación ulterior a sus palabras debe partir
de ella como de base auténtica.
El documento que se ha hecho clásico al querer p r o b a r esta
verdad histórica, es la confidencia a C á m a r a : cuando éste le pre-
g u n t a por la razón de las innovaciones de los jesuitas en la Vida
Religiosa tradicional, el fundador le remite a «cierto negocio»
de Manresa
Se ha pretendido negar que Ignacio, con esta respuesta,
quisiera establecer relación directa alguna entre el Cardoner y
el I n s t i t u t o de la Compañía; la frase del fundador, - se ha
dicho —, sólo tiene el sentido de una respuesta evasiva «era

1
FN, I, 009-G10.
158 EL ORIGEN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

una manera de cortar en seco t o d a ulterior pregunta compro-


metedora »-.
Además, — podríamos añadir nosotros —, quien lea el t e x t o
detenidamente verá enseguida que Ignacio no alude al Cardoner,
3
sino a un « determinado m o m e n t o » de Manresa . ¿ Cómo puede
constar que la identificación de este « negocio » con el Cardoner,
escrita veinte años más t a r d e por el P . Luis Goncálves da Cámara,
es legítima *, y corresponde a la idea del fundador de la Com-
pañía ?
Digamos que ninguna de las dos objeciones tiene fuerza: Consta
que Ignacio, en la frase, quería establecer relación directa, y que
Cámara daba una versión exacta al identificar el « negocio » con
la Ilustración Eximia.
Y esto, por una razón m u y sencilla y clara, que no deja lugar
a duda:
N a d a l nos dice que la alusión genérica de Ignacio a su colabo-
rador en el gobierno de la Comunidad de liorna no fue la única,
sino una de tantas veces como el fundador aludía al Cardoner, y a
Cieneral en R o m a .
E r a su p u n t o de referencia último en los problemas espirituales
5
que resolvía , y a la luz de la Ilustración t o m a b a «casi todas las
decisiones » cuando gobernaba la Compañía •.

2. — Explicaciones verdaderas, pero parciales a la relación que


establecía Ignacio de Loyola.

¿ P o r qué Ignacio, entre t a n t o s hechos extraordinarios como


su vida cuenta, recurre a la Visión del Cardoner como al m o m e n t o

2
« C'était une facón de couper court á d'autres q u e s t i o n s du m é m e genre
que son ministre aurait pu lui poser. Cette réponse d'une portee plus genérale
ne fut qu'insinuée ce jour-lá par ees m o t s : con un negocio »: Anal. Bol. 27 (1908)
402.
3
« Y a e s t a s cosas t o d a s se responderá con un negocio que pasó por m í
en Manresa »: FX, I, 610.
> Según él m i s m o en su prólogo, las n o t a s en p o r t u g u é s las puso en 1 5 7 3 :
FX, I, 5 3 2 - 5 3 3 .
3
FN, 11, 152-153 y MN, Y, 6 1 1 - 6 1 2 .
8
« A d q u a m [ I l l n s l r a l i o n e i n prope Cardoner] fere omnia sua consilia re-
ferre s o l e b a t b e n e d i c t u s P a t e r noster, c u m iam e t i a m R o m a e S o c i e t a t e m g u -
bernaret »: FX, I I , 6; v é a s e t a m b i é n MN, V, 277 y 7 8 2 ; Scholia, in p a r t e m
V I , c. I I I , págs. 134-135.
P. I I , C. III - LA VISIÓN DEL CARDONER Y LA COMPAÑÍA 1 f)9

m á s íntima e intrínsecamente relacionado con el Nuevo I n s t i t u t o


que él gobierna ?
No se puede negar que la experiencia ascética y las gracias
extraordinarias que recibió de Dios en aquel año de intensa vida
espiritual, le sirvieron d u r a n t e toda su vida para orientar a otras
almas, a sus primeros compañeros y a los jesuitas.
E s más, el conocimiento reflejo del «principio de discerni-
miento de espíritus », y la comprensión armónica de las verdades
de orden n a t u r a l , espirituales y del dogma le «capacitaron » y le
dieron una visión nueva del m u n d o espiritual: «le cambiaron en
otro hombre con otra inteligencia ».
El fruto de todo ello es el Libro de los Ejercicios: la síntesis
m á s profunda que conocemos de la historia de la salvación, como
llamamiento de Dios a la criatura, en Cristo.
E s cierto, además, que el Libro fue su i n s t r u m e n t o apostólico
principal para el trato con las almas, que desde entonces empieza;
y que le sirvió, sobre todo, para suscitar la vocación de los com-
pañeros que desde Barcelona le rodean.
E s t a capacitación para guiarse y para guiar en la vida del
espíritu explica, sin duda, que Ignacio aludiera t a m b i é n al Car-
doner para dar razón de m u c h a s de las respuestas a consultas
espirituales de orden general que se le hacían en liorna.
Pero advirtamos que la pregunta de Goncalves da Cámara, y
la respuesta del fundador, t a n t o en aquel m o m e n t o como « casi
todas las veces» que aludía al Cardoner, t r a t a b a n de d a r expli-
cación a la Compañía como Orden Religiosa, y precisamente en
cuanto nueva, y específicamente diversa de las formas tradicionales
monásticas.
Por eso, la preparación espiritual, «el principio de discerni-
miento », el conocimiento armónico de las verdades reveladas que
Dios le dio en Manresa, explican, si se quiere, que desde allí que-
dase hecho « h o m b r e de Iglesia », como Agustín, Basilio, Ignacio
de Antioquía ".

7
V é a s e el interesante e s t u d i o de H . R A H N E R , S. I., Ignatius von Logóla...
p á g s . 62-87.
Creemos, sin e m b a r g o , c o n v e n i e n t e m a t i z a r en este p u n t o su p e n s a m i e n t o :
E n c u a n t o que en Manresa D i o s le dio u n a v i v e n c i a excepcional del Misterio
Cristiano, Ignacio queda hecho « h o m b r e de Iglesia », c a p a c i t a d o por Dios
para ser el hombre providencial de su t i e m p o , c o m o t a n t o s otros en anteriores
épocas históricas. Pero, en contra de lo que parece decir el P. H . R a h n e r , n o
160 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

Pero todo ello no bnsla para explicar que quedase hecho TAL
HOMBRE DE IGLESIA, con las características propias de Ignacio de
Luyóla, ipie le diferencian de ¡os que le precedieron en la historia.
A nuestro parecer, es hora de poner en claro una distinción
que con frecuencia se olvida: que «la espiritualidad » de los Ejerci-
cios es universal, y en cuanto tal, no es « específica » de la Com-
pañía.
Queremos decir:
Que en contra de lo que se ha escrito algunas veces, la espiri-
tualidad del Libro de los Ejercicios y la de las Constituciones n o
8
son específicamente las mismas .
Las Constituciones y el I n s t i t u t o de la Compañía son « un
,J
camino particular» que aprovecha, si se quiere, para estructu-
rarse, los moldes genéricos del Libro de San Ignacio de Loyola;
pero que como vocación determinada y concreta tiene elementos espe-
cíficos que en vano se buscarán en las Meditaciones Ignaeianas.
P o r consiguiente, si Ignacio, en casi t o d a s las decisiones del
gobierno de la Orden hacía referencia a la Ilustración E x i m i a ;
si además, aludía a ella para d a r razón « de estas cosas todas », es
decir, de la esencia íntima y de la estructuración de la Compañía,
era porque allí, sin duda, además de la vivencia genérica de la
gracia mística, recibió algo específico que tenía relación con lo
nuevo del I n s t i t u t o que fundó en la ciudad E t e r n a .
Ahora bien, queda largamente probado que el conocimiento
actual de las fuentes históricas hace de todo p u n t o insostenible
que esto específico nuevo sea el conocimiento de su vocación de
fundador y la estructura de la Orden Jesuítica, ni siquiera con-

creemos que Ignacio saliera de "Manresa con conciencia refleja de q u e su m i -


sión era la de trabajar en la Iglesia bajo la Jerarquía, en obediencia : (Véase
pags. 5 9 - 6 0 del c i t a d o e s t u d i o ) . A l contrario, Ignacio, sin ser un rebelde, se v e r á
obligado a «emigrar » de diversos sitios, en « t e n s i ó n » con la Jerarquía, preci-
s a m e n t e porque es portador de u n nuevo c a r i s m a ; solo al cabo de largos a ñ o s
logrará de la A u t o r i d a d moldes nuevos, q u e incorporen « oficialmente » a la
Iglesia u n a n u e v a m a n e r a de Orden Religiosa.
8
H . R A H N E R , S. I., Ignatius von Loyola . . . v é a s e p r i n c i p a l m e n t e de la
pág. 1 0 2 a la p á g . 1 0 6 . D i g a m o s con sencillez q u e e s t a es la principal reserva
que t e n e m o s que hacer al profundo e s t u d i o del P. H . R a h n e r : Los Ejercicios,
ni siquiera en s u s m e d i t a c i o n e s de R e y y B a n d e r a s , no son las C o n s t i t u c i o n e s
ni el ideal de ellos coincide con el ideal de la Compañía, que no se explica a n u e s -
stro m o d o de v e r , con solas las m e d i t a c i o n e s i g n a e i a n a s .
' MI, Const., I, 26-27.
P. II, C. III - LA VISIÓN D E L CARDONER Y LA COMPAÑÍA 161

cebida ésta como agrupación apostólica rudimentaria que a n d a n d o


el tiempo fraguaría en una Orden Religiosa nueva.

3. — Nuestra manera de pensar.

E n t o n c e s , ¿ por qué Ignacio, entre t a n t a s intervenciones ex-


traordinarias de Dios en su alma, anteriores y posteriores a Man-
resa; entre t a n t o s hechos exteriores que prenuncian la Compañía,
— pensamos en los votos de M o n t m a t r e , en las reuniones de Vi-
cencia —, escoge precisamente el Cardoner y no otro, como a m o -
m e n t o en que se encuentra la explicación última íntima del Insti-
t u t o «nuevo» a que él ha dado estructura ?
N u e s t r a m a n e r a de pensar se formula de esta m a n e r a :
— Creemos que Ignacio relaciona el I n s t i t u t o de la Compañía
de Jesús con la Ilustración líximia porque en aquel m o m e n t o de
riqueza excepcional de gracia mística, como concretización de la
plenitud que ella contenía, se sintió llamado a una vocación espe-
cífica que llevaba en germen la Orden Nueva.
— E s a gracia vocacional propia consistió en sentirse incor-
porado a Cristo por primera vez y p a r a siempre como colabora-
dor con E l en la tarea de predicador del mensaje evangélico, en
u n estado de desprendimiento y humildad.
— A la orientación concreta que Dios daba a su vida hizo
a c o m p a ñ a r una luz de discernimiento, fruto sin duda, de la misma
Visión intelectual, con la que Ignacio siguió, sin desvíos, el creci-
miento intrínseco de esa semilla vocacional.
— Caminando en esa dirección que Dios para siempre le m a r -
caba, y fiel a las etapas de ulterior crecimiento que esa luz interior
le exigía, Ignacio vio con asombro que la vocación pasaba de
personal a socielaria, y de sociedad apostólica temporal a Orden
Religiosa Apostólica.
El ignoraba en Manresa la Compañía, como el surco que recibe
la semilla ignora la planta. Pero en R o m a , y a General de la Orden,
vuelta la m i r a d a atrás, se ve obligado a reconocer que el árbol
que ahora crece en la Iglesia estaba todo en la gracia vocacional
dinámica que Dios le dio en el Cardoner; y cuando pasaba el con-
l 0
tenido de la Visión a los símbolos-núcleo de R e y y R a n d e r a s .

1 0
E s n o t a b l e la insistencia de los d o c u m e n t o s p r i m i t i v o s en las m e d i t a -
ciones del R e y y de las B a n d e r a s como fuente de conocimiento de la vocación a
la Compañía: FN, II, 178-180 y MN, V, 2 6 2 , 2 8 8 - 3 0 2 ; FN, I, 307 y 3 1 3 .

H — El origen de la Compañía de Jesús.


162 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

Loyola fue el m o m e n t o en que Dios, h a s t a la Manresa ascé-


tica, preparaba la tierra; Palestina, Barcelona, París, Venecia, La
Storta, la Ciudad E t e r n a fueron las etapas del crecimiento v i t a l ;
pero, en definitiva, al querer dar con el p u n t o clave que fuera
explicación de raíz a «estas cosas todas », Ignacio se veía obli-
gado a recurrir una vez y otra al m o m e n t o en que Dios sembró
en su alma la semilla, es decir; a aquel «negocio» que pasó por
él a las afueras de Manresa, cuando sentado a la ribera del Car-
doner, en el caudal de gracia mística que inundó su alma, sintió
que Cristo Apóstol le a r r e b a t a b a t r a s sí, « m i e n t r a s veía pasar
las aguas que corrían profundas ».
E s t a afirmación, que parece la m á s conforme con las fuentes
históricas, es además, una profunda reflexión teológica sobre el
origen del Instituto, tan antigua como la existencia de la nueva
Orden Religiosa.
Oigamos, por ejemplo, a N a d a l :
¿ Qué quiere decir el Pontífice cuando afirma que «Dios movió
a Ignacio » a fundar la Compañía ? " .
12
P a r a el gran teólogo de nuestra espiritualidad , este « m o v e r
al fundador» no es darle una orden que él recibe a m a n e r a de
m a n d a t o externo, y que ejecuta como tarea extrínseca mecánica,
sin que llegue a tocarle su intimidad profunda: Dios le m u e v e
en cuanto que le da « u n a gracia de. vocación » que orienta su
13
vida .
Y aquí viene la culminación del profundo pensamiento teoló-
gico de N a d a l :
E s t a vocación no es dada por Dios a Ignacio para que p e r m a -
nezca puramente personal. Dios «le elige como ministro de esa
14
gracia » para que en él pase a la Orden que funda. Así se puede
decir que, en esta vocación intrínseca a Ignacio, Dios funda la
Compañía
P o r ello, a partir de entonces, c u a n t a s veces acusen, juzguen
y absuelvan al «peregrino» acusarán, juzgarán y absolverán a

14
MN, V, 226.
1 2
Para la i m p o r t a n c i a de N a d a l c o m o t e ó l o g o de la E s p i r i t u a l i d a d de la
C o m p a ñ í a v é a s e la Introducción del P. M. de N i c o l a u , en MN, V, 1-8.
1 3
« E s t a gracia [de la v o c a c i ó n ] no es de I g n a c i o ; él, ¿ qué p o d í a ? Dios
le m o v i ó a él y a nosotros t a m b i é n , y él nos ha traido »: MN, V, 260.
44
MN, V, 2 5 0 .
15
FN, II, 149.
P . II, C. III - LA VISIÓN D E L CARDONER Y LA COMPAÑÍA 163

los «jesuítas», a u n q u e Iñigo no h a y a pensado t o d a v í a en fundar


16
Orden Religiosa alguna .
Desde ese m o m e n t o , Ignacio será «la causa ejemplar» de la
17
Compañía , y la revelación constante de ella para todas las restan-
tes generaciones de jesuitas que quieran conocer y vivir a fondo
18
la esencia íntima de su Orden Religiosa .
19
«¡ In actis P a t r i s Ignatii t o t a vita Societatis continetur! » ,
repetirá incansablemente Xadal por todas las Comunidades de
J e s u i t a s de E u r o p a .
Convencido de que Ignacio llevaba en su vocación personal,
implícito, el I n s t i t u t o de la Orden N u e v a , cuando t r a t a de pro-
mulgar las Constituciones, y de hacerlas comprender, el argumento
predilecto que usa será la narración de la vida del fundador de la
20
Compañía .

4. — La vocación específica de Ignacio, fue intrínsecamente


evolutiva, por voluntad divina.

¿ Acertó Ignacio con la v o l u n t a d de Dios, al dar este paso


transformativo de su vocación; o se adelantó a dar una e s t r u c t u r a
societaria a u n llamamiento que Dios sólo refrendaba como per-
sonal ?
Que su decisión de ser sacerdote, a la vuelta de Palestina, la
toma a impulsos de la gracia es cosa clara: al hablar de la m o t i -
vación de sus estudios, las fuentas históricas nos dicen que al
llegar a Barcelona, « h a b í a venido en conocimiento que era m a y o r
2 1
servicio divino estudiar y tener letras » ; por eso « omnino Spi-
22
ritus Sancti instinctu constituit s t u d e n d u m e s s e » .
Todavía m á s claro aparece que el crecimiento de personal a
societaria estaba y a en los planes de Dios cuando El dio en Man-
resa la vocación apostólica a Ignacio de Loyola.

16
MN, V, 2.50.
17 a
MN, V, 3 7 ; 130; 607, c o n i m p o r t a n t e nota 25 .
1S
MN, V, 057.
19
MN, V, 780.
2 0
D a l m a s e s dice a c e r t a d a m e n t e a este p r o p ó s i t o : « In m e n t e [ . . .] N a -
talis v i t a Ignatii i n t i m o n e x o , non s o l u m c u m Societatis f u n d a t i o n e , sed e t i a m
c u m integro eius Instituto et procedendi ratione c o n n e c t i t u r »: FN, II, p á g s 0
y 7 de la introducción.
21
FN, I I , 190.
22
FN, II, 0.
164 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

23
E n el camino de Venecia a R o m a , en la Visión de La Storta ,
Dios se inserta «como testigo » de la naturaleza germinal evolutiva
de esa vocación específica.
E n efecto, San Ignacio se aproxima a la Ciudad E t e r n a en
u n ambiente de gracias extraordinarias, y en una intensa petición
única a la Señora: Que le alcance de su Hijo ser incorporado a
24
su B a n d e r a .
Pero esta oración, que en sustancia es idéntica a la de sus
tiempos de Manresa, la hace ahora en unas circunstancias bien
diversas: no es el apóstol laico solitario que se dispone a p a r t i r
para predicar en P a l e s t i n a : es el jefe de grupo que pasa a R o m a ,
llamado por el P a p a , cuando Dios le cierra las puertas de Tierra
Santa.
Dios irrumpe en el camino: el P a d r e le presenta al Hijo y le
2
indica que lo acepte « p a r a que los sirva » \ Cristo con la cruz a
2S
cuestas, lo recibe bajo su B a n d e r a .
Pero Ignacio ve que y a no es aceptado como persona, sino
como transmisor y como cabeza de una manera de vida: él dice a
sus compañeros que Dios le grava como a fuego en el corazón
27
que les será propicio en R o m a , a u n q u e no sabe si esto significa
2S
que les v a y a n a crucificar en la Ciudad E t e r n a . Y esta acepta-
ción le confirma en que se han de llamar Compañía de Jesús, es
29
decir, en el nombre social, que han t o m a d o en Vicencia .

2 3
Son m u c h a s las narraciones que n o s h a n t r a n s m i t i d o el hecho de la
V i s i ó n : H e aquí las principales entre las primeras, por el orden cronológico de
escritos: Ignacio alude a ella en su üiario Espiritual, en MI, Const, I, 1 0 4 ; y
c u a n d o la narra G o n c á l v e s da Cámara: FN, I, 4 9 6 - 4 9 8 . N a d a l la describe m u -
chas v e c e s en sus pláticas, y hace m u y a c e r t a d a m e n t e « l a teología » de e l l a :
FN, I, 3 1 3 , y II, 9, 1 5 8 ; MN, V, 136-137 y 6 3 4 . P o l a n c o , en FN, II, 585.
R i b a d e n e i r a en FN, II, 3 7 7 ; IV, 2 7 0 - 2 7 2 . Pero la f u e n t e m á s autorizada es
Laínez, a quien se r e m i t e para los detalles el m i s m o I g n a c i o : v é a s e su descrip-
ción en FN, 11, 133.
24
FN, I, 490. El P. H u g o R a h n e r , en su e s t u d i o Die Vision des Id.
Ignatius in der Kapelle von La Storta, en Zeitschrift für Aszese und Mystik, 10
(1935) 17ss; 2 0 2 s s ; 265ss, da m u y bien el e s t a d o interior de Ignacio, y lo re-
laciona a c e r t a d a m e n t e con la época m í s t i c a de Manresa: R e y y B a n d e r a s , etc.
25
FN, II, 4 4 3 .
26
FN, II, 133.
27
FN, II, 133.
2 3
FN, II, 4 4 3 .
2 9
FN, II, 595-597.
P. II, C. III - LA VISIÓN D E L CARDONER Y LA COMPAÑÍA 165

Así, pues, La Storta, a nuestro modo de ver, es de excepcional


importancia como eslabón entre Manresa y Roma; como momento
en que Dios ha confirmado la esencia « conlaqiable societaria » de
la vocación personal ignaciana, y oscuramente, pero con decisión,
da al « nuevo carisma » una orientación « r o m a n a ».
E s verdad que «el peregrino » quedó en Manresa en oscuridad
respecto a las etapas de crecimiento vital de la semilla, h a s t a el
p u n t o de que la Providencia se tiene que valer de la « e x c o m u -
30
nión » , y « de la guerra de T u r q u í a con V e n e c i a » p a r a impe-
dirle que la haga fraguar en una etapa, que en los planes de Dios
no es la última.
P e r o respecto a la trayectoria vital intima, el comportamiento
de Ignacio ha quedado magistralmente expresado en una frase
32
lapidaria de N a d a l : « ñ a q u e deducebatur quo nesciebat suaviter » :
sin adelantarse en una iniciativa p u r a m e n t e personal y h u m a n a ,
se dejaba guiar por el Espíritu que le e m p u j a b a con suavidad y
le conducía a ulteriores etapas.

5. — El «institutum Ignatii» pasa a Orden Religiosa Nueva


siguiendo inmutable en su esencia.

U n doble aspecto nos interesa examinar t o d a v í a en la etapa


evolutiva de grupo apostólico a Orden Religiosa: ver si la voca-
ción que ha pasado íntegra de Ignacio a los compañeros que le
siguen en su misma m a n e r a de vida, queda inmutable en su esencia
al ser «vaciada » en los nuevos moldes de Orden Apostólica.
Con otras p a l a b r a s : la fórmula del I n s t i t u t o y las Constitucio-
nes, ¿ pretenden sólo estructurar « esa m a n e r a peculiar de v i d a » ?
¿ Lo logran ?
Respecto a las intenciones del grupo al comenzar las reuniones
de donde salió la Orden Religiosa nueva, informa P o l a n c o :

« . . . e n t o n c e s el P. Ignatio c o n sus c o m p a ñ e r o s c o m e n c a i o n a t r a t a r de
hazer u n cuerpo de c o n g r e g a c i ó n , q u e fuese durable, y donde otros se a d -
m i t i e s s e n para seguir el mismo instituto, en a y u d a de los p r ó x i m o s , y de la forma
del, y constituciones más substanciales, para el fin que arriva dixe, de imitar
el modo apostólico en lo que pudiessen »

3 0
FN, I, 4 2 4 - 4 2 6 .
3 1
FN, I, 494-496.
32
MN, V, 625; FN, II, 252.
3 3
FN, II, 3 1 0 .
166 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

A nuestro parecer, ningunas palabras podrían m o s t r a r m á s


clara la absoluta voluntad del grupo de hacer pasar en su m á s
pura esencia los elementos de su forma de vida a la Orden
N u e v a : hasta las mismas palabras que desde Manresa han llegado
a ser «técnicas », nos hablan de esta v o l u n t a d : el « i n s t i t u t o »
de « a y u d a de los próximos», « deseando imitar el modo apos-
tólico » etc.
L a s vacilaciones iniciales, la ponderación de las razones en
favor y en contra y la plegaria intensa, v a n dirigidas a una sola
cosa: «querere scilicet Dei beneplacitam ac perfectam v o l u n t a t e m ,
iuxta scopum vocationis noslrae »•*.
35
Cuando Dios les escucha, a su luz, y por u n a n i m i d a d ,
e s t r u c t u r a n su «forma de v i d a » en « un camino peculiar de ir a
3 6
D i o s » , que es la Compañía, había acabado la primera etapa de
estructuración, el núcleo del Nuevo I n s t i t u t o , que son las P r i -
meras Fórmulas.
L a redacción de las Constituciones, que en principio incumbía a
37 3 8
los diez primeros jesuitas , por circunstancias especiales quedó
39
como t a r e a exclusiva de Ignacio de Loyola .
Los documentos íntimos del fundador p r u e b a n con claridad
asombrosa «la especie de luz que le g u i a b a » en su tarea de dar
e s t r u c t u r a jurídica a la Compañía.
E n sus Memorias Autobiográficas, cuando llega el m o m e n t o
de hablar del « modo » con que escribía las Constituciones, empieza
por llevar a su confidente Goncalves da Cámara al recuerdo de
los primeros tiempos de Manresa: desde allí h a ido creciendo en

8 4
MI, Const., i, 2 .
3 5
MI, Const., I, 7.
3 6
MI, Const., I, 16.
3 7
MI, Const., I, 2 0 .
3 8
Varios de ellos t u v i e r o n que partir fuera, y dejaron el encargo a los
q u e q u e d a b a n en I t a l i a : MI, Const., I, 2 3 - 2 4 .
P e r o los m i s m o s j e s u i t a s de la península, sobrecargados de trabajo, e n -
cargaron a Coduri y a Ignacio la tarea de redacción de las C o n s t i t u c i o n e s q u e
luego ellos revisarían: MI, Const, I , 3 4 . D e s p u é s de u n o s m e s e s de escaso tra-
bajo, muere Coduri: MI, Const., I, L V I , y q u e d a sólo Ignacio de L o y o l a .
3 8
MI, Const,, I, 2 4 5 - 2 4 6 : a u n q u e asesorado por colaboradores, entre los
c u a l e s P o l a n c o es el principal; por los d o c u m e n t o s c o n s t a que la ú l t i m a p a -
labra y la responsabilidad era siempre del fundador de la Compañía. V é a s e
la serie de d o c u m e n t o s preparatorios a las C o n s t i t u c i o n e s en MI, Const., I, en
d o n d e aparece con t o d a claridad e s t a « dirección de Ignacio de L o y o l a ».
P. I I , C. III - LA VISIÓN D E L CARDONER Y LA COMPAÑÍA 167

facilidad para encontrar a Dios; lo que allí fueron gracias aisladas,


ha ido a u m e n t a n d o , y ahora en R o m a ha llegado a ser su estado
1
habitual ": puede encontrar a Dios en cualquier m o m e n t o que
le busca; este estado de amor y de luz habitual infusa v a n con
frequencia acompañados de gracias extraordinarias que le con-
firman en los puntos de las Constituciones que en aquellos mo-
mentos t r a t a
Pero lo que v e r d a d e r a m e n t e admira no es t a n t o el t o r r e n t e
de luz sobrenatural, cuanto la trayectoria objetiva vital que
ella le traza.
Asombra ver a Ignacio, y a General de la Compañía en R o m a ,
empujado en la misma dirección hacia la que Dios le a r r e b a t ó
a orillas del Cardoner y en la Capilla de La Storta.
P o r su gusto, andaría «desnudo y u n t a d o con miel y emplu-
4 2
m a d o » ; pero el respeto a la Compañía, es decir, a su vocación
4 3
de « g a n a r a l m a s » , le refrenan para no poner estos deseos por
obra.
No es sólo esta confidencia, — que se refiere a su vida perso-
nal íntima y que recuerda su decisión de cortarse cabellos y uñas
cuando empieza su nueva vocación apostólica en Manresa — ;
son toda su labor de legislador y toda su obra de gobierno en
R o m a las que nos hablan de esta « constante espiritual» de Ignacio
a partir de la Ilustración Eximia.
44
E n su Diario Espiritual busca la solución a los puntos m á s
cruciales de las Constituciones en repetida oración de mediadores

4 0
« Quando crgo a n i m a hanc i n t e l l e c t u a l e m Dei v i s i o n e m quasi e x ha-
bitu h a b e t , e t ab ea, a u t m i n u s , a u t m a g i s i n t e n s e n u m q u a m discedit, supre-
m u m g r a d u m c o n t e m p l a t i o n i s a d q u i s i t a e s t [ . . .] A d h u n c a u t e m gradum
c o n t e m p l a t i o n i s e x i s t i m o p e r v e n i s s e , a t q u e in eo m u l t o l e m p o r e permansisse
b e a l u m P a t r e m n o s t r u m I g n a t i u m »: A L V A R E Z D E P A Z , De Inquisitione pacis,
I,. V, p. III, c. XIV, p á g . 1462.
4 1
Véanse sus palabras, t a n i m p r e s i o n a n t e s , a u n q u e en t é r m i n o s t a n sen-
cillos, en F.V, I, 504-506.
42
MN, V, 4 0 8 .
4 3
F.V, I, 140.
4 4
I.os a p u n t e s que t o m a b a de e s l a s gracias extraordinarias llegaron a
formar un grueso v o l u m e n de escrituras: FN, I, 5 0 6 ; de ellos sólo se conserva
lo escrito d e s d e el 2 de febrero de 1514 h a s t a el 27 de febrero de 1545. P u e d e n
v e r s e e d i t a d o s en Obras Completas de San Ignacio de Logóla, B A C , Madrid,
r
1963, p á g s . 301-386: a estos escritos se l l a m a Diario Espiritual de San
Ignacio.
168 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

45
como en coloquio de B a n d e r a s , en u n intenso clima de «elec-
ciones » de segunda Semana
L a razón última bajo la que decide es la luz que le da la Vida
de Cristo Apóstol y de los Doce que le a c o m p a ñ a b a n en su t a r e a
evangelizadora: en la probreza, por ejemplo, la reminiscencia de
la gracia mística de La Storta en que Cristo P o b r e les acepta como
compañeros para que le sirvan, y el recuerdo de los Apóstoles,
a quienes el Maestro envía a predicar en sumo desprendimiento,
47
será el motivo final que le decida a « t o d a p o b r e z a » .
L a lista de ejemplos se podría alargar sin límite:
Su decisón de no admitir a nadie en la Compañía, que de al-
4 8
guna manera no fuera a p t o para una tarea apostólica ; su opo-
sición a aceptar ministerios que, a u n q u e eran de la gloria de Dios,
4 9
«no eran conformes al fin específico de la C o m p a ñ í a » ; su se-
5
lección de candidatos que a veces podría parecer e x a g e r a d a " ,
¿ no están hablando por sí mismas de «las constantes espirituales »
del « peregrino », ahora F u n d a d o r y General de la Orden N u e v a ?
E n una p a l a b r a : La vida íntima de Ignacio, y t o d a su obra
de legislación y de gobierno en B o m a , se sintetizan en una doble
idea:
5 1
— « L a crecida voluntad de seguir a Jesús » Apóstol, despren-
dido y sumiso a la v o l u n t a d del P a d r e .
— Y el deseo intenso de dar con la estructura nueva apropiada
que encauce t o d a esta vitalidad interna específica a «militar bajo
la bandera de la Cruz, y servir al Señor y a su Esposa la Iglesia
bajo la obediencia de su Vicario en la Tierra para defensa y pro-
pagación de la fe, y para provecho de las almas en la vida y doctrina
5a
cristianas» .

4 5
Véase, por e j e m p l o , lo a n o t a d o el 2 4 de Febrero de 1544, y c o m p á r e s e
c o n el Libro de los Ejercicios, n. 147.
4 6
Véase, por e j e m p l o , lo a n o t a d o desde el miércoles 6 de Febrero al miér-
coles 14 de Febrero de 1544, y c o m p á r e s e con el Libro de los Ejercicios,
nn. 170-188.
4 7
V é a s e lo a n o t a d o en su Diario Espiritual el 2 3 de febrero de 1544.
4 8
FN, I, 6 2 4 - 6 2 5 .
4 8
FN, I, 728 y MI, Epp., 450-453.
5 0
FN, II, 4 9 4 y FN, III, 6 1 1 - 6 1 2 .
5 1
Ver en su Diario Espiritual las a n o t a c i o n e s del 24 de febrero de 1544,
y compararlas con la oblación al R e y E t e r n a l en el Libro de los Ejercicios,
n n . 97 y 9 8 .
5 8
M I , Const., I, 375-376.
P. II, C. III - LA VISIÓN DEL CARDONER Y LA COMPAÑÍA 169

Mientras el fundador en R o m a se entrega de lleno a la estructu-


ración jurídica, la N u e v a Orden se emplea y a infatigable en el
servicio de la Iglesia. A todas partes de la Tierra a donde llegan
los jesuitas, llevan viviente este intenso ideal de la imitación de
la vida Apostólica.
Canisio exhorta a los jesuítas en Alemania a imitar indistinta-
53
m e n t e a .Jesucristo, a los Apóstoles, a Javier, a Ignacio de Loyola .
«Casa de los Apóstoles» llamarán en P o r t u g a l a la casa de
los jesuitas. Y cuando estos, extrañados, pregunten la causa, los
fieles les responderán con toda n a t u r a l i d a d : os damos el mismo
5 4
nombre porque lleváis la misma m a n e r a de v i d a .
Y Rellarmino dirá a la Comunidad de R o m a , como quien
comenta una verdad que es patrimonio de familia: El I n s t i t u t o
de la Compañía m u e s t r a un camino de perfección semejante al
5 5
que Cristo y los Apóstoles llevaron en su v i d a .

6. — Confirmación y síntesis final.

E s t a m a n e r a de concebir la relación entre el Cardoner y el Insti-


t u t o de la Compañía no es sólo un pensamiento n u e s t r o : autores
antiguos y modernos coinciden en nuestra m a n e r a de ver las cosas.
Aludiendo al hecho de que San Ignacio quedara sólo en la
t a r e a de r e d a c t a r las Constituciones, que en principio era labor
de los primeros jesuitas, N a d a l c o m e n t a : « Qua in re divinum
5 6
agnosci facile p o t e s t consilium ac providentia » .
Su teoría es bella y profunda:
Al hacer que el fundador fuera primer General de la Compañía,
y al permitir que quedara único responsabile de su estructuración
jurídica, Dios pretendía que, a la luz privilegiada del Cardoner,
completara el ciclo de crecimiento de la Orden que en él había
fundado en Manresa.
Citemos sus p a l a b r a s :

« . . . qui e x illa spiritllali i l l u s t r a t i o n e , q u a m iam pridem a D o m i n o m a g n o


privilegio aeceperat, cuius d u c t u in cuín s t a t u m e s t p e r d u c t a S o c i e t a s , a d i u n -

5 3
P E T R U S G A N I S I U S , S . I., Exhortationes Domesticae, Ruraemundae, 1 8 7 6 ,
pág. 385.
5 4
M I , FN, III, 543.
3 5
ROBERTUS BELLARMINO, S. I., Exhortationes Domesticae, Bruxellis,
1 8 9 9 , págs. 3 1 1 - 3 1 2 .
3 6
FN, II, 100.
170 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA DE JESÚS

gere possct m u l t a r u m rerum, t u m spiritualium, t u m e x t e r n a r u m e t i a m , u s u m


ot e x p e r l e n t i a m ; a t q u e i t a t á n d e m pleno spiritu, consilio, industria, aucto-
ritate, leges S o c i e t a t i conscriberentur » »•*,

Y el P a d r e de Guibert, cuando t r a t a del influjo de la época


mística de Manresa en Ignacio de Loyola, escribe en una frase
que nos parece e x t r a o r d i n a r i a m e n t e exacta, y que creemos que
harían suya hoy los especialistas m á s insignes de la espiritualidad
de los jesuitas:

« . . . les favcurs i n s i g n e s par l c s q u e l l e s üiea iorieníe immédialemenl vers


un tqpc de vie spir Huelle qui poarra bien dans la suite se développer et se
compleler, mais reslcra loujours singuliérement fidéle á la direclion prise des le
5 8
d e b u t , sous l'action de ees faveurs » .

P a r e c e este el m o m e n t o m á s a p t o para preguntarse, antes de


terminar, por «las constantes » de esa dirección específica hacia
la cual nos dice de Guibert que Dios orienta a Ignacio para siempre
desde Manresa.
¿ Cuáles son, en efecto, los elementos inamovibles específicos
en que m a d u r a esa trayectoria al hacerse societaria y estructu-
rarse como Orden Religiosa nueva'?
La p r e g u n t a es i m p o r t a n t e y delicada: exigiría una res-
puesta amplia que diese lugar a m a t i z a r las expresiones y a
justificarlas.
E n la imposibilidad de responder aquí con amplitud, v a m o s
a t r a t a r t a n sólo de explicitar en breves párrafos los elementos
que a lo largo de la tesis h a n ido q u e d a n d o implícitos y dispersos.
Sin pretender ser exhaustivos, daremos las notas que a nosotros
nos parecen el nervio de la espiritualidad jesuítica, es decir, «in-
tangibles» en el I n s t i t u t o de la Compañía.
E s evidente que la insaciable sed de almas que desde el Car-
59
doner devoró a Ignacio t o d a la vida , se transfundió de él a sus
primeros compañeros, y del grupo a la Compañía: la incansable

» FN, II, 100.


5 8
R A M , 19 (1938) 8.
8 9
FN, II, 6.
P. II, C. III - LA VISIÓN DEL CARDONER Y LA COMPAÑÍA 171

actividad apostólica, nacida de la sobreabundancia de la vida


interior sobrenatural, es la ley primera y fundamental de todo
aquel que pretenda ser p a r t e de una Compañía, creada, primero
que nada, « p a r a la defensa y extensión de la fe, y para el progreso
de las almas en la inteligencia y en la aceptación vital de las ver-
dades r e v e l a d a s » " \
Ignacio empezó como laico la actividad apostólica directa en
bien de las almas. Pero ella m a d u r ó , por expresa voluntad di-
91
vina , en un apostolado activo expresamente sacerdotal. Cierto
q u e nuestro fundador, a n d a n d o el tiempo, vio que era incorpo-
rable a la estructura societaria de su carisma un elemento laical
62
de d i a c o n í a ; pero sólo como miembro de un todo orgánico que,
como tal, en su esencia íntima, está dedicado a una actividad
3
sacerdotal en la Iglesia " .
E s t a Orden de Sacerdotes Religiosos tiene un modo concreto
de hacer su obra apostólica; modo que dimana de su incorpora-
ción vital como colaboradora de Cristo enviado del P a d r e , en
desprendimiento y en humildad, y que especifica su trabajo sacer-
dotal en la Iglesia en una doble línea:
L a obra apostólica sacerdotal, si ha de ser propia y específica
de la Compañía, ha de ser desinteresada, desprendida: sea lo que
fuere de la mutabilidad de las formulaciones jurídicas del voto
de pobreza, a medida que cambian los conceptos y las circunstan-
64
cias históricas , lo cierto es que todo lo que sea «hacer r e n t a b l e »
el ministerio apostólico es renunciar a un elemento esencial de la
vocación apostólica a la Compañía; el jesuíta, en la práctica de
su ministerio, tendrá siempre que vivir en un estado de desprendi-
miento y de pobreza real, que de por sí testimonien que en las
6S
fatigas apostólicas se buscan sólo las a l m a s .

6 0
MI, Const, I, 3 7 5 - 3 7 6 .
8 1
« O m n i n o Spiritus S a n c t i i n s l i n c t u c o n s t i t u i t s t u d e n d u m esse » : FN,
II, 6.
" MI, Const., I, 1 7 0 - 1 7 3 .
6 3
« Religio Clericorum » l l a m a el T r i d e n t i n o a la C o m p a ñ í a : v é a s e Conc.
Trid., sess XXV, Decrelum de Regulartbus, c. 16.
l i s cierto que, aun s i g u i e n d o el m i s m o espíritu en la Compañía, c a m b i ó
la estructura jurídica de la pobreza de los j e s u i t a s : así en la F ó r m u l a de 1540
la C o m p a ñ í a renuncia a todo derecho civil sobre las cosas que usa: MI, Const,,
I, 2 9 ; en c a m b i o , en la F ó r m u l a del 1550 ya a d m i t e propiedad de algunas
c o s a s : MI, Const., I, 379.
6 3
V é a s e , por e j e m p l o , MI, Const., I, 13, 19 e t c .
172 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

E l jesuíta ejerce su ministerio como colaborador de la J e r a r q u í a ,


en renuncia consciente y positiva de todo lo que sea honra de
puesto de m a n d o en la Iglesia. La Compañía, por Constitución,
tiene incapacidad legal para « m a n d a r » . Sólo la Autoridad Su-
prema, que aprobó el I n s t i t u t o de los Jesuitas, puede, cuando
así lo crea de m a y o r bien de la Iglesia, anular la ley de la Orden,
y asumir a cualquiera de sus miembros para conferirle un grado
66
de J e r a r q u í a del que las Constituciones le excluían .
E s t a dedicación total al trabajo apostólico como colabora-
dores, la hacen los jesuitas en dependencia directa y al servicio
t o t a l del Vicario de Cristo en la Tierra " . Desde que la vivencia
espiritual específica de Ignacio de Loyola se hace vivencia comu-
nitaria en M o n t m a r t r e , y Orden estable en Piorna, la disponibilidad
t o t a l a las órdenes de la Sede Apostólica es el nervio, el eje y la
columna vertebral que dan consistencia y contextura a esa esencia
68
dinámica espiritual de la Compañía .
De esta absoluta disponibilidad en la Iglesia se deduce y di-
m a n a la que en esta breve síntesis nosotros pondríamos como
n o t a última del espíritu de la Compañía: su universalidad.
Excepción hecha de las ocupaciones que v a n contra su esencia
misma, como sería, por ejemplo, la dedicación a un apostolado
exclusivamente contemplativo y de penitencia, es específico del
jesuita ocuparse en cualquier obra que sea de m a y o r urgencia y
eficacia en la Iglesia, sin poner límite alguno de personas, de región
69
o de nación a l g u n a . H a s t a tal p u n t o creemos de la e n t r a ñ a
misma de la vocación a la Compañía esta universalidad, que
pensamos, que si existiese una Orden en la Iglesia que conser-
v a n d o las restantes características de los jesuitas, limitase deli-
b e r a d a m e n t e su apostolado a cierta región o a una determinada
clase de personas, a u t o m á t i c a m e n t e y por el mismo hecho y a no
70
sería la Orden de Ignacio de Loyola .

6 6
Constituciones de la Compañía, Décima Parte, n. 8 1 7 - 8 1 8 .
" V é a s e , por e j e m p l o , Fórmula de Julio III: MI, Const., I, 3 7 7 - 3 7 8 .
6 8
E s t a d e p e n d e n c i a directa del P a p a la s u b r a y a n c o m o n o t a de especial
i m p o r t a n c i a las tres F ó r m u l a s C o n s t i t u c i o n a l e s s u c e s i v a s : v é a s e MI, Const., I,
17, 2 7 - 2 8 y 377-378.
6 9
Para v e r e s t a a m p l i t u d y universalidad en n u e s t r o m i n i s t e r i o en la
Iglesia v é a s e la F ó r m u l a de J u l i o I I I : MI, Const., I, 376,
'° Constituciones de la Compañía de Jesús, Tercera Parte, c. 2, n. 3 0 4 , y
Sexta Parte, c. 3 , n. 588.
P. I I , C. I I I - LA VISIÓN DEL CARDONER Y LA COMPAÑÍA 173

E n una confidencia a Laínez, el fundador de la Compañía le


dijo que en los últimos años de su vida, le había pedido insistente-
m e n t e a Dios que le concediera, antes de morir, tres gracias:
— Ver a p r o b a d o el Libro de los Ejercicios por la Sede Apos-
tólica.
— Ver a p r o b a d a la Compañía de Jesús.
n
— Ver las Constituciones terminadas .
Sin duda la petición de Ignacio era, en él, sobrenatural y des-
interesada: encerraba el deseo de ver aceptado por la Autoridad
Suprema lo que había sido fruto de toda una vida consagrada al
servicio de la Iglesia.
Pero a estas alturas de nuestra tarea investigadora no podemos
menos de pensar que la petición de Ignacio llevaba implícita en
sí una confidencia m á s profunda:
La confesión de que las tres obras dependen entre sí con una
conexión de continuidad evolutiva intrínseca, y que tienen su
causa fontal en aquel «negocio » de Manresa, en el que aprendió
72
en u n a hora m á s que en todo el resto de su vida j u n t a :
- Ahí le revistió Dios de una luz que explica la síntesis pro-
digiosa de la vida cristiana que son las meditaciones ignacianas.
- Ahí le llamó Dios, y desde ahí empezó su específica consa-
gración total a las almas, que acabaría a p r o b a d a por la Iglesia
como una nueva m a n e r a de practicar los Tres Consejos, en u n a
dimensión apostólica.
Y bajo esa luz, y atento a esa vocación específica daría una
legislación que, naciendo de la e n t r a ñ a del nuevo carisma, haría
crecer fecunda y vital « esta nueva planta que Dios había plantado
73
en su Iglesia » .
Qué profundas resuenan ahora las palabras de otra confi-
dencia de Ignacio que ha llegado a nosotros por R i b a d e n e i r a :

« Y o , en el t i e m p o de m i s e s t u d i o s , solía llamar a Manresa, donde fui i l u s -


t r a d o de u n a manera e x c e p c i o n a l , m i Iglesia P r i m i t i v a . Pero ahora en R o m a ,
en e s t o s ú l t i m o s años, v e o que aquello era sólo un c o m i e n z o de n o v i c i o . A q u e l l a s

71
FN, II, 1 8 3 .
72
FN, II, 3 2 4 .
7 3
MI, Epp., V I I , 4 4 .
174 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA DE JESÚS

cosas que e n t o n c e s c o m e n c é y v i s l u m b r a b a , e s t á n ahora grabadas en mi a l m a


74
de una manera bien d i s t i n t a » .

74
«. . . . s e m p e r se longius p r o g r e s s u m e t ardentioribus s t u d i i s inflam-
m a t u m reperiebat, u t s t a t u m i l l u m s u u m Manresae h a b i t u m , ubi mirabiliter
a D e o fuit i l l u s t r a t u s , q u a m q u e s u a m p r i m i t i v a m e c e l e s i a m s t u d i o r u m t e m -
pore solitus erat appellare, e x t r e m a iam a e t a t e R o m a e a g e n s , prima íuisse
r u d i m e n t a et sui n o v i c i a t u s tyrocinia dicere non d u b i t a v e r i t , Iongeque aliam
e s s e eorum a n i m o suo i m p r e s s a m , quae ipse a n t e a a d u m b r a v e r a t et v e l u t i
i n c h o a v e r a t »: FN, II, 3 4 4 ; v é a s e t a m b i é n la m i s m a idea en la Vida de S.
I g n a c i o : FN, IV, 744-745.
APÉNDICE

R E L A C I Ó N E N T R E E L O R I G E N S O B R E N A T U R A L Y LA
M U T A B I L I D A D H I S T Ó R I C A D E LA COMPAÑÍA D E J E S Ú S

1. — El mismo objeto, pero diferente punto de vista.

¿ P o r qué u n estudio dedicado a investigar el origen sobre-


n a t u r a l de la Compañía de Jesús, acaba con unas reflexiones gene-
rales que se refieren a su mutabilidad ? A juzgar por el título,
la sección con que se pretende concluir la tesis, tiene u n aspecto
de inconexión con el t e m a central.
Pero la objeción, a nuestro parecer, no tiene especial impor-
tancia, a pesar de su primera apariencia de verdad. Si se reflexiona
con atención, se ve enseguida que el objeto de estudio sigue siendo
el mismo, y que sólo ha cambiado el ángulo de reflexión, el p u n t o
de vista desde donde se mira.
E n términos breves: la idea de la sobrenaturalidad y la de
la inmutabilidad de una Orden Religiosa están en una dependencia
tal, y tienen una correlación t a n íntima como las dos caras de u n a
misma moneda.
La demonstración, esta vez, nos resulta sencilla:
L a enorme cautela de los «sucesores» cuando se plantean el
problema de la cambialidad o no de las primeras estructuras que
el fundador dio a su Orden Religiosa, ¿ cómo se explica?
No es que quieran aferrarse a respetar unas estructuras que
crean fruto de una inteligencia p u r a m e n t e h u m a n a , por grande
que ésta sea.
Se debe, sin duda, a que creen al fundador elegido e inspirado
por Dios para manifestarles el modo con que El quiere ser servido
de una Orden Religiosa concreta.
Cuántos Religiosos, que desean vivir con plenitud y en genui-
nidad el espíritu de su Regla, cuando los Superiores de su Orden
se reúnen a r e a d a p t a r su modo de vida, firmarían el postulado
a
de nuestro P a d r e Ribadeneira a la Congregación General V :
176 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

« A l t e r u m de nostro i n s t i t u t o in sua p u r i t a t e retinendo celerius e x p e d i a m ,


praesertim c u m s c i a m m e agere c u m p r o b a t i s s i m i s a t q u e s a p i e n t i s s i m i s P a -
tribus et v e r i s s i m i s ac sincerissimis Ignatii filiis qui eius spiritum et a g n o s -
c u n t et v e n e r a n t u r , et substanlialia nostri instituti a Deo ipsi divinilus reveíala
non dubitanl [. . .] Omnes ilaque veslrae curae cogitationesque, Paires, in eo con-
sumantur, ut depositum custodiatis et Ignatii institutum sanctum tectum conser-
vetis, et quasi de manu in manum, quale accepistis, posteris nostris tradatis »

Creemos que esta conexión íntima del t e m a « m u t a b i l i d a d »


con el t e m a « origen sobrenatural» justifica, y hace convenientes
estas reflexiones con que pretendemos dar fin a nuestra t a r e a in-
vestigadora.

2. — De las tres «teorías » sobre el origen sobrenatural, resultan


tres maneras diferentes de mutabilidad.

Ahora bien, si al final de la tesis, volvemos la mirada atrás,


se ve claramente que a t r a v é s de ella hemos tropezado con dos
datos de distinta naturaleza:
De una parte, hemos constatado la afirmación constante, uná-
nime de que el nacimiento de la Compañía tiene a su base una
intervención sobrenatural extraordinaria.
De otra, hemos comprobado que la naturaleza de esta inter-
vención .se concibe de tres maneras fundamentales distintas.
De esta doble verdad, creemos que se deduce una doble con-
secuencia :
El hecho de que a la raíz del I n s t i t u t o de la Compañía esté
Dios con su intervención, como lo está, debe hacer a la Orden,
cuando se congrega a revisar sus estructuras, acercarse a ellas
con el respeto del que se acerca a una cosa sagrada; a m a n e r a de
ejemplo, y salvando las distancias, diríamos que con la reverencia
que Moisés se aproximó, descalzo, a examinar de cerca el misterio
2
sobrenatural que ardía en la zarza .
Pero el hecho de que esta intervención de Dios se conciba de
tres maneras, hace que el modo de abordar una reestructuración
de la Compañía, dependa en gran p a r t e de la « t e o r í a » sobre su
origen sobrenatural con que cada uno, o la Congregación como
tal, se acerque a examinar sus estructuras.

1
A R S I , Congr. 20b, í. 367 rv.
2
E x . 3, 1-6.
APÉNDICE 177

Queremos decir, que de las tres maneras posibles de concebir


el modo de intervención de Dios, se deducen lógicamente tres
posibilidades m u y distintas de mutabilidad histórica: no es lo
mismo, en efecto, que yo me acerque a revisar las Constituciones
con la creencia de que son obra de Ignacio, a quien Dios pre-
paró para hacerlas con una asistencia remota e indirecta, que si
yo m e acerco creído que Dios se las reveló con « una revelación
profética estrictamente dicha».

3. — La teoría de la «prenoción », y la inmulabilidad de la


Compañía.

La sentencia « prenocionista », que tiende a concebir la acción


sobrenatural extraordinaria que está a la base de la Compañía,
como el m o m e n t o en que Dios muestra los planos de la Orden,
descubre a Ignacio de Loyola que le escoge para fundarla, y le
señala como t a r e a de su vida la construcción de ella, no es caso
aislado en la Historia de la Iglesia.
A pesar del primer aspecto de « herencia específica de familia »
que le pudiera dar una apariencia de «privilegio » para los jesuí-
tas, la tradición de la prenoción es un caso entre t a n t o s , de una
m a n e r a de pensar m u y antigua.
Diríamos que casi todas las grandes Ordenes Religiosas han
caído en esta « t e n t a c i ó n » de interpretar así la acción extraordi-
naria de Dios que sin duda está a la base de ellas, y que les
ha dado nacimiento en las diversas épocas históricas.
Oigamos otra vez a R i b a d e n e i r a :

« X a m proprium d i v i n a e B o n i t a t i s e s t Spiritu suo afilare m e n t e s i l l o r u m ,


quos n o v a r u m R e l i g i o n u m funrlatores instituit, el Rcgulam quam servari inilt
ciiam praescribere. Pachomias certe traditur Regulara accepisse ab Angelo; et de
B . B e n e d i c t o scribit Bernardus [. . .] m o d u m eius v i t a e q u a m docuit divina m a -
gis inspiratione a t q u e consilio q u a m h u m a n a prudentia v e l a d i n v e n t i o n e forma-
t u m ; et de ipsomet Bernardo memoriae proditum est [. . .] omnia eum fecisse
alque ordinasse labernaculum secundum exemplar quod el in monte monstralum est,
c u m in s o l i t u d i n e Cisterciensi cum Dea in nube h a b i t a r e ! ; el de B. Francisco
Assissinate legimus [ . . .] ipsum coram Honorio III sánete asseverasse Regu-
lam quam scripseral ad verbum sibi fuisse a Dco tradilam. Itcmque de rcliquis
s a n c t a r u m R e l i g i o n u m i n s t i t u t o r i b u s e x i s t i m a r e par e s t ; et de B . P. X . Igna-
tio pro c o m p e r t o h a b e m u s in s u b s l a n t i a l i b u s (ut dixi) nostri i n s t i t u t i . . . » ' .

3
A R S i , Congr. 20b, f. 567rv.

12 — El origen de la Compañía de Jesús.


178 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

P a r a los responsables de una Orden Religiosa que a b o r d e n la


revisión de sus estructuras con esta mentalidad, las consecuencias
son obvias: ellos no son quiénes para sentirse llamados a « e n m e n d a r
la plana a Dios». ¿ Quién es audaz h a s t a el p u n t o de querer
reestructurar una Regla que Dios ha enviado por un Ángel a su
fundador, o que El le ha « dictado al pie de la l e t r a » ?
U n a Orden Religiosa que conciba así la acción de Dios en su
nacimiento, si quiere seguir fiel a sí misma, está llamada a trasla-
darse en el tiempo de una m a n e r a que pudiéramos decir « a t e m p o -
r a l » : la fuerza de la lógica le veda toda readaptación que suponga
«re-estructuración v i t a l » . E a t a r e a única de los sucesores es la
de estar atentos a r e p a r a r los « d e t r i m e n t a » , es decir, las even-
tuales resquebrajaduras que el desgaste del tiempo o las incle-
mencias de la debilidad h u m a n a h a y a n hecho sufrir a ese edificio
que el fundador les transmitió « de la m a n o de Dios » p a r a las
generaciones venideras.
El postulado de Ribadeneira, consecuente consigo mismo, t r a z a
a los «sucesores» la inequívoca línea de c o n d u c t a : «. . . u t depo-
situm custodiatis . . . et quasi de manu in manum, quale accepistis
posleris nostris tradatis».
. Se t r a t a de concentrar todo el esfuerzo en hacer pasar a las
generaciones que seguirán, la Orden e s t r u c t u r a d a tal y como
quedó cuando murió el fundador de la Compañía, como quien
pasa de m a n o en m a n o u n vaso precioso, ú n i c a m e n t e a t e n t o a
que no se rompa.
Nosotros pensamos que Dios no intervino así en el nacimiento
de la Compañía; y que por consiguiente, no es esta la mejor m a n e r a
de pensar sobre la mutabilidad de sus estructuras.
P o r lo demás, el simple hecho de que San Ignacio dejase las
Constituciones cambiables por los que le sucedieran en la Compañía,
parece una prueba m á s que suficiente de que nuestro fundador
estaba m u y lejos de pensar sobre nuestro I n s t i t u t o con una men-
talidad «prenocionista ».

4. — La « antiprenoción », g la « lógica » discontinuidad objetiva.

E n el extremo opuesto a las consecuencias de la prenoción


e s t á n los antiprenocionistas:
Dios interviene en el nacimiento de una Orden Religiosa dando
al fundador una preparación en una doble línea dinámica y subjetiva:
— Le da grandes deseos de participar, — sometido a la J e -
APÉNDICE 179

r a r q u í a —, en las grandes batallas del Reino de Dios, que es la


Iglesia.
— Y, con ello, un principio de « discernimiento» por el que
capta la «esencia» de esta lucha, y estructura u n movimiento
espiritual que es i n s t r u m e n t o apto para salir al encuentro de las
graves necesidades de la Esposa de Cristo en aquellas circunstan-
4
cias históricas .
Aplicando esta concepción general de la m a n e r a con que Dios
« h a c e » en cada circunstancia histórica los «grandes hombres de
Iglesia», al caso particular de Ignacio de Loyola, resultaría que
Dios está en la base del I n s t i t u t o de la Compañía con su inter-
vención e x t r a o r d i n a r i a :
— P o r q u e encendió en el corazón de Iñigo deseos de hacer
lo que fuera de m a y o r gloria divina.
— Y porque en la época mística de Manresa, de la cual el Car-
doner es la experiencia cumbre, le hace aprender « reflejamente el
principio de discernimiento», con el que cae en la cuenta de la
vocación apostólica p a r a la que Dios le quería, y con el que
estructura, a n d a n d o el tiempo, la Compañía como i n s t r u m e n t o
aptísimo p a r a salir al paso de las necesidades de la Iglesia en la
5
borrascosa época de la Contrarreforma .
E s t e modo de intervención de Dios, hace que estén a la base
del I n s t i t u t o dos pilares claves que son como su esencia:
— E l deseo de m a y o r gloria de Dios y m a y o r servicio a su
Iglesia.
— Y ese principio de «discernimiento », que da luz a la Com-
pañía p a r a descubrir en cada m o m e n t o histórico cuáles son las
necesidades m á s urgentes del Cuerpo Místico, y para salir al paso
de ellas.
Las consecuencias de esta « t e o r í a » , cuando se piensa en su
aplicación a una posibile reestructura del I n s t i t u t o d é l o s jesuitas,
son u n t a n t o delicadas:
Los sucesores de san Ignacio, al plantearse el problema de
adaptación de su Orden a las actuales circunstancias históricas,
no tienen que pensar t a n t o en los resultados que el fundador,
con esos dos principios, estructuró para su tiempo, cuanto en los
dos principios generales de donde d i m a n a n .

4
H . R A H N E R , Ignatias von Loyola . . . p á g s . 62-87.
5
L . S I L O S , Cardoner in the Ufe of Saint Ignatius of Logóla, AHSI, 33
(1964) 3-43.
180 EL ORIGEN' D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

U n deseo de m a y o r gloria de Dios, y una atención a las actuales


circunstancias y necesidades de la Iglesia, d a r á n como resultado
una nuev i estructura para ahora, que será la Compañía, sin que
se deba tener demasiado escrúpulo en ver si tales determinaciones
actuales están o no en las Constituciones « a n t i g u a s » : con tal de
que nazcan de esos dos principios específicos nuestros, y a son
propias nuestras.
E n honor a la verdad, hemos de confesar que los defensores
de esta m a n e r a de concebir la esencia que por la intervención de
Dios está a la base de la Compañía, sin duda porque ven el peligro
de excesiva movilidad que su aplicación lógica traería, salen al
paso de la dificultad de esta m a n e r a :
E l deseo de m a y o r gloria de Dios y el «principio de discerni-
miento » son lo especifico y lo común a Ignacio de Loyola y a la
Compañía por él fundada. Pero la ulilización y la aplicación del
principio de discernimiento es diversa, según se t r a t e del fundador,
o de los que le suceden en la Compañía.
Ignacio lo utilizó para encontrar su vocación particular, y para
buscar y estructurar una manera específica de vida que dejó como
propia de su Orden Religiosa.
A los sucesores, en cambio, no les es lícito utilizar ese principio
de discernimiento para encontrar el modo de vida y las estructuras que
ahora sean de mayor gloria divina para la Compañía en las actuales
circunstancias de la Iglesia. Sólo les es lícito usarlo p a r a redescubrir
en cada época ese modo específico de vida que y a Ignacio encontró
6
para ellos, cuando estructuró por primera vez la Compañía .
Pero a nuestro modo de ver, la dislinción dentro de la « t e o -
ría », es ilógica y arbitraria.
Con sólo esos dos principios como esencia de la Compañía,
las consecuencias fluyen inexorables por la fuerza de la lógica:
Si ahora, o dentro de u n siglo, el amor a la soledad y a la
oración se enfriaran de tal m a n e r a en la Iglesia que su necesidad
m á s urgente fuera la creación de una Orden contemplativa, la
Compañía, si quisiera ser consecuente consigo misma, y fiel a su
«esencia », debería cortar con el apostolado activo p a r a dar paso
a u t o m á t i c a m e n t e a una vida de soledad y de penitencia. Y de
ahí debería pasar a un I n s t i t u t o de Perfección Laical, si supo-

• E s t a restricción, que h e m o s oído hacer de palabra a varios de los de-


fensores de la teoría, la e x p o n e por escrito el P. L e o n a r d o Silos, s. j . , en A H S I ,
3 3 (1964) p á g . 36.
APÉNDICE 181

nemos que, con el correr de la Historia, el testimonio de esa vida


de Perfección Evangélica Laical se convirtiera en la necesidad
m á s urgente de la Iglesia.
E n una p a l a b r a : no habría «constante objetiva estable» que
p e r p e t u a r a a t r a v é s de las diversas épocas históricas la m a n e r a
de ser propia de la Orden Jesuítica. Sólo una «capacitación s u b -
jetiva societaria» que le obligase a convertirse en « n u e v o ca-
risma », a cada cambio y en cada necesidad nueva de la Iglesia,
sería su « c o n s t a n t e histórica». Y de suyo, por sí sola anularía
t o d a otra necesidad de « n u e v a Orden Religiosa».
Se dirá que es cierto que esos dos principios están a la base
del nacimiento de la Compañía, pero que no bastan: además, en su
esencia v a el que esos dos principios deban ser orientados a una
vida apostólica activa.
Respondemos que esto hace entrar en acción un tercer principio
que de suyo no cuenta en la teoría de preparación p u r a m e n t e
dinámica y subjetiva. .
P e r o , además, ni aun sumando a los dos principios anteriores
ese tercero de vida apostólica activa, creemos que bastaría para
determinar la esencia específica de la Compañía.
No se debe olvidar, en efecto, que san Ignacio, hombre de la
m a y o r gloria de Dios, con esa «discreción» para detectar las
grandes necesidades que en su tiempo la Iglesia tenía, rechazaba
no pocas obras de apostolado activo, — pensemos en cuidado de
mujeres, Obispados, P a r r o q u i a s —, por la sola razón de que « n o
eran obra propia de la C o m p a ñ í a » '.
P e r o esto y a nos lleva a exponer nuestra m a n e r a de pensar
sobre la intervención de Dios que está a la base de toda Orden Re^
ligiosa, y en concreto, de la Compañía; y sobre la repercusión
q u e ello puede implicar p a r a su mutabilidad histórica.

' A p a r t e de lo que « las circunstancias históricas » h a y a n p o d i d o influir


para que san Ignacio no aceptase ciertos ministerios a p o s t ó l i c o s a c t i v o s , parece
cierto que a l g u n o s de ellos los e x c l u í a por la sola razón de que iban c o n t r a la
esencia del espíritu de la Compañía: v é a s e , por e j e m p l o , en MI, Epp. I, 4 5 0 -
4 5 3 la razones que e x p o n e a D o n F e r n a n d o de Austria para rechazar el obis-
pado que quiere dar a J a y o , de d o n d e es e s t a frase significativa: « a g o r a , si
a l g u n o lo a c e p t a s s e , otro sería en hazer lo m i s m o , y assí c o n s e q u e n t e r de los
o t r o s ; de m o d o que, ultra de perder nuestro espíritu, sería en t o d o r u y n a de la
C o m p a ñ í a ». Parece, en e f e c t o , c i e r t o , q u e u n a I n s t i t u c i ó n , o u n a Orden R e -
ligiosa n o se especifica sólo por el fin, sino t a m b i é n por los medios específicos
para conseguirlo.
182 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

5. — La manera «teológico-espiriíual», y sus dos posibles re-


percusiones en la mutabilidad histórica de la Compañía.

L a intervención sobrenatural extraordinaria que está a la


base de u n a Orden Religiosa, — nosotros damos como ejemplo
el caso concreto de la Compañía —, la entendemos de esta m a n e r a :
Dios, en una vivencia mística excepcional, llama al que v a a
ser fundador, a la imitación de un aspecto concreto encarnacional
de la Vida de Cristo en la Tierra.
Y a recordamos que Ignacio nos habla del m o m e n t o del Car-
doner, donde sabemos que Dios le llamó a que se incorporase a
Cristo enviado del P a d r e a predicar el Mensaje Evangélico en
estado de desprendimiento y humildad.
E s a « vocación », a partir de entonces, da a toda la personalidad
espiritual del llamado una orientación específica y definitiva, que
por su esencia dinámica de contagiabilidad, pasa, con esas mismas
características, a ser vivencia societaria.
Dirá Laínez, transmitiendo una confidencia de Ignacio de
L o y o l a : « C o n t a v a m i di sé il P a d r e Nostro, che q u a n d o Dio elegge
uno per fondamento di religione, lo guida per quel modo col qual
8
vuole che egli guidi gli altri» .
Y Nadal, hablando por su propia cuenta, desarrollará este
pensamiento sintético de u n a m a n e r a teológica profunda:
L a s circunstacias hacen que este nuevo carisma societario,
aceptado por la J e r a r q u í a , y estructurado bajo su mirada, acabe
como un Nuevo E s t a d o de Perfección Evangélica, que es para el
Cuerpo Místico, continuación y presencia a c t u a n t e a la vez, a
t r a v é s de la Historia, de u n aspecto específico de los múltiples
9
que la Vida del Cristo Palestinense t u v o en la Tierra .
E s t a profunda m a n e r a de pensar de Ignacio de Loyola y de
N a d a l sobre el origen de las Ordenes Religiosas, que ellos hacen
primero leoría general, y que luego aplican al caso concreto de la
Compañía, parece coincidir con el pensamiento del Vaticano II,
cuando habla del significado de la Vida Religiosa en la Iglesia:

« S o l ü c i t e a t t e n d a n t religiosi, u t per ipsos E c c l e s i a revera Christum in


dies, sive fidelibus s i v e i n í i d e l i b u s , m e l i u s c o m m o s t r e t , v e l in m o n t e c o n t e m -

8
FN, II, 137.
8
Varias v e c e s e x p o n e N a d a l e s t a s u g e s t i v a t e o r í a : v é a n s e , entre otras,
dos e x p o s i c i o n e s a m p l i a s en MN, V , 3 6 - 4 0 y FN, II, 4-7.
ArÉNDICE 183

p l a n t e m , v e l turbis R e g n u m D e i a n n u n t i a n t e m , v e l aegrotos et saucios s a n a n -


t e m ac p e c c a t o r e s ad b o n a m frugcm c o n v e r t e n l e m , v e l pueris b e n e d i c c n t e m ,
et ó m n i b u s b e n e f a c i e n t e m , s e m p c r a u t e m v o l u n t a t i Patris qui E u m m i s i t
I 0
oboedientcm » .

E n t e n d i d o así el origen sobrenatural y el significado de la


Compañía, la intervención de Dios en su nacimiento se puede
sintetizar en tres e t a p a s :
— Interviene cuando siembra la semilla vocacional específica
en el alma de Ignacio de Eoyola.
— Acompaña, como Providencia, las fases de crecimiento de
esa planta.
— Y cuando en R o m a hace las Constituciones « como cons-
trucción que conduzca a la consecución de este fin específico de
la C o m p a ñ í a » D i o s le asiste con su luz para una doble finalidad:
— P a r a que deduzca a c e r t a d a m e n t e las consecuencias espi-
rituales que de la esencia de ese carisma específico d i m a n a n , y
que son perpetuas.
— Y para que adapte sus estructuras al momento histórico y a
las circunstancias concretas de la Iglesia en que esa Nueva Orden
se pone en marcha.
Queremos insistir en este último p u n t o que tiene su impor-
t a n c i a : El primer Historiador de la Compañía dice preciosamente
cómo el fundador de la Compañía, además de la luz de Dios, y
con ellas, estuvo atento a todas las circunstancias de la época en
que le tocó legislar, y e s t r u c t u r a r la Orden N u e v a :

« T a n t a igitur D e i luce perfusus, d u m accurate o m n i a solerterque circun-


spicit, e t m y s t i c u m E c c l e s i a e Corpus m e m b r a q u e singula c o n t e m p l a t u r , d u m
p r a e s e n t e m E c c l e s i a e s t a t u m , et i l l o r u m t e m p o r u m c a l a m i t a t e m s e c u m ipse
p e r p e n d i t , d u m et R e l i g i o s o r u m O r d i n u m i n s t i t u t a , q u a e t u m erant in orbe
Christiano, et m u n e r u m v a r i e t a t e s , u n d e is m á x i m e sublevaretur, attcndit;
ñeque tamen omittit, quantam et in m e n t i s corporisque exercitationibus,
e t in v i c t u s c u l t u s q u e ratione, n a t u r a e vires ferant e x p e n d e r é : d u m h a e c , i n -
q u a m , u n i v e r s a s i n g i l l a t i m a n i m o rationeque p e r l u s t r a t , s e n t i t se singulari
quadam arte, ut ex caelesti illa disciplina perceperat, omnem suorum
í n s t i t u t o r u m formara in certa q u a e d a m capita canonesque digestam, sum-
m a t i m fuisse c o m p l e x u m ; q u i b u s n o n m o d o regere ac tueri se ipsa, v e r u m

1 0
Sacrosanctum Oecumenicum Concilium Vaticanum Secundum, Consti-
utio Dogmática de Ecclesia, c. V I , D e R e l i g i o s i s , n. 4 6 .
" M I , Const., I, 16-17.
184 E L ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

e t i a m progredi a t q u e augeri d e i n c e p s S o c i e t a s adulta et corroborata iam


1 J
posset » .

Ahora pensemos en la fijeza o mutabilidad que esta m a n e r a


de nacimiento deja a la Compañía futura.
Parece que u n primer aspecto de reestructuración y cambia-
bilidad, no solamente permitida sino en cierta manera, obligatoria
p a r a los que tienen la responsabilidad de conservar viviente y
fecunda la Orden Religiosa a t r a v é s de las diversas épocas histó-
ricas, sería el rehacer o r e a d a p t a r t o d a s aquellas instituciones que
se demuestre que fueron legisladas en función de una circunstancia
histórica y a pasada, que está a la base de ellas.
Que el gobierno monárquico de la Compañía sea vitalicio o
13
no , ¿ se deduce como consecuencia necesaria de la esencia de
ella, o al menos como condición indispensable, o mejor que la
contraria, para conservar en cualquier tiempo sus estructuras bá-
sicas ; o dependió, tal vez, esta « constitución » de las circunstancias
históricas de ambición de m a n d o en la Iglesia o en las Ordenes
Religiosas, o de una concepción «casi-sacramental» del poder de
gobernar, que ahora ha pasado a la historia ?. Si esto último se
demostrase, y el tener el generalato vitalicio trajera inconvenientes
p a r a la fecundidad de la Compañía que entonces no aparecían,
no se ve por qué el pasar a un generalato t e m p o r a l sea legislar
algo que a t a q u e a las estructuras fundamentales del I n s t i t u t o
de los jesuitas.
Otro ejemplo podría ser el de los « g r a d o s » entre los miem-
bros sacerdotes de la Compañia: E s a distinción de profesos y
coadjutores, ¿ es algo que nace de la esencia de ella, o condición
indispensable p a r a conservarla en su integridad o en su eficacia
a t r a v é s de la Historia; o se debe a que Ignacio, en aquellas cir-
cunstancias de decadencia de los estudios en la Iglesia, se encontró
con hombres de gran espíritu, pero que tenían un nivel t a n bajo
en el saber teológico, que suponía una imprudencia seria, y u n
inconveniente grave p a r a la Orden N u e v a el contraer con ellos

1 2
N . O R L A N D I N I , S. I., Historíete Societatis Iesu pars prima, L. I I , n. 1 1 6 .
1 3
E& importante aquí hacer u n a a d v e r t e n c i a : la a l u s i ó n que h a c e m o s a
ciertas I n s t i t u c i o n e s de la Compañía sólo t i e n e n valor de ejemplo, para que se
e n t i e n d a mejor « l a teoría ». La i n v e s t i g a c i ó n de la t e s i s da f u n d a m e n t o sólo
para plantear el p r o b l e m a en forma de p r e g u n t a . E l decidir en un sentido o
en otro la r e s p u e s t a s u p o n e una investigación previa, y una autoridad c o n las
q u e ni la tesis ni el que la hace cuentan.
APÉNDICE 185

un compromiso « a d v i t a m », de consecuencias t a n decisivas como


era entonces una Profesión Solemne en una Orden Religiosa ?
Si esa distinción de clases es algo que no nace de la esencia
misma de las cosas, ni es condición indispensable para conservarla
en su integridad o en su eficacia; y por otra parte, se demuestra
que hoy día el conjunto de los admitidos tiene una capacitación
espiritual y científica que no supone un riesgo especial ni para
los trabajos apostólicos, ni para las estructuras de la Compañía
un compromiso con ellos « ad v i t a m »; no se ve que fuera un aten-
t a d o grave contra su esencia una reestructuración de los « g r a d o s »
e n t r e los jesuitas.
El segundo aspecto posible de mutabilidad, en esta m a n e r a
de ver las cosas, es m á s delicado t o d a v í a ; y tiene relación con la
permanencia o no permanencia de lo que pudiéramos llamar el
espíritu fundacional de una Orden Religiosa, una vez muerto el epie
fue el instrumento escogido por Dios para suscitarla y para darle
sus primeras estructuras.
T r a t e m o s de explicarnos:
Parece históricamente cierto, en el caso de los jesuitas, que
el fundador no cayó de una vez en la cuenta de todas las poten-
cialidades estructurales claves que su carisma apostólico-societario
contenía.
B a s t a leer la Primera Fórmula de 1 5 3 9 " , y compararla con
15 16
la Regimini militantis Ecclesiae , y con la última de 1550 ; o
17
echar una m i r a d a a los primeros rudimentos de Constituciones
y compararlos con las definitivas, para estar ciertos de que la
labor de estructuración jurídica de la Compañía se hizo por etapas,
en las que Ignacio se veía c o n t i n u a m e n t e obligado a m a t i z a r y
a rehacer, para dar cabida y cauce legal a las nuevas dimensiones
de crecimiento intrínseco vital que el paso del tiempo le iba
18
haciendo descubrir en esa « p l a n t a nueva » .
Con un ejemplo concreto tal vez se entenderá mejor nuestra
m a n e r a de pensar:
Parece cierto que san Ignacio al principio no creyó incorpo-

» MI, Const., I, 14-21.


1 5
MI, Const., I, 24-32.
1 8
MI, Const., I, 373-383.
M MI, Const., I, íl-14.
1 8
E s t e trabajo de reestructuración c o n t i n u a se advierte m u y bien en
las redacciones sucesivas: v é a n s e e s t a s diversas redacciones en MI, Const., II.
186 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

rabies, o al menos no cayó en la cuenta de que se p u d i e r a n in-


corporar miembros laicos que aspirasen a la práctica de los Con-
sejos Evangélicos en un « carisma», y en un modo específico de
vida esencialmente apostólico-sacerdotal, como era la Compañía.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, el fundador en-
tiende que cuando ese carisma apostólico-sacerdotal se ha hecho
sociedad, la Compañía quedaba manca, e incompleta en cierta m a -
nera, sin u n elemento laico de « diaconía » que con la misma ilusión
de perfección evangélico-apostólica fuera responsable de m a n t e -
ner las estructuras materiales e indirectamente apostólicas de esa
Orden, y que permitiera así al elemento sacerdotal quedar m á s
libre y ágil p a r a u n a t a r e a apostólica directa. Así se explicaría
que sólo en 1546, cuando el I n s t i t u t o lleva y a varios años de vida
en la Iglesia, con el Breve Exponi Nobis, se dé existencia legal a
19
la nueva r a m a de los Coadjutores Temporales en la C o m p a ñ í a .
Y con esto hemos llegado al m o m e n t o de hacer la p r e g u n t a
m á s delicada:
¿ Supone San Ignacio que acaba con él este espíritu evolutivo
fundacional; o cree que, una vez m u e r t o él, seguirá en la Com-
pañía ?
E n otras p a l a b r a s : ¿ qué quiere decir san Ignacio cuando deja
a la Compañía el poder de cambiar y de hacer Constituciones
2
nuevas ? °.
H a y que preguntarse, sin precipitaciones ni apasionamientos,
pero con valentía, si por ello significaba t a n sólo que las circuns-
tancias históricas podían cambiar, y que la adaptación externa de
la Orden, y los p u n t o s de las Constituciones que dependían de esa
situación histórica necesitarían de reestructuras basadas en las
nuevas circunstancias históricas; o si, además de eso, quería decir
que él veía que dejaba todavía en crecimiento vital «esa nueva
21
planta que Dios había p l a n t a d o en su Iglesia » , con posibilidades

1 9
MI, Const., I, 1 7 0 - 1 7 3 .
2 0
« Qui quiclein P r a c p o s i t u s de consilio consociorum Constitutiones ad
c o n s t r u c t i o n e m h u i u s p r o p o s i t i nobis finis c o n d u c e n t e s c o n d e n d i , maiori suf-
fragiorum parte s e m p e r s t a t u e n d l ius h a b e n t e ; et quac dubia esse p o l e r u n t
in nostro i n s t i t u t o b a c formula c o m p r e h e n s o , declarandi a u t h o r i t a t e m h a b e a t .
Consilium v e r o necessario c o n u o c a n d u m ad condendas vel immulandas Cons-
titutiones et alia grauiora . . . »: MI, Const., I, 376-377.
2 1
E s c r i b i e n d o a E n r i q u e de la Cueva, le dice: « . . . no p o d r í a m o s dejar
de t e n e r m u c h a c u e n t a con t o d o lo que a la persona de v u e s t r a m e r c e d c u m -
APÉNDICE 187

de crecimiento y expansión intrínseca que él sabía « a priori» que


v e n d r í a n ; pero que no pudicndo « a priori» encauzar, dejaba a la
Compañía futura la obligación de estar atenta a ese crecimiento
intrínseco, g de cambiar y hacer estructuras nuevas capaces de encau-
zar y mantener fecunda la vitalidad de ese árbol que él dejaba con
22
potencialidades todavía no verificadas .
Si se prueba que Ignacio supone este último caso cuando deja
«cambiables» las Constituciones de los jesuitas, no se podría dar
por ilegítima una calidad nueva de la fruta, o una ramificación
nueva del árbol, por el mero hecho de que no estuviera y a vigente
cuando murió el fundador de la Compañía. A nuestro parecer,
en este caso se debe hacer una sola p r e g u n t a : Eso que ahora t o m a
calidades nuevas, o que ha crecido o quiere crecer en la Orden
Jesuítica, ¿ está en la línea de evolución dinámica, intrínseca,
esencial de nuestra m a n e r a específica de existir y de t r a b a j a r
en la Iglesia ? ¿ O es una estructuración nueva, que a pesar del
deseo de m a y o r gloria de Dios, y a pesar de estar hecha teniendo
en cuenta el «discernimiento de las necesidades actuales de la
Iglesia», da unos resultados, y rompe una trayectoria que es esen-
cial y eterna a nuestro « carisma » ?.

pliese, ni para ello dejaría de proveer lo que m e n e s t e r fuese el que con su pro-
v i d e n c i a b e n i g n í s i m a gobierna y hace cada día crecer esta nueva planta, que le
plugo poner entre las otras de su Iglesia »: V é a s e la carta en MI, Epp., V I I , 43-45.
2 2
A l hablar de e s t a s p o t e n c i a l i d a d e s futuras, p e n s e m o s , por e j e m p l o , en
los Coadjutores T e m p o r a l e s de la Compañía:
E s cierto que san I g n a c i o , en las circunstancias históricas en que estruc-
turó su Orden R e l i g i o s a concibió el conjunto de ese e l e m e n t o laical, c o m o « el
grado » que l l e v a b a en p e s o las estructuras p u r a m e n t e materiales y e c o n ó m i c a s
de la C o m p a ñ í a : Examen, c. 6, n. 3 . Pero t a m b i é n es v e r d a d q u e el fundador
d a b a c o m o posible el q u e se a d m i t i e r a n c o m o coadjutores t e m p o r a l e s , laicos
con carrera civil, o de cultura e c l e s i á s t i c a tal que pudieran ocuparse en e n -
señar filosofía o t e o l o g í a : Examen, c. 6, n. 3 y M I , Const., I, 3 3 8 . A h o r a b i e n ,
c u a n d o la Compañía, circunstancias de historia o de civilización se viera obli-
gada a organizar « i n s t i t u c i o n e s » donde realizar su tarea d i r e c t a m e n t e a p o s -
t ó l i c a , — p e n s a m o s en colegios, escuelas profesionales, u n i v e r s i d a d e s e t c . — ;
que necesariamente tienen en su base u n a tarea de educación, de e n s e ñ a n z a
h u m a n a , t é c n i c a , e t c . , no sacerdotal, ¿sería contra la m e n t e de San Ignacio que
ese e l e m e n t o laico que aspira a la perfección y al a p o s t o l a d o dentro de la Com-
pañía, pasase, en u n a ulterior fase de c r e c i m i e n t o g e n u i n o v i t a l a ser ese ele-
m e n t o de « diaconía » responsable de esa tarea de e d u c a c i ó n h u m a n a y t é c n i c a
q u e dejase m á s libres a los sacerdotes jesuitas para su tarea específicamente
sacerdotal?
188 EL ORIGEN D E LA COMPAÑÍA D E JESÚS

E n ésta concepción dé la mutabilidad y de la readaptación de


u n a Orden que vive en la Iglesia dentro de unas estructuras deter-
minadas, tres condiciones pondríamos nosotros como indispensables
a los miembros responsables que se reúnen a repensar su modo
de vida, y a poner su legislación al día:
Primera: Conocer a fondo la esencia de su Congregación, de
su Instituto, de su Orden Religiosa: ¿ qué aspecto de la Vida de
Cristo están llamados a imitar, y cuáles son las consecuencias
espirituales eternas que de él dimanan'?
No es una cualidad que creamos t a n difícil de alcanzar:
— Como miembros, en algún sentido selectos, del tal Insti-
t u t o , cuentan con « u n a gracia particular de discernimiento » que
les capacita para descubrir lo «específico» de su vocación; es la
gracia particular que Dios hace a c o m p a ñ a r a cada llamada con-
creta suya a un modo determinado de vida.
— A esto se suma la gracia de estado que pudiéramos llamar
«colectiva», que sin duda les da Dios como a responsables de
m a n t e n e r vigente, vivo y fecundo un carisma concreto en la Igle-
sia, si se la piden y se disponen a recibirla.
Segunda: E s t u d i a r y conocer a fondo las circunstancias histó-
ricas en que el fundador dio las primeras estructuras a su Orden
Religiosa, y las circunstancias actuales en que ahora vive la Com-
pañía. Sólo así p o d r á n llegar a detectar si efectivamente hay o
no estructuras en ella que tengan en su base conceptos o ambientes
institucionales de una época, que al haber pasado y haber sido
sustituidos por otros, las hacen inconsistentes, inoperantes, o
h a s t a tal vez perjudiciales a la vitalidad de la Orden ahora.
A nuestro parecer, sólo así se pueden decidir a no quedar
esclavos a la fidelidad « a la l e t r a » , y a usar del poder que parece
que les deja san Ignacio de « cambiar Constituciones », sin grave
riesgo de dar al t r a s t e con la Compañía.
Tercera: U n a atención continua al crecimiento vital de esa
planta, en u n doble aspecto que nosotros llamaríamos de « poda » y
de « guía »:
— Atención a una poda « despiadada » de todo crecimiento del
pasado que se demuestre que no sea legítimo en tal Orden R e -
ligiosa.
E n efecto, no se exluye que la Compañía, como todo orga-
nismo viviente en diversas épocas históricas, h a y a podido arries-
garse en el pasado o se pueda arriesgar en el futuro por un
camino que en los comienzos, por ser desviación de milímetros,
APÉNDICE 189

n o se advierta equivocado, pero que, pasado el tiempo, se vea a


las claras que es r u t a perdida, o que acaba por t r a z a r a la Com-
pañía u n r u m b o tal que a t e n t a a las estructuras básicas de la
Orden Jesuítica.
— Y, por último, atención p a r a aceptar y guiar las posibles
nuevas dimensiones legítimas, que quizás el fundador no conoció
« e n los matices o en las dimensiones que t o m a n a h o r a » pero que
son evolución íntima, entrañable, esencial, y que él, como quien
ve de lejos y en p e n u m b r a , sospechaba que el correr del tiempo
daría a su « carisma ».
E n este sentido, la fijeza y movilidad de la Compañía, como
incorporada a la Iglesia y « m í n i m a » p a r t e de Ella, sería reflejo
y participación a la vez de la fijeza y de la movilidad que Cristo
ha querido para su Esposa en la Tierra: La perpetuidad «siempre
a n t i g u a » de un depósito específico e inamovible que conservar;
y la movilidad « siempre nueva » de u n principio vital en expansión
intrínseca que a t r a v é s del tiempo, y encarnado en las m á s diversas
épocas históricas, m u e s t r a las potencialidades casi infinitas que
en su esencia encierra.
Í N D I C E ONOMÁSTICO

Adriano VI 123. C a y e t a n o de T h i e n e , San, 29 30 45


A g u a d o , F. 3 3 . 46 49 52 139 140.
A g u s t í n , San, 68 100 159. Cazador, J. 138.
Albornoz, cardenal, 51. Cazorla, A . 114 116.
A l d a m a , A. M. de 1. Clemente X I V 53.
A l v a r e z , G. 57. Coduri, J. 132 166.
A l v a r e z de P a z , D . 94 95 97 98 99 Colosio, I. 9 3 .
1 0 0 101 102 103 104 105 167. Contarini, G. 155.
Amador 131. Costa R o s s e t t i , J. 5 3 .
A q u a v i v a , Cl. 26 34. Creixell, J. 53 55 56 57 58 59 60 61
A r n d t 30. 63 66 74.
A r r o y o , J. 63 64. C r é t i n e a u - J o d l y , J. 53.
A r t e a g a , J. 130. Cuadrado, P. 4 26 32 47 57 76.
A s t r a i n , A . 4 4 53 54 55 73. Cueva, E . de la 186.
B a r t o l i , D . 53 65. C h a n o n e s , J. 1 2 3 .
B a s i l i o , San, 68 159. D a l m a s e s , C. 114 123 139 163.
B e n i t o , San, 68 177. De Bellis 52.
B e r n a r d o , San, 177. D e Guibert, J. 90 92 93 95 103
B o b a d i l l a , N . 42 43 65 72 132 138 115 170.
144 150. D u d o n , P. 11 42 56 66 67 68 69 110.
B o l a n d o , J. 57. E g u í a , D . 138.
B r o e t , P. 124 132 135. E g u í a , E . 138.
B u e n a v e n t u r a , San, 1. F a b r o , B e a t o , 15 132 137 141 142
Cáceres, L. 130. 145 146 147 149.
C a l i x t o , v. Sá. F e r n á n d e z Zapico, D . 55.
Calveras, ,1. 78 84. F e r n a n d o de A u s t r i a , rey, 13 181.
Cano, M. 7. F r a n c i s c o de A s í s , San, 1 177.
C a n t i n , R. 41 84 119 128. F r a n c i s c o J a v i e r , San, 54 132 169.
Carafa, J. P. 139 143 144 1 5 1 . Gabriel de S t a M» M a g d a l e n a 93.
Cartujano, E l 121 1 2 2 . Gagliardi, A . 2 3 .
Carvalho, P. 114 116. García, F. 29 5 3 .
C a s a n o v a s , I. 62 6 3 . Garibay, E . 21 110.
Caspe, F. 4 3 2 . G i l m o n t , J. F. 8.
C a s t a l d o , J. B . 29 30 31 39 4 2 45 G o n c á l v e s da Cámara, L. 3 7 17 18
46 47 48 50 51 53 73 140. 19 22 27 28 29 30 34 36 38 39 40 51
Castro, J. 1 3 1 . 54 56 57 59 62 64 65 67 70 76 79 82
192 ÍNDICE

88 8 9 90 91 106 145 147 157 158 Le S e n n e , R . 115.


159 164 166. Leturia, P. 20 55 04 05 84 110 111
G o n z á l e s , G. 57 114 116. 122 123 125 128 136 141 142 145
Gordon, I. 4 4 . 146 150.
G o u v e a , D . 131. I.utero, M. 16.
Gregorio X I I I 4 4 . .Maffeo, J. P. 2 4 .
Guéau de R e v e r s e a u x , P. 14. .' Manjón, F. 4.
Guidiccloni, B . 153. .Marcelo II 24.
H o c e s , D . 138. M a t e o E v a n g e l i s t a , San, 116.
H o n o r i o III 177. Mercurián, E . 54 57 66 114.
Huonder, A. 66. Moisés 100 176.
Ignacio de A n t i o q u í a , San, 68 159. Mudara, F. 3 3 .
I g n a c i o de L o y o l a , S a n , 2 3 4 5 6 7 X a d a l , J. 3 5 7 8 14 17 19 20 21
8 11 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 22 23 25 27 29 3 0 31 38 39 4 0 4 2
23 24 25 26 27 28 29 3 0 31 32 33 43 44 45 54 57 5 9 60 62 67 70 71 72
34 35 36 37 38 39 40 41 4 2 4 3 44 82 83 8 4 91 94 95 107 108 110 114
45 46 47 48 4 9 50 51 5 3 54 55 56 119 122 124 125 127 133 137 149
57 58 59 6 0 61 6 2 63 64 65 66 67 68 150 152 157 162 163 164 165 169
6 9 70 71 72 73 75 76 77 78 79 80 182.
81 82 83 84 85 88 8 9 9 0 91 9 4 95 97 N i c o l a u , M. 19 2 0 162.
98 99 101 102 105 106 107 108 109 N i g r o n i o , J. 3 0 46 49 50 51 140.
110 111 112 1 1 3 114 115 116 117 X o n e l l , J. 0 2 .
119 120 121 122 1 2 3 124 125 127 Olave, M. 2 4 .
128 129 130 131 132 133 134 135 Onofre, San, 124.
136 137 138 139 140 142 143 144 145 Orlandini, X. 20 27 28 3 0 31 34 39
146 147 149 150 151 152 153 154 4 0 48 5 0 84 184.
155 156 157 158 159 160 161 162 Ortiz, P. 140 147.
163 164 165 166 167 168 169 170 Oswald, A. 53.
171 172 173 174 176 177 179 180 P a b l o , San, 90 94 95 100 110.
181 182 183 184 185 186 187. P a b l o de la Cruz, San, 2.
Inocencio X 5 2 . P a c o m i o 3 3 177.
Iparraguirre, I. 110 111 112. P a i v a de A n d r a d e , D . 139.
Iriarte, M. 115. P a l m a , L. de la 57 114.
. l a y o , C. 13 132 144 181. P a s c h i n l , P. 139.
Jiménez Duque, B. 93. P a s q u i e r , E . 41 124 135.
J u a n de la Cruz, San, 96 97 100 P a s t o r , L. 142 148.
101 104 1 0 6 107 108 111 112. P a u l o III 5 13 14 20 23 147.
J u a n E v a n g e l i s t a , S a n , 134. P a u l o IV 42 44 144.
J u l i o III 13 14 172. Pedro A p ó s t o l , San, 134 135.
K r e t s c h m e r , E . 115. Pedro Canisio, San, 2 3 143 109.
L a í n e z , D . 5 7 8 14 15 2 5 3 0 30 38 P e r a l t a , J. 1 3 1 .
3 9 4 2 4 3 51 54 55 57 64 05 70 71 P i e n , J. 5 3 .
7 0 82 84 88 89 90 91 109 122 124 Pío V 44 7 2 .
132 133 137 142 145 140 147 152 P o l a n c o , .1. 4 7 14 15 10 17 2 0 2 7 38
153 104 173 182. . 4 2 4 3 54 55 50 57 04 70 77 79 8 0
L a n c i c i o , N . 2 9 3 0 37 38 57. 8 2 88 89 90 91 110 122 126 130
ÍNDICE 193

133 135 136 137 148 154 164 165 Sacchini, F. 23 20 30 31 46 48 7 3 .


166. S a l m e r ó n , A . 132.
Polverino 52. S a u d r c a u , A . 115.
P o u l a i n , A. 94 97. S c a d u t o , M. 15 42 44.
P o z o , C. 14. S h e l d o n , W . II. 115.
Quera, M. 63 88 123. Silos, .1. 5 2 .
R a h n e r , II. 5 68 69 74 81 110 159 Silos, I.. 69 70 71 72 81 114 128 179
160 164 179. 180.
R a j a d e l l a , T. 139. S o m m e r v o g e l , C. 34.
R e i n a l d c , J. 131. Soriano, J. 127.
Rey, E. 63. Stanislao d e l l ' A d d o l o r a t a 2.
R h o , .1. 4 29 31 32 33 46 49 51 52 Stolz, A. 9 3 .
5 3 76 114 116 1 10. Suárez, F. 14 34 35 36 37.
R i b a d e n e i r a , P. 4 5 20 21 2 2 23 2 4 Surio, I.. 126.
25 27 30 36 38 47 58 62 65 110 T a c c h i V e n t u r i , P. 65 153.
145 104 173 175 177 178. Teresa de A v i l a , S a n t a 87 92 «3 97
R o b e r t o B e l a r m i n o , San 169. 98 101 103 104 105 107 108 109.
R o d é s , M. 4 32 57 76. T o m á s de A q u i n o , S a n t o 37 100.
R o d r i g u e s , F. 17. V a l t r i n o , J. A . 110.
R o d r i g u e s , S. 132 137 140 142 114 V a n Ortroy, F. 27 53 55 50 57 58 59
148 149 150 153. 60 61 62 63 65 66 74 79 88.
R o l d a n , A . 115. V e n y B a l l e s t e r , A . 144.
R o s e r , I. 150. V e z z o s i . A . F., 29 46 51 52 5 3 .
R u i z A m a d o , R. 148. Vitelleschi, M. 3 1 .
Sá, C. 130. Vvidmann, X. 2 8 .

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