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Escuela Normal de Sultepec

Acción comunicativa en los cuerpos académicos: Posibilidad


para la producción de conocimiento

Investigadores
Rodolfo Castañeda Ramírez

Hortensia González Rojas

Miguel Hernández Vergara

Febrero de 2018

Resumen:

El escrito tiene como propósito mostrar la necesidad de la racionalidad


comunicativa como cultura para la interacción de los cuerpos académicos en su
desempeño, que tienen como fin la mejora de la formación inicial. Es una meta
posible, si se asume que la actividad académica necesita de una racionalidad
comunicativa, respaldada por una referencia epistemológica. En la primera los
sujetos comparten un mundo de la vida, desde donde se salen al encuentro,
interactúan a partir de sus actos de habla orientados al entendimiento, con los

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que logran un acuerdo. Ésta ha de ser una actitud dialógica. Necesario es que los
interlocutores tengan la apertura académica para que sus saberes sean
susceptibles de crítica, acompañados de pretensiones de validez. Sus saberes
tienen estructura proposicional, entonces para entenderse han de estar planteados
desde posturas epistemológicas construidas en colectivo. Esta es la posibilidad de
que los cuerpos académicos se consoliden.

Los integrantes del cuerpo académico al elegir lo que quieren compartir, han de
ser una elección inteligible para todos, ello facilita que se puedan entender entre
sí. Cada uno de ellos como hablante ha de tener la actitud de comunicar saberes,
para que los otros que actúan en ese momento como interlocutores puedan
compartir también sus saberes. Las intenciones comunicativas del hablante han
de ser argumentativas y pertinentes para lograr un consenso en los saberes que
se han de producir y aplicar. Esta lógica académica bien puede consolidar o
destruir el cuerpo académico, destruirlo es con la tecnología burocrática de la
institución.

Palabras clave: acción comunicativa, actos de habla, mundo de la vida, crítica.

INTRODUCCIÓN

La necesidad del cuerpo académico como productor de conocimiento resulta


fundamental para lograr que la calidad de la educación alcance resultados
satisfactorios. Es condición fundamental que para tal propósito los académicos de
las Escuelas Normales se integren en comunidades que compartan temáticas de
interés común. El compartir implica un acuerdo, un consenso que sólo es posible
si los sujetos que participan en esa comunidad de conocimiento establecen como
punto de discusión actos de habla orientados al entendimiento.

La ponencia tiene como propósito incluir la teoría de la acción comunicativa como


posibilidad para integrar y producir conocimiento en los cuerpos académicos.

DESARROLLO

Necesidad de transición académica.

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Los CA (cuerpos académicos) son una idea estética, genialmente académica, más
allá de lo social, o institucional; lo es por esa armonía intersubjetiva de los sujetos
que los integran, que comparten LGAC (líneas de generación y aplicación del
conocimiento) desde las que se proponen generar conocimiento y aplicarlo. Es un
horizonte de aprendices y maestros, que se vuelve trascendental en el momento
en que se busca lo substancial del objeto de conocimiento. En suma es un tejido
intersubjetivamente complejo por sus interacciones, pero que tiene sentido cuando
cada interlocutor coopera lingüísticamente en los consensos generados con las
pretensiones de validez que se anteponen a todo acto de habla orientado al
entendimiento.

Esta pretendida interacción está en potencia con la creación de las academias


institucionales, que aspiran en el discurso propiciar el diálogo entre pares para el
análisis, reflexión, confrontación, e intercambio de experiencias docentes.
Propósito que se logra si se tiene con-ciencia de la colonización de las acciones
teleológicas identificadas por medios y fines, sobre cualquier intento intelectual de
los profesores; emanciparse de esta tendencia implica transitar de la razón
instrumental a la acción comunicativa orientada al entendimiento. Transición que
este ensayo pretende mostrar, hacerlo es alertar que la razón instrumental es
una patología que promueve el distanciamiento, el desánimo, la nula producción y
aplicación de conocimiento del cuerpo académico; la propuesta es incluir la
acción comunicativa como racionalidad cultural que fortalece académicamente a
los cuerpos académicos; transición difícil, pero con mayores posibilidades de
lograr producción de conocimiento y su posterior “aplicación” en los procesos de
formación inicial.

La explicación teórica de la transición

La razón instrumental se identifica por su insistencia en los medios, olvida los


fines, concibe al conocimiento como: teórico, práctico y productivo; las situaciones
problemáticas se resuelven desde perspectivas técnicas. Es una noción
reduccionista, Habermas (1992) intenta una solución emancipadora con la
restauración de la razón moderna. Aceptar la razón instrumental como

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racionalidad de los cuerpos académicos conduce a una simulación intelectual de
sus integrantes. La acción comunicativa como racionalidad no se identifica con la
razón como dominio, la antepone como detonador autorreflexivo, este horizonte es
una cultura que fortalece académicamente al cuerpo académico. Reconocer
también que puede ser una amenaza para su desintegración, la razón: los
profesores no soportan la crítica académica, la reflexión; en su lugar la cómoda
determinación burocrática que se asume sin cuestionar, que bien puede mantener
al CA en sus estereotipos.

La presencia de la razón instrumental despoja a la razón comunicativa de sus


pretensiones fundamentadoras de validez. A través de la racionalidad
instrumental, se generan las bases de un escepticismo dogmático frente a la
propia razón que concluiría en la autodestrucción de la capacidad crítica de ésta.
“La razón en tanto que instrumental, se ha asimilado al poder, renunciando con
ello a su fuerza crítica…ésta se ve en la precisión de describir la autodestrucción
de la capacidad crítica…porque en el instante en que efectúa tal descripción no
tiene más remedio que seguir haciendo uso de la crítica que declara muerta
(Habermas 1989, p. 150).

El efecto se manifiesta en la relación del sujeto con el objeto que se reduce a


evaluar el éxito o fracaso, es una perspectiva que define la relación técnica entre
los sujetos. La razón instrumental se identifica claramente con dos elementos:
medios y fines, que se traducen en “reglas técnicas que descansan sobre el
conocimiento empírico. Estas reglas implican en cada caso pronósticos sobre
sucesos observables, ya sean físicos o sociales” (Habermas 1992b, p. 68). En su
lugar la “acción comunicativa (…) es la interacción simbólicamente mediada. Se
orienta de acuerdo con normas (reglas) intersubjetivamente vinculantes que
definen expectativas recíprocas de comportamiento que tienen que ser entendidas
y reconocidas al menos por dos sujetos agentes” (Habermas 1992b, pp. 68-69).

“La racionalidad cognitivo-instrumental extraída del empleo monológico del saber


proposicional se intenta desgajar de la racionalidad comunicativa”. (Habermas,

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1992, p. 32). El nudo problemático está en la filosofía de la conciencia, que
considera la existencia de un sujeto que significa los objetos y construye su
identidad al confrontarlos. Es una posición dogmática que no identifica el problema
y la posibilidad de conocimiento e intersubjetividad queda reducida a una acción
cognitiva pragmática. La necesidad de transitar de la acción teleológica a la acción
comunicativa, hasta el momento es la vía trascendental que garantiza que los CA
sean una figura académica que asegura la mejora académica de la institución. No
es posible pensar en producción de conocimiento si el fantasma de la razón
instrumental influye en el pensamiento de acción reflexiva. La transición habrá de
conformarse desde los horizontes del análisis, reflexión y crítica como
competencias profesionales de los integrantes del cuerpo académico, estos signos
hablan realmente de las competencias profesionales de un docente integrado a
cuerpos académicos.

Habermas considera que el modelo con el cual hay que pensar la acción social no
es ya el de una acción subjetiva orientada por fines egoístas de sujetos
individuales, sino el de una acción orientada al entendimiento en el cual los sujetos
coordinan sus planes de acción sobre la base de acuerdos motivados
racionalmente, a partir de la aceptación de pretensiones que apelan a una
estructura dialógica del lenguaje como fundamento del conocimiento y de la
acción, donde la racionalidad está dada por la capacidad de entendimiento entre
sujetos capaces de lenguaje y acción mediante actos de habla cuyo trasfondo es
un mundo de la vida.

Para la acción comunicativa, lo genial “no es la relación de un sujeto solitario con


algo en el mundo objetivo, que pueda representarse y manipularse, sino la
relación intersubjetiva que entablan los sujetos capaces de lenguaje y de acción
cuando se entienden entre sí sobre algo” (Habermas 1992a, p. 489). Los sujetos
entienden sobre algo, se salen al encuentro desde su propio mundo de la vida que
intersubjetivamente comparten “éste viene delimitado por la totalidad de las
interpretaciones que son presupuestas por los participantes como un saber de
fondo” (Habermas: 1989, p. 31).  El mundo de la vida resulta propicio para

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quienes participan en la comunicación, alude a lo cotidiano, es el horizonte en
donde se dan las acciones humanas, es el mundo en el que vivimos como actores,
cualquier acto vital adquiere sentido si la explicamos desde el mundo de la vida,
“es sólo en el mundo de la vida, donde es posible el encuentro dialógico de
cualquier comunidad”. (Habermas, 1987, p. 31)

Para que los sujetos que actúan comunicativamente puedan entenderse entre sí,
sus interpretaciones han de estar siempre en el horizonte de un mundo de la vida,
por representar el trasfondo aproblemático de donde se obtienen las pretensiones
de validez para la consumación de un acuerdo. Así la racionalidad del mundo de la
vida puede caracterizarse ante todo en la dimensión acuerdo normativamente
adscrito vs. entendimiento alcanzado comunicativamente, se constituye en el
trasfondo desde donde los sujetos se salen al encuentro y se ponen de acuerdo.
La acción comunicativa, es un concepto complementario al mundo de la vida,
desde el cual y sobre el cual puede producirse la reproducción simbólico-social en
acciones lingüísticamente mediadas, en este sentido el mundo de la vida
representa una perspectiva interna como el punto de vista de los sujetos que
actúan y la acción comunicativa puede considerarse como algo que ocurre dentro
del mundo de la vida, es el lugar donde se encuentran el hablante y el oyente,
donde de modo recíproco se plantean pretensiones de validez, desde donde
pueden criticar la validez de lo que dicen como discurso a través de sus
pretensiones, le dan congruencia lógica a sus posibles discrepancias con el apoyo
de la argumentación y puedan llegar a acuerdos, es el espacio donde los actos de
habla se constituyen en un dispositivo fundamental.

Para Habermas, el acto de habla es un tipo de acción. No es una acción


independiente, aunque posea cierta autonomía, sino que necesita de una
fundamentación, “esta acción es una acción social, esto es lo que garantiza que la
fundamentación no sea concluyente”. (Habermas 1987, p. 397), representa "el
mecanismo de coordinación de la acción", (Habermas, 1987, pp. 143-147). Los
actos habla como manifestación lingüística corresponden a la teoría de la acción
comunicativa, para ello Habermas distingue los actos de habla de otros tipos de

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actos no lingüísticos. La función de los actos de habla es dar a conocer la
intención del agente. Esto implica que un oyente puede saber por el contenido
semántico de la emisión cómo se está empleando la oración emitida, es decir, qué
tipo de acción se está ejecutando con ella. Si tiene éxito el acto de habla, la acción
comunicativa termina en el consenso, por lo que hay que estudiar "cuáles son las
condiciones que debe satisfacer un consenso conseguido comunicativamente para
que pueda tener las funciones de coordinación de la acción" (McCarthy, 1987, p.
398).

Con el acto de habla, los sujetos no sólo son capaces de conocimiento, también
de acción, lenguaje y comunicación, los hablantes están en el umbral de la
comunicación interpersonal, establece las condiciones concretas que posibilitan la
comunicación desde el horizonte del entendimiento que conduce a la noción de
intersubjetividad. El acto de habla adquiere su fuerza ilocucionaria en las tomas de
postura que un oyente hace frente a las posibles pretensiones de validez, si esto
tiene cumplimiento el “hablante puede actuar ilocucionariamente sobre el oyente y
éste a su vez actuar ilocucionariamente sobre el hablante porque las obligaciones
típicas de los actos de habla van asociadas con pretensiones de validez
susceptibles de examen cognitivo” (Mc Carthy, 1987, p. 363) , ésta es ya una
relación interpersonal de entendimiento orientada al acuerdo y el consenso. La
acción comunicativa se aleja de la perspectiva monológica, más bien conduce a
un horizonte dialógico, en donde supone ya un hablante y un oyente que se ponen
de acuerdo sobre un estado de cosas. La actuación del habla en el mundo se ve
sustituida por la acción concreta intersubjetiva de los agentes lingüísticos.

La racionalidad comunicativa que Habermas propone se relaciona en cómo los


sujetos que tienen capacidad de lenguaje y de acción hacen uso del conocimiento,
de esta forma marca una diferencia en cuanto que en las emisiones lingüísticas se
expresa explícitamente un saber y en las acciones teleológicas se expresa una
capacidad, un saber implícito, la primera observación es que ambas encarnan un
saber en diferente situación que puede ser criticado por su falta de fiabilidad, de
aquí depende la racionalidad de la emisión o manifestación, esta orientación indica

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que ambas son susceptibles de crítica. La “racionalidad de las emisiones o
manifestaciones se mide por las reacciones internas que entre sí guarda el
contenido semántico, las condiciones de validez y las razones que en el caso
necesario puedan alegarse a favor de la validez de esas emisiones o
manifestaciones, a favor de la verdad del enunciado o de la eficacia de la regla de
acción” (Habermas, 1982, p. 26), la racionalidad comunicativa resulta ser más
amplia por recurrir a la argumentación como reflexión y como pretensión de
validez del discurso, es una validez que se apoya en un saber proposicional con
fines comunicativos, esta situación se va caracterizando por el consenso, un acto
de habla argumentativo en el que se puede observar la superación de los puntos
de vista de los sujetos que hasta antes de la argumentación su saber era
aproblemático, el rasgo de argumentación viene a posibilitar que los participantes
en la comunicación puedan entenderse sobre algo que existe. Así lo que existe
puede ser racional y este rasgo lo puede obtener “una afirmación si el hablante
cumple condiciones para el logro de un fin ilocucionario de entenderse sobre algo
en el mundo al menos con otro participante en la comunicación” (Habermas, 1982,
p. 28).

Esta perspectiva sólo es la racionalidad que los CA han de guardar, para abordar
el conocimiento, desde el planteamiento de La Crítica de la Razón Pura , es
inexcusable realizar un examen de las condiciones trascendentales que posibilitan
el conocimiento a través de una crítica epistemológica del conocimiento que se
discute y produce al interior del cuerpo académico. Es una crítica reflexiva que en
la perspectiva de Kant, sólo puede darse como una reflexión de tipo trascendental.
Se alude a “trascendental todo conocimiento que se ocupa, no tanto de los
objetos, cuanto de nuestro modo de conocerlos, en cuanto que tal modo ha de ser
posible a priori. Un sistema de semejantes conceptos se llamaría filosofía
trascendental” (Kant 1996, p. 58). El propósito de la actividad crítica-reflexiva es
comprender e interpretar el conocimiento que se produce. “Razón significa a la vez
voluntad de razón. El interés emancipatorio del conocimiento tiende a la
consumación de la reflexión como tal. Así en la fuerza de la autorreflexión el
conocimiento y el interés son uno” (Habermas 1982, p. 177).
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El problema de la emancipación pasa a orientarse, entonces, hacia la búsqueda
de una comunicación libre de dominio que engendre las condiciones necesarias
para una intersubjetividad sin coacciones. “La subjetividad de la naturaleza,
todavía encadenada no podrá ser liberada hasta que la comunicación de los
hombres entre sí no se vea libre de dominio. Sólo cuando los hombres
comunicaran sin coacciones y cada uno pudiera reconocerse en el otro, podría la
especie humana reconocer a la naturaleza como un sujeto y no sólo, como quería
el idealismo alemán, reconocerla como lo otro de sí, sino reconocerse en ella
como en otro sujeto” (Habermas 1992b, p. 63).

La transición concreta a la producción de conocimiento.

Todo agente que actúe comunicativamente tiene que entablar en la ejecución de


cualquier acto de habla pretensiones de validez para alcanzar un entendimiento, el
logro no es más que la producción de conocimiento del cuerpo académico; en
principio los profesores han de compartir una LGAC, elegir algo inteligible para
entenderse entre sí. Lo inteligible está determinado por el saber proposicional y
por un perspectiva epistemológica constituida mediante actos de habla orientados
al entendimiento. Cada miembro se ha de proponer comunicar un contenido
proposicional; para que el interlocutor pueda compartir el saber del hablante, el
hablante tiene que querer expresar sus intenciones de forma clara. Es decir las
pretensiones de validez que cada hablante antepone han de ser pretensiones
planteadas con razón argumentativa. Esta vía lleva al entendimiento que descansa
en el acuerdo de un saber compartido. El acuerdo ha de concluir en las
pretensiones de validez. “La razón nos motiva a reconocer la pretensión de validez
de una afirmación” (Habermas, 2001, p. 141), aquí el mundo de la vida cobra
relevancia entre los hablantes, porque lo hacen descansar en pretensiones de
validez.

CONCLUSIONES

Un miembro del CA que está en condición de hablante, se encuentra en potencia


de manifestar una afirmación que en principio ha de proponerse ser comunicativa.
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Su aseveración incorpora un saber fiable, es un intento que puede fallar, además
de ser susceptible de crítica; un miembro del CA puede poner en tela de juicio la
afirmación y dudar de su autenticidad. La crítica tiene la obligación de integrar una
pretensión de validez, ésta ha de ser pertinente, ahí radica la fuerza ilocucionaria
del acto o actos de habla de quien participa en el diálogo, ésta es la vía para llegar
a un acuerdo; en esta dialéctica se manifiesta la capacidad de lenguaje y
comunicación de los hablantes. La actitud de los hablantes ha de ser cooperativa
para lograr el consenso que indica el éxito de la acción comunicativa. Si esto
sucede en los cuerpos académicos, puede esperarse producción de conocimiento,
su ausencia es “apapachar” una lógica de fines y medios.

Los cuerpos académicos se han congelado en lo académico por el horizonte


monológico que se genera entre los integrantes producto de la tradición formativa.
Necesario es que transiten hacia un horizonte dialógico, en el que por lo menos un
hablante y un oyente se ponen de acuerdo sobre un estado de cosas.

Los integrantes del cuerpo académico tienen capacidad de lenguaje y


comunicación, situación que favorece integrar proyectos de investigación en
colegiado. La producción de conocimiento es posible en la medida que los sujetos
hablantes tienen una actitud cooperativa en el grupo académico.

Referencias Bibliográficas

 Adorno, T. y M. Horkheimer. (1994). Dialéctica de la Ilustración. Madrid:


Trotta.
 Habermas, J. (1982). Conocimiento e Interés. Madrid: Taurus.
 Habermas, J. (1989). El Discurso Filosófico de la Modernidad. Madrid:
Taurus.
 Habermas, J. (1992a). Teoría de la Acción Comunicativa Vol. I. Madrid:
Taurus.
 Habermas, J. (1992b). Ciencia y Técnica como Ideología. Madrid: Técnos.

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 Habermas, Jürgen. (2001). Teoría de la Acción Comunicativa:
Complementos y Estudios Previos. Madrid: Cátedra.
 Kant, I. (1996). Crítica de la Razón Pura. México: Alfaguara.
 Mc Carthy, (1987). La teoría crítica de Jürgen Habermas. Madrid: Tecnos.

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