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La música tropical de Guerrero.

Su valor simbólico y sus implicaciones sociales

Oscar Basave Hernández1

Estamos en el 2017 y prácticamente los únicos municipios de Guerrero que tienen espacios
para el entretenimiento y el consumo cultural son cuatro, Acapulco, Chilpancingo, Taxco e
Iguala, podríamos hacer un ejercicio de imaginación y remitirnos a las condiciones de 1970,
nos encontraríamos con La Nada, salvo el caso de Acapulco o Chilpancingo, probablemente
por ser lugares de grandes concentraciones de población, la primera por ser lugar turístico y
el segundo por ser centro escolar de la entidad.

Sin embargo, en los 70 surgieron los grupos Acapulco Tropical y la Luz Roja de San
Marcos, quienes se convirtieron en un fenómeno y exportaron música, al hacer giras por
Estados Unidos, Centro y Sudamérica, en pleno periodo del modelo económico de la
sustitución de importaciones, del proteccionismo oficial a los productos mexicanos, la
música de acá se fue hasta allende las fronteras; una música en la que mayor parte de los
destinos servía de identificación, un rasgo de lo “latino”.

A mediados de los 60 en Acapulco había nacido una forma de entretenimiento con el


surgimiento de las discotecas, lugares a los que acudían, sobre todo, los turistas; pero que
permitió el nacimiento del primer DJ de América Latina, y que inspiró una moda, esos
espacios eran los puntos de reunión para relacionarse, en Acapulco se abrieron muchas
discotecas en la que se podían escuchar y bailar la música de moda estadounidense.

Pero en el caso de la música tropical, no tuvo muchos espacios, en los 70 estaba por
Pie de la Cuesta, Kamuri y El Aterrizaje, que fueron los primeros para los jóvenes
acapulqueños, posteriormente se abrió el Grupaca, en el centro, y El Ninas, en la Costera.

1 Doctor en Ciencias Sociales, maestro en Estudios Socioterritoriales y licenciado en Sociología y en Ciencias


de la Comunicación. Profesor de la Escuela Superior de Sociología de la Universidad Autónoma de Guerrero
(UAGro).
Fuera de estos lugares las fiestas familiares, las bodas, los quince años, que permitían
el que los grupos se dieran a conocer y se promovieran, hasta que llegaba la oportunidad de
grabar, pero la cima estuvo reservada sólo para unos cuantos. Los que prevalecieron en
escena todavía fueron menos.

El consumo cultural

Néstor García Canclini define al consumo cultural como el “conjunto de procesos de


apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de
uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión
simbólica” (1993, p. 34). Para Pierre Bourdieu (2011, p. 231) considera que el consumo
cultural implica que hay una economía de los bienes culturales, que se expresa en la asistencia
a museos, conciertos, exposiciones, lecturas, y las preferencias a escritores, pintores o
músicos, y que están ligados al nivel de instrucción, es decir a un título escolar o número de
años de estudios, y en segundo lugar al origen social; porque una “obra de arte adquiere
sentido y reviste interés sólo para quien posee la cultura, es decir, el código según el cual está
codificada”.

Para que exista consumo de bienes culturales es necesario la existencia de un


mercado, y para Bourdieu (2011, p. 87) esto se posibilita en cuando surge una industria
cultural con la ampliación del público gracias a la generalización de la enseñanza que
posibilita el acceso de nuevas clases al consumo simbólico, cuando la obra de arte se
constituye en mercancía destinada a la apropiación para el deleite.

El estudio sobre los consumos y las políticas culturales es de principio de la


década de los 80, las investigaciones giraron en torno a las políticas gubernamentales
sobre el tema, al estudio sociológico del consumo, pero también de las encargadas por
las empresas de radio y televisión para conocer a sus audiencias.

En 1995 el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)


comenzó a publicar cuadernos de Estadísticas de Cultura, con información sobre cines,
espectáculos públicos, museos, zonas arqueológicas, monumentos históricos, medios de
comunicación impresos, radio y televisión y series históricas.
Otra fuente de información, es la creación de un sistema de información cultural que
produce y publica el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), con datos
sobre patrimonio, infraestructura, instituciones culturales, producción editorial, educación
artística, artistas y grupos artísticos, estímulos, proyectos apoyados, festivales y cultura y
lengua indígenas. Además de estudios e investigaciones como el Atlas de infraestructura
cultural de México, una Encuesta Nacional de Lectura y dos ediciones de la Encuesta
nacional de prácticas y consumos culturales (Nivón y Sánchez Bonilla, 2012, p. 64)

En el caso de Guerrero, se encuentra la Encuesta Nacional de Hábitos, prácticas y


consumos culturales (Conaculta, 2010), así como su análisis (Silva y Vázquez, 2010), en
todos los casos se refieren al consumo que realizan los pobladores, con el fin de conocer el
acceso a los diferentes bienes culturales.

Los estudios de consumo cultural realizados muestran que éste depende de factores
muy distintos, entre ellos se relacionada el ingreso y la escolaridad. Se presupone que una
sociedad con mejores ingresos y escolaridad tiende a consumir más bienes y servicios
culturales que otras más acuciada por necesidades materiales (Nivón y Sánchez Bonilla,
2012, p. 65)

Guerrero, la ausencia de espacios

La marginación de la entidad, aplica también en la escasez de foros. Los espacios


culturales que la mayoría de los municipios de Guerrero si tienen son bibliotecas, con
excepción de Cochoapa El Grande y José Joaquín Herrera, que no cuentan con ese servicio;
estos dos municipios tienen un Muy Alto Grado de Marginación. Mientras que de 81
municipios 32 de ellos cuentan con al menos una biblioteca de la Red Nacional y sólo 13 de
ellos cuentan con Centros Culturales, si tomamos en cuenta que estos lugares, también
llamados casas de cultura son espacios para la enseñanza de las diferentes disciplinas
artísticas (Conaculta, SF) refleja la pobreza en la cual se trabaja.
Sólo cuatro municipios de la entidad concentran la mayor parte de espacios culturales,
como Acapulco, que tiene, según el INEGI, 789 mil 971 habitantes, cuenta con 72 espacios
culturales; Chilpancingo, con 241 mil 717 habitantes, tiene 31; Taxco, con 104 mil 053
habitantes tiene 25; Iguala, 140 mil 363 habitantes, tiene 22. Por espacios culturales
consideramos a los auditorios, bibliotecas, teatros, museos, librerías, galerías, centros
culturales, salas de cine, zonas arqueológicas.

Cuadro 1. Espacios culturales en Acapulco

Auditorios 9
Bibliotecas 15
Teatros 7
Museos 3
Librerías 14
Galerías 2
Centros Culturales 5
Ferias del libro 1
Salas de cine 8
Zonas
arqueológicas 2
Festivales 6
Fuente: Sistema de Información Cultural (Conaculta, SF)

Cuadro 2. Espacios culturales en Chilpancingo

Auditorios 5
Bibliotecas 6
Teatros 5
Museos 3
Librerías 8
Ferias del libro 2
Salas de cine 2
Fuente: Sistema de Información Cultural (Conaculta, SF)

Cuadro 3. Espacios culturales en Taxco

Auditorios 1
Bibliotecas 11
Teatros 3
Museos 2
Librerías 2
Galerías 1
Centros Culturales 1
Festivales 2
Ferias del libro 2
Fuente: Sistema de Información Cultural (Conaculta, SF)

Cuadro 4. Espacios culturales en Iguala.

Auditorios 4
Bibliotecas 3
Teatros 5
Museos 2
Librerías 5
Centros Culturales 2
Salas de cine 1
Fuente: Sistema de Información Cultural (Conaculta, SF)
Prácticas y hábitos culturales en Guerrero

En el 2010 se realizó una Encuesta Nacional de Prácticas y Consumos Culturales,


elaborada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta, 2010) de cuyos
resultados publicaron el Análisis de la Encuesta de Prácticas y Hábitos Culturales de
Guerrero 2010, los autores (Silva y Vázquez, 2010) señalan que se trata de un instrumento
de diagnóstico o descripción para la elaboración de políticas públicas.

Asistencia a eventos y espacios culturales

De acuerdo a este Análisis… (Silva y Vázquez, 2010, pp. 17–18) para la población
guerrerense otorga un valor entre 8 y 10 (donde 0 es nada importante y 10 muy importante)
la asistencia a fiestas tradicionales (patronales, pueblos barrios, etcétera) por un 82.4 por
ciento de la población entrevistada; 65.8% para zonas arqueológicas, 65% para bibliotecas,
64.3% para música en vivo, 63.4% para librerías, 62.6% para museos, 57.4% para casas de
cultura o centros culturales, 55.2% para cine y 48.8% para teatros.

Pero entre considerarlo importante y asistencia hay una diferencia, de quienes le dan
importancia y quienes han asistido; así el 36% nunca ha ido al teatro y a zonas arqueológicas.
En cambio a las fiestas tradicionales ha acudido por lo menos una vez al año el 96.9 por
ciento de la población y a escuchar música en vivo el 84.8 por ciento.

Estos resultados se explican porque en la mayoría de los municipios tienen fiestas


patronales anuales, algunos más de una, porque también las festividades de sus comunidades
más importantes son visitadas por quienes habitan en las cabeceras, además de que como
parte de estas actividades se realizan conciertos musicales.

Por otro lado, los espacios culturales que se perciben lejanos, en términos de distancia,
y por ello no asisten son las zonas arqueológicas, museos, cines y teatros, lo cual es
comprensible pues apenas 19 municipios cuentan con museos, 8 con zonas arqueológicas, 3
con salas de cine, y 4 con teatros, esto de acuerdo al Sistema de Información Cultural
(Conaculta, SF).
Entre las razones por las que no asisten a espacios culturales, el análisis menciona que
para las bibliotecas no tienen tiempo (5.2%) y no saber leer y escribir (4.8%); para librerías
en el mismo orden, pero con 5.1% y 4.3% respectivamente; para museos el estar muy lejos
(6.8%) y el no tener tiempo (6.2%); para obras de teatro no tener interés y no tener tiempo
(8% ambas); para cines el estar muy lejos (4.9%) y por falta de tiempo y dinero (4.8%); para
asistir a escuchar música en vivo el no tener tiempo (3.9%) y falta de tiempo y dinero (2.8%);
para casas de cultura y centros culturales el no tener tiempo (9.6%) y el no resultar interesante
(7.7%); para zonas arqueológicas el estar muy lejos (12.1%) y el no tener tiempo (6.3%).

Exposición a medios

Por otro lado, con respecto a la exposición a medios, el Análisis señala que de acuerdo
a la encuesta poco más de tres de cada diez personas lo leen todos los días; varias veces a la
semana 17.4%; mientras que 15.5% lo hace una vez a la semana; 16.2% una vez al mes y
16.8% con menor frecuencia. Otro hallazgo es que la lectura de periódicos disminuye
conforme la edad aumenta: La población de entre 15 a 24 años es la más asidua a la lectura
de este medio (26.9%), en segundo lugar se encuentra el rango de 25 a 34 años (18.6%) y el
tercer lugar lo ocupa la población de entre 35 y 44 años (14.1%).

Acerca del consumo de televisión es el medio de comunicación es el de mayor


penetración, pues la encuesta arroja como resultado que 97.7% de la población. Las mujeres
consumen más (51.2%), en tanto que los hombres llegan a 46.4%. Por grupos de edad, los
jóvenes de 15 a 24 años tienen el porcentaje más alto: 25.2%. Por escolaridad tenemos que
universidad completa presenta el mayor porcentaje de ver televisión (15.6%); seguido de
preparatoria o bachillerato completo (12.6%); primaria incompleta (12.1%), y preparatoria o
bachillerato incompleto 11.5% (Silva y Vázquez, 2010, p. 81).
Para poco más de tres de cada 10 guerrerenses las telenovelas son los programa
preferidos, opción que encabeza la lista con 31.2%. Le siguen los noticieros (28.4%),
deportes (8.5%), infantiles/caricaturas (7.8%) y los cómicos (5.5%). Los programas de
televisión menos preferidos son discusión política (0.8%), concursos (1.8%), espectáculos
(2.8%) y cultura (3.0%).
Sobre el consumo de radio poco más de seis de cada 10 guerrerenses acostumbran a
escucharla (66.7%), de estos 31.1% son hombres y 35.6% mujeres. Por grupos de edad se
registra que entre 15 y 24 años, 17.0% sí lo escucha y 8.6% no lo hace; entre 35 y 44 años
11.8% sí lo escucha en comparación con 6.2% que manifiesta no hacerlo; de 45 a 54 años
9.9% sí lo escucha y 4.5% no lo hace, y de 55 a 64 años 5.3% sí lo hace y 2.2% no lo hace.
El rango que presenta la diferencia más elevada es el de 45 a 54 años, donde 12.3% manifiesta
sí escuchar radio y 4.7% no (Silva y Vázquez, 2010, p. 87).
Las preferencias en el consumo de programas de radio, tenemos que seis de cada 10
personas prefieren estaciones musicales (60.0%), mientras que 28.7% escogen noticieros,
1.9% programas cómicos y 1.4% estaciones culturales.
Respecto al uso de internet, la encuesta da como resultados que cinco de cada 10
guerrerenses utilizan este medio de comunicación (50.5%). Entre esta población, 49.7%
manifiesta usar internet diario; 24.2% varias veces a la semana, y 11.6% Una vez a la semana.
Por sexo 26.8% de los hombres y 23.8% de las mujeres usan este medio de comunicación.
Los mayores niveles de uso se registran en los jóvenes de 15 a 24 años (21.1%) y disminuyen
conforme la edad se incrementa, a 9.8% entre 25 y 34 años; 6.2% de 35 a 44 años, y 3.7% de
45 a 54 años.
Un mayor uso de este medio está asociado con niveles de escolaridad más altos, se
tiene que 18.8% en la población con universidad completa e incompleta; 14.8% con
preparatoria o bachillerato completo o no; 8.7% con secundaria completa o no; y 5.2% con
primaria completa o no (Silva y Vázquez, 2010, p. 94).
Con respecto al hábito de escuchar música grabada, el 90.3% señaló que lo hace, de
esos 43.5% son hombres y 46.8% son mujeres. Esta práctica es mucho más frecuente entre
la población de 15 a 24 años (24.5%), y va disminuyendo al incrementarse la edad; 16.7% en
los grupos de 25 a 34 años; 16.0% de 35 a 44 años; 12.7% de 45 a 54 años; 5.7% de 55 a 64
años, y 3.5% de 65 años y más.
De este consumo, la mayor parte (56.7%) la adquiere en un tianguis o con un vendedor
ambulante; por debajo se ubican en internet (10.4%); tiendas especializadas (10.3%); kioscos
de periódicos (4.0%), y tiendas de autoservicio (3.6%).

El tipo de música preferida por los guerrerenses es la balada‐romántica, pop con


35.1%; seguida de la música Banda con 12.6%, y la grupera con 7.6%. Los porcentajes más
bajos son para la música instrumental con 1.8%; la regional con 1.9%, y la religiosa con
2.0%. Tanto hombres como mujeres ubican en el primer lugar de sus preferencias las baladas‐
románticas, pop, si bien las mujeres tienden a escucharlas más (22.0%) respecto a los
hombres (13.1%). El segundo lugar para ambos géneros es la música banda, escuchada en
mayor proporción por los hombres (7.0%) que por las mujeres (5.6%). El tercer lugar es para
los dos sexos la música grupera prácticamente en la misma proporción, 3.8% para los
hombres y 3.7% para las mujeres.

En cuanto a la preferencia por rangos de edad, la encuesta arroja que para todos los
grupos son las baladas‐románticas, pop, el género preferido, excepto para la población de 65
años y más, la cual opta por los Boleros como primera respuesta. Como segunda opción los
grupos de entre 15 y hasta 44 años colocan a la banda; en tanto que la población de 6 a 14
años prefiere la música infantil; los grupos de 45 a 64 años ubican a los boleros, y la población
de 65 años y más señala a la música ranchera (Silva y Vázquez, 2010, p. 100).

¿Y antes, allá por los 70?

Sí esto ocurre en el 2010, ¿podríamos imaginar como estaría en 1970, hace 40 años?,
en el conjunto del estado podríamos encontrar nada. En Acapulco las discotecas y centros de
baile eran espacios de esparcimiento en general para el turismo, por lo costoso del acceso y
del consumo, y de los cuales hay mayor información de las discotecas y los centros de baile
anteriores a ella, incluso de centros que como La Huerta o El Nueve, que daban cierto
glamour y aire underground, el primero localizado en la zona de tolerancia, y en el que el
show principal era el de Mayambé, un travesti; el segundo un bar gay. Que al final de cuentas
eran lugares de convivencia de citadinos ricos o turistas extranjeros.

¿Y los jóvenes asalariados acapulqueños?

Al principio, para estas juventudes estaba allende el centro, en la comunidad de Pie


de la Cuesta, El Kamuri y El Aterrizaje, hasta allá llegaban a las tardeadas, que comenzaban
a las 5 de la tarde y terminaban a las 8 de la noche con la salida del último camión, el chilolo
amarillo que los dejaba en el Panteón de San Francisco, en calzada Pie de la Cuesta, ya por
acá otra vez en el centro. Más tarde, ante la lejanía de El Kamuri y El Aterrizaje se abrió aquí
en el centro, en la calle Aquiles Serdán, el Grupaca2.

La señora Sofía Hernández Morales, apodada “La Gata”, se emociona al recordar esa
época en una entrevista3, señala que al kamuri o al Aterrizaje se iba “la chamacada” se iban
como podían por la tarde hasta Pie de la Cuesta, a las tardeadas para bailar en las pistas
cercanas a la playa de esos centros de baile, “íbamos muchos, pura chamacada”. Pero la
asistencia a esos lugares se interrumpió en cuanto abrieron el Grupaca. El centro de baile
exclusivo para música tropical, para grupos de cumbias, en el que los jóvenes acapulqueños
de los barrios históricos y de la colonia Zapata llegaban a divertirse.

Sofía Hernández refiere que cuando llegaban los de la Zapata gritaban “llegaron los
zapatistas”. Los de allá de la Zapata, como los del centro, de los barrios históricos, Cuerería,
Pinzona, Petaquillas, etcétera, vestían igual los hombres con sus pantalones entallados hasta
las rodillas y acampanados, con camisas hawaiianas, largas y sin fajar, zapatos en blanco y
negro. Las mujeres en vestidos, minifaldas, maxifaldas, pantalones también acampanados y
ombligueras, con zapatillas de plataforma.

En el Grupaca se bailaba con los de moda, Acapulco Tropical, Grupo Caribe, siempre
de dos grupos en vivo. En el amplio salón de fiesta que ocupa ahora el Elektra de la esquina
de Calzada Pie de la Cuesta y Aquiles Serdán. Las paredes pintadas con mujeres negras,
palmeras, con bongos, y negros tocando. Era el espacio de interacción social de los jóvenes
acapulqueños con menos recursos para ir a las discotecas.

Oscar Omar Cortés Montor4 es menos condescendiente al recordar al Grupaca y


considera que era un “lugar corrientito, donde iban la gente corriente. Lo fino era El Ninas
para la música tropical. Al Grupaca iban las mujeres del mercado a hacer sus movidas”, en
referencia a los flirteos.

2 De acuerdo a la entrevista de Misael Habana a Walter Torres el abrió El Grupaca, después de 10 años de
fundar el Acapulco Tropical (Habana de los Santos, 2016)
3 Entrevistada el 22 de noviembre del 2017 .
4 Entrevistado el 23 de noviembre del 2017.
La ventaja del Grupaca era que no había cadeneros, a diferencia de cualquier
discoteca de la Costera. Pero ello mismo, la reunión de jóvenes de los barrios bravos de
Acapulco terminaban en trifulcas.

Entre el Grupaca del Acapulco Tropical y el Ninas donde Macario Luviano era el
público, efectivamente en el segundo venía gente de fuera a disfrutar de la música tropical
en vivo, por lo que se refería a otro tipo de gustos, y el Grupaca era más popular, como
espacio de consumo cultural.

Teoría y práctica del consumismo

En “La distinción” (Bourdieu, 2003) se indica que el habitus es el principio generador


de prácticas enclasables y sistemas de enclasamiento; la práctica, son signos distintivos de
un mundo social representado; y la percepción del mundo, es producto de la incorporación
de la división social de clases sociales. Así pues los estilos de vida son producto sistemático
de los habitus.

Bourdieu divide en tres las estructuras de consumo distribuidas en las mismas


categorías, como es la alimentación, cultura y gastos de presentación y representación
(vestidos, cuidados de belleza, arrtíulos de tocador, personal de servicio).

Es en este sentido en como la vestimenta, el espacio de consumo o la exposición a


determinados bienes culturales, reflejan el enclasamiento, como simbolo de distinción una
pertenencia a una clase social o a un grupo. Aquí es donde la música tropical, los grupos de
cumbia guerrerenses, en partícular, porque no debemos olvidar que a esa generación de
grupos pertenecieron Rigo Tovar, de Tamaulipas; Chico Ché, de Tabasco, por citar a dos más
importantes.

Tropicalizar lo latino
Las redes que se establecieron en esta interacción social fueron más amplia de lo que
se esperó. La frontera del Acapulco Tropical y de la Luz Roja de San Marcos no se
circunscribió al final de cuentas a los quince años, a las bodas, a las fiestas patronales o al
Grupaca, trascendieron allende la frontera del norte y del sur de América.

En sendas entrevistas con Misael Habana (1999) y Líbana Nacif (Nacif Heredia,
2017a, 2017b) los líderes de los grupos Acapulco Tropical, Walter Torres, y de La Luz Roja
de San Marcos, informaron de la grabación de los discos que se difundieron por Estados
Unidos y por Centro y Sudamérica. Los discos llegaron a donde ellos no pudieron estar
fisicamente, pero las giras se realizaron a nivel internacional.

En el caso del Acapulco fueron 23 discos de larga duración (LP), algunos de ellos, 5
LP´s hechos en España; 4 en Argentina; en Chile 6, y a pesar de no estar presentes en toda
América Latina sí lo estuvieron a través de sus discos (Habana de los Santos, 1999, p. 11).
Mientras que la entrevista con Marcos Cortés, vocalista de la Luz Roja de San Marcos,
informa que ese grupo grabó 37 LP´s. A diferencia del Acapulco, que no residió en Estados
Unidos, los integrantes de la Luz sí se instalaron a partir de 1986 en San Antonio, Texas,
(Nacif Heredia, 2017b)

En ambos casos señalan que eran seguidos por los latinos en Estados Unidos. Y “en
America Latina no hay latinos. Los latinos están aquí”, afirma José Tillan, viepresidente de
MTV Latin America (Martel, 2010, p. 301) y efectivamente en Estados Unidos Norteamerica
se reconocen con el génerico latino los originarios todas las nacionalidades de
hispanoamérica, pero no sólo eso sino que se encuentran dispersos en varios de los estados
de la Unión.

Y la mayor parte de los latinos de aquel tiempo compartían el origen campesino, su


aprendizaje y apropiación empírica de la música. Lo simbólico de la música y sus
implicaciones sociales tenían que ver con el origen, la identificación latina, que significaba
lo nuestro, para los recien emigrados o para las nuevas generaciones de latinos ya nacidos en
esos lugares, significaba regresar a la tierra, la identificación regional y social se encontraba
en la música, en el que la vestimenta acabó por desaparecer como moda, pero la cumbia
prevaleció y 45 años después nos tiene aquí reunidos.
Es decir, la cumbia, la música tropical, no fue una tendencia, sino que prevaleció
debido a la oportunidad de identificación de los orígenes, ya no de los primeros seguidores
sino de las siguientes generaciones que se han vinculado a ese aprecio simbólico por la Luz
Roja de San Marcos y por el Acapulco Tropical.

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