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JUEVES 13 DE FEBRERO DEL 2014 | 16:29

Siete lecciones de negocio que dejó


Alberto Benavides
Augusto Townsend K. escribe sobre el empresario
minero más importante del país, quien ayer falleció a
los 93 años
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(Foto: El Comercio)

AUGUSTO TOWNSEND KLINGE / @atownsendk


Editor Central de Economía & Negocios

Solo una vez tuve la oportunidad de entrevistarlo, pero fue como una clase maestra de
management. Don Alberto estaba ya bordeando los noventa, y sin embargo articulaba sus
ideas con una lucidez impresionante. 
Con mucha pena recibí ayer la noticia de su fallecimiento, pero ante la necesidad de rendirle
un justo homenaje, prefiero hacerlo valiéndome de sus propias palabras. A continuación, las
siete lecciones de negocio que me regaló Alberto Benavides de la Quintana aquella vez que lo
entrevisté a finales del 2011.  

1. Un empresario tiene que saber cuándo arriesgar. 


"No tenía el dinero y no había suficientes reservas en la mina, pero yo tenía 32 años, más o
menos, y a esa edad uno es más corajudo, más avezado. Así que nos lanzamos a formar
Buenaventura y, a Dios gracias, nos ha ido bien. Me dieron un préstamo contra entrega de
minerales, y con ese dinero y un poco de ahorros que tenía por ahí, sacamos adelante la mina
Julcani".

2. Hay que entender cómo funcionan los mercados. 


"La Cerro de Pasco Corporación tenía especial interés en los productos de Julcani porque
tenían bismuto, 1% o 2%, ya ni me acuerdo. ¡En esa época [los años cincuenta] pagaban el
bismuto y ahora lo castigan cuando viene contenido en el mineral! Eso es porque ya no tiene
mercado, ha perdido utilidad. Como anécdota, dicen que fue esta artista de cine que
representó a Cleopatra [Elizabeth Taylor]… Ella se pintaba las uñas con un esmalte que
brillaba, y el bismuto era lo que lo hacía… iridiscente es la palabra".

3. Una empresa debe impactar positivamente en su entorno.


"Yo creo que los mineros tenemos la obligación de ir a hablar con las comunidades y
convencerlas de que les vamos a traer eventualmente bienestar y no fastidio […] No es fácil,
pero hay que hacerlo. Yo creo que nuestro gran instrumento en la minería es el agua.
Tenemos que dotar de recursos hídricos a las zonas donde trabajamos".

4. Los golpes de suerte llegan cuando uno persevera.


“La perseverancia es el sustrato del negocio minero. Esa ha sido siempre la política de
Buenaventura. Nosotros no hemos parado de explorar minas. Ahora, habiendo dicho esto, sin
duda creo que la suerte nos ha acompañado. Una anécdota, o un caso quizá extremo de
buena suerte, fue que, estando en Orcopampa, la comunidad vecina nos pidió un tractor para
limpiar un derrumbe que habían tenido en uno de sus canales. Nosotros mandamos el
bulldozer, pero junto con este fue un geólogo. Al ver este lo ocurrido, empezó a muestrear las
fracturas que había por allí, y cuando hicieron los ensayos, se encontró una veta que, para
sorpresa de todos, dio una onza de oro por tonelada. Fue un golpe de suerte. Todavía
seguimos extrayendo mineral en la zona de Chipmo”.

5. Es preciso entender que el fracaso es parte del negocio.  


"Traté, por ejemplo, de desarrollar las minas Colquipucro, a unos 60 km al norte de Cerro de
Pasco, y no funcionó. Mis hijos se reían de mí porque yo les decía: ‘Ahí tiene que haber
mineral, los quechuas eran muy hábiles y ‘colqui’ significa plata y ‘pucro’ colina, así que eso
debe ser una colina de plata’. ‘No lo dudamos –me decían-, pero lo que vas a encontrar allí no
son minerales de plata, sino la misma plata que le has metido al proyecto, que ya has
enterrado’. Bueno, pues, no salió. Después estuve metido también en este tema de los
fosfatos en Bayóvar. Una larga historia allí, pero finalmente me retiré porque no la vi clara [la
mina es ahora de propiedad de la brasileña Vale]".

6. Hay que tener una visión.     


"Yo nunca he buscado notoriedad. Pero sí mantengo con gran entusiasmo que la minería es el
elemento integrador del Perú. Nosotros no podemos vivir separados de la sierra, tenemos que
vincularnos con ella, y la minería es lo que nos permitirá hacerlo. Y si queremos algún día
llegar a nuestra selva, integrémonos primero con nuestra cordillera. Si bien es agreste, su
gente es muy buena. Yo quisiera que el Perú entero reconozca eso".

7. Y perseguirla con humildad para disfrutarlo cada día.


"La gente puede creer que no soy sincero, pero la verdad es que esto nunca fue para mí una
búsqueda de dinero. ¡Me entusiasmaba tanto esto de abrir las minas y ver qué pasaba! En
esta actividad todos los días cuentan y yo los disfruté todos".

Adiós, don Alberto, se le extrañará mucho.

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