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CHRISTOPHER A.

BAYLY

EL NACIMIENTO
DEL MUNDO MODERNO
1780-1914

CONEXIONES Y COMPARACIONES
GLOBALES

SIGLO

)l<I
SIGLO

)l((J
España
México
Argentina

Este libro está dedicado a El/reda M. Bayly,


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SIGLO XXJ DE ESPAÑA .EDITORES, S. A.
Menéndez Pidal, 3 bis. 28036 Madrid
wwv.1.sigloxxieditores.com

© C. A. Bayly, 2004

Traducción de C. A. Bayly, The Birth o/ the Modern World, 1780~1914, l." ed., 2004
Primera edición en inglés: Blackwell Publishing, 2004

Esta edición se b publicado con d acuerdo de Blackwdl Publishiog Ltd, Oxford, y ha sido tradu-
cida por Siglo XXI de Espa11a Editores a partir de la versión original en inglés. El rigor de la traducción
es responsabilidad única <le Siglo XXl Je España Editores, no <le Blackwell Publishing Ltd.

© De la traducción: Richard García Nye, 2007


Revisión de la traducción: Mónica Palacios, 2009

Diseño de cubierta: Millcr Craíg and Cocking


Ilustración de cubierta: Retrato de Jean-Baptiste Belley, por Anne-Louise Cirodet, 1797,
óleo sobre lienzo. Cháteau de Versailles et de Trianon, foto RMN

ISBN, 978-84-323-1325-7
Depósito Legal: S. 58-2010
Imprime: Gráficas VARONA, S.A.
3 7008 Salamanca
NOTAS SOBRE EL LIBRO

los historiadores y que suponen la base de los libros de historia. Los INTRODUCCIÓN
ejemplos dejan claro que hay historiadores trabajando en distintas
regiones que desconocen que especialistas en otros campos presentan
argumentos parecidos y que, de hecho, los procesos históricos que des-
criben están interconectados. En otros casos, los historiadores conocen
muy bien las analogías y conexiones con los avances en esos otros cam-
pos de estudio -por ejemplo, entre la construcción del Estado en Japón
y en Vietnam-, pero no han creído necesario incorporar un contexto
más amplio. Más que nada, este libro intenta iniciar diálogos entre his-
toriadores e historiografías para poder comprender mejor las diferen-
cias y similitudes entre procesos sociales. Este libro es una historia temática del mundo desde 1780, el comienzo
Es inevitable que en esta obra haya numerosos nombres propios. de la era revolucionaria, hasta 1914, el principio de la Primera Guerra
Poner las fechas de nacimiento y defunción de todos habría creado una Mundial, que rompió el sistema contemporáneo de imperios y esta-
especie de «sopa de fechas», por lo que sólo aporto fechas para algunos dos. Muestra cómo las tendencias históricas y las secuencias de aconte-
personajes importantes. cimientos, que las historias locales y nacionales tratan por separado, se
En esta obra empleo mucho la palabra «sociedad». No son sólo los pueden unificar. Esto nos enseña que existen interconexiones e interde-
políticos conservadores sino también muchos experimentados antropó- pendencias entre los cambios sociales y políticos del mundo mucho
logos los que niegan la existencia de «sociedades» o, al menos, reco- antes del supuesto comienzo a partir de 1945 de la fase de globalización
miendan usar el término con cautela. Con esta palabra no pretendo actual. Por una parte, las repercusiones de acontecimientos mundiales
referirme a entidades esenciales con una cultura claramente definida, críticos, como las revoluciones europeas de 1789 y 1848, se expandie-
sino más bien a grandes grupos con tendencias históricas de comporta- ron y mezclaron con las convulsiones de otras sociedades mundiales.
miento humano establecido que se pueden ver en un área geográfica Por otra, los acontecimientos externos al núcleo emergente del mundo
concreta. Emplear este término me permite hacer un análisis exhausti- industrializado de Europa y América, como las rebeliones hacia media-
vo a un nivel por debajo de lo global, pero por encima de lo local. Sería dos del siglo XIX en China e India, impactaron en ese núcleo, moldeando
posible, en teoría, claro está, reducir toda entidad social al nivel de aldea, sus ideologías y creando nuevos conflictos políticos y sociales. A medi-
o incluso a las redes individuales dentro de cada aldea del mundo. Sin da que los acontecimientos se iban interconectando y entrelazando, las
embargo, como ya dijeron los filósofos clásicos, «hay átomos hasta el formas humanas de actuar se ajustaron unas a otras y empezaron a pare-
final». cerse en todo el mundo. Por eso, este libro traza el auge de la uniformi-
dad global del Estado, la religión, las ideologías políticas y la vida eco-
nómica, según se desarrollaron a lo largo del siglo XIX. Este auge de la
uniformidad se vio no sólo en las grandes instituciones como la Iglesia,
las cortes reales o los sistemas judiciales, sino que también se dio en lo
que llamaré «hábitos físicos»: la forma de vestir, de hablar, de comer y
las relaciones familiares de la gente.
Estas conexiones entre las distintas sociedades estuvieron en desa-
rrollo constante durante el siglo XIX y crearon muchas constituciones
híbridas, muchas ideologías mixtas y muchas formas complejas de acti-
vidad económica. Sin embargo, a veces estas conexiones dieron al mismo
tiempo una sensación de diferencia, e incluso de antagonismo, entre los
pueblos de las distintas sociedades y, sobre todo, entre sus élites. Por
ejemplo, los japoneses, indios y norteamericanos sacaron cada vez más

XXII XXIII
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

fuerzas de un creciente sentido de la identidad nacional, religiosa y cul- gobernada por sus pueblos indígenas. En 1914, sin embargo, China y el
tural heredado en el momento de afrontar los graves retos de la nueva Estado otomano estaban en fragmentación, y África había sido brutal-
economía global y, sobre todo, del imperialismo europeo. Las ciencias m~nte subyugada por los gobiernos, empresas comerciales y compañías
sociales contemporáneas conocen muy bien la paradoja de que las fuer- mmeras de Europa. Entre 1780 y 1914, los europeos expropiaron una
zas globales y las locales se «canibalizaban» o comían unas a otras, como enorm~ cantidad de tierras a los indígenas, sobre todo en el norte y sur
dijo el teórico social Arjun Appadurai1. Pero esta relación ambivalente de Áfnca, en Norteamérica, Asia Central, Siberia y Australasia. Si la
entre lo global y lo local, lo general y lo específico, ya tenía una larga renta per cápita en Europa occidental y en la parte costera de Nortea-
historia antes de la Edad Moderna. Así fue como en el siglo XIX las mérica era, como mucho, dos veces la del sur de Asia y poco más alta
naciones-estado e imperios territoriales se delimitaron con más claridad que la de China en 1800, la diferencia un siglo más tarde era de diez
veces mayor. La mayoría de las partes del mundo que no estaban direc-
y se volvieron más antagonistas justo en el momento en el que prolife-
tamente controladas por Europa o Estados Unidos formaban parte de
raban las similitudes y conexiones entre ellos. Las grandes fuerzas del
lo que los historiadores llaman «imperios informales», en los que exis-
cambio mundial potenciaron las diferencias aparentes entre las comu-
tía ~isparidad de poder entre los indígenas y los foráneos sin que se
nidades humanas. Pero esas diferencias las expresaban de una manera
hubiera llegado a la anexión directa.
cada vez más parecida. ~ l ~om~í~ físico iba acompañado de diferentes grados de depen-
Este libro mantiene que toda historia local, nacional o regional tiene
dencia 1deolog1ca. Los conceptos, instituciones y procedimientos puli-
que ser, en aspectos importantes, una historia global. Realmente ya no
d_os_ a lo largo de las feroces guerras y contiendas entre europeos se con-
se puede escribir historia europea ni norteamericana en un sentido limi- v1rueron en controladores y en ejemplos a seguir para los pueblos no
tado, y es esperanzador que muchos historiadores empiecen a adoptar europeos. Sin embargo, esos mismos pueblos no eran sujetos pasivos de
esta postura. En las décadas de 1950 y 1960, la escuela de historia fran- la bondad occidental, ni tampoco eran meras víctimas supinas de Occi-
cesa de los Annales, liderada por Fernand Braudel, fue pionera en un dente. Recibieron y adaptaron las ideas y técnicas occidentales a sus
tipo de historia social y económica global de la Edad Moderna2 • La propias vidas, limitando la naturaleza y extensión del dominio del
necesidad de sobrepasar las fronteras de estados y zonas ecológicas es poder europeo. A comienzos del periodo que abarca este libro, el mun-
todavía más clara aplicada al siglo XIX. Esto es cierto sobre todo para la do seguía siendo policéntrico. Asia oriental, el sur asiático y África man-
historia de los estados imperiales europeos, tanto para los imperios tení31,1 s~ dinamismo e iniciativa en distintas áreas de la vida social y
territoriales, como el ruso, como para los marítimos, como el francés o econ~m1ca, por mucho que Europa y sus colonos ya sacaran jugosas
el británico. Historiadores como Linda Colley3 y Catherine Hall4, en el venta¡as competitivas. Hacia finales de este periodo, tras el auge de Japón
caso de Gran Bretaña, y Geoffrey Hosking5 y Dominic Lieven6, en el de y lo~ principios del nacionalismo extraeuropeo, el «liderazgo» de Europa
Rusia, han sido pioneros en demostrar que la experiencia imperial (en se vio bastante amenazado. Por esta razón , una historia de este periodo
un sentido amplio) fue básica para la formación del modelo de nación- ha de demostrar una serie de cosas diferentes y aparentemente contra-
estado. Por otra parte, R Bin Wong7, Kenneth Pomeranz8, Wang Gung dictorias. Este libro tiene que cartografiar la interconexión de los acon-
Wu9 y Joanna Waley-Cohen 10 han empezado a escribir la historia de tecimientos mundiales, pero aceptar, a la vez, el dominio bruto de Occi-
China como una historia global, tomando muy en cuenta las diásporas dente. Al mismo tiempo, tiene que poner de manifiesto que, en muchas
chinas que antecedieron a y persistieron bajo la superficie de la hege- partes del mundo, ese dominio europeo fue sólo parcial y temporal.
monía imperial occidental.
¿Cuáles fueron las fuerzas motrices que impulsaron la creciente
interconexión y uniformidad en el «largo» siglo XIX? Ninguna historia
mundial de este periodo puede ignorar la importancia central del pro- ORGANIZACIÓN DEL LIBRO
gresivo dominio económico de Europa occidental y de Norteamérica.
En 1780, los imperios chino y otomano seguían siendo entidades pode- El nacimiento del mundo moderno, más que una narración es una refle-
rosas a nivel mundial, y la mayor parte de África y del Pacífico estaba xión acerca de la historia mundial. Los capítulos 3, 4, 6 y 'último tratan

XXIV XXV
'r,
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INTRODUCCIÓN

de constnlÍr una historia de acontecimientos mundiales en secciones ero~


nológicas para el largo periodo comprendido entre 1780 y 1914, Con,
trasta periodos de relativa estabilidad con otros de crisis mundiaL El
j
/t
'i
INTRODUCCIÓN

Los capítulos 1, 2 y 5 y la segunda mitad del libro son más temáti•


cosen su aproximación. Estos capítulos analizan los grandes conceptos
sociales que usaron los historiadores decimonónicos, y también los
escritores y publicistas, para caracterizar los cambios dominantes del
objetivo es seleccionar y recalcar ciertos vínculos entre amplías sucesío~
nes de cambios políticos y económicos, El capítulo 3, por ejemplo,
/~ siglo XIX. Entre estos conceptos los más importantes parecen ser el auge
resalta los vínculos ideológicos y políticos entre la era revolucionaria en del Estado moderno, la industrialización, el liberalismo, la ciencia y la
Europa y Norteamérica de la generación posterior a 1776 y el auge del «religión», El propósito de estos capítulos es reunir material de una

'·•
dominio europeo sobre los no europeos en la «primera época del impe· diversidad de historias regionales y nacionales para demostrar cómo
estas ideologías e instituciones arraigaron y tomaron carta de naturale-
rialismo global», Las reinterpretaciones recientes de las revoluciones de
1848 en Europa han hecho posible ver otros grandes eventos, como las
convulsiones en China de mediados de siglo o la gran rebelión de 1857,
¡
:::g
za en diferentes lugares y periodos, Tratan de presentar una historia de
interconexiones y procesos sin caer en la perspectiva simplista de la
difusión de la modernidad desde un centro dominante y racional euro•
1859 en India, desde una misma perspectiva, El capítulo 4 considera la '~
peo o norteamericano, Pero el libro hace también híncapié en la impar·
Guerra de Secesión norteamericana como un acontecimiento global, no
como una mera crisis norteamericana. En el capítulo 6 se analízan el
j tanda de la actividad de los pueblos colonizados y semicolonizados no

nacionalismo de finales del siglo XIX, el imperialismo y la exclusión étni•


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/J;I
europeos y de grupos subordinados en la sociedad europea y norteame·
;.,i~ rícana para la formación del orden mundial contemporáneo, Así, por
ca desde la misma base y no, como se suele hacer, por separado, 4"ii:, ejemplo, la reconstitución de la jerarquía católica europea después de
Estos capítulos resaltan la propuesta de que las historias nacionales _iil 1870 fue parte de un proceso mucho más amplio para construir «religiones
y los estudios regionales necesitan tomar más en cuenta los carnbíos c:¿-,;E;,
mundiales» que tuvo lugar en las órbitas hindúes, confucianas y budís•
mundiales en su totalidad, Las ideas y movimientos políticos surcaron
1 tas, además de en la cristiana. No se trata de una simple analogía, sino
los océanos y saltaron las fronteras de un país a otro, Por ejemplo, en
1865, el final de la Guerra de Secesión estadounidense permitió a los
liberales de Estados Unidos apoyar al gobierno mexicano radical de
í(u de causalidad directa, Las iglesias cristianas empezaron a cooperar y a
crear nuevas organizaciones domésticas precisamente porque necesita~
ban ser solidarias entre ellas en las misiones de ultramar, donde las pre-
Benito Juárez contra los asaltos de los conservadores apoyados por
Francia, Los radical,es mexicanos ya habían recibido el apoyo entusias·
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ir
sionaban un islam revitalizado y otras tradiciones religiosas que volvían
a crecer entre sus súbditos, antaño dependientes.
ta de Giuseppe Garibaldi y de otros revolucionarios, héroes de las rebe· El libro termina con una visión del periodo previo a la Primera
!iones contra la autoridad en Europa en 184811, Las experiencias comu· Guerra Mundial, cuando las rivalidades diplomáticas y los cambios eco·
nes dieron lugar a un frente unido en todo el mundo, Pero, al mismo nómicos internacionales acechaban al sistema de estados e imperios con
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tiempo, exponerse a cambios globales empujaba a veces a los literatos, (;,
nuevas presiones. Como comenta Hew Strachan 12 , la Primera Guerra
los políticos y la gente común a resaltar las diferencias, en vez de las
¿:; Mundial fue una guerra realmente global, si bien empezó como una
guerra civil en el núcleo europeo del sistema mundiaL Ese conflicto no
similitudes, En 1880, por ejemplo, el impacto de los misioneros cristia•
era inevitable, pero su fuerza explosiva, que repercutiría a lo largo del
nos y de los productos occidentales había conseguido que los indios,
siglo XX, fue el resultado de múltiples crisis locales, muchas de ellas
árabes y chinos fueran más conscientes de sus costumbres distintivas, extraeuropeas.
de sus rasgos físicos y de su excelente artesanía, Con el paso del tiem, Escribir historia mundial conlleva muchos y agudos problemas de
po, esta sensibilidad a la diferencia creó más vínculos globales, Los interpretación y presentación, Consideraremos tres de ellos antes de empe·
artistas indios pensaban que sus coetáneos japoneses eran los herederos zar el debate viendo el crecimiento de la uniformidad en un área en
de una tradición estética pura, e incorporaron su estilo a sus obras, El concreto: el ámbito de los hábitos físicos humanos,
objetivo de este libro es combínar lo que podemos llamar «historia late,
ral» de este tipo -la historia de los vínculos- con la «historia vertí•
cal», el desarrollo de instituciones e ideologías específicas,

XXVI XXVfJ
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

PRIMER PROBLEMA: LAS «PRIMERAS FUERZAS MOTRICES» Y EL FACTOR A la vista de estos problemas, algunos historiadores de finales del
ECONÓMICO siglo XX proyectan el Estado y el «gubernamentalismo» -sobre todo el
Estado dominante de estilo occidental- como la «fuerza motriz» en
La mayoría de los historiadores profesionales tienen en mente la pre- sus dramas históricos. Pero esto tampoco resuelve el problema. Está
gunta: «¿Por qué cambiaron las cosas?». Los historiadores y filósofos claro que, a un cierto nivel, la carrera del Estado moderno está causal-
del siglo XIX solían pensar que la historia avanzaba a causa de grandes mente vinculada a los grandes cambios económicos, pero no determi-
razones espirituales e intelectuales. Creían que Dios, o la Razón, o el nada rígidamente por ellos. Además, resaltar el auge del Estado y del
Deseo de la Libertad movían el mundo. Algunos sostenían la idea de la gubernamentalismo en un sentido más amplio nos deja con la pregunta
«misión civilizadora» del cristianismo europeo. Otros mantenían que de fondo: ¿por qué se desarrolló el Estado moderno? El problema se
las razas y civilizaciones prosperaban y declinaban a causa de las leyes nos vuelve todavía más complicado si pensamos que el proyecto más
naturales de la competencia, la supervivencia y la decadencia. En el nuevo de la época, los Estados Unidos, apenas empezó a industrializar-
siglo XX, predominaban las teorías materialistas del cambio. Para 1950, se antes de 1830, y que su estructura y su constitución representan una
la mayoría de los historiadores in1portantes estaban condicionados por exitosa revolución contra el Estado dominante europeo.
teorías socialistas y pensaban que la lógica del capitalismo industrializado Este libro no está diseñado para debatir estos temas de causalidad
era la explicación de los cambios en las actividades humanas a partir de profunda. Lo que sí propone, sin embargo, es que una historia mundial
1750. Esta perspectiva sigue siendo central. A un nivel, debe de ser cier- debe postular una interacción más compleja entre la organización polí-
to que el cambio crítico de la historia en el siglo XIX fue la adopción del tica, las ideas políticas y la actividad económica. Desde luego, la econo-
industrialismo urbano por parte de los estados y sociedades más pode-
mía es la p rotagonista del debate. Las tendencias a la intensificación de
rosos. El deseo de los capitalistas de maximizar sus ingresos y de subor-
la economía local fueron los principales motores del cambio incluso
dinar a sus trabajadores fue una fuerza inexorable para el cambio, no
antes de la industrialización a gran escala. El capítulo 2 propone que el
sólo en Occidente, sino también en Asia y África.
concepto de la «revolución industriosa» del historiador de la economía
La historia mejor escrita y consistente de todas las que se han publi-
Jan de Vries puede aplicarse a muchas formas de intensificación econó-
cado en inglés, los cuatro tomos de Eric H obsbawm 13 , deja esto bien
mica que tuvieron lugar en el mundo a partir de 1650. A lo largo del
claro, sobre todo en The Age o/ Capital. Sin embargo, como comentó
Perry Anderson tras la publicación de la biografía de Hobsbawm en siglo XVIII, las «revoluciones industriosas» reconfiguraban las socieda-
2002, los grandes avances intelectuales y políticos del siglo XIX no siem- des en muchos sitios. El capital y la mano de obra se veían obligados a
pre siguen una cronografía que refleje el crecinllento del poder del capi- trabajar más desde China a Massach usetts. Las innovaciones tecnológi-
tal industrial 14 • Los movinllentos económicos, ideológicos y estatales no cas a pequeña escala se veían reflejadas en las modificaciones en la dis-
eran siempre sincrónicos. Solían ser interactivos. El acontecimiento tribución de los bienes materiales y en los hábitos de la gente. Familias
dominante del periodo, la Revolución Francesa, ocurrió antes de que la de campesinos se convirtieron en prósperos granjeros. Los pequeños
industrialización fuera significativa incluso en Gran Bretaña y ya pocos tenderos, en burgueses urbanos en Amsterdam, Malaca y Fez. Busca-
historiadores la consideran un triunfo de la «burguesía». Por supuesto, ban comida y ropa de mejor calidad, más honor y más estatus social.
muchos abogados y miembros de la clase «mediana» participaron en la Sin embargo, recalcar la importancia de las revoluciones industrio-
revolución, pero más bien eran parasitarios de los nobles y de las asam- sas, como hace este libro, no es necesariamente dar prioridad en la cau-
bleas regionales, no capitalistas incipientes. Incluso en 1870 -según salidad histórica a otro tipo de motor económico. Porque las revolucio-
Hobsbawm, el apogeo del capital-, la aristocracia y los terratenientes nes industriosas no eran meros cambios brutos en la distribución de los
seguían ostentando el poder en la mayoría de las sociedades. Los últi- bienes materiales. Fueron también revoluciones de «diálogo», para usar
mos años del siglo fueron, de hecho, la «era del capitab>, pero ni siquie- el término moderno. Los horizontes de deseo de la gen te cambiaron,
ra podemos «reducir» este periodo al capital. También fue la era de los porque la información sobre las ideas y estilos de vida de los grupos
nobles, de los terratenientes, de los curas y, en muchas partes del gobernantes empezaba a circular con más rapidez. La clase media que-
mundo, de los campesinos. ría emular el consumismo de las cortes reales, que se representaban de

XXVIII XXIX
fNTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

manera complaciente y persuasiva. Esta serie de cambios conceptuales Asia y la Guerra de Secesión norteamericana. Los grupos gobernantes
dio poder a los tenderos, creó demanda de mano de obra y envió a los trataban de estabilizar el orden social promoviendo la industrialización
comerciantes allende los mares en busca de lujos. A su vez, nuevos esta- o, por lo menos, creando un marco para ella. La industrialización ofre-
dos más agresivos, sobre todo en Europa occidental, se aprovecharon de cía al Estado nuevos recursos, y a sus ejércitos, nuevas armas. En 1870,
estos cambios y empezaron a conectar las revoluciones industriosas la era del capital había llegado, como concluye Hobsbawm. Pero los
del mundo con su marina y sus monopolios. El sistema de esclavitud hombres del capital sólo podían adquirir estatus y respetabilidad com-
caribeño representaba el no va más de las revoluciones industriosas partiendo su influencia con reyes, aristócratas, terratenientes y con los
forzadas. burócratas que controlaban las oficinas de las nuevas naciones-estado.
Estos cambios sociales y económicos fueron asimétricos y descon- La era del capital fue también, por lo tanto, un periodo en el que la
certantes. Crearon diferencias entre grupos y sociedades. Engendraron jerarquía se perpetuó y en el que las religiones se volvieron más pode-
codicia, envidia y desconfianza entre vecinos. Llevaron a guerras ultra- rosas e insistentes, como veremos en los capítulos 9 y 11.
marinas, impuestos desiguales, conflicto social y a cuestionar las autori- En un sentido amplio, el desarrollo histórico parece haber sido
dades reales y religiosas establecidas. El caos fue a escala mundial. Los determinado por un paralelogramo complejo de fuerzas constituidas
filósofos franceses y los líderes religiosos árabes sentían por igual el por los cambios económicos, la construcción ideológica y los mecanis-
impacto de los nuevos vínculos y de la turbulencia desatada. En este mos del Estado. El desarrollo de la economía mundial no parece haber
contexto, muchos conflictos locales se descontrolaron a lo largo de todo sido anterior al desarrollo ideológico y político. Todos ellos se interpe-
el mundo entre 1720 y 1820, pero sobre todo después de 1780. El agre- netraron e influyeron entre sí en mayor o menor grado y en momentos
sivo Estado revolucionario francés engendró muchos enemigos feroces. diferentes. Así, hubo periodos en que el Estado y las narrativas que la
Los estados europeos, sus colonias y los no europeos colindantes, sobre gente creó a su alrededor fueron las fuerzas motrices del cambio histó-
todo los imperios otomano y chino y el Japón Tokugawa, se vieron obli- rico. También hubo periodos de flujo y de fluidez, como entre 1815 y
gados a ampliar sus puntos de mira. Los líderes de estos estados tuvieron 1850. Y, de hecho, también hubo momentos de reestructuración econó-
que asimilar y modificar las nuevas ideologías. Tuvieron que inmiscuir- mica importante que determinaron acumulativamente la dirección del
se en ámbitos sociales que hasta entonces eran autónomos. gubernamentalismo y de sus ideologías. Y, de la misma manera en que
Los cambios políticos e ideológicos de la era revolucionaria fueron, difería de periodo en periodo, el equilibrio de estos elementos difería
por lo tanto, catastróficos, en el sentido de que no se pudieron prever de sociedad en sociedad y de continente en continente.
ni explicar simplemente a raíz de los conflictos y contradicciones del
Antiguo Régimen, y ni siquiera a raíz del desarrollo del capitalismo. El
Estado, impulsado por las nuevas ideologías generadas por la crisis,
desarrolló una especie de elefantiasis. Las élites batallaron durante la SEGUNDO PROBLEMA: HISTORIA GLOBAL Y POSTMODERNISMO
primera parte del siglo XIX contra los problemas de orden y legitimidad
que esta situación trajo. De hecho, el conflicto ideológico y político ~l segundo problema a la hora de escribir una historia global nos viene,
había alcanzado un nivel global incluso antes de que la uniformidad stn embargo, de la reciente fama de ciertos historiadores que no pien-
económica se instaurara en el mundo. El auge del capital no fue, por lo san de esta forma y que suelen rechazar todas las «grandes narrativas»
tanto, una fuerza motriz en sí misma. Se expandió en una ecología del capital, el Estado e, incluso, de los cambios ideológicos. A partir de
social que ya había sido creada por las aspiraciones de poder, territorio, 1980, algunos historiadores se dejaron influir por tendencias que se han
justicia y santidad. llamado postmodernistas 15 o postcoloniales. Los autores que adoptan
Sólo a partir de 1840, el deshilvanado pero ya inexorable movi- estas posturas son, a menudo, hostiles a las historias comparadas, las lla-
miento hacia la industrialización empezó a asentarse a nivel global. Fue madas metanarrativas, las cuales, argumentan, son cómplices de los
en un momento en el que otra serie de crisis había agitado el orden P_rocesos imperialistas y capitalistas que tratan de describir. Las descrip-
mundial: las revoluciones europeas de 1848, las revueltas masivas en ciones del Estado y del capital que describimos arriba son dos de las

XXX XXXI
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

dianas de estos autores. Estos historiadores intentan recuperar la voz ha servido para construir la gran narrativa tanto como lo contrario.
«descentrada» de los pueblos sin poder. Mantienen que estos pueblos Antes de mediados del siglo XIX, sobre todo, era normal que la gente de
fueron sojuzgados por el capitalismo machista de Europa y Estados Uni- las fronteras se volviera el núcleo de cada sociedad. Los nómadas y gue-
dos, que escribieron los discursos políticos y los anales de su gobierno, rreros tribales se convertían en generales imperiales. Los barberos se
por lo cual sus voces fueron sistemáticamente expurgadas de las gran- convertían en científicos. Las bailarinas, en reinas. La gente cruzaba con
des narrativas de la historia mundial descritas por los historiadores pos- facilidad las fronteras flexibles del estatus y de la nacionalidad. Los
teriores. El enfoque postrnodernista ha creado, por lo tanto, una ten- resultados históricos estaban sin definír. Está claro que insistir solamen-
sión. La demanda académica y popular de historias mundiales parece te en el auge del capitalismo y del Estado moderno, o en una idea de la
estar creciendo muchísimo a medida que la «globalización» se pone de nación, sería esconder o excluir muchas cosas interesantes de la reali-
moda. Sin embargo, la esencia de la historia moderna ha sido criticada dad del cambio histórico. Es difícil, sin embargo, negar (de hecho muy
con dureza por los postmodernistas con el argumento de que homoge- pocos postmodernistas lo hacen) la importancia del cambio hacia la
neiza la experiencia humana y borra de la historia a los pueblos sin voz. uniformidad durante el largo siglo XIX.
No existe razón alguna por la que todas las ciencias humanas deban Por supuesto, en 1914, lo heterodoxo, lo transgresor y lo incierto
adoptar la misma metodología. Este tipo de polémica puede ser muy eran ubicuos. El triunfo del cristianismo moderno sufrió ataques prove-
productiva. La historia siempre ha florecido cuando obras distintas han nientes del florecer del espiritualismo esotérico y de otros cultos de salud,
compartido estantería, cuando ante las explicaciones sobre «lo que incluso en su corazón en Europa. El auge del islamismo ortodoxo se vio
pasó» uno se pregunta: «¿Quién lo dice?» o «¿Qué significó?». Esto retado por la ambigüedad generalizada que permitía a los budistas, hin-
fue cierto sobre todo en los años setenta y ochenta del siglo pasado, dúes o curanderos africanos mezclarse con los fieles musulmanes en sus
cuando cierto grupo de marxistas influyentes sufrieron el ataque de los templos. P roliferaban nuevas bases <le poder que denegaban la victoria
historiadores neoconservadores en Europa y Norteamérica. Una cosa al Estado moderno y al nacionalismo, entre ellos la poderosa falange del
está clara: incluso cuando escriben acerca de los pobres, de la mujer sindicalismo. Al mismo tiempo, estas formas impredecibles e irregula-
sojuzgada o del nativo, los historiadores postmodernistas y postcolonia- res de la vida y del pensamiento humano se vieron cada vez más marca-
les se refieren constantemente al Estado, a la religión y al colonialismo, das por la impronta del gubernamentalismo. Se vieron influidas por las
conceptos todos amplios, pero que ellos dan por sentados en sus respec- ideas comunes acerca de la nación y de los mercados de capital interna-
tivas versiones. Las obras postrnodernistas, por lo tanto, suelen escon- cionales. Los visionarios y espiritistas acudieron a la imprenta, mientras
der su metanarrativa, que es política y moralista en su origen y en lo que que los organizadores sindicales llevaban libros de cuentas y de actas co-
implica. Muchas de estas historias suponen, por ejemplo, que habría mo las grandes corporaciones. Aquí se rechaza el punto de vista de que
sobrevenido un mundo mejor de no ser por el dominio histórico de la exista una contradicción entre el estudio del fragmento social o de los sin
maquinaria del Estado unitario, el patriarcado o la razón ilustrada occi- poder y el de los amplios procesos que constituyeron la modernidad.
dental. Toda historia, entonces, incluso la historia fragmentaria, es
implícitamente historia universal. Escribir historia global ayuda, pues, a
destapar una variedad de metanarrativas. Éste es el caso sobre todo en TERCER PROBLEMA: EL PERSISTENTE «ACERTIJO DE LA MODERNIDAD»
lo que a causalidad se refiere. El por qué cambian las cosas siempre ha
sido un tema de preocupación para los historiadores. Por eso sigue sien- Merece la pena mirar en detalle el tema de lo «moderno», término que
do importante mirar los recursos, las estrategias y las colisiones mutuas emplea el título de este libro, y que también emplean todas las ciencias
de los grupos dominantes y de sus acólitos a escala global-histórica, y a humanas contemporáneas. En los años cincuenta y sesenta del siglo
la vez cartografiar la experiencia de los pueblos sin historia16 . pasado, S. N. Eisenstadt 17 y otros emplearon la palabra para describir
Dicho lo cual, con esto no se quiere argumentar que la historia de una serie de desarrollos globales que se combinaron y supusieron un
la experiencia individual y de los grupos aislados de los principales paso hacia delante en la organización y la experiencia del ser humano
centros de producción de historia no sea importante. Lo marginal siempre que llamaron «modernidad». Los cambios que analizaron afectaban a

XXXIl xxxm
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÚN

muchos ámbitos de la vida humana. Estos incluían la sustitución de los en un mundo moderno. Los filósofos escoceses y franceses del siglo
grandes clanes familiares por pequeñas familias nucleares, cambio que xvm pensaban que gran parte del pensamiento humano anterior podía
asociaban con la creciente urbanización. Abarcaban la industrializa- desecharse. A finales del XJX, los iconos de la modernización técnica -el
ción, la idea de los derechos políticos del individuo y la secularización coche, el avión, el teléfono- dramatizaban este sentimiento. Hacia
-el supuesto declive de la mentalidad religiosa-. En muchos sentidos, 1900, la élite de Asia y África también llegó a pensar que vivía en una
se apoyaron en la obra de Max Weber, el sociólogo alemán que escri- época en la que la costumbre, la tradición, el patriarcado y los viejos
biera su obra seminal cincuenta años antes. Weber siempre tenía en estilos de religión y de comunidad se erosionaban, y tenían gue erosio-
mente a Karl Marx, aunque resaltó en sus teorías el papel individual del narse más. Por otra parte, una minoría de pensadores empezó a deplorar
cambio ideológico. En consecuencia, la cronología de Eisenstadt y de estos desarrollos, aunque también creían en el diluvio de lo moderno.
otros escritores liberales de la época tenía mucho en común con los A cierto nivel, entonces, el siglo XIX fue la Edad Moderna porque
marxistas. Todos situaban los orígenes de la modernidad en el siglo XVI, un número considerable de pensadores, estadistas y científicos, que do-
pero consideraban el siglo XIX como fase crítica. Y todos situaban a minaba el orden de la sociedad, pensaba que era así. También lo fue
Occidente en el lugar privilegiado, pues era la fuente de todos los cam- porgue la gente pobre y sojuzgada del mundo pensaba que podía mejo-
bios globales, relegando al resto del mundo a mero recipiente que, con rar su estatus y sus posibilidades adoptando los símbolos de esta
el tiempo, llegaría a ese nivel. modernidad, ya fueran relojes con leontina, paraguas o nuevos textos
Hacia 1980, los teóricos «modernistas» de la posguerra sufrieron religiosos.
los ataques de varias escuelas mutuamente enemistadas. Los demógra- Esto no implica gue la gente de antes del siglo XIX no fuera cons-
fos empezaron a dudar del cambio de los clanes familiares a la familia ciente de los cambios históricos de su época. Eran conscientes de los
nuclear. Los economistas empezaron a dudar de que la evolución huma- cambios en la historia humana, peto, en general, explicaban y descrtbían
na necesitara pasar por una fase de industrialización. Los sociólogos estos eventos de dos maneras que no implicaban el mismo tipo de paso
señalaban la revolución islámica de Irán de 1979 o el auge del cristianis- hacia delante de la humanidad en lo secular, tan central en la idea de
mo evangélico en Estados Unidos para rebatir la idea del triunfo secu- modernidad. Estos comentaristas entendían los cambios en la sociedad
lar. A partir de 1980, los estudiosos empezaron a hablar de «moderni- humana como «renovaciones». Los eruditos de la Europa renacentista,
dad múltiple», con la implicación de que la modernidad occidental era por ejemplo, creían que el saber perfecto de la Antigüedad clásica esta-
muy distinta a, digamos, la senegalesa o la indonesia. Claro está que ba siendo restaurado, a pesar de que ellos mismos cambiaban la forma
argumentaban lo mismo que los políticos e intelectuales en Rusia, Ale- de entender la historia y difundían sus ideas por el nuevo medio de la
mania y China, que ya en el siglo XIX hablaban de una modernidad «a imprenta. De la misma forma, los eruditos chinos del siglo XVIII pensa-
nuestra manera». En esta primera década del siglo XXI, el tema sigue ban que el mundo pio y sabio de los tiempos antiguos se estaba restau-
siendo confuso. El filósofo postmodernista Bruno Latour dijo: «Nunca rando bajo la tutela del trascendente reino de la dinastía Qing, a pesar
hemos sido modernos», tratando de indicar que las sensibilidades, emo- de que esa dinastía reinaba a wrn escala muy superior a la de las monar-
ciones y nociones mágicas perduran y contradicen la idea de que el quías anteriores.
tema del individuo burgués sea todavía dominante. Mientras tanto, otros Otra forma de ver los principales cambios en la historia humana fue
teóricos sociales, especialmente Ernest Gellner 18, Alan Macfarlane 19 y el milenarismo. Desde esta sensibilidad, la gente pensaba que, de algu-
David Landes'º, insisten con resolución en que el «acertijo de lo moder- na manera, lo celestial se había mezclado con la historia humana para
no» es el paso hacia delante definitivo para la humanidad. crear una nueva era de santidad, virtud y profecía. Esto difería de la
En primer lugar, este libro acepta la idea de que una parte esencial idea del cambio secular hacia la modernidad que tanto obsesionó a mu-
de ser moderno es pensar que se es moderno. La modernidad es el deseo de chos pensadores y estadistas a partir de 1760. Estos dos sistemas de
estar con los tiempos. Fue un proceso de imitación y de mutua presta- pensamiento persistieron en el siglo XIX y tiñeron el concepto de lo
ción. Parece difícil negar que entre 1780 y 1914 un número de personas moderno. De hecho, uno de los aspectos más curiosos del periodo es la
cada vez mayor decidió que era moderna, o que, le gustase o no, vivía forma en la que estas sensibilidades se aliaron. Así, por ejemplo, el

XXXIV XXXV
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

pensamiento científico moderno marxista todavía contiene algo de la Profeta, fueron los agentes que establecieron la ley y el orden y la pala-
idea de restablecer el Paraíso en la Tierra. También los líderes milena- bra escrita en aquella región. El cambio hacia la modernidad ocurrió
ristas con sus viejas ideologías, como los rebeldes Taiping a mediados bastante antes y, en principio, fue mucho mayor en Europa occidental
de siglo en China, trataron de conseguir barcos con cañones y líneas de ven sus colonias norteamericanas. Antes de 1914, los pueblos de todo
telégrafo porque eran símbolos de la modernidad, no sólo porque eran ~l mundo luchaban de formas bien distintas para asumir la modernidad
prácticos. Aspirar a ser moderno era algo nuevo. común, y no eran meros imitadores de Occidente. Durante un tiempo,
Sin embargo, para los historiadores no basta con decir que algo fue Occidente fue simultáneamente ejemplo y controlador de la moderni •
así porque la gente creía que era así. ¿Hasta qué punto podemos recu· dad. Hacia mediados del siglo XIX, había muchísimos ejemplos y con-
perar las tendencias políticas, sociales y económicas que había ahí afue- troladores nuevos en el mundo, entre los cuales destacaba la moderni•
ra, latentes tras los discursos, textos e ideologías, para apoyar la idea de dad parcialmente autodíseñada de Japón.
que algo llamado modernidad estaba naciendo en este periodo? Esta A lo largo de los ciento cuarenta años que abarca este libro, las
obra adopta el punto de vista de que los cambios contemporáneos fue- sociedades de todo el mundo se volvieron más uniformes. Procesos de
ron tan rápidos, y se interconectaron tan profundamente, que podemos cambio comparables llevaban sucediéndose durante milenios, por
llamar a este periodo «el nacimiento del mundo moderno». Abarcaba supuesto. La expansión de las religiones mundiales había provocado
el auge de la nación-estado, con la centralización del poder y la lealtad ciena uniformidad, sobre todo en lo que se refiere a los hábitos físicos.
hacia una solidaridad étnica, y también una expansión masiva de víncu- A partir de 1750, sin embargo, la escala de la organización social y sus
los comerciales y económicos globales. La extensión internacional de la aspiraciones crecieron enormemente en el transcurso de quizás sólo dos
industrial.ización y un nuevo estilo de vida urbano se mezclaron con generaciones. Unas comunicaciones más rápidas, unas entidades políti-
estos importantes desarrollos. Y la mezcla de todos estos factores y ten- cas más grandes y unas ideologías de <<civilización» más ambiciosas
dencias indica un cambio importante en la organización social humana. -tanto en Occidente como fuera- impulsaron este cambio. Al mismo
La escala y el alcance del cambio aumentaron espectacularmente. La mo- tiempo, las sociedades se volvieron más complejas y más estratificadas
dernidad, entonces, no sólo fue un proceso, sino también un periodo por dentro. Las diferencias de riqueza y poder entre sociedades se hicie-
que empezó a finales del siglo xvm y que continúa hasta ahora. ron más descaradas. Este fenómeno es lo que la gente de muchas socieda·
Entonces, ¿dónde nació la modernidad? Los pensadores del siglo XIX des diferentes entiende por «lo moderno». Estas generalizaciones ofre~
solían argumentar que las sociedades evolucionaban para convertirse en cen un punto de partida para una historia analítica que pretende reunir
organismos más complejos, casi como un ser vivo. Las sociedades n1ás los cambios políticos, culturales y económicos para demostrar cómo se
complejas, las de Occidente, sobrevivían porque eran las más fuertes. influyeron unos a otros, pero sin dar preponderancia a ninguno de
Este libro acepta que algunas sociedades occidentales tenían ventajas ellos.
competitivas a medio plazo por la manera en que hacían la guerra, los
negocios y porque debatían su política públicamente. Sin embargo, no
eran ventajas intrínsecas. Eran contingentes, interactivas y de escasa
duración. Los estados y las sociedades extraeuropeos se adaptaron rápi- AJUSTARSE A LA NORMA SOCIAL HÁBITOS FÍSICOS
damente a las nuevas formas de acción política y social. Por eso, este
libro presenta la «revolución de la modernidad» de manera relativa, Este capítulo presenta ahora un ejemplo de uniformidad obvio: la ropa
demostrando que muchas fuerzas e ideologías a lo largo del mundo le y la presencia física. Por supuesto, la gente puede pensar y creer cosas
dieron poder de formas distintas y en periodos diferentes. Las viejas completamente diferentes aunque vistan y se comporten de forma pare-
empresas familiares chinas fueron igual de influyentes que los burgue- cida. No obstante, la creación de uniformidad en este ámbito indica por
ses capitalistas de Hamburgo o Nueva York a la hora de expandir el lo menos la poderosa necesidad de las personas de presentarse pública-
comercio global en los mares de la China y el sureste asiático. Los ima- mente de una manera parecida. En 1780, los hombres más poderosos
nes islámicos del oeste de África, que volvían la mirada a los tiempos del del mundo vestían una variedad enorme de tipos de prenda, desde las

XXXVI XXXVII
INTRODLICCTÓN INTRODUCCIÓN

batas mandarinas chinas hasta la desnudez ritual en el Pacífico y partes vestir iba acompañada de un intento de eliminar todo tipo de compor-
de África, pasando por las levitas bordadas francesas. En 1914, gran tamiento erótico o transgresor. Los reformadores indios, por ejemplo,
parte de los hombres importantes del ámbito público vestían a lo occi- intentaron prohibir canciones obscenas en público durante el festival
dental donde fuera que vivieran. Los nacionalistas chinos y los líde- de Holi.
res del nuevo Japón llevaban la chistera y la levita negra que prevalecieron Esta uniformidad llegó disfrazada de ciertas formas, evidentemente,
durante el revivir del cristianismo evangélico a comienzos del siglo XIX porque la gente quería mantener la diferencia por determinadas razones.
en Gran Bretaña y Norteamérica. La uniformidad no es lo mismo que la homogeneidad. La uniformidad
Esta sobriedad representaba responsabilidad y autodisciplina, con- significa ajustar los hábitos para crear similitudes a gran escala. Los
trastando con el lujo complejo de la vestimenta masculina de la vieja retratos de los jefes maoríes de finales del siglo XIX colgados en la
aristocracia y de la mujer contemporánea. Vino junto con el abandono National Gallery de Auckland, Nueva Zelanda, muestran sus tatuajes
de otras prácticas como los duelos y los banquetes desmesurados. Es rituales abigarrados, pero varios jefes visten chaqueta negra y corbata
importante notar que este cambio se apreció no sólo en el hecho de que blanca (véase ilustración 2). Las fotos contemporáneas muestran al gran
se adoptaran explícitamente prendas occidentales, sino también en la jefe guerrero indio Gerónimo (Goyathlay) vestido de traje y posando con
uniformidad análoga en las prendas no occidentales: en China y Japón, un rifle. En su madurez se ganó la vida vendiendo fotos autografiadas21 .
los movimientos para la reforma de la vestimenta trataron de imponer Las prendas militares también empezaron a ser similares, aunque
diseños para quimonos y túnicas. La creciente uniformidad a la hora de con modificaciones. La armadura y el casco metálico de los samuráis, de
los jenízaros otomanos de la guardia palaciega o de los coraceros aus-
triacos a caballo empezaban a ser reemplazados por ropas militares
prácticas y monótonas. Típico de esto fue la ropa parda que el ejército
anglo-indio llamó «caqui». Había ofrecido a los soldados cierta protec-
ción contra las balas de los francotiradores en la guerra de Sudáfrica de
1899-1902. Al mismo tiempo, la ropa tradicional de la élite se volvía
más uniforme. Los reformistas de Egipto, Argelia y Malasia llevaban el
fez otomano. Era una adaptación del sombrero occidental. Valía para
los rezos islámicos, pero era de nna pieza, con lo que se evitaba el fasti-
dioso proceso de colocarse el turbante.
Esta tendencia a la uniformidad era menos notable entre la clase
trabajadora, los campesinos y los hombres subordinados. El estudio del
historiador Richard Cobb22 de los pobres que murieron en París en
tiempos de la revolnción muestra que vestían prendas de varios estilos
y épocas, remendadas con esmero. En 1900, la mayoría de los pobres
no se podía permitir mucho más. Pero las condiciones en las fábricas y
la influencia de la reforma social y de movimientos religiosos asegnra-
ron qne los hombres del ámbito público empezaran a vestir de una
manera cada vez más parecída sín tener en cuenta diferencias de región
1

y cultura. Los zapatos de enero, la gorra, la camisa y el pantalón empe-


zaron a sustituir a las faldas, dhotis, calzones, quin1onos y sayos que preva-
lecían en 1780. Los «uniformes» de la clase baja llegaban a los mineros
L Uniformidad en el vestir: mujer japonesa vestida a lo occidental ante una de África y a los indios de Sudamérica. Por el contrario, en algunas par-
máquina de coser Singer. Litografía japonesa del siglo XIX. tes del mundo, sobre todo en el Pacífico y África, los colonizadores y

XXXVIJI XXXIX
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

apropiada para los hombres que para las mujeres. En muchas sociedades,
se esperaba que éstas habitaran un espacio doméstico más rigurosamen-
te separado del ámbito masculino que en 1780. La idea de la domesti-
cidad era un producto de la uniformidad pública. La ropa femenina
seguía siendo ornamental y poco práctica. La costumbre china de ven-
dar los pies era parecida al uso de corsés y canesús en Europa. Pero,
incluso para las mujeres, la tendencia era la uniformidad. En 1780, el
pudor requería desde Bengala hasta Fiyi que las mujeres llevaran los
pechos al descubierto. En 1914, los misioneros cristianos y los moralis-
tas indígenas se habían asegurado de que los pechos descubiertos se
consideraran indecentes. Este hecho fue en sí mismo un vuelco en los
hábitos físicos. En el mundo musulmán, el burka islámico, que cubría
todo el cuerpo de la mujer, empezó a ser más popular. En el Occidente
moderno se considera equivocadamente un símbolo del oscurantismo
medieval cuando, en realidad, el burka era una prenda moderna que
permitió a las mujeres salir de la reclusión de sus casas para participar,
hasta cierto punto, en la vida pública y comercial. Incluso en tal insis-
tencia en la tradición se atisba la creciente convergencia global
Esta tendencia hacia la uniformidad llegó en parte por la moda y en
parte por la publicidad. La expansión de los productos manufacturados
y el crecimiento del comercio exterior europeo y norteamericano ayu-
daron a difundir estilos comunes. Pero el papel del Estado y de sus
organismos23 y un deseo general de modernidad fueron factores igual
de importantes que los imperativos económicos. La uniformidad repre-
sentó un cambio intelectual en las aspiraciones del individuo de una
2. Formalidad e individualismo: Tomika Te Mutu, jefe de la tribu ngaiterangi,
importancia parecida a la expansión industrial e imperial. En Japón en
de la bahía de Plenty, Nueva Zelanda. Cuadro de Gottfried Lindauer, c. 1880.
1894, por ejemplo, el nuevo régimen Meiji, haciéndose valer entre las
naciones modernas, decretó que sus funcionarios trabajaran con atuen-
do occidental. Incluso en sociedades con gobiernos poco intervencio-
nistas como Estados Unidos, la expansión del concepto de respetabili-
los administradores coloniales habían decidido deliberadamente mar- dad, más que las normativas del sistema judicial, consiguió que los
car la inferioridad racial y social de los «no blancos», insistiendo en que canosos magistrados fueran al juzgado vestidos con levita. La uniformi-
vistieran con ropa indígena. Por ejemplo, los funcionarios británicos de dad a la hora de vestir era una expresión externa de la uniformidad de
Nyasalandia se opusieron a que los africanos llevaran zapatos. Pero los procesos burocráticos y un símbolo de la respetabilidad y fiabilidad
estas imposiciones legales obviaban las costumbres antiguas en lo rela- internas.
tivo a la vestimenta para imponer su propia uniformidad servil. No todos aplaudieron la llegada de la uniformidad. La esencia del
La ropa de las mujeres de las élites aún no había convergido tanto. proceso era ser controvertido y cuestionado. Los occidentales satiriza-
Muchos reformistas masculinos propusieron modificar la vestimenta ban a los nativos que los imitaban24 , mientras que los nacionalistas cul-
tradicional de sus mujeres en vez de adoptar prendas occidentales. La mo- turales se oponían a la imitación servil de los extranjeros. Un musulmán
dernidad, un proceso y una aspiración peligrosos, se consideraba más otomano conservador dijo en la década de 1880: «La falacia de que

XL XLI
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓ N

se fabricaba en Austria, hasta que un boicot en 1908 reavivó la manu-


factura de gorras de piel de camello en Siria26 .
El cuerpo es un lugar en el cual los antropólogos e historiadores
sociales miden la influencia del Estado y otros métodos de disciplina so-
cial que se convirtieron en normas globales en el siglo xrx:27 • Aparte de
la uniformidad de ropas, otro importante apartado de los hábitos físi-
cos fue la puntualidad y los horarios fijos. Ya a finales del siglo XVII y
principios del XVIII, el uso de un pequeño reloj se extendió por Europa
y sus colonias. Las plantaciones de esclavos, donde se habían inventado
cantas prácticas de control metódico y brutal del trabajo, se regían a
base de campanas cronometradas por el reloj del amo. En 1750, los
pequeños granjeros y los trabajadores cualificados de las Trece Colonias
y de las partes más ricas de Europa, como Inglaterra, el norte de Ale-
mania y Holanda, podían comprarse relojes. Y en todo el mundo, la
hora que mostraban estos relojes empezó a converger. La expansión
rusa en Siberia y, más tarde, el norte de China, requería una coordina-
dón de la medida del tiempo. Según se desarrolló el siglo XIX, se hizo
necesaria en las sociedades no europeas dependientes una forma Je
medir el tiempo más precisa y sincronizada. El telégrafo eléctrico per-
mitió estandarizar la hora por todo el mundo, incluso en poblaciones
densas como China e India, donde los sistemas locales de la hora
seguían en vigor en el siglo XVIII. En las ciudades costeras chinas e
indias, los burgueses importantes empezaron a invertir no ya en mez-
quitas o templos, sino en grandes relojes públicos, para regular los hora-
rios de los bazares y las oficinas.
En 1900, los idiomas humanos, otra vertiente de los hábitos físicos,
también empezaron a parecerse. Los administradores, misioneros y
educadores occidentales querían que los idiomas se redujeran a unas
reglas sencillas que, a ser posible, siguieran el patrón de las lenguas
3. Personificación de los valores comunes: amerindia vestida a lo occidental. europeas. También lo querían los estadistas y educadores autóctonos,
Fotografiada por los Royal Engineers en el paralelo 49, c. 1870. que buscaban idiomas nacionales. La estructura de las frases de las len-
guas comunes emergentes en la India -hindi y urdu, por ejemplo-
empezó a copiar la del inglés. Incluso las recién formadas lenguas híbri-
todo lo que existe en Europa occidental es copiable aquí se ha conver- das, producto de la emigración, la esclavitud y la globalización -el
tido en una tradición política. Por ejemplo, al introducir simultánea- criollo, el swahili y el pidgin-, se proveyeron de gramáticas y reglas. A me-
mente uniformes rusos, rifles belgas, gorras turcas, sillas de montar dida que el hombre público marcaba su territorio político, religioso y
húngaras, espadas inglesas y maniobras francesas hemos creado un ejér- científico en el mundo, también buscaba una voz pública. El discurso po-
cito que es una parodia grotesca de Europa»25 . Podría haber añadido lítico y el sermón adoptaron fórmulas parecidas desde Filadelfia y Roma
irónicamente que el fez, la prenda otomana conocida en todo el mundo, hasta Kioto y Fiyi. Los modelos no eran sólo cristianos y occidentales,

XLII XLill
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

también lo fueron los sermones islámicos sobre la vida del Profeta o los potenciarían su fibra racial y podrían hacer frente al imperialismo occi-
cuentos impresos que narraban la vida de Buda. dental. Mahatma Gandhi también sopesó la idea de un régimen a base
Otra consecuencia de la creciente uniformidad global se puede ver de carne para hacer fuertes a los indios, a los que, pensaba, habían «afe-
en los nombres. Los nombres propios se estandarizaron a medida que minado» el imperialismo y los malos hábitos domésticos. Luego, él y su
los medios impresos y los movimientos de cambios religiosos y cultura- generación rechazaron esta idea. Aun así, los indios se adaptaban rápi-
les florecían por las sociedades y eliminaban las diferencias onomásti- damente a los tomates, las patatas y los pimientos picantes, todos ellos
cas. El Estado tuvo gran influencia porque los administradores querían originarios de las Américas y repartidos por el mundo por los conquis-
etiquetar y censar a la gente por razones impositivas y de servicio mili- tadores españoles y portugueses durante los siglos XVI y XVII.
tar. Pero no sólo fue por medios coercitivos. La gente de a pie tenía que Este último ejemplo demuestra que no se trató sólo de una adop-
seguir las formalidades del Estado para obtener ayuda parroquial, edu- ción unidireccional de las costumbres europeas. Los imperios y la
cación y pasajes de emigración. También la religión desempeñó un expansión económica habían creado vínculos multilaterales entre dis-
importante papel. Más y más indios tuvieron nombres de atributos del tintas sociedades del mundo que promovían mayor uniformidad. Así,
gran dios Visnú, sobre todo de sus avatares (formas reencarnadas) por ejemplo, los esclavos caribeños y norteamericanos comían arroz
blanco asiático y vestían ropas de algodón indio. Los jefes de África
como Rama y Krishna. En las sociedades islámicas de Asia y África, los
occidental atesoraban las telas estampadas de Asia. Esta conexión entre
nombres del Profeta y de su consorte Aisha se empleaban cada vez más,
las plantaciones atlánticas y el comercio asiático se creó a raíz del
según se adoptaban prácticas islámicas más normalizadas por los ima-
expansionismo europeo. Con el tiempo, los tejedores indios y los mer-
nes y gobiernos. Sus esfuerzos se vieron apoyados por los contactos glo-
caderes africanos se involucraron en el proceso.
bales que generaban las peregrinaciones a La Meca y a Medina. Los dos
A finales del siglo XIX, la uniformidad ya se expresaba en otro ámbi-
«igualadores», la esclavitud y las misiones cristianas, llevaron nombres to: el deporte y el ocio. El caótico e improvisado espíritu de los viejos
cristianos, la gran mayoría judíos, claro está, a millones de africanos, juegos tenía ya orden y reglas, dirigidas por federaciones mundiales.
amerindios y gentes del Pacífico durante el siglo XIX. Al mismo tiempo, Incluso la forma de esas típicas exportaciones británicas al resto del
el funcionamiento del gobierno y de los juzgados requería que todo el mundo -fútbol, rugby y cricket- parecía teñida de ese fuerte deseo de
mundo tuviera un nombre y un apellido estándar para temas oficiales. disciplinar el cuerpo que también se veía en las fábricas y en los campos
Esto tuvo algunos resultados anómalos. En los países escandinavos, por de batalla. Incluso los juegos que se trasladaron de Asia a Occidente,
ejemplo, significó que cientos de miles de personas se llamaran «Johan- como el hockey y el polo, dejaron de ser un tumulto caótico y se con-
ssen» y «Christiansen», mientras que en Birmania la mayor parte de la virtieron en competiciones ordenadas. Mientras tanto, el disciplinado
población tenía nombre de día birmano o de símbolo astrológico. modelo culinario y gastronómico francés, las normas diplomáticas fran-
La comida empezó a parecerse en diferentes partes del mundo. El cesas y el concepto alemán de la correcta clasificación del conocimien-
pan de trigo y la ternera eran la comida típica de Gran Bretaña y Ale- to científico y humano se expandían por el mundo siguiendo trayecto-
mania a principios de los tiempos modernos. Esta dieta se exportó a las rias similares.
colonias británicas de América y, más adelante, a Australia, Nueva
Zelanda y Sudáfrica. Los pueblos indígenas que entraban en contacto
con los misioneros o que empezaban a vivir en ciudades europeas adop-
taban la comida occidental en parte porque era lo que había en el mer- CONSTRUIR A PARTIR DEL CUERPO: LAS COMUNICACIONES Y LA COM-
cado y en parte porque se veían obligados a adoptar las costumbres de PLEJIDAD
sus nuevos amos. A finales del siglo XIX, cuando los gobiernos reformis-
tas y las élites occidentalizadas ostentaban el poder en Asia y África, Esta creciente uniformidad en los hábitos físicos y en los signos exter-
surgieron nuevas presiones para imponer una comida estándar. Los nos de identidad tenía su paralelo en el mundo de las ideas. Los siste-
japoneses empezaron a comer ternera cuando antes su religión budista mas ideológicos y discursivos que generaba el poder político-económi-
se lo prohibía y así apareció el sukiyaki de ternera. Pensaban que así co empezaban a converger en todo el mundo. El siglo XIX - llamado

XLIV XLV
INTRODUCCIÚN INTRODUCCIÓN

también «el siglo de la industrialización y del imperio»- fue también el hinduismo se parecían más al cristianismo en 1914 que en 1780, aun-
la era de la comunicación global. La publicación de libros aumentó que sólo fuera porque ahora eran más fácilmente distinguibles entre sí.
enormemente en todo el mundo. Las sociedades tradicionalmente poco Mientras tanto, los representantes religiosos se habían reunido y habían
literarias empezaron a ser sensibles a los medios impresos. No siempre debatido en el famoso Parlamento Mundial de la Religión en Chicago
estaba Europa al frente. En 1800, se publicaron más títulos en Calcula en 1893. Lo que debatieron probablemente fuera menos importante
que en San Petersburgo o Viena. En 1828 se calculaba que se editaban que el hecho de que las tradiciones, que habían sido una colección de
unos 3 .168 periódicos en todo el mundo, casi la mitad en los países derechos, ritos chamanísticos y antiguos axiomas, ahora se consideraran
anglófonos. Pero ya en 1831, Le Moniteur Ottoman estaba a la altura de religiones con su propio ámbito de influencia y, supuestamente, carac-
The Times de Londres. En 1900, el número total de periódicos alcanza- terísticas uniformes.
ba los 31.026, muchos de ellos con tiradas de cientos de miles. El total El segundo tema principal de este libro es el crecimiento de la com-
para 1900 incluía 600 en India, 195 en África y 150 en Japón28 • La pro- plejidad interna de las sociedades mundiales, que se desarrolló parale-
gresión casi geométrica de la expansión por el mundo de la información lamente a la tendencia a la uniformidad externa. Esta complejidad de
estandarizada se puede apreciar si recordamos que la gente prestaba y funcionamiento era muy diferente a la variedad cultural local del Anti-
robaba periódicos. En algunas sociedades, un hombre leía los periódi- guo Régimen. Hacia finales del siglo XIX, la mayoría de las sociedades
cos en voz alta para los analfabetos. En otras, había escribanos que los co- de primer orden ya tenía una amplia gama de profesiones especializa-
piaban en forma de manuscrito. das, con sus propios tipos de formación y sus ritos solidarios. Las aso-
El telégrafo eléctrico desarrolló un sistema internacional tras la ciaciones de este tipo bacían más trabajo social que las solidaridades
inauguración del cable Europa-Asia en 1863 y la de los dos cables atlán- creadas por el matrimonio y la familia. La administración se había des-
ticos en 1866. El tren, el barco a vapor y, más tarde, el teléfono revolu- vinculado del éxito militar, algo que en 1780 sólo ocurría en China y,
cionaron la velocidad de las comunicaciones. Sería equivocado negar la hasta cierto punto, en Europa. Incluso las sociedades en las que los mi-
sofisticación de la comunicación anterior al telégrafo y la prensa en litares aún tenían mucho peso, como en el Oriente Medio islámico, habían
África y Asia, pero sí es cierto que la nueva densidad de mensajes hizo creado grupos de administradores civiles que ocupaban un espacio
posible una difusión de ideas comunes sin paralelo. El nacionalismo entre los militares y los religiosos, los dos polos de la autoridad del Anti-
moderno -un producto de la Revolución Francesa y las guerras poste- guo Régimen. Se había establecido un cuerpo jurídico en la mayoría de
riores- se globalizó en la generación posterior a 1850. Los nacionalis- las colonias, en los puertos francos de China y en Japón, donde un siglo
tas irlandeses, indios, chinos y egipcios se ponían en contacto por telé- antes las disputas legales eran conducidas por los funcionarios religio-
grafo y se reunían en París, Tokio, Londres, San Francisco y Shangai. sos o por intermediarios cultos empleados privadamente por las fami-
Las ideas científicas y médicas daban la vuelta al mundo con la misma lias. Los sistemas médicos se habían formalizado y puesto por escrito.
velocidad. Incluso la medicina tradicional asiática, norteafricana y de Oriente
Por supuesto, el argumento no debe llevarse demasiado lejos. Un Medio tenía sus propias academias y sus practicantes titulados. El
análisis profundo demuestra que la similitud formal y la traducibilidad mundo empezaba a ser gobernado por grupos de diferenciados aunque
encubrían a veces diferencias importantes de estilo intrínseco. La cre- interrelacionados expertos.
ciente tendencia hacia la uniformidad era contestada, parcial y de resul- En el ámbito económico, grupos especializados de agentes, conta-
tado incierto, más que una fuerza homogeneízante todopoderosa. bles y corredores de seguros existían en todas las grandes urbes. El ges-
Incluso en 1880, un norteamericano quería decir algo muy diferente a tor y el propietario dejaron de ser la misma persona, y apareció el mar-
un europeo cuando hablaba de libertad, aunque los partidos que domi- keting. Los especuladores financieros, que hacia 1780 sólo actuaban en
naban a ambos lados del Atlántico compartieran conceptos y filosofías Londres, París y Ámsterdam, surgieron en ciudades como Shangai,
aparentemente similares. En el islam y el hinduismo, la uniformidad Teherán y Nagasaki. Para la gente normal, el trabajo se había especiali-
religiosa significaba un rito común, en lugar de una uniformidad doc- zado. En particular, el nexo milenario entre la agricultura estacionaria y
trinal como en las iglesias cristianas. Aun así, mantengo que el islam y el trabajo en la ciudad se había roto para los trabajadores urbanos en

XLVI XLVII
INTRODUCCIÓN

gran parte del mundo industrializado. De hecho, empezaba a asomar


un tipo de estructura de clases. Paradójicamente, este mayor grado de
especialización condujo a una aparente uniformidad. La clase gober-
nante, los profesionales e, incluso, las clases obreras de las diferentes
sociedades cada vez se parecían más, cada vez eran sometidos a presiones
más similares y cada vez más tenían las mismas ambiciones. La conver~
gencia, el parecido y la uniformidad no significaban -insisto- que
todas estas personas pensaran y obraran de la misma manera; pero,
cuando menos, apreciaban y expresaban los intereses comunes que
traspasaban los límites de la nación-estado, si bien ésta tenía gran
influencia.
Para poder delinear estas tendencias generalizadas, este libro toma PRIMERA PARTE
el mundo de mediados del siglo XVIII como punto de referencia compa-
rativo. No es mi intención presentar un mundo estático ni provinciano. EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
Todo lo contrario, puesto que poderosas fuerzas para el cambio lleva-
ban actuando durante siglos en las sociedades humanas. El mundo del
Antiguo Régimen y la organización social arcaica existió porque más
tarde la gente lo identificó como tal, para contrastarlo con su época. Por
este tien1po, las fuerzas <le cambio esbozadas más arriba empezaron a
tomar velocidad drásticamente, algo que los comentaristas contemporá-
neos también notaron. El capítulo 1 analiza en términos generales la
organización de la vida política y económica a mediados del siglo XVIII.
El capítulo 2 demuestra cómo el desarrollo material y político a través
del mundo empezó a desestabilizar este modelo antes de la crisis mun-
dial de 1780-1820.

XLVIII
Odano
Atlintieo
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l . ES
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ESTADOS DE\ \
SENEGAMBIA ~

MAPA 1.1 El mun d o en eI Antiguo Régimen, c. 1750


1

LOS ANTIGUOS REGÍMENES


Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA»

En el mundo del siglo xvm, el poder político y religioso y la autoridad


cultural eran muy variados y tenían vínculos complejos. Las economías,
sin embargo, estaban dominadas de forma sencilla por la agricultura, y
dependían de las estaciones anuales. Los próximos cuatro capítulos tra•
tan de explicar cómo y por qué hubo un cambio hacia la uniformidad
política y cultural mundial en poco más de tres generaciones, y por qué
surgieron unas complejas tendencias sociales y culturales que son, reco-
nociblemente, modernas. Destacarán el dominio europeo del mundo,
pero, a la vez, aceptarán el origen policéntrico del cambio hacia la
modernidad común, aunque enfrentado a feroces resistencias. Este
capítulo analiza aspectos de la ideología y la organización política del
mundo a principios y mediados del siglo XVIII.

CAMPESINOS Y SEÑORES

En 17.50, la mayoría de los seres humanos vivía aún en el dominio de lo


que los historiadores han llamado «imperios agrícolas». Los imperios
agrícolas eran estados grandes, de etnias diversas, que subsistían básica-
mente aprovechando el excedente de la producción de los campesinos.
En sentido estricto, los campesinos eran agricultores que cultivaban
pequeños terrenos con la fuerza de trabajo de sus familias. Por encima
de los campesinos estaban las élites locales, que a veces cultivaban la tie•
rra, pero que también recibían renta de los campesinos dependientes.
Por debajo de los campesinos estaban los «sin tierra», que trabajaban los
cultivos de los campesinos y terratenientes por un sueldo o un porcen-
taje de la cosecha. Culturalmente, sin embargo, el señor, el artesano y el
campesino estaban ligados unos a otros y compartían los mismos valores.

5
EL FIN DEL ANTIG UO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGíMENES Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA»

Los imperios agrícolas de la China de la dinastía Qing, la India muchos siervos y campesinos pobres, que limpiaban las zanjas y mante-
mogol, el Japón Tokugawa, el Irán Safawí, Java, el Imperio Otomano, nían el cultivo. El norte de China, el norte de India, Oriente Próximo,
el Imperio Ruso y la monarquía de los Habsburgo reunían en conjunto Europa occidental y sus colonias americanas, en cambio, eran zonas de
un 70% de la población mundial. Muchas partes de los territorios de la cereales y de pastoreo con una población menos densa. Aquí, los agri-
Corona española en el sur y el centro de América las labraban aún los cultores eran más independientes, pero, a menudo, pobres por falta de
descendientes de las poblaciones amerindias originales. También había regadíos o de mercados, o se veían endeudados por usureros y otros
sociedades que practicaban el cultivo con regularidad esparcidas por magnates. Entre estos polos opuestos existían innumerables combina-
África, y subsistían en complejas relaciones con los nómadas y los bos- ciones locales, en las que el tipo de agricultura dependía de una mezcla
quimanos. Los campesinos, en términos generales, constituían un 80% específica de cultivos o microecología y del equilibrio entre la agricul-
de la población, aunque en algunas zonas la aparición de ciertos nodos tura, la ganadería y el pastoreo. Incluso en las zonas donde los campe-
de comercio capitalista elevó el total de la población urbana hasta un sinos cultivaban cosas similares, las normas sociales variaban mucho.
20%. Éste parece haber sido el caso, por ejemplo, del noroeste d_e Las instituciones religiosas y las pautas de organización de las élites
Europa, las zonas marítimas y fluviales de China y la costa de Japón. políticas dictaban las leyes complejas de ocupación de la tierra y la subor-
El orden político y religioso de estas entidades políticas seguía sien- dinación que conllevaban. Además, los campesinos eran a tiempo par-
do fragmentario y, de una forma u otra, complejo. Pero las sociedades cial artesanos, arrieros o soldados, y no estaban tan atados a la tierra
y las economías que las mantenían eran relativamente sencillas compa- como a veces pensaban los primeros sociólogos. Hasta que aparecieron
radas con las del siglo XIX, que ya experimentaban la industrialización y la agricultura mecanizada y la nutrición agrícola científica hacia finales
el auge del Estado. Como la mayoría de la gente que vivía allí eran cam- del siglo XIX, existían diferencias básicas en la manera de vivir de los
pesinos, agricultores, terratenientes o mercaderes que dependían de la señores y de los campesinos y en la forma de relacionarse.
agricultura, la calidad de la cosecha dominaba la vida cotidiana como Los campesinos no eran tan burdos como algunas personas cultas
había venido siendo durante miles de años. Muchos agricultores del sur de la época creían; ni, en sentido opuesto, eran los encantadores habi-
y oeste de Europa apenas eran más ricos que sus prójimos de Asia o tantes de una Arcadia virgen, como aseveraban muchos literatos de
África, y muchas veces tenían menos comida. John Komlos 1 ha pro- finales del siglo XVIII. Tampoco estaban en guerra permanente con los
puesto, de manera convincente, que gran parte de Europa central pade- terratenientes y el Estado, como mantienen muchos historiadores
ció malnutrición durante el siglo xvm. Incluso la Francia sofisticada y modernos radicales. Por supuesto que hubo alzamientos violentos de
cultural sufrió constantes crises de subsistence («crisis de subsistencia») campesinos y el final del siglo xvm estuvo repleto de ellos; pero estas
a lo largo del siglo xvm. La mayoría de las sociedades asiáticas y africa- rebeliones normalmente reflejaban la desesperación de los campesinos
nas y muchas de las europeas padecieron debilitantes escaseces o ham- ante el cúmulo de abusos e injusticias apilado sobre la población rural,
brunas cada veinte años. Estas hambrunas se vieron complicadas por y no una tendencia innata a la resistencia o violencia. Las comunidades
guerras e invasiones extranjeras, tanto de nómadas a la vieja usanza lle- campesinas tenían un fuerte sentido de la moralidad propia y de la tra-
gados de la estepa y el desierto, como de los nuevos ejércitos europeos. pacería de los demás. No obstante, la mayoría de las familias campesinas
Sin embargo, sólo en el sentido más amplio puede decirse que los eran emprendedoras. Querían más tierra, más dinero y más honor. Tra-
campesinos del mundo fueran una única clase. Los estilos de vida de los se- taban de maximizar sus oportunidades. Esto proporcionaba un enorme
ñores y los campesinos de las diferentes sociedades del mundo se parecían fondo de talento para aprovechar los momentos políticos y económicos
mucho, de hecho, pero también se diferenciaban mucho en los detalles. propicios. En muchas partes del mundo, sobre todo en el sur y el este de
Las diferencias dependían hasta cierto punto de los tipos de cultivo que Europa y Japón, fue el desarrollo del enorme potencial de los campesi-
producían. Por ejemplo, los arrozales del sur de China, el sudeste asiá- nos (en el Nuevo Mundo fue el de aquellos trasplantados allí) lo que
tico y los valles fluviales indios necesitaban de grandes esfuerzos de la animó el dinamismo económico del siglo XIX.
población local para mantener los sistemas de irrigación que inunda- Por lo general, las jerarquías sociales del viejo orden eran mucho
ban los cultivos. Las zonas de los arrozales intensivos alimentaban a más flexibles de lo que muchos comentaristas mantienen. El Antiguo

6 7
EL FIN DEL ANTIGUO RtGIMEN LOS ANTlGUOS REG[/vtENES Y LA «GLOBALIZAClÚN ARCAICA»

Régimen se veía limitado por el estatus, pero no era rígido. Esto era sistemas políticos e ideológicos; muchos de ellos se vieron suprimidos o
cierto incluso en China, India, Japón y Oriente Próximo, considerados se uniformaron a lo largo del siglo. Por ejemplo, Italia y Alemania, que
por los europeos del siglo XVIII como reinos de tradición y conservadu- serían dos nuevas nacíones en el siglo siguiente, eran por entonces uní-
rismo invariables. En la mayoría de las sociedades, gente de clase meclia dades lingüísticas y culturales, pero estaban fragmentadas en un mon-
e incluso campesinos ricos podían y llegaban a ocupar cargos importan- tón de reinos, grandes ducados, estados papales y, en el caso de Alema-
tes y obtenían tierras y privilegios en el transcurso de una o dos genera- nia, limitadas jurisdicciones imperiales.
ciones. Hasta existen ejemplos de campesinos pobres de estatus social Estamos acostumbrados a pensar en el Antiguo Régimen de la
hajo que llegaron al poder. Aun así, la jerarquía social era bien sencilla: Francia prerrevolucionaria, cuyo símbolo era el ritual del palacio de
campesinos, mercaderes, terratenientes, aristocracia. En la medída en Versalles, como un Estado autocrático y centralizado en el que los gran-
que algunas profesiones empezaban a emerger en algunas sociedades, des funcíonarios reales intervenían constantemente en la sociedad local.
todavía estaban sin organizar y eran más bien hereditarias. Incluso los De modo similar, tenemos la idea del «despotismo oriental», una
grupos de artesanos especializados asiáticos y europeos que dominaban noción propia de la Europa moderna, cuando hablamos de los imperios
el creciente comercio intercontinental dependían de la protección de Qing y Mogol en China e India. De hecho, y no debemos olvidarlo,
los señores locales y de la cosecha. había aspectos sociales y económicos en los que los emperadores y los
reyes intervenían periódicamente. Por ejemplo, William Beik' ha
demostrado que la monarquía francesa del siglo xvm era eficaz a la hora
LA POLÍTICA DE LA DIFERENCIA de recaudar impuestos, incluso en el sur mediterráneo. Era más pode-
rosa en París y sus alrededores y en el nordeste. En Eurooa, antes de]
En 1960, varios historiadores, liderados por Marshall Hodgson2 , empe- siglo XIX, los reyes terúan potestad específica sobre las carrete~as, los puer-
zaron a hablar de los «imperios de la pólvora» del islamismo moderno tos y los servicios de correo. También las zonas comprendidas en un
en Oriente Próximo, la India y el sudeste asiático. Algunos comentaris- radio de 1.000 kilómetros desde el Estambul otomano -como el nmte
tas extienden la categoría más allá y mantienen que la dinastía Qing en de Siria, los Balcanes y Anatolia occidental- eran gobernadas estricta-
China (c. 1664-1911) había evolucionado de forma parecida a los oto- mente', por lo menos comparadas con Egipto y las regiones árabes en
manos (e 1326-1922), safawíes (c. 1501-1763) y mogoles (1526-1858). los márgenes del imperio, sin hablar del Irán safawíe o la India mogoF.
Todos se habían transformado de «grandes kanes», líderes de pastores Incluso en Persia y el sur de Asia los emperadores eran los respon-
nómadas, arqueros a caballo y soldados tipo cosaco a emperadores ilus- sables del mantenimiento del sistema de canales que regaban las zonas
trados de grandes dominios agrarios'. Incluso se ha llegado a decir que semiáridas de sus dominios. Y en China, los emperadores controlaban
los zares rusos y, desde cierta perspectiva, los Habsburgo austriacos directamente los sistemas de irrigación del río Amarillo, y mantenían el
representaban una versión cristiana de este tipo de desarrollo. Los histo- Gran Canal al norte de Nanking que proveía al centro del imperio de
8
riadores del boato cortesano han llegado a encontrar emocionantes ttigo • Basándose en estos ejemplos, algunos historiadores europeos
parecidos entre la ideología y el ritual cortesanos de Luis XIV, del desarrollaron la idea de que estos sistemas políticos eran «sociedades
emperador chino Qianlong (1736-1799) y de Pedro el Grande de hidráulicas», en las que el abastecimiento de agua requería la centrali-
Rusia 4 , ,zadón del poder. En estos reinos era normal que hubiera unos amplios
Estos amplios «parecidos familiares» entre muchos de los regíme- terntonos reales. Así, en los dominios árabes e islámicos se dístinguía el te-
nes políticos de Eurasia y el norte y el oeste de África hay que tenerlos rritorio real o khalúa de otras provincias gobernadas con menos forma-
en cuenta, porque estos sistemas polítícos contrastan con el mundo de :lidad. En China, los territorios manchúes y los cotos de caza imperiales
naciones-estado y colonias provinciales de cien años después. Las últi- ahm1 de un estatus parecido'. También en África varios estados pre-
mas historias, sin embargo, prefieren destacar las diferencias entre los males mostraban alguna centralización. El reino asante del oeste de
antiguos regímenes. En los imperios agrarios, y también en las regiones ica (en la Ghana moderna) desarrolló un sistema burocrático unas
en auge económico de Europa occidental, existía una gran variedad de rganizaciones de comercio estatales y un códígo legal comú~ 10 • El

8 9
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACJÓN ARCAICA>>

gobierno mantenía con esmero un sistema de comunicaciones y tenía A los gobernantes les era difícil movilizar a las fuerzas militares con ra-
una idea bastante clara de sus fronteras. pidez. En las zonas monzónicas de Asia, donde los reyes presumían de
Pero estos ejemplos sólo sirven para reforzar la regla general. Y ésta magnificencia, la guerra y la recaudación de impuestos se estancaban
dice que los viejos centros imperiales y burocráticos sólo intervenían en cada año cuando las carreteras se quedaban intransitables. El Estado
el funcionamiento de la sociedad y de la economía en casos específicos sólo podía enviar un número limitado de funcionarios o ejercer justicia
y en zonas geográficas limitadas. No es que los antiguos estados fueran en ciertos casos. Por lo general, los gobernantes sólo estaban empezan-
todos débiles, más bien ahorraban su autoridad moral y física para tareas do a saber quiénes y cuántos eran sus súbditos, en qué parte de sus
específicas. Por ejemplo, probablemente en todo el mundo los sistemas dominios vivían, qué idioma hablaban y qué religiones practicaban.
de riego y las carreteras eran mantenidos por las comunidades y los Dada la historia de persecución religiosa en Europa, la mayoría de los
magnates locales. Las áreas en que existían muchos privilegios y dere- regímenes, incluso aquí, evitaban «abrir ventanas en las almas de los hom-
chos reales era normal que se separaran, pasando a ser patrimonio de otros bres». En las sociedades asiáticas y musulmanas, lo que se requería era
príncipes y nobles. A los reyes y emperadores les resultaba lucrativo reconocer el culto del emperador, y no una uniformidad de creencias.
«prestar» sus derechos al mayor postor para ganar dinero. Incluso en la En todas partes, por tanto, el poder del Estado y el poder imperial re-
fiscalmente centralizada Francia, el Estado entregaba a contratas de sidían, a largo plazo, en la cooptación de las élites locales y de las co-
impuestos y a magnates lo que exprimía a los inquietos campesinos. munidades autogobernadas y el respeto a ellas. Los reyes tenían que
Tanto allí como en el resto de Europa, fueron las desavenencias respec- aprovechar y aceptar los sistemas p olíticos y religiones locales y dejarlos
to a las imposiciones de estos vicarios emprendedores, y no los impuestos hacer. ·
reales, las que provocaron revueltas rurales. En el Nuevo Mundo espa- Las maneras de cooptar eran múltiples. Los teóricos sociales alema-
ñol, los gobernadores y alcaldes locales se resistieron a los repetidos nes del siglo XIX, principalmente el sociólogo Max Weber, analizaron
intentos de la Corona de centralizar el poder, puesto que se enriquecían los dos extremos del espectro. Por una parte, estaba la aristocracia mili-
no a través del mercado libre, sino forzando la venta de bienes y requi- tar. Las grandes dinastías de militares y controladores de territorios
sando mano de obra de los campesinos indios. No sorprende que los eran básicamente los señores de sus tierras, siempre y cuando rindieran
«abusos tiránicos», como los llamaban los oficiales españoles, provoca- homenaje al líder supremo y proporcionaran recursos y hombres para
ran numerosas revueltas locales11 • las guerras de conquista o las defensivas. Esto, por ejemplo, es verdad
En Asia, la situación era parecida. En China, en 1800, los graneros en el caso de la nobleza húngara en el Imperio Austrohúngaro. Pareci-
reales, el Gran Canal y el sistema de diques del río Amarillo se estaban do era el territorio indio de Rajastán, controlado por reyes y por la
yendo a pique12 . Otras instituciones reales estaban mal. En un princi- nobleza local, que le debía gran tributo al emperador mogol de Delhi.
pio, los emperadores se contentaron con ceder poder en una zona para Por otra parte, estaban las viejas burocracias. En China se daban las
reforzarlo en otra. A largo plazo, sin embargo, la decadencia de estas complicadas jerarquías de magistrados civiles entrenados en la escuela con-
funciones imperiales puso en grave peligro la legitimidad del régimen. fuciana clásica por medio del linaje y de los colegios imperiales y luego
Estudios recientes sobre el Estado asante del oeste de África han destinados a los confines del imperio para establecer el orden y conse-
demostrado que este centro de poder con ambiciones centralizadoras se guir la abundancia en zonas agrarias. Era un tipo ideal de burocracia
vio muy limitado por feudos y grupos de linaje, y que, allí, el pueblo arcaica. En Francia, donde la nobleza era de «espada», elegida de entre
desarrolló contactos comerciales con el mercado global a pesar de y no las grandes familias que habían luchado por la corona de san Luis desde
gracias a los intereses del gobierno. el Medioevo, el caso era todo lo contrario. Pero, en la práctica, la aris-
Así, el gobierno de estos grandes estados era como un truco de magia. tocracia militar necesitaba administradores que se encargaran de los
El poder del Estado era fuerte y dirigido hacia ciertas zonas, aunque papeles e información, mientras que, en los sistemas burocráticos, los fun-
hacía falta una vigilancia permanente para que no se lo quedaran los mag- cionarios sustentaban su propio poder como gerentes de las tierras a
nates y comunidades locales. En otras partes, era deshilachado y contin- nivel local. Así, en Francia, una sociedad en la que tenía que existir un
gente. Había extensas zonas en las que no se imponía deliberadamente. gobierno instruido y tacaño, había una noblesse de robe: una nobleza

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA>>

civil y burocrática, escogida entre los comerciantes y abogados de la Una característica de los antiguos regímenes que a menudo comen-
clase baja. Sin embargo, en China, la dinastía Qing gobernante tuvo que tan los historiadores era la tendencia a pasar por «ciclos de desarrollo»,
dejar que los impuestos territoriales se fijaran a perpetuidad cuando en los que periodos de relativa centralización venían seguidos de des-
consolidó su poder a mediados del siglo XVII. Esto significó que las centralización, y luego de intentos de recentralización. En algunos
familias eruditas de las que salían los burócratas acumularon más tierras casos, el «exceso imperial» ya era aparente en el siglo XVIII y los gran-
y los beneficios del comercio en sus propios territorios, convirtiéndose des reyes y monarcas habían cedido gran parte de los poderes adqui-
en terratenientes y comerciantes por derecho propio. Los señores culti- ridos en épocas de conquista. Para 1700, los gobernantes otomanos de
vados se dejaron llevar por los vientos locales que soplaban. En las fron- Estambul habían cedido virtualmente el mando a poderosos ayan, o
teras del Estado vietnamita, los miembros de su mandarinato de estilo señores regionales en Egipto, Siria, la provincia del monte Líbano y el
chino se casaron con la minoría tay para estabilizar las zonas fronterizas norte de África aunque seguían siendo fuertes en el centro del imperio.
peligrosas. Así pues, en realidad, los distintos estereotipos de burócra- En la India de 1720, el emperador mogol sólo podía contar con una
ta, guerrero terrateniente y hombre religioso se mezclaron de forma recaudación y un tributo de sus prepotentes súbditos hindúes, sijs y
musulmanes, decrecientes en reinos en expansión lejos de Delhi. El
compleja.
Incluso los emperadores agrarios más poderosos tenían que tratar Imperio Habsburgo de Austria era «un conglomerado de unidades
territoriales separadas, la mayoría de ellas con raíces individuales
con una mezcolanza de derechos, privilegios, autonomías locales y
importantes y profundamente arraigadas» 15 y, por debajo del nivel cen-
«círculos familiares», heredados de tiempo atrás o creados a raíz de la con-
tral, casi toda la autoridad recaía en los terratenientes nobles, la Iglesia
solidación del poder político real o imperial. Para citar a William Doyle,
y las ciudades semiautónomas al menos hasta mediados del siglo xvrrr.
incluso en Europa «la realidad del Antiguo Régimen era una confusión in-
Los creadores del Estado alemán del siglo XIX veían esta imagen de
tensa de poderes y un perpetuo solapamiento de competencias de-
poderes descentralizados y solapados en los imperios alemán y austro-
siguales, en la cual el rey, en vez de imponer una autoridad irresistible, húngaro como algo frustrante, casi ridículo.
se veía obligado a negociar con sus súbditos a muchos niveles»13 . A fina- El poder ideológico dentro de los viejos estados estaba tan fragmen-
les del siglo XVIII, la autoridad de los reyes supuestamente absolutistas tado y era tan complejo como el poder político, y, por lo general, esta-
de Francia seguía limitada por cortes regionales o parlements con juris- ban entremezclados. Más que un Estado meramente budista, confucia-
dicción apelativa y por «estados» dotados de derechos recaudatorios. no o taoísta, el Imperio Chino era un imperio de espíritu cósmico. Los
Rusia era un caso extremo en «Europa», donde la teórica autocracia del emperadores Qing mantenían lazos estrechos con el poder espiritual
zar era, en la práctica, muy limitada. En 1763 , el gobierno ruso em- del Dalai Lama y del Pachen Lama del Tíbet y con los chamanes sagra-
pleaba 16.500 funcionarios, mientras que Prusia, con una extensión del dos de Mongolia, como ya habían hecho sus ancestros esteparios. De
1 % de Rusia, empleaba 1.400 14 • En Rusia, por tanto, a pesar de que los nuevo, no debemos achacar esto a la «debilidad» ideológica de estos
terratenientes no acumulaban derechos feudales en la proporción en poderes. Todo lo contrario, se puede decir que las grandes dinastías a
que lo hacían en Europa occidental, controlaban este enorme imperio. menudo promovían estas diferencias. La historiadora de China, Pame-
De nuevo, no se debía a una mera cuestión de debilidad. A veces, los la Crossley, mantiene que los últimos Qing gobernaron a base de
monarcas podían desplegar estratégicamente los recursos de estos po- fomentar la separación étnica bajo cabecillas que eran también los líde-
deres y jurisdicciones para obtener sus fines políticos. Los zares podían res de cultos religiosos 16 • La ideología imperial Qing -sobre todo bajo
utilizar unos poderes arbitrarios formidables cuando querían. Pero el emperador Qianlong- llevó al emperador a desempeñar un papel
tampoco interesaba siempre a los gobernantes eliminar estas jurisdic- trascendente e imparcial. Su misma grandeza se reflejaba en su monar-
ciones particulares. Los reyes ingleses y sus ministros, por ejemplo, se quía universal como gran kan de los mongoles y manchúes, y como
aprovechaban del estatus especial de Irlanda y su clientelismo como padre confuciano de los chinos Han (véase ilustración 1.1).
recurso para lubricar la política de los reinos de Inglaterra, Escocia y la Lo mismo se puede decir de la dinastía otomana. El sultán era el kan
propia Irlanda. otomano, el césar o el emperador para los romanos y, más adelante, el

12 13
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACIÚN ARCAICA»

categorías sociales como las de los «rajputs» 18, «mogo]es>>, «turcos» y


persas, antaño en cambio. En ciertos casos queda claro que las comu-
1

nidades religiosas y étnicas locales eran lo bastante poderosas para


rechazar la ideología y la política imperiales. Pero estos ejemplos nos re-
cuerdan que los regímenes antiguos tenían ideales y objetivos culturales
muy diferentes a los de la mayoría de los imperios y naciones-estado del
siglo XIX. Ayudaron a crear -incluso se vanagloriaban de ello- dife-
rencias y complejidades.
Incluso en la Europa cristiana, donde la religión se asociaba más
íntimamente con la identidad del Estado, los gobernantes trataban de

1.1 Conservar las diferencias: el emperador chino Qíanlong inspecciona a sus


tropas, por Giuseppe Castiglione.

califa o sucesor del Profeta, y el rey universal al estilo de Alejandro".


Como líder musulmán, no podía liderar otros cultos, pero patrocinaba las
instituciones judías, drusas y cristianas. El emperador musulmán mogol,
regente de Dios en la Tierra y sucesor del sagrado Profeta, bendecía habi-
tualmente a las hordas de hombres sagrados hindúes desnudos que se
reunían bajo las murallas del fuerte rojo de Delhi a orillas del río Yamu-
na o Jumna. Y esto a pesar de que eran la mismísima encarnación del 1.2 Un imperio multiétnico: el emperador ShaJahan recibe al general persa Ali
«politeísmo» hindú. En los ejércitos del emperador se consolidaron las Mardan Kan, 1638. Miniatura mogol.

14 15
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZAOÓN ARCAICA»

reflejar su poder patrocinando a diferentes grupos religiosos. Después


de Pedro el Grande, los monarcas rusos intentaron presentarse como la
encarnación ilustrada de la razón europea, como los reyes sagrados de
la Iglesia ortodoxa cristiana y como los grandes kanes de sus cada vez
más numerosos súbditos musulmanes y mongoles. Tuvieron que tratar
con la intransigente vieja guardia ortodoxa y, a partir de 1800, con los
católicos polacos y lituanos y con los musulmanes de Asia Central. En
las tierras austriacas y alemanas, la «tolerancia» hacia las diversas creen-
cias había quedado regulada para la paz de Westfalia de 1648. En la
frontera este de Austria, Viena gobernaba comunidades cristianas orto-
doxas y judías. Quisieran o no, los monarcas Habsburgo tenían que
mantener a bordo a católicos, protestantes, cristianos ortodoxos y unia-
tas; judíos e, incluso, a algunos musulmanes rezagados.
La relación entre las monarquías católicas del oeste y el sur de
Europa y el papado era compleja y cauta. El obispo de Roma podía
redirigir a través de los Alpes el poder del soberano francés incluso en
el apogeo del llamado despotismo ilustrado. Hasta en Gran Bretaña,
donde los católico tenían prohibido acceder a la mayoría de los cargos
públicos, el monarca era el líder de una Iglesia episcopal en Inglaterra
y de otra presbiteriana en Escocia, a pesar de que los clérigos de éstas
profesaban doctrinas diferentes y mutuamente antagónicas. Para 1815,
el rey inglés gobernaba a católicos en Québec y Malta, a cristianos orto-
doxos en las islas griegas, y a hindúes, musulmanes y budistas en el sur
y el sudeste de Asia.
Todas estas características del «viejo orden» de los siglos XVII y XVIII
realzan la importancia de los cambios que ocurrirían a comienzos del
siglo XX. Los conceptos de Estado, nación, «minoría étnica», ciencia y
corporaciones profesionales salieron del o fueron impuestos al mundo 1.3 Sacro, romano, emperador y empelucado: el emperador del Sacro Imperio
más cambiante e ideológicamente complejo, aunque económicamente más Romano Carlos VI, estatua de Matthias Bernhard Braun, sita en el castillo de
sencillo, que los precedió. Loxenberg, Niederosterreich, Austria.

reino. Gente de las actuales Albania y Rumania gobernaron el Imperio


LOS PODERES EN LAS FRONTERAS DE LOS ESTADOS Otomano y fundaron una nueva dinastía en Egipto en fecha tan tardía
como 1802. Una dinastía armenia gobernó lo que actualmente es Iraq.
Si bien los espacios agrarios interiores de la mayoría de los dominios del El Imperio Chino era, en gran medida, un dominio manchú, que seguía
siglo XVIII estaban poblados por poderosos terratenientes independien- incorporando como administradores a jefes mongoles, uigures y tibeta-
tes, hábiles burócratas y ciudades de libre comercio, los perímetros eran nos de más allá de la Gran Muralla 19. El emperador Qianlong aprendió
porosos e indefinidos. Los regímenes sobrevivían más tiempo si incorpo- supuestamente el idioma uigur para poder conversar con más facilidad
raban a soldados y administradores de recursos oriundos de fuera de su con sus comandantes fronterizos. Los jinetes cosacos y los campesinos

16 17
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA»

«pioneros» empezaban a ser herramientas fiables del Imperio Ruso. que no vivían en ninguno de estos contextos. En África existían com-
Pero, en el fondo, muchas familias nobles eran de descendencia mongol plejas sociedades agrarias como los imperios Oyo, Gran Zimbabue y
o turca, los viejos enemigos de Moscovia, que fueron incorporados a la Asante. Sin embargo, otros muchos africanos, sobre todo en el este y el
expansión de Rusia. Minorías cualificadas y poderosas venidas de fuera sur del continente, vivían en lo que se han denominado «sociedades sin
de las fronteras establecieron círculos detentadores de poder. Alemanes Estado», y subsistían gracias a la explotación agraria, forestal y pasto-
del Báltico gobernaban en Rusia. Alemanes de Hannover lo hacían en ril22. En el norte y oeste de África había bastantes ciudades, pero en el
Inglaterra, y entre sus jefes militares había irlandeses y escoceses. Los sur y el este había pocas, excepto en las zonas colonizadas por los ára-
padres y abuelos de estos hombres habían sido católicos y enemigos tri- bes y los europeos. En gran parte del continente se desconocían la rueda
bales de Inglaterra. Si muchas sociedades europeas y no europeas vie- y el arado, o por lo menos no se usaban, y como había mucha tierra, las
ron florecer un sentimiento patriótico, como veremos, fue en parte por- jerarquías africanas se basaban más en la edad que en las tierras y la
que sus gobernantes eran extranjeros. En la India distinguían entre los riqueza, como en Eurasia.
«locales» (deshis), los «extranjeros» (bideshis) y una categoría de «foras- En gran parte de África, como en la América nativa y en el Pacífi-
teros conocidos del otro lado de la difusa frontera» (pardeshis). Los par- co, el aparato del «Estado» no existía como entidad. Estas sociedades
deshis gobernaban gran parte del mundo en 1780. se regulaban internamente mediante cabezas de familia que representa-
La mayoría de los grandes imperios vivían en una pugna simbiótica ban los intereses de los distintos «segmentos» de la sociedad organiza-
con diversas ciudades comerciales, asociaciones de comercio marítimas o dos en clanes familiares reales o adoptados. Muchos «grandes» reyes
estados marítimos que controlaban su comercio exterior o «sacaban taja- africanos se veían limitados por el consejo de los jefes de los grandes
da» de él. Los corsarios florecían en el Atlántico y los mares del Este. En linajes. Más que controlar recursos, su poder era ritual y de mediación
el Mediterráneo, una variopinta colección de potencias navales -desde con el mundo espiritual. En estas sociedades, los conflictos se producían
los caballeros de San Juan de Malta y los beyes de Argel, hasta la Repú- más entre los grupos de edad representados por los cabezas de familia
blica de Venecia- detentaban el poder. En los mares orientales, los que entre clases o etnias23 • Incluso en estas sociedades había, por
buques mercantes de Muscat y Omán navegaban por las costas de Áfri- supuesto, grupos dependientes. A veces eran descendientes de esclavos;
ca e India, mientras que los bugis, una enorme corporación de príncipes otras eran personas cuyos padres habían comprometido sus bienes a
portuarios y navieras sudasiáticas, competían por el control comercial cambio de ayuda en tiempos difíciles. Pero más que esclavos de planta-
con los «holandeses» de Batavia y sus descendientes mestizos20 • Algunos
ciones o siervos al estilo de los que había en América y el Caribe, estas
estudios han descubierto que, incluso en los imperios agrarios, podero-
personas eran sirvientes de las familias superiores.
sas organizaciones de comerciantes y la aristocracia local controlaban de
Lo mismo se puede decir de los pueblos indígenas de Norteaméri-
hecho las ciudades portuarias que formalmente dominaban los soldados
ca, Australasia y el Pacífico sur, que proporcionaban muchos ejemplos
y administradores imperiales. Para eliminar este tipo de creciente auto-
de poblaciones de cazadores nómadas y habitantes de los bosques. Eran
nomía y el ascenso del «Rey Plata» o la avaricia comercial, a partir del
siglo XVI, los emperadores chinos trataron de cerrar el comercio maríti- culturalmente sofisticados, con lenguas diversas, aunque más vincula-
mo chino si no estaba bajo el control directo de compañías mercantiles dos a los ciclos naturales que los habitantes de los imperios agrarios. La
del Estado21 . Es fácil, sin embargo, subestimar la importancia de estos vida social y religiosa no era predecible ni estaba regularizada. El géne-
poderes marítimos porque a mediados del siglo XIX habían desaparecido ro era una fuerza importante en las relaciones sociales. En el Pacífico
o habían sido sojuzgados. Padecieron una última humillación al ser a polinesio, por ejemplo, las comunidades formaban alianzas intercam-
menudo tachados de «piratas» por los capitanes de la Armada británica. biando mujeres, a menudo a través de largas distancias24 • Pero en otras
Tradicionalmente, los historiadores han contemplado el mundo regiones, como entre los maoríes, la sociedad quedaba conformada por
desde la perspectiva de los grandes regímenes y de sus cronistas, o desde grupos que luchaban entre sí liderados por cuerpos de hombres guerre-
el punto de vista de las naciones-estado emergentes de Europa occidental. ros. La actividad religiosa se basaba en cultos y misterios más que en
Pero recientemente han prestado más atención a las grandes poblaciones prédicas o ritos regulares. Es difícil exagerar el impacto que supuso la

18 19
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA»

llegada de los misioneros y las administraciones y unidades militares LOS PRECURSORES DE LAS NUEVAS FORMACIONES POLfTICAS
europeas a estos pueblos. . . .
Incluso los grandes reinos agrarios de Eurasia limitaban con o con- Por último, debemos considerar aquellos sistemas de gobierno que serían
tenían este tipo de sociedades y mantenían una simbiosis co? ~llas, _en críticos durante los siguientes cien años a nivel internacional, y que ana-
lizaremos con más detalle en el próximo capítulo. Me refiero a las socie-
ocasiones interrumpida por guerras o invasiones. La Eurasia mtenor
dades comerciales emergentes densamente concentradas en el noroeste
mantenía sociedades nómadas: subsistían los poderosos pastores man-
de Europa, pero que también habían establecido ramas coloniales en el
chúes, de los que tiempo atrás había salido el gran conquistador del
Caribe y Norteamérica. En lo que a actividad económica, estilo de vida
mundo Gengis Kan. En Arabia estaban las tribus nómadas de camelleros
y actitud se refiere, gran parte de la población del noroeste de Europa
que habían sido los soldados del Profeta y que, incluso ~n el siglo XVIII,
no había cambiado mucho desde sus orígenes campesinos. La teoría de
fueron la base de la resistencia wahhabí en nombre del islam puro con-
que el desarrollo de Europa occidental fue excepcional en la historia
tra el Imperio Otomano. En la Persia del siglo XVIII, fueron familias de mundial ya no está de moda. Sin embargo, sobrepasó en escala y estilo
5
las tribus seminómadas zend y qayarí quienes llegaron al poder2 • No el crecinuento de otras sociedades emprendedoras que habían surgido
obstante ésta fue casi la última generación en la que los recios grupos en muchas partes del mundo. Para empezar, las sociedades rurales y
nómada; del desierto lograron irrumpir en estados asentados, para revi- urbanas de estas regiones estaban mucho más especializadas que la de
talizar el gobierno y purificar la religión siguiendo el proceso clásico los centros comerciales del valle central del Yangtsé, de las zonas rura-
descrito por el gran filósofo medieval islámico, Ibn J aldún. En los már- les de Bengala o del interior de Estambul. Los únicos casos equivalen-
genes de los estados europeos del oeste de Eurasia, los pastores de tes convincentes eran Japón y partes de la costa china.
renos lapones o los pastores de ovejas kazajos ofrecían recursos, aunque Incluso en el siglo XVII, el centro de Holanda, qu J an d Vries des-
también problemas, a los reinos asentados. Los campesinos «colonos» cribe como la primera economía moderna27, importaba más de un ter-
y los soldados cosacos formaban un poderoso grupo de intereses en los cio de sus alimentos desde lejos. La desarrollada especialización regio-
márgenes del In1perio Ruso. Cuando en la década de 1770 alg~nos nal también fue una característica del sur de Inglaterra, donde Londres
cosacos se rebelaron contra la emperatriz, los ejércitos de campesrnos era un mercado enorme que en el siglo XVIII importaba fruta y verduras
del pretendiente Pugachev, que se autoproclamaba zar Pedro III, cam- del sur de Irlanda y carbón desde un punto tan septentrional como
· - 26
paron a sus anchas por el imperio d urante vanos anos . Newcastle. Los instrumentos financieros y crediticios también estaban
Las sociedades de los bosques que vivían de los animales y la madera, muy desarrollados, y el capital empezaba a ser transnacional. Por ejem-
o de vender su experiencia como zapadores, mineros y expertos fores- plo, los financieros holandeses invirtieron en acciones de la Compañía
tales a los reyes y administradores de los pueblos colonizados repre- de las Indias inglesa, The Levant Company y también en el Caribe bri-
sentaban otro tipo de sistema de gobierno. Los historiadores han demos- tánico, a pesar de que H olanda y Gran Bretaña eran rivales. En cierta
trado que, incluso en un momento tan tardío como el siglo XVIII, los manera, las plantaciones esclavistas del sur de Norteamérica y del Cari-
jefes de las tribus forestales y que habitaban en re~gios trataban con be eran la forma más avanzada de especialización económica y la inver-
los estados agrarios de las estepas desde una base de igualdad. Era el ca- sión de capital a más larga distancia. La violencia y crueldad de la trata
so de las tribus forestales de la India, Birmania, Tailandia y el archipié- de esclavos y de la explotación de los mismos no deben impedir ver que
lago indonesio, e incluso de la frontera siberi81:~• do~de estos pueb~?s era una forma de brutalidad humana flexible, sofisticada en términos
no sólo ofrecían recursos escasos y fuerza militar smo que tamb1en financieros, orientada al consumidor y tecnológicamente innovadora.
eran vistos con cierto respeto como magos blancos y curanderos. En Allá donde los europeos viajaron a ultramar, podrían haber seguido
Norteamérica, los anales históricos están dominados por las guerras practicando sus antiguas normas comunitarias y religiosas, como hicie-
entre colonos e indios. Pero existen otros tantos ejemplos de coopera- ron, por ejemplo, los agricultores holandeses que se asentaron en
ción e interacción, por lo menos hasta la llegada después de 1812 de Sudáfrica a partir de 1650. Pero casi nunca se convirtieron en campesi-
políticas discriminatorias más enérgicas. nos en el sentido clásico de la palabra. Había demasiada tierra en estas
colonias. La gente había emigrado para tener sus propias tierras, no

20 21
EL FIN DEL ANTIGUO RÉ.GLI\-IEN LOS ANTIGUOS REGÍivlENES Y LA «GLOBAUZACIÚN ARCAICA»

para convertirse de nuevo en campesinos dominados por terratenientes. geográfica de las ideas y de las fuerzas sociales desde un nivel local y
Por tanto, en el Nuevo Mundo y luego en Australasia, por lo general los regional a uno interregional e intercontinental. Como venimos diciendo
grandes terratenientes estaban enfrentados con los aparceros y con los pe- en páginas anteriores, la globalización arcaica tuvo muchos focos. En
queños granjeros. Incluso en el cabo de Buena Esperanza, la población sus principios, la expansión europea más que un sistema global nacien-
negra era más bien una reserva de mano de obra que unos campesinos te sólo fue uno más de varios ejemplos posibles de globalización con-
cultivando sus propiedades familiares. temporánea. Sin embargo, podemos detectar unos principios comunes
Estas formas modernas de mercados de mano de obra, de produc- subyacentes en estas tendencias, desde la antigüedad clásica hasta el ini-
ción y de capitales en estos centros de crecimiento global no siempre cio del periodo moderno. Durante este tiempo ocurrieron enormes
iban acompañadas de sistemas políticos en los que el poder estatal estu- cambios económicos y políticos. En el siglo XVII, el nuevo sistema cul-
viera claramente delineado. En Holanda e Inglaterra persistían muchos tural y económico de la trata de esclavos y la plata del Nuevo Mundo
subsistemas legales y de estatus) anacronismos curiosos que hasta se establecían el primer periodo de globalización capitalista en parte de la
potenciaron con la expansión del mercado. Alemania seguía siendo una región atlántica. Sin embargo, en 17.50, la ideología subyacente de las
mezcla de principados, obispados, ciudades libres, etcétera. Aunque, redes globales humanas, de las transacciones monetarias y de ideas
por lo general, las economías más especializadas y comerciales acabaron de la mayor parte de la población europea del Mediterráneo, de Asia y de
desarrollando un Estado más especializado y poderoso. La transparen- Africa, era muy parecida a la que había existido cinco o incluso diez
cia del poder siempre atrae a los mercaderes y a los terratenientes siglos antes.
comerciales. Sin embargo, en 17 80 la levadura del crecimiento comer- Los pueblos siempre han contactado unos con otros, incluso a larga
cial sólo había tenido unos efectos limitados, incluso en los núcleos de distancia, con la intención de sacar beneficio, llevados por ambiciones
Europa occidental y sus colonias atlánticas del norte. de poder, y como fruto de la simple curiosidad. En el mundo de los
antiguos regímenes, estos impulsos presentaban diferencias sutiles con
respecto a los del sistema internacional moderno. Tres principios fun-
damentales subyacían a la globalización arcaica. El primero, la univer-
LA PREHISTORIA DE LA «GLOBAL!ZACIÓN» salidad de la realeza. El segundo, el deseo expansivo de la religión cós-
mica. Y el tercero, las interpretaciones morales o aceptadas de la salud.
Uno de los temas principales de este libro es el crecimiento de una Estas fuerzas crearon tendencias subyacentes en el intercambio global
sociedad internacional más integrada a lo largo del extenso siglo XIX, de ideas) personas y materias primas.
dominado, a medio plazo, por Occidente. Podemos usar el término En primer lugar, la noción del derecho universal de los reyes llevó
«internacional» para el siglo XIX. Fue, sobre todo, un periodo de «inter- a los monarcas, a sus soldados y a sus gestores a recorrer enormes dis-
nacionalización del nacionalismo», en el que las ideas y las prácticas de tancias en búsqueda de honor individual o familiar, ya fuera en nombre
la nación-estado arraigaron entre todas las élites de las culturas princi- del más cristiano Imperio Español, o de la supremacía manchú. Como
pales del mundo. Sin embargo, es importante considerar la naturaleza ya indicamos en el apartado anterior, las cortes reales de estos conquis-
de la globalización en los siglos XVII y XVIII, antes del auge de la nación- tadores mundiales valoraban la diferencia y apreciaban a los «hombres
estado. La crisis mundial de 1780-1820 fue climatérica precisamente de fuera»29 • Sus reyes y gerentes valoraban a los representantes de cada
porque las ondas del terremoto político e ideológico iban y venían entre pueblo por sus cualidades: los turcos por su resistencia; los cristianos,
los núcleos de un mundo ya interconectado. Además, los sistemas de lo por su ciencia; los persas por su refinamiento, etcétera. Las grandes cor-
que aquí llamo «globalización arcaica» y «primera globalización moder- tes y sus pequeñas imitaciones, bajando hasta el nivel de los pueblos
na» persistieron bajo el sistema internacional durante el siglo XIX. A grandes, también eran como imanes para las materias primas prestigio-
veces lo fortalecieron; otras, lo desafiaron. sas que llegaban de lejos: chales de Cachemira, sedas chinas, caballos
En esta sección emplearnos la expresión <<globalización arcaica>->2 8 árabes y gemas de todo tipo se apreciaban en todas partes y eran la base
para describir las viejas redes y dominios creados por la expansión del comercio a larga distancia. Incluso en las zonas más aisladas del

22 23
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA»

mundo, como el Pacífico, los grandes reyes buscaban objetos y comidas comunes del mundo mitológico y de la ideología política suponían pun-
exóticas y carismáticas para simbolizar su grandeza. Este tipo de comer- tos de contacto entre los europeos, los asiáticos y los africanos hasta
cio de prestigio encajaba en una tendencia mucho más amplia, en la mediados del siglo XIX, incluso en situaciones por otro lado caracteriza-
cual las relaciones sociales se construían a base del intercambio de bienes das por la explotación sin piedad y el conflicto religioso. Analizaremos
valiosos a larga distancia entre las diferentes comunidades30 . Como con mayor detalle este tema en el capítulo 7.
comenta el antropólogo Marshall Sahlins, esta valoración de bienes En segundo lugar, incluso después del crecimiento del tráfico de
escasos llevó a los jefes hawaianos, una vez establecidos los primeros esclavos y de la migración en el Atlántico, muchos de los mayores movi-
contactos, a negociar con avidez para conseguir productos como telas mientos globales humanos eran peregrinaciones y andanzas de visiona-
americanas o europeas, porcelana china y sándalo. rios en busca de Dios. Éstas reflejaban los imperativos de la religión
Las intelectualidades del mundo arcaico transmitían mitologías y cósmica. Jerusalén y Roma, por ejemplo, retuvieron su magnetismo pa-
sistemas éticos que complementaban estas ideologías políticas. En ra los cristianos de la Ilustración. Por ejemplo, tanto Napoleón como el
Eurasia y África, la evocación del carisma de Roma o «Rum» solía ir revolucionario irlandés de 1798 Wolfe Tone se tomaron tiempo cuando
acompañado de la historia de Alejandro Magno. Los reyes mogoles del otros problemas más importantes acechaban, para buscar la forma de
siglo XVII, en sus reuniones con los abjuras hindúes, imitaban el supues- devolver a los judíos al Templo deJerusalén35. Para los gobernantes islá-
to comportamiento de Alejandro frente a los abjuros griegos ascetas, los micos desde Sumatra hasta Nigeria, organizar peregrinaciones a los
cínicos, y a los brahmanes apóstatas indios31 . Incluso en el siglo XIX, lugares santos era el deber principal de su política exterior. La expan-
los británicos que viajaban por los pasos de montaña de Afganistán bus- sión del movimiento místico sufí dentro del islamismo, sobre todo del
caban la descendencia del ejército alejandrino entre las tríbus32• La filo- movimiento «místico» Chishti, parecía una analogía religiosa de la glo-
sofía del maestro de Alejandro, Aristóteles, también se mantuvo fuerte balización de los reyes. Incluso en el mundo atlántico, la fe cristiana
en grandes áreas cristianas e islámicas, incluso en el siglo XVIII. La ética creó tendencias de migración sagrada a larga distancia. La diáspora de
aristotélica había pasado de mano de los escritores islámicos medieva- los franciscanos y los jesuitas, la expansión de los mormones o los via-
les al lenguaje moral cotidiano del mundo indo-islámico. En las cortes jes habituales de los cuáqueros ingleses e irlandeses cruzando el Atlán-
de muchos gobernantes islámicos se leían a diario obras de ética islámi- tico en el siglo XVIII son casos a tener en cuenta.
ca basadas en Aristóteles. Formaban la opinión de los jueces locales33 . En tercer lugar, los hábitos físicos ayudaron a promover la fuerza
Mientras tanto, Aristóteles y sus discípulos siguieron siendo un elemen- subyacente de la globalización arcaica. La transmisión de ideas promo-
to importante en el panorama intelectual de Europa y de sus colonias cionó el intercambio de bienes materiales y esto, a su vez, promocionó
hasta el siglo XIX. En una fecha tan tardía como 1860, los clérigos de la la difusión de ideas nuevas. Los sistemas biomédicos del mundo, grie-
América anglófona e hispanohablante usaban a Aristóteles para justifi- gos, islámicos, hindúes, taoístas y confucianos, se solapaban. Los espe-
car la esclavitud. cialistas se leían unos a otros. Buscaban las mismas sustancias animales,
La idea de la tradición filosófica del «republicano cívico» ha infor- especias y gemas para potenciar el sexo, la reproducción y la salud físi-
mado la historiografía intelectual europea y los inicios de la americana ca. Junto con los símbolos reales, como los metales preciosos, el arma-
desde la obra seminal de J ohn Pocock en la década de 196034 . Según su mento y los caballos, la búsqueda de medicinas valiosas impuso tenden-
punto de vista, la mayoría de los filósofos todavía echaban la vista atrás cias profundas a los desplazamientos y al comercio de los pueblos36.
al mundo antiguo y ensalzaban sus sólidos valores aún no corrompidos Ayudaron a crear la «etnoscopia» arcaica, otra expresión de Arjan
por el Estado o por el mercado. Quizás, sin embargo, podamos atisbar Appadauri37 , una tendencia global a la mezcla cultural. En el siglo XVIII,
también otra tradición republicana cívica más amplia, que limitaba el por ejemplo, gran parte del comercio exterior chino se dedicaba a con-
poder de los reyes de Asia y el norte de África. Igual que en la tradición seguir productos para alargar la vida, así como símbolos reales. El té, el
republicana europea, los reyes debían gobernar bien para preservar el tabaco y, luego, el opio entraron en China como productos medicinales.
equilibrio del sistema ideal, protegiendo a los beatos propietarios y equi- Después, todos ellos se convirtieron en símbolos de ocio y, más ade-
librando los intereses de las diferentes profesiones. Estos elementos lante, en el siglo XIX, en bienes de patológico consumo masivo. Hasta

24 25
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA « G LOBALIZACIÓN ARCAICA»

cierto punto, esto también se dio en Europa occidental y en el mundo De Vries llama «revoluciones industriosas». Aun así, el cambio fue
atlántico. desigual. En el ámbito de los hábitos físicos y del comportamiento per-
La globalización arcaica funcionaba, entonces, de varias maneras sonal, la transformación fue especialmente lenta. En Europa y fuera de
diferentes que se reforzaban mutuamente. En el nivel más amplio, esta- ella, las empresas comerciales mantuvieron la reputación cultural y bio-
ba la ideología de la supuesta comunidad del Viejo Mundo, erigida por moral de lo que en un principio fueron productos carismáticos, sustan-
la realeza universal y la religión cósmica. A un nivel intermedio estaban cias que tenían fama de cambiar el cuerpo y el espíritu de la gente. El
los desiguales patrones de las dispersas comunidades comerciantes, tabaco se consideraba, y se considera, un estímulo a la capacidad men-
militares y de especialistas generadas por este sistema de valores. Fue- tal. Los gustos aristocráticos y burgueses preservaron los rituales de
ron éstos los vínculos que diseminaron a los mercaderes armenios sociabilidad y el aura de excepcionalidad subsecuente de lo que eran ya
desde el reino húngaro hasta los mares del sur de China. Por último, bienes industriales, por lo menos en lo que a producción se refiere.
en lo que respecta a los hábitos físicos, el ser humano construyó nexos La primera etapa del auténtico imperialismo global, 1760-1830, la
globales a través de la transformación biomoral de sustancias y bienes. veremos en el capítulo 3. Si consideramos las fuerzas que promovieron
La lógica de tal consumo era la de consumir estratégicamente bienes la interconexión global, fue un periodo en el que se miró tanto hacia
diversos. Esta tendencia a coleccionar objetos carismáticos era muy delante como hacia atrás. Surgieron nuevos elementos, sobre todo en la
diferente a la uniformidad impuesta por el mercado en el mundo economía atlántica europea. Por primera vez, los cambios en las Amé-
actual. ricas afectaron directamente a Asia. Por ejemplo, la Revolución Ameri-
cana cambió el comercio asiático de forma considerable al obligar a la
Compañía de las Indias Orientales inglesa a redoblar la compra de té en
China y, eventualmente, a introducir opio indio en el territorio Qing.
GLOBALIZACIÓN ARCAICA Y PRIMERA GLOBALIZACIÓN MODERNA Pero durante esta misma etapa, los instrumentos del arte del gobierno
internacional y las ideologías que los informaban mantuvieron caracte-
El comercio interregional de té, tabaco y opio representa el segundo rísticas arcaicas.
nivel, la fase de transición, en el surgimiento del orden moderno inter- A nivel ideológico, la hibridación y la mezcla caracterizaron estos
nacional. Supuso la primera expansión capitalista, que empezó en el años. Por una parte, el almirante francés Louis Antoine de Bougainville
Atlántico en el siglo XVII y que, para 1830, se había expandido por gran (1729-1811) y el capitán inglés James Cook (1718-1779), que explora-
parte del resto del mundo. Esta fase estuvo asociada con la trata de ron el Pacífico, usaron sistemas racionales y metódicos de investigación.
esclavos en el Atlántico. También fue el periodo del auge de las compa- Los hombres cultos de las Reales Academias Orientales de Francia y
ñías colegiadas europeas -los brazos mercantiles del poder estatal- y Gran Bretaña intentaron hacer un «mapa de toda la humanidad»,
de las reales sociedades de comercio creadas en Asia para controlar este mediante el cual pudieran clasificarse todas las especies, pueblos y pro-
negocio creciente. La globalización protocapitalista se desarrolló engor- ductos38. Por otra parte, seguían prevaleciendo ideologías arcaicas. Por
dando y parasitando -«canibalizando», como dice, de nuevo, Arjan ejemplo, los que viajaban a Egipto trataban de encontrar el poder cós-
Appadauri- los vínculos anteriormente creados por la globalización mico de las pirámides. Lo que los egiptólogos modernos denominan
arcaica. Por ejemplo, la captura de esclavos, en su momento una estra- ahora «piramidiotez» tiene una larga tradición. En la década de 1790,
tegia de la formación de la gran comunidad familiar arcaica de África y un oficial anglo-alemán destacado en la India creyó haber descubierto una
del mundo otomano, se convirtió en una brutal industria protocapita- descripción de las antiguas islas británicas de los tiempos de José de
lista. Arimatea en unos textos sánscritos39. En este mismo periodo, un esco-
Estas nuevas entidades globalizadoras trataban de subordinar y cés se convirtió en rey de Honduras, y un oficial angloindio llevaba con
redistribuir metódicamente la mano de obra a una escala mayor. Como él imágenes de las deidades hindúes. Un oficial anglo-irlandés, sir
se demostrará en el siguiente capítulo, intentaron conectar y explotar WilliamJonhson (1715-1774) , aprendió lenguas indígenas amerindias,
las reorientaciones regionales de producción y consumo de lo que se casó con indias y se erigió en «padre» de su pueblo. En general, la

26 . 27
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA»

práctica religiosa siguió siendo ritualizada y flexible. En los mundos bri-


tánico y norteamericano, el requisito para ser funcionario no era ni la
raza ni el color, sino simplemente el estar bautizado. Incluso en los do-
minios centrales islámicos, los sultanes hacían regalos reales a los mo-
nasterios cristianos y a las sinagogas.
En referencia a los hábitos físicos, las fronteras de la nación-estado
étnica no estaban todavía en vigor. En la práctica no se controlaban
demasiado las relaciones sexuales. En todo el mundo se desarrollaron
grandes comunidades euroasiáticas, afroasiáticas y, más adelante, euro-
australianas. La gente usaba una gran variedad de medios para fortale-
cer y proteger sus cuerpos. A pesar del nacimiento de la nueva profesión
médica en Europa, la mayoría de la gente prefería seguir utilizando una
variedad de tratamientos médicos, reforzados por la oración y la magia.
El consumo de hierbas exóticas y carismáticas y de otros productos
potenció el intercambio de información biomoral a escala global. La
viruela viajó desde Persia hasta Inglaterra. Desde allí, se diseminó por
contacto físico directo a las bases comerciales europeas de la India y de
los puertos de China y, de ahí, a los centros reales del interior.
¿Cómo se asignaban el honor y la importancia a la gente durante
esta interconexión global? Todavía no dominaba el concepto de la raza
ni la nacionalidad, tal como se entendían a finales del siglo XIX. Más
bien, lo que caracterizó este periodo fue una serie de clases interconecta-
das en lo que a estatus, honor, pureza y linaje se refiere. Era un «siste-
ma de castas» en el sentido original portugués del término. En tal
esquema, la pureza de sangre de la aristocracia europea era un polo del
estatus, así como ser descendiente de esclavos era el otro. Como expli-
ca el manual de pedigrí mexicano del siglo XVIII Las castas mexicanas40 , 1.4 Castas en el Viejo Mundo: matrimonio mixto. Un español, su esposa india
todos los de-más grupos humanos se diferenciaban según una compli- mexicana y su hijo. Cuadro de Miguel Cabrera.
cada jerarquía que se extendía entre ambos polos (véase ilustración 1.4).
Esta noción arcaica de casta o raza prevaleció en los mundos caribeño,
ibérico y angloamericano. La noción de casta también se usaba en el
mundo musulmán y en el asiático, porque era allí compatible con la idea euroasiáticas e islámicas a su propio concepto de refinamiento y barba-
que se tenía del estatus. rie. Como demuestra Frank Dikotter en su libro sobre la raza en la
En la India, las ideas predominantes de pureza e impureza encaja- China moderna, el sistema clásico biomoral chino asignaba el mayor
ban en el sistema de castas de las ciudades de la costa oeste, donde los valor a la raza amarilla. A los blancos los asociaba con la torpeza men-
portugueses se asentaron a partir del siglo XVI. Los musulmanes podían tal y a los negros, con las pasiones incontroladas41 . La casta como medi-
identificar, más o menos, el sistema de «castas» europeo a su propia da global del estatus que se detentaba fue la clave discriminatoria en la
manera de entender el estatus. Ésta se basaba en principios humorales interacción entre las personas durante la diáspora arcaica y la primera
y en la proximidad histórica con la familia del Profeta. A su vez, los diáspora moderna. Operaba a un nivel más profundo que la nacionali-
mercaderes chinos de las ciudades portuarias adaptaron las categorías dad, que durante este periodo fue una categoría flexible y poco definida.

28 29
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN

PERSPECTIVAS 2

Estas conexiones de ideas, creencias religiosas y consumo material die- TRANSICIONES DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES
ron forma y estructura al viejo orden mundial cuando éste empezó a A LA MODERNIDAD
acelerar su cambio bajo la influencia del comercio atlántico y de los
grandes imperios mundiales. Pero al igual que los fuertes cambios mate-
riales, los movimientos ideológicos también extendían el conflicto y la
incertidumbre. Sanjay Subrahmanyam, desarrollando una idea de Jean
Aubin, demostró que los musulmanes y los cristianos del siglo XVI se
vieron afectados por la corriente milenarista, que podía utilizarse para
justificar la expansión política, el conflicto y la guerra. La llegada del
primer milenio y medio desde el nacimiento de Cristo había desperta- Hace cincuenta años, si a los historiadores profesionales y a los estu-
do nerviosismo entre los cristianos. La llegada del milenio del mensaje diantes se les hubiera preguntado cuál fue el principal factor económi-
del Profeta había despertado expectativas entre los musulmanes. Los co mundial de la segunda mitad del siglo XVIII, probablemente hubie-
ecos de estas ansiedades y aspiraciones se mezclaron en lo que Subrah- ran respondido que la Revolución Industrial y el comienzo de la
manyam llama «la coyuntura milenarista»42 • Esto es algo importante producción mecanizada en Gran Bretaña. Nadie puede dudar de la im-
para este libro ya que, de la misma manera, las aspiraciones milenarias portancia a largo plazo de la industrialización y de sus efectos sobrefa
de los sijs, los budistas y los musulmanes, muy fuertes a partir de 1720, manera en que vivía la gente en todo el mundo. Pero ahora muchos his-
tuvieron efecto e interactuaron con el milenarismo que emanó de la toriadores son escépticos respecto a que Ja Revolución Industrial hubie-
Revolución Francesa. En este caso los estados e imperios eran más
1 ra progresado mucho en 1800, y han desestimado su importancia inclu-
grandes y estaban más enfrascados en la guerra que en el siglo XVI. El so en la mayor parte de Europa occidental y América antes de 1830.
caos político resultante fue aumentando de generación en generación a
partir de 1780.
Los efectos de esta «coyuntura milenarista» fueron muy fuertes, en
parte porque el mundo en 1780 estaba al borde de lo que el historiador LAS ÚLT!Jv!AS «GRANDES DOMESTICACIONES,, Y LAS «REVOLUCIONES
de China, Kenneth Pomeranz, ha llamado «la gran divergencia»43 . El
INDUSTRIOSAS,,
futuro social y económico de la raza humana empezaba a apuntar en
direcciones muy diferentes. El siguiente capítulo analiza con más detalle
Desde una perspectiva global, hay otros dos tipos de cambio social Y
las crecientes divergencias entre la actividad económica de las diferentes
económico más importantes para la historia mundial que la industriali-
sociedades del mundo, sobre todo entre Europa occidental y el resto.
zación, por lo menos antes de 1830. El primero de estos cambios fue la
Luego examina las diferencias más sutiles que emergieron en la organi-
fase final de lo que podríamos llamar la «gran domesticación». Varios
zación de los estados y sociedades civiles en los diferentes continentes.
miles de años antes, el ser humano empezó a pasar del pastoreo nóma-
da y la recolección, con algo de agricultura a pequeña escala, a la explo-
tación agraria regular e intensiva. El proceso entró en una fase final Y
muy rápida en las fronteras nómadas que quedaban hacia 16501 • Hubo
varias razones para ello. La población humana empezó a crecer mucho
más rápidamente a causa del fin de las grandes plagas pandémicas como
la peste bubónica. Incluso en el centro y el sur de América, donde las
enfermedades importadas por los europeos habían recortado drástica-
mente la población, ésta empezó a recuperarse. Las enfermedades se

30 31
EL HN DEL ANTíGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNlDAD

volvieron endémícas en poblaciones más resistentes. Tras los «descubri- importantes el incremento de población y los avances en agricultura en
n1ientos» españoles y portugueses en el centro y el sur de América) nue- sociedades individuales. El deseo de ocupar, colonizar y abonar tierras
vas variedades de alimentos más nutritivos empezaron a llegar al Viejo había sido la principal fuerza motriz en África desde el siglo X!. En el
Mundo, mejorando la fertilidad y la resistencia a las enfermedades. este y el sur de África, sobre todo) existía una antigua relación entre las
Según crecía la población, los campesinos pioneros salieron de los formas eficaces de cría de animales y el cultivo intensivo'. La isla de
nódulos ya asentados de agricultura y se diseminaron por las tierras Madagascar es un buen ejemplo de la naturaleza básicamente interna de
forestales y de pastoreo menos habitadas, poniéndolas en cultivo. estos cambios. La influencia del comercio exterior y del crecimiento del
Desde las islas indonesias basta el norte de Escandinavia, el creci- Estado musulmán en la costa del este de África fue mínima. Sin embar-
miento de estados más grandes animó la expansión de los cultivos y el go, desde el siglo XV al XVIII, la producción de arroz en Madagascar se
asentamiento de pueblos nómadas y de grupos agrónomos dedicados a incrementó mucho4• En este tipo de domesticación forzada, la mano de
la tala y quema. Era más fácil recaudar impuestos de un pueblo asenta- obra provenía de la población de siervos dependientes de los pueblos
do, y el Estado necesitaba soldados, mano de obra y dinero. Por ejem- conquistados. Los pequeños jefes con ambiciones de derrotar a sus ene-
plo, con el exterminio de la mayoría de los animales que daban pieles migos y de convertirse en reyes fomentaron estos cambios al tratar de
en la Siberia rusa hacia 1700, los campesinos pioneros empezaron a enriquecerse. Sería más tarde cuando estos nuevos tipos de actividad
adentrarse en este vasto territorio anexo a Europa. En todas partes de económica se vieron .reforzados por el comercio de esclavos con el
Europa, la agricultura empezó a extenderse por sus márgenes foresta- mundo exterior y con la llegada de los dólares de plata de María Tere-
les, montañosos y pantanosos. La destrucción de los bosques en Esco- sa a los mercados de Madagascar.
da y la división de las turberas en la Irlanda gaélica fueron parte de este Un ejemplo de un mundo todavía más autónomo es el Pacífico.
proceso. Más o menos al mismo tiempo, los colonos europeos en Nor- Aquí, a medida que los maoríes ocuparon la isla norte de Nueva Zelan-
teamérica empezaron a cultivar más tierra adentro) avanzando desde las da entre 1500 y 1800, se fueron talando bosques, exterminando las
zonas costeras del Atlántico por los valles fluviales, donde los pueblos especies autóctonas y desplazando a otros colonos anteriores para con-
indígenas se habían dedicado básicamente al pastoreo y la caza. Duran- vertir grandes áreas en cultivos de boniatos'. Incluso en ciertos enclaves
te el siglo XVIII, la exportación de cultivos comerciales como el grano, de Australia, la ganadería porcina y la horticultura habían llegado desde
el azúcar y el tabaco desde los puertos de Latinoamérica y el Caribe se Nueva Guinea en el pasado reciente precolonial, modificando los esti-
incrementó drásticamente. El cultivo de estos productos se extendió los de vida de los aborígenes 6 •
también a zonas que hasta entonces habían sido bosques y pampas. En En muchas partes del mundo, la última gran domesticación --el
las cercanías de Buenos Aires, a medida que el negocio de la piel de más rápido cultivo de las praderas, junglas y estepas y la intrusión de
vacuno experimentó un boom a finales del siglo xvm, los nómadas indí- campesinos pioneros en los bosques- generó materias primas y mano
genas se vieron obligados a abandonar las mejores zonas de pasto o a de obra para las nuevas economías comerciales del siglo XIX. Los anti-
asentarse como sirvientes en los ranchos. Aquí, la vieja «domesticación» guos habitantes de los bosques y los pastores asentados o «sedentariza-
se asoció con una nueva forma de comercio: se importaban esclavos dos» se convirtieron en «culíes» y trabajadores contratados por las
africanos y se exportaba cuero2 • poblaciones blancas dominantes en el mundo decimonónico. Pero esta
Estos cambios en la agricultura fueron acompañados por lo común por gran domesticación había ido cogiendo ritmo durante muchas genera-
la expansión de las comunidades de pioneros. A lo largo de las fronteras ciones anteriores y ya no se limitaba sólo a las zonas de dominio euro-
internas y externas del mundo islámico asentado, los hospicios de los peo. Iba a ser una fuerza formativa en la creación de las sociedades
místicos sufíes estimularon a menudo el asentamiento de comunidades modernas desde Indochina hasta el centro de África.
agrarias en sus entornos, como pasó igualmente con las redes de misio- Otra serie de grandes cambios culturales y económicos distintos a
nes y de monasterios cristíanos en el centro y el sur de América y en la domesticación, aunque relacionados con ella, tuvieron lugar en el cora-
Sudáfrica. Un comercio exterior fuerte actuaba a veces como un impor- zón de las viejas sociedades agrarias. Fueron los cambios que se han lla-
tante estímulo al cultivo intensivo, pero generalmente fueron más mado «revoluciones industriosas>>. En algunas zonas, la reorganización

32 33
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN

de la demanda y de los recursos fue un complemento esencial de una


revolución industrial que iba naciendo poco a poco. Pero no siempre
fue ése el caso. El concepto de una «revolución industriosa», desarro-
llado por el historiador holandés Jan de Vries, ha vuelto la idea del
intercambio económico en el Viejo Mundo más compleja e interesante7 •
Pero también la ha hecho más incierta, porque Europa, sus colonias
americanas y las economías esclavistas atlánticas no eran las únicas
regiones del mundo que experimentaron lo que cabría llamar revolucio-
nes industriosas en los siglos XVII y XVIII.
De Vries mantiene que los pueblos de Holanda, el sur de Inglate-
rra, el norte de Alemania y las Trece Colonias norteamericanas fueron
experimentando una serie de revoluciones industriosas. Esto significó
la utilización de la mano de obra familiar de forma más eficaz median-
te la compra de bienes y servicios de fuera de casa. Las familias adqui-
rían nuevos «paquetes» de bienes de consumo, que generaban más pro-
ductividad y mayor satisfacción social8 • Por ejemplo, el consumo de
café, y más adelante de té, conllevaría la compra de azúcar, panes espe-
ciales y platos baratos con que tomarlo. El paquete resultante -llamé-
moslo «desayuno»-- significó un consumo más alto de calorías, una
nueva disciplina horaria y una nueva moda social que emular domésti-
camente. Fomentó también el negocio de la comida especializada y, más
adelante, el de vajillas desechables que sustituyeron a las antiguas vaji-

~o
llas heredadas de generación en generación. En el caso de Inglaterra,
Hans-Joachim Voth ha estudiado detalladamente un aspecto de una
revolución industriosa para demostrar que toda la sociedad se vio inva- ~ ~
0 V,
dida por un nuevo sentido de la disciplina horaria entre 1750 y 18309 • ~
¡ v-o
La demanda que surgió con «el invento del desayuno», así como con la ~
o V,

de muebles para la casa y con la privacidad doméstica, bien pudo crear J ~


consumidores para la incipiente revolución industrial, como ocurrió en e~ J3
Gran Bretaña; pero las revoluciones industriosas no provocaban necesa- "'
riamente una industrialización temprana. No siempre fueron formas de
"'oc..
...::,
«protoindustrialización», para usar un término más ambiguo en boga >1-1
entre los historiadores de las décadas de 1960 y 1970. Para la mayoría t--•"·-.,t...., ,....¡
N
de las interpretaciones, la Revolución Industrial fue una «revolución de
la oferta», que llegó como resultado de la mecanización de la producción.
Las revoluciones industriosas, en cambio, incrementaron la prosperi-
dad de una manera más sutil, sin el beneficio de fomentar la producción in-
...J
i
dustrial. Sin duda, eran revoluciones de la oferta de una forma modes-
ta, pero también reflejaban cambios en la demanda y en los hábitos del
consumidor que llenaban dicha demanda. Esta tendencia favorable a las

34
LOS Tilt'Í.NSlTOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD
MONGOLIA EXTERIOR
(1697)

CONQUISTAS QING revoluciones industriosas sin industrialización temprana fue característi-


(siglos xvu y xvm) MANCHURJA
ca de los Países Bajos, Alemania y la costa de Norteamérica, pero tam-
MONGOLIA INTERIOR bién se dio en partes del valle de México y en la costa de Brasil antes de
(1655)
1850. Estas zonas sólo desarrollarían una auténtica producción indus-
trial a gran escala mucho más tarde.
Este capítulo amplía la idea de la revolución industriosa enfocándo-
la geográficamente y dándole un aspecto cultural. En primer lugar, es
útil extender el concepto a regiones extraeuropeas, en las cuales los his-
toriadores ya han identificado cambios en el consumo, la producción y
CHINA
(Imperio Qing) la distribución local. Los valores del consumidor, claro está, eran espe-
Nanking cíficamente culturales. En China fue el anhelo por disfrutar de los lujos

refinados de la élite mandarina lo que se extendió entre la clase media
1ÍBET y los mercaderes. Esta demanda ayudó a reorientar la producción y la
mano de obra de muchas zonas. En Japón, el estilo aristocrático de los
samuráis generó ciertos códigos de vestir y de llevar espada por moti-
vos de estatus social. Esto fomentó la producción metalúrgica y una

MAPA 2.2. El Este asiático en el siglo XVIII. 2.1 La China industriosa: interior de una tienda de té, Cuadro chino del siglo XIX.

37
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGfMENES A LA MODERNIDAD

especialización interregional como había ocurrido en Europa. La «obje- NUEVAS TENDENCIAS DE LA CULTURA MATERIAL, LA PRODUCCIÓN Y EL
tivización del lujo» tomó formas muy diferentes en cada continente. COMERCIO AFROASIÁTICOS
Aun así, ciertos cambios sociales parecidos fueron fruto de las revolu-
ciones industriosas. Como la gente había oído hablar de maravillosas Los historiadores siempre se han preguntado por qué China, con su
sustancias de tierras lejanas, y era aficionada a lo exótico, se introduje- experiencia tecnológica y su complejo sistema de marketing interior,
ron en las tendencias de la globalización arcaica y empezaron a trans- entró en el siglo XIX en un clima de crisis social creciente. La Rebelión
formarlas. del Loto Blanco, que llegó a un punto crítico entre 1796 y 1804, pare-
En segundo lugar, estos microcambios contribuyeron a una nueva cía ser la primera de varias rebeliones milenarias de campesinos que
dinámica proclive a la expansión comercial. Los capitalistas mercantiles debilitaron y empobrecieron a China frente a la agresión occidental.
de muchas sociedades percibieron rápidamente el potencial de los nue- Esta pregunta se ha vuelto aún más importante en la última década.
Una serie de historiadores de la China del siglo XVIII ha presentado un
vos mercados y los nuevos productores, y empezaron a conectarlos
panorama que modifica la visión del declive de ésta. Describen un co-
dando lugar a nuevas vías de comercio mundial. Esto ocurrió antes de
mercio vivo, una especialización interregional y un contacto positivo de
que en Europa se hubiera producido una industrialización significativa.
la aristocracia y los campesinos con el mercado emergente 10• Por
Es curioso también que algunas de las materias primas claves de las
supuesto, todas estas son características típicas de las revoluciones
revoluciones industriosas de Europa y de América fueran productos
industriosas de Europa, aunque el contexto cultural era muy diferente.
tropicales: azúcar, tabaco, café y té. Como corolario, esto significó que
Incluso se ha dicho que en una fecha tan tardía como 1820, la econo-
los europeos y sus colonos americanos fueron los mayores beneficiarios mía china presentaba una abundante producción sin que hubiera urba-
del sistema. Desde luego, los mercaderes chinos, árabe y africanos se nización masiva 11 • La mano de obra era cada vez más libre y flexible,
enriquecieron, pero los que se llevaron el mayor «valor añadido» fue- mientras que se expandió el crédito por medio del cada vez mayor de-
ron los europeos. sembolso que realizaron los pequeños prestamistas y comerciantes de
Hay varias razones que explican esto. Desde un periodo muy tem- la plata del Nuevo Mundo en el interior.
prano, las operaciones mineras y de explotación de las Américas otor- En China, como en las revoluciones industriosas de Europa, un
garon ventajas competitivas a los europeos en el comercio global. La avance crucial fue la reorganización de los sistemas de trabajo domésti-
expansión del sistema de producción esclavista les dio otra gran venta- co y, lo que es más importante aún, del consumo. Cada vez más muje-
ja. A veces, las revoluciones industriosas de De Vries parecen domésti- res trabajaban como artesanas, incrementando los ingresos familiares
cas y dóciles, con fragancia a vasijas de Delft y a las vacas felices del pin- con recursos ajenos. Desde el siglo XVI al XVIII el consumo de artesanía
tor holandés Cuyp. Pero éste no fue el caso. En el Caribe, productor de refinada se extendió desde la aristocracia docta a los señores de clase
dos de los componentes básicos del desayuno, la brutalidad y la repre- más baja, a las familias de clase media y hasta a algunos campesinos
sión eran el plato del día. Esta violenta y forzada revolución industrio- enriquecidos. Las familias campesinas pobres encontraron entre ellos
sa acrecentó las flotas armadas europeas y puso a punto las técnicas de un mercado para bienes y productos como pañuelos estampados y cajas
España, Holanda, Francia y Gran Bretaña para proyectar su poder por laqueadas para dulces. Un testigo del siglo XVII habla de un cambio en
el mundo. Por último, tal como se verá en las secciones finales de este los hábitos de consumo, que continuó durante el siglo XVIII. Observó:
capítulo, Europa y las colonias norteamericanas eran sociedades infor- «Ahora, hasta los oficiales de menor rango empezaron a usar muebles
madas, en las que la curiosidad y la codicia convirtieron la información de maderas nobles y los ebanistas abrían tiendas donde vendían muebles pa-
en una herramienta para la exploración del mundo y, más adelante, para ra bodas y otros objetos»12 . Lo mismo ocurrió con la porcelana lige-
su conquista. Esto, sin embargo, es adelantarnos a los acontecimientos. ramente floreada de colores rosa y azul que asociamos con el reino de
La siguiente sección analiza las fortalezas y las debilidades de las revo- Qianlong. Los anticuarios de Europa y Norteamérica siguen vendiendo
luciones industriosas fuera de Europa occidental. grandes cantidades de estos objetos, que atestiguan el floreciente co-
mercio que tenían con China las compañías inglesas y holandesas. Los mer-
caderes chinos también exportaron grandes cantidades al Sudeste Asiático.

38 39
S- 1·0 ·-1lrnrvo > LUl~ inmeilsa c:mli:lru.
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1 de k 1"'1,r,-;dll(:ción de po1·celu1a e¡:i
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itH<.~,·í()r, IJ~h'l el cottsum~> de )..l dasc media y la b11tgue1fa comcr~t.U. El 11_<lad 111.1;mso dm:a.ntc Jos tumultos políticos de principiús dd siglo >;,-vm.
lujo ~.1.0: c{mvitl ió P.n un. fin c.:t1 sí JT1ismu 1 <.W.C :.-<:' e~ ¡,rc.s ~bñ no, ·~~)mo l•,n lils t1~t ~rns afri1s de l:1 ludia út::cick.ntal, donde e1u_eJ:gían nuevos si~,;e-
luu;tiJ. c.nto.oce~. m(~lantc d control del pm:l>Ju por n Higi:.trado:, ¡usw~ lll:\S ¡,ol1licos tras d d':''.'liv,, Jd po:ier mogol, lrny ¡,r~eb,IS J e q\ie ]os
sino ;:1dquhieN.~•.o bier1e.i:.. El lujo, de hec!10, se «obj<..~tivizó)> c~rno un ,.,,embJ o~. <le f:t l)<.lbfac.ion rutaf 01~eraban ..-:01Uo cmpresiuitxs, compr~m-
01otor bú.~ico J e hs rc:vo.hu:ioncs ind usctiosu:, de de-J1tro y de h1crn <.➔ e (lo Yvcn<iiendt' en lns JD(~tc:\ffc)s lucalc~. Pi-,umnmm Pa ::thasru·,ttlú ha cnl•
1.- ulado qu~>eo r~.rtnia1os renl(:'s, el ni\'d de vid~ de Íos reje<k>l·ei: ild sur
Europa.
'fendem.:i~s s.imifares 2.p,,rede:ron en Jarón a fímdc:s de (os .siglos de J~ Jndrn er ll_ 121ás ¡tito (ft.tc ei de sus contetuporáneos h1i;ánkos a
xvn y XVl fl. El crecirrúento ecoúómlr:o uo era. can·nlpl<lo l·o mo habfa 111 cd1,i<l~s del
Siglo XVIII ". Otro, c-.crítores han de-most1-odo que. a Jo
::iido en el s(r,lo xvn, y a n1enndo <:t*~n las zonas rutf1Jes k~ qut' prnspc-- l,uµo de, s•~º: la poblad ~n nirnl de c!llse baja ,,dq1ú1i6 riqll_cza y p1·es1i
rn.bari~ y no las grandes ciudades.. Así>,nunent·ó el nú:nero de m~1·c~1d_os Hi 0 , co,, ttrtdic,endo la >ie¡a llodón de- que la h1dia precolonfal ei,1 rí¡,>i
en Ia ndndvame.cte pac.:íficn cumpii.fa.. La lú~J10 d<: Q\:m1 s.:: espec1ali20 ? dwnentc ch~hL.J. :
lil élite sübu l'b.uu. ;\curm.tló bje nes como Cfü11h ién h11cín e n ~on.--1s d t'l En tc,di, d snr Y d oeste d e Asia, h rcvoloció11 ¡,olitica distors.ionó
nm:re de EL11·opa. Lá chute d<.:.: lo~ ca:>,-Jle1-os o $t~mud.~ <:srah.lcda las l. 'º:ied~J Y la producción, y es fiíd) exa¡\er-A: los efectos de ,iid,a clis,
mo<.hts de constuuú. Los mercaderes 1/ los nilllp~smos neos c.:úll)fl rah:H.l h>l'sJ~ll. Si algunos Cddqucs P,UeJ'.tt•ros desl tufon a Yl':(·<.·s su propio pa r.ti•
tn.ás S(-;das v objeLos tn.etáli<.:os. Flon;ciÓ la ccr-.ímica (.k: foi·ma c.xcMnnli- 1uorno o el de otros en pos di: sus barulL,~ con los señores o con sus
na.da cu;1~do .los sarnu ráís y los mcn.·aderes j;lponest,.'5 Hdoplaron Y ~• 1•11•1llos~ ?rt~s tl',llal_,an de- captm·:n artesano s y campesiuo!- para fundar
a<la¡,t,1ron la cerenwnia china <ld té a partic de 1600. La J,,mand,1 de 11~ P_rop1~~ J11dtL'itnas 1.o tales ~) SU$ zo n~s de agrkulrnra ín.ce,isiva. [o
c:sp,!íl., es¡,ecialcs y de amrnd\1ra5 ce.remonillles n~amc1!ía onipac!o, a " s1tvac,o11 -,n\a que ~scaseaoa la mano de obr:1 y no la ticrm, 1irrafan
111

los att~nns. Es posibleque~'Tt L7 )0 :ia población dd 1111:¡>etlo :Uomzat~11os t 111·ccs_~nos >" campesinos c':'n k. prorne:=.tl dt~ un mejor trato. Jvhís (Jlle
26 rnilfone~ de h:c\bitante:;1}. La haja tt1sa de c1'eci11úz11r.o demogl1l::'.k·o· de lr~Lrutrb,__l~s gue: rn~ d t·spJai:-1b ;.u2 fo pro<lucciórt ~ otra.~ zom-ts. Unos
Jt-1pón, c~lll'Sil<Í:1 por el aborto y ,:d u1at.i:imotllo tardí~> Meguró que ~as :utt·vos ::1sp1.ranres <l ~ommn>id'ores ~1ptlt<:cicro11 para r..::c1nµhtzar a J.o:s que
1 11 11
len1¡t$ mejoras c•Jl lu 11roducü\'i:..tld no fut>J-an ahsorb1da!- poJ· cle m:1$.IA~ 1 1 enconcc-S descoJl:.1bau: a bs «rnás altas ,1mapofos» que tb~m siendo
das hoeas nnev:1s. E\ r.onsl~m e aumento ck la t:lemandH-,1yu dé a mnnk 1
u1l:td:ts J>úr bs g1_1e.r,:-as y fos invasiones. J:)ox eJ~n,ploi aunque 1us.ciud,t·
nt:1' Ja),'. mcjorM• ~éc.:11k~1~, sobre todo en. ár<:.~ls .;;um.o la pt:sca y ~a tlgl'lcul .1, · 111 og0Jcs Ys,1btx,..-íc;s elltl'ttron .~n d~di·ve~ Jltn:vos pueblos como los
·turn. No se ptoduj::ton hwc-ntos itnpol'canlc:i ---<:omu h 1er~,n en 1111 .11h<1s d:
l.1 lndia occidcnrnl o lcm·,-,nds _y _qayaríes p<:rs.1s comprn-
l n,ql~.t erra t':l t011w J)ara hibr o el tno,or a vz.1,"'0r--·, p t J'(t los a~r1c1J:ro• l, 11 M'das luias, ,1lgodu11c,, . cnballo, y ,1rro, ,i tinales dd .sigfo X\inn.
re;·, pe;:;ca<lon.•:s y rocccad~tcs: ya S1.:'gUJ'OS. de sus propiedades, W:iero11
n,ncht,s pequcifa:S rnejora.s en los inéto<los d!! prúducd ún y •e n la mve r..
~ióu de ca¡>ir~L I.l w t1:rcn<l<., j:tpon.és $("'! tornó 1J1ás inl~rconexo: aunqLw
i::I poder político csblb,1 dh p.;;tso entre los mucho~ !(<.:notes 1·eg1<m<l~es.
()ui.:t.-lS rn~is sor.rn.·11L"fonte eS, ce- ténni110s de la vieja lítcn-lnif_il \ust6
tkil, fa imyresión. <le que pun.<~s de f11dia_ y Orfoote 1-kdio ~xpcnme11rn
f<lll t,\Jl1bi61. 1.:ond.idotlf::~ ·cconó1niC{ls l:wornbl1.,:$ pnr lo 1ue-.nos ha~tu ~lu hrr; J,isto das: sobre todo las qu·e esciiben. 1tadon:11i>tas a.,~f*írkos v
nedh,.<los del siWo xvffl. 'l'radiciom,b,1entc:~los histot'fadores delr1 Jndiu, 1111 , 11 10~. -~e. siguen preguntan.d o: <
<Entoüc.;.-s. c:qué !mlió mal?». ¿Po~
1
d lt'án v d imp~rfo <)toooan<., del siglo XVJU han ..::onsiderado las econn ti 11 lt' us1u11c o~ Yatric.:an~~ no supieron arn·ovechar fos brote~ de dc-
n-.ÍaH d~ {"$to:,;. ;,aíses ..:uHJ.(• «\xc.mcm fas :.le c.ribulo», en las cuflles las (.'¡. 1 11 11• l, 1 l ll •c.· ,,tuv1ei:on_ ..en f / 00 e incluso en 175{)? Nomrnlm..-:n.t.e }a f)t\":·
· dadr.:{ cr-.m. par<-1sitarias del (·::u npo, y los cam~ inos sólo prodúcfao prn a
, 1111111 111 l 111c1an refi1, eod;lse ;1 fa Revofoción Inch.istri;.11, fo mccani?':-\·
que se vc:fao obligados a pa~~l r impu~ tos a) E:;rado o rentas sobr.._· , i •• 1
"' , \.' 111, u lrs rcvol ucro ncs .in duscrios.as. Esto oc1.11·1·e porque hti::;ht
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD

hace poco la mayoría de los historiadores económicos se interesaban China continuó por lo menos hasta la crisis que siguió a la guerra del
por la distribución de bienes materiales más que por la demanda. Las opio de 1839-1842.
respuestas de los historiadores para explicar el declive relativo se refe- Hay razones que aconsejan no ser demasiado optimista con el sur
rían a ciertos factores internos. Entre ellos, los problemas de comunica- de Asia del siglo xvm. Por muy fuertes que fueran algunas economías
ción, el papel tributario del Estado, que esquilmaba la riqueza del pue- regionales de la India, el subcontinente parece haber estado sumido en
blo, sobre todo de los campesinos, y los efectos destructivos de las un juego de beneficio cero en el cual la gente, el capital y los recursos
rebeliones campesinas contra los señores del viejo orden. iban circulando de zona en zona sin que hubiera un crecimiento econó-
Estos historiadores acusaron luego a la expansión de Occidente y al mico sostenido en ninguna región específica 18. En el Imperio Otomano,
capitalismo de asestar un golpe mortal a la ya debilitada víctima que el progreso económico se vio frenado por los constantes contenciosos
condenó a Asia y África a un siglo de opresión y miseria. La trata de entre, de una parte, los señores regionales, las ciudades y las «tribus» y,
esclavos, dicen, secó el potencial para el desarrollo del oeste y el centro de otra, las autoridades centrales, que trataban de imponer un férreo
de África, que, si bien no se hallaba a punto de una revolución indus- control administrativo sobre el aprovisionamiento y abastecimiento de
sus ciudades19 . Los ataques periódicos -mejor dicho, las incursiones-
trial, sí experimentaba un crecimiento y una expansión del comercio y
del consumo locales. En India, la Compañía de las Indias Orientales por parte de tribus cuyos monarcas aspiraban a ser reyes universales,
como vimos en el capítulo anterior, indican que la periferia de África y
arrumbó los grandes centros textiles al rebajar a la fuerza el sueldo de
Asia no estaba lo bastante controlada. Las revoluciones industriosas inci-
los tejedores y, en último extremo, al dejar de comprar y de exportar
pientes no pudieron arraigar a raíz de esta incertidumbre política y geo-
productos indios. Algo parecido ocurrió con los pequeños sectores pro-
gráfica.
ductivos textiles y metalúrgicos otomanos y norteafricanos, que ya esta-
Nada de esto, sin embargo, indica un «declive de los demás» con-
ban sufriendo la corrosiva competencia de Italia y Francia en el siglo
sonante con la gran diferencia de riqueza, productividad y esperanza de
XVIII. André Gunder Frank ha resucitado recientemente este argumen-
vida que existía entre Occidente y el resto del mundo en 1900. La pri-
to, yendo incluso más lejos al afirmar que Europa no tenía nada de mera parte del siglo XIX fue un periodo de adaptación positiva a los
especial 16• Lo que ocurrió fue que una serie de crisis extraeuropeas casi cambios globales para gran parte del Imperio Otomano, sobre todo
fortuitas dieron la impresión del «auge de Europa». Egipto. En el sur de Asia, el sector textil sobrevivió hasta por lo menos
Hay que equilibrar ambas partes del argumento. En primer lugar, el 1820, y partes del subcontinente siguieron siendo relativamente próspe-
«declive de los demás» sólo fue un proceso parcial y limitado. Sin duda, ras hasta la depresión agrícola de la década de 1830, a pesar del «dre-
hay pruebas de que el crecimiento comercial y agrario que menciona- naje de riqueza» hacia Gran Bretaña.
mos en la sección anterior ya empezaba a detenerse en 1770 en muchas La idea del «declive de los demás» puede, por tanto, caer en la exa-
partes del mundo, exceptuando el noroeste de Europa y Norteamérica. geración, y tampoco se debe insistir demasiado en el desarrollo excep-
Los sistemas políticos de Asia y África experimentaron dificultades cional de Europa. El «auge» de Europa y de la América europea entre
para mantener la expansión económica, y esto tuvo su impacto en las 1750 y 1850 fue algo más que un mero resultado del relativo «fracaso»
regiones «industriosas» y prósperas. Para estas fechas, por ejemplo, el de Asia y África, aunque tampoco hemos de situar el dinamismo del
régimen Qing mostraba síntomas de «sobredimensionamiento impe- noroeste de Europa y Norteamérica sólo en el ámbito económico. Se
ria1>. Dedicaba cada vez más recursos a las guerras fronterizas, sobre puede explicar también por ciertas características del Estado y de la
todo en la valiosa Asia interior. Mientras tanto, parece ser que hubo un sociedad. El particular estilo de las revoluciones industriosas de Euro-
decrecimiento del comercio interior chino porque las zonas costeras pa noroccidental -y, más adelante, de sus revoluciones industriales-
miraban a ultramar y las del interior se hicieron más autónomas 17 • Algu- Fovenía de un contexto económico y social que les otorgaba una
nas zonas del país empezaron a tener también problemas ecológicos fll_ayor fuerza acumulativa para el cambio que lo que ocurría en Europa
graves. Por otra parte, los estudios recientes de R. Bin Wong y Kenneth del sur y del este y en el resto del mundo. A corto y medio plazo, por lo
Pomeranz, entre otros, indican que la expansión comercial y agraria de menos, significó que estas pequeñas transformaciones económicas y

42 43
EL FIN DEL ANTIGUO RÉ(;Ilv1EN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODER."'ITDAD

sociales fueron más duraderas que en África y Asia. El resto de este Como también comenta Pomeranz, el noroeste de Europa avanzó
capítulo considera aspectos del dinamismo financiero de Europa y su rápida y eficientemente para explotar el uso del carbón. Este producto
esencial contexto ideológico y social. se transportaba a larga distancia para servir de combustible en las revo-
luciones industriosas regionales y, más adelante, en la producción in-
dustrial. Los recursos de combustibles fósiles chinos, sin embargo, esta-
ban aislados en el norte y en Manchuria y no se podían explotar tan
COMERCIO. FINANZAS E INNOVACIÓN: VENTATAS COMPETITIVAS EUROPEAS eficazmente. El carbón provocó otra cadena de avances en Gran Breta-
ña. Las minas necesitaban bombas de vacío. A su vez, el desarrollo de
sistemas de bombeo alimentó la fundición de hierro y ayudó a entender
En el capítulo 1 ya se ha aludido a algunas de las características que die-
mejor las características del vado, lo que sería clave para el gran avan-
ron este dinamismo económico adicional a Europa Occidental en su
ce en la energía de vapor. Aunque inventos como el torno para hilar y
transición hacia lo que la gente empezó a llamar la modernidad. En pri-
la máquina de vapor tardaron mucho en incrementar el crecimiento
mer lugar, como dice Kenneth Pomeranz2°, Europa disponía de una global de la economía, como mantienen algunos historiadores ahora,
enorme fuente de recursos infrautilizados en comparación con China e hacia las décadas de 1820 y 1830 empezaron a dar a los europeos una
India, tanto en el propio continente como en las Américas. Además) se mayor ventaja en tecnología militar22•
hizo con mano de obra y con recursos gracias a la expansión del sistema El noroeste efe Europa y sus colonias norteamericanas sacaron cada
esclavista de plantaciones, que le proporcionó unas enormes provin~ vez más partido de otras tres ventajas que eran más de índole sociopo-
cias de producción agraria barata. A lo largo del siglo XVJ!l, se talaron lítica que económica, pero que ayudaron a sus pueblos a proyectarse
enormes áreas de bosque en Europa occidental, Siberia, Norteamérica internacionalmente. Hemos de analizarlas en conjunto con las condicio-
y, más adelante, en la costa occidental de la India, Birmania y el norte nes económicas señaladas por Pomeranz. En primer lugar, unas institu-
de Australia para aprovisionar de madera a la industria naval. Ya en el ciones legales relativamente estables garantizaban que los avances eco-
siglo XVIII, Europa exportaba su excedente de población a las Améri- nómicos rindieran sus correspondientes beneficios. Fuera de Gran
cas, con lo que redujo los problemas de densidad de población que Bretaña, el derecho de propiedad intelectual tardó en evolucionar, pero
afectaron cada vez más a partes de Asia en el siglo XIX. el derecho consuetudinario inglés y el derecho romano europeo garan-
La productividad agrícola probablemente fue mayor en partes de tizaban en general la propiedad familiar y privada. Los inventores e
India y China que en Europa durante el siglo XVII. Pero nuevos tipos innovadores podían ganar mucho dinero si sabían jugar bien sus cartas.
de cultivo y una producción más intensiva permitieron a partes de Euro- Por lo menos en la Europa occidental, las propiedades rurales y urba-
nas estaban protegidas frente a la confiscación por el Estado. La estabi-
pa dar un salto hacia delante en el siglo xvm, aunque seguía habiendo
lidad geográfica de los grupos dominantes incentivó la inversión paula-
un déficit entre la producción y el consumo. También importaba cier-
tina en pequeños avances generación tras generación. La herencia de las
tos alimentos como azúcar y pescado rico en proteínas del Caribe, el
guerras ideológicas europeas del siglo XVII implicó un acuerdo tácito
Atlántico y América. Así, el noroeste de Europa era capaz de alimentar entre los gobiernos y las élites para no andar jugando demasiado con los
a una creciente población urbana, que aumentó mucho más rápidamen- derechos de propiedad. Incluso durante la Revolución Francesa y las
te que la población urbana de China, India y Oriente Medio a lo largo europeas, sólo la Iglesia y pequeños grupos de la nobleza se vieron afec-
del siglo. Aparte de Japón y de áreas de la costa china, los asiáticos y los tados permanentemente por la confiscación de tierras y privilegios.
norteafricanos no parecen haber importado mucha comida. En Europa Pero, tras 1815, estas familias pudieron reclamar sus propiedades.
se incrementó la inversión en el transporte, mientras que en China el En las sociedades del este de Europa, Oriente Medio, Asia v Áfri-
transporte y el comercio interior cayeron en una «trampa de equilibrio ca, la propiedad era más vulnerable a la intervención del Estado'. Tam-
a alto nivel»21 • Eran lo suficientemente eficaces como para satisfacer la poco debemos exagerar esto demasiado como hicieron los teóricos del
demanda a un bajo nivel) pero no para promover un gran avance. «despotismo oriental», como el autor del siglo XVII Fran,ois Bernier.

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIG UOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD

P ero seguía habiendo una diferencia importante entre Europa Occi- dad por acciones con la que evitaban los riesgos en los largos viajes mer-
dental y sus competidores. Las dinastías reinantes de Asia y África frus- cantiles. La Compañía holandesa de las Indias Orientales instauró el
traban a menudo el desarrollo de la riqueza fuera de sus más inmedia- procedimiento de compartir riesgos y de dividir la propiedad de la ges-
tos allegados. Entre los asantes, por ejemplo, excluían a los esclavos y a tión, un proceso básico del capitalismo moderno. De hecho, desde la
los plebeyos de las oportunidades controladas por el Estado para pros- aparición de las primeras ciudades-estado italianas modernas en adelan-
perar, y castigaban a las familias ricas con impuestos de sucesión leoni- te, Europa occidental parece haber sostenido una reacción en cadena
nos23. Los sultanes otomanos imponían a las mayores familias de comer- de constantes innovaciones comerciales. Todo lo contrario hacían las
ciantes unos contratos estatales que acababan por arruinarlas24 . En empresas chinas más dinámicas y exitosas, al proteger su capital mante-
China, al parecer, esto pasaba menos, pues los cambios políticos no niendo su gestión dentro del ámbito familiar. En Gran Bretaña, el
afectaban a los derechos de linaje. Sin embargo, en tiempos de crisis, los Banco de Inglaterra actuaba como control independiente del estado de
mercaderes ricos se veían «requeridos» a hacer donaciones al Estado. la economía. La noción de deuda nacional, avalada por la clase mercan-
También el sistema de herencia múltiple dividía las tierras y podaba «las til y terrateniente, permitía un grado de transparencia a las cuentas
más altas amapolas», es decir, a los mayores terratenientes, generación públicas que otros países no alcanzaron. De hecho, la deuda nacional
tras generación. En el sur de Asia y en Oriente Medio, a pesar de los era una especie de icono nacional. La gente pensaba que demostraba la
constantes cambios dinásticos, aparecieron poderosos grupos de consu- perfecta confianza que había entre la élite y el gobierno. El papel mone-
midores que reinvertían. Sin embargo, la relocalización geográfica de da y la aparición de bancos regionales en Gran Bretaña y Norteamérica
los centros políticos y comerciales a partir de 1680 hizo que estas inver- facilitaron los préstamos. Todos estos factores permitieron a los gobier-
siones de capital no produjeran los mismos beneficios a largo plazo que nos y las instituciones de Europa aprovecharse no sólo de sus propias
en algunas zonas de Europa occidental. revoluciones industriosas, sino también de las de otros continentes. Sus
En este momento, Rusia estaba más próxima al modelo otomano hambrientas fauces devoraron la porcelana y el té chinos, las especias de
que al de Europa occidental. Richard Pipes ha demostrado que el Esta- Java y los productos textiles de la India.
do elegía a ciertos comerciantes por el mismo procedimiento, y que por Historiadores recientes señalan la relativa sofisticación de los gran-
eso eran a veces vulnerables al cambio político25. Pero desde Pedro el des comerciantes de Asia y Oriente Medio. En una fecha tan tardía
Grande en adelante, parece que varias regiones de Rusia, sobre todo los como es principios del siglo XVIII, los mercaderes de la India, China y
recién adquiridos territorios bálticos, prosperaron a raíz del crecimien- Oriente Medio estaban sin duda entre los más ricos del mundo. Sus téc-
to preindustrial localizado que, más que ahogar, fomentaba el Estado. nicas de contabilidad y sus métodos empresariales no tenían nada que
Por supuesto, la tendencia del Estado a sobreexplotar la clase comer- envidiar a los de Europa26. Sin embargo, fue el marco legal y de organi-
cial emergente no era típica fuera de Europa. Japón, por ejemplo, man- zación corporativa en el que pudieron operar las grandes empresas lo
tenía una forma de primogenitura y su clase política era estable y esta- q~e__perlllitió_que Europa occidental y, quizás, Japón, tomaran ventaja.
ba muy arraigada geográficamente. El país logró cierta estabilidad Irónicamente, fue el Estado colonial del siglo XIX, normalmente indife-
económica y se benefició de una mano de obra flexible y móvil. Esto rente ante el progreso económico de Asia y África, el que dio a los
aseguró que, a largo plazo, los líderes japoneses se encontraran en una comerciantes y financieros indígenas garantías legales y estabilidad en
mejor situación para afrontar los cambios globales del siglo XIX y para los derechos de propiedad.
planificar su propia industrialización apoyada en una robusta revolu- La última ventaja de que disfrutaban partes de Europa provenía de
ción industriosa ya existente. la relación entre la guerra y las finanzas . Básicamente, los europeos
Otra ventaja competitiva a medio plazo de la que disfrutaron los mejoraron su habilidad para matar a la gente. Las salvajes guerras ide-
europeos noroccidentales y los norteamericanos se situaba en el ámbito ológicas en la Europa del siglo XVII habían creado vínculos entre la gue-
comercial. Habían logrado desarrollar instituciones financieras inde- rra, las finanzas y la innovación comercial, que beneficiaron simultáne-
pendientes de las fortunas de los grandes mercaderes y de los caprichos amente a las tres actividades. Le dieron a Europa una ventaja bruta en
del gobierno. Los holandeses fueron pioneros con la figura de la socie- los conflictos globales que estallaron en el siglo XVIII. La maquinaria

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EL FIN DEL ANTlGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA ?vtODERNJDAD

tan valiosa que se invirtieron grandes sumas de dinero en crear sistemas


para mantener y abastecer los navíos que protegían las islas. Los britá-
nicos1 en particular, redujeron su vulnerabilidad ante una invasión esta-
cionando una flota permanente en sus costas occidentales27 . Esto requi-
ríó un alto nivel de sistemas de abastecimiento y control, pero también
dio origen a una flota de barcos permanente que podía ser enviada al
Caribe o a Oriente. Cualquier armada europea en contacto militar con
la flota inglesa, por muy lejos que estuviera de las Islas Británicas, nece-
sitaba ponerse al día. Pedro el Grande modernizó su ejército y su arma-
da a principios del siglo XVIII, como harían los gobernantes japoneses
un siglo y medio después. Cuanto más lejano, sin embargo, menor era
el estímulo para mejorar. Los poderes asiáticos y otomanos podían reu-
nir, claro está, grandes flotas, pero los métodos para mantenerlos en alta
mar durante largos periodos estaban menos desarrollados. Su tecnolo-
gía naval también se quedó por detrás de la de Occidente a partir de
1700. Un historiador del Imperio Otomano ha señalado que en el siglo
XVIJl los sultanes tenían una armada magnífica, pero para luchar en una
guerra del siglo XVII.
Los mutuos conflictos entre estados europeos medianos incentivó la
innovación de nuevos métodos de combate por tierra, el desarrollo de
nuevas armas, más mortíferas, y también de sistemas de financiación
para mantener el creciente número de soldados profesionales. A la vez,
esto dio una gran ventaja al comercio internacional europeo o controla~
do por Europa. Las naves y las empresas europeas se beneficiaron del
valor añadido de la expansión del comercio global del siglo XV!Il, y no
así los productores asiáticos y africanos de esclavos, especias, percales y
porcelanas, porque eran los europeos quienes controlaban el transporte
y el comercio en los grandes mercados del mundo. Además, como man-
tiene Niels Steensgaard28 , la venta de protección y ayuda militar a las
potencias no europeas permitió a Europa equilibrar su comercio global.
Esto era cierto incluso antes de las revoluciones industriales, cuando los
2.2 Las primeras multinacionales: El viejo muelle de la aduana de Londres, Cua- productos europeos eran más caros y menos cotizados a nivel mundial
dro de Samuel Scott, c. 1756. que los de Asia y el norte de África. Europa conectaba, sojuzgaba y hacía
tributarías las revoluciones industriosas de otros pueblos.

bélica de Europa occidental era especialmente cara y complicada por


ser anfibia. Los gobiernos tenían que proyectar su poder por mar y por EVOLUCIONA EL ESTADO ACTIVISTA Y PATRIÓTICO
tierra. Para financiar y abastecer simultáneamente a las armadas y a los
ejércitos hacía falta un sistema muy sofisticado de financiación. Para Además de tener economías flexibles y en expansión dentro de un mar-
1750, la producción agrícola de las plantaciones negreras del Caribe era co institucional relativamente benigno, Europa empezaba a desarrollar,

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNS[TOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD

para bien y para mal, estados modernos imbuidos de una gran variedad Aun así, hubo desarrollos a largo plazo gue ayudaron a crear víncu-
de patriotismos locales. Durante la crisis revolucionaría) éstos se irían los más amplios y a gue la gente tuviera una cultura, unas costumbres y
atemperando hasta fraguar en las agresivas naciones-estado decimonó- una actividad política más uniforme tanto en Gran Bretaña como en
nicas. Esto, de nuevo, dio una ventaja competitiva a Europa, aunque Francia. Estos procesos operaron a velocidades y maneras diferentes a
sólo pasajera, pues entremedias de la fluidez de identidades políticas y nivel ideológico, social y económico, pero fueron importantes porgue
de los complejos sistemas de poder gue prevalecían, en algunas zonas dieron sustancia a las nuevas ideas de nación y Estado, cuando éstas se
de Asia y África parece gue había movimientos similares. Pero en his- expresaron con más coherencia y vigor tras las revoluciones francesa y
toria cincuenta años es mucho tiempo. europea. Los mismos procesos operaban de forma más irregular en
Como ya sugerimos en el capítulo 1, en 1790 las fronteras de muchos otros sistemas políticos europeos, e incluso fuera de Europa y sus
países europeos eran tan borrosas como lo eran en Asia y África. Su pujantes colonias.
estructura interna era compleja y variada, con formas de poder y auto- A los historiadores y teóricos del nacionalismo ya no les convencen
ridad solapadas entre sí, sin un control centralizado. En un extremo las explicaciones económicas como raíz del auge del sentimiento nacio-
estaba Rusia, de la gue se decía a menudo gue era más parecida al Impe- nal. Sin embargo, al emerger grandes mercados regionales integrados,
rio Chino gue a Europa, y en la gue en 1897, sólo un 44 % de los súb- la gente empezó a conocerse y se estableció una solidaridad regional
ditos del zar eran rusos 29 • Si los zares intervenían de manera muy agre- gue transcendía los intereses de la clase social. local. Una economía, al
siva en sus dominios más lejanos) corrían el riesgo de provocar a los fin y al cabo, tiene tanto de cultura, vínculos sociales, discursos y repre-
jefes y patriarcas tribales que mantenían unido el imperio. A pesar del sentaciones como de materialismo bruto. El dinero es un fenómeno
despertar de un fuerte nacionalismo cultural, Alemania seguía fragmen- sumamente figurativo: no tiene ningún valor excepto el que representa.
tada. A Goethe, el principal poeta y erudito romántico alemán, se le E. A. Wrigley demostró hace unos a.ñas cómo llegó Londres a dominar
suele asociar con el nacimiento del nacionalismo alemán. Sin embargo, gran parte de Inglaterra en una fecha tan temprana como el siglo XVII31 .
hasta 1793, Goethe era defensor a ultranza del Sacro Imperio Romano, Los comerciantes y granjeros locales -apenas quedaban campesinos-
ente gue encarnaba perfectamente las viejas supremacías. Robespierre, veían la capital como el mercado y la fuente de abastecimiento del últi-
gue sería el icono del Estado francés centralizado gue conquistó todo, mo recurso. De forma parecida, las redes de especialización agrícola y
empezó como portavoz del patriotismo regional de la región de Artois 30, protoindustrial llevaban comida y otros productos a la capital o los dis-
algo que probablemente trató de olvidar más adelante. tribuían desde ella. La creciente exportación inglesa a Escocia facilitó la
Incluso Gran Breta.ña y Francia, gue tipificarían los nuevos y agre- unión de los dos países en 1707, creando una especie de «economía
sivos estados nacionales e imperiales del siglo XIX, exhibían algunas de patriótica» británica. En menor grado, l'Íle de France había consegui-
estas características antiguas. El Ascendancy Parliament irlandés era do un dominio económico en Francia, aunque las guerras revoluciona-
una de las anomalías del caso británico: retenía sus poderes, pero a la rias demostraron cuán fácil era de socavar. Este largo y lento proceso de
vez estaba atado por el ejecutivo en Londres y limitado por la Corona. integración económica sustentaba un sentido creciente de patriotismo
En una fecha tan tardía como 1793, la fragmentación del Estado fran- entre la nobleza y la clase comercial. Cada vez más, compartían formas
cés era evidente. Los parlements locales mantenían su poder en muchas de educación y sistemas legales parecidos, y las mismas tendencias de
regiones y trataban de subvertir la autoridad de París. Gran Breta.ña y consumo y ocio. Los rituales de la corte francesa llevaban a la nobleza a
Francia siguieron siendo multiculturales hasta bien entrado el siglo XIX. residir durante largos periodos de tiempo en los hotels de París, creando
En el archipiélago británico se hablaba el gaélico, el irlandés, el galés, el una identidad común.
manés e, incluso, el córnico) mientras que en Francia más de un tercio La religión y la guerra fueron otras dos fuerzas que aceleraron la
de la población era incapaz de hablar el idioma que encarnaría más ade- paulatina construcción a retazos de estas patrias. Las identidades se for-
lante la perfección cultural de la nación francesa. A pesar de un histo- jaron ante la amenaza de peligrosos «otros», gente con creencias, idio-
rial de guerras internas, expansión imperial y homogeneidad, Espa.ña mas y valores diferentes. Muchos historiadores se remontan hasta la
era una sociedad profundamente provincial en el siglo XVI!L Plena Edad Media para encontrar un claro sentimiento de identidad y

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EL FlN DEL ANTIGUO RtGIMEN LOS 'I1{ÁNS1TOS DE LOS ANTIGUOS REGÍ.MENES A LA MODERNIDAD

de Estado lngleses, incluso un carácter nacionaP 2 • Según esta perspec~ de «prusianidad» entre los súbditos más privilegiados. Durante la Gue-
tiva, más tarde, las guerras con Francia del siglo XV espolearon un viru- rra de los Siete Años emergió un movimiento de voluntarios en Prusia
lento sentimiento patriótico. Esto es algo controvertido, pero sobre lo con la intención de reemplazar a los caídos en batalla por deber patrió-
que sí hay ahora consenso entre los historiadores es en que la Reforma tico". Como ha demostrado T. C. W. Blanning, el sentimiento antifran-
y las largas guerras del siglo XVIII transformaron este sentimiento, gene- cés encajaba en la antigua retórica alemana contra el «invasor» que se
ralizándolo en algo llamado cada vez más lo «británico». Se invocaba el remontaba hasta el Renacimiento, cuando las viejas hazañas germanas
cristianismo protestante británico durante las guerras contra enemigos contra el imperialismo romano se habían reflejado en clave patriótica.
católicos y extranjeros del siglo XVIIl. Todavía se sentían los ecos de las Incluso el brillante mosaico de poderes que formaba Italia no impedía
guerras de religión. De la misma manera, la identidad francesa se forjó que hubiera ciertas unidades. Como diceJohn A. Davis respecto al siglo
alrededor de un sentido del pueblo de ser el bastión de una forma espe- XIX «el nacionalismo no era nuevo y1 desde tíempos atrás, un sentimien-
cífica de Estado católico. Este Estado acababa de quitarse de encima la to hien definido de identidad histórica y cultural compartida, derivada
amenaza del separatismo regional protestante. del idioma y los hábitos, de la forma de vestir y de comer, del ocio y de
Adrian Hastings ha señalado que la consolidación de la «francesi- la religión, distinguía a los italianos»16
dad>iifue _tanto una cuestión de idioma como de religión y politi_ca. Su También hay evidencia de que la protección por parte de los gober-
núcleo fue la ciudad de París más que la corte de Versalles. Un síntoma nantes de las lejanas tierras dinásticas cedía ante un sentimiento geopo-
de este creciente sentido de identidad francesa fue el generalizado uso lítico más arraigado en Europa. Los gobiernos luchaban cada vez más
por proteger «sus>► tierras y abandonaban las antiguas alíanzas basadas
del francés para las oraciones y el sermón tras la misa dicha en latín en
en matrimonios reales. En 1749, los ministros austriacos apoyaron una
las iglesias durante el siglo xvru". La combinación de un patriotismo
alianza con el viejo enemigo) Francia, contra d peligro de una Prusia
feroz con la convicción de que Francia defendía una misión espiritual
reavivada que parecía una amenaza más directa al corazón de Austria37 .
universal tomó rápidamente un cariz laico durante las guerras revolu~
Este mismo ejemplo, sin embargo, nos avisa de que la aparición de las
cionarias. Para los revolucionarios, Francia era un lugar especialmente
patrias fue un proceso complejo. La geopolítica y la cultura no apunta-
virtuoso a la vez que garante de los valores humanos universales. Este
ban en la misma dirección. Aunque Federico el Grande consolidaba
típo de cambio ocurriría también en otros sistemas polítícos más com•
una patria prusiana que un día sería el núcleo de la nación alemana, des-
piejos aún que el francés. En la extensa área germana, los novelistas y deñaba el idioma alemán, que consideraba una lengua ruda y campesi-
dramaturgos elogiaban a los antiguos héroes y reforzaban el sentimien- na, y hablaba francés. De forma similar, los ministros austriacos desa-
to nacional de «germanidad>> frente al <<otro» francés 34 • Esto ocurría rrollaban un sentimiento más fuerte de Austria como patria geopolítica,
incluso cuando el orden político alemán permanecía fragmentado en un pero se aliaron con Francia en el momento en el que emergía un senti-
centenar de pequeños estados. do de la cultura alemana común, tanto en la Prusia protestante como en
En el siglo XVlII, un sentido más cohesivo de la identidad patriótica la Austria católica. La ironía final fue que la nueva alianza con el anti-
asociado a la guerra parece haber sido típico de los estados europeos y guo enemigo Habsburgo fue una de las principales acusaciones de los
de sus colonias americanas, por lo menos entre los grupos dominantes. revolucionarios franceses contra el gobierno real en 1793 y espoleó la
La política territorial sustituía a la política dinástica. La retórica francó- movilización patriótica en Francia.
foba de las asociaciones antifrancesas de Gran Bretaña tuvo su corres- Sin embargo, este emergente sentido elitista de la nacionalidad, que
pondencia en las denuncias antibritánicas en Francia. Los franceses tra- se solapaba de modo irregular con una identidad cultural, se solidificó
taron enérgicamente de aprovechar la hostilidad de los patriotas y rompió las fronteras entre las diferentes clases de la alta y la pequeña
protestantes y católicos irlandeses contra el enemigo británico. Movili- nobleza, la burguesía y los comerciantes en algunas de las grandes ciu-
zaron a los colonos franceses en Canadá contra las colonias protestan- dades regionalmente dominantes: Berlín, San Petersburgo, Turín y
tes del sur. Aunque la Prusia de Federico el Grande seguía siendo un París. Los campesinos seguían luchando por los reyes, los iconos y las
Estado dinástico en guerra y la gran masa de campesinos no se sentía reliquias, pero la gente de las ciudades exhibía un creciente patriotismo
identificada con él, el conflicto internacional fomentaba un sentimiento solidario independiente del régimen. Kathleen Wilson ha demostrado

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRANSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERJ'JIDAD

que un asunto tan mundano como el derecho a pescar en el Mar del No es de extrañar que las guerras comerciales y la creación de merca-
Norte pudo convertirse en objeto de pasión nacional cuando entraron dos nacionales en el siglo XVIII hicieran que estos procesos fueran más
en competencia Francia y España a mediados del siglo XVIII58 . Cancio- visibles.
nes patrióticas como «Rule, Britannia!» o los cuadros del Palais Royale Sin embargo, cuando los historiadores resaltan el patrón irregular,
en París y de los Vauxhall Gardens de Londres 39 representaban las con- contradictorio y cambiante de la aparición de identidades patrióticas en
quistas de ultramar e indicaban el avance de un patriotismo más agresi- la Europa premoderna, lo que realmente hacen es disminuir la diferen-
vo y expansionísta. cia entre Europa y el resto del mundo. Por supuesto, los teóricos e his-
La guerra y el mercado integrado protonacional eran, sin duda, toriadores se han aferrado tradicionalmente a un relato de la historia de
importantes, pero determinados actos benéficos de los gobernantes la humanidad que mantiene que el nacionalismo ya totalmente forma-
también ayudaron a crear identidades en la Europa del siglo 1.'VIII. Por do se exportó al resto del mundo durante el siglo XIX. Las colisiones y
ejemplo, los llamados déspotas ilustrados empezaron a promover la edu- conflictos mutuos entre europeos, asiáticos y africanos esparcieron las
cación pública. Al final del reinado de la emperatriz María Teresa en semillas del nacionalismo por todo el globo. Supuestamente, el bagaje
Austria, «el Estado tenía más de 6.000 colegios y 200.000 estudian- cultural nacionalista hizo aparición en Egipto y en India hacia 1880, en
tes»40. Prusia y Rusia fueron pioneras de la enseñanza pública, y aunque China en la década de 1900, y en el Imperio Otomano y el norte de
esto tuvo el efecto de diseminar las ideas europeas comunes, también Africa después de la Primera Guerra Mundial. De alguna manera,
ayudó a construir idiomas estandarizados y a establecer un sentimiento alcanzó las costas japonesas en fechas anteriores. El África subsaharia-
de comunidad en los viejos regímenes dinásticos. Los jesuitas de los na, sin embargo, lo recibió demasiado tarde, después de la Segunda
territorios de los Habsburgo y los pietistas cristianos de los estados ale- Guerra Mundial, y además lo utilizó mal. Ésta versión es el argumento
manes alfabetizaban a un nivel más bajo. Aunque en origen tenían una básico de los ideólogos victorianos e imperiales, que deploraban o elo-
1nisión religiosa, estos grupos contribuyeron a la creación de un profun~ giaban a Europa y Norteamérica por exportar el nacionalismo al este y
do sentimiento patriótico de comunidad regional. Una vez que las auto- al sur como parte del bagaje de los gobiernos coloniales y la enseñanza
ridades adoptaron un ideal común de enseñanza, éste se tradujo casi occidentales. Esta teoría ha recobrado vida recientemente entre intelec-
inevitablemente en la regularización de la educación y de la expresión tuales africanos y asiáticos. Detestan el capitalismo global del que son
de la alfabetización. «La cultura impresa» del nacionalismo, que ha des- productos e intentan retratar sus propias historias como la historia de
crito el teórico Benedict Anderson, se diseminó a través del aula tanto unos pueblos benévolos, descentralizados, de identidades campesinas
como de los periódicos. cambiantes sólo rotas más tarde por los nacionalismos monolíticos y las
Estos argumentos no pretenden restar importancia a la Revolución etnicidades impuestos por Occidente y sus acólitos.
Francesa, que agudizó las nociones de ciudadanía y nacionalidad terri- No hay duda de que el gobierno de Gran Bretaña creó la India; el
torial. Después de 1793, Europa se vio envuelta en cambios ideológicos de Francia, Argelia y Vietnam; el de Holanda, Indonesia; y los de Espa-
mucho más generalizados y en conflictos armados entre estados que ña y Estados Unidos, Filipinas, como espacios nacionales claramente
arrastraron a millones de jóvenes a luchar por las autoproclamadas delimitados. Los jesuitas describían China como una cultura «confucia-
naciones. Los ideólogos y políticos promovieron el concepto más unita- na>\ y los misioneros en África asignaban «tribus» a sus territorios natales
rio y sólido de la nación soberana, con fronteras más nítidas y políticas específicos y tomaban nota de «sus» lenguas. Las fronteras, los pasapor-
más vigorosas de supresión o exclusión de religiones y etnias <<ajenas». tes, las divisas nacionales y los servicios penitenciarios nacionales ema-
Sin embargo, la interacción de los primeros patriotismos colaboró en la naban del dominio europeo. Los conflictos internacionales del siglo XIX
creación de un contexto para las nuevas naciones-estado del siglo XIX. hicieron que los líderes políticos de todo el mundo fueran conscientes
Éstas no aparecieron de la nada. Desde la Alta Edad Media, Europa fue de «sus» fronteras y «sus» poblaciones. En Asia y África, sin embargo,
testigo de una transformación paulatina, a menudo imperceptible y igual que en Europa, antes de la expansión europea, o en su inicio ya se
siempre ambigua, de los viejos símbolos de la identidad dinástica y reli- formaban, disolvían y se volvían a formar identidades más centradas
giosa hacia algo que presentaba un aspecto más popular y patriótico. y territorios patrióticos que eran fieles a valores más amplios que una

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD

sencilla lealtad a una dinastía. Estas formas y procesos sociales serían dentro como los ainos) a los que paulatinamente empujaron a las partes
agentes activos en la creación de los nacionalismos de África y Asia más aisladas de la isla de Hokkaido durante la «gran domesticación»
durante los siglos XD( y XX. No eran meras «tradiciones inventadas» ni japonesa entre los siglos xv y xvrn43 .
falsas conciencias desatadas por la egoísta inte/igentsia occidentalizada. En estos casos) un sentimiento nacional preexistente en Asia sirvió
Tampoco se integraron siempre felizmente en el posterior nacionalismo como base para la irregular aparición de sistemas políticos nacionales.
popular como ocurrió con los patriotismos europeos de los siglos XVII En otras partes, nuevos reinos crearon espacios donde las nuevas iden-
y XVIII. Aunque el patriotismo irlandés del siglo xvm era antiinglés, tidades pudieron florecer. A finales del siglo XVIII surgieron una serie de
también era en general anticatólico y poco tenía que ver con el naciona- reinos regionales definidos en el ámbito de los antiguos imperios: el
lismo católico de los campesinos del siglo X!X. De la misma manera, en Nepal de los gurkhas, la nueva Birmania unificada, la nueva Tailandia
el siglo XVlll, el patriotismo de los marathas del oeste de la India era de Rama I, y el Irán gayarí emergieron en la periferia de los dominios
demasiado elitista y de casta demasiado alta para encajar en los patro- chino, mogol y safawí. Los gobernadores de Egipto trataron de estable-
nes de la movilización popular de los siglos XIX y XX. cer monopolios estatales de producción, mientras gue al oeste de los
Las actividades de los estados, mercados y profesores religiosos ya antiguos dominios otomanos, Sidi Mohamed empleó técnicas militares
habían dotado a muchas zonas extraeuropeas de un tipo de identidad occidentales para tratar de defender su reino de las incursiones coste-
patriótica fluida antes del diluvio colonial del siglo XIX. Esto se ve en las ras españolas y portuguesas 44 . Esto era crear un Estado dinástico y no,
colonias europeas del Nuevo Mundo y el sur de África, donde los crio- como en Japón o China, reconfigurar las antiguas entidades cultura-
llos allí nacidos) americanos y «africanos» ofrecían una fuerte resisten- les. Sin embargo, creó un espacio en el que la gente alfabetizada del
cia a los gobernadores europeos que llegaban y a sus intereses comer- siglo XIX se podía autodefinir como naciones.
ciales mucho antes de 1776, También ocurrió en ciertos reinos asiáticos, Aunque los estados basados en el linaje con limitados poderes cen-
donde la promoción de la idea de «nacionalidad» y etnicidad provenía trales reales seguían predominando en la mayoría del África subsaharia-
a veces de los mismos gobernantes. El emperador Qianlong celebraba na, incluso aquí hubo cambios a mediados del siglo XVIII. Algunos reyes
las hazañas de los soldados chinos Han, liderados por su dinastía man- y grupos gobernantes consiguieron una incierta victoria temporal sobre
chú, pero al hacerlo pareció haber perpetuado la idea de una identidad sus parientes y líderes de clanes. Los yoruba del oeste de África y los
china Han41 . Ésta se contradecía con la solidaridad manchú. Se había baganda del este mostraban su sentido de identidad dentro de su flexi-
transmitido de familia a familia, estaba latente en los textos confucianos ble sistema político mucho antes del impacto colonial. Como dice un
y se manifestaba en la forma de vestir y de llevar el pelo dictados por los historiador:
manchúes para los chinos.
Este sentido de la identidad, sin embargo, a menudo era más fuer- Si en el siglo XIX había alguna nación-estado en el África negra, Buganda era el
mejor candidato. Creció durante siglos, tenía un fuerte sentido de su propia
te en las zonas periféricas y los territorios más pequeños, vulnerables
historia, un gobierno centralizado, una división efectiva del terrítorio en con-
debido a su distancia y a los enemigos extranjeros. Los jefes y nobles de dados (saza) y su organización de danes daba a la sociedad una hotizontalidad
Sri Lanka llevaban mucho tiempo incubando un sentimiento de orgu- de la conciencia social que equilibraba la verticalidad del poder real y burocrá-
llo local contra los tamiles del sur de la India y contra los saqueos de los tico45.
portugueses42 . Los birmanos, coreanos y vietnamitas -por lo menos,
los del norte-- también mostraban un sentimiento de identidad nacida Los gobiernos del este y el centro de África habían empezado a
de ritos religiosos específicos, un idioma común y largas guerras contra crear estados en los que se recaudaban impuestos y se movilizaba a los
vecinos agresivos, todo antes del siglo XIX. Para estas culturas y sistemas hombres para la guerra, un proceso que aumentaba la identidad grupal.
políticos, China era un ejemplo a seguir, pero también a mantener a dis- Hay cierto riesgo de creer que esto fue un cambio «progresivo», dado
tancia, según emergía un sentimiento patriótico más fuerte. El patriotis- que los europeos, los asiáticos y otros grupos africanos habían dado este
mo envolvente de los japoneses también florecía desde hacía años. Se paso varios miles de años antes. Desde luego) la existencia de sistemas
distinguían de «los bárbaros» de fuera y también de «los bárbaros» de políticos más centralizados y belicosos ayudó a algunos pueblos africanos

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGfMENES A LA MODERNIDAD

a resistir la invasión europea, aunque sólo temporalmente. Otros, como das económicas, las identidades patrióticas y el poder estatal, nos falta
Benin y Congo, colaboraron con los europeos y temporalmente se hicie- un elemento importante: la textura social que se desarrollaba con rapi-
ron más fuertes. Sin embargo, los antropólogos nos recuerdan que las dez en la Europa y la Norteamérica del siglo XVIII y que permitía a
condiciones de vida eran en muchos sentidos mejores en las sociedades los individuos reunirse, debatir, adaptar sus instituciones y, en última
descentralizadas extraestatales, en las que era más fácil acceder a los instancia, hacer de ellas herramientas más eficaces para acumular dine-
bienes y al honor. Cuando llegó el estatalismo y la formación de identi- ro, poder y conocimiento. La próxima sección analiza lo que los soció-
dades, fue, a veces, como resultado de los contactos limitados con socieda- logos han llamado «la sociedad civil» o «la esfera pública».
des árabes o criollas europeas donde se conocía el Estado, como en las
zonas portuguesas del este y el oeste de África o en las colonias holan-
desas del Cabo. Los gobernantes, impulsados por la ambición o pre-
viendo un futuro práctico en la trata de esclavos, el marfil o los diaman- PúBLICOS CRíTICOS
tes, se aprovecharon de la hostilidad de los hombres jóvenes hacia los
jefes de clan que tenían un acceso privilegiado a mujeres y honores. Hasta la década de 1970 la mayoría de los historiadores del Antiguo
Crearon sus propias guardias pretorianas46. El caso clásico es Basuto- Régimen se centraban en intentar describir las fuerzas sociales y políti-
landia en la frontera de la zona europea del Cabo a principios del siglo cas que lo derrumbaron: las crisis fiscales y políticas de los imperios y
XIX, cuyo jefe Mthethwa, Shaka (muerto en 1828) reunió un ejército de monarquías europeos, o la expansión del comercio europeo en Orien-
jóvenes armados con lanzas y creó un sistema político grande y autori- te. A partir de esa fecha, las ideas del sociólogo alemán Jürgen Haber-
tario, un Estado conocido como reino Zulú por los europeos47 . El testi- mas48 acerca de la aparición de una sociedad civil como nexo entre
monio de los posteriores observadores europeos sugiere que la guerra y Estado y sociedad empezaron lentamente a influir a los académicos.
el reparto del honor en estos reinos crearon cierto grado de orgullo Muy pronto empezaron a considerar al «público crítico» como el prin-
local e identidad compartida entre sus habitantes. Algunos historiado- cipal disolvente del Antiguo Régimen. Como análisis histórico, la teoría
res también mantienen que en el Pacífico empezaron a surgir sistemas de Habermas no era muy nueva. Los historiadores británicos llevaban
políticos más grandes con identidades más fuertes antes de la invasión mucho tiempo escribiendo acerca de este tipo de desarrollo. Pero,
colonial. El lento crecimiento de la población, el comercio y el conoci- como eran alérgicos a la teoría de la ciencia social y reacios a utilizar
miento demuestran que estas sociedades «precontacto» no eran estáti- palabras pretenciosas, nadie se había fijado en lo que decían49 . A partir
cas. de 1970, los estudiosos de la historia de Francia, sobre todo en los Esta-
Lo distintivo del ejemplo europeo occidental no fue siempre, por dos Unidos, empezaron a investigar temas de cultura popular y repre-
tanto, la existencia de estados fuertes y definidos, ni de identidades sentación, tratando de discernir el surgimiento de un nuevo estilo polí-
patrióticas heredadas aunque en evolución. Lo que hay que destacar es tico entre las revueltas populares y las manifestaciones del Antiguo
que éstos coincidieron con el dinamismo económico, un aparato militar Régimen y los primeros años de la República. Estos cambios confluye-
bien preparado y una rivalidad feroz entre sistemas políticos medianos. ron con el «giro lingüístico» del pensamiento contemporáneo. Para los
Europa fue «excepcional» temporalmente no a causa de un solo factor, historiadores de las décadas de 1980 y 1990, el intercambio de ideas, la
sino a raíz de la impredecible acumulación de muchas características creación de vínculos culturales y la invención de ceremonias se convir-
que se dieron por separado en otras partes del mundo. Es significativo, tieron en acontecimientos sociales por derecho propio, tan importantes
por ejemplo, que la zona de Asia donde las identidades precoloniales para ellos como lo habían sido los flujos de capital y la integración de
estaban más establecidas fuera la zona continental del Sureste, donde los mercados para los primeros liberales e historiadores marxistas. Esta
los conflictos entre los reinos medianos tenían una larga historia. Y, preocupación por la modernización de los discursos y representaciones
claro está, el «excepcionalismo» de Europa era un bien que se desgas- sustituyó a los estudios anteriores, que habían destacado la moderniza-
taba. Ya en 1870, Japón había vislumbrado su propio camino paralelo ción de las economías o de las ideologías formales. Tradicionalmente, la
a la modernidad. Sin embargo, si sólo nos centramos en las contingen- modernización intelectual fue un proceso que supuestamente surgió en

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD

Occidente y se extendió desde allí. Pero ¿hasta qué punto se puede


mantener esta idea en la era de la historia global?
A primera vista parece que hubo algo distintivo en el deseo occi-
dental de crear clubes, sociedades y lugares de encuentro durante el
siglo XVIII. Por ejemplo, si tomamos la autobiografía del padre funda-
dor norteamericano Benjamín Franklin (1706-1790), atisbamos un
mundo en el que convergen las ideas religiosas, el uso de la imprenta y
las ideas de libertad con una asombrosa proclividad a establecer clubes
y sociedades para debatir y conversar50 . Franklin provenía de una inte-
ligente familia de artesanos y granjeros. Fuera donde fuera, instaba a las
autoridades a hacer pequeñas mejoras prácticas. Además de sus famo-
sos experimentos con electricidad, escribió monografías sobre el alum-
brado y la limpieza de las calles en Londres, y sobre cómo mejorar la
recaudación de impuestos y el sistema antiincendios de Filadelfia. Este
tipo de vínculo entre la teoría científica y la aplicación práctica parece ha-
berse dado por hecho en el mundo atlántico. Pero es más difícil de ver
en otras grandes civilizaciones, donde normalmente los debates eran
más respetuosos con la tradición y la religión.
Esto no significa que la religión no tuviera importancia para los phz'-
losophes prácticos de Occidente del siglo xvm. Los sociólogos desde-
ñan ahora el vínculo entre el protestantismo y el capitalismo que esta-
bleció Max Weber. Pero es más difícil desechar la idea de que la
organización celular y los códigos individualistas de las iglesias protes-
2.3 Las esferas públicas: un comité de patriotas americanos entrega un ultimá-
tantes -y de las católicas influidas por las protestantes- crearon una tum al consejero del rey. Copia de la ilustración de Howard Pyle publicada en
atmósfera adecuada y grata para las ideas del republicanismo cívico. el Harper's Magazine, 1908.
Las raíces del pensamiento de Franklin sobre la virtud pública, por
ejemplo, se encontraban en su educación protestante e inconformista,
una educación que insistía en la mejora de la moralidad personal a tra-
vés de la sociabilidad y la fraternidad. Más adelante, Franklin se rebeló
contra el puritanismo estricto y se hizo deísta, o creyente en una deidad en la frugalidad y la iniciativa personal hizo de los impuestos estatales
trascendental y racional, en vez de en la divinidad de Cristo. También sin representación un problema perenne para él. Franklin apenas
parece que se dejó influir por la cultura cuáquera de Filadelfia. Franklin empleó la palabra «rey» en su obra, aunque aceptó el mecenazgo de los
reconocía a los metodistas, baptistas y moravos alemanes como sus her- gobernadores británicos en Nueva York, Boston y Filadelfia.
manos en la virtud. Fue socio fundador de un club llamado Junto, dedi- A todo lo largo de Europa y de sus colonias se establecían socieda-
cado a mejorar la sociedad y la persona. Más adelante ayudó a fundar des parecidas que reunían a miembros de la clase media y a artesanos
otra sociedad cuyo principal cometido fue fundar más clubes para ambulantes en ascenso. En Inglaterra, el mecenazgo de la aristocracia y
debatir las buenas causas y el nuevo conocimiento. Era inevitable que, de la realeza seguía siendo importante, pero plebeyos y familias de mer-
como uno de los primeros periodistas públicos de la historia, participa- caderes tomaron parte en la fundación de un gran número de nuevos
ra en la Revolución Americana. Su insistencia en la sociabilidad de a pie clubes que se dedicaron a la sociabilidad, la enseñanza, el comercio
conllevaba una nueva noción de la libertad, mientras que su insistencia Y el deporte durante los siglos XVII y XVIII. En Francia y otros países

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD

católicos, la Iglesia (aunque no los jesuitas) los trataba con recelo, sobre interna como para la agresión externa. Esto se arraigaba en la rápida
todo si expresaban la nueva sociabilidad a través de asociaciones cuasi movilidad social que nació gracias a la expansión de la producción
místicas, como los masones u otros clubes y asociaciones que se burla- interna y del comercio externo durante el siglo xvm. Reflejaba la
ban del orden establecido, como los que organizaron los philosophes de expansión y el desarrollo de la enseñanza cristiana y humanista, y las
Francia. No todas estas asociaciones eran de librepensadores ni de deís- ideas de responsabilidad personal en una sociedad que tenía más acce-
tas, que restaran importancia a la doctrina y el credo. En tierras alema- so a ellas en una época en la que las técnicas de impresión se difun-
nas, los cristianos pietistas ampliaron mucho su organización entre dían rápidamente. A su vez, la expansión de la sociabilidad facilitó la
1770 y 1820. No obstante, la expansión de las asociaciones, con sus sus- posterior expansión del capitalismo por medio de asociaciones amisto-
cripciones, actas y boletines impresos, jugó un importante papel en el sas, las bolsas de valores y agentes de seguros. La esfera pública creó
establecimiento de una base para una clase política más amplia y un una opinión experta que criticaba y ridiculizaba con una precisión letal
público más crítico que se consolidó lentamente durante los años de los actos del Estado, del rey y de los nobles, y que ayudó a hacer que
guerra global. las instituciones políticas funcionaran con más eficacia y mayor dina-
Al no prestar la atención debida a los que se quedaron excluidos de mismo. En Gran Bretaña y Estados Unidos, el derecho consuetudina-
estas nuevas asociaciones y de la nueva noción de sociedad, los teóricos rio, con su lenta acumulación de sentencias y de diferentes perspecti-
sociales e historiadores de las décadas de 1970 y 1980 ofrecieron una vas legales, era perfecto para beneficiarse de y para expandir esta
descripción incompleta. A veces, las mujeres eran el foco de un salón sociedad civil.
que debatía los males del Estado y la sociedad, pero sólo las mujeres Hasta aquí esta situación parece dar la razón a David Landes5 1, que
aristocráticas y las de mala reputación podían entrar en estos encla- argumenta que Occidente tenía unas ventajas decisivas sobre el resto
ves masculinos. Los trabajadores empezaron a organizarse en asociaciones del mundo a principios del periodo moderno. Lo cual es cierto, pero
amistosas y de autoayuda para combatir el declive de las viejas indus- sólo hasta cierto punto. El vínculo entre la formación de capital, la
trias artesanales y las terribles condiciones de las nuevas. Pero todo sociabilidad, la cultura impresa, la guerra y la organización de las finan-
intento de asociación contra los jefes para mejorar las condiciones se zas estatales en Europa occidental y las colonias de Norteamérica sugie-
recibió con hostilidad y, a partir de 1789, fue reprimido con severidad. re que tenían una ventaja estructural y no simplemente una relativa
Los esclavos, inevitablemente, se quedaron al margen de la visión social situación favorable cread~ por los problemas a corto plazo de Asia y
que proclamaban la mayoría de estas asociaciones, aunque muchos cuá- África. Pero el tema es bastante más complejo. La debilidad del argu-
queros, metodistas y otros humanitaristas insistían en su emancipación mento de Landes reside en su regreso a la vieja idea del estancamiento
ya desde la década de 1770. Las minorías religiosas -por ejemplo, los asiático: «ciclos de Catay» o «la India eterna». Como ya hemos visto, los
católicos en Gran Bretaña y los judíos casi en todas partes- también historiadores africanos y asiáticos presentan una versión mucho más
estaban excluidos. La población indígena de las colonias de blancos dinámica del siglo XVIII. Durante este siglo, el grave declive económico
también fue excluida. El virtuoso Franklin describió a unos indios ame- y social de algunas zonas se vio acompañado por cambios culturales,
ricanos borrachos y bailando felices como una visión del infierno y estabilidad económica y adaptación a la modernidad global en otras.
parecía tener la esperanza de que el alcohol los exterminara para dejar Quizás sea mejor hablar de adaptaciones al cambio diferentes o más
más tierras para los honrados y laboriosos colonos blancos. En la Cal- lentas en Asia y África que decir que estas sociedades «fracasaron».
cuta británica, donde las fronteras raciales eran fluidas y los hombres Formas sociales con algunas similitudes a las de que hemos visto en
europeos se casaban con indias, mantenían a los indios al margen de los Occidente -nuevos tipos de sociabilidad, modelos de comercio más
espacios públicos y las arenas de debate europeos. integrado y algunas innovaciones tecnológicas- también se pudieron
Mientras que los historiadores empezaban a dibujar una imagen de ver en África y Asia. Al fin y al cabo, estos continentes también se vie-
la sociedad civil demasiada optimista y homogénea, no hay duda de que la ron sometidos a los mismos tipos de comercio internacional, a la difu-
proliferación de asociaciones y sociedades autoorganizadas dio a la so- sión de armamentos e, incluso, a la difusión de las ideas que afectaron
ciedad occidental una considerable fuerza y solidez tanto para la cohesión a Europa y Norteamérica entre 1600 y 1800. De hecho, fue la habilidad

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉ(;[MEN LOS TRÁNS[TOS DE LOS AN11GUOS REGÍMENES A LA l\IODERNIDAD

agrícola de los amerindios y los africanos, con cultivos como el arroz, la cambio en términos religiosos -ya fueran musulmanes, confucíanos o
que permitió a los europeos establecer plantaciones lucrativas en las budistas-, se han considerado como modificaciones del orden tradi-
Carolinas y en el Caribe en primer lugar. cional. Sin embargo, Benjamín Franklin entendía su modernidad en tér-
En Asia y en África, sin embargo, la relación Estado-sociedad esta- minos de sus residuos protestantes y deístas, mientras que Isaac New-
ba organizada no necesariamente de una fornrn mejor, pero sí distinta ton, el astrónomo y físico inglés, describió un mundo nuevo a pesar de
de la que prevalecía en el modelo europeo occidental. Irónicamente, el seguir creyendo en la astrología y la alquimia. Pero en la literatura his-
éxito de los grandes reinos de Asia y del norte de África durante los tórica geoeral no se les retrata como hombres tradicionales.
siglos XVI y XVII hizo más difícil su adaptación a los rápidos cambios del si- A finales del siglo XVII y principios del xvm, los movimientos de
glo XVIII. Sus reyes retuvieron su autoridad carismática, pero sus regí~ sociabilidad y los modos de pensamiento crítico siguieron desarrollán-
menes eran menos intervencionistas que los de Europa después de la dose en África y Asia. Esto permitió a la gente armarse social y espiri-
Reforma. Incluso el emperador mogol Aurangzeb (1658-1707), amplia- tualmente para afrontar los vertiginosos cambios que se producían a su
mente denunciado en el siglo XIX por su fanatismo islámico, no se preo- alrededor. Las críticas al orden político establecido se expresaban en
cupaba, por lo general, del credo de la gente. Su objetivo principal fue términos religiosos, pero esto no significaba que los críticos miraran
establecer la soberanía del islam sunita, no tanto su práctica religiosa. simplemente hacia atrás. En el mundo islámico, el fin del primer mile-
Los imperios continuaban incorporando a los grupos hostiles en lugar nio desde la revelación del Profeta condujo a una poderosa revaluación
de exterminarlos, como por ejemplo hizo la monarquía francesa con los del Estado y de la sociedad, acompañado de movimientos de purifica-
hugonotes protestantes. El Estado en estas tierras africanas y asiáticas ción y de ataques contra la lasitud moral de los gobernantes mundiales.
se ocupaba más de proteger a los campesinos que de garantizar la rique- Incluso antes del siglo XIX, la intelectualidad otomana se había dado
za comercial. Tampoco se centró de forma resuelta en acumular más y cuenta Je que estaba decayendo ante un Occidente rejuvenecido, c:n
más armamento para guerras de agresión contra sus vecinos pequeños. este caso, el de la Rusia de Catalina la Grande. Muchos remedios inte-
Los estados africanos y asiáticos evitaron) por lo general, el eguiva~ lectuales y políticos para frenar el declive que se aplicaron después ele
lente de las guerras religiosas de Europa. Pero sus propios problemas 1830 ya se debatían en la generación anterior. Mucho antes del siglo XIX
de sobredimensionamiento y de distribución de recursos en el siglo se habían formado redes de intelectuales en diferentes sociedades de
XVIII empeoraron muchísimo a raíz de la intervención de aquellos m'is- todo el mundo que debatían la necesidad de cambiar y que a menudo
mos europeos que habían aprendido a dominar nuevas herramientas de lo habían hecho entre ellos.
agresión y organización social en el curso de las guerras de religión. En el siglo XVIII, los monoteístas radicales de la península arábiga
Algunos aspectos de aquellos procesos de adaptación se cancelaron o iniciaron su ataque contra la interpretación tradicional y las costumbres
entraron en regresión durante la época de los imperios europeos que le árabes y musulmanas que continuaría en el siglo XX y que se ha exten-
seguiría. Otros los llevaron a cabo los imperios occidentales para su dido a África y Asia central. Los llamados wahhabíes conocían desde la
propio beneficio. Pero en Japón pudieron avanzar rápidamente hasta distancia los problemas del Imperio Otomano. Por su parte, los pensa-
su fin bajo la protección de un gobierno autóctono. dores más globalizadores de El Cairo y el norte ele África, que creían en
la eficacia de las enseñanzas de la mística sufí, reformularon y reforza-
ron sus propias tradiciones. Los cambios se recibieron y reinterpretaron
en el norte y el oeste de África, donde un grupo de reformadores musul-
EL DESARROLLO DE LOS PÚBLICOS AFRICANO y ASIÁneo manes cultos trataron de construir estados que esperaban que garanti-
zaran una forma de vida musulmana más ordenada. No buscaban des-
Cambios importantes en la organización social se sucedieron en las encadenar una «guerra santa» reaccionaria, sino un proceso de lucha
sociedades asiática y africana incluso durante las revueltas del siglo XVIll Y, debate que estableciera una sociedad islámica moderna en el norte ele
y principios del XIX. Nunca los hemos valorado como es debido porque Africa, en vez de la sociedad mixta y sincrética que veían a su alrededor.
los historiadores los han catalogado bajo la rúbrica de «religión». Como los Reaccionaban ante el cambio y trataban de imponer su propio tipo de
reyes, nobles y la inteligentsia expresaban la necesidad y su deseo de modernidad".

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD

En la India del siglo XVIII, los eruditos habían creado nuevos siste- islámica la que empujó a otras tradiciones a reevaluarse y reorganizarse.
mas de enseñanza diseñados para ayudar a los musulmanes a desenvol- La sociedad india se galvanizaba periódicamente a causa de movimien-
verse en un complejo mundo burocrático. Uno de los maestros islámi- tos que proclamaban el advenimiento del reino justo (dharma). Estos
cos más importantes del sur de Asia, Sha Wali-Allah, se fijó en el declive movimientos se solían centrar en maestros carismáticos o gurús que
relativo del poder musulmán en la India y trató de reinterpretar la ley predicaban la insignificancia de las jerarquías mundanas, incluidas las
islámica, impulsando una amalgama de las diferentes escuelas y una restricciones estrictas que el sistema de castas imponía a la sociabilidad.
purga de la tradición mística53 . Resaltó la importancia de la educación, Durante la paz relativa del gobierno mogol, estos movimientos se redo-
incluida la de las mujeres. Su programa iba dirigido a un modelo de blaron; algunos presentaban claras influencias del monoteísmo islámico.
regeneración social, no sólo a la pureza religiosa. Durante décadas antes También crearon nuevos tipos de congregación y asociación que permi-
de la llegada de los gobiernos europeos, los profesores del islam de tieron conexiones y contactos entre las comunidades comerciales del
Malasia e Indonesia habían criticado los derechos consuetudinarios y el sur y el sudeste de Asia. Un importante movimiento religioso reforma-
comportamiento de los gobernantes autóctonos. En este sentido, la dor de este tipo fue el de los sijs del norte de la India, cuyo credo era
esfera pública islámica, que siempre tuvo como centro los debates de tan radical que ellos mismos se consideraban técnicamente fuera del
los hombres píos en la plaza de la mezquita, la madina, fue espoleada mundo hindú. Durante el siglo XVIII, el movimiento sij se expandió no
hasta nuevos niveles de intensidad por los desastres y problemas que sólo entre las clases comerciales, sino también entre las grandes castas
padecieron los musulmanes en el siglo XVIII. Los mahometanos funda- de campesinos del norte de la India54 • Todos estos movimientos eran
ron nuevas asociaciones, resaltaron la importancia de la enseñanza y del religiosos en el sentido de que dirigían a la gente hacia la salvación espi-
alfabetismo y elogiaron la disciplina personal y social. Estos movimien- ritual; pero también ofrecían soluciones a los problemas sociales y polí-
tos no fueron, pues, meros productos del «impacto occidental». Repre- ticos de la época. Mostraban a los asiáticos luchando con su propia
sentaban una respuesta al cambio global tan profunda como el auge del modernidad con la misma energía que los masones y phtlosophes de
nacionalismo y la centralización del Estado en Europa, y un cambio que Eurasia occidental.
puede que haya sido más duradero que el europeo. Los historiadores también han reinterpretado el mundo de la China
Los musulmanes también estaban alerta a los cambios en el mundo del siglo XVIII. El Imperio Chino y su comercio habían seguido en
exterior. Los gobernantes del centro de Asia, de la India postmogol y expansión a lo largo del siglo XVIII. Ni China estaba a punto del colap-
del norte de África continuaron perfeccionando los cánones médicos so político ni estaba estancada intelectualmente. El largo periodo de
y astronómicos mediante la observación y la práctica. Hacia finales del paz bajo los emperadores Kangxi y Qianlong fue testigo de una amplia
siglo XVIII, las obras astronómicas europeas se tradujeron al árabe y al reinterpretación de los clásicos confucianos55. Los emperadores se cen-
persa, cambiando así el flujo de conocimientos de la Baja Edad Media. traron en el estadismo y el gobierno, y fundaron academias del saber
La reevaluación de lo antiguo continuó y las doctrinas de Copérnico se que asimilaron ideas occidentales a través de los jesuitas. Los eruditos
aceptaron gradualmente en gran parte de Asia y África. Este tráfico de rechazaron las elevadas teorías metafísicas de los primeros años de la
ideas y prácticas no fue de ningún modo unidireccional. Por ejemplo, dinastía y se centraron en la «investigación práctica y empírica», bus-
las técnicas asiáticas para teñir y para hacer cristal y las medicinas her- cando datos concretos, como ocurría en los campos de la astronomía, la
bales de los indígenas africanos y sudamericanos aún se seguían asu- lingüística, la matemática y la geografía. La nueva metodología fue tipi-
miendo y adaptando por los europeos en el siglo XVIII. Los historiado- ficada por Gu Yanwu (1613-1682), que viajó por toda China anotando
res poco a poco se han dado cuenta de que muchos de los pequeños aspectos de la tecnología local, cartografiando el terreno y recogien-
avances técnicos que se asocian a la Revolución Industrial del mundo do viejas inscripciones. Gu trató de desarrollar un cuerpo de escritos racio-
europeo se basaron originalmente en ejemplos extraeuropeos. nalistas para contrarrestar lo que él consideraba «el vacío de las escue-
El mundo islámico llevaba muchos siglos en conflicto y diálogo las confucianas dominantes y su énfasis en el dualismo metafísico y la
intelectual con los mundos cristiano y judío. Pero no ocurrió lo mismo iniciación»56 . Más adelante, los oficiales y eruditos de esta tendencia tra-
más al Este. Aquí, irónicamente, a menudo fue la continua expansión taron de reformar el sistema de exámenes de admisión de burócratas,

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LOS TRANSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍrv1ENES A LA MODERNIDAD

los eruditos se veían limitados por los comités de rituales chinos y las en evolución. Surgieron también de la distribución desigual de la rique-
escuelas islámícas o sus equivalentes. Por el contrario, los europeos y za, resultante de un crecimiento económico irregular. Todas estas per-
americanos podían hacerse famosos y ricos con polémicas públicas sonas luchaban por crear su propia modernidad a base de criticar la dis-
sobre astronomía, mecánica y medicina. Las universidades europeas posición del poder político. Las primeras revoluciones que trataron de
fueron mucho más activas e innovadoras en el siglo xvm de lo que se resolver estos conflictos intolerables se analizan en el próximo capítulo
piensa. Su conformismo religioso era más bien bastante superficial. . y los siguientes. Llegaron en fechas distintas. En tierras árabes, llegaron
Pero la densa red de asociaciones de filósofos y aristócratas entusiastas, en la década de 1740. En Francia y gran parte de Europa y las Améri-
ya fueran catedráticos universitarios o no, marcaron el paso. Esto es cas, las fechas clave fueron 1776 y 1789. En Gran Bretaña, fue en 1832;
cierto tanto para el esfuerzo que supuso la creación del mapa de espe- en Japón, la restauración Meiji de 1868 tuvo el mismo efecto rejuvene-
cies de plantas del biólogo Car! von Linneo (Carolus Linnaeus) como cedor en el viejo orden. Los nacionalismos coloniales de 1880 en India
en la urgencia por cartografiar el sistema solar. El Estado contribuyó, y China, y una gran cantidad de movimientos parecidos de reforma reli-
sobre todo con su aprovisionamiento militar y naval. Sin embargo, el giosa) tenían los mismos fines.
impulso salió de los nobles-eruditos, uniformados o no. En Gran Bre- Los historiadores han llegado a apreciar que muchas de las grandes
taña y Estados Unidos, la lenta aparición de un sistema para patentar ventajas que sus predecesores atribuían a los europeos y notteamerica-
inventos y una economía de mercado bien desarrollada redujeron la dis- nos para explicar su aclamado dominio globa) en el siglo XIX, existían
tancia entre la innovación artesanal y este mundo de eruditos. Incluso de alguna manera en muchas partes de Asia y Africa incluso ya a media-
los pensadores del Almirantazgo y de la British Royal Society desdeña- dos del siglo XVIII. Como resaltan K. N. Chaudhuri' 9 y Janet Abu Lug-
ron los avances en tecnología naval cuando se les presentaron por pri- hod''º, los asiáticos llevaban siglos usando sistemas flexibles de contabi-
mera vez; los amateurs ilustrados y los comandantes de la Royal Navy lidad mercantil y créditos. El Estado y los eruditos tenían instituciones
finalmente los aceptaron. Cuando se trataba de hacer dinero, era impo- para procesar y organizar la información. Se acumulaban los cambios
sible mantener aparte la ciencia práctica y la teórica, ya fuera para des- tecnológicos y las innovaciones en los archivos árabes y chinos. El
cargar más rápido los barcos o para cultivar el mejor trigo de la locali- gobierno era más eficaz, si no más responsable, gracias a las críticas de
dad. Por el contrario, en China e India, la distancia entre el artesano y grupos de sabios y expertos religiosos y administrativos. El comercio
los fabricantes de la Corte Real parecía ser mayor. Probablemente deba- y los conocimientos prácticos no eran sólo prerrogativa de Europa y
mos buscar la más importante diferencia en la vivacidad intelectual de América.
la idea europea del avance del conocimiento y de sus recompensas Aun así, el relativamente largo predominio de Europa y Norteamé-
materiales, y no en la aplicación práctica de una tecnología específica. rica en innovación técnica, política y social no se puede explicar sólo
También en las emergentes ciencias sociales surgieron nuevas formas de
por el mero hecho de los fallos políticos a corto plazo de Asia y África
pensamiento tanto en los gabinetes de los caballeros como en las uni- a finales del siglo XV!! y durante el XVIII. El atraso relativo en innovacio-
versidades o en las cortes reales. Giambattista Vico (1668-1744), cuyas
nes se debió a ciertas causas más generales y de mayor recorrido tem-
teorías de la evolución histórica humana fueron tan importantes a su
poral. Ya hemos mencionado alguna. En primer lugar, los europeos en
modo como la física de Isaac Newton, fue profesor en Nápoles. Pero
general estaban más movilizados para la guerra y eran más despiadados
su vida intelectual se nutrió de las redes de eruditos de toda Italia y Europa.
a la hora de hacerla que los asiáticos, africanos y polinesios. La geogra-
fía europea requería una adaptación rápida de la guerra naval a la
terrestre, de la llanura a la montaña, en el frío gélido y en el calor sofo-
CONCLUSIÓN, «RETRASOS», DEMORAS Y COYUNTURAS cante. Unidades políticas relativamente pequeñas tuvieron que innovar
constantemente para adaptarse a estos cambios de terreno y clima,
Lo que hemos visto en todos estos casos es gente de dentro y de fuera mientras que en los grandes imperios del Sur y del Este se desarrollaron
de Europa enfrentándose a problemas relacionados y conexos. Estos tipos de ejércitos menos entrelazados y especializados para controlar
problemas surgieron del conflicto entre un ideal justo y un orden social enormes extensiones de territorio. En Europa, la rivalidad feroz en un

70 71
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGThl.EN LOS TRÁNSITOS DE LOS ANTIGUOS REGÍMENES A LA MODERNIDAD

área relativamente pequeña obligó a los estados a gastar más en el desa- El Imperio Chino garantizaba el bienestar de sus campesinos mucho
rrollo técnico militar para asegurarse de que su armamento era pareci- mejor que los europeos occidentales protegían sus ciudades protoin-
do al de sus enemigos. Los ejércitos asiáticos, africanos y, en un princi- dustriales, al menos antes del siglo XIX, pese al rápido crecimiento
pio, rusos a menudo incorporaban una tremenda variedad de tropas demográfico. Los indios se libraron de las feroces y generalizadas gue-
subordinadas con su propio armamento y sus propios caballos. Estos rras religiosas y comerciales que afligieron Europa por lo menos hasta
ejércitos eran enormes, pero muy difíciles de controlar. La financiación el siglo XVIII a pesar de alguna rebelión religiosa localizada. Las religio-
militar empujó a los estados a través de Eurasia, pero también surgie- nes africanas y asiáticas evitan la agresividad moral que, paradójicamen-
ron sistemas de pagos y recaudación mejorados para afrontar las endé- te, se encuentra en el centro del cristianismo, una religión que desde
micas guerras europeas. De alguna manera, la paz relativa de Asia bacía mucho se había acomodado a la ética de conquista del Imperio
durante el siglo XVII fue su perdición. Romano61 . Aun así, es difícil negar que fueran los europeos quienes des-
Este dominio militar europeo alimentó otros aspectos de la econo- cubrieron el truco de combinar esta agresividad con unos estados defini-
mía, facilitando la labor de los líderes a la hora de recaudar fondos y de dos de tamaño medio con un comercio floreciente y una cultura de crí-
abastecer ciudades, y facilitando a sus empresarios la innovación meta- ticas enérgicas. El erudito darwinista social chino Yan Fu parece haber
lúrgica, química, de fabricación de cristal y de otras industrias premo- entendido esto mucho mejor que sus coetáneos entre los liberales euro-
dernas. Pero también la aparición de códigos legales que se aplicaban peos de finales del siglo x:rx62.
tanto a gobiernos como a súbditos, a extranjeros y a autóctonos, a cam-
pesinos y a urbanitas, proporcionó a los europeos y norteamericanos
una estructura en la cual pudieron crear un clima de confianza y una
expectativa de justicia a largo plazo. En Asia, la estabilidad política se PERSPECTIVAS
garantizaba a base de «delegar» jurisdicciones en una ~ayor medida
que en Europa. Cada comunidad hacía sus propias leyes. El derecho
religioso solía incluir el civil y el comercial. El emperador podía dero- Estas fueron las ventajas decisivas de los europeos, pero fueron venta-
gar los derechos de propiedad de sus sirvientes, si no de los terratenien- jas a medio plazo. Incluso en el apogeo de la época del imperialismo
tes locales. En Europa esta práctica había caído en desuso después de las después de 1850, los extraeuropeos retaban al dominio de Europa y de-
grandes guerras religiosas del siglo XVII. Fue la estructura general que sarrollaban su propio conocimiento económico, ética política y sociabi-
garantizaba la multiplicación del capital lo que le dio ventaja a Europa, lidad. Entre 1780 y 1820, sin embargo, el dominio europeo en la guerra
no las características específicas de las prácticas comerciales, la organi- y la conquista recibieron un gran impulso que analizaremos en el pró-
zación de las ciudades o la habilidad empresarial de los campesinos. ximo capítulo. Éste no provino de los frutos que la Revolución Indus-
Por último, si nos distanciamos del debate sobre la sociedad civil y trial había empezado a dar. Más bien fue debido a que los esfuerzos de
las asociaciones, parece otra vez que Europa y sus colonias americanas los europeos y de sus colonos norteamericanos para resolver los proble-
tenían, por lo general, una densidad de instituciones civiles extra esta- mas globales de desigualdad de riqueza y derechos catapultaron a nue-
tales que aún no tenían parangón en Asia y África. Ningún gobernante vos y peligrosos actores a la escena mundial: el Estado revolucionario y
de Asia ni de África era un déspota, ilustrado o no. Incluso el empera- sus amargados enemigos conservadores. El lentamente emergente Esta-
dor Qianlong tuvo que ajustarse a las demandas e intereses de los seño- do patriótico e informado que vimos más arriba se hinchó enormemen-
res regionales y de los mercaderes. Pero la articulación en Europa de la te. Se volvió gigantesco en sus ambiciones ideológicas, su alcance glo-
opinión pública por medio de la prensa y las asociaciones parece haber bal y su demanda de mano de obra civil y militar. Su apetito se extendió
tenido otra magnitud. La información sobre el comercio, la política y por todos los continentes. Antes de que el impacto de la locomotora a
los descubrimientos útiles se producían y reproducían a un ritmo cre- vapor o del telégrafo eléctrico se notara, el Estado europeo, sus solda-
ciente y de alcance masivo. Esto no quiere decir, como interpretaban los dos y sus burócratas se volvieron hiperactivos en una «época axial» de
victorianos, que otras culturas estuvieran atrasadas moral y políticamente. la historia mundial.

72 73
~ 1#
,,,.-¡pp<?

Expansión rusa
(1750-1800)
Revu
Expansión de Puga
americana (1773-1774)
R

Rebelión dey Secta de los


Pontiac (1763) Imperio Ocho Trigr
. R · n
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belióo de esclavos
en Haiú
(e 1790)

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lNDIAS HOL
(británicas 1760)
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Conquma bntárua,
Sidney
(o Holanda) (1788)
c. 1806
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NUEVA
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ln..si6n por I•
Á.rl:8$ directamente afectadas W. Norte de
por la revolución u ocupadas la isla Sur
D a causa de las guerras (1830)
revolucionarias o napo]eónicas

Otras reügioneS importantes

Y Coostrucción de estados indígenas

MAPA 3.1 Revolución e imperialismo, c. 1780-1830.


LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

3 Orden de los Tiempos» para toda la humanidad'. Los radicales jacobi-


nos franceses más tarde proclamaron la importancia y el hito que supu-
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820 so la Revolución Francesa mientras trataban de extenderla por Europa
y más allá. Los esclavos negros del Caribe asumieron la noción de la
revolución para su propia emancipación. La nítida enunciación del
principio de «ningún impuesto sin representación» y de «los derechos
del hombre» tuvo un impacto extraordinario. Tras un siglo o más de
debate filosófico, el contenido de estos «derechos» no parece tan sor-
prendente. Lo que resultaba asombroso era que se pensara que estos
derechos eran «manifiestos» e independientes; ningún rey, ni autoridad
Este capítulo considera «la Era de las Revoluciones» en su contexto glo- divina, ni interés imperial, ni superioridad de raza ni credo podía anu-
bal. Incluye desde un análisis de los cambios a largo plazo en los procesos larlos.
políticos y económicos que se comentaron en los capítulos 1 y 2 hasta Los ecos de estas doctrinas se dejaron sentir a todo lo largo del siglo
«la historia de acontecimientos» que influyó en esos procesos. El capí- XlX. Los intelectuales de derecha e izquierda --esta distinción empeza-
tulo analiza los complejos vínculos económicos, militares e ideológicos ba a estructurar la política en todo el mundo-- seguían pensando que
entre las crisis globales de las épocas revolucionaria y napoleónica. la Declaración de los Derechos del Hombre amenazaba con destruir
Entre 17.56 y 1763, la guerra en las Américas y en Asia entre euro-· todas las viejas formas de autoridad moral y política. Para sobrevivir, los
peos, o entre europeos y pueblos indígenas, aceleró la crisis de los anti- derechos feudales, las supremacías religiosas y las lealtades al clan o
guos regímenes en Europa. Contribuyó al crack de los sistemas finan- casta locales tenían que redefinirse con referencia a este nuevo concep-
cieros del Antiguo Régimen y creó dudas sobre la capacidad y, en última · to de los derechos universales, fuera a favor, o en contra. El filósofo
instancia, la legitimidad de sus gobernantes. Las réplicas de las poste- inglés liberal más conocido de la época, Jobn Stuart Mill, sentía de niño
riores revoluciones europeas agudizaron la crisis del Antiguo Régimen que «la gloria más trascendente» que podría lograr sería como revolu-
en las Américas, Asia y el norte de África. Pero el ciclo no se detuvo allí. cionario francés a la inglesa: «un girondino en un contexto inglés»2 .
A su vez, las repercusiones de estos conflictos extraeuropeos alimenta- Simón Bolívar y otros libertadores de Latinoamérica del dominio espa-
ron los problemas europeos. La fuerza de los acontecimientos rebotó ñol analizaron las lecciones de la Revolución Francesa. En Calcuta en la
por todo el mundo. Indirectamente, el mismo Napoleón admitió esto década de 1840, la primera generación de jóvenes bengalíes educada
cuando declaró que la batalla de Waterloo se había perdido en la India. por ingleses leyó Los derechos del hombre de Tom Paine y se mofó de la
Estos dramáticos conflictos sociales interconectados tuvieron el efecto autoridad y de los prejuicios de casta de sus mayores. Los asiáticos y los
de acelerar la divergencia entre Occidente y el resto del mundo que africanos pronto empezaron a argumentar que los derechos humanos se
vimos en el capítulo 2. anteponían a cualquier «misión civilizadora» que anunciaran sus gober-
nantes blancos.
Muchos asiáticos, africanos y sudamericanos, sin embargo, recibie-
ron y transformaron estas nuevas doctrinas peligrosas en un contexto
LOS CONTEMPORÁNEOS ANALIZAN LA CRISIS MUNDIAL que ya estaba rasgado por conflictos entre otras ideologías de alcance
global. Mucho antes del comienzo de las revoluciones americana y fran-
Donde más obvio fue el impacto de las revoluciones para sus contem- cesa, los grandes imperios agrarios mundiales y los pequeños estados en
poráneos fue en el mundo de las ideas. Rápidamente comprendieron ' sus márgenes (véase capítulo 1) padecían graves tensiones sociales. En
que las consecuencias ideológicas de los dramas de 177 6 y 1789 tenían parte, éstas surgían por problemas parecidos a los que proporcionaron
importancia mundial y no eran sólo revneltas locales. Pensadores visio- el contexto de las revueltas de la época en Europa: impuestos, financia-
narios anunciaron que la Revolucíón Americana presagiaba «un Nuevo ción de la guerra y legitimidad. Pero en parte, surgían de problemas

76 77
EL FIN DEL AN11GUO RÉGIMEN
LAS REVOLUOONES CONVERGENTES, 1780-1820
más específicos de cohesión ideológica e incorporación, que resultaron ,·spiritual, comprometiendo el d d 1
de la imposición de grandes estados sobre las diversas culturas de sus
respectivas regiones. Movimientos de resistencia muy localizados podían
do ancestrales casas espiritua/º 1:
e os_grandes reyes y destruyen-
l111portación de enfermed d es. u~ ~eor, en partes del Pacífico la
acceder ahora a ideas universales de divinidad y usarlas contra los gran- n1·ros Y los come . a es ~uroas1at1cas por los soldados, los mari-
des imperios mundiales. rctantes espatcidos por tod 1 d ,
i ru mundial incrementó la t d .º e m un o a ra1z de la gue-
A principios del siglo xvm, por ejemplo, los sijs del norte de la 111itad de la población. , asa e mortalidad llegando a matar a la
India anunciaron una revolución del dharma, o la virtud, que les enfren-
Los regímenes de principios del si lo . .
tó al poder mogol. El contexto fue el intento por parte de la élite mogol d(•c:tos a largo pl d ~ XIX tuvie1.on que afrontar los
de apoderarse de los recursos del rico y laborioso Punjab. Sin embargo, azo e este caos social e id J' . L
el creciente sentimiento sij de que pertenecían a una comunidad sepa-
rada y militante, una «cuarta vía» tras el hinduismo, el cristianismo y el
'~lados todavía más intrusivos
IIIIIS como fuera de ésta fue el r d eo og1co. a creación de
pod ero~os_, tanto en Europa y sus colo-
l11donaria. Pero tambié~ h . b ega o mas importante de la época revo-
islam, sembró las semillas de un conflicto moral más grande. Poco des- u o otras consecuencias d. .
fl• se consideran más «prog1·csi t . l que tra rc10na1men-
pués, en Arabia central, los puristas musulmanes wahhabíes proclama- . ,s as» o me uso benign El l' b al'
Y 1111 senttmiento nacional , ' d·· d . as. 1 er 1smo
ron una nueva era de lucha espiritual para volver al antiguo islam puro, o1 iedades del mund mas agu iza o se arraigaron en muchas
que amenazó el establecimiento político y religioso de los otomanos, El o, aunque sus consecuencia t' ·d ,
i,·,·cr. Los acontecimiento d 1 . d s ,ll aron mas en fl.0-
Cairo y los E miratos africanos. Ya en la década de 1760, en China, algu- 1.11011 considerablemente ~ edp~no o 167~0-1820, por lo tanto, acele-
nos sectarios empezaron a proclamar que el emperador Qianlong ya no 1111111os en el capítulo l · los e ?~ ,camd ios a largo plazo que exami-
poseía el «mandato celestial», dado que la magistratura era corrupta y .
,1¡¡1·l's1vas y modernas y el
· ª apanc10n
d . de naciones-estac1os resucitas
el pueblo estaba oprimido. Los asiáticos y los africanos anunciaron su ' auge e «soc1e ades edu d · d • '
• 11111crciales» en todo el mundo. ca as, 111 ustnosas y
propio «nuevo orden de los tiempos». Como en las colonias europeas,
era el pueblo de las provincias que anhelaba sus viejas creencias sagrn
das el que se resistía a los imperios intrusos y cl que empezó a despee.la
zar los grandes sistemas políticos y a rehacer los vínculos globales qul'
lt l ',1 IMEN ANATÓMICO DE LA CRISIS MUNDIAL
habían surgido bajo su dominio. , 1780-1820
Europa y Norteamérica no fueron los únicos lugares en que se int111 l 11N historiadores usan la palab . ..
gura ron las nuevas y peligrosas doctrinas de la época revolucionaria. N«, • ra «ci-1sis» con dema · d f .
i1 1111 1Hr una crisis histórica p. ar· . d. 1 sia a recuenc1a.
obstante, las repercusiones ideológicas de las revoluciones europeas, y • ece m 1car que as s · d d •
1' 111cos son normale 1
111 . ocre a es y sistemas
la nueva agresividad que engendraron sus estados, se extendieron p111 s a mayor parte del ttem d
',11 i ,111 en crisis. De hecho 1 fli po y que, e repente,
el mundo y agudizaron estos conflictos. La Revolución America1111, ' e con cto es una pa t . al d 1
, 1 u l«·s humanas y es erróneo ret 1 ~ e llltegr· e as socie-
por ejemplo, aceleró el avance desenfrenado de los colonos blancos «·11 .1 1 ratar as como «sistema uil.b .
, ,1 • o >stante, parece acertado emplear el té . . _s en eg i no».
Norteamérica e, indirectamente, en el Pacífico central. Las invasionc l 1111~ que sucedieron entre los años 1780 /mmo «c1:1sis» para lo~ cam-
europeas de Egipto y la acelerada expansión del poder europeo «11 1111 ,,·mentó mucho Y brot f. yd 820. El mve1 de conflicto se
India, el sudeste asiático y el sur de África fueron consecuencias din•1 1111 1i11s por los recursos material aron pro un os confli t ·d 1' •
L . b e ~s i eo og1cos y
tas de la Revolución Francesa}. Muchos musulmanes temían una 1rn« v11 1, tu, hulencias políticas y e ~s.. o asdom roso es la interconexión de
era de cruzadas cristianas tras la llegada de Napoleón a las mezquilnN d . conom1cas e esta ép É .
11 ' i11nbJos radicales en la Corm• d b oca. stas cu1nunaron
El Cairo en 1798. Mientras tanto, en Oriente, las guerras napokó1111 1 ' a e go ernar en la r 1 · ,
11111" pnra una gran parte d 1 h 'd d ' egu ac1on econó-
empujaron a Gran Bretaña y Holanda a ocupar el centro de Javn 1 11 1111' l:1rnl para la otra gran parte.
e a umaru a y en 1 , did d
a per a e autono-
colapso de las antiguas supremacías y la irrupción repentina dc t·xt 1,111
1•,NI v capítulo examina primero la intercon . , ..
jeros agresivos rompió la historia indígena en todo el tnl111tlo 1 1 1 i , Y mílitnr en el mundo Pro . 1· ex1on de las cnsis finan-
muchos sitios, la revolución ern tina invasión cristiana. Crc6 1111 v111 li 1' i i11 , l ·volt icionn ri.:1 y los n·nevossigue ana izando el c·i ·d 1, .
_. . . . 'os i eo og1co c.1e
. p1 mcrp10s que 11np11lsi11·on al Est<1do
/H
!')
EL FIN DEL ANTlGUO RÉGfMEN LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

. . Des ués analiza la «revolución educada y comer- , 111pl' ZÓ a fragmentarse. Las provincias se hicieron semi-independien-
postrevoluc1ona~10. . l p f' . d estos dramáticos acontecimientos. 1, , mientras que los ejércitos persa y afgano invadieron el norte de
cial» que maduro ba¡o a super 1c1e e
ltulia en 1739 y 17596. Delhi fue saqueada y desvalijada: «Cambió la faz
1, 1 delo y de la tierra», como dijo un poeta mogol. Empezó una larga
El /in de la larga paz: Asia y norte de África 1111 lrn entre los aventureros musulmanes del norte y los reinos guerreros
, li I oeste hindú de los marathas, todos ellos con intención de asimilar la
. d d 1660 hasta aproximadamente ,1q1wza de Delhi. El declive de los safawíes y los mogoles desató una
Por lo general, el penodo q~e va es e de la actividad comercial en el
r1.111 oleada de turbulencias que se extendió desde Mesopotamia en
1720 había disfrutado de u~iJ~r~m:r:t~vas tras la consolidación de los
mundo y de una paz ~ esta AL. a Af
ica descritos en el capítulo l. Sus
• ,, 1 idente hasta Tailandia e n Oriente. Los principales beneficiarios fue-

1,111 las potencias europeas que esperaban hambrientas en la periferia.


grandes estados agra~1~s de dsial: co~solidación de los imperios QinR,
poblaciones se benef1c1aron e l otomano safawí y zarista. Aun 1 111 n· 1757 y 1765, la Compañía de las Indias Orientales inglesa se hizo
el Imperio Javanés de Matara'.11, mogo 'd resió1~ comercial durante d , 1111 d rico territorio de Bengala y su industria textil y sus arrozales. La
que las Indias orientales ~ufrifron ~na ri:~ente al sur y el este de Asia. 1111,1ción y los conflictos locales lo posibilitaron. Pero el hecho tuvo
siglo XVll, no parece q_ue esta a ectaca rs~us uerras religiosas. El comc1 , jH'rcusiones de importancia global. Gran Bretaña ya podía formar un
También Europa ?~bia Pª~ªjºJªpo iero~ rápidamente mientras qlll
cio interior florecio. Las cm a es cr~c s se volvieron endémicas l'll
J• 1dto en la India. Esto cambió sutilmente la balanza del poder global
lt 1,1.une antes del auge de la Revolución Industrial.
las enfermedades mortales de otro~ tiempo b f' . de Europa y l'll 1.os regímenes de Asia oriental sobrevivieron más que los del sur, el
. , e e idém1cas. En e ne 1c10 h· t.', incluso, Europa. Pero hasta en esto había señales de alarma. En
las poblaciones, ~as qu P , d I plantaciones de esclavos dl 1
detrimento de África, la lecon~m1~ e u:~peas en América se expandil l 1111111, la hegemonía 1okugawa estaba presionada pero aguantó setenta
Atlántico se aceleraron y as co onias e 1111,~ más. Durante el reinado del emperador Qianlong, China siguió
1111ndiendo su territorio, aunque ya había presagios del declive de las
ron y se sofisticaron. t bilidad y expansión apn11
Las primeras fisuras en esta a parente_es a M c1· ,11 111uciones imperiales incluso en la década de 1760. Philip Khun ha

i
el sur de Asia 11
cieron no tanto en uropa
E , como en Onente e 10 y
. . • d 1 ·g1 XVIII Los h1stona ores
. . d llevan tiempo debatiendo l 1
1, 11111s1rado cómo en esa década una alarma causada por «hechiceros»
1 1 'l' le fue de las manos al emperador porque no tenía suficiente
1
prmc1p 1os e si O , . e.le Asia y Oriente Mt·1 . 1
• . 11
1 . 1 los sistemas po11t1cos 1" 1111·r n ni vcl loca I para aplasta l' a los monjes disidentes, líderes de sec-
causas. Por o genera ' ed h ll do «sobredimensionam1t•11111
1, ~ hundidos • En el sur, la tensión creció considerablemente. El
7
padecieron lo ~ue Paul_ Kenn ~b a ~;ras en las fronteras intcnrnM
imperial». Se vieron obligados a r,ar g . 1 recursos financieros ni lo p1111sicmísmo de China se añadió a las presiones que sufrían sus veci-
· 0 no teman 111 os h•, dl·l sur. El rápido desarrollo del comercio en las costas del sudeste
externas de sus remos, perll O , s que la expansión del com< r
. . e tra teoria e 1
hombres s uftc1entes para . . , 11 ,ro, por los deltas fluviales, y el consiguiente movimiento de pobla-
O
d . manos de hombres lm"
cio mundial había dejado dmerol y pbo eel1en ntrol imperial o se rd1, 111 111,w~ hnbfa cambiado los modelos políticos de la zona. La expansión
· e ya no to era an co ' 1 1111 mns e.le guerra europeas y otomanas avivó la competencia econó-
y jefes campesmos qu b t. t ban de subir los impm·~111
do los go ernantes ta a . 111 1 y política en una región que había sic.lo escenario de guerras entre
ron contra él cuan , lo que supuso su decliw.
1 1111 is l'f nicos. A mediados del siglo :>..'VIII, Birmania y Tailandia se vie-
Fue el éxito de estos grand~s r1~en~e dos regímenes orientuk-s 111
,,, 11 osudas por una guerra saJvaje. Lo que después sería Vietnam tam-
Con todo, el colapso sunu tanc~ también para los inl l'll
grnves consecuencias
· para sus vecmos Y •
if . D .
, s de 1722 el n·g1111 11, 11, xperimentó rebeliones campesinas y conflictos prolongados entre
.1 e n su per e ria. espue ' 1 , 11111es de la guerra regionales. El conflicto duró hasta 1802, cuan-
comercia es europeos , d 1 ,, Su caída desencadeno 11111
111, 1 11'Í110 se reunificó. En las Indias orientales, el poder holandés se
centenario del Irán safaw1l se d~fsp omt ºs g.obiernos de las I ribus 1111 il
. l d s entre os 1 ere n e 111 111111 de un largo ciclo de fragmentación y declive en el Estado
un s1g o e guerra
b ll · d, d s y e1 arte sa f aw1es , se resintieron
• o dcsapa in 11 11
A l 11 11,1111 dt.· ./ avn, iguul que los britiínicos se aprovecharon del declive
Las e as cm a e l . . o el dominio mogol cid S\11 d1 " 1111, o ,il-1 l'l'ntro mogol en 1a lnc.lin.
Aproximadamente n mismo uemp ,

HO
EL PIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

Más al oeste, el Imperio Otomano había caído en un serio punto


1 ,,111poco era propicio. La continua llegada de plata del Nuevo ll. ·f d
muerto político y económico a finales del siglo xvm. A largo plazo, los , o hrgo de J ·1 h 1v. un o
otomanos aguantaron más que los mogoles, los safawíes, y puede que , os s1g os XVI y XVH abfa incrementado los precios AJ
lhtS ¡rnrtes del noroeste de Europa pud1·e. . gu-
l 10n contrarrestar estos costes
los Qing. Pero los fracasos militares contra los austriacos y rusos en las
décadas de 1690 y 1760 habían humillado al régimen y minado sus ¡ ,111 '.'. mayor productividad de las revoluciones industriosas. A p esar de

recursos. Estos desastres externos se vieron acompañados por una serie : •1: /1i, ,1.ves ~roblema_s ele control político, la economía rusa marchó bien
de graves luchas de poder internas entre el centro y los poderosos mag- arAgo_ e ~tos siglos. En gran parte del sur de Europa y del oeste y
111 ele s1a srn emb • J 6· 1
nates regionales. A lo largo del siglo XVIJI, Egipto, la provincia más rica . d , El a1go, os go 1ernos y os grupos dirigentes se vieron
pi.•srona os. coste d 1 .. d 1 ·
del imperio, fue prácticamente independiente. El poder otomano en el 1i11 > • • e a gue1ra Y e os bienes estratégicos aumenta-
norte de África, si no la autoridad, desapareció, mientras que los ! , 1 ero no se contrarrestaba con una mayor p roductividad Ad ,,
i1·, grand_es reinos de Asia estaban maniatados por su or .aniz:~•~S,
impuestos y las estafas difuminaron la posibilidad de expansión econó-
mica8. ;"11•1~11¡1. S1 llos goberna~tes subían los impuestos demasiado, s! arríe~~:~
Todos estos impactantes acontecimientos tenían vínculos directos, ,,111 ,1 que os campesmos abandonaran los cam os
1, v11dtas entre l J J . P - Y a que estallaran
aunque lejanos, con las invasiones militares, el ambicioso deseo de los os magnates oca es. S1 expandían 1 f
señores de la guerra de emularse entre ellos y la interrupción del comer '" upnr nuevas zonas de comercio y agdcultma pat· asl ro1l1teras para
,I · . a exp otar as y recau-
cio tras el paso de los ejércitos. Por ejemplo, el colapso de los safawfoN 111 impuestos, se arnesgaban a p rovocar inacababl . 1
f11111rcras y, t d . es guerras en as
iraníes desató las inmensas ambiciones del conquistador persa Nadi1 ,·. , . es ~~' ~ nue~o, mcrementarían los gastos del Estado.
Shah, que invadió la India en 17.39. Esto debilitó los regímenes autór l .sta s1tuac1on s111 salida fue justo la que tuvo que en . -1 .
1111 mogol A · d 6 carar e unpe-
tonos indios a la hora de afrontar la expansión europea. El posterio1 . parta· e 1 70, el emperador Aurangzeb se vio inmerso en
declive económico de la Peisia de Nadir desestabilizó por consiguientl "'"' llnrga guerra de ocupación contra los marathas del oeste de la India
las provincias oúcntales del Imperio Otomano. El conflicto estullo 1 u H vez, tuvo que afrontar la deserción y rebelio'n d _<
l 1 · , •• , d l . . e campes111os en
hacia fuera y atrajo a las costas la codicia y la ambición europeas. ~ 't ica111as e a capaal unperial. Los gastos militares de Aurangzeb
Por lo tanto, la crisis era realmente global. De alguna manera, qui 111111l't1taron, pero a la vez la re , d . , d . . ,
i111 ,·uso clásico d 6. di c_au ac~on ~ impuestos se Interrumpió;
zás fuera la púmera crisis global. ¿Pero podernos ver bajo la miríada dr • e so t~ mens1onam1ento Imperial. Sus sucesores del
formas externas de estas convulsiones una tendencia común subyacl'll 1I' 10 xvrn se vieron obligados a 6 l •
,¡ . 61 .. . uscar so uc10nes extremas para resol-
te? Parte de la respuesta se desprende implícitamente de lo dicho en l11 ' 1 t pro ema «mihtar-f1scal» · La subºd 1 a d e 1os costes de la guerra
sección anterior: los regímenes de todo el mundo eran especialm<.'lll<' 1111 111 11egad a deJ n il d ,
, uevo est o e armamento europeo y otomano com
vulnerables a las presiones financieras de las guerras de la época. 1 11 1d11 o aun más_ la situación. Los emperadores podían contratar a p;lig1·0~
«revolución militar» en Europa descrita por el historiador Gcofl ll y •' 11 Krcenarios af 6· · ·
11 . p dí d d. ganas, a 1s1111os o, peo1; europeos, para luchar por
P arker9 tuvo su dimensión global10. Los cambios en la tecnología 111111 ,P,, ~ dan e tcar parte de sus ingresos a estos extranjeros peligro-
tar, algunos de origen europeo y otros foráneos, parecen haber pn·KI0 11\ . o «ce er» sus rentas a sus súbditos poderosos con el fin de
nado cada vez más las finanzas de los imperios musulmanes e incluso d 11111 ,·o para comprar armas Tamb1ºe ' n p 0 dí dº ganar
, ,111~1, 11 11cs c - d ·
.f. . , . an gastar mero y sa, 11g1e •
en
China desde finales del siglo XVII en adelante. Asia y los otomanos 111 1
. ampanas e pac1 ·1cac10n mtcrna contra sus nobles locales
dieron el liderazgo en la guerra de artillería y galeras ante los europt o i111pt·s1nos. Todas estas soluciones se les pod' 11. . d 1 y
que a la vez desarrollaron nuevos tipos de armas ligerns y nuevos si~, ·, L • ian e as manos y as'
" 111 110. os mismos problemas acechaban a los demás re ímenc: af l
mas de fottificación. , r.11,rns en este periodo. Primero cayeron los safawíes fos . ro-
El coste de la guerra había aumentado mucho. Esto fue un pmlil l " nlc>m!lnos aguantaron hasta el siglo XIX . y , J_avaneses.
1 • • , pero m1entras tuvieron que
ma en particular para los imperios musulmanes y China, desunido , ' ,., sus provmcias más ricas a súbditos poderosos. De h h b
absortos en el interior de sus fronteras precisamente para tnit,11 ,1 1111p11dos en 1 · cJ·icoton1ta , del Incremento
. eco, esta an
. a m isma del g il.
as o m 1tar y l a
t
incorporar y acomodar a los jefes locales. El clima cconómirn g¡•111 t 1 11 111 ¡11 0 l'I cs1ann11111ento .
ele sus ingresos.

H2
HI
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

Guerra y finanzas en Europa 111111 respuesta de estados como Gran Bretaña, con un número inferior
1
11• hombres jóvenes en edad militar. En la batalla de Minden de 1759
Un dilema similar y vinculado afectaba a los gobiernos europe?s con- 1 :11111 Bretaña desplegó sólo 5.000 soldados de infantería. En Waterlo~
1 1
temporáneos. En 1700, sus sistemas de impuestos y de co1:1:_r?l interno 1 1815, tuvieron que desplegar 21.000, un número relativamente
eran por lo general más grandes que los de los estados asiat1cos Y del P11'1ll_cño comparado con los ejércitos de Alemania, Francia y Rusia12•
norte de África. Pero, a la vez, tenían intereses globales más ex!ensos f 11~ ingleses gastaban más dinero que sangre. Usaron su poder fiscal

que provocaban regularmente conflictos entre ellos y con Asia Y Afric~. 1 1Jar enormes subsidios a sus aliados para mantenerlos involucrados
1 11 r1

Mientras que durante el siglo XVII las guerra~ e~1rope~~ fuer?n por reli- , 11 In guerra.

gión y en aras del poder del Estado para supr.urur la d1s1denc1a y la here- El _problema de los estados europeos era que aunque se veían forza-
jía, las del siglo XVIII serían por recursos din~s~icos y por el control de ' l11K n librar guerras globales, éstas costaban tanto en hombres y en teso-
las ciudades el comercio y los aranceles. Las elites europeas empezaron 111 , qtie la mayoría no contaba con recursos suficientes para llevarlas a
a suplement~r sus ingresos como terratenientes ~on los beneficios _de l~s 1
1lio. Desde mediados del siglo xvm h asta finales, la expansión econó-
plantaciones de esclavos del Atlántico, y comerciando con el ~ -ed1terra- 11111•11 se ?esacele~·ó. De hecho, el crecimiento de la población parece
neo y con Asia. Las grandes corporaciones, como las compamas de la8 11111'.'I' de¡ado atras ~a capacidad agraria p ara innovar en muchas p artes
Indias Orientales inglesa, francesa y holandesa, así como las sucursales · 1, l•,u ropa. Los _gobiernos segtúan dependiendo de camarillas de grandes
de agencias españolas y portuguesas en Sudamérica, ganaron gran 1, 11 111 ententes, mcluso en las sociedades relativamente comercial es del
importancia política. El comercio ultramarino, por tant~: afectaba 111 11 lt' ele Europa. Los efectos generadores de riqueza de la industriali-
directamente al crédito europeo de una manera que los poltttcos Yeco 1, 1011 aún no se apreciaban, y así sería durante dos generaciones más.
nomistas políticos de Europa tenían que tomar ~n _cuenta. Las guerra~ 1 nM gobie1:~os que libraban guerras dentro y fuera de Europa con
europeas de las décadas de 1740 y 17 60 se convutieron en ~uerras <l<·I 11 111rsos militares y navales apenas podían reclamar los beneficios de los
litoral asiático y norteamericano, mientras que Gran Bretana con fn· 1 1,11u l~s terratenientes. Esto habría supuesto arriesgarse a una rebelión
cuenda negoció privilegios con las potencias continentales usando loH " 11 1111nar la posición de ministros ante las asambleas parlamentarias

fuertes y mercados capturados en Asia y América. ,1111 ' operaban de manera inegular en casi toda Europa, con más serie-
Este tipo de guerra era especialmente costoso: suponía «romp<·I ,111 11· 11 ~ ran Bretaña y sus dominios irlandeses y norteamericanos. Al
ventanas con guineas», como dijo el primer ministro británico, WilUam 1111 1110 tiempo, dado el crecimiento de grandes ciudades indisciplinadas
Pitt el Viejo. Las fuerzas navales engullían enormes recursos. El buq11, 111t t lr pcndían del comercio y de los empleos gubernamentales las
insignia de Nelson, HMS Victory, costó cinc? vec~s más q,u~ la pla11111 11111 11idades difícilmente podían recaudar impuestos de las clases urb~nas
metalúrgica de Abraham Crowley, una de las Jnvers1ones m~s 11~1por1:'.11 11 1
1 ili11s-bajas y obreras. Las revueltas continuas a causa de los impues-
tes de la Revolución Industrial11 • Los efectos d e las nuevas tecnicas nuh 1· 1 , los aranceles y el precio del pan se lo hacían saber a los gobiernos
1 11
tares y armas convencionales -como el fusil de chisp~, inventado _cnl 1 11 ¡,cos. Este tipo de problemas llevó a los llamados déspotas ilustra-
1680 y 1730- ya formaban parte de todos los conflictos. Federico rl !, 1 , I¡· l\lemania, Rusia y Austria y a sus aliados intelectuales a tratar de
Grande de Prusia introdujo métodos disciplinados de uso de las ai·m11• 1, 11111'.11· las viejas autocracias europeas. Y, como se sabe, los gobiernos
de fuego. Algunas potencias europeas y no europeas 1;0ás pequeñas t•111 11111111st·as son extremadamente vulnerables.
pezaron a emplear métodos europeos y a construir. nueva~ fort 1111
zas defensivas diseñadas con ingeniería científica hacia med1ados 1 111
siglo XVIII. Todo esto incrementó los costes de la guerra. 11 1
1 11 11 I :'u.ropa la crisis fiscal y militar, 1756-1789
Un último incremento de los costes bélicos en todo el mundo J'\'M III
tó de la Revolución Francesa. Napoleón adaptó y extendió la idt·11 d l 11 l,1 dt'·cada de 1760, estas discretas bolsas de turbulencia en E urasia
una leva masiva de jóvenes para defender la patria. El emperador ('11vl l 1N A111fricas confluyeron con más fuerza, agudizando los conflictos
enormes ejércitos de hombres contTfl Austria, Prusia y Rusia. Esro 1·,o.ili1 1111, , iil'11tro como fuera de Europa. Los acontecimientos en la zona

H'í
EL FIN DEL ANTIGUO IIBGIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

europeo-atlántica fueron críticos. La_ Guerr~ de los_ Siete A~os (1756- 1


1763 ), en la que participaron Austria, Rusia, Prusia, Francia y Gran 6 1~ _derrota ~ritánica y transformó un conflicto regional en una con-
Bretaña, presionó a todos los estados europeos. Dentro de Europa, la v'.ds10n mundial_. Los. f~·a:1ceses vieron la oportunidad de romper el cre-
1 icnte m~nop?ho bnta111co del comercio internacional, sólo tan obvio
guerra destapó la debilidad econ?~ca y militar de l~s grandes mo~ar- 11,1s sus v1ctonas en Canadá e India 15.
quías. Fuera de Europa, se convtruo en un costoso ¡ue~o d e c~lon1za-
ción. En ambos casos, la experiencia de la guerra empu¡o a gobi~rnos a . ~~ pérdida de las colonias no resultó letal para el sistema político
arriesgadas reformas políticas internas y a la expansi~n exterior. La ill'ltaruc_o, en parte porque Gran Bretaña retuvo las ricas islas caribe-
1111s1~. St? _em?argo'. la derroca en América causó cambios importantes
monarquía española trató de recuperar el ho~or y ~os mgr~sos tras ~a 1 11
derrota ante Gran Bretaña remozando su 1mpcno americano. Sm la Pº!':1ca 1mp~rial de Gran Bl'etaña, que echó leña al creciente fuego
di· In cris~s e? Oriente._ El gobierno británico se volvió más posesivo e
embargo, España no tenía el suficiente poder para ~~pon,er_un control
firme en sus ri.cas y pobladas colonias, cuya poblac1on ~~•s Jmportante 111t~rvenc1?nista en Asia. Una generación de historiadores del sw· de
l\~1a manttene que la expansión de la Compañía de las Indias Orienta-
se identificaba cada vez m~ís con América y no con el V1e¡o Mundo. La
l,·~ desde su base en Bengala hasta conquistar gran parte de la India
independencia latinoamericana no fue una posibilidad real has~a que 111
Napoleón invadió España treinta años después, pe~o ya en las dec~da~ 1rc _1?83 Y 1818 se <lebió a su voraz necesidad de financiar sus fuer-
,~ militares. La Co~pañía obligaba a los jefes indios a pagar los suel-
de 1770 y 1780 las diferencias entre l~s colo~~s cnollos y los partidos
imperialistas de Sudamérica estaban bien definidas. Los r~curso~ espa-
dos11
d~ las tropas o, s1 no, se quedaba con los territorios más proclucti-
. s. IJ valor de~ comercio indio era insignificante comparado con las
ñoles se vieron mermados por el esfuerzo de gobernar su tmpeno Y de 111 1
l1 l'Zas_ produc1~as por sus rentas territoriales. Los británicos empeza-
sofocar las revueltas amerindias que brotaban por su política de obte• 1111
1 H 1~1~·ar también h~cia China, sólo diez años después de la derrota
ner dinero•J exprimiendo a los cam~esinos. , , . 11
Otra fisura del sistema internacional que se ensancho despues de •1 Amenea. El comercio con China empezó a dominar las cuentas de la
11
111pañía de las Indias, que necesitaba d esesperadamente dinero.
1757 fue la casi constante guerra entre Gran Bretaña _Y Fran_cia. ~uchn
11 iill,1, una demanda c~si !ns~ciable de té chino en Gran Bretaña, y el
ron en el Caribe, en Canadá y en la India. Tras una sen e de v1~tor~as s~r
1,lpodon cr~do Y el opto 111cl1os eran recursos valiosos para comprar.
prendentes contra Francia, a Gran Bretaña le llegó su pro~10 nemes1s. 1
• 111 Bre~a!1a navegó con éxito por la tormenra desatada por su derro-
Después de la guerra contra Francia y E~p.aña de 1~6?, tr~to d~ :e~upl' 11
1 •11 An~cnca a base ele explotar sus colonias caribeñas y asiáticas.
rar el coste de la contienda en Norteamenca. El mm1steno bntanico se
1nHJtca~ente, ~a~ víctimas más visibles de los problemas financieros
empecinó en subir los impuestos en América y desple~ó. un enorm_c- 1
• ,111 rovers1as políticas que creó 1a gucna americana fueron la monar-
ejérdto real en las Trece Colonias norteamericanas para v1gilar_los tcrn 1
1111 >. las clases gobernantes francesas, supuestos vencedores y no los
torios recién conquistados a Francia y protegerlos de los posibles atn
l rl1 111H.·os. Un cambio ideológico imponame también estaba ~n el aire.
ques indios en el Oeste. Esto ofendió a la legislatu_ra local, ferozmc111r 1 111
independiente, para quien el gobierno real centralizado, sobre todo <'I l l,• 11 n?rt~~mericano de «ningún impuesto sin representación» tenía
11 1111
gobierno real de la alta Iglesia anglicana, era un anatema. Los panfh·t.1 1 • 1 s1gmficaclo en Francia. Los voluntarios franceses movilizados
1
tas americanos recelaban sobre todo de la Compañía de l~s Indi 1 11,, 1 hcroc d: _1~ guerra ª?1ericana, el marqués de Lafayette, cantaban
1
111 1n11l'S patnouc~s americanas en sus desfiles en Francia. El ejemplo
Orientales, que monopolizaba el comercio en el este. L~ cons1dcrah 111 1
una máquina corrupta que gozaba de protección especial desde 1 °11 11, 1111t•ncano tra¡o a Europa ideas de reforma y representatividad a
1 1
dres 14. La Revolución Americana empezó a pequeña escala, como 1111 '' 11· _asambleas populares que pronto arraigaron en Francia. El filó-
revuelta contra los impuestos y la tiranía local. Su objetiv? era ~cs111111 1 "" dd l1hrc comercio Condorcet escribió: «El espectáculo de la igual-
11

los poderes de las asambleas locales, erosiona~os por la 1?~ms1011 d, 1 1 1q1 ll' impera en los Estados Unidos... será útil para Europa»11. Menos
1111 11
Corona. Los americanos recelaban perder su libertad rel1g1osa Y dud 111 ·0, d cnorme aval financiero que asumió la Corona francesa
1
ban de la buena fe del gobierno británico que había otorgado :1111plh ' t\ nd,11 _a los noncame~icanos llevó a los ministros reales a poner en
111 1
derechos a los católicos franceses de Canadá. Sin embargo, In 1•1111 111 ,, ,IITll'sgados pero mcohercntes programas de reforma. Estos
1111111
11 p,11datinmrn.·ntl' la base ele la monarquía. Parn poder llevar a
en la guerra de Francia y España del lado norteamericano en t7n 111,1 HII 1 111
1 li,~1•11 111hios pol11irns, los 111inísrms lll'Cl'sit11hn11 d 11poyn de 111 l°llll'

H7
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

y del pueblo. Pero no se atrevían a confiar en los viejos poderes y asam-


bleas, ni supieron ver la importancia de buscar el apoyo de los abo- ',\:/uc~ras _del sigl? anterio1: La presencia de ejércitos extranjeros en
gados y de las nuevos profesionales en París y el resto de las grandes ~ f1~n~es desato una ola de resistencia que arrastró a la Revolució n
ciudades. Al final, las reformas simplemente provocaron mayor oposi- '•. •11~1s a e ant:, a l?s ejércitos de Napoleón Bonaparte a cruzar las fron-
1
ción. Para resolver esta crisis, muchos expertos abogaron por una nueva "1 '' ~ del F;ncta e 1~_duso de Europa. Los radicales adheridos a los ide-
asamblea constituyente al estilo norteameri.cano. Pero, al no haber con- , ' \ e a ec1arac1on de los Derechos del Hombre se ali . 1
· . aton con os
senso, en 1789 se reunió el más antiguo y poco ágil cuerpo represen- ' 1111pcs1n~s neos y la burguesía temerosos de perder las tierras de la
tativo, los Estados Generales. Como los Estados Generales funcionaban ,,11s1.oc'.·a~1a ~dela I~~esia que habían ocupado. Juntos desataron una
según el arcaico principio de representación de los estamentos sociales, 11,101 dmana explos1on de energía política y militar. El peligt·o de .
los conflictos entre la nobleza, la Iglesia y las clases medias se agudi- 11 ,11 por t . f mva-
1 ex r~n¡eros ue un poderoso incentivo para el alistamiento en
zaron. ',, , ·normes eJérdtos de la República y más adelant del I ..
El punto muerto del gobierno central francés resultante permitió 1 ·, · . . ' . • e, mpeu o.
,os c¡ercitos revolucionarios e imperiales fueron a todas p ·t l
entre 1789 y 1790 que se encendiera todo tipo de revueltas locales y de 111 11 1s del Ri I al' E - l a1 es, a as
conflictos sociales, que acabaron en cierto sentido por nacíonalizarse18• , , . • • n, t ia, spana, os estados alemanes el este de Europa e
1111 111so Egipto En t d , '
Las protestas de los campesinos, las revueltas anticlericales y los cons- . o os estos pa1ses encontraron gente que deseaba
tantes brotes de desorden público en París y otras grandes ciudades
sacudieron a una serie de ministros que se vieron obligados a tomar
posiciones cada vez más radicales. Ya hada 1792, los elementos de la
próxima contienda estaban bien definidos. La fragmentación del Anti
guo Régimen dio rienda suelta a los fuertes sentimientos de autonomíu
regional y local que siempre existieron bajo la superficie del gobierno
real. Los «.federalistas», representados en París por los llamados giron
dinos, tenían en frente un bloque de centralistas radicales, los jacohi
nos. Éstos pensaban que un gobierno fuerte podría crear «una repúbli
ca vütuosa» y deshacerse de la Iglesia, la nobleza y la monarquía de un
solo golpe. Las impredecibles multitudes de París y de otras grandt·
ciudades, que a lo largo de previas generaciones se habían hecho cadn
vez más activas en la calle, avivaron la sensación de pánico. La reaccicín
conservadora, sobre todo en el noroeste del país, donde los terratenit·11
tes, clérigos y campesinos religiosos trataban de frustrar los ánimos dr
los republicanos anticlericales, enfureció a los radicales y les llevó a ÍIIN
tituir las sangrientas masacres del Terror en 1793 19.

Fase climatén'ca: la reexportación de la revolución mundial dnil


Francia, 1789-1815

Lo que más radicalizó la Revolución fue la invasión de Francia por


parte de las grandes potencias, horrorizadas por la ejecución del 1e y
de la aristocracia, pero también ansiosas de conseguir las ticrr11s, In
1 ,1 11•vol11d1111 1rnn~atlántica: ejecución del du ue de Orlea . .
colonias y los territorios a los que venían echando el ojo a lo lnrgo d , ,111, 11111 1•,nponínc.:a. q ns, 1793. L1to-

RR
¡
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
LAS 1lEV01.UCIONES CONVERG ENTES, 1780-1820

cambios. Comerciantes envidiosos de los monopolios estatales o de las


asociaciones, campesinos resistentes a los impuestos feud ales, anticleri-
cales que miraban con odio los privilegios de la Iglesia ... , todos apoya-
1
ron a los procónsules franceses y príncipes de la familia de Napoleón,
que más tarde acabó por gobernar Europa20• Antes de que el aspecto
dominante del imperialismo francés resultara inevitable, los jóvenes
radicales de todo el mundo pensaban que e ra «una delicia estar vivo»
mientras caían a su alrededor las antiguas y corruptas supremacías.
Los historiadores modernos han tratado cautelosamente de demos-
trar que el Imperio que crearon los ejércitos revolucionarios y napoleó-
nicos en Europa, Egipto e, incluso, en las distantes Indias Holandesas,
sólo tuvo efectos sociales limitados. Fuera de Francia y de las áreas ccr
canas de Bélgica, Holanda e Italia, dicen, la aristocracia se reorganizcí
con astucia para preservar sus tierras y sus privilegios. Como pasó con
la Compañía de las Indias inglesa, los invasores, por muy revoluciona
rias que fueran sus intenciones, se vieron obligados a pactar con In
gente importante de la sociedad simplemente para poder estabilizar s11H
nuevos dominios y recaudar impuestos. Los generales napoleónicoN
buscaban ante todo el orden, ya fuera cuando dispersaban las multitu
des parisinas en 1795, o al sofocar las revueltas en los bazares de 1·I
Cairo tras la invasión de Napoleón de Egipto en 1798. Buscaban a lo•
jefes locales p ara preservar la paz.
No obstante, hubo cambios. El nuevo Estado era posesivo e int111
sivo. P or lo menos, se fundió y alió con diferentes elementos de la anti
gua élite. El Estado napoleónico en Europa, y brevemente en Egipto, t
un buen ejemplo de la misma combinación explosiva de ambición 111111
"' ,1~11· 1)oininique Ingres, c.is;¿,º
' N,1poleón en toda su gloria- N [. , ¡ .
eon en e trono imperial. Cuadro deJean-
tar y necesidad financiera que había provocado originalmente la niNI
mundial2 1. L a intención de la corta pero radical transformación d
Europa y de sus fronteras impulsada por Napoleón fue consccut·11l l
de las necesidades estratégicas e ideológicas del Estado revolucio1111rl
francés. Pero el imperio, conquistado por la transformación de l.a ll 1, 111,' \, l)urante la breve ocupación francesa de E .
11 t11•1·1·11s fueron reorganizadas . g.1P!o, las rentas de
masiva revolucionaria alistada en un ejército de 2.000.000 de soldado i, 1 N:ipoleón. para proveer un millon de francos al
pronto desarrolló su propio impulso. Las enormes recompensas y NIII 1' 1 gobie rno ilustrado fr ,
sidios que exigió Francia a los países conquistados o amedrcn1ad11Ny l 1 ' ' i11didad del vie1·0 ord::c~ supt~e~t~mente barrería la corrupción
sus ejércitos aliados ayudaron a paliar el coste de la guerra. El rn11tr 11 l'1f1•111,1 de estipendios y st b 'd•
· ero, 1ronicamente muchas
el , . . veces creo
,
de las economías europeas también compensó a Francia por la pén 111 l 1 1 ''f'" \l' parecía muchísimo j d 1
l s1 tos para mantemm1 t d l E·, .
en o e ·¡erc1-
tantas colonias y territorios d e ultramar a manos de los britti11iw a os e os otomanos rusos y m l
i 111 l 'Mll'l':; británicos en Ja India. Na oleón est b' . , . ogo es y
Venecia le quitaron seis millones de francos y sus posesiones nlils v11II '"" H I011t•s» e «i111¡:>lícacio11e 1p . . a lec10 un sistema de
sas en 1797. Otros estados derrotados se vieron reorganizados Jlill , q s» en os terntonos co · d
sus economías financiaran los posteriores avances del Cra11 I•,¡, 1 1
11111 111 t ,1 sus sol.d:iclos y administradores Por .
,f, I Vi•itl'fo qii(•dcí asignado al 1·cino de r1 alia i:~~~~:1~~,:;;<~~t~:;~~%~
nqws~a os ~ara
1

<)()
'JI
EL FfN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

111 \ . colonos eu iopcos


· 1
con la condición de que un 10% de sus rentas fueran para este tipo de tuvo un efecto domi.J , I . .
su bsidio. Se implementaron políticas parecidas en el centro y el este de
i 11lllldantes ya de por sí m, l . d 10 en os retnos africanos
p . ' as mi 1tar1za os y agresivos26 1
Europa. El emperador tenía que mantener y aplacar a la gran cantidad o1 su parte, los británicos endurecie.1 .
1, 1t·belión de 1798 respaJd d F ?n su control en Irlanda tras
de oficiales franceses y de otras nacionalidades que comandabim sus . ' a a por rancia También del 1
ejércitos y englobaban sus administraciones satélites. Hacia 1814, 5.000 i,·¡~1mcn en Canadá tras lag d . . remo aron su
l11il 11,1 estallado por el 61, uerrad e l1812 contra Estados Unidos, que 1
personas recibían este tipo de subsidio, con un coste total de más de 30 oqueo e a Europa nap 1 , . Mº
millones de francos al mes22 • Esto aparte de los muchos oficiales dd
1 i11to, en Oriente la gt1
'
, n1111111dantes locales aplast
, .
erra lnternacional p
1
. o eontca.
· ·, 1
ermmo a os agresivos
ientras
l
ejército regular y de administradores a los q ue manterúan con los sub-
sidios y tributos varios que pagaban al Estado francés los territorios 1111 1,os. En actos de «subí
ar a os restantes estad
.· 1· l
mpeu a lsmo» ocal los brit, ·
· d
os 111 epen ientes
d.
b º, •
¡
conquistados. Como ocurría con otros estados en guerra, la econom íu
'.,, 1ll'ron las Indias holand
esas, a
1· d as d e Napoleó
'ª , antcos tam ie n m-
t , d 1
continental europea se mantenía gracias a lo que los británicos llamu " io11iaJ, la república hoJ d
.
d
an esa e atav,a
B . n a raves e su señm
ban «la vieja corrupción». Los contratistas y empresarios militares l•,n todo el mundo, el nuevo vigor
,1,11l11s europeos revoluc1·0 .·
milit .
.
l ..
ar y a agres1v1dad de Jos
1

hicieron enormes fortunas. G. J. Ouvrard, por ejemplo, un socio <le In ' nanos Y reaccionarios d 1
emperatriz Josefina, creó un destartalado ejército de subcontratados y 11111 nsificar los conflictos 1·nt 1 ' ayu aron por tanto a
1 . . ernos Y as contradiccio
1
clientes que se extendía por todo el imperio y, a través de Madrid, enli, , • v1qos estados asiáticos desde 1700 El _{¡ • nes que arrastraban
2 1 l'lplo y acosado militarme11t . npeno Otomano, perdido
zaba con otro grupo de empresarios de México y Perú ' . e por una Rusia re¡·uv ·d 1 • 1
11 •' 1,.¡ zar ante Napoleón J 812 . . enec1 a por a victo-
El impacto del Estado revol ucionario y napoleónico alcanzó mucho en , se vw obligado a ref. •
más allá de la zona conquistada por Francia. En el Caribe, la pronta 11, vos y agresivos m.íninapoleo b . , . ormarsc o morir.
l11il1.i mogol y el Asia central Ch~es ntabmcos y rusos se repaitieron la
liberación de los esclavos decretada por la Revolución fue derogada por . • 111a esta a a punto de e
Napoleón. Pero, en todas partes, la revuelta de esclavos, q ue ya bervf• '""' 11k11siva británica m uc110 mas , atrevid·, . yp. ncontrarse
J con
1i " • misión de lord Macartn B ... ' tepotente que a desas-
peligrosamente antes de la Revolución, adoptó una nueva dimensión
111, 11111 que los reinos medí ey a e1¡~ngbentre 1793-1795, cuando le
ideológica. En Haití, los ejércitos del esclavo revolucionario Touissnnl os no necesita an «barati¡·a ·¿ al
L'Ouvertu re, el gran «jacobino negro», ayudaron incluso a salv11r 11 11 l111 ltlso en el le¡·ano O , p 'fi
ceano ac1 ico se notar
socc1 e nt es».
. ¿·
Revolución de sus enemigos en Europa al absorber a casi 100.000 ,mi 111 1llll'ntc poderosos los e d I • on, m . irecta pero
, erectos e a era revoluc. gl bal
dados ingleses, la mayoría de los cuales murieron a causa de enfcrm<."tl 111' i •uts formas las ondas expa . d 1 • tonana o . De
1 1 . ' ns1vas e as crisis milita , .
des tropica1es24 • Más adelante, cuando Napoleón trató de reintrmlm:l t, '" ,_1g1cas impactaron en Australia N res, ~onom1cas
la esclavitud en 1800, sus ejércitos sufrieron su primera derrota ll'f
1"'"" ''º· Parte del gran p t . . 1 'al ueva Zelanda y las islas de la
o e ncra nav europeo y .
1 1 p '~o por la zona L . alºd d . norteamencano se
tre en Haití, lo que desaceleró el crecimiento del nuevo imperio. (, l
1111111.el» británico del imper·
· ª nv 1 a comercial dura t J bJ
l . . ~ e e « oqueo con-
son ejemplos muy buenos de cómo el resto del mundo no acept<'i In 6
11t dl' hnllena en los mares1odenlapo e n~cod111tens1ficó la búsqueda de
sis europea pasivamente, sino que ésta «rebotó» hacia Europa , do n • sur, env1an o ballene
provocó nuevas oleadas de cambios. Como lAfamosa metáforn J 11 ' m1.1s. Las colonias penal 1 .. ros y «raqueros»
es Y as rrus1ones británi A ali
mariposa revoloteando en Tokio que provoca un vendaval en el ( :cnl '"" producLos relacionad ¡, ... , casen ustr ·a
os con a nueva def1ruc1on del E d d
Park neoyorqtúno, las ondas expansivas se hicieron sentir m uy k•jo tt 1l1'hll1 evangélica que result ' d I
° fl.
e os con 1ctos revolu ·
•sta o y e
· L
caída de España ante los ejércitos napoleónicos desencadenó la rt'V 1,,111·1os norLcamericanos lle aron a H . . . cronanos. os
ti 11111 ,1 Dios por crear u11ag , 61. aw3;1, s1mbohzando su agrade-
ta de las colonias americanas españolas. A su vez, la intcrntpl it,n repu 1ca v1rtuosa T. b · , , l
tráfico de esclavos y de la producción de plata en México y Pl'l 11 111 1 lus 1<.k-ologías europeas s b. . am ien aqu1 as
' e com tnaron para p rovo bº
vocó cambios en el oeste de África y en Asia, sobre toe.lo e n ( :h1n11 1 l' • llllt·rnos. . Los r,orupos maones , d e 1a is . la norte de Ncar cam Zel tos
dependía de la importación de piara mexicanan . También en ,·I 1u 111 11111 1os pnnwros en ·11Jrend ,
. . 1
CI a mane¡ar a nueva Icen l
ueva, an- ·u
África, las intensas guerras europeas y los conflictos idt:ol1igiw11 111 ,11wi1, l•:sto les IK'rmitió invadir h isla . l .. o og,~ m1 .
' • ' Slll y l l" I I OCa r a sus )t.'Ícs.
EL FJN DEL ANTIGUO R~:GIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

MINAR L1\ LEGITIMIDAD DEL ESTADO: DE FRANCIA A CHINA


/;/,~.'c~!~cluso aconsejable, el material histórico ya está djsponible para
Como sugerimos en la sección anterior, el argumento de que la crisis
.En el caso de América, algunos de lo , . f . .
mundial de 1780-1820 tuvo origen en el desequilibrio militar y financie- 11posición habían surgido alrededor del s ~~s Pto °'?dos h_na;e_s de
ro de los estados es convincente. Esta tensión afectó primero a los gran - i I catolicismo romano En 1 d , d d a host1hdad hacrn la «tirania» y
des estados multiétnicos y porosos del sur y el oeste asiáticos. A partir f ivore b . , . l. ~ eca a e 1770, esto se avivó debido a los
I .·¡ s_ ntla01cos a os recién conquistados católicos de Canadá F
de 1760, apareció en Europa y en sus colonias americanas, hasta que " i «vmcu ar» esto con el resentimiento 1 . . ue
provocó el desmoronamiento de todo el edificio monárquico europeo 1 :nngreso Continental den ., por os impuestos. El Primer
unc10 que:
después de 1789. De entonces en adelante, la necesidad de financiación
militar motivó a los estados agresivos tanto en Eu ropa como fuera. l l 11t lo aprobado e n la misma sesión [d J p . .¡, b . , .
Sin embargo, esto no puede explicar totalmente lo que los contem 1,, 11•li¡.¡ión católica romana en la . e_ ~' aQmenbto ntantco] para establecer
. •11111nlivo de las leyes inglesas p_ro~111c,1a e _ué ec, aboliendo allí cJ sistema
poráneos llamaron «el naufragio universal de las naciones». Por supues . ' Y e11g1enc o una t1r·tnía que h e1· (
to, las crisis financieras y las derrotas militares han sido las principales ",1"1elisparidad de religión el • 110 . bº ) 1' ', . ace p igrat por la
' erec Y go Jcrno as vecin·ts ¡ · b · , ·
, 1111 111ya sangre y tesow a d . . . . . ' , co ontas ritantcas,
razones causantes de la caída de regímenes a lo largo de la historia. yu aion a conquistar dicha tierra a Francia21_
Como ocurrió entre 1780 y 1820, estas convulsiones desataron como dt·
costumbre las tensiones económicas subyacentes, que habían sido con l listodadores recientes h an demostrado d
secuencia de un crecimiento económico lento o de una distribucion l I l11 incompetencia financiera real en Franci;ue, ~~?ªforma pareci-
1111rorte era avariciosa reca d b . se vo VIO un tema moral.
desigual de recompensas y penalizaciones económicas. Sin embargo, 111 1,1, lo hacía porque era 1ujurios~ ;e a imp~estos de ~ nera irresponsa-
crisis mundial de este periodo fue más profunda y más fundamental d,
lo que esta explicación materialista parece decir. Esta sección analiza 111 ': 111wstigar qué leían los franc~ses ::~::ad~;os:;~
' ,1 lkvolución Robert Damton d b ., d
dé::~e pervet~ida.
as anteriores
conexión entre las crisis sociales y los modos de oposición a la auto1 i ,., ,l11!iidos, deb~tes y rumores28 É ;scu n~ to o u 1~ mundo de libros
dad en las diferentes sociedades del mundo. 1, ' i llloral de la m , l . ~ os erosionaron sistemáticamente la
En todo el mundo, la pobreza, la privación y el conflicto social pl1111 onarqma, a aristocracia Y la Iglesi ¿· d
,l 1 ' i nidades y calumnias p 0 J't. 1
L a, p.or me to e
tearon preguntas fundamentales acerca del derecho de los goberna11t1 ' icas. a gente estaba tan b d
' I" 11sn r en la corte como al o corru t , . acostum ra a
a gobernar. No existe una diferencia real entre «cultura» y «econon1111 ,, 1111111 la crisis política llegl . p o, e~o1slta e mcluso ridículo que,
sobre todo en sociedades que se mueren de hambre. La gran prolifc111 asupuntomasatoenl7911792 ,
1 •· f11 f >nmton y Mona Ozouf h d d · , se cre1a
ción de asociaciones de prensa y políticas en Europa y América t·11 1 I li,111 " 11t' corrupción eran
' · an emostra o que mucha •
. d , . s teprescnta-
siglo XVlll, que mencionamos en el capítulo anterior, hizo a la gentt· 1111 expresa as en termmos de , p fl
111,, do1 :1s groseros J·ugab .. genero. an etos
escéptica y más hostil hacia la autoridad establecida. Para explic111 1 an pe1s1stentemente con los . d l
111,111 Nin lascivia y perversión d 1 . M , . t umores e a
diferentes manifestaciones de esta hostilidad es preciso analizar 111~ hl e a rema ana Anto111eta U 1·6 .
1 , 11 ,111jera como se creía p di • na 1 ert1-
torias de conflictos ideológicos y de las creencias populares. La nat111 I, 'l 11• . , . . '. o a corromper con facilidad a su mari-
y, y empujarle a traicionar al nuevo . diná . . .
leza de «la cultura de la oposición» en diferentes contextos p11H , fl 11• i ll'CÍa en París las . d d . y m1_co patnousmo fran-
haber sido clave a la hora de convertir los conflictos económicos cu Ir 1 \', ' " illt•s2'1 _ y ctu a es g1andes, tan leJanas de la corte real
sis sociales generales. Esto nos ayudará a entender por qué difl·11 111
sociedades tomaron rumbos distintos en el transcurso d e una é¡H11 1
revoluciones que tuvo d iferentes orígenes, pero también am plias 11111
ti, , ,11 IH·nles distanciados del p J '.
f , i igida doctrina de la soberanía o ular al.

1 111, v,1,io había autoridad Coprocleso . e gobal


.
imentada por Jntelec-
1erno, llenó un vacío en
cuendas globales. También nos ayudará a sanar la brecha ent n· lu 11 < •
11,1 11f11n tflll'da<lo tan desp. mo os ritos re es nobles
t' . d . ,
¡ ·, •
Y ec esiastr-
res rgra os se tuVIeron que i
gua historia de los procesos económicos y políticos y las nuev11, h1 1 111¡, 1• l111111•11t e nuevos basados en f . , J' . nventar unos
rías de representación y discursos. Aunque es probable que 1111111111 · uentes c as1cas o milenari
111.. 11n f,y1111 l l1111t en la décad a de 19803º Es difícil as, como
los adherentes de estas escuelas antepuestas nkgucn qne esto H1•11 111 l 111111 1111•11111I mós profundfl que el abane.Io n~ (Id C'tlcntple~sar ':n_una
• ano cr1st1ano

'J'i
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

que brevemente lograron los revolucionarios. Una vez caídos los símbo- lllcjorar la sociedad aplic d 1 b
los huecos y discursos del viejo orden en Francia, la crisis se aceleró. La
feroz resistencia de los resentidos católicos y círculos leales causó con-
, it" la pobreza y la ignoran:7a ~ ·t
.e.n evolen~ia r~ci~nal a los problemas
l•'rnncia y del norte de It 1·. l 1:el_s del 1ant1denca!1smo explosivo de la
traataques y más t error, porque ningún discurso moderador de legali- . . a la cato icos os metodist b . , .
pietistas alemanes y es d' ' , as r1tamcos y los
dad, religión o política logró establecerse como legítimo durante unos . can mavos no se aline 1
No~tal Y la expropiación de tierras. E s ar~~ con a rev?lu~ión
pocos pero d evastadores años. v1•111te años antes en las colo1 i b .· ~a _moderac10n no se habrn visto
A lo largo de los últimos veinte años, Robert Darnton, Keith Baker, ,111inaria oposición Y la dem ~as d 11ta111cas _de Norteamérica. Allí, la
Fran<;ois Furet31 y Gwynne Lew:ís han mantenido que la propia natura- 111 administración real qu an a~ e un g?b1erno recto y se oponían a
leza de la autocracia francesa y de su arcaica pero implacable policía 11111s legitimidad que el goeb, .para a mi ayona de la p oblación, no tenía
ayudó a magnificar la importancia del libelo y el escándalo en la cultu- ierno rea en Francia L C
1orno un tirano no como d f, . · a orona era vist a
ra popular. En Gran Bretaña también abundaban las caricaturas políti- l111, comunidade~. un e ensor de las lrbertades religiosas y de
cas y las sátiras brutales. Sin embargo, el Parlamento y la prensa londi- Así, la cultura popula 1 .
nenses actuaban como un punto de presión en el que la ira política y el 111·11 nos dan una importa:~e ast creencia~ Y la representación de la polí-
desdén se concentraban y se disipaban. Los historiadores han demos- ' t 11re la tensión 'al 1 d e apa me~a del «modelo» de revolución
soci y e esmoronami . d' al 1' . ,
trado que la antigua tradición violenta de revueltas y protestas radicales ' ~pccie de «acelerador» co 1 elln to ta lc po ltlco. Eran una
en Gran Bretaña estaba en realidad siendo domesticada durante l os l' • nceptua que evaban los f1 · 'al
1· po ltt~os fundamentales hasta el caos. y 1 con retos soci es
años ele la Revolución. La Sociedad de la Correspondencia de Londres l11s1·on a de las represent . a gran fuerza de esta nueva
de la década de 1790, una asociación reformista de intelectuales y arte- . aciones» es que se pu d li
111·11:dad humana La ob. d F e e ap car a cualquier
sanos tildada de subversiva por los conservadores era, de hecho, un · ra e ~uret Oz uf D ·
' 11 historias del mund , o y arnton uene paralelos
foro de debate educado y tranquilo, el verdadero bisabuelo del socialis p111•dc por lo tant 1~ extraeuropeo. Una interpretación parecida
' o, ap icarse a otros aconte . . l
mo británico. Una vez comenzada la guerra, un poderoso sistema dl' 1111111dial el declive de lo . d .' ci1ruentos caves de la crisis
comunicación extendió el miedo a Francia, al catolicismo y al jacobinis i\ l11vi111i~ntos que pretendís,gran es reielnos de Asia y del norte de Africa.
mo entre un gtupo variado de burguesía acomodada y comerciant(·s ' 111 11dcs universales ya e . t'
an purgar poder
.
1 1
y someter o a as antiguas
con un interés específico en el orden social, aunque desdeñaran la coi-11 \ 1 , xis 1an en varias partes de A · Af ·
"" i'l<'ruers, la obra de Phili Khun r .. ,s1a Y . rica. Así,
y la capital. Poca gente se atrevía a situarse fuera de la ley. La lealtad 11
la Corona adquirió una importancia independiente de las actividades d1
1 h1111long muy distinta a 1a
' 11 i111dcs. Aunque Ch1'n
d 1
h .' P ~senta u? a v1s1011 de la China de
. e. ~s ist?nas políticas y económicas tradi-
la extraña e impopular familia real. Incluso las deudas del gobierno, q111 ª siglllo creciendo e , ·
i 1II iulo sus fronteras imperi· l d conom1camente y expan -
en Francia fueron motivo para desdeñar a la corte, se interpretaroll 1•11 l h . a es urante el siglo X.VIII - al
111111· ios istoríadores, ya en 1767 el ré . . ' como sen an
Gran Bretaña como símbolo de la madurez nacional. La existencia de '" .1v1•H problemas con n . . di _gimen chmo tuvo gue afrontar
«La deuda nacional» se usaba como prueba de que los británicos (•si 11 1111 111111·011 de los problem
1ov1m1entos s1dentes
, .
d'
que agu izaron y se aJi-
as econom1cos.
ban unidos por un contrato social irrompible y no como prueba d1• 111
l, '1 _1111 nos muestra una cultura popular china de ,
disipación y el libertinaje de la aristocracia. i lt " ~,. H1crnpre alerta a la . . , d h rumores apocalíp-
' apan c1on e echic . , . .
De una forma similar, las dudas acerca de la Iglesia que exprcsnl 11111 fl 111111,·.~ nómadas extendieron l 'd 1 , eros o espmtus malignos.
los filósofos populares y los fervorosos reformadores evangélícoK 111 "1, ,1'lt• que la sal ,· , 11 , as i eo ogias del budismo milenarista: la
desembocaron en un ataque frontal cont ra la ella como succdio l 1
vac1on egana pronto a la T' . d 1
1 111 111d<.'. s iban a desapar . letra Y e que os poderes
Francia. Muchos pensadores de la Ilustración Gran Bretaña -y J\11•111 t 1 ¡•11lt,ddad de los e~t,udio:cerbmuy pronto.>2. Esto ayudó a erosionar la
nia- querían «relegar a Dios al asiento de atrás>>, pero pocos q111·1111 ,11 111~ /m,Hcrizas d os urgueses confucia,10s,sobretod oenlas
, , e una manera parecida a la d 1 libel
deshacerse de Él por completo. Al contrario, los evangélicos y nwlrn ll ' 111 ,1 1ti nobleza la lglcs1·a Y 1 . d F . e os os que mina-
tas británicos y los protestantes alemanes reformistas, llamados 11mpl 1 l111111 l, 1d,fo promovido ' ' a corte e rancia El . , . I
1 d·.c . . · nusm1suno mperio
tistas, aspiraban a una Ilustración conservadora. Estos notabll's q111 ·1I 11 1 1 a irc1cnc1a cntrc lomancl1 ,. l h'
,, 11N1 dirig(' lll<:yd budism
1
· I . B ... . _l'.Y oc u10, cni:rc
, . o popu a1. c1¡1ng in s 1s1 •11 l ' n la p1foridad

1) /
EL FlN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

de los manchúes en la obtención de empleos y puestos oficiales, y 'l'okugawa se, hicieron cada vez más insistentes. Las rebeliones campesi-
fomentaba la religión tibetana y lamaísta de Asía central en la coite, 1:as s~ suced1an en el mundo rural y las ciudades estaban intranquilas.
provocando el resentimiento de la etnia china. La mu~:te del emp~ra- 1_or e¡emplo, una gran revuelta tuvo lugar en Edo en 1787, y los histo-
dor Qianlong en 1799 desveló el alcance de la corrupcion en el gobier- t·radores la han comparado con las revueltas del pan ritualizadas en el
no cuando distintas facciones de los nobles manchúes lucharon por los i>'.1rís de la misma época, descritas primorosamente por el historiador
privilegios de los puestos oficiales y por controlar al nuevo mon~rca. Rrch~rd Cobb. Un testigo de los acontecimientos de Edo describió a las
Algunos estudiosos empezaron a insinuar que, a pesar de ser m~¡~res 111 11lt1tudes embravecidas: «Día y noche, sin parar, entraban en las tien-
que la dinastía Ming, los Qing empezaban a perder el mandato divmo. dns Y arrojaban sacos de grano a la calle y los rasgaban»33 •
Durante los siguientes veinte años una serie de revueltas estallaron en el Pero la transición de Japón al estatus de potencia industrial iba a ser
norte y el sur de China. Los rebeldes reclamaban la legitimidad basán- tllllcho más fácil y rápida _que la de China. Evitó la ocupación extranje-
dose en ideologías varias: budismo milenarista, bandidaje «social», 1•,' ' .la bancarro.ta del gobierno y los millones de muertes que padeció
taoísmo popular, religión espiritista china y milenarismo cristiano local. < -~11na. Hasta c1er~o ~unto esto r fleja las diferencias económicas subya-
Todas estas ideologías compaitían wrn idea central: las autoridades 1 7
' ntcs qu~ menc1o~e en el cap1tulo 2. La población de Japón creció
corruptas y el mal gobierno habían violado la economía moral de la 111 1,cho mas despac10 que la de China y sus economías locales siguieron
clase media y de los pobres. 1,,1 t:r~one~tadas y se complementaban a pesar de la descentralización
Sin embargo, las primeras rebeliones del nuevo siglo eran una pre- 11nl1ttca. Sm embargo, hay otras explicaciones para esta divergencia que
monición de la turbulencia y no el comienzo del desmoronamiento del • 11 co_n~ramos en la ~ultura política e ideológica. Los intelectuales y
imperio Qing. Al igual que la llamada «Amenaza de los hechiceros» de ul,nuustradores de finales. d~ régimen Tokugawa aparentemente supie-
la década de 1760, revelaban la tensión que crecía en la sociedad china. 1'11\ ~ontr~rrestar los mov1m1en tos disidentes y heterodoxos mejor que
111 1·1,te ch1_
34
También mostraban cómo esta tensión se agudizaba por las repercusio n a • El poder estatal en el Japón Tokugawa estaba bastante
nes económicas y políticas de las revoluciones europeas y atlánticas. Si11 1l1•11rcntral1zado, pero el gobierno y los sistemas de comunicación a
embargo, hasta 1900, algunos estudiosos de la burguesía china siguk ' ,,,·,da de ~os pueblos y a!deas era,n más densos que en China. Al fin y al
ron apoyando al régimen. El discurso crítico se dirigía más a la corrup 11il io, Japon er~ una sociedad mas pequeña y con menor población. El
ción burocrática que a la corte, no como en Francia. La dinastía chi,rn '111 ln1 establecido de los samuráis y mercaderes ricos pudo ejercer su
no estuvo nunca herida de gravedad en lo que a legitimidad se refien•, l,il,·r.nz?o Y controlar la d.isídencia a través de programas educativos y
1111 v11111entos de reforma religiosa. Incluso en el momento de la gran
por lo menos hasta bien ent rado el siglo XlX. Los líderes mesiánicrn, 1

budistas y taoístas atacaban al emperador, desde luego, pero los movt 11 vnlución antiTokugawa de 1868 -la «Revolución Francesa» de
mientos con más éxito de la época centraron sus invectivas contra 1,iN 11'111 111- los grupos gobernantes recuperaron el control con bastante
burócratas locales, predicando con frecuencia una especie de cisma 1•11 1 tpldi.'%.

el que la gente de dios debía marcharse y vivir en las fronteras. P11111 l .11 pregunta de por qué prevaleció el Estado no se puede contestar
recapitular, los rituales de resistencia probados variaban de socied~d ,·11 11111•H, ~ólo con referencia a «factores» económicos o políticos. Cuand~
sociedad y afectaban a la escala de los movimientos de protesta 1111 I« 1, 111
1
11guas formas de poder y civismo experimentaron una revolución
11
pendientemente del nivel de pobreza material. 111,¡11ilab (término que se utiliza para designar los cataclismos políti-
Sin llevar la idea demasiado lejos, hay ciertas analogías entre (; 11111 1 11
, '' ' Persia Y el sur de Asia), es preciso que los historiadores exami-
Bretaña y Japón, igual que había entre Francia y China. Japón no 1111 111 11 lm1 ideologías y discursos en contienda3 J. También deben tener en

inmune a las tensiones de la era de las revoluciones. A lo largo el(· 1,, 111 11111 In comunicación entre estos discursos a través de sistemas loca-
tres generaciones posteriores a 1789, Japón iba a sufrir una guerra rivll l, il,• sociabilidad. En Gran Bretaña, «los caballeros se asustaron por
varios ataques extranjeros y un cambio dinástico. Está claro que ('I 11111 ' 11 1'I dito» antelos ecos de la Revolución Francesa. Las tensiones socia-
experimentó graves tensiones sociales. La expansión económi<.:n d,·, 11 l ~,• 1·x1endieron por todo el país, así como las constantes revueltas en
ció, y las quejas sobre la incompetencia y la legitimidad del l'l'/1i1111 11 1, 11111¡,o y en las ciudndcs antes y dcspL1és de la guerra. Es fácil exagerar
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

la diferencia entre la «estabilidad» inglesa y el «caos» francés, italiano o t:Ol'ru~~ión en las ~íudades árabes que se enriquecían con la expansión
alemán. No obstante, los caballeros ingleses contaban a su favor, como e ~H~e1c1al. ~ra anticuado porque buscaba una renovación de la vieja y
ya dije, con una generalizada confianza popular en la ley y una preocu- , 1,vma ~ edm~ ~e_l Profeta. Pero el mensaje de Abd al-Wahhab también
pación por la propiedad y el orden. Esto unió a la clase media, la comer- 1
' l'H pohttco, dingido a los pobres urbanos y a los austeros nómadas ára-
cial y la gente de a pie. Dos décadas de panfletos procaces y de ridicu- ht•s. Un cronista árabe escribió:
lización pública educaron a los franceses a p ensar en la auto~idad, la
Iglesia y la ley como algo básicamente corrupto. Igualmente en J apón, Y los jefes Y opresores de las ciudades sólo sabían oprimir a su gente y tirani-
los señores o samuráis vieron cómo sus ingresos fueron mermando 111-ln _Y luchar ~ tre ellos. Cuando el jeque [Abd al-Wahh ab] entendió qué era
debido al crecimiento comercial. P ero pudieron asumir su papel de 11
1 unida? [d~ Dios] Y qué era su negación, y las innovaciones equívocas en las
líderes sociales y controlar los nuevos movimientos religiosos, sociales y ,¡11t' habia crudo la gente, empezó a negar estas cosas38. ·

educativos que surgieron de la sensación de intranquilidad popular


generalizada. l bn Saud, un jefe tribal local, juró que extendería la doctrina wah-
Por el contrario, la dinastía reinante en India y la élite indo-musul- l11ilií ~ que crearía una nueva «sede para el islam». A pesar de ser una
mana no pudieron controlar políticamente la creciente rebeldía de los iloctnna profundamente conservadora, el wahhabismo se convirtió en
emergentes poderes locales, que proclamaban una nueva legitimidad. 111
~1 hol~ ~e la modernidad pata las generaciones posteriores. Tras una
1 1 11
Por ejemplo, el movimiento sij del norte de la India del siglo xvm no se 11 pan a m!cial de conquistas que les llevó hasta lo que hoy es el Irak,
inspiraba sólo en la pobreza campesina. Como hemos dicho, era tam- lnNwah~~bies ~ueron frenados por los ejércitos otomanos. Pero maes-
bién una campaña moral para establecer el dharma o reino justo en el I
i ni; religiosos mfluidos por el monoteísmo radical ap arecieron a lo
mundo, según los cánones de los gurús, los maestros sijs. Los gobernan 111110 ?e los dos siglos siguientes en sitios tan lejanos como el centro de
1
tes de Delhi, por lo general musulmanes tolerantes, estaban en desven l I t 11d ta, la frontera china y el oeste de África.
taja tanto militar como ideológicamente al enfrentarse a los sijs. Por una 1ln ~odos estos casos, el discurso moral y los procesos sociales actua-
parte, los nuevos regúnenes sij e hindú se apropiaron de ciertos aspe<' 11 111co1_1Juntamente c~n resultados políticos diversos. A primera vista, el
tos adecuados del viejo carisma mogol. Por otra, sus seguidores m11~ 1 111
nh1~ representacronal» y lingüístico de la historia en los últimos
apasionados reclamaron un nuevo orden del bien en el que, explicita 11 1 11
,•l 1c ~nos ha complicado la tarea de explicar los diferentes destinos de
implícitamente, no cabían los musulmanes36. l 1~ Nociedades mundiales durante la crisis mundial de 1780-1820. Nin-
El Imperio Otomano estaba a medio camino entre estos extremoK. 1'1 11111gran narrativa historiográfica parece convincente. Esto se debe en
Los sultanes perdieron el poder en sus provincias marginales. Si11 1'11 111 ' a que los historiadores del discurso y de la representación del
embargo, a partir de 1832, los unidos cuadros administrativos de 1111d1•1· a t ravés de los ritos, la prensa o el arte se han mostrado menos
Estambul, enfrentados a Rusia y a Occidente durante largos ano", 111 1t•1·1·sa_d~s e~ las causas originales de los cambios que sus predeceso-
pudieron coordinar un movimiento de reformas, el Tanzimat37 . l•'.N lc " <)t11:.:as piensen qu~ su método sea demasiado limitado para crear
concordaba con hacer sobrevivir el sultanato y proteger la religión. /\1111 1111 -,111oclelo>~ del _cambio. Era más fácil en las décadas de 1960 y 1970,
así, los retos radicales a la naturaleza de la forma de la comunidad ihl11 ' 11i111d:1 los ~1~toriadore~ pod~an contrastar con poco éxito la profundi-
míca desatados en la época revolucionaria seguían amenazando a 1, 1 ' 1id dt la crisis de subsistencia en Francia con la revolución agraria en
gobiernos y a la cúpula religiosa en todo el mundo. Como ya conw11111 1 111111
Bretañ a, o comparar los niveles de crecimiento de población de
111 1111y.J apón. Sin embargo, la tarea no es imposible, porque la diferen-
mos en la primera sección del capítulo, el movimiento purista wnhl111ht 1

que se originó en Arabia Saudita se había convertido en una a1111•1111 1 11 1 •11 11·c lo eco!1óm_ico, lo político y lo lingüístico reside más en las
para el Imperio Otomano incluso antes de las revoluciones cu mp1 11 1 11
1 .1,11s de los historiadores que en las de los contemporáneos. La legi-
En cierta manera, fue la «revolución» del mundo islámico y, co11111 l 1 111,iidud de .los gobcr~~~tes dep endía de su habilidad para aparentar
revoluciones europeas, la repelieron, pero nunca la frenarnn. Al ,d ,,1 '11 111 11111 H la h_ora ele dmgir la economia moral. Ésta, a su vez, experimen-
Wahhab, su instigador, condenó las «innovaciones» rcligi<1s11H \' 1 111
1 ,1 l l11r 111ac1o ncs creadas no sólo por los cambios de .las cx1wc1at·ivas

1()()
10 l
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGrMEN LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

populares, sino por las consecuencias no intencionadas de los cambios en los movimientos antiesclavistas de Gran Bretaña, Francia y, más ade-
en el intercambio de bienes, servicios y mano de obra. lante, Estados Unidos. , . , .
Quizás el símbolo del «pueblo» en s1 mismo fuera mas 1mportante
ue ninguna filosofía política. La idea de que el pueblo tenía derechos
q podía actuar como una fuerza política creativa e incluso revoluciona-
LOS ORfGENES IDEOLÓGICOS DE LA IZQUIERDA ~ia se globalizó. Creó una especie ~e molde ~ultur~ que acent1:1~ba y
Y DEL ESTADO MODERNO eforzaba las ideas de recompensa ¡usta y resistencia a la opres10n en
r ualquier parte. Los esclavos rebeldes del Caribe, los activistas de la
Las corrientes de turbulencia y disidencia ideológica, que fluyeron con ~asta baja de la India y los artesanos rebeldes de Génova podían recla-
mayor fuerza a partir de 1789, obligaron a los grupos gobernantes a mar los derechos del «pueblo» y ser comprendidos, y hasta temidos
reconstituir los fundamentos ideológicos del Estado y a modernizarlo lejos de sus regiones. No importa que los historiadores hayan demostra-
parcialmente. Se basaron en una serie de fuentes, sobre todo en la do que muchas de estas revueltas populares no fueron lideradas por
visión de una humanidad unida y en la posibilidad de «mejora» anun- «los pobres del mundo» y que los revolucionarios solían ser hombres
ciada por los pensadores de la Ilustración en Europa. Pero los grupos resentidos pero relativamente privilegiados. Lo in:portante es que en
gobernantes indígenas de Asia y África también pudieron reconfigurar todo el mundo se recurría a la idea del «pueblo». Esta fue una caracte-
aspectos de la ciencia racional en el islam y en el código de comporta- rística nueva de la era postrevolucionaria, si bien tenía precedentes en
la idea del pueblo de Dios surgida en luchas anteriores entre el cristia-
miento chino estatal y personal, para poder confrontar el caos político
global e incluso las invasiones. Esta sección analiza el rearme moral del nismo y el islam.
El radicalismo no siempre se salió con la suya, claro. La libertad,
Estado durante los años de crisis mundial.
igualdad y fraternidad tenían su reverso. Segú_~ el pe~sador co~serv~-
Como dijimos al principio, los contemporaneos y comentaristas de
dor anglo-irlandés Edmund Burke, la revoluc1on hab1a conducido di-
principios del siglo XIX resaltaron el efecto liberador de las ideologías
rectamente a la tiranía de la multitud y a la locura del Terror de 1793,
revolucionarias. El Estado parecía un beneficiario improbable. La idea cuando el gobierno jacobino francés masacró a miles de sus conciuda-
de la soberanía popular parecía haber triunfado de forma decisiva. danos. De hecho, la revolución adoptó explícitamente una forma de
Desde la perspectiva de la mayoría de los liberales, el deseo de igualdad, pensar activa y conservadora, distinta a la «política de la diferencia» ~el
dirigido y controlado, podía beneficiar a la humanidad. La superstición Antiguo Régimen. No sólo fueron los privilegiados quienes respondie-
había caído, víctima de los filósofos franceses. La corrupción y el mono- ron a las nuevas corrientes. La ola revolucionaria supuso un sobresalto
polio se vieron acosados por las ideas de los economistas escoceses y sus enorme y trajo como consecuencia cambios económicos en las corpora-
equivalentes continentales. Las ideologías libertarias que surgieron de ciones, sobre todo en los gremios de artesanos. El estatus y el honor de
(o que se parecían a) las de los philosophes y revolucionarios, se dejaban esta gente pobre pero respetable se vieron minados. En algunos casos,
ver en las exigencias laborales y la demanda de liberalización que afec- las mujeres empezaron a trabajar y esto supuso una rebaja general de los
taron a la mayor parte de las sociedades comerciales durante la genera- salarios. A largo plazo, el resentimiento de los tejedores, artesanos y
ción siguiente. La noción de una ciudadanía masiva de individuos ilus- pobres respetables supuso un impulso importante de las ideologías cor-
trados fue irresistible en Estados Unidos. En Europa, la continua ola de porativistas que exigían la vuelta de la protección y de la justicia social.
revoluciones que se extendió desde España (1820) a Nápoles y Sicilia En Europa, las ideologías comunales se reavivaron en reacción a los
(1820), al Piamonte (1821)39, hasta llegar a Francia (1830), fue testa- cambios revolucionarios. Resaltaban los valores de las pequeñas comu-
mento del inagotable llamamiento a la libertad, la igualdad y la frater- nidades y las antiguas maneras de hacer las cosas. A veces alimentaron
nidad. Ideas parecidas entusiasmaron a jóvenes de escenarios tan leja- el antimodernismo y el antisemitismo derechista40• En otras ocasiones,
nos como la India y la América española, que querían sacudirse el yugo alimentaron formas muy conservadoras del joven socialismo. Fuera de
de la aristocracia, la casta y los privilegios de la Iglesia. Se manifestaron Europa, los cambios económicos y la racionalización legislativa que acabó

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con las corporaciones prepararon el camino para el surgimiento del pro- Europa43• Esto tuvo un efecto importante en la manera de verse de los
teccionismo económico naúvo. Por ejemplo, en India los intelectuales europeos a partir de entonces. Napoleón fue la figura postdinásúca más
empezaron a reclamar la necesidad de proteger «nuestros valiosos pro- importante. Modeló una nueva jusúficación para la jerarquía y la esta-
ductos» (swadesht). En Egipto y el Imperio Otomano, que tuvieron que bilidad imitando a Nadir Shah, el persa que conquistó Delhi, y a los
compeúr con Europa y además padecieron los esfuerzos postrevolucio- americanos George Washington y Thomas Jefferson. Napoleón, como
narios para disciplinar los gremios urbanos, los artesanos se alistaron en estas figuras postdinásticas previas, utilizó aspectos del Antiguo Régi-
movimientos islámicos puristas y anúoccidentales al ver que destruían men, pero, a la vez, se proclamó representante de los principios puros
su medio de vida. Los mercaderes píos y los sobrios artesanos que, de la razón revolucionaria o imperial, sin el beneficio del derecho divi-
desde comienzos del siglo anterior, habían aprobado los movimientos no de los reyes ni el beneplácito de la tradición. El ejemplo de Napoleón
que trataban de disciplinar los «excesos» del misúcisrno, ahora recla- fue, a su vez, importante. Los déspotas ilustrados, Mehmet Alíen Egip-
maban sus propios tipos de honor, civismo y modernidad41. to a principios del siglo XIX, Bernadotte, el general napoleónico que
Sin embargo, fue el Estado el que más aprendió y el que más se gobernó en Suecia, e incluso los estadistas de la Alemania reorganizada
benefició del caos ideológico posterior a 1780. La única excepción, postnapoleónica o de la América Latina postborbónica, apelaron con
justo al inicio de este periodo, fueron los Estados Unidos. La Revolu- mayor vigor a la «razón de Estado» y la modernización.
ción Americana fue una «revolución contra el Estado», en parte, por lo
menos, porque la nueva nación no se vio envuelta en una larga guerra
de supervivencia después de 1783. En otras partes, el Estado se volvió
a «imponer», incluso en los focos de revolución más turbulentos. Esto
no se debió sólo a que la gente buscaba protección ni a que los conquis-
tadores reaccionarios reimpusieran el viejo orden. En gran parte, fue
porque la época revolucionaria, irónicamente, había entregado al Esta-
1

do europeo domésúco y colonial unas herramientas ideológicas nuevas.


Cercana a la idea de los derechos universales del hombre estaba la del
estándar universal de la ilustración y la benevolencia. Los nuevos y vigo-
rosos estados surgidos de las guerras de revolución e imperialismo
supieron usar estas ideas. Por lo general, a los nuevos imperios de mili-
tarismo fiscal les importaban menos la ortodoxia religiosa que a los regí-
menes anúguos, en los que el monarca era defensor de la fe. El mismo
Napoleón declaró que quería gobernar a los pueblos como ellos querían:

Gané la Guerra de la Vendée [la guerra contrarrevolucionaria en el oeste de


Francia] haciéndome católico, me establecí en Egipto haciéndome musulmán,
me hice con los corazones de la gente en Italia haciéndome ultramontano
[devoto del Papa]. Si gobernara al pueblo judío reconstruiría el templo de
Salomón42 •

La intervención de este nuevo y extraño tipo de gobernación creó


en todo el mundo dudas acerca del origen de la legiúmidad políúca,
incluso cuando los cambios sociales inmediatos fueron limitados. Como
ha demostrado Stuart Wolf, Napoleón resaltó en primer lugar la raza y 3.3 Un Napoleón iraní: Fath Alí Sha, rey de Persia. Cuadro de Mirza Baba,
la etnia en lugar de la dinastía y la tradición a la hora de reorganizar principios del siglo XIX.

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con las corporaciones prepararon el camino para el surgimiento del pro- Europa43 • Esto tuvo un efecto importante en la manera de verse de los
teccionismo económico nativo. Por ejemplo, en India los intelectuales europeos a partir de entonces. Napoleón fue la figura postdinástica más
empezaron a reclamar la necesidad de proteger «nuestros valiosos pro. importante. Modeló una nueva justificación para la jerarquía y la esta·
duetos» (swadeshz). En Egipto y el Imperio Otomano, que tuvieron que bilidad imitando a Nadir Shah, el persa que conquistó Delhi, y a los
competir con Europa y además padecieron los esfuerzos postrevolucio- americanos George Washington y Thomas Jefferson. Napoleón, como
narios para disciplinar los gremios urbanos, los artesanos se alistaron en estas figuras postdinásticas previas, utilizó aspectos del Antiguo Régi-
movimientos islámicos puristas y antioccidentales al ver que destruían men, pero, a la vez, se proclamó representante de los principios puros
su medio de vida. Los mercaderes píos y los sobrios artesanos que, de la razón revolucionaria o imperial, sin el beneficio del derecho divi-
desde comienzos del siglo anterior, habían aprobado los movimientos no de los reyes ni el beneplácito de la tradición. El ejemplo de Napoleón
que trataban de disciplinar los «excesos» del misticismo, ahora recla- fue, a su vez, importante. Los déspotas ilustrados, Mehmet Alíen Egip-
maban sus propios tipos de honor, civismo y modernidad41 . to a principios del siglo XIX, Bernadotte, el general napoleónico que
Sin embargo, fue el Estado el que más aprendió y el que más se gobernó en Suecia, e incluso los estadistas de la Alemania reorganizada
benefició del caos ideológico posterior a 1780. La única excepción, postnapoleónica o de la América Latina postborbónica, apelaron con
justo al inicio de este periodo, fueron los Estados Unidos. La Revolu- mayor vigor a la «razón de Estado» y la modernización.
ción Americana fue una «revolución contra el Estado», en parte, por lo
menos, porque la nueva nación no se vio envuelta en una larga guerra
de supervivencia después de 1783. En otras partes, el Estado se volvió
a «imponer», incluso en los focos de revolución más turbulentos. Esto
no se debió sólo a que la gente buscaba protección ni a que los conquis-
tadores reaccionarios reimpusieran el viejo orden. En gran parte, fue
porque la época revolucionaria, irónicamente, había entregado al Esta-
do europeo doméstico y colonial unas herramientas ideológicas nuevas.
Cercana a la idea de los derechos universales del hombre estaba la del
estándar universal de la ilustración y la benevolencia. Los nuevos y vigo-
rosos estados surgidos de las guerras de revolución e imperialismo
supieron usar estas ideas. Por lo general, a los nuevos imperios de mili-
tarismo fiscal les importaban menos la ortodoxia religiosa que a los regí-
menes antiguos, en los que el monarca era defensor de la fe. El mismo
Napoleón declaró que quería gobernar a los pueblos como ellos querían:

Gané la Guerra de la Vendée Oa guerra contrarrevolucionaria en el oeste de


Francia] haciéndome católico, me establecí en Egipto haciéndome musulmán,
me hice con los corazones de la gente en Italia haciéndome ultramontano
[devoto del Papa]. Si gobernara al pueblo judío reconstruiría el templo de
Salomón42 .

La intervención de este nuevo y extraño tipo de gobernación creó


en todo el mundo dudas acerca del origen de la legitimidad política,
incluso cuando los cambios sociales inmediatos fueron limitados. Como
ha demostrado Stuart Wolf, Napoleón resaltó en primer lugar la raza y 3.3 Un Napoleón iraní: Fath Alí Sha, rey de Persia. Cuadro de Mirza Baba,
la etnia en lugar de la dinastía y la tradición a la hora de reorganizar principios del siglo XIX.

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Los regímenes revolucionarios de otras partes de Europa empeza- Bougaínville descubrieron todo un nuevo marco para la historia natural
ron cautelosamente a liberar a los judíos de los guetos y a desmontar las dis- y humana. Las observaciones se recopilaban en grandes enciclopedias y
criminaciones religiosas de la época anterior. Incluso las monarquías grandes empresas cartográficas como el mapa de India, y el de Irlanda,
restauradas en Francia, Italia y los estados alemanes se vieron obligados que combinaron las habilidades de la cartografía militar con la preci-
a ello a regañadientes. Aunque seguía revestido de anglicanismo, el sión de la nueva ciencia de la astronomía45 . Los proyectos gubernamen-
Imperio Británico empezó a aceptar la diversidad religiosa precisamen- tales para recabar información se volvieron más grandes y más coheren-
te para poder establecer un tipo de ciudadanía uniforme. Tras haber tes. Napoleón se llevó a los sabios de la Academia francesa a Egipto,
luchado durante años en las filas de la Compañía de las Indias, los cató- mientras que en Gran Bretaña sir Joseph Banks, en principio un viaje-
licos fueron aceptados en el ejército británico. La emancipación de los ro particular que acompañó a Cook, organizó un sistema de encuestas
católicos irlandeses tardó otros veinte años en llegar, pero una parte e investigaciones científicas patrocinadas a través de la Royal Society, el
importante de la clase dirigente, especialmente los imperialistas Lord Almirantazgo y la Compañía de las Indias Orientales46 • El dominio
Cornwallis y Lord Wellesley, antiguos gobernadores de la India, ya pen- terrestre y marítimo de los ejércitos y flotas postnapoleónicos facilitó la
saban que era inevitable. Los disidentes de India y de las nuevas colo- labor de recabar datos en comparación con los antiguos regímenes.
nias británicas como Canadá, Australia y El Cabo lograron una influen- Aunque tenían patrocinio oficial, estos primeros intentos de siste-
cia social y política que parecía imposible en la generación anterior. matizar datos antropológicos y de historia natural no siempre tenían un
Empezó a parecer absurdo que un Estado imperial cuyo ejército reclu- propósito práctico. A veces parecen haber sido declaratorios más que
taba hindúes y musulmanes excluyera todavía a otras variantes cristianas. prácticos: quiero decir que mostraban el poder, los conocimientos y la
La postura relativamente relajada de los nuevos estados e imperios ilustración de una nación particular, un Estado, o un gobierno. Pero,
frente a la filiación religiosa no significó, sin embargo, que no tomaran como ha demostrado Richard Drayton, los teóricos de moda de la
en cuenta las diferencias. Aparecieron nuevas teorías de la historia y la época deseaban «mejorar» a los pueblos y territorios conquistados
sociedad. Éstas instaban a las élites gobernantes a clasificar a los pue- a partir de la década de 1780. Si los pueblos nativos eran tan irremedia-
blos, razas, culturas y religiones según los peldaños que habían subido blemente primitivos y corruptos y si estaban atrapados en el nivel de los
o bajado en una escalera que representaba el estándar universal de jui- antiguos, los británicos, franceses, norteamericanos y alemanes tenían
cio para toda la humanidad. Los filósofos de la Ilustración, sobre todo que llevarles los beneficios del Estado, el comercio y el libre intercam-
Adam Srnith y William Robertson, formularon algunos fundamentos bio de mercancías. Estudios recientes de los ejércitos y el gobierno
teóricos para estas ideologías administrativas. Se aceptó una jerarquía napoleónicos en Italia demuestran que estaban totalmente convencidos
implícita en la que los pueblos tribales y los africanos representaban las de que los italianos eran degenerados, incapaces de moverse más allá de
sociedades menos desarrolladas al no haber creado una sociedad los valores primitivos de la familia y corruptos. Según los condescen-
comercial ni un Estado reconocible. En este esquema, las culturas islá- dientes administradores franceses, carecían de una sociedad civil y de
mica, hindú y china estaban al nivel de racionalidad de los antiguos un sentido de «lo mío» y «lo tuyo». Sus instituciones cívicas debían ser
griegos y romanos, pero no podían avanzar sin la ayuda benévola de purgadas de los viejos privilegios, su sociedad liberada del feudalismo y
otras razas superiores44 • los terratenientes protegidos por unos derechos de propiedad fuertes
Estas actitudes raciales no se basaban sistemáticamente en teorías y transparentes.
biológicas y evolucionistas. El discurso intelectual del periodo tenía Estas ideologías se pusieron en práctica con políticas prácticas
como fin el trazado de todo «el mapa de la humanidad». Se descubrie- durante el breve gobierno francés en Egipto y, a partir de 18.30, en
ron vínculos además de diferencias. Por ejemplo, el trabajo de Williarn Argelia. Eran la norma en la India británica, donde lord Cornwallis
J ones con los antiguos idiomas indio y persa desveló vínculos con las expulsó a gente mestiza y a indios de los cargos administrativos impor-
lenguas clásicas y europeas, que los eruditos alemanes de principios tantes con la excusa de que siglos de tiranía los habían «corrompido».
del siglo XIX investigaron detalladamente. La observación se volvió un También creó un sistema territorial en Bengala que concedía derechos
fin en sí misma. Los viajes al Pacífico del capitán Cook y del almirante a propietarios whig y supuestamente liberalizaba el comercio. Ranajit

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Guha argumentó en 1963 que el acuerdo permanente de rentas de codificación del nuevo orden social que siguió al resurgir del Estado.
Cornwallis en Bengala en 1793 debía bastante a las ideas francesas de la Eran administradores o informadores en los niveles más bajos del
«fisiocracia» -la teoría de que los valores sociales surgirían de un con- gobierno. Algunos intelectuales nativos adoptaron y adaptaron los con-
trol benigno de las tierras por parte de hombres cuyos impuestos fue- ceptos de civilización y barbarismo que sus conquistadores les habían
ran fijos y moderados47- . Los sistemas de rentas implantados desde El impuesto.
Cabo hasta India, pasando por Europa continental, se parecían cada
vez más. Esto ayudó al Estado al proporcionarle un grupo estable de
notables en quien delegar la responsabilidad local. Los más adeptos
de la vieja clase señorial supieron manipular las intenciones del nuevo NACIONALIDADES VERSUS ESTADOS E IMPERIOS
Estado para proteger su propio poder. Los terratenientes (zamindar)
creados por Cornwallis y sus sucesores en Bengala se adaptaron con El éxito del nuevo tipo de Estado e imperio creó sus propios oposito-
rapidez a los nuevos impuestos que les impusieron. Pero el marco legal res y críticos. El caos de la época revolucionaria, con enormes ejércitos
e institucional creado por los británicos les daba poder sobre los cam- cruzando vastos territorios, saqueando y conquistando, reforzó el senti-
pesinos por debajo de ellos. Esto creó una sociedad agraria poco equi- miento de identidad de la gente que vivió el cataclismo. Desde hace
tativa y víctima de frecuentes rebeliones campesinas. tiempo se reconoce en las historias de Europa y Sudamérica que las
El nuevo Estado conquistador de Napoleón implementó ideas guerras revolucionarias y, más todavía, la ocupación napoleónica empe-
parecidas en las condiciones muy diferentes de las tierras del Rin. Los zaron a galvanizar los informes patriotismos del siglo XVIII hacia las cla-
franceses p odaron los viejos derechos e impuestos y b asaron su admi- ras demarcaciones de la nación-estado moderna. De una manera menos
nistración «modernizada» en los terratenientes. Durante este proceso, obvia, los «imperialismos revolucionarios» engendraron una nueva sen-
los terratenientes acumularon nuevos poderes sobre los campesinos y sación más definida de identidad nacional entre los intelectuales indíge-
arrendados48• Su dominio de la economía y la política de las tierras del nas y líderes políticos de ultramar.
Río se mantuvo virtualmente sin cuestionar hasta 1870. De hecho, la Tracemos las corrientes de estas nuevas identidades en los diferen-
creación de un estándar universal para los derechos de propiedad fue tes continentes. Por supuesto, fueron más intensos en Europa. Por muy
uno de los cambios más importantes de la época, y un cambio que se fuertes que hubieran sido los viejos patriotismos del siglo xvm, la con-
confirmaría durante la segunda oleada de revoluciones a partir de 1848. quista y la ocupación del ejército francés avivaron enormemente el sen-
De una manera crucial, precedió a la aparición de una nuevo estrato timiento nacional. De niño, el patriota italiano Giuseppe Mazzini se
comercial en gran parte de Eurasia y Sudamérica. Fue producto de los enteró del concepto de «Italia» y de la libertad en los periódicos fran-
proyectos ideológicos del revigorizado nuevo Estado y, más que fundar- ceses50. Pronto abandonó su flirteo con la libertad universal de la revo-
se en ella, facilitó el «auge de la clase media». lución para centrarse en el honor de la patria italiana, a la cual definió
En los asentamientos europeos, estas nuevas definiciones de los dere- como la tierra de la lengua de Dante y heredera del arte de Giotto.
chos de propiedad se podían usar como instrumento con que coaccionar I~alme~te, fue la movilización masiva contra Napoleón la que convir-
a los débiles. Posibilitaron que los colonos blancos, y a veces ciertas éli- t10 a Rusia en un país y no en el reino del zar y la sede de la Iglesia orto-
tes indígenas, expropiaran las tierras comunales y la mano de obra de doxa. La aristocracia rusa «descubrió» a los campesinos en los campos
los habitantes originales. En Hawai, todas las tierras se privatizaron en de batalla de 1812. Un oficial que luego sería un líder noble radical le
1841. En Australia y Nueva Zelanda, los colonos blancos cercaron y c~mentó al zar: «Debería estar orgulloso de ellos, porque cada campe-
vallaron tierras y trataron de imponer su dominio absoluto. Tarde o smo es un patriota»51. Algo parecido sucedió en Alemania. A partir de
temprano, esto llevó a conflictos con los habitantes originales, que 1793, tras la derrota de los estados alemanes a manos de Francia, Goethe
seguían creyendo que la tierra era un bien común para el uso de todos49• ya no se fijaba en el Sacro Imperio Romano sino en el Volk alemán. Inclu-
La lista de los beneficiados y los perdedores no es sencillamente racial. so en Gran Bretaña y América, un fuerte sentimiento nacional se fraguó
Algunos grupos de élites indígenas tomaron parte en la organización Y de nuevo con el reclutamiento popular durante las guerras napoleónicas.

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

Las victorias de Waterloo y Trafalgar, y la quema de Washmgton por las de la década de 1830 tenían una idea más clara del m un do exterior · y de
tropas británicas reforzaron el sentimiento nacional en estos países. li
las pe grosas razas extranjeras que acechaban sus reinos54
Co~o ?,asó ~ Europa, la ape~ura del mundo y la ex~ansión de la
Los líderes de los pueblos subordinados de Europa empezaron a
considerarse profetas de las futuras naciones. La partición de Polonia comurucac1on, · 1
por parte de Rusia en 1795, dio alas al aguerrido sentimiento «polaco» ·d ·d as1 como las conqwstas repentinas , ayudaron a rror¡ar as
nuevas 1 ent1 ades. Hacia finales de la década de 1820 l b alí d
que iría aumentando a lo largo del siglo XIX. Desaparecido el viejo la nueva c1u a · d d d , os eng es e
e ~alcuta, liderados por el rajá Ram Mohun Roy,
orden de nobleza y asambleas, a los polacos sólo les quedaba imaginar empezaron a descubnr lo que llamaron «la raza L:_d , , del
su futuro como nación. Entre 1780 y 1820, de nuevo el patriotismo pro-
<l Indi mn u» y, mas a ante
<a _a». Empezaron a pensar que esta raza o cultura tenía derech '
testante irlandés que dio lugar a un parlamento irlandés en 1780 fue y necesitaba representación y señalaban el pasad0 L:_d , os
L •, . ' mn u y e1 presente
suplantado por un sentimiento de identidad específica católica irlandesa. europ~o. os peno~cos, que se alimentaban de losacontecimientos de
Se originó entre la clase media y empezó a arraigar entre los campesi- !ª cns1s global, les informaban de las luchas postrevolucionarias de los
nos. Dos cambios críticos lo promovieron. En primer lugar, en plena irlandeses y los genoveses. Si había grupos de personas llamados irlan-
guerra revolucionaria, Irlanda estaba unida políticamente a Gran Bre- deses y genoveses que_~enían derechos como pueblo, entonces tenía que
taña, lo que creó a largo plazo muchos agravios entre los irlandeses. En haber derechos tambien para los «indios».
segundo lugar, la actividad de los misioneros protestantes entre los cam- In~uso ~n el siglo XIX, los historiadores aseveraban que las épocas
pesinos católicos generó una reacción religiosa que se convirtió en un revolucronana y napoleónica vie~on nacer un nuevo tipo de nación y de
importante estímulo para el nacionalismo más amplio. Estado en Euro~a y en sus coloruas. La sección anterior acepta en líneas
Este fenómeno se pudo ver en todo el mundo. En el norte de Áfri- generales _e~ta afir~ ~ción, aunque argumenta que fue un fenómeno glo-
ca, India y Ceilán, las guerras revolucionarias y el imperialismo global bal. La , cns1s del E vie¡o orden tuvo sus orígenes en Asia , rUrica
t • ·
y Amen-, ·
reforzaron las identidades patrióticas hasta entonces inciertas, imbu- ea, asi como e,n ~ropa. Las consecuencias también fueron globales.
yéndolas, a veces, de un sentido religioso renacido. En Marruecos y ~os estados mas exigentes y las nacionalidades más resueltas que emer-
Argelia, los musulmanes vieron en Napoleón y sus sucesores nuevos gieron del caos revolucionario se basaron desde luego en 1 fil fí
d 1 Il ·, ' , as oso as
cruzados, y empezaron a identificar su fe con su patria. La yihad, o gue- e a ., us:rac1on europea. Pero en distintas partes del mundo utilizaron
rra santa, se convirtió en un imperativo patriótico además de religioso. t~bien ideas mus~a~a.s, hmdúes, budistas y de otros sistemas fil 0 •
Empleando una versión más débil de este sentimiento, Mehmet Alí soficos. Estas formas 10c1pientes de identidad naci·onal · al ,
l el . Y region atraian
inculcó conscientemente un sentimiento de identidad local en su recién ª a ~ueva ase _media ~comodada y a la clase administrativa. A lo lar 0
reorganizada satrapía de Egipto52 . Los estudiosos del lenguaje árabe del siglo posterior, las ideologías de la identidad nacional y del dg
estatal f, · l po er
empezaron a hablar de «Egipto» y de su historia. Ante la conquista bri- . , que se or¡aron en as guerras revolucionarias e imperial
tánica, los líderes de los estados regionales de la India apelaron a un vteron profundame?te unificadas para crear una herramienta pod::~s::
sentimiento de patriotismo regional implícito -lealtad a la casa, el Y a veces destructiva, puesta en manos de los líderes políticos del
mundo.
hogar, la costumbre- para galvanizar a sus súbditos contra la invasión.
Incluso si a menudo no había vínculos directos entre estos patriotas
acorralados y los nacionalistas de educación occidental posteriores, los
actos heroicos de los antepasados se convirtieron en un poderoso resi• LA TERCERA REVOLUCIÓN:
duo de símbolos emocionales para los futuros líderes53 • El nuevo reino LA GENTE EDUCADA y COMERCIAL DEL MUNDO
unificado vietnamita desconfiaba profundamente de las expediciones
comerciales y misioneras de los británicos y franceses, e invocaba a los ~, impacto de la primera era de imperialismo global y el de 1 1
espíritus de la tierra, resaltando su identidad como reino vietnamita y cion lí · E a revo u•
po tlca_ ~n ~ropa y las Américas se vio acompañado por una ter-
confuciano. En Chilla, Vietnam, Japón y Corea, los líderes e intelectuales cera revolucion mas calmada entre 1780 y 1830. Ésta fue la apanc1on
.. , en

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EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

el noroeste de Europa y en Norteamérica, así como en otros puntos Ésta fue una de las más pod . .
importantes de la economía global, de una clase media comercial con friosas de Jan de V.· er~sas Y contmuas revoluciones indus-
. ues, y se sustento no tanto en la p d ., . d .
sus propios valores. Este desarrollo aún no se asociaba con una revolu- ll.1as1va sino en las mejoras en la activ'd d ro ucc1on :,n ustnal
ción profunda en la producción industrial. La industria moderna, antes l •,sta división «virtuosa» de la mano d 1 ab artes~n~l a pequena escala.
de los primeros ferrocarriles, todavía se limitaba fundamentalmente a /nba Adam Smith . e o ra, parecida a la que aconse-
' se vio acompañada de un · .
una zona pequeña del norte y el centro de Inglaterra. Allí la industria ya 111 población, concentrada sobre t ' 1mpo1:ante_ incremento en
funcionaba como acelerador para la expansión comercial, pero en otras 1790 y 1820, la población del Est dodo en pequenas cmdades. Entre
partes el auge de una clase media comercial se debió más a la reorgani- 111 de Kentucky se multi licó a o ~6e Nueva Yor~ se_ cuadruplicó y
zación y la globalización de los patrones de consumo y a la acumulación Hmopa sólo emp , , p por ocho .. Aunque 1a mmigración desde
ezo a aumentar a partir d 1815
de cambios en los sectores artesanales de la economía. En la medida en In.~ americanos ocuparon n1a's t . '. e , «en una generación,
_ ' erntor10 que durante 1 · .
que se trataba de una «revolución industrial», dependió más de las 111nnos del periodo colo . l Al l . o_s ciento cmcuen-
racionalizaciones de los maestros tejedores y de los dueños de planta- d,í se expandieron ex lo::t norte, as c~lo~1as bntánicas de Cana-
ciones de esclavos que del torno para hilar y de la máquina a vapor. Era 1011 de hectáreas dep terre1:e~:e;~ se~ te~·ntono. Est_a enorme expan-
más bien una forma acelerada de revolución industriosa, motivada por pmvenientes de los b , nt1dades masivas de recursos
i ~plotación maderera osq~es v1rgenes par~ el cultivo Y el pastoreo, la
las consecuencias económicas de los acontecimientos de la era revolu
' 11. , ,.1 C 6 . . y mmera. A escala mas pequeña, Sidney Y Ciudad
cionaria: La lucha mundial esparció soldados europeos, marineros, '. a ~ crecieron de forma parecida.
comerciantes y colonos por Asia, África y el Pacífico, donde crearon U crecimiento de la población, del consumo del .
nuevos modelos de explotación de recursos, de la mano de obra y d(•l ilrn, Unidos vino acompañ d d 6' y negoc10 en Esta-
a O e cam lOS en fa vida ·al j' ·
comercio. 1i11,./l'ctual que fueron más p rofund . 6. soc1 . ' po ltlca e
Estados Unidos es el mejor ejemplo de esta tercera revolución i 11101 · de la primera Declaración de ~~dsr ie1 no_se anu?c1aron con el
Incluso en 1830, la joven república era mayormente agraria y s6lo l 1.i11io universal de hombres 61 d~pen enc1a. Hacia 1830, el su-
1i, 1 i·statales El lf b . hancb?s a . tos se extendió en las eleccio-
Nueva York tenía una población superior a los 100.000 habitantes. lisio . a a etrsmo a ta alcanzado . el 1 ,
llevó a algunos historiadores de mediados del siglo XX a desestim:tr 111
importancia de los años 1780-1830, insistiendo en que la sociedad colo
i11111·lios periódicos en todo 1 , A
i 1' ,tirns, los líderes de los p:rtf
, 1111 • f uc el primer electo1· d
J~: .
un nrv a to y habta
wft:arie Sl~S dogmas y doctrinas
d i:, y. emocrata trataban con el
nial era móvil y comercial y en que el cambio real sólo llegó coJl h1 .
1111 11v1d11al prevale ·, d . a. o masivo e ucado . · La idea de 1a conc1enc1a • .
industrialización y el tren. Últimamente la idea ha cambiado. La sm il ,1, 111 Iglesia angli~~:a rysctetamlenflte gr~cr~s a la separación del Estado y
dad colonial postrera era todavía de estilo aristocrático y clasista, si liir11 con e orec1m1ento de bapti t' d.
no en sus métodos de producción. Durante las siguientes dos gc1w111
' 110 1icos. Los norteamer1·c d1
anos remo e aron as 1 d d
1 . s ds, meto l
rstas
.
¡, I' ,·111pezaron a ver la cultura com d e du a es y os paisa-
dones, dicen actualmente los historiadores, ocurrió un cambio 11•1111 1 l , o un pro ucto e consumo pop
pero fundamental. En 1780, sólo había media docena de corporndo11 ,1 11111.1 a mayona y no como el dominio de un , . . u-
1,11, 11111 1 tal y como lo h b' .d h a élite rntel.ectual repu-
comerciales en las Trece Colonias. Hacia 1830, había ya cienlo~ 11 a ra SJ o asta 1783 Las . 'd
1 ', 1li wionarias norteamericanas de i uald d .. f,. ya antiguas I eas
miles: «un porcentaje asombroso de la población, por lo menos Í1111
del Sur, se dedicaba a comprar y a vender.... La gente empezó 11 d111
l I i l1• l11s nuevas ideas europeas. La ! ·esió: e;:
11 IIIIIN inmigración, y estos emigrantes venía:~~c~ empezo a ?ene-
t~ o~z~ron con, la llega-

cuenta de que una sociedad podía enriquecerse no sólo ven<lie111111 llt 1111• n no por las ideas de 11·6 t d . ld mflu1dos, consCJente-
extranjero, sino también a sí misma>>55 • Individualmente, los 1•¡;111d ' er ª e igua ad definidas d r
,111, 111 pm la experiencia revoluci . E . , e rorma
crearon numerosos bancos nuevos, que imprimían el papel mo1H·1 l11 q1 , . . onarra en •uropa contmentaJ
t .i111111 1o 1.os ha61tantes de otras colonias , , . .. , .
posibilitó esta expansión comercial. El consumo privado florl·l'Ío v 1 fil 1111lvsl'S - en C·madá A t. 1· N o asentamientos bntamcos
familias normales ahora podían permitirse comprar porcda1111, 111, 11 ' ' us ta La Y ueva Zeland d b ·
'11 11 propia idcnticfod política en las déc-1das de/ . a- escu ne-
líos de cocina elegantes y colchas. 111 1111•11111lidad hnsfantc pa1·ccid·1 · 1 la
' ' ·'
tÍe 'to 11 840 y 1~50, mostTaron
8 orl{•11nwnc:r11ws de 1111¡1

11 2
J 11
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

generación antes' 7• Laimagen de la temprana colonización de Australia


illlpacto en los modelos so . 1
como un asentamiento de brutal colonialismo penal fue exagerada por c1a es y económico 1 1
p11rtcs d el mundo, sobre todo en Sudáfri s.ª argo p azo en grandes
los historiadores de izquierdas en la década de 1960, como ha demos- l,as subscripciones a revist . . ca, regiones del Pacífico y Asía.
trado Alan Atkinson con coherenda58. Ciertos aspectos de la filosofía · ¡· as m1s1oneras y ¡·
•<lll ormación útil» llegaro . el . mora izantes y a otras de
ilustrada del siglo XVIII estaban presentes desde el principio. En la Aus- 1807 Y 1825, el movimientonaanrut1· v les ~as1vos. Aunque se debilitó entre
tralia blanca, además, la doctrina del comerciante respetable llegó más · ese avista se · ·,
adelante para coexistir y cuestionar la idea de que el granjero indepen-
i111cnto voluntario de reform ·al d I convirtto en el mayor movi-
l.1 dase medi a trabajador a ~ot, e mundo. Las preocupaciones de
diente era la fuente de la virtud. Aquí, como en Estados Unidos, los d,· Reformas de 18.32 Nas~ ~1eronelreflcjadas políticamente en la Ley
terratenientes habían abandonado el manto aristocrático. La Iglesia se .1 . o creo un ectorado .
111,r, ense, pero sí impulsó la reor . ., masivo como el estado-
había desvinculado del Estado y las iglesias locales implantaron su pro-
pia noción de autoayuda y respetabilidad.
,!,· pobres, la expansión de l g:iruzac1on del gobierno local y la ley
., a ensenanza y el Jib .
llo. T:ambien conduJ· dí . re comercio en el impe-
Este tipo de sociedad de clase media y consumista se desarrolló al o
1i 1nnc.la, las demandas d 1
rectamente a la b r ·,
d
, . , a o 1c1on e la esclavitud. En
mismo ritmo en Gran Bretaña que en Estados Unidos, con la diferen
cia de que se encontró entre medias de la aún poderosa aristocracia
lltl'dia de Cork y Dublí11 e
r.

~ayodna expresadas por la nueva clase
, 01gan1za as por D · 1 O'C
terrateniente por encima y una clase de campesinos pobres y de obre i111 , t 1e rorma irresistible 1a em . . , d ame onne11, impulsa-
,l,·1 ;tela de 1820. ' anc1pac1on e los católicos a finales de 1a
ros urbanos por debajo. Los historiadores modernos británicos dt
todas las épocas visl umbraban la aparición de la clase media de fornu,
manifiesta. Pero la evidencia sugiere que emergió durante estos años. FI
tipo de consumo cambió y la gente normal empezó a vestir ropa produ
cicla en las nuevas fábricas. Wedgewood es famoso por producir estilo
de porcelana china clásica para el consumo masivo, que una generacion
antes sólo podría haber comprado la aristocracia. En el norte y cl l'~t
de Londres, en las emergentes ciudades industriales y en los viejos p11, 1
tos se construyó una gran cantidad de casas modestas pero limpias ¡1111
gente de ingresos medfos.
Este cambio social también se pudo apreciar, una vez más, ,·11
ámbito intelectual y político. El auge del cristianismo evangélico, rnm
en Estados Unidos y en la Alemania del norte comercial, se vio awl
pañado por un nuevo interés por la educación y la sociabilidad y ¡,01 1
fundación de asociaciones políticas y morales. Las iglesias of i1 i 11
mantuvieron el dominio doctrinal, pero personas empren(k-<101 1
capaces se esforzaron en mandar misiones a las zonas pobres y 11 1
paganos de ultramar. Los evangélicos creían que el mundo es111l11
una fase premilenaria y que la conversión masiva de los no crcyl·111,
precursora del inminente segundo Advenimiento de Cristo. La dom
cación del alma salvaje del mundo se vería acompañada de la drn111 1
ción de la naturaleza salvaje por parte de los productores ck p1111111
industriales y por los piadosos patriarcas familiares. El csíu,·1111 1111
nern global de las sociedacJcs de Gran Bretaña, Estados Uni, 1,111, t\l 1 , 111, 11los J)i•t ¡ , . 1 I .
nia, Holanda y Suecia durnntc In primera mitad del siglo XIX 111\1 ·' ' ' osos Y 111or1osos· s, ·d
,,, , ,l1111111/l' una rn111ic'\n 1>111· •.. ·· l·ll/iur ~~es noruegos de Th1ns Nd.~on
a o1, 11. us1n1c1011 de Acl<1ll' 'I'I! 11•1111111, IH52,

1 I '>
EL PIN DEL ANTIGUO RÉGh'-IEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

En la mayor parte del norte de E u~opa, .. tras las


, . guerras revolucio-
idos Hamburgo
., l e media con mtereses paree • ·a1 IHs demás. Empezó a emerger lo que los teóricos denominan una «socie-
nadas, emerg10 una e as t ·o comercial a escala mw1d1 dnd civil internacional». La constituían unas redes de información y de
empezó a establecerse como _unl cde~ r h de comerciar d irectamente ,1poyos políticos que, aunque menos obvias que el nacimiento de los
d d 1783 do se aseguro e erec o 61
es e ' cuan .d indc endientes. Tuvo graves pro emas c•s1ados nacionales e impedales, no eran un producto menos importan-
con los nuevos Estados Un1 osl p s 11apoleónicas pero se rehizo ¡ 1 • de la Ilustración y 1a Revolución. De nuevo las misiones cristianas que
1 , 1. etapas de as guerra , ., l
dur_ante as u timas 6 el rimer barco de vapor aparec10 en e 1• extendieron rápidamente por el mundo a p artir de 1800 estimulawn
ráp1damente en 1815. En 181 ~ p d la guerra El estímulo que supu- (positiva y negativamente) a los intelectuales nativos. Los misioneros
río Elba tras las alarmas Y tumd tos e d . , . la posterior vuelta a la f 111•ro11 pioneros de las bibliotecas, las imprentas, las polémicas y los
. t centros e pro ucc10n Y h
prosperidad agrícola ?,e 1~ t~:t:do
so la guerra para c1er os d , d de 1820 fueron importantes, no ay
la abolición de la vieja sociedad
duda. Pero la expans10n e 1 . yrios y los lugartenientes de Napo
, l1•bates políticos. Empezaron a investigar a los clásicos asiáticos y las
l,•ymdas africanas. Los intelectuales locales adoptaron sus métodos, a
1111•11udo para protegerse.
de clases y grados po~· los revo uc1~na de Hamburgo y otras ciudades Los modelos importados de Europa occidental y de Norteamérica
león también fueron unportantes. ud~ra l ana se nutrió de abogados, 1lll'l'On importantes para este autodesarrollo, pero el imperativo era un
. i les la clase me ia a em O1
con puertos comerc a ' H I R olución Francesa de 183 ' u • 1111bio profundo en la organización estatal y comercial global, que
maestros y administrador_es. astla a ev te de la Europa continen 11, 1'l'sitaba que los hombres públicos y de negocios se comportaran de
. f ¡- · d n a mayor par '
actividad política . ue imita a_e d' . 1 s que florecieron durante In 111111 manera sobria y racional si querían participar. La participación era
tal pero los frenéticos negocios e 1tor1a e I l' d de 1820 j
' . . . e ndo durante a ceca a . 11111y t!esigual. En muchos aspectos, la segregación de género se vio
Revolución s1gweron prosp ra d . lugar fuera de Europa, SIIN 1
11 101·;,,ada en las ciudades p ostrevolucionarias. Mientras que la retórica
Algunos cambios relaciona os l tuv1er~nd la gran reforma adminiH l, 11111111 de la Revolución Francesa convertía a las mujeres en símbolos, 1
. d N t mérica Inc uso antes e I
colonias y e or ea · · . • , del Imperio Otomano c.·11 1 ¡ ,, 10 las confinaba al ámbito doméstico, siguiendo el ejemplo de Portia, 1

trativa de las Tanzimat o la re~rgan!zactodn , dos habían surgido como 1c 11111j<.:r del senador romano Brutus, 1a revolución silenciosa empezó a
década e 1
d 830
, nuev
os func1onanos e uca
una clase diferente a la de los antlg~os_ o
Crearon escuelas, bibliotec_asd
.
·
ficiales militares y cortesano
de debate que fueron 11111
y asoc1al c10nes os y galva~izados estado
d11 1, pequeñas puertas para que la mujer se infiltrara en la sociedad
,, d l•:ran más activas en las esferas de la religión, 1a educación y la cari-
,l 1, I, PL'ro sólo en Estados Unidos y en las nuevas sociedades británicas
¡
fl 11

¡
los planif1ca os en os nuev
in uyen~es como . . . ·udías sirias de los márgem·s' , 111 opeas y en sus colonias. De forma similar, estas nuevas sociedades
En las ciudades comerciales griegas, J, y lase med1·a se había l'llrl , l11, ,idus y sobrias solían ser más ciegamente racistas que las viejas
d' . t y prospera c '
Imperio Otomano, una isclre a . diterráneo Beirut'9 y Al,·11111 , 11 11·dadcs mestizas» de las plantaciones de los aristócratas y comer-
'd 1 nsión de comercio me ·
quec1 o con a expa . . a bullir de ideas modernas, mientrns qll 111111 s, que se regulaban por los principios de casta portugueses, indios
d rfa60 empezaron a ex~andi~ y' b En las colonias eump1 , 1, l11s asociaciones chinas. En la nueva era, los europeos empezaron a
. d d d l nter1or se estanca an.
las viejas ctu a es ~ 1 ,
1
d on representantes indíge1111~ qll , l1111 ~l' en los barrios residenciales de las ciudades comerciales. Exclu-
los colonos tr~taba~ meo~~ ament1o~ europeos. Antes d e 1820, 11 1, 111 11 los chinos, indios y árabes.
se habían ennquec1do alía os cdi~n . d '
- , ica clase me a 10 ia Y del sudeste asiático l'lllt ' l ,111·rn revolucionaria había acelerado dramáticamente los dos cam-
pequena pero energ. C l t Bombay Penang y B:11av111 l 1o •~ 1•11 111 vida humana que mencionamos al principio del libro: la cre- 1
en ciudades portuarias c~mo a cu ª-'d des me~cantiles Je csl:IN Mil
diferenciaban de las anter1orleslcodrn_un1 a ob·tener informaci(lll polll
1 , . lés y 10 an es para 1
f 111, uniformidad de las sociedades y su creciente complejidad. Los
"1..lns ele derechos de propiedad de terrenos y bienes 1·aíces, la acti-
!
dades en que eJ.a~ mg
'l mottvos comerc1 es.
·a1 Organizaron asociacion<'s, , 111 '
f 1 1 ,, 1, «>llll'rcial, el gobierno e, incluso, la ideología empezaron a pare-
no so o por ra demand ar ref armas
yb 'bli . e ducativas y religiosas. ,o~ 1111 ' , , 11 ¡¡rnn parte del mundo. A su vez, las conquistas europeas habían
1al otecas profesionales que f recuentaban estas asocíaciOIH'
los pa , 1 H ,•1111 , 11cl1clo ronocimien tos más complejos y especializados a nuevas par.
tu es y . 1,
ron a ser conscientes as un,1s l . , . le las otras y a adoptar k cas y 1,11 1ll •• ,1, 1111111Hlo. 1lacfo 1830, las obras de filósofos franceses y escoceses
11, 11111rahnn l'n las hibliot<'cas ptíblicas de Mnd l'fts, h:1s1a P1•11:111g o

1 I<,
' 1/
EL FIN DEL ANTIGUO RÉGIMEN
LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820

Sidney, y en lugares donde los conceptos de lo público, de biblioteca y 111111 1110 tras las grandes guerras fuera una é d .
hasta de libro eran totalmente nuevos. , 1~1111, equilibrio político y en el d f1 poca e, en el meJor de los
Otra característica del largo siglo XIX, la expansión del dominio 11 ,11·t·mos en el siguiente c~pítt1lopeEolr, e UJOs y paréntesis. Esto lo ana-
. • contrapeso entre cont 1 . 1
europeo y norteamericano de las economías y los pueblos del mundo, , ¡, 11 i , prospendad y hambruna lib ·al. ., ro y revo u -
también había avanzado mucho. Una gran parte de la humanidad se , q1idihrado en todo el mundo' Ele1E ismdo yh~·epres1?n, estaba sutilmente
stª o 1peract1vo postr· 1 ·
había convertido en un conglomerado de perdedores a largo plazo 1111 1• •imperial . que h . · , evo uc1ona-
durante la lucha por los recursos y la dignidad. Las sociedades mercan- 11i il,· 1815 M h e1dnols visto den e~te capitulo se fue desinflando a par-
. uc as e as ten encias establecid el d
tiles y educadas de Londres, Boston y de los puertos de Bretaña flore• i ' , ,iluciones industriosas volvieron a arrai . as e~ _mun o por las
cieron en parte gracias al enorme volumen de materia prima barata qm· 111, li1i.1riales empezaron
·
a nota1·s l) .' . ?ªL. Los pnmeros efectos
e. ero nmgun tipo de pod . 1
producían esclavos y campesinos dependientes en gran parte dd 1i II i ,1dcE· mocrático o neoabsolutista, logró establecerse de ;~;;~_at~, y_a
mundo para pagar sus impuestos y sus obligaciones tras la independe11 1, ,1 ,·11 "uropa ni fuera. No obstante Euro a N . , . a ec~-
cía nacional o la conquista colonial. Brasil incrementó signifícativamen l 111111 su dominio mundial entre 181.5 y 18fo. y otteamenca consoh-
te su producción de café en las primeras décadas posteriores a las gu(·
nas mundiales a expensas de un creciente número de esclavos. LoN
campesinos indios e indonesios cosechaban cultivos comerciales, n
menudo en detrimento de los cultivos comestibles, para servir a s11
nuevos amos coloniales.
El final de la guerra también liberó a grandes cantidades de colo110•
blancos en zonas del mundo donde la población indígena era todavh1
más vulnerable: Sudáfrica, el Pacífico y las fronteras norteamericai111N
Aquí entraron en conflicto con los pueblos nativos, muchos de {'llo
también desplazados. Algunos de estos colonos eran refugiados pohl 1
cos. Otros eran emigrantes económicos que huían de la crisis postb( 1i1 1
1

Y otros fueron trasladados por sumisos gobiernos ahsiosos por 1·cd1111


la rebelde clase obrera y los campesinos o librarse de criminales d<: pm
monta. En Australia, la población europea alcanzó los 30.000 ind1vl
duos hacia 1821. Los colonos y su ganado ya habían expulsado d,· • 11
tierras a los aborígenes y ya había informes de masacres de los que
resistieron61 . La sociedad en la tierra de origen de los colonos t'H I111
cada vez más polarizada. Incluso en lo que a crecimiento inclusl I it,I
refiere, los historiadores han vuelto a desplazar el péndulo y ahorn 1n111
tienen que la creciente clase obrera industrial vivía peor que la a1111 1I
comunidad artesanal.

PERSPECTIVAS

Todas estas desigualdades sociales y regionales aseguraron qrn· 1111 1


posterior a la «restauración del orden» en Europa y en L·l tc·ij111

11 8
1 1')
SEGUNDA PARTE
1 1\ c;ÉNESIS DEL MUNDO MODERNO

1 1

11
IMPERIO RUSO Y.rkutos
o

. .-On..,
------- --"'"
ESTADOS
··-·¡ UNIDOS
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MIDCTCO L.

ECUA

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NUEVA
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DF.L SUR \Auckland
\j ..,\7(1841)
Tiern de flwcUing1on
Van Dleman (/ (1840)

O Brlt6ni<:o
Qfoncés

L --
MAPA 4.-
l I- - , • -s l'l-SIUL1rndos, c. 1830
,os rcg1mcn~
4

ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES,


c. 1815-1865

Este capítulo examina los alineamientos del frágil «nuevo orden mun-
dial» que se construyó cuando el derrotado Napoleón fue consignado
al exilio en la isla de Santa Helena en 1815. Caracterizo este periodo
como uno de fluctuaciones y paréntesis, cuando nuevas formas de Esta-
do, economía e ideología se anunciaban pero no se habían consolidado
aún. Una forma más modesta del Estado patriótico volvía a florecer
hacia 1820. Pero a duras penas. Había derrotado, con dificultad, las
ambiciones globales de los estados revolucionarios y las explosiones
populares que acompañaron su surgimiento y su desaparición. Las anti-
guas autocracias se reconvirtieron introduciendo en su ámbito a un
grupo reducido de expertos administrativos y representantes de la clase
«comercial y educada». Pero los problemas de representacióo política e
igualdad económica seguían sin resolverse. En algunas zonas de Asia,
Africa y el Pacífico los europeos habían sustituido a los jefes locales,
pero la gente rechazaba su gobierno, cuyo control aún era frágil. Su
supervivencia descansaba en la amenaza de la fuerza y apoyo condicio-
nado de sectores privilegiados de sociedades en conflicto. El capítulo
continúa exaininando las nuevas tensiones en las que se hundió la socie-
dad colonial postrevolucionaria hacia mediados del siglo XIX. Las gran-
des revueltas de mediados de siglo en China, el sur de Asia y Europa, y
la Guerra de Secesión americana supusieron impactos globales, además
de regionales. Las consecuencias una vez más se entrelazaron por todo
el mundo.

EVALUACIÚN DEL «NAUFRAGIO DE LAS NACIONES»

Las guerras y revoluciones del periodo 1780-1820 se cobraron un alto


coste en vidas humanas y en trastornos económicos. Conflictos anteriores

125
LA GÉNfülS DEL ,\iUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDL'\LES, C. 181.5-1865

ya habían visto a europeos luchando en otros continentes, pero esas Y, entonces, el cambio revolucionario se detuvo en seco. Muchos
guerras se habían librado en las costas, las islas, o en los límites de las grupos que se habían ilusionado al principio de la revolución se sintie-
zonas agrícolas. Las consecuencias de la crisis global tras el declive de ron defraudados. Los radicales sintieron horror al ver cómo a partir de
los viejos regímenes asiáticos y tras las revoluciones americana y france- 1815 se restablecían los estados policiales dinásticos. Los católicos
sa tuvieron impacto en el interior de todos los continentes. El Caíro, irlandeses se sentían traicionados porque la abolición de su inhabilita·
Moscú, Delhi, J ogyakarta y París, todos grandes y famosos centros polí. ción religiosa no llegó con la unión con Gran Bretaña de 1801. La vieja
ticos y comerciales, habían sido conquistados. Los británicos habían república polaca se vio repartida entre Austria, Rusia y Prusia en 1795.
quemado Washington, la nueva capital norteamericana. Según el des- Los esclavos que habían atisbado la libertad durante la Revolución
alentador recuento de Charles Tilly, el número de muertos en batalla se Francesa se enfrentaban a una nueva era de esclavitud. Surgieron perió-
incrementó diez veces entre las guerras europeas de las décadas de 1750 dicamente revueltas de esclavos en Barbados, Jamaica, Carolina del Sur
y 1800 1, v Brasil. La visión de Simón Bolívar, el libertador, de un gobierno cons-
La escasez mundial de plata surgida a raíz de la lucha entre las tro> titucional y liberal no prevaleció en la América española. El gran conti•
pas españolas y los criollos rebeldes de México, agudizó el daño econó- nente sureño de la libertad se dividió en seudo-naciones en conflicto.
mico causado por la guerra. La repentina falta de numerario a partir de Durante dos décadas, las ciudades comerciales en expansión se vieron
1810 desató tensiones económicas en los precarios sistemas políticos amenazadas por virulentos jefes militares rurales, los caudillos2 • La
eurasiáticos y africanos, desde el este de Europa hasta Java. En China revolución, además, se había vuelto rápidamente patriarcal y el régimen
empezaron a aparecer los síntomas de la larga turbulencia económica y napoleónico había frenado una incorporación más completa de la mujer
política que caracterizó el sombrío siglo XIX. En Europa, las heridas a la vida pública, algo que parecía posible después de 1789.
de la guerra dieron paso a problemas agrarios e industriales con la caída de Fuera de Europa y de las Américas, no sólo las antiguas suprema-
la demanda que acompañó de forma inevitable a la paz. Soldados !icen• cías estaban amenazadas, sino la confianza y la autonomía de civilizacio-
ciados en busca de trabajo se enfrentaron a milicias. Los terratenientes nes enteras. Temporalmente, los infieles franceses controlaron la mez•
que habían prosperado gracias al elevado precio del grano durante la quita de al-Azhar de El Cairo, la institución educativa más importante
guerra se enfrentaron ahora a los agricultores arrendatarios que tuvie~ del mundo musulmán. Unos años más tarde, celotes puristas musulma-
ron que afrontar de nuevo la austeridad o que se encontraron otra vez nes saquearon la Meca, Medina y Karbala, los enclaves más sagrados del
con cargas feudales. Los trabajadores industriales que empezaban a for, islam. Los británicos habían capturado al Gran Mogol, y se apropiaron
mar sindicatos para pedir mejores condiciones y salarios fueron trata- de la reliquia del diente del Buda en Ceilán. Los holandeses y los britá·
dos como conspiradores criminales. nicos profanaron los recintos reales de los palacios de Java, los kratons.
La dislocación económica que atravesó el mundo entre 1800 y 1820 A principios del nuevo siglo, además, empezaron a sufrir también otros
sólo se vio superada por el revulsivo ideológico y doctrinal que supuso pueblos denominados por los teóricos europeos como «tribus salvajes».
la revolución y la guerra mundial. Los líderes de la nueva república nor· En el Pacífico y las Américas, la cultura y los lugares sagrados de los
teamericana habían roto deliberadamente con el protocolo aristocráti• pueblos indígenas se vieron amenazados por la tala de árboles, el exter-
co (uno de ellos recibía a los embajadores extranjeros en zapatillas y minio de la fauna por exceso de caza y el empuje colonizador de nue-
bata). De forma más siniestra, el esplendor original de la Revolución vos inmigrantes blancos que escapaban del desastre postbélico de
Francesa se convirtió en la primera purga política sistemática y secular Europa. El gobierno británico y, temporalmente, el francés habían pro-
efectuada por un aclamado gobierno popular. El asesinato de la familia hibido la trata de esclavos. Pero la esclavitud continuó y la trata de
real y de la aristocracia francesa tuvo ecos menos sangrientos en todo el esclavos simplemente se transfirió a otros puertos y a las naves españo-
continente. Expulsaron al Papa de Roma. La república milenaria de las y portuguesas. Este comercio de personas siguió distorsionando la
Venecia desapareció y saquearon sus tesoros artísticos. La guerra había sociedad africana, dilapidando los recursos productivos, provocando
dejado patente las debilidades de las autocracias y aristocracias de Pru- guerras internas y extendiendo la esclavitud por todo el continente. La
sia, Austria, e incluso de Rusia. esclavitud persistió también en el Caribe y en los estados sureños de

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

Norteamérica, a pesar de su condena por reformadores negros y blan. LA SUPREMACÍA MARíTIMA BRITÁNICA, EL COMERCIO MUNDIAL Y EL
cos como mal humano primordial. _RENACIMIENTO DE LA AGRICULTURA
Por todo el mundo, los gobiernos y gobernantes trataban de res-
ponder a las consecuencias del «naufragio de las naciones» que había Cuando los estadistas que dominaban el mundo al finalizar las guerras
desmoronado radicalmente los antiguos supuestos de deferencia y napoleónicas trataron de asegurar una mayor estabilidad internacional
razón en que, teóricamente, se basaba el viejo orden. Los pensadores, y doméstica para su generación, idearon sistemas políticos que mania-
desde el conservador liberal francés Alexis de Tocqueville3 hasta el teó- taran el radicalismo político y las tensiones culturales y de clases que
logo más importante de Delhi, Sha Abd-al Aziz4, trataron de incorpo- habían aumentado durante y después de las guerras globales. Los
rar cambios mientras preservaban simultáneamente lo que podían de gobernantes necesitaban dese p~radame_nte un rápido ~~ecimient_?
7
comercial para sacar la econom1a 10ternac1onal de la depres1on postbe-
las prácticas y creencias. En China, He Chang Ling trató de resumir lo
mejor del estadismo Qing, para reparar el Gran Canal y reconstruir la lica. Esto restauraría sus finanzas y les ganaría el apoyo de los comer-
legitimidad de la dinastía, consciente de que se aproximaban peligrosos ciantes y campesinos ricos. La prosperidad, está claro, no garantizaría
extranjeros5 • Durante la primera parte del siglo XIX, los gobernantes e automáticamente la aquiescencia política, pero el hambre y la pobreza
intelectuales buscaron formas -políticas, económicas e ideológicas- justificarían la causa radical. Durante algún tie111;po, los gobernan~~s
de maniatar las desatadas fuerzas del cambio. Hasta cierto punto, lo conservadores pudieron contar con la ayuda de e1ertos avances políti-
cos y tecnológicos. Las dos primeras secciones de este capítulo analizan
consiguieron. Es mejor ver este periodo como uno de «pluralismo ines-
los orígenes políticos, económicos e ideológicos de la estabilidad -y la
table», cuando pequeñas economías industriales y gobiernos represen-
inestabilidad- del mundo a principios del siglo XIX.
tativos (de forma limitada) de Europa occidental convivían con un
En primer lugar, G ran Bretaña se había convertido en la potencia
mosaico de estados dinásticos, tronos imperiales protegidos y provin-
marítima sin rival tras derrotar a las armadas francesa, española y holan-
cias coloniales europeas de dudosa legitimidad.
desa. Esto eliminó una de las grandes causas de tensión internacional
Sin embargo, si tomamos en cuenta los conflictos menores y los gol- del siglo anterior: el conflicto entre naciones comerciales europeas
pes de Estado que siguieron, los artífices del tratado de paz de Europa armadas que, a su vez, arrastraba a los no europeos a la guerra. Aunque
de 1815 y sus equivalentes en América, África, Asia y el Pacífico, sólo la guerra terrestre en la península Ibérica y en el mundo entre 1806-
tuvieron éxito en parte, y a medio plazo. Hacia las décadas de 1840 y 1814 había llevado al límite los recursos militares británicos, el país
1850 estaba claro que los intentos de mantener el viejo sistema de esta- salió de la paz de 1815 como el árbitro comercial del mundo. Por
dos, si bien en un formato más estilizado, habían fracasado . En gran supuesto, la supremacía británica no era completa. Rusia salió de la gue-
parte de Europa y de sus colonias, este orden fue roto en mil pedazos rra con una flota sorprendentemente grande en el Báltico y en el Mar
en 1848, el segundo gran año revolucionario tras el de 1789, por un Negro, con las que mantuvo en suspense a otomanos y británicos. En
nuevo radicalismo de artesanos y campesinos. Una serie de brutales las aguas de Norteamérica, la doctrina Monroe, que teóricamente pro-
guerras entre blancos y no blancos se desató cuando los chinos, los hibía la intervención europea en el hemisferio occidental, creó una zona
indios y los nativos de Norteamérica, Australasia y Sudáfrica antepusie- de influencia para los nuevos Estados Unidos. Pero los británicos domi-
ron su última gran resistencia a los asaltos europeos a sus religiones, sus naban las aguas de Sudamérica y del Pacífico6 •
monarquías y sus territorios. Los regímenes de las décadas de 1860 y Tras la guerra anglo-americana de 1812-1814, la relación entre los
1870 eran muy diferentes a los de 1820. Incluso aquéllos que parecían dos países mejoró muy deprisa, basándose en su mutuo interés en el
sostener la marca del viejo orden, como la Alemania de Bismarck, Rusia comercio trasatlántico, la migración y el evangelismo protestante.
o China, se vieron obligados a ceder poder a los burócratas, a la bur- Gran Bretaña mantuvo el papel dominante en las nuevas repúblicas de
guesía y a la idea de nacionalidad. En las colonias europeas, el poder Sudamérica. La restaurada monarquía francesa mantuvo also de in-
estaba claramente en manos de europeos expatriados. La ilusión de la fluencia en el Mediterráneo occidental y en la costa oeste de Africa. En
soberanía compartida entre gobernantes indígenas y un número limita- otras partes, sin embargo, la Royal Navy y la marina mercante británi-
do de europeos se había descartado. ca, junto con sus representantes árabes e indios y sus clientes chinos de

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ultramar, controlaban con firmeza los mares, Los nuevos puertos mili- cultivos comerciales e invertir los beneficios en obras públicas y en un
tares y de avituallamiento -Ciudad de El Cabo (1806), Fernando Poo ejército al estilo europeo, En 1840, Egipto era un exportador clave de
en la costa africana (en la década de 1820), Malta (1802), Aden (1839), algodón a Francia y Gran Bretaña. El delta egipcio se convirtió en un
Singapur (1819) y las colonias en desarrollo de Australia y Nueva Zelan- enorme campo de algodón, Alejandría, que desde la caída del imperio
da- permitieron a Gran Bretaña desplegar su poder anfibio por todo romano había sido un tranquilo puerto mediterráneo, empezó a conver-
el mundo. En estas rutas, las fuerzas navales suprimieron a los reyes tirse en uno de los clásicos puertos híbridos de la Eurasia del siglo XIX.
portuarios independientes que hasta 1815 habían controlado las activi- El régimen de Mehmet Alí fue lo bastante fuerte para mantener a sus
dades mercantes de sus dominios marítimos y cobrado impuestos sobre vecinos amedrentados y para aplastar la disidencia interna, a pesar de
ellas. Los británicos los tildaron de «piratas». Incluso antes de la insta, que los franceses y los británicos frenaron sus planes de invadir Palesti-
!ación del telégrafo eléctrico o el desarrollo del barco a vapor, la trans- na. Todo fue posible gracias a los ingresos que producía el algodón.
misión de información comercial y estratégica mejoró en el mundo . También hacia 1850 un importante comercio de algodón crudo
europeo a principios de siglo7. Las empresas privadas almacenaban(; salía de los puertos del sur y el oeste de India9 • La mayor parte servía
datos comerciales y desplegaban agentes en ciudades portuarias que para sustiruir la baja producción de China, cuya población seguía cre-
antes fueron inaccesibles, A su vez, los seguros marítimos baratos y los ciendo. Pero otra parte iba destinada a los telares mecánicos de Gran
intentos de mejora en las condiciones de a bordo por las autoridades, .. Bretaña y del noroeste de Europa, cuando la demanda era especialmen-
impulsaron la transparencia y la fiabilidad mercantiles, El comerció: te alta, Los exportadores y productores de algodón y otros cultivos
mundial se expandió en la década de 1820 y, de nuevo, en la década ·· comerciales de la costa india sirvieron a los gobiernos imperiales britá-
de I 840, aunque entre medias se produjo un paréntesis importante, nicos como apoyo -algunos eran neutrales- contra los hostiles y hos-
A pesar de sus volátiles vaivenes, la recuperación comercial permi- cos moradores de los viejos centros regios indios del interior, ahora en
tió a las dinastías y gobiernos imperiales que luchaban contra la situa- , profundo declive, Los comerciantes parsis zoroástricos de Bombay
ción postrevolucionaria aliarse con mercaderes) terratenientes astutos-y jugaron un importante papel en la exportación de algodón y opio de la
agricultores calculadores, Gran parte de este comercio en expansión se. 'f11dia occidental a China, el sudeste asiático y el este de África. Eran de
dedicó a vestir y alimentar a la población, que seguía creciendo tras, los más anglicanizados y complacientes de las nuevas élites de la India
padecer la crisis de subsistencia del siglo XVHL Las poblaciones d~ pedían proteccionismo económico con menos urgencia que sus coetá-
Europa, América y el este de Asia crecieron rápidamente durante es~ µeos de las otras ciudades portuarias de la India,
periodo, aunque las de Oriente Medio, África y el sur de Asia padecí~, En el Nuevo Mundo, una rápida expansión por territorios escasa-
ron hambrunas y enfermedades. Nuevas provincias que exportaba¡¡: /nente poblados ayudó a la nueva república norteamericana a estabili-
cultivos comerciales aparecieron siguiendo el patrón de los viejos m , Hubo un conflicto político permanente acerca de la Constitución
cadas de materias primas. Donde la lana y el lino habían sido la base e los federalistas y los defensores de los derechos estatales. Pero los
consumo y comercio locales, en el siglo XIX «reinaba el algodón», ictos ideológicos y políticos norteamericanos no se vieron agudiza-
cultivadores de algodón y las plantaciones de esclavos abastecían por conflictos sociales por tierras y recursos como pasó en el Viejo
materia prima a cientos de miles de tejedores artesanos del mundo do, También ayudaba el comercio exterior. Los estados sureños de
también a un número cada vez mayor de telares mecánicos. nión exportaban algodón crudo, cosechado por esclavos, a las
Egipto es un buen ejemplo de cómo el crecimiento económico es ricas de Gran Bretaña y el noroeste de Europa 10, Las plantaciones de
ba ligado a la estabilidad política a medio plazo, La provincia lle os del Sur habían exportado arroz al Caribe y tabaco e índigo a
años produciendo grano para el Imperio Otomano y los puertos pa. Pero estas materias primas ya se encontraban en otras partes
terráneos del sur de Europa, Tras la invasión francesa de 1798-1 mundo, y el Sur dejó de expandir sus exportaciones. El algodón era
Mehmet Alí, el representante del sultán otomano, de origen alb nueva materia prima de gran demanda que, temporalmente, evitó
asumió el poder y eliminó a la antigua clase terrateniente8. Su ob' ísis económica e ideológica del Sur norteamericano. Durante medio
era convertir al país en una temible potencia militar a base de expoJi'. . , permitió a sus líderes tratar de igual a igual en la política federal

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a los de los estados norteños, que ya empezaban a industrializarse a A comienzos de siglo, por ejemplo, Holanda se salvó de la extinción
mediados de siglo. El algodón también ayudó a perpetuar el sistema gracias a los impuestos que cobraba a los campesinos de Java y hacién-
esclavista, al ser un incentivo para que los amos establecieran un míni- doles producir tabaco, azúcar y arroz para el mercado mundial bajo el
mo de ayuda social para sus trabajadores. llamado «sistema de cultivos»12 • El Piamonte y la Toscana, por contra,
A escala más pequeña, esto también ocurrió en otras partes del con- dependían de la demanda agraria de los volátiles mercados de Francia
tinente americano. Incluso en zonas remotas de Centro y Sudamérica, y Gran Bretaña13 . A su vez, los jefes bushatis de Albania exportaban
el algodón producido por los campesinos amerindios para los mercados algodón crudo a Italia a finales del siglo XVIII y principios del XIX. El
lejanos y ocasionalmente, a partir de 1840, para las fábricas algodone- Cabo de Buena Esperanza, desde 1806 una frágil y problemática colo-
ras locales fue un recurso estabilizador para los comerciantes, las ciuda- nia de Gran Bretaña, producía vino y cuero para el mercado europeo,
des y los terratenientes durante un periodo de turbulencia política cons- por lo menos hasta que se restablecieron las exportaciones francesas en
tante. El mayor éxito lo obtuvo Brasil, que emergió como uno de los la década de 1820 14 . Incluso las nuevas colonias y asentamientos milita-
mayores exportadores de café del mundo. Esto permitió que Brasil res de Australia se vieron transformadas al descubrir, repentinamente a
financiara sus deudas mejor que las antiguas colonias españolas y que finales de la década de 1830, que una producción intensiva de lana les
evitara, en parte, las crisis políticas que afectaron a éstas a lo largo del otorgaba un lugar en la nueva economía mundial más allá de ser colo-
siglo11 • nias penitenciarias15• Los asentamientos británicos de la costa oeste de
El creciente comercio de materias primas ayudó a los agricultores y África empezaron a desarrollar poco a poco su exportación de materias
comerciantes de otras regiones productoras vulnerables. Los beneficios primas básicas como por ejemplo aceite de palma. Hubo, incluso, un
<le este comercio también ayudaron a las enfermizas econonúas europeas. momento en el que los mercaderes negros emprendedores de Lagos y
Acera parecieron ser iguales que los colonos europeos para la dispensa
racial del Imperio Británico16 . Este llamado comercio legítimo también
fue un recurso clave para los reinos del interior, como el de los asantes,
que habían empezado a sufrir tras la abolición de la trata de esclavos
por parte de los británicos en 1807.
Las innovaciones técnicas de la época ayudaron a los terratenientes
y empresarios en la ciudad y en el campo. La mecanización de la cose-
cha y de la trilla estaban bien establecidas en Europa occidental y Nor-
teamérica hacia la década de 1820. Más tarde, hacia la década de 1840,
el ferrocarril empezó a dar acceso a los mercados regionales a los agri-
cultores y terratenientes que pudieran pagarlo. Las praderas de Norte-
américa abastecían a las ciudades de la Costa Este por medio del ferro-
carril, y sus productos se exportaban en masa a Europa 17 • Los sistemas
de canales y carreteras de Europa del Este, mejorados por razones de
seguridad durante las guerras napoleónicas, siguieron creciendo por
razones comerciales. La aparición del barco a vapor a partir de 1830 en
los grandes ríos de Europa del Este, Oriente Medio e India potenció el
comercio de grano. La producción de tabaco, algodón y arroz aumentó
con la aparición de los famosos barcos a vapor del Mississippi.
También el marco legal de la agricultura se modificó en todo el
mundo. En muchas zonas, esto significó la creación de un auténtico mer-
4.1 El comercio mundial en expansión: Buenos Aires. Grabado, 1840. cado de la tierra. Los gobiernos postrevolucionarios del este de Europa

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abolieron muchos viejos derechos y deberes feudales y los diezmos de durante la primera mitad del siglo XIX, e incluso se incrementó, como
la Iglesia, que tanto irritaron a los campesinos el siglo anterior. Estas veremos en el capítulo 11. La abolición británica de la trata de esclavos
medidas legales sirvieron para estabilizar las comunidades agrícolas. En en 1807 no supuso precisamente una revolución. Simplemente despla-
las colonias británicas de Canadá, Sudáfrica y Australia los títulos lega- zó la trata a los barcos de otras naciones, sobre todo de España y Por-
les otorgaron el control de sus tierras a los granjeros allí asentados, tugal. De hecho, la esclavitud como institución no se abolió en el Impe-
cuando antes lo normal era que grandes terratenientes se las alquilaran rio Británico hasta 1834, y perduró bajo otro cariz hasta mediados de la
a sus «ocupantes». Por supuesto, los pueblos nativos fueron excluidos década de 1840. En Estados Unidos, Cuba y Brasil duró varias décadas
de estas provisiones legales o, como mucho, fueron recluidos en men- más. La nueva faceta de la exportación de personas en la primera mitad
guantes reservas, como pasó en Estados Unidos. En la colonia de El del siglo fue la escalada emigratoria de individuos «libres» de regiones
Cabo y Natal, la legislación británica reforzó el poder de los terrate- como Gran Bretaña, Irlanda y el noroeste de Europa a otras partes del
nientes y les permitió adentrarse en las tierras de campesinos y pastores mundo. La depresión comercial postbélica y los relatos de personas que
africanos. En Ceilán, las provisiones legales a favor de los terratenientes hacían fortuna en las Américas, Sudáfrica y, más adelante, Australia y
facilitaron el surgimiento de un nuevo sistema de plantaciones en la Nueva Zelanda, atrajo a cientos de miles de person as que buscaban
meseta central. mejorar sus vidas. Los gobiernos europeos esperaban que así se librarían
Los imperios terrestres europeos también lograron una estabilidad de radicales y revolu cionarios. Hasta cierto punto, así fue.
temporal. En Austria y otros estados germanófonos, los efectos de la El éxodo europeo hacia Norteamérica y otras zonas de colonización
moderada reforma territorial de finales del siglo XVIII empezaron a paci- «blanca» iba acompañado de otro éxodo igual de masivo, aunque
ficar la sociedad rural una vez que la economía emp ezó a recuperarse menos conocido, de asiáticos que cruzaron los mares en todo tipo de
de la depresión postbélica18 . Por lo general, se beneficiaron los terrate- condiciones, desde la semiesclavitud hasta la emigración libre2 1. Esto
nientes, que fueron recompensados por perder sus rentas, y no los cam- alivió la tensión territorial y mantuvo activos los puertos de la costa asiá-
pesinos. Aun así, muchas de las peores causas de malestar en las zonas tica. Los chinos se extendieron por el sudeste asiático como mano de
agrarias fueron aliviadas a corto plazo. Incluso en regiones como Prusia obra y como mercaderes. Más adelante, los chinos y japoneses cruzaron
Oriental, donde la reforma tardó en llegar, las mejoras en comunicacio- el Pacífico y emigraron a las Américas. El historiador indio Rajat K. Ray
nes y el crecimiento del mercado urbano impulsó a algunos terratenien- mantiene que el renacer de la antigua economía de bazares en Asia22 fue
tes y granjeros más pequeños a invertir en agricultura y a mejorar la pro- crucial en la aparición de la nueva economía, tan crucial a su modo
ducción. En el sur, Venecia y el Véneto habían sido muy valoradas por como la industrialización. Trabajadores indios contratados fueron a
el dominio lombardo, que las h abía controlado bajo Napoleón. Esta Ceilán, Isla Mauricio, el Caribe y, más adelante, Fiyi y Natal, donde pro-
rica región vinícola, que también producía aceite y maíz, pagaba ahora ducían café, té y azúcar. Como debían a sus jefes el coste del viaje y la
sus impuestos a regañadientes a sus n uevos amos de Viena. Sin embar- subsistencia , se trataba realmente de un «nuevo sistema de esclavitud»
go, las demandas de dinero y de soldados de los Habsburgo eran menos virtual23 . La emigración por fronteras terrestres también se aceleró,
exigentes que los del primer imperio, y los jefes austriacos mantuvieron sobre todo a partir de 1840. Colonos rusos se adentraron en la estepa y
algunas medidas eficaces de la administración francesa, como la gendar- en Siberia, al crecer la población en las primeras décadas del si~lo. A
mería 19. partir de 1830, los colonos franceses se asentaron en el norte de Africa,
y los holandeses de El Cabo se mudaron tierra adentro para escapar de
las irritantes restricciones de la administración británica en la Colonia
de El Cabo y del desprecio cultural que se les mostraba24 •
LA EMIGRACIÓN: ¿UNA VÁLVULA DE ESCAPE?

Una consecuencia derivada de la exportación de materias primas fue


la exportación de personas20 . La esclavización de africanos persistió

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

CUADRO 4.1 El origen regional de los inmigrantes llegados los conflictos de orden superior tras 1848. En primer lugar, algunas de
a Estados Unidos, 1820-1930. las viejas zonas de producción, que en el siglo XVIII habían sido centros
de producción mundiales, entraron en declive. No se beneficiaron de la
Continente de origen Número de emigrantes entre 1820-1930
nueva división internacional del trabajo. Las islas azucareras del Caribe,
Europa 32.12 1.210 por ejemplo, entraron en una larga decadencia a causa de las rebeliones
Asia 1.058.331 de esclavos y de la competencia de otros productores mundiales entre
Sudamérica 4.241.429 las décadas de 1820 y 1830. En la década de 1820, la exportación textil
Total 37.420.970 de la India cayó mucho antes de que los productos manufacturados bri-
Fuente: Chris Cook y David Waller, Longman Handbook o/ Modern American History tánicos, llegados en barcos de vapor y ferrocarril, inundaran el merca-
1763-1996, Londres, 1997. do. Los expatriados británicos dejaron de utilizar la industria textil co-
mo método de remitir sus sospechosos beneficios a Europa. El comer-
Esta aceleración de los movimientos migratorios sirvió para apun- cio con especies en el sudeste asiático entró en declive. Sin embargo, los
talar la nueva división del trabajo, en la que Europa proveía bienes ma- problemas de estas víctimas de la primera globalización no se extendie-
nufacturados y semimanufacturados y el resto del mundo producía ron a otras regiones como hubiera pasado en el siglo XVIII antes del
materias primas básicas. Aparecieron gran número de pueblos comer- dominio marítimo británico.
ciales y regiones productoras, algunas de las cuales llegaban hasta el En muchas partes del mundo, las comunidades campesinas tarda-
interior de India y de Norte y Sudamérica. El movimiento masivo de ron mucho en notar las mejoras, o éstas se notaron de forma muy par-
personas alivió la presión demográfica en Europa noroccidental y cial. Las economías rurales eran vulnerables a los ciclos de mal tiempo
China, y, como creían los conservadores, redujo el riesgo de radicaliza- y durante la década de 1780 hubo una racha de desastres naturales que
ción popular en el Viejo Mundo. empeoró el conflicto en Europa y Asia. Los años 1815-1818 fueron de
Sin embargo, las tendencias estabilizadoras tenían su contrapunto miseria en Europa, con malas cosechas que coincidieron con la reduc-
en los conflictos nacidos de la emigración. Las autoridades españolas y ción de la demanda al finalizar la guerra. Las décadas de 1830 y 1840
británicas ya sabían que una vigorosa población criolla ultramarina se también fueron testigos de malas cosechas y hambrunas en Eurasia. Las
desharía de su vínculo con su patria original para convertirse en com- inundaciones y sequías periódicas agravaron las epidemias. Durante
petencia económica. Los gobernadores provinciales y los jefes militares 1847 y 1848, una enfermedad en Europa continental, Escocia e Irlanda
franceses y británicos también sabían que el hambre de los colonos en afectó la cosecha de la patata. En Irlanda, que dependía de este tubér-
lugares como Argelia (francesa a partir de 1830), Sudáfrica, Canadá y culo, murió más de un millón de personas26 . El problema de la econo-
Australia provocaba guerras endémicas con la población de las «prime- mía rural irlandesa fue sintomático de un problema más extendido. El
ras naciones» que desesperadamente trataba de proteger su patrimonio resurgimiento del crecimiento de la población, sobre todo en las gran-
de los invasores. El escenario quedó dispuesto para la serie de guerras des economías asiáticas, redujo las tierras de los agricultores pobres,
5
entre nativos y colonos que estallarían en las décadas de 1850 y 18602 . que se vieron cosechando terrenos cada vez más pequeños. A su vez, el
El equilibrio entre la seguridad socioeconómica y las tendencias al con- relativo declive de las viejas artesanías en todo el mundo ante el avance
flicto y el colapso económico era precario en todo el mundo. de la industrialización británica y, más adelante, de la Europa continen-
tal, obligó cada vez a más gente a depender de la agricultura como
medio de vida.
Los comienzos del siglo XIX no eran el mundo ideal que el filósofo
LOS PERDEDORES DEL «NUEVO ORDEN MUNDIAL», 1815-1865 Y economista escocés Adam Smith describió con la esperanza de que
una división virtuosa del trabajo produjera un incremento de la virtud
Esta sección pasa a analizar las áreas de conflicto y decadencia que amena- humana. Graves conflictos persistían dentro del sistema comercial
zaban la frágil estabilidad de las colonias postbélicas y que anticiparon mundial. Estos condujeron a las crisis internacionales de las décadas de

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1840 y 1850, que veremos en la segunda parte de este capítulo. En pri- la política. Las guerras en el extranjero del siglo XVIII habían girado
mer lugar, esta «integración» del comercio mundial (usando el término alrededor del «mercantilismo». Los políticos y teóricos del antiguo régi-
propio de los economistas) daba sus primeros pasos. La información men habían pensado que la riqueza mundial era finita y que se contaba
económica, aunque más fiable que cincuenta años antes, no era perfec- en oro. Si alguien se llevaba un trozo más grande del pastel, otro se que-
ta. El telégrafo eléctrico sólo empezó a estabilizar los precios al princi- daría con uno más pequeño. Por eso los gobiernos apoyaban ferozmente
pio de la década de 1850, y la comunicación rápida a veces daba lugar a sus empresas y comercios nacionales para intentar establecer mono-
al pánico o a brotes de «exuberancia irracional» entre los inversores. La polios. En el nuevo siglo, sin embargo, los británicos y los norteameri-
mayoría de las materias primas claves de la exportación eran agrícolas canos de los estados sureños, en particular, empezaron a creer en las vir-
y, por tanto, estaban sujetas al clima, a la productividad campesina y a rudes del libre comercio y en los males que conllevaba el monopolio.
las condiciones políticas locales. A veces se producían enormes atascos Esto no era una mera teoría económica como en los libros del econo-
de sobreproducción que luego se derrumbaban haciendo inciertos los mista escocés Adam Smith y su equivalente francés, Frarn;ois Quesnay.
futuros beneficios e, incluso, la supervivencia. Los campesinos podían Se convirtió en un artículo de fe hasta tal punto que algunos estadistas
ganar mucho un año y endeudarse el siguiente. Algunos productos de y teóricos llegaron a creer que las leyes del libre mercado eran la piedra
mayor volumen comercial, como el tinte azul extraído del índigo y el angular del plan divino para la humanidad. Los regímenes que mante-
tabaco, servían para remitir a casa las fortunas de soldados o las ganan- nían monopolios comerciales internos o externos eran tildados de malé-
cias sospechosas de los gobernantes coloniales de los imperios holan- ficos, y no sólo de incompetentes económicamente. En 1845-1846 se
dés, francés y británico. Esto significó que este tipo de comercio nunca desató una fuerte polémica en Gran Bretaña sobre las arcaicas Leyes del
estuvo sujeto a las leyes normales de la p roducción y la demanda. Ésta Grano. Estas medidas restrictivas ayudaban a los terratenientes británi-
podía cambiar repentinamente de una materia prima a otra. Y como la cos productores de cereales al imponer impuestos a las importaciones.
producción estaba estimulada artificialmente, los campesinos podían La ley databa de los tiempos de Napoleón, cuando Gran Bretaña temía
encontrarse de repente sin mercado para sus cosechas ni los artesanos no poder alimentar a su propia población y quiso impulsar la produc-
para sus productos. Así, incluso donde el nivel de vida mejoró, la de- ción autóctona. A los que apoyaban el libre comercio de las décadas de
sigualdad entre diferentes grupos se incrementó. 1830 y 1840 estas leyes les parecían anacrónicas. La abolición de las
Por lo general, fueron los comerciantes, navieros y aseguradores Leyes del Grano dividió al gobierno del partido conservador y fue el
europeos quienes ganaron más dinero. Los únicos nativos que salían comienzo de una política económica popular bajo la forma de Ligas
bien parados eran los prestamistas de dinero o los grandes comercian- antiLeyes del Grano27 . De aquí en adelante, Gran Bretaña trató de abas-
tes, como los parsis de Bombay, los griegos, los sirios cristianos y los tecer a su creciente población industrializada con alimentos y materias
malteses de Alejandría, Beirut y Estambul, o los españoles metropolita- primas de todo el mundo.
nos, los portugueses y los británicos de Río de Janeiro y Valparaíso. El La riqueza nacional de Gran Bretaña dependía cada vez más de la
comercio pasaba por frenéticos ciclos de beneficios y pérdidas. Toda la exportación de productos manufacturados y de la importación de mate-
economía pasó por una grave depresión a finales de la década de 1820, rias primas y alimentos del extranjero. En consecuencia, el deseo de
cuando la sobreproducción de índigo y algodón de Asia y el norte de acceder a los grandes mercados de Asia, África y Latinoamérica sin
África coincidió con la deceleración comercial europea. A mediados pagar grandes tarifas se convirtió en un aspecto clave de su política. Los
de la década de 1840 sucedió lo mismo pero con consecuencias más estadistas británicos en general, y lord Palmerston (ministro de Asuntos
graves. El algodón era una materia prima especialmente volátil ya antes Exteriores y luego primer ministro) en particular, deseaban liberalizar
de que el parón en la producción norteamericana durante la Guerra de el comercio mundial y creían que era su derecho hacerlo por la fuerza
Secesión distorsionara el negocio. El equilibrio entre producción y con- si era necesario. A medida que esta cruda política de abrir los mercados
sumo de materias primas seguía siendo imperfecto en todo el mundo. a la fuerza se intensificaba, también crecía el riesgo de un conflicto
Los conflictos asociados a estos negocios de principios del siglo XIX no armado con cualquier régimen o empresa comercial que no se beneficia-
se limitaban a beneficios y pérdidas. También afectaban a la ideología Y ra del libre comercio. La tensión en Europa y fuera de ésta se incrementó.

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Algunas élites recientemente emancipadas de Europa y Latinoamérici 1842. Desde la década de 1820, el gobierno chino estaba preocupado
confiaban ciegamente en el comercio libre, a veces en contra de sus pro_~: con el éxodo de plata del país. La plata se usaba para pagar el crecien-
pios intereses. En otros lugares había resistencia. En Alemania, Fríe, te consumo de opio en China, un opio importado desde la India por la
drich List se dio cuenta de que Gran Bretaña era adicta al libre comer, Compañía de las Indias Orientales inglesa. El opio estaba causando
cio porque era beneficioso para ella como potencia industrial problemas en el ejército chino y su uso también se estaba extendien-
dominante y escribió a favor de un sistema de «economía política<-
1
do entre los campesinos. La crisis llegó en 1834. Ese aüo, comerciantes
nacional»21\ Este sistema instaba a los pequeños productores a mante_~_ libres consiguieron la abolición del monopolio de la Compañía de las
ner aranceles altos, para permitir que las industrias nacientes pudieran° Indias Orientales para exportar opio de la India a China. El resultado
echar a andar sin la dañina competencia exterior. Copias y traducciones: fue que los comerciantes norteamericanos y británicos que tomaron
de la obra de List se extendieron por el mundo, y líderes políticos desde.•, control del comercio de opio e1npezaron a inundar aún más el país con sus
Hungría29 hasta Irlanda y la India entendieron los méritos de su pro, productos. Las autoridades chinas debatieron ferozmente entre ellas si
puesta para proteger su producción indígena atacada por las importa.-' debían legalizar el comercio de opio o, como querían los conservadores,
dones europeas. restablecer su control y prohibirlo del todo. El opio de contrabando se
Se libraron guerras por el acceso a los mercados. Ronald Robinson acumulaba en el puerto de Cantón, y la corte imperial china envió un
y John Gallagher argumentaron en la década de 1950 qne la hegemonía magistrado a destruirlo. Este ataque a una propiedad británica provocó
económica que Gran Bretaña trató de imponer forzando a otros regí, una respuesta militar por parte del gobierno británico.
menes a adoptar el libre comercio era una especie de «imperio infor- Gran Bretaña declaró la guerra a China y aceleró el fin de su frágil
mab. Bajo este tipo de imperialismo, Gran Bretaña no controlaba d dinastía porque quería mantener las exportaciones de opio indio al p,ús.
territorio como tal, pero su poder militar y su influencia política limita- Estaban en peligro los ingresos del gobierno indio y, por tanto, del bri-
ban la independencia de estos regímenes hasta tal punto que se puede· tánico. Los impuestos sobre el opio representaban un 20% de la recau-
hablar de imperio30 . Durante las décadas de 1820 y 1830, por ejemplo\ dación total de la India. Los productos chinos vendidos en el mercado
el gobierno británico estuvo en conflicto permanente con las autorida, internacional garantizaban que Gran Bretaña pudiera comprar otras
des de algunos estados independientes de Latinoamérica que no se ads, ·• materias primas, como algodón norteamericano. También peligraban
cribían al libre comercio, a causa de los aranceles e impuestos que tenían los negocios de los muchos europeos y americanos que habían entrado
que pagar los comerciantes británicos para importar sus productos, en el mercado chino tras su liberalización en 1834. Un segundo conflic-
En 1840, lord Palmerston envió una flota a la bahía de Nápoles para to relativo al proyecto de «abrir China al comercio» --esto es, vender
obligar al gobierno Borbón napolitano a rebajar sus tarifas. La depre• opio y otras materias, primas en el creciente mercado chino- se produjo
sión comercial y el desempleo que provocó el resultante diluvio de pro•: entre 1856 y 1860. Este fue la Guerra de la Flecha, llamada así en alu-
duetos británicos fueron factores importantes en la revolución de 1848 sión al barco británico Arrow, supuesta causa del conflicto bélicoB. En
en el reíno31 • Oriente Medio es otro buen ejemplo de la actuación del • esta ocasión las tropas británicas quemaron el palacio de verano del
«imperio del libre comercio». Las potencias obligaron a los otomanos a emperador chino, un acto de vandalismo imperial sin igual. Los britá-
rebajar tarifas en todas partes. Ésta fue una de las razones por las cua, nicos volvieron a utilizar el lema del «comercio libre» y el derecho inter-
les apoyaron la independencia de Grecia de Estambul. Una vez nacional para justificar su política de penetración económica en interés
Francia y Gran Bretaña habían obligado a los otomanos a rebajar aran- de un monopolio subyacente.
celes en 1838, los esfuerzos de los sultanes y los gobernadores de Egip,. Si bien el comercio internacional del siglo XIX evitó las grandes gue-
to de impulsar pequeñas industrias que compitieran con Occidente se> rras intraeuropeas del siglo XVIII, no obstante sí fue testigo de la subor-
vieron abocados al fracaso 32 • • dinación económica de pueblos fuera del núcleo del desarrollo europeo
El ejemplo más llamativo del conflicto entre el moralismo interesa, • noroccidental. A menudo se trataba sencillan1ente de un asunto de fuerza
do de los británicos a propósito del libre comercio y los intereses de los militar. Los europeos estaban demasiado bien armados para permitir
gobiernos no europeos fue la Guerra del Opio con China entre 1839 que los gobiernos indígenas frustraran sus planes como habían hecho

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

en el siglo xvrn los mogoles a los británicos y los beyes de Argel a los encontrar formas de evitar la hambruna y de garantizar a algunos de sus
franceses. A veces fue porque los comerciantes indios, chinos o árabes súbditos cierto grado de prosperidad. Tras los violentos debates de
no podían acceder a la información, las técnicas mercantiles, el capital la época revolucionaria sobre la naturaleza del buen gobierno, y dada la
y los seguros que desplegaban las grandes empresas y navieras europe- continuada oposición radical a su autoridad, necesitaban más que
as y americanas. Irónicamente, cuando los dominantes británicos empe- nunca aparentar que actuaban con autoridad divina y humana.
zaron a legislar para mejorar la seguridad y las condiciones de a bordo Los sistemas estatales que resurgieron en 1815 consiguieron neutra-
a partir de 1815, esto dificultó las posibilidades de competir de los bar- lizar a sus oponentes ideológicos más radicales de todo el mundo. Era
cos mal equipados de los mercantes indígenas. Esta subordinación eco- dificil mantener el equilibrio y, después de 1848, éste se subvirtió. A
nómica impulsó el declive de las industrias artesanales indígenas tanto medio plazo, sin embargo, la monarquía y la aristocracia se vieron des-
como el lento proceso de mecanización de Europa y Norteamérica. Los co- pojados de sus derechos más abusivos y limitados por una nueva clase
merciantes europeos usaban ahora la exportación de los cultivos comer- de abogados y burócratas. La gente seguía siendo religiosa y se seguía
ciales primarios para remitir ganancias a Europa o para llenar las bode- creyendo que los reyes derivaban su autoridad de Dios. El orden tam-
gas para el viaje de vuelta. Ya no compraban los productos artesanales bién se mantuvo ayudado por el miedo a la continua anarquía y por la
del sur y el este de Asia o de Oriente Medio que habían sido tan popu- prosperidad irregular que citamos en el capítulo anterior.
lares en la Europa del siglo XVIII. Los artesanos indígenas no tenían ni el Irónicamente, fue Napoleón quien empezó a enfrentarse a los pro-
capital ni los medios para exportar por su cuenta. Además, cada vez era blemas de la legitimidad y estabilidad postrevolucionaria tanto en Fran-
mayor la desventaja comercial puesto que más y más regiones empeza- cia como en su Gran Imperio. Para asegurar su poder, había reprimido
ban a producir los productos •aliosos de antaño: té, opio, especia , café, enérgicamente a las turbas revolucionarias de P arís v otras ciudades.
tabaco y azúcar. Con la aceleración industrial europea, las «condiciones Por otra parte, aceptó y consolidó a los nuevos terrate~entes salidos de
comerciales» se volvieron decisivamente en contra de las zonas externas la toma de las tierras eclesiásticas y aristocráticas por los revoluciona-
al núcleo económico. rios. El Concordato de Napoleón con el Papado aseguró que la Iglesia
Éste fue, pues, el periodo clave, cuando la producción industrial fue aceptara la pérdida de terrenos como un hecho y esto facilitó la restau-
repatriada a Europa y Norteamérica. Ya en el siglo XVIII, las fuerzas ración de los monarcas Barbones tras 1815H. Napoleón reformó el sis-
navales europea y norteamericana habían permitido a los comerciantes tema judicial francés con el célebre Código Napoleónico, y perfeccionó
en estas tierras quedarse con un porcentaje desmesurado del valor aña- el gobierno centralizado con su sistema de prefecturas. Estos servicios
dido al comercio mundial por las revoluciones industriosas. A princi- siguieron siendo el marco político de la Francia metropolitana y su
pios del siglo X1X esta disparidad de poder se amplió al volverse incon- imperio durante el siglo X1X. Incluso donde se restauró la posición de
testable la fuerza militar europea y al despegar la industrialización. A los terratenientes aristocráticos después de 1815, en el centro de Italia,
largo plazo, estos acontecimientos reforzaron la diferencia de ingresos las tierras del Rin, el este de Europa y Egipto, el Estado tenía unos ras-
per cápita a nivel internacional entre lo que ahora llamaríamos el gos más definidos y «racionales» que en el siglo xvm. Además, Napo-
«Norte» rico y el «Sur» pobre. león había concedido implícitamente un papel a la Iglesia y al principio
dinástico. Entre 1806 y 1809 trató desesperadamente de llegar a una
alianza matrimonial con la casa real de Austria, e instaló a su familia
como reyes, princesas y príncipes de los territorios conquistados. El
LOS PROBLEMAS DE LA LEGITIMIDAD HÍBRIDA: ¿A QUIÉN PERTENECE republicanismo se vio muy debilitado y, en 1815, los Barbones se reins-
EL ESTADO? tauraron en el sistema con pocos problemas sociales y con purgas mínimas.
El enemigo más flexible de Napoleón, Gran Bretaña, también trató
Esta sección pasa de las condiciones económicas que permitieron la de eliminar la amenaza radical, para lo que reinventó su monarquía y
precaria estabilidad política de los regímenes de la restauración a con- purgó los abusos políticos más flagrantes. Linda Colley ha descrito
siderar su legitimidad y su ideología. No era suficiente para los gobiernos cómo se estableció un nuevo culto a la monarquía alrededor de la poco

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO
ENTRE REVOLUC[ONES MUNDIALES, c. 1815-1865

propicia figura del rey J orge III, un pertur bado mental. Jorge IV, vivi-
1i 11 i nn reemplazados por gobiernos 1i era
dor, mujeriego y hasta peor representante de la dignidad real, trató de '111, npoyaban al gobierno t·ep ~ mente menos conservadores,
c rear una corte más fastuosa y espectacular, como las de sus contempo• 1 1111¡,eri. · 1 resentatJvo' aunque s0'1 0 d e 6oqu1·11a En
ráneos continentales. Tampoco tuvo éxito dados los rumores de inmo i I i y 'fr~nªs~str1a_ co,. as asambleas representativas (las dietas de H un-
ralidad y el notorio divorcio de su mujer, la reina Carolina. Aun así, 11 ''l 18 En l pv~nia) .unplulsdin~l'On algunas ligeras reformas a partir de
. e iamonte, a astía en últ' . . .
antes de la reforma parlamentaria de 1832 y la extensión del voto a la ,111, st·rie de reformas a d ima mstancta se vio forzada a
clase media de las ciudades importantes y a algunos granjeros ricos, los ,1111110 legal de 18.37 a
presura as Y poco sistemát'
d . '
1
Jeas, como e nuevo
reformadores habían tomado algunas medidas para hacer más aceptu . ' causa e una sene de golpes de E t d f: 11'd
•1¡i,11 11zados por el incansabl . 1 . . . s a o a r os
ble el sistema político británico y para tranquilizar a su revoltosa poblu . e revo uc10nan o Gmseppe M , • . L
'111111 J .1c1a tuvo que acept . 1 lib 1·
ción35. Podría decirse que la reform a parlamentaria, la abolición de l11 1111111ma que apareció en p .,
ar e era 1smo a su pes U azz101.1 a
ar. na proc ama
esclavitud y la emancipación católica entre 1829 y 1835 salvaron a Grnn 111 ,, Decía: «El duque i ?e
~1~ e_n e1verano _18.30 refleja el compro-
Bretaña y a su imperio de los peligros revolucionarios de la década d 111, t1111ar1·a El duque d eO rl e~ns es un prm c1pe leal a la causa revo-
.. . e r e-ms · d d
1840. Sin embargo, la «reforma» británica de este período fue impuls 1 • l11, 111s se ha declarado y acept: 1es un cm a a_no-rey. El duque de
da por asociaciones voluntarias y activistas aristócratas individuales nul 1, ,,1 , e estatuto que siempre h ·
, corona se la entrega el p t1eblo f , J9. emos quen-
que por el Estado. En Alemania, sin embargo, y sobre todo en Prns111 1>onde los movimientos
rances»
· ¡· h' .
pasó lo contrariol6 • ' l I l.111da y Grecia se le h n~c1ona ista~ se 1c1eron irresistibles, como
La unión con Inglaterra eliminó la conocida corrupción del n·111 , s acran conccsrones Las p t · .
11 1., indcpendenc1·a de G. . d 1 . o enc1as reconocre-
' recta urante a décad d 1820 ·
irlandés, aunque esto ayudó a los católicos irlandeses sólo a corto pl111.c 111, 111i•mancipación de los católicos de 1830 \. ~ , mientras
La reforma humanitaria erradicó algunas barbaridades del sisll 111 , l Il.1ncJa. E n Francia dom esticaron 1a tratJ:~~u1 ~zo, te11:por~men-
legal, mientras que el gobierno imperial salió reforzado. Algunos dl 1 " , i i11onarguía Orleán d , d c10n 1evoluc1onana y 1a
s a opto parte e 1a tradi · , l , .
p eores excesos del sistema de plantaciones esclavistas también dt's11p , , , i, wió la soberanía popular E A . I ü CIOn napo eomca Y
recieron con la abolición ele la esclavitud por parte de Gran Brct:11111 , · n ustna ta a y España li
' 1,·11·nu terratenientes y b , . , ' , W1a a anza
1807, y el gobierno restó privilegios a la Compañía de las Indias ( li 1 ' uroc1atas mantuvo a ra 1 f
11111,1 11stas y republicanas ott d' d . ya a as uerzas
tales en 1813. Nada de esto silenció a los radicales, ni siquiera 11 1 1 1• - 1 a eca a aproximadamente
11 ',spana, os campesinos católic d 1 .
reformadores whig, pero sí dio vida al Antiguo Régimen y tranquil! 11111 , ,des de Madrid pa d-c d los e norte se rebelaron contra
ra cren er o que entend' el el
la creciente clase media evangélica antes de que el país se rejuwnt I I 1 ' ('1111,cipio de sucesión dinástica. Esta llamad~a1~:mo Cvelr_ a-
con la nueva riq ueza a gran escala de la Revolución Industdal. 1, , 11to el mayor moví • erra ar 1sta
Con sus vigorosos intentos de establecer un equilibrio polí1 i111 1, 1'í b, miento contrarrevolucionario de Europa del
i ~ y aca o con la muerte de más del .3 o/c d 1 b1 . ,
hombres de Viena y los veteranos de Waterloo que ahora co11t 1111111 111 ,11 i11s1a liberal escríbió: o e a po aaon. Un
las provincias impe riales francesas y británicas tenían variu:-; v1 111
clave, apa rte de las puramente económicas. En primer lugar, los 11 1, 1 'll,~11s contribuyeron al alzam1'ento d ' J
-
11¡11 1 11,·roso es una gr·u1 i'nflue . '.· relig10-
N e os navarros· El- esp111cu ·
dos del caos revolucionario significaban que los regímenes co11H1•1v ' nc1a en avarra Los h· b'
res podían contar normalmente con el apoyo de la clase mccl i11 v d 111, ,111 ,11111s a(in guardan ¡"unt .d. ·
o con su 1 1oma una
ª itantes,
ill
6
so re todo
• ..
' w i11•111rn 'en el resto de ' ,
1H pe ¡' 1 S '. sene ez prurnt1va que
ciudadanos urbanos para combatir a los anarquistas, protosrn 11111 1 n nsu a. on tan ciegament 'd 1 ,
11¡, 1, •~ 11 la vol u ni ad de los cura.5 , . . e e re u os y estan
secesionistas. A pesar de sus protestas ultralealistas, Ja mayrn 111 11 11 ti, , l\loncs4". que m ven 01 pueden ver otro consejero
gobiernos postbélicos mostraron una inteligente flexibiliclud q111
de sus miedos al desorden. Cuando un gobierno conscrv111 101 1
1" , 11 1·11s partes las fuerzas del ·d .
legiúmidad, como pasó con el parlamento sin reformar d1·I d11111 ' ' Ol en permanecieron f
1111, 1,1 ¡n inwra pa1tc del siglo XIX R . f uertes.
Wellington en Gran Bretaña a finales del.a década de 1820; 1·11 1 l 1 • , usia ue una enorme rese. d
con el régimen Barbón en L82QH, y, finnlmcntc, e n Fr:11w111 111
i\ 11 111111D10 l'll las frontcr·1s lle Europ
'· a L a rnvas1on
. ., n ¡ rva
, ·e
i 111' iv1 wndo un nrnyol' S('l11 inik-nto nac:ioll'd "11..l,1 l' 11L~1p1o u,om ca
' ~ , , " f u r ,una,

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REV0LUO0!\TES MUNDIALES, c. 1815-1865

aunque para los campesinos el sentimiento patriótico se centraba en el Allí donde grupos pequeños de europeos reinaban sobre enormes
zar y en la Iglesia ortodoxa. El crecimiento de la población y la explo- 111111lnciones no europeas, el problema de la legitimidad era aún peor.
tación de los territorios de la frontera este habían mejorado la potencia 1 11Mgobernadores coloniales ttataban a veces de mantener las viejas
económica del imperio. Una burocracia creciente, de gustos europeos, , , 1111·s reales. Esta táctica era peligrosa ya que a menudo se convertían
empezó a soldar las provincias controladas por los terratenientes y los • 11 lo<.:os de disidencia. En India, bajo el gob ernador general Wellesley
asentamientos militares. Sin embargo, la sociedad seguía siendo dema- 1 11 1N sucesores, la administración británica reconoció temporalmente la
siado jerárquica y rural para satisfacer a los radicales y liberales de ciu- 1111mi<lad mogol, aunque fuera sólo formalmente. También reconstru-
dades como Moscú, San Petersburgo, Ríga y Varsovia. El Estado se 11 101t algunos principados para mantener el viejo orden, sólo en apa-

enfrentaba a un dilema. Aunque Alejandro I y Nicolás I concedieran 1h 11ria. En Mysore, por ejemplo, la gallina de los huevos de oro de la
temporalmente ciertos avances constitucionales a los polacos, no podían 1 11111p.1ñía de las Indias Orientales, se restauró «la vieja Constitución
hacer lo mismo en Rusia, ya que eso sólo reforzaría el poder de los 11111111'1», aunque respetaron los cambios políticos efectuados en el siglo
nobles, amos de los siervos. La autocracia se reforzó y se reparó, pero v11r11 • A su vez, los gobernadores coloniales trabajaban con los terra-
no tuvo poder para enfrentarse a los intereses locales, atrincherados " 1111·111·cs para sofocar los movimientos milenaristas y las revueltas cam-
hasta la década de 1860. La fuerza de este conservadurismo reactivado 1" 11 HIS. Otra táctica consistía en europeizar la cultura y los valores de
sirvió para controlar el liberalismo y el nacionalismo antiruso en Polo l 1 1•I11 es indígenas. Incluso antes de la gran rebelión de 1857, los llama-
nia, donde se aplastó una rebelión mayor en 1831 y en el este de Euro 1, 1~ 1l<.'nsadores modernistas ya reclamaban una unión de los conoci-
pa. También intimidó a los alemanes y a los húngaros en Austria. Y, 1,,11 11l os occidentales y la fe islámica en varias sociedades musulmanas
eventualmente, sirvió de contrapeso militar a la revolución europea d1· 1, 1•11 1r y el sudeste asiático y de Oriente Medio. Además, los movimien-

1848-18514 l, 111 ,·0111rarios, puristas islámicos, rara vez pedían una guerra santa con-
También fuera de Europa se eliminaron o evitaron algunas de l:1N 11 1lnNinfieles. Es cierto que en 1804 Sha Abd-al Aziz, el líder del islam
causas de los ataques más radicales contra el viejo orden que habfa11 11111111L'n el subcontinente, declaró que la India era una «tierra de gue-
estallado durante las crisis revolucionarias. En Latinoamérica, los m11· 11 ,1 · y que ya no era «casa del islam». Implícitamente dio permiso a sus
, l'I iitlores para unirse al servicio de los británicos ya que ninguna de las
vos gobernantes tuvieron problemas para legitimar su poder y pill 11
1111d11 iones para ganar una guerra santa se cumplía en la India. De
suprimir las revueltas de los amerindios y criollos pobres que llegaron
111 11111, la mayoría del clero musulmán del mundo era pacífico. Cuando
con la independencia. En los primeros años mantenían el absurdo arg11
, 11 111 d(,cada de 1820 Sayed Ahmed Barelvi proclamó una yihad en el
mento de que eran los descendientes de las antiguas monarquías prehiN
11, 11 •111l' de Asia, no se atacó al gobierno de la Compañía de las Indias,
pánicas azteca e inca. Más adelante, a partir de la década de 1830, 1rn
111, 1 11 los sijs del Punjab. Los clérigos indios predicaban la reforma
taron de convertir a Bolívar y otros líderes de su generación en ico1111"
1, 1l1 e le11tro. Deseaban paliar los efectos sociales e intelectuales de la
de la virtud republicana, como hicieron los franceses al recuperar gi-11 ti 1, 1111111<.lial antes de tratar de alcanzar el gobierno político.
dualmente a Napoleón y su familia. En el Imperio Otomano, se remo 1111 <'I resto de los regímenes independientes en China, Japón, Viet-
deló la autocracia con el resultado del decreto de reorganización ('Ii111 111 111 V 1•1 Imperio Otomano, el problema era el contrario. Cualquier
zimat) de 1839, que daba un mayor papel en el gobierno a la burocnu 111 1 1·1111•io11 de la ottodoxía religiosa y política animaría a los peligrosos
civil, y que pareció haber conseguido gobernar los extremos orien111h 1111 11 j1•ros y a sus agentes. Aunque tuvieron que aceptar algún cambio.
del imperio de forma eficaz por primera vez42 • En todo el imp1·1111 :\ 1111din pln:t,Q, se mantuvo una estabilidad precaria. En China, los eru-
empezaron a controlar a los nobles poderosos que impusieron su 1111111 111,1• • 1111Hervadores confucianos y los señores locales predicaban leal-
nomía durante el siglo XVIII. Los virreyes otomanos suprimieron 1 1 1111 ,d 1111 peri o, cuando los primeros movimientos budistas de cariz
movimiento purista wahhabí entre los árabes y limitaron las rebdi!l111 11111, 11111ls111 empezaron a caer tras 1803. Hay pocos estudios recientes
milenaristas de los musulmanes de Sudán, que amenazaban no ~olo ,,1 11 1 111 •11ndn 1800-1850. Parece erróneo, sin embargo, buscar los oríge-
Estado, sino también a la jerarquía religiosa. '" ,li 111 nisís dl' h1 Rebdíón Taiping de la década de 1850 en los
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

comienzos del siglo. El régimen parece haberse recuperado muy bien


después de una generación tras la Rebelión del Loto Blanco. Se conso-
lidó política y culturalmente en el centro de Asia y en el Tíbet, ganan-
do la admiración del agente británico en Nepal, Brian Hodgson. La
1
mayoría de los señores cultos seguían apoyando el im perio. Aunque la
economía no era fuerte, todavía no era un caos. Fue en la segunda parte
del siglo cuando comenzaron los problemas ecológicos y sus peligrosas 1
implicaciones respecto al mandato divino. Durante la década de 1820,
el gobernador general de Cantón estableció una «Sala del Mar de los
Conocimientos» donde se centralizaron todos los conocimientos prác- 1

ticos y el arte de gobernar a favor de la dinastía. También se enfrentó al


contrabando de opio de manera sutil pero vigorosa44. Los monarcas 1
Qing eran mucho más que conejos cegados y paralizados por los focos
del expansionismo occidental. El ataque a la legitimidad del mandato 1

divino Manchú sólo comenzó a partir de 1842, cuando el régimen


empezó a sufrir derrotas devastadoras a manos de las potencias ocd
1
dentales y, más adelante, de J apón.

1
1:,111 l'e la represión y la reforma: ¡La masacre de Peterlooi O una muestra de
EL ESTADO SE FORTALECE, PERO NO LO SUFICIENTE I 1 /1/1,·1-tad inglesa. 16 de agosto de 1819. Aguafuerte de J. L. Marks. 1

Los regímenes remodelados del siglo XVIII retuvieron algo de legiti11Ji 1


dad y espacio para maniobrar. Sin embargo, la fuerza seguía siendo 1·1 1 , 11111micntos agrícolas no tuvieron mucho éxito, pero ayudaron a
último árbitro del poder estatal. En términos militares, las monarq11111• d,1111111' las tumultuosas fronteras agrarias45.
11
e imperios restaurados ejercían, por lo general, más control sobre s11• l ,os desechos militares de la guerra global también contribuyeron a
fronteras internas que sus predecesores antes de las guerras globales. l ,11 , 11111\'ir los imperios europeos de ultramar. Cuando el gobierno francés
experiencia de desplegar a millones de hombres armados contra e1m111 , 1, 1 ldi1í nnexionarse Argelia en 1830 como distracción de sus proble- I¡
gos extranjeros les ayudó a suprimir la disidencia interna y a exte11clr1 111 1, domésticos, utilizó oficiales inactivos y descontentos q ue recorda-
el control imperial. Después de 1815, había una gran cantidad de mi 111 l 1111 li1 gloria de las campañas napoleónicas. El Imperio Británico, desde /¡1
llería y de infantería disponibles. Se usaron para aplastar a los arl iv1 l I l1 11 li11, pasando por Ciudad de El Cabo, hasta Canadá, era goberna-
tas británicos de clase trabajadora en la infame Masacre de Pc1~·1·l111 111 11111 hombres que lucharon contra Napoleón en Waterloo. Soldados
de 1819 (véase ilustración 4.2). Las tropas francesas derrocaron a las 111 11 1¡
lil 111rl1•H<·s, muchos de ellos rebeldes participantes en la revuelta de
grosas repúblicas radicales española y genovesa, que recordaban l'/H'I 1 'l/1, l<'forzaban sin querer los músculos del poder mundial británico.
los gobernantes conservadores. Las fuerzas movilizadas para co111li11111 1 1r,11 1rc11 de emplear las columnas de la caballería ligera y rápida con- 11

a Napoleón en Austria, Prusia y el Imperio Ruso sirvieron aclcm:b p111 11 1 111 11 •His1cncia de los africanos en El Cabo de Buena Esperanza se
eliminar a los radicales urbanos que seguían apoyando las ideas l'l'v11l11 111, 11 I, 111 v11 los comandos de la guerra peninsular en España. Fuerzas
donarías. También sirvieron para controlar las turbulentas fro1111 1 1 111d11.11 1•11 irregulares de khoisán y de razas mixtas patrullaban las fron-
imperiales. El emperador Alejandro I repartió colonias de solcl11d1 1 1 1 , 11111 n1 invasiones de los xhosa del norte. Incluso en Norteaméri- 11
jubilados con derecho a tierras por Ucrania y el centro de A:iin. < ,11111 1 111~ 1il11rn1:1s de l.us g ue rras imglo-americana e inclia produjeron un
1
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUND!ALES, c. 1815-1865

Estado militar más preparado de lo que había sido normal en el mundo '.111 ''. l.\s, ~ambién florec.ió esta parte del trabajo legal. Algo parecido pre-
anglosajón. El norte y el oeste de Canadá fueron conquistados p_or mili- d, 1 1. 1 e? E~tados Unidos, donde desde un p eriodo anterior las dispu-
tares y por la paramilitar Policía Montada, así como por medio de la 1 ~ 1·w 1st1tuc10nales, sociales y económicas, eran resueltas tan a menudo
1
colonización. En Estados Unidos, el ejército salió de las guerras, que a 1111 1 los abogados como por los políticos.
menudo tomaba parte en campañas de protección contra las incursio- l. In. aspecto más que siniestro del despliegue del poder estatal fue el
nes indias, con más poder y más burocratizado. La combinación de 11111 11111 cnto de, la policía, sobre todo la policía secreta. Bajo los antiguos
control militar y logístico, y las nuevas maneras de desplegar la fuerza, 1• 111111<..•nes hab1a agentes secretos del gobierno y policía montada. Pero
permitieron a los gobiernos nacionales y coloniales un mayor dominio 1
11111 ccpto de una agencia paramilitar y burocrática de vigilancia era
del campo y sus recursos que en el siglo anterior. il1111 1111cvo e? muchas soc}edades antes del siglo )GX. A finales del si-
Los abogados y los burócratas se beneficiaron a largo plazo de fo l 111 '<VIII, Jose II de Austria, un «déspota ilustrado», se adelantó a su
época de las guerras globales. Prosperaban y avanzaban bajo todo tipo 11, 1111>0 en ~s.te tema como en otros. Estableció una red de policía polí-
de gobierno, porque todos los gobiernos necesitaban subir los impucs 1ti 11 pu ra vigilar a sus enemigos internos. Joseph Fouché (1763-1820)
tos. El paradigma fueron los principados alemanes. Parece que en 181 '> 1111111 N11·0 de. l~ policía Y jefe del espionaje bajo Napoleón, creó un nuev~
se restableció el viejo sistema de estados, aunque reducidos en número 1'i 11 1 d(' polrc1a secreta p ara controlar la subversión revolucionaría y se
y mermados algunos de los abusos, lo que duró hasta 1848. En realidad , 111 11 f11.moso.por sus «trucos sucios» en toda Europa. La policía políti-
los príncipes restaurados dependían mucho más de los abogados uni 1 1111 111 vest1gaba solo los delitos sino también la sedición y las ideas
versitarios y de los leguleyos. Esta mayor actividad del Estado a la horn 11, 1, 111t loxas.
de cobrar impuestos y regular se vio acompañada por una crecic111, ~ 11 1embargo, fueron los periodos de reacción posteriores a las revo-
inclinación a teorizar sobre él y sobre el progreso que fomentaría. 1:.1 1111 11111 1'H d~ !830. Y. 1848 los testigos del auge del poder y de la eficacia
príncipe Metternich y el duque de Tayllerand, supervivientes ariston11 1, l1l'I poJ1c1as c1~iles y secretas. Mientras Napoleón III imponía su
1 1 1
ticos del viejo orden, son figuras típicas de la época, pero Hegel, gr1111 11 1' 1lo en Franc, .1ab a principios
, de la década de 1850
. , los procureu1s.
teórico académico del Estado y sus ideas sobre el progreso, es igual d, · ' ,,111x, polie1as- urocratas, efectuaron más de 26.000 detenciones
representativo. Francia era diferente. Allí, una de las causas de la rcvo 1 ' ,li1111is. Muchas de las víctimas fueron exiliadas a Argelia4ª. Mientras
1 111111 1
lución había sido la compleja jungla legal del Antiguo Régimen, con M I , 11 gendarmería revolucio.n aria francesa fue el modelo de la poli-
distintas cortes y profesionales jurídicos. A medio plazo, el númcrn d 11 11111111rd, para controlar multitudes y recopilar información. Ya antes
juicios, jurisdicciones separadas y abogados se redujo. Sin embargo, 1 1 l /00, n~uchos estados alemanes, Rusia e Italia tenían este tipo de
11 111H, 1n1entr~~ que ~r~anda, Sindh y la policía de Hong Kong repre-
11
partir de 1830, la rápida comercialización creó muchas nuevas opo1 t 11 '

nidades, y la tribu legal regresó crecida. Hacia 1876, había 30, 111 111 d1111 1 .IHvers1on ~olic1al en el Imperio Británico. Incluso en Jnglate-
1 1 111
miembros de la profesión jurídica en Francia46• 1 l•,81ados Um~os, donde el pueblo asociaba el concepto de poli-
Los abogados también florecieron en el Imperio Británico. 1 1 11
1 ' 1 1nd ni despotismo <<continental», la policía fue reemplazando
Inglaterra su número y fortuna se incrementaron mucho más q11, 1 1 11
li 1id11 wntc ~ l~s age~tes informales para cobrar deudas e investigar
media de población entre 1800 y 1850, debido al impulso que 1'\'1 1lil ' 11t 111·11 es, s1 bien ba¡o el control de las autoridades locales.
el mercado de bienes raíces gracias a la expansión del sistema ch· 11111 1111 lo '·s~o nos muestra a los gobiernos de comienzos del siglo XIX
11 1111 11
les y fertocarríles47 • Los abogados aprovecharon las oportunida,b 1 1 .' 1~· onponer su control sobre la justicia y la violencia dentro de
las colonias. A mediados de siglo, la India y la mayoría d e las cnl1111I 1 ol111 111111os y tratando de localizar y controlar I di 'd · p ara
1 11 111, *' 11lta1:on
• a s1 enc1a.
dependientes tenían un cuerpo legal floreciente, compuesto d1· 1 HI con los poderosos restos de autoridad de los magna-
triados y unos pocos naúvos educados. Estos abogados hicicrn11 1111 11 11 ll 111 1111dos, aunque, hasta cierto punto, también se vieron obliga-
na gracias a litigios territoriales y especialmente a la com prnw11111 1
111 11111
odar a las nuevas clases profesionales y comerciales. Es
derechos de propiedad expropiados a los nativos. A med ie.la q,w 111 111 1' • 1 11111• des: Hcar q ue estos objetivos sólo se cumplieron en parte.
11 1

ticia de la Corona empezó a tener jurisdicción criminal en las polili1111111 1 111 • .l,•I n<•eicnt c tronar de la disidencia y la revo lución que veremos

l ',O
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO
ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

en este capítulo, grandes áreas de la vida social seguían fuera del con- 11
11ntes se había~ reinventado tanto en sus propios países como a través
trol de la autoridad central. Facciones militaristas y terratenientes here-
daron los regímenes revolucionarios de México y Sudamérica. Los
I1,· .l~s acu~;·dos mternacionales, de los cuales la Sagrada Alianza contra
11 1cvolucion en Europa es el ejemplo más claro El Papad l , ·d
esclavistas de los estados sureños y los grupos de terratenientes e inter- .. d 1 I l · · o, as or e-
111.~ e a g es1a Y la _ortodoxia monárquica habían sido cuestionados,
mediarios de gran parte de Eurasia controlaban el poder y el patroci- 11 1
1 <>,por.razones de intereses, miedos o fe, y sobre todo en zonas rura-
nio, aunque esto fuera anatema para los teóricos y para los administra- 1•'H, aun disfrutaban de credibilidad.
dores del régimen. Que el poder de las autoridades era incompleto y
'.~n la~ n~evas república~ de Latinoamérica se promulgaron farrago-
estaba supeditado queda claro al considerar el auge de los «pánicos in-
11~
,¡ tonst1tuc1ones que refle¡aban el leng'1a¡·e
' de la, I".\.epu, 61.1ca f rancesa
formativos» acerca de las perversas y turbias actividades de ciertos
grupos de súbditos malinterpretados. En las florecientes ciudades bri- , '.' embargo, una ge1'.eración de líderes militares alcanzó el poder ante¡
1
tánicas, la élite tenía miedo de los garroteros que estrangulaban a los ' que Sl~ ~ependencra del apoyo inestable de camarillas de terratenien-
lt ~ les h1C1era caer de _nuevo. Antonio Lópcz de Santa Anna (1794-
viajeros incautos, de los chatarreros irlandeses y supuestas «bandas»
criminales que robaban a la gente de bien. Francia y otros países cató- I H76), _once vece~ ~residente de México, es el mejor ejemplo de esta
11111111 11
licos temían el siniestro poder de los masones o, si salían de la tradición 1 1111
ª ª rusa pohtica. Aclamado en el balcón del palacio presidencial
Hs _veces como expulsado por la puerta de atrás perdió enormes
revolucionaria, a los jesuitas y otros supuestos grupos reaccionarios. A 1

las autoridades alemanas les preocupaba la persistencia de los clubes 1!•11s1ones del país, incluido Texas, ante los Estad~s Unidos. Al
111
revolucionarios en los que se practicaban actividades militares, mientras 11·r una fuente de autoridad política, se ofrecía a sí mismo. Sai::

que los italianos tenúan las sociedades secretas radicales de los carbo \ 111111 , «al haber perdido una pierna luchando contra los invasores fran-
nari. En los imperios coloniales europeos, una colección de fanáticos is 11''H'N l'n 183~, la hizo desenterrar en 1842 para volver a enterrarla en
!amistas, thugs (también estranguladores), triadas chinas y malayos 111111 ceremonia funeral en Ciudad de México49" Alg - ,
1 111 11 "· unos anos mas
«enajenados» asustaban a los débiles regímenes coloniales que confii1 :, cua~?º ~ant~ Anna ya no ostentaba el poder, una turba enfure-
ban en los soplones nativos y en una policía rudimentaria. Incluso 1·11 ' li l,1 111vad10 la iglesia "destrozó la tumba dond , su pierna.·
,. , • • J • e yacia
Estados Unidos se extendió el miedo a que las grandes corporacion<'s, 1,ste p en~do de fluctuaciones y paréntesis llegó a su fin con un
11
los rapaces inmigrantes o las revueltas de esclavos pusieran en pelig111 , ' 1· ~le ~~-nfüctos concurrentes en ~uropa, el sur y el este de Asia ;
la Constitución. l,i ir i 111 ~c11ca. El gr~do de turbulencia fue impresionante. Su carácter
1 11
Una de las causas de estos estallidos de pánico periódicos fov 111 ','¡" lr11~vo suele olvi,darse en las hi~t?1-ias europeas que tienden a ver el
11
continua incapacidad física de las autoridades para controlar sufici1·11 I¡ XrX como una epoca d e estabilidad relativa entre los cataclismos
tes recursos sociales y personal educado para imponer un contro.l m11- I, I / H~ Y 1~17 • El año 1848 en Europa fue testigo de una actividad
férreo. El gobierno central y su poder económico perdieron fuer:w « 11 11 1
' ' ,1 in onana Y rebelde comparable a las revoluciones francesa y rusas
Gran Bretaña entre 1820 y 1870, cuando los terratenientes forzaron 111 1 11
l 111• s11s efectos serían contrarrestados. Las consecuencias ideológica;
eliminación de los altos impuestos que habían pagado durante las ¡.¡111 I, 1H•IH en _c uan~o al anuncio de una temprana declaración de socialis-
rras globales. En Estados Unidos, el poder seguía dividido entre 111 11111
11'voluc1onario basada en la clase social fueron importantísimas si
estados y el gobierno federal , que levantaba suspicacias entre los lw1 « 1 1
l,r. l1" 1 nucr_ras que provocaron fueron menos destructivas. Aun as/ la
cleros de la revolución. Sin embargo, en gran parte del mundo, 1111111 1
I '• ' litio de v1d~s Y propiedades a nivel global fue enorme. La Rebe1ón
hemos visto en los dos capítulos anteriores, la continua insuficic11('Í11 d 111¡,111¡1 l'll Ch ina y la Rebelión de los Cipayos en la d' d · ·
recursos de los estados venía reflejada en su fragilidad ideológirn. 1 11
111 111 1 1 eca a siguiente
' 1 " '.'. 11s guc~·ras civiles más destructivas de la historia. La Guerra
Europa a partir de 1789, y en otras partes del mundo después dv 111 ti, 1 1 110
Ni ••1 11 }ltn~n cana, una década después, fue testigo de la destmc-
trucción o debilitamiento de los centros de autoridad durante la$g1 11•1111 1
1 ' " d,, 11 '. n 1'.111rgua cnltura y un sistema económico cuyos ecos econó-
se produjo un vacío de poder, una extendida crisis de lcgitimid:td. l ,11 • 111
"" " ~ ' Nlllll<.: l'O_n e n todo el mundo, ya que iifoctnron a 111 mayo ría de
beranía popular se había cuestionado, aunque los viejos grupo~ 11111 u 1 1 111111 1
1 " ill· nilrrvos c·onK·r<.:inlcs de h1s que l111hl11mos 111 pri11d pio d('

152 l 'il
LA GÉNESIS DEL MUNDO .MODERNO

este capítulo. Las repercusiones ideológicas fueron aún más importan-


tes, si bien solo registradas sutilmente. Ocu¡,oeíón i,i.1n
(1858)
Las últimas secciones de este capítulo examinarán estas concatena-
ciones de conflictos por separado, para tratar de identificar rasgos
comunes y especificar las diferencias entre estos periodos climatéricos MANCHURlA
de mediados del siglo XIX. A largo plazo, ayudaron con el avance de la JAPÓN
nación-estado, el colonialismo occidental y la sociedad civil internacional. o:at"d°" de.,igual~
Rebelión musulm:l.fla Bc1¡ing• ~ 1854-1868) '
del Noi-ot:."tc
(1863-1873)
X Kan.tu Rebelión Nien V
(1852-1868) O'~ COREA
LAS GUER:RI\S DE LEGITIMlDAD EN ASIA: UN RESUMEN
"1

Como dijimos en la sección anterior, las fuerzas de disolución y recons- IMPERIO QJNG
TÍBET
trucción estaban m uy equitativamente equilibradas en Asia, África y b
Oriente Medio a principios del siglo XlX. Entre las décadas de 1820 y
1840, el Imperio Otomano se vio azotado por una serie de golpes de
Estado internos, que dieron como resultado la reorganización de la8
instituciones estatales y la abolición de los sistemas militares y burocní
ticos que le habían servido durante trescientos años. Entre 1827 y 1831 ,
sufrió una derrota humillante a manos de las potencias europeas duran
te las guerras de independencia griegas. Algunos musulmanes atisbaro11
una crisis mayor para sus correligionarios. Entre 1825 y 1830, los reye~
musulmanes del centro de Java libraron y perdieron una última guerrn
de liberación contra el gobierno colonial holandés. En 1848, en Persia,
la secta rnilenarista babi organizó una rebelión armada contra la pcnw
cución y proclamó la llegada del «mesías>>islámico (el Mahdi) . De aq111
en adelante, sin embargo, el ritmo revolucionario se aceleró expont'11
cialmente por toda Asia. En 1851, en el sur de China comenzó la rdH'
lión milenarista Taiping contra la dinastía Qing. A lo largo de 1, '"
siguientes quince años, según se ha estimado, esta rebelión cause', 111
muerte de veinte millones de personas, destrozó las finanzas del Im111
río Chino y lo debilitó mortalmente frente a las agresiones británicfls I l1
la Segunda Guerra del Opio de 1856-1860. Todos estos acontecimi1•11
tos tuvieron graves consecuencias políticas. También iniciaron la:; c·m1~
morales colectivas para pueblos cuyos iconos y creencias habían ~11!.1
desarraigados por el creciente avance del cambio global.
La Rebelión Taiping empezó a finales de 185150, cuando un mllil 1111
religioso proclamó una nueva religión, que mezclaba ideas crÍHIÍ1111,1
con las aspiraciones milenaristas budistas de crear un nuevo ordvu 1t•11 1
nal. Los Taiping o seguidores del «camino celestial» se vieron :q1oy11d11 MA PA 4.2 Hdw lión e imperio en Asia oriental, c. 1825- 1870
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO
ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

por un gran número de campesinos, inmigrantes y nobles disidentes de 1


~ mismo_, utilizó _la excusa de la persecución de los cristianos vietnami-
la zona de Cantón. Al principio, redistribuyeron las tierras, emancipa- 111s para mtervemr en el territorio sur de Cochinch1'n M, l 1
ron a las mujeres y promovieron ideas de comunidad que algunos 11 111 0 del • . a. as a oeste, a
_ Y r parte_ r~i~o_mdependiente de Birmania logró sobrevivir gra-
comentaristas posteriores interpretaron como una especie de socialismo 1
1 ins a permiso bntanico. A finales de la década de 1870 B' .
indígena. Los ejércitos rebeldes se extendieron rápidamente por el sur •1 • t , · f ' , irmania se
' ic;on ro sin manzas debido a la ruptura del comercio con Cl .
de China y capturaron la ciudad de Nank.ing. Ahora el movimiento se
i l,'¡' ,_
·ante la Re~elión Taiping y las revueltas posteriores en el surest;1~:
parecía más a las muchas rebeliones de la historia de China que acaba-
t ,,tina. ~ me~;da q_u~ ~irmania se endeudaba cada vez más, la amenaza
ron imponiendo un cambio dinástico. Hong Xiuquan, su líder, llegó a
d, u~a inva~10n bntamca desde la India aumentaban .
p roclamar que restauraría la dinastía Ming, la anterior a la Qing reinan-
te. La rebelión fracasó, sin embargo, porque los gob ernadores p rovin- e!
• 1..:.1 con~icto en mundo extraeuropeo no se limitó a los feudos del
t1111guo Remo Medio Chino En 1854 el d .
ciales chinos, con acceso a armamento más moderno, y los nobles loca- ¡, b ., · , como oro norteamericano
,•1·1-y a no de una patada las puertas del cerrado reino Tok , .
les, que temían perder su estatus, se aliaron para crear ejércitos pro 11 'N ·, ., l ugawa Japo-
Beijing. Los Taiping no fueron aplastados completamente hasta 1862, , y c~n~enc10 a sus Jovenes íderes de la bancarrota moral y comercial
1 11• su regimen.
incluso entonces, en el sur y el sudoeste de China siguieron producién
<lose revueltas locales y musulmanas hasta la década de 1870. 1
_•
11
','ª Rebelión :ªiP!~g coincidí~ con la otra crisis asiática que dividió
La Rebelión Taiping, como todo gran movimiento de resistenci:l t~_io XIX. La Rebehon de los Cipayos en India de 1857-1859 empezó
1
rural, tuvo muchas causas, y analizaremos algunas con más detalle en d i 1 1n,1yo -~e !857 en forma de revuelta de los cipayos o soldados indí e-

capítulo 11. La presión de la población y el flujo de la plata para finan "'t dd e¡erc1to bengalí de la Co~1~añia de las Indias Orientales. Prot!s-
ciar la importación de opio dejaron a los campesinos expuestos a 1:i : ,', ,11 ll . por la paga, p~r, la_
s condiciones y por su pérdida de estatus. El
inflación. Los campesinos tenían que pagar sus impuestos con plata, l11pso del poder bntamco permitió rebelarse a una gran variedad de
pero sólo recibían cobre a cambio de sus productos. Algunos nobh
descontentos se unieron a ellos en la revuelta porque el incremento d1·
población supuso que hubiera mayor número de candidatos a los put•:;
tos oficiales, mientras que el número de puestos oficiales no se incn·
mentó. El milenarismo budista y una versión china del milenaris11111
cristiano confluyeron para preparar un peligroso caldo de cultivo en l11N
provincias del sur del imperio, tan distantes de la menguante autor.id111l
de Beijing. Todas estas tensiones estallaron violentamente a principioH , li
la década de 1850.
No obstante, la Rebelión Taiping fue un cataclismo asiático, no s11l11
chino. También afectó las relaciones entre las potencias euro¡w 1111 1
largo plazo. La debilidad de China durante la Rebelión Taiping ani1111
a los británicos y franceses a reemprender su lucha para dominar d l•:Nt1
asiático y p royectó su rivalidad a través del mundo. Poco después, HttNlt1
aprovechó la situación para ocupar territorios al noroeste del con t il 11 11
te. Esto intensificó la rivalidad anglo-rusa en Eurasia y causó ftl111111
entre los jóvenes nacionalistas japoneses. Las revueltas sociales y n •l1 µ,h1
sas en China también afectaron a Vietnam. Aquí la intromisión f',·.11111
se incrementó51 y comprometió la estabilidad de la monarquía 11<•111 1111 1
1 1 1 ,1111111 ldud imperial rcsis1e: arsenal de Nanking. ro1o de fohn Th
fuciana vietnamíta. En 1859, el segundo imperio francés, más sq111111 il 1 Ir ,H . omson,

1·, /
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDTALES, c. 1815-J 865

movimientos campesinos, terratenientes desposeídos y artesanos urba- 1, fl't' C~ando apareció la modernización, también aparecieron muchos
nos. El emperador mogol, ya sin poder real y confinado en Delhi por 11111d~1:01zadores. La rebelión babi de Persia de 1848 y la subsecuente
los britán icos, se convirtió en el principal símbolo y en el centro de las 1 1
11 11 ·1c16n de la fe ~a~a_í, por ejemplo, sucedieron en una zona muy prc-
protestas. Otros herederos de los príncipes regionales desposeídos en el 11 mn_da por los bntanicos y los rusos. Algunos de su s partidarios más
siglo xvm también se enfrentaron a los ejércitos británicos que trataban l iu,11 1:~s eran empleados y obreros que trabajaban en las nuevas líneas
de reconquistar el país. Los británicos vencieron, en parte porque la I• lq~raf1cas _Y habían conocido una modernidad extranjera que querían
rebelión se limitó a la zona centro-norte de la India, y en parte porque 11
1 1< l'I' propia. En el Imperio Otomano, la reorganización del Estado
pudieron utilizar los ejércitos de otras provincias indias y otra~ fuerzas • 111hró ~e ?udas la relación entre musulmanes y cristianos. Las provin-
que estaban en tránsito marítimo para ayudar al emperador chino con- 1 " halcarucas otomanas se vieron sacudidas por revueltas durante la
tra los Taiping. 'li' ,1da de, 1860. La población cristiana sabía muy bien que al norte y al
111
s11· crecia el poder de Rusia y Austria.

LAS RAÍCES IDEOLÓGICAS Y ECONÓMICAS DE LAS REVOLUCIONl'.S


ASIÁTICAS

Todos estos movimientos tuvieron causas ideológicas y sociales profun


das, y profundamente diferentes. Aun así, tenían cosas en común. Tn·s
grupos de condiciones parecen haber sido importantes. En priml'I
lugar, las rebeliones eran una reacción ante la expansión global del colo
nialismo occidental y ante las nuevas formas de gobierno, comercio y
acúvidad económica que ello imponía. Desde los conflictos anteriorl'~
que presagiaron la crisis mundial de 1789-1820, estas presiones se bul11
an hecho infinitamente más fuertes mientras que Europa occident.d
extendía su liderazgo económico y militar. En segundo lugar, los pro
blemas internos de estos sistemas políticos al tratar a sus comunidadl
étnicas y religiosas se agudizaron con la expansión de nuevas ídeolo~1
as, sobre todo el cristianismo y sus versiones indígenas. Por ültimo, t l
crecimiento de la población y el desequilibrio económico regional, súlo
vinculado indirectamente con el sistema internacional, también juga111n
un papel importante.
La combinación explosiva de estos ingredientes ya se anunció a11I(
del periodo climatérico de las décadas de 1850 y 1860. Rusia, unu po
tencia semioccideotaJ, presionaba al Imperio Otomano y al Irán qa} ir
desde las guerras mundiales napoleónicas. Surgió una lucha internn 11
estos estados para redefinir la estructura del gobierno y crear una li11 111
cracia nueva, unos sistemas impositivos más transparentes, unos l'j1·u l
tos modernos y unas academias militares con que poder encarar la ,1111
naza occidental. Pero esta reorganización interna provocó cuestinn, il
legitimidad de los gobernantes. ¿Seguían siendo reyes musulin:1111 ij 1
sultán y el pa<lishá persa? Si no, ¿c.¡uién prntcgerfa a p:1r1ir de t·11111111

l'i'l
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

~a India había padecido más de cerca que China la presión de un


gobierno europeo y su penetración económica. Como en el resto del
inundo, los cambios radicales de la época napoleónica habían dado
pnso a un p eriodo de cautela, y las viejas supremacías indias se habían
11 reservado en parte junto al nuevo sistema estatal de la Compañía de
l11s _Indias Orientales54 • Resultaba más barato gobernar la India con
11ithos. Muchos oficiales de la Compañía de las Indias pensaban que al
11H111ten~r ª.los reyes, terratenientes y sacerdotes indios en sus cargos, el
pueblo mdio aceptaría su presencia. A pa1tir de 1848, sin embargo, una
1111cva generación de políticos británicos se impacientó con el politi-
c¡11co y la pertinaz independencia financiera de los estados indios. Des-
d1•11aban la «autosuficiencia» de las cortes postmogoles y recelaban del
111't'?1laI ejé~cito británico bengalí. En la distancia, estas actitudes anglo-
lII d tas refle¡aba.n vagamente el auge de la confianza victoriana de una
<:1 ·r111 Bretaña en fase de industrialización. Una nueva ola de adquisicio-
1H'S territoriales y de ajustes en el ejército, combinada con el evidente
1 l,•sc.Jén hacia las costumbres y la realeza indias, creó una inflamable p ira

4.4 La autoridad imperial resiste: defensa británica de la Arrah I-louse, en il1• desavenencias a punto de arder. El fuego empezó con los motines y
Bihat:, contra los cipayos amotinados. Litografía de WiJJiam Taylor. l,111 rebeliones del ejército contra los británicos entre 1857-1859. Estos
1 1m rtictos políticos se combinaron con las numerosas tensiones locales

1 ,111sadas por un nuevo tipo de terrateniente, con los conflictos deriva-

De igual manera, la Rebelión Taiping reflejaba muchos ecos dl'I ,!,1¡¡ de las tierras forestales y de los nómadas y con la desigualdad de los
avance occidental. Su líder milenarista, Hong Xiuquan, se procla1rn·1 1111pucstos. En las ciudades del norte de la India, las comunidades de
hermano menor de Jesucristo. Mezcló citas bíblicas aprendidas dura u 1111 e·sanos empobrecidos por la competencia con las manufacturas bri-
te su educación en una misión con su ideología milenarista. Según SllN 1 111kas jugaron también un papel. Aquí la rebelión a veces asumió un
seguidores, el fundador de la secta murió, resucitó y «animó a todoN 11111c islámico populista.
a alabru· a Dios y ser virtuosos. Los que alaben a Dios no pueden alabar 11 ~ :omo ocurrió en Persia, el Imperio Chino y J ava55, las diferencias
otras deidades, y los que lo hicieran cometerían un crimen»53. 01 n 1 1, •I1g1osas y la autoafirmación patriótica fueron otras importantes causas
líder de la secta tenía un programa de modernización que incluía li, ,I, l'sl·as rebeliones. Quizás no fueran protonacionalistas, como propo-
construcción de ferrocarriles. Igualmente, muchos partidarios Taipinti~ 11,•11 nlgunos historiadores indios. Pero sí reflejaban un compromiso con
habían sido tocados por la llegada de Occidente. Eran soldados ahn11 l., ,•nmunidad y la patria. La rebelión de 1857 no fue ni «hindú» ni
donados por el régimen tras la derrota en la Primera Guerra del 01 iic 1 11111:,11lmana», pero sí reflejó una hostilidad bastante universal hacia los
de 1839-1842. Otros eran porteadores de té y comerciantes de la zonu ele 1
11111i111Jos, tanto indios, como indo-lusos o europeos, derivada de su
Cantón, que fueron despedidos durante la depresión causada pm 1,, 1
11,1111s como facciones privilegiadas separadas de la ética de la comuni-
guerra. Las fuerzas Taiping también incluían a piratas y bandidos, ol ,li , l,11 ! local y favorecidas por la autoridad extranjera. En el caso chino, el
gados a internarse tierra adentro por las patrullas costeras de las 1101 1111 111il1•1111rismo budista y el cristianismo evangélico se mezclaron para
europeas que controlaban los mares de China y las ciudades cosl\•11111 11 1111·1.nr la proclama Taiping de expulsar al extranjero manchú e instau-

Sobretodo, se empezó a cuestionar el mandato celestial del goliit•11111 111 1111 nuevo reino de armonía y justicia en la Tierra.
cuando los diplomáticos británicos pisotearon la dignidad chi1w y 111111 Por SL~ parte, los gobernantes manchúes y sus ejércitos liderados por
naves destrozaron los juncos ligeros chinos. 1111l il1·s chinos I hin. declararon su hostilidad hacia la religión cristiana y

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

ext ranjera, de forma que los movimientos patrióticos de China, pasando comentamos en el capítulo 2, habían crecido a principios del siglo XIX.
por la rebelión Boxer de 1900 y las posteriores, sie~p~e ~uviero~ un ca- Por ejemplo, el aumento demográfico europeo se notó menos al verse
riz anticristiano. En Vietnam, los emperadores de prmcip10s del siglo XIX diluido por la emigración a las Américas y a Australasia, y por los efec-
veían en la creciente población cristiana nidos de sedición. Incluso en tos de la cada vez más rápida urbanización. Esto evitó en gran medida
Indonesia, donde los gobernantes holandeses tuvieron poca actividad la peligrosa caída del nivel de vida. Muchos agricultores del norte de
misionera, las revueltas de la década de 1830 en Java y, posteriormente, Europa supieron responder a las revoluciones industriosas que reorien-
en la isla de Sumatra, usaban un lenguaje mesiánico islámico que habla- taron el consumo y el trabajo. En Asia, África y Sudamérica, estos cam-
ba del «retorno del Rey Justo» y de la restauración de una sociedad reli- bios se introdujeron sólo a medias, y muchas veces la intrusión europea
giosa. Sin embargo, la reacción de las antiguas religiones y de las comu- los abortó. Los historiadores anteriores han trabajado mucho buscando
nidades locales en contra de la pluralidad religiosa no fue sólo una culpables. Dependiendo de su posición política, han culpado al gobier-
respuesta asiática al desafío europeo. Formaba parte de algo más exten- no colonial o a la pereza nativa. Hay que decir, sin embargo, que la dife-
so: un recelo de las consecuencias de la globalización del cristianismo y rencia entre Europa y Asia ha sido exagerada. Las más que tentativas
sus nuevas costumbres. La mayoría de los agentes cristianos eran nati- transformaciones europeas fueron posibles gracias a que varios factores
vos, no eran misioneros ni administradores europeos. Por eso, aunque coincidieron y elevaron el nivel de vida, no se debieron sólo a un pro-
fue un punto en común, no debemos exagerar el papel de la influencia greso económico europeo inexorable. Como demuestran los conflictos
eu ropea en el origen de las guerras de legitimidad en Asia. que culminaron en las revoluciones europeas de 1848, ni Europa ni sus
Las crisis asiáticas de mediados de siglo acabaron por mostrar defi- colonias estaban exentas de los problemas de adaptación social y polí-
nitivamente el cúmulo de tensiones agrarias y sociales. Estos conflicto tica. Sin embargo, el hecho de que las p otencias europeas y Estados
pusieron en evidencia profundos problemas de derechos económicos, y Unidos tuvieran una enorme red de comercio global, arraigado en el
no sólo los efectos de la expansión occidental. El prolongado creci- dominio colonial directo, les ayudó con esta adaptación.
miento de la población china alcanzó los 450 millones de habitantes
a mediados de siglo. La mayor parte de este crecimiento fue previo a
1700, y resultó de la paz y de una mejor nutrición. Esto creó problemas
con los recursos agrícolas, sobre todo en el sur de China, donde peque- LOS AÑOS DEL HAMBRE Y LA REVOLUCIÓN EN EUROPA, 1848-1851
ños problemas climáticos o revueltas internas podían crear graves difi-
cultades. La inmigración interna a las zonas agrícolas estables del sur Hemos mencionado ciertos factores claves para explicar la turbulencia
redujo el nivel de vida y aumentó los problemas entre la población local de mediados de siglo en Asia: la institución de nuevos sistemas de
y los inmigrantes. Esta fue una causa importante de la Rebelión Taiping y go~ierno extranjeros, la reacción de las comunidades locales al perder
de la consecuente pérdida de autoridad del gobierno central. El factor antiguos derechos, una resistencia al cambio religioso y la oposición a
poblacional también fue importante en India. Los viejos campesinos un desarrollo económico y demográfico desigual. Hasta 1980, los histo-
dominantes del norte de la India se vieron afectados por un prolon- riadores veían las revoluciones europeas de 1848 como «guerras de pro-
gado declive de sus rentas a causa del incremento d~ núme~o de _arrenda- greso» y no como movimientos retrospectivos de este tipo. Siguiendo
dos. Su frágil estatus se vio amenazado por cambios s?ciales mter~o~, las form ulaciones clásicas del mismísimo Karl Marx, se consideraban
tanto como por las actividades de los recaudadores de 1mpuestos bnta- conflictos de clase, que reflejaban la autoafirmación del nuevo proleta-
riado industrial y de las vanguardias de radicales intelectuales. Estas
nicos. .
Sin embargo, incluso en el caso de estas profundas tensiones so~ia- revoluciones prefiguraban la revolución de 1917, y no miraban hacia
les y económicas es útil comparar y contrastar las regiones. L~ rápida atrás, hacia las revueltas religiosas ni campesinas del antaño europeo.
expansión del comercio y la población a partir de finales del siglo xvn Los cambios en la historiografía reciente han disminuido aquí, como en
en adelante había sido un fenómeno global e interrelacionado. Las ven- otros muchos casos, la diferencia entre Europa, Asia y África, si bien no
tajas de Europa para afrontar esta presión sobre los recursos, que la han eliminado del todo. Entre otras cosas, los historiadores actuales

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

se centran en el campo. Las revueltas de las inteLigentsias radicales, de Las revueltas de nacionalistas y liberales en las ciudades más impor-
los artesanos y de los jóvenes nacionalistas de las ciudades que estalla- tantes iban acompañadas de revueltas entre los pobres urbanos. Algo
ron en la primavera de 1848 amenazaron a los gobiernos y derrocaron que no parece haber pasado en gran medida, sin embargo, fue la parti-
algunos de ellos. Tiene gran importancia simbólica que ocurrieran en cipación activa del nuevo proletariado industrial, como mantuvo el
París, Berlín, Múnich, Viena, Budapest y Venecia, los grandes centros mito de la historiografía socialista. Exceptuando Bélgica, el Ruhr y par-
del viejo orden. Sin embargo, las revueltas urbanas eran fáciles de sofo- tes de Renania, donde las revoluciones no tuvieron mucho éxito, ape-
car por las fuerzas armadas conservadoras apoyadas por la ciudadanía nas había industrialización en 1848. En otras partes, los trabajadores de
rica, que todavía recordaba 1789. Pero estas revueltas urbanas sólo eran las fábricas se mostraban reacios a la huelga y al sabotaje industrial. El
parte del relatd6. núcleo de las revueltas era más bien la antigua comunidad artesanal y
Lo más peligroso para los gobiernos fue que los estallidos revolu- los empleados por el sistema de subcontratación por el cual los grandes
cionarios ocurrieron a la vez que los extendidos movimientos de protes- fabricantes distribuían contratos entre pequeñas unidades de base fami-
tas campesinas. Los disturbios rurales eran más difíciles de sofocar porque liar. Los orígenes del malestar estaban relacionados en su mayoría con
la pérdida de control por parte de las familias de artesanos y sus orga-
las autoridades tenían menos control sobre el campo. Los movimientos
nizaciones sobre mercado laboral. Los ataques contra la maquinaria
de protesta rural y las campañas para abolir los arrendamientos de tie-
fueron sólo una parte. Los trabajadores se unieron en las hasta enton-
rras amenazaban a los terratenientes a la antigua usanza que habían
ces asociaciones ilegales o sindicatos, trataron de intimidar a los dueños
sobrevivido sobre todo en el sur y el este de Europa y aún imponían sus
y atacaron a la policía que les protegía. En una ciudad del sur de Ale-
rentas señoriales. También amenazaban a los nuevos magnates comer-
mania, miles de tejedores atacaron a un comerciante que llevaba años
ciales rurales que habían aparecido después de 1815 y que apoyaban a
estafándolos al comprar la tela que producían. Igual que pasaba con las
los gobiernos neoconservadores. Una causa importante del desconten- comunas de campesinos, el impulso procedía de la sensación de que
to rural fue que se limitaran los usos forestales, donde la comunidad las nuevas prácticas laborales y las fuerzas impersonales del mercado
campesina encontraba leña, pasto y comida. Los campesinos centroeu- violaban «la economía moral de la multitud», como dijo el historiador
ropeos e italianos invadieron los bosques que habían sido comunales, radical inglés E. P. Thompson. Si «los huesos de los tejedores indios se
pero que habían pasado a manos de grandes terratenientes. Atacaron a decoloran sobre las llanuras de Indostán», como había dicho el gober-
los guardabosques y a los empleados del gobierno. Talaron las nuevas nador general de la India unos años antes, los tejedores del centro y este
variedades de árboles comerciales recién plantadas que no servían de de Europa se desangraban a la vez.
alimento para los animales y soltaron su ganado para que deambulara Estos estallidos también reflejaban conilictos culturales y religiosos
libre en los pastos. En otras partes, los campesinos reocuparon tierras en Europa. Un aspecto que comentan últimamente los historiadores fue
que habían sido divididas y arrancaron vallas y mojones. Se produjeron el generalizado antisemitismo de las revueltas de 1848, tanto del campo
numerosos ataques a usureros y a campesinos ricos que habían prestado como de la ciudad. Al ser los prestamistas, mercaderes locales y mayo-
dinero y trataban de recuperarlo por vía judicial. No había casi víncu- ristas más visibles en muchos lugares, los judíos eran los chivos expia-
los entre estos movimientos rurales y las revueltas democráticas urbanas. torios de las pequeñas economías capitalistas que se implantaban en el
La gente del campo solía utilizar el lenguaje de la libertad y desfilaba campo y la ciudad. Los judíos atrajeron la violencia igual que los pres-
con la bandera tricolor de las aspirantes a naciones-estados proclama- tamistas banza en la India en 1857 y los nobles prestamistas en la China
das en las plazas de las ciudades. Pero los habitantes de las ciudades Taiping. Estas tensiones, sin embargo, iban más allá de lo económicc57 •
denunciaban a los campesinos como rebeldes y anarquistas que malin- Las nuevas asambleas representativas de las ciudades limaban las dife-
terpretaban el lenguaje de la libertad. Fue el miedo al campo indómito, rencias sociales. Algunas emanciparon a los judíos y marginaron a los
tanto como a las revueltas urbanas, el que empujó en última instancia grupos religiosos dominantes. Estas medidas despertaron oscuros rece-
a muchos liberales a apoyar a las fuerzas de la ley y el orden a partir los hacia los «otros», alimentados de los miedos políticos y morales acu-
de 1849. mulados en los treinta años anteriores58 • En zonas del sur de Europa

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVO LUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

hubo reyertas entre católicos y protestantes. En todo el este de Europa En Alemania, el nuevo ministerio liberal de Berlín apoyaba el movi-
se propagaron los conflictos entre inmigrantes y locales, otro punto en miento para la unificación y el fin de la ocupación danesa de zonas fron-
común con las revueltas contemporáneas de Asia. Sin embargo, en terizas. En Viena, un modesto régimen liberal sustituyó al prolonga-
Europa la crisis de legitimidad tenía un lado secular y otro eclesiástico. do gobierno del príncipe Metternich y apoyó, con cautela, la cruzada
En Italia, el odio hacia el gobierno austriaco llevó a la turba al anticle- panalemana para unificar a todos los pueblos germano-hablantes. El
ricalismo. Fue la Iglesia la que había apoyado con más fuerza a los patriotismo local también brotó en Polonia y Hungría, ambas goberna-
gobernantes austriacos por miedo a los liberales nativos y radicales. das por regímenes extranjeros. Ayudado por naciones pequeñas pero
Tras la restauración de 1815, la Iglesia tuvo la habilidad de llenar el políticamente fuertes unidas por la prensa emergente, una sociedad de
vacío de legitimidad durante un tiempo. Pero el papa Gregario XVI tabernas y cafeterías y una cultura de asociaciones científicas y «filan-
(1831-1846) había sido un profundo reaccionario que abortó todo cam- trópicas», el nacionalismo liberal tuvo su breve apogeo entre 1848 y 1851.
bio en sus territorios y exportó políticas conservadoras a otras regiones. Este brote de nacionalismo fue internacional, más, incluso, que el
Su sucesor, el «papa liberal» Pío IX, estremeció a la Iglesia dos veces, de la década de 1790. Los radicales alemanes, italianos y, sobre todo,
primero al apoyar la unificación de Italia y después por su rápido aban- polacos se encontraban en las barricadas de unos y otros países, y mu-
dono del liberalisma59 . chos huyeron, finalmente, a América. Ludowig Mieroslawski (1814-1878),
Sería erróneo, claro está, insistir sólo en los aspectos populares, por ejemplo, empezó su carrera en el movimiento de la Polonia joven y
comunales y religiosos de las revoluciones de 1848, y no tomar en cuen- en los carbonari. Entre 1846 y 1850 lideró movimientos radicales en
ta las demandas políticas y nacionalistas. Éstas eran las principales moti-
Berlín, París, Hungría, Sicilia, Posen, Baden y, por último, en la Comuna
vaciones de la gente instruida que particip ó en ellas, y hasta hace trein-
de París de 1871, todo ello sin grandes resultados60.
ta años, el tema principal de los historiadores que comentaban el
Los movimientos radicales de 1848-1851 fueron derrotados rotun-
periodo. Los líderes de 1848 reclamaban reformas en el sufragio y auto-
damente. Se restableció la autoridad monárquica, aunque con compro-
determinación. El lenguaje de los derechos del hombre y la invocación
de la tradición revolucionaria distingue estas revoluciones del patriotis- misos con los intereses de las coaliciones de terratenientes y magnates
mo amorfo de los acontecimientos casi contemporáneos de Asia. Por comerciales. La causa de esto fue la lealtad de los soldados fieles al zar
supuesto, Bengala contaba con jóvenes radicales urbanos -«Bengala de Rusia, al imperio austriaco y a Luis-Napoleón Bonaparte. La auto-
joven»- . Hacia la década de 1850, los chinos que hablaban idiomas ridad militar aguantó en todos estos regímenes como no lo hizo en 17 89
europeos en ciudades como Penang y Hong Kong también empezaron ni en 191761 . Los revolucionarios húngaros, liderados por Lajos Kossuth,
a hablar el idioma del radicalismo occidental y a reflexionar sobre su habían derrotado al ejército imperial austriaco una y otra vez, pero no
propia modernidad. Sin embargo, los vínculos entre éstos y las revolu- pudieron también con un millón de soldados rusos. La reacción tuvo
ciones contemporáneas rurales del interior (en el norte de la India o en éxito, en parte, debido a que la gente recordaba y temía las consecuen-
la provincia china de Guangxi, donde comenzó la Rebelión Taiping) cias de 1789, porque la multitud volvió a tomar las calles. Y en parte fue
eran menores que los vínculos entre los rebeldes rurales y urbanos de porque las ideas radicales eran controladas por el miedo de las monar-
Europa. quías restauradas y a causa de un sentido del deber de raíz religiosa. Los
Por el contrario, en Europa el malestar urbano ya se había conver- revolucionarios estaban divididos por clase, ideología y etnia. Algunos
tido en revolución nacionalista urbana. En Italia, dejando de lado la de los objetivos de los activistas de 1848 se obtuvieron veinte años más
ocupación de tierras por la fuerza y los ataques a los comerciantes de tarde gracias a las unificaciones italiana y alemana y a la formación de
telas, las revoluciones fueron rebeliones contra la dominación de Aus- la Tercera República en Francia. Pero los ideales democráticos y de jus-
tria, cuyo dominio fue reimpuesto tras Napoleón, por parte de aboga- ticia social proclamados por los revolucionarios de 1848 eran ya menos
dos patrióticos, comerciantes y terratenientes liberales. Carlos Alberto, fuertes.
rey del Piamonte, exigió el fin de la ocupación extranjera de las tierras Un país que no siguió el patrón de 1848 fue Gran Bretaña, aunque
italianas, y otras ciudades y provincias italianas siguieron su ejemplo. debemos hacer una excepción parcial con Irlanda. La Gran Bretaña

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

rural se transformó en una economía de arrendatarios y peones agríco- Eran sociedades de individualistas que buscaban prosperar, y las ideo-
las bastante antes que el resto de Europa. La revuelta contra la maqui- logías de autodeterminación de los radicales europeos contemporáneos
naria de la década de 1810 había sido el último cartucho de la reacción arraigaron entre ellos. En los años anteriores a las revoluciones europeas,
de las comunidades agrarias locales. Fuera de Irlanda, la era del cambio Irlanda, que era parte del Imperio Británico pero también de la socie-
pasó rápidamente a ser la era de las mejoras. El crecimiento del empleo dad doméstica británica, mostraba todos los síntomas del malestar
industrial en las ciudades a partir de 1820 y la emigración aliviaron las urbano y rural y, a la vez, un nacionalismo de base religiosa. De hecho,
tensiones sociales en las zonas rurales que azotaron al resto del conti- hubo una pequeña revuelta rural en 1848. Sólo la hambruna devastado-
nente europeo. Administraciones de terratenientes liberales habían ra que mató a un millón de personas evitó una revuelta generalizada ese
pasado a reconocer cierto grado de representatividad en el gobierno en año. Irlanda padecía el mismo triste patrón de hambrunas que la India
1832, y la cultura de asociaciones sociales y religiosas sirvió para paliar en la década de 1830, aunque no la violenta de 1857, pese a que muchos
el desarrollo del radicalismo político. El movimiento cartista de 1846- radicales irlandeses admiraban a los amotinados indios.
1847, que reclamaba el sufragio universal masculino, fue el primer Antes de dejar a un lado las guerras de mediados de siglo en Eura-
movimiento político masivo de Gran Bretaña. Las ideologías que lo sia y el norte de África, merece la pena repetir que estos acontecimien-
promovieron, sin embargo, no representaban un prototipo temprano tos no sólo son comparables en la distancia por sus orígenes sociales,
de socialismo de clase, sino una reclamación contra los impuestos y la sino que también estaban conectados directamente por cadenas de cau-
corrupción, cuyos orígenes se remontaban al siglo XVIII. Los cartistas sas. Por ejemplo, a partir de 1850, Luis Napoleón trató de estabilizar su
radicales promovían una visión de comunidades virtuosas de piadosos régimen postrevolucionario apelando al sentimiento católico de Fran-
propietarios. Se oponían al gobierno, pero no a la propiedad y a la cia. En parte lo hizo p romoviendo una política de misiones más agresi-
riqueza privada bien empleadas. va en Oriente Medio y el Este asiático. Por un lado, esta política invo-
Sin embargo, como aduce Miles Taylor, el Imperio Británico sí fue lucró a Francia en guerras contra el reino de Vietnam. Por otro, los
testigo de turbulencia social en la década de 1840. Esto modifica la pro- conflictos ruso-franceses por los lugares sagrados de Palestina fueron
puesta de que Inglaterra fue una excepción y exige hacer comparacio- una causa importante de la Guerra de Crimea de 1853 entre Francia,
nes con las condiciones del resto de Europa. Ent re las décadas de 1840 Gran Bretaña y el Imperio Ruso. La Guerra de Crimea desencadenó
y 1860 se volvió a incrementar la tensión social y racial en el Caribe, una nueva serie de consecuencias. Obligó a Rusia a acelerar su moder-
sobre todo en Jamaica62 . Los esclavos emancipados resultaron ser una nización y a los británicos a reestructurar sus ejércitos tanto domésticos
mano de obra difícil de contener por los dueños de las plantaciones. Las como en el extranjero. Los torpes intentos de remodelación del ejérci- ·
ideas de su derecho a las tierras y a obtener representación política cua- to de Bengala de la Compañía de las Indias Orientales provocaron la
jaron entre ellos. Al mismo tiempo, la situación económica de las islas Rebelión de los Cipayos de 1857-1859 en la India. Los acontecimientos
se deterioró. Los partidarios británicos del libre comercio habían con- se sucedieron en una espiral sin control en un mundo ya globalizado.
seguido igualar los aranceles sobre el azúcar en todo el imperio. Esto, y Las cadenas de causalidad funcionaban también en la dirección
el creciente coste de la mano de obra en comparación con los sistemas contraria. Los acontecimientos en Asia tuvieron impacto en Europa, si
que aún mantenían esclavos, como Cuba y Brasil, dañaron la competi- bien menos directamente que aquellos de la década de 1750 y posterio-
tividad. También cayó la demanda debido a las crisis europeas de la res. Sin embargo, se notaban cambios sutiles en las ideologías y las orga-
década de 1840. nizaciones. Por ejemplo, los problemas británicos durante la Rebelión
Espoleados por la mala situación económica y por el resentimiento de los Cipayos animaron a los radicales de Irlanda y Norteamérica. Qui-
hacia el arcaico gobierno colonial, los patriotas canadienses, australia- zás por primera vez, algunos radicales blancos vieron la similitud entre
nos y sudafricanos también se mostraron activos en esta década. Las su situación política y la de un «pueblo» no blanco en rebelión. Esta
divisiones étnicas entre los colonos holandeses y británicos en Sudáfri- analogía ya la habían visto los representantes del «pueblo» indio algunos
ca, y los colonos franceses y británicos en Canadá, creaban un peligro años antes. Sin embargo, la rebelión provocó un nuevo tipo de racismo
añadido a estos movimientos desde el punto de vista de la autoridad. en el mundo anglófono. De nuevo, la competición entre Francia y Gran

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Bretaña durante y después de la Rebelión Taiping, intensificó la rivali. este sentimiento perduró hasta la Revolución Mexicana de 1911. Mien-
dad anglo-francesa en Europa y el Pacífico. La aparición de la influen. tras tanto, el fracaso de la aventura de Napoleón mostró a sus competi-
cia francesa en esta última región empujó a los británicos a consolidar dores europeos, sobre todo a Bismarck, las limitaciones del poder fran-
su dominio en Nueva Zelanda y obligó a las colonias australianas a con- cés. La Guerra de Secesión americana también abortó una política
siderar un mayor grado de cooperación, si bien se negaron a federarse expansionista americana más agresiva en el Pacífico y el Lejano Orien-
durante esta generación. te, dándole a Japón un breve, pero importante, respiro en la presión
occidental.
Podemos seguir las espirales de causalidad económica que emana-
ron de este foco de turbulencia occidental. Por ejemplo, la derrota del
LA GUERRA DE SECESIÓN NORTEAMERICANA COMO SUCESO GLOBAL Sur provocó una depresión comercial en Cuba una vez que se reanuda-
ron las exportaciones de algodón crudo y tabaco norteamericanas. Esto
La tercera convulsión interregional que dividió el siglo XIX fue la Gue- reforzó las demandas de independencia de los criollos cubanos, hartos
rra de Secesión americana. Con una cifra de muertos de 600.000 sobre del molesto gobierno español. A su vez, la revuelta cubana ayudó a de-
una población de 40 millones, el porcentaje es menos severo que el de rrocar el régimen liberal en España, protegido por el emperador fran-
la Rebelión Taiping. Pero sus ramificaciones fueron más extensas al cés Napoleón IIl. Mientras tanto, los revolucionarios cubanos habían
tener lugar en una sociedad semi-industrializada y al utilizarse un arma- implantado la llama de la guerra y la revolución en la República Domi-
mento más moderno63• ¿Qué justificación tiene comparar esta «guerra nicana.
de estados» con los eventos en Asia y Europa que acabamos de ver? El dominio británico del comercio trasatlántico, que en 1861 pare-
Aunque últimamente los historiadores han difuminado las líneas diviso- cía estar amenazado, se recuperó durante la Guerra de Secesión ameri-
rias entre lo que se conocía como sociedades «atrasadas» asiáticas y cana65. También experimentaron un boom las fábricas de algodón britá-
«modernas» europeas en el periodo entre las décadas de 1840 y 1850, nicas. Tras un breve periodo de dificultades causado por el repentino
las similitudes intrínsecas entre los conflictos eurasiáticos y los nortea- corte de las importaciones de algodón, la industria textil se recuperó, y
mericanos son limitadas. Para empezar, la mayor parte de Estados Uni- la sobreproducción de algodón crudo quedó eliminada. Gran Bretaña, la
dos estaba poblada por granjeros prósperos y no, como en Asia, por gran importadora de algodón norteamericano, buscó otras fuentes al
campesinos pobres dominados por terratenientes. Las instituciones estar bloqueados los puertos de los estados sureños por la guerra. El
políticas estadounidenses eran de reciente creación y los problemas algodón largo egipcio era el mejor sustituto, aunque también hubo una
étnicos y religiosos limitados, por lo menos entre los blancos. A pesar gran demanda mundial del algodón corto indio. Los exportadores de
de que los círculos conservadores de Europa simpatizaban con los con- algodón de India y Oriente Medio hicieron grandes fortunas. El gobier-
federados del Sur, la Guerra de Secesión no se convirtió en global por- no egipcio de Ismail Bajá pidió más préstamos en el mercado europeo
que ni Francia ni Gran Bretaña tenían interés en intervenir directamente64 • para mantener su ambicioso programa de modernización militar y de
Pero la Guerra de Secesión americana tuvo grandes consecuencias obras públicas. Empresarios británicos trataron de implantar el cultivo
en Eurasia y en Centro y Sudamérica. Ésta es otra prueba de la vincu- del algodón en la Anatolia otomana. El periodo de la Guerra de Sece-
lación cada vez más cercana de la economía y la diplomacia globales. sión americana se convirtió en el punto culminante del boom económi-
Por ejemplo, la distracción de Estados Unidos durante la guerra permi- co del Imperio Británico a mediados de la época victoriana. El creci-
tió a México una breve independencia en política exterior. También miento económico se vio impulsado tanto por la subida del precio del
animó a Francia a una intervención en el territorio sacrosanto de la doc- algodón y del tabaco como por el descubrimiento de oro en el sur de
trina Monroe con su fallido intento de crear un imperio mexicano fran- Australia y el oeste de Norteamérica. Los comerciantes construyeron
cófilo en 1862-1863. El final de la Guerra de Secesión presionó a los enormes palacios neogóticos en Melbourne, Bombay y Alejandría. Se
invasores franceses y salvó la república liberal de México. La interven- rumoreaba que los nuevos ricos cultivadores de algodón de la India
ción extranjera directa motivó a los campesinos patriotas mexicanos, Y forraban las ruedas de sus carros con plata.

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Cuando llegó el crac comercial con la reanudación de la producción mas de gobierno desarrollados durante la guerra. En un sentido más
americana, éste fue severo y arrastró a la economía mundial a la larga amplio, empezaba a asomar algo parecido al nacionalismo norteameri-
depresión de las décadas de 1870 y 1880. La caída del precio del algo- cano, si bien aún supeditado a la lealtad al Estado local. Este parto san-
dón a partir de 1867 fue una herida letal para las finanzas egipcias, y griento de una Norteamérica federal más fuerte tuvo vínculos lejanos
provocó la crisis constitucional que asoló el país en la década de 1870. con los movimientos para la unificación de Italia o Alemania, y la
El colapso del precio del algodón en la India coincidió con hambrunas modernización de Japón. En el mundo anglosajón, la confederación
consecutivas y tal combinación fomentó la nueva militancia en el campo canadiense de 1868 y la consolidación de la Nueva Zelanda b ritánica
y la ciudad. Aunque los vínculos eran indirectos, la prevalencia de la del mismo periodo fueron acontecimientos paralelos. Los cambios eco-
pobreza en las áreas de cultivo de algodón promovió el nacionalismo nómicos parecían reclamar la creación de naciones-estado más grandes
antibritánico en el oeste de la India. Incluso en la lejana Rusia, la peli- y más unidas. La clase media, más consciente y más educada, deseaba
grosa dependencia de las importaciones de algodón norteamericano la protección psicológica que este tipo de Estado ofrecía. Hubo excep-
quedó clara durante la Guerra de Secesión y ofreció una excusa a los ciones, claro. Las colonias británicas esparcidas por Australia no se
militaristas rusos para anexionarse las ricas tierras negras del centro de unieron hasta el siglo siguiente. Aquí, en el gran continente del sur, la
Asia, ideales para el cultivo del algodón. creación del Estado empezó lentamente y desde abajo, a medida que los
Por tanto, la Guerra de Secesión americana fue un acontecimiento colonos se daban cuenta de que tenían cosas en común cuando comer-
global como la Rebelión Taiping y las revoluciones de 1848, porque los ciaban, legislaban o rezaban juntos. Su patrón de desarrollo se parecía
vínculos directos entre el gobierno, el comercio y la ideología se propa- al que podría haber tenido Estados Unidos de no ser por dos temas
garon por el mundo. Pero ¿tenían alguna conexión genérica sus oríge- explosivos: la esclavitud y la expansión hacia el Oeste.
nes y el desenlace con los acontecimientos contemporáneos de Asia y La Guerra de Secesión americana también significó el fin para una
Europa? Parece que hubo similitudes lejanas. Al aplastar al emergente parte central de la rama occidental del viejo sistema económico británi-
Estado confederado, la Unión aseguró su permanencia y contribuyó a co del siglo XVIII. Tiene importancia simbólica que muchas de las gran-
la nueva realineación de las grandes naciones unificadas y de las supre- des plantaciones de los estados sureños, fundadas principalmente p or
macías centralizadas y sofisticadas económicamente que suplantaron británicos, desaparecieran en los diez años posteriores a la caída de esa
los diversos sistemas políticos poco unificados de principios del siglo XIX. otra institución británica clave del siglo XVIII, la Compañía de las Indias
En los estados norteños de América asomaba una nación más conscien- Orientales. Había quedado de manifiesto que ese viejo y corrupto mo-
te de sí misma política y económicamente. Los del norte temían la riva- nopolio era incompetente incluso para las pocas funciones militares y
lidad de un «Estado esclavista» al sur y al oeste, porque podría ser gubernamentales que aún mantenía. Para los reformadores libera-
influido por extranjeros. Al igual que los ciudadanos de la emergente les americanos, la esclavitud y la posesión de esclavos eran tan corrup-
Alemania, eran proteccionistas que buscaban desarrollar sus nacientes tas como ineficaces. La esclavitud, esa «peculiar institución» de control
industrias y recelaban del libre comercio del Sur y de sus vínculos con del trabajo externa al mercado, no podía arraigarse en los nuevos terri-
Gran Bretaña. torios que la república iba ocupando al oeste del continente. Aunque
Antes de 1860, el gobierno federal norteamericano era una institu- los derechos de cada Estado estaban protegidos por la Constitución, ya
ción débil, incluso comparada con los gobiernos europeos contemporá- no se podía apelar a la historia ni a la cultura para proteger sistemas
neos. Ésta fue una de las razones por las que el Sur se separó de la sociales aborrecidos por la nueva opinión dominante compartida por
Unión con tanta facilidad. Para librar la guerra, el presidente Abraham republicanos y demócratas en el norte.
Lincoln pidió a los estados norteños ayuda armada. La guerra creó, por Los movimientos reformistas a ambos lados del Atlántico estaban
lo menos temporalmente, un gobierno más centralizado, más poderoso a menudo vinculados directamente porque todos mezclaban argumen-
y más armado, con una clara política intervencionista y una burocracia tos morales y económicos. Las revoluciones europeas de 1848, el movi-
más amplia. Pero, incluso cuando el poder del gobierno central volvió miento cartista de Gran Bretaña, el auge de los fenianos en Irlanda y el mo-
a menguar, muchos estados individuales mantuvieron los nuevos siste- vimiento abolicionista de Estados Unidos compartían ideologías similares.

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

A cierto nivel, todos se preocupaban del derecho del individuo como


ciudadano. El intercambio de activistas y libros de un lado del Atlánti-
co al otro conectó movimientos antiesclavistas con otros antialcohol,
movimientos feministas con otros de índole religiosa. El Ejército de Sal-
vación apareció en Estados Unidos al mismo tiempo que en Gran Bre-
taña y su imperio.
El efecto moral de la visión de la emancipación de las masas, aun-
que no sucediera en la práctica, no se debe subestimar. John Bright, un
radical británico, presentó la guerra americana como un ejemplo de la
lucha global «por la democracia, la libertad y la dignidad laborab>66•
Bright, y después el mismísimo Gladstone, vieron analogías entre la
emancipación de esclavos en Norteamérica y la concesión del derecho
de voto a los trabajadores y a los pequeños granjeros británicos, que se
llevó a cabo entre 1867 y 1885. Un nuevo tono carismático animó la
política popular de la Europa protestante, y ese tono se originó en el
discurso moral del abolicionismo. Este rearme moral se vio reforzado
por duros problemas políticos. En un principio, los problemas indus-
trial s causados por la crisis del algodón parecían p resagiar la vuelta del
radicalismo laboral. Pero las clases trabajadoras de Lancashire no cau-
saron disturbios o revueltas, y muchos trabajadores apoyaban a la Unión 4.5 El terrorista honrado: John Brown (1800-1859), abolicionista. Daguerrotipo
a pesar de que iba en contra de sus intereses. Esta madurez política de de Augustus Washington, c. 1846-1847.
los trabajadores textiles persuadió a los políticos liberales y conservado-
res de que era el momento de ampliar el derecho a voto67 . Por todo el
Imperio Británico, los primeros colonos nacionalistas también se vie-
ron, aunque de forma distante, poderosamente afectados por la Guerra ¿CONVERGENCIA O DIFERENCIA?
de Secesión americana. Después de los problemas de 1848-1851, la de-
mocracia, o por lo menos el gobierno representativo, parecía avanzar Este capítulo ha comparado los vínculos directos e indirectos de los
de nuevo. grandes ~onfi!ctos que dividieron el siglo XIX. No trata de «homogenei-
Inevitablemente, sin embargo, los efectos más importantes y dura- zar» la historia global. Incluso en nuestra era de la comunicación elec-
deros de la Guerra de Secesión americana afectaron al arte de la guerra. trónica y del movimiento instantáneo de capital de un continente a otro
En muchos aspectos, fue la primera guerra mecanizada de la historia. sociólogos como Arjun Appadaurai mantienen que el localismo aún e~
La artillería pesada diezmó las formaciones de infantería y los bombar- formativo, que «canibaliza» e incorpora cosas del mundo externo A
deos destrozaron ciudades enteras. Además, ya había cámaras fotográ- mediados del siglo XIX, lo particular y lo «fragmentario» eran mu~ho
ficas para retratar el sufrimiento y estimular el patriotismo. Los jefes más importantes. La gente atrapada en la Guerra de Secesión america-
militares europeos aprendieron rápido. Un enorme incremento en la na, en la Rebelión Taiping o en la Rebelión de los Cipayos de la India
producción armamentística esparció las nuevas armas, sobre todo de ent:~día estos ac~nt~cimientos bajo el prisma de las geografías sociales
pequeño calibre, por todo el mundo. Legales o de contrabando, estas Yrruttcas de sus distntos o países. Sus líderes eran señores locales o pia-
armas aparecieron en Europa, Asia y África, reforzando a los ejércitos dosos artesanos. En muchos de los movimientos que hemos analizado
reales y coloniales, aunque también a revolucionarios, anarquistas Y en este c~pítul?: el colapso de la más amplia autoridad central permitió
campesinos rebeldes. la autoaf1rmac1on de los pobres, cuyas reivindicaciones morales tenían

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865

poco o nada que ver con las ideologías de los grupos dominantes de la bandos de la G uerra de Secesión americana utilizaron la Declaración de
sociedad o incluso de sus enemigos entre la alta burguesía Y el asenta- Independencia como una carta universal de derechos humanos. Com-
do camp~sinado disidentes. En India, China y el sureste de Asia, duran- paremos esto con _el pa~a~o. Sesenta años antes, al principio de la pri-
te la década de 1850, los pueblos «tribales» se aprovecharon de la tur- mera gran era del tmpenalismo global, las cosas habían sido muy distin-
bulencia para reclamar su derecho a la tierra y a la producción que tas. Entonces, en la década de 1780, el emperador mogol, Sha Alam, y
durante décadas se les había negado. En los movimientos europeos de e~ g~neral George Washington se habían opuesto, a sus maneras bien
la década de 1840, también vemos a muchos grupos marginados recla- distmr~, al poder global británico, buscando el contrapeso de Francia
mar sus derechos, grupos de trabajadores no cualificados, las primeras y Es~ana. Su forma de entender el mundo también era muy diferente.
feministas, sectas religiosas y anarquistas socialistas. La «guerra entre R abia muy poco que vinculara el concepto chino del Reino Medio el
los estados» abrió brevemente una vía de salida a esclavos afroamerica- concep~o m ogol ~:l carisma Timurí y la vieja ideología republicana' de
nos que huyeron de las plantaciones y se alistaron en el ejército de la los whtgs en version norteamericana. Pero hacia las décadas de 1840
Unión. y 1_8~0, los líderes de las ~r8:11des disidencias que barrieron el mundo y,
Incluso entre los principales protagonistas de las guerras de media- qm~as, algunos de sus mas 1mportantes seguidores entendían con más
dos de siglo, las posiciones ideológicas eran mucho más difusas. de lo claridad las hegemonías globales a las que se enfrentaban.
que serían cincuenta años más tarde, en 1917, cuando los campesmos o La izqu~erda emergente se fijó en la emancipación de los esclavos y
los habitantes de ciudades distantes de los frentes de guerra se entera- en las rebeliones contemporáneas de Asia. Quizás fuera el mismísimo
ban muy rápido de la revolución bolchevique o del de~rocami~nto del Karl Marx el primer contemporáneo en analizar las revoluciones euro-
califa otomano. Entre las décadas de 1850 y 1860, la mflucncia de la peas_ Y asiáticas usa~do los :°1ismos conceptos; si así fue, al final relegó
religión milenarista siguió siendo poderosa. Hombres y m~jeres ha~la- «On~nte» a ~ casillero diferente. Este capítulo y los anteriores han
ban del retorno del Buda Maitreya, o del hermano pequeno de Cristo ofrectdo una tmagen bastante mixta de las implicaciones de las revuel-
en China. Vaticinaban el advenimiento de la era final, la Kali Yuga, en tas po~ulares o «~ub~ternas» en la historia global. No se puede descar-
India, y de la venganza del Señor contra los pecadores esclavis~as tar su tmportancta directa, claro. Las rebeliones afectaron profunda-
en Estados Unidos. Como experiencia histórica, la serie de revolucio- mente a las estructuras políticas y a la explotación económica en todo
nes que marcó el fin de la era del cambio fue un mosaico _de momentos el ~undo._ ~ntre 1789 y 1793 y en 1848, la turba parisina ayudó a des-
inconexos y de historias especiales que no debemos encaJar con dema- trmr las ~t~Jas autocrac_ias. Los es~lavos rebeldes del Caribe en 1815 y
siada facilidad en un mismo patrón. Los historiadores partidarios del 1831 debilitaron para siempre el sistema de plantaciones. Las revueltas
«fragmento» tienen razón. . . campesinas en Rusia en la década de 1770 y en India en la década de
Este capítulo plantea, sin embargo, que los historiadores deben 1850 dañaron irreparablemente los sistemas de exploración existentes.
examinar también las conexiones morales y materiales entre los frag- Pero, en_~eneral, sól? tuvieron :f~cto c~ando estas instituciones ya esta-
mentos, lo que sale a la luz con fuerza cuando se adopta una perspecti- b_an debilitadas debido a las cnucas reiteradas y la subversión de acti-
va global. Consideremos el caso de algunos de los líderes de_ :ªs re~o_lu- vistas de ~a élite y de la «clase media». Hubo muchas revueltas urbanas
ciones de la década de 1850. El principal profeta de la Rebelion Taiprng Y ca:°1pesmas y de esclavos que no tuvieron efecto alguno o que, al con-
se educó en una escuela misionera cristiana. Nana Sahib, el rebelde de trario, reforzaron el statu qua, en casos en los que las instituciones
Kanpur en la India, había aprendido a leer novelas en inglés y en fr:in- ~bernamentales no estaban debilitadas previamente por ataques de la
cés de sus tutores británicos. Estos dos líderes esperaban que Franoa Y élite.
Estados Unidos intervinieran en sus conflictos. Los líderes principales . _P or tanto, es un mito que la rebelión popular o subalterna se con-
de los movimientos populares europeos de 1848, y sus contemporá- v1rr1era en un~ fuerza del cambio irresistible durante el siglo .xrx. Sin
neos que abogaban por la independencia en las colonias, heredar~~ una emba_r,go, fue Justo esta cualidad mítica la que convirtió la idea de la
visión del mundo en la cual la Revolución Francesa y la Declaracion de rebelion_popular en un arma política tan poderosa a nivel global. Ya
los Derechos del Hombre eran acontecimientos fundamentales. Ambos en las decadas de 1850 y 1860, los radicales y los primeros socialistas

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 18 15-1865

establecían conexiones entre las revoluciones de los irlandeses oprimí. Las revueltas descritas en este capítulo actuaron como un cataliza-
dos y los «amotinados» indios, o entre la lucha de los negros america- dor de estas guerras coloniales para obtener tierras. La gran «hambru-
nos y las clases trabajadoras europeas de 1848. El concepto de una na» europea y las revoluciones tras 1848 aceleraron la emigración hacia
lucha global del «Pueblo» de cualquier raza ya había arraigado. A largo territorios vírgenes. Los veteranos británicos de la Rebelión de los Cipa-
plazo, el poder generador de historia de este mito se dejaría sentir en yos en la India participaron en las guerras de Nueva Zelanda y Sudáfri-
muchos centros alejados del núcleo económico mundial temporalmen- ca. En la Nueva Caledonia francesa, la rebelión del pueblo nativo cana-
te dominante. Las revoluciones se producirían en China y en las lejanas co no llegó hasta 1878. Pero las tensiones políticas y agrarias que la
minas de Rusia. Los movimientos masivos se producirían en las ciuda- provocaron empezaron a principios de la década de 1850 con el incre-
des indias y en las plantaciones africanas. Sería de enorme importancia mento de la inmigración postrevolucionaria. A los miles de presos fran-
que estas rebeliones se consideraran parte de un movimiento global a ceses de la colonia se unieron los presos políticos de la Comuna parisi-
pesar de que, en realidad, los vínculos reales fueran escasos. na de 187168 • De manera similar, la Guerra de Secesión americana abrió
Por último, ¿cuál fue la conexión entre estos acontecimientos y el las puertas para la invasión masiva de los restantes territorios indios.
futuro estallido de conflictos? Las guerras para la construcción de Incluso en China, el colapso del régimen durante las revoluciones de
naciones que se siguieron en Alemania, Italia, Japón y México, entre las mediados de siglo desató una oleada de diásporas campesinas que ocu-
décadas de 1860 y 1870, representaron de muy diversas maneras la paron las colinas y las mesetas de las fronteras del imperio, sobre todo
en Yunnan y Manchuria. Todo esto sirve para recordarnos que cual-
solución de problemas que todavía persistían de la turbulencia final de
quier intento de delimitar con precisión los periodos de la historia glo-
la era del cambio. Mientras tanto, el Estado se hacía fuerte gracias a un
bal, ya sean económicos o culturales, es muy difícil. Las consecuencias
rápido crecimiento económico y se dotaba de una mayor definición y
no intencionadas de decisiones políticas y económicas anteriores salían en
un propósito más concreto. Bismarck, Cavour y los reformadores meiji
una creciente e incontrolada espiral de los centros de poder y mutaban
de Japón sabían con mucha más precisión a dónde querían llegar y qué
al ser asimiladas a conflictos locales sobre derechos, honor y recursos.
querían conseguir que los campesinos, los intelectuales y los poetas
rebeldes de unos años atrás. El significado de nación era más estrecho,
menos inclusivo; y el Estado, más intrusivo.
Debemos poner en contexto una última serie de cosas. A partir de REPASANDO EL ARGUMENTO
1860, se empezaron a librar en todo el mundo guerras de conquista
cada vez más feroces, guerras entre colonos europeos de un lado y pue- Los orígenes de la crisis mundial de mediados del siglo XIX fueron, de
blos nómadas, forestales y pastoriles en el otro. El capítulo 12 entra a muy diversas maneras, una extensión del anterior «naufragio de las
fondo en esta cuestión. La tierra era el premio, pero muchas veces la naciones» de 1780-1820. De nuevo entre 1848 y 1865, un crecimiento
causa bélica fue el choque de las ideas europeas de Estado, soberanía y económico desigual y las cuestiones acerca de la legitimidad de toda
uso de la tierra con las ideas de los pueblos indígenas. A partir de 1846, forma de poder, formaron un crisol de conflictos mundiales. Los euro-
las guerras xhosa y zulú en el sur de África y la guerra anglo-maorí en peos y los norteamericanos resolvieron estas crisis con grandes masa-
Nueva Zelanda tuvieron su paralelo en las nuevas invasiones de las pra- cres. Muchas instituciones antiguas fueron derrocadas. Sin embargo,
deras americanas y la selva brasileña. Los ataques a los derechos de los en Occidente, el Estado salió reforzado y pudo proyectar su poder en
hawaianos y otros isleños del Pacífico se convirtieron en invasiones ani- ultramar con más eficacia que antes. Los asiáticos, africanos, sudameri-
quiladoras en busca del dominio exclusivo de las tierras. En los países canos y habitantes del Pacífico pasaron por guerras, conflictos y revo-
asiáticos, el expolio de los nativos por parte de los nuevos colonos se luciones de una virulencia comparable. Hubo vínculos globales claros
incrementó, mientras que los empresarios coloniales demandaban sin entre estas turbulencias. A veces los efectos de las guerras asiáticas y
piedad madera para las vías ferroviarias y productos minerales para las africanas «revertían» en la crisis occidental y la empeoraban, como ya
nuevas industrias. había pasado entre 1780 y 1820. Por lo general, sin embargo, el flujo de

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO

acontecimientos era cada vez más unidireccional desde Europa y Nor- 5


teamérica hacia el exterior.
Por supuesto, los no europeos seguían siendo actores activos que se LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD
apropiaban, transformaban o se resistían a las fuerzas externas. Sin
embargo, la diferencia de poder y de uso de conocimientos entre Occi-
dente y el resto del mundo era ya mucho más amplia que en 1780.
Alcanzó su máximo entre 1860 y 1900. En parte, la diferencia se debió
al refinamiento del armamento europeo y también del arte de gobernar.
H acia 1850, sin embargo, se discernían grandes cambios económicos.
En el capítulo 2 ya argüí que las «revoluciones industriosas» y el creci-
miento interrelacionado del comercio mundial fueron la tendencia La industrialización se produjo de una forma dispar a lo largo del
dominante en la historia social global a finales del siglo XVIII más que el mundo, creando nuevas potencias, nuevas dependencias y nuevas ma-
inicio de la industrialización. Los europeos y los norteamericanos se neras de vivir. Hacia mediados del siglo XIX, sus efectos transformado-
habían beneficiado de estos acontecimientos especialmente bien y la res se apreciaban ya con claridad. Este capítulo se pregunta por qué el
naturaleza de sus sociedades civiles reflejaba este beneficio. Sin embar- desarrollo de la industria moderna fue errático y por qué benefició
go, no fueron únicos. especialmente a ciertas partes de Occidente. También examina los cam-
Cuando se inauguró en 1851 la gran exposición del Crystal Palace bios en la forma de vida urbana que produjeron las nuevas maneras de
a las afueras de Londres, la industrialización a gran escala había empe- producción y las nuevas manifestaciones del poder político. El capítulo 6
zado a transformar lo que ya era w 1 orden int rnacional. Esto no signi- analizará el apogeo del nacionalismo, que coincidió con las dos genera-
fica que los capitalistas industriales y sus agentes aswnieran de repente ciones que experimentaron el nacimiento de la sociedad industrial.
el poder político, como mantendrían algunos marxistas. En términos
generales, la industrialización vino a ayudar a los reyes, aristócratas y
sacerdotes. Hasta finales de siglo, incluso Occidente fue gobernado por
una combinación de terratenientes, burócratas de clase media, indus-
LOS IBSTORIADORES, LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA CIUDAD
triales y comerciantes. Aun así, los europeos, sus colonos y sus ex colo-
nos de Estados Unidos veían a su alrededor el telégrafo eléctrico, el
De todos los cambios dinámicos que la gente de la segunda mitad del
motor a vapor, las nuevas ciudades planificadas y una enorme acumula-
siglo XI.X asociaba con su tiempo, la industrialización y la aparición de
ción de saber en las universidades, departamentos del gobierno, museos
enormes metrópolis impersonales fueron los que mayor impacto tuvie-
y galerías de arte. Empezaron a creer fervientemente que habían dado
ese paso hacia adelante sin vuelta atrás en dirección a la era moderna ron sobre ellos. Muchas veces los dos fenómenos se asociaron, aunque,
que mencionamos en la introducción. Para entender el trasfondo de en realidad, gran parte de la primera industrialización tuvo lugar en el
esto, el siguiente capítulo deja la historia de los procesos políticos glo- campo y las grandes «ciudades fábrica» se desarrollaron más tarde. Sin
bales para examinar los cambios subyacentes en la organización de la embargo, ambos fenómenos estaban vinculados en un sentido más
producción y de la vida urbana. amplio porque representaban una nueva forma de producción, consu-
mo y vida, diferente de la que había sido característica ciento cincuen-
ta años antes. Esto explica por qué tanta energía intelectual del siglo se
dedicó a tratar de entender estos fenómenos. A comienzos de este
periodo las ideas de Adam Smith sobre la especialización económica y
la economía de escala ofrecieron herramientas intelectuales para anali-
zar la aceleración del crecimiento económico, aunque los avances claves
en las manufacturas llegaron después de su muerte. Hacia finales del

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

siglo XIX, economistas como Alfred Marshall habían desarrollado una emplean el término «capitalismo aristocrático» para defender que la
ciencia con que estudiar los ritmos de la sociedad industrial. característica dominante de la economía doméstica e imperial del país
Las reflexiones sobre la industrialización y la ciudad se extendieron fueron sus servicios financieros, sus bancos y su bolsa, más que la pro-
a todos los aspectos de la vida social y cultural. Marx y Engels llegaron a ducción industrial'. Martín Wiener2 trató de demostrar que los valores
argumentar que la industrialización había creado un nuevo tipo de ser antiindustriales eliminaron la empresa industrial británica antes de que
humano, el proletario, sin ninguna posesión salvo su propia fuerza se pusiera en marcha. Patrick O'Brien, entre otros, ha hecho complejos
de trabajo. Los moralistas públicos y los poetas del nolte de Europa y de análisis estadísticos de la economía británica que sugieren que el creci-
Noneamérica denunciaron los vicios de la ciudad industrial: alcoholis- miento del producto interior bruto se mantuvo alrededor de un discre-
mo, enfermedades, prostitución, irreligiosidad y pobreza. La primera to 1,5% anual durante la mayor parte del periodo entre l.780 y 1861'.
generación de sociólogos, en particular Emile Durkheim, ponderaron Mientras que antes hablaban de una Revolución Industrial, los historia-
los efectos de la alienante vida urbana sobre la solidaridad social. En dores de la economía ahora estarían de acuerdo en que hubo una leve
Francia, Gran Bretaña y Alemania, la nueva ciencia de la estadística se tendencia al crecimiento. Señalan lo que podría llamarse, en el mejor de
desarrolló para vigilar el número de habitantes y la salud de las flore- los casos, una «evolución industrial».
cientes poblaciones urbanas. Pintores como Toulouse-Lautrec retrata- Estos últimos años, los historiadores se han vuelto más escépticos
ron a los habitantes exóticos y eróticos de la ciudad. Supuestamente, acerca del impacto político de la industrialización y la urbanización. En
Richard Wagner inspiró su lúgubre mundo de los míticos Nibelungos los capítulos anteriores hemos comentado que los historiadores socia-
en su operístico ciclo del «Anillo» en sus recuerdos del gris y deprimen- listas, e incluso los conservadores, pusieron al trabajador industrial en
te horizonte industrial de Londres que había conocido en la década la vanguardia del cambio político, mientras que los historiadores actua-
de 1840. Otros acogieron el nuevo mundo con entusiasmo. Antes de fina- les argumentan que las revoluciones de 1848 y la Comuna de París fue-
lizar el siglo, arquitectos norteamericanos habían creado con los rasca~ ron realmente provocadas por desposeídos artesanos a la vieja usanza.
cielos un nuevo tipo de máquina para vivir en la ciudad industrial En las historias sobre la Revolución Rusa de 1905 son los soldados y
moderna. campesinos quienes tienen el protagonismo, más que los trabajadores
Los historiadores del último tercio del siglo XX tendieron a infravalo- industriales. En los casos de Rusia, India y China, los historiadores han
rar la importancia de la industrialización cuando hablaban del siglo XIX. insistido a partir de la década de 1970 en que las diminutas clases tra-
Muchos historiadores de la economía mantienen que la industrializa- bajadoras industriales del siglo XIX eran realmente «campesinos disfra-
ción tuvo poca importancia fuera de Gran Bretaña y Bélgica hasta zados» más que un auténtico proletariado urbano. Tenían mentalidad
mediados de la década de 1850, y aseguran que los niveles de produc- preindustrial y agraria.
ción agraria siguieron siendo el factor determinante de la vida económi- Como demuestran otros capítulos de este libro, muchas caracterís-
ca y social. La teoría de una dilatada protoindustrialización que dio ticas del viejo orden político y agrario sobrevivieron hasta principios del
comienzo en la Edad Media, desarrollada por Franklin Mendel en la siglo XX. Sin embargo, insistir que la revolución en los medios de pro-
década de 1970, también implica que la acumulación paulatina de las ducción y los estilos de vida se expandió lentamente, y sólo reveló su
condiciones para la industrialización fue más importante que cualquier verdadero potencial poco a poco, no es lo mismo que aseverar que no
aceleración repentina. Como comentamos en el capítulo 2,Jan de Vries hubo revolución alguna. En este capítulo mantendremos que, a finales
inventó el concepto de la «revolución industriosa» para resaltar la efi, del siglo XIX, el porcentaje del producto interior bruto generado por la
cacia y la reorientación de los patrones de consumo como algo indepen- producción industrial en los países dominantes era considerable. Los
diente de la Revolución Industrial. La mayoría de los historiadores políticos y líderes urbanos se vieron obligados a fomentar, controlar y
parecen estar de acuerdo en que, fuera de Estados Unidos, las foitunas abastecer las necesidades de la creciente industria. Se hicieron depen-
industriales simplemente consolidaron la jerarquía social existente en dientes de los productos industriales de base científica para librar sus
vez de revolucionarla. En el caso de Gran Bretaña, considerada una vez guerras y de los impuestos recaudados en la industria para financiarlas.
la «primera nación industrializada», Peter Cain y Anthony Hopkins Los efectos de la industrialización se extendieron mucho más allá de las

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LA GÉNESTS DEL MUNDO MODERNO LA JNDUSTIUAUZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

fronteras de las pequeñas zonas industrializadas. La agricultura de los en Estados Unidos eran un 52% y un 43% en Alemania'. Incluso si
países en vías de industrialización se había transformado a causa de aceptamos que la agricultura británica estaba comercializada desde
los nuevos y enormes mercados urbanos y de la mecanización. Los secta, bacía mucho tiempo, el cambio desde la década de 1780 era enorme.
res más dinámicos de las economías agrarias eran los que producían Hacia 1881, muchos trabajadores británicos no industriales trabajaban
bienes que exportaban al mundo industrializado. Éstos eran aceite de palma en el transporte, que incluía el ferrocarril, o en el comercio, que incluía la
y cacao del oeste de África, algodón de Egipto e india, y las «cadenas venta de comida y ropa de producción industrial. Además, hacia 1840,
proteínicas» que enviaban carne a Europa o a la costa este de Estados.- el 45 % de la producción industrial mundial provenía de Gran Bretaña,
Unidos desde Australia, Nueva Zelanda, Argentina y el medio oeste de e incluso en 1880, la cifra se mantenía en un 30% aproximadamente.
Norteamérica para alimentar a la creciente clase trabajadora industrial, Los cálculos recientes sugieren que entre 1815 y 1861 la producción
Fuera del noroeste de Europa y de los Estados Unidos, había muy industrial británica crecía a un ritmo del 3,5% anual6 . Puede que com-
pocas ciudades realmente industriales en 1880. Pero muchas ciudades, parado con los niveles de las economías emergentes de hoy en día pa-
como Nápoles, Alejandría, Calcuta, Shangai, Lagos o Buenos Aires, ya rezca poco, pero para la época era extraordinario.
se habían convertido en centros de almacenamiento y productores de Algunos historiadores atribuyen la temprana industrialización bri-
comida para la exportación y en centros de distribución de los produc- tánica a los avances técnicos: los altos hornos, la locomotora a vapor y
tos industriales importados. Sus clases dirigentes estaban tan involucra- el torno para hilar. Otros señalan la escasez relativa de mano de obra
das en el sistema industrial mundial como las élites occidentales. Pero, cualificada en Gran Bretaña, sobre todo durante las guerras napoleóni-
sobre todo, éste fue el periodo en el que las profundas diferencias a cas, como impulsora de la mecanización 7 • El gran historiador francés
largo plazo en el desarrollo industrial ampliaron la brecha entre el nivel
de vida de las zonas ricas y las pobres del mundo. Entre 1780 y 1820,
antes de la gran industrialización, las diferencias internacionales en el
poder y la riqueza ya aumentaban. Hacia 1880 eran enormes y la indus-
trialización fue una razón clave para que continuaran aumentando. En
este capítulo también veremos cómo el estilo de vida moderno y urba-
no, asociado con la industrialización, se convirtió en un punto de refe-
rencia para los intelectuales y los líderes políticos de todo el mundo,
incluso en los lugares menos afectados.

EL PROGRESO DE LA INDUSTRIALIZACIÓN

La industrialización británica sigue siendo el punto de partida para un


estudio general de la industrialización, aunque los historiadores británi•
cos insisten en que la industrialización no significó un hecho crucial ni en
Gran Bretaña ni en la historia global. Aun así, la transición hacia la
industria fue impactante. Hacia 1881, el 44% de la mano de obra bri-
tánica trabajaba en la industria o en ocupaciones directamente asocia~
das con la industria, a comparar con el 26% de los Estados Unidos y el
36% de Alemania'. Lo más sorprendente es que ese año sólo un 13% 5 .1 La era de la industria: mujeres trabajando en una planta textil de algodón
de los trabajadores británicos trabajaban en la agricultura, mientras que de Lancashire, 1897.

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

Fernand Baudel propuso en la década de 1970 que su situación en los demanda del consumo familiar, la manufactura se volvió rentable y
márgenes de Europa fue lo que convirtió a Gran Bretaña en emprende- atractiva para empresarios, inventores y financieros, que se lanzaron a
dora en ultramar. Prasannan Parthasarathi desarrolló más tarde la teo- invertir en la industria para obtener beneficios. Como siempre, hubo
ría de que la industrialización británica fue una respuesta a la eficaz grandes inversiones en tecnología militar y naval. Los nuevos buques de
producción textil artesanal de otras partes del mundo, sobre todo de guerra, la artillería y los barcos de vapor armados sirvieron para abrir
Francia e India8• Los trabajadores textiles de la India fabricaban pro- paso a los mercados proteccionistas en el Imperio Otomano, China y
ductos de gran calidad a bajo coste y amenazaban la industria textil Sudamérica.
británica. La respuesta de los productores británicos de mediados del Poco después, la industrialización norteamericana siguió un cami-
siglo XVIII fue tratar de excluir los productos indios. Hacia 1800, la res- no parecido, pero a una escala mucho mayor. Hacia 1885, Estados Uni-
puesta a la competencia externa fue utilizar maquinaria que abarataba dos producía un 30% del total mundial de productos industriales, una
los costes de la producción textil. Esto es interesante porque deja claro cifra similar a la británica1°. Igual que en Gran Bretaña, la industrializa-
que los cambios tecnológicos, «industriales» o «industriosos» fueron ción fue resultado de las inversiones de capital en la producción meca-
policéntricos y globales desde el principio. También demuestra que los nizada por parte de comerciantes atlánticos y terratenientes ricos, todo
cambios estaban arraigados socialmente: los cambios tecnológicos eran en el marco de un mercado de capitales flexible. Los productos indus-
también, inevitablemente, cambios sociales. Esto también es importan- triales americanos tenían como objetivo el próspero mercado de consu-
te a la hora de considerar la creación de capital para inversiones indus- mo que crecía a gran velocidad. La sustitución de la importación -Gran
triales. La riqueza producida en ultramar por la trata de esclavos, el Bretaña había sido el mayor proveedor anteriormente- se produjo
comercio azucarero o las actividades comerciales y fiscales de la Com- muy deprisa una vez que el ferrocarril abrió la enorme economía inter-
pañía de las Indias Orientales se añadió al creciente capital inversor de na del oeste y el sur del país a los estados industriales del noreste y, más
Gran Bretaña. Probablemente nunca se sepa si representaba un 5, un adelante, el medio oeste11 . Antes de la década de 1890, sin embargo, la
10 o un 15 % del total9. Es importante recordar, sin embargo, que este manufactura industrial americana se distinguía de sus homólogas britá-
incremento del comercio global ocurrió antes de la industrialización, nica, belga y francesa. En estos países pioneros de la industrialización,
reflejando los efectos culturales y económicos de las revoluciones indus- la propiedad y la dirección casi siempre recaían en las mismas manos,
triosas. Y, lo que es más importante, que las actividades de estas corpo- sobre todo en industrias punteras como la textil o la de maquinaria. En
raciones internacionales habían creado un mercado global donde los Estados Unidos, la dirección de las empresas empezó a distinguirse de
nuevos industriales podían buscar nuevos mercados. los dueños, que eran los accionistas mayoritarios. Al distanciarse de los
La mejor solución a estas posturas diferentes acerca de los orígenes dueños, los directivos de las empresas norteamericanas pudieron cen-
de la industrialización británica es dar por hecho que las presiones so- trarse en innovar en la producción y en el marketing sin el estorbo de
bre el trabajo y la producción durante las guerras del periodo entre los intereses familiares y personales. Las primeras etapas de industriali-
1793 y 1815 convirtieron unos avances tecnológicos diversos en una zación masiva produjeron rápidamente innovaciones en la organización
lenta y amplia transformación de la estructura económica. Hacia 1750, del trabajo. Un acontecimiento clave fue la invención en 1896 de la
la agricultura y la minería británicas ya estaban altamente comercializa- cadena de montaje para automóviles por parte de Henry Ford, que per-
das y reunidas en un mercado nacional. Fuera del norte de Escocia, el mitió un funcionamiento más flexible de la dirección y de los trabaja-
norte de Gales e Irlanda, no quedaban campesinos y la tierra se comer- dores12.
cializaba libremente. La propiedad y el capital estaban protegidos gracias En el caso de la industrialización de Alemania, Austria, Italia y
a un largo periodo de paz doméstica y al benevolente afán de vengan- Rusia, los historiadores han hecho siempre hincapié en el papel jugado
za del derecho consuetudinario. Y, sobre todo, Gran Bretaña disfrutaba por el Estado como inversor y como promotor del sector industrial, sobre
desde la década de 1680 de un mercado de capitales flexible que pro- todo en la industria pesada y en las de defensa. No debe exagerarse. En
porcionaba grandes sumas de dinero para inversiones. Cuando las revo- las zonas del Sarre, el Ruhr y Carintia, la inversión privada por parte de
luciones industriosas agudizaron la falta de mano de obra y la creciente terratenientes y empresarios parece haber sido igual de importante que

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

en Gran Bretaña y Estados Unidos. Los estados alemanes realmente británica disminuyó. Los cambios globales también fueron importantes.
contribuyeron a crear unas condiciones que favorecieron la formación La llegada del oro californiano y australiano impulsó el comercio mun-
de un mercado interno grande y protegido, primero a través de la uni- dial. Las crisis asiáticas y la Guerra de Secesión americana potenciaron
ficación de aduanas de 1834 y, más adelante, por medio del sistema pre- realmente la economía alemana, como también hicieron con la británi-
ferencial dentro del Imperio Alemánu . Pero la clara distinción del ca. En los treinta años posteriores a 1850, la manufactura textil, la mine-
papel del Estado en estos lugares ya no parece tan nítida. Al fin y al ca- ría y la industria metalúrgica crecieron a un ritmo trepidante. Por ejem-
bo, incluso en Gran Bretaña fue la intervención del Estado imperial en plo, el número de empleados en las minas de carbón del Ruhr creció de
ultramar la que facilitó las condiciones para la industria. La enorme 13.000 a 51.000 entre 1850 y 1870 14 • Más adelante, entre las décadas
economía del sistema de esclavos atlántico fue uno de los motores del de 1880 y 1890, se desarrollaron rápidamente las industrias químicas,
crecimiento y de la creación de mercados a lo largo del siglo xvm. Bajo eléctricas, ópticas y de herramientas de precisión que siempre se han
la tapadera de la Royal Navy, el Estado protegió este sistema, y a un asociado con la potencia económica alemana. La disponibilidad de
coste enorme. En el siglo XIX, la expansión imperial creó lucrativos depósitos químicos como los de potasio eran un bien importante, pero
mercados subsidiarios para los fabricantes de armamento y productos Alemania también disfrutaba de una mano de obra entrenada y formada.
textiles británicos, si bien Norteamérica y Europa seguían siendo el Un flujo continuo de licenciados científicos y de ingenieros dio fe de la
mercado principal para los productos manufacturados. En Escocia, la modernización de la universidad alemana causada por las necesidades
industrialización estaba ligada al imperio y, por tanto, con las activida- de la guerra y por el rápido crecimiento de las ciencias puras y aplicadas.
des de Gran Bretaña. También en Francia, la década de 1850 fue clave para la industria-
Bélgica fue el p rimer país continental europeo en industrializarse. lización, y aquí también, el Estado le dio un empujón. Luis Napoleón
En este caso, la necesidad desesperada de un Estado débil y de legitimi- declaró cínicamente, convirtiendo la espada de Bonaparte en un arado,
dad dudosa fue el acicate de la inversión. La situación geográfica de que «el imperio significa paz ... Tenemos enormes tierras sin cultivar,
Bélgica y sus recursos también fueron favorables. Al estar cerca de los carreteras por construir, puertos por crear, ríos que rehacer, canales que
puertos británicos del Canal de la Mancha y al ser de los primeros paí- acabar y un sistema ferroviario por completar. Estas son las conquistas
ses en importar su tecnología ferroviaria, Bélgica también poseía gran- que ambiciono y todos vosotros ... sois mis soldados» 15 .
des recursos de carbón y hierro, algo que los historiadores consideran de En Francia fue la zona de Lille la que se pareció a Gran Bretaña y
máxima importancia para la primera industrialización de Europa. Ade- Bélgica, mientras que Lyon capitalizó su artesanía textil de la seda para
más, Bélgica tenía acceso a un enorme mercado interno en el noroeste modernizarla a finales del siglo XIX. La producción textil con seda era
de Europa, en Francia, Alemania y Holanda, países que eran relativa- una industria fácil de modernizar con una inversión barata en maquina-
mente prósperos gracias a la agricultura y las industrias artesanales, ria. En este caso, el suministro de seda de las colonias francesas del Pró-
pero que todavía no se habían industrializado. xin10 y el Lejano Oriente demostró la importancia de los vínculos co-
Sin embargo, el centro de la industrialización de la Europa conti- merciales internacionales de Francia.
nental fue el arco de tierra que se extendía desde el Ruhr hasta las pro- Desde la década de 1850 se establecieron núcleos de actividad
vincias occidentales del Imperio Austriaco. Aunque los alemanes, aus- industrial en otras partes de Europa. El norte de Italia, sobre todo el
triacos, húngaros y checos eran relativamente prósperos para los Pía.monte, desarrolló sus propias industrias textiles y metalúrgicas, y se
estándares mundiales a comienzos del siglo XIX, una serie de cambios convirtió en el corazón industrial de la nueva Italia. La inversión estatal
ocurridos a partir de la década de 1850, después del trauma de las revo- durante las guerras de unificación fue importante, como también lo fue
luciones, despertó su potencial productivo. Las cosechas entre 1850- la existencia de trabajadores artesanos cualificados y de un buen siste-
1860 fueron mucho mejores que durante la década anterior. Como ma de transportes.
parte del movimiento de unificación política, el gobierno alemán, e Por el contrario, Rusia se industrializó muy despacio, aunque a par-
incluso el austriaco, continuaron eliminando las barreras internas para tir de 1890 el proceso se aceleró. Entre 1890 y 1900, la producción rusa
liberalizar el comercio, mientras su preocupación por la competencia de hierro en lingotes se incrementó en un 200%, y la red ferroviaria en

188 189
LA Gl~NESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUE\'A CIUDAD

un 70%. En muchos aspectos, Rusia es más comparable con China y nivel de vida. De hecho, según algunos cálculos, hacia 1900, Argentioa,
con los territorios de los imperios coloniales europeos que con Europa un país que producía carne y grano y con relativamente poca industria,
occidental. De hecho, en 1900 había más plantas textiles mecanizadas tenía una de las rentas per cápita más altas del mundo. Algunas regio-
en India que en Rusia. Ésta tenía los problemas del terrible clima, de nes de Brasil se beneficiaron mucho a raíz del incremento internacional
una deficiente red de transportes, de la falta de inversiones y de unos del consumo de café y la consiguiente inversión británica en puertos y
trabajadores sin formar. Incluso en 1900, la mayoría de los trabajadores ferrocarriles, mientras que otras regiones se estancaron debido al creci-
fabriles vivían en el campo. Cuando se desarrollaban industrias, como, miento demográfico. Por el contrario, los políticos de los dominios bri-
por ejemplo, las minas de carbón en la zona del Don y la metalurgia en tánicos que visitaban Gran Bretaña comentaban la mala salud, la mala
la de Smolensk, necesitaban expertos y directivos extranjeros para nutrición y los pocos servicios de los trabajadores británicos en compa-
montarlas. Esta debilidad en la capacidad industrial fue una de las razo, ración con la prodigalidad existente en sus países de destino, aún prin-
nes por las que el Imperio Ruso tuvo tantos altibajos militares en los con- cipalmente agrarios.
flictos internacionales del siglo XIX, a pesar de sus enormes recursos Una combinación de circunstancias parece haber condenado a gran
humanos y materiales. Perdió la Guerra de Crimea contra Gran Breta• parte del mundo en desarrollo a una pobreza relativa. Ser productor
ña y Francia, y los japoneses hundieron su flota en 1905. agrario empobrecía un país, pero sólo si su política de comercio exte-
rior no protegía la industria local. Por otra parte, tener una amplia
mano de obra artesanal y cualificada -como en gran parte del sur y el
este de Asia- era una ventaja, pero sólo si el Estado podía y estaba dis-
POBREZA Y CARENCIA DE lNDUSTRl A puesto a ayudar en la transición. También era importante quién era el
dueño de las nuevas empresas y bancos. Si el control de la marina mer-
¿Cuáles fueron los factores que aceleraron o retrasaron la industrializa- cante local, de la banca y de los servicios financieros era cosa de emi-
ción? La industrialización fue mucho más que la construcción de fábri, grantes, el valor añadido obtenido de la participación en el comercio
cas. Significó est,ff\lecer sistemas de dirección y control de la mano de internacional acababa en su mayoría en los bolsillos de los extranjeros.
obra cualificada, buscar materias primas y establecer una red de trans- Por último, otros factores internos, como el rápido crecimiento de la
portes y de mercados. Un régimen de gobierno y de tarifas favorable era población, la relativa inmovilidad de la mano de obra y el deficiente sis-
clave. Sin embargo, precisamente qué tipo de intervención guberna- tema de enseñanza, eran importantes más allá del tipo de régimen exter-
mental colaboró o retrasó la industrialización sigue siendo una polémi- no imperial o semi-imperial.
ca ideológica entre historiadores y economistas. Si dejamos Europa y Quizás México fuera el único país latinoamericano que trató de
Norteamérica a un lado y miramos el 15% de producción industrial industrializarse diez años después aproximadamente de su independen-
mundial que aportaron en 1895 los ahora llamados «países en desarro- cia de España en la década de 1820. Hacia 1850, ya tenía una florecien-
llo>>1\ los factores externos y políticos cobran aún más importancia. te industria textil, aunque al principio dependía mucho de la financia•
Gran parte de ese 15 % consistía en procesar productos primarios en ción gubernamental. Sin embargo, este esfuerzo no se extendió a otras
los regímenes de cultivo comercial o producción minera. Ejemplos típi- industrias, en parte porque los regímenes exteriores de aranceles no
cos fueron las plantas de enlatado de zonas exportadoras de carne, eran favorables, y en parte porque los líderes económicos mexicanos se
como Australia o Sudamérica, o las de algodón en zonas subtropicales. dejaron influir por la ideología británica del libre mercado y recelaron
En un mundo perfecto, estos productores primarios podían avanzar de la intervención gubernamental 17 . A partir de 1880, una gran inver-
desde estos procesos industriales básicos hasta una industria pesada. sión extranjera en transporte e infraestructura ayudó a convertir el país
Hasta cierto punto esto ocurrió en los dominios británicos y en Sud• en un importante exportador de alimentos y de materias primas antes
américa, donde las plantas de enlatado de carne y fruta complementa- de 1900. Pero la falta relativa de industrias secundarias dificultó que
ban la exportación de estas materias primas. A finales del siglo XVIII, el México mantuviera su alto nivel de vida durante el siglo XX, y tampoco
estatus de productor primario no significaba automáticamente un bajo pudo combatir la pobreza de las zonas rurales. Estas circunstancias, y

190 191
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA N{}EVA CIUDAD

los conflictos culturales y religiosos, establecieron el marco de las dé J..• aristocracia y los oficiales Qing se opusieron a la industrialización,
das revolucionarias en México a partir de 1911. 'ÍlO porque fueran conservadores implacables en general, sino porque la
El régimen de libre comercio internacional impulsado por G importación de la tecnología, los métodos y las técnicas europeas supo-
Bretaña tuvo, por lo general, un efecto sofocante excepto en las re nía una pérdida de autoridad judicial y moral sobre sus ciudadanos.
nes del noroeste de Europa y de Norteamérica, que ya se estaban in Donde ese control se podía mantener, recibieron la tecnología moder-
trializando con rapidez. Los primeros esfuerzos de empresarios in na con los brazos abiertos. En las décadas de 1870 y 1880, el virrey Li
nas para montar plantas de manufacturas en el Imperio Otoman é Hongzhang trató de reconstruir el poder de China modernizando la
Persia y China por ejemplo, se vieron abortados por el régimen de ta •costa sur. Construyó arsenales y trató de desarrollar una industria car-
fas que les impusieron las grandes potencias, lideradas por Gran Bret bonífera moderna. Fundó la Compañía de Marina Mercante china gra-
ña, que abogaron inflexiblemente por el libre comercio hasta la déca cias a inversiones privadas y estatales20 • Los reformadores chinos de
de 1890. La convención otomana de aranceles de 1838, que redujo los.· 1898 y 1911 querían desarrollar la infraestructura industrial del país,
puestos sobre productos manufacturados de importación en todo sobre todo dadas las enormes reservas de carbón y hierro del norte, que
imperio, destrozó los esfuerzos de Mehmet Alí para desarrollar indus Japón ya observaba con envidia. Pero China tuvo grandes problemas
trias secundarias de producción algodonera y militar en Egipto, y t · para hacer crecer su naciente industria. Empresas de expatriados eu+
bién debilitó la industrialización en otras regiones del Imperio 18 • ropeos y americanos y, más adelante, japonesas, competían ferozmente.
importacíones del extranjero aplastaron las industrias domésticas, y La dependencia de China de los préstamos extranjeros y de sus impues-
poca capacidad industrial existente en la región en 1895 estaba e¡¡.c: tos marítimos -también recaudados por extranjeros- dificultaba el
manos extranjeras. Un problema especial en Oriente Medio fue la exis/' aumento de los aranceles a las importaciones extranjeras. El sistema
tencia de las capitulaciones -barrios de ciudades reservados par;;; de puertos francos que instaló la jurisdicción de potencias extranjeras
1

extranjeros europeos residentes que se beneficiaban de códigos legales'


y de un sistema impositivo especial-. Los empresarios locales s~.
encontraron en una situación de desventaja legal, económica y cultural{,
El rapidísimo crecimiento de la población en Egipto empeoró la situa., .
ción. Aunque también hay que decir que el Estado otomano no siem{
pre intervino de manera acertada en el mercado. La burocracia impe/
ria! parecía más interesada en recuperar el control sobre los magnates, ,:
comerciantes y gremios provinciales, que en impulsar el desarrollo de
nuevas herramientas financieras e de iniciativas económicas. Incluso á
mediados del siglo XIX, el remozado Estado otomano recelaba de los
industriales ricos y trataba de bajarles los humos con impuestos puniti,
vos, o endosándoles contratos de suministro estatal imposibles de cum-
plir. La mayoría de las empresas comerciales prometedoras se encontra- ;
ban, por lo tanto, lejos de Estambul, en los Balcanes, en manos de,
judíos o de los súbditos imperiales cristianos, cada vez más rebeldes.
De todos los sistemas políticos no occidentales, quizás China se ase-
mejara más al Imperio Otomano, aunque Kenneth Pomeranz argumenta
que estaba en una posición mucho más fuerte a comienzos del siglo XIX1\
A pesar de la creencia occidental de que «la mente confuciana» se resis-
tía a la modernidad, China trató de adaptarse a la nueva tecnología mili- 5.2 Exportación de cultivos comerciales, Surabaya, Indias Orientales Holande•
tar y naval tras enfrentarse a ella en serio durante las Guerras del Opio. sas, en la década de 1880.

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

en las ciudades costeras, otorgaba aún más ventajas a los extranjeros. El Los líderes Meiji pudieron impulsar inversiones en astilleros, ferrocarri-
gobierno chino no gozaba de la misma independencia financiera que el les y en la industria de municiones. Algunos historiadores mantienen
japonés a la hora de planificar la inversión directa en empresas indus- que hubieran hecho mejor dejando estas inversiones en manos privadas,
triales. Sin embargo, las ataduras externas del desarrollo industrial pero esto subestima quizás la fragilidad de los «instintos animales» de
chino no abortaron del todo el cambio interno. Los historiadores han estos potenciales inversores antes de 1905. Fue crucial también el
apuntado la extensión de talleres artesanales, de propiedad privada, impulso de la autoridad, especialmente de los ministros del emperador.
que fabricaban seda, algodón, papel, etcétera, sobre todo en la última
parte del siglo XIX. Estos negocios eran atendidos por una enorme CUADRO 5.1 Población mundial estimada, 1800-1900 (en millones)
mano de obra muy proletarizada, contratada inicialmente entre los tra-
1800 (a) 1800 (b) 1850 (a) 1850 (b) 1900 (a) 1900 (b)
bajadores del sistema de transportes interno y entre los campesinos des-
plazados21. África 90 100 95 100 120 141
Japón siempre ha sido considerado un ejemplo de «sociedad no Norteamérica 6 6 26 26 81 81
europea que triunfó», en el sentido de que hacia 1895 su producción Laúnoamérica 19 23 33 33 63 63
industrial representaba más del 1 % del total mundial, algo comparable
Asia 597 595 741 656 915 857
con la producción industrial per cápita de Rusia en el mismo periodo22.
El éxito relativo de Japón resalta la importancia de que una serie de cir- Europa y Rusia 192 193 274 274 423 423
cunstancias favorables coincidieran para facilitar el crecimiento de un Oceanía 2 2 2 2 6 6
sector económico moderno. Las dotaciones internas, exageradas por los Total 906 919 1.171 1.091 1.608 1.571
historiadores de la economía de las décadas de 1960 y 1970, se combi-
naron con un régimen de comercio exterior más benigno, que también (a) Cifras tomadas de A.M. Carr-Saunders, World Population, Londres, 1936, pp. 30-45.
exageraron los «teóricos de los sistemas mundiales» de las décadas de (b} Cifras tomadas de W. F Wilcox, «Population of the world and its modern increase»,
1980 y 1990. Está claro que Japón contaba con una antigua tradición Studies in American Demography, Itaca, Nueva York, 1940, pp. 22-51 y 511-540.
de producción metalúrgica, de hilado de seda y de tintes23. Tenía también Fuente: A. J. H . Latham, The Internacional Economy and the Undeveloped World 1865-
1914, Londres, 1978, p. 104.
una mano de obra entrenada, formada, disciplinada y móvil. La pobla-
ción crecía, pero no a un ritmo que absorbiera todos los beneficios del
crecimiento. Sus grandes firmas comerciales sabían desde hacía mucho Aun así, ciertos aspectos de la industrialización relativamente rápi-
tiempo cómo satisfacer los gustos del consumo local y cómo crear da de Japón fueron contingentes, determinados por factores favorables
estructuras de mercado. El gobierno japonés, incluso a finales del perio- políticos y económicos externos y fuera de su control. Por ejemplo,
do Tokugawa, había enviado legaciones a Europa y Estados Unidos Japón tuvo suerte en que la demanda mundial de seda se mantuviera
para recabar nuevas tecnologías militares e industriales. Aunque a veces alta durante la última parte del siglo XIX. Al introducir pequeños cam-
describamos a sus líderes como «feudales», tenían un fuerte sentido de bios tecnológicos en la producción y procesado de la seda, Japón pudo
la lealtad nacional y un instinto muy competitivo frente a Occidente. mantener la balanza comercial externa bajo control. También favorecie-
Tras la «revolución» de 1868, el nuevo régimen Meiji24 se encontró ron circunstancias diplomáticas externas de carácter fortuito. A dife-
en la afortunada situación de disponer de un «fondo para el desarrollo» rencia de China, Japón nunca sufrió un ataque total por parte de las
(esto es, dinero recaudado a los antiguos aristócratas samuráis a cambio potencias imperialistas, exceptuando la apertura de Japón forzada por
de una pensión estatal). Las finanzas estatales chinas y otomanas mer- el comodoro Perry en la década de 1850. La enorme indemnización que
maron con los pagos a magnates locales o al arcaico estandarte manchú recibió de China tras la guerra imperialista de 1895 también ayudó al
y a los ejércitos del estandarte verde25 por un lado, y por otro a los gobierno japonés a mantener las arcas llenas durante un tiempo. Diez
recaudadores otomanos. En Japón, en cambio, la tradicional autoridad años más adelante, su emergente poderío industrial permitió a Japón
política rural aseguró al nuevo Estado un mayor control de la sociedad. aplastar a Rusia. A su vez, esto provocó una serie de inversiones extran-

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

jeras beneficiosas para la industria japonesa. El interés británico por celes muy leves a los productos importados, tarifas insuficientes para
mantener un aliado que había derrotado a China y a Rusia se combinó proteger las nacientes industrias de estos países. No obstante, sí hubo
con el deseo de las empresas británicas, sobre todo de las escocesas, de algo de crecimiento. La primera actividad industrial a largo plazo de la
exportar técnicas y herramientas. Parece, pues, que el desarrollo japo- India fue, obviamente, la producción en la zona de Calcuta de armones
nés se debió a una mezcla fortuita de iniciativas estatales y de la expe- de artillería y de acero para uso militar a instancias del ejército colonial.
riencia y la habilidad locales. El ejemplo japonés sugiere que, para La necesidad de proveerse localmente se contraponía a los recelos de
explicar la industrialización a nivel global como un fenómeno de cam- que la tecnología militar cayera en manos de indios disidentes o, al prin-
bios intelectuales y políticos, hay que combinar los modelos difusores cipio, de rebeldes europeos. Dada la enorme demanda textil potencial
del cambio con otros que insistan en la importancia de las inversiones y de la India, no sorprende que empresarios tanto británicos como indios
el desarrollo endógenos. abrieran fábricas textiles incluso con aranceles externos hostiles. En
1895, India tenía un número considerable de telares mecanizados con-
CUADRO 5.2 Población de algunos países importantes (en millones) centrados en las ciudades de Bombay y Ahmedabad. Bengala tenía una
Austria' Gran Francia Alemania EE. lJU. Imperio Cbina Japón India Latino- gran industria de procesado de yute, si bien de propiedad extranjera26 .
Año
Bretaña Otomano américa Los empresarios indios habían empezado a invertir en industria ya en la
década de 1850, y pudieron abrirse un hueco en el mercado de textiles
1750 7,4 21,0 18,0 1,59 179,5 26 100
baratos de producción masiva, donde la competencia británica era
(inclu¡t
F.scocia)
menor. Aunque el argumento sea algo vago, parece ser que la cultura de
fiabilidad comercial y de cooperación entre las familias de comercian-
1800 14,0 10,5 27,4 23,0 5,3 295,3 12 tes tradicionales del oeste y el sur de India favoreció a los nuevos
(excluye
empresarios industriales del país. Los empresarios británicos también
Irlanda)
invirtieron en la producción textil barata y de baja calidad para sacar
1850 17,82 20,8 35,8 33,4 23,26 36 429,9 206,2 beneficios rápidos27 • A pesar de la negligencia colonial, India entró en
(A); (excluye (1872)
el siglo XX con alguna industria viable. El problema radicó en que tuvo
31,10 Irlanda)
(A-H)
poco efecto sobre la enorme herencia de pobreza rural.
Una de las aseveraciones clave de los nacionalistas coloniales fue
1900 26,15 37 38,5 56,4 76,09 44 294,3 que la importación de productos manufacturados en Europa y Améri-
(txduye (1901)
ca devastó la industria artesanal indígena. En 1800, estas industrias
Waoda)
seguían produciendo importantes materias primas para el mercado
*Austria= Austria-Hungría (A-H) 1760-1860, y Austria (A) 1830-1910). internacional, a la vez que dominaban el mercado local. No hay duda
Fuentes: Austria y EE.UU., de Mann, Sources ofSocial Power, vol. 2, y de Colin McEvedy de que el crecimiento industrial europeo concentró la producción en
y Richard J anes, Atlas o/ World Population History, Harmondsworth, 1978; Gran Occidente y redujo la producción artesanal no europea a un estatus
Bretaña, Francia y Alemania, de Cook y Waller, Longman Handbook. China, de
marginal tanto en el mercado europeo como en el mundial. Pero no
Ping-ti Ho, Ladder o/ Success. Japón, de J. D. Durand, Historical Estimates o/
World Population, Filadelfia, 1974. India, dd mismo y de Census o/India, 1872, debemos descartar del todo la producción textil artesanal indígena.
1901. Imperio Otomano, de Davison, Reform in the Ottoman Empire. Como en Europa, la industria artesanal se adaptó hasta cierto punto a
la mecanización, y aprovechó algunas innovaciones tecnológicas de bajo
nivel. Comunidades de tejedores semimodernizados y otras comunida-
En el mundo colonial, la situación estuvo marcada por un desarrollo des de artesanos siguieron teniendo importancia social en la mayor
industrial muy lento porque las potencias coloniales no querían fomen- parte del mundo incluso mucho tiempo después de la industrialización.
tar la competencia a sus productores industriales nacionales. Los go- Algunas han sobrevivido y florecen en esta era postindustrial de pro-
biernos coloniales británico, holandés y francés impusieron unos aran- ducción casera a pequeña escala. Los historiadores económicos se han

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

puesto de acuerdo en que no fue absolutamente necesario para las sentido de la palabra, el ritmo de urbanización se incrementó mucho
sociedades industriales la concentración en enormes fábricas. Como durante el siglo XIX, aunque lo hizo de forma muy desigual. En Nortea-
hemos visto, había ejemplos de industrias artesanales dispersas, como las mérica, el África subsahariana y la región del Pacífico, donde las ciuda-
industrias tejedoras de seda en Lyon y Japón, que se modernizaron sin des habían sido pequeñas o no habían existido hasta la colonización
una gran concentración de fábricas. Se trataba más de mantener disci- blanca, el proceso fue rápido. En las grandes sociedades agrarias de
plinada la mano de obra que de productividad en sí misma. Si éste es el China, India y Oriente Medio, donde la población general crecía a un
caso, de nuevo el contraste entre la producción «atrasada» artesanal de ritmo alto durante el siglo XIX, el porcentaje de habitantes de las áreas
África, Asia y el sur de Europa y la producción «avanzada» de las fábri- urbanas sólo se incrementó un poco. Sí es cierto que aparecieron nuevos
cas del norte de Europa y de Norteamérica parece difuminarse. Las tipos de ciudad comercial y semi-industrializada, pero su crecimiento se
enormes disparidades de niveles de vida que eran obvias a finales del compensó con el declive de antiguos centros de población. Sin embar-
siglo XIX se debían más a los regímenes externos que controlaban el di- go, en el segundo sentido, los efectos de la urbanización fueron profun-
nero y la fuerza militar que al relativo progreso técnico. El estilo de vida dos y tuvieron un alcance que sobrepasó lo meramente económico. Las
industrial tenía más que ver con el deseo de los ricos de controlar a los ciudades más grandes impulsaron un nuevo tipo de relación social y ace-
pobres que con la eficacia productiva en sí. leraron la circulación de la información. La «cultura asociativa», típica
Por tanto, los historiadores han llegado a argumentar que la pro- de la clase media urbana de finales del siglo xvm, arraigó entre clases
sociales más bajas y en las mujeres. Esta sección analizará el cambio de
ducción masiva en fábricas no representa una «fase» esencial del de-
la ciudad a nivel global, también los cambios culturales y políticos que
sarrollo de la sociedad humana. Ahora la industrialización, igual que el
arrastraron consigo la urbanización y la producción industrial urbana.
dominio occidental, se define como un proceso más lento y fragmenta-
rio que hace unas generaciones. También sus efectos sociales urbanísti-
cos y el desarrollo de políticas basadas en las diferencias de clase se ven con
mayor escepticismo. Es difícil encontrar un equilibrio. Está claro que
en el pasado se veía la fuerza del nacionalismo, el urbanismo y la indus-
trialización como algo monolítico e inevitable. Su capacidad para trans-
formar pequeñas comunidades también se exageraba, y su origen se
databa demasiado pronto. El resultado ha sido insistir demasiado en el
estancamiento del viejo orden y en el dinamismo de la «era de la indus-
11 tria y el imperio». Este libro mantiene que sí hubo cambios rápidos y
reales, sobre todo en los últimos diez o veinte años del siglo XIX y en la
primera década del XX. Los diferentes sistemas jerárquicos y locales,
muchos de ellos supervivientes modificados del viejo orden, supieron,
de forma sorprendente, asumir estos cambios.

LAS CUIDADES COMO CENTROS PRODUCTIVOS, DE CONSUMO Y POLÍTICOS

El término «urbanización» describe un proceso. Se usa para referirse al


incremento porcentual de la población que vive en ciudades con más de
10.000 habitantes, pero también se refiere a un cambio cultural que 5.3 Trabajadores indios y chinos charlan en una de las recién construidas calles
implica el dominio de los valores urbanos sobre los rurales. En el primer de viviendas-comercios de Singapur, c. 1890.

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CfUDAD

En 1780, el patrón básico de la organización espacial, las funcione~ 1• 1L1dos metropolitanos de las élites regionales. En Londres empezaron
y la cultura ciudadanas era parecido al del comienzo de la gran expau , 1\ 1111·cccr clubes para la diversión y ocupación de los jóvenes aristócra-
sión económica global del siglo XVI y del desarrollo simultáneo de esta 1 1 1•11 la ciudad. En las ciudades chinas o de influencia china, la vida
dos enormes e imponentes. Muchas ciudades eran emporios portuarioM , 11 1111 urbana se estructuraba en torno a los gremios o asociaciones de
o moles de interior dominados por comunidades de mercaderes ricos y I" 11111\flS que provenían de la núsma región.
por terratenientes del interior. Otras ciudades eran centros del podt·t l ,11 población urbana del sur de Asia, el sudeste asiático y África
político, la mayoría fundadas en la antigüedad, y ahora mucho m 1ÍN ¡1111,1 siendo bastante móvil, y grandes grupos de soldados, sirvientes,
grandes debido a la expansión de la vida de la corte real y los inicios dr 11~ familias, seguían al gobernante en sus visitas y campañas por sus
su burocracia. Algunas ciud ades del noroeste de Europa y de Asi11 1 1111nrios. En India, el campamento móvil mogol, llegó a tener en oca-
oriental, sobre todo Londres, Amsterdam y, posiblemente, Edo, habíun
111111 ·~ la mitad de la población d e Delhi, la capital, que en p roporción
engendrado nuevos tipos de entidades financieras - bolsa, banrn
1 111,1 11na población reducida. Muchas ciudades presentaban claras
nacional, aseguradoras- durante los siglos XVII y XVIII. Sin embargo
11 11 1,·rísticas rurales, sobre todo en las afueras donde las familias cam-
todas estab an co11adas por el mismo patrón. En 1600, aproximada1m·11
1 11 111s mantenían fuertes vínculos con las aldeas que les abastecían de
te un 9% de la población mundial vivía en las ciudades. Hacia 1800, 111
0111cl11 y esposos/esposas. En tiempos de calamidad o de guerra, gran
cifra podría rondar el 12%, aunque el ritmo de crecimiento aún t'III
1 1111 e k• la población de las ciudades se retiraba al campo. En estas ciu-
lento. Gran Bretaña fue uno de los pocos países en el que el crecimit·11
to de la población urbana fue más rápido que el de la población to111I
1,, 1, ~. mino en los emporios portuados y los centros de almacenaje del
incluso en las tres primeras décadas del siglo XJX. 1111 11m, la pequeña producción artesanal siguió siendo importante. Los
1o ,, 11o~ artesanos, financiados por los comerciantes locales, usaban
En el siglo XVIII, la mayoría de los centros de poder del interior t·11111
aglomeraciones complejas de fortificaciones, casas aristocráticas, 1 , , "1 11, 1os domésticos y, de hecho, eran personas importantes en aquel
corte real, mercados especializados y edificios religiosos. La mayoil 11d1il11, Por medio de gremios y asociaciones profesionales, ayudaban a
también mostraba una subyacente organización cosmológica qll 1 ¡1, il u·cs y subvencionaban instituciones religiosas locales como aba•
enfrentaba el poder real con el religioso. El antiguo esquema cris1i1111 11 1 , , rnnventos, comunas sufíes, monasterios budistas u hospicios
11 1 /\111 llS.
en el que la iglesia-basílica se construía enfrente del palacio-for111l1
rodeados ambos de las mansiones de la nobleza y caminos de pcn•¡tl
nación, se había exportado a Centro y Sudamérica, e incluso a lug111
como Goa, Malaca y Macao, en Oriente. La mezquita, el palacio dt·I NIII
tán y la medina (plaza de la ciudad) formaban un trío parecido <'11 1 1 1, ll'A<.'l'O URBANO DE LA CRISIS GLOBAL, 1780-1820
sociedad islámica. En las ciudades indias o de influencia india, las 11111
lías sacerdotales de los brahmanes tenían prioridad residencial, y v1vl 1 1111 l1111•rn gran ruptura con estas formas de ciudad tradi cionales llegó
en barrios «puros» alrededor del templo. En China, la idea trndi, Hll 1111111 rnn la industrialización sino con las guerras revolucionarias
de una ciudad como «eje de cuatro cuadrantes», se mantenía ini:l11Ht1 1,, p1111sión imperial europea entre 1776 y 1815. Algunas de las gran-
el enorme área territorial de Beijing. La mayoría de los arisl, 11 1111 1 , l11tl11tl1.:s Jel viejo orden se vieron reducidas. Otras siguieron cre-
pasaban parte del año en la corte y el resto en sus ancestrales sed,·~ 111 111!,1 l1•111 :1111cnte, pero vieron cómo se limitaba su primacía cultural
les, un modelo institucionalizado por el sistema sankin-kotai d<'I 1111 1 othl lt 11, A 1111 nivel más profundo, la expansión del comercio global y
Tokugawa. El gobernante japonés, el sogún, igual que sus conl,•111111 l 1 11 11 lwll rinlización enriqueció gradualmente a las ciudades comet•
neos europeos y otomanos, tenía controlados a los grand<:s 11nl ,1 1, \' , 1vn n ucvas conglomerados de clase trabajadora. Estas «nue-
parte de sus familias y posesiones estaban cerca de la corte. l ,:1 v1cl11 ' 1111l1llb desarrollaron su propia forma de vida cultural y so-
la corte y estar cerca del centro de poder tenían su propio ni n1, 1iv11 l , 1111 c•1·11 mtÍs conscientemente moderna que la de los centros de
París, los hotels, en el sentido original de gran casa urhn1111, c·11111 1 11111111 1 11111 ig1 1os. Aquí el crecimiento económico impulsó la rápida

:.!0 1
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA ClllOAD

urbanización y creó ciudades divididas por clase social además de por 1 1 11111ndo atlántico fue testigo del rápido crecimiento de Nantes, Bris-
estatus. 1111, Clasgow, Burdeos y Boston. En el Mediterráneo crecieron mucho
En la mayor parte de Europa occidental, las ciudades sufrieron 11, 11111 y Alejandría. En el océano Índico y los mares de China, Bombay,
1 d, lita, Madrás, Shangai, Singapur y, más adelante, Hong Kong, Tian-
durante las guerras revolucionarias, pero siguieron creciendo. Lo más
impactante fueron los conflictos políticos e _ideol?gicos sobre ~l uso ,d_e ¡111 11 Tientsin, Darien y Port Arthur desafiaron el predominio cultural
los espacios. En París, grandes áreas de restdenc1as reales y artstocrat1- 1, l.1s ciudades más antiguas del interior y se convirtieron en las sedes de
cas, entre las que destacaban el Louvre, el Palacio Real y la plaza. des 1, 1111evas ideas y los nuevos estilos mucho antes de que se impusiera
Vosges, se convirtieron en espacios públicos, museos y casas d_e ve~mos l ¡1111,icrno colonial directo. Los cánones de la sobriedad burguesa esta-
durante 1a Revolución y el Imperio. Las tumbas reales de la 1gles1a dt• 1, I, 1 idos en Boston y Nueva York fueron el modelo social de la nueva
Saint Denys fueron profanadas. Algo parecido ocurrió con los palacios 1 1'11hlica. En Gran Bretaña, la aristocracia y los terratenientes no sólo
ducales y las capillas del norte de Italia y de zonas de Alemania. En 111 , 1l 111•vivieron síno que .florecieron durante el siglo XIX. Pero aquí, como

América española, los nuevos líderes políticos criollos ocuparon loK 11 111 rns partes del norte de Europa, la ciudad butguesa empezó a
palacios reales y se proclamaron presidentes y gob~rnadores de l~s ntll' ,,1 11,11 importancia cultural y política. El movimiento antiesclavista de
vas repúblicas a partir de 1820. Está claro que la epoca revoluc1~na1 ~11 l 11 111 Bretaña y Francia estaba directamente vinculado al auge de nue-
abrió más espacios urbanos al público burgués. A su vez, la expenenc111 ', , 1•111 ros de comercio como Liverpool y Nantes. Las exigencias de
de la guerra y la revolución impulsó un lento proceso por el cual las d1 , l,1111111 constitucional en Gran Bretaña también provinieron predomi-
tes trataron de alejarse de las zonas pobres y, a la vez, de controlarla " 11111 llll'nte de estas zonas.
más efectivamente. En otros aspectos, la época revolucionaria abriú 11 h11 lfls zonas costeras de África y Asia, el comercio, ya en expansión
uso del espacio urbano. 11111 ~ dt· la industrialización, había creado una clase comercial adinera-
En algunas partes de Asia y África, el cambio fue más abrupto. 1 1 li ,¡111 recreó las independientes ciudades-estado del pasado, incluso
grandes ciudades mogoles-Delhi, Agra y Murs~idabad, ~n Ben_gala 1 111111 de un ámbito colonial o semicolonial. Manila y Batavia, centros
ya estaban en decadencia antes del desmoronamiento del 11n~en~, Y 111 111 1111111 irns español y holandés, respectivamente, emergieron como
huida de la nobleza las redujo a meras sombras de lo que habian s1d11 111, , 1, dudades híbridas. Las fuerzas navales europeas con base en
Esto pasó también en Irán y Java, donde el declive imperial y las im 1 111 11l1ligaban o atraían a los comerciantes locales a comerciar en estos
siones extranjeras sumieron en la decadencia a otras antiguas ciud111I, 1 11 1!11~. l•:n la generación que fue desde 1770 a 1800, Calcuta, Madrás
Las luchas entre los sultanes y los magnates regionales dañaron alg111111 11111111 >11y sobrepasaron en tamaño incluso los centros políticos más
de los grandes centros urbanos de Oriente Medio. Las ciudades pcrs,,\, I 1 111, 11 ·, 1Id interior sudasiático. Sus príncipes mercantiles construyeron
Isfahan, Qom y Shiraz, hogares de fábula de los grandes sabios c11111111 1 1111 111~ 1· inventaron un nuevo estilo de culto público hinduista y una
cos y de la poesía de Saadi, cayeron en el abandono ante el crcciml, 111 11 ' 1 llll'mn Je ostentación aristocrática híbrida. Fueron estos bhadra-
de la nueva capital, Teherán, creada al modo de una capital prov11111 " tli,, burguesía, como sus coetáneos de Liverpool, Cork y Boston,
rusa. Durante un siglo, El Cairo perdió importancia ante In llpl 11,, 111 1 cll'm:111<laron por primera vez algún tipo limitado de represen-
metrópolis mediterránea de Alejandría durante más de un siglo, :"""I" 11, 1, 1111 1 política indígena. También pidieron que los poderes coloniales
siguió creciendo lentamente y mantuvo su estatus de centro rcl1gi11 1 1 , 1111~11111t·ros dejaran en paz sus costumbres religiosas. Estos pode-
real. Alejandría se convirtió en la sede de una oligarquía comen 1111 1 1 , 111,11'.11,11t·s comerciales tuvieron sus equivalentes en todos los gran-
nerada, medio egipcia y medio europea. Su cultura urbana en d1·"111 1 11111 11118: Singapur, Cantón, Aden, Alejandría y Bcirut. Los centros
llo reflejaba más influencias «europeas» que «islámicas». , 11111 1111ración del interior, dominados todavía por los terratenientes,

Una amenaza más sutil y poderosa a la integridad de estas 1111.I 1 1 1 11 ,1, 11 1 11·am11 una clase media comercial y política, ávida de informa-

antiguas fue la dirección que tomó el desarrollo e~o1~órnk11 HI 11 1 11 ('1tl11 1rn y t•conóniicn, y que se adaptó con presteza a la imprenta,
Incluso antes de la industrialización, el gran crcc1m1cn10 w1111 1 1 11111 11111 I y d Idégrufo eléctrico. Manaos, en el Amazonas, Chong-
comenzaba a otorgar grandes ventajas a los nuevos centros t·n1111,111I i11¡ " < l11111gki11g t•n d río Yang1sé, y Kanpur t·n d río Yamuna o

).02
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO
LA INDUS'11UALIZACTÓN Y LA NUEVA CIUDAD

Jumna fueron ejemplos de lo que podríamos denominar «c!udades por- l,AS RAZAS Y LAS CLASES SOCIALES EN LAS NUEVAS CIUDADES
tuarias del interior». También participaban de la nueva vida moderna
que se había extendido por las ciudades costeras. . . l•:stas ciudades fueron testigo de un cambio social y económico que, si
Las ciudades en las que predominaba el sector m1ustnal tardaron l 1icn no tan profundo como lo que aseveran aquellos socialistas y soció-
en desarrollarse, como ya sugerimos en la sección anterior. Esto se logos que sólo ven alienación y anomia, fue intenso en cualquier caso.
debió en parte a que la industrialización tardó en llegar, y en parte a que l ,11s estructuras familiares cambiaron con la urbanización, aunque este
la mayor parte de la primera industrialización comenzó en los «encla~cs 111111bio también se ha exagerado en el p asado. En muchas partes del
verdes», alrededor de las minas de carbón o en las cabeceras ferrovrn 1111111do, la gran familia extensa del pasado se fragm entó en unidades
rías. Manchester, Birmingham, Lieja y Essen comenzaron a destacar c~1 11111s p equeñas, aunque la gente seguía en contacto con sus parientes
la década de 1850. Durante la década siguiente brotaron con gran rap1 111 rnles por razones de seguridad y matrimoniales. Hacía 1900, la mayo-
dez ciudades mineras y fabriles en Estados Unidos y partes de Europu, 1(11 ele la inmigración interna de Gran Bretaña y Bélgica era de ciudad
La fiebre del oro y de los diamantes crearon ciudades como M~lbou1: , 11 ciudad, más que del campo a la ciudad. Se desarrolló la urbanización 1
ne, San Francisco y Kimberley. En la década de 1860, en _la ~ndia occ1 11111siva y barata, a menudo con viviendas que carecían de alcantarillado
1
dental se construyeron fábricas de algodón, y en el este md10, plan1:1~ \' 111111a corriente. Las incomodidades de la nueva vida urbana se agudi-
de prncesamiento de yute, con empresarios indi~s qu~ : t~pezaban 11 111 0 11 para los pobres a causa de la polución industrial, las largas jorna-
1
reclamar protección ante las importaciones_textiles br~tanicas. En111 , l,1~ laborales y la falta de servicios médicos. Aunque muy pocos histo-
1870 y 1900, el ritmo de urbanización mundial se acel~ro basta~te, co11 11,ulores niegan que se abriera un abismo entre el nivel de vida de ricos 1

un incremento que fue desde el 12 al 20% . En ese m1~mo penodo, In 1 pobres, hay un feroz debate acerca de las condiciones de vida de la

clase trabajadora industrial se incrementó de 15 a 50 mt~ones. , , 111~1· trabajadora en Europa y Norteamérica. Los últimos estudios tien - 1
, l,·11 de nuevo hacia el pesimismo: la esperanza de vida, la nutrición y la
El cambio fue particularmente asombroso en el Á.fnca su~sahar111
1l11d decrecieron durante la primera fase de la industrialización, inclu-
[.
na y en Australia. Ya habían existido grandes ciudades come_rc1ale~ 11 ,1
11 111111gue la gente tenía acceso a más productos. La tasa de mortalidad
dicionalmente en el norte de Nigeria, y se recordaba la ex1stenc1a 111
grandes centros reales en Ghana y Zimbabue antes del sigl~ XIX. l ,11' , 11111ha mucho entre las clases sociales. Por ejemplo, un estudio sobre 11
costas suajili y guineanas tenían ciudades-estado qu~ comercia?an rn11 11,, 1111 entre 1855 y 1860 muestra que la clase profesional llegaba, como
esclavos. Pero en la zona que se convirtió en la Umón Sudafnca1111, l 1 1111 11111de vida, a los cincuenta y cuatro años, mientras que los trabaja- 11
población urbana creció de un 7 % a un 25 % del total entre l ~<,'1 V 1111,·s industriales sólo a los cuarenta y dosJ0• La situación era mucho
¡i, 111· t·11 el mundo extraeuropeo. Las distinciones universales ent re ricos
1904 al establecerse grandes asentamientos mineros y enclaves de 1111 , 1
cambio agrarios. Ciudad de El Cabo, Durban y Kimberley _adelanli11 1111 1111111·cs se vieron complicadas con la rápida aparición de una desigual- /11
, l 11l 1•111Te el «Norte» rico y el «Sur» pobre, que ha perdurado hasta hoy.
de repente a las ciudades costeras del oeste y el ~st~ de Afnca, conH, l 1
más grandes al sur del Sahara. Un boom urbano similar ya ha_brn rn1111 11 1 11 11n111 medida, estas crecientes diferencias reflejaban las condiciones
1111'1 •1·s11s del comercio entre Europa y Norteamérica, que generaban
1 !,
zado en Australia. En 1871, los treinta y seis pueblos de mmas d1· 111
111111 l1 1t·1os de avanzada tecnología, y Asia y África, que producían prin- 1

1 111
de Victoria tenían una población total de 146.000 habitantes, IIIIIHIII
1¡,,il111l•nte materias primas agrarias y minerales, cuyo valor añadido en
muchos cayeron en declive más tarde29 • En Australasia, ~gunos 11N1•111 1, 11111ncio mundial era menor. 1 i'I
mientos maorfes tenían características urbanas, pero la cmdad c1 11 1111
l ,11s fu erzas institucionales, sin embargo, eran igual de importantes.
importación puramente europea, en mayor medida aún que en 1•1 Kili
1 ,1, 111 el(' Europa, en las zonas donde los trabajadores indígenas tenían 111
el este de África.
1111 11,111 influencia con sus jefes extranjeros o criollos, la situación de los
do , 111N se deterioró rápidamente en las ciudades, y su situación econó- 11
111i ,1 ~,· lii110 nún más dura que la de los campesinos. La concentración
1, l.1 pllhl11r ió n en las nuevas ciudades la hacía particularmente vulne-
11
1 11 d, 1111111 ~·llí'c rn,edadcs. Las muertes por mal11u1·rición se 111an1·uvicron

1
LA GÉNF.SIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

tenazmente altas, año tras año, porque la población de las ciudades no te- l1111~ _ITas la hambruna de 1848 eran especialmente sospechosos de ser
nía fácil acceso a redes sociales que las abastecieran de alimentos, como · 111 11_1n~les, de P?rtar. enfer~edades y, más adelante, con el surgir del
sí ocurría en el mundo rural menos en los más excepcionales años d,· 11111v11~11ento_ na~1onal1sta fen1ano, de sedición política. En Alemania y
hambruna. Los trabajadores urbanos temporales de las sociedades colo \
11 1
• 1 '.'JH, los 111m1grantes eslavos de las tierras colindantes al sur y al este
niales y semicoloniales padecían una carencia estructural del derecho a ' 1 111 rgualm:nte sospe~hosos. Aunque las familias de comerciantes judíos
comida, bienes y servicios. La esperanza media de vida entre los pobr~·s 111 111 mayona de las cwdades europeas fueron víctimas del odio, sobre
de ciudades coloniales como Shangai, Bombay o Batavia era tan ba¡n 1111 lo l'l1 Centroeuropa, en Rusia y Austria acosaban a los judios urba-
como los veintiocho años, más baja incluso que la de los campesinos c11 1111~ pobres. A~uí, el antisemitismo político se volvió especialmente
el campo circundante. · 1111•1110 en,la decada de 1890. En Rusia, la humillación por la derrota
' 11111rn Japon entre 1904-1905 dio rienda suelta a la policía secreta y a
CUADRO 5.3 Población de algunas ci11dades importantes (en miles) l 1 1111_~>~ conservadora para atacar las casas y comercios de los judíos.
Ario Berlín Bombay Ca/cuto T3dimburgo Londres Nueva York Sid11ey Edo/'fo~•,11 1 1" 1:icil retratar a los judíos como antínacionalistas. También hubo
1800 172 83 1.117 60,5 1.200
,1,,. 11 11'.laque a los judíos de las ciudades norteamericanas.
Al igual que la emancipación legal formal no mejoró la situación de
1850 419 644,4 633 194 2.685 515,5 54 500 1,, J11díos ~obres en las ciudades europeas, los pocos negros que habi-
(1872) (18(,\)
(1872)
1«11. 111 las ciudades de Estados Unidos estaban excluidos de los servi-
1900 1.889 776 847,8 394 6.586 3.437 500 1.7~0 1" 11rbano~, los puestos de trabajo e, incluso, de las iglesias de blancos.
(1901) (1901) (190K) 1 11 11
1 • las decadas de _18~0 y 1890, un breve periodo que parecía pro-
1
1111 1,• 1111a democracia mterracial fue sustituido por un sistema de
1
l11\1_ón racial m~cho más sutil que la esclavitud32. Aquí, como en
El número y la pobreza de la clase trabajadora urbana a partir d 11 .!1111•1ca, la ené~gica clase media-baja y la clase trabajadora blanca
11
1870 preocupaban a la clase media y a las autoridades de las ci_u~mlc 1111 on en concierto con las élites urbanas para crear sistemas infor-
Pánicos a causa del sindicalismo sedicioso, el crimen, la mend1c1d111I 11 il, ~ de segregación racial en las ciudades en crecimiento. Las leyes
la violencia convuJsionaba a la mayoría de las sociedades urbanas ¡w111 11 11 111 d vagabW1deo se utilizaron para criminalizar, encarcelar y
11
11
dicamenteH. Las ciudades coloniales europeas encarcelaban a un ,h g,1r a los negros en los pueblos mineros de Sudáfrica a los aborí-
1
porcentaje ele la población masculina joven y urbana, una práctica 1111 11, • ·11 Australia, a los maorícs en Nueva Zelanda y a lo; amerindios
11 11
cialmente aplicada a los presos políticos importantes. Se extend111 1,ulo d ~uevo 1_1undo. De hecho, las décadas de 1880 y 1890 pare-
miedo al «crimen», pero se encarcelaba a cualquiera, desde drog:111111 1111.,la:r sido un t1e?1Pº ~n el que la conciencia racial y la segregación
hasta místicos religiosos, o indígenas tribales sin voz que vagab1111 p 11 111111 1vos ele raza invadieron las sociedades de casi todo el mundo.
la ciudad; todos podían acabar encerrados en imponentes cárceb 11 11 • l.1ro _que las ideologí~s de las élites sobre la guerra entre razas y ¡J
clásicas o neogóticas. En las décadas de 1840 y 1850, Francia y< ,1 11 ~• 11l'Sia fueron causas 1mportantes, pero estas ideas prevalecieron
11 111
Bretaña introdujeron medidas policiales urbanas más rigurosns, 11·111 t '1 ' Hl' pod'ían poner en práctica en las nuevas ciudades. Al atraer
das en los «barrios bajos» o bidonvilles, zonas pobres donde s11¡,11c ' 11111 n lu clase me?ía sin? también a la clase trabajadora, recelosa y ¡I
mente anidaba el crimen. El control policial era sorprcndt·nt1·11111 ,1, '1 11 1.1 ~l: su medio de Vida, se promulgaron como leyes y como pro-
alto. Durante las revueltas cartistas de 1848 en Gran Bretai'ia, s<iln e 11 111111N pol1t1cos.
centro de Londres se desplegaron 20.000 policías. Las perso1111s de 1 11• 1g11al mat~er~ parece que las divisiones de clase social se politi-
religión o lengua que emigraban a una ciudad eran objeto de l.1\ 11 '11 hito no significa que la guerra de clases estuviera al caer sino
cadas de la clase acomodada, pero también de la l'urb, 11l'IH111 11 11111 /1()liicrnos, la clase media y la clase trabajadora eran más 'cons-
Gran Bretaña, la costa este ele Estados Unidos y las colonius 1111111111 111 d,· «el p'.·oblema labornl». En las sociedades del viejo orden, la
los millrnws ck- i11111igrn1i1c·s ca16liros irlandeses 4ue nhu11do1H111111 1111 1111011 sonnl ele la gen le era un proceso basado, por lo gcncrnl, en

/(1(,
/07
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA lNDUSTRTJ\LIZACfÓN Y LA NUEVA CIUDAD

sus prácticas físicas. Pero en las ciudades de finales del siglo XIX había Los estudios recientes nos ofrecen unas explicaciones más sutiles
competencia entre la clase media y la trabajadora para ocupar espacio. sobre la naturaleza del comportamiento político de la clase trabajadora.
Esto ocurrió demasiado tarde. Las protestas públicas y demandas de Los historiadores del trabajo de hoy suelen argumentar que el grado de
derechos que acompañaron a las revoluciones y a la agitación constitu- actividad política de la clase trabajadora en distintas partes del mundo
cional de comienzos del siglo XIX parecen haber sido impulsadas por un estaba mucho más determinado por el tipo de industria y las condicio-
amplio conglomerado de personas descontentas: artesanos, pequeños nes de vida urbanas, que por unos rasgos genéricos de <-.:conciencia~
comerciantes> jornaleros urbanos, oficinistas insignificantes, etcétera. A ción», ya fuera ésta social, étnica o campesina. El brote de huelgas que
llegaron con el nuevo siglo fue más bien el resultado de los ciclos de la
partir de la década de 1880, sin embargo, muchos centros urbanos
economía mundial, que en ese momento obligaban a los empresarios a
empezaron a ser testigos del activismo político local de las clases traba-
bajar los sueldos coincidiendo con un período inflacionario. La serie de
jadoras, con manifestaciones, concentraciones y mítines en sitios públi-
huelgas no se debió, pues 1 a un cambio social generalizado, ni a una ten-
cos como parques y bares. Por lo tanto, la política de clases se convir-
dencia revolucionaria. Al igual que el nacionalismo fue el resultado,
tió en algo medible y observable, que salía continuamente en los
más que la causa, de las guerras europeas, la concienciación social de los
periódicos. La clase baja, como las etnias subordinadas, empezó cada
trabajadores fue el resultado de las revoluciones y no su causa. Las revo-
vez más a ser sospechosa de ser criminal o portadora de enfermedades. luciones tenían orígenes milítares y políticos inmediatos 1 no eran conse-
cuencia de cambios inexorables y uniformes de la relación entre las cla-
ses sociales. Esta forma de pensar permite a los historiadores <lar
importancia al surgimiento de la clase obrera urbana y a los nuevos
LA POLÍTiCA DE LA CLASE TRABAJADORA tipos de relación social entre clases que caracterizaron el mundo urba-
no de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Sin embargo, también les
Sin embargo, ¿hasta qué punto se puede decir que la clase trabajadora libera del supuesto de que las historias de clase obrera del siglo XIX
industrial más radical fue un agente activo en la nueva política indus- muestran inexorablemente el crecimiento de una unificada concíencia
trial y urbana o hasta qué punto fue una mera «representación>> inge- de clase que finalmente explosionó en forma de revolución.
niada por las clases medías y la administración? A comienzos del siglo Las sociedades industriales más desarrolladas -Gran Bretaña,
XX, los activistas radicales y los pensadores socialistas ya habían elabo- Francia, Estados Unidos y Alemania- fueron escenario de conflictos
rado un mito de desarrollo social en el que la clase trabajadora del laborales que reflejaban el nuevo poder de los trabajadores especializa-
mundo era la precursora de un nuevo tipo de ser humano. El proleta- dos, sobre todo en las industrias tecnológicas como la telegráfica, la
riado de todo el mundo estaba tomando conciencia de clase, pensaban. naval y la química. La industria minera del carbón, sobre todo en Fran-
Como prueba de ello señalaban la expansión de los sindicatos y, en cia, fue testigo de «acciones industriales» a gran escala durante este
Francia, de las pequeñas asociaciones de trabajadores. La mayoría de periodo. Muchos contemporáneos, además de los historiadores poste-
los historiadores sociales siguieron esta línea hasta la década de 1970. El riores, pensaban que eran el preludio de la revolución. Pero, en reali-
debate se centraba en por qué la revolución o la actividad radical indus- dad, lo que ocurría era que los trabajadores más o menos bien pagados
trial no alcanzaron las cotas que debieron alcanzar. Los historiadores trataban de asegurarse algunos de los beneficios de la rápida expansión
del trabajo británicos argüían que una aristocracia trabajadora había económica que siguió a la depresión de las décadas de 1870 y 1880. Pre-
sido «embaucada» por el estilo de vida de la clase medía y los valores valecía un sentimiento de cambio político tras el auge electoral de los
políticos liberales. Para el caso de Estados Unidos, señalaban las dife- partidos Liberal, Demócrata, Progresista, Radical y Socialdemócrata,
rencias «étnicas» de los inmigrantes, mientras que los historiadores de en estos países, y esto aceleró el ritmo de las negociaciones laborales.
las sociedades principalmente agrarias de India, China y Japón creían Por lo general, el derecho a la huelga había sido legalizado. A pesar del
que los trabajadores de estos países aún mantenían una «mentalidad considerable aumento del número de huelgas en las economías indus-
campesma». triales avanzadas entre 1905 y 1914, es difícil decir que estas sociedades

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

estuvieran al borde de un conflicto de clases a gran escala en 1914. Al Bal Gangadhar Tilak y se alimentaron del resentimiento arraigado entre
contrario, tantas huelgas parecen indicar que el radicalismo se había los trabajadores textiles de la ciudad. Estas personas no hacían la huel-
domesticado y neutralizado. Sólo el haber vivido la experiencia de gue- ga porque fueran campesinos disfrazados que creyeran en el simbolis-
rra mundial pudo redefinir la situación después de 1914. mo religioso del partido de Tilak. Tampoco la hacían movidas por una
Dado que los activistas e intelectuales de la clase obrera de todo el nueva y homogénea ideología de clase. Estaban muy fragmentados
mundo leían traducciones de Marx, Lenin, Bakunin, Proudhon y a entre ellos en cuanto a estatus, orígenes y oficios. Parece ser que lo que
otros pensadores radicales, está claro que los movimientos industriales explica el estallido fue el generalizado intento de los administradores,
estaban conectados. Pero, en cada contexto, respondían a condiciones tanto indios como británicos, al intentar mantener bajos los sueldos y
diferentes. La Revolución Rusa de 1905 no fue ante todo una revolu- las prestaciones sociales en un momento en el que el coste de la vivien-
ción obrera, ni siquiera campesina. Más bien, la crisis general entre la da y de la comida aumentaba34 . En gener:11, como ocurrió en Europa,
sociedad y el Estado en las ciudades de Rusia había impulsado a los tra- las huelgas mejor organizadas de China, Africa y Oriente M~dio hasta
bajadores a expresar sus prolongadas quejas sobre las condiciones y 1914 fueron las surgidas entre los trabajadores privilegiados. Estos eran
seguridad del puesto de trabajo en las infracapitalizadas y primitivas en su mayoría expatriados europeos: hombres que trabajaban en las ofi-
industrias. A parúr de la década de 1890 se produjo una creciente cinas de telégrafos de los puertos, en los ferrocarriles y en los tranvías
oleada de huelgas industriales. Se trataba de huelgas de estudiantes y en lugares como Shangai, Ciudad de El Cabo y Port Said. Los conflic-
del congreso de autoridades locales radicales (zemstvos) que desataron tos laborales fueron especialmente violentos en Sudamérica. En 1906,
la revolución en el invierno de 1904-1905. La legiúmidad de la autocra- las autoridades chilenas sofocaron una huelga en la ciudad costera de
cia había sufrido un varapalo letal al perder la guerra contra Japón. Antofagasta matando a centenares de personas. Sólo en 1907, hubo 231
Pero la clase obrera sólo se involucró tras la masacre de trabajadores huelgas en Buenos Aires35 . Los trabajadores involucrados buscaban
desarmados ocurrida en San Petersburgo el 9 de enero de 1905. Estos progresar; como sus contemporáneos europeos, no eran los precursores
obreros no eran, en un principio, revolucionarios radicales; de hecho, de la revolución social.
venían organizados por un sacerdote. Su mensaje era de reforma moral, Mientras que la urbanización cambió esúlos de vida y proyectó las
no de guerra de clases, y su deseo era crear un sindicato leal al régimen diferencias de clase social en un ámbito político, no parece que los tra-
para evitar las doctrinas socialistas33 • A lo largo de la primavera y el bajadores urbanos se sintieran demasiado alienados a comienzos del
verano de 1905, cerca de medio millón de trabajadores de diversas in- siglo xx. Tampoco querían privar al mundo de la propiedad privada.
dustrias rusas hicieron huelga. Reivindicaban principalmente mejoras Las ciudades eran importantes sobre todo porque servían como escena-
en las condiciones laborales y parece que las protestas fueron desorga- rio a la política de las relaciones industriales y permitían a la gente
nizadas y adventicias, un intento de aprovecharse de la debilidad del adoptar nuevas formas de pensar y actuar políticamente. Las ciudades
Estado y un movimiento que buscaba obtener representación en la eran como grandes escenarios donde se representaban los dramas de la
Duma. Aunque representantes de los trabajadores acudieron al efíme- política popular y radical. Incluso en las zonas más industrializadas del
ro sóviet de San Petersburgo en el otoño de 1905, éste fue organizado mundo aún no había una asentada «conciencia de clase obrera». Pero
más bien por políticos radicales urbanos que poco tenían que ver con la idea de la clase obrera como un fenómeno mundial sí había arraiga-
los sindicatos emergentes. A partir de 1905, el aumento y posterior dis- do. En parte, esto se debió a que los gobiernos temían las redes de sin-
minución de las huelgas de los trabajadores industriales rusos se debió dicalistas y anarquistas que ya habían llevado a cabo golpes espectacu-
al hecho de que los sindicatos habían sido legalizados. A primera vista, lares como el asesinato de zares rusos y presidentes franceses. Los
no dan prueba alguna de un incremento de la militancia entre los tra- gobiernos leían la retórica del socialismo internacional en la prensa de
bajadores dirigida a fines políticos. izquierdas que ya difundía lo que se conoció más tarde como marxis-
Las contemporáneas huelgas de Bombay fueron provocadas por el mo. En parte, sin embargo, se trató de que la uniformidad de la vida
encarcelamiento por parte de los británicos del líder congresista radical urbana e industrial imponía condiciones parecidas a los trabajadores de

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

los diversos continentes, y esto empezó a darles un sentimiento de po- La gran contribución americana a la reorganización del espacio
der común. La práctica, y más la ideología, del activismo político de la público fueron los grandes almacenes. París ya tenía supermarchées en
clase obrera sería una característica clave a comienzos y mediados del el reinado de Napoleón ID, pero los norteamericanos los hicieron
mayores y mejores. Nacido para cubrir la necesidad de las dispersas
siglo XX.
comunidades agrícolas de poder comprar todo tipo de productos espe-
cializados en un solo lugar, a finales del siglo XIX, el gran comercio urba-
no se convirtió en la fuente del nuevo consumismo. Las tiendas se habían
convertido en lugares en los que poner en práctica la sociabilidad
LAS CULTURAS URBANAS DEL MUNDO Y SUS CRÍTICOS
mediante los patrones comunes de consumo de artículos de lujo, sobre
todo por parte de la mujer. El patrón establecido por Sears Roebuck en
Siempre ha habido ciudades de gran reputación como sedes de reinos,
Chicago llegó a Londres con Harrods y Selfridges antes de la Primera
repúblicas u hombres santos. A lo largo del siglo XIX, sin embargo, la
Guerra Mundial. Todas estas tiendas ofrecían prestaciones específica-
cultura urbana global emergió como un patrón de vida más uniforme y
mente pensadas para mujeres. En el mundo extraeuropeo, los grandes
nítido. Ya a finales del siglo XVIII, las ciudades norteamericanas y del
hoteles hacían a menudo la función de clubes, grandes almacenes y res-
norte de Europa empezaron a ser escenario de un ocio y un asociacio- taurantes para una gran población móvil de expatriados europeos e
nismo parecidos, entre la aristocracia, las élites comerciales e, incluso, incluso para los aristócratas y comerciantes adinerados chinos, indios,
los trabajadores. En el siglo siguiente esto se generalizó aún más. Ade- malayos, indochinos y egipcios. En las ciudades coloniales de otras par-
más de muchas asociaciones urbanas, clubes, centros de reuniones y tes, los espacios públicos estaban segregados no sólo por género sino
asociaciones comunitarias, el café prop orcionó un potente símbolo del también por raza. Había pocas excepciones. Los movimientos h umanis-
espacio público urbano, a la vez que como un importante punto de tas como la masonería, la teosofía y los espiritualistas, trascendían la
encuentro tanto para hombres como mujeres y como un escenario ade- división racial, y también alguna Iglesia, algunas asociaciones de jóve-
cuado para los debates políticos y filosóficos. Para resaltar la importan- nes cristianos y un puñado de clubes de polo e hipódromos. Sin embar-
cia del periodo revolucionario como acelerador de estos cambios no go, por lo general, la creciente clase media indígena de estas ciudades
hay más que pensar en el bistro o restaurante estilo francés. Sus oríge- fundaba sus propios clubes, asociaciones y hoteles, pensados para una
nes fueron las cocinas de «comida rápida» organizadas para las tropas población obligada a desplazarse frecuentemente por motivos de jui-
rusas que ocuparon París en 1815. Las cafeterías originales, tales como cios, obtener una mayor educación o matrimonio. Estos lugares se con-
los Quadri's y Florian's de Venecia - la primera, centro de reunión de virtieron en forzosos centros de debates y discusiones políticas. La cafe-
los proaustriacos; la segunda, de los nacionalistas-, tuvieron miles de tería de la Universidad de Calcuta situada en College Street y el
imitadores en Europa, sobre todo en los dos grandes centros de políti- refectorio del YMCA de Shangai fueron símbolos tan potentes de la
ca radical, París y Viena. Los editores radicales como Karl Kraus, el emergente política anticolonial como la oficina de correos de Dublín o
socialista y reformador social vienés, y Érnile Zola, el azote de la clase el lugar donde tuvo lugar la masacre de Amritsar después de 1914. Ade-
dirigente militar y política francesa, organizaban sus campañas y movi- más, estos símbolos de la vida urbana eran universales. Los jóvenes
mientos a través de los cafés. También fue importante el hecho de que, radicales de las colonias europeas, China y Japón, encontraban espíri-
hacia la década de 1880 ó 1890, las mujeres respetables podían ir a las tus afines en los refectorios y cafeterías de Londres, París, Ámsterdam
cafeterías y a los grandes restaurantes y, de hecho, deseaban ser vistas y Berlín. Antes de la Primera Guerra Mundial, Ho Chi Minh, futuro
allí. Los espacios públicos seguían siendo sexistas en la mayoría de las líder de los comunistas indochinos, trabajó en Polidor, un restaurante
grandes ciudades del mundo. Por eso, el avance de la mujer en estos de París. La uniformidad global de la enseñanza profesional y académi-
reductos de sociabilidad masculinos como la cafetería y el restaurante ca llevó a Mahatma Gandhi y a Jan Smuts a Londres, a Sun Yatsen a
fue tan importante como las grandes campañas de las sufragistas para Honolulú, y a B. R. Ambedkar, futuro líder de los «intocables» indios,
cambiar un poco el balance de poder de los sexos. a Nueva York.

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALlZACIÚN Y LA NUEVA CTTJDAD

compañerismo de la gente común. El club deportivo, la cafetería de


obreros y el bar se convirtieron en centros de debate social y político,
pero también en lugares donde se impulsaba una forma de consumo
común, gracias a la publicidad y la imitación.
De este modo, las ciudades de todo el mundo se volvieron más uni-
formes en apariencia que cincuenta años antes. El patrón anterior de
barrios residenciales segmentados, que tenían el carácter de grandes
aldeas urbanas, desapareció. Los gobiernos y las autoridades querían
disciplinar el espacio urbano y construyeron calles anchas y viviendas
siguiendo un plano cuadriculado. Esto les facilitó mantener el orden
público en una época de manifestaciones masivas en las calles. También
ayudó a controlar los grandes incendios urbanos que caracterizaban a
las antiguas ciudades con sus construcciones de madera, adobe y quin-
cha. Además, era más fácil poner a la población en cuarentena cuando
estallaban los brotes de cólera y peste típicas del siglo. El resultado fue
la creación de una clase media y una clase obrera, blanca y no blanca,
más homogéneamente agrupadas, en las que se fomentó sus propias
identidades exclusivistas y a veces antagónicas.
Un avance muy importante para el futuro modelo residencial global
fue la aparición del «barrio residencial» de clase media. En las antiguas
ciudades, las afueras habían sido una mezcla informe de áreas de trans-
5 .4 La nueva arquitectura: el edificio Reliance, Chicago, 1895. porte y de enormes mercados mayoristas. Las casas de los sirvientes y
de la gente más pobre rodeaban o se mezclaban entre las de los ricos.
Hacia finales del siglo XIX, la clase media empezó a retirarse a las afue-
ras, donde empezaron a aparecer grandes islotes de viviendas de clase
Con la expansión industrial, también empezaron a surgir patrones superior. El desarrollo del transporte gracias a la industrialización,
comunes de sociabilidad urbana entre la clase trabajadora. Los intere- representado por los trenes, tranvías y automóviles, hizo que esto fuera
ses deportivos masculinos tradicionales se popularizaron. Los círculos posible. En los barrios residenciales, la clase media podía disfrutar de
de lucha libre habían sido un rasgo común de la sociedad aristocrática una vida sana y recluida, lejos del barullo político y de la miseria. A
tradicional del Imperio Otomano, Irán y del centro y sur de Asia. Ahora veces, la arquitectura de estos enclaves era deliberadamente arcaica,
empezaron a proliferar clubes de lucha o akharas entre los trabajadores como el neogótico de las afueras de Manchester, Melbourne y Bombay,
de Bombay, Ahmadabad y Teherán 36_ Formaban una potente red de o el «neoburgués» de las afueras de Ámsterdam y Batavia. A veces era
organizaciones e intereses extralaborales que se podían utilizar para modernista, como en las afueras de Nueva York o Barcelona. En ocasio-
movilizaciones sociales y políticas. También se convirtieron en símbolos nes, el Estado participaba en la creación de estos enclaves, sobre todo
de la cultura popular nacional. De igual manera, los deportes socia- en las sociedades coloniales, donde consorcios para la mejora urbana
les empezaron a extenderse rápidamente por las ciudades europeas acondicionaron espacios adecuados para el asentamiento de los europe-
-sobre todo el fútbol, el boxeo y las carreras de galgos- a partir de os expatriados e indígenas ricos a base de expropiar terrenos a los alde-
1870, permitieron a los hombres, al menos, tener intereses fuera del tra- anos de las afueras. En los alrededores de muchas ciudades de Asia y
bajo y de sus casas. La extraordinaria popularidad y extensión del fút- África se construyeron grandes asentamientos militares, habitados por
bol por todo el mundo a finales del siglo XIX atestigua la necesidad de soldados blancos. Los suburbios también reflejaban el modelo que la

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD

clase media se imponía: el deseo de vivir apartados en parajes ajar- China, la tradición confuciana siempre había sido ambigua respecto a la
dinados, pero no demasiado lejanos de los centros del poder y la ri- ciudad, considerándola el territorio propio del comerciante y, a menu-
queza. do, la sede de la corrupción. Los escritores modernistas reformularon
Sin embargo, los gobiernos hacían gestos simbólicos al ensanchar estos temas y los utilizaron para atacar a los capitalistas y los extranje-
calles, instalar alumbrado público y evitar que los residentes invadieran ros. La profunda desconfianza que inspiraba la alienación de las ciuda-
espacios públicos. Anunciaron su modernidad y su base científica. San des en muchos intelectuales urbanos asiáticos también la expresaron
Petersburgo se convirtió en el símbolo neoclásico de la Rusia moderna los escritores bengalíes en sus farsas populares, que ridi.culizaban a la
en el siglo XIX, mientras que Moscú siguió siendo el centro religioso y nueva clase media, y los poetas japoneses, que idolatraban al «noble
el lugar de las coronaciones, la ciudad favorita de los «eslavófilos», que campesino». Expresaban así su repugnancia dos décadas antes de que
añoraban las tradiciones de la vieja Rusia37 • Las tensiones entre los vie- el gandhismo y el expansionisrno político japonés instaran a la gente a
jos centros reales y religiosos, y la necesidad del Estado de afumar su volver a las aldeas y a la digna labor en los arrozales.
modernidad en el escenario de la ciudad, se notaron sobre todo fuera
de Europa. Los jedives de Egipto y los gobernantes del Imperio Oto-
mano después del Tanzimat desarrollaron proyectos especiales para
construir bulevares, óperas, plazas públicas con estatuas y jardines flo- CONCLUSIÓN
rales al lado de las nuevas estaciones de tren. Desde el punto de vista
estrictamente financiero de la gestión económica, gran parte de esos Los intelectuales del siglo XIX pensaban que la industrialización y la
proyectos eran despilfarros. Pero sirvieron para distanciarles de las vie- expansión de la vida urbana eran los dos rasgos definitorios más impor-
jas sociedades orientales del pasado y para hacer ostentación del poder tantes de su época. Acertaron y se equivocaron. Los historiadores han
del Estado, ahora mediante grandes bloques de oficinas oficiales, emba- demostrado que la industrialización llegó relativamente tarde en el
jadas y juzgados. Los grandes edificios art nouveau del centro de siglo; fue, a menudo, un fenómeno rural, y que sus efectos, si bien
Madrid simbolizaban un tipo de poder diferente al viejo palacio Habs- importantes, fueron poco homogéneos hasta 1914. La idea de que la
burgo construido de forma estudiada al lado de la catedral. También es industrialización creó una gran clase trabajadora homogénea y cons-
difícil pensar en una zona urbana más diferente a la vieja ciudad china ciente de su condición también es difícil de aceptar. Sin embargo, los
de poca altura, el «eje de los cuatro cuadrantes», que la ribera del Bund intelectuales contemporáneos acertaron en el sentido de que la idea de
de Shangai, una zona repleta de hoteles y bancos neoclásicos. la clase trabajadora y la ciudad moderna eran a finales del siglo XIX
No toda la intelectualidad del mundo aplaudió estos cambios. A poderosos símbolos políticos, sociales e, incluso, artísticos. Los políti-
pesar de las protestas de algunos nostálgicos del movimiento Arts & cos de izquierda y de derecha actuaban con la mirada puesta en animar
Crafts victoriano en la supuestamente tradicionalista Gran Bretaña, el o tranquilizar lo que les parecía una clase obrera creciente y poderosa.
público británico pareció indiferente ante la creación de grandes zonas La mayoría de los sociólogos y artistas también se preocupaban por la
de jungla urbana. La nueva riqueza de Estados Unidos estuvo aún más vida en la ciudad moderna, a veces recelando de la corrupción estética
decidida a fijar toda una nueva imagen de la propia modernidad urba- y moral que generaba y otras celebrando la libertad e igualdad que ofrecía.
na e inició la construcción de enormes rascacielos en la década de Incluso aunque los capitalistas industriales y los inversores de clase
1890, antes de que el precio del suelo lo justificara. En realidad, la media no hubieran asumido el poder político antes de 1900, la indus-
mayor oposición a la alienación y la anomia de la ciudad moderna llegó trialización y la política ciudadana tuvieron efectos importantes al
desde Europa continental y algunas partes de Asia, por boca de conser- menos a partir de mediados de siglo. En la década de 1850, los gober-
vadores y radicales, sociólogos y artistas. La idolatría por «La Francia nantes europeos asumieron un papel más activo patrocinando ferroca-
profunda» (La France pro/onde) y la aparición de un movimiento de rriles, telégrafos, el desarrollo de industrias de guerra y también plani-
«vuelta al campo» en Alemania se fundaron mucho antes de que la ficando ciudades. Incluso el Estado más moderado, el gobierno federal
población urbana llegara a ser el 70% del total en estos países. En de los Estados Unidos, se involucró en ello. Las autoridades chinas y

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO

japonesas siguieron su ejemplo. Este tipo de intervencionismo dotó a 6


los nacionalismos y a la construcción de imperios de finales del siglo XIX
de más amplitud, más agresividad y más fuerza. Pero los estadistas de LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD,
«sangre y hierro» de la etapa posterior a 1848 tenían otra ventaja de la c. 1860-1900
que sacar provecho: las aspiraciones nacionalistas de sus súbditos, for-
jadas en la guerra, diseminadas por la prensa y reforzadas por la propa-
ganda. El siguiente capítulo analizará el nuevo nacionalismo, el nuevo
imperialismo y las nuevas definiciones de la etnicidad.

Este capítulo considera el desarrollo del nacionalismo y el imperialismo


a finales del siglo XIX, que fueron dos de las principales características
definitorias de la época. Integra el debate de estas dos grandes pesadi-
llas de la historiografía, pero también examina los pueblos, etnias y gru-
pos religiosos excluidos por las naciones y marginados por los imperios.
El capítulo sostiene que el despertar a finales del siglo XIX de un nacio-
nalismo más vigoroso fue un fenómeno global. Surgió simultáneamente
en gran parte de Asia, África y las Américas, y no primero en Europa,
para luego ser exportado a «ultramar». En muchos casos, la marea del
nacionalismo también surgió de las leyendas indígenas, los relatos y los
sentimientos sobre la tierra y los pueblos, antes que ser una imposición
maligna de Occidente. En el futuro, los historiadores del nacionalismo
tendrán que poner al mundo extraeuropeo en el centro de sus análisis
en vez de considerarlo un «añadido extra». Por último, el capítulo ana-
liza los numerosos vínculos existentes entre las emergentes instituciones
nacionales que empezaron a crear una sociedad civil internacional a
finales del siglo XIX. Otra vez vemos la paradoja de la globalización. El
endurecimiento de las fronteras entre naciones-estado e imperios a par-
tir de 1860 impulsó a la gente a buscar formas de contactar, comunicar-
se e influirse, a través de esas fronteras.
El nacionalismo (junto al imperialismo) es uno de los pocos temas
históricos totalmente «teorizado». Nos será útil, pues, examinar las
«teorías» del nacionalismo antes de estudiar las preguntas «¿Cuándo
surgió el nacionalismo?» y «¿Quién o qué lo creó?».

218 219
IMPERIO RUSO o
IIIINc.JlfA

.r

\j )
NUEVA ZELANDA
(1876)

D Británko

O F,anre

MAPA 6.1 Nuevas naciones, nuevos imperios, c. J 860-J 900


LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO
LA NACIÓN, EL IMPERIO y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

TEORíAS DEL NACIONALISMO


ll1J111t'IH y_étnica coincidían. Adrian Hastings aplica esto a Frat .
Las «teorías del nacionalismo» fueron uno de los principales temai. 1 ' u, Hrctana3. Los historiadores de Vietnam Sri Lanka J , 1c1a y
, 11 11 llí , 1 d ' Y apon man-
debate para los historiadores de finales del siglo XX. Esto se debió, p111 , •11 ic a paso a go parecí o. En otro contexto T C W Pl .
1 ¡·. d 1 fu d , · · . annmg
una parte, a que el nacionalismo se negaba a desaparecer, como tend1I ' 11111 r;r,a o e pro n o sentido de ident1'dad
. , casi e ovm1sta e1
. h . . d
que haber pasado seg(m las teorías socialistas que tanto influyeron a 111 ¡, ,, i.i 1ismo cultural alemán mucho antes del siglo XIX t ' di,
. . , que rascen o
111111cras d e los pnnctpad 4 L ,: i ,. d l · ·
historiadores, y, por otra, a que algunos historiadores se dejaron fü·vur 'I os · as c:utes e a gunas regiones 111dias
por los escritos programáticos de los teóricos sociales sobre este te111 •;11 ,11•11 parecen h~b~r forjado una identidad patriótica basada en la
Esta sección tratará de demostrar que estas teorías deben utilizarse 111d ":,·111'.1 p~pular, el 1d1oma y 1~ resisten~ia ante los invasores de pdnci-
como herramientas con que interpretar los hechos, que como tcoi l 1 hi , lc Edad Mode~°:ª· Los líderes nacionalistas de finales del si lo XIX
propiamente dichas. Sirven para esclarecer algún que otro caso dt· le 1, •Jll.11 on estas t~·aclic1ones e historias vivas y edificaron sobr~ ellas
nacionalismos de finales del siglo XIX, bien por separado, bien t·11 ,, it11111do consolidar estados nacionales modernos contra los enemi-
conjunto. Pero estas teorías no tienen el valor de predicción, y nintt1111 , 11111·1·11os ~ ex~emos. Parece persuasiva la idea del teórico A. D. Smith
de ellas puede, por separado, explicar la naturaleza, ni mucho meno 1 l:1." '¡'.~ontmwdad entre lo ~ue él llama «etnias» --esto es, antiguas
cronología, de la aparición del nacionalismo'. f
I
t cngua Y cultura comun- y las naciones modernas5.
Un conjunto de ideas sobre el nacionalismo, derivado directa111 1 ',1 11 tinbar?o, los historiadores modernos, a diferencia de sus pre-
te de la ideología de los pensadores y patriotas del siglo XIX, ma111111 11 ""'s. del siglo XIX, son muy escepttcos , ·
respecto a estas ideas y la
que las naciones modernas surgieron de modo natural de las v11 j ' , 11 ,.1 ~1?u~enta ~~e las nacion~s fueron «constrnidas» recientemen-
comunidades unidas por lengua y cuJtura. La mayoría de los nacio1111lt 11111 l11s ue1_zas pohticas o por la imaginación y que no crecieron como
tas culturales de hoy en día mantienen esta postura. Aseveran q111 1 ' 1111\1110s vivos. y no hay duda de que a finales del siglo XIX lo que
acontecimientos de finales del siglo XIX fueron sólo el final de u11 pi ' ,. uotaba e~ muchas regiones fue este tipo de sentimientos nacio-
ceso más amplio por el cual los pue blos incipientes proclamal11111
nación y reclamaban un Estado que la garantizase. Ésta fue la k1•11111
tH
,l I promovtdos P?~ el Estado. Por eso el debate ha girado sobre las
i1, ,11 •o,ncs ~ue pemutteron a las élites inventarse o construir las nacio-
dad histórica que buscaron Garibaldi y Mazzini, los patriotas it:ili11111
, ',11 n decada . , de 1980
. , , mueh os h.1stona
· d ores profes10nales
. siguie-
y también su émulo indio, Surendranath Bannerjea, que escribi6 111 e1 11 ,1 ,11111 opologo y filosofo Emest Gel] ..r-
l' ner, que mantuvo que el
de «naciones en creación». Esta interpretación naturalista de lns 11 11 ,, hu i.1 _isn~~ estaba estrechamente vinculado a la industrialización a
nes fue el mensaje proclamado en miles de novelas, óperas e l.111111 • 11il i11111;,:ac1on. Planteó que cnla Europa del si'glo XIX . d lY
nacionales que loaban el Volk alemán, le peuple /ranf(Jis o el «1•'.ttll /\ · Af · . Ycomtcnzos e XX
i1 ~111y Ttca a partir de la década de 19.30, fue la gente reunida e~
para los egipcios». Es arquetípico de estas creaciones el poema «111111 1 11111 v7 centros urbanos la más propensa a considerarse pueblos uní-
bélico» del poeta revolucionario griego Rigas Feraios: «¿Cmí1110 11, ' 1 i1•r amar un Estado. Por e¡·emplo la amalgama de h ,
po, héroes míos, viviremos en cautiverio, solos como lcoiws e 11 , • ¡·, . . ,. ungaros, ser-
1 ' 1111 w_1os de la Viena decimonóruca, compitiendo para hacerse
monte, en los picos? Vivimos en cuevas y nuestros hijos abando1111 1
tierra como amargados esclavos. Mejor vivir libres una hora c.¡11l' 111111
11 '1 1. rnbn¡o y. con los , recursos , de¡'ó más claras las diferenc1as . entre
1 i -,111;,;ns» e unpulso sus deseos de autonon ,
, . . 1.
11a nac10na
ta años como esclavos»2•
A pesar del escepticismo intenso de los historiadores 1111 u li 11
algunas candidatas a nación de finales del siglo XIX, tanto dt·1111 n 11
fuera de Europa, podrían reclamar un linaje más antiguo qm· 1111 e
1 , leorw_ de ?ellner fue, pues, una teoría de modernización. Con-
1, i, 1i•I l1H~1onalis?1~ co~o el equivalente funcional político del capi-
111 11111, In mdustrializac1on, la familia nuclear y el «individualismo
'
1
, , ivo», fuerzas que estaban supuestamente en marcha para dominar
eran entidades vivas, en desarrollo, pero tampoco eran nucvns 111v111
nes de demagogos populistas e intelectuales intoleran tes. l •:sr1• , ,,
l 11111111lo_l;11 fases regulares. Desde este p unto de vista, el nacionalismo
11 1
' ' Hlro t~c ~cs1·c a ~stc Y Sur, llegando, finalmente, a Africa en el
1
dio, como hemos dicho en capítuJos anteriores, cuando uno vi, 1,1 hl
tidad patriótica, una homogeneidad lingüísLica y religiosa y 111111 pt1I f,, \ 'í, t'.I «ultimo c~ntrncnte» en el que penetraron el capitalismo la
d, 1111,.11 ,011. Pred<.·c1hlcmc111e, la, teoría <.le G·,ellnei. f 1111c1.ona me¡or . yen

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LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO
LA NACIÓN, EL IMPERIO y LA E'fNlCIDAD, c. 1860-1900
las sociedades del centro y este de Europa, que eran las que él tenía t'l1
mente. Así, la confrontación entre checos, alemanes y húngaros en ,·1 111111 versión completa del sur ímie d l . .
11 i. " ' dt: finales del siglo Xlx d bg . nto e os nac10nalismos compe-
Imperio Austro-húngaro tuvo lugar en un periodo de urbaniza<:in11 i, 1,1, l'on1.o precondiciones Ale e mcorporar . todas estas « teonas» , ¿ is-
·
rápida. Por ejemplo, la población de Praga aumentó de 157.000 pc.•rso . gunas tienen más pes •
ji, "' ras. Así por e1·emplo el d d 1 o en ciertos casos
nas en 1850 a 514.000 en 19007• También describe bien el caso alc1111111 ' '
11 111 1r1s aún sociedades ag ..· d A .
espertar e os. movimient os nac1on . alis-
y el de Italia, por lo menos en Jo que respecta al Piamonte como nu(·vu \ 1111 ,1 ,mlecedió la urbaniz~;i1o~as. ed si~, !Onente Medio y el norte de
centro industrial. Sin embargo, hubo muchos casos en los que slll'gl(
l1111 i 1t'1capitalismo impreso• E n m ustna. dmoderna e incuso · 1 Ja ¿·fu , -
ron enérgicos movimientos nacionales en sociedades de industrialii 1 • n estas soc1e acles la u1·b • . ,
1 1111 .1lcanzó un 103/c t d e· al , a111zac1on rara-
ción relativamente baja. º an es e im es del siglo XIX 1 Jf b .
Los escritores que no se dejaban convencer por el avance del rapl 111 11dino un porcenta¡·e al, D l , Y e a a et1smo
i 1111.1 condición para el m d
go menor. e 1echo tam
,
f
poco ue so amen-
l
talismo y el individualismo arguyeron, después del libro de Gellncr, qu un o extraeuropeo Ha d
111, 11110 cn 1848 cuand0 1 d , . , y que recor ar que
el nacionalismo era un producto del mismo Estado, la obra de un ¡u111 ' ª go que po namos 11 · ali
cipio puro de poder. Como dice Edc Hobsbawm, el nacionalismo sÍMII 1,l,,1 t·n marcha, en Alemania el 75% de am~i:_ na~1011. ~mo ya
al Estado y no al revés8 • Él y John Breuilly9, más que otros, han :11.i11 1111p11 y la población urba11 b e lda poblac1on aun v.1v1a en el
¡. •11 11 ms y artesanos a 1 . .
a esta a rorma ''l princ1·p al mente por f·w1-
mentado que el nacionalismo fue creado por una política conscic1111 d ' a VleJa usanza.
las nuevas élites políticas a finales del siglo XIX. Los estados promov1.111 1 1>,· nuevo, el nacionalismo surgió no com . .
enseñanza popular, definían la ciudadaiúa y sus obligaciones, co11t11l1111 11 f 111'l1 como un proceso s· . . o un acontecuruento, sino
y encarcelaban a las personas. Su sentimiento de urgencia se vio II le t 1 i" l lobsbawm el sentimien1t s~g':1mos Idas teorías de J ohn Breuilly Y
, o m1orme e nacionalid d d . d d
zado por las necesidades del capitalismo, el auge del socialismo, <·1 1111 1111111ns y tradiciones de pat . . . a enva o e
1 , 1"i 1 111 maquinaria del pod . ' nottsmos anteriores fue moldead o y afila-
vismo de la clase obrera y el miedo a la criminalidad. Fue un periodo l eroso nuevo Estado Est . 'f;
el cual los gobiernos empezaron a censar a la población y a cont rnl111 1 1 111do creara el sentimiento nacionalista de 1- . ,.d o¡o s1gn1 ica qu.e
inmigración y la emigración más de cerca mediante el sistema d1• ¡111 1 • 111,r ejemplo, la guerra civil f .·, d d ª ~et a. n Estados Un1-
portes. Todo esto estaba consciente o inconscientemente dirigido li 11 ' l1 , i11cionalidad noneame .. ,OtJo e mlo o mas firme un sentimíen-
1,1111111111l c Jel Norte. A partirllc,ma, por o menos t . l 61 . ,
el refuerzo del sentimiento nacionalista y obligaba a la gente de 1:i~ f 11 de 1865 la al en r~, a po ac1on
teras a elegir una nación-estado u otra. Incluso los Estados Unid11 1tl1 IIS(' más en el continente . ' . p abra «nacion» empezó a
, . not teamencano
finales del siglo XIX encajan en este modelo. 1 •11• uh uno ejemplo nos recuerda una co. d .. , . .
Un corolario de esta teoría, más que una teoría en sí misma, 111 1 1 l 1111 ionalismo que ha sido . d 1 n 1Clon del surguruento
' · margma a en a mayoría de 1 ,
muló Benedict Anderson en la década de 198010• Era una pc1s¡,1 • ti '111, lp11 1<·s: la importancia del flj bél· ' . as «teon as»
más antropológica, que resaltaba la importancia de la imagi1111t 11111 1 111 •n también entre la pobtº?, clo ico, sobre todo entre esta-
sentimiento compartido a la hora de inventar el nacionalismo 11111 , ' llllt·nsificó durante 1 . 1acion e un solo Estado. El nacionalis-
los cambios en el poder y en los recursos. Las naciones eran «11111111 e s1g o XIX como consecu . d 1
i11, l',11111. El nacionalismo s d t·1111, enc1a e a guerra y
dades imaginadas» creadas por el «capitalismo impreso». l.11 dil11 .
I" •,. i1crn de un servicio i1. . .
e e a comparándose . con «otros». La
de libros y periódicos por todo el mundo creó un sentimiento d, p m rta1 compartido con una d ., b, .
t,1111,•l11tropa ycllidcrazgod 1 '1' '.e e ucac1on as1-
nencia común en las mentes de las élites y, más adelante, dt· 111 , e a e tte transwrmaron a h
11111~ \ 1rabajadores en n . li A mue os cam-
normal que los leía. La postura de Anderson tiene una gm11 v, 111 ac1011a stas su vez est . ali
"1 i1dn solía desembocar en , . . . , e nac1on smo mi-
Explica por qué el pueblo de las zonas que no habían estado s111111 I u111 l1111,·s de finales del . l mas elguerras e mvasiones. L as guerras
al capitalismo, a la urbanización industrial, ni siquiera a u n l •:s1111111 h . stg o xvm ac eraron el pr e ,
p.i 1i 1111 ismos regionales d l . . d oceso que trans.rormo
te, empezó a proclamar su nación. Por eso su obra, basnclo c11 1111 , e VleJo or en en nacionaU
1111, i111•s. Las múltiples crisis de d' d d' 1 . smos agresivos y .
dio de la Indonesia holandesa, ha sido muy popular eJ1l rt· loN 111 1 •
111,1p11, ktno lr11nbién en lns A111c'1·1· , O.·
me la os e siglo XIX
M . .' no so'1o en
dores del África y del Asia del siglo XIX. c<1s, ucnte ed10 y A f'
, • i 11,111sicicín. l ,a nueva maquinariH industrhl y ¡... s cos1n1a, ~on ·'.rma-
' "• l1111Cacroncs
\,
LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICJDAD, c. 1860-1900
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO

·dad nacional múM 111111 l'sionales de las regiones de la costa a reconsiderar su situación d en-
"t s en el capítulo anterior crearon una comun1 11,, del imperio.
<l escn a .
Sin embargo, este sentimiento de nacionalidad agudizad o y amplia-
visible o al menos más factible.
.h11H) fue una mera consecuencia de la oleada de guerras glo bales. Tam-
1111 11 reflejaba las nuevas oportunidades para la comunicación i.nterre-
1•111111'1 y el intercambio y la adaptación de las ideologías. En la década

¿CUÁNDO SURGIÓ EL N/\CIONALlSMO? •l. 1820, el reformador indio rajá Ram Mohun Roy pudo leer sobre las
1, v11lt1ciones postnapoleónicas e n Europa en los periódicos de lengua
. ralmente no para los teóricos, la cm
Para los historiadores, aunqu e gene . al" no a nivel global es impol 111,.l1•su de Calcuta y empezó a escribir sobre la autodeterminación
. . d 1nuevo nac1on 1s1 ' 1 11 1111inal. Antes de 1914, Nguyen Ai Quoc, alias Ho Chi Minh, leyó las
nología del surg1m1ento e h dicho se supone mue iu
tan te. Hay que explicado. Como ya. ~mots que p~só de pueblos blnn " l111~ de Thomas J efferson , el p adre fw1dador de los Estados Unidos,
. ali fue un senum1e n o . 11 ~11s libros de francés del colegio. Estas ideas no se desplazaban sólo
veces que e l nac1on smo bl enos avanzados de Asrn y
zados a pue os m • 1, < kcidente «hacia los demás». Incluso en la década de 1880, la
cos supuestamente av~•~ coría de la difusión. Es cierto q11
Africa. Hay que modificar esta ~ , uru·dades locales o rc~io 111111k•rnidad híbrida y propia de Japón se había convertido en un mode-
. b h . anos v1v1an en com . 1 1,, 1111po rtante para otros nacionalistas africanos y asiáticos.
muchos africanos su sa an
· , ·,J prof und as en 1as que la identidad nac1om1 l ,ns historias clásicas de Europa describen el final del siglo XIX
nales sin jcrarqwas soct< es . l aquí a m ediados del siglo XI
. . l nte P ero me uso , d" o111111 un periodo de alianzas y tensiones entte naciones-estado recién
más amplia era trre .e va . "b' su propia lengua respon ll'llll
los intelectuales locales q~e ~en }ªn en d misioneros reclamando In 1111111~1 1·ializadas. Estas naciones proyectaban fuera su poderío disfraza-
a la propagación de la Biblia _por parAted e a's hacia la década de I KKO !,, d1· «nuevo imperialismo», que se hizo evidente en la repartición de
los» africanos. em , . \1111.1. Esto sigue siendo verdad, aunque fue un proceso global y no
c.k:rechos d e 1os «pueb . . . dependentistas unptlll ,11
. · t' mov1m1entos m 1111 1i111wnte europ eo. A partir de 1860, los líderes políticos tanto de den-
en India y en Egipto ex~s tan tras artes de Asia. En muchos m1p,
tes, y sobre 1900 aparec1~r,on en d p 1868 antes del final del régim
tos J apón ya era una nac1on-es!a o en t. 'iento nacionalista tan 111
"', 11mo de fuera de Europa extendieron rápidamente su proyecto de
1, 11 iiín de naciones-estado. Hacia 1870, Italia estaba unida bajo el
Tokugawa. Probablemen~e tuviera un s~n un mucho más desarrnllull 1111 1,11.go de un Piamonte que se industrializaba y modernizaba rápida-
nia contemporanea, y Al 11 1111 111 t•, tras la intervención de Francia y Prusia contra Austria, su anti-
te como e1 d e la Alema . . el entraste con Europa. 11
que el de Italia. No debemos exalge~at ·ocs nacionalistas de E uro¡111 1111 ,1mo. Aunque los terratenientes conservaban mucha influencia,
~\\ cabo, muy pocos e
d los revo uc10nan ·
. d Como comenta Jonathan . I'
s olu,· todo en el sur, una peque ña clase media industrial, con sede en
1848 tuvieron un apo~? ~enerali~a
ber1 i, aquel año el penodico nacton s a
¡ t rumano más importantt· • 1 1111111 y Turín, que conscientemente adoptó el dialecto toscano como
1 11¡,1111 italiana, proporcionó al país un nivel de unidad. Alemania se
1111111 o e n 1871, tras las victorias militares de Prusia sobre dos de los
tenía 250 suscriptores. "bl t blecer unos periodos ele r,1111\
Sin olvidar esto , parece p0Es1 e es aL dos cdsis mundiales vil u 111 111 ll'11os dueños de las regiones germanohablantes, Francia y Austria.
. dial 'lo para uropa. as . 1 11111 1111· los pueblos alemanes sentían lealtad hacia sus patrias chicas, la
a mvel mun y no so 65 im ulsaron las incipientes 1clc11111 ,1
das de 1780-1815 y 1848-18 p l conq uistas de N;ipohon 1111111,1 y el idioma comunes y su creciente papel en el mundo exterior
. l se acepta que as . IJ 11111 1111 11 los terratenientes del este, los burgueses del valle del Rin y los
nacionales. Por lO genera ·¿ d • al et~ Alemania Italia Y '"
· . ul la "denu a nac1on , ' 111q w11inos católicos del sur.
Europa unp. sar~n ~ sa rusa alertaron a los otomanos, l'l-\11'
También las invasiones franc_e bilid d de la necesidad de reorg111111 11 1 11 l'i mismo periodo, un rápido cambio social y el restablecimien-
y norteafricanos de su vulnerad a ,Y 1 s guerras eurasiáticas di' 111 l ,1, la Unión en los Estados Unidos dieron lugar a un sentimiento
sociedades. Dos generacio1:e~ espt\:Se Jírigente del último 111 11 ,, 111111d norteamerica no más potente. Los dominios británicos de
dos del siglo XlX convencternn .ªd c1ª cde i·efor·zai·se La rcbc\ion d, 1 111,11 L1 , /\ usLralia y Nueva Zelanda se convirtieron en estados federados
' d 1 neces1 a · · ·
Tokugawa de Japo~ e_ a . , b .- : . ·a obligt1ron a los co1111·11 1,111t ,11, 1860 1901. Mientras tanto, en J apón, los jóvenes reformadores
en Incli.a y la posterior mvasion i1t,1n1c
'J.l:I
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

remodelaron la autoridad del emperador Meiji para convertirlo en i•l , ~11 110 significó que hubiera consenso sobre lo que era la nación ni
centro de la nación. En el este de Europa, el paneslavismo, impulsado 11 hl'l' a quién pe1teneda.
por una Rusia más enérgica, empezó a dividir las zonas europeas dt•l Sin embargo no hace falta que nos escondamos en la ambigüedad.
Imperio Otomano en pequeños principados cristianos, beligerantes 11 1'nil 1fa ser de utilidad clasificar los nacionalismos en un espectro. Esto
partir de la guerra de los Balcanes de 1878. Cuando_ ?,ran Bre:¡.11111 1111~ l'acilitará especificar momentos históricos clave. En un extremo del

ocupó Egipto en 1882, tuvo que luchar contra una coahc1on de mil1t11 , 111·1·1ro se encuentran los nacionalismos que surgieron de los «viejos
res, clérigos y terratenientes, claro síntoma de la nueva identidad de le• p111 iiot ismos» -me refiero a comunidades con una religión e idioma
que había sido una provincia del sur del Imperio Otomano. En Asia sr 1, l,11 ívamente homogéneos-. A menudo, estaban reforzados por una
fundó el Congreso Nacional de la India en 1885 y, a partir de la décnd11 l 111111 tradición de Estado centralizado y buen gobierno. Inglaterra,
de 1890, jóvenes chinos de las zonas costeras y del extranjero emp,•;,,11 1 1 111dr1, Japón y, en menor grado, la Maharashtra india y Sri Lanka
ron a criticar enérgicamente a los manchúes, otra prueba de que 111• 1111 1111en esta categoría. Irlanda tenía un sentimiento patriótico antiguo
nuevas élites asiáticas trataban de crear «sus propias>> naciones-estmlo , 111111111c los siglos XVII y xvm, pero esa identidad era bastante diferente
cl 1111,·ionalismo católico masivo de finales del siglo XIX. También se
1il 111 •·n parte del norte de «Vietnam», en la zona que los franceses lla-
111 111111 «Annam». En estas zonas, los líderes pudieron promover formas
¿LA NACIÓN DE QUIÉN? 11 11 1111•1ivas de nacionalismo a finales del siglo XIX precisamente porque
1°11111,•ron arraigarlas en un sentimiento ya existente de tradición común,
Aunque la guerra y los cambios sociales impulsaron simultáneamc11tt· 1 I cl11111do el idioma y la cultura comunes además de los viejos vínculos
nacionalismo, es importante recordar que cada caso presentaba 111111 1111 111•gionales. En estas áreas, el nacionalismo de finales del siglo XIX
comunidad nacional ambigua y con mucho debate alrededor. No es b111·1111 1", , 111 1ina mera creación de las clases dirigentes y del Estado que se
idea «leer retrospectivamente» e interpretar los nacionalismos de f i1111 11111111 lw1·a hacia abajo12• Los integrantes de los grupos más pobres y
les del siglo XIX, y mucho menos los anteriores, del mismo moc.l('. q11 1111111d11lildos también querían participar en lo que consideraban su
los modernos. La autonomía irlandesa, por ejemplo, para los naci111111 111, li111 A veces, los emigrantes de fuera de las fronteras de los estados
listas irlandeses de las décadas de 1880 ó 1890 no requirió una rn11·11111 111, 111111 1111 importante papel al estimular el deseo de tener un territorio
estado separada. Miles de irlandeses, incluidos muchos cat6lh 11 1, to 1t 1111il 1mido. Los emigrantes irlandeses en Estados Unidos y Austra-
lucharon en los ejércitos británicos en las dos guerras mundiaks. 1 " l!, 11 loMt•tnigrantes chinos en Hawai y el sudeste asiático, por ejemplo,
líderes de las colonias británicas blancas también fueron leales a su vl11 1 •1 11,111 u II papel impottante en el surgimiento del nacionalismo irlan-
culación con Gran Bretaña, aunque la integración socioecoun111h 1 , , lii110, respectivamente. Este tipo de nacionalismo queda clara-
empezaba a crear nacionalismos regionales en Australasía y Ca1H11l11 V ' 111, d1•111 ro de la categoría definida por A. D. Smith, Adrian Hastings
a comienzos de la guerra de Sudáfrica de 1899. En un contexto 11111 11, 1~, ljllt' son escépticos respecto a la idea de que el nacionalismo es
diferente, los impulsores de lo que se denominó nacionalismo q1,ip11 111 , 11111111·1tcción» reciente.
empezaron a gritar «¡Egipto para los egipcios!» durante los 111111Mti 1 11 1•l t >I ro extremo del espectro están los nacionalismos creados por
intervención europea a partir de 1876. Sin embargo, muchos d1· 1ll1 / 1,,,./11, ni contrario que los estados creados por los viejos patriotis-
seguían siendo <<patriotas otomanos» para los que Estambul <:rn 1·1111 1 , 11111 1\rctaña, a diferencia de Inglaterra, se forjó durante las lar-
tro del mundo. A partir de 1896, algunos nacionalistas chinoH d1·11111 1 ¡ 111 1111N rnntra Francia, y sobre todo durante la crisis mundial de
ciaban a los «manchúes» ignorando el hecho de que esta catcgrn 111 1 1 11 1H '<I, 1·011\0 ha demostrado Linda Colley. El nacionalismo belga lo
en patte una invención de la propia dinastía manchú Qing. Si11 l'lllli 11 "" 11111 1 I nobicrno tras la creación del Reino de los Belgas en 1831
go, esa división étnica sólo cobró importancia a partir de 1:i i11v11Nl1 11tl, 11, 111 111111 colección de provincias políglotas del norte de Europa.
japonesa de Manchuria en la década de 1930. Aunque mucl10N11111 li 111111,1111il is1110 latinoamericano también llegó después - y no antes-
tuales y estadistas empezaron a hablar de «la nación» a pa rl ir 111· 1lil 1 1 1, , 11 111 11 Hl <lt' (:SI nclos indepe ndientes en las décadas de 1820 y 1830.

22H 22')
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO
LA NACIÓN, El. IMPERIO y LA E'l'NICJDAD, c. 1860-1900 1

Es verdad que ya en 1760 la gente alfabetizada y los terratenientes teníun


.l1·dirnron calles a los héroes d I Il ., 1
un sentimiento de su «criollidad», de ser americanos y no españoks. 1 .1•1. l•:n Estados U 'd d e a ust~ac1011 y de la Revolución de
Pero no se daba el sentimiento de ser «colombiano» o «venezolano>> ni os ecoraron Washmgton DC
l11 , héroes de la U ·, · 1 •c.1 con monumentos
- de hecho, los nombres fueron inventados posteriormente-. Tam 01011, inc u1 o uno a los soldados .
11111 i•11 su defensa. En la Itali nif··· d d negros que mune-
bién en Estados Unidos existía un ideal de compromiso patriótico
1 11 f 1gu ras de Garibaldi del
ª u V'rea a esarrollaron un u1
enorme c to 1
anterior a 1860, pero fue la guerra civil y la creciente, aunque toda y rey lctor Manuel cuyas t t
vía limitada, participación estadounidense en los asuntos mundiak·R 1'' 1ndavfa se pueden ver trotand al d ' es a uas ecues- ¡
tras esa fecha lo que impulsó un nacionalismo norteamericano m:ÍN
,.. di' ciudades
. .
61 • ali"
0
°
y~ o~an por las plazas de cien-
y pue os lt anos (vease ilustración 6 1)
robusto. 1..i rnsistencia del Estado en el servicio m ilitar ...
En medio del espectro se encontraban grandes estados cuyos lídcn·N 11 114 1·, 11•opeas de if·· . . , . . ., , producto de las gue- 1
u11 1cac1on, 1mpnm10 un sentí . d d .
no sabían si fomentar o suprimir a los diferentes líderes protonacionu , , 11 ,, 111:1I en la mente de las . . miento e esttno
listas que surgían en sus territorios a finales del siglo XIX. Los goberna11 11 1111vdas románticas los generaciones
t1 l
venideras Los lib
. . ·
l
ros esco ares,
1
tes de Rusia, Austria-Hungría, el Imperio Otomano y China tuvieron ' a as, os entretenimientos públicos y los des-
que afrontar el problema de que sí apoyaban a un tipo de nacionalismo 11
en un sector de la población, sobre todo si éste era el sector domin1111
te, el imperio podía desmoronarse. Si, por el contrario, no daban a lo
líderes nacionalistas lo que pedían, los gobernantes corrían el riesgo dr
volverse políticamente irrelevantes. Analizaremos estos casos más dt·I 1
'1
liadamente en el p róximo capítulo.

PERPETUAR EL NACTONALISMO: MEMORIA, ASOCIACIONES NACIONAi 1


Y PRENSA

Los orígenes de la nación se han analizado más que su duración. 1Jhl


mamente, sin embargo, los historiadores se han interesado por w1111
representaba y «entendía» la gente común el concepto de nacionalidml
Los recuerdos de la brutal experiencia de los conflictos armados fut·1111
tan importantes para impulsar el nacionalismo como los conflictos l'll 1
La memoria, las tradiciones, la enseñanza13 y la aparición de la pohll~
nacional consiguieron que el sentimiento agudizado de nacionalidad
transmitiera de generación en generación. Los lugares de la 11w11111rl
-campos de b atalla, cementerios, casas de los libertadores nacio1111l
estatuas de patriotas y mártires- crearon un paisaje sagrado cid 11111 lt
nalismo. El intento de conectar e implantar estos recuerdos his111111 e
en la memoria colectiva fue especialmente intenso después d(' l11N~11
rras de mediados del siglo XIX. La nueva Tercera República f 1.1111
retó a los monárquicos, bonapartistas y a la Iglesia a instaurnr 11111111 I
1 1 1 IIIH ionuJismo u la curga·· ....,
''ºtatu u ecuestre d e Víct M
bración pública de la Toma ele la Bastilla. A lo largo y Hncho de l '1,11111 · 11111\11111, V1·1wciu. or anu el II, nva
. degli.

.! 11
I.A GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL lMPEllJO y LA ETNICIDAO, c. 1860-1900

files militares y navales sirvieron para mantener vivo ese sentimiento 111111,1s municipales y de distrito en la Indi 1
111111111fr1 de notables locales. a, en as que podía votar una
También fuera de Europa, los líderes avivaban el fuego con la memo1 in
de los viejos patriotas de la resistencia. La tradición de la resistcnn11 l11duso aunque la soberanía popular ·u ara s ' l -
«vietnamita» contra los chinos, y la japonesa contra los mongoles, Nt 11 1·1 d~sarrollo del nacionalismo a partir~; l860o :c~:~;i~~:no_ p~pe:
incluía en los discursos y libros nacionalistas de finales del siglo XIX. '" ~:•miento de partidos políticos nacionales ~t , st vio e
,, 11111t·cimientos locales a es aJ· . al . os solían proyectar
La lucha «racial» y la movilización militar de las naciones habí1111 c a nac1on· y presentab• 1 I' .
sido los temas principales de la crisis de mediados de siglo. Estos con "h 1111111I al pueblo si bien e
' ' ste no pod'ta votar La mo T an· , a dpo11t1ca
1,111 por medio de pa1tidos J' . . v1 rzac1on e puc-
flictos potenciaron el nacionalismo. Pero ¿cómo concordaba la tcorí11 1 'd po it1cos y grupos de presión para atraer
política de la nación-estado liberal con esto? Otra causa de la rcvolu ,'.: ·•:::1:t1 ~ aJI Estadlo surgió e1_1 el con~exto de la pérdida de legitímidaJ
ción de 1848 en Europa y de la G uerra de Secesión americana hnlií11 1 1 e e a rea e-za y la anstocrac1a a partir de 1789 Est
'' 111111 yn comentamos en el capítulo 4 . . . . e proceso,
sido la de conseguir la representación política para todos. Desde l11ll 1, " 11ido a partir de 1815 El l . ,dse v10 •.nterr_t~mp1do pero no
tiempo, se vienen reconociendo a la política popular y al deseo dcmn . . coro ano e esta s1tuac1on fue la ex an-
crático como el lado más brillante de la opaca fuerza del nacionalismo l,"1111 111:1s1va de lf.s ~rnpos de presión social Y política, desde sind ic~tos
La paradoja de que la búsqueda de la igualdad ciudadana con<lujl'I , 1, ,. ' i ~rupos re 1g1osos, pasando por asociaciones de mujeres - to-
menudo a una autocracia estrecha y nacionalista se ve en la frase «di, \ 1 los .c~ales relcl~l~aban como su circunscripción la nación entera-
, ' 11111s e por .a e ite «en lo más alto» el nacionaJi . . 1
tadura plebiscitaria» que se usaba respecto de Napoleón III, el <ldl 11
sor de las barricadas de 1848, convertido ahora en emperador. ¿l lu 1 1,' por .las constantes reivindicaciones de Jegitimida~:::i::: deforza-
1 '" i,,nones sectoriales. Así incluso en los d li d e estas 1
qué punto podemos ver el crecimiento de la democracia popular wm l l111dos, la arena política , , . 1 ~ , es.centra za os Estados
impulsor de los nuevos nacionalismos posteriores a 1860?
A primera vista, no podemos. El nacionalismo de los líderes d, 1
nuevas Alemania e Italia, Bismarck y Cavour, les llevó a ser más cm1111
nac1ona se torno mas impo t t
1 / 11 1,¡;~a~os como para Demócratas cuando los cam~:;s
11i:1:,::'.> og1cos empezaron a poner en contacto diferentes zonas de la
::::~J;~:
sos con la idea de la extensión del gobierno representativo que los hil
, 1 "._Gran. Bretaña, ~ Partido Liberal surgió de la aglomeración de
res de «la primavera <le los pueblos» de 1848. Tanto los liberales 1111111 1 11
1111iones mconform1stas Y reformadoras bajo el lidera· el
cráticos como los hombres de sangre y hierro recelaban del control ,¡, 1 , 1"l,1 onc. Cuando se extendió el derech zgo . e W. E.
ejercían sobre las masas los curas y los socialistas. En Norteamé1i1 1 1 1 i, t" de 1884 el p ·t'd C d o a voto a los traba¡adores a
, a1 l o onserva or empezó a buscar su a .
liberación de los esclavos no supuso que se les concediera el dc1T1 l11 1 i 11111 ·1,1. vez., Consecuentemente, los s1'mbo1os nac1.onales y 1as poyo
pel poi
·
votar, y los blancos regionales celebraron votaciones fraudulc:1111111 1 "' " 1 mt~res nacional empezaron a ser una arte cada ,ª .
ac10-
élite británica se opuso a la idea de extender el derecho a voto l'll p11 1 i111, dd ¡uego electoral británico, y tambibi de hech:ezd~as "?1P~r-
14
por lo que veían en la «tiranía» de Napoleón III en Francia . H1·p1r 111111d11 de las asociaciones de voluntarios del país E Alen~rgro
tar intereses por medio de un parlamento estaba bien visto, pero I< 1M 11 1 "1" los políticos tenían poca influencia en los mini u· n. eman1a, .ºs
res políticos asociaban la democracia con la opresión. En la nu1·v11 Al ' • n11c los c?nservadores, el Partido Central Católi:oos, y }os J~nfltc-
manía, donde el derecho a voto estaba b astante extendido, 1·1 11p 1 ' " tnldcmocratas se situaban en un ámbito nacionaf' ~as a. ant~,
electoral contaba para poco en los órganos gubernamentales. h1 111 11 ''· donde apenas existía la política
1 , .
l d . En el imperio
popu ar antes e 1905 las faccio
partes, el derecho a voto era muy limitado y sólo se arrancaba t nn ,1 1 imonatlcas Y los intereses p olít1'cos p a t l'lmom
. ·a1es que
, q •'· - 1

cultad a los reluctantes gobiernos; en el caso <le Rusia se an 1111111 ¡,' 11,11 MI apoyo se vieron obligados a hacer cam a - u~1~~n
fuerza en 1905. Los súbditos no europeos de los poderes colo11i11I, 1 11 l.,~ p1 ovincias, en Siberia y en Ucr·am·a E t ~• na Y crear opm1on
• s e creciente scntim.ie t d 1 1

an, como mucho, un pequeño electorado local o alguna pcqm·1111 101 •" 11 1iu 1>► i·ntrc las ~lites de las principales ciudad b no e
sión que les permitía gobernar asuntos locales según la vit·ja 11s,1111n 1 111 111\ llill'lOllltlismos emergentes de polacos lits crea a c~oblemas 1 1

ejemplo, en la década de 1880, el gobierno liberal britiínic:o n,I ulil id i 1111 1h. l-:11 d m11ndo de lus colonias, el ek·ctor;1do~~:o:)i~úsc11~:~~s:
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NAOÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c.1860-1900

que existía. Sin embargo, hacia la década de 1880 ya existían grupos dl' 111• los pa1tidos políticos y el acoso verbal de la prensa empezaban a
presión y partidos nacionales en los imperios coloniales británico, fran• 11,•,1r un enérgico chovinismo. Antes de la Guerra de Cuba de 1898 la
cés y holandés. 1111•us~ estadou~idense creó una oleada de antipatía hacia España. 'La
Otro cambio posterior que fomentó la adhesión a los partidos polí 1
111•rg¡ca campana de prensa contta los bóers, los alemanes o los france-
ticos nacionales fue la expansión de los medios de comunicación, sob1T 1•1 q ue acompañó la guerra en Sudáfrica (1899-1902) y la tensión
todo de periódicos, que apelaban a un interés nacional. Vuelve a Sl'I' 111pi o-francesa en el centro de África prepararon la opinión pública bri-
muy relevante la teoría de las comunidades imaginarias de la prensa qut· 1 1111ca para los cada vez más profundos conflictos europeos de comien-
expuso Benedict Anderson, no porque los medios crearan el nacional is 11M del siglo XX. Por ot ra parte, los pueblos colonizados se entregaron
mo, sino porque lo difundieron y generalizaron. Hasta 1840, la prens11 1 los nuevos medios con avidez. Los nacionalistas de la India leían el
europea había sido sobre todo provincial y respondía a los intereses y l 11 ·11i1•w o/Reviews de Stead, mientras que los nacionalistas norteafricanos
necesidad de información de pequeños grupos de lectores. A partir d, 111 1111hardeaban a las autoridades británicas y francesas con telegramas.
1860 hubo un impresionante crecimiento en las publicaciones masivnN
y los nuevos periódicos sindicados alcanzarnn una circulación millo1111
ria; la mayoría de ellos iban dirigidos al mercado nacional. Los «han,
nes» de la prensa, como el radical británico W. T. Stead y el norteanH· 111 C;e>MUNIDAD A NACIÓN: LOS IMPERIOS EUROASIÁTICOS
ricano William Randolph Hearst, veían en los periódicos un medio pni 11
educar a los trabajadores en sus obligaciones como ciudadanos. 1,11 1 1111 sección pasa_ de anali~ar las «teorías del nacionalismo» y su gran
revolución de las comunicaciones también tuvo un efecto importan! 1111 •111111To½o a considerar mas detalladamente el surgimjento de líderes
mo en las aspiraciones de los pueblos extraeuropeos. Por ejemplo, In 11,1 11rn~ahstas e~ zon~s donde habían dominado los viejos imperios agra-
«revolución constitucional» de Persia en 1909 sólo fue posible graci11M 111 1•1. <,orno na~1?nal1sm?, ~ste tipo se puede situar en medio del espec-
al telégrafo, que comunicaba los diferentes núcleos de población st·¡u, 1111 t•nlre los :,r1e¡os patnotts~os y los nacionalismos impulsados por el
rados por desiertos y montañas. Esto creó un fuerte sentimiento I l1 1 ·1 111110 que vimos en la sección anterior. Quizás el auge del nacionalis-
esfuerzo nacional compartido. 11111 1· 11 estos sistemas políticos haya sido el acontecimiento más grande
Los efectos políticos de estos avances fueron ambiguos. Adem(ih I le ,11 l111nles del siglo XIX y comienzos del XX. Por supuesto, y como vere-
fortalecer la sociedad civil nacional, reforzaron los gobiernos nacio1111 11111H l'~1 el capítulo 11, no debemos descartar los grandes imperios

les. Como tantas veces pasa con el desarrollo de los medios de com1111I •1111111s1.a do pronto. Po~em~s señalar partes del mundo y de estos impe-
cación, la demanda inicial de libertad de expresión se vio frustrada 11111 11t1~ t' ll los que el nacionalismo no cobró importancia hasta 1914. No
11 l11i111 111 e, enormes áreas de los antiguos imperios agrarios fueron testi-
la implementación de poderosas medidas de control. Los gobie rnn~ N
hicieron protectores de las líneas telegráficas. Sindicatos de ,1 )1'1 ·11 1'•~ ilt• la rápida aparición de vociferantes líderes nacionalistas a partir
como Reuters controlaban y difundían las noticias. Estos contro.lt·H1111 l, 1H(,O. ~sto creó graves tensiones en estas sociedades complejas y a
dían a asegurarse de que los gobiernos y las élites políticas nacio1111I 11111111do d10 como resultado el acoso y la exclusión de «minorías étni-
no tuvieran que leer nada que pudiera disgustarles. El corresponNnl I I 1 ·•, 1111 problema que se agudizó a partir de 1860, como veremos en la
guerra, cuyos artículos que describían la brutalidad y agresivitl1111 1I 1 lµ11 11,111c sección.
enemigo aparecían en la mesa del desayuno de la clase media ,k- 11111, 1,e 1s imperios multiétnicos se vieron en un difícil dilema a finales del
los países importantes, fue el heraldo del nacionalismo combativo l11 l1il11 XIX: ¿debían apoyar o debían suprimir los incipientes nacionalis-
ejemplo, el político liberal y populista Winston Churchill emp<.'ílo hll 11 1111•~11 l ,os i'.nperios europeos y semieuropeos tenían problemas especí-
do corresponsal de guerra en las guerras africanas de Gran Bn·I 111l 1" 111, l ,11 dmastía H a bsburgo y su élite gobernante alemana tuvieron
Porque incluso en Gran Bretaña y Estados Unidos, donde 1111 ~1 1111 111 1 11•cln cada vez m ás poder a sus socios húngaros, si bien sólo era
miento de identidad nacional que había existido desde h~1CÍfl 111'1111 1• 11.1111•1dlt11· a los po rtavoces del «pueblo m agiar», que se manifestaban
consiguió asfixiar al nacionalismo más agresivo , .las accion<.'~ n¡,,i1 11d111 1 11 111•11odirns, en libros y en unfl población urbana húngara cada vez

2H
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACI<)N, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

1
más resentida que buscaba trabajo y estatus social15. A su vez, esto lo sentido histórico y geográf~co. Fuer~n las guerras de finales del siglo
impulsaba preguntas sobre lo que significaba ser checo, eslovaco o XI X cn~re los otomanos y Rusia y Austria las que impulsaron el desmo-
rumano en los dominios de los Habsburgo. La mayoría de los historia- 11111 nmien~o de los Balcanes. A veces, los gobernadores otomanos trata-
dores señalan la década 1890 como el periodo clave para el Imperio l11111 de avivar los_sentimientos xenófobos musulmanes para poder hacer
Austro-húngaro. Durante esta década, los portavoces nacionalistas con- l 1·t•11 te a las agresiones cristianas. Pero esto acarreaba nuevos problemas
siguieron un amplio apoyo entre la población urbana y los agricultores V w.meraba_ duda_s sobre el estatus de muchos cristianos y judíos en el
11 1
ricos. Los líderes rusos tenían problemas parecidos. El zar Alejandro III : .•t~·o ~el impeno,_aún fieles al sultán. Además de la religión, los oríge-
se dio cuenta de que tenía que permitir en su imperio cierto grado de 111 s .ct111~os se vol~ieron tema de debate político. Sí los griegos tenían
nacionalismo ortodoxo. El problema era que esta medida podía alentar 11 11l·tonahdad propia, ¿qué pasaba con los drusos, los cristianos ortodo-
a los líderes nacionalistas polacos, lituanos y de otras nacionalidades. o.~ Y lo~ chiítas de Siria y el Monte Líbano? Los otomanos nunca fue-
Porque estos pueblos no rusos componían el 60% de los súbditos del 11111 tan meptos a la hora de reconciliar estas diferencias como se llegó

Zar. El palacio se horrorizó cuando la agitación del pueblo y de la pren ' l)l'nsai: En el M~nte Líbano, a mediados de siglo, una guerra civil
sa nacionalista obligó a Rusia a librar una guerra costosa contra el Impc ' 11 11·~ grup?s sectanos fue reemplazada en 1860 por un nuevo sistema
rio Otomano a finales de la década de 1870 16• pnl /11c~ ba¡o_ el sultán. El gobierno descentralizado permitió que se fija-
En Oriente Medio, el norte de África y los sistemas políticos dl· 111 1111~ idenudad_libanesa, mientras que los lideres de las comunidades
Asía, el problema de controlar las aspiraciones nacionalistas se vio agu 111•gociaron e~ectlva y pacíficamente entre ellos hasta la llegada de las
dizado por atrasos económicos y por el dominio europeo. En las zonaN 1111ll·nc1as occidentales en la Primera Guerra Mundia111_
europeas del Imperio Otomano, la Iglesia ortodoxa, el idioma griego ~in embargo, el dilema de gobernar las diferencias y, a la vez crear
y el éxito de los comerciantes griegos en el M editerráneo durante l'I 1111 l•.stado fuerte se agudizó con la llamada «Revolución de los J6venes
siglo XVIII alentaron el patriotismo griego. La vieja comunidad cristi~11111 l 111c·os» de 1908. El sentimiento panturco aún no se había extendido
del imperio romano oriental empezaba a desmoronarse, con los griego~ 11 11 1\¡ue algunos intelectuales escribían apasionadamente de la cultura ;
y «eslavos» proclamando diferentes linajes nacionales. Sin embargo, f111 • l ld1oma turcos. Los jóvenes militares que asumieron el poder en 1908
la intervención del ejército otomano en Grecia durante la década d1 1 t l'HI r1uraron la Constitución se vieron en un dilema. Sentían la necesi-
1820 la que forjó un sentimiento nacional más cohesionado entre loM 1li111 1le consolidar el imperio y hacer que se pareciera a un Estado euro-
griegos y la que permitió la creación de un reino griego independ_ic1111 111 o , Pero, d~ cor_ a zón, la mayoría seguian siendo patriotas otomanos
El redescubrimiento simultáneo por parte de Europa de la Grecia d11 1111111 que nacionalistas turcos y así seguirían hasta la década de 1920
sica invistió el nacionalismo heleno de un linaje histórico inventado V 1 11110
' ha señal~do_ Hasa~ ~ayalil8 • Había entre ellos armenios y árabes:
animó a las potencias occídentales a aceptar a Grecia como nacin11 1111 Nolo turcos et111cos. S1 bien es verdad que pusieron en práctica medi-
Durante los siguientes ochenta años, las otras zonas cristianas de 111 , l.111 p:i1·a fomen~ar la enseñanza del turco en las provincias árabes, estas
Balcanes -Serbia, Rumanía y Bulgaria- progresaron sucesivanw111 11 ll'dldus ensegmda se fueron diluyendo. La Conferencia Mundial Árabe
hacia su independencia. A un nivel más profundo que la interve1wi1111 11t i •) 13 fue, en parte, una respuesta a esas medidas. Localmente en
de las potencias cristianas, la fuerza que más ayudó a los íntelectu11l1·N 11 ~l,•~11pota?1ia por ejem~lo, las sociedades árabes empezaban a cue;tio-
fragmentar el imperio fueron los campesinos, que habían calculado, 11111 11111 1,~,ra:mn _de_ ser del imperío19• La nacionalidad empezaba a ser una
gran pragmatismo, que se asegurarían más derechos de propiedad 111 111•,111011 pole~mca en el imperio, aunque muchos pueblos, incluidos los

independizaban del Imperio Otomano. 11lq1,os de Asia Menor, seguirían teniendo ideas fundamentalmente oto-
Algunos historiadores mantienen que en otras partes del l11q 11 ti, 111 11111H hasta 1916.
Otomano, sobre todo en Siria, surgió un vago sentimiento «prnw111h,
durante el siglo XVIII. Esto no significó hostilidad contra la polil11í 1111
otomana turca, con la que convivían, ni contra los gobcrna<lort·s oH 11 111
nos de Siria. Fue una especie de patriotismo li?,ht basado t:n 1111 HIII\I 1

)U
LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

Por el contrario, Egipto siempre había sido una provincia especial


, 1, ·11t ro del Imperio Otomano. Esto se debía, por una parte, a que los
, g1pcios hablaban una forma distintiva del árabe y, por otra, a que el

t § 1~
1 KÍpto moderno se situaba sobre las ruinas de la antigua civilización
l 111tónica. Con una población relativamente grande, una agricultura
li1l('llSiva al borde del río y una econonúa fuerte, Egipto tenía una larga
.g
• ~5 l11,1oria de autononúa local. Fue irónico que fuera la familia albanesa y
""
~
l
i~
.~
&]
1111rohablante de Mehmet, o Muhammad Alí, la que alentó el senti-
11111·nto separatista de los egipcios a comienzos del siglo XIX, con sus

1 , , f mmas fiscales y militares, y su estrategia de nombrar a gente local
¡i,11,1 puestos oficiales. Aunque sigue habiendo algo de desacuerdo entre
l,1~ historiadores acerca del alcance de esta política «criolla», parece cla-
111 que para las décadas de 1880 y 1890 los egipcios tenían un fuerte
, 111ido de identidad regional2°. Como había ocurrido en Alemania una
1I, , .,da antes, la necesidad de crear una «política económica nacional»
1• 1111 proteger la Lndustria local de los voraces prestamistas e inversores
111 npcos, también impulsó una alianza entre terratenientes, empresa-
' 111~ y gente del bazar, y esto reforzó la identidad regional. Hacia 1870,
1 pipio era prácticamente una colonia al tener más de 200.000 residen-
¡, l'liropeos en sus ciudades y una casa real maniatada por los intere-
' ~ rnmerciales de Gran Bretaña y Francia 21. A partir de 1878, las
111111•11cías occidentales obligaron a los líderes egipcios a reducir el ejér-
, 1111, subir los impuestos y aceptar asesores extranjeros. El resultado fue
11 111•11 mmar el resentimiento egipcio en un amplio movimiento naciona-
l! 1,1 que reclamaba «¡Egipto para los egipcios!». Ese movimiento no
,, 111.1 una ideología antiotomana, pero atestiguó el creciente sentimien-
1, 1ti,· solidaridad en Egipto22 •
1~" otras partes del norte de África, el tema de la «guerra santa» en
1, 1, 11sn e.le una patria situada en el amplio mundo del Imperio Otoma-
1111 , , k-1 islam se escuchaba tanto como en la plural sociedad egipcia.

1 , , 11rntcafricanos recordaban tenazmente la re.conquista española de


I , 111·,ras musulmanas del sur de España tres siglos atrás. Cuando
~ 1p11lt•<'m invadió Egipto en 1798, los pueblos del norte de África se
1 11111•ton una invasión cristiana y empezaron a deliberar sobre su futu-
111 ,111 ico. Durante las guerras que empezaron en 18.30, respondieron
111, ,•I peligro con una solidaridad particularmente norteafricana23 . Sus
11h ,l11s se vieron confirmados con la invasión de Argelia por parte de
I , 1111 111, que desató una larga guerra de ocupación y una serie de re-
11, 11,1, continuas a lo h.1rgo de los ciento treinta años en que ejerció su
,111, 11I. No se t·rnró de una «reacción islámica» homogénea, ni fue sólo
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

una respuesta a la desolación económica. Dado su compromiso con la \ H en la década de 1830, los reformadores indios y los conservadores
tierra, el pueblo y las tradiciones, fue un movimiento tan nacionalista IPl'IHt~ aban una economía política nacional para Bengala y el oeste de
como el que despertó N apoleón en Italia al invadirla. l,1 1nd1~. ~ra .1:°ª respuesta ~ .la importación británica de la primera
Algunos africanos negros también empezaron a hablar de una 1
11 1~ustnahzac1on del subcontmente y a las presiones de los europeos
«nación africana», aunque el continente continuaba dividido entre 1••~1<lent~s referentes al libre comercio. Los magnates comerciales y los
varias entidades políticas. En 1860, los criollos del oeste de África, los 11•1nitementes de B~ngala conocían, igual que cualquier europeo, las
esclavos liberados y hombres educados en las misiones y en Gran Bre- 1:111·1Tas e~tre republicanos y monárquicos posteriores a 1815. Entendían
taña y Estados Unidos empezaron a postular que los africanos se mere- '1 rnnte~11do de la Ley de Reforma británica de 1832, y simpatizaron
cían la independencia y un trato humano. N o «estaban malditos por 11111 los irlandeses durante la hambruna de 1848. Probablemente l
Dios». Este tipo de panafricanismo tenía pocos seguidores, pero sí una - él. d
111•q11.enas _Hes . e comerciantes y profesionales no eran ni más ni
• u
creciente literatura, una prensa y unos congresos antes de 190024 . Las 111,·nos «nac10nal1stas» que sus contemporáneos napolitanos húnga-
O
pautas las marcaron hombres como Edward W. Blyden, profesor c.k- 1oH. Muchos estaban preocupados por la aparente anarquía desatada
latín y griego, nacido de padres esclavos de origen ibo, viajó a Estados 1
J m los rebeldes en 1857, y negaban que el motín hubiera sido w1 movi-
Unidos y luego a Liberia auspiciado por la Iglesia presbiteriana. En la 11111·11to patriótico.
década de 1880 ya era panafricanista y escribió: La reiterada experiencia de invasión y humillación a manos de la
11111·va ~e~era_ció~ de expatriados británicos después del motín fomentó
Durante todos los años que han transcurrido desde el comienzo del progreso
' 11 l11s _éli_tes mdrns un sentido más claro de la necesidad de crear un
moderno, la raza africana ha ocupado un lugar muy humilde y subordinado l 'II 1' '111 1rgmuento políti~o por m e,dio de una comunidad nacional. Aunque
la obra de la civilización humana ... [pero] hay una misión especial para ell<•~ 1
tanto en la tierra de su esclavitud como en la de sus padres. Prefiero ser miem 11 ,u1 parte de la India no habrn sufrido guerra alguna desde finales del
bro de esta raza que un griego en tiempos de Alejandro Magno, un romano e11 11110 ~vm, las élites indias empezaron a considerarse ciudadanos de
1111 pn~s ocupado. La presencia más visible de tropas blancas británicas
tiempos de Augusto o un anglosajón del siglo XIX.
1J1111t ir de 1~5_7, Yla_ construcción de líneas de ferrocarriles y estaciones
En sus palabras se unen las ideas de raza y progreso, y la d e 111 1111lltnr~~ y civiles alimentaron este sentimiento, por lo menos entre la
redención cristiana, para impulsar un sentimiento de nacionalidad co111 1111lil11c1on urbana. L~s diversas asociaciones y élites que se reunieron,
partida25 . 11111quc de forma vacilante, en el primer Congreso Nacional de la India
Fuera de la costa oeste, el África subsahariana no produjo nada q111 '' l11i>rndo en Bombay en 1885, aprovecharon la sensación de conflícto
se pudiera llamar nacionalismo hasta 1914. Sin embargo, los reinos 11c11 1 ,1 ,· desventajas económicas y raciales. Estos líderes heredaron algunos
sacios por el avance europeo hacia el norte desde E l Cabo, como 11'" '11 loN temas de los viejos patriotismos regionales. También elogiaron las
ndebele y shona, apelaron a un sentimiento de o rgullo por sus ticrrflNV 11 1111des d_e los artesanos caseros y sus productos, insistiendo en la
sus comunidades. No era mero despotismo militar. Adrían Hast i111-1- l111por1a_nc1_a de tene~ reyes que asesoraran bien, y declararon que era
mantiene que el uso de la Biblia por las élites africanas a finales Jd 111 11, 1 1•Hnno libera~ la tterra de la contaminación que representaba matar
m ir ~cohol26• ~i~ ~mbargo, estos líderes conocían m uy
1
glo xrx creó un sentimiento patriótico local. Es importante que Hast i11¡.i lt llH Y consu_
y la nueva generación de historiadores africanos empiecen a argu11H'II l il, 11 los <loctnnas liberales bntamcas de la representatividad popular y
tar que, aunque los misioneros y oficiales blancos ayudaron a clasi H1111 l,1 l11 1l'Oc racia controlada.
a los africanos por «tribus» entre 1860 y 1900, en muchas parll' S d, _1,:11 Chin~, como en el Imperio O tomano, la sensación de solidaridad
África ya existía un sentimiento de «pueblo» que iba mucho m:ís 11111 ' v11_, rnmphcad_a por la nueva retórica de división étnica que empezaba
que una simple lealtad a un rey. ·1' 11 1n •nt::u: a c?m~s con «manchúes». Es irónico que estas diferencias
Los veinte años posteriores a 1860 también fueron claves 1 '11 l 1 l11d 111•1·:111 sido mstttucionalizadas por el ptopio régimen durante el si-
construcción del nacionalismo panindio, un nacionalismo inás m11pl111 ¡d,, XV III como parte de la_ id~o!ogía imperial. Hacia 1900, sin embargo,
deliberadamente más moderno que los viejos patriot:is mos l'l'Hi0t111l1 1 1
"' ' podía hHblar de un 111c1pJente movimie nto nacionalista ele chinos

240
LA GÉNESIS DEL lvíUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNJCIDAD, c. 1860-1900

Han, fortalecido por la idea de su diferencia racial, también existía un ,il H lNDE NOS SITUAMOS CON EL NACIONALISMO?
patriotismo Qing. Ambos movimientos se ~ier~n reforz~dos por la
experiencia de la derrota e invasió~. Las hu~illac1ones sufridas por ~os 1,ns capítulos anteriores y las primeras secciones de éste han desarrolla-
chinos durante las Guerras del Op10 se agudizaron con los trat_ados ~- 1l11 lo que viene a ser una propuesta de tres fases sobre el surgimiento
justos que tuvo que firmar el imperio obligado _p_or las pot~n~ias occi- 1l1•I nacionalismo. En resumen, primero se argumenta que los líderes de
dentales a partir de 1860. La intrusión de los 1?1.sioneros cnsua?,ºs por 1,11 iHs regiones del mundo, incluidas sociedades no europeas como el
las costas llevó a los intelectuales chinos tradic10nales, y tamb1en a la 11n 11 c de Vietnam, Corea,Japón y Etiopía, transformaron los viejos sen-
gente de a pie, a sentir con más fuerza su propia ide1:tidad. A veces un 11111icntos patrióticos territoriales paulatinamente y a lo largo de mucho
sentimiento de ira contra las intervenciones extran¡eras llevaba a los l i1•inpo para convertidos en un concepto de nacionalidad más agresivo
chinos a volverse en contra de su gobierno. En ocasiones creaba un v 1•xcluyente. Esto ocurrió bajo las presiones de la guerra, los cambios
movimiento patriótico popular tanto en la élite ~orno en el pueblo,_hos- •·1 onómicos y culturales y el desarrollo de las comunicaciones. A menu-
til a los extranjeros que apoyaban al régimen. Este f:1e el caso en 1900 d11, estos «viejos patriotismos» estaban ligados a una temprana historia
cuando el movimiento marcial y cultural que los occidentales llamaron , Nl.11·al, de modo que una región cultural, una región económica y un
de los «Bóxers» se sublevó contra los misioneros y comerciantes extran- l•,s111do emergieron de forma solapada. Pero algunos antiguos reinos no
jeros y declaró su lealtad a la emperatriz china27 • Es~a amenaza a !o~ w solapaban con zonas claramente definidas culturalmente, mientras
, ¡11c otras zonas culturales no se conespondían con viejos estados. Tam-
bienes culturales y comerciales de Occidente en Chma se neutr~lizo
sólo gracias a una invasión en toda regla por parte de Europa, J apon Y l 11 1011 , a veces, los viejos patriotismos habían crecido en las fronteras de
/'1 ,111des sistemas políticos multiétnicos y como reacción contra ellos.
Estados Unidos. .
Mientras tanto un nacionalismo más moderno y a veces ab1ertH 1~l crecimiento del mercado y de las conexiones sociales entre la
¡.¡t•111 c de a pie en estas viejas «patrias» emergentes consolidó los víncu-
mente antiQing ~pezaba a surgir entre la clase media Y, comercial d_ 1·
los entre las élites regionales. El proceso era de «abajo hacia arriba»
las zonas costeras, educadas por misioneros, y entre 1~ diaspora de ch_,
IN11cialmente hablando) y no sólo de «arriba hacia abajo», y se vio ace-
nos en el sudeste asiático. Sun Yat-sen, el p rimer presidente de la rep11
l1•rndo por los conflictos globales de 1780-1820 y 1848-1865. Las fuer-
blica de China tras la Primera G uerra Mundial, fue un ejemplo. S1·
·11Hglobales agudizaron el proceso hacia finales del siglo XIX, pero su
había educado en Hong Kong, Hawai y Japón. También tenía contac
11 11ycctoría era más larga. En estos casos, si una nación se había «cons-
tos entre los chinos de Bangkok y Malasia. En 1895, Sun Yat-sen Ys1 IM
1111ido», había sido a lo largo de un período muy prolongado y fue con-
seguidores intentaron dar un golpe de Estado en Cantón contra_ lm •••1·11cncia involuntaria de otros cambios sociales y económicos más
autoridades manchúes. Su objetivo era crear un nuevo Estado chrrn 1, ,1111plios.
dedicado a salvar al pueblo chino. Este nuevo régimen se resistiría a l11M 1•:n segundo lugar, proponemos que en otras regiones, sobre todo
intrusiones comerciales y culturales de Occidente como no lo hnl 1111 111 los complejos sistemas políticos de Eurasia y del no1te de África, el
hecho el régimen Qing. Tras el fracaso del golpe, Sun y ~tros jóvc111•- 1111nbio llegó de forma más abrupta en el siglo XIX, sobre todo a partir
reformadores nacionalistas chinos huyeron a Londres. Allí, en la c :1p1 , 1,· 1860. En estos casos, la guerra internacional y el colonialismo impul-
tal imperial, se encontraron con gran número d~ nacionalistas co.lo11i11 111 0011 a intelectuales y publicistas a adoptar el lenguaje y las p rácticas
les y estudiantes radicales de India, Irlanda y Egipto. Leyero~ a~crcn I l1 , 1,•I nncionalismo moderno. Aunque esto fue el caso de muchas regiones
otros movimientos opuestos al poder colonial, y Sun empezo a 1cku1 lu 1111 t•111·opeas presionadas de forma extrema por el imperialismo euro-
que serían sus «Tres principios del pueblo», uno de los documento¡¡ rl11 111•11 <lcspués de 1860, algo parecido ocurrió en los Imperios Ruso y Aus-
ves del nacionalismo asiático del siglo XX28 • 11 i11rn. Aqtú también, los esfuerzos de los estadistas por modernizar e
1111l11~1rialízar sus sociedades para afrontar la guerra y el conflicto eco-
111111,ic•o estimularon a los líderes regionales, que atesoraban una histo-
1ii1 d<' diferencias culturales, a declarar su separatismo y su nacionali-
11111 l. 1•:n cs1·c sentido, el desarrollo <le un nacionalismo más enérgico en
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNJCIDAD, c. 1860-1900

Hungría y Polonia a partir de 1860 se parecía al nacionalismo indio y 11 M o imagin~rios-_ existían grupos diferenciados por su religión, raza,
egipcio que surgió más o menos contemporáneamente. 1, llollla o estilo de vida. A veces estos grupos minoritarios estaban en las
En tercer lugar, había zonas, como los territorios del centro del 11111.11cras de los. dominios nacionales, como los tártaros rusos y los
I mperio Otomano y partes de Austria-Hungría y Rusia, incluso en par- 111,lios norteamericanos, otros se encontraban en el centro de la nación
tes del sur de Irlanda, donde el nacionalismo aún no había surgido 1 111110 los llaneros karen de Birmania o los judíos alemanes. A veces esta~

como una serie de ideas coherentes y prácticas políticas ni siquiera en l,,111 esparcidos por enormes territorios como los armenios o los itlan-
1914. Ninguna de estas trayectorias diferentes, sin embargo, puede 1l1•1Jl'S católicos que emigraron a estados protestantes del mundo angló-
resumirse con una fácil diferenciación de la cronología y la naturaleza 11111().
del nacionalismo en «Europa» y otras regiones fuera de «Europa». «O~ros»_de estos grupos variados supusieron un reto perenne para
En lo que a la «teoría» se refiere, una continuidad con los viejos lnM, 11uc1onalistas y creadores de estados. El lenguaje del nacionalismo
patriotismos no era una condición necesaria para el surgimiento del i11N1s1ía en que había que asimilar a estos grupos por razones tanto estra-
nacionalismo decimonónico. O, como dijo con agudeza Ernest Gellncr 1,•gints como culturales. Paradójicamente, el hecho de crear naciones y
durante un debate con A. D . Smith, las naciones no tienen por qu(· l111holos de los grandes nacionalismos resurgentes tendió a incremen-
tener «ombligos»29• No tienen por qué haber nacido de alguna solidarí 1,11· 111 percepción de las diferencias y creó obstinados movimientos sub-
dad patriótica anterior. Eso, sin embargo, no significa que los «ombli 11111•íonal~stas y etnias ~ilitantes entre los excluidos y los vigilados. Algu-
gos» que hubiera no fueran importan tes allí donde sí existiesen, como 1111N gobiernos coloniales encontraron útil explotar las diferencias a
parece insinuar Gellner. Algunos nacionalismos, de hecho, tenfa11 1111vés ~e políti~as de «divide y gobernarás», aprovechando estas frag-
ombligos más pronunciados que otros. Algunos eran clones con ombli 1111•1_11ac1~nes. S111 embargo, los líderes de la mayoría de las naciones y
gos falsos; otros eran bebés diseñados sin ningún tipo de ombligo. 1111c1onal1smos emergentes trataron de reducirlos y asimilarlos a la na-
Otras eran niños virtuales, imaginados, como el sionismo del siglo XIX, 1i 1
1
11 como _u~ todo. Exceptuando Estados Unidos, fue una táctica que
Pero, para los historiadores, la existencia o no de estos ombligos ('N 111vo poco ex1to.
importante, porque ayudaron a formar la sensibilidad política de loN 1,os grandes imperios del viejo orden anterior a 1780, e incluso los
líderes nacionalistas y de la gente de a pie. La juventud relativa de Es111 • ~111dos nacionales antiguos como Inglaterra, Francia y J apón, habían
dos Unidos, por ejemplo, su naturaleza nacional <<construida» es 111 d,•~f1 1'l'ollad~ métodos para acoger diferencias culturales, religiosas y de
razón por la que mantiene su arcaica Constitución del siglo XVIII. Ca111 • •11 dos de vida que minimizaban, si bien no eliminaban las continuas
biar una Constitución tan reciente era peligroso. Al contrario, la long<'VII 1, •11sioncs. En las sociedades donde el estatus social e~·a complejo e
Common Law y el sentimiento nacional inglés han eludido la creacio11 f11l<·rconexo fue. más ~ácil crear esquemas que separaran, segregaran y
de una Constitución escrita. Los ombligos tienen efectos involuntarioh, 1
v1fnran el conflicto. Si la fuente de autoridad era el rey más que el pue-
sorprendentes y, a veces, muy profundos. 1do d tema de «ellos>> y «nosotros» era menos importante. Todos eran
11111,ditos ~e u~ monarca universal. En Europa, por ejemplo, a la mayo-
1111 de los !udíos se les negaron los derechos del resto de la población;
1
1,111 considerados como extranjeros y como anomalías religiosas. Sin
PUEBLOS SIN ESTADO: ¿PERSECUCIÓN O ASIMILACIÓN? 1
11111r11:go, los ,r~yes y aristocracias del viejo orden a veces les protegie-
11111. l<.sta pol1t1ca de acomodar la diferencia tuvo bastante éxito en el
Esta sección considera los grupos que tuvieron problemas para :1Hii111 11111 wrio Otomano. Agrupaban a las minorías no musulmanas en zonas
larse a los movimientos nacionales homogéneos de finales del sigin X1)( 11•111i1111Lónomas llamadas millets. Cada millet era gobernado por un
Se trataba de pueblos demasiado pequeños o dispersos parn pocl, 1 lt111•1· s~1pucstamente_ tra;iicional: obispos para los cristianos y consejos
reclamar con eficacia una autonomía, o pueblos marginados y o¡,111111 1 1
1 r11h1Dos para los Jud10s. Los otomanos también desarrollaron siste-
dos por el surgimiento de los «grandes» nacionalismos analízadoH 1'11 l 1 11111'1 IHll'ccidos para gobernar a las minorías musulmanas y a las tribus
sección anterior. Porgue en casi todos los territorios nacion11l('N 11 ,1 111 d11i1111s del in1crior del Imperio. Se les permitía pnicri.car sus propios

2114
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIOAD, c. 1860-1900

ritos y costumbres, siempre y cuando se mant~vieran lea~e~ al s~l:án y p,~r~ fomentar la lealtad a Francia y su cultura. Mientras tanto, los
sirvieran en sus ejércitos cuando fuese necesano. La admm1stracwn de 1111
sroneros Y pastores protestantes norteamericanos y británicos inten-
la recaudación de impuestos en las provincias se mantenía aparte de los 1nron atra~r a lo_s ~optos egipcios y a los cristianos asirios. Los cónsules
millets y las organizaciones tribales. Los otomanos_, como_los mogoles, 11~r?p.eos mte~1n1':ron ~n. Estambul para presionar al sultán para que
los safawíes y, sobre todo, los qing, elogiaban las diferencias cult~rales. 1il1v1aia a las mmorras cristianas de sus supuestas desventajas. Estas pre-
Aunque los pueblos de Oriente Medio y Asia mantc~ían un sistema 11.mes a~mentaron con l_as peregri~aciones de no1teamericanos y euro-
complejo de jerarquía racial, determinado por -~l clima Y _p~r una J H os a Tierra Santa gracias a la me¡ora de los medios de transporte.

supuesta esencia física, tampoco era una escal~ f1¡a de superioridad_ e En tercer lugar, como ya mencionamos antes, el Imperio Otomano
1
inferioridad. Al fin y al cabo, pensaban, los me¡ores musulmanes YSir· ·,~aba en una fase de cambios ü~~ernos importantes, sobre todo a par-
vientes del sultán podían ser de la rica África o de los desélticos mon- 111 ele 1.830.', cuando una sucesron de derrotas militares obligó a la
tes cristianos del norte. El Profeta, después de todo, había sido un pro- 111odermza~1?n del Estado bajo los decretos del Tanzimat. Los viejos
1l ll'rp_os militares y órdenes sufíes se disolvieron y se estableció una
ducto del desierto.
Como otros imperios, el otomano era multinacional o muJti~t;1ico, 11 1'.~c1e de Con~titu~ión. Si se concedía incluso una pizca de represen-
aunque no existía la nacionalidad en el sentido moder_no, y la noc10? d_e ! ,,non pop~ar, rnev1tabJemente surgía la pregunta de quién es «el pue-
etnia era algo excluyente. Sin embargo, a finales del siglo }..'VI:I Ypr1?c1 l ilo». A partir de 1870, cuando el Imperio Otomano libraba periódica-
píos del XJX, ciertos cambios crearon el problem~ de la diferencia .Y 11w11t~ «las guerras balcánicas» contra Rusia y Austria, la religión y la
11 1
generaron el «problema de nacionalidad». En pruner lugar'. el ~rcc1 l ·11t1dad estatal cobraron gran importancia, como hemos visto. En un
miento de la economía en el Atlántico y en sus afluentes med1terran<.'os 111 1111<lo en el que la retórica antitUl'ca de los cristianos se había conver-
y en el océano Índico empezó a dar beneficios econ?~icos a al_gunos Y 111 lo en un grito de guerra, no era de sorprender que los últimos sulta-
desventajas a otros, y, consecuentemente, a crear env1d1a. Los ~r~egos d, 111'N empez~ran a considerarse musulmanes. Sin embargo, las guerras
los Balcanes y del Mediterráneo oriental aprovecharon su v1e¡a trnd1 '
11

111 r~ <?cc1dente cr~aron idea del enemigo interno. Se pensaba que
ción mercante y sus contactos con Venecia para asegurarse la :11ayor~11 li 1h cnsuanos armemos y libaneses, los judíos, los árabes y los kurdos
del comercio mercante. Los armenios prosperaron en una gran area. l•,11 11111 nl~an ~on potencias extranjeras y se convirtieron en un potencial
la costa del Levante, Egipto y Mesopotamia, los judíos, asirios y los cop ' 111 ·111 ~go interno. Incluso antes del comienzo de la guerra mundial, las
tos cristianos también florecieron económicamente. Al no ser musulu111 111 1on~:1¿es loca!es_de un Estado cada vez más islámico tomaron a veces
nes, no tenían prohibido cobrar intereses, y además aprovecharon s11 1, d1·c1s1on de elimmar la disensión con una masacre.
contactos con los caballeros de San Juan de Mal.ta y con los puertos n '" Piira,Jas_potencia~ coloniales, las diferencias religiosas y culturales
tianos. En Egipto, el régimen de Mehmet Alí, que trataba de consi 11111 •1, ~11~ subd1tos ofrecrnn oportunidades, pero también problemas. Los
un ejército y de llenar las arcas estatales, descubrió ~ue los coptos t·11111 1111 11
1 '"'.ºs europeos en ocasiones tuvieron problemas para asimilar Ja
buenos administradores y contables y los recompenso con cargos ¡rnl,11 iliwl'srdad de ~us conquistas. Estas diferencias complicaban las cosas
cos. Paradójicamente, el creciente sentido «egipcio» que coment111111 1 ' l.i lima. ~e aplic~r ~as leyes y _administración comunes, o de impedir la
en la anterior sección creó un sentimiento separatista entre alg111111 ' ¡,lot11c1on econo1mca de sus bienes. Los británicos, franceses y holande-
coptos. . . . ' , por t~mto, sepa:aron a ~eces aquellas_partes de los territorios conquis-
En segundo lugar, las emergentes potencias cristianas europl'II' 11111 1 11 1," que les pa~ecian habitados por «mmorías», sobre todo si ocupaban
m aban y apoyaban a las minorías otomanas, a vec~s por razone~ cw111t 11 1 11•11os. montanosos, bosques o desiertos. Así es como surgieron los
ciales, pero a menudo simplemente porque sus miembros ernn 11111·1111 1 11 lo~ Shan y ~aren en la Birmania británica en 1866, y también los va-
diarios en el comercio y la diplomacia. Los británicos y los fr:1111 1 ' 111 1t• 111os ~I~ la lncJochina francesa. En muchas partes de la recién con-
nombraron a los judíos comerciantes de las ciudades costeras c-m 1~11I 111111111dn Á/ l'IC~~, se creó un sistema d e «gobierno indirecto» bajo comi-
honoríficos. Bajo Napoleón TII, el heraldo del nuevo impcrinlis11 111 l1 11 1i ,1111dns t·spccw lcs 411c, ostcnsiblemetll'c, mantenían la «administración
cés, los misioneros enviados al mont·c Líbano rcdoblal'on sus VHl1111 1 1,11 lr¡.¡1•1111» l'll Vl"% dl' iinpo11c r 1111 gohil'rno europeo. Por ejemplo, en El

.! 1/
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

Cabo, los territorios san o «bosquimanos», siempre tuvieron una admi- 111ovieran en una dirección sutilmente diferente a la de sus correligiona-
nistración propia, distinta a la de los asentamientos blancos, pero tam- 1íos y vecinos árabes30. De una manera parecida, las autoridades britá-
bién a la de los enclaves de agricultores africanos o de los nómadas 1ticas de Malasia trataban a los mineros de estaño y a los recolectores de
asentados como los xhosa. Tras la conquista británica en la década de 1•11ucho inmigrados de China de forma distinta a los pequeños terrate-
1890, lord Lugard reconstruyó los «tradicionales» reinos musulmanes 1il<·ntes musulmanes malayos. Estos últimos recelaban de los comercian-
del norte de Nigeria. El «gobierno indirecto» ahorraba dinero y, a la 11•s y mineros chinos, exagerando su miedo a las triadas y las asocíacío-
vez, frenaba el crecimiento de las élites con educación inglesa, como 111·s secretas y sediciosas de estos inmigrantes organizados. Confiaban
aquéllas que causaban problemas en Egipto e India. 1111ís en el conservadurismo tradicional de las cortes islámicas malayas.
Los arreglos administrativos especiales de este tipo y la tendencia 1,os holandeses, por su parte, aprovecharon las diferencias entre los
de los colonialistas a trat ar a los africanos, asiáticos y latinoamericanos l111hitantes de Java y los de las «islas exteriores», sobre todo las islas
que vivían en la selva, que eran nómadas o que presentaban diferencias Molucas. Y los franceses preferían a trabajadores melanesios e incluso
culturales como «pueblos» especiales, agudizaron inevitablemente estas di- VÍl'L11amítas antes que a los canacos indígenas de Nueva Caledonia.
ferencias. Se rompieron muchas relaciones económicas y culturales an En la India pasó algo p arecido. Una historia compleja de díferen-
tiguas y sutiles entre los pueblos agrícolas predominantes de estos terri- 1111s separaba a hindúes, musulmanes y sijs. Pero las diferencias eran
torios y los pueblos <<tribales». Antes, éstos habían servido como cazadores 11111y sutiles. Los musulmanes se habían adaptado a siglos de conviven-
ele mercenarios abastecedores de productos del bosque, magos e, in- 1111 con los hindúes, y los sijs seguían operando según las costumbres y
cluso, a los gobernantes de los pueblos asentados. Bajo la administra 111s111ologías marcadas por un pasado religioso común a todos los
ción colonial, perdieron estas funciones y se vieron reducidos a bolsas 111dios31. Como ocurría en otras colonias, era más fácil para las autori-
de mano de obra barata. A menudo, la población dominante recelaba c.k• 1l11dcs británicas gobernar un continente dividido en bloques religiosos
ellos. Y rnc:iales. El sistema legal, el censo y la nueva «ciencia» de la antropo-
Fue más importante para los nacionalistas y las naciones-estado, 11 11-1(11 reconocieron y, hasta cierto punto, profundizaron estas diferen-
tanto europeas como no europeas, la tendencia de las potencias colonia 1111s. A finales del siglo XIX, sin embargo, los líderes de estas comunída-
les a dar privilegios a los diferentes grupos religiosos y raciales mayor! il1•H insistían en diferenciarse ellos mismos. Algunos sijs declaraban con
tarios en sus territorios. La política de «divide y gobernarás>> funcion11 11•IH·mencía en la década de 1870: «¡No somos hindúes!». Algunos
ba. Esta política surgió, en parte, ele un cálculo sencillo. Un ejército 11111s1tlmanes arguyeron que ellos eran una raza que había entrado allí
compuesto de grupos minoritarios indígenas, diferentes a los grupoN 11111d as a sus conquistas, diferente y superior a la gran masa de indios, y
mayoritarios que recelaban de ellos, se mantendría leal a los coloniali~ i¡111• se..: merecían el apoyo de las autoridades coloniales.
tas. Los jefes, rajás y líderes de estos grupos también eran un útil co11 1•:stas actitudes reflejaban que se extendía entre los int electuales in-
trapeso a los líderes nacionalistas aspirantes. Por lo general, estos olij1 1llgt•1H1s la idea de que las realidades religiosa y racial eran entidades
tivos no se declaraban ni se reconocían. Los prejuicios raciales y d1 lt II J 1ort antes y que necesitaban portavoces entre ellos. Las potencias co-
nacionalidad de la época hacían que los colonizadores vieran a los p111 11 11ii11i<.:s pensaban, escribían y gobernaban con estas rígidas categorías en
blos colonizados como una mera colección de grupos mestizos a los q111 1111•111 c. Los intelectuales indígenas también trataron de aumentar su
se veían obligados a arbitrar. 1ijl 11111~ poniendo por escrito sus historias como comunidades y pue-
Por ejemplo, las sutiles diferencias en el idioma y la cultura dedil, 1il1 >M. Al mismo tiempo, algunos seguidores de estas t radiciones religio-
rentes pueblos norteafricanos sirvieron a los franceses para elabol'III l,1 11~ ,·nmbiantes empezaron a considerarse «minorías» amenazadas por
idea de que los recientes invasores árabes se oponían a los sup11(·~111 l.11q iisonadora del Estado moderno y por los comienzos de la represen-
mente indígenas bereberes o kabiles, cuando estos últimos ern.n 11111• 1,ti lvidud política en las colonias. Cada supuesta etnia prosperó de
parecidos en civilización a los pueblos mediterráneos europeos. I•:Nttl 111111w1·1t diferente. E l gobierno liberal británico concedió un estatus
distinción no evitó que los bereberes se rebelaran contra los fr:11 111·~1 ¡11 tl11irn especial a los musulmanes indios en 1909, con enormes conse-
en 1912. Pero sí consiguió que la política y la sociedad bcn·lw1 •t ' 111•111 i11s para lr1 historia del subcon1·inente. Era dcrnasiado débil para
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

poder hacer lo mismo para los coptos egipcios. Sin embargo, en el , I, 1Jlster» y su contribución a Ja creación del Imperio Británico. Otros
archipiélago malayo y en Fiyi se crearon comisiones administrativas ¡·1111 111s del continente europeo empezaron a definirse con referencia a
especiales para separar a los chinos e indios de los mal~yos y fiyia~os 11~ identidades étnicas similares a finales del siglo XIX: bretones, vascos,
indígenas. Las autoridades francesas hicieron algo parecido con los m- , , 11 ~os y los habitantes del Alto Adige empezaron a resentirse de las pre-
migrantes chinos e indios en Indochina, mientras que en Ind~nesia los h 11 1t·s de las naciones-estado a las que habían sido incorporados, a
holandeses crearon códigos legales que supuestamente refleiaban las , , , ·,·.~ recientemente.
tradiciones de los diferentes «pueblos». Incluso en las Américas y en l•:I caso de los judíos fue diferente. En la década de 1870, la mayo-
Filipinas, se basaron en las viejas distinciones raciales españolas para la ' 111 cll' los judíos de Europa habían sido asimilados por el orden cívico
administración, diferenciando a malayos de chinos y de filipinos autóc- , I, los diferentes estados y ya no vivían en guetos. Esto había ocurrido en
tonos. l 111111yoría del norte de Europa durante cl Imperio Napoleónico, y en Italia
Los imperios eurasiáticos de Rusia y Europa del Este se situaron 1 ¡1111'1'ir de 1848. En el caso de Francia y Alemania, el aumento de los
entre los viejos imperios de Asia y Oriente Medio y las nuevas socieda- 1111111 imonios entre judíos y no judíos y el auge de las tradiciones reli-
des industriales del Atlántico, en cuanto a su forma de tratar a sus mino- 1' h 1M 11s reformistas que daban poca importancia a la diferencia entre los
rías y subgrupos nacionales. El Imperio Ruso trató a los habitantes d(' , 1dos de vida judíos y gentiles, impulsó una asimilación a medias.
los territorios asiáticos centrales de manera parecida a la de los británi l 111 d ic:ho judío sintomático de la época decía: <<Sé judío en casa y hom-
cos en la India. Delimitaron áreas administrativas especiales. Se estable- 11 11• 1·n la calle»n. Pero la asimilación sólo había sido parcial. La mayo-
cieron consejos de sabios tribales y juristas islámicos. Se implantó un 111, le las comunidades judías seguían siendo endogámicas. Miles de co-
sistema «inverso» al de los millets otomanos, en el que los musulmam·s 1111111idades guardaban sus viejas tradiciones y su tradicional estilo de vida,
hacían el mismo papel que los cristianos en el Imperio Otomano. Pero •1, ~cll' Argelia y Libia hasta Polonia y Rusia, en el sur desde el Yemen
los Imperios Ruso y Austriaco tenían con frecuencia el grave problemu l111NI11 la Cochinchina en India y el suroeste de China. Existían podero-
de que las poblaciones no rusas y no germanas eran de las más ricas y ,1~ 11sociaciones para recrear la fe y la cultura que, cada una a su mane-
más poderosas del imperio. Los gobernantes rusos se vieron obligadoN 1 1, 1•vil·aban la asimilación. Junto a estas comw1idades tradicionales y a
a acomodar los intereses e identidades de alemanes, lituanos y judíos, , 11111, tendencias asimiladoras apareció el movimiento sionista, que
aden1ás de kazajos, tártaros y otros centroasiáticos. Una asimilaci611 111l11maba una patria judía y que encendió la llama separatista en el con-
demasiado enérgica podía impulsarlos a actuar políticamente, mientrnH '" ''No de delegados en Basilea en 1897.
que la poca asimilación e intervención administrativa podía dar prn 1•:11tre los gentiles, sobre todo en el centro y el este de Europa, el
resultado el desarrollo de «estados dentro del Estado». ft 1d1olo del judío como comerciante parásito, además de «asesino de
Incluso en Europa occidental, las diferencias culturales y religios11K 1 1i•il o», se convirtió, proféticamente, en un símbolo nacionalista. El
heredadas de los viejos regímenes política y religiosamente plurales tlt·I 11111N1·initi.smo, antes un fenómeno localizado de odio religioso o de
siglo XVIII reaparecieton a finales del siglo XIX cuando la n~eva ~I:tM • 11v1di11 comercial, como en 1848, empezó a formar parte del lenguaje
media politizada empezó a presionar para establecer su 1dent1d11d 111111tmn lista en las grandes ciudades multiétnicas. Este cambio hizo aún
nacional. Unas mejores comunicaciones, la mente clasificadora y c:Hn 11111'1 vulnerables a los judíos europeos durante el siglo XX. La guerra
dística del Estado y, sobre todo, los recelos creados hacia los grnpoN 1 ,111•1•hó el miedo al enemigo interno. Aunque los judíos de Rusia y
minoritarios durante las guerras inculcaron un sentin1iento propio cn111 \11~11,i11 se habían incorporado rápidamente a la sociedad ctistiana
los pueblos más conscientes de su pasado y su potencial futuro. l·I , 1111 11111l' la primera mitad del siglo, las presiones industriales y urbanas
nacionalismo irlandés desarrolló una base más fuerte y masiva, don1i1111 1, . , n11virtíeron en blanco de los que no habían conseguido beneficiar-
da por católicos romanos, como respuesta a los intentos de asimilaci1111 , , 11• In proc.lucción capitalista. La guerra y las tensiones internaciona-
de los protestantes en 1815. Al mismo tiempo, los unionistas prot('sl ,111 l, · 111 1pvoraron la situación. Fue, sobre todo, tras la derrota de Rusia a
1

tes proclamaban sus raíces inglesas y escocesas y su herencia pro1 csl111111 111111111Hde J apó n en 1905, cuando .las autoridades, los políticos conser-
Las leyendas sobre las diferencias se elaboraron en la his1·oria del « 1<1 ·11111 ' 11 l,111·Hrusos y lo¡; burócratas dieron rienda suelta a los pogromos con-

250
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

li11ho casos hasta en las Américas. En Canadá, el catolicismo galo de


1 1111 •licc se vio fortalecido cuando el país quedó federado al Imperio
llil11111ico a finales del siglo XIX. Los inmigrantes de las sociedades de
-11d111nérica también intentaban mantener su idioma y sus costumbres.
1 11 l•:sLados Unidos, sin embargo, el caso fue otro. Era una nación de
l11111111nmtes y no había una «patria nacional» que defender. Est ados
l /111dos era un E stado que no se basaba en un sentido nacionalista é tni-
, 11 l•:I dominio original por parte de protestantes británicos se había
, lrl 111tlo. Tras la hambruna de 1848 en Irlanda, millones de católicos
1il 111dcses se unieron a las anteriores generaciones de colonos p rotes-
1 11111·s e.le ese país. Entre 1850 y 1914, unos 20 millones de rusos, pola-
1 1u,, .ilcmanes e italianos hicieron la travesía hacia Estados Unidos gracias
il v111jc más seguro que significó el b arco a vapor. Entre estas comuni-
tl 11 li-s inmigrantes se conservaron los recuerdos, la cultura y, durante
11 1111 tiempo, los idiomas de sus países de origen. L a etnia marcaba los
11 111 nncs electorales hasta cierto punto. P ero estos grupos étnicos nunca
1
politizaron lo bastante como para evitar su asimilación a lo que ya se
, 111H11dcraba una nación norteamericana.
l ,ns razones de esta sit uación nos ayudan a entender el endureci-
1111,•1110 del trato a las minorías y el discurso racial en muchas zonas de
6.2 ¿Asimilación, separatismo o exclusión? Debate entre rabinos. Cuadrn il, 1 11111pn. El gobierno federal de Estados Unidos era bastante débil, por
Josef Suss, c. 1900. 11
1 q11v c.l estatus de cualquier grupo de inmigrantes, a excepción de los

1 1111 irns, nunca fue tema de debate nacional ni de definición por un


1 1111 lo centralizado. Los gobiernos de cada Estado y las comunidades
tra los judíos del imperio. Al mismo tiempo, la ideología era impol'I 1111 111 q11t·nas manejaban el proceso de inmigración, asentamiento y asimi-
te. Mientras que en Budapest la población judía era el 23 % del totnl 1 11 l 11 11111 n través de la extensión del idioma inglés. Como Estados Unidos
1900, el antisemitismo m ás violento tuvo lugar en Viena, donde no 11, 11,1 l1•11fo una Iglesia oficial, ni siquiera una identidad protestante domi-
gaba al 7%. El nacionalismo alemán era más duro y más receloso 11111 1111111·, la religión nunca creó problemas más que a nivel local. L a rique-
los «foráneos»33 • 1, 11 · ht tierra y los recursos naturales reclamaban mano de obra en casi
E n Europa occidental, el odio hacia el «enemigo interno» l'('Nllh 1, 11l111•1 país, de este modo no tuvieron que sufrir los conflictos sobre el
ser el anverso del nuevo nacionalismo. Tras la derrota a manos d(' A1 , , 11111·01 de la tierra, ni las limitaciones de acceso económico que se die-
manía en 1871, los judíos de Alsacia se trasladaron a París, h.1d1•11d 11111 1•11 Europa. La movilidad social era rápida y si en ciertos lugares
más visible su comunidad. Pero fue en la década de 1890, cuando F11111 , 1111 11·~uba a em erger una jerarquía, como en las ciudades de la costa
da competía con Gran Bretaña y Alemania, cuando el antis<:milIMIII 1 11 , 111gente podía mudarse a una región menos jerarquizada. La etnia
francés despegó. Lo alentaron obras como La France juivre («I ,:t l•11111 1111 •l11se social nunca se vincularon de la misma manera que en el Viejo
da judía»), de Edouard Drumont, publicado en 1886, y ak-1111111 1 ~1t ,11do.
máxima expresión con el·juicio al oficial militar Dreyfus por 11h111111 l •:s1o, claro est á, referido sobre todo a la población europea. Como
ción. Drey:fus era judío alsaciano34. · 11 11 l't•s·ro del mundo, las fronteras raciales entre descendientes de
Esta agudización del sentido de las diferencias étnicas y d1•I 1111111 111,1p1•os y no c urnpcos también se endurecieron en Est ados Unidos.
nacionalismo fue la respuesta al crecimiento del nacionalismo n111yrn 11111 h 11, lu•dw, los no rtc;imcdcnnos habfan sido pione ros en las tcorfas racistas

252 2d
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNJCIDAD, c. 1860-1900

y eugenésicas. A partir de 1860, se limitó la in~igración de c,h~os, 1¡11(· los historiadores tienen muchos datos y argumentos, pero carecen
indios y japoneses. En la década de 1890, la esclavitud neg_ra hab1a sido 111 • P_ríncipios con los que categorizar su material por orden de impor-
sustituida por wrn segregación basada en el .color de 1~ piel. 1:,- efec~os 11u1c1a para entenderlo mejor-. Sin embargo, esto no es cierto p ara la
prácticos, la emancipación de los esclavos mcremento _las difer~ncias 1iisl o ria de finales del siglo XIX: hay muchas «teorías» del nacionalismo
politicas y económicas entre blancos y negros en ~l Sur Y cr~o una V I lvl imperialismo. Es curioso que en d ebates recientes estas dos nocio-
impoitante barrera racial. La voraz búsqued~ de tierra recluyo a las 111•H, siempre vinculadas en las mentes contemporáneas, se hayan des-
«primeras naciones» americanas en empobrecidas rese~·vas. Los tra~a- v1 11cula~o. Los historiadores europeos estudian las naciones-estado, y
jadores japoneses, chinos y ocasionalmente judíos p_adec1ero~ campanas 11111~ recientemente, los grupos excluidos o marginados de ellas. Los his-
discriminatorias organizadas, especialmente a partir de mediados de la 1lll'iadores de los imperios estudian los orígenes de estos. Los histoda-
década de 1890. En este aspecto, los Estados Unidos se parecían a los tl111·cs no europeos analizan los efectos del imperialismo y proponen
«dominios blancos» británicos. Porque fue a finales del siglo XIX cuai~ 1l'Clrías de nacionalismo no europeo, que se suelen basar en cómo se
do los amerindios de Canadá y los maoríes y aborígenes de Australasrn 11•1>rcsentaba la nación con símbolos genéricos, ceremonias y temas lite-
vieron reducido su acceso a la sociedad civil. En Sudáfrica, la compt 1,11·ios.
tencia entre los británicos y los afrikáners causó la paulatina destruc . En vez de bus~ar los orígenes del nacionalismo en el imperialismo,
ción de los restantes agricultores negros libres e impulsó una campañu •• viceversa, es me¡or verlos como procesos relacionados a largo plazo.
para excluir a los negros de las labores ~:pecializadas. l .11 t'xpansión imperial obligó a los líderes de los estados a reconsiderar la
Esta sección demuestra que la creac10n de fronteras entre la pobln 11,11111:iueza de la nacionaLdad que sostenían encarnar. A su vez, la expe-
ción «mayoritaria» y las «m.inorías» fue un fiel reflejo de la creaciú11 1l1• 11 cta de la expansión imperial definió identidades patrióticas tanto
de la nación. Fue, entonces, a finales del siglo XIX, cuando el deseo d, 1
111 re los conquistadores como entre los conquistados. La expansión
construir naciones era máximo, cuando las fronteras internas entre s11 1
111 opea de finales del siglo XVIII había incorporado a grupos periféri-
puestas etnias se reforzaron. La estrategia de l~s potencias colonial,·~ 1 11~ de las viejas naciones a las nuevas naciones europeas. Los corsos,

europeas ele «divide y gobierna» sólo fue un e¡em~lo extre~o de 1111 1


¡111• gobernaron en la Francia napoleónica e imperial, y los escoceses y
fenómeno generalizado. Sin embargo, el Estado solo pudo mstaun11 1111110-idandeses, que lideraron a las tropas del Imperio Británico fue-
esta percepción de la diferencia gracias a la ayuda ~e ~os ~deres ?e cs11N 11 111dos ejemplos de este proceso. Al mismo tiempo, la expansión' defi-
etnias. Las supuestas minorías se consideraban mmm~ciones, mcl\1H11 11/11 rnn más claridad los viejos patriotismos dinásticos en las regiones
cuando no querían separarse completamente de la sociedad may~rll11 l1 1vm li<las por tropas imperiales. Por ejemplo, el patriotismo español se
ria, como era el caso judío. Sus líderes crearon historias'. ~eyendas e 1~111 1 ' 11>1:e~orzado yP?pularizado por la invasión napoleónica. La ocupación
mas que reflejaban los mismos proyectos de co_nstrucc1on de la _nac11111 l 111111111ca de Cedan tras 1818 o la represión holandesa de la rebelión en
Algunos de estos grupos conseguirían una patna ~ lo largo del s1?lo XX 11v11l'ntre 1825-1830 empezaron a forjar una linea de resistencia patrió-
Otros siguieron luchando por ella. Y otros padecieron persecuc101wN 111 ,, , ·ontra las potencias colonizadoras, recordada y elaborada por pos-
incluso el exterminio. 11 1h 11·c~ generaciones de campesinos y nacionalistas rebeldes.

EL IMPERIALISMO Y SU HISTORIA: FINALES DEL SIGLO XIX 1 \ '.. 1>I MENSIONES DEL «NUEVO IMPERIALISMO»

Las dos últimas secciones de este capítulo examinan, primero, lu 111 11 l ',11 ,•n· ~cr que la expansión imperial del periodo posterior a 1870
yección del nacionalismo de finales del siglo XIX a través del impt·111tl1 1 1
111 111 In intensidad de los nacionalismos en competencia, tuvo un;
mo y, luego, la internacionalización de los vínculos g}obaks. M111111 1 1111 11r11le~a distinta de la del periodo anterior. Fue la época del «nue-
aspectos de la historiografía moderna carecen de tcona - me r1·I lt"II 1 11 , ,1 l11ql<'J'ifil ismo», c11anc.lo Europa se anexionó la mayoría del. África
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNlCIDAD, e, 1860-1900

sub sahariana>5. A partir, más o menos, de 18?8, Francia reforzó su 1111~ extraer superbeneficios en Europa, empezaron a repartirse los
dominio de los territorios costeros del oeste de Africa, mientras que sus 1, 1•11rsos del mundo usando la fuerza militar38• Otros historiadores,
ejércitos coloniales se aden traban en la~ tierras á1:idas d el o~ste de 111.u·xistas y no marxistas, involucran a los financieros que, supuesta-
Sudán. E n 1882, Gran Bretaña ocupó Egipto, y hacia 1898 habia con- 1111•11te, trataron de hacer del mundo un lugar seguro para sus inversio-
quistado el valle del alto Nilo. A su vez, consolidó su c<:_ntrol s~br~ el 11,·s, expandiendo el control territorial europeo al resto del mund0 39.
sur, centro y este de África, bordeando las dos pequenas republicas 1. >1 ru variante de la teoría económica mantiene que fueron los «hombres

independientes afrikáner, el Estado Libre de Orange y el Transvaal. ·h•I momento», los comerciantes con algodón o aceite de palma, o los
Tras la derrota de China a manos de Japón en 1894-1895, se desataron p1opietaríos de minas, quienes presionaron a los gobiernos para que
una serie de conflictos territoriales europeos en la costa china. C uando , 11•11ran áreas seguras para la explotación de los recursos y mano de
tropas europeas y estadounidenses invadieron China en_1900 para sofo- 111,rn indígenas40. Por el contrario, las famosas ideas de Robinson y
car la RebeUón de los Bóxers, sólo la rivalidad mutua evitó que se repar 1 ,.1llaghet hablan de la importancia de las crisis «periféricas»4 1• Estas
tieran el país como ocurrió con África. Lord Curzon, el virrey b r~t~n~co 1 , 1,is, sobre todo las de Egipto y Sudáfrica de la década de 1870, debi-

de la India, veía clara la posibilidad de crear un p rotectorado bntamco 111111·011 la fiabilidad de los colaboradores económicos autóctonos que
en el do Yangtsé con tropas indias. Por su parte, los generales del zm 1v11<laban a Europa, convenciendo a la «mentalidad oficial» de los ca-
reforzaron su dominio del centro de Asia. p11.1les europeos de la necesidad de asumir un control directo de los
También fue un periodo en el que las potencias imperiales ocupa 1, 11 itorios. Algunos historiadores valientes aún mantienen la vieja teo-
ron territorios anexos: Holanda, el archipiélago indonesio, Bras~, !11 1111 de las maniobras diplomáticas entre las potencias europeas en la
Amazonia, y Rusia, el centro de Asia. El rey belga Leop?ldo ~ecid111 · 11 l'L'l'H para «dividir y gobernar». Otros proclaman que deberíamos
apuntarse al reparto e hizo del Congo un eno~·~e almace~ agnc~la Y , 111diar los efectos del reparto de África o el Pacífico en la población
una bolsa de mano de obra forzosa para su paisJ . Aleman ia, confrndn thll rva, y no los objetivos de los conquistadores bfoncos.
tras su nuevo dominio militar en Europa, adquirió Tanganika, el Áfrirn ·~?<los estos argumentos tienen cierta validez en diferentes lugares y
Alemana del Oeste y una colonia en N ueva Guinea. Partiendo <le 1,11 , 11 d ,l·erentes momentos de la historia del nuevo imperialismo. Proba-
base en India Gran Bretaña consolidó su influencia informal en el gallo 11h•111cnte no merezca la pena buscar una sola teoría que ab arque todo.
Pérsico, Afga~istán, el Tíbet y el norte de Birmania. También fortalcl'lo ·,1 p11rcce, sin embargo, que existieron ciertas precondiciones generales
su dominio en la península Malaya y sometió a los sultanes. Incluso 11 ¡i,1111 t•l avance territorial europeo y el control o influencia indirecta
Imperio Otomano, ahora w1 Estado semieur~P:º' empezó a const rn11 ,1lt1·l· los no europeos. Repito un argumento general que p arece obvio,
una moderna administración en el valle del Tigns y el Éufrates Y d s111 I" 111 que a veces se olvida: el nuevo imperialismo estaba estrechamente
de Arabia. Dice mucho que los otomanos usaran traducciones ,k 111 ' 1111 11h1do al n acionalismo más enérgico en Eu ropa, que ya analizamos
manuales militares y administrativos británicos para gobernar Arahln 1111,•riormente en este capítulo. Puede que parezca un argumento anti-
Debemos explicar la rapidez y ferocidad de las potencias eurnp1 • , 11 11 lo, pero eso no significa que sea erróneo. El imperiaJismo y el nacio-
al anexionar los territorios que permanecían independientes en Eurn~11 11 1l1smo eran partes de un mismo fenómeno. El nacionalismo y el con-
África y el Pacífico, incluso cuando su valor _e_c onómico e\a ~a:;111111 l l1t 111 en Europa hicieron que los estados recelaran más de sus
escaso y el riesgo de provocar guerras compet1t1vas, grande3 . 1 a111I 111 11 • 11111pt·1idores extranjeros y que prefirieran a su p ropia ciudadanía y
tenemos que explicar la participación entusiasta de J~pón e~ el 11111 v11 ,, • 111111111· sus propios derechos. El reparto de África fue, en parte, un
carnaval .imperial y, aunque brevemente y de forma mas amb1vHlmt1 , 1 11 1, rcio preventivo de los gobiernos nacionales para adelantarse a los
de Estados Unidos. Ambas potencias habían nacido de la lucha rn1111 , 11 ,b ocupando tierras que p osiblemente dieran beneficios económi-
el control imperial. . . .. 111~ 11 t·st rntégicos en el futuro.
Hay varias causas que explican el nuevo ~per1~s~110 de lmali·, d 1 Si 11 (•111bargo, los gobiernos europeos estaban en mucha mejor situa-
siglo XIX. Entre las explicaciones está la m arx1sta-lenm1sta, de :ir!~111111 11 11111 p11rn lanzar su poder a ultramar que en generaciones anteriores.
tos económicos, que mantiene que los grandes conglomerados c:1p11,1li1111 1 1·, 11111H1s de f11q10 de repetición y los acorazados abrieron una brecha
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

militar infranqueable entre los europeos y los pueblos indígenas. Las


nuevas medicinas protegían a las tropas imperiales de forma más eficaz.
El telégrafo facilitó infinitamente la comunicación entre la metrópolis y

:~:; ma~~ia pr~ma m~y ltil para la industrialización rusa. La amenaza de
u cai ,ª pre~10 e las materias primas durante la década de 1870
,1111nento ª. sensación de crisis de ultramar. Esto enfrentó 1 .
las colonias42 • La tecnología permitía cumplir lo que anteriores imperia- ~,·s comerciales de los diferentes gobiernos. Por eso era út¡sp~tefe-
listas sólo pudieron soñar. Pero aparte de tener los medios, también 1•111prcsas en el oeste de África e , . el ata as
' oloniales46_ . ontar con apoyo de los gobiernos
tenían las ganas.
Hay mucha verdad en la vieja idea de que las maquinaciones del A¡esar ~ e.stas consideraciones, los beneficios económicos de la
Congreso de Europa (las reuniones de las grandes potencias europeas) i ''l\'.111 a era~- imperialismo global siempre fueron menos tan ibles
animaron al reparto de África y a las guerras para obtener concesiones p11 los de la p11mera desarrollada entre 1780-1820 L d g.
en Persia y el Pacífico4 }. El dominio británico estaba en decadencia y las id,mc.lores del nuevo imperialismo no . al' . o_s gran ~s orga-
, eran caplt istas mternacional
nuevas potencias europeas se establecían como tales44 • El prestigio 'lllt.10 aseguro L~nin, sino gobiernos nacionales que fomentaban
1111t ,eses comerciales de sus propios ciudad n . os
t8'
nacional y un profundo deseo de avanzar los intereses de sus respectivos
' 'llll pañías mineras t 1 .,f f . . a os para adelantarse a
países motivaban a los estadistas y soldados. La invasión francesa dd 11 s Fl . daf . ' e egra leas, errovianas o de materias primas riva-
oeste de África y de Sudán entre 1878-1898 se justificó señalando varins •'Nl;·rlin~~ºi~o,11:i~n;l por t~mplo, er~ ~l~ve para la fuerza de la libra
pequeñas guerras comerciales locales y la siempre presente amenaza dl' 1· . S d 'f . os go ternos bnta111cos a buscar la estabilidad
una yihad islámica. Sin embargo, el motivo real no era el comercio ni l11 p11 ttJ.ca en u a rica, a veces, como en el caso de los colonos h 1 d
defensa regional. El ejército de ultramar francés buscaba la gloria intt·r i•N y alemanes, mediante la fuerza militar Con esto no q .
. .º ~n e-
mero msmuar
nacional y el reconocimiento doméstico para hacer olvidar la derrota 11
manos de Prusia en 187145 • A partir de 1880, por el contrario, la nucv11
Alemania unificada buscaba el papel de árbitro en Europa solucionr111
do sus conflictos de ultramar. El plano para repa1tir las partes restan11·N
de África se elaboró en el Congreso de Berlín de 1884, donde Bismardt,
el canciller alemán, tenía en sus manos el fiel de la balanza de po< 1, 1
entre Gran Bretaña y Francia. Como era inevitable, la creación d,
supuestas zonas de intereses nacionales en África y en el Pacífico, y, u
pa1tir de 1896, en la costa china, animó a las naciones-estado a invudil
esas zonas físicamente, antes de que lo hicieran otros. La invasión I h
China por Europa, Estados Unidos y Japón durante la Rebelión de l11
Bóxers de 1900, fue un ejemplo claro de imperialismo competitivo.
Es cierto, como aseveran los defensores de la teoría del impc1•i11li
mo económico, que el reparto de África dio beneficios adyacent<.'s. 1 1
empresas europeas e incluso las indígenas con sede local vieron 1,11111111
tízada su seguridad, como pasó con Cecil Rhodes, un empresario 111111\
nico establecido en el centro de Sudáfrica. Fue más fácil coacdrn1111
controlar la mano de obra indígena para la producción de cult iv11N11
merciales en las zonas controladas directamente por los europcm1, 111111
había vaticinado el rey Leopoldo respecto al Congo Belga. Lns d1•11d11
de los regímenes indígenas se saldaban más rápido, como pasó , 111111.I
Gran Bretaña invadió Egipto. Las tierras de cultivos de algodm1 q11 1 1,,1, ,·inf1Vktoriu vista por un tallista ni ería.no Ef . d .
Rusia conquistó en el centro de Asia en 1860 resultaron ser 1111111111111 tli1,il, ·•, iil•I sinlo
• "
X IX "<>i·ul
, 1 '
N' .
rn, igc rta.
g · · lgte e madera pulida de

258
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO y LA ETN.IClDAD, c. 1860-1900

que los británicos entraran en guerra en Sudáfrica entre 1899-1902 e~cda~mlelote, no sólo l~ay que mantenerlo como está, sino que hay que
impulsados por las cábalas de malignos financieros sentados en los ana 1r e o que no esta»47.
oscuros despachos de Londres. La guerra la impulsó una alianza de in- f
. , De hecho, ap~n tenía poderosos rivales a los que temer. La expan-
tereses metropolitanos y de «hombres del momento», en la colonia de s1on rusa por S1bena y el norte de China estaba motivada por su deseo
El Cabo o en Natal. Estos hombres decidieron, erróneamente, que con- de ~n~olida1· sf control económico y territorial en el lejano este asiáti-
quistar las provincias holandesas del Transvaal y el Estado Libre de co. c u~o en -~s casos del ~u.evo imperialismo por razones económi-
Orange solucionaría los problemas de control de mano de obra, los
altos impuestos y la ausencia de una administración firme en esas colo
~::~)!
. . ·,
~¡°tocion del prest1g1~ nacional seguía siendo un elemento
ey Leopoldo, por e¡emplo, sacó grandes beneficios de su
nías. El imperialismo económico era, a veces, la doncella de los agente!! v1o~ac:n ~el Congo ~elga durante la década de 1880. Pero su plan sólo
de la nación-estado más que una motivación subyacente de expansión pu .º n_c1onar gracias a que tu~o lugar en una época de competencia
territorial.
Este argumento parece todavía más convincente si examinamos d
imperialismo de naciones-estado más pequeñas y de creación tardí11
~acional mtensa entre las potencias europeas. El objetivo de Leo ld
. ue una ~puesta por enaltecer al rey de los belgas y ara anar
1Dternac1onal para su pequeño país. p g p stig10
r:~

Hay un segundo ~ntido_ en el cual el nacionalismo es un com o-
Aunque los beneficios de las conquistas italianas en el norte de África y
en Etiopía fueron dudosos a largo plazo, un imperio italiano siempr ~ent~clrc de cualquier teona del imperialismo de finales del siglo
no e o~ d.etonantes fue el aumento del nacionalismo euro eo Otr~
Iix
fue el sueño de los gobiernos nacionalistas derechistas de Franccsrn
fud el cr~c1!111ento del sentimiento nacionalista entre los puebl~s ;oloni-
Crispí y Agostino Depretis. Estos dos políticos trataban de consolid11r
su influencia en un Estado italiano a medio hacer en las décadas d :~ ¡; ~ f:Jo a~enaza de coloniza.ci~n. La invasión británica de Egipto
1880 y 1890. Si añadimos una pizca de marxismo, éste también <.'s d ª'.
1881 8L de una drespuesta :nov11111ento nacionalista egipcio de 1879-
. a escara a explotac1on económica del país por obli . .
contenido de las afirmaciones que aseguran que las ambiciones impc europeos a t' d . 18 6 1 , gac1on1stas
M ~ar 'll' e .7 1 ª6 Ja transformado el Estado patriótico d
riales de Bismarck en Alemania, fueron el resultado de un <<Ímperiulia
mo social». Según esta teoría, Bismarck utilizó el imperialismo en Aírl
1
e 1met Ah en un pu¡ante movimiento nacionalista liderado or 1
i¡oronel Urabi49. Los agentes locales convencieron al gobierno brifánic:
ca y en el Pacífico para «aliviar» las tensiones sociales que aparecieron
i e qu~ esto representaba una amenaza no sólo para 1 'd d d 1
en Alemania durante su rápida industrialización. Aunque sea diflcd 111vcrs1ones d L d · ª segun a e as
e on res, s1110 para toda ruta estratégica hacia la Indi
identificar el mecanismo político q ue hace que esta idea funcionl', 1 que pasara por el canal de Suez. ' ª
mayoría de historiadores están de acuerdo en que Bismarck 111ili
El;acii°~aDsmo bóer de los colonos holandeses de Sudáfrica basa
la expansión ultramarina como una herramienta de construcción ut
11n e~ . , ca v1.n~s~o y en patriarquías, se transformó, como result;do d~
tal interna y no porque Alemania necesitara un imperio por razon •; p1es10n ¡r1tan1ca, en algo parecido a un nacionaUsmo afrikáner mu-
económicas. ' io ant~s e a guerra de Sudáfrica de 1899. Una multitud de colon
De la misma manera,Japón, que ocupó Taiwán e invadió Chi1111 •,t~rcal 1antes Y aventureros co1:sigui6 someter el centro y el este ~: 1
1894, tras un conflicto sobre Corea, veía su imperio como una prol , 1<;a control europeo a partir de 1878 Pero el d d I l
ción para y una extensión lógica de su imperio nacional creado l'll I H \' ~ · • d del · eseo e ng aterra
us a~entes e a antarse a los afrikáner en la carrera por explotar 1 11
Facciones rivales del ejército y la marina, con raíces en los pueblos l lu '"' ,110~1os del norte fue una motivación importante a la hora de anexi:s
y satsuma de reciente asimilación al imperio, competían por cxpundl 1111 rnl' t1e1-ras. ·
imperio por tierra o por mar. Los comerciantes y colonos jupun 1ncluso en territorios ya controlados por europeos el l.
11 d sv vol ·, , , . , contro illlpe-
sacaron provecho de la expansión imperial en Corea y Taiw¡tn, Aun ' vio ~as ene.rg1co e intervencionista en respuesta a los nacio-
fue un proyecto nacionalista. Como dijo un estadista japon(·s p11111 11 d"mo~ colonrnlcs. En este sentido, el «nuevo imperialismo» fue c
mar la expansión japonesa en Asia continental: «Si d sol 110 11h11 11 '' 111•1'.crn ndc1mís de causa del nacionalismo. Los procó uJ on-
desciende. Si el país no florece, muere. Por eso, para prnll'►\1·1 111 11l1111111str,1don.•s romo Curzon en la India, Cromcr l'll Egipto, ~~lni,\~
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NAC[ÓN, EL IMPERIO Y LA ETNJCIDAD, c. 1860-1900

Sudáfrica y Sarrault en la Indochina francesa gobernaban sus territorios l'~)[onialis1~ ~ occidental empezaron a imponer un nuevo patrón interna-
en las décadas de 1890 y 1900 con el objetivo de evitar, desviar o supri- 1·1onal al v1e;o orden mundial. La nación-estado empezó a dominar las
mir las demandas que hacían los intelectuales locales pidiendo más 1:cdes glob~~s. Impuso en todas las redes internacionales su sistema de
libertad y mayor representación política. A la vez, estos cuatro adminis- 1ronteras, idiomas y convenciones religiosas, claramente definidas.
tradores acabaron empujando a los líderes locales hacia w1a oposición Pe:º, es i11:1portante recordar que el antiguo sistema de globalización
más fuerte, hacia la resistencia armada y el terrorismo. Al este, la expan- Nobrevivia ba¡o la superficie del nuevo orden internacional. Los víncu-
sión holandesa desde Java por las islas del archipiélago (como Sumatra) los creados_ por las peregrinaciones, por los imperios universales del
fue, en parte, una respuesta a la resistencia islámica y local en las fron- pnsa?o ~• 111cl~1s0, por el consumo de bienes preciosos y exóticos
teras. Sólo de manera retrospectiva estos nuevos territorios pacificados ~~gman siendo importantes. Además, estos vínculos facilitaron y subvir-
resultaron beneficiosas agrícola y económicamente. r1cron el nuevo orden internacional. Consideraremos esto primero.
En resumen, cuando los historiadores investigan la expansión euro•
pea en una región no europea, suelen encontrar una variedad de intere-
ses locales y metropolitanos que causaron o justificaron la intervención.
Para poder explicar por qué el nuevo imperialismo se intensificó a fina 1./\ PERSISTENCIA DE LA GLOBALIZACIÓN ARCAICA
les del siglo XIX, se han aducido como factores importantes la crisis ~c~-
nómica mundial, los intereses capitalistas, la búsqueda de materin
~ 1 considerar cómo se estructuraban las redes internacionales en el
prima agrícola o los intereses comerciales locales. Desde lueg_o, la~ mi<.·
'ilglo XIX, son tan cla~~s las conse~uencias involuntarias de los viejos
vas tecnologías existían y ofrecían la esperanza de explotar el mtenor d1·
v~nculos como la po.lítrca de los líderes de las naciones-estado. Por
continentes enormes. Pero esto tampoco explica por qué los gobiernos 1 1
'J•mplo, tras dos guerras biutales y destructivas, y el apoyo británico a
europeos ocuparon tanto territorio y con tanta determinación. Una tco
los con~ederado~ durante la guerra civil, ¿por qué Gran Bretaña y Esta-
ría general más convincente es que la nueva fase de expansión imperial
1 los Un1~0s vo!v1eron a aliarse durante el siglo XJX? Los especialistas en
coincidió con el auge de las naciones-estado de Europa, América y Japéi11,
l11s relaciones_mternacionales suelen achacarlo a «razones de Estado».
y también con el surgimiento de movimientos nacionales extraeuropcrn,,
Había que ocupar las tierras reclamadas rápidamente, antes de que 111 111•1·0 los pers1~tentes vínculos antiguos eran iguales O más importantes.
hicieran otros. l 11duso despues de la Guerra de Independencia de Estados Unidos y de
111 ¡¡:1erra de 1812-1814, los abogados a ambos lados del Atlántico
N1'gutan empleando la vieja tradición de la Common Law. Las 1·glesias ·
p1 ote~tantes establecidas renegociaron sus vínculos y lanzaron una
11
¿UN MUNDO DE NACIONES-ESTADO? l1·ns1~a eva~gélica ~onjunta por todo el mundo. La antigua tradición
lirl'rana, nacida en tiempos de Shakespeare, seguía siendo debatida
111l111 crpretada en libros y periódicos impresos a ambos lados del Atlá;
El aspecto clave de la nación-estado -para algunos analistas- no hu
su naturaleza intrínseca ni sus reclamaciones y demandas a su prop111 1lrn. Antes de 1848, o incluso de 1870, los vínculos matrimoniales

pueblo. Fue más bien el hecho de que la nación-estado operaba <.·11 1111 11IIN11tlánticos Y la emigración siguieron siendo parecidos a los de los
mundo de otras naciones-estado y provincias imperiales parecid1111, V l11los XVII Y,:xvm, cu~ndo se ,<<pobló Norteamérica». La exportación
esto impulsó la uniformidad política del mundo. Los viejos y poco 11111 1il 11hn l de c~líes de Cluna,Japon e India, y de trabaíadores del este y el
11
dos vínculos ecuménicos y sus círculos de intercambios suntuosos y , I, ' •~1'.' e.le ~frt~a a ~o lar~o del siglo XIX difundió los antiguos patrones de
diásporas comerciales, que llamé «globalización arcaica» en el capll 11111 li 11111grac1on 111tenor e mtenegional y de la trata de esclavos, sometién-
1, fueron desapareciendo gradualmente. En su lugar apareció un NiNti ' l11l11s n su vez a nuevas formas de control comercial.
ma internacional movido por la cooperación o la competencia 1·11111 l ,os antiguos vínculos religiosos, económicos y de h ábitos físicos sos-
economías políticas nacionales. A partir de 1815, el Esta.do cmo¡w11 \' , I 11
" 111n d nuevo ore.len internacional del siglo XIX en el asp ecto econó-

262
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPEIUO Y LA ETNlCIDAD, c. 1860-1900

mico. Las teorías marxistas y liberales clásicas de los cambios económi- Los patrnnes matrimoniales del siglo XIX también mantuvieron
cos insisten en la racionalidad de expandir el capitalismo. Según estas 111rncterísticas arcaicas. Por lo general, los antropólogos han analizado
teorías, el objetivo de la expansión occidental era obtener recursos y lus ~ostumbres i:natrimoniales en sociedades pequeñas. Los historiadores
mano de obra subordinada. En gran medida fue cierto. Como ya hemos ~onnles _se han mteresado por las prácticas matrimoniales de aristocra-
visto, a principios del XIX grandes zonas del mundo se convirtieron en ' 111~ naaonalcs -~specífi~as. Sin e1?bargo, lo que ocurrió en el siglo XIX
un vasto campo agrícola que producía para Europa occidental. Esto l 111 una expans1on masiva de la hipogamia global, los hombres se casa-
ocurrió antes de la industrialización masiva, incluso en Gran Bretaña. l 11111 ~on 1?ujeres de un estatus social inferior. A veces esto implicaba
Aun así, muchas características de los viejos vínculos económicos seguían 111,11 nm?01os que_ cruzaban las fronteras entre d iferentes culturas o gru-
funcionando e influyeron en los n uevos sistemas. La globalización pos ra_~1~es. Hacia 1830 se creía que las relaciones sexuales entre muje-
arcaica se vio impulsada, en parte, por el deseo de adquirir productos tt•s as1at1cas ~ hom~res británicos eran una cosa del pasado. Es cierto
exóticos y coleccionar rarezas que transformaran el estatus social. fa¡• 1
11 ll' en _la India del siglo XIX se empezarnn a construir lentamente barre-
deseo no desapareció en el siglo XlX. Si los abanicos y las especias exóti 1.tN raciales en el matrimonio y el sexo, pero no se debe exagerar esto.
cas habían sido los bienes de lujo del comercio global del siglo XVlI, las \11114ue la ~omunidad anglo-india se formó por lo general antes de
plumas de avestruz y la porcelana japonesa seguían llegando a los mt·r 1HlO, a paru~ de 1860 aparecieron grandes comunidades de ang10-chi-
cados norteamericano y europeo. Los cuernos de rinoceronte, las baho 11ns, _anglo-bmnanos, ~olandeses-indonesios. Éstos jugaron un papel
sas marinas y los nidos de pájaro eran productos preciados en el merca 1 111
l lllnante en ~1 comerc1? y en el sector de seivicios de gran pa1te del sur
do chino. A pesar de una creciente campaña moral en su contra, el opro, \ 1·1 este de Asta. La antigua costumbre de los viajeros musulmanes de
en sus diversas presentaciones, seguía siendo un negocio clave para Asia, '
1111
1raer ~atrimonios temporales con mujeres extranjeras seguía unien-
y todavía llegaba a Europa y América. ol11 el Onente árabe, indio y musulmán durante el siglo XIX. Más
Un producto en particular se seguía resistiendo a las leyes dl· 111 1, l1•lnn~e fue un fact_o r importante del panislamismo mundial. Seguian
oferta y la demanda del mercado internacional. Las grandes poblado t¡111rt·c1endo_comun!di~des de raza mi.xta en las Américas, aunque lo
nes, sobre todo de Asia, consumían oro, un producto clave del conw, 1
'1 I<' se llamo «mestJ~a¡e». (la mezcla de razas) se vio limitado por las
cio internacional, debido a sus cualidades carismáticas como eleml'nlu 10 l,•;1s burguesas, nacionalistas y raciales del mundo anglohablante de
que transformaba el estatus social y hasta mejoraba la salud. A p:11111 N 111 ll'a mérica.
de 1860, el oro se extraía de yacimientos usando l111 sistema capitalis1,1 d, Los antiguos conceptos de los vínculos familiares seguían influyen-
producción y de control de la mano de obra en Australia, Sudáfril 11 Y tloo poJerosamenre en Europa y las Américas. Los vínculos de las fami-
California. El mercado, sin embargo, obedecía a unas ideas bien di~1111 lL,~ 1:cnles europ_ea~ -Barbones, Hohenzollerns, Sajonia-Coburgo y
tas del prestigio y del consumo familiar. A lo largo del siglo XIX e i111 111 il, 11111~ - se conv1rt1eron en una herramienta estratégica de la diploma-
so hasta la década de 1980, el consumo de oro en India y Oriente M1·1 lh • 1-1 pnv:1~a de finales del siglo XIX51• Al mismo tiempo, la hipogamia
mantuvo un precio inelástico. Esto significa que los indios, los árnl1l 11l~locrnt1ca del_norte de Europa fue un recurso clave para terratenien-
todos los demás importaban enormes cantidades de oro para joy,1 11
1
·11 d~~aden_cia por 1a gran depresión agrícola de la década de 1870.
como inversión familiar sin importarles el precio en el mercado i1111·1111 1 l'I f11m1lrns anstocráticas británicas recibían a las herederas norteame-
cional. Los antropólogos han demostrado que el oro funciona < 11111 1
, 1, .11 11s. Los casos Ch_urchill y Curzon, que adquirieron «sangre nueva»
una divisa universal y de prestigio en la India, independientcnw1111 d 1 11qm•%11 nueva gracias a matrimonios con herederas norteamericanas
mercado5º. Hasta hace poco, la acumulación de pulseras de oro y 11111 1111 11t'1l0 ejemplos, aunque muy conocidos. Los viejos terratenientes
joyas era una estrategia importante para preservar la viabilidad Ii11,1111 1 1111
P olcs, portugueses y franceses se mantuvieron solventes casándose
ra de una mujer en la familia de su marido. También se pcnsalrn q111 1
'"1 111ujl•rcs 1:icas de las colonias de Brasil, Cuba y México. Todos estos
oro protegía, fortalecía y purificaba los humores corporales d1·l i I' 11 1 1111 tilos nrcaicos s_e transf~nnaron con las nuevas estructuras capitalis-
llevaba. Estos principios arcaicos de consumo dominaban los lrl11 11 1 1
1 1 11· 1_11 ccono_mia munc.lial~ pero todos reflejaban las tradiciones y
cuentas de los «caballerosos capitalistas» del mundo modn110, ' 1,1h•f1111s de t 1t·mpos antcnon:s. Las l<.'orfas modernas eugenésicas
LA GÉNESlS DEL MUNDO MODERNO
LA NACTÓN, EL IMl,ERIO Y LA ETNJCIDAD, c. 1860-1900

sobre el vigor racial sólo sirvieron para validar las viejas ideas del linaje 1
·m~ezó a ~~e~r vínculos ext ranacional es, una especie de embrionaria
sanguíneo. rioc1edad civil mternacional.
Ahora es más fácil entender cómo estos vínculos arcaicos se convir- . Otros aspectos de la ideología global se vieron transformados en el
tieron durante el siglo XIX en una red de conexjones internacionales en
~igl? XJ?C· Com~ veremos en el capítulo 9, las religiones mantenían sus
tan breve periodo de tiempo. Se ha escrito mucho acerca del crecimien-
,,sptraciones u111versales. Sin embargo, empezaron a adaptar sus activi-
to de la nación-estado y de su álter ego, el Estado imperial, tras 1850.
dndes, sus fori_n_as de burocracia y su poder de atracción a la nación-
Se ha prestado menos atención al proceso de reconstrucción de los vín-
1·s1r~do. Las misiones cristianas de finales del siglo XIX eran misiones
culos globales, o su relación con la nación-estado. Los viejos patrones 1111c1on~l~s. La re~urgida Iglesia católica de finales del siglo XIX emplea-
de conexión internacional persistieron. Pero se vieron representados
h11 un 1d1oma um~ersal, pero su burocracia imitaba a la de la nación-
cada vez más como esencias nacionales controladas por las naciones-
1·s1ado, Y su atract~vo era especialmente fuerte en nacionalidades sumer-
estado.
Jll<~ns como por eJemplo Polonia e Irlanda. Los p anisl amistas también
Ho11~1ban con un califato universal. Pero su política era potenciar a
11
.ici~nes mu~ulmanas s~mergidas o acorraladas. La teoría racial, que
DE LA GLOBALIZi\CIÓN AL íNTERNi\CLONALISMO dominaba a fmales del siglo XIX, era, supuestamente, una teoría histód-
111~lobal. ~ero sus implicaciones se expresaban siempre en la termino-
En el capítulo 1 sugerí que los vínculos globales del viejo mundo st· l11g1a propia de la nación-estado. Por ejemplo, los teóricos raciales fran -
definían por las ideologías y por los hábitos físicos. Antes del siglo XIX ' 1'SL'S se preocupaban por las duraderas características d e la «raza
dominaban las ideologías del monarca universal y de la religión univer lc•111ona» Y la «raza latina», pero, por lo general, su preocupación era si
sal. El punto clave del cambio a partir de 1800 fue que los escritores, l.1 111czcla de estas razas fortalecía o debilitaba 1a nación francesa y su
juristas y políticos adoptaron y adaptaron las ideas de los derechos indi 1 ,indo. ~~ este aspecto, las teorías raciales eran diferentes al arcaico
1
viduales y estatales para sus propios fines. La historia intelectual sigut· 1•,1t•ma f1~1co de castas que analizamos en el capítulo l.
siendo muy eurocéntrica (y norteamericanocéntrica). Es importante l,os vrnculo~ globales del viejo orden se crearon por las migraciones
recordar que los asiáticos y africanos asimilaron y utilizaron las teorfo~ , l,· pueblos. A finales ?el s~~lo XIX y comienzos del xx, el Estado regu-
acerca de los derechos. Obviamente, la expansión imperial fue un fot' 1.ii>a Yc~ntrolab~ ~a ~111grac1on. Las medidas antiesclavistas tomadas por
1
tor clave. El aparato estatal europeo y sus derechos sobre la tierra y 111 1, k gobiernos bman1co y francés crearon un nuevo sistema de tratados
1
ciudadanía se exportaron a las segmentadas África y Asia. La idea de 1111 'ontroles de _las aguas internacionales. Los gobiernos coloniales con -
11
imperio universal chino, otomano o, incluso, católico se quedó obsol1· 1 ,luban el fluJo de trabajadores inmigrantes contratados tanto dentro
ta. Los nacionalistas europeos y los patriotas coloniales empezaron 1·11 ' 111110 fuera_ de sus dominios. Con el reglamento sobre barcos trasatlán-
su lugar a afirmar sus d erechos ya como individuos o representantes dr 11, ns de emigrantes establecido por los gobiernos británico y estadouni-
una cultura en el idioma de la teoría adoptada. En la década de 18 HI, ' 1, 11 ~(· en 1~ déc~da de 1820, y el reglamento de la cuarentena tras las
Ram Mohun Roy, el reformador b engalí, argumentó que la Compa11111 1'
11111 dcs epidemias de cólera entre 1830-1850, los estados ejercían un
de las Indias Orientales inglesa había violado los derechos del Im¡w1 i11 1111
' 11'.>l cada ~ez más férreo sobre la inmigración internacional libre. La
Mogol, al que ahora pasó a llamar Estado en vez de imperio unívn~ul '1, 11 111 na del libre comercio luchó varias décadas cont ra este incremen-
La derrota de China en las Guerras del Opio obligó al Reino Medio 11 111 d,· control estatal. H acia finales del siglo XIX sin embargo el · d
abandonar su supuesta superioridad y reclamar igualdad terri 1ori11l v 1 11 ¡· •1 , , mie o
• i ·c_ ,vc rac1~ _Y a l~s supuestos criminales y agentes extranjeros dio la
económica bajo las leyes internacionales. El panorama ideológico d, 1 1 11 1111
1 11 a la v1~1lanc1~ ~~tatal. Un resultado de esto visible en Estados
mundo internacional moderno se veía como un diálogo entre enl id1111, 1 1111 11
cl s rL_1e 1~ .tmpos1c.10n a partir de 1890 de un control m ás rígido
políticas iguales con derechos uniformes. A su vez, la tendencia 111uv1 1 1
il u 1' los 1nm1grnntcs, sobre todo los «asiáticos» y judíos. Esto culminó
sal inherente a las nuevas teorías de los derechos individunles y gn1p11l1 11
• '' lu l ,t•y de O rigt•n Nacional el<' 1924. Este I ipo de legislación establecía
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO
LA NACIÓN, EL IMPERIO y LA ETNICIDAD, c. 1860-1 900

claramente la «esencia» del Estado, pero también determinó la natura-


leza de los vínculos internacionales. :1;;::.'.~111pe.t
añ1taedadifde un. td
ambién creciente conflicto entre naciones-estado
, erencrn as.
De similar manera, los antiguos y poco ligados vínculos del comer-
cio global fueron sustituidos por acuerdos comerciales más formales
entre naciones. Esto ya era el caso en los días del libre comercio antes de
1870. Pero mientras los políticos e industriales trataban de proteger sus l•l, INTERNACIONALISMO PUESTO EN PRACTICA
economías con acuerdos sobre tarifas, la nación-estado se convertía
inexorablemente en el actor principal de la economía internacional. t:s
I', ej~?1plos nos ayudarán a ver el progreso de este roceso d , .
Esto provocó acuerdos comerciales cada vez más formales. El viejo sis- t11d1,1:1c~on de los antigu os vínculos globales en distinto~ niveles d: ~:::~;
tema de cónsules honoríficos o consultas de los líderes locales con los 11prnct1ca. Este capítulo termina con el caso de una institución estatal
jefes «invitados» de comunidades de comerciantes se sustituyó con ', ' 1.rnsA}~~te,l y con ~na organización voluntaria internacional, la Cru;
redes de consulados comerciales y tratados comerciales internacionales. "i¡r,_. ma , examinaremos una conferencia internacional de im or
El crecimiento durante el siglo XIX de la economía mundial, dominada 1,111r 1a fundamental, el Parlamento Mundial de las R 1' . ~ -
por Occidente, produjo una paradoja. Por una parte, el movimiento de .111 t ·n Chicago en 1893. . e igtones, organiza-
capitales se volvió más complejo: la inversión d irecta a larga distancia . ~lasta hace poco, apenas se estudiaba el pasaporte, esa herramien -
significó que empresarios de distintos países trabajaban juntos para reu 1,1 <statal ~ª~. controlar fronteras internacionales. P ero la historia del
nir e invertir capital. Por otra patte, los estados empezaron a preocu ¡111s11por te m l~a d~1:amente que hubo una transición entre las red
parse por estos flujos de capital y trataron de controlar a las empresas y il1l/n!>c1lJesJdeh e~gracion y el internacionalismo de la nación-estado El es
110 e o n 1orp La · ., d ¡ ·
sus capitales. Por ejemplo, durante la guerra anglo-bóer les entró páni 1 ey, znvenczon e pasaporte, aportó muchos datos
co a los políticos británicos por la manera en la q ue las empresas ínte r 1 11 (' c~so r:opeo. En el siglo XVIII, la élite comercial y la aristocr:da
nacionales p ervertían supuestamente las bolsas internacionales y los f111 ' i110v1an l . remente por Europa. Eran los pobres los cam esi
jos de capital se fortalecían. Al mismo tiempo, los controles nacionak-N ll 11d(~S a la tierra, 9u~enes necesitaban papeles p ara ~overse. ~l ~~:~
sobre la situación y uso de capitales se endurecieron con el desarrollo 111 i11 e externo consist1a en una carta del rey un obs . l p
¡.. : , 1, . , equio para os gran -
de la patente nacional y con la idea de la casa matriz con sede nacíonnl. ' ' ¡ u1 tstoc~·atas, c engos y otros; una protección real y la petición de
En tercer lugar, a nivel de los hábitos físicos, los vínculos globHl,·N q111·,1~0 E tuv1eran problemas con las autoridades locales de otros reit1os
'n uropa y en A , · e[ ·
funcionaban de una forma distinta a las antiguas jerarquías cosmopoli . . . . menea, pasaporte se convirtió en una herra-
t as. Empezaron a separar físicamente a los supuestos grupos racial<•N 111/1•111 a de vigilancia política externa durante la Revol . , F
, 111111do los b ' ' uc1011 rancesa
Los europeos de Oriente dejaron de contratar ayas indias y chinas pni 11 1 • go iernos querían controlar los movimientos de agitad
¡i1, i ltros o, en el caso de la República francesa de , . ores
sus hijos. A lo largo del siglo XIX, rechazaron la vestimenta y la comid11
, 11 " inríos. A lo largo del siglo XIX l . d 1' molnar_qmco~ y reac-
no eu ropea52• Este proceso, nunca total, también afectó a los asiáticoHy 1 •, d f . , e rrue o a as revo uc1ones impulsó
africanos. En las décadas de 1920 y 1930, los nacionalistas hindúes nioi1 1~,l~•nc(o~ e o ici~as y agencias de p asaportes. Tras las revoluciones de
taban campañas para expulsar de sus casas a los criados musulrna1ws y ! .ª º.muna e París de 1871, los gobiernos, presos de un ata ue
1,
para prohibir que sus mujeres visitaran a sabios y curanderos mus11l11111
nes. Éste es un buen ejemplo de cómo las fronteras arcaicas se 1'11<•11111 '
1
·r,
.1, t 1111co, mtentaron extender el sistema a toda la pobl · ,
111 1111
ent~e 1815 Y1850 hubo un int ento general de relaj=~~~~-co~~
1i " i •~ •• ronten zos tanto de .inmigración interna como d . .,
«nacionalizando» durante el siglo XIX. Pero la nacionalización 1'1¡,.1t 111 1 11,• i1 1nutles del siglo XIX y como respuesta a recelos . e em1grac1on.
requería una internacionalización complementaria a nivel físico. 1•:11 111 , 'i11N1•1't1<.' ncias del movúnie.nto de trabajadore d y ~ie?os sobre las
esfera pública internacional, los hombres se veían obligados a vc1,1i 1•l1vi 11, il,•~ inrís rígidos. . s cuan o se mstituyeron con-
tas y chisteras británicas mientras, a la vez, h ablaban, comían, hd11i111 v
se compo1taban a lo francés. La creciente uniformidad in t·crirnd rn ud 11 111
'1':',.11111nc.lo n~iÍltic~ fue testigo de un proceso parecido pero con raí-
'' 11 t' rt•nt cs. 1',11 Asia los "f'rlll 1.. . , l ¡ , ¡ I '
. ' • " < ts te-yes 111 >11111 < H< o sn lvon rnd 11eros

..!úH
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

a sus súbditos para viajar por la India - se llamaban parwanas, derecho 11sociar con la nación-estado de Suiza56. De hecho, la cruz no era un sím-
a pasar- . A nivel local, los movimientos personales eran controlados bolo ~rist~:no ni internacional, sino el negativo de la bandera suiza. La
por los jefes y líderes establecidos. Los aldeanos que se desplazaban no org~nizacion central desde 1880 siempre ha sido básicamente suiza. Las
tenían la obligación de llevar papeles como sí pasaba más a menudo en L'ntr_dades subordinadas se organizaron alrededor de diferentes comités
China o Europa. Aun así, los libros de los jefes de aldea permitían a las 11_ac1onales. Esta o_rganizació'.1 internacional con base nacional ha pre-
clases dirigentes un control indirecto sobre los movimientos de los tra- ~1onado .ª los gobiernos nac10nales para la aparición de convenciones
bajadores. En India, la expansión del sistema de pasaportes hasta 111ternac~~nales sobre leyes de guerras. Sin embargo, siempre ha habido
incluir a comerciantes y viajeros llegó en un principio como consecuen- 1111a tens10n subyacente entre lo internacional y lo nacional. En las déca-
cia del monopolio de las empresas europeas, que recelaban de sus riva- das de 1880 Y 1890, la unidad simbólica de la organización se rompió
les europeos. Las Compañías de Indias Orientales holandesa e in?lesa rn~ndo musulmanes otomanos enfurecidos atacaron a médicos volun-
apuntaban meticulosamente cada movimiento de europeos extran¡eros lanos _de~~ Cruz Ro!ª. por llevar un símbolo cristiano. Esto obligó a la
en sus territorios, por miedo a que establecieran comercios rivales. Ante organizac10n a perm1t1r la creación de la Media Luna Roja en los países
este monopolio imperial agresivo, los estados asiáticos tomaron contra- musulma~es. _Durante las guerras balcánicas posteriores a 1911, los mu-
medidas para limitar a los comerciantes y sujetos extranjeros el acceso sulm~es mdios organizaron la defensa de los otomanos a través de un
a ciertas zonas y para controlar las relaciones de sus súbditos con ellos. Medra Luna Roja específicamente india57• Más recientemente el Estado
La corporación estatal del comercio chino, el Cohong, fue un ejemplo isra~lí ~a intentado insistir en el uso de una Estrella de Davd roja en su
de esto en el siglo XVIII. Todo extranjero en el Cantón debía llevar enci- lcrntono.
ma una acreditación de sus comerciantes locales previamente asignados. ~ l ejemplo de las religiones del mundo muestra una última transfor-
A partir de 1800, el miedo político sustituyó a los celos comercia- 111ac1on de la globalízación arcaica en internacionalismo durante el si-
les. Hacia 1830, las autoridades del sur de la India detenían a comer- p,lo XI~. Examin~r~os este tema detalladamente en el capítulo 9. Los
53
ciantes ele Oriente Medio por «viajar sin pasaporte» • Temían que los o_i·g_aruzadores cnstianos del Parlamento Mundial de las Religiones de
profesores puristas islámicos y otros emisarios religiosos difundieran pro- <,b lca?o ~e 18~3. querían celebrar la búsqueda por el ser humano de la
1·xpenenc1a religiosa. Esperaban disminuir la hostilidad entre las dife-
paganda antibrítánica por las inestables ciuda~ s portuarias. A su v_e:,,
7
sin embargo, la implantación del pasaporte abr10 un debate sobre quien 1rn_tes t~~diciones religiosas. El contexto del congreso era el auge del

era ciudadano anglo-indio y quién 11054. Las autoridades imperiales eu 1111t1selllitis?10, la may?r hostilidad entre católicos y protestantes y el mie-
ropeas imponían su derecho a controlar y proteger los mo:1imien~os _c.k· 1l,o ~le Occidente hacia el panislamismo. Sin embargo, ya desde el prin-
1 1p10 de la organización hubo problemas con el estatus de las diferen-
sus súbditos por el extranjero. Declararon a los comerciantes md1<>N
de ultramar súbditos de la India británica en vez de extranjeros invil'a 1,·~ instituciones r~li?fosas n_a~io~ales. Dada la tensa situación política
1 1, 1 mundo, se dec1d10 permltlr solo a los representantes de confesiones
dos. Esto fue clave para su transformación en súbditos de una nación. P01
el contrario, algunos comerciantes árabes y chinos contemporáneos pu 1•Npccíficamente nacionales «representar» a sus religiones.
dieron conseguir nacionalidad europea en los enclaves europeos parn A pesar d_e no h~ber sido invitado, el visionario bengalí suamí Vive-
así evitar pagar los impuestos y someterse a las leyes territoriales oton111 l11 11~m~fª llego ª. Ch1cago : se convirtió, de facto, en el representante
nas y chinas55. En estos casos, el pasaporte como elemento internacio1111l l1,1tlro .· Sus apasionados discursos en el Parlamento lograron tres cosas.
se usaba para subvertir en vez de para reforzar la nación-estado enw1 l•,11. primer lugar, consiguió que los estadounidenses aceptaran el hin-
gente. Pero en cualquier caso, la nacionalidad se había convertido (•11 1·1 d111smo como ~~ª. poderosa fuerza internacional. Esto lo consiguió
11111ora11do las div1Slones y sectas y señalando las antiguas civilizaciones
punto de referencia. . , .
El segundo ejemplo, la Cruz Roja, nos muestra como se nac101rnll l1 1111!l'1cs del sudeste asiático y la diáspora hindú en el Caribe y en Su-
1 hd J"rca. Deploró _l~ costumbre occidental de masacrar almas vivas para
zó el ideal religioso de la ayuda humanitaria física a los heridos. l 11•1111
Dunant creó la Cruz Roja como respuesta a los horrores de la bahdl11 1h il1111l'11tar su cod1cta. Habló de su horror al ver a diario el sacrificio de

Solferino durante la unificación de Italia, p ero muy pronto se c111¡w~.11 ,, 1,, v11rn s1-1grnda en los tnHtadcros de Chicago. Pero lo más importante

·n o .,1/I
LA GÉNESIS DEL MUNDO MODERNO LA NACIÓN, EL IMPERIO Y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

Bretaña y que celebraba la fusión religiosa con la nación eterna. Un dia-


rio de Calcuta decía: «La India aplaudió a su héroe triunfal. Todas las
facciones del hinduismo se unieron para demostrar su gratitud al pue-
blo norteamericano»59• De esta manera, la India empezó a asociarse
- 1 '
cada vez más con el hinduismo, un cambio que tendría consecuencias
1 ' 1 importantes para el futuro del subcontínente.
~-. ,'. Esta última sección ha .intentado demostrar cómo ocurrió la trans-
formación gradual de las redes globales en redes internacionales a lo
largo de dos siglos. Ocurrió en el ámbito ideológico: así, la idea de ayu-
dar a los heridos cristianos y musulmanes tomó forma en w1a organiza-
dón internacional, la Cruz Roja. Ocurrió también en el ámbito de la
diáspora humana, mediante el control d e emigrantes por un sistema de
1 .
pasaportes determinado por su nacionalidad. También en los hábitos

...
L
~_.....
físicos. Los indios, entre elJos Gandhi, llegaron a creer que el vegetaria-
nismo y la abstinencia debían formar parte de la futura nación india.
l•:stc último ámbito, el de los hábitos físicos, creó un vínculo entre lo
ideológico y lo material a través del conswno y transformación de mate-
.\'U) 1, t I!~ 1 , , \ \ ,.. 1 1
rias primas. La acumulación estratégica de bienes exóticos o con pode-
(: 4 I . Cruz Roja en acci6n: enfermeras japonesas cuidando a heridos r~sos en d l'('S curativos dio paso al consumo de bienes uniformes, y a la generali-
~~s;i~al de la Cruz Roja japonesa en Chemulpo, durante la guerra ruso-Japones11. ,mción de vestimenta y modos de comportamiento que marcaban el 1

,·slatus nacional en el ámbito internacional. Surgieron paradojas y con-


fliclos. Las élites japonesas, por ejemplo, se preguntaban si su naciona- 1
l1dn<l moderna debía vestü- a lo occidental en el ámbito internacional o
1tc lnptar sus prendas tradicionales para crear un «traje» japonés.
fue que Vivekananda consiguió unir firmemente la no~ió~ del hindui.~
la del nacionalismo indio, contrastando el materialismo de ?c( 1
;e::e con la espiritualidad que, según él, era. l~ esencia deellaps na c101~('H
.
de Oriente-so b retod o de I ndia- · Su domm10 moral
. en

nalismo indio se reconoció como una fuerza en s1, diferente y sup


al imperialismo británico.
A su regreso los m . d'tos proc1amaron
. k d
ar¡1amt
to fue celebrado en India por ser el momento pre~1so_en el que e n:~::11
, .·,

. a Vive anan -a encarnat 11111


:
11 t < >NC:LUSIÓN

1•11 su conjunto, este capítulo ha tratado de unir las teorías históricas del
111wionaJismo, el imperialismo, el «internacionalismo» y de los subgru-
1" tN étnicos subordinados a finales del siglo XIX. El auge de un naciona-

h del espi~itualismo de la nación india. Pocos an~s antes, t·slc l,-n 10 excluyente y ambicioso que utilizaba los poderes del nuevo Esta-
h~~:: ado por la India como peregrino, en busca ~e D10s, como _li, ' In 1111ís intervencionista fue la fuerza principal que impulsó tanto el
.
antiguos gvia¡eros
. . . sagrados · Ahora
• , sus devotos subordmaban
, . casta,
, ,< 111 1111t•vo imperialismo como el endurecimiento de las fronteras entre la
. eo rafía sagrada a los intereses de la nacion. Los p r111c1p1 11111yorfa y las supuestas poblaciones «étnicas» en todo el mundo. Como
~ut~ y g g . almente la carroza d e este reformador <le ca:-1., 111 , , 111Sl'l'11cncia de las guerras, rebeliones y conflictos internacionales de
mdios arrastraron person . V' ·1
1111 tl1.ulos de siglo, el nacionalismo se hizo más competitivo y más de-
feriar invirtiendo físicamente la vieja jerarqufa. Mientra; tantº¡ T 1v1 t'1
nand~ era recibido con la marcha triunfal del Judas Maca . eo ( e :H'" ,' ' ll1dil11. l•:s1os factores refor:a,ron el sentimiento nacional de Estados
Música. compuesta por. u n antiguo patriota alemán rcs1de111t• t·11 <" 111 l l111d11s, por ejemplo,<.' incluso el de Canachí, que se venían desarrollando

}.72
LA GÉNESlS DEL MUNDO MODERNO
LA NACIÓN, EL IMPERIO y LA ETNICIDAD, c. 1860-1900

desde antes de mediados de siglo. En Europa, la aparición de dos nue- nsociaciones 1


. · , d d antiesclavistas
. y los' clubes de 1-ernrrrustas
r. · l'b
1 era es que
vas naciones-estado, Alemania e Italia, y la humillación de otras dos, tx1st1an ~s e comienzos del siglo XIX se vieron de repente acom aña-
Francia y la Austria alemana, llevó al continente a competir diplomáti- dos por miles de nuevas asociaciones que decían hablar por citar~l u-
ca y militarmente tanto dentro como fuera de sus fronteras. La unifica- nos, en nomb7e ~e los indios, los irlandeses, los sociali;tas, las muje~es
ción de Japón, un gobierno más enérgico por parte de Gran Bretaña en y ~os p~~bJod mdígenas. La Primera Internacional Socialista fue sólo la
el sur de Asia y una ofensiva europea en Oriente Medio crearon nuevos inas ra ic . e ellas. Los dos próximos capítulos tratarán, primero de
nacionalismos entre las élites y los comerciantes de Asia y Africa. A su los ingrana¡es,ddel E stado Y, luego, de las ideologías políticas que infor-
vez, éstos desplegaron nuevos tipos de propaganda para reclamar su '11ª an a sus 1L eres y a sus oponentes radicales.
independencia a los gobiernos coloniales. El imperialismo y el naciona-
lismo reaccionaron el uno ante el otro y se repartieron el mundo y sus
pueblos.
Las guerras de mediados de siglo habían surgido por varias causas:
un crecimiento económico desigual, la pobreza relativa de la población
campesina y artesana, el empuje industrial de las élites dirigentes y la
lenta difusión de la noción de la soberanía popular tras las revoluciones
previas. Para explicar la carrera por reclamar sus naciones en este perio-
do crítico, sin embargo, hay que señalar como influencia principal la
memoria y la experiencia de conflictos masivos. El Estado, la urbaniza-
ción y el capitalismo impreso jugaron un papel, pero las guerras fueron
la causa deJ nacionalismo, igual que los nacionalismos fueron la causa
de guerras. Los nacionalismos reformularon los viejos vínculos más fle-
xibles de las diásporas y de las ideologías globales que interconectaban
el mundo del siglo XVIII. Incluso cuando un congreso o una conferen-
cia decía representar principios universales, se estructuraba cada vez
más según las naciones-estado que participaban. Después de los cin-
cuenta y cinco años transcurridos entre 1815 y 1870, cuando el librl'
comercio estaba a la orden del día, el proteccionismo económico nado,
nal se hacía cada vez más patente a medida que el siglo llegaba a su fin.
Mientras el flujo del comercio internacional, trabajo y capitales crecían
exponencialmente, las naciones-estado fueron imponiendo su enérgico
control para dirigirlos según sus propios intereses.
Existe, pues, una paradoja en esta imagen de la nación-estado y s11
vástago imperial. Los estadistas concibieron la nación como una en1 i
dad monolítica y autoritaria, pero el pueblo vio en la nación una gara11
te de sus derechos, privilegios y recursos. Si el Estado no cumplía t:sll'
deber implícito, sobre todo si el Estado era dirigido por extranjeros, d
pueblo lo reclamaría a gritos y con mayor agresividad. Así fue conu,
el triunfo de la nación-estado se vio acompañado de la aparició11 d,
numerosas asociaciones de voluntarios, sociedades reformistas y cruz11
das morales, organizadas tanto a nivel nacional como intt:rnacional. l ,11~
TERCERA PARTE
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD
EN LA ERA DEL IMPERIALISMO
7

MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

Los dos próximos capítulos (7 y 8) examinan algunas de las institucio-


nes, ideologías y cambios económicos globales que, según los historia-
dores contemporáneos y muchos historiadores modernos, rehicieron el
mundo del siglo XIX. Analizan el auge del «Estado moderno» y el ascen-
so del liberalismo y la ciencia. Los capítulos 9 y 11, por contra, exami-
nan varios aspectos de la vida decimonónica: la religión, las poderosas
monarquías y las jerarquías de terratenientes, que muchos contemporá-
neos veían en declive ante las supuestamente inexorables fuerzas del
cambio. Paradójicamente, estos dos capítulos hacen hincapié en cómo
la religión, la monarquía y la jerarquía supieron reinventarse en los cin-
cuenta años previos a 1914.
El Estado, en el sentido más genérico, es un importante actor de
este libro. Mucho antes de que la industrialización o el surgimiento de la
nueva ciudad fueran factores formativos a nivel global, fueron los triun-
fos y fracasos de los estados del siglo XVIII, y de sus herederos revolu-
cionarios e imperiales, los que determinaron muchos aspectos de la vida
social y el patrón de la globalización, como vimos en los capítulos 3 y 4.
El proceso de operar a nivel global y de adaptarse a las nuevas ideas e
ideologías hizo que los estados europeos y algunos extraeuropeos se
hicieran más uniformes y, a la vez, más competitivos,

LAS DIMENSIONES DEL ESTADO MODERNO

¿Qué significa la expresión «Estado moderno» y en qué se diferencia-


ba de los grandes sistemas políticos del siglo XVIll que examinamos en
el capítulo 1 del libro? A finales del siglo XIX, la mayoría de los regíme-
nes del mundo intentaban controlar territorios bien delimitados por
medio de estructuras legales, administrativas y educativas uniformes.

279
EL ESTADO y LA SOCJ'EDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISivro MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

Querían establecer, mediante mapas y encnestas, el total de sus recur- debemos olvidar otro tipo de construcción estatal. Algunos gobiernos
sos para poder cobrar impuestos y utilizarlos de forma coherente. Los se expandieron a causa de disputas locales en las _que sólo elfos podían me-
estados anteriores habían sido en ocasiones intrusivos y exigentes, pero diar, 0 porque había una demanda de servicios __que solo. ellos po-
sólo en áreas específicas de la vida y sólo en ciertos momentos y lnga- dían satisfacer. Un buen ejemplo de esta construcc1on de abajo a arriba
res. El Estado moderno, sin embargo, aspiraba a un control monopolis- fue Estados Unidos: desde comienzos del siglo XIX en adelank los
ta de la lealtad de sus súbditos. Los estados modernos recelaban de las pequeños agricultores y empresarios locales reclamaron al gobierno
afiliaciones transterritoríales ya fueran religiones, vínculos étnicos o
1 federal que interviniera para regular los precios y el acceso a los ferro-
conexiones dinásticas que habían caracterizado el viejo orden. Trata~
1 carriles y a los servicios de crédito. De esta manera, los mtereses comer-
ron de abolir los derechos o, a veces, las desventajas de grupos de súb- ciales de Europa y Estados Unidos empezaron a reclamar a la vez al
ditos especiales que reclamaban un estatus superior o, al contrario esta~
1 obierno que interviniera con tarifas proteccionistas para foment~a~ las
ban condenados a un estatus inferior por la ley o el gobierno. Los ~presas y los servicios locales. No quiero sugerir, como lo: teot1cos
cambios implicaron una uniformidad creciente en la que el Estado se marxistas de la década de 1960, que el Estado no fuera mas que un
hizo más cohesivo. La vieja distinción entre el rey y sus recursos y el
gobierno y los suyos se abolió. El Estado se localizó en un sitio deter-
d
órgano al servicio de la burguesía. Pero sí recordar que Estado ern
un recurso, aunque liderado principalmente por los relativamente pri-
minado en vez de moverse con el rey. Las facciones de 1a corte se con- vilegiados, además de ser un íncubo militar y financiero que aplastaba
virtieron en partidos políticos que trataban de hacerse con los mandos
a la sociedad «desde arriba».
del gobierno en vez de con el favor del rey. Pero el Estado también se Por lo general, este libro se muestra escéptico con las ideas exage-
volvió funcionalmente más complejo, con departamentos separados y radas de muchos historiadores recientes que proponen que el Estado
funcionarios especializados. doméstico y colonial del siglo XIX era una incontenible apisonadora.
La necesidad de organizar a la población para guerras a gran esca- Ese leviatán sería más típico del siglo XX. No obstante, el auge del Esta-
la o de cobrarles impuestos para desarrollar una mejor tecnología mili- do moderno durante este periodo fue un acontecimiento sorprendente.
tar fue un incentivo importante para fortalecer y simplificar las estruc-
El Estado napoleónico y antinapoleónico de la época revoluc1onana fue
turas estatales. El sociólogo contemporáneo Michael Mann apunta que
un acontecimiento anómalo. Las ideologías, ambiciones y alcance de los
la mayoría de los primeros burócratas eran militares 1• Pero, además de
gobernantes sobrepasaron su poder, que se desinfló muy rápidamente a
ser una apisonadora militar y financiera, el Estado era una idea. Repre-
artir de 1815. El momento clave fue el periodo 1850-1870. En esta fase
sentaba una aspiración al poder total y a la soberanía territorial, ya fuera
~l Estado moderno se benefició de la rápida industrialización, del nuevo
en nombre del «pueblo», ya en nombre de la «nación», o a pesar de
ambos. La idea de Estado tenía vida propia que no podemos reducir a armamento y de un nuevo espíritu agresivo afilado por el miedo a la
meros intereses de clase ni a exigencias militares. Desde los imperialis- revolución y avivado por el fuego nacionalista. Fue en este penodo cuan-
tas victorianos británicos hasta los líderes militares modernizadores de do la Prusia de Bismarck, el Segundo Imperio Francés y el Estado colo-
Perú o Ecuador, el concepto «civilización» implicaba una imagen de una nial británico en India apretaron el paso, reforzados por una nueva cul-
sociedad organizada y tecnológica que perfeccionaba al ser humano tura científica y profesional'. Que el triunfo de esta entidad en la mayor
individual. Estas ideas atraían por igual a conservadores, liberales, radi- parte del mundo tardara en llegar no le quita importanci~ ..
cales y socialistas, aunque a cada uno de una forma diferente. Este capítulo procede a examinar la expans1on geograftca del Esta:
En todo el mundo decimonónico, la construcción del Estado se do decimonónico, qué relación guardaba con sus precursores y de _que
hizo de arriba a abajo, el «proyecto» de los grupos de élite dominantes. herramientas y recursos disponía. Pero antes es importante examinar
Esto fue especialmente cierto para los imperios coloniales europeos, los puntos fuertes y débiles de las teorías de los historiadores (y de los
pero también en sociedades como las de Japón, China y Etiopía, donde antropólogos) sobre el Estado moderno y colonial, ya que es un factor
las clases dirigentes autóctonas decidieron que un Estado poderoso era aclaratorio que invocan alegremente y con frecuencia para explicar
lo único que podía salvar «su» civilización de 1a extinción. Pero no todos y cada uno de los cambios.

280 281
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

EL ESTADO Y LOS HISTORIADORES Al contrario que con los ámbitos de los derechos privados y del bienestar pri-
vado (la familia y la sociedad civil), el Estado es, desde un punto de vista, una
Hace cincuenta años, las historias del mundo anglófono y sus impe- necesidad externa y una autoridad superior. Su naturaleza es tal que las leyes y
rios decían muy poco acerca del Estado. La tradición histórica fundada los intereses están subordinados a y dependen del Estado. Por otra parte, sin
por el historiador decimonónico whig T. B. Macaulay hablaba mucho embargo, es el objetivo inmanente en ellos, y su fuerza reside en la unidad de
del gobierno representativo y de la extensión de las libertades, pero su finalidad y objetivo universales con los objetivos particulares del individuo
menos del desarrollo del poder estatal. Su joven pariente G. M. Trevel- y en el hecho de que los individuos tengan obligaciones con el Estado en pro-
yan, el historiador inglés más célebre a comienzos del siglo XX, parecía porción a los derechos que tienen en contra del Estado4•
excluir completamente la política de su historia social de Inglaterra. A
ambos lados del Atlántico, la tradición liberal del pensamiento político, Los marxistas pusieron estas ideas patas arriba y arguyeron que el
que veremos en el próximo capítulo, recelaba o se mostraba hostil al Estado era el motor del poder de la burguesía. Para Max Weber, el Es-
crecimiento del Estado. Se consideraba algo ligeramente siniestro tado era, por lo general, un ente benigno e impersonal que garantizaba
inventado por los europeos «continentales». A su vez se decía que los el orden civil y el progreso. Su auge marcaba el fin de las obsesiones
norteamericanos, los británicos y los habitantes de los antiguos domi- místicas y de formas peligrosas de carisma político. Incluso en Rusia,
nios británicos tenían constituciones, política de partidos y gobiernos donde gran parte de la autoridad real residía en asociaciones locales,
dirigidos por funcionarios. Esto limitaba bastante el interés de los his- órdenes y asambleas, los teóricos políticos y los administradores de
t~riadores modernos por el Estado. Incluso en los territorios depen- corte alemán -de hecho, muchos eran alemanes- especulaban con la
dientes del Imperio Británico, donde los historiadores reconocían la necesidad de reforzar la autoridad del zar y de limitar el poder local.
., existencia de un gobierno colonial, los aspectos militares, civiles y juris-
prudenciales se mantenían separados del debate histórico, tal y como se
Mientras tanto, los historiadores y orientalistas franceses y alemanes
hicieron grandes avances analizando las formas del Estado tradicional
habían separado en la ideología del gobierno británico. en Asia, sobre todo China. La obra del sociólogo norteamericano, Tal-
Los europeos continentales, sin embargo, sobre todo los rusos y los cott Parsons, fue muy influyente en los estudios sobre China que se des-
alemanes, llevaban mucho tiempo hablando del Estado, aunque arrollaron durante el siglo XX. La vieja burocracia centralizada de China
muchos de ellos también pensaban que era un fenómeno peligroso. Los parecía justo lo contrario de la Constitución americana, basada en los
teóricos y filósofos no podían evitarlo. Como comenta Tocqueville, la derechos locales.
monarquía francesa del siglo XVIII había tratado, sin éxito, de organizar Hasta 1960, sin embargo, los historiadores del mundo anglófono no
el Estado como una enorme prolongación del cuerpo del rey, como un empezaron a examinar la función del Estado en su propio pasado. El
«Estado» en el antiguo sentido renacentista de la palabra. Temporal- auge de la sociología, la visibilidad del Estado del Bienestar contempo-
mente, la revolución divorció el Estado de la voluntad de un único titu- ráneo y las ideas marxistas acerca del orden burgués empezaron a afec-
lar del poder. A partir de 1789, el Estado como concepto filosófico de- tar a la forma de escribir historia. En la década de 1980, John Brewer
sarrolló una vida propia como la representación de la voluntad general. resumió esta tendencia en su libro The Sinews o/ Power5 («Los tendo-
Los jacobinos usaron el concepto para aplastar los derechos individua- nes del poder»), en el que mantiene que el Estado se omitió de las his-
les durante el Terror. En Alemania, el crecimiento de las burocracias torias de Gran Bretaña no porque fuera débil, sino porque era fuerte y
centrales y locales hizo que los nuevos filósofos, historiadores y sociólo- triunfó. Las funciones del Estado británico en el siglo XVIII para recau-
gos prestaran mucha más atención al Estado, siendo Hegel de los pri- dar impuestos y hacer la guerra eran eficaces y funcionales comparadas
meros. Según la teoría prusiana, el Estado era una institución racional con los estados torpes y venales del continente. Ésta fue la razón que
que estaba por encima de los intereses egoístas de la sociedad. El rey, permitió a Gran Bretaña, en un principio menos rica y con menos po-
más que tener poder por gracia de Dios, era el sirviente supremo del blación que Francia, librar y ganar una guerra global más o menos
Estado y representaba la razón3 . Hegel escribió con convicción sobre la continua entre 1688 y 1820. Mientras tanto, los historiadores del traba-
idea del Estado como un concepto filosófico y no como un regalo valio- jo empezaron a ver al Estado como un órgano de dominio clasista. Para
so que Dios había hecho a los gobernantes: el historiador radical inglés E. P. Thompson y para sus ayudantes y

282 283
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

seguidores esto se refleja en el homicida código penal del siglo xvm, Incluso en la historia doméstica de Estados Unidos, donde sigue
con su obsesión con la horca y con la vigilancia represiva de la propie- dominando la historia de la expansión de la libertad a través de los juz-
dad, de las primeras huelgas y de las manifestaciones políticas6 • gados y los partidos políticos, los historiadores sociales y económicos
No fue sólo la izquierda académica la que cambió de opinión. En la han descrito el crecimiento de las regulaciones estatales de la pujante
década de 1960, los historiadores liberales y nacionalistas también des- industria. Esto quedó patente a finales del siglo XIX con el auge del
cubrieron la historia del Estado británico. Había estado claro desde Movimiento Progresista, que trató de utilizar el poder del Estado fede-
hacía mucho tiempo que Gran Bretaña había intentado desarrollar un ral en beneficio de los ciudadanos y no de los grandes conglomerados
sistema más centralizado y autoritario para su política colonial y extran- industriales. En 1982, Stephen Skowronek tituló su libro Building a New
jera que el que aplicaba en sus asuntos domésticos. Ya en 1809, la Ofi- American State, en el que argumenta que a partir de la década de 1890,
cina Colonial había tratado de legislar para todo el Imperio, pero estos Estados Unidos, como Gran Bretaña, empezó a introducir beneficios
intentos de racionalización no tuvieron efecto en el gobierno domésti- sociales para la ciudadanía, aunque bastante más tarde que la Alemania
co hasta las reformas del primer ministro Peel de la década de 1840. En de Bismarck e, incluso, que algunos dominios británicos. Por muy
la década de 1960, Oliver MacDonagh, examinando el impacto del pequeño que fuera el imperio colonial de Estados Unidos, piensa Sko-
gobierno inglés en Irlanda y, más adelante, en Australia, escribió sobre wronek, los problemas a los que se enfrentó la potencia ocupadora en el
el crecimiento del Estado británico durante el siglo XIX. Le impactó la Pacífico, Filipinas, Cuba y Puerto Rico necesitaban de un ejército más
forma en que los gobiernos británicos manejaron la emigración a Esta- centralizado y más profesional. Comenta que, a pesar de la oposición de
dos Unidos, Australia y Nueva Zelanda7 • Trabajando en el otro extremo la guardia nacional local y de los gobernadores de varios estados, se creó
del siglo XIX, la siguiente generación de historiadores sociales, como J ose un Colegio de Guerra del Ejército en 1901 y se incrementó el número de
t. efectivos en el ejército regular profesional 1t . Los presidentes Theodore
Harris, analizaron los primeros censos y clasificaciones de personas en
Gran Bretaña e Irlanda y la importancia del impuesto sobre la renta y Roosevelt (1901-1909) y William Howard Taft (1909-1913) compartían
de las prestaciones sociales básicas8 • un deseo de reformas administrativas con un interés por la posición de
Después de la década de 1960 y de la Guerra de Vietnam, los his- Estados Unidos en el mundo. De hecho, Taft había sido gobernador
toriadores de los imperios coloniales europeos empezaron a referirse a de Filipinas. Vemos entonces que hacia la década de 1990 el Estado ya
un ente poderoso e intrusivo, el «Estado colonial», para explicar las dis- formaba parte de la agenda de los historiadores de Estados Unidos, aun-
torsiones que los gobiernos europeos introdujeron en las sociedades de que queda la duda de qué era, exactamente, el Estado.
Africa y Asia. En la década de 1990, varios historiadores y antropólogos
norteamericanos atribuían principios cognitivos y operativos muy gene-
rales al Estado colonial. Bernard Cohn escribió acerca del Estado colo-
nial y «sus formas de conocimiento»9 • Esta tendencia la resumió muy PROBLEMAS AL DEFINIR EL ESTADO
bien James Scott en su libro Seeing Like a State ( 1999), en la que expli-
có la psicología de los proyectos supuestamente ilustrados y de mejora Las obras historiográficas británicas y estadounidenses anteriores a la
que impulsaron los estados tanto europeos como coloniales. Sus ejem- década de 1960, que centraban su análisis en las constituciones, el dere-
plos de cómo los administradores imbuyeron al Estado de un afán por cho consuetudinario, los partidos políticos y el gobierno local, tuvieron
controlar y ordenar, y casi de una vida propia, van desde la conserva- dificultades para encontrar vínculos entre estas distintas entidades, sin
ción de los bosques en Alemania en el siglo XVIII hasta los proyectos entrar en la manera en que representaban los intereses de las clases
eugenésicos para producir seres humanos perfectos de finales del si- dominantes. Ahora, en cambio, el Estado es un tema de estudio clave, y
glo XIX1º. Mientras tanto, la poderosa influencia del filósofo francés este capítulo está de acuerdo en que las ambiciones del Estado -y no
Michel Foucault empezaba a notarse. A él le importaba menos la orga- siempre su efectividad- crecieron a lo largo del siglo XIX. Hay peligros,
nización del gobierno en sí que los discursos y prácticas de un poder sin embargo, en el punto de vista predominante, que domina la obra de
estatal difuso que llamó «gubernamentalidad». James Scott y la nueva historia imperial, que considera al Estado como

284 285
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNO LOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

un ente homogéneo y omnisciente. En términos metodológicos, resaltar puede ser conjurado y apropiado por cualquiera, desde un jefe mafioso
el papel del Estado implica una dependencia problemática para cierto al líder de una religión carismática.
tipo de fuentes de información. Los historiadores suelen trabajar con Estos avances teóricos son útiles. Lo que experimentaron los pue-
documentos estatales. El argumento se nos vuelve circular. Es muy fácil blos del mundo decimonónico fue una serie de autoridades que usaban
pensar que el Estado fue responsable de todo cambio social de cual- cada vez más el lenguaje del Estado, no la presión de un monolítico
quier tipo. íncubo estatal. Porque incluso cuando el Estado no estaba presente, los
En segundo lugar, al hacer generalizaciones acerca del crecimiento magnates locales, las corporaciones comerciales y los movimientos polí-
del Estado como entidad, los historiadores pueden ignorar fácilmente ticos contaban, catalogaban y fichaban. Las empresas mineras e inmo-
periodos que no se ajustan a la pauta general. En el caso del Estado britá- biliarias de Cecil Rhodes en Sudáfrica eran más estatales que muchos
nico, por ejemplo, las guerras anglo-francesas de principios del siglo XIX gobiernos de la época. Organizaban a los trabajadores, catalogaban los re-
y el fortalecimiento nacional e imperial a partir de 1885 causaron una cursos y cartografiaban la zona. Como ha dicho Jean Comaroff, los mi-
notable expansión de las actividades del gobierno central. Pero entre sioneros fueron lo más parecido a un gobierno colonial para muchos
estos dos picos hubo un largo periodo en el que los gastos gubernamen- africanos hasta 1914 15 . Los movimientos milenaristas también emplea-
tales descendieron en términos de porcentaje del PIB 12. También en la ron el lenguaje del poder estatal. Los Taiping, por ejemplo, se repre-
Alemania postnapoleónica la búsqueda romántica de la unificación del sentaban como el Reino Celestial de la Paz Eterna, y los mormones nor-
Estado y el pueblo animó a los estadistas, por lo menos durante un teamericanos establecieron un reglamento cuasi estatal para el gobierno
periodo, a devolver el poder a las corporaciones locales. Incluso, en el del bien en Utah.
apogeo de la autocracia de G uillermo II a parti r de 1890, el gobierno Fuera de Europa continental y Japón, el auge del Estado tampoco
...,.
IC
imperial alemán a menudo parecía algo patético, a merced de las juris- fue un proceso lineal. En el Irán de finales del siglo xvm, el poder de
los clérigos musulmanes chiítas se incrementó y el del gobierno mermó .
dicciones de los príncipes y de las locales, y temeroso de la opinión
Eso fue a raíz de que se considerara a los predominantes regímenes
pública alemanau.
basados en tribus, incluidos los nuevos gobernantes Qayaríes en Persia,
En Estados Unidos, los picos de actividad gubernamental fueron
como meras autoridades seculares sin el carisma religioso de los ante-
más bajos y los valles, más profundos. Después de la independencia,
riores emperadores Safawíes16 . En casos de este tipo, el Estado era más
hubo un largo periodo en el que gran parte de la opinión (los llamados
bien un conjunto de intereses diversos y en competencia, y su estabili-
antífederalistas) se opuso a cualquier tipo de regulación de las asambleas
dad crecía y mermaba con el tiempo. Incluso en el caso del Estado colo-
locales, dejando la recaudación de impuestos al gobierno central. In- nial europeo, que tenía una definición más clara y una mayor coheren-
cluso la institución política estadounidense más famosa, la presidencia, cia, ello no conducía siempre a una mayor efectividad. En la India
casi no llegó a existir. Algunos padres fundadores recelaban tanto del británica y el norte de África francés es muy fácil exagerar la importan-
«principio monárquico» que abogaban por un ejecutivo conciliar, al cia de las autoridades coloniales. A lo largo del siglo XIX, las potencias
estilo del Directorio francés de la década de 1790, aunque sin tantos coloniales tenían conocimiento de una proporción ínfima de las decisio-
poderes14 • nes judiciales que se tomaban en esas sociedades y mucho menos con-
Sin embargo, tampoco debemos pensar que en estos casos no trol sobre las rentas públicas de lo que a ellos les gustaba reconocer. Sus
hubiera gobierno ni control. Lo que sugieren es que los órganos estata- censos y encuestas etnográficas a menudo tuvieron un impacto poco
les, en su sentido más amplio, estaban diseminados por la sociedad. práctico y, más que una guía para el gobierno, eran el hobby de los
Está claro, sin embargo, que el «estatalismo» tuvo diferentes formas en administradores eruditos. Hasta el comienzo del proceso de descoloni-
el siglo XIX. Por esta razón, algunos historiadores y teóricos sociales, zación en la década de 1940, grandes extensiones del mundo colonial
siguiendo a Michel Foucault, prefieren hablar de gobernabilidad antes europeo -aunque divididas en claras provincias por tratados interna-
de regulación estatal. Otros, sobre todo los antropólogos, van más lejos cionales y mapas- seguían bajo el control de los ansiosos intereses financie-
y mantienen que para mucha gente (incluso hoy en día) el Estado no es ros europeos, las revueltas populares, las resistencias a la autoridad cen-
un hecho real, sino una idea. El Estado está «alú fuera», y su mítico poder tral y el poder de los jefes locales. Los administradores del Estado

286 287
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGfAS DEL ESTADO MODERNO

colonial de muchas partes de África a mediados del siglo XX cabrían Los nuevos tipos de administración y control se exportaron al resto del
cómodamente en una pequeña cabaña. mundo por el gobierno imperial o por emulación, como en el caso japo-
El mito del poder del Estado que describen los historiadores de hoy nés. Este «modelo difusionista» sigue teniendo mucho peso. Pero pre-
a veces no es más que el eco de las aspiraciones de los gobernantes del senta una imagen parcial. Había varios tipos de Estado moderno en
siglo XIX. Han reemplazado los mitos vigentes en las décadas de 1960 y Europa occidental y Norteamérica, y ni siquiera a finales del siglo XIX
1970 sobre el auge de la concienciación de la clase obrera. Este capítu- habían establecido su dominio.
lo intenta distinguir algunos de los patrones de cambio en las reclama- En lo que se refiere al mundo extraeuropeo, algunas de las prime-
ciones, los recursos y los símbolos del Estado a nivel internacional. En ras monarquías modernas ya habían empezado a adaptarse a las cam-
muchos lugares y en algunos periodos el Estado sí aumentó su poder y biantes condiciones económicas y demográficas y se habían vuelto más
autoridad enormemente. En otros lugares, sobre todo fuera de Europa, intervencionistas antes de la expansión del poder europeo a finales del
era un tigre de papel, y el cadáver del león sólo producía miel para siglo XVIII. El régimen Tokugawa de Japón, antes de 1868, y el Imperio
empresarios sin piedad o para los señores de la guerra regionales. Lo Mogol son ejemplos. El sistema de gobierno que establecieron era tal
importante era el carisma del concepto del Estado. que fue posible injertar el modelo europeo recién importado. Esto no
En un principio, pues, podemos distinguir varios tipos diferentes significa que evolucionaran sin problemas en estados modernos de esti-
de «estatalismo» además del Estado centralizado, mejor ejemplificados lo occidental. Significa que ya había grupos de familias acostumbradas
en la Europa de principios del siglo XIX por Francia y Prusia. Primero a trabajar para la autoridad pública más allá de una dinastía en particu-
existía la situación en la que un poder estatal estaba muy repartido lar. A veces los reclutaban para las burocracias coloniales o los estados
entre las autoridades locales, como pasaba en Gran Bretaña y Estados inspirados por reformadores autóctonos en la Francia de Napoleón o la
Unidos en el siglo XIX. En segundo lugar, se daban casos en los que los or- Alemania de Bismarck. A lo largo de Asia, por ejemplo, había sistemas
ganismos formales del Estado se veían confrontados por poderosos policiales y de vigilancia basados en grupos vecinales, aldeas y barrios
«otros», que replicaban sus funciones sociales, como sucedía en muchas de ciudades. Estos siguieron funcionando incluso durante las décadas de
sociedades islámicas o budistas, en las que la ley islámica o los monjes gobierno descentralizado bajo los Tokugawa y los Qing. A partir de 1870,
budistas operaban como un eficaz contra-Estado. A veces estas institu- este tipo de institución se reformó y se utilizó como gobierno local por
ciones cooperaban con las autoridades seculares, y otras veces, no. En los regímenes modernizadores. De manera parecida, los sistemas de
tercer lugar, estaban los casos en los que casi todas las funciones del impuestos sobre las tierras típicos de muchas partes del Asia musulma-
gobierno habían sido absorbidas por grandes empresas corporativas, na e indo-musulmana y del norte de África de principios de la Edad
como la Compañía de la Bahía de Hudson del noroeste de Canadá o las Moderna establecieron una base que permitió a los gobiernos colonia-
compañías europeas en África. En cuarto lugar, en gran parte de Asia, les o semicoloniales independientes implantar nuevas formas de
África y el Pacífico, el poder seguía en manos de jefes dinásticos o de impuestos y vigilancia durante el siglo XIX.
grupos de linaje antiguo cuyo jefe o rey obedecía a la voluntad de estos gru- No sólo las estructuras institucionales arcaicas, sino también las ideo-
pos. Y, en quinto y último lugar, estaban los pueblos nómadas, basados logías arcaicas fueron adoptadas y transformadas por el Estado moder-
en la familia, para los que el poder estatal no era más que el sueño de no. La mayoría de los imperios antiguos tenían conceptos de «lo bárba-
un futuro rey. ro». En vietnamita, por ejemplo, la palabra para salvaje era «moi», un
término que se aplicaba a los pobladores de las colinas que se resistían
al dominio étnico vietnamita mucho antes de que los colonialistas fran-
ceses definieran la diferencia entre moi y vietnamita 17 • Igual que el Esta-
EL ESTADO MODERNO ARRAIGA: DIMENSIONES GEOGRÁFICAS do moderno se mostraba más eficaz cuando se erguía sobre la base ét-
nica o separatista indígena, también aprovechó y transformó las viejas
La teoría convencional del auge del Estado moderno y del nacionalis- ideas de civilización y barbarie en combinación con el poderoso ím-
mo, que vimos en el capítulo anterior, es que éste se originó en Europa. petu de los conceptos europeos de raza y civismo. En grandes extensiones

288 289
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLCX;ÍAS DEL ESTADO lvfODERNO

del mundo, una importante función del Estado fue la de confiscar, con- mogoles no usaban la huella dactilar, pero sí tenían sistemas para des-
quistar y domesticar los derechos sobre las tierras que habían pertene- cribir las características de las personas y los británicos las adaptaron y
cido a los pueblos nativos. Mientras que los estadounidenses, por ejem- luego las importaron para su uso en Gran Bretaña. Los historiadores de
plo, veían al gobierno federal con recelo dentro de sus fronteras Rusia argumentan que las experiencias en los márgenes del imperio
internas, de fronteras para afuera estaban encantados con la expansión inflaron a la fuerza el Estado y sus agencias hasta que alcanzaron un
militar de sus soldados y sus mariscales. tamaño enorme, expulsando a la enfermiza sociedad civil del centro de
. Como comentamos en el capítulo 1, el reino Asante, en el oeste de Rusia. Incluso en tiempos de paz, se suponía que los casi 3.000.000
Africa, siempre se consideró como un ejemplo particularmente sofisti- de cosacos de las fronteras imperiales debían proporcionar 600.000 hom-
cado del Estado africano precolonial. Durante el siglo xvm y principios bres y caballos con que asegurar la docilidad de la capital o de las pro-
del XIX, los reyes de Asante habían sistematizado su régimen tributario vincias occidentales"'. Los visionarios del futuro Estado francés y la
hasta tal punto que los historiadores lo suelen describir como una nación solían fijarse en las poblaciones colonizadas del norte de Africa
«burocracia». Aunque parte de la riqueza de Asante provenía de la trata para proporcionar la necesaria inyección de agallas y racionalidad buro-
de esclavos a través del Atlántico, los nobles del Estado también parti- crática a la que consideraban debilitada y decadente población domés-
cipaban en la más arcaica trata de esclavos norteafricana y en el comer- tica21.
cio de oro y otros productos. Asante tuvo la fuerza suficiente para
sobrevivir a la abolición británica de la trata de esclavos por los británi-
cos en 1807. Si bien se desintegró en la segunda mitad del siglo XIX, a Los tipos clásicos del Estado europeo
raíz de conflictos internos y de una mayor presión británica, Asante
tuvo una historia digna de admiración 18. Las cambiantes sociedades del A principios y mediados del siglo XIX, formas reconociblemente mo-
Africa subsahariana y de partes del sudeste africano basadas en los gru- dernas de poder estatal fueron agrupadas en diversos amplios sectores
pos de edad y en los linajes fueron, sin embargo, menos tendentes a dejar- geográficos. Esta sección examina la expansión geográfica del Estado
se controlar por una autoridad centralizada de gobernantes modernos. europeo. Sus rasgos típicos fueron la centralización, el impuesto sobre
En último extremo, Afganistán y Abisinia tenían estados con gobier- la renta y su asociación con la idea de una ciudadanía armada. En Euro-
nos, política exterior y relaciones diplomáticas a finales del siglo XIX, pa, el desarrollo de formas estatales militarizadas en un país tuvo un
pero en ambos casos lo que más importaba a las gentes de estas socie- efecto dominó en sus vecinos. Reforzada por el Código Napoleónico,
dades era llevado a cabo aún por los magnates locales, los viejos de la una administración centralizada y la experiencia de movilizar a millones
tribu, los mulás musulmanes o los sacerdotes cristianos. de bombres durante una guerra de veinte años de duración, Francia fue
Un segundo punto importante a tener en cuenta al considerar el el punto de origen en el sector europeo. Pero todos los regímenes que
modelo difusionista del Estado es que, cuando funcionaba, la difusión se habían visto afectados por las guerras napoleónicas se remodelaron
era bidireccional. Esto nos recuerda lo importante de mantener una hasta cierto punto. Después de 1815, los austriacos que gobernaban el
perspectiva global respecto a los cambios sociales y políticos. Algo que norte de Italia mantuvieron gran parte del sistema de departamentos,
horrorizó a los estadistas liberales domésticos fue ver cómo a veces se distritos y comunas establecido por los acólitos de Napoleón en 180222 •
repatriaban sistemas de gobierno y de poder estatal desarrollados ini- En Alemania, la movilización militar fue el primer impulso, pero, inclu-
cialmente para servir a las necesidades específicas de las colonias v a so tras finalizar la guerra, muchos de los estados alemanes reconstittúdos
veces adaptados directamente de los sistemas de poder indígenas 19 • Por de 17 89 siguieron un proceso de racionalización y aumentaron su buro-
ejemplo, el funcionariado profesional se desarrolló inicialmente en la cracia. El modelo alemán de modernización del Estado, sin embargo,
India y en otras colonias, y luego fue reimportado a Gran Bretaña. Los retuvo sus características federales incluso después de la creación del
sistemas anglo-indios de administración de hambrunas, o de mala admi- Imperio Alemán en 1871. En España, a mediados del siglo XIX, la polí-
nistración, y ciertas técnicas forenses, como la toma de huellas dactila- tica se consumía en la larga batalla entre los liberales parlamentarios y
res, se adaptaron para Irlanda y Gran Bretaña, respectivamente. Los los carlistas «reaccionarios». Los políticos, ya estuvieran a favor de 1a

290 291
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

soberanía de la asamblea nacional, ya defendieran la causa de la monar- limitado. En zonas anteriormente bajo dominio de las coronas españo-
quía y la Iglesia, expandieron el papel de la administración central y la o portuguesa, como el Valle de México, la costa de Brasil o las llanu-
aumentaron el número de burócratas. La férrea estructura del sistema ras costeras de Chile y Perú, surgieron regímenes militares después de
dependía del control que ejerciera el ministro del Interior sobre los la independencia. Las revoluciones mexicanas de 1864-1867 y 1911-
diversos gobiernos municipales alrededor de los cuales giraba la vida 1915 otorgaron poderes importantes a los líderes nacionales, como
nacional española23 . En Rusia y Austria, el funcionariado centralizado había pasado en las revoluciones europeas. En las provincias del inte-
se expandió rápidamente durante el siglo XIX, aunque muchas veces rior, la política de los caciques criollos y de los líderes tribales amerin-
estuvo en conflicto con las autoridades locales y regionales que repre- dios impidió el desarrollo de un poder centralizado.
sentaban los intereses de la aristocracia. Si los británicos y los estadounidenses eran ambiguos acerca del
Como ya hemos sugerido antes, Gran Bretaña, los dominios britá- Estado doméstico, por lo general trataron de exportarlo a sus colonias
nicos y Estados Unidos no siguieron este patrón, aunque por razones y zonas de influencia en el extranjero. En el Pacífico, a los misioneros,
diferentes. Formalmente, el poder del gobierno central estaba mucho comerciantes y capitanes navales les convenía contar con una autoridad
menos desarrollado que en la Europa continental. Incluso durante las centralizada fuerte en vez del modelo poco homogéneo de dominio
guerras del siglo xvm, las instituciones tradicionales y los gobiernos ritual por un «gran rey», como había pasado antes. Los líderes locales
locales asumieron las nuevas exigencias sin llegar a crecer mucho24. Teó- deseaban legitimidad. Entre las décadas de 1830 y 1840, «el rey Jorge»
ricos liberales que desdeñaban el intervencionismo del Estado domina- de Tonga proclamó su dominio, se inventó una bandera nacional que
ron el debate público hasta finales de siglo. Esto significa que el Estado incorporaba la británica y empezó a recaudar impuestos a una pobla-
., estaba descentralizado, que funcionaba por medio de las numerosas
organizaciones de la sociedad civil y de las asambleas regionales, pero
ción a la que consideraba sus súbditos26 • Más adelante, los oficiales
franceses que trataron de crear protectorados en los reinos indígenas
ji
no se ha de entender que el Estado no existía. Aunque su burocracia del Sudán occidental pusieron en práctica por primera vez ciertas
central no se expandió mucho en el siglo XIX, Gran Bretaña pudo nociones de control territorial y una recaudación de impuestos regular.
recaudar enormes sumas de dinero por medio de los impuestos y man-
tener una flota grande y eficaz -claro síntoma de «estadismo» o
«gubernamentalidad», si bien no de un Estado centralizado25- . En las Formas híbridas euroasiáticas de Estado
colonias, a partir de 1870, el Estado organizó activamente la emigración
y prestó muchos más servicios sociales que en la propia Gran Bretaña. Estos últimos casos muestran cómo se exportó en su totalidad el mo-
Pero las labores gubernamentales las ejercían aún los gobiernos regio- delo de Estado occidental. Pero como dijimos en la primera sección de
nales, y Australia ni siquiera se unificó hasta el siglo XX. En Estados este capítulo, hubo zonas en las que ese modelo se mezcló o compitió
Unidos, el gobierno federal ni siquiera pudo aumentar su capacidad de diferentes maneras con formas estatales indígenas que ya estaban
para la recaudación de impuestos, excepto durante la Guerra de Sece- bastante establecidas y en proceso de desarrollo autonómico. La segun-
sión y durante los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial. da área en que se desarrollaron rápidamente formas de Estado centra-
Las fuerzas armadas estadounidenses siguieron estando muy descentra- lizado durante el siglo XIX fue el sur y el este de Asia. Hubo dos formas
lizadas a lo largo del siglo. Aun así, sobre todo a escala estatal, los órga- básicas. En gran parte del este de Asia ya existía una administración
nos limitados del gobierno norteamericano se veían «complementados» tipo chino (con mandarines), cuyos burócratas eran seleccionados y for-
por muchas instituciones legales y voluntarias que adquirieron caracte- mados. Los grandes estados asiáticos ya habían respondido a la necesi-
rísticas «estatales» o de «gubernamentalidad», en el sentido de que con- dad de recaudar impuestos y de combatir las revueltas internas y la pre-
taban y clasificaban a la ciudadanía y aplicaban los principios comunes sión exterior creando un denso sistema de instituciones estatales de
de progresar y civilizar. ámbito local en algunas zonas de sus territorios. Aunque formalmente
En otras partes del continente americano, los líderes políticos trata- era más militar, el régimen «feudal» japonés tenía una fuerte presencia en
ron de emular el modelo de la Europa continental, pero con un éxito las aldeas y empleaba instrumentos escritos de gobierno. Las autoridades

292 293
M!TOS Y 'ffiCNOLOGfAS DEL ESTADO MODERNO
,,.DAD EN LA 1].RA DEL IMPERIALISMO
EL ESTADO Y LA Socl"'
l11ron la antigua relación entre el señor y el campesino, o la burocracia
. . . lo controlaban el movimiento de la mano y d campesino, para crear un fondo de rentas de tierras para el desarro-
chinas y ¡aponesas, por e¡emp 1'd se desplazaran llevasen con-
. . . d que los a eanos que . llo. Hasta cierto punto, el Punjab de Ranjit Singh (1801-1839) 27, el trw1-
de obra msi.suen o en . el d Asia también surgieron
En P ersia y sur e ' h l'lldo reino de Birmania a partir de 182628, y Vietnam y Tailandia29 tra-
sigo sus documento~. .l Al ser sociedades menos omo- 1.,ron de desarrollar una burocracia más formal, un os ejércitos
. . e rndo-musu manas. d 1 1
burocracias persas , 'dad en las socieda es oca es. 111odernos, unos censos regulares y unas encuestas territoriales. En cada
.' t s teman menos auton . d .
géneas, 1os buiocra a rratenientes, con sus propias a mi- 1 ,1so, reclutaron y promovieron a un gmpo de familias con experienci11
Los líderes tríbales Y los granf es tJ . d la monarquía. Pero, incluso .ti servicio de los gobiernos asiáticos o europeos. También hasta cierto
nistraciones, fragmentaban e plo _elr eontaban el número de familias ¡i11nto respondían a la p resión de la política híbrida de la Compañía de
. . t ·adores preco onia es e d
aquí, los ad1111n1s r . de la oblación por medio e censo~. lus [ndias Orientales, que recaudaba impuestos y clasificaba a la gente
y, a veces, las profesiones y ~~stas 1 . p eríos europeos fue lo que estl 1111110 hacía el Estado occidental, pero que permitía que otras funciones
Sin embargo, la expans1on dde os tmfp . de estado en toda la zonu ,ociales las llevaran a cabo monopolios de administradores y capataces
, 'd d ·rollo de mo ernas o1 mas
el
muló rap1 o esar . h J , Los nuevos reinos que apare 1111lígenas.
. d d de Pema asta apon. 1
que se extien e es d mbinar formas indígenas e l' De hecho, la guerra fue un crisol del cual emergieron diferentes
80 y 1820 trataron e co · d' . ·
cieron entre 17 'd d militar y la co 1c1a captta 11pos de Estado. Incluso antes del final del ataque británico a China de
., 'b t ia rural con 1a capact a d
recaudac1on tn u ar , L ue más éxito tuvieron remo l' 1H12, los chinos comenzaron a adoptar tecnología occidental. Los
lista de la Europa contemporanea. os q 1•11licrnadores Qing del siglo XVIII habían apreciado las habilidades de
11" jesuitas para fabricar cañones. Hacia la década de 1860 había gente
, 11 ln corte que apreciaba la urgente necesidad de crear un Estado y un
, 11 1t'Íto como el británico y el de otras potencias. Los historiadores
1, , ll'tltes han empezado a argüir que, en su última fase, no le fue tan
111,d ni Estado Qing al tratar de combinar la autoridad del viejo manda-
11111110 con los nuevos métodos militares y fiscales europeos y al ampliar
, 111mbito de actuación de los mandarinatos30• Los Qing contrataron al
11• 1wrnl británico George Gordon para luchar contra los taipings. Sin
, 11il111rgo, el problema resultante para los Qing fue que perdieron el
, 1111 rol de los vastos recursos de la China agrícola, y se vieron obliga-
1, •~ 11 depender de los ingresos limitados que proporcionab an las adua-
11 ,~ 11,mítimas. Los últimos sogúns del régimen Tokugawa tuvieron más
1111 n1ando enviaron emisarios a Estados Unidos y Europa en la déca-
l 1, 1,· 1850 para estudiar las técnicas de las naciones occidentales. El rey
', 11 111 Din Sha de Persia (1848-1896), atrapado entre las fronteras
111111111lcs del Estado europeo expansionista de Rusia y las occidentales
1, 111 l11dia británica, creó un pequeño ejército profesional y una briga-
l 1, 1,· cosacos dirigida por oficiales rusos, y trató de establecer un cuer-

. A
r·-~ A'f
,r.
1 , , ,11 l111inistrativoH. Sus modelos fueron el imperio del zar y el británi-
' ol,· la India, aunque también utilizó antiguas tradiciones estatales
1 .1, pura asegurarse ingresos de los campesinos y los nómadas.
d 1. ~· de distrito chino Wci h11i \V/1 1
7 .1 Los peldaños inferiores ~el Esta o: e 1e e
1909. fotografía ele A. B. Ftsher.
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL lMPERlALlSMO
MITOS y TECNOLOGÍAS DEL ES'rA TV'\
' ,, ,..__,.,_, MODERNO

El Estado musulmán modernizado y su progenie

El último gran sector en el que el deseo de crear estados modernos se


i1r:íbiga de Hejaz, al Levante al rof d
inos antes, su régimen trató de es~ t tn , J1
.º puja~1 '. Como ya comenta-
El intento egipcio de pro resaa : izat e e tlvo del algodón.
propagó con la velocidad de un bacilo a principios del siglo XIX fue el nos. Tras la derrota militar a 1:n r ~voEu1? efecto dominó en sus veci-
«centro» del mundo islámico y el norte y este de África 32• Otra vez se dt• Abisinia, Tewodros tu , _ano~ e :gipto en 1848, el gobernador
desarrolló una forma híbrida: una combinación de gobierno autoritario
al estilo del sultanato bizantino-islámico y de las ideas occidentales del
l'Oll~iguió hacerse con ~1 t;in~x~~o I85c;pr~ e! modelo militar egipcio y
l.1s tierras de los nobles y de 1 I 1 . . iruto a Mehmet AJí y confiscó
despotismo ilustrado. Los tipos de administración otomana reformada ' lución35. purante las siguien~esg
11orte de Africa fue im ortante
J~ra sara l umentar su base de recau-
eca ª.~: ~ avance del Estado en el
que se extendieron por este sector tenían características diferentes a las
de los estados del sur y el este asiáticos que antes vimos. En primer ,·11 el Mahgreb norte fp . 1' aunque_ fac1lmente reversible. Al oeste
b a ncano, as autondad . al b ,
lugar, las instituciones religiosas, ya fuera la clase oficial (ulemas) o los 1111n ién empezaron a imitar la política de M ei5 l'eg1on_ es su otomanas
místicos linajes sufíes, formaban una parte inseparable de la estructura 'lo, Esto se convirtió en un . e ~met i\11 d e crear un Esta-
de estos estados híbridos en vez de cooperar con ellos desde fuera y con ~r~clia por los franceses en ~~~c;s¡i~ :r_p er-•;rve.i1ci~ tras la ü~vasión de
contención. Las nuevas burocracias mantuvieron un marcado sabor lizo a sus seguldor·es de ¡ di . 0 a Jr, el ltder argelmo movi-
a secta qa riyy uf . . '
islámico. En segundo lugar, los gobernantes trataron de fomentar 111 Pero también creó un ejército di . j' ads J pa_ra res1st1r la invasión.
hombres con el cuaJ pud . . sc1pFma o Y 61en armado de 5 .000
propiedad y la producción campesinas. Más al este esto no siempre st· , 1 ' o resisar a ◄ranci d
dio. En tercer lugar, los aprovisionamientos del Estado seguían <lepen
,os íderes de Trípoli d M
· Y e arruecos tom
ª urante. mueh• o .tiemp0 J6·
pusos. En Túnez, Khayr al-Din Ba·á co . , aron nota y s1gmeron sus
diendo del control de grupos de comerciantes.
Las provincias centrales otomanas siempre habían sido gobernadas l11s1:1ló una burocracia estatal centr~izaJ;~
111111 una forma de const . d
ly. reformas ~el Tanzimat e
. odos estos líderes retoma-
desde cerca, siguiendo el modelo romano o bizantino, aunque en l'I ¡,lo xvm. Pero ahora el ru1dr elsta osb· que Yª se había probado en el si-
siglo xvrrr el poder central se debilitó algo. Hacia 1800, el Imperio Oto 11 11 o~rotegerse era mayor. mo e o esta a meJ d f101·d 0 1
or e Y a necesidad de
mano estaba recién derrotado por una Rusia sólo parcialmente reforma
/~n el oeste del .Africa musulm el
da. Los gobernantes decidieron tratar de modernizar sus provincias árn ; lfl {' instruida y el islam . U ana, ~stado avanzó aliado con la
bes y balcánicas más distantes. La experiencia directa del poder naval l /11ii Umar maestto lectpunsta. n caso eJemplar fue la carrera de al-
, , or y constructor de cst d
de Francia y Gran Bretaña durante las guerras napoleónicas obligó a 1111 i1111s larde en guerra con Fra . L . .ª os, cuyo E•stado entró
pequeño grupo de reformadores administrativos a pensar en có1110 l 11•1huno en esta sociedad y :cb~rn:~~or_rancia de los libros y del alfa-
remodelar todo el aparato estatal y el ejército para preservar la indept·n l /11 cronista escribió: g Is anucos emergentes estaba clara.
dencia del imperio. Las consecuentes reformas del sultán Mahmud 11
(1808-1839) abolieron muchas de las antiguas instituciones jurídirnH,
militares y administrativas del Estado. Específicamente, abolieron L I
1111 clín, se incendió el pueblo de J e
,, l1i:1osos ardieron. Durante el i t
k .
~~n y tres habitaciones llenas de hbws
' ,,,1 In~ llamas. No Je im ortabncen 10, .mar se lamentaba y quería inmolar-
cuerpo de jenízaros y trataron de convertir a los dignatarios religioNo
del imperio en funcionarios oficiales3J. Sin embargo, fue el lugarteni(•n
/,. 1111111uscritos. Umar s/encoC:: qt:t, ard1e_ran edificios, sólo le preocupaban
I" '11 ,1•110 a 'fombuctú con un en.do abDI los. Envió al hijo de s u herm-mo
te formal del sultán, Mehmet o Muhamad Alí, virrey de Egipto, q11i111 . a cons1 era e sum d d' '
•111, 111r 1cran man uscritos n uevosJs. a e tnero y con papel para
realmente impulsó este p roceso. Mehmet Alí destrozó el viejo cuerpo
de los mamelucos de «gobernantes-esclavos» y se apoderó de sus ticn 11• l
que transformó en un fondo para el desarrollo militar y político. Fund
colegios militares y administrativos basados en el modelo frn111 (
y fundó un ejército nuevo de coite europeo. En lo que pudo, Mehnw1 Ali
l'I I I<'ION.ES DE JUSTICIA y SÍMBOLOS DEL PODER l
intentó incorporar las leyes islámicas a sus juzgados administrativo:. Í 1 1 1 '''\lo de este capítulo examina las ex.i .
y sus sucesores trataron de extender es1e nuevo tipo de Estado a 111 n11,1 11 1,•c11rsos y s11s lwrramicn1·,,s ·1 I . · . gc~ctas del Estado moderno,
, • , e m1111sLrn1 ivas, para ver d6nde y por 1
EL ESTADO y LA socmDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

qué se desarrolló con mayor éxito. Un área en la que el Estado creció .Las nuevas exigencias del Estado r .
sociedades musulmanas hind, b /vieron un largo alcance en las
en ambición fue en sus exigencias teóricas y legales sobre la población inente por europeos Los' ad ~~s y du Jstas ahora gobernadas directa-
del mundo y también en la variedad de símbolos que desplegó. De una . rrur11stra or l 'al b
su ~onopolio del derecho de otorg · l ~deo ~01 es uscaron imponer
manera nunca vista, ni siquiera en los despotismos militares eurasiáticos
casagos severos. Poco a poco ai a vi a o a muerte y de decidir los
del siglo XVIII, las autoridades públicas del siglo XIX aseguraron poder 11 exigir Ja pena capital po ' ~egaron_ el derecho de las comunidades
crear y aplicar un estatus que en el viejo orden se daba por hecho. La 1 1 . r asesinato, mientras q . .
os atlgazos o las amput .· d ue otros cast.Jgos como
Declaración de los Derechos del Hombre era muchas veces una decla- acrones que aron 1'b'cl '
p~r 1a horca, la deportación o ia et r pr~ 11 1 os y se sustituyeron
ración de los derechos del Estado, que desarrollaba nuevas formas de mus aceptables para pueblos . / cJI, castigos que se consideraban
controlar y regular. Si empezamos con los primeros principios, el dere- permitieron los europeos en s«crdv ¡z~ _os». Los códigos islámicos que
cho a vivir o a morir, y otros castigos severos, debe ser el tema más fun- 11 us onu01os eJimin 1 . ..
l'gar a un acuerdo o a un laudo -1 aron a pos16J1idad de
damental del ser humano. A partir de 1780, el Estado se aplicó interna- ll'llla. En la India britán1·ca espec1a como ocurría en el antiguo sis
cionalmente a arrebatar el derecho de otorgar la vida o la muerte a los ', estos cambios a~ t . ·
i l l'status judicial y a Ja im . ce aron considerablemente
pequeños principados, jurisdicciones locales y grupos tribales. Al inten- 1•110 Imperio Mogol L agcbn propia de los súbditos h indúes del anti-
tar hacer a todos los habitantes de «su» territorio súbditos iguales, trató l · os go ernantes h b' d
111¡0 el espíritu de las an tiguas le h. el~ ian actua o con frecuencia
de erosionar las diferencias de estatus y de honor tan importantes en los lltlll'lte para los brahrna L yes •~ ucs, que prohibían Ja pena de
antiguos regímenes. De hecho, el control de la justicia y del castigo Sl' ,nes. as comun1dacl h' d' h
' 1o con frecuencia el infantJ· ·c1· e - es rn ues abían practica-
había convertido en todas partes en una forma de definir los propios cr 10 1emenmo y
111 1111re d e quemar a las . d 1 'menos a menudo h cos
derechos del Estado. Los teóricos del Estado denunciaban que la justi
cía y la venganza local o comunitaria era ilegítima y que quedaba fuern
¡,11hicrno '
.
británico trat/rdu asile~ a pira funeraria de sus marid~s.
e e mmar ambas , . d
Ei
' 1,ommaciones a ojos de una . d d ' practicas, edarándolas
del marco de la sociedad civilizada. Así las contiendas, los duelos y lu . M soc1e a conecta4o T b.,
,, ~timen eiji de la década de 1870 r . . ,' am ien en Japón, el
venganza moral de la turba, que en el siglo anterior habían formado
li11h1rm aplicado los cuerpos ·udicial rcronalrzo los ~astigos que antes
parte del funcionamiento normal de muchas sociedades, quedaron ,1, ·, potentados4'. J es ocales en las uerras de los gran-
estigmatizados o criminalizados.
En el mundo islámico, los jefes locales o las cortes clericales admi 1.os estados también trataron de i .
¡, "•' imponer sus costumb . . il ntervemr con mayor frecuencia
nistraban tradicionalmente la justicia de acuerdo a la Sharia. En caso• 1 '1\ uclministradores del ·g1res c1v es ;obres las bodas y las herencias
de asesinato u otros crímenes atroces, la familia de la víctima decidfo MI sr o XlX prererí j' ¡ ·
i 1 ~ i·liminaron las adopcio an meas e aras de descenden-
pedía pena de muerte, y en las zonas más remotas, la opinión dd
gobierno no tenía influencia. Tras la segunda gran oleada de «reorg_a111
•11 ,·11 el mundo británico ::s J~ par~e ~e la ~ristocracia, e insistie-
"" ~,stcmas administrativ;s dcree o e pnmogenitura. En algu-
zación)) otomana después de 1839, que ya comentamos antes, los sisl<.' " 1t1111brcs locales pero 1 ' gudarifi_aron Jas apariencias de las leyes y
mas judiciales centralizados asumieron mayor control y empezaron ' as co caron Y confo
t' 111 1mas legales más rígidas En las lndi . rmaron con nuevas
erosionar la jurisdicción de las cortes locales. El nuevo código l ivll 1 ",olla ron un sistema com ·1 . d d. as Onentales, los holandeses
mantuvo el espíritu islámico, pero un Ministerio de Justicia de es11I
europeo lo implementaba. En Egipto, la administración del jedive in
l'H ,, implicaron los oriental1ste~~ d; ~ t' ? ley_ consuetudinaria, en el
l ,,l,11 110 era realmente n,· t di - al . mversr.dad de Leiden'12_ Pero
tituyó juzgados de judicatura del tipo francés'9. Según avanzaba el siHI, I ra c1on ni cons c1· .
, , 141,111 parre de la indcpend . . d' 'al uetu mano, pues elimi-
estos tribunales, junto con los que impusieron los europeos paru jm¡t . enc1a JU 1c1 que se h b' ..
a sus propios ciudadanos y familiares (durante las llamadas capit ul,111 '" I•" magistrados e imponí el h . a Ja perm1t:1do a
11 ,, 111,•s /.{l'U¡>os. a erec os y castigos estrictos según los
nes), erosionaron gradualmente las competencias y los honorarios d, 1
cortes islámicas. Esto provocó tensión entre las inlerpretaciones st·, 111
y teocrática del Estado nacional, c.¡ue divillió el nacionalismo de <>1 u
te Medio ya antes de la Priml'l'H Cucrra Mundial.
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO .MODERNO

abogados se convirtieron en un doble del Estado, al trabajar en la socie-


dad civil para facilitar y para legitimar sus reivindicaciones.
Como arguyó perfectamente Michel Foucault, los sistemas de
encarcel~miento regulado fueron sustituyendo a los castigos más públi-
cos Y mas brutales que prevalecían en el Antiguo Régimen 44 • En gran
parte del mundo se empezó a separar a los criminales de la sociedad en
vez de castigados salvajemente dentro de ella. De modo creciente, los
estados_ fuer?n p~·?mulgand? vía ?ecreto o p romoviendo por vía parla-
mentana leg1slac1on que estigmatizaba y castigaba ciertas acciones con-
sideradas antisociales; entre ellas, el aborto, el infanticidio, la homose-
x~alid~d, la tenencia de armas sin licencia, los deportes crueles, la
bigaffila y el consumo excesivo de alcohol en días laborables. En todos
estos casos, la administración expresaba su afán de civilizar y de dirigir
a su pueblo y a los pueblos súbditos. Pero al pronunciarse p úblicamen-
~c sobre e_s!os temas legales y morales, también imponían su derecho de
1ntervenc1on en asuntos que anteriormente quedaban en el ámbito de la
comunidad eclesiástica y de la opinión pública.
Esta sección ha de concluir con una advertencia. P romulgar y p re-
1cnder no eran lo mismo que aplicar. En muchas sociedades el Estado
7.2 El «Estado colonial» al desnudo: el gobernador británico de Nueva Guinea
simpl~ente n~ tenía el poder ni la determinación para hac~r respetar
de viaje, 1876. Fotografía de J. W. Lindt.
su rec1~n anunciado monopolio sobre la violencia. Al mismo tiempo, las
romunidades locale~, _lo~ poderosos y las autoridades religiosas se nega-
ban a ac~ptar la leg1t1m1dad del Estado para intervenir. A pesar de las
En Europa, los estados de los siglos XVII. y XVIII ya habían luchado grnn~es ideas de Hegel, el Reich alemán nunca logró la igualdad para
45
duramente para abolir los derechos judiciales de los grupos local~s Y los 8 1~~ :mdadanos judíos . La justicia se seguía dispensando fuera de las
terratenientes, sobre todo en asuntos de vida o muerte. Pero mcluso nf1c111as gubernamentales en todo el mundo. Hubo asesinatos y boicots
aquí, los administradores y juristas del siglo XIX prepararon _u~ pl~n de 11 los terratenientes considerados perversos en Irlanda, asesinatos de
reformas y racionalización. El Código Nap~leó~ico y sus _1m1tac10nes 11ruj~s en muchas partes del mundo y linchamientos de negros acusados
europeas intentaban establecer derechos, obhgac1one_s, c~st~gos_ y penas 1 le violar el honor blanco en los estados sureños de Estados Unidos. En
1111 portantes ámbitos, los derechos y las exigencias del Estado apenas
comunes para todos los súbditos43 • Los privile~i,os y _d1scr11:1mac1ones d('
ciertos grupos desaparecieron. El clero perd10 la mmumdad, aunqti(' 11v11nzaron. 1?davía en 1900, la burocracia imperial china, tildada por
esto ocurrió muy lentamente en Rusia y el sur de Europa. Se les c~nc(· 1ilg1mos de distante, de manchú o de trabajar para las potencias occi-
dió la ciudadanía a los judíos y se abolieron las reglas que los cons1gnH iil'll tales, había perdido poder frente a los señores regionales, los
1 omandantes locales e, incluso, las sociedades secretas. Las élites loca-
bao a sus ghettos después del atardecer y que les prohibían tener ti~rraH
0 votar. En Gran Bretaña e Irlanda, las reformas legales postenon·tt l1•H administraban castigos apropiados si la población los pedía. Los
a 1830 fueron concediendo, aunque muy lentamente, el derecho a ocup:'.1 11·lwl<les bóxer de 1900 asesinaron a sacerdotes y otros europeos. Pen- .
cargos públicos a judíos, católicos y protestantes no anglicanos. A ~1~d1 M11 I 11111 que estos extranjeros habían violado impunemente las normas de
da que la gente iba estando sujeta a obligacion~s comunes y adqu1r1\·11 1111Tt•cción social poxque el régimen central era débil. En Estados Uni-
do derechos iguales frente al Estado, fue necesitando un enorme cm·1 il,,r., ,11u1 socied ad que había prosperado sin tener un régimen central
po de abogados entrenados para solucionar sus disputas. /\ su vez, cst, 1h l1w1•t(', los estados de la Unión mantenían sus derechos a regular y

rno \ () 1
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL lMPERlALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

poner en práctica la ley, algo que perdura hasta hoy. La justicia era local, todo, el Estado era considerado como el representante de la nación, y
a pesar de alguna intervención ocasional del Tribunal Supremo. El la nación y la raza eran los protagonistas en la escena mundial. Irónica-
poder estatal, ya fragmentado por la división entre los gobiernos fede- mente, por supuesto, este argumento es circular, porque, como vimos
rales y estatales, el Presidente, el Congreso y los tribunales, se topó con en el capítulo anterior, el Estado creaba naciones y viceversa.
la resistencia de las comunidades en nombre de la libertad, algo que Como comentamos en el capítulo 1, es importante no subestimar el
supieron aprovechar los jefes locales46. El concepto de gobierno centra- poder de los estados eurasiáticos del siglo xvm. Las grandes humillacio-
lizado nunca perdió el tufillo a corrupción que le acompañaba desde los nes internacionales sufridas en el siglo xvm por estos orgullosos estados
días de los gobernadores coloniales. fueron poco comparadas con sus problemas casi cotidianos para con-
En las antiguas colonias europeas, el Estado, aunque rápidamente trolar sus propios dominios. Como descubrió Luis XVI a expensas de
puesto en funcionamiento por las élites nacionalistas, seguía teniendo su cabeza, el monarca francés era incapaz de controlar su propia capi-
la mancha de ser una imposición extranjera, blanca sobre las comuni- tal, que insultaba y ridiculizaba a diario su régimen desde 1783. Aunque
dades indígenas autogobernadas. Ésta es una protesta que los radica- ya a salvo de la guerra civil, la monarquía Hannover de Gran Bretaña
les y comunitaristas de hoy han adoptado con renovado vigor. En el tuvo que ver cómo ardía la capital y eran asediados los parlamentarios
mundo islámico, las viejas instituciones religiosas y judiciales de la Sha- durante las anticatólicas Revueltas Gordon de 1780. A pesar de las
ria, la ley divina, al final no fueron sustituidas por el Estado moderno, modernizaciones llevadas a cabo por Catalina la Grande de Rusia, las re-
sino que sobrevivieron a su lado. Las proclamas religiosas difuminaban vueltas de cosacos y campesinos suspendieron el control ruso de enor-
periódicamente a un Estado de legitimidad parcial. Este caso se vivió mes extensiones de su territorio. Los estados asiáticos lo tenían todavía
de la forma más radical en Irán, donde las dinastías Qayarí y después peor, puesto que nunca se habían visto obligados a crear una vigilancia
Pahlavi (a partir de 1927) fueron incapaces de asegurarse una legitimi- interna ni un control de recursos tan extremos como los de los cerriles
dad total a ojos de sus súbditos. En gran parte del resto del mundo, cristianos o los codiciosos militares de la Europa moderna. Los líderes
incluidas partes del sur y el este de Europa y África, las instituciones
campesinos insurgentes jati saqueaban con frecuencia el centro del
estatales siguieron zarandeándose sobre un mar de alianzas de linajes y
Imperio Mogol, llegando a poco más de 30 kilómetros del trono impe-
de autoritarios potentados regionales. La paradoja del Estado era que
rial incluso en periodos con emperadores tan poderosos como Aurangzeb
siempre estuvo por encima de los poderes locales, las clases sociales (1658-1707).
y las facciones , pero siempre podía ser penetrado y apropiado por
Hacia 1900, ya se habían producido cambios importantes. Lama-
ellos.
yoría de los estados occidentales y de los regímenes coloniales podían
recaudar impuestos en sus territorios, y controlarlos y explotarlos la
mayor parte del tiempo. Un cambio de gobierno no significaba, necesa-
LOS RECURSOS DEL ESTADO
riamente, el colapso a largo plazo del orden y de la seguridad. La
Comuna de 1871 y la Revolución Rusa de 1917 surgieron de enormes y
A pesar de estas excepciones importantes e ilustrativas, el Estado esta- excepcionales conflictos militares, no por una inestabilidad endémica o
ba en una posición potencialmente más fuerte en 1914 que en 1780. por falta de recursos. De hecho, hemos de ver 1917 como una ruptura
Hacia 1914 podía desplegar más hombres, autoridad, recursos y mayor repentina del modelo de gobiernos cada vez más eficaces y no, como se
poder destructivo que nunca contra sus propios ciudadanos y contra hacía antes, como un cúmulo de conflictos sociales inexorables. La rápi-
otros estados. En muchos campos, aunque no en todos, había consegui- da aparición del gobierno bolchevique provocó la instalación de un
do hacerse con un control más efectivo de las reservas de recursos Estado todavía más centralizado y ávido de recursos. Incluso en el caso
humanos y dinerarios. Podía desplegar nuevos símbolos para aseverar de China, donde los historiadores de mediados del siglo XX hablaban de
su autoridad, y había creado burocracias, archivos y departamentos de un colapso del Estado, la mayoría de los historiadores de hoy señalan
sondeos, más grandes y más eficaces, para ayudar en esta tarea. Sobre que las élites locales se reforzaron. El poder estatal se difuminó. Pero

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

no desapareció. La revolución de 1911 surgió repentinamente en el los británicos, fue la completa inoperancia de los ejércitos chinos ante
contexto de la sequía y el pánico a las epidemias. la tecnología occidental la que empezó a minar la autoridad del régimen
¿Cómo y cuándo había adquirido nuevos recursos el Estado? No Qing. En Japón pasó algo parecido cuando los británicos y los nortea-
debemos tener miedo a decirlo. Gran parte de la construcción de esta• mericanos utilizaron su fuerza naval para abrir los puertos japoneses del
dos en el inundo continuó siendo, como siempre) un proceso de saqueo régimen Tokugawa a su diplomacia y su comercio. Por muy inactivo
masivo. Empresarios sagaces y agentes comisionistas seguían los pasos que pareciera el Estado colonial de finales del siglo XJX en la India o en
de los invasores militares, y fueron ellos quienes arraigaron el Estado. A el norte de África francés, no debemos olvidar que entre 1840 y 1880
pesar de sus grandiosas proclamas de que hacían avanzar a la «civiliza- hubo un desarme general de la población indígena. Las autoridades
ción», a principios del siglo XIX, las autoridades revolucionarias france- confiscaron gran cantidad de «armas no autorizadas» en ambas regio-
sas y los gobiernos coloniales británicos de la India buscaban apropiar, nes.
se de terrenos y de dinero. Sus colaboradores británicos, franceses, Este tipo de «pacificación interna» se produjo en el corazón de las
italíanos e indios tenían interés en encubrirlo. naciones europeas y no sólo en la periferia colonial. En Irlanda en 1798,
Una respuesta a la pregunta ¿por qué creció el Estado? Ha de ser por ejemplo, los ejércitos británicos instituyeron el «terror blanco». Sus
que estaba mejor armado. Las guerras mundiales de 1780-1820 mejora- columnas destruían aldeas, mataban al ganado y efectuaban ejecuciones
ron sus recursos militares, y el posterior progreso científico los mejoró sumarias. En 1831, los ejércitos rusos -que estaban bastante atrasa-
aún más. Los primeros avances a pequeña escala en recursos militares dos tecnológicamente-- destrozaron por completo el movimiento auto-
habían beneficiado a los magnates regionales y a los rebeldes tanto nómico polaco. Se instituyeron purgas masivas, se confiscaron tierras y
como a los estados centralizados. Los líderes campesinos, los guerreros se acuartelaron tropas -reminiscencias de la era napoleónica- para
locales y los rebeldes populares podían comprar rifles. Los barones y suprimir la abierta disidencia durante los siguientes diecisiete años 48 •
rajás locales podían construir fortalezas siguiendo el modelo del arqui- Las autoridades francesas emplearon una fuerza brutal contra los traba-
tecto francés Vauban. A partir de 1800, sin embargo, fueron los gran- jadores de la Comuna de París de 1871, incluso si se compara con la uti-
des estados quienes monopolizaron los avances militares. Se requerfa lizada en las décadas de 1790 y 1840. Los nuevos rifles de repetición
un gran capital y mucha organización para construir y desplegar acora- podían matar a cientos de personas en pocos minutos, y el trazado de
zados, artillería pesada y ohuses de carga química. Las reformas milita- las nuevas calles de la ciudad permitía un buen ángulo de tiro. Está
res abrieron un hueco por el que entraron muchos tipos diferentes de claro que los nuevos recursos militares del Estado no siempre servfan a
defensores del poder del Estado. La necesidad de modernizar las Fuer- sus intereses a corto plazo. Los ejércitos más grandes y mejor equipados
zas Armadas desató una serie de cambios en cadena en el Estado. Los generahan a veces motines más grandes y mejor eq1úpados. Alejandro I
grupos en el poder tuvieron que reforzar sus burocracias y sus sistemas de Rusia, por ejemplo, cosechó grandes disgustos a manos de los millo-
de tributación. Los reformadores con planes de mejoras ciudadanas de- nes de hombres que había movilizado durante las guerras napoleónicas
mandaban unos súbditos mejor educados y más sanos. y que había ínstalado en colonias militares. Estos veteranos se oponían
La capacidad del Estado, inicialmente sólo del Estado europeo, a los intentos del zar de controlar minuciosamente las colonias y se
para desplegar w1 nivel completamente nuevo de poder militar se com· rebelaron contra él en varias ocasiones. No ohstante, la balanza del
probó a principios del siglo XIX. Hacia 1820, Gran Bretaña había de- poder militar parecía haher caído del lado del Estado más que del de
sarrollado el acorazado a vapor. Muy pronto se utilizó en el Imperio sus oponentes locales.
Británico para patrullar el río Ganges, en apoyo del desarrollo de la Los cambios críticos en los sistemas de comunicación ayudaron a
exportación de algodón y, más adelante, durante la rebelión de 1857, los estados a desplegar este nuevo poder militar y político. El telégrafo
para mantener abierta la principal arteria de suministros militares britá, eléctrico ayudó a derrotar a los amotinados en la India y a los guerreros
nicos. Un ejemplo espectacular del uso de acorazados a vapor y de la zulúes. En la guerra contra el califa sudanés de 1898, el general británi-
nueva artillería naval ocurrió durante las guerras anglo-chinas del opio co, Herbert Kitchener, habría corrido la misma suerte que sus temera-
de 1839-1842 y 1856-1861 47 . Aparte de la ventaja logística que tenían rios predecesores que se precipitaron hacia la derrota en el desierto, si

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EL ESTADO Y LA SOCJEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALIS]\IO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

no hubiera construido w1 ferrocarril hasta J artum y si no hubiera arras.


trado su flota de transporte con barcos a vapor por el alto Nilo. La
Unión norteamericana culminó su victoria sobre el Sur en la Guerra de
Secesión porque su poderosa y desarrollada flota bloqueó los puertos
sureños algodoneros de Houston y Galverston. Se sabe que los ferroca-
rriles contribuyeron a acelerar la movilización de las tropas durante la
Primera Guerra Mundial. Pero ya en las guerras europeas de mediados
del siglo XIX se vieron las ventajas del ferrocarril cuando los prusianos
consiguieron victorias sobre Francia y Austria gracias al rápido desplie-
gue por tren de tropas y de artillería pesada. El ferrocarril también ero-
sionó la autonomía interna y las diferencias entre los antiguos grupos
regionales en los estados grandes.
La cuestión a tener en cuenta es que en parte el poder del Estado,
aún tan amorfo en el siglo XVIII, se vio impulsado por el desarrollo de
nuevos recursos y de nueva tecnología militar. También es cierto lo conM
trario. Básicamente, fueron las nuevas formas de hacer la guerra las que
impulsaron al Estado a intervenir, a controlar su poder económico y, en
general, a adentrarse más en la sociedad. Un historiador militar escribe:
«Un sistema defensivo adecuado en esta nueva época requería no sólo 7 J Los recursos del poder estatal: construcción de la presa de Asuán, Egipto,
el entrenamiento militar de toda la población masculina, sino también 1902-1906.
la construcción de ferrocarriles estratégicos, Ja acumulación de enormes
provisiones de guerra y el mantenimiento de un alto indice de natalidad
y un buen nivel de enseñanza»49 .
En Gran Bretaña una actuación inesperadamente mala en Ja guerra
1
vapor de estilo británico y de cañones modernos. Tras la devastación de
de Crimea contra Rusia a mediados del siglo tuvo como consecuencia
China durante la Segunda Guerra del Opio y la Rebelión Taiping, el
la reorganización del ejército y también del gobierno. Algunos regí•
mientes se unificaron, se introdujo un nuevo sistema de entrenamiento régimen Qing se embarcó en un programa de modernización inmedia-
y se creó una Oficina de la Guerra profesionalizada, cuando antes los ta durante el llamado movimiento de autorrefuerzo de la década de
Horse Guards, una institución del siglo XVII, habían bloqueado el cam• 1870. El príncipe Kung estableció una nueva directiva militar. Li
bio. Las bajas por enfermedad y en el campo de batalla impulsaron la Hongzhang, el gobernador chino de Cantón, le siguió los pasos e inten-
creación de una nueva profesión de enfermeras, y también dio un gran tó reforzar sus arsenales y astilleros. Fue un proceso dinámico. El Esta-
empuje a la investigación médica tanto para la población civil como do tenía que encontrar nuevos recursos para financiar estas innovado~
para la militar. Pero las ondas de ésta y otras humillaciones militares se nes. Dada su falta de recaudación fiscal en el campo, el Estado buscó
extendieron hasta llegar al erario y a las cuentas públicas. recursos en el remozado servicio de aduanas marítimas. Ésta, la primera
De manera parecida, el Estado prusiano se vio impulsado por la institución burocrática totalmente moderna de China, necesitaba para
necesidad de crear un ejército masivo mediante el servicio militar obli- su funcionamiento que los chinos cambiaran su política exterior y su
gatorio, y el gobierno francés se centralizó más tras la derrota de 1870- diplomacia internacional, y que negociaran préstamos en el extranjero'°.
1871. Sin embargo. probablemente fuera en el mundo extraeuropeo El mismo proceso de construcción estatal a cargo de militares ruvo
donde las exigencias militares cambiaron más a los estados. En 1842, el lugar en Japón. La derrota y la humillación a manos de los bárbaros en
gobierno chino ya experin1entaba con la construcción de barcos de las décadas de 1850 y 1860 impulsaron la creación de un ejército y una

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EL ESTADO Y LA S(XIEDAD .EN LA ERA, DEL fMPERIALISivlO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

armada nuevos. Pero, para financiarlos, fue necesario cambiar todo el gobierno los mantenía y la mano de obra estacional para satisfacer las
sistema tributario interno y eliminar ciertos privilegios. Los nuevos necesidades de sus aliados comerciales en las plantaciones.
gobernantes Meiji revocaron los privilegios fiscales de los samuráis. El Una rápida urbanización y un comercio internacional floreciente
Estado les concedió una pensión fija y asimiló sus anteriores incentivos ofrecían beneficios más fáciles. Una vez que las ciudades tenían policía
a sus arcas. El nuevo gobierno también midió y registró las propieda- y estaban bajo control, los recaudadores de impuestos podían trabajar
des) instituvendo un sistema tributario nacionaP 1• Estas medidas acaba- sin problemas. A finales del siglo XIX, ciudades como Londres, París y
ron con el ;istema descentralizado y patrimonial de la estructura estatal Boston que habían padecido brotes de revueltas un siglo antes a raíz de
japonesa que databa de la Edad Media. Campesinos, samuráis, comer- los impuestos, indirectos y mínimos, sobre el te, la ginebra o la absen-
ciantes y daimios (nobleza terrateniente), todos fueron a partir de ta, estaban más tranquilas. Incluso estaban dispuestas a tolerar impues-
entonces súbditos japoneses, aunque el antiguo estatus siguió teniendo tos directos sobre la renta, siempre y cuando un pequeño porcentaje de
valor en la vida social. la recaudación se destinara a controlar el crimen) la enseñanza y la sani-
Aunque llegó tarde, y sus efectos fueron limitados, el desarrollo dad. Los recursos del comercio y de la producción industrial eran
industrial ayudó a la expansión del Estado de una manera compleja. El mucho más transparentes para el Estado que los de los campesinos y
problema para los gobernantes de Eurasia en el siglo XVIII había sido la usureros del Antiguo Régimen.
falta de recursos. A partir de 1850, sin embargo, las ganancias de la pro- Por supuesto, no hubo un crecimiento de los recursos estatales en
ducción industrial (más dinero por recaudación de impuestos sobre la todos los ámbitos de la economía mundial. Durante gran parte del siglo,
renta, las licencias y el comercio) prestaron al Estado un enorme y la doctrina del libre comercio significó que los gobiernos, influidos o
nuevo conjunto de recursos. Era más fácil hacer efectivos estos impues- coaccionados por el dominio británico, renunciaran a imponer unos
tos que cobrar a los campesinos o terratenientes rebeldes, que a menu- impuestos altos y un férreo control mercantil. En el noroeste de Euro-
do se resistían o huían en cuanto se acercaban los recaudadores. Japón pa se abolió por consenso el complejo sistema de regulación comercial
es un caso a tener en cuenta. En las décadas de 1970 y 1980, los econo- del siglo xvrn. En China, el Imperio Otomano y el norte de África se
mistas del libre mercado mantenían que una industrialización liderada abolió a base de cañonazos de los acorazados británicos y franceses. En
por el Estado podría haber impedido el avance de la industrialización parte debido a las recesiones económicas de las décadas de 1870 y 1880,
japonesa. Sea como fuere, el esfuerzo modernizador del Estado japonés la división del mundo en bloques comerciales tuvo lugar hacia 1890.
sólo fue posible gracias a la seguridad y al expolio exterior. La rápida Pero la retirada estatal de esta área única fue un movimiento estratégi-
modernización militar y la creación de una infraestructura industrial co. Los gobiernos buscaban un incremento en la riqueza total, sobre
permitieron a Japón derrotar a China en 1895 y extraer enormes recnr- todo la propia, a través de la doctrina del libre comercio. Los impues-
sos de su vecino. Más adelante, ese mismo avance militar permitió a tos indirectos seguían subiendo.
Japón derrotar a Rusia, el único enemigo que podría haberle parado los
pies en la carrera hacia el estatus de gran potencia52 .
El crecimiento de la población durante los siglos xvm y XIX ayudó
a muchos estados, aunque esto es menos cierto en el caso del Imperio LAS OBLIGACIONES DEL ESTADO CON LA SOCIEDAD
Chino. Sólo el crecimiento de la población tras la erradicación de la
peste y las mejoras nutricionales permitieron a Napoleón desplegar El crecimiento constante, aunque errático, de las exigencias y los re-
ejércitos tan enormes. De no ser por el crecimiento de la población a cursos del Estado durante el siglo XIX conllevaba numerosas obligacio-
principios del siglo XIX, Gran Bretaña no podría haber desplegado sus nes. Sobre todo a partir de 1850-1860, el Estado tuvo que hacer más
enonnes fuerzas militares y, simultáneamente, mantener su esencial por sus súbditos para así poder justificarse. Por supuesto, no debemos
producción industrial y agrícola53 • En los territorios coloniales, un cre- olvidar que los viejos tipos de Estado, en Occidente y fuera, tenían obli-
cimiento en la población campesina empobrecida llenó los ejércitos gaciones reconocidas con sus ciudadanos. Aunque las obligaciones eran
imperiales de reclutas y, a la vez, produjo las rentas con las qne el algo limitadas en algunas áreas, los viejos regímenes chinos, islámicos e

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

indo-islámicos debían fomentar la construcción de pozos, ayudar y con- trabajo infantil en Gran Bretaña y en que los abolicionistas norteameri-
trolar las provisiones en tiempos de hambruna y consumir los produc- canos presionaron a su gobierno sin cesar para que acabara con la escla-
tos refinados de las diferentes regiones. En el Asia oriental, el gobierno vitud. A lo largo de todo el mundo, había reformadores que reclama-
y sus súbditos se unían en cooperación mutua para controlar las inun- ban el fin de la quema ritual de viudas en la India, del canibalismo ritual
daciones y los incendios que se producían en las viejas ciudades con en el Pacífico, del vendaje de los pies de las mujeres chinas y del siste-
construcciones de madera. Estas formas de ayudas descentralizadas ma de herencias tradicional que se consideraban contrarias a la ley de
contin~aron t~bién en Europa, donde los gobiernos mantenían y Dios en el Islam. Estos reformadores reclamaron inevitablemente que
sup~rv~saban diversas formas de beneficencia o de ayudas públicas, que el poderoso nuevo Estado solucionara estos problemas y, así, lo situa-
persistieron hasta comienzos del siglo XIX. Antes de la década de 1850 ron como la fuerza dominante de la sociedad, por encima de la mezqui-
el gobierno real de Prusia ayudaba indirectamente a sus súbditos al con~ ta, la Iglesia o el potentado regional.
ceder privilegios fiscales y tributarios a las organizaciones protestantes ¿En qué áreas intervino el Estado? Por supuesto, en sanidad públi-
que mantenían orfanatos, centros de enseñanza y repartos de comida ca y control de hambrunas. En la primera fase de poder a comienzos del
para los pobres54. siglo XIX, los nuevos estados británico y norteamericano y los regímenes
A partir de 1850, sin embargo, hubo un clarísimo cambio de coloniales que aparecían en África y Asia adoptaron una postura de
rumbo. La experiencia de las guerras de mediados de siglo, que vimos laissez-/aire. La idea era que la sociedad se organizaría mejor si el Esta-
en el capítulo 4, impulsó a los gobiernos a obtener más recursos de sus do se negaba a intervenir. Durante las hambrunas de Escocia, Irlanda e
.. , territorios. Pero, a la vez, debían intervenir para pacificar a sus ciuda-
danos rebeldes. Para garantizar por lo menos la reproducción de recur-
India, entre 1830-1850, los funcionarios del Imperio Británico debatían
ferozmente ha ta qué punto debía intervenir el gobierno para proveer
ll sos y su fuerza militar, muchos gobiernos se interesaron por mantener a comida a los famélicos. Algunos creían, como una parodia de las ideas
sus ciudadanos sanos, bien alimentados y educados hasta un cierto de Thomas Malthus, que el hambre era un método divino para contro-
'
f
nivel. Por otra parte, los ciudadanos adinerados que cada vez pagaban lar el crecimiento de la población y que no se podía intervenir.
~ás impuestos, tanto directos como indirectos, reclamaban algo a cam- Incluso, a principios de siglo, sin embargo, había ciertas cosas que
bio. Los programas sociales justificaban el flujo de dinero de los ciuda- los administradores no podían obviar. Las epidemias de cólera que cau-
danos al gobierno. En el otro extremo de la sociedad, la explosión de la saron estragos en todo el mundo en las décadas de 1820 y 1830 dieron
militancia de la clase obrera en las nuevas ciudades industriales y las lugar a los reglamentos de cuarentena y a las fronteras internas para fre-
rebeliones de campesinos en el campo excesivamente sangrado con nar la extensión de la enfermedad. La amenaza que suponía la marina
impuestos requerían medidas paliativas. Después de la hambruna de la internacional y la emigración intercontinental de la mano de obra que
década de 1840, las clases dirigentes se dieron cuenta de que los anti- era desarrollada por algunos operadores sin escrúpulos, llevó a la crea-
guos ciclos de miseria estacional habían sido sustituidos por una pobre- ción del reglamento sobre emigración y sobre las condiciones de traba-
za «estructural» tanto en la ciudad como en el campo. Era una pobreza jo a bordo. Los gobiernos intervinieron para prevenir la esclavitud, el
que perduraba durante generaciones y más. Gran parte de Asía y Áfri- infanticidio, el crimen ritual y otras prácticas que describían como
ca también habían caído en un empobrecimiento total, comparados con «horrendas para la humanidad». Las epidemias posteriores de cólera y
las ricas tierras de los blancos. La gente atrapada permanentemente en peste bubónica que barrieron el mundo después de 1890, también
el último peldaño, podía unirse a los rebeldes indígenas, los socialistas redoblaron la presión hacia los gobiernos para poner a la población en
y los anarquistas.
cuarentena, controlarla, contarla y vacunarla55 •
Finalmente hemos de examinar las actividades independientes de Prusia, Francia y el nordeste de Estados Unidos fueron los pione-
reformadores individuales, gente que creó la creciente opinión pública ros en materia de enseñanza pública estatal. Fue una extensión de las
de que los gobiernos debían intervenir para mejorar el tono moral de ideas de la Ilustración sobre mejoras sociales. En este caso, la necesidad
la sociedad y para enderezar la torcida distribución de la riqueza. Esta de tener una nación educada por razones militares se unía a una implica-
fue la época en que lord Shaftesbury hizo campaña para la abolición del ción filosófica en la enseñanza popular, alimentada por ideas protestantes

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ER-\ DEL IMPERIALISMO MlTOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

pietistas o libertarias. A mediados de siglo, sin embargo, la mayoría de habían empezado un limitado programa de enseñanza primaria. Los
los estados europeos y muchos de fuera de Europa habían invertido en gobiernos coloniales trataban de imponer su propio sistema de ense-
enseñanza. Además del ímpetu militar, tan claro en Egipto y Japón, las fianza para sustituir a las instituciones escolares «nativas>>, vinculadas a
rivalidades sectarias, por ejemplo, ofrecían razones para expandir la las autoridades religiosas y que habían sobrevivido gracias a los donati-
educación primaria. La República Francesa y el nuevo régimen italiano vos de los grandes potentados. Hasta cierto punto, fue el resultado de
introdujeron la enseñanza estatal para limitar el poder de la Iglesia cató- la necesidad del Estado colonial de mano de obra especializada, pero el
lica. En Inglaterra, la Iglesia anglicana hizo campaña para extender la auge del nacionalismo colonial también lo convertía en un asunto de
provisión escolar precisamente porque los católicos y los «disidentes» legitimidad hasta para los regímenes más despóticos. En los regímenes
habían sido muy activos promoviendo escuelas. semi-independientes de África y Asia pasó algo parecido. A finales del
Hacia 1880, incluso en ámbitos donde el Estado se había retirado o siglo XlX, los comentarios despectivos de los «progresistas» educados
retrocedido en décadas anteriores, la idea de que el gobierno tenía que en Occidente impulsaron a los gobernantes de China a establecer un
cuidar del bienestar de sus súbditos comenzaba a arraigar. El Reich ale- sistema escolar imperial en 1900. En el Imperio Otomano, Egipto y
mán de Bismarck introdujo pensiones, provisión sanitaria nacional y el Japón60 , los gobiernos se dieron cuenta del poder y de los recursos de
derecho a la enseñanza en la década de 188056 • El seguro de baja labo- sus enemigos europeos. Empezaron a fundar sus propias academias y
ral por enfermedad o discapacidad iba unido a un plan para controlar sistemas de sanidad, preocupados de que si no perderían el apoyo de
la <<conspiración» comunista57 . Prusia llevaba años a la vanguardia de la los jóvenes o de los trabajadores de sus ciudades en crecimiento.
enseñanza pública, pero la política del canciller era también una jugada
táctica en la larga batalla por conseguir el apoyo de la clase obrera urba-
na y de los pequeños agricultores, que Bismarck libraba contra la opo-
sición política de socialistas y católicos. El resultado fue el famoso sis- LAS HERRAMIENTAS DEL ESTADO
tema de seguridad social que otorgaba una pensión y provisión médica
básica a los ciudadanos. En Gran Bretaña, el Estado del Bienestar tardó Para poder gobernar y organizar los recursos, el Estado, por supuesto,
más en llegar. Ocurrió tras el renacimiento del conservadurismo urba- tenía que saber a quién gobernaba y quiénes eran sus vecinos. A partir
no a partir de la década de 1880, y con la aparición del Partido Labo- de la Alta Edad Media, los estados europeos habían empezado a carto-
rista, que obligó al gobierno liberal del primer ministro Lloyd George grafiar sus territorios, en parte debido a lo complejas y disputadas que
a diferenciarse de sus rivales políticos". De hecho, dentro del Imperio eran sus fronteras. Los otomanos les habían seguido. Hacia 1600, los
Británico, fue en las colonias de población europea donde se introdujo sultanes tenían mapas incluso de la costa atlántica de Norteamérica
por primera vez la idea de las prestaciones sociales estatales desde «el copiadas de ejemplares europeos recogidos por sus agentes. Los mogoles,
nacimiento hasta la muerte». En Nueva Zelanda y Australia, los progre- los chinos y los déspotas real.es reformados de principios del siglo XIX
sistas intentaron cambiar el orden para que sus sociedades fueran más de Vietnam y Tailandia61 también empezaron a cartografiar sus territo-
igualitarias y así distinguirlas de los antiguos despotismos clasistas de ríos, que representaban como imperios definidos por carreteras que
los viejos estados europeos 59 • salían en espiral desde el centro imperial. No eran tan completos ni pre-
Las prestaciones sociales del Estado en sanidad y enseñanza, y cisos como los mapas europeos, y no por atraso asiático, sino más bien
mucho menos en pensiones, casi no figuraban en la agenda para las por la poca importancia que tenía definir territorios para los estados
colonias europeas en África y Asia, donde la esperanza de vida apenas asiáticos. Muchos de los grandes reyes de Asia y del norte de África
sobrepasaba los treinta y cinco años. En estas zonas, el avaro laissez- tenían enormes burocracias especializadas. Estos burócratas eran hábi-
Jaire se vería reforzado por la idea de que, por naturaleza, los nativos les creadores y preservadores de datos, que legaban por escrito o a tra-
siempre morirían como moscas. Hubo pequeños avances. Hacia finales vés de funcionarios que los memorizaban.
del siglo XIX, India tenía un código de actuación para las hambrunas. Para los europeos, el final del siglo xvm y los comienzos del si-
India, la Argelia francesa, Indochina y las Indias Orientales Holandesas glo XIX fueron la gran era de la cartografía. En este periodo, los carló-

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITO S Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

grafos trataron de imprimir un sentido más preciso del espacio. Ante- registrados en índices toponímicos. Algo más adelante, las autoridades
riormente, la medición bidimensional había sido muy rudimentaria. A estadounidenses comenzaron un proyecto parecido para cartografiar
partir de 1750, había razones prácticas que ponían nuevos recursos en las llanuras y las montañas del Oeste. Allí también sustituyeron los
manos de los gobiernos. La gran expansión de la navegación durante el nombres indígenas por nombres anglosajones, señalando así la reivindi-
siglo había animado a los capitanes navales a cartografiar el litoral y los cación de la propiedad de sus nuevos dueños.
picos costeros con mayor precisión. Ello fue posible gracias a las mejo- En Asia, como en Europa, los vigorosos nuevos estados que emer-
ras en los instrumentos de navegación. Las últimas fases de la revolu- gieron de las guerras napoleónicas y de la crisis mundial contemporá-
ción militar en tierra incluían el desarrollo de una artillería más sofisti- nea requerían una demarcación exacta de sus territorios. Los indios lo
cada y la construcción de fortalezas con ángulos de tiro precisos. Para entendieron, y algunos gobernantes regionales indígenas trataron de
posicionar los cañones, se necesitaban oficiales con un mejor conoci- sabotear el proyecto cartográfico, mientras que, en ocasiones, la turba
miento geométrico del terreno para evitar puntos muertos y calcular las atacaba y demolía las torres trigonométricas. Al mismo tiempo, las
líneas de disparo. voces nativas empleaban los mapas como recursos prácticos y simbóli-
f' Los vínculos entre la guerra y la cartografía estatal quedaron perfec- cos. Hacia la década de 1840 había ya libros escritos por indios que pre-
l°i'·, tamente representados por los esfuerzos del Estado francés y del Impe- tendían mostrar las fronteras de la India o del reino sagrado hindú. La
h
t::t
s~ rio Británico. En Francia, l'École Polytechnique de Napoleón reunió geografía tuvo un papel importante en la ideología de los primeros
.. una enorme cantidad de expertos matemáticos y cartógrafos con fines
civiles y militares. Utilizó el material recopilado por la Real Academia
nacionalismos. En los juzgados británicos de la campiña india (sujeta a
fuertes tributos) la acusación y la defensa utilizaban los mapas a gran
F rancesa y los mapas topográficos del país realizados desde 1744. Los escala que produjo la Medición. Algo parecido ocurrió en Irlanda,
topónimos regularizados en francés se cambiaron por los nombres en donde los literatos gaélicos publicaban sus propias historias de la anti-
los dialectos regionales. Luego se siguió en Córcega. Durante la ocupa- güedad para elogiar la vieja civilización e idioma irlandeses y estimular
ción napoleónica de Egipto, se cartografió el terreno y se publicaron los un sentimiento de orgullo nacional en una población mermada por la
resultados en la Carte topographique de l'Égipte (París, 1825)62 . El servi- hambruna. En aquellas zonas del norte de África y de Asia que seguían
cio nacional cartográfico británico se llamaba, y se sigue llamando, siendo independientes o semi-independientes, los gobiernos indígenas
Ordnance Survey (literalmente, «Medición Artillera»), en clara alusión también hicieron mapas basados en representaciones de los grupos
a que su origen fue la cartografía para uso de la artillería. Tras la rebe- políticos regionales, aunque paulatinamente empezaron a utilizar técni-
lión católica en los Highlands de 1745, se cartografió Escocia con gran cas de medición europeas. En las décadas de 1820 y 1830, los goberna-
precisión. A finales del siglo xvm y comienzos del XIX, también Irlan- dores de Birmania y Tailandia tenían mapas bastante precisos de sus
da. En muchas partes del oeste de Irlanda, aquella fue la primera oca- territorios. Li Hongzhang también impulsó la cartografía precisa del sur
sión en que un representante del Estado británico aparecía por allí. El de China.
punto culminante de todo aquel esfuerzo fue la gran Medición Trigono- Los esfuerzos de los estados por cartografiar sus territorios iban
métrica de la India, dirigida, entre 1818 y 1840, por sir George Everest, acompañados de proyectos para catalogar, contar y calcular el número
en honor a quien se daría nombre a la cumbre del Himalaya. La medi- de sus habitantes y recursos. La mayoría de los primeros reinos moder-
ción empleó gran número de indios nativos y llevó a funcionarios britá- nos había utilizado periódicos censos de familias, bien para localizar
nicos a zonas donde nunca antes habían estado63 . recursos que tributar, o bien para buscar mano de obra para el rey. Tam-
Aunque los orígenes de la idea de hacer mediciones eran utilitaris- bién hacía mucho tiempo que existía documentación sobre las subdivi-
tas, las consecuencias para el mundo fueron a la vez simbólicas y prác- siones regionales en la que los intelectuales locales elogiaban su patria
ticas. A nivel simbólico, el avance de los cartógrafos por el terreno chica y escribían acerca de sus ciudades, sus religiosos, sus dinastías
representaba el triunfo de la ciencia y la tecnología de Occidente y el locales famosas y sus productos. En el siglo XIX, sin embargo, los cen-
definitivo establecimiento del dominio británico. Los nombres gaélicos sos, las descripciones toponímicas y los registros archivísticos formales
fueron traducidos al inglés y los nombres indios fueron estandarizados y se hicieron más precisos y también más generalizados. Probablemente

3 14 315
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS D EL ESTADO MODERNO

China tenía el sistema más antiguo de boletines regionales del mundo. los funcionarios. Las asignaturas «modernas» fueron formando cada
Desde el siglo xm al XVII, se producían para ayudar a los funcionarios vez más una parte importante de su formación. En 1882, Japón, que le
a relacionarse con las clases dirigentes locales. A cambio, los intelectua- venía pisando los talones a Alemania, introdujo un sistema de exáme-
les regionales utilizaban los boletines para demostrar la importancia de nes progresivos de promoción. A un nivel inferior, la función y la for-
su región y de lo que aportaba al imperio. Durante los siglos XVII y XVIII mación de la policía sufrieron también un cambio considerable. En Ita-
se produjeron nuevos boletines más claramente estatales y centralistas. lia, en tiempos de la Primera Guerra Mundial, todo mando policial
Incluso, mientras se fragmentaba el gobierno chino en el siglo XIX, se debía poseer un título de derecho o de medicina forense. Por contra, en
publicaron nuevas ediciones para ayudar a las autoridades regionales y Francia, a partir de 1870, el legado de la burocracia napoleónica pare-
a los empresarios extranjeros. En el Imperio Otomano y otras partes del ció finalmente habérselo puesto más difícil a los políticos de la Tercera
mundo islámico, los antiguos kaiyfyat, o descripciones locales, se adap- República que pedían reformas. En China resultó aún más difícil, pues-
taron fácilmente para hacer boletines para los funcionarios moderniza- to que los defensores del sistema de pequeña nobleza instruida, con sus
dores. exámenes memorísticos sobre los textos clásicos de Confucio, se resis-
Los boletines, las guías locales, los censos y los mapas eran a la vez tieron al cambio. Este legado clásico desapareció por fin en 1905 cuan-
símbolos y herramientas prácticas del Estado decimonónico. Represen- do se abolió el sistema de exámenes (de mil doscientos años de antigüe-
taban los conocimientos públicos y gubernamentales. En este mismo dad) por «ser contrario y dificultar el sistema escolar»64 . Esta referencia
periodo fue cuando el Estado reafirmó su control de los archivos y los alude a las academias privadas que cada vez más enseñaban temas
legajos de documentos que los ministros y otros funcionarios públicos acu- modernos y que florecieron bajo el mecenazgo de la intelectualidad a
m ulaban durante sus mandatos. Anteriormente, los ministros y los fun- partir de la década de 1870. D esde 1900, China contrató con frecuen-
cionarios se los llevaban al dejar el cargo. Pero igual que los Estados cia asesores japoneses para instaurar academias y escuelas profesiona-
insistían ahora en que los funcionarios no aceptaran sobornos ni rega- les. De ese modo, los modelos francés y alemán se adaptaron y transmi-
los mientras ocuparan su cargo, también insistían en distinguir la infor- tieron de una sociedad asiática a otra.
mación pública de la privada. Gran Bretaña y Estados Unidos también tardaron en crear un fun-
Si el Estado iba a fiarse de sus funcionarios, necesitaba formarlos él cionariado profesional debido, en el primer caso, a recelos de la aristo-
mismo. El desarrollo de un funcionariado profesional y preparado y de cracia con los funcionarios estatales, y, en el segundo, a recelos demo-
una policía eficaz fue rasgo característico del siglo XIX. Por supuesto, cráticos. Estados Unidos, sin embargo, se dio cuenta de que necesitaba
hubo buenos administradores y funcionarios en todos los grandes rei- un sistema meritocrático porque gran parte de sus ingresos federales lle-
iíll.ill nos de principios de la edad moderna, pero se consideraban como ser- gaban de las aduanas de la costa este, donde necesitaba gente experta y
vidores personales de su rey. Sus condiciones de servicio eran diversas; no corrupta. La nómina de asalariados del gobierno federal se incre-
su preparación también variaba, así como su ideología. Quizás sólo la mentó de los 53.000 de 1871 a los 256.000 de 190165 . La Ley de la Fun-
Iglesia católica en Occidente y el Imperio Chino (con sus vasallos sinó- ción Pública de Pendleton de 1883 creó una comisión de funcionarios,
filos del Este) tuvieran algo parecido a una burocracia unida por prin- encargada de fijar los niveles académicos requeridos a los candidatos.
cipios y preparación común, y que sirviera a la institución y no al monarca. Aun así, la vieja idea de que los cargos públicos no electos eran peligrosos
El siglo XIX fue testigo del crecimiento de la burocracia a medida perduró, y los cargos públicos siguieron formando parte de los «repar-
que el Estado engordaba y se hacía más intervencionista. En Alemania, tos de prebendas» electorales. El presidente Theodore Roosevelt, archi-
Austria y Francia, la primera parte del siglo XIX vio cómo emergía un defensor del Estado eficiente, trató de impulsar la reforma del sistema
Estado civil a la sombra de la administración militar. Los historiadores en 1903-1904, pero en 1914 aún perduraba la duda de si los funciona-
consideran que este proceso formaba parte de la «profesionalización» rios eran agentes del Estado o agentes de los partidos políticos. En
que también se notó en la enseñanza, las ciencias y el mundo médico. Gran Bretaña, el control del mecenazgo aristocrático empezaba a flojear
En 1873, a consecuencia de su experiencia durante la guerra contra y se había implantado un sistema meritocrático de exámenes. Pero la
Francia, Prusia introdujo una codificación de la carrera profesional de preparación de los funcionarios seguía siendo arcaica, y los funcionarios

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

eran seleccionados de entre el estrecho sector de las familias de clase CUADRO 7.l Servidores públicos.
media-alta que podían acceder a las universidades de Oxford y Cam- a) Personal civil de todos los nivdes (en miles)
bridge.
Fecha Austria Gran Bretaña Francia Prusia-Alemania Estados Unidos
Como en otros ámbitos, el gobierno era más moderno en las colo-
nias orientales de Gran Bretaña. Hubo que preparar a los funcionarios 1760 26
para que pudieran supervisar los complejos sistemas tributarios y de 1850 140 67 300 55
arbitraje judicial heredados de los anteriores gobiernos indo-musulma- 1910 864 535 583 c.1000 1.034
nes. La Compañía de las Indias Orientales estableció una escuela for-
Fuente: Mann, Sources o/Social Power, vol. 2, pp. 804-810.
mativa de idiomas y economía política en Haileybury en 1809, que esta-
ba mucho más avanzada que cualquier colegio del gobierno doméstico.
Tras las reformas de la función pública de 1856, los británicos contra- b) Personal civil del Estado central (en miles)
tados por el Servicio Social Indio eran elegidos entre los licenciados de Fecha Austria Gran Bretaña Francia Prusia-Alemania Estados Unidos India
Oxford, Cambridge y el Trinity College de Dublín, donde eran forma- 1760 10 16
dos en idiomas y en economía política antes de ser enviados al subcon-
1850 72 40 146 32+ 26
tinente. Éste se convirtió en el modelo para todos los territorios britá-
nicos. La Universidad de Leiden cumplió el mismo papel en H olanda, 1881 580
y produjo una larga serie de expertos orientalistas. 1900 297 130 430 239
Fue11te: Mann, Sources o/ Power, vol. 2, pp. 804-810; Censu.r o/ India, 1881.

( EL ESTADO, LA ECONOMÍA Y LA NACIÓN c) Personal militar (en miles)


11
Fecha Austria Gran Bretaña Francia Prusia-Alemania Estados Unidos India
Se suele pensar que el siglo XIX fue el del laissez-/aire, un periodo en el
1760 250 144 460 150
que el Estado hacía el papel de «vigilante nocturno» y sólo intervenía
intermitentemente y a desgana en la economía. Sólo a partir de 1890 lle- 1850 318 197 390 173 21 230
garon las presiones proteccionistas y, en Gran Bretaña, se reclamó una 1900 230 486 620 629 176 c. 500''
preferencia imperial. Pero este punto de vista se basa principalmente en ''Incluye los ejércitos de los Príncipes.
la historia británica, del Imperio Británico, y de Norteamérica, y es bas- Fuente: Mann, Sources o/ Power, vol. 2, pp. 804-810; Census o/ India, 1881.
tante parcial. Ya hemos comentado que en gran parte del mundo se
diseñó un Estado moderno precisamente para crear una economía
capaz de mantener un poder militar tecnológicamente eficaz. Los De varias maneras, los esfuerzos por modernizar la Rusia de Pedro
gobiernos mejoraron la producción agrícola con la esperanza de recau- el Grande a principios del siglo XVIII anticiparon los de los gobiernos
dar más impuestos y de evitar la escasez de alimentos, el peor enemigo del siglo XIX que regularon las aduanas e invirtieron en industria. De
en una guerra. Esto ocurrió incluso en los regímenes que tradicional- hecho, Rusia fue el primer país «en desarrollo». En Alemania, la unifi-
mente no intervenían mucho en la producción. En Bulgaria, por ejem- cación de aduanas de la década de 1830 se hizo con la intención de
plo, Midhat Bajá, uno de los grandes gobernadores otomanos del si- crear una solidaridad económica que facilitara la unificación política. El
glo XIX, fomentó la agricultura en la zona del Danubio y apoyó a los Egipto contemporáneo, el Imperio Otomano, Irán, China y Japón hi-
campesinos cristianos66. cieron todo lo posible para reunir recursos para invertir en la producción
industrial moderna, sobre todo en producción industrial militar. Don-
de estas medidas fracasaron a medio plazo, como ocurrió en China, el

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EL ESTADO Y LA SOC[EDAD EN LA ERA DEL lMPERTAUSMO MITOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO [VfODERNO

Imperio Otomano e Irán, fue porque la intervención de las potencias como en el extranjero. En esto fueron muy importantes los bancos cen-
contrarias a la industrialización periférica, sobre todo Gran Bretaña, trales, cuya función era asegurar la estabilidad de la divisa nacional,
abortó esa modernización, como veremos en el capítulo 8. Al mismo' garantizar la convertibilidad del papel moneda en oro y organizar un
tiempo, los casos chino y otomano indican que a veces los regímenes sistema de préstamos a corto plazo seguro para la economía. Los
indígenas restringían la industrialización para preservar su poder. Los gobiernos de estos territorios también garantizaban la viabilidad del
Qing maniataron a sus virreyes provinciales porque temían que íncrew transporte y de los telégrafos, y, a finales de siglo, la instalación del telé-
mentaran sus ejércitos y sus l1otas, Donde los esfuerzos indígenas para grafo eléctrico. Por último, la expansión de los imperios europeos y de
industrializarse sí funcionaron, como en Japón, las nuevas industrias se las áreas informales de inl1uencia militar y política de las grandes poten-
vendieron a empresarios, por lo que los historiadores suelen subestimar cias contribuyó al crecimiento de la economía global, en la que la inver-
la intervención del Estado, sión directa a larga distancia por parte de empresarios llegó a Asia, Áfri-
Incluso en el caso de Gran Bretaña y Estados Unidos, el poder del ca, Latinoamérica y Australasia. Aunque los nacionalistas y los
Estado se utilizaba abierta y encubiertamente para promover la integra- historiadores liberales discuten acerca de a quién beneficiaron estas
ción económica y el crecimiento industrial mucho antes de la ola pro- inversiones, no hay duda de que estos vínculos financieros internacio-
teccionista del siglo xrx. En todo el Imperio Británico, los gobiernos nales fueron importantes, ni de que el Estado jugó un papel clave, al
usaban su poder para mantener los mercados abiertos y los aranceles menos en su creación.
baratos; ésta fue una de las quejas perennes de los primeros nacionalis- En este punto, volvamos al tema que examinamos en el capítulo
tas de India, Egipto y, al final, también de Irlanda. Pero el Estado sólo anterior: la relación entre el Estado y la nación. Según Hobsbawm, el
wmaba medidas directas en casos específicos. Los gobiernos coloniales Estado creó la nación, y no al revés. Pero no lo hizo desde el vacío y, en
del sur y el sudeste asiático, incluidos los franceses y holandeses, inter- algunos casos, la nación creó el Estado. Las tradiciones vivas del idio-
vinieron durante la segunda mitad del siglo XIX para crear reservas ma, la ley, la religión, la ética política y el comportamiento social facili-
forestales e impedir el acceso de los indígenas al valioso recurso de la taron al Estado o a los constructores .nacionalistas del Estado de las
madera. Los normalmente rácanos gobiernos coloniales también inau- colonias poder presentarse como representantes de una nación o de una
guraron sistemas de canales y apoyaron la construcción de ferrocarriles aspirante a serlo. Este contencioso entre el Estado y la comunidad sobre
tanto legal como económicamente. Sobre todo, los gobiernos coloniales y los límites de la nación perduró hasta el siglo XX. Es cierto que las nue-
las grandes potencias, operando a través de bancos y tratados econó- vas burocracias ayudaron a consolidar este nuevo sentimiento nacional
micos, manipularon las divisas y las reservas de oro y plata para benefi- de muchas formas. Crearon libros de geografía donde los jóvenes
ciarse. Por ejemplo, el control británico de las reservas de oro de Su- aprendían las fronteras y límites del Estado, y promocionaban libros
dáfrica era una de sus mayores apuestas en el continente africano. e historias que regularizaban los idiomas y creaban un largo, aunque a
También otorgaba una gran ventaja económica internacional al Banco veces ficticio, linaje del Estado. En la Irlanda católica, los colegios
de Inglaterra y al Ministerio de Finanzas británico en época de guerras, empezaron a enseñar el antiguo idioma irlandés y los mitos celtas. Los
sobre todo a partir de 191467 . Incluso en Estados Unidos, donde había libros escolares de Estados Unidos resaltaban los ideales de la Guerra
mayor desconfianza en la intervención económica estatal, el Estado de la Independencia. En la India, con mayores problemas, los libros de
federal se mostraba muy activo a la hora de financiar las compañías fe- texto aprobados por el gobierno británico empezaron a hablar de una
rroviarias y la mejora de puertos y otros proyectos de infraestructura. historia «hindú», de la que quedaban excluidos los musulmanes por ser
Aparte de esto, hubo muchas maneras en las que los estados y los invasores extranjeros. Las libretas de ahorros, el servicio militar, los
dominios anglófonos, gobernados con relativa ligereza, intervinieron o rituales del Estado y de la nación, las estatuas públicas de héroes nacio-
se vieron obligados a intervenir en la dirección de la economía. Los nalistas y los enormes edificios conmemorativos intentaban forjar un
gobiernos ofrecían una infraestructura legal y aprobaban leyes privadas patriotismo estandarizado de una manera más sutil.
sobre la actividad económica. Establecían instituciones para promover Los historiadores a veces quieren el oro y el moro. Les gusta argüir
la operación flexible de la economía del libre mercado tanto en casa que el campesino, el hombre tribal, la mujer o el trabajador tienen

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO MITOS Y TECNOLOGíAS DEL ESTADO MODERNO

«autonomía». Sin embargo, cuando se refiere a sentimientos como el


nacionalismo o el patriotismo, cosas que no gustan, privan a los pueblos
de autonomía y dicen que fueron engañados por las élites o que eran
robots fácilmente controlados por el poder del Estado. De hecho, el
patriotismo y el nacionalismo aprovecharon deseos y aspiraciones más
profundas, fuera del ámbito estatal, que anteriormente se asociaban con
el clan, la familia o la religión. Desde luego, las guerras emprendidas
por los estados reforzaron y generalizaron estos sentimientos. También
la experiencia de la turbulenta modernidad. El patriotismo, la demago-
gia y el odio intercomunal a menudo provenían del pueblo e influían a
los estadistas que, si no, hubiesen sido más precavidos. Esto ocurrió en
Inglaterra ya en el siglo XVIII, cuando las celebraciones de las victorias
imperiales se volvieron con tanta frecuencia en contra del gobierno
como eran promulgadas por él. También ocurrió en Japón en el si-
glo XIX, cuando los samuráis fundaron las asociaciones «Océano Pro-
fundo» y «N anyang» (Sudeste de Asia) para promover la expansión a
ultramar y la grandeza imperial, a pesar de que los lideres Meiji eran
muy escépticos con esta política. El antisemitismo popular también 7.4 Exilio in terior: presos rusos camino de Siberia. Diapositiva con que semos-
cambió la política de los estados crecientes en Alemania y Austria. El traban los horrores del despotismo, finales del siglo XIX.
Estado moderno y el nacionalismo mantuvieron un diálogo febril hasta
1914. El nacionalismo no fue un mero sentimiento impuesto a los pue-
blos desafortunados e ingenuos por capitalistas avariciosos y por malvados
agentes del poder. También en China, los funcionarios regionales ampliaron sus pro-
pias plantillas con especialistas en irrigación, recaudación de impuestos
y transporte, por ejemplo. Mientras que la administración central per-
dió legitimidad y dinero durante las rebeliones Taiping y Nien entre
UN BALANCE: ¿QUÉ HABÍA CONSEGUIDO EL ESTADO? 1850-1870, en las regiones se incrementaron las recaudaciones de
impuestos en la segunda parte del siglo con grandes sumas provenien-
Las secciones anteriores exponen que las reivindicaciones y recursos del tes de los aranceles de las aduanas internas y externas. Como ha dicho
Estado no crecieron constantemente en todas partes ni todo el tiempo recientemente Hans van de Ven, sería un error pensar, como algunos
a lo largo del siglo XIX. En el mundo anglo-sajón y en China, sobre todo, historiadores hicieron, que el gobierno chino estuviera en declive en el
el gobierno central seguía siendo relativamente pequeño y limitado, e periodo desde las rebeliones a mediados de siglo hasta la revolución
incluso, en ciertos ámbitos, disminuyó entre 1815 y 1900. Esto no sig- comunista del siglo xx68. Los poderosos virreyes provinciales del perio-
nifica, sin embargo, que el crecimiento de la administración pública do posterior a la Rebelión Taiping establecieron sus propios vínculos
también lo hiciera. En Gran Bretaña, los organismos de gobierno local con los clanes de terratenientes que habían sido administradores con la
y las asociaciones vinculadas a la élite metropolitana siguieron desarro- dinastía Qing. Incluso hubo medidas tomadas bajo el príncipe Kung
llando el sistema de secretarios y administradores a sueldo durante este entre 1870-1880, y también tras la derrota a manos de Japón en 1895,
periodo. Lo mismo ocurrió con los consejos de escuela y otras institu- tendentes a reformar la administración financiera central del Imperio y
ciones descentralizadas en Estados Unidos. La «gubernamentalidad» se a formar a sus empleados de una forma moderna, en vez de con los tex-
expandía incluso cuando el Estado como tal no lo hacía. tos confucianos clásicos. Estos reformadores chinos se habían dado

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIAUSMO
1HTOS Y TECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO

cuenta de que otras sociedades tan conservadoras como la 1·apo ¡ro de Asia, Afganistán y África se describen, a veces, como periodos de
·¡ ]6·,- 6 nesa,e
me uso a ntarnca esta an embarcadas en el mismo proceso at _:·
1
anarquía en los que el Estado se «derrumbó». Sin embargo, muchas
afrontar los problemas comunes del comercio internacional ¡ dp! a veces, eran, sencillamente, síntomas de la adaptación y el conflicto de
· l
macrn y a guerra.
,aipo.
política local que había sido brevemente oscurecido en los escritos his-
. Podría pensarse también que áreas grandes de la vida política no tóricos por una fina capa de poder estatal. En el otro lado del espectro
vieron afectadas por el crecimiento del poder del Estado y sus exig;~ del cambio social se encontraban las vigorosas comunidades emprende-
cias: los contactos Internacionales, la religión y el socialismo, por ejen;. doras de Estados Unidos y algunas ciudades industriales de Europa,
plo. Pero, como sugerimos en el capítulo 6, la huella del Estado se deja, donde el Estado estaba en retroceso. Las asociaciones locales, las orga-
ba notar. L_os tratados mternac1onales sobre telegrafía, la expansión de nizaciones de voluntariado social y la iniciativa privada asumían las fun-
la Cruz Ro'.a y la Media, Luna Roja; los acuerdos sobre la exploración y ciones que había ejercido brevemente el gobierno. Éste iba a ser el pa-
'.'ºn_servac1on de la Antartlda y el Aruco, todos del periodo 1900-1914, trón del siglo XX, aunque las décadas de guerra y depresión económica
md1can los Intereses globales de las clases dirigentes. Pero todos estas que se sucedieron entre 1900 y 1950 frenaron inconmensurablemente
acuerdos partieron del concepto de que las naciones-estado eran los ac- el ritmo del cambio.
to,res pnnc1pales. Los intercambios académicos y científicos que en la Lo que sí fue cierto, por encima de cualquier otra cosa, fue que
decada de 1780 habían sido informales y de contactos personales entre durante el siglo XIX la furia y el ruido, el éclat del Estado, se extendió
anstocrat~s ~ eruditos, ahora eran organizados por academias naciona- por todo el mundo, fueran poderosas o no sus versiones locales. La
les_ Y_ asociaciones_ científicas. El auge y autorregulación de las grandes parafernalia de banderas, instrucción militar, uniformes y rituales
rehg1ones <<mundiales», que examinaremos en el caoítulo 9, tamooco gubernamentales fueron asumidos por gente hambrienta de poder,
fueron inm,unes .ª _estos cambios. Es cierto que mucha gente era fiel a incluso en sociedades remotas de los nuevos centros de gobierno glo-
una tradic10n religiosa externa, y que, incluso, se mostraba hostil con el bal, y también por movimientos religiosos o carismáticos que proclama-
Esrndo en el que vivían. Pero el catolicismo, el panislamismo y el nacio- ban propósitos más elevados que el mero dominio del mundo. Esta imi-
nalismo confuciano reconocían y trabajaban con los organismos naciona- tación del poder y del carisma de la autoridad centralizada empezó a
les de_ los grupos confesionales. Incluso la actividad socialista a escala irritar a algunos intelectuales. Algunos se hicieron anarcosindicalistas y
mundial se veía limitada por los intereses específicos de los grupos elogiaban las virtudes de una comunidad sin gobierno. A otros, como
socialistas nac10nales. El total fracaso de la ilusión de una hermandad so- John Ruskin, León Tolstói y Mohandas Gandhi, los transformó en apo-
cialista internacional en 1914, cuando los socialistas también lucharon logistas de la vida sencilla del artesano y el campesino.
~nos c?ntra,otros, lo dejó bien claro. El Estado moderno avanzó la gran
s1mphhcac1on de los grupos gobernantes, la idea de la soberanía y los
obJetlvos_ de gobernar de los que hablamos al principio del libro.
El tnunfo del Estado fue menos patente en sus fronteras internas.
Las autoridades y culturas provincianas seguían siendo influyentes)
sobre todo en zonas en las que ni el telégrafo ni el ferrocarril estaban
muy desarrollados o que tenían mucho analfabetismo. Como decía un
dicho popular, no sólo Cristo, sino también el gobierno italiano termi-
naba en Éboli, el pueblo del sur de Italia conocido por su anarquía
pagana. En gran parte del mundo, el Estado se encaramaba sobre siste-
mas políticos segmentados y sus magistrados y gobernadores sólo eran
eficaces e? la medida en que pudieran encontrar aliados influyentes
entre los Jefes de los clanes y los líderes tribales. Las rebeliones que
tuvieron lugar tras la Pr1mera Guerra Mundial en Oriente Medio, el cen-

324 325
TEORÍA Y PRACTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO...

8 con la historia política y social, por la simple razón de que es muy difí-
cil hacerlo. En segundo lugar, la historia del pensamiento político sigue
TEORÍA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, estando resueltamente centrada en Europa y Norteamérica. Si acaso
EL RACIONALISMO, EL SOCIALISMO Y LA CIENCIA mencionan el resto del mundo, los historiadores tienden a suponer que
un proceso relativamente sencillo de diseminación de las ideas de los
pensadores occidentales extendió lentamente esas doctrinas a las socie-
dades extraeuropeas a través de las élites que hablaban los idiomas
europeos. Una excepción es la historia de la ciencia. Los historiadores
de la ciencia últimamente conceden el espacio debido al papel dinámi-
co de los asiáticos, africanos y otros pueblos no europeos en la creación
del corpus de conocimientos hfbrido con el que la sociedad global
Este capítulo y el siguiente se centran en ideas e ideologías. El liberalis- explicaba el mundo natural. También han tenido bastante éxito a la
mo, el socialismo y la ciencia eran ideas potencialmente revolucionarias hora de explicar cómo las ideas y estilos de formación intelectuales
y muchos historiadores contemporáneos y posteriores pensaron que preestablecidos condicionaron las reacciones de la gente ante nuevas
fueron las causas de la transformación del mundo decimonónico. El ideas científicas llegadas de Occidente. Las ideas occidentales triunfaron
capítulo mantiene que todas estas ideologías se transformaron según en parte porque reflejaban el poder económico y militar de Occidente.
pasaron de continente en continente, a menudo perdiendo su naturale- Los regímenes coloniales impusieron esas ideas a través del sistema
za revolucionaria. i acaso, como veremos en el capítulo 9, fue el de- escolar y los debates públicos. Incluso en estos casos, sin embargo, el
sarrollo competitivo de las grandes religiones lo que más influyó en la dominio intelectual no era un proceso simple. Las ideas y los términos
vida intelectual del periodo. occidentales del debate fueron sutilmente cambiados, adaptados y redi-
Durante el siglo XIX, los intelectuales y los políticos debatieron rigidos hacia nuevos propósitos por los intelectuales y escritores indígenas.
desde complejas posturas filosóficas la libertad individual, la soberanía Este capítulo se sustenta en ideas extraídas, por lo general, de la his-
del pueblo y la redistribución de la riqueza y del poder. La autoridad toria de la ciencia. Pretende explicar el rechazo o la aceptación de con-
religiosa y política establecida se vio sometida a un ataque sin preceden- ceptos radicales derivados del mundo académico y político de Europa
tes a cargo de liberales, radicales, socialistas y portavoces de las ciencias con referencias a la formación intelectual de otras sociedades del
sociales y naturales, que ya estaban organizados como profesión. Estos mundo. El liberalismo, el socialismo y la ciencia se expandieron inicial-
retos intelectuales se acentuaban cuando fluían en la misma dirección mente desde Occidente, pero se mezclaron y reforzaron con ideas deri-
que los cambios sociales y económicos que hemos visto en capítulos vadas de las tradiciones racionales y éticas indígenas. El capítulo también
anteriores. Pero estos movimientos intelectuales eran algo más que examina las ideologías radicales creadas por activistas e intelectuales en
meros reflejos de cambios sociales. Los representaban y, a la vez, los Asia, África y Sudamérica que se referían a sus propias situaciones sin
dirigían. deber nada a las ideas occidentales. Este tema continua en el capítulo 9,
donde consideraremos las «religiones mundiales». Lo principal es que
este capítulo demuestra cómo se hicieron políticamente influyentes las
nuevas ideas y cómo contribuyeron a los cambios sociales. Demuestra,
LA HISTORIA INTELECTUAL EN SU CONTEXTO por ejemplo, que los administradores contrarios al «feudalismo» provo-
caron grandes cambios en el poder de los terratenientes y que el desarro-
La historia del pensamiento político y social a finales del siglo XVIll y a llo del concepto de ciencia condujo a la aparición de nuevos tipos de
lo largo del XIX es un tema de estudio apasionante. Pero existen dos organización social por medio de las «profesiones».
grandes problemas. En primer lugar, muchos historiadores intelectuales
siguen siendo ambiguos a la hora de relacionar la historia intelectual

326 327
EL ESTADO Y. LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALJSMO
TEORfA y Plv\CTJCA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO...

LA CORRUPCIÓN DE LA REPÚBLICA VIRTUOSA: UN TEMA CLASICO


irlande.
· s·es que
· intentaron
• ·limitar el pode1· de la corona Y de la preten
c10sa anstocracia después de 17l 4 Sin b .
Para entender estos cambios, es importante recordar que en los siglos
XVII y XVIII ya había ideologías e idearios políticos que operaban a nivel
global, a los que habían contribuido pueblos de diferentes civilizacio-
r:~
t , ·
.d ,
em aigo, estas 1 eas teman pun-
en l~omun con programas políticos e ideologías de toda Europa
, a_s e a~ b_asadas en fuentes clásicas y renacentistas y modifi d
·

,
la etlca cnst1ana. A finales del si lo XV . . . ~a as por
nes. El capítulo 2 de este libro examinó algunas de las formas de deba- rador» en Holanda5 1 g III, por. e¡emplo, el partido «libe-
te e investigación que absorbían las energías de los intelectuales autóc- la tiranía del p., . y os genoveses y florentmos que querían eliminar
tonos de los mundos indio, islámico, africano y del este de Asia hasta el . 11nc1pe para restaurar una repúbl' . · ,
an la misma tradi . , f'l , 'f· , . ica virtuosa, comparti-
momento de la intrusión occidental. Una de sus preocupaciones era la c10n 1 oso tea genenca.
forma de «la república virtuosa» y los peligros para el buen gobierno 'Pbo~ock,Y Baylin mantienen que los pensadores de la tr- d . . , d 1
repu lica c1vica elogiaban 1 . . d a tcron e a
que suponían la tiranía y la corrupción. Este tema proliferaba por Eura- de J, del d a importancia e la casa patrimonial en vez
sia, África y las Américas. Los últimos avances en la historiografía del . ~ . merca o Y resaltaban el deber del ciudadano individual de 1·
tepublica de buscar la virtud En la t d' ., , . · . Y ª
pensamiento político occidental hacen más fácil discernir los vínculos y . d 1 .. ra 1c1on civ1co republicana lo
las analogías del pensamiento político global durante la época revolu- enemigos e a virtud eran el lujo y la corrupción s b d , 1s
corruptelas y los vicios de 1· . 1 d , , o re to o as
cionaria y la primera etapa de expansión imperial mundial. e.los. En el m d b . , . a corte rea Y_ e sus mercenarios incorpora-
Hasta la década de 1960, los teóricos políticos occidentales pei'lsa- ·ul d I un P.o ntamco Y norteamericano, esta tradición estaba vin-
ban que la revolución francesa, la Guerra de la Independencia nortea- e a a a o que ocock llama el «partid d l ,
riranía e idolatría del «partido de la cort;» ~ :a1s»dque _sf oponía a la
mericana y el surgimiento del radicalismo británico de 1800 estaban res del libre n . d l . · vez e ser os precurso-
directamente vinculados con lo que C. B. Macpherson llamó la Joctri- 1~tca o, e comerc10, el comerciante el usurero . el aca
na del «individualismo posesivo»1• Este puñado de doctrinas se originó parad or eran figuras odiosas para much . d. al ',
franceses.
!
os ra rc, es norteamencanos Y
-
claramente en el mundo atlántico europeo con las ideas de los pensado-
res de la Ilustración - John Locke, Adam Smith, David Hume-- y de La interpretación contemporánea tiene la . . d
los philosophes franceses y alemanes, que insisúan en la supremacía del in- pensamiento de finales del siglo )..'VIII b· . venta¡a . e qu: pone el
Por e¡·emplo 1 ¿· , b. a¡o una perspectJVa mas amplia.
dividuo racional. Esto daba validez a la necesidad del individuo de , e o lo a un go ierno corrupto b . d
surada y a la falsedad d 1 . , '. a una urocrac1a esme-
perseguir sus propios intereses, sobre todo en el mundo económico. pcnsamiento p l't' e _merca~o seguman siendo unas constantes del
Desde la década de 1960, sin embargo, los historiadores intelectuales o 1 ico norteamericano a lo largo del . I XI . 1
han cambiado en pa1te de opinión. Ahora retratan el pensamiento crí- n 1aln~o el individualismo liberal del libre mercado sesh1guobo x,
( '11 a 1de I , d ·
me ~dso
convertJ o
tico del periodo revolucionario, que se había considerado claramente (lt.:1~ócra~a~gOrat omh1~ant: tdanto ent1:e los republicanos como entre los
moderno, como el último florecer de una tradición política más antigua. · ros istona ores recientes t b · , al l
Se han vuelto a establecer las dimensiones morales y éticas del pen- i•onservadores del pensamiento de la llam dam ien rei5 ~an ~s rasgos
samiento de los pioneros teorizadores del mercado; Adam Smith y s11 lodo en América. Los historiadores ace t ; ªu:r; revo ~c10nana, sobre
coetáneo francés, el marqués de Condorcet2 , han sido recuperados. i 111crían separar la religión del Estado PPeroq a. os Padres Fundado~·es
Bernard Baylin3, para la historia americana, y John Pocock4, para la bis p11ra preservar la li . ·c1 d d l . '. . rgumentan, esto se hizo
re g1os1 a e a comunidad, no una táctic
toria atlántica en general, han trazado, entre otros, la tradición tk·l 1111pu1sar un «secularismo» moderno Del . .ª para
«republicanismo cívico» a través de los puritanos de la «Commonwt·
alth» de la Guerra Civil Inglesa del siglo XVII, hasta los sabios de la Ita
lía renacentista y, por supuesto, hasta los tiempos clásicos. Esta tradici(u,
dingidentificóen l9916
llo» en el movimiento
- .
J:: t di. , · , ª~15mamanera,Dav1dBra-
ra ~1011 -~ªs1~t1gua de_«patriotismo crío-
manc1pac1on atmoamencana del don · ·
i·~pano1, 111cluso aunque los economistas liberales t . . 1m10
seguía muy viva en el siglo XVIII. Influyó en la manera en la que los col<1 l1t1t·o de sus líderes ideológicos. Figuras como !a~~ uv~eradn_s1emVp:e en
nos norteamericanos pensaban en el gobierno colonial monárquirn Mnrh m · N u.user1cor rosa rrgen
' . eX1ca11a, uestra Señora de Guadalupe y el mito del l' . d
tanto antes como durante la Guerra de la Independencia norteamcrit-11 11 l N unt~~-uo; ~?:tecas e~·an símbolos prominentes d~ esta tradición. ~::,o:
na. También influyó en las ideas de los radicales ingl.cscs, cscoccM·~ 1 i 11111 0 i ,1y , crvando íei-csa de Mic r, el l'cólogo Y patTio1·a dominicano7,

128
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO
TEOIÚA y PRÁCTJCA DEL LlBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

basaron la defensa de su caso en la idea de la conquista justificada por


y pequeños granjeros en sus luchas contra los du ~ d l .
la virtud y evocaban en su apoyo el espíritu de la tierra. Éstos son asun- 1 6'
tºnI,~ enos e as mmas y
tos que casan mal con la teoría política liberal moderna basada en los
derechos privados a la propiedad.
Escritores recientes como Fran~ois Furet8 no est án tan convencidos . fl . b
e ~o terno colonial de Australia en la década de 1860 As
os l ~ralismos alemán y escandinavo llevaban a menudo la. im
de las ideas luteranas acerca de la com nid d .· .
1 . u
.l p
a c11st1ana ta y como se
~::t:
de la modernidad radical de los orígenes ideológicos de la Revolución te e¡a an en a ideología emergente del indivi· dual1·smo . 1·
cap1ta 1sta.
Francesa, como estaban una generación antes. Nadie duda de que el
concepto de Rousseau acerca del contrato social y de que el anticlerica-
lismo radical de Voltaire ofrecieran poderosas justificaciones ideológi-
cas a los revolucionarios para atacar a la Monarquía y la Iglesia. Pero un U\S REPÚBLICAS VIRTUOSAS EN EL MUNDO
análisis de los festejos y festivales populares que acompañaron a los bro-
tes revolucionarios demuestra que la gente de a pie subscribía ideologías lista reevaluación de la teoría política d . .
1:uro a . . y e sus tepresentacwnes en
igualitarias y comunitarias que se remontaban al siglo XVII. Ya no se , . p y sus antiguas colonias americanas es un a .
· d ·b· · vanee importante
piensa que la Revolución Francesa fuera el triunfo de la burguesía o de pat a po er escn ir una historia global Tien e el ef·ecto de d. . . 1
IJ.st ·, 1 ·d . · .· . 1es ramas ism1nu1r a
los valores mercantilistas de la clase media. Excepto en las primeras y < . ancu entre as i eas occidental
es Y 1as p11nc1pa
más violentas fases de la Revolución, el cristianismo siguió teniendo
influencia en el p ensamiento de los radicales franceses de la primelia
• , . del p en
l!Hento poli~1c~ ext~·a_europeo. Facilita que el analista pueda ver
l~>s_y analogrns imphcitos en los orígenes ideológicos de las revoluciones
vín::~
parte del siglo XIX, quienes creían que la sociedad ideal descrita en la ' llt?peas Y americanas Y de acontecimientos como la «restauración»
Biblia llegaría después de la revolución. Las virtudes de la comunidad, :'1.~~JI deh!868 y el surgimiento de los nacionalismos y anticol;nialismos
11 1u10 c 1110 y eg·p ,· ·
más que el Estado o el mercado, fueron un componente importante de ' l c10, como veremos a continuación Los líd •. .
la ideología de muchos otros revolucionarios europeos y de sus discípu- 1l'(tual d . . · • e1es mte-
es e estos mov1mien tos asiáticos y de Oriente Medi t b . ,
los en las colonias europeas. En la medida en que los historiadores inczclaron elementos del moderno radicalismo occidental Y ~as ªt:01~::
somos capaces de rememorar la mentalidad popular, parece ser que en ~¡'·,~~re loslefechos h~manos con proclamas a favor de las antiguas tra-
ella prevalecía una mezcla similar de ideas comunitarias y simples dog- \ t 1one~ -~ ª comm~I~ad ~_dela defensa del honor de la tierra contra
mas cristianos. Estos proporcionaban a las élites y a la gente corriente un ' tl1;u~e e a comerc1alizac1on global, más manifiesta en las economías
lenguaje político común. 11 nnt1cas.

Desde la década de 1970, este escepticismo sobre las rupturas intt !)~ hecho, existían ideas parecidas a las de la tradicio'n . . del
lectuales radical.es se ha extendido también a los historiadores del si 1 'IHlbli · , • euiopea
' , cam~mo c1v1co en muchas sociedades del mundo. Los antro ó-
glo XIX. Gareth Stedman Jones ha reinterpretado el «lenguaje políticm> Pº{
/' lflO~,, e¡:mpJ, han demostrado que los africanos precoloniales u~a
del radicalismo británico decimonónico, sacando a la luz el influjo de 111 l11J'. •~ eo og1as r erentes a buenos monarcas para justificar el derroca~
tradición de republicanismo cívico del siglo XVIII contraria a la corte, a ]011 111 11 nto de gobernantes malos o inefectivos. John Pee! ha d d
impuestos y a un gobierno central fuerte9. Los radicales cartistas ingl¡• 1¡111• esto ·a1 e emostra o
, . era espec1 mente e1ectivo en el caso de los yoruba de Africa
ses, que exigían la representatividad popular a partir de la década d, ,,, i·1dcn~al, lll1 pueblo que dejó constancia de su lucha or ma .
1840, conocían las doctrinas de la revolución inmediata divulgadas ¡,111 111111 sociedad armoniosa y unos reyes sabios en los mitos ~e los ;;;2e1
el comunista francés Louis Blanc y las nuevas fórmulas del socialis11111 '1 111• n:saltan el papel del cabeza de famili h 61 10 L . os
alemán de Karl Marx. Pero el radicalismo inglés seguía mirando hm 111 1 ¡ ·d d ª onora e • os conse¡os sa
11, IH, _e cu1 a o del trabajador y el deseo de ser gobernados por patriar~
sus raíces comunitarias, provinciales, del cristianismo inconfor111i1>111
' 1~ vrrt~1osos eran, como se comprende, los bienes socia.le
Los historiadores de los dominios británicos han demostrado <.J'll(' 111• l 11111 los intelectuales en todas las sociedades agrarias s ~ue busca-
ideas de los reformistas cartistas de la década de 1840 sobre !Í('IT11~ ' li 111 i11dust1fali%,1ción. P or el contrario lo que . _y_cb~merc1ales antes
comunidad y justicia influyeron a las primeras asoci.acioncs de mi 1w111• 1 •¡ • • • , se pc1c1 rn como corrnp-
' 1111, NI )ICIJ (' 1 s1g111nc:1do d<.'i 1(' i-111ino Vflr:ialrn l'I) lus dif<.'l'(llll('S ll'llditioncs,

3 H)
l 11
TEORÍA Y PRACTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO...
IEDAD EN LA ERA DEL IMPElUALJSMO
EL ESTADO Y LA SOC ·
ediciones de sus obras en el siglo XIX. Los filósofos árabes, persas y de
aber sido una causa de disensiones y revueltas casi universal- Java d el siglo x1x 0 mantenían que la invasión occidental y la corrupción
parece h
de los gobiernos autóctonos extendían los males del mal consejero, la
mente. . ' t 1 1 en Japón la violación de los dere-
Como sugerimos en e1 capl u o Í rte corrupta que se había des- usura, la violación del hogar y la deshonra de la mujer. Aquí podemos
chos del «campesino ho~ra~o»_ ~:::r;~l respeto a los antepasados y a ver un vínculo directo, aunque lejano, entre las tradiciones arcaicas eu-
viado de las normas de on uct. Ogyu Sorai probablemente el ropeas del republicanismo cívico y la ética política de una sociedad
tema convincente. ' , t·xtraeuropea. Ambas civilizaciones tenían a Aristóteles en común. Co-
la natura leza,,er~ un d l Ja ón del siglo XVIII, ataco a 1a corru~-
intelectual mas influyente l e . pl . mercantiles de la economia mo las ideas de algunos patriotas norteamericanos, algunas tradiciones
,. y a as v10 ac1ones M'
ción de l os samura1s . d 1 aguardar el régimen11 . as del pensamiento islámico, sobre todo en la rama chiíta, sosten ían que,
una forma e sa v d . dado que la autoridad religiosa era eterna, debía protegerse de la intro-
moral. Pensab a que era . . . . del siglo XIX la disi encta
adelante, a finales del siglo XVIII y pnnc1p1~s radualment~ sobre estos misión del Estado.
d' , Tokugawa se concentro g ., Aristóteles hasta llegó a China a través de los intérpretes jesuitas en
d O .d te como la modernizac1on , 1a
contra la masua . .
temas. Los temas deriva_d os e et _e~ ' la legitimidad de los líde-
cíencia y la eficacia, sirvieron para Jort~ ecS~r embargo la «revol ución>>
1·! siglo XVII. Los intelectuales chinos lo tradujeron y difundieron con
presteza. Robert Wardy ha demostrado que, lejos de ser mal entendido
d de 1868 en apon. m ' . n distorsionado en el Jecho de Procusto de las diferencias conceptuales
res del golpe d e Es ' ta o . n sus raíces en ideas más antiguas,
. • t ~ japoneses tuv1cro
y el «renac1mten o> . , . . de la monarquía divina y el buen go 1er-
b' v lingüísticas, la versión china expresaba mejor, a veces, el sentido del
sobre todo las del mtto etn1co l ulmana sin embargo, el con• ¡¡riego original14 • Fue, sin embargo, en el siglo XJX cuando los reforma-
1. • dú incluso en a mus , , dores chinos empezaron a citar la Ética y la Política de Aristóteles más
no. En l a I n dí a nin. , tanto para a e tte como para el pueblo tenia
' l ,¡· . . ,un 1 xlcnsamente.
cepto d e corrupc1on . l 'd de pureza y contammac10n.
, . ¿· t y físico por as 1 eas . La expansión internacional del liberalismo, el socialismo y la cien-
sentido mas mme ta o . del d . . del buen propietarto por
La contaminación de la uerr~ly omtb~1os era un tema constante dd ' 111 curo-norteamericanos a partir de 1815 no está en cuestión. En muchos
. , • s y sus vi es costum 1e d 11111l extos, estas ideas extranjeras hicieron que la gente viera los defec-
parte d e 1os b ntantco ,. . 1· mo Los primeros ora o
l · 1 del posterior nac1ona 1s • . 111' de su sociedad de una manera muy distinta, como pasaría con el
patriotismo co on1a Y_ 1d l I día siguieron empleando este tipo (1l'
res del Congreso Naciona e a n l mistas políticos liberalc~. 111,11xismo en el siglo XX. Pero su aceptación, adaptación y uso se vieron
. l d pués de que os econo . d' 111 dmcnte determinados por la continua vitalidad de las tradiciones éti-
lenguaje me uso es. .. el rimcr arlamentario británico m to,
entre ellos Dadhabha1 Naoro11, p Pf_ . les británicos para def<..•11 ' .1, y políticas anteriores, no sólo fuera de Europa, sino también en ella.
l t los documentos o icia . . d 1 11 1•:uropa, por ejemplo, el socialismo incorporaba estas ideas anterio-
hubiesen revue to en r: . , . cos la protección de las m \ts
der, con _argumentos t~cmcos ~~~;::t~e a~tonomía política. . 1,, l~studios recientes de algunos historiadores y sociólogos parecen
trias nacientes y otras ideas m bl' . o cívico euro-norteamericano Y l111liu1r que la diferencia real entre el pensamiento político europeo y el
Los vínculos entre el repu 1can1sm on sólo implícitos; son , 11,tcmopeo residía en la religión. Según esta teoría, los europeos de-
•t io de otras partes no s 11 1ni In ron una tradición secular de filosofía política progresista, mien-
el patriotismo comuru ar d usulmán. Los rebeldes y la resistc11r111
explícitos en el caso del mun o m, la doctrina de la g l.H'l'lll 11 1, que los asiáticos y africanos miraban al pasado y a la pureza de su
. iempre ten1an a mano M 1, l1¡ 1 i1í11 a la hora de considerar el futuro. Esta diferencia es demasiado
al gobierno europeo s tili . b poco y con cierta cau tela. 111
santa, la <(yihad menor». Pero se u_ ~ ~ mu sulmán y panislamis1n " 1111plt•. Los intelectuales europeos se vieron influidos por la religión en
bien el primer pensamiento nl acion 1s· a árabes y persas medicv11I, , 1il Indo. Liberales seglares como John Stuart Mili siguieron trabajando
• b 1 fuerzas de os mora istas 11 1, 111 1<l de una tradición cristiana humanista, si bien denunciaron la cre-
remonta a a os es . d , . , d Aristóteles con las normns i
por reconciliar la morahda c1vÉ1ca e , recogidas en la litcrn11111l 11 il1t!11t! y a la Iglesia. Incluso los marxistas adoptaron la estructura del
P rofeta sobre la vida piadosa. . sta(sl vemd~n. , n akhlaq•2). Una c111;111 11111 1llll' pcnsamic11 to milenarista. También hay que decir que muchas
. 1 del do islámico a tra ic10 ll 1 " 11N 11fH licionnlnu:ntc clasificadas como «religión» en los pensam icn-
ética med ieva mun ll 1 . nacimiento otomano» t l'
, . d 1 podríamos amar e . «1.e ' . 1 t 1 1· l111niro, nfr-icn no y r1sitíti<'o tl'nÍHn 1111a 1·dt•v,11irin din'l'ta t'tl la vida
nst1ca e o que . , . ¡ , .Á .- ' t •lcs al turco. Se publicaron n1111 , ,
glo xvn fue la tra<luccion e e t ,sto e ,
111
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL lMPERIALISMO TEORfA Y PRACTICA DEL LIBERALISMO, EL RAClONALISMO...

cotidiana y en la política. El hecho de que las tradiciones extraeuropeas radical de Occidente desde los tiempos de los renacentistas René
del pensamiento político estuvieran bañadas de ideología religiosa no Descartes Y Francis Bacon en adelante, parece mostrar no obstante cier-
significa que fueran meras manifestaciones de una «mentalidad religio- tas ca-r~cterísticas muy particulares. Éstas eran una p'arte intrínse~a del
sa» inamovible. Más bien eran un reflejo del concepto de que gobernar pensamiento y fueron generadas por su aceptación y su contexto.
bien las pasiones personales y el hogar llevaría, por lógica, a un buen . La tradición filosófica pref~gurada por René Descartes en Francia y
gobierno político. Por eso algunos liberales islámicos egipcios del siglo liderada Pº: ~ohn L~c½e y Dav_id Hume ~n Inglaterra influyó en Europa
XIX apelaban a la primera época del reinado del Profeta en Medina, que y Norteamenca. Ins1st1a en la Importancia d e que el individuo «desea-
presentaban como un tipo de gobierno representativo. ra ver por sí mismo la luz de las pruebas razonables». Excepto, quizás,
en el caso de Hume, este argumento trataba originalmente de ofrecer
prueb~s racionales ª. las creencias cristianas. En la práctica, sin embar-
go, 1:11°aba la auton~ad_ de la tradición, del clero y de la monarquía.
LA LLEGADA DEL LIBERALISMO Y EL MERCADO: V~lv_ia redundantes, s1 bien no los atacaba directamente, los elementos
¿ERA OCCIDENTE ESPECIAL? cnst1anos Y humanistas de la tradición republicana cívica que analiza-
mos antes. Para Hume, sobre todo, la religión era el ámbito de «aque-
Dicho esto, es importante no irnos al otro extremo y subestimar la ll~s que buscan la certeza cuando sólo existe la probabilidad». Esto
novedad de ciertas características del pensamiento europeo en los siglos mmaba las aseveraciones de los poderes seculares de que su poder se
XVII y XVIII. Los conceptos de los derechos individuales generalizados y basaba en la aprobación religiosa. Los gobiernos sólo podían ostentar
de «la mano oculta» del mercado en sta tradición occidental parecen el poder co~~icionalmente, dado que el ser humano sólo podía operar
presagiar algo sorprendentemente nuevo. Estas ideas, realmente radica- con probabilidades. De una manera más abstracta, Irnmanuel Kant
les, también encontraron su sitio en un mundo que empezaba a experi- (1724-1804) postuló en la década de 1780 que la libertad individual
mentar nuevas formas de poder estatal. De muchas importantes formas, deb~a ser la_~ase incondicional de todo juicio racional correcto. Aunque
la rápida expansión del mercado internacional y de los imperios euro- su vmculac1on con Voltaire y los philosophes franceses era remota -por
peos empujaba a la gente de todo el mundo a adaptar estas nuevas no hab~ar d~ los r~;olucionarios franceses-, mucha gente de la era
herramientas intelectuales para su propio uso. Lo que necesitarnos, revol~~1onana asocio a Kant con el ataque a la religión y a la monarquía
entonces, es acercarnos a la historia intelectual global de una manera despotlca.
que admita la innovación en el pensamiento político pero que, a la vez, . Un análisis racional de los «hechos» sociales llevó también a Adam
resalte que las viejas ideas sobre el buen gobierno y el comportamiento SID1tb Y a su contemporáneo francés, Condorcet, a concluir, como Hume
perduraron en los nuevos movimientos sociales y políticos. La primera ~ue el merca?º ?~bía permitir la actuación libre y motivada sólo por su~
sección considera algunas de las ideas políticas nuevas que ya emergían ~t~~eses de m?IVI~u~s moralmente independientes. El Estado y la tra-
en Europa bajo el Antiguo Régimen. Después demuestra que estas ~cton no debran limitar el mercado, y los aranceles, obstrucciones e
ideas, aplicadas a la explotación de la tierra, la dirección del comercio, 1mpuestos que todas las naciones europeas habían creado -ninguna
la representación política y la práctica científica, fueron modificadas e mas que Inglaterra- debían, según Hume, abolirse. Las relaciones eco-
incluso anuladas por las viejas ideologías y por los discursos locales. nómicas e~ergían idealmente en una esfera en la que el interés perso-
Como comenté en el capítulo 1, la mayoría de las civilizaciones del ~~ pero vir~uos? :le todos se ajustaba prácticamente, sin imposiciones
mundo dieron lugar a formas de debate, a argumentos y a observacio- etlcas o seID1rrelig1osas de derechos y obligaciones prescritas desde arri-
nes empíricas comparables con los del nuevo racionalismo científico de ba 15. Esto _n? significa _qu~ Smith, Condorcet y sus discípulos pensaran
Europa occidental. Los pensadores islámicos del siglo XVIII daban que la act1V1dad econom1ca fuera amoral. Al contrario, los individuos
mucha importancia a las ciencias racionales, mientras que el último morales sólo podían ser libres, y esto se aplicaba a la economía además
periodo Qing de China fue testigo de un intento específico de observar d_e a la política y a la fe 16 • No obstante, el concepto de la <<independen-
al hombre y el mundo natural empíricamente. La tradición filosófica cia» moral y económica era llamativo. Si, según la obra del filósofo ita-

334 335
EL ESTADO Y LA SOCJEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEORÍA Y PRÁCTICA DEL UBERAUSMO, EL RACIONALISMO ...

liana Giambattista Vico y la ciencia sociológica que inspiró, la «econo. • pasado. En su libro sobre la Ilustración en Gran Bretaña, Roy Porter
mía» emergía como algo potencialmente desvinculado del paternalismo señala que Locke, Hume y sus discípulos estaban convencidos de que
estatal y teocrático, también lo haría la «sociedad» 17_ La visión de la guiaban a la humanidad hacia una nueva y gloriosa era de la razón que ha-
«sociedad» como un ente abstracto que existía más allá de la sociabfü. ría superflua toda la filosofía anterior 18 • Cuando los radicales de Bengala
dad local a nivel nacional o global era revolucionaria. adoptaron el concepto de la «sociedad» entendida como una comuni-
Ninguna de estas tradiciones filosóficas, repito, eran inherente u dad de intereses racionales en interacción, también adoptaron el cambio
originalmente antirreligiosas ni antimonárquicas, aunque Hume era un lingüístico y conceptual que los europeos habían creado entre Maquia-
escéptico radical. La mayoría de los herederos de estos filósofos entre velo y Vico. La palabra samaj que significaba «asamblea>-> o «reunión»,
1

los liberales, los utilitaristas e, incluso, los escritores socialistas y hom- se empezó a utilizar con este nuevo sentido.
La continua diferencia de la tradición liberal occidental residía no
bres públicos del siglo XIX, siguieron siendo, formalmente, cristianos
sólo en su naturaleza intelectual revolucionaria, sino en el contexto filo-
que veneraban a sus reyes. Pero, por lo menos, estas teorías apartaron
sófico y en los procesos sociales de los que emergió. Mientras que los
a Dios del funcionamiento de los mundos natural y humano. El clérigo
debates públicos confuciano, islámico e imlio eran conocidos por su
y filósofo francés del siglo XVI!, Pierre Bayle, por ejemplo, pensaba que
carácter contencioso y mordaz, los filósofos europeos y norteamerica-
una sociedad atea podía funcionar perfectamente sin necesidad de un
nos del siglo xvm mostraron una predilección por derrumbar y contra-
dios. Esta erosión intelectual de la validez de las tradiciones sagradas de decir sistemáticamente a las autoridades anteriores por motivos de
gobierno y de lo sobrenatural era, llevada a sus últimas consecuencias orgullo y para poder empezar desde cero. Los pensadores de las tradi-
potencialmente aniquiladora. De hecho, lo llegaría a ser en la posterio; ciones sánscrita, pali y confuciana genera1mente trataban de reconciliar
tradición del marxismo científico. sus argw11entos con las antiguas autoridades, en lugar de rechazarlas
No parecía éste el caso de las tradiciones empíricas y racionales de completamente, como pasaba cada vez más en Europa occidental. Los
otras sociedades del mundo, por lo menos antes de la influencia de las «espíritus animales» de estos filósofos radicales, como los de los milita-
ideas de Occidente. Fuera de Europa occidental, incluso en las tierras de res, navieros y los protoindustriales con los que se mezclaban, les animó
cristianismo ortodoxo del este de Europa y de Oriente Medio, las vie- a pensar que podían cambiar la historia. Ese cambio sería secular y se
jas ideas cosmológicas seguían dominando el pensamiento racional y reflejaría en las mentes humanas y, a través de ellas, en la ilustración y
empírico. Ninguna de estas civilizaciones se deshizo del concepto de la la riqueza de toda la sociedad. No sólo el hombre era la medida de
intervención redentora de Dios tan efectivamente como la Europa del todo, sino que él mismo creaba su propia salvación y en este mundo. La
siglo XVIJJ. Aunque, eso sí, es cierto que el pensamiento abstracto budis- idea de la intervención directa de la providencia divina seguía resonan-
ta contenía una forma de antiteísmo muy filosófica y técnica. El islamis- do en grandes sectores de la población. De hecho, se utilizó en algunas
mo radical sufí jugaba a veces con el reverso de la idea de la formula- teorías económicas de principios del siglo XIX para explicar que las cri-
ción deh fe musulmana «no hay dios excepto Dios», cambiándola por sis económicas periódicas eran un castigo de Dios por los pecados
la de «No hay dios». Pero había muy poco debate político y ético acer- nacionales 19. Ahora, sin embargo, había un cuerpo de ideas y sentimien-
ca del ateísmo y el agnosticismo. Aparentemente tampoco los filósofos tos independientes que competía con la antigua tradición de analizar los
construían conceptos abstractos de una «sociedad>> más allá de la co- deseos y propósitos de Dios.
munidad de fieles o de la armoniosa comunión del hombre y la natura- Pero un acto de esfuerzo intelectual excepcional lleva a otros.
leza. Generalmente, también, fuera de Europa occidental, el cambio Según llegaban estas ideologías europeas a otras partes del mundo, se
benigno se veía como un esfuerzo por volver a la edad dorada del pasa- fueron viendo transformadas por filósofos tan creativos y revoluciona-
do, aunque algunos reformadores disfrazaron grandes innovaciones rios como Locke y Montesquieu. El reformador indio rajá Ram Mohun
bajo esta rúbrica. Roy, por ejemplo, dio un salto intelectual increíble en dos décadas,
En algunas zonas de Europa occidental, en cambio, los hombres pasando de ser un intelectual del Estado mogol a ser el primer liberal
públicos proclamaban las virtudes del futuro y la ruptura total con el de la India. Sus ideas presentaban algunas facetas de la vieja tradición

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EL ESTADO 'l LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPER1ALlS,\í0 TEORÍA y PRACT1CA DEL LIBERALISMO, EL RAUON/\.LTSMO ..

musulmana-aristotélica. Insistía, por ejemplo, en la importancia de que


los británicos tuvíeran buenos consejeros polítkos y judiciales, y que coa,._,-''
sultaran con los indios. También heredó y adaptó la tradición religiosa/
hindú, sobre todo porque reformuló viejas ideas teístas del hinduismo
para crear un mundo de viejo monoteísmo indio al que el pueblo debía
volver ames de poder conseguir la autonomía política. Independiente,
mente, formuló ideas que Garibaldi y Saint-Simon expresaban simultá,
neamente en Europa. Al ser un liberal en economía, estaba tan a favor
del libre comercio como los liberales británicos contemporáneos, por•
que creía que así terminaría la corrupción de la Compañía de las Indias
Orientales. Aunque algunos historiadores modernos ven a Roy como un
conservador, desarrolló la primera teoría constitucional de la resistencia
de la historia moderna de la India. En 1832, comparando los efectos del
mal gobierno británico en Norteamérica, llamó la atención sobre el caso
canadiense y, también, sobre el de la India:

La comunidad mixta de la India, tratada liberalmente [como la de Canadá], no


sentirá la necesidad de desvincularse de Inglaterra, manteniendo una conexión
que reportará mutuos beneficios para ambos países. Sin embargo, como dije
antes, si los acontecimientos llevaran a la separación ... podemos mantener
unos vínculos comerciales amistosos y ventajosos entre dos países libres y cris-
tianos unidos por semejanzas religiosas, lingüísticas y de costmnbres20 •
8.1 El liberalismo se globaliza: el reformista indio rajá Ram Mohun Roy,
Lo más extraordinario de Roy, sjn embargo, fue su imparcial preo- c. 1832. Lámina, década de 1870, Calcuta.
cupación por otros pueblos del mundo. Escribió con emoción sobre la
causa de los revolucionarios españoles e italianos de la década de 1810
y sobre los irlandeses. Todos los pueblos, pensaba, debían tener formas
de representación política local adecuada a su carácter nacional. Por los potentados comerciales y las trayectorias de las «revoluciones indus•
contraste, en la cumbre de su influencia internacional ninguno de los triosas» que experimentaron, también influyeron mucho en los cambios
aclamados «grandes filósofos» de la tradición intelectual occidental fue intelectuales.
capaz de deshacerse de la noción de la superioridad racial occidental ni El capítulo demuestra cómo la noción indígena del buen gobierno
pensar creativamente sobre el mundo extraeuropeo. y el impacto del pensamiento liberal occidental causaron, efectivamen·
El resto de este capítulo examina la aceptación, modificación y te, cambios sociales. No se pueden explicar los cambios sociales e inte·
recbazo de las ideas clásicas del liberalismo, el socialismo y la ciencia, lectuales de forma satisfactoria mediante los modelos «difusor» o «en•
tanto en Europa y Norteamérica como en el resto del mw1do. En cada dógeno». Lo que se requiere es combinarlos y trascenderlos a ambos.
caso, las sensibilidades científicas e intelectuales que surgieron se vieron De nuevo, aunque los críticos poscoloniales «provincialicen» Europ.a
modificadas por las tradiciones éticas y políticas preexistentes de las de varias significativas formas, y también demuestren que los no ocCI ·
que ya hemos hablado. También reflejaban las circunstancias políticas y dentales pudieron subvertir y parodiar las nuevas ideas21 , no tiene sen•
económicas de las diferentes sociedades y su grado de subyugación al tido negar que las tradiciones intelectuales pueden ser, y de hecho son,
imperialismo occidental. La supervivencia de los gobiernos indígenas, destrozadas por nuevas y peligrosas ideas. Durante los siglos XVIII

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEOJÚA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO...

y XlX, Europa y sus ex colonias americanas eran muy fecundas en este y las nociones islámicas clásicas de la justicia25 . Las obras de J ohn Stuart
tipo de ideas. Y la efervescencia de sus sociedades civiles fue, al menos Mili se convirtieron en una biblia para los liberales de Latinoamérica
temporalmente, de otro tipo comparado con el fermento del debate en entre 1850-1870. En Brasil, el abolicionista Joaquín Nabuco afirmó:
las emergentes esferas públicas en cualquier otra parte del mundo. «Soy un liberal inglés .. . en el parlamento de Brasil26». Los reformado-
res Meiji de la década de 1870 obtuvieron copias de la vida de George
Washington. Los reformadores de casta inferior de la India de la déca-
da de 1850 leían a Hume, Voltaire, Thomas Paine y G ibbon27 • Abdu-
EL LIBERALISMO Y LA REFORMA DE LA TIERRA: TEORíA RADICAL Y llah hin Abdul Kadir «Munshi», el primer escritor moderno del mundo
PRÁCTICA CONSERVADORA malayo, utilizaba temas liberales occidentales y nociones progresistas
musulmanas para atacar la ignorancia y la corrupción de los rajás mala-
Las ideas del liberalismo, el nacionalismo, el secularismo y la autodeter- yos en la década de 182028.
minación de los pueblos estaban estrechamente vinculadas, dado que Lo que fortaleció a las ideologías p olíticas que crecieron alrededor
todas presuponían la acción de individuos autónomos solos o en gru- de las ideas del liberalismo y el progreso fue la manera en la que se podían
pos. Los pensadores británicos y franceses del siglo xvm crearon un aplicar a problemas contemporáneos. Abarcaban una amplia gama de
nuevo lenguaje político, cuyas implicaciones prácticas quedaron paten- conflictos sociales y dilemas que atañían a los críticos del viejo orden en
tes en la primera primavera libertaria de la revolución francesa y de la todo el mundo tras las revoluciones globales y el declive de los viejos
',,
Guerra de la Independencia de Estados Unidos. Por muy obvio y reite- imperios. También reforzaban o profundizaban en los antiguos discur-
rativo que parezca este tema, los escritos contemporáneos dejan claro la sos sobre el buen gobierno. A nivel global, la idea más importante era
fuerza de estas ideas. Los jóvenes, no solo en Europa occidental y Nor- el escepticismo de los liberales respecto a la jerarquía del clero, la aris-
teamérica, sino en todo el mundo, despertaron con una nueva visión. El tocracia y los reyes, y, sobre todo, su hostilidad hacia el control de la tie-
movimiento de los nobles rusos liberales que buscaban en 1825 asegu- rra y del trabajo de los campesinos por parte de estas autoridades. Pero,
rarse que su autocrático zar promulgase una constitución, reflejó este paradójicamente, mientras atacaban estas jerarquías establecidas, estos
tumulto ideológico. Los nobles reformistas invocaban antiguas ideas de pensadores y sus discípulos políticos estaban pensando en una nueva
la república virtuosa junto a los derechos del hombre, las garantías jerarquía, una jerarquía de razas y culturas diferenciadas por su grado
de la Constitución norteamericana y la gloriosa imagen de las naciones de ilustración, por la perfección de su comercio y por la libertad de sus
sublevadas, que recientemente habían visto en Nápoles, España y Por- mercados en cuanto a tierra y trabajo se refiere.
t,. tugal 22 . Uno de sus intelectuales clave declaró: Entre los objetivos de los pensadores y estadistas liberales del si-
glo XlX, por lo tanto, estaban las grandes posesiones feudales o los lati-
Esta ley divina fue decretada para todos los hombres en igual medida y, en con-
fundios. En Europa, Centro y Sudamérica y en el Caribe, las viejas fami-
secuencia, todos tienen el mismo derecho a que se cumpla. Por lo tanto, el pue-
blo ruso no pertenece a ninguna persona ni familia. Por el contrario, el gobier- lias nobiliarias aún poseían grandes extensiones de tierras, que les habían
no pertenece al pueblo y ha sido constituido para el bien del pueblo, y el sido concedidas por decreto de la Corona, o, en el caso de los países
pueblo no existe por el bien del gobierno23 . protestantes, habían sido requisadas a la Iglesia. Los gobiernos colonia-
les de ultramar, como los de las Compañías de Indias inglesa y holandesa,
En un contexto muy diferente, Ignacio Altamirano (1834-1893) , el también cayeron en la tentación de «estabilizarn la sociedad, otorgando
indio mexicano radical, animó a sus compatriotas a «amar a la patria y la posesión de tierras a los aristócratas autóctonos o a los agricultores
consagrarse a la ciencia», eligiendo los ideales de la Revolución France- ricos. El crecimiento económico del siglo xvm había beneficiado a este
sa como un objetivo permanente para México24 . Ya en 1795, algunos tipo de terrateniente a expensas de sus subarrendados y de los campe-
otomanos francófonos conocían las ideas revolucionarias a través de la sinos. Mientras que muchos pensadores anteriores y de muchas tradi-
Gazette /ranfaise de Constantinople. Hacia 183 7, Sadik Rifat Bajá, em- ciones creían que una clase terrateniente honorable y poderosa ayudaba
bajador otomano en Viena, escribía sobre la relación entre la «libertad» a mantener la estabilidad social, muchos pensadores liberales posteriores

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EL ESTADO Y LA SOCJHDAD EN Lt\ ERA DEL IMPERIALISMO 'l'EülÚA Y PRACTICA DJI ,
.L LIBERAUSMO, EL ftACIONAl.lSMO...

mantenían que los grandes terratenientes privilegiados eran un apoyo En No r t camenca,


, · la enorme exten . , d .
de la tiranía y una carga onerosa para la producción agrícola. Estas 11va1· dificultó fo consolidación d s1on e tierras para repartir y cul-
ideas fueron poderosamente expresadas en el siglo XVJIL por Adam na. Pero los publicistas radicalesed~i~~se de t~rratenientes heredita-
Smith y otros economistas políticos, sobre todo en Escocia y en Fran- !'staban a1 acech o de grandes cli . os Urudos y Ca11adá siempre
cia. Estos autores aseveraban que, como pasaba con otros monopolios, <:anadá, el conflicto ent. 1 y p g1_ osas concentracion es de tienas E 11
, . . te os granJero ., la .
el monopolio de las tierras impedía el desarrollo del mercado, limitaba <.orona suv16 como grito de s agu co s y los agentes de la
la eficacia y daba lugar a la corrupción moral y política, porque perpe- 1>11rante los feroces debates !~~~:ª1 para los_ rebeldes franceses de 1838.
tuaba la dependencia y la servidumbre. En la obra del dramaturgo fran- ,d>olicionistas siempre arg a esclavitud en Estados Unidos los
• umcntaron que l l . •
cés Beaumarchais (y de Mozart) Las bodas de Fígllro, era el estatus de vistas no sólo eran ino lm as p antac1ones de los escla-
. ra ente conupt · .
gran terrateniente del conde Almaviva lo que le permitía insultar a sus 11om1camente ineficaces E S d , . as, sino que también eran eco-
l •.
,os vJaJeros europeos del . l
· n u amenca el deb
'
f · al
ate ue tgtt de feroz
sirvientes y a sus familiares del sexo femenino. . sigo XVJll se ese taJ· b .
Los Hberales y radicales británicos también d irigían sus críticas con- ' 1e 1os mdios peruanos y . anc iza an de la represión
mexicanos por los . . .
' 1ns o propiedades y de j, al . ptop1etanos de las hacien-
tra los terratenientes poderosos, aunque la mayoría de los pensadores • as s vaJes revuelt · 'd'
lo111e11taba. Los oficiales es - J e . as peno Jeas que el sistema
continentales del siglo xvrn pensaban que el pats era inmune a las peo . · fJ . pano es relorm1st d f' 1 .
lflll, m u1dos por Adam S . h h , as e ina es del siglo xv rn
res depredaciones de los «aristócratas». En G ran Bretaña, los hijos - 1 a6ian den
c'\I >:1110 de la península, f ueron 1gu
m1t
.' al d e e , · uncia o e .sistema feudal'
. d 1 .
menores de los nobles eran tratados como comunes, por lo que, aunqm·
,tslcma <le haciendas del N M d nucos con su hijo bastardo el
seguía habiendo terratenientes con enormes posesiones durante todo d , 1 . uevo un ºJo A 10 1 . '
1111sla a Revolución M ·
siglo XIX, nunca llegaron a alcanzar el estat us similar a una casta como eXJcana e 1911 j · y· argo del s1glo XD{ Y
d
e o y Latinoamérica ttataron el 1 . 1 . , os po lt.lcos radicales de Méxi-
en la F rancia prerrevolucionaria o en la Rusia del siglo XVIII. No obs 1 li-s extensiones de tier,·as e eg1s ar contra la concentración ele gran-
tante, la influencia electoral maligna de los grandes propietarios, sus 1 . en manos de la Igl · 1
c•111an razón ya que las pe - di esia y (e los potentaclosl1
corruptelas, además del control que ejercían sobre los concejos locak·s, • quenas ctacl . ·1· ·
11111 en la región contarían 1 urns m1 !tares que se sucedie-
resultaron ser los impulsos p rincipales de la campaña para la refor11111 1,•1T11rcnientes y de los mag'npaoters ºc gener~lj, con el ap oyo de los grandes
parlamentaria y otras campañas del Partido Liberal en pro de la refor . omerc1a es u b

l
S
, 111 embargo una re ·d
• 01 enac1.on , rad· ¡ d r 1anos..
ma agraria. Los liberales radicales agrarios de la década de 1870 utiliz11 i111•111es siguiendo pautas liberales ,'ca e a sociedad de terrate-
ban la imagen simbólica de un granjero propietario de «tres acres y 111111 1111posiblc para los regímenes del s· ~~ mas adelante, socialistas, fue casi
vaca» como el del orden agrícola ideal para las tierras altas de Gran Hi l '" i1~ nJemás de teóricas A . el i.g, ~ - Esto se debió a razones p rác-
taña. En Irlanda, donde las tierras estaban mayoritariamente en mano 11111•1 vcnciorustas que se d. n1vll pradctlco, los gobiernos centralizados e
de protestantes, el ataque contra los terratenientes tenía un fondo d,I esarro aron e fo1 d . al
' 11 1odo el mundo estaban di1 ma csigu durante el siglo XIX
rente. Durante las grandes campañas a favor de la emancipación cntoli 1 S {) en un ema Los b .,
e , .u1 etersburgo, Berlín y Calcuta u ; ~1ocratas reformadores
ca protagonizadas por Daniel O'ConneU entre 1820-1840, el tema dl I• 1i· mnns que impedían . q enan presionar a los reyezuelos de
tierra era un factor importante. Más adelante, John Stuart Mill st· 11111 sus intentos de cobrar . .
1111¡,oner sus derechos 1·u 'd' al . , impuestos, levar ejércitos
a los publicistas irlandeses para denunciar la «superstición del lat il 1111 ., . ,. , , . n tcos cmdadano d . Lo
,.11 tstas presionaron a los t . e a pie. s gobernan- 1
dismo» y propuso que se les concediera a todos los arrendatarios IIMt l l, 1n~ pnvdegios . . de cob1·a1· . errateruentes p 1
o acos, tratando de quitar-
,, impuestos y su 1· · d. ·, 1
colas fijos eJ derecho permanente a sus tierras29• Hacia la décad11 il I" 11111s. l ambién las autoridades b rit: . uris 1cc1on sobre sus cam-
1880, la generalización del descontento agrario en I rlanda hizo qt1l 1 ' 111111dpios cid siglo XIX 1· t arucas en el sur de la India libraron 11
1 n ensas campañ .
compra obligatoria de terrenos cuyo dueño estuviera ausente p,11u lo 1111,·s señorl's de la guerra «atrincherad as para SOJu_zgar a los insigni- 11
distribución entre los campesinos católicos fuera una condición ali~ul 11111¡•11110 de cslos nucvc>s t . os en sus fottalczas». Aw1 así
go01ernos era lo b f , \
ta para que Irlanda permaneciera unida a Gran Bretaña, ind11s11, 11 ll11p11,•s1os, ll'var l'/-~l'C.:Ílos <> • • 1' • astante uerte para recaudar 1
rnnt10 ar l'St·1ll1 1 . 1 1· . 1 .
caso de que esto sólo pudiern asegurnrsc a medio plazo. 11 '" 1., d,· los tt·n:11e11k•11((•s los . ,f, l ' <ose t· < ISI< l't1rn1local sin la
. y . J< t s ncull·s «dd n10111l·nro».
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO
TEORÍA y PRACTICA DEL LlBERALISMO, EL RACIONALISMO...

El resultado habitual de estas luchas ideológicas y prácticas era un r•:11 Francia, por mucho que el espíritu r 1 . . . .
p acto entre los funcionarios liberales del Estado y los más astutos terra- i lt•rccha y la izq . d d d . _evo uc10nat10 s1gu1era vivo la
wer a mo era a comc1día11 • el . 1 '
tenientes regionales. Éstos trataban de maximizar beneficios al conver- 1·11 riicter sagrado de la propied d . d L en stg o 2:1X sobre el
tirse en grandes empresarios agrícolas locales, o en eficaces recaudadores l1•g,ios legales y su estatus pero~!':::ª adi a no6leza perd1~ sus privi-
d e impuestos. Esto ocurrió con los junkers prusianos, los hacendados w ndió, como ocurrió en e' B ~ voAlscretamente sus t.terras o las
mexicanos y los regenten de Java. Estos intereses empresariales de los te- . ran retana y emania 1
' t11 11tes, a la adminístració 1 ~, ' , a os nuevos comer-
rratenientes necesitaban que el gobierno construyera carreteras, ferro- En el mund 1 . no a as compam_as de ferrocarriles.
carriles y canales. También la administración necesitaba el apoyo de los 1,hlad privadas: :~e~onn1ala,ploos adrgumenlto.s filosóficos a favor de la pro-
terratenientes, siempre y cuando pudiera persuadirles de que introdu- q11t• los pueblos indl'gena .
ya os por a idea de I
d' .
drn' · d
os a 1111stra ores de
., s tespon 1an me¡or a b. .
jeran las suficientes reformas como para evitar las rebeliones de campe• iil%11c1on social despóticos E . 1 un go temo y una orga-
sinos y la hostilidad urbana. En muchos casos, los resultados de la refor rt:yezuelos en sus r·eg1·o·n n conseculenc1a, os grandes terratenientes
es- eran a gara t' · · al d
ma agraria fueron escasos. En España, por ejemplo, los liberales y •,oda!. Dado que en A'f·1· A. 1 . n la prmc1p el orden
t ca y sra os pnmeros lib ·al ,
católicos moderados críticos con el gobierno deploraban la pobreza dt· 111·c·uencia de f. il' d ~ ei es proveman, con
' am ias e p equenos terratenient l'
los campesinos del sur de la Península y el éxodo de desocupados y l11 gcnte con tierra «representaba» a l' ·1 es, so iabnl mantener que
vagabundos a las ciudades o hacia América. Sin embargo, el gobierno 1111dón. Los primeros grupo d . , a e ase_ respeta e de la nueva
1i11•ron organismos como 1 As e. pres1011 surgidos en 1 I d. .l
español hizo poco hasta 1907, cuando se aprobaron leyes que ofrecfau ., d a n ia co1onia
algo de capital para la repoblación y cuando tomó algunas medidas parn 11•1T11teníentes liberale a b~oc1ac1on e la India Británica, un club de
la protección de los arrendatarios contra los terratenientes32 • Pero aq111, 111, / lasta 1914 se ha~lmo'upy tendconlect~do con los abogados de Calcu-
oco e a re10rma agt . el C
como en Italia y en gran parte de Centro y Sudamérica, las condiciotH·~ Nudonal de la India D 1· • r · ·ana en ongreso
apenas mejoraron durante el siglo XIX. • e a misma rorma en Egi t 1
11111'ionalistas también coop . l ' P o, os portavoces
Sin embargo, en este terreno las ideas eran tan importantes como 111 li i~ jc.:fcs de las ald . lera1on ~º? os grandes terratenientes y con
eas en os mov1m1entos a t" 1 ·a1·
práctica. Por una parte, los reformadores de la tierra se oponían a loN • 111 l'l: [880 y 1900. 'n reo o111 istas sucedidos
grandes latifundios alegando que daban lugar a la corrupción y 1•1 1ntentar ajustar las ideas liberales 11 .
monopolio. Por otra parte, la mayoría de los portavoces liberales es111
ban convencidos de que una sociedad sólo podía progresar si la gc111t
i ii1 11 la práctica de gobernar s . d
1,l,,111r1. La idea de que 1
lº tJ.cas sobre el derecho a la tie-
?cd1eda ~s agrícolas presentaba otro pro-
cumplía las leyes y si el Estado y el gobierno también lo hacían. La in 1111 ., a propte a pnvada fuera 1 6 del 6.
'1v11 si.: aplicaba sól . . d d a ase go 1erno
yente obra del pensador agrario francés del siglo XVIII, Charles I l1 o a ptopte a es que para los g b. d1 .l
p11ll•cicrnn comprobabl , .,1 l 1 o iernos e s1g o XIX
Secondat de Montesquíeu, seguía siendo importante en el siglo XIX. 111 es y «uwes» a a 1ora de me¡·or L , d
¡1i1Nlorcs, cazadores-recolect . ! 1 ar. os noma as,
1 I ¡ ores e me uso os camp ·
idea de que la seguridad de la propiedad privada era importante JHIIII 111 11 >1111 mucho O que opt b ' ' ' estnos que se tras-
«mejorarn resultaba tan poderosa como la oposición a que esta prop11 ' 1111,11u1da» eran molestos pa anl por unda prácltka de cultivo de «tierra
dad se concentrara. Los pensadores del siglo xrx, con excepción ch· lo . ara os esta os co onial l d ,
11 t111ndades políticas emergent es y para as emas
socialistas, eran muy reacios a confiscar propiedades, ya que el dt·n·, hu 1' 11111n regular. En estos cas es q~~ ~uerfan recaudar impuestos de
a la propiedad se consideraba el primer y principal de los «dcn ·11111 i, i lt• 111 teoría política lib ols, s.e plo :ª.mvocar la dimen.sión excluyen-
era para eg¡tnnar la exp · ·,
humanos>>. Porque la teoría política liberal se basaba en la idea cl1· q11 h ,11 ' lt: este tipo d e pueblo dif' ·1 El rop1ac1on o 1a su pre-
los derechos, sobre todo el derecho a la tierra, antecedían a los golih 1 1I, 11 11 de nadie salió d l b ali
s « 1c1 es»
· concepto d t 1¡-
e erra nui,tus, 0
nos y, en cierta forma, eran la base de la sociedad33 • Aunque aborn ,·Nlil ' e as at as protestantes e t -¡·
i11o1111 1·11 ír1n que el P apa l h b ' did . on ra cato leos que
teorías sobre los derechos estaban varadas y sufrían los ataquc:s d1· lo A1 1 . es a ta conce o tierras por t d l d
n ,I N 11, l'lante, sin embar,,o sirvió l . 1 l o o e mun o.
utilítaristas, desde la izquierda34 , y de los conservadores, desde 111 d11 1' 1i II dvícocler que cietto: , 61 ª. od~ mte ectua es y administradmes
cha, seguían siendo una parte importante de los progrnmAs de n·lll111111 . pue os 111 igenas del mund , 1
, 11111 •p10 de pro¡'> icd·td pri·v, d
1
· . o no poseran e
' ti a, o no se merecí-in te · d .1
de los gobiernos europeos y de los de sus d ependencias ul.1r111u1111111 11 11 11 111t• n cynnit (!lle 1c, , . , , · ·' ner prop;c a ues
~ pci l<.: n<.'dmi, po rqu(' lns adminis1rnh11n mal.
EL ESTADO y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEORfA Y PRACTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

Los colonos australianos usaron este argumento contra los aborígenes, 'º'. a la inmo~alidad que ~a~ecía acompañar a las actividades de empre-
1 1

los norteamericanos contra los amerindios y los rusos contra los caza- sus Y_ comercios monopolíst1cos. Las generaciones posteriores de eco-
dores-recolectores y pescadores de Siberia. La idea se mezcló con la 1101~~stas desecharon gran parte de los complejos argumentos éticos y
teoría general de la historia a principios del siglo _XIX: q~e el ~esarrollo P.0 11ticos con ;ºs que la gen eración de Smith p resentaba el «libre comer-
humano iba por «etapas» y que, sin propiedad privada m cultivos asen- 1•1.o». Mante111an que, a veces, era justo y moral que un gobierno íntervi-
tados, los pueblos humanos apenas eran humanos. 11'.era en el ,mercado laboral y en el de tierras. Fue este brutal «smíthia-
Este fue otro caso en el que la teoría política liberal tendió a refor- 111sm0>~, mas que las ideas de Adam Smith, el que entró en los manuales
zar ideas más antiguas, etiquetándolas con un nuevo sello intelectual Y dt· gob1~rno, sobre todo en el Imperio Británic0 35 _
legalista de aprobación divina. Se dijo una vez que Dios daba tierras a , ,El _libre comercio y su más profunda ~plicación, el /aissez-/aire,
11
«los pueblos elegidos». A principios de siglo, los bóers justificaban sus Hcnd1do com?,un deseo de «mantener al gobiemo fuera de la econo-
incursiones coloniales en Sudáfrica y los norteamericanos las suyas con 111/a», se exte.ndio desde Gran Bretaña a gran parte de Europa continen-
este argumento. A finales de siglo, los sionistas lo adaptaron par_a i_usti- 1,tl , el sur de ~stados Unidos y Centro y Sudamérica a mediados del
ficar su asentamiento en Tierra Santa. Los defensores del colonialismo •ilgl?. XIX. Es lm?~rtante no datar su triunfo demasiado pronto. Los
cambiaban con facilidad entre este tipo de ideología arcaica y las ideas
de los economistas escoceses y abogados ingleses que les ofrecían una
:l
111 1t~cos Y los teoncos de l?~ im~erios europeos y de la Europa conti-
111 ntal_em~leaban la expres10n «libre comercio» antes de 1830. Pero la

nueva base teórica. Incluso los gobiernos extraeuropeos empleaban sll 1dosofia re1na~te seguía siendo la del monopolio real. Esto era así p .
1
pr.o pia versión del lenguaje de «los bárbaros» para intentar hacerse con 11 ll', _para el IIllS~ísimo Smith, el libre comercio era el «menos malo>>;e
las tierras de los pueblos nativos que utilizaban la naturaleza de formas In~ s1ste~nas_ po~1?les. Incluso teóricamente, la guerra y el interés nacio-
que no les convencían, como se indica en el capítulo 12. 11111 pod1a~ JUstif1car la continuidad de ciertos monopolios. Sin embar-
1
111 , fl partir de 1830, los estados y los gobiernos, tanto europeos como
1 1
l< rncurop:os, qu~ trataban de mantener el proteccionismo, se vieron
' 1111.11 vez m as presionados. Como vimos en el capítulo 4, los británicos
¿LIBRE COMERCIO O ECONOMÍA POLÍTICA NACIONAL? otpliniban a la ~erza esta política a los chinos, .los otomanos y los g _
1111·'.·110s de L_atmoamérica. La empresa europea autorizada, un mon~-
El Ubre comercio fue otra doctrina clave de los liberales del siglo XIX
y provocó dilemas parecidos. Otra vez, Adam Smith y los ?hilosoph,·1
~ ;::' º garantizado ?ºr el Es:a,do, desapareció rápidamente a partir
!780. Esto _no solo se deb10 a que estos monolitos amenazaban la
franceses del siglo XVIII, sobre todo Condorcet y Fran<;ois Quesnuy, lilwrtn? Y supm~!an la actividad comercial doméstica, sino a que en el
habían establecido la base teórica para el asalto contra todo tipo <11 ' 'l 11111Jero . tamb1en , resultaron despóticos. En 1773 , 1os norteamenca-·
monopolios comerciales y contra el proteccionismo. La doctrina eco11n 111 IH 11 1-roJaron e~ te de la Compañía de las Indias Orientales al puerto de
mica básica insistía en que el libre comercio permitía a los producton·~ 11, lhl o o._ De ah1 en adelante, las sucesivas administraciones británicas
1 11
y a los consumidores especializarse en lo que mejor sabí~n hacer, in<'I<' !<'11 c1aron a muerte a la Compañía a base de miles de recortes conse-
mentando así d volumen total de producto y de comercio. Esto g,1n111 ' 11 IIVOS.

tizaba la mejor distribución y el mejor uso posibles de los recurso!l, V M icntras _que el asalto contra los monopolios domésticos gozaba de
además libraba a la humanidad de una economía corrupta y de 111111 1
1 11111 popularidad, el anverso, que insistía en poder entrar en los merca-
«dependencia» moral. Estas ideas atacaban las raíces ~: los ~i:te_11111• !~
d, ,1, '. o~r~s_. pueblos; _provo:ó gran resistencia entre los asaltados. La
1 11 1 10 1
proteccionistas anteriores, como las Leyes de Navegac1on Bntan 11·1111 • • ~ 1eou ca Y pohtJca al libre comercio no tardó mucho en llegar. Ya
11 11
que daban por hecho que el volumen de riqueza en el mundo cm. 11111 ' 1 dL·ci1da de 183~, el ':economista alemán Friedrich List había empe-
1
to y que, por tanto, los gobiernos debían asegurarse de que sus ~·1.111 h1 1ili1 1 oponerse al libre comercio incontrolado. Sus defensores decí
danos obtuvieran la mayor parte posible. Como pasó con su op0Ht<'t1111 l,,il 111111 olvidiiclo c.r11.e, como fenómeno global, el libre comercio dañar;~
a los terratenientes, los pensadores de la Tlustración tamhi.611 se op11~h 111' v11nhkn1<:nll.! h1s economías y medios de vidH de 111r1chos sisrcmas e.le

\.1 /
EL EST1\ DO Y LA SOCIE01\D EN LA ERA OH IM PERIA LISMO TEOR1A Y PRACTICA DEI
., LIBERAUSMO, EL RAC[ONALISMO...

economía política nacionales. Para los británicos, cuya eficacia comer- 'l'hieu adaptó ideas proteccionistas de List d' ,
cial databa del siglo xvm y ahora se veía apoyada por los ahorros de la lllente ?ara oponerse al dominio econ, . yl s_us 1sc1p~os, aparente-
producción industrial, valía. Pero en p aíses como Prusia o el Piamonte, t•n realidad fuera ara o . _om1co c 11110 de su llena, aunque
el lib re comercio eliminaría a los productores regionales y derrocharía l"rimcés'6. ' p ponetse al s1stema de comercio libre co.loniaÍ
los recursos nacionales existentes.
Entre 1870 y 1890, el pensamiento libe ral d . .
Este argumento lo adoptaron a medias en Latinoamérica, el sur de i•I mundo estaba ferozmente dividid . y e izqwerdas de todo
Europa y todo el mundo extraeuropeo. Los estadistas y teóricos de es- ,·statal del comercio Y de la eco ~ t~sp~cto al tema de la regulación
tas sociedades sabían instintivamente que el proteccionismo era clave ,Id libre comercio, ya empezab~:o:~ª· , ~~ uso en Gran Bretaña, c una
para mantener y mejorar la vida y la propiedad privada de sus súbditos. presión proteccionistas a amb l d esauo1larse poderosos grupos de
Los intelectuales chinos e indios se referían a antiguos tratados de polí- i k-sarrollo de la economía glob:, s~b~.: ~~ espect_r?_ político'. porque el
tica económica que animaban a los magistrados a precintar los almace- glo, había expuesto a los produ t bº. ~ paltu de mediados de si-
?
nes de grano y proh ibir la exportación en tiempos de hambruna, prác- li1 competencia de los nuevo , c o~eds n ~a~icos a los fríos vientos de
ticas antagónicas a los deseos de los ansiosos economistas políticos de s p atses m ustnalizados d , d
111:1110 de obra era rnás ba . t A . o e paises onde la
los gobiernos coloniales y representantes consulares. Así, en m uchas ta a.
1i,1sta el siglo XX algunos 1'b al
ungue sus rdea
1 e r es y conservado .
s no se tomaron en serio
' '
sociedades, una especie de nacionalismo económico antecedió al naci- 1111u: un sistema de aranceles p . . res empezaron a reda-
miento de la agitación nacionalista organizada contra el dominio y la ,¡,. la competencia económ1·ca a1at pt?teger a todo el Imperio Británico
penetración europeos. Por ejemplo, una clara línea ideológica conecta ex ranJera.
los principios de la corporació n estatal c hina, el Cohong, que había
cont rolado el come rcio exterior en el siglo XVIII, con los esfuerzos de los
magistrados de la costa de excluir a los comerciantes y los p roductos 1 A HEPRESENTACTÓN DE LOS PUEBLOS
europeos-sobre todo, claro está, el opio- entre 1860 y 1880. De igmil
manera, la insistencia de los estadistas mogoles en que los reyes y nobles \I lr1 ola liberal se fragmentaba en tem as d j' . ,
consumieran los productos de sus tierras para asegurar el medio de vida , 11• la representación de p ueb1 d 1 d e po ltlca economica, la idea
de sus gentes, otorgaba una carga tradicional y emocional a las deman 'p ". era su base tamb', , o y e os erechos políticos individuales
, len creo graves ten i 1 , ''
das de los p rimeros nacionalistas referidas a la protección frente a las p11liticas. Los argumentos de L k s ones,en a teona y la práctica
importaciones británicas y europeas. Los economistas nacionalistas d,·
la India usaron estas tradiciones para d iseminar sus ideas entre el pu,·
•10 <,'ivil a favor de la soberanía
11 f!lll'llentos de los t , .
f~1~ .
~~sus dbols Tr~tados sobre el Gobier-
pue o trataban de demoler los
eoncos anteno res que h b' e
blo. También empezaron a citar cada vez m ás a List y a Mill, porque ln11 11, i1 tó n del derecho d1'vr·n d 1 a rnn perieccionado la
ideologías políticas debían parecer «modernas». Las ideas de Mili sohtt 1••~ 'k-sacuerdos filosóficos ° e os m
h b'
onarc-1s S b · ·
f' . u o Jet:Jvo era acabar con
la libertad, incluida la libertad económica, siempre se veían limitad1111 1 ., . q ue a ran en rentado a f: . d 1
, , mtanica Y del Estado entre 1640 17 acciones e a Igle-
con la condición de que nuestra libertad se debía restringir e n , 1 1111p1tlar coincidía con la ide d } l 15. El concepto de soberanía
momento en el que afectaba a la libe1tad de otros. 11' ,·siblc a todos los h b .ª l~bque a ey consuetudinaria inglesa era
, . om tes i res. Pero Lock 1 . fil ,
Implícitamente, esto dejaba espacio libre para un planteamíe11111 111 ,1Hmnt1cos ingleses del siglo xvm e e y os otro~ osofos
más plural de la cuestión del tipo de gobierno adecuado y plantt·,11111 li, 11 .i ele definír la fo d ran mucho menos radicales a la
r ma e esa representación L ,
algunas restricciones a la pujante búsqueda de la liberalización del 11w 1 111 p1 11r nn derecho a voto li . d l . . a mayona p arecía
cado. Aunque Mili dijera que los pueblos no e uropeos necesitaban 1111 ' ' \os <le la «democracia» co:~a ~ Y a ndecesidad de disciplinar los
gobierno europeo para ilustrados, en sus argument aciones más abst 1111 11," dr los intereses mayo ··t .· n s1s~ema e representación en la polí-
tas, contenidas en Sobre la libertad y Del Gobierno representativo, 1,1111 l 11,,.1 ltisloria dd nunc'a r·e1~0ª1·11n10sd, sop re1 todo referidos a 1a tierra. La
r, a o ar amento b · , · d
bién ofrecía argumentos que los intelectuales de las colonias pod11111 1111 ' idodt•c1onido qt1cs·1gt11 ·, . 1 . ntamco Y e su mi-
anteponer a aquella idea. En ln<loch ína en la década ele 1890, (; ill u 11 ' os1enco1gua ld · , ¡ h
li11 1i•11 1867, no s61o cr11 co11st•cuc1H:ia de I l~ ~'.1~~tslcu .º last:1~uexp~n-
<s ( { llC )OS fl( q111rrclos, s1110
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEI. IMPERlALlSMO TEORfA Y PRACTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO...

también de las dudas filosóficas. La soberanía popular no significab a un Y contrarrestar sus efectos. De nuevo en Gran Bretaña, la Cámara de los
gobierno popular. De hecho, la experiencia de la Revolución Francesa, Lores, que representaba, por lo general, a los terratenientes, mantuvo el
elocuentemente denunciada por Edmund Burke, puso la opinión en ~lerech~ a veto _de l_as leye~ hast~ 19~ 138. En teoría, esto no fue ninguna
contra de una ampliación del electorado. Los pensadores liberales y con- ,momalrn const1tuc10nal, smo mas bien un reflejo de que las clases diri-
servadores diferían no en su grado de temor a la democracia incontro- gente~ ~eguían creyen1o en 1a jerarquía y en la naturaleza colegiada de
lada, si.no simplemente en el grado en el que estaban dispuestos a per- la pohti~a. En ~emania, 1~ c?mpleja estructura constitucional otorgaba
mitir algún tipo de representación popular. mucha mfluenc1a a los prmcrpes y a la burocracia estatal, limitando así
El problema era más agudo en aquellas partes del mundo que habían d papel de un electorado bastante amplio. La idea ele Ja Ilustración
vivido directamente los traumas de la revolución francesa y de la Gue- - form ulada por Hegel y demostrada por el historiador Leopold von
rra de la Independencia norteamericana. Los teóricos franceses del Ranke- de q_ue el Estado estaba por encima de la sociedad, para arbi-
siglo xvm también habían hablado de la soberanía popular. Sin embar- trar sus confüctos, coexistía conflictivamente en Alemania con el con-
go, durante la revolución, el Estado jacobino había usu_rpado el proce- repto de los de_rechos políticos individuales39• Al otro lado del espectro,
so electoral y lo había utilizado para acosar a sus enemJgos y para des- l"! _conservadurismo de la burocracia rusa, incluso después de la revolu-
truí dos a ellos y a sus propiedades. La noción de la voluntad popular n~n de _1905, se veía refor~ada por el miedo a que cualquier tipo de
d espertaba recelos en libera.les como Alexis de Tocqueville, que admi- 11ccrcam1ento a la democracia de masas llevara a Ja revolución social
raban el gobierno representativo norteamericano, pero pensab~n qu_e . Estados Unidos, Holanda, Escandinavia y algunos dominios bri~á-
las divisiones sociales y religiosas europeas dificultaban el sufragio uni- 111cos ~ero~ las únic~s sociedades en las que se logró el sufragio adulto
versal a corto plazo' 7 • El problema no desaparecía. Durante las revolu- 11ia~cuhno sin de~as1ados problemas durante el siglo XIX. En Estados
ciones vividas en Francia y en otros países europeos entre 1789-1793, lJ111dos, los amphos electorados de hombres libres en la época colonial
1830 y 1848-1852, los ideólogos y políticos radicales recla~aban _que la sentaron la b~se del movimiento en favor del sufragio masculino entre
soberanía popular se viera recompensab a con un sufragio un1versal 1810-1830. Sm embargo, debemos considerar esto como una táctica
masculino. En los estados alemanes y en Estados Unidos, una sección rnnserva_dora, totalmente acorde con las ideas del republicanismo cívi-
de la población sin ningún tipo de derecho representativo empezaba n rn qu~ vimos a~teri_ormente. El sufragio adulto masculino era un freno
dejarse escuchar. Las mujeres también trataban de hacerse con un papel 11
1 go~Jern? arb1trano, aw1que esto no se leía explícitamente en la Cons-
político más público, sobre todo después de las revoluciones de 1848. t II uc1on. Srn embargo, el peligro de la tiranía democrática había de evi-
Los grandes estadistas de los nacionalismos emergentes europeos, ~ 1.u·sc ~?r medio ~el sistema de .limites y contrapesos de la Constitución.
como Cavour y Bismarck, eran bastante reacios a una idea que, creían, 111mb1en era ?bv10 que era un sufragio masculino sólo para norteame-
ayudaría a sus oponentes socialistas o católicos clericales. Sin embargo, 1 irnnos de or1gen europeo. Durante la Guerra de Secesión, el objetivo
de nuevo, el desarrollo tardío en Europa del sufragio masculino (por no 1
il' los estados del Norte era la abolición de la esclavitud y no una mejo-
hablar del femenino) también reflejaba las dudas filosóficas existent<'s 111 del estatus civil de los negros. Incluso en fecha tan tardía como las
entre los líderes políticos. Los liberales moderados creían que la partí dl·c:adas de 1890 y 1900, las legislaturas de los estados sureños que
cipación en el comercio o en la propiedad privada era una calificaciú11 11
·prc~c~taban a los t~rratenientes blancos consiguieron evitar la puesta
básica para ejercer el derecho político. Según esta idea, la gente tc11111 1
' '. J:ract1ca del sufragio masculino para millones de esclavos libertos. Se
que ser económicamente independiente para tener una opinión ind1· 111 il1zaban los mismos argumentos, que se habían utilizado contra la
pendiente. Era preciso que tuvieran p ropiedades o auténtica pros¡w1 i 1
l11sc ~rabajador_a industri~l, los campesinos y las mujeres en la G ran
dad en sus tierras. En Gran Bretaña, la propuesta de crear el sufragio 11, t·tana de mediados del siglo XIX: la incapacidad de los «negros» para
masculino se retrasó hasta 1884, debido al fantasma de la «dictad111 ,1 111111n r decisiones racionales.
de Luis Napoleón en Francia, que aprobó el sufragio universnl mas\'11 Mientras que las fuerzas del conservadurismo se mante1úan firmes
lino en 1848. Incluso en sitios donde se había concedido un a111pll11 ' 1rnnílicto en d liberalismo entre los ideales de los derechos universa~
sufragio antes de la década de 1890, se crearon sistemas parn limit ,11111 11 s Y d co11ccp10 de la «independencia mornl» limirnba la posibilidad de

l'i l
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERtALISMO TEORÍA Y PRACTICA DEL LIBERALISMO, EL RACTONALISMO ...

efectuar cambios políticos reales. Esto era patente en cuanto a los pue- Al mismo tiempo, la aceptación de la idea de la soberanía popular
blos no blancos se refiere. En el mundo colonial, las autoridades habían t.:n el 1:1undo extr~occidental durante el siglo XIX fue muy ambigua. La
creado algunos concejos locales limitados. Sin embargo, incluso hasta mayorra de las sociedades africanas, asiáticas y del Pacífico tenían tradi-
los liberales progresistas liderados por John Stuart Mili negaban en tér- ciones de consejeros que presentaban «el sentimiento del pueblo» a los
minos generales la capacidad de los indios, chinos o africanos de auto- gobernantes y burócratas. Estos intelectuales autóctonos recelaban
gobernarse, argumentando que su vida doméstica era defectuosa y que 1anto de la representación popular por medio del voto individual como
siglos de despotismo oriental les habían acostumbrado a gobiernos au- sus equivalentes europeos. Nakae Chomin, por ejemplo, fue lo más
tocráticos. Esta opinión venía legada por escritores del siglo XVIII. El pai:ecido a un liberal que produjo Japón, y odiaba los aspectos autori-
autogobierno indígena sólo sería posible después de un proceso de ins- lnnos de la constitución Meiji. Sin embargo, a la hora de proponer una
trucción que fuera lo más prolongado posible. Los reformadores euro- nsamblea representativa y popular en 1887, mezcló a Rousseau con
peos más radicales, como Allan Octavian Hume, fundador del Congre- ( :onfucio Y con la veneración del emperador, y, por boca del personaje
so Nacional de la India, se apoyaban en la ficción de que los indios de una parábola, dijo: «Sencillamente establecería el constitucionalis-
podían autogobernarse porque eran «arios», blancos honoríficos, por 1no, ~·etorzaría la dignidad y gloria del emperador e incrementaría la paz
así decir. Allí donde los británicos establecieron pequeños electorados Y felicidad de sus súbditos»41 . Chomin consideró que los «derechos»
no europeos, como en la India y en Egipto, y en el Caribe a partir de individuales en sí mismos nunca serían suficientes para garantizar el
1883, los consideraban ayudas al sistema tributario, o concesiones para 1, ucn gobierno en Japón. El emperador y sus ministros tenían que ser
apaciguar al nacionalismo, nunca como escuelas de autogobierno. Una los últimos jueces del destino del pueblo japonés. Kang Youwei presen-
excepción relativa fueron las medidas tomadas en Nueva Zelanda a par- 16 un argumento parecido durante el movin1iento reformador de «los
tir de 1867 , que otorgaron escaños en el Parlamento a algunos maoríes, ríen días» en China en 189842•
y, más adelante, el sufragio. Sin embargo, pensaban que estos maoríes En el islam, el cuerpo entero de los fieles operaba técnicamente
servirían como un agente civilizador para sus hermanos menos trata- rnmo concejo consultivo y judicial de última instan;ia (shura). Si~
bles40. Por lo general, se mantuvo un sistema rígido de representación 1•~1; bargo, como en las viejas tradiciones europeas, cierto tipo y condi-
de los intereses nativos, y sólo los aristócratas o terratenientes podían l'IOn de persona tenía más peso que otros. Esto también actuaba en con-
! ni de la idea de una mayoría electoral. Los clérigos musulmanes, como
ejercer los muy limitados derechos concedidos. En algwrns regiones
los sacerdotes brahmánicos y los monjes budistas e hindúes, o como la
coloniales francesas y británicas, se incorporó un elemento religioso al
1wq.ueña nobleza china, tenían un peso consultivo especial, muy por
electorado para asegurarse de que los diferentes intereses estuvien111
1•11c1ma del correspondiente al súbdito normal, puesto que eran la en-
representados; los políticos locales protestaron ante esta política cl1·
' 11rnación de la virtud de las antiguas constituciones. Si el mismo sultán
«divide y vencerás».
1•1'Hla fuente de la justicia, muchos pensadores recelaban de cualquier
Entre los territorios gobernados por Francia, algunos asentamicu
l1ts1·itución que minara su deber divino. En el mundo otomano, el bey
tos de la costa africana y algunos pueblos caribeños habían recibido 111
1 le Túnez estableció una Constitución y un grupo de consejeros en
ciudadanía francesa durante el periodo revolucionario. Pero no hubo
1H6 l, per~ ambos se abolieron muy deprisa. A lo largo de la segunda
ningún esfuerzo serio para extender este privilegio al grueso de li1 11111·1·c del siglo, los «parlamentos» otomanos sufrieron muchos altibajos.
población de Indochina y África según fueron cayendo bajo conl n ,1 l11•ro muchos intelectuales conservadores y la gente de a pie recelaban
colonial a partir de 1870. La idea de que un pueblo debía alcanzar cit•I il1· d ios por ser nidos de privilegios que comprometían el buen gobier-
to nivel de «civilización» - en este caso de civilización francesa- Ht ' 111. T,os súbditos otomanos recibieron la «ciudadanía» de forma oficial
utilizab a para abortar cualquier noción del derecho universal a la n: p1 ,. 11
11 1869. En realidad, siguieron dependiendo de los servidores del sultán.
sentación política hasta bien entrado el siglo XX. Los colonos frann·H,·~ Por supuesto, .la mayoría de los liberales de Asia y Oriente Medio
se aseguraban de que el listón para que los no blancos consiguicn111 l,1 11·1111 reformadores muy cautos4' . Aunque la primera generación de nacio-
ciudadanía francesa permaneciera muy, muy alto. 1111lis1as de 1870- 1890, influidos por Mil i, Painc y Voltairc 1·ccla01aba un

352
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEOlÚA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

electorado amplio y una política representativa, mucha gente influyen- el ámbito de la propiedad privada de la clase media. Después de los fra-
te recelaba de sus consecuencias. Los coptos, los cristianos de Oriente casos de 1848-1851, muchos intelectuales adoptaron filosofías pesimis-
Medio y los musulmanes de India temían un dominio de los musulma- tas de rechazo al orden social, la violencia y el nihilismo48• Las victorias
nes de Oriente Medio o de los hindúes, respectivamente. En India, líde- prácticas del liberalismo también fueron limitadas. La mayoría de los
res musulmanes como sir Sayed Ahmad Kan dieron munición a los gobiernos intentaron mejorar el orden eliminando al menos algunos de
administradores coloniales al argüir que cualquier extensión del sufra- los abusos agrarios, aunque seguía habiendo una enorme cantidad de cam-
gio en el gobierno local perjudicaría a los musulmanes porque crearía pesinos dependientes en Europa y el mundo colonial. Fuera de Estados
una mayoría hindú institucionalizada. La gente de casta o clase social Unidos y el oeste de Europa, el electorado seguiría siendo mínimo hasta
inferior quedaba excluida porque se pensaba que encarnaban la depra- 1914. Incluso en Alemania, se utilizaron pasajes de la Constitución para
vación. constreñir el poder popular. Sin embargo, aunque este tipo de ejemplo
Las mujeres estaban excluidas casi universalmente de cualquier demuestra que los principios más radicales del liberalismo estaban res-
participación política. Aunque esto suele considerarse fruto del eterno tringidos externa e internamente, esto no significa que fuera una filoso-
prejuicio masculino, también había razones políticas. Las mujeres, a fía muerta. No hay duda de que el liberalismo y el concepto de los dere-
raíz de su papel social, eran incapaces de juzgar independientemente. chos individuales influyeron en las aspiraciones y la visión de futuro de
Los reformadores británicos de 1867 se echaron atrás ante la idea del millones de personas. El objetivo de la sociedad liberal imaginada era
sufragio femenino, más que nada porque podría provocar rupturas crear una fuerza social más potente que la práctica del liberalismo en sí.
políticas familiares entre cónyuges, como ha demostrado Jane Rendall44 •
D ice mucho, en contraste, que algunos de los primeros sufragios feme-
ninos se crearan en territorios europeos fronterizos. El estado nortea-
mericano de Wyoming lo aprobó en 1869; Utah, en 1870; Nueva Zelan-
da, en 1893, y el sur de Australia, en 1894. Parece ser que en estas zonas SECULARISMO Y POSITMSMO: AFINIDADES TRANSNACIONALES
fronterizas lo que inclinó la balanza a favor no fueron las teorías libera-
les clásicas referidas a los derechos individuales, sino la idea de que las El siglo XIX fue testigo de un cambio general en los ideales y las creen-
mujeres podían «gobernar» a los hombres semicivilizados en beneficio cias de los grupos gobernantes de todo el mundo, que apuntalaron las
de la familia45 . En otras partes, el concepto de los derechos de la mujer ideas sobre el gobierno ordenado, la representación política y la crea-
era defendido, a menudo, por hombres nacionalistas. Pero estos activis- ción de riqueza. Un importante desarrollo que ya comentamos antes fue
tas aún eran muy reacios a hacer concesiones a la mujer como indivi- el auge de sistemas de creencias filosóficas que eran antirreligiosos o,
duo. La posición de los reformadores musulmanes es un buen ejemplo. por lo menos, muy escépticos respecto a la existencia de un Dios, o dio-
En Egipto, Qasim Emin escribió sobre «la emancipación de la mujer» ses, con el cual el ser humano pudiera comunicarse. Las religiones, en
y declaró que el trato de los musulmanes hacia las mujeres violaba la fe el sentido más amplio de la palabra, siguieron siendo fuertes e, incluso,
islámica. Fue muy atacado46 . El reformador Rashid Rida escribió el expandieron su influencia durante este periodo. Ésta no fue una época
texto «Una llamada al sexo bello», en el que aseveraba que la mujer de ateísmo, como veremos en el capítulo 9. Sin embargo, grandes áreas
recibía mejor trato en la sociedad islámica que en la occidental, y que del pensamiento se distanciaron de la influencia dethis antiguas creen-
tenía derechos políticos no específicos. Pero cuando una mujer duran- cias acerca de la salvación y la razón de la existencia. Los postulados
te una de sus conferencias le dijo que las mujeres deberían poder mez- religiosos se vieron cada vez más sujetos a pruebas empíricas e históri-
clarse con los hombres con mayor libertad, la denunció por apóstata47 . cas. Los filósofos escoceses y franceses del siglo XVIII habían vaticinado
A estos reformadores les importaban más los derechos del pueblo y de una era de la razón en la que se desterraría la superstición. En las gran-
la nación que los derechos individuales. des sociedades asiáticas y africanas, se desarrollaron tradiciones peda-
Durante gran parte del siglo XIX, pues, los principios teóricos del gógicas que también resaltaban la importancia de la verificación empí-
liberalismo tuvieron un resultado político práctico limitado, excepto en rica y la observación, sobre todo en los campos de la astronomía y la

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEORÍA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

agricultura. En el siglo XIX, este proceso fue mucho más lejos, a medi- Sin embargo, el concepto positivista se vio modificado radicalmen-
da que los conocimientos prácticos se clasificaron hasta convertirse en te a medida que iba recorriendo el mundo. En la década de 1850, para
«ciencias». La antigua «armonía productiva» entre la religión y el cono- sus adeptos franceses ya era una «religión de la humanidad», que in-
cimiento entró en decadencia. cluía ceremonias semirreligiosas, ritos calendáricos, obediencia al Ser
A lo largo del siglo XIX, estas construcciones de pensamiento empíri- Supremo y reglas para la conducta moral. De hecho, el positivismo
co surgieron, por lo general, en los grandes centros del saber de Europa empezó a repetir en Francia las formas del catolicismo francés, mientras
y América. Desde aquí, se diseminaron por el mundo occidental por que en Gran Bretaña parecía cada vez más una austera secta protestan-
medio de publicaciones y asociaciones de eruditos, aunque llegaron te, aprobada por autoridades como Mili. Fuera de Europa, el positivis-
simultáneamente al resto del mundo gracias a la expansión colonial y a los mo tuvo un destino todavía más irónico. En India, ofreció un sistema
nuevos medios de comunicación. Durante esta difusión y recepción, el de valores útiles para aquellos hindúes contrarios a la vieja jerarquía
significado y la importancia social de conceptos como ciencia, razón y ve- sacerdotal, pero que no querían que la supuestamente antigua tradición
rificación empírica se modificaron y se adaptaron a las ideas preexisten- de las castas desapareciera. Los adeptos no perdían su casta ni sus vín-
tes en los aún fuertes sistemas intelectuales de pueblos indígenas. Estos culos matrimoniales, como ocurría si daban el paso social más radical
,-~ conceptos modernos llegaron a tener para la gente nuevos significados no de convertirse al cristianismo o al utilitarismo hindú lu'brido del Brah-
...1:a,. •t.: intencionados, tanto dentro como fuera de Europa y Norteamérica. mo Samaj (Sociedad del Ser Supremo). En una ceremonia que habría
•111! Uno de los mejores ejemplos de este proceso lo proporcionan las sorprendido y probablemente decepcionado a Comte, los adeptos lle-
ideas del pensador francés Auguste Comte (1798-1857), que desarrolló vaban sus obras al río Ganges y se las leían a los fieles apostados en la
la teoría filosófica del positivismo49. Según Comte, el pensamiento orilla, como habían hecho los sacerdotes antiguos con los textos sagra-
humano pasó desde un primer periodo teológico dominado por la reli- dos sánscritos50 .
gión a otro en el que la moda era la especulación metafísica más profun- En Rusia, en cambio, el positivismo fue entendido como una espe-
da. A continuación, el hombre pasaría a una época de pensamiento cie de arma contra el «feudalismo» y la autocracia zarista, perdiendo
positivo, libre de especulaciones y dominado por la verificación cientí- buena parte de su anclaje filosófico y convirtiéndose en una religión
fica e histórica de los datos conocidos. El positivismo ofrecía una teoría «contracultural». En Japón, el intelectual Nishi Amane (1829-1897) uti-
del conocimiento, una filosofía de la historia basada en la idea del pro- lizó el positivismo para hacer campaña contra el régimen Tokugawa, al
greso y una metodología científica. Hacia la década de 1840, muchos que describió como un tipo de feudalismo y, por lo tanto, condenado a
E fl pensadores europeos importantes habían adoptado algunas ideas posi- sucumbir ante la llegada de la era de la razón. En México y Brasil, las
tivistas. El positivismo también ofrecía un marco conveniente para las ideas de Comte se desplegaron contra los terratenientes y la Iglesia. Un
nuevas ciencias humanas: la estadística social, la sociología y la antropo- discípulo escribió: «Hemos arrebatado el cetro al rey de España, pero
logía. Contribuyó a que la gente viera la historia humana no como un no al espíritu español». Comte ayudó a romper las cadenas de esa vieja
viaje religioso o ético hacia la salvación, sino como un complejo de fuer- forma de pensar. Es irónico que los líderes latinoamericanos escogieran
zas impersonales. Más avanzado el siglo XIX, Emile Durkheim, otro el concepto de la modernización tecnológica y científica como lo mejor
importante pensador francés, adaptó estas ideas a la sociología. Durk- de Comte. Algunos llegaron a ser, o a apoyar a, autócratas militares
heim mantenía, cómo es sabido, que el fenómeno del suicidio no era el modernizadores a finales del siglo XIX51 •
resultado del fracaso ético o moral del individuo, sino una consecuen-
cia del desarraigo creado por la sociedad industrial urbana. Cuando una
sociedad alababa a Dios, se alababa a sí misma --eso significa que la
religión es «funcional» dentro del mecanismo social y que no tiene sen- LA ACOGIDA AL SOCIALISMO Y SUS RESONANCIAS LOCALES
tido fuera de la sociedad-. Más adelante, el marxismo presentó una
evolución paralela al positivismo de Comte, que también insistía en el El positivismo fue un producto que encontró un pequeño nicho en el
papel de las fuerzas impersonales en la historia y la sociedad. mercado intelectual sólo entre los intelectuales especializados y algún

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEORíA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

personaje raro. El socialismo fue otra cosa. El socialismo marxista se las visiones milenaristas de la llegada de la sociedad justa eran peligro-
consideraba a sí mismo científico. Me refiero a que los marxistas creían sas para el marxismo porque no tomaban en cuenta las reglas de acero
que la historia se regía por leyes inalterables. Éstas se podían determi- de la historia y parecían proponer que la revolución podría llegar antes de
nar mediante observación empírica, y los resultados eran predecibles. que se cumplieran las condiciones materiales adecuadas.
Esta analogía la hicieron muchos de los primeros socialistas, sobre todo El pensamiento socialista, sin embargo, desarrolló rápidamente una
cuando las teorías de Marx se difundieron con la publicación de El capi- serie de subcentros, cada uno con su propia cultura intelectual. En
tal en 1867. Un contemporáneo escribió que Marx «otorgaba a la cien- Francia, escenario de las primeras revoluciones modernas, se cultivó un
cia la misma importancia que la teoría de Darwin y que, igual que éste tipo de socialismo insurrecto. Esto quedó patente en el idealismo extre-
domina las ciencias naturales, las teorías de Marx dominan las ciencias mo del jacobinismo y, más tarde, en las ideologías visionarias de algu-
sociales y económicas»52 • nos de los líderes de la Comuna de París. La tradición insurreccionista
Esta analogía tiene algo de cierto. Los comienzos del siglo XIX fue- se asoció sobre todo con Auguste Blanqui, que creía en la eficacia de los
ron testigos de una gran acumulación de datos ordenados en los ámbi- golpes revolucionarios y la redistribución inmediata de la propiedad
tos científicos y sociales. En todo el mundo, los gobiernos recopilaron entre los pobres53 . Las ideas de Blanqui y sus seguidores se asemejaban
datos acerca de las condiciones de vida de los campesinos y de los más a las de los anarquistas de finales del siglo XIX, como el ruso Mijaíl
pobres de las ciudades. Los primeros estadísticos especulaban sobre la Bakunin, que a las de los socialistas científicos alemanes. Ambos grupos
enfermedad y la nutrición. Thomas Malthus casi consiguió formular pensaban que el Estado desaparecería en cuanto se estableciera un
una teoría materialista del crecimiento y muerte de la población, aun- reparto benévolo de la propiedad. Estas ideas parecían adecuadas en la
que la mayoría de las teorías sociales del siglo XIX mantuvieron los con- Francia y en la Rusia de p rincipios del siglo XIX, cuyas leyes eran bas-
ceptos semirreligiosos de la gracia y la corrupción. Tanto Darwín como tante hostiles a las asociaciones de trabajadores. También se apoyaba a
Marx fueron importantes por el hecho de que intentaron forjar reglas las tradiciones locales del romanticismo y la religión. El mismísimo
de acero para un desarrollo totalmente ajeno a la providencia. En el Marx no llegó a descartar los complots y los golpes de Estado. Pero en
caso del primero, sólo la especie más adaptable sobrevivía; en el del se- sus obras posteriores resalta mucho más el desarrollo autónomo de la
gundo, los productores de la riqueza se harían con el poder político. lucha entre clases. Las ideas de Henri Saint-Simon representan otra
El socialismo, sin embargo, era un concepto ambiguo y heterogé- dimensión de esta visión milenarista francesa. Sus seguidores esperaban
neo en el siglo XIX. Sus enemigos y sus adeptos compartían un mismo conseguir el progreso gracias al gobierno ilustrado de reyes-filósofos,
interés por exagerar su influencia y su unidad. Muchas de las ideas que establecerían el gobierno internacional de la razón y de la humani-
comúnmente denominadas en este periodo «socialistas» eran más mile- dad y abolirían la corrupción y la desigualdad54 . De hecho, esperaban
naristas en su forma que científicas. Seguían la gran tradición apocalíp- un cielo en la Tierra pero sin el Dios cristiano. El lenguaje de Marx y
tica y visionaria que habitaba los márgenes de la noción de la buena los patrones de las organizaciones comunistas alemanas influyó en la
sociedad que vimos anteriormente en este mismo capítulo. A diferencia izquierda francesa. Por lo general, sin embargo, ni el marxismo ni
de lo que h aría la izquierda más adelante, gran parte de la primera gene- el socialismo sindical tuvo mucho efecto en Francia hasta la década
ración de socialistas era cristiana y pensaban en Cristo como el primer de 1920.
filósofo comunitario y compartidor. La fuerza y la vitalidad de las anti- Los partidos socialistas formales tardaron en arraigar en Gran Bre-
guas tradiciones de las diferentes sociedades ayudan a explicar por qué taña y en sus dominios por razones parecidas. Allí no fue la idealización
y dónde se arraigaron las ideologías más «ortodoxas» del socialismo y de la insurrección, sino la antigua tradición inconformista y la vida reli-
del comunismo entre los intelectuales y el pueblo llano. Esta evolución giosa en comunidad los que frenaron el marxismo. Los pensadores y
no fue del agrado de los ideólogos comunistas. Marx y sus discípulos activistas de la izquierda británica miraban hasta la década de 1890 al
más rigurosos pensaban que la fe religiosa era una fuerza que evitaba pasado, hacia una época idealizada de trabajadores agrupados en gre-
que el trabajador apercibiera su propia condición de privación y enaje- mios, en la que los artesanos y los campesinos eran dueños de sus herra-
nación; evitaba así la auténtica «concienciación de clases». Pero también mientas y sus parcelas de tierra. No es de sorprender que los intelectuales

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEORÍA Y PRÁCTICA DEL UBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

románticos como John Ruskín estuvieran a la vanguardia de la creación socialistas presentaban facciones irreconciliables, el fantasma de un
de asociaciones laborales. Los socialistas británicos adoraban a Crom- movimiento obrero internacional asustó lo bastante a los gobiernos y a
well y a otros antimonárquicos del siglo XVll. También elogiaban a los los terratenientes como para que hicieran pequeñas concesiones.
radicales británicos de finales del siglo xvrn y principios del XIX. Carac- Fuera de este núcleo centroeuropeo, la situación era parecida. La
terísticamente) los ingleses se las arreglaron para inventar una especie aceptación de las doctrinas socialistas más amplias dependía de las creen-
de «socialismo feudal». La edición inglesa del primer tomo de El capi- cias preexistentes entre los intelectuales y el pueblo sobre la posibilidad
tal de Marx no se publicó hasta 1887. Si la gente común leía a algún . de una vida mejor. En Rusia, los socialistas que lideraron la revolución de
extranjero, solía ser a «patriotas» como Garibaldi, Mazzíni o los héroes · 1905 apelaron tanto a la tradición de la comunidad campesina como
al proletariado moderno de las fábricas. El socialismo ruso presentaba
de la Comuna de París de 1871, y no a los socialistas alemanes". El Par,•.
incluso similitudes con los Viejos Creyentes, una secta cristiana ortodo-
tido Laborista británico emergió después de 1900 con un programa
xa que nunca había asimilado realmente las ideologías modernizadoras
supuestamente socialista, pero en el que incorporaron la idea cristiana<'l
de los intelectuales occidentalizados rusos desde tiempos de Pedro el
de obrar bien. Heredó la antipatía de los radicales británicos hacia un ·
Grande. El partido socialista más grande de Rusia era, de hecho, el Par-
Estado derrochador, una antipatía que se remontaba al siglo XVII. El
tido de los Socialistas Revolucionarios no marxista, que provenía de una
partido parecía una rama radical del Partido Liberal más que una fuer,
antigua tradición romántica de disidentes intelectuales. En China y en
za política nueva ajena a la tradición británica.
India, donde el socialismo era prácticamente invisible antes de 1914,
Nada de esto debería sorprendernos dados los orígenes del pensa-
estaba vinculado a los valores comunales y a la oposición al mercado.
miento de Marx. Incluso en Alemania, lo que se convertiría en la falan, En el Japón de la rápida industrialización, de nuevo, el tipo de socialis-
ge marxista-leninista surgió en un ambiente lntelectual local en el que mo que atraía a los intelectuales era el que denunciaba la distorsión
la gente imaginaba un futuro ideal de racionalidad y benevolencia-'". ética y moral de una sociedad en la que parecía haber cada vez más tra-
Originalmente, este movimiento debía mucho más al resurgir del cris, bajadores pobres. La retórica socialista japonesa era muy parecida a la
tianismo pietista que al empirismo científico. En 1843, el mismo Marx de los «agraristas», críticos con la modernización y que añoraban
había escrito que su objetivo era la «reforma de la conciencia», y las la aldea ideal con sus patrones de trabajo comunal en los arrozales'". Tam-
ideas de la alienación del trabajador de su propio ser y del fin del Esta, bién en China durante la triste década de 1890, los jóvenes radicales
do eran ideas milenaristas latentes en su doctrina. Al localizar la «con- que empezaron a adoptar el marxismo se apoyaron en las tradicionales
ciencia» revolucionaria en el proletariado y al insistir en que los camw denuncias de corrupción y de la opresión de los pobres que habían uti-
bios sociales y económicos debían preceder a nn cambio moral más lizado los taipings y los bóxers en sus rebeliones. Pensaban que el cre-
general, Marx empezaba a convertir la idea de Hegel del avance de la ciente <<poder de los ricos», gente externa a la comunidad moral semi-
razón y la emancipación a través de la historia en una ciencia económica; confuciana, se podía frenar a base de huelgas, como parecía haber
Las revoluciones de 1848 no condujeron ni al dominio de la bur, ocurrido en la autocracia zarista58 • Aquí, como en Italia o en el México
guesía ni a la rápida transición a la dictadura del proletariado que Marx revolucionario, el agrarismo) el socialismo y el conservadurismo popu-
había vaticinado. En su lugar, la justificación científica que Marx había lista se criaban en el mismo caldo de cultivo que lo que luego se llama-
otorgado a un futuro sin Estado y sin propiedad privada se convirtió en ría «fascismo». Sin embargo, en China, las nuevas ideas políticas se
el baluarte de los brazos políticos de los movimientos de trabajadores adaptaron sutilmente a las doctrinas prevalecientes. Hu Hanmin, uno
que emergieron en las ciudades del centro de Europa después de 1860, de los primeros colaboradores de Sun Yat-sen, escribió esto sobre el
Los radicales estarían planeando la inminente caída del estado «bur, socialismo en 1905:
gués», pero los líderes sindicalistas de la Alemania unificada, Bélgica,
partes del norte de Italia e incluso de forma tardía Gran Br_etaña busc~, No todas las teorías colectivistas se pueden aplicar a China en su actual fase de
ban avances más pragmáticos en los derechos de los traba¡adores utilí· desarrollo, Pero en el caso de la nacionalización de las tierras ya tenemos un
zando la retórica del socialismo científico para dar peso a su causa. A modelo a seguir en el sistema de los «campos-pozo» de las Tres Dinastías [un sis~
pesar de que los partidos, las ligas y las convenciones comunistas Y tema primitivo de riego y propiedad conjunta de tierras] y no debería ser dífí-

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEORÍA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

cil poner en práctica algo autóctono a nuestra conciencia racial en estos tiem- diferencias, la ciencia era tan influyente en el pensamiento del siglo XIX
pos de cambio político59 , como lo había sido la religión en el Renacimiento.
Quizás la ciencia fuera la más radical de las nuevas filosofías que
No cabe duda de que las principales ideas del secularismo, el libe- querían transformar el mundo. Igual que el positivismo y el liberalismo,
ralismo y el socialismo implicaban grandes rupturas intelectuales con la ciencia también reaccionaba de diferentes formas ante las varias tra-
toda tradición pasada. Esto fue porque los ideólogos buscaron delibe- diciones intelectuales y las circunstancias vitales de los pensadores que
radamente nuevos principios de legitimación política y rechazaron de la exponían. Sin embargo, durante el siglo XIX, los grupos científicos y
forma consciente toda autoridad anterior, lo que era muy poco frecuen- tecnológicos establecidos se convirtieron en formaciones sociales dife-
te a principios del mundo moderno. Hasta 1700, la gente que buscaba rencíadas, tan importantes a su modo como las clases, las economías y
cambios radicales argumentaba que la república ideal estaba corrupta o las religiones. Claro está que habían existido hombres de ciencia en
que el rey recibía malos consejos. A partir de esa fecha, se empezó a muchas culturas previas al siglo XIX. En Europa, China y el mundo islá-
escuchar cada vez más la proclama de que sólo el pueblo, y éste sólo en mico habían conseguido grandes honores y acceso al poder de la Coro-
el presente, podía reconstituir una nueva legitimidad. Al traducir estas na. Pero fue en la segunda parte del siglo XIX cuando la ciencia se con-
ideas al lenguaje popular tanto en Europa como fuera, los conceptos virtió en un conjunto de conocimientos claramente diferenciado de las
cambiaron. Se mezclaron y se reforzaron con los viejos vocabularios de humanidades, el derecho y la teología. Para entonces, la ciencia había
la ética política y de la justificada indignación popular, en particular con desarrollado una coherencia intelectual interna y una serie de principios
ideas cristianas milenarístas) budistas e incluso hindúes, que vaticina~ causativos aceptados, por lo general, por grandes grupos de profesiona-
ban la llegada de una vida mejor. les. Esos profesionales influían directamente en la política de los gobier-
nos en materia de salud pública o planificación militar o medioambiental.
Los gobiernos coloniales y los grupos dominantes del mundo extraeu-
ropeo empezaron a justificarse cada vez más apelando a conocimientos
LA CIENCIA EN SU CONTEXTO GLOBAL científicos para reforzar sus argumentos tradicionales acerca de su dere-
cho a mantener la justicia y el orden público.
Un aspecto importante de las muchas versiones del liberalismo, el posi- Hubo tres fases generales en la construcción de estas clases profe-
tivismo y el comunismo era la idea de que eran científicos. El vínculo sionales y del conocimiento sistematizado. La primera fue testigo de
entre la ciencia decimonónica y el pensamiento político ha quedado una rápida acumulación de datos sobre fenómenos naturales, que se
algo oculto porque los historiadores del siglo XX los han separado en podían catalogar según tipos o familias, ya fuera en el campo de la geo-
«historia de la ciencia» e <<historia intelectual». Tanto Marx como logía, la geografía, la estadística médica o la botánica. El caso clásico fue
Comte pensaban que la sociedad humana era un organismo que evolu- el del biólogo sueco Carolus Linnaeus que clasificó a las plantas y ani-
cionaba a causa de las leyes del desarrollo. Esta idea atraía a los discí- males en un enorme esquema de seres vivos. Como demostró Richard
pulos de la nueva ciencia de la antropología, muchos de cuyos primeros Drayton, en referencia a la botánica, esta fase empezó en el Renacimien-
teóricos postulaban la evolución orgánica de las razas y las civilizacio- to y alcanzó su apogeo en el siglo XVIII61 . La segunda fase fue la búsque-
nes. Herbert Spencer, el teórico político liberal más influyente de fina- da de los principios evolutivos y los patrones del cambio histórico que
les del siglo XIX, fue evolucionista antes que Darwin. Creía en la univer- subyacían en estos sistemas, bien fuera referidos a la epidemiología, el
salidad de la «causalidad natural». Las sociedades, como las plantas Y reino animal o el ser humano. Esta fase coincidió con los cambios ideo-
los peces, evolucionaban de lo sencillo a lo complejo como resultado de lógicos que llegaron con la Revolución Francesa y que la siguieron 62 •
la selección natural. A diferencia de Comte, Durkheim y Marx, sin Otra etapa en la creación de las leyes científicas históricas tuvo lugar a
embargo, Spencer, al final de sus años, era un individualista radical Y mediados del siglo XIX. La publicación de El origen de las e.,pecies de
proponía el laúsez-/aire. La intervención gubernamental, decía, mina la · Charles Darwin en 1859 marca una fecha clave de estos cambios. Los
iniciativa individual, que es la fuente del progreso'º· A pesar de estas historiadores de la ciencia han puesto a Darwin en el contexto de otros

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EL ESTADO y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO
TTIOR1A Y PRACTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO...

d de restarle importancia de diversas mane-


evolucionistas Y ha~ trata o . ientos cíentuícos insisten en que la 11vances médicos europeos utilizaron la farmacopea y las colecciones de
ras. Pero los que _ne_~ en co~~c::mulaciones de Darwin da a su obra hierbas de los especialistas indios y chinos, así como los conocimientos
habilidad de pred1cc10n dble lap· l te al final del siglo XC:X, los cien- 1radicionales de !os curanderos africanos e indoamericanos. Los gramá-
. · erdu ra e ma men , ,
una. 1mportanc1a
. t P mpezaron a cuesuonar Ya modificar las categon as
· . 1icos brahmanes de la India colaboraron con su gran tesoro de palabras
tíficos importan es e d d . llo descritos durante a para que los teóricos europeos pudieran empezar a elaborar sus genea-
. . esquemas e esarro 1.
naturalistas, esencias Y. 'f· . a proponer que la incertt- logías históricas. Las expediciones por Africa, presentadas a los europeos
d f e Algunos c1enti leos empezare11
segun a as · <l 1 naturales como «descubrimientos», eran guiadas, abastecidas y apoyadas por los na-
dumbre era una faceta e os pro~es?,s asiva ; catalogación de datos 1ivos de 1a zona, gente con conocimientos profundos de los múmales y
La primera fase, la de ahcub~t1 acwn ~o a comienzos de la Edad d terreno. Los pueblos del Pacífico y los inuits del Canadá contribuye-
sobre el mundo natural, da Ida empezal s1·glo XVIII Las observaciones ron con sus habilidades como cazadores y sus conocimientos de los ríos
h b' acelera o urante e . d l
Moderna y se a ra l ' i os los comienzos e a y las corrientes marinas. En muchos casos, los exploradores europeos y
del cielo, los mapas de los _e ratoselg~:s~!-~ ~ Egipto, las listas de
st
11orteamedcanos se limitaron a apropiarse de estos conocimientos para
arqueología en el sur de Italiad y en encía de Jas exploraciones ,bpués privados de sus tierras, su pescado y sus animales.
alizadas ara buscar las fuentes ~~ ~os ríos t:
d · elabora as a consecu d
variantes , e especies Esta oleada de descripciones histórico-naturales fue impulsada por
por el Pacifico o de las re fl ·\, la búsqueda inqms1uva de los l1ombres considerados héroes de la ciencia, gigantes de un mundo
Africa: todos estos av;nces :: irL::1~ganización sistemática de datos 1omántico, de los que el más famoso fue Gocthe. A veces sus hallazgos
sabios y viajeros de la I ~strac1?n uÍ f e obra de un pequeño grupo de , staban imbuidos con la idea antigua de que todo organismo estaba
y la creació~ ~e categonas ~r:b:\r~~ 1urante las convulsiones mundia ol'ganizado en una gran cadena desde el superior al inferior. Los gobier-
grandes clasificadores que lJ d Humboldt el sociólogo Y 11os no tardaron en involucrarse, sin embargo, y a partir de 1760 se
les de 1790-1813. Goethe y A exa? ebr vonen el centro de una gran rt·d 6
lilt'ieron más activos ' . El cenit de esta actividad fue la expedición cien-
f l , ¡·emplo se s1tua an
geógra o a eman, por e . ' herramientas analíticas paru 11/ica de catedráticos de la Academia Francesa enviada a Egipto por
de especulación taxonóm1c~ y crea[°n logía la botánica y la psico N,1poleón en 1798 para recoger reliquias de las antiguas civilizaciones y
.
logía perceptiva. ~í:
temas tan dispares hoy en dia dcom
E l mpo e a ana 1t1ca
l o ª 1g,e_o 11·ng'm··'stica el i·uez Willia111
,
dcealas Indias Orientales y, más adelante, el expl''.
, li-snibir el mundo egipcio. Fue la «expedición» gubernamental más
/l' 1111de realizada hasta entonces. En G ran Bretaña, desde 1a década de
Janes de la Comp~
to alemán en sánscnto Franz
B
o~: ( _
1791 1867
) también fueron grandlN
1 elementos que crearon los idio
sintetizadores. fote?~aroln descri Ir os y luego encontrar vínculos cnt '
1780 hasta la de 1820 sirJoseph Banks organizó y reunió, a través de la
H,•al Sociedad de Londres, una red de observadores y exploradores for-
11 111dn por médicos de la Armada Real y de la Compañía de las Indias
mas históricos, clasificar os¡~ _grupoAs,.
l d ·es de tunea y sia, como
Mungo Park que <« 1,
, 1 r Ir 11·ntales para un proyecto científico nacional. Los cirujanos militares
ellos. Los exp ora or _, , r William Moorcroft, que atraves,, , , 1111v¡1lcs resultaron ser una mina de información. Sin embargo, el Esta-
cubrió» la fuente del 1~ '.'1'te ' / l transformaron los datos en los q11 0111 y la clase política no gozaban de ningún monopolio en la recopila-
Himalaya hasta llegar a sia . e~ _ra ' rimeros antropólogos vi11111111 , 1111 1 de datos y conocimientos científicos. Los políticos radicales y los
se basaba la geografía. Losdlmg~;s_tasJ PLos gobiernos pensaban q111· u 11111virníentos antijerárquicos evangelistas colaboraron mucho en la
el P ,f. 00 el muo o as1at1co . .
ron . ac1descubrir
papel era ico e . nuevos d atas y cre1an , que hacerlo les proporrio111t , , , opilación de datos científicos. También lo organizaron en prácticos
, 11,•1pos teóricos que apoyaban sus objetivos ideológicos. En el Pacífi-
ba honor y más recursos.
F
d J cciones se constituían co11 11 , ,,, los misioneros, junto con sus equipos de informadores nativos, ope-
d E pa estas gran es co e . . . 1
uera e uro ' . lectuales autóctonos y los admm1s1 ra1 , ,. ' il,,111 como valiosos observadores de [a naturaleza y del ser humano.
datos que aportab~ los mte . cl t ales africanos y asiáticos li,1lih1 11 ,l,1111 sus hallazgos ~ara proclamar la naturaleza infinita de la genero-
l · l L gobiernos e mt ec u
co oma d os . s bases d e d atas a me elida que los poderes g11 1"111
ul es. 1 1, l.111 ek· Dios y la salvación inminente. Pero la ciencia no sólo justifica-
acum
mentalesa ocrecían
enormecon 1a expans1on
-·, e omcrcial
. posterior a 1~00 l,,1 11 111 clase d irigente; también sus enemigos la utilizaban. Las teorías
, "1111íirns» como la Í1'(•11ologíaM, el positivismo y las ideas liberales de
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO
TEOiúA y PRÁCTICA DEL LIBERALTSMO, EL RACIONALISMO...

Saint-Simon se invocaban para justificar el radicalismo político en Gran


t lcsarrollo histórico en vez d j, • ., . .
Bretaña y en el continente europeo, sobre todo durante los terremotos nunbío. Darwin comentó: e a mtervenc10n d1vma corno causa de todo
políticos de 1740-1750.
En la década de 1840, con los avances del ferrocarril, el telégrafo y < ,crnndo pienso que tod0 set. no es una creación
el barco a vapor, el intercambio de información había mejorado mucho ,
l111eal de unos cuantos seres q . .
,'aJ · ¡
h espec1 , stno a descendencia
y empezaban a establecerse oficinas científicas fijas. Los científicos pro- . . . ue V1v1eron rnuc O ames del • d , .
sistema stlurrnno todos ellos p rrrner epos1to del
' tne parecen más nobl, p d
fesionales y los departamentos científicos gubernamentales empezaban c·sperar con bastante seguricl·1d un fu d es... or en e, podemos
a cobrar protagonismo. Se hacían descripciones científicas de produc- mrnsurab.le67• ' turo asegura O de una duración incon-
tos natui·ales y manufacturados en todo el mundo. Sir Roder.ick Mur-
chison, explorador imperial y geólogo, había organizado docenas de Darwin entró en la conciencia po ul b . , .
expediciones y misiones científicas a Canadá, África y Sudamérica. Las wacias a la p l ' · , , P ar ntanica Y de todo el mundo
o em1ca que causo su obra Lo l ' . ,
autoridades imperiales le invitaron a Rusia para ayudar a los científicos ion enérgicamente sus te .' . s c er1gos Y teologos ataca-
ouas temerosos de · l
locales a buscar carbón y hierro en los nuevos territorios de la Rusia l,lblica y moral de la creación. Pero no t d 1 que ,n:1111aran a versión
asiática. Los jardines botánicos de Kew en Londres, el jardín botánico '11pados. Algunos creían que el darwinio os º~;len~os estab~n preo-
d plan de Dios A lar o 1 . smo po ia set compatible con
de Prusia y su equivalente en París se situaron en el centro de una cla- . g p azo, Sln embargo, la naturaleza amoral del
sificación comprensiva de los seres vivos a manos de un ejército de p ro-
fesionales. Muchas veces, los hallazgos más importantes en química,
física y geología habían sido obra de las escuelas militares de mineda.
Ahora las universidades -primero las más recientes y dinámicas, como
Edimburgo y Hamburgo, más tarde París, Oxford y Bolonia- emp e-
zaron a enseñar las nuevas ciencias naturales. Hacia la segunda parte <ld
siglo, las grandes compañías indust riales empezaron a crear sus propios
depattamentos de investigación, sobre todo en Alemania y EstacloN
Unidos. La ciencia dejó de ser una mera recopilación de información
organizada. Se convirtió en el motor del perfeccionamiento humano, un
motor de la historia. Iba a cambiar las condiciones materiales de In
humanidad y hasta su alma. Los gobiernos apelaban a la ciencia pn111
justificarse tanto como apelaban a Dios.
Sin embargo, en ese momento una serie de convulsiones intelect 1111
les empezaron a transformar unas ciencias que hasta ese momento hah11111
sido estáticas y genealógicas en unas disciplinas que no sólo asignu
ban principios de desarrollo a la naturaleza, sino que también instit 1111111
al ser humano como campo de estudio cienúfico. La ciencia de la t•111
nomía política, en estado de evolución desde el siglo XVII, ya l111liha
empezado a formular leyes que gobernaban el comportamiento b1111111

l
no. Ahora empezaron a aclararse las acciones inmemoriales de las l. y
naturales. La austera teoría de la selección natural de Darwin, la s11¡111
vivencia del más fuerte, fue la primera de estas convulsiones. La 1c1 11I
se adaptó a muchos campos y fue el principio de cambios para 11111, lu
más, desde la antropología a la religión natural. Sobre todo, afíl'll111 1 ' 1 1 dunvinismo a disrnsión: Charles Darwin ..· , .
,, 1 111il,llrnd11 l'll d '/ 'h,· l.oll{io11 SkctdJhook, 187~.un mono. C11 ica1 ura anorn-
El, ESTADO Y LA SOCIEDAD F.'.'!
- LA ERA DEL lMPERIALlSMO TEORfA Y PRÁCllCA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

. . 1 , d'f' ·¡ d cuadrar con u na vers1on ., euca


'· del mundo
darwm1smo resu to 1 1c1 e . d b . . to de los gérmenes y el ,11giiir que los pueblos africanos y asiáticos habían anticipado en su
h El posterior escu nm1en l 'ó 11111yor parte lo que devino conocimiento científico supuestamente occi-
natural y uma~o. 1 nf . d eles supusieron otra convu st n 1lmtal. Los reformadores religiosos de la India, por ejemplo, aseveraron
estudio de los ciclos d~ as e ~1me O~ una teoría de la expansión del
para las ciencias de la v1~a. Hd aclia 19 ' de la T ierra había formulado que los escritos hindúes hacen referencias a artillería y motores mecáni-
. de la formac1on e a corteza 111:., mientras que los modernizadores islámicos señal an la dependencia
universo Y l , eoJogía
teleologías similares ~n cosmo ogi~ Y l cia ~rofunda en las ciencias 11cl'idental de las ideas de los astrónomos árabes. La idea de que la cien-
' 1a t'ra un producto exclusivo del racionalismo occidental ya había cau-
El mismo Darwm tuvo Jna ,1~ uenas de sus teorías para explicar
humanas. Herbcrt Spencedr ª¿ apto g~n de l-1 <<supervivencia del más . ,ulo problemas a los radicales europeos favorables a la descolonización
· es a traves ,
el desarrollo d e 1as soc_1e a l . d' chinos y árabes leyeron a d,· principios del siglo XX. Uno de ellos fue John Needham, el historia-
. los rntelectua es m ios, . d d ' lor izquierdista especializado en historia de la ciencia chfoa, que empe-
fuerte». A su vez, . , l l d orgánica de sus soc1e a es
h b es terruan por a sa u 1· n a escribir sobre este tema en la década de 193068•
Spencer. E stos om r . d'b'l como las especies en pe igro
b l s naciones e I es, ' • A finales del siglo XX, la idea de la excepcionalidad científica occi-
pero espera an que a d b evivieran. El risorgimento ¡apo-
de extinción, llegaran a a aptarse y so r d,·11tal fue objeto de un ataque corrnsivo. Algunos historiadores y teó-
f , al de esperanza
nés les o recta go ¿· cÍ del 'glo XX vincularon la 11storrn
l· · 111 os adoptaron una postura extrema y argumentaron que gran parte

Los historiadores de me ia_dos si el dominio mundial econó , l,•1t:anon científico europeo no era más que una muestra de poder sin
. f d l . r mo OCCI enta1 con . , 11111s capacidad para predecir acontecimientos físicos que la astrología
del tnun o e raciona tsh. . d . creían que el pensamiento c1ent1
mico de Occidente. Los istor'.~ 01_es ti uos ascendiendo por el Rena p, 1sa o el budismo zen. La ciencia era una mera «construcción» social.
fico había empezado con los gnegos an g '1 Edad Moderna cuan do 1>i ,de luego, algunos autoproclamados movimientos científicos de fina-
. h 11 ar a su apogeo en ª ' . l, · dd siglo XIX-la teoría racial, la medición craneal y nasal e, incluso,
cim1ento europeo asta eg d . , de las universidades impen alcs.
difund ., t do el mun o a t1aves . 1, ll'osofía- entran en esa categoría. Los movimientos irracionales en
se 10 po,r ? . . ndo ue la contribución gnega -y,
Algunos acadcm1cos s1gt:e~ cr; : .q dicen desarrollaron la i<ll·a 111, 1,1tura, filosofía y artes se incrementaron mucho cuando 1848 des-
Por ende, europea- fue un1ca. . s ~neogmoso, un act'o de la voluntad indi 1111w las esp eranzas del paraíso terrenal y cuando la industrialización
· íf
del «egoísmo c1ent tc~»,
de la c1enc1a c
, l onocimientos tradicionales a
1 111pohreció aún más a los pobres69. En cambio, como vimos en el capí-
vidual que reta a las ¡erarqutas y ad~s _c para gran parte de la p m 111111 J, todas las grandes sociedades extraeuropeas habían desarrollado
.. p a estos aca emtcos y .1 1 11 111ns de observación empírica y de clasificación del conocimiento
aplicar el empmsmo. ar . alid d occidental sigue siendo una ,, l'11
fesión científica, la «excepc1on a »] nización de las teorías y de 11111, lio antes de que las ciencias europeas las influyeran. En este contex-
respetab le. El liderazgo «europeo» en ahorbga permitido a Occid<:11tl 1o1 li11s1a Needham se vio atrapado en un modelo difusionista del avan-
. . , t'cos parece a er . ' 1,•111ííico. Sencillamente cambió los polos y declaró que los conoci-
los conocumentos prac I d 1 d en el siglo XIX. Es c1<:1t11
ampliar sus ventajas sobr~ el re_stf e : u~oJo en las universidad<.'s al, 1111111111s científicos habían pasado de China a Occidente, y así restauró
1 ,11w1llo y la energía de la ciencia china.
que fue a finales de ese mi_s~ o Slg o, _so :í.fi<: se formalizaron , divid il'II
d I noctm1entos c1ent cos \ 1queremos describir la aparición del pensamiento científico a n ivel
manas, cuan ° os c~ ·el· •, la metafísica, con sus ¡u o
· 1· diferentes a 1a r tgion Y , 1, ,1 ,,il d11rnnte el siglo XIX, las siguientes proposiciones parecen razona-
dose en disctp mas . D . al manera la sociolo~m
1 d
pias reg as e p~o~e .
clinuento e tgu '
·al b todo en Francia, y las Cll'lll 11
• ! 1, , l.u lo d debate polemjzado y algo politizado de hoy en dfa acerca de 1

convirtió en una d1sc1plma forro 'so re . tura libre de sentimit•11t11 1, 1111111,dl'Zll de la investigación científica y la relación entre La ciencia y
1 , 11l1111inlismo. Las sociedades humanas complejas de todo el mundo 11
económicas se desarrollarondco1~ ; 1:/;1[r:n Bretaña.
morales, sobre todo en Esta os . t cad a p rimero por intclt·l11111l 1 ,1 ,, 111 dt·surrollado sistemas racionales de pensamiento y formas de
Sin embargo, esta postura se v10d~ a d ºtcales de todo el n11111d ¡ 111 11 l., lt'tnología a la producción. La expansión temprana de la in-
.d al d p és por eru 1tos ra • . 111 111,1l1z.icicín y la creadón ele profesiones en Europa y Norteamérica,
no occ1 ent· es y, es ~t , 1 tavoces de los mov111111·11t1
l · 1glo XlX os por 1 11, 111li11rgo, hahínn concedido un liderazgo bastante grande 11 los cspeda-
Incluso en e m1smlo s ·f . 'olítica y religiosa hahían t•m¡wz,11 o
extraeuropcos para a re o1 ma p 11 , 11 l'Sl,ls zo11as a la hora de cn:ar sistl'lllns ~l'lll'r,1k•s de ¡wnsamil'nto

l(,K
EL ESTADO y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEOR1A Y PRACfICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

científico que se justificaban internamente sin recurrir a argumentos ruando llegaron a Japón en mayor número tras la restauración de los
teológicos O culturales. La expansión econ?mic~ de ~u.ropa Y N,or~ea- Mciji en 1868.
mérica permitió que los descubrimientos biologicos, Ú~~cos y qmmicos Hay otras d~s car~cterísticas importantes del caso japonés. En prí-
se pudieran aplicar con mayor rapidez a la p_roducc10n. Cuai~do _l~s 1ner lugar, la sociedad Japonesa, como la de China y Corea, estaba acos-
soc1e· da des no occidentales empezaron a experimentar•, la b',
urban1zacion 111mbrada a la ~·ápida difusión de los conocimientos por la imprenta.
rápida, la formación del Estado y la industrializacion t_ax_n 1e? tomaron Incluso en el siglo XVIII, Edo tenía tantas librerías como Londres o
prestados de Occidente y adaptaron_ sus propios y vie¡os s1s~emas de 1>'.1.rís. ~as n~evas tecnologías de impresión se adaptaron con rapidez y
conocimientos y de investigación racional para crear su prop10 pensa- drlundieron ideas nuevas a gran velocidad. El libro SelfF-Jelp («Autoa-
miento científico autóctono. . . ., Y_trda») de ~~m Smiles, un panegírico clásico de los conocimientos prác-
En ciertas partes del mundo, y en algunos campos de_ mvest1gac1on 1reos, vend10 unos 250.000 ejemplares en Estados Unidos y Gran Bre-
científica, los no europeos se acercaron much~ y estab~ecieron sus pro- 1.ma a finales del siglo XIX. En Japón vendió más de 1.000.000 de
pias instituciones de investigación, independientes e mtele~tualmente 1•jl-mplares y aún seguía editándose en 1920. En segundo lugar, el rápi-
viables. En el Imperio Otomano, por ejemplo, Rifa _Tahtaw1, e,d~cado 1 l'.l desarrollo en Japón de los cuerpos profesionales de científicos, inge-
en Francia entre 1830-1840, publicó un estudio social y geografico_~e 111cros Y otros expertos parece tener algo que ver con la transformación
Francia en árabe. De vuelta en Egipto, fue el promotor de la fundac10~ ,Id_bushido -:-l~altad <<~eudal» a un amo- a la idea de un servicio pro-
de la Escuela de Idiomas, que tradujo más de 2.000_ obras Y~as adapto l1•s1onal al publico nacional. Los patriotas japoneses de mediados del
para un público árabe7º. En China, el Arsenal de Kiagna~ luz? un tra- ~11(l0 XIX sentían vergüenza de que sus conocimientos técnicos científi-
bajo parecido. Los antiguos intelect~~es y los _nue;7?s nacionalistas ayu- 1ni; y médicos fueran claramente inferiores a los de los bárba~·os occi-
daron a extender los nuevos conocimientos científicos y los adaptaron ' l1•11tales y tomaron medidas enérgicas para corregirlo. No tardaron en con-
para usos regionales. Por ejemplo, el líder político S~n Yat-sen y su •11•guirlo. A finales del siglo XIX, los científicos japoneses contribuían
· Che'n Chih, que tenía estudios médicos,
amigo . 71 publicaron tratados • 011 información original de primera clase al mundo científico. La sis-
sobre el uso de abonos en un contexto chmo . 111ología, el estudio de los terremotos, fue un campo en el que los inves-
La ciencia médica es un campo de gran interés p~rque es 1~,cla_w 1
1 1111dores japoneses como Sekiya y Omori desarrollaron un nuevo

para la salud del pueblo y del fw1cio~a11:_i~nto del gobierno, el ,eiercito 11111011 de conocimientos, colaborando con norteamericanos radicados
y la industria. La adopción de ideas cientlf~ca~ ~or parte deJapon es .un 1
11 .1 apón para los que el país era un laboratorio ideal73.
buen ejemplo. La sociedad japonesa de prmcip10s de la _E dad Mode11111 La importancia de la intelectualidad local y de los sistemas existentes
era muy receptiva a las ideas foránea_s. En u~ pasado, leiano'. los go~~r ,I,· rnnocimientos para la adopción de ideas médicas occidentales en
nantes japoneses, los nobles y los sab~os bud1st_as habian enviado emis1'. 1
'ltilla y Japón está clara. Las teorías y prácticas médicas resultantes solían
ríos a China para investigar los cambios en las ideas y usos de los noblt M 1•1 híbridas, un reflejo de su doble origen. Algo parecido ocurrió con
chinos. Los conocimientos «holandeses» entraron por el p:1erto coml'I l,Hc 1•icncia~ médicas árabe e india, que mantuvieron su propia influen-
cial de la Compañía de las Indias Holandesas en Na~asaki. Ya en 177 / ' 111 y _se rem~v~ntaron ~orno consecuencia del contacto con las ideas y
se tradujo un tratado anatómico del holandés. Lo 1_mportante es q111 1il 111•1teas medicas occ1dentales. Se investigó el viejo sistema indio de
estos conocimientos médicos holandeses fueron vah~ado~ ,Pºr med1n 1111•dkina ayurvédica, basado en el uso de minerales y hierbas, comple-
de la observación empírica que reflejaba el tipo de validac1on textw.11 Y 1111 111n_dos con ritos de meditación, purgación ceremonial y oraciones.
metodológica que utilizaban los sabios confucianos en su~ ~ebates. l •.~1 t 1 •!1 1• sistema de conocimiento fue el blanco de las cada vez más violen-
72
«positivismo que insiste en validar to~a hip~tesi~>~ , facil~tó la a~~'pl 11 1,1~ dl·n uncias por parte de los especialistas médicos británicos e indios
ción por parte de los japoneses d~ las ideas_cientrftca~ occ1den~alc,1, 1!111 , I, 111 Compañía de las -,Indias Orientales a principios del siglo XIX.
ya habían visto los muchos emisar10s a Occidente enVlados por los 11 ¡.ti ,111 i·,nl,)a_rgo, la medicina occidental no era infalible en sus resultados y
menes Tokugawa y M eiji desde 1854. Tambié~1 est~blectó t_1nn l111M1 •11M<'1•ho l:rnc~sos c?n el cólera y la peste bubónica, azotes del Imperio
sobre la cual pudieron construir los profesores e rngcnJctos occ1drn111l1 ' 11 111 l11d1H. l•.s10 cito como resultado 1111 sis1·cm.H dcntífico dual. Por un

no \/ 1
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO TEORÍA Y PRÁCTICA DEL LIBERAL1S1IO, EL .RACIONALISMO ...

lado, la clase intelectual india adoptó y adaptó con rapidez aspectos de mejor hablar en términos de grupos de científicos profesionales vincu-
la ciencia occidental. Los colegios médicos en Calcuta y Madrás fueron lados en redes globales, no de una difusión científica de «Occidente» a
exitosos einnovadores. Por otra parte, para muchos, el sistema tradido* «Oriente» y al «sur>>. De entrada ¿qué era «Occidente»? Es in1portan-
1

nal de medicina se asociaba con la pureza corporal, sin contaminar por te recordar que en Asia, África, el Pacífico y Sudamérica se estableció
las dudosas prácticas médicas occidentales74 . un cuerpo estándar de ciencia y profesionales médicos al mismo ritmo
Con el tiempo, el revivir de la sabiduría y la práctica médica tradi- que en Europa y Norteamérica. En la Europa del siglo XVIII, los gale-
cionales se asoció con el revivir político y cultural. Éste también fue el nos, boticarios y cirujanos actuaban como una casta experta, corno
caso de los sistemas tradicionales de medicina islámico-griega entre los hadan los médicos expertos de India, China y el mundo islámico. Sin
musulmanes de la India y del resto del mundo mal1ometano. Los adnú- embargo, en todos estos lugares, la curación real era cosa de mujeres
nistradores modernizadores y oficiales coloniales establecieron servi- curanderas, filántropos regionales, hombres religiosos o ambulantes ex-
cios médicos y profesiones médicas atendidos por nativos educados a la pertos en vacunas, sanguijuelas, acupuntura y remedios silvestres. La
occidental. Al mismo tiempo, se fundaron colegios médicos ayurvédi- Ilustración europea había insistido en los conocimientos racionales y
cos y unanis que seguían las antiguas tradiciones árabes o sánscritas. había desestimado el pecado y la lujuria como causas de la enfermedad.
Hubo grupos de licenciados médicos indígenas paralelos. Los conoci- Los sistemas asiático, musulmán y africano también tenían su medicina
mientos médicos de las tradiciones sánscrita, islámica y griega se orgak racional y sus descripciones de enfermedades. En todas estas socieda-
nizaron y regularon al estilo occidental. Se introdujeron formas están- des, incluidas las europeas, los aspectos morales y mágicos perduraron
dar de pastillas y medicamentos. Se anunciaban en los periódicos de en el siglo XIX. Al fin y al cabo, en Occidente a finales del siglo XIX, la
1engua autóctona y se vendían en bazares autorizados. Como ocurrió consunción, una enfermedad pulmonar, se seguía asociando con una
con las ideas y la práctica religiosa, la medicina indígena sobrevivió y sexualidad hiperactiva y con la histeria.
creció en importancia, pero a la vez asumió la impronta de sus modelos La ciencia médica regulada y profesionalizada surgió, pues, a raíz
occidentales. El pueblo llano era lo bastante listo como para buscar de todos estos esfuerzos de comunidades bumanas por luchar contra las
ayuda sin1plemente de cualquiera que ofreciera esperanza de cura o ali- condiciones históricas. La ciencia médica de alto nivel se difundió
vio del dolor y la enfermedad, a menudo probando remedios occiden- desde Edimburgo por las zonas remotas de Inglaterra más o menos al
tales y, si no daban resultado, volviendo a la medicina tradicional. Este mismo tiempo que lo bacía desde Inglaterra a India y China, y a las
tipo de sistema híbrido también se dio en África, donde los curanderos zonas remotas desde Calcuta y Sbangai. Los viajes ultramarinos y la
y los líderes de los cultos tradicionales adaptaron ciertos aspectos de las guerra obligaron a la fundación de centros médicos y de otros tipos de
enseñanzas misioneras y de las prácticas médicas occídentales para pro- ciencias. Los colegios médicos de Edimburgo se fijaron en Leiden. Pero
teger y validar sus propios conocimientos. Edin1burgo y, más adelante, Dublín tuvieron éxito en parte porque sus
licenciados, ingleses, irlandeses y escoceses, obtenían puestos en el ejér-
cito, la Compañía de las Indias Orientales y, sobre todo, la Armada,
todos ellos con problemas de salud, servicios ultramarinos y baja moral.
LA PROFES!ONALJZAC[ÓN A NIVEL MUNDIAL Algunos de los descubrimientos más importantes se hicieron, por con-
siguiente, en las fronteras coloniales con la ayuda de medicinas y cola-
Si examinamos este proceso, queda claro que, como ocurrió con el boradores indígenas. Un ejemplo fue el uso ele la quinina desarrollada
nacionalismo y el Estado, el «modelo difusor» no es válido si no lo por los indios americanos para controlar la fiebre. También la adopción por
modificamos bastante. Los intelectuales autóctonos estaban acumulan- parte de médicos europeos de técnicas otomanas de vacunación. La
do conocimientos científicos tanto teóricos como prácticos en todo el medicina francesa mejoró mucho a raíz de la experiencia de la guerra
mundo decimonónico más o menos simultáneamente. En muchas socie- masiva en Rusia y Egipto. Los hospitales militares de Napoleón desarro-
dades emergieron profesionales científicos y eruditos, como también llaron algunas de las primeras metodologías quirúrgicas. Más avanzado el
administradores y comerciantes profesionales con intereses globales. Es siglo, sir Ronald Ross descubrió el vector de la malaria, una respuesta

372 373
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERJAUSMO TEORÍA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

directa a los peligros del ambiente tropical. Un avance en el que se VÍó barrios obreros y las zonas rurales, lo que permitía un mayor control
significativamente ayudado por sus colaboradores indios, sobre todo político para recaudar impuestos y para reclutar soldados .. La gran
Mubammad Bux75 . eXpansión de la sanidad pública en París, por e¡emplo, nac10 de los
A finales del siglo XIX, este proceso de regularización y profesiona- temores de la clase media tras la experiencia de la Comuna revolucio-
lización médica se aceleró aún más. Hacia la década de 1850, la mayo- naria de 1871.
ría de los países europeos contaban con legislación para controlar el Algo parecido ocurrió en el mundo colonial y semicolonial. Aun-
acceso a la profesión médica por medio de colegios o academias. Los que, claro está, los planes de sanidad pública eran a menor escala y_peor
curanderos locales y sus prácticas poco ortodoxas se ignoraban o recha- financiados. En realidad, iban dirigidos a los militares y a otros residen-
zaban, si bien la gente pobre seguía acudiendo a ellos. Los sistemas de tes europeos. Florence Nightingale, enfermera y reformadora británica,
conocimientos médicos estaban más preparados para tratar a poblacio- propuso que la única manera de mejorar la salud de los británicos en la
nes enteras. El descubrimiento de la teoría de los gérmenes fue, sin India era mejorar la salud de los indios. En los últimos años de su vida
duda, un gran avance científico, si bien las terapias basadas en ella no fue aún más lejos, declarando que había que reformar el gobierno bri-
siempre funcionaban. Las nuevas jerarquías médicas la aceptaron por- tánico de la India antes de poder mejorar la situación sanitaria. Los sis-
que la aprobaban los discípulos de Lamarck, que hahían empezado a temas de salud pública en China, Egipto y Sudamérica mejoraron gra-
clasificar las especies, y de Darwin. Las enfermedades tenían una vida cias a la presión de los comerciantes europeos y norteamericanos allí
natural y un desarrollo propio. Los gérmenes más fuertes sobrevivían y establecidos. Los historiadores modernos han llegado a decir que la
prosperaban en poblaciones humanas, y también tenían sus ciclos de imposición de sistemas modernos de medicina y psiquiatría en el
generación, expansión y, a veces, finalización. No era necesario invocar mundo era una manifestación del deseo del Estado y de la burguesía de
a Dios, ni tampoco a los humores y características físicas de cada indi- controlar y clasificar. Más allá de esta intención, no tenían ningún sen-
viduo. tido. Esta postura es demasiado instrumental. Sí es cierto que algunas
Los grandes científicos alemanes y franceses de la segunda mitad de las «ciencias» admiradas por los pueblos del siglo XIX -por ejem-
del siglo XIX fueron ejemplos de cómo este proceso de profesionaliza- plo, la frenología (medición y clasificación de cráneos) y otros tipos de
ción y regularización del conocimiento ocurría en un contexto de desa~ mediciones racistas y físicas- eran invenciones ficticias, también lo es
rrollo social y económico. Louis Pasteur (1822-1899), el químico francés, que los blancos victorianos ridiculizaban la medicina campesina y nati-
era hijo de un curtidor de pieles. Algunos de sus mayores descubrimien- va, a pesar de que a veces curaba enfermedades. Pero también los des-
tos científicos en el estudio de gérmenes llegaron al plantearse proble- cubrimientos empíricos de algunos contemporáneos produjeron avan-
mas asociados a la agricultura francesa y a industrias locales. Investigó ces reales y mensurables en los conocimientos médicos que, por
las enfermedades del vino y la cerveza, las epidemias de los gusanos ejemplo, con el tiempo permitieron controlar la malaria, la tuberculo-
de seda, la rabia, problemas todos ellos que afectaban a la agricultura. sis, la sífilis y la difteria. Aunque fueran del agrado de los administrado-
Pierre y Marie Curie fueron pioneros mundiales en el estudio de la res contemporáneos con sus catálogos y clasificaciones, estos avances
radioactividad y recibieron el premio Nobel. Fundado por un magnate médicos, si bien incompletos, no se pueden desechar como meras mani-
armamentístico, este galardón se convirtió en el máximo de la nueva festaciones del poder.
jerarquía científica internacional.
Los gobiernos se vieron obligados a pagar hospitales y tratamientos
para sus pueblos. También les eran útiles las nuevas teorías y las nuevas
profesiones organizadas. Entendieron la amenaza que representaban las CONCLUSIÓN
enfermedades para sus ejércitos, para su comercio y para el orden
público. Las enfermedades de los pobres se podían prevenir mejoran- ¿Cuáles fueron, pues, los cambios que resultaron de la confrontación
do la higiene, la sanidad y la enseñanza. Al mejorar las casas e instalar entre los esquemas tradicionales del saber y de la política virtuosa con el
agua corriente, el gobierno hacía más transparentes y accesibles los liberalismo, el socialismo y la ciencia en el siglo XIX? A nivel de liderazgo

374 375
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL lMPElUAUSMO TEORiA Y PRACTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO ...

y de instituciones, había una mayor uniformidad mundial, Incluso canas sobre la competitividad productiva, el concepto dual hindú de la
cuando los hombres públicos insistían en el valor de los viejos conocj. pureza y la corrupción, las ideas confucianas del refinamiento y los con-
mientos del mundo físico y humano, los presentaban como conocimien- ceptos japoneses de la ascendencia divina. La teoría racial y el darwinis-
tos de la Ilustración europea. Se extendieron por medio de las acade- mo social no sólo se adoptaron sino que se modificaron según los dife-
mias, las asociaciones y la imprenta. Las medicinas china, india y árabe rentes contextos mundiales.
tenían sus propias escuelas y sus propios libros. Este fenómeno no se Por lo general, los historiadores posteriores pensaron que el libera-
limitó a los conocimientos racionales, También afectó a la religión. lismo y la ciencia fueron los grandes enemigos de las grandes religiones
Como veremos en el capítulo 9, el pensamiento católico se rehizo para mundiales. Tanto este capítulo como el siguiente cuestionan esta postu-
afrontar los retos de la reforzada herejía protestante y del islam y, en ra. El liberalismo heredó mucho de la idea de la igualdad espiritual ante
consecuencia, adoptó un estilo polémico y expositivo como ellos. Una Dios. El pensamiento y la práctica científicas se basaban muchas veces
característica específica de la uniformidad fue la forma en que los especia- en la búsqueda de la generosidad de Dios. Del mismo modo, como
listas proclamaron crecientemente una genealogía histórica para sus veremos en el capítulo 9, muchos aspectos de la religión del siglo XIX
grandes maestros y sus cánones de conocimiento. El concepto de la fueron fenómenos modernos, aunque los sacerdotes y predicadores
evolución histórica de las ciencias humanas y naturales que acabamos hablaran de verdades antiguas.
de ver, y también 1a de los sistemas legales y textos religiosos, se acep-
taba en casi todas partes.
El liberalismo, el socialismo y la ciencia occidentales dejaron una
impronta indeleble en la mayoría de las sociedades hacia 1914. Duran-
te este proceso, los intelectuales y el pueblo llano de todo el mundo
habían transformado rápidamente sus significados en una variedad de
doctrinas muy diferentes a las originales, La diseminación, aceptación y
rechazo de estas ideas dependía de muchas circunstancias diferentes.
En el mundo colonial, el modelo y la extensión del sistema de enseñan-
za era un factor importante. Por lo general, las ideas nuevas arraigaban
si las clases dirigentes decidían promocionarlas para justificarse y para
reafirmar sus credenciales modernas. Por ejemplo, la élite Meiji de
JI Japón utilizó conocimientos y técnicas científicas modernas para simbo-
lizar su propio estatus como reformadora radical -pero japonesa- de
la constitución. Los liberales húngaros adoptaron a Emile Durkheim,
en parte porque parecía atacar el elemento religioso de la base del
poder de la monarquía austro-húngara. -
Sin embargo, la gente culta sólo podía hacer esto si las ideas nuevas
encajaban y se entendían en el marco de anteriores sistemas de pensa-
miento racional, de ética o de ideología política. Las nuevas ideas eran
más persuasivas si se podían formular en el lenguaje racional preexis-
tente y si parecían complementar conceptos autóctonos. El darwinísmo
social y la «teoría racial» encontraron un público fértil en muchas socie-
dades porque encajaban con los sistemas existentes de clasificación
racial. La teoría racial daba un toque intelectual a los sistemas discrimi-
natorios existentes. Estos sistemas variaban desde las ideas norteameri-

376 377
LOS TMl'ERIOS RELIGIOSOS

9 lodo el m~ndo, y a muchos ese hecho les agradó. El tono Jo establecie-


1on los phtlosop~es franceses, que esperaban una época de razón en la
LOS IMPERIOS RELIGIOSOS q11_c se desten arian ¡~ superstición Y el clero del reino de los obiern s
;'tmad?~ por 1~ ra~on pura. En la medida en la que los homt-es de ~a
ustr_a~1on podían unaginarse a los pueblos de fuera de E . N
lt"11ncr b b JI urnpa y or-
, : _1ca, apro a a~ _ague as civilizaciones en las que la idolatría y el
<t ntus1~smo» eran nurumos. Voltaire y otros pensadores racionales creí
que Ch1_na, er_a una sociedad de filósofos-reyes. Otros pensaban que a~
11111ndo,1slaf1~o;ra la sede de una religión tl:ascendental y racional sfo
Muchos contemporáneos y algunos historiadores han considerado qm· ~•:rarqu1as_c er1: es, y que _refle!aba su propia creencia en una divinidad
el siglo XJX fue una época en la que la ciencia y el p ensamiento secular • mota e 1mpe1sonal. El historiador inglés Edward Gibbo .
erosionaron la fe religiosa o empezaron a marginarla de la vida social. ¡,lo, profesaba la creencia de que el islam era superior al nc,r1_Pt~-r e!em-
l 101·que erª menos «supersttc1oso».
. . s rnn1smo
Este capítulo ofrece una perspectiva diferente de la exp eriencia religio
sa del siglo XIX. M~'ís que un periodo de auge del liberalismo o del con
cepto de clases, el siglo XlX fue testigo del resurgir y de la expansi611
t riunfal de «la religión» en el sentido en el que usamos el término hoy
en día. El capítulo empieza examinando las opiniones de los intelectun
les contemporáneos y de los historiadores modernos sobre el destino d,
la religión en el siglo XIX. L uego examina los vínculos y los conflíc111~
globales que impulsaron la reformulación de la doctrina y de la auto, 1
dad. Esto ocurrió en todas las «religiones mundiales» del periodo.
Muchos de los prncesos históricos que hemos visto anteriorm<.•1111
en el libro impulsaron la expansión de estas religiones reforzadas. l ,11M
nuevos estados e imperios europeos, más agresivos, y los nacionalis11111"·
insurgentes extraeuropeos solían utilizar la religión como bandera dt· '11
identidad, incluso cuando hablaban de liberalismo y de ciencia. Las 1111
ses medias que se beneficiaban de las revoluciones industriosas, ya 1'111
ran musulmanas, cristianas o hindúes, promovían sus respectivas 11
porque la religiosidad y la respetabilidad siempre iban parejas. Ade11111•
la imprenta y el debate público emergentes p romocionaban la rclig1t111
tanto como las creencias abstractas filosóficas y políticas. Este posl II l 1
do, sin emb argo, no fue tan aparente para los contemporáneos ni p 111 1
los historiadores posteriores.

LA RELIGIÓN SEGÚN LOS CONTEMPORÁNEOS

Durante los años revolucionarios, muchos escritores estaban co11,·1 111 1 1 l 11111,ks: pert·grinos en ht gruta. Litografía anónima, c. 1885.
dos <le que las viejas formas de creencia religiosa estaban en (b ·liv1

178
EL ESTADO y LA SOCJEDAD EN LA ERA DEL lMPERJALJSMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

Los discípulos más radicales de estos filósofos ~ntr<~ los revoluci~- Y racional q~: a_maba el «progreso» secular. Mazzini escribió a sus opo-
narios franceses, europeos y haitianos eran más anticlericales que anti- 11cnt~s eclesiastlcos: «Vuestro dogma humaniza a Dios. Nuestro dogma
rreligiosos, pero en sus rituales públicos buscaban una ,ruptura clara predica 1~ lenta y progresiva humanización del hombre. Vosotros creéis
con la tradición de la Iglesia, además de con la monarquia. Los pa_dres :n 1
la gra,cra. Nos?t~os creemos en la justicia»4 . Los marxistas y los socia-
fundadores de Estados Unidos separaron el Estado de la Iglesia ~l listas _mas ~natenahstas de después de 1848 sostenían que según sus
desinstitucionalizar a ésta última. Algunos, como ThomasJefferson, uti- doctrmas científicas, la religión era una «conciencia falsa» /que por lo
lizaban el lenguaje del escepticismo filosófico. El nuevo régime? fran- tanto, era una fuerza en decli~e. ~ [ pueblo no necesitaría el opio :-eligio-
cés de 1793 invocaba al «Set Supremo» y temporalmente abolieron a No cuan_do la ~erdadera conciencia obrera surgiera de las contradiccio-
Dios además de las fiestas cristianas 1• En el momento de su victoria, los lll'S sociales. Sm ~mbargo, este secularismo era más tfpico de los líderes
revoÍucionaríos franceses pusieron en p ráctica una decidida P?lítica de que, de sus segwdores. Un obrero radical apócrifo de Ja Comuna de
descristianización, interrumpiendo los servicios religiosos Y amm~?d? a l'arts de 1871, por ejemplo, insistía en que era ateo a la vez que procla-
los sacerdotes a casarse. La extensión internacional de la revolucion iba nrnba su fe :~ la Virgen María. Esto era bastante típico. Incluso cuan-
acompañada a veces de la quema de iglesias y m~nas_t~rios. P~r su P,ª~"· 1 In la fe religiosa estaba en decadencia entre las clases dirigentes las

Napoleón desdeñaba a la mercenaria y comple¡a_~1eJa Iglesia ,catolic~. 11111sas seguían siendo devotas. '
Las repúblicas italianas que brotaron tras su 111vas10n de la penmsula en ~os intelectuales de las zonas costeras de Asia y Oriente Medio,
1796 confiscaron las propiedades de la Iglesia. Pero la cautela e~pe7:o '1, Hnt na~a~ por Europa,. también se opusieron a las institudones religio-
a imperar, incluso entre aquellos que más re~elaban ~~ la Iglesia. bi 11s Y ~tlClp~ron el declive en su sociedad de ciertas formas antiguas de
1 1
1797, el norte de Italia fue testigo de una enérgica reacc1on contra Frnn t'L'nc~as Y rttos. A veces empleaban ideas adaptadas de Occidente. Si
cía. Las multitudes atacaron a los franceses y a sus colaboradores tan_lo l.,~ sociedades ~p_arentemcnte triunfantes de Occidente habían elimina-
en la ciudad como en el campo, al grito de «¡ Viva María!». Se anunct:' •1,, las caracter1st1cas molestas de la clerecía y la superstición ¿ 110 debe-
ron cientos de milagros en la Europa revolucionaria • Napoleón se d11 1
2
111111 ~Hos ~a~er lo mismo? Sin embargo, en el contexto de la' arrogancia

cuenta muy rápido de que no podía abolir la fe cató~ica, mient~as qw 1 1•1. impenali_smo e~ropeos, era una táctica arriesgada. La mayoría de
el P apa llegó a la conclusión de que muchas de las. tierras confisca~la- 111~ in<lto~, chinos Y Japoneses gue querían reclamar cambios intelectua-
después de 1789 nunca volverían a ser de la Ig~esia. Esto pr~paro .' l. l, · Y sociale~ i:referían afrontar la modernidad manteniendo sus sensi-
camino para el Concordato de 1801 entre la Iglesia y el Estado 1mpcrn1I 1iil 1dnJes religiosas heredadas del pasado autóctono.

francés, y, a largo plazo, para el resurgir católico y el refuerzo de la a111 11 P?r todo el_ mundo asiático, los reformadores hindúes, confucianos
1
ridad del Papa en el mundo católico romano'. li11d1stas d~ ~1glo XIX resaltaron los aspectos racionales y filosóficos de
11
Los liberales y los radicales que tanto escribían y hablaban dur:u11c lq1n<lo religi~so, y condenaron la superstición·, los sacerdotes rutina-
1
el siglo XIX seguían siendo ambiguos en cuanto a religión. P~r. 111111 111 M Y las creenc1a_s mágicas. Asimilaron muchas sensibilidades liberales

parte, muchos expresaban s_us objeciones fil?s_óficas a la_ «su~erst1~11111 '1, 11vadas de Occidente, pero nunca en el vacío. Es cierto que en la dé-
y a la «cleredm>, que asociaban con la rel1g1on. o~ga?1zad,1. Poi ni 1 , il
11
!c
1 11 1
1840 algunos de los más rebeldes estudiantes radicales del Cal·
parte, apreciaban el papel de la fe a la hora de _d1sciplt~ar a los .pol,11 ' 111 < ,ollege, que se hacían llamar «Bengala joven», comían deliberada-
y garantizar la estabilidad social. John Stuart Mili, cuya mfluenctn ;ti 1111 1111 1111· carne de vaca y bebían alcohol para ofender y mofarse de sus
111 1
caba mucho más allá de Gran Bretaña y el mundo anglófono, quc1111 e 11 \lllt'S •• ~:ro la 1:1ayoría de los intelectuales contemporáneos se referían

minar la religión del ámbito de la política y relegada a un papel do111{ • l,1 1n1d1c1~n. racionalista y a filosofías que formaban parte de sus res-
tico. La tolerancia de creencias divergentes e incluso del ateísmo 1·1 ' 1 111 l llv,,s rcl1g1ones desde antaño. Los llamados unitarios hindúes reuni-

garantía clave de la sociedad civil, decía. Como sus a_ntccesorcs L'll 111 11 1.. ' 11 d Brah~o Sa~aj, ins~stían en qne la religión verdadera propaga-
dición liberal protestante, asociaba la religión cmoc1onal con _el 111111 , 1 1 i 11111 los_ s~b1~s antiguos siempre había sido una doctrina monoteísta
111 11
Ja superstición. Las opiniones de la izquierda se cndu rcc1L·n 111 111 ' 1 PI <'l'tstwntsino y el islam1. Aunque fueron influidos por la ética cris-

tarde. Saint-Simon y Mazzini trataron de imaginar unn dcidnd alis11 11 I 11111 \ d rnonotdsmo musulmán, los brahmos insistían en una rama más

~HO lH 1
l!.L FSl'ADO Y LA SOCil!.DAD EN 1,A ERA DEL lMPERIALISMO LOS IMPERIOS REUGJOSOS

¡ 'l. PUNTO DE VlSTA DE LOS HISTORIADORES


· RECIENTES
antigua del hinduismo que postulaba la existencia de una sola deidad
suprema por encima de las formas externas del «politeísmo». Creían que
esta fe pura había sido corrompida por los brahmanes en la Edad
1)urante gran parte d l . 1
y del mundo extraeu:o::: :~/s
1 h'
istoriadore~ r:1:odernos de Europa
res y activistas contcmp~ráneo IDnuaro~b!a trad1c1on de estos escrito-
Media de la historia india. Para ellos, la religión era un sistema racional
, s. escn ieron el «la g · l
y había que purgar y controlar sus expresiones externas. Anagarika ,no una epoca en la que h rcligió r o» s1g o XlX co-
Dharmapala, líder del resurgimiento budista sucedido en Ceilán entre 1k•sangrándose antes de' b~ se encontraba no en retirada, pero sí
1870-1890, empleó una táctica parecida para animar a sus correligiona- ll·tales de la modernidad sO u cum Cirhadlo~ efectos de las enfermedades
rios a volver a la antigua fe del pueblo, según él corrompida, en este mmc1'ón d e la mente euro · ewen9 a w1ck lo defin ·'to como 1a «secula-
6
caso por las religiones ajenas del hinduismo y el cristianismo • Estos 111íluidas por Eu ro1)a H ~da»' y, por tanto, también de las mentes
· a s1 o u n tema m u · -
l'llropea y británica Cas1· . . , y reiterativo en la historia
reformadores se inventaron híbridos divinos que se parecían bastante a · ' inconscientemente I h · · d
la providencia racional defendida por Mazzini, Saint-Simon y Mili. V,lll en la gran autoridad de M W, b ~ ?S IS[?l'la ores se apo-
1<· ele principios del siglo XX ax, , e ~r, el teonco social más importan-
Este patrón se repitió en el mundo islámico. En él, los intelectuales
·~dcsmitificando» progresivan~:.;:~a p~oponcr qu~ el mundo se ha ido
modernizadores como el indio Sayed Ahmad Kan y el académico egip-
obrenatural había men d P ' q e la creencia en los milagros y lo
cio Muhammad Abduh fueron los pioneros de un nuevo tipo de histo • gua o. ara estos histori d 1
7 ,g 1csias de la turba durante lo b l a ores, os ataques a las
ria crítica de la religión musulmana y sus doctrinas esenciales • Desafia s rotes revo uciona · · di b
p11c61o rechazaba Ja religión Pa. 1 his . nos m ca an que el
ron a los conservadores aduciendo que la razón humana, al ser un don d.i e.le 1970 el declive en el . , ta os tonadores sociales de la déca-
de D ios, podía y debía suplantaI una dependencia abyecta de la autori 1 . ' n umero de perso ·b .
. mopa mdustrializada de la se und nas_ que 1 an a misa en la
dad de los textos sagrados. A cierto nivel, respondían al impacto de las i111ís de que la industrializ . , g 1 a pabrte del siglo XIX es una prueba
ideas «científicas» de origen occidental. A otro, readoptaban y remock r ac1on y a ur anizaci, .
• m a te religiosa. on eran mcompatibles
1 1
]aban antiguas escuelas de pensamiento musuJmán. Como en Europa,
Dado que hasta hace poco el marxi J 1. .
la renovación de las creencias religiosas se vio acompañada de una reno lMn eran una poderosa t d' . , , lsmo y a 11ston ografía materia-
ra 1c1on en a academ.
vación de las instituciones religiosas. El emergente liderazgo político l¡¡ue en vigor. Incluso en Amé.· d d Ia europea, esta idea
moderno del Imperio Otomano y de sus provincias trató de someter a 1111•;1 del declive religioso los h ' it1c~, don ede~a más difícil defender la
, 1s ona ores e¡aron d _
su control a las autoridades religiosas y sus grandes posesiones territo · ' pnraran la historia de la Iglesh de la . l" . ,' que urante anos se
riales y dinerarias (wa/qs). Aseguraron que el jefe secular, al poder trn l1,1,1s. Más adelante despué d' yl d' tde 1g1on en guetos para especia-
' s e a eca a de 1980 d .,
zar su ascendencia d irecta hasta el Profeta, siempre había dispuesto l.,~ ', ,, lo el mundo el análisis postmodernista d . ' _cuan o surg10 en
donaciones religiosas para la asistencia social eclesiástica. p111tdco y lo trans rcsivo d 1 l' ~ la h1stona, su énfasis en lo
Sin embargo, a pesar de estos signos de adaptación, los historiado 11, nción ele la relig1ón «ortod a Jtedatu rn fh 1stórica periférica desvió la

res y los críticos culturales del siglo XIX siguieron describiendo su ép<ll 11 ,,111ndores tendieron a centr oxa» e s~s _ormas dominantes. Los his-
arse en movuruc t ·¡ •
como una etapa de ateísmo rampante. Los historiadores romántirn ' ' loc:tl y en desafíos de ord 1 n_~s m1 enanstas de alean-
ingleses y alemanes que estudiaban la Edad Media deploraban qul· '" la docrrina y en la organi~~c:enorl a -~s :·elig1ones de élite, en vez de
M l . el ' n ec es1ast1ca
rasgara la red sin fisuras de la antigua civilizadón cristiana. Creían qm uc 10s rnt ectuales del Tercer Mund . .,
'I, ,~ d<.' que la modernización d 1 . d od estaban tamb1en convenci-
la religión medieval estaba entretejida en lo más profundo de la co11111 11 l e as soc1e a es condu , . . 61
nidad. El crítico de arte y moralista John Ruskin atacó el arte dl· l11 t ,, < t·c ive e.le la religión L 1. . d cia mev1ta emen-
l 'll(O, romo Bipan Chand~a1~: {1}tor~ _ores marxistas indios de 1960-
Europa renacentista por falta de auténtica creatividad y por mostr.11 l11 1"" lo i,teneral de re U . , l r _an :v1v, _no hablaban en sus análisis
signos externos del declive de la fe8. No era de sorprender: las ick·11l11 , g1on, sa vo si se manifcstab ,
11111 •• pntológíco
O
com lli . '
o con cto mterrelioioso M.
ª como «comunitaris-
gías que justificaban el resurgimiento de las grandes religiones 1·11 1 11111 x1i.1ns chinos y J·, )oncses - . " · ientras tanto, los
siglo XIX siempre señalaban la corrupción de sus tiempos. Parn ('1111 1 '11 , , siguieron a su maestro d "b'
'H•on como «el opio dd puebk . ., Y esc1·1 1eron la
i», una t 1tsl rnccion de l:1 conckncia de
cualquier pasado había sido mejor.

HP
EL ESTAOO Y LA SOCIEDAD EN LA f.RA DEL IMPERIALISMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

clases. Ésta es una de las razones por las que el resurgimiento del islam,
del judaísmo ortodoxo y c.lcl cristianismo evangélico, entre 1980-1990,
escandalizó y pilló por sorpresa a tantos historiadores seculares e izquier-
distas contemporáneos.

LA APARICIÓN DE UN NUEVO ESTILO DE RELIGIÓN

En realidad, las grandes religiones resurgieron a lo g rande a partir de


1815. Durante este proceso, se transformaron a sí mismas y a las socie-
dades en las que operaban. Por supuesto que las autoridades religiosas
llegaron a pactos y acuerdos, a veces malos para ellas, con los podero
sos nuevos estados e imperios. En Brasil, por ejemplo, la Jglesia católi
ca se desinstitucionalizó tras la proclamación e.le la República en 1889.
En Francia, la I glesia estuvo acosada durante el largo periodo de la Ter
cera República a partir de 1871. En Gran Bretaña, las antiguas normas
que prohibían el acceso a las universidades de Oxford y Cambridge u
católicos y disidentes religiosos se abolieron. En algunos casos, las igk· 'I ) Palabra de Dios: escuela de Ja Sociedad Mi .
sias se retiraron de sus inútiles y perdidas batallas contra las ideas dl· l,11 res, sudoeste dcl Pacífico F t . f' d A sC
1onera de Londres, estrecho de
· 0 ogia 1a e • • I-faddon, 1888.
ascendencia liberal y científica; en otros casos, fueron derrotadas de formu
simbólica por estas ideas.
Sin embargo, las autoridades religiosas se replegaron tácticamcntt
para conquistar nuevas áreas de la vida cultural y social. La «secularizu .
ción», de hecho, sólo fue una pequeña parte de la reconstrucción intl'I
na de la sensibilidad y la organización religiosas. Fue un radio dt· 111 ' i .111 ignorantes. Más bien, fueron el medio de .. .
rueda, no la rueda e ntera. En casi tocias partes, las religiones mundink ,1,uk·s religiosas cada vez , . movilizar a unas auton-
mas agrestvas y tambi, f" l . .
definieron y clarificaron su identidad, sobre todo a finales del siglo XIX uuisulmanes hindu' b c1· , en a sus ie es cristianos
, es y u 1stas. '
Se expandieron para tratar de absorber y controlar los diferentes siNtl'
mas de fe, ritos y prácticas, que siempre habían subyacido bajo la suprr , ,,
1
:~•~:~:t~i;:;;/:ae:i:ore:~:t:iento r~ligi~so fue ~ue ocurrió a
ficie en otros periodos de supuesta religiosidad. Sus líderes miraron 111 ,li11>1mo Y el budism ef pul que el ¡uda1smo, el islam, el hin-
o se r orm aron a consecuen . del .
exterior para intentar dar cabida a las grandes zonas de espirituulid 1 1 i,' «11. los misioneros cristianos durante la época d 1c1~ v_rgoroso asaJ.
marginal, sobre todo en África, el Pacífico y las fronteras internaN d 1 " ,·1 mundo cristiano, incluso la Iglesia católicaeseos _unpe~1os europeos.
Asia y las Américas, que nunca antes habían estado bajo su jurisJin 11111 111111.11 su doctrina y prácticas a . . . d 1 . .1 vro obligada a refor-
Durante este proceso, las grandes religiones mundiales invadi1·1111 prmc1p10s e s1g O xrx f l .
111uk·r secular protestante y su evangelización. _rente a crecre~-
aspectos de la vida social y familiar anteriormente liderados por lo~ Jt 1 111, i•I cnmbio irrevocable d l ¡· . . . imperial. Menos obvto
y las costumbres tribales, y no por códigos religiosos fijos. Por lo 1.1111 e as re 1g1ones cristianas t 1 . .
1'1 p1osdi1ismo y las guerras de prop d ras a experiencia
no debemos aceptar como «hechos» históricos las constantes q1w111" d 1 1> ,. agan a extraeuropeas En A .
los evangelistas acerca de que la religión estaba en decadencia, d1 q1 i" ,1 y t· J ac1f1co se inventaron formas
. . .
m1s1onc1.as de predicar·
. . s1a,
dominaba la mentalidad secular y de que los paganos y los t rnhaj1111, 11 1111 I'" vo1Vll'l'Oll a l~11rop·1• y Amc1~ .-1rn
. 1),IJO
. . 1a apam•nc111
. . de misiones que

IH'l
EL ESTADO Y LA SOCTEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO LOS IMPfüUOS RELIGIOSOS

entre los más pobres. Los baptistas norteamericanos, por ejemplo, orga- sid:o _más expansionistas. En segw1do lugar, existían cultos dentro de las
nizaron su primera convención general en 1814 para apoyar la misión l'~l1giones, que t~~npoco <<viajaban». En esta categoría entraban las prác-
de Adoniram Judson en Birmania. Más adelante, organizaron otras con- 1reas de venerac101 a los _
venciones pa;a coordinar la ayuda doméstica y el evangelismo a nivel
7 espfri~us ancestrales y las «antiguas» religiones
de los 1:1undos ch100 y ¡apones conocidas como taoísmo y sintoísmo.
nacional. Los comienzos tentativos de la cooperación i..ntereclesiástica Otros e¡emplos eran las prácticas esotéricas como el shakti11 hinduista
cristiana también fueron fruto de las misiones en África y Asia, donde o _algunos de los cultos locales del cristianismo católico. Estos cultos
los no cristianos se mofaban de los cristianos por no estar de acuerdo ol-rc~ían acceso ~ la energía espiritual a grupos de fieles que se seguían
entre ellos. En Asia, los baptistas noiteamericanos y los congregacionis- t•ons1dera1:do miembros de las, en lo doctrinal, más complejas religio-
tas se vieron obligados a cooperar con los baptistas británicos, mejor 11cs mundiales.
apoyados y más arraigados en la India por la ayuda de la Compañía de Sin embargo, hasta estos cultos y sectas regionales se vieron afecta-
las Indias Orientales. 1los por el_ P?der organizativo y clasificatorio de las religiones mundia-
En muchas zonas de evangelización cristiana, esa iniciativa fue una l1•s. Lo_s cmuanos º:todoxos sirios, por ejemplo, empezaron a imprimir
respuesta forzada a la anterior expansión del islam, no viceversa. También Y publica~· ~us propios textos cuando se vieron presionados por misio-
en el mundo islámico fueron las luchas contra la heterodoxia y el ateísmo en neros catolicos y protestantes que intentaban convertirlos. De la misma
las zonas marginales, como en Nigeria, Sudán y las Indias Holandesas, las 111anera, hacia la ~éca,da de 1870 los sijs de la India empezaron a procla-
que reavivaron la orgarúzación y la teología central. Como ya comenta• llH!r «no ~om?s hmdw~s» _Y a foi:malizar su doctrina cuando los discípu-
mos antes, Abd al-Wahhab, el predicador purista del siglo XVIII, origina- los del hmdmsmo revitalizado mtentaron absorberlos12• Según se des-
rio de la empobrecida Arabia central, hizo temblar las mezquitas de plazaban _por el ext_ranjero en busca de comercio e imperio, los
Estambul y El Cairo. La historia global revela aquí, como en otras partes, j11poneses mtentaron implantar su culto doméstico el sinto en los nue-
un patrón de causalidad invisible para los especialistas regionales o nacio- .
vos terntonos. . ' '
nales, o para los expertos en una sola tradición religiosa. ,Por último, en gran parte de Melanesia, Polinesia, África y el mundo 1
Este capítulo se fija en lo que los historíadores y antropólogos l11d1?ena norteamericano existían muchísimas tradiciones espirituales no
siguen llamando «religiones mundiales». En esta época, las personas 1•~~·1:1tas, no congregacíonistas y no verbales, que consistían en distintas 11

religiosas entendían bajo esta expresión las «religi?n~s avanzadas~>, e11 1111c1aciones _al «misterio»13 . Todas representaban una forma de espirítua.
contraste con las religiones más «primitivas» o «an1m1stas». Estas ideas· 111 lad muy ~iferente a la de las religiones mundiales, dado que se basaban
evolucionistas, está claro, se han quedado anticuadas. Con esto nw 1•11 el sec~etlsmo y en la experiencia individual y no en la predicación y el 1

refiero a que estas religiones tenían, hasta cierto punto, un alcance glo 1n11f?r1'.11smo. ~? hay duda de que estas formas divergentes de creencias
bal y nada más: eran capaces de recorrer grandes distancias entre cult\l \1 f)l'acttcas rehg10sas humanas estaban cambiando desarrollándose o 1

ras diferentes. Esto se debía a que tenían textos escritos, la tradición dt• 111 11~·iendo en~ s~glo ~ ' según su lógica interna. L~ que hace que este
predicar y unos ritos de adoración pública o congregacionista. Inch1H11 111 •nodo f?~ra u111c~, sm embargo, fue el hecho de que toda esta amplia 1

el hinduismo y el confucianismo, religiones con menor énfasis en t•I 1111111a espmtual se viera profundamente influida, y a veces transformada
deber predicativo que el islam y el cristianismo, tenían fuerza para l_'t 'll 111 11' la expansión de las religiones mundiales. Muchas de estas relioione¡
nir a grupos en sus zonas marginales en una especie de rito o comuJ.11011, 1
1llw rgentes sobr_evivieron, resistieron e incluso florecieron, per; muy
La categoría «religión mundial» no define a todas las formas t 1, 111 ,¡•ns quedaron mdemnes del auge de los imperios religiosos.
espiritualidad humana. Existían otras tradiciones religiosas basadas t'll 1

la comunidad que rara vez se expandían buscando nuevos convcrs1 1N


En esta categoría entran los sijs del norte de la India, el judaísmo y l,1~
versiones del cristianismo ortodoxo y sirio radicadas en Rusia, Ori,•1111' 1r IHMAS DE DOMINIO RELIGIOSO, SUS AGENTES Y SUS LIMlTACÍONES 111

Medio e India. Este tipo de tradición religiosa sólo emigraba cuando lo


hacían sus fieles. Pero rara vez se propagaban más allá de los lí11ii11 1 111110 todas I_as ?emás transformaciones sociales del periodo -el Es-
regionales y étnicos, aunque en épocas anteriores estas religiones 1111'111111 111dn y el cap1tal1smo- , las religiones en expansión aprovecharon los
El, FSl'ADO Y LA SOCIEDAD EN I..A ERA DEL IMPERIALISMO LOS L\.IPF.R!OS RELlGlOSOS

subyacentes cambios en tecnología y sentimientos que caracterizaro n el .lura_nte un siglo, eslo se vio en Tailandia, Birmania y el Ja , T. k
siglo XlX. Las autoridades religiosas ampliaron y racionalizaron sus ,,.,,, ¡unto con el intento de dirigir y controlar a l ~o~4 o uga-
burocracias y sus instituciones educativas heredadas del siglo xvm. , 1,·rndas de 1830 y 1840 el 6 . d os mon¡es . E n las
. ' go terno e Vietnam presi d Ch'
Aprovecharon los n uevos sistemas de transporte y comunicación. Bene- v l~uropa reforzó la . . .

f . '
s mst1tuc1ones con ucianas J J . ·
ona o por
d
ma
, l .
dict Anderson ha resaltado la importancia de las nuevas y remotas purista chinou E n Chm · 1 , b. e remo y a opto e mo
· a, a monarqu1a a¡o pr ·, b'' . ,
comunidades de lectores, indirectamente vinculados por la prensa en la 1111poner su autoridad con la ayuda de l;s b ., ~s10n, tafm ~en tntento
. , 'l . ., . uroccatas con uc1anos aun-
creación de la nación , como comentamos en el capítulo 6. Sin embargo, q1l1c ~o o cons1gu10 avivar la disensión religiosa En todas Jas t d' '.
las «comunidades virtuales» de lectores de prensa que crecían alred e- 1, 1g1osas pr· · ¡ . , · • ra 1c10nes
1 ~nc1pa es se po~u1amo la peregrinación y las autoridades l
dor de la idea de nación eran m ucho más pequeñas que el enorme 1111 wyeron e unas creencias religiosas más uniformes A d' d do
grupo de lectores de libros, panfletos, la Biblia, e1 Corán y las jakatas it,lo com 1 , . . me ta os e
'¡ , o vemos, a practica religiosa pública se había institu . li
(historias de la vida de Buda) d irigidos a los fieles potenciales. La lite- ,11 o en todo el mundo. c10na -
ratura religiosa se situó al frente de la revolución de la imprenta, que se
expandió más allá de las élites europeas, americanas, chinas y japonesas. ,h·taÜ!~a:~~:~l~pasadah_ora a examinar algunos de estos cambios más
. roce eremos por temas en vez d .. 1· .
La enseñanza religiosa se institucionalizó con la expansión de las escue- poder apreciar que muchos Je los camb' ' e p~ re tg1ones, para
las de las mezquitas, las de los templos hindúes y b udistas y las escuelas llltl·rvinculados a nivel global Por e·e iosl er~n acu~ . ~tívos y estaban
dominicales cristianas. Estas instituciones despegaron, por lo general, ' i rit·1s más fid d' . . J mp o, a apar1c1on de creencias
' e 1gnas, un evangelio por ll ¡ d J
mucho más rápido que las escuelas formativas seculares, sin contar a las i 111 re los budistas de Ceila' 11 B'. . J _amar o. e a guna manera,
• 11 manrn Y a pon refleJab 1 ·
asociaciones de trabajadores o los congresos internacionales de barbu 11111s destacados tomaban en cuenta los cambi0 s del a qdue os mon¡es
dos radicales que p regonaban la lucha de clases. La arquitectura y d , 1i b', 1 . mun o con tempo-
'llll.o. am ien a expcn encia de enfrentarse y entrar en 1' .
arte religiosos del siglo XIX, con sus sensibleros santos cristianos y su11 l 1~ Sagradas Escrituras cristianas, segun , estas
, po cm1ca con
templos hindúes o confucianos sobredecorados, nos p ueden paren·• . se expandíat po 1 d
, 111onwl, convenció a los sabios budistas d e ue el} 1 . , re mu~ o
algo vulgares. Pero la construcción y el arte religiosos se í ncrementarnn 11111 un con¡'unto d f 'd d d q os tamb1en necesita-
con una energía n unca vista desde el Renacimiento cristiano o, en d e mt o e ogmas para poder c m . . ] 1 1
1 l ~I t ''.'W~niahnabfºr la supervivencia entre las rcligi~ne~:~:~iares~c 1a
mundo islámico, la gran era del siglo XVII d e los safawíes persas y lrn1.
,uan o a amos del auge de la religión en el siglo XIX sin embar
mogoles. 111 110 debemos adscribir toda la responsabilidad al 1 . ' l . -
Las religiones se expandieron «hacia abajo», imponiendo unifon111
1, '111ales. Todo lo contrario, los agen tes más oder c e10 y a º; •~te-
,, l1►\1nsas uniformes fueron gente «normal» Je el osos d~ la~ practicas
dad en cie1tas sociedades. Al mismo tiempo, se expandieron tamhil'II
geográficamente. Las nuevas autoridad es colonizaron y aprovechnrnn , 11111,11>1111 maestros de escuela f . .' ase •~edta. Entre elJos
antigu as comunidades de fieles y prácticas de oración, intentnmlo b ' uncJOnanos Y pequenos comerciantes
someterlas a las nuevas disciplinas. En e1 mundo cristiano y en el islam 1111 pt·nsa an que una obse1vancia regularizada de la religi,
1' ,11 l'sÍUerzo de ser respetables y ace tados on era parte
los clérigos autoritarios t rataban de controlar las órdenes religiosas y 111 111111111 l.'ntrc ellos E 1 . d d p 'y para encontrar un terreno
hermandades místicas sufíes, respectivamente, sospechosas de hctl'IO · n as soc1e a es europeas Ja ex •, d ¡ . .
11111 pmtcstante o el cat li . d fu ' pans1on e p1et1s-
doxia o de idolatrar a los san tos, y, p or tanto, contrarias a la unidnd d l O cismo orto oxo e la ambición del arr
D ios. Incluso en el mundo descentralizado del hinduismo, las auto1iil11 ', 111.111, con su nuevo estatus en la ciudad ind t 'ali esano
1 i.!111 irlandés en D ublín Live l O S'd us 1'l za~a, o del traba-
des religiosas trataron -a veces sin éxito- de someter a las p nkt l l 11 , rpoo 1 ney que asoctab l 1· · '
religiosas de los templos a los faquires, que renunciaban al mundo. 1
"" 111 l'l1Scnanza ,, y con 1a asp1rac1on
• . , de consegwr ' . su na . , a En a reI1g1on
1'
amenaza occidental y los agresivos vecinos impulsaron a los gohil•11111 1,' 1wqut·nos 1comerciantes. de las principales c1'udades rormaron
e c1on. ta ia,
asocia-
del sur de Asia y del Lejano Oriente a establecer autoridad es rd 1g111 11 11,1,11,•s pt'ra e cg1r representantes católicos para los concejos locales•6
más uniformes y controlables. Los reyes de las zonas budistas l111hl1U ' ,,.w1 rnanern, los funcionarios menores y los pcqu - . .
111\ 11·, ., • enos gran¡eros
«purgado» los monaste rios de vez en cuando. Pero, c1 partir de 171,11 1111 111 uy ii.:p rt·st·tHal 1os l'll el rcnndmicnto cid isl-11 • ' 11 , t'I I 1·
1\1( 151110

IHK
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL hv!.PERCAIJSMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

y el hinduismo. Los pequeños pero prósperos agricultores j~poneses ~po- 1·cflejaban las divisiones existentes entre los diferentes subgrupos mao-
yaron los altares sintoístas patrocinados por el nuevo gobierno MeiJt. l'Ícs; es decir, los maoríes utilizaban la variedad de confesiones cristia-
En muchas sociedades, las mujeres eran importantes defensoras de nas para preservar y reforzar sus propias identidades20• En muchas
la ortodoxia o de la práctica ortodoxa, en su papel de monjas y maes- ~onas del sur y el sudeste asiático, el islam avanzó cuando satisfacía las
tras, o de reformadoras en su propia casa. En otras sociedades, la mujer necesidades de los comerciantes y los viajeros que necesitaban buscar
y el control de la mujer eran temas claves de las enseñanzas de los reforma- comunidades de confianza, donde una fe y una práctica comunes crea-
dores religiosos (masculinos), que asociaban una sexualidad desorde- ran un vínculo entre desconocidos21•
nada con la heterodoxia, el «sincretismo» y las prácticas religiosas di- Sin embargo, no era una mera cuestión de prácticas sociales. La fe
vergentes. La conversión o una nueva forma piados~ concorda~an con era igual de importante. Fue más fácil para las religiones mundiales
los intereses de los hombres poderosos en las sociedades regionales. 1·xpandir y consolidarse en zonas donde las preexistentes ideas de divi-
Incluso, lo que los norteamericanos y e~.ropeos consideraban su mayor nidad fueran compatibles. Los académicos asiáticos señalan que el
triunfo cristiano, la evangelización de Africa, fue cosa, por lo general, islam llenó un vacío anteriormente ocupado por el dharma budista, la
de otros africanos. En el oeste africano, el elitista pueblo krio de Sierra ide~_de un reino universal de fe y virtud. El cristianismo encajó con más
Leona fue el primero en recibir una educación de corte británico. Y 1acihdad en aquellas sociedades africanas o polinesias donde ya había
fueron los pastores y misioneros krio, no los británicos, los pioneros en 11lguna idea de un Dios Supremo o Espíritu Universal.
predicar en otras zonas del oeste de África17 . ~ambién e_n !"l~anesiá Y , Por decido de otra manera, nos deberíamos preguntar, como hace
2
Polinesia fueron pueblos locales los que extendteron el cnsttanismo tras S11.san Bayly2 , no sólo por qué los africanos, amerindios y australasiáti-
los contactos originales con Occidente18• rns se convirtieron al cristianismo, sino también cómo transformaron
Así que la «victoria» de las formas más ortodoxas de creencia y ele 1·stos pueblos el cristianismo. También está claro que el proceso de es-
religiones colonizadoras, en particular el cristianismo y el islam, sólo fue 11111darización no estaba completo, ni medio completo, en 1914. Al con-
posible gracias a la colaboración de los indígenas. Ta~poco av~nzaron 11·1trio, los cultos espiritistas locales, formas de brujería, la magia blan-
mucho en zonas donde eran incompatibles con creencias preexistentes. c·n y el chamanismo perduraron e, incluso, se extendieron por gran
Como la nación-estado, el liberalismo occidental o la ciencia, las religio• ¡,:irte del mundo, muchas veces como respuesta a las invasiones de las
nes mundiales sufrieron para imponer su hegemonía. Por ejemplo, In n·li.giones mundiales. Cuando los misioneros cristianos y m usulmanes
mayoría de los estudios sobre el auge espectacular del cristianismo en d 1Htrecían haber establecido su fe en los textos canónicos y en el culto
África subsahariana y en el Pacífico durante el siglo XIX resaltan que In 1'tlllgregante, se encontraban - lo que les horrorizaba- con movin1ien-
fe cristiana sólo floreció allí donde encajó con el cambio social afric:i los milenaristas totalmente heterodoxos que nacían entre sus conversos.
110 9. Sin duda, la aparición de misioneros europeos y norteamericanoN
1
l ,11 gue sí podemos decir, sin embargo, es que la mayoría de estas fes y
fue importante, como lo fue la colonización y asentamiento e~r?p~oH, pi'1Ícticas periféricas se habían visto afectadas por cambios que impul-
para representar el poder del cristianismo. Sin embargo, la cr1st1a111'1.11 "11han una mayor uniformidad tanto en el interior de las religiones,
ción tuvo mayor éxito cuando los líderes africanos o los jefes maor11'h 1 nmo entre ellas.

sentían la necesidad de «capturar» el carisma de un misionero cristia1111


conocido y pasar a «convertir» según sus propios intereses. L~ doct1:i 1111
cristiana trimúó cuando se ajustaba sutilmente a las preferencias afrw11
nas acercándose, por ejemplo, al culto africano de la curación y ab1111 1/1 liORMALIZACIÓN DE LA AUTORIDAD RELIGIOSA: LA CREACIÓN DE
do~ando el énfasis medieval europeo en el pecado y la redención. 1•:11 11 1 /IS l<i':LJGIONES «IMPERIALES»
Pacífico triunfaron las genealogías heroicas del antiguo testamentcl, q111
atraían más a los jefes guerreros (en proceso de reconversión en cmp11 l.11 pl'it11cra necesidad de los líderes religiosos que intentaban formar y
sarios) que las palabras pacifistas de~esn~risto. En N~eva. Zelai:d:1, 1111 1111 ,¡ lflg H r sus mensajes e ra establecer, o restablecer, unas líneas más cla-
diferencias entre las distintas denommaciones de las 1glcsrns cnst 1111111" 1,1•1 dt· allloddad. Sólo c.:ntonccs podrían Ol'gm,izar la docl'rina para

19 1
EL ESTADO y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPEIUALJSMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

hacer frente al Estado y a los apóstoles del secularismo con efectivi~ad. desvincularla del Estado entre 1902 y 1905. Entonces perdieron los
No era una tarea fácil. El antiguo régimen religioso, como el político, 1 ·11.tólicos el control de gran parte de la enseñanza, el matrimonio y la
había consistido en una serie de jurisdicciones mezcladas y superpues- política social, y muchos monjes y monjas se trasladaron a Bélgica e Ita-
tas y de reclamaciones de legitimación o sucesión del Pr?f~ta, San 1hil''. Dentro del enclave bastante amplio que aún les quedó, sin embar-
Pedro O Buda. En el caso del «hinduismo», es dudoso que e~stlera un_a 110, las autoridades religiosas de Europa, sobre todo las más estrecha-
religión en este sentido tan tradicional. Inclus~ en el c~s~ del isla1:1, reli- 111cnte vinculadas al Papa, pudieron extender en gran medida su
gión antigU:a con una tradición doctrinal escnta, los ¡unstas re~10n~les 111fl uencia moral y social. Las iglesias podían ofrecer liderazgo, apoyo y
<lían proclamar decisiones (fatua!,) completamente contradictorias. 1
•speranza a unos pueblos fuera del alcance estatal. De hecho, como
po , fl' · d d 1
Esto complicaba aún más una situa<}ón d~ P?t si co~ icuva, a o~ os ~11gerimos arriba, el hecho de que la autoridad religiosa estuviera des-
enfrentamientos entre chiítas, sumes, misucos suf1es ! monotei~tas vinc~ada del poder estatal facilitó la labor de los sacerdotes, mulás y
intransigentes. Estas complejidades del viejo orden se vieron agudiza- predicadores como protectores de los pobres y de los valores espiritua-
das aún más durante la crisis mundial de 1780-1820 por las nuevas doc- lt-s «verdaderos». Es- dudoso que la Iglesia católica de Francia hubiern
trinas que engendró. . ., , . , 1,·surgido con tanta fuerza después de 1870 si hubiera seguido asociada
Paradójicamente, la expulsión parcial d~ la rehg~o_n del amb~to poli . 11 los privilegios aristocráticos, así como recaudando impuestos propios.
tico facilitó el establecimiento de una autondad espmtual con lmea~ c.k En el mw1do no europeo, la llegada del dominio europeo o, como
mando más firmes y la burocratización de la fe. Como ya hem~~ visto, 11 veces se pensaba, cristiano, parece haber tenido un efecto parecido 0
el siglo XJX fue testigo de un declive general del poder pohtico d _l' l11dnvía más drástico. Los funcionarios judiciales indígenas, que hasta
las principales religiones. En gran parte de_l mundo, el Estado don~'. 1
'Ht' 1 :1omento habían juzgado según la ley islámica, o los monjes y sabios
nado por una sola religión entró en decadencia o tuvo problemas. ~n l ,s l111d1stas que habían aconsejado a los gobiernos, eran ahora súbditos de
tados Unidos la religión quedó desvinculada oficialmente del gobie~·no Y l11Hgobiernos coloniales británicos, holandeses y franceses. Su jurisdic-
la primera e;mienda protegió la pluralidad religios~23 • L~s,r~voluc101111 1 11111, aparentemente, quedaba formalizada y secularizada según los
· al fin y al cabo, habían pensado que el Imperio
nos, li .Bntamco pret<.'11
1 1rnligos legales coloniales. Incluso en partes del mundo extraeuropeo
día imponerles el anglicanismo o, incluso, el cato cism~ r?mano. '." 1 11
1 11de la influencia europea era indirecta., las autoridades religiosas per-
libertad religiosa, por tanto, era un punto crucial ~e la republica. Esta 11 d11•1·on mucho poder. En Japón, los patriotas Meiji de la década de 1870
bertad permitía asociar la religión con la comu111dad y no con la auto 1,•cdnban del budismo, que consideraban un vestigio del Antiguo Régi-
ridad. Los padres fundadores arguyeron q~e un Estado _secular pre~1•1 1111·11. Por tanto, suprimieron las sectas budistas, o las ignoraron, y se
varía y fortalecería la religión en las comunidades pequenas, en luga1 di 11 111t raron en construir una religión estatal alrededor del viejo sistema
ponerle freno. Por tanto, la religión se convirtió en una fuerza poclc-1 11 .!1• c:r:;ncias si~toístas, que vincularon con el culto al emperador en
sa de cambio social. En Gran Bretaña, las Leyes del Test y otras t_rnl111N 111k10 . En China, Kang Youwei llegó a la conclusión de que el «con-
legales impuestas a los católicos, disidentes y j:1díos se fu~;ºº aboli~·,11 lo 11 wianismo» era la religión china, tal como el cristianismo era la d e
a regañadientes a lo largo del siglo XJX. Lo mismo ocurno en otros pul 1
h l'ide1~te. Quería crear una red nacional de instituciones educativas y
ses protestantes del norte de Europa. ~sto permitió a todos e~t~s 1 11 • 111 1w i't1r los altares locales en templos para la adoración del «sabio
dos heterodoxos competir con los anglicanos, luteranos y calvmrnt11" 11 11111101:ial», Confucio. Éste fue un aspecto impoitante del movimiento
la hora de expandirse entre la clase obrer~ ~1rbana. . , ,li 1dorma de los «cien días» de 1898 que hizo tambalearse brevemen-
A nivel superficial, de nuevo, el catolicismo salio peor par~d<'. 1111 26
" 11 111 dinastía • Los poderes reformadores del Imperio Otomano tra-
las iglesias protestantes en sus relaciones con el Estado secular. bl '"'"' 111 1 111 de ejercer un con trol más directo sobre los sabios y los místicos
gimento italiano había destrozado la influencia pol_ítica del Papa 1111111 1 l,1111irns, sobre todo, las órdenes mehlevi y bektasi, que habían estado
1870, reduciendo su poder El Vaticano. En Fr~ncia, ~l l~~a~o rt•v11l11 '
1
11·1111:1s H los jenízaros ahora dispersos27• Insistieron en que hombres
cionario siempre contrario al papel de l.a Iglesia cons1gmo frn11l11 1r11t 1, il1•H 111 l•:s1ad1) lideraran la jcrarqufa religiosa y a menudo expoliaban

WI
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL lMPERlALISMO
LOS fMPERIOS lffiLIGTOSOS

discretamente las tierras y el dinero de las instituciones religiosas en el


En la Iglesia católica el camb · f , d , .
transcurso de una «reforma» musulmana. l~J Vaticano se amplió, centraJiz~~d~e ~as f rama~1~0. La burocracia de
Aunque todo esto es cierto, este tipo de ataques del Estado y de los ,·n Roma. Las universidades católicat:~ ormac1on_?e los sacerdotes
secularistas animaban a los líderes de las religiones mundiales a tomar
curricular. Lo más importante fue la deci 7:aron u111fic~1: el contenido
medidas. La religión tenía que definirse frente a sus competidores, qui- la Iglesia católica de 1870 d . / on del Concil10 General de
zás por primera vez. Al estar parcialmente marginada del funciona- 1
PApa. Ya antes se hab1'a p. elp tomdu gar el. dogma de la infalibilidad del
miento estatal y político, la religión tenía que crear su propio ámbito de toe ama o que a Igle i il.
<'quivocarse. A partir d h 1 . ., s a en conc 10 no podía
valores espirituales trascendentes. Durante este proceso, la religión se 1• d . , e a ora, a op1111on del Papa en temas doctri
t ransformó. Dado que los gobiernos coloniales se habían negado, táci- es Y ~ ~·tto paso a considerarse la voluntad de Crist O · • alm na-
ta o explícitamente, a proteger las religiones indígenas, los hindúes, musul- d concilio tenía el modesto objetivo de reorganizar la;~ar:~!111 ente,
manes y budistas seculares ocuparon el vacío para apoyar política y eco- r, no pretendían modernizar la doctrina31_ Sin embargo la fpala_sbtoili~daleds m·
1
nómicamente a las religiones «en peligro». El profesor de Dclhi Sha
r ,a a ser un arm 1 ' , a
' ¡ue El Vaticanoª ~i~:::r~~:a a supresión o la disciplina de las ideas
Abd al-A'liz, por ejemplo, propuso que dado que los musulmanes habían
perdido el control político de gran parte de Asia, debían reformarse híbridos socialismo-cristiaJ~o t~:;toxas ~- 1=:eligrosas, caso de los
,·staba disen~ad0 1 Y smo-custtano. El nuevo dogma
desde dentro para salvar la fo28• Y este afán reformador no sólo se debió • para parar es los pie. l d .
a presiones externas. Los nuevos medios del siglo XIX y la aparición de 1u16fan dejado notar en el siglo xvm s ~n~s po e~·os?,s obispos. que se

un público culto de clase media dejaron patente inevitablemente la mejorada también perm itió a la I 1 : ,freparac10n centralizada y
,·11 todo el mundo C d gl esdra cato ca recuperar su autoridad
fragmentación de las prácticas y las creencias religiosas. El conflicto °
· uan una o a e seculari
Y protestantismo inundó Sudame' .
al
. dsmlo e~tat 'pos1tiv1smo
·· •
entre las diferentes facciones del islam se agudizó debido a las nuevas
V • , rJca a partu· e a decada de 1870 El
oportunidades para transmitir información a larga distancia y a las guc at1cano tomo la ofensiva y envió miles d . ,
rras de panfletos y periódicos que estallaban en ciertas localidades. f•l'ntes espirituales de Brasil A . e sace1dotes europeos a los
Y rgentma.
Aparte de ser la entidad más grande, el islam suní se convirtió también Los líderes islámicos corrieron la mis
en la comunidad religiosa más organizada y coherente a escala mundial. r1,1nos al tratar de r·esolver 1 . ma suerte que los líderes cris-
as antiguas y prof d di · •
Pero también lo eran las sectas más pequeñas, los clúítas y los ismaelita~. , lv su comunidad global S. b un as v1s1ones sectarias
· tn em argo dentro d l di ·
Así, entonces, por todo el mund o, se establecieron estructuras rcli 1ialcs_, se logró una mayor uniformidad. En la I ~ as t~a cdtones P!!t'.ci-
giosas más autoritarias. Las iglesias protestantes de Europa, Norteaml' 1 Id siglo XIX, se extendió el . .n ~ Y su este astattco
rica y el Imperio Británico instituyeron una serie de comisiones y con iiglo xvm para escuelas y u · _uso ?deldDarsli~-~1zam1ya, un currículo del
n1vers1 a es re gto L. f .
gresos doctrinales que homogeneizaron por primera vez las tradicio1w~ '11s escuela del mundo islámico t b., sas. as amasas mezqw-
anglicanas, baptistas y congregacionistas en todo el mundo. La com11 11111chos estudiantes de filosofí t tm, re?. cobraron importancia y
nión anglicana en el extranjero logró cierto nivel de independencia dd 11 Cairo al-A h I al ª1Y eo _og1a v1aJaron a la gran mezquita de
' z ar. gu q ue a meJora en ¡ r. • .
Estado británico, primero en 1783, con la escisión norteamericana y, 11 11·1 ,nioncs de obispos 1 . d . ~ transporte i:acilitaba las
partir de 1850, en otros dominios. Pero a partir de 1867, periódiro l11s viajes de estudioso~ i~~ c~ngresos e m1s~oneros, también facilitaba
congresos entre sacerdotes y laicos celebrados en el palacio Lambl'rl li •11hios más famosos, para :~:aq~; se ~o~ia~ s~ntar a los pi~s de los
de Londres crearon un sorprendente propósito común y aparcaron <1 i11111,rnsJ2_ Irónicamente la 1· t Y . ~111 oum a a sus propias ense-
tema de la autoridad29• Las confesiones americanas también empcian 111 .. , n ervenc1o n estatal tant 1 ·a1
11• •11" '!1de?endiente, tendió a reforzar la jurisdic~ión i~Iá':::· ~ni como
a operar a nivel nacional después de su desvinculación del Estado 11 ,,_ us amb1tos remanentes tras 1a int ., ica en aque-
la independencia. Incluso cuando las iglesias se veían en conflicto :ml111 1111111¡¡ estable de la ley «islámica>> de1".e1:c1ond estatal. Al buscar una
temas como la esclavitud, se organizaron mejor. Por ejemplo, frentt' ,1 l 1 . , a m1n1stra a por abog d •
,, • onoc:1dos para tal labo1· la . a os y Jueces
amenaza de los abolicionistas del norte, la Convención Baptistn dd ~,11 < , s potencias europeas refo 1 .
"''' m::ís ortodoxas e islámic:,1111entc d 1 rzaro n as vers10-
reforzó su organización a partir de 1845'º. < ' «corl'ectas» e as ¡ . d .
•I,11 1y 1wrso1rn les qu<.' las "11<.'' h"b1'·111 ex,· 1· 1 eyes e prop1e-
. .., " , s 1c. o antes.
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIAI.ISMO LOS lMPERlOS RELIGIOSOS

En los m undos hindú y budista, donde la autoridad había estado nombraron a una variedad de funcionarios cuyo papel anteriormente
siempre muy descentralizada, las mismas presion_es obli~aron a bu_scar había sido servir y oficiar rituales comunit arios; nunca habían sido líde-
uniformidad y autoridad. Las autoridades coloruales de¡aron la direc- n·s espirituales o pastores en el sentido cristiano de las expresiones. Así
ció n directa de las instituciones religiosas de India o de las comunida- f11e como se crearon autori.dades religiosas de una mayor y más unifor-
des indias e migradas en manos de seglares educados, que gestionaban 1ne competencia, en un sistema que había estado más descentralizado y
las donaciones monetadas y de tierras y las peregrinaciones. Hacia fina- 1111ís contestado en el Antiguo Régimen. La autoridad religiosa se tomó m ás
les del siglo XIX, hindúes neoortodoxos, devotos de la «religión eterna» 11hicrta. El público laico, vinculado por la prensa y las asociaciones,
o «fe de nuestros ancestros» (sanatan dharma) se congregaban en aso- 111'1uía y era influido por la a utoridad religiosa.
ciaciones hindúes que incluían a los comprometidos sacerdotes de los A pesar de las circunstancias bien distintas de los judíos europeos y
templos y a los pontífices de los santuarios, y también a abog~dos con norteamericanos, podemos atisbar cambios similares. Por una parte, el
educación británica. Se reunían en asociaciones voluntarias regionales Y ilt•dive de la exégesis tradicional y de la autoridad de los rabinos en las
panindias para anunciar autoritariamente la postura «hindú» frente a la 1 omunidades de rápida mudanza de la Diáspora impulsó la aparición

ley, las costumbres y la política. 1 l1· congregaciones «reformadas», en las que los laicos asumían un papel

En Ceilán Bírmania y la costa china, las Asociaciones de Jóvenes 111.1yor en la organización de las sinagogas. Por otra parte, la interven-
Budistas com;nzaron a aparecer como fuentes modernas de autori1ad 1 i1í11 y la legislación estatales en materia de fondos religiosos animó a la

social a veces enfrentadas a los monjes. El Estado colonial británico 1111iformidad en todas las religiones y así, sutilmente, los rabinos jefe, los
jugó ~n papel importante en ello. Definió a los sacerdotes y guardianes 11l1ispos anglicanos, los moderadores de las iglesias protestantes disi-
de los templos hindúes como equivalentes de los «sacerdotes» y «aba- il1·11tes, los arzobispos católicos... , todos llegaron a parecerse más.
tes» de la práctica inglesa y les pidió consejos en materia de costumbres
y leyes a través de los juzgados y las instituciones representativas. Nece-
sitados de pronunciamientos autoritarios religiosos, los colonos europeos
1 /1 FORMALIZACIÓN DE LA DOCTRINA Y DEL RITUAL

t >1 ro proceso que ayudó a p roducir las «religiones imperiales» en el


,,.lo XIX fue la formalización de los rituales y las filosofías de las religio-
111 ·, 1~si~ti~as en una estructura de creencias p arecida a las del judaísmo,
1 11·1·rst1 a n1smo y el islam. Me refiero a que no sólo se b uscó una autori-
' l 11I rd igiosa, sino que las autoridades resultantes se establecieron como
, 11111dianes discretos y coherentes de la doctrina. Estos cambios refleja-
l,,1 11 rn parte la expansión del «saber» europeo y norteame ricano, que
1111 •111 i11ba la constancia, la uniformidad y las pruebas empíricas. E n
11 1111•, también, reflejaban la necesid ad de las élites gobernantes en estas
• 11 u·dndes de restablecer su autoridad frente a unos cambios que eran

1 l,,l111k-s y no meramente eurocéntricos en su origen. En el Imperio


1 111110 de l siglo xvm, por ejemplo, lo que se llamó confucianismo per-
111 1111•1·ió como una serie de textos clásicos de é tica y deber transmitidos

1 t 1,,ws de los grandes maestros. Los emperadores y administradores

11, 1l 1l1., lo veneraban, qui.:ás de la mism a manera en la que se veneraba


9.3 Peregrinación de gracia: plancha impresa del mapa de la ciudad s11111 11 ti l 1 1drn,ol'ítt de P latón y Ari.stótcles en el Occidente clásico. En realidad,
Benarés para uso de peregrinos, que muestra los Lemplos y el río Ca11gt·s, 1'1111 1,, 111f 11d:misn10 no era una rdigión. A lo largo ck los siglos, sin embargo,

i')7
EL ESTADO Y Li\ SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO
LOS lMPERTOS RELIGIOSOS

y en parte influidos por el budismo, los intelectuales de la corte trans-


Durante el mismo periodo lo que a hora 11 h. .
formaron los diversos materiales confucianos en una «doctrina»33 • Los ,füfría una transformación para! 1 P . amamos « mdmsmo»
misioneros jesuitas, que buscaban la clave de las creencias chinas, tam- hind, d . . ' e a. or supuesto que los nacionalistas
bién entendieron así el confucianismo y empezaron a compararlo con el ues mo er~os y la prtmera generación de eruditos indios del si-
cristianismo, desfavorablemente. ~
~;~b~,~~~cll:~:~~r: ~ropia tradició~ apoyan la idea de que siempre
En el siglo XlX, este proceso siguió adelante cuando los m isioneros 1 n u1smo. Lo necesitaban para sus b tall
protestantes, sobre todo el reverendo James Legge, refinaron el concep- / entid~~esJg~almente fijas del islam Y el crístianis~o. P:ro ::o:º;~:~
to del confucianismo todavía más. Para él el confucianismo era u n sis- si;:~:~~- in ~l :. s_o~re la existencia de al_go t~ homogéneo antes del
tema de «no religión», pero, aun así, buscó las palabras auténticas del . . f ru1· d . e!o1 de los casos, el «hmdmsmo» era en 1780 una
i no1 me a1 la e sistemas de fe fil fí . , .
maestro y fijó un canon de uso34 • Esta fijación y formalización de las qu_e :enfan, según los fieles y los cle f~:;a, :~~:1:0: :o:~~t; e~otf ricas,
Analectas de Confucio y de otros aspectos de la tradición en un sistema i·x1st1an estructuras religiosas autoritarias y mili d . es e uego,
[ 1 ones e personas vene
doctrinal chino empezó a importar también a las clases dirigentes.
Necesitaban verse -y ser vistos- como los exponentes más autorfaa-
i" ~an os dte xtos ~agrados, los Vedas. Pero la autoridad tendía a locali~
1.111
. se -en , . eterm1nadas
. , comunidades indias, m1en . t ras que so1 una
dos de una tradición cultural, ahora que su estatus de nobles-instruidos O
p1 quemsuna mmona lefa y entendía a los Vedas Los m ul
se veía asediado. Según se incrementaba la disidencia interna y la pi:e- 11ocían la existencia de algo a lo que llamaban,<<.h1· d, us manes reco-
sión externa en China a partir de la década de 1850, los funcionarios
imperiales empezaron a difundir una versión especialmente ortodoxa
~;:n~~~rmino
. ,
:::~,~~:
0
, ,
geogt á~ico derivado del
. 1 . 1 . que uno re g1oso. Algunos gobernantes musulmanes
n u» aunque a veces
nomb;e autóctono del
de la doctrina y la práctica del confucianismo, insistiendo en cerrar el /lll co OJUa es mtentaron crear distinciones legales entre sus , b .
país a las influencias comerciales y espirituales extranjeras. Algo pareci- 11111su_l~anes, cristianos e «hindúes». Sin embargo, visto desd s~ dit_os
do ocurrió en Vietnam en 1802, cuando el remozado reino instituyó una
burocracia totalmente confuciana y arengó contra las «fes heterodo-
'i"' 11
tltid~a categoría er~ ambigua y variable. La mayoría de J~s ~:~~
' o~ , in ues se reconoc1an como devotos de d .d d
xas», entre las que se incluían el budismo, el cristianismo e, incluso, las l,1 veces llamada Brahma) 0 d . una_ , ei ~ . trascendental
, ,11110 el dios Visnú o el d1·0s s1·vea unpa mamfesh tacron divma específica,
versiones más coloridas de las religiones espiritualistas de la región35 .
Algunos chinos, sin duda, se vieron influidos por los términos cid 1,,sgrnndestemplos--enl b . ero mue .
a gente que · ,, l · d
v1,ra eJos e
1 1J , os osques, martsmas y malezas- veneraba
debate sobre las características de la «religión verdadera» establecido ' ,.,. a es que te~ran una relación muy distante con los grandes dioses
por los misioneros cristianos y difundido a través de las escuelas m isio D11'.·adnte ~l siglo XIX, sin embargo, el hinduismo, como el confuci~-
neras de la costa de China y de las comunidades chinas en el extranjt· 111 1110, ,1 opto una forma mucho más definida En .,
d lwd10 de que lo d • . d · parte, esto se deb10
ro. Sentían la necesidad de una religión con autoridad moral y nom111~
éticas fuertes con las que rebatir y rechazar las doctrinas ajenas ele loM f;
s a mm1stra ores y 1 · . d
,, i111inos y dictaran sentencias acordes a qJ~:gellaooss co o1uba es usaran
1, 1 , A 1 Hi d , p
l •l

cristianos. Para Kang Youwei, Confucio se convittió en «el rey sin coro ·' ~. ':f oh
1 t 111 ,11111 a m u empezo a agruparse para defender
pensa an que era
- . dn, u. or 0_tra parte, se debió también a que la gente de 1a
1
na», una descripción típica de los cristianos para Jesús36• Otros, c:011111
I• i, •s ;rgresivos que atacaban su religión por ser falsa ~e ant_eDos extran-
el primer gran líder nacionalista chino, Sun Yat-sen, pensaban q111
••ll ll'lVlll Í, un vigoroso reformador que fundó la A:~ci~cam1·0'n1 Aa~an(Aanda
China necesitaba una religión digna de su antigua cultura para est111 ,Ir , l ·
nuevo a la misma altura que otras naciones. Hacia la década ele 18')0, 111
.., 1¡) (
, , , . ue mas eJos Y arguyó que el hinduismo era 1 . ria rya ..
,,11 i11 11111 igua de toda la h umanidad y que había sido u a ve{d~~era reli-
costa china y el Nanyang (sudeste de Asia) contaban con centenan·, dt ,,' 1 i sin clcrol' En su f, , e di' na re 1g1on mono-
asociaciones para la propagación de algo llamado «confuciani:-11111 ¡ 1 . . orma mas penecta, Jo, se localizaba en la tierra
Esto significa que lo que había sido un conjunto de preceptos ¡,111 ,1 111 i¡ 1,11 111( .: la Indta. Esta idea, que atraía a todas las ramas del hi.nd .
"''' l.1111 >ten cm, por supuesto del agrado de lo . ali u1s-
vida virtuosa y la sociedad organizada se había convertido en l,11t•1,1111 11 l 1 . ¡· ' s nac1on stas emergentes
religiosa del pueblo chino. 1' r¡.¡inHo~ 111< ios1 con creencias más trnc.licionales que las el D . , .
' '111¡u·z11ro11 a dcstarnr ciertos preceptos morales del e1H>~m/!~1:t;
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

de mitología y saber sánscritos, para escribir textos canónicos que fun- I.A EXPANSIÓN DE LAS RELIGIONES «IMPERIALES» EN LAS FRONTERAS
cionaran como credos y catecismos. INTERIORES Y EXTERIORES
Para muchos hindúes, partes del discurso divino de Krishna al rey
Arjuna en la antigua epopeya Mahabharata se convirtieron en un credo, l ,a creación en las religiones mundiales de centros de autoridad más fo--
y el mítico dios guerrero Rama se erigió en un ejemplo moral par~ los mes Y de doctrinas y ritos más fáciles de entender potenciaron su
1
hombres, comparable a Jesús. Los conceptos de «pecado», «bien», ·xpansión Y su penetración más profunda en las sociedades donde
«salvación», del decoro sexual imbuido de religiosidad y de la filantro- hasta ento?ces la re}i~ión era. ~ólo superficial. En el mundo europeo y
1
pía fueron enfatizados por los rituales hindú~s y .bud~stas'. en los qu_e 1mteamer1cano, la ehte asumio el papel del clero al tratar de extender
anteriormente habían tenido menor relevancia o 1mphcac1ones espm- ':' religión formal por las nuevas naciones-estado. Su primer objetivo
tuales diferentes. A cierto nivel, este intento de crear una «iglesia l 1_icron los grupos heterodoxos y minoritarios de sus propias naciones.
hindú» reflejaba la influencia del cr~stianismo com~ r~jigión d~l coloni- 1In la Alei:nam~ pietista del siglo XIX, por ejemplo, las misiones ubica-
zador británico. Los hindúes necesitaban una tradicion accesible Y un 1 l:',s e? ~iversidades como Halle se centraron en convertir a la pobla-
sentido de valor histórico frente a la humillación de un gobierno extran- 1·ton ¡ud1a alemana. Mientras tanto, los protestantes británicos se cen-
jero. Al mismo tiempo, reflejaba la necesidad de legitim~~ los c?di~~s 1nu:on ~n la igualmente difícil y finalmente contraproducente tarea de
sociales nuevos en una época en la que la ley y la valorac10n del mdiv1• nrnvertlr a los católicos, no sólo en las grandes ciudades industriales
duo estaban cambiando en todo el mundo. La búsqueda de religiones 1t,1glcsas Yen el norte de Escocía, sino también en la mismísima Irlanda. 1

homogéneas para representar la esencia nacional o r~cial no fue s.ólo un l •,1 1 s.egundo lugar, los cristianos evangélicos del norte de Europa y de
síntoma del mundo colonizado. En Rusia, los eslavófilos, contrarios a la l11s c~udades de la costa este de Norteamérica enviaron misioneros a los
1

occidentalización intentaron refinar la idea del cristianismo ortodoxo 1,nrnos pobres de las nuevas ciudades industriales y al campo profundo
1
eslavo. En Etiopí~, los obispos coptos empezaron a reunir Y a organizar pul'a que los pobres escucharan la palabra de Dios. Sin duda esta ini-
sus antiguos textos religiosos. . . ' i111 iva se debía en f:~rte a la sensación de vulnerabilidad soci;l y políti- 1
Las iglesias cristianas también siguieron esta tendenci.a a la unífor
midad doctrinal en muchos casos, aunque tanto la autoridad como 111
1 11 finte grupos politizados y organizaciones criminales basados en la
111 ,breza Yla desesperación. Las misiones exteriores en Asia y África les
¡
doctrina ya habían estado más claramente defin_idas en est~ ~r~dición. l•:1 l11d>ían ale1tado de la existencia de «moradas de Satanás» en su propia
anglicanismo era una alianza indefinida de obispados bntanicos, coln 1
11H11. En la protestante Europa del norte, la «colonización» de la clase 1

niales y norteamericanos. Sus doctrinas se reb~~an des?e dentro, 01111 11 111\:ra urbana por la Iglesia sería limitada. Sin embargo, las iglesias con-
1
ejemplo de su origen tan político como. es~mtual. S~n embargo, 111 l11111cron est~~lecerse en todas las zonas urbanas como una presencia
influencia periódica de los congresos eclesiásticos y un sistema ?,e cns1· 1 11111>lc._Tamb1en ?esempeñaron un papel importante en la expansión de
ñanza común para el clero aseguraron una sorprendente cohes1on.do1 l 11•11scna~za masiva. En Gran Bretaña, un censo religioso de 1851 asus-
trinal. Ediciones cuidadosamente editadas de la Biblia y del devocJ01111 111 11 los fieles al mostrar que gran parte de la clase obrera había aban- !
río colaboraron a ese mismo fin. En la Iglesia católica, el auge el,· 111 d,11111do la práctica religiosa39• Se construyeron más iglesias y se hizo un
autoridad papal y la centralización eclesiástica tuvieron mucho qrn: V< 1 ¡¡t1111 esfuerzo para recuperar a esta población. Los pietistas luteranos 1

con la ortodoxia doctrinal. El papa Pío IX promulgó el Syllabus de I H<11, 1d 11p!aron un P:ograma similar en la Alemania contemporánea.
que corregía ciertos errores doctrinales. A lo largo del siglo XI~, la (·11N1 h1.c algo mas q_u : un mero i?tento de control social. Los evangéli- 1

ñanza de lo que se llamó «neoescolasticismo» preservó la umdad I lc 11 1


' 111 11·1ll ~1b~n de defmirse como cmdadanos cristianos, para «redimirse»

trinalJ 8 • Hasta principios del siglo XX, la Iglesia no tuvo que enfrent111M1 11 ,1, lt1 l11¡t11:1a_y.~l pecado, según la idea contemporánea. El tercer objeti-
los movimientos teológicos modernistas, que querían dar más i111 pe 11 ' 11 cll' la rclig1on en expansión fueron las élites y la «clase media» de 11

tanda a la interpretación bíblica y a la tradición eclesiástica. Inchrnn 111 1 11 111 1rn Y Nor~eamérica, 9ue habían ido abandonando la práctica relí-
iglesias ortodoxas de Grecia y de las tierras eslavas em1:eza~·on a ~·t'~Ilt 111
der a las presiones de los intelectuales liberales y de las iglesias cnHI 111111
extranjeras estableciendo una liturgia y doctrina más clarns.
,,r, 11111o 8C habtan ~onvertido a otra fe. Con la refundación de las gran-
, 1, ~ e1rdt•ncs cr1tólicas, como la Sociedad de Jesús, y la fundación de
,11 tl1'i1L•s 11\l('v,,s, corno JA or<lcn mariana, 1a Iglesia católica se embarcó
il
111
,¡()() ,101
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERTAUSMO LOS IMPEIUOS RELIGIOSOS

en un programa de regeneración interna. Se tomaron resolutivas medi- l,n mayoría de los negros abandonaron las iglesias de los blancos en las
das para intentar que la gente del campo purificara sus cultos poco que habían sido feligreses de segunda categoría y habían sido constan-
ortodoxos a los santos locales. En zonas de dominio político protestan- 1t·mente aleccionados sobre la «legitimidad» de la esclavitud.
te, como Irlanda y la Alemania unificada, los movimientos de reforma Estos patrones de consolidación interna se vieron acompañados de
eran contraataques a la predicación agresiva de los «herejes». En Espa- 11na gran actividad misionera en ultramar, entre pueblos no cristianos,
ña, Italia y Latinoamérica, la Iglesia católica había sufrido durante la 111•gún el poder europeo se iba extendiendo por todo el globo. Los ejem-
época revolucionaria. Los ataques de los liberales y socialistas durante plos más claros de la expansión masiva de las relioiones mundiales en el
0
el siglo XIX obligaron a la Iglesia católica a tomar la ofensiva y «recato- •1igl.o XIX estaban en África, aunque irónicamente y para disgusto de los
lizar» a las clases aristócrata y media de España, y a intentar reconquis- 111ncionarios cristianos y misioneros, allí, por lo general, venció el
43
tar a los pobres40. 1Nlam • La extensión del culto y la fe formal islámica al África subsaha-
Un importante grnpo dependiente del mundo euro-norteamericano 1i1111a, sobre todo a lo que hoy en día es Nigeria, ocurrió a finales del
que recibió mucha atención de las comunidades religiosas fueron los Niglo }..'VIII y principios del XIX44 • Las órdenes místicas sufíes fueron cla-
esclavos. En el siglo XVIII, los amos de las plantaciones del Caribe y las ws, como ya lo habían sido en los siglos XIII y XIV en el centro y el sur
Américas se habían mostrado muy recelosos ante los intentos de con- 1
11• Asia. Fueron cruciales en el norte y el centro de África la rama qadi-
versión de sus esclavos. En el siglo siguiente, esta actitud dejó de ser res- 1iyya y la purista sanussiya. La idea de que los conocimientos secretos
petable, y vigorosos cultos cristianos de resignación y protesta se exten- il,·1 islam se heredaban dentro de las familias de maestro a discípulo
dieron por las plantaciones. El mayor cambio tuvo lugar en Estados 1
1 d~ que r~sidían e~ernamente en las tumbas carismáticas de los grandes
Unidos. Antes de la guerra civil, la población afroamericana, tanto ~11h1os atraJo a los líderes de los grandes linajes norteafricanos. Los nue-
esclava como libre, había tenido cierto estatus afiliado a las iglesias vn H dinastas desarrollaron mecenazgos con hombres sabios que habían
blancas de los estados del sur y del oeste. En el campo, una Iglesia negra 11•zndo en los lugares sagrados de Arabia y eran miembros de una orden
clandestina en su propio «exilio babilónico» había promovido un sen- •Hlf'í. En ocasiones, se establecían vínculos matrimoniales entre familias
tido de la comunidad y un afán de cambio41 • Muchas iglesias blancas de d,· militares y de sabios. La autoridad del rey guerrero y la del sabio sufí
los estados del sur seguían aferradas a la idea de que la Biblia justifica• N•· reforzaron mutuamente en los sistemas estatales emergentes en el
bala esclavitud, aunque, al mismo tiempo, la religión ofrecía argumen 11n1:1c de África. Los reyes extendieron las normas islámicas por su terri-
tos poderosos a los abolicionistas en el preludio de la guerra civil. 1, 11•10, y nuevos súbditos del reino se iniciaron en las órdenes sufíes. Los
Como consecuencia de la derrota del Sur y la emancipación de los 111,•1·caderes también se. beneficiaban de la creación de nuevas comuni-
esclavos, la religión organizada arraigó masivamente entre los afroanw 1l11t les de confianza y de la nueva seguridad política. La consolidación
ricanos. En las ciudades, los negros asumieron el control de sus propi11~ 1, l111nica se extendió al sur de Sudán y por las rutas comerciales arábi-
iglesias. En el campo, la Iglesia de los esclavos salió de la clandestinidnd 11,111 del centro y el este de África. La comunidad islámica era útil para
y creó sus propios predicadores y disciplinas eclesiásticas. La Iglesia f111· 111~ llllevas r~des de confiabilidad comercial y para los nuevos propieta-
«la primera institución social totalmente controlada por negros 1•11 111 IK de las cmdades. El islam también ofrecía los beneficios de la seguri-
América»42 • Estas nuevas iglesias negras, con los baptistas al frente, fu(' , l.1t I moral y espiritual en un mundo de brotes esporádicos de violencia
ron especialmente importantes a la hora de impulsar las institucio11,·~ 1· 1111tll'rato físico.
educativas y el alfabetismo entre negros adultos del sur en 1860, en 1111 l ,n fulani yihad, o «guerra de conversión», de 1800-1820, que con-
90% analfabetos. Los ex esclavos deseaban leer la palabra de Dios pot 1l111n II la fundación del califato de Sokoto, o Estado islámico, en lo que
sí mismos. Las iglesias descentralizadas y controladas por la comunid111I il11 1111 t's el norte de Nigeria, fue el más dramático de los movimientos
siempre habían sido claves en la expansión americana hacia el m·~11 ,1, ,•x pansión y consolidación musulmanas45 . En esta región siempre
Como en otras partes del mundo, el final del siglo XIX fue testigo (h· 111 l11d 1f,1 1·xü;tido un delicado equilibrio entre los agricultores y los habi-
consolidación y profundización social de la religión organizada. 1•:11 , 1 111111,•M de las ciudades de la etnia hausa y los pastores fulani, cuya rique-
caso del sur, sin embargo, acabó por instit1.1ci.o nali2ar la división r111 ii1I 1 11111vt•11ír1 de las reses q11c vendían a los agricultores. Los fol.ani eran

1102 ,,() 1
EL ESTADO Y LA SOOEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO

guerreros además de pastores, y ofrecían su «protección» a los pueblos


asentados, llegando, a veces, a ser sus jefes regionales. Hacia 1800, los in-
quietos líderes fulani recibieron el mensaje del islam de boca de Dan
Podio, un maestro que había peregrinado a La Meca. La extensión del
mensaje islámico e ra parte de un movimiento de resm~imiento mucho
más amplio que barrió Oriente Medio y el norte de Africa durante el
siglo XVIII y comienzos del XIX. Este movimiento atrajo a jóvenes de
diferentes partes de África a Rabat, El Cairo y La Meca, y luego los
enviaba de vuelta a sus p ueblos de origen a predicar el islam ortodoxo.
Sin embargo, el establecimiento del califato fue posible gracias a un
cambio sociopolítico generalizado. A partir de 1800, los ambiciosos
líderes fulani empezaron a sustituir a los potentados hausa y a instalar-
se en los pueblos como aristocracia local. Los linajes fulani crearon un
Estado centralizado bastante fuerte. Éste se convirtió en el guardián de
las normas islámicas, y estableció funcion arios judiciales musulmanes,
que regularon las costumbres y las herencias. Los gobernantes de Soko-
to crearon uno de los únicos estados subsaharianos gobernado por leyes
escritas en vez de por la voluntad del soberano 46•
La expansión cristiana fue casi igual de espectacular en el África
decimonónica. La actividad misionera y la conversión de los reyes afri -
canos y de sus nobles tuvieron una historia muy prolongada. Los cris-
tianos coptos habían ayudado a convertir a los etíopes a comienzos del
p rimer milenio. A mediados del siglo XVI, los misioneros portugueses
pudieron convertir al cristianismo a algunas cortes reales de la costa .
oeste de África, donde tenían ventajas comerciales y se establecieron,
por ende, vínculos culturales. El declive de estas cortes a principios dd
siglo siguiente significó el retorno a las religiones africanas, pero el cris
tianismo mantuvo una tenue presencia en las fábricas y los puertos
esclavistas. Los esfuerzos misioneros cristianos en África, como en d
resto del mundo, se reavivaron en 180047 . G ran parte de la actividad
misionera tenía su base en la colonia de esclavos liberados norteamcri
canos en Liberia, y de libertos británicos en Sierra Leona. En la costa o
-o
oeste, los monjes capuchinos descalzos católicos iban a la vanguardii1. 3
Mientras tanto, en Sudáfrica, los agricultores bóers que vivían 1·11 8
El Cabo desde la década de 1640 ya habían establecido el cristianismo m
Algunos de sus esclavos liberados de los reinos malayos y África fucrn11
de los primeros grupos de conversos cristianos. Cuando los btiLúnirn~
ocuparon permanentemente El Cabo en 1806, se aceleró el ritmo d,
conversión entre los africanos. Las asociaciones holandesas y brirn1111·11~
de misioneros empezaron a competir parn convertir a los pueblos lornl,·~.
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

Como ocurría en los márgenes de otras religiones imperiales, se forma-


ban religiones mixtas y sincréticas. Surgieron predicadores que invocaban
ni Dios cristiano, pero veneraban a los espíritus ancestrales y conjura-
ban fuerzas ocultas. Las fronteras entre el cristianismo y lo que los
misioneros denominaban «paganismo» eran muy permeables.
A partir de 1860, sin embargo, el ritmo de expansión d el cristianis-
1110 se aceleró espectacularmente y el tipo de conversión pareció haber
48
1 .,mbiado • En parte, esto se debió a acontecimientos ocurridos en
l•:11ropa y en las Américas. Venía impulsado por el auge del nacionalis-
1110 y la extensión científica y de la economía industrial. La mejora de
los medicamentos contra las enfermedades tropicales permitía a los
, 11ropeos y norteamericanos pasar más tiempo en África. Cuando las
, ,impañías mineras, de aceite de palma y de café empezaron a explotar
,\ 1rica seriamente, los misioneros les siguieron. A veces, irritaban a los
1
1111placables empresarios, pero algunos vieron la ventaja de tener una
9.4 Un mauJvi pcedicando al finalizar de la fiesta del Ramadán, Argelia, 1905. 11111110 de obra dócil y cristiana. Con la mejora en las comunicaciones y
111~ 1rnnsportes, una oleada de evangelistas entusiastas y abnegados
Fotografía de C. J. P. Cave.
111v11dió Africa y las grandes potencias empezaron a ocupar el continen-
1, Se calcula que en 1900 había unos 100.000 misioneros europeos en
\1 1lea. Los jefes tribales tuvieron un papel importante en estos cam-
los khoisán, los xhosa y, finalmente, los zulúes; o, mejor dicho, estos h111~, ya que, simbólicamente, absorbían el poder de los misioneros. El
pueblos empezaron a ver los beneficios y el valor de asociarse a u_na o a I• 1,' 1 ll' los barotsue, Lewanika, por ejemplo, patrocinaba a varios misio-
varias misiones. Los cristianos africanos y las personas de raza mixta se "' 1,1~ para demostrar su poder y su benevolencia regíos49 • Básicamente,
convittieron en los misioneros de otros pueblos africanos. . ,11d1~11bn a estos hombres como herramientas del poder y contrnlaba
En la primera mitad del siglo XIX, fuera de la costa oeste de África 11111\ d1· cerca su efecto en el pueblo. Sin embargo, a medida que las
y El Cabo, donde el cristianismo ya se estaba estableciendo alrededor , 111 •l11s misioneras producían cada vez más jóvenes educados en un
de las misiones y de los conversos nativos, la conversión siguió su ritmo 1,11, 111111 Ntropeo, el proceso se autorreforzó. La educación cristiana pro-
ambiguo y variable. La «conversión», o por lo menos la aquiescencia d,· 11 ,illnbetismo, y esto, a su vez, otorgaba poder y cierto nivel econó-
los líderes guerreros y de los viejos de la tribu solía ser el p rimer paso. 111, 11 El <.: l'istianismo se convirtió en un vehículo de movilidad social y
Estos hombres se convertían en misioneros para reforzar su acceso al 11 •ve •1H·s excluidos del liderazgo tribal se convittieron en nuevos centros
poder divino y para legitimarse. A veces, un grupo o un clan se «co11 1 11111 l,·r en sus comunidades. Para los misioneros fue difícil controlar
vertían» al cristianismo para desafiar políticamente a otros grupos. 1-.n " 111nl'('SO. Incluso antes de la Primera Guerra Mundial, empezaron
otras partes, en los márgenes de los nuevos aún jóvenes pueblos cu111 1111 IHl' I' iglesias africanas independientes con sus propios predicado-
peos, la conversión a veces acompañaba el asentamiento de grupo~ _1111 ! 11 ,·stn etapa comenzó a cambiar el modelo de las conversiones.
teriormente nómadas o «cazadores» y el desarrollo del mercado. b,hl 1,1,•11111:-1 de enseñanza cristiana establecidos eliminaron en gran
se parecía un poco a las conversiones al islam. Este _tipo de cam!1~0 d 11.11 los viejos cultos y la posibilidad de sincretismos. Los nuevos
111 ·1 1ducados vigilaban su nueva religión y trat aban de dejar atrás
religión era bastante incompleto desde el punto de vista de los mrn1011
ros y, de hecho, apenas podía llamarse «conversión» en el sentido h1l,II 11 11 111p1'<' los «errores» de sus antepasados.
e 11 111~ p1111cs cid mundo fueron testigo de cambios paree.idos. En el
co. Los pueblos indígenas podían aceptar al Dios cris1 iano como la l h·11 l II I
ti,, 11 lnH 1111,nr il·s, polinesios y nwlnncsios atravesaron un ciclo similar
suprema, pero seguían con sus cultos mágicos y sus brujos n1rn11dc 1c1

•ltl/
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO LOS IMPEIUOS RELIGIOSOS

de asentamiento, percepción de 1a utilidad y poder de la alfabetización seguir _la ciudadan!a prometida durante la guerra civil. Algunas inter-
y conversión formal al cristianismo. Originalmente, como en África, la p rctac1ones ele la igualdad ele los hombres ante Dios dieron nuevos
nueva religión confirmaba en vez de desestabilizar el orden social. Los 11rgumentos a los intelectuales nativos que escribían en contra de la
jefes de Tonga y Fiji, por ejemplo, reafirmaban su estatus político y sus s~•gregació~ Y el excl~si:7í:mo racial tan típicos de finales del siglo xrx.
vínculos con los británicos dominantes invitando a los misioneros cris- 1 ,sea reacc10n no se limito al mundo colonizado. Los radicales de todo
tianos a establecerse y animando a la conversión50. Sin embargo, el c•I mund~ ~t~zaron ten_i~s cristianos y la expansión de las religiones glo-
ritmo de conversión en el Pacífico y Nueva Zelanda sugiere que había
liu les f~c1Uto la c~mu111on de causas entre los nuevos líderes políticos,
muchos factores aparte del político que atraían a la gente al cristianis-
los agricultores piadosos y los activistas de la clase obrera. Incluso el
mo: una fascinación por las cosas nuevas -incluidos bienes comercia-
rnmunismo heredó y utilizó temas derivados de la ética cristiana. El
les como el tabaco--, las ganas de viajar, el deseo de leer y un genuino
IJ,l'Hn himno comunista, «La Internacional», compuesto por un francés
interés espiritual. El jefe maorí Temorenga escribió al reverendo
il11rante la Comuna de París, habla de la salvación, sólo que en este
William Yate de la Asociación Misionera Eclesiástica:
1,111ndo, y del salvador, que en vez de ser Cristo es el obrero.
No olvide que fue Temorenga quien se sentó en la veranda a la puerta de su Este avan~e ,ta~ rápi_do de la evangelización cristiana no tuvo lugar
1•11 el mundo 1slam1co 111 en las sociedades asiáticas, a pesar del incre-
casa y le explicó las costumbres de los nativos. No olvide quién soy y lo que le
h e dicho. Envíe uno, dos, tres misioneros, o quizás alguno más, a las tribus del 1111•nto del poder europeo en estas zonas a p artir de 1800. Ni las misio-
sur, para que no haya más guerras entre nosotros... Y que .los hom bres que lll'S católicas ni las protestantes progresaron mucho en las sociedades
transportan sus aves en el barco de guerra me traigan un saco de tabaco, por- 1liina, india y japonesa, sí pensamos en términos de «conversión». Esto
que mi pipa está vacía. Vaya con Dios, señor Yate. Esto dice Temorenga senta- 1
" ' debió a que las jerarquías de las religiones de estos países eran pode-
do en su residencia en Manawenua51 •
, 11s11s Y estaban alfabetizadas, por lo que pronto pudieron contraatacar
Según se expandía la frontera de la ocupación europea, algo pare-
V <<cscri?ír~> en contra ?~ cristianismo, utilizando medios impresos y
lnH 1~0~1~1entos proseht1stas. Pero también se debió al hecho de que
cido fue ocurriendo en Norte y Sudamérica. En Estados Unidos, el cris- 1
1 c nst1a111smo no otorgaba estatus social. En el mundo oriental hada
tianismo triunfó sobre los cultos tribales restantes cuando los indígenas
fueron encerrados en reservas a partir de 1850. En Centro y Sudaméri- 11111rho tiempo que se consideraba a los cristianos como esclavos sier-
1 IIH derrotados, comerciantes desdeñables o tripulaciones de me~tizos
ca, la invasión de los bosques y los pastizales indígenas por agricultores
y madereros extendió la frontera cristiana a las recién asentadas comu- l11111ica?ores ~ alcoh_óli~os. La conversión no ofrecía ninguna ventaja
1 1
nidades amerind ias, sobre todo en Centroamérica y a lo largo de los sis l11cac1011al 111 econom1ca que no se pudiera obtener con una educa-
temas fluviales de Brasil. ' 11 111 sin conversión, muchas veces en instituciones cristianas que
En todos estos casos, el poder colonial se benefició a medio plaz11 il,dinn su beneplácito a esta actitud, o que albergaban esperanzas des-
1111•s11rudas.
de la expansión del cristianismo. Proveyó a los colonizadores con ínter
mediarios que compartían algunos de sus prejuicios y una mano de obrn ()11izás el punto más importante a tener en cuenta, sin embargo es
1
accesible y disciplinada. A largo plazo, sin embargo, las poblacio1H'N 11 h ' lns religiones asiáticas adoptaron muy rápido los métodos de ev~n-
cristianizadas, o las que padecían la presión de los misioneros extranjl' ,,, l11,11ci6n y p redicación de los misioneros cristianos. En cierta manera 1
1 1 1
ros, empezaron a utilizar algunos preceptos cristianos contra los coloni 111vi1tieron por primera vez en religiones proselitistas. Hacia 1900
zadores. El concepto judeo-cristiano del «pueblo elegido» lo aprow l,1 111 todoxia hindú había empezado a establecer instituciones de purifi~
cha ron las primeras generaciones de activistas pro derechos nativos <11'1 • .i, 11111 (.rhuddhi sabha1), que trataban de «reconvertir>> al hinduismo a
Pacífico durante las décadas de 1880 y 1890 para argumentar que 111 l 1 1·1tNlas inferiores y a los grupos tribales que se habían convertido al
expropiación de tierras maoríes y fiyianas por parte de los británkos v, 1 l.111 1 o ni cristianismo recientemente. Por supuesto, la idea de la con-
después, de los indios, tenía que parar. Las iglesias afroamericanas 1111 1
1 1~11111 :" hinduismo o, de hecho, la de un hinduismo unificado, eran

!izaron la misma idea en el sur de Estados Unidos e n su lucha por co11 11111v 1'1•cJl•Jl~t·s. A su vez, existía un proceso de consolid::1ció11 ritual en el
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

que los sacerdotes, los ascetas y los lectores de los textos sagrados hin- 1 lt·I primer milenio cristiano. La peregrinación armada, la cruzada o la
dúes se movían entre la gente de casta inferior y entre la tribal, atrayéndo- yihHd «menor» también surgieron a comienzos de la era cristiana. Pero
los paulatinamente a un culto y un ritual más ortodoxos. En el caso l11tsta 1900 las peregrinaciones eran peligrosas y caras. Los devotos y los
del Arya Samaj, la asociación aria, una forma deliberadamente moder- 111icmbros de órdenes religiosas, separados ya de sus familias y de los ci-
na del hinduismo, extendió su actividad «evangélica» a la denW1cia de 1los agrarios, emprendían peregrinaciones. También los ricos, que podían
las demás religiones mundiales y al envío de misioneros a las comunida- 1w1mitirse dejar sus tierras y negocios en manos de otros. La gente
des indias de ultramar asentadas en lugares como Fiji, Isla Mauricio y el , nmún también visitaba los lugares sagrados en masa, p ero normalmen-
Caribe. Los predicadores de la asociación imitaron el estilo agresivo de 11• sólo en períodos especial es de fervor o bajo la .influencia de líderes
los misioneros cristianos en sus discursos y sus publicaciones, y ridicu- , 111·ismáticos.
lizaron la lógica absurda y las inconsistencias de la doctrina cristiana. A principios del siglo XIX, sin embargo, una combinación de cam-
Hacia finales del siglo XIX, los estudiantes de Ja costa de China y del 1110s en las comunicaciones, la organización de las ceremonias y la ideo-
sudeste asiático siguieron sus pasos y empezaron a fundar organizacio- h1gfa hizo más viable la p eregrinación a distancia medias y largas para los
nes como las ya mencionadas Asociación de Jóvenes Budistas, a imita- l11tl ,itantes de las ciudades e, incluso, p ara los agricultores acomoda-
ción directa de su equivalente cristiano (el YMCA), que jugaron un papel dos. Los cambios en las comunicaciones ayudaton, sobre todo, a impo-
importante en los orígenes del nacionalismo chino. Los periódicos y lqs 111 •rsc a los estados e imperios. Pero también las grandes comunidades
panfletos fueron importantes para confirmar la integridad de los fieles , ,.ligiosas se beneficiaron de estos cambios, que facilitaron la disemina-
en todos estos movimientos evangelistas. ' 11 111 de las versiones normalizadas y autorizadas de las creencias y las
Estos imperios de religión en reforma y consolidación tenían mu- 111 11cricas religiosas entre la gente de a pie. Los maestros y los textos
cho en común con los estados nacionales en los que tanto se centran las
tl 1,111 y venían por las rutas de peregrinación. Y la experimentación de
historiografías del periodo. También buscaban Wla autoridad más uni-
1111 c11lto común animó a la gente a estandarizar y compatibilizar sus creen-
ficada y centralizada. Engendraron burocracias más numerosas que las 111m y sus ceremonias.
anteriores. Trataron de eliminar cultos sincréticos basados en religiones
l •:stos cambios fueron muy patentes en el islam. La peregrinación a
diferentes, igual que el Estado recelaba de ciudadanos con lealtades 11
l ,1 1 Meca y Medina, los lugares de la revelación al Profeta, y Jerusalén,
varias zonas políticas. Como las naciones-estado, también se beneficia• 11 l11gar de su muerte, siempre había sido un deber para los musulma-
ron del enorme paso adelante en tecnología y comunicaciones, y d,,1
control del ser humano de su propio entorno. Pasaremos ahora a anali 11,•~. l•:n los tiempos de los grandes imperios islámicos, miles de perso-
zar con mayor detalle tres características típicas del periodo: la expao 1111~ habían pasado por puertos como Surat en la India, Bandar-e' Abbas
sión de los viajes religiosos y las peregrinaciones; el uso de la imprent11
y los medios, y el incremento de la construcción religiosa en todo t•I
mundo. En todos estos campos, los procesos de uniformidad actuabm,
a escala mundial.
111 1ní n, Banda Aceh en Sumatra o el sur de Filipinas, camino de los lu-
¡¡,111·s sagrados. Los sultanes mogoles, otomanos, safawíes y javaneses
, 1111siclcraban el auxilio a los peregrinos como una de las principales
11l1l,w1ciones del Estado. Pero, por lo general, los peregrinos eran mer-
¡
1
1
' ,11l1•1·cs ricos, nobles o maestros religiosos. Hacia finales del siglo XVIII,
l 1111 ·1\·grinación, siempre arriesgada por mar, se tornó aún más peligro-
,, l ,11nmcnaza «pirata» y los ataques de barcos europeos se incremen-
PEREGRINACIÓN Y GLOBALIZACIÓN 1111111. 1.a revuelta de las tribus wahhabí del centro de Arabia en 1730
11111 11•111npió el tráfico de peregrinos. Los wahhabíes tomaron y saquea-
El ser humano siempre ha sido un nómada religioso. En todas las grn11 1,111 l ,11 Meca, destruyendo las tumbas sagradas por considerarlas idóla-
des religiones han existido viajeros en busca de la experiencia 1"cligirnm 1, ,~ 1,, > mismo p asó con los altares de la rama chiíta del islam en Meso-
Las peregrinaciones a Jerusalén, La Meca, al Benarés del dios Sivo o 11 111111111 ii11. l•:n 18 11, si.n embargo, el gobierno egipcio invadió Arabia y
lugares asociados a la vida de Buda ya estaban establecidos a cotnk111111H 1, 111lilt•t•i(Í el poder otomuno52 •

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MAPA 9.2 Principales centros religiosos cid siglo XtX


EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPElUALISMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

Hacia 1815, el poder reavivado de los otomanos y Mehmet Ali habían una característica del islam en muchas sociedades de la época. Las ideas
sofocado brutalmente la revuelta wahhabí, y los imperios europeos y p rácticas típicas de La Meca y Medina, como las homilías sobre la vida
habían acabado sistemáticamente con los reyes de los puertos libres Y del Profeta, viajaron a África, India, Indonesia y el suroeste de China.
los corsarios. La peregrinación por t ierra también se benefició de la Los famosos maestros decimonónicos del islam cobraron fama en un
pacificación de Palestina y Siria, una vez supera?as la invasión napo- :írea más e xtensa del mundo islámico. Una visión más unificada del
leónica y la posterior guerra civil. Los otomanos anunaron a sus goberna- islam fue, p~es, tanto motivo como consecuencia de las peregrinacio-
dores provinciales y magnates locales de Jerusalén, Damasco, Jiddah y 11cs. Con el tiempo, la nueva conciencia de la comunidad islámica mun-
otras partes a organizar las caravanas del «Hajj>> o peregrinación. ~sto <~ial_se convirtió en la base de los Llamados movimientos políticos panis-
aseguró el tráfico peregrino otra vez. También los nuevos ferroc~ml~s, l111111cos de la segunda mitad del siglo XIX54.
los barcos a vapor y los telégrafos eléctricos facilitaron las peregrmac10- Otro aspecto del auge de la peregrinación en el siglo XIX fue que
nes. Hacia las décadas de 1840 y 1850, los barcos a vapor brit ánicos y l1ic rementó la importancia de ciertos centros de peregrinación. Por
holandeses navegaban entre las Indias Orientales, India y Ceilán, Y l~s 1·jcmplo, en el hinduismo, las ciudades de Benarés, Bod Gaya y Allaha-
puertos de la tierra santa islámica se llenaban de numeroso, pere_gr1- hn?,. en el norte de la India, eme rgieron como los principales centros
nos que iban a La Meca o a Medina. Los franceses con base en Oran Y 11 v1s1tar para encontrar la salvación, mientras que antes otros centros re-
Argel traían a peregrinos desde sus nuevas conq~stas en el norte ~ ,e.l HÍon~les habían_ tenido la misma importancia. H asta cierto punto esto
oeste de África hasta Egipto para que fueran a laJ1ddah. La reducc10n 11•/lc¡aba las me¡oras en las comunicaciones, pero también había un ele-
del coste del transporte y de la duración del viaje permitía, por primera 111cnto de competitividad. Los musulmanes a veces llamaban a Benarés
vez, que la clase media hiciera el Hajj. Se desarrolló una nueva form~ de ( V11r~nasi) «La Meca de la India>), y los hindúes parece que aceptaron
1 •11a idea. Esto no significa que los centros más pequeños no tuvieran
organizar la peregrinación y de atender a los peregrinos. Las auto_nda-
des otomanas y las dinastías árabes regionales se tomaron en seno ~u 1111portancía. Todo lo contrario, una característica de la expansión de la
papel de ga rantizadores del Hajj durante el sig_lo XIX. Snouck_ Hu!'?ron¡e, 11•ligión regularizada fue que las autoridades religiosas recalíficaron e
el famoso orientalista holandés, hizo un estudio de la peregrmac1on des- 11 11•luso crearon nuevos centros de peregrinación y devoción. Algunos
de Indonesia en la década de 1880. Observó la cuidada organización de in- 1,•lnrmadores musulmanes del siglo XIX eran hostiles a los místicos sufíes
termediarios, predicadores, médicos y mecenazgos, que animó el gra~ \' 11 ~us lugares de culto regionales, pero la mayoría animaba a los piado-
incremento en el número de peregrinos indonesios de finales del si- º ,,1 y a los sabios a iniciarse en las hermandades sufíes para dirigir y dis-
glo xrx5J . .
' 1plina r estos cultos locales55.
Los cambios ideológicos confirmaron y a la vez fueron producidos l •:n el siglo XJX, la peregrinación a Roma por católicos también se
por estos procesos. A pesar de ser un proceso variable, la paulati11t1 1111 l'l.'tn_entó gradas a la mejora de la seguridad interna en Europa y al
extensión del islam en sus versiones más ortodoxas incrementó el atrae • 11•1·11n1e nto del ferrocarril. La Iglesia católica, resurgida tras el «exilio
tivo de las peregrinaciones a La Meca y Medina. Las yíhads del norte dl· l11il 1i lcí1~ico» de la ~ra nap~leónica, utilizó la peregrinación a Roma para
Nigeria durante las décadas de 1820 y 1830, por ejemplo, que estable olil 1111d1r su mensa¡e doctrinal adaptando la promoción turística seglar a
cieron el califato de Sokoto, también animaron a más «nigerianOS)> 11 11~ 111:nr ósítos re!~giosos. Sí~ embargo, ante el auge del secularismo y el
11111il1s1no, tamb1en estableció centros de devoción en puntos estratégi-
cumplir las obligaciones del islam y hacer la peregrinación una vez. l' ll
su vida. A su vez, las miles de personas que veían los lugares de la v1d11 " , AlgulJos de los lugares escogidos habían sido importantes desde la
del Profeta volvían a sus lejanas comunidades bendecidos. La percg1 i 1 1 11111 Mcd ia. Entre ellos se encontraba la gran basílica de San Antonio
nación concedía estatus social. Los peregrinos eran venerados, recibí1111 1, l'1 1d11a. Padua había sido el destino de las vacaciones de la aristo-
el sobrenombre de «haji» y empapelaban sus casas con textos sagnu loM 1"' l.1de Vcnccía,y ero, hacia finales del siglo XIX, empezaron a llegar
y, a veces, mapas de la ruta de su peregrinación. Esto animaba a _orrrn, 11 ol, 111l11H de pc rcgrmos comunes desde Italia y, más adelante, España,
emprender también su peregrinación. La expansión de la p ercgrmn<·11111 l '11 111111111, i>olon ia y Sudamé rica, en busca de la intercesión curativa del
se centró en la persona del P rofeta como ejemplo de una vida p c rf1•11 ,1, 111111,
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL lMPERIALISMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

En la segunda parte del siglo XIX se estab~ecieron m~s centros de ntorgab~ al peregrino una forma especial de individualidad, que podía
peregrinación católicos porque los papas cano1:1zaron a mas p~rsonas, Y l'Ompa~1:1r coi~ o~ros. Se convirtió en una forma de expresarse y pronto
los lugares asociados a algunos de _ello~: conocidos p~r sus milagros, s: nparec1eron d1anos de peregrinación en muchos idiomas.
convirtieron en centros de peregnnac1on. El papa P10 IX, que desato
esta tendencia, había pasado su infancia entre el puebl~ llano Y des~on-
fiaba de los intelectuales. Promovió el culto a Mana, promulgo el
dogma de la Inmaculada Concepción y se sintió afín a los cultos Pº?u- 1,/\ livlPRENTA Y LA PROPAGACIÓN DE LA RELIGIÓN
lares. Sin embargo, la beatificación o canonización de _m aestro~ y mila-
greros populares también tenía un propósito político. La ~gles1a estaba 1,:1 historiador y antropólogo Benedict Anderson popularizó la idea
presionada por el auge de las fuerzas secular~s tras la c~da de Napo- dl' 9~e.el rápido desarroJlo de la imprenta y la proliferación de libros y
león III en Francia y el prolongado enfrentamiento de füsmarck con la ¡a·nodicos ayudaron a _formar nuevas comunidades nacionales imagina-
Iglesia católica de Alemania durante las llamadas Kulturkampf o guerras 1li~<;. Pero lo que er~ cierto para la nación, también lo fue para la reli-
culturales. La promoción de cultos populares era una manera de con- 11l011 en su nuevo formato uniforme. En muchas partes del mundo
traatacar desde abajo la tendencia al secularismo. Algunos centros eran •1ohre todo Oriente Medio, el sur de Asia y África, la imprenta habí~
totalmente nuevos y ninguno más importante que Lourdes en el sur de ,,vanzado poco hasta el siglo XIX. En el este de Asia las antiguas técni-
Francia (véase ilustración 9.1P6• El auge del culto a Bernadette, una 1 ,.1 ~de _impresión e~ _bloque ~~istían desde antaño ; se utilizaban para
joven que tuvo visiones de la Virgen, fue originalme~1,e un fenóme~o dilnndir literatura et1ca y religiosa. Pero la llegada de las nuevas técni-
popular. La gente local creía en las promesas de salv_ac1on que anu3:-cia- ' 11s occidentales creó la posibilidad de producir y distribuir literatura
ba. Después, durante «los conflictos religiosos y clenca~:s de ~r~ncia, ~a 11111 facilidad y mucha rapidez. Incluso en el mundo occidental el si-
peregrinación a Lourdes se convirtió en una demostra~10n polmca cato· ¡¡lo XIX fue testigo de grandes progresos en las técnicas de imp~esión
lica»57, Tras la desvinculación en F rancia de la Iglesia y el Estado en 1 11 I L' permitían la publicación masiva de libros. Los periódicos, un pasa-

1907 el día de la milagrosa aparición de Bernadette fue declarada por 1l,•111po de la élite en el siglo XVIII, incrementaron el número de ejemplares
el pa~a festivo para toda la Iglesia. . .,· ,1,. 111~do qu:, en el si_glo XIX había información sindicada en la prensa,
La Iglesia promocionó otros cultos locales y rutas de per~gr111ac1011 11111 cu-culac1on de millones de copias y controlada por los «barones de
parecidos en otras tierras donde la Iglesia católica tenía enemig~s pode L1 prensa» europeos y norteamericanos.
rosos, por ejemplo, Knock en Irlanda y Marpingen en -~~mama. Pero l,os libros, panfletos y periódicos religiosos formaban una categoría
incluso cuando la política no entraba en juego, la bend1c10n de lo~ ~111 1
1101·111.e dentro de este mundo editorial en expansión. La Biblia claro
tos regionales ayudaba a la Iglesia a controlar y moldear _la rehgJ/~11 ' 111 L'I libro más publicado en Europa y en Ja Norteamérica pro~estan~
popular para establecer una mayor homogeneidad deyr~ct1c~ y ~e f t·. 1, 1 Pero a principios del siglo XIX también hubo un gran incremento en
En Velankanni en el sur de la India, el papa promociono la iglesia dl l11 ¡,11blicación de diarios de misioneros y diarios religiosos. No sería
Nuestra Señor; de las Nieves, un lugar de peregrinación para la con'.11 1
11¡\t'n1do aseverar que hacia 1830 la brecha causada en el mundo
nidad marinera lusohablante local. En Centro y Sudamérica, los rev?Juc_1~' 11111l0Hnjón por la Guerra de la Independencia norteamericana se había
narios y los reaccionarios buscaban la bendición pa~al y la au~or1z~H:1o11 , • 1111do, y que la actividad misionera conjunta tanto dentro como fuera
de las peregrinaciones a lugares con versiones especiales ~encanas d1 1 '1, 11 lllpc rio Británico fue una de las razones del acercamiento. Mientras
culto mariano, a menudo situados en centros de venerac1on precolo111 , ,
1
mdnmos los grandes periódicos de Europa, es in1portante no olvidar
binas.' '111,• !)('l'iódicos religiosos como el Church Times anglicano eran de los
De hecho en muchas tradiciones religiosas importantes, la pcnw 1 111,1 11 1111po rtantes. Aunque la liturgia católica romana seguía oficiándose
nación a cen¡ros de poder espiritual, grandes o pequeños_, se ar~'pt1i 11 l111111 y las posibilidades de publicar masivamente la Vulgata eran
cada vez más como una forma d e veneración en su prop10 dc1'l-rl111 111111111d11:-:, las publicaciones católicas lograron una uniformidad y una
Además, el viaje espiritual, el autosacrificio y el júbilo expe ri ml·11l111 lo ,l1l1111'rn1 clc:sc-onocidas aMcs e.le 1789. El periód ico papal, t'Osse,vatore
EL ESTADO y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL lMPERJALISMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

Romano, ful1dado en 1871 ' logró un estatus especial


b., b
como la voz auto-
f. · , 1 sec que se había traducido del árabe aJ persa, apareció por vez primera en
rizada de la Iglesia. La explosión edi~orial ta~ _1en ene ic~o ~ as . . ~ urdu, la lengua vernácula, traducido por reformadores puristas en la dé-
-
tas pequenas. E n 1885 apareció la primera ed1c1ón, del Christian
l · Sczen
· 1 1.1<la de 1840. Poco después apareció una traducción al malayo. Las
ce ]ournal en Boston. Los dos grandes temas_ de la epoca, a c1enc1a y a 1•nseñanzas morales y éticas de la fe también empezaron a publicarse y
reli .ón, se veían unificados en un contexto impreso. . . ., difundirse a pa1tir de esta fecha . Los primeros periódicos en árabe,

En mayor o menor m edida , los grandes
. . textos espmtuales
. y. las ¡it•rsa, urclu y malayo llenaban sus páginas de sermones, artículos piado-
pubJicaciones propagandísticas de otras relig10nes ~und1ale~L~e ~ans- ~os y relatos basados en las escrituras sagradas.
formaron de forma parecida. Hacia 1870, el Coran se pu tea a e n En el caso cristiano, judío y musulmán, los primeros textos religio-
árabe en El Cairo, Alejandría, D amasco y EstambuPs. Pe; e~e¿ s~~ y ,os impresos y sus reimpresiones ya tenían bastante uniformidad . Algo
el sudeste de Asia la transformación fue aún mayor. En la In ia, o1 an, p,1recido a una versión canónica de los textos y las tradiciones religio-
~11s estaba a disposición de la mayoría de las ramas de la Iglesia cristía-
11,1 y del islam. Como consecuencia de las mejoras en los sistemas de
, omunicación durante el siglo XJX, hubo una mayor uniformidad y
111·netración popular de las versiones de los textos religiosos. Esto se
,1,·hió no sólo a los movimientos de conversión internos y en el extran-
11 10, sino también a los conflictos doctrinales entre católicos y protes-
1 111ll'S, chiítas y sunitas, abmadiyya y bahaí..., que definieron mejor la
, 1111 1rina. En el caso del hinduismo, el budismo y las demás religiones
,1, la India (el síjismo, el jaínismo y el zoroastrismo, por ejemplo), el
¡,111ceso fue aún más radical, por lo menos en lo que concernía al con-
,, 111do «doctrinal». De alguna manera, podríamos decir que las doctri-
,,.... hindú y budista se crearon en el siglo XlX a consecuencia de la revo-
1111 1011 de la imprenta. Antes, había existido una enorme, compleja y
, ,1111 rudictoria colección de tradiciones. La imprenta permitió exponer
, l l11n<luismo en formato escrito en una sola estantería. También permi-
1111 1111a traducción más rápida de estos textos y un anáJisis científico e
111 lmico del tipo comentado en el capítulo 8.

1 1111 IUOS RELJGIOSOS

1 t 11·ligiones siempre han creado escenarios sagrados para conmemo-


1 11 l 1 ,tpnrición de la divinidad en la Tierra y para establecer lugares
l1111d1• los fieles puuieran reunirse y compartir un sentido de comuni-
1111 l ..1 ,1rqui1ccturn religiosa también ha sido una manera para que los
,l ,11 1110s y aristócratas y terratenientes pudieran demostrar su estatus
11 pod1·1, llanrnndo la a tención sobre su d evoción y su autosacrificio
9.5 Escuela •~=ul~ana p:r~ chicos, Fam11gusta, Chipre, 1909. Fotogrnli11 d, A 11 p11, d1· 111 comunidad. Los hombres y mujeres del siglo XlX se pusie-
11. Fishcr. 111 11111110N !l 111 obrn rnn vigor para san1ific-nr sus p11 is:1jvs. l •:I islam ya

•l I')
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL 'íMPERIAUSMO
LOS lMPERIOS RELIGIOSOS

tenía la que quizás era la organización más sistemática de edificios reli-


giosos. La presencia de una mezquita donde congregarse, mezquitas de
barrio y baños públicos para actividades rituales era un impo1tante
indicio de la existencia de una comunidad musulmana. Desde los tiem-
pos del Profeta, cuando los líderes musulmanes conquistaban tierras
nuevas, construían una gran mezquita para representar la soberanía de
Dios y, por ende, la suya. Al ser un periodo en el que el islam se exten-
dió muy rápido, sobre todo por África, el siglo XIX fue testigo de la edi-
ficación de muchas mezquitas nuevas. Además de los gobernadores, los
nuevos mercaderes enriquecidos construyeron edificios religiosos y
hospicios para peregrinos y para pobres, sobre todo si tenían vínculos
con el comercio europeo y querían preservar su reputación entre sus co-
rreligionarios.
El mayor cambio entre los musulmanes en el siglo XJX, aparte de la
proliferación mundial de mezquitas, fue el comienzo de la uniformidad
arquitectónica. Los estilos árabe y otomano de mezquita, con cúpula, se
impusieron a los estilos más heterogéneos q ue caracterizaron periodos
anteriores (véase ilustración 9.6). Sobre todo, el estilo árabe llegó al
oeste de África, el sur de la India, la península malaya y el archipiélago
indonesio, donde hasta entonces habían prevalecido construcciones '1 ft 1,:1«templo Mahometano» o Nagore Dargah de Singapur, c. 1880.
con patio interior y salas de madera. Este cambio fue otro aspecto de In
uniformidad doctrinal y ritual que vimos en la sección anterior. Si lo¡¡
gobernantes habían ido de peregrinación a los lugares sagrados, querían
que las mezquitas que patrocinaban fueran como las que habían visco
en La Meca, Medina o Karbala. Si no habían estado en estos sitios, qut•
1 1l11d Media El estil , ·
rían copiar y recrear los edificios ideales que veían en las láminas imp n· . . . o got1co conmemoraba supuestamente la contin .
111 1 llllnterrump1da de la comun1·d d . .
sas o que se imaginaban gracias a los relatos de los viajeros. a cnstiana y de un m d .· · lil-
111 ildo y, a su vez apelaba a la t l . . un o custiano
Q uizás el siglo X IX haya sido el periodo de construcción de iglcsi,1 '" ,,1I sin clases~ cons . nos a g1a p~r unos tiempos de un orden
más importante de la historia cristiana desde la Alta Edad Media. N111 111111 H. A veces lo . um l tdsmo, la nolstal¡pa que analizamos en el capí-
vas técnicas de construcción y avances científicos lo posibilitaro11. 1 1 s resu ta os eran 1ombles 1 f 1

i11p11ll'Cto Viollet-le-Duc de hacer , , .' como os_ ~s_uerzos del


fervor religioso y las planchas de acero se reforzaron mutuamente. l ,o ,111111 1icos de París . ma~ got1cos los edif1C10s góticos
filántropos y los empresarios prósperos construían iglesias y catcd, ali 11 ,r· b ' q ue pu~tero~ en pehgro su integridad estilística59
.s1,1 te re por constrwr edificios reli ·osos b" ' . l
en los distritos industriales y en los barrios de clase media para dt·11111N l 11 11111<10 de u ltramar Donde lo g¡ tam ien tuvo l ugar en
trar su religiosidad y su p rosperidad. La tolerancia religiosa redoblo 1 , i In mios, desde 1a c~sta de Chs1_neurhopetos clonqudistaron o controlaron
número J e iglesias porque los recién autorizados católicos del norr t· d 1,111 ¡,1·1uHlcs iglesias aila' d d
a . as a e su r e África, construye-
Europa las construyeron en gran cantidad. Enormes edificios ca111l11 o ' on e anteriormente los p - d 1
i1 11,1110s de la comunidad indígena m, di ehqubenos grupos e
y djsidentes empezaron a competir con las viejas iglesias p rotcsta1111H , 1 , as scretos a ían co t . ·d
las ciudades de Inglaterra, Irlanda, Estados Unidos y Alcmani11, 1111 ~ 1111 i 1111·.~·s_L:a l~. Aungu_e 1:1uchos gobiernos coloníal~s de Asia r::ef:a~
prueba del fin d e la anterior discriminación. En gran parre del 11111111 1 , n11vt, 111 a ?s no cnstrnnos, no podían evitar ue las comunid
,l,1111,s nnuncinrn n su su premacía y su domii _q . 1· . cl acles de
anglófono y germánico se dio una deliberada vuelta a los est ilrn, , I, 1 i ,111~ 1·.,. , 1 1 1 h. 110 ,e 1g1osos e manera
e llt t 1,1. ,a n<oc lllfl frnncesa estaba scmhradn de igksias del
EL F.STADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO LOS IMPERIOS RELIGIOSOS

estilo de Saint-Sulpice y Notre-Dame de París. Las iglesias anglicanas v11 comunidad. La enseñanza religiosa se regularizó, se formalizó y se
empezaron a alzarse entre los campos de golf y zo~a~ de ocio europeas l'Xtendió por gran parte del mundo, los santuarios sufíes dedicados a
de India Birmania y Malasia. Pero no sólo los cnsttanos ganaron ese sHntos y a las deidades locales quedaron sujetos con mayor firmeza a un
tipo de ~utoconfianza. Las recientemente adineradas _c?m~idades de 1nás amplio mundo de normas religiosas abstractas. Si ésta fue la época
hindúes y budistas invirtieron grandes sumas en la ed1ficac10n de tem- de la desmitificación, como dijo Max Weber, lo sería en un sentido muy
plos en ciudades dominadas durante l~rg~s siglos, por_mezquitas'. o ~n l'Special. Es cierto que algunos tipos de magos, brujos, chamanes y talis-
colonias en el extranjero donde los hmdues hab1an sido una rrunorta manes perdieron su influencia, que los fantasmas se replegaron al
perseguida. Estos templos, como las iglesias cristianas,_ se ~onstruían e~ l\111ndo literario y que los objetos cotidianos perdieron su poder para
estilos anacrónicos. Imitaban los grandes templos hmdues de los si- h11cer el bien y el mal. Pero esto sólo ocurrió entre la pequeña clase
glos XI al xm. Pero si las planchas de acero y el hormigón los hacían más mcJia internacional. En otras partes, la racionalización no había pro-
estables, el a1te que los decoraba era más estridente y mundano que la wcsado mucho. Las religiones habían dado pasos gigantescos como
de aquellos grandes edificios del pasado. . 1•s1ructuras de autoridad y de fe. Se resistieron a la creciente nación-
Estos avances arquitectónicos formaban parte del nuevo urbamsmo 1•tttado y, en gran parte del mundo, aunque no en Europa, siguieron
que, como vimos en el capítulo 8, caracterizó el fi~al del siglo XIX. El 11•niendo poder cuando la nación-estado empezó a resquebrajarse hacia
estilo de vida urbano marcó el ritmo a toda la socredad de una form~ li11ales del siglo XX.
que no se había dado antes, ni siquiera en el siglo XVUI. Por eso, las . Es importante que muchos nacionalismos modernos se dejaran
autoridades religiosas redoblaron sus esfuerzos para ocu~ar un lug~r lllíluir por la naciente solidaridad religiosa que hemos comentado yaca-
central en la vida urbana mediante sus enormes construcc10nes de edi- li11ran moldeados por ella. Aunque los líderes y los programas formales
1 11• los movimientos nacionalistas hablaran de liberalismo, secularismo y
ficios sagrados.
La arquitectura religiosa refleja muy bien uno de los te~as centr~- ¡11~1icia económica, para el pueblo, la religión y la formación de la
les de este libro. Había cada vez más uniformidad en los estilos arqw- 1111l·ión iban de la mano. La religión fue el grito de guerra de los patrio-
tectónicos y en las funciones sociales en todo el mundo y en todas _las 111~l'Spañoles y rusos que combatían contra Napoleón. En Rusia, una de
religiones. Occidente no era ya el único centro difusor de tendencias. 111•, ideologías más potentes fue el paneslavismo. Era una curiosa amal-
El estilo árabe de mezquita, el estilo Qing confucionista de templo y el es- 1111111a de nacionalismo romántico, de reacciones contra el «materialis-
tilo del siglo x del centro de la India predominaron de la misma maner_a 11111» e «individualismo» occidentales y, sobre todo, de devoción hacia
que la iglesia gótica. Tampoco podemos decir que el uso de estos estJ l,1 l11lcsia ortodoxa y su defensor temporal, el zar. A diferencia del cato-
los fuera una reacción contra la extensión del cristianismo. A veces fut· lii 1•11110 o el islam, la Iglesia ortodoxa no fue testigo de una profunda
todo lo contrario. Las comunidades cristianas construían iglesias nuevnH 1i vlHíó n de su doctrina y su ritual en el siglo XIX. Sí que es cierto, en
para demostrar su religiosidad a sus vecinos musulmanes, hindúes o 1 i1111liio, que hubo intentos proselitistas en el centro de Asia y el Cáuca-

budistas. 11, 1•11focados a evitar que la gente «recayera» en el islam. Pero fueron
1i'"t11 1cña escala. La Iglesia ortodoxa se convirtió en un símbolo nacio-
11¡d Muchos intelectuales y artistas salieron en su defensa por ser el
il11111 mística del pueblo ruso. En los Balcanes, el viejo ecúmeno ortodo-
LA RELIGIÓN Y LA NACIÓN 11 1 l1•I 1.inperio Otomano se fragmentó en varias iglesias nacionales. En

1!11 1, 1ras la independencia, se fundó la nueva Iglesia griega. Más ade-


El siglo XIX fue un periodo en el que los textos religiosos, las oleograf'l11M, l 11111·, en L870, se fundó la búlgara. Como comenta Mark Mazower, «la
las copias impresas de la Biblia y el Corán y los pequeños objetos y a11111 1, 111111111 se convirtió en una seña de identidad nacional nunca antes

letos devocionales se produjeron en masa y se abrieron paso en lu v11l11 1~1,1>,w. Los lidetazgos religiosos estaban muchos más estrechamente
cotidiana. El paisaje se llenó de nuevas estructuras religiosas y milln111 1111 11l11dos a los proyectos nacionales. Sin embargo, al mismo tiempo,
de personas emprendieron largos viajes para experimentar la fe rdi¡,,i11111 1, 111i111 dvl'lu lib<:l'tad para el prosclítísmo en lenguas regionales y para

1122
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DF.L IMPERlALlSMO
LOS JMPERJOS RELIGIOSOS

estandar.izar y disciplinar la religión entre los campesinos, algo que no ¡.\\'lltc debía hacer penitencia. Mucho pensamiento liberal, e incluso
había ocurrido bajo los otomanos. ~, 1dalista, reflejaba ideas arraigadas sobre la justicia y la comunidad de
Los casos de Irlanda y Polonia, ambas dependientes de otro Estado 1
11 igcn cristiano. Cuando los musulmanes, hindúes y budistas adaptaron
mayor durante el siglo XIX, mue~tt:an cómo, un senti_miento de_ disc~im.i- 1
, 1as ideas a sus circunstancias, también las tiñeron de su propia reli-
nación religiosa y un orgullo religioso podian cataltzar el nactonahsmo
p11111. Pu.era de los intelectuales indígenas, el pensamiento social estaba
y la resistencia populares. El poeta Casimires Brodzinski (1791-1~35)
1111l)llido siempre de las ideas religiosas del buen gobierno y la justicia
parece haber resum.ido la experiencia de ambos p_ueblos sumerg~d~~
, l1vina. Lo mismo ocurrió con la ciencia. Los misioneros cristianos fue-
cuando, refiriéndose a la partición y anexo de Polo111a en 1795, escnb10
11111 pioneros en la clasificación y recopilación científicas, sobre todo en
lo siguiente:
\ / iica y el P acífico, por medio de sus intentos de mostrar la generosi-
O Cristo, Señor de los hombres,
il,11 I creativa de Dios para con la humanidad. La polémica cristiana con
Polonia sigue Tus pasos, y sufre como Tú, 1>,11 win nos ha ocultado el estilo de vida que compartían los religiosos
Y cuando Tú, Señor, lo pidas, , l11N científicos. Los musulmanes e hindúes también intentaron probar
Polonia resucitará como TC1hiciste.61 l I Vl'rdad de sus textos sagrados demostrando que estaban llenos de
1I 1111s científicos. Para ellos no había ningún conflicto entre la ciencia y
La religión y la identidad patria reaccionaron de forma explosiv~. 1, 1l'ligíón.
En 1879, por ejemplo, cuando las t ropas austriacas entraron en Bosrua <.>11icro decir una cosa más. Este capítulo sostiene que los años a
como parte del tratado de paz que dio por finalizada la guerra entre t· 11111 de 1815 fueron testigos de la expansión y consolid ación de las
Austria y el Imperio Otomano, se produjo una importante revuelta , 1 111d<'s religiones mundüues. Retrospectivamente, este proceso es igual
popular reforzada por la solidaridad religio~a. Parece nor~al que Sl' 1, 1111portante, o más aún, que el auge del nacionalismo y el liberalismo,
rebelaran los duros musulman es de las montanas, pero tambten se rebc 1111 1,11110 domina las historias de la época. No debemos pensar, sin
!aron los cristianos ortodoxos de esta antigua provincia otomana. Nin ,,il 1111 110, que la uniformidad en las p rácticas religiosas, y mucho menos
guno quería el dominio católico de los austriacos. El resurgir reli~ios<.>, 11 l11H doctrinas, dominara el mundo en 1914. Todo lo contratio: la
tanto como el nacionalismo étnico o lingüístico, mantuvo el hervtdcrn 111 11t•ncia religiosa de mucha gente, rica o pobre, seguía estando frag-
balcán ico al fuego vivo hasta 1914, o, mejor dicho, hasta ho! en dín 1
" ' 11 ,1dn, o bien era ambigua, o insurgente. Hacia 1914, en algunas par-

También en Egipto y la India musulmana, las demanda~ de mdepl'll ' , l1•I 11111ndo, como las selvas brasilefia y africana o las mesetas de
dencia nacional que surgieron en la década de 1880 se vieron reforzo 1 1p11,1 Nueva Guinea, apenas conocían a los misioneros cristianos. En
das y moldeadas por el temor de que la religión estaba en peligro. ~ 111 1111 11.111 t• <le los bosques, desiertos y montañas de Asia perd uraban los
religión, claro, podía fragmentar un movimiento para la autodeternu1111 11l1, 1 1"1piri1·istas y chamánicos sin apenas influencia del hinduismo, el
ción nacional de la misma manera en la que podía unirlo. l 11tl1 11111 o el islam. En estas zonas, la experiencia religiosa del pueblo
1 il111 organizada, ni había ceremonias rituales conjuntas, sino más
11 , l11~p11zos de refortalecimiento místico que alteraban las concien-
' 111tl1vid1 1alcs.
CONCLUSIÓN: EL ESPÍRITU DE LA ÉPOCA l ', 11 • 1 contrarío, existían también zonas donde la gente aparente-
"'• 11,d 1111 nbanclonado .las religiones convencionales por completo.
Los historiadores de las ideas se han dado cuenta durante la lllt 1111 1111, I,•, 111nk·s de.: Occidente experimentaban con el espiritismo, la
generación de la profundidad de la influencia religiosa en las ick·olo¡d 11
111, l.,~ rl'Íigioncs orientales e, incluso, el satanismo. El vidente
supuestamente seculares y en la ciencia durante el siglo XIX. Por t·1, 1 .\111111 K,1rdek ofreció una justificación moderna para los grupos
plo, la demografía y la economía de las naci?nes protestantes d~· p 1111 ¡i11 11 1~111s ck· lodo el mundo de influencia francesa, desde Indochi-
pios del siglo XIX se vieron influidas por la idea de que los pcrhH 111~ 1 11111~d , q11t· huscnban una religión universal para la humanidad.
depresión económica ernn una señal del castigo de Dios, por lo q11 , 111 ,~ • 11·1•11< ias Sl' csnmdfon en rincones oscuros. El diplomático
EL ESTADO Y LA SCX:IEDAD CN LA ERA DEL IMPERIALISMO LOS IMPHIUOS RELIGIOSOS

británico lord Frederick Hamilton comentó este ejemplo típico de un d, 111111 tradición
el conscientemente global e 1·ntcle c t ua¡. N o eran repre-
incidente que tuvo lugar en Londres, la ciudad más poderosa del 11
' ;· res e una «pequeña tradición» regional presionada. El concep-
1

mundo, durante el momento más álgido del «resurgir cristiano»: " ' ' l' .«m~e~tro que vendrá» que proclamaba la teosofía era, claramen-
:• • po~t~nstt.ano, Y l~s teósofos también tomaron prestados aspectos de
En l840 o 1850 tuvo lugar en el Panteón de Oxíord Slreet una sesión de espi ' ' ~pmmalidad u01versal humana del hinduismo y el b di L
•t • d ¡ bº f , u smo. os
ritismo. Un grupo de personas alquiló la salu e invocó al diablo de manera tra- 1111111s tos e ga mete rances de 1905, que usaron una tabla gi.iija para
dicional. Entonces algo ocurrió y todos salieron corriendo a Oxford Strect y no ' 11111.1ctar con los es~í1:itus, eran postcristianos, y no los supetvivientes
62
hubo forma de conseguir que ninguno volviera a entrar en el cdificio . 'I,un m_u~do precrJStlano «que hemos perdido». LA enseñanza de la
llil1lt11
1 cnsttana, la Torah o el Corán musuJma'n , como la nac1on-esta
., d0
Aunque el escepticismo, el satanismo y los cultos mesiánicos de la 11 11 que muchas personas más los conocieran, sólo que a gran distancia'.
tradición cristiana se remontan a tiempos del emperador romano Julia-
no, el ateísmo, u n culto devocional importante, se extendió por el
mundo occidental como una reacción a los procesos de consolidación
religiosa. El universalismo babi-bahaísta, derrotado en Irán en la déca-
da ele 1840, se extendió por todo el mundo, y captó muchos adeptos en
Chicago y otras ciudades estadounidenses. También la secta ahmadiyya,
considerada idólatra por los musulmanes ortodoxos, aprovechó Jn
imprenta para hacer y mantener adeptos en todo el mundo. Los asiáti-
cos, africanos y latinoamericanos siguieron venerando sus cultos loca-
les, a pesar de las condenas de sacerdotes y maestros de escuela cada vez
más influyentes e intervencionistas. Algunas de las revueltas menores más
importantes del siglo proclamaban asuntos mesiánicos, cosa que enfu
redó a los Líderes ortodoxos. El budismo milenarista y el cristianismo
sincrético fueron dos ideologías que atacaron el orden confuciano en d
Imperio Chino. Los movimientos yihadistas musulmanes se enfrentaron
a los gobiernos musulmanes y a los extranjeros a lo largo del siglo. El
mesianismo cristiano tuvo su papel en las revoluciones de 1848, la Grnn
Marcha de los bóers y la Revolución Mexicana.
Sí podemos decir, sin embargo, que en 1914 las p roclamas de 1111
grandes religiones mundiales estandarizadas se conocían en una parl
mucho más grande del mundo que en 1789, ent re los ricos, la clase m l"
día y Jos pobres, y que la gente actuaba según sus pautas. Incl11MO
muchos de los movimientos regionales heterodoxos, mesiánicos, espiri
tistas y chamánicos que citamos antes se definían en términos de las rdi
giones mundiales. Adaptaron algunas características del papado, 111
técnicas evangelistas protestantes y la arquitectura de los templos d l
«alto» confucianismo. Lo mismo ocurrió con los nuevos movimi1.·111U
espirituales lu'bridos que se desarrollaron entre la clase media i11tt·1 1111
cional a finales del siglo XlX y que proclamaban el amanecer dt· 1111
nueva era espiritual. Por ejemplo, los teósofos irlandeses, nortc:1nw111
nos, austrnlianos, británicos e indios de la décadu de 1880 cnm pur1id111ll
EL MUNDO DEL ARTE Y LA lMAGlNACIÚN

10 el capricho de un índividuo u otro, sino una procesión histórica solem-


ne o una profecía ... sin patria ni libertad quizás tendríamos profetas del
arte, pero no tendríamos arte en sí mismo>>2 • Los dramas musicales de
EL MUNDO DEL ARTE Y LA IMAGINACIÓN
Richard \X'agner se convirtíeron 1 para muchos, en emblemas de.l senti-
miento de germanidad que representaba la nueva nación unificada.
Alessandro Manzoni no sólo anticipó la nueva Italia unificada, sino que
en sus cartas y novelas generalizó su versión particular del dialecto de
la Toscana para que fuera el idioma nacional de la nueva nación'. El
funeral de Víctor Hugo, autor de Nuestra Señora de París y de Los Múe-
El alcance internacional de la nación-estado y de las grandes religiones rable.<, celebrado en París en 1885, tuvo un nivel casi napoleónico, y
mundiales fue una característica dominante del periodo que fue entre muchos bulevares y calles recibieron su nombre en todo el Imperio
d
1860 y la Primera Guerra Mundial. Durante el mismo, capital indus- Francés. Rabindranath Tagore, el primer premio Nobel de literatura no
occidental (en 1913), se convirtió en la India en un icono, mientras que
tríal potenció a los poderosos gobiernos eur~peos todavia m~s, m1entr~s
que las mejoras en las comunicaciones ampliaron las comu111dades reli- él mismo, a la vez, describía su poderosa nostalgia por la comunidad
giosas. Como veremos en el capítulo 11, estas for~as n~odernars a campesina perdida que formaba la ideología de su asediada intelectua-
se reproducían manteniendo o reinventando anng:uas Jerarqu1~s o ~or-__ lidad urbana.
mas de poder. En este capítulo, sin embargo, analizaremos la 1mag1na~ Como pasa en tantas otras dimensiones intelectuales. los comentaris-
ción humana en los campos de la literatura y el arte. El arte también } tas artísticos utilizaron la historia para poder entender b evolución de su
registró la influencia directa de la nación, la religión, el ímperialísrnoy tiempo. La primera historia del arte académica se vio en la obra del eru-
el capital. Los procesos de uniformidad consiguieron crear un mercad~ dito germano-suizo Jacob Burckhardt y en Ja de sus contemporáneos. La
artístico internacional, los museos, una h1stona del arte y una sensibili- Chína antigua y la Europa renacentista habían tenido eruditos que escri-
dad artística internacional que transformó las antiguas tradiciones y bían sobre la vida de artistas y que reunían grandes colecciones. Pero
escuelas mundiales. Sin embargo, al mismo tiempo, el extraordinario Burckhardt, impulsado por el deseo de explicar los orígenes del Renaci-
poder, la complejidad y la variedad de la imaginación artística amenaz_aban miento en Italia, también celebraba el auge del individualismo burgués
constantemente con subvertir estas tendencias. Un siglo que comenzo con de su tiempo4 • Los personajes del arte italim10 a los que él y sus contem-
las pesadillas brutales de Francisco de Gaya, el pintor español, sobre la poráneos dieron vida, como el orfebre Benvenuto Cellini o el hombre
guerra y la revolución terminó con los escultores J~poneses q:1e ~<lapt~~ renacentista «universal», Lean Battista Alberti, reflejaban el deseo del
ron el estilo del maestro francés Auguste Rodin, mientras los md1os uru· mundo decimonónico de despojarse de la tradición para crear un nuevo
taban las técnicas japonesas de color y manejo del pincel. dominio de la imaginación así como de recrear el mundo de los siglos XV
y xvr. Mientras tanto, los eruditos europeos y norteamericanos miraron
a ultramar e intentaron describir el desarrollo del arte v de la literatura
en otras civilizaciones del mundo. Entraron en contact~ con asiáticos y
EL ARTE Y LA POLÍTICA africanos que querían elogiar el valor de su arte y su literatura, y que
empezaban a considerarse símbolos de la genialidad nacional.
El arte, la arquitectura y la literatura mundiales con frecuencia refleja-
ban directamente los cambios dramáticos de la vida sociopolítica, cam-
bios que hemos visto ya en este libro'. Los artistas, arquitectos y nove"
HIBRIDACIÓN Y UNIFORMIDAD EN EL ARTE DE TODO EL MUNDO
listas se convirtieron en agentes activos de la creación de nuevas
políticas y sensibilidades sociales a una escala jamás vista. En la década
de 1860, Giuseppe Mazzini resumió la opinión contemporánea conven- Aparte de involucrarse activamente en la creación histórica de esta ma-
cional de la relación entre el arte y la nación emergente: «El arte no es nera, los artistas e historiadores del arte fueron testigos de unos cambios

428 429
EL ESTADO Y LA SOCIBDAD EN LA ERA DEL lMPERlALISMO EL MUNDO DEL ARTE Y LA IMAGINACIÓN

fundamentales en el arte y la literatura: la globalización y, más adelante, fr~cesa, mientras que un joven Pablo Picasso utilizó temas y colores
la «internacionalización», y también la tendencia hacia la contestada africanos para empezar su vida ecléctica.
uniformidad. En 1750, la mayoría de las sociedades ya tenían sus tradi- No hay duda, sin embargo, de que la tradición de arte elitista de
ciones artísticas, tanto populares como elitistas, bien definidas. Los ar- muchas sociedades extraeuropeas estaba en declive, y que sus patroci-
tistas de estas tradiciones querían representar simbólicamente las creen- nad~r~s y ª:t~sanos estab~n ~esapareciendo. Incluso en Europa, el pa-
cias y la noción de la monarquía. Las representaciones de Cristo y de troc11110 arusuco de los princ1pes, papas y nobles, una tradición ininte-
Buda y las impresiones estilizadas de versículos del Corán, por ejemplo, rrumpida desde 1300, se disipó y atrofió entre 1800 y 1900. Esto queda
reflejaban la presencia divina en la vida cotidiana. Mientras que estas tra- patente con una visita al Museo Vaticano, una de las mejores coleccio-
diciones se habían ido entrelazando e influyendo las unas en las otras has- nes de arte europeo del mundo. Al final de la visita, salimos de una
ta cierto punto, permanecieron siendo distintas y fueron animadas por maravillosa profusión de imágenes cristianas y clásicas de los siglos XVI
diferentes ideologías y estéticas con profundo ascendiente en el pasado. al XVIII a una valiosa, aunque terriblemente monótona, sala de «arte
Los sistemas representativos eran bastante coherentes. Incluso en el cristiano moderno». De hecho es un ejemplo interesante de la transfor-
arte europeo occidental, donde los símbolos paganos se mezclaban con mación religiosa que comentamos en el capítulo anterior. El arte de los
los cristianos y con imágenes picarescas de la vida cotidiana, el vocabu- «~pe:ios religiosos» decimonónicos era popular, producido en masa y,
lario simbólico era bastante limitado y era fácilmente reconocible para discuublemente, de segunda clase. Incluso, los grandes edificios cons-
el pueblo llano además de para los intelectuales. truidos en el siglo XIX -nuevas mezquitas, iglesias neogóticas y templos
Hacia 1900, estas tradiciones se habían transformado a un nivel neohindúes- fueron productos de la plancha de acero y de técnicas de
profundo. Una oleada de símbolos nuevos, a veces opacos, se añadieron construcción mecanizadas. En gran parte del mundo, la religión como
al repertorio del arte y la literatura occidentales. A su vez, los nuevos culto estético o real se ignoraba o había sido desarraigado.
medios de representación habían posibilitado una explosión de formas . En 1799, el último año del emperador Qianlong, las alfarerías impe-
populares artísticas y dramáticas. Según muchos observadores, las gran- riales y numerosas y pequeñas empresas alfareras de China, Vietnam y
des tradiciones estéticas independientes del mundo extraeuropeo esta- Corea seguían produciendo gran cantidad de porcelana china para la
ban desapareciendo, sucumbiendo ante la pintura académica europea, corte y la aristocracia, además de para la exportación. Como la sabidu-
los estilos arquitectónicos europeos y la novela europea. Así, el crítico ría antigua era el bien más valorado, se hacían copias elaboradas de los
de arte y nacionalista anglo-ceilanés, Ananda Kentish Coomaraswamy, artef~c~os típicos de dinastías anteriores para aquellos que no podían
pensaba que el golpe más devastador infligido por Europa a Asia no fue permmrse comprar los originales. Hubo algún cambio, claro. Los esti-
la ruina económica, sino la vulgarización y destrucción de las tradicio- los blanquiazules o rosáceos se elaboraron más, con miles de pequeñas
nes artísticas que eran los pulmones del hinduismo, el budismo y el con- figuras y diseños algo chillones, que no hubieran gustado a los entendi-
fucianismo5. Estas predicciones sobre la extinción cultural eran, proba- dos originales. El palacio imperial de verano del siglo XVII había incor-
blemente, exageradas. El arte y la literatura extraeuropeos mantuvieron porado detalles de los jesuitas que aconsejaban a la corte sobre astrono-
su vitalidad, a veces en forma híbrida. Adoptaron ideas y técnicas euro- mía y medición del tiempo. Se empezaron a utilizar técnicas y motivos
peas sin ser víctimas de las mismas. El arte, la música y el drama popu- europeos. Pero los jesuitas estaban allí con permiso imperial y, en con-
lar florecieron incluso cuando el arte elevado y religioso de la corte esta- tra de ~us propios deseos, contribuyeron a los propósitos y principios
ba en decadencia. confucianos. La tradición cultural artística y literaria seguía siendo
Por el contrario, los estilos de África, Asia y Polinesia invadieron la autóctona. En Europa, las importaciones por parte de las Compañías de
pintura, la escultura y las artes decorativas europeas a partir de 1880. Indias orientales inglesa y holandesa de diseños, ropas y porcelanas chi-
El pintor anglo-norteamericano J. M. Whistler, por ejemplo, extendió n_as e indias llenaron también los palazzz' de Florencia, los hoteles pari-
la moda del jarrón llamado oxiacanta, modelado en el estilo imperial smos y las casas de campo de Gran Bretaña e Irlanda. Sin embargo, se
Kanxi, en azul y blanco. Un poco después, el pintor Paul Gaugin se ~xponían en estilos arquitectónicos dominados por el legado renacen-
dejó influir por los sutiles códigos de colores de las islas de la Polinesia Usta, en edificios diseñados por el arquitecto «romanizante» Palladio y

430 43 1
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIAUSMO EL fi,1UNDO DEL ARTE Y LA IMAGINACIÚN

sus diseñadores contemporáneos. Estos acontecimientos se pueden El declive del arte y de la arquitectura de élite había tenido lugar en
explicar con la idea de la «globalización arcaica» que vimos en el capí- otras zonas del mundo. El arte sacro y real de los antiguos centros polí-
tulo l. La gente buscaba una fachada exótica para mostrarse como ticos había sido destruido o interrumpido tras las invasiones europeas.
grandes coleccionistas y entendidos de una tradición cultural. Los bronces del reino de Benin, en el oeste de África, se encontraban
Hacia 1914, todo había cambiado bastante. Los británicos habían en el museo británico tras la expedición punitiva de 1897 9 • Cuando los
destruido el palacio imperial de verano chino eo 1860. El palacio impe, brítánicos restauraron la monarquía en Benin en 1914, la corte reem-
ria! había sido saqueado sistemáticamente por los ejércitos aliados que prendió sus rituales, pero la preciosa tradición de hacer bronces, que
invadieron China en 1900 durante la rebelión de los Bóxers y sus pie, databa desde el siglo XV, nunca volvió a ser igual. El trono y las vestidu-
zas aparecieron en los museos de Londres, París, Washington y Tokio. ras de la monarquía de Bírmania también viajaron hasta Londres tras la
ocupación del país en 1886, aunque fueron devueltos en l 948, coinci-
Ya en los últimos años del régimen, las artes decorativas reservadas
diendo con la independencia. Lo que es más importante, la razón de ser de
anteriormente para la casa imperial empezaron a venderse en el merca-
la producción de estos artefactos de un reino sacro antiguo había
do. Las preciosas batas de la familia real con sus estampados de drago•
desaparecido. Cuando los sultanes otomanos decidieron presentarse
nes, por ejemplo, las compraban chinos adinerados o extranjeros 6 • El
como monarcas constítucionales modernos tras las reformas del Tanzi-
gobierno nacionalista cerró muchas de las fábricas de porcelana impe-
mat, abandonaron el palacio Topkapi y se instalaron en los palacios
riales en 1911. Las viejas familias artesanas siguieron produciendo por-
neoclásicos de la otra orilla del Cuerno de Oro. Las antiguas alfarerías
celana y productos metálicos laqueados, así como las viejas familias de de Iznic (antigua Nicea) también cerraron cuando dispersaron a los
intelectuales literarios siguieron escribiendo versos y prosas tradiciona- eunucos del palacio y los derviches fueron expulsados de la política. En
les. Sin embargo, la cohesión cultural había desaparecido con los buró, todos estos casos sobrevivieron los entendidos y los artesa¿os, aunque
eraras y la corte que una vez la había mantenido. La clase media de las se perdió la unidad de la civilización antigua.
ciudades portuarias quería artefactos de estilo europeo y los empresa· Incluso en Europa pasó algo parecido. La expansión napoleónica
ríos chinos construyeron hoteles y palacios en los estilos neogótico y por Europa fue testigo del saqueo de cuadros, esculturas v artefactos
neoclásico típicos en todo el mundo occidental, desde Florida a Niza. literarios a una escala parecida a la de los británicos en Asia ,y África. El
Mientras tanto, las imitaciones baratas europeas de los estilos flori- 80% de los tesoros artísticos de Venecia acabaron en Francia y el norte
dos de la porcelana Qianlong se producían en toda Europa y en Estados de Europa entre 1796 y 1815. Los gremios de artesanos que habían
Unidos. No sólo los grandes clientes, sino también una completa estéti- nutrido a Italia de las tradiciones de arte popular desaparecieron, trata-
ca visual, se había resquebrajado en menos de un siglo. La había reem· dos como reaccionarios) durante los años de populísmo revoluciona-
- JU E .
plazado una colección de artefactos híbridos, medio europeos, medio no . s cierto, por supuesto, que para mueh os historíadores del arte
chinos, que se movían por las rutas comerciales hasta recabar en los moderno, el arte eclesiástico y de la corte real de la Europa del siglo XVIII,
cuartos de estar de la clase media internacional. Ya en la década de con sus santos sensibleros y sus lujosos querubines, representa la deca-
1820, por ejemplo, los mercaderes indios de Calcuta compraron enor- dencia del Antiguo Régimen. Sin embargo este arte, y la literatura aso-
mes jarrones chinos de producción masiva y los vendieron con las ciada, formaban parte de una tradición. El pintor veneciano Canaletto,
copias importadas de estatuas renacentistas europeas de mármol de o Frarn;ois Boucher, su coetáneo francés, tenían más que ver en su téc-
Carrara7 • Más tarde, los comerciantes de Sind empezaron a comerciar nica y el espíritu de su estética con el arquitecto clasicista Palladio o el
con objetos de fabricación masiva japoneses y chinos que vendían a los con· pintor del siglo XV! Guido Reni, que con los pintores impresionistas
sumidores británicos y franceses en las ciudades norteafricanas 8 • Los franceses de sólo ochenta afias después. A lo largo del siglo XIX, los
mercados para la creación artística existían desde hacía años, sobre tesoros artísticos de la aristocracia en decadencia y de las iglesias de Ira-
todo en Europa, Oriente Medio y China, pero se habían limitado a la lía viajaron hacía el norte de Europa y Estados Unidos. Los millonarios
nobleza y a los aristócratas entendidos. Ahora el mercado era mucho de la costa este de Norteamérica se llevaron palazzi venecianos piedra a
más amplio, más competitivo y más internacionalizado. piedra, para luego reconstruirlos en sus pueblos y ciudades".

432 433
EL ESTADO y LA SOClEDAD EN LA ERA DEL llVíPERlAUSMO EL MUNDO DEL ARTE Y LA lMAGINACIÚN

FUERZAS NIVELADORAS: EL MERCADO, LO COTID[ANO Y LOS MUSEOS y su Íunción era calmar o pedir la ayuda de los poderosos espíritus loca-
les, los nats.
Estos enormes cambios estaban vinculados a la función y el valor del Citando a Max Weber de nuevo, el «arte» se desmitificó en parte en
arte en la sociedad, Sin embargo, también se produjeron cambios inter- el siglo XIX. Los miniaturistas rusos e indios empezaron a producir para
nos en el espíritu de la representación artística. I-Iacia 1914, mucho arte compradores laicos y la dimensión mística se fue disipando ante las exi-
popular y elitista se había «mercantilizado>>. Ya no se creaba para un gencias del mercado, Los tejedores de alfombras persas encontraron
mecenas religioso o aristocrátíco, sino para el mercado. El arte se e~t,a- nuevos compradores, muy diferentes a las mezquitas y casas aristocráti-
ba convirtiendo en un valor en sí mismo, desvinculado ya de la func1on cas que pedían diseños con símbolos religiosos o totémicos, Los artesa-
de animar las oraciones o representar el carisma. Nos será útil examinar nos indios y africanos que sobrevivieron el asedio de la mecanización y
este proceso en sociedades distintas. ., / . , . el cristianismo tuvieron que producir «arte» en vez de objetos totémi-
En la mayoría de civilizaciones, la creac10n art1st1ca habia sido, en cos, Sus compradores ya solían ser europeos expatriados más que los
cierto sentido, un aspecto importante de la devoción religiosa. Pintar custodios de los templos y altares reales, En la Europa occidental, el
tma miniatura de un gran santo sufí, una cosmología tántrica b~dista ~ un arte y la música eran cada vez más seculares. Paradójicamente, la expan-
icono ruso se consideraba un acto religioso por parte del artista, m1en~ sión de la religión como doctrina y práctica que vimos en el capítulo 9
tras que se suponía que ver la obra ayudaba a centra.r la mirada.espirí~ marcó su lento desaparecer del mundo artístico, La devoción se repre-
tual interior, La producción de pequeñas representaciones de deidades, sentaba con la fabricación en masa de objetos religiosos,
de Buda o de santos cristianos tenía la misma función para la gente La precipitada desaparición del mecenazgo aristocrático obligó a
pobre y religiosa de todo el mundo. Los artesa?os :eligiosos que hac~~n los artesanos italianos a vender productos con componentes manufac-
estos objetos también eran artistas en un sentido importante: tamb1en turados en fábricas al creciente mercado turístico del norte de Europa,
seguían la disciplina de una estética sutil. En el sint?ísmo japonés exis- Gran parte de la obra de Vercli se difundió por Europa en conciertos de
tía una jerarquía de dioses de la naturaleza, los kam1, Los dramas,popu- las bandas de pueblos y ciudades, un síntoma de la uniformidad social
lares noh se basaban en sus leyendas, mientras que otros kamz saltan del de la nueva nación. También tenemos que recordar, a pesar de la espe-
horno y de la berrería literalmente incrustados en las famosas espadas ranza y creencia de Weber, que el Estado y el mercado gozaban de un
samuráis y en la alfarería de los artesanos rurales 12 • En algunas socie- aura casi religiosa, En la década de 1890, un efectista cuadro o estatua
dades de África, en cambio, casi todo el mundo tallaba madera, Tallar del rey Víctor Manuel II de Italia podían evocar sentimientos patrióti-
era un aspecto de la creación y del mantenimiento de la identidad cos, Pero la intención no era purificar el alma como había pasado en el
comunitaria, Crear imágenes fijaba las fuerzas naturales y sobrenatura- siglo XVIII con las imágenes de María Magdalena, incluso aunque el cua-
les que vinculaban a generaciones de seres humanos. con sus antepasa- dro estuviera pintado en el estilo conscientemente preciosista del vene-
dos y con sus descendientes. Entre los yoruba, por ejemplo, las h~chas, ciano Giovanni Battista Piazzetta.
lanzas y cuchillos de metal no se hacían sólo por su unhdad practica, La mecanización tuvo un efecto importante en la producción y dis-
13
sino también como un canal de comunicación con los antepasados • tribución artísticas internacionales, Uno de los primeros ejemplos fue la
Lo mismo pasaba con los recitales de música clásica, Incluso ,en la rápida eliminación de las industrias textiles artesanales del sur de Asia,
música occidental, donde se desarrollaron muy pronto las funciones e inclnso de Oriente Medio, aún sin conquistar, El declive de la indus-
reales y las celebraciones populares, la obra de J, S, Ba~h Yde los com- tria textil india se vio acompañado por los esfuerzos de las industrias
positores venecianos del siglo xvm tenía un papel espec1f1co en el rnlen- textiles británica, belga y alemana por copiar y adaptar los estilos y sím-
dario ritual q,1e rigurosamente controlaba la vida y las representaciones bolos de los viejos productores indígenas, El chal indio había sido un
religiosas incluso para los pobres, En Asia, los raga indios, o composi- símbolo de lealtad a la monarquía y de mérito aristocrático, Hacia la
ciones para sitar, y los grupos indonesios gamelan trataban de pro~ocar década de 1830, los industriales de Paisley, cerca de Glasgow, en Esco-
estados devocionales o mágicos. En Birmania, los pwes, actuaciones cia, habían empezado a producir chales de estilo indio en masa para
rituales, iban acompañados de dramas y bailes de metículosa coreografía, vender en el mercado internacional,

434 435
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO EL 1V1UNDO DEL ARTE \' LA lMAGlNACIÓN

Sin embargo, la mecanización no siempre eliminó la artesanía. En con la cabeza y los píes de la esfinge, y de antiguos obeliscos. Algunos
ciertos casos ayudó a preservarla o a hacerla más viable. La carpintería artesanos eran muy finos. En el mundo colonial, .la exhibición de budas
escandinava, por ejemplo, cobró vida gracias a las herramientas mecá- jemeres de los museos de la Indochina francesa animó a los artesanos
nicas. Los pintores y artesanos prerrafaelitas británicos utilizaban los indígenas a pintar y tallar con otros estilos. El contexto artístico era
tintes químicos y minerales y el vidrio de producción masiva de prínci~ tanto el templo o el palacio, como el museo y el mercado.
pios de la Revolución Industrial. El movimiento artístic~ britfoico, de El resto del capítulo se centra en estos temas: la secularización la
la metrópoli y de sus colonias, conocido como Arts & Crafts, lue una obsesión por el presente y el nactonalismo en las diferentes esferas' de
corriente artística con dos caras. Inspirados por el crítico de arte Jobn la literatura y el arte. He de hacer una advertencia. No quiero sugerir
Ruskin, los pintores de esta escuela trataron de recuperar la devoción y que todas las representaciones artísticas del siglo XIX se redujeran a
las técnicas de los artesanos medievales, rechazando el Renac1m1ento meras reflexiones sobre procesos sociales y políticos. La creación artís-
europeo, y mucho más la industrialización moderna 14 . ~l mismo t~em- tica tuvo inspiraciones muy distantes de la política. Los temas clásicos
po, muchos de ellos utilizaban productos de la Revoluc10n Industnal, y vinculados a la virtud revolucionaria a partir de 1789, por ejemplo, fue-
sus clientes y admiradores se localizaban en las nuevas cmdades de clase ron impulsados por los descubrimientos arqueológicos de las ruinas de
media que florecieron en el periodo subsiguiente a la industrialización Pompeya. El arte respondía a muchas cosas aparte de a los imperativos po-
más que entre los rudos y piadosos artesanos descntos en las historias líticos. El mundo de la imaginación mantuvo su autonomía política
del arte de Ruskin. hasta límites sorprendentes. La aparición de la primera pintura abstrac-
Otro cambio general que tuvo lugar en todos estos escenarios Y en ta y la música atonal alrededor de 1900 permitió a los artistas europeos
todos los continentes fue la identificación del arte con lo moderno Y lo y norteamericanos librarse de la vida convencional mucho más que en
cotidiano. Los temas de las óperas, de las novelas y de las representa- los tiempos de las cerradas ideologías políticas y religiosas. La desapa-
ciones pictóricas reflejaban cada vez más acontecimientos /de la v_ida rición en el siglo XIX de los gremios de a.rtistas y de los largos aprendi-
cotidiana moderna) en vez de las hazañas de reyes, santos y heroes mito- zajes, ofrecía una nueva libertad. Aun así, hay que decir que incluso las
lógicos del pasado. Cuadros de floreras y campesinos existían desde creaciones más abstractas y menos convencionales se consideraban,
hacía mucho en el arte europeo, pero nunca fueron el tema central del hacia finales del siglo XIX, como «movimientos» sociales y políticos que
arte de su época, como ocurrió con los cuadros de Henri de Toulouse- buscaban su realización en este mundo y no beneficiarse del mundo
Lautrec. que retrataba la sociedad de los cafés, a las camareras Y a las sobrenatural.
prostitutas. Es muy significativo que algunos de los cuadros más fam_o- En segundo lugar, el argumento de la creciente uniformidad global
sos de Toulouse-Lautrec imitaran el estilo colondo de las htografias Y del declive de la integración cultural del arte no pretende sugerir que
japonesas. Fuera de Europa, novelistas como los escritores en hindi de hubiera menos creatividad artística entre los artistas, sobre todo en los
la década de 1880 empezaron a describir los problemas de la clase populares. Muchas tradiciones de producción artística v artesanal
media contemporánea en lugar de las hazañas de los dioses hindúes o sobrevivieron, e incluso crecieron, a pesar de la pobreza rel;tiva de los
1
de los grandes reyes musulmanes del pasado y sus consortes '. . artesanos. La fotografía como arte se globalizó a un ritmo vertiginoso
También cambió la localización del arte. El siglo XJX fue testigo del tras su descubrimiento en Francia a finales de la década de 1830. Hacia
auge del museo a escala internacional. Las grandes colecciones comoh 1860 había artistas fotográficos indios, chinos y norteafricanos, v
del Louvre de París y la del Museo Metropolitano de Nueva York tuvie- muchos fueron pioneros con técnicas nuevas. El final del siglo tambié~
ron pequeñas imitaciones en museos fundados por los re~ímenes colo- lue testigo del nacimiento del jazz, el híbrido por definición, la música
niales y semicoloniales en Hanoi, Batavia, Bombay y El Cairo. El «gran» popular intercultural, y la mayor forma de arte popular moderna como
arte del Antiguo Régin1en, saqueado y redistribuido, se encontraba en es el cine, que se desarrolló casi simultáneamente en París, El Cairo y
estos museos. La «museización>>, como dicen los expertos, no fue mera- Shangaí.
mente destructiva. La llegada de antigüedades egipcias a París tras la
invasión de Egipto por Napoleón creó una demanda enorme de objetos

436 437
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO
EL MUNDO DEL ARTE Y LA IMAGTNACIÓN

EL ARTE EN LA NACIÓN EMERGENTE, 1760-1850


El protagonista más importante del estilo revolucionario de simbo-
lizar el Estado a través de visiones de virtud clásica fue Jacques-Louis
El arte del siglo XIX tuvo muchas facetas. El arte devocional íntimo per-
David (1748-1825). Su famoso cuadro de la muerte del líder montag-
duró en zonas de la Latinoamérica católica, en los iconos rusos y en los
nard Marat se complementó con su retrato sensual del niño moribundo
cuadros de la gente de las colinas del norte de la India que representa-
Bara, víctima infantil de la contrarrevolución. Sin embargo, la intenció~
ban la vida del dios Krishna. Los paisajes de montañas, cataratas y pue-
universal de la revolución se representó espléndidamente en el retrato
blos rurales reflejan la preocupación de la época por la naturaleza subli-
del revolu_cio~ario negro haitiano, Jean-Baptiste Belley, pintado por
me y la persistencia de comunidad humana. Sin embargo, el patrocinio
Anne-Lows Girodet en 1797, y que aparece en la portada de este libro.
estatal fue clave para el arte. De ahí que un tema común en el mundo
Belley, vestido de miembro de la Asamblea francesa, está apoyado en un
fuera la representación de las nuevas formas de poder político, sobre
busto del abate Raynal, que en el siglo xvm propuso una reforma colo-
todo del Estado nacional o el imperio. Incluso a finales del siglo XVIII,
nial y un cristianismo ilustrado. Belley intervino de forma decisiva en un
los cuadros de esplendorosas cortes reales o victorias famosas habían
debate de la Asamblea en 1794 para conseguir la abolición, temporal, de
empezado a representar la gloria de las protonaciones tanto como la de 19
la esclavitud • Al transformar el desnudo clásico y las escenas clásicas
los reyes. Los frescos de Versalles mostraban las victorias de Francia en
de la virtud en iconos de la virtud revolucionaria, los pintores y escul-
todo el mundo, mientras que los cuadros de los jardines Vauxhall, el tores de esta escuela establecieron una gramática visual para la revolu-
parque de recreo de Londres, representaban los triunfos de _l~s _héroes ción internacional.
militares británicos en Canadá y Europa. Los gobernadores bntarucos de
Bengala y los gobernadores regionales indios empleaban ar~i~tas eu-
ropeos, especialmente J ohannes Zoffany, para presentarse posi~vam~~-
te en el complejo faccioso de la política del emergente Impeno Bnta-
nico16. Mientras tanto, los palacios de las grandes familias aristocráticas
de Venecia, a orillas del canal Brenta, mostraban con una exageración
patética la menguante importancia comercial de la república con fres-
cos de figuras femeninas de Asia, África y América transportando mer-
cancías a la Serenísima República 17 .
Este cambio de la representación de dinastías y héroes militares
aristocráticos a la de representaciones más abstractas del Estado y la
nación, se aceleró con la Revolución Francesa. Algunos cuadros que
representaban el Congreso Continen tal Arneric_ano como «el_ P~rlamen-
to de la Razón» se anticiparon a esta tendencia de forma limitada. El
pueblo revolucionario francés idealizado, o su repre~entante s~c~l_ar, la
diosa Marianne, con su gorro frigio o «Gorro de la Libertad», iruciaron
la escuela de arte revolucionario que perduró hasta los estados comu-
nistas del siglo XX. Bruto, asesino del tirano César, y su familia fueron
muy populares entre los artistas de la escuela revolucionaria, que mo~-
traban su preferencia por la república de Roma y no por el Imperio
Romano 18. Los estudiosos modernos se han dado cuenta de que las alu-
siones a la mujer de Bruto, P ortia, anticipan simbólicamente la rele~a-
ción de la mujer a un papel doméstico incluso en esta época de camb10s
I?.I Heroísmo revolucionario: La muerte de Joseph Bara, una copia decimonó-
violentos. ruca de la visión de David. Cuadro deJean-Joseph Weerts, 1883.

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439
EL ESTADO y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO EL MUNDO DEL ARTE Y LA TMAGINACIÓN

Estos artistas también representaron y documentaron fielmente la Caíro con la estatua en bronce de Ismael Bajá, hijo de Mehmet Alí, que
transición desde la revolución a la autocracia de Napoleón. Jean-Augus- había sofocado la revuelta wahhabí en Arabía Saudita. En vez de retra-
te-Dominíque Ingres pintó a Napoleón como prí~er cónsul re_pres~n- tos enormes, la era del Tanzimat representó su modernidad en Estam-
tándole aún como la encarnación del republicarusmo revoluc10nano. bul y sus dependencias con uniformes militares franceses, diseños clási-
Diez años después, junto a David y Girodet, retrató a Na~oleón como cos para cuarteles y muebles de corte europeo. Una excepción en el
emperador universal (véase ilustración 3.2). En un cuadro 1mpactan~e y mundo islámico fue el desarrollo en Persia de una forma enorme del
subversivamente grandioso, Napoleón aparece en un trono y su¡eta retrato qayarí, sacado de la primera tradición de miniaturas. Un lumi-
cetros. Representado como un híbrido del Júpiter clásico, el emperador noso retrato de Fath Alí Sha, el primer «monarca nuevo» qayarí, lo
romano y Carlomagno, rey de los francos 20 . Esta visión monum:ntal del representa de pie sujetando un cetro en lo que muchos creen que es un
Primer Imperio también se puede ver en la escultura y la arqwtectura, guiño al retrato de Napoleón de logres que comentamos antes22 . Sin
símbolos del Estado gigantesco de la época revolucionaria. El escultor embargo, el artista utilizó símbolos y un estilo persas. Retrató a Fath Alí
veneciano Antonio Canova hizo unos enormes desnudos clásicos de con una larga y poblada barba negra, un símbolo de sabiduría y poder
Napoleón. El duque de Wellington robó uno y se lo llevó a su casa _de ~on- para el padre del pueblo.
dres. Otro sigue en el Palazzo Brera de Milán. Durante la s1gwente En Francia, el centro artístico de Europa tras la invasión napoleó-
generación, las formas mitológicas cl~sica~ de Canova go~a~~n de gran nica de Italia, la pintura y las otras artes visuales nos muestran las con-
popularidad en las zonas de Europa inflmdas por la s:ns1b~dad revo- tradicciones de legitimidad del periodo de la monarquía restaurada que
lucionaria donde la nueva élite administrativa quería distanciarse de los comentamos en el capítulo 4. Incluso aunque se pudiera restaurar una
excesos r~cocó del Antiguo Régimen. También los retratos que hizo versión política del absolutismo del siglo XVIII en la E uropa de 1815, la
Ingres de funcionarios, oficiales de correos y gobernadores m~tares d_e iconografía del Antiguo Régimen había desaparecido. A partir de 1830,
la Italia napoleónica recuerdan a los de los gobernadores c_olon~ale~ bri- el problema se resolvió en parte cuando una versión histórica de la
tánicos en época de guerra. Parecen representar no un~ ~astla ru una revolución volvió a ser la estética oficial, tras la declaración de la monar-
aristocracia sino un Estado emergente y una burocracia ilustrada. quía de julio en 1830. Temas como «la apoteosis de Napoleón», «la
El écla/ de este Estado resonó en los oídos de todos los regímenes marcha de La Marsellesa» y «la salida de los voluntarios de 1792» se
del siglo XIX, como comentamos en el capítulo 6. El arte aso~iado tuvo unieron a las representaciones del nuevo arte popular de eventos con-
influencia muy lejos de las fronteras europeas. Los nu:vos ~efes de ~a temporáneos, sobre todo las revoluciones de 1830 y el auge del nuevo
Latinoamérica independiente tenían al héroe revolucionario frances Napoleón en los años 1848-185223.
como modelo visual. En algunas representaciones de Simón Bolívar Las convenciones del arte público que salieron de la revolución
de después de su muerte, aparece como el Bruto e, incluso, el N~~~­ también sirvieron para la alta edad imperial europea. Los artistas britá-
león de las revoluciones de la América española. Con menor credibili- nicos pintaban los grandes durbars indios o reuniones reales24, mientras
dad el dictador mexicano Santa Anna -sí, el de la pierna- se hizo que Theodore Géricault retrató a los conquistadores franceses aceptan-
retr;tar como Bonaparte. Sin embargo, en México se mezclaban los do la rendición de los jefes norteafricanos durante la conquista de 1830-
símbolos clásicos romanos con los símbolos de los viejos imperios pre- 184025. La temática visual artística europea sirvió al imperio de otras
colombinos en la iconografía independentista. Porque, a pesar de que- formas más sutiles. Las representaciones románticas y sublimes de pai-
rer subordinar la mano de obra amerindia tan brutalmente como los sajes y gentes surgieron a raíz de una nueva reflexión sobre el hombre
anteriores gobernadores reales, los líderes criollos querían una jus:ífica: y la naturaleza en la literatura y la ciencia, que rechazaba el formalismo
ción arraigada en tierra americana y que se remontara mucho mas alla del Antiguo Régimen. El héroe romántico, a veces, podía ser un mártir
de los reyes españoles y los emperadores romanos21. . político, pero su relación con las nuevas formas del Estado solía ser más
Debido a la prohibición islámica de representar la figura humana, indirecta. Las grandes naciones, como los grandes artistas y poetas,
los déspotas ilustrados de Oriente Medio siguieron estas pautas con estaban imbuidas de un poder y una virtud especiales. El romanticismo
reparos. Tardaron bastante en decorar la plaza de la ciudadela de El y el nacionalismo estaban vinculados, aunque los artistas románticos

440 441
EL MUNDO DEL ARTE y LA IMAGINACIÓN
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL fMPERIALISMO

debido a las representaciones norteamerica del .


desdeñaban la política y el mundo humano. Lord Byron, por ejemplo, rante la primera mitad del i 1 nas subconttnente. Du-
1 • s g O XIX, se crearon much · ,
no era precisamente un hombre de la clase dirigente británica, pero su e ogtar el gran proyecto de la ex ansión h . as tmagenes ~ara
poesía pasional y su filohelenismo le convirtieron en un héroe de la colonos resistiendo los ataques ~e los in~cta el ?este y de los heroicos
revolución griega y en un icono de la nueva nación tras su muerte. so de la muerte de una mu¡· h . os natJ.vos. Un cuadro famo-
29 er eroica a manos de indi . d
Una gran cantidad del arte generado por las conquistas europeas rra recuerda a los cuadros académi ul os e~ pie e gue-
por el mundo entre 17 60 y 1840 estaba vinculado lejana e indirectamen- cas a punto de morir a manos d . cos y .P°J: ares de mu¡eres británi-
te con los proyectos de dominio occidental. Géricault y Eugéne Dela- de los blancos contra los zul' e( c,1payil
os tn os en 18573º, y las batallas
ues vease ustraci , 10 2) Al . .
croix representaban a los jefes norteafricanos como guerreros nobles y po, muchos cuadros seguían resentand on . . mismo ttem-
románticos, montados en caballos blancos, encarnaciones de la antigua y reflexionaban sobre «la mu:rte d 1 .º al n~ble guerrero amerindio
-de hecho, anacrónica- virtud. A escala menor, los artistas británicos nativa era encerrada en reservas { ~ttvo~mientras que la población
pintaban paisajes del interior de la India con las ruinas de los reinos an- blos aborígenes apenas se men i.' n ustr a antes de 1860, los pue-
' f' c onan excepto en algún · di
tiguos y los coloridos personajes modernos. Miembros de la familia etnogra ico. En su lugar los arti t . b . pnmer estu o
Daniell, por ejemplo, también retrataron a guerreros xhosa de Sudáfri- luminosidad de tal mane;a que s ª~ ptnali t~ an el patsa¡e exótico y la
parectan v dar la p •, d
ca y pintaron paisajes pintorescos de la costa de China, aparte de sus trataba de «tierras vacías». resuneton e que se
conocidas series sobre la India26 • A veces, los acompañaban de comen- La ambigüedad también ti ificó la
tarios condescendientes sobre las tierras y los pueblos pintados. veían la acción popular en las épp d manler~, en l_a que los artistas
ocas e revo ueton e tmp · T b
Muchos eruditos, siguiendo la obra polémica del poscolonial Edward al «puebl o» con respeto el mis l b eno. rata an
Said, han sugerido que estas representaciones artísticas sólo reforzaban pintor más destacado d~ este : o que emp ea ~ con los «nativos». El
el sentido de «diferencia» de los no europeos y eran como un triunfa- (1746-1828). Originalm t . madfule el espanol Francisco de Goya
en e ptntor e a corte qu , l
lismo negativo de Occidente27 . Esto tiene algo de cierto. La expedición
1tasGy a los personajes populares d e la .tnterrump1da. e retrato a os estadis-
Ilustr . , -
francesa a Egipto había destapado una gran civilización antigua que a, oya pintó una serie de imágenes sob <l acion espano-
entendía la importancia de la centralización y de las obras públicas. y sobre las masacres de 1808 t 11 re< ~s Desastres de la Guerra»
Implícitamente, ver esta grandeza del pasado recordaba a los europeos España. Esta secuencia an . ~as e evantamiento contra Napoleón en
contemporáneos su destino heroico de levantar a los descendientes 1848, la Comuna de París ~~cift1 iºs tuidro~ d~! pueblo heroico de
degradados de los faraones y reyes antiguos. Sin embargo, toda la embargo, dado el apoyo de G ly a evo_uc10n Rusa de 1905. Sin
oya a a revolución · , ·
empresa era bastante ambigua. Al retratar a los asiáticos y africanos nara pintando a lastro • . , es 1roruco que termi-
como «otros», los artistas europeos también añoraban la era preindus- drid sublevada para def:d:~e:~ales :ra~a~ra~~o ª la pobla~ión de Ma-
trial europea y evocaban temas como la caballerosidad y el heroísmo de Goya nos recuerda que B ~ y a g e~ta . Este cambio de lealtad
que temían que se perdían en la era moderna. Delacroix y Géricault para Napoleón para desp ,ee oven esc_nbió la sinfonía «Heroica»
, ues revocar disgustado 1 d di . al
pintaron los avatares de la Francia moderna, sus grandes monarcas feu- emperador y escribir «a la Victoria de W llin a e catana
dales y antiguas fiestas populares, de la misma manera que pintaban a adelante el mismo Wagner le gton» en su lugar. Más
' que compuso a ó R· •
los jeques o a las mujeres del harén. Parecían añorar un pasado que, el republicanismo radical de 1848 s . ?era zenzz para celebrar
tristemente, era el presente de «otros». corte, podríamos decir que del . e alic~nvtrtto en el compositor de la
• d nacion smo estatal al , A , l
En Estados Unidos la misma ambigüedad caracterizaba el arte de la tttu es ambiguas y contradictorias de lo , eman. s1, as ac-
nueva república, reflejando el tema tenso de la relación entre blancos, nes-estado ilustradas, los im eríos l s conte~~oraneos de las nacio-
amerindios y esclavos. En los primeros años de la república un efecto reflejadas en obras de arte. p Y a revoluc10n popular quedaron
«criollizador», parecido al de Hispanoamérica, representó a América
como una mujer nativa. Más adelante, sin embargo, «América» o
«Columbia» se volvió una figura clásica, típica del ideal europeo de la
diosa de la nación28• Esta ambigüedad siguió flotando en el ambiente

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442
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERlALTSMO EL MtJNDO DEL ARTE Y LA HvfAGINACIÚN

Turcos posaron vestidos a la moda moderna con levita o uniforme mili-


tar prusiano. Los retratos qayaríes n1ás tardíos ya no muestran grandes
barbas simbólicas de la fertilidad dinástica ni las joyas del gran conquis-
tador Nader Shah, sino incómodas poses vestidos a la europea en los
que sólo la gorra persa indica su identidad islámica como reyes persas 33 .
Los nacionalistas indios trataron de resucitar la tradición artística de la
India, que había caído en declive o se había fragmentado tras la caída
de las cortes postmogoles. Utilizaron estilos indios e incluso de Java
para representar figuras idealizadas como la Madre India o las gr~des
figuras del pasado mitológico hindú. El rajá Ravi Varma fue de los más
importantes, ya que adaptó las técnicas británicas de la pintura acadé-
mica naturalista a la épica hindúH. Los litógrafos de los bazares las
copiaron y vendieron centenares de miles de copias a las familias nor-
males, creando así las imágenes modernas de los dioses y de la nación.
Sus cuadros siguen siendo populares y complementaron los discursos
de los líderes nacionalistas y las novelas de Rabindranath Tagore.

EL ARTE Y EL PUEBLO, 1850-1914

El arte de la segunda parte del siglo XIX reflejó la nación emergente y


sus problemas de forma menos simbólica. A partir de 1850, la calidad
e importancia de la pintura histórica cayó en declive en la mayoría de
10.2 El arte y el salvaje: Li muerte de Jane McCrea, cuadro deJohn Vanderlyn, 1804. los países occidentales. Ahora se representaba la nación no por medio
de momentos carismáticos del pasado, sino de la vida de la gente nor-
mal en las grandes ciudades industriales o en el campo en declive. Este
cambio abrió un hueco visual en el que cabía la crítica a la modernidad,
a la industrialización e, incluso, a la nación. Muchos artistas se identifi-
Tras las guerras de mediados de siglo, la relación entre el arte y la caban con los críticos socialistas que deploraban lo que consideraban el
nación se desarrolló en dos direcciones distintas. Primero, el arte for- orden burgués. El Movimiento para la Libertad Artística francés, que
mal, académico y oficial, que siguió representando momentos y per.s?- culminó en 1874 en la primera exposición impresionista en París, pare-
najes ícónicos para la creación de las nuevas naciones. La proc~a~acton ce, a primera vista) totalmente apolítico. Es cierto que Edouard Manet,
del Imperio Alemán en 1871, los debates de la Tercera Repubhca en Auguste Renoir y Edgar Degas estaban mucho más alejados de los cen-
Francia y la persona del zar ilustrado tuvieron sus pin~ores. Las art~ tros del poder político en la Tercera República que David y Géricault
decorativas respondieron a los nuevos mov1m1entos pohttco~ y tamb1en en generaciones anteriores, Pero estos pintores también estaban hacien-
a la industrialización. Jean-Baptiste Carpeaux (1827-1875) hizo escultu- do una declaración política en el sentido más amplio del término. Se
ras de bronce de Napoleón III, que se copiaron en miniatura, vendién- negaban a aceptar el largo aprendizaje artístico en gremios por el que
dose miles a los seguidores bonapartistas". Fuera de Europa, los líde- habían pasado hasta los más radicales de sus predecesores. Disfrutaban
res del nuevo Japón y, finalmente, los nacionalistas chinos y los Jóvenes con lo raro, lo complejo, lo exótico y lo transgresivo. Si la tradición

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EL ESTADO Y LA SOCJEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO
EL MUNDO DEL ARTE Y LA lMAGlNACIÓN

dominante del siglo había creado obras heroicas e históricas para la


clase media, el arte moderno que emergió a partir de 1870 buscaba
negar, cuestionar o deconstruir lo que se daba por hecho en la vida de
la clase media35 .
Esto no se hizo a través de unas imágenes obviamente políticas, sino
con cuadros de gente y lugares cotidianos, de colores armoniosos y for-
mas abstractas, que supuestamente contactaba con el alma popular y la
utopía futura. Vincent Van Gogh (1852- 1890), el artista europeo más
emblemático de la segunda parte del siglo XIX, en Europa, escribió esto
acerca de sí mismo y de otro amigo pintor: «Ni tú ni yo nos metemos
en política, pero vivimos en el mundo, en la sociedad, y la gente se auto-
clasifica sin querer en grupos». Su intención era pintar la esencia abs-
tracta de estos grupos. Paul Gaugin, en cambio, se fue de Europa al
Tahití francés para criticar los valores burgueses explorando el valor de
los «otros». Sus cuadros de un mundo sensual, idealizado, isleño, eran
muy diferentes a los anteriores paisajes exóticos del mundo extraeuro-
peo, porque Gaugin se identificaba con sus modelos y buscaba en ellos
los mejores instintos y no las formas de vida barbáricas y arcaicas de-
saparecidas ya en Europa (véase ilustración 10.3 )36 • Por último, la apa-
rición del cubismo en 1907, tras Las Señoritas de Avignon de Pablo
Picasso, pareció dirigir el arte occidental hacia una fase tan radical e 10.3 La comida, cuadro de Paul Gaugin, 1891.
iconoclasta como los movimientos anarquistas y comunistas37 •

FUERA DE OCCIDENTE: ADAPTACIÓN Y DEPENDENCIA fi~ales del si~1~ XIX otorgaron fama internacional, además de reconoci-
miento domest1co, a Hokusai. Sus treinta y seis escenas en el monte Fuji
En cuanto al arte del mundo extraeuropeo y extranorteamericano, el Y_ La ola son los dos ejemplos de arte extraeuropeo más conocidos de los
panorama estaba bastante mezclado. Dice mucho que el arte visual siglo~ ~ Y XX. Más adelante, los artistas japoneses asumieron el arte
japonés saliera mejor parado en un mundo cada vez más invadido por academ~co e~ropeo y algunos pintaron la colusión de la tradición y la
formas artísticas occidentales. Esto se debió en parte a que su tradición moderrudad mdustrial de una manera que recuerda a los artistas fran-
de pinturas y litografías populares era dinámica y se adaptó a la inter- ceses c~ntempo~áneos. Un cuadro famoso en el que una joven ataviada
vención directa de Europa en el país. Katsushika Hokusai (1760-1849) con q~~no mira desde un puente unas vías de tren que desaparecen
empezó su carrera pintando escenas del «mundo flotante», de las cor- en la leJanra es un ejemplo impactante. Se exhibió en la exposición de
tesanas y actores del primer periodo Edo. Más adelante, desarrolló un
1900 en el Grand Pal_~s de ~arís. Vemos que el arte tradicional japonés,
estilo propio, que mezclaba temas tradicionales japoneses y chinos con es-
tilos románticos europeos38• Como sus contemporáneos en ciencia y
co~? su cultura política, hizo la transición a la modernidad con más
facilidad que otras_ tradiciones, gracias a su propia fuerza. El viejo esti-
cirugía, tuvo acceso a cuadros europeos a través de la «sabiduría holan-
lo de, retratar_ la vida urbana y rural cotidiana en postales populares
desa» diseminada desde el puerto de Nagasaki. La avanzada técnica de
parecia apropi~do Pª~ª-una nación con un fuerte sentimiento patrióti-
imprenta japonesa y la moda por lo japonés que se vivió en Europa a
co. Las alfarenas tradic10nales también se adaptaron a nuevos estilos y

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447
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO EL MUNDO DEL ARTE Y LA IMAGINACIÓN

al mercado europeo, tal y como los japoneses habían adaptado las for- ca, fundadas bajo el impulso del movimiento Arts & Crafts británico,
mas y la ceremonia china del té a un formato japonés cientos de años sólo producían artefactos para el mercado occidental, como comentó
antes. En 1880 se fundó una escuela de arte en Japón. Entre sus prime- Coomaraswamy con acritud. Sólo en las regiones remotas, como Kutch
ras creaciones había una colección de mujeres japonesas desnudas de o Gujarat en el norte, aisladas del mercado, o en las zonas «tribales»,
bronce, al estilo Rodin39. florecía el arte popular42. Pero más que el reflejo de una cultura artísti-
En menor medida, los estilos tradicionales de impresión con blo- ca popular extensa, estas artesanías eran consideradas «supervivientes
ques de madera tallada y de miniaturas de China, India y Corea supie- étnicos». A la larga, como sus equivalentes en el Pacífico y África, aca-
ron adaptarse a la litografía y al consumo masivo a partir de 1860. En baron dependiendo peligrosamente del mercado turístico occidental y
1900, los artistas chinos seguían adaptando sus imprentas tradicionales de las subvenciones del Estado nacional.
con bloques a las nuevas circunstancias. Un artista pro bóxer produjo
una serie completa de derrotas míticas de las potencias europeas y de
Japón por los ejércitos imperiales40 • Una adaptación parecida ocurrió en
las imprentas de Vietnam, que desarrollaron temas satíricos antifrance- LA ARQUITECTURA: UN ESPEJO DE LA CIUDAD
ses con mucha rapidez41 • En otras áreas, sin embargo, los estilos nativos
de pintura, tallas de madera y piedra y alfarería entraron en decadencia El auge de la discutida uniformidad global quedó todavía más paten-
-incluso en el caso de la producción doméstica- en lo que a calidad te en el campo de la arquitectura y el diseño urbano. Durante la pri-
y cantidad se refiere durante el siglo XIX. Apenas se creó nada para sus- mera mitad del siglo, los edificios imitaban el espíritu de los cuadros
tituir los estilos turcos de Iznic. Las escuelas de arte de la India británi- clásicos e históricos de un Delacroix o un D avid , y representaban el
poder del nuevo Estado nacional. Reflejaban las reivindicaciones de
un antiguo linaje de la razón. Éste era el mensaje que ofrecían el

10.4 El carácter de la tierra: barqueros cruzando el río Tamagawa, provincia de 10.5 Exportando la tradición clásica: clase de dibujo elemental, escuela Mayo
Musashi. Lámina de Katsushika Hokusai. de arte, Lahore, India, 1909. Fotografía de A. H. Fisher.

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EL ESTADO y LA SOC:lEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO EL MUNDO DEL ARTE Y LA IMAGINACIÓN

Capitolio de Washington, el Panteón de París y los gran~es edificios 11111sacre, representa el resurgir de la burguesía católica en Francia en un
clásicos modernizados de San Petersburgo. U_~ª varian_te. en el 11• H ico espectacular.
mundo británico fueron el palacio y luego la estac10n ferrov1ana neo- 121 ejemplo de París lo siguieron otras ciudades del mundo, constru-
góticas, que, irónicamente, reflejaban el deseo nostálgico de volver al 1,·1Hlo calles rectas, bulevares y óperas como emblemas del nuevo orden
viejo mundo de la amistad cristiana, los valores feudales y el orden \' e Id triunfo de la cultura real y burguesa. Roma recibió un enorme e

social todo en plena era industrial. Las Casas del Parlamento d_c 111q11ietante monumento al Risorgimento, el monumento a Víctor Ma-
Barr/ se convirtieron en el modelo para miles de estructuras p_arec1 11111'1 II (que murió en 1878). A principios del siglo XIX, los zares de-
das en toda Inglaterra, hasta aparecieron hotel_es y ayuntamte~tos 11 rollaron y embellecieron San Petersburgo con un estilo clásico, visi-
neogóticos en todo el Imperio, en las grandes c1~dad~s,c~merc1alcs 1111do la ortodo~a y med_ieval Moscú cada vez menos. Sin embargo,
como Bombay, Melbourne, Victoria y la Columbia bntanica. Como 1111110 comenta T1mothy Mitchell, algunos de los cambios en la vida urba-
ya hemos comentado, algunos gobernantes no europeos abando~_¡'. 11 1 m_ás ?ramáticos tuvieron lugar en El Cairo y Alejandría4' . Los jedi-
·, s1gu1er~~ una política _de modern ización rigurosa que empezó con
1
ron sus palacios manchúes, otomanos y mogoles p_ara buscar el carn '

ma moderno en edificios neoclásicos, que a veces mcorporaba? dcta l I dl·struccion de los barnos viejos y continuó con una nueva división
Hes indígenas superficiales. El palacio Gilderim de Esta~bul, s1~~olo 1
11 IHma que concentró a los ricos en los suburbios protegidos y echó a
de las reformas Je principios del siglo XIX, y el_ palacio del raJa cl<' l, ,k 1,obres a zo~as especialmente diseñadas para ellos. En gran parte del
Mysore construido en la década de 1820 para inaugurar la «nuev11 • 1111ndo dependiente, y también en China y Japón, fueron los súbditos
11
Constit~ción hindú» tras el fin del interregno musulmá~ en 1799, • 1 11 dales quienes iniciaron políticas de mejoras y alcantarillado. Estos pro-

fueron ejemplos de este proceso. En algunas z~nas de Ül'lente emcr •


1
los les separaban de los pobres de su propia sociedad de una forma
gieron estilos híbridos de arquitectura. En e~ remo de Awadh (Ouclh) 1
1 11 11 0 se había dado en las viejas ciudades medievales. A principios del
del norte de India, los reyes semi-independientes c_o~struyeron en 111 l¡,lo XX, las mayores expresiones arquitectónicas de dominio estatal las
primera mitad del siglo XJX edificios religiosos y civiles que mcz~·l11 l'lllan const~uyendo los gobiernos coloniales, a pesar de, o provoca-
ban estilos clásicos de los siglos XVJII y XIX con temas mogoles e 1rn. !, 11 1ior, los vientos de autodeterminación nacionalista que empezaban
níes43_ Por lo general, sin embargo, dominaron los elementos de c~ll 1 11plar. Antes de la Primera Guerra Mundial se empezaron a realizar
lo europeo, si bien la decoración superficial era «sarracena». _L a v~Mll l.. proyectos de sir Herbert Baker para una Nueva Delhi ordenada y
de acero ·permitía a las potencias de todo el mundo constrmr ecl1tl 1111 11 46
• 11111ental • En Sudáf~·ica, la subordinación de la población negra

dos más grandes y de corte europeo. l 111 q~ua tensa entre los mgleses y los afrikáners se vieron reflejadas en
De hecho, a partir de 1850, se sucedieron intentos :ªdª, v~z 1114 1, 1 1111st rucción de los edificios neoclásicos de P retoria.
espectaculares de remodelar los espacios urbanos y arqwtectonicos. /\ '-iin embargo, como ocurrió con las artes visuales, no podemos resu-
los pocos días del golpe de Estado de Luis Napoleón en 185~ se :1111111 1,11 1·1 siglo sólo en términos de construcción estatal, de bolsa de cam-
ciaron planes para remodelar por completo París, ahora una cmdad l 01 1 1t •~ 11 de resurgimiento religioso, por muy importantes que fueran. La
11 11
más de millón y medio de habitantes. El barón <?eorges Haus~1111111 1 111.1dón y la visión de las comunidades locales fuera del ámbito
empezó a construir un nuevo sistema de alcantarillado y ~e tra1cl11 ll 1 11111 y capitalista también encontraron su propia expresión arquitec-
agua, y a planificar enormes bulevar~s nuevos que supoman c.k·HI 111 i1il, .i, u parte del orgullo local que reflejaban los enormes ayuntamien-
muchos de los barrios antiguos, considerados como centros de l'lll ,1,.¡ 11or1c de Inglaterra y de los primeros rascacielos de Nueva York.
medades y de sedici6n. El objetivo, más que repres~~tar la lleg,u li1 1 1 1f 11\' ln gran época de las zonas vacacionales del Mediterráneo y los
poder de un nuevo o rden moderno, pero no democratlco, er~ a!nmil 11 11 , dom.le se mezclaron las ventajas de la vida urbana con una nueva
cientos de miles de trabajadores sin empleo. Como mostro 1'.~1111111 111,1111i1.11d6n de la playa, la montaña y el sol. Fue la época de las colo-
Manet en La Barricada de 1871, el Estado encontró un uso cspec111I 1'11 1, 11,• arl istas y de las colonias de casas modelo donde invertían sus
estas calles nuevas durante las ejecuciones masivas tras la Com111111 1 1l'1it, ,1quellos que querían escapar del modernismo industrial y vivir en
París44. La basílica del Sacré-Coeur, construida encima dd luj',111 d, 1 ,111111 dc l11<k·s \11·6pkas.

l 'i l
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL TMPERTALTSMO EL MUNDO DEL ARTE Y LA IMAGINACIÓN

¿HACIA UNA LITERATURA MUNDIAL? presente y, a la vez, se ajustan a observaciones contemporáneas y a esti-
los regionales de narración épica o fabulosa. Los narradores de historias
Fue a partir de 1850, también, cuando las literaturas del mundo se vol- del este de África, por ejemplo, comentaban la llegada de los árabes y
vieron más uniformes y, a nivel superficial, más occidentales. A finales los portugueses, aunque lo añadían a la estructura de las antiguas leyen-
del siglo XVIII, las formas dominantes seguían siendo la epopeya mito- das de héroes, creando una especie de palimpsesto.
lógica, la fábula o cuento moral, la novela romántica y el poema de- Incluso en Europa occidental, la herencia del pasado clásico seguía
vocional. Cada género estaba limitado hasta cierto punto por la religión limitando la expresión artística. Los dramaturgos del Antiguo Régimen
e ideología dominante en cada sociedad, y esto creaba una gran varie- francés, Racine y Corneille, todavía utilizaban el formato de la comedia
dad en la literatura mundial. griega clásica en sus obras sobre la moral y los hombres. Alexander
Estas diferentes formas permitían bastante innovación y en lugares Pope adoptó la forma de la épica clásica en su sátira La Dunciada. Pero
con una industria editorial desarrollada, como Europa occidental, a lo largo del siglo XVIII, los escritores y dramaturgos empezaron a tras-
China y Japón, un autor podía llegar a un amplio público popular. En cender la estructura de la literatura clásica y a parodiarla de una forma
la variada y sofisticada literatura de China y Japón existía una gran conscientemente irónica que era inusual, incluso para la irónica y sofis-
variedad de estilos literarios, desde los cuentos románticos y eróticos y ticada literatura cotidiana china. Sobre todo, la novela emergió como
las novelas de detectives, hasta los relatos de las hazañas de los reyes una poderosa nueva forma de escribir. Aunque los críticos literarios
antiguos y de los «bandidos sociales». Hasta cierto punto, todos refle- exageran la naturaleza revolucionaria de la novela europea, sí destaca
jaban la naturaleza de la sabiduría antigua y las consecuencias del decli- entre todas las demás formas antiguas, incluso las más satíricas y mor-
ve de la virtud y del comportamiento correcto. Algo parecido pasaba daces. La novela estaba hecha para el presente. Se basab a en historias
con las «novelas urbanas de suspense» del Imperio Otomano de los cotidianas menos dominadas por arquetipos clásicos, aunque los utili-
siglos XVII y XVIII. En el sur y el sudeste de Asia, la épica seguía siendo zaba. La novela intentaba entretener, asustar y excitar, pero también
lo más valorado, y las grandes historias hindúes, el Mahabharata y el contenía temas políticos, denunciando implícitamente las locuras del
Ramayana, eran una fuente para modelar posteriores versiones de la Estado y satirizando los actos de los poderosos. Tanto en Francia como
heroicidad y de los reyes buenos. Por ejemplo, en el cuento del oeste de en Gran Bretaña, las novelas y los cuentos picantes, al igual que las his-
la India del siglo XVIII «Pabuji», el héroe epónimo emula las hazañas torietas impresas contemporáneas, se convirtieron en una forma de de-
de los antiguos modelos heroicos. Pero también rescata vacas sagradas de
safiar al statu quo. En Rusia, la novela, de la mano de Lérmontov, Dos-
los «turcos», una adaptación de la épica a la historia reciente del gobier-
toievski y Tolstói, se convirtió en una gran parábola de los errores
no musulmán en la India47 . Las fábulas, sin embargo, como las kissas del
sociales contemporáneos y abrió el camino hacia una sociedad nueva.
Punjab, relatan los problemas de la gente común, aunque sus persona-
Como ocurrió en el mundo de las artes visuales, la era revoluciona-
jes tienen nombres y características arquetípicos de las diferentes castas.
Así, un cuento narra una larga batalla verbal entre Khatri (de la casta ria desencadenó una enorme energía que buscaba las utopías futuras o
la realización individual, o que trataba de bloquear ambas cosas. Goethe,
comercial) «La Tacaña» y Jati (de la casta de los agricultores) «La
Amiga Solidaria»48 • En el norte y el oeste de África se había desarrolla- el hombre universal de la época, trataba en sus imaginativos últimos
do una literatura alrededor de las prácticas de la devoción sufí, que rela- escritos de encontrar la forma de combinar lo romántico y lo sublime
taban simultáneamente fantasías eróticas y verdades morales. Edward para que los conflictos políticos contemporáneos pudieran plasmar-
Fitzgerald captó la atención de Occidente sobre este género con su tra- se en la grandeza de la naturaleza. Con el desmoronamiento del viejo
ducción del Rubaiyat de Ornar Khayyam, que fue muy popular a fina- orden, los poetas revolucionarios y románticos de la escuela alemana
les del siglo XIX. empezaron a escribir epopeyas que elogiaban la nación como una co-
Mucha literatura mundial seguía siendo oral, aunque a veces los munidad de sentimientos que busca realizarse. Al mismo tiempo, des-
bardos o recitadores escribían versiones de las historias como aides- cribían las tierras sagradas, los ríos y montañas sublimes en los que
mémoire. Donde los europeos de la época y los eruditos posteriores han algún día reinaría esa nación suprema. Lord Byron, uno de los escrito-
logrado preservar estas historias, muestran una preocupación por el res más influyentes de la época, también trató de fusionar su sentido del

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........

EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERIALISMO EL MUNDO DEL ARTE Y LA IMAGINACIÓN

inquieto deseo romántico de libertad personal con un compromiso con un cambio generalizado en la literatura europea, que describía a la
universal con la libertad nacional. Esto le condujo a morir en 1824 en gente normal empleando un nuevo tipo de realismo social, en vez de
Missolonghi, cuando la primera guerra de independencia griega contra fijar su atención en viajes de sublimación o en epopeyas melancólicas 0
los otomanos daba sus primeros pasos. héroes picarescos. En Norteamérica, Mark Twain impulsó el emergen-
En cambio, la primera era de imperialismo global que surgió de las te sentido de la cultura nacional con sus novelas, que conmemoraban la
revoluciones atlánticas, y que las apuntaló, fue testigo de la inmolación vieja relación paternalista entre las razas blanca y negra justo en el
de la herencia literaria de gran parte del mundo extraeuropeo. Las momento de su ruptura. Longfellow y sus contemporáneos describie-
bibliotecas y colecciones de manuscritos de Delhi, y las de J ogjakarta y ron la frondosa variedad de los paisajes norteamericanos y los pintores
Sulu en Java, fueron destruidas, mientras que la invasión napoleónica paisajistas de mediados de siglo compusieron acuarelas sobre ese
de Egipto provocó la dispersión y pérdida o venta de muchos manus- mismo tema. En Europa occidental, la nueva literatura se anunciaba en
critos. Más adelante, robaron los clásicos de la China imperial de Beijing. las novelas de Charles Dickens, Thomas Hardy y Charles Baudelaire.
También el avance de los colonos europeos en América, Australasia y Los nuevos novelistas sociales franceses reflejaban detalladamente la
Sudáfrica acabó con la tradición oral de muchos pueblos. Esto se debió historia popular de J ules Michelet, el cronista de las revoluciones socia-
a que destruyeron los pueblos, los infectaron, o los desmoralizaron, a les de Francia. El objetivo, tanto de la ficción como de la historia, era
una escala no vista desde las grandes conquistas españolas tres siglos representar con precisión al pueblo, no como un ente abstracto, sino
como comunidades de personas con personalidad, amores y tragedias
antes.
Sin embargo, esta época también fue testigo de la adaptación crea- propias. En estas representaciones menos idealizadas y románticas de
tiva y de un nivel de creatividad en diferentes sociedades. La mayoría las comunidades y las naciones, se describían la desigualdad económica
fue en el campo de la prosa de no ficción. La forma tradicional islámi- y el desequilibrio de poder. Mientras que recordamos a Dickens por sus
ca y árabe de escribir noticias y de dejar constancia escrita de grandes descripciones de los rituales nacionales de Inglaterra, como el budín de
eventos se adaptó para describir el auge europeo. Boustany escribió Navidad de Mr. Pickwick, también retrató la delincuencia y la rareza
Annales o/ Napoleon in Egypt, y Ghulam Hussain Tabatabai y otros de la sociedad victoriana con personajes como Scrooge. Quizás la versión
escritores indios escribieron historias sobre la degenerada época de «los más romántica del «pueblo» la encontremos en la literatura rusa. Tanto
Modernos», incluyendo reflexiones literarias y poéticas sobre los sufri- en pintura como en música, en la novela como en la poesía, los intelec-
mientos de sus pueblos. Otros escritores adoptaron antiguos estilos de tuales rusos abandonaron los modelos franceses y su culto al racionalis-
lamentación literaria sobre la maldad de la época hasta el nuevo cata- mo para investigar el «alma» del pueblo ruso por medio de la vida del
clismo. Por ejemplo, la edad de oro de la poesía y prosa en el emergen- campesino. La obra de Nikolái Gógol (1809-1852), con su desaproba-
te idioma literario del norte de la India, el urdu, fue justo el periodo en ción de lo occidental y su veneración del cristianismo ortodoxo popu-
que los poetas fueron testigos del declive del imperio antiguo y el auge lar, lideró esta tendencia50 . El cambio de la novela histórica y heroica
de pueblos pérfidos y arrogantes. Reflexionaban sobre «la fase final de a la novela del pueblo llano y sus héroes de la vida cotidiana también
la civilización oriental» y sobre la era «en la que cambió la faz de los cie- ocurrió en la pintura contemporánea. De una forma sutil, estas novelas y
los»49. En el sureste de Asia, Munshi Abdullah inventó una nueva len- relatos siguieron plasmando el desarrollo del sentimiento nacional y sus
gua literaria malaya entre 1820-1840, a través de la cual describió a la características esenciales, si bien de una manera menos grandiosa y trans-
gente y los lugares de la región con «un lenguaje político nuevo» que parente.
criticaba la autocracia de los sultanes. Mientras la expansión occidental Estas novelas de realismo social no sólo fueron importantes porque
avanzaba por China y Japón, los escritores y estadistas adaptaron los mostraban las comunidades de las diferentes naciones del mundo, sino
estilos melancólicos y dramáticos de sus clásicos para ponderar el bru- también porque en algunos países fueron el crisol donde se creó un
tal ataque de la modernidad. nuevo idioma nacional. Por ejemplo, la novela Los novios, de Alessan-
Los orígenes de un nuevo estilo literario extraeuropeo, que elogia- dro Manzoni, una historia de amor y matrimonio en la Lombardía
ba la nación oprimida y criticaba la sociedad moderna, coincidieron gobernada por los H absburgo, fue tan importante porque dio el paso

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL lMPERlALlSMO EL MUNDO DEL ARTE Y LA lMAGTNACI()N

definitivo del italiano toscano de Dante al italiano moderno de hoy y occidental. Sí significó, no obstante, que la gente educada de todo el
porque representó la virtud y patriotismo católicos del pueblo llano. En mundo leia libro~ de estilos cada vez más parecidos y que se distancia-
cambio, en Irlanda, las grandes novelas de principios del siglo XX de ban de las trad1c10nes populares y ya no se dejaban influir por ellas.
James J oyce fueron pioneras de una sensibilidad literaria subversiva que
sirvió para impul"iar una literatura nacional.
Estos novelistas y escritores de relatos cortos europeos crearon nue-
vas sensibilidades literarias, pero dentro de la tradición novelística qui:! ' CONCLUSIÓN: EL ARTE Y EL ESTADO
llevaba más de un siglo emergiendo. Fuera de Europa y de América, la ·
aparición de la prosa y la novela realistas fue un acontecimiento má,; Haóa 1914, el lenguaje simbólico del arte occidental era mucho más
dramático. Ya en la década de 1840, la comunidad parsi de la India, · variado, contradictorio y opaco que en 1780. Hacía mediados de siglo,
occidentalizada, creó un teatro en Bombay cuyas entradas se vendían eni el escultor frances Emmanuel Fremiet (1842-1910) mezcló el romanti-
el mercado abierto, un cambio radical comparado con el antiguo patroi/ cismo, el got1co Y la ciencia. Una de sus esculturas, Gorzla raptando a
cinio cultural. Las novelas en urdu de finales del siglo XIX sí tenían una ' una_ mu;er, se hace eco del debate contemporáneo sobre el darwinis-
tradición que se remontaba a las kissas y cuentos del siglo XVIII. Pero mo':, Excepto en_a1;quitectura,_ se abandonó el estilo clásico. El impre-
cuando en las décadas de 1870-1880 se empezaron a escribir en hindi., sionismo, el puntilhsmo, el pt11mt1v1smo y el primer arte abstracto se
novelas con temas modernos y de estilo realista fue un avance Írnporf codeab,an con los estilos más tradicionales en la Exposición Universal
52
tante. No sólo representaban una forma nueva de crítica social 1 sino qu~/ de Pans de 1900 • Las extrañas arpías fundidas de Gustav Klimt se
se escribían en una lengua conscientemente formada para la integración: codeab":1 con los leones rampantes y los «monarcas de la cañada» del
nacional. Autores como Harish Chandra de Benarés o Kartik Prasa& estilo m~s. conservador de sir Edward Landseer. Pero cuando los sím-
Khattri satirizaron las taras de la sociedad moderna, atacando a l~ bolos clas1co~ perduraban, lo hacían los más provocadores e inciertos.
míseros magnates comerciales indios, pero también criticando bastantt¡t · En Pans, ".anos cuadros mostraban la cabeza cortada de san Juan Bau-
directamente al gobierno británico. El gran .escritor de Bengala, Ba · Usta en diferentes esulos. Poco después, Richard Strauss compuso
Chandra Chatterji, creó una sensibilidad literaria nacional tan profnlí. so?': el mismo tema una ópera cargada de una extraña sexualidad. Su
da como la de Manzoni y sus contemporáneos, describiendo un espí,i mus1ca ya en:ipezaba a abandonar las normas clásicas de tonalidad y
ritu indio destrozado por la humillación colonial, pero también arls,~ e:calas cromaucas. James Joyce, el novelista irlandés, y sus contempo-
bando su modernidad futura. La gran literatura novelística tuvo raneos, estaban a punto de romper la estructura narrativa de la novela.
paralelo en las «farsas» populares y en las obras de teatro que paro · Aunque la analogía es atractiva, los historiadores de arte y literato-
ban a la clase media de Bengala, sobre todo las que imitaban lo que . son en la actualidad algo escépticos respecto a los argumentos que
consideraban costumbres y hábitos sexuales occidentales. En Egipto, ,~mculan el malestar del arte contemporáneo con el principio de incer-
surgimiento del árabe moderno se debió en gran parte a los periódic Udu_mbre d_e Heisenberg o con el psicoanálisis y el «descubrimiento»
Una generación de autores y críticos nacionalistas, como Salarna Mu ,del ~consciente por Freud. Pero sí es cierto que la estructura estable y
había aparecido ya en 1914, proclamando que representaban gremial del arte y de las letras del siglo xvm y el abundante patrocinio
nación unida, pero 1 a la vez, popularizando una lengua estandariza los reyes.Y de la anstocracia que las mantenía habían desaparecido.
fluida. 0 perm1t10 q~e ±1o~~c1eran estilos y temas artísticos más experimen-
Ninguna de estas innovaciones acabó por completo con las tr s, a la vez mas polmcos y menos públicos.
dones populares literarias, dramatúrgicas, musicales y de narra Con la complejidad llegó también una mayor uniformidad global.
orales, que perduraron en la mayoría de las sociedades hasta la lle muchas sociedades, los formatos y estilos occidentales habían mar-
de las transmisiones televisivas en la segunda parte del siglo XX. Las do las artes elitistas extraeuropeas, o las habían releoado al nivel de
jas tradiciones seguían siendo importantesi a veces adaptaron o can·
!izaron los personajes y los temas nuevos de la literatura mundial de o ·
:1
:esanía. Sólo el arte japonés, y, ha?a cierto punto, chino, se sal-
' aunque empezaban a mostrar smtomas alarmantes de caer en lo

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EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA ERA DEL IMPERlALISMO
.EL MUNDO DEL ARTE y LA lMAGTNACIÚN

kitsch. El declive del patrocinio, la mecanización y la búsqueda de la


modernidad en la enseñanza lograron lo que no habían conseguido los
grandes destructores como Gengis Kan y Tamerlán. En el siglo XX,
Asia, África y el Pacífico produjeron grandes artistas, pero todos pinta-
ban cuadros occidentales de estilo indígena, o formas híbridas, y no arte
autóctono. «Híbridación» no significa, por supuesto, decadencia. Tanto
en Europa como fuera, a menudo esa hibridación sirvió como cataliza-
dor de una nueva creatividad artística. Pero los símbolos y las tradicio-
nes se entremezclaban, y el arte elevado de la iglesia, el templo y la corte
real perdieron su integridad. De hecho, el arte había cambiado especta-
cularmente su función. La creación artística venía impulsaba por un
creciente mercado internacional impersonal, y no por la fe religiosa o
por los valores del gran mecenas noble o de la pequeña clase culta. La
gente seguía creando o viendo arte para contemplar y entender el
mundo espiritual, pero ahora muchas personas coleccionaban obras, o
las colgaban en casa como muestras de su estatus personal, o en busca de
la ilustración secular.
Hay que contrastar estas tendencias con 1a vitalidad de las artes
populares de finales del siglo xrn:. Los grandes movimientos demográ- 10.6 Grupo malayo de gamclán, década de 1880.
ficos o ideológicos típicos del periodo y las innovaciones técnicas habían
creado un contexto especial para su desarrollo. El ferrocarril había po-
sibilitado la difusión del teatro popular tanto en Occidente como en
Oriente como nunca antes había pasado. En Europa y Norteamérica, la protagonizaban novelas baratas . d .
habían hecho las Biblias holande que if u~. aron la _sociedad como antes
linterna mágica y el cine pionero empezaban a llegar a las provincias. siglo apareció el cine no . saNs Y os yimnos piadosos. Y al final del
Grupos operísticos y dramáticos populares recorrían las aldeas de . , so 1o en, ueva ork y p •. · b"
El Cairo y Bombay N t d . . ans, smo tam ien en
China, Vietnam y Birmania contando cuentos de los héroes antiguos y popular. Eran los s~ a~es o a esta neat1V1dad se debía a la demanda
fomentando sutilmente la oposición a los gobiernos coloniales. Las téc· mercado popular Pefo en dien¡;1presanos qmenes veían el potencial del
nicas de iluminación y los nuevos instrumentos musicales hicieron · , erentes grados 1 • · d
nuevos o modificados reflejaba un f .. ' e exito e estos formatos
mucho más espectaculares las representaciones de las epopeyas indias clase trabajadora y a veces su i ª¡ e ecci~n consciente por parte de la
en los pueblos pequeños y en las aldeas. Aunque los misioneros elimi- ' ' , nvo ucrac1on creativa en la cultura.
naron las antiguas canciones de guerra y de matrimonio de los maoríes
y de otros pueblos del Pacífico, popularizaron nuevos estilos de cánti•
co religioso popular en la zona. Se escuchaban salmos galeses en las PERSPECTIVAS
colinas chin de Birmania, adaptados a su nuevo entorno. En las socie-
dades occidentales, el teatro musical se extendió rápidamente como La h'istona
· del arte es especialmente !in 1 .
una empresa muy lucrativa en las multitudinarias áreas residenciales de:! te «lo que pasó». El resultado de I ea porque sabemos visualmen-
la nueva clase trabajadora. En Gran Bretaña por lo menos, el music hall' Picasso, Gropius y James Jo ~s procesos descmos fueron Pablo
hacía de contrapunto divertido y creativo al teatro clásico y formal,
Hubo una explosión de literatura popular en casi todas partes debida a
ron los moldes convencion~~:, ;r erm~tas que en el siglo XX rompie-
respectivamente Pero si· h be.. e arte,_ .ª adrqmtectura y la literatura,
la difusión de la imprenta mecánica. Amantes xhosa y detectives árabes .b . · u 1esemos v1s1ta 0
pu lica en 1900 habríamos vist h un museo o una plaza
, o mue as cosas que recordarían el viejo
458
459
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD EN LA EM DEL IMPERIALISMO

orden. En las salas de la Exposición Universal de París de 1900 hahía


zares uniformados de blanco montados a caballo. Sir Edwín Lutyens, el
arquitecto británico 1 aún creaba mansiones rurales para los terratenien~
tes aristócratas. Los campesinos del mundo todavía compraban ilustra-
ciones que mostraban las deidades o los jefes locales. El próximo capí-
tulo pasa a tratar el tema de la perpetuación de las jerarquías en el
contexto de la modernidad.

CUARTA PARTE
CAMBIO, DECADENCIA y CRISIS

460
11

LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

Sq.¡ún muchos intelectuales del siglo XIX, el gobierno racional moder-


1111, el liberalismo, la ciencia, la industrialización y el nuevo urbanismo
1l1·~cncadenaron cambios que distinguían su época de todas las anterio-
1, s. Los capítulos anteriores han cuestionado esta opinión. El liberaJis-
111t1 era en 1850 aún una aspiración y en 1900 estaba a la defensiva. La
11 t•plación de la ciencia se vio condicionada por la actividad intelectual
¡,11·cxistente. La industrialización y e] n uevo urbanismo tard aron en lle-
,, 11 u muchas partes del mundo. Sorprendentemente, la fuerza social
11111s dinámica de la época fue la fe religiosa, que muchos intelectuales
pc•nsaban -o esperaban- que fuera perdiendo progresivamente su
11ill11encia durante el siglo posterior a 1789.
Este capítulo examina más detalladamente la persistencia y la
, 1 , onstrucción de las jerarquías sociales típicas del viejo orden. Por

,, 1,1rquía» entendemos las formas de dominio y subordinación social y


1 111116mica ju stificadas por ideologías relativas al honor, la valía perso-

11111rnda y la bendición divina. No todos los regímenes antiguos eran


1111111nrquías. En Venecia, Hungría y Holanda, por ejemplo, las viejas
1, publicas sobrevivieron a la era de los déspotas ilustrados. En muchas
,u 1c•dades extraeuropeas, los jefes dependían de un consejo de los
111, 1,1110s de la tribu. Pero, incluso en estos casos, el sistema era jerár-
•(lth o, generado p or los viejos valores oligárquicos. Ésta fue una de las
1 1 ,111t·s del odio que sentía Napoleón, un nuevo estadista republicano,

11,11 111 los viejos republicanos de Venecia con sus órdenes y rangos y sus
, ,11 ,11 ltns cerradas.
l•:I capítulo también analiza la subordinación por género, la esdavi-
111,I l.1 st.'rvidumbre, la clase aristocrática y las monarquías. Mantiene
1111 1•1,los sistemas y dependencias sociales no perduraron por una
1111¡il1· nt'l.Ón de «continuidad» histórica, sino porque los pueblos del
,,,1., XI X pn:servnron y adornaron estos rasgos del viejo orden precisa-
111, 1111 porq11e lt·s crnn füiles en un periodo de cambios. Ln necesidad
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOOALES

de reconciliar las opiniones acerca de la continuidad y el cambio, y de 1111pcl de la religión y la persistencia del viejo orden hasta finales del
la disolución o reconstrucción de las jerarquías, queda más clara sí 11110 xrx.
primero examinamos las visiones contradictorias de los historiadores Parece ser que la idea de la continuidad en la Europa decimonóni-
recientes. ' ,1 1icne bastantes argwnentos a su favor. En el sur y el este del conti-
111111c, menos de la tercera parte de la población vivía en ciudades en
1•ioo. Muchos de los habitantes rurales seguían dependiendo patética-
1,11•11 tc de los terratenientes y los señores. Trabajaban de aparceros. Los
EL CAMBIO Y LOS HISTORIADORES 1 hi)l'ros por Europa de mediados de siglo no tenían que alejarse mucho

, 1, Ft·ancia para darse cuenta de que la Revolución Francesa no había


Hasta finales de la década de 1970, la mayoría de las historias de la , ,111il,iado tanto la relación entre el campesino y su señor. Incluso en
Europa del siglo xrx trataban de explicar el porqué de la Revolución 1 , 1,111 Bretaña, Bélgica y el norte de Alemania donde la industrializa-
Rusa de 1917, o del nazismo en la década de 1920, o del primer gobier- ' 11111 avanzó más rápido, el nuevo electorado :staba donúnado por los
no laborista en Gran Bretaña, por ejemplo. Los historiadores de Asia y ' " 1111des magnates y la supuestamente política democrática padecía bro-
África vieron los comienios del nacionalismo en las asociaciones pro• 1, ~ 11c riódicos de intervención monárquica. Lord Salisbury, descendien-
tectoras de vacas de la India en la década de 1890, y en los cultos dl' 1, cll' un conocido cortesano de Isabel I, y un grupo de grandes terrate-
invulnerabilidad de África en la década de 1900. Pero estas historiog.ra 1111 111 cs dominaban el gobierno británico entre 1890-1900, y seguían
fías eran «progresistas» en el sentido de que creían que los procesos 11il111 idiendo gran respeto social en sus circunscripciones. Tras la muer-
sociales tenían una finalidad inherente. En 1981, el historiador nork 1, 1•11 1901 de la reina Victoria, el nuevo rey, Eduardo VII, se interesó
americano Arno Mayer publicó un libro sobre la historia de Europa lla 11111C'l10 por la política gubernamental.
mado I'he Persz'stence ofthe Old Regimé. En él argüía que lo sorprenden i'1ste era el patrón en muchas partes. 1i:as la derrota de los ejércitos
t e del nuevo sistema de estados europeos de 1914 no fue la democracin, 11 il 111110s a manos de los abisinios en Adowa en 1896, el rey Humberto
el laborismo ni el progreso de la modernidad, sino lo poco que estas , d1•dicó a desautorizar a sus núnistros y a imponer su autoridad per-
fuerzas del cambio supuestamente irresistibles habían erosionado los ' 11 111l1. En 1907, el zar Nicolás II de Rusia cambió la nueva ley electoral
sistemas imperiales inamovibles, las aristocracias y la subordínaci611 1il111 rnria e inconstitucionalmente invocando una autoridad «otorgada
jerárquica del campesino a su señor. De hecho, la Europa de 1914 s1 11111 1)ios»4 . En otras partes, los campesinos conservadores se resistían
parecía más a la de 1789, antes de la Revolución Francesa, que a 111 111 ,q1i1aüsmo rural. Incluso en Estados Unidos, algunas de las grandes
Europa de 1945. Mayer asevera que fueron las guerras del siglo XX, y 1111 l.111iili1ts coloniales, como los terratenientes de la zona de la bahía de
1 111 ~11pcake, mantenían sus tierras y su estatus a pesar de la abolición
los movimientos sociales grandilocuentes ni los cambios económicP"
superficiales del siglo XIX, las que realmente engendraron el mundo 1, 111 t·sdavitud. En los estados sureños, una generación después de la
moderno. Con estos argumentos, Mayer se distanció del punto de vi sin 111111ll'i<'in de la esclavitud, la población negra emancipada subsistía tra-
de Tocqueville, que luego sería la base de las obras de los historiadoi-1 " 1, q1111do de aparceros y estaba sujeta a una discriminación racial que
marxistas, sociales y del trabajo del siglo XX, sobre las consecuencias dr 111q ll'ilía su acceso a colegios, iglesias y ciertas zonas urbanas.
la Revolución Francesa. SI mi ramos fuera de Europa, el argumento parece todavía más plau-
La obra de Mayer provocó menos debate del que debería, en p111 Ir 11 d, , 1k hecho, se puede argüir que el estancamiento europeo se debía
porque cargaba la hípótesis, y en parte porque el tono de la historiog111 1 l,1 111wxió11 de enormes zonas del mundo que sólo podían gobernarse
fía empezaba a cambiar2. Irónicamente, y sin mucha lógica, el col11pN11 I" 11 111 1'1 ll'l'i\fl y el conservadurismo. A principios del siglo XlX, los impe-
de la Unión Soviética y del comunismo europeo tras 1989 cuestio111111111 1Iil1~111Hnrgumcntaban que sus brutales conquistas abrían paso a la dvi-
todas las tesis de los historiadores que habían resaltado el cambio n·vu 11 1, 11111, vi comercio y el gobierno humanitario en lo que hasta entonces
lucionario e, incluso, el auge de la democracia. En cambio, cksd1· 111 1, il if1111 sido <:stados bárbaros. El cristianismo el gobierno utilitarista la
década de 1990, se ha escrito mucho ~obre la polftica en la corll' n·1d, 1I 1, 11 1111111 de los. Jcrcchos del hombre e, inclus¿, las libertades america~as
C1\ MBJO, DECADENOA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUfAs SOCCALES

transformarían Asia y África. La situación en 1900 no parecía cumplir · " 11 o plazo. La mayor parte de la sociedad seguía respetando la casa
esta predicción. La población urbana de los imperios asiáticos y norte- 11 1•Pl'l'lal. En 1900, el confucianismo estaba muy vivo. Nadie hubiera
africanos de Francia y Gran Bretaña seguía siendo un 10%, más o 111; visto su final.
menos igual que en la era precolonial, y, de hecho, el nivel de vida cayó. 1)e igual manera, el Imperio Otomano ha sido revisado por los his-
Las pruebas anecdóticas de los primeros nacionalistas asiáticos y afri- 11111i1dores de los últimos veinte años. Los historiadores Jo consideran
canos sugieren que muchos grupos de campesinos y artesanos, antes il 1111,1 un sistema viable y sofisticado para mantener unidas las distintas
prósperos, eran más pobres y dependían más de los potentados que en · 111111s Y religiones, no un foco de nacionalismos problemáticos. El
1800. 1
11/vrmo de Europa» fue víctima de la medicina imperialista de Occi-
El gobierno colonial no había mejorado la vida de la gente ni habfa 11 1111•. li1 P,atri?tis~o otom8:110 sobrevivió hasta bien entrado el siglo XX
establecido un sistema político más racional. En lugar de fundar unn 111 1(' los subdnos arabes e mduso gtiegos del lmperio9• Posiblemente
administración moderna, el gobierno colonial había perpetuado la exis '1 1il11l'sc sobrevivido a la Primera Guerra Mundial si el Comité para la
tencia de w1 montón de poderes arcaicos: sultanes, marabout5~ rajás y 11
1111111 Y el ~r~greso, un grup~ de jóvenes militares que trataron de reju-
jefes hawaianos. En el Africa británica y francesa, lord Lugard y d 111'( l'I' el regimen, no se hubiera equivocado de bando. La moderniza-
mariscal Lyautey, respectivamente, disfrutaban del sistema de <<gobicr 1011 dt· Ja?.ón se co~sidera un é,xi~o sólo porque los grandes barones y
no indirecto» en el que perduraban la parafernalia y la justicia personnl 1,' ,111n_1rru~ ~ª:°tuvieron sus atav1cas lealtades al emperador. Esta gran
precoloniales~. Los nativos, pensaban, respondían mejor a regímel1l'k •1111olc•1rnzac1on unpuso todavía más cargas a los campesinos y a 1a clase
autoritarios y arbitrarios. El cristianismo, por no hablar de la enseñun "' 1lr11, hcne~iciando sólo a los ricos10. Además, grupos semi-indepen-
za, traería la anarquía si no se controlaba. Y en los imperios colonialt·s, leo 111i•s <le diferentes clanes de la Armada Imperial ya estaban planifi-
la esclavitud tardó mucho en desaparecer. En 1898, cuando España Y c11ol11 In conquista de Asia, que acabaría, a la larga, en la implosión del
Estados Unidos entraron en guerra, todavía había esclavos en Cuh11 l11q11•110. La modernización de Japón era muy superficial.
y en el Caúbe español6• En otras zonas, la esclavitud se había abolido 1 n~ historiadores mantienen su puesto de trabajo porque cada una
en lo formal, pero sencillamente se sustituyó con otros sistemas, tal, e 1, ·, ~mcraciones cambian de opinión. Es una tarea relativamente
1

como el de los meritorios o aprendices sin sueldo, el de las reservas dt' l 1, il v11 que escribir de historia es cuestión de énfasis. Los historiado-
mano de obra tribal y el de la servidumbre doméstica. 111 l I rabajo y escritores socialistas de hace treinta años se centraban
Incluso en los estados independientes y semi-independientes d11 11
1.iwn, en el cr~cimiento masivo de las ciudades industrializadas ;
mundo extraeuropeo, el Antiguo Régimen sobrevivía en todo su cspl1·11 1111 1~m11 del traba¡o que tuvo lugar en el siglo XIX. Pero con Ja misma
dor. De hecho, la historiografía reciente apoya la idea de la «conti1111i 1
"11 lns historiadores actuales señalan que en 1900 la mayoría de la
dad distorsionada». Entre 1900 y la década de 1980, por ejemplo, 111 l ,L1o 11111 d~ la Tierra_ era campesina, igual que cien años antes, y que
mayoría de los comentaristas e historiadores pensaban que el lm¡wd 1 1
11\, 1dl' vida y los sistemas de subordinación a los que se veía some-
Q ing de finales del siglo XIX era un caso perdido. No era más qrn· 1111 1, 1 1 111 nuís o menos iguales, si no peores.
corona hueca, impotente ante los que realmente ostentaban el podl'I 1111,1 forma de salir de este punto muerto es preguntar no sólo qué
China: los terratenientes regionales, los gobernadores provinciales v 111 11 il 1111 v q'.1é no, s,ino también _por qu~ ciertas viejas prácticas, sistemas
potencias occidentales establecidas en los puertos. Este punto dt· "'"I 1111111N y ¡ernrqmas -:-me refiero a sistemas de subordinación justifi-
está en revisión. La caída de la dinastía Qing en 1911 ya no par('n· 111 11 11 111 vn lorcs sociales-- sobrevivieron. ¿Qué ofrecían estos viejos
inevitable, como propone Hans Van de Ven7. Después de las rcl-wli1111 1 1111· 1•11 unn época en la que es difícil negar que ya había un creci-
de campesinos a mediados de siglo, el Imperio se había reforzado 11111N il 11111 ele· l,1 población, del capitalismo industrial, de la democracia y
lo que parece. Incluso después de la Rebelión de los Bóxers, los tit 11 1 1 1i,cl11 llH><krn~? Este capítulo trata de contestar a esta pregunta
des militares regionales, como el general Yuan Shikai seguían I rnl 111111 111 1111111 In l'I I rnba¡o rural y urbano, la aristocracia y la monarqtúa. En
do por la supervivencia del régimen8. Los acontecimientos t!v 1<) 1 1 qll 1 l 1 11 ~p11t·s1a l'H que los políticos y lns élircs sclcccio1rnron los sis-
condujeron a la caída del Imperio se debicro11 " h, crisis li,11111111 1 1 o111111111os pnnt s11 su¡wrvivencin predsanwntl' porqul' Sl'rví:in pnra

IM
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTTIUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

sostener un mundo de relaciones que se hadan cada vez más uniformes, <le la mano de obra desplazada a las minas, fábricas y granjas comercia-
pero más complejas. Al mismo tiempo, no podemos explicarlo todo en k:s del siglo xrx, ya fuera en la Rusia zarista o en el sur de Italia, eran
términos <<funcionales». A veces las jerarquías y las creencias aparente- Jornaleros agrícolas eventuales. Según se desarrollaron estas empresas
mente redundantes perduraron o se reconstituyeron sencillamente por- ,·npitalistas, la mano de obra masculina pasaba mayores periodos de
que la gente las valoraba. 1icmpo fuera del ámbito doméstico 11• Inevitablemente, esto aumentó la
presión sobre la mujer, sobre todo sobre las embarazadas o las que cria-
l,:1n niños en casa. Los hombres no solían entregar mucho del dinero
q11c ganaban a sus familias y, a menudo, se endeudaban. Las mujeres,
GÉNERO Y SUBORDINACIÓN EN LA «ERA LIBERAL» 1l11da la ausencia de sus maridos o parientes masculinos, se veían obli-
11ndas a trabajar o a cultivar, además de cuidar a los niños. En conse-
Antes de examinar formaciones sociales más amplias deberíamos consi- 111encia, la salud de la mujer decayó. En otras industrias, como las plan-
derar el elemento básico de la sociedad humana: la familia y la relación l 11l'iones de té de la India y China, las mujeres constituían gran pai:te de
entre géneros. Muchos historiadores y sociólogos, desde el socialista 111 mano de obra porque, supuestamente, eran mejores trabajadores
Friedrich Engels hasta hoy, consideraron que las desigualdades entre 11111nuales. Los sueldos paupérrimos que ganaban se los enviaban a los
géneros fueron la base sobre la que se alzaron todas las demás desigual- 11111 ientes masculinos de sus familias, si es que los capataces y contratis-
dades y subordinaciones sociales. ¿Qué efecto en términos generales 111~ no se lo robaban antes.
tuvieron los cambios que hemos visto -el lento auge del Estado, el Las cosas tampoco cambiaban mucho para las mujeres de la élite
capitalismo y el liberalismo- en la relación hombre-mujer? Una teoría 111cidental. En 1784, el juez escocés lord Kames comentaba: «Las obli-
persistente de la historia de la literatura de mediados del siglo XX sobn· ¡¡1l<'Íones [de la mujer] son complacer a su marido, ser buena economis-
la modernidad pregonaba que el viejo sistema de la familia, que supues 1.1 y criar a sus hijos, y todas requieren mucho entrenamiento... El tiem-
tamente prevalecía en gran parte del mundo fuera de la Norteamérica y 1111 que una chica dedica a su mw'ieca permite hacer un buen pronóstico
el norte de Europa protestantes, se resquebrajaría con los cambios eco +l,•I I k:mpo que dedicará a su retoño»12•
nómicos. A su vez, esto conduciría a un mayor individualismo y a u1111 · l•:sta opinión, aliñada con referencias a la devoción religiosa, a la
relación más igualitaria entre hombres y mujeres. , 11N1•1innza y a la salud física, refleja las opiniones de los reformadores e
Hay que decir que los análisis formales de la estructura familiar 110 li11 1•l¡•c1·L1ales masculinos del mundo durante los siguientes cincuenta
indican que haya cambios masivos en la relación entre géneros. l ,11 11111N. l ,o que es cierto es que hubo algunos avances importantes para las
mayoría de los historiadores de la familia, analizando desde fuera, wn 1111i¡1•1·t·s de la élite de las sociedades occidentales en los cien años ante-
muy pocos cambios en la estructura de la familia en el mundo decinu, 11+ 111'H 111914. Los mayores ingresos y un mejor sistema de comunicacio-
nónico. El predominio de la familia extensa en el Asia moderna prol111 11, ~ 1•11 Europa occidental y Norteamérica permitieron a las mujeres de
blemente se ha exagerado. Y el predominio de la pequeña fa111il111 l 1 1111.~cs alta y media alguna influencia sutil en la política y el mecenaz-
«nuclear» en Europa, sobre todo en sociedades del norte como Di1111 ¡, 1 S111 embargo el voto femenino tardó mucho en llegar. Algunos esta-
marca, Inglaterra y Holanda, también se ha exagerado. Esto se ddw 1 l,1•1 11ol'rcamericanos tenían sufragio femenino a finales del siglo XIX,
que no se han tomado en cuenta los <<ayudantes» residentes en las ÍU111I I" 111 111 mayoría tuvieron que esperar a la enmienda constitucional de
lías pero sin tener parentesco con ellas. Cuando corregimos esas cv:1l1111 1
I ' 1 t) l ,ns mujeres mayores de treinta años de Gran Bretaña sólo consi-
ciones y vemos a la familia como una colección aleatoria de pcrno1111 1il, 1n11 ¡•I derecho a votar en 191813, y en Francia e Italia tuvieron que
tanto como una unidad biológica, es muy difícil percibir ningún 111111 111 1m n(u1 más. En Australia, Nueva Zelanda y Canadá, las disposicio-
bio rápido entre principios del periodo moderno y el siglo XIX. 11, 11111H mdicales habían logrado el sufragio femenino. La Europa con-
Por otra parte, en los casos en que sí hubo cambios en la cst 1111 111 !111, 111111 lnrdó mucho en otorgar el voto a la mujer, pero había podero-
ra de la familia en Europa, éstos sólo sirvieron para cimentar l11H dlf , 11111vli11i¡,11ros a favor del sufragio femenino y la mujer tenía un papel
rendas existentes entre el hombre y la mujer. Por ejemp.lo, la 11111yo11 1111 11 111 11111,· 1·11 01·.rn~ aspectos de la vida pública. Por ejemplo, la mujer

,l(,H
CAMBIO, DECADENCJA Y CRISIS
LA RECONSTITUOÓN DE LAS JERARQUfAS SOCIALF.S

podía graduarse en la Universidad de París, como hizo Marie Curie, la


11 ill's, solían mantener y consolidar el estatus mascuUno como cabeza
física, mucho antes que en Inglaterra. A finales de siglo, las mujeres de
, 1, f.11niUa en sus nuevos códigos legales, cosa que generaba un contrnl
la élite empezaron a obtener cierta independencia a la hora de casarse,
111 1 111lino aún más rígido. Hubo, claro está, campañas morales por
de poseer propiedades privadas y de emplear su tiempo de ocio. El
¡ 1111• ele misioneros, mujeres europeas y reformadores coloniales para
capitalismo empezaba a darse cuenta de que las mujeres eran un impor-
tante grnpo consumidor que había que conquistar. 111, ¡orar la situación de la mujer en estas sociedades. Instituciones como
l 1 '\111crican Zenana Mission trataban de educar y liberar a Jas mujeres
Los historiadores de la mujer, sin embargo, han cuestionado el con -
tenido real de estos cambios y con razón. No hay duda de que la mujer 1, 111 que consideraban las restricciones de la familia indo-islámica y de
e 111.-i11e Medio. Estos reformadores intentaron que la enseñanza, el
estaba excluida de la mayoría de los empleos masculinos. Y el sufragio
femen ino tampoco significó que la mujer tuviera una voz política 11 llilnismo y la higiene llegaran a mujeres aisladas en las familias hin-
importante, por mucho que se representara a la nación como un ente h11 , y musulmanas. La enseñanza femenina se convirtió en un mantra
femenino, o que la mujer pud iera participar en iniciativas políticas de la ¡ 11 1 lns potencias coloniales europeas cuando intentaban justificar su
«buena sociedad» como asociaciones abolicionistas o en actividades 1111¡u11alismo frente a la escéptica opinión pública doméstica. Hubo
caritativas y religiosas. La mejora en el nivel de vida permitía a veces a t 1 1 • campañas famosas, también a favor de la mujer, contra el infanti-
los hombres retirar a las mujeres de clase media-baja e.le su trabajo en hlio y el matrimonio infantil femeninos en India, contra el conc~1bi~,a-
las tiendas o en otros puestos de trabajo de cara aJ público, donde por 11I 11 i~atorio y las vendas en los pies de China y contra la mutilac1on
lo menos habían podido ser independientes o ahorrar algo e.le dinero. 1111.il en África. Pero normalmente se trataba de ofensivas dialécticas
Las mujeres de clase trabajadora, la supuesta «élite laboral», obligacfo11 1 lm europeos contra los «nativos depravados», y no de campañas sos-
a trabajar en la industria textil y en otras, soportaban unas malas condi 1 111d11s para mejorar el rol de la mujer. La Ley de la Edad del Consen-
ciones laborales y cobraban un pequeño porcentaje de Jo que cobraban 11111, 1110 indio de 1882, que prohibió el matrimonio infantil, no se
los hombres. Los p atronos solían buscar maneras de conseguir que lo 1 1, , 11 11pnba realmente de defender a las chicas jóven~s, sino d_e «elevar
sueldos de las mujeres revirtieran en sus maridos. 1111wl moral, físico y mental, de los nativos>> y de evllar «peligros que
Las mujeres de toda clase y raza eran víctimas de las ideas mascul1 1h1 111 d vigor y la salud nacionales»14 • Más importantes, quizás, fueran
nas sobre la enfermedad y el parto, que sutilmente las clasificaban como 1 1111t·111os reformistas indígenas. Los reformadores puristas del siglo XJX,
inferiores mental y físicamente. Fue en el siglo XIX, al fin y al cnho l,1, iodo Mubammad Abduh en Egipto, resaltaban la importancia de
cuando los médicos empezaron a tratar la «histeria» como una enferme 1c , 11~1·1111nza femenina, aunque estrictamente segregada de los hom-
dad femenina vinculada al útero. De hecho, un aspecto importanlt· d 1 1:11nbién los reformadores Meiji desarrollaron los planes del últi-
la nueva profesión médica fue la ginecología, una especialidad masrnli 111 111•iioc.lo 'fokugawa para establecer un sistema escolar que hacia
na para controlar el cuerpo de la mujer. La gente «respetable» de wnn 1 1111•d11caba a un 35% de las niñas de edad escolar, a comparar con el
parte del mundo rechazó e incluso criminalizó a las viejas comadronn 1 . , lt los niñosu.
ayas y «mujeres sabias» de antaño. 1
,111 1·mbargo, cualesquiera que fueran los efectos de estas iniciativas
.El progreso de la mujer occidental fue, como mínimo, lcnrisim 11, los cambios socioeconómicos generales no parecen haber ayu-
hasta 1914, y la industrialización y la ciencia más que minar el c.lorninl 11,111 11111d10 a la mujer -posiblemente todo lo contrario-. Las ham -
masculino permitieron a los hombres mantener de diversas maner,,~ 1 1111 1 } lns enfermedades se cobraban más víctimas entre las mujeres,
control patrimonial sobre el cuerpo y la mente de la mujer. La m11jl'1 n 111 cl,·111ógrnfos indican que era una táctica de supervivencia de la
europea progresó aún menos en el siglo XIX. De hecho, es probnbll' qu 1, , 11111 l ,n mayoría e.le las víctimas de las grandes hambrunas que
en muchos aspectos su nivel de vida cayera. Es dudoso que el ordc..·11 111rl 1 111111 China, India y partes del norte y centro de África a lo largo
dico en las sociedades prccoloniales otorgara muchos derechos dt· pi
1 1 1/'l,11•ra11 mujeres y niños. Si algunos intentos de conseguir «respc-
piedad a la mujer. P ero los regímenes coloniales, preocupados pm 11·1 111
l,il1il 11t., .1y11c..larnn a la mujer, otros limitaban activnmente su papel
dar impuestos y por crear bolsas de mano de obra y reservas 111ili1111 (
1il 1•:11 g11111 p111 1c dl' África y /\sía, nrnndo los ingresos fa miliart'N

l /1
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUClÓN DE LASJERARQUfAS SOCIALES

aumentaban, los jefes regionales apartaban a las mujeres de la esfera , ~rlavitud utilizando los argumentos de Aristóteles, a pesar de que era
p ública, encerrándolas en casa. , 111 In vez un asunto más embarazoso p ara El Vaticano.
Paradójicamente, los cambios sociales y económicos tuvieron el Sobre todo, los europeos y los norteamericanos blancos y, en menor
efecto de restringir la independencia de la mujer en lugar de mejorarla, p1 .ido, también los asiáticos y africanos, invocaban las diferencias racia-
tanto entre la élite como entre los pobres, aunque por motivos d iferen- l, , para justificar la esclavitud. En el siglo XVIII y antes, se decía que la
tes. En este microcosmos de la sociedad humana podemos ver la para- 1111,lia había condenado a los africanos negros a la inferioridad y la es-
doja más generalizada: la modernidad reforzó la jerarquía en ciertos ' l11vitud. En el siglo XIX, algunos defensores utilizaron las nuevas cien-
aspectos. Además, la posibilidad real de mantener el trabajo femenino, ' 111s «raciales>> para justificar la continuidad de la esclavitud y otros
la capacidad para criar n iños y las habilidades subordinadas pueden 11pos de subordinación laboral. Se han exagerado mucho los efectos del
haber sido w1a importante y tácita fuerza para el mantenimiento de 11 1¡\C de las doctrinas del liberalismo social y económico y de la emanci-
otras clases sojuzgadas, especialmente de los esclavos y los siervos agrí- 1'.il'Íón..
colas. l ,a esclavitud en las plantaciones americanas y caribeñas ern un sis-
1, 111;1 muy diferente al modelo de dependencia familiar y agrícola típico
, 1, 1•:uropa y del mundo islámico. De alguna manera, podría considerar-
, 1111 aspecto del capitalismo moderno y no sólo un vestigio del pasa-
EL REVERDECER DE LA ESCLAVITUD 111 Fue el valor económico inherente del sistema para los dueños de las
l'l.11lluciones, los comerciantes y los estados, lo que hizo que hubiera
El refuerzo de la subordinación parece un tema in1portante si conside- , , luvitud hasta finales del siglo XIX.
ramos las zonas más abyectas del sistema laboral del mundo. La prÍ111c- 1,as cifras que ofrecen los historiadores de la esclavitud son elo-
ra mitad del siglo XIX vivió el apogeo del sistema esclavista, aunque d 111 11tcs. P. E. Lovejoy calculó que entre 1701 y 1800 se llevaron
comercio de esclavos no dejó de ser cuestionado. Una de las razones 1, 11 i.000 esclavos de África a las Américas, y otros 3.330.000 entre
por las que los amos de esclavos y los negreros pudieron resistir los ata 1Hll l y 1900. Si calculáramos la cifra de africanos transportados en cJ
ques de los abolicionistas de los siglos XVIII y XIX fue que casi todas laH I" 11rnlo que abarca este libro, 1780-1914, es probable que fuera muy
tradiciones legales y religiosas del mundo justificaban la esclavitud ul I· 11, l'idu a la del «largo» siglo xvm (1680-1780) 18• Irónicamente, la
menos hasta cierto punto. E n el caso de Europa, como es notorio, Aris ,1,, ,u la 1780-1790, supuesto comienzo de la modernidad y de la Ilustra-
tóteles y el derecho romano consideraban la esclavitud como una con ,, 111, ¡mrece haber sido el periodo de mayor trata de esclavos. Además,
díción natural, mientras que los Padres de la Iglesia habían hecho li1 1 , ,111wrcio de esclavos procedentes del este de África por parte de
vista gorda. Las tradiciones islámicas y budistas, entre otras, tambil·II ,, il u•~ y africanos, y del sur de Asia, se incrementaron a finales del
19
aceptaban ciertas formas de profunda dependencia social parecidas a 111 11 111 XVlll • Por eso no deberíamos dar demasiada importancia histórica

esclavitud europea del periodo clásico. Formalmente, ambas eran rt'll , l., 11l10lición británica de la trata de esclavos en 1807 desde una pers-
giones igualitarias, pero muchos musulmanes mantenían que la gt'nl 1 , , 11v11 global. Incluso en los dominios británicos hubo esclavos hasta
capturada en guerra podía ser esclavizad a, mientras que los buclis111 1 1 1 1H38, y las consecuencias duraron mucho más20. En islas como
invocaban la ley del karma, o «retribución cósmica», para justifkni 111 l 1111.111 ,1, <londe el trabajo por grup os siguió hasta 1830-1840 (en Esta-
esclavitud. Los sistemas y códigos legales clásicos no perdieron su vi¡.11·11 ¡,. l l11idos se asignaba un trabajo a cada esclavo), las rebeliones y las
cía en el siglo XIX, sino que se reinventaron , a veces dando argumt·11111 ¡11,•M11lias salvajes duraron hasta la «época de las refor mas» de 1830.
a los defen sores de la esclavitud. Por ejemplo, a partir de 1760 el rd o I • l1n 110, a los negros de las Indias Occidentales se les siguió tratando
zado reino birmano de Ava propagó un sistema legal clásico hi11d11 1 11111 «·srlavos más de una generación después de su liberación. En las
budista que sometía a mucha gente a una dependencia total1 6• En 1\1 , 111011111s españolas y portuguesas del Nuevo Mundo, la esclavitud
sil y Cuba, donde la esclavitud de las plantaciones d uró hasta la I In 1111 1111,, , 11 rn gt·ncrnción más. Además, Brasil y no el Caribe era el destino
de 1880 17, la jerarquía católica reforzada jnstificaba rotund an1t·111« 1 11111 lp11I de los l'sdavos r 11trc 1780- 1830.
CAMBIO, DECADENOA Y CRISIS LA RECONST1TUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

Por tanto la decisión de abolir la esclavitud por parte del Parla• ' l111nbién explica por qué después de la abolición en 1834•1838 los
mento británi~o tuvo muy poco impacto en África durante una genera- 111110s impusieron un sistema de «aprendizaje>> a sus antiguos esclavos
ción o más. Gran Bretaña había prohibido a sus ciudadanos traficar con q11c en algunos aspectos era igual de explotador que la esclavitud for-
esclavos, pero la única manera de evitar que lo hicieran los extranjeros 111111 de antes 22 .
era apostar barcos de guerra en la costa oeste de África para intercep- Las mismas condiciones prevalecieron en la América española y
tar las naves y liberar a los esclavos. Los españoles y portugueses que ¡11 ,1tuguesa. Faltaba mano de obra y, hasta 1840, la inmigración europea
comerciaban con destinos esclavistas desarrollaron un sofisticado siste- ~olo cubría un pequeño porcentaje de las necesidades del continente.
ma para eludir a las patrullas inglesas. De hecho, los beneficios del trá· '1l11 embargo, el comercio azucarero de Cuba y Brasil florecía a princi-
fico de esclavos eran ahora mayores, y el negocio cambió y se rehizo en pios del siglo XIX debido a la demanda en Europa y Notteamérica. Un
vez de desaparecer. Las guerras civiles de algunos reinos africanos a 111illón y medio de esclavos africanos llegaron a Brasil hasta que la pre-
principios del siglo XIX y la tenacidad de las élites africanas, sobre todo ,il,',n bdtáníca acabó con el tráfico en 1850. Los esfuerzos de Brasil
en los reinos de Asante y Dahomey y otros estados africanos del oeste por lo demás, titubeantes- hacia la abolición final de la esclavitud,
que se enriquecieron gracias al tráfico de esclavos, también ayudaron a que se conseguiría en 1888, fueron el resultado de la necesidad de
perpetuar el negocio. El comercio de exportaciones «legales» del oeste .ti 1·11cr a mano de obra libre de Europa, donde la esclavitud era impo-
de África fue a pequeña escala hasta las décadas de 1850 y 1860, cuando 111 al11r, más que a sentimientos humanitarios propios2J . En Cuba, que fue
la producción agraria era variable. Los beneficios del tráfico de esclavos 1,1lonia española hasta finales del siglo XIX, no se abolió la esclavitud
eran las únicas fuentes de ingresos que mantenían a las aristocracias Ya li11sla 1886, y vestigios del sistema permanecieron hasta el siglo xx.
los potentados comerciales. Algunos historiadores argumentan que un La cultura de la esclavitud y de la dependencia no se limitaba a lo
efecto a largo plazo del tráfico atlántico de esclavos fue aumentar la , 1onómico. Era un sistema jerárquico. Iener esclavos era W1 estilo de
esclavitud, sobre todo la de mujeres, en la sociedad africana, lo que, a su 111tl11. P ara ser señor había que tener esclavos, y la dependencia servil
vez, hacía más natural la exportación de esclavos. Es probable que In , I,• 01 ros seres humanos era el símbolo de un estatus importante para los
abolición de la esclavitud por parte de los británicos causara un aumen .!111•110s de las plantaciones tropicales, igual que para los burgueses
to en el número de esclavos en el oeste de África, y esto a su vez produ · , 111 opcos lo era el consumo de productos tropicales. En el Caribe bri-
jo wia sociedad más jerarquizada. Las revueltas de los esclavos d~ Áfri 1,111it·o, antes de la abolición, la defensa de la esclavitud fue de la mano
ca contra sus amos africanos impulsaron a los reyes locales a seguu co11 , , 111 la defensa de las orgullosas asambleas coloniales, que se resistían a
sus matanzas rituales, como aviso a criminales y esclavos21 . 1, 1~ l111cntos de los ministros y de los parlamentos de decirles lo que tenían
En el Nuevo Mundo, al que llegaban tantos esclavos africanos, l11N , p11• IH1cer. Los esfuerzos del gobierno o de los gobernadores británicos
necesidades económicas determinaron el tiempo que perduró la esd11 , 1, ,1,t•jorar las condiciones de los esclavos eran recibidos como un ata-
vitud. Básicamente, la pequeña población blanca no creía que ning1·111 ' ¡111 11 la propiedad privada y a los derechos de <<los ingleses libres». En
otro sistema garantizaría una productividad viable. En las Indias Ot·n 11111~11 , los intentos del emperador Pedro I en la década de 1820 por
dentales británicas, las guerras napoleónicas coincidieron con un perio 11 l~fuccr a los británicos aboliendo el tráfico de esclavos provocaron
do de grandes beneficios de la industria azucarera, ya que las coloni11N 111111 n·ucción patriótica de los magnates ultraconservadores. En Cuba,
francesas vecinas se vieron afectadas por la Revolución Francesa y poi l I l,·11ll ad de los principales potentados a la Corona de España se veía
las revueltas de esclavos de Haití y otras islas. Cuando la economía 11z 11 111 H•111c1.clada con una feroz defensa filosófica de la esclavitud. En los
carera entró en crisis a partir de 1815, fue ya evidente que la pobl:1d1111 111do¡; sureños de Estados Unidos, sobre todo, 1.a defensa de la vieja
de esclavos no se reproducía muy deprisa a causa de las enfermcd11d1 1111111i111ción federal se convirtió en el grito de guerra para movilizar a
y el exceso de trabajo. Esto hizo más indispensable el trabajo d1• 111 1,, 111110s esclavistas.
esclavos y que los amos de las plantaciones se resistieran fero,,,nw111, ! 1k hccho, el ejemplo más impactante de la supervivencia de la
las demandas abolicionistas británicas de la década de 1820 cwu11111 111 , l,1vi111d son los estados sureños de Estados Unidos, ya que esa «pecu-
presión política a favor de la abolición. del sistema completo se end111 r 1111 11,11 11,¡;1i111 ci<>n» sobrcvivi.6 en una sociedad conscientemente moderna

·1/'i
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS
LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

y que se había proclamado sede de los derechos del homb~e en ~ 77_6.


l.1 abolición del sistema. La población urbana de esclavos del sur de
Allí la esclavitud también era útil para la emergente economta capitalis-
l'.s1ados Unidos bajó de un 22% a un 10% de la población total entre
ta. Al mismo tiempo, los sistemas sociales que crecieron a su alr~d~dor
1HOO y 1860. Las intervenciones legislativas y la necesidad económica
estaban apuntalados por ideologías y valores sociales qu~ se res1s~1an a
la modernidad. Una generación de historiadores excepcionales, lidera- dl· la libre movilidad de la mano de obra fuemn dos de las causas. Pero
11
11 parece que se extendiera por las zonas rurales, donde tener esclavos
dos por Stanley Engermann, Robert Fogel y Eugene Genovese, estable- 1•guía siendo beneficioso.
cieron los detalles entre 1960-198024.
La esclavitud de los estados sureños se debía, como en otras paites, También en Estados Unidos, las razones económicas de la esclavi-
a la falta de mano de obra. La emergente sociedad norteamericana 111d se vieron26
complementadas por importantes razones ideológicas y
, 11 iales • Eugene Genovese, sobre todo, ha abogado por el papel cuJ-
necesitaba comprar productos manufacturados de Europ~, sobre tod?
1111.tl e.le la esclavitud más que por su función económica. Para los amos
de Gran Bretaña. El tabaco del Alto Sur y el arroz del BaJo Sur consti-
tuían gran parte del comercio de exportación a Eu ropa ~ el Caribe. Se l I plnntación representaba un mundo ruraJ idílico, una comunidad e~
l.1 q11c el amo podía desempeñar el papel de patriarca bíblico o de filó-
había traído una enorme cantid ad de esclavos para trabaJar en las plan-
11111 rey a su antojo. Un esclavista le comentó a un visitante británico:
taciones que se extendieron desde Virginia hacia el sur y el oeste. L11
invención de la desmotadora de algodón en 1793 impulsó la produc- No queremos manufacturas. No queremos clases comerciales ni
1111·1.mízación, ni producción manufacturada». Aunque la esclavÍtud
ción, que se enviaba a Gran Bretaña en grandes canticlad:s durante 111 1
f 11 1,1 menos eficiente que la mano de obra libre, parecía evitar el bru-
Revolución Industrial, y más adelante, a los estados nortenos~ Por eso,
aunque el Norte abolió la esclavitud entre 1774 y 1804, el numero de 1il I onílicto de clases y la anomia del capitalismo europeo y norteame-
11, ,1110. Aunque fuera un sistema interesado, parece que hay pruebas de
esclavos del Sur aumentó de 700.000 en 1790, a unos 4.000.000 en 1
1860. A principios del siglo XIX, el algodón suponía un 60% de 1111 1 " la población de esclavos en Estados Unidos supo ajustarse a su
11, ·11cia de libertad y sobrevivir a la «muerte social» de no tener dere-
exportaciones de Estados Unidos. . . ., 27
111 '' l:ivilcs ni domésticos . Algunos historiadores argumentan, con
Fogel y Engermann sostienen que la esclavitud pers1st10 porque ~·r11
un sistema bastante eficaz de producción, más eficaz que las pequt•n11
¡ ,,I, 1111m, que hubo menos brutalidad y violencia de lo que se piensa.
granjas de trabajadores libres del Norte. Aunque el _Sur estaba por de
1 11,•ligión y el afecto familiar superaron a la dureza. I lubo revueltas de
trás del Norte en lo que a industrialización se refiere, no e~t~bu_ 11111 • l,1vos l'n Est~dos Unidos, sobre todo a principios del siglo xrx, pero
1
1 , 1111st•cuenc1as fueron menos horrendas que las contemporáneas en
estancado ni era tan semicolonial como lo p intaban los abohc10111s111
contemporáneos y algunos historiadores ~oste~·iores.. ~a escla~ituJ
l 1111 111 ,1, 1íaití, Santo Domingo y Brasil. Esto se debió en parte a gucla
,1 il 11 11>11 e.le esclavos constituía menos de la mitad de la población total
decían, era más d iversa, menos brutul, y tenia mas movilidad socrnl J 11

lo que se pensaba. Esta idea viene avalada por el hecho de que!~ pohl 1 1 ~ t•s111dos surefios, por lo que era más fácil controlarla. Pero tam-
11
ción de esclavos se regenerara naturalmente tras el fin del tráf1rn lO 1 ,. dd>ió a que los amos se dieron cuenta de que los abusos acaba-
111 , 1111 l'I sistema entero.
africanos en 1808. Extrañamente, el nivel de vida y la esperanza dt· vi
entre los esclavos parecen haber sido mejores que después <le su lihc 1 •' .1 mezcln de motivos económicos y cuJturales de la esclavitud
ción, aunque algunos historiadores negros disienten. Los historiado 111 '" 11 si· vio en las tierras ishímicas, Asia y en el Pacífico, donde los
económicos de la década de 1990 siguieron ofreciendo pruebas dl 4.1 1111111s tipos e.le esclavitud doméstica y agrícola duraron hasta fina-
la esclavitud era perfectamente compatible con la producción iml l, 1•,rglo XIX. Se exportaban grandes cantidades de africanos desde las
11 , ,11· y oeste a Oriente Medio y al Golfo Pérsico. Las reformas Tan-
tria!, que de hecho aumentó2'. • •
u 11 d,·1 lmpl'rio Otomano prohibieron formalmente la importación
La importancia de los motivos económicos de la cscl~v1111d l'lllllj
con el único caso en el que parece haber entrado en dcd1w: l ' n 11111 •'-"'º~- Pero en las zonas distantes del Imperio, como Arabia y el
t , 1, Af n en, In I cncncia y el comercio de esclavos duraron hasta la
dades, y no sólo las de Norteamérica. Tanto en las ciudndt·s si 11 111
11 1 1 < :11l'rr.1 Mundial y m;Ís • Las élitt•s gobernantes dd este de
como en Ciudad de El Cnbo, In esclavitud cmró t·n dccadcnn11 ,1111
1 1 , 1111u1 loN y:10 dv lo q11c hoy es Kcnin, sc1111111n <·xpor1:111clo II sus

117
CAMBIO, DECADENCIA y cmsrs
LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

prisioneros. Ciudades como Tombuctú en el noroeste y Mombasa en


la costa este mantuvieron su riqueza hasta finales del siglo XIX gracias a la
trata de esclavos.
La esclavitud afro-otomana persistió no por razones protocapítalis-
tas como en Brasil y el sur de Estados Unidos, sino por una falta gene-
ralizada de mano de obra. Tanto Oriente Medio como el norte de Áfri-
ca sufrieron grandes epidemias a principios de siglo, y sus poblaciones
parecen haberse mantenido más o menos estacionarias a lo largo de
todo el siglo XIX. Además, tener esclavos era un símbolo de estatus en
muchas de estas sociedades. Aquí, el término <<esclavitud» abarcaba
toda una gama de estatus distintos, no sólo la condición absoluta que
significaba en Estados Unidos. Era normal otorgar a los esclavos algún
grado de autonomía y de reconocimiento doméstico. Los hijos de
madre esclava y padre libre podían llegar a ser poderosos hombres
libres en las sociedades árabe y otomana. En cambio, esto sólo ocurrió
muy tarde en la esclavitud atlántica, cuando empezaron a notarse los ...

~
efectos de las misiones cristianas. Tampoco debemos pensar que las
sociedades de donde salían los esclavos consideraran «la esclavítuJ»
como un mal. A veces lo usaban como una justificada extensión de un ,.
tráfico de personas más local. Incluso en fecha tan tardía como 1930, 11 1 ~Nuevo sistema de esclavitud? Mano d~ 'obra ulí d . .. ·. .
cuando el presidente de Liberia prohibió la venta de niños a raíz de u1111 ¡,l,111111ción de caucho de ual, . .· . . d I . e e etma tamil en una
¡n, <-1s1a, p11nc1p10s e siglo XX.
convención de la Liga de Naciones, se dijo que:

En las zonas del país donde ha sido costumbre durante generaciones venckr 11
los níños a tribus vecinas, los jefes afirmaron que se les quitaba su princip11I
fuente de ingresos y que no sabían de dónde iban a sacar la plata para pagar , 1 111 l11111irns intervinieron para liberar a los esclavos domésticos de Indi
impuesto sobre sus chozas si no podían vender a sus niños a las tribus co~ll 1 111 1110, ,hubo protestas por parte de intelectuales indí d }
ras29_
i11 ljlll' solo conseguirían que una clase social enter g_enas que ecr-
1"' 111 por mujeres cayera en 1 b ~ 1 . .~, formada sobre
Un sistema de esclavitud menos visible perduró e incluso se cx¡,1111 , ,, a po reza Y a prost1tuc10n.
dió por la India y el sudeste asiático, a pesar de los esfuerzos de lo:; lII I i11,'1'.'1:i'u.so despues d~ la abolición oficial de la esclavitud y del tráfico
tánicos y luego los holandeses por suprimirlo. La forma de esclavi111il 1 1111 1¡11\;c\:~:!~li:~~s~:ma de t~b:j~s d~bligatorio_s significó otro tipo
islámica, llevada a la región en la Edad Medía, se mezcló con el sistl'III 11 i i 1, . 1 J I e, e~ p a ras e Hugo Tmker, que, a su vez
. ,1 t . o m Russell, el pruner ministro británico de mediad d Í
de castas hindú. No obstante, a los esclavos les trataban como a sh•1 v1 1¡ 111 \1 X' cm «una nueva esclavitud»Jl En la . d d f • os e
o sirvientes domésticos, con la importante diferencia de que p111 lh1 111l111Hdd sigloxrx e r· t' ¿· .· . . s socie a es a r1canas y
I · x s ian 1stntos y reg1ones ue - -
venderlos y comprarlos. También aquí los motivos fueron la n<.•c1•Nll l l '" 11111 1111161 ticos ejércitos de «culís» o traba¡·adq , ~no trdas ano, ptl·o-
de mano de obra y la de los magnates de sentirse rodeados de SOJIIIM 11 11· 1 • ores 10rza os para as
dos. Muchas mujeres, sobre todo en las grandes casas musulrn111111Nil
'i I p11 , 171s,I p antacb1ones y minas. Estas personas solían proceder de
' 'u, «1r1 >a es» o a orígenes. y este sistema se ada b, ..
sur y el sudeste de Asia en el siglo XIX, eran esclavas' º. La forn111 1~1 1 i ~111 ls(11ccl' la faltH de mano de obra de ult: PE~ª a clond~acih-
dfica de esclavitud del esclavo eunuco de confianza fue carnt·t,·111111 l'I I() l <) J2 1 . , ramar. nt re a ecada
Y • cuam. o el GobJemo británko limi·to' el , . d ,
de las cortes reales del sur y el sudeste de Asia hasta 1850. C1111111l11 1 11 1 t 1 . ¡ , ¡ ¡ ¡· nume10 e cu11s 1

"u 111 os t l'St e a h <. '" trns una campaña humanitaria y nacionalista,
1
tl7H ,, 1')
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JEMRQUÍAS SOCIALES

unos 4.000.000 millones de malayos, indios, cingaleses, chinos y japone- <'sclavos como Gustavus Vassa y Mary Prince empezaron a escribir
ses fueron transportados por todo el mundo para trabajar como peones. Hobre su sufrimiento en términos que hicieron pensar a la sociedad
Aunque técnicamente eran libres, estaban tan sujetos a los términ~s de hlanca en su propia redención. En vez de los antiguos conceptos de
sus contratos y a las deudas en que incurrían con sus jefes, que la situa- pecado y redención, sin embargo, entró en uso un nuevo vocabulario
ción creó abusos a la misma escala que la esclavitud32• Indios de Bihar de at raso y perfección racial biológica. La naturaleza primitiva de los
y del sur fueron transportados a las islas de azúcar del Caribe, a Isla 11f'ricanos y los aborígenes, el letargo despótico de los chinos y árabes y
Mauricio y a Fiyi. Hacia 1914, había 250.000 indios pobres que fueron 111 libertad ele las razas blancas se atribuyeron igualmente a cualidades
importados a Guayana, 134.000 a Trinidad, y 33.000 aJamaica33 . rnciales inherentes. En un mundo en el que perduraba la esclavitud afri-
Envalentonados al saber que los peones indios aceptarían sueldos 1·1111a, mientras que los blancos tenían que coaccionar a otros «nativos
irrisorios mientras que los peones birmanos no, los empresarios británi- vrtgos» para que trabajaran para ellos en las minas y plantaciones, estas
cos e indios habían empezado a llevar a muchos culís indios a Birmania ideas servían, temporalmente, de justificación. Una jerarquía humana
antes de la Primera Guerra Mundial. Se alojaban en dormitorios en ll'gitimada por la Biblia se sustituía fácilmente por otra supuestamente
Rangún y otras ciudades tan sucias que hacían que los barrios de escla- ,1111parada por los últimos descubrimientos científicos.
vos de América parecieran ciudades modelo. Muchos también llegaron Como con el caso de la dependencia de la mujer, la p ersistencia de
a Natal y a la colonia de El Cabo, donde, en la década de _1890, enc?n- 111esclavitud perpetuaba otros tipos de dependencia porque reforzaba las
traron a su gran defensor en el joven Mohandas K. Gandh1. Los peones 11•11Jencias despóticas y guerreras d e África. Algunos demógrafos argu-
japoneses y chinos fueron transportados al sudeste asiático, al Padf~~o v1•11 que la esclavitud podría haber reducido la población de África a la
y a las Américas, donde jugaron un papel importante en la construcc1011 111i1 ad a largo plazo35, debido a la mortandad en aquel continente36 y
de los ferrocarriles y en la minería. Los ferrocarriles transcontinentales <ll· 1111exportación de personas. Sean los que fueren los debates técnicos
Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, fueron construidos en gran ,11 nea de este asunto, está claro que la esclavitud fue un factor impor-
parte por culís. Su situación era de una dependencia abyecta. En estt· l.1111 t de la amplia dependencia general de África dentro de la economía
caso importaba la necesidad económica de tener una mano de obrn 1111111cJial emergente.
barata, pero había también aspectos culturales que imponían un s!Sl('
ma patriarcal atávico basado en los prejuicios raciales. En las colonias Y
ex colonias tropicales, la gente de raza europea actuaba basándose t·11
los mitos de la antigua dominación, como ha argumentado con genh1li 1 1 ! :AMPESINO Y EL TRABAJADOR RURAL VISTOS COMO SIERVOS
dad Gilberto Freyre, el historiador brasileño34•
La transformación de la esclavitud durante el siglo XIX tuvo cons,· 1 111111do sir Charles Metcalfe, antiguo gobernador general de la India,
cuendas para la representación racial en los discursos académicos Y 11 11 IH11nbrado gobernador de Jamaica en 1839, la población de anti-
populares. Estas representaciones reforzaban la idea de la inferiorid11d ¡• 111 IH1·sclavos de la isla le pareció mejor alimentada y más próspera que
racial africana, e incluso china, y justificaba su papel en la bolsa dt· 1111 1, 1, , 11111 pcsinos indios, que se tenían que esforzar para pagar las rentas
bajo. A principios de la era moderna, la idea de la inferioridad m•~1 11 111q111cstos. En el siglo XlX, muchos campesinos y trabajadores rura-
entre los atlánticos y asiáticos era muy común. Dios (y Aristóteles) lo l, , 111111que técnicamente libres, permanecían en la pobreza y depen-
había elegido para la esclavitud, y hasta el color de su piel parecía n•I11 11, 1111•:; de los terratenientes o de los funcionarios estatales casi como
jar el pecado original. Incluso los chinos aceptaron es~a idea en Sl 11i111 , l,1vos, Otra vez parece ser que las jerarquías anteriores a 1789 se
sofía, aunque naturalmente para_ellos era la raza amarilla_Y no la hl1111111 I" 1111•11111ron o incluso se fortalecieron a causa de la emergente indus-
la que representaba la razón y el refinamiento. En el siglo XIX, <'NIII 111 il1.•,11l'ÍlÍ11 y del Estado moderno. Esta sección se pregunta por qué
ideas empezaron a perder popularidad cuando las ideas b!blicas y ,1 .1111 111, 1·•Hn rtSÍ.
cion.istas se cuestionaron. La gente de raza negra empezo a cu<•s11n11111 A In litl'go dd siglo XIX, los reformadores proclamaban la necesidad
el concepto del pecado. En Estados Unidos y E uropa occidental, :1111 1p,11u 1, 1111•/nr111· In s.it u~1ción ck las 111.asas rurales de todo el mundo, y muchos

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUfAS SOCIALES

pensaban que la expansión del comerci?,mundial, la ilus~rada adminis- do Francia tuvo graves problemas para encontrar mano de obra, como
tración colonial o, por lo menos, la p res1on sobre los gob1er~os como el pasaba anual~ente en el sur en época de cosecha y peligrosamente
otomano o el Qing, por ejemplo, sería la manera de consegutrlo. Exper- clnran~e la ~ nmera Gue:-ra MundiaJ, se importaron miles de campesi-
tos en el siglo XX, como el economista holandés Hermano Boeken, 11os tnbutan os de Argelia e Indochina. Se importaban campesinos del
argumentaron que en el siglo XIX se desarrolló una <~econon:ií~ du~~»- La lc.•rcer Mundo para cubrir las bajas entre los campesinos europeos. Y
foerza progresiva y dinámica del capitalismo y la mdu~trJahzac1on de 1·Nlos «campesinos» nunca se convirtieron en «franceses», excepto

Europa y Norteamérica no pudo penetrar en l~s sociedades rurales 1


111110 carne de cañón durante las guerras. Esta situación tercermundis-
donde persistían tradiciones irracionales que evitaban el progreso. A 111 1mnbién ocurrió en el sur de Europa. En Italia41 , España y gran parte
partir de la década de 1950, los historia~ores y los «te~;icos de! si~tcma ,ll•I este de Europa, el Estado apenas había empezado a intentar disol-
global» han dicho justamente lo contrario. La expans1on cconom1ca, la \'l'I' la enorme masa de pobreza rural, malnutrición y malaria hasta fina-

industrialización y el imperialismo de las ricas tierras del n~r~e de ~uro- l, , d~l s~glo XJX. La_única escapatoria era emigrar. Oleadas de campes.i-
pa y las Américas sirvieron sólo para empobrecer los domm1os tributa- 11os rt·ahanos, espanoles, portugueses y alemanes pobres cruzaron el
rios tanto dentro como fuera del mundo europeo. El subdesarrollo no \1 l11ntico en dirección a Brasil y Argentina, sobre todo a partir de 1848.
era un estado natural, sino uno creado por los motores del desarrollo 1 11s rusos, irlandeses, escandinavos y alemanes emigraban a Norteamé-
capitalista y el imperialismo. Ésta es la llamada teoría de la dependen- 11111.
cia que se asocia con André Gunder Frank38, y que sería desarrollada r Por qué se reprodujeron estos tipos de dependencia entre campc-
como modelo histórico por Immanuel Wallerstein39• Desde esta pers 1110 y señor o entre campesino y Estado en el siglo XIX? La teoría de
pectiva, México estaba «subdesarrollado» a causa de la expansión ~k· ,¡111• l'I c~ecimi~nto europeo man tuvo bajo el nivel de vida en otras par-
Estados Unidos. Los campesinos irlandeses padecían hambre y se e.lis 1, lt111~10~a bien para muchas zonas colonizadas del «sur» pobre, que
persaron por todo el mundo anglófono p or culpa del ~recimicnl o 1
1
0 11v1rueron en exportadores de materia p rima para el «norte» rico.
industrial de Gran Bretaña y de la ideología del libre comcwo que Jl<.·¡.10 1 111 queda claro si se examinan las cifras de la distribución de benefi-
como consecuencia. En África, la población se quedó truncada por l11 111 ,k· alguno de los grandes cultivos comerciales del siglo XIX, tales

devastación del tráfico de esclavos, para luego ser sometida a una níH·vn , , 11110 d cacao, el algodón, las pieles, el aceite de palma y el yute. En
esclavitud del denominado comercio legal de productos como el acl'Íh 1•11 1, lh l'SLos casos eran los mercantes marinos, los aseguradores y los
de palma y el cacao, exportados a los puertos industrializados ~e On • · 111lnlores de Europa y Norteamérica los que se llevaban la mayor pro-
dente. Este tipo de dependencia económica rural, se decía, se vto rdo1 l""1 1rn1 del «valor añadido» de estos productos. Los comerciantes
zada y justificada por conceptos raciales y religiosos, que cobraron 1111 1 1" 111111lvs de África, Asia y Sudamérica se llevaban un porcentaje muy
tinte científico gracias a las teorías evolucionistas. 1 · 1111110 de los beneficios, y mucho menos aun los camp esinos. Por
Esta imagen es algo exagerada, pero sirve para que ent~ndarn<'.s q11 1 1 1111 1·1L'.' l.is economías en desarrollo se veían obligadas a comprar la
0 1

la eliminación progresiva de los campesinos a manos de la mdust rnil1111 111¡1111111r1a para procesar estos productos a un precio muy elevado.
ción y la urbanización, y su posterior transformación en una c:lns1 il 11 11
1 ~. p11es, que las reglas del comercio fueron muy desventajosas para
granjeros prósperos, fue un proceso desigual y limitado a ciertas 1'1 0111 1 111 ►1 d11l'Hnte el siglo XIX, y que la situación empeoró a medida que
mías dinámicas. El célebre libro Peasants ínto Frenchmen («De n1111p 1\ 1 11111s pobres empezaron a producir cosechas para la exportación.
sinos a franceses>>) de Eugene Weber"º narra este cambio que tuvo 111,c I ', 111 n:111 más las fuerzas que operaban para reforzar la pobreza
en ciertas zonas de Europa occidental y en Centro y Sudam(·ri, 11 1 l 1111·11 V p11ra mantener la jerarquía señor-campesino en las zonas mra-
zonas como el norte y el este de Francia actuaban poderosas fue,,,,_ ljl 1111 11101 ivo de la lucha por la supervivencia de la gente rural duran-
impulsaron este proceso. Entre ellas se incluían el rápido crt•rn111111 1 1¡.J,1~ I X f11c la presión demográfica. Una generación atrás, bajo la
económico, los esfuerzos de las autoridades religiosas y sec11l111 1 - 1 11 l Id,· l•l•t·1wnd Brau<lcl y la escuela Annales de historiadores socia-
generalizar la enseñanza y la intervención de un Estado potkrm,n, 11 1 11 1111, ~,·s, l11 demografía se convirtió en el punto de partida de la his-
zado por el odio republicano hacia los privilegios rnralcs. Au11,11,1, 1 11 11 1111111. l loy l'l1 día, los 1111:ílisis his16ricos se c<:ntn111 111iÍs en el Est11do
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

y en la cultura, y la historia demográfica se ha aislado, como si se trata- población. Muchos historiadores económicos mantienen que el hecho
se de una árida subdivisión de las matemáticas. Aun así,_es imposible 1k: que las zonas rurales estuvieran ligadas a la economía global por el
ignorar el hecho de que el crecimiento de la población reducía el nivel 1t'rrocarril y el barco a vapor suponía una desventaja para ellas en tiem-
de vida de los agricultores y campesinos, sobre todo en una época en pos de escasez46. Era más fácil transportar la comida en barco y los
que el crecimiento económico mundial apenas igualaba el crecimiento rnmcrciantes sacaban grandes beneficios. Por eso, la población rural
de la población. Era un círculo vicioso. Las poblaciones crecían no por- 1•11 ropea apenas parece haber progresado a lo largo del siglo, a pesar de
que cayera la tasa de mortalidad, sino porque los agricultores querían 111 emigración a las ciudades y al extranjero. El imperialismo y la expan-
asegurarse de tener suficiente mano de obra para el futuro, protegién- ~ÍlÍn del comercio internacional habían expuesto a los no europeos a los
dose ante periodos de hambruna y epidemias. Cuantos más campesinos problemas económicos externos y a una aún más pujante extracción de
había, más débil era su poder de negociación con su señor o con el Esta- •11s excedentes económicos. Esta situación se unía a la herencia de la su-
do. A finales de siglo, por ejemplo, el crecimiento de la población y la 11<•rpoblación regional y a las hambrunas periódicas.
bajada de los sueldos llevaron a los campesinos de Latinoamérica a una Otra serie de presiones que afectaban a los campesinos de todo el
esclavitud por deudas, y esto les hacía más vulnerables ante los grandes 11111ndo derivó, como comentamos en el capítulo 7, del Estado fuerte, ya
terratenientes y el servicio estatal de trabajo42 • El crecimiento de la 111t'ra un gobierno indígena o colonial. La «revolución militar>> de los
población también significó que los grandes terratenientes sufrieron Nlglos XVII y XVJII había facilitado al Estado y a los terratenientes vigilar y
1 xi raer la riqueza del campo. Los regímenes semicoloniales postotoma-
menos riesgos a causa de la migración rural de los que habían sufrido al
111 1~ de Egipto, por ejemplo, obligaron a muchos campesinos a construir
principio. La gente ya no podía encontrar mejores condiciones en zonas
de poca densidad de población porque esas zonas se iban llenando.
A pesar del enorme descenso de la población rural de China duran-
te las guerras de mediados de siglo, la población se incrementó de
300 millones en 1790 a unos 450 en 191443 • Una mejor alimentación y
un periodo de paz relativamente largo, que se acabó con la Rebelióu
Taiping de 1850, fueron las causas, pero la búsqueda de seguridad c¡uc
antes mencioné fue aún más importante. La gente necesitaba hijos parn
asegurarse la vejez. En el mismo periodo de tiempo, la población rurnl
de Egipto aumentó de unos 3 .000.000 a unos 15.000.00044 , y algo part•
ciclo ocurrió en Java. Esto fue excepcional, pero en la mayor parte dd
mundo rural la población se incrementó en más de un 50% en ciento
veinticinco años. Como las zonas cultivables no aumentaron, el tamauo
de las parcelas disminuyó y los agricultores tuvieron que trabajar más y
más ingeniosamente para satisfacer la demanda de las élites y del Es111
do y para sobrevivir. Las zonas menos desarrolladas de Europa sufri,
ron el mismo problema. En Austria-Hungría, la población creció n111y
rápidamente antes de 1848, y en Hungría siguió aumentando hasta íi1111
les del siglo XIX, sometiendo <<a la tierra a una gran presión»4J, algo q11
explica las tensiones políticas y sociales entre los dos reinos.
Las catástrofes periódicas, como las hambrunas de Irlanda t•11 111
década de 1840, de India en las décadas de 1830, 1870 y 1890, y d
China y África en 1880-1890, o las epidemias de cólera y de peste d(' 111"' 11 ' ! :umpl'SÍ nos británicos supervivientes: arando con camelJos a orillas del
gunda mitad del siglo limitaron el crecimiento aún más rápido d, 111 ' " ' IWn, 1·. 1')02 . Jioto~nifífl d1.: DoMld MacLeish.
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

sistemas de riego o a participar en la construcción del canal de Suez en 1irnitaciones legales. Pero siguieron siendo desdeñados y discriminados
el siglo XIX47• En Japón, el régimen Meiji, a pesar de ser modernizante, «<.:orno los negros notteamericanos»48 tras su emancipación en la déca-
subió los impuestos al sector más pobre de la población rural. Además, dn de 1860. La teoría de Ooms se parece a la de Genovese cuando
tenía suficiente poder como para cobrar estos impuestos. Las cada vez 1•xplica el porqué de la persistencia de la esclavitud y la dependencia en
más profundas incursiones del Estado en los ingresos de los campesinos los estados sureños norteamericanos.
se agudizaron con la crisis de la plata de principios de siglo provocada Los ejemplos como éstos de recreación y fortalecimiento de las
por el cierre de las minas de Sudamérica tras las revoluciones antiespa- jt,rarquías sociales se multiplicaron por el este y el sudeste de Asia,
ñolas. La gente de las zonas rurales de Asía solían cobrar en cobre o en donde las comunidades de curtidores, carboneros, rebuscadores de
otras monedas locales pero tenían que pagar sus impuestos en plata. 1>nsura y otras eran tratadas de modo similar. En el sur y el este de Euro-
Esto significó que tenían que vender cada vez más para mantener sus J Ht sucedía lo mismo con los gitanos. Como veremos, los pueblos nati-

ingresos y satisfacer los alquileres. Según avanzó el siglo, la inflación vos de los dominios blancos del Imperio Británico y de los Estados Uni-
sustituyó a la deflación. Esto dio problemas a los agricultores que nece- 1 lcis corrían la misma suerte, pero además eran devastados por el

sitaban comprar artículos en el mercado. 11lrnholismo y las enfermedades. El ejemplo más impactante, sin embar-
Los regímenes emergentes y los grupos sociales parecían necesitar go, lo encontramos en las castas inferiores de la India, los llamados into-
aumentar la subordinación para proclamar su prestigio. No era só,lo 1 11bles y los campesinos de estatus social ínfimo. También parece que la

cuestión de capitalismo económico. La experiencia del Japón Tokuga- 111l•jor explicación de esta subordinación ritual se debe al auge del Esta-
wa es un ejemplo curioso, dado que hasta la década de 1850 no se vio do en la época precolonial y en la p rimera fase colonial, y no a razones
muy influido por Occidente y funcionaba dentro de una red comercial , rnnómicas. En la India del siglo XVIII, las habilidades como rastrear,
casi limitada al este de Asia. Herman Ooms ha demostrado que los tra , 1Hrnr oro, trabajar el cuero y otras profesiones parecidas parecen haber
bajadores y campesinos de casta inferior de Japón (los kawata) padecÍ<.·· , @ <.:cdido cierta ventaja a los de casta inferior y a los parias en el
ton sistemas de subordinación y discriminación cada vez mayores 11111 11<.lo más móvil de la guerra y de la empresa. El historiador de la
durante el final del siglo }..'VIII y principios del XIX. Estas poblaciones d1· l11elía, David Washbrook, escribió que el siglo XVIII fue el «siglo de oro
curtidores, matarifes y rebuscadores de basura estaban consíderad<iH . , 1,,1 paria», la versión del sur de la India del intocable. Incluso en este
polutos, algo que pasaba también en otras sociedades del este y el s111 111•1·ío<lo, sin embargo, vemos cómo algunos de los nuevos gobiernos y
de Asia. Siempre habían vivido en aldeas especiales, separados de loH 1111midades, ansiosos de imponer su alto estatus ritual dentro del hin-
demás pueblos, y sólo encontraban pareja o matrimonio entre los suyo~. ' l111Hino, proclamaban ordt',!nanzas que restringían la movilidad de las
Sin embargo, a medida que el gobierno Tokugawa se regularizaba y vol , ,1Nlns inferiores. Se les imponían diferentes penas legales más duras e,
vía más intetvencionista, estos grupos de kawata se vieron sometidos 11 1111 lu~o, se les llegaba a excluir de los templos y de las ceremonias reli-
una mayor penalización legal que los ataba a sus amos - los campl'HI ¡d, •~ns49 •
nos prósperos con parcelas propias- y limitaba su derecho a movt'I Nt 1,cjos de ser antiguos, muchos aspectos del sistema de castas indio
libremente. Está claro que en este caso la necesidad de mano de olu11 ,111 de origen reciente5°. El gobierno colonial británico en ocasiones
fue importante. Pero en su análisis, Ooms resalta el papel del Estado 11 11111di;,.6 estas tendencias. La administración británica adoptaba el crite-
la hora de aumentar la subordinación. Los funcionarios del régí111111 , I; 1 ill· los brahmanes de casta alta a la hora de definir las costumbres,
Tokugawa y de los dominios «feudales» de Japón querían catalog111 111 11q11c las castas altas eran sus asesores subordinados. Los textos clási-
excluir y degradar a estos grupos casi por un principio de puro prn 11 1 ' , 11i que utilizaban en los juicios proponían penalizaciones para los de
Las expresiones de casta, pureza ritual y polución se ensanchaban l111M I1 ,tNI ,1 linjn que no se habían aplicado antes. Los ·nuevos grupos clerica-
configurar algo muy similar al racismo europeo o nortcameri1 111111 l, • y ll'l'l'fltcn icntes gue emergían en la India se veían privados de poder
Cuando en la década de 1870 las nuevas élites moderniz,111t(:s M, 111 1, ,il y cll· mostrar su habilidad marcial a causa de la colonización, y en el
tomaron el poder en Japón, abolieron muchos de los antiguos 1>1 lvil, l¡, l1 1XIX demostraban su superioridad ritual subordinando a otros. Co-
gios de la aristocracia y de los samuráis, y liberaron a los kc1wr1trJ d,· ~11 111,11,•1T11tt 11í.l'ntcs necesitan mantener la d isciplina entre sus trabajadores,
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA UECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOQALES

pero también utilizaban una retórica degradante. Washbrook describe ¡¡o~iernos coloniales del norte de África y la Indochina franceses y del
una omnímoda «tradicionaJización» de la sociedad india en la primera !\sia Y el sur de África británicos tomaron medidas limitadas para reco-
mitad del siglo XIX51 . Con esto quiere decir que, en vez de eliminar las nocer los derechos de los arrendatarios después de que se produjeran
antiguas jerarquías sociales irracionales, el gobierno colonial contribu- 1wueltas esporádicas. Por lo general, sin embargo, estos gobiernos
yó a reinventadas. 1
lc~e~dían demasiado del poder de los terratenientes para poner en
practica una reforma agraria radical. La sociedad agrícola rusa se
1•11c~~~raba, c~mo siempre, a mitad de camino de los modelos europeos
V 11s1at1cos. A finales del siglo xvm, los siervos rusos se veían sometidos a
LOS CAMPESINOS QUE SE LIBRARON 1111H. serie innume~·able de oh.ligaciones locales, feudales y estatales. El
1111b1erno apenas mtervenía en las comunidades y todas las decisiones
No obstante, hubo excepciones importantes a la regla de la perpetua- 1111portantes las toi:naban las autoridades locales. Junto a su papel como
ción de la pobreza rural a lo largo del siglo XIX. Como dije en el capítu- l•,mperador Celestial o Puerta Sublime, el zar de todas las Rusias ejercía
lo 4, sin la aparición de élites campesinas en ciertas zonas, o sin la con- 11 1 1~·omo el máximo administrador, sino como un tribunal supremo sim-
versión de campesinos en granjeros, es difícil ver cómo el mundo 111 1l1co Y como garante d e la imparcialidad judicial. El nivel de urbani-
decimonónico podría haber conseguido la frágil estabilidad q~e logró 11d6n, un 9%, recordaba a las grandes sociedades asiáticas y ni siquie-
entre las oleadas de guerra y revolución. Por ejemplo, las mejoras técni- 1,1 1•s1aba ~ la par con_ el _sur de Europa. El 90% de la población que
cas de los cultivos y de las comunicaciones permitieron a algunos cam 11111111ba el impuesto principal p ertenecía a una casta inferior, obligada a
pesinos de todo el mundo afrontar estas dificultades y mejorar su situa- 1
,11¡;ns laborales y a hacer el servicio militar forzoso. Dividida entre el
ción económica. Las mejoras en los sistemas de riego y en la tecnologfo ' 11 to, los ~slavos y no eslavos y los trabajadores extranjeros, la organi-
de los pozos y el uso generalizado de arados de hierro aumentaron 111 tt Ion social era parecida al sistema de millets del Imperio Otomano.
productividad. Los que más prosperaron fueron los productores agrí 1 1
11110 ocurrió con las reformas contemporáneas de Japón, las supues-
colas que vivían cerca de las grandes ciudades industrializadas. Incluso 11~ 1,fo.rmas de los déspotas ilustrados del siglo xvm sólo sirvieron para
ya en el siglo XVI, muchos aspectos clásicos de la vida campesina'había11 1, 1111 l11r1zar y reforzar la subordinación y las obligaciones de los diferen-
desaparecido en Holanda e Inglaterra, y aparecieron enormes mercadoN 1, 11111pos sociales.
en Ámsterdam, Londres y otras ciudades. Tras la Revolución Franc('SII, Por o~ra parte, Rusia también contaba con una pequeña burocracia
los campesinos de Francia y del norte de Italia se libraron de sus ohli 1
• 1 1111po.l1ta, que observaba con interés el desarrollo de los estados ale-
gaciones feudales, consolidaron sus parcelas y empezaron a produdt '" 1111•~ Y que inició una reforma impulsados por las guerras napoleóni-
para las grandes ciudades consumidoras. Incluso en Italia, donde 1·11 t 1 11m ~a de Crimea. La ~mancipación de los siervos, sin embargo, no
1911 un 58% de la población seguía subsistiendo a base de la agricul 1111 oho hasta 1861, e incluso entonces no se produjo expansión
tura, la alta productividad y una buena diversificación de cultivos p1•1 11q 111 1t11111 c alguna de los derechos individuales53 • Reflejando las ideas
mitieron a los campesinos del valle del Po prosperar exportando 11 111• 1 111111 hos administradores coloniales británicos y franceses o de mu-
nuevas ciudades italianas y al centro de Europa52 • El algodón, el g11111 1,,, 1~d :1vistas norteamericanos, un funcionario público ru~o rechazó
símbolo del siglo, era un cultivo volátil, pero los campesinos-empl'<'N II l1 1, l11111111 porque los campesinos «tienen una capacidad de razonar en
rios del oeste de la India y un enorme número de campesinos de 1•:¡.¡lp ' 1il 11 111/11nti l». Además, el cambio conllevaría el riesgo de revolucio-
to pudieron mejorar su estatus a costa de sus vecinos menos afort 111111 111111111·1n los recursos fiscales del Estado y amenazaría los derechos
dos a finales de siglo. 1 111 11•1l'llrcnientes que estabilizaban a la sociedad. Cuando por fin
La intervención legislativa mejoró las condiciones en algunas 1q.¡h1 1 11 li11•1111111cípación de los siervos, fue aprobada por una fuerte élite
nes del mundo, si bien no cumplió con las expectativas de los n ·l'11111111 1111 d 1 11 ('()11! ra de los deseos de muchos burócratas. Y aunque algu-
dores liberales. Los granjeros del norte de Europa, Irlanda y los d11111f , I, lnNddl'nsor<:s <le la reforma querían modernizar la sociedad
nios británicos lograron mayor seguridad a lo largo del siglo XI X. 1 , t 1111~ Mttlo q11<.·1ú 111 rd'or,:ar la amocracia del za r con estos cambio~
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

sociales. Con la rápida aparición de un nuevo orden en Europa, era escala y de una retórica hostil a los privilegios rurales? Una gran parte
esencial que los conservadores hicieran concesiones importantes para de la respuesta parece depender del hecho de que la existencia de cam-
evitar reformas más radicales. pesinos tributarios era conveniente para la economía y el estatus de las
Sin embargo, a pesar de la lenta modernización de Rusia y de la crea- nuevas élites y gobiernos de los estados industrializados. Los campesi-
ción de pequeños focos industriales, gran parte de la vieja sociedad nos, a su vez, seguían en una posición demasiado débil como para resis-
jerárquica - sobre todo las enormes fincas privadas- sobrevivió hasta tirse a estas exigencias. Se veían obligados a poner en el mercado sus
que la revolución y el terror de Stalin acabaron con ella. Los conflíctos cosechas a causa de la coerción política y a la presión de su propio
agrarios continuaban ardiendo bajo la supetficie de la sociedad rusa. número. Sin embargo, el pobre, infraeducado y políticamente infrade-
Tras su emancipación, los campesinos querían destruir los privilegios sarrollado campesinado sacaba pocos beneficios de alimentar a los ciu-
aristocráticos y también deseaban evitar que los más prósperos entre dad~no_s industrializados. Los campesinos habían formado muy pocas
ellos se establecieran como una clase de granjeros-señores aparte. Hacia 11socrac10nes -muchas menos que el proletariado urbano- que les
1914, los campesinos eran propietarios de la mayoría de las tierras. El habrían podido dar influencia política, aunque hacia la década de 1880
mundo introvertido y receloso de las comunas de campesinos (mir) l'tnpezaron a trabajar entre ellos intelectuales bengalíes y reformadores
contrastaba con el mundo de las grandes fincas de nobles que aún que- populistas rusos. Karl Marx, un perspicaz observador de su tiempo
daban, muchas de las cuales se volvieron económicamente menos. via- ~can cuales sean los deméritos de su profecía, apuntó, curiosamente,
bles a finales del siglo XIX. En algunas regiones proliferaron las huelgas, que los campesinos eran como «un saco de patatas». Quería decir que
la deserción del campo y los incendios provocados. Estos conflictos 1enían peso, pero poca capacidad de cohesión, porque sólo les preocu-
se descontrolaron en 1905 cuando el Estado se vio debilitado por su l)ftba adquirir las parcelas familiares en propiedad y no estaban dispues-
den ota militar. 1os a actuar a favor de unos «intereses de clase» subjetivos. Los habitan-

Las postrimerías del siglo XIX fueron testigos, en general, de los l l·s de l~s ciudades podían tolerar la ineficacia relativa de la agricultura
intentos del Estado de estabilizar a los campesinos con parcelas propias, cumpesm a porque les otorgaba beneficios sociopolíticos. Los campesi-
tanto por razones de seguridad política como por razones de producti- 110s más ricos y con mayor grado de autoconfianza, en camino de irse
vidad. El primer ministro ruso, Stolipin, en un intento de estabilizar la 1 onvirtiendo en granjeros comerciantes, podían inflar los precios de sus

sociedad de la Rusia europea y de Ucrania, tuvo la misma id ea que los productos en una sociedad en vías de industrialización, como descubrió
gobernadores otomanos de Irak, Siria y Yemen. Todos ellos querían dar p11sadas dos décadas del siguiente siglo Joseph Stalin en detrimento de
parcelas en propiedad a los campesinos y reducir sus impuestos parn los kulaks, los supuestos magnates campesinos.
fomentar la producción agrícola. Algo parecido hicieron los gobiernos Esto nos recuerda las ventajas de la historia global frente a la regio-
coloniales en el Punjab indio y en el delta del Mekong. Los reformado- 111il o la nacional. Debemos considerar que los sistemas de trabajo cam-
res liberales del sur de Italia, Sicilia, España y México t rabajaban simul- ¡1t•sino en las zonas marginales de Europa, Asia y África fueron centra-
táneamente para b eneficiar a los campesinos con tierras contra los gran• 1,·N Yno sólo periféricos para las economías ind ustrializantes atlánticas.
des terratenientes. Según su modelo, no se trataba de acabar con ln l•:I untropólogo e historiador Alan Macfarlane argumentó repetidamen-
condición de campesino, sino de mejorarla. 11• que el «individualismo inglés» nació de la decadencia de los campe-
,il11os ingleses en la Edad Media54. Si examinamos las tierras situadas a
~1110 300 o 400 kilómetros de Londres, ciertamente los campesinos des-
11p11rccicron de la historia social y económica de Inglaterra. Pero a la
¿POR QUÉ SOBREVIVIÓ LA SUBORDINACIÓN RURAL? 11111·11 del «despegue» industrial, Gran Bretaña tenía el mayor número de
, 11111pcsinos tributarios del mundo, en Escocia, Irlanda, India y África.
Volvamos ahora a la pregunta con que empecé esta sección: ¿por q111· 1' •Hos ca.rn pesinos no sólo abastecían de materias primas a la industria
las condiciones de vida de los campesinos se mantuvieron más o mern,H l ,il11í11kn y rnantenían su equilibrio comercial internacional, sino que
iguales a lo largo del siglo XIX a pesar de los cambios económicos a gr1111 1,1111hié11 componían s11s ejércitos en el extranjero. El dominio de los

1 1' )1
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

campesinos del mundo no provocó la Revolución Industrial, pero sí lcrratenie_ntes de todo el mw1do tuvieron la habilidad de mantener y de
ayudó a apuntalar el poder social y político de G ran Bretaña y sus domi- l'cproduc1r su control económico y político sobre los campesinos (y
nios industrializantes: Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Sudáfrica. muchas veces también sobre los trabajadores urbanos). Además de su
Algo parecido podemos decir de Holanda, cuya población había hecho pod_er e~,onómico, supieron apelar a ese sentimiento de respeto y sub-
la transición de campesino a ciudadano holandés ya en el siglo XV, pero <'. rd111ac1on que recordaban una época muy anterior. Desde la perspec-
que se beneficiaba del llamado sistema de cultivos que obligó a los cam- 1~va de 1789, o desde las grandes revueltas campesinas de Rusia y Asia,
pesinos de Java a producir a precios bajos a partir de 1825. El rey Leo- Nlll ~mb~~go, la pe~n:ianencia de la pequeña y la alta nobleza requiere
poldo de Bélgica trató de establecer algo parecido en el Congo entre 1•xplica~1~n. ~a retorica revolucionaria de aquellos años, que denunc.ia-
1880 y 1900. Incluso los Estados Unidos, hogar del arquetipo de la li,n el pnvilegto ?eredad.o, los pagos basados en la costumbre y la arbitra-
libertad y políticamente consciente, tenía sus propias economías de 11ü<lad de la aristocracia, parecía destruirlo todo. Es importante tener
campesinos tributarios a pequeña escala. Tras la caída del sistema escla- 1·Nto en cuenta para ver que las jerarquías rurales necesitaban reinventar-
vista, estableció lucrativas y desiguales relaciones con las economías ~1• Jel to~o. Las clases <<señoriales» incluían una gran variedad de perso-
pobres de campesinos de Filipinas, el Caribe, Latinoamérica y Poline- 1111s d_e diferente poder social, que podían movilizarse para recrear su
sia, aunque, excepto en el caso del azúcar y la fruta tropical, estas rela- ,1111or1dad. En gran parte del mundo anglófono, la clase terrateniente
ciones tenían poca importancia para la economía estadounidense. il•nía la gran ventaja del sistema de primogenitura, por el que el hijo
El análisis global también nos permite contextualizar a la· todavía 11111yor heredaba la propiedad familiar. Esto mantenía, en vez de frag-
pequeña pero cada vez más impottante clase trabajadora industrial qrn· 1,11•11t~1-, el poder_económico de las familias con tierras. En Virginia y las
1 ,11l'~lmas, por eJemplo, las viejas familias que habían tenido esclavos
en muchas sociedades emergía de los elementos más móviles de los
campesinos. Como comenté en el capítulo 5, los trabajadores urbanos pll( l1c~·on ma?tener su p~estigio incluso después de la abolición porque
111vt·1t 1an el dinero obte111do de sus tierras en empresas industriales loca-
no eran meros «campesinos disfrazados» ni en las economías desarro
l, 1 l'mcrgentes. En cambio, las familias de terratenientes rusos y chinos,
Hadas ni en las menos desarrolladas. Hasta los t rabajadores temporah•~ 1 11,duso los holandeses de la colonia de El Cabo, no contaban con la
desarrollaron su propia política y sus asociaciones tanto en el lugar d,•
111 1111o~enitura y sus tierras se fragmentaban de generación en genera-
trabajo como en las ciudades. Por otra parte, la pobreza relativa de lrn1
' 11111. Sm embargo, el estatus heredado, los complejos sistemas de alían-
campesinos y trabajadores agrícolas significaba que los patronos inch1s
'" f111niliares por medio de mujeres herederas y su control de las insti-
triales podían mantener los sueldos bajos. Un trabajo en una fábril'II,
1111 11111cs políticas regionales permitieron mantenerse a una clase señorial
por muy mal pagado que estuviera, parecía atractivo comparado con 111
• 1, ,·sil' tipo. Cuando, como ocurrió en Hungría, los nobles seguían domi-
dureza del trabajo en el campo y la miseria y endeudamiento que sigui 111111dn una asamblea regional poderosa de origen feudal, tenían cierta
ficaba una mala cosecha. Muchos patronos industriales podían utiliz111 11, didnd a la hora de defenderse del Estado central y de mantener su
trabajadores temporales mal pagados porque, en una recesión, los 1111 111 11 li•1· polític~55 • En Gran Bretaña, donde una clase nobiliaria con primo-
bajadores podían contar con la ayuda de sus familiares rurales e, i1wl11 1 1 111111 rrt dorrunaba la representación en una vieja asamblea existía una de
so, volver al campo hasta que las cosas mejorasen. La pobreí':a y 111 I , j1•1111·qtúas más estables del mundo. La pequeña nobl~a pudo absor-
dependencia se reforzaban tanto en la ciudad como en el campo. l ,. 1 1•I 11npacto de los rápidos cambios económicos y, al final, conceder el
I" 11 1,·1 11 las clases media y obrera sin perder su prestigio y su ríqueza56 •

LA TRANSFORMACIÓN DE LA «BURGUESÍA RURAL» (GENTRY)


11 1 111 •'.Si\FÍOS DE LA «BURGUESÍA RURAL»
Además de las razones económicas y militares que explican la supc1 viv, 11
cía de los campesinos, deberíamos fijarnos en la increíble capad( 1111 l , I \ 111 1111 ipios <le este p eriodo, sin embargo, el futuro de la clase terra-
los terratenientes y señores (gentry) para remodclarse. Los rnlJ11l l1·1,1 11'1 111 ,, IH11·<..:dn lrnsl·Hntc difícil. Durante la Revolución Francesa, se
CAMBIO, DECADENCIA Y ClUSlS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

desataron feroces vendettas contra los grandes y pequeños terratenien- IUJTAS DE SUPERVIVENCIA: EL SERVICIO DEL ESTADO Y EL COMERCIO
tes. En Gran Bretaña, entre 1790 y 1800, «los señores se asustaron»
ante la amenaza de violencia rural, aunque sólo hubo una revuelta cam- Necesitamos, por lo tanto, analizar con mayor detalle la persistencia de
pesina a gran escala en Irlanda en 1798. Aun así, hubo bastante agita- 111pequeña nobleza y de los terratenientes en un contexto de rebeliones
ción por parte de los agricultores pobres contra la mecanización como 1'f1mpesinas p eriódicas en todo el mundo 58• Este capítulo ya ha sugeri-
para crear el mito de la venganza del «capitán horca» a finales de las 1lo que la producción campesina era un sistema cómodo y socialmente
guerras anglo-francesas. Las novelas decimonótúcas rusas y polacas que watificante para las élites urbanas. Pero ¿cómo pudieron superar las
denunciaban a una aristocracia decadente y corrupta tuvieron su 11•hcliones rurales periódicas? Parece ser que la respuesta es que los te-
impacto fuera de Europa a lo largo de todo el siglo. En Rusia, donde la 1rntenientes jugaron a dos bandas, invirtiendo en las nuevas formas
c•H Intales de poder político asociadas al crecimiento del Estado y tam-
servidumbre sobrevivió hasta 1.861, la más mínima reforma constitucio-
nal inquietaba a los terratenientes, que aún recordaban las revueltas 1,ifo en la agricultura comercial. En muchas sociedades supieron rein-
vt•tttar su legitimidad, proclamándose los verdaderos estandartes de la
campesinas de las décadas de 1670, 1700 y 1770. La retórica antiterra-
1111dición nacional en el mundo moderno, en lugar de un vestigio del
teniente llegó incluso a las Américas. Los revolucionarios americanos
1111indo antiguo.
proclamaban que el dominio de los españoles y británicos crearía una
Esta sección empieza por examinar una de las categorías de la alta
aristocracia rica y corrupta como en Europa. Allá donde la C~rona bri
l111rguesía más antiguas y más distintivas del mundo, los «burgueses-
tánica mantenía el poder, incluso en Canadá donde había tierras cfr
' 111ditos» chinos o shen-shi. La alta burguesía china no estaba formada
sobra, esta misma retórica llevó a las revueltas de la década de 1830 11110 por «terratenientes de muchas hectáreas», sino por una población
tanto en .la zona anglófona como en la francófona. Aunque las revolu ¡,.11111de, quizás unos 2.000.000 de personas, que poseían tierras y otros
ciones europeas de 1848 empezaron en los centros urbanos en vías dt• 1l1•rcchos agrarios colectivamente. Organizados en clanes alrededor de
industrialización, los terratenientes del centro y el este de Europa temfo 11 l11Nlcmplos privados, los colegios y las organizaciones religiosas, la alta
que estallidos rurales desafiaran su poder. l 111rgL1esía era tanto un grupo con estatus social como una clase de terra-
Los grandes grupos de campesinos asiáticos y norteafricanos ta111 11 •11icntes. Los clanes burgueses preparaban a sus jóvenes para el servi-
bién parecían abocados a la rebelión contra los terratenientes inás ab11 ' 111 imperial. Una vez seguros en sus puestos oficiales como magistrados
sivos. A partir de 1830, la India británica se vio afectada por una scrit• ,1 , otno funcionarios de la administración central Qing, esta pequeña
de revueltas, algunas de las cuales mezclaban el descontento social cott 1111hb:a o alta burguesía utilizaba sus salarios para comprar más tierras
ideas milenaristas islámicas, como por ejemplo el movimiento Faraizi d,· \' 1111ís derechos y, al mismo tiempo, buscaba el apoyo de los señores
Bengala, que organizó ligas territoriales contra los dueños de las plan 1111 •11 lcs de los distritos donde eran destinados. Como estableció el estu-
taciones de índigo entre las décadas de 1840 y 1870. Otros, como lo N il 10 clásico de Ping-ti Ho, a principios del siglo XlX, esta alta burguesía
movimientos de las llanuras de la India de los periodos 1860-1870 v 1·11 t•ra adepta a la hora de ganar dinero del sofisticado sistema de
1890-1900, atacaron a los terratenientes, a los usureros y al Estado cole 1 , 11111ercio interior chino, que estaba en expansión, a pesar del desdén
nial que los defendía. También fueron comunes las revueltas rurales 1·11 .1,,1 pensamiento confuciano por todo tipo de comercio59• Actuaban
el antiguo Imperio Otomano y en el nordeste de África, sobre 1od11 , 111110 mercaderes o usureros locales con los campesinos. A partir de la
en los márgenes «sedientos» de las fronteras de la tierra cultivahlt , , 11 l'11dn de 1790, se aprovecharon de la paulatina pérdida de control de
donde los agricultores empobrecidos se veían obligados a pup,111 l 1 11dministración central, embolsándose gran parte de los excedentes
impuestos al Estado y también a una serie de terratenientes y jefes 111 , 1, producción de unos campesinos obligados a trabajar parcelas cada
bales. En Marruecos, a partir de 1870, el Rif se rebelaba periódic1111w11 , , :, nuís pequeñas.
te contra los franceses y contra los terratenientes. Y los campesino~ d, Al transformarse de un grupo social del viejo sistema imperial en
Abisinia se rebelaban contra sus señores cuando las malas. COS{'< 1111 · 111111 ('Spc.:cic de magnates rurales, esta alta burguesía creó problemas a
reducían sus ingresos57• J.11110 pln'l.o para China. No cuidaron el sistema de riego y drenaje, o
, 1111Hl1•11yt•rcm s·us propios diques ilegales: en la gaceta oficial de Hunan
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

de 1881 leemos que «no queda ni un solo dique aquí, ni oficial, ni del Tr~bajaron en_l~s, oficinas y los ejércitos de los gobernadores regionales
pueblo, ni ilegal»60. Los problemas ecológicos de la sequía que afectaba chmos, que dingian el país para la lejana corte de Beijing. Y, por últi-
a las tierras se añadieron a los de sobrepoblación. Sin embargo, duran- mo, se mostraron flexibles a la hora de ajustarse a las nuevas oportuni-
te doscientos años, la alta burguesía supo retener su poder e incluso dades del comercio interior y exterior que llegaron con el barco a vapor
aumentarlo. y el telégrafo.
No debe sorprendernos, dada la creciente desigualdad social y el Sin embargo, no se trataba sólo de supervivencia económica. Los
declive ecológico regional a partir de 1800, que la alta burguesía sufrie- conceptos de señor y de obediencia persistieron, profundamente arrai-
ra las críticas de los movimientos de protesta milenaristas y budistas. En gados en la vida social y doméstica china. En la década de 1900, un ex
la estela de la gran tradición china de resistencia justa asociada con el lla- burgués recordaba la familia de antaño:
mado Margen del Agua, los bandidos buenos o «sociales» debían luchar
a favor del pueblo contra «la malvada burguesía» y los «maton_e s lo- En el cuarto de los rezos, enfrente de la puerta y contra la pared, había un enor-
cales». En la primera fase de la Rebelión Taiping (1850-1870) contra la me altar negro. Era el she-tang. Tallado en madera y decorado con marfil. En la
administración Qing, la alta burguesía se convirtió en el objetivo. Hubo 1nadera negra de la parte superior había una columna con cinco jeroglíficos
proclamas a favor de que la sagrada hacienda pública ~e apod~ra~e y dorados. ~ epresentaban el Cielo, la Tierra, el Emperador, el Antepasado y el
redistribuyera sus tierras. Pero la rebelión no era un sencillo mov1m1e_n - Mílestro. Esta columna estaba encima de un sexto jeroglífico que representaba
1•1Altar. L_\ cada lado de esta columna princip al, que llamábamos tung-!1; colga-
to campesino contra una jerarquía agraria. Muchos de los líderes eran
111111 dos tu·as de madera de ciprés... en ellas venían los nombres de las tres últi-
nobles disidentes influidos por una mezcla de budismo milenarista, 11111s generaciones de antepasados 61 •
taoísmo y cristianismo, que aprendían en las misiones costeras. Había
un importante elemento de conflicto interétnico entre los hakka o inmi- , . Mientra~ qu~ el final del siglo XlX se asocia a la caída del Imperio
grantes de] norte y los locales. Proletarios, gente sin empleo, piratas Hu- < ,lirno, los historiadores más circunspectos escriben ahora sobre la apa-
viales y d esertores del ejército -derrotado por Gran Bretaña en 1n 11\'ión de una nueva élite entre los antiguos señores-instruídos62 • Lo más
Guerra del Opio- tuvieron también un papel. ~t 1rprendente es que los miembros de esta clase señorial reconstituida
La creciente anarquía provocó una reacción, y fue la alta burguesíu . N11picran presentarse como los guardianes de la dinastía e, incluso, de
la que tomó Ja iniciativa a nivel regional. En su fase final, la Rebelión h1t•mergente nación china contra las fuerzas sediciosas internas y contra los
Taiping se volvió más conservadora y trató de aliarse con la burguesía. l1111'lrn ros extranjeros. Esta persistencia de la alta burguesía explica la
Pero más y más burgueses se unieron al bando imperial: o, mejor dicho, l' •ltrn1ente persecución que sufrieron bajo el régimen comunista entre
1

los burgueses utilizaron el poder imperial y su liderazgo de las vicjus l'l,J0-1950.


milicias como una máscara tras la cual intentaban imponer sus propio~ Lo más parecido a una clase señorial en J apón era la «casta» samu-
intereses. Reformaron las fuerzas de defensa locales (baojia), y protcgi(· 1,11''1. En el Antiguo Régimen, se diferenciaban de la alta burouesía
ron al pueblo de los bandidos y los desertores. Durante la postcrit 11 , ld1111 en varios aspectos impo1tantes. Sus valores eran los de un ;rupo
Rebelión Nien de la década de 1870, la alta burguesía organizó la rcsiN , 11 111I guerrero más que los de uno instruido. Se regían por un sistema
tencia ante los grupos de rebeldes. Se beneficiaron de la necesidad t 11 11,11 •'<'ido a la primogenitura europea, en el que el hijo mayor heredaba
protección de los campesinos y también se aprovecharon de la lcuh11d 1, 11 111 l11 propiedad familiar. Hasta 1868, los samuráís estaban divididos
residual al imperio y del sentimiento de que había que restaurn1 111 111 11• los señores de los dominios, los llamados barones feudales del
armonía y el orden. Los clanes nobles que habían perdido muchos Íil11il I" 11rn lo Tokugawa. En el siglo XIX se enfrentaron a diferentes pero
liares en las guerras y rebeliones empezaron, discretamente, a rns111 "' l¡1111nNos ataques a su posición. En 1868, los samuráis de las provincias
con personas de fuera de la élite. También relanzaron la agric u ll 11111 1 11 1 1
, <I •1 ·1 1s del oeste, las más directamente afectadas por las incursiones
las zonas devastadas haciendo préstamos a los líderes campesinos. t\~11 11
, iil,•1 1111lcs, lideraron la defensa del régimen, un poco como hicieron
mieron el control de nuevos impuestos lucrativos sobre el c:01111 ·11 In 1' l1111w 1('Scs chinos durante la Rebelión Taiping. Sin embargo, el nuevo
interior, aprobados por el gobierno para financiar su esfu erzo 11illi1111 1 1,11In t·t•111 ralizn<lo que emergió de la «R('stauración» Mciji abolió los
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCfAl.ES

privilegios «feudales» de los samuráis y los sustituyó por remuneracio- mundo colonial, sin embargo, la tendencia fue más evidente. Los
nes y, más adelante, por bonos del Estado. Esto fue mucho más drásti- gobiernos coloniales se dieron cuenta de que necesitaban «líderes del
co que lo ocurrido con las aristocracias terratenientes europeas duran- pueblo» para mantener el control y garantizar los ingresos. Donde
te las revoluciones. Muchas familias samurái consiguieron salir adelante supieron adaptarse, las viejas aristocracias pudieron cambiar sus activi-
tras la transición. Se hicieron funcionarios del nuevo Estado, u oficiales dades militares y rentistas por el comercio de exportación con el que los
del ejército y la marina. Algunos invirtieron sus remuneraciones y bonos gobiernos coloniales se financiaban. A partir de 1830, en las Indias
en nuevas empresas y salieron adelante junto a los comerciantes (zaibat- Orientales, los linajes aristocráticos más jóvenes y pobres, los priyayi,
su) convertidos en los nuevos líderes del comercio. Aunque la base de complementaron su control rural con puestos administrativos regiona-
su poder en la jerarquía social se había transformado, los principios del les del gobierno colonial holandés, una variante de gobierno indirecto64 .
respeto hacía los samurái seguían firmes y los campesinos y las clases Los jefes bereberes, especialmente seleccionados por los franceses,
comerciales los admiraban. Esto se debió también a que supieron en- exportaban productos alimentarios a Francia desde Argelia. Los jeques
tender y representar el sentimiento de orgullo nacional que invadió la de los pueblos y pequeños terratenientes de Egipto financiaban el
política de la era Meiji. comercio de algodón con el norte de Europa, pero retuvieron su anti-
Tanto en China como en Japón, gran parte de la antigua «nobleza» guo estatus como servidores del Estado y musulmanes piadosos pres-
supo perpetuarse durante el caos de finales del siglo ~IX. En todo el t ando servicios militares e inscribiéndose en las grandes mezquitas
11 rbanas. A partir de 1830, en las regiones yoruba del oeste de África y
l'n Dahomey, las viejas aristocracias guerreras, que habían jugado un
papel básico en la trata de esclavos, se pasaron a la producción agríco-
111 enfocada a la exportación al norte de Europa. Eliminaron la compe-
1t'llcia de los campesinos propietarios invirtiendo en enormes plantacio-
11 t·s de aceite de palma, atendidas por esclavos 65•

Otro avance generalizado que utilizaron --0 del que abusaron-


In~ terratenientes rurales para mantener su poder fue la creación de
, l,·rechos de posesión de tierras más sencillos y más transferibles66. A los
¡,., 11 liemos coloniales, los antiguos y complejos sistemas de propiedad de
1, 1H nntiguos regímenes les parecían confusos e irritantes. Anhelaban la
,1•1H'illez del derecho romano o la ley inglesa. Por tanto, otorgaron a los
1, 11 ntcnientes el poder de coaccionar a sus inferiores para poder vender
11 1 nrnprar derechos de propiedad unificados en un mercado que no

111il llll existido antes del gobierno colonial. Los terratenientes· de la


l11ol 111 , los zamindar, por ejemplo, sacaron provecho tanto de sus arren-
ol,11 111-ios como del Estado durante el siglo XIX. Tras la Rebelión de los
1 1¡111yo s <le la India de 1857, los británicos comprendieron que habían
1"1, HI o c.:n su contra a demasiados terratenientes y se volvieron más cau-
1, 1, 1tu 1H y conservadores67 . Decidieron que la India era una sociedad feudal
, ,1111 (•dieron a sus protegidos dei·echos similares a los de un barón es-
,' ", N o 1111 caballero británico. Las tierras de los potentados quedaron
1, q,11111 e la judicial mientras éstos, antes descritos como «parásitos de la
11.3 El último mandarín: un graduado del sistema de oposiciones chino h1u 111 11, 11 1••, 11v roo vertían en caballeros británicos tras su paso por escuelas
el momento de su abolición, Wei Hai Wei, 1909. Fotografía de A. 11. J:islH•1 1 11 ,1 l1dnl'S.
CAMBIO, OECADE.'ICIA Y CRJSIS
LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUlAS SOCIALES

MENOS LATIFUNDISTAS EUROPEOS


valores de la ~obleza, típicos del viejo orden, reaparecieron ahora en los
Algunos de estos acontecimientos se dieron también en Europa. En cargos ~r~fesionales de la nación-estado. Los antiguos altos burgueses
1914, muchas viejas familias que no habían derrochado su fortuna en ca- s~ convuti.eron en «samurfüs» al servicio del nuevo Estado. Al mismo
sinos y burdeles mantenían su influencia. En algunos casos, sin embargo, tre~po, la gente_ de la clase media y comercial copiaba su estilo. Los
los casinos y prostíbulos les ayudaron a sobrevivir. Los terratenientes ~aprtanes de n~vi? alemanes, por ejemplo, empezaron a mostrar cicatri-
italianos habían perdido tierras y estatus durante el periodo napoleóni- ce~ de duelos, 1m1ta?do a Jo~ de la vieja clase junker de Prusia oriental.
co a manos de la burguesía enriquecida. Pero gracias a los matrimonios Mien~ra~ tanto, l~s_Junker~ invertían en negocios agrarios. y el poder
mixtos y a una sutil transformación de la aristocracia en clase media, e_co:1omico de las elites sociales les permitía tener un enorme número de
apareció una amalgamada clase dirigente gue perduró hasta la época sirvrentes pers_~nales_ y domésticos, todos de la clase trabajadora rural 0
fascista del siglo XX en todo el país68• «La primavera de los pueblos» de 1irbana. Tambren es importante decir que algunos nobles supieron per-
1848-1850 supuso otro susto para la élite terrateniente, pero a la que pet~ar su poder, por lo menos en parte, porque supieron dejar a un lado
muchos sobrevivieron. Los príncipes de Mónaco perdieron su derecho sus mtereses personales y promover planes para mejoras más generales.
feudal a cobrar impuestos por tener naranjos y lin1oneros en la Proven- Lo~ no~les de Inglaterra y Alemania, sobre todo, lideraron campañas
za tras la revolución de 1848. Contrataron a un experto en apuestas ale- pata meJorar la salud y el est~tus de los trabajadores rural es y urbanos69_
mán para que les montara un casino. La conexión ferroviaria con Fran- En 1900, en _Gran Bretana, menos de un 1 % de la población tenía
11 1
cia y las inversiones de Napoleón III, el «Bonaparte de la industria», les ~ 80% de las _t1~rras. La influencia de los grandes terratenientes aris-
ayudaron a hacerse ricos de nuevo. A finales de siglo, cada vez más 1,ncratas so~r~v1v1ó a la industrialización y al sufragio universal mascu-
gente rica y famosa iba a Mónaco a veranear, y los príncipes se hicieron liuo. La política de la deferencia social y del clasísmo siguió funcionan-
cada vez más ricos. Los terratenientes de Prusia dieron el mismo salto do a su favor. Los más astutos invittieron en fincas urbanas O las
al capitalismo y a la burocracia, pero a mayor escala. Se alistaron como li~·rcdaron, en las nuevas ciudades, invirtieron en la bolsa de la CÍty lon-
oficiales en el nuevo modelo de ejército del Imperio Alemán, e hiciero11 c l111cnse7º o se beneficiaron al ser nombrados obispos gobernadores
0
préstamos al nuevo estado imperial. Al mismo tiempo, ayudados por las 'moneles del lmperio7.1. Hasta 1911, la adstocracia ter:.ateniente mania-
economías de escala, produjeron enormes cantidades de productos ali 1• 1 n la emergente democracia británica a través de la Cámara de los
mentarios para las ciudades industriales del Rin y del Ruhr. En Europu 1 111
~·s. Incluso en Francia, este tipo de discreto capitalista nobiliario
occidental, Jos grandes terratenientes se convirtieron en el núcleo ck 111 .din de la :ombra de la guillotina para mantener sus fincas en el Loira
nueva plutocracia si tenían minas de carbón o bienes raíces o si inve1tía11 1 11
'' • Bretana._ El nu~vo <linero, sobre todo el dinero judío, asimiló el
en la industria. '~I il,_, de la aristocracia europea: ocupando los campos de caza los bal-
En Rusia, algunas familias bien conectadas de terratenientes d, 1 "' 11·ios Y los hoteles y casinos de la Costa Azul. Como ha '. · ttºd
siglo xvrn se habían hecho con los nuevos puestos administrativos q111 1,11 1 • 1e d. 1 b . , . ms1s o
v , ,anna 1?e, os ritarucos exportaron su concepto de clase domi-
salieron de las reformas de Pedro el Grande y Catalina la Grande. fü·t 11 11
11111 ·. al Imperio, asegurándose una vida repleta de sirvientes bailes y
vieron su influencia a lo largo del siglo XIX, mientras que otros aris111 11 1 11
' • · '.1s que :1º podrían haber llevado en casa 72. De nuevo la 'herencia
cratas caían en el ciclo de endeudamiento y decadencia descrito l11¡.t11 11 11 1
: 11 ·'. '.il _cor_ifi_rmaba e~ estancami~nto social doméstico. Oriente y Occi-
bremente por los grandes novelistas rusos del siglo XIX. l .11•
1, 1111 t0111cid1a:1, no solo en la amistad varonil, sino también en la cons-
historiadores han debatido acerca de si la Rusia rural de finab d 1 11 11 11 ostentación: Quizás sólo en Irlanda los nobles tuvieron que
1
siglo XIX estaba condenada a caer en un nuevo periodo de guerras t 11111 1 11 11
il • 1nrsc a pres.tones económicas y sociales como las de sus eguiva-
pesinas o si el capitalismo agrario había consegnido estabilizar nlg111111 1111
l ' riisos o del este de Europa. Y ellos, como sus equivalentes tam-
zonas del campo. Todavía no hay veredicto. Lo que sí está clnrn, In 1 1111
1• rnpar.on puestos militares o administrativos en el Imperio 0 ' caye-
embargo, es gue el cambio agrario se aceleró incluso en R11si11 v q11 1 111 , 11 1111a rn<lolcncia chejoviana. '
algunas familias terratenientes encontraron una nueva pros¡wrid11d
1\ In lurR<> del mu.ndo, muchas aristocracias y alt'as burguesías su-
carreras prometedoras. Tanto en Italia, como en Rusia y Prusia, los 111111¡.tlU
1le II ll I Pl'l'Pt'I11u r o rcrnvcntar su poder. En pn rl e esto ~e debió a gue

·,oo ')t)J
CAMOIO, DECADENClA Y CRISIS LA RECONS'l1TüCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCfALES

tradicionalmente eran los guerreros y se adaptaron rápidamente a los planteamiento se colocó a las dinastías Otomana y Qing, en fase termi-
nuevos métodos de despliegue de fuerzas. Incluso donde no eran gue- nal, vistas como pacientes a punto de sucumbir ante las embestidas de
rreros, como en China, los altos burgueses fueron importante.sala.hora los nacionalismos árabe, turco y de los chinos han. Incluso las monar-
de sofocar las rebeliones de campesinos y de resistir ante las 111vas1ones ~uías semi:onstit_uci?nales, como la austro-húngara o la alemana impe-
extranjeras. Muchos nobles invirtieron ?ien, venJie~do sus tierra~ a las nal, parecian rel1qwas algo absurdas que bailaban al son, respectiva-
compañías ferroviarias y poniendo el dmero, por e¡emplo, en mu:1as o mente, deJohann o de Richard Strauss. Los historiadores eran bastante
en ferrocarriles. Como supuestas encarnaciones de la caballerosidad, d_uros con la monarquía imperial alemana no sólo por su compleja rela-
también reinvirtieron su estatus social heredado para aparecer co1~0 los c_16n con los li.inder, sino también por el káiser Guillermo II, al que con-
paladines más apasionados de los nuevos imperialismo y nacional1sm~. s1de~aban un ~~rsonaje casi patológico. Su supuesta mezcla de prepo-
La nobleza sobrevivió incluso donde tuvo que afrontar la decadencia 1cncia y debilidad se combinaba con la desagradable costumbre
económica O el conflicto social, como en Rusia y otras regiones d~l este - supuestam~nte alemana también- de otorgar el poder a déspotas
de Europa a partir de la década de 1880. La devastación de la Pr1:11-era men_ta~mente inestables. Tales historiadores se sentían autorizados para
Guerra Mundial no se puede explicar como una mera consecuencia de l'Scnbir de ese modo por los escritos contemporáneos. El reformador
los conflictos agrarios de finales del siglo XIX. 1uso Sergei Witte escribió acerca de su enemigo, el conservador Trépov
q11e ha?ía dimitido como gobernador general de San Petersburgo;
·<Quedo patente que, en lugar de perder el poder al abandonar sus car-
¡.¡os provinciales por el supuestamente menos importante de comandan-
LAS SUPREMACCAS SUPERVIVIENTES 1c• del palacio, era todavía más poderoso e independiente un eunuco
,~irítico en una corte europea»7' . '
Esta última sección analiza la supervivencia de la misma monarquía. A partir de 1980, sin embargo, las cosas han ido cambiando. Los
También necesita explicación. A principios del periodo, una ola cll· l11~1?riadores se han interesado por la perpetuación del poder real caris-
revoluciones arrasó las Américas y Europa, mient ras q~e a lo larg_o dd 111111 rco y por~ papel_que desempeñaban las cottes reales del siglo XIX
siglo, los intelectuales expatriados de Europa, A~ia y ~foca denuncrnbnn 1 11
nm escenartos de ntuales complejos. Los historiadores culturales las
las monarquías corruptas e impías. La super~1vencia de ~~ monarq~1111 l1 ,111 investigado como centros de travestismo u homosexualidad, o
no sólo significó mantener la corte real centraliza~a; tamb1en ase?uro l11 • 111H) zonas de recreo de mujeres poderosas, como la reina Victoria
1
O la
supervivencia de nwnerosas jurisdicciones especiales, cor~orac1on<.:s Y 1 111pcratriz Madre. El reciente rechazo por parte de los historiadores de
privilegios otorgados directament~ por_ los rey~s. Hast~ _cierto p~nlo, l 1,. l<'leologfas progresistas del nacionalismo y del socialismo hace pen-
frenó el proceso de la creciente umformidad social y poht1ca ~ue c_,11 1" 11 que estos edificios imperiales, que parecían muy resistentes, sólo
terizó la globalización decimonónica. P~ro, de una m~era mas sul ti, lo ,,,·ron a causa de derrotas militares.
monarcas sus cortes y sus corporaciones reales, ¡ugaron un pap 1 l ,o que debemos tener en cuenta es que estos sistemas monárqui-
importan¡e en la sociedad del siglo _xrx, u? papel que a~dó a los_ P111 11 , rnn su extraña mezcla de autoridad carismática y populismo de

cesos que superficialmente parecían 1mped1r. Las monarq_~as Yla~ ( 1111 111 11 Y privilegios abusivos, de intriga y liderazgo, resultaron muy ú~iles
reales tienen interés por sí mismas. Una nueva generac1on de h1s111d11 1 1, •~ diversos sistemas políticos del siglo XlX. Por decirlo de otra mane-
dores sociales, menos interesados por los relatos históricos grn111hl1 ' 111\'rnn de gran utilidad a las fuerzas políticas que trataban de mediar
cuentes y teleológicos, ha empezado a analizar la corte r~al co11111 11 11
111111 Hociec.lad cada vez más compleja. Los casos de Luis N apoleón Ill
drama social que nos enseña mucho acerca de las socicclnd1·'i '111 ,I, 1k,,ÍSl' I" Guillermo Il son buenos ejemplos. Luis Napoleón, antes
11 itl,·1,1do como un charlatán e incluso como el precursor del autori-
supuestamente representaban. ., . . , . _
Hasta la década de 1980 fue una convenc1on histor1ogrnf1c.1 11111 11 11 11 1 dl ·mocrático de los .líderes fascistas del siglo xx, fue, realmente,
1

derar las monarquías del siglo XLX como reliq11ias del Antiguo H1 p1111 1 11 11il11l m·lor político que supo desempeñar muchos papeles. A través
ostentosas y extravagantes y abocadas a\ fracaso. En u11 ex I n·111n di l I l11111ilin y los símbolos dd I mpcrio, Napol{•<Íll llT podfa r<..•corc.lar la

'>02 '11)\
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES

tradición del Primer Imperio y presentarse como el líder del ejército, la autoridad imperial y hemos intentado limitarla lo menos posible en
ahora ocupado en la expansión imperial. Como Luis Napoleón, gana- esta Constitución»77•
dor de las elecciones de 1848 y de un plebiscito en 1851, podía repre- No podemos decir lo mismo de las monarquías de China y Rusia.
sentarse como parte de la tradición popular republicana. Al,ser un_~?- Estos regímenes tenían graves problemas de legitimidad y de control
narca consagrado, tranquilizaba a los conservadores, promov1a la m1s1?n político. P ero incluso en estos casos, muchos historiadores coinciden en
católica francesa en el monte Líbano e Indochina y calmaba los mie- d_ecir que la mon~rquía tuvo much os defensores hasta el final. Seguía
dos de la Iglesia y a la aristocracia católica que había sobrev~vido a _la siendo la referencia para los nobles y para los campesinos, y descmpe-
Revolución. Como hombre moderno, promovía el desarrollo mdustnal naba el p apel de árbitro entre las diferentes nacionalidades de sus enor-
y económico74• Su único error fue entrar en guerra ~on Prusia. mes do~nios. Aunque está claro que ni los Qing ni los Romanov podrían
La monarquía austro-húngara parece hab~r salido ~-eforzada_ de su sobrev1v1r como reyes autócratas después de 1905, no era fácil predecir
derrota a manos de Prusia en 1866. Los austriacos se vieron obligados su completa desaparición78 •
a conceder derechos prácticamente iguales a los húngaros y los dos_ gru- El verdadero paralelo de la última Alemania imperial no era la
pos gobernantes utilizaron a la izquierda y a pequeños ~rupos n,ac1on~- Rusia imperial, donde la autocracia, aunque aún poderosa, empezaba a
les del Imperio para enfrentarse. El emp erador Francisco Jose consi- ll'squebrajarse tras la revolución de 1905. El paralelo era Gran Bretaña.
guió mantener su calesa de dos caballos en movim iento incluso después l•
:n el Reino Unido, como se sabe, el ritual real de la coronación , los des-
de 1900, a pesar del creciente nacionalismo de toda Europa. Fue la gue- ldl's o la a~ertura d~ Parlamento se hizo más aparatoso y más coreográfi-
na la que acabo, con ld' a mast1a,75
. .. . 1 o a med1?a que iba avanzando el siglo. La reina Victoria superó la

El káiser Guillermo II supo ser el centro estabilizador de diferentes 1111populandad que la rodeaba cuando murió el príncipe Alberto para
intereses. Manipuló la prensa astutamente y aceptó las ideas de l_os polí- • 1111vertirse en la Gran Reina Blanca. La reina era la cima del sistema de
ticos electos, asegurándose así a la clase med~a de las ~ue~as ciudades 1 loses y de estatus. P ero también gustaba a la clase obrera, conservado-

industriales alemanas. Como comandante en ¡efe del e¡erc1to y descen- 1,1 l' imperialista. También era amiga de príncipes indios, de un lacayo
diente de Federico el Grande, era el líder simbólico de los junkers del • ~rncés que vestía kilt y de los emisarios indios. Era la madre putativa
este de Alemania y de sus hermanos e hijos militares. Como_emperador .11• los jefes maoríes y canadienses. Como cabeza de la Iglesia anglicana
de Alemania, supo pacificar los intereses de los estado~ y regiones, ta?to 1 1·111pcratriz de la India, era la referencia y el canal de infl uencia políti-

católicos como protestantes, que en tiempos de Bismarck parecrn~1 ' 11 111'. l':_1 una_ enorme variedad de corporaciones, aristocracias arcanas y
enfrentados eternamente. Se podría decir que el káiser no sólo se desh1 ~ 1111111~s d1~pares que habrían eclipsado al emperador Quiang Long.
11

zo del piloto sino que encontró mejores cartas _de na_vegación; Sólo la 1 • 1n Victoria supo representar también una modernidad discreta.
derrota militar acabó con él. De hecho, la casa 1mpenal era mas popu I', ll1•jnba los triunfos y los fracasos de la fa milia cristiana inglesa. Pro-
7
lar y más eficiente políticamente en 1913 que en la década de 1880 ". ' 11, 11 11111ó la industria en la Gran Exposición de 1851. La reina fue de las
La supervivencia y remodelación de la m~n~rquía jap~nesa p~d~·111 111 li111•1·:1s en utilizar un telégrafo de doble aguja p ara comunicarse con
parecer representar, superficialmente, un senturuento atav1co ~ religio 11 •,11liditos lejanos, aunque ordenó depositar la máquina en una anti-
so entre sus súbditos. Es difícil saber hasta qué punto fue eso cierto. _No 111 , 11j11 con pilares clásicos de madera79.
hay duda de que los estadista~ ~Ieiji pe~saban 9-ue el_tr?no era u~a 1~1- h1,· tipo de detalles son más importantes si examinamos los gran-
titución muy útil. El líder político lto Hirobum1 explico al Conse¡o 1 11 ' ,1.1d_os de_ Oriente Medio y Asia. La monarquía con peor prensa
vado de la Corona en julio de 1888 por qué l a monarquí~ mnn~l•lll 1 '111 111 1il11111a d inastía otomana. A Abdülhamitt II, el último sultán con
tanto poder en la nueva Constitución. Dijo que era porque m la rd1g11 111 '' 1, 1, ~,· _ll',rctrat~ba como un degenerado pintado de henna, que pre-
ni la democracia ofrecían un «eje del Estado» para Japón, como h.,, 11111 1,lr 1 1111 nd1culo ritual cortesano y un harén en los nuevos y ostentosos
en los países europeos. La democra~ia era den_ias~~do nueva ~n .l 11p1111 .l 11 111~ dd Bósforo. Pero el I mperio Otomano sobrevivió hasta 1922
la religión sintoísta demasiado ambigua. Pros1gu10: «En Ja~o1~, ~nl11 1 1 1, 11~ ,d snlt nnnt o y no~, pcsn r J e él. Los sultanes también eran califas:
casa imperial puede hacer de eje del Estado. Por eso hemos ms1st 1dn e 11 11 1 \ 1 ' 11 clvl i>rnfl·ln <:n la tit-rra. Sl'g(m avu11zaba el siglo XIX, lejos ele

5(),f 'tl)'i
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS
LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUfAS SOCIALES

cristianos, sino porque se pensaba que eran rebeldes y disidentes y que


estaban en contra del régimen. Por estas razones, aJgunos historiadores
judíos, turcos e incluso árabes consideran que la última etapa del Impe-
rio Otomano fue w1a edad de oro, una «larga paz» antes de los horrores
del conflicto étnico de Oriente Medio del siglo XX. Las diferentes reli-
giones, coaJiciones tribales y grupos lingüísticos competían entre ellos
pero no llegaban a la guerra. Por lo general, los administradores del sul-
tán mantenían la paz entre los diferentes intereses. Sólo el ataque de
Occidente, que estalló con la Primera Guerra Mundial, acabó con es-
te verano otomano. Aunque esta teoría orrúte la aparición de las identi-
dades patrióticas y regionales indígenas80, sí demuestra que eJ sistema
imperial y los gobernadores regionales pudieron mediar de forma cons-
1 ructiva, y no sólo coerciliva, en los conflictos locales hasta mucho des-
pués de su supuesta «fecha de caducidad» h istórica.

1C:ONTINUIDAD O CAMBIO?

11.4 Apogeo del imperio: el emperador y la emperatriz en el F_uerle Rojo dt· l ,os historiadores creen que se superan a sí mismos cuando cuestionan
Delhi, 191 1.
l.1 ortodoxia. Como los historiadores de mediados del siglo XX esta-
h1111 tan profundamente preocupados por el papel transforma<lor de la
111dustria, el imperio y la ciencia, y por el ascenso de la fuerza de traba-
¡11, los historiadores posteriores a 1970 han d iscrepado enérgicamente.
l 11 t•fi l'Íeron insistir en la persistencia de] viejo orden internacional. Este
decaer m uchos musulmanes se sintieron hostigados por las potencim1 , ,1pítulo trata de hacer que estas dos posturas empiecen a dialogar, ya
cristia~as y b uscaron la unidad espiritual en el califato. Durante la cri 'llll' ambas tesis aportan pruebas históricas convincentes, aunque dife-

sis de la rebelión de los Bóxers, los lejanos musulmanes chinos csrn 1,•111es. Todavía es posible mantener que Ja industria, la expansión e.le
chaban las palabras de Estambul. Incluso en Egipto, donde los líe.len• lm imperios europeos y la adopción de las n uevas ideas cambiaron la
políticos a veces reclamaban el califato para los árabes, el sultanato ~t·r 11d,1 internacional entre 1780 y 1914. Como demostraré en el último
vía como tribunal de apelación ante la arbitrariedad de la ocupunon , 1p1111lo, se puede argumentar con certeza que el ritmo del cambio
británica. 11r1ul y de la industrialización se aceleró bastante a partir de 1890 en
A medida que se fue intensificando la retórica anti-turca y anti isl,, 1,ulo t·l mundo. Sin embargo, muchas de las viejas form as de poder y
mica entre las potencias occidentales, el sultanato empezó a rec11rri1 11 11111 rnnía se mostraron resistentes ante el cambio. Esto se debió a que
los ideales de la guerra santa islámica para contrarrestarla. En 19 14, 1 1, 1111111 funciones sociales, políticas y emotivas que cubrir dentro de los
sultán proclamó una yih ad contra Gran Bretaña, Francia y Rusi11. S111 , 111il11os provocados por la industrialización, la expansión imperial y el
embargo, el sultanato n unca había sido rigurosamente islámico. Mt•1ll 111¡w del Estado. Las viejas supremacías se rehicieron y reinventaron a
1 111 dt· los cambios. Paradójicamente, d ebían su continuidad a los mis-
entre los sufíes místicos y los doctores islámicos. También ent re s1 11111 1
1111J~ 1 ,1mhios.
drusos y chiítas. Aunque al final del Imperio se produjeron 111 r • 11
masacres de cristianos armenios y balcánicos, no sucedicí porque l I u 1 111

>117
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS

12

LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS


Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

1os capítulos anteriores han demostrado que, entre 1780-1914, los


"obiemos de todo el mundo empezaban a parecerse entre ellos. Crea-
11111 fronteras territoriales claras y definieron a sus súbditos frente a los

, ~1 ranjeros. Trabajaron para crear sistemas efectivos de gobierno que


, l1111inasen los viejos sistemas de poder y privilegio. Establecieron ejér-
, 1111s centralizados y sistemas de recaudación de impuestos eficaces.

1 1,1 creciente uniformidad política en todo el mundo se vio reflejada,


111.1~ adelante, e n una uniformidad económica centrada en los requeri-

11111·11tos del capital industrial. A pesar de las enormes diferencias de


, 11 flll'Za entre diferentes países y dentro de los mismos, una mayor pro-
1'' 11, icín de l a población mundial se había incorporado a la economía
q111,1lista internacional a finales de siglo. Si eran campesinos, producían
, 11l11vos comerciales para la exportación. Si e ran trabajadores indus-
111 ,1, s, producían en las fábricas. Si eran comerciantes o profesionales,

, 1111,·r1..·iaban, educaban o litigaban en el marco de este nuevo mw1do.


11.5 Antes del diluvio: el zar Nicolás II y la zarina Alejandra, 1913 • l .. 1 convergencia del Estado y de la econo mía hacia una uniformi-
1,, 1 hizo que la sociedad y el estilo de vida empezaran a parecerse en
,ul11 ,·1 mundo. En este capítulo, sin embargo, con sideraremos el desti-
1 1 d, varius comunidades humanas que fueron marginadas o comple-
1111, 111c· dl'struidas por el cambio. El capítulo anterior argüía que algunas
1111." ck• organización social y algunos estilos de vida aparentemente
,, 111 ns 11 0 sólo sobrevivieron, sino que renacieron por el impulso de la
,, 1, 11111 lnd. Éste no fue el caso de lo que llamamos «pueblos nativos».
111, 11.,~ vc·,·cs se les consideraba como un impediniento para el progre-
1 1,11l11v111 en 1890 era dudosa su supervivencia.

50H
CAMBIO, DECADENCJA Y CRlS!S LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NAT'lVOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

¿QUÉ SIGNIFICA «PUEBLOS NATIVOS))? !'odas las sociedades asentadas que producían un excedente agrario o de
productos industriales.
Los pueblos nativos, según se emplea aquí la expresión, f~eron grupos La cifra total de población de estos grupos era relativamente baja en
sin una estructura estatal definida, pastores, nómadas, h abitantes de los 1780, probablemente entre un 4 y un 8% de la población mundial. Pero
bosques y pescadores, todos aquellos que los primer~s. ª?,tropólogos vi principio del fin de la antigua variedad cultural y de estilo de vida
reuiúan bajo el nombre de «tribus primitivas». La deftmc~on de est~s humana es un acontecimiento de importancia simbólica, ya que iba
grupos no puede ser muy precisa, porque ~abía bastante mt~rcamb10 acompañado de enormes cambios ecológicos: la tala de bosques, la so-
cultural y matrimonial entre ellos y los súbditos de estados mas asent~- hrcpesca en los !'Íos y océanos y el cultivo de las praderas. Sólo en la
dos. En el sudeste asiático, por ejemplo, algunos llamados pueblos_ t ri- segunda mitad del siglo XX quedaron patentes las implicaciones mora-
bales como los karen, kachin y shan, se asentaron entre _los ca~pesmos les y medioambientales de estos cambios. Las naciones-estado ahora se
de et:ua birmana, haciéndose también campesinos sólo diferenc1ables d_e disculpan por el t rato ofrecido a los «pueblos nativos» y buscan repa-
aquéllos por sus ropas y sus costw:i-ibres sociales. Ot~os pue~lo~ tn~ rar el daño ecológico causado por doscientos años de rapiña y devasta-
bales se hicieron completamente «birmanos», por med1~ ~el mat~1mo 1 ión. Antes, los cambios climáticos abruptos eran obra de la ira divina,

nio, la adopción del bud ismo theravada o~t?doxo y del 1d101:3a birma- (ll'l'O ahora se achacan a la destrucción del medioambiente por la raza
no. Pero otros se mantuvieron aparte, v1v1endo en_ ,la~ co~n~s. _Esta humana y por su extirpación de pueblos que, según los m~'ís optimistas,
separación se vio reforzada por su temprana convers1on al c~·1st1an1smo 111antenían una relación de igualdad con la naturaleza.
en las décadas de 1820 y 1830. En África también había e¡emplos ck Dos de las causas principales de la «casi extinción del nativo» en
fronteras culturales movedizas. En el oeste, la relaci~n entre_ el p~ebl? 11111chas regiones del mundo fueron el impacto del imperialismo euro-
nómada fulani y el pueblo urbano hausa era comple¡a. La dmastla _re~ 111•0 y la expansión de sistemas europeos de gobierno por América, Aus-
nante provenía de fulanis de ciudad y también de algunos m~estro~ 1~la 11.ilnsia, el Pacífico y, finalmente, Africa. Una causa derivada de éstas
micos. P ero la mayoría de los pobres urbanos eran fulams. ~x1st1a11 l 111' d continuado «colonialismo interno» de gobiernos indígenas, refor-
también grupos sociales aislados, como l~s pueblos ?e Melanesia o dt• ,,dos con armamentos y sistemas de comunicaciones occidentales. Los
la Amazonia profunda. Estos pueblos hab1an mantenido m~y poco con 1111t·yes musulmanes de Egipto, por ejemplo, empezaron desde la déca-
tacto con el mundo exterior durante cientos de años, y su «primer conlac , li, <le 1820 a avanzar por el sur de Sudán, sometiendo a los p ueblos afri-
to» con blancos y otros colonos en el siglo XIX fue todo un trauma c11l ' 1110s ele) Nilo. Aunque desplegaron ejércitos de corte europ eo, su bús-
tural. 1 p11·da de esclavos domésticos y sus proclamas islámicas acerca del

No todas estas sociedades se vieron subordinadas o destrozadas pn1 l111drnrismo y la urbanidad siguieron la tradición de los grandes impe-
armas de fuego, alcohol y enfermedades en el ~iglo XIX. A los tasmanoa 11," musulmanes premodcrnos.
y a muchos aborígenes de la costa este australiana l~s cazaron o ex¡, 111 1.n imposición de derechos de propiedad absoluta de definición
saron. Pero hubo ejemplos de jefes maoríes y hawaianos que logr:11 "" • 111 ni H.:n empezó a acotar las tierras de caza y pastoreo. Y la imposi-
mantener cierta independencia cultural adaptándose a las dema11d11 , 11 111 dt• la explotación forestal científica creó una uniformidad donde
occidentales. A veces prestaban sus servicios como guardas. A vec!'s 1111,•s d hombre y el bosque mantenían una relación compleja. Sin

convertían en trabajadores, haciendo trofeos y cudosid~des para ~1111 111l111 1·go, el imperialismo y la colonización fueron sólo una dimensión,
facer el gusto occidental por lo exótico. Podemos decir -~ue_ alg111111 1 1 , 11•s violenta, de unos acontecimientos mucho más generalizados que

pequeños grupos culturales que no entrnro_n en la p r?~ucc1on t11l\•11~1v "11111 cómo la nación-estado y la economía capitalista conquistaban y
agraria se vieron sometidos a unas p resiones poltticas, ~ult111 ,1h " 111tlu.1hnn sus fronteras internas. El crecimiento de la población y la
demográficas sin precedentes. Anteriormente habían negociado ron 111 1111 j111,1 1 le los sistemas de comunicación tuvieron tanta culpa como la de-

grupos asentados y con los primeros represe?tantes de lns polt•111 hl 111" 1.u In política de estandarización, asimilación o exterminio. En la ma-
europeas y americanas. «Las reglas del comercio ~ultural» l'slnh,1:1 11111 111111 dl· l •:uropn, por ejcmrlo, en esrc periodo muchas comunidades
del lado no sólo de las sociedades blancris de origen cnrop<:o, :m 111 ti 1 1 1, 11 1lt-s, o ck pescadores, o tk- nómad:is de ltis colinas, se asentaron

'i 10 111
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

en ciudades a trabajar, impulsados por el Estado, la Iglesia o el sistema rodeadas de las mejoras europeas y, como consecuencia, se volvieron
e.le enseñanza moderno. El avance de la uniformidad fue un problema tan - perezosos, apáticos, sin ánimo ni aptitud para imitar nuestras profesio-
to para los lapones y las comunidades de pescadores gaélicos del norte nes. En pocas generaciones habían muerto todos»2 •
de Escocia y el oeste de Irlanda, como para los indios cree de Canadá o Algunas poblaciones escandinavas se mostraron igual de intoleran-
los maoríes de Nueva Zelanda. Provocó el final del idioma cómico de Cor- 1vs con los pueblos indígenas lapones y bálticos de las regiones norte-
nualles, dañó los idiomas gaélico, irlandés y galés, y causó la cuasi asi- nns, mientras que en las fronteras de la ortodoxia rusa, donde se encon-
milación del occitano del sur de F rancia. Y todo esto ocurrió simultá- 11·aban con pueblos mongoles e islámicos, se .libraron guenas salvajes de
neamente con la destrucción de la cultura mu sulmana cham en lo que ,·xpulsión y exterminio, aunque también hubo matrimonios interracia-
sería la Indochina francesa y el exterminio de los norteamet'Ícanos n ati- k·s. La conquista rusa en el siglo XVIII de las tierras al sur del kanato de
vos en la costa este de Estados Unidos. <:rimea acabó con el asentamiento de colonias rusas y cristianas entre
lus tribus nómadas de la región. Fue a principios del siglo XIX cuando
c•mpezaron las expulsiones étnicas en algunas partes del oeste del Cáu-
1 .1so. Los colonos españoles, po1tugueses e incluso franceses de América
LOS EUROPEOS Y LOS PUEBLOS NATIVOS ANTES DE 1820 y l'I Caribe fueron igual de violentos, aunque más propensos a casarse
1 nn mujeres de la población nativa, lo que generó una mayor población

A lo largo del siglo XIX, la colonización y el avance por nuevas tierras st· 11wstiza o méti en esas regiones. En todos estos casos, la presencia mo-
volvieron paulatinamente más agresivos, con resultados cada vez mrís ,h·raJora de sacerdotes católicos -sobre todo jesuitas- que cuida-
destructivos para los habitantes originales. Esto no significa que antes 11111 de la población indígena, ayuda a explicar la diferencia con Norte-
de esa fecha no hubiera colonización agresiva. De hecho, los inglest·s, 1111(· rica. Pero a finales del siglo xvm había poca diferencia en el trato
principales colonizadores del siglo XIX, tenían una larga historia de lo 111 il único o francés con los n ativos del Caribe o de Canadá.
que hoy llamamos «limp ieza étnica» entre los p ueblos pastoriles, nó11111 De una manera diferente, la expansión interior china, japonesa y
das y habitantes de los bosques. Los ingleses asentados en Irland11 v , ,11unana en lo que se llamarían las fronteras internas presentó una dureza
Gales a menudo se habían mostrado intolerantes ante la presencia dt· 111 ¡,1111·cida a la inglesa, aunque su objetivo fue la asimilación o someti-
población original, y en el siglo XIX seguían intentando cambiar loN 11111•1110 y no el exterminio. Las características típicas chinas, sus carac-
topónimos gaélicos por los anglosajones. E n la mayoría de las islas dd 11 11•s y sus ritos confucianos, fueron impuestos a sus vecinos «animis-
Caribe, los invasores del siglo XVII habían expulsado o matado II lo• 1 •~... La expansión japonesa del siglo XV.llf había asimilado al pueblo
p ueblos indígenas caribe, arawak y t aíno, aunque quedaban algunos 1•11 1111lc•pcndiente aino de la isla de Hokkaido. En el Imperio Otomano, la
Dominica y Santa L ucía, y había una población mestiza importante 1• I·11 1.I, ,1 dt· asentar en la sociedad a los nómadas y recolectores de las coli-
los siglos XVII y xvm, se p rodujeron en las colonias de Nueva lngla11·11 1 11 1~ y11 prevalecía a finales del siglo XVIII. El choque entre la idea oficial
lo que podrían llamarse guerras étnicas cuando los colonos intcnt111011 , le 1111t· t•stos pueblos eran «turcos montañeses» problemáticos y la iden-
expulsar o eliminar a los pueblos amerindios con los que entrah1111 111 11.l.11 I indígena que estos pueblos reivindicaban como kurdos y no turcos
contacto. La trata de esclavos en África mostró estos instintos aplirndu 111 .11 ,1lws, además de la soberanía que reclamaban sobre sus tierras, fue
de una forma más mercantil. El concepto inglés de la propiedad pr tvrt 111, , 11rnor de los conflictos más modernos. Hubo revueltas kurdas con-
da, la agri.cultura intensiva y, más adelante, la intolerancia y la aw1MIi 1 " 1 lo~ gobernadores otomanos entre 1770 y 1840.
al matrimonio interracial de los p rotestantes, también colaboram11 1 1 l•.~1os ejemplos de tempranas guerras de colonización moderna fue-
]as colonias de Nueva Inglaterra, por ejemplo, una derrota de los i111lh 1,111 111,ís hi(•n la excepción a la regla antes de mediados del siglo XIX. En
daba paso a menudo a un periodo de desmoralización social d 111 ,1 111\ , 1 111 p111 tt· del mundo, las sociedades agrícolas y comerciales en expan-
cual los pueblos nativos se desbandaban y quedaban rcd11ciclos 11 111 1t111 IH1l1111n asimilado a los nómadas y cazadores tribales, utilizándolos
especie de vagabundos. Como dijo un comentarista francés l11il ,l,11111 11 111 l1l'111·fido. Pan1 empezar, el poder del Estado p remoderno n o era
en 1780 de los indios de Massachussets: «En pocos años sus Iil·1·1·11r-. 1 l 111 11111 1c 1111· ¡'>nra mantener una pcrmnn<'ntc «vigilnncia clt los bárbaros».

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS Y LA DEPREDACTÓN ECOLÓGICA

De hecho, a menudo empleaba a estos «bárbaros» para vigilar a sus Australasia, Sudáfrica y las Américas, y la expropiación de las tierras y
vecinos menos pacíficos. En segundo lugar, los grupos nómadas y fores- l>osqu~s de los pueblos tribales. Finalmente, a partir de 1870, los pue-
tales eran de gran utilidad política a los gobiernos de los pueblos asen- blos tnbales restantes se vieron sojuzgados por los agentes del Estado y
tados. Las tribus proporcionaban caballería ligera, zapadores y mineros de la moral. Se vieron obligados a utilizar la ropa, el estilo de vida y la
para los asedios, y formaron batallones de élite para los gobernadores. religión de la población dominante, o se vieron recluidos en reservas
En Persia, los shas reclutaban tradicionalmente sus ejércitos de entre t•~peciales para ser explotados como mano de obra en las minas y las gran-
los pueblos nómadas como los bajtiari. De hecho, los qayaríes eran una j11s capitalistas. Las próximas secciones examinan estos dos periodos de
dinastía turca conquistadora. Incluso las potencias europeas en expan- 1·nmbio.
sión hicieron algo parecido. Los estados italianos empleaban a pescado-
res albaneses en sus galeras mediterráneas. A partir de mediados del
siglo XVIII, escoceses pobres de los Highlands se alistaron en los ejérci-
tos británicos. A un extremo de este proceso se situaban los guerreros I ,<>S PUEBLOS NATIVOS EN LA «ERA DEL PARÉNTESIS»
nómadas que acababan siendo en el. transcurso de una o dos generacio-
nes, gobernadores de pueblos asentados. Ejemplos fueron los timuríes 1>11rante las guerras napoleónicas y la primera era del imperialismo glo-
que gobernaron la India, los manchúes de China, la dinastía armeni_a que.· luil, el equilibrio demográfico y milítar no había cambiado decisivamen-
gobernó Bagdad, los saudíes beduinos que se convirtieron en reyes de la 11· en contra de los pueblos nativos. En Norteamérica, los británicos
península arábiga y los vaqueros fulani que establecieron el califato d(' l11il>ían seguido manteniendo contactos con las Cinco Naciones Iroque-
Sokoto en el oeste de África. •11~, algo que había comenzado durante la Guerra de los Siete Años y la
1 :11L'l'l'a de la Independencia Americana. El Departamento Británico
En tercer lugar, estos pueblos aportaban importantes servicios eco
nómicos. En todas partes, desde Rusia hasta el norte de África, los néi p11rn los Indios Norteamericanos, dirigido por la famosa familia anglo-
ruadas transportaban grano y otros productos por todo el territorio y iil11 11desa Johnson, mantenía cuidadosas prácticas de intercambio de
proveían de pieles y animales a los pueblos asentados. En las socieda 11•111110s con el jefe de los mohawks y otros líderes amerindios. Recluta-
des de India, China y el sudeste de Asia, los pueblos de los bosques n· 111111 a jóvenes guerreros para sus unidades ligeras y algunos funciona-
colectaban las hierbas medicinales y otros productos recolectables c.¡111• , l11N br.itánicos se casaron con nativas y adoptaron sus costumbres. El
1 1111flLcto contemporáneo con la sociedad de colonos de la nueva repú-
ayudaban a tener una población sana. También abastecían de prodlll'
tos valiosos como la teca y los elefantes3 • Por último, aunque los puebloM 1ill1•11norteamericana dio a los británicos una importante ventaja diplo-
asentados de la llanura y las ciudades pensaban en estos pueblos como 111111 ica. Pero en el Medio Oeste, los norteamericanos también utilizaban
«los otros», no los consideraban primitivos ni salvajes. Esto empt•w 11111 li11biJidades de los nativos para conseguir pieles, si bien los empuja-
hacia 1820. Los maestros islámicos pensaban que eran buen matv1 i11I 1, 111, con una firmeza muy inglesa, más allá de la frontera. Los explora-
para la conversión, como ocurrió con los beduinos árabes, convertidoN , l, 111•s indios contribuyeron mucho a la rapidez de la expansión ameri-
al islam por el Profeta. Los bosques y los páramos salvajes fut·11111 , .i1111 y canadiense por las llanuras centrales4 . Desde los viajes de James
1 , 111h , los indios de la costa noroeste habían establecido similares víncu-
importantes para las grandes religiones, que veneraban a los erc11ti111
que abandonaban la ciudad para recluirse allí. Y se pensaba que en li1s 111 111 11111 . los pe~ueños p uestos británicos y norteamericanos de pesca y
bus había chamanes con poderes sobrenaturales. , ,11111·rc10 de pieles con soporte naval. La enorme demanda china de
A lo largo del siglo XIX, sin embargo, estos pueblos se vieron 111111 ¡il 1I,•~ de lujo significaba que eran una materia prima lucrativa que

ginados, atacados y sojuzgados por las poblaciones agrícolas en t·x 111111 111 11 h,1tl11 r beneficios, por lo menos en un p rincipio, tanto a los blancos
sión y por los agentes del Estado moderno. Las primeras incursío111 , 111111 11 lo~ ine.líos de la costa del P acífico.
tuvieron lugar en la época revolucionaria, entre 1780 y 1820, aunq111 111 1,:.111· pulrón se vio repetido en otros contextos. En el sur de África,
tribus seguían siendo útiles para las nuevas potencias. El clíluvin lli M• 111 111 il11~1cl<.:scs y los británicos reclutaron a ganaderos y agricultores
entre 1830 y 1890, con las masivas expansiones de colonos por Si l w1 l 1 ~ 111 ,ti, l1ws u· «horcn1otcs» para las milicias con que vigilaban las fronteras

'1 l '1
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA DESTRUCOÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

de las zonas colonizadas por europeos5 • El comercio de bienes y armas estuvieron a punto de derrotar a los británicos en la guerra de 1814-
con el interior contribuyó indirectamente a los importantes cambios 1816. Impresionados por sus habilidades militares, los británicos empe-
operados en las sociedades africanas contemporáneas. La Mfecane y el 1.Hron a utilizar a los gurkhas en la guerra. Al mismo tiempo, los gurkhas
auge del estado guerrero zulú al norte de la colonia de El Cabo y en la 11cpalíes empezaron a depender cada vez más de los ingresos del servi-
provincia de Natal parecen haber sido en parte una respuesta a las 1·io militar en el extranjero al incrementarse la población. Este proceso
incursiones costeras de los europeos. Por otra parte, los gobiernos euro- ocurrí~ en otras zonas del Asia europea. Los holandeses, por ejemplo,
peos de El Cabo habían empezado a restringir el acceso a las tierras a y:i hab1an empezado a reclutar en las comunidades forestales de las islas
los nativos y a convertir a la fuerza a los africanos en una fuerza de tra- Molucas en cuanto sofocaron la resistencia de J ava entre 1825 y 1830.
bajo útil6. En Nueva Zelanda, la primera fase de influencia europea per- <:uando los franceses se establecieron en la Cochinchina a principios
mitió una generación más tarde a los jefes maoríes más sagaces de la dl'I siglo XIX, también reclutaron soldados entre las tribus de la fronte-
zona de la bahía de la Isla del Norte aprender nuevas técnicas de gue- 111con Camboya. Estas medidas pragmáticas resultarían útiles más ade-
rra para convertirse en la fuerza dominante de la isla del Norte, hasta 111111 e para las políticas étnicas de los gobiernos coloniales, aunque sem-
llegar incluso a invadir la isla Sur7. El número de muertos fue enorme: l 11·ó la semilla de las guerras intercomunales de finales del siglo XIX y del
las batallas tribales hasta entonces equilibradas, se desequilibraron con la ~IHIO A'X.
llegada de las armas occidentales entre 1830-1850. También en ~awai Con ello, los europeos se limitaban a extender e intensificar una
la influencia norteamericana y británica tuvo efectos diversos sobre la polít'ica que los reinos asiáticos empleaban desde hacía tiempo. Los rei-
población indígena. Aunque las tasas de muerte y enfermedad aume11 1111s musulmanes siempre habían sido adeptos a la hora de emplear a los
taron de forma dramática, las familias de los jefes pudieron hacer fortu 111011tañeses y a los habitantes de los bosques como guardas de los puer-
nas vendiendo sándalo y otros productos exóticos para exportar a los 11 1N y de los bosques. Incluso en fecha tan tardía como la década de
mercados de Europa y China. Estos jefes gastaban sus ganancias en apu 1N O, c uando el emperador chino Qianlong invadió Sichuán, sus gene-
ratosos festines y fiestas reales, con los que se habían distinguido tradi 1.il,•s se preocuparon de otorgar p uestos imperiales a los líderes nóma-
cionalmente de sus plebeyos. 1 l11N. En la frontera con Birmania, los mismos ejércitos chinos trataron

Mientras tanto, a medida que los ejércitos y los colonos rusos pc1w 111 n·clutar a los montañeses shan, chinos y no birmanos para defender-
traban en Siberia y el oeste del Cáucaso, algunos jefes locales firn111 ' 1lt• los reyes birmanos. Sin embargo, según se fueron clarificando las

ron tratados con los invasores, aprovisionándolos de madera, comida y ,d111111.as dentro del Estado tras las rebeliones de mediados de siglo, la
soldados especializados. En todas estas regiones, los pueblos nativo11 1, 11Kl6n incrementó.
pudieron vender sus habilidades militares y sus servicios como explo111
dores mientras se congregaban alrededor de los nuevos fuertes y pu1·k
tos comerciales.
Incluso en las fronteras del Imperio Británico de la India y el 1111 1 1 1111.UVIO BLANCO, 1840-1890
deste asiático, los pueblos tribales, nómadas y habitantes de los boi;q111 •
desempeñaron un papel importante en la consolidación y expmrni1111 \ 111111 cs de 1840, la expansión europea en América, Australasia y Eura-
imperial. Los comerciantes nómadas de grano (banjaras) aprovisi111111 1,1 l111hfn sometido a los pueblos nativos a una nueva presión. Los go-
ron a los ejércitos británicos en la India hasta la década de 1840. A11g11• l •h 111ns ('oloniales de la posguerra querían recaudar tributos. Los nóma-
tus Cleveland, el amigo de Warren Hastings, intentó crear un <:j<·1, 1111 l I y lns tribus de las montañas y los bosques, que pagaban muy pocos
con los pueblos montañeses del nordeste de la India, mientras quv 11111 11 ll11p111•Hl<>H, eran d e poco valor económico y eran, potencialmente, peli-
después, en las montañas y en los bosques occidentales de la prvsid, 11 1 111~11/l Hi rontinuaban otorgándose el derecho de hostigar y pedir tribu-
cía de Bombay, los bhils de los bosques fueron organizados en los ( :111•11111 ¡,, 11 1111>olilaci6n asent ada. Las feroces escaramuzas locales entre colonos
Especiales Bhil en los primeros años del siglo. El ejemplo más l'o111111d11 11 11 11 rgt•11vs oustralianos por las tierras de la zona de Sídney y las con-
son los gurkhas del Nepal. Estos granjeros y pastores de las mo111 111111 11111 111~ p,1 1t'l',1'ns de cxtc1:minio en las fro nt·eras de la expansión americana

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLóGICA

son ejemplos arquetípicos de este periodo. El presidente de Estados Nueva Zelanda y las islas del suroeste del Pacífico, llevando con ellos
Unidos, Andrew Jackson, creó una «política de traslados forzosos» por enfermedades venéreas, paperas, varicela y corrupción. Con el tiempo,
la que las tribus que estorbaban el progreso de la civilización occiden- los capitanes de confesión evangélica de la Marina británica y las socie-
tal acababan relegadas a zonas lejanas y, habitualmente, pobres8 • Esta dades misioneras aplicaron sus benevolentes pero letales ideas de la
política fue la precursora de las reservas nativas que se crearían más civilización y el bienestar a los indígenas, a los que agruparon alrededor
adelante. En Canadá, las autoridades británicas oscilaban entre trasla- de las iglesias cristianas pintadas de blanco.
dos forzosos a pequeña escala al estilo Jackson e intentos fallidos de asi- En todo el mundo, la proximidad de la agricultura y el comercio
milación. hlancos dañó irremediablemente a muchas sociedades. Muchos caye-
El cambio decisivo llegó con la expansión a partir de 1840. La déca- l'On víctimas de enfermedades, otros del alcohol. Y otros fueron arran-
da siguiente fue testigo de un incremento de la inmigración a América rados de sus sociedades para ir a trabajar como jornaleros pobres,
de un 40%. Para estas fechas también empezaba a acelerarse la emigra- vivos, pero siervos. A menudo la simple violencia los eliminaba de la faz
ción de británicos al este y el sur de Australia. Con la llegada del barco t le la Tierra. Fue ésta la época en la que los españoles y otros europeos del
a vapor y el ferrocarril, e impulsados por una voraz fiebre del oro, la Nllr eliminaron a los últimos nativos del sur de Argentina. En Florida,
colonización europea se había convertido en un diluvio en la década de loN norteamericanos nativos se vieron empujados a los pantanos del
1870. El equivalente ruso, en el sur de Siberia, despegó en ~890, pero 1111crior por los colonos blancos que ocuparon las tierras roturables de la
hacia la década de 1930 había tenido el mismo efecto. 1 osta. En Sudamérica, sucesivos gobiernos chilenos trataron de echar
Este enorme flujo de inmigrantes tuvo consecuencias graves para d1• las tierras centrales a los indios araucanos, unos agricultores y pesca-
los pueblos nativos de todo el mundo. Los diferentes tratados firmados 1lorcs duros y eficaces, que se resistían a la presión para que «mejora-
entre los gobiernos europeos y norteamericanos y los pueblos indígenas 11111» su agricultura. En Tasmania, gran parte de la población indígena
- o la falta de tratados- imponían diferentes periodos y sistemas <ll· 111(• eliminada por los intolerantes colonos británicos, que los cazaron y
expropiación. En cierto modo, los gobiernos de Canadá y Nueva Zelan 1Klenninaron. Los pueblos nativos reaccionaron a veces con movimien-
da fueron más lentos que el gobierno estadounidense a la hora de aprn l nN religiosos apocalípticos. A veces, como ocurrió en Sudáfrica y entre
piarse de las tierras. Pero, al final, hubo expropiación generalizada. l 1:I 11111 rnnerindios, los pueblos nativos sacrificaban sus animales y destruían
hambre de tierras que empujaba la expansión europea f·ue importanll', 11Npoblados y pertenencias. A estos pueblos, el diluvio blanco les pare-
La mayoría de los colonos se consideraban agricultores. Su objetivo <' 1'11 ' 111 111 señal del fin del mundo, así que sintieton la necesidad de recono-
ocupar y vallar tierras que pudieran legar a sus hijos, algo que no habí1111 , 1•1· 1f ü llegada.
podido hacer en Irlanda, Polonia, el sur de Italia o Rusia, de donde prn 1
l ne a partir de la década de 1840 cuando en Estados Unidos la fie-
cedían. La carrera por las tierras afectó a los pueblos nativos de vari 11~ l111• poi: las tierras inclinó la balanza contra la coexistencia con los pue-
maneras, tanto directa como indirectamente. A veces eliminaba las p111 1dI m indígenas. El constante estallido de guerras con los indios llevó a
celas temporalmente cultivadas por pueblos nómadas que eran impn ·~ l.1 11111o ridades de diferentes estados del Oeste norteamericano a crear
cindibles para mantener el estilo de vida flexible de los pueblos nal iv, •~, 1, ·wt vns. Los pueblos indios se vieron empujados a tierras cada vez más
que combinaban la agricultura a pequeña escala con la migración y 111 111111 g111ales. Básicamente, fueron separados no sólo de sus antiguas tie-
recolección en los bosques y las praderas. En otras regiones, las v11ll11- 11 ,1~t 11· Cfl Za y pastoreo, sino también de las partes dinámicas de la nueva
impedían d movimiento del ganado, tanto salvaje como doméstk:o, d11 , , 11111H11ía nacional. Las reservas y el ferrocarril provocaron w1 descenso
que dependían los nativos. Estos pueblos se quedaron sin comida ni 11h11 ,1, 1i ll'¼, en la población nativa entre 1850 y 1890. El gobierno federal de
yentar el hombre blanco a los búfalos, bisontes, canguros y ñt1Vs, 1-11 l 111uH II revolucionaria odiaba la propiedad corporativa. Por eso abolie-
las islas del Pacífico Sur, el objetivo no era sólo la tierra, sino tamhit'11 111 l 1111 l1•g11I mente los derechos a la propiedad de las tribus indias. No fue,
ballenas, cuya grasa y aceite se habían convertido en unas im po 11111111 · 111 1 111l>nrgo, hasta una o dos generaciones más adelante, con la expan-
materias primas en la primera fase de industrialización. Colonos dq 11 • 11111 l1•1·mvinria y el asentamiento de los colonos, cuando la eliminación
dadores - antiguos marineros, comerciantes y vagabundos- i11v11dl1·11111 1, l111H ll' l\ chos de propiedad se hfa:o efectiva. Fn Latinoamérica donde
1
. )

'5 IH
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA DEST'!{UCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

los pueblos indígenas se habían aferrado a sus antiguos estilos de vida De hecho, algunos de los administradores británicos fueron en ambas
en los altos valles y la selva profunda, también se vieron obligados a reti- f'11ses los mismos. La colonización blanca había comenzado en la Colo-
rarse entre las décadas de 1840 y 18709• La expansión de la industria del 11 i.a de El Cabo muy pronto. Hacia 1795 había una población blanca de
caucho en Brasil a mediados del siglo XIX llevó a los colonos blancos a 11nas 20.000 personas, que sojuzgaba a una población esclava (negra y
remontar el Amazonas y expulsar o transformar a los pueblos indios. 11siática) de unos 25.000 y a los khoikhoi nativos que se cifraban en unos
15.000. A principios del siglo XIX, tropas británicas apoyaron a los colo-
11os, en su mayoría holandeses, para expulsar a los pueblos de lengua
hnntú de las mejores tierras. Hasta la década de 1840, los poderosos
EL DILUVIO EN ACCIÓN: NUEVA ZELANDA, SUDÁFRICA Y ESTADOS UNIDOS p,1·upos xhosa bloquearon la expansión colonial. Pero, a partir de enton-
l' L'S, los europeos establecieron su dominio. Las guerras europeas y la
Vamos a ver este cambio crítico en tres escenarios diferentes: Nueva 1lvalidad internacional hicieron que los gobiernos británicos fueran más
Zelanda, Sudáfrica y Estados Unidos. En Nueva Zelanda, o Aotearoa, directos para conseguir sus intereses estratégicos. El barco a vapor, el
ya en 1796 los colonos blancos habían establecido enclaves balleneros 1,·légrafo y los avances en medicina y en técnicas de guerra habían abier-
en la bahía de las Islas, en la punta de la isla Norte. Los pueblos mao- lo 1111a distancia entre europeos y africanos en lo que a poder y recursos
ríes aprovisionaban a los barcos de comida y, al ser un pueblo empr.e n- ~1• refiere. Al tener poca tradición urbana, los pueblos del sur y el este
dedor, algunos jefes se hiciernn ricos y poderosos gracias a este negocio. 111· África, al contrario de los habitantes del oeste de África, tuvieron
Al mismo tiempo, los misioneros cristianos de Europa y Australia se 1ll'C>blemas para adaptarse a las ciudades. Se les permitía acceder a las
instalaron en varios lugares del país. Como también ocurrió en África, , l11dades blancas para hacer trabajos manuales y los que se quedaron en
los indígenas asimilaron las partes del mensaje cristiano que les pare- ,•ll11s fueron segregados. Como pasó también con los aborígenes austra-
cían atractivas o útiles. Por ejemplo, los maoríes crearon genealogías 1111110s, los pueblos cazadores, los san o bosquimanos, fueron los más
para sus nobles que se remontaban a los profetas del Antiguo Testn ,dPctados por la pérdida de sus tierras.
mentow. A partir de 1840, la competencia internacional y la llegada el,• Con las mejoras en las comunicaciones, se incrementó el número de
colonos europeos impulsaron a Gran Bretaña a declarar su soberanfo , , ilonos. Entre 1873 y 1883 llegaron 25.000 e, impulsados por la fiebre
sobre las islas. dPI oro y del diamante, se abrieron paso agresivamente hacia el interior.
El tratado de Waitangi de 1840, que muchos de los jefes nativos fir l ,11~ sttcesivos gobiernos británicos querían mantener el control sobre la
mantes parece que nunca llegaron a entender, desató una carrera pm ¡tlllilación de colonos y decidieron que era incompatible con la existen-
comprar tierras entre los colonos blancos y el gobierno. Los puebloM ' 111 de tribus africanas independientes. En 1881 destruyeron el reino
maoríes, temerosos de perder sus tierras, su ganado y el carisma de sus ji' 11l11. Más al norte, el pueblo ndebele, asentado en lo que hoy es Zim-
fes, se rebelaron. Entre 1865-1873, los maoríes lograron detener a In~ 11,il>11<:, fue asediado y finalmente derrotado tras una revuelta sangrien-
1,11•11 1896-1897. La destrucción del reino produjo <<vagabundos, des-
británicos y a los colonos. Pero aunque se les reconocieron algunos di'
' 11111·icrto cultural y anomia personal», mientras que miles de blancos
techos de propiedad y algunos maoríes conversos participaron algo 1·11
, , ,11111Í1/.aban estas nuevas tierras. En las colinas Mapoto, en lo que hoy
el gobierno blanco de Nueva Zelanda a partir de 1870, el daño e rn v11
, 1,i111babue, los africanos lucharon para crear una economía campesi-
irreparable. En 1842, la población blanca era de unas 2.000 person11h y 11 1 11 :ls la guerra. Los adeptos del gran dios Mwali, que habían desem-
la nativa de unas 80.000. El censo de 1896 habla de una población l >11111 1" 11111 lo un papel importante en la revuelta, «bendijeron la gran cosecha
ca de 700.000 y maorí nativa de 40.000. Las enfermedades y las g\1('11111 1I, w11uo y los regalos recibidos» • Pero no hubo forma de detener a los
12

contra los europeos y contra otras tribus, con la consecuente rup11111 1¡11i11il1 orcs, misioneros y administradores blancos. Hacia 1914, miles
social, habían dado la ventaja a los paheka o blancos 11 • , 1, 11111 l11fricanos trabajaban en las minas o en las plantaciones de los
Algo parecido ocurrió en Sudáfrica. Un primer pe riodo de crn•s l- l ,l,1111 'l>H. Y en vez de conducir a una reforma del sistema de reparto de
tencia con brotes de violencia dio paso al dominio e.le los colonos lil11111 11• 1li 11 , , ~ 1 otnol·spcraban muchos africanos, la guerra entre Gran Btetaña

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NAIWOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

1880. Los grupos nativos de las llanuras estaban más centralizados y


eran más fuertes que los del frío norte. Esto se debía a la abundancia
de animales y productos naturales, sobre todo a las enormes manadas de
bisontes que habitaban las praderas.
Aquí, en los estados del centro y del oeste de Estados Unidos, el
drama de la derrota y desposesión de tierras se interpretó de forma dra-
mática y pública. En los estados del este, la alternancia de conflicto y
coexistencia entre los colonos blancos y los pueblos nativos, típica de
los años del comercio con pieles y de la guerra anglo-francesa, terminó
untes. Durante la era de las revoluciones, la joven república ya había
derrotado militarmente y expulsado a la mayoría de las tribus. Los iro-
queses, que siempre habían mediado entre los blancos y los nativos, fue-
mn desposeídos o emigraron a Canadá, donde había menos presión de
los colonos. La derrota de las tribus más poderosas - los pueblos caza-
<lores de búfalos de las grandes llanuras- fue más o menos contempo-
12.1 Unos shilluks reparan su barca en el Nilo Blanco, principios del siglo-xx.
11ínea de la derrota de los pueblos de Nueva Zelanda y de la subyuga-
( i6n del sur y el este de África.
A principios del siglo XIX, el gobierno federal de los Estados Uni-
,lns había controlado hasta cierto punto los intereses de colonos, mine-
1 ns y rancheros. La Oficina para Asuntos Indios había enviado emisa-
y los descendientes de los colonos holandeses, los bóers, entre 1899 y
1ios a tratar con pueblos como los siux y los cheyenes, consiguiendo
1902, sólo sirvió para confirmar la división racial. «Trasladaron» a miles
1ilgunas tierras para los colonos, pero otorgando el control de grandes
de africanos a campos de trabajo, donde murieron de enfermedades,
:011as del interior a los jefes nativos. Los pueblos indfgenas, que se habían
aunque en términos históricos es más notoria la muerte de afrikáners en 111lnptado a la guerra con armas de fuego a caballo, eran lo bastante
los primeros «campos de concentración». podcrnsos como para derrotar a las tropas y agricultores blancos en
Algunos pueblos maoríes, ndebeles y zulúes, que vivían en un sis1c 1·111•i11s ocasiones, como aprendió el general Custer. El pat rón de firma
ma político más centralizado que reforzaba su sentimiento patriótico y , le• 1111 tratado, asentamiento de algunos blancos entre los nativos y con-
de lealtad a sus tierras, se resistieron ferozmente a los europeos. Otro~ 1111 lo esporádico se parecía mucho al que se dio entre los blancos y los
sistemas más descentralizados sucumbieron poco a poco a la coloniz11 l11lHUen África. De hecho, tiene algunas cosas en común con las acti-
ción extranjera, a las enfermedades o al alcoholismo. Este último casi 1 ' 1d11dcs del servicio político de la India británica entre las tribus del
se dio entre los pueblos nativos de Canadá, cuya resistencia se vio dvlii 11111 dt:ste.
litada por la desnutrición consecuente al exceso de caza de búfuloH 1•:I nsalto a mano armada de los blancos llegó realmente con la
Cuando se suprimieron los derechos nativos a tener tierras en las p111 , ~111111sión del ferrocarril en la década de 1850 y la inmigración masiva
<leras del sur entre 1871-1877, los británicos apaciguaron a los lfdl'II 111rn l11d da por la llegada de barcos de vapor cargados de europeos,
tribales repartiendo la comida y los medicamentos que tanto nccesil 11 \ il1•1111ís, tras la guerra civil, tanto las fuerzas derrotadas del Sur como
ban, aunque también t uvo algo que ver la violencia disciplinada dt· 111 l 1- 11ii111f"alcs del Norte se adentraron en las reservas indias. Hacia 1880,
Policía Montada del Canadá13 . La dependencia erosionó la aurrn10111l 1 , 11<111clo d ejército de Estados Unidos había sofocado la resistencia de
tribal tanto como la violencia. Pero más al sur, en los estados del u11.•il111 I,,, ¡11 11·blos de las llanuras, la cuestión de qué hacer con el «piel roja»
oeste y del sur de Estados Unidos, los conflictos armados entre co ln1111 , 1 , 1lvi1'111 rgentc, Las teorías contemporáneas de «la misión civilizadora»,
blancos y pueblos nativos se siguieron produciendo hasta la clfr11d11 il 11 p1il11hrns de Lcwis H enry Morgan, uno de los primeros antropólogos

522 '>2 l
CAiv!BlO, DECADENCIA Y ClUSIS LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

profesionales, mantenían que la asimilación cultural completa no sólo trabajado para limitar el impacto de la evangelización cristiana cerran-
era posible sino necesaria. Los misioneros, maestros de escuela y médi- do sus países a los misioneros. Los virreyes de Nueva España en los últi-
cos trabajaron hasta principios del siglo XX para asimilar a los nortea- mos años del Imperio, celosos de su poder, expulsaron a los jesuitas del
mericanos nativos a la sociedad blanca. Se alentó el espíritu del indivi- territorio español y francés a partir de 1760. En los reinos africanos
dualismo y a los nativos se les otorgó el derecho a comprar parcelas en vecinos a las colonias portuguesas, las luchas entre facciones y los cam-
las reservas tribales. bios dinásticos deshicieron los avances cristianos anteriores. En muchas
A principios del siglo XX, sin embargo, esta política de «asimila- regiones del mundo, este periodo fue testigo del resurgir de los antiguos
ción» a la «civilización aria» fue gradualmente abandonada. Los esfuer- l'itos sincréticos que los primeros misioneros y sacerdotes habían trata-
zos de las autoridades por integrar forzosamente a los pueblos nativos en <lo de suprimir. El islam e incluso formas del hinduismo de expresión

una ciudadanía común se estrellaron contra el deseo de los pueblos sfoscrita ganaron terreno entre los pueblos nómadas de diferentes
nativos de mantener sus costumbres y contra su resistencia a someterse zonas geográficas del norte de lo que luego sería Nigeria y de Assam, al
a la disciplina horaria y al individualismo adquisitivo de la sociedad en t'Ste de la India.
general. Los expertos empezaron a decir de nuevo que «la raza nativa Las iglesias protestantes hicieron poco inicialmente para ocupar el
americana es claramente más endeble y más infantil que la nuestra»14 • vacío que dejaron los católicos entre los pueblos nativos. Tanto por
Abandonados en un limbo y sujetos, como los inmigrantes negros y chi- 1·11zones teológicas como por la indiferencia u hostilidad de las autori-
nos, a una nueva versión «científica» de la segregación racial, los indios dnc.les seculares, las iglesias inglesas y holandesas se limitaron a dar la
empezaron el siglo XX sometidos a la destribalízación, el empobreci- •<huena noticia» a su pueblo y no trabajaron entre los pueblos nativos.
miento y el alcoholismo, que se fueron desarrollando a un ritmo cada 111cluso en las fronteras de las colonias norteamericanas, las autoridades
vez más vertiginoso. 1111111icipales desistían de irritar a los pueblos nativos promoviendo el
11·ístianismo. Los esclavistas del Sur y del Caribe también pensaban que
111 evangelización era demasiado peligrosa para el mantenimiento del
1•111itrol de su mano de obra.
GOBERNAR LA NATURALEZA SALVAJE: RECUPERACIÓN Y MARGINACIÓN A partir de principios del siglo XIX todo esto cambió rápidamente.
1~ I asentamiento de esclavos liberados en Sierra Leona y Liberia por
Estos brutales desposeimientos se vieron acompañados de cambioH p11rtc de los británicos y estadounidenses, respectivamente, impulsado
sociales paulatinos efectuados por los esfuerzos de los misioneros occi pm el abolicionismo, inició una actividad misionera en muchas nuevas
dentales, que las futuras generaciones de portavoces de los puebloH 11•11íones, incluido el oeste de África. La aparición de un público misio-
nativos consideraron igual de desestabilizantes para el estilo de vicia 111•1·0 protestante en Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa a partir de
indígena. Las misiones católicas llevaban mucho tiempo evangelizando 1HOO dotó de dinero y personal a las misiones evangelizantes. Los pues-
a los pueblos nómadas de Centro y Sudamérica, de las costas del s11 111s misioneros se establecieron en lo más profundo de Estados Unidos
<leste y suroeste de África, de las Filipinas y de partes de Indonesia. l •:11 \' < :nnadá, sobre todo en las zonas pobladas por lo que llamaban «pue-
estas regiones, la iglesia local y la casa del dueño de las plantaciones crn11 11l11Nprimitivos», considerados menos reacios al cambio que los campe-
los centros de intercambio económico y cultural. En general, los grn11 1111os indígenas. Los esfuerzos de los misioneros en la enseñanza y en la
des dioses indígenas se vieron sustituidos por versiones del catolí.ci.~11111 1111•jora» social se extendieron por todo el Imperio Británico, y con
del sur de Europa, pero los rituales de los ciclos vitales y las ceremoniill, l111NI11ntc éxito en los nuevos territorios del Pacífico y Australasia. Tam-
vinculadas a las cosechas seguían teniendo un colorido nativo. En alg11 l,11,11 11yudó el interés mostrado por el reformado Parlamento Británico
nas partes de México y Perú, los jesuitas y otras órdenes te1úan bas11111 ,1 p111'1 ir de 1832, que estableció un Comité de los Pueblos Aborígenes

te poder político y económico. Hacia finales del siglo xvm, cL ri 111 u, , le 1 1lll¡>Nio Británico. El resurgimiento de la actividad imperial france-
de la actividad misionera católica en el mundo se frenó. De difcrl'lllt'~ 11 1•11 18 15 y la reorganización de la Iglesia tras los efectos de las embes-
maneras, los regímenes de China, Japón y el sudcst.c asiático hali11111 11, hn, 1111pole6nicas f'ncron el inicio de una nueva flctividad misionera

'524
CAMBIO, DECADENCIA Y CRlSIS LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

por parte de la Iglesia Católica Romana, que estableció misiones entre prendas de vestir indígenas. En el Pacífico, en algunos casos, el paso del
las <<tribus» de las tierras altas de Indochina y en la selva del oeste de canibalismo ritual y las guerras intertribales al metodismo sólo tardó
África. veinte años. Pero el precio a pagar fue muy alto. La radical reorganiza-
Al principio, la actividad misionera se adaptó a los cambios políti- ción de los antiguos sistemas tribales dejó desocupados a muchos jóve-
cos indígenas. Los jefes y líderes buscaban el carisma del misionero y nes. Algunos se adaptaron a la nueva situación y trabajaron en el
del Lib ro para reforzar su autoridad. Comunidades enteras se convir- campo, o como sirvientes domésticos o artesanos para los blancos. Esto
tieron para acceder a lo que con sideraban un nuevo saber y un nuevo incrementó el trabajo de las mujeres, que tenían que criar a sus hijos y
poder. Se desanollaron nuevas comunidades híbridas alrededor de los ndemás dedicarse al cultivo para alimentar a la población restante.
enclaves misioneros que expresaban su identidad como una mezcla de Pero, en muchos casos, los hombres jóvenes cayeron en espirales de cri-
las tradiciones locales con el concepto de «pueblo elegido» bíblico. men y vagabundeo, llenando las cárceles de las nuevas colonias y alimen-
D urante este periodo, las misiones llegaron a hacer de contrapeso a la 1ando el racismo de los europeos. El resultado a largo plazo no fue ni la
oleada colonizante blanca. Los misioneros disidentes b ritánicos desem- .,similación ni la reclusión en reservas, sino más bien un a desmoraliza-
peñaron este p apel en la Colonia de E l Cabo y en el Pacífico, donde ción generalizaJa.
pudieron frenar, aunque sólo temporalmente, la codicia de los colonos. Estas incursiones en las distintas variedades de las culturas y estilos
En Brasil, las nuevas misiones católicas trataron de proteger a los pue- de vida humanos no se limitaron a las nuevas zonas de colonización
blos nativos del Amazonas de la depredación que supuso la aceleración 1·1n·opea. En todo el mundo de principios del siglo XIX, la homogeniza-
de la deforestación por la industria maderera a partir de 1850. l'ión y la colonización se aceleraron. La expansión de las poblaciones
Más adelante, sin embargo, durante la era de la desposesión y la ,•tnicas chinas y japonesas eliminó las estructuras políticas de los pue-
conquista militar, la conversión al cristianismo y la adopción de costum- 1,los tribales que quedaban en Taiwán, las cordilleras del sur de China
bres y estilos de vida híbridos seudo-europeos fueron las únicas opcio- 't In isla de Hokkaido, entre 1820 y 1880. Colonos de etnia vietnamita
nes de los pueblos nativos, sumidos en el alcoholismo, las enfermeda- , 1rn paren las tierras de los pueblos moi (lite ralmente, «salvajes») debi-
des y una legislación muy pw1itiva. Comunidades enteras de maoríes, 1 lo .il aumento de la población a finales del siglo XVIII y p rincipios del XIX.

pobladores de las islas del Pacífico y aborígenes australianos se convir- A veces, los chamanes vietnamitas intentaban propiciar simbólicamen-
tieron al cristianismo como única forma de salir adelante en el sistema 11• la voluntad de las deidades y los sacerdotes de los pueblos tribales.
colonial. La alternativa era la revolución y la resistencia, que a menudo \1 111 nsí, perdían sus tierras, y la noción indígena de civilización-barba-
se apropiaba de ideas cristianas para utilizarlas contra los europeos. Un 111· se adaptó perfectamente a los intereses de los administradores blan-
ejemplo fue el llamado «movimiento de revuelta King» de N ueva ' '" ullí asentados. En la misma época los agricultores indios invadieron
Zelanda en 186815 ; otro, las revueltas contra los españoles en el norte d(• l 1M zonas forestales dang del oeste de la India, desestabilizando los vie-
Filipinas en la década de 1870. Incluso en el caso de las tribus indias 1"' sistemas tribales16• La revuelta santa! de Bengala (1856) significó el
americanas que se resistieron a las autoridades de Estados Unidos y li111il ele la independencia tl'ibal. Mientras tanto, los misioneros nortea-
Canadá, muchas veces empleaban ideas cristianas milenaristas en S\ts 111, 1icnnos y británicos trabajaban entre los nagas, shan y kachin, p ue-
ideologías. Pero los pueblos nativos siempre salían perdiendo de estos 1,111i; tribales de las montañas de la India y Birmania. Las presiones
conflictos. Por eso, la tendencia en todo el mundo fue la paulatina ero , 1, 11111gráficas y culturales eran tan intensas que a finales del siglo XIX
sión de las sociedades indígenas a manos de los europeos y los misiom· 111111 lios hablaban de «la muerte del nativo». El mundo iba a ser pose-
ros, tan devastadores en el siglo XIX. 1>1111k• lns razas blancas dominantes y de sus clientes entre los campesinos 1

li 1,, 1mlia, China, Indochina y Arabia.

i
Los misioneros pensaban que al implantar las virtudes del cuhiv11
metódico de productos agrícolas comerciales, la disciplina horaria y d fino esta destrucción final no llegó. Aproximadamente durante los
matrimonio regularizado al estilo europeo evitarían la recaída en los v11· 11lti11111s winte años del siglo XIX, la situación se estabilizó un tanto. Las úl-
jos ritos. No sólo se suprimieron el canibalismo, los sacrificios hun1111u 1N 111 1111\ gr1111des guerras entre los pueblos nativos y los europeos habían
y las guerras t ribales, sino también la poligamia y las religiones y In 1111 il 1·1u ln, y los put•hlns indígenas, golpeados y constreñidos, en algunos

526 'íi.7
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS LA DESTRUCCIÓN DE LOS PlJE.BLOS NA'I1VOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

casos, empezaron a aprender las técnicas necesarias para sobrevivir a


largo plazo, si bien como los más pobres del sistema económico mu~-
dial. El cristianismo y las otras religiones globales ofrecían un lenguaje
apropiado para expresar sus derechos. Y la religión amortiguaba la
dominación racial y cultural. La explotación sin piedad que tipificó
la expansión blanca no se integraba muy bien en el vocabulario del ~ater-
nalismo religioso de la política. La aparición del científico profesional,
descrita en el capítulo 8, también desempeñó un papel importante. Las
ciencias de los seres vivos, la historia natural y la antropología intervi-
nieron para clasificar a los pueblos nativos como especímenes raros y
esto les garantizó algo de protección. Algunos ele los oficiales europeos
que vigilaban las jurisdicciones especiales asignadas a estos pueblos eran
antropólogos profesionales, que defendían su segregación del mundo
moderno. Como «fósiles vivos», estas gentes necesitaban ser conserva-
das tanto como los objetos y especímenes biológicos preserva?os en los
museos.
Algunos pueblos nativos, como los maoríes, consiguieron un pequ e•
ño respiro al ser clasificados como «arios», o descendientes de otras
razas «elevadas», en los imaginativos esquemas de civilización y clasifi- 12.2 Baile del antílope eland macho: bosquimanos del Kalahari (de etnia san o
lw ), principios del siglo XX.
cación racial desarrollados por los pensadores europeost7 • Aparecieron
defensores de los derechos nativos, que pedían reservas más grandes, lr1
protección de sus derechos a la pesca, la caza, el pastoreo y la de los
sitios sagrados indígenas. La aculturación había llegado tan lejos que en
Nueva Zelanda y entre los tuareg del desierto del norte de África fran romo los que provocaban la asimilación y la subordinación, ya que los
cés, los jefes locales, educados en idiomas europeos, podían elevar pel'i 11i~laban de las oportunidades que ofrecía la nueva economía. Algunos,
dones y desafiar a los agentes del Estado. A finales de siglo, algunos lk· 1 orno los aborígenes australianos, eran tan débiles políticamente y tan
garon incluso a sentarse en las asambleas e instituciones representati~as. 11111daptables a las normas de los poblados coloniales, que su caída en la
También, por lo general, el Estado moderno, ya fuera colonial o pobreza y el alcoholismo fue imparable18 .
independiente, tendía a proteger y mantener los derechos y el estilo ck· Sin embargo, ayudados por la joven ciencia antropológica y por la
vida de los nativos frente a los de las poblaciones de colonos. Estos esta 11•si~tencia política de algunos pueblos nativos, los administradores de
dos comenzaron más tarde a desear preservar los bosques, ríos y otroN l11 11dcs del siglo XIX empezaron a parar la expropiación masiva y la des-
recursos para uso propio. Recelaban de la codicia y agresividad q111 1111rción de los pueblos tribales. Muchas poblaciones nativas se estabi-
veían a lo largo de la frontera de los asentamientos blancos. A menudo, lli11mn a un nivel bajo y empezaron a proteger más eficazmente una
la administración se veía involucrada en guerras fronterizas o trib11l1·• p11I I (.' de sus derechos a las tierras tradicionales. Por último, hay que
que no podía pagar. Hasta cierto punto, los administradores colon i11 11•1•11lnir que esta supervivencia tan limitada no era, generalmente, fruto
les y nacionales también se habían imbuido de las ideas liberales ~c'._l111 , le• 111 labor de los administradores del Estado moderno ni de los jefes.
el progreso, la protección y el «fideicomiso». Querían contar, clasif 1n11 hw obra de la propia adaptabilidad de los pueblos tribales. Algunos
y segregar a las poblaciones nativas, que, como les habían .ensd1111k1 , , 11q >c•zaron a encontrar su lugar en la nueva economía y en la sociedad.
eran una especial responsabilidad suya. A menudo, por su.pucslo, i.11- '-11 1iideron rastreadores y guías para los cazadores y visitantes europeos
esfuerzos para proteger a los indígenas tuvieron efectos tan clcsasl I'< 1~11~ 1 ¡i 11 • i1-1sistfo n en adentrarse en [a jungla o en la alta meseta para masacrar

528
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS 1,A DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA

animales. Adaptaron su a1te religioso y doméstico tradicional para ven- división de montaña caucásica, la llamada división salvaje, de sangrien-
der curiosidades a la primera generación de turistas europeos y al cre- lu fama en la Primera Guerra Mundial.
ciente mercado de objetos exóticos de Europa y América. En Nueva No hubo freno a la depredación de la naturaleza que acompañaba
Zelanda, algunas tribus hicieron negocio con cabezas reducidas, muy ,l la expropiación de los pueblos nativos. Es ingenuo pensar en estos
valiosas en el mercado de artículos nativos de Europa. Otros explota- pueblos como los «primeros conservacionistas» del mundo. Cazaron,
ron los productos de sus bosques y tie rras, vendiendo miel, pieles, cera, 1•11venenaron y destruyeron los bancos de peces y baUenas, las ma nadas
plantas medicinales y productos animales en los mercados de los asen- y los bosques. Aun así, su s herramientas eran sencillas, tenían poblacio-
tamientos coloniales. En otros casos, los pueblos t ribales y marginales nes limitadas y su veneración por la naturaleza ayudaba a regenerarla.
se alistaron en los ejércitos coloniales y nacionales. Según se avecinaba Pero las ideologías de los colonos les enseñaron a explotar y a extermi-
la Primera Guerra Mundial, los británicos empezaron a reclutar a nati- nar. La Revolución Industrial les ent regó las herramientas de acero, la
vos en grandes cantidades. Reclutaron a levas de fiyianos, de indios tri- 111.aquinaria y las armas de fuego para saquear el mundo natural hasta
bales naga y de kachins, karens y chins para sus guerras fronterizas colo- niveles sin precedentes justo en el momento en el que lo estaban dasi-
niales. En la frontera noroeste de la India británica, los pueblos pathan 1icando e investigando19• Los animales comestibles o con pieles valiosas
o pashtún fueron reclutados para luchar contra sus primos de la mon - 1k· la estepa rusa y de las praderas norteamericanas fueron prácticamente
taña y para doblegar a .l os pueblos de las llanuras. Los franceses y holan- 1•xtcrminados entre 1780 y 1914. Los bancos de peces y ballenas men-
deses reclutaron respectivamente a tuaregs del norte de África y a tribus guaron dramáticamente en los océanos del sur. Se talaron bosques de
de las islas Malucas para sus ejércitos coloniales. Los rusos formaron la ll'Ca en todo el mundo para abastecer de madera a los astilleros europe-
os. La madera menos valiosa se utilizó como traviesas en los ferrocaniles
y para apuntalar las minas. A veces, los efectos desastrosos ya eran paten-
11·s hacia la Primera Guerra Mundial. La deforestación causó erosión e
inundaciones en las partes vulnerables de China e India, empeorando
los problemas de superpoblación y de cosechas cada vez peores. Ya
1'111re las décadas de 1830 y 1840, los hist oriadores naturales y los admi-
111stradores estaban p reocupados por lo que llamaban «desecación», la
il1·scrtización de la tierra, sobre todo en los imperios europeos2º. Las
lnTiones del ecologismo, como las lecciones de la solución de las dispu-
1w, internacionales, no se aprendie ron ni en los cien años siguientes al
l111nl de este periodo.

12.3 Exterminio de la naturaleza: un funcionario colo nial rnn unos cnl1111ll11


1905 . Fotografía de Ernst Haddon.

5,() 111
CONCLUSIÚN: LA GRAN ACELERACIÚN, C. 1890-1914

13 violenta redistribución de los recursos mundiales. La mayoría de los


socialistas abandonaron la hermandad de la clase obrera en 1914 para
CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914 alistarse con los estados europeos y sus objetivos bélicos.
Muchos liberales y conservadores también sufrieron una especie de
pánico milenarista alrededor de 1900, atisbando «las cosas por venir»
que les aterrorizaban. El liberal británico J. A. Hobson temía que una
malévola alianza del poder estatal y la rapiña comercial en las colonias
llevaría a la distorsión y la destrucción de la Constitución. Otros profe.
tas europeos vieron cosas peores. Sus pesadillas preveían el declive
eugenésico de la «raza blanca» y el dominio de una cábala judía; el
Este último capítulo vuelve a los grandes temas del libro: la naturaleza colapso de la civilización occidental frente a la amenaza amarilla;
policéntrica de los cambios en la historia mundial, el crecimiento de la el auge de una subclase mestiza y anarquista y, en el caso de H. G.
discutida uniformidad y la funcional complejidad en todo el mundo, Wells, hasta una invasión extraterrestre. Uno de los novelistas ingleses
la rapidez de las comunicaciones internacionales, el auge del dominio más populares de la época, Arthur Conan Doyle, escribía relatos cuya
occidental y la resistencia a ese dominio. Pero el capítulo examina pri, trama estaba llena de amenazas exóticas, de orientales malvados, agen•
mero la aceleración en los cambios políticos y económicos que ocurrie- tes alemanes y supercerebros criminales. Como ya comentamos en el
ron en los veinte años anteriores a la Primera Guerra Mundial. El capítulo anterior, el floreciente arte modernista expuesto en la Exhibi•
industrialismo, la democracia y el nacionalismo no europeo parecían ción de París de 1900 estaba lleno de temas violentos, perversos Ydeca·
haber dado, por fin, un paso adelante, largo tiempo anunciado, en esta dentes. En Calcuta, Rabindranath Tagore se preocupaba por la masacre
era de modernidad autoconsciente. ocurrida en China durante la Rebelión de los Bóxers y por la muerte de
civiles durante la Guerra de los Bóers, que había estallado en 1899.
Escribió acerca del apocalipsis que se avecinaba: «El sol del siglo se
pone entre nubes de sangre. Hoy, en el festival del odio, las armas sue·
PREDECIR «LAS COSAS POR VENIR» nan con el enloquecedor y terrible canto de la muerte»'.
Hasta la década de 1960, la mayoría de los historiadores se limita·
V L Lenin y sus contemporáneos revolucionarios creían que los años ban a seguir a los contemporáneos y a resaltar la espiral inexorable de
posteriores a 1890 habían sido testigos de una aceleración en el ritmo los conflictos políticos y sociales en estos años prebélicos. Los historia•
de los cambios sociales y económicos y que esto era la señal de que la dores del trabajo comentaban la escalada de la actividad sindical y de
sociedad capitalista entraba en su fase terminal. Los socialistas pensa• las huelgas en las industrias de casi todos los países y suponían que esto
ban que las constantes huelgas en el mundo industrializado y la serie de indicaba el auge de la clase obrera. Los historiadores de la diplomacia
crisis diplomáticas que tuvieron lugar a partir de 1890 eran pruebas de de pedigrí estrictamente conservador también describían un mundo
ello. Muchas de estas crisis fueron conflictos entre las potencias impe• dividido en dos bloques y hablaban de la escalada de la crisis. Escribían
rialistas por mantener sus zonas de influencia en el mundo extraeuro~ sobre la creciente beligerancia y sobre la carrera armamentística inter-
peo, as.í que el capitalismo y el imperialismo finales fueron considerados nacional en cuanto a buques de guerra y proyectiles de artillería con
cómplices del crimen. Lenin cambió de opinión en 1916, en su obra El carga química. Entre 1898 y 1907, quedaron encajadas las últimas pie•
imperialismo, Jase superior del capitalismo, que trataba de explicar el zas de las alianzas militares que devastarían el mundo en 1914 y que
estallido de la Primera Guerra Mundial. Desarrolló el argumento de matarían a 20 millones de jóvenes. La alianza de Gran Bretaña con
que, a partir de 1890, el capitalismo había entrado en una nueva fase Japón (1902) y su entente con Francia (1904) se complementaron con el
terminal de monopolio e imperialismo. Pero se vio obligado a admitir acuerdo anglo-ruso de 1907 por el que se repartían Persia. En 1905,
que antes había sobornado a la clase obrera para qne participara en la el káiser visitó Tánger y amenazó a Francia en «su» zona de influencia

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN , c. 1890-1914

norteafricana. Mientras tanto, la carrera armamentística por mar entre algún cambio a partir de 1890, Price mantiene que el «largo siglo XVIII»
Alemania y G ran Bretaña y, por tierra, entre Alemania y Rusia, confir- duró hasta finales del XIX. Durante este periodo, Gran Bretaña fue
maba el ominoso incremento de la beligerancia. siempre una sociedad localista y de poco gobierno en la que la política
En las décadas de 1970 y 1980, el consenso historiográfico cambió. de la deferencia siguió siendo más importante que la política de clases.
La obra de Amo Mayer, que insistía en que el Antiguo Régimen había
perdurado hasta 1914, coincidió con unos estudios que describían el
estallido de la Primera Guerra Mundial como un acontecimiento fortui-
to, no como la culminación de una generación de alianzas y amenazas. DEPRESIÓN AGRARIA, INTERNACIONALISMO Y NUEVO IMPERIALISMO
Este cambio de enfoque coincidió con otro parecido en la historiogra-
fía imperial. El imperialismo de finales del siglo XIX, que tanto alarmó Estos bandazos de los historiadores que pasan de hablar de cambios
a los liberales, pero que dio esperanzas a Lenin, empezó a parecer un drásticos a postular un inmovilismo relativo llegaron a su extremo en la
juego de sombras. Según Ronald Robinson y John Gallagher, los obje- década de 1990. El capítulo 11 aceptó que sí hubo bastante continui-
tivos británicos en ultramar eran más o menos los mismos en 1800 que dad económica y política en el siglo XIX, sobre todo desde una perspec-
en 19142 • Lo único que pasó a finales del siglo XIX fue que estallaron tiva global. Esta continuidad, sin embargo, tuvo lugar donde y cuando
una serie de «crisis locales». Los estadistas europeos las malinterpreta- las instituciones, las economías y las ideologías de las distintas socieda-
ron y precipitaron una serie de anexiones territoriales. Más adelante, los des se habían adaptado o eran compatibles con el auge de la na~ión-
intereses del capital de la metrópoli volvieron a centrarse en la expan- estado, el comercio internacional en expansión y la creciente densidad
sión imperial bajo la apariencia del «capitalismo de caballeros» descri- de la comunicación internacional. Los campesinos y las viejas élites de
to por Peter Caín y A. G. Hopkins. Pero estos historiadores también Asia, África y el sur de Europa perduraron a lo largo del siglo. Algunos
parecen mantener que hubo pocos cambios dramáticos en los objetivos sistemas de gobierno eran muy parecidos al viejo orden. Sin embargo,
y estructura del capitalismo imperial de finales del siglo XIX3. La City de a nivel global, hubo cambios importantes en las relaciones de poder y
Londres y otros centros financieros aliados seguían con la misma polí- en el comercio, que los defensores del estancamiento suelen minimizar.
tica de mantener el mundo seguro para el capitalismo que tenían desde Sobre todo las condiciones comerciales internacionales se volvieron en
principios del siglo XIX. contra de l~s sociedades importantes de África y Asia a partir de 1820,
El nacionalismo colonial previo a la Primera Guerra Mundial tam- si bien temporalmente aventajaron a los productores de materias pri-
bién se convirtió en un «tigre de papel». Según Anil Seal y algunos de mas de Latinoamérica, el sur de Estados Unidos y Australasia. La inver-
sus discípulos, el nacionalismo de la India antes de 1914 no era más que sión de capital y la construcción del ferrocarril impulsaron una nueva
una demanda de empleo y de cargos de una «minoría microscópica»4 • economía a partir de la década de 1840, aunque la industrialización sólo
Elie Kedourie se negó a aceptar que el nacionalismo árabe tuviera nin- tuvo efectos localizados. Los modelos de Estado eran cada vez más uni-
guna historia previa a la Primera Guerra Mundial5 • Fue una creación de formes, mientras que la aparición de profesiones y la urbanización crea-
las cancillerías europeas durante la guerra. Este tipo de argumento con- ron grupos sociales más complejos y análogos, aunque los efectos de
tinúa. Para la siguiente generación de historiadores indios de izquier- estos cambios se vieron limitados en un principio a unas pocas ciudades
das, la ideología del nacionalismo indio no era más que una «deriva- y sus alrededores. El concepto de los derechos del ciudadano se globa-
ción», una imitación de Occidente6, opinión que se vería reflejada en la lizó, y los nuevos líderes de todo el mundo predicaron la autodetermi-
obra de historiadores japoneses y chinos. El escepticismo de los histo- nación nacional. También los cambios fuera de Europa y Norteamérica
riadores económicos acerca del impacto de la industrialización, incluso influyeron cada vez más política y económicamente en lo que se había
en 1914, llegó a proponer que la Primera Guerra Mundial fue una gue- convertido en «el núcleo» de la economía mundial.
rra librada sobre todo con recursos agrarios, por lo menos durante los Incluso aunque los debates entre historiadores sobre la continuidad
tres primeros años. Más adelante, Richard Price elaboró aún más la idea y el cambio parecen equilibrados en lo que respecta a la evolución hasta
del continuismo en el caso de Gran Bretaña7• Aunque acepta que hubo el año 1890, a partir de esta fecha parece claro que debe ganar el cambio.

536 537
CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS
CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

Mucha gente de la época, viendo la velocidad del cambio entre 1890 y y de sus empleos políticos y militares, aunque la política agraria protec-
1914, estaba convencida de que estos años eran el crisol de la moderni- cionista del imperio les proporcionaba más seguridad que la que tenían
dad, y así lo reflejaron en sus discursos polí~cos, en el art: Y en la lite- sus equivalentes ingleses. Los empresarios y banqueros incrementaron
ratura. Un disolvente del viejo orden que le hizo mucho dano fueron las su poder político respeto a los terratenientes en casi toda Europa. En
consecuencias sociales de la gran recesión agraria de 1870-1890. La Rusia, los nobles salieron muy mal parados. En Italia, a mediados de la
expansión a mediados de siglo de la producción agraria en las Améri- década de 1890, una grave crisis agraria se mezcló con la inestabilidad
cas Australasia y Sudáfrica provocó una fuerte caída en el precio del política, pero fue justo en esta fecha cuando la industria italiana empe-
gr~o y de otros productos básicos. Hacia la última década del siglo, zó a crecer muy rápidamente, cambiando la clase dirigente del país. De
quince años de depresión en el precio de los p~oduct~s agrí~olas se forma parecida, la expansión de la agricultura en el Nuevo Mundo
empezó a notar en cambios importantes en las Jerarquias sociales de había dejado enormes fortunas en manos de los financieros urbanos y
todo el mundo. Las fortunas de los terratenientes europeos estaban en los agentes de bolsa de Chicago y otras ciudades de la costa este esta-
horas bajas y se vieron obligados a aliarse con la nueva prosperidad. En dounidense. Otra recesión importante en la economía de Estados Unidos
Gran Bretaña, ochenta de las cien familias más ricas de 1910 debían su entre 1893-1897 había unido a un grupo dispar de oponentes de las
riqueza a las manufacturas y no a la tenencia de tierras. Ésta fue la época grandes empresas y las grandes agriculturas. Abrieron la política ameri-
en que los descendientes de los nobles de la reina Isabel I empezaron a cana e impulsaron las pretensiones del gobierno federal en lo que se
casarse con las hijas de banqueros, dueños de fábricas y, en casos muy llamó la Era del Progreso.
desesperados, de norteamericanos. En Alemania, las ~lases ~errate~en- La naturaleza misma del poder comercial estaba cambiando rápida-
tes dependían cada vez más de sus inversiones en acc10nes mdustnales mente a principios de la P rimera Guerra Mundial. La innovación técni-
ca invadía el mundo. En 1900 se fundó la compañía cinematográfica
Pathé Films. Marconi terminó sus experimentos radiofónicos en 1902
(véase ilustración 13.1). Blériot cruzó el Canal de la Mancha en avión
en 1909. Comenzaron a verse automóviles en las carreteras del mundo.
Según aparecían estos iconos de la modernidad, la estructura industrial
se adaptó a ellos. El viejo capitalismo británico de caballeros se vio
modificado por una nueva cultura empresarial, especialmente en Esta-
dos Unidos y Alemania, que separaba al dueño cada vez más de la direc-
ción. Además, muchas de las mayores fortunas familiares del siglo XX se
consolidaron entre 1890 y principios del nuevo siglo: Ford, Carnegie,
Getty y, en Europa, Krupp, Gulbenkian y Nobel. Sobre todo en Alema-
nia, la aplicación de la ciencia avanzada a la producción industrial pro-
gresó a grandes zancadas en las industrias química, electrónica, de
defensa y, más adelante, automovilística. En Japón, el gran empresario
minero y de altos hornos Furukawa Ichibe se convirtió en el hombre
más rico del imperio. Incluso en India, donde la élite terrateniente
aguantó a base de forzar la demanda de los campesinos y de buscar apo-
yos oficiales, hubo algunos cambios. Magnates industriales como Tatas
y G. D. Birla empezaron a acumular sus fortunas textiles y a competir
con las empresas británicas. La base científica de la industria había
13.l Transmitiendo la modernidad: Guillermo Marconi transmite un mensaje cambiado. La aplicación de la investigación científica a la industria
radiofónico trasatlántico, 1902.
abría nuevas posibilidades para la innovación. En 1892 se fundó la

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CAMBIO, .DECADENCIA Y CRISlS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

empresa americana General Electric y empezó a fabricar dínamos de Cuando Lenin escribió acerca del imperialismo diciendo que era
viabilidad comercial. En 1900 estableció un laboratorio de investiga- «el último estadio del capitalismo», se refería a la redistribución de la
ción al estilo alemán, como luego, dos años después, haría Du Pont, la riqueza y de los recursos tanto en el continente como en las colonias
empresa química8 • A su vez, el mercado de capitales pareció haberse europeas9 . En ese contexto, su argumento es más convincente, sobre
integrado y haberse vuelto más especulativo. Masivos flujos dinerarios todo si miramos las grandes empresas que comenzaron su actividad
se dirigieron a dudosas inversiones, como las minas de oro del oeste de entre las décadas de 1890 y 1900. El proyecto del tren transiberiano de
África y el monopolio de la copra en el Pacífico. Las industrias del norte Francia o el ferrocarril Berlín-Bagdad de Alemania son ejemplos del
de Europa y de Norteamérica progresaron gracias al incremento de la capital internacional funcionando a gran escala. A partir de 1890, las
formación científico-técnica en sus universidades y al flujo de nuevos potencias occidentales y sus banqueros empezaron a intervenir más en
inmigrantes como mano de obra. el Imperio Otomano. El sultán, como sus virreyes egipcios, había acu-
mulado enormes deudas con los occidentales. Éstos empezaron a asu-
mir y controlar territorios otomanos para asegurarse sus intereses. Los
CUADRO 13.1 Número de universidades en dzferentt'S grandes planes de Rhodes en Sudáfrica y las batallas entre las grandes
partes del mundo (et/ras aproximadas). empresas europeas) respaldadas por sus respectivos gobiernos, en Per-
sia, China y el Imperio Otomano, hacen pensar que los conflictos polí-
Región 1875 1913
ticos se agudizaban por rivalidad económica. De wrn manera más siste-
Norteamérica 360 500 mática que a mediados de siglo, los consulados vigilaban y trataban de
Sudamérica JO 40 adelantarse a los tratados comerciales de sus rivales. En 1895, por ejem-
Europa 110 150 plo, las potencias europeas y Japón empezaron a asfixiar a China, debi-
Asia 5 20 litada tras la guerra cou Japón. Algunos años después, el embajador
África o 5 francés interpeló directamente a lord Salisbury, el primer ministro bri-
Australasia 2 5 tánico, por los rumores de que Gran Bretaña iba a ofrecer a China un
enorme préstamo a cambio de concesiones económicas unilateralesrn.
Fuente: Hobsbawm, Age o/ Ernpire, página 345. ¿Los capitalistas seguían al Estado o el Estado seguía a los capitalistas?
Donde los historiadores modernos discrepan de Lenin es en que resal-
tan los orígenes políticos e incluso culturales de estos conflictos aparen-
temente económicos, Alemania no contaba con un plan magistral para
el dominio del mundo, pero la política exterior alemana estaba empa-
CUADRO 13 .2 Incremento de la inmigración desde Europa pada de un sentimiento de su misión internacional, que era reemplazar
a otras partes del mundo, 1871-1911 (en millones). a los avariciosos y explotadores imperios anglosajones con una paz ale-
Fechas Inmigración A Estados ACanadá A Argentina A Australia A otras mana supuestamente más cultural 11 •
total desde Unidos y Brasil y Nueva regiones El mapa político se dibujaba de nuevo según surgían los nuevos
Europa Zelanda centros de poder. La política exterior cautelosa y consistente de Bis-
marck fue sustituida en 1890 por la estrategia global y ambiciosa del
1871-1880 4 2,8 0,2 0.5 0,2 0,3 káiser Guillermo II. Alemania empezó su carrera como potencia naval
1881-1890 ¡:, 5,2 0,4 1,4 O,J 0,2 y desafió la posición de Gran Bretaña en el Imperio Otomano. Dispu-
1891-1900 6,4 3,7 0,2 1,8 0,4 0,25 so una pequeña flota en el mar de la China y buscó puertos y carbón en
1900-1911 14,9 8,8 1,1 2,45 1,6 0,95 la costa de China. Más adelante, en 1905, el káiser intentó intervenir
1871-1911 32,9 20,5 1,9 6,15 2,5 1,7 en la política del norte de África y también amenazó la influencia -de más
Fuente: Hobsbawm, Age o/ Empire, tomado de A M. Carr"Saunders, World population, de un siglo de trayectoria- de Gran Bretaña en Estambul. La creciente
Londres, 1936. influencia política alemana se vio reflejada en su capacidad de vender

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CAMBIO, DECADENCfA Y CRISIS

más que Gran Bretaña en muchos de sus viejos mercados de ultramar y


coloniales, sobre todo en Sudamérica, China y Oriente Medio. No ha de
sorprender que incluso los británicos empezaran a cuestionar la doctri~
na del libre comercio que tan bien les había servido desde 1815 y que el
Partido Conservador hablara de preferencia imperial. El declive relativo
de Gran Bretaña quedó patente no sólo en las humillaciones de la gue-
rra en Sudáfrica, en la que una pequeña población de granjeros armados
empezó derrotándola, sino también en el campo de la industria pesada.
Hacia 1890, la producción de hierro y acero de Estados Unidos y Ale-
mania era mayor que la de Gran Bretaña. Francia, la otra gran potencia
europea a mediados de siglo, también parecía flaquear. En la década de
1890, el conflicto entre católicos y seculares, el ejército y la izquierda,
pareció agudizarse. Los franceses se preocupaban por su baja tasa de
natalidad y porque veían a una Alemania beligerante en su frontera.
Estados Unidos -temporalmente- empezó a tener más influencia
internacional. En 1898 entró en guerra con España, expulsándola de
Cuba y Puerto Rico, y convirtiendo Filipinas en una colonia norteame-
ricana. Theodore Roosevelt, elogiando los objetivos estadounidenses en
Cuba en 1902, definió las grandes contradicciones de Estados Unidos
respecto a la influencia en el extranjero que se mantendrían a lo largo
del siglo XX. Reclamó un tratado que favoreciera los intereses de Esta•
dos Unidos en Cuba:

No sólo porque es de gran interés para nosotros controlar el mercado cubano


para fomentar nuestra supremacía en las tierras y aguas tropicales al sur de
nuestra nación ... sino también porque debemos demostrar a todas nuestras
naciones hermanas del continente americano que somos, en realidad, sus desin-
teresados amigos 12 •

Los acontecimientos de China en 1900, tras la llamada Rebelión


Bóxer, también señalaban el nacimiento de este mundo más multina·
cional, pero más peligroso. Cuando Gran Bretaña tuvo que afrontar el
auge del nacionalismo egipcio en 1882, ocupó la provincia otomana e
impuso sus derechos como potencia dominante. En 1900, sin embar-
go, la derrota del Imperio Chino condujo a lo que los norteamericanos
llamaron «una política de puertas abiertas». Las potencias europeas y
Japón podían exigir concesiones a China y los nortean1ericanos trata·
ron de utilizar su nuevo poder para evitar la partición del imperio entre
los europeos. En todo el mundo, misioneros, publicistas y periodistas 13 .2 El paníslamismo en acción: los líderes indo-musulmanes Mehmet y Shaukat
norteamericanos empezaban a expresar una opinión pública norteame- Alí embarcan para defender el califato Otomano y los lugares santos, c. 191 l.
ricana cada vez más enérgica en cuanto a política internacional se refiere.

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CAivIBIO, DECADENCIA Y CR[SfS CONCLUSJÚN: LA GRAN ACELERACJÚN, c. 1890-1914

El auge de Japón, que derrotó a China en l 894-1895 y humilló irlandeses empezaron a encontrar similitudes entre su situación y la de
Imperio Ruso en 1905, fue lo más sorprendente de los cambios del a otras naciones. Empezaron a reunirse en congresos en Londres, París y
guo consenso. Mientras tanto Japón establecida como potencia co
1 1
Chicago, como los socialistas, los panafricanistas, los estudiantes y los
nial en Taiwán, ocupó Corea, donde estableció un sistema administr periodistas. Los ministerios y los funcionarios se vieron bombardea~
vo imperial parecido al Imperio BritánicoU. No debemos infraval dos por protestas telegráficas y, por lo menos al principio, no les quedó
importancia psicológica del auge de Japón y su capacidad para co más remedio que tomar medidas. El lenguaje contemporáneo de guerra
tir con las potencias europeas. En todo el mundo no europeo, los l racial y conflicto entre especies empeoró la tensión internacional. Los re-
res nacionalistas, los directores de periódicos e, incluso, la gente d portajes de los corresponsales de guerra enviados a cubrir pequeños
pie vieron de repente que el dominio occidental no era ni inevitable conflictos y rebeliones locales se proyectaban directamente a las salas de
eterno. En las aldeas de India, lejos de Mukden y Tsushima, donde fue{ estar y a las mesas de desayuno de Europa y Estados Unidos.
ron derrotados los rusos, la gente ponía el nombre de almirantes japo-(
neses a sus bebés. Los artistas nacionalistas de Calcuta empezaron ·
usar técnicas y sensibilidades japonesas para desmarcarse de la influen5'.
cia europea. En la Indochina francesa, Phan Boí Chau inauguró ~, EL NUEVO NAClONALISMO
movimieuto «Mirada a Oriente», que envió a muchos jóvenes a Tokí
donde se unieron con estudiantes chinos, coreanos e indios 14 . Inclus<i:;/ El nacionalismo ya estaba en auge en 1860. Pero el periodo 1890-1940
en la lejana Abisinia, animada por su victoria contra los italianos eni iba a ser de nacionalismo hiperactivo. En las provincias más desarrolla-
Adowa en 1896, el primer sociólogo del país animó a sus paisanos a das económicamente de Rusia y Austria-Hungría, el nacionalismo de
seguir el ejemplo de modernidad japonés. Por otra parte, contrastaba el lenguas minoritarias empezó a tener una amplia base antes de finales
paulatino rechazo a Japón en Estados Unidos y sus territorios del Pací> del siglo. En Irlanda, el Sinn Fein, que surgió corno un partido político
fico. Se aprobó una ley racial contra la inmigración japonesa. Hacia ' populista, supo aprovechar la pobreza y el conflicto social rurales, pero
1914, la retórica de la autoconfianza y el expansionismo japoneses había. también la expansión de la enseñanza y la autoconfianza católicas, que
adoptado un tono amargo. venían creciendo desde la década de 188015 • También se desarrolló rápi-
También la revolución en los medios de comunicación fue un fac- damente un sentimiento nacional en las colonias británicas pobladas
tor clave para multiplicar y amplificar la sensación de cambio y conflicto. por blancos, en parte debido a la decepción del liderazgo británico
El mundo estaba conectado por el nuevo telégrafo y esto permitía a los durante la guerra en Sudáfrica. Hasta la Primera Guerra Mundial, el
gobiernos, los radicales y los grupos de presión actuar a un nivel global. nacionalismo de las colonias y semicolonías asiáticas y africanas no
Entre 1900 y 1909, el volumen de tráfico de prensa por los telégrafos se blancas se limitó, mayoritariamente, a las élites urbanas educadas y a al-
triplicó. Al mismo tiempo, la edición masiva empezaba a funcionar. gunos empresarios. Pero, incluso en ello, hubo cambios importantes a
Aunque es dudoso que el «nuevo imperialismo» y los conflictos nacio- partir de 1890. Una enseñanza algo más desarrollada y las mejoras en
nales de ultramar fueran productos de un populismo creciente, la opi- los sistemas de comunicación habían reforzado las ideologías de libera-
nión pública organizada empezó a tener peso político gracias a su mani- ción y desarrollo. En las Indias Orientales Holandesas, la «política étni-
pulación por medio de la prensa. The Times despertó la opinión pública ca» de desarrollo indígena, proclamada por la reina Guillermina en 1900,
contra los bóers en todo el Imperio Británico, mientras que los periódi- animó a los chinos y, más adelante, a los musulmanes liberales a recla-
cos de Williarn Randolph Hearst movilizaban a Estados Unidos contra mar el autogobierno local. Cierto número de asociaciones para la mejo-
España. Su famoso telegrama a su corresponsal en Cuba resume la ra, de corta duración, fueron sustituidas en 1912 por la Sarekat Islam
nueva relación entre la política y la prensa: «Tú envía las fotos y yo pro- (la Unión islámica), que se convertiría en el principal vehículo del
porcionaré la guerra>>. nacionalismo anticolonial y del proteccionismo económico contra
El auge del nacionalismo radical en gran parte del mundo no euro- China hasta la década de 193016 .
'peo entre 1900 y 1910 reflejaba también la rapidez de las nuevas comu- En Egipto e Inclia, los nacionalistas empezaron a reclamar la indepen-
nicaciones internacionales. Los chinos, indios, egipcios, ll1dochinos e dencia inmediata y, en ambos territorios, los autoritarios gobernadores

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CAMBIO , DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

británicos crearon un clima en el que pequeños grupos de jóvenes inte- extranjero y jóvenes descontentos de las ciudades costeras, donde habían
lectuales emplearon la violencia terrorista. La partición de Bengala efec- sido educados por cristianos, se aliaron para poner fin a la «barbarie
tuada en 1905 por lord Curzon, que dañó los intereses de la intelectua- manchú». Pero ya antes de 1911 había tenido lugar un cambio intelec-
lidad hindú de Calcuta, y de los terratenientes del este de Bengala, tual que marcó una época. El edicto de reforma imperial de 1901, tras
desató la ira en una provincia que había sido pionera de la idea de una la Rebelión de los Bóxers, concluía que ciertos principios morales eran
economía política nacional 17 • En Egipto, una masacre de campesinos a inmutables, mientras que los sistemas de gobierno siempre habían sido
manos de tropas británicas en 1906 marcó el final de la carrera de lord mutables. Para mejorar esos sistemas de gobierno era necesario estudiar
Cromer como procónsul y el principio de manifestaciones masivas con- tanto los métodos chinos como los occidentales. Ésta fue una concesión
tra la ocupación británica. En el norte de África francés , una nueva sorprendente a los «conocimientos de los bárbaros».
generación de radicales panislamistas reclamaron la nacionalidad a los En Estambul, la presión inexorable de Rusia y Austria en los Balca-
franceses y pusieron la revolución turca de 1908 como modelo a seguir. nes impulsó a los jóvenes líderes militares a emprender una serie de re-
Los nobles de la Indochina francesa, desposeídos de su honor y su formas radicales para fortalecer la nación 19. Dado que el intento de
influencia, también optaron por la violencia revolucionaria. Antes de transformar un imperio universal en un estado moderno había fracasa-
que la bala de un extremista serbio acabara con la vida del príncipe do, decían los radicales, no quedaba más opción que una moderniza-
heredero del Imperio Austriaco, muchos funcionarios coloniales euro- ción rápida y violenta. Los nuevos líderes que rechazaron al sultán eran,
peos murieron de forma similar. por lo general, turcohablantes de origen balcánico oriental, y no árabes.
En el sur del continente africano, las antiguas diferencias culturales Al principio, algunos empezaron a insistir en el idioma turco. Esto pro-
y religiosas entre los colonos británicos y los bóers se vieron agudizadas vocó que surgiera la importante cuestión de qué significaba ser árabe,
por el intento de Gran Bretaña de imponer su control en 1881. En la sirio o egipcio. Estos dos golpes de Estado fueron importantísimos sim-
década de 1890, el separatismo bóer se convirtió en una especie de bólicamente. Los Qing habían reinado en Beijing como monarcas abso-
nacionalismo colonial intransigente movido por el fervor religioso y por lutos desde la década de 1640, y los otomanos en Estambul desde 1453.
una sensación de lo diferente del idioma afrikaans. Paul Kruger, el pre- A la dinastía Qing la sustituyó un régimen republicano, y el sultán oto-
sidente de la provincia de Transvaal, que lucharía contra los británicos mano, antaño déspota, se convirtió en una especie de monarca consti-
por segunda vez en 1899, resaltó la importancia del idioma y la religión. tucional. Muchos observadores de dentro y de fuera de China y Turquía
En 1893 dijo a unos niños bóer: «Si olvidáis vuestro idioma, olvidáis pensaban que la modernidad había conquistado, por fin, a dos estados
también a vuestros antepasados y la Biblia»18 • obstinadamente conservadores. El movimiento panislámico, que había
Entre los acontecimientos más sorprendentes, sin embargo, están ido creciendo en todas las sociedades musulmanas bajo control colo-
las dos revoluciones que acercaron al poder a profesionales y militares nial, recibió una gran inyección de moral gracias a este ejemplo de que
de educación occidental en los Imperios Chino y Otomano. Como diji- los musulmanes también podían modernizarse. Cuando Estambul entró
mos en el capítulo 10, es fácil exagerar el retraso de las administracio- en guerra con los Balcanes en 1913, jóvenes activistas islámicos de todo
nes Qing y Otomana, y es igual de fácil exagerar los cambios ocurridos el mundo, desde Indonesia a Argelia, acudieron en su ayuda.
fuera de las grandes ciudades tras la revolución de los «jóvenes turcos»
de 1908 y de la revolución china de 1911, pero ambas fueron una res-
puesta a la aparentemente inexorable expansión económica y política
de Europa y América por el mundo. La clase profesional china abando- LA EXTRAÑA MUERTE DEL LIBERALISMO INTERNACIONAL
nó finalmente su lealtad a los manchúes cuando parecía que iban a otor-
gar concesiones y control extraterritorial a las compañías ferroviarias Incluso cuando volvemos la mirada hacia la política nacional interna y
occidentales. Pensaban que la dinastía Manchú había incumplido su hacia los cambios sociales en el mundo de 1900, queda patente que
deber de proteger el país, a pesar de sus esfuerzos de impulsar cambios hubo una aceleración en el ritmo y un incremento de la tensión a partir de
tras la Rebelión Taiping. Las comunidades comerciales chinas en el 1890. En la mayoría de los países europeos, el anterior dominio ejercido

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

por nobles liberales y comerciantes había dado paso a una política cla- fracasó, pero despertó una violenta reacción de la derecha y sentó pre-
ramente polarizada entre conservadores y radicales de izquierda. En cedentes para la izquierda. Otras sociedades europeas y americanas
Gran Bretaña, el Partido Liberal fue aplastado por el conservadurismo presionadas fueron testigos de algo parecido. Un estudio hecho en
popular urbano desde arriba y por el floreciente Partido Laborista Milán demuestra que los pequeños tenderos, presionados por un cre-
desde abajo. Aunque los historiadores han dedicado mucho tiempo a ciente movimiento socialista en un periodo de dificultades económicas,
examinar las estadísticas p ara intentar probar que no hubo tal fenóme- buscaron a su defensor en la derecha a partir de 190522 . En México, la
no, parece que a partir de 1893 surgió una especie de conservadurismo tensión agraria y una sensación de traición nacional provocaron una de
obrero. Tanto la deserción de J oseph Chamberlain, el auto proclamado las revoluciones rurales más violentas del siglo. La nueva élite progre-
defensor de las ciudades industriales, desde el Partido Liberal al Parti- sista que asumió el poder en 1910 llegó a un acuerdo con los caciques
do Conservador, como el proteccionismo y el imperialismo reflejaban rurales, que consiguieron mantener su poder. El miedo que sacudió al
parcialmente los intereses de un electorado urbano de reciente crea- mundo hispanoamericano sería a partir de entonces permanente23.
ción. El socialismo moderado y reformista del Partido Laborista britá- No es de sorprender, pues, que los marxistas contemporáneos y sus
nico empezó a progresar en las elecciones de 1896 y algunos sindicalis- seguidores entre los historiadores modernos vieran en estos aconteci-
tas socialistas ganaron un escaño en el Parlamento20 . mientos un ejercicio de calentamiento muscular de la clase obrera orga-
En Francia, la batalla entre los anticlericales liberales y los conser- nizada y, también, una preocupante reacción de la clase media-baja con-
vadores católicos se hizo patente en el caso Dreyfus, en el que el ejérci- tra los trabajadores, los impuestos y los extranjeros. Está claro que hubo
to utilizó a un judío liberal como cabeza de turco. En 1902, la izquier- una aceleración de la industrialización y de la urbanización a finales del
da francesa, liderada por J ean J aures, consiguió su mayor victoria desde siglo XIX. Estos cambios sociales y económicos coincidieron con un
que la Comuna entorpeciera su futuro. Incluso en Estados Unidos, que periodo de inestabilidad en el orden político internacional. Hemos de
en general evitaba el extremismo político con la excepción de su trato ser cautos, sin embargo, a la hora de pensar que estos acontecimientos
a la población negra, algunos afiliados al Partido Republicano se volvie-
condujeran directamente a un conflicto social más intenso, y de ahí a la
ron más nacionalistas. Tanto los demócratas como los republicanos del
guerra internacional. Es lícito pensar que la clase obrera y la clase
norte crearon un rechazo popular a las grandes empresas y a la desigual-
media-baja lucharan por establecer su posición como «partes interesa-
dad creciente de la riqueza urbana, en forma de Movimiento Progresis-
das» en la nueva distribución global de la riqueza. La inminente revo-
ta, cuyo objetivo era reforzar al gobierno contra las grandes empresas y
lución mundial, como ya comentamos en otros capítulos, era una pode-
abandonar el liberalismo clásico. A partir de 1900, la filosofía reformis-
ta americana defensora del «progresismo» empezó a transformarse en rosa arma ideológica más que una realidad histórica.
algo parecido a la socialdemocracia europea, un movimiento político También hay pruebas de que hacia 1908 la situación internacional
que buscaba mejorar los efectos del capitalismo rampante a base de empezaba a estabilizarse y de que sólo una serie de graves errores de las
imponer un sistema de seguridad social y un control sobre las grandes potencias condujo a la confrontación de 1914. Es posible, incluso, que
empresas. No sólo los defensores del «gran Estado» como Theodore sin el impacto de la Primera Guerra Mundial, los zares y los imperios
Roosevelt, sino también demócratas liberales como Woodrow Wilson europeos hubiesen logrado poner de su lado a los suficientes súbditos co-
deseaban que el gobierno federal jugara un papel más importante, merciales y educados para poder seguir adelante. Si el Imperio Otoma-
como ha demostrado John A. Thompson21 • no no hubiera elegido el bando equivocado en la guerra, quizás no se
En las democracias occidentales, estos ataques a los partidos libera- hubiese colapsado. En 1914 todavía no dominaba el nacionalismo sepa-
les y este distanciamiento de las doctrinas liberales clásicas no suponían, ratista entre los árabes y los griegos de Asia Menor. Pero dudar de que
por supuesto, un rechazo a los principios de un gobierno representa- las tendencias sociales y políticas de la década de 1900 condujeran
tivo y una prensa libre. En los márgenes de Europa, sin embargo, la inexorablemente a la Primera Guerra Mundial y al nacionalismo colo-
situación era más peligrosa. En 1895, el extremista antisemita católico nial masivo no significa que tengamos que negar la realidad de los con-
Karl Lueger fue elegido alcalde de Viena. La Revolución Rusa de 1905 flictos sociales y el ritmo acelerado del cambio social.

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓ N: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

En 1900, la política y la sociedad también parecían estar más pola- competición entre el socialismo radical y étnico y el renacimiento reli-
rizadas en el mundo no occidental. En 1860 e incluso en 1880, en gioso para hacerse con las masas, algo que marcó gran parte del siglo XX
muchas sociedades, tanto coloniales como semi-independientes, domi- y que parece haber concluido con la victoria de la etnicidad, la religión y
naban versiones indígenas del liberalismo. Ya hemos comentado la deri- el nacionalismo sobre la izquierda.
va hacia el terrorismo y el «extremismo» en Egipto e India a finales del Tampoco esto significa que la llegada del nacionalismo de masas y
siglo XIX. Pero esto refleja un cambio sociopolítico mucho más profun- el colapso del viejo orden fuera inevitable. En 1912 y 1913 algunos de
do, que implicaba también el retroceso del liberalismo. El lenguaje polí- los mayores problemas de nacionalismo en los Balcanes, Europa occi-
tico se llenaba de ideas raciales y de guerras raciales. En la Rebelión de dental e Irán parecieron haberse solucionado temporalmente. También
los Bóxers en China de 1900 y en el apoyo de los conservadores japo- es posible que los grupos gobernantes de la ciudad y del campo se
neses a los valores indígenas «puros» de la década de 1890 podemos ver hubieran reformado ante los rápidos cambios sociales y políticos para
un rechazo mucho más rotundo de Occidente. El visionario indio revitalizar los elementos de continuidad del «largo siglo XIX». En Gran
Aurobindo Ghose, el predicador budista Anagarika Dharmapala de Bretaña, el gobierno de Asquith estuvo a punto de resolver el proble-
Ceilán y los polemistas panislámicos del mundo musulmán rechazaron ma irlandés. Y, a medio plazo, la administración británica parecía a
en diferentes grados el liberalismo nacionalista. Apoyaban el cambio punto de derrotar al «extremismo» en India y Egipto. También el
violento, pero no defendían los derechos individuales, sino la palabra gobierno ruso podría haber enterrado la insurrección de la izquierda y
de Dios y los impulsos de la sangre. Estos temas resonaron entre los la reacción de la derecha con otra fase de industrialización creadora de
cada vez más inquietos campesinos y una alienada clase obrera, obliga- riqueza. Sin embargo, lo que se puede afirmar es que el ritmo de los
da a trabajar en condiciones miserables en las ciudades industriales cambios sociopolíticos desequilibraba a los gobiernos cada vez más.
coloniales y semicoloniales. La caída de los otomanos, qayaríes (1909) y qing, y el casi derrumbe de
El viejo estilo de liberalismo cortés pudo haber entrado en declive, los regímenes zarista y austro-húngaro, todos en un periodo de tiempo
pero aparecieron movimientos radicales en todo el mundo que reclama- muy corto, parecen insignificantes comparados con los cataclismos de
ban los derechos de los trabajadores, los «nativos» y las mujeres. Las 1917-1919.
mejoras en comunicación y los frutos de la expansión de la enseñanza a La idea de Lenin de que lo que aquí hemos llamado «la gran acele-
partir de 1870 parecen haber sido los estímulos originales. Los congre- ración» inmediatamente posterior a 1890 se enraizaba en el desarrollo
sos panafricanos proliferaron a partir de 1900. El movimiento para la desigual del capitalismo global todavía tiene valor, aunque algunas de
abolición del trabajo en régimen de servidumbre en los imperios euro- sus predicciones a largo plazo parezcan fallidas. Los alemanes temían la
peos se radicalizó. En Nueva Zelanda, asociaciones de maoríes reclama- amenaza política de una enorme Rusia de desarrollo desigual. Los bri-
ron cada vez más compensación, aunque al mismo tiempo se alistaban tánicos recelaban del creciente poder económico de Alemania. Una
en el ejército del Imperio Británico para la guerra de Sudáfrica24 • Apa- enorme fisura política y económica en el núcleo económico mundial
recieron movimientos similares en Canadá y Estados Unidos. Muchas - Gran Bretaña, Francia, Alemania y Estados Unidos- se generalizó a
veces se manifestaban primero en el ámbito cultural. Como ya hemos causa de las tensiones en sus zonas limítrofes -Rusia, los Balcanes y el
comentado, hacia 1914 la mujer no había conseguido el voto de forma Imperio Otomano-. La mecanización agraria en las «nuevas Europas»
generalizada, pero la expansión del concepto de los derechos y el pro- americana, sudafricana y australoasiática había alterado el equilibrio de
greso económico generalizado la lanzó a la esfera pública. La actriz las clases domésticas y había dado lugar a «una era de ansiedad». Las
Sarah Bernhardt era un personaje público en París. Marie Curie susti- nuevas formas de producción capitalista a gran escala y de organización
tuyó a su difunto marido como catedrática de física en la Sorbona en de recursos presentaban graves problemas a los gobiernos y a la socie-
190625 . En Tokio, la publicación de la serie china The Journal o/ Natu- dad en cuanto a las prestaciones sociales o a acabar con la exclusividad
ral Principles («El diario de los principios naturales») proclamó que el social. El despliegue mundial de la tecnología armamentística y de los
último asalto a los antiguos regímenes que quedaban se aliaría con las capitales coincidió con un mayor entendimiento entre los pueblos no eu-
luchas de los campesinos, los obreros y las mujeres26• Así empezó la ropeos de la realidad de su explotación económica en el sistema político

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

y económico global. Pero las diferencias económicas sólo eran uno de fijarse en la contribución a la econonúa británica en los siglos xvrr a XIX
los síntomas de un malestar más profundo que cundía entre los intelec- del tráfico de esclavos y del colonialismo, aunque hay desacuerdo en la
tuales y la gente común de Europa, Asia y África. Los activistas políti- cuantificación de esas contribuciones. La profesión historiográfica
cos empezaron a pensar que la civilización liberal, nacida del acuerdo inglesa, siempre muy introspectiva, cambió su forma de entender la
entre la revolución y la jerarquía en 1815 y recalibrada en 1870, había identidad inglesa al fijarse también en Irlanda, Escocia, Gales y los bri-
fracasado. Si los intelectuales occidentales y artistas como Émile Zola, tánicos de ultramar. Los historiadores reconsideraron la forma en que
Leon Tolstói y Richard Wagner condenaron la vacuidad y la corrupción la experiencia imperial, el modelo norteamericano de lucha contra la
de su propia civilización, ¿cuánto más dramáticas serían las diatribas de esclavitud y la cercanía de la Francia revolucionaria y «dictatorial» die-
Mohandas Gandhi, Aurobindo Ghose y Mohan1n1ad Abduh, que la ron forma al «carácter nacional» británico. La nueva historia británica
veían como una afrenta a Dios y no meramente como una perversión pensaba en Gran Bretaña no como una entidad orgánica antigua, sino
del ser humano? como una estructura de fuerzas globales, además de regionales.
Los historiadores del mundo extraeuropeo también empezaron a
«rescatar a la historia de manos de la nación», como dijo Prasenjit
Duara27 y, en consecuencia, a resaltar los vínculos globales que existían
RECAPITULACIÓN FINAL: GLOBALIZACIÓN Y CRISIS, 1780-1914 en los p rimeros periodos. Los historiadores de China, por ejemplo, se
dieron cuenta de que el cierre del país por los Qing a comienzos del
Es hora de volver a algunos de los temas generales de los que hablamos periodo moderno no significaba que hubiera que ignorar la importan-
en la introducción. En primer lugar, ¿qué valor y qué utilidad tiene la cia de las fronteras «de estilo norteamericano» del sudeste y el centro
aproximación global a los cambios históricos que propone este libro? de Asia. En estas fronteras y en los emporios de la costa, las guerras, la
La historia desde una perspectiva mundial no es más que otra forma de creación de riqueza y los nuevos contactos culturales contribuyeron a
ver la historia. Pero últimamente, por varias razones, ha tomado un formar la sociedad doméstica de China a principios de la Edad Moder-
mayor relieve. A partir de 1970, los cursos universitarios de civilización na y durante el siglo XIX. El Imperio Qing era un imperio manchú, ade-
europea impartidos en Norteamérica y Australasia empezaron a parecer más de chino. Las clases comerciales chinas construyeron el Estado en
caducos a los educadores de las sociedades cada vez más conscientes de gran parte del sudeste asiático.
sus orígenes multiculturales. En Europa, las historias imperiales - lo A un nivel más amplio, escritores como R. Bin Wong y Keneth
más parecido que había a una historia global- también empezaron a Pomeranz han reescrito la historia de la excepcionalidad económica
parecer anacrónicas. Por eso, los historiadores trataron de reinventarse occidental utilizando nuevos datos y argumentos de China28• Si, en tér-
su asignatura para presentarla como una historia social internacional minos de crecimiento económico, la única diferencia entre Europa y
del poder, de las razas, de las clases y de la cultura. Los eruditos de la China antes de 1800 fue el uso del carbón y la posesión de los enormes
historia nacional y regional se convirtieron en historiadores internacio- territorios norteamericanos, parece que podemos desechar gran parte
nales. La profesión historiográfica necesitaba una nueva manera de del bagaje cultural sobre la inherente superioridad política europea. Un
hacer analogías y comparaciones y de hallar vínculos, puesto que los resultado importante de este planteamiento ha sido que la globalización
profesores se dieron cuenta de que era necesario explicar su asignatura se ha reanalizado desde un punto de vista centrado en China y, también,
a un nivel más amplio que la historia nacional o, incluso, que la historia en el islam.
de las relaciones internacionales. Uno de los objetivos de una historia global como la de este libro
Estos cambios institucionales se vieron reforzados por cambios en debe ser explicar y analizar los vínculos y las analogías entre las histo-
la actitud pública manifestados en un nuevo interés por la «globaliza- rias de las diferentes partes del munda29 • Esto urge, dado que los historia-
ción», que desbancó a las viejas historias nacionales y a los estudios dores regionales y nacionalistas han empezado a incorporar estudios de
regionales. El cambio registrado fue en sí mismo muy amplio. Los his- historia comparativa en sus obras. El mejor tipo de historia mundial no
toriadores británicos de la historia doméstica, por ejemplo, volvieron a se limita a contar una historia generalizada y menos eurocéntrica que las

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

viejas historiografías occidentales. También corrige las historias nacio- el juicio individual no hiciera de Estados Unidos una nación «excepcio-
nales y regionales revisadas. Es una disciplina heurística que pregunta: nal» en el siglo XIX. La excepcionalidad estadounidense ha sido el man-
¿Qué ocurre si eliminamos los compartimentos que los historiadores tra fundacional del cuerpo de historiadores norteamericanos, todavía
han creado para cada región o para cada subdisciplina histórica? La his- aislacionista. Sin embargo, hay que estudiar la historia de Estados Uni-
toria global nos indica los vínculos más amplios y analiza los argumentos dos de forma comparativa. Muchas de sus características supuestamen-
de las historias regionales. Hoy en día, todos los historiadores son his- te únicas se pueden ver en la Gran Bretaña del siglo XIX y más todavía
toriadores mundiales, aunque algunos no se hayan dado cuenta. en sus colonias blancas. Estados Unidos siguió recibiendo y remodelan-
Por supuesto, al mantener alerta a los historiadores respecto a los do ideologías y sensibilidades europeas durante este periodo. La histo-
vínculos y analogías globales e internacionales, no debemos crear una ria de su colonización interna y su trato a los indios y a los esclavos afri-
imagen homogénea. No debemos eludir todas las diferencias y relativi- canos nos muestra que su clase dirigente eligió un camino muy parecido
zar con resolución todas las tendencias importantes en las economías y al de los imperios europeos y al de sus expatriados de ultramar, y por
las sociedades. Sin duda, el mundo de los siglos XVIII y XIX estaba parecidas razones, tanto intelectuales como prácticas.
mucho más interconectado de lo que los historiadores han escrito. Pero Éstas son conclusiones historiográficas generales. Este libro tam-
sí había diferencias realmente irreductibles. Muchas sociedades y bién tiene el objetivo más concreto de analizar la historia del mundo en
muchos estados eran, hasta cierto punto, «excepcionales». Algunas el siglo XIX. La historia, básicamente, considera los cambios a lo largo
ideas intelectuales eran específicas de una sociedad y de un periodo en del tiempo. Este libro ha tratado de aislar y analizar momentos impor-
particular. Debemos investigar por qué existían estas circunstancias
tantes a una escala mundial durante el largo siglo XIX. Los primeros
especiales y no b asar nuestras ideas acerca de estas excepciones en
cuatro capítulos demostraron cómo cie1t as series de acontecimientos mun-
suposiciones o prejuicios.
diales que se produjeron en determinados periodos históricos estaban
relacionados por su origen y cómo influían los unos en los otros a lo
largo del tiempo. Se da por hecho hoy en día que acontecimientos leja-
nos a los centros de la economía mundial pueden tener un impacto muy
COMPARACIONES Y VÍNCULOS GLOBALES, 1780-1914: CONCLUSIÓN
fuerte en la economía y la política de esos mismos centros. Las regiones
Este libro ha discutido la excepcionalidad occidental, pero también el que parecen periféricas en la sociedad mundial contemporánea, como
relativismo total. Ha llegado a la conclusión de que, en algunos aspec- la orilla oeste del río Jordán, los altos valles de Afganistán y Cachemira
tos importantes, el noroeste de Europa era más dinámico política, eco- o las plantaciones de droga de Colombia pueden, temporalmente, con-
nómica y socialmente que el resto del mundo a finales del siglo XVIII. Su vertirse en epicentros de nuevos y potentes cambios históricos. Sin
«gran divergencia» de Asia y África a partir d e esa fecha no fue el mero embargo, en lo poco que se ha escrito sobre la historia de la moderniza-
resultado del «fracaso de los demás», ni tampoco de su acceso al car- ción global, el enfoque siempre ha sido el «auge de Occidente».
bón y a las Américas. Residía también en una producción egoísta en la En este libro he seguido a los pocos historiadores que han insistido
filosofía, la inventiva, el debate público y, lamentablemente, en su efica- en la naturaleza policéntrica de la globalización del mundo moderno y
cia a la hora de matar a otros seres humanos. Este argumento se basa en su perduración en el siglo XIX bajo la superficie de la hegemonía de
considerar a Europa en el contexto de «los demás». Sólo se puede Occidente, historiadores como Jack Goldstone3°, John E. Wills II y
expresar tras sopesar las formas de debate público, visión comercial y especialistas en el mundo musulmán. Puede que en 1750 Europa y sus
resistencia patriótica que eran comunes en Asia y África, incluso duran- colonias americanas ya tuvieran una ventaja competitiva en ciertos
te el siglo XVIII, y que luego se utilizaron para la creación de su propia ámbitos. Puede que supieran explotar más efectivamente las revolucio-
nación y sus modernidades intelectuales. nes industriosas propias y ajenas en las producciones y el consumo loca-
Tomando otro ejemplo, es difícil dudar de que el libre acceso a tie- les. Pero esto no significa que todos los cambios importantes se inicia-
rras y mano de obra y la constitución descentralizada que promulgaba ran allí. Los orígenes de los cambios de la historia global siempre fueron

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSlÚN: LA GRAN ACELERACIÓN, C. 1890-1914

policéntricos. No necesitamos tanto reorientar la historia global e la modernidad global común de la época. Estos filósofos también pon-
descentralizarla. deraban el problema de la corrupción administrativa, la pérdida de la
El capítulo 3 sugería que los primeros seísmos del sistema econ' legitimidad de los reyes, la decadencia de la comunidad y el colapso
co y político mundial, que anunciaron la «era de las revolucíon repentino de los medios de vida. Como sugerimos en el capítulo 2, el
tuvieron lugar en la India mogol y en el Irán de los safawíes, no en F reformador atlántico Benjamín Franklin y el crítico social y religioso
cia ni en las colonias americanas. Y los acontecimientos de Asia y indio Sha Wali-Allah utilizaban métodos filosóficos y tradiciones reli-
ca tuvieron un papel protagónico, no subsidiario, en impulsar el <i giosas bien distintas, pero los dos afrontaban una serie de modernida-
fragio de las naciones» global y los tipos de Estado que emergieron des vinculadas. No tiene sentido dejar a Wali-Allah en las filas de los
la época revolucionaria. La derrota francesa en Egipto en 1800-1 «revisionistas religiosos>> y ascender a Franklin al grupo de los moder-
limitó las opciones imperiales de Napoleón e, indirectamente, contrib, nizadores seculares. Ninguna de las dos categorías funciona muy bien.
yó a su derrota en Europa quince años después. Por el contrario, Este tipo de análisis interactivo global de las coyunturas políticas y
rebeliones de esclavos ocurridas en el Caribe en 1790-1800 man económicas es una herramienta histórica muy útil incluso para el si-
ron el ímpetu de las revoluciones europeas al consumir enormes can glo XIX, un periodo en el que Europa dominaba el mundo. En la déca-
dades de dinero y de tropas británicas. Esto permitió que la espiral da de 1990-2000, los historiadores empezaron a .investigar las conse-
conflicto revolucionario se expandiera no sólo por Europa, sino cuencias de la rebelión de 1848. Pero este libro argumenta que los
todo el mundo extraeuropeo, desde el cabo de Buena Esperanza h . impulsos generados en Europa por «la primavera de los pueblos», se
Java y la costa de China. ·'.< encontraron y se mezclaron con las consecuencias de otros dos aconte-
Los orígenes extraeuropeos de los mundos modernos de «Europ::,:: cimientos globales extraeuropeos. La Rebelión Taiping y sus conse-
y «Norteamérica» también se ven en el ámbito económico. La comM cuencias para el este asiático fue un acontecimiento histórico tan dra-
tencia a nivel mundial de la industria textil india fue uno de los det mático como la Guerra de Secesión norteamericana, cuyo impacto más
nantes de la Revolución Industrial británica. La demanda y el gus general ha recibido muy poca atención incluso de los historiadores nor-
consumista africanos la mantuvieron. Los conocímientos y las técní , teamericanos. La combinación de estas crisis mundiales tuvo efectos
extraeuropeos desempeñaron un papel importante en el desarrollo d profundos en el nuevo nacionalismo emergente europeo, además de
la ciencia, la filosofía y el cambio industrial de la Europa decimonónica,·. reconstruir la naturaleza del dominio europeo en Asia y África.
Este libro mantiene que ahora es posible escribir una historia de laf Otro ejemplo importante de los orígenes múltiples y vinculados de
ideas, una historia que reúna los orígenes policéntricos de la produce los cambios globales lo vemos en el caso del llamado nuevo imperialis-
ción ideológica. Los que participaron en los acontecimientos de 1780·' mo de la segunda mitad del siglo XIX. El capítulo 5 acepta el argumen-
1820 los entendieron dentro de un contexto de tradiciones filosóficas to de que la rivalidad más intensa entre las grandes potencias europeas,
muy diferentes entre sí, o por lo menos en un principio. Pero habíi:" armadas tecnológicamente, fue una razón crítica para el salto hacia
muchas cosas en común, muchos vínculos. Los radicales británicos, los delante de los imperios europeos a partir de 1870. El nuevo nacionalis-
jacobinos franceses y haitianos e, incluso, los «libertadores» holandeses.· mo y el «nuevo imperialismo» de la década de 1870 eran dos caras de
del cabo de Buena Esperanza se apropiaron del lenguaje de los derei la misma moneda. Las fuerzas más potentes de la globalización se inter-
chas del hombre y lo adaptaron a sus luchas particulares. El concep· nacionalizaron. Las naciones-estado uniformes se convirtieron en los
to contemporáneo de «revolución» del sudeste asiático, la idea árabe grandes actores mundiales, subordinando bienes, pueblos e ideas a su
wahhabí de «renovación» y la idea china del fin del «mandato divino» control.
parecen originarse en tradiciones filosóficas muy diferentes. Pero incluso Sin embargo, el nuevo imperialismo también fue un fenómeno
en estos casos no deberíamos contrastar el secularismo radical occidental coyuntural. Nació de la colisión de diferentes tipos de causas. Hace
con el periodo religioso y supuestamente cíclico de Oriente y de África. tiempo, Robinson y Gallagher arguyeron que la gran expansión territo-
En el siglo XVIII, los pensadores de El Cairo, Delhi, Beijing, Edo y Soko; rial europea en África y otras partes fue causada por la erupción de «cri-
to también trataban los problemas filosóficos y éticos provocados por sis locales». Su análisis se quedó corto a1 no ver que estas anexiones no

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

fueron el resultado de la debilidad y los fallos de «gobiernos corruptos» cuestión de poder: ¿quién ostentaba el poder en el siglo XIX cómo lo
nativos. Eso era simplemente repetir la idea victoriana. Más bien, el utilizaba y cómo afectaba a los pueblos? '
patriotismo de Egipto, India y partes del sur y el oeste de África fue la Incluso desde los mismos últimos años del siglo XVIII los historia-
causa, no sólo la consecuencia, de intervenciones y anexiones más dores y teóricos llevan debatiendo sobre los orígenes de l~s dramáticos
directas por parte de las potencias imperiales en el siglo XIX. La crecien- cambios, una serie de cambios que consideran el camino hacia la
te sofisticación y coherencia de los movimientos de resistencia a la modernidad. Algunos contemporáneos pensaban que los cambios eran
dominación occidental en el mundo extraeuropeo creó una nueva fase el resultado inevitable de las fuerzas profundas de la sociedad y la
de contenciosos en la historia europea. En buena parte, queda patente mente humanas. Según Hegel y, a su propia manera, Comte, represen-
que los cambios lejanos de los centros aparentes de la economía mun- tabru:1 la _culminación de un proceso histórico mundial por el cual la
dial, en la supuesta «periferia» africana y asiática, impulsaron a las conciencia humana se volvería libre y soberana. Ernest Gellner' 1 vio el
metrópolis a la acción, a la modernización y al conflicto. periodo como el de irrupción de la modernidad, señalando a su vez una
Por último, esta perspectiva encaja bien con las interpretaciones de nuev~ concienc_iación de la relación entre el hombre y su historia. Según
la Primera Guerra Mundial. La «gran aceleración» --el incremento los diferentes tipos de historiadores socialistas, desde Karl Marx hasta
dramático del ritmo de los cambios globales económicos, sociales e Imm~u~l Waller~tein y EricJ. Hobsbawm32, ésta fue la época en la que
intelectuales a partir de 1890- desató una serie de conflictos en todo ~ capitalismo se liberó de las cadenas de las reglas arcaicas sobre la pro-
el mundo que, de repente, y no irremediablemente, se descontrolaron piedad Y las personas, para por fin sojuzgar a la mano de obra del pla-
en 1913-1914. No hay duda de que fue una gran guerra europea, pero neta. Otra perspectiva, muy popular desde la década de 1980, dice que
también fue una guerra mundial, sobre todo, una confrontación mun- fue el dominio agresivo y racionalista del intelecto occidental, manifies-
dial entre Gran Bretaña y Alemania. Como muchos contemporáneos ~o en ~ proyecto ~alcula_dor y clasificador del Estado moderno, lo que
admitieron, fue una guerra cuyos orígenes estaban en Mesopotamia y 1mpulso los camb10s sociales en todo el mundo colonizado.
Argelia, en Tanganika y en el Cáucaso, además de en las fronteras fran- Todos estos argumentos parecen ser válidos para algunas partes del
co-alemana y ruso-alemana. En cierto sentido, Lenin tenía razón cuan- mundo en algún periodo de tiempo del largo siglo XIX. Este libro man-
do dijo que la Primera Guerra Mundial era una «guerra imperialista». tiene ~ue, por su propia naturaleza, estas fuerzas del cambio tienen que
La rivalidad económica, política y cultural en los Balcanes, Asia y Áfri- haber mteractuado. No es útil distinguir el capital, el Estado o la ideo-
ca fue una causa importante de un conflicto de carácter internacional. logía racionalista, como primum mobile. La industrialización sólo pare-
Pero no se trató de una simple acumulación de crisis diplomáticas entre ~e haber tenido una importancia crítica para impulsar el cambio a par-
las potencias europeas. Más bien, estas luchas representaban los con- tir de 1850. Pero el ferrocarril y el barco a vapor ya habían creado una
flictos sin resolver de más de cien años de cambios sociales desiguales poderosa convergencia económica en todo el mundo antes de esta
durante los que los líderes de los estados multiétnicos, tanto de dentro fecha. Un aspecto importante, si bien no el único de la «era de la acele-
como de fuera de Europa, trataban de reorganizarse ante el declive r~ción» q~e ~e abrió a partir de 1890, fue la presión generada por el rá-
político y económico y la aparición de la política de masas. pid~ crecu:i:uento industrial de Europa, Norteamérica y, más tarde,
Rusia YJapon. Antes de esta fecha, las raíces del cambio socioeconómi-
co se encontraban en otro tipo de desarrollos. Fueron el auge y el decli-
ve de la_s «r~;7oluciones industriosas» mundiales, los efectos de la «gran
¿CUÁLES FUERON LOS MOTORES DEL CAMBIO? domest~cacion» o la forma en que se adaptó el mundo a la producción
campesma y la gran expansión del comercio por mar lo que conectó
Nos faltan ciertos elementos en nuestra historia policéntrica y global de estos cambios discretos a lo largo y ancho de los océanos.
los vínculos y conexiones que llevaron a oleadas de acontecimientos El libro argumenta que las «revoluciones industriosas» euroameri-
caóticos. Primero hemos de considerar los orígenes. ¿Cuáles fueron las canas Ysus equivalentes extraeuropeas se produjeron a pequeña escala,
causas básicas del cambio? El segundo elemento que nos falta es una pero fueron capaces de impulsar cambios persistentes que actuaban

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

bajo las superficies de la guerra y de la formación de estados. La reor- centralizados y autónomos. Estos estados intervenían constantemente
ganización social del trabajo, la producción y el consumo iba acompa- en los cambios sociales, que a veces interrumpían. Muy a menudo a lo
ñada de una vida cotidiana más asentada, una disciplina horaria y una largo de los siglos XVIII y XIX, el principio del poder pareció haberse sol-
explotación de los pequeños avances en la industria artesanal y en el uso tado de sus anclajes. Nader Sha, los dos Napoleones, los grandes reyes
de los recursos. Internamente, estos cambios fueron testigos de la apa- zulúes, el rey Jorge de Tonga y los conquistadores europeos de África a
rición de bancos y usureros locales, cadenas comerciales en los merca- partir de 1870 eran meras manifestaciones de poder y del deseo de
dos locales y un sector de servicios instruido. Externamente, aceleraron dominar. Pero el libro también aduce que hay que considerarlos dentro
el ritmo del comercio interregional e internacional. Los beneficiarios de de un contexto de cambios sociales, tecnológicos e ideológicos. Los
las revoluciones industriosas europeas consumían los productos impor- constructores de estados fueron productos de la segunda fase de la
tados por empresas que comerciaban con Asia o con las plantaciones «revolución militar». Explotaron y respondieron a situaciones en las
esclavistas de azúcar y tabaco. Una población equivalente en Asia que el coste del armamento y de las tropas superaba la capacidad esta-
potenció el comercio exterior chino, no sólo en sándalo y babosas mari- tal de financiarlo. Adaptaron y usaron el lenguaje de la confrontación y
nas, sino también en té, algodón y opio. la exclusión religiosa, étnica y nacional, agudizado por la guerra.
Esta reordenación social fue, básicamente, un cambio de estilo de Expandieron su dominio por las rutas comerciales establecidas por las
vida y de valores, además de un cambio económico. Reconstituyó la revoluciones industriosas y, luego, industriales que marcaron el nuevo
jerarquía local y permitió que la gente de clase media convenciera a los comercio global. La guerra y la construcción del Estado desarrollaron
pobres para que adoptaran su estilo de vida. Las élites locales que flo- su propio impulso al propiciar una redistribución brutal de los recursos
recieron querían impulsar un estilo de vida más puro y regularizado. mundiales. La «elefantiasis» del Estado colonial y del europeo, que
Esto fomentó una especie de «metodismo global» en el sentido más había sido característica de la generación posterior a 1780, reapareció
amplio de la expresión. Además del metodismo en Gran Bretaña y en la de 1914.
Estados Unidos, esta búsqueda de la respetabilidad religiosa incluía Por estas razones es demasiado reduccionista buscar una sola causa
el pietismo alemán, el neocatolicismo español, el anglicanismo krio del -ni siquiera una causa principal- de los cambios globales del siglo XIX.
oeste de África, el nuevo budismo de sectas chino y los «Deberes» o Si empezamos desde la industrialización y el capitalismo, como hicie-
Faraizi, movimiento surgido entre los granjeros indo-musulmanes del ron los historiadores marxistas y socialistas de finales del siglo XX, des-
productivo delta de Bengala oriental. Cambios de este tipo también cubriremos inevitablemente que impulsaron los cambios. Si miramos el
contribuyeron al crecimiento de la gubernamentalidad a nivel local. Estado occidental, exclusivista y racionalista, como hacen, irónicamen-
Estas gentes metódicas y trabajadoras querían utilizar las formas locales te, los «fragmentistas», nos parecerá la causa principal de los cambios.
de las leyes y de la autoridad estatal para controlar a los vagabundos, En realidad, la clave es la concatenación de los cambios producidos por
nómadas y pastores y para asentar sus derechos a tierras y su acceso al la interacción de cambios políticos, económicos e ideológicos a distin-
mercado. Querían agua corriente, alcantarillado, enseñanza y control tos niveles. Ésta explica la gran divergencia entre Europa y el resto
sanitario. Esto impulsó el lento crecimiento del «estadismo» o guberna- del mundo a principios del siglo XIX y la gran aceleración del conflicto
mentalidad. Fue la «tercera revolución» que mencionamos en el capítu- y del cambio social a finales.
lo 3, muy poderosa en Europa y en el mundo anglohablante, pero con
réplicas y conexiones globales. Samuel Smiles, el apóstol victoriano de
la autoayuda, se convirtió en un «noble comerciante» y en un «noble
campesino» al disfrazarse de japonés y recordar sus más perdurables EL PODER EN LAS REDES GLOBALES E INTERNACIONALES
éxitos en ese país.
Mientras que las revoluciones piadosas e industriosas establecieron Como implica el anterior epígrafe, uno de los problemas de una histo-
un nivel básico de cambios, El Nacimiento del Mundo Moderno ha des- ria que trate de explicar los vínculos globales y los orígenes múltiples
crito el papel desempeñado por los estados nacionales e imperiales más del cambio es lo difícil que es integrar el poder. Poner el énfasis en las

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CAMBfO, DECADENCIA Y CRlSfS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACTÓN, c. 1890-1914

redes y las interconexiones entre las diferentes culturas y los diversos a desmoronarse en el mundo colonial. En India y China, no ocurrió
pueblos puede parecer tratar de ocultar el dominio del poder, a veces hasta la década de 1930; en África, entre 1950 y 1970; en el mundo
racista, de los europeos y norteamericanos, la característica más impac- soviético, en la década de 1980, y también en el mundo latinoamerica-
tante del periodo para los pueblos extraeuropeos y también para no cuando los grupos nativos e indígenas hicieron su aparición. Las
muchos historiadores. Las interconexiones y redes parecen hablar de enormes diferencias de renta per cápita y de satisfacción vital entre el
diálogo y compromiso, no de dominio, Por contra, las interpretaciones «Norte>> y el «Sur» persistieron en el mundo contemporáneo, empeora-
del periodo que se centran en el poder y el dominio también parecen das por la guerra y las enfermedades. Sin embargo, el dominio político
con frecuencia unidimensionales. Esto pasó con las teorías del sistema y la hegemonía ideológica de Occidente eran muy inestables. Incluso en
mundo de las décadas de 1960 y 1980, que a veces parecían limitarse a su apogeo del último tercio del siglo XIX parecían vulnerables y frágiles.
retratar el auge del sistema capitalista mundial, relegando todo lo En parte, esto se debió a que se sucedieron constantes rebeliones popu-
demás a la basura conceptual de la «periferia» o de la «semiperiferia». lares menores contra la explotación que pusieron permanentemente a
También ocurre con algunas historias culturales poscoloniales del siglo XIX, prueba las formas más débiles de dominación política y económica. Los
que sustituyen el imperialismo económico occidental por el auge de la grupos dominantes no podían mantener el poder cuando la resistencia
hegemonía racionalista blanca, a la que acusan de relegar la esencia de popular se aliaba con las críticas externas por parte de grupos disiden-
lo no occidental -los valores comunitarios y de la diferencia- a tes o de las clases medias. Incluso durante el apogeo del nuevo Estado,
periferia conceptual. El dualismo «Occidente» y «no Occidente» se del imperio europeo y del dominio del capital, el mito de la resistencia
expresa cultural en vez de económicamente. Básicamente esto es una
1 popular se extendió por el mundo. Acabaría siendo una importante
descripción y no un análisis histórico. Explica algunas cosas, pero no fuerza política.
muchas. Sin embargo, había otras razones de la vulnerabilidad de la domi-
Este libro ha demostrado que es posible describir el mundo deci- nación occidental y del triunvirato de la monarquía, el capital y las tie-
monónico como una compleja telaraña de conexiones globales, mien- rras en Europa. Las redes de influencia que aseguraron la cooperación
tras que, a su vez, se acepta la vasta diferencia de poder inherente en o la aquiescencia de los grupos subordinados bien pudieron haber sido
ella. He sugerido que, en parte, la capacidad de las empresas, los admi, capaces de mantener a medio plazo el dominio y la hegemonía intelec-
nistradores y los intelectuales europeos para asimilar o adaptar las redes tual de los nuevos grupos gobernantes. Pero también posibilitaron el
comerciales, religiosas o de poder ya existentes explica su dominio duran, · goteo y la transferencia de poder y de habilidades intelectual.es de las
te un siglo. No es una teoría de colaboración, sino más bien de subor- élites a los pueblos sin poder. Irónicamente, las doctrinas del poder y de
dinación. Los soldados de caballería afganos trabajaban para la Compa• la resistencia y las técnicas europeas para la movilización de recursos se
ñía de las Indias Orientales porque era la única opción que tenían para combinaron fuera del núcleo económico desarrollado del mundo con
mantener su honor, su familia y su vída. No fue porque entendieran ni las ideologías locales y crearon poderosos híbridos que empezaron a
aprobaran las actividades de los avariciosos europeos, Comerciantes subvertir el dominio europeo.
chinos trabajaron bajo protección holandesa en las Indias Orientales, Este tipo de transferencia ocurrió por varias razones distintas en
No lo hicieron porque se «vendieran» al colonialismo. Durante déca; diferentes dominios. En el ámbito económico, la misma naturaleza de
das, incluso siglos, tuvieron muy poca idea de lo que significaba el colo- la contabilidad capitalista y la racionalidad económica buscaban cons-
nialismo. Se vieron incorporados a un vasto sistema de explotación':: tantemente «desplazar» los costes a las zonas más pobres del mundo.
comercial por la disponibilidad de plata, bienes y protección que ofre- Era más barato emplear a sicilianos) corsos, irlandeses, argelinos, indo-
cía el poder holandés. Fue la naturaleza parasitaria y «enredada» de la'.' chinos o filipinos en las fuerzas armadas y en las estructuras administra-
dominación occidental lo que le otorgaba tanta fuerza, al unificar y " tivas de los territorios coloniales que contratar a franceses o norteame-
explotar un enorme conjunto de redes y aspiraciones viables. ricanos, por ejemplo. Se reclutaron asiáticos y africanos para los
Con la excepción de Japón, hasta algunos años después del final del órganos gubernamentales, donde adquirieron nuevas habilidades. En el
periodo en que se centra este libro, la dominación europea no empezó· ámbito político, los conflictos domésticos de Europa y Estados Unidos

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN, c. 1890-1914

rompían constantemente la hegemonía y el dominio. Abrían pequeñas REPASO A LA DISCUTIDA UNIFORMIDAD


pero importantes oportunidades para que los nacionalistas coloniales Y A LA COMPLEJIDAD UNIVERSALES
de élite se pronunciaran y, más adelante, para que también lo hicieran
los portavoces de los pueblos marginados. Por ejemplo, las batallas Además de analizar el origen del cambio global en el siglo XIX, este libro
mantenidas en Francia por la derecha católica y la izquierda republica- ha tratado de demostrar cómo afectó el cambio a la manera de vivir y
na, o por los liberales y los conservadores en Gran Bretaña, o por los organizarse del ser humano. Uno de los temas claves de este libro es
protestantes y los católicos en todo el cristianismo creaban posibilida- cómo, a lo largo de un corto espacio de ciento cuarenta años, la gran
des retóricas y contradicciones ideológicas. Los activistas indígenas variedad de sistemas sociales, económicos e ideológicos del mundo se
rápidamente las explotaban, denunciando a los misioneros por ignoran- vio limitada por una rampante uniformidad. Al mismo tiempo y para-
tes y a la administración, por hipócrita. dójicamente, la mayoría de las sociedades humanas mostraron una
En el mundo de las ideas, las consecuencias no intencionadas de la mayor complejidad dentro de esa limitación.
expansión imperial fueron patentes. Si estos vínculos hacían que los
intelectuales de las colonias crearan mansos «discursos derivados»,
también les ofrecían la oportunidad de diseccionar las ideologías occi- El Estado uniforme
dentales y descubrir sus incongruencias, para después crear nuevas
Esto quedó patente en el caso de la naturaleza del Estado. Muchas
ideas hfbridas que atraían a la gente local y al mundo. Los profesores
de las formas complejas de soberanía que habían existido en 1780 se
panislamistas Jamal al-din al Afgani y Muhammad Abduh crearon un
habían amalgamado, habían desaparecido o se habían convertido en
híbrido de mucho éxito. La mezcla que hizo Gandhi de la estética de
meras ceremonias. Los príncipes alemanes o malayos, por ejemplo,
Ruskin y el comunitarismo de Tolstói con los discursos indígenas sobre
todavía existían en 1914, pero la administración los había asimilado a
la swadeshi («industria doméstica») y el «artesano bueno», produjo un
federaciones o entidades regionales. También habían tratado de estable-
potente lubrido que relegó moralmente a los británicos a un segundo cer con claridad cómo afectaban los poderes de esos príncipes a sus
plano, hasta que se logró la independencia en 1947. La inserción en el vecinos y a las autoridades de rango superior. Los historiadores siempre
sistema imperial creaba nuevas conexiones. Antes del comienzo del han pensado que este cambio se produjo de arriba-abajo, con el Estado
siglo XX, irlandeses relativamente privilegiados y sin prejuicios raciales imperial o nacional tratando de eliminar el sistema anterior por razones
habían contratado a portavoces indios y egipcios para sus campañas a de eficacia militar y estatal. Pero más importante, como diría Max
favor del autogobierno. Esto «internacionalizó» estos nacionalismos y Weber, fue el espíritu racional que imbuía estas nuevas estructuras polí-
permitió a sus ideólogos conocer nuevos ejemplos y nuevas analogías. ticas. Daba igual que el gobierno representativo o la ideología liberal se
De una manera más dura y dramática, los conflictos entre las poten- hubieran arraigado; siempre prevalecían los objetivos del contable y del
cias europeas crearon «oportunidades» militares y políticas gracias a las administrador.
cuales los líderes asiáticos, africanos y latinoamericanos pudieron En 1780, la mayoría de las sociedades eran gobernadas por grupos
ponerse en acción. El nuevo Japón, por ejemplo, se aprovechó del pro- de nobles, clérigos o jueces formados a la manera clásica. Hacia 1914,
longado duelo mantenido por G ran Bretaña y Rusia. Al mismo tiempo, varias ciudades chinas tenían cuentas y contables públicos. En el Impe-
la idea de «Asia para los asiáticos» animó a la armada japonesa a buscar rio Otomano había sistemas de policía y auditorías municipales, y las
apoyo entre los pueblos asiáticos colonizados para su lucha contra el ciudades sudamericanas eran regidas por juntas de abogados en vez de
ejército imperial. por gobernadores reales o por sus sucesores, los caudillos. Todos los
Un entendimiento adecuado de las redes globales políticas, comer- países, incluido Afganistán, habían censado a la población y la mayoría
ciales e ideológicas puede explicarnos tanto el ejercicio de la dominación intentaba recaudar impuestos directos sobre la renta en vez de las anti-
imperial occidental como los principios de la fragmentación, que se hi- guas tributaciones sobre las tierras. Pero ahora la gente también espe-
cieron ya patentes antes de 1914. raba recibir del Estado algo más que protección y honor, que eran lo
que habían ofrecido los gobernantes ciento cuarenta años antes. Ahora,

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CAMBIO, DECADENCIA Y CRISIS CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓ N, c. 1890-1914

incluso los territorios coloniales, en los que millones de personas habían lentamente hacia unas normas comunes, sobre todo entre los privilegia-
muerto de hambre en el siglo XJX, tenían sus «protocolos antihambru- dos. Por supuesto, la fe y la esperanza de la intervención divina son atri-
nas» para salvar vidas, por muy ineficaces que fueran en la práctica. El butos humanos que presentan una gran diversidad. A lo largo de nues-
concepto de educación primaria y secundaria nacionales había arraiga- tro periodo, y sobre todo en vísperas del 1900, florecieron numerosos
do en todas partes, si bien la mayoría de los agricultores no podían per- cultos localizados y creencias místicas descentralizadas, incluso en
mitirse que sus hijos fueran a la escuela todos los días. sociedades de larga tradición cristiana. La aparición de un chamán tra-
Desde la década de 1980, un tema constante en los estudios histó- dicional, el monje Rasputín, en la Rusia ortodoxa moderna es sólo un
ricos y antropológicos ha sido la resistencia al Estado, sobre todo a los ejemplo sorprendente. En vez de adoptar un racionalismo agnóstico,
controlados por extranjeros. La mayoría de estos textos insisten en la los líderes antirreligiosos de Europa y de América adoptaron religiones
persistencia de las identidades múltiples, en la resistencia diaria contra alternativas. La teosofía era muy popular e influyó en el desarrollo del
el terrateniente o la administración y en las numerosas rebeliones que arte abstracto. La ciencia cristiana tuvo mucha influencia en la costa
aún había en 1914 contra nuevos impuestos o levas que se consideraban este de Estados Unidos, justo en el momento en el que se producía en
violaciones de la economía moral. Desde luego, los sargentos reclutado- el país la segunda revolución científica. Florecieron las asociaciones teo-
res de 1914-1916 se encontraron con resistencia y revueltas en África, sóficas y las logias masónicas. Incluso en sociedades rígidamente regu-
Egipto e Indochina. Incluso en la guerra europea, los hombres no se ladas como las islámicas, aparecieron prácticas esotéricas y formas de
sacrificaban ante los rifles y las bayonetas con la alegría que describen adivinación mágicas. Se suele pensar que con la llegada de la mod_erni-
las antiguas historias patrióticas. No obstante, el hecho de poder movi- dad el islamismo austero basado en textos triunfó sobre el sufismo eso-
lizar a 50 millones de hombres jóvenes de todas partes del mundo, con- térico. Pero, en realidad, el sufismo siguió avanzando por las rutas
tarlos, equiparlos, alimentarlos y desplegarlos en el campo de batalla migratorias del norte de África y del sudeste asiático, donde se instaló
durante cuatro años es una poderosa prueba del alcance de las comuni- con fuerza en las escuelas tradicionales de las nuevas comunidades
caciones y de la fuerza moral y material del Estado moderno. musulmanas. En el África subsahariana, el auge del cristianismo se
En la década de 1780, la «resistencia» había sido una especie de debía precisamente a que se ajustaba a las jerarquías y mediaba entre los
gallinita ciega que se jugaba contra los gobernantes, un asunto de nego- cultos locales existentes. La adoración, por así decirlo, estaba muy des-
ciar, luchar y perder o ganar el favor de la corte. Incluso las revueltas de centralizada.
campesinos no eran unilaterales, ya que los nobles necesitaban a los cam- No quiero decir que el culto y la fe religiosos se hubieran vuelto
pesinos para cultivar sus tierras. La «deserción» o la huelga de campe- rígidamente homogéneos. Pero sí que incluso estas manifestaciones de
sinos solía conseguir una reducción de renta o de trabajo tanto como la religión descentralizadas tuvieron que confrontar y posicionarse ante
quema de aldeas y las ejecuciones. Hacia 1914, el patrón de agitación una serie de ideas sobre lo que debía ser la religión, unas ideas cada vez
campesina y todavía más de la agitación de la clase obrera venía marca- más uniformes. Los creyentes de élite, las escuelas y los misioneros
do por las reglas abstractas y por las estructuras del Estado. Florecieron habían ido proclamando reglas de conducta y de creencia que ahora se
partidos nacionales de campesinos cuyos líderes politizaron protestas fueron difundiendo por todas partes. Incluso las poblaciones aisladas
que anteriormente se habían resuelto gracias a la generosidad de los de Melanesia y Sudamérica, que acababan de entrar en contacto con las
nobles, o a base de castigos salvajes. religiones mundiales, fueron testigos de movimientos espirituales que
adoptaron los cultos congregacionales y los rituales uniformes del cris-
tianismo y el islam. Los grandes sistemas religiosos también estaban
«Fes» a discusión más claramente definidos, eran más autoritarios con sus fieles , y tam-
bién más burocráticos. De hecho, parecían estados o imperios porque
Otro proceso social relacionado, que analizamos en capítulos anteriores, imponían la fe patriótica como si se tratara de un dogma espiritual. El
fue la consolidación del concepto de religión. Este proceso significó capítulo 9 sugirió que la Iglesia Católica Romana salió de la crisis de
que las teorías y las prácticas religiosas de todo el mundo convergieron mediados de siglo con una jerarquía interna más fuerte. A medida que

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el radicalismo, el socialismo y ese híbrido tan sospechoso, el socialismo de las herramientas intelectuales y burocráticas de la masacre ya estaban
cristiano, se fueron revigorizando en vísperas de la Primera Guerra forjadas en 1914.
Mundial, el Vaticano y las jerarquías nacionales se reunieron para cen-
surar y suprimir las desviaciones que no aprobaban. Hubo problemas
graves con las autoridades seculares de Sudamérica, Francia y Alemania La economía global y el capital internacional
entre 1900 y 1920. En Polonia, el catolicismo revitalizado fue determi-
Este libro también ha descrito una creciente uniformidad en los proce-
nante para el avance del nacionalismo que acabaría con la separación
sos sociales del mundo económico. En cuanto a sus medios de producción,
del país respecto del Imperio Ruso y de Alemania después de la guerra.
las sociedades agrarias, nómadas y forestales, que prevalecían en 1780,
Los nacionalismos coloniales y el resurgimiento chino también uti-
habían sido uniformes. Sin embargo, las relaciones de producción so-
lizaron la religión en su lucha contra los extranjeros y esto hizo que el
ciales, la variedad de lo que se producía y la multitud de pequeñas
islamismo, el hinduismo y el budismo se volvieran más coherentes y
zonas ecológicas semi-autónomas habían fracturado esta uniformidad
combativos en opinión de sus fieles. En India, los años prebélicos vivie-
en un enorme mosaico. Hacia 1914, la mayor parte de esta variedad ha-
ron un acercamiento entre el hinduismo modernizado de la Asociación
bía desaparecido. Los pueblos recolectores, cazadores y trashumantes
Aria y el hinduismo neotradicional de las Asociaciones de la Religión habían sido desalojados de las grandes regiones. En algunos casos,
Ancestral. Ambas tradiciones habían creado textos más normalizados como en el Pacífico y las Américas, los pueblos habían sido masacrados
para competir con la Biblia y el Corán. Pero basaron sus objetivos en el por los invasores blancos o diezmados por enfermedades en una répli-
símbolo común panhindú de la Madre Vaca. El panislamismo sería pro- ca de la devastación provocada por la conquista española del siglo XVI
movido por el Imperio Otomano durante sus últimos años, 1907-1917. en Latinoamérica. En otras regiones, como el sur y el este de Asia y en
Los herederos predicadores del jeque Jamal al-din al-Afghani también zonas de África, los antiguos pueblos «tribales» y nómadas se habían
ofrecían una fe más resuelta, militante y proselitista. El nacionalismo visto obligados a asentarse como aparceros o a segregarse, hasta conver-
que despertó la llegada de la guerra al norte de Europa y a la Nortea- tirse a la fuerza en una bolsa de mano de obra emigrante. La última
mérica protestantes fue testigo de una vuelta a la religión por parte de serie de guerras de resistencia de los pueblos nativos tuvo lugar entre
la clase gobernante. Y, a partir de la década de 1880, hubo un renaci- 1850 y 1880: los santals de Bengala, los siux, los maoríes, los ndebele y
miento cristiano en las grandes ciudades obreras. El proselitismo inter- los métis de Canadá batallaron contra el invasor blanco, un invasor
no y externo fueron de la mano. En Gran Bretaña, el nuevo movimien- armado con un arma letal: el ferrocarril. Sin embargo, a principios del
to antiesclavista de 1890 contra los abusos en el Congo belga fue siglo XX, todavía ardían las ascuas de la resistencia, hasta que la silvicul-
promovido por las iglesias metodista y baptista de las clases media-baja tura científica y la policía racial administraron el golpe de gracia. En 1899
y obrera. Se convirtió en el mayor movimiento de reforma moral de se produjo una importante rebelión tribal en el centro de la India, un
finales del siglo, comparable con el movimiento abolicionista original. año después de la última batalla del califa en Omdurman, Sudán. En la
La creciente uniformidad de la religión como doctrina y como árbi- década de 1900, los franceses afrontaron la revuelta del Rif y los alema-
tro de las prácticas morales entraba a veces en conflicto con las creen- nes la Rebelión Maji Maji en Tanganika. Desde luego, los elementos de
cias sobrenaturales desorganizadas y desestructuradas. La mezcla de las equilibrio entre los campesinos y el Estado que les representaba, por un
imposiciones estatales y religiosas sobre el cuerpo y la mente perjudicó lado, y los recolectores, cazadores y nómadas, por otro, habían cambia-
a los grupos minoritarios. Así, el periodo prebélico fue testigo de una do a favor de los primeros hacia 1914. Los últimos se vieron relegados
presión inexorable sobre las minorías judías de Rusia y el este de Euro- al cuidado de antropólogos· y coleccionistas.
pa, aunque los cambios sociales trataban de asimilarlas. Antes de 1914, La sociedad campesina también era muy diferente a la de 1780. Las
las relaciones sociales armoniosas entre los armenios musulmanes, judíos únicas constantes eran la hambruna y la pobreza. Sin embargo, hasta
y cristianos también se rompieron. Los pogromos y genocidios de los éstas habían cambiado, al sustituir a los desastres naturales como la
años treinta no fueron consecuencia inevitable de estos acontecimien- sequía y las inundaciones, la escasez de alimentos artificial, creada por
tos; la guerra y la recesión también tuvieron mucho que ver. Pero algunas un mercado dominado por el dinero. Hacia 1914, las áreas del mundo

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campesino dominadas por los cultivos comerciales y por la cría de ani- un mundo aparentemente más uniforme a principios del siglo xx. Por
males que importaban su propia comida habían crecido de modo con- otra parte, las sociedades eran más complejas y más variadas dentro de
siderable. La expansión del ferrocarril entre 1860 y 1880 fue seguida de los límites de la uniformidad. En 1780, un pequeño grupo de nobles
una consolidación de los grandes compradores de productos agrícolas. sacerdotes e intelectuales dominaba a un enorme número de campesino~
En los primeros años del siglo XX se incorporaron enormes áreas de y artesanos. Hacia 1914, la situación era mucho más compleja. Unos 100
producción de grano de Rusia, Argentina y el medio oeste de Estados millones de personas de todo el mundo eran trabajadores industriales
Unidos. Los terratenientes habían pasado de ser unos nobles sernifeu- que hacían uso de diferentes tipos de habilidades que eran más comple-
dales con derechos y tributos extralegales a convertirse en líderes de un mentarias las unas con las otras que genéricamente comparables. Había
enorme comercio agrario, justo cuando la economía salía de la recesión s~~ido up enorme núm~ro de cuerpos y colegios profesionales de espe-
de las décadas de 1870 y 1880. Además, la expansión del telégrafo y de cialistas. Estos eran parecidos en todo el mundo, aunque con variantes. En
la marina mercante tras 1900 ajustó los precios en todo el mundo. China, los descendientes de los antiguos mandarines eran abogados, con-
La uniformidad se expresó con más fuerza en el mundo industriali- tables, editores de periódicos, cirujanos, farmacéuticos y profesores uni-
zado. En las décadas de 1890 y 1910 hubo un incremento en la produc- versitarios. Las nobles cunas ahora tenían que complementarse con una
ción industrial. Reflejaba la transformación de Estados Unidos y Ale- profesión especializada y el acceso reglado a un colegio de especialistas.
mania en las primeras sociedades capitalistas corporativistas y el La gente seguía leyendo los dichos del Profeta, las A nalectas de Confu-
aumento de la producción de acero y hierro y de productos textiles en cio y los clásicos en griego y latín, pero su profesión les obligaba a
los países pobres. La Rusia del conde Witte empezó a «despegar» en la aprender nuevos corpus de conocimientos, supuestamente objetivos, en
década de 1890 cuando los productos b aratos de Ucrania y Siberia numerosos sub campos.
empezaron a alimentar su industria. Como parte de su proyecto de Si el Estado y la nación habían crecido enormemente en sus-reivin-
industrialización militar, la producción industrial de Japón sobrepasó el dicaciones y aspiraciones durante este periodo, los medios para desple-
1% de la producción industrial mundial por primera vez en 1897. Los gar el poder se habían vuelto más complejos y más condicionales. Los
empresarios asiáticos de Bombay, Shangai y Alejandría empezaron, por regímenes del siglo XVIIl contaban con medios sutiles para influir en la
primera vez, a recuperar parte de los mercados internos textiles que opinión de sus súbditos más importantes. Se habían inmortalizado a sí
habían perdido a manos de los extranjeros. Londres y Nueva York, los mismos como monarcas universales, protectores de la fe, encarnaciones
grandes centros financieros del mundo, recibían enormes cantidades de del país o promotores del saber. En Europa occidental y las colonias de
capital especulativo a medida que los inversores buscaban nuevas fuen- Norteamérica, donde los medios impresos se utilizaban a gran escala,
tes de beneficios. A medida que se acentuaba la rivalidad diplomática los aristócratas competían por el poder dentro de las administraciones
entre las grandes potencias a partir de 1898, los gobiernos nacionales e reales y se servían de las herramientas de la crítica pública, las burlas la
imperiales intentaron fervientemente fomentar el interés de los bancos sátira o el rumor para anular a sus enemigos. Pero incluso en los re~os
nacionales, las empresas industriales y los emigrantes económicos. El de África y Asia, las muy probadas formas de debate entre la clase diri-
hecho de que Gran Bretaña y Francia empezaran a perder progresiva- ?ente podían legitimar o derribar a los gobernantes. Los déspotas, tanto
mente sus esferas de influencia económica en favor de Alemania, Esta- ilustrados como orientales, nunca fueron tan absolutistas como han
dos Unidos y Japón contribuyó a que aumentara la tensión en Sudáfri- sugerido sus caricaturas. Hacia 1914, sin embargo, había cien veces más
ca, el Lejano Oriente y Oriente Medio. periódicos que en 1780, y en una enorme variedad de idiomas. También
había florecido una industria editorial de libros de tiradas masivas que
derrotaba incluso al más riguroso de los censores.
Las nuevas profesiones y la opinión pública internacional . La aparición del público a finales del siglo XVIIl y principios del XIX
mteresó mucho al sociólogo alemán Jürgen Habermas. Los historiado-
El auge del Estado, la generalización de los conceptos de religión y na- res emplean el concepto del público desde la década de 1960. La última
ción y la paulatina expansión de la economía capitalista habían creado generación ha sido algo escéptica con el «gran relato» de la aparición de

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una masa de comentarios críticos «entre» el Estado y la sociedad, pero Esta mayor complejidad, dentro de las limitaciones de la uniformi-
han hablado de ambos. Para algunos autores, lo más importante era dad global, parece típica de la vida intelectual de comienzos del si-
quién quedaba excluido del público: las mujeres, los pobres, las mino- glo XX. En 1870, las ideas se integraban en un cuerpo de conocimientos
rías étnicas. Para éstos, el público ha resultado ser poco más que un tér- tradicionales. Los sabios y los administradores de China que trataban
mino verborréico creado por la élite burguesa para ocultar y reflejar su de renovar los sistemas de observación empírica se vieron obligados a
poder. Las críticas aparentes no eran más que un truco. Otros historia- demostrar que sus ideas eran sólo aspectos reinventados del pensamien-
dores afirman que el público nunca existió. Todo lo más era un ruido to confuciano clásico. Cuando los científicos islámicos trataron de asi-
cacofónico de diferentes discursos mutuamente incomprensibles. De milar las nuevas teorías cosmológicas europeas, tuvieron que validar los
hecho, cuando hubo debate, dicen, sólo sirvió para acallar y sojuzgar cambios con la excusa de que la «ciencia griega» siempre había estado
más a los que no tenían poder. Este truco político se utilizó al máximo presente en el pensamiento islámico. Durante la última generación, los
en las llamadas democracias, donde los poderosos intereses creados historiadores han sugerido que el avance hacia la modernidad fue par-
aparecían sólo para limitar su poder en respuesta a los deseos del elec- cial y ambiguo, incluso en Occidente. A pesar de la revolución filosófi-
torado. Uno de los problemas más ampliamente reconocidos con las ca de la Ilustración, la mayoría de los pensadores de Europa y América
formulaciones de Habermas y sus discípulos es que analiza el concepto creían que revivían la época clásica o que hacían avanzar el uso del don
del público como el de nacionalismo, como si se extendiera de Occidente de la razón que Dios había concedido al hombre. Por decirlo de otra
a Oriente y sur. Lo presenta como otro de esos grandes regalos que hi- manera, los pensadores seguían buscando la perfección de la tradición.
cieron Europa y Norteamérica a los demás. Como ha reiterado John Pocock, la filosofía que nutrió a los padres fun-
Sea cual sea el problema de conceptos como opinión pública y pú- dadores de Estados Unidos, con todas sus consecuencias revoluciona-
blico movilizado, la aparición de una representación articulada de lo rias, era una versión aumentada del rechazo whig del Estado grande y
que los políticos consideraban la opinión «pública» o «nacional» fue, de la corte corrupta, un odio que todavía acechaba en Gran Bretaña.
sin duda, una característica del siglo XIX. Los déspotas nunca fueron Irónicamente, el descubrimiento de la historia como método esen-
absolutos. Siempre estaban sujetos a la opinión de los religiosos y los cial para explicar cualquier fenómeno, tanto natural como humano, fue
funcionarios públicos y a los rumores en los mercados y bazares. Pero el cambio más revolucionario del siglo XIX. Las ideologías contemporá-
ahora era posible articular una enorme cantidad de rumores e intereses neas eran generalmente historicistas y cada vez más evolucionistas. Al
especiales a través de periódicos, libros y debates públicos, en todas las vincular el mundo con el concepto de la historia, los historiadores
sociedades importantes del mundo. Incluso en los países donde las elec- pudieron también pensar en una historia futura, en el progreso de las
ciones eran plebiscitos controlados por el Estado, el zar y el káiser, se especies, de la humanidad, de la raza, de la nación, de la religión. Los
tenía que controlar y manipular lo que se entendía como «opinión pensadores ajenos a las academias filosóficas y científicas europeas no
pública» de una manera que no había hecho falta en tiempos de sus tuvieron ningún problema a la hora de crear una leyenda histórica para
antepasados. Incluso los gobiernos coloniales, al proclamar las virtudes sus propias culturas. Para los hindúes, Rama, una presencia luminosa
de su ayuda a los pueblos sojuzgados, de vez en cuando tenían que en los escritos sagrados, se convirtió en un personaje histórico real. De
hacer caso a la «opinión nativa». Hacia 1916, el virrey de la India había igual modo, para los etíopes, la legendaria figura del rey Salomón se
abandonado el comercio del opio y había modificado el sistema de tra- convirtió en el padre fundador de su pasado histórico. Pujantes escue-
bajo obligatorio en respuesta a las demandas de intelectuales chinos e las indígenas de exégesis de los textos sagrados, de arqueología dinásti-
indios, además de a las de los liberales europeos. En la misma época el ca y de medicina impusieron métodos occidentales de representación a
káiser Guillermo de Alemania tuvo que apaciguar a los periódicos libe- las tradiciones no occidentales, tanto vivas como inventadas. A finales
rales y socialdemócratas que atacaban su política exterior. Más que un de siglo, la teoría histórico-racial tuvo su apogeo. Muchos teóricos pre-
tirano inestable, parece, en las últimas historiografías, un gobernante dijeron que habría una «guerra racial» y no todos preveían una victoria
que tratara desesperadamente de mantenerse a flote entre las corrientes de los arios blancos. Los filósofos indios dieron la vuelta a la teoría dar-
de una poderosa opinión pública. winiana, prediciendo que sobrevivirían los más espirituales.

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Sin embargo, ya había síntomas de que el consenso que había pasa- nihilistas teológicos en la India en una fecha temprana, pero en 1900
do a lo largo del siglo de clasificar a la humanidad y a la naturaleza a bus- había indios ateos. Los maestros japoneses lloraban la destrucción de la
car sus genealogías estaba comenzando a romperse. Es sabido que a par- naturaleza en 1780, pero en 1900 había ecologistas y conservacionistas
tir de la década de 1890 una serie de avances, tanto en la ciencia como japoneses. Algunos norteamericanos se interesaron en 1780 por lo que lla-
en las humanidades, crearon nuevas incertidumbres, aunque las conse- maron religiones orientales, pero en 1900 había bahaís norteamericanos.
cuencias sociales no se dejaron notar hasta después de la guerra de 1914- En cambio, esta gran variedad de movimientos, ideologías y sensibilida-
1918. El liberalismo se vio acorralado por tendencias socialistas revolu- des se ajustaba cada vez más a una serie de normas internacionales sobre
cionarias que pedían la guerra de clases inmediata, incluso antes de que reuniones, votos, financiación, comunicación y presentación de ideas.
se hubieran dado las condiciones racionales y objetivas. Friedrich Incluso entre los pobres y los más alejados de las fuentes del mundo capi-
Nietzsche mantenía que la voluntad individual podía romper las conven- talista occidental, los modelos tradicionales de debate se habían visto
ciones del crecimiento y cambio orgánicos de la sociedad. Sigmund influidos por las actividades de la clase media, a las que se amoldaron.
Freud «descubrió» el inconsciente humano. La idea de lo incierto se iba
infiltrando en la parte matemática de las ciencias. Estos cambios se vie-
ron sobre todo en el arte, donde la música atonal, el cubismo y el impre-
sionismo estaban subvirtiendo la tradición figurativa de la pintura y el AGOSTO DE 1914
dominio de la armónica en la música. Gauguin, Klimt y Picasso empeza-
ban a deshacer la herencia clásica de la pintura occidental. Este libro ha dado mucha importancia al desarrollo del Estado nacio-
Fuera de Europa, la reacción ante el pensamiento histórico y evolu- nal y a la aparición de una economía vinculada globalmente a lo largo
cionista soüa ser de rechazo a lo que Occidente decía representar y una del siglo XIX. Sin embargo, esta uniformidad, como hemos visto, produ-
vuelta por parte de los políticos e intelectuales a tradiciones poüticas y jo, paradójicamente, su propia complejidad. Los mismos vínculos que
religiosas reinventadas: el rito bushido de los aristócratas de Japón, el crearon estas entidades invasivas también permitieron a la gente de
culto a la terrible diosa Kali en India y el espiritualismo paneslavo de todo el mundo dirigir, limitar u oponerse a ellas. Muchas de estas per-
Rusia. Superficialmente, muchos de estos cultos parecían tradicionales sonas estaban vinculadas a la izquierda o al movimiento sindical, pero
e indígenas -el renacimiento de los espíritus dormidos de Oriente y no todas. Aún antes de 1914 se convocaron reuniones internacionales
África, como decían algunos occidentales- . En realidad, mostraban el en un vano intento de limitar la carrera armamentística. Entre los inte-
impacto de la modernidad desatada por el Estado unificado y la indus- lectuales de finales de siglo surgieron movimientos pacifistas y la Cruz
trialización. Muchos percibieron «la decadencia de Occidente» mucho Roja llevaba trabajando internacionalmente desde la década de 1870
antes de que el profesor Oswald Spengler empezara su libro sobre el para aliviar el sufrimiento de las víctimas de las guerras. Hasta los esta-
tema. El resultado era una increíble complejidad de posturas ideológi- distas nacionales empezaron a darse cuenta de que hacía falta una coo-
cas. Mientras que en 1750 los intelectuales podían encasillarse en unas peración más allá de las fronteras nacionales simplemente para asegurar
pocas escuelas que reflejaban el pasado de formas diferentes pero sus propios intereses. A partir de la década de 1900, el derecho interna-
mutuamente inteligibles, en 1900 esto ya no era cierto. Defensores de cional se desarrolló rápidamente y se firmaron varios tratados para con-
las antiguas religiones que rechazaban la modernidad se codeaban con trolar el acceso a los océanos y a la Antártida. Se aceptó el meridiano de
neoconservadores que reconocían la importancia de lo moderno, pero Greenwich como punto de referencia horaria del mundo a pesar de las
que habían reformado su tradición para poder asimilarlo. En el bando protestas de Francia, que proponía París. Leyes internacionales contro-
modernista exisúa una amplia gama de opiniones políticas y religiosas, laban los movimientos de barcos por los ríos que atravesaban varios
desde revolucionarios y ateos hasta liberales y pragmáticos teológicos. territorios nacionales. Unos brotes tardíos de peste bubónica y de cóle-
Por otra parte, la gran variedad de posturas ideológicas adoptadas Y ra y algunas enfermedades zoológicas, habían obligado a los médicos
defendidas a ultranza por la prensa y en los mítines públicos en 1900 es del mundo a unirse para establecer reglas internacionales de sanidad
lo que más sorprende en comparación con 1780. Puede que hubiera pública. Y en medio de la masacre de animales en África del periodo

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CAMBIO, DECi\DENCrA Y CRISIS

ÍNDICE DE ILUSTRACIONES

INTRODUCCIÓN
l. Un~form.idad en el vestir: mujer japonesa vestida a lo
?cc1dental ante una máquina de coser Singer. Litografía
Japonesa del siglo XIX...................................................... . XXXVIII
2. Fon:nalidad. e indi~idualismo: Tom.ika Te Mutu, jefe de
la tribu nga1terang1, de la bahía de Plenty, Nueva Zelan-
da. Cuadro de Gottfried Lindauer, c. 1880. Biblioteca
Nacional de Australia Canberra/BAT XL
13.3 La tormenta acecha: una avioneta en el río Nilo, 1914.
3. Personificación de lo~ valores: ameri~di~.. ;~~·¿d~ ..~..Í~
occidental. Fotografiada por los Royal Engineers en el
paralelo 49, c. 1870. Colección privada/ The Stapleton
Collection / BAT. XLII
' ,••···························································
.imperial, aparecieron algunas organizaciones dedicadas a la protecci611
de los animales y del medio ambiente, aunque por regla general sólo
I. LOS ANTIGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALI-
lograron algo las agencias oficiales que disponían de dinero. ZACIÓN ARCAICA»
La tragedia fue que los vínculos internacionales que podrían halw1
evitado la competencia destructiva y, en última instancia, la guerra, 1111 1.1 Cons~rvar l~s diferencias: el emperador chino Qian-
fueron lo bastante fuertes para resistir la coyuntura catastrófica de ago~ long inspecctona a sus tropas, por G.iuseppe Castiglio-
to de 1914. En cuanto los grandes cañones comenzaron a disparar d11 ne. Museo del Palacio, Beijing................................ ...... . 14
rante ese mes la gente de muchos países empezó a experimentar pal 1"11 1.2 Un imperio multiétnico: el emperador Sha Jahan reci-
nes similares de escasez de alimentos, reclutamiento, enfermedadeN v be al general persa Ali Mardan Kan, 1638. Miniatura
muerte. De la matanza se derivarían nuevas y feroces ideologías q111 mogol. Ousley Add. MS 173, folio 13. The ArtArchive
proclamarían con más energía la uniformidad de clase, raza o nat'Íoll / Bodleian Library, Oxford ........................................... . 15
Este libro ha examinado varios temas claves, sobre todo el papel dt• l,1 1. l Sacro, romano, emperador y empelucado: el empera-
violencia organizada en la creación·de vínculos globales e internacirn111 dor del Sacro Imperio Romano Carlos VI estatua de
les, la naturaleza multicéntríca del origen de las tendencias en la hlt.111 Matthias Bernhard Braun, sita en el castill~ de Loxen-
ria mundial y la manera en que las crisis y las respuestas a esas crisiN"' bcrg, Niederoterreich, Austria. Bundesdenkmalamt
interconectan a nivel mundial. La Primera Guerra Mundial y su kg11d11 ~icna. Foto de E. Beranek...................................... ...... '. 17
mostrarían estos temas en la práctica de un modo mucho más dn111ml1111 1 ( ,astas en el Viejo Mundo: matrimonio mixto. Un
vsJ_)ílfiol, :5u esposa india mexicana y su hijo. Cuadro de
Mtgucl Cabrera. Musco de América, Madrid/ BAT.... 29
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES fNDJCE DE fLUS'Jl{ACJONES

2. LOS TRÁNSITOS D E LOS ANTIGUOS REGÍME- 4.3 La autorid ad imperial resiste: arsenal de Nanking.
NES A LA MODERNIDAD Foto de John Thomson, c. 1868. © Royal Geographi-
2.1 La China industriosa: interior de una tienda de té. cal Society ...................................................................... . 157
Cuad ro chino del siglo XJX. The Art Archive / Musée 4.4 La autoridad imperial resiste: defensa británica de la
Thomas Dobréc, Nantes/ Dagli Orti ........................... Arrah H ouse, en Bihar, contra los cipayos amotinados.
2.2 Las primeras multinacionales: El viejo muelle de la Litografía de William Taylor. British Libray, Londres /
t1duana de Londres. Cuadro de Samuel Scott, c. 1756. BAT ................................................................................ . 160
The Art Archive/ Victoria y Albert Museum, Londres 4.5 El terrorista honrado: John Brown (1800-.18J9), aboli-
/ EilecnTweedy .............................................................. . cionista. Daguerrotipo de Augustus Washington,
2.3 Las esferas públicas: un comité de patriotas america- c. 1846-1847. National Portrait G allcry, Smithsonian
nos entrega u n ul timátum al consejero del rey. Copia Institution, Washington / Foto SCALA...................... .. 175
de la ilustración de H oward Pyle p ublicada en el I-Iar-
per's Magazine, 1908. Colección P rivada/ BAT .......... .
5. LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA NUEVA CIUDAD
5.1 La era de la industria: mujeres trabajando en una plan-
3. LAS REVOLUCIONES CONVERGENTES, 1780-1820 ta texrjJ de algodón de Lancashirc, 1897 ..................... . 185
5.2 Exportación de cultivos comerciales, Surabaya, Indias
3.1 La revolución transatlántica: ejecución del duque de
Orientales Holandesas, en la década de 1880. Royal
O rleans, 1793. Litografía contemporánea. Mary Evans
Commonwealth Society Collection, Cambridge Uni-
Picture Library .............................................................. .
versity Library Y30333/A9 ........................................... . 193
3.2 Napoleón en toda su gloria: Napoleón en el trono
5.3 Trabajadores indios y chinos charlan en una de las
imperial. Cuadro de J ean-Augustc-Dominique 1ngres,
recién construidas calles de viviendas-comercios de
c. 1806. Musée de l' A1mée, París/ Foto AKG Londres ...
Singapur, c. 1890. Royal Commonwealth Society
3.3 Un Napoleón iraní: Fatb Aü Sha, rey de Persia. Cuadro
Collection, Cambtidge Univcrsity Library Y03 llG/9 .... 199
de Mirza Baba, principios del siglo XIX. Colección priva-
5.4 La nueva arquitectura: d edificio Reliance, Chicago,
da/ BAT .............................................................................. ..
1895. Mary Eva ns Picture Library ............................... . 214
3 .4 Educados, p iad osos y laboriosos: segtúdores no megos
de H ans Nclson I Iauge durante una reunión para orar.
Ilustración de Adolf Tideman, 1852. Mary Evans Pictu- 6. LA NAOÓN, EL IMPERIO Y LA E1NlCIDAD,
re Llbrary .......................................................................... . r·, l 860-1900

(1. I El nacionalismo a la carga: estatua ecuestre de Víctor


4. ENTRE REVOLUCIONES MUNDIALES, c. 1815-1865 Manud II, riva degli Schiavoni, Venecia. BA'f ............. 231
<,.2 ¿Asimilació n, separatismo o exclusión? Debate entre
4.1 El comercio mundial en expansión: Buenos Aires. rabinos. Cuadro deJoscf Suss, c. 1900. Austria, Colec-
Grabado, 1840. Foto AKG Londres ........................... .. ción privada. Crcdit Phillips Auctioneers / BAT ......... 252
4.2 Entre la represión y la reforma: ¡La mast1cre de Peterloo.' (,. i La reina Victoria vista por un tallista nigeriano. Efigie
O una muestra de la libertad inglesa. 16 de tJl!,OSfo ele de miidern pulida de finales del siglo XIX, Yoruba,
1819. Aguafuerte de]. L. Marks. Museo Británico, Lon Nigcriu. Pitt Rivcrs Museum, Universidad de O xford
dres/ BAT ............................................................................. (1 10 1965) .................................................................. .. 259
fNDICE DE ILUSTRACIONF.S
fNDICE DE ILUSTRACIONF.S

6.4 La Cruz Roja en acción: enfermeras japonesas cuidan- 9.2 Palabra de Dios: escuela de la Sociedad Misionera de
do a heridos rusos en el hospital de la Cruz Roja japo- Londres, estrecho de Torres, sudoeste del Pacífico.
nesa en Chemulpo, durante la guerra ruso-japonesa. Fotografía de A. C. Haddon, 1888. Musetun of Archeo-
Grabado popular. The Art Archive .............................. . 272 logy and Anthropology, Cambridge University, N 22826 .. 385
9.3 Peregrinación de gracia: plancha impresa del mapa de
la ciudad santa de Benarés para uso de peregrinos, que
muestra los templos y el río Ganges, 1903. Centre of
7. MITOS YTECNOLOGíAS DEL ESTADO MODERNO
South Asían Studies, Universidad de Cambridge......... 396
7 .1 Los peldaños inferiores del Estado: el jefe de di~trito 9.4 Un maulví predicando al finalizar de la fiesta del
chino Wei hai Weí, c. 1909. Fotografía de A. H. F1sher. Ramadán, Argelia, 1905. Fotografía de C. J. P. Cave.
Royal Commonwealth Society Collectíon, Cambridge Museum of Archeology and Anthropology, Cambrid-
University Library, Fisher 14/4089 .............................. .. 294 ge University, P13735 .................................................... . 406
7.2 El «Estado colonial» al desnudo: el gobernador britá- 9.5 Escuela musulmana para chicos, Famagusta, Chipre,
nico de Nueva Guinea de viaje, 1876. Fotografía de J. 1909. Fotografía de A. II. Fisher. Royal Commonwe-
W. Lindt. Museum of Archeology and Anthropology, alth Society Collcction, Cambridge University Librnry,
Cambridge University P12840..................................... .. 300 Fisher 8/1137 ................................................................ . 418
7 J Los recursos del poder estatal: construcción de la 9.6 El «templo Mahometano» o Nagore Dargah de Singa-
presa de Asuán, Egipto, 1902-1906. ~oyal Co!nm~n- pur, c. 1880. Colección del autor................................. .. 421
wealth Socíety Collection, Cambridge Un 1vcrs1ty
Library Y304lB/28 ...................................................... .. 307
7 .4 Exilio interior: presos rusos camino ele Sibería. Diapo- 10. EL MUNDO DEL ARTE Y LA IMAGINACIÓN
sitiva con que se mostraban los horrores del despotis-
mo, finales del siglo XIX. Museum of Archeology and 10.1 Heroísmo revolucionario: La muerte de Joseph Bara,
323 una copia decimonónica de la visión de David. Cua-
Anthropology, Cambridge University LSl 7785 .......... ..
dro de Jean-Joseph Weerts, 1883. Musée d'Orsay,
París / Roger-Viollet, París / BAT .............................. . 439
10.2 El arte y el salvaje: La muerte ele Jane McCrea, cuadro
8. TEOIÚA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, EL
deJohn Vanderlyn, 1804. Ella Gallup Sumnery Mary
RACIONALISMO, EL SOCIALISMO Y LA CIEN-
Catlin Sumner Collection Fund, Wandsworth Athe-
CIA neum, Hartford, Connecticut. Foto AKG Londres ... 444
8.1 El liberalismo se globaliza: el reformista indio rajá 10.3 La comida, cuadro de Paul Gaugin, 1891. Musée
Ram Mohun Roy, c. 1832. Lámina, década de 1870, d'Orsay, París. foto de Erich Lessing / AKG Londres .. 447
Calcuta .......................................................................... .. L0.4 El carácter de la tierra: barqueros cruzando el río
8.2 El da1wínismo a discusión: Charles Darwin Y un Tamagawa, provincia de Musashi. Ilustración de Kat-
mono. Caricatura anónima publicada en el The London sushika Hokusai. The Network Museum / Foto
Sketchbook, 1872. Mary Evans Picturc Library .......... .. SCALA / Art Resource ............................................... . 448
10.5 Exportando la tradición clásica: clase de dibujo ele-
mental, escuela Mayo de arte, Lahore, India, 1909.
9. LOS IMPERIOS RELIGIOSOS Fotografía de A. H. Fisher. Royal Commonwealth
9.1 Lourdes: peregrinos en la gruta. Litografía anónima, Society Collcction, Cambridge University Library,
c. 1885. Mary Evans Picture Library ........................... .. Pishcr 8/847 ................................................................. 449

'>K I
fNDICE DE ILUSTRACIONES INDICE DE ILUSTMCIONES

10.6 Grupo malayo de gamelán, década de 1880. Royal 13. CONCLUSIÓN: LA GRAN ACELERACIÓN
Commonwealth Society Collection, Cambridge Uni- c. 1890-1914 '
versity Library, BAM 1/38 .......................................... . 459
13.1 Transmitiendo la modernidad: Guillermo Marconi
t ransmite un mensaje radiofónico trasatlántico 1902
11. LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS Foto AKG Londres ............................... ' · 538
SOCIALES 13.2 El panislamismo en acción: los lídere~.. i~d~·~;~;¡¡Í~
11.1 ¿Nuevo sistema de esclavitud? Mano de obra culí de manes Mehmet y Shaukat Alí embarcan para defen-
etnia tamil en una plantación de caucho de Malasia, der el califato otomano y los lugares santos, c. 1911.
principios del siglo XX. Centre of South Asían Stu- Nehru Memorial Museum and Library ...................... 543
dies, Cambridge University......................................... . 479 13 .3 La tormenta acecha: una avioneta en el río Nilo
11.2 Campesinos británicos supervivientes: arando con 1914. Museum of Archeology and Anthropolog/
camellos a orillas del río Nilo, c. 1902. Fotografía de Cambridge University, P 13443 .................................. '. 576
Donald MacLeish. Royal Commonwealth Society
Collection, Cambridge University Library, Y3041Cn .. 485
11.3 El último mandarín: un graduado del sistema de opo-
siciones chino hacia el momento de su abolición, Wei
Hai Wei, 1909. Fotografía de A. H. Fisher. Royal
Commonwealth Society Collection, Cambridge Uni-
versity Líbrary, Fisher 17/4125F ............................... .. 498
11.4 Apogeo del imperio: el emperador y la emperatriz en
el Fuerte Rojo de Delhi, 1911. Royal Commonwealth
Society Collection, Cambridge Uníversity Library, 1

QMZ0/170 ................................................................... 50(,


11.5 Antes del diluvio: el zar Nicolás II y la zarina Alejan-
dra, 191.3. Foto AKG Londres .................................. .. 50H 1

12. LA DESTRUCCIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS 11

Y LA DEPREDACIÓN ECOLÓGICA
12.1 Unos shilluks reparan su barca en el Nilo Blanco,
principios del siglo XX. Museum of Archeology and 1

Anthropology, Cambridge University, P6856 .............


12.2 Baile del antílope eland macho: bosquimanos del
Kalahari (de etnia san o ko), principios del siglo XX. 1
Museum of Archeology and Anthropology, Cambrid-
ge University, P 7289....................................................
12.3 Exterminio de la naturaleza: un funcionario colonial
con unos colmillos, 1905. Fotografía de Ernst I·Iad- 1

don. Museum of Archeology and Anthropology,


Cambridge University, N 59 l74 ................................. . ") 111
ÍNDICE DE MAPAS Y CUADROS NOTAS

MAPAS
INTROD UCCIÓN
1.1 El mundo bajo el Antiguo Régimen, c. 1750 ..................... .. 2
1
2.1 Europa a finaJes del siglo XVlll ............................................. 35 Arjun Appudauri, Modemily at Lnrge: Cultural Di111ensions o/ Globalizo/ion
(Minncapolis, 2000).
2.2 El Este asiático en el siglo xv111. ......................................... .. 36 2
74 Fernand Brnudel, Ci1Jilisntio11 matéridla, écrmomic, capilnlisme XV"-X VW' .iitlcll' (Purís,
3.1 Revolución e imperialismo, c. 1780-1830 .......................... .. 1979).
4.1 Los regímenes restaurado_s, c. _1830 .................................... .. 122 1
L inda Colley, The Brilo11s For11,i11g the Nntio11, 1707-1837 (Londres, 1992).
4.2 Rebelión e imperio en Asia onental, c. 1825-1870 ............. . 155 ◄ Cuherine l laU, Civ,1isit,g Suhjects: Metropolc n11d Coúmy i11 the {111glish /111agi11atio11
4.3 La India y la Rebelión d e los Cipayos, 1857-1859 ............ .. 159 1830-1867 (Camb ridge, 2002).
5
·
6 .1 N ac10nes nuev as, nuevos 1·mpcrios, e• 1860-1900 . ............... . 220 Gc.-offrey I Iosking, Russia, Pro¡,le, a11d Empire, 1552-1917 (Londres, 1997).
6.2 El Imperio Otomano a principios d el s1glo XIX ................. . 238 • Dominic C. B. Lieven, f!.mpire: The R11milr, fü11pire n11d its Rivals (Lond res, 2000).
7
9.1 El mundo islámico .............................................................. .. 40~ R. Bin Wong, China '/'rans/ormed: 1listorical Change anti the Umits o/ Europenn
Experience (lthaca, Nueva York, 1997).
9.2 Principales centros religiosos del siglo XLX ........................ .. 412
" Kennetb Pomeranz, The G1·afl/ DiverP,ence: Chh1ll, Europe and the Making o/ the
l3.1 El mundo indust rial, c. 1900-1930 ..................................... .. 5\4 Modem World Eco110111y (Princeton, New J ersey, 2000).
' W11ng Gung Wu, The Chinese Ovem'Ds: From Earthbo11nd Ch111a to the Quest /or
Au10110111y (Cambridge, Massnchuseus, 2000).
10
CUADROS Joanna Waley-Cohen, The Sexlants o/ Betjing: Gleba/ Cu"ents III Chmese History
(Nueva York, 1999).
11
Michael C. Meyer y William H. Bcczley (eds.), The Ox/ord llistory o/ Mexico
4.1 EJ origen regional de los inmigrantes llegados a Estados Uni- (Oxford, 2000), pp. 380•383.
dos, 1820-1930 ..................................................................... . 1 \(
1lcw Strachan, The First World Wa,; vol. l (Oxford, 2001).
5.1 Población mundial estimada, 1800-1900 ............................ . 1•>, " Eric J. H o bsbawm, The Age o/ Revolution; The Age o/ Capital,· The Age o/ Empire;
5.2 Población de algunos países importantes ........................... . l 'Jt Tht• Age o/ Extremes (Londres, 1988- 1998).
5.3 Población de algunas ciudades importantes ...................... .. 211h Pcrry Anderson, «Confronting Defeat», London Review of Books, 24, 20 ( 17 de oclu-
brc de 2002),
7.1 Servidores públicos .............................................................. . \I'
'!,U ' P.1111 una introducción al debate y más referencias vl-asc Patrick Joyce, «The rctum
13 .1 Número de universidades en diferentes partes del mundo ..
ol history: post-modemism and the politics of ncadernic history in Dritain», Post and
13.2 Incremento de la inmigración desde Europa a otras parles Pr1•1·,•11t, 158 (febrero de 1998), pp. 207-235.
del mundo, 1871-1911 ........................................................ .. FI rnlectivo de autores rn:ís reciente que hace hincapié en el pueblo y su resistencia
,., 1·l lndi1111 Subaltem Studics Collective, que ha influido en los historiadores latino-
nnll'ricanos. Para conocer los debates en tomo a su obra véase Vinayak Charurvedi
(,·d.), MappÍl1f1, Suh,,ltl'm S111dwr nnd th,• Poslmlo11iaf (Londres, 2000).
\ N Eihl'll\l;1eh, Moda11i1a1um, Pro/1•11 n11d Cha11P,e (Englcwood Cliffs, New Jersey,
1%(,).
NOTAS NOTAS

1s Eroest Gellnec, P/ough, Sword and Book: The Stmcture o/ Human f-Iistory (Lond res, 10
Ivor \'Xlilks, Asante úr the Ni11elee11th Cenlury: The Structure and IJvolution ofa Poli-
1988). ¡· tical Order (Cambridge, 1975).
1? Alan Macfarlane, The Riddle o/ the Modern World: 0/ Liberty, Wealth and Eq11a 1ty
11
.P. J. Bakewell, A Histol'y o/ Latín A111cricr1 (Londres, 1997), pp. 282-283.
12 Spence, Search Jor Modem China, pp. J 65-170.
(Basingstoke, 2000). .
1
:ro David Landes, The \'Vealth and Poverty o/ Nations (Londres, 1998) y Favo1mtes o/ ' Wiliam Doyle, «The Union in a European Context», Tra11sactions o/the Royal l fis-
Forttme: Technical Growtb and Economic Deve/opment since the Industrial Revolu- torical Socicty, 6 ser., 10 (2000), p. 168.
1
tio11 (Cmnbridge, 1.991). • Lieven, Bmpire, p. 204; Richard Pipes, Rrwia under the Otd R..egimc/ (Londres, 1974),
21 «Spirit capture: the oative Americans and the photographk image», lntematio11al p . 204,
Herald Tribune, 25-26 de agosto de 2001. " Lieven, Empire, ob. cit., p. 171.
21 R. C. Cobb, Death in Paris: The Records o/ the Basse-Géole de la Seine (Oxford,
16 Crossley, A Transluce11t Mirror, ob. cit.
17
1978). Kum, Sulta11's Servants; comunicación privada del profesor Kunt.
2J El papel del Estado en este proce,so lo estudió Norber~_EH_as (_tr. Edmu1~d J_ephcott) 18
D. I-I. A Kolff, Naukar, Ra,iput, and Sepoy: '.f'he Etlmohistory of the Militmy Labour
en The Civilizing Proccss: vol. 2: Smtc Formatton and Cwdtzatton (Oxfotd, .1994). Market in flindustan, 1450-1850 (Cambridge, 1986).
24 Emma 'litrlo, Clothing M.atters: Whal to wear in Colonial lndia (Londres, 1998). 19
Rawski, 'l'he Last Emperors, ob. cit.
25 Ismail Harni, citado por Bernard Lewis, The Emergence o/ Modern Turkey (Londres,
20
Leonard Blusse, Strange Company: Cbü,ese Settlers, Mestizo Women a11d the Dutch tii
1961), p. 231. . . VOC Batavia (Dordrecht, 1986).
26 Hasan Kayali, Arabs and Yormg 'forks: Ottomanism, Arabism and Isl.am1s111 111 the
21
Tirnothy Brook, The Confusions o/ Pleasure: Commercc and C,4/ture in Ming China
Ouoman Empire, 1908-1918 (Berkdey, 1997), p. 6.3. (Berkeley, 1969).
27 E.M. Collingham, imperial Bodies: The Physical Experience o/ the Rty; c.1800-1947 22
John Jliffc, Africans: The llistory o/a Continent (Londrc.os, 1995), pp. 62-127.
2
(Londres, 2001). ' A. G. Hopkins, An Eco110111ic History of West A/rica (Londres, 1973).
2t1 «Newspaper», en Encyclopaedia Brilamrica, n.• edición (Londres, 1911), vol. 19,
i, Donald Denoon y Philippa Mein-Smith, con Marivic Wyndham, A líistory o/ Aus-
pp. 19-20. h'alza, New Zealand and thc Paci/ic (Londres, 2000), pp. 9-33.
21
Hamíd Algar, l~eligion and State in lrrm , 1785-1906 (Berkeley, 1969).
2
~ John T. Alexander, Autocratic Politics i11 a Natio11al Crisis: The lmpcriai Russian
l. LOS ANl1GUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA» Govemment and Pugachev's Revolt, 1773-1775 (Bloomingtoo, Indiana, 1969).
n Jan de Vries, The Dutch Rural Economy in the Golden Age, 1500-1700 (New Baven
1 John Komlos, Stature, Living Standards and fü:onomic Developnient: Essays in 1978). '
2
Anthropometric flútory (Chicago, 1994). ~ He tratado de desarrollar más detalladmnente el con<.-epto de la globali:tación arcaica
2 Marshall G. S. Hodgson, The Ve1111ire o/ Islam: Comcience and 1-listory in a World en A. G. I-Iopkins (ed.), G/obalization i11 World History (Londres, 2002), pp. 47-73.
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J Joseph F letcher, «Turko-Mongolian tradition in the Ottoman Empire», en l. Sevcc11 Embassy of 1795 (Durham, Carolina del Norte, 1995).
1
ko y Frank E. Sysyn (eds.), Eucharisterion, vol. 1 (Cambridge, Massachusetts, 1978), " Denoon et 11!., A History o/A11stralir1, ob. cit., pp. 4.3-44.
J I Véase, por ejemplo, Firdausi, «Shah1111mah», pintado para el emperador Akbar c.
pp. 240-241. . . . . . .
• Pamela Crossley, A Translucen/ Mirror: History and Idenllty III Qmg Impe~ial Mu, 1595, Add. MSS 12208, ff. 2806, British L ibrary, Londres, en el que Iskander (Ale-
logy (Berkeley, 1999), compara el caso de China con Peter Burke, The Fabrtcat/011 ,,¡ jandro) se encuentra con los brahmanes en un marco pérsico que recuerda su ante-
Louis XTV (New J laven, 1992). rior encuentro con los sabios griegos.
11
W. Be ik, Absolutisin 1md Society in Seventeenth-Century france: State Power ancl 1'10 Por ejemplo, Moorcroft Papers, MSS Eur D 251, ff. .300-339, Odental and India
víncial Aristocracy in Ltmguedoc (Cambridge, 1988). . . , Office Collections, British Library, Londres.
11
6 I. M. Kunt, The Sultan's Servants: The Tram/ormation ofOt10111an Provmc1al Go1J1·111 Véase, por ejemplo, «Akhlaq-i-Jalali» (tr. W. F. Thompson), The Practical Philosopby
ment 1550-1650 (Nueva York, 198.3). o/ the Muhammadan People (Londres, J836), sobre todo la introducción.
7 Burt~ll Stein, A Hútory of lndía (Oxford, 1998); pero vé~se también Joh11 1 '" .J. G. A. Pocock, The Macchiavellian Moment: Florentine Política/ Thought and the
füchards, The Mughal Ernpire (Cambridge, 1995), e Irfan Habib, Thc Ap,r1111,111 11.tlantic Republica11 1i-adition (Princeton, 1975).
System o/ Mughal lndia, 1556-1707 (Bombay, 1.963); Sugatu Bose y Aycsl111 ,1111,11. " Es notorio que Napoleón dijo en Egipto que era mahometano y que devolvería a los
Moder11 South Asia: Culture, Political Economy (Dclhi, 1998). judíos al Templo; para Tone, consúltese TI1eobald Wolfe Tone (ed. R. Barry
& Jonathan Spence, The Search Jor Modern China (Nueva York, 1990), pp. 11 2, l•I I i O'Bricn), The Autobiography ofTheobald Wol/e Tone (Londres, 1893 ), vol. 2, p. 30.3.
157. "• Por supuc~to, <:5to no, significa que gran parte del comercio local e incluso interregio-
9 Evdyn S. Rawski, Thc Last Empcrot·s: A Social l li.1'lrJ1y o/ Qi1Jfl. /111¡,<•rial /1111/111111 •111 nnl de lu l •,urnsln 11rcu1c11 no Sl' generara a rafa del más prngmático intercambio de ali-
(Berkeley, 1998). 11\(:lltos lmsims y 01n:s n111ll rins primus, sino sólo que lus 1111nsuccio1ws n lurgn distnnci11
0
NOTAS
NOTAS

se víeron especialmente influidas por el intercambio de este tipo de productos caris- 19


Sevket Pamuk, The Ottoman Empire ancl European Capitttlism, 1820-1930 (Cambridge,
máticos. 1987).
7
J Appadauri, Modernity at Large, ob. cit. , . . . 20
Pomeranz, Great Divergence.
J8 G lyndwr Wílliams y P. J. Marshall, The Great Map of Mankmd: .Brittsh Perceptwns of 21
Mark E lvin, The Pattern o/the Chinese Past (Londres, 1973).
the World in the Age of Enlightenment (Londres, 1982). . , 22
J9 Nigel Leask, «Fea.neis Wilford and the colonial_construct10.11 of f-~mdu geography», 23
P K. O'Brien (ed.), The Industrial Revolution in Europe, 2 vols (Oxford, 1994).
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(Manchester, 2000), pp. 204-223; C. A. Bayly, <,Ünentaltsts, mformants and cnt1cs rn Coast», en Roy E . .Bridges (ed.), Imperia!ism, Decolonisation and A/nea: Studies Pre-
sented to John Hargreaves (Basingstoke, 2000), pp. 39-42.
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26
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27
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30
2. LOS AN'ITGUOS REGÍMENES Y LA «GLOBALIZACIÓN ARCAICA» Escribió un panfleto, «A la nation artésienne»; Doyle: <<Union in European context»,
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31
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NOTAS NOTAS

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11 John Rule, The Vital Century: England's Developinf!, faonomy, 1714-18 15 (l lnl'low
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' il)()
NOTAS
NOTAS

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39 Stuart Woolf, A History o/ Italy 1700-1860 (Londres, 1979), pp. 255-265.
1982). ,'
5
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8
43 Woolf, Napoleon's Integration o/Europe. Williarn L. Cleveland, A Hist01y of the Modern Middle East (Boulcler, Colorado,
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11
49
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50 Giuseppe Manini, Ricordi autobiogra/ici di Giuseppe Mav.ini con intmduzione e note 11
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13
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51 Citado en Orlando Figes, Natasha's Dance: A Cultural H.ístory of Runia (Londres, 14
P. Elphick y H. Giliomee, TheShapúig o/South A/rican Society 1600-1850 (Londres
2002), p. 72. 1983). ' '
15
'
2
Khaled Fahmy, All the Pasha's Mén: Mehmed Ali; bis Army and the Making o/ Denoon et al., History o/Austra!it1, pp. 127-128.
16
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o/ Muhammad Ali (Cambridge, 1984). of the Krio in nineteenth-centui-y West Africa», e n Bridges (ed.), Imperialism, Deco-
53 Cf C. A. Bayly, The Origins o/ Nationa!ity in South Asia: Patriotisrn and Ethi('(/1 lonisation, pp. 3 -24.
Govermnent in the Making of Modem India (Delhi, 1998), pp. 63-97. ::George R. Taylor, The Transportation Revolution, 1815-1860 (Londres, 1951).
54 Spence, Search /or Modern China, pp. 143-152; Mark W. McLeod, The Vietr1t11111•1<· Sheehan, German History, pp. 466-485.
19
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55
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20
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1994),p.14. PP· 73-100; Dudley Bains, Ernigmtion /rain Europe 1815-1930 (Basingstoke, 1991).
56 Ibid. 11
David North;up, en P~rter (ed.), The Ox/ord History o/ the British Empire, vol. 3,
57 Denoon et al., I-listory o/ Austmlia, pp. 100-101.
58
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59
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60 Robert Ilbert (ed.), Alexandrie entre deux mondes (Aix-en-Provence, 1988). 11
1
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'j')2
NOTAS N OTAS

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62
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4 1 I-Iosking, Russia, People and Empire. .•
.i Stanford J. Shaw, A History o/ the Ottoman Empire and Modern lurkey, v?l 2, 5. LA INDUSTIUl\LlZACíÓN Y LA NUEVA CIUDAD
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1
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2
cap. 4. . M11rtin Wiencr, English Cultui-,· and the Decline o/ the Imlustrial Spiril (Harmonds-
44 Spence, Search /or Modem China, pp. 145-148; James M. Polacheck, Tbe Í/1111•1 worth, 198 1.).
1
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4
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4<\ Christopher Charle, Social Hútory o/ France in the Ni11eteenth Ce11tury (Ox rnd, bridge, Massachusetts, 1990), p. 7.
1994), p. 169. ' Ibíd.
47 J. Strnut Anderson, w1oyers a11d the Making o/Engltih Law, 1832-1940 (Ox[ord, 1992).
6
Hay un resumen útil en P. K. O'Brien, «The reconstruction rehabilitation and
4~ Thomas R. Forstenzer, French Provincial Po/ice attd the Fallo/ the Second R,•¡,11/,/1, r:configurn_tion of rbe British industrial revolution as a co~junclUre in global
(Princeton, 1981), p. 226. h1story», Itmerario, 3/4 (2000), pp. 117-l34.
◄9 E Calderón de la Barca, Lt/e in Mexico (Berkeley, 1982), p. 462, citado por Bakl·w, 11 7
Rodcrick Floud y Deirdre McCloskey (eds.), The Ecottomic History o/ Britai11 since
en History o/ Latín Ameria1, p. 385; véanse también pp. 391-393. 1700, vol. 1 (Cambridge, 1994).
'º Spence, Search/orModemChina,pp.165-193;FranzMichaclyChangCbung li, //,, " Parthasarathi, Tra11sition to a Colonial Eco11omy.
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,2 Thant Myim-U, The Making o/Modern Burma (Cambrnlge, 1999). . Rt•wsla dr• l lrstoria Econ6mira (Madrid, 1998).
1
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ge, 1977), pp. 79-80. pp.5153.
NOTAS NOTAS

9
11 North, Economic Growth o/ the United States. Joho Breuílly, Nationalism and the State (Manchester, 1993 ).
10
12 Chandler, Scale and Scope. Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread o/
1> Shcehan, German I-listory, pp. 501-504. Nationalism (Londres, 1991).
11
14 lb.id., p. 740. Sperber, European Revolutions, p. 97.
12
15 Robert Tombs, France, 1814-1914 (Londres, 1996), p. 399. Véase el importan.te texto d e Robei:t Wiebe, «Imagi11ed communities: nationalist
16 Rostow, World Economy, pp. 52-53. experie_nces», Journal of the I-listorical Society, 1, 1 (primavera de 2000), pp. 3.3-63.
17 BakeweU, I-listory o/ Latin America, pp. 404-405. u Fran~ors F uret y Jacques Ozouf, Reading and Writing Literacy in France /rom Calvin
18 Roger Owen, The Middle East and the Wlorld Economy, 1800-1914 (Londres, 1981).
to fules Ferry (Cambridge, 1982).
19 Pomeranz, Great Divergence.
14
J. P. Pany, «The impact of Napoleon III on Bt:itish politics, 1851-1880», Transactions
2º Spence, Search /or Modern China, p. 218. o/the Royal Historical Society, 6 ser., II (2001), pp. 147-175.
21 Véase, por ejemplo, William T. Rowe, I-lankow: Con/lict and Cormmmity in a Chinese " Molnar, Concise flistory o/ Hrmgmy, pp. 206-212.
16 Lieven, Nicholas II, p. 12.
Cit;~ 1796-189.5 (Stanford, California, 1989). 17
Engin Deniz Akadi, The Long Peace: Ottoman Lebanon, 1861-1920 (Berkeley, 1993).
22 Rostow, Wlorld Economy, pp. 52-53. 18
Kayali, Arabs and Young 1i1rks.
2> Smith, Agrarian Origins o/Modern Japan. 11
Charles Tripp, A History o/ Iraq (Cambridge, 2000), pp. 27-29.
24 Totman, History of]apan, pp. 314-337.
25 Éstos eran grupos de manchúes supuestamente étnicos que en el siglo XIX estaban
2
º Fahmy, A!l the Pashri's Men.
21
formados básicamente por pensionistas militares. Se parecían algo a los jenízaros David Landes, Bankers and Pashas: Jnternational Finrmce and Economic Imperialism
Egy¡,t (Londres, 1958); Ilbert (ed.), Alexandrie.
tn
otomanos antes de su abolición. 22
26 B . R. Tomlinson, The Economy o/ Modern India, 1860-1970 (CarnbJ:idge, 1993). Juan R. I. Cole, Colonialism and Revolution in the Middle East: Social and Cultural
27 R S. Chandavarkur, The Origins o/Industrial Capitalism in India (Cambridge, 1996),
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23
An1ira K. Bennison, «Muslim universalism and Western globalisation», in Hopkins
2s C. A. Bayly, Rulers, Townsinen and Bazaars: North Jndian Society in the Age o/ British
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Expansion (Cambridge, 1989). 24
J. Ayo Langley, Ideotogies of Political Thought froin Colonial Times to the Present
21 Denoon et al., History o/Australia, p. 142; véase también p . 89.
(Londres, 1979).
3 º Sheehan, German History. 25
Robert W July, Thc Origins of Modern A/rican Thought: Its Development in Wcst
H Un estudio clásico de Inglaterra es el de Garcth Stedman J ones, Outcast Londo11
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(Oxford, 1971). 26
Bayly, Origins of Nationality in South Asia.
32 Eric Foner y Olivia Mahoney, Reconstruction: America's People and Politics a/ter th1• 27
Paul A. Cohen, History in Three Keys: The Boxers ris Event, Experience and Myth
Ci'vil War (Nueva York, 1995). (Nueva York, 1997).
3> Pipes, Russia under the Old Regime, pp. 360 y ss. 28
J. Y. Wong, The Making o/ a Heroic linaf!.e: Sun Yatsen in London 1896-1897
34 Chandavarkar, Origíns o/ Industrial Capitalism. (Londres, 1986).
3'Bakewell, History o/Latin America, p. 427. 29
Ernest Gellner, «Do nations have navels?», Nations and Nationalism, 10 (1996),
36Chandavarkar, Origíns o/ Jndustrial Capitalism, p . 427. pp. 366-370.
n Figes, Natasha's Dance. 10
Ma,~a Shatzmiller, Th~ Berbers and the islamic State (Princeton, 2000); Michael Brett
y Elizabeth Fentress, The Berbers (Londres, 1996).
1
' Harjot Singh Oberoi, The Construction o/ Religious Boundaries: Culture, Identity and
6. LA NACIÓN, EL IJvU)ERIO Y LA ETNICIDAD, C. 1860-1900 Diversity in the Sikh Tradition (Delhi, 1997).
12
Citado por Davies, God's Playground., p. 254.
11
1 Un resumen muy perspicaz de la literatura británica importante sobre el tc11111 •• Molnar, Concise I-listory of Hungary, p. 229.
encuentra en John Breuilly, «Historians and the nation», en Meter Burkc (1•.l l, :: Maur_¡ce ~gulho1~, The French Republlc 1879-1992 (Oxford, 1993), p. 68-70.
History and Historians in the Twentieth Century (Oxford, 2002), pp. 55-87. Un estudio concrso de estos temas es el de Andrew Porter, European lmperialism,
Citado por B. Jelavich, A History o/ the Batkans, vol. 2: Eighteenth and Ni111•/1•1111/, .1860-191_4_ (Londres, 1994); para u n estudio más extenso véase The Ox/ord History
Centuries (Cambridge, 1983), p. 197. ofthe Bntish Empire, vol. 3, sobre todo Colín Newbury, «Great B.ritain and the par-
3 Hastings, Construction o/Nationhood. Lition of Africa, 1870-1914», pp. 624-650.
4 Blanning, Culture o/Power. '" El mejor estudio general de la expansión no británica en África que también trata de
Su última síntesis es Anthony D. Smith, Nationalism and Modernis,n (Lond1·,·~, 1'''1/11 los británicos es H._L . Wesseling, Divide and Rule: The Partition o/A/rica, 1880-1914
6 Emest Gellner, Nations and Nationalisin (Oxford, 1983 ). (Wcstport, Connecticut, 1996). Esta obra enfoca las rival idades europeas y la guerra.
11
7 Lieven, Empire, p. 183. l~ogcr ~wcn y Bob Sutcliff~, Studies in the Theo1y o/Imperialism (Londres, 1972),
E. J. Hobsbawm, Nations ami Nt1tümali.,·111 since 1780 (( :,1111hrid1it.:, 1990), si¡¡uc s1cndn un11 colc cc1611 un portante.

'j') /
NOTAS NOTAS

J8 Los mejores textos generales son D. K. Fieldhouse: Economics a~d Empire (Londr_es, 7. MITOS Y lECNOLOGÍAS DEL ESTADO MODERNO
1984), y Norman Etherington, Theories of bnpenalism: Wm; Conquest and Capital
(Londres, l 984). 1
Michael Mann, The Sources ofSocial J>ower, vol. 2: The Rise o/Classes and Nation Sta-
)9 A destacar, Caín y Hopkíns, British Irnperialism, vol. l. tes, 1760-1914 (Cambridge, 1993).
,10 Por ejemplo Alexander Scholch, Egypt for the Egyptians (Ithaca, Nueva Yo1:k, 1981); 2 Drayton, Nature's Government.
Arthur Kep~el-Jones, Rhodes and Rhodesia: The White Conquest o.f Zimbabwe,
> Gregg Kvistad, The Rise and Demise o/ German Statism: Loyalty and Political Mem-
1884-1902 (Montreal, 1983). . bership (Oxford, 1999)
•1 A destacar Ronald Robinson y John Gallagher, con Alice Denny, A/nea a_nd_the 4
G. F Hegel (tr. T. M. Knox), Hegel's Phtlosophy ofRight (1821; Oxford, 1952), p . 161.
Victorians: The Oficial Mind o/ lmpenalism (Londres, 1.963); \VJ. Roger Louis, [he
' John Brewer, The Sinews o/ Power: War, Money and the English State, 1688-1783
Robinson and Gallagher Controversy (Nueva York, 1976). . (Londres, 1989).
42 Daniel Headrick, The Invisible Weapon: Telecomrnunícation.1· .and Internatwnal 6
E. P. T hompson, Whigs and Hu.nters: The Origin o/ the Black Acts (Londres, 1975);
PoliticJ; 1851-1945 (Nueva York, 1991); .ldem, The Tools o.f Emp1re: Technology and
European Tmperialism in the Ntiieteenth Century (Nueva York, 1981). V. A. C. Gattrell, The Hanging Tree: Execution and the English People, 1770-1868
(Oxford, 1994).
4
J Wesseling, Divide rmd Rule. . 7
Oliver MacDonugh, Patterns o/ Govermnent G,-owth 1800-1860: The Passenger Acts
44 Ronald Hyam, Britain's Imperial Century, 1815-1914: A Study o/ Emptre and
ancl their En.forcetnent (Aldershor, 1993).
Expansion, 3" ed. (Basingstoke, 2002). . . ., . 8
4; A. S. Kaanya-Forstner, The Conquest of the Western Sudan: A Study in Ptench Jose Harris, Private Uves, Public Spirit (Oxford, 1993); también Mm·tin Daunton,
Milita")' Imperialisrn (Cambridge, 1969). Tmsting Leviathan: The Politics o/Taxation in Britain, 1799-.1814 (Cambridge, 2001).
9
4 Bernard S. Cohn, Colonialism and its Forms o/Knowledge: The Br-itish in [ndia (Prin-
1, Hopkins, Economic History of'West A/rica. . . . ceton, 1996).
<11 Cít~do por w. G. Beaslcy en <(Japan and the West in the m1d-nmeteenth century», 10
separata, Pmceedings ofthe British Academy (Londres 1969), p. 83. . . James C. Scott, Seeing Like 11 State: How Certain Schemes to Improve the Human
Condition have Failed (New Haven, 1998).
4S C. Coquery-Vidrovitch, Le Congo au tempI des grands compames conce.monazres 11
(Parfs, 1972). Stephen Skowronek, Building a New American State: The Expansion of Nationnl
4~ Cole Colonialism and Revolution. . Administrrtt-ive Capacities, 1877-1920 (Cambridge, 1982), pp. 214-215.
12
,o Véas~, por ejemplo, Helen Ward, «Worth its weight in gold: :vomen and value m P. .Harling y P. Mandler, «From fiscal-militaty state to laissez-faire state, 1760-1850»,
northwest lndia», tesis doctoral inédita, Universidad de Cambridge, .1.999. Journal o/British Studies, 32, J (1993), pp. 1-34.
C. M. Clark, Káiser Wilhelm II.
'1
I)
C. M. Clark, Káiser Wilhelm II (Londres, 2000). . . 14
,2 Collingham, Jm¡,erial Bodies; Charu Gupta, Sexuality, Ob~cemty, Commumty: Brogan, Penguin History of the USA, p. 209.
15
Women, Muslims and the Hindu Public in Colomal Incita (Delh1, 2001). J ean Co1naroff, Body o/Power, Spirit ofResistance: The Culture and I-listory ofn South
5) Por ejemplo, «111e Magistrate of Trichinopoly asks the Madr_as government ~~b111 African People (Chicago, 1985).
16
action should be taken in the case of a Greek namcd Jacob Lucas and_ ~ Persia11, Cleveland, F-listo")• of the Moclern Middle East, pp. 108-109; Nikki R. Keddie, R.oots
I-Jime Ebba Usuf, arrested for travelling withour_ a pass~ort>>: Colecc1on Board, of Revolution: An Interpretative History of Modern Imn (New Haven, 1981).
17
vol. 1685/64431, Oriental and India Office Collccuon, Brmsh L1b:ary, Londres. . Osear Salemink, The Ethnology o/ Vietnam's Central Highlanders: A Hist-orical
,, El proceso paralelo de utilizar las hu':l.las dact_ilar~s par_a _la v_1gilancia '.~rer~a lo ab~1 Contextualisation, 1850-1930 (Londres, 2002).
18 Hopkins, «Asante and the Victorians».
da Radhika Singha en «Se ttle, mobilize, venfy: 1dent1Ücat1on pract1ces m colon111I 19
India» Studies in History (Delhi), 16, 2, n. s. (2000), pp. 151-198. . . Miles Taylor, The Decline of British Radicalism, 1847-1865 (Oxford, 1995). 1
10
55 Stanle; Fisher, Ottoman Land Law (Oxford, 1919); he de dar las gracrns a la pmlt· Hosking, Rusia, People and Empire.
21
sora Leila Fawaz por esta referencia. . .. Véase, por ejemplo, C. Soleillet, L'Avenir de la France en A/rique (París, 1876).
12
Davis (ed.), Ita/y, pp. 54-61. \
l6 Basado en Caroline Moorhead, Dunant's Dream: War, Switzerland and the H1Ito,·,1 " '
2
the Red Cross (Londres, 1998). , l Can, Spain, pp. 98-99, 370 y 477. 1
2
11 Mushirul Basan, A Nationalist Conscience, M. A. Ansari, the Congress ami th1· l,11¡ ' Joanna Innes, «The domestic face of the military fiscal state in eighteenth century
(Nueva Delhi, 1987), caps. 6-8. . . . Britain», en Lawrence Stone (ed.), The Imperial State al War: Bntain Jrom 1689-1815
11
,s The Lije o/ Swami Vivekananda by his Easterri_ an_d West_e;n Disctples, 2 vofo (( ,11 l111 (Londres, 1990), pp. 96-127.
1
ta, 1981); Vivekananda, Chicago Addresses, )6 [e11npres1on (Cakuta, 197 ~). ' Daunron, Trusting Leviathan.
16
l9 Romain Rolland, Ramakrishna the Man gocl and the Umi1ersal Cospel of Vw,·l.111111111d,1 J¡¡ne Samson, Imperial Benevolence: Making British Authority in the Paci/ic Islands 11
(Calcuta, 1960), p. 103. (Honolulu, 1998), pp. 48 y 65.
17
Grcwal, Sikhs of the Punjab.
1
Myint-U, Mnkit1f!. of Modcm B11mu1.
'
1~
1
NOTAS NOTAS

62
29 David K. \\lyatt, Thadand: A Short Histoty (New I·foven, 1984); idem, The Politics o/ Anne Godlewska, «Napoleon's geographers (1797-1815): imperialists and soldiers of
Reform in ThaiLand: Education in the Reign of ChuLalongkorn (New Haven, 1969}. modernity», en Anne Godlewska y Neil Smith, Geogmphy and Empire (Oxford,
J o M. Rankin, Elite Activism and PoLitical Tram/ormation in China (Cambrigde, 1994), pp. 3 1-53.
63
Massachusetts, 1993). Edney, Mapping an Empire.
64
Ji Cleveland, History o/ the Modern Middle East, pp. 110-112. Douglas R. Reynolds, China 1898-1912 (Cambridge, Massachusetts, 1993), p. 113.
32 El estudio clásico sigue siendo el de Roderick H. Davison, Re/orm in the Ottoman ''' Skowronek, Buífding a New A merican State, p. 49.
66
Empire 1856-1876 (Princeton, 1963). M. Mazower, The Balkans (Londres, 2000), p. 37.
67
n Shaw, History o/the Ottoman Empire, pp. 30-60. Porter (ed.), The Oxford HiJtory o/the British Empire, vol. 3, pp, 610-616.
68
34 Cleveland, History of the Modern Midd!e East, pp. 71-75; al-Sayyid Marsot, Egypt in Hans Van de Ven, Military and Financia! Reform in the Late Qing and Early Republic
the Reign o/ Muhammad Ali. (Tai peí, 1999).
35
Iliffe, Africam~ p. 166.
36 Charles-Robert Ageron, Modem Algerir1 /rom 1830 to the Premit (Londres, 1991);

Jamil Abun-Nasr, A Hist01y of the Mahgrib (Cambddge, 1971). 8. TEOIÚA Y PRÁCTICA DEL LIBERALISMO, EL RACIONALISMO,
Jl Kayali, Arabs and Young Ti,rks, pp. 21-22. EL SOCIALISMO Y LA CIENCIA
38 Citado en David Robinson, The I-lo!y Wíir o/ Umar Tal: The Western Sudan in the

Mid-Nineteeth Cent11ry (Oxford, 1985), pp. 114-115. ' C. B. Macpherson, The Politt'cal T/,eo1J• of Possemve Individualism: Hobbes to Locke
>9 Shaw, History o/the Ottoman Emptie, p. 439; Davison, Re/orm in the Ottoman Empíre. (Oxford, 1962).
• 0 Radhika Sigha, A Despotism of Law: Crime and Justice in Early Col.oniat India (Delhi, 2
Emma Rothschild, Eronomic Sentiments: Adam Smith, Condorcet and the Enlightemnent
2000). (Cambridge, Massachusetts, 2001).
41 Tocman, History offapan, p. 296. J Bernard Bailyn, 1he Ideological Origins of the American Revolution (Cambridge,
42
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43 Lyons, Napoleon Bonaparte, pp. 94-103. 4
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4• M. Foucault (tr. Alan Sheridan), Discipline and Punish (Hannondsworth, 1979). 5
Simon Schama, Patriots and Liberators: Revolution in the Nether!ands 1780-1813
45 C. M. Clark, Kaiser Withelm ll.
(Londres, 1992).
46 Erogan, Penguin I-I.isto1y o/ the USA, pp. 399-402. 6
Brading, The Pirst America.
47 Spence, Sean-h /or Modern China, p. 158. 7
Ibid., pp. 582-602.
48 Davies, God's Playground. 8
Fran~ois Furet, Penser la Revolution /ranfú,e (París, 1978).
49 Micbael Howard, en G. N. Clark et al. (eds), New Cambridge Modern History, 9
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vol. 11: Material Progress and Worlwide Probtems, 1870-.1898 (Cambridge, 1963 ), p. 205. 'º J. D. Y. Pee!, Religious Encormter and the Making o/ the Yoruba (Bloomington,
50 Stanley \\lright, Hart and the Chinese Custoins (Belfost, 1950).
Indiana, 2000).
51 W G. Beasley, The Meiji Restomtion (Stanford, California, 1972); 'fotman, H.istory o/ 11
Tocman, History o/Japan, pp. 264-265; e/ loshinobu Yashinaga, Ando Shoeki: Social
Japan. and Ecological Philo.ropher in Eighteenth-Century Japan (Nueva York, 1992).
52 Ramon H. Myers, Peter Cuus y Mark R. Peattie, The Japanese Informal Empire in 12
Cf Nasiruddin Tusi (tr. G. M. Wickens), The Nasirean Ethics (Londres, 1969); W F.
China 1895-1937 (Princeton, 1989). Thornpson (ed.), The Practica/ Phi!osophy o/ the Muhatmnadan People (Londres,
5J Black, European Wí1rfare.
1839), una traducción del «Akhlaq-i-Jalali».
3
54 Sheehan, German Histo1y. ' C/ Nancy K. Florida, Writing the Past, Inscribing the Future: History as Prophecy in
' 5 Véase, por ejemplo, Richard J. Evans, Death in Hamburg: Society and Politics in thi' Colonial Java (Durham, Carolina del Norte, 1995).
11
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15
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n Lotbar Jall (tr. J. A. Unde1wood), Bismarck: The White Revolutionary, vol. 2: befote its Triumph (Princeton, 1972). ·
11
1871-1898 (Londres, 1986), pp. 127-129. ' Rothschild, Economic Sentimen/s.
58 Speck, Concise History o/Britain, pp. 135-139. 17
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59 Denoon et al., History of Australia, pp. 232-238. La Scienza Nuova (La Haya, 1972).
18
6<J Cleveland, Hist01y of the Modern Middle East, pp. 126-128; 'fotman, 1/útory 11/ Roy Poner, Enlightenment: Britain and the Making o/ the Modern World (Londres,
Japan, pp. 298-302. 2000). .
61 'lbongchai Winichakul, Siam Mapped: A fiist01y of the Geo-hody of a Nation ( 1 1011 11 11
130yd Milton, ?'he Age o/ Atonement: The Influence o/ Evangelicalism on Social and
lulú, 1994); para Vietnam, véanse los ejemplos c,; n el Musco Nucion:11 dc l '111mL &onomic 'f'hori{l.hl, 1785-1885 (Oxford, 1988).

(¡()() (,() 1
NOTAS NOTAS

20
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21 56
Dipesh Chakrabarty, Provincialising Europe (Princeron, 1999). Gareth Stedman, Jones, Introducción a Karl Marx y Friedrich Engels, The Coinmu-
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(i()j
NOTAS NOTAS

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11
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13 Las diferencias han siclo evaluadas por el antropólogo Harvey White house,
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Para un estudio general del budismo del sur de Asia, véase Stanley J. Tambiah, World Mission in the Northern lsland (1985; re pr. Shannon, 1970), p. 262. H e ele agradecer
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25
Heleo J-fardacre, Shinto and the State, 1868-1988 (Princeton, 1989). Appreciation of Gothic Architecture (Londres, 1969).
26 Kwong, Mosaico/ the Hundred Days, pp. 105-108. 60
21
Mazowe1; Balkam; p. 76.
Shaw, Ottoman Empire, vol. 2, pp. 1.9-22. 61
Davies, God's Playground, p. 9.
28 Rizvi, Shah Abd al-Aziz.
62
29
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31
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n F C. R. Robinson, Islam and Muslim History in South Asia (N ueva Delhi, 2001).
1
n Spence, Search /or Modern China, pp. 59-62. No soy especialista en la historia del arte, pero el arte es una fuente básica de infor-
34 mación histórica ignorada por los historiadores sociales y políticos, sobre todo res-
James Legge, Ihe Chínese Classics, vol. (Taipei, 1994), pp. 1-111 .
Jl Osborne, French Presence in Cochin China. pecto al siglo XIX. Me han sido de gran utilidad los importantes tomos sintéticos de
36
KwongJones, Mosaic of the I·lundred Days. Stephen F. Eisenman con Thomas Crow, Brian Lukacher, Linda Nochlin y Frances
J7 Ke nneth Jones, A1ya Dharm: Hindu Conscious-ness in Nineteenth-Century Punjnh K. Pohl, Nineteenth Century Arl: A Critica! History (Londres, 1998). También he
(Berkeley, 1976). aprendido mucho de mis visitas a galerías y museos del mundo, y me alegra saber que
38 haya tanto material visual disponible en Internet.
Véase David Kertzer, «Religion and society, 1789-1892», e n Davis (ed.), Ttnly,
2
pp. 181-205, Mazzini, Ricordi autobiogra/icz; p. 10.
39 3
Speck, Concise History o/ Britain, pp. 60-61. Alessandro Manzoni, I promessi sposi (1827; reeditado en Florencia, 1962). La nove-
•° Carr, Spain, pp. 465-467. la describe la vida del campesino bajo un dominio extranjero anterior, el de los espa-
41 Euge ne Ge novese, Roll ]ordan Roll: The World th<: Sfaves Mr1de (Nm:vll Ycll'k, '1974). ñoles.
NOTAS NOTAS

4 37
Jacob Burckbardt (tr. S. G. C. !vUddlemore), The Civilisation o/ the Renaissance in Elizabeth Cowlíng, lnterpreting Matisse, Picasso (Londres, 2000), exposición en la
Italy: An Essay (Londres, 1920). Tate Gallery de Londres, 2000.
1 At1anda K. Coomaraswnmy, Essays in Nacional Idealism (Colombo, 1910). 38
Matthi Forrer, I-Iokusai: Prints and Drawings (Múnich, 1991), Galería Nacional de
6 Galería china, Victoria and Albert Museum, Londres. Japón, Tokio.
7 Véase el palacio Malik, Calcuta. 39
Galería Japón, Victoria and Albert Museum, Londres.
8
Claude Markovits, The Global World o/ Indian Merchants 1750-1947: I'raders of 'º James A. Flash, «Liu Mingjie: a modern peasant? A nianhua printer's view of
Sindh /rom Bulhara to Panama (Cambridge, 2000). imperialism», en Robert Bickers (ed.), The Boxer Rebellion (en prensa).
9 41
Galería africana, British Museum, Londres. Galerías de los siglos XIX y XX, Museo Nacional de Vietnam, Hanoi.
10 42
Galería «Risorgimento», Museo Couea, Venecia, y Museo del LoL1vre, París. Sarabhai Museum, Amnedabad.
11 43
Sobre todo en el Gardner Museum, Boston, Massachusetts. Banmali Tandan, The Architecture o/ Lucknow and its Dependencies, 1722-1856,
12
Exposición «Shinto», galería Asahi Shimbun, Museo Británico, Londres, 2001. 2 vols. (Delhi, 2000).
ll Galería africana, British Museum, Londres. 44
Eisenman et al., Nineteenth Century Art, p . 239. Véase también la exposición sobre
14
Andrew Wilton y Robert Upstone (eds.), The Age o/ Rosctti, Bume-Jones and Watts: 185.1 en el Musée Carnavalet, París.
Symbolism in Britain, .1860-1910 (Londn:s, 1997). 4
J Timothy Mitchell, Colonising Egypt (Londres, 1985).
11
Francesca Orsini, The Hindi Public Sphere, 1920-1.940: Language and Literature in 46
Roben Grant living, Indian Summer: Lutyens, Baker and Imperial Delhi (New
the Age o/Notionalis,n (Delhi, 2002), cap. l. Haven, 1981).
16
Brian Allcn, en Bayly (ed.), The Raj, pp. 119-120. ;
17
J. D. Smith, The Epic ofPabuji:• An Essay in Transcription andTranslation (Cambridge,
17 A destacar la Villa Nazionalc, Brenta.
1991).
18
Regís Michel et al., Aux armes et aux arts: les arts de la révolution, 1789-1799 (París, 43
D . J. Singh, «1-Iistorical significance of Jhaggra Jatti te Katrani da»,.en F Singh y
1989). La mejor colección se encuentra en el Louvre de París. A. C. Arora (eds.), Maharoj Ran;it Singh: Politicl; Society and Economics (Patiala, J. 984),
19 Eisenmann et al., Nineteenth Century Art, p. 39; el cuadro se encuentrn en e.l Palacio
pp. 289-291.
de Versalles. 49
M. Saidiq, Histo1y of Urdu Literature (Londres, 1964).
20 Los Inválidos, París, Eísenman et al., Nineteenth-Century Art, p. 47.
21
5
° Figes, Natosha's Dance.
Brading, First America. 51
Galería de la Europa del siglo XIX, Victoria and Albert Museum, Londres.
22
S. J. Falk, Qajar Paintings: Persian Oíl Paintings o/ the Eighteenth and Nineteenth 52
Exposición y catálogo de 1900, Royal Academy, Londres, 2000.
Centuries (Londres, 1972).
iJ Eisenman et al., Nineteenth-Centu1y Art, pp. 73-75.
24
Las mejores colecciones se encuentran en el Victoria Memorial de Calcuta; la galería
Nehru del Victoria and Albert Museum, Londres; el India Office Reading Room, 11. LA RECONSTITUCIÓN DE LAS JERARQUÍAS SOCIALES
British Library, Londres; véase también Allen en Bayly (ed.), I'he Raj, pp. 26-.37. 1
2l La mejor colección se encuentra en el lnstitut du Monde Arabe, París. Amo Mayer, The Persistence of the Old Regime: Europe to the Great War (Londres,
26
Mildred Archer, Early Views of India: The Picturesque Joumeys o/ Thomas and 1981).
1
'Wit!iam Daniel!, .1786-1794 (Londres, 1980). Pero también porque las críticas de los expertos pusieron en d uda su «argumento total».
27
Edward Said, Orientalism (Londres, 1970); véase también John M. MacKenzíc, Véase Dominic C. B. Lieven, The Aristocracy in Europe, 1815-1914 (Londres, 1992).
Orientalism, Art, Literature and Society (Londres, 1980). J Denis Mack Smitl1, ltaly and its Monarchy (New 1-Iaven, 1989), pp. 123-125.
4
2ª Pohl, en Eisenman et al., Nineteeth-Century Art, p. 146. Lieven, Nicholas JI, pp. 161-203.
29 Por ejemplo, John Vanderlyn, The Death of,Tane McCrea, ibid., p . 147. ' Peter Burroughs, «Institutions ofEmpire>>, in Porter (ed.), I'he Oxford History of the
JO Sir Joseph Noel Paton, In Memon'am, colección privada, reproducida por Bayly (c<l.) British Empire, vol. 3, pp. 173-175.
6
en 'the Raj, p. 325. Franklin W. Knight, Slave Society in Cuba during the Nineteenth Century (Madison,
Jt Museo del Prado, Madrid. Wisconsin, 1975).
J¡ Véanse los ejemplos en la galería -poco visitada- de la Europa del siglo XJX, Van de Ven, Military and Financia! Re/orm.
8
Victoria and Albert Museum, Londres. Spence, Search /or Modern China, pp. 249-256.
9
J) Exposición «Qayarí», galería de Brunei, Sd10ol of Oriental and African Studk-N, Akarli, Long Peace; Kayali; Arabs ond Young Turks.
10
Londres, 2000. 'fotman, History o/Jopan, pp. 332-338.
34
Tapati Guha-Thakurra, The Making o/ a New «Indian» Art: Artistl; Aesthe1.ic.1· 1111,I 1J R. O'Hanlon, en J. M. Brown (ed.), The Ox/ord History o/the British Empire, vol. 4:
Nationalism in Bengal c. 1850-.1920 (Cambridge, 1992); Partha Mitter, Art and Natirm11li1111 I'he Twentieth Century (Oxford, 1999), pp. 379-398.
12
in Colonuil lndi'a, .1850-1922 (Cambridge, 1994). Amanda Vickery, The Gentleman's Daughter: Womcn's Lives in Georgian England
n Eisenman et al., Nineteenth-Century Art, p. 244. (Londres, 1998), p. 289.
36 Los mejores ejemplos se encuentran en el Mus(:c <lu Jcu ele P11u111c, Parí~. l) Spcck, C:oncise llisto,y o/ l3ri1t1in, pp. 11.9-120.
NOTAS NOTAS

14 50
I-limani Bannerji, «Age of consent and hegemonic social reform», in Ciare Midgely Susan Bayly, Caste, Societ-y and Politics in India from the Eigbteenth Century to the
(ed.), Gender and lmperialism (Manchcster, 1998), p. 27. Modern Age (Cambridge, 1999).
15 'fotman, History of fapan, p. 299. 51
D . A. Washbrook, «Economic depression and making of "traditional" society in
16
William J. Koening, The Burmese Polity, 1752-1819: Politics, Administration and colonial India, 1820-1855», Transactions o/ the Royal H.istorical Society, 6, 3 (1993),
Organization in the Early Kon-baung Period (Ann Arbor, 1990). pp. 237-263.
17 52
Bakewell, I-listo1')• o/ Latin America, pp. 414-415. A. S. Mílward y S. B. Saul, Development o/the Economies o/Central Eu1'0pe, 1850-1914
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19
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55
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56
20
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57
21
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22 David Watts, The West Indies (Cambridge, 1987). (Filadelfia, 1987); A. Seddon, Moroccan Peasants: A Century o/Change in the Eastem
2
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24
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Cross: The Economics ofAmerican Negro Slavery (Londres, 1989). Diaato,·ship and Democracy: Lord and Peasant in the Making o/ the Modem World
25
Cha des B. Dew, Bond o/!ron: Master and Slave at Buffnlo Forge (Londres, 1994). (Lond1:es, 1984).
59
26
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27
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28 Kayali, Arabs and Yo1mg Turki~ pp. 155-156.
6
° Citado en Peter Perdue, Exhausting the Earth: State ancl Peasant in Hunan,
29
S. Holsoe, «'l'he Vai», en Miei:s y Kopytoff {eds.), Slavery in A/rica, p. 299. 1500-1850 (Cambridge, Massachusetts, 1987), p. 231.
61
;o Indrani Chatterjee, Gender, Slavery and Law in Colonial India (Delhi, 1999). S. Tretiakov, A Chinese Testament: 'The Autobiography o/ 'Tan Shih-Hua 11s Told to
31 Tinker, New System o/Slavery. S. 'fretiakov (Nueva York, 1934), p. 5.
62
32
No obstante, véase D. Northiup, IndenturedLabou,· in the Ageo/Imperialism, 1834-1922 Esta tendencia la originó Philip A. Kuhn, Rebellion and its Enemies in Late Imperial
(Londres, 1995).
China, !798-1864 (Cambridge, Massachusetts, 1970).
6
3 J Tot:man, History• of Japan: Beasley, Meiji Restomtíon; K. B. Pyle en Jansen (ed.),
' Walvin, Block Ivory,, p. 281.
3'1 Gilberto Freyre, The Masters and the Slaves: A Study in the Development of Brazilian Cambridge I-lútory o/Jopan, vol. 5, cap. 11 .
64
Ricklefs, I-listmy o/Modern Indonesia, pp. 120-125.
Civilisation (Nueva York, 1963). 65
Hopkins, Economic I-listory of'West A/rica, pp. 142-144.
¡5 Walvi.n, 13/ack Ivory, pp. 272-278. 66
36 VéaseJoseph C. MiUer, Way o/Denth: Merchant Capítalism ancl Angola.n Slave Tt·ade, Lauren Ben ton, Law and Colonial Cultures: Legal Regimes in 'World J-listory, 1400-1900
(Cambridge, 2002).
1730-1830 (Londres, 1988). 67
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258,260,274,282,284-286, 533,538,567,574,581,605
289,291, 316-317, 319,322, historia del, 428,429,459,605
345,351,355, 360,366,401- Arts & Crafts, Movimiento, 216, 436,
402,416,420, 465,501,504- 449
505, 536, 538-539, 541-542,
551, 558,568,570,572 ballenas, caza ele, 518, 531
algodón, XLV, 87, 130-133, 138, 141, «Bengala Joven», 166, 381
171 - 172, 174, 184-185, 190, bienestat, 73,283,312,519

6,7
INDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALlTJCO

Birmania, LVIV, 20, 44,57, 81,157, 245, Caín, Peter, 182,536,598, 609, 610 clubes y asociaciones, 60,215,345 consumismo, XXDC, 213,421
247,256,295, 315,386,389, Canadá, 52, 86-87 , 93, 95, 106, 113, Cobb, Richard, 99,586 convención otomana, 1.92
396, 422, 433-434, 458, 480, 134, 146, 149-150, 168, 227- Cohn, Bernard, 284, 599 Cook, James, 27, 106-107, 136, 196,
517,527 228, 253 -254, 273, 288, 338, Colley, Linda, XIX, 143,229,585 515
Blanning, T. C. W., 53,589,591,594, 343 , 365-366, 438,457,469, colonialismo,XXXU, 114,243,346,511, Coomaraswamy, Ananda Kentish, 430,
596 480,492,494,512-513,518, 533,562 449,606
Blanqui, Auguste, 359, 602 522-523, 525-526,540,550,569 occidental, 154, 158, 263, coptos,246-247,250,354,400,404
Blériot, Louis, 539 Cannadine, David, 501,609 colonos, asentamientos de, 114, 346, Corán, 388, 418-419, 422,427,430,
Blyden, Edward W., 240 Canova, Antonio, 440 513,519 568
Boeke, Hennann, 608 catbón, 21, 45, 188-190, 193,204,209, Comaroff,Jean, 287,599 Corea, 68,110,243,260,371,431,448,
Bolívar, Simón, 77, 127,146,440 366,500, 541, 553-554 comercio
544
Bopp, Franz, 364 Cardec, Alain, de productos exóticos, 263, Crispí, Francesco, 260
Bosnia, 424 Caribe, 19, 21, 32, 38, 44, 48-49, 64, 264,273,516,530 cristianismo, XXVIII, XXXHI-XX.,'CIV,
bosques, 19-20, 32-33, 113,164,247, 77,86,92, 103,127,131,135, matítimo, XXXVI, 18
XXXVIJI, XLVII, 52, 73, 78, 103,
284,399, 408,425, 510-512, 137,168,177,271,341,352, (véase también cultivos comer-
114, 158, 161-162, 330,357,
514-518, 528, 530-531 402,410,466,473, 475-476, ciales, esclavitud).
379, 381,384,386-387, 390-
habitantes de los, 19, 33,510, 480,492, 512-513, 525, .)56, comida, XXIX, LXIV, 6, 24, 34, 44, 51,
(véase también esclavitud). 391, 393, 397-400, 404, 406-
512,517 164, 184-185, 201, 206, 211-
Bougainville, Louis Antoine de, 27, 107 Carpeaux, Jean-Baptiste, 444 409, 422,426, 435,439,465-
212, 268, 310-311, 447,485,
cartistas, 168, 206, 330 466, 471,496,510, 525-526,
Boustany, Saladi.n, 454 516, 580,520,522,570,581
casta,28-29,56, 77, 102-103 , 117,272, Compañía: 528,564,567
Bóxers, Rebelión de los, 256,258,361,
432,466,506,533,547,550 341-342, 354,357,373,410, expansión del, 407, 408
de la bahía de Hudson, 288
Brading, David, 329, 601, 602, 606 452,486-487,489,497 de las Indias, 21, 90, 106, 167 ortodoxo, 336,396,455
Brahmo Samaj, 357, 381,603 catolicismo, 95-96, 253,324, 357,389, de las Indias Holandesas, 370 pietista, 360
Brasil,37,118,127,132, 135,168,191, 392,423,524, 568 de las Indias Orientales, 27, 42, Crossley, Pamela, 13 , 586-587
256,265,293,341 , 357,384, Cavour, Conte de, 178,232, 350 47, 81, 84, 86-87, 107, Cruz Roja, 269, 270-273, 324,575,580
395,408,425,472-473 , 475, Chadwick, Owen, 383, 604-605 141, 147, 157, 161, Cuba, 135, 168,171,235,265, 258,
477-478, 483,520,526,540 Chandra, Bipan, 604 169, 173, 186, 266, 466,472,475,542,544,607,
Braudel, Fernand, XXIV, 483,585 Chatterji, Bankim Ch,mdra, 456 318,338,347, 364-365, 611
Breuilly, John, 225,596, 597 Chaudhuri, K. N., 589-590, 593 371,373,386,437,562 cuentos impresos, LVI\/
Brewer, J ohn, 283 , 599 China Comte, Auguste, 356-357, 362,559 cultivos comerciales, 32, 118, 130-131,
Bright, John, 174 y las Guerras del Opio, 43, Comuna de París, 167,183,269, 305, 142,153,193,258,483,509,
Brod:dnski, Casimises, 424 140,154,160,307,496 359-360, 381 , 409, 443 570, 579 (véase también escla-
budismo, 97-98, 369,385,389,393, Churchill, Winston, 2.34, 265 comunicaciones, XXXVII, XLV-XLVII, 10, vitud).
398,419, 425-427, 430,496, ciencia, XII, XIX, XXVII, 16, 23, 59, 69- 134,225,234 ,243,250,407, cultos religiosos, 13
510,560,568, 604 70 , 102,107, 182,249,279, 410-411, 415,428,469,488, cultura impresa, 54, 63
Butckhardt, Jacob, 429, 606 314, 326-378, 390,418, 424- 511,521,532,544,566 Curie, Pierre y Marie, 374,470,550
burka, XLVI 425, 441,446,457,463,470, Condorcet, marqués de, 87,335,346, Curzon, Lord, 256,261 , 265,546,661
Burke, Edmund, 103,350 507,529,539,566-567,573- 591,601
burocracia, 11, 146,158,172,192,200, 574, 580,601 confucianismo, 386, 3 97 -3 99, 426,467 dan Fodio, Usman, 404,605
241,267,283, 290-292, 295, historia de la, 327,362, 369 Congreso Nacional de la India, 228, daño y declive ecológico, 496, 511
297,301, 316-317, 329,351, cine, 437, 458-459 241,332,345,352 Daniell, Thomas y William, 442, 606
395,398, 440,489,500 ciudades, (véase urbanización). conocimientos médicos, 370, 372, Darnton, Robert, 95-97
Byron, Lord, 442, 453 Clevcland, Augustus, 5 16 374,375 Dars I-Nfaamiya, 395
Í'NDCCE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO

Darwin, Charles, 359, 362-364, 366- educación, XLIV, 51, 54, 60, 66, 110, España,38,50,54-55, 86,89,92, 102, familia, estructura de la, 468
368, 374,425,580,603 114, 117,160,213,225,248, 135, 144-145, 149, 171, 177, Fath Ali Shah, 105,441,578
David, Jacques-Louis, 439 312,390,396,407,409,546, 191,235,239,291,340,344, Federico el Grande, 52;-53, 84,504
Davis, John A., 53,589, 593-594, 599, 566 357,402,415,443,466,475, Feraios, Rigas, 222
604, 608-609 Egipto,XXXIX,9,13, 17,27, 43,55,57, 483,490,425,542,544 Fitzgerald, Edward, 4.5 2
Dayananda Sarasvati, suami, 399 78, 82, 89-91, 93, 104,-105, espiritualismo, XXXlll, 272, 574 Fogel, Robert, 476, 608
De Vries, Jan, XXIX, 21 , 34, 38, 113, 107, 110, 130-131, 140, 13, Estados Generales, 88 Ford, Henry, 187, 539
132, 587-588 184,192,216, 222,226,228, etnias, (véase minorías, raza). fotografía, 437
Declaración de los Derechos del Hom- 239, 242, 246, 248, 256-258, Everest, George, 314 Foucault, Michel, 284, 286,301, 600
bre, 77, 89, 176,289 261, 296-298, 307, 312-314, expansión colonial, 356,521 (véase Fouché, Joseph, 151
Degas, Edgar, 445 319,320,345, 352,354,364- también cultivos comerciales, Francia
Delacroix, Eugene, 442,449 365, 370,373,375,414,424, esclavitud). napoleónica, 255
deporte, LXV, 61 436,442,454,456,471,479, explicaciones históricas,
y el Antiguo Régimen, 9
Depretis, Agostino, 260 484-485 , 488-489, 506,511, «capitalismo de caballeros», (véase también colonialismo,
derechos, Vi, XXXIV, XLVII, 10, 12, 45- 545-546, 550-551, 556,558, 536
Revolución Francesa).
47, 66, 72-73, 77,86, 89, 103- 566, .580, 587 capitalismo industrial, 467
Franklin, Benjamín, 60-62, 65, 182,
104, 107-108, 111,117,134, Eisenstadt, S. N., XXXIV, 585 dependencia, teoría de la, 482
El Cairo, 65, 68, 78, 90, 126-127, 202, 557,590,607
143, 150, 162-163, 166, 173 , «despotismo oriental», 9, 45,
386,395,404, 418,436-437, Fremiet, Emrnanuel, 457
176-179, 208,226,236,245, 352
257, 266, 274, 280, 282-283, 451, 459,556 .Freud, Sigmund, 457, 574
escuela de los «Annales», XXIV,
290, 298-301 , 330-332, 334- élite burguesa, 572 F reyre, Gilberto, 480, 608
483
335, 340, 343-344, 349, 351- emigración, XLUI-XLIV, 134-136, 163, folan.i, 403-404, 510,514
«excepcionalidad occidental»,
355, 360, 408,465,470,475- 168,179,224,263,269,284, 554 Furet, Franc;ois, 97, 591,597, 601
477,489,495, 499,504,511, 292,311,485,518 marxistas, XXXII, xxx:rv, 59, Furukawa Ichibe, 539
519-520, 522, 528-529, 537, desde Europa, 113, 180, 540, 180,257,264,281,
542,550,556,560, 570 584 283, 333,358,381, Gallagher, John, 140, 257, 536, 557,
(véase también propiedad). enfermedades, 31-32, 79-80, 92, 130, 383, 464,549, 561 594, 598,610
Descartes, René, 335 182,205, 207-208, 368,367, nacionalismo cultural, 50, 223 Gandhi, Mohandas K., 325,480,552,
Dharmapala, A.nagarika, 382,555 374-375, 383,407,450, 471, nación-estado, XXXVI, XLVIIJ, 564
Dickens, Charles, 455 474,487,510, 519-520, 522, 22,28,57,109, 154, Garibaldi, Giuseppe, XXVI, 222,231,
Dikotter, Frank, 29,558 526, 563,569,575-576 224,226,232,260,262- 338,360
disciplina horaria, 34, 524, 526, 560 Engels, Friedrich, 182, 468, 603 263, 266-271, 274,390, Gauguin, Paul, 574
dominio (antes poder) marítimo, 107, Engermann, Stanley, 476, 608 423, 427-428,501, 511 Gellner, Ernest, 223-224, 244, 586,
137 epidemias, 137, 267,304,311,374, postmodernista, XXXJI, XXXIV, 297, 611
Dostoievski, Fiódor, 453 478,484 383 Genovese, Eugene, 476-477, 487,604,
Doyle, Arthur Conan, 553 esclavitud, XXX, XLlII-XLIV, 24, 92,115, «revolución industriosa», 608
Doylc, William, 12, 587, 591 127, 135, 144,173,240,254, XXIX, 34, 37-38, 46, Géricault, Theodore, 44 1-442, 445
Drayton, Richard, XIX, 107, 363, 592, 311 , 343,351,394, 402-403 , 112,182 Ghulam Hussain Tabatabai, 454
599, 603 463, 465, 466, 472-482, 484, «sociedad civil», 59, 62-63, 72, Gibbon, Edward, 379
Dreyfus, Alfred, 252, 548 487,553 , 582 107, 117,154,219, ginecología, 470
Drumont, Edouard, 252 Escocia, 12, 16,32,51, 137,186,188, 234,254,267,283, Girodet, Anne-Louise, 439-440
Durkheim, Emite, 182,356,362,376 196,311,314,342, 401,435, 291-292, 301,380 Gladstone, W. E., 174,233, 595
491,512,553 tcotfa de la modernización, globalización «arcaica», 5-31, 383 262-
Eduardo VII, rey, 465 esfue1:ws misioncrns, 404 223-224 265, 27 l, 432,587

MO (vi 1
ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO

Goethe, Johann Wolfgang von, 50, Hastings, Adrian, 52,223,229,240, «el pueblo», 10, 69, 78, 103, Ingres, Jean-Auguste-Dominique, 91,
109, 364-365, 453 589 145, 151, 161, 224, 440-441
Gogol, Nikolai, 455 Haussmann, Georges Eugene, 450 240, 242, 245, 247, inmigración, 113, 162, 179, 205, 224,
Goldstone, Jack, 611 Hawai, 93 , 108,229,242,516 274, 286, 297, 324, 253-254, 263,267,269,475,
Goya, Francisco de, 428,443 He Chang Ling, 128 332, 338, 340, 348, 518,523,540,544,584
Grecia, 140, 145, 236, 400 Hearst, Willia.m Randolph, 234,544 358, 361-362, 372,376, instituciones financieras, 46
Gregorio XVI, papa, 166 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, 150, 3$1, 383, 407, 416, «Internacional, La», 409
Gu Yanwu, 67 282,301,351,360,559,599 423, 430, 438, 445- Irán, x.xxrv, 3, 9, 40, 57, 80,158,202,
Guerra: Heisenberg, Werner, 457 446, 510,521,585 214,287,302,319,320,411,
Civil Americana, (véase Gue- hinduismo, XL\11-XLVU, 78, 271-273, libre comercio, 16, 89, 115, 426,551,556,587, 599
rra de Secesión). 338, 382, 385-389, 392, 399, 139-140, 168, 172, 192, Irlanda, 12, 21, 32, 93 , 107, 110, 115,
de Crimea, 169,190, 306, 489, 409-410, 415,419,425 , 427, 241, 267-268, 274,309, 135, 137, 140, 145, 151, 167-
513 430,487,525,468 169, 173, 186,196,229,242,
338, 346-349, 482,542
de los Siete Años, 53, 86, 515 historia natural, 107, 528 republicanismo cívico, 60,328, 244,253,267,284,290,300-
de Secesión, XXVI, XXXI., 125, Ho Chí Mính, 213 , 227 301, 305 , 311, 314-315, 320-
330-333, 351
138,153, 170-175, 177,Ho, Ping-ti, 196, 495, 609 321, 342, 401-402, 416, 420,
soberanía popular, 95, 102,
179, 189, 232, 292, Hobsbawm, Eric, XXVIU, XXXI, 224- 424,431,456,484,488, 491,
145, 152, 233, 274,
306,351,557 225, 321,540,585,596,611 484,501,512,528,445 553
349-350, 353,
de Sudáfrica, xxxrx, 228, 261 Hobson, J. A., 533 iroqueses, 523 '
Hodgson, Marshall, 8, 586 Imperio Otomano, 3, 17, 20, 40, 43,
Mundial, Primera, XXIII, XXVII, Ismael Bajá, 44 1
55, 213,242,292,298, Hokusai, Katsushika, 446-448, 581 49, 55, 65, 82, 93, 100, 104,
116, 130, 146-147, 154, 158- islam, XVH, XXVJI, XLVI, 20, 28, 64, 66,
306, 317, 407, 428, Holanda, XLID, 21, 32, 34, 38, 55, 78, 78, 101-103, 127, 147, 239,
451, 467, 477 , 480, 90,114,133,188, 256,318, 159, 187,192, 196,214,216,
228,230,236, 238-239, 241, 297,311,353,376,379, 384-
483,502,507, 530-532, 351,463,468, 488,492, (véase 386, 388-394, 397,399, 403-
536, 539, 545, 549, también colonialismo). 244-245, 247,250, 256, 296,
404, 406,409, 411,414-415,
558,568,576 Hong Xiuquan, 156, 160 309,313,316,319,320,370,
419-420, 423, 425,514,525,
del Opio, 43, 140, 154, 160, Hopkins, Anthony G ., 182,536,587, 382,393,423 -424,452,467,
545,553,567
307, 46 589,595, 597-599, 609-611 477, 489,494,505,507,513,
(véase también sufismo, wah-
Guha, Ranajit, 592 Hosking, Geoffrey, 585, 594, 599 541,549,551, 565,568,584 habismo).
H u Hanmin, 361, 603
Guillermo II, káiser, 286, 503-504, 541, y el Tanzimat, 116, 146, 216,
Italia, 9, 42, 53, 70, 89-91, 97,104, 106-
572 huelgas, 209-211, 284, 361, 490, 532- 247, 297,433,441,477 107, 109, 133, 143, 145, 151,
G under Frank, André, 42,588, 608 533 impresionismo, 457,574 166, 173, 178, 187,189,202,
huellas dactilares, 290, 598 India: 224, 226-227, 231-232, 240,
Habermas, Jürgen, 59, 571-572, 590 H ugo, Víctor, 429, 479 cartografía militar de la, 107 251,270,274,291,317,324,
Habib, Irfan, 586 Hume, Allan Octavían, 352 colonial, 345 328,344,360,361,364,380,
Haití, 92, 474, 477 Hume, David, 328. 335-337, 341 mogol, 6, 93 , 556 389,402, 415,429,433 ,435,
Ha;J, 414 Hungría, 145,167,196,230. 244, 463, Indonesia, 55, 66, 162,224,250, 414- 440-44 1, 469,488,490,500,
Hall, Catherine, 585, 602 484, 493,545 415, 424, 547,590,593,600, 418,439,489,608
hambrunas, 6, 130, 137, 169, 172,290, Hunt, Lynn, 95,591 608, 609, 611 Ito H irobumi, 504
311-312, 471, 484-485 Hurgronje, Snouck, 414, 605 industrialización
Hamilton, lord Frederick, 426,605 de Gran Bretaña 131 182 Jackson, Andrew, 518
Hardy, Thomas, 455 IbnJaldún, 20 185,'482, ' ' '
Jamal-al din al-Afghani, 568
Harish Chandra, Bharatendu, 456 fün Saud, 101 de Japón, 195,570, Jaurcs, J ean, 548
Harris, Jose, 284,599 ideologías: (11frm· también coloni.Hlismo). jazi'., 437

M2
ÍNDICE ANALfTICO ÍNDICE ANALÍTICO

Jefferson, Thomas, 105,227, .380 Lewanika, 407 Mahabharata, 400, 452 227, 322,.3.30,381 , 383,441,
Jerusalén,25,410,411,414 Lewis, Gwynne, 96, 253,586,591, 602 malaria, 373 , 375,483 445,447,454-456,458,460,
jesuitas, 25, 54-55, 62, 67, 69,152,295, leyes, XXVIII, 7, 92, 95, 138-139, 207, Malthus, Thomas, 311,358 464,468, 472-473, 476,505,
333,398,4.31,513,524-525 247,264, 266,270-271 , 283, Manet, Edouard, 445,450 509,532,538-539,544,547,
Johnson, William, 27,515 296,299,320,344,346,351, Mann, Michael, 196,280,319,450, 557,559,567,573-574,583
Jones, William, 364 358-359, 362-363, .366, 392, 599 Mónaco, 500
Joyce, J ames, 456,457, 459 .395-396,404,560, 575 Manzoni, Alessandro, 429, 455-456, Montesquieu, barón de, 337, 344
judaísmo, 384-386- 397 del Grano, 1.39 605 Moorcroft, William, 364
judíos, XLIV, 16, 25, 62, 106, 165, 192, del Test, 392 maorí, 178, 408, 520 Morgan, Louis Henry, 523
207,237, 245-247, 250-254, Li Hongzhang, 193, .307, 315 mapas y cartografía, 584 Mehmet (Muhammad) Aü, 105, 110,
267,300,392,397,507,568, Líbano, 1.3,237,246 Marconi, Guillermo, 538, 539, 58.3 130-131, 192,239, 246,261,
587 liberalismo, XXVII, 79, 119, 14.5-146, María Antonieta, reina, 95 296-297, 414, 441,583
166,279, .326-378, 390,395, Marshall, Alfred, 182 mujeres, XL-XLI, 19, 39, 58, 62, 66, 103,
Kames, Lord, 469 423,425,463,468,473,547- Marx, Kad, XXVII, XXVIII, 163, 177, 117, 156, 176, 185, 199, 213-
Kang Youwei, 353,393,398 522, 574,580,601 182, 210, 330, 358-360, 362,
213, 233,265,268, 275,311,
Kant, Immanuel, 335 Liberia, 240, 404, 478, 525 491 , 559, 603,
libros, (véase cultura impresa). 350-351,354 , 373,390, 419,
Kartík Prasad Khattti, 456 marxismo, 211,260, 333 , .336, 356,
Kayali, Basan, 237,586 Lieven, Dominic, XXIX, XXIV, 585,587, 442-443, 448, 468-472, 474 ,
359,361, 38.3,
Kedourie, E lie, 5.36, 610 589,596597,607 478-479, 493,503,513,527,
Masacre de Peterloo, 148,149,578
Kennedy, Paul, 80 Lincoli1, Abraham, 172, 610 550, 572,579
masonería, 213
Khayyam, Omar, 452 Linnaeus, Carolus, 70, .363 Murchison, Roderick, 366
matrimonio y relaciones sexuales, 265
khoisán, p ueblos, 149, 406 List, F riedrich, 140,347 Musa, Salama, 456
Mayer, Arno, 464, 536, 607
Klimt, Gustav, 457,574 literatura, XV, 40, 65,240,332, .369, museos, 180, 202, 428, 432, 436-4.37,
Mazower, Mark, 423, 601 , 605
Komlos, .John, 596 383,388,417, 428-430, 433, Mazziní, Giuseppe, 109,145,222, 360, 528,605,
Kossuth, Lajos, 167 4.37, 441, 452-459, 468,538, 380-382, 428,592,603, 605 música, 430, 434-4.35, 437,455,457,
Kraus, Karl, 212 596 Mendel, Franklin, 182 574
Kruger, Paul, 546, 611 Locke,Joh n, 328,335,337, .349, 601 mercantilismo, 1.39
Kuhn, Philip , 590, 591, 609 Longfellow, Henry Wadsworth, 455 México, .37, 92, 126, 152-153, 170, 178, Nabuco,Joaquín, .341
k urdos, 247,513 Lourdes,379, 416,580, 605 191-192, 265,293,343, .357, nacionalismo
Lovejoy, P. E., 473 361,440, 482,490, 594,549, e imperialismo, XXIV, XXVI, XLV,
Lafayette, marqués de, 87 Lueger, Karl, 548 585,588,594 27, 53, 73, 90, 104 ,
Landes, David, 6.3, 586, 590,597 Lugard, lord, 248, 466 mezquitas, XLIII, 78, .386, 388,395, 110-111 , 140, 177,
Landseer, Edward, 457 lujo, XXX, XXXJ,XXXVIII,37-38, 40, 59, 420, 422,43 1,435,499 218-219, 227, 243,246,
lapones,20,512, 513 66,119, 156, 176 ,189, 2 13, Michelet, J ules, 455 254-262, 272-274, 338,
Latinoamérica, 32, 77, 139-140, 146, 264,267, 268,274, 310, 329- Míeroslawski, Ludwig, 167 381, 428, 454, 471 ,
153, 195,321,341,343, .347- 330, 43.3,515 , 518,540 milenarismo, XXXV, 30, 98, 156, 161 482, 485, 502 , 511 ,
348,402, 438, 440,484,492, Lutyens, Edwin, 460 ,607 Mill, John Stuart, 77, .333 , 341-342, 515, 532, 5.36, 541 ,
519,437,569, Lyautey, Marsh all, 466 352,380,590 544,548,557, 562,584
Lato m, Bruno, XXXIV minorías, 62, 2.35, 245-247, 249-250, y «Estado», 19, 282
Legge, reverendo J ames, 398, 604 Macaulay, T. B., 282 253,254, 568,572 naciones-estado, aparición de las, 47,
lenguas, XLIJJ, 19, 27, 55, 106, 42.3, 545 MacDonagh, O liver, 284,599 Mitchell, Timotby, 607 79,274,
Lenin, Vladimir Illich, 210, 259, 532, Macfarlane, Alan, XXXIV, 491,586,611 modernidad, XVII, XXVII, xxxm-xx.xvrr, Nadir Shah, 82, 105
536, 541,551,558 Macphcrson, C. B., 328, 601 XI.-Xl.I, 5, 44, 58, 63, 65, 67, 69, Nakac Chomin, .35.3, 602
Lérmontov, Míjaíl Yúrievicb, 45.3 Madagascar, 33 7 1, 10 1, 159, 166,192,216, Nuoroji, Dadhnhhai, 332

(,.l'i
ÍNDICE ANALi'l1CO ÍNDICE ANAlÍTICO

Napoleón (Bonapatte), 89, 167, 189, Ouvrard, Gabriel-JLJien, 92 plata, 23, 33, 39, 83, 92, 126, 141, 156, 524,533,573,576, (véase tam-
440,500,591,594,600,603 Ozouf, Mona, 95, 97,591, 595,603 171,320,478,486,562 bién casta).
Napoleón III (Luis Napoleón), 151, población, crecimiento de la, 58, 85, rebelión, XXVI, 73, 85, 93, 146-147,
167, 169, 171,189, 213,232, Padua, 415 113, 137, 146, 158, 162, 191- 154, 156, 158-159, 161-162,
246,350,450,456,444,500, Paine, Thomas, 77,341,353 192, 200,308,311,467,484, 169, 177,179,226,255,304,
503-504, 597, 609 Palmerston, lord, 139, 140 511 314,432,494,496,506,557,
ndebele, 240,521, 569 panafricanismo, 240 Pocock,John,24,329,573,587,601 569
Needham,Joseph, 603 panislamismo, 265, 271,324,543, 568, policía, 96, 150-152, 165,207,309, de los Cipayos, 153, 157, 159,
Nepal, 57, 148, 5 16 583 316-317, 522,565,569 169,175,179,499,584
Newton, Isaac, 65, 70 Papa, infalibilidad del, 395 Polonia, 110,146,167,244,251,267, rurales, 83,496
Nietzsche, Friedrich, 574 París, XXXIV, XLVI, XLVII, 9, 50-54, 88, 415,424,518,568 región del océano Pacífico, 199
Nigeria, 25,204,248,259,386,403, 95,99, 126,143, 145,164,167, Pomeranz, Kenneth, 30, 42, 45, 192, desinstitucionalización de la,
414,525,579 183,200,202,212-213,252, 553,585,588,589,596, 611 380
Nightingale, Florence, 375 269,305,309,314, 359-360, porcelana, 24, 39-40, 47, 112, 114,264, (véase también por con/eszones).
Nishi Amane, 357 366,371,375,381,409, 421- 431-432 relojes, (véase disciplina horaria).
nivel de vida, 41, 138, 162-163, 184, 422, 429, 432,436-437,443, Porter, Roy, 337, 601 Rendall, Jane, 602
191,205, 466-467, 470,476, 445,447, 450-451, 457, 459-60, positivismo, 355-3.57, 362-363 , 365, Renoir, Auguste, 445
483-484 470,533,545,550,575,578, 370,395 revolución
Nobel, premios, 374,429,539 581 , 585-586, 591, 592, 598- Price, Richard, 536,537 Americana, 27, 60, 76, 78, 86,
nómadas, XXXIII, 6, 8, 19-20, 31-32, 97, 599, 601,603, 606-607 primogenitura, 46, 299, 49.3, 497 104
101,161, 178,248,288,295, producción textil, 186, 189, 197 en Europa, 153, 163
Park, Mungo, 364
345,406, 510-514, 516-518, profesiones, especialización de las, Francesa, x:xvm, XLVI, 30, 45,
Parker, Geoffrey, 590
524-525, 560, 569 XLVII 54, 77,84,99, 116-117,
Parlamento Mundial de las Religiones,
nombres propios, XXII, XLVI propiedad, 45, 47 , 72, 100, 107-108, 126-127, 176,269,328,
XLVII,269, 271
novelas, 176, 222,231,429,436,445, 117, 141, 150, 168, 186-187, 330, 340, 350, 363,
Parsons, Talcott, 283
452-4.53, 455-456, 459, 494 194,197,211,236,284,296, 438, 464-465, 475, 488,
Parthasarathi, Prasannan, 41, 186, 588,
Nueva Caledonia, 179, 249 315,330,344~46, 348,350, 493
595
Nueva Zelanda, XXXIX, XL, XLIV, 33, 355,359~61,395,470,475, Jóvenes Turcos, de los, 237,
partidos políticos, 233-235, 280, 285,
93, 108, 113, 130, 135, 170, 490-491, 493 ,497,499, 511- 546
173, 178-179, 184 , 207,227, 317
512, 519-520, 559 Rusa (1905), 183,210,443
312,352,354,390,408,469, pasaporte, 269-270
protestantismo, 60, 395 Rusa (1917), 303,464,548
492,512, 516, 518-520, 523, Pasteur, Louis, 374
publicaciones religiosas, 410,417,418 revuelta, de esclavos, 92, 127, 152,474,
526,528,530,550,577 Pathé Films, 539 pueblos indígenas, (véase pueblos nati- 477,556
patriotismo, 50-54, 56, 95, 110, 166- vos). reyes,XXXI, 9-13, 16, 19-20,23-25,33,
O'Brien, Patrick, 589,595 167, 174,236,242,255, 321- pueblos n ativos, 107, 118,134,290, 43, 53, 57, 64, 79, 105, 130,
O'Connell, Daniel, 342 322, 329,332,456,467,558 346,487, 509-532, 569,582, 143, 154, 158, 161, 180, 241,
Ogyu Sorai, 332 Peel,John,284,331,601 610 245,269,290,313,331,336,
Ooms, Herman, 486-487, 608 peregl"inación, 200,389,396, 410-417,
341,348,359,379,388, 403-
opio, 25-27, 43, 87, 131, 141-142, 148, 420,581 Quesnay, Fran~ois, 139,346 404,414,436,438, 440,442,
156,264,304,348,381,383, Persia, (véase Irán). 445,450,452,457,474,502,
560, 572 Picasso, Pablo, 431, 446,459,474, 607 Ray, Rajat K., 135,593 505,514,517,557,561
oro, 139,147,171,189,204,259,264, Pío IX, papa, 166, 400, 416 raza, 28-30, 77, f04, ]11, 178,207 , Rhodes, Cecil, 258,287, 541, 598
290,320,321,433,454,487, Pipes, Richard, 46,584,589, 596 213,240,245,249,265,267, Rida, Muhammad Rashid, 354
507,518,521,540 Pitt, William (el Viejo), 84 289,303, 406,470,480,511, . Roberrson, William, 106

647
íNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANAÜTICO

Robespierre, Maximilien, 50 sionismo, 244 Tewodros, 297 Voltaire, 330,335, 341,353,379


Robinson, Ronald, 140,257,536,557, Skowronek, Stephen, 285,599, 601 Thíeu, Gilbert, 349 Von Ranke, Leopold, 351
594,598,600,604-605,610 Smiles, Samuel, 371,560 Thompson, E. P., 165,283, 599 Voth, Hans-Joachim, 34, 588
Rodín, Auguste, 428 Smith, A. D., 223,229,244, 596 Thompson, John A., XIX, 611
Roma, XLID, 16, 24-25, 126,395,415, Smith, Adam, XVII, 106, 113, 137, 139, Tilak, Bal Ganghadhar, 211
181,328,335, 342-343, 346- Wagner, Richard, 182,429, 44.3, 590
438,451 Tilly, Charles, 126, 59.3
Romanticismo, 359,441, 457 347, 601 Tinker, Hugh, 479,593,608 wahhabismo, 101
Roosevelt, Theodore, 285, 317,542, socialismo, 96, 103, 153, 156,168,211, Tocqueville, Alexis de, 282, 350, 464, Waitangi, Tratado de, 520
548 224, 324, 326-378, 395, 415, 593,602 Waley-Coht:n, Joanna, XXlV, 585,589
ropa, XXIX, XXXVI, XXXIX-XLI, 114, 503,548,551,568,580,601 Tolstói, Leon, 325,453,552,564 Wali-Allah, Sha, 66, 557
185,515 Sokoto, califato de, 403-404, 414,514 Tone, Wolfe, 25,587 Wallt:rstein, lmmanuel, 482, 559, 608
Ross, Ronald, 373 Spencer, Herbert, 362,368,603 1onga, 29.3,408,561 Wang Gung Wu, XXIV, 585
Rousseau, Jean-Jacques, 330,353 Spengler, Oswald, 574 Torpey, John, 269 Wai:dy, Robert, 333,601
Roy, Raja Ram Mohun, 111, 227, 266, Sperber,Jonatban, 595,597 Toulouse-Lautrec, Henri de, 82, 436 Washbrook, David, 487-488, 609
337-339,580,589,602 Stalin, Joseph, 490-491 Touissant L'Ouverture, Fran<;:ois-
Washington, George, 105, 177,341
Ruskin,John, 325,360,382,436,464, StedmanJones, Gareth, XIX, 330,596, Dominique, 591
601,603, Weber, Eugene, 608
604-605 Trevelyan, G. M., 282
Steensgaard, Niels, 589 Twain, Mark, 455 Weber, Max, XXVII,XXXIV, 11,60,283,
Sadik Rifar Bajá, 340 Strachan, Hew, 585, 611 4.35, 565,
Sahlins, Marshall, 24 Strauss, Richard, 457, 503 Umar, Hajj, 297 Wells, H. G., 53.3
Said, Edward, 442,606 Subrahmanyam, Sanjay, .30, 588 universidades, 70, 180, 318, 366, 368, Whistler, J . M., 430
Saint-Simon, Henri de, 338,359,366, sufismo, 567 384,395,401,540,584 Wíener, Martín, 595
380,382 Suiza, 271 urbanización, XXXIV, .39, 163, 183, 198- Wills II, John E., 555
samuráis, XXXIX, 37, 40, 68-69, 99-100, Sun Yat-sen, 242,361, .370, 398 199, 202, 204-205, 211, 223- Wilson, Kathleen, 53,589
194,308,322,332, 434,467, 225, 274,309,370,383,482, Wilson, Woodrow, 548,611
486, 497-498, 501 tabaco, 25-27, 32, 38, 131, 133, 138, 489,537,549
Witte, Sergei, 570
San Petersburgo, XLVI, 53, 146, 210, 142,171,408,476, 560 Urdu, 607
Taft, William Howard, 285 Wong, Roy Bin, 55.3, 585
216,343, 450-451, 503
Santa Anna, Antonio Lópe'z de, 153, Tagore, Rabindranath, 429, 445, 533, Van de Ven, H ans, XIX, 601, 607 Woolf, Stuart, 591-593, 603
440 610 Van Gogh, Vincent, 446 Wrigley, E. A., 51,589
Sayed Ahmad Kan, 354,382 Tahtawi, Rifaa al-, 370 Vanna, rajá Ravi, 445
Scott, James, 284-285 Tailandia, 20, 57, 81, 315,381 Velankanni, 416 YanFu, 73
Seal, Anil, 236, 610 Taiping, Rebelión, 156, 170,307 Venecia, XIX, 18, 90, 126, 134, 164, Yate, reverendo William, 408,605
secularización, XXXIV, 383-384, 437 Tasmania, 519 212,231,246,415, 4.33, 438, yihad, 110,147,258,332, 40.3, 411,
Sha Alam, 177 Taylor, Nliles, 168,595, 599 463,579, 606 414,426,506
Shaka, 58, 590 té, 25-27, 34, 37-38, 40, 47, 87, 135, vestimenta, (véase ropa).
yoruba, 57,259, 331,434, 499,579,
Sidi Mohamed, 57 142,160, 309,347, 448, 469, Vico, Giambattista, 70, .336, 601
560, 578 601
Sierra Leona, 390, 404,525 Victoria, reina, 259,465,503,505,579
siervos, 7, 19, 33, 146,409,472,478, tecnología militar, 82 , 93, 187, 192, Yuan Shikaí, 466
Vietnam, XXII, 55, 81, 110, 147, 156,
481,489,519 197,280,306 162, 169,22.3,229,243,284,
sijs, 113, 30, 67, 78, 100, 147, 249, 386- Teherán, XLVll, 202, 214 295,313,389, 398,431,448, Zimbabue, 19, 204, 521
387 Temorenga, 408 458, 600, 607' Zoffany, Johannes, 438
Sinn Fein, 545 teosofía, 213,369,425,427,567 Viollet-le-Duc, Eugene, 421, 605 Zola, Émile, 212,552
sintoísmo, 387, 434 terra nullius, 31/ 5 Vivekananda, suami, 271-272, 598 zulúes, 305,406, 443, 522,56i

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