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EMSAYOS Cla Le 2 JOSE LUIS ROMERO ENSAYOS SOBRE LA BURGUESIA 28 MEDIEVAL CO SD Oa Ua ety FACULTAD 'DE|FILOSOFIA Y LETRAS ENSAYOS DE HISTORIA SOCIAL JOSE LUIS ROMERO Tom. JOSE LUIS ROMERO SBg,CgS Tanase cman 1a 25S OUI SET EDAD MEDIA” LA BURGUESIA = MEDIEVAL Luts ROMERO SAyOS SOBRE LA BURGUESIA MEDIEVAL ‘FeLi HALPERIN DONGHE EL RIO DELA PLATA AL COMENZAR EL SIGLO XIX | NIVERSIDAD DE BUENOS AIRES ACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS ©ATEDRA DE HISTORIA SOCTAL @vEDA HECHO BE DEPOSITO QUE PREVTENE LA Lty 11-133 COPYRIGHT BY UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES 1961 eso EX ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINA BURGUESIA Y ESP{RITU BURGUES < anilisis de las _transformaciones de la sociedad nropea en Ja baja Edad Media pone de relieve la Secificacign eminente de una clase social —la bur- cesix— a la que puede atribuirse el papel prota- jrcico de la profunda mutacién que ocurre por en- Sees. Si se examina el comportamiento y las ten: Geacias de esa clase social se observan ciertos rasgos = permiten suponerla en posesién de una singular “Se dela vida y el mundo que eontrasta con la que Se peedominado durante Ia alta Edad Media. Y, na- Sesslmente, se denomina espirita burgnés a esa €bs- Sssiin que ha presidido Ia condueta histérica de bores. La relacién entre bunguesia y espiritu burgués pa- =, pues, no esconder problema alguno. Nos enga- Seses, sin embargo. Como tantas veces oeurre en el expo de la ciencia histérica, el coneepto se insubor- Ges y tiende a deformar la realidad una ver que Seectza cbservacién ha logrado enriqueeer su imagen eis allé de lo que aguel concepto implicaba. Si se qSzsa—como hace Sombart— que el tipo del burgué aveqursta ¥ eseiniry sokots: mn Florencia hacia fines del siglo xiv y se ca- = de espiritu burgués a ese conjunto de tendencias is de que es portader ese tipo, nos encontra- » un concepto rigurosamente delimitado. Si nos cos a él, eon esas Limitaciones, nos vedamos la Temi de muchos fenémenos anteriores ¥ poe sires a ese instante en que el espfrita bungués se anifestado eon tanta nitidez y brillo que ha jo el espfritu del historiador. Analizado con nex amplitnd, el espirita burgués —mnds exactamente, ‘convenimes en Tamar espfritn bungués— si x, se manifiesia brillantemente en el perfodo indi- que cedo por Sombart, nos ofrece wna historia de sm formaciin y desarrollo gue ineluye pero sobrepasa ex perfodo, ¥ lo que es més importante, nos deja extrever que no estii indisoluble y absolutamente uni- Go 2 la clase social que espectficamente se designa como burguesfa. Es ella, sin duda, la que lo repre- senta de manera eminente; pero hay un proceso de ‘guesamiento de Europa que consiste, preeisamen- Se, en la constitucién y en la difusién del espirita 6 a través de diversos grupos sociales no es pecificamente burguese Hey, pnes, a mi juicio, un problema escondido en ta selacién entre burguesia y espfritu burgués. Pro- biema nada extrafio, por otra parte, pues se trata mun caso més del ocasional desajuste que sucle producirse entre una situacién cultural y la estrac- social que en cierto momento ha constituido nase de sustentacién, Pero esta vez el proble- x adouiere especial trascendeneia, no sdlo por Ta sestedad de sa aleance sino también porque corres- pests a una mutacin fundamental en la historia det seecrso ne ronscaciéy pmb xsefnary sonots ° cecidente europeo. Cuando decimos que nos_ace sos hasta introducimos en_la Edad Moderma, que- ws decir en altima i 1 oovidente Ssropco se satura progresivamente de_expiritu_bur- = La afirmacion es exacta, pero errariamos st Tetajéramos de ella que el aburguesamiento trae con- <>, con idéntieo ritmo, un predominio de la bur ==~fa como clase social. Hsta observacién nos pone eebre la pista de dos cnestiones que vale la pena SeSacar. Una es emo y cuindo se constituye el Spirit burgués, a partir de un perfodo en el que seria todavia legitimo designarlo con ese nombre ‘=n cuando se manifiesten ya potencialmente los ele- ssentos que Inego expresarin las tendeneias ineguf- secas de la burguesfa, ¥ otra es e6mo, una vex eons: Sxidos y acufiados cierta idea de la vida y cierto ssstema de tendencias propio de la burguesia més que & ningim otro grupo social, comiewan a difundirse, 4 infiltrarse en otros sectores, a combinarse con otras “Sees de la vida y otros sistemas de tendencias, alte- ‘indose do mltiples maneras la fisonomin originaria =n eando predominen los viejos estambres. Estas dos pistas pueden conducimos a plantear s0- sex sSlidas bases un problema tan importante como es 1 del transito de In Tlamada Edad Media a la Mamada Bind Modema. Pero como esta mutacion es, inne- ‘Scblemente, la més profunda que se opera en el mundo Seidental, la indagacién del problema puede contri- ‘eeir a aclarar en alguna medida el sentido mismo de & cccidentalidad. No podriamos pereibir el proceso de formacién del sspfrity burgués si nos aferréramos « Ia idea de que <= constituye exelusivamente en el seno de Ia bur- “ podamos deseubrir si se han agotado o no las Tidades de la eultura occidental, y en. todo caso niles son les perspectivas que permanecen abiertas ‘pera Ia ereacién en los distintos rdenes de Ia cultura. EL ESP{RITU BURGUES Y LA GRISIS BAJOMEDIEVAL ee inieia a mediados del siglo xu y e2- acteriza la cultura europea durante toda la bajs Baad Media se manifiesta simultfineamenie, como ceurre siempre, tanto en el plano de la realidad co- mo en el de las ideas. Los fenémenos econsmieos, sociales y politicos comienzan a adquitir por enton- ces cieria singularidad sorprendente que acusa wa visible mutacin con respecto a la era feudal, y acont- paiia a esos cambios um activo proceso de transfor- macién de las ideas que a voees precede a los hechos aunque més frecuentemente los sigue; unas veees ‘son inquisitivas chservaciones sobre la realidad que concluyen en una actitud de desconcierto; otras veces eomparaciones entre cierta realidad y los esquemas tradicionales y ya desprovistes de contenidos vivos; ¥ otras, en fin, elahoracién activa de nuevos ideales fon Tos que se procara superar la crisis y eonsumar Ja mutacién comenzada. Asf se configura una tipiea enisis de conciencia que etistalizaré un dia en nue- vyos esquuemas para comprender el mundo y la vida ‘=, mas estrictamente, para comprender 1a situacton individual. = cxisis_Ecoxdtcosoense crisis de la realidad, 1a que se inieia al pro- Siglo xm y aleanza su més alto punto © el suv cs fundamentalmente una erisis eeond- fal}. Son los problemas de la produecisn, del no, del desarrollo demogrifieo y de la distri- 2 de poblacién, de los medios de cambio y de ceganizacifn fiseal, los que ponen de manifiesto a alteraeién en las formas de vida que trae eon- igo el agrietamiento de todas las estructuras sociales das sobre cllas, Los grupos tradicionales ¢o- enzan a modificar su fisonomia y su composiciin, titnyéndose nuevas sistemas de vineulos que or nan diversamente las situaciones individnales y Tas, Jaciones entre los nuevos conglomerados, Y entre 40s, los grupos que se transforman mas activamente, Jos que més contribuyen a desencadenar Ia crisis y se encaraman luego sobre ella para aeompafiar eon ‘mo diverso las alternativas del proceso, son los ne componen el més bajo de los estamentos, ayuel goza de menos privilegios y que esti integrado “labradores”, segin los designa una vieja Dentro de Ja concepeién orgunicista de la sociedad » prevalece durante la Edad Media, se admitia que saraban tres brazos que, ya en la primera mited ‘el siclo 31, apareeian earacterizados eon estas pala- as por Adalberto de Laon: ‘Tripler Dei ergo do- ext quae creditur una: nunc orant, alit pugnant ve laborent”?®, Defensores, oradores y Iabradores iio de F. Pemnoy, Lee erixis dw XIV@ atdete, aes B.S. C, avril juin 1949. 2 Can Miuoxs, Pat. Lat, CS 1, 182, bos 1ABRADORES 20 Ulaman a estos tres estamentos de Ta sociedad las Partides® en el siglo xu, y repiten el mismo esque- ma en Espafia Raimundo Lulio por la misma época*, el infante don Juan Manuel en el siglo xtv® y BE Vietorial en el xv®. Quienes no ejercen el oficio de Jas armas ni dedican su vida al servicio de Dios, es neeesario que aren, caven y saquen la maleza de la tierra, para qe 6 frntos de que vivan el eaballero y sus brutos, como sostenfa Raimmdo Lulio™ on téminos que se asemejan a los que més tarde usaré el Arcipreste de Hita: Otros entran en orden por salvar las sus almas Otros toman esfuerzos en querer usar amas, Otros sirven saflores con Tas manos ambas& Para Ja coneepeién vigente en la era feudal, y den- tro de las condiciones reales de la época, es evidente ‘que los “Inbradores’” eran Jos que trabajaban Ta tierra, como lo manifiestan explfeitamente algunos textos; pero la erisis proporeiona relieve a otras for- mas de actividad econdmiva, y los juristas del siglo x1v pudieron encontrar muy apropiadas las observaciones Ge Aristéieles® —lejano origen de toda esta concep- ciin— para diversificar el grapo de los que laborant, 3 Partidas, 11, 21 4 Lx110, Libro de le Orden de Cabatteria, T, 0-10. 5D, Juan Musuis, Libro do los Kstedos, 1, 98. © Gomme Diez vr Gaxzs, EU Pictorial, Cronice de D. Pero 0, Proemio, Int. 7 Lezto, Loe. oft S Libro de Buen Amor, 2 Politica, VI, 11. es ————— 108 menaceses re pesunnarzo peo sanitary suRcvs a hace en su Defensor Pacis Marsilio de | _ 108 investigadores modemnos, inelinéndose,-como Piren- x | ne, Doren, Sombart, Luzzato o Sepori, a Ta historia econémiea™, Bese a sus estuerzos, esta labor dista seu officia civitatis sunt sex generum: Agricul- rea nein consiitare cia tdetlsolineastad ura, artficium, militaris, pecuniatiea, stcerdotium, ct te necesario proseyuir con. abineo, Pero vale la pena ee premuntarse si es suficiente para responder @ los nu- juerosos interrogantes que se plantean cuando inda- games acerca de la naturaleza y aleance de la crisis pajomedieval. Si el anélisis de la actividad cconémica NG = ciedee ene de Ia burguesia —y de los grupos subsidiarios— Bee cay anasto (17 Orel aclara notablemente el problema de la crisis en el ga que deben estar sometidos a las otras. Obsér- | eqinpo de Ja realidad, es indudable que deja sin ex- se que Marsilio redacta sa Defensor Pacis en el ter- plicacién otros aspectos no menos importantes del decenio del siglo xrv, cuando la crisis ha dibujado fendmeno total, especialmente en el campo de las ideas ya buena parte do su curva y se ha puesto de mani- i ¥ los ideales, euya relacién con aquél es variable y esto ya, sobre todo en Italia, la importaneia alean- bavi ilcererminaslans da por esas nuevas actividades propias de los ha- Parala historia de la cultura titaye antes de las ciudades. Frente a la agri wa, arti- aa . Ore ee eases Soe ee Pee. oar Sante Aaice preston del ecko mloliurecaate - WAMU OP eGo a anager te que se ha constituido al diversiticarse aquel eon- ee peace als prometiess ol Se ee eee aa aaa su relacién eon el desarrollo de la clase burguesa See eee eer et ee A eee innegable, no lo es menos que la exeede y sobre- Se ee pasa, de modo que cl planteo de la cuestin debe ficium y pecvmiativa se agregan aqui @ la agri- xa eomo formas propias de actividad de quienes stin fuera de los estamentos privilegiados, pues aum- Ese subgrupo reime @ los burgueses, yes, pre- abarcar esas dos faces. Sin pretender agotar aqui cSamente, el que més ha eontribuido a deseneadenar cl tema —que es el de um largo estudio que prepa- a crisis y se ha enearamado Iuego sobre ella para to— quiero adelantar por ehora algunos de sus cnstruir el orden econémieosocial bajo su influen- aspectos mas signitieativos. Nada més natural, si se quiere conocer a fondo crisis bajomedieval, que detenerse especialmente a nar el desarrollo de le burguesfa, Have muestra ore ‘ rroceso, ¥ 80 es Jo que haeen preferentem 33 Uae bibliogratfa completisina sobre historia econdmice mas ee a ae aca Bat Mehaen tints Sion 1 mrente talons fet mediocvo, ea Question’ ob Storia Medieeale, a cura at sor Posi, I, 6 Ettore Rota, Marzorai, Milano, 1243. Contemplada desde nuestro punto de observacién teniendo a la vista el desenvolvimiento que ha sufrido a través de verios sialos, aeaso nos sea posi- ble afirmar, con Pirenne™, que la burguesfa. tenfa ya en el siglo xm un “programa de reformas”’, esto es, m conjunto de reivindieaciones cuya satisfaceién redindaria en su provecho al tiempo que alteraba el orden estableeido. Pero como 61 hace notar en otra parte ®, ese programa no proviene de una actitud revolucionaria racionalmente adoptada y fundada en tna doctrina, sino que consiste, simplemente, en xn conjunto de soluciones viables para las necesida- des inmediatas derivadas de un particular modo de vivir. Ciertos grupos, cada vez més numerosos, han comenzado a establecerse en Tas cindades o han cons- tituido nuevos ceniros urbanos para ejercitar ciertas formas de actividad econmica que, por eseapar de Jos cuadros de la organizacién sefforial, permiten a quienes opten por una de ellas aleanzar mayor bene: fieio y mayor Independencia. Ninguna de esas dos posibilidades ofrecfa la situacién econémicosocial tra- dicional al que trabejaba con sus manos, y cuando Jas circunstaneias iueron propicias se aprovecharon para establecer un dea de accién ajena a ls influen- cia sefiorial, Asi comenzé a constituirse Ia burguesfa hacia cl siglo x, encatamada en una mutacin eco- némica profunda que separa la primera era feudal 32H, Pune, Lev ancinnes démoeraties dee Pays-Ras, sis, Plammorion, 1010. TE Prams, Le mouvement économique ef social, en Moyen Age, VII, en Gtors, Hist. Gén,, Paris, 1923. wm gus aeresronea’? 3 de la segunda’, y opera muy pronto una pareja mutacién social de vasta trascendencia. En el siglo x1 se habla _ya de burgueses en Francia yen Plendes. Son, seicillamente, gentes que viven en cindades y se dedican a actividades mercantiles, y todavia en el siglo xut podré deeir Salimbene uno recordatus sum quod vera est Gallicorum consue- judo. Nam in Francia solummodo burguenses in eivita. tidus habitunt, milites vero et nobiles domine morantur tin willis et posseavionibue suis, como extraiiado por esa tajante separacién que no observaba en Italia *®, Esa cireunstancia difereneiaré, ainas cindades de otras desde el punto de vista insti tucional, pero por entre esas diferencias se entrevé ‘una fisonoméa semejante en el tipo del burgués. Para vivir del modo que se ha propuesto —el tinieo me- diante el eual ha podido lograr su ascenso— el bur- gués necesita lograr un status que Jo libere en eierta medida del régimen vigente, y segin cual sea éte rin las reivindieaciones que el burgués detienda. jm. duda no se propone al principio destruir el orden, institucional, pero querré ciertos privilegios, tratard 14 Véave In dstincisn que hace Mane Boos, La Socité feotes ta formation des tens de dlpendence, Bra. de Yum, Povls, 1009, pla. 05 ¥ sigs husiupst be Anta, Croheo, a oero dl F. Dernni, La tena, 1D, pig. S17; en el miso sent. vase pigs, 29 a Nicola Ottoka: fe Téngnnse presente las observasiones do Nicola Ottskae sobre diferencias entre lay comtnas Hallanas y Tas eindadee Eraneeas p flamencas on T comin citadint del Medio Evo, Finmse 100 y 11 preblena. della formasione connate ex Que dé St, Sled. ya cited obtener ciertas libertades y el reeonacimiento do srecho especial —jus mereatorum— y finalmente rari organizar una magistratura especifiea para Ja defensa de los intereses de su clase: los éehevins, i capitano del popolo ¥ sus consighi, Pero quienes quieren vivir de esa manera y des anrollar esas actividades no componen mn grupo de- temminado ni por el origen ni por ninguna otra cir- cunstaneia sino que constitnyen desde el principio ‘ma clase abierta que s6lo accidentalmente ha tendi- do a cerrarse. Por esa caracteristica ha logrado supe- zar Ia resistencia que le han opuesto las fuerzas pre- dominantes hasta entonces, que vieron en las cindades un principio de perturbacién, como lo expresaba Guibert de Nogent en Ia frase tantas veces citada “ Fi scant, Chronigues, 11, eap. LIT. seeseic0s 4 us tanescap rormpcan Ea extre los grupos constituidas a Io largo de la crisis, jos Jos cuales comenzaron a girar de uno u oto do alrededor de un eje coustituido por la clase smuesa, promotora de riyueza y de nuevas e inago- iss posibilidades econémicas. La participacién en rtas formas de vida propias de la burguesia aca- aba en alguna medida una participaciin en sus sos idenles, en su concepeién de la existenci dual y social y en su actitud ante el mundo. Con syor 0 menor reticeneia, se consiente en cierta acti- sed que asciende como impulsada por una fuerza in- ntenible, y mientras el movimiento general tiende < ceder ante ga empuje, aparecen algunos esfuerz0s Jados para resistir a Ia mutacin, Pero el espfrita seranés —pues esp es lo que resulta de aquellos idea- <, concepciones y actitudes— posee a su favor la srespondencia entre las formas de realizacién y los semas de ideas; y es coherencia lo haré imbatible mucho tiempo frente a las meras superviveneias © « las nacientes utop' Consustaneiada eon el espfrita bungués apareeié Ja sspiracién a la libertad individual, Fue al principio ra libertad fisien para que el mereader pndiera scplazarse de eewerdo con las necesidades de su acti- , libertad para poder disponer de los bienes y realizar diversas y complejas operaciones, todo suy priximo a Io que se Hamaré libertad de inicia. ¥ saturado de sentido préctico ¢ inmediato; pero me esa situacién de hecho debfa empezar a traba- Ja reflexién hasta esozar un sistema de ideales: Gesembocaba en la aspiracién a la libertad como im propia del hombre. Acentnada influencia on los autores antiguos, sobre todo en lo de Jar a esta idea ropaje digno y contenido doctrinario. Pero en su base latia un sentimiento muy vivo y wna e innsitada intuicién del valor del hombre. Quien silo dependia de sus propias calidades para seender 0 deseender en la eseala social abrigeba la certidumbre de que residian en él clertas potencias cada vez mas dignas de estimacién. El individualismo se acentita y el bidgrafo que acomete un dia la tarea de reflejar la historia de una vida no puede resistinse al encanto de las personalidades vigoroses —h bres muevos”” especialmente— que se imponen por sa propio esferzo 0 como condottiere, 0 Como politica, © como poeta, 0 como erudito %, Pero no es nevesario esperar la apotecsis para empezar a ventir le propia grandeza; le riqueza o el poder conferian al indivi- Guo, a los ojos de sus coneiudadanos y a los sayos propios, una dignidad suficiente como para que pa- reeiera Mcito encomendar al artista que pintara Ja propia imagen como “donante’” en el euadro que se pensaba obsequiar al templo®; y aun se entreveia de pronto la posibilidad de que resultara atrayente 2 Véanse) como tipos, la Fite di Dante ie Boceacsio, Ja Fita Philipp! Mariae Vieeconitie do Picr Candido Decembi0, le Chronique de Bertrand du Guesclin de Jean Cureier, 1 vida de Don Koftigo de Piladrando de Hernando del Pulgae fn Claros Toronce de Castilla y Ia vida de Cosimo de Medio! de Vespasiano da Bistieei en Vite di womint iustri del se colo XP. 22 Onnérvense, por via de ejemplo, la Madonna det canciter Zotin de Jan van Eyck, la Fisidn ae San Bernardino y dos nantes orasidn, atrividn a Simon Maron (Muse Gro sai, Marsella), 0 el freseo de Giotto om Padova en SemocuPAct6y Toe ua axaKRD ey 2a autobiogratia como Ia que nos ha legado ef ex- siosisimo Salimbene de Parma. Pero el ambiente de libertad que el individuo con- stente de su signifieacién deseaba, s6lo podia lograrse 2 ma atmésfera de seguridad. A la pasién por la ventura, por el riesgo promisorio que atrafa a los sballeros, comienza # suceder una acentuada preoen- paviGn por Ia seguridad, por el intnro sin sorpresas. Froisart sefiala agudamente esta peculiaridad del spirit burgués: Les bonnes gens de Gand —dive\—, les riches et now tables hommes qui avoient 1a dedans Tours femmes, leurs enfans, leurs marchandises, leurs héritoges dedans et de- hhors, et qui avoient appris d viere honorablement ot sans anger: = no faltaré ejemplo de cémo so introduce esta ten- nein en los pendencieros seflores que segufan aspi- © que Enried Serovegui ofrvee a la Virgen et modelo de la Eglesia, Desde otro punto de vista, serin largo citar los retr f= que empiesan a apareeer por In . maT tk di auoco, € faccendo corks coperte di drape roti w chinse & Tegname én pit parti della cittades di ot counoti que figura en el texto correspondiente a & nota 93, sm ssfeure Brnor£s ramemncowio Com singular, un aire burgués. Porque en la ral ‘una peculiar manera de operar ‘a la realidad que proviene de Ta situacién en a burguesfa se encontré ante ella en el momento d= todo ello hay en gue tienta y consigue trazar un nuevo camino por entre los que ofeefa el orden tradicional; la burgue- ‘ue la que innov6 en In actividad econdmica, que es tanto como decir en el terreno primario de las geluciones entre el hombre y las cosas; ella fue le ‘que se desprendié resueltamente de multitud de vie- Jos prejuicios, restauré ciertas ideas, desarroll6 algu- has tendeneias del espiritn occidental antes adorme- idas y logré finalmente imponer nuevos médalos a ta existencia social con lo que gan6 Tuego répidamen- te un prestigio inusitado. Por eso el espisitu burgués es, en principio y durante las primeres etapas de st cl espfritu que anima a la clase bur- constitucién, esa Pero esta relacin univoea s6lo mantine su legiti- midad por poco tiempo. Cuando ee constituys como fin nuevo médulo de vida, el espfritu burgués sobre- ‘pas6 los mites de la clase social que lo estaba for. fondo y se hizo patrimonio comin; fue una posibi- Tidad nueva y renovadora de vasta perspectiva, y Ta adoptaron grupos sociales diversos, cada uno de Tos cuales robustecié en él una de sus faces seutin st ‘peculiar idiosinerasia, Siguié siendo un estilo, pero se Eariqueci6 y multiplies sus facotas hasta hacerse poli- snorfieo; muy poco después, ya ordenados ¥ precist- Gos sus limites, habia de ser el estilo propio de una 49 Acoso el aspecto més delieado de una investigacién ist6rieocultural sobre Tos orfgenes del espiritu. bur- ats sca el establecimiento de e6mo, habiendo surgido en el seno de la burguesfe, se derrama Inego sabre ‘otros grupos sociales que se compenctran de é en mayor o menor escala y Jo elaboran imprimiéndole diversos acentos. Pero es necesario, ante todo, precisar ‘e6mo constituye en un prineipio patrimonio & dean grupo. Ese grupo es, sin dud, la alta burguesta, el tinieo que en rigor agrapaha a los tipicos burgueses, La alta burguesfa ora el eonjunto de los majores, divites © grandes, lo que en Florencia se Hamé it popolo grasso, a diferencia del popolo minuto, comane, plebs, euyas posibilidades orm harto redueidas, La alta burguesia, en cambio, unfa a su eapacidad de accién ¥ 2 su efieacia eeonsmiea y politica, um desahogo econtémico que Je permitin intervenir de leno en la vida piiliea, ejereer el poder y, sobre todo, disponer Ge sas ocios para gozar de todo ello a su albedr‘o, Bila fue la que model6 ese nuevo tipo de vida animado por ‘un espfritu. no menos nuevo. Una experiencia valiosa habia acuiiado su peculiar forma do actividad, y en este terreno Ia alta buryue- sf manifest6 una total originalidad. En cambio, el sso de sus ocios revel que miraba muy de cerea las mas de la vida cortés; para dignificarlas y digni- carse, la alta burguesin prosuré llevar una existen- a amable y gozasa y para ello gast6 su dinero con Gesenvoltura y legria; pero traté al mismo tiempo Ge'pulirse mediante el cultivo de Tas letras —que ser- ‘ia asimismo como instrumento para el ascenso elusivo

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