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RECORDANDO MI INFANCIA…
PALABRAS HABLADAS Y ESCRITAS QUE PASO A PASO ACOMPAÑAN A CRECER Y QUEDAN EN LA
MEMORIA Esa necesidad de palabras y de afecto comienza desde el mismo momento del
nacimiento. Al nacer, el bebé se separa físicamente del cuerpo de su madre. Sin embargo, él no
comprenderá esa separación sino más o menos a partir del segundo o tercer mes de vida. Antes, la
voz de ella –que él reconoce sobre todas las demás luego de haberla escuchado, filtrada, durante
su gestación– y el cuerpo de ella –siempre cercano brindándole alimento y calor– le crean la
ilusión de que continúan siendo uno solo.

Más adelante, el bebé relaciona el actuar de su madre al alimentarlo, acariciarlo, abrazarlo para
sostenerlo y darle seguridad, sus palabras y cantos, con sus momentos de ausencia, por ejemplo,
cuando ella va a la cocina. Esto le ayuda al bebé a comprender que es otro, diferente de su madre
y, además, a aceptar que no siempre ella está para él. Entender la separación y aceptar la ausencia
temporal de la madre o de sus cuidadores requiere que el pequeño de pocos meses comience a
comprender que existen esos otros (la madre, los cuidadores) y que ellos garantizan su seguridad.
Así pues, mientras la madre mece a su hijo y le canta para que se duerma, o mientras acaricia su
cuerpo cuando lo baña o le cambia el pañal, y le va diciendo lo que ambos están haciendo (“vamos
a cambiarte porque estás mojadito”) le confirma que el mundo es amable y que en ese mundo él
puede encontrar su lugar.

Entonces, rápidamente aparecen las primeras sonrisas del bebé, por lo general regaladas a la
madre o a su principal cuidador. Es un gesto maravilloso que dice: “gracias”, “me gusta”, “sé que
me cuidas”. El adulto inmediatamente responde y por lo general comienzan esos juegos con el
cuerpo y la palabra que tanto placer les producen a los dos. Juegos como este de tomar el brazo
del bebé y comenzando por la mano ir subiendo con los dedos hasta llegar a su axila para hacerle
cosquillas:

ACTIVIDAD…
 Busque en su memoria esa canción infantil, ese cuento, ese juego o ese relato oral que
más le gustaba cuando era niño. ¿Quién se lo compartió?
 Recuerde una escena, un momento en el cual esa persona le regalaba esa canción, ese
juego o ese cuento o narración. Haga un dibujo, recreando ese momento.
 Escriba un texto breve describiendo esa escena: quién era la persona que compartía con
usted, en qué lugar estaban, cuál era la canción, el juego o el cuento que le regalaba,
cómo se sentía usted.
 Después de leer el apartado Palabras habladas y escritas que paso a paso acompañan a
crecer y quedan en la memoria deténgase a pensar en todo eso que usted hace con sus
niños, y que tanto usted como ellos disfrutan muchísimo.
 Escoja una actividad, aquella en que les habla mientras los cuida o los alimenta, o ese
momento feliz en el que realiza un juego mezcla de palabras y cuerpo, o cuando les canta,
o les narra… un momento que le parezca importante porque sabe, a ciencia cierta, cuán
grato es para todos los que participan.
 Ahora describa, mediante palabras, esa actividad que escogió. Hágalo de la manera más
detallada posible. Intente hacerlo de modo tal que quien lea esta descripción pueda “ver”
lo que pasa así no esté presente.

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