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"Freud Y El Cine"

(*) Presentado En La Escuela Freudiana De Buenos Aires El 23 De Octubre De 1996 Como Introducción A La Proyección De
La Película "misterios De Un Alma" De G. W. Pabst.

Daniel Zimmerman

En agosto de 1909, a la edad de 53 años, Freud, acompañado por su discípulo y amigo


Sandor Ferenczi, tuvo la oportunidad de ir al cine por primera vez. Ocurrió en Nueva York,
durante su visita a los Estados Unidos para dictar cinco conferencias en la Clark University de
Worcester.

Su correspondencia de aquella época no registra ninguna impresión personal del suceso; más
llamativo aún, Freud ni siquiera lo menciona. Treinta años más tarde, Theodor Reik, al evocar
sus recuerdos del maestro, comenta que a Freud no le atraían mucho las películas, a
excepción de las creaciones de Charles Chaplin. En efecto, quien incursione en los textos de
Freud con la expectativa de encontrar alguna referencia que testimonie de su interés por el
cine o de un posible punto de encuentro entre su teoría y el séptimo arte saldrá sin duda
defraudado: los desarrollos freudianos, aunque contemporáneos de las obras pioneras de la
cinematografía, parecen desenvolverse absolutamente ajenos a ellas.

Resulta, entonces, un verdadero hallazgo un breve comentario suyo en el transcurso de las


Lecciones de introducción al psicoanálisis de 1915. En la primera de aquellas conferencias, y
a propósito de las dificultades que el psicoanalista encuentra para conseguir la adhesión de
los familiares a un tratamiento que tiene la apariencia de una simple conversación entre el
paciente y el profesional, Freud señala : "Los que rodean al enfermo, poco ilustrados, sólo
admitirán las bondades de un tratamiento que presente efectos visibles y tangibles como los
que se ven en el cinematógrafo". Esta apelación de Freud al poder de convicción de la imagen
fílmica no es ajena seguramente al carácter introductorio de su exposición ni a la condición
lega de su auditorio. Pero, al mismo tiempo, lo muestra escéptico acerca de la posibilidad de
conciliar la representación imaginaria con los fundamentos básicos del psicoanálisis - en este
caso lo "intangible" de la función de la palabra.

Una historia de amor.

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En 1915, D. W. Griffith dirige "El nacimiento de una nación" y, al año siguiente, "Intolerancia".
El estreno de "El gabinete del Dr. Caligari" inaugura, en 1919, el expresionismo alemán.
Chaplin presenta "El pibe" en 1920 ; en 1921 Rodolfo Valentino protagoniza "Los cuatro
jinetes del apocalipsis". "El navegante " de Buster Keaton se estrena tres años después.

El mundo cinematográfico comienza a interesarse por el psicoanálisis. En diciembre de 1924,


el productor Samuel Goldwyn se embarca rumbo a Europa. . En un reportaje concedido a
bordo al New York Times anuncia su propósito de visitar a Freud y conseguir su colaboración
para una película. Goldwyn había fundado en 1917 la Goldwyn Pictures Corporation que luego
pasó a integrar (ya sin su participación) la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Su proyecto, ahora
como productor independiente, consiste en realizar una película de amor basada en las
grandes pasiones amorosas de la Humanidad . Nada mejor, entonces, que contar para sus
fines con la supervisión del "mayor especialista del mundo en el amor". En efecto, sabe
apreciar el talento ajeno y acostumbra además pagarlo bien : está dispuesto a ofrecer a Freud
la suma de cien mil dólares por su asesoramiento.

La respuesta de Freud a la solicitud de entrevista es tan escueta como terminante : "No tengo
intención de ver a Mr. Goldwyn". El 24 de enero de 1925 el New York Times informa : "Freud
ignora a Goldwyn / El psicoanalista vienés no está interesado en la oferta cinematográfica". Se
atribuye a Hanns Sachs el comentario de que la negativa de Freud causó en Nueva York más
revuelo que la publicación de "La interpretación de los sueños".

Hollywood no logra seducir al fundador del psicoanálisis. No obstante su situación económica,


Freud no accede siquiera a discutir la propuesta. No hay para él encuentro posible entre la
fábrica de sueños que encarna Goldwyn y las imágenes que son producto del trabajo del
sueño. No dejará de reconocer, sin embargo, el acierto de Goldwyn al sugerir como motivo
central el amor ; es decir, lo que a su juicio constituye "el único aspecto de nuestro tema que
puede tener representación plástica".

Berlín, 7 de junio de 1925. Karl Abraham recibe la visita del director de la UFA, la productora
cinematográfica más importante de Alemania. Este le propone realizar un film de divulgación
científica sobre el psicoanálisis, con la debida autorización de Freud y bajo la supervisión de
discípulos suyos reconocidos. "La diferencia entre esta correcta proposición y la conducta del
americano Goldwyn salta a la vista", le escribe Abraham a Freud esa misma noche. Presume
que el proyecto no despertará la simpatía de Freud pero confía en que admitirá el peso de las
"razones prácticas" : controlar de cerca una iniciativa que de todos modos se llevará a cabo
con o sin su colaboración y la posibilidad de mejorar las finanzas de la Causa. Aunque
aquejado por un fuerte catarro bronquial, afiebrado y afónico, Abraham se compromete a
discutir el asunto con Sachs al día siguiente. "Va de suyo", finaliza la carta, "que le quedaré a

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usted muy agradecido por cualquier sugerencia"

Viena, dos días más tarde. Freud no ha demorado más que una hora en responderle . La
presunción de Abraham se confirma ; Freud es categórico : "El espectacular proyecto no me
agrada". Advierte el riesgo de dejar el proyecto en manos de analistas silvestres pero al
mismo tiempo reconoce que "no podemos impedir a nadie que haga un film de esa índole sin
nuestro acuerdo". Llegado el caso, la Causa resultará ajena a ello. Para Goldwyn la
colaboración de Freud era la garantía de un éxito de taquilla : apostaba a que sus
revelaciones sobre el amor "encenderían los corazones de los espectadores". Abraham no se
equivocaba : la propuesta de la UFA era diferente. Pero pasaba por alto un aspecto que Freud
captó enseguida : "lo que esas personas quieren pagar es obviamente la autorización. Y ésta
sólo la pueden obtener de nosotros".

A su modo de ver, el asunto tenía enormes posibilidades de resultar anodino. Se negaría en


consecuencia a dar su consentimiento por anticipado. Sólo a posteriori de revisar el guión ,y
en el caso de encontrarlo "positivo y útil" , se mostraría dispuesto a dar su autorización. "No le
negaré que preferiría que mi nombre no tuviera nada que ver con el todo esto", insistió Freud :
y refiriéndose a una posible ganancia "cedería gustoso mi parte a la editorial".

El invasor de Worcester

Originalmente el plan de la película contemplaba una primera parte a modo de introducción,


con "ejemplos elocuentes" que ilustrarían los actos fallidos, el sueño, el proceso de la
represión, el inconsciente. La segunda parte presentaría un caso clínico mostrando el
esclarecimiento de los síntomas y la curación a la luz del psicoanálisis.

Fue convocado para dirigirla Georg Wilhelm Pabst. Nacido en Bohemia en 1885, había
ganado su reconocimiento como realizador con el estreno de "La calle sin alegría". Según
refiere Abraham, Pabst conocía la obra de Freud y al leer sus Cinco conferencias se había
entusiasmado con el "ejemplo del invasor" para ilustrar la represión y la resistencia. Abraham
comentó esto con Freud , quizás para halagarlo y conseguir así su adhesión al proyecto. Sea
como fuere, no obtuvo otra cosa que una nueva demostración de disgusto : "El pequeño
ejemplo que usted menciona, la representación de la represión mediante mi comparación de
Worcester, causaría una impresión cómica más que didáctica".

En la conferencia en la Clark University de Worcester, Freud se había expresado así : "Quizás


pueda presentarles una viva descripción de la represión y de su necesaria relación con la
resistencia por medio de una grosera analogía derivada de nuestra real situación en este
mismo momento. Supongamos que en esta sala de conferencias y entre el público, cuyo
ejemplar silencio y atención nunca elogiaré lo suficiente, se encontrara alguien que , sin

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embargo, con sus exclamaciones, risotadas y movimientos distrae mi atención de mi
cometido. Tengo que anunciar que no puedo continuar la conferencia ; en consecuencia, tres
o cuatro hombres corpulentos de entre ustedes se levantan y después de una breve lucha
expulsan del salón al interruptor. Así, entonces, él es "reprimido" y puedo continuar mi
conferencia. Pero para que la interrupción no se repita, en caso de que el expulsado intente
volver al salón, los caballeros que han cumplido mi deseo colocan sus sillas contra la puerta y
establecen así una "resistencia" luego de conseguida la represión. Si ahora traducen en
términos psíquicos las dos localizaciones involucradas como lo "consciente" y lo
"inconsciente" tendrán ante ustedes una imagen bastante aproximada del proceso de la
represión."

En efecto, la representación, o mejor aún la imagen animada de un grupo de hombres


agolpados con sillas contra una puerta "resistiendo" el empuje de otro que pugna por entrar,
sugiere mejor un gag chaplinesco que el mecanismo de la represión inconsciente. Esa
analogía, didáctica en el transcurso de la conferencia, al ser puesta en imágenes se vuelve
simplemente ridícula.

Así, entonces, el "elocuente ejemplo" de Worcester resulta especialmente apto para apreciar
en su justa medida la objeción más fuerte de Freud a cualquier tentativa de ilustrar en el cine
los descubrimientos del psicoanálisis ; y ésta es justamente que no considera posible
representar plásticamente de forma satisfactoria ninguna de "nuestras abstracciones".

"Misterios de un alma".

En julio de 1925, y en razón de su frágil estado de salud, Abraham toma unas tranquilas
vacaciones en Wengen, en el Oberland bernés. No bien llegado, le escribe a Freud ,
anhelando entusiasmarlo en el proyecto del filme : "Sachs y yo pensamos contar con todas las
garantías de que el asunto se llevará adelante de manera absolutamente seria, y creemos
haber logrado en principio "hacer representables" los temas abstractos. Cada uno de nosotros
tenía una idea al respecto, que se han complementado de manera notable".

Dado que sus dificultades respiratorias persisten, Abraham se traslada a Sils donde continúa
su convalescencia. Es el presidente de Asociación, y de acuerdo con Freud, concentra sus
energías en la preparación del inminente congreso de Bad Homburg. Delega paulatinamente
en Sachs la supervisión de las película. Le escribe a Freud el 14 de agosto : "Temo que haya
surgido algún inconveniente en el asunto del filme (aunque no sé, por lo demás, qué puede
ser), pero los trabajos progresan felizmente y estoy seguro de que algún día usted coincidirá
con Sachs y conmigo".

Ese mismo mes los productores habían anunciado el comienzo del rodaje de "Misterios de un

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alma" (Geheimnisse einer Seele) , informando que su realización se llevaría a cabo "a partir
del estudio de un caso de Sigmund Freud". En los Estados Unidos la revista Time llegó al
extremo de afirmar que Freud mismo planeaba y vigilaba cada metro del filme. Abraham debió
reconocerle entonces a Freud : " en vista del anuncio que han publicado, lo mejor es no tener
nada que ver con esa gente. Nosotros, en virtud de toda nuestra actitud frente a la Causa,
estamos muy lejos del punto de vista de ellos".

¿Qué pensaba Freud a esta altura ? En una carta escrita a Ferenczi en esos días bien podría
estar la respuesta, la última y definitiva de Freud : "La filmación, según parece, es tan
inevitable como el pelo a la garçon, pero yo no me dejaré hacer ese corte y tampoco quiero
verme involucrado personalmente en la producción de ninguna película"

Karl Abraham murió en la Navidad de ese mismo año de 1925 a causa de lo que hoy se
supone un cáncer bronquial. Al mes siguiente se estrenaba en Berlín "Misterios de un alma".

Sin disimular su antipatía por el psicoanálisis, la prensa inglesa la calificó como una maniobra
desesperada de Freud para obtener en los sectores populares la difusión que sus teorías no
habían conseguido en el ambiente científico. La publicación alemana "El escenario mundial"
salió en defensa del filme : "Un intento de mostrar la esencia del psicoanálisis a través de un
ejemplo en una película no es en modo alguno un extraño afán de popularidad como pretende
cierta gente. "Misterios de un alma" es algo extraordinariamente prolijo y por lo demás muy
cautivante". Otra revista, el "Kinematograph", ponderó la resolución técnica de las secuencias
oníricas como "una gloria de la cinematografía alemana".

Del actor que interpreta al psicoanalista, Pawel Pawlow, circuló la divertida historia de que
luego de "Misterios de un alma" fue invitado por un grupo americano a una gira de
conferencias : lo convincente de su actuación los había llevado a suponer que era un
auténtico discípulo de Freud.

Los Psicoanalistas y el cine.

"No es preciso aclararle que esta clase de cosas no están en mi línea", había escrito Abraham
a Freud en el comienzo de esta aventura cinematográfica, "ni tampoco necesito decirle que
este proyecto responde a fuertes tendencias de nuestra época". Como el corte de pelo a la
garçon, en esos años Freud y el psicoanálisis habían ganado gran popularidad. Frente a
sucesos que conmovían a la opinión pública, los medios de difusión apelaban a la novedad de
la opinión psicoanalítica. Pero aunque a Freud ese tipo de popularidad en parte lo divertía, no
dejaba de considerarla "un peligro para logros más serios" Y la divulgación del psicoanálisis
por medio del cine constituía para él uno de esos peligros.

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Para Goldwyn. el asesoramiento psicoanalítico podía aportar a un filme la cuota de
autenticidad necesaria para fascinar a los espectadores ; a su entender, guionistas, directores
y los propios actores debían sacar provecho de aquellas profundas revelaciones.

Abraham coincidió plenamente con Freud en el rechazo de una vulgarización de esa


naturaleza . Sin embargo, consideraba que el objetivo de "Misterios de un alma" era diferente
:la UFA no pretendía utilizar el psicoanálisis con fines comerciales sino ilustrar en qué
consistían sus fundamentos y su técnica. ¿Acaso era posible ?, ¿podía resultar ventajoso para
la Causa ? Freud cuestionaba toda posibilidad de representar visualmente cualquiera de sus
aportes teóricos. Y de la pretendida intención didáctica sólo vislumbraba el riesgo del ridículo.

Dado el entusiasmo de Abraham en participar en el guión, Freud optó por participarle


simplemente sus objeciones y a ponerlo sobre aviso. Por su parte, los esfuerzos de Abraham
para convencer a Freud de su punto de vista fueron inútiles. En la práctica, el tramo inicial del
filme se suprimió y el guión se atuvo al relato del historial clínico. Igualmente Freud resolvió
negar su autorización a ésta o a cualquier otra película. Esta controversia resintió en sus
últimos días la relación entre Abraham y Freud.

La consagración del cine como el arte por excelencia de este siglo mantiene vigente la
interrogación : ¿es posible la convergencia del escenario del inconsciente con la pantalla
cinematográfica ?

Cierta o no, la anécdota del actor Pawel Pawlow contiene el grano de verdad que despeja el
rumbo hacia una respuesta : el artista es quien engendra, con su oficio y su talento, la
creación psicológica. En materia de misterios del alma, es él quien lleva la delantera. Y, de
parte del psicoanalista, sería necio desconocerlo.

Bibliografía:

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