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ALGUNOS APUNTES SOBRE EL MICROCUENTO

El microcuento (también llamado microrrelato, minificción o cuento híper breve) es una


variante narrativa cuya característica principal reside, obviamente, en la brevedad del
texto. Suelen ser construcciones de un solo párrafo que, omitiendo descripciones u otros
“derroches” de palabras, contienen inicio, nudo y desenlace, para contar un hecho
concreto, empleando la elipsis como principal, o único, recurso narrativo. Así, lo que no se
cuenta es tan importante como lo que se relata, claro que los vacíos deben ser llenados
por la imaginación o cultura general del lector.

David Lagmanovich, uno de los principales teóricos del microrrelato, además de la


brevedad, señala los siguientes rasgos:

a) es irrelevante su relación con el mundo natural, pero obligatoria su vinculación


con la naturaleza humana; b) enfoca un evento o incidente individual (o sea, no es
una generalización); y c) marca el paso del tiempo —sobre todo a través de formas
verbales y adverbiales— y la distancia entre el tiempo interno de la narración y el de
la producción y lectura del texto, evitando así los rasgos de intemporalidad. En
particular, d) es frecuente que los textos de este tipo escritos en español exploten la
distinción aspectual —en terminología actual de la Academia— entre el pretérito
perfecto simple (que yo llamo “pretérito”) y el pretérito imperfecto (o simplemente
“imperfecto”).

Por otra parte, en el sitio escueladeescritores.com hay un un decálogo sobre el


microcuento, el cual, sin ser un “recetario”, ofrece pautas interesantes sobre este género
narrativo. Emplearé algunos de sus puntos para analizar ciertas particularidades de la
minificción en ejemplos específicos.

“Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas
líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo”.

Creo que este punto es claro y no necesita mayores explicaciones; baste el siguiente
ejemplo:

Justicia (Jaime Muñoz Vargas)

Hoy los maté. Ya estaba harto de que me llamaran asesino.

“Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como


todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su
objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las
primeras líneas”.

De acuerdo con esto, no se consideran microrrelatos cosas como:

El profesor dijo “Saquen la foto sin flash”... y Flash no salió en la foto.

El capitán dijo “Háganlo con cautela”... y Cautela quedó embarazada.

Si el sexo oral es bueno, ¡cómo será el escrito!

En cambio, observemos el siguiente texto:


El adivino (Jorge L. Borges)

En Sumatra, alguien quiere doctorarse de adivino. El brujo examinador le


pregunta si será reprobado o si pasará. El candidato responde que será
reprobado…

En tres oraciones, Borges plantea una historia completa; cada una corresponde,
respectivamente, al planteamiento, nudo y desenlace. Pero no siempre se da esta
coincidencia entre el número de oraciones y los componentes de la estructura; es más, a
veces, algunos componentes no figuran en el texto de forma explícita. Por ejemplo:

El dinosaurio (Augusto Monterroso)

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Monterroso sólo escribe el desenlace, sin embargo, el planteamiento y el nudo pueden


inferirse, aunque estos sean distintos en cada lectura individual. Según yo, las primeras
palabras (“Cuando despertó…”), tal como están redactadas, remiten a una situación
inicial: Alguien se durmió. Esto, relacionado con las últimas palabras del desenlace (“…el
dinosaurio todavía estaba allí”), permiten inferir el nudo: Mientras dormía, soñó que un
dinosaurio estaba a su lado. Como se puede apreciar, Monterroso lleva al límite la función
de la elipsis.

“Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no


transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia”.

El cuento de Monterroso es un ejemplo de esto: entre dormir, soñar y despertar, no


transcurre mucho tiempo. El lapso es menor, casi un instante, en el siguiente texto:

La culta dama (José de la Colina)

Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso


titulado “El dinosaurio”.
–Ah, es una delicia –me respondió–, ya estoy leyéndolo.

No obstante, la elipsis permite abarcar periodos más extensos, como en el siguiente caso:

Rosas (Alejandra Basualto)

Soñabas con rosas envueltas en papel de seda para tus aniversarios de


boda, pero él jamás te las dio. Ahora te las lleva todos los domingos al
panteón.

“Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes,


es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle
bien elegido puede decirlo todo”.

Como se puede observar en el siguiente ejemplo, la autora no necesita abundar en


detalles macabros para transmitir la sensación de espanto. Tres oraciones (planteamiento,
nudo y desenlace) redactadas al estilo “telegráfico”, cada una con el detalle preciso que
permite encadenar la sucesión de acciones; la última, la más breve, cierra y redondea el
relato de manera efectiva:
Pequeños cuerpos (Triunfo Arciniegas)

Los niños entraron a la casa y destrozaron las jaulas. La mujer encontró los
cuerpos muertos y enloqueció. Los pájaros no regresaron.

“Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso


del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y
también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor.
Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es
bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de
desvelar algo importante”.

En muchos casos, el título es parte fundamental e insoslayable del relato. De hecho,


algunos estudiosos del microcuento, como David Lagmanovich, a fines de clasificación,
incluyen las palabras del título dentro del número total de palabras del texto, lo cual no
deja de ser pertinente, si se considera minificciones como las siguientes:

La última cena (Ángel García Galiano)

El conde me ha invitado a su castillo. Naturalmente, yo llevaré la bebida.

De Catalina de Rusia (Marco Denevi)

Si no hubiese sido por mi cuerpo, habría sido casta.

En el primer texto, el título funciona como desenlace; elipsis de por medio, se infiere que
la bebida estará envenenada y, por eso, será “la última cena” del conde. En el segundo, el
título le da sentido al relato, vinculando la única oración con un personaje histórico real.

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