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Carlos S. Olmo Bau
3 La de Walter Benjamin es una obra de problemática datación debido, en buna parte a la fragmentación
de su pensamiento, a la publicación en revistas de buena parte de sus escritos, a las diferencias entre las
fechas de concepción inicial, redacción y edición final, así como al hecho de que buna parte de ella quedó
inédita en vida.
4 Benjamin, W.; “Tesis de Filosofía de la Historia”, en Discursos interrumpidos I, Madrid, Taurus, 1973,
pág. 183 (tesis 9).
5 Lucas, A.; “La alegoría barroca y el lamento silencioso de la naturaleza”, en Creación, nº 1, Barcelona,
1990, pág. 78.
es más, una crítica del materialismo histórico muestra de la reconocida ausencia de
dogmatismo en el marxismo benjaminiano, aparece ya en la primera de las tesis e
impregna todo el texto.
Y de la misma forma en que no cabrá encorsetar a Walter Benjamin bajo ninguna
etiqueta de dogmatismo marxista; tampoco cabe encerrarlo en una caracterización de
fundamentalismo teológico. Adorno, en este sentido, prevenía: “su ensayismo consistía
en tratar textos profanos como si fueran sagrados”6, sin aferrarse a los restos, a la
herencia teológica - judaica.
Ello no impide reconocer en Benjamin un reflejo de la tradición hebraica que viene a
identificar el método histórico con el método filológico en cuya base, como señala
Francisco Jarauta, estaría el libro de la vida. Leer lo que jamás ha sido escrito –había
dicho Hofmannstahl, con anterioridad- fue el intento y el deseo del pensador berlinés.
La Historia, entonces, no es sólo una ciencia, sino –y fundamentalmente- una peculiar
forma de memoria.
Ambas facetas, sin embargo, no explican al cien por cien ni el origen, ni el
desarrollo, ni el contenido de la Filosofía de la Historia construida por este filósofo. Es
preciso destacar otros elementos. Entre ellos una concepción poética del lenguaje, de la
palabra, de lo divino, de lo mítico, del destino,... de la realidad, en fin,... de la que hay
buenas muestras en ‘El Origen Del Drama Barroco Alemán’. Desde este, o para ser
exacto, “desde la representación alegórica del drama barroco como imagen (idea) del
mundo, desde el rostro ajado (ruina) de la naturaleza, crea su imagen objetiva de la
historia”7.
En una obra anterior, ‘Metafísica de Juventud’ (1914), el contenido poético de
su expresión y reflexión es in disimulable. En ella Benjamin afirma que el presente
domina a quien habla, condenándolo a no "decir jamás el pasado del cual quiere
hablar"; mientras que quien escucha, calla y espera, posee (¿O es poseído - poseída?) el
pasado. El silencio remite al pasado y quien guarda silencio se erige en guardián, o
guardiana8, del lenguaje. ‘El origen del drama barroco alemán’ asoma ya aquí, también
la crítica sobre ‘Las afinidades electivas’, por no hablar de la intensísima e intimísima
relación con el hebraísmo.
6 Adorno, Th.; “Caracterización de Walter Benjamín”, en "Crítica, cultura y sociedad", Ariel, Barcelona,
1973, pág. 120.
7 Lucas. A.; Op.Cit., pág. 80.
8 El prototipo de persona que escucha, calla y espera era, para Benjamín, la mujer.
Tal es, en fin, la relación entre las Filosofías del Lenguaje y de la Historia en la obra de
Walter Benjamin, que, para el filósofo, el origen o aparición de la historia coincide con
el origen o aparición del significado en el lenguaje.
Si con anterioridad, en la teoría -digamos- teológica del lenguaje ya se lee, bien
entre líneas, bien directamente, un esbozo de teoría de la historia; en ‘El origen del
drama…’ esa lectura es mucho más clara y explícita. Allí, “el drama expresa una doble
tensión: Por una parte, dolor de la naturaleza traicionada por el lenguaje, por otra,
lamento del nacimiento de la historia”9.
En este sentido, el Drama Barroco es la expresión de luto de la naturaleza ante el
nacimiento del lenguaje y de la historia. Aunque la relación historia - naturaleza gire,
también, en torno al concepto benjaminiano de alegoría: “Mientras que en el símbolo,
con la transfiguración de la caducidad de manera fugaz, se revela el rostro
transfigurado de la naturaleza a la luz de la redención, en la alegoría se propone a los
ojos del observador la facies hipocrática de la historia como paisaje primordial
petrificado. La historia en todo cuanto tiene, desde el inicio, de inoportuno, de
doloroso, de equivocado, se configura en el rostro -más bien en el cráneo- de un
muerto”10.
Las ‘Tésis de filosofía de la historia’, como si de una nueva recapitulación se
trataran recogen todas esas ideas: “(...) la obra de una vida está conservada y
suspendida en la obra, en la obra de una vida la época, y en la época el decurso
completo de la historia”11 o, en traducción levemente distinta, “(...) en la obra se halla
conservada y suprimida la obra general, en la obra general la época, y en la época el
entero curso de la historia”.
Pero el eje de la de la Filosofía de la Historia, que bien se puede decir tiene en
estas dos obras sendos motores, sendos límites de un segmento, tiene entre ellos otras
expresiones cuales son el spleen baudeleriano, la memoria proustiana, o el surrealismo
como última instantánea de la inteligencia europea.
Sin esas otras coordenadas no puede entenderse, por ejemplo, la noción de historia que
Benjamin defendía de paulatino proceso de trasparencia del mundo (no en vano piensa
desde el opaco laberinto de la modernidad) y de progreso hacia una promesse de
bonheur que hunde sus raíces en la obra de Proust.
12 Benjamin, W.; “Tesis de Filosofía de la Historia” (tesis 13), en Para una crítica de la violencia y otros
ensayos, pág 131.
13 Traverso, E.; “Walter Benjamin y León Trotsky. afinidades y divergencias marxistas”, en Imprecor nº
83, Madrid, abril de 1991, pág 33.
desmitificando, de paso, la primera), analizar la historia desde una mirada que pase
sobre ella “el cepillo a contrapelo”.
Por eso dicha ruptura es, a la par, una vindicación de la multiplicidad y densidad
constitutiva del pasado. Un pasado integrado por diferentes líneas, proyectos,
perspectivas, propuestas,… en conflicto. Un constante enfrentamiento en batallas
sociales, políticas, económicas, artísticas… e incluso históricas; desde cuyos resultados
se dibuja y decide el “curso de la historia”
Quizá sea aquí donde de forma más clara se expresa la concepción cualitativa que
Benjamin posee del tiempo, frente al criterio uniforme - positivista. Una concepción en
la que el tiempo actual está cruzado por múltiples fuerzas en conflicto, con pasados
relevantes, vivos y eternos, convocados a su vez por los tiempos actuales de tal manera
que los tiempos pretéritos, lejos de quedar encerrados en una foto fija, emergen (plenos
de esperanzas no realizadas) en el presente.
Se está, pues, ante un intento de superación y redefinición tanto de las nociones de
progreso y de tiempo como de la dialéctica pasado-presente.
En relación con la idea benjaminiana de progreso, cabe llamar la atención sobre
la crítica a la defensa del dominio de la Naturaleza14 por parte del hombre, que enlaza
con el pensamiento de ciertos comunismos no marxistas, por una parte, y la obra de
Johann Jacob Bachofen y su interpretación (en clave mística) por cierto nacionalismo
alemán (Stefan George y Ludwig Flages). Lejos de esas coordenadas, el ecologismo
surgido como nuevo movimiento social en el último cuarto del pasado siglo, acogía sin
problemas una obra con citas como esta: “Marx dice que las revoluciones son las
locomotoras de la historia universal. Pero acaso las cosas sean completamente
distintas. Quizá las revoluciones son recursos al freno de emergencia por parte del
género humano que viaja en ese tren”15.
Tal talante político - revolucionario puede parecer extraño en comparación con
otras obras de Benjamin. Es, obviamente, distinta. Como Susan Sontag dice,
apasionada, pero irónicamente, Benjamin se colocó en las encrucijadas. Era
importante para él mantener abiertas sus muchas "posiciones": la teológica, la
surrealista / estética, la comunista. Una posición corrige a otra; el las necesitaba
todas16.
Bibliografía
17 Benjamin, W.; “Correspondencia”, cit. en Vernego, R.J. “Introducción”, en Benjamin, W.; Sobre el
programa de la filosofía futura, Planeta Agostini, Barcelona, 1986, pág. IV.
Adorno, Th.; “Caracterización de Walter Benjamin”, en Crítica, cultura y
sociedad, Ariel, Barcelona, 1973.
Aguirre, C.A.; “Walter Benjamin y las lecciones de una historia vista a
contrapelo”, en Revista Diálogos, nº 5, UEM, Maringá (Paraná- Brasil), 2001.
Hay versión electrónica en
http://www.dhi.uem.br/publicacoesdhi/dialogos/volume01/vol5_atg1.html
Benjamin, W.; Iluminaciones II, Taurus, Madrid, 1972.
Benjamin, W.; Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1973.
Benjamin, W.; Sobre el programa de la filosofía futura, Planeta Agostini,
Barcelona, 1986.
Benjamin, W.; El origen del Drama Barroco Alemán, Taurus, Madrid, 1990.
Benjamin, W.; Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Taurus, Madrid,
1991.
Jarauta, F.; “Walter Benjamin: Una actualidad intempestiva”, en Claves de la
razón práctica, nº 25, Madrid, septiembre de 1992, págs. 59-61.
Lucas, A.; “La alegoría barroca y el lamento silencioso de la naturaleza”, en
Creación nº1, Barcelona, 1990, págs. 76-86.
Parals, C.; Foster velará por la memoria de Benjamin, en El País (Revista de
Agosto), martes 6 de agosto de 2002.
Riechmann, J.; ¿Problemas con los frenos de emergencia?, Talasa (antes
Revolución), Madrid, 1991.
Sontag, S.; Bajo el signo de Saturno, Edhasa, Barcelona, 1987.
Traverso, E.; “Walter Benjamin y León Trotsky; afinidades y divergencias
marxistas”, en Imprecor nº 83, Madrid, abril de 1991, págs. 30-34.