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GALLO
FACULTAD DE CIENCIAS BIOLÓGICAS
ASIGNATURA:
Biotecnología Microbiana
DOCENTE:
César Wilber Guzmán Moreno
CICLO:
2021-II
AUTORES: GRUPO 1
Aldana Custodio Jesús Rodolfo
Collantes Rivera Vivian Débora
Medina Ñopo Jessica Aurora
Pérez Mejía Ronaldo Anders
Urcia Sipion José Ernesto
Yamunaque Castro Eduardo Antonio
LAMBAYEQUE-PERÚ
BIOSORCIÓN EN EL TRATAMIENTO DE AGUAS CONTAMINADAS
I. INTRODUCCIÓN
Una de las problemáticas sociales de mayor relevancia que aqueja
actualmente a la sociedad, es el crecimiento industrial, debido a la gran cantidad
de desechos y compuestos tóxicos generados, los cuales perjudican
significativamente al ambiente (ecosistemas); siendo el recurso hídrico, uno de los
más afectados, y presentando un incremento de contaminación en los últimos
años. Lo que nos lleva a contemplar la necesidad de buscar tecnologías de bajo
costo (en contraste con las convencionales) para la remoción de contaminantes en
soluciones acuosas; siendo una de ellas la biosorción, que presenta como ventajas
su bajo costo, alta eficiencia, minimización de productos químicos, recuperación
de metales y su aplicación en contaminantes pequeños (Mar y Dos Santos, 2011).
La aplicación de la biosorción es importante, pues permite dar un uso
alternativo a materiales considerados “desechos”, como es el caso de las cáscaras
de tamarindo, plátano, limón, naranja, hoja de maíz, maní, quitosano, desechos de
tallo de uva; disminuyendo así su presencia e impacto en el ambiente. También,
permite el uso de recursos renovables como son las bacterias, hongos y algas, las
cuales se encuentran en gran cantidad en la naturaleza y presentan una variedad
de mecanismos de acumulación de metales. Sin embargo, el uso de organismos
vivos como materiales biosorbentes puede verse afectado por las altas
concentraciones de contaminantes, interrumpiendo así el proceso de adsorción
cuando estos lleguen a la fase de muerte (Tejada et al., 2015).
Por ello, se prefiere el uso de la biomasa muerta para el tratamiento de
aguas contaminadas, ya que evita el rápido deterioro del material biosorbente, no
requiere nutrientes adicionales y sus propiedades físicas y químicas pueden ser
modificadas para aumentar la eficiencia del proceso (Cañizares, 2000). Debido a
que el proceso de biosorción permite la remoción de contaminantes en solución
acuosa, se considera como una alternativa a emplear en procesos de
descontaminación, a fin de evitar problemas futuros, y permitiendo mantener un
equilibrio en el ecosistema; además de utilizar fuentes renovables y dar un valor
agregado a productos considerados desechos.
II. DESARROLLO
1. Biosorción
Mejía (2006), define como biosorción a la captación de iones (aniones y
cationes) metálicos mediante el uso de biomasa (viva, como las algas o muerta);
esto ocurre a través de mecanismos fisicoquímicos, con la posterior eliminación
de la remoción de la sustancia contaminante en la solución (siendo un ejemplo, la
eliminación de metales pesados en aguas residuales). Así mismo, Cuizano et al.
(2009) describe a la biosorción como un sistema en el cual un sorbato (átomo,
molécula o ion molecular) interactúa con un biosorbente (superficie sólida de una
matriz biológica) produciendo una acumulación en la interfase sorbato-
biosorbente, y generando una reducción en la concentración del sorbato en la
solución tratada.
2. Ciclo de adsorción-desorción
El estudio de los procesos de adsorción-desorción de metales pesados es
crucial en la propuesta de estrategias efectivas de mitigación, reducción o
eliminación de estos tóxicos en los sistemas naturales. El ciclo o proceso de
adsorción global inicia cuando el fluido pasa alrededor de las partículas de un
lecho fijo, difundiéndose primero el soluto desde el volumen del fluido hasta la
superficie de las partículas. Posteriormente el soluto se difunde del interior del
poro hasta su superficie, finalmente se absorbe sobre la superficie. Es preferible
buscar sólidos altamente porosos con áreas internas grandes, ya que la
acumulación por unidad de área suele ser pequeña.
La desorción es un proceso de tratamiento de residuos y suelos
contaminados que, mediante un proceso térmico, reduce la presencia de
determinados contaminantes, los más volátiles, con la finalidad de que pierdan su
condición de residuo peligroso. En un equipo de desorción, el agua contaminada
se vierte sobre el material de llenado mediante una boquilla central o un embudo
de distribución en la parte superior de la columna. La carga de material de llenado
sirve aquí para ampliar la masa de intercambio de material. El aire se insufla con
un procedimiento a contracorriente, al hacerlo, los hidrocarburos disueltos pasan
al aire. El aire contaminado se limpia en un filtro de carbono activo posterior
(adsorción de las sustancias tóxicas mediante el carbono activo). El agua tratada
se recopila al pie de la columna y se alista para su uso posterior (Mauro, 2014).
La biosorción es una técnica usada para el refinamiento de aguas de
desecho contaminadas con metales pesados, para el ciclo de biosorción se trata
previamente a la biomasa por lavado con ácidos o bases, posteriormente ocurre el
secado, la molida, el corte, la pulverización y la granulación de la biomasa seca
para obtener partículas estables (pueden empaquetarse en columnas), el proceso
continúa con la carga del material sorbente, por el cual pasará el efluente y aquí el
material es captado por el biosorbente, finalmente el ciclo termina al lavar con
agua el material regenerado y eliminación de los restos de solución y sólidos
suspendidos (Sala et al., 2010).
Figura 2. Isotermas de adsorción Zn(II): (▲); Cu(II): (🔸); Cd(II): (🟣) y Pb(II): (◼), a pH
5.5 y temperatura ambiente por G. torulosus. Los ajustes se realizaron a partir del modelo de
Langmuir.
4. Biosorbentes
Son materiales naturales disponibles en grandes cantidades, o productos
residuales de operaciones industriales o agrícolas, que pueden ser utilizados con
el fin de la captura de contaminantes. Entre los biosorbentes más comunes se
encuentra todo tipo de biomasa microbiológica, vegetal y animal, y productos
derivados, los cuales han sido objeto de investigación en todas sus características,
ya sea físicas, químicas, de oxidación o reducción para la eliminación de distintas
sustancias orgánicas e inorgánicas. Estos materiales proporcionan nuevas
oportunidades para el control de la polución, recuperación de elementos preciosos
y su reciclaje, considerándose de bajo costo si requieren de poco procesamiento.
La peculiaridad que presentan los biosorbentes, es su composición, no
varían entre diferentes especies del mismo género u orden en la estructura de la
pared celular y su composición es similar en todas las bacterias. Lo mismo pasa
con los hongos, que son parecidos en la composición de su pared celular, excepto
por algunas variaciones como la cantidad de quitina, glucanos, entre otros. Las
células vegetales y algas marinas también muestran una uniformidad considerable
(Gutiérrez et al., 2013).
Las paredes celulares de los materiales bioadsorbentes contienen
polisacáridos, proteínas y lípidos, y, por tanto, numerosos grupos funcionales
capaces de enlazar metales pesados en la superficie de estos. Entre los grupos
funcionales presentes se pueden mencionar los grupos amino, carboxílico,
hidroxílico, fosfato y tiol que difieren en su afinidad y especificidad respecto a la
susceptibilidad para unirse a los diferentes iones metálicos. Así también los
mecanismos de retención de los adsorbatos y la capacidad de eliminación están
determinados y condicionados por la composición y reactividad química de la
superficie del bioadsorbente. La presencia de grupos funcionales con oxígeno
favorece la biosorción de metales pesados (Collantes, 2019).
Los componentes relevantes en este tipo de materiales son los
carbohidratos, siendo la lignina y la holocelulosa los que tienen mayor
participación presentando dos cadenas largas de hidrocarbonos (polímeros
naturales) de gran importancia que le atribuyen la característica de adsorción.
Estos son la celulosa y hemicelulosa, de las cuales derivan los materiales
lignocelulósicos que ofrecen intensas fuerzas de atracción con los iones metálicos
debido a su alto contenido en grupos hidroxilo. También se encuentran otros
grupos funcionales como las aminas, amidas, carboxilos, ésteres con alcoholes,
carbonilos y grupos que contienen azufre, los cuales se unen a los iones metálicos
mediante sustitución por iones de hidrógeno (intercambio iónico), absorción o por
donación de pares de electrones. Siendo entonces materiales con alto potencial en
la eliminación de metales de aguas contaminadas mediante absorción, por su
cantidad de los grupos funcionales (Ronda, 2016).
Los residuos de origen microbiano son los que presentan mayor capacidad
de absorción, sin embargo, también tienen una mayor complejidad de operación y
condiciones más estrictas para su correcto funcionamiento. En cuanto a los
residuos lignocelulósicos los que mayor capacidad de biosorción presentan son la
mazorca de maíz, los tallos, la poda del olivo y la cáscara de almendra.
b) Hongos
La biomasa de hongos filamentosos del orden Mucorales constituye un buen
material biosorbente de metales pesados, y los sitios de unión se encuentran
asociados a la estructura de la pared celular. Tanto R. arrhizus como R.
niqricans contienen quitosano y quitina en sus paredes celulares, que juegan
un rol en la captación de iones uranilo a partir de la solución. También eliminan
un gran número de iones metálicos de efluentes acuosos, como titanio,
zirconio, hafnio, mercurio, cobre y uranio; pero no son los compuestos
coordinantes mayoritarios en la captación de metales por biosorción (Sala et
al., 2010).
c) Algas
La superioridad que presenta frente a los demás adsorbentes se debe a la gran
versatilidad para su eficaz adecuación a las condiciones adversas que presentan
soluciones con trazas de fenoles y derivados (por su reactividad). Crecen de
forma natural y presentan una gran diversidad que permite aumentar su
selectividad y eficiencia; se han descubierto diferentes capacidades de
adsorción y selectividad por algas rojas, verdes y pardas frente a diversos
contaminantes.
La composición química y presencia de diferentes centros de adsorción
(fucanoides, alginatos, proteínas fosfatadas, etc.) permiten una mayor
adsorción de ciertos contaminantes debido a su tamaño, presencia de iones
quelantes, tamices moleculares e intercambio iónico con especies presentes en
el alga. Así también presentan un contenido inorgánico rico en calcio,
magnesio, sodio y potasio, los cuales son identificados en procesos celulares.
Por lo tanto, los biosorbentes hechos a partir de algas pueden ser fácilmente
aceptados por el público cuando se apliquen biotecnológicamente (Cuizano et
al., 2009).
6. Mecanismos de Biosorción
El proceso de bioadsorción involucra una fase sólida (biosorbente) y una
fase líquida (solvente, que normalmente es el agua) que contiene especies
disueltas que van a ser biosorbidas (sorbatos, es decir, iones metálicos). Debido a
la gran afinidad del sorbente por las especies del sorbato, esté último es atraído
hacia el sólido y enlazado por diferentes mecanismos. Este proceso continúa hasta
que se establece un equilibrio entre el sorbato disuelto y el sorbato enlazado al
sólido. La afinidad del biosorbente por el sorbato determina su distribución entre
las fases sólida y líquida (Cabrera, 2018).
Existe una serie de mecanismos que explican la retención o secuestro del
metal en diferentes partes del biosorbente.
Tabla 01. Mecanismos implicados en la biosorción de metales pesados
MECANISMOS DEFINICIÓN
9. Proceso de biosorción
Si bien la biosorción se considera una técnica eficiente y de fácil
aplicación, se deben mejorar las condiciones del adsorbente, para así mejorar su
eficiencia de acuerdo a las necesidades propias del medio en el que se aplicará,
por ello se estudian las distintas etapas del proceso, tales como:
1) Acondicionamiento
Se toman en cuenta aspectos como la química de los metales cuando
están en solución, la caracterización fisicoquímica del adsorbente, el pH
óptimo de biosorción y la temperatura adecuada. Si es necesario, se realiza
un acondicionamiento físico o químico del material que será utilizado como
biosorbente para eliminar ciertas impurezas o sustancias en exceso, pero
también para añadir un mayor número de sitios de unión o nuevos grupos
funcionales. Para la caracterización físicoquímica de los adsorbentes, se
utilizan técnicas como el análisis termogravimétrico (ATG), que sirve para
evaluar los cambios de peso del material frente a la temperatura y tiempo,
en una atmósfera controlada, determinando así su composición y
estabilidad, también se puede utilizar el espectro infrarrojo (FTIR), que
grafica los picos de absorción para mostrar los distintos enlaces entre
átomos que componen al adsorbente, es decir, indica directamente la
cantidad de material presente; la microscopía electrónica de barrido (MEB),
que investiga la morfología superficial del biosorbente antes y después de
la biosorción, lo que nos permite conocer además el tamaño, superficie, etc.
Por último, el potencial zeta, que permite conocer la carga de la
superficie del biosorbente (es decir, la fuerza de atracción o repulsión del
material en base a sus características iónicas y de polaridad), generalmente
los biosorbentes son de carga positiva para que logren la adhesión de iones
metálicos a su superficie, pero no sucede siempre. El pH influye en el
potencial Z, porque un pH ácido incrementa la negatividad de la carga y
promueve la formación de enlaces con compuestos de carga positiva.
2) Adsorción
Es la primera parte de la biosorción y en ella se evalúa si las
condiciones del acondicionamiento previo son eficaces para remover los
metales, mediante el estudio de las concentraciones de metal en solución y
las concentraciones de adsorbente. Así se determina la capacidad máxima
de adsorción y el tiempo óptimo para el proceso. La capacidad de adsorción
es atribuida por la pared celular del adsorbente, específicamente, a ciertos
grupos funcionales dispuestos en ella.
3) Desorción
Consiste en la liberación de los metales adsorbidos a la superficie,
resuspendiéndolos en fase líquida. Su objetivo es mantener el bajo costo del
proceso, una mayor recuperación del biosorbente utilizado y su
regeneración. Esta etapa se caracteriza por el uso de soluciones de elución
o desorbentes que pueden ser ácidos o alcalinos, para lograr la recuperación
del adsorbente sin destruir su estructura, y que pueda mantener sus
capacidades iniciales. Algunos desorbentes son muy agresivos y dañan la
estructura del adsorbente, pero cumplen con el objetivo de extraer los iones
metálicos retenidos por la biomasa. Algunos compuestos utilizados como
desorbentes, son: HCl, H2SO4, CH2-COOH y HNO3. Si se desea lograr una
recuperación del metal en su totalidad, se deben estudiar las condiciones
óptimas para lograrlo como pH, concentración, etc.
4) Modelamiento
Permite estudiar la cinética de la biosorción, es decir, la velocidad a
la que se produce la adsorción, mediante modelos matemáticos, conocidos
como las isotermas de adsorción. Es importante determinar el tipo de
isoterma para conocer mejor el proceso de adsorción que ocurre. Su estudio
puede resultar complicado debido a que involucra reacciones químicas entre
grupos funcionales (formación de complejos), y también porque en un
sistema sólido-líquido, el solvente puede competir con el soluto para unirse
a los sitios activos del adsorbente. Las isotermas de adsorción en fase sólida-
líquida se clasifican en 4 tipos (L, S, C, H) en base al comportamiento inicial
de la isoterma, cada tipo, a su vez, está clasificado en 5 subgrupos, en
función de las modificaciones de la isoterma frente a altas concentraciones
de adsorbato.
- Tipo L: indican la existencia de múltiples interacciones entre soluto y
solvente, fuerte atracción molecular entre moléculas de soluto, y poca
competencia entre el soluto y solvente por los sitios de sorción.
- Tipo S: el tramo inicial de la curva indica que un aumento en la
concentración de soluto favorece su adsorción. Estas isotermas indican
que existe una interacción específica entre soluto y sorbente, atracción
intramolecular moderada y competencia entre soluto, solvente y las
moléculas adsorbidas por sitios específicos de sorción. La curva es de
tipo sigmoidea.
- Tipo C (constant partition): Se caracterizan por un reparto constante del
soluto entre la solución y el sorbente, hasta que todos los sitios de
sorción están ocupados
- Tipo H (hihg affinity): Son poco comunes y se consideran casos
especiales de isotermas tipo L. Sucede cuando hay una elevada afinidad
entre soluto y sorbente, ya que, debido a bajas concentraciones de
soluto, todo o casi todo, queda retenido en el sorbente (Cabrera, 2018).
De las antes mencionadas, las más utilizadas para graficar el proceso
de biosorción, son las isotermas de Langmuir y Freundlich.
- Isoterma de Langmuir: Es de tipo L, también llamada Isoterma
normal. Considera la adsorción como un fenómeno químico. Es el
modelo más importante de adsorción en monocapa. Establece que
existe cierta cantidad de sitios de adsorción y que en cada sitio solo
puede haber una molécula de adsorbato, que los sitios de unión son
homogéneos, y que no hay interacción entre las moléculas adsorbidas
Su gráfica es hiperbólica y representa una alta afinidad entre
soluto y adsorbente en la fase inicial de la curva, luego al soluto le es
más difícil unirse, ya que los sitios específicos de sorción se van
ocupando poco a poco. a ecuación que la representa es la siguiente:
𝑞𝑚𝑎𝑥 . 𝑏. 𝐶𝑒𝑞
𝑞 =
1 + 𝑏. 𝐶𝑒𝑞
Donde: q = capacidad de adsorción (mg/g); qmax = capacidad máxima
de adsorción (mg/g o mmol/g); b = constante de Langmuir (afinidad
entre adsorbato y adsorbente); Ceq = concentración de equilibrio del
metal (mg/L).
5) Granulación
Se refiere a la condición física del biosorbente o adsorbente,
exactamente a su tamaño y porosidad, las partículas más pequeñas, brindan
una mayor área de adsorción, pero el tamaño de estas también depende del
sistema, en una columna de flujo continuo, las partículas muy pequeñas
limitan el flujo del efluente, y las partículas muy grandes no permiten un
contacto adecuado entre las especies metálicas y los sitios de sorción
(Cabrera, 2018; Dimas, 2011; Flores et al., 2001; Oré et al., 2015; Silva,
2016; Tamay, 2019).
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