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ANDES
VÍCTOR POLAY
CAMPOS
Revolución en los Andes
SUBversión
Editorial
mgtl.ecuador@gmail.com
300 ejemplares
Agosto 2020
Quito Ecuador
REVOLUCIÓN EN LOS ANDES: UNA
HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA
EN EL PERÚ
ISBN 978-2-9559776-1-3
Nota necesaria
José Mujica
Ex-miembro de la Dirección Nacional
del Movimiento de Liberación Nacional
Tupamaros-MLN(T).
Ex-Presidente de la República Oriental del Uruguay.
Carta a un revolucionario
en prisión
Víctor Polay y
la historia del MRTA
Antonio Zapata
Historiador
Introducción
Por último, espero que este libro sea leído sin prejuicios y
teniendo en cuenta que ha sido escrito en condiciones
sumamente difíciles, sin embargo creo que está presente lo
esencial de mis reexiones y pensamiento.
Víctor Raúl “El Jefe” o “El Viejo” era una persona con un
gran carisma y una especial preocupación por los jóvenes. Una
gura paternal y muy afectuosa, pero también tremendamente
absorbente y a veces intolerante, no soportaba la disidencia y
una llamada de atención suya era liquidadora. A comienzos
del 69 viajé con Carrasco Távara a un curso para dirigentes
juveniles y medios de partidos de izquierda democrática (así
llamaban a las organizaciones social-demócratas) que se
realizó en Costa Rica, con los auspicios de la Fundación
Friedrich Ebert, luego por mi cuenta recorrí Estados Unidos y
parte de América Latina.
Denimos que con los paros nacionales de julio del 77, y los
de febrero y mayo del 78, la clase obrera y el pueblo, con la
lucha directa, habían abierto un período pre-revolucionario, es
decir las condiciones objetivas. Llamábamos así al grado
exacerbado de miseria, hambre y desempleo en las amplias
masas populares acompañado con una gran desesperanza y
crítica al sistema, que se veía como altamente corrupto y
entreguista. Percibíamos la radicalización de las clases medias
e intelectuales.
¿Y la formación política?
“El rumor de un pueblo que despierta ¡es más bello que el rocío!;
el metal resplandeciente de su cólera ¡Eso es más bello que la luna!”
Manuel Scorza (Epístola a los poetas que vendrán).
Este túnel solo permitía pasar a los tupas echados sobre una
especie de plataforma con la cual se fueron deslizando.
Tuvieron, además, la suerte que se cruzaron con otro túnel
muy antiguo que habían construido los anarquistas en las
primeras décadas del siglo XX, que les permitió utilizarlo de
depósito de la tierra que iban extrayendo. También pudimos
conocer de primera mano la fuga de los guerrilleros del Penal
de San Carlos en Venezuela, pero el escape fue parecido al de
los tupas.
Puedo señalar que las veces que visité Libia con otros
compañeros, nos llamó la atención que en la ciudad no se viera
policías ni gente armada, ni siquiera en su famosa “Plaza
Verde”. También que, a la salida de las escuelas, pudimos
constatar grupos de niños y adolescentes, mujeres y hombres
por igual. Una vez pudimos contemplar la salida de un cuartel
y vimos muchas mujeres con uniforme militar, sin pañuelos ni
nada que les oculte el rostro o las formas del cuerpo.
Sabíamos que Gada le dio mucha importancia a la
integración de las mujeres a diversas actividades en la
sociedad, incluso había escogido a un grupo de mujeres
militares como su guardia de protección. Nos explicaron que
era para decirle a su pueblo que él tenía plena conanza en las
mujeres, al poner la seguridad de su vida en manos de ellas.
Los que abrían las celdas para nuestro paseo de media hora
en solitario en el patio, eran los FOES (Fuerza de Operaciones
Especiales) que habían sido creados por comandos israelitas y
su primer jefe fue el ex almirante Luis Giampietri. Así que es
fácil imaginar cómo nos estimaban. Eran los únicos que tenían
las llaves de los candados que eran cinco en total. Seguramente,
por las orientaciones que les daban, su comportamiento era
despótico y la relación muy tensa.
Pese a todo, creo que para el Perú ha sido mejor que haya
existido la CVR y su Informe Final. De la misma manera pienso
que los gobiernos deberían tomar muy en cuenta sus
Recomendaciones.
¿Qué puedes decir de lo que ellos dicen de ustedes y
del conicto interno?
Inuenciados por nuestra experiencia guerrillera urbana,
en la que, a partir de golpes contundentes y espectaculares
muy ligados a la coyuntura, nos permitieron abrirnos un
espacio político, lo tratamos de reproducir en el campo y eso
tuvo un alto costo en Molinos, en 1989, cuando se trató de
repetir el triunfo de Juanjui, con la toma de Tarma, sin evaluar
las consecuencias y garantizar la continuidad del proyecto
tupacamarista. Lo mismo ocurrió en lo que fue la última acción
del MRTA, en la residencia japonesa, sólo para mencionar los
dos hechos más importantes que trajeron consecuencias fatales
para el MRTA.
Nos faltó una política permanente y sistemática de
formación, que nos permitiera una homogenización o
tupacamarización, ideológica y política, principalmente, con
los nuevos militantes de la izquierda que se fueron
incorporando al MRTA a lo largo de nuestra historia. Muchos
de ellos venían con sus métodos, estilos y tradiciones de la
izquierda, acostumbrados más al debate, las rupturas y
divisiones en nombre de los “principios” que a un accionar
guerrillero. No era suciente la práctica misma.
Creo que ese 32% que votó por Ollanta en la primera vuelta,
es el electorado que quiere el cambio, una verdadera
transformación, aunque hay que ser claros que no están por
una revolución proletaria socialista. Está formado por una
mayoría inconforme con el sistema, demócratas, nacionalistas,
socialistas, colectivos independientes, feministas, jóvenes,
ecologistas, indigenistas, nativos, desempleados, informales,
etc., que nos recuerdan el tercio de la población que votaba por
la izquierda en las décadas pasadas.
También hay que precisar que, así como el mundo ha
cambiado, el Perú también lo ha hecho. La sociedad se ha
transformado y han aparecido nuevos sectores sociales. La
clase obrera se ha fraccionado y reducido; en general, la
sindicalización del sector privado es pequeña.