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CIENCIAS JURÍDICAS
EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES, LA HABANA, 1988
EDICIÓN: Dr. Rene Llinás Quintám
DISEÑO: Luís P. Jiménez Caballero
REALIZACIÓN: Haydee Cáceres Martínez
CORRECCIÓN: Magaly Millán Castillo
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uso el tribunal; o si se han vulnerado las reglas
procesales que entre otras garantías ofrecen la
igualdad de las partes en el debate, pone
indiscutiblemente de manifiesto su fin tras-
cendente: que su aplicación sea de conformidad
con la voluntad del pueblo trabajador, plasmada en
norma jurídica. De aquí parte nuestro interés en el
estudio del recurso de casación.
La bibliografía consultada es, en su casi
totalidad, de procedencia burguesa y la misma ni
siquiera es de reciente publicación, lo cual ha
hecho trabajoso el análisis de la casación a la luz
de las concepciones del derecho en la Cuba
actual.
El material básico utilizado para el estudio del
recurso de casación en la Ley de Procedimiento
Civil, Administrativo y Laboral, está constituido
por algunas conferencias impartidas por el doctor
Fernando Álvarez Tabío, así como artículos de
diversos autores publicados en revistas y
periódicos, ya que la normación del recurso en la
Cuba prerrevolucionaria, aunque guarda cierta
similitud con la actual, presenta marcadas
diferencias, no únicamente desde el punto de vista
de que la Ley de Enjuiciamiento Civil respondía a
intereses diferentes a los que responde la vigente
Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y
Laboral, sino también desde el punto de vista
técnico.
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Los objetivos específicos trazados en la ela-
boración de este trabajo podemos resumirlos en:
I. Conocer la regulación general del recurso de
casación en la Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral.
II. Conocer el carácter y la naturaleza del recurso.
III. El tratamiento de cada motivo que la Ley
franquea para la impugnación de una resolución
definitiva.
IV. Conocer cómo se interpone y sustancia, con
especificación de sus diferencias, de acuerdo con
el motivo en que se ampare.
V. Conocer su resolución de conformidad con
el motivo en que se ampare.
Ahora bien, nuestro análisis no se circunscribe
al tratamiento bibliográfico del recurso; también
abarca el aspecto práctico, a través del examen de
sentencias de la Sala de lo Civil y de lo
Administrativo del Tribunal Supremo Popular,
algunas de las cuales transcribimos a modo de
ejemplo.
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ORIGEN HISTÓRICO DE LA CASACIÓN
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cual el rey era sólo un señor más entre sus señores
o, en todo caso, el tribunal de apelación— y en la
anarquía jurídica representada por un sistema de
derecho impuesto por cada señor feudal para sus
predios.
0. Zhidkov, V. Chirkin y Y. W. Yudin, en su obra
Fundamentos de la teoría socialista del Estado y
del derecho, expresan: «Cuando el desarrollo de
los oficios y las relaciones mercantiles-monetarias
hubo socavado los cimientos de la economía
natural, el fraccionamiento feudal va siendo
reemplazado poco a poco por la centralización
política. El enaltecimiento del poder real, que en
la lucha contra los magnates feudales se apoyaba
en la población urbana y en la nobleza baja y
mediana, condujo a la aparición de una nueva
forma de Estado feudal, la monarquía re-
presentativa estamental.»2
Y continúan destacando los mismos autores
cómo en el período de descomposición de la
sociedad feudal y de formación de la estruc -
tura capitalista en los países de Europa occi -
dental (siglos XVI y XVII), la burguesía
ascendente interviene cada vez más en cali dad
de contrapeso político de la nobleza feu-
dal, y se configuran condiciones favorables
para reforzar el poder real. De ese modo, la
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monarquía representativa estamental deja paso a
la monarquía absoluta.
Es en este período de crisis del sistema feudal,
caracterizado por el fortalecimiento del poder real
y la consecuente necesidad de la clase en el poder
de imponer su orden legal, donde encontramos los
antecedentes que contribuyeron al nacimiento de
la casación.
En Francia, durante la monarquía funcionó el
denominado Conseil des Parties, especie de
consejo disciplinario, único para todo el Estado,
destinado a mantener a los jueces dentro de su
esfera de poder. Se ha señalado que en la práctica
no desempeñó el papel para el cual había sido
creado: ejercer un control único que desde la
cúspide del Estado vigilase el recto funcionamiento
de los múltiples órganos jurisdiccionales; que
coordinase y disciplinase la actividad de los
mismos, para de este modo impedir la aplicación
de las normas locales de derecho en detrimento de
las que emanaban del soberano.
Al fortalecerse el poder económico de la
burguesía se hizo necesario superar la dispersión
jurídica del feudalismo, convertida en traba para la
nueva clase que requería un nuevo orden y
seguridad para su desarrollo.
Con el ascenso de la burguesía a clase domi-
nante se producen las revoluciones políticas
de los siglos XVII y XVIII, con las que cristaliza
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el Estado liberal-burgués, sabré los principios de
libertad e igualdad que prendieron en el pueblo en
lucha contra los privilegios.
La burguesía estructuró su aparato de do-
minación sobre la base de la división tripartita del
poder —que desarrollara Carlos de Secondat,
barón de Montesquieu—; el principio roussoniano
de la soberanía; y el de la sumisión de todos los
hombres y del propio Estado a la ley. Es el
llamado Estado de Derecho liberal-burgués, en el
que la burguesía presenta el ordenamiento jurídico
por encima del Estado, con la pretensión de
hacerlo aparecer como el orden de toda la
sociedad y tratando de desvirtuar su esencia
eminentemente clasista.
Y en este ordenamiento legal de la nueva clase
dominante aparecen los derechos del burgués
representados como derechos del hombre en
abstracto. Las banderas de liberté y egalité
enarboladas por la Revolución Francesa, en
definitiva quedan plasmadas en las constituciones
burguesas como el principio de libertad, que no es
más que el derecho del burgués a desarrollar y
consolidar el nuevo régimen socioeconómico; y el
principio de igualdad, en función de la libertad
alcanzada, concebido como la igualdad de los
hombres ante la ley —aunque, desde luego,
igualdad formal, única posible dentro de la
sociedad burguesa—.
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íntimamente vinculado, pues, al surgimiento del
Estado liberal-burgués en el que el principio de
Supra lex est lex sustituyó al de Supra lex regís
voluntas est, y el poder constituido se organizó
sobre la base de la tripartición orgánica y funcional
de poderes, el Estado requirió de un Juez Supremo
que tuviera la función de suprimir vigor jurídico a
aquellos actos del Poder Judicial que chocasen
contra la autoridad de la ley, pues no resultaba
admisible que los tribunales, en el ejercicio de la
función jurisdiccional al interpretar y aplicar en
una sentencia una norma emanada del Poder
Legislativo, invadiera el campo de este. Ello
necesariamente representaba no sólo un atentado a
los principios orgánicos en que descansaba el
recién instaurado régimen burgués, sino además, y
de modo fundamental, significaba el riesgo de que
el llamado Poder Judicial diera a la norma jurídica
una interpretación que, en cualquier forma, se
apartase de los intereses de clase, teniendo en
cuenta la posición, generalmente secundaria, de la
función jurisdiccional.
Toda revolución aprovecha las instituciones
del Estado cuyo poder toma en la medida que
no afecte a sus propios intereses, y de ahí que
en el Conseil des Parties del ansien régime
encontrara la burguesía francesa que revolu-
cionó el Estado feudal, la idea embrionaria
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del Tribunal de Casación. Al triunfo de la
Revolución Francesa, el Conseil des Parties,
aunque con poderes limitados, continuó en
funciones hasta tanto la reforma judicial fuese un
hecho consumado; y por decreto de la Asamblea
Nacional, de 20 de octubre de 1789, así se
dispuso.
A partir del mes de diciembre de 1789 co-
menzaron a presentarse proyectos ante la
Asamblea Nacional francesa, donde se sentaban las
bases de todo un nuevo ordenamiento judicial
orientado a impedir que el Poder Judicial invadiera
el campo del Poder Legislativo.
De ese modo surgieron por decreto de la
Asamblea Nacional francesa, de 16 de agosto de
1790, dos instituciones: el Référé Legislatif
Facultativo —facultad de los jueces de poder
dirigirse al Poder Legislativo para aclaraciones,
función eminentemente preventiva— y el Référé
Obligatorio —de carácter represivo, que consistía
en la anulación de las sentencias dictadas con
desconocimiento de la separación de poderes.
Al fin, por decreto de la Asamblea Nacional
Francesa, de 27 de noviembre, el día 1° de
diciembre de 1790 surge un Consejo Autó-
nomo, el Tribunal o Corte de Casación, no con
vistas a satisfacer intereses privados o de
aplicación de la ley, sino a salvaguardar la
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pureza de la misma. Nada tenía que ver esta recién
creada Corte de Casación con la función
jurisdiccional; era, en realidad, más similar a la
naturaleza constitucional, destinada a mantener la
separación de poderes.
En este decreto, cuyas disposiciones esenciales
incorporaron las naciones europeas a sus
respectivas legislaciones, está contenida prác-
ticamente toda la doctrina de la casación. Aparecen
así el tribunal único; el recurso por infracción de
ley y por quebrantamiento de forma; la
competencia limitada al conocimiento de la
infracción legal; el trámite de admisión; y hasta la
interposición del recurso por el representante de la
ley, al sólo efecto de restablecer su prestigio.
En España, la Constitución política de 1812
instituyó el Tribunal Supremo y el recurso de
casación bajo el nombre de recurso de nulidad.
Éste siguió la suerte de la Constitución que lo creó,
la cual fue abolida y restablecida en varias
ocasiones, hasta el año 1834 en que se vuelve a
instituir el órgano y, en 1838, por decreto, el
instituto. Este recurso no recibe su nombre
característico, es decir, el de recurso de casación,
hasta el año 1852, por Real Decreto de 20 de junio
de ese año.
El recurso de casación fue establecido para
las provincias de Ultramar, a modo de ensayo,
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por Real Decreto de 23 de enero de 1855 y por
Real Cédula, de 30 de enero del propio año, se
modifica la Administración de Justicia para estas
provincias.
La primera Ley de Enjuiciamiento Civil
española fue promulgada en 1855 y abrogada por
otra aprobada por Real Decreto de 3 de febrero de
1881, que puesta en vigor en Cuba por Real Orden
número 1285 de 25 de septiembre de 1885,
comenzó a regir el 1° de enero de 1886 y fue
reiterada su vigencia por la Proclama del
Gobernador General de 1° de enero de 1889.
La Orden 92, de 26 de junio de 1899, dictada
durante la primera intervención norteamericana en
Cuba, modificó la parte referente a la casación en
la Ley de Enjuiciamiento Civil, y tal como quedó
modificada se mantuvo en vigor hasta el 7 de enero
de 1974, cuando comenzó a regir la Ley de
Procedimiento Civil y Administrativo —Ley
número 1261 de 4 de enero de ese año, dictada por
el Consejo de Ministros—, que a su vez fue sus-
tituida por la actual Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral (Ley número 7, de 19 de
agosto de 1977).
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GENERALIDADES DEL RECURSO
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En relación con esta materia, debemos apuntar
una cuestión meramente teórica, a la que distintos
autores se adscriben, cual es la distinción entre
remedios procesales y recursos. Se considera entre
los segundos sólo a los medios de impugnación
que persiguen un nuevo examen de un asunto ya
resuelto, ante un tribunal de categoría superior al
que dictó la resolución objeto de la impugnación; o
sea, aquellos medios de impugnación que tienen
efecto devolutivo, el paso de un tribunal a otro de
orden jerárquico superior. Y entre los primeros,
aquellos que no tienen el efecto de trasmitir; o sea
que se interponen, sustancian y, en definitiva, los
resuelve el propio tribunal del que emanó la
resolución recurrida.
A tenor de esta clasificación, para nosotros
serían recursos el de apelación y el de casación,
mientras que el de súplica constituiría
sencillamente un remedio procesal, por cuanto no
produce el efecto de trasmitir.
Tales consideraciones corresponden sólo al
campo teórico, porque nuestra Ley de Proce-
dimiento Civil, Administrativo y Laboral agrupa
bajo el título «De los recursos», los tres únicos
que pueden interponerse: súplica, apelación y
casación.
De esta forma queda precisada la naturaleza
de la casación; cuestión, por otra parte, de
cierto relieve, porque no podemos olvidar
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que algunos autores han pretendido considerarla
como un nuevo proceso.
Definido ya su carácter de recurso, debe
hacerse especial mención a que la casación no
constituye una tercera instancia. Es necesario
recordar cómo cada vez que un asunto pasa por
una autoridad de orden judicial y ésta tiene
conocimiento integral del mismo, puede decirse
que hay instancia procesalmente hablando; y en
casación, el Tribunal que conoce del recurso no
revisa la totalidad del asunto, sino exclusivamente
aquellos aspectos —ya de fondo, ya de prueba o
de infracción de alguna de las reglas procesales—
que la parte haya interesado expresamente.
A partir de esa consideración de recurso que la
casación tiene, comparte los caracteres comunes
de los recursos en general, como son:
1. Los efectos de la litis subsisten mientras esté
pendiente la impugnación.
2. Sólo el perjudicado por la sentencia o re-
solución judicial, según el caso, puede utilizar el
recurso para interesar que ésta se revoque o
enmiende; es decir, únicamente el afectado por la
resolución puede impugnarla, y es precisamente
esto lo que se denomina legitimación para recurrir.
Sin embargo, la posibilidad de impugnar es
independiente de la posición que en el litigio hayan
ocupado las partes, de modo que el demandado puede ser
16
recurrente y el actor recurrido; y aún darse el caso
de que sean recíprocamente recurrente y recurrida,
cuando cada parte impugna lo que a cada una de
ellas interesa. La posición procesal actor-
demandado quedó atrás, pero debe hacerse énfasis
en que en ningún caso el recurso puede resolverse
en el sentido que perjudique a la parte que lo
interpuso (Artículo 604 de la Ley de
Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral); al
propio tiempo que nada se opone a que, no
obstante el éxito de un recurso, el Tribunal declare
sin lugar la pretensión o contrapretensión
oportunamente ejercitada por el recurrente.
3. A partir de la premisa de que la relación
procesal quedó constituida por la pretensión y la
oposición a la misma, en la impugnación a la
resolución judicial que resolvió el conflicto no
puede pedirse más ni de otro modo que aquel en
que hubo de solicitarse. Desde luego, nada impide
que la parte recurrente deje subsistente parte de la
sentencia aún cuando le sea adversa, pero siempre
a partir de la pretensión inicial, puesto que los tér-
minos del debate no se pueden alterar en forma
alguna mediante la impugnación. Una posición en
el recurrente que contraríe el principio antes
enunciado, daría indefectiblemente lugar a la
desestimación del recurso por el fundamento de
la cosa o cuestión nueva.
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4. En materia de impugnación rigen los principios
rectores de la litis consorcio voluntario y
necesario, de ahí que quien no esté ligado al
proceso no puede impugnar por sí una resolución.
Debe hacerse la salvedad del caso de la
solidaridad, o de la indivisibilidad de la
obligación, pero estimamos que no se requiere
abundar en ello, y, en cambio, sí hacer énfasis en
que quien no esté ligado por ese vínculo de
relación litis consorcial, sólo puede aprovecharse
del recurso si se adhiere al mismo como
coadyuvante. Y aquí se hace necesario señalar que
su suerte está en franca dependencia de la del
recurrente.
Una vez visto los caracteres comunes de la
casación con los demás recursos, se deben señalar
sus rasgos específicos:
1. En primer término, a la casación la preside el
interés público. Toda sentencia, como disposición
aplicadora del derecho, es una decisión política,
pero las decisiones de los tribunales de primera y
segunda instancia y las que recaen en un recurso
de casación se diferencian en que en los primeros
dos casos el interés particular es lo esencial. Las
partes ponen en movimiento la actividad
jurisdiccional para satisfacer sus privativos
intereses, mientras que en casación, aunque opera
el principio dispositivo, el Tribunal se coloca
en situación diferente: el interés que prima es
el de aplicar la ley que ha sido quebrantada,
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restablecer la unidad del derecho vulnerado,
garantizar la certidumbre jurídica. No es que al
Estado le deje de preocupar que se satisfaga el
interés de la parte, sino que el recurso tiene un
objetivo mucho más trascendente. El interés
privado se reconoce y tutela en cuanto coincide
con la ley misma.
Este criterio ha sido reiterado por nuestro
Tribunal Supremo Popular y a modo de ejemplo
transcribimos la sentencia número 12, de fecha 22
de enero de 1979; dictada por la Sala de lo Civil y
de lo Administrativo, entonces bajo la presidencia
del eminente jurista cubano doctor Fernando
Álvarez Tabío.
CONSIDERANDO: que no obstante ser su-
ficientes los anteriores fundamentos para deses-
timar el recurso, esta Sala no puede desconocer
que la casación, si bien es un orden en cierto
modo subalterno, es un medio que se provee a
las partes para la defensa de sus privativos in-
tereses, su designio es mucho más transcen-
dental ya que tiende a restablecer el imperio de
la Ley infringida o vulnerada, por error, al
apreciar el sentido y alcance de un precepto, o
por incongruencia en la subsunción de los
hechos en la norma aplicable o por desconoci-
miento de ella en el casó sometido a discusión;
de ahí que sea obligado estimar que la casación,
a la par que se nutre de un elemento jurisdic-
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cional, se halla siempre impregnada de la
esencia política que le reserva la misión con
creta de velar por la pureza en la aplicación o
interpretación de la ley en todo el territorio
nacional, lo cual impone al Tribunal el inelu
dible deber de examinar todos los vicios que
presente la sentencia recurrida. ¡
2. La casación tiene carácter extraordinario. Este
carácter le viene dado por distintas razones; en
primer término, porque no puede interponerse
mientras no se hayan agotado los otros medios de
impugnación. Es un principio general en materia
de recursos que las partes no pueden escoger el
que les convenga, sino utilizar el que la ley ofrece
o concede.
Esto tuvo singular importancia mientras se
mantuvo vigente la clasificación del recurso en
ordinario y extraordinario, pero desaparecida hoy
entre nosotros tal clasificación, no es precisamente
en ella que pueda hacerse radicar su especificidad.
También se ha hecho descansar este carácter
extraordinario en la composición o integración
del órgano que resuelve el recurso. Por su parte,
Calamandrei lo vincula estrechamente al fin
mismo del recurso y lo hace radicar en que su
especialidad nace del hecho de integrar una
acción de impugnación derivada del derecho a
obtener la anulación de una sentencia
por determinados vicios que a ella son inheren-
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tes, en contraste con la apelación, que por su
propia esencia se encamina al ejercicio del de-
recho que persigue la apertura de una nueva
instancia.
El carácter extraordinario también se ha
sustentado en el principio de unidad característico
del órgano jurisdiccional que conoce del recurso,
pero a la vez, hay que vincularlo al fin supremo
del mismo, que, como hemos dicho, es la unidad
del derecho.
A partir de la existencia de esta unidad del
derecho, no cabe dudar que la casación representa
una garantía, frente a la multiplicidad de
interpretaciones que puede darse a la norma en el
acto de su aplicación, y que traen como
consecuencia el desnaturalizar la ley.
3. La casación tiene carácter limitado: a)
porque no se da contra todas las resoluciones, ni
siquiera contra cualquier tipo de sentencia
(Artículo 629); b) porque es necesario que la
impugnación se concrete a alguno de los motivos
expresamente establecidos en la ley (Artículo 630);
es decir, sólo puede impugnarse una resolución por
alguna de las causas que la ley franquea; o, en
otros términos, sólo se autoriza por causas
prestablecidas; c) porque el Tribunal, a la hora de
resolverlo, está limitado por el propio recurso, es
decir, no puede rebasar el círculo que el recurrente
le traza en el recurso (la actividad del ór-
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gano jurisdiccional en el momento de decidir está
normada); d) el Tribunal, para ser congruente con
el recurso, tiene dos alternativas: desestimarlo o
declarar la nulidad de la resolución interpelada, o
sea, que su decisión está limitada (Artículo 637).
4. Rigor formal. A diferencia del de apelación, el
cual no tiene que justificarse pues el simple interés
del recurrente demostrado dentro de término es
suficiente para su admisión, el recurso de casación
tiene que cumplir con las formalidades que la ley
exige. Así lo establece el Artículo 632 de la Ley de
Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral,
que textualmente dice: Artículo 632: En el escrito
de interposición el recurrente señalará
brevemente, en párrafos separados y numerados,
las razones en que se fundamente el recurso con
referencia a cada motivo que alegue; y si fue
presentado dentro del plazo legal, el Tribunal
elevará las actuaciones a la Sala de lo Civil y de lo
Administrativo de Tribunal Supremo Popular,
previo emplazamiento de las partes por término de
diez días.
Cualquier otro motivo de inadmisibilidad será de
apreciación exclusiva de la Sala correspondiente
del Tribunal Supremo Popular.
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De la Plaza, en su obra La casación civil,
considera que «el rigor formal que campea en el
régimen procesal de la casación, por un lado,
limita los poderes del órgano jurisdiccional y por
otro, condiciona acuciosamente la actividad de las
partes con el notorio* propósito de impedir que se
frustren los supremos designios del recurso».4
En la sentencia se aplica la norma general al
caso concreto, se subsume el hecho en. la ley. En
consecuencia, la sentencia tiene un doble carácter:
político, en cuanto a la aplicación de la norma
como expresión coactiva de la clase dominante; y
privado, en cuanto satisface un interés particular.
En lo que a la casación respecta, de lo que se trata
es de evitar que tanto por los particulares como por
los tribunales se desvíe el derrotero del recurso dé
modo que se pierda el fin supremo, que prime el
interés de las partes y no la esencia política del
derecho.
EL RECURSO
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objetivo primordial velar por la pureza de la
aplicación de la ley, es obvio que el recurso se
dirija a atacar directamente la sentencia y, dentro
de ésta, su fallo.
Así lo ha concretado magistralmente Martínez
Escobar, en su obra La casación civil, cuando dice:
«en primera y segunda instancias se resuelven
pleitos; en casación se juzgan sentencias».5
Todo lo anteriormente expuesto en relación con
el ataque al fallo no implica que no se ataquen
asimismo los considerandos, o sea, los
fundamentos que tuvo el órgano jurisdiccional para
arribar a la parte dispositiva de la resolución
judicial. De ahí también que los vicios y errores
que en aquéllos se observan tengan que trascender
al fallo mismo; tiene que demostrarse cómo entre
el hecho que sostiene el fallo y éste, existe una
vinculación tal que destruida la premisa menor del
silogismo, necesariamente tenga que ser otra la
conclusión.
La infracción de la legalidad, la vulneración de
una norma, puede darse en el juicio mismo o puede
originarse durante la tramitación del expediente y
así tenemos dos tipos de errores o infracciones:
errores in judicando y errores in procedendo.
Nuestro sistema de casación admite la po-
sibilidad de denunciar los defectos que pue-
24
dan observarse en la actividad jurisdiccional en la
tramitación del proceso, juntamente con los que
puedan darse en el juicio lógico-jurídico.
En los casos de errores in judicando, el error se
comete en la sentencia misma, bien por infracción
de la premisa mayor del silogismo —la ley—, bien
en el examen del material probatorio de que
dispuso el Tribunal para sentar la premisa menor
—error en la apreciación de la prueba—, así corno
cualesquiera otros de los que el artículo correspon-
diente de la Ley de Procedimiento Civil, Ad-
ministrativo y Laboral taxativamente relacione.
Denunciados y demostrados éstos, el Tribunal,
aprovechando las pruebas aportadas al proceso o
haciendo suyos los hechos afirmados por la
sentencia, dictará una nueva que enmiende el error
padecido.
En los casos de error in procedendo, aunque
éste se hace evidente en la sentencia, el juicio del
Tribunal resultó equivocado a causa de una
infracción cometida durante la tramitación del
proceso. Detectado y denunciado el error, se
impone anular las actuaciones a partir de aquélla
en que se produjo la vulneración procesal, para que
el Tribunal de instancia subsane la falta cometida y
posteriormente pueda arribar a un juicio certero.
Estos dos tipos de errores había que denun-
ciarlos de manera separada y así los normaba
25
la derogada Ley de Enjuiciamiento Civil; la actual
Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y
Laboral los ha agrupado, pero si examinamos su
Artículo 630, podemos constatar cómo los
motivos 11), 12) y 13) se refieren concretamente a
los errores, vicios o defectos que se cometen en la
tramitación del proceso.
Esta distinción tiene gran trascendencia en lo
que se refiere a la necesidad de preparación del
recurso en los casos de error in pro-cedendo, y en
la forma de su resolución por el Tribunal que lo
conozca.
En los casos de error in judicando, al acoger el
Tribunal el recurso, dicta a continuación nueva
sentencia en los términos en que debió haberla
dictado el Tribunal de instancia, pero en ésta ya no
actúa como Sala de Casación, sino que se coloca
en el lugar y grado del Tribunal sentenciador, de
modo que la llamada segunda sentencia excede la
resolución del recurso.
Sin embargo, el hecho de que prospere un
recurso y, en definitiva, se case una sentencia por
error en el juicio, no implica necesariamente que
se dicte la segunda sentencia en términos
contrarios a la que fue casada.
Puede suceder que la sentencia recurrida
adolezca de algún defecto y correctamente
planteado el mismo en el recurso, éste tenga
26
éxito y consecuentemente determine su anulación.
Pero, una vez puesta la Sala de Casación frente al
material probatorio, arribe al mismo criterio que
adoptó la Sala de instancia y la sentencia que dicte,
es decir, la denominada segunda sentencia, sea del
propio tenor que la casada. Este tipo de sentencia
comúnmente se conoce, como gana-pierde.
Es práctica usual de nuestro Tribunal Supremo,
en estos casos, que en lugar de dictar una segunda
sentencia, en la propia de casación se reconozca el
defecto padecido por el Tribunal de instancia y se
expresen las razones por las cuales el fallo
recurrido se mantiene;
Antiguamente se utilizó el sistema de renvío en
la casación por infracción de ley. Este sistema
establecía que la Sala de Casación en su sentencia
sólo señalaba los defectos que padecía la recurrida
y devolvía las actuaciones al Tribunal de instancia
para que dictara una nueva sentencia, ajustándose
al criterio del de Casación.
No cabe dudas que el sistema de renvío
atenta contra el principio que inspira el ejer-
cicio de la función jurisdiccional, según el cual
los jueces al impartir justicia son inde-
pendientes y no deben obediencia más que a la
ley (Artículo 13 de la Ley de Organización del
Sistema Judicial). Téngase en cuenta que
27
de acuerdo con ese sistema el Tribunal cuya
sentencia fue casada estaría impuesto de la
obligación de dictar el nuevo fallo atemperándolo
a la decisión del de Casación.
A modo de ejemplo del conocido por gana-
pierde, traemos los considerandos de las sentencias
números 68/81, 408/78 y 374/78, dictadas en
materia civil y en materia administrativa,
respectivamente, en las que el Tribunal Supremo,
no obstante admitir las infracciones denunciadas,
sostiene los fallos recurridos.
CONSIDERANDO: que si bien es cierto que
dirigida la acción al estricto efecto de otorgar al
padre el ejercicio exclusivo de la patria potestad, y
a ese único particular quedó reducida la cuestión
a decidir, y no era por tanto dable, al desestimar
la demanda, como se ha visto que procedía, hacer
la adición de otros pronunciamientos por nadie
interesados, como los que el fallo contiene
regulando las relaciones entre el padre y el hijo
sin el previo cumplimiento por lo menos, del
inexcusable requisito de oír a las partes por el
término y al objeto que previene el artículo
cuarenta y cinco de la Ley de Procedimiento,
procede no obstante, desestimar el motivo tercero
en que con apoyo en dicho precepto se acusa de
incongruente la sentencia dictada, por cuanto
dictadas tales disposiciones en indudable
interés del padre dadas las circunstancias del
28
hedió, de hallarse materialmente el hijo en poder
de la madre, la revocación en ese extremo de la
sentencia, supondría la violación que recoge el
artículo seiscientos cuatro de la Ley Procesal,
según el cual ningún recurso podrá resolverse en
sentido que agrave la situación del que, como en
el caso, lo haya establecido.
Sentencia número 68/81.
29
principal, único caso este en que puede ser ejer-
citada la acción que reconoce la RU-15, y en tal
virtud no cabe acoger el recurso ya que, en
definitiva, habría que mantener el fallo, pues no
cabría estimar infringida la RU-16, por lo que
sobre la base de los razonamientos antes
considerados procede rechazar el recurso
establecido, y siendo así carecería de sentido
anular el fallo recaído en la instancia, para
mantenerlo al dictarse la segunda sentencia una
vez anulada la recurrida, y en tal virtud, procede
desestimar el recurso.
Sentencia número 408/78.
30
RESOLUCIONES CONTRA
LAS QUE PROCEDE EL RECURSO
31
luciones dictadas en segunda instancia por los
Tribunales Provinciales Populares.
En lo que se refiere al tipo de resolución contra
las que procede, la consideración principal de que
parte en este punto la Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral está dada por el efecto
que produce la resolución de poner término
definitivo a un proceso, de hacer imposible su
continuación o conocimiento por otra instancia o
por ella misma, y, excepcionalmente, en proceso
de ejecución de sentencia.
Las sentencias definitivas ocupan el primer
lugar como resoluciones idóneas. El concepto de
definitiva, está íntimamente vinculado al de
autoridad de cosa juzgada que produce una
determinada sentencia. Couture, en su libro
Fundamentos del derecho Procesal, las define
«orno aquellas que el juez dicta para decidir el
fondo mismo del litigio que le ha sido sometido.
El propio autor se encarga de señalar que
este criterio no es absoluto, aunque sí general,
porque existen casos en los que se decide un
asunto en ausencia de un presupuesto proce -
sal, y aunque se dicta sentencia que pone tér -
mino al pleito, no se falla en relación con el
fondo de la cuestión controvertida, por lo que
resulta necesario estimar como definitivas
aquellas sentencias con las que normalmente
32
termina un proceso, estimando o desestimando la
demanda, en los términos que fueren
oportunamente expuestos.
Y, en relación con esta cuestión, debe hacerse
alusión a determinadas sentencias que, no obstante
poner fin a un proceso, contra ellas no procede
casación, como son los casos de amparo en la
posesión. Se trata de las denominadas sentencias
finales a las que se refería la Ley de
Enjuiciamiento Civil en su Artículo 1690, pero
vale señalar que este término no es recogido por
nuestra Ley Procesal Civil vigente.
No cabe dudar que la sentencia que pone fin a
un amparo, es definitiva en cuanto resuelve la
demanda, pero no produce excepción de cosa
juzgada material toda vez que nada se opone a la
discusión de la posesión definitiva en un proceso
ordinario, razón esta por la que ha sido criterio de
nuestro Tribunal Supremo, en la aplicación de los
artículos i09 y 410 en relación con el 412 de la Ley
de Procedimiento, la no admisión de los recursos
en los que se impugne una sentencia dictada en
estos procesos. Veamos un ejemplo.
CONSIDERANDO: que el texto del Artículo
412 de la Ley de Procedimiento Civil, Admi -
nistrativo y Laboral que dispone, que la sen-
tencia que resuelve el recurso a que se refie -
re el Artículo 409 de la propia ley se comu-
33
nicará, con devolución de las actuaciones, al
tribunal de su procedencia para su inmediato
cumplimiento, no cabe inferir cosa distinta que
contra aquella no procede ulterior recurso; y a
mayor abundamiento, la sentencia interpelada que
resolvió el recurso de apelación interpuesto
contra el auto denegatorio de la admisión de la
demanda, aunque puso término al proceso, no
puede asimilarse a la sentencia definitiva a que se
refiere el Artículo 629 en su inciso 2 del tantas
veces citado texto legal, puesto que carece de la
eficacia de la cosa juzgada material, ya que el
Artículo 400 concede a los interesados el ejercicio
de los derechos y acciones de que se crean
asistidos respecto a la propiedad o posesión
definitiva; de lodo lo cual cabe concluir que el
recurso de casación interpuesto era inadmisible
de origen y ahora debe ser declarado
improcedente.
Sentencia número 49/78.
34
un salto dado por la derogada Ley de Procedi-
miento Civil y Administrativo de 1974, al conceder
expresamente el recurso frente a ellos cuando
produzcan la paralización definitiva del proceso,
cuestión esta que no aceptaba la Ley de
Enjuiciamiento Civil y que requirió un tratamiento
jurisprudencial.
Al examinar el inciso citado, debemos referir
que el Artículo 143 de la Ley establece cuáles son
las casos que se resuelven mediante autos, y tener
en cuenta cómo no pocas veces se han confundido
los letrados al hacer usa del recurso de súplica que
franquea el Artículo 615 del propio cuerpo legal
citado, frente a un auto denegatorio -.—a modo de
ejemplo, de no admisión de la demanda— y
desestimado éste, al establecer el recurso de
casación ha sido interpuesto extemporáneamente.
El criterio determinante del recurso a interponer
está, precisamente, en el de la imposibilidad de
continuar el proceso; o sea, el carácter de
resolución definitiva que ha de tener el auto para
que sea admisible su impugnación en casación.
CONSIDERANDO: que el presente recurso
era originalmente inadmisible, ya que el mis-
mo fue presentado fuera de término, pues el
auto resolutorio de la súplica fue notificada
el día 21 de diciembre, mientras que el escrito
de casación fue presentado el día 30 de di-
■
35
ciembre siguiente, sin que quepa argüir que en
virtud de la protesta establecida por el recurrente
el término para recurrir quedó interrumpido, en
razón de que dicha protesta conforme el Artículo
611 de la Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral sólo tiene por objeto
preparar el recurso de casación que procede
contra la resolución que ponga fin a la instancia;
por lo que, al no esperar esa oportunidad, el
recurrente debió interponer el recurso de casación
dentro del término de cinco días siguientes a la
notificación a la parte de la resolución impugnada,
según establece el Artículo 631 de la propia ley.
CONSIDERANDO: a mayor abundamiento, el
recurso de súplica estaba dirigido contra la
providencia que admitió la demanda que es de
mero trámite y, consecuentemente, contra la
misma sólo cabía dicho recurso de súplica que
autoriza el Artículo 615 de la propia Ley de
Procedimiento en relación con el 629, inciso 2),
conforme al cual el recurso de casación solo
procederá contra la resolución que ponga fin al
proceso haciendo imposible su continuación,
requisito que no concurre ni en la providencia que
admitió la demanda ni en laque dispuso que no se
remitieran los expedientes administrativos tan
pronto los tuviese a su disposición el Ministerio de
Justicia.
Auto número 8/79.
36
Especial atención merece el inciso 3) del
Articulo 629, puesto que supedita el recurso a: 1)
que el auto de súplica haya recaído en trámite de
ejecución de sentencia; 2) que ese auto resuelva
puntos sustanciales no controvertidos en el
proceso ni decididos en la ejecutoria, o que entre
el auto y la sentencia existan puntos
contradictorios.
Resulta lógico que una sentencia tiene que
ejecutarse en los términos en que fue dictada, de
modo que si en el trámite de su ejecución se dicta
alguna providencia y, oportunamente suplicada
ésta, el auto que resuelve en contra de lo que la
sentencia dispuso o se pronuncia sobre algún
aspecto que no fue planteado en el juicio y
consecuentemente decidido en la sentencia, es una
cuestión nueva, que nace en la ejecución —
lógicamente, oportunidad improcedente— y que de
no concederse contra el recurso de casación,
quedaría la parte a quien perjudicase en verdadero
estado de indefensión.
CONSIDERANDO: que si bien el recurso de
casación procede contra los autos resolutorios
de recursos de súplica dictados en trámite de
ejecución de sentencia, el inciso 3) del Artículo
629 de la Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral limita dicha proce-
dencia contra aquellos referidas a puntos
sustanciales no controvertidos en el proceso ni
37
decididos en la ejecutoria o en contradicción con
los términos de aquélla, por lo que dispuesto
exclusivamente el requerimiento a fin de que el
obligado a hacer cumplir lo ordenado en la
sentencia, y ser el auto que se recurre denegatorio
de la tramitación de un incidente improvisado e
improcedente sobre la nulidad del proceso de
ejecución de la sentencia recaída en proceso
ordinario sobre servidumbre de paso, estimada
por el incidentista recurrente «declarativa y
documental», tal disposición no comprende
ninguno de los extremas aludidos a que se contrae
el inciso 3) del citado Artículo 629, ya que el auto
que se recurre sólo rechaza de plano la referida
promoción incidental, por lo que procede declarar
inadmisible el recurso da casación establecido.
38
de los bienes sobre los que se litigue, no exceda de
500 pesos.
No cabe dudas de que la cuantía (menos de 500
pesos) es el criterio determinante en el segundo
caso y, en relación con el primero, esas cuestiones
se ventilan en un proceso sumario especial y la
propia celeridad que requiere esta materia lo haría
baldío, si se admitiera un recurso de casación
contra la sentencia que lo resuelve.
Además, este caso es similar a los del amparo,
en lo que siempre existe la posibilidad de
establecer un proceso ordinario para la fijación de
la pensión definitiva. De ahí que la sentencia de
este sumario no es, en esencia, definitiva. Cabría
preguntar: ¿si la sentencia que resuelve una
pensión de alimentos no es definitiva, por qué se
admiten en casación los recursos establecidos
contra sentencias de divorcios en las que la única
cuestión recurrida es la que se refiere a la pensión
de los hijos? Lo mismo sucede con la que regula la
comunicación y la guarda y cuidado de los hijos
menores del matrimonio disuelto, medidas todas
que si varían las circunstancias que determinaron
su adopción, permiten su cambio.
En realidad, los pronunciamientos a que
hemos hecho referencia están contenidos en
una sentencia de divorcio susceptible de casa -
ción, y nada se opone a que aquélla sea re-
39
currida parcialmente: ese mismo criterio parece
ser el que determina la admisión de la casación en
los casos de incidentes en procesos de divorcio.
EL MOTIVO PRIMERO
40
ríal probatorio incorporado al proceso, y el fallo, la
conclusión.
Con sustento en el inciso 1) del Artículo 630 se
puede interpelar una resolución judicial cuando se
ha cometido una vulneración en la premisa mayor,
esto es, en la norma jurídica que corresponde al
caso controvertido.
Cuando se juzga un caso, se requiere que el
órgano jurisdiccional, en primer término, realice la
elección de la norma jurídica a la que subsume el
hecho y, en segundo, que en el momento de
aplicarla haga de ella una exacta interpretación.
Pueden, por tanto, darse los supuestos si-
guientes:
a) que el Tribunal haya elegido mal la norma;
b) como lógica consecuencia de lo anterior, el
Tribunal dejara de aplicar la norma corres-
pondiente;
c) que habiendo elegido bien la norma, el
Tribunal la interpretara erróneamente, con lo que
se produce una sentencia lesiva a la parte, y no
ajustada a derecho.
¿Qué se entiende por ley, en casación?
En primer lugar, debemos señalar que cuan-
do nos referimos al término ley estamos dán-
dole un sentido lato; no podemos circunscri-
birnos al concepto de ley como horma que
41
emana de la Asamblea Nacional. Una inter-
pretación estricta del concepto implicaría ne-
cesariamente situarnos fuera de nuestra realidad.
No podemos olvidar cómo en un país que está en
franca consolidación de un proceso de cambio
revolucionario, existen gran número de normas
que se dictan respondiendo a la necesidad de
regular relaciones que se originan, precisamente,
por ese proceso de cambio. Podemos citar, de
manera concreta, las resoluciones emanadas de
distintos órganos del Estado que han adoptado
otras formas, como por ejemplo los acuerdos
dictados por el boy extinguido Consejo Superior
de Reforma Urbana y, posteriormente, las
resoluciones del Ministro de Justicia, que regulan
distintas situaciones vinculadas a la vivienda.
El propio inciso 1) del Artículo 630, como
hemos visto, señala que puede impugnarse en
casación, además de las leyes:
a) las interpretaciones de éstas emanadas
del Consejo de Estado;
b) las instrucciones de carácter obligatorio dic-
tadas por el Pleno del Tribunal Supremo Po-
pular o su Consejo de Gobierno, recogiendo la
experiencia de la actividad judicial en la in-
terpretación y aplicación de las leyes. En re-
lación con esto, hay que señalar cómo antes
de la promulgación de la Ley de Procedimien-
to Civil y Administrativo, hoy sustituida por
42
la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y
Laboral, la experiencia judicial en realidad
constituía la llamada jurisprudencia: el pro-
nunciamiento del Tribunal Supremo en de-
terminado sentido en relación con determinada
norma jurídica, vertido en también determinado
número de sentencias. Si un tribunal de orden
jerárquico inferior no la aplicaba o la contrariaba,
podría dar lugar a la casación de su sentencia. Sin
embargo, el criterio acerca del número de
sentencias requeridas para estimar que había
quedado sentada jurisprudencia no fue unánime,
así que la formulación del precepto que nos ocupa
ha obviado esta dificultad;
c) las decisiones dictadas por esos órganos (el
Pleno o el Consejo de Gobierno del Tribunal
Supremo Popular) al evacuar consultas de los
Tribunales, sobre conflictos entre las leyes y otras
disposiciones de rango inferior.
Estos dos últimos casos se refieren concre-
tamente a aquéllos en los que por existir con-
tradicciones entre leyes y otras disposiciones de
rango normativo inferior, la consulta que
formula algún Tribunal la evacua el Pleno del
Tribunal Supremo Popular, o su Consejo de
Gobierno, mediante dictamen sobre el que
recae acuerdo, que se circula a todos los tri-
bunales. Tienen igual rango y fuerza obligatoria
que las anteriores interpretaciones.
43
Instrucciones
44
El carácter limitado de la casación fuerza al
Tribunal a examinar exclusivamente el
planteamiento o el razonamiento que el recurrente
ofrece, y hay casos en los cuales aunque existe
infracción y el recurrente la plantea, se adscribe a
otra interpretación equivocada.
No debemos dejar pasar por alto la necesidad
imperiosa por parte del recurrente de escoger —en
el primer caso de los tratados— cuál es la
disposición legal en la que realmente se sustenta el
fallo combatido, porque a veces en una sentencia
se cita entre otros, aunque ciertamente de manera
errónea, un precepto que en nada afecta la
decisión: constituye en realidad una cita
irrelevante; no trasciende al fallo porque, aún
aceptando la equivocación de la Sala en su
invocación, aquél subsistiría con los restantes, y no
pocas veces se ha pronunciado el Tribunal
Supremo Popular en este sentido.
Es también necesario que al fundamentar el
recurso con sustento en el motivo que exa-
minamos, que en su argumentación se parta de
los mismos hechos que sirvieron al Tribunal
para pronunciarse en la forma en que lo hizo.
La razón es obvia. Si estamos frente a la
supuesta infracción de un precepto por. haber
sido —a juicio de quien recurre la resolución
— aplicado de manera indebida (se
45
trata de subsunción), si al fundamentarla se añaden
nuevos hechos o se contradicen o ignoran los
establecidos, ya en realidad al Tribunal que conoce
la casación no se le somete la sentencia tal como
fue dictada, sino la versión que de ella ofrece el
recurrente.
Por ello lo correcto, salvo en el caso de la
evidente infracción de fondo, es que el recurrente
trate previamente de desvirtuar la situación fáctica
que sostiene el fallo. Veamos dos ejemplos.
CONSIDERANDO: que el fundamento del fallo
interpelado es la prescripción de la acción de
impugnación de reconocimiento de un hijo, y en el
motivo primero del recurso, el recurrente, no
obstante acusar que se ha vulnerado el artículo
tres del Código Civil, no desenvuelve la misma,
puesto que se limita a señalar que tuvo
conocimiento de la inscripción del nacimiento del
menor cuando, sin expresar fecha, fue objeto de
reclamación de alimentos para él, aspecto que, por
otra parte, aparece planteado por primera vez en
el recurso, oportunidad en la que obviamente no
es deducible; y con relación a las infracciones
de los artículos sesenta y siete y sesenta
y ocho del Código de Familia, se argumentan
sobre una base fáctica que la sentencia no
sienta y no fue combatida meditante un motivo
46
encaminado al efecto, visto lo cual, el examinado
debe ser rechazado:
Sentencia número 141/79
CONSIDERANDO: que el segundo motivo de
ampliación, amparado en el inciso primero del
artículo seiscientos treinta de la Ley de Pro-
cedimiento Civil, Administrativo y Laboral, debe
prosperar, porque conforme al artículo dieciocho
en relación con el diecinueve, ambos del Código
de Familia, la unión estable y singular entre un
hombre y una mujer con capacidad legal para
contraer matrimonio, al ser reconocida
judicialmente retrotrae sus efectos a la fecha de
inicio de la unión, en atención al párrafo final de
la regla primera de la Disposición Transitoria del
expresado Código de Familia, en todo caso sea
cual fuere la fecha dé la sentencia que declaró la
existencia de la unión matrimonial, las relaciones
personales y patrimoniales entre los cónyuges, así
como los efectos del matrimonio respecto a sus
hijos, se regirán por el expresado cuerpo legal;
por lo que al existir bienes consistentes en las
cuentas de ahorro que tenía constituida el
causante, depósitos que efectuó siendo de estado
soltero, pero en vigencia de la unión que mantuvo
con la actora, ahora recurrente y sin que se haya
aportado al proceso prueba alguna al efecto de
47
demostrar la naturaleza jurídica de los citados
bienes, resultó infringido, como en el motivo se
alega, el artículo treinta y uno del mencionado-
Código de Familia que establece que se
presumirán comunes los bienes de los cónyuges
mientras no se pruebe que son propios de uno sólo
de ellos, y en el caso, los efectos de la sentencia,
dado su carácter declarativo, se retrotraen a la
fecha de inicio de la unión marital que existió
entre la citada recurrente y el causante hasta la
muerte dé este último; siendo así, la expresada -
presunción del artículo treinta y uno es de
aplicación, ya que las fechas de constitución de
las cuentas de ahorro quedan comprendidas en el
período en el que se estimó la existencia del
matrimonio, y al acogerse al relacionado motivo,
sin que se haga necesario el examen de ningún
otro, procede casar y anular la sentencia
combatida, sin imposición de costas.
EL MOTIVO SEGUNDO
48
guna cuestión propuesta o contenga disposiciones
contradictorias.
La Ley de Procedimiento Civil vigente es-
tablece el principio de la congruencia en su
Artículo 146, en relación con el 44 y el 45 de ese
propio cuerpo legal.
Este principio exige la esencial concordancia
entre las pretensiones oportunamente deducidas
por las partes y la sentencia, concretamente su
fallo. La infracción de este principio es lo que se
denomina incongruencia genérica.
La incongruencia, como causa de casación,
puede presentarse de diversas formas; es decir,
puede plantearse que nuestra Ley de Procedi-
miento en un mismo motivo refiere cuatro clases
de incongruencias:
a) fallo incongruente: aquel que no concuerda
o no coincide con las pretensiones deducidas
por las partes;
b) fallo excesivo: el que otorga más de lo
pedido por las partes, salvo que el Tribunal
se haya ajustado a lo dispuesto en el Artículo
45 de la propia Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral;
c) fallo omiso o diminuto: aquel que no con
tiene declaración sobre alguna de las preten-
siones oportunamente deducidas en el pleito.
Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que si
bien el fallo excesivo es aquel que otorga más
de lo pedido, fallo omiso no es el que otorga
49
menos: dar más es un vicio del que adolece la
sentencia; dar menos es facultad del Tribunal,
cuando proceda;
d) fallo contradictorio: es aquel que contiene
pronunciamientos incompatibles entre sí, que se
excluyen en forma tal que los unos hacen
ineficaces a los otros. La contradicción que da
lugar a la casación de una sentencia es la que
existe entre las disposiciones contenidas en el fallo
y no la que pueda presentarse entre los
fundamentos del mismo.
Veamos seis ejemplos de sentencias referidas al
motivo segundo.
CONSIDERANDO: que de conformidad con el
texto expreso del Artículo 45 en relación con el 44
de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y
Laboral, el Tribunal al decidir el pleito podrá
resolver sobre aspectos no contenidos en las
cuestiones planteadas, siempre que dé cabal
cumplimiento a la prevención de los incisos del 1
al 3 del Artículo 45 antes citado, y en el caso, para
declarar con lugar en parte el recurso de
apelación establecido contra la sentencia de
primera instancia y disponer que se indemnice a la
aclara con la cantidad de 760.00 pesos como
precio de la finca, pretensión no deducida por
las partes y que vulnera lo que al efecto
prevé el Artículo 146 de la Ley de Procedimiento
50
Civil, Administrativo y Laboral vigente, sustenta
su fallo en el abandono de la finca por la actora
desde hace 6 años y que el reconocimiento de la
reivindicación interesada implicaría la aceptación
de la validez de contratos expresamente
prohibidos por virtud de la Ley de Reforma
Agraria, con lo que evidentemente aprecia
aspectos nuevos de los que no han sido instruidos
oportunamente los litigantes y denunciada esta
informalidad procede, previa acogida del motivo
segundo del recurso, casar la sentencia recurrida.
Sentencia número 71/83.
51
que adolece la de \que ahora se trata por cuanto la
demandante aduce para reclamar la declaración
de ocupante legal de ciaría vivienda, el dominio
que sobre ella ostenta por haberla adquirido por
título de herencia testamentaria de quien, según
sostiene, era su propietaria, y la Administración,
pana denegar la solicitud por tal concepto
formulada, niega, por su parte, esa condición de
dueño del inmueble en el testador por constar de
certificación del Registro de la Propiedad que
desde fecha anterior a la vigencia de la Ley de
Reforma Urbana, había ya dispuesto de él a virtud
de donación a favor de terceras personas; y el
tribunal, finalmente, para acoger la demanda,
como en definitiva resuelve, atiende a su vez a una.
circunstancia de hecho distinta, respecto de la cual
no cuidó de oír antes a las partes, conforme en
todo caso venía obligado, dicta sentencia fundada
en que le era dable a la Administración sin pro-
nunciarse contra sus propios actos, desconocer en
la actora la condición de propietaria del
inmueble que implícitamente le había ya re-
conocido en resolución anterior recaída en
otro expediente, por la que le reconocía ese pro-
pio carácter y por el mismo título al conceder
la autorización solicitada al amparo de la
RU-14, de 4 de mayo de 1975, para hacer en
52
escritura pública, la trasmisión a su favor
del indicado inmueble.
53
proceso casar y anular la sentencia, sin im-
posición de costas.
Sentencia número 169/78
54
dictada por organismo competente al efecto, lo
cual es cierto y la Sala debió haberlo apreciado
inclusive de oficio, por lo que al no haber resuelto
el juzgador una cuestión que le fue expresamente
sometida, el motivo debe ser acogido y la
sentencia recurrida casada y anulada.
Sentencia número 1/78
EL MOTIVO TERCERO
55
En este motivo encontramos dos causas de
casación:
1. que el fallo sea contrario a la cosa juzgada;
2. que se haya desestimado la litispendencia.
El fallo es contrario a la cosa juzgada cuando
la cuestión resuelta en el mismo lo ha sido en otro
anterior, que no permita reproducirla.
Es esencial para poder establecer un recurso
amparado en este motivo que sus funda-
mentaciones se hayan alegado como excepción en
el momento oportuno.
Nuestro Código Civil, en el Artículo 1252,
establece que para que se pueda presumir la cosa
juzgada y la misma surta efecto en el pleito debe
existir una perfecta identidad entre las cosas, las
causas y las personas de los litigantes, así como la
calidad con que lo fueron.
De variar una de las tres identidades sería
imposible alegar siquiera la excepción de cosa
juzgada, salvo la propia excepción que establece el
propio Artículo 1252 en su párrafo final.
La cosa juzgada responde al propósito de evitar
la simultaneidad de fallos contradictorios.
La segunda causa de casación que encontramos
en este motivo tercero se refiere a la
litispendencia, que presupone la existencia de
dos procesos, donde existan las tres identidades
ya referidas en la cosa juzgada, pero con la
56
diferencia de que el primero no está resuelto; es
decir, que ya hay un caso planteado que impide el
inicio de otro pleito idéntico. Podemos concluir,
por tanto, que la causa de casación está constituida
por la presencia de una sentencia firme o de un
proceso en tramitación en los que concurren las
identidades a que se refiere el ya citado Artículo
1252 del Código Civil. Veamos dos ejemplos.
57
CONSIDERANDO: que en el caso fue opor-
tunamente alegada la excepción de litispendencia,
y desestimada la misma, para mejor proveer se
presentó la certificación de la sentencia aún no
firme dictada por el Tribunal Municipal de..., de la
que consta que con fecha 12 de octubre de 1978 el
demandado de la que en esta Sala se ventila, inició
proceso ordinario contra I.C.G., actor a en este
proceso, al objeto de que traspasara a su favor, el
título de propiedad del automóvil marca X..., por
habérselo comprado y habérsele hecho efectivo el
precio convenido, y como en el sometido a debate
iniciado en la posterior fecha de 3 de julio de ese
mismo año, lo que se pretende es la reivindicación
del automóvil antes descripto, hay coincidencia
entre los dos casos, pues aunque la causa de pedir
sea formalmente diferente, en esencia también ella
coincide, pues, de accederse al traspaso interesado
en el Municipal y estimarse la demanda
reivindicatoria, las sentencias serían
contradictorias entre sí, sin que quepa estimar que
la presente sentencia coloque en estado de
indefensión a la recurrente porque, en lugar de
interponer la demanda reivindicatoria que se
ventila, debió haber establecido reconvención en
el caso que se tramita ante el Tribunal Municipal y
cuya certificación de sentencia con constancia de
que no se encuentra firme, obra de autos, y en tal
58
virtud, el motivo primero debe ser acogido y la
sentencia casada.
EL MOTIVO CUARTO
59
en el primer caso, o venir obligado, en el segundo,
a realizar lo que se demanda. Un ejemplo más:
pongamos por caso una reclamación contra una
sucesión deducida con el carácter de heredero por
quien no le corresponde realmente ese carácter, o
inversamente, dirigida contra determinada persona
con el referido carácter, que no le corresponde en
realidad.
La legitimación, pues, constituye un presu-
puesto necesario a estimar ya en el actor ya en el
demandado, para hacer viable el ejercicio útil de
la acción; en lo que al demandante se refiere, para
requerir el cumplimiento de la obligación y en
cuanto al demandado, para cumplir la obligación
exigida.
Ahora bien, para el éxito del recurso de
casación no basta simplemente que falte la
legitimación en uno u otro de sus dos aspectos —
activa o pasiva—, sino que se requiere, con arreglo
al precepto comentado, que se hubiera promovido
en forma la cuestión, proponiéndola en el oportuno
trámite de oposición a la demanda (Artículo 233,
inciso 2), y haya sido, además, desestimada en la
sentencia, siendo procedente; o aceptada en ésta,
siendo improcedente. Veamos algunos ejemplos.
60
una resolución de este orden que vulnere un
derecho subjetivo reconocido a favor de una
persona, única legitimada prima facie para el
ejercicio de la acción, también requiere la
alegación de derecho vulnerado, o en otros
términos, la cita en la demanda del precepto legal
que a juicio del actor ampare el derecho que
defiende y que hubiere resultado infringido o
desconocido por la Administración al dictar
aquélla, y no cabe dudar que es precisamente en
este punto en el que el incumplimiento de estos
requisitos que afectan a la legitimación se
confunden en forma tal con la falta de acción que,
prácticamente, no se pueden deslindar. Sin
embargo, para darle cumplimiento a la alegación
no puede exigirse, so pena de caer en formalismo
extremo, el empleo de una frase en tal sentido, sino
que basta el estudio del contexto general del es-
crito de demanda, relacionando los hechos con los
fundamentos de derecho en los que se razone la
vulneración para que el Tribunal pueda ejercer la
función revisara, de lo que resulta que en el caso,
aunque la adora invoca en su demanda como
precepto legal que ampara el derecho que a su juicio
le asiste y que fuera desconocido por la
Administración demandada, el Artículo 1 de la Ley
de Reforma Urbana, que es sólo un postulado de
principios, también cita la legislación complementa-
61
ria en materia de vivienda urbana y alega la
ocupación de la controvertida desde antes de la
promulgación de la ley fundamental de la materia,
por lo que al afirmar la Sala de instancia su falta
de legitimación para impugnar la resolución
dictada por la Comisión de Recursos de Alzada;
interpretó de forma tan restringida el apartado
uno del Artículo 666 de la Ley de Procedimiento
Civil, Administrativo y Laboral que resultó
aplicado con error y, en tal virtud, el motivo
tercero del recurso debe ser acogido y la sentencia
casada y anulada.
Sentencia número 175/80
62
que se ventila está integrada por la ahora
recurrente y el Ministerio de Justicia, por lo que
obvio resulta que el motivo debe ser desestimado.
Sentencia número 423/78.
63
a la. primera instancia ponga fin la resolución
dictada por ella, implique su desvinculación de la
instancia superior, ante la que procede el recurso
correspondiente, ya que la Administración está
constituida por un sistema de órganos que se
integran, funcionan y desarrollan su actividad
sobre la base de los principios de la unidad de
poder y del centralismo democrático, todo ello
conforme al artículo sesenta y seis de la
Constitución de la República, particularmente en
lo que refiere al inciso f), que consagra una de sus
manifestaciones más importantes; y no cabe
tampoco admitir que el examen de la legitimación,
en caso como el que se analiza, debe ser resuelto
en la sentencia como cuestión de fondo toda vez
que en el presente, la Empresa Turística Varadero
se atribuye una representación que no le
corresponde, situación esta que debe examinarse
antes de resolver sobre la admisión de la
demanda, conforme al párrafo segundo del
artículo seiscientos setenta y cuatro de la Ley de
Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral en
relación con el seiscientos ochenta del propio texto
legal citado.
Sentencia número 359/78.
64
ministrativo, al ser la resolución que se interpela
un acto de la Administración Central del Estado,
deberá ser demandado el órgano administrativo
del cual emanó aquélla, conforme dispone el
artículo seiscientos setenta, inciso dos, de la Ley
de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral;
y en el presente caso la demanda fue dirigida
contra la Comisión de Recursos de Alzada de la
Provincia de..., autoridad que dictó la resolución
interpelada, en nombre de la cual se personó el
Fiscal como parte demandada y se dictó sentencia,
acogiéndose en definitiva la pretensión ejercitada;
sin embargo, se observa que el recurso de
casación establecido fue interpuesto por la
Dirección Sectorial de Justicia de la Asamblea
Popular de la Provincia de..., que no es parte en el
proceso ni, por consiguiente, está legitimada para
recurrir, ya que no fue la autoridad que dictó la
resolución que causó estado en la vía
administrativa; situación la expuesta que no
resulta convalidada por el hecho de que el
Ministerio de Justicia se haya personado para
sostener el recurso, ya que el órgano recurrente no
ha obrado ni podía obrar por delegación de aquél,
facultad que está atribuida expresamente al
órgano territorial, de conformidad con lo que
establece el artículo treinta y seis de la
Ley mil trescientos veintitrés de mil novecientos
setenta y seis, de Organización de la Adminis-
65
tración Central del Estado, por todo lo cual es de
concluir que el recurso era inadmisible de origen y
en este estado debe ser declarado improcedente.
Sentencia 378/78.
EL MOTIVO QUINTO
66
sados conceptos de actor o demandado sin tener en
la realidad de los hechos las facultades con que
demanda o es demandada.
En estos casos debe establecer el recurso de
casación contra la sentencia que indebidamente
admite la demanda, no obstante carecer de
legalidad o de suficiencia el poder, o la carencia
del carácter o representación que el actor se
atribuye; o bien reconozca en el demandado un
carácter o representación de que en realidad
carece. Veamos algunos ejemplos.
67
la infracción del Articulo 63 de la Ley de
Procedimiento .Civil, Administrativo y Laboral,
referido a la facultad genérica que asiste a toda
persona natural en pleno ejercicio de sus derechos
civiles, para comparecer en juicio e instar ante los
tribunales; razones a cuyo tenor debe
desestimarse el motivo expresado.
Sentencia número 192/82.
68
impugnada, su gestión, verdadera intervención
adhesiva, se halla subordinada a la parte
demandante, legitimada para ejercitar la pre-
tensión formulada, de. tal manera, que si no
reacciona frente a la sentencia o resolución de
instancia que la decida, estableciendo el recurso
que la ley franquea, como es, entre otros, el de
casación, la interviniente carece del derecho a
utilizarlo aisladamente, ya que, en tal caso, su
actuación racionalmente viene limitada a defender
la impugnación del litigante principal, cooperando
a su propósito; situación completamente distinta a
la de un interesado legítimamente en el proceso,
por los lesiones que a su derecho sufriría por la
decisión que se adopte,
69
otro interés que no sea el afectivo de amor a su
descendiente menor y, consecuentemente, procede
denegar la admisión de su recurso, declarando
firme la sentencia, sin imposición de costas.
Auto número 2/81.
EL MOTIVO SEXTO
70
sazón se hallaban debe continuar el proceso» su
curso, salvando de esa manera el error padecido.
¿Es acertada su exclusión de esa implícita
clasificación? La cuestión se discute con argu-
mentos respetables en uno y otro sentido.
Sostienen los que mantienen el criterio de la
debida exclusión que el efecto que prodúcela
casación cuando se acoge el motivo es similar al
que lleva consigo lo que en otro tiempo se llamaba
un quebrantamiento, pues a virtud de las causas
extrínsecas de no haberse ejercitado la acción por
todos los que debieron o no haberse demandado, a
todos los-obligados; es decir, por defecto en cierto
modo formal que en nada afecta sustancialmente,
en su esencia misma, la acción ejercitada, es que el
recurso prospera y la casación se declara; y de ahí
su similitud con los hoy mal llamados recursos
por quebrantamiento de forma.
Frente al anterior criterio, preciso es tener en
cuenta este otro, que es el que seguramente inspiró
al legislador para mantenerlo incluido en ese otro
grupo del Artículo 630 comprensivo de las causales
que tiempo atrás eran conocidas como de infracción
de ley. En el caso de la causal o motivo que nos
ocupa, la* falta combatida no es, como en el de los
ordinales, 11, 12 y 13, en primer lugar, imputable
71
al Tribunal, ni de posible subsanación por éste,
pues resulta indispensable que o bien concurra un
tercero interesado a ejercitar la acción juntamente
con el actual actor, o que éste extienda la demanda
a otras personas además de las ya demandadas y
esto, aparte de ser un acto que absolutamente
queda a su libre voluntad, exige necesariamente
establecer una nueva demanda, o sea, que se retro-
trae a un momento procesal anterior a aquél en que
el cuasi contrato de litis contestatio queda
perfeccionado. Compárese esta causal con cada
una de las otras comprendidas en los ordinales 11,
12 y 13, del citado Artículo 630 de la Ley Procesal,
referidas respectivamente a la falta de
emplazamiento, denegación indebida de alguna
prueba o práctica de éste sin la previa citación de la
parte a quien esté destinada a perjudicar, y podrá
así comprenderse la justeza de los términos en que
ha quedado clasificado el motivo que ahora se
examina.
Quizás hubiera podido traer confusión, en el
sentido de que la falta de estado produce un efecto
similar a las causales 11, 12 y 13, el hecho de que
existan algunas sentencias dictadas por el Tribunal
Supremo Popular en las cuales se aprecia que la
relación procesal no se ha perfeccionado y frente a tal
anomalía, el Tribunal, en uso de las facultades que
le
72
otorga la Ley procesal vigente de declarar de
oficio la nulidad de las actuaciones cuando la
informalidad padecida pueda irrogar un perjuicio
irreparable a cualquiera de las partes (Artículo
178), así lo ha dispuesto. Veamos un ejemplo.
73
artículo noventa y cinco de la Ley citada le
impone el deber de llamar al proceso a cualquier
persona con cuya intervención el Tribunal estima
debe desarrollarse.
74
treinta de la Ley de Procedimiento Civil, Ad-
ministrativo y Laboral, dado el concepto de
infracción que ofrece, es de inferir tiene apoyo en
el inciso seis del propio artículo citado, y
examinado como tal, debe ser rechazado, porque
la falta de estado a la que el citado precepto se
refiere, es a la que se presenta en el proceso, y en
el caso, ejercitada la acción por la ahora
recurrente, obvio resulta que no puede esgrimir
dicha excepción, que en todo caso compete al
demandado; como tampoco es dable ser invocada
a su favor precisamente por la parte que la
originó.
Sentencia número 310/78.
75
ambos casos la infracción acusada constituye una
deficiencia atribuible al Tribunal y de posible
subsanación por éste, dictando una nueva sentencia
con la intervención de otro juez en lugar de aquél
cuya recusación procedía, en un caso, o declarando
la discordia y pronunciando nueva sentencia en el
otro— la Ley por razón de economía procesal,
prescinde de estos trámites de orden lógico, para,
entrando el Tribunal de Casación en el fondo de la
cuestión, decidir sobre su procedencia o no
mediante nueva resolución que dicte a
continuación de la de casación propiamente dicha.
En relación con estos dos motivos, no hemos
encontrado sentencia alguna que ofrecer a modo
de ejemplo.
EL MOTIVO NOVENO
76
tinta a la que se hubiera tomado en cuenta para
dictar sentencia.
Durante muchos años la prueba no pudo ser
discutida en casación, y numerosos autores
estiman que poder examinar el material de
conocimiento de que ha dispuesto el Tribunal para
dictar la sentencia implica necesariamente
considerar la casación como una tercera instancia.
Sin embargo, la vida, más rica que la técnica, y la
indiscutible necesidad de hacer justicia, determinó
que el criterio amplio se impusiera y pudieran ser
denunciados los errores del Tribunal al apreciar o
valorar el material de prueba.
La Ley de Enjuiciamiento Civil distinguía dos
tipos de errores: error de hecho y error de
derecho. Nuestra Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral los ha unido y cualquier
medio de prueba puede impugnarse sin esa
distinción que hacía extraordinariamente difícil el
recurso.
El error en la apreciación de una prueba puede
cometerse:
1) porque se ha dejado de apreciar una de las
aportadas al pleito (falta de apreciación).
2) porque apreciándola, el Tribunal le ha
reconocido un valor o una eficacia probatoria
distinta de la que la Ley le concede (valoración
errónea).
77
Ahora bien, el propio inciso 9) establece los
supuestos necesarios para que el error padecido
pueda determinar un fallo favorable en casación:
1) que la prueba sea suficiente por sí, o en
relación con otras, para acreditar una situación de
hecho distinta de la afirmada en la sentencia
impugnada:
2) que en ambos casos el error trascienda al fallo.
78
dejó de apreciar alguna de las pruebas que fueron
practicadas o si, aunque la apreció, esto fue
efectuado con error;
3) en ambos casos es necesario una buena
selección del precepto regulador de la prueba que
se señale infringido, problema íntimamente
vinculado a la calificación del medio probatorio. A
modo de ejemplo: señalar vulnerada la norma legal
que regula la prueba documental pública cuando en
verdad el documento de que se trata es privado,
porque ello indiscutiblemente implicaría pretender
que la Sala que resuelve le otorgue una eficacia su-
perior a la que realmente tiene;
4) que la prueba que el recurrente estime mal
apreciada tenga entidad para por sí sola acreditar
hechos distintos de los que sostiene el fallo, o, de
no gozar de ella, relacionarla con otras de las
practicadas que prueben los que benefician al
recurrente;
5) que la situación fáctica que se combata sea la
que sostiene el fallo, esto es, que se realice una
buena selección de cuál o cuáles son los supuestos
fácticos de la sentencia, pues de nada valdría que el
recurrente lograra demostrar hechos
intrascendentes al fallo, o que combata alguna
afirmación de la sentencia que, aunque innecesaria
o quizás no demostrada, en nada afecta a aquél
(hecho irrelevante).
79
A modo de ejemplo, se transcriben algunas
sentencias.
80
se de un concepto cuya valoración jurídica se
analiza en el Considerando que sigue, el motivo
examinado debe ser rechazado.
Sentencia número 15/78.
81
situación de hecho que la sentencia sienta, y en
cuanto a la prueba que demuestra que el
recurrente ha efectuado los pagos a Reforma
Urbana y los «Hago Constar» que acreditan su
buena actitud ante el trabajo, no cabe dudar que
tales hechos resultan irrelevantes a los fines de la
casación de la sentencia, siendo intranscendente la
afirmación de que el recurrente se hubiera
incorporado a la vivienda de la litis en 1974, ya
que el elemento de hecho que sostiene el fallo es
que el recurrente no se encontraba comprendido
en relación con el ocupante principal de la
vivienda dentro de los vínculos de parentesco qué
establece la RU-16 de 1973 del Ministro de
Justicia; por lo que no demostrado el error que en
el recurso se señala, debe ser rechazado.
82
Revolución número 27, Zona ..., en el que se
informa que la demandante, hoy recurrente,
percibe como única entrada, cierta cantidad de
dinero proveniente de una pensión que le pasa su
ex cónyuge, documento este que por sí solo no es
suficiente para justificar una situación de hecho
con trascendencia al fallo distinta a la que se tomó
en cuenta para dictar sentencia, cual es que la
casa en que reside por permuta reúne todas las
condiciones de habitabilidad para ella y su núcleo
familiar, y. en. tal virtud, el motivo debe ser
rechazado.
83
minado se ampara y en tal virtud debe ser
rechazado.
Sentencia número 411/78.
84
ferido a los documentos obrantes a fojas 26 del
expediente principal número 570 de 1977 y a fojas
53, del expediente gubernativo número 1576 de
1976, del Regional... de Reforma Urbana, unido a
aquél, no existe, toda vez que, en cuanto al
primero, los hechos relacionados en él se refieren
únicamente a la paralización por autoridad
competente de la obra a que el mismo alude,
realizada por M.D., yerno de R.S., en el patio del
inmueble sito en la calle..., número..., dado el
carácter clandestino de la misma, por lo que su
eficacia probatoria sólo está circunscripta a lo que
constituye su esencia y finalidad, lo que ninguna
relación guarda con el problema debatido ni en él
influye de manera alguna, por lo que a los efectos
del recurso; no pasan de ser detalles meramente
secundarios, que no trascienden al pleito y
consecuentemente, al fallo.
Sentencia número 393/78.
85
rran, por lo que a los efectos de la casación,
incumbe al recurrente demostrar concreta y
señaladamente las infracciones de tales reglas de
valoración en que la Sala haya incurrido; y en el
presente caso la recurrente, que no cumple con
ninguno de los señalados presupuestos, hace
consistir el error de valoración que acusa,
únicamente en haber interpretado dicha Sala la
prueba testificar practicada con criterio distinto y
sustentado por todas las demás pruebas
practicadas, al mantenido por él, lo que no integra
error alguno y fuerza a la desestimación del
motivo.
Sentencia número 393/78.
86
la comunicación, que al trascender al fallo
determina que los motivos originales primero,
segundo y tercero del recurso amparados en el
número nueve de la Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral deban ser acogidos y en
consecuencia, casar y anular la sentencia
interpelada, sin costas.
Sentencia número 35/79.
87
consta que ésta padece de diferentes dolencias, no
demuestra que las mismas hayan aparecido en
época posterior a aquélla en la que el citado actor
hubo de allanarse a la demanda de divorcio y
consecuentemente al pago de la pensión pedida en
la misma y cuya reducción ahora pretende, por lo
que resulta insuficiente por sí para acreditar el
hecho anteriormente apuntado, y al no existir otro
medio probatorio en qué apoyarlo, el motivo
primero del recurso debe ser acogido y la
sentencia casada.
88
citado del Código Civil, puede el recurso pros-
perar y en tal virtud, debe ser rechazado.
89
EL MOTIVO DÉCIMO
90
bunal con preferencia a otro de la materia que,
dentro de cada clase le viene atribuida.
El precepto se concreta sólo a la falta de
jurisdicción por razón de la materia, que es cosa
distinta al de la incompetencia para conocer,
dentro de cada rama, incluida en éstas a la
Administración. Cabe, pues, el recurso al amparo
de este motivo cuando, por ejemplo, el Tribunal se
halle conociendo de una materia que corresponde a
la Administración, pongamos por caso, bien de
materia penal, administrativa o laboral, y no
cuando se discute si es competente un Tribunal
Municipal en lugar del Provincial, o determinado
Tribunal Municipal en lugar del que está conocien-
do, dentro siempre de la materia civil, pongamos
por caso. Veamos un ejemplo.
91
rar su incompetencia de oficio, reservando el
artículo dieciocho de la propia Ley esa facultad al
Pleno del Tribunal Supremo, exclusivamente
cuando se produzca un conflicto de atribuciones
en los casos a los que se refiere el artículo
dieciséis de la propia Ley citada, situación distinta
completamente de la. que nos ocupa; al propio
tiempo es de señalar que la función revisora de los
actos de la Administración por parte de los
Tribunales Administrativos se extiende al examen
de la esfera de actuación de aquellos, no en otros
términos, que les corresponde decidir si la
cuestión que resolvió la resolución que en el
proceso se interpela, podía o no, por su
naturaleza, ser resuelto por el órgano gubernativo.
Ello sentado, resulta necesario admitir que,
aunque actuando dentro de la esfera de sus
facultades el Tribunal de instancia declaró que la
cuestión discutida era de índole civil y de cuyo
conocimiento están expresamente excluidos los
Tribunales de orden administrativos, es lo cierto
que lo que se debate es la ocupación de una
vivienda urbana, la declaración
del derecho a esa vivienda de uno o de ambos
de los contendientes, y si procede elevar a
escritura pública la descripción de una
obra urbana destinada a vivienda, cuestiones
todas que están expresamente atribuidas a los
órganos correspondientes de Reforma Urbana,
92
sin perjuicio de los derechos que por otras causas,
que en el caso son por razón de matrimonio y por
herencia, pueda asistirles a los tantas veces
citados contendientes, y lo que no cabe dudar, son
eminentemente civiles, de todo lo cual debe
concluir la jurisdicción de los Tribunales
Administrativos para conocer y decidir si la
resolución interpelada se ajustó o no a derecho,
por lo que, el Tribunal, al declararse
incompetente para su conocimientos, vulneró el
artículo seiscientos cincuenta
y seis de la Ley de Procedimiento Civil Ad
ministrativo y Laboral y fin consecuencia el
motivo cuarto del recurso interpuesto par el
recurrente debe ser acogido y la sentencia ca
sada y anulada.
Sentencia número 342/79.
93
niéndola en estado de indefensión (motivo
undécimo).
b) En la denegación de la práctica de una o más
diligencias de pruebas, admisibles con arreglo a
derecho, cuya omisión puede haber causado el
mismo defecto de limitar la defensa a que se tenía
derecho (motivo duodécimo).
c) La estimación para fallar, de una prueba,
también en perjuicio de una parte, en cuya práctica
por falta de la necesaria citación no puede
intervenir para utilizar contra ella los medios
defensivos de que pudiera haber dispuesto (motivo
decimotercero).
Se trata, como se ve, de informalidades de
orden puramente procesal en que pudiera incurrir
el Tribunal y de posible subsanación, que es en
definitiva lo que se persigue con el recurso.
La sentencia en este caso, al resolver el recurso,
lleva consigo la orden que implica para el Tribunal
que ha incurrido en la falta, de retrotraer las
actuaciones al momento en que se cometió y, una
vez subsanada, continuar el procedimiento a partir
de ese momento.
Dé ahí que, como antes se ha expuesto, el
Artículo 637, en este caso, dispone que el Tribunal
de Casación en lugar de dictar nueva sentencia en
los términos en que debió hacerlo el llamado
Tribunal de instancia, resuelva la devolución dé
las actuaciones a éste.
94
Con ese propósito, el precepto, en su extremo
final, dispone expresamente que en ese caso, es
decir, si el Tribunal de Casación acoge el recurso
por alguno de los motivos de referencia, en la
resolución que dicte anulará las actuaciones en
que se haya cometido, la informalidad declarada y
todas las demás que, directa o indirectamente,
sean consecuencia o se deriven de ella, y
dispondrá la devolución de las actuaciones al
Tribunal del cual procedan, a fin de que,
reponiéndolas al estado en que se hallaban al
cometerse los defectos u omisiones padecidos,
continúe el proceso por sus trámites legales hasta
dictar de nuevo sentencia o resolución definitiva-
con arreglo a derecho.
Señalemos, de paso, una diferencia trascendente
entre estos motivos en relación con lo que
establecía su regulación en la legislación anterior.
Conforme a ésta, declarado el quebrantamiento,
quedaba nula toda actuación posterior, tuviera o
no relación con la informalidad cometida, mientras
conforme a la nueva legislación, según se observa
del transcripto párrafo del Artículo 637, tal
declaración no afecta nada más que aquéllas que
ya de modo directo o indirecto trascienden o se
deriven de la informalidad incurrida.
Otra diferencia que es necesario hacer
resaltar entre esta clase de motivos y de los que
en general se denominan de infracción, consiste
95
en la necesidad de que, para que resulten
admisibles, constituye requisito indispensable
haberlos preparado previamente. A dicho efecto, el
Artículo 633 establece en su párrafo final que Será
condición esencial para la admisibilidad del
recurso fundado en las causales 11), 12) y 13) del
Artículo 630 que se haya intentado la subsanación,
siendo posible, de la informalidad en que
consistan, agotando, a dicho efecto, los recursos y
otros medios procesales que la ley autorice en
cada caso. Y agrega el propio artículo: En el
escrito de interposición se hará especial referencia
a dichos recursos y medios, o se expresarán razo-
nablemente las causas que hayan impedido utilizar
los mismos. Es decir, que para la procedencia del
recurso fundado en los motivos 11), 12) y 13),
constituye exigencia esencial el haber utilizado sin
éxito oportunamente los recursos y demás
reclamaciones que la ley señala para la
subsanación de la falta cometida, y hacerlo constar
así en el escrito en que se formalice el motivo; o
bien, en su caso, explicar razonablemente las
causas, si se ha visto en la imposibilidad de
hacerlo.
Debe además señalarse que dentro de
las disposiciones que regulan el recurso de súplica,
el Artículo 617 establece el requisito de la
protesta preparatoria de la interposición del
recurso de casación, la cual se debe hacer cons-
96
tar en el escrito por el que se establezca el mismo.
Veamos un ejemplo del motivo- duodécimo.
97
REQUISITOS FORMALES
98
Tribunal que conceda al recurrente el término de
dos días para subsanar cualquier omisión de este
orden que advierta (Artículo 603, inciso 3).
Una vez formalizado el recurso, esto es,
personado el recurrente y, en su caso, cumplida la
providencia que dispone la subsanación de las
omisiones advertidas dentro del término
concedido, sólo resta que la Sala decida sobre su
admisión y el señalamiento de la vista, si se ha
interesado por alguna de las partes, la que será
obligatoria para la que la solicitó.
99
entendido que en él caso de haber interesado
aclaración de sentencia, será ésta la del auto qué la
aclare o deniegue su aclaración, según el texto
expreso del Artículo 608 de la Ley Procesal.
Decursado este término, sin haberse recurrido,
la resolución judicial quedará firme y será, en
consecuencia, ejecutable.
Una vez establecido el recurso, el Tribunal a
quo, lo revisará al solo efecto de determinar si fue
interpuesto o no dentro del plazo legal. Así, pues,
queda a ello circunscripta su actuación: si resulta
extemporáneo, resolverá mediante auto y en caso
de que el recurso hubiera sido interpuesto dentro
del término legal, emplazará a las partes por 10
días y elevará las actuaciones a la Sala
correspondiente del Tribunal Supremo Popular,
que será la que, en definitiva, decidirá sobre su
admisión.
Es en este término durante el cual las partes
deben personarse ante el Tribunal ad quem, y a la
vez pueden ampliar el recurso con nuevas razones
y hasta con nuevos motivos de casación.
Una vez decursado el señalado plazo sin
haberse personado el recurrente, quedará el
recurso desierto y firme la resolución recurrida,
con las costas preceptivamente a cargo del
recurrente.
100
CONSIDERANDO: que conforme a lo pre-
ceptuado en el artículo seiscientos diez de la Ley
de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral,
si el recurrente no se persona ante el Tribunal
Superior dentro del término del emplazamiento, se
declarará desierto el recurso y firme la sentencia
recurrida, imponiéndosele las cosías a la parte
recurrente.
CONSIDERANDO: que al haberse personado el
recurrente ante la Sala de lo Civil y de lo
Administrativo del Tribunal Provincial Popular de
Ciudad de La Habana, obvio resulta que no lo
hizo en tiempo y forma y en tal virtud se hace
forzoso declarar desierto el recurso y firme la
sentencia recurrida, imponiéndosele las costas a
la parte recurrente.
Auto número 25/78.
ADMISIÓN
101
la parte recurrente, pero decursado el término
concedido por el Tribunal sin haberlo efectuado,
el recurso será, por auto, declarado inadmisible.
Más compleja resulta la decisión de la admisión
del recurso en el caso de los motivos 11), y 13),
porque requieren preparación previa; esto es, el
anuncio o protesta de que la cuestión decidida por
la súplica será reproducida como motivo de
casación contra la resolución que ponga fin a la
instancia (Artículo 253, párrafo segundo, y
Artículo 617).
Hay casos en los que resulta imposible a la parte
intentar la subsanación, como por ejemplo cuando
se interesa una prueba para mejor proveer y el
Tribunal, sin dar respuesta a la solicitud,
indebidamente declara el pleito concluso para
sentencia y pasa las actuaciones al ponente para
dictar ésta. Es evidente que la subsanación de la
omisión es imposible al interesado y que la
inadmisión del recurso de casación por defecto de
preparación previa sería sancionar un error
cometido por el Tribunal, que colocó a la parte en
estado de indefensión del que no pudo en manera
alguna defenderse, por lo cual en estos casos el
precepto dispensa al recurrente de la preparación
previa del recurso.
Aunque la ley no lo establece de manera
expresa, el auto que decida la admisión o no
102
de un recurso es suplicable por los contendientes.
Una vez admitido el recurso de casación y, en
su caso, señalada y celebrada la vista, el Tribunal
dictará sentencia dentro de los 10 días siguiente
(Artículo 636). Veamos algunos ejemplos.
103
general del Artículo 618 de la repetida Ley, el
respectivo recurso de apelación para ante la Sala
de lo Civil y de lo Administrativo del
correspondiente Tribunal Provincial; por todo lo
cual procede declarar inadmisible el de casación
que contra una sentencia resolutoria de un
recurso de dicha primera clase en el caso se
pretende, sin costas.
Auto número 37/81.
104
la misma, sin ofrecer razón alguna en apoyo de la
infracción que señala, es visto que adolece del
indispensable concepto de infracción y en
consecuencia debe ser declarado inadmisible.
105
ción del mencionado incidente sólo produce la
interrupción del término para contestar la
demanda, por lo que al demandado sólo co-
rresponde evacuar dicho trámite dentro del
terminé interrumpido al continuar corriendo. Se
declara inadmisible el recurso.
Auto número 4/81.
106
lación interpuesto por su ex cónyuge contra el
auto que dispuso la división y adjudicación de los
bienes comunes del matrimonio disuelto, por lo
que su suerte está en franca dependencia de la
recurrente en apelación; así que declarado con
lugar en parte este recurso y consentida por la
apelante la sentencia, no puede ser la misma
interpelada por el tercero que con ella coadyuvó.
Auto número 25/83.
107
CONSIDERANDO: que conforme a lo dispuesto
en la parte final del número 3) del Artículo 629 ole
la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y
Laboral, no procede el recurso de casación contra
las sentencias que recayeren en segunda instancia,
entre otras, en los procesos en que se ventilen
demandas en las que el valor de los bienes sobre
los que se litigue, no exceda de 500 pesos; y en
este caso el valor del bien inmueble objeto de la
litis, no alcanza dicha cantidad, por lo que obvio
resulta que la sentencia que puso término al pleito
antes expresado no es recurrible en casación.
Auto número 9/81
108
de la denegación de una diligencia de prueba,
mediante los recursos que la propia Ley autoriza,
y contra lo resuelto, a fin de preparar el de
casación, consignar la protesta correspondiente
para la interposición de dicho recurso en su día; y
en el presente caso, al no haberse presentado el
recurso de súplica contra la providencia de fecha
8 de febrero del actual, que suspendió el término
concedido para mejor proveer, obvio resulta que
no se cumplió con los requisitos exigidos en el
aludido artículo seiscientos treinta y tres, por lo
que se impone declarar inadmisible el recurso;
aparte de que tratándose de falta de documentos
que pertenecieron a un expediente administrativo,
de acuerdo con lo establecido en el artículo seis-
cientos ochenta y cinco de la citada Ley Procesal,
a fin de completarlo debió solicitarse dentro ele
los diez primeros días del plazo concedido para
formular la contestación, para que con suspensión
de dicho plazo la administración lo remitiera,
oportunidad procesal que también dejó decursar el
recurrente.
Auto número 20/79
109
Sala de instancia y cesado, en consecuencia, el
interés de la misma en el asunto que se trata, por
lo que el coadyuvante, ahora recurrente, cuya
participación consiste en prestar concurso en el
debate con sus gestiones a favor de la
Administración demandada, no puede sustituir a
ésta para convertirse en parte principal, pues en
tal supuesto se autorizaría la sustanciación del
recurso con parte distinta de la que representa el
órgano administrativo del cual procede la
disposición impugnada, con mayor razón cuando
lo que se pretende es combatir la sentencia
consentida por éste; y en tal virtud se impone
declarar inadmisible el recurso interpuesto por el
coadyuvante.
Auto número 382/84.
110
2) La sentencia que se dicte, hará pronunciamiento
expreso sobre todas las cuestiones de derecho que
hayan sido planteadas.
3 ) Si prospera el recurso por alguna de las
causales del 1 al 10 del Artículo 630, el Tribunal
dictará segunda sentencia.
4 ) Si la sentencia se casa por los motivos 11, 12 o
13, se anularán las actuaciones a partir de la
oportunidad en que se padeció de la informalidad y
se devolverán al Tribunal de su procedencia para
que, reponiéndolas en ese estado, continúe el
proceso conforme a derecho.
5 ) Si en un mismo recurso se establecen motivos
del 1 al 10 y, 11, 12 o 13, deben ser estos últimos
resueltos preferentemente.
6) En caso de éxito del recurso por alguna de
las causales del 1 al 10 no será necesario examinar
los restantes motivos del recurso, salvo que
además se hubieran establecido otros con amparo
en los números 11, 12 y 13.
7) La procedencia de un motivo con apoyo en el
11), 12) o 13), impide el examen de cualquier otro.
8) La sentencia deberá hacer pronunciamientos
sobre costas, conforme exige el Artículo 201 de la
Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y
Laboral.
111
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
1
Fernando Álvarez Tabío: Teoría del Esta
do y del Derecho I (Conferencia), Facul
tad de Humanidades, Universidad de La
Habana, Habana, 1966.
2
O. Zhidkov, V. Chirkin y Y. W. Yudin:
Fundamentos de la teoría socialista del Es
tado y del Derecho, Editorial Progreso,
Moscú.
3
De la Plaza: La casación civil.
4
Manuel Martínez Escobar: La casación ci
vil.
5
Boletines del Tribunal Supremo.
112
113
ÍNDICE
Introducción / 1
ORIGEN HISTÓRICO DE LA
CASACIÓN / 5
GENERALIDADES DEL RECURSO / 13
EL RECURSO / 22
Resoluciones contra las que procede
el recurso / 30
El motivo primero / 39
El motivo segundo / 47
El motivo tercero / 54
El motivo cuarto / 58
El motivo quinto / 65
El motivo sexto / 69
Los motivos séptimo y octavo / 74
El motivo noveno / 75
El motivo décimo / 89
Los motivos undécimo, duodécimo y decimotercero /
92
REQUISITOS FORMALES / 97
INTERPOSICIÓN Y SUSTANCIACIÓN DEL
RECURSO / 98
ADMISIÓN / 100
LA RESOLUCIÓN DEL RECURSO / 109
Notas bibliográficas / 111
114
115
Este libro ha sido procesado en el Combinado Poligráfico «Alfredo
López» del Ministerio de Cultura, terminado en el mes de enero de 1988,
«Año 30 de la Revolución», Ciudad de La Habana, 08-07.
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