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FILMUS Politica Educacional
FILMUS Politica Educacional
Educacional
Política
Educacional
Daniel Filmus
Nora Gluz
Carpeta de trabajo
Filmus, Daniel
Política educacional : carpeta de trabajo / Daniel Filmus y
Nora Gluz - 1a ed. 1a reimp - Bernal : Universidad Nacional de
Quilmes, 2007.
207 p. ; 29x21 cm.
ISBN 978-987-558-085-5
ISBN: 978-987-558-085-5
Bibliografía obligatoria
Actividades
Para reflexionar
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Índice
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5. Epílogo. ¿Para qué educar en los albores del siglo XXI? . . . . . . . . 187
Objetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
5.1. ¿Qué educación para qué sociedad?
Apuntes para una política educativa democratizadora . . . . . . . 187
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Introducción
Algunas notas sobre la construcción del campo
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Su desarrollo histórico
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de Estado para poder analizar las políticas educativas desde la óptica de las
políticas públicas. Aquí nos preguntaremos acerca de los modelos de rela-
ción social que cada definición de Estado supone y cómo se traduce en me-
canismos y discursos acerca de las prácticas políticas. Las preguntas que
guían el desarrollo de esta primera unidad son: ¿Qué es el Estado? ¿De dón-
de deviene su autoridad? ¿Qué tipo de poder ejerce y cómo se construye?
¿Qué rol juegan los agentes y agencias sociales en la estructuración del cam-
po de poder estatal? ¿Qué es la burocracia y cómo se posiciona en tanto ac-
tor específico? ¿Cómo se definen las políticas públicas y cómo impactan en
el mundo social?
En un segundo momento y frente al posicionamiento teórico tomado en el
inicio del curso, abordaremos estos cuestionamientos a través del devenir
histórico de los distintos modelos de Estado y las políticas educativas a que
han dado lugar. A posteriori, nos centraremos en el presente para analizar
los actuales procesos político-educativos, sus tensiones y sus proyectos. Por
último, estaremos en condiciones de ingresar a los debates centrales que
definen hoy día el rumbo de las políticas educativas y las perspectivas a fu-
turo de los sistemas educativos nacionales.
Objetivos
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Es por eso que optamos por comenzar a indagar el amplio espectro de las
políticas educativas a partir de las diferentes concepciones sobre el Estado
en que las mismas se fundamentan. De hecho, y como retomaremos más
adelante con profundidad, la política educativa forma parte de un grupo más
amplio de políticas públicas, es decir, de tomas de posición del Estado fren-
te a “cuestiones” que la sociedad o un grupo de la misma logra instaurar co-
mo “relevantes” y sobre las cuales se debe intervenir como colectivo social,
cristalizándose a través de su inserción institucional en el aparato estatal.
Los mecanismos legislativos, coercitivos, de control ideológico son los más
visibles en este punto.
Pero la importancia estratégica de la educación se aprecia en que a lo lar-
go del último siglo, el Estado ha avanzado cada vez más sobre la educación.
Es quien legisla, financia, certifica, evalúa, designa su conducción, etc. Por
ello, no es posible pensar la educación sin pensar al Estado y a las políticas
públicas. Pero además, y como veremos más adelante, por su protagonismo
en la configuración y aceptación de un determinado orden social.
“Las teorías del Estado se hallan entrelazadas con cualquier intento por
constituir un sujeto pedagógico, aún en las más radicales expresiones post-
modernas de la constitución de los sujetos descentrados. De manera seme-
jante, las teorías del Estado dan substancia a la variedad de dimensiones mo-
rales y éticas (y a los papeles) atribuidas a la educación y la escolaridad den-
tro de un proceso de socialización cognitiva y la construcción de las identi-
dades culturales. Además, las teorías del Estado (y sus preceptos con rela-
ción a los vínculos entre el poder, el Estado y la sociedad) guiarán la cons-
titución de las políticas educativas en los niveles nacional, regional o local,
incluyendo los programas de capacitación para el trabajo y el conocimiento
que se juzga legítimo y oficial. (...) En términos más simples, los debates so-
bre las opciones dicotómicas para la reforma educativa incluyen aspectos ta-
les como excelencia versus equidad, calidad de la educación versus expan-
sión educativa, centralización versus descentralización y programas orienta-
dos por el mercado versus programas financiados por el Estado. A pesar de
su aparente naturaleza pragmática o técnica, todas se fundamentan en dife-
rentes (algunas veces antagónicas) teoría del Estado y la educación”.
(Torres, C.; 1996)
Es posible distinguir dos tradiciones clásicas acerca del Estado -y por su-
puesto del orden social- de las cuales deriva toda otra interpretación acerca
de dicho vínculo: la tradición liberal y la tradición marxista.
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El modelo hobbesiano
“La contraposición entre estos dos estados [de natural y político] con-
siste en que los elementos constitutivos del primero son individuos aisla-
dos, no asociados, si bien asociables, actúan de hecho siguiendo no la ra-
zón (que permanece escondida o impotente), sino las pasiones, los instin-
tos o los intereses; el elemento constitutivo del segundo es la unión de los
individuos aislados y dispersos en una sociedad perpetua y exclusiva que
sólo permite la realización de una vida de acuerdo a la razón. Precisamen-
te porque el estado de naturaleza y el estado civil son concebidos como
dos momentos antitéticos, el paso de uno a otro no se da necesariamente
por la misma fuerza de las cosas, sino mediante uno o más acuerdos, es
decir, por medio de uno o más actos voluntarios de los mismos individuos
interesados en salir fuera del estado de naturaleza, lo que significa vivir de
acuerdo a la razón. En cuanto antitético al estado de naturaleza, el estado
civil es un estado ‘artificial’, producto, se diría hoy, de la cultura y no de
la naturaleza (donde viene la ambigüedad del término ‘civil’ que significa
al mismo tiempo ‘político’ de ‘civitas’ y ‘civilizado’ de ‘civilitas’). A dife-
rencia de lo que sucede con cualquier otra forma de sociedad natural en la
que el hombre puede vivir independientemente de su voluntad como son,
según la tradición, la sociedad familiar y la sociedad patronal, el principio
de legitimidad de la sociedad política es el consenso”.
(Bobbio y Bovero, 1996)
Para Locke, uno de los teóricos del liberalismo, el pacto es doble: el pri-
mero de asociación para construir la sociedad, y el segundo de sujeción. A
partir de éstos, el Estado se constituye en un tercero que garantiza las con-
diciones del pacto y se encuentra por ello sometido a la voluntad general. So-
ciedad civil y estado político se homologan como momento de superación de
la sociedad natural.
Sobre estas bases se constituirá la teoría liberal, en confrontación feroz
con las monarquías absolutas, criticadas por avasallar la libertad individual
y los derechos del ciudadano. Bajo el criterio de soberanía popular, se pro-
clama la emancipación del poder político del poder económico y del religioso
para dar lugar al pacto del que surgirían los representantes, efecto de la ra-
zón de los individuos que componen la sociedad y no de un designio divino
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Algunas visiones, como la de Inkeles (1974) han tenido una particular in-
cidencia en la realidad latinoamericana. Sus estudios acerca del papel edu-
cativo del Estado en función de la transformación de actitudes tradicionales
por otras más modernas fue tomado como soporte de un conjunto de traba-
jos que centraron en este tipo de cambio la posibilidad de superar el subde-
sarrollo por parte de diversos países de la región. Estas concepciones son
las que sustentan, entre otras, la obra de Gino Germani respecto del mode-
lo de modernización de nuestras sociedades.
Las perspectivas que se han centrado en los aspectos vinculados al pa-
pel del Estado en la educación en torno a la igualdad de oportunidades han
sido denominadas por Karabel y Hasley (l977) como las del “empirismo me-
todológico”. Entre otros, Boudón (1973), Coleman (1966) y Jenks (1972) han
sido algunos de los principales iniciadores de estas concepciones que han
incorporado una metodología sofisticada para evaluar el impacto de las polí-
ticas educativas en función de la movilidad social. Frente al optimismo meri-
tocrático desarrollado por los análisis funcionalistas tradicionales, estas vi-
siones significaron un importante aporte. Al señalar aspectos sociales e ins-
titucionales que obstaculizaban una verdadera igualdad de oportunidades,
estas teorías promovieron reformas educativas de cierta profundidad. Entre
otras estrategias, iniciaron las recientemente redescubiertas políticas com-
pensatorias en dirección a convertir a los sistemas educativos en un factor
de nivelación social.
Las perspectivas del papel de la educación en torno a la movilidad social
ascendente en América Latina cobraron fuerza a partir de la década de los
‘60 en la obra, entre otros autores, de Ernesto Shiefelbein, Ana María E. de
Babini y Germán Rama.
Por último, la participación del Estado en la educación con el objetivo de
aumentar la productividad de las personas surgió de la mano de las teorías
del Capital Humano. Representada principalmente por T. Shultz (1986), esta
perspectiva contó rápidamente con el apoyo de instituciones que, como la Or-
ganización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), enfatizaron que
el objeto principal de la educación era el desarrollo económico. La educación
debía dejar de ser vista por los estados con el concepto de bien de consu-
mo para transformarse en una inversión sustantiva para el crecimiento de
los países. De acuerdo a esta teoría, las desigualdades de ingresos entre los
individuos, y por lo tanto su diferente aporte a la productividad del país, se
debía a los distintos niveles de capacidad productiva. Esta capacidad esta-
ba correlacionada con los años de escolaridad de cada persona.
Habiendo surgido con la necesidad de explicar el diferente desarrollo de las
naciones después de terminada la Segunda Guerra Mundial, el centro de inte-
rés de la teoría del capital humano giró en torno a justificar la inversión educa- La tasa de retorno es
tiva a partir de las tasas de retorno social e individual que ella generaba. el rendimiento eco-
Asimismo, a escala nacional la mayor educación de una nación conduce nómico esperado a
partir de la inversión reali-
a un incremento económico que redunda en el aumento del PBI). Trabajos co- zada. Estas teorías suponen
mo los de Becker (1967), Carnoy (1967) y Blaug (1970) proporcionaron cri- que un sujeto con más años
de educación es más pro-
terios para la elaboración de políticas desde el sector público. Estos criterios ductivo, por lo que a futuro
estaban dirigidos a garantizar una asignación más eficiente de los recursos sus salarios serán superio-
en función de las tasas de retorno diferenciales que se esperan al invertir en res a quienes posean menos
años de escolarización.
cada uno de los niveles del sistema educativo. Al mismo tiempo, las políti-
cas educativas fueron concebidas como una de las principales estrategias
para la incorporación al mercado de trabajo de numerosos sectores que, en
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“¿Qué tipo de Estado hacía falta para este tipo de sociedad [capi-
talista]? El problema político consistía en encontrar un sistema de
elegir y autorizar gobiernos, es decir, grupos de legisladores y de
encargados de aplicar las leyes que formulasen y aplicasen el ti-
po de leyes que necesitaba esa sociedad. Era un problema doble:
el sistema político debía producir gobiernos que establecieran y
protegieran una sociedad de mercado libre, y al mismo tiempo pro-
tegieran a los ciudadanos contra la rapacidad de los gobiernos.(...)
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Esta tradición enfatiza el problema del poder del Estado en tanto produc-
to de relaciones sociales de dominación. Esta característica distintiva de la
sociedad capitalista hace que el Estado esté directa o indirectamente al ser-
vicio de los sectores dominantes y, por ende, en contra de los intereses cons-
titutivos del proletariado.
Marx y el Estado
“El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que admi-
nistra los negocios comunes de toda la clase burguesa”.
“El poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada
de una clase para la opresión de otra”.
(Marx C y Engels F. El manifiesto comunista,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975)
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“...el estado es la forma bajo la cual los individuos de una clase domi-
nante hacen valer sus intereses comunes en cuanto clase y los hacen valer
frente a las demás clases como algo ajeno e independiente, como un inte-
rés general.(...) Cualquier clase que aspira a la dominación está obligada a
presentar su interés propio como el interés general, a imprimir a su con-
cepción la forma de lo general. La dominación se legitima por medio del
reconocimiento de determinado orden jerárquico como siendo un orden en
el interés de todos: una comunidad. La denuncia de este interés general co-
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(...)
La sobrevivencia de las instituciones políticas, y en ellas del capital,
depende del éxito de esa lucha en mantener esta separación mediante la
canalización de los conflictos que surgen de la naturaleza real de la socie-
dad capitalista dentro de las formas fetichizadas de los procesos políticos
burgueses. Así que precisamente la separación de economía y política, a
través de la autonomía de la forma Estado, es parte de la lucha de la clase
dominante para mantener su dominación”.
(Holloway y Piccioto, 1980)
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“Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recur-
sos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del
personal docente, las materias de enseñanza, etc., y velar por el
cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspecto-
res del Estado, como se hace en los Estados Unidos, y otra co-
sa, completamente distinta, es nombrar al Estado educador del
pueblo. Lejos de esto, lo que hay que hacer es sustraer la escue-
la a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia”.
(Marx, Crítica al programa de Gotha. Citado en Palacios, 1988)
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“Pero los objetos del mundo social, como lo indiqué, pueden ser
percibidos y expresados de diversas maneras, porque siempre
comportan una parte de indeterminación y de imprecisión y, al
mismo tiempo, un cierto grado de elasticidad semántica: en
efecto, aun las combinaciones de propiedades más constantes
están siempre fundadas sobre conexiones estadísticas entre
rasgos intercambiables; y además, están sometidas a variacio-
nes en el tiempo de suerte que su sentido, en la medida en que
depende del futuro, está también a la espera y relativamente in-
determinado. Este elemento objetivo de incertidumbre -que es a
menudo reforzado por el efecto de categorización, pudiendo la
misma palabra cubrir prácticas diferentes- provee una base a la
pluralidad de visiones del mundo, ella misma ligada a la plurali-
dad de puntos de vista; y, al mismo tiempo, una base para las
luchas simbólicas por el poder de producir y de imponer la visión
del mundo legítima. (...)
Las luchas simbólicas a propósito de la percepción del mundo so-
cial pueden tomar dos formas diferentes. En el lado objetivo se
puede actuar por acciones de representaciones, individuales o
colectivas, destinadas a hacer ver y hacer valer ciertas realidades
(...) Por el lado subjetivo se puede actuar tratando de cambiar las
categorías de percepción y de apreciación del mundo social, las
estructuras cognitivas y evaluativas: las categorías de percep-
ción, los sistemas de clasificación, es decir, en lo esencial, las pa-
labras, los nombres que construyen la realidad social, tanto co-
mo la expresan, son la apuesta por excelencia de la lucha políti-
ca, lucha por la imposición del principio de visión y división legíti-
mo, es decir, por el ejercicio legítimo del efecto de teoría”.
(Bourdieu, P., 1993)
Torres, C. Las secretas aventuras del orden. Estado y Educación; Miño y Dávi-
la Editores, Buenos Aires, 1996. Capítulo II, pp. 53-92.
Giddens, A. El capitalismo y la moderna teoría social, Colección Labor, Barce-
lona, 1992. Cap. III: “Las relaciones de producción y la estructura cla-
sista”, pp. 81-96.
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Es con esta impronta que surgió el Estado en la región. Y ésta fue una de
las principales características distintivas de la relación entre Estado, socie-
dad y educación a lo largo del siglo. En cada período histórico esta relación
se articuló en torno a modelos educativos dirigidos a atender las prioridades
sociales definidas como tales principalmente por quienes tuvieron a su car-
go la conducción del aparato estatal. Estos modelos también condicionaron
fuertemente las demandas y las características de la participación de la so-
ciedad en el proceso educativo.
Para explorar las funciones en torno a las cuales Estado y sociedad articu-
laron su accionar en materia educativa nos detendremos en las formas que
ha adquirido el Estado, las que permiten identificar momentos significativos
del desarrollo histórico de las políticas educativas a partir de las estructuras
de dominación social propias de una época. Estas formas de Estado son el
producto de los recursos puestos en juego para la resolución de contradiccio-
nes, conflictos y luchas sociales que, en determinadas circunstancias, llevan
a una profunda transformación de la configuración estatal. Nos permiten iden-
tificar ciclos históricos caracterizados por la articulación entre una determina- Son muchos los au-
da modalidad de acumulación, una específica estructura de clases, un siste- tores que trabajan
sobre estos modelos de es-
ma ideológico dominante y cierta forma Estado (Tarcus,1992). tado. Entre ellos se pueden
destacar para una lectura
complementaria a Graciare-
na, J., “El Estado Latinoa-
mericano en perspectiva.
“En la crisis de una forma de Estado, lo que cambia es la figura de és- Figuras, crisis, prospecti-
te, manteniéndose como invariante la relación fundamental de domina- va”, en: Revista de Econo-
ción, sea esta capitalista o socialista. (...) mía Política, Pensamiento
Sin entrar a juzgar todos los casos en que se configura una crisis, (...) Iberoamericano Nº5 B, La
reconstitución del Estado,
se entenderán como crisis de una forma de Estado solamente las situacio- Madrid, España, 1984; y a
nes de transformación, mutación o cambio estructural que enfrenta una Lechner, N. “Aparato de
forma singular de éste y que no puede resolver apelando a sus recursos Estado y forma de Estado”,
normales. (...) en: Labastida del Campo, J.
Es decir, la crisis existe cuando no hay retorno estable posible a la for- Hegemonía y alternativas
políticas en América Lati-
ma de Estado que ha perdido vigencia, aunque el movimiento que se en- na, S. XXI, México, 1984.
gendre sea de restauración, reacción o regeneración. (...) Por eso, más que
una mera crisis de legitimación, en que a menudo se confunden Estado
con gobierno pudiendo, por tanto, ser transitoria, la crisis de Estado se tor-
na prácticamente irreversible, un cambio sin retorno debido a una diferen-
te situación histórica.”
(Graciarena, J., 1984)
a. El Estado Oligárquico-liberal.
b. El Estado Benefactor.
c. El Estado Post-social.
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En este marco, es posible afirmar que para nuestro país la función enco-
mendada al sistema educativo en sus orígenes estuvo más vinculada a la es-
fera de lo político, que a lo económico. La educación jugó un papel prepon-
derante en torno a la integración social, la consolidación de la identidad na-
cional, la generación de consenso y la construcción del propio Estado.
Sin embargo, el hecho de que la función principal de la educación no ha-
ya estado dirigida linealmente hacia lo económico no significa que la escue-
la no desempeñara ningún papel en ese sentido. Es verdad que la relación
con la estructura económica no estuvo dada por la capacitación de trabaja-
dores con calificaciones demandadas por el modelo. Ello se debió a que tan-
to la explotación extensiva de los campos, como la incipiente industria no re-
querían de mano de obra con una calificación técnica específica. Por otra par-
te, la eventual demanda de trabajadores más capacitados estuvo satisfecha
por obreros provenientes de Europa, por lo general formados en el oficio. Por
eso es posible plantear que tanto la transmisión del valor ético y económico
del trabajo, como la capacitación de la mano de obra no fueron preocupacio-
nes de los sectores dirigentes. De esta manera se explica por qué no fueron
incluidos en el currículum oficial (Puiggrós, A., 1990).
Pero sí, en cambio, la relación de la educación con la economía estuvo
vinculada en un doble sentido:
a) En primer lugar, la estructura escolar permitió generar un sistema de
estratificación social acorde con los intereses de los sectores dirigentes.
Una base cada vez más numerosa a la que se le distribuyeron los elemen-
tos mínimos como para establecer un núcleo homogeneizado de contenidos
culturales compartidos. Un sistema de enseñanza media más restringido
que, aunque no mostraba funciones muy definidas, cumplía dos importantes
tareas. Por un lado, dotaba de personal idóneo a la administración pública y
al sector de transportes y servicios y por el otro seleccionaba a la elite que,
a través del acceso a la cúspide del sistema, se encontraba en condiciones
de incorporarse al sector de dirección de la sociedad y del aparato estatal
(Cassasus,J., 1989).
b) En segundo lugar, la vinculación con la economía se estableció a partir
del papel ideológico del sistema educativo. Una estructura y un currículum
excesivamente centralizados y elaborados desde el puerto contribuyeron a
que el proyecto económico agroexportador de la generación del ‘80 adquirie-
se rápida hegemonía en todo el territorio nacional.
Al margen de las funciones manifiestas y latentes que desde los sectores
dirigentes se proponían para el sistema educativo, desde la perspectiva de
la sociedad la demanda por educación fue creciente. Los sectores medios
encontraron en el sistema educativo una alternativa eficaz para aumentar
sus posibilidades de participación. La falta de educación era presentada co-
mo indicador de baja capacidad para el protagonismo político y como legiti-
madora de la exclusión de la sociedad nacional. Al mismo tiempo significa-
ba la imposibilidad de acceso a bienes culturales, frecuentemente extranje-
ros, de los que podían participar los sectores tradicionales.
David Rock estudia Si bien el acceso al sistema educativo no les permitió a los sectores me-
este proceso a partir dios una movilidad social automática, sí les posibilitó contar con mejores ele-
del ascenso del radicalismo
como representante de estos mentos para potenciar su demanda por una integración social y política ple-
sectores en avance. El radi- na. Demanda que, como en los casos de la universalización del voto y de la
calismo argentino. 1890- Reforma Universitaria, logró importantes conquistas en las primeras déca-
1930, Amorrortu editores,
Buenos Aires, 1992. das del siglo.
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“El éxito de Perón con los trabajadores se explicó, más bien, por su
capacidad para refundir el problema total de la ciudadanía en un molde
nuevo, de carácter social. El discurso peronista negó la validez de la sepa-
ración, formulada por el liberalismo, entre el Estado y la política por un
lado y la sociedad civil por el otro. La ciudadanía ya no debía ser defini-
da más simplemente en función de derechos individuales y relaciones den-
tro de la sociedad política, sino redefinida en función de la esfera econó-
mica y social de la sociedad civil.
(...)
Tradicionalmente, el sistema político liberal en la Argentina, como en
otras partes, había reconocido la existencia política de los trabajadores co-
mo atomizados ciudadanos individuales dotados de una formal igualdad
de derechos en el campo político, pero al mismo tiempo había rechazado,
u obstaculizado, su constitución como clase social en ese campo. (...) El
peronismo, en cambio, fundaba su llamamiento político a los trabajadores
en un reconocimiento de la clase trabajadora como fuerza social propia-
mente dicha, que solicitaba reconocimiento y representación como tal en
la vida política de la nación. Esa representación ya no había de materiali-
zarse simplemente mediante el ejercicio de los derechos formales de la
ciudadanía y la mediación primaria de los partidos políticos. En vez de
ello, la clase trabajadora, como fuerza social autónoma, había de tener ac-
ceso directo y por cierto privilegiado al Estado por intermedio de sus sin-
dicatos.
(James, D., 1990)
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Pero la diferencia que más nos interesa destacar es que en este contex-
to la educación fue incorporada no sólo como un derecho de los ciudadanos,
sino también como estrategia de capacitación de mano de obra para satis-
facer las demandas de la surgiente industria. La “formación del ciudadano”
fue reemplazada paulatinamente por la idea de “formación para el trabajo”
que posteriormente, a partir de las teorías del capital humano, se converti-
ría en “formación de recursos humanos”. Los nuevos roles ocupacionales
exigían una alfabetización básica que el sistema educativo debía brindar.
También comenzaron a requerir ciertos niveles técnico-profesionales y cono-
cimientos de oficios y especialidades que no podían ser aprendidos sólo en
el lugar de trabajo y que los nuevos trabajadores, a diferencia de los inmi-
grantes, no poseían. Pero por sobre todas las cosas exigían una disciplina
laboral que únicamente el sistema educativo podía brindar masivamente a
millones de trabajadores rurales que provenían del interior del país. Estos
sectores pasarán a constituir la principal fuerza laboral de las nuevas fábri-
cas y talleres.
Para contribuir a estos objetivos se creó en 1944 la Comisión Nacional
de Aprendizaje y Orientación Profesional que desarrolló una importante va-
riedad de modalidades de capacitación básica y profesional para jóvenes y
trabajadores: Escuelas de Tiempo Parcial, Escuelas-Fábrica, Escuelas de
Aprendizaje, Escuelas de Capacitación Obrera, Cursos Complementarios,
Escuelas de Capacitación Profesional para Mujeres, Misiones Monotécni-
cas, etc. (Wiñar D., 1979). Por su parte, el Primer Plan Quinquenal (1947-
1951) también introdujo reformas en el sistema educativo y en particular en
la educación técnica con el objetivo de redefinir la relación pedagógica en-
tre educación y trabajo y dotar al alumno de una orientación y formación pro-
fesional más definida. Una parte importante de estos cambios se encuen-
tra reflejada en el texto de la Constitución aprobada en 1949 (Bernetti J. y
Puiggrós A., 1993). En esta misma dirección fue creada en 1952 la Univer-
sidad Obrera Nacional y se promovió el aporte educativo a la investigación
científico-tecnológica, que en muchos casos estuvo íntimamente vinculada
a la actividad productiva.
Todas estas reformas acompañaron un proceso que a nivel mundial se de-
sarrolló en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sobre fines de
la década de los ‘40 comenzó a generarse una visión “economicocentrista”
del papel de la educación. De la mano de las teorías de capital humano
(Shultz, T., 1986) la educación dejó de ser vista como un gasto social para
transformarse en una inversión que tenía como principal objetivo alcanzar
una renta individual y social. Los factores considerados tradicionales por la
economía clásica (materias primas, capital, trabajo y tecnología) ya no alcan-
zaban para explicar el crecimiento de los países. A partir de la teoría del
“efecto residual” la capacidad de generar “capital humano” altamente califi-
cado pasó a ser una de las más importantes ventajas comparativas en la ca-
rrera hacia el crecimiento (Carnoy, M., 1967).
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“No existe, por así decirlo, sociedad alguna en que el sistema educa-
cional no presente un doble aspecto: es, a la vez, uno y múltiple.
Es múltiple. En efecto, y en cierto sentido, se puede decir que hay tan-
tos tipos diferentes de educación como capas sociales diferentes hay en di-
cha sociedad. (...)
Aún cuando la carrera escogida para cada niño no sería ya, en gran par-
te, predeterminada por una obcecada herencia social, la diversidad moral
de las profesiones no dejaría de arrastrar en pos suya una gran diversidad
pedagógica. En efecto, cada profesión constituye un ámbito sui generis
que recaba aptitudes concretas y conocimientos especiales, en los que im-
peran determinadas ideas, determinadas costumbres, determinadas mane-
ras de contemplar las cosas; y dado que el niño debe estar preparado con
vistas a la función que está llamado a desempeñar el día de mañana, la
educación a partir de una cierta edad, no puede ser la misma para todos los
sujetos a los que se aplica. (...)
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Leyes
- Ley 14.538 (1944) Crea la CNAOP
- Ley 15240 (1959) Crea el CONET
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puede ubicar con la renuncia del Dr. J. Taiana y la asunción del Dr. Ivanice-
vich en Ministerio de Educación (Garzón Valdez E., 1983, Cano D., 1985,
Braslavsky C., 1985).
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Administra-
ción General 26.7 17.3 8.6 9.5 9.0 9.3 10.9 9.4
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Cultura y
Educación 11.1 7.1 8.5 8.8 11.6 12.5 11.3 10.4
Bienestar
social 12.5 9.8 13.6 15.3 18.3 18.9 17.6 16.3
Ciencia y
técnica 1.2 1.3 1.9 2.2 2.6 2.9 2.7 2.9
Desarrollo
económico 26.5 34.9 35.8 35.1 33.3 35.8 34.4 35.1
Deuda
pública 6.3 9.9 14.3 10.3 1.7 0.2 0.2 0.8
Gastos
a clasificar - - - - - - - -
Economía
a realizar 0.7 1.4 5.4 4.3 -3.6 -4.0 -3.2 -1.4
La década de los ‘80 ha sido definida por la CEPAL como la década perdi-
da para América Latina. El PBI por habitante descendió en el período 1981-90
en un 9,6%; también decrecieron la tasa de inversión y el ingreso medio urba-
no. Al mismo tiempo, la tasa de inflación, el endeudamiento externo y la desi-
gual distribución de la riqueza se colocaron entre los más altos del mundo.
En este marco existe consenso en que el Estado benefactor se encontra-
ba, sobre fines de los ‘80, en una crisis sin precedentes. En lo administrati-
vo se le atribuye un alto nivel de ineficiencia, de burocratización y de centra-
lismo. En lo social se le critica la escasez de recursos para distribuir y su
tendencia a no favorecer a través de las políticas asistenciales a quienes
más las necesitan. En lo político se cuestiona su capacidad de sostener la
gobernabilidad en el marco del aumento de las demandas corporativas y sec-
toriales insatisfechas. En lo económico se señala su imposibilidad de soste-
ner el pleno empleo, su escasa capacidad empresarial y su dificultad en la
conducción exitosa del modelo de desarrollo.
Por otra parte, la marcada tendencia hacia la globalización también dismi-
nuye la capacidad de decisión del Estado nacional. En un mundo que avan-
za hacia “un solo mercado de bienes, servicios, tecnología y capital” (García
Delgado, D., 1994) y donde los flujos financieros se mueven a una velocidad
sin precedentes, las limitaciones a la intervención del Estado no sólo están
impulsadas desde las situaciones internas. También están fuertemente con-
dicionadas por poderosos factores de decisión externos. En el caso de eco-
nomías con una gran vulnerabilidad frente a las condiciones del mercado in-
ternacional como la nuestra, los organismos financieros internacionales pa-
san a desempeñar un rol preponderante.
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3
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Objetivos
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Fuente: Datos elaborados a partir del procesamiento del Censo Nacional de Población y
Vivienda 1991, INDEC, realizado por la Red Federal de Información Educativa, MCyE.
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Chaco, Formosa, Misiones y Santiago del Estero), al igual que las de repiten-
cia (por sobre el 10,% frente al 7,7% del total del país), la tasa extraedad
(50% y más)y de deserción. Son también las de mayor tasa de analfabetis-
mo para la población de 10 años y más.
Fuente: Datos elaborados a partir del procesamiento del Censo Nacional de Población y
Vivienda 1991, INDEC, realizado por la Red Federal de Información Educativa, MCyE.
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1980 1990
1980 1990
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1957 100 —— ——
UNIVERSITARIO 1970 83.9 1.4 14.6
1980 81.3 0.2 18.4
1991 89.9 0.2 9.7
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Leyes
- Normativas para la transferencia.
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En este punto del análisis es posible proponer junto con J. Cassasus que
“la descentralización no es un fin en sí mismo, es una política para lograr cier-
tos fines. En sí ella no es buena o mala, no es progresista o conservadora. Ello
depende de si contribuye o no a resolver los problemas que hacen pensar que
esta medida puede resolver” (Cassasus, J., 1994).
Por lo tanto, las diferentes modalidades que podrá adquirir un proceso de
descentralización del sistema educativo dependerán principalmente de cuá-
les sean los principales problemas que se pretendan atender con esta trans-
formación. La selección de estos problemas conlleva la elaboración explícita
o implícita de un diagnóstico de la crisis educativa, de una determinada fun-
ción social de la educación y de un concepto del papel del Estado respecto
del proceso educativo.
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Esta situación se hace más evidente al analizar los efectos del Pacto Fede-
ral Educativo. El mismo fue suscripto en septiembre de 1994 por el Presidente
de la Nación y los gobernadores provinciales, quienes se comprometieron a in-
crementar la inversión en educación para lograr las metas previstas. Fue conver-
tido en Ley (24.856) tres años más tarde. Se esperaba que la Nación invirtiera
3.000 millones y las provincias financiaran el 20% de las inversiones que reali-
zara la Nación y a reinvertir los ahorros por incremento de la eficacia del gasto
en el sector. Se esperaba que este gasto posibilitase para 1999 la erradicación
de escuelas rancho y establecimientos precarios; generalización de la capacita-
ción docente; escolarización total de niños de 5 a 14 años y del 70% de 15 a
17. El ahorro a reinvertir sería producto de la disminución de la repitencia y el
analfabetismo en un 50%; y el mejoramiento del rendimiento escolar.
CAPACIDAD EDILICIA
A) Aumento de capacidad instalada 20%.
B) Mejoramiento del estado edilicio de características deficitarias 100%.
C) Incorporación de los establecimientos a la nueva estructura 100%.
EQUIPAMIENTO EDUCATIVO
A) Equipamiento de infraestructura informática en unidades educativas que cuen-
ten con las mínimas condiciones para su instalación 100%.
B) Bibliotecas Escolares 100%.
C) Material Pedagógico general, básico de investigación y elementos audiovisua-
les acorde con la transformación educativa en curso 100%.
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1992 6637
1993 8049 21,27%
1994 8921 10,83%
1995 9321 4,48%
1996 9477 1,67%
1997 10376 9,49%
(1): Suma del gasto consolidado en educación básica y educación superior y universitaria.
Aunque en esta serie difiere la base inicial (el dato de 1992 es más alto
que el de la ley por una revisión de la serie posterior a su sanción), ni aun
tomando el monto base de la ley, que es menor, se alcanza la duplicación
prevista, por una diferencia en menos de 1.864 millones de pesos. De he-
cho, la tasa de crecimiento interanual del 20% se cumple sólo el primer año
de vigencia, siendo de la mitad o menos en el resto de los años.
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5
4 gasto
3 consolidado
2 gasto
1 esperado
0
1992 1993 1994 1995 1996 1997
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las escuelas que han conformado equipos de dirección que trabajan con una
mayor autonomía respecto de los proyectos por establecimiento, son las que
muestran una mejor aplicación de las innovaciones que permiten la mejora
de la calidad del trabajo docente (Braslavsky C., 1997).
Sin embargo, cabe destacar que una buena parte de los programas que
incentivan el trabajo a partir de proyectos institucionales autogenerados con-
tinúan partiendo de iniciativas “centralizadas” como las que lleva adelante
el Ministerio nacional a través de las políticas compensatorias encabezadas
por el Plan Social Educativo.
Este marco legal dejaba sin especificar el Nivel Superior, el que debía ser
regulado por una ley específica. En 1995 se dicta la Ley de Educación Supe-
rior Nº24.521. Las medidas más importantes que toma son:
• La educación superior no universitaria pasa a ser responsabilidad de las
provinciales.
• Fija el alcance de la autonomía universitaria y sus garantías.
• Crea un sistema de evaluación institucional y una entidad estatal autóno-
ma a tal efecto Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universi-
taria).
• Estipula que el título de grado habilitante para el ejercicio profesional será
otorgado por la propia universidad excepto en las profesiones que pudie-
ran poner en riesgo la salud, seguridad, derechos o bienes de los habitan-
tes.
• Regula que el gobierno de las instituciones universitarias deberá estar con-
formado por órganos colegiados compuestos en un 50% por el claustro do-
cente y que los estudiantes que lo compongan deben ser alumnos regula-
res con un 30% del plan de estudios cumplido.
• Se levanta la prohibición para el cobro de aranceles en las universidades
nacionales.
Esta ley se promulgó años después de la anterior porque desató un arduo
debate en torno del rol del Estado frente a la Universidad y la necesaria au-
tonomía para la producción del conocimiento y el acceso irrestricto y gratui-
to a estos estudios superiores.
Los antecedentes de este debate pueden rastrearse en 1989, cuando an-
te la escasez de recursos comienza a propiciarse el arancelamiento como
fuente de financiamiento alternativa y, paralelamente, se inicia la creación de
nuevas universidades nacionales a la par que se autoriza el nacimiento de
otras privadas, con escasa participación de los órganos de coordinación (el
Consejo Interuniversitario Nacional para el caso de las estatales -CIN- y el
Consejo de Rectores de las Universidades Privadas -CRUP-) (Paviglianiti,
1991b). En este marco crece la preocupación por el avance del gobierno en
materia de autonomía y autarquía, en tanto redefine cuestiones que, como el
gobierno universitario, son propias del estatuto que se da cada universidad.
Por otra parte, el déficit presupuestario en un marco de promoción de la com-
petitividad por el acceso a los recursos públicos y privados, dejaría en desven-
taja a aquellas carreras cuya “rentabilidad” no es monetaria sino social.
Por otra parte, crecen las tensiones entre un sistema universitario capaz
de articularse a través de organismos de coordinación propios y de respon-
der a las exigencias de un Estado que promueve mecanismos de evaluación
pero a distancia; y un Estado que incentiva la creación de un mercado de
educación superior a la vez que introduce políticas que promueven la compe-
titividad inter e intrainstitucional.
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Dilemas
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tres puntos 19 de agosto de 1999
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No cabe duda de que estamos ante los primeros pasos de un largo pro-
ceso cuyo resultado final no está definido previamente.
Leyes
- Ley Federal de Educación.
- Ley de Educación Superior.
- Pacto Federal Educativo.
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- La puesta en marcha del Plan Social educativo para atender las princi-
pales necesidades de políticas compensatorias.
- La elaboración de los Contenidos Básicos Comunes como una de las
principales innovaciones concertadas en el Consejo Federal en el marco del
proceso de transformación educativa.
No existen investigaciones que permitan analizar si la creciente asunción
de estos nuevos roles por parte del Estado nacional ha compensado la fuer-
za “centrífuga” que despliega el proceso de descentralización.
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Se lucha para que, tanto la promoción de una escuela más autónoma co-
mo el conocimiento de los aprendizajes efectivos de los alumnos, constitu-
yan un insumo para el desarrollo de políticas sociales y educativas compen-
satorias de las desigualdades estructurales. Pero el impacto de las políticas
compensatorias en la igualdad de resultados, es un debate en sí mismo que
abordaremos a continuación.
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Cámpora, C., et. al. Hacia una escuela con mayor autonomía. Buenos Aires,
Fundación Banco de Boston, Grupo Sofhia, 1996.
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Objetivos
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El ajuste fiscal
La coincidencia de la aplicación de las reformas educativas con la vigen-
cia de serias políticas de ajuste fiscal destinadas a bajar el gasto público im-
pactó fuertemente en la lógica que hegemonizó las estrategias de descen-
tralización. Al transferir las erogaciones a los gobiernos provinciales, se per-
mitió que los fondos otorgados a las provincias para sostener el sistema
educativo fueran derivados hacia otros gastos públicos.
Cabe destacar que los organismos financieros internacionales, por la pro-
pia esencia de su principal función, tuvieron una gran incidencia en la prima-
cía de la lógica del ajuste. Esta incidencia no estuvo sustentada únicamen-
te a través de las inversiones que han realizado en el sector educación, ya
que por ejemplo, en el caso del Banco Mundial no representaron ni “la mitad
del 1% del total del gasto en educación de los países en desarrollo” (Banco
Mundial, 1995). La influencia en la construcción del discurso y en la elabo-
ración de las estrategias educativas de corte neo-liberal estuvo principalmen-
te vinculada a la capacidad de influir y asesorar a los conductores de las po-
líticas educativas de los diferentes países (Coraggio J.L., 1997). No es de ex-
trañar entonces que las propuestas de transformación orientadas por estos
organismos hayan sido adoptadas de una forma más integral y con menor
adecuación a la situación local en aquellos países con menor tradición en la
democratización de los sistemas educativos y con menor fortaleza técnica
entre los equipos de conducción de los ministerios.
Con la misma lógica financiera, las perspectivas más claramente neolibe-
rales intentan actualmente comenzar a introducir estrategias que proponen
que el Estado debe dejar de financiar la oferta educativa para comenzar a fi-
nanciar la demanda. A través de modelos como los del “voucher”, intentan
terminar con la idea de que la educación es un derecho ciudadano que el Es-
tado debe garantizar, para pasar a ser una mercadería que los clientes (has-
ta ahora alumnos) compran en el mercado.
La inversión educativa
Los elementos de la coyuntura macroeconómica confluyeron en la crecien-
te desatención de los Estados latinoamericanos hacia la educación. El incre-
mento de la deuda externa a niveles sin precedentes, la crisis fiscal y el as-
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Política Educacional
Fuente: UNESCO, Word Education Report, 1995 (París: UNESCO, 1995); Centre for Educa-
tional Research and Innovation, Education at a Glance (París: Organización para la Coope-
ración y Desarrollo Económicos, 1995).
La lucha distributiva
Las políticas de ajuste condicionan el papel que los diferentes actores
pueden desempeñar en torno al apoyo a las reformas educativas. En el es-
cenario público, el consenso en torno a la necesidad del cambio educativo
deja lugar a la disputa por los recursos que necesita la educación. En este
contexto, algunos de los actores más interesados en el cambio e imprescin-
dibles para el mismo, como los sindicatos docentes ven dificultada su parti-
cipación en el debate pedagógico por temor a que la transformación se con- De hecho, coexistie-
vierta en una excusa para profundizar el ajuste en el ámbito educativo y de- ron ambas cuestio-
nes, ya que una de las con-
teriorar aún más su situación laboral. diciones que se debatían co-
Al mismo tiempo, los costos frente a la opinión pública que significan las mo condición para el au-
políticas de ajuste en la educación, alejan a la oposición política de la posi- mento docente era la refor-
ma del estatuto que regula
bilidad de compartir el liderazgo del cambio e impide el abordaje de las trans- las condiciones laborales,
formaciones educativas como políticas de Estado que trasciendan los perío- de acceso y ascenso en la
carrera docente.
dos y los intereses electorales coyunturales.
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a ampliar los años de estudio hacia el segundo ciclo, rompiendo con la tra-
dicional formación de corta duración de operarios medios. Según Tedesco
(1980), esto responde a la dinámica de los actores sociales por acceder a
niveles cada vez más elevados de educación, además y por sobre las nece-
sidades que comenzaba a generar el cambio tecnológico.
Será a fines de los años ‘50 cuando la formación para el trabajo se uni-
fique bajo la égida del Ministerio de Educación a través de la creación del
Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) y la transformación de la
Universidad Obrera en la hoy conocida Universidad Tecnológica Nacional. A
largo plazo significará la adquisición de todas las características propias del
sistema formal: burocratización, mayor inercia para adecuarse a los cambios
del mundo productivo, menor facilidad de acceso para los sectores popula-
res y trabajadores. Como expresa Tedesco (1980) :
144
Política Educacional
Una década más tarde, el auge de las teorías del capital humano propias
del desarrollismo, estimularán el desarrollo de la educación media en estric-
ta vinculación con las necesidades locales y a través de precisos mecanis-
mos de planeamiento. Desde una lógica eficientista, la década de los ‘60 in-
tentará ajustar sistema educativo y mercado de trabajo a través de un movi-
miento profesionalizante en la educación media: un ciclo general y uno supe-
rior de especialización. Suponían que ante las profundas transformaciones
productivas que se avecinaban, era preciso formar los recursos humanos ca-
paces de protagonizarlas. Este estilo tecnocrático privilegió la función econó-
mica desde una visión supuestamente despolitizada ideológicamente, cuya
preocupación por formar recursos se convirtió paralelamente en un mecanis-
mo de estratificación de los mismos.
Pero a partir de mediados de la década de los ‘70, la crisis en la relación
educación-trabajo se profundiza. Como hemos visto en la Unidad 2, el estan-
camiento y luego el decrecimiento en los índices de desarrollo económico y
el agotamiento del modelo de Estado Benefactor fueron dos de los principa-
les factores que mostraron la necesidad de replantear la relación.
Sólo se observan experiencias aisladas, como fue la incorporación de los
trabajadores en uno de los circuitos preexistentes: la educación de adultos
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“Con la implantación del ciclo básico se intentó evitar que los jó-
venes tengan que realizar una elección ocupacional antes de ha-
ber recibido, por lo menos, 8 ó 9 años de formación general.
Se presupone entonces, la implantación de un proceso de orien-
tación a nivel de todo el sistema educativo formal y uno más es-
pecífico de orientación profesional en estas escuelas [técnicas].
Este rasgo de especialización tardía tendió formalmente a demo-
cratizar la escuela técnica al intentar asegurar a sus estudiantes
y egresados una base cultural común con sus pares de la moda-
lidad académica, pero no previó que la democratización también
pasa por el derecho a permanecer en la escuela hasta el egre-
so. La deserción de las escuelas técnicas es más alta que en el
resto del sistema, por lo tanto, el efecto de esta medida demo-
cratizadora fue en los hechos que los jóvenes de los sectores
populares -clientela tradicional- abandonaban la escuela técnica
en los primeros años con una formación básica trunca y sin una
salida laboral.”
(Llomovatte, 1988)
Pineau, Pablo “La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser: los avata-
res de la enseñanza técnica entre 1955 y 1983”, en: Puiggrós,
A.(dir.). Dictaduras y utopías en la historia reciente de la educación ar-
gentina (1955-1983). Tomo VIII de la Historia de la Educación en la Ar-
gentina, Ed. Galerna, Buenos Aires, 1997.
Dussel, I. y Pineau, P. “De cuando la Clase Obrera entró al Paraíso: la educa-
ción técnica estatal en el primer peronismo”, en: Puiggrós, A. (dir.) y
Carli, S. (cord.). Discursos Pedagógicos e Imaginario Social en el Pero-
nismo (1945-1955). Tomo VI de la Historia de la Educación en la Ar-
gentina. Ed. Galerna, Buenos Aires, 1995.
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Año Tasa
1980 2.6
1985 6.1
1990 7.5
1995 17.4
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EDADES PERÍODO
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Deciles Total
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Años promedio de
educación para la 7.04 7.48 7.74 7.71 8.52 8.82 8.99 9.91 11.13 13.57 9.44
población de 25 años
Tasa primaria
completa para pobl. 83 94 92 99 96 98 100 99 99 100 97
e/ 20 y 25 años
Tasa de secundaria
completa para pobl. 13 17 27 31 42 51 54 65 68 92 50
e/ 20 y 25 años
Fuente: Filmus y Miranda. “América Latina en los ‘90: más educación, menos trabajo =
más desigualdad”, en: Los ‘90. Política, sociedad y cultura en América Latina y Argentina
de fin de siglo, FLACSO/EUDEBA, Buenos Aires, 1999.
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Fuente: Filmus y Miranda. “América Latina en los ‘90: más educación, menos trabajo =
más desigualdad”, en: Los ‘90. Política, sociedad y cultura en América Latina y Argentina
de fin de siglo, FLACSO/EUDEBA, Buenos Aires, 1999.
Fuente: Filmus y Miranda. “América Latina en los ‘90: más educación, menos trabajo =
más desigualdad”, en: Los ‘90. Política, sociedad y cultura en América Latina y Argentina
de fin de siglo, FLACSO/EUDEBA, Buenos Aires, 1999.
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1991 1997
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tante ventaja comparativa para conseguir empleo. Existían ofertas para tra-
bajadores con diferente nivel de capacitación. En los últimos 15 años esta
tendencia se revirtió. Mientras que la tasa de desocupación entre quienes
tenían bajo nivel de escolaridad se multiplicó por diez, en el caso de los egre-
sados del nivel superior el porcentaje sólo se incrementó tres veces. Única-
mente quienes culminaron los estudios superiores muestran bajas tasas de
desocupación.
Fuente: Filmus y Miranda. “América Latina en los ‘90: más educación, menos trabajo =
más desigualdad”, en: Los ‘90. Política, sociedad y cultura en América Latina y Argentina
de fin de siglo, FLACSO/EUDEBA, Buenos Aires, 1999.
Los datos permiten proponer que, si bien los años de escolarización au-
mentan, se han desarrollado fuertemente dos tendencias que limitan la ca-
pacidad democratizadora de este proceso. La primera de ellas es que tam-
bién se incrementan los años de escolaridad mínima requerida para el acce-
so a ingresos dignos. Pero en una población cada vez más educada no es
sólo una cuestión de cantidad. Ya no alcanzan los años de escolaridad co-
mo pasaporte para el ingreso a los modernos puestos de trabajo. La “con-
traseña” comienza a ser el origen de la credencial educativa y los contactos
familiares.
La segunda tendencia es que se amplía la brecha entre los más educa-
dos y quienes alcanzan menos años de escolaridad. Parece evidente que los
más perjudicados son los grupos sociales que no logran alcanzar un mínimo
de escolaridad ya que en el sector formal ocupan los puestos de trabajos
más fácilmente reemplazables por las nuevas tecnologías y en el sector in-
formal se ven desplazados por quienes, a pesar de poseer un alto nivel edu-
cativo, no logran acceder a empleos formales.
Otra de las características que es necesario destacar es la notoria des-
ventaja que poseen las mujeres. En casi todas las categorías educativas tie-
nen menor posibilidad de acceder a un puesto en el mercado de trabajo. En
este sentido, la tasa más alta de desocupación la presentan las mujeres
que, habiendo egresado de la escuela primaria, no han completado sus es-
tudios secundarios. Prácticamente una de cada tres mujeres de este grupo
no consiguen trabajo.
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Categoría 1980 1989 1993 1980 1989 1993 1980 1989 1993 1980 1989 1993
Ocupacional
Patrón o 2.8 2.2 1.7 5.0 3.0 4.7 7.6 6.6 7.7 8.9 7.2 9.2
Empleador
Cuenta Propia 29.3 33.7 30.9 22.4 27.0 25.3 16.6 19.8 20.9 28.2 22.1 21.6
Asalariado 66.9 63.5 65.7 71.8 69.4 68.7 74.8 72.7 70.3 62.1 69.7 68.5
Trabajador 1.0 0.6 1.7 0.9 0.5 1.4 1.0 0.9 1.1 0.9 1.0 0.8
sin salario
Total 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
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jadores en los últimos años, el de servicios, privilegia cada vez más la con-
tratación de personal con alto nivel educativo. Por el contrario, el sector de
la construcción es quien demanda población con menos años de escolari-
dad. En el marco de estas tendencias, el creciente proceso hacia la terciari-
zación de la economía permite prever mayores dificultades aun para el acce-
so al trabajo de los grupos menos educados.
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Aplicada esta metáfora al sistema educativo se puede afirmar que los ar-
gentinos han tenido que acceder a más años de escolaridad para intentar
sostenerse en el mismo nivel ocupacional. Aun así, en muchos casos no lo
han conseguido (Filmus D., 1994).
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20.0
15.0
10.0
5.0
0.0
1991 1993 1995 1997 1998
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Los estudios empíricos posteriores muestran que ésta era una visión muy
parcial del proceso. Las teorías predominantes en la actualidad enfatizan las
tendencias a la cualificación de la fuerza laboral (Coriat, 1992) y en algunos
casos a la segmentación profunda de los mercados de trabajo con algunos
sectores que requieren mayor capacitación y otros claramente “perdedores”
que quedan al margen de las modernas tecnologías (Shirom, 1993).
En lo que sí existe coincidencia es en que la combinación de las nuevas
tecnologías de automatización, basadas principalmente en la introducción de
la informática y la microelectrónica, con formas radicalmente distintas de la
organización del trabajo, generan un nuevo paradigma productivo. Este nue-
vo paradigma exige trabajadores que posean un tipo de competencias muy
diferente al que demandaban los procesos de trabajo anteriores. Para nues-
tras escuelas, desarrolladas en torno al modelo Fordista, este proceso impli-
ca una transformación sustantiva.
¿Qué tipo de competencias requieren los nuevos procesos productivos?
Siguiendo distintos autores (Paiva V.,1982; Alexim J.C., 1992; Filmus D., El cambio de los re-
querimientos se ex-
1993; Scans 2000, 1992), es posible realizar una breve sistematización: presa en el currículum en el
La elevación del nivel de complejidad de las actividades a desarrollar en los concepto mismo de compe-
tencias. A diferencia de la
procesos productivos requiere una mayor capacitación para realizar operaciones calificación que remite a un
de nuevo tipo con tecnologías sofisticadas. En esta dirección es imprescindible determinado puesto de tra-
una comprensión global del proceso tecnológico basada en una sólida forma- bajo, las competencias re-
fieren a características del
ción general y una elevada capacidad de pensamiento teórico abstracto. trabajador, en un contexto
Las nuevas formas de organización del trabajo dejan atrás la producción donde la rotación en dife-
rentes tareas caracteriza el
en cadena con tareas sumamente fragmentadas y especializadas para los mercado laboral.
trabajadores. Hoy desaparecen los puestos de trabajo fijos y es cada vez
más frecuente la rotación permanente de personal por diferentes tareas la-
borales. Ello exige una formación polivalente, polifuncional y flexible. Una
educación general abstracta y abarcativa y una capacitación técnica am-
plia. Sobre este tipo de capacitación es posible luego realizar las especiali-
zaciones en las tecnologías específicas.
Existe cada vez más una amplia autonomía en la toma de decisiones, an-
tes sólo permitida a los cargos jerárquicos. Se reemplazan las estructuras
piramidales y cerradas por “redes” planas, interactivas y abiertas (Tedesco
J.C., 1993).
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Crecimiento del PBI per cápita, del gasto público toal y del gasto educativo
Alto crecimiento
Lento crecimiento
Crecimiento negativo
Fuente: M. Carnoy De Moura Castro, “Qué rumbo debe tomar el mejoramiento de la educa-
ción en América Latina?”. La reforma educativa en América Latina, BID, 1997, Washington.
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4.2.6. Los TTP frente a los nuevos desafíos o el desafío de los TTP
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Por la experiencia que hemos tenido vemos conveniente que los cur-
sos no se limiten a capacitar sobre la ocupación específica. La falta de ex-
periencia laboral previa de los beneficiarios/as hace necesario incluir una
formación general para el mundo del trabajo (actitudes frente al trabajo,
hábitos de puntualidad y presentación personal, conocimientos de las nor-
mas y reglamentos de las empresas, etc.).
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Estas perspectivas son retomadas para América Latina en los años ‘90 a
partir de los documentos elaborados por los organismos de financiamiento
internacional, en particular el Banco Mundial y el BID. Probablemente los do-
cumentos “Governance and Development” (1992) del Banco Mundial y “Go-
bernabilidad y Desarrollo. El estado de la cuestión” (1992) del BID, hayan ju-
gado un papel fundamental en la reaparición del concepto en la arena de la
política y las ciencias sociales de la Región. Recuperada la institucionalidad
democrática y habiendo desaparecido (al menos momentáneamente) los
enemigos “externos” del sistema, los problemas de gobernabilidad se visua-
lizan principalmente como deficiencias del propio Estado y del sistema polí-
tico. Por otra parte, la preocupación por el uso eficiente y transparente de la
asistencia financiera internacional lleva a incorporar a la idea de gobernabi-
lidad los conceptos de “rendición de cuentas” o responsabilidad (accounta-
bility), predictibilidad, honestidad, etc.
De cualquier manera, esta recuperación del concepto de gobernabilidad
en el inicio de los ‘90 no alcanza a superar una versión restringida y elitista
que acota el concepto a un problema de eficacia administrativa o de buena
conducción y gerenciamiento del aparato de gobierno.
Frente a estas concepciones, algunos sectores reaccionaron, principal-
mente desde el mundo académico, alertando sobre el uso restringido del
concepto y elaborando perspectivas alternativas. Como señala L. Tomassini
(1995):
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Objetivos
5.1. ¿Qué educación para qué sociedad? Apuntes para una política
educativa democratizadora
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• El fortalecimiento de la democracia
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Actividad de integración
Éstos son los ejes que proponemos para la definición
de una política educativa que, de cara al próximo siglo,
genere condiciones sociales más justas y equitativas,
favorezca el acceso de todos los sectores sociales a los
bienes simbólicos a la vez que promocione la capacidad
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Esta edición de 1000 ejemplares se terminó de imprimir en el mes de
marzo de 2007 en el Centro de impresiones de la Universidad Nacional de
Quilmes, Roque Sáenz Peña 352, Bernal, Argentina