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CIUDADANO:

PRESIDENTE Y DEMÁS MIEMBROS DE LA SALA ELECTORAL DEL TRIBUNAL


SUPREMO DE JUSTICIA.
SU DESPACHO.-
Caracas 05 agosto 2019
EXPEDIENTE 2018-33

Yo, RODOLFO LUIS QUIJADA MARVAL, venezolano, mayor de edad, de este domicilio
titular de las Cédula de Identidad No: V-5.083.706; asistido en este acto por el Abogado en ejercicio
ESTUARDO ELIAS SEMPERTIGUEZ, Inpreabogado Nº 116.599, ante la consideración de su
respetable autoridad ocurro y expongo:
I
DEL FRAUDE PROCESAL

Ciudadano Juez, el artículo 170 del Código de Procedimiento Civil establece:

“Las partes, sus apoderados y abogados asistentes deben actuar en el proceso con lealtad y probidad. En
tal virtud, deberán:
1° Exponer los hechos de acuerdo con la verdad.
2° No interponer pretensiones ni alegar defensas, ni promover incidentes, cuando
tengan conciencia de su manifiesta falta de fundamentos;
3° No promover pruebas, ni realizar, ni hacer realizar, actos inútiles o innecesarios a la defensa del
derecho que sostengan.
Parágrafo Único: Las partes y los terceros que actúen en el proceso con temeridad o mala fe son
responsables de los daños y perjuicios que causaren. Se presume, salvo prueba en contrario, que la parte o
el tercero han actuado en el proceso con temeridad o mala fe cuando:
1° Deduzcan en el proceso pretensiones o defensas principales o incidentales, manifiestamente infundadas;
2° Maliciosamente alteren u omitan hechos esenciales a la causa;
3° Obstaculicen de una manera ostensible y reiterada el desenvolvimiento normal
del proceso”.(Subrayado nuestro).

Por su parte, el artículo 17 del Código de Procedimiento Civil estatuye:

“El juez deberá tomar de oficio o a petición de parte, todas las medidas necesarias establecidas
en la ley, tendentes a prevenir o a sancionar las faltas a la lealtad y probidad en el proceso, las
contrarias a la ética profesional, la colusión y el fraude procesales, o cualquier acto contrario a
la majestad de la justicia y al respeto que se deben los litigantes”

Dado el articulado adjetivo anterior y la cadena de indicios endoprocesales lógicos, fuertes y


concordantes que se establecieron en todo lo antes expuesto, para quien suscribe es forzoso declarar
que exista una grave presunción de fraude procesal en este proceso por parte de los demandados y
de lo que ha sido copiosa y abundante la jurisprudencia sentada por el Tribunal Supremo de Justicia
sobre el Fraude Procesal. Así tenemos que la Sala Constitucional en sentencia de fecha 09 de
junio de 2005, Expediente Nº: 03-3107 .(1138-090605-03-3107.htm), respecto al fraude
procesal
“… esta Sala en sentencia del 4 de agosto de 2000 (caso: Hans Gotterried)
definió el fraude procesal como las maquinaciones y artificios realizados en el curso del
proceso, o por medio éste, destinados, mediante el engaño o la sorpresa en la buena fe de
uno de los sujetos procesales, a impedir la eficaz administración de justicia, en beneficio
propio o de un tercero y en perjuicio de parte o de tercero. Estas maquinaciones y artificios
pueden ser realizados unilateralmente por un litigante, lo que constituye el dolo
procesal stricto sensu, o por el concierto de dos o más sujetos procesales, caso en que
surge la colusión; y pueden perseguir la utilización del proceso como instrumento ajeno a
sus fines de dirimir controversias o de crear determinadas situaciones jurídicas (como
ocurre en el proceso no contencioso), y mediante la apariencia procedimental lograr un
efecto determinado; o perjudicar concretamente a una de las partes dentro del proceso,
impidiendo se administre justicia correctamente.
Asimismo, se señaló en la sentencia comentada que:
 “…el fraude puede consistir en el forjamiento de una inexistente litis
entre partes, con el fin de crear un proceso dirigido a obtener fallos o
medidas cautelares en detrimento de una de las partes, o de terceros
ajenos al mismo, lo que constituye la simulación procesal; o puede nacer
de la colusión de una persona, que actuando como demandante, se
combine con otra u otras a quienes demanda como litisconsortes de la
víctima del fraude, también demandada, y que procurarán al concurrir
con ella en la causa, crear al verdadero codemandado situaciones de
incertidumbre en relación con la fecha real de citación de todos los
demandados; o asistir con él en el nombramiento de expertos, con el fin de
privarlo de tal derecho; o sobreactuar en el juicio, en los actos
probatorios, etc, hasta convertirlos en un caos. También -sin que con ello
se agoten todas las posibilidades- puede nacer de la intervención de
terceros (tercerías), que de acuerdo con una de las partes, buscan
entorpecer a la otra en su posición procesal”.

Ahora bien, el artículo 462 del Código Penal reformado, tipifica el delito de
estafa,  en los siguientes términos:

“…el que con artificios  o medios capaces  de engañar o sorprender la


buena fe de otro, induciéndole en error, procure para sí o para otro un
provecho injusto con perjuicio ajeno, será penado con prisión de uno a
cinco años. La pena será de dos a seis años si el delito se ha cometido: 1.-
En detrimento de una administración pública, de una entidad autónoma en
que tenga interés el Estado o de un Instituto de asistencia social. 2.-
Infundiendo en la persona ofendida el temor de un peligro imaginario o el
erróneo convencimiento de que debe ejecutar una orden de la autoridad.
El que cometiere el delito previsto en este artículo, utilizando como medio
de engaño un documento público falsificado o alterado, o emitiendo un
cheque sin fondos, incurrirá en la pena correspondiente aumentada de un
sexto a una tercera parte”.
Al analizar los supuestos de hechos contenidos en la norma en comento, la
Sala observa que si bien el denominado fraude procesal, no está definido en el texto
sustantivo como un delito autónomo, el mismo encuadra dentro del concepto de estafa
establecido en el trascrito artículo 462, ya que, el fraude procesal como se señaló
anteriormente trata de una serie de maquinaciones y artificios que se realizan en el curso
de un proceso, a fin de inducir en error procurando un provecho propio injusto con
perjuicio ajeno.
En este mismo sentido, se ha pronunciado la doctrina y la jurisprudencia
española (según cita el tratadista Francisco Muñoz Conde en su libro Derecho Penal, parte
especial) puesto que el fraude o la estafa procesal está encuadrado dentro de la figura de la
estafa. Igualmente, señala el autor citado que la posibilidad de engaño al juez por las partes
es evidente sobre todo en el proceso civil, donde las facultades del juez están muy
limitadas y se reserva casi toda la iniciativa a las partes que, conforme al principio
dispositivo, pueden realizar todo tipo de maquinaciones para inducir al juez a fallar de
acuerdo con sus pretensiones.
Ahora bien, como quiera que el Ministerio Público señaló categóricamente, tanto
en su escrito contentivo de los alegatos como en su intervención oral en la audiencia
constitucional, que en el presente caso existió un fraude procesal, la Sala estima
procedente que dicho fraude, reconocido por la Fiscalía, sea objeto de la investigación
correspondiente por parte de dicho organismo a fin de que practique las diligencias
tendientes a investigar y hacer constar si los actos denunciados por los accionantes
configuran el delito de estafa, así como la determinación de la responsabilidad de los
autores o partícipes en los hechos denunciados. Así se decide.

Visto de esta manera denuncia por ante esta Sala Electora esta Sala, atendiendo a los
principios de economía y celeridad procesal y garantizando los principios de transparencia,
igualdad, confiabilidad, imparcialidad y eficiencia de los procesos electorales dentro del marco de
los derechos fundamentales al sufragio y a la participación, declarar la existencia de fraude procesal
llevado a cabo en este proceso por parte de los demandados, y de esta manera solicito que se abra
cuaderno separado para la sustanciación del fraude procesal denunciado.
Una vez declarado y sentenciado el evidente fraude procesal solicito se condene en costas a
la parte demandada.

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