Está en la página 1de 13

Los mitos griegos I Robert Graves

ROBERT GRAVES
LOS MITOS GRIEGOS I

Traductor: Luis Echávarri, revisión: Lucía Graves

Alianza
Editorial

1
Los mitos griegos I Robert Graves

cabezas de Geriones, que se acost ó con su propia m adre y engendró con ella a la Esfinge y el
León Ñem eo176 .

1. Cerbero ( véase 31.a y 134.e) , asociado por los dorios con el dios egipcio con cabeza
de perro Anubis, quien conducía las alm as al infierno, parece haber sido originalm ent e la diosa
de la Muert e, Hécat e, o Hécabe ( véase 168.1) ; se la represent aba com o una perra porque los
perros com en carne de cadáver y ladran a la luna.
2. La Quim era era, al parecer, un sím bolo del calendario del año t ripart it o ( véase 75.2) ,
los em blem as de cuyas est aciones eran el león, la cabra y la serpient e.
3. Ort ro ( véase 132.d) , que engendró a la Quim era, la Esfinge ( véase 105.e) , la Hidra
( véase 60.h y 124.c) y el León Ñem eo ( véase 123.b) con Equidna, era Sirio, la est rella- perro
que iniciaba el Año Nuevo at eniense. Tenía dos cabezas, com o Jano, porque el año reform ado
en At enas t enía dos est aciones y no t res; el hij o de Ort ro, el León, sim bolizaba la prim era
m it ad, y su hij a, la Serpient e, la segunda. Cuando desapareció el em blem a de la Cabra, la
Quim era dio lugar a la Esfinge, con su cuerpo de león alado y su cola de serpient e. Com o el
Año Nuevo reform ado com enzaba cuando el sol est aba en Leo y había em pezado la canícula,
Ort ro m iraba en dos direcciones: hacia adelant e al Año Nuevo y hacia at rás al Viej o, com o la
diosa del Calendario Cardea, a la que los rom anos llam aban Post vort a y Ant evort a por eso. A
Ort ro se le llam aba «prim it ivo», probablem ent e porque iniciaba el Año Nuevo.

35.

LA REBELI ÓN DE LOS GI GANTES

a. Enfurecidos porque Zeus había confinado a sus herm anos, los Tit anes, en el Tárt aro,
ciert os gigant es alt os y t erribles, con cabellos y barbas largos y colas de serpient e en vez de
pies, t ram aron un at aque al Cielo. Eran hij os de la Madre Tierra nacidos en la át ica Flegras y
su núm ero alcanzaba a veint icuat ro177 .
b. Sin advert encia previa, t om aron rocas y t eas y las lanzaron hacia arriba desde las
cum bres de sus m ont añas, poniendo en peligro a los olím picos. Hera profet izó t ét ricam ent e
que los gigant es no podrían ser m uert os por ningún dios, sino sólo por un m ort al part icular con
piel de león y que incluso ést e nada podría hacer a m enos que se ant icipase al enem igo en su
búsqueda de ciert a hierba de invulnerabilidad que crecía en un lugar secret o de la t ierra.
I nm ediat am ent e Zeus consult ó con At enea y envió a ést a para que advirt iera a Heracles, el
m ort al con piel de león a quien Hera se refería evident em ent e, cóm o est aban exact am ent e las
cosas; y prohibió a Eos, Selene y Helio que relucieran durant e un t iem po. A la débil luz de las
est rellas, Zeus recorrió a t ient as la t ierra, y en la región a la que le dirigió At enea encont ró la
hierba, que llevó felizm ent e al Cielo.
c. Los olím picos podían ya luchar cont ra los gigant es. Heracles lanzó su prim era flecha
cont ra Alcioneo, el caudillo de los enem igos. Cayó a t ierra, pero se levant ó de ella vivificado,
porque aquella era su t ierra nat al de Flegras. «¡Rápido, noble Heracles! —grit ó At enea—
¡Arrást ralo a ot ra región! » Heracles t om ó a Alcioneo a cuest as y lo arrast ró hast a el ot ro lado
de la front era t racia, donde lo m at ó con una m aza.
d. Luego Porfirión salt ó al Cielo desde la gran pirám ide de rocas que habían am ont onado
los gigant es, y ninguno de los dioses logró m ant enerse firm e. Solam ent e At enea adopt ó una

176
Hesíodo: Teogonía 306 y ss.
177
Apolodoro: i.6.1; Higinio: Fábulas, Proemio

90
Los mitos griegos I Robert Graves

act it ud defensiva. Pasando a t oda prisa por su lado, Porfirión se lanzó cont ra Hera, a la que
t rat ó de est rangular, pero herido en el hígado por una flecha oport una disparada por el arco de
Eros, cam bió su ira por luj uria y rasgó la m agnífica t única de Hera. Zeus, al ver que su esposa
iba a ser ult raj ada, corrió a la lucha con una ira celosa y derribó a Porfirión con un rayo. Volvió
a levant arse, pero Heracles, que regresaba a Flegras en aquel preciso m om ent o, lo hirió
m ort alm ent e con una flecha. Ent ret ant o, Efialt es había vencido a Ares, obligándolo a
arrodillarse ant e él, pero Apolo hirió al desdichado en el oj o izquierdo y llam ó a Heracles, quien
inm ediat am ent e le clavó ot ra flecha en el derecho. Así m urió Efialt es.
e. Y sucedió que, cada vez que un dios hería a un gigant e —com o cuando Dioniso derribó
a Éurit o con su t irso, o Hécat e cham uscó a Cut io con sus ant orchas, o Hefest o escaldó a
Mim ant e con un caldero de m et al candent e, o At enea aplast ó al lascivo Palant e con una
piedra— era Heracles quien t enía que asest ar el golpe m ort al. Hest ia y Dem ét er, las diosas
am ant es de la paz, no int ervinieron en la lucha, sino que perm anecieron at erradas y
ret orciéndose las m anos; sin em bargo, las Parcas m anej aban las m anos de m ort ero de bronce
con m ucha eficacia178 .
f. Desanim ados, los dem ás gigant es huyeron de vuelt a a la t ierra perseguidos por los
olím picos. At enea lanzó un gran proyect il cont ra Encelado, quien quedó aplast ado y se
convirt ió en la isla de Sicilia. Y Posidón arrancó una part e de la isla de Cos con su t rident e y la
arroj ó cont ra Polibot es, est o se convirt ió en la cercana islit a de Nisiros, baj o la cual yace
ent errado el gigant e179 .
g. Los dem ás gigant es hicieron una últ im a resist encia en Bat os, cerca de la arcadia
Trapezunt e, donde la t ierra t odavía abrasa y los labradores desent ierran a veces huesos de
gigant es. Herm es pidió prest ado a Hades el yelm o de la invisibilidad y derribó a Hipólit o, y
Art em is at ravesó a Grat ión con una flecha, en t ant o que las m anos de m ort ero de las Parcas
rom pían las cabezas de Agrio y Toant e. Ares, con su lanza, y Zeus, con su rayo, dieron cuent a
del rest o, aunque llam aban a Heracles para que rem at ara a cada gigant e cuando caía. Pero
algunos dicen que la bat alla se libró en los Cam pos Flegreos, en las cercanías de Cum as, en
I t alia180 .
h. Sueno, el sát iro nacido de la t ierra, pret ende haber t om ado part e en esa bat alla al
lado de su discípulo Dioniso, m at ado a Encelado y sem brado el pánico ent re los gigant es con
los rebuznos de su asno de carga, pero Sueno est á habit ualm ent e borracho y no puede
dist inguir la verdad de la m ent ira181 .

1. Est a es una fábula post -hom érica, conservada en una versión degenerada: Eros y
Dioniso, que t om an part e en la lucha, son recién llegados al Olim po ( véase 15.1-2 y 27.5) , y
Heracles es adm it ido allí ant es de su apot eosis en el m ont e Et a ( véase 147.h) . Se propone
explicar el hallazgo de huesos de m am ut en Trapezunt e ( donde t odavía se exhiben en el
m useo local) , así com o las erupciones volcánicas en la cercana Bat os y t am bién en la arcadia o
t racia Palene, en Cum as y en las islas de Sicilia y Nisiros, baj o las cuales se dice que At enea y
Posidón ent erraron a dos de los gigant es.
2. El episodio hist órico en que se basa la Rebelión de los Gigant es —y t am bién la
Rebelión de los Alóadas (véase 37.b) , de la que se considera habit ualm ent e un duplicado—
parece haber sido una t ent at iva concert ada de los m ont añeses m acedonios para at acar ciert as
fort alezas helenas y su rechazo por los aliados súbdit os de los helenos. Pero la im pot encia y
cobardía de los dioses, en cont rast e con la invencibilidad de Heracles, y los ridículos incident es
de la bat alla son m ás caract eríst icos de una fábula popular que de un m it o.

178
Apolodoro: i.6.2.
179
Apolodoro: loc. cit.; Estrabón: x.5.16.

180
Pausanias: viii.29.1-2; Apolodoro: loc. cit.; Diodoro Sículo: iv.2.
181
Eurípides: Cíclopes y ss.
91
Los mitos griegos I Robert Graves

3. Hay, no obst ant e, un elem ent o religioso ocult o en la fábula. Est os gigant es no son de
carne y hueso, sino espírit us nacidos de la t ierra, com o lo prueban sus colas de serpient e, y
sólo se los puede vencer m ediant e la posesión de una hierba m ágica. Ningún m it ógrafo
m enciona el nom bre de la hierba, pero era probablem ent e la ephialt ion, un específico cont ra
las pesadillas. Efialt es, el nom bre del caudillo de los gigant es, significa lit eralm ent e «el que
salt a sobre» (incubus en lat ín) ; y la t ent at iva de Porfirión de est rangular y violar a Hera, y de
Palant e de violar a At enea, indican que la fábula se refiere principalm ent e a la conveniencia de
invocar a Heracles, el Salvador, cuando uno se ve am enazado por pesadillas erót icas a
cualquier hora del día.
4. Alcioneo ( «asno poderoso») es probablem ent e el espírit u del siroco, «el alient o del
onagro, o Tifón» ( véase 36.1) , que t rae m alos sueños, inclinaciones asesinas y violaciones; y
est o hace que la pret ensión de Sueno de haber derrot ado a los gigant es con los rebuznos de
su asno sea t odavía m ás ridícula ( véase 20.b) , Mim ant e ( «m ím ica») puede referirse a la
engañosa verosim ilit ud de los sueños; e Hipólit o ( «est am pida de caballos») recuerda la
ant igua at ribución de los sueños t erroríficos a la diosa con cabeza de yegua. En el nort e era a
Odín a quien invocaban los que sufrían pesadillas, hast a que ocupó su lugar San Swit hold.
5. El uso que hizo Heracles de la hierba puede deducirse del m it o babilonio sobre la lucha
cósm ica ent re los dioses nuevos y los viej os. Allí, Marduk, el equivalent e de Heracles, se aplica
una hierba a la nariz para evit ar el olor nocivo de la diosa Tiam at ; aquí había que cont rarrest ar
el alient o de Alcioneo.

36.

TI FÓN

a. En venganza por la dest rucción de los gigant es, la Madre Tierra yació con Tárt aro y
poco t iem po después, en la Cueva Coriciana de Cilicia, dio a luz a su hij o m enor, Tifón, el
m onst ruo m ás grande que j am ás haya exist ido182 . Desde los m uslos para abaj o no era m ás
que serpient es enroscadas, y sus brazos, cuando los ext endía, llegaban a cent enares de leguas
de dist ancia en cada dirección, y en vez de m anos t enía innum erables cabezas de serpient es.
Su cabeza de asno best ial t ocaba las est rellas, sus enorm es alas oscurecían el sol, arroj aba
fuego por los oj os y de su boca salían rocas inflam adas. Cuando echó a correr hacia el Olim po,
los dioses huyeron at errados a Egipt o, donde se t ransform aron en anim ales: Zeus en un
m acho cabrío, Apolo en un cuervo, Dioniso en una cabra, Hera en una vaca blanca, Art em is en
un gat o, Afrodit a en un pez, Ares en un oso, Herm es en un ibis, et c.
b. Sólo At enea se m ant uvo en su puest o y se m ofó de la cobardía de Zeus, hast a que
ést e, reasum iendo su verdadera form a, lanzó cont ra Tifón un rayo seguido de un golpe con la
m ism a hoz de pedernal que le había servido para cast rar a su padre Urano. Herido y grit ando,
Tifón huyó al m ont e Casio que se alza sobre Siria por el nort e, y allí los dos se t rabaron en
lucha. Tifón envolvió a Zeus en sus m illares de enroscam ient os, le despoj ó de la hoz y,
después de cort arle los t endones de las m anos y pies con ella, lo arrast ró a la Cueva Coriciana.
Zeus es inm ort al, pero no podía m over ni un dedo, y Tifón había escondido los t endones en
una piel de oso que vigilaba Delfine, una herm ana m onst ruo con cola de serpient e.
c. La not icia de la derrot a de Zeus sem bró la const ernación ent re los dioses, pero Herm es
y Pan fueron secret am ent e a la cueva, donde Pan asust ó a Delfine con un grit o súbit o y
horrible, m ient ras Herm es sust raía hábilm ent e los t endones y volvía a colocarlos en los
m iem bros de Zeus183 .

182
Hesíodo: Teogonía 819 y ss.; Píndaro: Odas píticas i.15 y ss.; Higinio: Fábula 152.
183
Apolodoro: i.6.3.

92
FABULA

Higinio

BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS


66 FÁBULAS

téropes24, Atlante25, Hiperíon y Polo26; Saturno, Ops27, Moneta,


Dione28; las tres Furias29, esto es: Alecto, Megera, Tisífone.
4. De Tierra y de Tártaro, los Gigantes30: Encélado, Ceo,
telentesmofiot, Astreo31, Peloro, Palante, Énfito, Forco32, fye-

decir, «Resplandeciente», «Roja» y «Aretusa de Poniente», nombres que evo­


can los matices del cielo cuando el sol camina hacia el ocaso.
22 En realidad Océano es el primogénito de los Titanes, y Temis una Titánide,
por lo que debieran aparecer los dos en este mismo apartado, pero más adelante.
23 Briáreo y Giges son en H e s í o d o (Teog. 147-154) y A p o l o d o r o (Bibl.
11,1), junto con Coto, los tres Hecatonquires o Centimanos, hijos de Tierra y
de Urano, que tenían cien manos y cincuenta cabezas cada uno. A Briáreo le
llamaban así los dioses, si bien los hombres lo denominaban Egeón (H o m e ­
r o , II. 1 403). Participaron en la lucha contra los Titanes como aliados de los
Olímpicos, por lo que la designación de Higino como Titanes resulta confusa.
24 En H e s í o d o , Estéropes es uno de los tres Ciclopes, junto con Brontes y
Arges (Teog. 140).
25 Atlas. Era hijo del Titán Jápeto (a quien Higino no incluye en esta rela­
ción, sino en la de los Gigantes, Prefacio 5) y de Clímene, tal como el propio
Higino escribe en Prefacio 11. Quizás lo haya incluido aquí, entre los Titanes,
por ser hijo de un Titán.
26 Parece que Higino ha identificado a Polo con Ceo, un Titán al que ha
incluido más abajo en la lista de los Gigantes (Prefacio 4). En realidad, el padre
de Latona y Asteria es Ceo (H e s í o d o , Teog. 405), no Polo (cf. Prefacio 10).
27 Ops, «Abundancia», es el nombre con que los latinos asimilaron a la
diosa griega Rea (véase su descendencia con Saturno infra, Prefacio 13).
28 Dione es también Titánide en A p o l o d o r o (Bibl. I 1, 3), a quien ha po­
dido seguir Higino, mientras que en H e s í o d o (Teog. 353) es una Oceánide.
29 Furiae. En griego se denominan Erinies. Su misión es castigar a los pa­
rricidas; por ello parece simbólico su nacimiento en H e s í o d o precisamente a
partir de las gotas de sangre de Urano, mutilado por su propio hijo Crono (Teog.
185-186). E s q u i l o (Euménides 321) las presenta como hijas de Noche.
30 En realidad, los Gigantes eran hijos de Gea (Tierra) y de Urano (Cielo).
Habían surgido a partir de la sangre de Urano cuando su hijo menor, el Titán
Crono, lo castra (H e s í o d o , Teog. 185). Las dos relaciones de Titanes y de Gi­
gantes aparecen aquí entremezcladas, ya que Ceo y Jápeto son Titanes (H e s í o ­
d o , Teog. 134). Un listado de Gigantes muy distinto es el que presenta A p o l o ­
d o r o (Bibl. 16,1-3). Para un listado más completo, véase el catálogo de W a s e r

«Giganten» en RE, suppi. III, cois. 737-759.


31 Según H e s í o d o (Teog. 375-377), Astreo era hijo del Titán Crío y de
Euribia, una de las hijas de Ponto.
L IB R O D E L A S F Á B U L A S D E G A Y O JULIO HIG INO 67

niot, Agrio, falemonet, Efialtes, Éurito, tefracoridónt, Teo-


mises, Teodamante, Oto, Tifón, Polibotes, Menefíaro, Abseo,
Colofomo, Jápeto.
5. De Ponto y de Mar33: los géneros de peces.
6. (De Océano y de Tetis), las Oceánides: Hestiea, Mélite34,
Yante, Admete, Estilbo, Pasífae, Polixo, Eurínome, Evagoreide,
Ródope, tlirisf, Clitia, ftesquinenof, Clitemneste, Metis, Me-
nipe, Argía. Del mismo origen, los Ríos: Estrimón, Nilo, Eu­
frates, Tanais, Indo, Cefiso, Ismeno, Áxeno35, Aqueloo, Simun-
te36, ínaco, Alfeo, Termodonte, Escamandro, Tigris, Meandro,
Orontes37.
7. De Ponto y de Tierra: Taumante, Ceto, Nereo, Forco38.

32 Phorcus. Seguimos la lectura del manuscrito F. Sin embargo, Marshall


lee Rhoecus a partir de la lectura de van Staveren y Rose. Forcis o Forco es hijo
de Tierra y de Ponto en H e s ío d o (Teog. 2 3 7 -2 3 8 ) y A p o l o d o r o (Bibl. I 2 , 6).
33 La distinción entre Ponto y Mar (en latín masculino y neutro respectiva­
mente) es propia de Higino. En H e s ío d o sólo aparece Ponto (Teog. 132, 2 3 3 )
como «Mar primigenio», distinto de las muchas divinidades marinas posterio­
res, descendientes de él en su mayon'a.
34 Higino ha introducido a Mélite entre las Oceánides quizás por error, du­
plicando su nombre. Es Nereida en H e s ío d o (Teog. 247), A p o l o d o r o (B ibl I
2, 4) y V i r g i l i o (En. V 8 2 5 ), y él mismo la incluye entre las hijas de Nereo
(Prefacio 8).
35 Axenus. D adas las frecuentes confusiones d e H igino en las descripciones
geográficas q u e hace, es m u y p robable que se refiera n o a u n río (no lo calizado en
n in g ú n A tlas d e la A n tigüedad) sino al P onto E uxino, llam ado antiguam ente Á x e n o
(dictus ab antiquis Axenus illefuit en O v i d i o , Tristes IV 4 ,5 6 ) o A xino « Inhóspito»
(A p o l o n ío d e R o d a s , Π 5 4 8 ,9 8 4 ), llam ado m ás ta rd e E uxino «H ospitalario», p or
antífrasis propiciatoria (cf. O v i d i o , Tristes V 1 0 ,1 3 ; P l
NH I V 12,76).
in io
36 Río que bañaba las llanuras de Tróade y que recibe asimismo los nom­
bres de Simoente y Simois (Símois en R uiz d e E l v i r a [1 9 9 5 , pág. 3 8 7 ] a
partir de su origen trisilábico, Σιμόεις).
37 No se ve bien el criterio de selección de ríos que ha hecho Higino. H e s io ­
d o incluye veinticinco (Teog. 3 3 8 -3 4 5 ), de los que sólo siete coinciden con la
lista de Higino, quien ha añadido los más orientales (Tigris, Eufrates, etc.), pero
también algunos como el Cefiso, que pasa por el Atica y falta en el autor griego.
38 En H e s ío d o (Teog. 2 3 3 -2 3 6 ) Ponto engendra a Nereo, el mayor de sus
hijos, sin intervención femenina (o sin que él la exprese), llamado «Anciano
DICCIONARIO
DE MITOLOGIA
GRIEGA Y
ROM ANA
PIERRE GRIMAL

PAIDOS
19 Alcioneo

de la isla de Calipso, abordó en la isla de invierno, período en que el alción empolla


los feacios, fue recibido por el rey del país, los huevos. Son los « días del alción », que
llamado Alcínoo. Homero da a esta isla el no conocen las tempestades.
nombre de Esqueria. Probablemente se Ovidio cuenta una historia bastante dis­
trata de Corfú. Alcínoo pasaba por ser tinta : Ceix, casado con Alcíone, había de­
nieto de Posidón. Su padre se llamaba Nau- cidido ir a consultar a un oráculo. Durante
sítoo. Alcínoo tenía cinco hijos y una hija, el viaje, fue sorprendido por una tempes­
Nausicaa, que acogió a Ulises en la margen tad y su nave destruida, pereciendo él aho­
del río (v. Ulises y Nausicaa). La esposa de gado. Las olas devolvieron su cuerpo a la
Alcínoo, que es al propio tiempo sobrina orilla, donde lo encontró su esposa. Deses­
suya, se llama Arete (que, en griego, signi­ perada, se transformó en un ave de voz las­
fica <Uá Indecible »). Vive en el palacio, con timera, y los dioses concedieron al marido
siirfñarido y sus hijos, rodeada de honores una metamorfosis semejante.
y respeto, Alcínoo ^y Arete son' queridos
por todo su pueblo; son hospitalarios con ALCIONEO (Άλκυονεύς). 1. Entré los
los extranjeros, particularmente los náufra­ gigantes engendrados por Gea (la Tierra)
gos, cuya suerte se esfuerzan en dulcificar. en su unión con el Cielo (Urano), habla uno,
Su palacio se halla rodeado por un mara­ llamado Alcioneo, notable entre todos por
villoso vergel, donde maduran sin interrup­ su talla y su fuerza prodigiosas. Él desem­
ción, a lo largo del año, frutos de toda peñó el principal papel en la lucha entre
clase. los Gigantes y los Dioses desarrollada en
Tras haber confortado a Ulises y oído, los Campos Flegreos (en Palene, Macedo­
en el curso de un banquete, la larga rela­ nia). Alcioneo no podía ser muerto mien­
ción de sus aventuras, Alcínoo le da una tras combatiese en la tierra donde había
nave para volver n ítaca, que no se halla nacido; por eso, aconsejado por Atenea,
lejos de Corfú, y lo carga de regalos. Heracles lo transportó lejos de Palene, y
En las Argonduticas, Medea y los argo­ allí lo atravesó con una flecha después de
nautas desembarcan en la tierra de Alcínoo, que el gigante, con una roca enorme, hubo
durante su viaje de regreso, y encuentran aplastado a veinticuatro de los compañeros
en su corte a un grupo de emisarios de de Heracles. Las hijas de Alcioneo, las Al-
Eetes con la misión de devolver a Medea ciónides, desesperadas por la muerte de su
a su padre. Alcínoo es elegido árbitro entre padre, se arrojaron al mar y fueron trans­
ambas partes y decide que Medea sea de­ formadas en aves (los alciones) (v. también
vuelta a su padre si es todavía virgen; en Heracles, pág. 254 s.).
caso contrario, se quedará con Jasón. Ante 2. La leyenda cita a otro Alcioneo, un
esta sentencia, Arete se apresura a casar a joven de Delfos dotado de gran belleza y
los jóvenes, salvando así a Medea del cas­ costumbres ejemplares. Había en aquel
tigo que le aguarda en Cólquide (v. Argo­ tiempo en las laderas del monte Cirfis, que
nautas). No atreviéndose a presentar a se alza cerca de Delfos, una gruta, morada
su rey, los coicos se establecieron en Cor­ de un monstruo llamado Lamia o Síbaris.
fú, mientras los argonautas reanudaban su Este monstruo salía de su antro para robar
ruta, no antes de que Arete hubiera ofre­ en los campos vecinos personas y ganados.
cido presentes a los jóvenes esposos. Los habitantes consultaron al oráculo con
objeto de saber la manera de librarse de
ALCÍONE (’Αλκυόνη). Es la hija del esta plaga. Apolo ordenó que sacrificasen
rey de los vientos, Eolo. Casó con Ceix, a la fiera un joven de la localidad. La suerte
hijo del Astro de la Mañana (Eósforo o Lu­ designó a Alcioneo; los sacerdotes lo coro­
cifer). Formaban un matrimonio tan feliz, naron y fue conducido en procesión hacia
que ellos mismos se comparaban a Zeus y la cueva del monstruo. En el camino surgió
Hera. Irritados por este orgullo, los dioses los Euríbates, hijo de Eufemo, un mozo noble
transformaron en aves: a él, en somormujo; de la estirpe del río Axio. Al ver que lleva­
a ella, en alción. Como quiera que Alcíone ban a un joven, preguntó el motivo de la
hacía su nido al borde del mar y que las ceremonia, y cuando se enteró de que era
olas se lo destruían implacablemente, Zeus conducido al sacrificio, prendado súbita­
se apiadó de ella y ordenó que los vientos mente de Alcioneo y no pudiendo liber­
se calmasen durante los siete días que pre­ tarlo por la fuerza, pidió que lo pusiesen
ceden y los siete que siguen al solsticio de en su lugar. Los sacerdotes consintieron en

A lc ío n e : E scol. a II., IX, 562; A p d ., Bibl., Ά λ κ υ ο ν ιδ ες; escol. a A p o l . R o d ., Arg., I.


I, 7, 4 ; H ig ., Fab., 65; Ov., Met., XI, 410-750. 1289; P í n d ., ístm. VI, 46; 2) A n t o n . L i b .,
V éase W . N e s t l e en Á. R. W., 1936, p á g . 248 s. Transf., 8.
A lc io n e o : 1) A p d ., Bibl., I, 6, 1 ; S u id ., s . v ,
Alcmena 20

ello y, coronándole, lo condujeron a la permitió, alterando el momento de los naci­


fiera. Llegado ante la cueva, penetró vale­ mientos, someter a Heracles a la esclavitud
rosamente en ella y, cogiendo a Lamia, la de Euristeo (v. Heracles y Euristeo).
arrastró a la luz del día, arrojándola con Más tarde, Alcmena enviudó y acompañó
fuerza contra las rocas, donde se fracturó a Heracles cuando el héroe, con su hermano
la cabeza. Entonces desapareció la bestia, y Ificles y el hijo de éste, Yolao, trató de vol­
en su lugar brotó una fuente, que recibió ver a Tirinto, su patria de origen, una vez
el nombre de Síbaris. Este manantial dio terminados sus trabajos. Pero Euristeo le
luego nombre a la ciudad que los locrios impidió realizar este proyecto. Sin embargo,
fundaron en Italia. en el momento de la apoteosis de Hera­
cles, Alcmena se hallaba establecida en Ti­
ALCMENA (’Αλκμήνη). Esposa de An­ rinto con una parte de sus nietos (los de­
fitrión y madre de Heracles. Sobre su origen más estaban en Corinto y Traquis). Muerto
v. cuad. 30, página 424. Heracles, ' Alcmena fue expulsada de Co­
Pertenece a la raza de Perseo. De notable rinto por orden de Euristeo, quien consi­
belleza, había sido unida a Anfitrión, pero guió del rey de Traquis, Ceix, que hiciese lo
sin concederle el derecho de consumar el mismo con los descendientes del héroe que
matrimonio hasta que éste hubiese ejecu­ se hallaban en sus dominios. Todos huye­
tado cierta venganza (v. Anfitrión). Vivió ron a Atenas, donde encontraron protec­
con él en el destierro, en Tebas. Anfitrión ción. Habiéndose negado los atenienses a
partió para una expedición guerrera con­ someterse a la exigencia de Euristeo de que
tra los telebeos, y en el momento de su re­ expulsasen de su ciudad a los descendientes
greso, Zeus se unió con su joven esposa. de Heracles, sobrevino la guerra, en la cual
Para lograr sus fines, el dios había adop­ cayó Euristeo. Su cabeza fue entregada a
tado la figura de Anfitrión, pues conocía la Alcmena, quien le arrancó los ojos con un
virtud de Alcmena. Según cierta tradición, huso. Después, Alcmena se estableció en
Zeus hizo que su noche nupcial se prolon­ Tebas con los descendientes de Heracles, y
gase por espacio de tres días completos, a allí murió, a edad muy avanzada. Cuando
cuyo efecto dio orden al Sol de no salir hubo fallecido, Zeus envió a Hermes a bus­
hasta que hubiese transcurrido todo aquel car su cuerpo para transportarlo a las islas
tiempo. Al regresar Anfitrión, quedó sor­ de los Bienaventurados, donde casó con Ra-
prendido de que su esposa no lo recibiera damantis. Según otros, fue llevada hasta el
con mayor efusión, y cuando empezó a Olimpo, donde participó en los honores
narrar su campaña y su victoria, Alcmena divinos de su hijo. A veces se contaba tam­
le replicó que ya conocía todos los detalles. bién que, a la muerte de Anfitrión, caído
Consultado sobre este misterio, Tiresias re­ luchando al lado de Heracles, Alcmena se
veló al marido su glorioso infortunio. Ale- había casado con Radamantis, a la sazón
mena concibió dos gemelos, que habían de desterrado, y había vivido con él en Beocia,
nacer con una noche de intervalo : Heracles, en Ocalea.
hijo de Zeus, e Ificles, de Anfitrión. Ale-
mena habría sido, según se afirma, la última ALCMEÓN (’Αλκμαίων). 1. Alcmeón es
de las mujeres mortales a quien Zeus se el hijo primogénito del adivino Anfiarao
habría unido. Anfitrión pensó primero en — sobre sus orígenes, véase cuad. 1, pá­
castigar a su esposa cuando supo las afor­ gina 8 — y tiene por hermano menor a
tunadas empresas de Zeus, y resolvió que­ Anfíloco. Cuando Anfiarao, obligado por
marla en una hoguera, pero el dios envió su mujer Erifila, hubo de partir a la guerra
una fuerte lluvia, que extinguió el fuego. contra Tebas, aun sabiendo, por su don
Ante aquella directa intervención de la di­ profético, que moriría en ella, confió a sus
vinidad, Anfitrión, otorgó su perdón. hijos la misión de vengarlo cuando hubieren
Sin embargo, al acercarse el momento del llegado a hombres. Para ello deberían ma­
parto, Hera, celosa de su rival mortal, pro­ tar a su madre y emprender una expedición
curó, en su calidad de diosa de los alum­ contra Tebas. De este modo, Alcmeón se
bramientos, prolongar todo lo posible la vio metido, por seguir a Adrasto, en la cam­
preñez de Alcmena. Además, otra razón la paña de los Epígonos (v. Adrasto). Uii
incitaba a hacerlo: un oráculo de Zeus le oráculo había prometido a los Epigonos que

Alcmena: H e s . Esc., 1 s.; Apd., Bibl., II, A r n ., Adu. Nat., IV, 26. V. también: Anfitrión,
4, 5; 8; 8, 1 s.; escol. a II., XIX , 116; a Od., Heracles, Euristeo, Heraclidas; L . S é c h a n , Étu­
XI, 226; Pínd., Nem., X. 15; ístm ., VII, 5; des..., págs. 242 s.
Pit., IX, 149; E u r ., trag. perdida Alcmena; Alcmeón: 1) P a u s . VII, 24, 4; VIII, 24, 8
Hig., Fab., 29; P a u s . V, 18, 3; I, 32, 5; 16, 7; (cf. P r o p ., I, 15,15 s.); X, 10,2; A p d ., Bibl., Ill,
41, 4; 19, 3, etc.; P l a u t . Amphitr., passim; 6, 2; 7, 2; 5; 6; H i g ., Fab., 73; P í n d ., Pit., VIII,
161 Épafo

carcelada por su padre, sino entregada a un ración divina, la de los Titanes (v. cuad. 16,
habitante de Metapontio, de paso por Te­ página 236). En efecto, es hija de Hiperión
salia, que, vuelto a su tierra, adoptó a los y Tía y hermana de Helio y Selene; según
dos niños Eolo y Beoto siguiendo el consejo otras tradiciones, sería hija de Palante (v. este
de un oráculo. Ya hombres, los hijos de nombre). Con Astreo, un dios de la misma
Arne, aprovechándose de una revolución, raza — era hijo de Crio y Euribia y hermano
se adueñaron del poder en Metapontio y del gigante Palante— (y. cuad. 31, pág. 446),
luego mataron a la mujer de su padre adop­ engendró los Vientos: Céfiro, Bóreas y Noto,
tivo (Autólite, o quizá Siris), que había re­ así como la Estrella de la Mañana (Eósforo)
ñido con su madre. A consecuencia de este y los Astros, Es representada como una
asesinato tuvieron que huir; Eolo se tras­ diosa cuyos dedos « color de rosa » abren
ladó a las islas del mar Eólico, donde fundó las puertas del cielo al carro del Sol. Su
la ciudad de Lípara, mientras Beoto se diri­ leyenda está repleta totalmente de sus amo­
gía a Eólide, llamada más tarde Tesalia. res. Cuéntase que en otro tiempo se había
Contábase también que Eolo, a su par­ unido a Ares, atrayéndose de este modo la
tida de Metapontio, fue acogido, en las islas cólera de Afrodita, que la castigó conde­
Eolias, por el rey Líparo, hijo de Ausón, nándola a estar eternamente enamorada.
quien le dio en matrimonio a su hija Cíane Sus diversos amantes fuerpn: Orion, el
y le entregó el poder, mientras él se trasla­ gigante, hijo de Posidón, que ella raptó y
daba a Sorrento, en el golfo de Nápoles. llevó a Delos ; luego Céfalo, hijo de Deyón
Eolo tuvo de Cíane seis hijos: Astíoco, Juto, y Diomede (hija de Juto) o, según otros,
Androcles, Feremón, Yocasto y Agatirno. hijo de Herse y Hermes. Lo raptó y lo tras­
3. Eolo, hijo de Posidón, es identificado ladó a Siria, donde le dio un hijo.Faetonte,
con frecuencia con el Señor de los Vientos que, más generalmente, pasa por ser hijo
al que se refiere la O disea, aunque a veces del Sol (v. F aetonte). Finalmente, raptó a
se distingue de él (v. anteriormente 1). Titono, hijo de lio y de Placía (o de Leucipe),
Cuando Ulises, en el curso de sus viajes, de raza troyana, y lo condujo a Etiopía, que
abordó en la isla de Eolia, este Eolo lo en las leyendas antiguas es el país del Sol.
recibió cordialmente y lo retuvo un mes a Allí le dio dos hijos: Ematión y Memnón.
su lado. Al partir, le entregó un odre en el Éste, que parece haber sido su hijo predi­
cual estaban encerrados todos los vientos lecto, reinó sobre los etíopes y murió ante
excepto uno, el que debía llevarlo directa­ Troya combatiendo contra Aquiles (v. M e m ­
mente a ítaca. Pero mientras Ulises dormía, nón). Eos había obtenido de Zeus que Ti­
sus compañeros abrieron el odre creyendo tono fuese inmortal, pero se había olvidado
que estaba lleno de vino, y los vientos se de pedirle para él la juventud eterna. Por
escaparon, desencadenando una tempestad eso, al envejecer se vio abrumado por las
que arrojó la nave a la costa de Eolia. Eolo, enfermedades. A la larga, Eos lo encerró
adivinando que el héroe era víctima de la en su palacio, dohde llevaba una vida mi­
cólera divina, se desentendió de él y lo des­ serable. O tal vez a fuerza de años llegó a
pidió (v. U lises). perder el aspecto humano y se transformó
EONO (Οιωνός). Eono es sobrino de en una cigarra seca.
Alcmena. Es hijo de Licimio y, por tanto, ÉPAFO (’Έπαφος), Cuando lo, amada
primo de Heracles. Fue compañero del hé­ por Zeus, hubo quedado transformada en
roe en sus expediciones al Peloponeso. Ven­ vaca, anduvo errante por toda la tierra,
ció en la carrera del estadio en los Juegos perseguida por la cólera de Hera (v. lo ), y
Olímpicos cuando éstos fueron instituidos acabó por encontrar un refugio a orillas del
por Heracles. Fue muerto por Hipocoonte y Nilo, donde, recuperando su figura humana,
sus hijos (v. H eracles). Para vengar su dio a luz a un hijo, Épafo. Pero Hera, que
muerte, el héroe emprendió su expedición perseguía al niño con su odio, encargó a los
contra Esparta. Curetes que lo ocultasen, y éstos cumplieron
EOS (Ή ώς). Eos es la personificación tan a la perfección su cometido, que lo no
de la Aurora. Pertenece a la primera gene- pudo encontrarlo. Zeus mató a los Curetes,

Eono: P ín d ., OI., XI, 65 y escol. ad loe.; 540 s .; T z e t z ., a L ic ., 18; escol. a I I , XI, 1;


P a u s ., III, 15, 3 ; D io d . S ic ., IV, 3 3 ; 3 4 ; escol. P r o p ., II, 18, 7 s .; Od., V, 1 s .; 121 s.; IV,
a 11, I, 52; II, 581 ; A p d ., B ib l, II, 7, 3; P l u t . , 188; O v., M et., XIII, 581 s .; VII, 690 s.; E u r .,
Q. rom., 90. H ip o l, 454 s.; P a u s ., I, 3, 1.
Eos: A p d ., Bibl., I, 2, 2 ; 4, 4 ; 9, 4 ; III, Épafo: A p d ., Bibl., II, 1, 3 y 4; T z e t z ., a
12, 4 s .; 14, 3 ; A n t . L ib ., Transf., 4 1 ; H e s., L ic ., 894; H ig ., Fab., 145 y 149; E s q ., Supl.,
Teog., 371 s .; 378 s .; 986 s ; H ig ., Fab., 160; 41 s ., 580 s.; From., 865 s .; H e r ó d ., II, 153;
189; 2 7 0 ; P ín d ., O I, II, 83; Nem., VI, 59; III, 27 (q u e id e n tific a a É p a f o co n e l d io s egip­
Himno hom. a Afrod., 218 s .; Q. Esm ,, II, cio Apis); Ov., M et., I, 748 s.
Gigantes 214

era un latino, hijo de cierto Melampo, que queriéndose, intervienen otras divinidades:
había acompañado a Heracles en su expe­ Ares, Hefesto, Afrodita y Eros, Posidón, etc.
dición contra Geriones (v. Geríones), y, al Los mitógrafos han perpetuado el re­
regreso, se había establecido en el Lacio. cuerdo de la participación de algunos Gi­
gantes en esta lucha; Alcioneo fue muerto
GIGANTES (Γίγαντες). Los Gigantes por Heracles con ayuda de Atenea (v. Al­
son los hijos de la Tierra (Gea), nacidos de cioneo), la cual aconsejó al héroe que lo
la sangre que manaba de la herida de su arrastrase lejos de Palene, su país natal,
esposo Urano cuando fue mutilado por porque cada vez que caía recuperaba sus
Crono (v. Gea y cuad. 14, pág. 212). Aun­ fuerzas al tocar la tierra de donde había
que de origen divino, son mortales ó, por salido. Porfirión atacó a Heracles y Hera,
lo menos, se les puede dar muerte, a condi­ pero Zeus le inspiró un deseo lascivo por
ción de que lo hagan, a la vez, un dios y su esposa, y mientras el gigante intentaba
un mortal. Además, existía una hierba má­ arrancarle los vestidos, el dios lo fulminó,
gica, producida por la Tierra, que era capaz y Heracles lo remató con una flecha. Efial-
de sustraerlos a las heridas de los mortales. tes sucumbió herido por un flechazo de
Pero Zeus recogió esta planta antes de que Apolo que le perforó el ojo izquierdo, a la
alguien hubiese podido apoderarse de ella, par que otra flecha de Heracles le penetraba
y para ello prohibió al Sol, la Luna y la por el derecho; Dioniso mató a Éurito de un
Aurora que brillasen; de este modo, nadie golpe de tirso; Hécate, a Clitio, a golpes de
tuvo la luz necesaria para buscarla antes de antorcha; Hefesto, a Mimante, sirviéndose
haberla encontrado él. Otras tradiciones de proyectiles de hierro incandescente. En-
explican que tal o cual gigante — por ejem­ célado, logró huir, pero mientras corría,
plo, Alcioneo y Porfirión — era inmortal Atenea le echó encima la isla de Sicilia. La
mientras estuviera sobre la Tierra en que diosa desolló a Palante y se sirvió de su piel
había nacido. La leyenda de los Gigantes como de una coraza durante el resto del
aparece, en efecto, dominada por la historia combate. Polibotes fue perseguido por Po­
de su combate contra los dioses y su derrota. sidón a través de las olas y llegó a la isla
Han nacido de la Tierra, que los ha engen­ de Cos. El dios rompió una parte de la
drado para vengar a los Titanes, encerrados isla, la llamada Nisiros, y la precipitó sobre
por Zeus en el Tártaro. Son seres enormes, el gigante. Hermes, cubierto con el casco
de fuerza invencible y terrorífico aspecto. de Hades, que tiene la virtud de hacer invi­
Tienen espesa cabellera, barba hirsuta y, por sible, mató a Hipólito, mientras Ártemis
piernas, cuerpos de serpientes. Su lugar de derribaba a Gratión. Las Moiras, armadas
nacimiento es Flegras, en la península de con sus mazos de bronce, dieron muerte a
Palene, en Tracia. Apenas nacidos ya ame­ Agrio y Toante, y en cuanto al resto de los
nazaron al cielo, contra el cuál lanzaron ár­ Gigantes, Zeus les lanzó sus mortíferos ra­
boles encendidos y rocas enormes. Ante esta yos, y Heracles los remató con sus flechas.
actitud, los Olímpicos se aprestaron a la El escenario de la batalla se sitúa general­
lucha. Los principales adversarios de los mente en la península de Palene, en Tra­
Gigantes fueron, sobre todo, Zeus y Atenea, cia, pero una tradición local lo ubicaba
la diosa de los combates. Zeus va armado también en Arcadia, en las márgenes del
de la égida y el rayo, que le trae su águila; Alfeo.
Atenea también va pertrechada con la égida Otras tradiciones más recientes añaden
y fulmina el rayo, como su padre. Su prin­ más nombres de gigantes, aunque por lo
cipal aliado es Heracles, el mortal cuya ayuda general se trata de Titanes incluidos abusi­
es necesaria a fin de que se cumpla la con­ vamente en aquella categoría o bien de otros
dición impuesta por los Destinos para la monstruos, tales como Tifón, Briareo, los
muerte de los Gigantes. Heracles está en el Alóadas, etc. (v. estos nombres), que no
carro de Zeus y combate a distancia, ti­ pertenecen a la misma raza, aunque merez­
rando flechas. can el nombre de « gigantes » por su in­
A veces Dioniso toma parte activa en la menso cuerpo y prodigiosa fuerza.
batalla, armado con su tirso, así como con La Gigantomaquia, o lucha de los Gigan­
antorchas, y secundado por los sátiros. tes contra los dioses, ha sido un tema favo­
Luego, a medida que la leyenda va enri- rito de la plástica, especialmente con vistas

G ig a n te s: H e s., Teog., 183 s., A p d ., Bibl., I, 9; S e rv ., a V ir g ., En., I, 394; III, 578; IX,
6, 1 s .; v. T z e t z ., a L ic ., 63 ; P ín d ., Nem., I, 564; D io d . S ic ., V, 71; E s t r a b . , V, 4, 4,
67 y e sc o l.; E u r ., Her. fur., 177 s.; Ión, 216 s.; p. 243 s.; VI, 3, 5, p. 281; VII, p. 330,
H o r . , Odas, III, 4, 49 s .; O v ., M et., I, 150 s.; etc. C f. O. J a h n , Annali dell'Istituto, 1863,
Fast., Ill, 438 s .; Trist., IV, 7, 17; P a u s ., VIII, págs. 250 s. ; F. Vian, La guerre des Géants. Le
29, 1 s.; L u c r . , V, 119 s .; M a c r . , Sat., I, 20, mythe avant l’époque hellénistique, París, 1952.
215 Glauco

a adornar los frontones de los templos: los su hijo y los llevó a Grecia, donde los confió
cuerpos de los monstruos, rematados en a Eleón. Escamandro dio su nombre a un
serpientes, se prestaban admirablemente a riachuelo situado a poca distancia de Ta­
rellenar los ángulos de los frontispicios y nagra, el de Glaucia, a otra corriente de
terminar una composición. agua, y el de su esposa (Acidusa), a una
fuente de las cercanías. De Acidusa tuvo
GIGES (Γύγης). Gíes, o Giges, es uno tres hijas, a las que se tributó' culto con el
de los Hecatonquiros, gigantes de cien bra­ nombre de las Tres Vírgenes.
zos engendrados por la Tierra de su unión
con el Cielo (v. cuad. 14, pág. 212). Es her­
mano de Briareo (Egeón) y Coto. Con este GLAUCO (Γλαύκος). Glauco es el nom­
último participó en la lucha contra los Olím­ bre de varios personajes, así como el de una
picos, y Zeus lo recluyó en el Tártaro, donde divinidad marina.
es guardado por su propio hermano Bria­ 1. Se conoce un Glauco, hijo del troyano
reo (v. Egeón). Antenor (v. este nombre) y de Teano, que
El rey de Lidia, Giges, cuya leyenda, ci­ ayudó a Paris a raptar a Helena. Debido a
tada por Heródoto, contiene numerosos ele­ esto, fue expulsado por su padre. Luchó en
mentos folklóricos ■— el anillo que vuelve las filas troyanas contra los griegos, y a
invisible, la fortuna maravillosa, el descu­ veces se cuenta que fue muerto por Aga­
brimiento de un « tesoro », el amor de una menón. Sin embargo, lo más corriente es
reina, etc. —, no pertenece a la mitología, creer que fue salvado por Ulises y Menelao
sino a la Historia. por su condición de hijo de Antenor, puesto
que éste estaba atado con ellos por lazos de
GIRTÓN (Γύρτων). Girtón es el her­ hospitalidad.
mano de Flegias, y, por tanto, en ciertas 2. En el bando troyano combatía tam­
tradiciones, tío de Ixión. Se le considera bién otro Glauco, hijo de Hipóloco, que
como fundador de la ciudad de su nombre, con su primo Sarpedón, mandaba el con­
en Tesalia. tingente licio y gozaba de renombre por su
ingenio y valor. En el curso de los comba­
GLAUCE (Γλαύκη). 1. Glauce, la Ver­ tes trabados en torno a la ciudad se encon­
de, es una nereida y asimismo una ninfa ar­ tró frente a frente con Diomedes, y ambos
cadla. reconocieron que sus familias estaban uni­
2. También se llama Glauce una hija del das por lazos de hospitalidad. En efecto,
rey de Tebas, Creonte; se le da igualmente por su padre Hipóloco, Glauco era nieto de
otro nombre, Creúsa, y fue la rival de Me­ Belerofonte (v. cuad. 34, pág. 485), y a éste
dea con respecto a Jasón (v. Creúsa). lo había recibido, en su palacio, Eneo, el
abuelo de Diomedes, cambiándose entre sí
GLAUCIA (Γλαυκία). Glaucia es hija los presentes acostumbrados; Eneo había
del río frigio Escamandro. Cuando Hera­ dado un tahalí de púrpura, y Belerofonte
cles emprendió su expedición contra Troya, una copa de oro. Ante Troya, sus descen­
iba acompañado, entre otros, por un beocio, dientes renovaron este intercambio. Diome­
Deímaco, hijo de Eleón. Glaucia y Deímaco des ofreció a Glauco sus armas, que eran
se amaban, y ella quedó encinta, pero Deí­ de bronce, y éste las suyas, de oro. Después,
maco fue muerto antes de que el niño lle­ cada uno volvió a ocupar su puesto en la
gase a nacer. Cuando el hijo nació, su ma­ batalla. Glauco lleva a cabo diversas haza­
dre lo llamó Escamandro, en recuerdo de ñas; cuando Sarpedón cae herido, corre a
su abuelo. Heracles recogió a Glaucia y a socorrerlo, pero se lo impide Teucro, que

Giges: H e s., Teog., 149; 618; 714; 734; 817; p. 269, 35; H ig ., Fab., 250; 2 7 3 ; A p d .,
O v ., Fast., IV, 593. V. Hecatonquiros. Bibl., II, 3, 1; escol. a A p o l. R o d ., A rg. I,
Girtón: E s t . B iz ., s . v. Γύρτων; v. escol. a 4 6 ; P a u s ., V I, 20, 19; V II, 18, 2 ; E l ie n o , Nat.
A p o l., R o d ., Arg., I, 57. An., X V , 25 ; E s t r a b . , IX , 2, 24, p. 409;
V i r g ., Geórg., I I I , 268 y S e r v ., ad loe.; escol.
Glauce: 1) H e s., Teog., 24 4 ; H ig ,, Fab, a P l a t . , Rep., X , 497, 11. 4) A t e n ., V II,
p r e l; 2) P a u s ., VIII, 47, 2, 3 ; A p d ., B ib l, I. 296 s .; P a l é f . , Incr., II, 2 3 ; T z e t z ., a L ic .,
9, 2 8 ; D io d . S ic ., IV, 54; H ig ., Fab., 2 5 ; T z e t z ., 7 54; O v ., M et., X III , 900 s .; X IV , 1 s .; S e rv .,
a L ic ., 175; 1318. a V ir g ., Geórg., I, 4 27; V ir g ., En., V I, 36;
Glaucia: P l u t . , Q. gr., 41. D io d . S ic ., IV , 4 86; E u r . , Orestes, 352, y
Glauco: 1) D i c t ., C r ., III, 26, 4, 7; 5, 2; escol. ad loc. 5) A p d ., Bibl., I l l , 1, 3 ; 3, 1;
II , III, 312; P a u s ., X, 27, 3 s.; A p d ., Ep., V, T z e t z . , a L ic ., 81 1 ; P a l é f . , Incr., 2 7 ; H ig ,,
21. 2 ) D i c t . C r ., II, 33; II., II, 876; VI, 119-236; Fab., 4 9 ; 136; A str. poét., 14; cf. Fragm. Trag.
XII, 329 s.; XVI, 493 s.; XVII, 140 s.; H ig ., Gr., 2 .° ed. (N a u c k ), págs. 216 s.; 558 s. (trag .
Fab., 112; 113; H e r ó d ., I, 147. 3) II., IV, 154; p e rd id a s d e S ó f. y E u r . , s o b re e ste te m a );
E s q ., tra g . p e rd id a Glauco ; E u s t., a Hom., A t e n ., II, 51 d; escol. a P ín d ., P it., Ill, 96.

También podría gustarte