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ROBERT GRAVES
LOS MITOS GRIEGOS I
Alianza
Editorial
1
Los mitos griegos I Robert Graves
cabezas de Geriones, que se acost ó con su propia m adre y engendró con ella a la Esfinge y el
León Ñem eo176 .
1. Cerbero ( véase 31.a y 134.e) , asociado por los dorios con el dios egipcio con cabeza
de perro Anubis, quien conducía las alm as al infierno, parece haber sido originalm ent e la diosa
de la Muert e, Hécat e, o Hécabe ( véase 168.1) ; se la represent aba com o una perra porque los
perros com en carne de cadáver y ladran a la luna.
2. La Quim era era, al parecer, un sím bolo del calendario del año t ripart it o ( véase 75.2) ,
los em blem as de cuyas est aciones eran el león, la cabra y la serpient e.
3. Ort ro ( véase 132.d) , que engendró a la Quim era, la Esfinge ( véase 105.e) , la Hidra
( véase 60.h y 124.c) y el León Ñem eo ( véase 123.b) con Equidna, era Sirio, la est rella- perro
que iniciaba el Año Nuevo at eniense. Tenía dos cabezas, com o Jano, porque el año reform ado
en At enas t enía dos est aciones y no t res; el hij o de Ort ro, el León, sim bolizaba la prim era
m it ad, y su hij a, la Serpient e, la segunda. Cuando desapareció el em blem a de la Cabra, la
Quim era dio lugar a la Esfinge, con su cuerpo de león alado y su cola de serpient e. Com o el
Año Nuevo reform ado com enzaba cuando el sol est aba en Leo y había em pezado la canícula,
Ort ro m iraba en dos direcciones: hacia adelant e al Año Nuevo y hacia at rás al Viej o, com o la
diosa del Calendario Cardea, a la que los rom anos llam aban Post vort a y Ant evort a por eso. A
Ort ro se le llam aba «prim it ivo», probablem ent e porque iniciaba el Año Nuevo.
35.
a. Enfurecidos porque Zeus había confinado a sus herm anos, los Tit anes, en el Tárt aro,
ciert os gigant es alt os y t erribles, con cabellos y barbas largos y colas de serpient e en vez de
pies, t ram aron un at aque al Cielo. Eran hij os de la Madre Tierra nacidos en la át ica Flegras y
su núm ero alcanzaba a veint icuat ro177 .
b. Sin advert encia previa, t om aron rocas y t eas y las lanzaron hacia arriba desde las
cum bres de sus m ont añas, poniendo en peligro a los olím picos. Hera profet izó t ét ricam ent e
que los gigant es no podrían ser m uert os por ningún dios, sino sólo por un m ort al part icular con
piel de león y que incluso ést e nada podría hacer a m enos que se ant icipase al enem igo en su
búsqueda de ciert a hierba de invulnerabilidad que crecía en un lugar secret o de la t ierra.
I nm ediat am ent e Zeus consult ó con At enea y envió a ést a para que advirt iera a Heracles, el
m ort al con piel de león a quien Hera se refería evident em ent e, cóm o est aban exact am ent e las
cosas; y prohibió a Eos, Selene y Helio que relucieran durant e un t iem po. A la débil luz de las
est rellas, Zeus recorrió a t ient as la t ierra, y en la región a la que le dirigió At enea encont ró la
hierba, que llevó felizm ent e al Cielo.
c. Los olím picos podían ya luchar cont ra los gigant es. Heracles lanzó su prim era flecha
cont ra Alcioneo, el caudillo de los enem igos. Cayó a t ierra, pero se levant ó de ella vivificado,
porque aquella era su t ierra nat al de Flegras. «¡Rápido, noble Heracles! —grit ó At enea—
¡Arrást ralo a ot ra región! » Heracles t om ó a Alcioneo a cuest as y lo arrast ró hast a el ot ro lado
de la front era t racia, donde lo m at ó con una m aza.
d. Luego Porfirión salt ó al Cielo desde la gran pirám ide de rocas que habían am ont onado
los gigant es, y ninguno de los dioses logró m ant enerse firm e. Solam ent e At enea adopt ó una
176
Hesíodo: Teogonía 306 y ss.
177
Apolodoro: i.6.1; Higinio: Fábulas, Proemio
90
Los mitos griegos I Robert Graves
act it ud defensiva. Pasando a t oda prisa por su lado, Porfirión se lanzó cont ra Hera, a la que
t rat ó de est rangular, pero herido en el hígado por una flecha oport una disparada por el arco de
Eros, cam bió su ira por luj uria y rasgó la m agnífica t única de Hera. Zeus, al ver que su esposa
iba a ser ult raj ada, corrió a la lucha con una ira celosa y derribó a Porfirión con un rayo. Volvió
a levant arse, pero Heracles, que regresaba a Flegras en aquel preciso m om ent o, lo hirió
m ort alm ent e con una flecha. Ent ret ant o, Efialt es había vencido a Ares, obligándolo a
arrodillarse ant e él, pero Apolo hirió al desdichado en el oj o izquierdo y llam ó a Heracles, quien
inm ediat am ent e le clavó ot ra flecha en el derecho. Así m urió Efialt es.
e. Y sucedió que, cada vez que un dios hería a un gigant e —com o cuando Dioniso derribó
a Éurit o con su t irso, o Hécat e cham uscó a Cut io con sus ant orchas, o Hefest o escaldó a
Mim ant e con un caldero de m et al candent e, o At enea aplast ó al lascivo Palant e con una
piedra— era Heracles quien t enía que asest ar el golpe m ort al. Hest ia y Dem ét er, las diosas
am ant es de la paz, no int ervinieron en la lucha, sino que perm anecieron at erradas y
ret orciéndose las m anos; sin em bargo, las Parcas m anej aban las m anos de m ort ero de bronce
con m ucha eficacia178 .
f. Desanim ados, los dem ás gigant es huyeron de vuelt a a la t ierra perseguidos por los
olím picos. At enea lanzó un gran proyect il cont ra Encelado, quien quedó aplast ado y se
convirt ió en la isla de Sicilia. Y Posidón arrancó una part e de la isla de Cos con su t rident e y la
arroj ó cont ra Polibot es, est o se convirt ió en la cercana islit a de Nisiros, baj o la cual yace
ent errado el gigant e179 .
g. Los dem ás gigant es hicieron una últ im a resist encia en Bat os, cerca de la arcadia
Trapezunt e, donde la t ierra t odavía abrasa y los labradores desent ierran a veces huesos de
gigant es. Herm es pidió prest ado a Hades el yelm o de la invisibilidad y derribó a Hipólit o, y
Art em is at ravesó a Grat ión con una flecha, en t ant o que las m anos de m ort ero de las Parcas
rom pían las cabezas de Agrio y Toant e. Ares, con su lanza, y Zeus, con su rayo, dieron cuent a
del rest o, aunque llam aban a Heracles para que rem at ara a cada gigant e cuando caía. Pero
algunos dicen que la bat alla se libró en los Cam pos Flegreos, en las cercanías de Cum as, en
I t alia180 .
h. Sueno, el sát iro nacido de la t ierra, pret ende haber t om ado part e en esa bat alla al
lado de su discípulo Dioniso, m at ado a Encelado y sem brado el pánico ent re los gigant es con
los rebuznos de su asno de carga, pero Sueno est á habit ualm ent e borracho y no puede
dist inguir la verdad de la m ent ira181 .
1. Est a es una fábula post -hom érica, conservada en una versión degenerada: Eros y
Dioniso, que t om an part e en la lucha, son recién llegados al Olim po ( véase 15.1-2 y 27.5) , y
Heracles es adm it ido allí ant es de su apot eosis en el m ont e Et a ( véase 147.h) . Se propone
explicar el hallazgo de huesos de m am ut en Trapezunt e ( donde t odavía se exhiben en el
m useo local) , así com o las erupciones volcánicas en la cercana Bat os y t am bién en la arcadia o
t racia Palene, en Cum as y en las islas de Sicilia y Nisiros, baj o las cuales se dice que At enea y
Posidón ent erraron a dos de los gigant es.
2. El episodio hist órico en que se basa la Rebelión de los Gigant es —y t am bién la
Rebelión de los Alóadas (véase 37.b) , de la que se considera habit ualm ent e un duplicado—
parece haber sido una t ent at iva concert ada de los m ont añeses m acedonios para at acar ciert as
fort alezas helenas y su rechazo por los aliados súbdit os de los helenos. Pero la im pot encia y
cobardía de los dioses, en cont rast e con la invencibilidad de Heracles, y los ridículos incident es
de la bat alla son m ás caract eríst icos de una fábula popular que de un m it o.
178
Apolodoro: i.6.2.
179
Apolodoro: loc. cit.; Estrabón: x.5.16.
180
Pausanias: viii.29.1-2; Apolodoro: loc. cit.; Diodoro Sículo: iv.2.
181
Eurípides: Cíclopes y ss.
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Los mitos griegos I Robert Graves
3. Hay, no obst ant e, un elem ent o religioso ocult o en la fábula. Est os gigant es no son de
carne y hueso, sino espírit us nacidos de la t ierra, com o lo prueban sus colas de serpient e, y
sólo se los puede vencer m ediant e la posesión de una hierba m ágica. Ningún m it ógrafo
m enciona el nom bre de la hierba, pero era probablem ent e la ephialt ion, un específico cont ra
las pesadillas. Efialt es, el nom bre del caudillo de los gigant es, significa lit eralm ent e «el que
salt a sobre» (incubus en lat ín) ; y la t ent at iva de Porfirión de est rangular y violar a Hera, y de
Palant e de violar a At enea, indican que la fábula se refiere principalm ent e a la conveniencia de
invocar a Heracles, el Salvador, cuando uno se ve am enazado por pesadillas erót icas a
cualquier hora del día.
4. Alcioneo ( «asno poderoso») es probablem ent e el espírit u del siroco, «el alient o del
onagro, o Tifón» ( véase 36.1) , que t rae m alos sueños, inclinaciones asesinas y violaciones; y
est o hace que la pret ensión de Sueno de haber derrot ado a los gigant es con los rebuznos de
su asno sea t odavía m ás ridícula ( véase 20.b) , Mim ant e ( «m ím ica») puede referirse a la
engañosa verosim ilit ud de los sueños; e Hipólit o ( «est am pida de caballos») recuerda la
ant igua at ribución de los sueños t erroríficos a la diosa con cabeza de yegua. En el nort e era a
Odín a quien invocaban los que sufrían pesadillas, hast a que ocupó su lugar San Swit hold.
5. El uso que hizo Heracles de la hierba puede deducirse del m it o babilonio sobre la lucha
cósm ica ent re los dioses nuevos y los viej os. Allí, Marduk, el equivalent e de Heracles, se aplica
una hierba a la nariz para evit ar el olor nocivo de la diosa Tiam at ; aquí había que cont rarrest ar
el alient o de Alcioneo.
36.
TI FÓN
a. En venganza por la dest rucción de los gigant es, la Madre Tierra yació con Tárt aro y
poco t iem po después, en la Cueva Coriciana de Cilicia, dio a luz a su hij o m enor, Tifón, el
m onst ruo m ás grande que j am ás haya exist ido182 . Desde los m uslos para abaj o no era m ás
que serpient es enroscadas, y sus brazos, cuando los ext endía, llegaban a cent enares de leguas
de dist ancia en cada dirección, y en vez de m anos t enía innum erables cabezas de serpient es.
Su cabeza de asno best ial t ocaba las est rellas, sus enorm es alas oscurecían el sol, arroj aba
fuego por los oj os y de su boca salían rocas inflam adas. Cuando echó a correr hacia el Olim po,
los dioses huyeron at errados a Egipt o, donde se t ransform aron en anim ales: Zeus en un
m acho cabrío, Apolo en un cuervo, Dioniso en una cabra, Hera en una vaca blanca, Art em is en
un gat o, Afrodit a en un pez, Ares en un oso, Herm es en un ibis, et c.
b. Sólo At enea se m ant uvo en su puest o y se m ofó de la cobardía de Zeus, hast a que
ést e, reasum iendo su verdadera form a, lanzó cont ra Tifón un rayo seguido de un golpe con la
m ism a hoz de pedernal que le había servido para cast rar a su padre Urano. Herido y grit ando,
Tifón huyó al m ont e Casio que se alza sobre Siria por el nort e, y allí los dos se t rabaron en
lucha. Tifón envolvió a Zeus en sus m illares de enroscam ient os, le despoj ó de la hoz y,
después de cort arle los t endones de las m anos y pies con ella, lo arrast ró a la Cueva Coriciana.
Zeus es inm ort al, pero no podía m over ni un dedo, y Tifón había escondido los t endones en
una piel de oso que vigilaba Delfine, una herm ana m onst ruo con cola de serpient e.
c. La not icia de la derrot a de Zeus sem bró la const ernación ent re los dioses, pero Herm es
y Pan fueron secret am ent e a la cueva, donde Pan asust ó a Delfine con un grit o súbit o y
horrible, m ient ras Herm es sust raía hábilm ent e los t endones y volvía a colocarlos en los
m iem bros de Zeus183 .
182
Hesíodo: Teogonía 819 y ss.; Píndaro: Odas píticas i.15 y ss.; Higinio: Fábula 152.
183
Apolodoro: i.6.3.
92
FABULA
Higinio
PAIDOS
19 Alcioneo
Alcmena: H e s . Esc., 1 s.; Apd., Bibl., II, A r n ., Adu. Nat., IV, 26. V. también: Anfitrión,
4, 5; 8; 8, 1 s.; escol. a II., XIX , 116; a Od., Heracles, Euristeo, Heraclidas; L . S é c h a n , Étu
XI, 226; Pínd., Nem., X. 15; ístm ., VII, 5; des..., págs. 242 s.
Pit., IX, 149; E u r ., trag. perdida Alcmena; Alcmeón: 1) P a u s . VII, 24, 4; VIII, 24, 8
Hig., Fab., 29; P a u s . V, 18, 3; I, 32, 5; 16, 7; (cf. P r o p ., I, 15,15 s.); X, 10,2; A p d ., Bibl., Ill,
41, 4; 19, 3, etc.; P l a u t . Amphitr., passim; 6, 2; 7, 2; 5; 6; H i g ., Fab., 73; P í n d ., Pit., VIII,
161 Épafo
carcelada por su padre, sino entregada a un ración divina, la de los Titanes (v. cuad. 16,
habitante de Metapontio, de paso por Te página 236). En efecto, es hija de Hiperión
salia, que, vuelto a su tierra, adoptó a los y Tía y hermana de Helio y Selene; según
dos niños Eolo y Beoto siguiendo el consejo otras tradiciones, sería hija de Palante (v. este
de un oráculo. Ya hombres, los hijos de nombre). Con Astreo, un dios de la misma
Arne, aprovechándose de una revolución, raza — era hijo de Crio y Euribia y hermano
se adueñaron del poder en Metapontio y del gigante Palante— (y. cuad. 31, pág. 446),
luego mataron a la mujer de su padre adop engendró los Vientos: Céfiro, Bóreas y Noto,
tivo (Autólite, o quizá Siris), que había re así como la Estrella de la Mañana (Eósforo)
ñido con su madre. A consecuencia de este y los Astros, Es representada como una
asesinato tuvieron que huir; Eolo se tras diosa cuyos dedos « color de rosa » abren
ladó a las islas del mar Eólico, donde fundó las puertas del cielo al carro del Sol. Su
la ciudad de Lípara, mientras Beoto se diri leyenda está repleta totalmente de sus amo
gía a Eólide, llamada más tarde Tesalia. res. Cuéntase que en otro tiempo se había
Contábase también que Eolo, a su par unido a Ares, atrayéndose de este modo la
tida de Metapontio, fue acogido, en las islas cólera de Afrodita, que la castigó conde
Eolias, por el rey Líparo, hijo de Ausón, nándola a estar eternamente enamorada.
quien le dio en matrimonio a su hija Cíane Sus diversos amantes fuerpn: Orion, el
y le entregó el poder, mientras él se trasla gigante, hijo de Posidón, que ella raptó y
daba a Sorrento, en el golfo de Nápoles. llevó a Delos ; luego Céfalo, hijo de Deyón
Eolo tuvo de Cíane seis hijos: Astíoco, Juto, y Diomede (hija de Juto) o, según otros,
Androcles, Feremón, Yocasto y Agatirno. hijo de Herse y Hermes. Lo raptó y lo tras
3. Eolo, hijo de Posidón, es identificado ladó a Siria, donde le dio un hijo.Faetonte,
con frecuencia con el Señor de los Vientos que, más generalmente, pasa por ser hijo
al que se refiere la O disea, aunque a veces del Sol (v. F aetonte). Finalmente, raptó a
se distingue de él (v. anteriormente 1). Titono, hijo de lio y de Placía (o de Leucipe),
Cuando Ulises, en el curso de sus viajes, de raza troyana, y lo condujo a Etiopía, que
abordó en la isla de Eolia, este Eolo lo en las leyendas antiguas es el país del Sol.
recibió cordialmente y lo retuvo un mes a Allí le dio dos hijos: Ematión y Memnón.
su lado. Al partir, le entregó un odre en el Éste, que parece haber sido su hijo predi
cual estaban encerrados todos los vientos lecto, reinó sobre los etíopes y murió ante
excepto uno, el que debía llevarlo directa Troya combatiendo contra Aquiles (v. M e m
mente a ítaca. Pero mientras Ulises dormía, nón). Eos había obtenido de Zeus que Ti
sus compañeros abrieron el odre creyendo tono fuese inmortal, pero se había olvidado
que estaba lleno de vino, y los vientos se de pedirle para él la juventud eterna. Por
escaparon, desencadenando una tempestad eso, al envejecer se vio abrumado por las
que arrojó la nave a la costa de Eolia. Eolo, enfermedades. A la larga, Eos lo encerró
adivinando que el héroe era víctima de la en su palacio, dohde llevaba una vida mi
cólera divina, se desentendió de él y lo des serable. O tal vez a fuerza de años llegó a
pidió (v. U lises). perder el aspecto humano y se transformó
EONO (Οιωνός). Eono es sobrino de en una cigarra seca.
Alcmena. Es hijo de Licimio y, por tanto, ÉPAFO (’Έπαφος), Cuando lo, amada
primo de Heracles. Fue compañero del hé por Zeus, hubo quedado transformada en
roe en sus expediciones al Peloponeso. Ven vaca, anduvo errante por toda la tierra,
ció en la carrera del estadio en los Juegos perseguida por la cólera de Hera (v. lo ), y
Olímpicos cuando éstos fueron instituidos acabó por encontrar un refugio a orillas del
por Heracles. Fue muerto por Hipocoonte y Nilo, donde, recuperando su figura humana,
sus hijos (v. H eracles). Para vengar su dio a luz a un hijo, Épafo. Pero Hera, que
muerte, el héroe emprendió su expedición perseguía al niño con su odio, encargó a los
contra Esparta. Curetes que lo ocultasen, y éstos cumplieron
EOS (Ή ώς). Eos es la personificación tan a la perfección su cometido, que lo no
de la Aurora. Pertenece a la primera gene- pudo encontrarlo. Zeus mató a los Curetes,
era un latino, hijo de cierto Melampo, que queriéndose, intervienen otras divinidades:
había acompañado a Heracles en su expe Ares, Hefesto, Afrodita y Eros, Posidón, etc.
dición contra Geriones (v. Geríones), y, al Los mitógrafos han perpetuado el re
regreso, se había establecido en el Lacio. cuerdo de la participación de algunos Gi
gantes en esta lucha; Alcioneo fue muerto
GIGANTES (Γίγαντες). Los Gigantes por Heracles con ayuda de Atenea (v. Al
son los hijos de la Tierra (Gea), nacidos de cioneo), la cual aconsejó al héroe que lo
la sangre que manaba de la herida de su arrastrase lejos de Palene, su país natal,
esposo Urano cuando fue mutilado por porque cada vez que caía recuperaba sus
Crono (v. Gea y cuad. 14, pág. 212). Aun fuerzas al tocar la tierra de donde había
que de origen divino, son mortales ó, por salido. Porfirión atacó a Heracles y Hera,
lo menos, se les puede dar muerte, a condi pero Zeus le inspiró un deseo lascivo por
ción de que lo hagan, a la vez, un dios y su esposa, y mientras el gigante intentaba
un mortal. Además, existía una hierba má arrancarle los vestidos, el dios lo fulminó,
gica, producida por la Tierra, que era capaz y Heracles lo remató con una flecha. Efial-
de sustraerlos a las heridas de los mortales. tes sucumbió herido por un flechazo de
Pero Zeus recogió esta planta antes de que Apolo que le perforó el ojo izquierdo, a la
alguien hubiese podido apoderarse de ella, par que otra flecha de Heracles le penetraba
y para ello prohibió al Sol, la Luna y la por el derecho; Dioniso mató a Éurito de un
Aurora que brillasen; de este modo, nadie golpe de tirso; Hécate, a Clitio, a golpes de
tuvo la luz necesaria para buscarla antes de antorcha; Hefesto, a Mimante, sirviéndose
haberla encontrado él. Otras tradiciones de proyectiles de hierro incandescente. En-
explican que tal o cual gigante — por ejem célado, logró huir, pero mientras corría,
plo, Alcioneo y Porfirión — era inmortal Atenea le echó encima la isla de Sicilia. La
mientras estuviera sobre la Tierra en que diosa desolló a Palante y se sirvió de su piel
había nacido. La leyenda de los Gigantes como de una coraza durante el resto del
aparece, en efecto, dominada por la historia combate. Polibotes fue perseguido por Po
de su combate contra los dioses y su derrota. sidón a través de las olas y llegó a la isla
Han nacido de la Tierra, que los ha engen de Cos. El dios rompió una parte de la
drado para vengar a los Titanes, encerrados isla, la llamada Nisiros, y la precipitó sobre
por Zeus en el Tártaro. Son seres enormes, el gigante. Hermes, cubierto con el casco
de fuerza invencible y terrorífico aspecto. de Hades, que tiene la virtud de hacer invi
Tienen espesa cabellera, barba hirsuta y, por sible, mató a Hipólito, mientras Ártemis
piernas, cuerpos de serpientes. Su lugar de derribaba a Gratión. Las Moiras, armadas
nacimiento es Flegras, en la península de con sus mazos de bronce, dieron muerte a
Palene, en Tracia. Apenas nacidos ya ame Agrio y Toante, y en cuanto al resto de los
nazaron al cielo, contra el cuál lanzaron ár Gigantes, Zeus les lanzó sus mortíferos ra
boles encendidos y rocas enormes. Ante esta yos, y Heracles los remató con sus flechas.
actitud, los Olímpicos se aprestaron a la El escenario de la batalla se sitúa general
lucha. Los principales adversarios de los mente en la península de Palene, en Tra
Gigantes fueron, sobre todo, Zeus y Atenea, cia, pero una tradición local lo ubicaba
la diosa de los combates. Zeus va armado también en Arcadia, en las márgenes del
de la égida y el rayo, que le trae su águila; Alfeo.
Atenea también va pertrechada con la égida Otras tradiciones más recientes añaden
y fulmina el rayo, como su padre. Su prin más nombres de gigantes, aunque por lo
cipal aliado es Heracles, el mortal cuya ayuda general se trata de Titanes incluidos abusi
es necesaria a fin de que se cumpla la con vamente en aquella categoría o bien de otros
dición impuesta por los Destinos para la monstruos, tales como Tifón, Briareo, los
muerte de los Gigantes. Heracles está en el Alóadas, etc. (v. estos nombres), que no
carro de Zeus y combate a distancia, ti pertenecen a la misma raza, aunque merez
rando flechas. can el nombre de « gigantes » por su in
A veces Dioniso toma parte activa en la menso cuerpo y prodigiosa fuerza.
batalla, armado con su tirso, así como con La Gigantomaquia, o lucha de los Gigan
antorchas, y secundado por los sátiros. tes contra los dioses, ha sido un tema favo
Luego, a medida que la leyenda va enri- rito de la plástica, especialmente con vistas
G ig a n te s: H e s., Teog., 183 s., A p d ., Bibl., I, 9; S e rv ., a V ir g ., En., I, 394; III, 578; IX,
6, 1 s .; v. T z e t z ., a L ic ., 63 ; P ín d ., Nem., I, 564; D io d . S ic ., V, 71; E s t r a b . , V, 4, 4,
67 y e sc o l.; E u r ., Her. fur., 177 s.; Ión, 216 s.; p. 243 s.; VI, 3, 5, p. 281; VII, p. 330,
H o r . , Odas, III, 4, 49 s .; O v ., M et., I, 150 s.; etc. C f. O. J a h n , Annali dell'Istituto, 1863,
Fast., Ill, 438 s .; Trist., IV, 7, 17; P a u s ., VIII, págs. 250 s. ; F. Vian, La guerre des Géants. Le
29, 1 s.; L u c r . , V, 119 s .; M a c r . , Sat., I, 20, mythe avant l’époque hellénistique, París, 1952.
215 Glauco
a adornar los frontones de los templos: los su hijo y los llevó a Grecia, donde los confió
cuerpos de los monstruos, rematados en a Eleón. Escamandro dio su nombre a un
serpientes, se prestaban admirablemente a riachuelo situado a poca distancia de Ta
rellenar los ángulos de los frontispicios y nagra, el de Glaucia, a otra corriente de
terminar una composición. agua, y el de su esposa (Acidusa), a una
fuente de las cercanías. De Acidusa tuvo
GIGES (Γύγης). Gíes, o Giges, es uno tres hijas, a las que se tributó' culto con el
de los Hecatonquiros, gigantes de cien bra nombre de las Tres Vírgenes.
zos engendrados por la Tierra de su unión
con el Cielo (v. cuad. 14, pág. 212). Es her
mano de Briareo (Egeón) y Coto. Con este GLAUCO (Γλαύκος). Glauco es el nom
último participó en la lucha contra los Olím bre de varios personajes, así como el de una
picos, y Zeus lo recluyó en el Tártaro, donde divinidad marina.
es guardado por su propio hermano Bria 1. Se conoce un Glauco, hijo del troyano
reo (v. Egeón). Antenor (v. este nombre) y de Teano, que
El rey de Lidia, Giges, cuya leyenda, ci ayudó a Paris a raptar a Helena. Debido a
tada por Heródoto, contiene numerosos ele esto, fue expulsado por su padre. Luchó en
mentos folklóricos ■— el anillo que vuelve las filas troyanas contra los griegos, y a
invisible, la fortuna maravillosa, el descu veces se cuenta que fue muerto por Aga
brimiento de un « tesoro », el amor de una menón. Sin embargo, lo más corriente es
reina, etc. —, no pertenece a la mitología, creer que fue salvado por Ulises y Menelao
sino a la Historia. por su condición de hijo de Antenor, puesto
que éste estaba atado con ellos por lazos de
GIRTÓN (Γύρτων). Girtón es el her hospitalidad.
mano de Flegias, y, por tanto, en ciertas 2. En el bando troyano combatía tam
tradiciones, tío de Ixión. Se le considera bién otro Glauco, hijo de Hipóloco, que
como fundador de la ciudad de su nombre, con su primo Sarpedón, mandaba el con
en Tesalia. tingente licio y gozaba de renombre por su
ingenio y valor. En el curso de los comba
GLAUCE (Γλαύκη). 1. Glauce, la Ver tes trabados en torno a la ciudad se encon
de, es una nereida y asimismo una ninfa ar tró frente a frente con Diomedes, y ambos
cadla. reconocieron que sus familias estaban uni
2. También se llama Glauce una hija del das por lazos de hospitalidad. En efecto,
rey de Tebas, Creonte; se le da igualmente por su padre Hipóloco, Glauco era nieto de
otro nombre, Creúsa, y fue la rival de Me Belerofonte (v. cuad. 34, pág. 485), y a éste
dea con respecto a Jasón (v. Creúsa). lo había recibido, en su palacio, Eneo, el
abuelo de Diomedes, cambiándose entre sí
GLAUCIA (Γλαυκία). Glaucia es hija los presentes acostumbrados; Eneo había
del río frigio Escamandro. Cuando Hera dado un tahalí de púrpura, y Belerofonte
cles emprendió su expedición contra Troya, una copa de oro. Ante Troya, sus descen
iba acompañado, entre otros, por un beocio, dientes renovaron este intercambio. Diome
Deímaco, hijo de Eleón. Glaucia y Deímaco des ofreció a Glauco sus armas, que eran
se amaban, y ella quedó encinta, pero Deí de bronce, y éste las suyas, de oro. Después,
maco fue muerto antes de que el niño lle cada uno volvió a ocupar su puesto en la
gase a nacer. Cuando el hijo nació, su ma batalla. Glauco lleva a cabo diversas haza
dre lo llamó Escamandro, en recuerdo de ñas; cuando Sarpedón cae herido, corre a
su abuelo. Heracles recogió a Glaucia y a socorrerlo, pero se lo impide Teucro, que
Giges: H e s., Teog., 149; 618; 714; 734; 817; p. 269, 35; H ig ., Fab., 250; 2 7 3 ; A p d .,
O v ., Fast., IV, 593. V. Hecatonquiros. Bibl., II, 3, 1; escol. a A p o l. R o d ., A rg. I,
Girtón: E s t . B iz ., s . v. Γύρτων; v. escol. a 4 6 ; P a u s ., V I, 20, 19; V II, 18, 2 ; E l ie n o , Nat.
A p o l., R o d ., Arg., I, 57. An., X V , 25 ; E s t r a b . , IX , 2, 24, p. 409;
V i r g ., Geórg., I I I , 268 y S e r v ., ad loe.; escol.
Glauce: 1) H e s., Teog., 24 4 ; H ig ,, Fab, a P l a t . , Rep., X , 497, 11. 4) A t e n ., V II,
p r e l; 2) P a u s ., VIII, 47, 2, 3 ; A p d ., B ib l, I. 296 s .; P a l é f . , Incr., II, 2 3 ; T z e t z ., a L ic .,
9, 2 8 ; D io d . S ic ., IV, 54; H ig ., Fab., 2 5 ; T z e t z ., 7 54; O v ., M et., X III , 900 s .; X IV , 1 s .; S e rv .,
a L ic ., 175; 1318. a V ir g ., Geórg., I, 4 27; V ir g ., En., V I, 36;
Glaucia: P l u t . , Q. gr., 41. D io d . S ic ., IV , 4 86; E u r . , Orestes, 352, y
Glauco: 1) D i c t ., C r ., III, 26, 4, 7; 5, 2; escol. ad loc. 5) A p d ., Bibl., I l l , 1, 3 ; 3, 1;
II , III, 312; P a u s ., X, 27, 3 s.; A p d ., Ep., V, T z e t z . , a L ic ., 81 1 ; P a l é f . , Incr., 2 7 ; H ig ,,
21. 2 ) D i c t . C r ., II, 33; II., II, 876; VI, 119-236; Fab., 4 9 ; 136; A str. poét., 14; cf. Fragm. Trag.
XII, 329 s.; XVI, 493 s.; XVII, 140 s.; H ig ., Gr., 2 .° ed. (N a u c k ), págs. 216 s.; 558 s. (trag .
Fab., 112; 113; H e r ó d ., I, 147. 3) II., IV, 154; p e rd id a s d e S ó f. y E u r . , s o b re e ste te m a );
E s q ., tra g . p e rd id a Glauco ; E u s t., a Hom., A t e n ., II, 51 d; escol. a P ín d ., P it., Ill, 96.