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ANEMIA FERROPÉNICA

Definición:
La anemia ferropénica es una enfermedad de la sangre que se define como la disminución de
la concentración de hemoglobina en el organismo, el cuerpo no posee suficiente cantidad hierro
el cual es necesario para producir glóbulos rojos.

Causas:
Existen múltiples causas de anemia, siendo la más frecuente la deficiencia de hierro, elemento
fundamental sin el cual no se puede fabricar la hemoglobina. Cuando el médico establece que
la causa de la anemia es el déficit de hierro, tiene a su vez que investigar y establecer la razón
de la disminución.
Las causas pueden deberse a:
● Baja ingesta de hierro (dietas vegetarianas estrictas).
● Mala absorción en el tubo digestivo (enfermedad celiaca, resección de estómago o
intestino).
● Incremento de las necesidades de consumo (embarazo, infancia).
● Pérdida en algún punto del organismo (sangrado menstrual, sangrado digestivo).
● Combinación de algunas de estas causas.
Se estima que aproximadamente un 20% de las mujeres en edad fértil tiene déficit de los
depósitos de hierro, y hasta un 7% dentro de este grupo, padece de anemia ferropénica en
relación a las pérdidas menstruales.

Diagnóstico:
La anemia se diagnostica mediante un análisis de sangre, con un hemograma en el que se
mide la cantidad de hemoglobina y el recuento y clasificación de todas las células sanguíneas.
Se diagnostica anemia cuando la hemoglobina se encuentra por debajo de 12 g/dl en la mujer y
13 g/dl en el varón.
En ocasiones es preciso estudiar el tubo digestivo con endoscopía oral o colonoscopía para
averiguar la causa del cuadro.

Síntomas:
Inicialmente, la anemia ferropénica puede ser tan leve que pasa desapercibida. Pero a medida
que el cuerpo se vuelve más deficiente en hierro y la anemia empeora, los signos y síntomas
se intensifican.

Los signos y síntomas de la anemia ferropénica pueden incluir:


● Fatiga extrema.
● Debilidad.
● Piel pálida.
● Dolor torácico, latidos cardíacos rápidos o falta de aliento.
● Dolor de cabeza, mareos o vértigo.
● Manos y pies fríos.
● Inflamación o dolor en la lengua.
● Uñas quebradizas.
● Antojos inusuales de sustancias no nutritivas, como hielo, tierra o almidón.
● Falta de apetito, especialmente en bebés y niños con anemia ferropénica.

Tratamiento:
El tratamiento principal de la anemia ferropénica se basa en la administración de hierro, sea a
través de la dieta o mediante administración oral de suplementos de hierro. El objetivo es
restaurar los parámetros hematológicos alterados además de reponer los depósitos de hierro.
Si la anemia es muy intensa, a veces se decide iniciar el tratamiento con una transfusión, pero
esto no es necesario en la mayoría de los casos. Sólo será preciso dar hierro para que la
médula ósea se recupere. Existen suplementos de hierro para ser administrados vía oral e
intravenosa.
Aunque el tratamiento puede iniciarse tomando la medicación con las comidas, para una
absorción máxima debe tomarse, si se puede, por lo menos una hora separado de las comidas
y dos horas de los antiácidos. La toma junto con vitamina C, como la contenida en el zumo de
naranja, aumenta su absorción. El té, el café, los cereales, los antiácidos y las dietas con
mucha fibra pueden disminuir la absorción de hierro.
Luego de quince días de tratamiento se empiezan a ver resultados en los valores analíticos.
Inicialmente, aumentan los reticulocitos, que son los glóbulos rojos más jóvenes e indican
regeneración. Luego aumentan los niveles de hemoglobina, debiéndose mantener el
tratamiento hasta alcanzar valores normales de hemoglobina.
Habitualmente la terapia dura entre tres y cinco meses dependiendo de la gravedad del déficit
inicial y de la tolerancia del paciente al tratamiento.

Prevención:
La mejor prevención de la anemia ferropénica pasa por incluir hierro suficiente en la dieta o
bien tomar suplementos especialmente durante períodos especiales como es el embarazo y la
lactancia.
Los siguientes son algunos alimentos ricos en hierro:
● Carne roja, carne de cerdo y aves de corral.
● Mariscos.
● Legumbres.
● Vegetales de hojas verdes oscuras, como la espinaca.
● Frutas desecadas, como uvas pasas y chabacanos (albaricoques, damascos).
● Cereales, panes y fideos fortificados con hierro.
El cuerpo absorbe más hierro de la carne que de otras fuentes. Si se opta no comer carne, es
posible que se necesite aumentar el consumo de alimentos vegetales ricos en hierro para
absorber la misma cantidad de hierro que alguien que come carne.
Para mejorar la absorción de hierro en el cuerpo es preferible consumir alimentos que
contengan vitamina C, esta vitamina se encuentra en los siguientes alimentos:
● Brócoli.
● Frutas cítricas.
● Kiwi.
● Hortalizas de hojas verdes.
● Melones.
● Pimientos.
● Fresas.
● Tomates.

Prevención de la anemia por deficiencia de


hierro en los lactantes:
Para prevenir la anemia por deficiencia de hierro en los bebés, es necesario alimentarlos con
leche materna o fórmula fortificada con hierro durante el primer año. La leche de vaca no es
una buena fuente de hierro para los bebés y no se recomienda para los menores de un año.
Después de los 6 meses de edad, comienzar a alimentarlo con cereales fortificados con hierro
o con papilla de carne por lo menos dos veces al día para aumentar el consumo de hierro.
Después de un año, asegurarse de que los niños no beban más de 20 onzas (591 mililitros) de
leche al día. Demasiada leche a menudo reemplaza a otros alimentos, incluidos aquellos que
son ricos en hierro.

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