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“HACIA UN NUEVO PARADIGMA DE LA JUSTICIA PARA

TRANSFORMAR A LAS SOCIEDADES HUMANAS


EN REALIDADES MENOS ASIMÉTRICAS.”

¿Cómo seguir conservando un modelo de


justicia que no se hace realidad tangible en las
sociedades humanas que se debaten en la
miseria y en la desesperación?.

Rafael Sánchez Vázquez.∗

Sumario: 1. Presentación. 2. Planteamiento del Problema.


3. La Justicia Social como paradigma axiológico del Derecho
del Porvenir. 4. Reflexiones Finales.

1. Presentación.

Han pasado muchos años de la época en que el ser humano moraba en


las cavernas para luego transitar a las modernas instalaciones que hoy día nos
cobijan. Ahora bien, dicho proceso se ha dado en poco más de cinco milenios
de cultura y de civilización.

Sin embargo, aún percibimos en el entorno que nos rodea a grandes


problemas existenciales, mismos que se arrastran de muchas generaciones atrás,
entre otros, cabe hacer mención de los siguientes: hambruna, ignorancia,
autoritarismo, intolerancia, ilegalidad, falta de obediencia a la normatividad
jurídica.

Así pues hemos llegado a la aurora del tercer milenio con una explosión
demográfica mayor a los seis mil millones de habitantes en el orbe.


Secretario de Investigación y Estudios de Postgrado de la Facultad de Derecho de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla; Investigador Nacional del SNI-Nivel II.
° Ponencia que se presenta al Congreso Nacional de Derecho y Docencia en la Ciudad de Xalapa,
organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Veracruzana – 2 de
Marzo del año 2001.

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Los Estados muy ricos de la comunidad internacional cuentan con un
ingreso per cápita mayor a los 26,980 dólares anuales, sin bajar a los 21,000
dólares. En este nivel de vida sólo se identifican a 13 países.

En seguida, encontramos a sólo nueve Estados del mundo y que son


considerados como menos ricos, en donde, su ingreso es mayor a los 19,950
dólares y no menor a los 15,680 dólares anuales.

Por lo que respecta, a los países medianos identificamos a cinco con un


ingreso per cápita mayor a los 14,520 dólares anuales y no menor a los 11,450
dólares.

Los países pobres de la comunidad internacional comprende poco más


de 95 países miembros y tienen un ingreso per cápita mayor a los 4,520 dólares
anuales y no menor a los 1,000 dólares.

En cuanto a los países que viven el drama de la extrema pobreza


identificamos alrededor de 65 —con un ingreso per cápita de 1,000 dólares
anuales— y de ahí va decreciendo hasta llegar a los 200 dólares anuales.

Al respecto, cabe mencionar que en relación a la distribución del ingreso


y de la riqueza escasamente el 10%, de la población mundial se encuentra en la
escala de los países muy ricos con una población no mayor a los 625 millones de
habitantes.

En cambio el 86%, de la población mundial (6000 millones)


aproximadamente 5000 millones de habitantes comprende a los más pobres del
planeta Tierra.

Y, para sorpresa nuestra, se habla de no más de 10 familias que detentan


la riqueza, en cifras estratósfericas, difícilmente imaginables para muchos de los
que estamos aquí presentes.

Consecuentemente, para una población no mayor a los 1000 millones de


habitantes se dibujan escenarios de confort y progreso a través del avance
científico y tecnológico. De ahí que las asimetrías en la población mundial son
más evidentes entre los pueblos más ricos en relación con los más pobres del
mundo.

Lamentablemente para 65 países que deambulan en la extrema pobreza


con menos de 1,000 dólares de ingreso per cápita al año y que llegan a la

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pobreza más insultante con menos de 200 dólares anuales. Aquí y ahora viven
el infierno más espantoso —pareciera ser desde el punto de vista de los
creyentes— que Dios no paso por esos lugares o los ha olvidado desde hace
muchísimos años.

Otra, cuestión importante es la experiencia histórica del socialismo real


o del Capitalismo de Estado que se vivió en la exunión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, hoy día, después de la caída del Muro de Berlín, encontramos a
Rusia con una población aproximada a los 150 millones de habitantes y con un
ingreso per cápita no mayor a los 2,680 dólares anuales; China con 1,244,202
habitantes con un ingreso per cápita a los 860 dólares anuales. India con más de
967 millones de habitantes con un ingreso per cápita a los 370 dólares anuales.
México con más de 100 millones de habitantes y con un ingreso per cápita a los
3700 dólares anuales.

Paradigmas vienen paradigmas van, lo cierto es que cada día es más


complicada la vida de quienes tienen limitadas oportunidades al desarrollo —
que se debaten entre el hambre y la enfermedad acompañándoles de manera
ininterrumpida la desesperación, la frustración, el desempleo: carencia de lo
mínimo necesario. No hay agua potable, pero si la presencia de malaria, difteria,
tuberculosis, lepra, etc.

La ingobernabilidad salta a flor de piel; así como la inseguridad pública


se generan grandes problemas de legalidad y legitimidad.

El narcotráfico se ha convertido en el negocio más rentable de los


espíritus voraces y depredadores de la humanidad sus ganancias exceden los
500,000 millones de dólares anuales.

Quienes cultivamos las ciencias sociales y humanas, nos cuestionamos


minuto a minuto si es justo que cada día aumenten para los marginados los
problemas: económicos, sociales y culturales. Ante este drama terrorífico nos
preguntamos ¿Qué hacer? ¿Cuál es nuestro compromiso como estudiosos del
Derecho: en la docencia; la investigación jurídica, la procuración, la impartición
y administración de la Justicia?

En nuestro país existen más de 100 millones de habitantes, nuestra tasa


de crecimiento es de 2.4%, el ingreso per cápita es de 6,400 dólares anuales;
para algunos, para otros no rebasa los 3700; oficialmente se reconoce que más
de 40 millones de compatriotas viven en la pobreza y marginación, para ellos,

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no hay oportunidades de desarrollo: social, económico, educativo, salud y
bienestar.

El desempleo impacta a la seguridad pública, en forma cotidiana, ya que


existe un ambiente de incredulidad hacia nuestras instituciones y a la legalidad.
De ahí que se cuestione con mucha frecuencia a la administración de la Justicia.

Al respecto, Héctor Fix Fierro, considera: “La imagen de la justicia en la


prensa, la opinión pública o incluso en el medio de la profesión jurídica, es y ha
sido, en general desfavorable y pareciera reflejar una crisis persistente y
difundida, lo que, por un lado, pudiera atribuirse en parte al desconocimiento
público de las condiciones y la dinámica internas de esta institución, pero por el
otro, bien puede reflejar un deterioro relativo pero real”.1

Por su parte, Diego Valadés, considera que la pobreza, desarrollo y


educación superior van de la mano. Empero, aceptar el fenómeno de la
mundialización, internacionalización o tal vez incluso de la globalización, de
una manera acrítica, puede ser un error de grandes y graves dimensiones. En
todo caso éste es un tema de teoría constitucional que no abordaré, pero lo
apunto como una referencia ineludible.2

El autor antes mencionado considera que: Para los efectos del combate a
la pobreza y del desarrollo es necesario, en todo caso, que le demos a nuestra
posición nacional un contexto internacional, y en esta medida es válido hablar de
globalización aun cuando no se entre a discutir las implicaciones que tiene esta
materia en aspectos tan sensibles como la soberanía nacional y la autonomía de
las decisiones políticas de los gobernantes. En diferentes grados se van dando un
reacomodo en el ejercicio del poder, y corremos el riesgo de pasar de un
mercado regido por el Estado, a un Estado regido por el mercado. 3

Ahora bien, si la población es, por mitades, pobre y joven, podemos


pensar que una veintena de millones menores de 25 años no tienen otro
panorama que el abandono. Es difícil que volvamos la espalda a esa realidad a
la hora de resolver problemas como la seguridad, la justicia y el desarrollo
mismo. Cuesta trabajo pensar que tengamos una economía “blindada” sobre una
sociedad vulnerada. En tal virtud, es necesario y es posible que emprendamos

1
Fix Fierro, Héctor: “La eficiencia de la Historia (una aproximación y una propuesta) publ. En
cuadernos para la Reforma de la Justicia; 1ª. ed. Ed. UNAM. México, D.F. 1995. p. 11.
2
Valadés, Diego: “Pobreza, desarrollo y educación superior”; art.publ. en la rvta. Este País-
tendencias y opiniones. Núm.104/ noviembre 1999.México,D.F. p.2.
3
Valadés, Diego: Op. Cit. p.2.

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un proyecto de gran magnitud. El precio de no hacerlo lo pagaremos con mayor
atraso, con mayor pobreza, con mayor concentración de la riqueza, con mayor
frustración colectiva. Entre más tardemos, más difícil será. 4

Para la organización de las Naciones Unidas para la educación, la


Ciencia y la Cultura (UNESCO), una región se puede considerar prácticamente
alfabetizada cuando su tasa sea menor al 5%, es decir, cuando menos de cada 5
personas generalmente de 15 años y de más edad, no sepan leer o escribir un
recado por cada cien habitantes del mismo grupo de edad. En el mundo la
proporción de la población de 15 años y de más edad que no saben leer ni
escribir es muy contrastante y obedece a distintos contextos: históricos,
culturales, sociales, políticos y económicos.

En el año de 1995, catorce países tuvieron porcentajes de analfabetismo


mayores al 60%, destacaron en este supuesto: Níger, Burkina Faso y Nepal, en
donde entre el 73% y el 86% no saben leer ni escribir. México se encuentra en el
grupo de nueve países, cuya población analfabeta oscila entre el 9% al 13%,
dado que en el país once de cada cien individuos no saben leer ni escribir. En el
otro extremo, 22 países de Europa alcanzaron la alfabetización de la gran
mayoría de sus habitantes, esto es, el analfabetismo es mucho menor al 5%.5

De las regiones del mundo, Europa y América del Norte presentan las
menores tasas globales de fecundidad, las cuales oscilan alrededor de 1.4 hijos
para Europa y 1.9 para Canadá y Estados Unidos en conjunto. Les sigue Oceanía
y Asia, con 2.4 y 2.9 hijos, América Latina y el Caribe con 3 hijos y África con
5.6 hijos por mujer6 .

En México, el número de jóvenes matriculados en estudios


universitarios es muy bajo, asciende a 1,600 por cada cien mil habitantes, frente
a 3,000 de Costa Rica, 5,300 de Estados Unidos y 7000 de Canadá (UNESCO,
Informe mundial sobre educación 1998,p.149. Así pues, en nuestro país accede
a la educación universitaria el 14.3%, cifra muy superior a las que se presentan
en Etiopía (.7), Gambia (1.7) y Togo(3.2); pero próxima a las que se registran en
Marruecos (11.3), Túnez(12.9) e Irán (14.8), y ligeramente inferior a Sudán
(15.9), Turquía (18.2) y Siria (17.9).Las distancias aumentan cuando cotejamos
las cifras de Líbano(27), Qatar (27.4) y Kuwait (25.4), y se alejan cuando

4
Idem.
5
Estadísticas Demográficas y Socioeconómicas de México; Ed. INEGI; Aguascalientes, México
Junio de 1998; p.102.
6
Ibidem. p. 36.

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miramos a los países de mayor desarrollo: Alemania (42.7), Bélgica (49.1),
España (46.1), y Estados Unidos (81.1). La tasa de escolarización en la
enseñanza superior, en México, está por debajo de la media mundial, que es del
16.2%, y de América Latina y el Caribe, que corresponde al 17.3%. En esas
condiciones, las bases para un desarrollo sustentable y un eficaz combate a la
pobreza resultan bastantes endebles. 7

Uno de los grandes indicadores del desarrollo científico y tecnológico,


lo ofrecen las solicitudes de patentes de invención. Veamos las cifras de 1995:

Comunidad Europea 107,053


Países del TLC 127,912
México 436

En total, ese año las solicitudes en todo el mundo se acercaron a los dos
millones, por lo que podemos advertir que si México contaba con el 1.63% de la
población mundial y producía el 1.17% de la riqueza del globo, apenas
contribuyó con el .02% de los conocimientos patentables.

Incuestionablemente, que la concentración del saber y la concentración


de la riqueza son fenómenos paralelos. Quienes se encuentran en la extrema
pobreza no tienen acceso al saber profesional, de suerte que cuando la población
que padece la pobreza alcanza los niveles que tenemos en México (alrededor del
40% de la población tiene un ingreso inferior a dos dólares diarios), el
marginalismo profesional se acentúa desmesuradamente. Así, mientras que
durante décadas los estudios universitarios sirvieron como instrumento de
promoción social, como demostró hace años Arturo González Cosío (Ensayos
escogidos, México,1981,pp.111 y ss.), hoy sirven para lo contrario: para
moderar el ascenso y para acumular los beneficios del saber, y con ellos de la
riqueza y del poder. 8

2. Planteamiento del Problema.

Son muchas las dificultades que se presentan para esquematizar el


problema objeto de la presente ponencia, ya que , no es nada fácil desenmascarar
a quienes han deformado la cultura de la axiología y teleología jurídica.

7
Valadés, Diego: Op. Cit. p. 4
8
Idem.p. 5 y 6.

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Razón por la cual, sólo tratare de acercarme un poco a dicha
problemática, toda vez que ésta, se ha arraigado por más de cuatro milenios
difícilmente podrá desenredarse con apenas unas breves reflexiones, pero eso sí,
con todo el ánimo y la buena fe que me acompaña.

Mucho se ha pensado, dicho y escrito sobre la justicia, como problema


axiológico del Derecho desde la época antigua hasta llegar a nuestros días, basta
citar, entre otras celebridades del humanismo, a los siguientes: Confucio, Lao
Tse, Siddharta Gautama: Buda, Moisés, Sócrates, Platón, Aristóteles, Cristo,
Ulpiano, Modestino, Justiniano, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino,
Francisco de Vittoria, Hugo Grocio, Bartolo de Saxoferrato, Ubaldi, Thomas de
Hobbes, Locke, Voltaire, Rousseau, Spinoza, Emmanuel Kant, Montesquieu,
Marx, Engels, Radbruch, John Austin, Bentharm, Manuel Crescencio Rejón,
Mariano Otero, Ponciano Arriaga, Ignacio Ramírez, Antonio Caso, Lombardo
Toledano, Hans Kelsen, García Máynez, Niceto Alcalá y Zamora, Recasens
Siches, Héctor Fix-Zamudio, Norberto Bobbio, Renato Treves, Elías Díaz,
Marcos Kaplan, Hart, Ralws. Dworkin, etc...

A manera de un modesto intento paso a continuación a expresar algunas


interrogantes que me permiten encuadrar a una de las facetas del problema
objeto de la investigación.

Después de haber presentado un somero pero escalofriante mundo de


datos tan asimétricos, cabría preguntar si es objetivo y racional seguir hablando
del Derecho como se ha venido desarrollando desde hace más de cuatro mil,
años, acerca de que el Derecho no es lo chueco ni lo chipotudo, entonces ¿qué
es?, será acaso lo que permita evitar la injusticia, ya que, ésta es inmoral.

De ahí, que hoy en día, qué tan ético es hablar de la justicia al expresar
que ésta, consiste en dar a cada quien lo que le corresponde. Es decir, al pobre
su miseria, desesperación, ignorancia etc. En cambio, Al rico su opulencia,
excesos y tranquilidad.

Dicho escenario me lleva a reflexionar y a pensar, si así es como


debemos concebir a la justicia como lo contemplaba Trasímaco hace más de dos
mil años- que lo justo era lo que más beneficiaba al más fuerte.

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Trasímaco nos dice que:

La justicia no es otra cosa sino aquello que es ventajoso para el más


fuerte. . . En cada Estado, la justicia no es sino provecho de aquel
que tiene en sus manos la autoridad y es, por ende, el más fuerte.
De lo cual se sigue, para todo hombre que sepa razonar que donde
quiera que sea, la justicia y lo que aprovecha al más fuerte son una
y la misma cosa9 .

Por lo consiguiente, que tan honesto es seguir hablando de que el


Derecho es el arte de lo bueno y justo.

Por más esfuerzos que realizo no logro comprender el porque no se


respeta a lo bueno y justo, toda vez, que lo que impera es la conservación de
escenarios llenos de contradicciones y de asimetrías. Habida cuenta, lo antes
expresado hacia dónde vamos y que hacemos los que cultivamos el Derecho,
para construir un mundo más lleno de humanismo que, nos posibilite un mañana
menos intolerante y angustiante —posiblemente esta cosmovisión forma parte
de un gran sueño— que nos permita aprehender a no aceptar la inmoralidad que
acompaña a la ambición, la mezquindad y la corrupción, etc.

¿En qué forma el exacerbado culto al formalismo jurídico tanto del


positivismo decimonónico vía la exégesis del siglo XIX, así como de la posición
de la dogmática jurídica y de la teoría pura del Derecho, han contribuido al
desarrollo y conservación de lo dado, a fin de no desequilibrar los intereses del
statu quo, so pretexto de la cientificidad del Derecho, la cual debe permanecer
inamovible, inmaculada, virgen y pura, libre de todo sincretismo metodológico
que no contamine ni haga rupturas epistemológicas bañadas de ideologías? En
virtud de que lo importante es hacer ciencia del Derecho, a través de un discurso
abstracto y si es posible con el prurito de la lógica matemática, alejado de toda
contaminación axiológica y teleológica.
¿Cómo creer en la buena fe, sí segundo a segundo, lo que nos aflora en
el diario acontecer es el fantasma de la incertidumbre, acompañado de los
problemas del autoritarismo, de la intolerancia, la inseguridad pública y la falta
de certeza jurídica – viciada por la constante de la corrupción – que vulnera la
procuración e impartición de la justicia?.

9
Platón: Diálogos; estudio preliminar de Francisco Larroyo, 19ª ed., Ed. Porrúa, S. A., Colecc.
“Sepan cuantos. . .” No. 113, México, D. F., 1981, pp. 441, 442, 443 y 444.

217
Aceptar la ilegitimidad de quienes se apresuran a conservar a costa de
todo, y sobre todos, el aumento de sus privilegios – violando de manera
permanente el respeto a los derechos fundamentales de los demás.

Por último sólo me resta cuestionar lo siguiente; ¿en qué forma y medida
los estudiosos del Derecho, Investigadores, docente, estudiantes, Procuradores,
Agentes del Ministerio Público, abogados postulantes, Jueces, Magistrados,
Ministros de La Corte, hemos planteado un nuevo paradigma de la Justicia –que
nos lleve a construir una perspectiva más humana – dentro del contexto de una
sociedad proclive al individualismo utilitarista propia del pragmatismo que se
embarca en las ilusiones de los derroteros del Neoliberalismo globalizador, que
nos queda para seguir pensando, hablando y sobre todo qué hacer respecto a la
Justicia con un alto contenido de ética en la entrada del siglo XXI? A fin de
edificar una cultura de la axiología jurídica como una alternativa que logre hacer
realidad la Justicia Social.

3. La Justicia Social como Paradigma Axiológico del Derecho del Porvenir.

Para Fernando Salmerón, la Filosofía en lato sensu implica a una


concepción del mundo, y a toda explicación general del mundo que no utiliza
métodos precisos y que por lo mismo puede dar lugar a explicaciones
mitológicas. Empero, dicho autor también considera a la filosofía en stricto
sensu, como un análisis riguroso: lógico, axiológico y epistemológico del
hombre, la sociedad y el mundo en general10 .

Los cultores del derecho encuentran en la metodología jurídica un aliado


importante para su quehacer científico. Además, hoy en día, tienen entre otros
retos, el de lograr una información y formación integral que, les permita a éstos,
un acercamiento con la pluridisciplinariedad. A fin de lograr una mayor
comprensión de su objeto de estudio que es el Derecho, ya que, la ciencia
jurídica puede ser estudiada desde una perspectiva tridimensional. 11 *

10
Cfr. Citado por Ullola Cuellar Ana Lilia; “Enseñanza de la Filosofía del Derecho”; artículo
publicado en la Revista “Letras Jurídicas” del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad de Jalapa. Num. Enero-Junio del 2000. pp. 229, 230 y 231.
11
Sánchez Vázquez, Rafael: Metodología de la Ciencia del Derecho, 4ta ed. Ed. Porrúa México D.
F. 1999 p. 1. *.-Véase: Reale Miguel, “Concepción Tridimensional del Derecho”. Cit. por Elías
Díaz: Sociología y Filosofía del Derecho; Ed. Taurus. pp. 52-54.

218
Así pues, la perspectiva normativa es la que trabaja con la ciencia del
Derecho, a través de las normas, constituyendo la investigación y aplicación de
las normas, en cuanto componentes de un total ordenamiento jurídico. De esta
manera, el sistema normativo limita y enmarca el trabajo del jurista.

Por lo que respecta, a la vertiente social, el hecho social como realidad


humana, representa productos sociales que existen para ser aplicadas en una
determinada sociedad con resultados y consecuencias también de carácter real.
Consecuentemente, estamos en presencia de la Sociología del Derecho, a quien
corresponde tratar de manera más rigurosa y sistemática el problema de la
eficacia social del derecho o, más exactamente, el problema de las
interconexiones entre Derecho y Sociedad.

En cuanto, a la perspectiva valorativa: el Derecho aparece como intento


de realización de una cierta idea de justicia de un cierto sistema de valores. A la
Filosofía del Derecho corresponde el análisis crítico de los sistemas de
legitimidad, tanto de los incorporados a una legislación positiva como de los
aceptados y vividos como tales en una colectividad determinada.

Ahora bien, después de haber mencionado en forma somera algunas


líneas de análisis para estudiar el Derecho, se torna prudente destacar que la
Metodología del Derecho, se convierte en una estrategia objetiva, racional para
ordenar y organizar de manera sistemática la actividad cognoscitiva del jurista.12

Por su parte, Ulloa Cuellar, considera que:

Lo principal del derecho no es precisamente la norma ni el sistema


normativo sino el sistema normativo en interrelación con las consideraciones
sociales las cuales remiten a aspectos económicos, políticos, históricos y
sociales.

De acuerdo con este enfoque tenemos entonces que lo principal del


Derecho es ver si la s normas se aplican o no en una determinada sociedad, si
funcionan o no dentro de un determinado contexto y, examinar por su puesto, las
consecuencias jurídico sociales que de ello deriva.

Y de aquí pasan a sostener que lo principal del Derecho es su finalidad


de justicia; el plano valorativo.

12
Sánchez Vázquez, Rafael, Op. Cit. p. 2.

219
Un enfoque legal, un enfoque funcional y un enfoque axiológico
(legalidad, funcionalidad y legitimidad.

En cuanto al enfoque axiológico este dirá que la esencia del Derecho


debe buscarse en la relación entre el sistema normativo y un sistema de
valores13 .

Muchos juristas interesados en el trabajo filosófico de las cuestiones


jurídicas, consideran que el verdadero objeto de estudio de la Filosofía del
Derecho lo constituye el plano axiológico del sistema normativo. Así, llegan a
afirmar que es sobre temas axiológicos -jurídicos como el tópico de la Justicia
donde se encuentra el objeto de estudio de la Filosofía del Derecho.

La Filosofía del Derecho es conocimiento axiológico pero es también


conocimiento óntico, epistemológico y lógico de la Ciencia Jurídica. Y es
precisamente ésta, nuestra propuesta con respecto a la construcción del objeto de
estudio de la Filosofía del Derecho14 .

A continuación, se mencionan algunas consideraciones que cuestionan


al formalismo jurídico:

Ronald Dworkin es crítico implacable y puntilloso de las escuelas


positivistas y utilitaristas, Dworkin —basándose en la filosofía de Rawls y en los
principios del liberalismo individualista— pretende construir una teoría general
del derecho que no excluya ni el razonamiento moral ni el razonamiento
filosófico. En este sentido Dworkin es el antiBentham en tanto considera que
una teoría general del derecho no debe separar la ciencia descriptiva del derecho
de la política jurídica. Por otra parte —y también frente a Bentham que
consideraba que la idea de los derechos naturales era un disparate en zancos—
propone una teoría basada en los derechos individuales, lo cual significa que sin
derechos individuales no existe «el Derecho». 15

Ronald Dworkin es un autor que rechaza explícitamente las doctrinas


positivistas y realistas que han dominado el pensamiento jurídico en los últimos
tiempos. y precisamente rechaza el positivismo desde la perspectiva
metodológica, única vía que permitía unificar la diversidad de escuelas

13
Ullua Cuellar, Ana Lilia; Op. Cit. pp. 232 y 233.
14
Ibidem.
15
Calsamiglia, A: “Prologo a los derechos en serio de Ronald Dworkin”, Ed. Planeta –De Agustín.
Barcelona, España. 1993. p.7.

220
positivistas. Una concepción del derecho que niegue la separación absoluta
entre el derecho y la moral, y que no acuda a principios de justicia material
preestablecidos —como hacía el viejo iusnaturalismo— es una doctrina
peligrosa. Y es peligrosa porque Dworkin demuestra que en la práctica jurídica
de los tribunales, la distinción entre el derecho y la moral no es tan clara como
sostienen los positivistas. Acudir al derecho que se aplica y obedece para
demostrar que la moral interviene en el derecho, es muy peligroso para la
doctrina positivista porque pone de manifiesto la debilidad de su enfoque. La
crítica del presupuesto de la distinción rígida entre el derecho y la moral es el
objetivo fundamental de su «ataque al positivismo». Dworkin toma como punto
de referencia la teoría de Hart porque considera que es la versión más depurada
del positivismo jurídico. 16

Por lo tanto, podemos decir que la justicia como equidad descansa sobre
el supuesto de un derecho natural de todos los hombres y toda s las mujeres a la
igualdad de consideración y respeto, un derecho que poseen no en virtud de su
nacimiento, sus características, méritos o excelencias, sino simplemente en
cuanto seres humanos con la capacidad de hacer planes y de administrar justicia.
A muchos lectores no les sorprenderá esta conclusión, que —tal como he
dicho— queda suficientemente aclarada por el texto. Es, sin embargo, una
conclusión importante, porque algunas formas, ya estandarizadas, de la crítica de
la teoría la pasan por alto.

Muchos colegas y estudiantes, especialmente juristas, me han expresado


una forma de crítica, señalando que las instituciones y disposiciones políticas
que, según Rawls, serían las elegidas por hombres que se encontrasen en la
posición original, no son más que formas idealizadas de las que actualmente se
encuentran en vigor en los Estados Unidos. Es decir, son las instituciones de la
democracia constitucional liberal. Los críticos infieren que los supuestos
fundamentales de la teoría de Rawls deben ser, pues, los supuestos del
liberalismo clásico, como sea que se los defina, y que la posición original, que
parece ser el alma de la teoría, debe ser de alguna manera la encarnación de tales
supuestos. Por consiguiente, la justicia en cuanto equidad les parece, en su
totalidad, una racionalización especialmente sutil del statu quo político,
racionalización que puede ser desechada sin riesgo alguno por quienes quieran
formular una crítica más radical de la tradición liberal. 17

16
Ibidem. p. 8.
17
Dworkin, Ronald: Los derechos en serio; op. cit. p. 274.

221
Para Marx:

Dar una definición de la propiedad como de una relación independiente,


de una categoría aparte, de una idea abstracta y eterna, sólo puede ser
ilusión de metafísica o jurisprudencia."18

En suma, la propiedad en sentido jurídico no nació porque a los hombres


se les haya ocurrido atribuirse recíprocamente esa cualidad jurídica, sino porque
sólo podían intercambiar mercancías poniéndose la máscara del propietario. El
poder ilimitado de disponer de la cosa sólo es el reflejo de la circulación
ilimitada de las mercancías.

Para Yavich, la forma jurídica puede ser separada de su contenido


material solamente en el campo de la abstracción jurídica.

De ahí, que la ley pertenece a una función de la conciencia social y no a


la base sino a sus fenómenos superestructurales. Empero, lo anterior significa
que la ley tiene un contenido social real, sus raíces están en las necesidades del
modo de producción prevalecientes en la sociedad de clases.19

Tanto en el ámbito del Derecho privado como del Derecho público se


deja entrever la presencia del factor económico. Dicho de otra manera, el
Derecho civil nos proporciona, entre otros ejemplos, a los siguientes: lo relativo
a la propiedad; contratos de compra-venta, de matrimonio (sociedad conyugal o
separación de bienes vía capitulaciones), arrendamiento, por una parte, y por la
otra, a través de sucesiones testamentarias o intestamentarias; legados,
donaciones, etcétera.

Igualmente, esto se visualiza en las relaciones comerciales, en donde, el


Derecho mercantil regula relaciones de lucro económico.

La peculiar simbiosis de Derecho y economía se da en función de la


creciente e incontenible actividad del Estado de nuestra época en la vida
económica, en la regulación y control de todas las actividades económicas por
los diversos sectores sociales, sus intensas y determinantes relaciones
económicas.

18
Marx, K.: “Miseria de la filosofía” – citado por E. Balibar; Para leer el Capital; trad. al español
por Martha Harnecker. 1ª ed. Ed. Siglo veintiuno editores. México, D. F., 1981, p. 250.
19
Yavich, L.S.: Teoría general del Derecho; trd., al español por Alejandro Arroyo M. Sotomayor.
1ª ed., Ed. Nuestro tiempo, S.A., México, 1985, pp. 30, 33, 34, 35 y 39.

222
En suma, observamos que casi siempre aparece en el fondo de toda
disposición jurídica la presencia de intereses económicos. Los cuales se
traslucen en la mercancía universalmente aceptada por todos y que identif icamos
como dinero.∗
De esta manera, el intercambio de mercancías, en sí y para sí, no implica
más relaciones de dependencia que las que surgen de su propia naturaleza. Bajo
este supuesto, la fuerza de trabajo como mercancía, sólo puede aparecer en el
mercado en la medida y por el hecho de que su propio poseedor la ofrezca y
venda como mercancía. Para que su poseedor, la venda como mercancía es
necesario que pueda disponer de la misma, y por tanto que sea propietario libre
de su capacidad de trabajo, de su persona. Él y el poseedor de dinero se
encuentran en el mercado y traban relaciones mutuas en calidad de poseedores
de mercancías dotados de los mismos derechos, y que sólo se distinguen por ser
el uno vendedor y el otro comprador, ambos, pues, son personas jurídicamente
iguales. Para que perdure esta relación es necesario que el poseedor de la fuerza
de trabajo venda siempre por un tiempo determinado, y nada más, ya que si la
vende toda junta, de una vez para siempre, se vende a sí mismo, se transforma de
hombre libre en esclavo, de poseedor de mercancía en simple mercancía.

En este orden de ideas, es válido decir, que el lenguaje jurídico encubre


la fórmula general del capital, D-M-D, dinero, mercancía, dinero. 20

Por último, sólo nos resta destacar que la interpretación del Derecho no
debe ser considerada únicamente como un ensayo intelectual en abstracto de
aspectos puramente gramaticales y lógicas aislado de la realidad histórica
concreta en que se desarrollan las relaciones sociales de producción.


W. Shakespeare, en Timón de Atenas: “¿Oro?, ¿Oro precioso, rojo, fascinante? Con él se torna
blanco el negro, y el feo hermoso; virtuoso el malvado, el anciano mancebo, valeroso el cobarde y
noble el ruin. El oro... desplaza al sacerdote del altar y retira la almohada a quien yace enfermo.
Este esclavo dorado ata y desata vínculos consagrados; bendice al maldito, hace amable la lepra;
honra al ladrón y le da el rango, poder y preeminencia en el consejo de los senadores; conquista
pretendientes a favor de la viuda anciana y concorvada; es como un bálsamo que rejuvenece y
pinta con colores de la primavera a los pacientes de pútridas lacerías arrojados con asco de los
hospitales.
20
Marx Karl: El Capital. T. I. Vol. I. Libro Primero; op. cit., p. 108, nos señala que: “la forma
directa de la circulación mercantil es M-D-M -, conversión de mercancía en dinero y reconversión
de éste en aquélla, vender para comprar. Paralelamente a esta forma nos encontramos, empero, con
una segunda específicamente distinta de ella: la forma D-M -D conversión de dinero en mercancía
y reconversión de mercancía en dinero, comprar para vender. El dinero que en su movimiento se
ajusta a este último tipo de circulación, se transforma en capital, deviene capital y es ya, conforme
a su determinación, capital.

223
Por lo tanto, si bien es cierto que el discurso jurídico se presenta a través
de enunciados lingüísticos también es cierto que en el fondo regula relaciones de
intereses económicos contrapuestos.

Consecuentemente, es válido manifestar que la política y la economía


determinan el contenido del Derecho y que éste es un instrumento al servicio de
ellas. De ahí, que en el concepto de persona se cifran la igualdad jurídica, la
libertad de ser propietario, igual para todos y la libertad igual de contratación;
pero en realidad, la libertad de ser propietario se convierte, en manos del más
fuerte, es una libertad para disponer de cosas y en una libertad para disponer de
hombres, pues quien manda sobre los medios de producción tiene en sus manos
la suerte de los trabaja dores.21

Es por ello, que el Estado que conocemos sigue siendo un fenómeno


histórico encargado de perpetuar las condiciones económico-sociales actuales en
provecho de la clase dominante a la cual debe su concepción y estructura. Dicha
clase necesita un Estado y un Derecho que oculten y enmascaren los
antagonismos sociales, como medio de mantener determinadas relaciones de
producción que la favorecen. De esta manera, la teoría contractual individualista,
concebida para hombres abstractos, supone la igualdad de todas las partes que
intervienen en una declaración de voluntad bilateral. Por consiguiente, toda
obligación contraída por personas jurídicamente capaces, sin la presencia de una
coacción física exterior es válida, salvo casos muy excepcionales en que se
admite cuestionar su eficacia por vicio del consentimiento o, en medida aún más
limitada, por lesión del reclamante o por razones de orden público22 .

Sin embargo, la realidad es otra, los hombres viven en condiciones


enormemente desiguales y tienen entre sí desigualdades de muchas clases; una
de estas, que de hecho afecta en forma considerable la real libertad para ligarse
jurídicamente, es la desigualdad económica. Por lo tanto, hoy en día, ya no es
válido, decir que lo convenido por las partes adquiere el carácter de fuerza legal,
sino que en realidad lo que opera es lo impuesto por alguna de las partes y es lo
que da el carácter de fuerza legal.

Al respecto, Diego Cañizares, señala: Todos los hombres tienen los


mismos derechos a ascender a las más altas funciones y hacer que se les haga

21
Cfr. Novoa Monreal, Eduardo: El Derecho como obstáculo al cambio Social; 5ª ed. Ed. Siglo
XXI Editores, S.A. México D.F. 1981. pp. 123, 149 y 150. 227.
22
Ibidem.

224
justicia, a fundar una familia y a educarse. Igualitarismo individualista por que
sólo entre los individuos se proclama la necesaria relación de igualdad.

Es cierto que en el Derecho Civil se trata de hacer igualdad ante la ley al


hijo ilegítimo del natural, dotándolo de iguales derechos, a la esposa ya la
concubina, etc. Pero no a las grandes capas populares a quienes en definitiva no
les importa esta distinción 23 .

Por otra parte, aún queda establecido el principio de que todos los
hombres son iguales ante la ley también rige aquel otro que expresa que la
ignorancia de la Ley a nadie sirve de excusa y el cual establecido como
presunción en una sociedad de explotación, afecta fundamentalmente a las clases
pobres, menesterosas, explotadas, cuya situación intelectual debido al régimen
social burgués, no les permite adquirir siquiera los conocimientos elementales
del derecho, y no digamos penetrar al laberinto obscuro de las complicadas leyes
en el cual apenas pueden orientarse los profesionales del derecho.

A este respecto González Díaz Lombardo, expresa: Los juristas de la


llamada escuela clásica preparan el terreno para el orden jurídico de nuestros
días. El Derecho es el baluarte contra la anarquía y el despotismo. El derecho
que es impuesto sin libertad individual y limitación gubernamental, no puede ser
tal. Apadrinó la escuela clásica el principio de la igualdad ante la ley. Aún
cuando la realidad es que la mayor de las desigualdades es la igualdad ante la
Ley ante circunstancias desiguales.24

George Ripert, considera que el capitalismo para su desarrollo se basó


fundamentalmente en dos instituciones jurídicas: La propiedad privada y la
libertad contractual. Así como la empresa se construyó sobre la propiedad de los
bienes de producción y la libertad para establecer las condiciones laborales
mediante el contrato de trabajo 25 .

Ahora bien, estos ideales de contratación y de propiedad cobraron vida


jurídica con la expedición del código Civil Francés de 1804, que se ha calificado
como el triunfo de las aspiraciones e intereses de la burguesía sobre el sistema
feudal y en donde se proclamaron, al decir Karl Reneer, dos mandamientos,

23
Cfr. Cañizares, Diego: Teoria del derecho; 1ª reimpresión Edit. Pueblo Educación –La Habana
Cuba–, 1979. pp. 87 y 88.
24
Cfr. González Díaz, Lombardo F.; Op. Cit. p. 227.
25
Cfr. Ripert, Georges: Aspect Juridiques du capitalisme moderne, 2a. Ed. París. 1951. pp. 214 y
280.

225
"Uno material, de que cada cual debía conservar lo que tuviera, y otro personal:
que cada cual debía ocuparse de lo suyo"26 .

De esta manera, el liberalismo económico se pudo consolidar a través de


la autonomía de la voluntad de los contratos. Para ello se partía de la idea
errónea de que al existir libertad entre los contratantes, al ser discutido y
consentido, existía una presunción de justicia. Esto suponía igualdad de fuerza e
igualdad de discusión lo cual no ocurría en la realidad. Los contratos sólo fueron
la explicación de la ley del más fuerte, el que imponía su voluntad y sus
condiciones, no quedando a la otra parte más que por necesidad adherirse sin
discutir 27 .

Por otro lado, cabe destacar que junto al contrato laboral, otro acto
bilateral en particular fue objeto de especial interés: el contrato de sociedad
mercantil y, a través de él, se logró el descubrimiento más importante para el
desarrollo del capitalismo: la sociedad anónima.

Ha dicho con justicia Walter Lippmann que "El capitalismo moderno no


habría podido desarrollarse si la sociedad por acciones no hubiera existido". La
sociedad mercantil, ficción legal, fue un instrumento importante para acrecentar
el poder de algunos hombres y de asegurar la supremacía del capital; fue una
forma jurídica que justificó la diferenciación entre proletarios y desposeídos,
además de dar forma jurídica a la empresa mercantil, que debería buscar el lucro
y la máxima ganancia, realizando el comercio sin necesidad de que apareciera
como antaño, un comerciante28 .

Igualmente, cabe señalar que junto a la sociedad anónima se desarrolla


con plenitud el derecho de crédito y con él los títulos-valor, fomentando la
circulación de la riqueza a través de acciones, como principales títulos de
crédito. El orden jurídico le dio a una hoja de papel la consideración de bien que
tiene valor de intercambio. Así, el crédito de alguna forma empieza a sustituir el
concepto tradicional de propiedad, pues resultaba más importante que la misma
posesión de un bien. Desde entonces, es más atractivo el derecho como acreedor

26
Renner, Karl: Citado por Michael E. Tigar y Madeleine Levy. op. Cit. p. 125. Lo subrayado es
nuestro.
27
Cfr. Farías, Urbano: "El Derecho y la Desigualdad". Art. Citado en la Desigualdad en México,
coordinadores: Rolando Cordera y Carlos Tello. 1ª Ed. Edit Siglo Veintiuno. Editores México, D.
F. 1984. pp. 71 y 72.8
28
Cfr. Farías, Urbano; "El derecho y la desigualdad"; Art. Citado en la Desigualdad en México.
coordinadores; Rolando Cordera y Carlos Tello. 1ª . Ed. Edit. Siglo veintiuno editores. México. D.
F. 1984. p. 72. Las cursivas son nuestras.

226
no sólo sobre los actuales bienes del deudor, sino sobre todos los beneficios que
tuviera o pudiera adquirir en el futuro. Con dichas instituciones jurídicas, junto
al desarrollo de un sistema bancario manejado por sociedades mercantiles e
intereses privados, se facilitó la gran concentración o acumulación de capital de
riqueza en unas pocas personas y justificó la utilización o explotación de las
mayorías, que carecían de ellos. Los desposeídos o descapitalizados nada podían
hacer, la ley y la aplicación de principios de seguridad jurídica se habían
encargado de ello. No sólo con la imperatividad de la legislación y la no
retroactividad de la misma en perjuicio de los "Derechos adquiridos" por las
personas, sino con la creación de diversas instituciones que protegían el
patrimonio y su transmisión: el anonimato en la tenencia de valores: la
transmisión por herencia de los bienes: la prescripción adquisitiva: los derechos
atribuidos a un hecho, como lo es la posesión de bienes: la garantía de la libre
concurrencia, y tantos otros 29.

Además, la ley se elevó al rango de reina del derecho y contra su


voluntad no se podía alegar la costumbre o la práctica en contrario de un derecho
socialmente aceptado. La garantía de la aplicación de la ley se logró plenamente
con la aplicación del principio antidemocrático de que la ignorancia de la ley a
nadie le beneficia (ignorancia iuris non excusat). El problema es que los pobres
no sólo no sabían de la existencia de ciertos derechos suyos, sino que ignoraban
los de los demás, hasta que los sufrían. Desde esta época proviene la máxima de
que el derecho civil, que regula principalmente a la propiedad, se aplica a los
ricos, y el derecho penal, que regula las sanciones, se aplica a los pobres, en
tanto estos no podían defenderse ni costear su defensa30 .

De ahí que no debe sorprendernos que la mayor parte de la población


que se encuentra recluida en los centros de "readaptación social" son personas
que provienen de los sectores de más bajos ingresos y marginados de la
sociedad.

En el terreno de la práctica procesal también aflora la desigualdad, en


donde a los económicamente débiles les estaba vedado el acceso a la justicia.
Desde la época del derecho romano se decía por Ovidio que "el tribunal está
cerrado para los pobres" (cura pauperibusclausa etc.). No obstante, debemos
recordar que al inicio del liberalismo en Francia, por la ley del 16-24 de agosto
de 1790, se afirmaron tres principios revolucionarios, que después se copiaron
por todos los códigos procésales de los distintos países, y son a saber:

29
Cfr. Farías. Urbano: Op. Cit. p. 72.235. 235
30
Farias, Urbano; Op. Cit. p. 73.

227
1. Quedaba abolido todo privilegio en materia de jurisdicción;

2. Todos los ciudadanos, sin distinción, litigarían en la misma forma y


ante los mismos jueces, si los casos fueran iguales, y

3. Los jueces administrarían justicia gratuitamente. Dichos lineamientos


en teoría parecían la solución adecuada para poner coto a las desigualdades. Sin
embargo, la realidad seguía su curso desigual entre los poseedores de la riqueza
y los desposeídos de lo mínimo esencial, y estos últimos, sólo cuentan con su
fuerza de trabajo. Consecuentemente, cuando se habla de la igualdad de las
personas ante la ley, no, es más que una simple y sencilla deformación de la
realidad. En vista de que la realidad histórica concreta que se vive en los Estados
Capitalistas, es de marcados contrastes entre los que tienen capital y los que no
lo poseen31 .

Sin embargo, la realidad que se vive en la práctica de las controversias


judiciales , no exime a las partes de erogaciones para sufragar los gastos del
litigio. A este respecto, son muy ilustrativas las estimaciones mencionadas por
Luis Rubio; Beatriz Magaloni, Edna Jaime, etc.

Si bien el principal costo de un litigio consiste en los honorarios del


abogado, también existe otro tipo de gastos en los que incurre el litigante durante
el juicio que llegan a ser significativamente altos. Estos gasto varían mucho de
un tipo de litigio a otro.

A continuación se enumeran algunas de las erogaciones a consecuencia


de la litis:

1) Cuando el litigante reside en un lugar distinto al del Juzgado


competente, tendrá que pagar el traslado del abogado, cuantas veces
sea necesario, a la sede del tribunal.
2) Las “propinas” y los sobornos con los que se tiene que retribuir al
personal de los juzgados –principalmente en el fuero común- para
que el proceso avance con cierta celeridad, llegan a ser realmente
oneroso para las partes en conflicto. Las cuotas varían dependiendo
del asunto que se trate, desde obtener una copia simple, fijar una

31
Ibidem.

228
audiencia, “encontrar” el expediente 48, hasta para que el actuario
emplace a la contraparte o “localice” el domicilio señalado.
3) Si alguna de las partes quiere obtener copias certificadas por el juez
de cualquiera de los documentos o acuerdos que se encuentren en el
expediente, tiene que pagar derechos ante las tesorerías de los
Estados.
4) Otro gasto importante para el litigante son las copias certificadas por
Notario de los documentos probatorios. La Suprema Corte ha
sentado jurisprudencia en el sentido de que las copias fotostáticas
simples no tienen valor probatorio. Por lo tanto, el litigante tendrá
que presentar los documentos originales o copias de los mismos
certificadas por notario. Existen documentos tales como
otorgamiento de poderes, actas de asamblea de sociedades
mercantiles, actas constitutivas de sociedades y otros, que
necesariamente tiene que elaborar el notario y que llegan a ser
documentos probatorios indispensables en un juicio.
5) En los procesos penales, el pago de la caución o de la fianza, para
obtener la libertad provisional es un costo que la gente de bajos
recursos no puede afrontar. Para algunos delitos expresamente
señalados en la ley, el procesado tiene derecho a la libertad
provisional, es decir, a no permanecer en el reclusorio durante el
tiempo que dure el proceso, siempre y cuando pague la caución o la
fianza que le fije el juez. Tratándose de delitos patrimoniales, fianza
o caución asciende a por lo menos a tres veces el monto de los daños
o perjuicios patrimoniales ocasionados al ofendido, y para otro tipo
de delitos, el juez fijara el monto de la misma, según las
características personales y socioeconómicas del procesado.
Desgraciadamente en México no todos los procesados pueden pagar
para obtener su libertad provisional, lo que en términos de justicia
implica castigar severamente la pobreza.
6) En los litigios mercantiles, los costos para realizarlos y ejecutar
embargos son muy altos. En primer término, se tiene que pagar la
“propina” al actuario. Después se tiene que pagar los derechos de
inscripción del embargo en el Registro Público de la Propiedad.
7) Si durante el juicio es preciso ofrecer alguna prueba pericial, la parte
oferente tiene que pagar honorarios del perito. Estos varían según
cada caso y tipo de peritaje.

48
Rubio, Luis: “A la puerta de la ley” Ed. CIDAC 1994. p.124

229
Resulta obvio que en todo litigio va existir un costo de tiempo, pues el
acreedor tendrá que esperar a que se resuelva el juicio para obtener de su deudor
la prestación que éste le debe. Sin embargo, si se quiere realmente hacer justicia,
es importante que el afectado reciba una indemnización por los daños y
perjuicios que la demora en el cumplimiento le ocasione.

La legislación civil mexicana así lo dispone. El afectado tiene derecho a


reclamar de su deudor lo que se denomina responsabilidad civil, que no es otra
cosa que una indemnización. Esta comprende dos aspectos: el pago por el
perjuicio que se le causa al acreedor por la inejecución misma (daños), y el que
resulta del retardo en la ejecución (perjuicios), el cual incluye también el tiempo
que dura el proceso. En todos los casos es obligación del acreedor demostrar que
ha sufrido tales daños y perjuicios, así como el monto de estos. El juez
determina si tiene o no fundamento.

Los litigios de carácter pecuniario, para el demandante, cuando no se


pacto un interés moratorio distinto del legal, sea sumamente alto. Además, en
estos casos, el deudor o demanda do tendrá claros incentivos para dilatar el
procedimiento. La dilatación se logra fácilmente, dado que en la práctica los
abogados pueden utilizar innumerables recursos, apelaciones y tácticas dilatorias
con ese fin.

De esta manera, si por ejemplo el proc eso judicial se resuelve en cuatro


años, y se indemniza al acreedor con el interés legal, éste recibirá en términos
reales mucho menos de lo que se le debe.

En los litigios entre particulares, el costo del tiempo dependerá en gran


medida, del tipo de asesoría jurídica con la que cuenten las partes, no solamente
durante el proceso, sino también en el momento en que celebran los contratos o
convenios respectivos.49

Así pues, el juicio o proceso se convirtió en un drama, no por la


actuación y diálogo que se representa en forma similar al del teatro, sino por su
triste desarrollo y por la afectación que se causaba a una de las partes, para quien
el juicio terminaba en muchos casos en tragedia y que generalmente recae en las
espaldas de los pobres, por carecer de los recursos económicos necesarios para
sufragar los honorarios de un abogado, además de erogar las expensas necesarias
para financiar juicios muy largos"32.

49
Rubio, Luis: “A la puerta de la ley” Ed. CIDAC. 1994. p.126
32
Farias, Urbano: Op. Cit. p. 73.

230
Así mismo, cabe subrayar que los principios tradicionales de los
procesos obligan al juez a mantenerse expectante, como tercero imparcial de un
duelo que como dos espadachines libran las partes o contendientes, en donde
triunfa, con mayor frecuencia, el más hábil o sagaz y no el que tenía la razón y le
asistía el derecho. Los vericuetos de un proceso escrito, lento y largo, y las
formalidades que tanto en plazos, pruebas y reglas del juego hay que hacer
valer33 .

A este respecto, Guillermo Buendía, expresa el siguiente comentario:

"La complejidad de las relaciones que se dan al interior de la sociedad y


que encuentran su expresión jurídica en un gran número de leyes, sólo nos
muestra la evolución de las condiciones que la clase dominante impone para
desarrollar "su" orden social. Indudablemente, a lo largo de ese recorrido, se
buscan formas de legitimidad, no sólo a través de un sistema jurídico en
particular, sino también por medio de distintos instrumentos superestructurales
que hacen aparecer al régimen de propiedad como algo natural al igual que la
libertad y la igualdad jurídica de los hombres".

"Partiendo de esta premisa fundamental es difícil negar tanto la


enseñanza del derecho como el ejercicio de la profesión jurídica atraviesan por
una crisis de credibilidad. Ella tiene su origen en las contradicciones que se
generan en la protección de intereses heterogéneos e irreconciliables. Y su
respuesta formal expresada en las normas jurídicas es la de servir a las
necesidades que se les plantea a los detentadores del poder político y económico.
Pero esta crisis de credibilidad, contra lo que se pudiera creer, no es reciente. En
1898, se creó un personaje literario que muy bien puede encarnar las remotas
características del problema y las formas corruptas de que peca el ejercicio de
esta ciencia, cuyo nombre es Crisanto Jaramillo, ese “zorro astuto burlón, capaz
de jugarle una mala pasada al Santo Padre; y la reputación que disfrutaba -si es
que disfrute puede haber en lo malo-correspondía plenamente... ( a qué) conocía
a maravilla las zancadillas del procedimiento, y las manejaba con habilidad
suma", tanto que acabó por ser temido. Sin embargo, de la moraleja literaria a la
categoría histórica no hay más que una realidad inobjetable: cada día son más
palpables las muestras de que quienes ejercen el derecho están contribuyendo a
la defensa de un estado de cosas altamente injusto"34 .

33
Cfr. Cappelletti, Mauro: Proceso, Ideología, Sociedad, Edit. Ediciones jurídicas Europa-
Arnérica. Buenos Aires-Argentina. 1974. p. 158.
34
Buendía, Guillermo: Una Visión del Derecho. Formación y Praxis. Art. Citado Rvta. Foro
Universitario No.5. Abril 1981. México. D.F. p. 57.

231
Por su parte, Piero Calamandrei ha destacado que en el proceso puede
existir entre las parte una igualdad teórica a la que no corresponde una paridad
de hecho; las dos son "personas" en el mismo sentido, pero los medios de que
disponen para hacer valer esa igualdad son desiguales. Esta desigualdad de
medios puede significar, dentro del proceso, una desigualdad de
personalidades"35 .

Como movimiento intelectual, el acceso a la justicia ha expresado una


potente reacción contra la postura dogmático-formalista que pretendía identificar
el fenómeno jurídico exclusivamente en el complejo de las normas,
esencialmente de derivación estatal, de un determinado país. El dogmatismo
jurídico ha sido una forma degenerativa del positivismo jurídico, que no sólo ha
conducido a una simplificación irreal del derecho, reducido precisamente a su
aspecto -jus positum- olvidando así los otros elementos, no menos esenciales:
sujetos, instituciones, procedimientos; sino que ha llevado también a una
simplificación no menos irreal de las tareas y responsabilidades del jurista, juez,
abogado, estudioso, tareas que, según dicha posición, deberían limitarse a un
mero conocimiento ya la mera aplicación aséptica, pasiva y mecánica de las
normas en la vida práctica, en la enseñanza y en el análisis científico. 36

Los objetivos principales del movimiento reformador han sido los


siguientes:

a) el obstáculo económico, por el cual muchas personas no están en


aptitud de tener acceso a los tribunales de justicia a causa de su pobreza, por lo
que sus derechos corren el riesgo de ser puramente aparentes;

b) el obstáculo organizativo, por el cual, ciertos derecho o intereses


“colectivos” o “difusos” no son eficazmente tutelables si no se realiza una
transformación profunda de las reglas e instituciones tradicionales del derecho
procesal, transformaciones capaces de permitir la coordinación, la
“organización” de estos derecho o intereses,

c) por último, el obstáculo propiamente procesal, por el cual ciertos


tipos tradicionales de procedimientos son inadecuados para sus fines de tutela.37

35
Cfr. Calamandrei, Piero: Proceso y Democracia. Edit. Ediciones Jurídicas Europa-América.
Buenos Aires, Argentina. 1960. p. 181. Las cursivas son nuestras.
36
Capelletti, Mauro: Dimensiones de la Justicia en el mundo contemporáneo; 1ª ed. Ed. Porrúa
México D.F. 1993. pp. 82 y 83.
37
Idem. p. 92.

232
La alternativa era irreductible: mantener las reglas milenarias, típicas de
una justicia individualista, y en este caso dejar prácticamente privados de
protección a los intereses difusos, los “new rights” tan importantes en las
sociedades modernas, o bien llevar a cabo, justamente, la metamorfosis que
muchos países han considerado necesario aplicar, aunque sea incluso con
muchas y comprensibles dudas. Conviene ahora decir que el movimiento para el
acceso a la justicia ha tenido una importancia de primer plano en el estudio y en
la aplicación de dicha metamorfosis.

Paso ahora al obstáculo procesal, el cual consiste en el hecho de que la


solución procesal -el proceso contencioso ordinario- incluso cuando se han
superado los problemas del patrocinio y de la organización de los intereses,
puede no ser la solución más eficaz, ni en el plano del interés de las partes, ni en
el del interés más general de la sociedad, La civilización occidental ha
glorificado la "lucha por el derecho", la Kampf ums Recht, pero nosotros
debemos tener la humildad de convencernos que tenemos que aprender mucho
todavía de otras civilizaciones, en las cuales la controversia judicial se ve como
una última alternativa, mientras que se aprecian, en cambio, las soluciones
alternativas, conciliadoras, "coexistenciales". 38

De manera bastante más realista, la perspectiva del acceso a la justicia


quiere, en cambio, dar el puesto de honor a la perspectiva del consumidor del
derecho y de la justicia: al individuo, a los grupos, a la sociedad en conjunto, y
así, a las necesidades, a los reclamos, a las aspiraciones de los individuos, de los
grupos y la sociedad, y sobre todo a los obstáculos de varia naturaleza -
económicos, culturales, psicológicos, etcétera- que se interponen entre el
derecho entendido como "producto" y el ciudadano que pretende tener acceso a
este "producto".

En ambos casos, el ciudadano -el consumidor-usuario- se encuentra


aislado e impotente: el supply-side se glorifica, mientras el demand-side se
humilla y no se escucha. Se tiene así un sistema enfocado al productor
("producer-centered"), en vez de al consumidor, con todas las degeneraciones y
corrupciones que tarde o temprano derivan de toda forma de poder arbitrario y
sin control.

En cuanto movimiento intelectual, el acceso a la justicia está orientado a


efectuar, por tanto, una revolución similar a la que se ha realizado en el análisis
económico moderno, del cual se ha dicho que "ha volteado de cabeza los viejos

38
Capelletti, Mauro; Op. Cit. p. 101.

233
sistemas, al basarse esencialmente en la demanda, en lugar de la oferta. El
objetivo último –y, por tanto, la gran responsabilidad del jurista en nuestra
época- es el de aproximar de nuevo el derecho a la sociedad civil, que es el
criterio fundamental de toda democracia real. 39

La vieja concepción veía el derecho sólo en la perspectiva de los


"productores" y de su producto: el legislador y la ley, el juez y la resolución
judicial, la administración pública y el acto administrativo. La perspectiva del
acceso a la justicia consiste en cambio en dar preeminencia a la perspectiva del
"consumidor" del derecho y de la justicia: el individuo, los grupos, la sociedad,
con sus necesidades, reclamos, aspiraciones, y por tanto también con sus
obstáculos (jurídicos, pero también económicos, políticos, culturales,
psicológicos, etcétera), que surgen entre el derecho entendido como "producto"
(ley, sentencia, acto administrativo y la justicia) y la justicia entendida como
demanda social de lo que es justo. 40

Del mismo modo que en la economía, en el derecho una concepción


centrada exclusivamente en el "supply side" es sustituida, o por lo menos se
debería sustituir, por una visión más realista en la cual se inserte también, asuma
gran importancia, el "dema nd side"

Aquí emerge justamente la gran enseñanza de nuestra temática: la


protección de los consumidores. Como esta protección es necesaria para
restablecer el equilibrio del mercado económico -el equilibrio entre el poderoso
productor-vendedor y el consumidor-adquirente aislado- así aquello que
podemos llamar el "mercado” político y jurídico -la arena en la cual se
desenvuelve la vida política y jurídica de la sociedad-, para ser verdaderamente
"libre" necesita el aliento y el potenciamiento de la voz de los usuarios, de los
"consumidores", esto es, de los ciudadanos.

Sólo de este modo los "productores" -legisladores, administradores,


jueces- podrán ser guiados y controlados, y la vida política y jurídica será
efectivamente una vida -un mercado, si se quiere proseguir con la metáfora- de
libertad y de prosperidad común. Como lo ha demostrado la experiencia de los
países del Este europeo, los sistema políticos y económicos autoritarios tienden a
descuidar la demanda del consumidor-ciudadano; son "producer-centered", en
lugar de "consumer-centered", pero esto lleva a degeneraciones tanto, políticas
como económicas, justamente porque falta el mercado -y utilizando nuevamente

39
Idem. p. 113 y 114.
40
Capelletti, Mauro; Op. Cit. p. 145.

234
la palabra en sentido amplio, incluyendo las arenas de la vida política y jurídica
en la sociedad- esa guía que representa precisamente la "demanda" de la
sociedad, esta última trata- da por los regímenes autoritarios, de derecha y de
izquierda, como una "passive quantity". 41

En suma, todos los principios e instituciones jurídicas emanados del


positivismo decimonónico de alguna forma constituyen el derecho de la
desigualdad. La concepción individualista liberal tiene el mérito indudable de
haber defendido la libertad de todos frente a los poderes públicos, pero tuvo el
gran defecto de no defender al hombre contra el hombre y contra los riesgos o
contingencias sociales. Fue así como el derecho ayudó a configurar un régimen
social de miseria para las mayorías y de opulencia para las minorías titulares de
la riqueza que ha auspiciado la desig ualdad entre los hombres42.

Teniendo en consideración, a todo lo anteriormente manifestado resulta


interesante citar lo expuesto por Stoyanovitch, cuando expresa lo siguiente: la
idea de justicia, tal como se la describe generalmente, es una idea de igualdad en
la desigualdad. Acepta la desigualdad de condiciones y de aptitudes de los
individuos como una realidad indiscutible, existencial, y se esfuerza en
construir, en medio de asperezas sociales, una nivelación jurídica, sin intentar
allanar primero esas asperezas. De esta manera, una igualdad en la desigualdad
no puede ser, en el mejor de los casos, más que una igualdad formal y, en
consecuencia, vacía de sentido, por ser un igualdad material en una desigualdad
material una contradicción irreductible: se destruye por sí misma 43 .

Así pues, lo que existe es una doble apreciación contradictoria del


derecho en vigor, lo que es justo para unos es injusto para otros, viniéndole ese
carácter de justo e injusto de las condiciones económicas y sociales que los unos
se propones mantener en su favor y en detrimento de los otros, y que los otros se
proponen abolir con un propósito análogo. No hay nunca una apreciación
intermedia, neutra y desinteresada, capaz de conciliar a las dos primeras y de
hacer una síntesis de ellas44. En cambio, para Aristóteles, sí existe un punto
intermedio entre la justicia y la injusticia. Y, lo hace de la siguiente manera: son
pues, tenidos por injustos el transgresor de la ley, el codicioso y el inicuo o
desigual; de donde es claro que el justo será el observante de la ley y de la
igualdad. Lo justo, pues, es lo legal y lo igual; lo injusto, lo ilegal y lo desigual.

41
Idem. p. 146.
42
Konstantin, Stoyanovitch: El Pensamiento Marxista y el Derecho. Op. Cit. pp. 128 y 129.
43
Cfr. ldem. pp. 129, 130 y 131.
44
lbidem.

235
Por lo tanto, lo justo es lo igual y lo injusto es lo desigual, claro está que
hay algún término medio de lo desigual, que es lo igual. Porque en toda acción
en que hay lo más y lo menos hay también lo igual. Si, pues, lo injusto es lo
desigual, lo justo será lo igual; lo cual sin otra razón lo estiman así todos, y
puesto que lo igual es un medio, lo justo será también una especie de medio.

De esta manera, si las personas no son iguales, no tendrán cosas iguales.


De aquí los pleitos y las reclamaciones cuando los iguales tienen y reciben
porciones no iguales, o los no iguales porciones iguales. Dicho de otra manera,
la justicia consiste en tratar de modo igual a los iguales y desigual a los
desiguales, pero en forma proporcional a su desigualdad, y la proporcionalidad
es una igualdad de relaciones. Así, lo justo es algo proporcional. Lo
proporcional no es propio tan sólo del número como unidad abstracta, sino del
número en general. La proporción es una igual de razones. Consecuentemente,
lo justo es entonces un medio entre extremos desproporcionados porque los
proporcional es un medio, y lo justo es lo proporcional45 .

Sin embargo, para Marx, unos individuos son superiores física o


intelectualmente a otros y rinden, pues, en el mismo tiempo, más trabajo, o
pueden trabajar más tiempo; y el trabajo, para servir la medida, tiene que
determinarse en cuanto duración o intensidad; de otro modo, deja de ser una
medida. Este derecho igual es un derecho desigual para trabajo desigual. No
reconoce ninguna distinción de clase, porque aquí cada individuo no es más que
un obrero como los demás, pero reconoce, tácitamente, como otros tantos
privilegios naturales, las desiguales aptitudes de los individuos, y, por
consiguiente, la desigual capacidad de rendimiento. En el fondo, es, por tanto,
como todo derecho, el derecho de la desigualdad. El derecho sólo puede
consistir, por naturaleza, en la aplicación de una medida igual pero los
individuos desiguales (y no serían distintos individuos si no fuesen desiguales)
sólo pueden medirse por la misma medida siempre y cuando que se les enfoque
desde un punto de vista igual, siempre y cuando que se les mire solamente en un
aspecto determinado; por ejemplo, en el caso concreto, sólo en cuanto obreros, y
no se vea en ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescinda de todo lo demás.
Prosigamos: unos obreros están casados y otros no; unos tienen más hijos que
otros, etc., etc. A igual rendimiento y, por consiguiente, a igual participación en
el fondo social de consumo, unos obtienen de hecho más que otros, unos son

45
Aristóteles: Ética Nicomaquea-Libro v. Op. Cit. p. 61

236
más ricos que otros, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no
tendría que ser igual, sino desigual46.

Raymund Ledrut, al referirse a las desigualdades humanas señala: el


problema de la desigualdad deber ser visto de la siguiente manera; la
reivindicación igualitaria fundamental es la exigencia de igualdad de
oportunidades. Esta, y no es igualdad ante la ley, es la igualdad del poder ser. Se
pasa de lo posible abstracto, del derecho formal, a lo posible concreto, al poder
real. Por otra parte, las desigualdades parciales se fundan en la jerarquía de
poder. En todas partes, al poder aparece en un primer plano, porque, en todas
partes también, la desigualdad reside en la diferencia de las capacidades y de los
poderes sociales47 .

Por tanto, una declaración formal de igualdad resulta ilusoria cuando los
sujetos a quienes se declara legalmente iguales carecen de medios para ejercitar
los derechos ligados a esa declaración de igualdad48.

Al respecto, Ignacio Burgoa, emite el comentario siguiente: "De ahí que


la igualdad jurídica, según nuestra opinión, sea el resultado de un proceso de
igualación socioeconómica que debe suministrar el contenido a la ley para que
ésta se adecue a los diferentes sectores reales que deba regir"49 .

Sin embargo, el optimismo del autor antes citado se desintegra sí lo


confrontamos con la realidad histórica concreta en que nos desenvolvemos.
Dicho de otra manera, hoy en día, el escenario mundial se encuentra
caracterizado por dramáticas contradicciones e incongruencias.

A este respecto, es válido citar la reflexión del Papa Juan


Pablo II, quien a sus 73 años, y tras 15 años en el Vaticano,
expresó, entre otras consideraciones a las siguientes:

"El Capitalismo salvaje no debe destruir lo bueno del


comunismo".

46
C. Marx. "Crítica del programa de Gotha-citada en: Obras Escogidas de C. Marx y Federico
Engels. Op. Cit. pp. 334 y 335. El subrayado es nuestro.
47
Ledrut, Raymund: Citado por Eduardo García Máynez: Filosofía del Derecho. Op. Cit. p. 492.
48
García Máynez, Eduardo: Filosofía del Derecho. Op. Cit. p. 492.
49
Burgoa Orihuela, Ignacio: Op. Cit. p. 254.

237
Empero, "un excesivo proteccionismo del Estado, en el
sistema del socialismo real, produjo también frutos negativos.
Desapareció la iniciativa privada, se difundió la inercia y la
pasividad. Cuando cambió el sistema, la gente se encontró sin
experiencia, sin capacidad para cambiar por si sola,
desacostumbrada a la responsabilidad personal.

Al mismo tiempo, hubo personas que inmediatamente


demostraron tener espíritu de iniciativa económica, supieron
aprovecharse de la confusión inicial para enriquecerse, no siempre
de forma lícita y honrada. Muchas de estas personas, por razones
que ya he explicado, son miembros de la ex-nomenclatura".

"Como se ve, es muy difícil el paso de un sistema a otro.


Incluso sus costos son muy altos: el aumento del desempleo, de la
pobreza y la miseria".

"En el comunismo ha habido una preocupación por lo


social, mientras que el capitalismo es bastante individualista... Y en
mí opinión, es el origen de numerosos y graves problemas sociales
y humanos que atormentan en la actualidad a Europa y al mundo se
encuentran también las manifestaciones degeneradas del
capitalismo. Naturalmente, el capitalismo actual ya no es el mismo
que el de la época de León XIII. Ha cambiado, y este cambio se ha
producido también gracias al pensamiento socialista. El capitalismo
de hoy es diferente, ha introducido amortiguadores sociales Sin
embargo, en algunos países del mundo pervive en su estado salvaje
(el capitalismo), casi como en el siglo pasado”.50

Por una parte, Bruce Ackeman, expresa las siguientes consideraciones:

Nacemos en un mundo donde las estructuras de explotación están


enraizadas alrededor nuestro. Los distintos medios, a través de los cuales los
poderosos se aferran a sus privilegios, son difíciles de creer: el miembro del

50
Cfr. Yas, Gawronsky: “El derrumbe socialista”, Por el mensaje Cristiano; hoy se requiere una
tercera vía, dice “La Stampa”. El Papa en entrevista: “El Capitalismo Salvaje no debe destruir lo
bueno del Comunismo”. Art. Publicado en la Rvta. Proceso. Semanario de Información y Análisis.
No. 888.8 Noviembre de 1993. pp. 40-43.

238
Partido pasa sus privilegios a sus hijos con no menos avidez de la que tiene el
empresario capitalista. Cada nación lucha para explotar a todos aquellos que han
nacido en la parte equivocada del límite, como hace cada raza, cada clase, cada
casta, y la mayoría de las religiones. Se le dice a cada persona de innumerables
maneras que haga lo mejor que pueda con las oportunidades que sus habilidades
genéticas y su ambiente transaccional le brindan, sin comparar las oportunidades
que ha recibido con aquellas que otros han recibido. Todo esto mientras los
líderes espirituales de todas las clases duermen eternamente en una elaborada
apología del statu quo, argumentando que las existentes categorías de
explotación representan el bien más grande de la humanidad. 51

Cuando un liberal comprometido se enfrenta con estas perspectivas,


deberá encontrar una forma de expresar la gran pregunta de Aristóteles. El
preguntaba si es posible para una persona buena vivir en una sociedad mala.
Nosotros debemos preguntar: ¿es posible para una persona libre vivir en una
sociedad injusta? Aunque los términos son diferentes, la respuesta es la misma.
Una persona libre no puede verse plenamente libre de perseguir su bien a menos
que un poder similar sea extendido a todos en una sociedad justa. Porque es sólo
dentro de estas condiciones cuando una persona libre puede defender el uso del
poder en un diálogo limitado por principio de Neutralidad.

El objetivo de la justicia social en un Estado liberal no es construir una


comunidad en la cual todos estén esclavizados en el nombre de un gran ideal
colectivo. Por el contrario, es construir una forma de comunidad en la cual cada
participante tenga garantizado un derecho a vivir su propia vida,
independientemente de lo que sus vecinos puedan pensar de él.

Nosotros no podemos descontar nuestra deuda con las clases


explotadas mediante un gran gesto. Como ya hemos visto, un salto
revolucionario hacia adelante tiene su propia problemática liberal y difícilmente
puede servir para aliviar las tensiones que se presentan a partir de un
reconocimiento autoconsciente de los privilegios personales52 .

51
Ackerman, Bruce: La Justicia Social en el Estado Liberal; Centro de Estudios Constitucionales.
Ed. Infortex, S. L., Madrid 1993. pp. 415 y 416.
52
Idem p. 417.

239
En una sociedad moderna, pertenecer a la élite del poder es tanto un
producto de la habilidad para adaptarse a los valores y condiciones enseñados
por el sistema educacional actual —reforzado por la estructura transaccional
prevaleciente en la sociedad industrial— como una consecuencia de bienes
financieros superiores. En lugar de buscar un solo acto de devolución que
descuente mágicamente toda nuestra deuda, muchos de nosotros no podemos
escapar del hecho que ejerceremos el poder a lo largo de nuestras vidas de una
manera que no puede justificarse mediante un diálogo liberal.

Esto significa que una persona privilegiada no puede evadir un


conflicto personal continuo entre la búsqueda de la autoventaja y las exigencias
de la justicia social. Cualquiera que sea la forma en que resuelva mi conflicto
privado entre autosatisfacción y justicia social, continuará siendo verdad que
podría haber hecho más para servir a la justicia social, y que podría haber hecho
más en favor de la auto-satisfacción. 53

En cambio, nuestra tarea consiste en transformar nuestro dilema moral


en una fuente de creatividad, para construirnos una vida que imponga forma a
los materiales discordantes que encontramos a nuestra disposición, y de ese
modo, a través de nuestros esfuerzos individuales de control imperfecto, ofrecer
una llave al misterio de la libertad individual54 .

4. Reflexiones Finales.

El Derecho no descansa únicamente en el estudio y análisis de las


normas jurídicas, sino que además, se interesa en describir y explicar como
funcionan dichas normas dentro del contexto de los hechos sociales, en qué se
ven involucrados los seres humanos que se vinculan en procesos económicos,
políticos, culturales, ideológicos, etc. Igualmente, cabe destacar que las
cuestiones relativas a los problemas axiológicos y tele ológicos del Derecho,
como la justicia, equidad forman parte de su objeto de estudio.

En apretada síntesis, los cultores del Derecho están llamados a


problematizar sobre la legalidad, funcionalidad y legitimidad de las instituciones

53
Ackerman, Bruce, Op .Cit. p. 418.
54
Ibidem.

240
jurídicas que para su análisis, estudio objetivo y racional, en mucho ayudará el
enfoque interdisciplinario como perspectiva epistemológica para hacer a un lado,
la atomización o parcelación del conocimiento del Derecho, que se ha heredado
del exacerbado culto al positivismo jurídico que en aras de la pureza metódica y
de la neutralidad científica conserva y fortalece el statu quo de las asimetrías tan
insultantes que hoy día vivimos en toda la geografía del Orbe.

Contemplar pasivamente como se da el desenfreno del individualismo


utilitarista a ultranza y que hoy día, se tonifica aún más con los procesos
neoliberales de la globalización. De ahí que no es casual que en el ámbito del
conocimiento de las Ciencias Sociales se de cabida a las posiciones teóricas
sustentadas en el ne opositivismo y el funcional-estructuralismo para el efecto de
conservar y fortalecer el statu quo, so- pretexto de la pureza y neutralidad
científica libre de toda contaminación axiológica y teleológica, alejadas de toda
posición ideológica que no sea el rigor de la cientificidad.

Ante tales escenarios sólo, nos resta por presenciar la extinción de


grandes poblaciones de seres humanos que han sucumbido por el apetito voraz y
depredador de los pocos que en su lucha, sin cuartel y despiadada ambición, sólo
tienen como fin acumular inmensas fortunas, ya que, no tienen más
esquizofrenia que ver caer en la hambruna, desesperación e ignorancia a miles
de millones de seres humanos que habitan el planeta tierra.

Concibo a la justicia social como la expresión más humana y solidaria


para poder convivir con armonía con los demás. De ahí que sea necesario
reforzar la cultura del respeto tanto al interés individual como al interés público
en beneficio del bien común, a través de un ámbito tolerante que permita el
desarrollo de un nuevo modelo de comunicación y de convivencia humana que
fortalezca el respeto a los Derecho fundamentales del ser humano. Con el ánimo
de evitar el holocausto, ya que, no podemos seguir sobreviviendo con la
contaminación del agua, aire, fauna y flora. Así como de los alimentos que se
obtienen a través de los transgénicos que a la larga producen enfermedades
incurables. V. Gr. Cáncer, etc., Dicho drama ecológico en cierta forma obedece
a los apetitos insaciables de quienes en forma egoísta sólo piensan y actúan para
aumentar sus riquezas materiales a costa de la vida de los demás.

Igualmente, se torna impostergable el que se haga realidad la justicia


distributiva del ingreso y de la riqueza, en forma más equitativa, ya que, seguir
conservando las disparidades tan asimétricas entre los que tienen todo y que son
cada vez menos, en relación con los que carecen de todo y son cada vez más. La
realidad antes mencionada, resulta ser una inmoralidad sin comentarios.

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