Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA, MÉXICO, 2016.
Investigadora en el CIESAS
El contenido del presente escrito representa la lectura crítica del libro titulado: Formación
docente y problemáticas en la práctica de los profesores de las comunidades indígenas. El
caso de Jalisco, Chiapas, Chihuahua y Guanajuato, Coordinado por Martha Vergara
Fregoso, investigadora en la Universidad de Guadalajara, México.
Dos entradas. En la primera, José Antonio Méndez coloca al ser cultural en la diacronía e
historicidad, en un tiempo y espacio dados, en la relación con “otros” para descubrir en la
experiencia intercultural el “mí mismo”. Se trata de una experiencia relacional donde el
maestro “media” entre la tradición y el descubrimiento e incorporación de un cuerpo nuevo.
En la segunda, Rosa María Torres pluraliza la noción de profesor para hablar de
“profesores”, situados en su cultura y en el conflicto que implica cumplir con el “Deber Ser”
no obstante la prevalencia de condiciones de pobreza, violencia, discriminación y el
consecuente fracaso escolar. Aunque Torres señala problemas de formación y
compatibilidad lingüística entre los profesores y las comunidades donde se desempeñan,
cuestiona las lecturas que los victimizan, propias de los ojos urbanitas, que no consideran –
como sí lo hace este libro- las necesidades y las voces de los maestros indígenas, desde
una perspectiva multisituada, en Jalisco, Chiapas, Chihuahua y Guanajuato.
En la presentación, María del Rosario Ríos introduce una mirada estadística que da
cuenta del predominio de una pobreza multidimensional en estos contextos y, a la vez, una
interculturalidad crítica, no angelical retomando a Jorge Gasché, que busca documentar los
De inicio, este libro nos ofrece una concurrencia de perspectivas que habrán de
reflejarse en los capítulos dedicados a las entidades consideradas. Aunque los apartados se
rigen por las mismas coordenadas, los resultados y las maneras de analizarlos son diversas.
Se identifican miradas que motivan la búsqueda de sentidos propios, miradas convergentes
pero también divergentes, cuya principal cualidad estriba en generar nuevas preguntas, en
particular, con respecto a lo que se entiende como “formación de profesores indígenas”.
Vergara también presenta los casos: Chihuahua y Jalisco donde la mayoría de los
profesores son hablantes de la lengua nativa, en contraste con Chiapas y Guanajuato donde
muchos profesores no son indígenas y desconocen el contexto regional. En todos los casos
la pobreza extrema es el signo, aunque los wixaritari y los rarámuri conservan sus
tradiciones a pesar de la agudización de la delincuencia, los cambios producidos por la
modernidad y la irrupción de la violencia.
Pero más allá de estos retos, cada capítulo contiene aspectos sobresalientes y
altamente valiosos. El destinado a Jalisco introduce la dimensión laboral y salarial de los
maestros y, de manera rigurosa e informada, describe a detalle el contexto sociocultural.
Para ello, enfatiza en cuestiones lingüísticas, donde el significado de la palabra wixárica es,
en sí misma, sugerente: “doctores”, “curanderos”, “agricultores”. Lumholtz, desde el siglo
XIX alude a la noción de “adivinos”. Detalles como estos, relativos a la historia y ubicación
espacial de este pueblo, caracterizan un territorio marcado positivamente por los cinco
puntos cardinales y sagrados representados en el “Ojo de Dios”, y negativamente por los
efectos depredadores que tienen en él los “focos de desarrollo”. Queda aquí planteada la
necesidad de documentar con mayor profundidad el impacto que tienen en la educación los
graves conflictos territoriales en la región, como el que se ha dado en torno a Wirikuta.
A esta altura se extraña la documentación de los “llenos” pues, como bien sostienen
las autoras, los profesores indígenas son evaluados como “operadores” de la educación
intercultural bilingüe, a partir de lo que les falta y una mirada “eficientista”.
¿Qué recuperar del capítulo dedicado a Chiapas? Este parte de una descripción de la
política educativa en el estado, los fundamentos jurídicos nacionales e internacionales que
sustentan una educación fundada en los derechos de los pueblos indígenas así como las
En Chiapas, salta a la vista un dato acerca del grado de escolaridad de los maestros,
que lleva a preguntas acerca de cómo se seleccionó la muestra. El 84% de los entrevistados
tienen licenciatura, 4 % cursan la maestría y 0.3 están en doctorado. Lo interesante aquí es
que ellos, no obstante muestran interés por su formación y por el conocimiento y son
egresados de escuelas normales con expectativas de actualizarse, manifiestan mayor
interés por cursos que tienen que ver con la Reforma Integral de la Educación Básica que
con aquellos destinados a la enseñanza de lenguas originarias: ¿esto indica que lo que más
les preocupa son las evaluaciones docentes? ¿Será porque la comprensión del contexto
escolar se agota en la apropiación de posturas oficiales acerca de las didácticas y
perspectivas dictadas desde la oficialidad y no desde abajo?. Esto se comprueba cuando,
como sostienen los autores, el 51 % considera que los cursos no apoyan su relación con los
Se considera que «La escuela para el indígena debe tener pocas horas de labor, debe
aprovechar el hábito de trabajo físico en cosas prácticas y que rindan provecho
inmediato» (Sariego, 1998: 31), una síntesis entre las labores que se realizan en el
hogar y el campo. La instrucción como se denomina a la educación que se ofrece a los
tarahumaras, aspira a ofrecerles un acercamiento a las personas civilizadas, el
hombre blanco o de razón y hacerle entender al indígena que estos no son sus
enemigos, al contrario, es el tipo de raza, modelo al cual aspirar (2016: 154).
Sariego nos dice que en la Ley promulgada por Creel en 1906 se establece:
Este tipo de datos son muy valiosos y podrían generar otras preguntas, proyectos y líneas
de investigación. ¿Por qué a pesar del desplazamiento de este planteamiento pragmático y
rudimentario de la instrucción por una escuela convencional, general y castellanizadora,
igual para todos y, en nuestros días, hacia una escuela indígena, intercultural o incluyente,
no cambia la escasa pertinencia, relevancia e impacto que tiene la escolarización en las
poblaciones indígenas? ¿El problema está, más bien, en lo que la escuela hace con el
conocimiento local? ¿Las opciones son quedarse en lo “elemental”, apegados al trabajo
físico en la tierra, o abrirse más allá de lo elemental, integrarse al mundo global y
abandonarla? Además de muy bien escrito, este capítulo introduce una postura crítica y
valiente en el marco de las políticas neoliberales.
Cerremos esta reseña con el caso de Guanajuato. Este capítulo introduce una historia muy
bien documentada acerca de las políticas públicas hacia los indígenas, desde la creación de
la Secretaría de Educación Pública (SEP), las Misiones Culturales, lo hecho en diversos
períodos presidenciales, hasta llegar al indigenismo institucionalizado y la creación de la
Dirección General de Educación Indígena (DGEI) y, finalmente, la Coordinación General de
Educación Intercultural Bilingüe (CGEIB). Este capítulo profundiza en cuestiones
curriculares que otros capítulos no tocan y, en específico, en los contenidos de los planes y
los programas de estudio de educación básica y de formación inicial y continua.
... que alguna instancia educativa tenga la personalidad de autoridad educativa que
pueda delinear acciones que integren a las diferentes escuelas interculturales, a los
Estos son algunos de los interesantes cuestionamientos y dilemas que plantea la lectura de
este excelente libro, en el cual las tensiones entre el diseño de políticas públicas y lo político
en educación quedan abiertas. Ojalá que en Guanajuato, la entrada de instancias
educativas dedicadas ex profeso a generar acciones de formación para las y los docentes
indígenas – como sucede en las demás entidades estudiadas – no reproduzca los mismos
vicios y problemas. Ojalá que los académicos interesados en el campo de la formación
docente se involucren en proyectos colaborativos y decolonizadores, que incidan en el
diseño desde abajo de diseños curriculares, materiales y actividades educativas
innovadores y pertinentes, construidos a partir de la activa y necesaria participación de las
comunidades, las familias y las organizaciones indígenas.
Referencia