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La presencia del virus que ha tenido en vilo al mundo entero a partir del mes de marzo del
año 2020. Tuvo su origen en Wuhan, provincia de Hubei, China, en el mes de diciembre del
año 2019. La velocidad de la propagación de este nuevo virus alarmó a las autoridades del
país asiático, que para el 20 de enero del año 2020 contabilizaban 139 contagiados, con tres
personas muertas. Al mismo tiempo, se comenzaban a confirmar casos en otros países,
como EEUU, Japón y Francia.
Para el 26 de enero del mismo año, China reportaba 2700 casos confirmados (80 muertos),
y en el resto del mundo se conocían 50 casos más, llegando la Organización Mundial de la
Salud a declarar la emergencia internacional de salud pública, a fines de ese mes.
El 11 de marzo de 2020, frente a la realidad incontrastable de que los contagios por COVID-
19 se multiplicaron fuera de China, triplicándose el número de países que registraban la
presencia del virus (114 países), sumado a la comprobación de 118.000 contagiados y 4291
personas fallecidas, y las altas probabilidades de que esos números fueran en ascenso, por
los elevados y preocupantes niveles de propagación, con el consiguiente daño a la salud de
toda la humanidad, la OMS calificó a la COVID-19 como una pandemia.
Las palabras que el Director General de la OMS pronunció aquel 11 de marzo de 2020
revelan, por un lado, el panorama preocupante en la salud de la humanidad, y por el otro,
la necesidad de que los países reaccionen con medidas contundentes, tomando en
consideración las repercusiones que pudieran producirse en los derechos humanos. Así se
pronunciaba el Directo General:
Frente a este panorama, resultaba indispensable que los Estados implementen acciones
dirigidas, por un lado, a detectar casos sospechosos, aislarlos, someterlos a pruebas, y una
vez comprobados, proporcionar el tratamiento adecuado, y rastrear los contactos que
hubiera tenido en los últimos días, y por el otro, resguardar y concientizar a toda la
población para evitar la expansión del virus. Ello suponía la necesidad de preparar y reforzar
los sistemas sanitarios y de seguridad pública.
Frente a la preocupación por la salud de los habitantes del planeta, los Estados adoptaron
distintas medidas para preservar la integridad física y la vida de los ciudadanos. Entre las
medidas se dispuso: el cierre de las fronteras, distanciamiento social, cierre de grandes
centros comerciales, cese de actividades laborales, educativas y recreativas, cuarentena
obligatoria para la mayoría de la población.
Fuente: OMS. (11 de marzo de 2020). Alocución de apertura del Director General de la OMS
en la rueda de prensa sobre la COVID-19 celebrada el 11 de marzo de 2020. Recuperado de
https://bit.ly/3ch56BY