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¿A qué llamamos jarchas?

Etimológicamente, la jarcha es una palabra árabe que quiere decir salida o final. La etimología hace referencia al lugar en el
que suelen encontrarse estas breves composiciones poéticas y cultas dentro de los poemas extensos durante la hispania
musulmana (711-1492). Es habitual encontrar un desnivel literario en las jarchas mozárabes con respecto a los moaxajas,
pues solían escribirse en un árabe más coloquial o, incluso, en lengua romance.

Las jarchas suelen tratar temas de carácter amoroso o pasional. En lengua románica hay algún precedente como podrían ser
las Cántigas o algunos poemas trovadorescos aunque, claro, con funciones muy distintas. La jarcha  mozárabe no pretende
ser el centro del poema ni destaca por su protagonismo. Es una forma elegante de rematar y despedir el poema un poco
parecido al éxodo  teatral de la cultura grecolatina.

¿Por qué son importantes las jarchas?

La principal importancia de las jarchas para la cultura española es, ni más ni menos, que son consideradas la primera
manifestación de la literatura española. Si bien la gran parte de las jarchas están escritas en el dialecto hispanoárabe o
andalusí, existe un pequeño registro de jarchas escritas en lengua romance lo que las convierte en la primera muestra que
tenemos de la literatura española, aproximadamente del 1050 d.C.

Si te estás preguntando desde cuándo existe el español o el castellano, quizás las jarchas pueden ser un buen punto de
partida para empezar tu estudio. Si buscas el primer texto escrito en lengua española, deberías ver las Glosas
emilianenses que son consideradas las más antiguas, aunque no literarias.

¿Quién escribía las jarchas?

El primer registro que se tiene de esta lírica lo encontramos a partir del 1050 y, el más reciente se sitúa cerca del año 1350.
Es decir, las jarchas se compusieron principalmente en un rango de trescientos años, un período realmente extenso. Una
gran parte de estas jarchas se compusieron en el conocido árabe andalusí o también llamado «dialecto hispanoárabe
coloquial», aunque este sería el nombre más técnico.
Moaxaja

Definición: Una moaxaja es un tipo de poema cultivado por los poetas de Al-Ándalus durante los siglos XI y XII. Consiste en
varias estrofas de cinco o más versos en árabe clásico o en hebreo, y termina con una jarcha, que es un poemilla en
mozárabe que sirve de estrofa de remate.

Además del cambio de lengua, las primeras estrofas de la moaxaja se diferencian de la jarcha en su estilo y tono: son cultas
y refinadas mientras que la jarcha es popular. Ésa es una de las razones por las que se cree que las moaxajas se concebían
en función de la jarcha ya existente, por lo que esta última determinaba la medida y la rima de la moaxaja.

Ortografía: muwasaja, muaxaha, muwasahas, muassaha, muwashshaha, muwassaha

Ejemplos: Ésta es una moaxaja de autoría anónima traducida por E. García Gómez.

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¿Cómo lograr podría
la que me tiene así?
Por su amor toda rienda
ha tiempo que perdí.
Soy justo, si ella injusta;
paciente ante el sufrir,
pues, fuera de la amada,
¿qué vida puedo hallar?
Y no es leal que escuche
a quien la quiere mal.

Zéjel. Composición poética de la métrica popular hispanoárabe, propagada también a la poesía castellana; está formada por
uno o dos versos iniciales que componen el estribillo y un número variable de estrofas; cada estrofa está formada por tres
versos monorrimos seguidos de un último verso, la vuelta, que rima con el estribillo.

Características

 Los versos del estribillo pueden o no rimar entre sí.

 Carece de verso de enlace.

 Predomina el uso del octosílabo.

 Cuando el zéjel estaba compuesto por varias estrofas, el consonante del cuerpo variaba en cada una. La costumbre
estableció que los versos del estribillo, al escribirse la composición, no fueran repetidos detrás de cada estrofa,
porque se daban por supuestos y todos sabían que allí debían repetirlos.

 El ejemplo de Domínguez Caparrós es muy claro en las estructuras, llamémosles clásicas del zéjel, con la aclaración
de que la repetición del estribillo no suele representarse por escrito.

Las cantigas fueron composiciones poético-musicales desarrolladas en la Edad Media, especialmente en Galicia y Portugal.
Eran obras líricas creadas por músicos y poetas de la época, los llamados trovadores, quienes de vez en cuando se
acompañaban de los artistas callejeros conocidos como juglares.

Estos artistas se encargaban, por medio de las cantigas y acompañados de sus instrumentos, de tocar y cantar de pueblo en
pueblo las aventuras de los héroes, las noticias acontecidas en los alrededores, las vivencias de los habitantes y las de ellos
mismos.

Características
Monodia

Aun cuando puede ser cantada por muchos se maneja una sola línea melódica, no hay variantes armónicas o segundas
voces. Se conserva la simpleza en la entonación para enfocarse en el mensaje, en el fondo más que en la forma.

Colectivas

Si bien eran entonadas en su mayoría por los juglares y trovadores, cuando las cantigas se hacían populares se volvían un
fenómeno grupal, colectivo. La gente se amontonaba alrededor de los cantantes y las recitaba en coros.

Anónimas

Salvo las compuestas por Alfonso X (y siguiendo las tradiciones de los cantares de gestas, las jarchas y las moaxajas), las
cantigas carecían comúnmente de autores conocidos.

Su anonimato la caracterizaba, aunque eso pasaba a segundo plano cuando se formaban las diversiones en las plazas entre
los artistas y el público.

Predomina el zéjel o virelay en el canto

Que no es más que la forma musical en la que se alternan las estrofas con el estribillo, de manera tal que la parte final de
cada estrofa se amolda musicalmente con el comienzo del estribillo. Y así en toda la canción.

Cantadas en compases ternarios

La gran mayoría de estos poemillas eran cantados a lo que conocemos como “tiempo de vals”, o “1, 2, 3”, tal y como se
hacía con el resto de composiciones de la trova europea.

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