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I - EL COMERCIO INTERNACIONAL
El comercio internacional es considerado como una parte muy importante del crecimiento
económico global, principalmente si partimos del supuesto de que ninguna nación cuenta con la
capacidad suficiente para producir todo lo que su economía necesita para desarrollarse; o,
aunque así lo fabrique, no todos sus bienes serán de la mejor calidad. A su vez, aquellos productos
desarrollados con excelencia, puede que sean el resultado de un consumo mayor de recursos y
de costes más elevados que los utilizados por otra nación para producir los mismos bienes.
Retomando el concepto comercio internacional se puede afirmar que el mismo refiere al conjunto
de transacciones comerciales de productos y servicios que se realizan entre los distintos países y
sus mercados.
Cabe aclarar que, los términos comercio internacional y comercio exterior no son sinónimos ya
que, si bien es cierto que son conceptos similares con muchos aspectos en común, no son
idénticos. Su principal diferencia radica en la amplitud del término. “El comercio internacional
hace referencia al comercio de todos los bienes y servicios a nivel mundial. Mientras, el concepto
de comercio exterior suele utilizarse para mencionar las transacciones de un país frente al resto
del mundo”.1
Las compras, en el marco internacional, son las importaciones que realizan los residentes
(empresas, instituciones y personas) en el resto del mundo, las cuales tienen como contrapartida
una salida de divisas. Éste es el motivo y objetivo principal por el cual un país se involucra en el
comercio exterior: IMPORTAR. Esto se debe a que, a nivel de país (o social o macroeconómico),
las importaciones constituyen un mecanismo por el cual se obtienen, entre otros, los siguientes
beneficios:
● Pueden adquirirse bienes que no pueden producirse localmente por carencia de
recursos productivos, o que no se fabrican en condiciones adecuadas de precio, calidad,
entrega, etc., por escasez de dichos recursos.
● Permite la adquisición de tecnología y bienes de capital que se volcarán a la
producción nacional, con el consiguiente incremento de la riqueza del país y el
mejoramiento de su desarrollo.
● Posibilita, en la mayoría de los casos, la reducción de los precios internos, al crear un
mercado competitivo y dar posibilidad a las industrias de recurrir a insumos de más bajo
precio o mejor calidad.
1
José Francisco López (2019) “Diferencia entre comercio internacional y comercio exterior”.
En cambio, las ventas corresponden a las exportaciones con destino a una región ubicada más allá
de las fronteras nacionales, generando como contrapartida una entrada de divisas. Éstas, se
convierten en el medio o instrumento del intercambio internacional, o, dicho de otra forma, la
exportación, por el ingreso de divisas que produce, coadyuva, junto con los créditos y las
inversiones, a hacer frente al pago de las importaciones y de la deuda externa.
Además, la exportación es factor dinámico del crecimiento económico, por el efecto multiplicador
que provoca sobre toda economía al utilizar recursos naturales, capitales, tecnología, mano de
obra y servicios diversos, muchas veces ociosos o subempleados. Si el crecimiento también va
acompañado por un mejoramiento en el nivel de vida de la población, también la exportación
habrá posibilitado el desarrollo del país.
Es importante destacar que quienes comercian a nivel internacional poseen economías abiertas,
es decir que sus Estados permiten que se efectúen transacciones con el resto del mundo o bien,
tienen al menos acuerdos de comercio exterior con algún país en particular.
Los países interesados en intercambiar bienes y servicios con otros suelen suscribir acuerdos o
convenios comerciales para facilitar y potenciar los procesos de intercambio. De ese modo, cada
uno busca sacar provecho para el desarrollo de su/s negocio/s. Esto se debe, principalmente a
que las partes cuentan con un interés común el cual, mediante la concreción de un acuerdo
comercial, puede obtenerse. Esto ocurre gracias a las sinergias que resultan como consecuencia
de la puesta en marcha del tratado, en donde los resultados se potencian de manera tal que por
sí mismas no hubiere sido posible.
Bajo estos intercambios, los países pueden perfeccionarse en la producción y comercialización de
determinados bienes a costos menores y de formas más eficientes que otras naciones,
aprovechando así ventajas comparativas, tanto en recursos como en tecnología o ubicación. De
esta manera, las personas y organizaciones puedan acceder también a productos y servicios que
localmente no son fabricados o su producción es insuficiente para satisfacer la demanda local.
Ahora bien, ¿es posible afirmar entonces que cualquier país con economía abierta puede importar
y/o exportar lo que desee, al precio que le convenga y en las cantidades que le resulte más
conveniente? Depende, ya que el comercio exterior presenta reglas de juego. Si las respuestas a
la pregunta se encuentran acogidas por estas normativas, entonces la respuesta será “sí”; de lo
contrario, la nación deberá actuar bajo los límites y condiciones establecidas a nivel mundial.
Estas transacciones son reguladas, por ejemplo, por normativas de control de los productos
(sanitarios, seguridad, etc.), por controles de procedimientos (trámites burocráticos, registros,
etc.) o de tributación (impuestos, aranceles, etc.).
Si bien estas reglas de juego se establecen a nivel internacional y son reguladas por organismos
supranacionales, dentro de cada nación también existen entidades que se ocupan de velar por el
cumplimiento de estas normativas como así también de determinar a través de leyes,
regulaciones o políticas, cambios en el juego en resguardo del comercio local, sin incumplir con
las normas generales.
Asimismo, no se debe olvidar que, el comercio exterior también puede ser perjudicial para las
empresas locales, especialmente en aquellas menos eficientes. En efecto, la mayor competencia
de las empresas de otros países puede presionar a la salida de las empresas locales que no son
capaces de adaptarse y atraer las preferencias de los clientes. No obstante, esto no es perjudicial
para los consumidores ni para la sociedad en general. De hecho, este es el objetivo del libre
mercado, promover la competencia para que solo los más eficientes puedan quedarse y satisfacer
de la mejor forma posible la demanda de los consumidores (con menores precios y mayor
calidad).
En resumen, si una nación desea iniciarse en el comercio internacional, no sólo deberá abrir su
economía al mundo y estudiar sus necesidades comerciales locales; sino que además deberá
conocer, respetar y velar por el cumplimiento de las normas establecidas en el ámbito
internacional; contar con organismos nacionales capaces de cumplimentar el trabajo de estas
reglas de juego; desarrollar estrategias que permitan potenciar su nación a través de acuerdos
comerciales y establecer medidas que acompañen a sus empresas e instituciones a adaptarse de
manera eficiente a los cambios que ocurrirán en su entorno próximo como consecuencia de la
apertura comercial.
I I - LAS TEORÍAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL
El estudio de las causas que determinan el intercambio de bienes y servicios entre las diferentes
naciones es el fundamento de las teorías del comercio internacional. Intentan explicar por qué los
países comercian entre sí, qué tipo de bienes intercambian y a qué precio.
En este marco de la ciencia económica, las teorías del comercio internacional centran su atención
en uno de los fenómenos descriptos, el comercial, vale decir el que hace al análisis de la circulación
y el cambio. Es por ello que incursiona en los análisis de intercambios, de mercado y de precios.
La preocupación por los temas referidos al comercio internacional es muy antigua y podríamos
volver muchos siglos atrás para determinar sus orígenes. Sin embargo, es desde mediados del siglo
XVIII y simultáneamente con el momento en que la economía comienza a adquirir la categoría de
ciencia con los esfuerzos de Adam Smith (1723 - 1790) por sistematizar el conocimiento en su
"Tratado Acerca de la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones" (1776).Es entonces
cuando el comercio internacional comienza a adquirir trascendencia y a constituirse en una de las
actividades que más impacto ha tenido en las transformaciones económicas y sociales que se han
venido produciendo hasta el presente.
Puede afirmarse que, en ese siglo, con los aportes de Quesnay, Cantillon, Hume, Turgot, Stewart
y obviamente Smith, se sientan las bases de la de la economía política y dentro de ella de la
economía internacional tal cual llega hoy.
En los postulados que desarrolla A. Smith en su "Riqueza de las Naciones", estas "ventajas
absolutas" son la base central del análisis y son las que dan lugar a que la riqueza creada tenga la
posibilidad de ser intercambiada por aquellos bienes que el sistema productivo no está en
condiciones de ofrecer al individuo o que lo hace de una forma más cara o peor. La riqueza para
Smith residía en el trabajo anual que un pueblo podía desarrollar en un período de tiempo
determinado. La mayor productividad que ese trabajo podría adquirir, otorgaba a ese pueblo una
riqueza adicional. La mayor productividad del trabajo se sustenta, en el pensamiento
smithsoniano, en la división del trabajo.
Crear más riqueza para Smith era la consecuencia de la división del trabajo y la mayor eficiencia
lograda a través de ella, la forma de competir en los mercados internacionales logrando ofertar
en mejores condiciones y nutrirse en el intercambio de los bienes en los que se era más ineficiente.
El concepto de "ventaja absoluta" puede parecer así irrefutable. Sin embargo, cabe preguntarse:
¿Qué pasa si un país tiene ventajas absolutas en todas sus producciones? ¿Exportaría todos sus
productos y no importaría nada? Aun siendo así, ¿Por qué exportaría esta nación?, ¿Qué haría con
las ganancias de sus exportaciones?
La respuesta a estas preguntas dio lugar al desarrollo de otra idea, la de las "ventajas relativas".
Fue David Ricardo (1772-1823) quien en su obra "Principios de Economía Política y Tributación"
(1817) desarrolla el principio de las ventajas comparativas que en lugar de centrarse en los costos
absolutos o en los productos individuales, pone la atención en un esquema de razonamiento más
complejo y cercano a la realidad, al considerar los costos en términos de bienes escasos tal como
la economía encuentra su razón de ser.
Para Ricardo, la idea de valor se asocia a la cantidad de trabajo necesario para producir un bien
en las condiciones menos favorables. Siendo la dotación de trabajo un bien escaso, vale decir que
no existe trabajo en cantidad ilimitada, dicha dotación y la cantidad individual de trabajo que
requiere cada producto determina necesariamente la producción máxima obtenible en unidades
físicas.
En la obra de este destacado economista británico se ejemplifica con el conocido caso del paño y
el vino y las condiciones de producción en Inglaterra y Portugal. En términos más genéricos se
podría referir a dos naciones ideales, Nación Azul y Nación Verde y a los productos A y B.
Suponiendo que las naciones ideales cuentan con una dotación de recursos productivos que les
permiten producir A o B o una combinación de ambos. Si se simplifica el caso determinando que
el recurso productivo exclusivo es el trabajo y que la Nación Azul dispone de 500 horas hombre
en el período n (por caso, un año) y la Nación Verde dispone de 800 horas hombre en igual período
de tiempo, si cada una de las naciones dedicase todos sus recursos a producir uno u otro de los
bienes considerados obtendría una cantidad igual a la dotación total de trabajo dividido el trabajo
requerido por cada uno de los bienes.
Si en la Nación A tanto el producto A como el B requiriese de 10 horas hombre para ser producidos,
esta nación podría obtener 50 unidades de A si exclusivamente produjese estos bienes o si los
dedicase a producir B también obtendría una cantidad de 50 unidades, pero nada de A. Podría
también desear producir 30 de A y 20 de B o cualquier otra combinación dentro de la "curva de
posibilidades de producción" de dicha nación. En el Gráfico No.1 se expresa este ejemplo.
GRÁFICO No. 1
En el eje de las abscisas quedan expresadas las cantidades del bien B que pueden producirse y en
el de las ordenas del bien A. Cualquier combinación en la curva ab es factible y se aprovechan
enteramente los recursos productivos disponibles. Por el contrario, los puntos contenidos dentro
del área por debajo de la curva resultarían ineficientes para la nación, ya que se desperdiciarían
factores productivos al quedar sin aplicación. Así una combinación de 18 unidades de A y 20 de B
es perfectamente posible, pero se dejan de producir otras 12 unidades de uno u otro de los bienes
existiendo recursos para llevarlos adelante.
El caso de la Nación Verde es similar, aunque obviamente ajustado a sus propios costos internos.
Si éstos contemplan 8 horas hombre para producir A y 5 para producir B, su “curva de
posibilidades de producción" queda definida por cd en el Gráfico 2.
GRÁFICO No. 2
Si se sigue el criterio de las ventajas absolutas ello no sería posible para la Nación Azul ya que la
misma produce ambos bienes de manera más cara que la Nación Verde y, por tanto, ¿Por qué
querría la Nación Verde venderle sus bienes a la Nación Azul si ésta no tiene nada para otorgarle
mejor que lo que por sí puede realizar?
La respuesta al planteo anterior viene dada por la explicación del aprovechamiento de esta ventaja
relativa y dicha respuesta es simple: porque les conviene a ambas naciones. Expliquémoslo:
La teoría de Ricardo plantea la conveniencia que la Nación Verde dedique todos los recursos
posibles a producir aquel bien para el que obtiene la mayor ventaja competitiva, e intercambie
con el resto del mundo (en este caso, con el país Azul) sus excedentes de manera de poder obtener
los bienes que no produzca. De esta manera ambas naciones se favorecen. Siguiendo este
razonamiento la Nación Verde produciría exclusivamente 160 unidades del bien B (800 horas
hombre que es su dotación total de recursos -trabajo dividido 5 horas hombre que es el costo de
producción de cada unidad). De la misma manera la Nación Azul produciría exclusivamente aquel
bien en el que obtiene la menor desventaja competitiva (el bien A), pudiendo obtener 50 unidades
(500 horas hombre de dotación dividido 10 horas hombre de costo por unidad).
Si se considera que ambas naciones están en condiciones de intercambiar con la otra todo su stock
de productos (obviamente un supuesto, ya que es probable que demanden internamente parte
del mismo y sólo puedan estar en condiciones de intercambiar los excedentes, es decir la parte
del producto que excede las necesidades del propio productor, considerado el mismo a nivel de
nación). Si fuera así y la relación de intercambio se fijase en 1 unidad de A por 1,5 unidades de B,
la Nación Azul podría vender todo su stock (50 unidades de A) a la Nación Verde y recibir de ésta
75 unidades de B (50 por 1,5). Tras este intercambio la situación de las naciones es la siguiente:
Este mayor producto la Nación Azul lo logra sin perjudicar a la Nación Verde, la que por el contrario
también accede a un nivel de producto superior, ya que las 85 unidades de B representan 425
horas hombre y las 50 unidades de A importadas de la Nación Azul son equivalentes a 400 horas
hombre considerando sus propios costos de producción (8 horas hombre por unidad).
En consecuencia, cuenta ahora con un total de producto equivalente a 825 horas hombre, superior
a las 800 horas hombre que constituye su dotación de factores productivos.
La especialización en las producciones donde cada país tiene las mayores ventajas competitivas y
el intercambio de bienes con el resto del mundo, genera beneficios para todos los participantes.
Ello siempre y cuando el intercambio esté realizado dentro de una "razón de cambio" o "relación
real de intercambio" determinada.
En el ejemplo del caso utilizado, si la relación de intercambio en lugar de ser 1,5 de B por cada 1
de A hubiere sido de 2 de B por 1 de A, la Nación Azul se encontraría con un excedente mayor y la
Nación Verde en una situación desfavorable, disponiendo ahora de bienes por el equivalente a
700 horas hombre cuando aplicó 800 horas hombre a producir las 160 unidades de B de las cuales
intercambió 100 y obtuvo 50 de A. Lo contrario ocurriría si la relación de intercambio se situara
en 0,8 unidades de B por cada unidad de A y en este caso sería la Nación Azul la que se vería
perjudicada no encontrando justificativos en la especialización y el intercambio internacional.
La conclusión de esta teoría (sostenedora conceptual del desarrollo comercial del siglo XIX) es que
cada país se especializará en aquellos bienes que produzca con mayor eficiencia, tanto para su
consumo propio como para la exportación, e importará aquellos bienes que produzca de modo
menos eficiente.
David Ricardo consideraba que el único recurso productivo para producir bienes era el trabajo, ya
que la especialización productiva vendría marcada por el costo laboral unitario, es decir, el salario
dividido por la productividad.
En la realidad hay países que exportan bienes, no porque la productividad del trabajo sea mayor
en esos sectores, sino porque hay otros factores (materias primas, capital o demanda) que hacen
que su precio sea más bajo. Un ejemplo claro son los países de la OPEP, que exportan petróleo
principalmente porque disponen de grandes cantidades de esta materia prima.
Los primeros estudios sobre la utilización de varios recursos productivos fueron realizados por los
economistas suecos Hecksher y Ohlin5. El objetivo era explicar la participación relativa de los
distintos países en las importaciones mundiales a partir de las diferentes dotaciones de factores
de producción. Partiendo de una situación de competencia perfecta en el mercado de factores y
de productos, se predice que cada país tenderá a exportar aquellos bienes intensivos en el factor
productivo del que tiene mayor oferta, en relación al otro factor. Por ejemplo, el trigo necesita
grandes espacios de tierra cultivable; este factor de producción es muy abundante en Estados
Unidos y su costo es bajo; por tanto, el costo relativo de producir trigo es relativamente bajo y por
ello Estados Unidos dispone de una ventaja competitiva en este producto, que debería exportar:
La aplicación práctica de este modelo indica que aquellos países con mano de obra barata
tenderán a exportar bienes intensivos en trabajo, pues serán competitivos en su producción,
mientras que los intensivos en capital tenderán a exportar bienes abundantes en este recurso
productivo. No obstante, estudios realizados por el premio Nobel W. Leontieff para la economía
norteamericana (caracterizada por su gran potencial en capital y tecnología) muestran
divergencias con este principio, ya que en determinadas etapas las exportaciones de Estados
Unidos eran más intensivas en mano de obra y menos en capital que sus importaciones.
Esta evidencia empírica, conocida como la paradoja de Leontieff puede explicarse por la falta de
homogeneización de los factores productivos de trabajo y capital:
El factor trabajo es diferente para cada país, en función del sistema educativo, programas
de formación, condiciones del mercado de trabajo, etc.
El capital tampoco es homogéneo, incluso dentro del mismo sector para distintos países.
Así, por ejemplo, Volkswagen desarrolla un proceso de producción distinto -más intensivo
en mano de obra- en Brasil que en Alemania.
A medida que un producto se mueve desde una fase inicial en la que requiere grandes inversiones
en investigación y desarrollo, a procesos de producción más intensivos en mano de obra no
especializada, será más atractivo de fabricar en mercados extranjeros. El modelo se refiere
solamente a productos manufacturados y producidos en Estados Unidos, si bien se puede aplicar
a otros países industrializados. Es un modelo dinámico que muestra cómo las ventajas
competitivas de los países se van modificando a medida que el producto avanza en su proceso de
comercialización.
El modelo establece que el ciclo de vida de un producto manufacturado pasa por cuatro etapas
sucesivas y diferenciadas: introducción, crecimiento, madurez y declive, las que pueden apreciarse
en el cuadro No.1:
Cuadro No.1:
Ningún país ejercita estas competencias diferenciales para todas sus producciones, sino que
existen sectores e industrias dentro de cada uno que tienden a ser más exitosas y a obtener una
ventaja reconocida internacionalmente.
Por tanto, los sectores que logran ventajas competitivas de alcance internacional en cada uno de
los diferentes países, buscan permanentemente innovar en el sentido más amplio del término, o
sea diseñar nuevas tecnologías, nuevos productos, nuevos enfoques de marketing, etc. La clave
para ello es la información, la que o no está disponible para los competidores y que se puede
aprovechar o simplemente aquella que la competencia no alcanza a ver, a pesar de resultar
evidente. Se trata en estos casos de ver en el lugar adecuado y mantener criterios amplios.
Pero, ¿por qué determinadas empresas, instaladas en algunas naciones son permanentemente
innovadoras?
La respuesta según Porter está en cuatro grandes atributos de una nación que constituyen lo que
él mismo ha dado en llamar el "diamante de las ventajas competitivas":
· Condiciones de la demanda;
La posición nacional con respecto a los factores de la producción, han sido para Smith y Ricardo y
aún en la teoría de Hesckher-Ohlin los que determinan los flujos de comercio. Sin embargo, Porter
sostiene que por sí mismos estos factores no determinan nada, sino que deben ser mediante las
aplicaciones del conocimiento, adecuadamente transformados y especializados de forma que
sirvan en particular a un sector o industria que permitan la creación de una ventaja competitiva
diferente y única.
Del mismo modo que la condición de los factores, el carácter y no necesariamente el tamaño de
la demanda interna, favorecen la innovación y la competitividad de las naciones. Siguiendo con el
ejemplo japonés, las condiciones en que se desarrolla el consumidor japonés hacen necesario para
los mismos que los productos sean compactos, de bajo consumo y alta prestación. Es así como sus
industrias se especializaron y compiten exitosamente en cualquier mercado en productos tales
como autos, computadoras, grabadoras, videos, etc.
El contar con industrias relacionadas que sean internacionalmente competitivas, es otro atributo
que una nación puede ofrecer a sus agentes para ser exitosas en el mercado mundial. La existencia
e importancia de las industrias relacionadas puede también verificarse en el caso japonés, donde
su éxito en el mercado de los teclados musicales electrónicos no sorprende tanto si se conoce su
dominio tanto de los instrumentos tradicionales (acústicos) como el de la electrónica de consumo
(audio, TV, video).
Las circunstancias nacionales tanto como el contexto crean tendencias muy fuertes en la creación
de innovaciones, la organización y el gerenciamiento o management de las empresas. En Italia los
competidores internacionales exitosos son Pymes de capital privado y generalmente empresas
familiares. En Alemania las empresas tienden a ser estrictamente jerárquicas en las prácticas
organizativas y de management. Ningún sistema de management es universalmente apropiado y
la competencia de un sector nacional determinado resulta de la convergencia de las prácticas
organizacionales y aquellas favorecidas por el país que pueden ser traducidas en ventajas
competitivas. En este sentido la motivación individual hacia el trabajo es otra fuente importante
de ventaja competitiva: el talento es un recurso escaso en todas partes.
Estos atributos, según Porter, definen el diamante, pero éste es en sí mismo un conjunto y por
tanto sólo funcionará en una unidad de concepto. Para ello se requiere finalmente un liderazgo
político y empresario que favorezca la creación de estas ventajas competitivas.
Las teorías examinadas (y muchas otras que no se enuncian en este trabajo) explican las causas
del comercio internacional y las razones del mayor o menor éxito de la participación de los países
en los flujos de intercambio mundial.
Cabría ahora preguntarse qué beneficios reporta el comercio exterior, entendido éste como la
relación de un país y sus agentes económicos con el resto del mundo, lo que para el profesor Juan
C. Marquez Sosa (1996) determina que debiéramos hablar de "comercio exterior argentino,
boliviano o coreano" pero nunca de comercio exterior en abstracto.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
-1- BERNAL MEZZA, Raúl- (1996) “La Globalización: ¿Proceso e Ideología?”. Revista Realidad
Económica, N° 139
-2- CASTRO, Jorge- (1997). "La Globalización del Capital y el Interés Nacional", 8° Jornadas
Bancarias de la República Argentina, Bs. As "En orden inverso, esta secuencia, es decir en primer
lugar las inversiones extranjeras directas, luego el comercio internacional y por último el producto
global, es la fórmula del capitalismo en su fase de globalización."
-11- Steinberg, Federico. (2010) ¨La crisis financiera global y las relaciones económicas entre
Estados Unidos y China¨ - Real Instituto Elcano y Universidad Autónoma de Madrid, Junio.
BIBLIOGRAFÍA
DÍAZ MIER, Miguel Angel. "Del GATT a la Organización Mundial del Comercio"- Editorial Síntesis,
Madrid, 1996.
JARILLO, José Carlos y otro- "Estrategia Internacional"- Editorial Mc Graw-Hill, Madrid, 1991
O'KEAN, José María- "Análisis del Entorno Económico de los Negocios" Editorial Mc Graw-Hill,
Madrid, 1997.
ONTIVEROS, Emilio y otro- "La Guía del Euro"- Escuela de Finanzas Aplicadas, Madrid, 1998