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ATENCIÓN Y
ORIENTACIÓN DE LA
CIUDADANÍA
I. INTRODUCCIÓN ………………………………………………………... 2
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I. INTRODUCCIÓN
Quizá, la finalidad más importante que tienen las Administraciones Públicas, sean las que
sean, es la obligación de servir con objetividad a los ciudadanos, lo que constituye la
razón de ser de las mismas.
La época en la que el Rey detentaba el poder ejecutivo y su voluntad estaba por encima
de sus súbditos ha quedado ciertamente atrás, y actualmente, todas las leyes recogen una
pléyade de derechos (y deberes) de los ciudadanos que tienen como finalidad plasmar un
adecuado trato a los mismos por parte de las Administraciones Públicas cuando aquéllos
entablan relaciones, de tipo que sean, con los mismos. Tradicionalmente, la esfera jurídica
de los ciudadanos ha estado defendida por varios instrumentos, como los recursos
administrativos y el control que de la actividad de la Administración realizan los jueces
y magistrados que componen la jurisdicción contencioso-administrativa. Pero en esta
lección se quiere ir más allá, y nos vamos a detener en los derechos que asisten a los
ciudadanos en sus relaciones con las Administraciones Públicas, y las obligaciones que
éstas deben cumplir para mejorar el trato hacia aquéllos, aspecto que, todavía hoy, no deja
de ser novedoso en el estudio de las Administraciones Públicas y su funcionamiento.
Es más, en los tiempos actuales, donde las nuevas tecnologías se están imponiendo en la
forma de comunicarse entre los ciudadanos, y también, de éstos con la Administración,
los derechos de los mismos pueden verse afectados seriamente como consecuencia de la
generalización del uso de medios electrónicos en la relación entre ciudadanos y
Administraciones Públicas, incluso ya se puede ir más allá, y no sólo se puede hablar de
que los ciudadanos pueden relacionarse con la Administración por medios electrónicos,
sino que las normas obligan a que la Administración ponga en marcha los mecanismos
necesarios para que aquéllos puedan relacionarse con la Administración utilizando esta
vía.
Como se acaba de indicar, el conocimiento de los derechos y deberes que poseen los
ciudadanos al entablar contacto con las entidades públicas constituye un elemento
esencial de dicha relación, así como el establecimiento de canales de conocimiento y
comunicación que permita a la Administración conocer la calidad en la prestación del
servicio que está dispensando y, en su caso, poner en marcha medidas que mejoren tal
prestación. Los servicios de atención al paciente, que se han multiplicado en el ámbito
sanitario, son un buen ejemplo de ello. En esta lección, por tanto, se va a proceder a
analizar, por un lado, los derechos y deberes de los ciudadanos en sus relaciones con las
Administraciones Públicas, y por otro, los instrumentos que tienen éstas para la mejora
en la prestación de sus servicios.
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de los servicios competencias de la mismas, pero en otras ocasiones, utilizando la multitud
de servicios públicos que deben prestar aquéllas y donde la relación con la Administración
Pública titular del servicio puede estar más diluida. Por poner unos ejemplos, por otro
lado, inabarcables, las relaciones de los ciudadanos con las Administraciones Públicas
abarcan desde el pago de un impuesto hasta la utilización de un servicio público de
transporte municipal, pasando por relaciones con las fuerzas y cuerpos de seguridad o la
utilización de la vía públicas o de los servicios de aguas domiciliarias o alumbrado
público, entre otros muchísimos.
a) Las personas físicas o jurídicas que ostenten capacidad de obrar con arreglo a
las normas civiles.
c) Cuando la ley así lo declare expresamente, los grupos de afectados, las uniones
y entidades sin personalidad jurídica y los patrimonios independientes o
autónomos”.
Pero, además, para relacionarse con las Administraciones Públicas, en muchas ocasiones
no sólo se exige tener capacidad de obrar, sino una vinculación más intensa con el objeto
de la actuación administrativa o del procedimiento administrativo, y ahí aparece el
término de “interesado”, pues sólo a los interesados, y no al resto de personas, se les
permite el acceso a una determinada actuación o procedimiento administrativo,
precisamente, para una mejor defensa de los derechos fundamentales de los mismos,
como puede ser el derecho a la intimidad, al honor y a la propia imagen.
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b) Los que, sin haber iniciado el procedimiento, tengan derechos que puedan resultar
afectados por la decisión que en el mismo se adopte.
En segundo lugar, también son interesados aquellas personas que tienen un interés
legítimo que puede resultar afectado por la actuación administrativa. En este caso, ya no
se está hablando de que ellos son los destinatarios del procedimiento o actuación
administrativa, lo que diferencia este supuesto del anterior, es decir, serán terceras
personas quienes inician el procedimiento o a quienes se dirige el mismo, pero, sin
embargo, el resultado de la actuación administrativa sí que les afecta en sus intereses
legítimos. Pongamos unos ejemplos: tras un procedimiento selectivo para cubrir un
puesto de funcionario público, se publica la lista con el resultado del mismo, resultando
que la mejor nota la alcanza el opositor X, que será la que obtiene el puesto público
ofertado; pero otro opositor Y, descontento con el resultado, recurre los resultados, de
manera que, si se acepta tal recurso, se nombrará funcionario a la persona Y, pero no a la
persona X. Esta segunda, es decir, el que alcanzó primeramente la mayor nota, sin iniciar
el procedimiento ni dirigirse el mismo hacia él, puede verse afectado por la resolución
del recurso interpuesto por el opositor Y (dejaría de ser funcionario público), y por tanto,
también se considera que es interesado, siempre que se persone en el procedimiento o
actuación administrativa concreta.
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Los ciudadanos, en sus relaciones con las Administraciones Públicas, pueden ser titulares
de derechos o de obligaciones, es decir, pueden ostentar una situación activa o pasiva ante
las mismas. Veamos en que consiste cada una de ellas.
Las situaciones activas son aquellas en las que los ciudadanos son titulares de derechos
frente a las Administraciones Públicas. Estos derechos están reconocidos en la
Constitución Española de 1978, en los Estatutos de Autonomía y en las leyes.
Pero, quizá, debamos destacar a este respecto los derechos fundamentales del ciudadano
reconocidos en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que los
Presidentes del Parlamento Europeo, del Consejo y de la Comisión firmaron proclamaron
el 7 de diciembre de 2000, con ocasión del Consejo Europeo de Niza, y cuyo texto tiene,
desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa el 1 de diciembre de 2009, “el mismo
valor jurídico que los Tratados”, como indica el art. 6, apartado 1, párrafo primero, de
dicho Tratado.
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Sentencia del Tribunal Constitucional 247/2007, de 12 de noviembre, F.J. 13, a.
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Tribunal Constitucional, Sentencias 236/2007, de 7 de noviembre, F.J. 5; 38/1981, de 23 de noviembre,
F.J. 4; y 84/1989, de 10 de mayo, F.J.5.
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La citada Carta debe ser interpretada de manera acorde al contenido del Convenio
Europeo de Derechos Humanos de 1950 (CEDH), y en este sentido, el art. 52, apartado
3, de dicha Carta, señala que, en la medid que la misma contenga derechos garantizados
por el CEDH, su sentido y alcance serán iguales a los que les confiere este Convenio.
Además, el sentido y alcance de tales derechos no sólo viene determinado por el CEDH,
sino también, particularmente, por la jurisprudencia que sobre los mismos ha vertido el
Tribunal Europeo de Derecho Humanos (TEDH). Dentro de la Carta, y además de los
derechos fundamentales que como tales la misma recoge, podemos hacer una breve
alusión a los derechos de la ciudadanía, entre los que se encuentran los derechos a se
elector y elegible en las elecciones al Parlamento Europeo (art. 39) y en las elecciones
municipales (art. 40), pero, quizá, por lo que a nosotros más interesa en este momento, es
el derecho de todo ciudadano a una “buena administración”, recogido en el art. 41 de la
misma, y que consiste en que “todo ciudadano tiene derecho a que las instituciones y
órganos de la Unión traten sus asuntos imparcial y equitativamente y dentro de un plazo
razonable”.
- el derecho de toda persona a ser oída antes de que se tome en contra suya una medida
individual que le afecte desfavorablemente.
- el derecho de toda persona a acceder al expediente que le afecte, dentro del respeto de
los intereses legítimos de confidencialidad y del secreto profesional y comercial.
En el apartado 3 del citado art. 41, la Carta reconoce el derecho a ser reparado de los
daños causados por las instituciones de la Unión Europea o por sus agentes en el ejercicio
de sus funciones, y en el apartado 4, el derecho a dirigirse a las instituciones de la Unión
en una de las lenguas oficiales de los Tratados, así como a recibir contestación en la
misma lengua. Posteriormente, en el art. 42, se reconoce el derecho de acceso a los
documentos del Parlamento Europeo, del Consejo y de la Comisión, y en el art. 43, el
derecho a someter al Defensor del Pueblo de la Unión los casos de mala administración
en la acción de las instituciones u órganos comunitarios, con exclusión del Tribunal de
Justicia y del Tribunal de Primera Instancia en el ejercicio de sus funciones
jurisdiccionales.
A este respecto, cabe de decir que dicho derechos no tienen un carácter exclusivamente
programático, ya que, por un lado, el texto constitucional goza de fuerza normativa en su
integridad, como se desprende del art. 9 de la Constitución, y por otro, el art. 53.3 de la
misma señala que el reconocimiento, respeto y protección de estos principios rectores
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“informará la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes
públicos”, y podrá ser alegado ante la jurisdicción ordinaria de acuerdo con las leyes que
los desarrollen. Por lo que a nosotros interesa aquí, la consecuencia de ello es que la
Administración Pública, en su actuación, debe tomar en consideración el cumplimiento
de tales Principios Rectores.
Por otra parte, cuando se habla de derechos de los ciudadanos frente a las
Administraciones públicas, es conveniente conceptuar también los denominados
derechos subjetivos e intereses legítimos, que reconocen las Leyes y el resto del
ordenamiento jurídico a los ciudadanos, más cuando ya los hemos citado al hablar de la
condición de “interesado”.
Los titulares de "intereses legítimos" serán aquellas personas que puedan ser afectados
por las actuaciones o resoluciones administrativas que se dicten.
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Son todos aquellos deberes y obligaciones a los que están sujetos los ciudadanos en
relación en la Constitución (por ejemplo, art. 31 CE –pago impuestos-, art. 45 CE –
conservar el medio ambiente-).
El ciudadano está sujeto a las actuaciones administrativas en ejercicio de los poderes que
ostentan las Administraciones como representantes del interés general: así el ciudadano
está sometido, por ejemplo, al poder sancionador, al poder tributario o al poder
expropiatorio.
A ellos vamos a referirnos muy brevemente, en cuanto que serán objeto de un tema
posterior.
En todo caso, los primeros apartados del artículo 13 LPAC reconocen el derecho de los
ciudadanos a comunicarse con las Administraciones públicas a través de un Punto de
Acceso General electrónico de la Administración y a ser asistidos en el uso de medios
electrónicos en sus relaciones con las Administraciones públicas.
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públicas. El medio elegido por la persona para comunicarse con las Administraciones
públicas podrá ser modificado por aquella en cualquier momento.”
En todo caso, de acuerdo con el apartado 2 del artículo 14, estarán obligados a
relacionarse a través de medios electrónicos con las Administraciones públicas para la
realización de cualquier trámite de un procedimiento administrativo, al menos, los
siguientes sujetos: “…
e) Los empleados de las Administraciones públicas para los trámites y actuaciones que
realicen con ellas por razón de su condición de empleado público, en la forma en que se
determine reglamentariamente por cada Administración”.
Son derechos recogidos tanto en el artículo 53 LPAC como en el Real Decreto 208/1996,
sobre servicios de información administrativa y atención al ciudadano:
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interesados. Este apartado a) contiene dos derechos distintos, el derecho a la
información sobre el estado de la tramitación del procedimiento y un segundo derecho
a obtener copia de los documentos del procedimiento. En el caso de que una
Administración no facilite copia de los documentos requeridos, se puede causar una
indefensión del ciudadano que puede dar lugar más adelante a que se anule el
procedimiento en la propia vía administrativa o en vía judicial.
• Derecho al uso de las lenguas oficiales: el apartado c) del artículo 13 recoge el derecho
de los ciudadanos a usar las lenguas oficiales en el territorio de su Comunidad
Autónoma. Este derecho aparece completado con lo dispuesto en el artículo 15 LPAC,
que establece una serie de reglas sobre el idioma en que se deben tramitar los
procedimientos en las distintas Administraciones públicas.
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requieran los interesados se expedirán en la lengua elegida por los mismos.
- El artículo 71.2 LPAC prevé una responsabilidad del funcionario por no guardar
el orden riguroso de incoación de los asuntos de la misma naturaleza.
La LPAC establece distintos derechos que van dirigidos a facilitar la relación del
ciudadano con las Administraciones Públicas, eliminando trámites innecesarios y
haciendo con ello que dicha relación sea más fácil y fluida. En concreto, podemos
destacar los siguientes derechos:
- El derecho del ciudadano a no presentar más documentos de los que sean estrictamente
indispensables. El art. 53.1.d) LPAC señala que el ciudadano no tiene por qué presentar
datos o documentos no exigidos por las normas aplicables al procedimiento de que se
trate, que ya se encuentren en poder de la Administración o que hayan sido elaborados
por ésta. A este respecto, los Reales Decretos 522/2006 y 523/2006 suprimieron la
obligación en los procedimientos administrativos de aportar copia del DNI y del
certificado de empadronamiento.
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cuenta por la Administración a la hora de resolver el procedimiento.
Se recogen con carácter general en el apartado i) del artículo 53.1 LPAC, y podemos
concretar acudiendo, por ejemplo, a los propios preceptos de la LPAC:
• Derecho a que el procedimiento administrativo finalice con una resolución expresa que
se pronuncie sobre las alegaciones y solicitudes planteadas. Recogido en los artículos
21 y 88 de la LPAC.
Se trata de unos instrumentos jurídicos que tienen como objetivo situar al ciudadano en
el centro de la preocupación administrativa. Con estas cartas las Administraciones
conciben al ciudadano como cliente y se fijan niveles de calidad en la prestación de los
servicios públicos.
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las Administraciones Públicas abordar procesos de reforma, basados en la gestión de la
calidad para mejorar la gestión pública.
Las cartas de servicios que se han ido aprobando por las distintas Administraciones
Públicas en los últimos años prevén una organización administrativa flexible, que
se adapta a las necesidades de los ciudadanos, obligando a un cambio de mentalidad en
las autoridades, funcionarios y agentes de la Administración. Dichas cartas de servicios
son un instrumento a través del cual los ciudadanos están en condiciones de conocer por
anticipado qué clase de servicio pueden esperar y demandar de una Administración y
cuáles son los compromisos de calidad de un concreto servicio público.
En Europa, las primeras cartas del ciudadano se aprueban en Inglaterra, donde hay
una carta general y diversas cartas relativas a servicios públicos determinados. En
Francia, también se aprueba una carta general de servicios públicos, y en España
encontramos un antecedente de las cartas en el artículo 3.2 de la LRJPAC de 1992, que
establecía que las Administraciones Públicas actuarán guiadas por los principios de
calidad, eficacia y servicio a los ciudadanos. Este artículo fue desarrollado
reglamentariamente por el Real Decreto 951/2005, que establece el marco general para
la mejora de la calidad en la Administración del Estado.
Los países de América cuentan con la Carta Iberoamericana de los Derechos y Deberes
del Ciudadano en Relación con la Administración Pública, aprobada el 10 de octubre de
2013.
Las cartas de servicio se pueden definir como documento escritos, a través de los cuales
las Administraciones Públicas informan a los ciudadanos sobre los servicios que tienen
encomendados y acerca de los compromisos de calidad en su prestación, así como de los
derechos de los ciudadanos en relación con el servicio.
B) Un segundo contenido de las cartas son unos compromisos de calidad. Así se establece
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unos niveles de calidad que se compromete a prestar la Administración, que se traduce
en:
En Castilla-La Mancha existe una Carta General de Derechos del Ciudadano aprobada
por el Decreto 30/99, de 30 de marzo. Esta Carta recoge una serie de derechos y
compromisos de la Administración de la Junta de Comunidades que en algunos casos
reproducen lo establecido en la LRJPAC en el artículo 35 y, por otro lado, en ocasiones,
van más allá de esos derechos. Por ejemplo:
• Se compromete la Junta a permitir el uso del teléfono, fax y correo electrónico para
realizar gestiones relativas a documentos que deban presentarse ante la
Administración.
• Otro derecho es el de no tener que aportar documentos que obren ante cualquier
órgano de la Administración de la Junta, aunque sean expedidos por otra
Administración.
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