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Artículo: Carta de Bernabé

Dr. Adán L. Piña

Introducción:

El propósito de este estudio, no es presentar una historia completa de la

exégesis; la tarea es más bien mirar cienos momentos y aspectos claves de esa

historia; corregir algunos de los clisés arraigados respecto a esa historia; y

preguntar ¿de qué manera la cosmovisión del intérprete afecta su exégesis?

La carta de Bernabé

El carácter especial de las Escrituras conlleva también la pregunta: ¿qué

implicaciones tienen las diferentes prácticas exegéticas para la

normatividad y la autoridad de las Escrituras? En estos temas se enfocan la

Carta de Bernabé (o Pseudo-Bernabé), Justino Mártir y Orígenes de Alejandría.

En los tres casos se puede observar lo que ocurre cuando el mensaje cristiano

y el texto de las Escrituras se miran desde la cultura helenista dominante de la

época, pero no hay unidad ni continuidad entre ellos.

En los tres se nota una reflexión consciente sobre preguntas de interpretación y

en cada caso se presentan respuestas diferentes a tales preguntas. Hay una

diferencia marcada entre Justino y Pseudo-Bernabé. Si bien Justino muestra de

muchas maneras el impacto de la cultura helenista, se puede decir que su

interpretación bíblica no dista tanto del uso del AT en el NT. Pseudo-Bernabé

opta por un camino distinto que luego se articula en forma sistemática y

sofisticada —en consonancia con la doctrina de la iglesia— por Orígenes.


Es notable que la Carta de Bernabé gozaba de un reconocimiento importante en

Alejandría donde se consideraba prácticamente como un documento apostólico,'

mientras que las referencias explícitas a Justino escasean en los padres

alejandrinos.

Una de las preguntas claves que surgen con estos padres de los primeros siglos

en la historia de la iglesia es la pregunta en cuanto a la continuidad con el NT.

En la Carta de Bernabé y en Justino, el enfoque central sigue siendo la relación

entre el AT y el evangelio de Cristo; por tanto, su exégesis se centra en el AT.

Orígenes comenta además libros del NT, pero sus principios interpretativos

parecen desarrollarse con referencia al AT y procuran, según sus propias

palabras, seguir los pasos del NT en su acercamiento al AT. Los tres casos

revelan una preocupación teológica con el AT y una interacción con el judaísmo.

La Carta de Bernabé se escribe, por lo menos en parte, para corregir la opinión

de algunos cristianos de que el pacto de Dios es tanto de los judíos como de los

cristianos.

Aquellos textos del AT que se citan en el NT para establecer el puente entre la

historia de Israel y el evangelio de Cristo vuelven a aparecer aquí, tanto los textos

citados para establecer una relación profética o tipológica entre el AT y Jesús,

como aquellos textos que se comentan en las polémicas teológicas de Jesús y

de Pablo. Es como si existiera un fondo común de textos que, entre cristianos,

ya tienen una carga interpretativa reconocida.

A veces este fondo común sirve como base para dar una exposición más extensa

de los mismos textos, o sirve como modelo de la conexión entre el AT y el

evangelio, y como incentivo para descubrir otros textos que puedan apoyar una

lectura cristiana* del AT.


Tanto en apariencia como en contenido el documento que se conoce como la

Carta de Bernabé tiene cieno parecido con la Epístola a los Hebreos en el NT.

Desde el tiempo de Clemente de Alejandría se ha conectado el nombre del

“apóstol Bernabé", es decir, del compañero de Pablo, con este documento.

Conclusiones:

Hay razones de sobra para descartar la posibilidad de que el Bernabé del NT

haya escrito un documento cuyo autor parece ser un gentil con poca

comprensión de los ritos judíos. Es difícil creer que alguien que acompañó a

Pablo en su ministerio dijera que los judíos nunca estuvieron incluidos en el pacto

de Dios El punto decisivo es la fecha de la carta. Aunque no faltan quienes

argumentan que el documento se escribió en la última década del primer siglo,

el pasaje de Bernabé 16.3s. habla de la construcción de un templo (pagano) por

parte de quienes destruyeron el templo judío, es decir, los romanos.

Fuente:

Reflexiones en torno a la historia de la exegesis (Theo G. Donner)

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