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Sobre el estigma Erving Goffman postula que se trata de un atributo que exhibe una

característica poco habitual. De esta forma el estigma requiere de dos elementos en


comparación para exisitir: el posicioonado como normal y aquel que en referencia con el
primero representa algo extraño. El estigma va a regirse por las reacciones sociales que
representen rechazo y posicionen al individuo en una etiqueta inamovible a partir de esta
característica. Esto dependerá de lo evidente que sea la diferencia, si lo es en demasía lo
posicionará como un sujeto desacredidato pero si se trata de un atributo que es posible
ocultar lo posicionará como un sujeto desacreditable, es decir que será tratado de acuerdo la
estándares de normalidad establecidos hasta que la característica que lo diferencia sea
descubierta.

De acuerdo con Goffman los estigmas pueden encontrarse en tres ámbitos distintos
de la persona: las abominaciones del cuerpo son aquellas corporalidades que presentan
alguna deformidad respecto al cuerpo establecido como normal en el ser humano, el defecto
carácter representa alguna desviación en las interacciones sociales y la relación con el
cuerpo y la mente. Por último, los estigmas tribales son los referidos a la raza, la nación y la
religión. Es importante rescatar que el estigma siempre estará enmarcado por una cultura; lo
que resulta extraño y señalable para un grupo de personas puede que sea normal para otras
y entre mayor sea el número de personas que comparten esta ideología de normalidad
mayor será la desacreditación que reciba el sujeto estigmatizado.

A pesar de esta diferencia de percepciones que brindarían una diversidad en la


concepción de los individuos, el problema radica en la expectativa que se crea en torno a
una categoría específica. Es decir que en torno al género, la edad, la condición social etc. se
establecen una serie de condiciones que el individuo debe cumplir y de no hacerlo se
inferirá que posee una característica de anormalidad que le impide cumplir con lo
establecido. (Así el individuo desacreditado podría tornarse en individuo descacreditable)
Ante esta situación pueden existir dos posibles respuestas: la indiferencia a partir de una
construcción propia sobre su identidad que le permite posicionarse de manera positiva a
partir de su diferencia o la vergüenza la cual provoca que el individuo vea esta
característica como algo de lo que podría prescindir.

Esto puede desencadenar un miedo en la persona estigmatizada acerca del modo en


que será percibida. Y así realizará una serie de inferencias acerca de lo que los demás
piensan de él y la clasificación que generarán sobre ello. Esta inseguridad y los mecanismos
generados por la persona “normal” dificultará la interacción. Goffman define este
fenómeno como una “patología de la interacción”, la cual existe cuando se da una
conciencia entre el “yo” y el “otro” y con ello se brinda un trato de diferenciación hacia lo
diferente despojándolo así de ser visto como persona.

Dentro de los tipos de interacción que pueden existir entre los “normales” y los
estigmatizados, Erving Goffman propondrá dos denominaciones para personas de cada
grupo que fungirán como intermediarios. El primer concepto es el de “los oradores”
quienes son personas estigmatizadas que se convierten en representantes de su grupo. Ellos
se encargan de compartir su historia de vida para comunicarle a los “normales” la
existencia de este estigma y lo que implica vivir con él. El segundo es el de los “sabios”,
ellos son personas normales que tienen una interacción cercana con las personas
estigmatizadas y por ende se crea de forma mutua un sentido de pertenencia y aceptación
(Creo que el sabio se siente parte de los estigmatizados pero no por ellos los estigmatizados
se sienten parte de las personas normales). Una variante de persona sabia es aquella que
llega a la interacción con la persona estigmatizada por medio de la estructura social pero no
porque ella lo busque, de esta forma pueden surgir soluciones alternas durante el contacto.

La normalización es el mecanismo creado para mediar la interacción entre personas


estigmatizadas y normales. Consiste en generar una aceptación parcial del estigma por
medio de intentar ignorarlo. Aunque el rechazo se reduce no se crea una empatía ni un
sentido de pertenencia, al contrario el sujeto estigmatizado pasa a ocupar una posición
neutral. Es decir, ya no cuenta con el rechazo total de los normales pero tampoco con la
aceptación de los estigmatizados. Dentro de estos procesos de interacción hay algunas
pautas a experimentar y aprender para comenzar a configurar una identidad propia dentro
de la estigmatización. En ellas serán una clave el papel de la familia, la incorporación de
estándares, la necesidad de una reidentificación y las normas para nuevas interacciones.

Estos procesos desenbocan en un acontecimiento vital, el cual genera un ruptura en


la concepción que tenía el individuo sobre sí mismo y comience a cuestionarse y encarar su
posicionamiento

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