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UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

FACULTAD DE EDUCACIÓN, CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN Y


HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE HUMANIDADES

Carrera Profesional de Psicología

“PSICOLOGÍA POSITIVA”

Alumna: Gianella Nicole Rodriguez Diaz

Curso: Psicología Clínica y de la Salud

Docente: Psic. Yefer Andres Torres Gonzales

Tacna - Perú
2021
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Introducción

Según la investigación de este trabajo monográfico se mencionan las principales ideas sobre la
Psicología Positiva, antecedentes, los niveles establecidos para llegar a la felicidad, emociones
positivas, fortalezas, instituciones. Debido a que es de reciente estudio el Dr. Martin Seligman y
otros colaboradores dan paso a esta forma de psicología clínica, pues se acostumbraba estudiar
las enfermedades, en este caso la psicología positiva se enfoca en el estudio de la salud y
bienestar del ser humano visualizando las cualidades, fortalezas y maximizarlas.

La psicología comúnmente solía hacer énfasis en los estados negativos , mientras que la
psicología positiva ha dado una nueva mirada centrada en las cualidades humanas positivas .
Siendo el objetivo de este documento el contribuir a una difusión y ofrecer una visión general,
una introducción a la persona que lo lea y por si mismo pueda continuar la búsqueda de la
felicidad.
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1. Fundamentos e Historia de la Psicología Positiva

1.1. Definición

El término “psicología positiva” ha sido desarrollado por Martin Seligman, investigador


que, habiendo dedicado gran parte de su carrera al trastorno mental y al desarrollo de conceptos
como la indefensión aprendida, ha dado un giro radical en su orientación, elaborando y
promoviendo una concepción más positiva de la especie humana (Vera, 2006) sin embargo a
partir de los planteamientos de Seligman diversos autores delimitan la definición de la psicología
positiva.

Seligman (2005) refiere que la psicología positiva se define como el estudio científico
de las experiencias positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su
desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos, mientras
previene o reduce la incidencia de la psicopatología.

También es definida como el estudio científico de las fortalezas y virtudes humanas, las
cuales permiten adoptar una perspectiva más abierta respecto al potencial humano, sus
motivaciones y capacidades (Sheldon & King, 2001 citado en Contreras y Esguerra, 2006)
incluye también virtudes cívicas e institucionales que guían a los individuos a tomar
responsabilidades sobre su comunidad y promueve características para ser un mejor ciudadano
(Seligman & Csikszentmihalyi, 2000).

Vera (2006) La psicología positiva es una rama de la psicología que busca comprender, a
través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las cualidades y emociones
positivas del ser humano, durante tanto tiempo ignoradas por la psicología (p. 5).

Según Gonzales (2004) la psicología positiva está centrada en estudiar y comprender los
procesos y mecanismos que subyacen a las fortalezas y virtudes del ser humano, la autora
plantea esta breve definición enmarcada en función del objetivo de la psicología positiva.

Por otro lado, Mesurado (2017) enmarca la psicología positiva como el campo que se
basa en la creencia de que la gente quiere tener una vida llena afectos positivos y de satisfacción
(bienestar hedónico), así como tener una vida llena de significado (bienestar eudaimónico),
cultivar lo mejor dentro de ellos mismos y mejorar sus experiencias de amor, trabajo y diversión.

Frente a las definiciones descritas cabe diferenciar la psicología positiva como una
ciencia y no una pseudociencia, tal como lo refiere Vera (2006):

La psicología positiva no es un movimiento filosófico ni espiritual, no pretende promover


el crecimiento espiritual ni humano a través de métodos dudosamente establecidos. No es un
ejercicio de autoayuda ni un método mágico para alcanzar la felicidad. No pretende ser un abrigo
bajo el que arropar creencias y dogmas de fe, ni siquiera un camino a seguir por nadie. La
psicología positiva no debe ser confundida en ningún caso con una corriente dogmática que
pretende atraer adeptos ni seguidores, y en ningún caso debe ser entendida fuera de un riguroso
contexto profesional.
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Teniendo en cuenta la revisión de las diferentes definiciones, hay que resaltar que la
psicología positiva representa un nuevo punto de vista desde el que se pueda entender la
psicología y la salud mental que viene a complementar y apoyar a la perspectiva ya existente.

1.2. Antecedentes

La preocupación por el bienestar y la felicidad no es un interés reciente. En cierto


sentido, la Filosofía occidental no ha tenido nunca otra preocupación más central, bien desde el
análisis directo de las condiciones sustantivas del bienestar ( la eudaimonía aristotélica) o bien,
más modernamente, desde el análisis de las condiciones existenciales que limitan el alcance de
ese ideal. Así que Aristoteles, pero también Spinoza, Schopenhauer, Heidegger o Cioran, han
hecho de esta reflexión sobre la felicidad uno de los ejes del pensar sobre lo humano
(Vasquez,2006).

La psicología positiva tiene un corto pasado pero una larga historia. En efecto, el interés
de estudiar el bienestar y la vida satisfactoria se remontan a la época de la Grecia clásica e
incluso antes. Aristóteles, por ejemplo, escribió en profundidad sobre la eudaimonía (felicidad o
plenitud), y sobre cómo la vida virtuosa podría ser la vía para llegar a ella. Otros filósofos
célebres posteriores, como Spinoza, escribieron también ensayos sobre diversos aspectos
humanos y su relación con el bienestar (Fierro,2006 citado en Hervás 2009).

Dentro del campo de la Psicología se puede considerar como primer antecedente a


William James a principios del siglo XX, con sus escritos sobre la mentalidad saludable.

Sin embargo, quizás el movimiento psicológico que tuvo más peso como base de la PP es
el de la Psicología Humanista. Este movimiento surge a mediados del siglo XX como la tercera
fuerza (considerando al Psicoanálisis y al Conductismo como las otras dos) y promovía prestar
atención a los aspectos positivos de los seres humanos, enfocándose en el desarrollo de
potencialidades del psiquismo . Dentro del paradigma humanista actual, en el marco de la
psicoterapia, se 10 incluye la psicoterapia centrada en el cliente, la Gestalt, las terapias
existenciales y experiencialistas.

El primer autor que habló de PP fue Abraham Maslow en un capítulo de su libro


Motivación y Personalidad, titulado Hacia una Psicología Positiva (Mariñelarena-Dondena y
Gancedo, 2011). De este autor se resalta el concepto de autorrealización y el enfoque en el
estudio de individuos saludables. Otro exponente de la Psicología Humanista es Carl Rogers
quien inaugura la Psicoterapia centrada en el cliente, la cual tiene como objetivo central
desarrollar el funcionamiento óptimo de la persona.

Esta escuela de pensamiento se inició en el ámbito universitario, pero luego se quedó en


el clínico y terminó relacionándose, a nivel popular, con movimientos esotéricos y de autoayuda
sin base sólida. Se considera que la falta de investigación y soporte empírico en sus inicios llevó
a que el mismo perdiera su prestigio como corriente psicológica válida, razón por la cual la PP
en su surgimiento procuró distanciarse de este antecedente . De hecho, Waterman (2013)
considera que ambos enfoques son incompatibles pues tienen bases filosóficas, consideraciones
epistemológicas y metodológicas e implicaciones para la dirección de la terapia e intervenciones
diferentes, por lo que concluye que la única contribución de la Psicología Humanista a la PP es
el tipo de metas que ambas escuelas persiguen. Cabe resaltar que Waterman es considerado un
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Psicólogo Positivo, y algunos Psicólogos Humanistas actuales critican la postura de este autor,
considerando que ambos enfoques pueden complementarse.

También, dentro de la Psicología, se reconoce que existen distintas áreas en las que se
han trabajado temas pertinentes a la PP como en la Cognitiva, Evolutiva, Social y de la
Personalidad. Desde el comienzo de la disciplina autores como Erikson, Forman, Watson, Jung,
Allport, Sternberg, Bandura, Gardner, Goleman, Bowlby, Ryff, Deci, Ryan, Harter, Dweck,
Diener, Vaillant, Csikszentmihalyi, Emmons, entre otros; han trabajado en temas como la
felicidad en la pareja, la crianza efectiva, el significado de la vida, el bienestar psicológico, la
resiliencia, la creatividad, las 11 inteligencias múltiples, el apego, la inteligencia emocional, la
identidad, la motivación, el esfuerzo, etc. De hecho, muchos de estos autores se inscriben dentro
de la PP en la actualidad. ( Arrivillaga, 2015).

2. Los temas de estudio: Los tres pilares de la psicología positiva

2.1. El estudio de las emociones positivas

La mayoría de los investigadores que se han dedicado a estudiar las emociones se han
centrado exclusivamente en las negativas y hasta cierto punto puede resultar lógico si
consideramos que emociones como el miedo, la tristeza o la ira son señales de alarma que si se
obvian sistemáticamente pueden generar problemas de una magnitud considerable.
La tendencia natural a estudiar aquello que amenaza el bienestar del ser humano ha
llevado a centrar el interés en aquellas emociones que ayudan a hacer frente a peligros o
problemas inminentes. Además existen otras razones que explican el olvido al que han sido
relegadas las emociones positivas en la ciencia. Las emociones positivas, por ejemplo, son más
difíciles de estudiar, debido a que comparativamente son menos en cantidad que las negativas y a
que son más difíciles de distinguir. Así, considerando las taxonomías científicas de las
emociones básicas podemos identificar 3 ó 4 emociones negativas por cada emoción positiva.
Ese balance negativo queda muy bien reflejado en el propio lenguaje cotidiano, de forma que
cualquier persona tendrá siempre mayor dificultad para nombrar emociones positivas. ( Vera,
2006).

¿Cuál es, por tanto, el valor adaptativo de las emociones positivas? Es posible responder
a esta cuestión si abandonamos el marco teórico bajo el que entendemos las emociones
negativas. Las emociones positivas resuelven problemas relacionados con el crecimiento
personal y el desarrollo. Experimentar emociones positivas lleva a estados mentales y modos de
comportamiento que de forma indirecta preparan al individuo para enfrentar con éxito
dificultades y adversidades venideras (Fredrickson, 2001).

Entonces el estudio de las emociones positivas se trata de una ruta a través de las
emociones positivas para conseguir conocer el modo en el que se pueda aumentar la cantidad de
estas emociones positivas para alcanzar la felicidad.
Es importante destacar que las emociones positivas son etiquetadas como positivas
porque generan una sensación placentera frente a las negativas que generan malestar ,no porque
sean necesariamente positivas desde un punto de vista adaptativo. En todo caso, lo cierto es que
hasta el momento lo que se observa es que las emociones positivas presentan una gran cantidad
de efectos positivos en diversas áreas del funcionamiento psicológico. Entre otros efectos, la
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investigación ha mostrado que el afecto positivo mejora la capacidad para resolver problemas,
aumenta la creatividad, mejora la capacidad para resistir el dolor, aumenta el altruismo, etc.
(Hervás,2009).

Las emociones se pueden encauzar hacia una dirección positiva y cambiar la forma de
experimentar sentimientos sobre el pasado, de pensar sobre el futuro y de vivenciar el presente.
A través de estas emociones de índole positivo se podrá alcanzar una vida placentera, y así las
personas podrán llevar el nivel de emotividad positiva al nivel superior de nuestro Rango fijo de
felicidad. Se trata por lo tanto, de aprender y practicar el modo de agradecer, perdonar (pasado);
de aprender a tener esperanza y optimismo mediante el abatimiento de los pensamientos
negativos sobre el futuro, y evitar la habituación, así como de disfrutar y usar la atención para
aumentar los placeres en el presente. (Navarro,2013).

Para Seligman (2003), las emociones positivas pueden centrarse en el futuro, presente o
pasado. Respecto al futuro, están el optimismo, la esperanza, la fe, y la confianza; las
relacionadas con el presente son la alegría, la tranquilidad, el entusiasmo la euforia, el placer y la
más importante el llamado flow, o experiencia óptima, que incluye felicidad, competencia
percibida e interés intrínseco por la actividad realizada (Csikszentmihalyi, 1990). Sobre el
pasado, las emociones positivas incluyen la satisfacción, la complacencia, la realización
personal,la gratitud, el orgullo y la serenidad. Estos tres aspectos emocionales son distintos y no
se hallan necesariamente relacionados (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000).

2.1.1. Optimismo

Varios autores mencionan que el optimismo es considerado actualmente como un tema


de renombrado interés entre los investigadores de la psicología positiva. Poseck (2006) lo define
como una característica psicológica disposicional que remite a expectativas positivas y objetivos
de futuro y cuya relación con variables como la perseverancia, el logro, la salud física y el
bienestar han hecho de esta materia uno de los puntos centrales de la psicología positiva.

En otras palabras, es la predisposición a mirar el futuro con una actitud más favorable, lo
que le permite a la persona tener un mejor estado de ánimo y ser más perseverante con respecto a
sus metas futuras. Contreras y Esguerra (2006) explican que el optimismo no es una simple
cognición; por el contrario, resalta que implica todo un proceso mucho más complejo que solo la
utilización de frases positivas o imágenes de victoria; tiene su fundamento en como
conceptualizamos las causas de los eventos y hechos que tienen lugar a nuestro alrededor.

Para una persona optimista, los problemas se consideran como pasajeros, determinados y
los atribuyen a causas externas. Este tipo de explicaciones, se asocian con la disminución de
síntomas depresivos, mayores niveles de exaltación, los motivos de los éxitos son atribuidos a las
características propias del sujeto, además de que la persona aprende a tener mayor control sobre
el futuro, a salir fortalecida y encontrar beneficios en situaciones adversas, traumáticas o
estresantes, fomentan las relaciones sociales y el éxito académico e incluso podrían llegar a
proteger de la enfermedad (Martínez, 2006).

También es importante en este caso, resaltar la diferencia existente entre el “optimismo”


y “el pensamiento positivo”; que está relacionada íntimamente con el carácter de verdad que
poseen las cosas y los sucesos; una persona optimista puede ver claramente cuáles son sus
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problemas y los afrontan, esperando que posteriormente obtengan resultados favorables. Por el
contrario, los pensamientos positivos, tenderían a tergiversar la realidad y a afirmar que todo lo
que pasa es bueno, por ello cuesta mucho más que lleguen a afrontar la realidad. (Lupano y
Catro,2010).
2.1.2. Fluidez/Flow

Csikszentmihalyi (1998, citado en Mesurado, 2009) explica que el “flow” implica un


estado de consciencia en el cual la persona se incorpora de lleno a una actividad o meta fijada
previamente, permanece fijamente involucrada en ella y pasa su tiempo casi sin notarlo. Implica
una situación placentera que puede controlarse si el sujeto aprende a plantearse retos que se
adecuen a sus posibilidades de quehacer.

Dentro de este concepto, la consciencia y la emoción son elementos clave; ya que por
medio de ambos, se realiza un redireccionamiento de las prioridades de la persona y se logra
orientar los pensamientos y las acciones hacia un fin determinado. “La satisfacción de las tres
necesidades psicológicas básicas (autonomía, competencia y relación) predecía positivamente la
motivación situacional autodeterminada, que a su vez predecía positivamente el flow”

Otra característica de la “fluidez” es al parecer el carácter universal de esta emoción


positiva, ya que si bien es cierto varía mucho de persona a persona, aparece como constante en
todas las culturas, género, coeficiente intelectual, clases sociales, edad y actividad realizada
(Prada, 2005).

La experiencia óptima, es un profundo sentimiento de regocijo y alegría que se produce


cuando alcanzamos algo deseado durante largo tiempo, como el que quizá experimentó Colón
cuando Rodrigo de Triana exclamó: ¡tierra, tierra!; el ¡eureka! de Arquímedes al descubrir el
principio que lleva su nombre; la alegría que experimenta un padre cuando su pequeño hijo
pronuncia la palabra ¡papá! después de repetirle varias veces la misma palabra. Para un corredor
es batir su propio récord; para un arqueólogo descubrir los restos de una antigua cultura. En
todos estos casos las personas han estado fuertemente involucradas en una actividad durante un
tiempo sin importarles nada más, pierden hasta el sentido del tiempo y experimentan enorme
satisfacción. Una experiencia óptima es algo que hacemos que suceda, estos eventos quizá han
sido los mejores momentos de la vida.

Desde el punto de vista aplicado, fluir busca que la gente aprenda a proponerse metas y
obtener logros, a desarrollar habilidades, a saber cómo concentrarse e involucrarse totalmente en
una actividad; que las personas sepan controlar sus experiencias internas, que puedan disfrutar de
la vida aun en condiciones adversas. Fluir es una teoría y práctica que busca mejorar la calidad
de vida y la felicidad de la gente.

2.1.3. Gratitud

Todas las emociones relacionadas con el pasado están dirigidas por el pensamiento y la
interpretación; así, una vez interpretado un suceso pasado subyace una emoción al respecto.
Cuando se producen sucesos adversos o favorables, se da un estallido emocional temporal en la
dirección positiva o negativa correspondiente. Pero normalmente después de poco tiempo, el
estado de ánimo vuelve a situarse dentro de los parámetros de rango fijo. Pero sin embargo, si las
emociones son expresadas y se les presta atención, acaban enriquecidas y nos enganchan para
ocuparnos de los problemas pasados. Así que prestar demasiada atención a estos asuntos, si son
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gravosos, nos llevan a un deterioro de la felicidad. En este sentido, hay dos modos de reubicar
estos sentimientos poco adaptativos, sobre el pasado en la zona de la felicidad; el primer modo
es la GRATITUD que aumenta el disfrute y la valoración de los buenos momentos pasados; en
este sentido, las personas capaces de valorar lo recibido, suelen tener mayores niveles de
felicidad. Y segundo, la reescritura de la historia por medio del PERDÓN, el cual tiene la
capacidad de transformar los malos recuerdos en buenos. El perdón cambia el dolor por
neutralidad o incluso recuerdos positivos, lo que acarrea mayor satisfacción y por lo tanto
felicidad en la vida. ( Navarro,2013).

2.1.4. Beneficios de las Emociones positivas

2.1.4.1. Las emociones modifican nuestra forma de pensar. Una de las principales
ventajas del cultivo de las emociones positivas radica en que ejercen una gran influencia sobre el
procesamiento intelectual, la resolución de problemas, el razonamiento y las habilidades sociales
(Oros, Manucci y Richaud-de Minzi, 2011).

Unas investigaciones hallaron que los estados afectivos positivos facilitan la solución
creativa de diversos problemas (Lyubomirsky et al., 2005). Además, ayudan a fortalecer ante la
adversidad en cuanto que promueven la resiliencia (Lyubomirsky et al., 2005) y protegen contra
la depresión, pues se transforman en un ingrediente activo esencial que incrementa los recursos
psicológicos de afrontamiento de la persona (Fredrickson et al., 2003).

Por otro lado, distintas intervenciones psicológicas han puesto de relieve la importancia
que tienen las emociones positivas frente a algunas emociones negativas (miedo, enojo y
tristeza); así, la teoría de ampliación y construcción explica que estados emocionales como la
alegría o el interés combaten los efectos de las emociones negativas que impiden el crecimiento
psicológico o el mejoramiento de la salud física o mental (Fredrickson y Levenson, 1998;
Fredrickson, Mancuso, Branigan y Tugade, 1999 citado en Barragan , et al , 2014). Lo anterior
también significa que mientras que las emociones negativas limitan el repertorio de
pensamiento-acción de una persona, las positivas lo amplían. Además, estas mismas se vuelven
herramientas terapéuticas sumamente valiosas, entre las que podemos contar las técnicas de
relajación, las terapias del comportamiento y las cognitivas (Fredrickson, 2000).

Frijda expone que los estados emocionales positivos permiten a los individuos considerar
y elaborar un plan acerca de sus resultados futuros, mientras que los negativos hacen posible
responder a los eventos inmediatos. ( Barragan et al,2014).

2.1.4.2. Las emociones positivas a favor de la salud. Como consecuencia de que las
emociones positivas son algo más que la mera ausencia de emociones negativas , es importante
enfatizar que las primeras son útiles en el campo de la salud en tanto que previenen
enfermedades y reducen la ansiedad. Una explicación de este suceso es la que expone
Fredrickson et al. (2003), según la cual las emociones positivas hacen desaparecer los efectos
fisiológicos que anteriormente habían sido generados por las emociones negativas.
Otro estudio que muestra los mencionados beneficios es el realizado por Aspinwall,
Richter y Hoffman (2001), el cual muestra que las personas que se consideran felices asimilan
mejor los riesgos a la salud, y por tanto, experimentan un menor desgaste del sistema
cardiovascular y, en consecuencia, gozan de una mejor salud.
Adicionalmente, el desarrollo de emociones positivas está relacionado con la disminución
del estrés que es posible registrar en el sistema nervioso vegetativo y en el cardiocirculatorio.
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Para ello, bastó probar en el laboratorio que la angustia inicial que provoca preparar un tema en
tan solo un minuto podría reducirse al promover la aparición de estados emocionales positivos.
A los participantes se les exhibía una de cuatro películas, dos de las cuales solicitaban
sentimientos positivos, una causaba indiferencia y la cuarta generaba tristeza. Como resultado,
los participantes del film “triste” tardaban más en recuperarse del sobresalto y la angustia
iniciales.
Por último y a este respecto, se ha evidenciado que quien experimenta alegría a lo largo
del día, con mayor probabilidad la tendrá al día siguiente.

2.2. El estudio de los rasgos positivos

2.2.1. Virtudes

Las virtudes son características personales generales, que han sido evidenciadas por las
diferentes culturas a lo largo de la historia universal; según Peterson y Seligman (2004).

Según Seligman (2004) las seis virtudes son características fundamentales que propugnan
casi todas las tradiciones religiosas y filosóficas y captan la noción de buen carácter. Seligman
no define la noción de virtud, solo observa que se trata de un concepto abstracto. La noción de
virtud, significa, según la religión católica, poseer buenos hábitos para vivir una vida ordenada y
dichosa; distingue cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, templanza y fortaleza.

El Diccionario de la Real Lengua Española (2001) ofrece varias acepciones del vocablo
virtud: Actividad o fuerza de las cosas para producir o causar sus efectos. Fuerza, vigor, valor.
Poder o potestad de obrar. Integridad de ánimo y bondad de vida. Disposición constante del alma
para las acciones conforme a la ley moral. Acción virtuosa o recto modo de proceder. Desde el
punto de vista filosófico, virtud significa fuerza, poder de una cosa, eficacia. “La virtud fue
entendida en el sentido del hábito o manera de ser de una cosa, hábito que se hace posible por
existir previamente en ella una potencialidad o capacidad de ser de un modo determinado”.
(Ferreter Mora, 1969).
Esto significa que si no se posee aquella potencialidad no se podrá ser virtuoso en ella.
De esta suerte, la virtud resulta ser un bien, pero no un bien general, sino un bien propio e
intransferible.

2.2.2. Fortalezas

Algunas características de personalidad como la extraversión o la introversión, no tienen


una connotación valorativa o moral en cuanto a que sea más deseable un polo que el otro. Sin
embargo, hay rasgos que sí se consideran generalmente valiosos, como la capacidad para trabajar
en equipo o la sabiduría. Estos últimos se suelen considerar fortalezas del carácter (Peterson y
Seligman, 2004).

Las fortalezas constituyen el principio fundamental de la condición humana y una


actividad congruente con ellas representa un importante camino hacia una vida psicológica
óptima. Según los autores, lo que hace que la vida merezca la pena no es efímero, por lo que es
necesario un análisis en términos de rasgos positivos de personalidad. Las fortalezas
proporcionan la explicación para esta estabilidad de la vida bien vivida.
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El estudio del carácter en esta clasificación parte de la psicología de la personalidad, en


concreto del rasgo, que reconoce la existencia de diferencias individuales estables y generales
que pueden ser moldeadas por el entorno. A pesar de la importancia de la situación en dar forma
a las características de la persona, ésta añade y quita algo de la situación. Este “algo” es el
carácter, por el que la psicología positiva se interesa considerándolo un compendio de rasgos
positivos.(Martinez, 2006).

Conocer y comprender el origen de las fortalezas del carácter es algo esencial, y una tarea
pendiente de la psicología, porque permite poner nombre y comenzar a disponer de teorías sobre
aspectos del ser humano que de otra forma se evitarían o, en el peor de los casos, se
interpretarían en base a rasgos o procesos negativos (Avia y Vázquez, 2011). Un caso muy claro
es el del altruismo, un proceso que durante mucho tiempo la gran mayoría de las teorías
interpretan como un proceso básicamente auto-sirviente.

2.2.3. Clasificación de las virtudes y fortalezas

En los últimos diez años, se ha desarrollado un intenso trabajo de clasificación y


elaboración de un sistema de evaluación de fortalezas que, aunque como todas las propuestas
científicas, está sometido a continua revisión, ha tenido la pretensión de ser lo más exhaustivo y
universal posible. Este trabajo realizado fundamentalmente por Chris Peterson y Martin
Seligman, pero que ha contado con la colaboración de otros muchos investigadores, ha dado
lugar a una clasificación de 24 fortalezas y a varios instrumentos de evaluación, actualmente
todavía en proceso de validación. Estas fortalezas son el resultado de la búsqueda de los aspectos
más valiosos y deseables del ser humano, y han sido rastreadas en las culturas y religiones más
importantes a través de diferentes estrategias. Aunque para que una fortaleza fuera finalmente
incluida, además de tener presencia en todas las culturas, tenía que cumplir una amplia serie de
condiciones entre las que se encontraban la distintividad, la apariencia de rasgo, la existencia de
ejemplos paradigmáticos, la ausencia de un opuesto deseable, etc. (Hervás,2009).

En la tabla 1 aparece una lista de las 24 fortalezas, agrupadas en seis bloques, con una
breve definición de cada una.

Tabla 1 : Clasificación de Fortalezas VIA ( Tomado por Hervás,2009)


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Quizá uno de los aspectos más destacables de esta propuesta es la filosofía de aplicación
que subyace detrás. A diferencia de las tradiciones de corte más religioso, las aplicaciones
desarrolladas centradas en las fortalezas no se plantean que una persona deba cultivar todas o la
mayoría de ellas; ni siquiera sugieren que las personas debían mejorar, en las que tengan una
puntuación muy baja. La aplicación propuesta habitualmente consiste en poner en práctica y
aplicar, en la vida cotidiana, aquellas fortalezas que uno de forma natural ha desarrollado, o lo
que es lo mismo, sus fortalezas principales. Es decir que se trata de destacar los recursos de las
personas y aprovecharlos, más que detectar deficiencias para intentar reducirlas. Este cambio de
foco elimina la frustración habitual al enfrentarse a una lista de cualidades “obligatorias” y casi
imposibles de cumplir, y aporta una visión más positiva de la persona y de su futuro. Favorecer
que la persona tome conciencia y apliquen sus fortalezas, más que destacar y trabajar en sus
debilidades, implica confiar en que muchas de esas debilidades se reducirán como consecuencia
de centrar el crecimiento de la persona sobre sus cualidades naturales. Esta perspectiva,
extremadamente importante y novedosa, aplicada de forma flexible en ocasiones hay carencias
que es importante abordar directamente , puede ser de utilidad en numerosos campos como la
educación, la psicoterapia o la gestión de recursos humanos. Aunque aún falta investigación para
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poder comprender en profundidad estos mecanismos, estas iniciativas están abriendo unas
perspectivas de enorme interés aplicado.

En todo caso, este modelo de 24 fortalezas es una aproximación de amplio alcance y con
pretensión de universalidad. Eso significa que, para cada campo en concreto, en el futuro se
tenderá a generar aproximaciones específicas con listados de fortalezas e instrumentos
específicos y adecuados a las necesidades de cada campo.

2.3. Estudio de las Instituciones Positivas

La tercera ruta a diferencia de las dos anteriores está menos desarrollada. Es la vía de
acceso o vida con significado (meaningful life). Tiene relación con la búsqueda de sentido, por
lo que su comprensión implica: contextualización y amplitud. En esta tercera vía, son de
aplicación las fortalezas personales para el desarrollo más allá de uno mismo. Es poder aplicar
las fortalezas para ayudar a los demás y hacer que éstos puedan desarrollar sus potencialidades.
Este proceso se puede dar a través de las instituciones típicas (familia, trabajo, escuela y
comunidad) se trata por lo tanto, de poner las capacidades al servicio de los otros para obtener
significado vital ( Navarro,2013).

2.3.1 Psicología Positiva y Crianza

Seligman nos da tres principios de la práctica de la paternidad surgidos de la psicología


positiva: El primero es que las emociones positivas pueden desarrollar las capacidades
intelectuales, sociales y físicas para que los niños puedan disponer de ellas cuando sean adultos.
El segundo principio, es que si se aumentan estas emociones positivas se puede iniciar “una
espiral ascendente de sentimientos positivos”. El tercero es, que los rasgos positivos que
demuestran los niños son tan auténticos como los negativos. En este sentido Seligman aventura a
decir que la emotividad positiva aparece antes que las fortalezas y virtudes y que estas últimas se
desarrollan a partir de ello.

Lo que se extrae de estos principios, es que la educación de los niños es mucho más
efectiva cuando es disfrutable. Seligman citó 8 técnicas para incrementar las emociones positivas
en la crianza: Dormir con su bebé ,juegos sincrónicos, no y sí, elogio y castigo , rivalidad entre
hermanos, antes de dormir , hacer un trato y los buenos propósitos para el año nuevo.

Todas estas técnicas estudian las formas de aumentar el nivel de sentimientos positivos de los
hijos pequeños. La base teórica para explicarlos es que las emociones positivas conducen a la
exploración, que a su vez lleva al dominio, y éste conduce no sólo a más emociones positivas,
sino al descubrimiento de las fortalezas personales de nuestros hijos”. (Seligman, 2002). Así
pues, hasta los siete años, la principal meta de la educación positiva de los hijos consiste en
incrementar las emociones positivas.

2.3.2. Psicología Positiva y Educación

B. Fredrickson (2004) en su teoría de “ensanchar y construir”, sostiene que los


sentimientos positivos amplían nuestro repertorio de ideas y de acciones y nos ayudan a construir
recursos mentales duraderos para poderlos usar en experiencias futuras. Desde esta perspectiva,
durante los últimos años, se han ido elaborando múltiples propuestas de aplicación educativa
dentro del marco de la psicología positiva. Estas contribuciones han abierto nuevas vías de
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crecimiento y progreso hacia nuevos caminos educativos. En España autores como R. Bisquerra,
J.A Marina o el mediático E. Punset entre otros, nos hablan de las implicaciones de este enfoque
científico sobre el ámbito educativo.

Pero ¿qué se puede aprender para llevar una vida feliz?: J.A Marina (2004) da seis
factores: Elegir metas adecuadas, Resolver problemas. Capacidad de esfuerzo, Capacidad para
recuperarse de los fracasos, Valorar las cosas apropiadamente y disfrutar las cosas buenas y
Tender lazos afectivos interpersonales y mantener autonomía adecuada según la situación. A
tenor de lo anteriormente escrito, nuestro sistema educativo debería fijar su principal objetivo en
lograr niños y niñas felices, traspasando la frontera puramente lectiva; desarrollando una actitud
positiva hacia la vida.

2.3.3. Psicología Positiva y Organizaciones

En general las personas buscan cierta satisfacción personal en su trabajo (esto ocurre con
menor énfasis cuando el trabajo escasea y se buscan otros objetivos de corte más pragmático,
como ocurre en la actualidad crítica de España), pero para experimentar esta satisfacción, la
Psicología positiva nos dice que hay que poner en práctica las fortalezas antes referidas, a ser
posible de forma continuada. Poner en práctica cada día estas fortalezas y virtudes no solo hace
más agradable el trabajo sino que la rutina y el tedio cotidiano se transforman en vocación y por
lo tanto en gratificación. Dice Seligman (2002) que cuando la vida y la libertad están cubiertas,
todo indica que se marcha hacia políticas que van más allá de la seguridad elemental, tomando
muy en serio la búsqueda de la felicidad.

Como se comentó anteriormente, la Psicología se ha centrado tradicionalmente en los


aspectos más negativos de la conducta humana, y este sesgo también se observa en el ámbito de
la gestión de la salud en el trabajo y las organizaciones, pues éstas, tradicionalmente, han venido
centrándose en el lado negativo del estrés laboral e inspirándose como no, en el modelo médico.
Pero esta perspectiva se limita a analizar la mitad del ámbito de la psicología organizacional, por
lo que existe la necesidad creciente de una aproximación positiva que se centre más en las
fortalezas del empleado y del funcionamiento organizacional óptimo. Desde esta perspectiva
positiva, se podrán ofrecer respuestas a las demandas emergentes derivadas de los cambios que
están sucediendo en las organizaciones de las sociedades de hoy. Unas sociedades cambiantes
impactan en los tipos de puestos de trabajo y por lo tanto influyen en la salud y bienestar de los
empleados. Estos cambios deben ser bien gestionados para la no aparición de organizaciones
enfermas poco efectivas o adaptativas.

Desde la psicología positiva se considera que la salud del trabajador es un fin en sí


mismo y meta a incluirse en las políticas organizacionales. El punto de mira se halla entonces, en
descubrir las características de la vida organizacional positiva (Salanova, Martinez y Llorens,
2005).

2.4. Estudio de los vínculos positivos

Esta última vía fue agregada en el año 2009 por Seligman. Los vínculos positivos o vida
social, como vía de acceso a la felicidad surgen de los estudios sobre el bienestar psicológico e
identifican a las personas más sociables como también las más felices. Se mencionan los
siguientes:
15

2.4.1. Amor

Fredrickson, ha estudiado arduamente las emociones positivas. En uno de sus libros más
recientes Love 2.0: How Our Supreme Emotion Affects Everything We Feel, Think, Do, and
Become nos explica qué es en verdad el amor y desbarata algunas de las creencias más
instauradas sobre el mismo.

Según esta autora, el amor es un proceso que involucra a la mente y el cuerpo de manera
dinámica, una sensación biológica donde el cariño interpersonal y el bienestar nos rodean. Uno
se conecta con el otro compartiendo la misma emoción, y mientras dura esa emoción, más
felices, saludables y sabios nos volvemos. Cuando conectamos amorosamente con alguien
aparece el fenómeno de resonancia positiva, una sincronía entre ambos donde los gestos y la
bioquímica comienzan a imitarse. Esta resonancia fortalece la conexión entre nuestro corazón y
cerebro y hace cada día más saludable a la persona que la experimenta. Así que aquellas
personas que están más “conectadas” viven más felices y más sanas.

Frederickson en su obra dice que podemos brindar amor fuera de nuestro círculo íntimo
para mejorar nuestro bienestar. También explica que el amor debe cultivarse día a día y que se
debe intentar generar el máximo de micromomentos de conexión, puesto que estos micro-
momentos amorosos tienen un efecto a largo plazo en nuestra biología (en nuestra salud y
longevidad). Además, al hacernos más saludables, también aumenta nuestra capacidad de amar.

Frederickson además aclara que el amor no es romance, ni deseo sexual, no dura para
siempre y tampoco es incondicional. Como consejo, la autora nos deja claro que el amor hay que
alejarlo de falsas expectativas para poder conectarnos con los demás de una manera realista y
saludable.

2.4.2. Compasión, Validación y Empatía

La empatía es la capacidad para sentir las emociones que otros individuos están
experimentando, así como comprender aquello que piensan respecto a su mundo. Esta habilidad
compleja forma parte de nuestro repertorio en el momento de nacer. La empatía evoluciona hasta
caracterizarse por la presencia de sentimientos de ternura, compasión y cercanía, y alcanza su
nivel óptimo llegando a ser un fin en sí misma. Cuando la empatía es observadora y no se
inmiscuye en los sentimientos de los otros, el ser humano consigue un nivel óptimo de salud
mental que se manifiesta en unas relaciones sociales satisfactorias.(Fernández Berrocal, Ramos
Díaz, 2004).

2.4.3. Humor

El sentido del humor es un rasgo positivo porque hace que la persona que lo tiene pueda
experimentar la risa; y el placer subjetivo asociado a la risa tiene diversos beneficios tanto
psíquicos como fisiológicos. Por otra parte, hacer reír a los demás es muy gratificante, fomenta
un mayor bienestar y disfrute de la vida.Se trata de disfrutar de la risa, de las bromas, sonreír con
frecuencia, ver el lado positivo de la vida.

El humor genera un espacio para estar con uno mismo, vivir el aquí y ahora, ya que
cuando reímos es imposible pensar, nos ayuda a descubrir nuestras virtudes, abrirnos horizontes,
vencer miedos, llenarnos de fuerza, de ilusión, de sentido del humor, de gozo y aprender a vivir
16

una vida positiva, intensa y sincera. El uso del humor ayuda a tener gran objetividad, da a lugar a
puntos de vista diferentes y abiertos, puede fomentar la alianza terapéutica, da claves para
percibir y experimentar la vida de una forma novedosa, promueve el insight, hace que los
procesos terapéuticos sean menos monótonos, a la auto aceptación, y distrae de los pensamientos
perturbadores. El humor nos conecta con otros, nos acerca y enseña a tomar las cosas menos en
serio, es una fuente de disfrute y de bienestar para los momentos duros y estresantes de la vida
(García,2014).

2.4.4. Liderazgo

Consiste en animar al grupo del que uno es miembro para hacer cosas, así como reforzar
las relaciones entre las personas de dicho grupo. Refleja la motivación y la capacidad de buscar,
lograr y desempeñar con éxito funciones de liderazgo en los sistemas sociales. Por lo tanto, al
líder se le da bien organizar actividades y que éstas se lleven a cabo. Es un dirigente efectivo que
no solo vigila que el trabajo grupal se realice óptimamente, sino que también éste se hace en un
tejido de relaciones interpersonales adecuado. El líder efectivo es, de este modo, humano en el
trato, pacífico y reconocedor de sus errores. Admite su responsabilidad. Son ejemplos: los
comandantes militares, directores, ejecutivos, dirigentes sindicales, jefes de policía, rectores o
presidentes de consejos escolares entre otros.

2.4.5. Creatividad

La creatividad se conforma como una dimensión estable que propicia la producción


sistemática de ideas innovadoras (estados motivacionales, rasgos de personalidad y un estilo de
trabajo favorecedor). La creatividad es la capacidad de crear, de producir cosas nuevas, para
llegar a conclusiones novedosas y resolver problemas de modo original. Se materializa a menudo
con formas literarias, artísticas, científicas, así como en ámbito de la vida diaria, mejorando su
calidad. Es un proceso fundamental para el desarrollo personal y para el progreso social, por lo
que se incluye dentro del campo de la psicología positiva. La creatividad puede ser desarrollada
y fomentada en todos los campos de la vida y puede ser considerada también como otro de los
recursos de las personas para afrontar circunstancias adversas.

3. Bienestar / Felicidad: Promotores de una vida saludable y satisfactoria

Según Seligman (2002), “la felicidad y el bienestar son los resultados que desea obtener
la Psicología Positiva” (Seligman emplea ambos términos de modo intercambiable). Así que
parece indispensable -en un análisis de la panorámica actual de la Psicología Positiva- saber
cuáles son los modelos que han estudiado este constructo, base del enfoque positivo.

3.1. Modelos Psicológicos del Bienestar

3.1.1. Modelo de Jahoda (1958)

Esta autora plantea que tener una buena salud física es condición necesaria aunque no
suficiente para tener una buena salud mental. Así recrea un resumen de aquellos criterios y
dimensiones que deberían componer la salud mental positiva. Existirían 6 criterios (Actitudes
hacia sí mismo, Crecimiento, desarrollo y auto-actualización, Integración, Autonomía,
Percepción de la realidad y Control ambiental) cubiertos por ciertas variables o dimensiones.
Además empleó y sugirió diversos métodos y estrategias de medida para la validación futura de
17

un modelo que fue el punto de partida en la investigación del bienestar, aunque éste finalmente
no fue apenas investigado.

3.1.2. La teoría de autodeterminación de Deci y Ryan.

Estos autores parten de las propuestas de la psicología humanista, la cual pretendía evidenciar la
riqueza del ser humano y el estudio de los elementos positivos. Carl Rogers y otros autores
tuvieron a bien respaldar estas pesquisas pero lo hicieron más desde la razón que desde un punto
de vista empírico. Así, Deci y Ryan han desarrollado una teoría basada en estos principios: la
Teoría de la autodeterminación. Se basan en uno de los principios más básicos del enfoque
humanista: el bienestar como consecuencia de un funcionamiento psicológico óptimo (Rogers,
1963) y no tanto en la frecuencia de experiencias placenteras. Esta teoría propone que las
necesidades básicas de vinculación, competencia y autonomía conforman la esencia del bienestar
psicológico (Deci y Ryan, 2000).

3.1.3. Modelo de bienestar psicológico de Ryff.

Antes de aparecer la psicológica positiva como tal, una de las investigaciones más
importantes sobre el bienestar fue la de Carol Ryff. Esta autora quiso definir la Salud Mental
Positiva y a partir de un análisis de las propuestas existentes hasta ese momento, definió el
bienestar psicológico a partir de elementos no hedónicos, lo que significaba que las emociones
de placer no eran predictores del funcionamiento psicológico sino que más bien eran una
consecuencia. Su modelo plantea seis dimensiones básicas a modo de indicadores de bienestar
(1. Control ambiental. 2. Crecimiento personal. 3. Propósito en la vida. 4. Autonomía. 5.
Autoaceptación. 6. Relaciones positivas con otros). Este modelo tuvo gran relevancia porque a
raíz de él, la autora pudo construir un cuestionario para evaluar estas seis dimensiones del
bienestar, el cual ha sido adaptado al castellano (Diaz, Carvajal, Blanco, et al, 2006).

3.1.4. Modelo de bienestar y salud mental de Keyes.

Parte del modelo de Ryff pero le añade aspectos hedónicos y lo que denomina “bienestar
social”. Esta autora distingue tres diferentes ámbitos para operativizar la salud mental positiva:
bienestar emocional, bienestar psicológico, y bienestar social. Es este último un aspecto
relevante de su modelo, pues parece expandir el bienestar más allá de lo estrictamente individual,
complementando así anteriores modelos como el de Jahoda o el de Ryff. Keyes habla de cinco
dimensiones en el área del bienestar social: Coherencia social. Integración social. Contribución
social. Actualización social. Aceptación social.

3.1.5. Modelo de las tres vías de Seligman.

Según este autor, existen tres vías de acceso para una vida plena.

La primera es a través de las emociones positivas (vida placentera). Que consiste en


incrementar, la mayor parte del tiempo, la cantidad de emociones positivas para ser feliz. La
propuesta plantea que la felicidad consiste en obtener mayor cantidad de momentos felices a lo
largo de la vida. Estos momentos felices se pueden alcanzar en el presente a través del savoring y
el mindfulness. Las emociones positivas también se pueden alcanzar centrándose en el pasado si
se cultiva la gratitud y el perdón o en el futuro, por medio del optimismo y la esperanza. No
18

obstante esta propuesta no se plantea como una teoría o modelo sino más bien como una forma
de estructurar la investigación sobre el bienestar. Se cree que la vida comprometida y la vida
significativa tienen mayor importancia que la placentera para la construcción del bienestar, pero
esto aún no ha sido suficientemente contrastado.

La segunda vía es la buena vida o vida comprometida (engagement). Ésta se basa en la


experimentación de emociones positivas. Es la felicidad que surge cuando disfrutamos de algo
en lo que sentimos que somos buenos; un sentimiento placentero que nace del compromiso con
la tarea efectiva y la capacidad de experimentar flow (flujo). En palabras de Csikszentmihalyi
(1990):“Todos hemos vivido ocasiones en las que en lugar de ser abofeteados por fuerzas
anónimas, hemos sentido que teníamos el control de nuestras acciones, que éramos los dueños de
nuestro propio destino. En las raras ocasiones que esto sucede sentimos una especie de regocijo,
un profundo sentimiento de alegría que habíamos deseado durante largo tiempo y que se
convierte en un hito en el recuerdo de cómo debería ser la vida. Esto es lo que queremos decir
con experiencia óptima”

Una experiencia óptima es por lo tanto, algo que hacemos que suceda, por lo que no son
momentos estáticos sino que suelen suceder cuando el cuerpo o la mente han llegado hasta su
límite en un esfuerzo voluntario (que no tiene por qué ser necesariamente agradable) para
conseguir algo difícil y que valiera la pena. Cuando la persona siente que tiene control sobre su
vida y siente además que ésta tiene sentido, no hay nada más que desear, las expectativas y
necesidades no satisfechas dejan de preocupar y las experiencias más humildes pueden
convertirse en algo placentero. (Csikszentmihalyi 1990).

La vida comprometida por lo tanto, deriva de esta capacidad para ser conscientes de
nuestras fortalezas personales y habilidades y aplicarlas en una tarea concreta, alcanzando así,
esa conexión que llamamos compromiso.

La tercera vía es la vida con sentido o vida significativa. Se trata del estadio superior de
la felicidad y la más duradera. Consiste en poner las habilidades y virtudes al servicio de alguna
meta más allá y por encima de uno mismo para obtener un significado vital como resultado de
dicho proceso. Por lo tanto, aquello que nos produce sentimientos positivos es el proceso, no la
satisfacción de nuestros deseos o logros. En general este proceso ocurre a través de las
instituciones, la familia, el trabajo, la escuela, la comunidad.

Estas tres vías de felicidad se encajan una dentro de otra, así la vida significativa incluye
los placeres y las emociones positivas

Por supuesto, las tres vías no son ni exclusivas ni exhaustivas, es decir, que se pueden
perseguir diversos objetivos en el camino de la felicidad y recorrer desde distintos lugares. No
obstante, según el propio Seligman, y sin infravalorar el valor que tiene la experimentación de
emociones positivas en cualquier momento del ciclo vital, el desarrollo de la vida comprometida
y de la vida significativa pueden tener una mayor importancia para la construcción del bienestar.
Repasados los principales estudios científicos sobre el bienestar psicológico, veamos uno de los
debates sobre este tema del bienestar, que versa sobre si el bienestar psicológico puede ser o no
modificado; y si esta modificación puede ser permanente por medio de la intervenciones
psicológicas. Dos problemas vienen a sumarse a este análisis: el set-point y el problema de la
adaptación hedónica
19

Las conclusiones que se extraen son que aunque muchos piensan que el bienestar
personal o la felicidad pueden incrementarse de forma sostenida e ilimitada (Sheldon, y Houser-
Marko, 2001) pero estudios longitudinales recientes demuestran que esto no es cierto; lo que no
significa que no sea posible incrementar los niveles de felicidad. Es más, las diferentes
investigaciones sobre el bienestar/felicidad y su capacidad para cambiar plantean que existe un
margen significativo (buena noticia) para el crecimiento sostenible del bienestar a pesar de las
limitaciones (set-point en un 50%, y circunstancias de la vida en tan solo un 10%) por lo que se
puede decir que por lo menos el 40% de la varianza del bienestar/felicidad, puede deberse a
elementos modificables (actividades intencionales). Veamos la fórmula planteada:

FELICIDAD DURADERA: (F) = R + C + V

R, (Seligman, escribe R (de Rango Fijo), pero podemos ver la letra S en su lugar, en el
planteamiento que nos ofrecen Lyubomirsky, Sheldon, y Schkade, (2005), para describir la
relación entre los tres factores que compondrían el nivel crónico de bienestar. Esta letra se refiere
a dos factores que hacen de barrera para conseguir la felicidad. El primero es el “set”, es decir,
aquellos factores genéticos que heredamos de nuestros padres, en palabras de Seligman (2002)
sería el timonel que nos conduce hacia un nivel específico de felicidad o de tristeza. Es aquello
con lo que nacemos y que nos hará ser tendentes a ser más felices o menos a lo largo de la vida.
Por esta razón existen personas que desde que nacen son optimistas, (esos seres a los que parece
como si los problemas no les afectasen de igual modo que a los demás), en contraste con
aquellos que viven siempre con un halo de tristeza. Si la felicidad-bienestar fuese marcada
genéticamente al 100%, no valdría la pena esforzarnos, pero una luz se abre a este respecto: la
fórmula de la felicidad valora este factor con un 50% lo que nos dejaría aparentemente un 50%
de margen de maniobra. Pero antes de entrar a analizar ese segundo 50% veamos la segunda
barrera: Seligman (2002) la llama la “Rueda de molino hedonista” que “hace que las personas se
acostumbren con rapidez y de modo inevitable a lo bueno y lo den por supuesto; prosigamos.
C se refiere a las circunstancias externas que inciden en nuestra felicidad. Se suelen nombrar el
dinero, matrimonio, vida social, emociones negativas, edad, salud, nivel de estudios, clima, raza
y género, también religión. Pero no todas tienen el mismo grado de incidencia en la felicidad, y
además no son fácilmente cambiables. Por lo que está bien que éstas tan solo ocupan
aproximadamente un 10% de la ecuación. Un ejemplo de la variabilidad de su influencia, es el
dinero y matrimonio: En lo referente al “dinero” se ha demostrado que aumenta la felicidad
durante dos o tres meses después de conseguirlo; transcurrido este tiempo, el nivel de felicidad
retorna a su estado anterior. En cambio, en el caso de la circunstancia “matrimonio”, el
matrimonio aparece en todos los estudios como uno de los factores más claramente relacionados
con la felicidad. Las personas que están casadas o viven con su pareja son más felices que
aquellas que viven solas (aquellas que nunca se han casado o que están separadas, divorciadas o
viudas). Por otra parte, aquellos que viven junto con su pareja son, en general, algo menos felices
que los casados y la tasa de ruptura de la pareja es significativamente superior a la de los casados
Seligman (2005).

V es la actividad intencional, es decir, aquello sobre lo que tenemos voluntad. Así que la
responsabilidad de ser felices recae sobre nosotros mismos. Se trata de conseguir la vida plena,
la vida con sentido, son el pase para alcanzar la vida placentera (pleasant life). Aquello en lo que
de verdad creemos y para lo que nos esforzamos. Este factor comprende las emociones positivas,
un constructo que veremos a continuación y que conforma uno de los cuatro pilares básicos de la
psicología positiva (los otros tres son: los rasgos positivos, las instituciones positivas, y los
20

vínculos positivos), pilares que fueron establecidos durante el encuentro entre investigadores de
la psicología positiva realizado en Akumal-México.

Definir el concepto de FELICIDAD es complicado, ya que existen muchas definiciones


por lo que no hay una consensuada, no obstante en general se tiende a aceptar aquellas que
conectan la felicidad con la satisfacción personal con la propia vida, el logro de objetivos o con
dar sentido a la vida. La dificultad en su definición radica principalmente en la proliferación en
los últimos años, de la publicación de miles de trabajos, libros, revistas, ensayos y un largo etc.,
que versan sobre la felicidad haciendo que este saber se halle en la actualidad ramificado en
varias líneas diferentes (Vázquez y Hervás, 2008):

La que estudia el bienestar subjetivo y objetivo.


La Psicología Clínica Positiva, de carácter preventivo y normativo.
La que trata de encontrar las claves cognitivas y motivacionales de la felicidad.
Y por último una orientación economicista llamada Economía conductual.

En todo caso, existen diferentes teorías al respecto de la felicidad en relación con el


concepto de emoción: La teoría de las emociones básicas. Esta teoría tiene puntos en común con
la teoría del apaisal, puesto que los dos tipos de teorías nos dicen que las emociones son discretas
pero sin embargo, ambas teorías tienen una visión diferente de las emociones. Para los
defensores del appraisal, las emociones son resultado de una evaluación (appraisal) cognitiva del
entorno. Así que las emociones son producidas por combinaciones de appraisals que se
manifiestan en tendencias de acción que facilitan la adaptación del individuo (Roseman y Smith,
2001). Así que una misma combinación de appraisals dan siempre a lugar a una misma emoción,
por lo que el elemento básico no es la emoción sino los appraisals. Las consecuencias de esta
teoría es que tienen una lista de emociones positivas más variada, pero por otro lado las
emociones positivas son más difíciles de explicar.

Frente a las perspectivas defensoras de una lista de emociones diferenciadas, otras


corrientes consideran que las emociones son resultado de un proceso abierto que dan a lugar a
distintos tipos de episodios emocionales: La teoría del construccionismo psicológico. La
emoción (construcción psicológica resultante de la percepción de ciertos fenómenos afectivos
concatenados) se convierte en la manifestación última de un proceso de construcción generado
por una reacción afectiva. El elemento central sería el por lo tanto el afecto nuclear, una reacción
primitiva irreducible asociada a nuestra conciencia, que se describe según dos dimensiones:
placer y activación. Sobre el afecto nuclear se producen una serie de procesos psicológicos que
traen como consecuencia el tratar de explicar un estado afectivo atribuyéndole unas causas,
evaluación de la situación (appraisal), tendencias de acción y reacciones expresivas y
fisiológicas. Percibir estas consecuencias lleva a una categorización en un fenómeno único
llamado emoción. Si esta emoción (como decía, fenómeno único) es frecuente, le asignamos una
categoría de emoción prototípica en nuestro lenguaje (miedo, alegría…).

Esta autopercepción activa la autorregulación por un proceso de categorización


consciente (“no debo estar enfadado”) (Vázquez y Hervás, 2008). Construccionismo social. En
este caso, la emoción es el resultado de un conjunto de convenciones sociales. Como en la teoría
del construccionismo psicológico, las emociones son la suma de distintos procesos psicológicos
y conductas. Aunque en este caso, la integración de las emociones se mueve en tanto proceso
mental como proceso social. Es decir, que la persona comienza a tener emociones cuando
aprende las reglas de su sociedad, y por lo tanto puede crear, regular y manifestarlas de forma
21

adecuada. De ahí se desprende que sentir una emoción respondería a un conjunto de normas
culturales aprendidas dentro de una sociedad, lo que supone derechos y deberes sociales.

3.2. Estrategias para construir la felicidad

Construir nuestra felicidad es un proceso que, como hemos visto, implica crecer en la
dirección de ser cada vez más nosotros mismos, liberándonos de todo lo que nos lo impide y
avanzando en libertad y responsabilidad personales. En este sentido, para ir caminando en la
dirección de nuestra propia felicidad es importante:

Estar en contacto con nuestro mundo interior, escucharnos en el fondo, mirando de frente
lo que vemos, lo que sentimos, pensamos o deseamos.

Ser y actuar de acuerdo con quienes somos: en nuestro trabajo, en nuestras relaciones, en
nuestro tiempo de ocio, etc., sin buscar la aprobación o el “consentimiento” de los demás.
Establecer relaciones libres y saludables con los demás, viviendo y dejando vivir, respetando y
dejándonos respetar, sin dominar ni dejarnos dominar, sin perseguir ni dejarnos perseguir, sin
buscar a quien salvar, ni buscar que los otros nos salven (BERNE, 1976).

Vivir en actitud de cooperación con los demás, pues la competitividad y el


individualismo conducen a la insatisfacción y al estrés; y no compararnos con nadie, puesto que
cada uno es peculiar y tiene sus valores, de manera que no tenemos que ser como nadie para
valer.

Los otros nos completan y ayudan, por lo que es fundamental rodearnos de personas que
nos vitaliza y estimula a vivir siendo nosotros mismos; personas que despierten lo mejor nuestro,
porque lo que somos de fondo crece en contacto con ellas. La alegría del otro despierta y hace
crecer la mía. Mi escucha despierta y hace crecer la del otro. En este sentido, hay personas que
nos marcan en la vida porque nos ayudan a vivir desde quienes somos y a crecer en nuestras
cualidades esenciales. Se trata de personas que nos aceptan y nos estimulan y que no nos piden
que seamos de otro modo para agradarlas u obtener su afecto.

Tener a nuestro lado personas cercanas y acogedoras que nos acompañen y ayuden a
avanzar y afrontar las dificultades de la vida. Son como puntos de apoyo desde donde podemos
construirnos y reconstruirnos, son tutores de resiliencia, a veces invisibles.

Estar seguros de que al menos una persona nos quiere de verdad y tener alguien a quien
amar.

Rodearnos de un ambiente positivo, que nos ayude a crecer y vitalizarnos. Por ejemplo, la
naturaleza puede ayudarnos a descubrir quiénes somos y, así, una cascada puede despertar
nuestra fuerza interior, o un paisaje, la calma. Del mismo modo, la música puede ser muy
vitalizante.

No funcionar desde las exigencias externas, de los demás o de lo que “es conveniente” o
“normal” socialmente porque, al no escucharnos ni actuar desde nosotros, podemos llegar a no
saber qué es lo que queremos realmente, e incluso olvidar quiénes somos de verdad. En estos
22

casos, lo que la persona siente o desea suele dejar de ser la prioridad y pasa a un segundo plano,
a veces muy lejano.

Aceptar la vida y a nosotros mismos porque, por dura que sea la realidad, la aceptación
proporciona una gran tranquilidad interior. No tenemos que pelearnos con nosotros por no
aceptar nuestros límites o los de los demás, o la realidad que se presenta, que es como es y no
como querríamos que fuera.

Utilizar nuestra inteligencia para ver la realidad tal cual es, sin exagerar ni minimizar, sin
dar vueltas a las cosas o exigirnos sin fin, porque todo ello puede ser fuente de sufrimiento. -
Disfrutar de cada momento y de las pequeñas cosas, sin anticiparnos al futuro ni centrarnos en lo
que no tenemos. En nuestro mundo muchas personas viven obsesionadas por conseguir lo que
“les falta”. En lugar de valorar lo que tienen y lo que son, viven en un estado de persistente
insatisfacción y tensión interior porque siempre les falta algo, lo que no les permite disfrutar de
la vida y ser felices (Fernandez,2009).

Ponerse metas realistas, ir paso a paso, valorando más lo que somos y tenemos
alrededor, así como los avances que vamos haciendo.

Vivir actitudes positivas hacia uno mismo y hacia los demás: ser acogedores y
benevolentes, amar, no juzgar ni criticar, no valorar ni comparar… - Construir una imagen de
nosotros mismos ajustada, ni negativa ni sobrevalorada. Saber quiénes somos, con nuestros
valores y límites, nos permite ajustarnos a la realidad y no sentirnos frustrados o infravalorados.

Tener un porqué, algo que nos entusiasme y dé sentido a nuestra vida. - Trabajar para
conseguir una sensibilidad ajustada y sana. Cuando la sensibilidad ha sido herida quedan
“taponadas” muchas potencialidades y, a veces, incluso el gusto de vivir. En estos casos, el dolor
es tan fuerte que no permite a la persona ser feliz y por ello es necesario llevar a cabo un proceso
de curación de las heridas para que la persona pueda sentir de manera ajustada y para que sus
verdaderas potencialidades salgan a la luz.

Cuidar nuestro cuerpo y escucharlo. Él es sabio y nos puede decir mucho de nosotros
mismos. Para vivir felices es importante tenerlo en cuenta, respetarlo en sus fuerzas y
necesidades y tener una vivencia positiva del mismo. La relación que establecemos con nuestro
cuerpo condiciona mucho nuestra propia felicidad. Quien lo vive como un enemigo o algo
despreciable no lo tratará igual que quien lo vive como un amigo y compañero de viaje
(Fernandez, 2007).

Decidir teniendo en cuenta todas las instancias de nuestra personalidad, no guiándonos


solamente por la razón o lo que “me apetece”. En este sentido es fundamental escuchar nuestra
conciencia profunda, teniéndola en cuenta al gestionar nuestra vida, porque nunca irá en contra
nuestra, ni nos pedirá más de la cuenta, ni nada que no esté de acuerdo con nuestra identidad.
Muchas decisiones pueden conducirnos en direcciones opuestas a lo que es bueno para nosotros
o nuestra felicidad (PRH, 2006). Así, por ejemplo, puedo elegir una profesión que está en contra
de mi identidad o que, por el contrario, la respeta y potencia y en la que me siento satisfecha.

4. Psicología aplicada: Programas de Intervención Positiva


23

Carmelo Vázquez y Gonzalo Hervás (2008) en su libro Psicología positiva aplicada,


distinguen diversos ámbitos de intervención: intervención clínica positiva, intervención
psicosocial y educativa, aplicaciones positivas en personas mayores, y aplicaciones positivas en
organizaciones. Dado que esta monografía se menciona el área de la clínica y la salud, se pondrá
la atención en la Intervención clínica positiva:

La Psicología positiva pasa de una psicología aplicada orientada a la patología, la


enfermedad mental y las emociones negativas, y el alivio del malestar a una centrada en las
virtudes, fortalezas, emociones positivas y el aumento del bienestar lo que se conseguirá a través
de los tres pilares de la Psicología positiva: estos son: mejora de afecto positivo, aplicación de
fortalezas y cultivo de significado. En todo caso, el objetivo de las intervenciones de psicología
positiva está dirigido fundamentalmente a mejorar el bienestar de las personas. No obstante la
respuesta a esta necesidad es algo limitada, lo que puede deberse según diversos autores a:

El hecho de que la investigación en salud mental se halle todavía inclinada al polo de la


disfunción psicológica (Ryff y Singer, 1998).

Para justificar las terapias dirigidas al incremento del bienestar personal se debería
demostrar -en una muestra de población clínica- que el nivel de bienestar psicológico en una
persona puede disminuirse. Existen varias investigaciones al respecto, pero está claro que el tipo
y grado de disfunción puede variar ampliamente entre pacientes y en el mismo paciente, de
acuerdo a su estado clínico. En la actualidad existen datos obtenidos por medio del uso de
escalas de bienestar psicológico (PWB) desarrolladas por Carol Ryff en 1989, que se pueden
utilizar para apoyar dicha hipótesis. A este respecto sólo existe una investigación controlada
(Rafanelly et al., 2000).

Hasta muy recientemente no se ha tenido clara la posible aplicación clínica de este


enfoque. Aunque en la actualidad ya se ha diseñado una estrategia psicoterapéutica dirigida a
incrementar el bienestar, llamada “terapia del bienestar”.

En los últimos 15 años han surgido diversos programas de intervención desde la


psicología positiva:

Fava, G (1999). Diseñó un programa de intervención positiva para la promoción del


bienestar en combinación con tratamientos farmacológicos y otros psicológicos. Estaba basado
en el reconocimiento de recuerdos de sucesos positivos y la identificación de obstáculos a dichos
recuerdos. Se basa en la teoría del bienestar (Ryff (1989), antes descrita). Se ha demostrado
eficacia en pacientes depresivos y con TAG.

Frederickson (2001), según su teoría de ampliación y construcción, recomienda a las


personas que aumenten la emocionalidad positiva mediante diversas técnicas de modo sostenido
(meditación, savoring, flow…) obteniendo efecto de ampliación. Estas emociones positivas, a
largo plazo, crearán recursos de resiliencia (efecto construcción). Se recomienda como técnica la
creación de carpetas o contenedores personalizados de emociones positivas usadas de forma
alternada para evitar la adaptación hedónica, las cuales servirán para evocar momentos alegres.

Bono y Mc. Cullough (2006). Basándose en la gratitud asociada al bienestar psicológico


investigaron sobre intervenciones cuyo núcleo era la gratitud.
24

Intervenciones basadas en la esperanza (actividades relacionadas con la formulación de


metas, uso de vías para alcanzar los objetivos, uso de recursos motivacionales….Estas
intervenciones estaban basadas en la Hope Theory (Snyder, 2007) y su eficacia fue investigada
por diversos autores como Irving, et. Al. en 2004.

Frish (2006) plantea una terapia llamada de calidad de vida. Que integra la teoría del
bienestar, instrumentos de medida y recursos intervenidos especialmente creados para generar y
aumentar los elementos positivos y aumentar el bienestar Aún no tiene validación empírica
(Vázquez y Hervás, 2008).

Lyubomirsky (2008). Diseñó ciertas tareas que se basaban en narrar las cosas buenas que
les habían sucedido a las personas, escribir cartas de agradecimiento, técnicas de saboreo en
relación a los buenos momentos del pasado,… para mejorar el bienestar psicológico.

4.1. Well-being therapy (terapia del bienestar)

Estrategia psicoterapéutica cuya duración es de 8 sesiones (semanales o quincenales).


Cada sesión dura entre 30 y 50 minutos. Es una técnica que da relevancia al auto observación,
mediante el uso de un diario estructurado, y la interacción paciente-terapeuta.

Se basa en el modelo cognitivo de Ryff, (1989) sobre el bienestar psicológico. Terapia


estructurada, directiva, orientada al problema y educativa. El objetivo es que el paciente pase de
un nivel disfuncional a uno óptimo en las seis dimensiones de bienestar psicológico (Control
ambiental, crecimiento personal. Propósito en la vida, Autonomía, auto-aceptación y Relaciones
positivas).

Esta terapia ha sido utilizada en varios estudios clínicos y actualmente se encuentra en


curso de investigación.

Los resultados hasta ahora son positivos, hallándose mejora sintomática en los trastornos
afectivos (depresión mayor, trastorno de pánico con agorafobia, fobia social, ansiedad
generalizada y trastorno obsesivo compulsivo). Este hecho viene corroborado por una
investigación controlada efectuada por Fava, Rafanelli, Cazzaro et al, en 1998, quienes
comprobaron que tanto la TB como la TCC redujeron los síntomas residuales y obtuvieron
mejoras en el bienestar, pero que durante el post-tratamiento los resultados de los síntomas
residuales eran mejores a través de la TB en comparación con las técnicas de la de la TCC. Estos
resultados apoyan por el momento, la eficacia de la TB en las fases residuales de los trastornos
afectivos.

También se ha utilizado la TB en el tratamiento preventivo de la depresión recurrente. En


este caso la TB sería una parte dentro de un tratamiento cognitivo-conductual. Tras diversos
estudios, no se sabe si la contribución de la TB es significativa pues fue aplicada conjuntamente
con dos ingredientes principales (TCC y Modificación del estilo de vida)
25

4.2. Psicoterapia positiva en situaciones adversas: trabajar con emociones positivas para
mejorar el malestar.

Se trata de un tratamiento que busca desarrollar métodos de promoción del bienestar por medio
del entrenamiento o la focalización en emociones positivas. Para ello la Psicología positiva,
sugiere una solución integradora, ecléctica de posibles técnicas ya existentes y ampliamente
conocidas para el tratamiento de las personas ante situaciones adversas (trauma, pérdida). Se
sugiere que estas técnicas se apliquen con sutileza y considerando el recorrido personal de estas
personas en situación adversa, pues es posible que no comprendan, según el momento en el que
se encuentren, que puedan extraer elementos de desarrollo personal de tales situaciones

ELEMENTOS GENERALES: Curiosidad, identidad y cambio.

TÉCNICAS ESPECÍFICAS: Estrategias de crecimiento y resistencia. Estas estrategias


junto a los elementos generales serán útiles dependiendo del contexto, el tipo de paciente, la
actitud, la apertura al cambio y el momento terapéutico:

Estrategias de crecimiento y resistencia: .Establecer un balance emocional. Se debe


provocar en el paciente la evocación de emociones positivas además de negativas del hecho
adverso. Es decir, que puedan abrir un espacio para ser consciente de pequeños momentos de
felicidad; el trabajo del terapeuta aquí es validar y rescatar esos instantes emocionales positivos
para estimular pensamientos y situaciones que promuevan emociones positivas.

Explorar los elementos negativos y positivos de las respuestas mantenidas ante los
sucesos. Se trabaja con el paciente considerándolo un experto. El terapeuta es quien pregunta
cómo, y qué hay que hacer en situaciones adversas. Esto obliga al paciente a rescatar los
elementos positivos o la búsqueda de alternativas.

Detección y potenciación de recursos propios. Durante la narrativa del hecho traumático


suelen aparecer elementos de fortaleza que pueden ser valorados por el paciente como signo de
debilidad. Hay que trabajarlo para devolverlos positivamente y así transformarse después en
valores de cambio.

Detección y potenciación de signos de cambio. Consiste en ayudar al paciente a


descubrir signos de mejoría y establecer un cambio positivo y orientar a visualizar un futuro sin
problemas.

Una vez trabajado los puntos anteriores, y establecida la adecuada vinculación


terapéutica, se tratará de indagar un poco más allá, mediante la comparación social usando
preguntas indirectas. Se puede explorar las expectativas de un posible hecho adverso y
explorarlas comparativamente con la realidad posterior y-o Explorar la posibilidad de la
comparación social (con otras personas en situaciones similares). Un paso más allá consistirá en
propulsar cambios vitales positivos. Para ello se propone dar significado a la experiencia, para lo
que se pueden usar lecturas de ayuda para valorar el significado del sufrimiento que pueden
luego ser comentadas. No obstante Davis y Nolen-Hoeksema, (2001) advierten que tras un
pérdida traumática, más allá de las dos semanas siguientes al suceso, es difícil encontrar un tipo
de explicación que dé sentido a la pérdidas, y puede devenir en un esfuerzo que encierre a la
persona sin una respuesta clara.
26

Otra estrategia es la de reevaluar la vida e injertar ahí la experiencia adversa, en un


cambio de prioridades.
27

Conclusiones
28

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