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Asociación Civil
Suprema Corte de Justicia de la Nación
Si la autoridad impone una multa a una asociación civil inscrita en el régimen de las
personas morales con fines no lucrativos, conforme al cual debe tributar, y dicha autoridad
lo sustenta en que de acuerdo con sus registros, aquélla incumplió con la obligación de
haber presentado el aviso de aumento de obligaciones a que se refieren los artículos 27
del Código Fiscal de la Federación y 14, fracción III, de su reglamento, y la asociación lo
niega lisa y llanamente, ésta queda liberada de la carga de la prueba, pues el artículo 68
del mencionado ordenamiento legal, sólo establece la presunción de legalidad de las
resoluciones y no de los hechos que la motivaron si son desconocidos sin reserva alguna
por el contribuyente, como ocurre en el supuesto descrito, del cual no se infiere la
afirmación de algún otro hecho.
De los artículos 1o., fracción II, 14, fracciones I y VI y 17 de la Ley del Impuesto al Valor
Agregado, se colige que están obligadas al pago, las personas físicas o morales que
presten servicios independientes, considerándose como tales la prestación de
obligaciones de hacer que realice una persona a favor de otra, cualquiera que sea el acto
que le dio origen, nombre o clasificación, como toda obligación de dar, de hacer o de
permitir, asumida por una persona en beneficio de otra, siempre que no esté considerada
como enajenación, uso o goce temporal de bienes, en la inteligencia de que en la
prestación de servicios se tendrá la obligación de pagar el impuesto en el momento en
que sean exigibles las contraprestaciones a favor de quien los otorgue y sobre el monto
de cada una de ellas. Por consiguiente, las cuotas ordinarias y extraordinarias que
aporten los socios de una asociación civil no corresponden a la prestación de un servicio
independiente, por tratarse de aportaciones realizadas en cumplimiento al contrato de
asociación colectiva por lo que no se contemplan bajo el hecho generador del impuesto al
valor agregado, ya que dichas cuotas se liquidan en cumplimiento al contrato de
asociación y no tiene relación con servicio alguno que pudiera considerarse como
contraprestación, pues las aportaciones sólo sirven para sufragar los gastos de
mantenimiento y conservación de la asociación, por lo que su pago no entra como
consecuencia inmediata y directa de un beneficio o uso de cierta instalación, ya que en
algunos casos los asociados no acuden a la asociación y no obstante ello, están
obligados a pagar la cuota para mantener su calidad de socios. Además si la asociación
civil tiene por objeto social fomentar y desarrollar toda clase de actividades sociales y
deportivas, cuyo patrimonio está constituido por las cantidades recaudadas por concepto
de aportaciones de los asociados, cuotas de inscripción ordinarias y extraordinarias y
cuotas por servicios que prestan dado el señalado objeto social y deportivo del club, es
obvio que su sostenimiento requiere el apoyo económico que le brindó dicho patrimonio,
sin cuya realización no sería posible obtener el fin social pretendido. Consiguientemente
dichas cuotas constituyen la única fuente posible de carácter financiero por la cual la
asociación sufraga los gastos indispensables para la realización del fin señalado y por
otra parte la situación jurídica que guardan los socios, individualmente considerandos,
respecto de ese patrimonio social, es la de un verdadero derecho personal o de crédito
que se singulariza por el quántum de sus aportaciones, para el caso de disolución y la
prestación de bienes y servicios que brinda la persona moral a sus socios, es una
prestación genérica contemplada en los propios estatutos del organismo y la cual no
puede individualizarse en forma específica y determinada, respecto de cada uno de los
agremiados. En consecuencia, si las cuotas aludidas no tienen el carácter dinámico entre
la producción y el consumo, sino estático, para la preservación de los fines sociales
inmersos en el contrato de organización, debe concluirse que las actividades propias de la
asociación están fuera del proceso económico por no constituir contraprestaciones, formal
y materialmente consideradas de ningún servicio, lo que pone en evidencia la falta de
elementos del hecho generador del impuesto al valor agregado.
Décima Época
Materias(s): Administrativa
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 35, Octubre de 2016, Tomo I, página
815
Tipo: Jurisprudencia
De los artículos 1o., fracción IV y último párrafo, 6o., fracción III, 87, 88, 213 y 215, de la Ley
General de Sociedades Mercantiles, se advierte que entre las especies de sociedades mercantiles
se encuentra la sociedad anónima, que puede constituirse como sociedad de capital variable, lo
que se hará mediante la escritura correspondiente que deberá contener, entre otros requisitos, el
relativo a su denominación, expresando cuando así sea, que es de capital variable. Asimismo, en la
propia ley el legislador previó expresamente que cuando se trate de la denominación de la
sociedad anónima ésta se formará libremente, pero será distinta de cualquier otra e
invariablemente al emplearse estará seguida de las palabras "Sociedad Anónima" o de su
abreviatura "S.A." y, cuando sea de capital variable, a la razón o denominación social propia del
tipo de sociedad también se añadirán siempre las palabras "de Capital Variable"; de modo que por
disposición expresa de la ley, es indudable que, para efectos fiscales o administrativos, la
integración de la denominación o razón social de las sociedades anónimas, y en el caso de que
sean de capital variable, comprenderá las palabras "Sociedad Anónima" y, según el caso, "de
Capital Variable" o sus abreviaturas "S.A. de C.V."
Décima Época
Materias(s): Civil
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XI, Agosto de 2012, Tomo 1, página
472
Tipo: Jurisprudencia
El citado precepto, que en su primer párrafo establece que la sentencia que se pronuncie contra la
sociedad condenándola al cumplimiento de obligaciones frente a terceros, tendrá fuerza de cosa
juzgada contra los socios cuando éstos hayan sido demandados conjuntamente con la sociedad, es
aplicable a todas las sociedades mercantiles, pues dicho numeral no distingue al respecto, además
de que se ubica en el capítulo I de la Ley General de Sociedades Mercantiles, relativo a la
constitución y funcionamiento de las sociedades en general; y si bien en su segundo párrafo
establece una distinción, en atención al grado de responsabilidad de los socios demandados, al
señalar que cuando su obligación se limite al pago de sus aportaciones, la ejecución de la
sentencia se reducirá al monto insoluto exigible de las aportaciones, no del adeudo, ello no implica
que el artículo 24 de referencia sea inaplicable a las sociedades anónimas, pues aunque el numeral
87 de la propia ley establezca que éstas se componen exclusivamente de socios cuya obligación se
limita al pago de sus acciones, ellos sólo podrán liberarse de la aplicación del citado artículo 24, si
demuestran haber cumplido íntegramente con la obligación que el mencionado artículo 87 les
impone, que consiste en el pago de sus aportaciones, pues la suscripción de las acciones en que se
divide el capital social de la anónima sólo implica que los socios contrajeron la obligación suscrita
con su firma, de cubrir, en proporción a las acciones que hayan adquirido, el total del capital
social; sin embargo, esto no significa que la obligación adquirida se encuentre satisfecha, ya que el
artículo 89, fracciones III y IV, de la propia ley, reconoce dos formas de pagar las aportaciones o
acciones en que se dividió el capital social, esto es, exhibir íntegramente el valor de cada acción
que haya de pagarse, en todo o en parte, o con el 20% del valor de cada acción en numerario;
aunado a lo anterior, por lo que hace a su escritura constitutiva, el artículo 91, fracciones I y III, de
la ley, señala que en aquélla debe indicarse la parte del capital social exhibido, así como la forma y
términos en que los socios deben pagar la parte insoluta de las acciones que hayan suscrito.
Novena Época
Materias(s): Civil
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXVI, Noviembre de 2007, página
38
Tipo: Jurisprudencia
Las funciones que la ley encomienda a los comisarios de las sociedades anónimas son, en esencia,
vigilar ilimitadamente y en cualquier tiempo las operaciones de la sociedad, esto es, proteger a los
accionistas a través de la vigilancia de las operaciones de la sociedad, de los actos del Consejo de
Administración y de los funcionarios de la misma. Para lograr ese objetivo, es indispensable que
los comisarios no dependan directa o indirectamente de los administradores porque ello les
privaría de la necesaria libertad de acción para el cumplimiento de sus tareas. De aquí que la Ley
General de Sociedades Mercantiles haya establecido que los comisarios no pueden ser
dependientes de la negociación, ni parientes de los administradores en los grados señalados en la
misma Ley. Por su parte, los apoderados de la sociedad son representantes de la misma y, con los
límites de su representación establecidos en el mismo poder o en los acuerdos de la asamblea o
del órgano de administración, tienen facultades para obligar a la persona moral que les otorgó tal
representación. Así, es evidente que la actuación de los apoderados de la sociedad es materia de
vigilancia por parte del comisario, ya que la Ley les da facultades para vigilar todas las operaciones
de la sociedad y esto incluye también las realizadas a través de los apoderados. Si estos actos u
operaciones no fueran sujetas a la vigilancia del órgano creado en la Ley para ello (comisario), se
podría caer en el absurdo de que los administradores recurrieran a apoderados para realizar actos
contrarios a los intereses de la sociedad y en beneficio propio, en detrimento del patrimonio social
y de los propios socios, ya que éstos no estarían sujetos a la supervisión del comisario. Por lo
tanto, las figuras del comisario y del apoderado de la misma sociedad no son compatibles, por lo
que una persona no las puede ejercer al mismo tiempo, puesto que si una de las funciones del
órgano de vigilancia es la de supervisar las operaciones de los administradores por sí o por
interpósita persona, y es el propio comisario el que realiza tales operaciones, se conjuntarían en
una misma persona dos funciones distintas y que, incluso, se contraponen, como lo es realizar
actos de administración y, a su vez, supervisar los mismos, lo cual sería incoherente con la
independencia que deben tener respecto de los administradores. Si se considerara que son
compatibles en una sola persona las funciones de comisario y de apoderado de la sociedad se
afectaría la independencia que debe tener el comisario respecto de los administradores, pues al
ejercer el poder estaría realizando funciones de administración lo cual va en contra de la
naturaleza propia del comisariado. Por lo anterior, carece de eficacia cualquier poder otorgado a
favor del comisario para que realice actos a nombre de la sociedad y, en ese caso, estaría viciada la
personalidad con la que comparece a juicio aun cuando no existe norma expresa que así lo
determine, ni que lo prohíba expresamente.