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INSTITUTO MCLAREN DE PEDAGOGÍA CRÍTICA

PROGRAMA DE DOCTORADO EN PEDAGOGÍA CRÍTICA


Y EDUCACIÓN POPULAR

ENSAYO
LAS IDEAS PEDAGÓGICAS DE ROUSSEAU Y SU INFLUENCIA EN
LA CONSTRUCCIÓN DE LA MODERNIDAD

ASIGNATURA: DEBATE DE LAS IDEAS FILOSÓFICAS PEDAGÓGICAS EN


LAS POSMODERNIDAD.
ASESORA: ROSA MA. ROMERO CUEVAS
ALUMNA: LARISSA CITLALI GUZMÁN GUERRERO

MORELIA, MICHOACÁN A FEBRERO DE 2020


Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) ha sido considerado uno de los
grandes precursores de la pedagogía moderna. Los planteamientos que hizo con
respecto a la educación permanecen vigentes al término de la segunda década del
siglo XXI, sobre todo en lo que se refiere al lugar y la importancia que el niño debe
tener en el proceso de aprendizaje. En una época tan temprana de la historia
moderna, cuando la educación estaba todavía en manos de los colegios jesuitas y
reducida a un enfoque tradicional, cuando la gran mayoría de los niños no tenía
acceso a la escuela, Rousseau insertó algunas de las ideas más innovadoras
sobre las que se habría de inspirar un siglo después La escuela nueva.

Rousseau, quien nació en Ginebra el 28 de junio de 1712, fue un hijo fiel y a la vez
profundamente crítico de su época: el Iluminismo. Es la época del siglo XVIII, el
Siglo de las Luces, del despotismo ilustrado, de la Enciclopedia, de los cambios
que anunciaban una transformación profunda, radical, mucho mayor: la de la
Revolución Francesa de 1789. Después de tantos siglos de permanecer hundida
en las profundidades oscuras del dogmatismo, la humanidad estaba saliendo del
foso y se aprestaba a arrojar la luz de la razón sobre los horizontes del mundo. En
este sentido, la única luz válida es la que proviene de un examen de las cosas
realizado con ojo crítico. La verdad deja de estar sujeta a los designios de la fe y
sólo tiene cabida en el universo infinito de la razón. Sólo las cosas que se someten
a la razón y pasan su prueba son aceptadas como verdades.

Era la época de los grandes pensadores como Voltaire (1694-1778), quien formó
parte del Círculo Parisino de los Libertinos y fue encarcelado once meses en La
Bastilla, uno de los creadores del realismo: ver el mundo como es y no como
quisiéramos que fuera, sin recurrir a justificaciones artificiosas. Diderot (1713-
1784), a quien se le confió en 1745 la dirección de la Enciclopedia, o Diccionario
razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios al cuidado de una sociedad
de hombres de cultura. Helvetius (1715-1771), quien sostuvo que el hombre genial
no es más que el producto de las circunstancias en que ha llegado a encontrarse,
y entonces todo el arte pedagógico consiste en poner a los sujetos en un conjunto
de circunstancias idóneas para desarrollar el intelecto y la virtud. Condillac (1714-
1780), quien plantea que las funciones intelectuales son un reflejo de las
sensaciones, de manera que hay que dar importancia a la educación sensorial y
activa de la infancia. Y Rousseau, quien critica a la razón cuando se separa de los
sentimientos y propone una vuelta al estado natural del niño. De los pensadores
más importantes de esa época, es Diderot quien se coloca a la izquierda,
planteando que la educación ha de ser para todos y no sólo para los privilegiados,
ya que se trata de un bien para la humanidad y uno de los presupuestos para la
mayor difusión de las luces de la razón. Veía en la educación una manera de librar
a la sociedad no sólo de la ignorancia, sino de la explotación. “Es más difícil
explotar a un campesino que sabe leer que a un campesino analfabeto”, afirmaba.
La iluminación de la conciencia pasa necesariamente por la escuela y por la
democratización de ésta. El derecho a la educación se convierte en uno de los
pilares en la lucha por la igualdad de los hombres.

De esta manera, el Iluminismo se presenta como el primer gran movimiento


ideológico del mundo moderno que se propone hacer progresar a la humanidad
mediante la liberación de las tinieblas medievales y de la servidumbre humana. La
palabra “enciclopedia” proviene de dos raíces griegas: kyklos, que da la idea de
una esfera y al mismo tiempo de una atadura circular o cíclica, y paideia, que tiene
el sentido de formación cultural y de enseñanza a la vez. La Enciclopedia, que
empieza a ver la luz en 1751, es un compendio general de los saberes más
importantes y relevantes que se tenían hasta la fecha, una exposición de los
fundamentos culturales según su orden racional, un intento por difundir sin
limitaciones las luces del conocimiento y la razón. Para 1772 se tenían ya 28
volúmenes. Rousseau colaboró con algunos textos sobre música. Luis XV decretó
su prohibición porque de inmediato se dio cuenta de que las ideas sin control
cuestionan de raíz el estado de cosas imperante. En efecto, la Enciclopedia se
convertía en el polo ideológico que la burguesía estaba necesitando para
construirse una identidad de clase y como arma teórica. Fue en este contexto que
Rousseau elabora y da a conocer su teoría sobre el origen de la desigualdad entre
los hombres y la educación del niño. El pensador francés habla del “estado de
naturaleza”, una especie de paraíso mítico terrenal donde el hombre no había sido
contaminado todavía por la influencia negativa de la civilización. No se trata, por
su puesto, de una fase de completo salvajismo y barbarie, sino de un estado en
que el hombre es feliz porque puede dar libre expresión a su naturaleza sencilla.
El niño existe, por otro lado, como un ser sustancialmente distinto del adulto y
sujeto a sus propias leyes de evolución. La infancia no es una etapa única,
homogénea, sino un conjunto de estados sucesivos que progresivamente
conducen a la condición de adulto. Si pretendemos educar al niño, nos dice
Rousseau desde el esplendor del siglo XVIII, antes tenemos que conocer su
naturaleza. El adulto se empeña en buscar modelos artificiales, cuando la
naturaleza es para el niño el maestro más idóneo y el modelo más adecuado. El
término “naturaleza” designa en Rousseau no sólo el medio ambiente, sino la
esencia de lo que el niño es, sus características, las bases de su persona.

La educación del niño empieza de hecho al nacer; antes de saber hablar; antes de
comprender lo que se le dice, el niño está siendo ya educado a través de la acción
de la experiencia que es anterior a todas las lecciones que el niño pueda recibir.
Las sensaciones son los primeros materiales del conocimiento. El niño tiene que
formar sus primeros conocimientos en el plano de las sensaciones que lo ponen
en contacto inmediato con las cosas y no a través de explicaciones que es incapaz
de comprender. De esta manera, se podría hablar de una especie de razón
sensitiva. Las sensaciones se convierten en ideas y posteriormente forman parte
del universo racional de la conciencia. Otra de las grandes aportaciones que hace
Rousseau es en relación con el aspecto significativo del conocimiento. Toda
educación debe partir del interés del sujeto que se va a educar, en este caso el
niño. Toda enseñanza, si se quiere que enseñe realmente algo, debe responder a
la curiosidad y a las necesidades del niño; debe ser una respuesta a los
problemas que él se plantea o que a él se le plantean; debe ser deseada y
aceptada con gusto. De esta manera, la educación sería el procedimiento por el
que se da al hombre todo lo que no tiene al nacer y necesita para la vida. Las
cosas educan en la medida que hay una experiencia sobre ellas. Si el gran
descubrimiento de la psicología de Rousseau es el niño como ser distinto del
hombre, uno de los grandes hallazgos de su pedagogía es la consideración de los
intereses y la capacidad de aprendizaje del niño.

“Haced que vuestro alumno dedique atención a los fenómenos de la naturaleza y


pronto despertaréis su curiosidad, pero para alimentarla no os deis prisa en
satisfacerla. Poned a su alcance las cuestiones y dejad que las resuelva; que no
sepa algo porque se lo habéis dicho, sino porque lo haya comprendido él mismo;
que invente la ciencia y no que la aprenda. No se trata de enseñarle las ciencias,
sino de estimularlo de que se aficione a ellas, y proporcionarle métodos para que
las aprenda cuando se desarrollen mejor sus aficiones. Este es el principio
fundamental de toda educación”. Es lo que Rousseau aconsejaba a los maestros.

No se trata de que el mentor le transmita al alumno los conocimientos que han


sido elaborados por otros y que el alumno se limite a recibirlos, a absorberlos y
almacenarlos pasivamente. Es necesario motivar en el alumno su propio interés
por la búsqueda de respuestas, por la construcción de los conocimientos que
responden a los cuestionamientos fundamentales que el alumno se hace sobre la
vida, la naturaleza, el mundo, el universo. Y fue más allá. Si de lo que se trata es
que el niño desarrolle su propio potencial humano, entonces su formación ha de
tener lugar en ambiente de libertad. Criticando los métodos tradicionales, sostenía
que el más preciado de todos los bienes no era la autoridad, sino la libertad: «El
reino de la libertad debe serle, por tanto, preparado y posibilitado al niño, dejando
a su naturaleza manifestarse espontáneamente, poniéndole en condiciones de ser
siempre dueño de sí mismo y no contrariando su voluntad». Los principios
fundamentales en que sostiene su teoría de la educación se encuentran en una de
sus obras magnas: Emilio, novela pedagógica que ve la luz en 1762 y que provoca
reacciones encontradas entre el público y las autoridades. El Parlamento de París
condena la obra y ordena el arresto de su autor. Rousseau se ve obligado a huir.
El filósofo Hume le brinda hospitalidad en Inglaterra. Después de una vida errante
que lo marcaría profundamente regresa a París en 1770. Muere el 2 de julio de
1778 en Emenonville, donde estaba como huésped de uno de sus admiradores. Y
es que Rousseau hablaba de principios que cuestionaban a fondo el estado de
cosas prevaleciente y daban lugar a una visión distinta de la sociedad. La libertad,
decía, no puede ir desligada de la democracia. Libertad y democracia eran un
binomio indisoluble, pero correspondían a una realidad que no existía entonces y
que era necesario construir.

En su Contrato Social (1762) nos habla de que se trata no tanto de conservar


intacta la libertad natural, sino más bien de transformarla en libertad cívica, con un
enriquecimiento real y una ulterior expansión de la personalidad. Ser libre, decía
Rousseau, es respetar la ley. Ser libre, sinónimo de ser moral, es sujetarse a una
ley que no está dirigida sólo a uno mismo, sino a todos los seres humanos en
cuanto tales. Sostenía también que el único soberano es el pueblo y que las leyes
deben emanar de su voluntad. Sólo así el individuo aceptaría someterse a la ley,
que no se le impone desde fuera. Hablaba de una voluntad democrática, esto es,
la voluntad de aceptar la convivencia democrática fundada en el juego de
mayorías y minorías, con absoluto respeto al derecho de las minorías. Hacía la
extrapolación al ámbito educativo. ¿Cómo es posible educar al individuo para que
piense en términos democráticos, es decir, en términos de voluntad general, en
una sociedad que no está fundada sobre la voluntad general, no democrática?
“Sólo es proficua y digna del nombre la educación que, en vez de constreñir y
atormentar, libera, desarrolla y da felicidad.”

Confianza en la naturaleza del niño y defensa de su libertad, eran los ejes


fundamentales de su propuesta educativa. Rousseau rescata al niño de los
espacios cerrados y oscuros en que se le educaba. Lo descubre mostrando su
esencia original, su naturaleza primigenia. Para que su formación vaya en
concordancia, en armonía, de su condición natural y su potencial de realización,
es necesario colocar al niño en un ambiente totalmente distinto, esto es, en un
medio donde se le respete su personalidad y se creen las condiciones para su
realización individual y en sociedad. Era necesario un cambio a fondo en la
sociedad, orientado precisamente hacia la conquista de la libertad y la
democracia, hacia la igualdad entre los hombres, para que una visión educativa
como la de Rousseau tuviera posibilidad de realizarse. La Revolución Francesa
fue un anuncio promisorio. Pero la llegada de Napoleón lo echó todo por tierra.
Con el paso del tiempo, el niño volvió a quedar cubierto por una bruma densa de
prejuicios y de ignorancia. Aun cuando se han hecho investigaciones a fondo
sobre la naturaleza del niño, sobre la psicología infantil, confirmando muchos de
los presupuestos hechos ya por Rousseau, la verdad es que la escuela, sobre
todo nuestra escuela mexicana, volvió a deslizarse por la pendiente oscura del
tradicionalismo.

Con todo y que desde hace varias décadas la lucha por la democracia y la libertad
ha sido parte de nuestra realidad cotidiana, la escuela se ha mantenido al margen
de estos procesos. Los avances democráticos que hemos tenido, con todo y que
han sido limitados y que han sido los partidos los principales beneficiados, no han
permeado los muros de piedra que rodean las escuelas. En su interior se sigue
enseñando como en la época de la escuela tradicional. El niño ha sido desplazado
por el programa, el maestro lo hace todo; las condiciones en que se organiza y
funciona la escuela no son las apropiadas para generar un ambiente de confianza
en el niño, una atmósfera de libertad. Y las reformas educativas que se han
impuesto desde sexenios atrás no tocan a la escuela para promover su
transformación democrática y conformar un paradigma pertinente a nuestro mundo
actual en el que la posmodernidad deje de ser una incertidumbre y se pueda, a
través de la educación, cuestionar nuestro mundo de vida y transformarlo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 J.J.Rousseau, El Contrato Social, tr. Fernando de los Ríos. (1975) Madrid:

Espasa Calpe.

 J. J. Rousseau, Emilio o de la Educación, tr. Luis Aguirre Prado. (2008).

Madrid: EDAF.

 Sierra, Beatriz. (2015) La educación en J. J. Rosseau en Revista

Complutense de Educación. Vol. 26, No. 1. pp. 121-139. España: UC.

 Soetard, Michel. (1994) Jean Jacques Rousseau en Perspectivas: Revista

trimestral de educación comparada. Vol. XXIV, No. 3-4. París: UNESCO.

Consultada en: http://www.ibe.unesco.org/sites/default/files/rousseaus.PDF

 Vilafranca, Isabel. (2012) La filosofía de la educación de Rousseau en

Revista de Historia de la Educación. No. 19, pp. 35-53. España:

Universidad de Barcelona. Consultado en:

file:///C:/Users/Lenovo/Downloads/Dialnet-

LaFilosofiaDeLaEducacionDeRousseau-4172907%20(1).pdf

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