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EL DELITO DE DEFRAUDACIÓN TRIBUTARIA

Para empezar con el análisis debemos establecerse que para criminalizar una
conducta, antes debe determinarse si es necesario que la defensa del bien sea
al nivel del sistema penal para lograr resultados positivos. Así pues, los otros
mecanismos de control legal resultan insuficientes para combatir determinadas
conductas que requieren de medidas mas drásticas que podemos encontrar en
nuestro ordenamiento jurídico. Es el sistema penal, el que a través de del
Ministerio Público da inicio a la acción penal a solicitud de la SUNAT,
organismo que se encarga de presentar un informe detallado y sustentado, en
el cual menciona los indicios de la posible comisión de delitos tributarios por
parte de los contribuyentes o administrados.

El origen de los delitos tributarios

El Estado requiere realizar actividades económicas y financieras para poder


generar fondos suficientes para cubrir las necesidades de los ciudadanos, esto
da origen a la potestad tributaria, que se refiere a la recaudación y
administración de impuestos y tributos que se constituye en la obligación
tributaria del contribuyente.
Aquellas acciones que afecten la idoneidad de estos mecanismos constituyen
ilícitos tributarios, que debido a la gravedad podrán configurarse como
infracciones administrativas o como delitos.
La creación de los delitos tributarios responden a la necesidad del Estado de
asegurar el pago de los tributos establecidos y sancionar a los administrados
que intenten evadir, ocultar o corromper a la administración tributaria.
La tendencia que se hace dominante en las modernas legislaciones penales,
es que no se limita solo a la protección de bienes jurídicos que pueden ser
afectados directamente con las convivencia social, sino también la de incluir a
los bienes jurídicos cuya afectación implique a todos los individuos de la
sociedad.
En el Perú se configura y tipifica por primera vez el delito de defraudación
tributaria con implicancias penales en el Código tributario de 1966, el cual
reprimía dicha conducta antijurídica con una pena privativa de la libertad de
seis años. La reforma del Código Penal en 1991 reduce dicha pena a cuatro
años de pena privativa de libertad. Un año después, en 1992, los legisladores
conscientes del error rectifican y retoman la pena privativa de la libertad con
seis años.
Actualmente los legisladores consideraron dar una ley especial referida a los
delitos tributarios, los cuales reciben una pena represiva de ocho años de
privación de la libertad

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