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Historia de la banca antigua de la

Republica Dominicana

Los primeros indicios de regulación bancaria en República Dominicana aparecen


con el surgimiento del Banco Nacional de Santo Domingo, S. A. en el año 1869. En
1909, el Estado Dominicano promulgó la primera Ley General de Bancos,
estableciendo regulaciones específicas para Bancos Hipotecarios, Emisores y
Refaccionarios.
Es entonces cuando surgen instituciones de crédito con las características de
bancos comerciales, bajo la supervisión y control de la Secretaría de Estado de
Hacienda y Comercio, denominada hoy Ministerio de Hacienda, la cual disponía de
interventores nombrados por el Poder Ejecutivo en cada banco para ejercer su
control.
El economista Virgilio Álvarez Sánchez fue el primero en asumir el cargo de
superintendente de Bancos, posición que ocupó durante dos años. En principio, la
tarea de supervisión que desempeñaba esta entidad era muy simple, considerando
lo limitado de las operaciones comerciales de esa época, y su función principal
consistía en la autorización de nuevas oficinas bancarias.
En 1965 la Ley No. 1530, que dio origen a la Superintendencia de Bancos, fue
modificada y sustituida por la Ley No. 708, Ley General de Bancos, del 14 de abril
del 1965. Posteriormente, el 3 de febrero de 1967, mediante decreto del Poder
Ejecutivo, se dictó el Reglamento No. 934, “Reglamento Interior de la
Superintendencia de Bancos”, en cuyo contenido se establecieron las funciones del
superintendente de Bancos y la organización general de la Superintendencia de
Bancos, así como la estructura organizativa formal.
Asimismo, con la promulgación de esta legislación, el superintendente de Bancos se
incorpora como miembro ex oficio de la Junta Monetaria. Debido al vertiginoso
crecimiento experimentado por el sistema financiero, tanto en el aspecto
institucional como en el operativo, la Superintendencia de Bancos se ha visto en la
necesidad de adecuar su estructura en múltiples ocasiones para asimilar dichos
cambios, enmarcándose, además, en una profunda transformación de su marco
regulatorio y de supervisión, pasando de un modelo de cumplimiento a un modelo
de supervisión consolidado basado en riesgos.

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