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Tal fue la nueva relación que forjaron el pequeño animal y Speck que le ató una
pequeña cuerda a una de las patas para que se quedara con él. Le adiestró para
que se quedara posado en su hombro y lo convirtió en su particular mascota y su
amigo durante un breve tiempo en la cárcel. “Llegado el momento, un guardia le
avisó de que no podía quedarse con él en la celda, el preguntó 'ah, ¿no
puedo?'”, continuaba el relato. Speck miró desafiante al carcelero, se acercó
lentamente hasta un ventilador que había en una esquina de la sala y lanzó al
pequeño gorrión a las aspas. “El guardia, horrorizado, le dijo que creía que le
gustaba el pájaro”.
“Me gustaba, pero si no puedo tenerlo, nadie más puede”.
Según cuentan los familiares y el propio Speck, cuando era un niño recibió toda
una serie de golpes en la cabeza: se dio con la barra de un toldo, se estrelló con la
bicicleta, se cayó de un árbol, sufrió un accidente tras golpearse con un martillo
carpintero y, cuando tenía apenas tres años, quedó inconsciente al no llegarle el
riego de la sangre a la cabeza. Es difícil conocer si de verdad todos estos fueron
accidentes fortuitos pero, en cualquier caso, Richard vivió la mayoría de su
infancia y adolescencia entre la soledad social y el temor a su padrastro. Tampoco
consiguió sacarse el título de graduado en el instituto, a pesar de haberse resistido
a mudarse a Texas con su madre y su padrastro para quedarse en su pueblo,
junto a su hermana Sara, e intentar graduarse en Monmouth. Nada de ello sirvió y
Richard nunca se graduó.
Años de alcoholismo y detenciones
Fotografía de Speck tras una de las ocasiones que ingresó en prisión durante su
juventud en Dallas, Texas
Verano de 1966
Durante el mes de abril, y después de haber pasado los últimos tres meses entre
las tabernas de Chicago, el cuñado de Richard, Gene, pensó que una buena
oportunidad laboral para el hermano de su mujer sería en la Marina de Estados
Unidos, donde él mismo había servido años atrás. Richard fue designado a la
tripulación del Clarence B. Randall. Sin embargo, una apendicitis el primer mes
a bordo le devolvió a tierra, concretamente al Hospital St. Joseph, donde
conoció a una enfermera de 28 llamada Judy Laakaniemi. No tardó en volver a
bordo del buque, donde persistió en una constante actitud de enfrentamiento con
sus superiores y episodios de embriaguez constantes.
El 15 de junio de 1966 fue oficialmente retirado del Clarence B. Randall. En lugar
de volver a casa de su hermana, Richard tuvo otra idea: viajar hasta Houghton,
Michinga, donde se reencontraría con Judy, la enfermera del St. Joseph, que en
ese momento se encontraba en proceso de divorcio. No obstante, solo dos
semanas después, Judy Laakaniemi le dio a Richard Speck 80 dólares y el ex
marinero, rechazado, volvió de regreso hasta Chicago, a casa de su hermana.
Gene llevó de nuevo a su cuñado hasta el Sindicato Nacional Marítimo (NMU), a
darle de alta, para que se le asignara a cualquier empleo temporal que surgiese.
Frente a las oficinas del sindicato había un recinto de cinco casas adosadas,
destinadas a enfermeras en prácticas en el Hospital Comunitario de Chicago.
Gloria Davi, Patricia Matusek y Nina Schmale, tres de las ocho enfermeras
asesinadas por Richard Speck
Se acercó hasta el numero 2319 de la calle 100th de Chicago, donde vivían Gloria
Davy, Patricia Matusek, Nina Jo Schmale, Pamela Wilkening, Suzanne Farris,
Mary Ann Jordan, Merlita Gargullo, Valentina Pasion y Corazon Amurao.
Todas eran estudiantes de enfermería, dos de ellas de origen filipino. Speck llamó
a la puerta, vestido todo de negro, con la pistola que había robado a la mujer de
53 años y un cuchillo. Amurao, de 21 años, fue quien abrió la puerta. Richard le
dijo que se calmase, que sólo quería el dinero que tuviesen. Speck llevaba tatuado
en el brazo la frase “Nacido para alzar un infierno”.
Speck solo encontró en el cuarto unos 90 dólares. Las ató a todas los pies y
cabeceros de la cama con perfectos nudos marineros, dada la experiencia en
el Clarence B. Randall. Las amenazó con el cuchillo y las fue maniatando
conforme las ocho jóvenes llegaron a la habitación. Una a una, las arrastró hasta
el cuarto contiguo, donde las violaba, acuchillaba y estrangulaba. En un
vídeo filtrado a la prensa en 1996, Richard relataría: “No es como en la televisión.
Tardas más de tres minutos y se requiere mucha fuerza para estrangular a
alguien”.
Fotografía de Speck tras una de las ocasiones que ingresó en prisión durante su
juventud en Dallas, Texas
Verano de 1966
Durante el mes de abril, y después de haber pasado los últimos tres meses entre
las tabernas de Chicago, el cuñado de Richard, Gene, pensó que una buena
oportunidad laboral para el hermano de su mujer sería en la Marina de Estados
Unidos, donde él mismo había servido años atrás. Richard fue designado a la
tripulación del Clarence B. Randall. Sin embargo, una apendicitis el primer mes
a bordo le devolvió a tierra, concretamente al Hospital St. Joseph, donde
conoció a una enfermera de 28 llamada Judy Laakaniemi. No tardó en volver a
bordo del buque, donde persistió en una constante actitud de enfrentamiento con
sus superiores y episodios de embriaguez constantes.
El 15 de junio de 1966 fue oficialmente retirado del Clarence B. Randall. En lugar
de volver a casa de su hermana, Richard tuvo otra idea: viajar hasta Houghton,
Michinga, donde se reencontraría con Judy, la enfermera del St. Joseph, que en
ese momento se encontraba en proceso de divorcio. No obstante, solo dos
semanas después, Judy Laakaniemi le dio a Richard Speck 80 dólares y el ex
marinero, rechazado, volvió de regreso hasta Chicago, a casa de su hermana.
Gene llevó de nuevo a su cuñado hasta el Sindicato Nacional Marítimo (NMU), a
darle de alta, para que se le asignara a cualquier empleo temporal que surgiese.
Frente a las oficinas del sindicato había un recinto de cinco casas adosadas,
destinadas a enfermeras en prácticas en el Hospital Comunitario de Chicago.